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ACTO ALEVE Y MATRERO (19)

Conocido el doloroso final de Doris Gil y su esposo, se le pidió al presidente


Uribe su opinión sobre este nuevo acto de la Farc, y lo tildó de ALEVE y
MATRERO. ¿Se equivocó el presidente con esta calificación? Creemos que sí.

Primero, secuestrar durante seis meses a una pareja de amorosos


sexagenarios, ella, otrora símbolo nacional, él, un generador de empresas y de
empleo, tenerlos en condiciones infrahumanas y asesinarlos inermes,
indefensos, a sangre fría, es un acto para el cual el castellano, y tal vez
ninguna otra lengua, posee adjetivos adecuados. Ante estas acciones, la idea
de hombre como “animal racional”, “animal social” y otras tan caras a los
filósofos y sociólogos de escritorio, se desmorona, y sus actores no muestran
otra cosa en común con los humanos que poseer cabeza, tronco y
extremidades. Es algo incalificable.

Segundo, de los calificativos mencionados, el primero sí se aproxima al hecho,


pues en un acto ALEVE el delincuente toma precauciones para cometer un
delito contra las personas sin correr riesgos, pero esta habilidad es propia de
todos los delincuentes con alguna inteligencia. En cuanto a la palabra
MATRERO, aunque suena bien como ofensa, así no sea de uso común, tiene, en
general, el mismo sentido de ASTUTO, o persona hábil para engañar con el fin
de obtener sus fines (en Panamá y en la costa se les llama así a los toros que
en lugar de dirigirse al trapo, embisten al torero). Por tanto, la primera palabra
es demasiado suave, y la segunda, inapropiada.

Ante estas tragedias humanas y sin sentido, que se repiten en el país con
dolorosa frecuencia, el silencio y las acciones son más elocuentes que un par
de adjetivos. Hastiados quedamos de Pastrana, sus ministros de defensa y sus
parlanchines comisionados, que repetían cual loros entrenados el mismo
discursito, con iguales y gastados calificativos, ante las diarias atrocidades de
sus contertulios del Caguán.

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