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FERNANDA BOLAOS

Su nombre ha sido ajeno a la historia oficial de las cinco naciones que libert el prcer
venezolano, ms centrada en detalles imponentes como fechas de batallas y resaltar las figuras de
hroes de guerra y mrtires que la de aquellos personajes terrenales, que realizaron aportes
sencillos.
Uno de los que se interes por Bolaos fue el escritor colombiano Gabriel Garca Mrquez,
quien le dio vida en su obra El general en su laberinto (publicada originalmente por Editorial
Sudamericana en 1989). De ella consign: A Fernanda no le alcanzaban los mpetus y el buen
humor para atender a tantas solicitudes de comida a las horas menos pensadas.
Conocida popularmente como La Negra, esta afroandina naci en 1807 en la regin del Valle
del Chota, que pertenece hoy a la provincia de Imbabura (Ecuador). Poco se sabe de su niez,
excepto que se convirti muy joven en la cocinera de la familia de Manuelita Senz.
Su vida se entrecruz con la del Libertador a partir de 1823, cuando Senz le confi el cuidado de
Bolvar. As se convirti en su cocinera personal durante siete aos, compartiendo una relacin
muy cercana con su patrn. Algunos historiadores han establecido que el prcer, para despertar su
rabia, se refera a ella como Fernanda Sptima, recordndole al rey espaol.
Fernanda desempe un papel esencial en los ltimos aos de vida de Bolvar, en especial
cuando las intrigas polticas lo obligaron a marcharse junto a su squito de colaboradores de Santa
Fe (hoy Bogot, la capital colombiana) camino a Santa Marta, en la Costa Caribe, donde se
refugi en la Quinta de San Pedro Alejandrino vctima de la tuberculosis.
De esta poca se cuentan varias ancdotas: cuando el doctor Reverend le prohibi a Bolvar los
platos selectos por las masas de sag, eran constantes sus desahogos con la cocinera: Si vuelves
con tu mazamorra, te llamar Fernanda Sptima!. Otra la aport Garca Mrquez, quien escribi
que la mujer le cocinaba las lentejas con aceite de oliva para aliviar sus males de pecho.
Ella fue una de las pocas personas que acompa a Bolvar en su lecho de muerte, el 17 de
diciembre de 1830. A sus 23 aos, las ltimas palabras de la desconsolada mujer para el Libertador
fueron: Con lo que le han gustado las mujeres a ese pobre hurfano, no puede morir sin una sola
en su cabecera, as sea vieja y fea y tan inservible como yo.

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