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Un estudio critico |
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Tomo IHELIO JAGUARIBE
UN ESTUDIO CRITICO
DE LA HISTORIA
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PONDO DE CULTURA BCONOMICA
MEREINTRODUCCION GENERAL
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
El presente estudio no es una Historia Universal. Hay muchos relatos sin-
téticos sobre la historia de la humanidad, incluso varios muy buenos,
algunos de los cuales han sido consultados por este autor.! En cambio,
esta obra, aunque trata uno de Jos temas tradicionales de la Filosofia de
la Historia, a saber, los problemas que atajien al surgimiento, el desarro-
llo y, segtin el caso, la decadencia de las civilizaciones, tiene un enfoque
distinto. La Filosoffa de la Historia significé diferentes cosas para Vico,
Voltaire, Hegel o Toynbee, entre otros. A pesar de esto, su caracteristica
predominante ha sido el intento —basado en algunas suposiciones 4
priori— de elucidar el significado y el propésito tiltimo de la Historia 0
descubrir las leyes que rigen el proceso histérico. Mas adelante presen-
taremos algunas breves observaciones sobre el tema. Sin embargo, la
Historia no tiene propésitos preasignados ni se deja gobernar por leyes
similares a las naturales.
Eneste libro, siguiendo las huellas de la obra pionera de Alfred Weber
de los afios treinta, Kulturgeschichte als Kultursoziologie, se intenta elucidar
desde una perspectiva estrictamente empirica las condiciones principa-
les que influyeron sobre los hechos decisivos en el caso de 16 grandes ci-
vilizaciones.? Luego, se ha intentado comparar los descubrimientos para
ver si las civilizaciones se ven rodeadas por circunstancias tinicas, 0
bien si condiciones 0 factores similares generan consecuencias equiva-
lentes en distintas civilizaciones y en diferentes momentos hist6ricos.
Por tiltimo, se ha intentado analizar otras varias aseveraciones plantea-
das por la investigacién. Es un ensayo que pertenece, pues, al ambito de
la Sociologia de la Historia.
Para los fines de este estudio, las civilizaciones que abarca fueron
enfocadas desde seis puntos de vista: 1) una introduccién, en la cual se
sefiala su ubicacién espaciotemporal y el pueblo o los pueblos que la
crearon; 2) un breve relato histérico de sus principales hechos sociopoli-
‘Cf. W.H. McNeill, The Rise of the West, Nueva York, Mentor Book, 1965 (1963); John A. Garraty
y Peter Gay (comps.), The Columbia History of the World, Nueva York, Harper & Row, 1981 (1972);
JM. Roberts, The Pelican History of the World, Londres, Penguin Books, 1980 (1976).
? La civilizacién tiene un significado socioantropolégico y uno hist6rico. Esta cuestién es tratada
brevemente en la segunda seccién de esta introduccién y en el capitulo 1
oa)ticos; 3) un breve anilisis de sus principales caracteristicas institucion,
50 de su historia; 4) un andlisis y una elucidacis,
les y culturales en el cur’ and
de las condiciones que influyeron en su surgimiento; 5) su desarrota
y 6) su decadencia, segtin el caso.
Un problema diffcil —y no enteramente resuelto— consisti¢ en de
terminar la extensién conveniente de las secciones que tratan de la his.
toria y de la cultura de las civilizaciones estudiadas. Un tratamienty
extenso habria exigido incluir en la obra cierto tipo de Historia Univer.
sal abreviada, lo cual no era nuestra intencién, mientras que un trata.
miento muy condensado no habria dado a los legos en dichas civiliza.
ciones una clara comprensién de los problemas relacionados con sy
surgimiento, desarrollo y, en su caso, decadencia. Los colaboradores de}
presente estudio sostienen varias opiniones al respecto. La extensién
final dada a esas secciones refleja, en tiltima instancia, la eleccién del
autor.
La presente introduccién general tiene tres propésitos. Intenta, ini-
cialmente, analizar con brevedad las principales suposiciones tedrico-
metodoldgicas adoptadas para el estudio. En segundo lugar, trata de
establecer los principales puntos de coincidencia y divergencia entre
este estudio y dos obras anteriores importantes: la ya citada de Alfred
Weber, y el Estudio de la Historia, de Toynbee. Por tiltimo, como suelen
hacerlo las introducciones, pretende guiar al lector a través de los temas
de la problématique de que tratan los capitulos.
1. Historia £ HISTORIA
La Historia como narracién
Es bien sabido que la palabra historia y su equivalente en otras len-
guas occidentales tiene dos significados: uno concerniente al proces?
hist6rico, res gesta, y el otro a la narraci6n y el andlisis de ese proceso, his:
toria rerum gestorum. La historia como proceso empezé con la aparicin
de la cultura, en el Paleolitico temprano, en el sentido de que al surg” fa
cultura el hombre logré transmitir modos de conducta que no habian
sido genéticamente heredados. El proceso histérico, en cambio, sdlo s?
vuelve objeto de la Historia, como disciplina, en la medida en que #7"
mite informacién de su surgimiento al historiador. En gracia a la facili:
dad, la palabra Historia con H maytiscula serd empleada aqui para
designar la disciplina, mientras que con h miniiscula se referira al p™
ceso histérico.a ee ee
origenes mas remotos en las cronologfas mesopotamica y egipcia, asi
como en los relatos biblicos, hasta la todavia mitolégica Historia de Heca-
teo de Mileto (siglos vi-v) y el “padre de la Historia”, Herddoto de Hali-
earnaso (cz, 484-425 a.C.), Herédoto intenté hacer un reportaje acritico
de lo que vio y le dijeron diversos testigos, narrando en sus Historias (en
el sentido de investigaciones) los acontecimientos cuyo recuerdo le
parecio digno de conservar, desde Creso de Lidia (ca. 560-546 a.C.) hasta
es (480-465 a.C.), la invasién de Grecia por los persas y la victoriosa
wencia de los griegos.
> lege a un punto culminante de la Historia griega con La guerra del
selectivo a la informacién. Su principal objetivo era comprender lo
ue habia impulsado los hechos de los actores. De ahi su interés en los
et Cuando las palabras, como suele suceder, no se conservaron,
Tucidides simplemente expresé lo que consideré habrian dicho los acto-
res, dadas las circunstancias. La oracién finebre de Pericles en 430 a.C.
es, al mismo tiempo, una obra maestra de un supuesto discurso (como
la oracidn ftinebre de Marco Antonio, de Shakespeare) y una muestra
tipica de las reconstrucciones de Tucidides.
‘olibio (ca. 200-ca. 118 a.C.), nacido en una rica familia de Megal6po-
preparado para dirigente de la Liga Aquea, constituye el nexo entre
istoriografia griega y la romana. En sus Historias (40 libros en total,
cinco de los cuales se han conservado intactos junto con fragmentos de
los otros), narré la conquista del mundo por Roma (220-167 a.C.). Traté
de mostrar y explicar cémo Roma conquisté al mundo en poco més de
50 anios. Polibio intenta ser objetivo y veridico, pero, al mismo tiempo,
desea ensefiar a generales y estadistas, asi como dar edificacion moral al
lector ordinario. Explica el triunfo de Roma como resultado de una
combinacién de buenas instituciones, hombres de gran valor y una serie
de circunstancias afortunadas (Tyche).
La historiograffa romana, cuyos principales representantes —al lado
del genial intento de César por emplear la Historia objetivamente narrada
como instrumento de su propia gloria— fueron Tito Livio (ca. 64 a.C.-23
d.C.) y Cornelio Tacito (56-ca. 120), fue concebida, a la manera de Poli-
bio, como un relato objetivo y veridico de los hechos apropiados para la
educacién moral y civica de los romanos.
Durante la Edad Media, la Historia paso a ser un modo de mostrar el
desenvolvimiento de los planes de Dios en el proceso histérico. Los his-
toriadores renacentistas, a partir de la incursién de Petrarca (1304-1374)
en este Ambito con su Historia de Roma —en que present sus pensa-a ee ee _
oe ge eS
vo: revelar los designios de la Divina Providencia hacia el Propésito de
informar objetivamente de los hechos importantes, tal como fueron co.
nocidos, para la educacién del hombre. Los Comentarios y la Historia del
pueblo florentino, de Leonardo Bruni (1369-1444); los ocho libros de Histg.
ria florentina, de Poggio Bracciolini (1380-1459), y la Historia de Fernando de
Aragon, de Lorenzo Valla (1407-1457), son los ejemplos mas sobresalien.
tes de la gran cultura filolégica, aunque menos precisamente historig.
grafica, de los maestros italianos. Su amplio conocimiento de los clasicog
permitié a Valla exponer la composicién fraudulenta de la célebre “Dona.
cién de Constantino”.
La Historia moderna surge en el siglo xv. Empieza con el primer
intento objetivo de llegar a un conocimiento tedrico del proceso histérico,
el de Giambattista Vico (1668-1744) con sus Principi di una Scienza Nuova,
publicados por vez primera en 1725. Vico sostuvo que el cartesianismo,
apropiado para estudiar los fendmenos naturales, no era adecuado para
abordar los temas histéricos. Inauguré la critica de la raz6n historica, la
cual desarrollarfan Windelband, Rickert y Dilthey a finales del siglo xx.
Adopté un enfoque genético de los hechos histéricos y subray6 que el
hombre conoce la historia porque la historia es hecha por el hombre:
verum et factum convertuntur. Aplicando esa forma de conocimiento, Vico
sostuvo que el proceso histérico estaba sujeto a una alternacién de corso
y ricorso, aunque no circularmente, sino en un proceso en espiral. Cada
cultura tiene sus propios rasgos, pero algunos rasgos histéricos son
recurrentes a lo largo de Ja historia segtin la alternaci6n mencionada.
Identificé tres pautas de fases que se sucedian: la divina, la heroica yla
humana. En el corso de las fases de decadencia surge la fase sucesiva, Y
la decadencia de esta tiltima inicia el ricorso hacia una fase divina. Esa
concepcién basica volveria a ser adoptada por la Dindmica social y cultural
de Sorokin (1957).
Entre los historiadores de la Ilustracién hay tres nombres que mere-
cen menci6n especial: Voltaire, Gibbon y Condorcet. Francois-Marie
Arouet, quien se dio el seudénimo de Voltaire (1694-1778), fue un geno
polifacético que en cierta forma dio un sabor especial al siglo xvul. Entre
sus diversas colaboraciones a la Historia, las mas conocidas son EI sig!
de Luis XIV (1756) y el Essai sur les Moeurs et l'Esprit des Nations (1751)-
Voltaire intenté escribir historia filosfica, pero la entendfa como una
narraci6n objetiva de hechos pasados importantes, menos interesada
por la erudicién que por el significado profundo de los hechos y sus cite
cunstancias sociales y culturales. Su propésito, inspirado por sus ideas
libertarias y antisectarias, era dar lecciones del pasado para el presente:> uctiaripameebeet ral taal, elit eri A 5 Dit aa a ec a |
imbuido de los valores racionales y libertarios de la Ilustracién, dejé en-
tre sus muchos escritos una obra monumental que atin merece atenta
lectura: La historia de la decadencia y caida del Imperio romano (1776-1788).
Su perfecto dominio del francés le permitié una intima relacién con Vol-
taire y los philosophes, y su competencia en el latin le dio pleno acceso a
las fuentes romanas. Gibbon atribuye la decadencia y caida del Imperio
romano a la pérdida de la disciplina y del valor de sus fundadores, y
atribuye al cristianismo una gran responsabilidad en esa decadencia.
Marie-Jean-Antoine-Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet (1743-
1794), entre cuyas muchas obras sobresale el Esbozo para un cuadro hist6-
rico del progreso del esptritu humano, escrito mientras lo perseguia el terro-
rismo de Robespierre y publicado péstumamente en 1795, presenté una
vision optimista de la historia, pese a las circunstancias. El Tableau es la
expresién mAs representativa de la visién del hombre y la historia a ojos
de la Ilustracién.
Un momento culminante de la historia de la Historia fue alcanzado por
Hegel (1770-1831) con sus Lecciones sobre Ia filosofia de Ia historia (Vorlesun-
gen iiber die Philosophie der Geschichte), pronunciadas en 1820 y publica-
das péstumamente en 1832. Hegel distinguié tres enfoques de la Historia:
la Historia original, la Historia racional y la Historia filos6fica. La His-
toria original es la narrada por los protagonistas, como en los casos de
Tucidides o de César. La Historia racional comprende tres formas: ana-
les, que narran la historia de un pais, como lo hace Tito Livio; pragmati-
ca, como la de Montesquieu, quien identifica leyes, y la racional, como
la Historia del arte, la religion y el derecho. Segtin Hegel, la Historia
filoséfica es la consideracién reflexiva de la historia, que combina el
telato objetivo de hechos pasados con la introduccién del concepto de
raz6n, interpretado a la vez como la sustancia del universo y como su
energia infinita. Pretende darnos una vision racional de la historia. La
raz6n existe en la historia. “La definicién mas general que puede darse
es que la Filosofia de la Historia no significa sino la consideraci6n reflexiva
de ella.”? “E] Gnico pensamiento que la Filosofia aporta a la contempla-
cién de la historia es el simple concepto de Razén: que la Razén es la
Soberana del mundo; que la historia del mundo, por tanto, nos presenta
un proceso racional.”4
Segtin Hegel, la historia del mundo viaja de Oriente a Occidente, pues
Europa es, absolutamente, el fin de la historia y Asia el principio. El
Oriente hasta el dia de hoy sdlo sabe que uno es libre; el mundo griego y
3Cf, Hegel, The Philosophy of History, trad, inglesa, Nueva York, Dover Publ., 1956, p. 8,
* Ibid, p.9.of oe ee me * wanehtex: Tote aed ee
libres. Por consiguiente, la primera forma politica que observamos enla
historia es el despotismo; la segunda es la democracia y la aristocracig
y la tercera es la monarquia.
La fase con la que tenemos que empezar es el Oriente, la nifiez de la
historia. La segunda etapa es la griega, periodo que puede compararse
con la adolescencia. La tercera fase, el Ambito de la universalidad abs.
tracta, es el Estado romano. La cuarta fase es germanica. Es su vejez,
Empez6 con la reconciliacién ofrecida por el cristianismo, pero sélo en
la etapa inicial, sin desarrollo nacional ni politico.
La aportacién de Hegel a la Historia, una vez liberada de sus supo-
siciones metafisico-religiosas, fue de la mayor importancia y eché las
bases tanto para los conceptos de Marx como para los culturalistas.
La Historia poshegeliana siguié tres rumbos distintos: la linea del
idealismo alemén, que generé el historicismo; la linea del positivismo,
que subray6 la adopcién, por la Historia, de las mismas normas y meto-
dologia de las ciencias naturales, y la linea del culturalismo, que exigia
una forma particular de entendimiento de los procesos socioculturales.
Leopold von Ranke (1795-1886) es la figura cumbre de la escuela histéri-
ca alemana, ya que combinaba el rigor en el estudio de los documentos
con una filosoffa idealista y la conviccién de que el historiador puede y
debe informar de los hechos histéricos como en realidad ocurrieron.
La linea positivista encuentra sus dos principales expresiones en Henry
Thomas Buckle (1821-1862), con su History of Civilization in England
(1857), e Hippolyte Taine (1828-1893), con Les Origines de la France Con-
temporaine (1874-1893). En su sentido més lato, el materialismo histérico
de Marx (1818-1883) y Engels (1820-1895) podria incluirse en la linea
positivista.
La linea culturalista empez6 con la gran figura de Jacob Burckhardt
(1818-1897) y fue seguida por los neokantianos Wilhelm Windelband
(1845-1915), Heinrich Rickert (1863-1936) y Georg Simmel (1858-1918).
La mayor expresi6n del culturalismo aleman fue la de Wilhelm Dilthey
(1833-1911), ai
Estos historiadores, reaccionando contra el positivismo y su imposicion
de conceptos de la ciencia natural sobre conceptos culturales, subra-
yaron lo especifico de las ciencias culturales y la necesidad de enfoca si
las con diferentes métodos, capaces de tratar su caracteristica esenciay
que es la existencia del significado, en oposicién a la simple objetivide
de las ciencias naturales. La comprension de los hechos significative’
exige una hermenéutica especffica. El historiador ha de partit
expresién externa del pasado para colocarse en el estado interno
de una
conec’tado con esta manifestacion, y entonces captar su significado, Tal com-
prension se logra mediante el triple proceso de Erleben (experiencia),
ilruck (oxpresién) y Verstehen (entendimiento).
A finales del siglo xix y comienzos del xx, la Historia se encontré ante
el probloma de definir su naturaleza como disciplina tedrica y de preci-
sat las caracteristicas de su objeto, el hecho pasado, y de su relacién con
el historiador, Una cuestién importante, relacionada con la epistemolo-
gla de las clenclas, era saber si el concepto de “ciencia”, que implica el
conocimiento en general, podria ser empleado por la Historia, orientada
hacia el conocimicnto de hechos particulares. Fue su interés por lo gene-
ral lo que lev a los positivistas a sostener que la Historia debfa aspirar
ainvestigar las leyes generales del proceso histérico. Los neokantianos,
refulando a los positivistas, sostuvieron la distincién entre las ciencias
nomotéticas, orientadas hacia la busqueda de leyes generales —como
las ciencias nalurales—, y las ciencias idiograficas o ciencias culturales,
ntadas a la btisqueda de “formas”.
Continuando con la tradicién culturalista, Max Weber (1864-1920)
intenté, con éxito, crear un método apropiado para el estudio de la uni-
cidad de los procesos histéricos. Partié de la distincién establecida por
Dilthey y Rickert entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias de la
cultura. Las realidades culturales, aun negando la clase de generaliza-
ciones (del tipo de leyes) de las ciencias naturales, pueden ser concep-
tualmente captadas por medio de tipos ideales comparativos, como ma-
nera de Verstehen, de alcanzar intelectualmente la comprensién. Weber
subray6 la necesidad de abordar sociolégicamente la historia, y la So-
ciologfa desde el punto de vista de la historia. Su hermano Alfred Weber,
brillante pero menos conocido, utilizé la metodologia del tipo ideal
para producir un espléndido estudio comparativo de la cultura: su His-
loria de ta cultura como sociologia de la cultura (Kulturgeschichte als Kultur-
soziologie, 1935),
En el contexto de la controversia sobre la naturaleza de la Historia,
Benedetto Croce (1866-1952), después de una fase inicial en que conside-
16a Ja Historia como una particular forma de arte (en “La Storia Ridotta
Sotto il Concetto Generale dell’Arte”, de 1893), revisé sus ideas en su
Légica, de 1909, donde afirmé que era artificial la oposicién clasica entre
los juicios universal ¢ individual establecida desde Aristételes y reformu-
lada por Hume y Kant, Croce subray6 que las verdades necesarias 0
universales y las contingentes o individuales no son dos clases de cogni-
cién diferentes, sino elementos inseparables de toda cognicién verda-
dera. Una verdad universal es cierta tal como se realiza en un ejemplo
particular: lo universal debe estar encarnado en lo individual,
oniPor otra parte, ¢l juicio individual o historico no ex una simple intuie
un hecho dado o la aprehensién de un dato sensorio; ow uy jutleto eon y
dicado; este predicado es un concepto, y ese CONCEPLO LAA pronont
espiritu de la persona que hace el juicio como idea universal de |
entiende su propio pensamiento, debera poder dar una dlotinicign,
s6lo hay un tipo de juicio, que es al mismo tie
individual en la medida en que describe un e:
universal en la medida en que lo describe per
versales.>
Wen dy
1 pg.
een el
: cual, al
ore
mpo individual y ankveen
stado individual de cogs, ;
Ndolo segin conceptos uni.
La doctrina de Croce de la implicacién mutua del julcio universal 6
definitivo y del juicio individual o histérico da una respuesta ala pre.
gunta de cémo la Filosoffa (es decir, el juicio universal) esta relacionada
con Ja Historia. En lugar de separar de la Historia la Vilosoffa, Croce lag
une en un todo, un juicio cuyo sujeto es lo individual y su predicado
lo universal.
| La cuesti6n del acontecimiento pasado como objeto de la Flistoria,
que serd criticamente revaluada por la Nouvelle Histoire y su concepeién
antieventualista de la Historia, ha sido contemplada de distintas mane-
ras por los clasicos del historicismo y por los historiadores contemporé-
neos. Ranke consider6 que la tarea de la Historia es narrar los hechos
pasados tal como en realidad ocurrieron. Los historiadores contempo-
rneos insisten en que es imposible informar de los hechos pasados tal
| como en realidad ocurrieron porque los hechos histéricos no tienen
la objetividad de una cosa maierial: son expresiones de significado desde
que ocurrieron, y sdlo llegaran a ser objeto de la Historia en la medida
en que después sean interpretados por el historiador.
Robin George Collingwood (1889-1943), en su Idea de la Historia (1946)
—publicada péstumamente y presentada por T. M. Knox—, reconocl?
la existencia objetiva de los hechos pasados, pero subrayé que su cono-
cimiento sdlo es posible por medio de una repeticidn del pasado en e
espiritu del historiador. El historiador no inventa el pasado y, eR i
sentido, no es novelista, pero por los indicios apropiados cobra concle "
cia de que en un momento y lugar determinados ocurrié algo deer
indole. Afirmar lo que en realidad fue ese hecho es una operacion i
apropiacién intuitiva del hecho por el historiador mediante la eine
cién de tal hecho, produciendo subjetivamente, mediante el uso de
todos apropiados, un modelo ideal del acontecimiento.Particularmente en Ja concepcion francesa de Nouvelle Mistoire, la nueva
Historia caracteriza un enfoque contemporaneo de la Historia que tiende
auna visién global y subraya la necesidad de remplazar su dependencia
casi exclusiva de documentos escritos, en su mayorfa de fuentes ofi-
ciales, por el empleo de las mas vastas fuentes de informacién posibles:
arqueolégicas, numismiaticas, elementos de la vida privada, etc. La Nou-
velle Histoire critica acremente tomar los hechos como base de la His-
toria, y como oposicién a la histoire évenémentielle ofrece una Historia
“global” —con el apoyo de las ciencias sociales, en particular la Antro-
pologia— que considere los mas vastos movimientos sociales y la longue
durée. En sus actuales manifestaciones francesas, el movimiento fue lan-
zado por el diccionario La Nouvelle Histoire, de 1978, editado por Jacques
Le Goff.
De hecho, el término “nueva Historia” fue lanzado inicialmente por
Kark Lamprecht (1856-1910) en sus Alfe und Neus Richtungen der Geschichte
Wissenschaft, de 1896, con las cuales intents abrir la Historia al Ambito
sociocultural. Con similar intencién, la “New History” fue promovida
por James Harvey Robinson (1863-1936) en New History: Essays Illustra-
ting the Modern Historical Outlook, publicada en 1912.
Le Goff y sus colegas reconocen el origen de su perspectiva histérica en
la escuela de los Annales, iniciada por Marc Bloch (1886-1944) y Lucien
Febvre (1878-1956) en 1929 con la fundacién de los Annales d'Histoire
Economique et Sociale. Fernand Braudel (1902-1985) seria, después (1956),
el partidario mas importante del grupo de los Annales, y con La Medite-
rranée et le Monde Méditerranéen a I'Epoque de Philippe II (1949) introdujo
un acento en la Geohistoria y en el andlisis sociocultural de los procesos
a largo plazo. En 1969, los Annales incorporaron a otro grupo de jévenes
historiadores: André Burguiére, Marc Ferro, Jacques Le Goff, Emmanuel
Le Roy Ladurie y Jacques Revel.
Ensu fase mas militante, la Nowvelle Histoire criticé enconadamente la
historia politica, al considerarla un relato superficial de decisiones de
personajes notables y de grandes hombres que no tiene en cuenta los
verdaderos factores de la historia, de caracter econémico y sociocultural,
relacionados con los grandes movimientos de masas y los procesos a
largo plazo. Tal fue, asimismo, una fase de mayor aproximacién de los
Annales a la historiograffa marxista.
La “Escuela de la nueva Historia”, si puede emplearse esta designa-
cién, tuvo importantes repercusiones fuera de Francia, como en Alema-
nia, en los Anales de Historia econémica y social (Viertelgahrscrift fiir Sozialund Wirtschaftsgesciicitte), 0 CN 10S ANGIOAh IS rcanos —omparative Studies _
in Sociology and History. Segtn Jorn Riisen,S hay dos elementos comunes |
en los diversos grupos de la nueva Historia: 1) “La perspectiva histérica
desvia su atencién de los hechos impulsados por la accién humana in.
tencional para enfocar, en cambio, las cambiantes constelaciones de fac.
tores que condicionan la accién y sus interconexiones sistematicas”, y2)
“El empleo de construcciones tedricas como medio de interpretaciones
histéricas”.
El grupo de la Nouvelle Histoire ha tenido la mayor repercusi6n y alcan.
zado, segin Guy Bourdé y Hervé Martin, una posicién predominante
en la historiograffa francesa. Empero, estos mismos autores, que han
hecho criticas parciales a la Nouvelle Histoire, afirman, por otra parte, que
el predominio del grupo entre los historiadores franceses se encuentra
casi limitado a los modernistas y medievalistas, mientras que los histo-
riadores de la Antigiiedad y de la historia contempordnea no comparten
sus ideas. Ademas, Bourdé y Martin ven una renovaci6n de la historia
politica en Francia, sobre todo con la inspiracion de René Rémond y su
Pour une Histoire Politique, de 1988. Sin embargo, la nueva historia politica,
después de haber sido categdricamente rechazada por los historiadores
seguidores de los Annales y la Nouvelle Histoire, no es, a diferencia de su
correlato cldsico, puramente évenémentielle, sino que, incorporando mu-
chas de las aportaciones de la nueva escuela, intenta legar a una visién
global del proceso histérico, considerando sus dimensiones econémicas
y socioculturales, sus rafces en los movimientos de masas y sus proce-
sos a largo plazo.
Similar a la nueva historia politica francesa, la corriente de la “Historia
Universal” del mundo anglosajén que cuenta, entre otros, con William
H. MeNéeill, William A. Green y Francis Fukuyama, ha restaurado los
estudios de Historia Universal. En Alemania, el grupo de historiadores
dedicados a Geschichte und Gesellschaft [Historia y sociedad], entre otros
especialistas, también ha subrayado el papel histdrico de la politica, com
cebida segtin sus mds vastos factores econémicos y socioculturales condi-
cionantes. “ee
Las criticas hechas por los Annales y por la Nouvelle Hi istoire a la histor
évenémentielle, aunque han rebasado los limites razonables, como sue 7
ocurrir con tales movimientos, han surtido, en tiltima instancia, un e iy
. ‘ Le i
to saludable en el Ambito de la Historia al obligar a la historiografia co"
vetory in the A
6 Cf, Jorn Riisen, “Historical Enlightenment in the Light of Postmodernism: History wae
of the New Unintelligibility””, en History and Memory (primavera-verano de 1989), 0 im.
Olébarri, ‘New’ New History: A Longue Durée Structure”, en History and Theory, YO"
1995, pp. 1-29.
7 Cf. Guy Bourdé y Hervé Martin, Les Ecoles historiques, Paris, Ed. du Seuil, 1983.temporanea a devolver su debida importancia al hecho y a la politica
histdricos dentro de una comprensién global de las diversas dimensio-
_ nes del proceso sociohistérico. Tal es la perspectiva adoptada en el pre-
sente estudio.
La Filosofia de la Historia
- Todavia en el dominio de la Historia como historia rerum gestorum, debe
hacerse una breve referencia a una disciplina muy cercana a la Historia,
que es la Filosofia de la Historia. Ya se ha observado que Filosofia de la
Historia tuvo diferente significado para Voltaire, Hegel y los positivistas:
Salvo (en gran medida) en el caso de Hegel, esas interpretaciones han
sido abandonadas por los filésofos de la Historia contemporéneos. En la
actualidad, la Filosofia de la Historia, como disciplina, se interpreta de
acuerdo con tres concepciones principales.
La que podria llamarse la visién clasica, relacionada con Hegel, inter- ,
preta la Filosofia de la Historia como el intento de discernir en el proceso
histérico su significado y sus propésitos tltimos. Tal es el caso de Origen
y meta de la Historia (Vom Ursprung und Ziel der Geschichte, 1949),5 de Karl
Jaspers; del Estudio de la Historia (1934-1954), de Arnold Toynbee,’ y de
Man the Measure (1961) y The Meaning of History (1964), de Erich Kahler.1°
Una segunda interpretacién de la Filosofia de la Historia la ve como
el estudio de las condiciones de la posibilidad de la investigacién hist6-
rica. ;Cémo Ilegan a saber los historiadores? Para Collingwood," ésta es
la pregunta a la que debe tratar de dar respuesta una concepcién contem-
pordnea de la Filosofia de la Historia. Esta es, asimismo, en su propia
formulaci6n, la interpretacién que da W. B. Gallie! a la Filosoffa de la
Historia. Otra versién de esta segunda linea, mds cercana a la filosofia
analftica, intenta elucidar las condiciones y los requerimientos de la
explicacién historica como lo hace, entre otros, Patrick Gardiner.!*
Una tercera linea de la Filosofia de la Historia contempordnea la
interpreta como un estudio de las condiciones a las que est sujeto el
proceso histérico. Esta linea contiene un enfoque metafisico, como en La
* Karl Jaspers, Origen y meta de la Historia, trad. al espafiol, Madrid, Revista de Occidente,
50,
9 Arnold Toynbee, A Study of History, 10 vols., Londres, Oxford University Press (1934-1951).
"Erich Kabler, Mam the ‘cei Nueva York, George Braziller, 1961; The Meaning of History,
Nueva York, G. Braziller, 1964, :
" R. G, Collingwood, The Iden of History, op. cit.
WB, Galli, Philosophy and te Historical Understanding, Nueva York, Schocken Books, 2* ed.,
1968 (1964), - ac
® Patrick Gardiner, The Nature of Historical Explanation, Londres, Oxford University Pres
1968 (1991). es «de la Historia de la cultura como Sociologia de la cultura (1935), de Alfreq
Weber. Sin embargo, el enfoque de Weber podria ser mejor clasificadg
como Sociologia de la Historia que como Filosofia de la Historia. Tal eg
el enfoque adoptado en el presente estudio. é ’
No es el propdsito de nuestra introducci6n analizar estas tres Ifneas
de la actual Filosofia de la Historia. Sin embargo, séame permitido men.
cionar que, en opinién de este autor, el intento de discernir un significado
y un propésito tiltimos en la historia, como lo hacen Jaspers y Toynbee, y
como fue originalmente el caso de san Agustin, constituye una suposi-
cién metafisica derivada de creencias religiosas judeocristianas, sin nin-
gin apoyo empirico. Kahler, en forma un tanto distinta y aun compar-
tiendo creencias judeocristianas, considera la historia como un proceso
abierto en el curso del cual el hombre ha conquistado, aunque no lineal-
mente, un dominio cada vez mayor sobre su medio y se encuentra hoy
ante la posibilidad de erigir una civilizacién humanista universal, o de
lanzarse a su propia destruccién. En la segunda seccién de esta introduc-
cidn se intentara hacer un breve estudio de las concepciones de Alfred
Weber y de Toynbee, comparandolas con las que subyacen tras el pre-
sente estudio.
Un tltimo punto que aqui tocaremos concierne al significado del tér-
mino “critico”, empleado en nuestro titulo. La expresién “Historia critica”
tiene tres significados principales. En primer lugar, designa el empleo
de métodos criticos por parte del historiador en sus intentos de recons-
truir y analizar un hecho pretérito. La Historia critica es el método actual
de escribir la Historia, y asi lo ha sido, hasta cierto punto, desde el Renaci-
miento y, mas profundamente, desde la Iustracion y los historiadores del
siglo xix. Aunque historiadores precriticos, como Herédoto, aceptarfan
como buena toda informacién que les pareciese verosimil, el historiador
critico somete sus datos a todas las referencias cruzadas posibles, ya
sean arqueoldgicas, numismaticas, sigilograficas, filolégicas, epigrafi-
cas, paleograficas u otras.
Un segundo sentido de “Historia critica” se relaciona con el anélisis
epistemoldgico de la proposicién histérica y de la explicacién historia.
Tales la Practica habitual de los filésofos analiticos de la Historia.
. Un tercer significado de “Historia critica’, que es el del presente estu-
dio, se refiere al intento de identificar y anal i
lizar las condiciones princ-
Oswald Spengler, La decadencia de Occidente (trad. es ct 3 ly
Abels 2 ols, 1918) Madi, Eapasa Calpe, 4 9clen Ooh oo slemnan er ne j
+5 Alfred Weber, Historia de la cultura (trad. espafiola del aler sachichte ats Kulluts02i0”
loge (1935), nee, Méxicns 194s (rt paftola del aleman Kulturgeschichte als KiFentendo en cuent
presente
opiniones de estos y otros historia
studio interpreta la historia como el proceso que ab:
So temporal de una sociedad en su medio natural y cultural, sus Teaccio,
nes a él y su interaceién con otras sociedades. Este curso temporal con,
siste en las actividades de los miembros de una sociedad en sus mut”
inte aciones; en sus relaciones con el medio natural y cultural
sus interrelaciones con pueblos de otras sociedades. “yen
Hegel consideré que este proceso estaba dominado por la autorrealj.
zacion del Espfritu en su curso temporal del Oriente al Occidente, pa-
sando por toda una serie de fases de creciente conciencia de si mismo,
Los pensadores religiosos, desde san Agustin hasta Toynbee, considera.
ron que el proceso histérico era guiado por un plan divino. Condorcet
pens6 que el proceso era impulsado por la innata capacidad del hombre
para perseguir, a través de toda una sucesién de etapas, su crecien-
te perfeccionamiento. Marx sostuvo que el motor de la historia era la
lucha de clases, que pasando por sucesivos modos de produccién culmi-
narfa en la liberacién socialista del hombre. Croce y, a su manera, Erich
Kahler comprenden el proceso histérico como la realizacién gradual de
la libertad.
EI presente estudio se basa en la suposici6n —empiricamente confir-
mada— de que la historia no es guiada por ninguna fuerza o principio
ajeno a su propio proceso. EI proceso histérico es la secuencia, en el tiem-
po y el espacio, de acciones humanas que afectan las condiciones que
influyen de alguna manera sobre otras acciones humanas. No todas las
acciones humanas son histéricas, como no lo son la mayorfa de las acti-
vidades puramente bioldgicas del hombre, ni la mayor parte de sus
actividades privadas consideradas aisladamente. Las pautas de la acti-
vidad privada son histéricamente significativas, aun cuando el acto de
un hombre que toma sus alimentos, visto como acto individual, en prit-
cipio carece de toda importancia historia. Lo que tiene pertinencia hist
rica es la manera en que, en un momento dado, el hombre se habitué a
tomar sus alimentos. Sin embargo, los actos biologicos humanos adquie
ren significacién histérica cuando se les relaciona significativament®
con agentes histéricos, como el nacimiento o la muerte de gobernant™
y de grandes hombres. Un suceso aislado sin importancia como une ae
mida puede cobrar trascendencia histérica cuando, como en el caso
Siddhartha Gautama, es causa de muerte.
La pertinencia hist6rica es proporcional a la medida en
humanos generan o influyen sobre condiciones de importancl
cuestién decisiva consiste en determinar cuales son las “consecu!
importancia”. A la postre, precisamente porque la Historia, com}
ores, of
arca el cup
que los actos
ia. Asi, IaSe ee ee ee eee
toriador y sus hechos”, la pertinencia histérica qued:i determinada por el
histo} tin su evaluacién de las consecuencias generadas 0 in-
fluidas ierto acontecimiento. Tal es una de las razones de que la
_ investigacién histérica deba renovarse continuamente. Esto se debe, por
una parte, a que las pruebas histéricas, en el sentido de inc “caciones obje-
tivas conservadas concernientes a hechos pasados y disponibles para el
historiador, cambian en el curso del tiempo, generalmente aumentando
_ lacantidad de datos disponibles. Por otra parte (y aun de mayor impor-
tancia), porque la perspectiva del historiador se modifica en el curso del
tiempo y, con ella, lo que él considera pertinente. Uno de tales cambios
tipicos de los paradigmas historiolégicos ocurrié a los historiadores de
los Annales y de la Nouvelle Histoire en comparacién con los historia-
_ dores de la generacién de Ranke, como se analizé brevemente parra-
fos atris.
‘| proceso histérico no es impulsado por fuerzas trascendentes, como
lo supusieron san Agustin o Hegel, sino por su dialéctica interna. Esa
dialéctica se derivé no sélo de la lucha de clases, como lo sugirié Marx,
sino de todos los motivos e impulsos que mueven a los hombres a perse-
guir sus objetivos, desde la simple necesidad de buscar su propia sub-
sistencia hasta un propésito mas idealista, como el de Juana de Arco o de
Fidel Castro. En sus actividades humanas, ademas de su propia volun-
tad, se ven sometidos a las circunstancias de su medio material y cultural,
Y como sabiamente observ Polibio— al juego arbitrario del azar.
Por consiguiente, el proceso histérico se ve sometido a un cuddruple
régimen de causalidad, determinado por factores reales e ideales, el azar
y la libertad humana. Los factores reales abarcan todas las condiciones
naturales y materiales que rodean al hombre. Los factores ideales con-
Henen la cultura de una sociedad en un momento determinado de la his-
toria y la cultura de las sociedades con las que interacttia. El azar es la
manera aleatoria en que, en un espacio y un tiempo dados, se combinan
todos los actores para afectar a un actor determinado. Los dos primeros
factores (el real y el ideal) son de caracter estructural. Forman el medio
objetivo dentro del cual ocurren las acciones humanas. Los dos factores
tltimos (azar y libertad) son de cardcter coyuntural: los hechos huma-
Nos ejercen su libertad dentro del contexto dado por los factores reales y
los ideales, segtin la configuracién tiltima de las circunstancias resultan-
tes del azar.
El proceso hist6rico, empiricamente observado, éestd sometido a cier-
tas tendencias generales? La mayorfa de los historiadores contempora-
Neos niegan todo propésito a la historia, Ppese a opiniones contrarias sos-
porTenaas por enue ae ee
punto, Erich Kahler. rz 3
Desde un enfoque distinto, Sorokin" sostiene que el proceso Cultura}
esté sometido a una circularidad en espiral, de manera similar a las ideas
de Vico. Las sociedades inician su curso histérico con una cultura idea.
cional, que después aspira a una formulacién idealista, la que a su vez
tiende a una cultura sensorial. La forma extrema de esta ultima, la cul.
tura hipersensorial, es autodestructiva y genera, por medio de un des. _
arrollo dialéctico interno o una intervenci6n externa, una nueva cultura
ideacional. Las culturas ideacionales estan imbuidas de un profundg
sentido de lo sagrado y basadas en creencias incondicionales en dioses
o en un Dios. Las culturas idealistas introducen una exigencia de racio-
nalidad en sus creencias religiosas, lo que convierte las mitologias en
teologias. Las culturas sensoriales se orientan hacia la prueba empirica
y el rigor analitico. Las culturas hipersensoriales son llevadas a un rela-
tivismo completo, hasta perder su conviccién de cualquier verdad.
Como se ve brevemente en los capitulos xvmm y xix de este trabajo, el _
autor sostiene que el principio antrépico produce, entre otras muchas _
consecuencias, el postulado de una esfera antrdpica. Planteado por la
cosmologia contempordnea, el principio antrépico (el cual afirma que el
surgimiento de la vida y del hombre en nuestro planeta sélo fue posible
porque la evolucién del cosmos, desde la explosion primordial, ha se-
guido exactamente el curso que siguié, y no otro) es un postulado pre-
ftado de muchas consecuencias que implican, como ya se mencion6, la
esfera antrépica. Remitiendo al lector al andlisis de esta cuestidn en el
tema de la posmodernidad, en el capitulo xvm, baste decir aqui que la
esfera antrdpica delimita el Ambito de posibilidad de las acciones huma-
nas. Dada su naturaleza psicofisica, el hombre dispone de un muy vasto
—pero no ilimitado— repertorio de opciones, empezando por diversas
pautas culturales. Cada pauta cultural contiene, a su vez, otra gran va-
riedad de opciones, eidéticas, pragmiticas y artisticas. Las fases histéricas
mas breves acttian dentro de los limites de una pauta cultural determi-
nada. Las fases mas prolongadas pasan de una pauta cultural a otra.
La afirmacién de Sorokin acerca de la sucesién ciclica de las fases cul-
turales, de la ideacional a la idealista y luego a la sensorial, es apoyada
por un vasto corpus de pruebas empiricas inequivocas. Todas las civiliza-
ciones conocidas surgieron en la historia con culturas ideacionales. Algu-
nas pasaron después a una etapa idealista, como la griega y la romana, la
china, la iadia, la islamica y la occidental. Sin embargo, algunas, come
as rae laa,
SRE Waite Ceccibets keh etl Cuiliisiad Titans Hence ae,en el caso de las civilizaciones cosmoldgicas de Mesopotamia y Egipto,
fueron incapaces de transformar su cultura ideacional en idealista y, en
cambio, pasaron directamente a una fase sensorial y perdieron su auto-
regulabilidad en un tiempo relativamente breve, con la influencia de la
cultura helénica. Por otra parte, aunque la fase sensorial de la cultura cla:
ca avanzara, junto con el cristianismo, a otra fase ideacional, no hay in-
dicaciones de que nuestra cultura occidental tardia, que hoy esta entrando
con presteza en una fase hipersensorial, vaya a retornar a una fase idea-
cional. Por consiguiente, la teorfa ciclica de Sorokin debe ser vista como
una sugestidn de tendencias, pero no necesariamente como indicativa.
En lo tocante al propésito de la historia, el presente estudio se basa en
la afirmacién de que el anélisis empjrico indica claramente que la historia
no tiene ni pudo haber tenido un propésito a priori. Precisamente por-
que la historia es resultado de las interrelaciones de un ntimero infinito
de acciones humanas en el curso del tiempo, impuesta cada una por su
propio propésito, el proceso en conjunto no es un proceso deliberado,
sino un proceso consecuencial. No obstante, hay ciertas formas de pro-
greso en la historia, en su mayorfa de progreso técnico, aunque no lineal
y continuo, como se analiza en la tiltima seccién del capitulo x1x. El tipo
de progreso técnico empiricamente observable en el proceso histérico
indica que una naturaleza humana estable encuentra —en las diversas
pautas culturales sucesivamente alcanzadas por la condicién humana,
aunque, una vez més, no lineal ni continuamente— una creciente facili-
dad para subvenir a las necesidades basicas del hombre. Se ha observado
que este hecho fundamental, al lado de otros factores, est4 contribuyen-
do a una creciente humanizacién de las condiciones sociales. Para poner
un ejemplo sencillo, las condiciones sociales en el mundo clasico eran
mejores que en Mesopotamia; eran atin mejores en la baja Edad Media y
en el siglo xvi, y son mejores todavia el dia de hoy. Sin embargo, esta
creciente humanizacién debe verse en el sentido de una tendencia gene-
ral, que no excluye la continua perpetracién de actos de la mas extrema
violencia, crueldad y explotacién, como ocurrié con los nazis y, mas
recientemente, en la Serbia de Milosevic.
2. WEBER Y TOYNBEE
Alfred Weber
La contribucién de Alfred Weber a la Sociologia de la Historia queda
representada, principalmente, por dos libros: Historia de la cultura comoee ee ieee Sa et ee
Principios de Historia y Sociologia de la cultura (Prinzipien der Geschichte
und Kultursoziologie, 1951). La importancia de la aportacién de Alfreq
Weber —ademis de la brillantez y amplitud de sus andlisis— congis¢i 6
en transferir los enfoques habitualmente aprioristicos de la Filosofia de
la Historia al andlisis empirico de la Sociologia de la Historia. Con gy
Kulturgeschichte intent6 escribir una Sociologia de la Historia dentro do
Ambito de la historia universal, concebida desde el punto de vista del cup. _
s0 de la historia. Con sus Prinzipien, escritos 16 aftos después, presents _
sus suposiciones tedricas y metodoldgicas en el campo de la Sociologia
de la Historia.
El principal libro de Alfred Weber, la Kulturgeschichte, se propone
analizar una pregunta esencial concerniente al proceso histérico: ,qué
ocurre en ese proceso al ser animico-espiritual del hombre? {Qué cambios
experimenta? Inicialmente, sostiene que un enfoque contempordneo a
la historia universal es distinto del de Ranke o el de Burckhardt, quienes
trataron de informar de los hechos pasados tal como en realidad ocurrie-
ron. Weber insiste en que nuestro enfoque se interesa en nuestra posicién
en el flujo de la historia.
Tenemos la impresion de que esa corriente de la historia, con una velocidad
cada vez mayor y hasta vertiginosa, nos esté llevando a una nueva existencia
en la que muchas de las cosas grandes que conocimos apenas encuentran, al
parecer, espacio para su crecimiento, que puede ofrecer mayores comodida-
des en lo técnico, pero que, a la vez, contiene también mucho ms de lo oscuro,
grave y peligroso, muchas dimensiones de menor libertad; y esta considera-
blemente empobrecida en cuanto a las fuerzas internas y espontaneas, en
comparacién con la vida de tiempos anteriores.”
Segrin Alfred Weber, en cuanto enfocamos la historia en busca del des-
tino cultural de la humanidad —cualquiera que sea nuestro concepto de
cultura—,
vemos que se presenta el proceso histérico en parte como sucesién, en parle
como manifestacién concomitante y superimposicién de grandes culturas:
la egipcia, la babil6nica, la india, la china, la judeo-persa, la grecorroman®
bizantina, la islamica 0 la occidental, para mencionar las mas importante’
Cada una con su propia esencia, su propia forma de expresién, su PtP"
® Cf. la trad. al espafiol de Historia de Ia cultura, México, rce, 1943 (1941).
21 Cf la trad. al espafiol de Sociologia de la Historia y de Ia cultura, Buenos Aires,
Visién, 1960 (1957).
2 Cf. Historia de la cultura, p. 9.
Galatea-Nuev*anzada por la humanidad.3
En su Kulturgeschichte, el objetivo de Alfred Weber
no es estudiar la historia de manera sistematica, sino, dentro del marco del
acontecer hist6rico universal, explicar el crecimiento y la dislocacién de cul-
totales cerradas, que se diferencian unas de otras por su esencia y su
isionomfa caracterfsticas y que, en cada caso, llevan una formacién y una
actitud distintas, aun cuando con una solidaridad unitaria.4
El estudio que hace Weber del proceso histérico empieza por tener en
cuenta las “zonas hist6ricas” que sucesivamente o de manera concomi-
tante han aparecido, a saber: la cultura china, la de la India oriental, la
egipcia occidental, la babilénica (primer grado), la persa-judia, el cfrculo
de la antigua cultura mediterranea (segundo grado), la eslavo-bizantina
oriental, la islamica y la occidental (tercer grado). Estas culturas deben ser
representadas como cuerpos histéricos cerrados, cuyos contornos y cor-
poralidad pueden ser aprehendidos mediante la observacién de algo que
también es visible y que puede ser externamente captado, lo que significa
considerar la formacién de sus estructuras sociales y las mutaciones de
estas viltimas. Tales estructuras sociales, aunque en muchos aspectos
pasan por fases andlogas en cada una de las zonas, siempre tienen algo
peculiar en sf mismas que es caracteristico de cada una de las situacio-
nes culturales. Todos estos cuerpos histdricos estan insertos en un gran
proceso unitario de movimiento gradual que abarca a toda la huma-
nidad. Este es el proceso civilizador que atraviesa el devenir histérico y
constituye su soporte. Todo esto significa que ofrece una serie de me-
dios variables para la construccién social, un mundo transformado de
objetos fisicos y espirituales.?5
Al parecer, respecto a las épocas de entrada de los grandes pueblos en la his-
toria podemos decir que ocurre el siguiente fenémeno: partiendo de una
constelacion inicial se constituye la sustancia étnico-espiritual en algo fijo; y,
asf, viene a crearse una especie de entelequia anfmica, que, andlogamente a una
magnitud biolégica, trata de desarrollarse en todas direcciones y a través de
las sucesivas épocas.%
Esa entelequia animica constituye un factum que tiene una trascenden-
cia atin mAs inmanente por el hecho de que lo animico-espiritual actuara
® Cf. Sociologia de la Historia y de la cultura, p. 21.
¥ Ibid. p. 17.
® Cf. Historia de la cultura, p. 18.
% Ibid., pp. 20-21.= #8, are a
vital dada y sobre sus condiciones conformantes transformadas po, 5, a
otros mismos; y opera de modo espontaneo, indestructible, con Una fey
dencia a fijar lo que amamos sublime, perfecto y sagrado, y a crea,”
conjunto de formaciones, actitudes y obras. En tales casos, Teconocems, :
la aparicién de una alta cultura. : es
Sin embargo, la voluntad catdrtica no es la tinica voluntad formatiy,
animico-espiritual. También existen fuerzas demoniacas que actiian ey
todas las culturas. En algunas de ellas, estos poderes y fuerzas son expe
timentados como un destino demoniaco; en otras, se les considera comp”
seres césmicos; en otras mas, como una conducta radicalmente mala, _
El mundo primitivo no es sencillamente una etapa que precedi¢ a ul
nuestra. El mundo primitivo todavia existe en lo cultural y esta configu.
rado, en gran medida, por una lucha con esas fuerzas oscuras que atin
hoy llevamos dentro de nosotros. i
En el marco conceptual mencionado antes, el enfoque de Weber a las_
civilizaciones que han aparecido en la historia fue iniciado Por su andl:
sis de los grandes movimientos migratorios que dispersaron a los pue-_
blos pastores para llevarlos de la meseta asiatica, principalmente dela
cuenca del Tarim, hasta Iran, Arabia y aun Africa, desde cerca del afio”
4000 a.C. Otras migraciones lanzaron a estos criadores de ganado haciael
Asia Menor y Europa. Bajo la influencia de esos rudos inmigrantes, los _
pacificos agricultores de las aldeas neoliticas empezaron a formar las civi:
lizaciones primarias del Viejo Continente.
Weber distinguié cuatro niveles de civilizaciones. Las civilizaciones
primarias brotan directamente de su anterior etapa neolitica mediante la _
incorporacién —a veces conflictiva, a veces pacifica— de criadores deg
nado y pueblos ecuestres a pueblos de campesinos neoliticos, como los _
casos de Sumeria y Egipto. Las civilizaciones secundarias del prime! _
grado también son resultado directo de la evolucién de grupos neol!
ticos que, sin embargo, ya tenian conocimiento de otras civilizaciones —
como en los casos de los hebreos o de los minoicos. Las civilizaciones i
cundarias del segundo grado brotan de la desintegracién total o pate
de una civilizaci6n anterior, como los griegos a partir de las ruinas de 18 ;
egeos, y Roma, de los etruscos. Las civilizaciones terciarias, por salting }
formadas Por la transformacién de una precedente civilizacién sco i
daria del segundo grado, como en los casos de Occidente y de la ve
zaciOn bizantina, resultantes de las transformaciones experimenta
por la Antigiiedad tardfa.
Con base en tales suposiciones e ideas, Alfred Weber pasa a iNet
anilisis hist6rico-sociolégico de Egipto y Babilonia, China y la India,
cer éee Oe de ae oo
giiedad cristiana, Bizancio, el Islam, Rusia y las diversas fases de la civi-
lizacion occidental, ademas de Jap6n, hasta la actualidad.
El andlisis de Weber sobre estas civilizaciones, que fue la inspiracién
del presente estudio, constituye una aportacion brillante y penetrante a
su comprensién histérico-sociolégica y representa un hito en el estudio de
Jas civilizaciones, que-ha conservado hasta hoy su validez y lozania, aun
si algunas de sus suposiciones ya no son generalmente compartidas. Las
suposiciones de Weber y su visién histérica fueron en gran parte influi-
das por Hegel, aunque un Hegel revisado bajo la influencia de Marx.
También llevan cierta influencia de Spengler y su idea de las civilizacio-
nes como organismos histéricos cerrados, sometidos a una inherente
secuencia vital de fases de surgimiento, florecimiento y decadencia.
Esta obra, aunque esta inspirada —como ya se dijo— en el enfoque his-
torico-sociolégico de Weber, se fundamenta en otras suposiciones. En la
primera seccidn de esta introduccion se han mencionado brevemente
esas suposiciones, que también, hasta cierto punto, quedan implicitas en
la ultima. La diferencia basica entre las suposiciones de Weber y las del
presente estudio —ademéas de cuestiones clasificatorias de menor im-
portancia— es el modo de considerar lo permanente y lo cambiante en
el proceso hist6rico. Bajo la influencia de Hegel, Alfred Weber planted la
hipotesis del proceso histérico, viéndolo como una especie de ser, como
portador de fuerzas animico-espirituales: el sustituto de Weber al Espi-
ritu de Hegel. Como dice Weber:
Ahora bien, esos cuerpos hist6ricos, tanto en el caso de que constituyan cul-
turas primarias y secundarias superpuestas como también en el caso de que
sean productos primarios permanentes, que coexistan unos junto a otros,
estan todos ellos insertos en un gran movimiento unitario de progreso gra-
dual [...] Ese proceso de la dominacién intelectual y tedrica de la existencia
marcha a un paso progresivo irreversible desde la ingenuidad a la concien-
cia reflexiva (desarrollo que atraviesa toda la humanidad); marcha a un paso
Progresivo desde una actitud de embotamiento a una ilustracién cada vez
més intensa y desarrollada sobre todas las fuerzas de la vida [...] De acuerdo
con lo expuesto, el acontecer humano, articulado en la totalidad de la cul-
tura con sus peculiares estructuras sociales, forma una unidad a este respecto,
Porque esta inserto en una corriente unitaria. Pues bien, este proceso civiliza-
dor —ast lo llamaremos desde ahora en adelante— que cruza el devenir his-
torico y que es el soporte del mismo, no significa otra cosa que el ofrecimiento
de una serie variable de medios para la construcci6n social, un mundo trans-
formado de objetos fisicos y espirituales para la total formacién psicolégica
y espiritual [...] Constituye un factunt que tiene cada vez mayor trascenden-ig ie. |
de nosotros —por asi decirlo— sobre la sustancia vital dada y sobre sus cgn.
diciones conformadoras transformadas por nosotros mismos; y acttia de un,
manera espontanea, indestructible, con la tendencia a plantear aquello que
Iamamos sublime, perfecto y sagrado, y a hacer surgir formaciones de con
juntos, actitudes y obras.”
En contraste con Weber, el proceso histérico en el presente estudio es
considerado un proceso consecuencial, no un proceso intencionadg oO.
teleolégico. Las acciones de los hombres tienen un propésito, de acuer. _
do con sus innumerables motivaciones, a menudo en conflicto. El proce
so histérico es la consecuencia resultante y, por tanto, no deliberada, de
esos actos. Cierto es, como lo afirmé Weber, que existen algunos elemen-
tos permanentes en el proceso histérico que son empiricamente obser-
vables. Estos elementos permanentes son el resultado de la perenne
estructura psicofisica de la naturaleza humana y de los muchos modos
en que la naturaleza humana se adapta a sus cambiantes circunstancias.
El proceso hist6rico es el trayecto, en el tiempo y el espacio, de la adapta- _
ci6n de la naturaleza humana a las diversas y cambiantes circunstancias
socioculturales y naturales que van adoptando diversas condiciones hu-
manas. Esta adaptacién se ve sometida a las posibilidades contenidas en _
la esfera antropica. En las partes finales tanto de la tercera seccién del capi-
tulo xvi como del capitulo xxx se presenta un breve estudio del principio
antr6pico y de la esfera antrépica.
En el presente breve andlisis de las ideas de Weber baste decir que la
esfera antrdpica tiene la posibilidad de constituir diversas pautas cul-
turales, pero no en ntimero ilimitado. Cada civilizacién es una pauta
cultural basica. Ha habido cierto ntimero de civilizaciones (26, segtin
Toynbee), y aunque su ntimero preciso no importa, debe observarse que
son menos de unas cuantas docenas. También hay que notar que nos
encaminamos hacia una civilizacion planetaria, que probablemente sera
la ultima civilizacién creada por el hombre.
Cada pauta cultural tiene vastas posibilidades de expresién en materia
de ciencia, arte, ética, tecnologia y cuestiones prdcticas. Estas expresio-
nes, aunque sumamente numerosas, no son ilimitadas, y dentro de cada
pauta cultural los niveles de excelencia son mucho mis escasos. Cada ci-
vilizacién ha producido un niimero finito —cientos, rara vez miles— d€
obras maestras en los diversos campos de expresién.
Estando limitadas las posibilidades basicas de la expresién cultural,
aunque nos parezca que son muchas, también es limitado el progres
2 Historia de la cultura, pp. 18-20.dentro del ambito de cada pauta cultural. Habiendo Hegado a los mas
altos niveles de excelencia alcanzables dentro de una pauta cultural de-
terminada, las ulteriores manifestaciones se ven obligadas a repetir los
modelos de excelencia o bien a destruirlos. El nuevo progreso sélo es
posible con un cambio de la pauta cultural. Una vez generada la pauta
cultural culminante —como probablemente sera el caso de la civilizacién
planetaria—, aunque atin se esté muy lejos de ello, en ese momento se
habrn alcanzado los limites del progreso. Y el hombre, como todos los
demés animales, se vera obligado a seguir haciendo lo mismo 0 a des-
truirse a si mismo, lo que los otros animales no son capaces de hacer.
Arnold J. Toynbee
El monumental Estudio de la Historia de Toynbee aparecié por entregas.
Los tres primeros tomos fueron publicados en 1934. La segunda serie, los
tomos Iv a vi, aparecié en 1939. Diversas circunstancias, en particular la
segunda Guerra Mundial, retrasaron la publicacién de los tomos vita x
durante varios afios, para aparecer finalmente en 1954. El x1, el “Atlas”,
fue publicado en 1959. Un duodécimo tomo, las “Reconsideraciones”,
aparecié en 1961. Mientras tanto, D. C. Somervell preparaba una valiosa
version abreviada de esa obra colosal; su primer tomo, que compendiaba
los tomos 1 al vr de Toynbee, fue publicado en 1946, y el segundo (con los
tomos vu a x) aparecié en 1957. El propio Toynbee, aunque aplaudiera la
version abreviada de Somervell, decidio preparar su ‘propia versién re-
sumida, ayudado por Jane Caplan, y la publicé en un tinico tomo, bella-
mente ilustrado, en 1972.28
El Estudio de la Historia de Toynbee, cualesquiera que sean las criticas
que merezca, es la obra mas completa, profunda y cultivada jamés escri-
ta en este Ambito. Representa un hito en el dominio de la Filosofia de la
Historia y probablemente constituye la ilustracién ultima y culminante
de una interpretacién completa y competente, asombrosamente erudita y
teleolégica de la historia, desde De Civitate Dei de san Agustin (413-426).
Toynbee fue influido por las notables similitudes que vio entre la pri-
mera Guerra Mundial y la Guerra del Peloponeso. Se pregunté si en la
historia habrfa otras semejanzas. Leyendo La decadencia de Occidente
(1918-1922) de Spengler, Toynbee confirmé su impresién de que existen
* Cf. Amold J. Toynbee, A Study of History, Londres, Oxford Universi ty Press, vols. xi, 1934-
L261; D.C. Somervell, A Shuly of History, compendio de los vols. -v1, 1947, y de los vols, ving, 1957,
{andtes, Oxford University Press; Amold Toynbee y Jane Caplan, versign abreviada en en sol
‘omo de A Study of History, Londres, Thames y Hudson-Oxford University Press (1972), 1998,eee See Ree ee SPengle, 3
no estaba debidamente apoyada en datos empiricos y que sélo se line |
taba a ocho civilizaciones, decidié preparar un estudio completo sobre |
el tema. |
‘Toynbee comienza su obra observando que a las unidades habituales |
de la historiograffa, los Estados nacionales, no se les puede entender en
aislamiento, en vista de su profunda interconexién con organismog ma.
yores, y que la unidad apropiada para el estudio historico son las ciyj.
lizaciones. Emprendi6 un andlisis de éstas viéndolas como una forma
especial de sociedad, hizo un esfuerzo por identificar las Civilizaciones
que han existido y concluy6 que son 21; luego aumenté el ntimero a 26,
para incluir las “civilizaciones detenidas”. En su ulterior edicién, de un
solo tomo, Toynbee reconoce la existencia de 14 civilizaciones indepen.
dientes, 17 civilizaciones satélites y seis civilizaciones abortadas.
El propésito central de Toynbee, ademas de identificar las civilizacio.
nes que han existido, fue analizar desde cierta perspectiva las condi-
ciones que determinaron su nacimiento, desarrollo y decadencia. Desde
otra perspectiva, se esforz6 por comprender el proceso civilizador, sus
fases y su propésito tiltimo. Con respecto a lo primero, llegé a la conclu-
sion de que el factor clave que rige la vida de las civilizaciones es un pro-
ceso de “desafio y respuesta”, asi como la forma en que una minorfa go-
bernante dirige las respuestas a los retos que enfrenta. La cuestién
presenta dos variables decisivas: la naturaleza y la extensién de los desa-
ffos, por una parte, y la naturaleza y lo apropiado de las respuestas, pot
la otra. Las civilizaciones surgen cuando las sociedades se enfrentana
desaffos grandes pero no insuperables y la minorfa dirigente reacciona
a tales desafios con espfritu creador. Los pequefios retos no tienen im-
portancia, mientras que los desaffos excesivos superan la capacidad
para reaccionar de una sociedad. Los desafios dificiles pero aceptables,
debidamente enfrentados por la minoria dirigente, se encuentran en al
origen de la civilizacién. El desarrollo de las civilizaciones depende de lo
grande que sea el espiritu creador con que la minorfa dirigente encare
los desafios. Sometidas a un proceso de retirada y avance en el curso del
tiempo, las minorias creadoras aseguran el desarrollo de sus civilizaclo”
nes al responder adecuadamente a los nuevos desaffos, en un proceso
que no depende del engrandecimiento territorial ni del progreso técnico
—aunque sin excluirlos—, sino que esté esencialmente relacionado co
la “eterealizacién” de su cultura. Las civilizaciones caen en decadenc?
cuando la minorfa dirigente, en lugar de dar respuestas creadoras, S¢ oe
vierte en una minorfa dominante egoista, que oprime coercitivamen’®f
las masas (el proletariado interno) y pierde su capacidad para influir enTTR
proletariado externo. Las divisiones internas y la agresién externa final-
mente producen la decadencia y caida de las civilizaciones, pero en ultima
instancia su causa son sus propias deficiencias.
Vistas desde otra perspectiva, las civilizaciones constituyen un proce-
0 que pasa por diversas fases: una fase heroica; una fase de plenitud;
una fase de constitucién, al comienzo de la decadencia, de Estados un
versales como respuesta mecanica a los desaffos, y una fase de creacién
de iglesias universales, que tiende a volverse la crisdlida de una nueva
civilizacién. Sin embargo, las ideas de Toynbee sobre semejante proceso
sufrieron un cambio radical en los largos afios transcurridos entre la
aparicién del tomo vry la del tomo vir de su obra: en ese lapso, se volvié
profundamente religioso y adopts las ideas basicas de san Agustin, segtin
las cuales la historia es el desenvolvimiento de un plan divino. Aunque
él consideraba que las civilizaciones eran los “campos inteligibles del
estudio histérico”, en adelante las religiones ocuparon el lugar central.
Antes, las religiones fueron el puente entre las sucesivas civilizaciones.
En su obra ulterior, las civilizaciones se volvieron el puente entre las
grandes religiones. En palabras de Toynbee:
Sin embargo, ahora que nuestro estudio nos ha Ilevado a un punto en que
las civilizaciones, a su vez, como los Estados parroquiales del moderno mun-
do occidental al comienzo de nuestra investigacién, han dejado de constituir
campos de estudio inteligibles para nosotros y han abandonado su signific
i6n histérica, salvo en la medida en que administran el progreso de la re
gidn, descubrimos que, desde este punto de vista més revelador, la especie
misma ha perdido su unidad especifica?
En una declaracién posterior, en el tomo 1x de su obra, Toynbee aclara
su pensamiento:
Este progreso acumulativo de la religion —que es el tipo espiritualmente
superior de la experiencia y del esfuerzo dentro de las posibilidades del hom-
bre en la Tierra— es un progreso en la provisién para el hombre, en su paso
por este mundo, de medios de iluminacién y gracia para ayudar al peregri-
no, mientras atin estd empefiado en su peregrinaci6n terrenal, para alcanzar
una mds intima comunion con Dios y volverse menos distinto de El.
La profunda religiosidad de Toynbee, aunque basada en el cristianismo,
fue ecléctica, un tanto como la del emperador mogol Akbar (1542-1605),
Cf. A Study of History, vol. vu, p. 449.
® Ibid, vol. ix, p. 174.pr ae ee +a ae aie eS ee
monumental con una plegaria que empieza con las palabras: “Chri.
audi nos, Cristo Tamuz, Cristo Adonis, Cristo Osiris, Cristo Balder, aad
chanos, sea cual fuere el nombre con que te bendigamos” 3!
El presente estudio, que trata el mismo tipo de cuestiones a las que se
enfrenté Toynbee —si bien en un nivel de erudicién incomparablemen.
te mds modesto—, se basa en suposiciones por completo distintas, como
puede verse en la primera parte de esta introduccién. Entre las muchas
diferencias de enfoque, cinco puntos esenciales merecen una breve —
mencién.
El primero atafie al concepto de civilizaciones. Para el Toynbee de Ia
mayor parte de su obra, las civilizaciones, los “campos inteligibles de]
estudio de la historia”, son una especie de sociedades de las cuales for.
man parte los Estados nacionales, como Gran Bretafia, o las ciudades-
Estado, como Atenas. Resulta interesante observar que mientras Toyn-
bee considera que las civilizaciones son “étomos” del proceso histérico,
presta poca atencién a la definicién y clarificacién de tal concepto, dando
por sentado que es comprensible por sf mismo, y rara vez explica lo que
quiere decir con “civilizaciones”.*
En contraste con Toynbee, en el presente estudio el término civiliza-
cién se emplea con dos significados diferentes. La civilizacién, como
concepto socioantropoldégico, designa el estado de una sociedad que ha
sobrepasado su condicién neolitica y, como se explica en el capitulo1,
cumple al menos con tres de los cuatro requerimientos siguientes:
1. La urbanizacién, mediante la edificacién de un sistema habitacional
considerablemente mas grande y mas complejo que la aldea neolitica;
que combina la existencia de uno 0 ms edificios religiosos con un palacio
0 palacio-templo, casas residenciales, edificios de almacenamiento, ins- _
talaciones de abasto de agua y calles; (
2. Una cultura comtin, que incluye una lengua, una religién, una cos-
movisién y un repertorio de costumbres y técnicas sociales; i
3. Un sistema politico que presenta los rasgos basicos del Estado, y2
sea insertado en el sistema religioso o separado de él, y
4. Un sistema de escritura. 3
E] término civilizacién posee también un significado histérico, dife-
rente del sociolégico aunque conectado con éste. Es en su significado
histérico como las civilizaciones son tratadas en el presente estudio, de
mismo modo, aunque sin una definicién conveniente, que en la Obie 4
Toynbee. En su sentido histdrico, nuestro estudio ha seguido, con cier a
i
i
™ A Study of History, vol. x, p. 143.
% Op. cit., volt, pp. 44-45; vol. vuu, pp. 667-673; y vol. x, p. 167.Se ee ee ee
gations.
En su sentido historico, la civilizacién —segtiin Braudel— es un pro-
ceso sociocultural que cumple con los cinco requisitos siguientes: 1) la
ocupacién estable de un territorio especifico, 2) por una sociedad espe-
cifica, 3) con ciertas caracteristicas econdémicas, 4) cierta mentalidad
colectiva y 5) cierta continuidad histérica.
En esta obra se ha adoptado una versién modificada del concepto
braudeliano de civilizacién: ésta se interpreta como un sistema sociohis-
torico con las cuatro caracteristicas esenciales siguientes: 1) es un sistema
cultural compartido, con continuidad hist6rica, por una o mas socieda-
des que han alcanzado la etapa de civilizacién en su sentido socioantro-
pol6gico; 2) ocupa de manera estable un territorio en el que hay uno 0
més poblados; 3) emplea, de manera duradera, una o mas lenguas con
una forma escrita, tiene una religién 0 cosmovisién especffica, asi como
técnicas auténomas para su subsistencia estable en su medio natural y
humano, incluidos elementos de defensa propia, y 4) esta dotado de las
condiciones culturales adecuadas para garantizar aut6nomamente su
autorregulacién.
Con base en este entendimiento de lo que significa historicamente el
término civilizacién, el presente estudio no considera que las civilizacio-
nes sean sociedades. Las civilizaciones son superestructuras culturales
transmitidas por una 0 mas sociedades. Cuando hablamos de la civili-
zaci6n egipcia nos estamos refiriendo a ciertas caracteristicas culturales
basicas que la sociedad egipcia presenté desde el Reino Antiguo hasta
su conquista por Augusto, y, por implicacién, nos referimos también a lo
que ocurrié a dicha sociedad. Cuando hablamos de la civilizacién occi-
dental estamos indicando unas caracterfsticas culturales basicas com-
partidas por varias sociedades, como la francesa, la italiana, la alemana
y otras, y més recientemente las sociedades americanas, desde el fin del
Imperio carolingio hasta la actualidad y, por implicacién, a lo que les ha
ocurrido a tales sociedades. Ademés, se ha introducido una distinci6n
entre la civilizacin occidental y la civilizacién occidental tardia, similar
a la distincién que separa la civilizacién antigua de la Antigiiedad tardia.
Hay otra serie de diferencias importantes entre la explicacién que da
Toynbee de! nacimiento, desarrollo y decadencia de las civilizaciones y
las concepciones adoptadas en el presente estudio. Segtin Toynbee, tan-
to el concepto de “desaffo y respuesta” como la distincién entre minorfas
“creadoras” y minorias “dominantes y egoistas” son los elementos claves
% Fernand Braudel, Grammaire des Civilisations, Parts, Flammarion, 1987 (1963), pp. 33 ss.Bet Se ee a ee ae ee ean ar ee eRe:
nes. Desde luego, Toynbee tiene clara conciencia de las condi ion :
especificas que rodean estas fases esenciales en las diversas civilizacie:
nes. Sus hipétesis explicativas, empero, se basan en lo apropiadg.,
inapropiado de las respuestas que dan las minorifas a los desafio, 4
sus civilizaciones enfrentan en las diferentes fases.
En esta investigacién se ha Ilegado, de manera empirica, a las hipéte.
sis explicativas concernientes a los factores que generan esos efectos
vitales, compardndolas con los diversos casos de surgimiento, desarrolly
$ que
y decadencia, y determinando cuéles son los factores y las condiciones
comunes observables en todas ellas. Los fendmenos de desafio y de res.
puesta son observables en diversas situaciones, como en el caso clasicg
de la influencia de grandes rios o del océano.sobre diversos pueblos,
Pero no es posible explicar las respectivas fases de su civilizacion s6lo
apelando a un sistema de desafio y respuesta. Los retos a los que se en.
frenté la Antigiiedad tardia no cambiaron cuando los pueblos se convir-
tieron al cristianismo. Y tampoco los desafios a los que se enfrentaron _
los arabes se modificaron con su conversi6n al Islam. Como se resume
en el capitulo xx, “Conclusiones”, el analisis comparativo de 16 civiliza-
ciones nos ofrece, para cada una de las fases esenciales analizadas, una
hipétesis explicativa especifica, a saber:
1. Las civilizaciones suelen surgir cuando las sociedades que han alcanzado
socioldgicamente la etapa civilizada y son reguladas por un régimen funcional
de élite-masa generan una cultura especifica, distinta de las existentes, y ma-
nifiestan una propensién expansiva sostenida para incorporarse nuevos valores
utilitarios, como Ia tierra y otros recursos materiales, en condiciones naturales
y operativas que permiten su subsistencia y expansion, y que no enfrentana
estas sociedades a impedimentos externos.
2. Las civilizaciones tienden a desarrollarse si persisten las condiciones que
favorecieron su surgimiento y su autosostenibilidad, y se cumple con dos condi-
ciones nuevas. En primer lugar, si adquieren una capacidad militar superior @ Ins
sociedades a las que se enfrentan, ya sea por su organizacién, disciplina y com-
batividad (Roma), por su tmpetu, habilidad y elevada motivacion ideolégica (
Islam) o por su clara superioridad técnica (el Occidente). En segundo lugar, st des:
arrollan una cultura favorable a su expansién, dotada de valores, instituciones
y practicas apropiados para ese fin.
3. Las civilizaciones entran en declive y se vuelven decadentes cuando pie! 7
su autosostenibilidad, ya sea por la pérdida de autooperacionalidad y/o de a
autorregulabilidad. La pérdida de autooperacionalidad puede ocurst po!
causa de una decisiva derrota militar, que priva a la(s) sociedad(es) 4
medios politicos y militares necesarios para continuar sosteniéndola
(6):
den
lospes oe a ee ee Se ee
en relacién con otra civilizaci6n contempordnea, cuyas normas tecnold-
gicas se ve obligada a adoptar por la necesidad de sobrevivir 0 por una
imposicién externa. A su vez, la pérdida de autorregulabilidad ocurre
cuando una civilizacién pierde la conviccién en sus valores 0 sus ideas
basicas del mundo, habitualmente como resultado de haber sido invadi-
da por una cultura ajena y més poderosa.
Otra diferencia basica entre Toynbee y nuestro estudio se relaciona
con la interpretacién del proceso historico. Este es visto por Toynbee des-
de sus primeros tomos, pero especialmente a partir del vu, como proce-
so teleolégico, mientras que nosotros lo interpretamos como un proceso
consecuencial, cuyas caracteristicas especificas no fueron planeadas por
nadie. A partir de innumerables acciones humanas, realizadas con los
propésitos mas variados, surge un resultado final que no corresponde
exacta y especificamente a ninguno de los designios de los actores, por
causa de los efectos resultantes de su interaccién recfproca y de los efec-
tos impredecibles derivados del puro azar, aun si, en determinadas cir-
cunstancias, un actor predominante ejerce una influencia predominante
sobre el resultado final.
Por consiguiente, aunque la historia no tenga una direccién predeter-
minada, el proceso histérico no es arbitrario ni improcedente. Ciertos
factores estructurales tienden a orientar el proceso histérico, en condicio-
nes dadas y por un tiempo, en cierta direccién general. Por otra parte, la
vida humana y la social no son repetitivas. Existen dimensiones hu-
manas en que el progreso acumulativo, si no resulta lineal ni continuo,
sf es observable, como en el caso de la ciencia y la tecnologia, aunque de
acuerdo con distintos paradigmas sucesivos. También existe, en térmi-
nos generales, una tendencia hacia una mayor humanizaci6n de la vida
social, no tanto por causa del progreso moral (aunque pueda observarse
cierto discreto progreso moral a largo plazo),*> sino porque las mejoras
técnicas y sociales logradas a través de mucho tiempo han facilitado
la vida y hecho posible satisfacer necesidades humanas basicas para
un mayor ntimero de personas sin necesidad de emplear violencia ni
engafio.
Lo que da a la extraordinaria realizacién de Toynbee su cardcter tinico
como el tratado mds importante escrito hasta hoy en el ambito de la Fi-
losoffa de la Historia, y que probablemente seré irrepetible, es la combi-
* La decisi6n de un gobernante puede imponer una ley. Sin embargo, su aplicacién suele corres-
Ponder menos exactamente a los designios del gobernanie.
® El progreso moral discreto resulta principalmente de la tendencia a humanizar la vida social
antes mencionada, como puede verse al comparar las condiciones medias en los mundos asirio,
romano y moderno.nacién de brillantes visiones y aS re eee 1 POSICiOng,
inadecuadas. Debe afiadirse algo sobre la idea de Toynbee de que g]
longado proceso de la historia va aproximando gradualmente ala hy,
manidad a Dios. El presente estudio no presupone la existencia de Dios
pero, como se ve en los capitulos xvi y XIX, las condiciones contemporg,
neas son de una naturaleza tan terminal que la humanidad esta aprox,
méandose con rapidez a una encrucijada: 0 bien las sociedades Perderg,
su autosostenibilidad, o bien seran aniquiladas por una suicida terog,
ra guerra mundial, o bien, de otra manera, se veran obligadas a ejarse
regular en lo interno por regimenes humanistas sociales e internacional. _
mente por un régimen de Pax Universalis, como el prescrito y previsty
por Kant.
3. EL curso DE LA Historia
La aparicién del hombre
Esta tercera seccion de la introduccién sefiala brevemente algunos de
los principales aspectos de que tratan los capitulos 1a xvm, cuyas conclu-
siones estan resumidas en el capitulo xix.
El capitulo 1 presenta sucintamente el proceso que condyjo a la apari-
cién del hombre y la civilizacién. Subraya el hecho de que las condicio- _
nes prehist6ricas ya estaban revelando hasta qué grado la preeminencia _
sociohistérica de los grupos humanos dependia de cierta combinacién —
de resistencia con racionalidad. Muestra cémo unos clactonienses y taya-
cienses mas primitivos pero mas rudos prevalecieron sobre los abbevi-
llienses y los acheulenses. Sin embargo, también muestra que, a plazo —
mas largo, lo que finalmente prevalece es la superioridad cultural: tien-
den a predominar las culturas de racionalidad operativa y conceptual-
mente mas comprensivas. Los mejores ejemplos histéricos son los casos
del logos helénico y el ethos judeocristiano.
La Prehistoria también muestra la profunda conexién existente entre la
humanizaci6n y la religiosidad. ;Cudndo se volvié enteramente human?
el homo primate? Se volvié plenamente humano cuando cobré cabal
conciencia de su mortalidad y expres6 sus esperanzas religiosas sobre
otra vida.
i
i
Evolucién y cultura
Sobre la base de los esfuerzos pioneros de Lamarck y Darwin, se ha le:
gado a un consenso cientifico sobre el proceso evolutivo que conduj?Ve
i > Pa: >... ate eee ee
aul, que vivid en Africa oriental a comienzos del Mivceno, hace 24 mi-
Hlones de atios, hasta el Homo habilis a comieneos del Pleistoceno, hace
mis de dos millones de aftos; al Homo erectus, have wn millon de atios; al
Homo sapiens arcaico, hace 300000 aitos, y al Home sapiens sapiens, hace
unos 100 000 aftos. Desde este eslabon final, la especie humana no ha su-
frido cambios evolutivos. A pesar de ello, la diterenciacidn geoclimitica
en la evolucién gradual del Homo erectus hacia adelante ha generado
cinco grandes subespecies geografica i
casoides, capoides y congoloides.
Ademas, la evolucién cultural ha producido cambios importantes en
la conducta humana desde el primitivo hombre paleolitico de hace cer-
cade un mill6n de afios. Como en el caso de la evolucisn bioldgica, tam-
bién la evolucién cultural queda basicamente condicionada por factores
geoclimaticos. En el periodo que siguis a la tiltima etapa glacial de Wiirm,
de cerca de 8300 a.C., hubo un rapido calentamiento de las zonas de gran
altitud, que permiti6 recolonizar al Asia central y septentrional. En
‘egiones se desarrollé una poblacién considerable, que adquirié
técnicas de crfa de ganado bovino y caballar. Después, con el deterioro del
clima, a partir de 4000 a.C., sucesivas oleadas migratorias de criadores
de ganado se difundieron de la cuenca del Tarim por todo Irin y Arabia
hasta llegar a Africa. A comienzos del segundo milenio antes de Cristo
ocurrieron otras oleadas migratorias de criadores de caballos al sur y al
sureste,
En el marco de estas variaciones climaticas se desarrollaron tres tipos
cos de cultura: culturas agricolas y sedentarias en las zonas tem-
pladas y, en otras regiones, culturas némadas de pastoreo de ganado y
otras atin més némadas de criadores de caballos. Tales avances cultura-
les condicionaron el proceso histérico hasta el siglo xvi d.C., especial-
mente el periodo que va de 4000 a.C. a 1000 a.C., y con mis intensidad
desde el siglo 1v hasta el vu de nuestra era.
La historia de estos periodos se caracterizé por la incorporacién de
técnicas de recria de ganado bovino, con base en adelantos del Neolitico,
y por la fusién —de grado o por fuerza— con poblaciones pastoriles. Al
mismo tiempo, pueblos barbaros de némadas criadores de caballos que
circundaban las zonas colonizadas invadieron éstas y aplastaron las ci-
vilizaciones primitivas, como en los casos de los harappas en la India y
los egeos en el Mediterraneo, 0 las dominaron, como en Mesopotamia
y Egipto. so
En un periodo ulterior, procesos similares —aunque en condiciones
mucho mas complejas— condujeron a la caida del Imperio romano de
australoides, mongoloides, cau-tS ee
de Mahoma, ombin6 las conquistas ae 1os at DATO ecuestres con al 4
pido desarrollo de una nueva gran civilizaci6n: el Islam. Desde o| | i
hasta el xiv, los barbaros vikingos, empleando la guerra ecuestre ly.
técnicas de navegacién, mantuvieron una continua arremetida Contra,
civilizacion occidental, desde el norte de Europa hasta Sicilia, y a4
‘ : 5 Arras
ron el norte de Rusia. En un periodo ulterior, desde fines del siglo
hasta mediados del x1y, jinetes mongoles devastaron grandes reas
Asia y de Europa oriental. Los turcos finalmente ejercieron una funcig
similar, al principio con los seljuks, atacando el califato abasida a comigy,
zos del siglo x1, y después Bizancio. Mas adelante, con la formaciéy dy
Imperio otomano, siguieron amenazando Europa hasta el siglo Xv)
pudieron sitiar Viena todavia en la segunda mitad del xvn. 1
La evolucién cultural, desde la época en que las civilizaciones echarmy
firmes raices en el mundo, siguié su marcha dentro del proceso historicg,
aunque ya no con el predominio de factores climaticos, sino en un mo.
vimiento de causaci6n circular por medio del cual Ja historia genen
innovaciones culturales y éstas a la vez condicionan el ulterior desarrollo
de la historia. En la seccién anterior, al analizar las ideas de Toynbee, ya
hemos considerado los dos sentidos en que entendemos la civilizaci
el sentido socioantropolégico y el histérico. ,
Los estratos de la civilizacién
El proceso de evolucién cultural que form6 las civilizaciones obedecis+
diferentes pautas, entre ellas las especificas, en cada caso, de las civilize
ciones primarias, secundarias y terciarias. En el presente estudio se ht
adoptado una versién ligeramente modificada de las clasificaciones de
Alfred Weber.
Son civilizaciones primarias aquellas que surgieron, directamente)
sin otro condicionamiento, de su precursora neolitica. En general, *
acepta que hubo siete civilizaciones primarias,%¢ cuatro de ellas en”
Viejo Mundo: Mesopotamia, Egipto, Harappa y el Shang, sobre el Rie
Amarillo, y tres en el Nuevo Mundo: la maya, la azteca y la inca. Last
vilizaciones secundarias se subdividen en las de primero y las de segur
do grados. Civilizaciones secundarias de primer grado son las que, ay i
que habiendo surgido directamente de su respectivo periodo neolitico
hicieron con conocimiento de la existencia de otras civilizaciones) i"
plos de ello son los hebreos, los hititas, los fenicios, los medos-pers**!
% Cf. Glyn Daniel, The First Civilizations, Nueva York, Thomas Y. Crowell, 1970 (1968):eg ee ee ee ee
i Jas que surgieron de la desintegracién total o parcial de una civilizacién
anterior; tal es el caso de la civilizacién helénica, que surgié de las ruinas
de la egea, y de Roma, que surgié en parte de la civilizacion etrusca y en
parte al destruirla.
Son civilizaciones terciarias las que resultaron de considerables trans-
formaciones de una precedente civilizacién secundaria de segundo gra-
- do. Tal es el caso de Bizancio y de la civilizacién occidental, frente a Roma.
También es el caso del Islam, civilizacién terciaria formada por medio
de la creaci6n por Mahoma, en la cultura arabe, de una religién que
incorporé elementos de las tradiciones judaica y cristiana.
E
i
EF
El curso de las civilizaciones
Esta obra estudia 16 civilizaciones, desde Mesopotamia hasta la civiliza-
_ cidn occidental. Esta tiltima es enfocada de acuerdo con cuatro etapas
basicas: 1) la formacién de Europa; 2) el Renacimiento; 3) el desarrollo
de Occidente, desde la época barroca hasta comienzos del siglo xx, y
4) el siglo xx.
Los anilisis efectuados en el presente estudio han levado a la conclu-
sién —empiricamente bien fundada— de que factores similares produ-
cen efectos equivalentes en diversas civilizaciones y tiempos histéricos.
Comparando las circunstancias, condiciones generales y factores rela-
_ cionados con el surgimiento, desarrollo y decadencia de las civilizacio-
_ nes estudiadas, ha sido posible observar empiricamente que los hechos
_ esenciales de la historia de las civilizaciones presentan ciertas regularida-
_ des. Tales regularidades han sido planteadas en la seccidn anterior de esta
introduccién. Se les esboza, aunque muy brevemente, en el capitulo xix.
_ Elandlisis comparativo de las civilizaciones estudiadas también mos-
tré regularidades de interés que atafien, entre otras cosas, a los siguien-
" tes acontecimientos o situaciones importantes: el proceso de cambio
- social; la religion; la relacién entre la élite y las masas; el poder y las ideas;
la ejemplaridad y la institucionalizaci6n; la modernizacién; la malicia y
el interés general; la centralizacién y la fragmentaci6n; el desarrollo y el
subdesarrollo; la globalizacién, y el progreso en la historia. En el capitu-
lo xix se analizan brevemente todas ellas.
En las conclusiones de este estudio se ha intentado analizar las pers-
Pectivas mas probables para la sociedad contemporénea y para la regula-
" cién actual del mundo. El curso de la historia de la civilizaci6n occidental
_ indica que ésta, de manera similar a lo que ocurrié con la civilizaci6nromana, ha Ilegado a su fase tardia. Asi como hubo una civilizacigy |
mana tardfa, correspondiente, hasta cierto punto, al periodo de la Ro,
cristiana, asi hay en la actualidad una civilizacion occidental tardia,
comenzé a surgir tras la primera Guerra Mundial y, de forma més acg|
rada, con la segunda. Asf como la Antigiiedad se convirtié en Antigig,
dad tardia en la medida en que su anterior cosmovisi6n civico-paga, |
fue remplazada por una visi6n cristiana del mundo, la civilizacién ogg,
dental se ha convertido en una civilizacién occidental tardia en la meg,
da en que su cosmovisi6n cristiana ha sido remplazada por una VisiGy,
cientffico-tecnolégica. |
El proceso de formacién de la civilizacién occidental tardia es coney.
mitante —en grado considerable— a otro proceso mas general: la for.
macién de una civilizacion planetaria, por la compleja interrelacién &
influencias que ha conducido a la creciente occidentalizacién de las civ.
lizaciones no occidentales que subsisten hasta hoy: la islamica, la india,
la japonesa y, de manera mas auténoma, la china. Tales civilizaciones,
estan siendo transformadas en variaciones de la civilizacién occidental,
tardfa, la que a su vez absorbe cada vez més elementos de civilizaciones,
no occidentales desde Africa, el Oriente y los amerindios del Nuevo,
Mundo. Todo el proceso va marchando hacia la formacién de una civil:
zacién planetaria, que a largo plazo sera integrada por varias subespe
cies, expresion de las precedentes civilizaciones que fueron Tlevadasa_
fundirse con la predominante occidental tardfa. Las diferencias entree
tas subespecies, hasta cierto punto, seran similares a las que hoy existe
entre anglosajones, germanos, latinos, nérdicos y eslavos dentro del:
civilizaci6n occidental.
Otra cuestién importante para las préximas décadas es el curso qu
més probablemente adoptaré la actual sociedad de masas tecnolégicay
consumista. El consumismo no es una novedad contemporanea: ha su
gido recurrentemente desde el primer periodo intermedio egipcio (a.
2175-1991 a.C.) o el babildnico tardfo. Sin embargo, el consumismo
tempordneo esté adquiriendo cada vez més un cardcter permanent)
cobrando, con gran rapidez, proporciones alarmantes. Un consumism™
total y no transitorio llevaria a las sociedades contempordneas @ lap
dida de su capacidad de autosustento. ;Qué clase de valores correctiN
podran llegar a prevalecer sobre un consumismo perenne? ;
La tiltima parte del libro trata de las perspectivas de la sociedad a
tempordnea. También, de la clase de orden mundial que mas prob
mente se formard en los afios venideros tras el fin del régimen bip? ,
que domin6 al mundo hasta el desplome de la Unién Soviética en Pi
El mundo, tal como hoy parece probable, ser regulado por una
aAmericana, con la consolidacién y la generalizacién de una hegemonia
mundial estadunidense? 20 bien aleanzara una Pax Universalis, regulada,
con la égida de las Naciones Unidas, por un régimen multipolar, dirigido
por un consorcio de las grandes potencias? Las posibilidades de estas
dos opciones se analizan en los capfitulos xvm y xx. Cualquiera que sea
el resultado, podemos afirmar una cosa, siguiendo lo que ya fue previs-
toy prescrito por Kant: slo un acuerdo que conduzca a una Pax Univer-
salis, con una regulaci6n racional y razonablemente equitativa de los
asuntos mundiales, ser capaz, en las condiciones tecnoldgicas actuales,
de asegurar la supervivencia de la humanidad.
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