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SOBRE LA IDENTIDAD CRUCEÑA

Reymi Ferreira Justiniano

CONCEPTOS GENERALES.-

Al hablar de identidad “cruceña”, debemos primero aclarar qué se entiende como “identidad
cruceña”, entendido esto, en una ligera definición de diccionario1 como el “conjunto de valores,
tradiciones, símbolos, creencia y modos de comportamiento que funcionan como elemento
cohesionador dentro de un grupo social y que actúan como sustrato para que los individuos que los
forman puedan fundamentar sus sentimientos de pertenencia. No obstante, las culturas no son
homogéneas; dentro de ellas se encuentran grupos o subculturas que hacen que parte de la
diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que
comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante”.

A la fecha existen tres concepciones sobre la identidad cultural: la esencialista, la constructivista y


finalmente la perspectiva que plantea la identidad cultural como construcción por oposición a otras
identidades.

La concepción esencialista plantea que los conflictos de identidad son transmitidos culturalmente, y
que dichos rasgos son transmitidos a través de generaciones. Uno de los más destacados autores que
sustenta esta perspectiva es David Laitin, el mismo que afirma que la movilidad social e ideológica
es posible, pero que no existe movilidad cultural2.

La concepción constructivista señala que la identidad no es algo que se hereda, sino que se
construye, por lo tanto la identidad no es estática, inmutable, sino dinámica. En una perspectiva
equilibrada, ninguna de las dos posiciones son absolutas, es evidente que no toda herencia cultural
es absoluta, pero tampoco todo depende de los factores coyunturales, sino que siempre se hereda
una base cultural subyacente.

Respecto al concepto de identidad como el proceso de identificar los elementos comunes que unen
a una comunidad comparándola o cotejándola con otras identidades culturales, es decir con la
“otredad”.

En consecuencia, definir qué es identidad cultural, primero implica adoptar un marco conceptual.
En este caso, se podría decir que se debería asumir la posición constructivista, aceptando que la
cultura es dinámica, cambiante y que factores que inciden en la evolución cultural, también inciden
en la formación de la identidad cultural.

Esta identidad cultural resalta en el marco del contraste del “otro”, que en términos generales
refuerzan y cohesionan la identidad cultural.

La tarea ahora consiste en determinar las características generales de la identidad cruceña.

ELITE E IDENTIDAD

El tema de la identidad en Santa Cruz de la Sierra tiene una extraordinaria importancia política,

1 http://es.wikipedia.org/wiki/Identidad_cultural Con acceso en fecha 20 de abril del año 2010


2 Loc. Cit.
igual al que por ejemplo ha jugado para el tema de la identidad indigena para el proyecto político
actualmente en el poder.

La amalgama sobre la que la élite dominante cruceña su hegemonía es principalmente cultural y se


basa en la identidad, una identidad mestiza de la que a diferencia de lo que ocurre en la parte
andina, nunca renegó de la contribución hispana. Del sentimiento de aislamiento y postergación, de
la conciencia de la diferencia cultural y de una estructura económica bassada en la agropecuaria,
más que en la minería, surgió también el otro elemento central sobre el que se levantó la base de la
identidad cultural cruceña, base a su vez del discurso de la élite, que fue la idea del autogobierno, la
descentralización, la autonomía.

Por la importancia que tiene incorporamos en la presente ponencia algunas reflexiones sobre la
identidad y nuestro ideario.3 En el trabajo dirigido por Paula Peña Hasbún y el grupo de
colaboradores del proyecto de investigación del PIEB, titulado “La permanente construcción de lo
cruceño”4 se expone de forma secuencial los diferentes elementos rectores de la identidad cruceña.
El “ethos” ha ido variando siempre en función al objetivo societal compartido, generalmente
ambicioso, otras veces defensivo, pero casi siempre expresado en ideologemas que han tenido la
virtud de integrar a grandes sectores o a casi todos los sectores de la sociedad cruceña. Estas
formaciones discursivas si bien varían en el tiempo, en última instancia guardan coherencia con nel
ideario sustantivo sobre el que se ha venido construyendo la identidad cruceña. Como sostiene Luis
Andia: “Las formaciones discursivas presentes en Santa Cruz, de carácter socio-político, se
despliegan a treavés de la sociedad de diferentes formas en el espacio y con diversas significaciones
al interior de sus propios espacios a partir de múltiples situaciones. Estos discursos tienen
constituciones históricas en diferentes formaciones discursivas reproduciendo los vocablos aunque
cambiando los enunciados sugeridos por estos”5.

En el trabajo de PIEB al que se ha hecho referencia, se mencionan tres etapas importantes para
comprender la identidad del cruceño en una periodización histórica hasta el año 1950:

“En la época colonial, 'lo cruceño' fue desarrollándose a partir de la obsesión por encontrar “El
Dorado” y de superar las condiciones adversas de la ciudad y su ubicación geográfica. La identidad
cruceñafue formándose en relación a su diferencia con la población indígena, especialmente con los
chiriguanos, con quienes debía enfrentarse constantemente”6 El “otro” en este caso lo constituía el
indígena.

En el siglo XIX, “lo cruceño” se desarrolló en función a seguir expandiendo la influencia sobre los
territorios poblados por indígenas. Es en este contexto que se inserta la colonización de los
territorios del Beni y el Acre, llevadas a cabo por empresarios gomeros cruceños. De acuerdo al
trabajo del PIEB, el “otro” dejo de ser el indígena para ser sustituído por el Estado, con el que Santa
Cruz se confronta por varias razones. El Estado no entiende las necesidades y demandas cruceñas:

− Ni las económicas, que proponía la construcción de nuevas rutas comerciales.


− Ni las territoriales, que pedían la no cesión de territorios y la protección de las fronteras.
− Ni las políticas, que defendían el federalismo, como la única opción de terminar con la
concentración de la riqueza.7
3 FERREIRA JUSTINIANO, REYMI. “La inflluencia de Andrés Ibáñez en el ideario autonomista de Santa Cruz”.
Fondo Editorial del Gobierno Municipal, Santa Cruz, 2006. Pp 82-89.
4 PEÑA ASBUN, PAULA. “La permanente construcción de lo cruceño, un estudio sobre la identidad de Santa Cruz
de la Sierra”. PIEB-CEDURE-UAGRM. Santa Cruz, 2003. P. 137 y ss.
5 ANDIA FERNANDEZ, LUIS. “Ideologema político regional”, en “Investigaciones históricas del Oriente
Boliviano”. Santa Cruz, UPSA, 2003. P. 184.
6 Ibídem. P. 137.
7 Ibídem. P. 138.
Más adelante, y en sus conclusiones, el trabajo del PIEB sostiene que:

“En el siglo XX, lo cruceño apostó por el progreso. Todos los esfuerzos y las luchas estaban
orientados hacia la modernización. La identidad cruceña - en estos cincuenta años – siguió viendo al
“otro” en el Estado boliviano, que más que nunca, se empeñó en frustrar sus esperanzas de
desarrollo: Desde la negativa de construcción del ferrocarril hasta la negligencia en la aceptación
del pago de las regalías del petróleo que le corresponde por derecho” (...) “En nuestro estudio sobre
el Comité Pro Santa Cruz, vimos que éste logró triunfar por primera vez frente al Estado boliviano
y por ello consiguió consolidarse como la institución más representativa de los intereses del
Oriente, y se convirtió además en la institución líder de las demandas regionales. Como tal, ha
influenciado más que ninguna otra en la construcción de la identidad actual cruceña”.8

Coincidimos en la periodización del grupo investigador coordinado por Paula Peña Hasbún, aunque
consideramos que la misma está incompleta. En los años setenta y ochenta, el movimiento cívico no
intentó mayores demandas frente al Estado, es más, vivió en pacífica convivencia con los regímenes
militares de la época.

La masiva migración fruto de la “marcha hacia el Oriente” que se plasmó en una transformación
demográfica importante, tanto urbana como rural, implicó algunas modificaciones percibidas como
amenazas económicas y culturales. Se comienza a hablar de “avasallamiento”. El discurso comienza
a hacer énfasis al respeto por las tradiciones propias frente a la “invasión cultural colla”.9 En algún
carnaval inclusive se hizo cuestión de Estado para que no participe del corso la 'zaya andina'. Pero
no es solo cultural el conflicto, comienza a convertirse en económico. Se recela que buenos puestos
de trabajo o cargos públicos sean disputados por personas provenientes del interior del país. Los
recursos naturales, tierra, agua, recursos forestales, comienzan también a ser disputados
especialmente en provincias.

El “otro” en todo caso deja de ser el Estado y se convierte en el migrante, aunque no se lo diga de
forma tan abierta. Finalmente, ya en los últimos años, la posibilidad de destrucción del orden estatal
liberal, la amenaza de un cambio revolucionario o una confiscación de los recursos naturales, han
inquietado a los sectores cívicos y círculos dominantes en Santa Cruz, que ahora ven en la ideología
del cambio que sostienen algunos movimientos sociales y el propio gobierno del MAS, como
enemigo del orden establecido. Frente a la posibilidad que el Estado se derrumbe frente a las masas
nihilistas y étnicamente exacerbadas, el “otro” en realidad “son” los movimientos sociales
radicalizados, y su representación en los nuevos organismos del Estado “plurinacional”.

La identidad cruceña y su ideario (desde la perspectiva dominante) por lo tanto han cambiado en el
tiempo pero han mantenido sus ideas rectoras: autonomía, vinculación con el resto del Estado,
acceso a los servicios públicos, regalías departamentales, y últimamente el pedido de empleo,
trabajo, orden y libertad. Un elemento subyacente, no siempre expresado pero que se refleja en las
diferentes expresiones de la “cruceñidad” es el hispanismo de la estirpe cruceña. Plácido Molina
Barbery, en una notable conferencia dictada en la Universidad “Gabriel René Moreno”, al
8 Loc. Cit.
9 Cf. MOLINA CARLOS HUGO. “Radiografía del Mojón”. P. 25. “Otra constatación indiscutible es el grado de
preocupación por el 'avasallamiento' de que estaríamos siendo objeto por parte de las culturas andinas de la
república; para revertir esta constante, se han ideado una serie de campañas que pasan por la distribución de
banderas departamentales, marchas por la tradición y la organización de eventos como el 'Sombrero de Sao' para
realizar un rescate de lo nuestro. La situación de avasallamiento nos colocaría en la categoría de apelar al Derecho
de las Minorías al que hacía referencia frente a una acción para desconocernos como identidad; aceptar esta
situación, significaría reconocer una debilidad y una inferioridad de difícil aceptación por la cultura oficial cruceña
cuando desde su función económica, demuestra una agresividad ostensible; la frase 'Santa Cruz no se rinde ante la
crisis' resume esta posición que resulta antiética frente a los otros departamentos de la república que viven una crisis
generalizada”
recordarse la fundación de Santa Cruz, el 26 de febrero de 1962, describe de forma magistral este
concepto:

“Un ideario de cruceñidad, por tanto, sería todo menos el fruto de una preocupación provinciana o
lugareña. Sería una concreción histórica, filosófica, socioeconómica de las grandes líneas de pensar
y del operar en tierras del Oriente boliviano con la finalidad de adentrarnos en nuestro destino sin
divagaciones ni regresiones negativas del propio Ser, ni de los principios e ideales que fueron el
punto de partida de nuestro existir” (...) “Somos, por ello, un grupo perteneciente a la Hispanidad
-que no es un concepto racial, sino cultural y espiritual-, tenemos acceso a la Latinidad y, por ende,
a la Cristiandad Ecuménica que es decir a la Vida y al Pensamiento Universal.”10

Más adelante el autor sintetiza en la trilogía “Fe Cristiana, Lengua Española y Mente Occidental” la
base que caracteriza al Oriente Boliviano”11

El escritor Orestes Harnés Ardaya, comparte esta perspectiva y valoración de la identidada cruceña:

“El pueblo cruceño es una continuación de la estirpe castellana a través del tiempo, cooperado por
las transformaciones e influencias que la naturaleza ejerce en la mentalidad de sus habitantes. Así
tenemos audaces conquistadores, hombres de vasto empuje colonizador, políticos de ideales firmes,
todos ellos con tenacidad y fuerza en sus sentimientos”.12

Este enfoque que se plasma en el propio himno cruceño (en una de sus estrofas dice: “La España
grandiosa con hado benigno aquí plantó el signo de la redención”), con claridad autodefine la
identidad hispánica y occidental, dejaría al “otro” en el no occidental, a lo indígena, a las
expresiones originarias y formaciones socioeconómicas del pasado. Esta expresión de hispanidad
sin embargo no han sido asumidas como incompatibles con la identidad indígena o mestiza del resto
de Bolivia:

“Está bien que se cultive el conocimiento del pasado, de las realidades que fueron: pero está mal
que se confunda el efecto ancestral con la razón y se quiera desconocer realidades presentes,
procurando vivir en la continuación de un imperio superado, ignorando que Bolivia es y cada día
deberá ser más, so pena del estancamiento actual y con riesgo de anquilosamiento, una entidad
nueva, mixta, en que lo antiguo y lo autóctono debe confundirse y renovarse para que podamos
figurar en los mapas de la Hispanidad, cristiana y occidental”. 13

Estas expresiones corresponden a intelectuales destacados de la élite tradicional cruceña y como


queda expresado de forma precisa se parte de la base que Santa Cruz es una comunidad occidental,
hispana, cristiana, moderna, en contraposición o al menos diferenciada del país indio, autóctono,
retrasado, andino.

Esta autoconfesión de modernidad, esta proyección de renovación futurista se constata en las


respuestas a las preguntas sobre el rol que debe cumplir Santa Cruz ante el resto del país publicado
en el trabajo del PIEB dirigido por Paula Peña, trabajo en el que el 35% de los entrevistados (el
primer lugar en cuanto a propuestas) señala que Santa Cruz es un modelo de desarrollo.14

10 MOLINA BARBERY, PLACIDO. Conferencia dictada en la Universidad “Gabriel René Moreno” al recordarse la
fundación de Santa Cruz el 26 de febrero de 1962, titulada: “Contribución al concepto de bolivianidad”, reproducida
en la Revista “Santa Cruz, imágenes de antaño”, junio de 1992. P. 83.
11 Loc. Cit.
12 HARNES ARDAYA, ORESTES. “Apuntes sobre Andrés Ibáñez y la revolución federal”. Santa Cruz de la Sierra,
1957. Imp. El Tiempo. P. 3. Y ss.
13 Ibídem. P. 85.
14 PEÑA HASBUN, PAULA. Ibídem. P. 135.
Queda demostrado el porqué de la visión que se tiene de los movimientos sociales andinocentristas,
que reivindican no sólo un nuevo orden social sino una reivindicación de los quechuas y aymaras; y
por qué estos hallan abierta hostilidad en gruesos sectores de la población cruceña que adhieren a
este ideario hispanista, sinceramente expresado por don Plácido Molina Barbery en los párrafos
transcritos.

El “otro”, el no cruceño ha sido a través del tiempo, sucesivamente el indígena de tierras bajas, el
Estado andinocéntrico, el abandono, y ahora, al parecer, el “otro” es el “anarquista” o el político de
ideas socializantes y los indígenas de tierras altas, que no solo bloquean o alteran el orden feudal
estamentario, sino que además se ha trasladado físicamente al oriente del país.

Es precisamente, esta perspectiva una de las aristas más débiles del esquema discursivo de la élite
tradicional cruceña. Cuando se habla de “avasallamiento”, siempre se lo hace en referencia al
inmigrante indígena de origen andino, quechua o aymara. Cuando el inmigrante es menonita,
japonés o europeo, no existe rechazo, aunque la cantidad de tierras que les adjudique sean a veces
mayor que las que se han dotado a los migrantes bolivianos del interior del país. Esta realidad
también se da en el campo de la cultura: existen personas que reniegan del transplante de ritos o
costumbres andinas, pero disfrutan cómodamente de fiestas como el “Hallovween” o la estripitosa
música pop, norteamericana.

El concepto del “otro” no alcanza al europeo o a sus descendientes directos.

LA CRUCEÑIDAD COMO MITO ARTICULADOR DE LAS ELITES

Los autores del trabajo de investigación “Mito ideológico y democracia en Santa Cruz”, Susana
Seleme, Guadalupe Abrego y Mario Arrieta, consideran que la “cruceñidad” es el eje articulador de
la heterogeniedad de Santa Cruz que ha delegado su representación “a una instancia local suprema:
el Comité Pro Santa Cruz, que representa los intereses de la oligarquía cruceña”.15

El mismo trabajo sostiene que el Comité Pro Santa Cruz adquirió dicho poder por un mito llamado
“cruceñidad” que se ha sostenido en base a las situaciones que ha vivido Santa Cruz: aislamiento,
marginación y avasallamiento que se ha asociado con lo que representa el Estado central “y que es
compartido por toda la sociedad civil cruceña, sin distinciones siquiera de clase”.16

Jean Pierre Lavaud propone por su parte, la idea que “la cruceñidad” es la ideología que ha
desarrollado el CPSC, basada en los valores empresariales y de audacia pionera, apoyada por
muchas clases que se sienten identificados con el éxito cruceño. Define el 'cruceñismo político'
como la aspiración de obtener más poder para Santa Cruz hasta lograr todo el poder para Santa
Cruz”.17

En un trabajo pionero, el Dr. Hermán Fernández Añez, “Nosotros y otros ensayos sobre la identidad
cruceña”, realiza un estudio detallado sobre la cultura cruceña y se refiere a la “cruceñidad
entendida como el conjunto de hecho, cosas y valores que subyacen a la idea y realidad del pueblo
cruceño y le confieren sentido y trascendencia: su gente, su tierra, su historia y los productos de su
cultura su arte, modo de producción, actitud general ante la vida y la muerte, arquitectura, mitos y

15 ABREGO, GUADALUPE, ARRIETA, MARIO, Y SELEME, SUSANA. “Mito ideológico y democracia en Santa
Cruz”. Santa Cruz, CIDCRUZ, 1985. P. 192.
16 Ibídem. P. 16.
17 LAVAUD, JEAN PIERRE. “El embrollo boliviano. Turbulencias sociales y desplazamientos políticos 1952-1982.
La Paz. Flacso. Transcrito de “La permanente construcción de lo cruceño, un estudio sobre la identidad cultural de
Santa Cruz” PEÑA HASBUN, PAULA y otros. Pág. 16.
leyendas, costumbres y tradición, lenguaje, comidas, arraigo a la tierra, etc.”18 El ley motiv de la
“cruceñidad” o los valores que la impulsaron desde la conquista inicial el año 1561, hasta su
expansión en los subsiguientes siglos por el Chaco, la Chiquitanía, Mojos y el Acre, fueron los
intereses económicos, lo considera así el precitado autor: “Reconozcamos con humildad que no
hubo en la expansión cruceña casi nada que fuera desinteresado y noble, El sentimiento de
solidaridad era por entonces demasiado nuevo y extraño. El cruceño se movió principalmente por
intereses económicos, como el pueblo español o los ingleses en su tiempo. Por eso la motivación del
avance cruceño hacia Mojos y el Acre no justicia albanza alguna; sólo quizás su espíritu, su hazaña,
sus logros inmediatos y sus frutos a largo plazo: unos hermanos de sorprendente parecido”.19 La
“cruceñidad” como mito, alimentada de forma primigenia por “El Dorado”, “El Paitití”, la goma, la
producción agropecuaria y todos los emprendimientos realizados a nombre de ella, evidentemente
tuvieron un sustrato material y en base a ella, se produce la expansión de la cultura cruceña por el
sur y el norte. A diferencia de las misiones jesuíticas que produjeron apenas mestizaje, los
emprendimientos económicos que extendieron lo “cruceño” vino acompañado de un proceso que
derivó en un generalizado mestizaje, que hoy, puede considerarse una de las características
generalizadas de la demografía del oriente boliviano.

El autor considera que “la cultura de todo el llano, valles, selvas y sierras es pues cruceña:
originaria de esa pequeña y sorprendente ciudad-estado, de ese caserío itinerante, de ese puñado
casi nómada de gente de aventura y coraje, que ninguna persona aún viva conoció ni podría ahora
tenstimoniar. Sin pretender descubrir la pólvora, necesito proclamar una verdad que ya quema el
pecho: todos los pueblos del oriente, de arriba abajo, son fruto de la cultura cruceña, pertenecen a
ella y le son indispensables. Todos ellos constituyen -esa es la novedad- el pueblo cruceño”.20

Diez años después, el año 1994, el Dr. Hermán Fernández Añez publica un libro que causaría
escozor entre los círculos tradicionales cruceños, titulado “De secretos y sombras” en el que hace
una reflexión sobre el concepto de “cruceñidad” e “Identidad cruceña”, cuestionando el hecho que
varios de los conceptos abordados en su primer libro (“Nosotros y otros ensayos sobre la cultura
cruceña”) hayan sido deformados por las logias:

“A finales del año 1981 empecé a publicar en la prensa lo que sería luego una serie de artículos
largos (o unos ensayos cortos, no sé) relacionados directamente con el tema de la identidad cruceña,
que luego junté en un libro 'Nosotros' publicado por la Universidad Autónoma 'Gabriel René
Moreno' a fines de 1984. Por alguna razón estas reflexiones sobre lo cruceño tuvieron más
resonancia, y alguna gente empezó a hablar y escribir sobre el espinoso tema y a exponerlo ante
públicos variados, enriqueciendo las reflexiones iniciales con sus puntos de vista, algunos del todo
diferentes. Por esos años, coincidentemente, se fundarían las logias cruceñas, o al menos la primera
de ellas, cuya pronta división daría lugar a las que hace ya tiempo se conoce. Ahora que esas
organizaciones han dejado en realidad de ser un secreto (o son secretos a voces, como se prefiera),
ahora que están en boca de todos en la ciudad y el país; que se conocen bastante bien sus fines y
objetivos, su organización, su poder y el nombre de la mayoría de sus miembros, ahora que
conocemos su discurso; y ahora, en fin, que conocemos tantas cosas de ellas, cualquiera puede darse
cuenta que parte de ese discurso ha sido tomado de estas fuentes, sólo que adoptando las ideas que
le convenían y silenciando las otras. Ya se sabe que esta es una forma frecuente de manipulación
ideológica, un engaño social para ampararse en la sombra y el secreto, por jugar con intereses y
valores nobles y legítimos de los pueblos, prostituyéndolos de manera solapada, encubierta; por
mantener a toda costa, incluso cuando todo apunta a mostrarlas como lo que de veras son, la
apariencia de organizaciones que velan por intereses y valores verdaderos del pueblo cruceño.

18 FERNANDEZ AÑEZ, HERNAN. “Nosotros y otros ensayos sobre la identidad cultural cruceña” Publicación de la
Universidad Autónoma “Gabriel René Moreno”, Santa Cruz, 1984. Pp. 124-125.
19 Ibídem. P. 125.
20 Ibídem. P. 127.
Por estas y otras razones son especialmente execrables, en lo que a mí respecta siento congoja de
haber tal vez contriuido, sin saberlo, con mis primeras meditaciones sobre lo cruceño, a la
estructuración de un discurso cruceñista de esas organizaciones secretas que se ampararon (y en el
colmo del cinismo, siguen amparándose) en la consigna de 'la defensa de los pueblos orientales' y el
propósito de devolverles 'todo el poder', como sus miembros repiten rigurosa y solemnemente en
sus actos y ritos.21

En tono autocrítico, el autor luego considera que sus ideas sobre “lo cruceño” han cambiado:

“Mis ideas sobre lo cruceño han cambiado. No sé si lo suficiente para un proceso de maduración de
algo nuevo, que se tiene además como vital, y en cuyo análisis e interpretación se interesó luego
mucha gente con formación en diversos campos, produciendo una cantidad impresionante de
artículos y trabajos que es normal que interactúen en unos y otros. No sé, la verdad, tampoco, si
demasiado, llevado por principios de libertad, justicia y amor al prójimo. ¿Quién puede dar la
medida? ¿Cuándo será suficiente, cuando demasiado? Además, estos conceptos son relativos, y
variables según las condiciones históricas o sociológicas”.22

CONCLUSIONES

De lo brevemente expuesto se puede concluir que la “cruceñidad” como un ideal abstracto anclado
en la identidad cruceña ha tenido inicialmente una motivación económica. Desde “El Paitití” hasta
la defensa del latifundio; desde “El Dorado”, hasta las licitaciones en una cooperativa de servicios
públicos; desde la apuesta a la modernización o las regalías petroleras, la base económica ha sido la
arcilla fundamental con la cuyal se edificó el mieto de la “cruceñidad”. Pero sería incompleto y
poco objetivo el análisis si es que creyéramos que es el único. Existe otro sustento de la “cruceñidad
que no es ecnonómico y es el sentido político del aislamiento, el abandono del poder central durante
siglos, la poca participación y un sentido de exclusión de las decisiones políticas del Estado,
generalmente manejado desde los centros de poder andinos, ya sea por oligarquías, burguesías o,
como ahora, movimientos sociales, que tienen su centro de decisión en la parte occidental del país.
El tercer factor, y que es consecuencia de la geografía, la demografía y la historia, es la cultura. La
“cruceñidad” se asume como cristiana, hispana-mestiza y finalmente corporativa y estamentaria,
como finalmente ha llegado a estructurarse la sociedad cruceña.

Es importante reconocer que la cultura es dinámica, cambiante, en permanente estado de


construcción, y en ese sentido, la herencia de los rasgos tradicionales de la cultura cruceña no
pueden permanecer inalterables, mucho menos cerrado a los cambios que se dan por factores
internacionales, tecnológicos y sociales.

En pleno siglo XXI el desafio es como mantener los perfiles culturales de la sociedad cruceña
emergente de la epopeya de la conquista ñufleña, quitándole los resabios feudales, abriendo las
estructuras económicas y sociales con principios de inclusión, universalismo, modernidad,
tolerancia, pluralismo, justicia. Es un gran contrasentido que en una sociedad producto de multiples
procesos de migración y aculturación, la élite todavía pretenda imponer una práctica exclusivista y
racista.

El otro extremo proviene de algunas fuerzas políticas que desde el gobierno pretenden ignorar de
raíz nuestra herencia hispánica, rica, anclada en lo profundo de nuestro mestizaje. Desconocer el
profundo sentido de los cruceñoscon su matriz hispana, cristiana y occidental es un error que ha

21 FERNANDEZ AÑEZ, HERNAN. “De secretos y sombras”. Fondo de Ediciones Municipales, Santa Cruz, 1994. P.
126.
22 Ibídem. P. 1127.
cometido sistemáticamente el centralismo en todas sus versiones y en especial el indigenismo, que a
título de reivindicarlo originario pretende desconocer la vinculación ontológica del cruceño con la
civilización occidental, de la que no tenemos ningún motivo de tener vergüenza.

Cómo abrir espacio para reconocernos sin ignorarnos, abrirnos sin disolvernos, ser democráticos y
pluralistas sin renunciar a nuestra estirpe castellana-aborigen, son desafios fundamentales en
tiempos en que lo cultural cobra cada vez mayor importancia en una sociedad global, en la cual el
derecho a la identidad es un derecho humano fundamental y una necesidad humana irrenunciable.

Santa Cruz 20 de abril del año 2010.

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