6 Wigamba: El mal se extiende
()
About this ebook
Berenice ronda la casa ayudada por el Comadreja, pero se niega a acercarse a pesar del llamado incesante de Wigamba. Mientras tanto el mal sigue esparciéndose. Ahora son más los infectados y sus víctimas comienzan a aparecer en la ciudad vecina, atrayendo la atención de una fuerza policiaca que está fuera del control de Darsen. Si Berenice fracasa en su intento de detener a esta nefasta pareja pronto todos los moradores de la región será zombis. Antes de leer este libro adquiere “1 Wigamba - El hacedor de zombis” en este mismo sitio.
Read more from Marcus Van Epe
9 Wigamba: El llamado del vudú Rating: 0 out of 5 stars0 ratings5 Wigamba: La infección Rating: 0 out of 5 stars0 ratings12 Wigamba: Dambala Rating: 0 out of 5 stars0 ratings7 Wigamba: Legión zombi Rating: 0 out of 5 stars0 ratings2 Wigamba: Las cazadoras Rating: 0 out of 5 stars0 ratings4 Wigamba: Escape de Nueva Alejandría Rating: 0 out of 5 stars0 ratings11 Wigamba: Me llamo Marcus Rating: 0 out of 5 stars0 ratings3 Wigamba: El zombi original Rating: 0 out of 5 stars0 ratings8 Wigamba: Un nuevo territorio Rating: 0 out of 5 stars0 ratings1 Wigamba: El hacedor de zombis Rating: 5 out of 5 stars5/510 Wigamba: Rumbo a Haití Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Related to 6 Wigamba
Related ebooks
8 Wigamba: Un nuevo territorio Rating: 0 out of 5 stars0 ratings4 Wigamba: Escape de Nueva Alejandría Rating: 0 out of 5 stars0 ratings3 Wigamba: El zombi original Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl teatro del agua Rating: 0 out of 5 stars0 ratings11 Wigamba: Me llamo Marcus Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsBenevolencia Mortal Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsTítere sin cuerdas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl legado de las campanas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa Casa del Aire Rating: 5 out of 5 stars5/5Infernum Gehena Rating: 4 out of 5 stars4/51 Wigamba: El hacedor de zombis Rating: 5 out of 5 stars5/5Jasper: Jasper, #1 Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEn El Laberinto. El Amor Eterno En El Laberinto Infinito De Las Posibilidades Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsUn conflicto sin fin: Conflictos universales, #2 Rating: 4 out of 5 stars4/5Pasado de revoluciones Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsRespira Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsFamilia y reflejo: La ciudad insomne, #3 Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsCirce Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsConocimiento Rating: 5 out of 5 stars5/5El dios dormido Rating: 5 out of 5 stars5/5Sombra, El Asesino De La Oscuridad Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsAlina la pícara Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsProfecía en el crepúsculo: Hijos del crepúsculo (1) Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsTritón y Minos: Detectives de lo extraño Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMemorias Falsas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa Dama Buscadora: Hijos de la Diosa, #3 Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa isla de los dragones dormidos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa isla del olvido: Los Danforth (2) Rating: 5 out of 5 stars5/5El infierno secreto Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLas reliquias del cuervero Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Science Fiction For You
Viaje al centro de la Tierra: Clásicos de la literatura Rating: 4 out of 5 stars4/5Obras Completas Lovecraft Rating: 5 out of 5 stars5/5La Única Verdad: Trilogía de la única verdad, #1 Rating: 4 out of 5 stars4/5La infancia del mundo Rating: 3 out of 5 stars3/5Frankenstein: Clásicos de la literatura Rating: 5 out of 5 stars5/51984 Rating: 5 out of 5 stars5/5Los empleados Rating: 4 out of 5 stars4/5Yo, Robot Rating: 4 out of 5 stars4/5Leviatán Rating: 5 out of 5 stars5/5La parábola del sembrador Rating: 5 out of 5 stars5/5El apocalipsis descifrado Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsGuía del autoestopista galáctico Rating: 4 out of 5 stars4/5El Peso del Honor (Reyes y Hechiceros—Libro 3) Rating: 5 out of 5 stars5/5La estrella de Salomón Rating: 4 out of 5 stars4/5La Senda De Los Héroes (Libro #1 de El Anillo del Hechicero) Rating: 4 out of 5 stars4/5Veinte mil leguas de viaje submarino Rating: 5 out of 5 stars5/5El faro del fin del mundo Rating: 4 out of 5 stars4/5El Juego De Los Abalorios Rating: 5 out of 5 stars5/5Death Trial Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsDe la Tierra a la Luna Rating: 5 out of 5 stars5/5Adiós, humanidad: Historias para leer en el fin del mundo Rating: 4 out of 5 stars4/5Omegaverso: Compañeros de viaje Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsDe la oscuridad a la luz Rating: 3 out of 5 stars3/5Un Rito De Espadas Libro #7 De El Anillo Del Hechicero Rating: 4 out of 5 stars4/5Colección de Julio Verne: Clásicos de la literatura Rating: 4 out of 5 stars4/5Veinte mil leguas de viaje submarino: Clásicos de la literatura Rating: 4 out of 5 stars4/5El Despertar de los Dragones (Reyes y Hechiceros—Libro 1) Rating: 5 out of 5 stars5/5El Mapa del caos (Map of Chaos Spanish edition): novela Rating: 4 out of 5 stars4/5La máquina del tiempo de Adolf Hitler Rating: 4 out of 5 stars4/5
Reviews for 6 Wigamba
0 ratings0 reviews
Book preview
6 Wigamba - Marcus van Epe
6 Wigamba
El mal se extiende
Marcus van Epe
Smashwords edition
Copyright: 12 Editorial AC / Alejandro Bernardo Volnié Abuásale - 2012
Cover design: COVALT | www.covalt.com.mx
Cover image: Ron Chapple | Dreamstime.com
This eBook is licensed for your personal enjoyment only. This eBook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each recipient. If you’re reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the hard work of this author.
Este ejemplar digital es para uso exclusivo del comprador original, si desea compartirlo, por favor adquiera una nueva copia para cada usuario. Si usted está leyendo esta copia y no la compró, por favor adquiera su copia personal. Gracias por respetar el derecho de autor. Prohibida la reproducción parcial o total sin la autorización expresa del titular de los derechos de publicación.
* * *
Contenido
Sabes que volverás
Una extraña fiebre
Un empleo conveniente
El suero es mío
Un brazo de menos
¡Está igual!
La humanidad no vale la pena
Sólo un piquete
Ya no tienen remedio
Devuélveme mi suero
Sabes que volverás
—Papa Wigamba —inició Berenice dubitante—, esto no va a funcionar.
Lo soltó como una declaración impensada a falta de mejores argumentos. Cuando le dijo que debían hablar lo hizo sin haberlo meditado, más en son de queja que porque hubiera preparado un discurso.
—Esto ya está funcionando —repuso el negro terminante—. ¿Qué te hace suponer algo distinto?
—¡No volveré! Lo he pensado mejor y no volveré —soltó de un hilo, intentando convencerlo con el tono de sus palabras.
—Sabes que volverás —la retó Wigamba, y enseguida se salió de sus pensamientos.
Ella quedó muda. Las palabras del negro resonaban en su cabeza como un tañido, impidiéndole pensar. Estaba asustada. La boca se le había secado y su corazón se desbocaba, retumbando en su latir al punto de hacerla estremecerse. Había llamado a Wigamba como un mero experimento, aprovechando que Darsen estaba junto a él para abrir el canal normalmente cerrado, y la táctica había funcionado, pues con sólo aparecer en la conversación lo había hecho pensar en ella, permeando la entrada a su mente. Pero ahora sabía que contactar al temible maestro vudú poco se parecía a atisbar en la mente del viejo, que siempre estaba accesible y no respondía. Con él enfrentaba algo muy distinto, una fuerza avasalladora, un enemigo que aún no había mostrado su flanco débil.
—¿Qué te pasa? —preguntó el Comadreja, preocupado por la súbita lividez de su rostro—. ¿Te sientes bien? —insistió ante la falta de respuesta.
—No es nada —minimizó ella el ataque de pánico mientras se esforzaba en controlase.
—¿Cómo que nada? Primero te quedas impávida, muda como una estatua, y de pronto te pones pálida y sudorosa. Algo pasa.
—¿Sudorosa? —repuso extrañada. Se pasó la mano por la frente para corroborarlo.
—¿Estás bien? —insistió el Comadreja.
—Necesito enjuagarme en el arroyo —le dijo, y enseguida se desentendió de su presencia. Confiaba en que el frío contacto del agua la ayudara a recuperar la ecuanimidad.
—¿Entonces, Papa Wigamba? ¿Volverá Berenice? —insistió Darsen, pero enseguida calló. ¿Cómo se le ocurría preguntarlo, cuando sabía que no existía modo de que pudiera saberlo? Caer en su juego demeritaba su calidad de hombre instruido. ¡Eso de la telepatía eran pamplinas! ¡Él lo sabía mejor que nadie!
—Volverá —repuso el negro, esta vez infligiendo a su voz el tono de certeza de quien tiene el control.
—Bueno —consintió el viejo por no contradecirlo, y enseguida se alejó para no tener que hablar más. Reflexionaba sobre cuánto habían cambiado las cosas en apenas unos pocos días. Cuando el negro llegó a Nueva Alejandría, la sensación que lo embargaba era la de tener un proyecto común y Wigamba actuaba como si lo necesitara. ¡Maldita la hora en la que su experimento se desvió! Si los muchachos no hubieran estado inundados de escopolamina, el suero en el refrigerador del ático serviría para detener el envejecimiento; en vez, lo que tenía era casi medio litro de un preparado que sólo producía inútiles zombis.
Subió al ático para aislarse de la molesta presencia de su huésped. El acto reflejo de sujetar el revólver al entrar, recientemente condicionado por el temor de ser atacado a mansalva, lo hizo gritar para sus adentros: ¡Vuelve, Berenice!
El Comadreja subía de regreso a la carretera, siguiendo a Berenice por una lodosa vereda, cuando ella se detuvo de súbito. El alto imprevisto estuvo a punto de hacerlo resbalar. Debió asirse de una rama mohosa para mantener el equilibrio; una vez en control se vio la mano, completamente manchada de marrón oscuro por una húmeda masa de hongos microscópicos. Jamás pondría una mano sucia en el volante de su Camaro, eso quedaba fuera de discusión, así que se dio la vuelta para volver a la corriente y enjuagarse.
Ella no pareció notarlo, y si lo hizo no le importó. Quedó parada a media subida con la mirada perdida en el infinito. Había escuchado el llamado de Darsen, quizá porque ella también lo traía en la mente, y una nueva idea se le había ocurrido sin saber cómo.
Un antídoto, Darsen, desarrolla un antídoto
, pensaba mientras parecía estar ida. Repetía la orden una vez tras otra mientras intentaba ver a través de los ojos del viejo, pero él estaba tan irritado que el monólogo disparatado con el que recapitulaba sobre los hechos recientes obraba como barrera.
Berenice retomó el ascenso cuando el Comadreja ya había vuelto a su lado. Llegaron a la carretera sin haber cruzado palabra, y no fue sino hasta que él giraba la llave en el encendido que se rompió el silencio.
—¿Qué sigue? —le preguntó, pues en realidad carecían de planes para el día. Desde su llegada a Nueva Alejandría todo lo que había hecho parecía haber sido producto del azar, o del capricho, o de la casualidad.
—Llévame a comer —repuso, y él no pudo contener una sonrisa.
—Claro, apenas hace dos horas que desayunaste una hamburguesa.
Ella asintió con gesto de simpatía. En realidad no tenía hambre todavía, pero tampoco a dónde ir. Sabía que no debía alejarse de la finca, pero también que llegar hasta ella sería una locura, así que lo prudente era quedarse en la región, aunque fuera del alcance de los zombis; si Wigamba percibía su cercanía podría suceder que los lanzara nuevamente tras ella.
El auto arrancó, rompiendo con el rugir de sus escapes el silencio en que habían vuelto a caer. Berenice se ocupaba en repetir una vez tras otra el mensaje que el viejo no recibía porque no acallaba su agitado diálogo interior. Sabía que debía insistir sin tregua, hasta que se diera el instante en que quedara en silencio, entonces la orden aparecería en su mente como si se tratara de una idea espontánea.
¡Debe haber un antídoto! ¡Claro! ¡De seguro lo hay!
, se le ocurrió a Darsen, que llevaba casi media hora refunfuñando, dando vueltas en el ático con tal de no ir otra vez a la planta baja y toparse con Wigamba. Seguía irritado, aunque el sentido de su molestia había cambiado, pues se reprochaba por haberle seguido el juego al negro tanto tiempo tras su llegada. Ahora suponía que si lo hubiera puesto en su lugar desde un inicio, no se comportaría como si fuera el dueño de la finca; pero era demasiado tarde.
En todo caso, lo primero era poner a salvo las escasas ratas zombi que quedaban, pues volverían a ser sujetos de experimentación, así que inició un proceso de reacomodo de