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vive K)E) o103 66e_ uyor oloejuesaidel | B| 8p Osed ja; Un medio de vigilancia: la fotografia como prueba ju En las décadas de los aiios 1880 y 1890, como hemos visto, la fotografia experiments una doble revolucién técnica, que posibilit6, por una parte, la produccién masiva de placas de fotograbado a media tinta impresas a bajo precio y, por otra parte, Ja produccién masiva de sencillos y cémodos equipos fotograficos, como la camara Kodak manual.' En el momento mismo en que ciertos fotégrafos profesionales intentaban, ‘como reaccion, mostrar su condicién de artistas por medio de refinamientos en la técnica de impresién, esta doble revolu- ion despojé a la imagen de lo que Walter Benjamin denomi- naba su “aura”, al inundar el mercado con reproducciones fotomecinicas baratas y desechables y proporcionar a las masas inexpertas los medios para hacerse fotos. Mientras los estetas y los fotdgrafos pictoricos buscaban mantener su pres- tigio con el dominio exclusivo de técnicas superadas y con el argumento de la autonomia de la fotografia como arte, un constante desarrollo t€enico garantizaba la enorme expansién, de Ia fotografia en los terrenos nada auténomos de la publici- dad, la familia, en tanto que unidad reconstruida de consumo, y toda una diversidad de organismos cientificos, técnicos, médicos, legales y politicos que usaban Ia fotografia como. medio de registro y fuente de “prueba”. Es en los procedimientos de estas instituciones donde debe- ‘mos buscar la fotografia, si queremos entender el poder que comencé a otorgarse 4 la fotografia en el tiltimo charto del siglo x1X. Es también en la aparicién de nuevas instituciones e conocimiento donde debemos buscar el mecanismo que permitié a la fotografia funcionar, en determinados contextos, 89 como una especie de frueba, incluso aunque esto conllevara una contradicciOn ideolégica, una negociacién para que la prctica fotogréfica pudiera dividirse entre el ambito del arte, cuyo prvilegio es una expresién de su falta de poder, yel émbi- to cientifico‘éenico, cuyo poder es una expresion de su renuncia al privilegio. Este andlisis del poder y la fotografia nos llevaré mucho més alld de los limites de la historia convencional del arte, hasta los spacios institucionales del Estado moderno. Nuestro punto de partida debe ser el poder mismo y los intentos que se fran, llevado a cabo para teorizar su funcionamiento. En términos directos ¢ inmediatos, plantearé dos interrogantes: gdénde y cémo vemos al poder en accién; de qué modo es posible opo- nerse a este poder y de qué modo produce su propia resisten- cia? Obviamente, las respuestas, por esquematicas y provisio- nales que sean, tendrén consecuencias definidas tanto para la historia como para la prictica de la fotografia. Debemos saber mas acerca del poder con el fin de descubrir donde y cémo afecta a la fotografia, Debemos conocer mejor la naturaleza de la resistencia y de la lucha si queremos comprender de qué modo puede la practica fotografica impregnarse de elias Y esto es seguramente lo que necesitamos saber, hoy més urgentemente que nunca. El poder en Occidente, dice Foucault, ¢s lo que mis se exhibe y lo que mejor se oculta’ La “vida politica”, con sus debates cuidadosamente escenificados, proporciona un pequeiio tea tro del poder —una imagen—, pero no es ahi donde reside el poder; ni tampoco es asi cémo funciona. Las relaciones de poder figuran entre las cosas mejor ocultas del cuerpo social, lo cual puede explicar por qué se encuentran entre las menos estudiadas, En la izquierda, la tradicion dominante, seguidora de un mar- xismo ortodoxo y reduccionista, ha tendido a menospreciar las 90 rclaciones de poder elemental al concentrar su atenci6n sobre la determinante efectividad de la economia. También ha ten- dido a identificar poder con poder estatal,ejercido en el apa rato del Estado, y de este modo ha participado en la propia ideo logia de poder que oculta sus omnipresentes procedimientos. E] Estado, decfa Nietasche, es la ‘inmoralidad organizada —internamente. como policia, derecho penal, clases, comercio, familia; extemamente: como voluntad de poder, de hacer la gue- za, de conquista, de venganza—".' En los textos clisicos de Marx y Lenin, también, el Estado es concebido como un apa- rato explicitamente represivo, una maquina de represién que garantiza la dominacion y el sometimiento de las clases traba- Jadoras por la clase dominante. Se compone de aparatos espe ‘ializados tales como la policia, los tribunales de justicia y las carceles, pero también el ejército y, por encima de este con junto, el jefe del Estado, el gobierno y la administracién. Todos estos aparatos ejecutan sus funciones ¢ intervienen de acuerdo con “los intereses de la clase dominante”, en una gue- rra de clases dirigida por Ia clase dominante y sus aliados en contra de las clases trabajadoras dominadas. Cualquiera que sea el valor de esta descripcién para esclarecer todas las formas directas ¢ indirectas de explotaciOn y dominacién a través de las cuales se ejerce lo que Marx, y posteriormente Lenin, reté- ricamente denominaron “la dictadura de la burguesia”, tam- bién nos impide ver determinados rasgos altamente pertinen- tes, rasgos que resulta perentorio comprender en los Estados modernos altamente desarrollados y en el periodo hist6rico posterior a esas dos aberraciones gemelas del poder: el fascis mo y el estalinismo. El desarrollo te6rico de Ia vision marxista clisica del Estado, en consonancia con estas demandas, recibié un nuevo impet en, los analisis del filésofo marxista francés Louis Althusser, que hizo suya la distineién relativamente poco sistematizada del dirigente comunista italiano Antonio Gramsci entre las insti- tuciones de In sociedad civil —igiesia, escuelas, sindicatos, cetcétera— y las del aparato estatal propiamente dicho, inclu da en los Cuadernos de la ciceL' Gramsci comprendi6 que el a1 Estado habia experimentado un cambio decisive de funcién cen las democracias burgitesas occidentales, de modo que su verdadera fuerza ya no podia entenderse solamente como el aparato de gobierno, la organizacién politicojuridica, sino que exigia prestar atencién a los aparatos “privados" de la “hegemonia” 0 la sociedad civil a través de los cuales la clase burguesa intentaba asimilar a toda la sociedad a su propio nivel cultural y politico. En su esquema tedrico mis rigido, Althusser dividfa el Estado en dos dominios o tipos de apara- to; aquel que funcionaba de forma primordial y predominan- te mediante la “fuerza fisica” y aquel que fancionaba de forma primordial y predominante “mediante la ideologia”. Son los aparatos del Estado los que, principalmente por la fuerza, proporcionan las condiciones politicas para la accién de los “aparatos ideol6gicos del Estado” —aparatos educativos, rei giosos, familiares, politicos, sindicales, comunicacionales y “culturales"—, los cuales, al actuar desde detris de un “escu- do”, garantizan en gran parte la reproduccién de las relacio- nes de produccién. Los aparatos ideol6gicos del Estado estin “del lado del aparato represivo del Estado”, pero na deben ser confundidos con él. Son instituciones diferenciadas, especial zadas y “relativamente auténomas” que constituyen una plura lidad, que en gran parte reside fuera del ambito puiblico segiin su definiciGn en el derecho burgués, pero que deben su tini- dad a su funcionamiento “por debajo de la ideologia dominante", es decir, por debajo de la ideologia de la clase domi- nante. “Ninguna clase”, dice Althusser, “puede mantener el poder estatal durante un largo periodo sin ejercer al mismo tiempo su hegemonia sobre y en los aparatos ideol6gicos del Estado”* La amplficacién teérica de Althusser contiene todavia la reminiscencia de una idea del poder como un privilegio que debe ser conquistado y posteriormente ejercido, una especie de “fluido” que puede “verterse” en un aparato como si se tra tara de recipiente. Nos toparemos con dificultades afiadidas como consecuencia de su intento de mantener una estricta distincién entre aparatos del Estado y aparatos ideologicos del Estado sobre la base de su funcionamiento primario mediante 92 la fuerza y la ideologia respectivamente. Sobre todo, las ano- alias de la interpretacion de Althusser provienen de su con- cepcin de identidades de clase preconstituidas, en posesién. de ideologias preformadas, que rivalizan por el control de los, aparatos ideol6gicos del Estado, que son meros instrumentos para exponer e imponer la ideologia dominante. Con excesi- va frecuencia, Althusser ve los aparatos ideolégicos del Estado como Ia apuesta, mas que como el lugar de la lucha de clases, aunque tiene que admitir que los aparatos ideolégicos del Estado estin repletos de contradicciones que tienen su origen tanto en los residuos de anteriores clases dominantes como en las resistencias de las clases explotadas. Lo que Althusser no muestra es el hecho que en las practicas representacionales de estos mismos aparatos es donde se constituye el ambito ideo logico, que incluye forzosamente esa posicionalidad que cons- tituye la identidad de clase. Dicho esto, se ha dado un paso decisivo hacia la posiblidad de ver en el poder —concebido atin como poder “estatal”— algo mas que sus furnciones represivas; hacia una explicacién total que incorpore esas instituciones aparcntemente periféricas ¢ independientes como la familia, la escuela y los medios de comunicacién, en la reproducci6n de Jas relaciones sociales donde tiene lugar la produccién; y hacia una observacion de la maxima importancia: que, si estos aparatos funcionan “mediante la ideologia”, con la interpelacin de sujetos indivi- duales que ocupan las posiciones que la divisi6n sociotécnica del trabajo ha creado para clios, en tal caso “existe siempre tuna ideologia en un aparato, asf como en su practica o précti- cas, Esta existencia es material”* Parte del valor de Ia interpretacion de Althusser reside, por tanto, en su forma de apertura hacia una amplia perspectiva de trabajo historico concreto. Ha sido el historiador francés Michel Foucault quien mas ha hecho por elaborar este anslisis materialista en el 4mbito concreto de la historia reak: quien se ha puesto, segin sus propias palabras,’ a “investigar lo que pudiera estar mas oculto en las relaciones de poder, vincular Jas a las infraestructuras econémicas; rastrearlas no solamente 93, en sus formas gubernamentales, sino también en sus formas infragubernamentales 0 ‘paragubernamentales, descubrirlas, ¢en su juego material”. Foucault ha convertido lo que él llama “ra tecnologia del poder” en el principio mismo, la matriz cen- tral, de donde se detivan los procesos concretos de la forma- cién cientifico-juridica actual. Es en el seno de esta “tecnolo- gia del poder” donde ha escudiado la genealogia de un grupo de instituciones que, nacidas de la profunda reorganizacién de las relaciones sociales en las sociedades europeas de finales del siglo xvi y principios del siglo xrx, han segregado discursos nuevos y estratégicamente interconectados acerca de ellas y dentro de ellas; discursos que en si mismos funcionan como formidables herramientas de control y poder, produciendo un nuevo émbito de objetos que son a la ver objetivos ins- trumentos. En el contexto del desarrollo de esta formacién discursiva, Foucault ha visto en la patologizacién del cuerpo femenino, en el siglo xvi, el objeto de una inmensa atencion médica; la reconstitucién de la homosexualidad como enfermedad en los, tratamientos médicos y psiquidtricos nuevos de los aiios 1870; el “descubrimiento” de la “enfermedad mental” en Tos proce dimientos del manicomio; el nuevo aparato carcelario como generador de delincuencia y 1a evolucién de los nuevos seu- dodiscursos de la criminologia. Todo ello son productos de tuna determinada serie de instrumentos —el hospital, el mani- comio, la cércel, la escuela, el cuartel— que ejercen nuevas técnicas y actéian con precisin sobre sus nuevos sujetos cons- tituidos e individualizados. En sus estudios sobre el “nact- miento” de esta constelacién de instituciones en los siglos xvutt y xX, Foucault abre un nuevo territorio que no es vio- encia ni ideologia, eoereién ni consenso; que influye directa y fisicamente en el cuerpo —como la mirada de la cémara—, pero que es también conocimiento. Este conocimiento y este dominio constituyen lo que él denomina la tecnologia politica del cuerpo: una instrumentacién difusa y multiforme que no puede localwzarse en un tpo conereto de institucion 0 aparato estatal, sino que se sittia en un ambito diferente, el de una “microfisica” del poder, entre los grandes mecanismos y los 4 propios cuerpos, descifrables tinicamente en una marafia de relaciones en constante tensi6n que penetran hasta lo més profundo de la sociedad" El poder, en este nuevo tipo de sociedad, tra impregnado pro- fundamente los gestos, las acciones, los discursos y el conock miento préctico de las vidas cotidianas. E} propio cuerpo se reviste de relaciones de poder mediante las cuales es situado en una determinada “economia politica”, adiestrado, supervie sado, torturado si es necesario, forzado a llevar a cabo tareas, a realizar ceremonias, a emitir signos. El poder es ejercido en el cuerpo social, y no solamente sobre él, porque, desde el siglo xvm, el poder ha asumido una “existencia capilar”. La gran revuelta politica que llev6 a la burguesfa al poder y esta blecié su hegemonfa en el orden social se lev6 a cabo no sola- mente en el reajuste de las instituciones centralizadas que cons- tituyen el régimen politico, sino en una insistente y solapada modificacién de las formas cotidianas del ejercicio del poder, Esto vino a significar la constitucién de un nuevo tipo de régi- men descubierto en el siglo xvit, es decir, un complejo cient ficojuridico impregnado de una nueva tecnologia de poder. “Si el despegue econémico de Occidente ha comenzado con los procedimientos que permitieron la acumulacion del capi- tal", argumenta Foucault, “puede decirse, quiza, que los méto- os para dirigir la acumulacién de los hombres han permiti- do un despegue politico respecto de las formas de poder tradicionales, rituales, costosas, violentas, y que, caidas pron- to en desuso, han sido substituidas por toda una tecnologia fria y calculada del sometimiento”.’ Lo novedoso de los fina les del siglo xvutt fue que, al combinarse y generalizarse, las, téenicas que integraban esta tecnologia aleanzaron un nivel en el que la formacién de conocimiento y el aumento del poder se reforzaban mutuamente cada cierto tiempo en un proceso circular. Era un proceso con dos movimientos: una distensién epistemol6gica mediante un refinamiento de las relaciones de poder, y una multiplicacién de los etectos del poder mediante la formacién y acumulacién de nuevas for- ‘mas de conocimiento. 95 El desarrollo de la fuerza policial era un elemento integral de ‘este proceso de cambio que se inici6 en el sigio xvitry que, en. la era del capitalismo, propicié un cambio decisivo del poder total del monarca hacia un ejercicio del poder infinitamente pequefio, el necesario para la disciplina y la explotacién pro- uctiva de lus cueipos aLumuladus eu gran uGanery, Pasa ser eficaz, esta nueva estrategia de poder necesitaba un instru- mento de vigilancia permanente, exhaustive, omnipresente, capaz de hacer todo visible, siempre y cuando ella misma pudiera mantenerse invisible. La institucién de la policta ofte- cia precisamente ese medio de control capaz de estar presen- te en medio de la poblacién trabajadora, con la coartada de la existencia de una amenaza criminal que, a su ver, era fabrica- a por toda una serie de nuevos aparatos, como la institucién penitenciaria misma, el periodismo de sucesos 0 la novela policiaca. En Inglaterra, fue en la segunda mitad del sigio xvu y a principios del siglo xix cuando aumenté la presion para sustituir con una fuerea mas rigurosamente organizadia el ineficiente sistema de agentes y vigilantes voluntarios que no habia conseguido controlar el crimen y el desorden en las ciu- dades, que habian crecido como consccuencia de las grandes concentraciones de obreros industriales. El concepto de dere- cho consuctudinario de una responsabilidad socializada para mantener la par, repartida por toda la comunidad, ya no fun- cionaba en los centros industriales urbanos, en la nueva arqui tectura de vida y trabajo, en una situacion de desintegracion de los viejos patrones sociales y demandas de nuevos tipos de orden reglamentado para atender a las necesidades de la regu- laci6n y la produccién. En la atmésfera de pénico subsiguien- te a la revolucién francesa de 1789, investigadores como el magistrado Patrick Colquhoun dieron un tono escabroso a st defensa de una fuerza policial més eficaz con la publicacién de los resultados de su investigacion criminologica de forma sen- sacionalista, de modo que las estadisticas —tal cual cran— se presentaban con criterios peyorativos. Los fabriantes presio naban en favor de una mayor disciplina de trabajo y ocio en las ciudades fabriles. Los metodistas y los “humanitarios” recla- 96 ‘maban orden, sumisién y la supresi6n del vicio. Los reforma- dores argumentaban que una policfa preventiva mis eficaz era absolutamente necesaria para proteger Ia propiedad. Desde la creacién en 1748 de la Bow Street Foot and Horse Patrol {patrulla policial a pie y 2 caballo] de Henry Fielding en Londres hasta mediados del siglo siguiente, hubo constantes presiones en favor de una fuerza policial uniformada y con GedicaciGn exclusiva ‘Sungié en las ciudades todo tipo de fuerzas oficiales y semiofi- ciales, especialmente en las proximidades de puertos, canales y rios navegables, donde la propiedad estaba en peligro. Siguid existiendo, sin embargo, una oposicién concertada, y no sola mente de los sectores radicales de la poblacién que veia a Ia policfa como una “maquina de opresion”. En 1812, la idea de luna fuerza centralizada seguia siendo considerada por un observador como “un sistema de tiranfa, un cjército organiza: do de espias c informadores, para destruccién de toda libertad. publica y alteracién de toda felicidad privada’." Un comité par- Iamentatio de 1818 vio en las propuestas de Jeremy Bentham en favor de un Ministerio de Policfa “un plan que podia con- vertir a todos Jos sirvientes de cualquier casa en espias de las acciones de sus patrones, y a todas las clases de la sociedad en. cespfas los unos de los otros”. No habfa ninguna garantia de {que la mirada de la vigilancia se enfocara en una direccién. Los comerciantes y los industriales segufan temiendo que cualquier poder de inspeccién pudiera comportar registros en los hoga- res establecimientos de los sospechosos de evadir las norma Intereses personales mas antiguos resultaban también amen2- zados por los nuevos y generalizados mecanismos de poder. Los conservadores temfan una anulacién de sus derechos locales y protegidos. Los Kiberales temfan un aumento del poder det gobierno central, En 1822, un comité de investigacion de la (Camara de los Comunes, bajo la presidencia de Sir Robert Peel, rechazé nuevamente la idea de una policia por considerarla incompatible con la libertad politica No obstante, este mismo Robert Pecl, como Ministro del Interior, fue en gran parte responsable de la creacidn de la 7 policia metropolitana por medio de una ley de 1829 en virtud de la cual tres mil hombies de uniforme azul, repartidos en V7 divisiones bajo una jerarquia de comisarios, inspectores y sar gentos, controlada por un jefe de policfa y en tiltima instancia responsable ante el Ministro del Interior, asumieron la juris- dicei6n sobre un radio de unos 11 kilémetros en corno a Charing Cross. Pese a la continua agitacién en favor de su abo- licion, esa fuerza policial fue reforzada con el nombramiento de los primeros agentes especiales en 1831, y ampliada de forma sistematica, primero a todas las 2onas urbanas de Inglaterra y Gales por la ley de corporaciones municipales de 1835, y pos- teriormente a condados y zonas rurales por la ley aprobada en el Parlamento en 1856. Por esta misma ley de 1856, el gobier- no central se comprometia a proporcionar una cuarta parte del coste necesario en salarios y equipamiento, y se creé un cuerpo de inspectores permanente para informar sobre la situacién, desde el punto de vista de Ia eficiencia, en las com- sarfas enormemente dispersas, De este modo, los poderes y las obligaciones del agente derivados del antiguo derecho con- suetudinario inglés fueron subsumidos pero también transfor macos en la figura del nuevo agente policial, que formaba parte de una fuerza disciplinada, sometida a cédigos estrictos yauna jerarquia de inspeccién y supervision. El control que esta fuerza policial podia ejercer estaba estre~ chamente unido a la necesidad real de la sociedad capitalista industrial de proteger una riqueza —en forma de medios de produccién— que ya no estaba en manos de sus propietarios, sino de aquellos cuyo trabajo la ponia en accién para extraer de ella un beneficio, Vinculada a una serie de mecanismos de poder reestructurados de forma similar, fue la policia la que instal6 el nuevo nexo de poderconocimiento en el corazén, mismo de la vida de la clase trabajadora, extendiendo las téc- niicas emergentes de observacién-dominacién més allé de los muros de las nuevas instituciones disciplinarias y reformato- ris, como las carceles y las penitenciarias. Este tipo especial de ‘observacion, en la que centro su atencion la poticia, tenia que acumularse de algiin modo. Comenz6, por tanto, a recopilar- se en una serie creciente de informes y registros. A partir de 98, Jos siglos xvi y xrx, un inmenso texto policial comenz6 a cubrir cada vez mas la sociedad por medio de una compleja organizacién documenta. Pero esta documentacién era nota- blemente distinta de los métodos tradicionales de escritura Judicial o administrativa. Lo que se registraba en ella eran for- ‘mas de conducta, actitudes, sospechas: un permanente recuento del comportamiento de los individuos, wv ‘Tal vez ha llegado el momento de referirse ala complicidad de Ja fotografia en esta red de poder en expansi6n. Los primeros aiios de desarrollo del proceso fotogréfico coincidieron apro- ximadamente con el periodo de la introduccién del servicio de policia en el Reino Unido, y durante mis de cien afios ambas cosas han progresado juntas. Del mismo modo que los, procesos y los equipos fotograficos han evolucionado y se han perfeccionado, también las fuerzas policiales han aumentado ‘se han hecho mas eficientes. La policia comprendi6 enseguida el valor de las fotografias a efectos de identificacin, Aunque los retratos satisfactorios solamente fueron posibles con la introduccién de los objetivos Petzval, mas rapidos, y de unos procesos de daguerrotipia més sensibles en 1841, la policia contrat a fotografos civiles a par tir de los afios 1840. E! West Midlands Police Museum tiene un archivo de 28 ambrotipos de presos de Birmingham tomadas por un fotdgrafo desconocido en las décadas de 1850 y 1860. Las poses son simples y corrientes, pero cada una de las deli- cadas placas de vidrio estan montadas en un marco ornamen- tal, como si estuvieran destinadas a exhibirse en una repisa. Otras policias poseen archivos igualmente antiguos, aunque es mis que probable que en este caso el trabajo fuera realizado ppor fot6grafos profesionales que todavia no eran miembros de Ja propia policia. El gran aumento del niimero de fotdgrafos policiales especializados se produjo después del satisfuctorio, desarrollo del sistema de identificacion de Sir Edward Henry mediante huellas dactilares, introducido en la nueva Scotland 99. oer ereatsole@n ie Resienecssding mar Fact Saijurehension — 9 Kad Petam rele is et Invenive resuienes after liber alsere— 16. Fot6grafo desconocido, Archivos de a cércel de Wandsworth, 1873, (Public Records Office, Londres, PCOM 2/291) Yard en 1901. Pronto se dicron cuenta que el Ginico modo de registrar las impresiones dactilares encontradas en la escena de actividades criminales era fotografiarlas, y un niimero cada ‘vez mayor de fotdgrafos policiales se dedicaron a obtener el maximo provecho de las técnicas especializadas. Actualmente se realizan muchos miles de fotos de identifica: i6u y las copias se archivan, jumto con las huellas dactilares del preso, en la Oficina Central de Antecedentes Penales (Central Criminal Record Office) y en los archivos regionales (Regional Record Centres}. La policia britinica carece de autoridad para fotografiar a un acusado que se oponga a ello, pero en caso necesario una solicitud de prisién preventiva permite al director de la prisién hacer la forograffa del preso en virtud de la autorizacion otorgada por la Seccién 16 de la ley de prisiones de 1952. Los propios directores de crceles, centros de prisién preventiva, centros de detencién y refor- matorios estin obligados por la Criminal Justice Act [ley de Justicia penal] de 1948 a inciuir en un registro y fotografiar a todas las personas condenadas por un delito, pero estos pode- res se remontan a 1870. La ley 17, Seccién 8, de la Alien Order Act [ley de extranjeria] de 1920 también eapacitaba a los of ciales de policia para ordenar la fotografia de cualquier extranjero. Estas fotos, no obstante, tenia que ser de rostro entero y con la cabeza descubierta, Todavia no tenfan que seguir el formato normalizado de cuerpo entero, rostro ente- ro y perfil, establecido en el informe del “Comité para la deteccién del crimen” [Committee on Grime Detection] de 1938, que pretendia mejorar Ia calidad de las fotogratias de presos, hasta el extremo de deseribir el sistema de ihumina- cidn y los equipos que debian wtilizarse. Lo que tenemos en esta imagen normalizada es algo més que una imagen de un presunto delincuente. Ks un retrato del producto del método disciplinario: el cuerpo hecho objeto; dividido y estudiado; encerrado en una estructura celular de espacio cuya arquitec- tura es el indice de archivo; domesticado y obligado a entregar ou verdad; separado © individualizados sojusando y convertide en siibdito. Cuando se acumulan, esas imagenes vienen a ser luna nueva representacién de la sociedad. En este caso, el uso de Ia fotografia, un proceso que permite hacer precisas tomas de archivo de forma rapida y barata, se sostiene claramente en, todo un conjunto de suposiciones sobre la realidad de la fotografia y lo real “en” la fotografia, que tendremos que analizar con mayor detenimiento, Por el momento, aceptemos que, dada esta concepcién de la foto grafia, podia extenderse y de hecho se ha extendido a la mayo- via de los aspectos del trabajo policial, que hoy en dla utiliza pricticamente todos los procesos y todas las técnicas fotografi- cas existentes; aunque la imagen fija podria ser pronto reem= plazada por técnicas de video més accesibles e incluso por el uso de hologramas. La produccién de fotografias para prese tarlas como prueba ante un tribunal es actualmente una pra tica habitual, Las fotogratias se utilizan como elemento auxi- liar en el control del trafico y en la persecucién de delitos de trifico; como elemento de prueba de conduccién inadecuada desde coches-patrulla policiales méviles; como instrumento de evaluacion ¢ imputacion de culpabilidad ante el juez de ins- uccion en casos de accidentes mortales; para obtener una documentacién precisa de la escena del crimen y de las pistas alli encontradas; para mostrar los andlisis fotomicrograficos de las pruebas forenses; para presentar pruebas visuales ante los |jurados de los tribunales sobre heridas, lesiones o dafios; para registrar c impedir delitos contra la propiedad; para identifi car a ladrones y otros intrusos; para detectar falsficaciones y documentos discutibles y elucidar el método empleado para producirlos; para observar condiuctas turbulentas en partidos de fiitbol y otros lugares de reuni6n; para vigilar cruces de carreteras y espacios pablicos desde edificios altos, te6rica- mente con el objetivo de planificar Ia circulacién del trafico, pero también para observar los movimientos de multitudes y manifestaciones; para catalogar las actividades dle personas sos- pechosas sometidas a observacion; para probar adulterio 0 cohabitacion en procedimientos de divorcio o relacionados con la seguridad social. La lista no es exhaust Ahora bien, no solamente en la policia y en las cérceles se ha encontrado en la fotografia una herramienta tan conveniente para sus nuevas estrategias de poder. Si examinamos cualquic- 102 1a de las otras instituciones cuya genealogia ha sido investiga- a por Foucault, vemos que la fotografia se ha asentado tran- guilamente en ellas. A partir de mediados del siglo xx, la foto- grafia jug6 un papel en los procedimientos de la fébrica, el hospital, el manicomio, el reformatorio y la escuela, al igual que lo tuvo en el ejército, la familia y la prensa, en el Improvement Trust, el Ordnance Survey [Servicio oficial de topografia] y en la fuerza expedicionaria, En 1856, el doctor Hugh Welch Diamond, miembro fundador de la Royal Photographic Society y director residente del departamento de mujeres del manicomio del condado de Surrey [Surrey County Lunatic Asylum], ley6 un informe ante la Royal Society titulado “Sobre la aplicacién de la fotografia alos fenémenos fisiognémicos y mentales de la locura"* En €1 expuso sus teorias sobre “la peculiar aplicacién de la foto- grafia al esclarecimiento de la locura”, ¢ iustré sus argumen- tos con fotografias que habia realizado, por propia iniciativa, en el manicomio de Surrey. El doctor Diamond planteaba que la fotografia clinica tenia tres importantes funciones en las consultas psiquiatricas de la época. En primer lugar, actua- ba como auxiliar del tratamiento; los retratos fotograficos tenan un valor "por el efecto que producen sobre los propios pacientes”: En muchisimos casos son examinadas com mucho placer e interés, ‘pero mds concretamente en aquellas que marcan el progreso y la ‘uracién de un atague severo de aberraciin mental.” En segundo lugar, estos retratos proporcionaban una docu- mentacién permanente para la orientacién médica y el andli- sis fisiognémico: EL fotdgrafo capta con certera precision los fenémenas externas de cada pasiin, como ef indicio indiscutible de un trastorno interior, 1) muestra ante el ojo la bien conocida simpatia existente entre al ‘carzbra enfermo y los organos y rasgos del cuerpo, Bl fotdgrafo atra pa on un instante la nude parmanenta, la tormenta pasajera 0 el ‘sol del alma y de este modo permite al metafisica observar 9 esta- 103. acer ta conesién entre lo visible y lo invisible en una rama importante de sus investigaciones sobre la Filosofia de la. mente fiumana'* Un aspecto central de la concepcién de Diamond sobre la fotografia como método para proporcionar un nuevo tipo de conocimiento fue la idea expresada en The Lancet “La foto- grafia es tan esencialmente el Arte ce Ia Verdad —y la repre- sentante de la Verdad en el Arte— que se dirfa que es ¢l medio esencial para reproducir todas las formas y estructuras cuyo esclarecimiento busca la ciencia”.” Los estabones de la cadena son la verdad, el conocimiento, la observacién, la descripeién, la representacion, la documentaci6n. El valor de la cdmara era ensalzado porque se consideraba que los procesos Opticos y quimicos de la fotografia venfan a designar un mecanismo cientificamente explotado pero “natural” para producir im: genes “naturales” cuya verdad estaba garantizada. La fotogra- fia presentaba “un registro perfecto y fidedigno, totalmente exento de Ia penosa caricatura que desfigura casi todos los retratos publicados de enfermos mentales hasta el extremo de hacer que resulten casi inservibles a los efecios tanto del arte como de la ciencia®."* Estaba también exenta de las impreci- siones del lenguaje verbal: El fotégrajo en muchos casos no necesita la ayuda de ningiin len- guaje propio, sino que preiere escuchar, com la imagen delante, et silencioso pero elocuente lenguaje de la naturaleza[...] laimagen habla por si misma con la mds notora precisén e indica el runto exacto que se ha alcanzado en ta escala de ta inflicidad entre la ‘primera sensacién y su maxima altura alcanzada.” La ciencia de Ia locura ya podia ir mas all de las prosaicas prescripciones de psiquiatras como Esquirol 0 Heinroth: a fotografia, como se desprende de tos retratos que ilustran este informe, confirma y amplia esta descnpién, y lo hace en ta grado ‘que confirma. la conctustin de que (a documentacidn permanente ‘asi blenida es aa vex a més eomcisa y la mds compieta.* 104 417. Doctor H. W. Diamond, interna de! manicomio de! Condado de Surrey, de un &lbum ttulado Portraits of Insanity (Retratos de la lacural, Impresion a la albomina, 1852-1856, (Royal Society of Medicine) Lo “evidente” que se desprende de las fotografias de Diamond, no obstante, es que su naturalidad y concisién eran fruto de una intertextualidad complejamente codificada. Como en las primeras fotografias policiales, las titles y arte factos eran los de un sencillo estudio fotogritfico, fondos isos, poses frontales 0 casi frontales y la atenciOn dirigida hacia ta 105 cara y las manos de la persona fotografiada. En cuanto a con- cepci6n y organizacién, las fotos de Diamond dependian de la clasificaci6n de Philippe Pinel sobre los locos y de las anterio- res tipologias de la fisiognomia y la frenologia del siglo xvi. En’'st realizaci6n pictorica se inspiraban no solamente en las convenciones del retrato de la época, sino también en c6digos de la ilustracién médica y psiquiatrica encontrados en los Gibujos y grabados a Iinea de obras como Des maladies mentales [Las enfermedades mentales] de J. E. D. Exquirul (1838) 0 Physiognomy of Mental Disease [Fisiognoméa de las enfermeda- des mentales} de Sir Alexander Morrison, predecesor de Diamond en el manicomio de Surrey. Lo notable en el traba- jo de Diamond —pues no era algo excepcional, sino que ‘aracterizaba toda una tendencia de la practica fotogréfica del siglo x1x— era su constituci6n en el punto donde los discur- s08 de la psiquiatra, la fisiognomifa, la ciencia fotogratica y la estética coincidian y se superponfan. Pero el lugar donde [estos discursos) podian coincidir € influirse mutuamente era ‘un espacio regulado, un espacio politico, un espacio en el nuevo orden institucional. Aqui, el conocimiento y la verdad, de los que la fotografia se convirtié en guardién, eran insepa- rables del poder y el control que engendraban. El doctor Diamond entendié bien de qué se trataba. Su tiltimo argumento en favor de la fotografia clinica era que funciona- ba como un medio de identificacién rapida: Bien sabido es que las retratas de las personas congregadas en las ‘cérceles para si castigo ha sido en frecuentes ocasiones de gran ‘valor para volver a capturar a algunos que se habian fugado, 0 para demostrar con pocos gastos y can certidumre una anterior ‘condena; asimismo, los retratos de los enfermos mentales que son recibidos en manicomios para su froteccién nos muestran una opresentacién tan clara de sus casos gue, en el momento de su readwisin después de un periedo temporal de ausencia y curacicn, he encontrado et retrato anterior de mayor valor para recordar el caso el iratamiento que cualquier prescripcion verbal que pudie- a haber archivade.” 106 Los métodos de la nueva policia no se alejan demasiado de esto. En un comentario sobre el informe de Diamond, T. N. Brushfield, comisario del Chester County Lunatic Asylum, confirmé su opinién: En el caso de locos criminales, a menudo resulla de gran impor- tancia obtener un retrato, dado que, como muchos de ellos son ori- ginarianente de disposiciin y educaciin propensa al crimen, si escapan del manicomio son doblemente peligrasos para la comumi- dad en general, y a menudo pueden ser buscados enviando sus foto- grafias a las autoridades policiales, en cuyas manos muy probable ‘mente cazrén, como consecuencia de algiin acto de depredacion que probablemente cometerin; las fotografias permitirian asi su identi- {ficacion y garantizarian su retorno seguro al manicomio™ Aqui, en la prictica fotogrifica experimental del doctor mond y otros dizectores de manicomios de mentalidad similar, se encuentra el nexo que Foucault describe: Ia coin- cidencia misma de una observacion cada ver més intima y de tun control cada vez mas sul; un orden institucional cada vez ss refinado y un discurso cada vez més abarcador; un some- timiento eada vez ms pasivo y una mirada benevolente cada vez mas dominante. Hay otros ejemplos: los pacientes de Henry Hering fotografiados en el Bethlem Hospital a media- dos de los afios 1850; el encargo que en 1860 recibié Charles Le Négre de elaborar un informe fotografico sobre la situa- cién de los internos del manicomio imperial de Vincennes; The Mind Unveiled (La mente desvelada), de 1858, donde se reprodujeron fotografias de ninos retrasados mentales; la obra de B. A. Morel titulada Traité des dégénérescences physiques, intellectueles et morales de Uespéce humaine et des causes que pro duisent ses varitiés maladises, publicada en Parfs en 1857, que inclufa fotografias ilustrativas tomadas por Baillarger en la Salpétriéxe, donde, en los afios 1880, Charcot y Richer abri- rian un Departamento Fotogréfico para facilitar su prepara- ci6n de ta Nouvelle Ieonographie de la Salpétritve. Si bien antes de la invenci6n de la fotografia la documentacién clinica se habia hmitado a casos espectacuiares 0 monstruosos, con la cimara se recopilaron amplisimas colecciones e indices. El primer informe sobre fotografia médica se habia publicado fn Austria en 1885." La primera publicacion periédica dedi- cada al tema, la Internationale medizinisch-photographische ‘Monatschrift, aparecié en Leipzig en 1894. No se trataba pues de un proceso que pudiera interrumpirse, a pesar de las que- jas segiin las cuales el uso sin trabas de la fotografia en la ‘practica médica habfa superado los limites de la discrecion y Ia ética." Eluso documental de la fotografia, no obstante, no se limita. ba a la medicina, En los afios 1860, la Ragged and Industrial School de Stockport encargé a un fot6grafo local la elabora cin de un élbum de fotos de cada uno de los profesores y nifios de la escuela, Un archivo similar sc habia creado en la Greenwich Hospital School. En la siguiente década, los afios 1870, se produjo una gran expansién del uso de la documen- tacién fotografica. Las principales circeles, por ejemplo las prisiones de Wandsworth y Millbank y Ja penitenciaria de Pentonville, crearon sus propios talleres fotogréticos, para los cuales contrataron a fotografos fijos. Las autoridades locales fencargaron investigaciones fotograficas sobre las condiciones de vivienda y de vida en las zonas abreras, y se crearon socie- ‘dades privadas, como la Society for Photographing Relics of (Old London {Sociedad para la fotografia de reliquias del anti- guo Londres}. Los hogares infantiles y las residencias para nifios desamparados siguieron también cl mismo patron de desarrollo, recurriendo inicialmente a fot6grafos retratistas locales para més adelante incorporar fotégrafos a su propia plantilla de personal. En mayo de 1874, Thomas Jobn arnardo abrié su primer Departamento Fotografico en la “Home for Destitute Lads" [residencia para chicos indigentes} que habia fundado en Stepney Causeway en 1871, En su pri- mer afio, el taller fotografico y los salarios del fot6grafo y su ayudante absorbi6 més de 250 libras esterlinas de un presu- puesto anual de 11.571 libras, y la fotografia siguid siendo desde entonces una importante partida de gasto. Entre 1874 y 1905, Thomas Barnes y 2 succdor, Roderick Johnstone, pro- dujeron 55.000 fotografias para Barnardo, en su mayor parte registros sistematicos de los nifios a su entrada y su salida de la 108 18. Fotdgrafo desconocido, Stockport Ragged and Industrial School, Impresion a la albimina, ¢. 1865. (Metropolitan Sorough of Stockport, Local Studies Liorary) institucién. Por entonces los usos de las fotografias eran ya conocidos: Obtener y conservar un retrato exacto de cada nitio y permitir, cuando ie adjunta a su historial, seguir la evotucién det niio:® Facilisar of veconocimients de chicos y chicas eulpablos de actos delctvas tales como robo, allanamiento de morada o incendio pro- vocado, y que podrian lograr de forma fraudulenta el ingreso en Inuestras residencias. Ha habido muchos casos de este tipo en los ‘cuales el hecho de poser estas fotografias nos ha fermitido com ‘nicarnos con la policiao con antigues patronos y de este modo lle gar al descubrimiento de los infractoes, Mediante esas retrats, tnris fugados de nuestrs residencias son a menudo recperados 4 decclios, en no pocos casos, menores que han sido secuestra- das de us padres o bulores 0 que fueron tentades por malas com ipaitias @ abandonar sus hogar, 9 que finalmente, después de ‘vagar durante un tiempo por las calles, legaron hasta nuestra ins- ttectin, han sido rcoacdos por progenitres 0 amigos 9 final- mente deoueltas su cuidada* Los fotégrafos preparaban albumes de referencia cronolégi- ‘ca, en los que se pegaban doce fotos de papel albuminado por pagina, con los nombres y las fechas de los niiios escritos al pie de cada fotografia. El propio Barnardo guardaba versio- hes més pequefias, con tres fotos por pagina, para su propio uso y para mostrar a los visitantes, los padres y la policfa. Se inclufan también fotografias en las fichas de historiales per sonales, donde se recogian los datos impresos archivados sobre los antecedentes de cada nifio —a veces con una decla- raciOn del propio nifio—, estadfsticas raciales, edad, estatura y posteriores informes y fotografias que mostraban la evoli= cidn del nifio, Dado que las residencias de Barnardo no eran centros de Lcueficencia protegidos ni estaban patrocinadas por ninguna de las iglesias, siempre estaban muy necesitados de fondos. Esto indujo a Barnardo a lanzar una amplia campaiia publici taria en la que recurrié a los métodos de las présperas iglesias 0 Admit Jossany sth, 187 Se int Rijownsaty or Dadaist Si 119. Thomas Barnes y Roderick Johnstone, Historal personal de un nfo 2m la Cinica de! Dr Bamardo, papel albuminado, 1874-1883. ‘(The Barnardo Photographic Archive) cevangelistas estadouniderises. Dichos métodos resultaron polé- ices, Fue concretamente el uso de la fotografia por parte de Barnardo “como elemento de defensa de los argumentos de nuestra institucién” lo que le Hevaria en 1877 ante un tri- bbunal de arbitraje por diversas acusaciones de deshonestidad y falta de ética como consecuencia de las alegaciones del reve- rendo George Reynolds y la Charity Organisation. La acusa- ion especifica era la siguiente Elsistema de tomar fotografias de los nits y obtener eapital de ell ro silo es deshonesio sino que tiende a destruir fs mores seni- inientes de los ris [...] Nose conforma can tomuarlas en su esta- do real, sino que rasga sus Topas, para que muestren un aspecto ‘peor del que realmente tienen. También son fotografiados en posi Giones pruramentefciias.* Desde 1870, Barnardo habia encargado Fotografias “de antes y después", con la pretensiOn de mostrar a Jos nitios tal como lle gaban a la residencia, y su posterior mejora, refvegados y lim pios, ocupados en los talleres. Fue una de estas combinaciones Comparativas 1o que el tribunal dictamin6 que habia sido una “ficcién artistica’, Se publicaron, no obstante, mnés de 80 image nes como aquella. Algunas aparecieron en follcts en los que se contaba una historia de liberaci6n de las iniquidades de una vida anterior y sobre una vida feliz en la residencia, Otras se ‘dian a tarjetas de presentacion del estilo de “antes un pequefio ‘yagabundo, ahora un pequefio trabajador’, que tambien daban tdctlles sobre el trabajo realizado en la residenciay se vendian en paquetes de yeinte por cinco chelines oindividualmente por seis peniques, Al tema de la observacion-dominacién se sumaba el de la publicidad y el cuerpo como mercancia Hemos comenzado pues a constatar la existencia de wn patrén repettivo: el cuerpo aislado; el espacio reducidlos el someti miento a una mirada sin respuesta posible; el eserutinio de sgestos,rostros y rasgos; la claridad de iluminaci6n y la nitidez fie enfoque: Ins nombres y las placas con némeros. Estos son Jos wazos del poder, ineesantemente repetidos, cada vez que el fologralo preparaba una toma, en una celda policial, una uz cfrcel, un consultorio, un manicomio, una residencia o una escuela. La metifora de Foucault sobre el nuevo orden social ‘que se inscribfa en los mas insignificantes intercambios es la del *Panéptico': el plan de Jeremy Bentham para una institu- cién modelo donde cada espacio y cada nivel estaria expues- to a la mirada de oto, estableciéndose una cadena perpewia de observaciones que culminaba en la torre central, a su vez abierta al constante escrutinio piblico.* Se trata del mismo Jeremy Bentham que abogaba por un Ministerio de Policte, pero, con el desarrollo de la fotografia, su estructura ut6pica Tesultaria superflua, El “Panéptico” de Bentham era la culmi- nacién y la encarnaci6n concreta de una técnica disciplinaria ya elaborada en toda una serie de instituciones —cuarteles, escuelas, monasteries, reformatorios, cérceles— donde una tecnologia temporalespacial, con sus espacios arquitecténi- cos cerrados, su organizacién celular, sus disposiciones jerar~ {quicas minuciosamente graduadas y sus precisas divisiones de tiempo, fue puesta en accion para entrenat, prepara, Clasifi- car e inspeccionar los cuerpos en un tinico movimiento, Foucault tomé esto como una metifora de ese proceso conti- nuo de tacticas y técnicas locales proliferantes que intervenia fen la sociedad a un nivel microscépico, con el objetivo de obtener el maximo efecto a partir del minimo esfuerzo y fabricar cuerpos dociles y utilizables. Sin embargo, se podria argumentar que, a finales del siglo 1X, la nueva voluntad de poder, basada en una fatidica triple unidad de conocimiento, control y utilidad, pudo encontrar una nueva metéfora en las Giscretas celdas del marco fotogréfico; en su siempre mas ‘minuciosa division del tiempo y el movimiento; en su siempre mds preciso escrutinio de los cuerpos en estrictas condiciones de laboratorio. Es un mundo del cual el exhaustivo catilogo de ‘imovimientos corporales de las imagenes de Muybridge sigue siendo un ominoso signo. v Siguiendo con la misma argumentaciGn, debe quedar claro que cuando Foucault eaaiina el poder no esta Gnicamente examinando una fuerza negativa que acta a través de una us. thre eee w npn af wee af on Lames ham Sereay of Se Soe ay es ip topo tor, Fok, Aideglom Walon ea be oe ie aie an Atichey if 20, Fotgrafo desconocido, “Archives dota carcoi del condado de Huntingdon, 1872. {Cambridgeshire County Constabulary) serie de prohibiciones. Incluso cuando es posible mostrar el funcionamiento de las prohibiciones, vemos que no se produ- cen solamente mediante edictos o leyes, sino en una realidad de instituciones y practicas donde forman parte de una elabo- rada economia que incluye todo tipo de incitaciones, manifes- taciones y evaluaciones; en resumen, todo un conjunto fuera del cual no es posible entender las prohibiciones. Debemos, de una vez por todas, dejar de describir los efectos del poder en términos negatives como: exclusin, represién, censura, ocultacién, crradicacién. De hecho, el poder produce. Produce realidad. Produce ambitos de objetos, instituciones de lenguaje, rituales de verdad. La interticcién, el rechazo, la prohibicion, lejos de ser formas esen- ciales det poder, son solamente sus limites, el poder en sus formas _frustradas 0 extremas. Las relaciones de poder son, ante todo, pro- ductivas.” Podriamos recordar, por ejemplo, que Marx no explicaba la ‘iseria de los trabajadores, como lo hacia Proudhon, como el efecto de un robo concertado. Consideraba que el funciona- miento positive de la produccién capitalista —Ia raison d'étre del capitalismo— no estaba orientado a hacer pasar hambre a los trabajadores, sino que para desarrollarse tenia forzosa- mente que hacerlo. Marx reemplaz6 un andlisis negativo, moralista, por otro positivo: el anilisis de la produccién, De igual modo Foucault, al estudiar el “nacimiento” de la carcel, busca los posibles efectos positivos de los mecanismos puniti- vos, en lugar de tinicamente sus efectos represivas. Ve el desa- rrollo de las instituciones penales como una tactica politica en cl terreno mas genérico de las formas de ejercer del poder. Asimismo, al estudiar la génesis del manicomio, pregunta: De qué modo el poder ejercido en la locura produjo el “verdade- 10" discurso de la psiquiatria? Al referirse a la sexualidad, le preocupa descubrir por qué ha pasado de ser el objeto central de examen, vigilancia, confesi6n a convertirse en discurso en. las sociedades cristianas. ;Cuales son, se pregunta, los meca- nismos positivos que, a la vez que producen sexualidad de tal ‘cual forma, desembocan en miseria? 15 Un elemento crucial para el desarrollo de esta temética ha sido el rechazo de Foucault de la idea de que conocimiento y poder son en cierto modo contrapuestos, antitéticos o incluso separables. Si cl poder, en sus detalladas estrategias y sus com- plejos mecanismos, no ha sido estudiado, menos atin se ha estudiado Ia relacién entre poder y conocimiento. Para Foucault, el poder produce conocimiento. El poder y el cono- ‘imiento se implican directamente el uno al otro. El propio éjercicio del poder crea y provoea la aparicién de nuevos obje- tos de conocimiento y acumula nuevos cuerpos de informa- ci6n, Difuso y atrincherado, el ejercicio del poder crea con- tinuamente conocimiento, ya la inversa, el conocimiento induce constantemente efectos de poder. No existe relacién de poder sin la correlativa constitueién de un campo de cono- Gimiento, ni conocimiento alguno que no presuponga y cons- tituya, al mismo tiempo, relaciones de poder. El objetivo de Foucault, por tanto, no es escribir la historia social de las prohibiciones, sino investigar la historia politica de la produccién de la *humanidad” como un objeto de cono- cimiento en un discurso que se concibe como “ciencia”, que se crige en tanto que “verdad”. Como requisito previo para tal estudio, nos ofrece una nueva serie de conceptos —un nuevo vocabulario— que debe obligarnos a repasar de nuevo la con- cepcién de hegemonia de Gramsci y las concepciones althus- serianas de los aparatos ideol6gicos del Estado y el conoci- miento “cientifico”. Mis aiin, debe dirigir nuestra atencién a lun Ambito nuevo y diferenciado: el de los mecanismos que no pucden reducirse a teorias, aunque estén superpuestos a ellas; que no pueden identificarse con aparatos o insttuciones, aunque estén basados en ellas; y que no pueden derivar de opciones morales, aunque encuentran su justificacién en la moralidad. Estas son las modalidades de acuerdo con las cuales se ¢jerce el poder: las tecnologias de poder. Al analizar estas “tecnologias’, Foucault pone al descubierto un estrato de materiales que hasta ahora se habian mantenido por debajo del umbral de la visibilidad hist6rica. Sus descubri- ‘mientos tienen igual importancia para los nuevos y los viejos us temas de la historia de la fotografia. Por ejemplo, con el creci- miento de la tecnologia de control y reforma, observacion y formacién, surgié una nueva curiosidad sobre los individuos ‘que dicha tecnologia pretendia transformar. Se trataba de una curiosidad totalmente desconocida a principios del siglo xvi En el funcionamiento de los tribunales de la €poca, por ejem. plo, no se habia planteado la necesidad de comprender al reso 0 las condiciones del delito. Una ver establecida la Culpa, se aplicaban automaticamente una serie de castigos pro- porcionados y fijos. Sin embargo, a principios del siglo xrx, en Francia, Reino Unido y Estados Unidos, jueces, médicos y eri mindlogos buscaban nuevas técnicas para obtener un nuevo conocimiento necesario para la administracion del poder. Se aconsejaba a los presos que escribieran las historias de sus vidas. Se elaboraban expedientes e historiales de casos. Se apli 6 la sencilla técnica del examen, evocando su uso en soldados y nifios, enfermos y locos. Foucault se pregunta Pero gquién haré la historia mas general, més fluida, més deter- ‘minante también del "examen", de sus ritwales, de sus métodos, de sus personajes y de su pope, de sus juegas de preguntas y respues- tas, de sus sistemas de notacion y de clasificacion? Pues en esta pobre técnica se encuentran implicados todo un domsinia del saber, todo un tipo de poder La aparicién de lo “documental” como prueba de un “caso” individual estaba unida a este desarrollo del examen y a un cierto método disciplinario, asi como a esa crucial inversion del eje politico de la individualizaci6n que es un elemento integral de la vigilancia: Durante mucho tiempo, ta individuatidad comin, ~la de abajo y de todo et mundo~ se ha mantenido por debajo det umbral de la Aescrpcién, Ser mivado, observado, descrito en detall, seguido a diario por una escritura ininterrumpida, era en privilegio. La cr nica de un hombre, elrelato de su vida, su historigrafia, relata- da al hilo de su existencia formaban parte de los ritwales de su foderto. Ahora bien, ls procedimientos disciplinarios invirten esa relacién, rebajan el wmbral de la individualidad deseiptible y u7 hacen e hicieron de esta descripcién un medio de control y un métor do de dominacién. No ya ménumento para wna memoria futura, sino documento para una wiiizacion eventual. ¥ esta nueva des- ciptibilidad es tanto mds marcada cuanto que el encuadramiento disciplinari es estrct: el nivio, el enfermo, et loco, et condenado, pasard a sey, cada vee mas facilmente a partir del siglo xvm, y ‘eptin una pendiente que es la de las mecanismos de disciptina, objeto de decisiones individualesy de selatos biogrficos. Esta con- signacién por ecrto de las existencias reales no es ya un procedi- aiento de heroicizacién; funciona como procedimiento de objetiva- clin y sometimiento...] El examen como fijacian a la vee vitwal y “ciifica” de las diferencias individuales, como adscripeién de ada cual al ritulo de su propia singularided|...] indica la opa- ricién de una modalidad nueva de poder en la que cada cual rec- be como estatuto su propia individuatidad, y en la que es estasw tariamente vinculado a los rasgos, las medidas, los desvios, las “notas” que lo caracterizan y hacen de a, de todas modos, un Este proceso implica no solamente la “conversion de vidas rea- les en escritura”, sino también las insaclables apropiaciones de Ja camara, Ya sca John Thomson en las calles de Londres 0 ‘Thornas Annan en los suburbios de Glasgow; ya sea el doctor Diamond entre las pacientes de su manicomio de Surrey 0 ‘Arthur Munby entre Jas mineras con pantalones de Wigan; ya sea Jacob Riis entre los “pobres”, los *holgazanes” y los “vicio- sos” de Mulberry Bend o el capitén Hooper entre las victimas de la hambruna de Madras de 1876: Io que vernos es la pro- ongacién de un “procedimiento de objetivacién y someti- miento*, la tansmisién de poder en el espacio sinaptico de ‘examen de la cdmara.” Cualesquiera que sean los argumentos de las evaluaciones tra- dicionales de estos “archivos” fotograficos, cualesquicra que sean las pretensiones de la tradici6n “humana” y documental, ahora debemos verlas en rclacién con los “pequefios” proble- mas hist6ricos por los que el propio Foucault se interes: los problemas de la entrada del individuo en el terreno del saber, de la entrada de la descripci6n individual, del contrainterro- us 21, Jahn Thomson, The Crawiers, en Street Life n London (La vida callejora en Londres}, woodburytipo, 1877-1878. (The Mansell Callection) 22. Thomas Annan, Callej6n nGmoro 11 Bridgegate, de Photographs of (0d Closes, Streets, efc.[FotOs de viejos callejones, calles, etc. impresion a la albimina, 1867. (The Mansell Collection) gatorio y el archivo. En estos archivos, que él califica como ;nobles”, es donde Foucault percibe la aparicion de ese moderno juego sobre los cuerpos, los gestos y el comporta- miento que es la denominada “ciencia del hombre” y la cons- titucién del Estado moderno.* vw Puedo haber creado la deprimente impresién de la existencia de una red ineludible de relaciones inmanentes de poder. No obstante, una ver. que entendemos que el poder 10 debe iden- tificarse con sus formas terminales —dado que “el poder no ¢s una instituci6n, una estructura o una determinada fuerza de Ja que determinadas personas son investidas: es €] nombre que se daa una compleja situacion estratégica en una determina: ‘da sociedad™—, entonces podemos entender también las posibilidades de resistencia. Precisamente porque el poder es relacional, no existe pues sin resistencia. Tan pronto como existe una relacién de poder, esa relacion puede modificarse 0 desviarse dentro de ciertas condiciones determinadas y de acuerdo con una estrategia definida. El poder suscita una fuer- za compensatoria: una resistencia que, al igual que el poder al que se enfrenta, es el producto de un sistema de omnipresen- tes relaciones en tensién, existente en formas dispersas, loca- les y miitiples; que tal vez son continuas, pero no reproducen ninguna ley general. La forma o las formas de esta resistencia, tan importantes para el avance social pero tan escasamente analizadas, estin estre- chamente unidas, en el terreno que nos interesa, con la modi- ficacién del papel de los intelectuales en la moderna tecnolo- gia del poder. El andlisis de este fenémeno mostrara que ya no nos interesa el intelectual que se ocupa de generalidades, pro- fecias y edictos legislativos —es decir, el “intelectual tradicio- nal” que practica la escritura y reivindica una conciencia uni- yersal—, sino toda una nueva configuracién de intelectuales “especificos”, estratégicamente situados en puntos precisos de seclores especificos por sus condiciones profesionales de tra- 121 S. bajo y sus condicione’ de vida. El extremo desarrollo de la divi- si6n sociotécnica del trabajo ha producido un conjunto multi- forme de expertos y técnicos —que incluye a todo tipo de fot6- sgrafos— relacionados de forma directa y localizada con émbitos ‘concretos de conocimiento y con instituciones concretas, que tienen una relacién de estrecha familiaridad con las limitacio- nes especificas alli vigentes, y que, por tanto, pueden localizar y marcar los puntos débiles, las aberturas, las lineas de fuerza. Si pudiéramos librarnos de la nostalgia por los grandes inte- lectuales universales y sus visiones del mundo, visualizarfamos un camino hacia un aprovechamiento de nuevas posibilidades estratégicas, hacia un nuevo tipo de efecto politico basado en el conocimiento especializado de intelectuales especificosy no en un discurso universalizador. En el ambito de la fotograffa, esto implica no un intento de planear una tinica estrategia esti- listica que sirva para cualquier contingencia, sino una deter- minacion de iniciar el trabajo de trazar ciertas posiciones en tun terreno indeterminado.™ Debemos fijar con precisién esos .géneros estratégicos de intervencién que puedan a la vez abrir diferentes terrenos sociales de accién y ampliar el orden insti- tucional de la prictica mediante e! uso o el desarrollo de nue- vos modos de produccién, distribucién y circulacion; median- te el aprovechamiento de formatos diferentes; mediante la evolucién de diferentes soluciones formales; mediante la dife- renciacién de distintas trayectorias en los diversos c6digos dominantes de significado pictérico; y mediante el estableci- miento de diferentes relaciones tanto con quienes son foto- _grafiados como con quienes ven las fotografias. No existe pues lun centro para tal estrategia, solamente una multiplicidad de incursiones locales en un terreno constantemente cambiante de acciones técticas; disputas especificas que se vinculan con otras en todo tipo de variantes, que pueden tener relevancia para una cadena de luchas relacionadas y que son la condicién previa para cualquier confrontacién més concertada Rxiste el riesgo de que las Iuchas particulares de los fot6gra- fos y otros intelectuales funcionales puedan resultar demasia- do disperses y fragmentarias. Lo que proporciona un signifi 122 cado mas amplio a tales acciones parciales son sus posiciones precisas en esa red de restricciones que produce verdad y que a su vez induce los efectos habituales del poder. Es decir, 1o que es crucial es su especial posicionamiento dentro de la “economia politica” de la verdad en nuestra sociedad, a lo que Foucault ha dado el nombre de “régimen de verdad”.* Un régimen de verdad es esa relacién circular que la verdad tiene con los sistemas de poder que fa produeen y la sostienen, y con los efectos de poder que ella induce y que la reorientan, Ese régimen ha sido no s6lo un efecto, sino una condicién de la formacién y el desarrollo de las sociedades capitalistas; para cuestionario, sin embargo, no basta con hacer un gesto a favor de una determinada “verdad” que esté en cierto modo eman- cipada de todo sistema de poder. La propia verdad es ya poder, uunido al régimen politico, econémico ¢ institucional que Ia produce. Debemos olvidar los argumentos de una desacredita- a tradici6n documental de lucha “por” Ia “verdad” 0 “en favor” de “la verdad”, para ver que se trata de una batalla que debe dirigirse hacia las normas, operativas en nuestra sociedad, segiin las cuales las representaciones “verdaceras” y “falsas” estén separadas. Es una batalla que se libra contra las institu- ciones que tienen en nuestra sociedad! el privilegio y el poder para producir y transmitir un discurso “verdadero”. Es una batalla —mas alla de los intereses sectoriales y profesionales de la fotografia— que se refiere a los efectos especificos de poder de esta verdad y al papel econémico y politico que cumple. Las cuestiones que plantea dicha concepcién del “régimen de verdad” giran en torno a las condiciones de_posibilidad de lucha en el ambito particular de la fotografia. En segundo lugar, sobre el modo de presentacién de las imé- genes: Cuando presenta fotografias ante un tribunal, el fotdgrafo poticial dite dcarar a uraent a hr diay aa de ri cin, [y debe jurar asimismo} haber procesado los negativos perso- natn Lee present los eats pa demas qu nha sido objeto de ning tipo de rtoqueo interferencia, j finalmente presenta las copia impress (gencralmente ampliadas a partir de las megatios) que se inetuyen como obyetes de Prucba junio com los nggatives.™ 125 Si esto no es posible, de deberd presentar una declaracién jura- da del técnico que realiz6 el revelado de la pelicula o incluso debera declarar el técnico'en persona para demostrar la cade- na de posesién, Finalmente, sobre la posicion del fotdgrafo como testigo de la “verdad”: Un fotdgrafo poticial cualificado y con la experiencia necesaria puede ser considerado testigo experto y competente en su propio Gmbito pare expresar una opinién si el tribunal ast lo require.” En estos y otros casos en los que se solicita una opinim, el tribu- ‘nal deposita una gran confianza en las cualificacionesy la expe- riencia. del testigo. De ello se desprende que todo fotigrafo poliial debe aprovechar todas las oportunidades [que ele presenten} para obtener todas las cualificaciones necsarias mediante examen y debe asimismo adquirir toda la experiencia posible en tos campos especializados de la fotografia relacionados con su trabajo, Silo hac, su declaracin como testigo se sotendré frente ala de cuat- ‘qier otro experto que pueda ser comvocado para rebatir su test- La confirmacién de estas condiciones y procedimientos basi- cos proviene de la obra britanica y estadounidense de referen- cia habitual sobre pruebas fotograficas de S. G. Ehrlich, espe- cialista en la preparacion de pruebas judiciales, socio de la Royal Microscopical Society y miembro de la American Society of Photographic Scientists and Engineers, Ehrlich tiene difi- cultades para definir los requisitos exactos de la fotografia como elemento auxiliar de asesoramiento en casos civiles, de modo que se distinga de la practica no profesional, indepen diente 0 fotoperiodistica. Pero por debajo de su detallada argumentaci6n técnica subyace el siguiente concepto: Ademés de comprender las princpios cienifca de la fisica, a éptica ‘7 la quimica, de los que depende ta foiografa, el buen fotdgrafo debe tener la imaginacin y la eqpacidad creativa necesarias para repro ducir las escnas en ia pelicula fotogrfia, de tal forma que trans- titan al espectadar la misma informacién y las mismas impresiones (que habria recbido si hubieva observado directement la escena.®* 126 Mas adelante, Ehrlich resume asf la naturaleza de la fotografia judicial: Las fotografias judiciales se hacen con la fimatidad de su uso en tiltima instancia ante un tribunal, o al menes para ser mostradas 4 personas que van a ser informadas o persuadidas por ellas. (Cuando hagan fotografias para su uso en ltigios, os abogades y 1s fotdgrafos daben esforenrse por lograr la “calidad judicial”, tr mino empleado aqui pare describr fotografias con determinadas caracteristicas de abjtividad y precision. En la medida de lo posible, as fotografias deben mostrar el tema ‘representado de modo neutro y directo. El fotdgrafo debe ser adver. Fido contra la presentacién de efectos drametics; todo drama en la imagen debe emanar tinicamente de su propio tema y no de téeni- cas fotograficas afectadas, como por eemplo éngulos de cimara inusuales, variaciones en la impresin, recortes y similares. Todo intento semsjante de dramatizar las fotografas puede ocasionar su exclusién y la consiguiente sospecha por parte de los miembros del Jurada de que la parte que ofrecen tales fotografias noes de fia Por tanto, los fotdgrafes comerciales que carezcan de experiencia en el trabajo judicial deben impregnarse de un criterio de neutratidad ‘cuando realicen fouografias para su uso ante un tribunal. Esto no quiere decir que las fotégrafos que hacen las fotos deban prescindir de los elementos de la imaginacién y ta halilidad artis. ica, sino solamente que deben esforzarse por conseguir més la pre- cisién que el efecto. Ciertanente las téonicas avanzadas yet uso de ‘equipos muy especializados y delicadas son a menudo necesarios par proc fra que sean ersmacons ote dose os tee mata Tne rcs re Del hecho de usar fotografias aparentemente reatizadas con crite ros profesionales se derivan ventajas procesales. En. comparacién con las instanténeas realizadas por aficionados 0 con las peliculas caseras, las fotografias profesionales tienen un aura de objetividad @intencionalidad, y es menos frohable que haya on su prasentacién, mada que distraiga la atenciin de los especiadores respecto de las temas mostradas, 127 Por ora parte ay casos.en los que wn letrado tiene que usar foto- ‘grofas de aspecto no profesional simplemente porque son las mejo feo las tinicas imagenes disponibles. Ademds, el letrado debe ev tar la obtenciém de fot excesivamente vislasas 0

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