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PELIROJA

Rensso Chung

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Mi situación es grave, gravı́sima.

Estoy, una vez más-quizás sea la última-, en tu habitación que aho-


ra, y después de todo lo ocurrido, parece decirme con una sonrisa irónica:
Ya te jodiste Jim, welcome to hell.

Es verdad, me llegó la hora. Ya nada puedo hacer. El principio del


fin esta cerca. Mi Waterloo ha llegado. Estoy-recontrajodido-y-ni-cagando-
me-salvo-de-esta. Sólo me queda esperar y mostrar, si en algo me sirve, mi
carita de perro Boby que dice: I’m sorry, baby.

Te miro mi amor. Te miro en silencio, sólo en silencio. El gran es-


pectáculo llegó, nosotros calatos; la buena noticia, el pez por la boca muere;
el personaje, un perfecto idiota. Todo esta consumado y, ante mis ojos, to-
do se va desarrollando sin pausa ni lamento ni lo siento mi amor. Todo.
Nuestro espacio, que no se debe llamar rinconcito de amor para no pecar de
huachafo, adquiere, de pronto, una expresión hostil. Y, poco a poco, se va
configurando el campo de batalla o, en todo caso, mi guillotina personal. Ya
no queda nada del lugar dulce y agradable, donde nos devorábamos a besos.
Nada queda ya de los juegos sexuales, de las locuras creativas y de tu frase
determinante, jamás ignorada, firme, exigente: quiero más. Ahora, en su
lugar, una sombra, inexorable, va creciendo.

Tu habitación ya no huele a sexo; hay algo sulfuroso-sin alusiones


diabólicas-. El vino ya no es el vino; es una cosa sangrienta, macabra. Las
rosas ya no son rosas; es carne hirsuta y pestilente. Tu cama, con sábanas
rojas de seda con detalles exóticos, ahora es un lago de lava donde perecen; in-
quietos, insatisfechos, decepcionados; mis pobres espermatozoides. Mientras
tanto, a lo lejos, en el horizonte, puedo divisar al Enola Gay-que no tiene
nada de gay-llevando en su estomago un vomito moderno, un little baby.
Ahora espero tu primera bomba atómica, el plato caliente y bien servido,
elaborado en base a la receta secreta de los antiguos alquimistas. Espero los

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millones de soles incandescentes-que no son los millones de nuevos soles de
Montesinos-destruirlo todo en segundos. Espero tu hongo de fuego, gigante
monstruoso creado por los cientı́ficos del proyecto Manhattan, y también sus
efectos más nocivos: odio y más odio. Tiempos a-po-ca-lı́p-ti-cos, tiempos
modernos. Espero como Pené-lope; pero no tanto. En fin, espero tu as bajo
la manga.

Y te miro en completo silencio: la situación lo exige. No me queda


otra que ser un simple espectador y esperar todas tus bombas de racimo, sin
ninguna esperanza de paz o diálogo, como aquella noche en Irak que más
parecı́a dı́a de tantas bombas estallando una tras otra. No me queda otra
que soportar tu ataque aéreo, como si fuera un perrito chusco paseando por
la Franja de Gaza mientras me cae una lluvia de bombas cortesı́a de la Is-
raeli Air Force. Ahora soy tu espectáculo de guerra en vivo y en directo,
sin cortes comerciales, para el mundo entero. Soy el blanco perfecto y te-
levisado por la CNN. Soy el personaje extra de tu guerra rentable para un
viraje polı́tico urgente. Soy la sangre que suma votos y el enemigo odiado,
satánizado, vituperable; pero útil. Todo es posible. Impossible is nothing. Ya
falta poco, unas cuántas bombas más y tendrás los votos necesarios, tendrás
el poder. Tendrás mi pellejo de perro chusco calcinado, mi rabo cercenado,
mis patitas sangrientas y listas para la TV, mis sesos fuera de mi cabeza, mis
intestinos desparramados por el desierto y mis ojosbueno, ya no tengo ojos,
fue lo primero que me sacaste con una cuchara caliente para evitar testigos
potenciales y documentales a posteriori del tipo holocausto. Sı́, te conviene
mi ceguera. Nada de la verdad los hará libres. Nada de eso.

No me queda otra que vivir en una de las modernas Guernicas y sopor-


tar las mismas bushadas-burradas de bush II-L’idiot de la famille-y su papi,
bush I. Soporto, por ejemplo, todas tus palabras-misiles en mi piel-oı́dos
como si fuera Vietnam arrasado por los bombarderos B-52 más un detalle
tóxico mortal de cortesı́a: napalm.

Eso no es todo.

Empieza la cuenta regresiva: nine, eight, seven, six, five, four, three,
two, one, zero. Miro tu rostro que gesticula con tanta energı́a y, lentamen-
te, en una metamorfosis increı́ble, tu hermoso rostro va adquiriendo el color
luciferino de tus cabellos. Tu fisonomı́a ha cambiado tanto my baby. Aho-
ra eres Devil, Teufel, Satán, Lucifer, Mefistófeles, Quetzaleoatl, Mara, Seth,
Pan, Arimán, Belcebú, papi. Y te has olvidado de todas tus lecturas del
DHAMMAPA y- en buena hora- de Ese dedo meñique, arsenal completo

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de cursilerı́a coleccionado por la ex miss Perú Frieda Holler, que me lo has
enviado directamente a mi rostro como un misil Katyushka y adjuntando,
además, una tarjetita color pantera rosa donde has escrito: mete ese dedo
meñique a tu culo. Todos tus peluches de tu habitación se han convertido
en una especie de Chucky. Has sacrificado mi camisa preferida, domingue-
ra, blanca, nueva, John Holden, Special Collection, que ahora está rota y
tiene muchos nudos que ya se parece a una de esas cositas exóticas con mu-
chos nuditos del poeta-novelista-pintor-escultor Jorge Eielson. ¿Cómo has
podido asesinar a mi pobre camisa? Eres Peligrosa. Eres pelirroja en ple-
na dinámica caótica. Pelirroja. Peli-roja. Peli-rosa. Peli-grosa. Hay tanto
fuego en tu rostro que ya te estoy desconociendo my baby. ¿Rosemary’s
baby? Tus ojos se han convertido en los faros luminosos del infierno. Tus
labios de Angelina Jolie-pero originales-se han transformado en un volcán
salvaje que dispara lava de Krakatoa. Ya no queda nada de esos labios de
ambrosı́a que soportaban mi cañón-modestia a parte- y su cuestión lactosa
que, probablemente, los fanáticos de cholotube lo hubieran clasificado con un
link nada nutritivo, pero sı́ provocativo del tipo: colorada tomando su leche.
Y te miro en silencio, sólo en silencio. Ignoro tus gritos de niña consentida
en pleno berrinche. Ignoro todos tus misiles Fuck-You-Kazan-Fuck-off-Son-
of-a-Bitch-Katyushka-Merde-Scheisse que no escucho por voluntad propia a
pesar de escucharlos con todas sus sı́labas y ecos. Me son indiferentes to-
dos tus insultos que serian exquisitos en otras ocasiones; cuando hacemos el
amor, por ejemplo.

Y te miro siempre en silencio.

Estás frente a mı́ calata, bellı́sima, lanzando tus misiles sin tregua.
Y yo también estoy calato frente al coche bomba rojo que acaba de estallar.
Sólo te puedo ver ardiendo, desnuda, en tu fuego y no te escucho porque no
se me da la regalada gana. Ahora sólo miro la hermosura de tus tetas, lindos
volcanes, a las que les puse nombres. A la tetita de la derecha le puse el
nombre de Shakira; y no porque sea una teta pequeña, pues tú eres 38B, sino
porque la tetita de la derecha no cree en Karl Marx ni en Jean-Paul Sartre,
como dice la canción de Shakira (¿Habrá leı́do Shakira los libros de Marx o
Sartre?). Al seno de la izquierda le puse el nombre de Simone de Beauvoir, y
no porque esa tetita haya causado tanto escándalo como Le Deuxiéme Sexe
o Les etudiants révoltés de Mai 68, sino porque es el seno del cual yo más
me enchucho por convicciones polı́ticas y la cuestión de las grandes masas-y
esto no quiere decir que los senos sean desiguales.

Debo confesar, sin sentimiento de culpa, que a menudo me paso de

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seno de la izquierda al seno de la derecha, y viceversa. Todo este movimiento
ocurre sin ser un traidor ni, mucho menos, un comodı́n como existen en el
mundo X-MEN, es decir, en el congreso de la república, donde se pueden
encontrar muchos mutantes. Tal cambio de seno-coseno, tangente, secante,
etcétera-, no obstante, está exento de justificaciones cursis, discursos monses,
explicaciones ridı́culas y otras tonterı́as que no son mas que conveniencias.
Sencillamente ocurre que, señores congresistas, es un asunto de la regalada
gana o, en todo caso, cuestión de simetrı́a inconsciente. Yo me entiendo. El
seno de la izquierda tiene muchos meritos. Tiene, por ejemplo, el mayo del
68, que estuvo muy cerca de la perfección erótica si hubiera sido en el mayo
del 69. Pues, señores sacerdotes y beatas cucufatas, la pose del 69 es, en ver-
dad os digo, la más bacán, recı́proca y simétrica que una pareja puede hacer.
Y la igualdad de género, tan anhelada por cierto, alcanza, literalmente, su
máxima expresión en la pose 69. Puedo concluir, al estilo cartesiano, con la
frase: cunnilingus, ergo existo. Analingus, ergo...

(Algunas tetitas son costosas. Esas tetas, sin embargo, no entran en es-
ta historia porque, por un lado, las siliconas y otras técnicas neumáticas son
demasiado costosas y, por otro lado, son artificiales y representan la manifes-
tación quirúrgica de una personalidad vacı́a. Las tetas made in quirófano, sin
embargo, son actualmente las más populares. Se las puede ver en Playboy, en
los periódicos, en los comerciales de televisión, en las actrices de Hollywood,
en las pelı́culas de Rocco y de sus colegas...)

Ella seguı́a lanzando sus misiles insultos, yo seguı́a silencioso, y ca-


lato, frente a la pelirroja enojada que me habı́a reducido, totalmente, al
estado de sois jeune et tais tois. Ahora, antes del fin, debo terminar esta
historia contando la razón de su rojo enojo: hacia el amor con la pelirroja-
¡es-pec-ta-cu-lar!-. Para ser honesto hacı́amos la pose 69, y yo le dije, grave
error, en un respiro de cunnilingus, simplemente: te amo Julissa. Sólo que
ella, la pelirroja, se llamaba Anne.

Trujillo, enero 2009.

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