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ACTA DE LA ASAMBLEA DE

ROQUEDAL

En Rodequal, a 2 de diciembre siendo las 8:00


de la noche en las instalaciones del Ayuntamiento
de Roquedal se procedió a la asamblea para decidir
el destino de nuestro querido pueblito, que fue
convocado por el alcalde en conformidad a lo
dispuesto en los estatutos del Ayuntamiento.
Se da inicio a la asamblea presidida por el alcalde,
actuando como secretario el señor Roque – yo. La
mayoría de la población compareció y me eligieron
secretario para levantar el acta. Aunque siempre
reclamen que no sea impersonal cuando debería
serlo en un acta, me escogieron porque tengo la
caligrafía legible, mucho mejor que el señor Joaquín
– el maestro del pueblo – que nunca se decide a
decir “sí” o “no”.
La asamblea fue un lío. La señorita Begoña, la
jovencita ecologista, que habla por los codos, se
salió con la suya: quiere que Roquedal se convierta
en una selva “amazónica” (como la de Brasil) y que
nosotros nos volvamos indígenas. Quiere que
empecemos a trabajar en la artesanía. Y el señor
Antonio – fabricante de queso artesanal -, para
colmo, aplaudió la iniciativa.
Al principio, el alcalde anunció que se abstendría de
tomar partido y que el señor Joaquín, el ciudadano
más mayor del pueblo, tomaría una decisión
después de escuchar a todos los interesados.
La primera ciudadana en hablar fue la señora Marta
– la dueña de la discoteca del pueblo – que usó
argumentos válidos para demonstrar que solamente
con muchas inversiones, Roquedal se desarrollaría y
los trabajadores de nuestro pueblo como el señor
Paco – propietario de un chiringuito de
hamburguesas en la playa -, él mismo y yo
conseguiríamos sobrevivir.”Los negocios
progresarían y se crearían mucho empleo.” El señor
Joaquín aprobó la idea.
La señorita Begoña dijo que estaba en contra del
desarrollo. “Tenemos que vivir en ese pueblo
comiendo lo mismo que nuestros abuelos comían,
tenemos que escuchar sólo música tradicional,
tenemos que usar únicamente materiales
naturales…” El señor Joaquín dijo que estaba de
acuerdo.
La señorita Lorena interrumpió y dijo que a sus
amigos y a ella le aburría la música tradicional, que
a ellos les encantaba ir a las discotecas. Pero
cuando querían divertirse, sus amigos y ella tenían
que ir a la ciudad más próxima los fines de semana
y su madre se quedaba nerviosa porque la carretera
era muy peligrosa y volvían a la casa a las tantas y
la pobre madre no conseguía pegar ojo si la hija no
estaba en casa. Y la madre lloraba… ¡Menudo
drama! El señor Joaquín estuvo en contra, piensa
que los jóvenes deben estudiar, estudiar y estudiar.
La señorita ecologista insistió en que los jóvenes
roquedaleños debían andar en bici, escuchar música
tradicional y, a lo mejor, aprender a tocar un
instrumento como la guitarra, las castañuelas y la
zambomba. El señor Joaquín rechazó la idea y
preguntó, “¿Dónde vamos a parar con tantos
músicos?”
El señor Paco gritó que tenía una familia y precisaba
seguir alimentándola. El señor Joaquín se puso de
acuerdo con él.
El señor Antonio afirmó que el desarrollo solamente
traería contaminación y basura para nuestro pueblo.
El señor Joaquín asintió a sus argumentos.
A mí, “¡No me dejaron abrir la boca!” Me dijeron que
el mundo estaba lleno de coches y ellos sólo tenían
desventajas para el medio ambiente, para la
salud… “¿Por qué no te callas?” me gritó uno. “¡Y
sigue escribiendo!” me dijo otra persona.
Después de más de dos horas de acalorada
discusión - mientras las palabras “inversiones”,
“basura”, “desarrollo” y “contaminación” volaban
por todos los lados de la sala -, el señor Joaquín
(Creo que con muchas ganas de acostarse) concluyó
que Roquedal iba a ser un pueblo tranquilo. Sería un
pueblo peatonal: se permitiría sólo bicicletas y
patines. Habría recogida selectiva de basura y
paneles de energía. Los edificios no podrían tener
más de dos plantas. Tendríamos una agricultura
biológica y la gastronomía tradicional. Además, para
no perdemos la relación con el mundo exterior, sería
permitida la conexión a Internet en todos los lugares
públicos (Lo que nos daría la oportunidad de ver los
coches que se fabrican en Japón y escuchar - muy
bajito, por supuesto – las músicas que se escuchan
en varios rincones de mundo) Nosotros, los
roquedaleños, nos acostaríamos a los doce de la
noche y soñaríamos con nuestro pobre pueblito.
En fin, la asamblea aprueba lo propuesto por la
señorita Begoña. Se levanta la sesión de la
asamblea a las 11:30 de la noche y se da por
cerrado el acta.
Firman el acta los señores presidente y secretario y
tres ciudadanos designados por la asamblea.
Se autoriza al presidente a reducir la presente acta
a escritura pública con el objetivo de ser agregado
al libro de actas.

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