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Stteo qeaubaingo Reepariond Peter ucto theo qelauelole wey orto, 22eck , Tata, SAS. 1886 CH. Gario x sho? Las innovaciones tecnologicas irrumpen contra nuestras formas de vida y nuestras creencias, sumergiendomos en luna actualidad donde lo vielo atin no se ha disipado y lo ‘nuevo no termina de definirse. Sumidos en la crisis, bus. fcamos paulas que nos guien en este presente confuso frente a un futuro incerta y amenazante, Sia ello se ares el riesgo de destruccion que significa la situackin ecologiea (incluida Ia nuclear), nuestra actualidad nos obliga a afrontar graves problemas. Las demandas étieas que atraviesan nuestra sociedad —incluso con sus ambigic~ ddades y las particularidades de cada caso se genera en hnuestras especiales elrcunstancias de fin de siglo, Las aplicaciones sociales de los desartollos cientifcos son factores fundamentales en la genesis de nuestra ae: ‘tualidad. Sin embargo, elo no parece aearrear tna tema: lzacion de la dimension ética de la ternoctencia Por el 2, expres ‘tenactenel” ale Is nid interac de encanta. Fro et und inegran no es asuesete ‘sted, For el ontario. en vertin predominate ses deren, Sun reconocendo intra, Se afta quel tie del ceca el prgrese del conecnuenta. miestras que ls tea ene pat ‘se a wanton de I eld dae. ore Elfed ‘ectonalid,Slamanes, who Sgveme. 197% 2), Vere largo Wohi tnet def J YetsR Jucto theo qaaucio:le vapouieX cod del mrortilo, 22eck , Tete, SAS. 1886 Stee qpeoubeingl PrqpisorOt Cop =. Gaudio x Sho? | as innovaciones teenolégicas irrumpen contra nuestras formas de vida y nuestras creencias, sumergiendonos en luna actualidad donde lo vielo atin no se ha disipado lo ‘nuevo no termina de defnirse. Sumidos en la crisis, bus. ccamos paulas que nos guien en este presente confuse frente a un futuro incieto y amenazante, Sia ello se agrega clriesgo de destruceién que significa la stuacidn ecologiea lincluida Ia nuclear), nuestra actualidad nos obliga a afrontar graves problemas. Las demandas éticas que atraviesan nuestra sociedad —incluso con sus ambigie: | dades y las partcularidades de cada caso-~ se genera en nuestras especiales elreunstancias de fin de siglo, Las aplicaciones sociales de los desarrollos cientifcos son factores fundamentales en la genesis de nuestra ae- tualidad. Sin embargo, ello no parece acarrear tna tema: tizacion de la dimension ética de la tecnactenca Por el |, Ls expres tenactenl” ale 3 Is uid integra de eh et fe i aca wc Suinreconocendo ou intrclnlin, Se afta qu leo cena el prgreso del conecnuena,mietrvs Gur steed ene pat ‘Sev a wansormacen del ead dad ade Bled a ‘ational Slams, unexco Sgveme, 197% 82, Vere largo contrarto, la concepeidn predominante excluye tal dimen: ‘sion en las reflexiones sobre ella ‘La imagen vigente dela elencia nos brinda Ia siguiente vistén. Debemos tener paciencia y esperar que la clencla en- ‘cuenire las soluciones que nuestros problemas reclaman. Lamentablemente, los avances clentifles tenen un tempo de gestacian que no siempre coincide con nuestras urgen- las. Algunos de esos avanices irrumpen aceleradamente trastocando nuestra eatiianeldad, otros se hacen desear sin disminuir nuestra fusion. Suponemos que solo se ne- ceaita liberar la marcha de la investigacién clentifiea de todo ipo de interferencias y limitaciones para que paula tinamente se tengan los elementos para construir tin Pa raiso Terrenal ‘sta conflanza y esperanza en el desarrollo de la cien- la moderna se instaura ya en el siglo xvit. Bl ideario itustrado establecié las bases para la fe en el progreso a través de la contribucion de la ciencia moderna. El saber clentifico se muestra entonces prometiendo la satisfaccién. de los anhelos humanos de seguridad y confortabilidad en tuna existencia protongada. Ta moderna preocupacién prictica por este mundo encontrara, se nos afima, eaminos racionales de solucién, cn las respuestas cientifias: el dominio de la naturaleza y Is organizacién social aseguraran la felledad humana. El ‘siglo xX consolida este imaginario con el positivism. Por ‘su parte, nuestro siglo reciela en diferentes versiones, mis ‘o menos explcitas, la concepelon positvista. Sin embargo, Ta hegemonia de la racionalidad cientifica munea lega a ser total frente a las alternativas. Otras formas de saber pre- fenden hacer oir su voz. Surgen incluso eriticas al desa- rrollo clentifico-teenologic. ‘Auschwitz ¢ Hiroshima son dos contrajemplos contun: (one cap. pr qu cid halar de teencenea Por ahora, eta ‘Spestiny enc ser tena ome sna dentes del imaginario hegeménico. Se patentiza entonces la dialéetica perversa que conduee del dominio de la na- turaleza al dominio de los hombres? Bl poder de manipu- lacidn de la naturaleza que la cleneia provee tambien ha generado suffimientos y esclavitudes para los hombres. No obstante, nuestro imaginario quedaria indemne si pu ‘igsemos separar consecuenclas negativas y dialecticas perversas de la dinamica eientifiea propiamente dicha, as calamidades y la perversion no son en realidad resultados de la clenca, sino productos de sti mal uso. En todo caso, son sélo clertos desarrollos tecnoldgicos los mal usados. Incluso se lega a considerar que aquellos que se construyen pars la destruccién, como los armamentos, no son utllzades por decision de’sus ereadares, La ciencia ‘moderna es entonces inocente y carece de responsabilidad Jfente alos ineonvenientes actuales, ‘La objecin al desarrollo de la clencia modema, sobre la base de tales efectos adversos, no toma en cuenta otto aspecto de la cuestién: la ciencia es capaz de resolver los aaspectos neqativos que acompafiarian al progreso, la de~ nominada “tragedia del desarrollo”? Pero los enemigos de la ciencia, siempre al acecho, se aprovechan de esta si ‘tacion. Critican entonees ala ciencia, dificultando st vance € impidiendo asi sus respuestas a los problemas que esas ertieas sean, ‘Las objeciones no son entonces mas que reaeciones retrogradas, iracionales, que pretenden anlar la herra- mienta mas efleaz que el hombre ha desarrollado, En st absurdo, desearian que la humanidad regresara ala epoca de las eavernas, donde ya no habria que suftr los bene ios ni los servicios de la teenoeienca, hestos terminos queda encerrada a discusion acerca 2. CLM. HorktemeryTh. Men, Dit de strat Buenos {rumenta Buenos Aes, Su, 1073 ve 3. CEM. Beran, Tadao sito xe dew tae, La experiencia de te mademdid, Buenos hea Sig scale, 1868, 18 Masi Heer de Ia clencia. Se dividen entonces las aguas entre la ver- sion acorde con ef ideario hegeménico y los criticos de la Clencia, La primera es la version oficial y como tal puede califiar alos miembros del segundo grupo, en el mejor de los casos, de romanticos imprudentes y, en el peor, de reaccionarios ¢irracionales ‘En la Argentina, hace afios que la polémica se mantie~ ne en esta polarzacién, sin avance destacable.* No existe tun didloge que haga posible ponderar los aspectos fuertes ¥ debs de cada posicién, modificando e integrando cle Ientos a la discusion, De llevarse a cabo, probablemente ppermitiria acerear las posiciones y, sobre todo, dar exenta de los problemas éticos que surgen en relacién eon la Ciencia. Veamos entonces como se plantea esta cueston de la ética y fa cieneia, desde la versidn hegeménica. H. a historia ofeial cuenta el triunfo de la clencia mod zna contra el prejucio y el error, contra el dogmatismo y el ‘autoritarismo, para disminuir, hasta hacer desaparecer, la ieracionalidad en la vida humana. ‘Las fntentos aetwales de reflexion eritica se presentan {odavia como conspiraciones de los viejos enemigos de la ‘lena, dado que éstos —como el diablo— poseen el don de la ubicuidad y de los innumerables distraces. Esta ‘analogia con el diablo vineula la cieneia con st viejo con Ueincante: la ciencia medieval regida por la teologiay res- paldada por el poder dela Iglesia. Recordemos que Galileo (1569-1642) tuvo que optar entre sostener las primeras verdades de la eieneia moderna y la hoguera. Y esas ho- fgueras contra la herefiay la brujeria siguieron prendign- dose aun durante el siglo xv. ‘Se da por sentado que el trunfo de la eiencia moderna. ‘ue posible gracias a la conquista (sl bien nunca defintiva) 44. Elyidc Saat y os amantes regress de a ocean y dhs 56 abc © Cu Rott Hae, Bats ‘Mt dea scion ena aetna de un desarrollo libre, sin interferencias ni obstaculos. En compensacion, la cfencia protonga la vida humana, una vida saludable y confortable. Pese a los graves perjuicios para la humanidad y el planeta que acarrean eiertas apli- ‘eaciones de los resultados efentificas, el saldo seguiria siendo favorable para la humanidad, En consecuencla, ‘hada debe afectar el ibre desarrollo cientiic, ‘Quién podria racionalmente, al mismo Uempo que disiruta de las contribuciones cientifeas, negar la libertad de investigacion que la cieneiarequlere para asi continuar ‘aumentando ese saldo favorable? Por otra parte, la cuestion de la lbertad es fundamen: tal en el ethos? modemo. En é, la moralidad exige funda ‘mentalmente que cumplamos can normas compartdas que regulen nuestra convivencia. Tales normas limitan nues- ‘ra libertad en tanto eliminan algunas de nuestras opcio- nes. La medida de esta limitacion esta dada en el ejrcicio de la libertad de todos. Esto, la resriceiin debe postbi- Iitar que todos puedan actuar eon libertad. Cada tno por si mismo, autonomamente, debe redueir su libertad, De esta manera, entre todos se define un espacio de inerae- clon libre pero voluntariamente delimitado. La limitacion debe ser entonces igual para todos, su trazado se real ftendiendo al desempeno de lalibertad en la convivencia, {a obediencia al mandato moral se Justiiea, por ende, en 15, “En lengua lost gener us hay eos pars ah engnto de nets, contiones. erence moras frm de ‘Sct, se dew pernna inl ode srs cnn, {el Ethos est fondmeno ara lenses de sora {ue no sulecntar stent on sanguna ela Bs ed te fasted Seema que acon inebemente Is wa ama [El ‘thos tenia ned gigs cane una aepson esi, uae a ‘tend, sore sede Aga dane ae habits faa gic ‘inno ca ttm etna’ Ia ot ime enc en oa fa Sano «lo pep lo t,o endagena aque de den a ey donde te wale. oben aut de donde sen lee prope acon Semele acts” ad Bins ences yprobias, Bue 12 Becesaria restriccién de la propia libertad que garantice Ia de todos, jarnblén su habitat. Sin embargo, en la version ofival 2, Hxersion predominance, tales limites resullan ies pram Ro Parece captarse el riesgo para ia sobrevivercia a 4 humanidad que ta falta de tales limites cession Resulia entonces que la actividad ctentifoa es heutral Los Bevlulos que oe te imputan no son producte aoa, accidn de a ciencia y, poro tanto, no sen responsi {if Jos clentifoos.* Son provocados por las apiece ae focienei. que son responsabilidad de los “decides {os politicos, los funcionris, los detentadores del coaey Sfonémico, ete). Quienes tienen el poder para seen jclencia marétlo:7 Esta sostiene que, como el mastile es crete clentieos pueden ser utlizados para fine por un fl construccién de un mueble, por empleo, ci nl 0 ine contaro, hablar de “eee” nde cir entre ny en ecg To, Soot“ tical meen de ene marti, Ds btca. plenum desempeto en el que no a hapa Fon a saiseelas dels honestdad tacts Toe meascamente por la vires de lace door a ieee, la prudencia en clus de eat perce deg competences” Tales vee Pepe ae ancl dein reias dn eee Soa bade etodolgia clentiica y que come? oreo Interne de a produccion cactneg sion ae minnisad pucde matizares a 9 rene a tna in poe aetidad centita en areas que sree Scraps etn Jo Socata chi ea tira Madi Teco, 1984p toes a tecnociencia suele ser defendida recurriendo a to- dos los beneficios que la ciencia ha brindado, brinda puede seguir brindando. Entonces, la actividad eientitiea posee los méritos por los resultados benéficos, Pero nada tendria que ver can los perjuicios, dado que éstos serian resultado de decisiones extranas. Paradojicamente, no ‘Posee responsabilidad sobre los efectos negativos, aunque sus productos los ocasionen, y eivindica simultaneamen- te para si la responsabilidad por la seguridad y el confort ‘btenidos gracias a sus aplicaciones. La paradoja es nt Inconsistencia que no puede sostenerse. Por consigiente: bien es responsable por ambos tipes de consecuencias 0 bien no lo es por ningun ‘Ser responsable quiere decir que "se puede responder” ‘por las propias acciones y por las consecuencias de éstas. ‘Si tales consecuencias son en parte benéfieas y en parte perjudicales, no es correcto atribuirse la responsabilidad ‘Cxclasivamente por una de esas partes, Sees responsable por ambas, 0 bien no pueden considerarse ninguna de fellas conto efectos de Ia actividad cientifia, ‘A yesar de la crisis en Ta que estamos inmersos, nos podemos percatar de que cualquier actividad humana plantea cuestiones éticas. La clencia es una actividad hu- ‘mana y sin embargo, si nos guiamos por la cancepelén vvigente, parece admisible defender su neutralidad al res- pecto. Junto a los beneficios innegables que nos ha propor: cionado la tecnociencia. se manifiestan los problemas, Al lado luminoso de los vances ctentifcas se le opone el lado ‘oscuro, Los peruilos oeasionades por las “aplicaciones” de la ciencia en la sociedad se presentan hoy con suma fravedad. Amenazan la supervivencia de la Inimanidad, {a crisis ecologiea incluldas las secuelas de la tecnologia nuclear) nos desafia a revisar las tendencias operantes: ‘ncluso aquella tendencia que presenta como obvia la in dependencia del desarrllo entific con respeeto a la éti- He aqui entonces el problema: al descanacer la dimen- sion ica de la actividad cientitia, la concepeién predom hhante impide la reflexion ética sobre ln teenociencia. Al ‘mismo tempo, empero, se demanda una accion respons bile por parte de los cientiticos frente a las conseeuencias {que generan sus conocimientos para la sociedad. Para abordar este problema y comprender Ia relacién centre clencia y éica, propongo una perspectiva de inter pretacién que rompa con las obviedades que impiden ver Fr actividad cientiica en su contexto historico'y soclal Injeiaré el anlisis respondiendo la pregunta: gpor qué trun la ciencia?

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