You are on page 1of 356

Actas de las

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica:


Dialogando con la cultura material
Tomo I

Madrid, 3-5 de septiembre de 2008


(JIA 2008)

(Coord.): OrJIA
Jaime Almansa Sánchez David Javaloyas
Fernando Alonso Burgos Sandra Lozano Rubio
Cristina Charro Lobato Juan Francisco Martínez Corbí
Fernando Colino Polo Lucía Moragón Martínez
Manuel A. Fernández Götz Gustavo Pajares Borbolla
Núria Gallego Lletjós Paloma de la Peña Alonso
David González Álvarez Jesús Rodríguez Hernández
Fernando Gutiérrez Martín Jose Mª Señorán Martín

OrJIA
Título de la obra: Actas de las I Jornadas de Jóvenes en Investigación
Arqueológica: dialogando con la cultura material
Tomo: I

Coordinadores: OrJIA

Edita: Compañía Española de Reprografía y Servicios, S.A.

Cubierta: Pedro R. Moya Maleno

Maquetación: David González Álvarez, Sandra Lozano Rubio, Lucía


Moragón Martínez y Jesús Rodríguez Hernández

Imagen de cubierta: Paloma de la Peña Alonso

Depósito legal: M-55285-2008


I.S.B.N.: 978-84-92539-25-3 (de la obra completa)
978-84-92539-23-9 (del tomo I)
978-84-92539-24-6 (del tomo II)
Año de edición: 2008
Imprime: C.E.R.S.A.
C/Santa Leonor, 63 - 2º H
28037 - Madrid
www.publicarya.com
ACTAS DE LAS I JORNADAS DE JÓVENES EN INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA:
DIALOGANDO CON LA CULTURA MATERIAL (Tomo I)

Presentación
1
OrJIA

SESION 1. DIÁLOGOS INICIALES: DE LA TIERRA A LA PRIMERA 5


HUMANIDAD

Los ambientes de la prehistoria. Génesis de modelos dinámicos del medio ambiente 7


del Pleistoceno.
Fernando Colino Polo
Chimpanzee (Pan troglodytes) material culture: Implications on Taxonomy 15
Vanessa Campanacho
El Paleolítico Superior inicial en la zona mediterránea de la Península Ibérica: 21
evidencias, interpretaciones y reflexiones
Paloma de la Peña Alonso
"It’s Grim Up North": Some thoughts on the British Aurignacian 29
R. Dinnis
A ocupação gravetense de Vale Boi (Terraço): resultados preliminares 37
João Manuel Marreiros
Dinámicas de poblamiento y ejes de tránsito de los cazadores-recolectores 43
superopaleolíticos en el territorio histórico de Araba
Maite García Rojas y María Izquierdo Camisón
Tecnología lítica solutrense do Abrigo de Vale Boi (Algarve, Portugal): resultados 49
preliminares
João Cascalheira
A exploração do quartzito no epipaleolitico da Estremadura Portuguesa – O caso de 57
Santa Cita
Telmo Pereira
A Tecnologia lítica no tardiglaciar do algarve. Resultados preliminares 65
Carolina Mendonça

SESIÓN 2. DIÁLOGOS NECESARIOS: CIENCIAS AUXILIARES EN 71


ARQUEOLOGÍA

Pasado, Presente y Futuro sobre la representación del registro lítico prehistórico. 73


Hacia una nueva metodología: Dibujo tecnológico asistido por ordenador
Daniel Rubio Gil
Tecnología y Funcionalidad: Dialogando con las trazas 81
Ignacio Martín Lerma y Bárbara Avezuela Aristu
Análisis de trazas en los artefactos de madera de La Draga: Propuestas 87
metodológicas y primeros resultados
Oriol López Bultó
La calcita como desgrasante añadido en cerámicas arqueológicas prehistóricas: 93
estado de la cuestión
Daniel Albero Santacreu
Los juegos cromáticos en la cultura material arqueológica. La policromía en bronce 101
Diana T. Lafuente Fernández
El estudio arqueométrico del vidrio: métodos y perspectivas 109
Teresa Palomar Sanz
El paisaje de un recinto de fosos: la prospección en torno a “El Casetón de la Era II” 117
(Villalba de los Alcores, Valladolid)
Marcos García García
La capa patrimonial de la IDEE. Importancia del Patrimonio Arqueológico como capa 123
interoperable
Mª Aránzazu Respaldiza Hidalgo
Arqueología de los paramentos en las Islas Chafarinas 129
Cristina Tejedor Rodríguez y Sonia Gámez Gómez
Geoarqueología del Yacimiento Paleolítico del Estanque de Tormentas de Butarque 135
(Villaverde, Madrid)
Saleta De los Arcos Fernández; Núria Gallego Lletjós; Carlos Gil Ortiz; Iván González
García y Yravedra Sainz de los Terreros
¿Qué edad tienes? o la dificultad de estimar la edad a partir de restos 141
arqueofaunísticos
Lourdes Andúgar; Edgard Camarós; Lídia Colominas; Elisabeth Lladó; Núria Padrós; Carles
Tornero; Alejandro Valenzuela y Ester Verdún
Análisis microespacial de una Motilla. El “Corte A” de la Motilla de Santa María del 147
Retamar
Rebeca Lenguazco González

SESIÓN 3. DIÁLOGOS CONTINUOS: COMIENZOS DE LA PREHISTORIA 153


RECIENTE.

Los humedales y las zonas endorreicas en los modelos de colonización del interior 155
peninsular durante el Neolítico Antiguo: el valle de Ambrona y el valle del Ebro
Íñigo García Martínez de Lagrán
Cerámica y Sociedad: La producción alfarera neolítica en el Sur Peninsular 163
Aixa S. Vidal
Estudio preliminar de los materiales líticos prehistóricos de la Cova del Sardo, Vall de 171
Boí, Alta Ribagorça, Lleida. (c. 4.500-2.500 cal ANE)
Jèssica Planet Masvidal; David Rodríguez Antón y Virginia García Díaz
Los objetos de adorno del Campaniforme Sardo y su trascendencia social 175
Claudia Pau
El adorno personal en el sureste de la Península Ibérica. La Necrópolis del 183
Yacimiento Calcolítico de Los Millares
María Díaz de Torres
El mundo ritual en la prehistoria reciente: una reflexión a propósito del caso de “Los 191
Cercados” (Mucientes, Valladolid)
Angel Salvador García Barrios
Cerâmica de Ornatos brunidos do bronze final. Em busca do Processo de Produção. 199
Estudo preliminar de um conjunto proveniente do Castelo de Arraiolos (Évora,
Alentejo)
Ana Bica Osório
Plantas y Fenomenología de la Muerte durante el Bronce Medio y Final en Menorca 207
David Javaloyas; Llorenç Picornell y Gabriel Servera Vives

SESIÓN 4. DIÁLOGOS DE LO MATERIAL Y LO INMATERIAL: DEL PRESENTE 213


HACIA EL PASADO

Etnografía y Etnohistoria aplicadas a la Hispania céltica 215


Pedro R. Moya Maleno
Etnias y cultura material: una mirada desde la Etnoarqueología 223
Manuel A. Fernández Götz
Etnoarqueologia en los tiempos que corren 229
Juan Martín Dabezies y Nicolás Gazzán
Etnoarqueología del paisanaje tradicional como fuente de información en 237
Arqueología
David González Álvarez

SESIÓN 5. DIÁLOGOS FÉRREOS: SOCIEDADES EN LOS ALBORES DE LA 245


HISTORIA

Composición y Metodología de Análisis de concheros aplicada a los castros litorales 247


gallegos
Víctor Bejega García
Resultados obtenidos en el análisis de un conchero: el caso de los castros litorales 255
gallegos
Eduardo González Gómez de Agüero
Herramientas agrícolas y forestales de la Meseta Norte en la II Edad del Hierro 263
David Peñas Pedrero
Aproximación a los trabajos de investigación en los castros de Peñas de la Cerca y 271
de el Castillón (Zamora)
Oscar Rodríguez Monterrubio y Jose Carlos Sastre Blanco
Las actividades ganaderas y cinegéticas durante la Edad del Hierro en la Meseta 279
Norte de la Península Ibérica
Laura Llamazares Sánchez
Nuevas aportaciones al estudio de la Prehistoria reciente en la Serranía de Cuenca: 287
El cerro del Castillo del Buen Suceso (Cañada del Hoyo – Cuenca)
Elena Vega Rivas
Métodos de Prospección para el Registro de Materiales Cerámicos. El Caso de Torre 295
del Moro (Alcaudete, Jaén)
Laura Wiña Garcerán
Nuevas metodologías para el estudio de las producciones metálicas prehistóricas 303
Manuel Eleazar Costa Caramé
Los patrones de poblamiento como identificador étnico: las etnias vettonas 309
Jesús Rodríguez Hernández
¿Qué hay -y no hay- de las necrópolis de vettones y vacceos? Una visión crítica del 317
registro arqueológico
Juan Francisco M. Corbí
Los orígenes del urbanismo en Centroeuropa: nuevas investigaciones sobre los 325
“centros principescos” del Hallstatt final
Manuel A. Fernández Götz
Cultura material y territorialización del paisaje 329
Jesús García Sánchez
Estudio de los verracos del Valle Medio del Tajo. Una aproximación desde el Paisaje 335
Cristina Charro Lobato
Sistemas defensivos pré-romanos no Noroeste de Portugal: povoados fortificados no 341
Minho e em Trás-os-Montes Ocidental
João Fonte; Gonçalo Cruz y Juan Martín Dabezies
"Lo personal es político"
Kate Millett, 1970
JIA 2008

PRESENTACIÓN

En noviembre de 2007 un grupo de doctorand@s del Departamento de


Prehistoria recibimos un e-mail en el que se solicitaba ayuda para poner definitivamente
en marcha una iniciativa que hacía años venía gestándose: la de organizar una reunión
de jóvenes investigadores e investigadoras relacionados con los estudios arqueológicos.
Entonces, ningun@ podíamos imaginarnos la magnitud que alcanzaría. Así comenzaron
dos proyectos que han discurrido en paralelo desde aquel momento: por un lado, la
constitución de un grupo de jóvenes investigadores e investigadoras de Arqueología
vinculados al Departamento de Prehistoria de la UCM (al principio JIA, hoy OrJIA). Y en
segundo lugar, la organización de una reunión de jóvenes en investigación arqueológica
(JIA 2008) que ha acabado alcanzado dimensiones peninsulares. La culminación de este
último proyecto es la publicación de estos dos volúmenes con los resultados de las “I
Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica. Dialogando con la cultura material”,
celebradas en la Universidad Complutense de Madrid entre los días 3 y 5 de Septiembre
de 2008. Pretendemos en las siguientes páginas introductorias explicar cómo se gestó el
JIA 2008, a la par que ofrecer una valoración y una mirada hacia el futuro. Pero
permitidnos primero hablar un poco de nosotr@s.
JIA-OrJIA
Con el impulso y el ánimo de la organización de la reunión, se creó un grupo de
discusión a través de un foro en Internet. En él se establecieron interesantes debates en
torno a la Arqueología como disciplina, a nuestra organización como colectivo, a nuestra
función, a la situación de l@s jóvenes investigador@s, etc., en el que todos y todas
dialogamos largo y tendido. Es de estos diálogos y de la reflexión colectiva de donde
surgieron las ideas centrales para el diseño de estas Jornadas que hoy presentamos.
De estos debates surgió también el carácter de organización asamblearia de
nuestro grupo. Llegado el momento de constituirnos decidimos mantener la misma
organización en asamblea que, hasta ese momento, estaba funcionando de forma
espontánea a través de Internet: aquélla en la que todos y todas exponen su opinión,
escuchan y discuten la del resto, las decisiones se toman por consenso a partir de estos
diálogos, donde todo el mundo aporta lo que puede y es importante por ello, donde las
responsabilidades, las tareas y los resultados finales son del colectivo. Al margen de las
Jornadas, la constitución de nuestra organización responde a la necesidad de crear un
grupo cohesionado que sirva de apoyo para compensar la soledad en la que a menudo
se desarrolla la investigación y que fomenta nuestro potencial creativo como colectivo. Su
principal prioridad ha sido, desde que surgió, la de crear un espacio común de diálogo,
debate y apoyo mutuo entre aquell@s que compartimos una cotidianeidad y problemática
común derivada de la actividad investigadora y de los estudios arqueológicos.
Dado que tanto el colectivo como las Jornadas surgieron en paralelo (en el tiempo
y en el ánimo) ambos pasaron a tener el mismo nombre (JIA). Sin embargo, queremos
dejar presente aquí nuestra intención de que ambas cosas queden desvinculadas. Por
ello nuestra asamblea ha tomado la decisión de cambiar su nombre, añadiendo
“organización” (así, OrJIA). Por un lado, no queremos que la asamblea se reduzca a la
organización de las Jornadas -aunque hasta el momento han sido nuestra principal
actividad-. Pero mucho menos pretendemos que las reuniones de Jóvenes en
Investigación Arqueológica (JIA) sean sólo de nuestro colectivo. Por el contrario,
esperamos que el JIA 2008 haya servido como un primer paso para la creación de una
red de investigador@s jóvenes a nivel nacional y que se manifieste en un carácter
itinerante de las reuniones.

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
2
OrJIA

JIA 2008. “I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogan-


do con la cultura material”.
La convocatoria se realizó bajo el título “I Jornadas de Jóvenes en Investigación
Arqueológica. Dialogando con la cultura material”. Y, obviamente, este título no es
casual. Con él se pretendieron recoger las líneas que daban cuerpo a las Jornadas tal y
como las diseñamos. En general, la idea era que el título fuera tan abierto como nuestra
convocatoria. Ante todo queríamos que todas las posturas se sintieran cómodas en estas
Jornadas, abriendo las puertas sin miedo a los trabajos jóvenes, libres de complejos y
con el apoyo de un foro abierto y generoso.
“Jóvenes en Investigación Arqueológica” (JIA): hace referencia a la investigación
joven. Así, el único requisito para participar fue no haber defendido la tesis doctoral.
Pero, el término joven, además de sinónimo de incipiente, quería recoger el sentido de
renovación e innovación, de mirada hacia el futuro. Así, pensábamos que estas
reuniones servirían para reconocer las dinámicas que nos impulsan y en las que fijamos
nuestra atención, pues serán las que marquen la Arqueología en los años sucesivos.
La alusión a los “diálogos”, tanto en el título general, como en los títulos de las
sesiones, tiene que ver con la idea de reflexión, comunicación y discusión que guía
nuestra acción como colectivo y que ha inspirado esta reunión. No obstante, también
pretendíamos remarcar el aspecto dialéctico que mantenemos con el registro
arqueológico a través de nuestra actividad. Dialogando con la cultura material,
dialogamos entre nosotr@s, sobre nuestro trabajo y nuestra experiencia. Creemos que
existen suficientes foros académicos en los que otr@s investigador@s, más veteran@s,
pueden dar a conocer de forma cómoda los resultados de sus trabajos. Pero hay una
falta de oportunidades para que aquéll@s investigador@s no consolidad@s expongan
sus trabajos y, sobre todo, lo hagan en condiciones de equidad. La excelente acogida de
las Jornadas ha demostrado la necesidad de encuentros de este carácter. L@s jóvenes
investigador@s estaban deseos@s de dar a conocer sus trabajos y de compartirlos con
el resto de colegas.
Con “cultura material” queríamos introducir en el título aquello que creemos que
es común a la actividad arqueológica: el estudio de la materialidad, sea del tipo que sea y
pertenezca al momento que pertenezca, haciendo manifiesta nuestra intención de no
restringir las Jornadas a la Prehistoria.
Y, por último, decidimos introducir el año dentro del título –JIA 2008- y el ordinal
“primeras” para dejar patente nuestra intención de que ésta fuera una convocatoria con
periodicidad anual. Queremos hacer del JIA una cita de referencia en la que l@s jóvenes
investigador@s se reúnan, y no un evento coyuntural y aislado. No obstante, este ánimo
ha quedado fortalecido a partir del interés suscitado y el seguimiento de tod@s l@s
participantes. Ahora, más que antes, creemos en la importancia de esta reunión.
Tras la apertura de la convocatoria, a principios del año 2008, recibimos una
avalancha de propuestas. Al final hubo 115 participantes que presentaron un total de 61
comunicaciones y 16 pósteres. Participaron investigador@s de 11 Comunidades
Autónomas y Portugal. Además, se contó con otras aportaciones extrapeninsulares
procedentes del Reino Unido, Argentina y Uruguay.
Lanzamos una convocatoria completamente abierta, pues no quisimos diseñar
sesiones que limitaran las propuestas. Fue después, con todas las propuestas sobre la
mesa, cuando organizamos las 11 sesiones en las que se dividieron las Jornadas y que
constituyen ahora el esqueleto de estas actas.
Por su parte, los pósteres tuvieron un espacio en el vestíbulo central, donde
estuvieron expuestos a lo largo de los tres días que duraron las Jornadas. En la
programación quisimos reservar un espacio de tiempo para que fueran comentados y
discutidos con l@s autor@s. Durante este tiempo, en torno a los pósteres, se generó una
3
PRESENTACIÓN

intensa y agradable interacción entre l@s participantes. Aunque en las Jornadas los
pósteres no estaban incluidos en ninguna de las sesiones, los hemos integrado en estas
actas en el capítulo de la sesión temática correspondiente.
Además, OrJIA organizó una mesa redonda en torno al tema de “La realidad
laboral en Arqueología” (poniendo el caso madrileño como ejemplo). Éste es un tema
que nos preocupa a l@s miembros del colectivo y, creemos, que es de especial interés
para l@s jóvenes profesionales, que frecuentemente nadan entre las olas de
instituciones (universidades, CSIC, museos...), empresas privadas y administraciones
públicas que, por lo general, se dan la espalda. Invitamos a representantes de los
sectores que protagonizan actualmente la Arqueología para que expusieran su visión
sobre los problemas de la profesión. Sus contribuciones y el posterior debate que
suscitaron se encuentran aquí transcritos.
En paralelo organizamos una exposición-concurso de fotografía para que quien
quisiera presentase fotos relacionadas con la Arqueología pero que tuvieran, sobre todo,
un valor estético más que documental. Éstas estuvieron expuestas también en el
vestíbulo central y fueron sometidas a votación por l@s asistentes y participantes a las
Jornadas. Las dos ganadoras podéis verlas en las portadas de los volúmenes de estas
actas.
En definitiva, como colectivo estamos muy satisfech@s con el transcurso de las
Jornadas. Esto nos aporta el ánimo necesario para seguir con el JIA, cuya convocatoria
del 2009 está ya en curso, partiendo de la esencia del JIA 2008 pero cambiando, en
parte, su estructura. Y, sobre todo, con la ilusión de que otros colectivos estén dispuestos
a compartir estas tareas con OrJIA de ahora en adelante y a recoger el testigo en años
sucesivos.
Por último, queríamos aprovechar esta presentación para agradecer a tod@s l@s
participantes en el JIA 2008 por su interés y por hacer de estas Jornadas algo tan
emocionante. Las Jornadas han sido el resultado de vuestro esfuerzo y esperamos que
todos y todas así lo hayáis percibido. Gracias y felicidades por la participación activa,
respetuosa y constructiva en los debates de cada una de las sesiones.
Desde OrJIA queremos también agradecer a quienes han apoyado de uno u otro
modo a que esta reunión pudiera realizarse. El Decanato de Geografía e Historia y el
Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense han puesto en nuestras
manos toda la infraestructura y los equipos que hemos precisado. Además, el
Vicerrectorado de Investigación y Política Científica de la Universidad Complutense y el
Departamento de Prehistoria de esta universidad han aportado la financiación económica
para la organización de la reunión y, sobre todo, para la publicación de sus resultados
con la edición de estas actas. En este punto queríamos expresar nuestro especial
agradecimiento al Departamento de Prehistoria, y a su director Gonzalo Ruiz Zapatero,
por abrazar nuestro proyecto, por sus consejos y por sus rescates en momentos
delicados, respetando, a la vez, nuestra independencia.

OrJIA: Organización de Jóvenes en Investigación Arqueológica


Madrid, Diciembre de 2008
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 5-66

SESIÓN 1:
Diálogos iniciales: De la Tierra a la primera
Humanidad

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 7-13

LOS AMBIENTES DE LA PREHISTORIA. GÉNESIS DE MODELOS DINÁMICOS


DEL MEDIO AMBIENTE DEL PLEISTOCENO

Fernando Colino Polo


colino_polo@yahoo.es

RESUMEN

El interés por el medio ambiente en el que vivió la humanidad ha constituido uno de los temas fun-
damentales de la investigación prehistórica, fundamentalmente la centrada en el mundo del Pleistoceno. La
Paleoecología, ciencia encargada de las relaciones entre los seres vivos y el medio, había jugado tradicional-
mente un papel secundario. Los cambios a los que esta parte de la investigación prehistórica se vio abocada a
partir de la década de los ’80 parecen haber situado a la Paleoecología en una situación privilegiada. Por otro
lado, el tradicional desarrollo de la investigación en esta disciplina ha limitado en buena medida su aporta-
ción, hecho que parece estar cambiando en los últimos años. Para concluir, se realizan algunas reflexiones so-
bre ese cambio además de algunas aportaciones.

ABSTRACT

The interest by the environment on which the humanity lived has constituted one of the fundamental
subjects of the prehistoric investigation, essentially the centered one in the world of the Pleistocene. The Pale-
oecology, science in charge of the relations of the alive beings and the environment, had played a secondary
role traditionally. The changes which this part of the prehistoric investigation was led as of the decade of the
'80 seem to have located to the Paleoecology in a privileged situation. On the other hand, the traditional de-
velopment of the investigation in this discipline has limited largely its contribution, fact that seems to be
changing in the last years. In order to conclude, some reflections are realised on that change besides some
contributions.

Palabras Clave: Pleistoceno. Paleoecología. Historiografía. Modelos. Paleolítico.

Keywords: Pleistocene. Paleoecology. Historiography. Models. Paleolithic.

“¿Hay leyes del caos? ¿Acaso no es el caos, por defini- miento de la enorme antigüedad de la Humanidad,
ción, ‘imprevisible’? Veremos que no es así, sino que la la existencia de una humanidad fósil (Daniel,
noción de caos nos obliga a reconsiderar la noción de ‘le- 1974). Los primeros prehistoriadores, pensando en
yes de la naturaleza’”. este caso en aquellos que se dedicaron a la parte
más antigua de la ciencia prehistórica, comenzaron
Ilya Prigogine (2008): Las leyes del caos, p. 5.
a desarrollar los primeros estudios de la humanidad
del Cuaternario mediante el empleo de metodologí-
as procedentes de las ciencias naturales, esencial-
1. El papel del medio ambiente en la inves-
mente de la Geología (Coye, 2005). El interés por
tigación del Pleistoceno: una introducción
la estratigrafía o el contenido de los depósitos sedi-
histórica.
mentarios (restos paleontológicos fundamentalmen-
El medio ambiente en el que la humanidad ha te) son los elementos más destacables. Pero la pro-
desarrollado su existencia ha jugado tradicional- ximidad entre Geología y Prehistoria no solo se cir-
mente un papel de primer orden en el estudio de las cunscribía a la aplicación de metodologías simila-
sociedades del Pleistoceno, así como en otros perio- res. En las primeras interpretaciones del registro ar-
dos históricos. Su relevancia puede remontarse in- queológico queda clara la aplicación de varios prin-
cluso a momentos previos al surgimiento de la cipios teóricos procedentes de la Geología como se
Prehistoria como ciencia formal, a mediados del si- hace evidente en el empleo de los conceptos de: fó-
glo XIX (Daniel, 1973; Groenen, 1994). Concreta- sil director, asociación estratigráfica, el empleo de
mente, los partidarios de las explicaciones catastro- localizaciones epónimas o la designación de épocas
fistas usaron una causa ambiental, como fue el dilu- (Guillomet-Malmassari, 2005).
vio bíblico, para dar explicación a la evolución del
registro paleontológico (Stoczkowski, 1993). Édouard Lartet aplicó con rigor los principios
de la estratigrafía como se aprecia en el empleo de
El triunfo del Uniformismo geológico, de la la cronología bioestratigráfica (Moro, 2005). De la
mano de Charles Lyell, llevó aparejado el reconoci- mano de este investigador provienen términos como

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
8
FERNANDO COLINO POLO

“Edad del Mamut” o “Edad del Reno”. Implícita- frentarse a dos problemas fundamentales. El prime-
mente, Lartet estaba aludiendo a un medio ambiente ro, nada nuevo, era la ordenación del registro ar-
cambiante a lo largo de la historia de la Humani- queológico. El segundo era poder explicar la varia-
dad. bilidad del registro dentro de un mismo periodo. La
solución que el autor dará a estos problemas será su
Gabriel de Mortillet fue el primer investigador
teoría des phylums paralléles. Breuil mantenía que
que instituyó un paradigma dentro de la investiga-
en el origen de la humanidad se formaron dos civili-
ción prehistórica (Coye, 2005). De la misma forma
zaciones diferentes que poseían tradiciones indus-
que sus predecesores y sus sucesores, el apoyo en
triales propias (Bordes, 1950). Las tradiciones in-
las disciplinas geológicas será parte fundamental
dustriales de estas civilizaciones evolucionaron a lo
dentro de sus planteamientos. Su interpretación his-
largo del tiempo posibilitando su ordenación. En lo
tórica de las sociedades del pasado estaba fundada
que nos concierne para este artículo fue la explica-
en la concepción de estadios que se iban sucedien-
ción de la variabilidad lo que resulta interesante.
do a lo largo del tiempo. En teoría, estos estadios
Breuil explicó que estas dos civilizaciones estaban
deberían poder describirse a escala mundial me-
adaptadas a medios ambientes diferentes: cálidos y
diante la presencia de algunos fósiles guía. De este
fríos. En consecuencia, las dos ramas industriales
modo a cada estadio le correspondía un registro pa-
diferenciadas por Breuil quedaban asociadas a di-
leontológico, antropológico y arqueológico propio.
chos medios: las industrias de lascas se asociaban a
Al autor debemos la acuñación de términos como
climas fríos y las de bifaces a climas cálidos. Llega-
Achelense o Musteriense al modo de los pisos geo-
dos a este punto, la concordancia entre los fenóme-
lógicos. No parece existir un acuerdo en cuanto al
nos geológicos y el registro otorga una relación de
principio general que rigió este paradigma. Autores
causalidad entre ambos (Coye, 2005). En este caso,
como Trigger (1992) mantienen que el evolucio-
sí parece más clara la vinculación de Breuil con la
nismo sustentaba el pensamiento del investigador
teoría evolucionista. Un medio ambiente cambiante
francés, apoyado en el concepto de evolución lineal
ejercía una clara presión selectiva sobre las civiliza-
del registro y en la especial relación de la investiga-
ciones que iban transmitiendo sus tradiciones a lo
ciones paleolíticas con el estudio del medio am-
largo del tiempo a la vez que se adaptaban (Gau-
biente. Otros, en cambio, aludiendo al objeto pri-
cher, 1993).
mordial de la investigación en aquel momento (la
ordenación del registro arqueológico) lo encuadran Henri Breuil consiguió con su teoría, pese a ser
en el Transformismo lamarkiano (Groenen, 1994; refutada contundentemente tras la Segunda Guerra
Guillomet-Malmassari, 2005). Estos últimos acier- Mundial, que las investigaciones paleolíticas conce-
tan al plantear que el concepto de perfeccionamien- dieran al medio ambiente un papel francamente re-
to es inherente a la ordenación del registro arqueo- levante.
lógico planteada por Mortillet. Además de esto, el
2. Los estudios del medio ambiente del
autor hace explícito, en alguna ocasión, que el pro-
Pleistoceno.
greso es la ley que rige al Universo y a la Humani-
dad (Groenen, 1994, p. 88). Por otro lado, Mortillet La síntesis histórica que acabamos de presentar
admite la enorme importancia que el medio ambien- nos lleva justo hasta el actual momento de los estu-
te tiene en el transcurso de la Prehistoria, siendo un dios de medio ambiente en la investigación prehis-
factor muy importante en el proceso de perfeccio- tórica. Este momento arranca a mediados del siglo
namiento, aunque la causa última del desarrollo his- XX de la mano de François Bordes.
tórico es el impulso de progreso. Las excavaciones de Pech de l’Aze y Combe
El primer investigador de importancia que con- Grenal supusieron un modelo en las investigaciones
cederá al medio ambiente un papel determinante en paleolíticas (Vega, 2001). Efectivamente, la meto-
el devenir de las sociedades humanas será Henri dología empleada en esos yacimientos respondía a
Breuil. La concepción global y unilineal de G. Mor- una nueva concepción de los estudios paleolíticos al
tillet fue duramente criticada desde los inicios del incluir en los grupos de investigación a muy diver-
Siglo XX. Breuil basará sus interpretaciones, de sos especialistas que formaban equipos interdisci-
nuevo, en sólidas bases geológicas y, como nove- plinares. En el seno de estos equipos se discutían
dad, climatológicas (Bordes, 1950; Coye, 2005). A los problemas y se elaboran en conjunto las solucio-
principios de siglo, Penck y Brückner describieron nes a los mismos. En A tale of two caves (Bordes,
los procesos glaciares en los Alpes que constituye- 1972) se enumeran los diferentes análisis emplea-
ron la referencia básica durante buena parte del si- dos en el curso de la investigación de los menciona-
glo. Años más tarde, Milankovitch planteó su teoría dos yacimientos: palinológico, sedimentológico y
astronómica sobre el origen de los periodos climáti- de industrias -el llamado método Bordes- a los que
cos. Estos elementos constituyeron serios pilares en hay que sumar los trabajos desarrollados por otras
las formulaciones de Breuil. El autor tuvo que en- ramas de la Paleontología. El total o parcial cariz
9
LOS AMBIENTES DE LA PREHISTORIA. GÉNESIS DE MODELOS DINÁMICOS DEL MEDIO AMBIENTE DEL...

medioambiental de estas técnicas aporta una clara a modo individual o agrupados en una comunidad
imagen de la importancia que el estudio del medio ecológica- y el medio ambiente en el que habitan
ambiente había cobrado. Pero, por otro lado, no es (Gee y Giller, 1991). Por lo tanto, los restos de los
menos cierto que el protagonismo del entorno me- seres vivos se convierten en marcadores del medio
dioambiental es secundario. Pensando, sobre todo, ambiente que habitaron. Como se hará evidente,
en la revisión que F. Bordes realizó para el Paleolí- esta afirmación otorga una nueva dimensión a la
tico Medio (en especial para el Musteriense) puede Paleoecología, ya que consigue superar la mera des-
concluirse que el principal tema de discusión se cripción del registro y la reconstrucción de los pale-
centró en la significación de las diferentes indus- oambientes, logrando establecer las relaciones
trias (Bordes y Soneville-Bordes, 1970; Binford, efectivas entre los seres vivos y su medio.
1973; Mellars, 1988; Dibble y Rolland, 1992) para
El estudio del registro fósil está sujeto a los mis-
lo cual el medio ambiente no jugó un papel deter-
mos requisitos metodológicos y enfrenta los mis-
minante.
mos problemas que cualquier otro registro geológi-
Actualmente, superado el paradigma bordesia- co (Birks y Birks, 1980; Delcourt y Delcourt,
no, parece existir una revitalización del papel que el 1991). Por ello, en la discusión previa de cada tra-
medio ambiente del Pleistoceno ha jugado en la his- bajo, se refleja una preocupación por las estrategias
toria más antigua de la humanidad. Buena parte de de muestreo, la rigurosidad en el control estratigrá-
esta revitalización se ha realizado desde el manejo fico, las capacidades de conservación, los posibles
de las mismas metodologías que se han usado a lo sesgos tafonómicos, problemas de definición taxo-
largo de la segunda mitad del S. XX, lo que debe nómica, cambios laterales del registro, correlacio-
hacer reflexionar en el escaso impacto que la expli- nes, etc. (Gee y Giller, 1991; Cruzan y Templeton,
caciones medioambientales han tenido en la investi- 2000) y, además, las conclusiones de los paleoecó-
gación de buena parte de la segunda mitad del S. logos están condicionadas por su escala de estudio
XX, realidad que, por otro lado, parece estar cam- (Brandt, 1984; Delcourt y Delcourt, 1991). Es de-
biando. cir, el tipo de proceso que puede ser descrito (colo-
nización, predación, extinción, convivencia, etc.)
3. El medio ambiente del Pleistoceno: una
está en directa relación con la amplitud espacio-
mirada desde la Paleoecología.
temporal del objeto de estudio. En el mismo senti-
Los estudios de medio ambiente pueden agru- do, la naturaleza de las variables de estudio condi-
parse en lo que entendemos por Paleoecología. El ciona las conclusiones que pueden obtenerse de
objeto de esta disciplina no puede ser descrito sim- ellas. La conjunción de estas variables y su marco
plemente como una ecología del pasado. La ecolo- espacio-temporal han posibilitado la definición de
gía se define como la ciencia que tiene por objeto la índices ecológicos. Estas herramientas de análisis
abundancia y distribución de los organismos, así probabilístico permiten aproximarse a determinados
como las interacciones que las determinan (Begon aspectos del medio ambiente. La conjunción de va-
et alii., 1986). En el concepto de interacción deben rios de estos índices son los que permiten obtener
incluirse las relaciones de los seres vivos con su una imagen del paleoambiente y de los procesos
medio físico y químico además de con otros seres que pueden ser descritos en ellos.
vivos, a cualquier nivel. El hecho de que los seres a
estudiar estén muertos -o peor, extinguidos- supone La ecología, y por ende la paleocología, es una
un evidente problema, en buena medida insoslaya- ciencia de corte multidisciplinar. Estas disciplinas
ble. Ello había llevado a los paleoecólogos, según estudian por separado los diversos elementos que
ellos mismos afirmaban, a centrarse en dos aplica- integran un ecosistema. Para la paleocología pue-
ciones muy concretas: por un lado, la mera descrip- den citarse: palinología (Karatsori et alii., 2005),
ción del registro paleoecológico y, por otro, la re- antracología (Guérin, 2002), tafonomía (Lyman,
construcción del paleoambiente, admitiendo la limi- 1994), sedimentología (Laville, 1980), paleontolo-
tación a la hora de relacionar el medio con los seres gía (Sesé, 1994; Hernández, 2001),... además de un
vivos (Birks y Birks, 1980). Resulta evidente la in- largo etc. (Para tener una idea más clara del conjun-
fluencia del ideario más clásico de las ciencias na- to de disciplinas concurrentes puede consultarse la
turales, algo sorprendente en una ciencia como la obra, editada por R. Miskovsky (2002), Géologie
Paleoecología, como veremos más adelante. En el de la Préhistoire: méthodes, techniques, applica-
mismo sentido, al igual que otras ciencias de la na- tions). La imagen global que aportan las disciplinas,
turaleza, la Paleoecología cuenta con el actualismo además de su sola presencia, pone en evidencia la
entre sus principios paradigmáticos (Delcourt y complejidad de la realidad a tratar. En buena lógi-
Delcourt, 1991) por lo que algunos de los princi- ca, las descripciones que podemos esperar de la pa-
pios de la Ecología sirven como punto de partida a leoecología deberían contar con ese mismo grado
la Paleoecología. Uno de ellos sostiene la relación de complejidad. Pero la realidad, hasta hace no mu-
de necesidad que existe entre los seres vivos -ya sea chos años y que en buena mediada perdura todavía,
10
FERNANDO COLINO POLO

es bien distinta, ya que encontramos aportaciones dad substancial de las propuestas, por otro, es con
de naturaleza bastante simple y circunscrita a ámbi- seguridad el principal problema que, hoy por hoy,
tos muy concretos de todo el sistema ecológico. El debe afrontar la Paleoecología. Pero, ¿cuáles son
caso del Pleistoceno es, si cabe, más contradictorio las causas que conducen a esta situación
aún ya que, pese a ser reconocido como un momen- paradójica?
to privilegiado para el estudio paleoecológico, las
Creemos que existen dos tipos de causas. Las
conclusiones de los trabajos pecan de las mismas
primeras, las podríamos encuadrar en propias de la
carencias.
naturaleza de la disciplina. En primer lugar, no re-
4. Las reconstrucciones paleoecológicas sulta fácil aplicar con rigor modelos procedentes de
del medio ambiente: escenarios simples del la ecología. Los especialistas han señalado lo com-
Pleistoceno. plicado que resulta encontrar paralelos fiables de
Las reconstrucciones que la Paleoecología del las situaciones del pasado (Delcourt y Delcourt,
Pleistoceno ha propuesto en los diferentes trabajos 1991; Gee y Giller, 1991). No puede olvidarse las
de investigación prehistórica han adolecido, tradi- limitaciones que existen a la hora de buscar marca-
cionalmente, de una manifiesta simplicidad. dores ecológicos del pasado. Insertos en el registro
geológico solo se dispone de aquellos que pueden
Las reconstrucciones medioambientales ponen soportar el paso del tiempo y que, además, están su-
de manifiesto un claro reduccionismo en sus méto- jetos a toda clase de sesgos tafonómicos (Cruzan y
dos de inferencia (Hernández, 2001; Vega, 2005). Templeton, 2000). Por último, la supervivencia de
Como los propios paleoecólogos señalan, se ha lle- estas evidencias orienta, en mayor o menor grado,
gado a conclusiones a partir del estudio de solo una el tipo de realidad que puede conocerse en función
parte del registro paleoecológico (Delcourt y Del- de la escala de estudio temporal (fenómenos evolu-
court, 1991) -como ejemplo el papel preeminente tivos, dinámica de poblaciones, colonización, extin-
de la climatología en la formación de depósitos se- ción, etc.) y espacial (competencia, predación, es-
dimentarios de cuevas aplicado en Bordes (1972). tructuración de la comunidad ecológica, etc.) (Birks
Efectivamente, en las reconstrucciones puede des- y Birks, 1980). Además de ello, aumenta las dificul-
cribirse un claro peso de los estudios de la paleove- tades para contrastar teorías, elemento que acre-
getación (palinológicos, principalmente) y la paleo- cienta la incertidumbre de las propuestas.
fauna (micro y macrofauna, esencialmente) (Guérin,
2002). Es bien conocida la importancia de los estu- En segundo lugar, existen una serie de causas,
dios palinológicos por la importancia de la informa- ajenas a la propia naturaleza de la disciplina, que
ción de carácter paleoclimático y paleovegetal -la son producto del modo en que se desarrollan los es-
determinación de las bases de una cadena trófica, tudios. En primer lugar, se ha señalado la ausencia
en buena medida, determina la configuración de las de estudios completos de todo el registro (Vega et
posiciones superiores de esta. Algo similar puede alii., 1999). Resultará evidente que, ante un tema
decirse de los estudios microfaunísticos: claros tan complejo como la Paleoecología, obviar diver-
marcadores climáticos y cronológicos y con mucha sas áreas de datos empobrece las reconstrucciones e
mayor resolución que los estudios de meso y ma- imposibilita aumentar las vías de contrastación. En
crofauna. Pero la clasificación que unas y otras dis- el mejor de los casos, es decir, aún cuando el con-
ciplinas han hecho del medio ambiente se muestra junto de datos ha sido debidamente estudiado, las
de manera poco precisa. En la mayoría de las oca- conclusiones que se obtienen no presentan un cala-
siones, son clasificaciones binarias que usan de for- do mayor -ejemplos aplicados son las monografías
ma habitual unos pocos conceptos como: “templa- de La Grotte Vaufrey editada por Rigaud (1988) o
do/cálido”-“frío”, “húmedo”-“seco” o “medios la de Trinchera Galería en la Sierra de Atapuerca
abiertos”-“medios cerrados” –tómese como mínima (Rosas et alii., 1999). Es cierto que las conclusio-
muestra de la gran mayoría de los trabajos que tra- nes, en caso de que los datos no entren en contra-
tan cuestiones de medio ambiente en Prehistoria dicción unos con otros, tienen un mayor apoyo em-
(Fumanal y Villaverde, 1988; Tuffreau, 1992; San- pírico, pero en pocas ocasiones la complejidad de
tonja et alii., 2000; Cuenca-Bescós et alii., 2001) . las propuestas aumenta.
El carácter de esta clasificación recuerda enorme- Llegados a este punto, cabe la pena preguntarse
mente a la que el esquema de las glaciaciones alpi- porqué siendo la Paleoecología una disciplina do-
nas llevaba aparejado. La visión de conjunto se minada por un inevitable carácter pluridisciplinar y
aproxima más a una estandarización que a la de una de demostrado frágil equilibrio en sus procesos -po-
descripción precisa. demos entender esa fragilidad como tendencia a un
La contradicción entre la naturaleza del objeto comportamiento caótico- ha planteado programas
de estudio y el amplio número de disciplinas que al- tan poco ambiciosos en sus propuestas. En primer
berga la Paleoecología, por un lado, y la simplici- lugar, la simplicidad de una propuesta no es sinóni-
11
LOS AMBIENTES DE LA PREHISTORIA. GÉNESIS DE MODELOS DINÁMICOS DEL MEDIO AMBIENTE DEL...

mo explicación parcial o incompleta, pero en este por superar las explicaciones individualistas y sim-
caso conlleva una pérdida de heurística importante plistas admitiendo la complejidad de la realidad y,
ya que solo explica partes limitadas del registro. En por ende, la necesidad de explicaciones más am-
segundo lugar, es una equivocación pensar que el plias y completas.
objeto de estudio limita la complejidad de las pro-
5. El enriquecimiento de las reconstruccio-
puestas, ya que la realidad en sí misma lo es y son
nes paleoecológicas.
muchas las ciencias que se aventuran a intentar ex-
plicarla (Prigogine, 1995). En suma, no parece que En el estado actual de los estudios paleoecológi-
existan anomalías graves que lo impidan. cos encontramos algunos elementos que pueden
ayudar a elaborar propuestas de mayor alcance.
La respuesta parece estar en las dinámicas de
trabajo. Tal y como se ha señalado, no se han for- En primer lugar, existe un franco propósito de
mado equipos pluridisciplinares completos que ana- solucionar los problemas de correlación cronológi-
licen el conjunto de las evidencias disponibles ca. Solo mediante un refinado esquema cronoestra-
(Vega, 2005). Pero nos parece que no solo hace fal- tigráfico puede constatarse el nivel de relación exis-
ta la formación de un equipo de estas característi- tente entre el yacimiento y los sondeos de referen-
cas. A nuestro juicio, el conjunto de especialistas cia paleoclimática (Sánchez Goñi y d'Errico, 2005).
deben esforzarse por crear propuestas en conjunto. Este requisito pasa por refinar todo lo posible las
Indudablemente, dada la naturaleza de las propues- estratigrafías (Brandt, 1984; Goldberg y Macphail,
tas de cada disciplina, el producto será un modelo 2006). Dicha depuración, en numerosas ocasiones,
aproximado de la realidad, como cualquier otra teo- se encuentra con el infranqueable problema de los
ría científica. hiatos estratigráficos, sean interrupciones o lagunas
sedimentarias. Este problema podría ser soluciona-
Afortunadamente, este panorama parece estar do empleando estrategias de muestreo más amplias,
cambiando a juzgar por el corte de algunos trabajos tal y como se ha señalado. Ello, a nuestro juicio,
(Benito Calvo y Pérez-González, 2005; Sánchez pasa por la construcción de síntesis regionales. Es
Goñi y d'Errico, 2005). Por último, a modo de refle- decir, superar la concepción del yacimiento como
xión, merece la pena interrogarse sobre la causa que punto aislado en el paisaje y establecer una red que
ha precipitado este acertado cambio. El plantea- lo interrelacione de forma efectiva con otros (tanto
miento del paradigma bordesino supuso delimitar arqueológicos como paleontológicos). Dicho es-
claramente el objeto de estudio en el Pleistoceno en fuerzo debería contar, dado el caso, con acciones
lo que se ha dado en llamar Pleistocenismo (Vega, específicas destinadas a recuperar evidencias de
2001). La Prehistoria -quizá la ciencia más interesa- tipo paleoecológico que pudieran ser correlaciona-
da en un enfoque pluridisciplinar-, como integrante das con los yacimientos.
del conjunto de disciplinas dedicadas a ello, se cen-
tró durante largo tiempo en el debate sobre la signi- En segundo lugar, superada o no la carencia de
ficación de las industrias líticas (Bordes, 1973; Tuf- evidencias, generar modelos explicativos que cuen-
freau et alii., 1981; Rolland, 1988; Dibble y Ro- ten con una participación conjunta de las diferentes
lland, 1992). En este debate el medio ambiente solo disciplinas paleoecológicas. Se ha señalado el es-
jugó un papel secundario en las explicaciones (Me- fuerzo por superar las clasificaciones poco precisas.
llars, 1970; Binford, 1973). Por otro lado, el resto Una de las estrategias pasa por no usar marcadores
de disciplinas parecen haber llegado a un aislamien- singulares sino la agrupación de estos (Hernández,
to elegido, circunscribiéndose a su particular objeto 2001) (como las comunidades paleoecológicas, por
de estudio y la información que con ellos puede ejemplo). En un campo donde las variables son nu-
contrastarse. La crisis del paradigma bordesiano ha merosas y con rangos de variación más o menos
llevado a los prehistoriadores a buscar nuevas ex- amplios, el empleo de herramientas probabilísticas
plicaciones. Durante este fenómeno, en el cual los no solo debe jugar un papel descriptivo e insustitui-
paleolitistas podemos considerarnos todavía inmer- ble, sino que debe centrarse en la creación de mo-
sos, las cuestiones relacionadas con el medio am- delos matemáticos (Takeuchi et alii., 2007) - la teo-
biente de la humanidad prehistórica parecen haber ría de juegos es quizá el ejemplo más clásico. Ade-
cobrado una mayor relevancia en las explicaciones. más de ello, deben ser rigurosas en los márgenes de
Teorías relacionadas con la visibilidad de los recur- error. El resultado es la creación de lo que podemos
sos (Gamble, 1985; Turq, 1992; Conard y Fischer, llamar un campo probabilístico lo más reducido po-
2000; Rolland, 2000), la distribución de los mismos sible.
(seguimiento de manadas), la evolución del arte pa- En tercer lugar, este espacio de probabilidad po-
leolítico europeo (Barton et alii., 1994) o la extin- dría ser restringido aún más si se realizan recons-
ción de los Neandertales (Sánchez Goñi y d'Errico, trucciones realistas. Pensamos que dicha tarea re-
2005) son algunos ejemplos. Al mismo tiempo, en quiere un conocimiento claro de las posibilidades
el resto de disciplinas parece haber calado el interés del paleoambiente: reconstrucción geomorfológica
12
FERNANDO COLINO POLO

y su evolución, examen de las posibilidades paleoe- BRANDT


1984 On defining limits to paleoecological interpretation
dafológicas del medio, constreñimiento topográfico, in fosil record. Geobios, Mem. Spec., nº 8:
litologías, etc. 415-418.
CONARD, N. J. Y FISCHER, B.
Por último, el manejo de tan ingente número de 2000 Are there recognizable cultural entities in the ger-
variables solo puede ser viable a través del empleo man Middle Paleolithic? En: Toward modern hu-
mans: Yabrudian and Micoquian, 400 - 50 kyears
de medios informáticos. Las posibilidades de los ago, (A. Ronen y M. Weinstein-Evron, eds.):
Sistemas de Información Geográficos (S.I.G.), uni- 7-24.
dos al campo de funciones multivariantes que defi- COYE, N.
2005 Remous dans le creuset des temps: la Préhistoire à
nen los espacios de probabilidad, pueden ser una l'épreuve des traditións académiques (1850-1950).
herramienta útil para crear una serie de modelos di- B.S.P.F., 102 (4): 701-707.
námicos que ayuden a contrastar diversas teorías de CRUZAN, M. B. Y TEMPLETON
2000 Paleoecology and coalescence: phylogeografic
fundamento paleoambiental. analysis of hypotheses from the fossil record.
Trends in ecology and evolution, 15 (12):
Para finalizar, nos gustaría señalar las posibili- 491-496.
dades explicativas de esta estrategia de investiga- CUENCA-BESCÓS, G., CANUDO, J. I. Y LAPLANA, C.
ción. No estarán faltos de razón aquellos que afir- 2001 La séquence des rongeurs (Mammalia) des sites du
Pléistocène inférieur et moyen d'Atapuerca (Bur-
men la falta de concreción del modelo. Por otro gos, Espagne). L´Anthropologie, 105: 115-130.
lado, pensamos que esa carencia es más producto DANIEL, G.
del objeto de estudio que del modo de acercamien- 1973 El concepto de Prehistoria. Nueva Col. Labor,
Barcelona, 164 pp.
to. La ventaja del mismo reside en el amplio abani- 1974 Historia de la Arqueología. De los anticuarios a
co de vías de contrastación. Si las teorías que se V. Gordon Childe. Ed. Alianza, Madrid, 303 pp.
propongan logran superar la ingente batería de DELCOURT, H. R. Y DELCOURT, J. M.
1991 Quaternary ecology: a paleoecological perspecti-
pruebas, procedentes de cada disciplina implicada ve. Chapman & Hall, Londres, 242 pp.
en la generación del modelo, quedarán situadas en DIBBLE, H. L. Y ROLLAND, N.
una posición privilegiada en el desarrollo de la in- 1992 On assemblage variability in the Middle Paleolithic
of Western Europe. En: H. L. Dibble y P. Mellars
vestigación científica. (Eds.), The Middle Paleolithic: adaptation, beha-
vior and variability, University museum mono-
graph, Vol. 78, University of Pennsylvania, Phila-
delphia: 1-28.
6. Bibliografía. FUMANAL, M. Y VILLAVERDE, V.
BARTON, C. M., CLARK, G. A. Y COHEN, E. 1988 Cova Negra et le milieu du Paleolithique Moyen
1994 Art as information: explaining Upper Palaeolithic dnas la region du Pays Valencien (Espagne). En:
art in western Europe. World Archaeology, 26: H. Laville (Ed.), L'Environnement, L'Homme de
185-207. Neandertal, Vol. 2, ERAUL, Lieja: 73-85.
BEGON, M., TOWNSEND, C. R. Y HARPER, J. L. GAMBLE, C.
1986 Ecology. From individuals to ecosystems. Black- 1987 Man the shoveler. En: O. Soffer (Ed.), The Pleisto-
well Publising, Oxford, 759 pp. cene Old World, Plenum Press, New York: 81-98.
BENITO CALVO, A. Y PÉREZ-GONZÁLEZ, A. GAUCHER, G.
2005 Clasificación del paisaje físico de la Sierra de Ata- 1993 Henri Breuil, Abbé. B.S.P.F., 90 (1-2): 104-112.
puerca según criterios morfométricos, geomorfoló- GEE, J. M. R. Y GILLER, P. S.
gicos y geológicos, utilizando MDT y SIG. En: M. 1991 Contemporary community ecology and environ-
Santonja, A. Pérez-González y M. J. Machado mental archeology. En: D. R. Harris y K. D. Tho-
(Eds.), Geoarqueología y patrimonio de la Penín- mas (Eds.), Modelling ecological change: 1-12.
sula Ibérica y el entorno mediterráneo, ADEMA, GOLDBERG, P. Y MACPHAIL, R. I.
Soria: 63-78. 2006 Practical and Theoretical Geoarchaeology. Black-
BINFORD, L. R. well Publishing, Malden, Oxford, Victoria, 455 pp.
1973 Intereassemblage variability - the Mousterian and GROENEN, M.
the 'functional' argument. En: C. Renfrew (Ed.), 1994 Pour une histoire de la Préhistoire. Jérôme Mi-
The explanation of culture change, Duckworth, llion, Grenoble, 603 pp.
Londres: 227-254. GUÉRIN, C.
BIRKS, H. J. B. Y BIRKS, H. H. 2002 Le contenu des sédiments et son intérêt en préhis-
1980 Quaternary palaeoecology. Edward Arnold Ed., toire. En: J.-C. Miskovsky (Ed.), Géologie de la
Londres, 289 pp. Préhistoire: méthodes, techniques, applications,
BORDES, F. Association pour l’étude de l’environnement géolo-
1950 L'Évolution buissonnante des industries en Europe gique de la préhistoire, París: 681-682.
occidentale. Considérartions théoriques sur le Pa- GUILLOMET-MALMASSARI, V.
e
léolithique ancien et moyen. L´Anthropologie, 54: 2005 Le développement de la Préhistoire au 19 siècle:
393-420. un apprivoisement du temps. B.S.P.F., 102 (4):
1972 A tale of two caves. Harper & Row, Publishers, 709-714.
New York, 169 pp. HERNÁNDEZ, M.
BORDES, F. 2001 Bioclimatic discriminant capacity of terrestrial
1973 On the chronology and contemporaneity of diffe- mammal faunas. Global ecology and biogeo-
rent palaeolithic cultures in France. En: C. Ren- graphy, 10 (2): 189-204.
frew (Ed.), The explanation of culture change, KARATSORI, E., RENAULT-MISKOVSKY, J., LUMLEY,
Duckworth, Londres: 217-226. H., DE Y LEBRETON, V.
BORDES, F. y SONEVILLE-BORDES, D., (DE) 2005 Environnement de l'Homme de Nénadertal en Li-
1970 The significance of variability in palaeolithic as- gurie au Pléistocène supérieur. Analyse pollinique
semblages. World Archaeology, 2 (1): 61-73. de la Caverna delle Fate (Finale Ligure), I. C. R.
13
LOS AMBIENTES DE LA PREHISTORIA. GÉNESIS DE MODELOS DINÁMICOS DEL MEDIO AMBIENTE DEL...

Palevol, 4: 395-404. TAKEUCHI, Y., IWASA, Y. Y SATO, K. (EDS.)


LAVILLE, H., ET AL. 2007 Mathematics for Ecology and enrivonmental
1980 Rock shelters of the Perigord. Geological strati- sciences. Springer Heidelberg, 181 pp.
graphy and archeological succesion. Academic TRIGGER, B. G.
Press, Londres, 371 pp. 1992 Historia del pensamiento arqueológico., Editorial
LYMAN, R. L. Crítica, Barcelona, 475 pp.
1994 Vertabrate taphonomy. Univ. Press, Cambridge, TUFFREAU, A.
524 pp. 1992 Middle Paleolithic settelement in Northern France.
MELLARS, P. En: H. L. Dibble y P. Mellars (Eds.), The Middle
1970 Some comments on the notion of 'funtional varia- Paleolithic: adaptation, behaviour and variability,
bility' in stone-tool assemblages. World Archaeo- University museum symposium series, Vol. IV,
logy, 2 (1): 74-89. The University Museum. University of Pennsylva-
MELLARS, P. nia, Philadelphia: 59-74.
1988 The chronology of the South-West French Mouste- TUFFREAU, A., MUNAUT, A.-V., PUISSÉGUR, J.-J. Y
rian: a review of the current debate. En: L'Homme SOMMÉ, J.
de Néandertal, Liège, 1988 (L. R. Binford y J. P. 1981 Les basses terrasses dans les vallées du Nord de la
Rigaud, Coord., eds.), Vol. 4. La Technique: France et de la Picardie: Stratigraphie et Paléolithi-
97-119. que. B.S.P.F., 78: 291-305.
MISKOVSKY, J.-C. (ED.) TURQ, A.
2002 Géologie de la Préhistoire: méthodes, techniques, 1992 Raw material and technological studies of the Qui-
applications. Association pour l’étude de l’envi- na Mousterian in Perigord. En: H. L. Dibble y P.
ronnement géologique de la préhistoire, París, Mellars (Eds.), The Middle Paleolithic: adapta-
1520 pp. tion, behaviour and variability, University Mu-
MORO, O. seum Symponiu Series, Vol. IV, The University
2005 Pour une nouvelle histoire des sciences humaines: Museum. University of Pennsylvania, Philadelph-
Lartet, Mortillet, Piette et le temps de la Préhistoi- ia: 75-86.
re. B.S.P.F., 102 (4): 715-720. VEGA, G.
PRIGOGINE, I. 2001 Aplicación de la metodología de los programas de
1995 El fin de las certidumbres. Taurus, Madrid, 230 investigación al análisis historiográfico del Paleolí-
pp. tico. Complutum, 12: 185-215.
RIGAUD, J. P. (ED.) 2005 Tipos humanos y cambios culturales en el OIS 3
1988 La grotte Vaufrey. Mémoires S.P.F., Vol. 19, Mi- europeo. El marco teórico de una coyuntura prehis-
nistère de la Culture et de la Comunication - tórica. En: M. Santonja, A. Pérez-González y M. J.
C.N.R.S., 616 pp. Machado (Eds.), Geoarqueología y Patrimonio en
ROLLAND, N. la Península Ibérica y el entorno mediterráneo,
1988 Variabilité et classification: nouvelles données sur ADEMA, Soria: 37-45.
le "complexe moustérien". En: L. R. Binford y J. VEGA, G., RAPOSO, L. Y SANTONJA, M.
P. Rigaud (Eds.), L'Homme de Neandertal, vol. 4: 1999 Enviroments and settlement in the Middle Paleo-
La Technique, ERAUL, Lieja: 169-184. lithic of the Iberian Peninsula. En: W. Roebroeks y
2000 Quina-type occurrences in Eurpe: single toolma- C. Gamble (Eds.), The Middle Paleolithic occupa-
king tradition or converging patterns? En: Toward tion of Europe, University of Leiden, Leiden:
modern humans: Yabrudian and Micoquian, 23-48.
400-50 kyears ago, (A. Ronen y M. Weinstein-
Evron, eds.), BAR, Vol. S850: 209-221.
ROSAS, A., CARBONELL, E., OLLÉ, A., PÉREZ-GON-
ZÁLEZ, A., VALLVERDÚ, J., HUGUET, R.,
CÁCERES, I., ROSELL, J., SALA, M.,
MOSQUERA, M., VAN DER MADE, J.,
SÁNCHEZ, A., CUENCA-BESCÓS, G.,
RODRÍGUEZ, X. P. Y RODRÍGUEZ, J.
1999 Contribución del yacimiento de Galería (Sierra de
Atapuerca) al Cuaternario Ibérico. Atapuerca:
ocupaciones humanas y paleoecología del yaci-
miento de Galería (E. Carbonell, A. Rosas y J. C.
Díez, eds.). Memorias. Arqueología en Castilla y
León, 7: 377-390.
SÁNCHEZ GOÑI, M. F. Y D'ERRICO, F.
2005 La historia de la vegetación y el clima del último
ciclo climático (OIS5-OIS1, 140.00-10.000 años
BP) en la Península Ibérica y su posible impacto
sobre los grupos paleolíticos. Museo de Altamira.
Monografías, 20: 115-129.
SANTONJA, M., PÉREZ-GONZÁLEZ, A., VILLA, P.,
SESÉ, C., SOTO, E., MORA, R.,
EISENMANN, V. Y DUPRE, M.
2000 El yacimiento paleolítico de Cuesta de la Bajada
(Teruel) y la ocupación humana de la zona oriental
de la Península Ibérica en el Pleistoceno Medio.
Scripta in Honorem Enrique A. Llobregat Conesa,
Institución Gil Albert, Alicante: 79-101.
SESÉ, C.
1994 Paleoclimatical interpretation of the Quaternary
small mammals of Spain. Geobios, 27: 753-767.
STOCZKOWSKI, W.
1993 LA PRÉHISTOIRE: LES ORIGINES DU
CONCEPT. B.S.P.F., 90 (1-2): 13-21.
JIA 2008 ISBN: xxxx-xxxx-xx-xx Pp.: 15-20

CHIMPANZEE (Pan troglodytes) MATERIAL CULTURE: IMPLICATIONS ON


TAXONOMY

Vanessa Campanacho
Departamento de Antropologia, Universidade Nova de Lisboa;
Vanessa_campanacho@hotmail.com

RESUMEN

El presente trabajo propone una revisión de la actual taxonomía de los chimpancés (Pan troglodytes).
Basado en la cultura material, y otros factores, como la información genética, es argumented la inclusión en
el género Homo. Existen varias referencias sobre el uso de herramientas de chimpancés. Depués del hombre,
es le chimpancé que muestra el mayor repertorio de herramientas. El uso de herramientas no es innato, se
aprende y se transmite entre generaciones. No todas las poblaciones de chimpancés exhiben la misma gama
de herramientas, lo que demuestra la presencia de una cultura material.. La manipulación de herramientas
muestra la existencia de capacidad cognitiva, por ejemplo, entender lo que es una herramienta, y su funciona-
lidad. El género Homo se caracteriza por una gran capacidad craneana, locomoción bipedal, idioma, posesión
del humano agarre de precisión, la construcción y manipulación de herramientas. Este estudo analiza estos
criterios aplicados para el caso do chimpancés.

ABSTRACT

In this paper it is suggested a review of the current taxonomy of the chimpanzee (Pan troglodytes).
Based on the material culture, and others factors, such as genetic information, it is argued the inclusion in the
genus Homo. There are several references concerning the use of tools by chimpanzees, which all together
show that, after man, they exhibit the biggest repertory of tools. The use of tools is not innate, it is learned
and socially transmitted between generations. Not all chimpanzee populations exhibit the same range of tools,
demonstrating the present of a material culture, when an ecological explanation is lacking. The manipulation
of tools may indicates the existence of complex cognitive capacities. The genus Homo is characterized by a
large cranial capacity, bipedal locomotion, language, related possession of human-like precision grip, con-
struction and manipulation of tools. This study discusses these criteria applied to the case of the chimpanzees.

Palabras Clave: Pan troglodytes. Herramientas. Taxonomía. Homo troglodytes.

Keywords: Pan troglodytes. Tools. Taxonomy. Homo troglodytes.

1. Introduction. tool manufacture is the modification of an object to


The dogma that only man uses tools no longer is obtain greater optimisation of the tool. This change
followed (Goodall, 1986; Panger, 1998; Tonooka, can be caused by the individual who will enjoy the
2001). Currently it is well known the use of tools by tool or may have been made by a conspecific
non-human animals, including the chimpanzee (Beck, 1980).
(Beck, 1980; Brooks et al., 2002; McGrew, 1992; The fact that exist variability in the construction,
Scothern, 2006). The chimpanzee offers the broad- and in the repertoire of tools available in various
est range of tools compared to other non-human an- chimpanzee’s communities raises the question of
imals, and these are regularly built and handled in the presence of a material culture (McGrew, 1992;
many activities, especially in the feeding context Hicks et al., 2005). There is no consensus on the
(Brooks et al., 2002; Goodall, 1986; McGrew, definition of what is culture. For cultural anthropo-
1992; Scothern, 2006). logists in addition to the social transmission, the
There are various definitions of tools, but the language has a key role in the culture. This idea
one followed in this paper, was formulated by Beck continues to demarcate the existence of culture only
(1980: 10): “To be a tool an object must be free of in humans (McGrew, 1992; Whiten et al., 1999).
any fixed connection to the substrate and must be On the other side the biological sciences sees cul-
outside the user’s body but it can be a body by- ture as the product of two factors: genetics and so-
product. The tool may or may not be animate. The cial transmission (Whiten et al., 1999). Although
user must hold or carry the tool during or just prior the genetic information has a certain weight on be-
to use and must establish the proper and effective havioural skills, this does not explain regional dif-
orientation between the object and incentive.” And ferences in the case of tools. These differences are
possibly a product of the cultural process,such as

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
16
VANESSA CAMPANACHO

innovation, inter-generational transmition, imita- (Carvalho, 2007; Matsuzawa, 1991; Scothern,


tion, social learning, diffusion (Carel and Knott, 2006; Sugiyama, 1997). The relationship between
2001; Carvalho, 2007; Goodall, 1964 and 1986; two objects are descrived as level one, and the one
Witen et al., 1999 and 2003). with four objects is level three, being the most com-
plex observed in natural habitat. Tools from level
The man displays a tendency to categorize liv-
four were designated by metatool by Matsuzawa
ing beings. The first know classification was made
(1991), and was defined as “a tool that improves the
by Aristotle (Siva et al., 2000). In 1758, Lineu
function of another tool that is insufficient or inef-
presented the binomial system, where the various
fective to complete a desired task” (Sugiyama,
living beings are in a hierarchy according to an as-
1997: 26).
cending order of traits in common. However, the
first formal code of the hierarchy of species only The association between tools shows that chim-
emerged in 1842 in the British Association for the panzees have intelligence associated with a control
Advancement of Science. Since then the taxonomy engine, which allows the use of several objects to
of species has changed over time due to the know- achive a purpose (Sugiyama, 1997).
ledge of new species, and the taxomomic school
Chimpanzee have the capacity for planing a fu-
followed (Collard and Wood, 1999; International
ture action, that is evident in the selection of an ob-
Commision on Zoological Nomenclature, 1999).
ject for a particular purpose, and this can occur in a
This study follows the cladistic principle: hier- distance from the place the tool will be use (Beck,
archical organization of living beings - from the 1980; Carvalho, 2007; Goodall, 1964; Tonooka,
lowest taxa, to the highest one - should be estab- 2001).
lished by the degree of phylogeny they share; and
To the same purpose, for example termite fish-
the species belong to the same genus if they have a
ing, chimpanzee populations may not use the same
more recently common ancestor, in comparison
tool, or the technique applied can be different, de-
with other species (Wildman et al., 2003).
pending of the termite consumed (Humle and Mat-
The actual taxonomy the chimpanzee and man suzawa, 2002).
are placed in different genus, Pan and Homo. The
They evidence cognitive capability to discern
question is whether this classification remains a an-
that from the same raw material is possible to con-
thropocentric vision. Man and chimpanzee share
struct different tools, and that is possible to obtain
with each other anatomical features, psychological
the same tool from different raw materials (Mc-
and behavioral characteristics, use and build of
Grew, 1992).
tools and have 98% of the same genetic information
(Diamond, 1991). For that reason both of them Carvalho (2007), whose study was about chim-
should belong to the same genus. panzee nut-cracking, says that the use of a tool ex-
ibits a chaîne operatóire. This is an operational be-
In this papper it is analyzed chimpanzee materi-
havioural sequence while dealing with tools, since
al culture and the cognitive skills involved in its use
the selection of raw-material, construction, use, re-
and construction compared to man, questioning the
use, until they finally are discarded. These steps are
actual taxonomy, suggesting the inclusion of chim-
sometimes performed in a different way, depending
panzee in the genus Homo.
on the individual, showing that chimpanzees have
2. Tools use and cognitive capabilities. flexibility, adaptation and optimization during a
The various tools used by chimpanzees are tool activity. This demonstrates that they are able to
presented according to their purpose (Table 1). establish a mental organization, antecipate and re-
Chimpanzees show various tools used for different peat behaviours associated with tools (Carvalho,
purposes, but they are mostly used in the feeding 2007), which is transmitted to the young chimpan-
context. zees.

Chimpanzees understand what a tool is, and for 3. Material culture expressions.
what it serves. Besides that, they comprehend the When comparing the repertoire of tools of all
cause/effect that arises from the interaction between communities of chimpanzees it is observed a vari-
objects, like a leaf and water (Byrne, 1997; ation in the presence/absence of some tools, as well
Goodall, 1986; Tonooka, 2001). This interaction as in the way tools are made (van Schaik and Knott,
can go from the relationship between two objects - 2001); Goodall, 1986; Hicks, 2005; McGrew,
a branch and ants - up to the use of four elements - 1992).
hammer, anvil, nut and a stone under the anvil to
A tool can exist in various populations, like the
create stability - leading to the hierarchy analysis
ant-fishing, or be exclusive to some populations,
that Matsuzawa proposed as a result of his observa-
like the case of the nut-cracking. This tool is ob-
tions in a chimpanzee population in Guinea
17
CHIMPANZEE MATERIAL CULTURE: IMPLICATIONS ON TAXONOMY

Purpose Tool/Function Sources


Nut-cracking Carvalho (2007), Goodall (1986)
Termite-fishing Beck (1980), Goodall (1986), Scothern (2006)
Ant-dipping Goodall (1986), Humle and Matsuzawa (2002)
Honey dip Goodall (1986), McGrew (1992), Scothern (2006)
Insect expelling Goodall (1986)
Perforating termite mound Goodall (1986)
Enlarging nest entrances of birds and bees Goodall (1986)
Feeding Gathering resin Goodall (1986), Whiten et al. (1999)
Alga-scoop Whiten et al. (1999)
Hunting Pruetz and Bertolani (2007)
Harvest of storage organs of plants Hernandez-Aguilar et al. (2007)
Leaf sponge Goodall (1986), Whiten et al. (1999)
Leaf spoon Beck (1980)
Leaf folding Tonooka (2001)
Pestle pounding Whiten et al. (1999)
Container Goodall (1986)
Mopping food Goodall (1986)
Body care Napkin Goodall (1986)
Termite probe Goodall (1986)
Investigation Ant probe Goodall (1986)
Investigatory probe Goodall (1986), Whiten et al. (1999)
Intimidation Aimed throwing Goodall (1986)
Club Goodall (1986)
Playing As toy Goodall (1986)
Stepping-sticks Alp (1997)
Accommodation Seat-sticks Alp (1997)
Fly whisk Whiten et al. (1999)
Leaf cushion Hirata et al. (1998)
Table: 1. Some examples of wild chimpanzee tool repertoire

served only in the subspecies Pan troglodytes verus anova et al., 1995; van Schaik and Knott, 2001;
from West Africa, and is not visible in the eastern Goodall, 1986; Whiten et al., 1999).
chimpanzee communities (Hicks, 2005; Whiten et
In chimpanzees populations it is observed that
al., 1999). The observation of the presence/absence
the youngest individuals usually are close to their
of nut-cracking shows three conclusions. First, this
mother and other adult members while they are us-
is not an innate behaviour, because not all popula-
ing a tool (Beck, 1980). The youngster during this
tions show the nut-cracking behaviour (van Schaik
time observes, take contact with objects during their
and Knott, 2001). Second, there are stones and nuts
plays, imitate and practise until they are able to per-
in East Africa, so the absence of nut-cracking is not
form the behaviour with the same perfection as the
due to environmental constraints (Hicks, 2005;
adults.
Scothern, 2006). Finally, it shows the possible
presence of cultural differences. The genetic in- After man, chimpanzee is the species that
formation and morphology also have some weight demonstrates greater variability in behavioural pat-
on these behaviours, but to a lesser extent, because terns (Whiten et al., 2003). So it can be affirmed
it is necessary also a prehensile hands to handle the that the difference between chimpanzee and man is
tools (Beck, 1980). not in the presence or absence of a material culture,
but in the accumulative processes and its evolution.
The emmergence of a tool-use behaviour is pos-
The tool behaviours have not change much over
sibly due to a innovation of an individual, but this is
time in the case of the chimpanzee, due to the fact
not enough to endure this behaviour. For the maiin-
that they have more limited psychological mechan-
tenace of a new tool-use behaviour in the group
isms compared to man (Whiten et al., 2003).
there should exist an inter-generational transmis-
sion, which operates by social learning through ob-
servation, imitation and practice (Beck, 1980; Cas-
18
VANESSA CAMPANACHO

4. Discussion. with tools they show cognitive capabilities, such as


Chimpanzees presents the biggest repertoire of the planning a future action and demonstrate that
tool-use, after man. They understand what a tool is, they have a material culture that approximates to
and that through them they can achieve a certain man.
goal. Like man, tools have an important role in chim-
The use of tools is not innate and the differentce panzee survival, since they are used mostly in the
that exist between populations is not due to envir- feeding context.
onmental constrains. It is a cultural behaviour so- Chimpanzees don’t have an articulated language
cially transmitted between generations, as it is in as humans do, because of morphological constrains.
humans. But still they are able to communicate through ges-
There are other non-human primate species tures, vocalizations and emission of pheromones
that uses tools, like Pongo sp., Cebus sp. and Pan (Casanova et al., 1995). This kind of communica-
paniscus. But unlike chimpanzees they use it more tions have an important role in cultural transmition
in captivity than in natural habitat (van Schaik and between generations.
Knott, 2001; Fragaszy et al., 2004), demonstrating The bipedal locomotion is usually associated
that they have similar cognitive abilities to the with a human innovation trait, since only us have
chimpanzee. But besides of showing fewer tools in this type of locomotion. In the year 2007, Hope et
natural contexts, they also present a larger phylo- al. (2007) questioned if the bipedal locomotion
genetic distance to man which does not justify a wasn’t a derived feature, but ancestral, possible
taxonomy approximation, like the one it is proposed present in the common ancestor between Pongid
for the chimpanzee. Of course that is not the case of and Hominid. This question was elaborated from
the Bonobo, that shows a 0,7% difference of genet- orang-utan locomotion observations. They move on
ic information from the chimpanzee (Diamond, the trees with theirs arms in the branches and an
1991), justifying also its inclusion in the same erected posture. So, according to this theory the
genus as man, and the common chimpanzee (Dia- modified quadruped locomotion or knucle-walking
mond, 1991). of the chimpanzees would be a derived feature, dif-
The argument of the existence of a material cul- fering from man. This fact alone is not enough to
ture in chimpanzees alone is not enough for their in- justify chimpanzee exclusion in the Homo genus.
clusion in the Homo genus. It has to be taken into The preensil grip ability has a key role in the
consideration their anatomy, genetic information handling and construction of tools. The chimpanzee
and social behaviour. The genetic information is the has a preensil grip, but that is not equal to humans,
argument with more weight, since chimpanzee and since they do not have precision handling with tools
man share 98% of this information. But, in some and a firm precision pinch grip, that are important
taxonomies chimpanzees are place as being more in the tool construction. But from the observations
close to gorilla than to man, although they only made in Homo habilis, they also did not have the
share 97,7% of the genetic information, less than necessary morphology and the grip prehensile capa-
with man (Diamond, 1991). city as Homo sapiens do have (Marzke, 1997).
The idea of putting man and chimpanzee in the The most recent common ancestor between
same genus is not original (Casanova et al, 1995; chimpanzee and man lived between 5 to 8 milion
Diamond, 1991; Goodman et al., 1998; Wildman et years (Brooks et al., 2002). They share more or less
al., 2003). Since the genus Homo arose first in the 98% of genetic information (Diamond, 1991; Mat-
taxonomy classifications, in this present paper it is suzawa, 1991). Despite these informations chim-
suggested that chimpanzee should be included to panzees are not place in the same genus as man,
this genus, and therefore referred as Homo troglo- demonstrating an anthropocentric vision in the actu-
dytes, instead of the man being included in the al taxonomy (Casanova et al., 1995; Diamond,
genus Pan (Diamond, 1991). 1991).
The characteristics of the genus Homo are, In his book, The rise and fall of the third chim-
greater cranial capacity, manufacturing of tools, panzee, Jared Diamond (1991) says that cladistic
language and modern human-like precision grip classification do not use the same criteria for all
(Collard and Wood, 1999), tendency for bipedal lo- species. He exemplifies the comparison of the Pan
comotion and exhibition of a greater confidence in sp. and Homo sp. with Hylobates sp. classification.
cultural adaptations rather biological ones. Gibbons have between them a bigger genetic dis-
Chimpanzees have a smaller cranial capacity tance than chimpanzee and man, but are all placed
(400cm³) than man, but higher than Homo floresi- in the same genus, Hylobates.
ensis cranial capacity of 380 cm³. In their relation
19
CHIMPANZEE MATERIAL CULTURE: IMPLICATIONS ON TAXONOMY

This paper demonstrates that the current anthro- articulated language like Homo sapiens, but are
pocentric view in taxonomy should be abandon and capable to communicate during their social rela-
the chimpanzee be included in the genus Homo. tions and cultural transmition between generations.
After man, chimpanzees are the species showing the
The inclusion of chimpanzee and bonobo in the
biggest repertoire of tools. They are also dependent
genus Homo, implies the inclusion of others homin-
on their material culture in their daily lives, and
ins in this genus, like the Australopithecus sp..
show cognitive capabilities associated with the use
In this study it is also suggested the creation of and construction of tools that approach them to hu-
subgenera, like the study of Goodman and col- mans.
leagues (Goodman et al., 1998; Wildman et al.,
The data debated in this paper together with ge-
2003). This authors suggested a creation of two
netic information justify the inclusion of the chim-
subgenera, Pan and Homo, in the Homo genus. The
panzee in the Homo genus.
subgenera Pan would include the bonobo and com-
mon chimpanzee, and the Homo subgenera would This taxonomic change involves a reshuffle,
include all the hominins. The division in the two such as the inclusion of others hominins - like Aus-
subgenera is because the hominins share between tralopithecus sp .- and the bonobo in the Homo
them a more recent common ancestor than they do genus, being suggested the creation of several sub-
with chimpanzees and bonobos. The present paper genera. The current genus would become the sub-
suggest the creation of more subgenera because in genus, with Pan being the subgenus of bonobo and
hominins there exist several recent common ancest- chimpanzee, and Homo the subgenus of Homo
ors. erectus and Homo sapiens.
It is proposed that the actual genus pass to the 6. Acknowledgements.
category of subgenus. So it will be maintain the I would like to thank especially the Professor
same order that they have but in another level of Cláudia Sousa for her guidance, suggestions and
analysis. Only the names that end with -pithecus, as loan of books and articles. My thanks goes also to
the case of Ardipithecus sp. and Australopithecus David Gonçalves for his suggestions and loan of
sp. should be replaced to the terminology -an- bibliographic material, Telmo Pereira for his sup-
thropus, because -pithecus means monkey. So with port and to José Gomes because of our conversa-
their inclusion in the genus Homo, they would be tions on this subject.
called Homo (Ardianthropus) sp. and Homo (Aus-
tralanthropus) sp..
5. Conclusion. 7. Bibliografía.
ALP, R.
Homo sp. are characterized by their high brain 1997 "”Stepping-sticks” and “Seat-sticks” New types of
capacity, exclusive bipedal locomotion, modern hu- tools Used by Wild Chimpanzee (Pan troglodytes)
man like precision grip, use and construction of in Sierra Leone", en America Journal of Physical
Anthropology, 41: 45-52. USA: Wiley Inter-
tools and greater dependency on culture. Science.
BECK, B.
The chimpanzee displays small cranial capacity 1980 Animal Tool Behavior: The use and Manufac-
compared with man, but that is bigger than Homo ture of Tools by Animals. New York: Garlnad
floresiensis. STPM Press. ix-281.
BROOKS, A. S.; PANGER, M. A.; MICHMOND, B. G.;
They do not have a precision grip like humans, WOOD, B.
2002 "Older Than The Oldowan? Rethinking The Emer-
just like Homo habilis don’t have. But chimpanzees gence of Hominin Tool Use", en Evolutionary An-
have a precision grip that allows them to manipulate thropology, 11: 235-245. USA: Wiley Inter-
tools. Science.
BYRNE, R. W.
Chimpanzee uses the modified quadruped loco- 1997 "Machiavellian Intelligence", en Evolutionary An-
thropology,: 172-180. USA: Wiley InterScience.
motion, and sometimes adopt a bipedal posture. Al- VAN SCHAIK, C. P.; KNOTT, C.
though the bipedal locomotion have a important 2001 "Geographic variation in tool use on Neesia fruits
weight in the Homo characterization, it is suggested in oragutans", en America Journal of Physical An-
thropology, 1114: 331-342. USA: Wiley Inter-
that the importance of this criteria be reviewed, be- Science.
cause Homo habilis do not presented a exclusively CARVALHO, S.
bipedal locomotion, like the chimpanzees. 2007 Applying the concept of chaîne operatóire to nut-
craking: An approach based on studying com-
The three last criteria are not enough to justify munities of chimpanzee (Pan troglodytes verus) in
Bossou and Diecké (Guinea). Coimbra: Disserta-
the exclusion of chimpanzees from the Homo tion to obtain the degree of Mastre in Human Evol-
genus. ution, Department of Anthropology from Uni-
versity of Coimbra. i -119.
Chimpanzees like Homo erectus do not have a
20
VANESSA CAMPANACHO

CASANOVA, C.; VICENTE, L.; VIEIRA, L.; VIEIRA, A. PANGER, M


B. 1998 "Object-use in free-ranging white-faced capuchins
1995 "Considerções sobre as origens da politica: as (Cebus capucinus) in Costa Rica", en America
comunidades de chimpanzés (Pan troglodytes) Journal of Physical Anthropology, 106: 311-321.
como modelo referencial", en Ethnologia, 5: USA, Wiley InterScience.
107-138. Lisboa: Edições Cosmo. PRUETZ, J. D.; BERTOLANI, P.
COLLARD, M.; WOOD, B. 2007 "Savanna chimpanzees, Pan troglodytes verus,
1999 "The changing Face of Genus Homo", en Evolu- hunt with tools", en Current Biology, 17: 1-6. El-
tionary Anthropology,: 195-207. USA: Wiley In- sevier Inc..
terScience. SCOTHERN, N.
DIAMOND, J. 2006 "A comparison of tool using behavior between
1991 The rise and fall of the third chimpanzee. chimpanzees (Pan troglodytes) and bonobos (Pan
Somerset: Radius. 1-354. paniscus)", en The Undergraduate Research
FRAGASZY, D.; IZAR, P.; VISALBERGHI, E.; OTTONI, Journal, 5: 1-38. East Lansing, Kappa Omicro Nu
E. B.; GOMES DE OLIVEIRA, M. Leadership Academy.
2004 "Wild capuchin monkeys (Celus libidinosus) use SILVA, A.; GRAMAXO, F.; SANTOS, M.; MESQUITA,
anvils and stone pounding tools", en America A.; BALDAIA, L.
Journal of Physical Anthropology, 64: 359-366. 2000 Terra, Universo de Vida. Biologia 12º ano. Porto:
USA: Wiley InterScience. Porto Editora.1-335.
GOODMAN, M.; PORTER, C.; CZELUSNIAK, J.; PAGE, SUGIYAMA, Y.
S.; SCHNEIDER, H.; SHOSHANI, J.; GUNNEL, G.; 1997 "Social tradition and the use of tool-composite by
GROVES, C. wild chimpanzees", en Evolutionary Anthropo-
1998 "Toward a phylogenetic classification of primates logy,: 23-27. USA: Wiley InterScience.
based on DNA evidences complemented by fossil TONOOKA, R.
evidence", en Molecular Phylogenetic and Evolu- 2007 "Leaf-folding behavior for drinking water by wild
tion,9 (3): 585-598. Elsevier B. V. chimpanzees (Pan troglodytes verus) at Bossou,
GOODALL, J. Guinea", en Animal Cognition, 4: 325-334.
1964 "Tool.using and aimed throwing in a community of Spinger.
free-living chimpanzees", en Nature,201: WHITEN, A.; GOODALL, J.; MCGREW, W. C.;
1264-1266. Nature Publishing group. NISHIDA, T.; REYNOLDS, V.; SUGIYAMA, Y.; TUTIN,
1986 The chimpanzees of Gombe Patterns of behavior. C. E. G.; WRANGHAU, R. W.; BOESH, C.
Cambridge: The Belknap Press of Harvard Uni- 1999 "Culture in chimpanzees", en Nature, 399:
versity Press. 1-688. 682-685. Nature Publishing group.
HERNANDEZ-AGUILAR, R. A.; MOORE, J.; PICKER- WILDMAN, D. E.; UDDIN, M.; LIU, G.; GROSSMAN, L.
ING, T. R. L.; GOODMAN, M.
2007 "Savanna chimpanzees use tools to harvest the un- 2003 "Implications of natural selecyion in shaping
derground storage organs of plants", en PNAS,104 99,4% nonsynonymous: enlarging genus Homo",
(49): 19210-19213. National Academy of Sci- en PNAS, 100(12): 7181-7188. National Academy
ences. of Sciences.
HICKS, T. C.; FOUTS, R. S.; FOUTS, D. H.
2005 "Chimpanzee (Pan troglodytes troglodytes) tool
use in the Ngotto Forest, Central African
Republic", en America Journal of Primatology,
65: 221-237. USA: Wiley InterScience.
HIRATA, S.; MYOMA, M.; MATSUZAWA, T.
1998 "Use of leaves as cushions to sit on wet ground by
wild chimpanzees", en America Journal of Prim-
atology, 44: 215-220. USA: Wiley InterScience.
HORPE, S.; HOLDER, R.; CROMPTON, R.
2007 "Origin of human bipedalism as an adaptation for
locomotion on flexible branches", en Science, 316:
1328-1331. American Association for the Ad-
vancement of Science.
HUMLE, T.; MATSUZAWA, T.
2002 "Ant-dipping among the chimpanzees of Bossou,
Guinea and some comparisons with others sites",
en America Journal of Primatology, 58: 133-148.
USA: Wiley InterScience.
INTERNATIONAL COMISSION ON ZOOLOGICAL NO-
MENCLATURE
1999 Internatioanl code of zoological nomenclature.
London: International Trust for Zoological Nomen-
clature.
MARZKE, M. W.
1997 "Precision grips, hand morphology, and tools", en
America Journal of Physical Anthropology,102:
91-110. USA, Wiley InterScience.
MATSUZAWA, T.
1991 "Nesting cups and metatools in chimpanzees", en
Behavioral and Brain Sciences, 14(4): 570-571.
Cambridge: Cambridge University Press.
MCGREW, W. C.
1992 Chimpanzee material culture: implications for
human evolution. Cambridge: Cambridge Uni-
versity Press.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 21-27

EL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL EN LA ZONA MEDITERRÁNEA DE LA


PENÍNSULA IBÉRICA: EVIDENCIAS, INTERPRETACIONES Y REFLEXIONES

Paloma de la Peña Alonso


Departamento de Prehistoria, UCM; palomap@ghis.ucm.es

RESUMEN

El comienzo del Paleolítico Superior en la zona mediterránea supone uno de los grandes enigmas ac-
tuales dentro de la Prehistoria peninsular. El hecho de que en varios yacimientos de esta zona geográfica se
haya constatado una prolongación cronológica de las industrias musterienses -vinculadas a los neandertales-
supone que el inicio del Paleolítico Superior -asociado a los métodos de tecnología lítica laminar y al Homo
sapiens sapiens- presente un supuesto desarrollo tardío en comparación a otras áreas europeas e incluso pe-
ninsulares. El conocimiento arqueológico del inicio del Paleolítico Superior en esta zona resulta clave para
entender el porqué del cambio a una supuesta nueva fase cultural del Paleolítico, asociada además a un cam-
bio de especie/subespecie. En este artículo se presenta sintéticamente el estado del conocimiento de Paleolíti-
co Superior inicial de esta área geográfica como pretexto para la reflexión sobre las claves y problemas que
presenta el estudio de este periodo cultural.

ABSTRACT

The beginning of the Upper Paleolithic in the Mediterranean area is one of the greatest enigmas
within the Prehistory of the Iberian Peninsula. The fact that in several archeological sites of this area a
chronological prolongation of Musterian industries, traditionally associated with Neanderthals, is found,
points out that the beginning of the Upper Paleolithic, associated with laminar lithic assemblages and Homo
sapiens sapiens, shows a belated development when compared to other Iberian and European regions. A
sound knowledge of the beginning of the Upper Paleolithic in this area is crucial in order to understand the
culture shift putatively associated with the Homo species/ subspecies transition occurring during this period.
In this article, we put forward a revision to assess the state of the art on the Upper Paleolithic in the Mediter-
ranean region of the Iberian Peninsula and furthermore, we analyze in detail what are the key elements and
the conundrums of this cultural period.

Palabras Clave: Paleolítico Superior inicial. Auriñaciense. Gravetiense. Tecnología lítica. Dataciones ra-
diocarbónicas.

Keywords: Early Upper Paleolithic. Aurignacian. Gravettiean. Lithic technology. Radiocarbon dating.

1. Introducción. 2. Un caso: El estado del conocimiento del


En este artículo se presenta sintéticamente el Paleolítico Superior inicial en el área medi-
estado actual del conocimiento del Paleolítico Su- terránea peninsular.
perior inicial (PSI) de la zona mediterránea penin- En este apartado se presenta el estado del cono-
sular como pretexto para la reflexión sobre los pro- cimiento del PSI de la zona mediterránea peninsular
blemas y limitaciones que acarrea el estudio de este centrándonos, principalmente, en las secuencias es-
periodo. tratigráficas y las interpretaciones que han surgido
en torno a las mismas. Los dos elementos que, a
Se ha considerado a esta zona geográfica como
nuestro juicio, vertebran la discusión actual son:
idónea para esta disertación al presentar un desa-
rrollo del Paleolítico Superior supuestamente tar-  las industrias líticas representadas en las
dío, así como ciertas características particulares en secuencias estratigráficas.
comparación a otras zonas europeas y peninsulares.  las dataciones radiocarbónicas.
Por otra parte, este ejemplo pone especialmente en
evidencia los conceptos teóricos y bases empíricas 2.1. El Final del Paleolítico Medio y el “comple-
que actualmente se manejan para la discusión de jo Auriñaciense”.
este periodo cultural. Antes de iniciar el análisis de la evidencia del
comienzo del Paleolítico Superior en esta área geo-
gráfica se debe recordar brevemente el contexto
propuesto para el final del Paleolítico Medio. Esta
fase se ha interpretado principalmente en función

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
22
PALOMA DE LA PEÑA ALONSO

Fig.: 1. Mapa del área mediterránea de la Península Ibérica con los principales yacimientos de Paleolítico Superior inicial
citados en el texto.

de los datos paleoambientales, cronológicos y ar- bónicas y, presentando además, una cronología di-
queológicos de la Cueva de la Carihuela (Fernández latada: entre 40000- 33000BP (Bischoff et al.,
et al., 2007; Vega et al., 1988; Vega, 1988, 1990) y 1994; Maroto et al., 1996).
de otros yacimientos mediterráneos como Cova Ne-
En el resto del mediterráneo peninsular se docu-
gra (Villaverde y Fumanal, 1990) o la Cueva de
mentan también conjuntos auriñacienses en Benei-
Gorham (Pettit y Bailey, 2000). A partir de los que
to, Foradada, Mallaetes y Bajondillo, pero con una
se ha argumentado la perduración de las industrias
cronología sensiblemente más tardía. Beneito es
musterienses –asociadas a los neandertales- hasta
uno de los sitios del que se posee más información,
momentos avanzados del Pleistoceno Superior final
pero parte de sus niveles auriñacienses (C4 y C2)
(tramo final del OIS 3).
recientemente se ha visto que presentan problemas
El inicio del Paleolítico Superior se identifica estratigráficos (Domenech, 2005); en cuanto al res-
con los diferentes tecnocomplejos auriñacienses, to del conjunto (nivel B8), ha sido definido como
ante la ausencia de industrias de transición. La evi- Auriñaciense tardío/evolucionado en función de sus
dencia auriñaciense es, ante los datos conocidos y características tipológicas (Iturbe et al., 1993). Por
sus interpretaciones, contradictoria. Por un lado, en lo que respecta a los otros sitios auriñacienses del
el NE peninsular el primer tecnocomplejo docu- Levante, si bien constatan la presencia de conjuntos
mentado en función principalmente de los datos de de esta tipología, la información que aportan es to-
l’Arbreda es el Auriñaciense Arcaico, comparable davía parcial. Mallaetes se ha definido como Auri-
al de otras áreas geográficas peninsulares como la ñaciense únicamente por la presencia de fósiles-
cantábrica o el Midi francés (Arrizabalaga, 2000; guía (Niveles XIV-XI) y de una datación bastante
Maíllo, 2002; Onoratini y Raux, 1992). Este Auri- tardía (Nivel XII)(Fortea y Jordá, 1976; Fullola,
ñaciense Arcaico se contempla como muy antiguo a 1979). En cuanto a Foradada (II, V, VI y VII), con
partir de los datos de este yacimiento, ya que ha los datos disponibles sólo corrobora de nuevo una
otorgado varias dataciones AMS en torno al cronología tardía para estos conjuntos (Casabó,
38000BP (Fig.2). El resto de sitios que se atribuyen 1999). Finalmente, se deben destacar los datos del
al Auriñaciense Arcaico son conjuntos que poseen Auriñaciense de la Cueva de Bajondillo que son los
materiales de diferentes tecnocomplejos mezclados más recientemente publicados. La industria lítica
como Reclau Viver y Abric Romaní (Laplace, del nivel 11 se ha definido tecnotipológicamente y
1966; Soler, 1981) o colecciones muy reducidas se asocia al Auriñaciense Típico-Evolucionado
como Mollet 1, constituyendo realmente la única (Cortés,2007):397.Este yacimiento ha ofrecido va-
base para dicha atribución las dataciones radiocar- rias dataciones para dicho nivel, otorgando un con-
23
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL EN LA ZONA MEDITERRÁNEA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: EVIDENCIAS...

Fig.:2. Dataciones del Paleolítico Medio final de la Cueva de la Carihuela y de los principales niveles auriñacienses medi-
terráneos. Todas las fechas calibradas en este artículo se han calculado con el programa CALPAL y la curva CALPAL
2007 HULU (Weninger et al., 2008)

texto más antiguo de lo que se ha supuesto hasta el tos datos, varios milenios el extenderse por toda la
momento en esta zona en función de las dos data- Península (de N a S). Esto supondría aceptar un
ciones AMS; pero también dilatado y tardío si se “reemplazo” a muy largo plazo (de la Peña, 2007).
tienen en cuenta las fechas de Termoluminiscencia
Por otra parte, esta interpretación implica admi-
del mismo nivel (Fig.2). Se trata sin duda de un
tir de forma apriorística estas dos proposiciones:
buen ejemplo del complicado panorama cronológi-
co que se plantea para este periodo.  La asociación de todas las variantes del
tecnocomplejo auriñaciense con el Homo
Por último, con respecto al tecnocomplejo Auri-
sapiens sapiens. Algo que no se ha podi-
ñaciense, creemos que se da una paradoja explicati-
do demostrar, ante las escasas evidencias
va en función de los datos que acabamos de presen-
paleoantropológicas, en el contexto del
tar. Si se observan las interpretaciones que se otor-
PSI de la Península y de Europa occiden-
gan a través de los análisis de las industrias y de la
tal, como ya han señalado varios autores
lectura de las dataciones radiocarbónicas, obtene-
(Cabrera et al., 2005; Cabrera et al., 2001;
mos que tanto para l’Arbreda como para Bajondillo
Vega, 2005).
se utiliza la misma explicación sobre el tránsito en-
 Las diferentes variantes del tecnocomplejo
tre el Paleolítico Medio y el inicio del Paleolítico
Auriñaciense registradas en esta área geo-
Superior (Cortés, 2005; Maroto et al., 1996), siendo
gráfica (Arcaico, Típico y Evolucionado)
su información arqueológica y geocronológica ma-
se identifican con un supuesto fenómeno
nifiestamente diferente. La interpretación que se ha
cultural unitario, algo que no es evidente
otorgado es una sustitución abrupta entre Muste-
en función de los datos manejados.
riense-Auriñaciense (hipótesis invasionista/de re-
emplazo) que se identifica además con la aparición
2.2. El Gravetiense en el mediterráneo penin-
del Homo sapiens sapiens. El problema está en que
sular.
para l’Arbreda se sitúa dicha sustitución hacia el
38000BP y para Bajondillo hacia 34/31000BP, lo Por lo que respecta a los conjuntos gravetienses,
que supone realmente una contradicción si se consi- gracias a los nuevos trabajos de excavación, se con-
dera esta sustitución en términos históricos (Vega, firma su presencia en el inicio del Paleolítico Supe-
2005), es decir, como “abrupta” y fruto de una mi- rior. La información actual de este tecnocomplejo
gración fulminante. No obstante, si se observan las es predominantemente tipológica y en varios casos
dataciones calibradas parece que hay una sucesión se trata de colecciones sesgadas por los métodos de
cronológica gradual y dilatada entre el Auriñaciense excavación, al ser en su mayoría yacimientos cono-
Arcaico y los niveles atribuidos al Auriñaciense del cidos de antiguo y rebajados por tallas artificiales,
mediterráneo peninsular (Fig.2 y 4), lo que signifi- véase Parpalló, Barranc Blanc, Abric Romaní o Re-
caría que en una zona geográfica como la Península clau Viver.
Ibérica a esa supuesta migración le llevó, bajo es-
24
PALOMA DE LA PEÑA ALONSO

A principios de los años 80 las principales valo- francesa.


raciones sobre el Gravetiense/Perigordiense en esta
Ante los nuevos hallazgos y antiguas excavacio-
zona fueron las de C. Cacho y J. L. Miralles. C.
nes parece imposible seguir defendiendo la poca
Cacho señaló entonces que en el Sureste existía “un
importancia de las industrias líticas adscritas al
vacío cultural hasta el Perigordiense Superior, con
Gravetiense en el Paleolítico Superior mediterrá-
la excepción de algunos escasos restos auriñacien-
neo. Simplemente las nuevas dataciones absolutas
ses” (Cacho, 1981):330, clasificando en su tesis
de Les Cendres (Villaverde y Roman, 2004) y el
doctoral como adscribibles tipológicamente al Peri-
Palomar (Vega y Martín, 2006) desmontan la hipó-
gordiense Superior los sitios de la Colección Siret
tesis del desarrollo tardío de los conjuntos que em-
de Zájara II, Palomas, Morote y El Serrón. En defi-
piezan a presentar características diferentes a las
nitiva, presentó la zona SE peninsular como de
auriñacienses y, todavía más, parecen solaparse en
marcado carácter perigordiense. J. M. Miralles
cronologías con aquellas–ver fig.4-. Por otro lado,
(1982), a su vez, hizo una revisión del Gravetiense
la comparación con el “Gravetiense indiferenciado”
valenciano a través del estudio tipológico de las se-
definido para la zona aquitana parece precipitada,
cuencias clásicas de Parpalló, Barranc Blanc, Ma-
ya que con la excepción de las dataciones no existe
llaetes, Meravelles, Porcs, Sol y Ratlla del Musol,
otro vínculo con los yacimientos franceses más allá
revisión que mostró las principales características
del utillaje de dorso.
tipológicas de las series gravetienses valencianas,
ver (Miralles, 1982): 62. El principal problema que acusa el Gravetiense
de este sector geográfico es que simplemente se
Desde entonces se han excavado otros yaci-
han descrito sus características tipológicas pero es-
mientos importantes que añaden evidencias a la dis-
tos datos no se han situado en un marco cronológi-
cusión, fundamentalmente debemos señalar: Les
co que permita una interpretación más allá de la
Cendres en Valencia (Villaverde y Roman, 2004),
pura descripción. La dificultad está en que las se-
Beneito en Alicante (Iturbe et al., 1993), el Abrigo
cuencias clásicas se excavaron por tallas artificiales
del Palomar en la Sierra del Segura de Albacete
y no poseen un marco cronoestratigráfico definido,
(Córdoba y Vega, 1985; Vega y Martín, 2006) y las
es decir, se ignora si las características tipológicas
cuevas de Bajondillo (Cortés 2005; Cortés, 2007) y
señaladas para estos sitios responden a un momento
Nerja (Aura et al., 1998; Aura et al., 2006) en Má-
concreto o son la tendencia general durante todo el
laga. Los nuevos conjuntos marcan unas caracterís-
periodo en el que se desarrollan (de la Peña, 2007).
ticas diferentes con respecto a la tipología lítica de
las secuencias ya clásicas: aparición de útiles espe- En los últimos años se han ido incorporado
cíficos como los útiles esquirlados, la abundancia nuevos datos cronológicos a la discusión, pero to-
de hojitas, nuevas definiciones tipológicas como las davía no se han incluido verdaderamente en su in-
“Puntas tipo Cendres” etc. (Iturbe et al., 1993; terpretación y deberían estar acompañados de una
Vega y Martín, 2006; Villaverde y Roman, 2004) nueva visión de las industrias (tecnológica y funcio-
que parecen indicar un nuevo ejemplo de marcada nal). Por otra parte, no se han hecho tampoco pro-
variabilidad a nivel peninsular para estos conjuntos puestas sobre el significado de su variabilidad -que
líticos y apuntan, en función de nuevas dataciones parece marcada tanto a nivel regional como a nivel
realizadas, un desarrollo bastante temprano de me- peninsular- más allá de la supuesta identificación
todologías de talla lítica que difieren de las auriña- cultural.
cienses. En cuanto a las hipótesis más recientes so-
Como conclusiones generales a esta síntesis se
bre la evolución del Gravetiense en estas zona geo-
quieren recalcar estas propuestas:
gráfica, se debe citar la propuesta de (Iturbe et al.,
1993) a partir de la investigación de Beneito y la  Es necesario que los conjuntos adscri-
más reciente de Villaverde y Roman (2004) en fun- tos al Auriñaciense y Gravetiense de
ción de los datos de Les Cendres. De nuevo estas este sector se definan más allá de la es-
propuestas son contradictorias: Iturbe et alli. (1993) tricta tipología lítica a partir de otros
interpretan que este tecnocomplejo tiene poco peso datos -como la tecnología lítica y los
en el desarrollo regional pese a la importancia que análisis funcionales- y que se discuta
tradicionalmente le ha otorgado la investigación, su variabilidad a partir de estas nuevas
por otra parte, indican que el Auriñaciense evolu- perspectivas.
cionado estaría ocupando el lugar que el Gravetien-  Tras la revisión realizada, parece que
se ocupa en otras zonas; mientras la más reciente de en el sector mediterráneo peninsular la
Villaverde y Román (2004) compara la evidencia definición del Paleolítico Superior
gravetiense valenciana con el “Gravetiense Indife- debe pasar por un mejor conocimiento
renciado”, definido por (Djindjian y Bosselin, de los sitios asociados al Gravetiense,
1994) como la variante más antigua de la zona SW puesto que junto a los yacimientos cita-
25
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL EN LA ZONA MEDITERRÁNEA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: EVIDENCIAS...

Fig.:3. Dataciones de los yacimientos Gravetienses del mediterráneo peninsular. Las dataciones de Nerja vienen acompa-
ñadas con este símbolo* puesto que han tenido otras atribuciones tipológico-culturales.

dos de Auriñaciense tardío suponen el aportan este supuesto cuadro de referencia -ver por
grueso de la evidencia de la aparición ejemplo (Jöris et al., 2003)- con la consiguiente
de los métodos de la familia laminar confusión que hemos planteado en el apartado ante-
que se asocian al inicio del Paleolítico rior. Esta situación implica que este método debería
Superior; lo que a su vez invita a refle- someterse a una crítica mayor de la que se plantea
xionar sobre el peso que otorgamos en actualmente, puesto que su manejo creemos que
nuestras interpretaciones al cambio de acusa de los siguientes errores:
las tradiciones técnicas. En este caso se
 Selección ad hoc de las fechas en fun-
contempla como cambio “revoluciona-
ción de las interpretaciones.
rio” el supuesto paso Musteriense-Au-
 Comparación acrítica de las mismas sin
riñaciense y “atenuado” el Auriñacien-
tener en cuenta las condiciones arqueo-
se-Gravetiense, es decir se interpretan
lógicas, el tipo de material (Jöris et al.,
por convención.
2003), tipo de datación, fecha de la re-
 Por último, ante el complejo panorama
alización (Hahn, 1993; Mussi, 2001)
cronológico esbozado (fig.4), se hace
 Ausencia de un marco de referencia
necesario una discusión sobre la inter-
común de las dataciones y de una dis-
pretación de las dataciones radiocarbó-
cusión sobre las bases de la calibra-
nicas y la manera en que se utilizan
ción, lo que es especialmente patente
actualmente.
ya que el PSI se sitúa en el límite del
método.
3. El Paleolítico Superior inicial en el sec-
tor mediterráneo peninsular como pretexto 3.1.2. Ausencia de críticas geoarqueológicas y tafo-
para la reflexión. nómicas de las unidades estratigráficas estudiadas.
En este apartado se señalan brevemente los pro- Como se ha indicado en el apartado 2 un gran
blemas y carencias detectadas en el estudio del Pa- número de las secuencias estudiadas no poseen una
leolítico Superior inicial a partir del caso expuesto. buena descripción estratigráfica o incluso han sido
excavadas por tallas -en su mayoría por tratarse de
3.1. Problemas empíricos: excavaciones antiguas-. Esto implica que el conoci-
3.1.1. Ausencia de un cuadro de referencia climato- miento de los depósitos y por ende de los materiales
cronológico. incluidos en los mismos sea en muchos casos limi-
Si bien los datos climato-cronológicos (pólenes tado. Se debería exigir una presentación detallada
y estudios sedimento-climáticos) se presentan en las de las características geoarqueológicas de los depó-
monografías y estudios sobre este periodo, actual- sitos y de los criterios de distinción entre unidades
mente no participan en la realidad de la discusión estratigráficas, puesto que median totalmente en las
sobre el mismo. Por otra parte, el hecho de que se interpretaciones de los mismos. Del mismo modo
haya llegado a cuestionar totalmente la validez de que los estudios tafonómicos -entendiendo a los
los interestadios supuestos al Pleniglacial Superior mismos como la investigación de todos los proce-
(Arcy, Tursac, Laugerie) en base a las secuencias sos de degradación de los restos tanto culturales
en cueva (Sánchez, 1996) implica el que cada vez como naturales- deberían incluirse en la discusión
más son las dataciones radiocarbónicas las que de las interpretaciones.
26
PALOMA DE LA PEÑA ALONSO

Fig.:4 Arriba, curva de probabilidad acumulada de las fechas calibradas de los sitios asignados al Gravetiense, en medio
fechas calibradas auriñacienses y abajo las cuatro fechas de las unidades VI y V de la Cueva de la Carihuela –asociadas
a industrias musterienses-. Estos gráficos se han realizado a partir de las dataciones empleadas en la discusión de este
texto, que se reflejan en las tablas 2 y 3. La curva de probabilidad aparece comparada con la curva climática realizada a
partir de los sondeos de Groenlandia GISP2 180/160. Con este gráfico se pone de manifiesto el complejo panorama cro-
nológico del PSI: con la perduración de las industrias musterienses, el dilatado desarrollo de las variantes auriñacienses
y un solapamiento aparente entre el final del Auriñaciense y del Musteriense con el inicio del tecnocomplejo gravetiense.

3.1.3. Ausencia de incorporación de otras discipli- tos manejados en la descripción de la evidencia y


nas al conocimiento: en la discusión.
Es evidente que apenas se han incorporado a la Al tratarse del PSI debería especificarse por
discusión sobre la interpretación de este periodo cada autor qué considera como característico de
otros enfoques y disciplinas, como puede ser el esta nueva fase cultural o del supuesto cambio que
caso de los estudios funcionales para la industria lí- se asume para el comienzo del Paleolítico Superior.
tica o la incorporación de la tafonomía y los estu- En realidad, la mayor parte de los autores utilizan
dios de economía a partir de los datos faunísticos. conceptos heredados y no hay una reflexión teórica
de fondo sobre el significado de los términos mane-
3.2. Problemas teóricos:
jados. Por esta razón creemos que se percibe confu-
3.2.1. La interpretación de las industrias líticas.
sión en la terminología utilizada: se habla de Auri-
Aunque aparentemente en la actualidad los estu- ñaciense y Gravetiense y, dependiendo de los auto-
dios que se presentan sobre industria lítica empie- res, estos términos obtienen un significado de iden-
zan a tener en cuenta a la tecnología, en realidad la tificación cultural –e incluso étnico-, cronológico, o
base de la argumentación de la zona presentada se de mera adscripción a un tecnocomplejo lítico, no
centra en la tipología lítica de manera evidente, sin quedando clara normalmente cuales son las carac-
más certezas que la refrenden, como se ha visto terísticas ni el porqué que definen su unidad. Por
para el caso del Gravetiense mediterráneo de mane- último, las principales teorías que sirven para des-
ra ejemplar. Además, la introducción de la visión cribir y explicar este periodo se centran en el pro-
tecnológica no debería hacerse como un fin en sí blema de la “transición” y se reducen todavía a las
misma, es decir, sustituyendo a la descripción tipo- hipótesis para el cambio invasionistas/migracionis-
lógica de manera acrítica por ser más afinada, sino tas (oleada auriñaciense) (Bar-Yosef, 1996; Koz-
como medio para descifrar comportamiento cultu- lowski y Otte, 2000; Maroto et al., 1996; Otte y Ke-
ral. Evidentemente esta visión sólo será factible tras eley, 1990; Zilhão, 1997) o las autoctonistas (Ca-
una crítica geoarqueológica previa que permita in- brera et al., 2001). La otra vertiente interpretativa
troducir los límites a dicha interpretación. es un simple descriptivismo que únicamente utiliza
Por otra parte, no existe apenas discusión sobre como fuente de explicación para los cambios la
el significado de la variabilidad de las industrias lí- identificación cultural.
ticas, lo que significa que en su valoración sigue Nota 1. No se han incluido en el texto las dataciones radiocar-
primando casi exclusivamente su identificación bónicas que presenten incoherencias con respecto a su estrati-
grafía, como es el caso de Beneito (Iturbe, et al., 1993) y Zafa-
como marcador cultural por encima de cualquier rraya (Barroso y de Lumley,2006), ni tampoco los sitios como
otra interpretación. Esta situación limita el panora- Reclau ViVer o Abric Romaní (Laplace, 1966; Soler, 1982), por
ma teórico de este periodo notablemente. tratarse de dataciones recientes sobre contextos excavados de
antiguo con posibles confusiones estratigráficas. Tampoco he-
3.2.2. Ausencia total de reflexión sobre los concep- mos incluido los conjuntos arqueológicos en los que se ha reali-
zado una atribución cultural en base a las dataciones exclusiva-
27
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL EN LA ZONA MEDITERRÁNEA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: EVIDENCIAS...

mente, como son los casos de Mollet 1 (Maroto et al., 1996; La Mancha.Ciudad Real 16-20 de diciembre
Maroto et al., 1987) y el “context 9”de Gorham’s Cave -asocia- 1985.: 79-85.
do al D de las excavaciones de Waechter- (Pettit y Bailey, CORTÉS, M.
2000). 2005 "El extremo occidental Neandertal. El Paleolítico
Medio en el Sur de la Península Ibérica." Museo de
4. Agradecimientos. Altamira. Monografías: 55-74.
2007 "Las industrias líticas del Paleolítico Medio y del
Quiero expresar mi sincero agradecimiento a mi di- Paleolítico Superior", Cueva de Bajondillo (Torre-
rector de tesis, Gerardo Vega, y a Pilar Alonso por la lec- molinos). Secuencia cronocultural paleoambiental
tura de este texto y los consejos aportados al mismo. Por del Cuaternario Reciente en la Bahía de Mála-
ga:171-446
otra parte, quisiera agradecer también al Dr. J. Jordá sus
DJINDJIAN, F., BOSSELIN, B.
explicaciones sobre el marco paleoclimático y el manejo 1994 "Perigordien et Gravettien: L'Epilogue d'une con-
del programa CALPAL. No obstante, cualquier error que tradiction?" Prehistoire Européenne 6: 117-131.
se desprenda del texto es responsabilidad de su autora. DOMENECH, E.
2005 "La transición del Paleolítico Medio al Superior en
la Cova Beneito (Muro, Alicante). Recientes apor-
taciones." en: M. SANTONJA, A. PÉREZ-GON-
5. Bibliografía. ZÁLEZ y Mª. J. MACHADO (eds.), Geoarqueolo-
gía y Patrimonio en la Península Ibérica y el en-
torno Mediterráneo:197-203
ARRIZABALAGA, A. FERNÁNDEZ, S., FUENTES, N., CARRIÓN, J. S.,
2000 "Los tecnocomplejos líticos del yacimiento arqueo- GONZÁLEZ-SAMPERIZ, P., MONTOYA, E., GIL, G.,
lógico de Labeko Koba (Arrasate, País Vasco)". VEGA, G., RIQUELME, J. A.
Munibe 50: 193-343. 2007 "The Holocene and Upper Pleistocene pollen se-
AURA, J. E., JORDA, F., GONZÁLEZ-TABLAS, J., SAN- quence of Carihuela Cave of southern Spain." Ge-
CHIDRIÁN, J. L. obios 40: 75-90.
1998 "Secuencia arqueológica de la Cueva de Nerja: La FORTEA, J., JORDÁ, F.
sala del Vestíbulo." en: J. L. SANCHIDRIÁN y M. 1976 "La Cueva de Les Mallaetes y los problemas del
D. SIMÓN VALLEJO (eds.), Las culturas del Paleolítico Superior del Mediterráneo español."
Pleistoceno Superior en Andalucía.: Patronato de Zephyrus XXVI-XVVII:129-166.
la Cueva de Nerja.
FULLOLA, J. M.
AURA, J. E., JORDÁ, J. F., FORTEA, F. J.
1979 "Las industrias líticas del Paleolítico Superior Ibé-
2006 "La Cueva de Nerja (Málaga, España) y los inicios
rico". S.I.P. 60.
del Solutrense en Andalucía." 59: 67-88.
HAHN, J.
BAR-YOSEF, O.
1993 "L'origine du Paléolithique supérieur en Europe
1996 "The Middle/Upper Palaeolithic transition: A view
Centrale: Les datations C14", en: V. CABRERA
from the Eastern Mediterranean." en: E. CARBO-
(ed.), El origen del hombre moderno en el Suroes-
NELL y M. VAQUERO (eds.), The Last Neander-
te de Europa. Madrid: UNED: 61-80.
tals, The First Anatomically Modern humans:
ITURBE, G., FUMANAL, M. P., CARRIÓN, J. S., COR-
76-94.
TELL, E., MARTINEZ, R., GUILLEM, P. M.,
BISCHOFF, J. L., LUDWING, K., GARCÍA, J. F., CAR-
GARRALDA, M. D., VANDERMEERSCH, B.
BONELL, E., VAQUERO, M., STAFFORD, T. W., JULL,
1993 "Cova Beneito (Muro, Alicante): Una perspectiva
A. J. T.
interdisciplinar." Recerques del Museu d'Alcoi II:
1994 "Dating of the basal Aurignacian Sandwich at
23-88.
Abric Romaní (Catalunya, Spain) by Radiocarbon
JÖRIS, O., ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, E., WENINGER, B.
and Uranium Series". Journal of Archaeological
2003 "Radiocarbon evidence of the Middle to Upper Pa-
Science 21: 541-551.
leolithic Transition in Southwestern Europe". Tra-
CABRERA, V., BERNALDO DE QUIRÓS, F., MAÍLLO, J.
bajos de Prehistoria 60: 15-38.
M., PIKE-TAY, A., GARRALDA, M. D.
KOZLOWSKI, J. K., OTTE, M.
2005 "Excavaciones en el Castillo: Veinte años de refle-
2000 "La formation de l`Aurignacien en Europe".
xiones." Museo de Altamira. Monografías. nº 20
L`Anthropologie 104: 3-15.
BARROSO, C., MEDINA, F., ONORATINI, G., JORIS, C.
LAPLACE, G.
2006 "Les industries du Paléolithique Supérieur (Proto-
1966 "Le paléolithique supérieur de l'Abri Romaní." L'
aurignacien, Gravettien et Solutréen) de la Grotte
anthropologie 66: 36-43.
du Boquete Zafarraya", en: C. BARROSO y H. DE
MAÍLLO, J. M.
LUMLEY (eds.), La Grotte du Boquete de Zafa-
2002 "Tecnología lítica en el Auriñaciense Arcaico de
rraya.: Junta de Andalucía. Concejalía de Cultural:
Cueva Morín (Villanueva de Villaescusa, Canta-
587-1610.
bria)." Espacio, Tiempo y Forma. Serie 1: 87-117.
CABRERA, V., MAILLO, J. M., LLORET, M.,
MAROTO, J., SOLER, N., FULLOLA, J. M.
BERNALDO DE QUIRÓS, F.
1996 "Cultural change between Middle and Upper Pala-
2001 "La transition vers le Paléolithique supérieur dans
eolithic in Catalonia", en: E. CARBONELL y M.
la grotte du Castillo (Cantabrie, Espagne): La cou-
VAQUERO (eds.), The Last Neandertals The First
che 18". L'Anthropologie 105: 505-532.
Anatomically Modern Humans. Cultural change
CACHO , C. and human evolution: The crisis at 40 Ka BP.
1981 El Paleolítico Superior en el SE de la Península
MAROTO, J., SOLER, N., MIR, A.
Ibérica. Tesis Doctoral. Departamento de Prehisto-
1987 "La Cueva de Mollet I (Serynià, Gerona)." Cypsela
ria. Universidad Complutense.
VI: 101-110.
CASABÓ, J. A.
MIRALLES, J. L.
1999 "Cova Foradada (Xàbia): economía i paleogeogra-
1982 "El Gravetiense en el País Valenciano". Saguntum:
fía d'un assentament de caçadors recolectors de
45-63.
principi de Paleolític superior." Geoarqueología i
Quaternari litoral. Memoria MºP. Fumanal:
113-124.
CÓRDOBA, B., VEGA, L. G.
1985 "El Paleolítico de la Sierra del Segura: Proyecto de
investigación." Congreso de Historia de Castilla-
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 29-35

"IT’S GRIM UP NORTH": SOME THOUGHTS ON THE BRITISH AURIGNACIAN

R. Dinnis
Graduate School of Archaeology, University of Sheffield;
r.dinnis@sheffield.ac.uk

RESUMEN

El Auriñaciense británico se caracteriza por un reducido conjunto de evidencias y, como consecuen-


cia, el interés por su estudio ha sido limitado hasta el momento. En este artículo describo el carácter de la
ocupación auriñaciense británica a partir de una serie de observaciones preliminares en mi investigación. El
Auriñaciense británico situado en el límite más septentrional de la Europa pleistocena fue un evento relativa-
mente tardío y de pequeña escala. La presencia de una técnica de producción de laminitas similar dentro del
Auriñaciense británico y belga conduce a pensar en una posible afinidad cultural entre estas dos regiones.
Además, otro tipo de evidencias sugieren que la zona del Canal de la Mancha -actualmente sumergida- pudo
jugar un importante papel en la geografía humana de este periodo.

ABSTRACT

The Aurignacian of Britain is characterised by a comparatively small amount of material, and as a


result has remained understudied. Here, I describe the nature of British Aurignacian occupation from initial
observations of my own research. Situated on the northern fringe of the European Pleistocene world, it ap-
pears that the British Aurignacian was a relatively late, small-scale and short-lived event. The presence of a
particular bladelet production technique within the Aurignacian of Britain and Belgium hints at a possible
cultural affinity between the regions. Furthermore, this and other evidence suggest that the now submerged
Channel River may have played an important role in shaping the human geography of the period.

Palabras Clave: Paleolítico Superior inicial. Auriñaciense. Gran Bretaña. Tecnología lítica. Bélgica.

Keywords: Early Upper Palaeolithic. Aurignacian. Britain. Lithic technology. Belgium.

1. Introduction. discussed here can be found in Dinnis, in prepara-


In comparison to the many, well stratified archa- tion).
eological sequences of southern Europe, Early Up- 2. The Aurignacian of the British penninsu-
per Palaeolithic material in Britain, and indeed in la.
the north of northwestern Europe, is poorly unders-
At the time of the Aurignacian, during mid-to-
tood. With regard to Britain, this is the result of:
late Marine Isotope Stage 3 (MIS 3), global sea lev-
1. An overall paucity of sites and artefacts els fluctuated around a level believed to be c.80
2. The antiquity of the excavations at the metres below that of today (Lambeck et al. 2002;
most important sites Barron et al. 2003). As a result, Britain was a
3. The limited amount of research carried out peninsula of continental Europe (Figure 1). To the
on this material south of southern England lay the great Channel
Even given the notable exception of Jacobi River, a vast river system draining southern and
(1980, 2007; Jacobi & Pettitt 2000), work on the south central England, northern France, and large
Aurignacian of Britain is lacking. The aim of my areas of north central Europe (Bridgeland & d’Olier
own work was to document and interpret Aurigna- 1995; Gibbard & Lautridou 2003). To the east lay
cian material already known from British sites with the area of the Northern European Plain known as
reference to key sites in southern France and Bel- Doggerland (see Coles 1998), now submerged be-
gium. Here, I present an overview of some of the neath the North Sea. Assuming a continental origin,
results of this study and describe briefly the Aurig- for Aurignacian populations the British Peninsula
nacian of Britain. In light of the identification of a would in theory have been accessible by traversing
technique of bladelet production that is abundant the Channel River from the south, or by entering
within the late Aurignacian of the far north of west- from the east via the Channel itself or via the North-
ern Europe, and seemingly rare elsewhere, I also of- ern European Plain.
fer some speculative thoughts as to what further re-
The seven British sites that have yielded Aurig-
search may reveal. (Further details of everything
nacian material are shown in Figure 1. Due to prob-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
30
R. DINNIS

Fig.: 2. Britain during the Aurignacian, showing British sites that have yielded Aurignacian material. Coastline presumed to
be c.80 metres below current level and major river systems in and around the now submerged English Channel shown.
(For more information about this map, see Dinnis, in preparation.) Site key: 1. Kent’s Cavern, 2. Aston Mills, 3. Goat’s
Hole, Paviland, 4. Hoyle’s Mouth, 5. Ffynnon Beuno. 6. Uphill Quarry, 7. Hyaena Den.

lems associated with the antiquity of excavations that it likely relates to a contemporary (Aurigna-
and the lack of stratigraphic information available, cian) occupation (ibid.).
all artefacts identified are those that can be consid-
3. A small, late and geographically restric-
ered as fossils directeurs. At the three Welsh sites –
ted Aurignacian.
Paviland (Goat’s Hole), Hoyle’s Mouth and Ffyn-
non Beuno – typical burins busqués are a secure in- With the exception of Paviland, all of the sites
dicator of a late Aurignacian presence (Figure 2). in Figure 1 have yielded very few diagnostically
Likewise, the morphology of the osseous point from Aurignacian artefacts, with a total of 54 lithic arte-
Uphill Quarry Cave 8 is consistent with lozangic facts from all sites. Containing 48 of these artefacts,
points of the later Aurignacian of France (Jacobi & Paviland dominates the British Aurignacian, and is
Pettitt 2000), and a recent radiocarbon re-dating of the only site which can be referred to as an “assem-
31,730+/-250 (OxA-13716) confirms its Aurigna- blage”. However, it is misleading to refer to Pavi-
cian attribution (Jacobi et al. 2006). land as a major Aurignacian site in continental
terms.
In addition to these sites, an Aurignacian at
Kent’s Cavern is indicated by the presence of a Using the same criteria for selecting lithic mate-
‘Paviland burin’ (discussed further below). The rial as diagnostically Aurignacian, almost 150 arte-
small find-spot of Aston Mills is more tentatively facts were identified from just level 7 of the long
ascribed to the Aurignacian by the presence of a Aurignacian sequence at Abri Pataud in southwest-
nosed scraper with technological similarities to con- ern France. For the three levels that comprise the
tinental Aurignacian examples. Finally, an undiag- later Aurignacian (levels 6 to 8), this figure rises to
nostic osseous point from Hyaena Den has been more than 300. The material from level 7 at Abri
dated to 31,550+/-340 (OxA-13803) (Jacobi et al. Pataud is divisible into two discrete archaeological-
2006). Although undiagnostic, the similarity of its ly visible layers, each one showing an internal tech-
radiocarbon determination and its geographical nological homogeneity indicative of broadly con-
proximity to the point from Uphill Quarry indicate temporary occupation (see Chiotti 2005). If the ra-
31
"IT’S GRIM UP NORTH": SOME THOUGHTS ON THE BRITISH AURIGNACIAN

tio of diagnostically Aurignacian lithic artefacts to British assemblages carries any significance.
overall assemblage size is in any way consistent be-
Given the apparent lack of earlier Aurignacian
tween different sites, then just two discrete episodes
material in Britain, it is interesting to note the possi-
of occupation at this 93 square metre area of the
ble presence of earlier Aurignacian to the south of
Dordogne (Chiotti 2005:11) correspond to almost
the Channel River. Using comparison against well
three times the amount of activity observable in the
understood southern French assemblages as a guide,
entire British Aurignacian.
recent reappraisal of the large, palimpsest Aurigna-
Again, using the same selection criteria, similar- cian assemblage from Spy has indicated that the site
ly large numbers of diagnostically Aurignacian lith- was likely to have been the scene of at least two pe-
ic artefacts can be found in the large assemblages riods of later Aurignacian occupation, with an earli-
from Spy (Belgium) and Les Vachons (Charente, er Aurignacian also possibly represented (Flas et
France). Even the small open air site of Gohaud, al., in preparation). The lithic assemblages from the
situated at the mouth of the Loire in northwestern northern French sites of Grotte du Renne (Arcy-sur-
France, contains 31 diagnostically Aurignacian lith- Cure, Yonne) and Beg-ar-C’hastel (Finistère) con-
ic artefacts (personal observation). This minor as- tain material that is reminiscent of the earlier Aurig-
semblage, believed to represent a single occupation nacian of the south of France (ibid.). As Flas et al.
event (see Allard 1978), therefore contains c.60% rightly suggest, an earlier Aurignacian presence in
of the number of diagnostically Aurignacian lithic the north of France and Belgium is therefore a pos-
artefacts in the entire known British Aurignacian. sibility.
How should we interpret this lack of material? As stated, British Aurignacian material is of a
While glacial expansion at the Last Glacial Maxi- late Aurignacian character only. If an early Aurig-
mum (LGM) and the rise in sea levels since that nacian in the north of France is presumed, and giv-
time will certainly have destroyed some Aurigna- en the proximity of Beg-ar-C’hastel to the most
cian material, particularly in and around Wales, the southwesterly point of Britain, why is there no evi-
content of the known sites suggests that, in compar- dence for earlier Aurignacian occupation of
ison to regions further south, the Aurignacian occu- Britain? As recently emphasised by Stringer (2006),
pation of Britain was an extremely limited one. the Channel River would have been an extremely
important geographical feature of the north of
A study of the collections from the sites in Fig-
northwestern Europe, and would therefore have
ure 1 indicates that the Aurignacian presence in
played a role in determining the human geography
Britain is equivalent only to the continental later
of the Pleistocene. Indeed, it is possible that in the
Aurignacian. Those lithic artefacts found in abun-
past the river may have acted as a ‘barrier’ to occu-
dance in the early Aurignacian (e.g. ‘Aurignacian’
pation of Britain (ibid.: 169). Given the current evi-
blades, carinated scrapers etc.) are only present at
dence, it is plausible that the initial Aurignacian oc-
Paviland. The Paviland assemblage contains only
cupation of northern Europe stopped south of the
one possible Aurignacian blade and the three exam-
Channel River, with occupation further north occur-
ples of carinated scraper can all be described as
ring only during a later period.
‘atypical’ (Dinnis, forthcoming; Swainston
2000:101). Instead, the entire British Aurignacian In addition to the limited amount of material,
lithic assemblage is characterised by burins the apparent lack of an earlier form of Aurignacian
busqués, the related later Aurignacian Paviland and the significance of the Paviland burin (see be-
burin, and forms of nosed scraper; those artefacts low), one further noteworthy feature of the British
abundant in the late Aurignacian of continental Eu- Aurignacian is its geographical restriction. Aurigna-
rope. Presently, no early Aurignacian split-based cian material is only found to the west; in Wales
points have been identified in British collections. and western/southwestern England (see Figure 1).
With the new radiocarbon dates for the points from Given the presence of Early Upper Palaeolithic
Uphill and Hyaena Den, the entire corpus of Aurig- blade-leaf point assemblages and Gravettian Font-
nacian material in Britain points towards a later Au- Robert points in collections from across southern,
rignacian occupation only, an assertion made previ- south-eastern, eastern and central England (see Ja-
ously by Jacobi & Pettitt (2000). cobi 1980, 2007; Flas 2006) the absence of Aurig-
nacian material cannot be explained with reference
Interestingly, no burins des Vachons are present
to its lack of survival in the archaeological record.
in these assemblages. These artefacts are present as
far north as Spy (personal observation) and are Geographically, this western region is charac-
found only within the latest Aurignacian assem- terised by more upland topography with deeper riv-
blages from the south of France (Pesesse & Michel er valleys than the shallow valleys and rolling hills
2006). However, given the small data set available of England to the east. It would therefore appear
for study, it is unclear whether their absence from that Aurignacian populations were either entirely
32
R. DINNIS

Fig.: 2. Typical burins busqués from Ffynnon Beuno and Hoyle’s Mouth (see figure 1). Illustrations reproduced with kind
permission from A. David.

restricted to the upland west, or occupied the east have been commented upon by all those who have
so sparsely that they have become archaeologically studied the collection previously (Sollas 1913; Ga-
invisible. A similar absence from lowland areas is rrod 1926; Swainston 2000). Stephanie Swainston
not apparent to the south of the English Channel, (2000:110) correctly recognised them as Aurigna-
where Aurignacians occupied both upland and low- cian, and believed that they may be an idiosyncratic
land areas, and in doing so left characteristically artefact unique to the Aurignacian of Paviland.
Aurignacian artefacts in the archaeological record
The improvement in our understanding of Au-
(see Brou et al. 2006:90). Restriction to this one
rignacian lithic technology over the past ten years
(homogeneous) form of landscape is again indica-
(e.g. Lucas 1997; Chiotti 2000, 2003; Hays & Lu-
tive of a small-scale and potentially short-term oc-
cas 2001; Le Brun-Ricalens et al. 2005, 2006; Flas
cupation.
et al. 2006; Pesesse & Michel 2006) has now en-
As Flas (in press) has speculated, it is possible abled these artefacts to be recognised as discarded
that this geographical restriction of the British Au- bladelet cores sharing similarities with, but distinct-
rignacian may be related to differential environ- ly different from, burins busqués1. These artefacts
ments in the west and east of MIS 3 Britain. Archa- have now also been identified in the Aurignacian of
eologically, the presence of similar Aurignacian ar- Kent’s Cavern (see Figure 1) and in the Aurigna-
tefacts in Britain and continental Europe to the cian assemblages from Spy and Trou Magrite in
south (osseous points, small bladelets inferred from Belgium. I have named them ‘Paviland burins’
burin busqué/Paviland burin cores) would certainly (Dinnis forthcoming) and two examples from Pavi-
suggest that their identifiable methods of subsisten- land are shown in Figure 3. So far, 40 examples
ce were not drastically different, and by extension have been identified in these four Aurignacian as-
that their environments were not incomparable. Gi- semblages: 22 from Paviland; one from Kent’s Cav-
ven the fluctuating climate of mid-to-late MIS 3 ern; 13 from Trou Magrite; and four from Spy.
(Barron et al. 2003), and if it is presumed that the
Of particular interest, and hopefully the subject
occupation of Britain took place during a period of
of further research, are the possible geographical
relatively mild climatic conditions, it may have
and temporal ranges of the Paviland burin tech-
been that Aurignacians in the far north were on the
edge of their favoured environment, rather than out-
side of it.
1
Like burins busqués, the Paviland burin method often uses a
flat burin scar as the platform for the detachment of bladelet re-
4. The Paviland collection and Aurignacian movals. However, unlike in the busqué method, this removal is
bladelet production in the north of north- applied on the dorsal face and the resulting bladelet removals
are struck obliquely across the width and thickness of the blank
western Europe. and towards the ventral surface. In addition, the flat burin re-
One of the more intriguing aspects of the domi- moval is applied on the left hand side of the blank, unlike the
busqué method where this removal is usually aligned to the right
nant Paviland lithic assemblage is the presence of a
(See Dinnis forthcoming for a full technological description,
series of artefacts that show a consistent and regular discussion and comparison of burins busqués and Paviland
series of inverse (ventral) removals. These artefacts burins.)
33
"IT’S GRIM UP NORTH": SOME THOUGHTS ON THE BRITISH AURIGNACIAN

Fig.: 3. Paviland burins from Paviland. Illustrations reproduced with kind permission from J. Wallis.

nique. Interestingly, Paviland burins are entirely ab- probably for short periods of time when climate al-
sent from the two major and one minor French as- lowed. My own work indicates that this is likely to
semblages studied as part of my doctoral work be true of the Aurignacian. In light of the nature of
(Abri Pataud, Les Vachons and Gohaud respective- the limited amount of evidence, the British Aurig-
ly). A literature search indicates that they are absent nacian should be understood in terms of short-term
from published accounts of most other major south- and small-scale occupation or occupations, con-
ern French assemblages (see Dinnis forthcoming for fined only to the late Aurignacian of the continent.
details), and dialogue with several French col- Given what appears to be the brevity of the British
leagues suggests that this absence is real and not Aurignacian, this is likely to have occurred during
due to the selection of more ‘typically Aurignacian’ one (or, perhaps, more) of the warmer periods ob-
artefacts for illustration. The geographical range of servable in the climate records of the North At-
the Paviland burin technique is at present unclear, lantic.
although their presence in Belgium and Britain, and
Much research remains to be carried out in or-
in particular their dominance of the Aurignacian
der that a complete understanding of the Aurigna-
lithic assemblages of Paviland and of Trou Magrite,
cian of the north of western Europe is to be achie-
suggests some technological relationship between
ved. In particular, the presence of the Paviland bu-
the regions. In terms of the palaeogeography of
rin bladelet production technique in the late Aurig-
northwestern Europe, this again suggests that the
nacian of Britain and Belgium may be indicative of
Channel River basin may have played an important
an occupation centred around the now submerged
role in determining the human geography of the pe-
Channel River. Hopefully, as a result of further
riod. Future research will examine the hypothesis
work both planned and currently being undertaken,
that their distribution centres on the Channel River
the exact geographical and temporal ranges of the
and its tributaries.
Aurignacian settlement of the northern fringe of Ice
5. Conclusions. Age Europe can begin to be understood.
In recent years, new analyses of a number of 6. Acknowledgements.
British Upper Palaeolithic sites have increased our
understanding of periods when humans were oper- Special thanks to Dr. Paul Pettitt for his continu-
ating within Britain (e.g. Jacobi 2007; Pettitt, in ing support, to Dr. Roger Jacobi for his encourage-
press). It is now clear that Upper Palaeolithic ment and for sharing his knowledge of the British
groups occupied Britain only sporadically and Upper Palaeolithic, and to Dr. Damien Flas for his
34
R. DINNIS

help with some of the finer points of the French lit- FLAS D.
2006 La transition du Paléolithique moyen au supérieur
erature and for guiding me towards two Paviland dans la plaine septentrionale de l’Europe: les
burins in the collection from Spy. Also thanks to problématiques du Lincombien-Ranisien-
Dr. Flas, Dr. Laurent Chiotti, Dr. Jean-Guillaume Jerzmanowicien. Université de Liège, 2006, Thèse
de Doctorat, 2 vol.
Bordes and Mr. Alexandre Michel for their help in press The Lincombian-Ranisian-Jermanowician and the
with understanding the technology of Aurignacian limit of the Aurignacian spreading on the northern
burins. All mistakes here are my responsibility European plain. In F. Djindjian, N. Bicho & J. K.
Kozłowski (eds.), Paleolithic Hunter-Gatherers
alone. Also thanks to the staff at the museums I Concept of Territory, Proceedings of the XVth
have worked at in France, Belgium and Britain. Fi- UISPP congress (Lisbon, 2006), Colloquium 16.
nally, thanks to Paloma de la Peña for inviting me FLAS, D., MILLER, R. & JACOBS, B.
2006 Les “burins” de l’Atelier de débitage aurignacien
to speak at the conference and for her delicious de Maisières-Canal (Province du Hainaut,
paella. This work is funded by the Arts and Human- Belgique). In J.-P. Bracco, M. De Araujo Igreja &
ities Research Council. F. Le Brun-Ricalens (eds), Burins Préhistoriques:
Formes, Fonctionnements, Fonctions: Actes de la
Table-Ronde d'Aix-en-Provence (3-5 mars 2003).
Luxembourg, MNHA, ArchéoLogiques 2, pp.
7. Bibliography. 55-74.
ALLARD, M. FLAS, D., TARTAR, É., BORDES, J.-G., LE BRUN-RI-
1978 Le Gisement Aurignacien de Gohaud à Saint- CALENS, F., ZWYNS, N.
Michel-Chef-Chef (Loire Atlantique): étude in preparation New observations on the Aurignacian from Spy:
archéologique. Gallia Préhistoire 21: 1-42. lithic assemblage, osseous artefacts and chronocul-
BANON, E., VAN ANDEL, T. H., POLLARD, D. tural sequence. In P. Semal & A. Hauzeur (eds.),
2003 Glacial Environments II: Reconstructing the cli- Spy Cave: State of 120 Years of Pluridisciplinary
mate in the last glaciation. In T. H. van Andel & Research on the Betche-aux-Rotches from Spy (Je-
W. Davies (eds.), Neanderthals and Modern Hu- meppe-sur-Sambre, Province of Namur, Belgium).
mans in the Landscape during the Last Glaciation, Brussels, Royal Belgian Institute of Natural Sci-
pp. 57-78. (McDonald Institute Monographs.) ences & NESPOS Society.
Cambridge, McDonald Institute for Archaeological GARROD, D. A. E.
Research. 1926 The Upper Palaeolithic age in Britain. Oxford,
BRIGELAND, D. R. & D’OLIER, B. Clarendon Press.
1995 The Pleistocene evolution of the Thames and GIBBARD, P. L. & LAUTRIDOU, J. P.
Rhine drainage systems in the southern North Sea 2003 The Quaternary history of the English Channel: an
Basin. In R. C. Preece (ed.), Island Britain: a Qua- introduction. Journal of Quaternary Science
ternary Perspective, pp. 27-45. Geological Society 18(3-4): 195-199.
Special Publication No. 96. HAYS, M. A. & LUCAS, G.
BROU, L., GAFFIE, M., GRIETTE, M., LE BRUN- 2001 Experimental Investigations of Aurignacian Du-
RICALENS, F. & ZIESAIRE, P. four Bladelets. In M. A. Hays & P. T. Thacker
2006 Quid de l’Aurignacien dans la Vallée de la (eds.), Questioning the Answers: Re-solving Fun-
Moselle ? Altwies – Laangen Aker (G.-D. De damental Problems of the Early Upper Paleolith-
Luxembourg) et Auboué – La pièce de Coinville ic, pp. 109-117. Oxford, BAR International Series
(France) : deaux sites clefs à nucléus (burins) 1005.
carénés. In J.-P. Bracco, M. De Araujo Igreja & F. JACOBI, R. M.
Le Brun-Ricalens (eds), Burins Préhistoriques: 1980 The Upper Palaeolithic in Britain, with special ref-
Formes, Fonctionnements, Fonctions: Actes de la erence to Wales. In J. A. Taylor (ed.), Culture and
Table-Ronde d'Aix-en-Provence (3-5 mars 2003), Environment in Prehistoric Wales, pp. 15-99. Ox-
pp. 77-100. Luxembourg, MNHA, ford, British Archaeological Reports (British Se-
ArchéoLogiques 2. ries) 76.
CHIOTTI, L. 2007 A collection of Early Upper Palaeolithic Artefacts
2000 Lamelles Dufour et grattoirs aurignaciens (carénés from Beedings, near Pulborough, West Sussex, and
et à museau) de la couche 8 de l'abri Pataud, Les the Context of Similar Finds from the British Isles.
Eyzies-de-Tayac, Dordogne. L’Anthropologie 104: Proceedings of the Prehistoric Society 73:
239-263. 229-325.
2003 Les productions lamellaires dans l’Aurignacien de JACOBI, R. & PETTITT, P.B.
l’Abri Pataud, Les-Eyzies-de-Tayac. Gallia 2000 An Aurignacian point from Uphill Quarry, Somer-
Préhistoire 45: 113-156. set, and the colonisation of Britain by Homo sa-
2005 Les industries lithiques aurignaciennes de l’Abri piens. Antiquity 74, 513-8.
Pataud, Dordogne, France: Les fouilles de JACOBI, R.M., HIGHAM, T.F.G. & BRONK RAMSEY, C.
Hallam L. Movius Jr. Oxford, BAR International 2006 AMS radiocarbon dating of Middle and Upper
Series 1392. Palaeolithic bone in the British Isles: improved re-
COLES, B. J. liability using ultrafiltration. Journal of Quater-
1998 Doggerland: a speculative survey. Proceedings of nary Science 21: 557-573.
the Prehistoric Society 64: 45-81. LAMBECK, K., YOKOYAMA, Y. & PURCELL, T.
DINNIS, R. 2002 Into and out of the Last Glacial Maximum: sea-
forthcoming On the technology of late Aurignacian burin and level change during Oxygen Isotope Stages 3 and
scraper production and the importance of the Pavi- 2. Quaternary Science Reviews 21(1): 343-360.
land lithic assemblage. LE BRUN-RICALENS, F., BORDES, J.-G. & BON, F.
in preparation Understanding the British Aurignacian with par- (EDS).
ticular reference to levels of similarity of north- 2005 Productions Lamellaires attribuées à
western European later Aurignacian lithic arte- l’Aurignacien: chaînes opératoires et perspectives
fact production. Doctoral thesis, University of techno-culturelles. Actes de la Table-ronde
Sheffield. organisée dans le cadre du XVe Congrès de
l’UISPP, Liège, 2001. Luxembourg,
ArchéoLogiques 1.
35
"IT’S GRIM UP NORTH": SOME THOUGHTS ON THE BRITISH AURIGNACIAN

LE BRUN-RICALENS, F., BRACCO, J.P. & BROU, L.


2006 Burins carénés, grattoirs carénés et formes
associées: un retournement! In J.-P. Bracco, M. De
Araujo Igreja & F. Le Brun-Ricalens (eds), Burins
Préhistoriques: Formes, Fonctionnements,
Fonctions: Actes de la Table-Ronde d'Aix-en-
Provence (3-5 mars 2003), pp.345-356.
Luxembourg, Archéologiques 2.
LUCAS, G.
1997 Les Lamelles Dufour du Flageolet I (Bézenac,
Dordogne) dans le contexte aurignacien. Paléo 9:
191-220.
PESESSE, D. & MICHEL, A.
2006 Le burin des Vachons: apports d’une relecture
technologique à la comprehension de
l’Aurignacien recent du nord de l’Aquitaine et des
Charentes. Paléo 18: 143-160.
PETTITT, P. B.
in press The British Upper Palaeolithic. In J. Pollard (ed.),
Prehistoric Britain. London, Blackwell Studies in
Global Archaeology.
SOLLAS, W. J.
1913 Paviland Cave: an Aurignacian station in Wales.
Journal of the Royal Anthropological Institute of
Great Britain and Ireland 43: 325-374.
STRINGER, C.
2006 Homo Britannicus: The Incredible Story of Hu-
man Life in Britain. London, Penguin.
SWAINSTON, S.
2000 The lithic artefacts from Paviland. In S. H. Ald-
house-Green (ed.), Paviland Cave and the ‘Red
Lady’: a definitive report, pp. 95-113. Western
Academic and Specialist Press.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 37-42

A OCUPAÇÃO GRAVETENSE DE VALE BOI (TERRAÇO): RESULTADOS PRE-


LIMINARES

João Manuel Marreiros


Universidade do Algarve; joaofigueiras@gmail.com

RESUMEN

A jazida de Vale Boi, situada no extremo sudoeste da Península Ibérica, tem documentado, ao longo
da última década de investigação, uma constante ocupação humana desde o final do Paleolítico Médio até
inícios do Holocénico. A ocupação gravetense da jazida algarvia é a principal evidência de ocupação humana
junto à costa atlântica meridional. O estudo dos restos osteológicos das comunidades gravetenses revelou
uma dieta diversificada, rica em recursos terrestres e aquáticos, decorrente de uma relativa proximidade com
a costa atlântica. O presente trabalho foca o estudo tecnológico, tipológico e funcional da indústria lítica gra-
vetense, procurando evidenciar características estilísticas que, já denunciadas em período Solutrense pela in-
dústria lítica e pela utensilagem em osso, a correlacionam com ocupações penecontemporâneas na Estrema-
dura portuguesa e no Levante espanhol.

ABSTRACT

The archaeological site of Vale Boi, located in the Southwest tip of the Iberian Peninsula, has been
revealing itself, along the last decade of research, as a place of continuous human occupation since the Mid-
dle Paleolithic to the beginning of the Holocen. The Gravettian occupation, in the south of the Portuguese ter-
ritory, it is the main evidence of the human occupation close to the southern Atlantic coast. The study of the
bone remains reveal a diverse diet based on terrestrial and aquatic resources allowed by the relative proximity
to the ocean. The main purpose of the present work is to analyze the technological, typological and functional
characteristics of the lithic industry of the gravettian layers, to support the hypothesis of stylistic connections,
already indicated for Solutrean with the Portuguese Estremadura and the Spanish Mediterranean.

Palabras Clave: Paleolítico Superior. Gravetiense. Vale Boi. Industria Lítica. Traceologia.

Keywords: Upper Paleolithic. Gravettian. Vale Boi. Lithic tools. Use-wear analysis.

1. Introdução. A análise da cultura material pré-histórica tem


O sitio arqueológico de Vale Boi, descoberto um lugar privilegiado no processo do conhecimento
em 1998 mediante trabalhos de prospecção, dos comportamentos mais remotos. Com base nesta
encontra-se situado no estremo sudoeste da premissa, o presente trabalho centra-se na análise
Península Ibérica. A jazida, limitada espacialmente tecno-tipológica e traceológica que, juntamente
por duas zonas de ocupação: o abrigo, a oeste; e o com as remontagens e o talhe experimental,
terraço a este, revela uma longa estratigrafia na qual constituem ferramentas próprias para a
se documenta ocupação Gravetense, Proto- aproximação ao conhecimento da paleotecnologia
Solutrense, Solutrense, Magdalenense e um nível humana.
atribuído ao Neolítico Antigo, com uma datação de Os dados provenientes destas disciplinas põem a
cerca de 6 000 BP. As escavações que desde 2005 descoberto aspectos económicos como: exploração
se realizaram na zona do terraço revelaram de diferentes matérias-primas, locais de
ocupação gravetense corroborada pelas aprovisionamento e organização espacial intra-sitio.
características da utensilagem lítica e por uma A traceologia trabalha sobre o estádio final dos
datação radiocarbónica que cronologicamente situa utensílios líticos, ou seja, procura determinar o uso
a ocupação entre 24 560±570 e 21 830±195 BP; que os instrumentos líticos tiveram por parte das
correspondendo ao Gravetense Antigo e o comunidades pré-históricas: quais foram as
Gravetense Final. matérias trabalhadas, de que forma foram
O estudo da paleotecnologia e a análise trabalhadas, com que intensidade; tudo isto dirigido
funcional da indústria lítica, revelam-se a conhecer as actividades quotidianas e o
preponderantes para interpretar a inserção da jazida comportamento humano.
paleolítica de Vale Boi no contexto do Paleolítico Estes dados contribuem para o entendimento da
Superior Português de da Península Ibérica. ocupação humana durante o gravetense no sítio

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
38
JOÃO MANUEL MARREIROS

arqueológico de Vale Boi, assim como a arqueológico em jazidas de ar livre: Cabeço de


compreensão das correntes estilísticas, económicas, Porto Marinho II, Picos, Terras do Manuel e
sociais e tecnológicas que caracterizaram a pré- Vascas; e em gruta: Buraca Escura e Casa da
historia portuguesa e ibérica. Moura.
2. Gravetiense em Portugal. Estes dois modelos residenciais adoptados pelas
O conhecimento do Paleolítico Superior no comunidades gravetenses parecem, mediante as
território português vem sendo, ao longo dos dissemelhanças tecnológicas, denotar um carácter
últimos 15 anos de investigação arqueológica, a funcional inerente à sua ocupação. Não obstante, o
época cronológica que mais informação revelou à Gravetense Inicial surge marcado pela exploração
comunidade científica. O estudo do Gravetense em dos nódulos de sílex que, visando a preparação de
Portugal emerge desta investigação que, em núcleos prismáticos, funcionariam como volumes
afinidade com a realidade europeia, trouxe à luz do para o talhe de produtos alongados (laminas e
dia a divisão deste tecno-complexo: Gravetense lamelas), que por fim seriam transformados na sua
Inicial e Gravetense Final. maioria, em utensílios de gume lateral retocado
(laminas retocadas, entalhes, denticulados, etc.)
O Gravetense Inicial, com idade compreendida (ZILHAO, 1997). João Zilhão (1997) anota um
entre 27 000 e 25 000 BP, é marcado por fácies gravetense na região da Estremadura
comunidades humanas localizadas em zonas altas portuguesa: o Fontesantense que, tendo como fóssil
das bacias fluviais e ricas em sílex. Tal panorama director a ponta de Casal do Felipe, possivelmente
parece evoluir no Gravetense Final que, entre 24 utilizada como zagaia lítica, parece distinguir-se
000 e 22 000 BP, evidenciando uma difusão tecnologicamente da restante prática aplicada à
populacional para acampamentos de ar livre, na sua exploração de volumes siliciosos durante o
maioria, implantados em zonas baixas de vales Gravetense Inicial.
abertos, coexistentes também com ocupações na
faixa costeira (BICHO, 2000). O Gravetense Final da Estremadura portuguesa,
à semelhança com a fase inicial deste tecno-
As ocupações gravetenses no território nacional complexo, é caracterizado por um talhe destinado,
foram colocadas a descoberto em 3 regiões por meio de núcleos prismáticos, à obtenção de
principais: na região da Estremadura (BICHO, lâminas e lamelas, que numa fase seguinte
1993, 2000; ZILHÃO, 1997), na região do Vale do constituiriam suportes para armaduras microlíticas
Côa (ZILHÃO, 2001) e no Algarve (jazida de Vale que, funcionando como zagaias ou barbelas
Boi) (BICHO, 2004) (Fig. 1). adjacentes a zagaias em osso ou em madeira,
parecem constituir o produto final da cadeia
operatória na redução dos nódulos de sílex.
A recente descoberta de zonas residenciais na
região do Vale do Côa, contexto arqueológico
ajustado às manifestações de arte rupestre
paleolítica ao longo de todo o vale, permitiu através
da datação de uma estrutura de combustão,
identificar ocupações durante o Gravetense Final
(23 000 e 22 000 BP).
No sul do território nacional o conhecimento
acerca das comunidades gravetenses resulta da
escavação de um único sítio arqueológico: Vale Boi
(Vila do Bispo), cujo espólio lítico analisado
Fig.: 1. Ocupações gravetense em Portugal: 1 – preliminarmente, será exposto no presente artigo.
Estremadura; 2 - Vale do Côa; 3 – Vale Boi.
3. O sítio arqueológico de Vale Boi 3.
O registo arqueológico da Estremadura O sítio arqueológico de Vale Boi, situado no
portuguesa permitiu a identificação das duas fases extremo sudoeste da Península Ibérica (Algarve,
de ocupação gravetense: um Gravetense Inicial e Vila do Bispo) (Fig.1) emerge de um projecto de
um Gravetense Final. O primeiro está datado entre investigação no sul do território português
26 000 e 24 000 BP, compreendendo jazidas de ar intitulado “A ocupação humana paleolítica do
livre: Estrada da Azinheira Vale Comprido e Algarve” (BICHO, 2003).
Vascas; e sítios de gruta: Caldeirão, Casa da Moura
e Salemas. O Gravetense Final, entre 24 000 BP e O complexo arqueológico, limitado a Este por
22 000 BP (Cardoso, 2008), emerge do registo um dos afloramentos calcários da zona e a Oeste
pela zona de aluvião da ribeira (Fig. 4), apresenta
39
A OCUPAÇÃO GRAVETENSE DE VALE BOI (TERRAÇO): RESULTADOS PRELIMINARES

vestígios à superfície dispersos ao longo de toda a comunidades de Vale Boi baseada em espécies
vertente numa área superior a 10 000 m2. Os como: o veado (Cervos elaphus), cavalo (Equus
trabalhos de sondagem e posteriormente escavação caballus), cabra (Capra sp.), boi (Bos primigenius)
do depósito, que decorrem desde o verão de 2000, e o javali (Sus scrofa). Contudo, relata-se também a
revelaram, com base em quatro níveis existência de outros mamíferos como: a raposa
estratigráficos claramente definidos, uma longa (Vulpes sp.), o asno (Equus Hyndruntinus) e
sequência cultural desde o final do Paleolítico possivelmente o lince ibérico (Felis pardina), e
Médio até ao Neolítico (Fig. 2): espécies de aves de porte mediano ainda a
determinar (STINER, 2003; MANNE et al., 2006).
1. Nível de argilas amarelas com presença
diminuta de utensílios líticos e restos faunísticos -
ainda de cronologia incerta, porém admitida a
hipótese da presença de um contexto Moustierense.
2. Nível de argilas vermelhas, ostentando uma
relevante abundância de restos faunísticos e líticos
remetentes para o Paleolítico Superior Inicial.
3. Nível de argilas muito compactas e coloração
castanha que albergam um registo arqueológico
rico. Neste nível regista-se a subdivisão entre uma
ocupação gravetense e um sub-nível correspondente Fig.: 3. Corte esquemático do sítio arqueológico: 1 –
ao intervalo entre o Proto-Solutrense e o Abrigo; 2 – Vertente; 3 – Terraço; 4 – Ribeira.
Magdalenense final. Durante o período Gravettense a exploração dos
4. No nível mais superficial, de sedimentos recursos alimentares recai essencialmente sobre a
arenosos, regista-se a existência de estruturas e caça do coelho (Oryctolagus cuniculus) e acentua-
materiais pertencentes ao neolítico antigo. se a exploração de recursos aquáticos
aprovisionados na costa atlântica situada a cerca de
2 km do acampamento. Espécies aquáticas como o:
Mytilus edulis, Patella vulgata, Patella
ulyssiponensis, inseriam-se na dieta da comunidade
e outras como a: Littorina obtusata, Pecten
maximus e Trivia monacha eram utilizadas como
adornos.
Paralelamente a esta realidade, e não obstante
toda a utensilagem lítica que compõe a jazida
paleolítica, diversos utensílios em osso foram
recuperados, na sua maioria oriundos de níveis
gravetenses (ÉVORA, 2007; BICHO et al., 2004).
Fig.: 2. Corte estratigráfico do terraço. Uma cascalheira
marca a transição Gravetense-Solutrense. 4. Indústria lítica.
Os trabalhos desenvolvidos, nos últimos três 4.1. Paleotecnologia.
anos de escavação, permitiram assumir a existência Embora se verifique a existência de níveis
de três espaços distintos no sítio arqueológico, dois gravetenses no abrigo e vertente, os materiais líticos
residenciais: o Abrigo, que seria composto por uma aqui apresentados resultam apenas dos trabalhos
pala proeminente do imponente afloramento efectuados na área do Terraço.
calcário, e o Terraço, formado pelo aluvião da
4.1.1. Matérias-primas.
ribeira que corre na base do vale. Por sua vez, a
vertente, situada longitudinalmente entre estes dois As matérias-primas utilizadas pelas
espaços, corresponderia a uma zona de despejo. comunidades gravetenses foram na sua maioria
Esta divisão tripartida do espaço é corroborada pela aprovisionadas em jazidas situadas dentro da área
descoberta de duas estruturas de combustão, uma geográfica que acolhe o sítio arqueológico,
no abrigo (de idade Solutrense) e outra no terraço privilegiando os recursos a volumes existentes nas
(de idade Gravetense), e por elevados índices de proximidades do local de acampamento.
fragmentação de material lítico e ósseo subtraído O sílex é a matéria-prima mais recorrente em
dos níveis arqueológicos da vertente. toda a colecção. Os nódulos siliciosos,
O excelente estado de preservação da fauna aprovisionados em posição secundária, são
possibilitou identificar uma dieta alimentar das extraídos de jazidas locais situadas ao longo de
todo barlavento litoral algarvio. (VERISSIMO,
40
JOÃO MANUEL MARREIROS

Fig.: 4. Vista aérea sobre o sítio arqueológico.

2005). calcedónia, xisto e o quartzito, este último sob a


forma de percutor, porém em quantidades
O quartzo é a segunda matéria-prima mais
diminutas, encontram-se patentes no registo
abundante. Porém, a presença exaustiva de
arqueológico.
artefactos de quartzo é problemática. Uma
cascalheira, estrutura que marca a divisão entre a 4.1.2. Cadeia operatória.
camada 3 e 4, é responsável pela elevada frequência A análise efectuada aos núcleos demonstra a
de fragmentos nos primeiros níveis da camada 4. exploração de dois tipos de suporte: nódulos,
Esta elevada taxa parece indicar uma contaminação maioritariamente de sílex embora surjam alguns
dos níveis inferiores por materiais provenientes exemplares em quartzo, e seixos rolados de quartzo.
dessa mesma cascalheira e níveis superiores
Após o aprovisionamento dos volumes, quer em
adjacentes. Os valores decrescem em níveis
sílex quer em quartzo, os mesmos eram
inferiores, passando a contabilizar-se
transportados, mediante a sua proximidade com o
essencialmente elementos de debitagem e alguns
local de acampamento e as suas reduzidas
núcleos. Esta realidade é corroborada pela presença
dimensões, para área residencial e posteriormente
de dois tipos de quartzo: um, de grão maior,
talhados. A paleotecnologia parece estar
claramente impróprio para o talhe que seria
estritamente relacionada com as características
utilizado na composição de estruturas de combustão
litológicas das matérias-primas exploradas. A
ou pavimento, e um outro sob a forma de seixo
exploração dos volumes não espelha uma
rolado que, possivelmente aprovisionado no leito
tecnologia sistemática unimodal e unidireccional,
da ribeira ou em terraços fluviais e apresentando
denotando sim uma tecnologia sem um fim
um córtex amarelado, já oferece um grão mais fino
específico assente no aproveitamento de produtos
e propicio ao talhe.
de manutenção do núcleo, segundo uma linha de
Ao invés do que sucede no resto do território produção que parece não ter uma orientação
português em ocupações de idade gravetense, outra intencional ou padronizada. Este aspecto é
matéria-prima recorrente é o grauvaque que, corroborado pela tipologia dos volumes explorados
ocupando o lugar do quartzito, descobre-se ao (simples com um ou dois planos de percussão,
longo de toda a ribeira que corre ao longo do vale. informe e poliédrico). A debitagem de produtos
Esta matéria-prima, que se apresenta sob a forma de alongados, ainda que de assiduidade reduzida em
volumosos nódulos, foi na sua maioria utilizada relação à extracção de lascas, foi realizada através
como bigorna, existindo no entanto alguns produtos da exploração de núcleos prismáticos de pequenas
resultantes de talhe. Não obstante a preferência por dimensões.
tais minerais, outras matérias como o arenito,
41
A OCUPAÇÃO GRAVETENSE DE VALE BOI (TERRAÇO): RESULTADOS PRELIMINARES

O abandono dos núcleos foi na sua maioria (BICHO et al., 2007).


efectuado sem razões óbvias. Este aspecto explica-
Análise traceológica Gravetense
se pela abundância de matéria-prima, proximidade
das jazidas de aprovisionamento e a fraca qualidade Peças usadas 30 (22,9%)
litológica das rochas talhadas.
Peças não usadas 71 (54,2%)
4.1.3. Utensílios retocados.
A matéria-prima mais utilizada na produção de Peças não analisáveis 30 (22,9%)
utensílios retocados é o sílex, ainda que surjam
alguns instrumentos em quartzo (raspadores e TOTAL 131
denticulados). Tab.: 1. Resultados percentuais da análise traceológica
realizada sobre os utensílios líticos de níveis gravetenses
A utensilagem comum representa na maioria a (adaptado de: BICHO et al., 2006; GIBAJA BAO et al.,
colecção de instrumentos retocados. A debitagem 2006, BICHO et al., 2007).
orientada para a extracção de lascas, ainda que de Contudo é possível destacar alguns tipos de
dimensões reduzidas, parece ter como produto final utensílios destinados a actividades específicas:
instrumentos de gume lateral: entalhes, raspadores,
raspadeiras, denticulados, buris e peças 1. Para raspar madeira foram utilizadas na sua
esquiroladas. Todavia, existem alguns utensílios maioria lascas com (raspadeiras ou denticulados)
laminares: raspadeiras, laminas retocadas, entalhes ou sem retoque.
e peças esquiroladas. Este aspecto mostra algum 2. No trabalho de matéria dura animal para
paralelismo com as ocupações no centro de obter tutano e matéria gorda (STINER, 2003) e no
Portugal. Contudo a ausência de armaduras líticas, fabrico de instrumentos em osso ou haste foram
tendo em conta a presença de zagaias em osso de utilizadas peças esquiroladas.
idade Gravetense, difere da realidade vivida na
Estremadura portuguesa onde é recorrente o recurso 3. Para o tratamento da pele os artesãos
a armaduras microlíticas (microgravettes e pontas recorreram essencialmente a raspadores ou lascas
de dorso curvo) (ZILHÃO, 1997), pode indicar um sem retoque que apresentam um gume de ângulo
carácter funcional do sítio. aberto.

4.2. Traceologia e funcionalidade. 5. Conclusão.


A classificação tipológica dos utensílios líticos O sítio arqueológico de Vale Boi, desempenha
procura, ajustada na caracterização tecnológica, um papel preponderante no conhecimento da
formal e funcional, a sua organização por culturas e ocupação humana durante o paleolítico no extremo
períodos crono-estatigráficos. A atribuição sudoeste peninsular.
funcional aos utensílios, quer pela sua disposição A análise preliminar dos materiais gravetenses
morfológica quer pela analogia com apetrechos e permite identificar uma cadeira operatória assente
actividades similares que nos são contemporâneas, no recurso a diferentes matérias-primas (sílex, local
é muitas vezes errónea (GIBAJA BAO, 2007). È e exógeno, quartzo e grauvaque, sendo este último
perante este pressuposto que, emergente dos anos utilizado ao invés do quartzito utilizado na
30 do séc. XX, a disciplina de análise funcional dos Estremadura portuguesa). A exploração dos
utensílios líticos assume um papel preponderante núcleos, relacionada com as condições naturais da
nas últimas décadas de investigação arqueológica. matéria-prima (abundância, imediação e fracturas
A traceologia adquire um papel fundamental no naturais) visava a produção maioritária de lascas.
estudo dos utensílios líticos e concludentemente no Esta opção tecnológica parece distinguir-se de uma
conhecimento das actividades e comportamentos tecnologia virada para a produção claramente
das sociedades ancestrais. voltada para a produção de suportes alongados que
A análise traceológica realizada até ao momento caracteriza o mesmo tecno-complexo na
nos materiais provenientes do sítio arqueológico de Estremadura Portuguesa. Tipologicamente a
Vale Boi (BICHO et al., 2006; GIBAJA BAO et colecção gravetense é caracterizada pela pequena
al., 2006, BICHO et al., 2007) incide dimensão dos utensílios retocados: raspadores,
essencialmente sobre instrumentos de período entalhes, raspadeiras, buris e peças esquiroladas,
gravetense (131) (Tab. 1) e Solutrense. apresentando-se na sua maioria em lascas e em
alguns exemplares laminares. Esta realidade,
A análise, mostra que os utensílios eram paralelamente aos aspectos supracitados, parece
utilizados para trabalhar um amplo leque de também contrastar com o panorama vivido pelas
suportes, ainda que as substâncias mais tratadas comunidades gravetenses da Estremadura
sejam a madeira e algumas matérias-primas portuguesa pois, na indústria lítica do sul português,
indeterminadas (carne, pele fresca, entre outras)
42
JOÃO MANUEL MARREIROS

a tecnologia de dorso é muito rara, bem como a BICHO, N. E J. GIBAJA BAO


No prelo “Gravettian an Solutrean stone tools from Vale Boi
presença de pontas de arremesso. (Algarve, Portugal): Techno-typology vs Technolo-
gy”, em T. Aubry, F. Almeida & A. C. Araújo
Os traços de uso patente na utensilagem lítica (eds.): Typology vs technology. Proceedings of XV
gravetense de Vale Boi, permitem assumir uma Congress of the UISPP. BAR.
ocupação prolongada do acampamento, no qual se CASCALHEIRA, J., J. MARREIROS E N. BICHO
No prelo “As intervenções arqueológicas de 2006-2007 no
realizaram múltiplas actividades: desbaste da caça, sítio paleolítico de Vale Boi”, em Xelb, 8.
tratamento da pele, caça, corte e desbaste de ÉVORA, M.
materiais lenhosos e a elaboração e transformação 2007 Utensilagem óssea do Paleolítico Superior
português. Tese de mestrado em Arqueologia.
de instrumentos e objectos em madeira, osso e/ou Faro. Universidade do Algarve.
haste. GIBAJA BAO, J.
2007 “Estudios de traceología y funcionalidade”, em
No que remete à dieta, a intensificação e o Praxis Archaeologica, 2. Lisboa. Associação
alargamento dos recursos alimentares já desde o Profissional de Arqueólogos.
GIBAJA BAO, J., A. PALOMO, N. BICHO E X. TERRA-
gravetense antigo na jazida paleolítica de Vale Boi DAS
surge em idade anterior ao mesmo fenómeno na No prelo Tecnología y funcionalidad de los útiles astillados
Estremadura. en contextos del Paleolítico superior, mesolítico y
neolítico en la Península Ibérica: resultados del
Estes dados estão, mediante a análise preliminar programa experimental. Actas do I Congreso Espa-
ñol de Arqueología Experimental.
aqui apresentada, sujeitos a confirmação aquando GIBAJA BAO, J. E N. BICHO
do estudo da restante colecção que compõe toda a 2007 “La función de los instrumentos líticos en el asen-
camada de ocupação gravetense. tamiento de Vale Boi (Algarve, Portugal)”, em Es-
tudio del utillaje Gravettiense y Solutrense. Sa-
6. Agradecimentos. guntum, 38. 9-2.
GIBAJA BAO, J. E N. BICHO
A realização do presente artigo é o resultado do 2007 “Provenience, technology, morphology and the use
um estudo preliminar dos materiais líticos of Proto-Solutrean and Solutrean points from Vale
Boi (Algarve, southern Portugal): preliminary re-
gravetenses do sítio arqueológico de Vale Boi. Para sults”, em Le Solutréen… 40 ans après Smith’66.
realização deste apontamento agradeço a Nuno SERAP. Les Chirons.
Bicho pela cedência dos materiais e a Juan Gibaja STINER, M.
2003 “Zooarchaeological evidence for resource
Bao pela orientação na análise traceológica. intensificacion in Algarve, Southern Portugal”, em
CARVALHO, A., BERNARDES, J., OLIVEIRA,
J., ARAÚJO, R. (eds.): Promontoria, Ano 1, 1.
Faro. Universidade do Algarve.
7. Bibliografía. VERISSIMO, H.
BICHO, N. F. 2005 “Aprovisionamento de matérias-primas líticas na
1993 “The End of the paleolithic and the mesolithic in Pré-História do concelho de Vila do Bispo
Portugal”, em Current Anthropology 35 (5). (Algarve)”, em Actas do IV congresso de
664-674. arqueologia peninsular, 2. Faro. Universidade do
2000 “Revisão critica dos conhecimentos actuais do Algarve.
Paleolítico Superior português”, em BALDIN, R.; ZILHÃO, J.
BICHO, N.; CABONELL, E.; HOCKET, B.; 1997a O Paleolítico Superior da Estremadura
MOURE, A.; RAPOSO, L.; SANTOJ, M.; VEJA, Portuguesa. Lisboa. Colibri.
D. (eds) – 3º Congresso de Arqueologia 1997b Arte Rupestre e Pré-História do Vale do Côa.
Peninsular. Actas. Vol. 2. Paleolítico da Península Trabalhos de 1995-1996. Relatório Cientifico ao
Ibérica. Porto. ADECAP. p. 425-442 Governo da Republica Portuguesa elaborado nos
2003 “A ocupação paleolítica e mesolítica do Algarve”, termos da Resolução do Conselho de Ministros n.º
em BICHO, N. F. e OLIVEIRA, L. (eds.): Actas do 4/96, de 17 de Janeiro. Ministério da Cultura.
II Encontro de Arqueologia do Sudoeste Lisboa. 77-195.
Peninsular (Faro 1996). Faro. Universidade do
Algarve.19-24.
2004 “As comunidades humanas de caçadores-
recolectores do Algarve Ocidental – perspectiva
ecológica”, em TAVARES, A. A.; TAVARES, M.
J.; CARDOSO, J. L. (eds.): Actas – Evolução
geohistórica do litoral português e fenómenos
correlativos. Lisboa. Universidade Aberta.
359-396.
BICHO, N. F.; STINER, M.; LINDLY, J.
2004 “Notícia preliminar das ocupações humanas do
sítio de Vale Boi, Vila do Bispo”, em Arqueologia
e História, 55. 12-23.

BICHO, N. F.; STINER, M. ; LINDLY, J.; FERRING, C. R.


2000 “Preliminary results from the Upper Paleolithic site
of Vale Boi, Southwestern Portugal”, em Journal
of Iberian Archaeology, 5. 51-65.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 43-47

DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y EJES DE TRÁNSITO DE LOS CAZADO-


RES-RECOLECTORES SUPEROPALEOLÍTICOS EN EL TERRITORIO
HISTÓRICO DE ARABA.

Maite García Rojas


Instituto Alavés de Arqueología. maitensx@hotmail.com
María Izquierdo Camisón
Annodomini25@hotmail.com

RESUMEN

El estudio sobre el pasado histórico de Araba ha sido de gran interés para los investigadores ya desde
mediados del S.XIX. Nos basamos en la prospección como medio de recuperación y reconocimiento de luga-
res y materiales arqueológicos; no sin antes documentarnos sobre las actuaciones arqueológicas anteriores y
los trabajos en materia de paisaje de las zonas propuestas a estudiar por nosotras. De este modo, la prospec-
ción adquiere el grado de vía de investigación. Elegimos la etapa cultural del Paleolítico superior y el territo-
rio histórico de Araba porque pensamos que es el que más necesidad de renovación necesita debido a tópicos
como vacío ocupacional por una rigurosidad climática o al escaso desarrollo de sistemas cársticos. Entende-
mos este proyecto como una vía de superación de los diversos impedimentos que actualmente apreciamos en
la interpretación prehistórica de Araba, mediante un análisis de los ecosistemas y una definición analítica de
los materiales líticos recuperados.

ABSTRACT

The study about the historical past of Araba was very interesting for the investigators since the midle
XIX century. We think that the prospection is a way of recuperate and recognize archaeologic materials and
the possibly archaeological sites. We started this work like a continuation of ours predecessors. But before
that, we saw the previous investigations about archaeologic actuations and paisagistic investigations. In this
way, the prospection is an investigation in hersef. We choice the cultural age of superior Paleolithic and the
place of Araba because we think that is the more necessary about the topics of climatical severity and the ab-
sence of cave sites. We understand this proyect like an improvement way about differents impediments that
we see prehistoric interpretation of Araba, through an analysis of ecosystems and an analytic definitions of
the litics materials that we recover.

Palabras Clave: Paleolítico Superior. Prospección. Araba.

Keywords: Upper Paleolithic. Araba.

1. Introducción. la cantidad de conjuntos industriales constatados y


El actual territorio de Araba constituye un mar- recuperados en contextos estratificados que confi-
co de investigación ampliamente interesante para guran un amplio catalogo de yacimientos para los
profundizar en las dinámicas de gestión económica territorios costeros de las provincias vecinas.
y organización social de los momentos cronocultu- Estas diferencias claramente cuantitativas en
rales adscritos al paleolítico superior, desarrollados cuanto al repertorio material, avalaban el hecho
durante los últimos episodios del pleistoceno. Y no conceptual de la “la carencia de interés” por parte
solo debido a los factores ambientales y paisajísti- de aquellas sociedades para gestionar y explotar los
cos propios del territorio, sino también a su estre- recursos ambientales que podía proporcionar estos
cha vinculación con los espacios vecinos de Bizka- espacios.
ia y Gipuzkoa.
En la actualidad, y gracias a nuevas aportacio-
Hasta los años noventa, era indiscutible la vi- nes en el registro material, relacionadas con nuevas
sión de la actual Araba como un espacio inhóspito y líneas de investigación, orientadas a profundizar en
carente de interés para las sociedades superopaleo- la gestión y manipulación de las materias primas, li-
líticas, justificadas por una rigurosidad climática y gadas a estudios paisajísticos, han denunciado – y
una elevada altitud, inducía a desarrollar hipótesis revalorizado – el interés del territorio, que poco o
de vacío ocupacional para explicar el reducido re- nada, tienen que ver con aquellas hipótesis de ori-
pertorio de evidencias arqueológicas vinculados a gen.
estos momentos. Sobre todo, si tenemos en cuenta

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
44
MAITE GARCÍA ROJAS – MARÍA IZQUIERDO CAMISÓN

Estudios claves para esta problemática, como sino como Fuente de estudio de unos espacios. Es-
los realizados por A. Tarriño y M. Aguirre sobre pacios que supusieron la base económica de aque-
los afloramientos silíceos en cuanto a la detección llas sociedades. De esta forma, la prospección no
de los mismos y su manipulación y configuración queda relegada a una herramienta de búsqueda de
de los artefactos, mas otras investigaciones de ca- yacimientos o de recolección de materiales, sino
rácter tipológico de los útiles adscritos a estas cro- que adquiere el grado de vía de investigación. Es
nologías como los realizados por A. Saénz de Bu- decir, el ser humano en su dinámica de gestión del
ruaga, J. Fernández Eraso, I. Barandiarán, A. Cava, medio, lo va modificando en función a unas necesi-
M. Beorlegui, entre otros. Han conseguido que el dades, agudizándolas a medida que las estrategias
panorama actual, en cuanto al paleolítico superior elegidas son cada vez mas complejas, De este
se refiere en Araba, difiera mucho con el de hace modo, a medida que avanzamos en el tiempo, y con
algunos años, constituyéndose así unas verdaderas el surgimiento de las sociedades productoras, el
líneas de investigación donde se intenta profundizar paisaje va tomando unos matices cada vez más an-
en la problemática de esclarecer cual fue el papel tropizados, Si conseguimos reconocer estos testi-
del actual territorio de Araba para las sociedades monios podemos leer el propio paisaje en términos
paleolíticas. históricos.
Nosotras siguiendo sus pasos, comenzamos el
presente proyecto con la intención de aportar nue-
vas evidencias que permitan aportar nuevos datos al
conocimiento prehistórico en el País Vasco. Cen-
trando las actividades de prospección como eje ver-
tebrador del mismo, ya que entendemos a las pecu-
liaridades paisajísticas como elemento determinista
para el optimo desarrollo del trabajo.
2. Hipótesis de estudio y metodología de
intervención:
Como punto de partida, nos es imposible conce-
bir a aquellas sociedades superopaleolíticas al mar-
gen de su entono. Es decir, entendemos el espacio
físico como agente activo en la definición de las di-
versas estrategias acometidas por parte de las socie-
dades paleolíticas; encontrándonos así, ante la posi- Fig.: 1. mapa con las zonas elegidas en las prospeccio-
bilidad de reconstruir un entorno y su gestión; es nes.
decir, comprendiendo un espacio geográfico en tér- Esta visión del paisaje, hace que se configure
minos ecológicos podemos llegar a intuir y valorar una idea más dinámica sobre las sociedades pasa-
la importancia que supuso el territorio dentro de las das, en este caso, y centrando nuestro estudio en el
pautas de supervivencias de los grupos cazadores- Paleolítico superior, las posibles modificaciones del
recolectores paleolíticos y derivado de ello la orga- paisaje quedan atenuadas, en primer lugar, por el
nización social, económica y cultural. amplio lapso de tiempo pasado, en segundo lugar, a
Si entendemos a los grupos cazadores-recolec- la capacidad o necesidad de dichos grupos de mo-
tores como individuos organizados, con estrategias delarlo y a nuestra propia capacidad de reconocer o
preestablecidas para una optima gestión de los dis- entender un medio físico muy cambiado a conse-
tintos recursos, dichas estrategias estarán posible- cuencia de unos agentes climáticos – los paisajes
mente estructuradas en torno a una estacionalidad pleistocénicos difieren de unos holocénicos – ade-
determinada por momentos de mejora climática o más de la intensiva presencia humana que en los úl-
en función del control de distintas manadas de un- timos tiempos han remodelado completamente su
gulados, cápridos, équidos o demás animales recu- aspecto.
perados en distintos yacimientos de la vertiente can- Aun así, el estructurar un estudio sobre el paleo-
tábrica, y no es difícil de suponer que los espacios lítico basándonos en aspectos paisajísticos implica
elegidos en este proyecto (mapa 1), estuvieran den- la renovación de los aspectos teóricos de compren-
tro de sus planes de actuación, y de cómo estos es- sión de este periodo. Y es el territorio histórico de
pacios vendrían a complementar una movilidad in- Araba el elegido como marco espacial para desa-
trínseca para con su modo de vida, práctica entendi- rrollar este estudio porque, opinamos, que es el que
da como nomadismo. mayor necesidad de renovación precisa, debido a
Entendemos la prospección no como una prácti- tópicos como el vacío ocupacional a consecuencia
ca aleatoria de recuperar materiales arqueológicos de una rigurosidad climática o al escaso desarrollo
45
DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y EJES DE TRÁNSITO DE LOS CAZADORES-RECOLECTORES...

de sistemas carsticos, pues al estar privados de unas tión de los recursos fitológicos, zoológicos y habi-
secuencias estratigráficas completas que faciliten la tacionales.
adscripción cronocultural de los distintos materia-
Nos referimos a esta complementariedad en tan-
les, hace que sea necesario apoyarse en otros me-
to en cuanto que Bizkaia y Gipuzkoa cuentan con
dios para poder llegar al grado de definición que
un bagaje de conocimiento prehistórico mayor que
nos ofrece por ejemplo una cueva.
el alavés, no por el hecho de la inexistencia de yaci-
Pero el no tener sistemas cársticos que guarden mientos, sino porque su rastreo es complejo.
grandes yacimientos, nos ofrece la oportunidad de
3. Descripción de las áreas elegidas y re-
desarrollar la misma practica arqueológica pero
sultados de la prospección.
desde otro punto de vista más dinámico y con mu-
chos mas factores a relacionar, vinculando en un es- El principal área de estudio esta constituido por
pacio diferentes aspectos, a saber, movilidad, esta- la cuenca del Zadorra. Este río nace en la sierra de
cionalidad, gestión de un entorno, explotación de Entzia, surca de este a suroeste la Llanada alavesa,
recursos, accesibilidad, en definitiva, la adecuación comunicándola con el sinclinal de Treviño y desem-
al medio por unos grupos humanos que a conse- boca en el río Ebro. Es su tramo medio-bajo al que
cuencia de unas necesidades, intervendrán en este mayor atención hemos prestado por la cercanía de
de una forma u otra, y viceversa, en función de unas los afloramientos silicios y por presentar dos claras
ofertas brindadas por ese medio, los mecanismos de morfologías de paso, siendo estas las formadas por
explotación variarán en sentido u otro. los montes de Vitoria, al norte y el paso de Armi-
ñon, al sur.
Con este propósito entendemos este proyecto
como una vía de superación de los diversos impedi- Las razones por la que nos hemos centrado en
mentos que actualmente apreciamos en la interpre- este contexto son, por un lado, la escasez de eviden-
tación prehistórica en Álava, mediante un análisis cias arqueológicas de grupos humanos superopaleo-
de los diversos ecosistemas y una definición analíti- líticos, y por otro, a la cercanía de talleres líticos,
ca de los materiales líticos recuperados, poder lle- como el de Prado (burgueta) de cronología grave-
gar a expresar un esquema coherente del paleolítico tiense mas los de Araico, Grandival, Ozana y Mon-
superior. tes de Vitoria que aun de dudosa adscripción cro-
nocultural no excusa de aguardar evidencias paleo-
Y es que estamos convencidos que la carencia líticas. Por último, la falta de relieve que enmarque
de evidencias paleolíticas en Alava no es un reflejo espacios reducidos en el resto del territorio hizo
de una escasa actividad por parte de los grupos ca- que nos decantáramos por esta zona.
zadores-recolectores de entonces, sino por una falta
de adecuación metódica a las características paisa- Para comenzar con el trabajo de campo se reco-
jísticas de los distintos espacios y de su actual dedi- piló la información bibliográfica relativa al marco
cación económica. espacial elegido. A continuación, se procedió con
un método sistemático y exhaustivo de prospección
En cuanto a la metodología utilizada, está es- visual. Para ello diseñamos unas fichas donde se
tructurada en función del propio entorno. Si obser- describía las peculiaridades paisajísticas, prestando
vamos el País Vasco en su conjunto apreciamos la especial cuidado en recoger la información perti-
presencia de costa, amplios valles y zonas mas ele- nente al carácter geomorfológico en cuanto a com-
vadas de alineaciones montañosa en una superficie posición sedimentológica, litológica y estructura-
relativamente reducida. Al norte se ubican las zonas ción geológica. Y para finalizar, otra sección dedi-
mas accidentadas, de valles encajados dispuestos de cada a cuestiones arqueológicas como localización,
forma paralela y conforme vamos avanzando al in- dispersión e inclusión de elementos cuantitativos y
terior peninsular, dichos valles se amplían forman- cualitativos para la definición de las evidencias
do zonas de llanura que dan paso a la depresión del materiales.
Ebro o al interior meseteño.
Una vez en el campo y siguiendo con la división
Ambos extremos tradicionalmente estaban sepa- de las actuales parcelas de cultivo se les dio un nu-
rados por la divisoria de aguas que suponía una ba- mero de registro a cada una de ellas, de las cuales
rrera tanto paisajística como cultural. Pero a raíz de tres dieron resultados positivos.
nuevas aportaciones del estudio de la procedencia
de de las materias primas, como por ejemplo las re- Estas, se ubican en las inmediaciones del río Za-
alizadas en los yacimientos de BolinKoba, Antiliña- dorra dispuestas longitudinalmente en la margen
ko Koba, en Bizkaia y Labeko Koba, en Gipuzkoa, derecha, debido a un mayor grado de visibilidad, en
confirman la idea de que Araba fue un espacio que cambio, su margen opuesta mas antropizada, dieron
vendría a complementar la diversidad abiótica res- resultados negativos.
pecto a los espacios costeros. Y por tanto, la ges-
46
MAITE GARCÍA ROJAS – MARÍA IZQUIERDO CAMISÓN

4. Definición de materiales recuperados. dianos cantos rodados de caliza, arenisca y cuarcita


Las tres parcelas que aportan material arqueoló- (Lamb).
gico son las denominadas como DFT1, DFT2, y La dedicación agraria esta vinculada al cultivo
DFT3. de cereal. Cuando iniciamos la prospección en esta
4.1. DFT1: zona, quedaban restos de trigo de la de anterior co-
secha.
La zona definida bajo esta calificación está
compuesta por las parcelas situadas a ambos lados Los materiales de composición tipológica hete-
del camino que se dirige al campo de fútbol del mu- rogénea poseen unas pátinas blancas y amarillentas
nicipio de La Puebla de Arganzón. Según avanza- estas últimas parecen corresponder a un momento
mos por este, a mano izquierda, entre el propio ca- cultural bastante antigua, incluyendo en este lote
mino y el cauce del Zadorra , queda una reducida una pieza realizada en cuarcita.
superficie de forma alargada donde se ubican algu-
La suma total de materiales recuperados es de 9
nos chopos en la rivera del río y una zona prepara-
piezas líticas realizadas en sílex, atribuibles a restos
da para el cultivo del trigo. Enmarcada dentro de la
de talla, esto es, núcleos, lascas y láminas. Mas una
última terraza del Zadorra tiene una composición
raedera frontal (R1) realizada sobre una lasca de
sedimentológica de arcillas arenosas de color ma-
cuarcita.
rrón (Asm) con cantos rodados de arenisca y cuarci-
ta junto a algún canto de sílex muy cuarteado y de
poca pureza. A su lado derecho, el camino presenta
un corte que permite ver la composición sedimento-
lógica de las parcelas dispuestas a esta parte, coin-
cidiendo con las mismas características salvo en el
tamaño de los bloques que aquí son mas reducidos.
Los materiales, aparentemente no presentan una
acumulación clara, aparecen de forma dispersa,
aún así, se ha podido analizar una serie de piezas
configuradas en sílex, con una fuerte patinación de
color blanca y beige, no rodados.
Teniendo en cuenta los condicionantes que de
partida supone el estudiar unos conjuntos recupera-
dos en superficie, nuestra definición de estos queda
reducida a una caracterización tecno-tipológica de
los mismos, esto es, intentando analizar las posibles Fig.: 2.
semejanzas técnicas que quedan plasmadas en los
4.3. DFT3:
productos líticos para relacionarlos entre ellos,
además apoyarnos en las diversas pátinas y colora- Este lugar es el más fructífero arqueológicamen-
ciones de los mismos. te hablando. Está delimitado por las vías del ferro-
carril, y el propio río, su composición sedimentoló-
De esta forma, esta primera serie de materiales gica coincide con la anteriormente descrita (DFT2)
esta compuesta por una suma total de 38 piezas, en- a salvedad de la altitud, pues esta está a la misma
tre las cuales definimos lascas, láminas, núcleos y cota que el actual cauce del río.
como elementos retocados, dos raspadores despeja-
dos (G22), un raspador denticulado (D5) y una Los materiales, se encontraban muy localizados,
truncadura (T2). configurando una verdadera acumulación de cerca
de cinco metros de largo por dos metros de ancho, y
4.2. DFT2: una orientación Nw-Se.
Esta pequeña acumulación se sitúa en una par-
Presentan las típicas características de una esta-
cela de forma triangular entre el propio río y la ca-
ción de taller al aire libre, al tener constatados más
rretera que se dirige a Tuyo desde La puebla de Ar-
de un centenar de piezas y todas vinculadas con la
ganzón.
manipulación y gestión del sílex.
A esta altura, el río sufre un encajonamiento de-
De momento, y a falta de un estudio en profun-
bido al afloramiento de la roca natural en la margen
didad, no podemos aventurarnos a otorgarle una
derecha, a consecuencia de esto, esta parte queda
adscripción crono-cultural, aunque posiblemente
colgada a una altura considerable, su definición se-
nos encontremos ante unos episodios de transición
dimentológica esta compuesta por una fracción fina
entre un Paleolítico Superior final y el comienzo de
limo-arcillosa, junto a la presencia de grandes y me-
unas culturas post-Paleolíticas.
47
DINÁMICAS DE POBLAMIENTO Y EJES DE TRÁNSITO DE LOS CAZADORES-RECOLECTORES...

El número total de piezas son de 224. Donde se en estrecha relación con momentos iniciales de cul-
encuentran representadas todas las evidencias pro- turas post-paleolíticas insertas ya en el Holoceno.
ducidas en una cadena operativa.
Como material retocado, contamos con un nú- 6. Bibliografía.
mero reducido de piezas, siendo 9 instrumentos AGUIRRE, M.; LOPEZ QUINTANA, J. C.; SÁÉNZ DE
bien configurados. 3 fragmentos de laminillas de BURUAGA, A.:
dorso (LD21) y 6 raspadores (G11) a los que pode- 1998-2000 “Medio ambiente, industrias y poblamiento prehis-
tórico en el Urdaibai (Gernika Bizkaia) del Würm
mos dar una caracterización tipológica. El resto son reciente al Holoceno medio”. Illunsar, 4:13-38.
soportes con retoques en su mayoría simple y BARANDIARÁN, J. M.; FERNANDEZ DE MEDRANO, D.
abrupto, que a modo de esbozo o útiles mal logra- 1971 “Investigaciones arqueológicas en Alava,
1957-1968”. Vitoria-Gasteiz: Instituto Sancho el
dos están insertos dentro de la dinámica de trabajo Sabio. Caja de Ahorros municipal de la ciudad de
de un taller. Vitoria, 87-90.
MALUQUER MOTAS, J.
1971 “Las comunidades prehistóricas alavesas y su pro-
blemática”. Vitoria-Gasteiz: Instituto Sancho el Sa-
bio. Caja de Ahorros municipal de la ciudad de Vi-
toria, 13-25.
FERNANDEZ ERASO, J.; SÁENZ DE BURUAGA, A.
2006 “Notas preliminares sobre el conjunto industrial de
superficie de Gustal. (valle de Valderejo, Alava)”.
Estudios de Arqueología Alavesa, 23: 1-16.
GARCÍA SANCHIDRIÁN, L.
2005 Introducción al reconocimiento y análisis arqueo-
lógico del territorio. Barcelona: Ariel Prehistoria.
SÁENZ DE BURUAGA, A.
1989 “Cueva de Arrillor (Múrua-Zigoitia). I campaña de
excavaciones”. Arkeoikuska-89: 11-16. Vitoria-
Fig.: 3. Gasteiz: Gobierno Vasco, Departamento de Cultu-
ra.
5. Conclusiones: 1996 “La Antigüedad prehistórica”, en A. RIVERA (co-
ord.): Álava. Nuestra Historia. Bilbao: El Correo
Una vez expuesto todo lo anterior, podemos de- Español, 33-56.
cir que partiendo del estudio del paisaje en términos 2000 “El Paleolítico inferior y medio en el Pais Vasco.
históricos, entendemos el mismo como fuente prin- Síntesis de datos y algunas impresiones”. SPAL, 9:
49-68.
cipal de información. Araba se escapa a las tradi- 2004 “Las primeras manifestaciones del Paleolítico su-
cionales teorías de ocupación del territorio, sobreto- perior antiguo en Araba y la explotación de las ma-
do a las exportadas de sus territorios vecinos cómo terias primas silíceas: algunas reflexiones”. Estu-
dios de Arqueología Alavesa, 21: 1-16.
Bizkaia y Gipuzkoa, donde las cuevas son el primer SÁENZ DE BURUAGA, A.; GARCÍA ROJAS, M.; RETO-
foco de interés para el período cronocultural que LAZA, I.
nos ocupa, el Paleolítico Superior. En este caso, y 2005 “Aproximación a la interpretación tecno-tipológica
del conjunto industrial de tradición gravetiense de
privados de sistemas cársticos, son las ocupaciones Prado (Burgeta, Araba)”. Estudios de Arqueología
al aire libre las que suponemos que predominaron Alavesa, 22.
en este entorno. LAPLACE, G.
1972 “La typologie analytiqueet estructurale: base ratio-
Debido a la mencionada carencia de secuencias nalle d´etude des industries lithique ei
osseuses”.Banques des dones archeologiques co-
estratigráficas, pensamos que el método analítico lloques nationaux (Marsella 12-14 juli 1972),
diseñado por G. Laplace basado en el materialismo 91-113. Paris: Centre nacional de le recherche
dialéctico es el que mejor se ajusta para resolver scientifhique.
TARRIÑO, A.; AGUIRRE, M.
esta problemática, pues la flexibilidad y el grado de 1997 "Datos preliminares sobre fuentes de aprovisiona-
definición que proporciona este método permite po- miento de rocas silíceas en algunos yacimientos
ner en relación todas la evidencias materiales, lle- paleolíticos y postpaleolíticos del sector oriental de
la cuenca vasco-cantábrica". Veleia, 14: 101-116.
gando a constatar diferencias y semejanzas en cuan- TARRIÑO, A.
to a los criterios morfológicos, tecnológicos y por 2001 “El sílex en la cuenca vasco cantábrica y Pirineo
consiguiente tipológicos, que permiten definir los navarro: caracterización y su aprovechamiento en
la Prehistoria”. Tesis de doctorado. Facultad de
conjuntos industriales. Ciencias. UPV-EHU. Leioa (Bizkaia).
VALLESPÍ PEREZ, E.J.
Siguiendo esta línea de investigación, hemos 1966 “Las investigaciones prehistóricas en la provincia
podido constatar un cierto número nada desdeñable de Alava”. Estudios de Arqueología Alavesa, 1.
de evidencias líticas adscribibles al Paleolítico Su- 1968 “Talleres de silex al aire libre en el Pais Vasco me-
ridional”. Estudios de Arqueología Alavesa, 3:
perior desde el Gravetiense, en relación al taller de 7-25.
Prado (relativamente cercano a las áreas
estudiadas).
Y a momentos avanzados del Magdaleniense final
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 49-56

TECNOLOGÍA LÍTICA SOLUTRENSE DO ABRIGO DE VALE BOI (ALGARVE,


PORTUGAL): RESULTADOS PRELIMINARES

João Cascalheira
Universidade do Algarve; jmcasca@hotmail.com

RESUMEN

En este trabajo se presentan los resultados preliminares de de la aplicación del método de análisis de
los atributos tecnológicos a los materiales líticos solutrenses del abrigo paleolítico de Vale Boi. El objetivo
primordial del estudio es el conocimiento general de los padrones de explotación de las diferentes rocas, así
como la caracterización de las respectivas cadenas operativas.

ABSTRACT

This paper focus on the technological aspects of the solutrean lithic assemblage from the Upper Pale-
olithic site of Vale Boi – Abrigo. The main goal of this study, still preliminary, is to obtain a general knowl-
edge of the patterns of exploitation of the different raw-materials, as well as the characterization of the choic-
es taken in the reduction sequences.

Palabras Clave: Paleolítico Superior. Solutrense. Tecnologia lítica. Vale Boi.

Keywords: Upper Paleolithic. Solutrean. Lithic technology. Vale Boi.

1. Introdução. escolha cada vez mais comum tem sido a aplicação


Concomitante ao aparecimento das novas pro- do designado método de remontagens, que consti-
blemáticas, paradigmas, e renovadas vias de inda- tui, incontestavelmente, a abordagem mais acurada
gação arqueológica, suscitadas durante a década de na avaliação directa das estratégias de debitagem. O
60 pelo advento da denominada Nova Arqueologia, mais extenso programa de remontagens efectuado
o desenvolvimento dos estudos tecnológicos aplica- até ao momento foi o de Marks e Volkman na re-
dos às indústrias líticas constituiu-se, desde então, gião desértica do Negev Central (Israel), o qual per-
como um dos melhores trampolins para toda a ten- mitiu a compreensão integral das estratégias de
tativa de restituição e de interpretação do valor an- talhe das comunidades de caçadores na transição do
tropológico dos modos de vida pré-históricos. A Paleolitico Médio para o Paleolítico Superior da-
análise tecnológica, sustentada no duplo reconheci- quele território. (Bicho, 2000; Marks 1985). Contu-
mento da indústria lítica enquanto resposta adaptati- do, um número alargado de factores, como o grande
va de uma comunidade humana a determinados es- consumo de tempo, a sua inaplicabilidade a conjun-
tímulos e necessidades, e como resultado de um tos artefactuais excessivamente grandes ou visivel-
conjunto de procedimentos técnicos específicos, mente triados, ou mesmo a própria inexperiência do
proporcionados por padrões de comportamento e investigador, impõem alguns entraves ao recurso
aptidões histórica e filogeneticamente condiciona- sistemático a este método (Bicho, 2000; Ferring,
dos, permite justamente interrogar os meios, os 1988). Estas desvantagens, suscitaram a difusão de
processos, os conhecimentos. Funciona, portanto, outras metodologias, como a que aqui se apresenta,
como uma matriz através da qual nos é permitido cujos processos analíticos permitem a análise e a re-
destrinçar os diversos processos cognitivos na base constituição das estratégias/escolhas tecnológicas
das diferentes actividades técnicas, em termos de de uma qualquer indústria lítica por observação e
esquema operatório, esquema conceptual, esquema registo do que alguns autores têm vindo a designar
técnico, savoir-faire motor, economia e gestão das por “marcadores técnicos” (Tiffagom, 2006).
matérias-primas, gestão da debitagem e da utensila- O presente texto apresenta, assim, os resultados
gem, entre outros (Almeida et al., 2003; Tiffagom, preliminares da aplicação do método de análise tec-
2006). nológica de atributos aos materiais líticos solutren-
Com efeito, ao longo das últimas décadas, dife- ses do abrigo de Vale Boi. A amostra analisada até
rentes metodologias têm sido desenvolvidas e con- ao momento compreende apenas os materiais re-
solidadas no campo da análise tecnológica das in- colhidos na campanha de 2006, e salienta-se, por-
dústrias líticas. Das diversas opções disponíveis, a tanto, que esta constitui a primeira abordagem em

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
50
JOÃO CASCALHEIRA

termos tecnológicos à colecção. Os padrões de va- tuito de os agrupar por categorias tecnológicas –
riabilidade aqui apresentados carecem, portanto, de núcleos, debitagem (lascas, lâminas e lamelas), pro-
comprovação estatística efectiva e da inclusão dos dutos de preparação e manutenção dos núcleos e
dados relativos aos materiais recolhidos nas cam- restos de talhe. Dada a nulidade, quase absoluta, de
panhas posteriores, cujo estudo e resultados se informação tecnológica presente nos restos de talhe
apresentarão brevemente. (Bicho, 2006a), estes foram apenas contabilizados e
separaram-se então, para o estudo dos atributos de
2. Objectivos e metodologia da análise tec-
natureza tecnológica, unicamente as outras três
nológica de atributos.
classes supra referidas, sendo preciso, por con-
O principal objectivo na aplicação da análise sequência, escolher uma metodologia de análise
tecnológica de atributos a uma qualquer colecção lí- que pudesse conduzir, através de uma leitura de-
tica em geral, e aos materiais de Vale Boi em parti- talhada dos atributos, a um reconhecimento dos es-
cular, é a obtenção de uma visão geral das estraté- tigmas tecnológicos. Foi assim levada a cabo a ela-
gias de exploração das matérias-primas, pretenden- boração de duas grelhas uniformizadas de atributos
do posicionar cada resíduo talhado no interior da (uma relativa unicamente aos núcleos e a outra à
respectiva cadeia operatória de produção, através debitagem e produtos de preparação e manutenção
do processo que Tixier et al. (1980) haviam deno- dos núcleos), cuja escolha representa uma variação
minado de “reestruturação mental” e para o qual da apresentada por Bicho (2000).
Pelegrin (1986) propõe a designação de “remonta-
gem mental”. A aplicabilidade deste método conta Assim, no que diz respeito ao estudo dos núcle-
já com alguns exemplos, dos quais se destacam o os, estes foram identificados segundo a sua prove-
trabalho de Bicho (2000) sobre o Paleolítico Supe- niência e classificados pela sua matéria-prima e se-
rior final de Rio Maior, (Estremadura portuguesa), gundo a sua tipologia morfotécnica. Em relação à
em que o processo esteve na base da análise da va- morfologia foram ainda registadas as dimensões
riabilidade tecnológica de um conjunto de sítios do (espessura, largura, altura e comprimento máximo
Tardiglacial português; ou o de Ferring (1988), que do plano de debitagem), o peso, e o formato aproxi-
a partir deste tipo de abordagem em colecções pro- mado da secção. Tomou-se também nota do tipo de
venientes da região do Negev, definiu padrões de suporte, tipo de plataforma, presença ou ausência
transformação no interior das indústrias do Paleolí- de vestígios de abrasão da cornija, quantidade de
tico Superior do Levante. córtex (apresentada em intervalos percentuais para
maior facilidade na análise), tipo de produtos extra-
No caso dos materiais aqui tratados, a identifi- ídos, número de levantamentos efectuados, e por
cação de padrões de variabilidade nas cadeias ope- fim, a razão do seu abandono. Todos os atributos
ratórias e modos de exploração das diferentes maté- mencionados foram, no caso dos núcleos com mais
rias-primas é feito intra-sítio, o que permite levantar de um plano de percussão, examinados mediante o
outro tipo de questões que constituem, também estabelecimento de um plano principal de debita-
elas, de certo modo, objectivos concretos deste tipo gem através do qual se orientou o artefacto.
de abordagem. São eles, entre outros, a integração
dos padrões encontrados em esquemas tecnológicos Para a debitagem manteve-se igualmente a iden-
propostos para Portugal em particular, e para a Pe- tificação por proveniência e matéria-prima e atribu-
nínsula Ibérica em geral; discussão da validade con- iu-se a cada peça uma classe tecnológica específica,
ceptual da dicotomia entre estratégias de debitagem de onde importará apenas salientar, uma vez que os
com suportes preferenciais e estratégias ditas de restantes conceitos aparecem presentes em Tixier et
“produção em massa”; compreensão dos processos al. (1980) e Tixier (1974), as lascas de adelgaça-
de formação do próprio sítio, através da observação mento bifacial, cuja definição é dada por Bicho
dos padrões de fragmentação da colecção; esque- (2006a). Foram depois registados diversos elemen-
matização da sequência crono-cultural solutrense tos (métricos e qualitativos) da sua morfologia,
do sítio, mediante a análise tecno-tipológica dos de- como as dimensões (espessura, largura e compri-
nominados fósseis-directores; análise intra-sítio da mento), a morfologia dos bordos, a secção e o perfil
utilização do espaço em termos funcionais; compre- (definições e medidas tomadas de Zilhão, 1997).
ensão dos modos de gestão dos recursos e dos mo- Verificou-se ainda a presença ou ausência de lábio,
delos de movimentação no território; questionamen- o tipo de talão, o tipo de acabamento distal, e, pro-
to de modelos teóricos como a dualidade entre tec- curando obter esclarecimento sobre as estratégias
nologias expedientes e tecnologias de gestão. de debitagem e de preparação dos planos de debita-
gem observou-se a localização e a quantidade de
Ora, em termos metodológicos, e pretendendo o córtex (categorias percentuais semelhantes às dos
presente estudo incidir sobre a diversidade morfoló- núcleos), e o número e padrão de levantamentos da
gica de todos os elementos constituintes da co- face dorsal, “testemunhos de uma breve sequência
lecção, a primeira abordagem ao conjunto teve o in- antecedente, [que] pode[m] permitir, pela reconsti-
51
TECNOLOGÍA LÍTICA SOLUTRENSE DO ABRIGO DE VALE BOI (ALGARVE, PORTUGAL): RESULTADOS...

tuição mental de uns em relação aos outros e ao exclusiva como lixeira (Cascalheira et al., no prelo)
bloco bruto, a reconstrução do agenciamento orde- (Fig. 2).
nado de que eles constituem os restos” (Pelegrin,
1986). Alguns destes atributos não puderam ser
sempre registados, nomeadamente no que diz res-
peito a fragmentos proximais ou distais de lasca, lâ-
mina ou lamela, a alguns elementos de manutenção
e preparação dos núcleos, e particularmente às clas-
ses referentes às bigornas e fragmentos de bigorna,
das quais só se observaram as categorias proveniên-
cia, matéria-prima, classe e dimensões.
Fig.: 2. Corte esquemático de Vale Boi.
3. Vale Boi.
3.1. Abrigo.
Localizado no extremo ocidental da Península
Ibérica, a cerca de 2 km da actual linha de costa, o O enquadramento geológico da região envol-
sítio arqueológico de Vale Boi foi descoberto em vente de Vale Boi é marcado, sobretudo, pela pre-
1998 durante trabalhos de prospecção nos vales flu- sença de um substrato rochoso calcário, formado
viais que cortam o maciço calcário da actual Costa durante o Jurássico, que corta, no sentido Este-Oes-
Vicentina (Bicho, 2003). Com uma dispersão de te, toda esta secção ocidental algarvia, nunca atin-
vestígios por uma área superior a 10 000 m2, a jazi- gindo altitudes superiores a 100 m acima do nível
da ocupa toda uma vertente, limitada a Este por um médio do mar. Muito frequentemente, estes calcá-
dos afloramentos de calcário mais imponentes da rios aparecem expostos nos vales fluviais que co-
zona, com cerca de 10 metros de face vertical, e a rrem por falhas geotectónicas de sentido Norte-Sul
Oeste pela planície de aluvião da ribeira de Vale (Bicho, et al., 2003). É este o caso de Vale Boi, em
Boi (Bicho, 2006b) (Fig. 1). que no topo da vertente se destaca na paisagem uma
grande escarpa de calcário, onde, por processos
erosivos, se terá formado um abrigo sob rocha, de
consideráveis dimensões, cuja pala se encontra hoje
totalmente fragmentada. A dispersão dos grandes
blocos de calcário resultantes do colapso da pala
parece corresponder, curiosamente, com os limites
da zona de ocupação humana. É ainda de salientar
que no extremo Este da área de escavação foi iden-
tificada uma abertura que parece ser o topo de uma
gruta completamente preenchida. A confirmar-se
este facto, a pala do abrigo constituiria apenas a en-
trada de uma cavidade mais ampla.
Fig.: 1. Vista geral de Vale Boi. A seta indica a localização
do sítio arqueológico.
Estratigraficamente, a zona do Abrigo aparece
então marcada por duas camadas holocénicas esté-
Os trabalhos, com inicio em 2000 e ainda a de- reis, seguidas de um nível de brecha pouco consoli-
correr, têm revelado uma longa estratigrafia, em dada que sela efectivamente os sedimentos que con-
que todo o Paleolítico Superior aparece representa- tém materiais arqueológicos (Fig. 3). Foram, até ao
do, com ocupações atribuíveis ao Gravetense, Pro- momento, identificadas quatro camadas distintas, de
to-Solutrense, Solutrense, Magdalenense e ainda cronologia Magdalenense (camada Z) e Solutrense
um nível de ocupação do Neolítico Antigo, com (camadas A, B e C). A atribuição cronológica das
uma datação de cerca de 6 000 BP. camadas solutrenses baseia-se quer na presença de
Em termos de distribuição espacial, a jazida materiais diagnósticos, como a grande quantidade e
apresenta, ao longo da vertente, três áreas distintas diversidade de armaduras bifaciais exumadas (Fig.
de ocupação, cujas características apontam para 4), bem como numa datação por radiocarbono, que
padrões de funcionalidade distintos. Foram assim indica uma idade de cerca de 20 500 BP para a ca-
identificadas duas áreas residenciais, uma corres- mada B.
pondendo a um abrigo sob rocha no topo da verten- Uma vez que o substrato geológico ainda não
te, e outra designada por Terraço, localizada na pla- foi atingido, a potência arqueológica desta zona
taforma existente entre o declive e os depósitos de ainda é desconhecida. Tudo aponta, porém, para
aluvião da ribeira, e um terceiro espaço, localizado que a ocupação do abrigo remonte ao Paleolítico
na zona de vertente entre estas duas áreas, em que Médio, uma vez que na zona de vertente/lixeira fo-
os dados recolhidos apontam para uma utilização ram recuperados materiais claramente de idade
52
JOÃO CASCALHEIRA

moustierense. dos grupos. Os depósitos de obtenção deste recurso


localizam-se no máximo a 20 km de Vale Boi, mais
ou menos a meio dia de viagem. Nos materiais ana-
lisados até ao momento outros tipos de sílex foram
registados em quantidades percentuais muito redu-
zidas, cujas características físicas os aproximam das
variedades encontradas nas jazidas de Rio Maior na
Estremadura portuguesa, a cerca de 500 km de Vale
Boi. O modelo preliminar de exploração que de se-
guida se propõe diz, no entanto, respeito aos mater-
iais siliciosos identificados como de origem autóc-
tone (Fig. 5).

Fig.: 3. Vista geral da secção Sudeste da zona do Abrigo.


Após a selecção e recolha dos nódulos, toda a
fase inicial de descorticamento e conformação dos
4. Variabilidade tecnológica. núcleos parece ter tido lugar no próprio sítio resi-
A colecção estudada contou com um total de dencial, como o testemunham a grande quantidade
4774 peças. A decisão em termos de repartição do de lascas e lamelas com anverso cortical ou parcial-
conjunto para análise foi a de separar e estudar os mente cortical, bem como a presença de vários ele-
materiais por camada de proveniência procurando, mentos de preparação e manutenção dos núcleos.
assim, encontrar padrões de variabilidade associa- Os produtos resultantes desta primeira fase seriam
dos a mudanças na funcionalidade da ocupação, ou essencialmente utilizados para transformação em
a diferenças culturais reais. Contudo, a observação elementos tipológicos de fundo comum e raspadei-
e exame atento dos atributos seleccionados para o ras.
estudo das várias classes tecnológicas demonstrou
desde logo que, ao longo de todo o horizonte estra-
tigráfico abordado, os padrões tecnológicos são
praticamente análogos, apresentando estigmas e
atributos constantes e pouco alteráveis. O surgir de
ligeiras dissemelhanças, provavelmente como resul-
tado da forma bastante expediente que o talhe da in-
dústria lítica parece assumir em Vale Boi, não são,
no entanto, motivo para considerarmos totalmente
divergentes as preferências tecnológicas tomadas
em cada uma das camadas. Concludentemente, a
decisão foi a de analisar cada cadeia operatória com
base apenas na distinção entre matérias-primas e
não entre camadas de proveniência.
Serão de seguida apresentadas as estratégias de
exploração do sílex, quartzo e grauvaque. O quart-
zito foi raramente utilizado e, pela pequena amos-
tragem feita no leito da ribeira e nos depósitos geo-
lógicos fluviais, não está presente localmente, po-
dendo a sua baixa frequência estar relacionada com
a própria raridade local da matéria. Os modelos
apresentados são, mais uma vez, baseados em análi-
ses preliminares, e portanto, reformuláveis.
Fig.: 4. Armaduras solutrenses de Vale Boi.
4.1. Sílex.
Removida toda, ou grande parte, da superfície
De entre as várias matérias-primas exploradas, cortical (as percentagens de córtex são maioritaria-
as estratégias de debitagem do sílex aparentam ser mente inferiores a 25% nos núcleos analisados) a
as mais complexas. Maioritariamente, o sílex pre- redução do volume seria feita mediante o aproveita-
sente na colecção provém de uma exploração de ja- mento sistemático de plataformas corticais, lisas e,
zidas a nível local e regional (Veríssimo, 2007), in- mais raramente, facetadas. Destas plataformas, nun-
serida num sistema de aprovisionamento de maté- ca superiores a duas por núcleo, era efectuada uma
rias-primas que requereria algum investimento de exploração quase sempre unidireccional ou bidirec-
esforço e energia na sua obtenção, mas certamente cional oposta, resultando tipologicamente em núcle-
integrado nas tarefas diárias de caça e recolecção os prismáticos, da qual se obteria, maioritariamente,
53
TECNOLOGÍA LÍTICA SOLUTRENSE DO ABRIGO DE VALE BOI (ALGARVE, PORTUGAL): RESULTADOS...

Fig.: 5. Cadeia operatória do sílex.

lascas, de bordos paralelos, ou irregulares, e menos folhas de loureiro, pontas de face plana e pontas de
frequentemente, lâminas e lamelas com atributos Parpalló, típicas do período em questão, parecem
pouco estandardizados. A utilização de arestas- fazer parte, com algumas excepções obtidas sobre
guia, obtidas por levantamentos anteriores ou pelo lasca, de uma exploração independente dos nódu-
recurso à preparação de lâminas de crista, seria uma los, através de uma exploração equilibrada median-
constante, resultando isso em produtos de secções te retoque plano bifacial. O estudo tecnológico das
predominantemente triangulares. A exploração dos armaduras está agora em fase inicial e por isso não
núcleos não seria, de todo, exaustiva, uma vez que podermos acrescentar dados muito concretos sobre
na maior parte dos casos o abandono destes não as mesmas. Apenas se salientam as particularidades
apresenta razão óbvia aparente. métricas e estilísticas das pontas de Parpalló que as
aproximam, indubitavelmente, das encontradas no
No que diz respeito à selecção dos suportes de-
Levante peninsular (Bicho et al 2004).
bitados para aplicação de retoque, os padrões en-
contrados revelam uma clara dicotomia: por um 4.2. Quartzo.
lado uma preferência pelos produtos laminares e la- O quartzo é a segunda matéria-prima mais utili-
melares interiores, não corticais, de perfil direito ou zada em Vale Boi, correspondendo a 30,7% do to-
ligeiramente encurvado, e com bordos preferencial- tal da amostra observada. Foram explorados dois ti-
mente paralelos ou convergentes, para a elaboração pos de quartzo diferentes, ambos locais. Um terá
de pontas de pedúnculo lateral; por outro, a escolha origem muito provavelmente nos filões, geralmente
expediente de lascas de atributos menos padroniza- tabulares, intercalados nos calcários locais sobran-
dos, que para além de transformadas em utensila- ceiros ao sítio, e dada a sua má qualidade, terá sido
gem comum seriam muitas das vezes utilizadas com apenas utilizado como suporte de retenção de calor
o gume em bruto, como revelam os estudos traceo- nas lareiras. O outro era aprovisionado sobre a for-
lógicos efectuados até ao momento (Gibaja e Bi- ma de seixo nos cortes dos terraços fluviais locais,
cho, 2007). ou no próprio leito da ribeira de Vale Boi, sendo
Se um dos objectivos da sequência de debita- utilizado efectivamente para o talhe.
gem proposta seriam, sem dúvida, as pontas crena- As estratégias de debitagem do quartzo, tendo
das solutrenses sobre lâmina ou lamela, as outras em conta as características da própria matéria-pri-
numerosas armaduras (fragmentos, peças inteiras e ma, parecem ter seguido uma exploração bastante
esboços) exumadas em Vale Boi, particularmente expedita. De facto, não parece existir uma prepa-
54
JOÃO CASCALHEIRA

Fig.: 6. Incidência das tipologias nas classes tecnológicas.

ração programada dos volumes a explorar e, logo, das peças esquiroladas e percutores; e a preparação
gestos padronizados de talhe com vista a obtenção de corantes, mais especificamente de hematite, que
de produtos finais intencionais e específicos. Os se encontra no sítio em vários graus de fases pro-
seixos eram assim explorados, mediante o aprovei- cessamento, desde nódulos ferruginosos de várias
tamento de plataformas e arestas naturais preexis- dimensões a aglutinados de pó de hematite.
tentes, de duas formas distintas: (1) núcleos com le-
5. Discussão e conclusões.
vantamentos unidireccionais ou bidireccionais com
planos de percussão separados; (2) e núcleos com Os dados aqui apresentados, ainda que provisó-
debitagem de tipo centrípeto. De ambas as estraté- rios, avançam já algumas conclusões sobre os
gias resultam lascas de talão liso ou cortical, com padrões tecnológicos das comunidades que ocupa-
secções invariavelmente triangulares ou direitas, ram o abrigo de Vale Boi durante o Último Máximo
metricamente não padronizadas, que, quando mor- Glacial. A indústria analisada revelou estratégias de
fologicamente aptas, seriam seleccionadas para debitagem relativamente simples e expeditas, sobre
transformação em raspadeiras, truncaturas ou peças matérias-primas de origem local, e claramente
esquiroladas. Por outro lado, no que diz respeito adaptadas às características físicas de cada um dos
aos elementos lamelares encontrados, estes parecem tipos de rocha explorados. No que diz respeito às
apenas poder ser atribuídos à primeira das estraté- cadeias operatórias acima esboçadas importam ain-
gias referida, possuindo todos os exemplares anver- da referir algumas questões de particular relevo,
sos não corticais, secções triangulares e acabamento que obterão confirmação, por certo, com a análise
distal apontado. O retoque é totalmente inexistente dos materiais provenientes de uma distribuição es-
nestes produtos, apontando para uma provável utili- pacial e estratigráfica mais alargada que a aqui
zação enquanto barbelas brutas, incorporadas em apresentada.
instrumentos compósitos com suporte em osso ou
Um dos pontos principais relaciona-se com a es-
em haste, como sugerido, aliás, por Zilhão et al.
colha dos suportes em sílex para transformação em
(1997) para os aspectos tecnológicos da transição
utensílios retocados e a sua produção aparentemen-
Gravetense-Solutrense em Portugal.
te expediente. Os padrões encontrados apontam
4.3. Grauvaque. para a existência de uma estratégia de debitagem
Em relação ao sílex e ao quartzo, o grauvaque única, suficiente para gerar todos os produtos ne-
não constituiu uma escolha de primeira ordem pelas cessários na colecção. Por outro lado, o facto da ca-
comunidades solutrenses de Vale Boi no que res- deia operatória apresentada culminar na produção
peita à sua utilização enquanto suporte de debita- de armaduras ou de utensílios retocados não quere-
gem. De facto, de entre os materiais analisados só rá significar, em termos práticos, que estes sejam o
dois núcleos em grauvaque foram identificados, co- principal objectivo do esquema de debitagem.
rrespondendo às tipologias informe e discóide. O A dicotomia entre peças intencionais e não-in-
objectivo do talhe seria a obtenção de lascas de tencionais tem sido defendida por alguns autores
grandes dimensões, cujo gume pudesse ser usado (Ferring, 1988) no caso de indústrias com estraté-
em bruto ou que pudessem receber retoque, para gias de redução únicas. Nestes casos todas as
utilização enquanto raspadores ou outros elementos opções tomadas durante a redução são orientadas
de utensilagem comum. para a produção de determinados suportes com atri-
Todavia, a utilização do grauvaque em Vale Boi butos tecnológicos muito padronizados, e todos os
aponta para funcionalidades mais específicas, sendo restantes produtos resultam obrigatoriamente de
principalmente usado para a produção de bigornas, operações de manutenção e formatação do núcleo,
feitas a partir de seixos pouco rolados e de grandes ainda que sejam aproveitados para a transformação
dimensões, disponíveis no leito da ribeira. As bi- em utensílios. À semelhança de outros sítios, Vale
gornas de grauvaque tinham duas funcionalidades Boi parece levantar sérias questões em relação a
prováveis: a fragmentação dos ossos com a ajuda este antagonismo, nomeadamente no que diz respei-
55
TECNOLOGÍA LÍTICA SOLUTRENSE DO ABRIGO DE VALE BOI (ALGARVE, PORTUGAL): RESULTADOS...

to à intencionalidade de produção dos suportes. De primária, quer secundária, são, invariavelmente de


facto, por um lado, a forma relativamente desenvol- dimensões relativamente reduzidas (Verissimo,
ta que a indústria assume, atribui, no que diz respei- 2005). Este facto terá influenciado forçosamente as
to à aplicação de retoque, um papel relativamente escolhas feitas pelos artesãos e, consequentemente,
importante aos elementos corticais e mesmo aos os produtos resultantes das operações de talhe e, em
elementos efectivos de preparação e manutenção última análise, as próprias dimensões das armadu-
dos núcleos (Fig. 6); por outro, os presumíveis su- ras. A comprovação desta hipótese carece, todavia,
portes finais apresentam uma grande variabilidade de uma análise extensiva das jazidas de sílex daque-
métrica e morfológica, pouco comum em estraté- la região, e por outro lado de um estudo tecnológico
gias que visam um produto intencional único. O que que identifique os padrões reais de variabilidade
nos parece prudente será falar então de um talhe ex- tecnológica entre Vale Boi e as jazidas do Levante.
pedito, em “massa”, em que os suportes são es-
De qualquer forma, a presença dos conceitos
colhidos ao longo da exploração dos blocos segun-
formais destas armaduras, particularmente das pon-
do a aptidão morfológica de cada um, até mesmo
tas de Parpalló, em Vale Boi, permite afirmar que o
para uma utilização com o gume ainda em bruto.
mundo levantino, pelo menos até ao final do Solu-
Em segundo lugar parece importante salientar trense, faria parte do território, senão de utilização,
que quando confrontados com os dados disponíveis pelo menos de influência das comunidades de caça-
para a Estremadura portuguesa, onde as indústrias dores-recolectores de Vale Boi.
líticas solutrenses foram já objecto de estudo apro-
fundado, os moldes tecnológicos aqui apresentados
parecem ser bastante distintos. Com efeito, às dife- 6. Bibliografia.
renças salientadas por Haws e Bicho (2007) na uti- ALMEIDA, F.; ARAÚJO, C.; AUBRY, T.
lização dos instrumentos em osso, dos adornos, e de 2003 "Paleotecnologia lítica: dos objectos aos comporta-
mentos ", in J. MATEUS e M. MORENO (eds.):
subsistência, os padrões de aproveitamento e explo- Trabalhos de Arqueologia 29 - Paleoecologia Hu-
ração das matérias são parcialmente divergentes. mana e Arqueociências. Um programa multidisci-
Por um lado, a complexidade das estratégias de de- plinar para a arqueologia sob a tutelada cultura.
Lisboa: IPA. Pp. 229-249.
bitagem aparenta ser, em Vale Boi, bastante menor, BICHO, N.
sendo a maior parte da colecção constituída por las- 2000 Technological change in the Final Upper Pale-
cas e não por produtos alongados, como o verifica- olithic of Rio Maior. Tomar: CEIPHAR
2003 “A importância dos recursos aquáticos na econo-
do na jazida de Vale Almoinha (Zilhão, 1997). Por mia dos caçadores-recolectores do Paleolítico e
outro, e relativamente aos utensílios retocados, as Epipaleolítico do Algarve”, Xelb, 3. Pp. 11-26.
diferenças aparecem sobretudo marcadas nas arma- 2006a Manual de arqueologia pré-histórica. Lisboa:
Edições 70.
duras encontradas que, como supra referido, se en- 2006b A Pré-História do Algarve, Tomar: CEIPHAR.
contram estilisticamente mais próximas dos exem- BICHO, N.; STINER, M.; LINDLY, J.; FERRING, C. R.;
plares de jazidas da Andaluzia (na gruta de Ambro- CORREIA J.
2003 “Preliminary results from the Upper Paleolithic site
sio por exemplo – Ripoll, 1988) e do Levante pe- of Vale Boi, southwestern Portugal”. Journal of
ninsular, como a gruta de Parpalló (Villaverde, Iberian Archaeology, 5. Pp. 51-66.
1994; 2001). A aproximação estilística tem sido de- BICHO, N., STINER, M.; LINDLY, J.
2004 “Shell Ornaments, bone tools and long distance
fendida por Bicho et al. (2004) em relação às pon- connections in the Upper Paleolithic of Southern
tas de Parpalló e de face plana, cujas dimensões e Portugal”, in OTTE, M. (ed.): La Spiritualité.
formato geral são, por vezes, réplicas quase exactas Liége: Eraul. Pp. 71-80.
CASCALHEIRA, J.; MARREIROS, J.; BICHO, N.
dos artefactos encontrados nas jazidas levantinas. No prelo “As intervenções arqueológicas de 2006-2007 no
sítio paleolítico de Vale Boi” Xelb, 8.
Este facto conduz-nos a um último ponto de dis- FERRING, C. R.
cussão, em tudo relacionado com as dimensões ve- 1988 “Technological change in the Upper Paleolithic of
rificadas nos exemplares de armaduras descobertos the Negev”, in H. DIBBLE e A. MONTET-WHITE
(eds.): Upper Pleistocene Prehistory of Western
em Vale Boi. Ora, como referido, os padrões métri- Eurasia. Philadelphia: The University Museum,
cos encontrados, principalmente no que diz respeito University of Pennsylvania. Pp. 333-348.
às pontas de pedúnculo central e aletas, são, simul- GIBAJA, J.; BICHO, N.
2007 “La función de los instrumentos líticos en el asen-
taneamente, um dos elementos diferenciadores en- tamiento de Vale Boi (Algarve, Portugal). Estudio
tre Vale Boi e as jazidas da Estremadura, e um dos del utillaje Gravettiense y Solutrense”, in Sagun-
dados que mais a aproximam das jazidas da região tum, 38. Pp. 9-21.
HAWS, J., BICHO, N.
de Valência. Será preciso, contudo, na nossa opi- 2007 Sea level changes and the impact on Late
nião, avaliar outro agente que poderá condicionar Peistocene and Early Holocene Portuguese
esses padrões e que diz respeito à matéria-prima Prehistory. In N. BICHO, (ed.): From the Medi-
terranean basin to the Portuguese Atlantic shore:
disponível a nível regional. Os estudos efectuados Papers in honor of Anthony Marks. Actas do IV
sobre as matérias siliciosas desta região indicam, de Congresso de Arqueologia Peninsular. Pp. 37-49.
facto, que os nódulos disponíveis, quer em posição
56
JOÃO CASCALHEIRA

MARKS, A.
1985 “The Levantine Middle to Upper Paleolithic Tran-
sition: the Past and Present”, in M. LIVERANI, M.
PALMIERI e R. PERONI (eds.): Studi di palet-
nologia in onore di Salvatore M. Puglisi. Roma:
Università di Roma. Pp. 123-136.
PELEGRIN, J.
1986 Technologie lithique: une méthode aplpliquée á
l’étude de deux séries du Périgordien acien (Roc
de Combe, couche 8 – La Côte, niveau III). Tese
de doutoramento pela Universidade de Paris X
( França).
RIPOLL, S.
1988 “La Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería) y
su posición cronoestratigráfica en el Mediterráneo
Occidental”. British Archaeological Reports (In-
ternational series) 462. Oxford: Hadrian Books
Ltd.
TIFFAGOM, M.
2006 De la pierre à l’Homme. Essai sur une paléoan-
thropologie solutréenne. Liége : ERAUL.
TIXIER, J.
1974 “Glossary for the description of stone tools”.
Newsletter of lithic technology, 1-special
publication, December.

TIXIER, J., INIZAN, M.-L., ROCHE, H.; DAUVOIS, M.


1980 Préhistoire de la pierre taillée. I. Terminologie et
technologie. Valbone : Centre de Recherches et
d’Études Préhistoriques.
VERÍSSIMO, H.
2005 “Aprovisionamento de matérias-primas líticas na
Pré-história do Concelho de Vila do Bispo”, in BI-
CHO, N. (ed.): O Paleolítico. Actas do IV Con-
gresso de Arqueologia Peninsular. Pp. 509-523.
VILLAVERDE, V.
1994 “Le solutréen de faciès ibérique: cractéristiques in-
dustrielles et artistiques”. Le Solutréen en Pénisule
Ibérique. Mâcon: Musée Departamental de Solutré.
Pp. 11-29.
2001 “El Paleolitico superior: El tiempo de los cromaño-
nes. Periodización y características”. In V. VILLA-
VERDE (ed.), De neandertals a cromanyons. L’i-
nici del poblament humà a les terres valencianes,
Pp.177-218.
ZILHÃO, J.
1984 “O Solutrense superior de fácies cantábrica de Vale
Almoinha (Cambelas, Torres Vedras)”, O Arqueó-
logo Português, 4ª série, 2, pp. 15-86.
1997 O Paleolítico Superior da Estremadura portu-
guesa. Lisboa: Colibri.
ZILHÃO, J.; AUBRY, T.; ALMEIDA, F.
1993 “L’utilisation du quartz pendant la transition
Gravettien-Solutréen au Portugal”, Préhistoire An-
thropologie Méditerranéennes, 6. Pp. 289-313.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 57-63

A EXPLORAÇÃO DO QUARTZITO NO EPIPALEOLITICO DA ESTREMADURA


PORTUGUESA – O CASO DE SANTA CITA

Telmo Pereira
Universidade do Algarve; telmojrpereira@gmail.com

RESUMEN

Tem sido sugerido que no território português, após o aparecimento do Homo sapiens sapiens, o
quartzito passou a ser uma escolha de segunda ordem, debitada de forma expedita e não padronizada. Contu-
do, uma análise mais atenta à geologia do território e aos conjuntos pós-Paleolítico médio revelam a existên-
cia ubíqua de importantes fontes de abastecimento de quartzito e que este apenas se encontra ausente em al-
guns dos contextos que, coincidentemente, são fontes de abastecimento de sílex. Embora sem restos faunísti-
cos nem datações, o nível epipaleolítico de Santa Cita apresenta um bom índice de preservação, demonstrado
pela presença de uma lareira e uma elevada quantidade de remontagens. Paralelamente, porque o quartzito re-
presenta mais de 38% do conjunto, é uma excelente oportunidade para se compreender de que forma se pro-
cessou a sua exploração, usando-se para esse fim a análise de atributos, o método das remontagens e a distri-
buição espacial.

ABSTRACT

It has been suggested that in the Portuguese territory, after the emergence of Homo sapiens sapiens,
the quartzite became a secondary choice, exploited expeditiously and in a non standardized way. However, a
closer look to the geology of the territory and to the post Middle Paleolithic contexts shows (1) a ubiquitous
existence of quartzite quarries; and the fact that (2) this raw material is just missing in some of the archaeo-
logical contexts that are, coincidentally, flint quarries. Although without faunal remains or absolute dates, the
Epipaleolithic level of Santa Cita presents a good preservation, demonstrated by the presence of a heart and a
large quantity of refittings. In addition, because quartzite represents over 38%, is an excellent opportunity to
understand in what way it was exploited, using for that purpose the attribute analysis, the refitting method
and the spatial distribution.

Palabras Clave: Santa Cita. Epipaleolítico. Quartzito.

Keywords: Santa Cita. Epipaleolithic. Quartzite.

1. Introdução. 1997, 2001), onde está presente tanto na debitagem


O presente artigo resulta do projecto de especializada (levallois, kombewa, discoide) como
investigação sobre a exploração do quartzito na na utensilagem diagnostica (bifaces, machados-de-
Faixa Atlântica Peninsular durante o final do mão, raspadores). Aparentemente, esta situação
Plistocénico, e procura caracterizar a natureza, inverte-se após o início do Paleolítico superior,
variabilidade e evolução da exploração desta quando a matéria-prima de eleição passou a ser o
matéria-prima no contexto do período balizado sílex (Almeida, 2000; Aubry, 1998, 2001; Bicho,
entre 27 e 8 mil anos BP. Do nosso ponto de vista 1992; Tacker, 2001; Zilhão, 1997). Porquê?
tal pesquisa é importante porque o território Os vários projectos de investigação sobre
português tem importantes cristas de quartzito que Paleolítico superior e o Mesolítico português
são atravessadas por diversas linhas de água, justificaram esta situação com a ideia de que o
algumas delas (como os casos dos Rio Tejo, Douro, quartzito é uma rocha grosseira, de baixa qualidade,
Mondego e Guadiana) com tamanha potência que inapropriada para a produção leptolítica e,
permitiram a formação de grandes depósitos consequentemente, apenas explorável segundo
aluviais de seixos rolados a jusante. métodos simplistas, recorrentes, oportunísticos,
Consequentemente, esta matéria-prima foi pouco elaborados e pouco padronizados. Essa é a
amplamente utilizada durante o Paleolítico, razão fulcral pelo facto de estar ausente dos
especialmente durante o Acheulense (Cunha- conjuntos diagnósticos destes períodos e a sua
Ribeiro, 1999; Cura, 2003; Marks et al. 1999, presença se caracterizar por seixos talhados e
2002; Oosterbeek, et al., 2007; Raposo, et al., lascas, ambos com elevada presença de córtex
1993) e o Moustierense (Antunes, 1990-91; Bicho, (Bicho, 1992; Zilhão, 1997; Almeida, 2000).
1997; Carrondo, 2006; Marks et al., 2001; Raposo,
1985; Raposo e Cardoso, 1998a, 1998b, Zilhão, A maior ou menor quantidade absoluta e/ou

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
58
TELMO PEREIRA

relativa do quartzito – especialmente em regiões Tomar, freguesia de Madalena, tendo como


distantes de áreas de obtenção primária ou coordenadas militares M177.32 / P287.05 / Alt.
secundária de sílex – foi proporcional e 37m.
directamente relacionado com a falta deste, sendo
aquele o seu directo substituto (Strauss, 1986;
Tacker, 1996a;1996b). No entanto, uma observação
mais atenta confirma que a debitagem do quartzito
esteve sempre presente, mesmo que em baixa
quantidade e até em sítios formados em locais de
obtenção de sílex.
A continuação das investigações e a descoberta
de novos sítios atribuídos ao período compreendido
entre o Paleolítico superior e o Mesolítico (Almeida
et al., 1999; Araújo e Almeida 2003; Zilhão e
Almeida, 2002; Almeida e Gameiro, 2004a, 2004b;
Mendonça, 2006; Cascalheira, 2007), por vezes a
menos de 5km de distância de zonas de
abastecimento de sílex, parecem apontar para uma
mais complexa utilização do quartzito e, ao mesmo
tempo, para a necessidade de calibrar a forma pela
qual os produtos obtidos nesta rocha são
interpretados. De facto, o estudo que estamos a
desenvolver aponta para que a análise da pedra
talhada está amplamente influenciada pelas
características físicas do sílex e da obsidiana, uma
vez que as principais obras de referência foram
desenvolvidas tendo por base colecções onde estas
matérias-primas são predominantes, tendo
influenciado grandemente a selecção dos critérios a
analisar e a sua interpretação. (Almeida et al.,
2003; Andrefsky, 2005; Böeda, 1994; Pelegrin et
al., 1998; Sonneville-Bordes e Perrot, 1954-56;
Tixier et al., 1998; Whittaker, 1994, entre outros).
No caso de matérias-primas com diferentes
características, como o quartzito, esta analise e as
respectivas interpretações necessitam de ser
revistas, porque o mesmo espectro de classes
artefactuais e respectivos atributos podem ter Fig.: 1. Localização de Santa Cita.
diferentes razões de existir, ideia essa já apontada
para o Solutrense da Cantábria (Strauss, 1996). Em 1990 Reid Ferring identificou a jazida e
Acreditamos que os principais estudos existentes Anthony Marks efectuou uma recolha de superfície
para o território português (Bicho, 1992; Zilhão, que denunciou a presença de pelo menos um nível
1997; Almeida, 2000) subvalorizaram esta matéria- moustierense. Em 1991, Ferring sondou 6m2 que
prima, a qual terá tido um papel importante na resultaram na identificação de quatro níveis
economia, sociedade e tecnologia do Paleolítico arqueológicos, dois superiores – Calcolítico e
superior, embora pela quantidade e aspecto em que possivelmente Aurignacense – e dois inferiores
normalmente nos aparece pareça uma opção moustierenses. Em 1993, uma terraplanagem
secundária e simplista. destruiu o primeiro nível superior e em 1994 Nuno
Bicho abriu 8m2 a fim de obter uma colecção de
2. Santa Cita. artefactos que permitisse caracterizar o segundo
Santa Cita é um sítio de ar livre localizado na nível superior. Em 1997, a mesma equipa escavou
foz da Ribeira da Bezelga, num terraço da margem 70m2 como medida de minimização para a
direita do Rio Nabão, afluente da margem direita do construção de uma estrada, tendo esgotado todo o
Rio Tejo, no contacto da extremidade Sul do nível epipaleolítico. Em 1999-2000 na continuação
Maciço Calcário Estremenho com a Bacia Aluvial dos trabalhos de minimização, Luiz Öosterbeek
do Tejo. Administrativamente encontra-se efectuou uma escavação de 135m2 que coincidiu
localizado no distrito de Santarém, concelho de totalmente com os níveis moustierenses. Em 2001,
59
A EXPLORAÇÃO DO QUARTZITO NO EPIPALEOLITICO DA ESTREMADURA PORTUGUESA – O CASO DE SANTA...

o sítio foi totalmente destruído pela obra. O conjunto em quartzito resulta totalmente da
debitagem de seixos rolados. Esta matéria-prima
A datação do nível epipaleolítico foi estimada
verifica-se abundantemente no Rio Nabão e na
por seriação artefactual e pela alteração
Ribeira da Bezelga, como balastros das cascalheiras
sedimentológica entre o Plistocénico e o
fluviais locais de idade plistocénica, pelo que a sua
Holocénico. A estratigrafia é composta por várias
aquisição deve ser considerada imediata. Todas as
camadas (Bicho, 1995; Lusso, et al., 2001; Bicho e
peças apresentam arestas frescas e, algumas delas,
Ferring, 2001), mas pode ser dividida em dois
pisólitos. Destacam-se os produtos com textura fina
conjuntos principais: o de base, de origem fluvial,
(55.65%), muito fina (24.07%) e média (19.15%)
que embala dois níveis de ocupação moustierenses
onde, geralmente, não existem defeitos
e um terceiro mais antigo; e um de topo, de origem
significativos, os quais, quando presentes, surgem
eólica que embala os níveis epipaleolítico e
sob a forma de filonetes de quartzo (13%), ressaltos
Calcolítico. Entre as duas deu-se a formação de um
(8%) ou clivagens (6%).
paleosolo composto por pisólitos de manganês e
ferro. Quartzito
Ecologicamente, e do ponto de vista da
exploração do território, o sitio localiza-se num

Grauvaque
Muito fino

Grosseiro
ecótono de grande potencial que é ao mesmo tempo

TOTAL
Arenito
Médio
um ponto central de um território com cerca de

Fino
Artefactos
5100km2 que dá acesso a quatro regiões, cada uma
delas com recursos diferentes e complementares, Percutor 3 3
exploráveis através de redes de linhas de água que Bigorna 1 1
criam corredores de penetração: Núcleo 13 15 7 35
• Calcários da Serra d’Aire e Planície Lasca crista 1 1
Litoral, através da Ribeira da Bezelga, Frente
num sentido NW; núcleo 2 2
• Bacia do Rio Nabão, que se encaixa num Cornija 4 11 1 16
sentido N nos calcários da Serra d’Aire e RGB 2 2
que se estende até ao calcários da Serra de
Lasca 159 369 131 8 667
Sicó e à vasta paisagem xistosa da Serra
da Lousã; Lâmina 13 10 2 25
• Bacia do Rio Zêrere, que se estende por Lamela 4 13 17
xistos e granitos, num sentido NE, até à Fragmento 61 65 24 2 152
Serra da Estrela;
Esquírola 30 29 2 61
• Bacia do Rio Tejo, a cerca de 10-15km a
Sul, seguindo o Rio Zêzere que corre Termoclasto 3 61 17 3 1 4 89
espraiado no seu curso médio e cujos Utensílios 18 43 11 72
amplos terraços se estendem ao longo de 61 114
TOTAL 307 9 198 13 1 5 3
centenas de quilómetros criando um Fig.: 2. Inventário geral.
corredor de acesso tanto para jusante como
para montante. As lascas dominam o conjunto. Apesar de se ter
utilizado um crivo de 0.5cm (Bicho, 2001), a
Temos assim um território para a área nuclear frequência de esquírolas é muito baixa (5.36%)
residencial cujas dimensões são em tudo idênticas facto que estará associado à baixa tendência para o
as verificadas nos Nunamiut (Binford, 1983), nos quartzito esquirolar, mas também aos processos de
busquímanos G/WI (Silberbauer, 1972 in Binford, formação do sítio, nomeadamente à sua exposição à
1983), mas bastante maior que os Selk’nam e os chuva e consequente triagem dos elementos
Haush da Terra do Fogo cujos territórios rondam menores que 10mm (idem).
entre os 400 e os 500km2 (Chapman, 1986 in Zilhão
1997). 2.1.1. Núcleos
Foram identificados 35 núcleos de nove tipos
2.1. - A indústria lítica em quartzito.
diferentes, representando 51 frentes de debitagem.
O nível epipaleolítico tinha uma espessura O volume varia conforme o suporte utilizado. As
média de 10cm, foi escavado numa área de 46m2, lascas e o fragmento têm volumes médios a rondar
tendo sido exumados 2960 artefactos. As matérias- os 15cm3, enquanto os seixos e as calotes têm
primas presentes são sílex (N 1389; 46,8%), volumes próximos dos 30cm3. Os suportes
quartzito (N 1143; 38.5%), quartzo (N 417; predominantes nesta categoria são os seixos rolados
14,1%), xisto (N 15; 0,5%) e arenito (N 1; 0%). de geometria sub-prismoidal sub-angular, com um
60
TELMO PEREIRA

volume dominante de 16cm3 e um volume normal 24.1%; divergentes: 20.2%; côncavo-convexos:


32cm3. A quantidade de frentes de exploração por 16.1%; paralelos: 15.5%; biconvexos: 15.3%;
núcleo é reduzida (1 plataforma = 22; 2 plataformas raramente apontados: 8.7%). As terminações
= 10; 3 plataformas =3). O índice suportes/núcleos tendem a ser em ressalto (41.9%) ou em pena
é de 20.2/1 e o índice de frentes de (25.8%), e as secções irregulares (38%),
exploração/núcleos de 13.8/1. As plataformas de triangulares (35%) ou trapezoidais (20%).
percussão são maioritariamente corticais (n= 38) ou
O conjunto caracteriza-se pela presença de
lisas (n= 7).
pouco córtex, representando as peças com menos
O método dominante é o intensivo ortogonal de 50% de córtex na face dorsal 75.5% do total e
unipolar unifacial sobre seixos rolados com duas 46% são não corticais. Predominam os talões
características principais: uma ampla plataforma de simples (corticais 61% e lisos 17.6%), os perfis
percussão plana e uma aresta guia natural que direitos (91.6%) e os padrões dorsais paralelos
funciona como crista e serve de guia tendo em vista (63.8%) ou convergentes (12%).
obtenção de lascas alongadas. Os núcleos sobre
As lâminas representam 2.2% do total e 3.5% da
calote ou fragmento estão associados à exploração
debitagem. A sua produção é intencional e está bem
intensiva de grandes seixos rolados que, a certa
patente na Remontagem 72 (Ilustração1). A sua
altura do processo, se fragmentaram nas zonas de
obtenção deu-se a partir da exploração de núcleos
fragilidade. A presença de alguns núcleos sobre
prismáticos desbastados a partir de seixos rolados
lascas de grandes dimensões, aponta para a
altos e com pelo menos uma aresta guia natural bem
exploração de núcleos extensivos fora da área
definida, não configurados previamente, estando a
escavada.
técnica de crista ausente. Dimensionalmente, o
Santa Cita – Epipaleolítico: Tipologia dos núcleos comprimento não parece ter padrão fixo, ao
Unifacial 2
Centrípeto Bifacial 2
contrário da largura e da espessura. Predominam
Cruzado 2 talões não preparados (48.5% corticais e 30.3%
Unipolar unifacial 16 lisos), perfis direitos (81.8%) e padrões dorsais
Seixo talhado Bipolar unifacial 5 paralelos (75.8%).
Bipolar bifacial 1
1 Plano de percussão 5 As lamelas representam apenas 1.5% e 2.4% da
Prismático 2 Planos de percussão separados 1
2 Planos de percussão opostos 1
debitagem. A sua baixa frequência e a pouca
Total 35 quantidade de córtex (todas têm menos de 50% e
Fig.: 3. Tipologia dos núcleos. 47.4% são não corticais) associadas à ausência de
núcleos para a sua produção e ao resultado das
Os núcleos prismáticos estão também
remontagens aponta para que se tratem não de um
associados à produção de lascas alongadas mas é
produto de debitagem intencional mas antes de um
sobre eles que se desenvolveu a produção de
detrito relacionado com a regularização da cornija.
lâminas, enquanto os núcleos centrípetos estão
principalmente associados à produção de lascas As peças de preparação representam apenas
com comprimentos e larguras muito aproximados. 3,8% e são quase sempre cornijas ou frentes de
2.1.2. Debitagem:
núcleo.
Tendo em conta a análise dos bolbos, os três Tipologia dos utensílios N
tipos de suportes foram debitados maioritariamente
Entalhe 27
sob a técnica do percutor brando.
Denticulado 7
Bolbo/suportes Lascas Lâminas Lamelas
Esquirolado

Esquirolado

Não esquirolado

Esquirolado
Não esquirolado

Não esquirolado

Raspador 1

Lasca retocada 31

Lâmina retocada 2

Fragmento retocado 2
Pronunciado 73 32 2 2 2 0
Difuso 415 120 16 3 11 5 Seixo Talhado 2
Esquirolado 27 2 0
Fig.: 4. Tipologia dos bolbos. Total 72
As lascas constituem 58.4% do conjunto, Fig.: 5. Tipologia dos utensílios retocados.
havendo uma considerável quantidade de acidentes
de Siret (39.1%). Apresentam-se geralmente
alongadas (52.4%), com pouca padronização das
dimensões ou do formato dos bordos (irregulares:
61
A EXPLORAÇÃO DO QUARTZITO NO EPIPALEOLITICO DA ESTREMADURA PORTUGUESA – O CASO DE SANTA...

2.1.3. Utensílios. inexistência de fauna não permitir aferir com maior


Os 71 utensílios representam 6.3% do total, e precisão quais tenham sido.
são compostos essencialmente por utensilagem de A exploração da rocha deu-se claramente de
fundo comum. Dominam as lascas retocadas, os forma estandardizada. A estratégia parece ter sido
entalhes e os denticulados. Apenas se identificou seguida de forma bastante rígida e sistemática uma
um seixo talhado. Os suportes são maioritariamente vez que nem os núcleos nem os padrões dorsais dos
compostos por lascas, cujo retoque é suportes indicam ter havido variações ou rupturas
tendencialmente parcial, directo ou inverso, significativas nas sequências de debitagem ao longo
irregular, abrupto ou semi-abrupto, curto, largo e da exploração. Paralelamente, a própria rotação do
distal ou mesial. núcleo – situação bastante comum na debitagem
lítica independentemente dos períodos ou matérias-
primas – é rara e quando se verifica resulta no
inicio da exploração de uma nova frente de
debitagem ou apenas de uma nova plataforma de
percussão mas mantendo sempre a estratégia
intensiva ortogonal unipolar.

Fig.: 6. Remontagem 72.

2.2. - Distribuição espacial.


Os materiais em quartzito estão concentrados
numa área de cerca de 11m2 imediatamente a Norte
da lareira, havendo outras duas áreas de
concentração mais pequenas, uma também a Norte
(7m2), a qual parece corresponder a um
prolongamento ou a uma secção da concentração
maior, e outra a Sul da lareira, bastante mais
pequena (4m2). As várias categorias tecnológicas e
tipológicas não se apresentam concentradas em
áreas específicas o que indica que o seu abandono
e, muito provavelmente, produção e utilização não
tiveram áreas específicas, tendo antes ocorrido em
toda a área de actividade.
Embora se trate apenas dos materiais em
quartzito, a sua dispersão numa área de 22m2 e
organização em volta da estrutura, parece ser
similar àquilo que a bibliografia etnográfica
identifica como área de actividade extensiva
desenvolvida em pé por um grupo de pessoas à
volta de uma estrutura, neste caso uma lareira,
representando as outras áreas de acumulação mais
pequenas áreas de arremesso. Normalmente estes
tipos de padrões correspondem ao cozinhar de um
animal grande (Binford, 1983).
3. Conclusões.
A elevada quantidade de quartzito é reveladora
Fig.: 7. Nível de ocupação epipaleolítico com lareira (cin-
da grande importância que esta rocha teve nas zento), núcleos (verde), seixos (amarelo) e utensílios (ver-
actividades desenvolvidas no local, apesar da melho).
62
TELMO PEREIRA

A produção intensiva de produtos alongados Municipal de Porto de Mós.


2004b “A ocupação da camada 3 da Lapa dos Coelhos
aponta para que, desde o inicio da exploração, (Casais Martanes, Torres Novas). Novos elementos
tenha havido uma rentabilização da matéria-prima. sobre a produção de suportes lamelares durante o
O facto de os núcleos não se encontram esgotados, Magdalenense Final da Estremadura Portuguesa”,
Promontoria, nº2, Faro: Universidade do Algarve.
associado ao padrão dos vestígios parecem reforçar ALMEIDA, F., MAURICIO, J., SOUTO, P. VALENTE, M.
a ideia de que se trata de um acampamento 1999 “Novas perspectivas para o estudo do
temporário. A matéria-prima parece ter sido obtida Epipaleolítico do interior alentejano: notícia
preliminar sobre a descoberta do sitio arqueológico
e economizada logo desde o início, de uma forma da Barca do Xerez de Baixo”, Revista Portuguesa
planeada mas a relação disponibilidade/necessidade de Arqueologia, 2(1): 25-38.
levou a que a que esta sobrasse. Os núcleos ALMEIDA, ARAÚJO, A.C., AUBRY, T.,
2003 “Paleotecnologia lítica: dos objectos ao
encontram-se numa fase de fim de tarefa mas não comportamento”. In Mateus e Moreno-Garcia eds.
esgotados, o que só faz sentido se a tarefa em curso Paleoecologia Humana e Arqueociências. Lisboa:
tenha, simplesmente, terminado. Instituto Português de Arqueologia (Trabalhos de
Arqueologia 29), 299 - 349.
Ao contrário do que acontece nos conjuntos em ANDREFSKY W., JR.
2005 Lithics : Macr os c o pi c Approaches to Analysis , sec-
sílex e obsidiana, verifica-se:
ond ed., Cambridge: Cambridge University Press.
• Uma total falta de preparação dos núcleos, ANTUNES, M. T.
1990-91 “O Homem da Gruta da Figueira Brava (ca. 30 000
aferida pela ausência de descorticamento BP). Contexto ecológico, alimentação,
intencional, configuração por talhe ou canibalismo”, Memórias da Academia das
produção de cristas; Ciências de Lisboa. Classe de Ciências, XXXI,
Lisboa, 487-536.
• As peças totalmente corticais ou com AUBRY, T.
grandes quantidades de córtex não foram 1998 “Olga Grande 4: uma sequência do Paleolítico
descartadas no momento da debitagem e Superior no planalto entre o rio Côa e a Ribeira de
Aguiar”. Revista Portuguesa de Arqueologia, 1(1):
foram utilizadas; 5-26.
2001 “L’occupation de la basse vallée du Côa pendant le
Tais situações acontecem porque o córtex não Paléolithique Supérieur”, In Les premiers hommes
constituiu um constrangimento à exploração deste modernesde la Péninsule ibérique. Vila Nova de
tipo de matéria-prima, mesmo no caso da produção Foz Côa, 1998. (Trabalhos de Arqueologia, 17),
253 - 273.
dos produtos alongados. Os gumes servem ARAÚJO, A., ALMEIDA, F.
claramente as necessidades, tendo ou não córtex. 2003 “Barca do Xerez de Baixo: balanço de quatro ano
Consequentemente, pode-se concluir que para as de trabalhos arqueológicos” Revista Portuguesa de
Arqueologia, 6(1): 17-67.
comunidades caçadoras-recolectoras do final do
BICHO, N.,
Plistocénico, no território em causa, o 1992 Technological change in the final Upper
descorticamento do quartzito não era necessário. Paleolithicof Rio Maior, Portuguese
Pelo que o conceito de fase plena de debitagem Estremadura, Tese de doutoramento pela
Southern Methodist University (Dallas, Estados
aplicado apenas às peças sem córtex não faz sentido Unidos).
no caso das matérias-primas com córtex regular e 1997 ”A escavação de emergência do sítio paleolítico de
duro, em geral, e ao quartzito em particular. Santa Cita/Tomar”, in Em busca do Passado
1994/1997.Lisboa: JAE. P.10-29
4. Agradecimentos. BICHO, N., FERRING, C.
2001 “O sítio arqueologico de Santa Cita, Tomar: as
Este trabalho foi possível graças à bolsa intervenções arqueológicas de 1990 a 1997” In:
individual de investigação SFRH / BD / 28296 / Territórios, mobilidade e povoamento no Alto-
Ribatejo II: Santa Cita e o quaternário da região /
2006 concedida pela Fundação para a Ciência e coord. Ana Rosa Cruz, Luiz Oosterbeek. - Tomar :
Tecnologia (FCT). CEIPHAR - Centro Europeu de Investigação da
Pré-História do Alto Ribatejo, 71-88
BINFORD, L.
1983 Em Busca do Passado, Mem-Martins, Europa-
5. Bibliografia. América
ALMEIDA, F. BOËDA,
2000 The Terminal Gravettian of Portuguese Estrema- 1994 Le concept Levallois: variabilité des méthodes.
dura. Technological variability of the lithic indus- Monographie du CRA 9, CNRS, Paris.
tries. PhD Thesis. Dallas: Southern Methodist Uni- BORDES, F.
versity. 1961 Typologie du Paleolithique Ancien et Moyen,
ALMEIDA, F, GAMEIRO, C. Presses du CNRS, Paris
2004a “A indústria de pedra lascada da camada TP06 do CARRONDO, J.
Testemunho Pendurado do Abrigo do Lagar Velho 2006 Análise tecnológica da industria lítica do sitio do
(Lapedo, Caranguejeira, Leiria), no contexto da Porto Meirinho 1 : um sitio do paleolítico médio
passagem do Gravetense para o Solutrense na no Baixo Alentejo [Vila Real] : [s.n.]. Master
Estremadura portuguesa”, Estremadura Erasmus Mundus "Quaternário e Pré-História". -
Arqueológica, I Jornadas de Património e Dissertação de Mestrado em Arqueologia Pré-
Arqueologia do Litoral Centro, pp: 7-28, Oikos – Histórica e Arte Rupestre, Universidade de Trás-
Associação de Defesa do Ambiente e do os-Montes e Alto Douro
Património da Região de Leiria e Câmara
63
A EXPLORAÇÃO DO QUARTZITO NO EPIPALEOLITICO DA ESTREMADURA PORTUGUESA – O CASO DE SANTA...

CASCALHEIRA, J. lithic industries of Gruta Nova de Columbeira


2007 Paleotecnologia lítica solutrense e vale boi (Bombarral, Portugal) in the context of the Late
(abrigo) Relatório de Seminário do Curso de Mousterian of the Iberian Peninsula) In: Trabajos
Licenciatura Património Cultural, Departamento de Prehistoria, 55(1): 39-62.
de História, Arqueologia e Património, Faculdade RAPOSO, L., SILVA, A. C., SALVADOR, M.
de Ciências Humanas e Sociais, Universidade Do 1985 Notícia da descoberta da estação moustierense da
Algarve, Faro Foz do Enxarrique, in «Actas da I Reunião do
CUNHA-RIBEIRO, J., Quaternário Ibérico», 1, Lisboa, p. 79-89.
1999 O Acheulense no centro de Portugal: O vale do SONNEVILLE-BORDES, D. AND J. PERROT
Lis, contribuição para uma abordagem tecno- 1954-56 Lexique typologique du Paléolithique supérieur.
tipológica das suas indústrias líticas e Bulletin de la Société Préhistorique Francaise, Vol.
problemática do seu contexto cronoestratigráfico, 51, pp. 327-335, Vol. 52, pp. 76-79, Vol. 53, pp.
Tese de doutoramento, Universidade de Lisboa, 3 408-412, 547-559.
vol, policopiado, Lisboa; THACKER, P.
CURA, S. 1996a A Landscape Perspective on Upper Paleolithic
2003 Matière Prémière et Variabilité technologique au Settlement in Portuguese Estremadura. Ph.D. Dis-
PaléolithiqueMoyen Portugais : L’exemple du site sertation presented to Southern Methodist Univer-
Sapateiros 2 (Baixo Alentejo, Portugal), DEA sity, Dallas, Texas.
Thesis in Prehistory–Ethnology – Anthropology. 1996b Hunter-gatherer lithic economy and settlement sys-
Université Paris I Panthéon-Sorbonne tems: understanding regional assemblage variabi-
LUSSU, T., ROSINA, P., OOSTERBEEK, L., COSTA, F., lity in the Upper Paleolithic of Portuguese Estre-
2001 O Musteriense de Santa Cita (Tomar, Alto madura. In ODELL, G., ed. - Stone Tools: Theore-
Ribatejo, Portugal) : investigação e conservação In: tical Insights into Human Prehistory. New York:
Territórios, mobilidade e povoamento no Alto- Plenum Press, 101-124.
Ribatejo. II: Santa Cita e o quaternário da 2001 The Aurignacian campsite at Chainça, and its rele-
região / coord. Ana Rosa Cruz, Luiz Oosterbeek. - vance for the earliest Upper Paleolithic settlement
Tomar : CEIPHAR - Centro Europeu de of the Rio Maior vicinity. Revista Portuguesa de
Investigação da Pré- História do Alto Ribatejo, Arqueologia, 4(1): 5-15.
2001. - p. 13-70 TIXIER, J. INIZAN, M.-L.; ROCHE, H.
MARKS, A, MONIGAL , K., CHABAI, V. P., 1980 Préhistoire de la pierre taillée, 1 : Terminologie
1999 "Report on the Initial Excavations of Brecha das et technologie. Valbonne: CREP.
Lascas and Galerias Pesadas (Almonda, Portuguese STRAUS, L.
Estremadura) " in Jornal of Iberian Archaeology, 1996 “The use of quartzite in the upper palaeolithic of
vol. 1, pp, 237 a 250 cantabrian Spain” en N. MOLONEY, L. RAPOSO
MARKS, A.E., BRUGAL, J.P., CHABAI, V.P., MONIGAL, & M. SANTONJA, eds.: Non-Flint Stone Tools
and the Palaeolithic Occupation of the Iberian
K., GOLDBERG, P., HOCKETT, B., PEMAN, E.,
Peninsula. British Archaeological Reports S649,
ELORZA, M., MALLOLL, C., Oxford, 3742.
2002 Le gisement Ple´istoce`ne moyen de Galeria Pesa-
WHITTAKER, J.
da, (Estre´madure, Portugal): premiers re´sultats.
1994 Flintknapping: Making and Understanding Stone
Pale´o 14, 77–100.
Tools, University of Texas Press
MARKS, A. E., MONIGAL, K., ZILHÃO, J.,
ZILHÃO, J.,
2001 The lithic assemblages of the Late Mousterian at
1997 O Paleolítico Superior da Estremadura
Gruta da Oliveira, Almonda, Portugal. In Zilhão,
Portuguesa. Lisboa:Colibri.
J.; Aubry, Th.; Carvalho, A.-F., eds. - Les premiers
hommes modernes de la Péninsule Ibérique. Actes ZILHÃO, J.,
du Colloque de la commission 8 de l’UISPP, Vila 2001 “Middle Paleolithic settlement patterns in Portu-
Nova de Foz Côa, octobre 1998. Lisboa: Instituto gal”, in Settlement dynamic of the middle pale-
Português de Arqueologia (Trabalhos de olithic and middle stone age, vol. I, Nicholas
Arqueologia; 17), 145-154. Conard [Ed.], Tübingen Publications in Prehistory,
MENDONÇA, C., Tübingen
2005 Análise dos materiais líticos da Camada e da ZILHÃO, J., ALMEIDA, F.
Lapa do Picareiro, Relatório de Seminário do 2002 “The Archeological Framework” en JOÃO
Curso de Licenciatura Património Cultural, ZILHÃO & ERIK TRINKAUS eds.: Portrait of
Departamento de História, Arqueologia e the Artist as a Child, Trabalhos de Arqueologia,
Património, Faculdade de Ciências Humanas e vol.22, 29-57, Lisboa: Instituto Português de
Sociais, Universidade Do Algarve, Faro Arqueologia
OOSTERBEEK, L., CURA, S., ROSINA, P., GRIMALDI, S,
CRUZ, A., GOMES, J,
2007 Cadre géochronologique et estratégies de gestion
du territoire des cultures du Pléistocène Inférieur et
Moyen dans la vallée du Tage (Portugal), Les
cultures à bifaces du Pléistocène inférieur et moyen
dans le monde. Emergences du sens de l’harmonie,
Colloque International à Tautavel (25-30Juin,
2007)
PELEGRIN J., C. KARLIN & P. BODU
1988 “Chaînes opératoires: un outil pour le
préhistorien”, in: J. Tixier (ed.) Technologie
Préhistorique, Paris, CNRS;
RAPOSO L.; CARDOSO, J. L.,
1998a O sítio do Paleolítico Médio da Conceição
(Alcochete). Lisboa: Centro de Estudo e
Monitorização Ambiental Lusoponte.
1998b Las industrias líticas de la Gruta Nova de
Columbeira (Bombarral, Portugal) en el contexto
del Musteriense Final de la Península Ibérica = The
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 65-70

A TECNOLOGIA LÍTICA NO TARDIGLACIAR DO ALGARVE – RESULTADOS


PRELIMINARES

Carolina Mendonça
Universidade do Algarve; mendoncarolina@gmail.com

RESUMO

“O Algarve é uma região com um potencial imenso no que concerne ao estudo da Pré-História e Pro-
to-História, principalmente por duas razões fundamentalmente diferentes (…) pelas suas características geo-
gráficas e climáticas (…)” (BICHO, 2006). O estudo A Tecnologia Lítica no Tardiglaciar do Algarve – resul-
tados preliminares pretende estudar os materiais líticos correspondentes às ocupações Magdalenenses dos sí-
tios Ponta Garcia e Praia da Galé. Este trabalho debruça-se essencialmente sobre as questões de utilização de
tecnologia referentes à produção de utensilagem lítica, tendo como objectivo principal um melhor conheci-
mento da utilização do espaço local e regional, bem como a integração dos sítios ao nível do Paleolítico Supe-
rior em Portugal.

ABSTRACT

"For two essentially different reasons the Algarve region of Portugal has enormous potential for the
study of Prehistory and Protohistory (…) by their geographical and climatic characteristics (…)” (BICHO,
2006). This study Tardiglacial Lithic Technology from Algarve - preliminary results focus on the study of
lithic materials dated to the Magdalenian occupation from the sites of Ponta Garcia and Praia da Galé. This
work focus essentially on the questions of use of technology related to the production of lithic tools, having as
main objective a better knowledge of the use of the local and regional space, as well as the integration of the
small sites to the level of the Upper Palaeolithic period in Portugal.

Palavras-chaves: Algarve. Paleolítico Superior. Tardiglaciar. Tecnologia Lítica.

Keywords: Algarve. Upper Paleolithic. Tardiglacial. Lithic Technology.

1. Contextualização. 2006) apenas se analisaram tecnologicamente,


Do ponto de vista arqueológico, o Algarve é numa segunda fase, os núcleos, a debitagem (lascas,
uma das regiões mais ricas do País, onde lâminas e lamelas) e os utensílios retocados.
actualmente se conhecem mais de 1700 sítios 3. Descrição dos sítios.
arqueológicos, ainda que muitos deles já tenham
3.1. Ponta Gracia.
sido destruídos ou não apresentem potencial
assinalável para a investigação e/ou valorização. A O sítio arqueológico Ponta Garcia situa-se a
informação da ocupação desta região durante o Sudeste do parque de estacionamento da Praia do
Paleolítico Superior resulta de trabalhos Belixe (Vila do Bispo, Faro), um local que se
arqueológicos realizados essencialmente durante os caracteriza pela sua forte acção erosiva, tendo sido
últimos dez anos e publicados nos últimos cinco descoberto por Hugo Veríssimo em Agosto 2003,
(QUELHAS e ZAMBUJO 1998; ZAMBUJO E no âmbito do Projecto O Processo de Neolitização
PIRES 1999, BICHO 2003a, 2004; BICHO et al. do Algarve, coordenado por António Faustino
2003b, 2003c; MANNE et al. 2005). Carvalho (Fig.1).

2. Metodologia. Numa primeira análise, o sítio de Ponta Garcia


revelou “um contexto paleolítico, com um potencial
De um ponto de vista metodológico foram se-
raro na região algarvia, por conter preservação
guidos, de uma forma genérica, os critérios adopta-
orgânica e permitir, deste modo, a reconstituição
dos por João Zilhão (1997.VolI: 23-34) e por Nuno
de aspectos paleoeconómicos e paleoambientais”
Bicho (2000: 91-108) para a Estremadura portugue-
(Base de Dados Endovélico, IPA).
sa.
Os trabalhos de escavação tiveram como res-
Numa primeira fase de análise todos os artefac-
ponsável Nuno Ferreira Bicho, decorrendo entre
tos líticos foram registados segundo a sua prove-
Outubro e Dezembro de 2005, tendo sido os tra-
niência, matéria-prima, classe e tipologia. Uma vez
balhos de recolha de materiais de superfície e de le-
que os restos de talhe quase não nos apresentam
vantamento topográfico da estação realizados em
qualquer tipo de informação tecnológica (BICHO,

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
66
CAROLINA MENDONÇA

Fig.: 1. Localização dos sítios Ponta Garcia e Praia da Galé.

Agosto desse mesmo ano. lascas com 10,41% e os utensílios retocados com
8,97%.
3.2. Praia da Galé.
O sítio arqueológico Praia da Galé foi A matéria-prima predominante é o sílex, com
descoberto em 1998 durante os trabalhos de uma frequência de mais de 98%. A sua origem
prospecção no âmbito do Projecto Ocupação estima-se ser local, nomeadamente nódulos
Humana Paleolítica do Algarve, encontrando-se presentes tanto na arriba da praia do Belixe, “uma
parcialmente destruído (integralmente para o caso das fontes mais importantes de sílex do Barlavento
dos níveis moustierenses). Localiza-se numa zona algarvio” (BICHO: 2005) como na superfície
resultante de escavação e terraplanagem para eolizada a cerca de 100 metros do sítio
construção de moradias em zona de dunas junto à arqueológico (BICHO: 2005). O número total de
Praia da Galé (Albufeira, Faro) (Fig.1). peças analisadas é de 1940.

As sondagens coordenadas por Nuno Bicho,


revelaram “um nível arqueológico bem preservado
com cerca de 3 cm de espessura, mas presente
apenas numa área de muito poucos metros
quadrados” (BICHO, 2004a: 369).
Tendo em conta os materiais encontrados
durante a prospecção e as sondagens, é viável
afirmar que terá havido pelo menos duas ocupações
nesta área: uma de cronologia Moustierense
(totalmente destruída pelos recentes trabalhos de
terraplanagem); e outra de cronologia
Magdalenense.
Fig.: 2. Núcleos.
4. Descrição dos dados. 4.1.1. Núcleos.
4.1. Ponta Garcia.
A classe dos núcleos representa apenas 2,37%
O sítio de Ponta Garcia apresenta uma colecção da colecção analisada (Fig.2). Tipologicamente
razoável de artefactos líticos, tendo em conta que o predominam os núcleos prismáticos com um plano
sítio se encontrava “parcialmente destruído pela de percussão, ortogonais e bipolares. Ao nível da
erosão eólica e antrópica local” (BICHO: 2005), morfologia, é de salientar que mais de 35%
sendo que mais de 41% do material analisado apresentam uma percentagem de córtex entre os
pertence à classe das esquírolas, seguindo-se a 25% e os 50%, cerca de 64% possui tratamento das
classe dos fragmentos de lasca com 21,55%, as faces em crista, 75% possui plataforma lisa sendo o
67
A TECNOLOGIA LÍTICA NO TARDIGLACIAR DO ALGARVE – RESULTADOS PRELIMINARES

tipo de levantamento mais frequente as lascas com fragmentos de lamelas que ocorrem em maior
cerca de 68%. frequência, cerca de 0,72%, assumindo os
4.1.2. Debitagem.
artefactos inteiros uma frequência de 0,21%.
No sítio Ponta Garcia o total de artefactos do Relativamente ao seu estudo morfológico,
grupo da debitagem perfaz os 638 sendo que verifica-se que a percentagem de peças com córtex
95,45% são Lascas, 1,72% são Lâminas e 2,82% é muito reduzida sendo que mais de 89% dos
são Lamelas. artefactos não apresenta córtex. O tipo de bordo
mais comum é o desviado com 47,37% e o tipo de
4.1.3. Lascas.
talão mais frequentes é o liso. O padrão dorsal,
Sendo a classe do grupo da debitagem que re- unidireccional a partir do lado proximal, é comum a
presenta uma maior frequência, as lascas assumem toda a classe de lamelas. O perfil da peça mais
um papel preponderante na análise lítica. São os abundante é o plano, sendo que o acabamento distal
seus fragmentos – distal e proximal – que adquirem da peça mais frequente é o do tipo normal com
uma maior percentagem cem cerca 21%, assumindo cerca de 41%. Quanto às dimensões das peças, foi
as lascas inteiras apenas 10,41% de frequência nos realizada, tal como nas classes anteriores uma
artefactos líticos de Ponta Garcia. média para as suas dimensões: 20,95 mm de
Do estudo formal das lascas inteiras podemos comprimento, 9,43 mm de largura e 5,18 mm de
dizer que mais de 29% não possuem córtex, sendo espessura.
que a posição mais frequente deste, quando existe,
é a lateral com cerca de 42%.
Quanto à morfologia dos bordos, o convergente
é o mais frequente, representando 42,08%. Relati-
vamente ao talão, o tipo liso é o mais abundante
com 56,44%. O padrão dorsal mais usual é o unidi-
reccional a partir do lado proximal com 83,06%
sendo que o tipo de acabamento distal mais comum
é o normal com cerca de 51%. Morfologicamente o
tipo de secção mais frequente é o trapezoidal com
46,53%. Foi realizada também a média para as di-
mensões das peças obtendo-se: 24,80 mm no seu
comprimento; 23,12 mm de largura; e 9,02 mm de Fig.: 4. Utensílios – Raspadeiras, Ponta Garcia.
espessura.
4.1.4. Lâminas.
A classe das lâminas é o segundo grupo da debi-
tagem mais representativo, representando cerca de
0,36% na frequência nos artefactos líticos de Ponta
Garcia.
Do estudo formal dos artefactos inteiros
podemos dizer que cerca de 57% possui entre 25%
e 50% de córtex. Quanto ao formato dos bordos o
tipo desviado é o mais frequente com 57,14% e,
relativamente ao talão, é o do tipo liso que mais
abunda com 71,42%. O padrão dorsal mais
frequente é o do tipo unidireccional a partir do lado
proximal com 71,43% e o tipo de levantamento
mais frequente é o misto com 42,86%. O tipo de
perfil mais frequente é o do tipo torcido com
57,14%. Foi realizada também a média para as
dimensões das peças obtendo-se: 40,51 mm no seu
comprimento; 19,06 mm de largura; e 9,86 mm de
Fig.: 5. Utensílios – Buris, Ponta Garcia.
espessura.
4.1.6. Utensílios Retocados.
4.1.5. Lamelas.
As lamelas inteiras são o grupo da debitagem A classe dos instrumentos retocados representa
com menor frequência no conjunto analisado. cerca de 9% dos artefactos líticos que compõem o
Também como na classe das lascas são os espólio recolhido no sítio de Ponta Garcia. Quanto
68
CAROLINA MENDONÇA

à morfologia desta classe, podemos dizer que mais faces em crista e tipo de plataforma cortical e a
de 57% dos utensílios retocados não têm cortêx, esmagadora maioria apresenta como tipo de
sendo que quando o apresentam a sua posição mais levantamento mais frequente as lascas com cerca de
comum é a lateral representando cerca de 40%. O 90%.
formato geral da peça mais comum das peças é 4.2.2. Debitagem.
desviado com 40,83% e o tipo de talão mais
frequente é o liso com 51,02 %. O padrão dorsal No sítio Praia da Galé o total de artefactos do
mais frequente é o tipo unidireccional a partir do grupo da debitagem perfaz os 172 sendo que 19,9%
lado proximal, com cerca de 41% de ocorrências. O (163) são Lascas. Devido à baixa frequência de
tipo de levantamento predominante é classe das produtos alongados nesta colecção – Lâminas 0,4%
lascas com 60% de frequência. A secção da peça (3); Lamelas 0,7% (3) – optou-se por não se
mais comum é o do tipo trapezoidal com cerca de analisar aqui estes artefactos
56% e o perfil mais comum do tipo plano e do tipo 4.2.3. Lascas.
côncavo com cerca de 42%. O acabamento distal Tal com no sítio anterior, a classe das Lascas é
mais frequente é o do tipo normal com 56,83%. o grupo da debitagem que representa uma maior
Tipologicamente os instrumentos retocados frequência, assumindo um papel preponderante na
subdividem-se em três grandes grupos: a análise lítica. São as lascas inteiras que adquirem
utensilagem comum com 76%,06; raspadeiras com uma maior percentagem com 12,7% assumindo os
14,08% e a utensilagem lamelar com 6,34. De seus fragmentos proximais 7,1%.
salientar ainda a baixa frequência de buris, com Do estudo formal podemos dizer que mais de
apenas 3,52%. 35% não possuem córtex, sendo que a posição mais
No grupo da utensilagem comum predominam frequente, nas que o possuem, é o proximal com
três elementos tipológicos: os entalhes com 23,9%.
36,78%; os denticulados com 14,37%; e as peças Quanto à morfologia dos bordos o mais
esquíroladas com 8,62%. Já no grupo da frequente é o desviado representando cerca de 50%.
utensilagem lamelar são as lamelas com entalhes Relativamente ao talão o tipo liso é o mais
que predominam com 3,45%. As Raspadeiras abundante com 45,1%. O padrão dorsal mais usual
(Fig.4), ainda que se seja o tipo com maior é o unidireccional a partir do lado proximal com
diversidade, são mais representativas em duas 77,5% sendo que o tipo de acabamento distal mais
tipologias: as raspadeiras carenadas atípicas com comum é o normal com cerca de 70,4%.
cerca de 4,6%; e as raspadeiras afocinhadas planas Morfologicamente o tipo de secção mais frequente
com 1,72% de frequência. Nos Buris (Fig.5) a é o trapezoidal com 57,7%. Foi realizada também a
maior frequência encontra-se nos buris diedros média para as dimensões das peças obtendo-se:
(direitos e de ângulo) e nos buris sobre truncaturas 27,27 mm no seu comprimento; 27,3 mm de
(oblíqua e côncava). largura; e 12,28 mm de espessura.
4.2. Praia da Galé. 4.2.4. Utensílios Retocados.
O sítio Praia da Galé apresenta uma colecção A classe dos instrumentos retocados representa
moderada de artefactos líticos, tendo em conta que apenas 1,1% dos artefactos líticos que compõem o
o sítio havia sido terraplanado. A matéria-prima espólio recolhido sendo que os seus suportes são
predominante é, ao contrário do sítio anterior, o exclusivamente lascas. Quanto à morfologia desta
quartzo com uma frequência de mais de 77%, classe, podemos dizer que cerca de 44% dos
seguindo-se do quartzito com 15,2% e o sílex com utensílios retocados são descorticais, sendo que
apenas cerca de 5%. quando apresentam córtex a sua posição mais
Das 818 peças analisadas a classe que mais comum é a proximal com cerca de 75%. Os tipos de
ocorre são as esquírolas com 36,8% seguindo-se bordos mais usuais nas peças são o paralelo, o
dos fragmentos com cerca de 32% e as lascas desviado e o divergente, ambos com 22,2% e o tipo
inteiras com 12,7%. de talão mais frequente é o cortical com 66,7 %. O
padrão dorsal mais frequente é o tipo unidireccional
4.2.1. Núcleos. a partir do lado proximal, com cerca de 50% de
A classe dos núcleos representa cerca de 5,5% ocorrências. O tipo de levantamento predominante
dos artefactos analisadas. Tipologicamente são as lascas com 75% de frequência, sendo que a
predominam os núcleos simples com um plano de secção da peça mais usual é o do tipo trapezoidal
percussão, seixos talhados e os bipolares. Ao nível com cerca de 75% A morfologia distal mais comum
da morfologia, é de salientar que mais de 22% é o do tipo normal com 87,5%.
apresentam uma percentagem de córtex entre os
Tipologicamente os instrumentos retocados
50% e os 75%, cerca de 68% possui tratamento das
subdividem-se em três grupos: a utensilagem
69
A TECNOLOGIA LÍTICA NO TARDIGLACIAR DO ALGARVE – RESULTADOS PRELIMINARES

comum (Entalhes); raspadeiras (Fig.6) (Raspadeira lares bem como os negativos de lamelas em núcle-
simples sobre extremo de lasca; Raspadeira os, parece apontar para uma produção de lamelas
carenada atípica e Raspadeira afocinhada espessa); que seriam posteriormente transportadas para ou-
e os buris (Fig.7) (Buril diedro direito; Buril de tros locais.
ângulo sobre fractura; Buril diedro múltiplo). De
Os utensílios retocados remetem-nos também
salientar a ausência de utensilagem lamelar.
para uma cronologia Tardiglaciar, como se pode
ver pela frequência de vários tipos de raspadeiras
(como carenada atípica, afocinhada plana e
unguiforme) e buris (como diedro direito e diedro
de ângulo). Ambas as classes são de pequenas
dimensões com 26,92 milímetros de média para as
raspadeiras e 28,95 milímetros de média para os
buris.
5.2. Praia da Galé.
As cadeias operatórias presentes, com a
Fig.: 6. Utensílios – Raspadeiras, Praia da Galé. frequência de vários núcleos simples com um plano
de percussão, reflectem uma semelhança com as
conhecidas na Estremadura portuguesa para um
mesmo período cronológico. Os núcleos presentes
resultam essencialmente de duas estratégias de
redução – unidireccional e bipolar - , sendo este
último tipo de estratégia (por se verificar em menor
frequência na Estremadura portuguesa e como já se
verificou no sítio de Ponta Garcia) parece ser uma
possível característica do Paleolítico Superior
algarvio.

Fig.: 7. Utensílios – Buris, Praia da Galé. A produção de debitagem é essencialmente de


lascas.
Os utensílios retocados remetem-nos também
para uma cronologia Tardiglaciar, como se pode
ver pela frequência de vários tipos de raspadeiras e
buris. Ambas as classes são de pequenas dimensões
(largura), comparadas com as da Estremadura
portuguesa com 28 milímetros de média de para as
raspadeiras e 19,83 milímetros de média para os
buris.
6. Conclusão.
Ainda que parcialmente destruído através da
Fig.: 8. Remontagem de um termoclasto, Praia da Galé.
acção eólica e também antrópica e sem qualquer
5. Cadeias Operatórias. tipo de datação absoluta para Ponta Garcia (Vila do
5.1. Ponta Garcia. Bispo, Faro), um estudo mais aprofundado da sua
indústria lítica, permite-nos o seu enquadramento
As cadeias operatórias presentes, com a
cronológico no final do Pleistocénico, ou seja no
frequência de vários núcleos ortogonais, reflectem
período Tardiglaciar (última fase do Paleolítico
uma semelhança com as conhecidas na Estremadura
Superior em Portugal, o Magdalenense), como se
portuguesa para um mesmo período cronológico.
pode atestar pela presença de raspadeiras e buris de
Os núcleos presentes resultam de diferentes
pequenas dimensões.
estratégias de redução como unidireccional,
bidireccional e bipolar, sendo este último tipo de A frequência de lascas corticais, bem como
estratégia (por se verificar em menor frequência na elementos de manutenção e preparação do núcleo,
Estremadura portuguesa e pela grande frequência aponta-nos para preparação in situ dos materiais.
de peças esquíroladas) uma possível característica Esta ideia reflecte muito possivelmente a
do Paleolítico Superior algarvio. funcionalidade da ocupação deste sítio, como um
sítio de oficina de talhe e produção de suportes
A produção de debitagem é essencialmente de
lamelares que seriam posteriormente transportados
lascas, contudo a presença de alguns produtos lame-
para outros locais, como Vale Boi (Vila do Bispo)
70
CAROLINA MENDONÇA

localizado a cerca de 20 km a Este, fazendo assim 2005b Praia da Galécia. Relatório dos trabalhos
arqueológicos de emergência. Policopiado.
parte de um complexo social organizado, intrincado 2006a A Pré-História do Algarve. Território da Pré-
e dinâmico. História em Portugal 9. Tomar: ARKEOS.
BICHO, N., STINER, M., LINDLY, J.
O nível Magdalenense da Praia da Galé 2003 Noticia preliminar das ocupações humanas do
(Albufeira, Faro) encontrava-se intacto pelo que o sítio de Vale Boi, Vila do Bispo. Arqueologia e
História 55. P. 12-23.
estudo da sua indústria lítica permite-nos o seu BICHO, N., STINER, M., LINDLY, J., FERRINIG, C.R.,
enquadramento cronológico também no período CORREIA, J.
Tardiglaciar, como se pode atestar pela presença de 2003 Preliminary results from the Upper Paleolithic
site of Vale Boi, southwestern Portugal. Journal
raspadeiras e buris de pequenas dimensões. of Iberian Archaeology 5. P. 51-66.
MANNE, T.; STINER, M.; BICHO, N.
Também aqui a frequência de lascas corticais, 2005 Evidence for Resource Intensification in Algarve
bem como elementos de manutenção e preparação (Portugal) During the Upper Paleolithic. Actas
do núcleo bem como alguns seixos talhados e do IV CAP. Faro: Universidade do Algarve.
MENDONÇA, C.
manuportes aponta-nos para preparação in situ dos Prelo O Magdalenense no Algarve: Ponta Garcia (Vila
materiais. Estes dados podem reflectir a provável do Bispo). Xelb 8. Actas do Encontro de
funcionalidade da ocupação deste sítio, como um Arqueologia do Algarve. Silves.
QUELHAS, A.; ZAMBUJO, G.
acampamento sazonal para utilização dos recursos 1998 Jazidas paleolíticas no concelho de Lagos
marinhos (BICHO, 2003), sendo que a localização (Algarve): abordagem preliminar. Revista
do sítio (a cerca de 100 metros da actual praia), a Portuguesa de Arqueologia. Volume 1. Número
2. Lisboa: IPA. P. 5-18.
falta de água doce bem como a própria geologia do ZAMBUJO, G.; PIRES, A.
sítio, dunas de origem eólica, que não seriam 1999 O sítio arqueológico da Vala, Silves: Paleolítico
favoráveis à implantação de grande vegetação, Superior e Neolítico Antigo. Revista Portuguesa
de Arqueologia. Volume 2. Número 1. Lisboa:
reflectem então a lógica desta ideia de utilização IPA. P. 5-24.
dos recursos marinhos. ZILHÃO, J.
1997 O Paleolítico Superior da Estremadura
Os recentes dados recolhidos no Algarve, Portuguesa. Volume I e II. Lisboa: Edições
nomeadamente no sítio de Vale Boi parecem Colibri.
apontar para que os recursos marinhos fossem
“uma presença importante na dieta dos caçadores-
recolectores do Algarve” (BICHO, 2003: 22).
7. Agradecimentos.
Ao Professor Doutor Nuno Ferreira Bicho pela
cedência do material lítico, dos relatórios das
escavações e do seu incansável auxílio no âmbito
da tese de mestrado A Tecnologia Lítica do
Tardiglaciar no Algarve (em desenvolvimento pela
autora) dos quais fazem parte os sítios aqui
apresentados.

8. Bibliografia.

BICHO, N.
2000 Technological changes of the Final Upper Pa-
laeolithic of Rio Maior. Tomar: ARKEOS.
2003 A importância dos recursos aquáticos na
economia dos caçadores-recolectores do
Paleolítico e Epipaleolítico do Algarve. Xelb 3.
Actas do Encontro de Arqueologia do Algarve.
Silves. P. 11-26.
2004a As comunidades humanas de caçadores-
recolectores do Algarve Ocidental – perspective
ecológica. Actas – Geologia, História
Arqueologia e Climatologia. Evolução
Geohistórica do Litoral Português e Fenómenos
Correlativos. Lisboa: Universidade Aberta. P.
359- 396.
2004b A Ocupação Paleolítica e Mesolítica do Algarve.
Promontoria Monográfica 1. Faro: Centro de
Estudos de Património – Departamento de
História, Arqueologia e Património,
Universidade do Algarve. P. 19-24.
2005a Ponta Garcia. Relatório dos trabalhos
arqueológicos de emergência. Policopiado.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 71-152

SESIÓN 2:
Diálogos necesarios: Ciencias Auxiliares en
Arqueología

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 73-79

PASADO, PRESENTE Y FUTURO SOBRE LA REPRESENTACIÓN DEL RE-


GISTRO LÍTICO PREHISTÓRICO. HACIA UNA NUEVA METODOLOGÍA:
DIBUJO TECNOLÓGICO ASISTIDO POR ORDENADOR

Daniel Rubio Gil


Universidad Autónoma de Madrid; daniel@estudiante.uam.es

RESUMEN

El presente trabajo de investigación tiene como objetivo principal, presentar las nuevas herramientas
y métodos de trabajo, que a nivel teórico-práctico, estamos desarrollando desde el Gabinete de Prehistoria de
la UAM para el análisis, representación, documentación y publicación del registro del material lítico prehistó-
rico. Desde nuestra perspectiva, consideramos necesario un cambio metodológico sustancial en la representa-
ción y diseño del instrumental lítico, que permanece sujeto al dibujo a mano bidimensional diseñado por la Es-
cuela Tipológica francesa de los años 60 y 70, y que en la actualidad se antoja insuficiente ante los constantes
avances analíticos e interpretativos que se producen en el estudio del registro lítico prehistórico. Por tanto,
este proyecto esta encaminado hacia la configuración de una alternativa metodológica en la representación de
dichos artefactos a dos niveles diferentes. Por un lado, pretendemos profundizar en la realización del proceso
de dibujo asistido por ordenador, mientras que por otro, consideramos imprescindible la introducción en el di-
bujo “tradicional” de determinados elementos analíticos de carácter tecnológico, que nos permitan obtener una
información más profunda y completa de las producciones líticas, que la ofrecida en la actualidad por el pre-
dominante enfoque tipológico.

ABSTRACT

The present work of investigation, has as principal aim present the new tools and methods of work,
which to theoretical - practical level, we are developing from the Departament of Prehistory of the UAM for
the analysis, representation, documentation and publication of the register of the lithic material prehistoric.
From our perspective, we consider a methodological substantial change to be necessary in the representation
and design of the set of lithic instruments, that remains subject to the drawing to two-dimensional hand de-
signed by the Typology School French of the 60s and 70s, and that at present one takes a fancy insufficiently
before the constant analytical and interpretive advances that take are produced in the study of the lithic regis-
ter prehistoric. Therefore, this project this one directed towards the configuration of a methodological alterna-
tive in the representation of the above mentioned appliances to two different levels. On the one hand, we try to
penetrate into the accomplishment of the process of drawing represented by computer, whereas for other one,
we consider the introduction to be indispensable in the "traditional" drawing of certain analytical elements of
technological character, which should allow us to obtain a deeper and complete information of the lithics pro-
ductions, that the offered one at present for the predominant approach tipologico.

Palabras Clave: Dibujo tecnológico. Tecnología lítica. Aplicaciones informáticas. Fotogrametría (3D).

Keywords: Technological drawing. Lithic Tecnology. Computer applications. Photogrammetry (3D).

1. Introducción. para el dibujo y representación de materiales arque-


Resulta evidente que desde hace algunos años, ológicos, y especialmente en el caso de la industria
los avances que se han producido en el campo de la lítica tallada.
informática y de las nuevas tecnologías han abierto En este sentido, y aunque no sea el tema objeto
un amplio abanico de posibilidades, en cuanto a su de estudio en este trabajo, los mayores avances en
aplicación en el campo de la Arqueología se refie- la representación del registro material se han pro-
re. Es innegable que muchas de estas aplicaciones ducido dentro del marco del estudio y análisis de
están abriendo nuevas alternativas y vías de estudio objetos cerámicos (Prieto e Irujo, 2005), puesto que
en nuestra disciplina, con unos resultados cada vez su definición como superficies de revolución ha fa-
más sólidos y prometedores de cara al futuro, sobre cilitado la experimentación con plataformas infor-
todo aquellas orientadas hacia el trabajo de campo máticas -programas CAD- enfocadas hacia la repre-
de prospección y/o excavación -sirvan de ejemplo sentación tridimensional de dichos objetos. Este
las múltiples aplicaciones del entorno de los S.I.G-. tipo de propuestas y ensayos 3D para el dibujo de
Sin embargo, no podemos obviar el fuerte estanca- materiales cerámicos a supuesto un avance notable
miento existente en nuestro país desde las décadas en lo referente al ámbito divulgativo, pero sin duda
de los 70-80, en cuanto a los métodos empleados el gran obstáculo a superar es conseguir establecer

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
74
DANIEL RUBIO GIL

unos patrones de representación que permitan obte- tación gráfica asistida por ordenador de materiales
ner resultados analíticos, que vayan más allá del líticos, empleando para ello el programa informáti-
simple hecho de obtener galerías virtuales en 3D de co Adobe Photoshop. Grosso Modo, podemos decir
la tipología cerámica, y que incorporen la posible que el método empleado por este investigador con-
aplicabilidad de estas nuevas metodologías a los siste en realizar un “calco virtual” de la pieza en
fragmentos de cerámica a mano y de cerámicas 2D. Donde en un primer paso con la ayuda del ra-
“comunes”, donde la exclusividad de las formas tón y/o lápiz digital va repasando y dibujando, en
plantea una problemática importante con respecto a las vistas convenientes, los contornos y aristas o
las producciones cerámicas estandarizadas. nervaduras de la pieza sobre un archivo tipo raster -
fotografía digital o scaneado-. Posteriormente, se
Así pues, si bien es cierto que la aplicación de
completa el proceso de dibujo con la realización
nuevas metodologías de representación gráfica se
del esquema diacrítico -códigos simbólicos interna-
han ido instaurando y progresando paulatinamente
cionales-, o con el dibujo de las ondas de percusión
en el ámbito del registro material cerámico, no goza
de las diferentes extracciones, basándose en crite-
de menor certidumbre la inmutabilidad que sufre en
rios técnicos y morfológicos de ruptura de los le-
todos los sentidos, el método de dibujo utilizado
vantamientos - positivos, y negativos con o sin con-
para representar los restos líticos prehistóricos usa-
trabulbo y direcciones de percusión-, así como em-
do por la mayoría de los investigadores a escala pe-
pleando la luz correcta -45º NW-, la semiología y
ninsular, el cual permanece anclado en las premisas
los códigos aceptados internacionalmente (Dau-
de corte tipológico y morfológico formuladas en el
vois, 1976 y Inizan et al. 1995).
seno de la escuela tipológica francesa durante la
década de los 60 y 70 (Bordes, 1961, Dauvois, No nos cabe duda, de que el método presentado
1976, Benito del Rey y Benito Álvarez, 1998). por J.M. Benito Álvarez es uno de los caminos co-
rrectos a seguir para modernizar la representación
Por ello, el presente trabajo tiene como princi-
del registro lítico a nivel formal. No obstante, y de
pal objetivo mostrar algunas directrices prelimina-
acuerdo con él, es necesario explorar nuevas posi-
res que estamos desarrollando desde el Gabinete de
bilidades de representación ante las constantes in-
Prehistoria de la UAM, con el fin de ofrecer nuevas
novaciones que se producen en el marco de la in-
vías para el análisis y la representación del registro
formática. Por ello, no solo estamos intentando pro-
lítico a todos los niveles, es decir, desarrollando
fundizar en el método expuesto anteriormente, sino
por un lado un sistema de dibujo totalmente digital
que consideramos fundamental la exploración y ex-
e informatizado, pero que a la vez implique un
perimentación con otro tipo de programas informá-
cambio metodológico substancial, donde la lectura
ticos -programas vectoriales y sofwares gratuitos-,
tecnológica y diacrítica de las producciones líticas
valorando tanto su grado de aplicabilidad como sus
nos aporte una información más dinámica y com-
ventajas y límites.
pleta sobre las pautas tecno-económicas y conduc-
tuales empleadas por la sociedades prehistóricas En cuanto al método de dibujo asistido por or-
para la gestión de los recursos abióticos pétreos denador -con Adobe Photoshop- descrito anterior-
susceptibles de talla. mente, se puede decir que aporta una serie de ven-
tajas notables con respecto al método tradicional a
2. El cambio de forma (“De la plumilla al ra-
mano, siendo la principal de ellas que goza de una
tón”).
mayor precisión en la delineación contornos y aris-
En primer lugar, resulta imprescindible moder- tas, y sobre todo la reducción del tiempo empleado
nizar los sistemas de registro y representación del para la realización del dibujo, así como su facilidad
registro material. Actualmente, en la mayoría de las a la hora de corregir posibles errores durante el
publicaciones, seguimos sujetos al dibujo a mano proceso de diseño. No obstante, creemos conve-
bidimensional del material lítico, empleando para niente analizar todas las posibilidades que nos ofre-
ello instrumentos de dibujo como el compás, diedro cen las versiones más actuales de este programa
o la plumilla. En esta dirección, proponemos una -Photoshop CS 3-. Desde nuestra perspectiva, y a
renovación formal del sistema de dibujo, que ya ha tenor de los primeros ensayos realizados, tenemos
sido esbozada con éxito por otros autores anterior- la convicción de que se pueden reducir de forma
mente (Benito Álvarez, 2007: 1-24), donde el pro- considerable los tiempos de ejecución del dibujo
ceso de dibujo de las piezas se realiza de forma in- con respecto a los estudios realizados hasta el mo-
tegra con métodos digitales. mento (Benito Álvarez, 2007: 1-24). Para lograr
Cabe destacar de manera positiva, que en el ar- esta optimización del trabajo, planteamos un mode-
tículo citado anteriormente, elaborado por J.M. Be- lo de dibujo digital derivado del trazado por J.M.
nito Álvarez, es el único trabajo existente con ca- Benito Álvarez, pero que presenta dos innovacio-
rácter didáctico donde se dan unas pautas básicas y nes importantes.
bien estructuradas para la iniciación en la represen-
75
PASADO, PRESENTE Y FUTURO SOBRE LA REPRESENTACIÓN DEL REGISTRO LÍTICO PREHISTÓRICO

Por un lado, estamos trabajando sobre como ob- amplia gama de pinceles y tramas “standard” que
tener los contornos y aristas de una forma automáti- nos permitan dibujar con el ratón de forma casi au-
ca sin necesidad de calcarlos con el ratón o pen di- tomática el relleno de las extracciones. De esta for-
gital. Para ello, el sistema empleado se basa en la ma, no solo podremos agilizar mucho el proceso de
realización de varias fotografías de la pieza en sen- dibujo, sino que no seremos tan dependientes de la
tido perimetral -360º en torno al objeto- y con dife- destreza técnica y artística -que no de formación en
rente iluminación. Posteriormente, esta secuencia el estudio y lectura del utillaje lítico, la cual es im-
de imágenes es tratada con las herramientas de prescindible- que posea el dibujante, por lo que el
Adobe Photoshop para la consecución del contorno método será accesible a un colectivo mucho mayor,
y nervaduras de la pieza. Los primeros resultados llegando a ser una verdadera representación cientí-
obtenidos con este proceso, nos muestran como vir- fica de carácter técnico y no artístico.
tud principal que la delineación de los bordes es
En definitiva, los avances presentados en este
mucho más precisa que con el ratón, pero sobre
apartado están orientados hacia el cambio de forma
todo el tiempo de consecución de las aristas princi-
en la representación del registro lítico, siendo nues-
pales de la pieza se reduce prácticamente a la mitad
tra propuesta la elaboración de un método sistemá-
con respecto al método que emplea el repaso digital
tico de dibujo en 2D asistido por ordenador, que
con el pincel por encima de la fotografía (Fig. 1).

Fig.: 1. Proceso de dibujo tecnológico.

La segunda novedad en la que estamos investi- nos permita disminuir el tiempo de realización, me-
gando, va encaminada hacia el perfeccionamiento a jorar la precisión y crear un marco didáctico/divul-
la hora de dibujar las ondas de percusión de las ex- gativo moderno, acorde con los avances que se pro-
tracciones. Puesto que estas siguen realizándose “a ducen permanentemente en nuestra disciplina.
mano digital”, es decir, lo único que cambia es que 3. El cambio de fondo (“De la Tipología a la
en vez de dibujarse con la plumilla de tinta china se Tecnología”).
emplea la tablet y el pen analógico, pero al fin y al Como ya se ha explicado anteriormente existe
cabo siguen trazándose a mano, por lo que el tiem- un persistente arraigo por el dibujo a mano, que ac-
po empleado no difiere mucho del sistema tradicio- tualmente intentamos replantear con la introduc-
nal, siendo incluso discutible cual es más rápido ción de nuevos métodos de dibujo digitalizados,
dependiendo de la destreza del dibujante, eso si con pero la problemática en la representación de los
la ventaja de que con el proceso digital podemos materiales líticos va más allá del mero hecho for-
retroceder inmediatamente en caso de equivoca- mal de realización. Existe un problema de fondo,
ción. Por ello, nuestra principal aportación en este de carácter metodológico, que a día de hoy supone
sentido esta enfocada hacia la elaboración de una
76
DANIEL RUBIO GIL

un gran escollo para el progreso en el conocimiento de las estrategias, comportamientos y conocimien-


e interpretación del registro lítico prehistórico. tos implícitos en el registro lítico (Baena y Cuarte-
ro, 2006: 146-150), superando así la visión reduc-
Tras la superación de las primeras ilustraciones
cionista ofrecida por los estudios tipológicos sus-
de carácter artístico de los útiles líticos, imperantes
tentados en la comparativa.
desde finales del siglo XIX hasta mediados del S.
XX (Siret, 1891), se produce una sistematización Esta renovación metodológica, no solo afecta al
importante para el estudio y representación de las análisis y estudio de los materiales, sino también a
industrias líticas prehistóricas. Esta renovación teó- la información que se debe plasmar en las represen-
rica tiene su origen en la escuela tipológica france- taciones de los dibujos del material lítico (Simón y
sa (Bordes, 1961), cuya principal aportación fue Cortés, 1996: 94 -96).
encuadrar cronoculturalmente los diferentes útiles
Que duda cabe, de que la sistematización del di-
líticos, basándose para ello en la identificación
bujo del material lítico formulada por M. Dauvois
morfológica de “fósiles directores”, que por atribu-
(1976), y adoptada en nuestro país por la mayoría
tos comparativos y/o relacionales caracterizaban un
de investigadores, destacando entre estos L. Benito
periodo u otro, y que dio lugar a lo que hoy deno-
del Rey y Benito Álvarez (1998c), goza de una
minamos como tipología lítica. Es en este marco ti-
aceptación y solidez que no es fruto de la casuali-
pológico, donde se produce la sistematización del
dad, de ahí su vigencia durante varias décadas sin
dibujo de las industrias líticas talladas, cuyo princi-
revisión alguna. En consecuencia, no es nuestro ob-
pal representante fue M. Dauvois (1976). El méto-
jetivo desmantelar este método de una forma tajan-
do propuesto por este investigador se basa en la re-
te y radical, ni tampoco pretendemos contribuir al
presentación a mano de las piezas en proyección
caos de nuestra disciplina innovando o reformulan-
ortogonal y con las vistas pertinentes, siendo el re-
do los convencionalismos simbólicos internaciona-
sultado lo más fidedigno posible. Los dibujos reali-
les consensuados para el dibujo del material lítico.
zados correctamente mediante esta sistemática nos
Nuestra propuesta investigadora, va dirigida hacía
ofrecen una información relevante acerca de la
la complementación del método existente, introdu-
morfometría y volumen de la pieza, así como de las
ciendo en él determinados elementos tecnológicos
direcciones de percusión y la existencia o inexis-
presentes en el registro lítico que nos aportan una
tencia de bulbos y contrabulbos, pero siempre den-
información relevante y global a nivel tecnoeconó-
tro de la concepción tipológica.
mico (Fig. 1), y que es ignorada o no interpretada
En las décadas posteriores y hasta la actualidad, en la mayoría de los dibujos publicados en la actua-
se han ido desarrollando nuevas líneas analíticas lidad.
han ido enriqueciendo positivamente al estudio del
Dentro de este cambio que proponemos en el
registro lítico. Caben destacar el enfoque funciona-
grafismo de los artefactos líticos, la alternativa que
lista anglosajón (Binford, 1968), la corriente trace-
plantemos consta de un cambio metodológico en la
ológica (Semenov, 1957) o la Tipología analítica
concepción del dibujo, el cual ha sido estructurado
(Laplace, 1964). Todas estas nuevas tendencias in-
como un proceso con tres niveles o categorías bien
terpretativas, así como sus múltiples adaptaciones y
diferenciadas (Baena y Cuartero, 2006: 145-160):
derivantes, han abierto nuevas vías de análisis que
cuestionan muchas de las premisas del modelo ti- a) El diseño inicial: decidiremos las vistas a re-
pológico dominante. Sin embargo, en cuanto se re- presentar y el modelo de proyección que utilizare-
fiere a los métodos de dibujo y representación de mos -francés o anglosajón-. Intentaremos plasmar
las piezas líticas no presentaron ningún cambio ni lo más objetivamente posible los elementos princi-
recibieron crítica alguna, siguiendo así inmutables pales de la pieza -contorno, aristas y extracciones-.
desde la sistematización realizada por M. Dauvois Es en este momento cuando representaremos los
(1976). elementos tecnológicos que consideramos impor-
tantes: estrías en borde que indican posteriodad de
En los últimos años, la aparición de nuevas
una extracción sobre otra (Fig. 2); escamas bulba-
perspectivas analíticas hace imprescindible el re-
res; intersecciones de extracciones; morfología co-
planteamiento de nuevos métodos de estudio que
rrecta de las intersecciones; ruptura morfológica
nos permitan obtener una información diferente y
entre extracciones (Fig. 2), etc. Para la incorpora-
más exhaustiva del registro lítico. Es el caso de la
ción de estos estigmas tecnológicos es imprescindi-
postura interpretativa que nosotros respaldamos, la
ble la combinación del dibujo y la fotografía.
tecnología lítica (Boëda, 1988, Geneste, 1991,
etc ), y cuyo principal exponente en nuestro país es
J. Baena Preysler. Es desde este análisis tecnológi-
co y el contraste experimental, desde donde pode-
mos llegar a obtener un conocimiento más global
77
PASADO, PRESENTE Y FUTURO SOBRE LA REPRESENTACIÓN DEL REGISTRO LÍTICO PREHISTÓRICO

b) El diseño analítico: no consiste en representar concepción tipológica predominante, esta orientada


exclusivamente las piezas características, ni hacerlo hacía la confección de patrones sistemáticos de re-
de una manera en que solo destaque la representa- presentación del material lítico, sustentados en la
ción de rasgos técnicos, sino que el diseño analítico asimilación de los elementos de estudio tecnológi-
consiste en realizar una lectura diacrítica de la pie- cos y experimentales, y cuyo resultado gráfico que-

Fig.: 2. Elementos diagnósticos tecnológicos (derecha) y dibujo analítico (izquierda).

za, obteniendo así una representación esquemática da plasmado en el dibujo analítico y la lectura dia-
que nos permita analizar el orden de producción y crítica, que sin duda nos proporcionan una infor-
manufactura del objeto lítico (numeración de ex- mación más objetiva e integral sobre el utillaje líti-
tracciones de las más antiguas a las más recientes). co, que la prestada hasta el momento por los enfo-
Por otro lado, el diseño analítico no solo se limita a ques interpretativos sujetos a modelos/tipos defini-
la elaboración del esquema diacrítico de talla, sino dos a priori (Baena y Cuartero, 2006: 145-147 ).
que debemos incorporar una serie de dibujos com- 4. Una mirada hacia el futuro: representa-
plementarios que nos aportan otros datos signifi- ción y análisis 3D.
cantes. Es el caso de la elaboración de composicio- Uno de los mayores retos de la representación
nes de contornos superpuestos (Fig. 2), esquemas del registro lítico es reproducir gráficamente de for-
de talla sobre formas primitivas 3D, topografía de ma correcta la reconstrucción tridimensional del
la pieza, etc. objeto. El principal inconveniente reside, en que a
c) La interpretación: una vez realizada la lectura diferencia de lo que sucede con las producciones
diacrítica de la pieza, pasaremos a realizar la inter- cerámicas, cada pieza lítica posee unas característi-
pretación de la misma. Para desarrollar este proceso cas morfológicas y volumétricas únicas y exclusi-
de explicación del material, y siempre que sea posi- vas. Este hecho dificulta mucho la creación de un
ble, procederemos a agrupar la ordenación de las método sistemático válido para cualquier objeto lí-
extracciones en series (explotación o configura- tico. Sin embargo, y gracias a la colaboración inter-
ción) y secuencias de talla. Este proceso interpreta- disciplinar que mantenemos con los departamentos
tivo es necesario plasmarlo gráficamente, para ello de Fotogrametría de la UVA y la UPM, estamos
el método más utilizado es representar con un de- iniciando un programa de investigación destinado a
gradado en escala de grises las diferentes series de la aplicación de herramientas informáticas y tecno-
talla acompañado de una leyenda explicativa (Fig. lógicas de última generación a la representación y
1). análisis 3D del material lítico.
A modo de conclusión, podemos afirmar, que Reiterando que todavía estamos en una fase em-
estimamos necesaria una renovación metodológica brionaria de exploración del potencial que nos
de fondo en la representación gráfica del registro lí- aportan estas nuevas técnicas, nuestro trabajo ha
tico prehistórico. En este sentido, la alternativa que ido dirigido hacia la aplicación de principios foto-
proponemos al sistema de dibujo tradicional de grámetricos (mediante reconstrucción 3D a partir
78
DANIEL RUBIO GIL

de fotografía y Láser Scanner) para la restitución para lograr obtener el volumen real de los materia-
3D de materiales (Fig. 3). les líticos, sino que además nos abre un amplio
marco de posibilidades analíticas para su estudio
Las primeras impresiones y resultados obteni-
volumétrico, que tanta relevancia tiene en determi-
dos son muy positivos, entre los que cabe destacar
nadas producciones y esquemas operativos (como
los siguientes aspectos:
por ejemplo en las explotaciones levallois, Boëda,
1988). Por otro lado, para que estas propuestas de

Fig.: 3. Modelo 3D y análisis volumétrico.

- Gran precisión (0,5-1micras): se consiguen re- representación tridimensional puedan desarrollarse


producciones virtuales 3D prácticamente exactas a con éxito, es imprescindible fomentar la consolida-
las piezas originales. ción de medios de publicación virtuales que con-
templen la inserción de representaciones 3D anexas
- Agilidad del método: además de ser muy pre- al texto.
ciso, las reconstrucciones 3D son muy rápidas
(unos 15-20 minutos por pieza). 5. Reflexiones finales.
Mediante el trabajo de investigación aquí pre-
- Versatilidad del modelo 3D: el objeto 3D ob-
sentado, y que aun se encuentra en fase de desarro-
tenido podemos manipularlo y utilizarlo con dife-
llo y maduración, se pretende impulsar la modifica-
rentes finalidades.
ción y renovación del sistema de dibujo empleado
A tenor de esta primera aproximación metodo- para el registro material lítico prehistórico, el cual
lógica, creemos factible poder conseguir una repre- permanece inmutable en nuestro país desde los pos-
sentación tecnológica y analítica en 3D de las in- tulados teóricos formulados por la escuela tipológi-
dustrias líticas talladas. La consecución de una co- ca francesa de los años 60 y 70. La persistencia
rrecta representación en 3D, se antoja fundamental temporal tan prolongada del método de representa-
si queremos superar los fuertes condicionantes que ción tipológico, está originando un desfase acentua-
tiene el sistema de dibujo en 2D de proyección or- do entre la adopción de nuevos enfoques y métodos
togonal. El principal límite del dibujo bidimensio- interpretativos para el registro lítico, y la forma de
nal radica, en que por mucho que nos esmeremos reflejar adecuadamente estos progresos analíticos a
en representar de una forma real y fidedigna los ob- nivel gráfico. Consideramos por tanto, de necesi-
jetos líticos, el volumen otorgado por el dibujante a dad obligada, ajustar el método de representación a
la pieza siempre es subjetivo y dependiente de la las nuevas corrientes de investigación.
lectura interpretativa del investigador, así como de
Ante esta tesitura, nuestra propuesta gráfica está
la mayor o menor destreza artística que se posea
dirigida hacia el cambio metodológico en el dibujo
para su manufactura.
de los conjuntos líticos a dos niveles diferentes. En
En consecuencia, la obtención de modelos 3D primer lugar, planteamos una evolución formal,
precisos, se presenta no solo como una solución donde la sistematización del dibujo asistido por or-
79
PASADO, PRESENTE Y FUTURO SOBRE LA REPRESENTACIÓN DEL REGISTRO LÍTICO PREHISTÓRICO

denador sustituya al dibujo a mano tradicional, con BAENA PREYSLER, J; CUARTERO MONTEAGUDO, F.
2006 "Más allá de la tipología lítica: lectura diacrítica y ex-
el fin de obtener representaciones más precisas en perimentación como claves para la reconstrucción del
el menor tiempo posible. Por otro lado, es indispen- proceso tecnológico", en Zona Arqueológica, Num. 7
sable una renovación metodológica de fondo, que (ejemplar dedicado a: miscelánea en homenaje a Vic-
toria Cabrera ): 145-160.
desde nuestra perspectiva debe estar marcada el es- BENITO ÁLVAREZ, J.M.
tudio de los materiales líticos desde la reconstruc- 2007 "Dibujo digital del material lítico prehistórico: conse-
ción tecnológica y experimental. Por ende, es desde jos básicos para mejorar la cualificación profesional
en Prehistoria y Arqueología", en Arqueoweb, Vol. 9
el ámbito metódico de la tecnología lítica, de donde (1). Ed. Servicio de Publicaciones de la UCM.
pretendemos diseñar nuevos patrones de represen- BENITO DEL REY, L.; BENITO ÁLVAREZ, J.M.
tación fundamentados en la lectura diacrítica, el di- 1998c "Métodos y materias instrumentales en Prehistoria y
Arqueología (La edad de piedra más antigua): Tomo
seño analítico y la interpretación tecnológica. Este III – El dibujo y otras ciencias auxiliares". Salaman-
modelo analítico-gráfico nos permite obtener una ca: Ed. Gráficas Cervantes.
reconstrucción más exhaustiva, objetiva y global BINFORD, L. R.
1968 "New perspectives in Archeology", en S. and L. Bin-
del proceso de gestión y producción de los recursos ford. Chicago: Ed. Aldine Publishing Co.
líticos (Baena y Cuartero, 2006: 145-160), superan- BOËDA, E.
do así la visión parcial e insuficiente que se vislum- 1988 "Le concept Levallois et evaluation de son champ
bra en los estudios de carácter tipológico. d'application", en L'Homme de Neandertal. La
Technique. Lieja: Ed.Marcel Otte, 4: 13-26.
Por último, e insistiendo en que nos hallamos BORDES, F.
1961 "Typologie du Paléolithique ancien et moyen". Publi-
en una fase inicial de la investigación, tenemos la cations de L´Inst. de Prehistoire de L´Universite de
convicción de que la aplicación de nuevas técnicas Bordeaux, mémoire nº 1, 2 vol.
y tecnologías 3D (fotogrametría y Láser scanner) al DAUVOIS, M.
dibujo de las industrias líticas talladas, nos permiti- 1976 "Précis de dessin dynamique et structural des
industries lithiques préhistoriques". París: Ed. Pierre,
rá en un futuro no muy lejano, generar nuevos mé- CNRS.
todos de representación y análisis, que no solo se- GENESTE, M.
rán más rápidos y precisos que los dibujos bidi- 1991 "L'aprovisionnement en matières premières dans les
systemes de production lithique: la dimension
mensionales empleados hasta hoy en día, sino que spatiale de la technologie" en Trebballs
nos abrirán nuevas vías de exploración tanto a nivel D'arqueologia, 1, Tecnología y Cadenas Operativas
científico como divulgativo. Líticas: 1-36.
INIZAN, M.-L.; REDURON, M.; ROCHE, H.; TIXIER, J.
Finalmente, solo comunicaros, que la propuesta 1995 "Technologie de Pierre taillée". París: Ed. CREP –
metodológica de dibujo del material lítico plantea- CNRS.
LAPLACE, G.
da en este artículo no es un programa hermético, 1964 "Essai de typologie systématique" en Annali dell
sino que esta abierto a sugerencias, aportaciones y Universata di Ferrara, Sezione 15 sup.2 vol. I.
críticas, puesto que tengo la confianza que sea des- PRIETO MARTINEZ, M.P; IRUJO RUIZ, D.J.
de el espacio de la discusión constructiva entre es- 2005 "Aplicaciones del 3D en cerámica prehistórica
de contextos arqueológicos gallegos: Un estudio so-
pecialistas, lo que nos enriquezca en este campo y bre percepción visual", en Arqueoweb, Vol. 7 (2). Ed.
nos ayude a progresar hacia la modernización de Servicio de Publicaciones de la UCM.
nuestra disciplina. SEMENOV, S.A.
1957 "Tecnología prehistórica". Madrid: Ed. Akal, reim-
Agradecimientos. presión realizada en 1981.
SIMÓN VALLEJO, Mª. D; CORTÉS SÁNCHEZ, M.
En primer lugar, agradezco al profesor Javier 1996 "Cadenas operativas líticas: algunas aportaciones al
Baena Preysler el apoyo prestado desde mi llegada dibujo tecnológico", en Complutum Extra, 6 (II):
a la UAM para desarrollar mi proyecto de investi- 89-102. Ed. Servicio de Publicaciones de la UCM.
SIRET, L
gación que versará sobre el dibujo del material líti- 1891 "España Prehistórica". Ed. Facta Non Verba, Arrael
co, así como sus aportaciones y la lectura crítica re- Editores, reimpresión realizada en 2001.
alizada en este artículo. Por otro lado, agradecer
también a los compañeros Felipe Cuartero Montea-
gudo y Diego Martín Puig su atención, colabora-
ción y ayuda permanente, no solo en la elaboración
de este texto, sino en el trabajo diario que realiza-
mos.

6. Bibliografía.
BAENA PREYSLER, J.
2007 "Más allá de la tipología lítica: tecnología y experi-
mentación", en I Congreso de Arqueología Experi-
mental en la Península Ibérica: 101-112. Ed. Asocia-
ción española de Arqueología Experimental.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 81-86

TECNOLOGÍA Y FUNCIONALIDAD: DIALOGANDO CON LAS TRAZAS

Ignacio Martín Lerma


Laboratorio de Estudios Paleolíticos, Departamento de Prehistoria y
Arqueología, UNED; imartin@bec.uned.es
Bárbara Avezuela Aristu
Laboratorio de Estudios Paleolíticos, Departamento de Prehistoria y
Arqueología, UNED; barbara@bec.uned.es

RESUMEN

Con el fin de obtener una visión más amplia y certera de las actividades desarrolladas por los grupos
humanos del Paleolítico superior, la arqueología experimental se viene configurando, en los últimos años,
como parte esencial de cualquier investigación prehistórica. En este trabajo se presenta el diseño, la realiza-
ción y los resultados de diferentes protocolos experimentales, que responden a cuestiones tanto de tipo tecno-
lógico como funcional, con el objetivo de elaborar una serie de criterios que nos permitan obtener información
sobre las trazas de fabricación y de uso presentes en los materiales arqueológicos.

ABSTRACT

With the finality of obtaining an ampler and accurate perspective of the activities carried out by the
human groups in the Upper Palaeolithic, experimental archaeology becomes, in the last years, like essential
part of any prehistoric investigation. We present in this work the design, development and results of different
experimental programs that respond to technological and functional questions with the objective of elabora-
ting a list of criteria that provide us with information about technological as well as wear traces presents on ar-
chaeological materials.

Palabras Clave: Arqueología experimental. Tecnología. Funcionalidad. Paleolítico superior.

Keywords: Experimental archeology. Technology. Functional analysis. Upper Palaeolithic.

1. Introducción. dar respuestas a la gran cantidad de interrogantes


La experimentación es un preámbulo indispen- que presentan los asentamientos paleolíticos; con-
sable para el estudio sistemático de cualquier obje- cretamente el yacimiento en el que se centra este
to arqueológico, ya que proporciona una gran ayu- estudio es el abrigo magdaleniense de La Peña de
da a la hora de comprender e interpretar los estig- Estebanvela (Ayllón, Segovia).
mas presentes en las piezas que encontramos en las 2. Método experimental.
colecciones arqueológicas. Nos ayuda a entender
Como ya hemos apuntado, para el análisis de
los mecanismos de transformación intencionales
los útiles prehistóricos, es correcto acudir a la expe-
que actúan sobre una materia prima. Es decir, nos
rimentación como forma de comprender los aspec-
proporciona los códigos para descifrar cuál es la in-
tos tecnológicos -¿Cómo fue hecha la pieza?- y los
teracción de los tres parámetros que tradicional-
traceológicos -¿de qué manera fue usada?-. Se trata
mente definen la técnica utilizada para la obtención
así, de comprender las actividades prehistóricas, en
del objeto deseado: modo de actuar sobre la mate-
las cuales la elección del instrumento es un factor
ria, tipo de útil y sus características (morfología,
de primer orden respecto a su adaptación y funcio-
peso, características de parte activa…) y gesto, la
namiento.
unidad dinámica elemental de la cadena operativa:
orientación, dirección, intensidad, etc (Pigeot, Todas las variables del protocolo experimental
1991; Averbouh 2000; Provenzano, 2004; Bonte y deben estar perfectamente adecuadas a las condi-
Izard, 2005). De la acción de estos tres parámetros ciones específicas del yacimiento a estudiar, aten-
se materializan sobre la materia prima una serie de diendo a las tres fases de la cadena operativa: selec-
estigmas característicos en los que el tipo, la orien- ción de la materia prima, proceso tecnológico y
tación y la organización son el resultado de la téc- funcionalidad del mismo.
nica utilizada y se pueden asociar directamente a
Con respecto a este aspecto, la función de los
ésta.
útiles líticos se verifica a través del análisis micros-
El objetivo de este trabajo está encaminado a cópico, identificando las trazas dejadas por los úti-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
82
IGNACIO MARTÍN LERMA – BÁRBARA AVEZUELA ARISTU

les en contacto con una materia y según un gesto Para el desarrollo del presente estudio se ha rea-
determinado (fig. 1). La caracterización de estas lizado un repertorio compuesto por 105 útiles simi-
huellas se establece mediante el método experimen- lares a los documentados en La Peña de Estebanve-
tal, capaz de reproducir una serie de trabajos aso- la. El sílex empleado procede principalmente de los
ciados a los grupos humanos prehistóricos. Para tal afloramientos situados en las inmediaciones del ya-
reconocimiento, se realiza un programa experimen- cimiento, aunque también ha sido utilizado el de
tal especificando las distintas actividades a desarro- Casa Montero (Vicálvaro, Madrid), que guarda re-
llar. La importancia de un cuerpo metodológico lación geológica con los niveles neógenos del sílex
bien construido es requisito imprescindible para la de Estebanvela (Bustillo Revuelta y Pérez Jimé-
correcta identificación de las huellas (Gutiérrez nez, 2005).
Sáez, 1996).
Las materias trabajadas han sido la madera
En este programa experimental se ha optado por (pino, roble, tejo o boj, tanto en estado seco como
estructurarlo en base a un método replicativo, con fresco), el hueso (de vacuno y caprino, en estado
la creación de una colección de referencia que fresco, seco, remojado y cocinado), el asta (siendo
identifique el uso de un útil prehistórico y la deter- la de ciervo la más empleada, bien en estado seco,
minación de su funcionalidad con respecto a la bien humedecido o remojado), la carne (tareas de
adaptabilidad de un trabajo concreto. Para el caso desollado, descarnado y descuartizado en animales
de las perforaciones sobre moluscos también se ha como la oveja), la piel (trabajada en estado seco,
atendido a las huellas tecnológicas generadas sobre fresco, y en ocasiones humedecido, y las diferen-
éstos. cias que provocan la aplicación previa de abrasivos
como óxidos de hierro o ceniza), piedra (sobre cali-
Consta así de actividades que se suponen pro-
zas, areniscas y pizarras) y tendones (para
pias del Paleolítico superior final tales como cortar,
cordajes). Para el caso de los moluscos se han se-
cepillar, serrar, grabar, horadar o rebajar asociadas
leccionado diferentes especies de gasterópodos y
a la caza con arco, el desollado, descarnado y des-
bivalvos
cuartizado de animales, la preparación de pieles o
la elaboración de adornos-colgantes sobre molus- Importante también es la evaluación del gesto,
cos. ya que condiciona de manera directa el tipo de hue-
llas a desarrollar. La actividad es la forma en la que
el útil ha transformado la materia, y todo instru-
mento sometido a un esfuerzo concreto, desarrolla
un tipo específico de trazas, cuya lectura correcta
nos permitiría identificar tanto el material como la
acción desempeñada (González Urquijo y Ibáñez
Estévez, 1994). Los gestos más comunes han sido
cortar, serrar, cepillar, raspar, golpear, ranurar, gra-
bar, perforar y, en las actividades cinegéticas, lan-
zar. Hemos determinado siempre un tiempo de 60
minutos de trabajo, con el objetivo de establecer
Fig.: 1. Experimentación con madera, hueso, asta y piel, y
una variable perfectamente comparativa.
sus respectivas huellas de uso a 200 x (Foto: I. Martín).
De especial interés han sido las cuestiones refe-
3. Materias primas. rentes a la caza (fig.2). Se ha efectuado un elevado
En todo estudio traceológico es determinante número de disparos con el objetivo de consolidar
un control preciso de los elementos que actúan du- una base metodológica, controlando aspectos como
rante la experimentación (Semenov, 1964; Odell, la penetración en el cuerpo del animal, la distancia
1977; Keeley, 1980; Anderson-Gerfaud, 1981; de tiro, el ángulo respecto al eje de simetría del ar-
Moss, 1983; Plisson, 1985; Mansur-Franchomme, quero o la disposición y el número de hojitas de
1986; Beyries, 1987; Unger-Hamilton, 1988; Gra- dorso. El arco empleado, de 60 libras aprox., partió
ce, 1989; Yamada, 1993): las variables indepen- de un tronco de Fraxinus fresnus, al igual que las
dientes (aquellos factores que interaccionan entre sí flechas, y ambos han sido elaborados con láminas y
durante el uso; son la materia prima, la materia tra- buriles de sílex. Las hojitas de dorso han sido em-
bajada, el gesto y el tiempo) y las trazas que gene- pleadas para insertarlas como filo lateral. Los asti-
ran (variables dependientes). Es imprescindible re- les han mostrando gran durabilidad y resistencia,
alizar un registro exhaustivo de todos los datos ge- al igual que la cola natural elaborada a partir de re-
nerados durante la experimentación mediante fi- sina de pino, cera natural de abeja y madera de boj
chas. El siguiente paso sería la aplicación de estos carbonizada.
conocimientos al material arqueológico. La fase posterior al desarrollo del programa ex-
83
TECNOLOGÍA Y FUNCIONALIDAD: DIALOGANDO CON LAS TRAZAS

perimental es el estudio del comportamiento de las 1982; D'errico, 1993; Taborin, 1993; Yerkes, 1993;
variables independientes y de su influencia sobre Soler Mayor, 2001; Vanhaeren, 2002), y algunas
las dependientes. De esta manera se generan cuatro han funcionado, pero otras, aunque han sido descri-
grandes grupos de huellas: el pulimento (capa bri- tas por alguno de los nombres mencionados no han
llante, situada sobre el borde activo, y que, en caso podido realizarse con éxito.
de un desarrollo extremo, es observable a simple
En primer lugar, las técnicas que hemos utiliza-
vista), las estrías (asociadas a la interpretación del
do son las denominadas técnicas de desgaste, que
gesto y que podrían definirse como surcos, depre-
son aquellas que llevan, por medio de una presión,
siones o adiciones que se producen sobre la super-
a la eliminación progresiva de finas partículas de
ficie de los bordes usados), el embotamiento (re-
materia. Unas pueden proceder sólo en la superficie
dondeamiento que sufren el filo, las aristas y zonas
(técnicas de desgaste superficiales como el raspado
elevadas de la microtopografía silícea, a causa de la
y la abrasión) y otras profundizando más en la ma-
abrasión producida durante la acción) y los descon-
teria (técnicas de desgaste en profundidad como el
chados (negativos de las esquirlas, o pequeñas me-
serrado o las incisiones) (Averbouh 2000; Proven-
lladuras, que se van generando durante el trabajo
zano, 2004). Algunas de estas técnicas pueden ser-
como respuesta a la tensión que sufre la pieza en
vir como preparación para una posterior perfora-
contacto con la materia trabajada).
ción y todas ellas pueden perforar por sí solas así
como ser combinadas:
Percusión directa: Es una técnica muy traumáti-
ca y sólo la hemos practicado sobre un ejemplar de
Littorina litorea que se ha fracturado. El tamaño y
la consistencia de los ejemplares elegidos para la
experimentación no permiten el uso de esta técnica,
pero no la descartamos para la perforación de otros
ejemplares, sobre todo bivalvos, como ya han he-
cho otros autores con éxito (D'errico et al., 1993)
Percusión indirecta: Es una técnica menos trau-
mática que la anterior, ya que permite delimitar me-
jor el espacio donde se quiere conseguir la perfora-
ción. La percusión indirecta se puede realizar tanto
desde el exterior como desde el interior de las con-
Fig.: 2. Experimentación de caza con hojitas de dorso en- chas, siempre teniendo en cuenta en los gasterópo-
mangadas lateralmente (Foto: I. Martín).
dos las dimensiones de la abertura natural de éstos.
4. Un caso concreto: las perforaciones so- Hemos realizado percusiones indirectas desde el in-
bre moluscos. terior de 6 ejemplares y desde el exterior de 7. En
Las especies seleccionadas para realizar la ex- dos casos no hemos conseguido realizar la perfora-
perimentación se han escogido en base a su exis- ción ya que la Littorina obtusata que estábamos
tencia en la muestra representada en La Peña de Es- perforando se ha roto, una vez desde el interior de
tebanvela; su existencia en yacimientos de la mis- la abertura y otra desde el exterior.
ma cronología y atendiendo al diferente grosor y En todos los casos se han utilizado perforadores
dureza de sus conchas. Estas especies son: Littori- y un percutor duro en cuarcita de unos 100 gramos.
na obtusata, Littorina littorea, Columbella rustica, Los contornos obtenidos en su mayoría, han sido
Nassarius reticulatus, Conus mediterraneus, Gib- irregulares aunque en dos casos estos han estado
bula cineraria, Cerithium vulgatum, Patella caeru- determinados por la forma de la punta del perfora-
lea y Cerastoderma edule. dor y la forma obtenida ha sido triangular. Las sec-
Para realizar las perforaciones hemos empleado bu- ciones son en todos los casos irregulares.
riles, golpes de buril y perforadores confeccionados Los orificios obtenidos varían su tamaño desde
en sílex, dos tipos de arenisca, una de grano fino y los 1,2 o 1,4 mm del Conus y la Cerastoderma, es-
otra de grano grueso, y por último hemos intentado pecies cuya concha es mucho más dura que las de
realizar alguna perforación con una punta de hueso otras especies como la Littorina litorea en la que
hecha por nosotros mismos aunque nos ha sido im- hemos obtenido una perforación de 6 mm.
posible lograr nuestro objetivo.
En cuanto a las trazas microscópicas que pode-
Las técnicas que hemos empleado en la experi- mos observar, en la superficie de ataque nos encon-
mentación para llevar a cabo las perforaciones, son tramos con fisuras y levantamientos de todo tipo
técnicas ya descritas por otros autores (Francis, aunque la tendencia generalizada son los levanta-
84
IGNACIO MARTÍN LERMA – BÁRBARA AVEZUELA ARISTU

mientos aislados y los microlevantamientos. Sin Rotación: Realizada sobre 7 gasterópodos y dos
embargo en la superficie opuesta encontramos justo bivalvos. Hemos conseguido realizar una perfora-
lo contrario, una tendencia a los levantamientos ción con esta técnica desde el interior de la abertura
continuos, acompañados, eso sí, de fisuras. de una Littorina litorea, pero la técnica no es fácil

Fig.: 3. 1a/b, presión desde el interior de un gasterópodo. Fig.: 4. Perforación por abrasión desde el exterior de un
2a/b, presión desde el exterior de un gasterópodo. (Foto: gasterópodo. (Foto: B. Avezuela).
B. Avezuela).
de ejecutar desde esta posición ya que la capacidad
Presión (fig.2): Hemos realizado16 perforacio- de maniobra dentro de la abertura no es mucha.
nes por presión, 12 de origen interno y 4 de origen
externo. En 3 casos, desde el interior de una Litto- El resto de perforaciones han sido por rotación
rina litorea, desde el interior de una Littorina obtu- externa semicircular y para ello hemos usado perfo-
sata, desde el interior de una Patella y desde el in- radores de distinto tamaño. El contorno obtenido ha
terior de una Gibbula no hemos conseguido nuestro sido circular y la morfología cónica en todos los ca-
objetivo. sos menos en el obtenido desde el interior de la Lit-
torina, quizás porque desde esa posición no se con-
Los útiles empleados han sido perforadores de trola tanto el movimiento. Observamos estrías de
distintos tamaños y un buril. En los 13 ejemplares útil en las paredes de la perforación y levantamien-
en los que hemos obtenido con éxito la perforación tos tanto en la superficie de acción como en la
el contorno conseguido ha sido en dos de los casos opuesta.
tendente a una forma redondeada, sin embargo en
el resto de ejemplares la forma ha sido poligonal, Serrado: La última técnica la hemos realizado
casi triangular, siempre condicionado por la sec- sobre el dorso de dos ejemplares de gasterópodos
ción de la punta de los útiles líticos que hemos usa- con el filo de dos lascas. El resultado han sido dos
do, y en ocasiones la perforación sigue las líneas de surcos alargados, cónicos rectos, con estrías de útil
estructura de la concha. Encontramos fisuras y le- en las paredes de la perforación y levantamientos
vantamientos tanto en la superficie de ataque como en la cara opuesta.
en la opuesta y la sección es irregular. 5. Reflexión final.
Abrasión (fig.3): Hemos practicado abrasiones Hasta el momento los análisis de huellas de uso
sobre 7 ejemplares, esta técnica sólo se puede eje- que se han aplicado a diferentes colecciones arque-
cutar desde el exterior de las conchas. Lo que si ológicas están ayudando a obtener una mejor com-
puede variar es el abrasivo que utilicemos, en nues- prensión de los asentamientos prehistóricos. Entre
tra experimentación hemos usado arenisca de grano otras cuestiones se han abordado las relaciones en-
fino y de grano grueso y su uso se ha traducido en tre la morfología de los instrumentos y su función
estrías de diferente calibre. Otra variable que he- (demostrándose muchas veces una amplia diversi-
mos utilizado es el gesto escogido para realizar la dad funcional), la compresión global de las cadenas
abrasión, es decir dándole la movilidad a la concha operativas (incluyendo temas relativos a la selec-
o a la arenisca, en ambos casos hemos obtenido so- ción y gestión de los recursos líticos, así como la
bre la superficie estrías organizadas paralelamente, utilización de materias trabajadas, algunas de las
pero en el segundo de los casos el proceso ha sido cuales, caso de las orgánicas, no dejan evidencias
más largo. en el registro arqueológico), el carácter de la ocu-
pación (gracias a la interacción entre los estudios
Las perforaciones obtenidas adoptan un contor-
tecnológicos y funcionales se han permitido poner
no circular que viene dado por la morfología con-
en evidencia la ruptura o la continuidad de los pro-
vexa de la superficie de los moluscos, su sección es
cesos de trabajo de un yacimiento) y la distribu-
lineal. Las estrías de la superficie de trabajo siguen
ción de determinados ítems tipo-tecnológicos y
la orientación de los gestos ejecutados: cruzadas,
funcionales, aportan información sobre la delimita-
circulares, paralelas…
85
TECNOLOGÍA Y FUNCIONALIDAD: DIALOGANDO CON LAS TRAZAS

ción de áreas de actividad, enfocando los diferentes d'exploitation du bois de cervid'e chez les Magda-
leniens des Pyrenées. Prehistoire-Ethnologie-Anth-
aspectos del macro y microespacio. Gracias a estos ropologie. Université de Paris I.
aspectos, se está arrojando luz a problemas especí- AVEZUELA ARISTU, B.
ficos que son fundamentales para un mejor conoci- 2008 e.p "The personal ornaments made on molluscs of La
Peña de Estebanvela (Segovia, Spain)". Presentado
miento de esta etapa final del Paleolítico superior en 2nd. Meeting of the ICAZ Archaeomalacology
(Martín Lerma et al., e.p). Working Group, Santander.
BEYRIES, S.
Somos conscientes de que la confrontación en- 1987 Variabilité de l´industrie lithique au Moustérien.
tre material experimental y piezas arqueológicas Approche fonctionnelle sur quelques gisements
français. BAR International Series
ofrece todas las limitaciones y dificultades que su- BONTE, P.; IZARD, M.
pone la aplicación de este tipo de análisis sobre el 2005 Diccionario akal de etnología y antropología. Ma-
material arqueológico. En primer lugar no es lo drid: Akal.
BUSTILLO REVUELTA, M. Á.; PÉREZ JIMÉNEZ, J. L.
mismo observar unas trazas microscópicas sobre 2005 "Características diferenciales y génesis de los nive-
material fresco, que no ha sido utilizado y que no les silíceos explotados en el yacimiento arqueológi-
ha sufrido ninguna alteración postdeposicional que co de Casa Montero (Vicálvaro, Madrid)", en Geo-
gaceta (38): 243-246.
sobre un material arqueológico que ha sido someti- CACHO QUESADA, C. et al.
do a todo tipo de alteraciones antes y después de su 2008 "El Magdaleniense en la Meseta Norte. La Peña de
deposición, incluso, como algunos investigadores Estebanvela (Segovia)", en Férvedes (5):143-152.
D'ERRICO, F.
afirman (D'errico, 1993) en el momento de ser ex- 1993 "Identification des traces de manipulation, suspen-
cavado y manipulado; y en segundo lugar, hemos sion, polissage sur l'art mobilier en os, bois de cer-
constatado en estudios realizados sobre material vidés, ivoire ". Presentado en Traces et fonction:
les gestes retrouvés. Liège.
arqueológico que muchos de los adornos-colgantes, D'ERRICO, F.; JARDON GINER, P.; SOLER MAYOR, B.
por ejemplo, fueron muy usados, algunos hasta 1993 "Critères à base expérimentale pour l'étude des per-
fracturarse por completo y quedar inhabilitados forations naturelles et intentionnelles sur coquilla-
ges". Presentado en Traces et fonction: les gestes
para su suspensión (Cacho Quesada et al., 2008; retrouvés. Liège.
Avezuela Aristu, 2008 e.p). Otro tipo de fracturas FRANCIS, P.
que observamos sobre los objetos de adornos-col- 1982 "Experiments whith Early Techniques for making
whole shells into beads. ", en Current Anthropo-
gantes pueden ser debidas al empleo del útil perfo- logy 23(6): 713-714.
rador, tal y como comprobamos en nuestra experi- GONZÁLEZ URQUIJO, J. E.; IBÁÑEZ ESTÉVEZ, J. J.
mentación. De este modo podemos distinguir por el 1994 Metodología del Análisis funcional de instrumen-
tos tallados en sílex. Bilbao: Universidad de Deus-
tipo de fractura aquellas de fabricación de aquellas to.
de uso. GRACE, R.
1989 Interpreting the function of stone tools. The quanti-
En definitiva, partiendo de la experimentación, fication and computeritation of microwear analy-
la observación macro y microscópica de las répli- sis. BAR International Series.
GUTIÉRREZ SÁEZ, C.
cas realizadas para crear la colección de referencia 1996 Traceología. Pautas de análisis experimental. Ma-
y la contrastación con los materiales arqueológicos, drid: FORO.
en este caso del yacimiento magdaleniense de La KEELEY, L. H.
1980 Experimental determination of stone tool use: a
Peña de Estebanvela, establecemos una serie de cri- microwear analysis. Chicago: University of Chica-
terios que nos permiten, a través de diferentes enfo- go Press.
ques, reconstruir distintas cadenas operativas y MANSUR-FRANCHOMME, M. E.
1986 "Microscopie du matériel lithique: traces d´utilisa-
asentar una metodología que sirve de punto de par- tion, altérations naturelles, accidentelles et techno-
tida para emprender un estudio más profundo y am- logiques. Exemples de Patagonie.", en Cahiers du
pliar, así, el conocimiento de los grupos humanos Quaternaire (IX).
MARTÍN LERMA, I.; GUTIÉRREZ SAEZ, C.; MARIN DE
que habitaron este yacimiento. ESPINOSA, J. A.
2008 e.p "Estudios funcionales en Prehistoria. ¿Qué infor-
Agradecimientos. mación nos aportan los útiles líticos?", en Verdo-
Vicerrectorado de Investigación de la UNED, lay, Revista del Museo Arqueológico de Murcia.
MOSS, E. H.
Equipo responsable de La Peña de Estebanvela, 1983 The functional analysis of flint implements: Pince-
Juan A. Marín de Espinosa, Laboratorio de Prehis- vent and Pont d´Ambon: two cases studies from the
toria y Arqueología de la U.A.M. french final Palaeolithic. BAR International Series.
ODELL, G. H.
1977 The application of microwear analysis to the lithic
component o fan entire prehistoric settlement:
6. Bibliografía. methods, problems and functional reconstruction.
Ph. D. Dissertation, University of Harvard.
ANDERSON-GERFAUD, P. PIGEOT, N.
1981 Contribution méthodologique à l´analyse des mi- 1991 Entre nature et culture. Valeur heuristique de la
crotraces d´utilisation sur les outils préhistoriques. technologie lithique par des approches systemi-
Thèse 3ème Cycle. Université de Bordeaux I. ques et cognitives. Paris I.
AVERBOUH, A. PLISSON, H.
2000 Téchnologie de la matière osseuse travaillée et im- 1985 Etude fonctionnelle d´outillages lithiques préhisto-
plications palethnologiques. L'exemple des chaînes
86
IGNACIO MARTÍN LERMA – BÁRBARA AVEZUELA ARISTU

riques par l´analyse des micro-usures: recherche


méthodologique et archéologique. Thèse de 3eme
Cycle. Université de Paris I.
PROVENZANO, N.
2004 "Fiche terminologie du travail des matières osseu-
ses, du Paléolithique aux Âges des Metaux", en D.
RAMSEYER (ed.): Cahier XI- Matières et techni-
ques. Société Préhistorique Française: 29-37.
SEMENOV, S. A.
1964 Prehistoric technology. An experimental study of
the oldest tools and artifacs from traces of manu-
facture and wear. Londres: Cory, Adams and Mac-
kay Ltd.
SOLER MAYOR, B.
2001 "Técnicas de perforación para la fabricación de col-
gantes", en V. VILLAVERDE (ed.): De Neander-
tales a Cromañones. El inicio del poblamiento hu-
mano en las tierras valencianas. Valencia: Univer-
sitat de València.
TABORIN, Y.
1993 "Traces de façonnage et d'usage sur les coquillages
perforés". Presentado en Traces et fonction: les
gestes retrouvés. Liège.
UNGER-HAMILTON, R.
1988 Method in microwear analysis: sickle blades and
other tools from Arjouene, Syria. BAR Internatio-
nal Series.
VANHAEREN, M.
2002 Les fonctions de la parure au Paléolithique supéri-
eur: de l'individu à l'unité culturelle. IPGQ: Talen-
ce. Université Bordeaux.
YAMADA, S.
1993 "The formation process of use-wear polishes". Pre-
sentado en Traces et fonction. Les gestes retrou-
vés. Liège.
YERKES, R. W.
1993 "Methods of manufacturing shell beads at prehisto-
ric Mississippian sites in southeastern North Ame-
rica". Presentado en Traces et fonction : les gestes
retrouvés, Liège.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 87-92

ANÁLISIS DE TRAZAS EN LOS ARTEFACTOS DE MADERA DE LA DRAGA:


PROPUESTAS METODOLÓGICAS Y PRIMEROS RESULTADOS

Oriol López Bultó


Universidad Autónoma de Barcelona; oriollopezbulto@gmail.com

RESUMEN

En este trabajo se espera apuntar las primeras direcciones y precauciones a tener en cuenta cuando se
quiera trabajar el análisis de trazas en herramientas de madera. Y es que a pesar del enorme potencial explica-
tivo que ofrece esta disciplina, esta está limitada por las extraordinarias condiciones de conservación en que
este material es recuperado. El resultado ha sido la casi nula presencia de este tipo de estudios en la arqueolo-
gía actual.

ABSTRACT

The aim of this paper is to point to some basic directions and precautions to take into account in order
work the wear analysis in wooden tools. In spite of the enormous explicative potential that anyone can see in
this discipline, it has been restricted by the extraordinary preservation conditions where this material can be
recovered. As a result of this, there is almost no presence of that kind of studies in the whole archaeology.

Palabras Clave: Draga. Herramientas. Madera. Análisis de trazas.

Keywords: Draga. Tools. Wood. Wear analysis.

1. Introducción. nivel freático. Este contacto implica que parte del


La madera ha sido siempre una de las materias yacimiento se encuentra dentro del estanque o de-
primas más versátiles para la producción de bienes bajo de este nivel, pudiendo producirse así las con-
al largo de la historia y, en particular, durante la diciones de conservación en estado anaeróbico que
prehistoria. (Buxó y Piqué, 2008) han propiciado la conservación de la materia orgá-
nica, dando así un potencial explicativo extraordi-
Los estudios realizados sobre artefactos de ma- nario a La Draga.
dera prehistóricos son escasos y los que se han he-
cho se han centrado principalmente en la determi-
nación de materias primas, mientras que el análisis
de la tecnología de la madera es aún marginal, de-
bido a la poca preservación de estos tipos de arte-
factos en el clima mediterráneo. Una notable ex-
cepción son los estudios de las maderas de la cueva
des Càrritx o el yacimiento de La Draga donde se
han hecho aproximaciones a la tecnología de elabo-
ración de los instrumentos de madera.
El objetivo de este artículo será el de mirar de
desarrollar una metodología para que el estudio de
trazas en madera sea factible. Para esto nos centra-
remos en la problemática que hay alrededor de los
“palos cavadores” del yacimiento de La Draga.
El yacimiento de la Draga es un caso único en
el Estado por tres características principales: su
cronología antigua (5150-5250 cal ane) para un
asentamiento basado en una economía neolítica, su
proximidad a las aguas del estanque de Banyoles y
las implicaciones socioeconómicas que esto pueda
acarrear, pero sobretodo porque esta proximidad ha
permitido el contacto del nivel arqueológico con el Fig.: 1. Mapa de situación del yacimiento en la Península.

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
88
ORIOL LÓPEZ BULTÓ

Creemos posible aplicar los principios del análi- nos permitirá determinar el uso de los instrumentos,
sis de las trazas (desarrollado mayoritariamente so- en este caso de la madera.
bre herramientas líticas) al estudio de las herra-
Con todo eso, como apuntan otros autores (Cle-
mientas de madera de La Draga. De hecho, consi-
mente, 1997), a todas estas trazas definidas por Se-
deramos necesario el análisis de trazas en superfi-
menov, sería necesario añadirles aquellas produci-
cie como única vía para determinar si las herra-
das debido a procesos ante y postdeposicionales.
mientas fueron utilizadas y de que manera.
Estas trazas y marcas, si no son debidamente reco-
El desarrollo de estos estudios, junto con los es- nocidas, pueden destruir y/o tapar las trazas de uso
tudios morfológicos de la herramienta, permitiría y tecnológicas, modificando los resultados.
verificar las hipótesis de funcionalidad que se han
Pero para que todo este análisis se pueda hacer
establecido a partir de analogías etnográficas y de
es necesario previamente obtener, mediante la ex-
paralelos arqueológicos.
perimentación, una base comparativa de trazas. Así
Hay que decir que este artículo es un pequeño podremos reconocer las diferentes trazas de cada
resumen y presentación de los primeros resultados acción, materia… teniendo en cuenta las diferentes
preeliminares, del trabajo final de master con el variables.
mismo título que se presentara el mes de septiem-
Hay que decir que la filosofía del análisis de
bre en la Universitat Autònoma de Barcelona.
trazas o el análisis tecnológico, que comenzó desa-
2. Metodología. rrollando Semenov y que muchos otros autores han
2.1. Análisis de trazas. ido completando, fue pensada en un principio única
El objeto de estudio del análisis de trazas 1 son y exclusivamente para las herramientas líticas. Pero
las marcas del uso y de la elaboración que se pue- la validez de esta metodología hace que ya se haya
dan conservar en la superficie de los instrumentos. podido desarrollar con éxito con otras materias pri-
Hasta el momento se ha considerado que es uno de mas no líticas como el hueso. Por esta misma razón
los métodos más objetivos para poder acercarse a creemos que es igualmente valida para otros supor-
determinados procesos de trabajo en los que inter- tes como puede ser, en nuestro caso, la madera.
venga la fuerza productiva de la sociedad a estudio. a) La experimentación:
En este sentido, el análisis de trazas aporta conoci- A la mayoría de diccionarios experimentar apa-
mientos muy válidos para el estudio de las relacio- rece como someter a la observación, a la experien-
nes sociales de producción y reproducción (Cle- cia alguna acción; constituye, así, una forma directa
mente, 1997). Son suficientemente ilustrativas las de adquirir conocimiento empírico aplicable a la in-
palabras del mismo S. A. Semenov (Shchelinsky, vestigación arqueológica, a parte de un método de
1983, citado en Clemente, 1997) que dice que el contrastar las hipótesis. En frente de otros medios
análisis funcional “nace en el seno de la propia ar- de investigación científica, la experimentación se
queología”. caracteriza por la posibilidad de mesurar, repetir y
Según Semenov (1981) hay dos tipos de trazas, contrastar los fenómenos sometidos a estudio, así
tan macroscópicas, que se pueden observar a la su- como sus resultados (Clemente i Terrades, 2001).
perficie de los instrumentos: las trazas de desgaste El año 1954 aparecía el libro de S. A. Semenov:
por el uso, y trazas tecnológicas, producidas estas Pervobytnaya Tekhnika. Con este titulo se respon-
últimas durante la manufactura del instrumento. día a la necesidad de la arqueología del momento
Será a través de la observación del primer tipo de de poder contrastar interpretaciones y de unir la ex-
trazas que se podrá determinar sobre que materia y perimentación sistemática con la observación y el
como se ha utilizado el instrumento estudiado, y es- análisis. Años más tarde, el 1962, se expresaba en
tudiando el segundo se puede inferir con que ins- un sentido muy parecido J. Sonnenfeld para la ar-
trumento y de que manera fueron elaborados. queología occidental, afirmando la necesidad de
La diferencia entre micro y macro trazas no es unir experimentación y observación.
universal y acostumbra a tomar valores diferentes. Ha llovido mucho desde que estas publicacio-
Pero para este trabajo hemos considerado como nes vieron la luz, pero muchos de sus principios
restos microscópicas aquellas reconocibles y carac- por lo que se refiere a la experimentación siguen
terizables a partir de 30 aumentos. La combinación siendo vigentes, y es que debido a la naturaleza de
de los análisis a nivel macro y micro será el que su objeto de estudio y de sus procedimientos cientí-
1 El método de análisis utilizado lo nombraremos “análisis de
ficos, la investigación arqueológica no puede des-
trazas”, aunque se pueda decir que no es una terminología vincularse de las practicas experimentales. Estas
que no explique realmente lo que pretende estudiar. Pero, no prácticas no solo afectan a la formulación de hipó-
utilizaremos el término “análisis funcional”, por la misma tesis y a su contrastación sino que también a los
razón, ya que con este método se corre el riesgo que se en-
tienda que tan solo se estudia la función y no la tecnología. propios mecanismos utilizados en su validación in-
89
ANÁLISIS DE TRAZAS EN LOS ARTEFACTOS DE MADERA DE LA DRAGA: PROPUESTAS METODÓLOGICAS ...

ferencial. Tanto es así que gran parte del conoci- función de todo tipo de artefactos de madera de La
miento científico arqueológico ha estado adquirido Draga. El proyecto se ha desarrollado en base a dos
mediante la experimentación, construyendo, gene- ejes. El primero tiene el objetivo de analizar los
ralmente, el método más importante del conoci- procesos de elaboración de las herramientas de ma-
miento empírico o la fuente principal de conoci- dera. Se ha tratado de reconocer las técnicas utiliza-
miento científico (Clemente i Terrades, 2001). das en el proceso de producción de los artefactos
en base a diferentes indicadores que permitan la
Centrándonos un poco mas en nuestra metodo-
identificación tanto del suporte utilizado, como el
logía de trabajo parece ser que la experimentación
proceso de devastado, la formatización y los acaba-
en traceología acaba siendo el único camino por el
dos. El segundo quiere analizar la función de los
cual un investigador puede acabar elaborando una
artefactos. En este caso se ha trabajado diferencian-
base comparativa para poder contrastar hipótesis
do la tipología de trazas observadas en la superficie
(Gibaja, 1993).
de la madera, concretamente entre aquellas trazas
Para una buena practica de la experimentación que son fruto del proceso de fabricación, y aquellas
se deberá, primer de todo, plantear las preguntas que han estado producidas por el uso.
que se harán y se querrán responder, en función de
Para esta primera experimentación se ha dividi-
las características del yacimiento. Una vez esto ha
do el proceso en tres pasos: segmentado de la ma-
quedado claro, se deberá hacer una ficha para po-
dera con herramientas de piedra y madera similares
der tomar nota de todas las variables que se obser-
a las recuperadas en La Draga, devastado de la ma-
van y en que grado. En este sentido se tiene que in-
dera con azuela de piedra, y pulido de la herra-
tentar introducir un lenguaje cuantitativo y objetivo
mienta con una piedra arenisca. Con este proceso,
en las descripciones, que normalmente resulten
aparte de conseguir una colección de referencia de
subjetivas y poco claras, al mismo tiempo que se
trazas dejadas por una azuela, observaremos cual es
trabaja con el análisis de imágenes digitalizadas
la forma mas practica de utilizar la azuela para po-
(Gibaja, 1993).
der rebajar el suporte hasta la forma de “palo cava-
Sea como sea, los resultados de la experimenta- dor”.
ción no pueden acabar tal cual plasmados en una
A partir de aquí el análisis de los palos arqueo-
lista de funciones y movimientos, sino que es nece-
lógicos apuntados y bipuntados de La Draga se ha
sario avaluarlos en función a los resultados de estas
centrado en su reproducción experimental, siguien-
análisis; la experimentación cobra mucha mas rele-
do el objetivo de contrastar las hipótesis sobre el
vancia siempre y cuando se compare a sus resul-ta-
proceso tecnológico de la fabricación de un palo
dos con los de otros estudios.
cavador. El primer paso de la reproducción empie-
Es necesario tener en cuenta que a menudo se za con la identificación y preparación del suporte.
acaba tomando la experimentación mas que como
Como suporte se han escogido diferentes tron-
un método de aproximación al registro arqueológi-
cos de boj (Buxus sempervirens), ya que la mayoría
co y su significación social, como una finalidad si-
de las herramientas de madera de La Draga están
tuándose en una posición más próxima a un entre-
elaboradas con esta madera, y más en el caso de los
tenimiento que no a un medio de investigación
denominados “palos cavadores”. Lo que es más, en
científica (Clemente i Terrades, 2001).
muchos casos se ha podido identificar corteza en su
3. Caso particular. superficie, cosa que indica su elaboración a partir
3.1. El trabajo experimental. de cuartos o mitades de segmento.
Nos planteamos el análisis del uso y de la tec- Así, una vez realizada la adecuación del sopor-
nología de las herramientas arqueológicas de made- te, parece claro que el primer aspecto en el cual nos
ra de La Draga, los palos apuntados y bipuntados, a hemos de poner a experimentar es con la quebran-
través de las trazas. tadura de un tronco de boj, con la ayuda de instru-
Se han realizado inferencias sobre la funcionali- mentos que fueron identificados en el yacimiento:
dad de “los palos cavadores” a través de paralelos falcas de madera y lascas de sílex.
etnográficos, inferencias sobre las que hemos basa- Para quebrantar longitudinalmente los troncos,
do nuestras hipótesis de trabajo. Pero el contraste empezamos haciendo ranuras longitudinales con
de estas tan solo es posible a través de un programa una lasca de sílex siguiendo la dirección de las fi-
experimental que pasaremos a describir a continua- bras, donde queríamos encajar las falcas de la ma-
ción. dera de manera que aplicando fuerza por percusión
Hemos desarrollado un programa experimental en estos puntos se comenzaran a separar las fibras
con el objetivo de encontrar una metodología que de la madera. De este modo, el proceso ha acabado
permita determinar los procesos de producción y de siendo poco efectivo y bastante dificultoso. Lo con-
90
ORIOL LÓPEZ BULTÓ

tinuamos intentando, ahora encajando una lasca de


sílex en el plano transversal del tronco y percudien-
do con un martillo de madera. Obtuvimos una ranu-
ra donde encajar las falcas de boj; continuamos con
la percusión sobre esta hasta el quebrantado longi-
tudinal final. De esta forma no tardamos más de
media hora en seccionar longitudinalmente el tron-
co en dos segmentos semicirculares.

Fig.: 3. Devastado de la madera con una azuela.

La conclusión primera es que el trabajo experi-


mental demostró las hipótesis que teníamos sobre
la fabricación de estas herramientas.
Respecto a la experimentación del uso que pro-
seguirá, el objetivo en este caso ha estado contras-
tar la eficacia de los palos apuntados y bipuntados,
al mismo tiempo que se conseguía una muestra de
referencia de las trazas de uso que deja la actividad
agrícola para acabar viendo si se les puede inferir
este uso.
Antes de realizar la experimentación en si se
tuvo que proceder a extraer moldes de las partes ac-
tivas (puntas y bisel) para no perder las trazas tec-
nológicas con la posterior superposición de aque-
llas, fruto de la utilización, y poder discriminar
unas de las otras. Los moldes en este caso se toma-
Fig.: 2. Quebrantado del tronco con la ayuda de una falca.
ron con silicona, que una vez llena con yeso liqui-
El siguiente paso será extraer la corteza del boj. do, queda un positivo donde se pueden observar
Esta acción la realizamos con una azuela de cornia- con fidelidad las trazas identificadas en la madera.
na de 63.7/37/20 mm, enmangada con un mango de
El trabajo experimental en sí consistió en remo-
roble (Quercus caducifoli) siguiendo el mismo mé-
ver la tierra con los palos experimentales de una
todo que se ha utilizado en otras reproducciones de
parcela alrededor del yacimiento de La Draga, deli-
La Draga, juntando la piedra con un mango con
mitada de 5x5m. Se procedió a registrar el tiempo
cuerda y un sustancia adherente.
de trabajo y el tipo de movimiento para cada palo
Por lo que se refiere al devastado y formatiza- experimental.
ción de la herramienta, se continuo quebrantando
Seguimos las dos hipótesis, de la forma de uso
de forma longitudinal el tronco hasta conseguir
de estas herramientas, con las que trabajamos. La
unas medidas adecuadas para realizar el “palo ca-
primera y mayoritaria fue la que tradicionalmente
vador” Posteriormente, con la azuela de corniana se
mediante paralelos etnográficos se ha atribuido a
volvió a rebajar la madera hasta darle la forma ob-
estas herramientas: clavar el bisel y hacer palanca
servada en la mayoría de los palos apuntados y bi-
con el otro extremo, cosa que se mostró bastante
puntados que se quieren replicar.
efectiva para disgregar la tierra. El otro tipo de tra-
Los acabos los hicimos, tal y como habíamos bajo que se practicó era diferente: se enmango el
experimentado previamente, con una piedra arenis- palo dándole forma de pico, y este se dejaba caer
ca. La superficie fue regularizada, y los extremos sobre la superficie del campo. Esta hipótesis de tra-
fueron trabajados hasta conseguir una forma de bajo con al herramienta se basa en la gran lasca que
punta en una, y de bisel en la otra. se observa en el lateral de algunos palos bipunta-
dos, y que hace pensar en un enmangue. Esta forma
El resultado fue un “palo cavador” el cual tarda-
de remover la tierra se mostró más efectiva, más
mos en realizarlo media jornada de trabajo desde el
cómoda para el trabajador, pero más dura para la
devastado inicial hasta los acabados finales. Poste-
herramienta que en seguida se escantillaba.
riormente, se han reproducido un total de hasta
ocho “palos cavadores”. Los palos que fueron examinados se llevaron al
91
ANÁLISIS DE TRAZAS EN LOS ARTEFACTOS DE MADERA DE LA DRAGA: PROPUESTAS METODÓLOGICAS ...

laboratorio de arqueología de la institución Milà i nalmente reproduzca la herramienta objeto de estu-


Fontanals del CSIC de Barcelona, donde se ha pro- dio.
cedido a realizar el análisis de las trazas tecnológi-
Para los negativos estuvimos buscando algún
cas y funcionales.
producto que nos proporcionase una impresión
buena de la superficie de la herramienta, pero que
al mismo tiempo ofreciera una buena sujeción so-
bre materiales húmedos. Así que acabamos reco-
rriendo a la odontología, donde los moldes sobre
superficies húmedas son habituales. Finalmente op-
tamos por utilizar una silicona de adición (Affinis
Putty Super Soft®), mientras que para el positivo
se escogió un yeso de tipo “Alfa 1” (Fujorock ®)
de prestaciones medias.
3.2.2. Problemática de los moldes:
En un primer momento cuando la aplicación de
estos moldes estaba en fase de prueba surgieron al-
Fig.: 4. Experimentación de la utilización del “palo cava- gunos problemas (la aparición en superficie de bur-
dor”. bujas, porosidades, concreciones, polvo…) que nos
3.2. El análisis de las trazas. llegaron ha hacer replantear su uso, pero a medida
que el sistema nos era más familiar, los problemas
3.2.1. Problemática de la madera:
se fueron solucionando. Estos problemas no tienen
La materia primera con la cual estamos traba- porque manifestarse si se sigue un sistema preciso
jando presenta unas cualidades diferentes a las de- de elaboración del positivo.
más materias primeras sobre las cuales tradicional-
mente se ha trabajado el análisis de trazas, y es por
eso que esta metodología tiene que sufrir algunas
modificaciones. Estas peculiaridades a las cuales
nos estamos refiriendo son las condiciones excep-
cionales de humedad y aneirobidad en las cuales se
conserva la madera.
Fig.: 5. Madera (izquierda) y replica con yeso (derecha).
Las herramientas de madera recuperadas en un
medio lacustre como el yacimiento de La Draga
son objetos altamente valiosos, pero igualmente
frágiles. Debido a esta fragilidad, todo el material
orgánico amarado requiere una serie de acciones
para asegurar su perdurabilidad (Aguer, 2006).
Pero con la restauración hay algunas trazas que pa-
san a ser irreconocibles. Así, nos vemos en la obli-
gación de realizar el análisis de las trazas antes de Fig.: 6. Imagen a 100x, del positivo sacado de la misma
zona en yeso (izquierda) y en resina (derecha).
su restauración. Pero el hecho de tener que manipu-
lar estas herramientas tan delicadas antes de su con- Respecto al propio análisis de las trazas, el yeso
solidación sin querer dañaras es poco menos que se muestra bastante preciso por lo que respecta a la
imposible. reproducción de las trazas macroscópicas. En el
caso de las trazas microscópicas, no se ha mostrado
Con el objetivo de poder hacer un análisis en
tan fiable. El problema que aparece con este nivel
unas condiciones adecuadas se optó por utilizar
de aumentos es que comienza a observarse la es-
moldes de silicona. Con estos se podría conseguir
tructura mineral y granulosa del yeso, haciendo
una copia fiel de las trazas a analizar, que al mismo
perder todo tipo de detalle. Este era un hecho que
tiempo era fácilmente manipulable y resistente.
nos obligaba a tener que probar nuevos materiales.
El proceso para elaborar los moldes consta de En este sentido se decidió probar: resina calcinable
dos partes. En la primera se trata de preparar el (Duralay®, de la casa Reliance). Las resinas odon-
molde negativo. Este se consigue aplicando algún tológicas presentan una composición más compacta
material directamente sobre la superficie de la he- y uniforme que los yesos y, por tanto, nos ofrecen
rramienta hasta que este prenda la forma del área aquello que buscamos: más fiabilidad a nivel mi-
deseada. Y la segunda parte es obtener el positivo, croscópico. Con este nuevo material desaparece la
cuando es necesario rellenar el primer molde nega- estructura mineral y granulosa del yeso para dar
tivo hasta conseguir una masa que una vez seca fi-
92
ORIOL LÓPEZ BULTÓ

paso a una imagen más nítida y fiel a la realidad 4. Conclusiones.


que se quiera reproducir. Con el trabajo de experimentación y la posterior
3.2.3. El análisis de las trazas: observación y análisis de las herramientas trabaja-
Los ocho palos bipuntados elaborados y usados das, se ha podido observar como el análisis de tra-
de forma experimental fueron llevados al laborato- zas en herramientas de madera es plenamente facti-
rio donde se realizaron moldes antes de la utiliza- ble, y muy útil para el estudio de la tecnología
ción (con la única presencia de las trazas tecnológi- prehistórica. Y no sólo esto, sino que además apa-
cas) y después (con la mezcla entre unas y otras). rece como a una herramienta indispensable para
cualquier yacimiento donde aparezcan objetos ela-
El análisis de las trazas se está llevando a cabo borados con esta materia prima.
actualmente y aquí se presentaran algunos resulta-
dos preliminares. Otro objetivo del articulo era el de presentar el
desarrollo de una metodología parar poder “salvar”
El estudio se ha realizado en primera instancia las dificultades que presentan las maderas arqueo-
sobre los materiales arqueológicos, con el soporte lógicas. Así se ha presentado el trabajo con los
de los moldes y de fotografías donde se pueden di- moldes de silicona y yeso, que se ha rebelado como
ferenciar las trazas tecnológicas de las de uso con otra metodología completamente valida con resulta-
facilidad. Con todo esto, el objetivo no es otro que dos bastante satisfactorios.
el de corroborar la hipótesis que el análisis de tra-
zas en madera es plenamente factible. Y el hecho A partir de este trabajo, parece que yo no hay
de que ya se hayan podido identificar diferentes ti- excusas para el desarrollo de los análisis de trazas
pologías de trazas tanto tecnológicas como de uso, en madera.
no hace mas que afirmar esta idea. Las trazas tec-
nológicas identificadas por el momento son: facetas
de la quebrantadura longitudinal de la madera, fa- 5. Bibliografía.
AGUER, C.
cetas del desbastado, estrías tecnológicas, estrías de 2006 "La restauració dels objectes de fusta de La Draga",
pulido y ondulaciones. Mientras que las de uso son: en BOSCH, A.; CHINCHILLA, J.; TARRÚS, J.:
fracturas, escantillamientos, aplastamientos, ero- Els objectes de fusta del poblat neolític de La Dra-
ga. Excavacions 1995-2005. Girona, Monografies
sión, estrías de uso y pulido. En referencia a las tra- del CASC 6.
zas microscópicas, que tan necesarias son para el BUXÓ, R.; PIQUÉ, R.
estudio de trazas en otros soportes, de momento no 2008 "Capítulo 3.- La producción de instrumentos y la
construcción", en Arqueobotánica de la penín-
se han podido observar en los moldes. Pero no es sula Ibérica. Barcelona, Editorial Ariel.
así en las herramientas experimentales, en las que CLEMENTE, I.
se han podido observar por el momento micropuli- 1997 Los instrumentos líticos de Túnel VII: una aproxi-
mación etnoarqueológica. Barcelona, Treballs d'et-
dos y microestrías. El análisis microscópico será noarqueologia, 2, Universitat Autònoma de Barce-
objeto de futuros estudios. lona.
CLEMENTE, I.; TERRADES, X.
Para acabar y dado que no se había desarrollado 2001. "La experimentación como método de investiga-
ninguna forma de localización de las trazas en la ción científica: aplicación a la tecnología lítica", en
BOURGUIGNON, L.; ORTEGA, I.; FRÈRE-SAU-
madera, nos hemos visto en la obligación de desa- TOT, M.: Préhistoire et approche expérimentale.
rrollar un protocolo para la descripción de esta lo- Montagnac. Éditions Monique Mergoil.
calización, para su difusión sin problemas. Así, en GIBAJA, J.
1993 "El como y el porque de la experimentación en aná-
primera instancia será necesaria la descripción del lisis funcional", en Revista de Arqueología, 148:
tipo de soporte (medio tronco, rama,...), para segui- 10-15.
damente poder situar la zona a describir: primero la SEMENOV, S. A.
1981 Tecnología prehistórica: estudio de las herramien-
proximal, y después la medial y distal. Estas se lo- tas y objetos antiguos a través de las huellas de
calizaran según el eje longitudinal, distal-proximal. uso. Madrid, Akal.
Si no fuera posible, según la parte activa (siempre
que haya solo una) o según la posición original de
la pieza en el árbol. Y si esto no fuera posible, se-
gún el eje más largo. Siguiendo el eje horizontal,
habrá que hablar de cara dorsal, ventral o lateral,
cosa que se establece en base a la corteza o, en caso
de que no haya, a la orientación de los anillos de
crecimiento y de las fibras. Este protocolo será usa-
do para presentar los resultados definitivos en el
trabajo final de master.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 93-100

LA CALCITA COMO DESGRASANTE AÑADIDO EN CERÁMICAS ARQUEO-


LÓGICAS PREHISTÓRICAS: ESTADO DE LA CUESTIÓN

Daniel Albero Santacreu


Grup de Recerca Arqueobalear, Departamento de Ciencias Históri-
cas, Universidad de las Islas Baleares; daniel_albero@hotmail.com

RESUMEN

Este artículo aborda la significación de la calcita añadida desde una óptica centrada en la caracteriza-
ción técnica del material de acuerdo con sus determinadas propiedades físico-químicas y la configuración que
su utilización confiere a las cerámicas. Los rasgos de la producción nos surgieren ir más allá de los aspectos
tecnológicos, nos permiten contemplar la utilización de la calcita como una tradición y un indicador social
que puede estar íntimamente ligado al concepto de identidad individual y grupal. El hecho de que la produc-
ción, de un periodo y lugar concreto, comparta algunos rasgos comunes puede tener unas connotaciones sim-
bólicas y sociales significativas. Se trata de aspectos de las cerámicas que experimentan una variabilidad me-
nor y que denotan la existencia de comunicación y la adecuación de los artesanos a ciertas normas de la pro-
ducción y la tradición cultural.

ABSTRACT

In this paper I attempt the meanings of the added calcite by the technical characterization of the mate-
rial and the final product according some physical and chemichal properties. The evidence of the production
suggests to go far away from technological explanations of materials and allows us to relate the utilization of
added calcite as a social mark that can be firmly associated to individual and groupal concepts. In this way, we
attempt to recognize certain structures of meaning that could be generated by the interrelation between people,
traditions and materials for materialize these shared ideas. I consider that certain unity in some stages of the
ceramic production, from a concrete period and place, can also be explained by simbolic and social dimen-
sions of culture. There are some aspects of the production that shows less variability and can be refered to
some comunication and adecuation of the artisans to some cultural traditions.

Palabras Clave: Cerámica. Elección tecnológica. Calcita añadida. Tradición. Identidad.

Keywords: Pottery. Technological choice. Added calcite. Tradition. Identity.

1. Introducción. llier 1984; Spataro 2002).


En la producción de cerámica es necesaria la En la Península Ibérica, según la síntesis reali-
utilización de una serie de materias primas indis- zada por X. Clop, se documenta su uso en la zona
pensables para desarrollar el artefacto que se va a costera que comprende desde Alicante hasta el río
utilizar de acuerdo con unas necesidades biológicas Llobregat. También en zonas del interior como
y sociales. En este sentido se realiza una apropia- Huesca, Guadalajara, La Rioja y Zaragoza. Durante
ción de los recursos minerales que puede responder la Edad del Bronce se incorporan zonas como Gui-
a criterios muy complejos como: disponibilidad, púzcoa y Álava (Clop 2007: 348-349; Olaetxea
función, aspectos sociales, simbólicos, etc. Dentro 2000; Seva 1995).
de todas las posibilidades que pueden existir en el
proceso productivo se aprecia, en algunos casos, Algunos estudios surgieren que el uso de calcita
una clara tendencia de los grupos humanos en de- triturada en Baleares podría iniciarse justo al final
cantarse hacia una serie de soluciones y materiales del periodo campaniforme y su uso se extendería a
determinados (Clop 2007: 337; Courty y Roux toda la cerámica local. Es en la Edad del Bronce
1999). (1750-1000 BC) cuando se documenta con seguri-
dad su uso en Baleares siendo especialmente tangi-
Los romboedros de calcita triturada constituyen ble a partir del Bronce Medio (1500/1400 BC) en
un desgrasante muy común en cerámicas de mu- yacimientos como Cova des Carritx, Cala Blanca,
chas sociedades. En el mediterráneo se documenta Biniac l’Argentina, Closos de can Gaià, Son Fe-
su utilización desde el Neolítico (5000-3000 BC) y rrandell y Son Ferrer (Waldren 1982, 1991; Gó-
el calcolítico (3000-1750 BC) en lugares como mez Gras y Risch 1999; García Orellana et al.
Grecia, los Balcanes y el sur de Francia (Rice 2001; Andreu et al. 2007; Albero 2007, Albero iné-
1987; Woods & Gibson 1994; Vitelli 1989; Echa- dito).

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
94
DANIEL ALBERO SANTACREU

Durante la primera Edad del Hierro (1000-500 conserve su forma y tenga resistencia mecánica ya
BC) se pierde la tradición tecnológica en muchas que con su aplicación se reduce el encogimiento de
de las zonas citadas pero se inicia en el País Vas- la pasta (Rice 1987; Echallier 1984; Velde y Druc
co, Navarra y gran parte de Cantabria (Larrea et al. 1999: 140; Waldren 1991).
1999; Amadori et al. 1995). En Baleares este des-
También se conoce ampliamente el comporta-
grasante se sigue documentado con seguridad en
miento de este desgrasante cuando es sometido al
yacimientos como Son Ferrandell Oleza, Son Mat-
calor de la cocción y las repercusiones tecnológicas
ge, Son Ferrer, Son Fornés, Puig de Sa Morisca,
que de su utilización se desprenden. Hoy en día sa-
Son Ferragut, Torralba d’en Salord, Sa Talaia i Cap
bemos que la calcita inicia su descomposición entre
Forma (Gómez Gras y Risch 1999; Risch y Gómez
los 700/750 y los 898 ºC, dependiendo del tamaño
Gras 2003; Palomar 2005; Waldren 1991; Albero
del grano. El tamaño de grano fino de la calcita ma-
2007; Plantalamor et al. 1999).
chada reduce en gran parte los riesgos que entraña
2. Aspectos tecnológicos. la utilización de este mineral, cuanto más grande es
Las investigaciones realizadas sobre este mine- el tamaño del grano más posibilidades hay para que
ral han abordado a fondo el estudio de los materia- se produzca una fractura potencialmente peligrosa
les, su composición y sus cualidades físicas. De en la cerámica durante la cocción. Por el contrario,
esta manera, se ha perfeccionado la aplicación ar- las cerámicas con calcita cocidas entre estos rangos
queológica de diversos métodos que incrementan la de temperaturas son susceptibles de ser muy poro-
cantidad de datos y la calidad de la información sas (Padial 1999; Linares et al. 1983, Waldren
disponible sobre los artefactos proporcionando una 1991; Tite et al. 2001, Maritán et al. 2005; Gibson
visión del objeto más compleja. El significado de la y Woods 1990; Rice 1987).
cerámica no es arbitrario pero está, al menos en Otro aspecto estudiado de la calcita es como le
parte, determinado por las cualidades de los mate- afecta la atmósfera de cocción, parece ser que la at-
riales. Los materiales en su esencia física participan mósfera reductora permite obtener productos más
de forma activa de los procesos históricos por lo consistentes. Este tipo de atmósferas facilita la fu-
que resulta fundamental conocerlos para evaluar sión de las pastas a baja temperatura, aumentando
como interaccionan con ellos los seres humanos. El la resistencia y consistencia del producto final
conocimiento de los materiales tiene una dimensión (Spataro 2002; Tite et al. 2001).
múltiple, las cualidades de los mismos también in-
fluyen en como estos son percibidos, usados y do- En cerámicas de Cataluña que poseen este des-
tados de significado simbólico (Jones 2004). grasante se ha constatado que la amplia mayoría de
las piezas (84%) están cocidas en atmósfera princi-
La identificación de calcita machacada en cerá- palmente reductora (Clop 2007: 328). A pesar de
micas no supone hoy en día una gran dificultad. Es carecer de estudios exhaustivos del comportamien-
habitual la utilización de láminas delgadas median- to de esta variable en Baleares podemos plantear la
te microscopio petrográfico. Este método nos per- utilización de ambientes reductores en un alto por-
mite asegurar la presencia de este mineral en la centaje de las piezas desgrasadas con calcita. Esta
pasta y distinguir su naturaleza u origen, además la solución puede constituir una pauta común en el
observación microscópica nos permite valorar el proceso de manufacturas de cerámicas que utilizan
grado de angulosidad de los granos. Así pues, cons- este desgrasante por motivos técnicos pero también
tituye una herramienta vital para determinar si los condiciona la coloración y en cierta manera el
minerales han sido machacados y añadidos inten- efecto visual de las piezas. Esta es una variable a
cionalmente a la pasta. En la calcita, este tipo de tener en cuenta pues el efecto visual de las piezas
granos se caracterizan por tener cristales eudrales participa de como estas son percibidas (Prieto
muy angulosos en forma de romboedros (Courtois 2006; Jones 2004).
1976; Adams y Mackenzie 1998; Buxeda y Cau
1995; Cau et al. 2002; Capel et al. 1995). El uso de calcita ha sido interpretado en Balea-
res en este sentido, su utilización implica, para el
2.1. Propiedades Físicas. desarrollo de una pieza adecuada, la cocción a ba-
Otro de los aspectos más trabajados hace refe- jas temperaturas, hecho arqueológicamente consta-
rencia a las cualidades que éste mineral aporta a las tado (Albero 2007a, b; Waldren 1991; Palomar
pastas y a las cerámicas. Se ha determinado que a 2005; Andreu et al. 2007).
nivel técnico la calcita se añade para cohesionar y
reforzar la pasta. Estos desgrasantes son necesarios Se ha argumentado que este sistema de produc-
para consolidar la estructura de la pasta a la hora de ción habría permitido el consumo de menos canti-
modelar la pieza, favorecer su secado y prevenir de dad de combustible lo que ha sido considerado re-
la aparición de fracturas durante la fase de secado y levante a nivel socioeconómico pues en una socie-
cocción. Estos son indispensables para que la vasija dad con un aumento demográfico considerable se-
95
LA CALCITA COMO DESGRASANTE AÑADIDO EN CERÁMICAS ARQUEOLÓGICAS PREHISTÓRICAS...

ría una estrategia apta para reducir el impacto am- En numerosos registros cerámicos analizados
biental (Gómez Gras y Risch 1999; Waldren 1982, con calcita triturada, como los del Delta del Ebro,
1991). Balcanes o Baleares se ha observado que no parece
existir ninguna diferencia en las pastas cerámicas
Esta explicación resulta funcionalista y no tiene
en relación con aspectos funcionales. Este mineral
en cuenta los complejos y diversos agentes que par-
se documenta en piezas de variada tipología. Parece
ticipan del proceso de cocción. No hay razón para
ser que la calcita es añadida a las cerámicas, inde-
pensar que, de modo directo, menos temperatura
pendientemente de la función que deban realizar
implique la utilización de menos combustible pues
(Clop 2007: 321; Spataro 2008, 2002; Andreu et al.
el tipo de combustible, el tipo de estructura utiliza-
2007; Albero 2007).
da en la cocción y la duración de la misma pueden
influir en ambas variables (Livingstone 2007). 3. Calcita y Tradición Cultural.
Podemos concluir señalando que, gracias al tra- En los estudios de pastas realizados la presencia
bajo que se ha realizado en base a los materiales, es de desgrasantes añadidos con significación cultural
ya unánime y aceptado el hecho que estas cerámi- normalmente se ha interpretado en función de no
cas suelen ser fuertes y resistentes al shock térmico, haber podido conectar enlaces satisfactorios entre
requieren bajas temperaturas de cocción y propor- estos y otros estudios de la producción cerámica
cionan un producto más duradero. Debemos consi- que se centran en el entorno, la tecnología, la fun-
derar que los alfareros que trabajaron con estos ma- ción, la forma y la decoración (Constantin y Cour-
teriales fueron conscientes de sus cualidades y de tois 1985).
las limitaciones y posibilidades que entrañaba la Incluso si los materiales añadidos se interpretan
utilización de calcita en la pasta. en relación con la función debe admitirse que el
2.2. Funcionalidad. verdadero rol, si es que existe uno, se nos escapa.
Estudios etnográficos y arqueológicos demuestran
Múltiples estudios se han centrado en las pro-
que criterios funcionales o tecnológicos no son ne-
piedades que la calcita confiere a la cerámica en re-
cesariamente relevantes y que es usual la utiliza-
lación a las diversas funciones que esta puede reali-
ción de los recursos minerales con fines culturales.
zar. De esta manera, están bien documentadas las
A pesar de que los mismos alfareros otorguen un
ventajas que este desgrasante confiere a cerámicas
sentido técnico y funcional a su comportamiento
de cocina cocidas a baja temperatura. Su utiliza-
este no tiene por que no tener connotaciones socia-
ción, especialmente si el grano es grueso y abun-
les de tradición e identidad. La identidad es algo vi-
dante, las hace más aptas para este tipo de activida-
vido y practicado más que algo desarrollado cons-
des: llegan al punto de ebullición en menos tiempo
cientemente, no hay que considerar las tradiciones
consumiendo así menos combustible, soportan me-
como una forma determinante de vida o un impera-
jor la abrasión y el choque térmico, evita la apari-
tivo para la plasmación de la identidad, estas sim-
ción de fracturas derivadas del estrés y la dilata-
plemente representan elecciones de las personas en
ción. En conclusión resultan más eficientes, dura-
relación al estilo de vida (Barley 1994:155; Gosse-
deras y adecuadas para su uso (Skibo et al. 1987;
lain y Livingstone 2005; Jones 2004; Roux y
Olaetxea 2000; Steponaitis 1983; Calvo et al. 2004;
Courty 2000; Tilley 2006; MacGregor 1999).
Cau 2003).
Así pues, una vez realizada una aproximación
Por otra parte, la presencia de una cantidad alta
exhaustiva a los materiales y sus cualidades vamos
de calcita puede ser beneficiosa para vasijas desti-
a considerar otro tipo de aspectos, pues el mundo
nadas a almacenamiento. Los romboedros de calci-
material y las prácticas sociales que en él tienen lu-
ta proporcionan el mínimo de transpiración necesa-
gar se manifiestan de forma conjunta lo que las
ria tanto para mantener contenidos de tipo líquido o
hace analíticamente indivisibles. Las cerámicas, al
sólido. Una transpiración adecuada evita la apari-
ser un objeto de uso cotidiano, entran de lleno en el
ción de hongos o la pérdida del contenido por eva-
intercambio de significados que constituye la vida
poración, manteniendo el producto fresco y en bue-
social diaria, donde se definen relaciones y eventos.
nas condiciones de almacenamiento (Palomar
El proceso cerámico es solo una forma más que tie-
2005: 420).
nen a su disposición los individuos para transmitir
De esta manera podemos inferir que técnica- diferentes mensajes a distintas facciones de la co-
mente la adicción de calcita es potencialmente de- munidad (Sterner 1989: 451).
seable para todo tipo de cerámicas destinadas a
Aunque este proceso de interacción con la cerá-
usos diversos como cocina, servicio, almacenaje,
mica no es absolutamente necesario debemos asu-
etc. El producto final tiene un grado de dureza y
mir que los prejuicios occidentales tradicionalmen-
consistencia adecuada y por lo tanto mayor durabi-
te han rechazado el naturalismo como marca cultu-
lidad.
ral de gran importancia. El mundo natural de los
96
DANIEL ALBERO SANTACREU

objetos suele considerarse como inanimado e inmu- Su uso se fue incrementando hasta que a partir del
table y los objetos que usamos en la vida cotidiana 1200 BC y hasta el final del Talayótico (500 BC)
no tienen un significado simbólico que merezca la será el único desgrasante que se utilice. Todas las
pena reseñar (Barley 1994: 76; Jones 2004). vasijas analizadas situadas entre 1100 y 500 BC
presentan sin excepción este desgrasante añadido.
La/el ceramista participa activamente con el
Así pues, se añade este desgrasante intencional-
resto de la sociedad a través de los materiales que
mente a pesar de que para la consecución de piezas
fabrica para generar esquemas con los que hacer
pueden utilizarse arcillas naturales u otros desgra-
comprensible el mundo y el entorno que les rodea.
santes (Andreu et al. 2007; Waldren 1982, 1991;
La cerámica está pues íntimamente conectada con
Gómez Gras y Risch 1999; Albero 2007a, b).
el individuo y el medio social y cultural en el que
se ha creado y utilizado. La producción cerámica se Ciertos autores surgieren la importancia de la
desarrolla tanto a nivel individual como dentro de tradición cultural en la fabricación de cerámica así
un grupo cultural (emisores y receptores como con- como la utilización de recetas tradicionales y pro-
junto). Es en esta última esfera donde la cerámica porciones de materiales bien estipuladas en la pre-
cobra su significado reflejando, en muchas ocasio- paración de cerámicas de distintos periodos. Cual-
nes, tradiciones y normas culturales establecidas quier desviación de la tradición puede suponer, me-
(Koriakova 2006). diante diversos mecanismos, la descalificación del
objeto. En este sentido, se señala que en estos casos
Sin embargo, hay que ser conscientes de que a
el alfarero busca unos resultados determinados y
nivel analítico no se puede atribuir a unas socieda-
deseables a la hora de realizar sus acciones, se
des conceptos y preocupaciones que no han sido
apunta que puede existir cierta combinación entre
expresadas explícitamente. A menudo, se habla de
tradición, técnica y economía (Barley 1994: 115;
tradiciones culturales e identidad en la prehistoria
Waldren 1991).
cuando probablemente el deseo de visualizar estas
tradiciones está más relacionado con problemáticas Sin embargo, la cerámica es semánticamente
que se dan en el presente (Tilley 2006). promiscua y tiene unos significados que van más a
allá de la técnica, del uso y de la economía. Esta vi-
Para superar este problema debemos ser capa-
sión hunde sus raíces en la cultura occidental donde
ces de diseñar estrategias de análisis que permitan
se mantiene un punto de vista de la materialidad en
conocer el desarrollo de estas tradiciones tecnológi-
el que la cultura actúa de forma pasiva ante una tec-
cas a través del estudio del registro material y el
nología que lo hace de una forma esencialmente ac-
contexto arqueológico. Para ello debemos plantear-
tiva e incluso determinista. Debemos evaluar el pa-
nos primero el sentido que le damos al término tra-
pel de la cultura y los mecanismos de transmisión
dición pero para su verificación arqueológica habrá
de conocimientos que posibilitan la existencia de
que recurrir irremediablemente a indicadores del
tradiciones tecnológicas y el desarrollo de una vida
registro como el grado de variabilidad, las cualida-
social (Barley 1994: 88).
des del material, el contexto y la organización de la
producción. Solo se puede hablar de identidad y tradición
cuando esta no resulta algo problemático sino un
3.1. Tradición tecnológica.
estado no sometido a crítica. Pero el desorden y el
El estudio de la materialidad, de sus cualidades cambio también tiene lugar en los puntos de vista
y de los procesos de elaboración, resulta fundamen- del mundo, incluso el modelo más rígido es suscep-
tal para poder comprender el rol que desempeñan tible de cambiar. Este hecho lleva a plantear la ca-
los objetos en la cultura. A pesar de que esas rela- pacidad de perduración que tienen las distintas tra-
ciones no sean siempre fáciles de visualizar y mu- diciones a través del tiempo. Cuando innovación o
cho menos predecibles, consideramos que la/el ce- resistencia se suceden lo hacen dentro de unos lími-
ramista actúa en su modo de producción de acuerdo tes formales y temáticos. Ciertas partes del proceso
con un modelo real que tiene en cuenta la sociedad de producción ofrecen más opciones tecnológicas
en su conjunto (Barley 1994: 81). frente a otras que están más implantadas y menos
En Baleares parece haberse desarrollado en dis- sujetas a cambios. Así pues, el registro material nos
tintos momentos una clara vinculación estilística indica que la preparación de la pasta de la cerámica
entre formas y pastas. Así pues la cerámica, en so- puede ser uno de los aspectos que se presta a supe-
ciedades a pequeña escala, puede estar estrictamen- rar estos límites culturales (Gosselain 1992; Barley
te elaborada para reforzar principios de estructura 1994: 112; Tilley 2006).
social (Sterner 1989). Los estudios realizados en Las tradiciones no deben entenderse en térmi-
las islas surgieren que la utilización de calcita como nos estáticos e inamovibles sino que este concepto
desgrasante constituye una evidencia en la produc- debe tratarse como algo dinámico, mutable y en
ción cerámica por lo menos a partir del 1600 BC. constante construcción donde los individuos me-
97
LA CALCITA COMO DESGRASANTE AÑADIDO EN CERÁMICAS ARQUEOLÓGICAS PREHISTÓRICAS...

diante su conducta activa y sus acciones, conscien- ciales (Waldren 1991). Parece ser que los contactos
tes u inconscientes, deciden su identidad y su forma entre el exterior y la isla fueron intensos durante la
de organizar el mundo futuro. Las tradiciones en- Edad del Bronce, justo cuando se documenta con
tran en diálogo con otras tradiciones, es decir, con seguridad esta tradición en las islas. Ello conlleva,
otras formas de hacer y de reaccionar ante el entor- necesariamente, tener en consideración los yaci-
no natural y social. En este sentido la cerámica, por mientos y áreas más cercanas a los derroteros con-
su maleabilidad, supone un soporte muy propicio firmados a partir de las corrientes marinas y los pa-
para este tipo de prácticas (Barley 1994; Jones ralelos de los materiales (Guerrero et al. 2007).
2004; Koriakova 2006).
Debemos considerar estos contactos y un posi-
La existencia de tradiciones implica un fenóme- ble origen alóctono para esta tradición. Cuando se
no compartido por un colectivo durante un periodo producen movimientos de población de cierta en-
de tiempo determinado, pero ello, no significa que vergadura las comunidades suelen retener sólida-
este sea experimentado, observado y transmitido de mente mecanismos de expresión de la identidad uti-
la misma manera en un momento u otro o por un lizados por sus grupos de origen. Se trata de gentes
individuo u otro (Koriakova 2006; Tilley 2006). que deben generar para su supervivencia rasgos de
filiación con sus comunidades de origen. Así pues,
Aunque los estudios se han iniciado hace relati-
comunidades desplazadas mantienen y fortalecen
vamente poco ya se observa como en Baleares, en
algunas tradiciones propias del lugar de origen (Ti-
un momento determinado pastas que antes se pre-
lley 2006; Guerrero et al. 2007; Harris 1980).
paraban de una forma presentan en momentos con-
cretos ciertas novedades: Resulta fundamental plantear la posibilidad de
atributos simbólicos en los materiales autóctonos.
1) Alrededor del 1600 BC se observa en las pie-
En medios donde las materias primas disponibles
zas de Carritx la utilización de chamota como des-
tienen baja variabilidad y los recursos alternativos
grasante añadido y en algunos casos calcita. La
resultan extraños o inaccesibles, como en las islas,
chamota irá perdiendo importancia hasta que en el
las cerámicas suelen suplir esta carencia mediante
Bronce Final se documenta el uso exclusivo de cal-
la reinterpretación de las mismas. Ello implica la
cita (Andreu et al. 2007).
reinterpretación de los componentes utilizados, del
2) Durante el Talayótico (900-500 BC) se ob- proceso de fabricación y el uso. Estas además au-
servan cambios en la cantidad de calcita añadida a mentan a menudo su significado relacionándose de
las cerámicas, su presencia aumenta en un 17% res- forma muy activa con el contexto en el que fueron
pecto del Bronce Naviforme (Waldren 1991) utilizadas y depositadas (Koriakova 2006; Barley
1994: 66-73).
3) A partir del siglo VI-V BC observamos como
piezas que antes estaban desgrasadas solo con cal- La presencia de calcita triturada se registra en
cita empiezan a incorporar también desgrasante ve- varios de los derroteros que conectan el continente
getal. Esta variación en la tradición insular se docu- con las Baleares entre 2000-1000 BC. Se conoce su
menta exclusivamente en yacimientos de Mallorca presencia en varios yacimientos de la costa france-
(Palomar 2005; Albero 2007; Waldren 1982, 1991: sa, al sur del río Llobregat, en el Delta del Ebro y
Andreu et al. 2007). finalmente en Alicante (Clop 2007:321; Seva 1995;
Echalier 1984).
Es interesante observar como las tradiciones es-
tán sujetas a cambios y reinterpretaciones llegando En comparación con otras regiones, en Baleares
en muchos casos a la total decadencia y abandono. su adopción es muy tardía, coincidiendo con el mo-
En el caso de la adición de desgrasante vegetal a mento de desaparición de su uso en regiones como
pastas cálcicas podemos plantear un cambio de la el área catalana. Lo cierto es que la extensión a
cadena operativa, la relación con el entorno y el grandes áreas de determinadas ideas o conceptos,
producto final obtenido que afecta a la vida útil del sin que se puedan por el momento precisar sus me-
objeto. Resulta vital plantear el marco social y con- canismos de transmisión, es algo bien constatado
textual en el que se producen estas variaciones en en la Península Ibérica y otras zonas de Europa
las tradiciones pues constituyen un importante indi- (Clop 2007: 87).
cador de cambio cultural.
Las causas de la rápida y sólida implantación de
3.2. Adopción de la calcita. la calcita en Baleares y otros lugares podrían expli-
El estudio de esta tradición, de su inclusión y carse si se considera la opción alóctona. Si se acep-
evolución en la prehistoria de las Islas Baleares, tase esta premisa se fortalecería el argumento que
nos puede ayudar a conocer mecanismos de inter- surgiere que este desgrasante habría sido añadido a
cambio de ideas y productos, y tal vez como Wal- la pasta por motivos sociales relacionados con la
dren surgiere, movimientos demográficos y comer- identidad. La interpretación tecnológica de la signi-
98
DANIEL ALBERO SANTACREU

ficación de este componente quedaría minimizada a Así pues ya se ha planteado que se producen
pesar de que los beneficios técnicos que proporcio- ciertos cambios en el tiempo en la composición de
na al producto son indiscutibles. las pastas y en la cantidad de calcita añadida. En
los periodos en los que este desgrasante se añade en
Este mineral es característico de medios sedi-
exclusiva a las cerámicas se observa como la cali-
mentarios como el Mediterráneo con predominio
dad técnica de las piezas es homogeneizada en tér-
de rocas calcáreas, de donde puede obtenerse con
minos generales. Ello probablemente es indicio de
facilidad este tipo de desgrasante (Livingstone
un sistema de fabricación muy similar en sus dife-
2007: 13). Dentro de la amplia cantidad de lugares
rentes unidades productivas (Waldren 1991; Albero
y nichos en los que este mineral esta presente hay
2007b).
que señalar que la utilización de calcita añadida a la
pasta se localiza en ámbitos geográficos muy con- La calidad de estas fábricas cerámicas contrasta
cretos. Estas zonas aparecen en contraposición con enormemente con la que se documentan en época
otras donde existen este tipo de materiales en abun- Postalayótica donde se añade además desgrasante
dancia pero no fueron utilizados, como la zona nor- vegetal. Una de las premisas que ha sido común-
te del río Llobregat. Esta dicotomía de los materia- mente aceptada es que la adicción de desgrasante
les evidencia que podrían haber existido distintos vegetal implica un menor esfuerzo de trabajo pero
mundos tecnológicos que desarrollaron diferentes presenta el inconveniente de generar piezas con una
relaciones con los procesos de selección y manipu- vida útil más reducida en comparación con otras
lación de los recursos naturales. Estas zonas cultu- desgrasadas únicamente con calcita (Waldren 1982,
rales aparecen altamente delimitadas por barreras 1991; Palomar 2005; Albero 2007a).
de tipo geográfico como ríos, el mar o cordilleras
De este modo se observan claras diferencias en
que actúan dividiendo el territorio de forma natural
las cualidades de los materiales en distintos mo-
(Clop 2007: 349).
mentos que se traducen en tiempo potencial de vida
Por otra parte, como sucede en el ámbito penin- del objeto. Las cerámicas pueden constituir uno de
sular, una visión diacrónica de lo que sucede en los bienes más durables a disposición de un amplio
Mallorca, surgiere que la utilización de calcita ma- segmento de la sociedad y las propiedades mecáni-
chacada no está confinada a prácticas específicas cas de los artefactos expanden y contraen el uso
de las culturas tradicionales, como puedan ser el social que se puede hacer de los objetos así como
Bronce Naviforme o el Talayótico tan utilizadas en su inclusión en determinadas prácticas sociales. El
el discurso explicativo. En cambio, estas prácticas significado de los objetos está pues íntimamente re-
están mejor relacionadas con la permanencia duran- lacionado con la conexión temporal de las personas
te largos periodos de tiempo de formas de produc- y en ello influye la durabilidad de la cerámica.
ción y tradiciones específicas en cada zona. Cuestiones como la durabilidad de los materiales
van más allá del uso y la función (Jones 2002; Mi-
4. Estrategias de análisis.
ller 1994).
Ya se ha comentado la necesidad de desarrollar
estrategias de análisis que permitan conocer el va- Los artesanos pueden favorecer con sus accio-
lor que se otorga a los materiales y la existencia de nes el grado de adecuación de los artefactos a esta
recetas tradicionales en la preparación de cerámicas variable para incrementar el tiempo de vida poten-
prehistóricas. Se considera el hecho de que la pro- cial de la cerámica. Ello constituye un aspecto su-
ducción de un periodo y lugar concreto comparta mamente relevante ya que existe una relación entre
algunos rasgos comunes puede tener unas connota- la forma en que se gestionan los recursos y se con-
ciones simbólicas y sociales significativas desarro- feccionan los materiales con el valor que la socie-
lladas tanto de forma consciente como inconscien- dad y el individuo otorga a los mismos. Desde aquí
te. Se trata de algunos aspectos de la producción planteamos, a modo de hipótesis a verificar, que el
que experimentan una variabilidad menor y que por valor social que se dio a las cerámicas pudo ser dis-
lo tanto muestran que existió una comunicación y tinto en un periodo u otro.
adecuación entre los artesanos a ciertas normas Analizar formalmente las cualidades de los ob-
inherentes en la producción y la tradición cultural. jetos y el esfuerzo invertido en su fabricación pue-
El análisis del grado de variabilidad entre conjuntos de constituir una herramienta para abordar que
de artefactos puede constituir un método válido otros imperativos, distintos al concepto de eficien-
para reconocer la existencia de tradiciones tecnoló- cia técnica y económica, están ligados a la selec-
gicas y formas comunes de hacer. El estudio del ción y manipulación de materias primas. En este
grado de variabilidad del registro nos proporciona caso la aportación de calcita a la pasta conlleva im-
una herramienta para identificar y evaluar el grado portantes cambios en términos de organización de
de implantación en el tiempo de las tradiciones tec- la producción y esfuerzo. Aún así, los artesanos
nológicas. adoptaron
99
LA CALCITA COMO DESGRASANTE AÑADIDO EN CERÁMICAS ARQUEOLÓGICAS PREHISTÓRICAS...

esta solución frente a otras disponibles que resulta- Museum Press.


BUXEDA, J; CAU, M. A.
ban más rentables (Martineau et al. 2007). 1995 "Identificación y significado de la calcita secunda-
ria en cerámicas arqueológicas", Complutum 6:
5. Conclusiones. 293-309.
Se ha hablado de los importantes cambios que CALVO, M; FORNÉS, J; GARCÍA, J; GUERRERO, V;
JUNCOSA, E.; QUINTANA, C; SALVÁ, B.
genera la introducción de calcita en la pasta. Estos 2004 La cerámica prehistórica a mano: una propuesta
cambios se refieren principalmente a la homogenei- para su estudio. El Tall, Mallorca.
zación de la producción, la cadena operativa, la va- CAPEL, J; DELGADO, R; PÁRRAGA, J; GUARDIOLA, J.
1995 "Identificación de técnicas de manufactura y fun-
riabilidad y las cualidades de los materiales, así cionalidad de vasijas cerámicas en estudios de lá-
como el esfuerzo invertido en el proceso. La utili- mina delgada", Complutum 6: 311-318.
zación de calcita añadida en pastas cerámicas afec- CAU ONTÍVEROS, M. A,
2003. Cerámica tardorromana de cocina en las Islas Ba-
tó a la organización de la producción en diversas leares: Estudio arqueométrico. BAR International
fases de la cadena operativa durante un lapso de Series, 1182.
tiempo considerable. La incorporación de este des- CAU ONTIVEROS, M. A.; DAY, P. M.; MONTANA, G.
2002 "Secondary calcite in archaeological ceramics: eva-
grasante implicó cambios en lo que se refiere a la luation of alteration and contamination processes
relación con el entorno, selección y procesado de by thin section study", BAR International Series
materias primas, modelado, secado y cocción de la 1011: 9-18.
CLOP, X.
pieza, así como en el producto final afectando ello 2007 Materia Prima, Cerámica y Sociedad: La gestión
al uso y la durabilidad. de los recursos minerales para manufacturar cerá-
micas del 3100 al 1500 ANE en el noroeste de la
Si tenemos en cuenta que cada técnica es parte Península Ibérica. BAR International Series 1660.
de un amplio contexto de artefactos, medios, ideo- CONSTANTIN, C; COURTOIS, L.
1985 "Le matériau céramique comme caractéristique cul-
logías sistemas económicos y estructuras sociales turelle. L’exemple du dégraissant pedant le Néo-
podemos sugerir que se pudo producir una interac- lithique dans le Bassin Parisien", Documents et
ción entre las propiedades físicas de los materiales Travaux de L’IGAL 9: 19-26.
COURTOIS, L.
usados en la manufactura de la cerámica y las prác- 1976 Examen au microscope petrogarphique des cera-
ticas sociales desarrolladas ligadas a este proceso. miques archeologiques. Centre National de la Re-
Las comunidades que utilizaron este mineral cono- cherche Scientifique, Paris.
ECHALLIER, J. C.
cieron sus cambios de estado, sus características y 1984 "Éléments de Technologie Céramique et d’ Analy-
las técnicas necesarias para alterarlos. Podemos se- se des Terres Cuites Archéologiques". Documents
ñalar pues un alto grado de interacción entre las d’ Archéologie Méridionale: Méthodes et Techni-
ques 3.
personas y los materiales en relación a las variadas GALLARD, M. D; MATA, M. P.
necesidades. 1999 "El análisis mineralógico y textural de dos cerámi-
cas características del neolítico, procedentes de La
Rioja", en Arqueometría y Arqueología (ed. J. Ca-
pel), Monográfica Arte y Arqueología. Universidad
6. Bibliografía. de Granada: 57-68.
ADAMS, A. E.; MACKENZIE, W. S. GARCÍA I ORELLANA, J.
1998 A Colour Atlas of Carbonate Sediments and Rocks 1998 "Caracterització de ceràmica pretalaiòtica de l’ illa
Under the Microscope. Manson Publishing, Lon- de Menorca mitjançant la datació per termolumi-
don. niscència". Treball del Museu de Menorca 18.
ALBERO SANTACREU, D. GIBSON, A.; WOODS, A.
2007a Caracterización tecnológica, social y funcional de 1990 Prehistoric pottery for the archaeologist. Leicester
cerámicas realizadas a mano procedentes del Tu- University Press.
rriforme Escalonado de Son Ferrer (Calviá, Ma- GOMEZ-GRAS, D.; RISCH, R.
llorca), Memoria de Investigación desarrollada 1999 "Análisis petrográficos de cerámicas de la Cova
para la obtención del DEA, Departamento de des Càrritx", en Lull, V.; Micó, R.; Risch, R.; Rih-
Prehistoria y Arqueología, Universidad de Grana- uete, C.: La Cova des Càrritx y la Cova des Mus-
da. sol. Ideología y Sociedad en la Prehistoria de de
2007b "Primeras aproximaciones a la tecnología cerámica Menorca. Consell Insular de Menorca: 567-580.
prehistórica en la península de Calviá (Mallorca)", GOSSELAIN, O.
@rqueología y Territorio nº 4. Departamento de 1992 "Technology and Style: Potters and Pottery among
Prehistoria y Arqueología, Universidad de Grana- Bafia Cameroon", Man 27 (3): 559-586.
da, pp. 70-86. GOSSELAIN, O; LIVINGSTONE, A.
2008 "Technological & Social Characterization of Late 2005 "The source clay selection and processing practices
Bronze and Iron Age Pottery from Majorca in Sub-saharian Africa", BAR International Series
(Spain)" Meeting on Petrography of Archaeologi- 1349: 33-47.
cal Materials, Sheffield, 15-17 February. GUERRERO, V.; CALVO, M.; GARCÍA, J.; GORNÉS, S.
ANDREU, G; BADIA, M; GÓMEZ-GRAS, D; LULL, V; 2007 Prehistoria de las Islas Baleares: Registro arqueo-
MICÓ, R; MARTÍN-MARTÍN, J. D; PALOMAR, B; RI- lógico y evolución social antes de la Edad del Hie-
HUETE, C; RISCH, R. rro. BAR Internacional Series 1690.
2007 "El desarrollo de la alfarería prehistórica en Menor- HARRIS, M.
ca: Una primera aproximación", en L’ arqueología 1980 Vacas, cerdos, guerras y brujas. Alianza.
a Menorca: Eina per al coneixement del pas- JONES, A.
sat:125-141. Consell Insular de Menorca. 2002 Archaeological theory and scientific practice.
BARLEY, N. Cambridge University Press, Cambridge.
1994 Smashing Pots: Works of Clay from Africa. British 2004 "Archaeometry and materiality: materials-based
100
DANIEL ALBERO SANTACREU

analysis in theory and practice". Archaeometry 46 toral. Universidad de Alicante.


(3): 327–338. SPATARO, M.
KORIAKOVA, L. 2002 The First Farming Communities of the Adriatic:
2006 "Some approaches to Ceramic Study", BAR Inter- Pottery Production and Circulation in the Early
national Series 1553: 11-17. and Middle Neolithic. Quaderni della Società per la
LINARES, J; HUERTAS, F; CAPEL, J. Preistoria e Protostoria della Regione Friuli-Vene-
1983 "La arcilla como material cerámico: características zia Giulia, Quaderno 9. Trieste.
y comportamiento", Cuadernos de Prehistoria de 2008 "The earliest potters in the central Balkans: “Tech-
la Universidad de Granada 8: 479-490. nological Choices and Cultural Transmission”" Pe-
LIVINGSTONE, A. trography of Archaeological Materials, Sheffield,
2007 Chaîne Opératoire de la Poterie. Musée Royal de 15-17 February.
l’ Afrique Centrale, Tervuren. STEPONAITIS, V. P.
MACGREGOR, G. 1984 "Technological studies of prehistoric pottery from
1999 "Making Sense of the Past in the Present: A Sen- Alabama: physical properties and vessel function",
sory Analysis of Carved Stone Balls", World Ar- en The Many Dimensions of Pottery (Ed. Van der
chaeology 31 (2): 258-271. Leeuw & Pritchard): 79-122.
MARITAN, L.; MAZZOLI, C.; FREESTONE, I. STERNER, J.
2007 "Modelling changes in mollusc shell internal mi- 1989 "Who is signalling Whom? Ceramic Style, Ethni-
crostructure during firing: implications for tempe- city and Taxonomy among the Sirak Bulahay", An-
rature estimation in shell bearing pottery", Archae- tiquity 63: 451-459.
ometry 49 (3): 529-541. TILLEY, C.
MARTINEAUS, R.; WALTER-SIMMONET; GROBÉTI, 2006 "Identity, Place, Landscape and Heritage", Journal
B.; BUATIER, M. of Material Culture 11 (1/2): 7-32.
2007 "Clay Resources and Technical Choices for Neo- TITE, M. S.; KILIKOGLOU, V.; VEKINIS, G.
lithic Pottery (Chalain, Jura, France): Chemical, 2001 "Strenghtg, toughness and termal shock resistance
Mineralogical and Grain-size Analyses", Archaeo- of ancient cerámics, and their influence on techno-
metry 49 (1): 23-52. logical choice", Archaeometry 43, 3: 301-324.
MILLER, D. VELDE, B.; DRUC, I.
1994 "Artefacts and the meaning of things", The compa- 1999 "Archaeological Ceramic Materials: Origin and
nion encyclopedia of anthropology (ed. T. Ingold), Utilization", Natural Science in Archaeology,
London: 396–419. Springer, Berlín.
OLAETXEA, C. VITELLI
2000 "La tecnología cerámica en la protohistoria vasca", 1989 "Were pots first made for foods: doubts from
Munibe, Suplemento nº 12. Franchthi", Ceramic Technology, World Archaeo-
PADIAL ROBLES, B. logy 21 (1): 17-29.
1999 La producción alfarera pre y protohistórica del WALDREN, W. H.
asentamiento de Ronda la Vieja (Málaga): Aspec- 1982 Balearic Prehistory Ecology and Culture: The ex-
tos técnicos y sociales. Tesis doctoral inédita, Uni- cavation and study of certain Caves, Rocks Shel-
versidad de Granada, Departamento de Prehistoria ters and Settlements. BAR International Series
y Arqueología. 149(i).
PALOMAR, B. 1991 "Simple approaches to the analysis of prehistoric
2005 La cerámica postalayótica de Mallorca: Significa- pottery", II Deyá Conference of Prehistory: Archa-
ció económica i social dels canvis en el procés eological Techniques, Technology and Theory.
productiu entre el 450-250 Cal. ANE. El cas de BAR international series 573, Oxford: 115-168.
Montuiri. Tesis doctoral de la Universitat Autóno-
ma de Barcelona, Bellaterra.
PLANTALAMOR, Ll.; TANDA, G.; TORE, G.; BALDAC-
CINI, P.; DEL VAIS, C.; DEPALMAS, A.; MARRAS, G.;
MAMELI, P.; MULÉ, P.; OGGIANO, G.; SPANO M.
1999 "Cap de Forma (Minorca): la navigazione nel Me-
diterraneo occidentale dall’età del Bronzo all’età
del ferro. Nota Preliminare", en G. Tanda (ed.): Ar-
cheologia delle isole del Mediterraneo Occidenta-
le. Antichità Sarde. Studi e Ricerche, 5. Sassari.
PRIETO, Mª P.
2006 "Technological Chain and Visibility: Ceramic Sty-
les and Social Changes in Late Prehistory in the
North-West Iberian Peninsula", BAR International
Series 1553: 19-27.
RICE, P. M.
1987 Pottery analysis: A Sourcebook. The University of
Chicago Press.
RISCH, R.; GÓMEZ-GRAS, D.
2003 "La producción alfarera en epoca talayótica. Estu-
dio petrográfico y paleotecnológico de los materia-
les de Son Ferragut (Sineu, Mallorca)", en P. Cas-
tro; T. Escoriza; M.-E. Sanahuja (eds): Mujeres y
hombres en espacios domésticos: trabajo y vida
social en la Prehistoria de Mallorca (c. 700-500
cal ANE). BAR internacional Series: 190-216.
ROUX, V; COURTY, M. A.
1999 "Technological choice in ceramic production",
World Archaeological Congress 4, University of
Cape Town.
SEVA, R.
1995 Caracterización cerámica y relaciones culturales
en la Prehistoria Reciente de Alicante. Tesis Doc-
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 101-108

LOS JUEGOS CROMÁTICOS EN LA CULTURA MATERIAL ARQUEOLÓGICA.


LA POLICROMÍA EN BRONCE

Diana T. Lafuente Fernández


RAER, UAM; diana.lafuente@gmail.com

RESUMEN

En este trabajo se pretende profundizar en el estudio de la policromía sobre bronce gracias al desarro-
llo de las técnicas de análisis sobre metales y a la existencia de un trabajo multidisciplinar en auge. Se hará
uso de las fuentes históricas (Plinio, Plutarco, Pausanias, Cellini, etc.) y de los trabajos en arqueología experi-
mental que las han intentado explicar desde un punto de vista científico-analítico. El uso de una terminología
específica y correcta es esencial para poder distinguir las técnicas de fabricación y de creación de los juegos
cromáticos. Igualmente, es conveniente evitar los anacronismos comunes que se efectúan al valorar ciertos
metales como el oro y el bronce. Finalmente, se hará énfasis en la influencia de la conservación y la restaura-
ción a la hora de crear esos juegos cromáticos o de enmascararlos, dependiendo del período cronológico.

ABSTRACT

This research aims to study in depth the “polychromy on bronce” thanks to the development of metal
techniques analysis and the increase of multidisciplinary works. It will use historical historical sources (Pliny,
Plutarch, Pausanias, Cellini, etc.) and recent works in experimental archaology that have tried to explain
sources information from the scientific-analytical point of view. The use of specific and correct terminology is
essential for distinguishing fabrications and creation of chromatic decoration techniques. It’s important to
avoid the common anachronisms made when evaluatin certain metals as gold and bronze. Finally, emphasis
will be put on conservation and restorarion fields because of its influence when chromatic decoration is creat-
ed or disguised, depending on the chronological period.

Palabras Clave: Fuentes históricas. Técnicas de análisis. Policromía. Bronce. Tinctura.

Keywords: Historical sources. Analysis techniques. Polychromy. Bronze. Tinctura.

1. Introducción al estudio de la técnica. La Exposición Mundial de 1862 celebrada en


“Sucedió en aquel tiempo que en algunos va- Londres, estuvo dedicada a la Industria y el Arte. A
sos, que eran pequeñas urnas antiguas repletas de ella acudieron los representantes más destacados de
cenizas, se encontraban entre las cenizas algunos los países participantes, como fue el caso de Ales-
anillos de hierro incrustados de oro desde el tiem- sandro Castellani, orfebre romano que se dedicó a
po de los antiguos, y en estos anillos aparecía en- la recreación de joyas de gusto antiguo. Gracias a
gastada en cada uno de ellos una concha. […] Yo las excavaciones en Herculano y Pompeya pero,
me afané, a petición de algunos señores muy ami- sobre todo, a las etruscas como la tumba Regoloni-
gos míos, y realicé algunos anillitos de aquellos”. Galassi de Cerveteri, comenzó a investigar las téc-
Cellini, B.: “Vida”. Libro I, XXXI. nicas de fabricación de la cultura material encontra-
da. Técnicas tan complejas como el granulado (Fig.
Durante el Renacimiento, los numerosos hallaz- 1) o el granulado en polvo resultaron ser muy atrac-
gos arqueológicos descubiertos en Italia desperta- tivas y a la vez imposibles de reproducir, tal y
ron un gran interés por la cultura clásica y, sobre como manifestó en su tratado presentado en la Ex-
todo, por su estilo, adoptando lo que podríamos lla- posición.
mar una “moda”. Si bien en estos primeros momen-
tos el interés fue principalmente estético, es decir, Estos primeros tentativos de aproximación al
intentando emular las esculturas, monumentos y estudio de la tecnología respondían a un verdadero
distintas artes de los “antiguos”, en momentos pos- interés por conocer las culturas más antiguas, apo-
teriores se estudiará la técnica. Obviamente, resul- yándose ya en el XIX investigadores como Caste-
taba mucho más fácil comenzar imitando pequeños llani en las obras de Plinio, Teófilo y Cellini, así
objetos de joyería (aunque la técnica fuese muy como en la realización de “experimentos” y tentati-
complicada), que grandes esculturas y aún más vos de imitación, que podemos considerar los orí-
complejo era efectuarlos con la misma tecnología, genes de la arqueología experimental en este ámbi-
procedimiento y ciencia. to.

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
102
DIANA T. LAFUENTE FERNÁNDEZ

de cobre. (XXXIII 94, H. N).


Chrysocollam et aurifices sibi vindiant adgluti-
nando auro, et inde omnes appellatas similitier vi-
rentes dicunt (XXXIII, 29).
La aleación usada en la fabricación de las esta-
tuas y mesas era de cobre con un tercera parte de
cobre de “recuperación” (más maleable y dulce),
doce libras y media de plomo argentario por cada
cien del metal fundido. Esta mezcla tenía el color
llamado grecanico, de color oscuro/negro (XX-
XIV, 100). Si se añadía además Pb al Cu de Chipre,
se podía obtener el color púrpura para las togas
praetexta de las estatuas y añadiendo Fe o mediante
el uso del electrum (Au + Ag), se podría obtener
una coloración rosada. En el caso del cobre corona-
rio (cobre de Chipre que era llamado así porque se
usaba para las coronas de los actores), si se tintaba
con la bilis del toro se obtenía un color dorado que
llegaba a ser rojizo si se añadían seis “escrúpulos”
(vigésimo cuarta parte de una onza) de oro por
onza. Y el cobre Campano era el usado para la fa-
bricación de recipientes de uso corriente, añadiendo
durante el proceso diez libras de plomo argentario
Fig.: 1. Fíbula de disco de la Tumba Regolini-Galassi de (mezcla de “plomo negro” –Pb- y “plomo blanco”
Cerveteri, 650 a.C. aprox., 31.5 x 24 cm. Museo Gregoria- –Sn-) proveniente de España por cien de cobre, ad-
no Etrusco, Museos Vaticanos (Formigli, Nestler, 2004). quiriendo un color oscuro.
2. Fuentes. Los egipcios coloreaban la plata mezclándola
2.1. Fuentes históricas: una primera aproxima- con un tercio de cobre coronario (cobre de Chipre
ción a la técnica. muy sutil) y tanto “azufre vivo” (apyron en griego)
Una de las principales fuentes a la que se recu- como plata, fundiéndose en un recipiente de terra-
rre para estudiar las técnicas metalúrgicas es Plinio cota y obteniendo así un color oscuro que era muy
El Viejo. En los libros XXXIII a XXXVII de su valorado, sobre todo en el caso de intentar repre-
Historia Natural se mencionan los metales, alea- sentar divinidades como Anubis (quizá haga refe-
ciones, minerales y técnicas usados en la antigüe- rencia a las aleaciones hsmn km o hmty km, que ex-
dad. Obviamente, resulta difícil entender algunos plicaremos más adelante).
términos usados que se han podido interpretar a
El plomo blanco servía para estañar objetos de
posteriori de forma errónea y que, gracias al uso de
cobre, como vasos, y pasando después a hacer lo
nuevas técnicas y a la Arqueología experimental, se
mismo con la plata, sobre todo para los ornamentos
han aclarado. Un ejemplo de ésto lo encontramos
de caballos y de los carros de la ciudad de Alesia
en la mención al cobre Campano (según el autor, el
(confirmado en M. Mangin, 1981, I).
más usado), que se aleaba habitualmente con “plo-
mo argentario”, es decir, el plomo compuesto por Los escudos en bronce durante el Imperio se
“plomo negro” (plomo) y “plomo blanco” o kassi- plateaban en superficie, perdiendo la originalidad y
teros (estaño) en partes iguales (Plinio, XXXIV, “arte” de épocas anteriores, cuando los clipei eran
48). Con respecto a las técnicas de unión de meta- decorados con imagines clipeatae.
les (quizá la más compleja de todas), menciona que
Con respecto a la técnica del dorado, se usaba el
era necesario Pb blanco para saldar dos partes de
hidrargirio para la plata y admite que un método se-
Pb negro y aceite; en el caso del oro argentosum
mejante se usaría para el bronce (Plinio, XXXIII,
(enriquecido con Ag, es decir, el electrum), cita la
125).
crisocolla (del griego chrysos – oro- y colla –
cola-). Ésta se usaba en la técnica del granulado y Calístrato (3, 5, 1) hace alusión a la aleación
se corresponde con la actual malaquita, es decir, un Fe + Cu para lograr una coloración rosada y que
carbonato básico de cobre; para el cobre en masa, utilizó Praxíteles en su Eros.
la “cadmia” o calamina (óxido de zinc que se obtie-
Plutarco (V, I. 2.) comenta que Silanion había
ne de la fundición del cobre o el latón), para el co-
mezclado plata con bronce para hacer más pálida la
bre en láminas el alumbre; el estaño con limaduras
cara de la estatua de Yocasta moribunda.
103
LOS JUEGOS CROMÁTICOS EN LA CULTURA MATERIAL ARQUEOLÓGICA. LA POLICROMÍA EN BRONCE

El alquimista Zósimo (III-IV d.C.) en el capítu- Otro término para hablar de la tintura aparece
lo del Manuscrito 6.29 marcado con la letra waw, en los primeros escritos alquimistas: el ataque. Re-
enseña los tratamientos para preparar mediante sulta curioso el hecho de que para nombrar el apa-
fundición el cobre en la manufactura de las tinturas rato con el que se trataban con vapor los metales,
(el mismo término que usa Plinio). Para referirse a usen la palabra kêrotakis – la paleta que usaban los
la preparación del cobre usa una palabra derivada artistas para mantener calientes sus mezclas de cera
del Latín excoquo y para hablar de la tintura usa el y pigmentos- y que María la Judía, usó para ablan-
símbolo del triángulo con la adición de dos puntos dar metales y darles color (Alic, 1991).
del plural, que corresponde con la palabra baphè
El Papiro X de Leiden (s. III, IV d.C. Tebas,
griega. Además, expone que los primeros tintes
Egipto) cuenta con uno de los textos más antiguos
eran “cocidos” usando oro, plata y cobre puro.
sobre la metalurgia. En él se describe el método lla-
Zósimo menciona tambíén el color “negro co- mado la “coloración –chrôsis- del oro” mediante el
rintio”, que se podría lograr en metales no muy uso de caparrosa verde –sulfato de hierro hidrata-
gruesos y que es la aleación ideal para recibir meta- do-, sal y vinagre, y el calentamiento del oro. La
les tintados. La receta que da es de 1 mina de Co- caparrosa mezclada con sal en solución forma clo-
bre de Chipre, 8 dracmas de plata y 8 dracmas de ruro férrico y ácido sulfúrico, por lo que la superfi-
fermento de oro. Los metales tendrían que fundirse cie del metal en cuestión –bronce/cobre- será ataca-
con 12 dracmas de sulfuro y 12 dramas de sal de do por la mezcla ácida. Este método de dorado o
amonio. Se colocaba en un contenedor y se cubría plateado, servía para metales con aleaciones plata-
con la sal de amonio purificado para la “melanosis” cobre o cobre-plata-oro, pero no para Cu-Au. La
(descomposición del cobre con el sulfuro ). La ale- combinación del tratamiento calorífico y ácido pro-
ación tendría que ser recalentada y puesta en una voca que haya un enriquecimiento superficial del
solución con vinagre –para desengrasarla- y 8 drac- oro o de la plata, dependiendo de la concentración
mas de una sustancia que, junto con el vinagre, for- de Au (Jacobson, 2000)
maría el verdigris o caparrosa verde, es decir, un
Otra técnica descrita en el Papiro es la del dora-
carbonato de cobre (crisocolla). La lámina de metal
do al plomo. Se usaría una parte de limadura de oro
no debía de ser más grande de dos dedos y es en
y dos de Pb, que eran mezcladas y aplicadas en la
este momento cuando se levantaba la pátina y se
superficie a dorar con un aglutinante orgánico. La
creaban los diseños deseados. Calentando el metal
pieza era calentada violentamente para que el Pb no
en la solución provocaba una superficie brillante.
evaporara por oxidación, dejando el oro pegado a
Una vez que la tenorita se formase en la superficie,
la superficie (Giumlia-Mair, et. al. 2002).
tenía que ser cepillada.
El dorado de amalgama o mercurio crea una in-
Otras recetas mencionan el uso de As y Fe
terfase heterogénea entre el oro (aplicado en lima-
que servirían, en el último caso, para acelerar el
duras u hojas) y el bronce, tendiendo a su caída. La
proceso ya que se crea una pátina rápidamente con
proporción más adecuada de Sn es entorno al 2 %
un matiz azulado. En el caso del As, da un color
ya que, si no, podían aparecer manchas opacas en
púrpura, muy preciado.
la superficie del dorado y la superficie metálica de-
El principal problema que se nos plantea bía calentarse por encima de los 352 ºC–el punto de
es la cantidad de “preparación” que tendría que evaporación del Hg-, dejando una pátina amarillen-
añadirse al Cu para la aleación deseada. La palabra ta-opaca que debía de ser abrillantada con una pie-
bilti en su Manuscrito es usada como el aes latino, dra dura.
es decir, para aleaciones con Cu de base.
Plinio (H.N. XXXV) y Vitruvio (De Architet-
La aleación hsmn km que se concibe tura, VII, 8.) mencionan ya el uso del mercurio –o
como bronce negro y hmty km como cobre negro plata viva- para dorar, aunque su uso era poco co-
(La Niece, 2002) a la que se refieren los jeroglífi- mún ya que este material era muy caro. Solamente
cos estudiados por Cooney (Cooney, 1966: 43) de se constata a partir del siglo II d.C. (Lins, Oddy,
la XVIII Dinastía, son aleaciones de cobre con un 1975) y ni siquiera se han encontrado restos en los
bajo porcentaje de oro y, a veces, con trazas de Ag análisis efectuados a la escultura ecuestre de Marco
y As. Éstas adquirían un color negro cuando se tra- Aurelio del Campidoglio, Roma (Florentino, 1989)
taban con sulfatos de cobre, alumbre y nitrato. El pero se piensa que su dorado fuera efectuado con
resultado es parecido al “bronce corintio” y al sha- esta técnica. El hecho de que una técnica tan cara
kudo (bronce compuesto por cobre, oro, plata y a se usase sobre una aleación un tanto pobre como es
veces con arsénico y otros metales. La pátina que la del Marco Aurelio nos hace pensar en la inten-
formaba era de color negro brillante. La Niece y cionalidad conservativa de la misma.
Craddock, 1993).
En la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert
104
DIANA T. LAFUENTE FERNÁNDEZ

bajo la voz de dorure se define la técnica de dorado Con respecto a la policromía de la cultura mate-
mecánico mediante bruñido de la superficie. rial podemos afirmar la existencia de una concien-
cia y conocimiento del metal absoluto para poder
En cuanto a la cultura material como documen-
obtener un color preciso. En cuanto al caso especí-
to indirecto que refleja las técnicas metalúrgicas,
fico del bronce, debemos destacar la gran dificultad
tenemos el Kylix de la fundición (vaso de figuras
del material, de sus aleaciones y de sus técnicas, ya
rojas ático, 480 a.C., Antikenmuseum, Berlin), un
que es verdaderamente arduo. Es más, ya Plinio
ánfora Nolan del pintor de Dutuit, en donde apa-
mencionaba la predominancia e importancia del
rece Efesto puliendo con piedra pómez el escudo
bronce sobre el oro y la plata (más fáciles de traba-
para Aquiles (figuras rojas, s. V a.C., Museo de
jar).
Bellas Artes de Boston). Estos ejemplos han sido
de gran ayuda a la hora de desarrollar los experi- Hemos de diferenciar varias técnicas de policro-
mentos arqueológicos que citaremos. mar:
Finalmente, hacer referencia a las excavaciones - la tintura o policromía del metal de bronce,
arqueológicas en donde se han encontrado estruc-
- la policromía de los elementos que son fundi-
turas identificadas como chalkourgeion (taller de
dos previamente e insertados en el molde en cera
bronce) y a partir de las cuales se ha podido enten-
como los pezones, labios, etc., normalmente hechos
der mejor la técnica de fundición de los objetos en
en otra aleación o metal, y que aparecen en contras-
bronce. Un ejemplo se encuentra en la Acrópolis de
te con el color general de la estatua de bronce
Atenas, en donde se hallaron dos fosas ovales alar-
gadas, rodeadas de ladrillos de arcilla y a las que se - esos mismos elementos fundidos en una pri-
accedían por una pequeña escalera. En el centro de mera instancia y luego insertados en frío, que po-
una de ellas, se encontró un pequeño podio que dríamos considerar damasquinados (ad gemina me-
sostendría el objeto a fundir. Unas de las construc- talla o doble metal),
ciones más conocidas es el taller de Mylonas de
- el nielado,
Rodas, la casa Z del Cerámico de Atenas (con un
basamento caracterizado por tener canal de colada - la aplicación directa de pigmentos.
incorporado para la cera) o el taller de Fidias en
La tintura del bronce, la entendemos como la
Olimpia. Estos talleres no tenían una gran profun-
coloración de la aleación metálica en sí debido a un
didad (alrededor de 1,50 m.), por lo que las escultu-
uso intencionado de diferentes metales. Como ya
ras de gran tamaño que fueron fundidas ahí se fa-
hemos visto, Plinio el Viejo y Zosimo, usan esta
bricaron por partes. Ésto hace que valoremos y des-
misma terminología.
taquemos las técnicas de unión de los fragmentos,
ya que eran grandes maestros. Normalmente, se si- Los elementos metálicos que eran recortados
tuaban en las proximidades del lugar donde se ins- del modelo en cera y fundidos separadamente en
talarían las estatuas (de ahí la situación de los talle- cobre puro o en una aleación de bronce con un alto
res en la Acrópolis). contenido en cobre, como la boca (Fig. 2), queda-
ban englobados en la posterior fusión de la cabeza
2.2. La cultura material: vestigios directos de
en bronce. Otra método consistiría en fundir pre-
la técnica.
viamente la cabeza y luego insertar los labios de
El descubrimiento en 1972 de los Bronces de cera en ella, colocándolos dentro de una pequeña
Riace supuso el inicio de la aplicación de nuevas capa de arcilla refractaria, y vertiendo posterior-
técnicas a la hora de analizar las esculturas y, en mente el metal. La ventaja de estas dos técnicas es
general, la cultura material arqueológica, abriéndo- que la boca de cobre es inseparable, está ligada a la
se un nuevo abanico de investigaciones. Debemos cabeza. En el caso del famoso Púgil (Museo Nazio-
destacar la importancia del ámbito de la Conserva- nale Romano) se pudieron identificar en la cara
ción y Restauración para este avance ya que una de fragmentos de bronce más oscuros con un alto por-
las principales razones del inicio de estos análisis centaje de Pb identificado por Fluorescencia de Ra-
fue la necesidad de conocer lo mejor posible el ma- yos X (Ferretti, 2006: 48-61), que mostraban la
terial para poder saber su estado de conservación y hinchazón y el color morado de un ojo golpeado
restaurarlo. por un puño.
Durante su restauración se constató la riqueza En el caso de la fabricación previa de los ele-
de la policromía, por lo que se analizó la composi- mentos metálicos y su insertado en frío en el objeto
ción de los labios, dientes, ojos, pezones, etc. Algo provocan que la unión no sea completa y que se co-
que no había sucedido en el caso del Auriga de rra el riesgo de desprendimiento. Las cejas, por
Delfos y el Poseidón, ya que fueron descubiertos ejemplo, se solían realizar en cobre y eran introdu-
en años previos. cidas en frío en la escultura, como fue en caso del
105
LOS JUEGOS CROMÁTICOS EN LA CULTURA MATERIAL ARQUEOLÓGICA. LA POLICROMÍA EN BRONCE

taba lentamente a una temperatura no superior a


600 ºC (ya que si se supera el punto de fusión del
metal a decorar se alearía y fundiría) para adquirir
un estado pastoso que pudiese ser aplicado más fá-
cilmente en las hendiduras efectuadas en el metal a
decorar. Existen tres tipos de nielados:
- monometálico, compuesto por un metal.
- bimetálico: compuesto por Ag, Cu y S, por lo
que el punto de fusión es inferior al monometálico
(680 ºC aprox.) y aunque se conocen ejemplos ro-
Fig.: 2. Detalle de la boca del Apoxyomenos (Micchelucci, manos, esta técnica alcanza su máximo esplendor
M. (edit.) 2006: Apoxyomenos L'Atleta della Croazia. Mila-
no: Giunti Industri Grafiche S.p.A. después del siglo V d.C.

Efebo de Selinunte o el Zeus de Ugento (Micheli, - trimetálico: sulfuro de Ag, Cu y Pb y es el más


Vidale, 2003). En el caso de una sella curulis de habitual después del s. XI d.C. Su punto de fusión
hierro de la colección Leon Levy y Shelby White es muy bajo (alrededor de 500 ºC) y se caracteriza
de Nueva Cork (Simon, C., 2002), la decoración en por ser muy fácil de trabajar y resistente.
metal policromo es espectacular: las patas están he- En el caso del rhyton de Trieste tenemos un nie-
chas en cobre, los redondeles de unión de las partes lado monometálico (en la boca y ojos) y otro trime-
están plateados con una lámina de Ag, y la decora- tálico (en la nariz), el metal de base es Ag. Las ale-
ción vegetal y geométrica está realizada en latón y aciones hsmn km (bronce negro) y hmty km (cobre
bronce mediante la unión en frío. negro) muy usadas en las esculturas egipcias (Fig.
Un ejemplo particular de aplicación de incrusta- 3), poseen un pequeño porcentaje de oro y a veces
ciones metálicas es el usado en muchas de las es- también de Ag y As. Éstas crean una pátina negra
culturas egipcias. Normalmente, se usaban hojas de muy deseada cuando se trata con una solución
oro o electrum y se aplicaban directamente en la acuosa hecha con sulfato de cobre, alumbre y nitro
superficie, como una capa más o un dorado, con un (Giumlia-Mair, 2002: 127)
mínimo de tratamiento superficial del metal que lo
recibiría. Gracias a análisis efectuados con XRF se
ha podido demostrar la presencia de oro, plata y co-
bre en dichas aleaciones, que según su proporción
daban un color diferente. De hecho, muchas de las
incrustaciones se efectuaban en bronce sobre bron-
ce, variando los porcentajes de la aleación para po-
der destacar ambos colores.
Hemos de suponer una conciencia del metal a
usar para obtener un color preciso y, consecuente-
mente, un objetivo final: el de crear una incoheren-
cia, es decir, la escultura no era un todo homogé- Fig.: 3. Detalle de la escultura de Karomama (Museo del
neo, sino que tenía colorido y particularidades que Louvre. Fotografía de G. Poncet).
hacían de ella algo vivo. No debemos entender que La aplicación directa de pigmentos sobre los
estos elementos destacaban del resto dándoles ex- objetos metálicos es más difícil de estudiar ya que,
cesiva importancia, al contrario, los artesanos bus- con el paso del tiempo, difícilmente se han conser-
caban acentuar el efecto para acercarse al naturalis- vado. Aún así, nos han llegado algunos vestigios
mo y hacer que las figuras cobraran vida. circunscritos al ámbito egipcio, como rojo hematita
El nielado consiste en la decoración con nieles u ocre, situado en los lacrimales de las esculturas,
(proveniente del latín nigellus, es decir níger o ne- como en el retrato de Ausguto encontrado en Me-
gro) de una superficie metálica. Los nieles estaban roe, Egipto (British Museum. Londres)
compuestos de sulfuros metálicos que normalmente Otro elemento que proporcionaba policromía a
eran los mismos que el metal a decorar, es decir, si pesar de no ser completamente metálico, eran los
el objeto era de bronce se solía aplicar sulfuro de ojos. Éstos se fabricaban mediante un corte cónico
cobre. El material se fabricaba mezclando azufre, de la zona y el montaje era bastante complejo: las
pequeños fragmentos de láminas metálicas y un pestañas estaban hechas con láminas de bronce
fundente en un crisol, hasta alcanzar en la mezcla (como en el caso del Auriga de Delfos), el blanco
un color negro vidrioso. Después se rompía, se de los ojos podía ser de mármol, hueso o marfil y
mezclaba nuevamente con el fundente y se recalen-
106
DIANA T. LAFUENTE FERNÁNDEZ

se le efectuaba una cavidad para poner el iris (de Obviamente, los primeros tentativos de este
pasta vítrea translúcida o vidrio) y la pupila (una grupo de investigadores se centraron en la imita-
cavidad circular vacía o se incluía una piedra oscu- ción de pequeños objetos, dentro del ámbito de la
ra como la obsidiana). El iris se solía dejar sin apo- orfebrería, continuando la estela de los primeros in-
yar en el bulbo ocular para que ganase profundidad vestigadores. El gran paso se dio a principios de los
el ojo y a veces se rodeaba de un anillo de pasta ’90 con la celebración en Murlo de los seminarios
más oscura, de bronce, de oro o de piedra, para cre- “Antiche officine del bronzo” e “I grandi bronzi
ar distinta tonalidad. Se podían crear más efectos antichi” abanderados por Formigli, construyéndose
de colorido y vivacidad si se policromaban los la- en ambas ocasiones talleres de bronce tal y como
crimales. eran en la Antigüedad y llegando a fundir una co-
pia del “Adorante” de Rodas en el segundo caso
Esta técnica de fabricación de los ojos (Livera-
(Fig. 4). Tanto la fundición, como la unión de los
ni, 2004) correspondía al modelo griego ya que los
fragmentos y acabado final de la escultura, fueron
romanos no remarcaban las pestañas y el bulbo
realizados siguiendo las fuentes y los estudios de
ocular se hacía solo en dos materiales: mármol,
carácter científico-analítico que se habían empeza-
hueso, marfil o pasta vítrea para el blanco, y el iris
do a desarrollar gracias a los hallazgos de los Bron-
y pupila en vidrio, pasta vítrea o piedra (aunque la
ces de Riace. Los problemas a los que se tuvieron
mayoría de las veces se representaba con una mera
que enfrentar durante los trabajos y las conclusio-
incisión).
nes obtenidas son muy interesantes y únicas, pu-
Si bien hemos destacado la Conservación y diendo observar la necesidad de que fueran fabrica-
Restauración como propulsora del inicio de las in- das dichas esculturas por partes, no ya por la peri-
vestigaciones en el ámbito de la policromía sobre el cia tecnológica, sino para dar mayor veracidad a las
bronce, debemos reconocer también su culpa ya mismas.
que en épocas anteriores, debido al gusto del mo-
mento, se llegaron a enmascarar las mismas. Éste
es el caso de las esculturas de la Villa de los Papi-
ros de Herculano, que durante las restauraciones de
Joseph Canart se homogeneizaron las superficies
con limas y se reintegraron con yeso, estucos y la-
cas, oscureciéndolas (Formigli, et. al., 2005,
35-48).
3. Ejecución de la técnica: La Arqueología
experimental.
Si bien en el Renacimiento los orfebres eran
los encargados de efectuar las obras escultóricas en
bronce y los que dominaban este arte –como fue el
caso de B. Cellini -, en el siglo XIX, como ya he-
mos mencionado, fueron los primeros en aproxi-
marse al estudio de las técnicas de fabricación y
fundición de los metales antiguos.
El siglo XX, con el desarrollo de las nuevas tec-
nologías y ciencias, abrirá paso al inicio de los ex-
perimentos para emular las antiguas técnicas. Den-
tro del ámbito de la orfebrería y haciendo especial
mención a la técnica del granulado, a la que ya he-
mos hecho referencia, personajes como Wilms,
Treskow y Littledale se aproximarán a la solución
pero, sobre todo, destacarán por ser los primeros
investigadores, junto con Castellani, que hagan in-
Fig.: 4. Reconstrucción de una fosa de fusión con el mo-
tentos de fabricación para dar con la solución ade- delo en cera. En Formigli, 1999 (coord.): I grandi bronzi
cuada. antichi. Siena: Nuova immagine editrice.

No será hasta los trabajos de Formigli, Parrini y Los resultados artísticos no fueron perfectos
Mello (1982), cuando se haga una demostración pero se pudo hacer la fusión, la unión mecánica de
científica de la saldatura coloidal de la técnica del las partes de la escultura y un acabado superficial
granulado y, con ello, se avance en el estudio de los perfecto, usando para ello unos instrumentos fabri-
métodos de fabricación de los metales antiguos. cados ex profeso similares al strigilis y que apare-
107
LOS JUEGOS CROMÁTICOS EN LA CULTURA MATERIAL ARQUEOLÓGICA. LA POLICROMÍA EN BRONCE

cen representados en la kylix de la fundición. Pare- 5. Bibliografía.


ce ser que la piedra pómez, a la hora de dar un aca- ALIC, M.
bado final, no daba un brillo tan vivaz como el del 1991 El legado de Hipatia. Historia de las mujeres en la
ciencia desde la Antigüedad hasta fines del siglo
strigilis y que deja unos surcos superficiales pareci- XIX. México: Siglo XXI.
dos a los que se han encontrado en el Caballo grie- CELLINI, B.
go (s. V a.C.) que se expone en los Museos Capito- 1998 Vida (traducción de GÓMEZ, V.). Madrid: Alianza
Editorial.
linos y que se han supuesto que servían para dorar CAGIANELLI, C.
la superficie (La Repubblica, 2007) 1999 "Bronzi a figura umana", en BURANELLI, F.
(edit): Cataloghi 5 dei Monumenti Musei Gallerie
Como consecuencia del desarrollo de estos con- Pontificie. Città del Vaticano: Museo Gregoriano
gresos y de los estudios en Arqueología Experi- Etrusco.
CALÍSTRATO
mental, en 1998 se fundó en Murlo el Laboratorio 1996 Descripciones (traducción de MESTRE, F). Ma-
de Arqueometría y Arqueología Experimental so- drid: Gredos, Biblioteca Clásica.
bre las Antiguas Técnicas Artesanales (AN.TE.A). FIORENTINO, P.
1989 "La doratura sulle tecniche di esecuzione e osserva-
Sus objetivos persiguen continuar con la investiga- zioni sulla superficie del monumento", en MELUC-
ción Arqueométrica, de las fuentes y de la Arqueo- CO, A.; MURA A.: Marco Aurelio. Storia di un
logía Experimental. monumento e del suo restauro. Milano: Silvana
editoriale.
Uno de lo últimos congresos celebrados por FERRETTI, M.; FORMIGLI, E. ET. AL.
2006 "Il Pugile del Museo Nazionale Romano: risultante
AN.TE.A hacía referencia al color y la luz en la es- conoscitive dell’intervento di manutenzione", en
tatuaria antigua en bronce, efectuando de nuevo Materiali e Strutture. Nuova Serie, anno II n. 3-4.
trabajos de arqueología experimental realizando pá- Roma: La Sapienza.
FORMIGLI, E.
tinas, dorados, damasquinados, así como la fabrica- 1979 "Tradizioni ed innovazioni nella metallotecnica
ción de ojos, labios y cejas. etrusca". Atti del XII congresso di Studi Etruschi,
Firenze.
4. Conclusiones. 1984 "Alterazioni superficiali dei bronzi di Riace: le aree
con patina nera della statua A", en BORRELLI, L.;
Debemos agradecer a la disciplina de la Conser- PELAGATTI, P. (present.): Due bronzi da Riace:
vación y Restauración el desarrollo de nuevas téc- rinvenimento, restauro, analisi ed ipotesi di inter-
nicas de análisis que nos están permitiendo profun- pretazione. Roma: Bollettino d’Arte. Istituto Poli-
grafico e Zecca dello Stato.
dizar en el estudio de la metalurgia antigua. Como 1999 "Tecnica e creazione artistica. La saldatura nella
se ha podido observar, la multidisciplinariedad es statuaria in bronzo antica", en FORMIGLI (coord.):
esencial para poder llevar a cabo con éxito dichas I grande bronzi antichi. Siena: Nuova immagine
editrice.
investigaciones ya que las ciencias de estudio con FORMIGLI, E.; NESTLER, G.
diversas. 2004 Granulazione Etrusca. Un’antica arte orafa. Siena:
Nuova Immagine Editrice.
Los primeros investigadores de las técnicas me- FORMIGLI, E.; SCHNEIDER, G.
talúrgicas antiguas fueron los orfebres. Tanto Celli- 1993 "Antiche tierre di fusione", en Antiche officine del
bronzo: materiali, strumenti, techniche. Atti del se-
ni como Castilliani buscaban desvelar la perfección minario di studi ed esperimenti, Murlo, 26-31 lu-
técnica alcanzada por nuestros antecesores y, ob- glio 1991. Siena: Nuova Immagine Editrice.
viamente, el ámbito de la orfebrería y de los meta- 1999 "Ipotesi sulla provenienza della terra dell’anima di
fusione dei bronzi di Riace", en FORMIGLI (co-
les nobles, es mucho menos arduo que el de las ord.): I grande bronzi antichi. Siena: Nuova imma-
producciones materiales en bronce. gine editrice.
FORMIGLI, E. ET. AL.
Los trabajos en arqueología experimental que se 2005 "I restauri settecenteschi ai grandi bronzi di Ercola-
están desarrollando actualmente están formados por no". Kermes, nº 58. Firenze: Nardini.
GRAMICCIA, A. (COORD.)
grupos multidisciplinares. Éstos son de vital impor- 2004 I colori del bianco. Policromia nella scultura anti-
tancia y están ayudando a interpretar y comprobar ca. De Luca Editori D’Arte. Musei Vaticani.
la información proveniente de las fuentes materia- GIOVANNI, C.; GIAVARINI, S.
1997 La Scienza e la tecnica al servizio del Marco Aure-
les y documentales históricas, así como a entender lio. Roma: Silvana Editoriale.
y descubrir nuevos elementos que no aparecen re- GIUMLIA-MAIR, A. ET. AL.
flejados en éstas. Obviamente, los problemas que 2002 "Indagini archeometallurgiche su durature antiche:
analisi; tecniche e varianti", en GIUMLIA-MAIR,
van surgiendo durante los experimentos y las solu- A. (coord.): I bronzi antichi: produzioni e tecnolo-
ciones que se van adoptando, llevan a unas conclu- gía, en Actas del XV Congreso internacional de
siones que no podrían obtenerse de otra manera. bronces de la Antigüedad. 22-26 mayo. Udine:
Montagnac.
Con esto no se pretende minusvalorar las técni- JACOBSON, D.
2000 "Corinthian Bronze and the Gold of the Alche-
cas analíticas, al contrario, lo que se pretende es mists", en Gold Bulletin, 33(2). World Gold Coun-
destacar la importancia de su complementariedad cil. 60-66.
con el ámbito de la arqueología experimental y la LA NIECE, S.; CRADDOCK, P.
1993 Metal Plating and patination. Inglaterra: Butter-
necesidad de que sigan evolucionando juntas. worth-Heinemann.
108
DIANA T. LAFUENTE FERNÁNDEZ

LA NIECE, S. ET AL.
2002 "Polychromy and egyptian bronze: new evidence
for artificial coloration". Studies in Conservation,
47.
LINS, P.A. Y ODDY, M. H.
1975 "The origins of mercury gilding", en Journal of Ar-
chaeological Science, 2.
MATTUSCH, C. C.
1979 Casting Techniques of Greek Bronze Sculpture:
Foundries and Foundry Remains from the Athe-
nian Agora with Reference to Other Ancient Sour-
ces. Michigan: University Microfilms International.
MICHELI, M.; VIDALE, M.
2003 Bronzi di Riace, restauro come conoscenza, vol. II.
Artemide.
MICCHELUCCI, M. (EDIT.)
2006 Apoxyomenos L'Atleta della Croazia. Milano:
Giunti Industri Grafiche S.p.A.
PLINIO, H.N.; BARCHIESI, A. ET. AL.
1988 Einaudi. Torino.
SANNIBALE, M.
1999 "La tecnica: complementi di analisi critica", en BU-
RANELLI, F. (edit): Cataloghi 5 dei Monumenti
Musei Gallerie Pontificie. Città del Vaticano: Mu-
seo Gregoriano Etrusco.
SIMON, C.
2002 An Inlaid Curule Chair in the leon levy ad shelby
white collention. New York, en GIUMLIA-MAIR,
A. (coord.) "I bronzi antichi: produzioni e tecnolo-
gía". En Actas del XV Congreso internacional de
bronces de la Antigüedad. 22-26 mayo. Udine:
Montagnac.
TEÓFILO
1961 De diversis artibus (traducido por DODWELL, C.
R.). New York: Thomas Nelson and Sons Ltd.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 109-116

EL ESTUDIO ARQUEOMÉTRICO DEL VIDRIO:


MÉTODOS Y PERSPECTIVAS

Teresa Palomar Sanz


Instituto de Historia, CCHS (CSIC); teresa.palomar@ch.csic.es

RESUMEN

De todos los materiales existentes, pocos han sido los que han evolucionado tanto como el vidrio. En
la actualidad, se aplican técnicas de síntesis específicas para obtener vidrios con unas determinadas caracterís-
ticas ópticas, químicas o, incluso, magnéticas. Pero para obtener información sobre la tecnología y fabricación
de vidrio en las sociedades del pasado deben realizarse estudios arqueométricos. El objetivo de este trabajo es
examinar las tendencias actuales en la arqueometría de vidrios para profundizar en sus aspectos más relevan-
tes. Para ello se ha realizado un estudio bibliométrico de los 164 artículos publicados entre los años 1987 y
2007, en los que se han registrado parámetros como el tipo de revista, el tema del artículo, las técnicas utiliza-
das o la localización geográfica de las muestras estudiadas. Se ha podido comprobar que los estudios arqueo-
métricos sobre vidrio han aumentado gradualmente en el periodo desde el año 2000 a 2007. Los materiales ro-
manos y medievales han sido los más estudiados.

ABSTRACT

Among all existing materials, very few have been developed as much as glass. Nowadays, there are
specific synthesis techniques to obtain glasses with optical, chemical or, even, magnetic properties. However,
to obtain information about the technology and the glass manufacture in past societies, it is necessary to make
archaeometric studies. The aim of this work is to examine the current tendencies in the archaeometry of glass
to assess its more important aspects. To meet this aim a bibliometric study on the 164 articles published bet-
ween 1987 and 2007 has been carried out. The parameters considered were: the journal type, the article topic,
the techniques used or the geographic location of the studied samples. It has been proved that archaeometric
studies about glass have grown up gradually since 2000 to 2007. Roman and Medieval glasses have been the
most studied materials.

Palabras Clave: Vidrio. Arqueometría. Estudio Bibliométrico.

Keywords: Glass. Archaeometry. Bibliometric Study.

1. Introducción. ción de cationes de la red vítrea y formación de pe-


El vidrio es un material ampliamente utilizado lículas de gel de sílice, sobre todo en el caso de vi-
por sus características singulares. Este material fue drios expuestos a las condiciones más extremas
considerado más valioso que las piedras preciosas (Carmona et al, 2006a).
en el antiguo Egipto y fue muy popular en las gran- El análisis bibliométrico de los 164 artículos
des catedrales medievales europeas gracias a las vi- publicados sobre vidrios históricos que se ha lleva-
drieras que ocupaban grandes superficies de sus do a cabo en este trabajo permite conocer cómo ha
muros. variado el interés de los investigadores en el campo
El vidrio es un material que, aunque tiene apa- del vidrio en los últimos 20 años. Tanto científicos
riencia de sólido, posee una estructura amorfa ca- como historiadores y arqueólogos se han interesado
racterística del estado líquido. Por ello los vidrios por el vidrio como material de estudio de acuerdo
no se pueden considerar como sólidos, pero tampo- con los siguientes objetivos:
co como líquidos, sino que se les puede aplicar la 1.- Estudiar la producción del vidrio a lo largo
denominación de sólidos amorfos o líquidos de de la historia, desde la localización de la materia
densidad infinita (Fernández Navarro, 2003). prima, hasta el proceso de fundido y los componen-
La estabilidad química de los vidrios frente a la tes adicionados como estabilizantes y colorantes.
acción de la meteorización depende de su composi- 2.- Establecer posibles rutas comerciales, tanto
ción química. Existen diversos grupos de vidrios de materias primas como de objetos acabados.
históricos que presentan baja estabilidad química y
por ello han sufrido un grave deterioro. Algunos de 3.- Y, por último, estudiar los mecanismos de
estos procesos son la formación de costras de yeso degradación que puede sufrir el vidrio como conse-
y de calcita en la superficie de los vidrios, extrac- cuencia de su exposición a los diferentes agentes

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
110
TERESA PALOMAR SANZ

ambientales y, de esta manera, mejorar las técnicas Título Revisa- Revisa- Total
de restauración y conservación. das Pa- das Digi-
pel tal
El presente análisis bibliométrico permite com-
probar la evolución de los estudios arqueométricos Aerobiologia 0 1 1
de vidrio en los últimos años. Los parámetros anali- Analytica Chimica Acta 0 1 1
Applied Clay Science 0 1 1
zados son la fecha de publicación, el tipo de revis- Applied Geochemistry 0 1 1
ta, el tipo de artículo, el tema tratado, la tipología Applied Physics A 0 5 5
del vidrio, las técnicas de análisis, el origen de los Applied Surface Science 0 2 2
autores y la localización geográfica de las muestras, Archaeometry 13 32 45
así como la revisión de las actas de dos ediciones Boletín de la Sociedad 3 1 4
Española de Cerámica y
de congresos: Congreso Ibérico de Arqueometría e Vidrio
International Congress on Glass. Chemical Geology 0 1 1
Fresenius' Journal of
2. Metodología. 0 1 1
Analytical Chemistry
Para poder llevar a cabo este estudio se ha reali- Glastechnische Berichte 4 0 4
International Biodeterio-
zado el vaciado de las principales revistas arqueo- ration & Biodegradation
0 1 1
lógicas y científicas nacionales e internacionales International Journal of
(Tabla 1). Se han elegido aquellos artículos que re- Radiation Applications
0 1 1
alizaron un estudio arqueométrico de materiales de and Instrumentation.
Part A.
vidrio. No se han tenido en cuenta trabajos sobre Journal of Archaeologi-
vidriados de cerámicas o pastas vítreas, ni artículos 0 14 14
cal Science
meramente descriptivos que no posean un conteni- Journal of Cultural Heri-
0 14 14
do analítico. Asimismo, se han revisado las actas de tage
Journal of Material
varios congresos especializados, nacionales e inter- Science
0 1 1
nacionales, con el fin de obtener una información Journal of Non-Crystal-
0 13 13
más completa del papel que desempeña el vidrio line Solids
histórico en la actualidad científica. Journal of Radioanalyt-
ical and Nuclear Chem- 0 4 4
Este estudio está centrado en los últimos 20 istry
años, desde 1987 hasta 2007. No se ha considerado Journal of Raman Spec-
1 1 2
troscopy
el presente año 2008 porque se han tomado los Journal of the European
años como una unidad entera de medida. El número 0 1 1
Ceramic Society
de artículos publicados antes de 1987 es escaso y Materiales de Construc-
3 0 3
poco relevante, es por ello por lo que se ha escogi- ción
Materials Characteriza-
do este año como inicio del estudio. Aún así, como tion
0 1 1
posteriormente se podrá comprobar, el período de Materials Chemistry and
0 1 1
tiempo elegido es suficientemente amplio y repre- Physics
sentativo para observar las tendencias y el desarro- Microchimica Acta 0 3 3
Nuclear Instruments and
llo que se ha producido en este campo. Methods in Physics Re- 0 18 18
search Section B
3. Estudio del Artículo.
Physica B: Condensed
3.1. Fecha de publicación. 0 1 1
Matter
En primer lugar, se ha considerado el año de Quaternary Science Re-
0 1 1
views
publicación del artículo. Este parámetro permite Radiation Measurements 0 2 2
observar la evolución que han experimentado los Spectrochimica Acta
0 1 1
estudios arqueométricos de vidrios en los últimos Part A
20 años (Fig. 1). Puede apreciarse que se ha produ- Spectrochimica Acta
0 9 9
Part B
cido un incremento en el número de artículos publi- Talanta 0 1 1
cados, lo que indica que es una línea de investiga- Thermochimica Acta 0 2 2
ción en expansión. En la gráfica se pueden obser- Trabajos de Prehistoria 3 0 3
var dos anomalías que corresponden al año 2005, Zephyrus 1 0 1
en el que se produjo un número de publicaciones 28 136 164
Tabla: 1. Listado del número total de artículos revisa-
superior a lo esperado, y al año 2007, con un núme- dos.
ro inferior.
(Fig. 1) que sólo en la primera mitad del año 2008
Para confirmar si esta tendencia continúa en el se ha registrado un número mayor de publicaciones
presente año, se buscaron todos aquellos artículos que en todo el año 2005, que presentó una anoma-
de arqueometría de vidrio que se han publicado lía por exceso.
hasta el 30 de junio de 2008. Se puede observar
111
EL ESTUDIO ARQUEOMÉTRICO DEL VIDRIO: MÉTODOS Y PERSPECTIVAS

Fig.: 2. Porcentajes según a) el tipo de revista en la que se publican los artículos b) los diferentes tipos de artículo c) el
tema del artículo.

La disminución de publicaciones registrada en (Fleming y Swann, 1999).


2007 puede haberse producido por diferentes cau-
A pesar de encontrarse en segundo lugar (Fig.
sas, como la posible ausencia de proyectos europe-
2a), la revista Archaeometry recoge el mayor nú-
os o el retraso en las publicaciones de finales de
mero de artículos en una única publicación, el 27%.
2007 que se efectuó a principios de 2008. Aún así,
La revista se centra en los análisis químico-físicos
se pone de manifiesto la tendencia creciente y posi-
que se pueden llevar a cabo sobre materiales de di-
tiva de estos últimos años.
versa naturaleza como metales, tela, huesos, así
como materiales cerámicos y, por supuesto, vidrios.
Y, por último, se encuentran las revistas de histo-
ria-arqueología. Las revistas más destacables son
Journal of Archaeological Science y Journal of
Cultural Heritage.
3.3.Tipo de artículo
Otra forma de examinar los artículos se basa en
la tipología de éstos. Así se puede diferenciar entre
Caracterización, Estudio del Comportamiento del
Material, Técnicas y Procesos de Simulación (Fig.
2b).

Fig.: 1. Evolución temporal del número de publicaciones a) Caracterización. Se enmarcan en este aparta-
sobre arqueometría de vidrios. do aquellos artículos en los que el análisis químico-
físico se utiliza para describir las propiedades del
3.2.Tipo de revista.
vidrio, como son el color, la dureza o la degrada-
Debido a la gran interdisciplinariedad de la ar- ción.
queometría, el tipo de revistas en las cuales apare-
cen publicados los artículos es muy variado. Se b) Estudio del Comportamiento del Material.
pueden encontrar artículos en revistas de historia- Los vidrios arqueológicos e históricos se utilizan
arqueología y de ciencias experimentales, así como para estudiar cómo varía una determinada propie-
en revistas de medio ambiente. dad con respecto al tiempo, la temperatura u otro
parámetro externo.
En primer lugar, los artículos publicados en re-
vistas de ciencias experimentales abarcan más del c) Técnicas. En este apartado se encuadran al-
50% del total de los artículos analizados (Fig. 2a). gunas de las técnicas analíticas más innovadoras, su
Las revistas más destacadas en este apartado son principio físico, su aplicación a vidrios modelo y su
Journal of Non-Crystalline Solids, centrada en el extrapolación a los vidrios arqueológicos.
vidrio, antiguo y moderno; Nuclear Instruments d) Procesos de Simulación. Para poder realizar
and Methods in Physics Research, que recoge artí- hipótesis, por ejemplo, sobre las reacciones de de-
culos sobre la interacción de haces de energía con gradación de los vidrios o sobre la disposición es-
la materia; y Spectrochimica Acta, sobre la aplica- tructural del colorante en la red silícea, se requieren
ción de las diferentes metodologías espectroscópi- estudios teóricos o prácticos sobre modelos (Fi-
cas. El gran número de artículos en revistas del ám- gueiredo et al., 2006), es decir, procesos de simula-
bito de las ciencias experimentales es debido a que, ción.
en los últimos años, las técnicas no destructivas se
han incrementado y, por tanto, su aplicación a ma- La mayoría de las publicaciones estudiadas
teriales arqueológicos e históricos también ha au- (61%) se encuadran en Caracterización, y se reali-
mentado gracias a la posibilidad de realizar los aná- zan con el objetivo de conocer la composición de
lisis sin destrucción total o parcial de la muestra los vidrios, la concentración de los cromóforos o la
112
TERESA PALOMAR SANZ

localización de las materias primas. cas utilizadas en el pasado para producir vidrio,
como por ejemplo, De originibus rerum de Hraba-
4. Estudio del Vidrio.
nus Maurus (776-856) sobre la fabricación del vi-
4.1.Tema del artículo. drio medieval.
Los artículos se pueden clasificar según los te-
mas que tratan, es decir, según su objetivo (Fig. El resto de los temas son menos estudiados, ya
2c). Así se pueden definir una serie de temas en los sea porque son temas muy específicos como la
cuales se centran la mayoría de los artículos. Técnica Analítica, donde la escasa variedad exis-
tente hace que la publicación de artículos no sea
a) Historia y Tecnología. Artículos en los que frecuente; o muy innovadores, como el estudio del
se estudia la tecnología y producción, así como la deterioro producido por hongos, bacterias y micro-
localización del origen de las materias primas. organismos que se agrupa en el tema Otros.
b) Resistencia Química. Artículos centrados En el caso de la Restauración, el número de ar-
principalmente en el estudio de la corrosión del vi- tículos es bajo porque, en general, los resultados no
drio y otros estudios puramente científicos de la in- se publican. En el ámbito de los restauradores, sólo
teracción del vidrio con agentes externos. una pequeña proporción realiza análisis arqueomé-
d) Teoría Arqueométrica. Los artículos mues- tricos para caracterizar los vidrios que restauran.
tran una caracterización del material en la que se Por ello, el número de publicaciones existentes es
estudia la composición del vidrio y el tipo de cro- tan escaso.
móforo presente en ellos. 4.2. Tipo de vidrio.
e) Técnica Analítica. Desarrollo de una técnica Los vidrios históricos pueden tener diferente
analítica, aplicada tanto a vidrios modelo que simu- composición y coloración, como consecuencia de
lan las composiciones de vidrios antiguos, con el un proceso de fabricación distinto según el lugar y
objetivo de justificar la utilidad de la técnica; como la cronología (Fig. 3).
a vidrios arqueológicos, para comprobar los resul-
tados obtenidos con los vidrios modelos.
f) Restauración. Artículos que presentan la apli-
cación de una técnica analítica para el estudio de
los vidrios, obteniendo una mayor información so-
bre cómo acometer su restauración, dañando lo me-
nos posible a los vidrios y cómo evitar, o ralentizar,
la degradación futura de éstos.
g) Otros. Artículos que se centran en otros te-
mas no recogidos en los apartados anteriores, como
puede ser el estudio del ataque microbiológico
(Gorbushina y Palinska, 1999) (Carmona et al., Fig.: 3. Tipología del vidrio analizado.
2006b). El vidrio se ha utilizado como elemento de
El principal tema en el que se centran los auto- adorno en forma de cuentas en collares y pulseras,
res es la Historia y Tecnología. Los análisis quími- también en vajillas de mesa y, en la Edad Media, se
co-físicos que se pueden realizar al vidrio aportan introdujo la vidriera como cerramiento en las igle-
una información valiosa sobre su composición, su sias y catedrales más importantes de Europa. Por
temperatura de fusión e, incluso, sobre la tecnolo- ello, este tipo de piezas son las que se han estudia-
gía existente en el momento de la producción de la do más frecuentemente.
pieza. Un número importante de muestras estudiadas
El segundo tema con mayor número de artículos corresponden a fragmentos indeterminados. La fra-
publicados es la Resistencia Química. La atención gilidad del vidrio y su rápida degradación determi-
de los autores se centra en el conocimiento de los nan que muchas piezas resulten irreconocibles des-
diferentes mecanismos que producen un aumento pués del paso del tiempo. Se puede estudiar su
de la degradación, las distintas reacciones por las composición y compararla con piezas coetáneas
que se produce la corrosión y los posibles métodos temporal o espacialmente, pero no es posible su
para evitar el deterioro de los vidrios. atribución a una tipología específica.

Y, por último, el tercer tema más frecuente es la También se deben destacar los vidrios modelo,
Teoría Arqueométrica. Pocos son los documentos obtenidos en el laboratorio para llevar a cabo estu-
que han llegado a nuestros días acerca de las técni- dios de simulación (Melcher y Schereiner, 2003).
Por último, en menor proporción, hay muestras que
113
EL ESTUDIO ARQUEOMÉTRICO DEL VIDRIO: MÉTODOS Y PERSPECTIVAS

Fig. 5.: a) Localización geográfica de las muestras analizadas. b) Distribución de las muestras analizadas en países euro-
peos.

proceden de restos de la fabricación del vidrio, les más importantes de Europa.


como crisoles, gotas, pasta vítrea o fritas; teselas
La mayoría de las muestras se localiza (Fig. 5a,
procedentes de mosaicos, fragmentos de ventanas,
5b) en Europa (62%), con Italia, España, Reino
lámparas y otros objetos no agrupados anterior-
Unido y Francia como principales países. A conti-
mente.
nuación, las muestras son de Asia (14%), donde la
4.3. Cronología y localización geográfica. mayoría proceden de Oriente Próximo. Las mues-
En la figura 4, los máximos que se observan tras de África (7%), proceden principalmente de
coinciden con los periodos Romano-Tardorromano Egipto. En América (4%), los vidrios proceden so-
y Edad Media. Dos épocas en las que la producción bre todo del comercio colonial, mientras que el
de vidrio fue muy importante. En el caso romano, apartado de Fondo Acuático (3%) (Barbana et al.,
por la amplia difusión del vidrio utilitario y de 2004), recoge aquellos vidrios hallados en pecios
mesa, y en el caso medieval por la producción de procedentes del fondo del mar.
vidrieras para cerrar vanos, tanto en edificios reli- 4.4. Autores.
giosos como civiles. En el resto de los períodos
Una forma interesante de distribuir las publica-
cronológicos estudiados, el número de muestras es
ciones analizadas es el origen del grupo investiga-
prácticamente constante.
dor. Se ha tomado como país de origen aquel que
aparece en la dirección de los autores en la portada
de los artículos.

Fig.: 4. Cronología de las muestras de vidrio analizadas


en las publicaciones. Fig.: 6. Distribución de los países de origen de los autores
de los artículos. Otros: Australia, Bielorrusia, Finlandia,
La localización geográfica de las muestras está Hungría, Israel, Polonia, Suecia y Túnez.
relacionada muy directamente con los periodos cro- Italia aparece como el país con el mayor núme-
nológicos mencionados. Así el Imperio Romano, ro de publicaciones, las cuales se han realizado,
que se expandió por todo el Mediterráneo, ha per- principalmente, sobre vidrio romano. En segundo
mitido hallar vidrios en Europa y el Norte de Áfri- lugar se sitúa el Reino Unido, seguido de España y
ca. En el caso de la Edad Media, los vidrios proce- Alemania en tercer y cuarto puesto, respectivamen-
den principalmente de las vidrieras de las catedra- te (Fig. 6).
114
TERESA PALOMAR SANZ

4.5.Técnicas utilizadas. mente para observar la morfología macroscópica de


Para poder llevar a cabo los análisis arqueomé- las alteraciones superficiales, es decir, fisuras, cos-
tricos es necesaria una instrumentación analítica tras de corrosión y cualquier otro deterioro de la
que resuelva, principalmente, la composición quí- superficie del vidrio. La microscopía electrónica de
mica y la microestructura. barrido ha registrado una mayor utilización. Permi-
te observar la microestructura, no es destructiva y,
Se pueden clasificar las técnicas utilizadas se- además, puede acoplarse a un espectrómetro de dis-
gún la función que desempeñan: si es una técnica persión de energía de rayos X (EDX), con el que es
de observación, que permite examinar a mayores posible observar y definir perfectamente el área a
aumentos la muestra, o si es una técnica analítica analizar. La microscopía electrónica de transmisión
capaz de determinar su composición química. y la de fuerza atómica también permiten observar la
microestructura, aunque a una escala mucho mayor.
Con MFA se llegan a distinguir los átomos indivi-
duales. Estas técnicas no se utilizan muy frecuente-
mente porque su coste es elevado, su disponibilidad
es reducida y la información que ofrecen es muy
puntual, por lo que la reproducibilidad de la medida
es limitada.
En cuanto a las técnicas analíticas (Fig. 7c), las
más utilizadas son las que se emplean para determi-
nar la composición química del vidrio, como las es-
pectroscopías de dispersión de energía de rayos X
(EDX), de fluorescencia de rayos X (XRF), de plas-
ma acoplado por inducción (ICP), la técnica de
emisión de rayos X inducidos por protones (PIXE),
la espectroscopía de dispersión de longitudes de
onda (WDS) y el análisis por activación de neutro-
nes (INAA).
También aparecen, aunque en menor propor-
ción, técnicas que determinan otras propiedades del
vidrio, como la difracción de rayos X (DRX), para
diferenciar las fases cristalinas en vidrios desvitrifi-
cados; la espectroscopía ultravioleta-visible (UV-
Vis), para identificar los cromóforos presentes; el
análisis térmico diferencial (ATD), con el que se es-
tima si se produce algún cambio
termodinámico/térmico en la muestra; o la termolu-
miniscencia (TL), con la que se obtiene informa-
ción gracias a la excitación de la muestra con calor.
Fig.: 7.: a) Distribución porcentual de las técnicas utiliza- Es interesante el hecho de que las técnicas más
das. b) Técnicas de observación. c) Técnicas de análisis. utilizadas son las no destructivas, o las que lo son
Otros: Lámina delgada, Espectroscopía Mössbauer, Reso-
nancia paramagnética electrónica (EPR), etc.
parcialmente, como la MEB-EDX o PIXE. Sin em-
bargo, aún es necesario utilizar técnicas destructi-
La figura 7a muestra que la mayoría de las téc- vas como ICP o FRX para disponer de un límite de
nicas utilizadas son analíticas, es decir, gracias a detección más bajo, para determinar componentes
ellas se puede conocer la cantidad de óxidos o ele- en muy pequeñas proporciones o para mejorar la
mentos presentes en los vidrios. Por el contrario, exactitud del análisis.
las técnicas de observación, que aportan informa-
ción sobre la microestructura del vidrio, son menos 5. Congresos.
utilizadas. Otra fuente importante de información son los
congresos. Se han analizado las actas de dos edicio-
Si se profundiza en las técnicas de observación
nes de congresos: Congreso Ibérico de Arqueome-
(Fig. 7b), se contemplan cuatro técnicas diferentes:
tría, celebrado regularmente en nuestro país desde
microscopía electrónica de barrido (MEB), micros-
1995, y el International Congress on Glass, en el
copía óptica (MO), microscopía electrónica de
que se presentan todos los avances científicos rela-
transmisión (MET) y microscopía de fuerza atómi-
cionados con el vidrio a nivel mundial.
ca (MFA). La microscopía óptica se utiliza amplia-
115
EL ESTUDIO ARQUEOMÉTRICO DEL VIDRIO: MÉTODOS Y PERSPECTIVAS

En el ámbito peninsular, en el Congreso Ibérico cial en los últimos años (periodo 2000-2007). El
de Arqueometría, la presencia de artículos referidos estudio de las revistas en las que se publican los ar-
al vidrio es mínima. Sólo en el V y VII congresos tículos pone de manifiesto que sólo alrededor de
aparece una pequeña participación, siendo menor una cuarta parte se publica en revistas de arqueo-
del 6% (Fig. 8a). Los temas principales de este con- metría, lo que indica la existencia de un espacio
greso son los materiales cerámicos y los metales. editorial propio muy limitado, ya que las revistas
Los materiales con menor número de estudios se de arqueometría que se publican regularmente son
refieren a los tejidos, los pigmentos y, por supues- muy escasas. España es el tercer país productor de
to, los vidrios. Hay que señalar que las actas del trabajos arqueométricos sobre vidrio, lo que nos
congreso celebrado en 2007 todavía no están publi- posiciona favorablemente respecto al futuro inme-
cadas, por lo que la información recogida se refiere diato de esta especialidad, si bien la producción
al programa correspondiente y aparece con diferen- alemana es muy similar.
te color en la gráfica de la Fig. 8a.
Los tipos de muestras de vidrio estudiados son
muy variados y se corresponden con la amplia di-
versidad, utilidad y funcionalidad de este material
en las sociedades del pasado. Este hecho es cohe-
rente y se puede considerar precursor del gran de-
sarrollo tecnológico del vidrio en la época contem-
poránea. La mayoría de las muestras analizadas son
cuentas procedentes de Europa y Oriente Próximo,
así como vidrieras de la Europa medieval. Los vi-
drios más frecuentemente investigados pertenecen
al periodo Romano-Tardorromano y a la Edad Me-
dia, como resultado de dos de los momentos histó-
ricos en los que el vidrio fue un protagonista singu-
lar del desarrollo tecnológico.
Uno de los factores que ha hecho posible el in-
cremento de estudios arqueométricos sobre vidrios
es el desarrollo de nuevas técnicas, tanto de obser-
vación como de análisis, bien no destructivas o mi-
crodestructivas que ofrecen información estructu-
ral, microestructural y analítica. Los trabajos analí-
ticos que permiten conocer la composición química
del vidrio son cruciales para establecer relaciones
con las condiciones ambientales de meteorización y
conservación y con la localización geográfica de
las posibles materias primas.
Fig.: 8. Distribución de trabajos sobre arqueometría de vi-
drios, referido al total de trabajos presentados en actas de 7. Agradecimientos.
a) Congreso Ibérico de Arqueometría, b) International
Congress on Glass. La autora agradece cordialmente la supervisión
de la Dra. Mª Ángeles Villegas y del Dr. Manuel
Por otro lado, en el International Congress on García Heras.
Glass la participación de trabajos sobre vidrios es
casi constante (Fig. 8b), debido a que desde muy
pronto ha existido una sesión dedicada a la arqueo- 8. Bibliografía.
metría. Aunque la incidencia de trabajos de arqueo- BARBANA, F.: BERTONCELLO, R.; MILANESE, L.;
metría de vidrios es menor del 5%, es superior a lo SADA, C.
esperado. Se debe tener en cuenta que este congre- 2004 "Alteration and corrosion phenomena in Roman
submerged glass fragments", en Journal of Non-
so está fundamentalmente dedicado a los aspectos Crystalline Solids, 337: 136-141.
puramente científicos y tecnológicos del vidrio y, CARMONA, N.; VILLEGAS, M.A.; FERNÁNDEZ
por lo tanto, se centra en la mejora de las propieda- NAVARRO, J.M.
2006 "Characterisation of an intermediate decay phe-
des del vidrio o en sus nuevas aplicaciones. nomenon of historical glasses", en Journal of Ma-
terial Science, 41: 2339-2346.
6. Conclusiones. CARMONA, N.; LAIZ L.; GONZÁLEZ, J.M.; GARCÍA
Los resultados del presente estudio bibliométri- HERAS, M; VILLEGAS, M.A.; SAIZ-JIMÉNEZ, C.
2006 "Biodeterioration of historic stained glasses from
co confirman que las investigaciones arqueométri- the Cartuja de Miraflores (Spain)", en Internation-
cas sobre vidrios de interés histórico, arqueológico al Biodeterioration & Biodegradation, 58(3-4):
y cultural se han incrementado de forma exponen- 155-161.
116
TERESA PALOMAR SANZ

FERNÁNDEZ NAVARRO, J.M.


2003 El vidrio. CSIC, Madrid, Colec. Textos Universita-
rios. 49,50, 3ª edición.
FIGUEIREDO, M.O.; VEIGA, J.P.; MIRÃO, J.P.
2006 "Modelling the size of red-colouring copper nano-
clusters in archaeological glass beads", en Applied
Physics A: Materials Science & Processing, 83(4):
499-502.
FLEMING, S.J.; SWANN, C.P.
1999 "Roman mosaic glass: a study of production pro-
cesses, using PIXE spectrometry", en Nuclear In-
struments and Methods in Physics Research Sec-
tion B: Beam Interactions with Materials and
Atoms, 150: 622-627.
GORBUSHINA, A.A.; PALINSKA, K.A.
1999 "Biodeteriorative processes on glass: experimental
proof of the role of fungi and cyanobacteria", en
Aerobiologia, 15(3):183-192.
MELCHER, M.; SCHEREINER, M.
2005 "Evaluation procedure for leaching studies on nat-
urally weathered potash-lime-silica glasses with
Medieval composition by scanning electron micro-
scopy", en Journal of Non-crystalline Solids, 351:
1210-1225.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 117-121

EL PAISAJE DE UN RECINTO DE FOSOS: LA PROSPECCIÓN EN TORNO A


“EL CASETÓN DE LA ERA II” (VILLALBA DE LOS ALCORES, VALLADOLID)

Marcos García García


Universidad de Valladolid; mggarcia@fyl.uva.es

RESUMEN

Se presenta a continuación una metodología de prospección destinada a contrastar y a mejorar los da-
tos disponibles en los Inventarios Arqueológicos sobre el área inmediata a “El Casetón de la Era II”, el primer
recinto de fosos excavado en la Submeseta Norte. El objetivo es realizar un análisis locacional con ciertas ga-
rantías que aporte nueva información sobre un tipo de yacimientos que están cambiando muchas de las con-
cepciones existentes sobre la Prehistoria Reciente del Valle medio del Duero.

ABSTRACT

This paper summarizes an archaeological survey methodology aimed to contrast and to improve the
information contained in the Archaeological Inventories about the closest area to “El Casetón de la Era II”, the
first enclosure excavated in the North Meseta. The objective is to do the best with a future locational analysis
that will bring new knowledge about a kind of sites that are changing many of the previous ideas about the
Recent Prehistory in the middle Douro Valley.

Palabras Clave: Prospección. Áreas propicias. Transectos. Yacimientos prehistóricos indeterminados.

Keywords: Archaeological survey. Best suitability places. Survey transects. Indeterminate prehistoric site .

1. Introducción. 2. La prospección de 2007-2008.


Debido al relativo desconocimiento acerca de 2.1. Área de trabajo.
los patrones de asentamiento en el Valle medio del El trabajo de campo del proyecto de Tesis se ha
Duero durante la Prehistoria Reciente, han surgido secuenciado en dos campañas de prospección: la
diversos problemas históricos que, en un principio, primera realizada durante los meses de octubre, no-
llevaron a definir esta zona como un vacío de po- viembre y diciembre de 2007 y las dos últimas se-
blación. Afortunadamente, los trabajos de prospec- manas de febrero de 2008 y la segunda que está
ción y el reciente descubrimiento de casi 50 recin- prevista para otoño de 2008. La primera, se ha rea-
tos de fosos gracias a la fotografía aérea y la exca- lizado en un área de 25 km2, definida por un cua-
vación de uno de ellos, El Casetón de la Era II (Vi- drado de 5 km de lado con centro en “El Casetón
llalba de los Alcores, Valladolid), han aportado de la Era II”. Se trata de aproximadamente un quin-
nuevas perspectivas. Entre ellas se encuentra un to del área de estudio que pretende abarcarse en la
proyecto de Tesis Doctoral que pretende explicar Tesis Doctoral. El sentido de elegir una superficie
cómo se pobló el sector NW de la provincia de Va- menor está en nuestra pretensión de optimizar al
lladolid y SW de Palencia entre el Calcolítico y la máximo la decisiva campaña de otoño de 2008, va-
Primera Edad del Hierro, incidiendo especialmente lorando los métodos y resultados obtenidos en el
en la función de los recintos de fosos y en su arti- área más inmediata a “El Casetón de la Era II”.
culación con los yacimientos coetáneos (GARCÍA
GARCÍA, 2008). La prospección se ha realizado, por tanto, en un
área a caballo entre las provincias de Valladolid y
Dicha Tesis se encuentra aún en una primera Palencia, abarcando dos unidades geoestructurales
fase experimental a la espera de la defensa de nues- bien diferenciadas: la llanura de Tierra de Campos
tro Trabajo de Investigación en el último trimestre y el páramo de los Montes Torozos, de los que “El
de 2008. Lo que aquí presentamos es la metodolo- Casetón de la Era II” ocupa una zona de paso natu-
gía del trabajo de campo seguida para contrastar los ral (Fig. 1).
datos disponibles en los Inventarios Arqueológicos
de Valladolid y Palencia, así como para añadir nue- 2.2. Criterios.
va información para el desarrollo de un análisis lo- Además de hallar los métodos más adecuados,
cacional a nivel aproximativo. esta prospección perseguía tres objetivos principa-
les: hallar nuevos yacimientos, reducir el considera-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
118
MARCOS GARCÍA GARCÍA

ble número de adscripciones como “indetermina- fin de conocer qué cantidad mínima de transectos
dos” y valorar la efectividad de las prospecciones (13 y 2) debían prospectarse. Buscábamos, por
previas. tanto, una certeza aceptable para nuestros propósi-
tos y medios a partir de la aplicación de las siguien-
tes fórmulas estadísticas:

Siendo:
n: cociente de la varianza de la muestra entre la va-
rianza de la población. Es necesaria esta fórmula
para normalizar la variable binomial o dicotómica
(el transecto contiene o no yacimiento).
Z: valor necesario para normalizar la variable, en
este caso usando un test de doble cola (1,96) o, lo
que es lo mismo, significativo con un error de 0,05
(α).
p: probabilidad del caso basada en datos conocidos,
esto es, que el transecto coincida con un yacimien-
to.
1-p: probabilidad de que el caso no tenga lugar, es
decir, que el transecto no coincida con un yaci-
Fig.: 1. Área de prospección. miento.
Con esta meta, la campaña siguió un criterio do- d: margen de error prefijado. En nuestro test se usó
ble: prospección selectiva y muestreo aleatorio. Las 0,2.
áreas seleccionadas respondían, en primer lugar, a
los yacimientos indeterminados y en segundo, a las n’: el tamaño muestral necesario para el error prefi-
zonas más propicias para contener yacimientos, jado (d).
que, teniendo en cuenta los datos del inventario, N: tamaño de la población, esto es, el número total
eran las laderas del páramo tendidas a los valles ex- de transectos.
cavados por los arroyos, nunca a más de 300 me-
tros de éstos. Con esta prospección selectiva se pre- Una vez conocido el tamaño muestral, es decir,
tendía cubrir el objetivo de mejorar las adscripcio- cuántos transectos debíamos prospectar para tener
nes de los 10 yacimientos categorizados como una certeza del 80 %, generamos en una hoja de
Prehistóricos Indeterminados y hallar yacimientos Excel una serie de números aleatorios con la fun-
en aquellas zonas consideradas más atractivas. De ción RANDOM. En el caso del llano elegimos los
igual modo, si las zonas tenidas como propicias 13 primeros números y en el del páramo los 2 pri-
ofrecían mejores resultados que una prospección meros y seleccionamos los transectos coincidentes
aleatoria, cumpliríamos el tercer objetivo de com- con dicho orden. El propósito de este criterio alea-
probar que el criterio selectivo utilizado en pros- torio era hallar nuevos yacimientos y medir las po-
pecciones previas era acertado. sibilidades de hacerlo con criterios estadísticos, ob-
teniendo así una valoración de la validez de los cri-
Por lo que respecta al muestreo aleatorio, el terios selectivos.
área de la prospección se estratificó siguiendo crite-
rios espaciales, resultando tres zonas diferenciadas: 2.3. Fases del trabajo de campo.
el llano, correspondiente a Tierra de Campos, el pá- Tras determinar el área general de prospección
ramo de los Montes Torozos y la ladera de transi- y los criterios que la habrían de guiar, se delimita-
ción. Mientras que la última se reservó para la ron las zonas de trabajo y se preparó toda la docu-
prospección selectiva de áreas propicias, en las mentación y el material necesario (Fig. 2). Para la
otras dos se generó una malla de transectos de 500 documentación arqueológica fue necesaria la con-
x 250 metros, de los que aleatoriamente se eligie- sulta de los datos de los IAP de Palencia y Vallado-
ron 13 en el llano y 2 en el páramo con un intervalo lid y su inclusión en un Sistema de Información
de confianza del 20 %. Para el proceso de selección Geográfica (SIG) que, simplificando, es una base
primero se calculó el tamaño muestral (n’) con el de datos en la que las diferentes capas de informa-
119
EL PAISAJE DE UN RECINTO DE FOSOS: LA PROSPECCIÓN EN TORNO A “EL CASETÓN DE LA ERA II”...

ción temática tienen una representación espacial. A labrados en barbecho o con cultivos apenas creci-
estos datos arqueológicos añadimos los espaciales, dos), se establecía una distancia de entre 25 y 30 m,
sirviéndonos de las hojas 1:10.000 del mapa base si regulares (pastizales, campos recién cosechados)
de Castilla y León en formato digital, disponibles entre 10 y 15 m y si malas (campo cultivado, suelos
en la web del SITCYL (Servicio de Información helados, tierras recién aradas, matorral, cardos) en-
Territorial de Castilla y León) http://www.- tre 5 y 7 m. La estrategia de batida del muestreo
sitcyl.jcyl.es. De esta manera pudimos visualizar la aleatorio exigía, además, la delimitación clara del
realidad arqueológica en su contexto espacial y, transecto en el que se trabajaba, ya que para facili-
con ello, delimitar las áreas de trabajo y realizar tar su supervisión se dividió en 5 calles de 50 m de
mapas más detallados que nos facilitasen el acceso ancho y 500 m de largo donde se repartían los pros-
y la localización de ellas. Con los mismos datos di- pectores. A ello debe añadirse que por los proble-
gitales creamos un Modelo Digital de Elevaciones mas de visibilidad derivados de las nieblas matina-
(MDE) muy básico y lo clasificamos siguiendo cri- les de invierno fue necesario colocar una marca
terios de altura en tres zonas ya mencionadas: lla- cada 100 m de longitud a lo largo de la calle. Todas
nura, páramo y ladera de transición. Con esta clasi- estas divisiones se realizaban mediante la coloca-
ficación pretendíamos que la prospección valorase ción de barras de hierro de algo más de 1 m de altu-
cada área de igual forma independientemente de su ra con una cinta llamativa en lo alto. Para ser preci-
tamaño, ya que en trabajos previos se aprecia que sos, fue necesario dibujar 36 puntos con el SIG y
la ladera tiende a concentrar la mayor parte de ha- trasladarlos al GPS de modo que en el campo die-
llazgos (Almagro- Gorbea y Benito-López, 1993: sen lugar a una división de 5 calles de 50 m con
300-308; Almagro-Gorbea, et al., 1996: 258-259) y marcas cada 100 m. Al igual que en las otras fases,
no quería minusvalorarse su importancia por su los prospectores pasaban sobre el terreno andando
menor extensión. Por ello, nos decantamos por rea- en paralelo y manteniendo la distancia correspon-
lizar una prospección estratificada de la que existen diente hasta cubrir toda la zona de prospección. To-
experiencias similares en Cáceres (Martín Bravo, dos los hallazgos susceptibles de ser prehistóricos
2000). Como se ha comentado, la ladera se reservó eran marcados con unos banderines. Una vez finali-
para la prospección dirigida de áreas propicias, eli- zada la prospección, se revisaban los materiales
giendo aquellas zonas que no habían sido prospec- marcados. La posición de aquellos que se tenían
tadas previamente y que reunían unas condiciones por prehistóricos se recogía en el GPS con un nú-
atractivas para el asentamiento: una ladera saliente mero de tres dígitos y una letra indicando si el útil
sobre el llano y sus valles fluviales, siempre que es- era cerámica (C), industria lítica (L), escoria (E) o
tuviese en un radio de menos de 300 m desde una metal (M). Los materiales que además podían ser-
fuente de agua. El llano y el páramo se destinaron a vir para una adscripción cronológica (bordes, fon-
la prospección por muestreo aleatorio, debido a su dos y decoraciones de cerámica, útiles líticos reco-
mayor tamaño y a su aparente carencia de atractivo nocibles), eran recogidos y se les asignaba una si-
en términos prehistóricos. gla formada por 6 dígitos: día, mes y un número del
00 al 99. Los materiales que no se recogieron co-
Las coordenadas de los yacimientos y de cada
rrespondían a galbos cerámicos sin decoración y a
área de prospección fueron introducidas en un GPS
restos de talla. En el caso de que se apreciase una
modelo “Garmin Etrex Legend” gracias al progra-
concentración importante de un mismo tipo de ma-
ma “GPS TrackMaker”, que aseguraba una mayor
teriales, se delimitaba el perímetro con el GPS para
precisión de uso, pues la información podía trasva-
obtener un polígono del área de concentración.
sarse directamente del programa SIG al de GPS y
Nuestro criterio para considerar la existencia de un
viceversa.
área de concentración se fijó en 4 o más ítems sepa-
El trabajo de campo se ha realizado en tres fa- rados entre sí por no más de 2 m.
ses coincidiendo con cada criterio de prospección.
La información del trabajo de campo se regis-
La revisión de los yacimientos con adscripción de
traba en unas fichas prediseñadas que conformaban
“prehistórico indeterminado” se realizó entre el 29
un diario. En él se recogía el área que iba a ser
de octubre y el 6 de noviembre de 2007, la de los
prospectada, el número de prospectores, la fecha, la
transectos aleatorios entre el 19 de noviembre y el
hora de inicio y de fin, los materiales recogidos, las
20 de diciembre de 2007 y la de áreas propicias en-
posiciones GPS tomadas y las condiciones de visi-
tre el 18 de febrero y el 4 de marzo de 2008. Las
bilidad, así como algunos croquis del terreno cuan-
tres fases tuvieron una metodología de trabajo co-
do la perceptibilidad no era uniforme. A estas fi-
mún. El primer paso era la localización del área de
chas las acompañaban otras para cada posición de
prospección usando los mapas y el GPS. Una vez
GPS, indicando fecha, hora, tipo de levantamiento
identificada, los prospectores se repartían en línea
(punto o área), coordenadas y número de satélites
con una distancia que dependía de las condiciones
disponibles. Se trataba, por tanto, de un registro de
de perceptibilidad del suelo. Si eran buenas (suelos
120
MARCOS GARCÍA GARCÍA

seguridad, pues toda la información recogida con el enfermedades, exámenes, etc. se ha visto reducido
GPS se almacena de forma automática en la memo- a 4 de media total. De los puntos recogidos con
ria. No obstante, estas fichas han sido de gran utili- GPS se ha hecho una criba en el laboratorio para
dad en el procesado de los datos. Finalmente, se eliminar materiales que se tenían por prehistóricos
han incluido en el SIG cuantos elementos eran ne- y que finalmente se han identificado como medie-
cesarios para el análisis arqueológico (posiciones vales (algunas cerámicas) y modernos (escorias).
de los materiales, límites de actuación) y la correcta Entre los materiales modernos cabría destacar una
valoración de la metodología de prospección (capas moneda resellada de VIII maravedís acuñada al
de perceptibilidad, cubierta vegetal, horas de traba- principio del reinado de Felipe III (1608). Así, po-
jo, distancia recorrida, etc.). Los resultados arqueo- seemos un total de 163 puntos correspondientes
lógicos están destinados al análisis locacional y ne- con material prehistórico y 5 áreas de concentra-
cesitan más espacio del que disponemos aquí. En ción. Mientras que éstas se reparten casi equitativa-
consecuencia, remitimos al Trabajo de Investiga- mente, 3 en la zona de alta perceptibilidad y 2 en la
ción que será defendido en el Departamento de de media, los hallazgos individuales demuestran
Prehistoria de la Universidad de Valladolid antes cómo ha influido la perceptibilidad del terreno: en
de que acabe el año. Recogemos aquí, de forma las zonas catalogadas como de buena perceptibili-
breve, los resultados en términos de metodología o dad se han hallado 71 puntos (44% del total), en las
calidad de la prospección. de media 83 (51%) y en las de baja 9 (6%). Sin em-
bargo, la razón de la extraña diferencia entre los
hallazgos en áreas de alta y media perceptibilidad
no está en una diferencia de tamaño, dado que las
tierras con mejores condiciones para los hallazgos
son mayores (178,72 ha frente a 91,78). La explica-
ción a nuestro juicio está en que durante la primera
fase de la prospección, la revisión de yacimientos
indeterminados, las condiciones fueron buenas
siempre (99,99%) y esto coincidió con el periodo
de formación de 4 de los prospectores. Para la se-
gunda fase, el muestreo aleatorio, el equipo poseía
una experiencia mayor y pudo enfrentarse con ma-
yores garantías a unas condiciones distintas pues la
superficie con perceptibilidad media era la más ex-
tensa con el 49%, mientras que la buena representa-
ba el 36% y la nula el 16%. La experiencia de los
prospectores, por tanto, puede llegar a imponerse a
unas malas condiciones ambientales. Entre ellas la
luz ha desempeñado un importante papel, pues
mientras la media general de trabajo se sitúa entre
Fig.: 2. Marco de la prospección con los 3 estratos espa- las 10:52 y las 12:02 de la mañana, la mayor parte
ciales y las zonas seleccionadas según los tres criterios:
áreas propicias (blanco), yacimientos indeterminados
de los hallazgos se concentran entre las 11:00 y las
(gris) y muestreo aleatorio (negro). 12:30, coincidiendo con una posición más central
del sol. Debemos añadir también causas fisiológi-
3. Resultados metodológicos.
cas a ese horario, dado que coincide con las horas
El total de área seleccionada para la prospec- inmediatas al descanso (entre 10:30 y 11:00), cuan-
ción ascendía a 350,32 ha, de ellas se han prospec- do los prospectores estaban en las mejores condi-
tado 270,55 ha (77%) debido a que se obviaron zo- ciones físicas y su vista se había habituado al terre-
nas de nula visibilidad en el muestreo aleatorio (8% no tras dos horas de inspección previa.
del área inicial) y zonas de difícil acceso y baja vi-
sibilidad en el caso de la prospección de áreas pro- 4. Conclusiones.
picias (15%). El tiempo total empleado en la pros- Finalmente, y sin poder detenernos como qui-
pección asciende a 38 horas y 51 minutos. En este siéramos, apuntaremos brevemente unas primeras
cálculo no se tiene en cuenta el tiempo empleado conclusiones sobre cada uno de los criterios.
en logística: transporte, descansos, preparación de
En primer lugar, la prospección dirigida a luga-
transectos, localización de sitios, colocación sobre
res propicios no ha deparado ni un solo hallazgo.
el terreno. Dicho de otro modo, por cada hora de
La razón a tan desilusionante desenlace puede ser
trabajo se han prospectado 6,96 ha de media. Esto
doble: la incidencia de los equipos prospectores
realizado con un equipo que idealmente debía tener
previos en esta zona auguraba que debía aceptarse
5 miembros pero que por fluctuaciones debidas a
que no había sitios de no haberse localizado ya; o,
121
EL PAISAJE DE UN RECINTO DE FOSOS: LA PROSPECCIÓN EN TORNO A “EL CASETÓN DE LA ERA II”...

simplemente, se ha omitido un elemento fundamen- ción no sería posible sin la ayuda y supervisión de
tal en la caracterización de áreas propicias. Tras re- mis dos directores, Germán Delibes de Castro y
visar trabajos historiográficos previos (Rojo Gue- César Parcero Oubiña, a los que desde aquí quiero
rra, 1985; San Miguel Maté, 1993; García Barrios, expresar mi agradecimiento.
2007) nos hemos decidido por la segunda opción
De igual modo la planificación de la prospec-
tras haber constatado que el viento es un factor fun-
ción, especialmente el muestreo aleatorio, debe mu-
damental en nuestra región de trabajo. La propia
cho a Antonio Uriarte González, maestro y amigo
experiencia en el campo y las indagaciones biblio-
al que nunca estaré suficientemente agradecido.
gráficas nos informan de que los vientos del N y
del NW son fuertes, fríos y frecuentes, por lo que El trabajo de campo ha llegado a buen término
en futuras prospecciones deberemos tener en consi- gracias a la colaboración de muchos alumnos de
deración que las localizaciones propicias deben es- Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de Va-
tar al abrigo de ellos. lladolid. No hay espacio para incluirlos a todos, por
lo que quiero significar mi agradecimiento a las
Por lo que respecta a la revisión de los yaci-
cuatro integrantes del equipo habitual con las que
mientos prehistóricos indeterminados, los resulta-
he compartido las frías y duras mañanas de Castilla
dos han sido muy satisfactorios. Gracias a la locali-
de manera sorprendentemente agradable: Beatriz
zación de 55 puntos y a un área de concentración
Bermejo, Leticia González, Virginia Lois y Sandra
de materiales hemos conseguido redefinir la exten-
Ortega.
sión de muchos y cambiar la adscripción cronológi-
ca de 5 de los 10 iniciales. De ese modo hemos eli- Finalmente, y no en orden de importancia, mi
minado uno de ellos como prehistórico y hemos ca- gratitud y cariño a Victoria Recio por sus consejos
tegorizado un yacimiento como Calcolítico, dos y correcciones a este artículo.
como Bronce Antiguo y un cuarto como doble ocu-
pación calcolítica y del Bronce Medio.
6. Bibliografía.
En cuanto a los transectos, 9 de los 15 seleccio-
ALMAGRO-GORBEA, M. y BENITO-LÓPEZ, J. E.
nados contenían materiales, sumando un total de 1993 "La prospección arqueológica del valle del Tajuña.
108 puntos y 4 áreas de concentración. Todos los Una experiencia teorico-practica de estudio territo-
hallazgos se concentran en el llano, lo que parece rial en la Meseta", en Complutum, 4: 297-310.
ALMAGRO-GORBEA, M., et al.
indicar que la suposición de que los Montes Toro- 1996 "Control de calidad de resultados en prospección
zos fueron un vacío poblacional podría no estar de- arqueológica", en Complutum, 7: 251-264.
sencaminada. En cualquier caso, pretendemos cen- GARCÍA BARRIOS, Á. S.
2007 Los inicios de la Edad del Cobre en el Valle medio
trarnos ahora en buscar elementos diferenciadores del Duero: una aproximación a los modos de vida
que pudiesen haber servido de reclamo para el ser en el centro de la Meseta en los albores de la meta-
humano y que maticen la aparente imagen de este- lurgia, Tesis Doctoral inédita presentada en el De-
partamento de Prehistoria, Arqueología, Antropolo-
rilidad del páramo. Los humedales y las charcas gía Social y Ciencias y Técnicas Historiográficas
temporales que hoy están desapareciendo pudieron de la Universidad de Valladolid.
ser lugares muy atractivos en la Prehistoria y por GARCÍA GARCÍA, M.
2008 "La ocupación del valle del Duero en la Prehistoria
ello serán tenidas en cuenta para la siguiente cam- Reciente: los Recintos de Fosos", en CELESTINO
paña. PÉREZ, S. y MAYORAL HERRERA, V. (ed.):
Actas de V Simposio de Arqueología de Mérida:
En cualquier caso, la conclusión fundamental Los SIG y el análisis arqueológico del territorio.
de este trabajo es la constatación de que los datos Mérida: Instituto de Arqueología de Mérida. (e. p.).
MARTÍN BRAVO, A. M.
de los que disponemos en los Inventarios Arqueo- 2000 "Megalitismo y paisaje en la cuenca extremeña del
lógicos están determinados por una metodología de Tajo", en Extremadura arqueológica, 8(Ejemplar
prospección dirigida a hallar el mayor número de dedicado a El megalitismo en Extremadura, home-
naje a Elías Díeguez Luengo): 81-90.
yacimientos lo antes posible para ponerlos bajo ROJO GUERRA, M. Á.
protección de la Administración. Sin dejar de ser 1985 Edad del Bronce y Primer Hierro en la Tierra de
loable y necesario, este criterio sesga una realidad Campos palentina: 1.- Antigua Cuenca de la Nava,
Memoria de Licenciatura inédita presentada en el
arqueológica ya de por sí incierta, dificultando la Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antro-
labor del investigador. La metodología aquí presen- pología Social y Ciencias y Técnicas Historiográfi-
tada puede ser a la vez útil tanto para valorar la in- cas de la Universidad de Valladolid.
SAN MIGUEL MATÉ, L. C.
formación disponible como para mejorarla. 1993 "El poblamiento de la Edad del Hierro al occidente
del valle medio del Duero", en ROMERO CARNI-
5. Agradecimientos. CERO, F., et al. (ed.): Arqueología Vaccea. Estu-
El proyecto de investigación del que forma par- dios sobre el mundo prerromano en la Cuenca me-
dia del Duero. Valladolid: Consejería de Cultura y
te este trabajo se inscribe dentro del programa de Turismo, Junta de Castilla y León. 21-65.
becas para Formación de Profesorado Universitario
del Ministerio de Ciencia e Innovación. Su realiza-
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 123-128

LA CAPA PATRIMONIAL DE LA IDEE. IMPORTANCIA DEL PATRIMONIO AR-


QUEOLÓGICO COMO CAPA INTEROPERABLE

Mª Aránzazu Respaldiza Hidalgo


Grupo Mercator LatinGEO, Universidad Politécnica de Madrid;
arespaldiza@topografia.upm.es

RESUMEN

Naturalmente el patrimonio tiene unas características intrínsecas básicas de la que debemos tener pre-
sente la singularidad de su espacialidad. Encontramos el Patrimonio dentro del entramado de la realidad, don-
de cada una de sus manifestaciones se encuentran en un espacio concreto y ese hecho les concierne su vulne-
rabilidad dentro de la Ordenación del Territorio, haciendo su aparición figuras de protección y gestión del Pa-
trimonio a nivel estatal y autonómico. Encontramos como objetivo básico para que las IDEs patrimoniales
sean una realidad, buscar las confluencias dentro de las distintas iniciativas, tanto a nivel institucional como
de investigación, así como plantear las IDEs como una herramienta necesaria de cara a la conservación y ges-
tión del Patrimonio.

ABSTRACT

Heritage has certain intrinsic basic qualities, among which the singularity of its location stands out.
We find that our Heritage is embedded in the everyday. This fact, its coexistence with daily life, makes it vul-
nerable among the necessary activities in spatial planning and leads to the apparition of legal and physical
measures to protect and manage Heritage on a national and regional level. To make the Heritage layer a reali-
ty, we must search for its intersection among several initiatives, both in public institutions and in research. It is
also necessary to analyze its potential as a tool to preserve and manage Heritage.

Palabras Clave: Patrimonio Arqueológico. INSPIRE. IDEE. Interoperabilidad.

Keywords: Archaeological Heritage. INSPIRE. National SDI of Spain. Interoperability.

1. Introducción. el año 1992 “es el de proteger el Patrimonio Arque-


Buscamos la interacción entre el Patrimonio Ar- ológico como fuente de memoria colectiva europea
queológico y la sociedad, es decir, que planteemos y como instrumento de estudio histórico y científi-
formas de reconstrucción de pasado accesibles to- co”, así el Patrimonio Arqueológico ha pasado de
dos los componentes de la sociedad. El Catálogo ser un “testimonio de épocas y de civilizaciones pa-
patrimonial georreferenciado e interoporable es una sadas”, a convertirse en la “fuente de memoria co-
propuesta constructiva que se inserta dentro de las lectiva europea e instrumento de estudio histórico
inercias homogeneizadoras que permite conservar y científico” (Art. 1. 1).
la diversidad cultural. La Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Espa-
2. Definición de Patrimonio Arqueológico. ñol dice que “... forman parte del Patrimonio His-
tórico Español los bienes muebles o inmuebles de
La Carta Internacional para la Gestión del Pa-
carácter histórico, susceptibles de ser estudiados
trimonio arqueológico dice que el “patrimonio ar-
con metodología arqueológica, hayan sido o no ex-
queológico representa la parte de nuestro patrimo-
traídos y tanto si se encuentran en la superficie o
nio material para la cual los métodos de la Arque-
en el subsuelo, en el mar territorial o en la plata-
ología nos proporcionan la información básica.
forma continental. Forma parte, asimismo de este
Engloba todas las huellas de la existencia del hom-
patrimonio los elementos geológicos y paleontoló-
bre y se refiere a los lugares donde se ha practica-
gicos relacionados con la historia del hombre y
do cualquier tipo de actividad humana, a las es-
sus orígenes y antecedentes” (Ley 16/1985 Art.
tructuras y los vestigios abandonados de cualquier
40]).
índole, tanto en la superficie, como enterrados, o
bajo las aguas, así como al material relacionado Dentro de las categorías de Patrimonio se en-
con los mismos” (Carta 1990: 2). cuentra la Zona Arqueológica, que es el lugar o pa-
raje natural donde existen bienes muebles o inmue-
El objetivo que marcó el Convenio Europeo
bles susceptibles de ser estudiados con metodología
para la Protección del Patrimonio Arqueológico
arqueológica, hayan sido o no extraídos y tanto si
aprobado en Londres en 1969 y que fue revisado en
se encuentran en la superficie, en el subsuelo o bajo

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
124
Mª ARÁNZAZU RESPALDIZA HIDALGO

las aguas españolas. Zonas arqueológicas declara- 3. Legislación aplicable.


das bienes inmuebles son la Cueva de Altamira, los La UNESCO a través de ICOMOS (Internatio-
restos de las ciudades de Italica (Sevilla) y Tiermes nal Council on Monuments and Sites) propone re-
(Soria), y bienes muebles la dama de Elche y el te- comendaciones de las necesidades del Patrimonio,
soro del Carambolo. su medio de conservación y su difusión. La Carta
2.1. Características del Patrimonio Arqueológi- Internacional para la Gestión del Patrimonio arque-
co. ológico se dice que: “La protección del patrimonio
arqueológico debe constituir una obligación moral
Georreferenciable
para cada ser humano. Pero también es una res-
“Las huellas” a las que hace referencia la defi- ponsabilidad pública colectiva. Esta responsabili-
nición de Patrimonio Arqueológico de la Carta In- dad debe hacerse efectiva a través de la adopción
ternacional señalan la materialidad del mismo, éstas de una legislación adecuada y mediante la provi-
tienen una delimitación espacial que se puede geo- sión de fondos suficientes para financiar progra-
rreferenciar. Al incoar el expediente de declaración mas que garanticen una gestión eficaz del patrimo-
de BIC se georreferencia el mismo, y con su publi- nio arqueológico. La legislación debe exigir un
cación oficial, por el organismo competente, se ha- mantenimiento correcto y una conservación satis-
cen públicos todos sus datos garantizando su pro- factoria del patrimonio arqueológico y proveer los
tección y poniendo en marchas estrategias de difu- medios para ello” (Carta 1990 2-3).
sión para su puesta en valor.
El Estado español tiene vigente desde 1985 la
Protegible Ley 16/1985 de 25 de junio de Patrimonio Históri-
co Español. La descentralización en las competen-
“La declaración de un conjunto histórico, sitio
cias culturales del Estado español, permite que las
histórico o zona arqueológica, como bienes de in-
Comunidades Autónomas legislan en relación al
terés cultural, determinará la obligación para el
Patrimonio histórico. El Estado transfiere las com-
municipio o municipios en que se encontraren de
petencias sobre el Patrimonio histórico a excepción
redactar un Plan especial de protección del área
de la recopilación de toda la información para su
afectada por la declaración u otro instrumento de
difusión y el expolio. Esta descentralización de la
planeamiento de los previstos en la legislación ur-
legislación relativa al Patrimonio produce una dis-
banística que cumpla en todo caso las exigencias
paridad en las denominaciones de las figuras de
en esta Ley establecidas. La aprobación de dicho
protección que se corresponden con distintas cate-
Plan requerirá el informe favorable de la Adminis-
gorías legales: Patrimonio Español, Patrimonio
tración competente para la protección de los bie-
Histórico Español, Bien de Interés Cultural, Bien
nes culturales afectados. Se entenderá emitido in-
Cultural de Interés Nacional (Cataluña), Bienes Ca-
forme favorable transcurridos tres meses desde la
lificados (País Vasco), etc.; y estas figuras BIC a su
presentación del Plan. La obligatoriedad de dicho
vez se catalogan en: Monumento histórico, Jardín
Plan no podrá excusarse en la preexistencia de
histórico, Conjunto histórico, Sitio histórico y Zona
otro planeamiento contradictorio con la protec-
arqueológica.
ción, ni en la inexistencia previa de planeamiento
general” (Ley 16/1985 Art. 20). 4. Definición sucinta de la IDE.
Vulnerable Se suele usar el término “Infraestructura de
Datos Espaciales” (IDE) para indicar la acumula-
El régimen general de protección de los yaci- ción importante de tecnologías, normas y planes
mientos arqueológicos de la Ley 16/1985 prevé que institucionales que facilitan la disponibilidad y el
todos estén protegidos, se encuentren o no catalo- acceso a datos espaciales. La IDE provee una base
gados, siendo la presunción de su existencia la cla- para el descubrimiento de datos espaciales, con
ve para la universalización de la tutela. Varias leyes evaluación y aplicación para usuarios y proveedo-
autonómicas profundizan este principio cautelar res a todos los niveles gubernamentales, para el
como Andalucía con las Zonas de Servidumbre Ar- sector comercial, instituciones no lucrativas, sec-
queológica (Art. 48), Cataluña con los Espacios de tor académico y público en general” (Recetario
Protección Arqueológica (Art. 49), Aragón con las 2001 7).
Zonas de Prevención: “espacios donde se presuma
fundamentalmente la existencia de restos arqueo- La definición de una IDE es básicamente tecno-
lógicos o paleontológicos” (Ley 1999 Art. 68). EL lógica, ya que la presenta como una red descentrali-
problema de la presunción es inaplicable y como zada de servidores, que incluye datos y atributos
consecuencia ineficaz como señalan Querol y Mar- geográficos; metadatos; métodos de búsqueda, vi-
tínez en su libro La gestión del Patrimonio Arqueo- sualización y valoración de los datos, tanto catálo-
lógico en España (Querol y Martínez, 1996). gos, como cartografía en red, y algún mecanismo
para proporcionar acceso a los datos espaciales.
125
LA CAPA PATRIMONIAL DE LA IDEE. IMPORTANCIA DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO COMO CAPA...

Una perspectiva organizativa sería más útil para dad de participantes y destinatarios supone una se-
describir la IDE como un conjunto básico de tecno- rie de condicionantes previos, que pueden resumir-
logías y políticas para facilitar la disponibilidad y se en los siguientes:
acceso a la información espacial, el mantenimiento
• Ofrecer flexibilidad en los modelos de datos,
de un entorno resolutorio y sostenido que garantice
qué información incluir sobre cada uno de
el funcionamiento. Una IDE puede implementarse
ellos y cómo organizarla.
tanto por organismos privados, como por servicio • Posibilitar de trabajo con bases de datos hete-
público que garantice la calidad de la información. rogéneas.
4.1. Las capas de información. • Usar de diferentes sistemas operativos.
Las capas de información son de tipo muy di- • Gestionar de la información sobre su ámbito
verso: cartografía a diversas escalas, datos de pla- geográfico.
neamiento, medio ambiente, catastro, direcciones • Garantizar perdurabilidad y actualización, me-
diante el seguimiento de las recomendaciones
postales, divisiones administrativas, agricultura,
técnicas del World Wide Web Consortium y el
etc. Puede haber capas de información mucho más
uso de estándares internacionales en todos los
ricas o conocidas que otras, así la información se
campos de trabajo.
estructura a distintos niveles, y esta distribución tie-
• Bajar el coste de implantación potenciando del
ne además estructurados su meta información. Se
uso de software libre.
trata de que la información se estructure en distin-
• Posibilitar de crecimiento del sistema: continua
tos niveles de agregación, de manera aditiva. carga de información e incorporación de otros
Capas de referencia. proyectos.
Responsables de la información.
En la propuesta de la iniciativa europea INSPI-
RE han definido los temas que deben ser considera- La propia Ley describe al propio Estado como
dos como Datos de Referencia de una Infraestruc- máximo responsable de la información: “Adminis-
tura de Información Espacial de la Comunidad tración del Estado adoptará las medidas necesa-
(véase Anexos I y II de la Directiva). Estos temas rias para facilitar su colaboración con los restan-
son: Sistema de coordenadas, cuadrículas geográfi- tes poderes públicos y la de éstos entre sí, así como
cas, nombres geográficos, unidades administrati- para recabar y proporcionar cuanta información
vas, redes de transporte, hidrografía, lugares prote- fuera precisa” (Ley 16/1985 Art. 2).
gidos, elevación, identificadores de propiedad, par- 5. Necesidad de la capa patrimonial de la
celas catastrales, cubierta terrestre y ortoimágenes. IDEE.
Además de estos datos que la iniciativa proponen la
Es necesaria la incorporación de todos los datos
Información Geográfica genera capas temáticas:
de la capa patrimonial en la IDEE (www.idee.es)
vegetación, geología, clima o tráfico, entre otros.
para “... garantizar la conservación del Patrimonio
La propia iniciativa propone los datos de lugares
Histórico Español, así como promover el enriqueci-
protegidos como datos a incluir en una Infraestruc-
miento del mismo y fomentar y tutelar el acceso de
tura de Datos Espacial de la Comunidad. Según
todos los ciudadanos a los bienes comprendidos en
INSPIRE: “Lugares protegidos: Zonas designadas
él. Asimismo, de acuerdo con lo dispuesto en el ar-
o gestionadas dentro de un marco legislativo inter-
tículo 149.1.28 de la Constitución, la Administra-
nacional, comunitario o propio de los Estados
ción del Estado protegerá dichos bienes frente a la
miembros, para la consecución de unos objetivos
exportación ilícita y la expoliación” (Ley 16/1985
de conservación específicos”.
Art. 2).
La capa patrimonial. Sus características.
5.1. Ventajas de su existencia.
Siguiendo la directiva INSPIRE (www.ec- Interoperabilidad de la información.
gis.org/inspire) la capa patrimonial ha de ser una
capa de referencia dentro de la Infraestructura de Una de las cuestiones fundamental es el uso de
Datos Espaciales de la Comunidad. La documenta- directrices internacionales en el diseño y desarrollo
ción patrimonial tiene que integrarse en los proyec- para permitir su inclusión en redes de ámbito geo-
tos de normalización documental que suponen el gráfico más amplio.
diseño e imposición de una estructura rígida de da- Gestión ubicua.
tos (ficha de catalogación o inventario) y unas de-
terminadas herramientas informáticas, pero la di- La existencia de la capa permitirá a las autori-
versidad de los destinatarios y la heterogeneidad de dades, entidades públicas, privadas y la ciudadanía
la información y sus formatos de almacenamiento, participar activa o pasivamente en la gestión del pa-
requieren una solución más flexible, que además trimonio. Se pueden proyectar probables situacio-
resulta factible con la tecnología actual. La diversi- nes de riesgo que se estarán viendo en un futuro in-
126
Mª ARÁNZAZU RESPALDIZA HIDALGO

mediato, aprovechando las experiencias de otras si- Español, la recuperación de tales bienes cuando
tuaciones similares, estudiadas por las Instituciones hubiesen sido ilícitamente exportados y el inter-
y el ámbito Académico, y garantizar, así, la preser- cambio, respecto a los mismos, de información cul-
vación cultural. La capa patrimonial puede contri- tural, técnica y científica con los demás Estados y
buir a la toma de decisiones para preveer, adminis- con los Organismos internacionales, de conformi-
trar y mitigar los efectos de las acciones sobre la dad con lo establecido en el artículo 149.1, núme-
preservación del patrimonio. ro 3 de la Constitución. Las demás Administracio-
nes competentes colaborarán a estos efectos con la
El impacto de la capa a nivel nacional se verá
Administración del Estado” (Ley 16/1985 Art. 2).
materializado en términos de que la estructura ad-
ministrativa del Estado, muestra una capacidad de 5.2. Inconvenientes de su existencia.
respuesta preventiva, para proteger el patrimonio, Encontramos pocos inconvenientes a la existen-
ya que podrá disponer de una herramienta digital cia de esta capa patrimonial. Podría plantearse las
en red, que potencie las actuales capacidades exis- limitaciones de acceso a dicha información para
tentes en cuanto a gestión y en los procesos de prevenir el expolio, pero a su vez su puesta en va-
toma de decisiones en situaciones de riesgo, evitan- lor y participación ciudadana son políticas partici-
do depender en forma exclusiva de los sistemas pativas en la protección del Patrimonio ya que son
convencionales. agentes en la lucha para erradicar el expolio cuando
Protección del patrimonio. está produciéndose o es una medida de salvaguarda
en la concienciación de que el Patrimonio es Nues-
“La protección del patrimonio exige un funda- tro.
mento más amplio de competencias y conocimien-
tos profesionales y científicos. Algunos elementos 6. Iniciativas necesarias.
del patrimonio arqueológico forman parte de es- 6.1. Iniciativas institucionales.
tructuras arquitectónicas y, en este caso, deben es- El Estado tiene en su mano continuar con las
tar protegidos de acuerdo con los criterios relati- estrategias que protección, conservación y difusión
vos al patrimonio de ese género estipulados en la del patrimonio que están siendo marcada en la apli-
Carta de Venecia de 1964 sobre restauración y cación de la Ley 16/1985. Uniéndolo, así mismo,
conservación de monumentos y lugares de interés las diversas iniciativas locales, regionales, estatales
histórico-artístico; otros, forman parte de tradicio- y las directivas europeas, buscando la suma de las
nes vivas de la población autóctona cuya partici- mismas, y aprovechar a los avances en otras disci-
pación, a través de grupos locales de carácter cul- plinas que propician a desarrollar nuevas estrate-
tural, resulta esencial para su protección y conser- gias de difusión. Como describe la propia Directi-
vación./ Por éstas y otras razones, la protección va: “INSPIRE no supondrá el lanzamiento de un
del patrimonio arqueológico debe basarse en una gran programa de recogida de datos espaciales en
colaboración efectiva entre especialistas de múlti- los Estados miembros. Su objetivo es más bien op-
ples y diversas disciplinas. Exige también la coo- timizar la explotación de datos ya disponibles, exi-
peración de las instancias de la Administración, de giendo que la información espacial existente sea
investigadores, de empresas privadas y del gran documentada, que se pongan en práctica servicios
público. Por consiguiente, esta carta establece destinados a mejorar la accesibilidad e interopera-
unos principios aplicables a los distintos sectores bilidad de los datos, y que se atienda a los obstá-
relacionados con la gestión del patrimonio arque- culos que entorpecen la utilización de los mismos.
ológico. Incluye las obligaciones de las adminis- INSPIRE preparará el camino para una armoniza-
traciones públicas y de los legisladores, las reglas ción progresiva de los datos espaciales en los Es-
profesionales aplicables a la labor de inventario, a tados miembros” (Propuesta INSPIRE 2004 3).
la prospección, a la excavación, a la documenta-
6.2. Iniciativas académicas.
ción, a la investigación, al mantenimiento, a la
conservación, a la preservación, a la restitución, a Es imprescindible que se aborde el trabajo so-
la información, a la presentación, al acceso y uso bre el Patrimonio Arqueológico, entendiéndolo
público del patrimonio arqueológico, así como la como una labor multidisciplinar que además de in-
definición de las cualificaciones adecuadas del cluir a la Arqueología y a la Historia, también inte-
personal encargado de su protección” (Carta 1990 gra a otras muchas disciplinas que han ido aportan-
1). do sus métodos y técnicas al estudio del Patrimonio
Arqueológico (Geología, Zoología, Botánica, Quí-
Difusión del patrimonio. mica, Antropología, Física), así como la incorpora-
“A la Administración del Estado compete igual- ción de las nuevas Tecnologías de la Información.
mente la difusión internacional del conocimiento Además sería deseable que existieran configu-
de los bienes integrantes del Patrimonio Histórico rasen programas de investigación en los cuáles se
127
LA CAPA PATRIMONIAL DE LA IDEE. IMPORTANCIA DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO COMO CAPA...

insertaran todos los trabajos que sobre el Patrimo- que, desde el ámbito internacional hasta el local.
nio Arqueológico actuaran en un ámbito regional
La creación de una Lista de Patrimonio Euro-
determinado pero, teniendo en cuenta que, de cara
peo es una iniciativa destinada a impulsar la dimen-
a avanzar en el estudio y la constatación de estos,
sión europea de los bienes culturales: los monu-
se crearan foros de discusión y debate en torno a
mentos, los enclaves naturales o urbanos y los luga-
los distintos programas de investigación que se lle-
res que han desempeñado un papel esencial en la
ven a cabo en los distintos niveles. De esta forma,
Historia común y en el Patrimonio europeo. A tra-
intentaríamos corregir la tendencia actual propi-
vés de ella se quiere fomentar la difusión, protec-
ciando nuevos marcos de explicación más amplios
ción y preservación del rico patrimonio europeo, al
y generales en los cuales se inserten e imbriquen
tiempo que se subraya la importancia de éste para
los resultados de las distintas investigaciones efec-
un mejor conocimiento de la Historia del continen-
tuadas en ámbitos territoriales menores.
te. El patrimonio cultural es uno de los elementos
6.3. Otras iniciativas. fundamentales de nuestra identidad, y la Europa de
“Cualquier persona podrá solicitar la incoa- hoy es el fruto del continuo intercambio y del diá-
ción de expediente para la declaración de un bien logo que se ha venido produciendo entre los distin-
de interés cultural. El organismo competente deci- tos territorios a lo largo de los siglos. La iniciativa
dirá si procede la incoación. Esta decisión y, en su de crear una Lista de Patrimonio Europeo fue lan-
caso, las incidencias y resolución del expediente zada en Granada en abril de 2006 por los Ministros
deberán notificarse a quienes lo instaron” (Ley de Cultura de Francia, Hungría y España en el En-
16/1985 Art. 10). Resaltar por tanto que es funda- cuentro “Europa por el diálogo Intercultural”. Po-
mental la participación desde cualquier sector y cos días después fue presentada en el Consejo de
para ello es necesario retroalimentar el sistema para Ministros de Cultura de la Unión Europea e incor-
que toda persona sienta que está en su mano el po- porada a la Agenda europea. En el futuro se preten-
der llevar a cabo este tipo de acciones, integrar en de ir aumentando la lista con nuevas incorporacio-
su cotidianidad el patrimonio. nes y crear una red que englobe todos los lugares
designados Patrimonio Europeo con el fin de desa-
Por último, y no por ello menos importante el rrollar actividades culturales de forma conjunta.
estudio y tratamiento del Patrimonio Arqueológico
tiene que trasciende de lo meramente académico y Para propiciar la convergencia europea se nece-
científico, ya que el Patrimonio Arqueológico es un sita crear una estructura de gestión integral del Pa-
producto de la actividad humana y por ello pertene- trimonio Arqueológico que vaya desde el ámbito
ce a toda la humanidad. El Patrimonio Arqueológi- internacional al local. Estructura de gestión ésta
co no puede ser un elemento reservado a las élites que, ajustándose a las distintas realidades jurídico-
sino que debe ser propiedad de toda la humanidad. políticas de los países, permita la transparencia de
las actividades sobre el Patrimonio Arqueológico
7. Conclusiones. así como su vigilancia. Se puede decir que, todo lo
En la construcción de la identidad europea se si- anterior no es posible sin la existencia de estructu-
túa al Patrimonio Arqueológico como resto mate- ras de gestión solventes, eficaces y suficientes para
rial donde “leer” los vestigios del pasado que nos atender las necesidades del Patrimonio Histórico en
“hablan” de esa identidad común, que nos une y a general y del Patrimonio Arqueológico en particu-
la vez nos diferencia del resto. Para todo esto es ne- lar, Patrimonio que es parte esencial de la memoria
cesario contar con una legislación que realmente colectiva de las sociedades existentes y de la Histo-
afronte el tratamiento del Patrimonio Arqueológico ria de la Humanidad.
desde la integridad que éste requiere. Entenderlo,
no como una mercancía sobre la cuál se sustentan 8. Agradecimientos.
las explicaciones del pasado que en cada momento A Miguel Ángel Bernabé y Mayte Manrique
conviene transmitir socialmente, sino como una por su dedicación en la puesta en marcha de la pro-
fuente de información no renovable y, por ello, que puesta de investigación. Y a Carmen Rallo y Mar
debe ser tratada con cuidado, afrontando el estudio Zamora por su apoyo a la propuesta de trabajo que
de éste con las máximas garantías de solvencia ven vital para la investigación y puesta en valor de
científica y metodológica. El Patrimonio Arqueoló- Patrimonio arqueológico español.
gico, como bien consumible y patrimonio del con-
junto de la Humanidad, debe ser fruto de una plani-
9. Bibliografía.
ficación y control de las actividades que se ejercen
2007 Directiva 2007/2/ce del Parlamento Europeo y del
sobre él y de todas aquellas actividades que, directa Consejo, de 14 de marzo de 2007, por la que se es-
o indirectamente, pudieran afectarle. Por supuesto, tablece una infraestructura de información espa-
la responsabilidad de esta planificación y control cial en la Comunidad Europea (Inspire).
NEBERT, DOUGLAS D.
recae sobre aquellas instituciones y organismos 2001 El Recetario IDE (The SDI Cookbook) (Recetario
128
Mª ARÁNZAZU RESPALDIZA HIDALGO

para las Infraestructuras de Datos Espaciales).


The SDI Cookbook. Version 2.0
QUEROL, M.A.; MARTÍNEZ, B
1996 La gestión del Patrimonio Arqueológico en Espa-
ña. Madrid: Alianza. 438.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 129-134

ARQUEOLOGÍA DE LOS PARAMENTOS EN LAS ISLAS CHAFARINAS

Cristina Tejedor Rodríguez


Departamento de Prehistoria, Universidad de Valladolid;
tejedor.cristina@gmail.com
Sonia Gámez Gómez
I.C.M. Instituto de Cultura Mediterránea. Ciudad Autónoma de Me-
lilla.

RESUMEN

El descubrimiento de “La Plataforma”, yacimiento ubicado en el archipiélago de las Chafarinas, ha


contribuido a enriquecer el inventario patrimonial de este pequeño territorio insular, aportando novedosos da-
tos acerca de los sistemas defensivos y constructivos que se desarrollaban en la zona entre finales del s. XIX y
principios del s. XX. Las primeras impresiones sobre el yacimiento llevaron a plantear una intervención bre-
ve, cuyos resultados demostraron que esta construcción rectangular en piedra y de cronología moderna, había
sido producto de un complejo proceso de continuas remodelaciones y reconstrucciones, lo que nos ha permi-
tido desarrollar un interesante proyecto enmarcado dentro de la línea metodológica de la “Arqueología de los
paramentos”, fundamental para desarrollar cualquier investigación dentro de un campo tan abandonado como
es la Arqueología moderna y contemporánea.

ABSTRACT

The discovery of the “La Plataforma” archaeological site, located in the Chafarinas islands, has in-
creased our knowledge of the cultural heritage of this place, giving us new data about the defensive buildings
built in the area at the end of the19th century and the beginning of the 20th century. The first excavation was
very short but it showed that the stone building of modern chronology was the result of a complicated process
of constant reconstruction and remodelling. We could carry out an interesting project of “Architectural Ar-
chaeology”, an important methodological line of research, especially when dealing with a forgotten matter
such as the Modern and Contemporary Archaeology.

Palabras Clave: Arqueología de los paramentos. Islas Chafarinas. Norte de África. Edad Contemporánea.

Keywords: Architectural Archaeology. Chafarinas islands, Northern Africa, Contemporary Period.

1. Descripción del yacimiento. que la isla del Congreso fue habitada en época mo-
El yacimiento de “La Plataforma” se ubica en el derna, aunque no de forma extensiva, sino localiza-
archipiélago de las Chafarinas y su descubrimiento da en determinados sectores. En este sentido, la
forma parte del inventario patrimonial de las islas. construcción del pequeño edificio en la zona sur
Se trata de un edificio de carácter defensivo cons- podría estar en relación con la defensa de la isla,
truido a finales del siglo XIX, cuya singularidad e sirviendo como albergue a un pequeño contingente
importancia estratégica frente a las costas norteafri- de hombres que aterrazarían el brazo norte de la
canas se ha puesto de manifiesto a lo largo de dos isla para dedicarlo a cultivos. Se trata de una hipó-
breves campañas de excavación durante los años tesis interesante pero imposible de confirmar hasta
2006-2007. Esta intervención se enmarca dentro de efectuar las correspondientes excavaciones en esa
las diferentes actuaciones arqueológicas que se han zona.
llevando a cabo desde el año 2000 en las islas Cha- Las primeras impresiones sobre el yacimiento
farinas. En el año 2005 se identificó una construc- llevaron a plantear una campaña de excavación bre-
ción rectangular de piedra, de cronología moderna, ve con un grupo reducido de voluntarios, puesto
situada sobre una pequeña meseta, junto a un son- que a priori parecía una intervención poco laborio-
deo arqueológico realizado durante este mismo año, sa. Sin embargo, los primeros resultados demostra-
que presentaba una factura de fábrica similar a la de ron que la construcción había sido producto de un
los bancales o aterrazamientos del sector norte, complejo proceso de continuas transformaciones,
identificados en el año 2001. Con el fin de definir la resultando un interesante objeto de estudio para de-
posible vinculación entre ambas estructuras, se ela- sarrollar un proyecto de “Arqueología de los para-
boró un proyecto que permitiera desarrollar una in- mentos”, puesto que podría aportar novedosos da-
tervención arqueológica, y así confirmar definitiva- tos acerca de los sistemas defensivos y constructi-
mente la hipótesis, hasta hoy poco documentada, de vos que se desarrollaban en la zona entre finales del

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
130
CRISTINA TEJEDOR RODRÍGUEZ – SONIA GÁMEZ GÓMEZ

s. XIX y principios del s. XX. A pesar de ello, la 1), ofrece un amplio dominio visual y un indiscuti-
segunda campaña arqueológica en La Plataforma, ble control estratégico tanto de los otros islotes
llevada a cabo en septiembre del 2007, también como de la costa africana.
hubo de limitarse a las propias exigencias de la di-
námica de trabajo en las islas. De nuevo, los resul-
tados fueron muy positivos, permitiendo esclarecer
varias de las dudas que se habían planteado en la
excavación anterior. Sin embargo, la falta de tiem-
po impidió descubrir toda la superficie ocupada por
la construcción, razón por la que aún quedan mu-
chas incógnitas por resolver.
Paralelamente a la actividad arqueológica, se re-
alizó una concienzuda labor de rastreo y búsqueda
en diferentes archivos militares, que permitió obte-
ner cierta información relativa al edificio en cues-
tión, completando así los datos obtenidos de las ex-
cavaciones.
1.1. Ubicación geográfica.
El yacimiento de La Plataforma se localiza en la
isla del Congreso, una de las tres que conforman el
Fig.: 1. Ubicación de “La Plataforma” en el conjunto de las
archipiélago de las Chafarinas. Estas islas, que se islas Chafarinas.
sitúan en el mar de Alborán en la subcuenca de Le-
vante, se ubican frente a la costa de Marruecos 1.2. Objetivos y resultados.
oriental cerca de la desembocadura del río Muluya El objetivo de la primera campaña fue delimitar
y de la frontera argelina. Es un conjunto de tres is- la planta de la estructura con el fin de conocer el
las cuya superficie total emergida asciende a algo tipo de construcción y su posible relación respecto
más de 50 has., y que de oeste a este se denominan: a los aterrazamientos del brazo norte. Con tal pro-
Congreso, Isabel II y Rey. Desde el punto de vista pósito se realizó, en primer lugar, una retirada ge-
orogénico son fruto de un fenómeno de vulcanismo neral de escombros para poder observar la orienta-
que se articula en varios episodios eruptivos, a fina- ción del edificio y trazar una cuadrícula de 16,5 x
les del terciario, seguramente pliocénicos. 6,5 m. Se descubrió que la estructura estaba forma-
da por tres habitáculos independientes separados
En la actualidad la distancia entre la línea de por muros, que fueron denominados sector A, B y
costa y el archipiélago es de 3,5 km., pero las islas C respectivamente. Antes de emprender la excava-
estuvieron unidas a tierra firme, por lo que geomor- ción sistemática de cada uno de los sectores, se lim-
fológicamente constituyeron el extremo norte de lo piaron tanto los derrumbes exteriores como interio-
que fue un antiguo cabo de mayor, prolongación del res, para poder documentar detalladamente los res-
actual Cabo del Agua. Los materiales que formaban tos de los paramentos y definir con precisión el eje
la lengua de unión estaban compuestos fundamen- de orientación del edificio en sentido NE – SO, ubi-
talmente por areniscas y materiales calcáreos cuya cación estratégica puesto que ofrece un amplio do-
naturaleza frágil y blanda determinó que fueran des- minio visual tanto de las otras islas del archipiélago
truidos por la erosión marina, provocando final- como de la costa argelino-marroquí.
mente la separación del continente (Bellver y Bra-
vo, 2003b). Durante la campaña de 2006, sólo pudo con-
cluirse la excavación del sector A, la habitación
La isla del Congreso es la más extensa con 22,5 central del edificio. Es un área de 2,55 x 4 m, sepa-
has., de perfiles escarpados, y también en ella se al- rada en dirección suroeste por un muro cerrado del
canza la altura mayor (137 m. snm.). Esta isla tiene sector C, mientras que en el otro lateral se comuni-
una forma alargada y alcanza un kilómetro en el ca con el sector B a través de un vano de 70 cm de
sentido norte-sur y una anchura variable. El depósi- anchura que, atendiendo a los restos constructivos
to sedimentario principal es el de ladera, hecho fa- hallados, enmarcaba una puerta adintelada con es-
vorecido por el basculamiento generalizado de la tructura de hormigón. Los paramentos de esta habi-
superficie hacia el este. Por ello, los suelos tienen, tación han conservado, en mayor o menor medida,
por lo general, escasa potencia, sobre todo en los parte de su altura original. En una de las esquinas
extremos norte y sur. apareció un nivel de cenizas interpretado como
La ubicación del yacimiento de La Plataforma zona de hogar que, en sus primeras cotas, se presen-
en un lugar elevado del brazo sur de dicha isla (Fig. tó asociada a grandes piedras quemadas y restos de
131
TÍTULO COMUNICACIÓN

Fig.: 2. Visión general del yacimiento. De izquierda a derecha: sector C, B y A..

carbón. Bajo esta primera capa cenicienta, se halló 2007, algunas de las primeras hipótesis se desecha-
una estructura bien definida, constituida por dos cu- ron, planteando nuevas incógnitas. Esta habitación
betas cuadrangulares de combustión, divididas por de 6,60 x 4 m es la de mayor tamaño. Una mancha
pequeños muretes de ladrillos macizos y argamasa. oscura e irregular en uno de los paramentos, rellena
Los restos que se encontraron en el interior fueron de piedras que rompían con la uniformidad del al-
básicamente piedras, materiales de construcción (te- zado y de restos de materiales de construcción,
jas, ladrillos...), escasos fragmentos cerámicos de como vigas de madera o grandes fragmentos de
cronología claramente moderna y en algún caso es- hormigón, fue interpretada como la posible puerta
corias metálicas. Finalmente, se descubrió que esta de entrada al edificio desde el exterior, ubicada en
cuidada estructura de cocina se apoyaba sobre unas la mitad del muro oeste de la habitación más am-
grandes lajas planas, que a su vez servían como cu- plia. Esta teoría se hizo aún más plausible al reparar
bierta a una zona de combustión anterior, formada en el hecho de que el enlucido interior de las pare-
por grandes sillares de piedra que se adosaban a dos des, bastante bien conservado en este lado, desapa-
de los muros de la habitación, y que aparecían cal- recía radicalmente a ambos lados del supuesto acce-
cinados y cubiertos de gran cantidad de cenizas. so. Sin embargo, tras llevar a cabo una limpieza sis-
Por tanto, a lo largo de las diferentes fases de ocu- temática de esta zona, se ha descartado la idea de
pación del edificio, la misma zona de la habitación que esa irregularidad en el muro se trate del relleno
sirvió de hogar. de un vano de acceso, frente a la hipótesis de la
existencia de un gran ventanal orientado hacia el
El suelo original del habitáculo está formado
oeste. Por otra parte, durante la intervención del
por grandes piedras planas e irregulares encajadas
2007 se ha descubierto la verdadera entrada al edi-
entre sí creando un pavimento homogéneo de es-
ficio, un vano con estructura adintelada, orientada
tructura compacta, que se extiende por toda la su-
hacia el sureste y ubicada en el muro este del sector
perficie del sector. En un momento posterior, este
B. De la misma manera, a priori se había observado
piso pétreo fue tapado por una capa heterogénea de
en la pared opuesta una irregularidad en la factura
piedras y tierra con numerosas inclusiones de dis-
de los paramentos, puesto que desaparecía cual-
tintos materiales, como vidrio o madera, que a su
quier indicio de alzado o cimentación de la pared y
vez fue cubierta y unificada con un lecho de encala-
parecía existir una desviación intencional de los
do. Este segundo nivel de suelo sólo ha permaneci-
muros hacia el exterior del edificio, formando una
do inalterado en una de las esquinas de la habita-
estructura triangular bien definida. Con estos datos,
ción.
se interpretó como una pequeña torre de vigilancia
Los resultados de la excavación del sector A u observación, a modo de saetera, orientada hacia el
han permitido afirmar la existencia de, al menos, sureste y por tanto en posición estratégica puesto
dos etapas de ocupación del edificio, determinadas que miraba hacia la costa marroquí. Tras su excava-
por una remodelación de todas las estructuras del ción se definió como la entrada principal, delimita-
mismo (muros, suelos, hogares...). Esta habitación, da en el exterior por unas piedras talladas colocadas
aparentemente, formaría parte de la estructura fun- a modo de zócalo y en el interior por un semicírcu-
dacional, y sucesivamente fue modificada en distin- lo de piedras.
tos momentos de ampliación y remodelación de
En el sector B el pavimento más antiguo lo con-
toda la construcción.
forma un nivel homogéneo y compacto de cantos
Los trabajos en el sector B se iniciaron durante rodados de pequeño tamaño, que se distribuye por
la primera intervención arqueológica, al desmante- toda la habitación formando franjas bien delimita-
lar gran parte del derrumbe y documentar ciertas das. Su factura es completamente diferente a la del
particularidades estructurales. Tras la campaña del suelo fundacional del sector A, lo que podría ser un
132
CRISTINA TEJEDOR RODRÍGUEZ – SONIA GÁMEZ GÓMEZ

nuevo argumento en defensa de la hipótesis de las Es interesante detenerse a analizar en detalle la


sucesivas fases de ocupación del edificio. factura y alzado de los paramentos, puesto que
constituyen los testigos principales de la historia del
La intervención en el sector C, cuyas estructuras
edificio. En primer lugar, hay que resaltar su elabo-
se encuentran en un degradado estado de conserva-
ración sencilla pero cuidada, lo que indica la fun-
ción, se realizó íntegramente en la campaña de
cionalidad y la continuidad en el uso de la estructu-
2007. Sin embargo, no fue posible completar su ex-
ra. Por otra parte, se reconocen claramente dos fa-
cavación, debido a la escasez de tiempo y a la com-
ses de construcción de los muros del edificio, hecho
plejidad de sus estructuras. El muro sur de la habi-
que refrenda la hipótesis ya planteada de las dos
tación, que en principio parecía ser el tabique de
etapas de ocupación diferenciadas: en la primera, se
cierre de la edificación, resultó ser un añadido pos-
levantan exclusivamente con piedras de similar ta-
terior que dividió en dos áreas el habitáculo origi-
maño y forma, cuidadosamente seleccionadas; en
nal. Los paramentos este y oeste, de los que prácti-
un momento posterior, posiblemente a consecuen-
camente no se ha conservado su alzado en algunos
cia de una remodelación completa del edificio (re-
tramos, continúan más allá de la cuadrícula trazada,
paración de todo el alzado, nueva pavimentación,
pero su localización y seguimiento son muy compli-
reconstrucción de la zona de combustión…), se al-
cados. Al igual que en el sector A, se han hallado
zan las paredes no sólo con cantos sino también con
diferentes niveles de pavimentación localizados en
ladrillos macizos y argamasa, y además se enlucen
pequeñas áreas, en las que una capa de ladrillos ma-
las caras interiores de las paredes. Ambas fases de
cizos se superponía a un lecho uniforme de cantos
ocupación se documentan de la misma forma tanto
rodados, cuya factura se corresponde más directa-
en los pavimentos como en la zona de combustión
mente con la del suelo documentado en el sector B.
del sector A, cuyos niveles superpuestos se correla-
2. Interpretación del yacimiento. cionan tanto en materiales como en fabricación con
2.1. La Plataforma: un punto estratégico en la los diferentes alzados de los muros.
isla del Congreso. Por tanto, el edificio denominado “La Platafor-
Los resultados de estas campañas de excavación ma” es el resultado de un proceso diacrónico de
en el yacimiento de La Plataforma, han servido para construcción en un mismo lugar, conformado por
demostrar que la isla del Congreso estuvo habitada sucesivas fases de ampliación, modificación y re-
en algún momento inmediatamente posterior a la modelación de las estructuras de alzado, pavimenta-
conquista del archipiélago en 1848. Probablemente, ción y cubierta. Todas las evidencias demuestran
la construcción de este pequeño edificio rectangu- que el sector A formaba parte del esqueleto original
lar, con orientación NE – SO y con una planta de del edificio (materiales arquitectónicos utilizados,
unos 100 m2 aproximadamente, en el brazo sur de factura de los muros…), mientras que la falta de
la isla, guarda relación con los antiguos sistemas continuidad entre las paredes exteriores del sector
defensivos de la isla, y su función sería la de alber- C y las del resto del edificio, muestra que se trata
gar a un contingente militar reducido. de un añadido posterior. A su vez, los diferentes ni-
Tras completar la excavación del primer sector, veles de suelo documentados en esta habitación,
una habitación de pequeño tamaño, se pudo confir- junto con el muro que divide su interior de fábrica
mar el carácter permanente del grupo establecido en claramente posterior, pues se apoya sobre el último
el mismo, en régimen de alternancia, puesto que las pavimento, reflejan que el proceso de reconstruc-
estructuras encontradas presentaban varias fases de ción del edificio es mucho más complejo de lo que
utilización. El tipo de material y la técnica de factu- en un principio parecía. En lo referente al sector B,
ra de los paramentos son similares a la de los ban- aún no está claro si formaba parte de la estructura
cales o aterrazamientos de piedra, situados en la fundacional, como parece indicar la uniformidad de
zona septentrional de la isla, interpretados como un sus muros con respecto a los del sector A. Sin em-
acondicionamiento del terreno para el cultivo de di- bargo, el pavimento que se ha documentado como
ferentes alimentos, que permitieran la subsistencia original de la habitación, se asemeja tanto en mate-
del grupo permanente en la isla. Podría apuntarse la riales como en fábrica con el del sector C, lo que
teoría de que ambos conjuntos pudieran correspon- conduce a plantear la posibilidad de que en princi-
der a una misma época, es decir entre finales del s. pio la construcción se limitase a una única habita-
XIX y principios del XX (Garrido y García, 2005), ción habilitada con un área de cocina, a la que pos-
aunque ninguna prueba documental parece confir- teriormente se adosaron dos habitaciones de mayor
mar esta hipótesis que sigue siendo una incógnita tamaño, una a cada lado, que permitirían albergar a
para futuras campañas, cuando se actúe directamen- un grupo mucho más numeroso de personas. La lar-
te sobre la zona de aterrazamientos. ga ocupación del edificio conllevaría nuevas y suce-
sivas transformaciones del mismo.
133
TÍTULO COMUNICACIÓN

2.2. Referencias documentales. rosas propuestas de baterías de cañones y de obu-


Desde la ocupación de Chafarinas en 1848 se ses, embarcaderos, fortificaciones permanentes... en
publicaron numerosos informes y documentos sobre diferentes puntos de la isla del Congreso.
el valor estratégico del archipiélago, como resulta- Fue, precisamente, el documento sobre la cons-
do del debate acerca de si se debían abandonar o trucción de uno de estos fuertes lo que impulsó a
conservar las islas. Entre otros argumentos expues- desarrollar el proyecto de la primera campaña de
tos en estos dictámenes, se consideraba que las excavación en “La Plataforma” (Fig. 3). Según la
Chafarinas estaban llamadas a jugar un papel defen- memoria descriptiva del proyecto, el fortín iba a es-
sivo importante en el Mediterráneo, razón por la tar ubicado en la parte más alta del brazo sur de la
que no se renunció nunca a la soberanía sobre ellas. isla del Congreso, lugar en el que se encuentra el
Por contra, se tomó la decisión firme de sitiarlas yacimiento, pero la estructura diseñada tenía planta
militarmente con el fin de desarrollar la importante triangular, lo cual no se corresponde con el edificio
función estratégica que la ubicación geográfica per- derruido. Se trata del proyecto de un fuerte perma-
mitía. nente planificado para cobijar a un amplio contin-
Las Chafarinas forman un arco cóncavo orienta- gente de personas. Paralelamente, se planteaba
do hacia la costa marroquí-argelina, cuya oquedad construir un camino que fuese a parar a la playa que
mira a tierra proporcionando un cómodo fondeade- se encuentra al sur de la isla, donde se levantaría un
ro. Este flanco sur es también el más accesible, al pequeño muelle. Generalmente, los principales ele-
menos en Isabel II y Rey, pues Congreso es casi mentos de construcción en las obras eran la cal, el
inaccesible por todo su perímetro. Se puede consi- agua, la arena y la piedra, o el ladrillo en albañile-
derar el conjunto como dos baluartes unidos por ría, todos ellos utilizados en el yacimiento de “La
una cortina cuya espalda está perfectamente asegu- Plataforma”. De la ejecución de este proyecto no se
rada, circunstancia que facilita y refuerza la defensa han encontrado posteriores indicios documentales,
del archipiélago. ni entre toda la documentación existente de refor-
mas de los edificios militares en las islas, ni en la
cartografía consultada de fechas posteriores al mis-
mo. Tras la labor documental realizada en los dife-
rentes archivos militares (Archivo Militar de Meli-
lla y Archivo General Militar en Madrid (IHCM))
sólo se puede concluir que este fortín fue construi-
do a finales del siglo XIX, con una finalidad clara-
mente defensiva, y que estuvo albergando un con-
tingente de infantería al menos hasta 1912, según
aparece en alguno de los expedientes consultados.
Por tanto, no existen pruebas documentales sufi-
cientes que permitan afirmar la hipótesis de que los
restos encontrados en el yacimiento de “La Plata-
forma” formen parte del fuerte de infantería proyec-
tado a finales del s. XIX, aunque las corresponden-
cias sean numerosas. De cualquier modo, una labor
documental más sistemática y desarrollada podría
esclarecer todas las dudas acerca del origen de este
Fig.: 3. Planta del fuerte proyectado en la isla de Congre-
so.
edificio.

Sobre el sistema defensivo proyectado para las 3. Bibliografía.


islas existe una extensa colección documental. Sin
embargo, ha sido imposible encontrar información BELLVER, J.A.; BRAVO, A.
2003a El yacimiento de Zafrín en las Islas Chafarinas. II
sobre el edificio de “La Plataforma”. Fueron mu- Campaña. Melilla: Instituto de Cultura Mediter-
chos los planteamientos de defensa que se redacta- ránea.
ron para las islas desde su toma en 1848 pero, en la 2003b "Marco geográfico y geológico de las Islas Chafari-
nas", en BELLVER, J.A. y BRAVO, A. (2003): El
isla del Congreso, pocos de estos proyectos llega- yacimiento de Zafrín en las Islas Chafarinas. II
ron a ejecutarse. Aunque esta isla siempre fue con- Campaña. Melilla: Instituto de Cultura Mediter-
siderada idónea para ser fortificada por su orienta- ránea: 10-13.
BORJA BARRERA, F.
ción hacia el este y su conexión visual con Isabel II, 1997 "Últimos cambios del nivel del mar y geomor-
la acusada pendiente de sus acantilados y el difícil fología costera", en Cuaternario del litoral y en-
acceso, hicieron que los propósitos defensivos no se torno continental del mar de Alborán, Melilla, V
Centenario: 13-15.
llevaran a cabo en su mayoría. Destacan las nume-
134
CRISTINA TEJEDOR RODRÍGUEZ – SONIA GÁMEZ GÓMEZ

BRAVO, A.; BELLVER, J.A.


2002 "Descubierto un poblado neolítico del V milenio
a.C. en las islas Chafarinas", en Ambienta, febrero
2002: 12-14. Parques Nacionales.
CLEMENTE, L.; GARCÍA, L.V.; RODRÍGUES, A.
1999 "Los suelos de la isla Congreso, Chafarinas", en
Avances en el estudio del Cuaternario español:
201-206. Gerona
GÁMEZ GÓMEZ, S.
2007 2ª campaña de excavación en “La Plataforma”
(isla de Congreso). Informe técnico.
GÁMEZ GÓMEZ, S.; TEJEDOR RODRÍGUEZ, C.
2006 1ª campaña de excavación en “La Plataforma”
(isla de Congreso). Informe técnico.
2008 "La Plataforma: un punto estratégico en la Isla del
Congreso”, Akros. La revista del museo, 7: 81-86.
Ciudad autónoma de Melilla: Fundación Melilla
Ciudad Monumental.
GARRIDO PENA, R.; GARCÍA MARTÍNEZ DE LA-
GRÁN, I.
2004 4ª campaña de excavación arqueológica en el
yacimiento de Zafrín (Isla de Congreso, Islas
Chafarinas). Informe técnico.
2005 5ª campaña de excavación arqueológica en el
yacimiento de Zafrín (Isla de Congreso, Islas
Chafarinas). Informe técnico..
HARRIS, E.C.
1991 Principios de estratigrafía arqueológica.
Barcelona: Crítica.
MARÍN BERTRÁN DE LIS, A.
1921 "Notas geológicas de las Islas Chafarinas", en Bo-
letín del Instituto Geológico y Minero de España.
Estudios relativos a la geología de Marruecos,
Madrid: 224-241.
POSAC MON, C.
1956 “Prehistoria de las Islas Chafarinas”, en Tamuda,
4: 243-256.
ROJO, M.A.; BELLVER, J.A.; BRAVO, A.; GARRIDO,
R.; GARCÍA, I.; GÁMEZ, S.
2005 "El yacimiento neolítico de Zafrín en las Islas Cha-
farinas (Norte de África, España): avance de los re-
sultados de la campaña de excavación 2004”", en
Akros. La revista del museo, 4: 101-106.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 135-140

GEOARQUEOLOGÍA DEL YACIMIENTO PALEOLÍTICO DEL ESTANQUE DE


TORMENTAS DE BUTARQUE (VILLAVERDE, MADRID)

Saleta De los Arcos Fernández


FACIES. Geología Aplicada C.B.; saleta@gmail.com
Núria Gallego Lletjós
Departamento de Prehistoria, UCM; nu_gallego@yahoo.es
Carlos Gil Ortiz
AREA, Soc. Coop. Mad.; gilortiz@terra.es
Iván González García
i_glez_gcia@yahoo.es
Yravedra Sainz de los Terreros
Departamento de Prehistoria, UCM; joyravedra@hotmail.coml

RESUMEN

En este trabajo se ofrece una primera aproximación geoarqueológica del “Yacimiento Paleolítico del
Estanque de Tormentas de Butarque” (Villaverde, Madrid), yacimiento fluvial de baja energía del Pleistoceno
Superior situado en la Terraza Compleja de Butarque. Considerando los factores geológicos, tafonómicos y
arqueológicos detectados en el yacimiento podremos concluir su carácter de palimpsesto.

ABSTRACT

“Yaciemiento Paleolítico del Estanque de Tormentas de Butarque” (Villaverde, Madrid) is present-


ed. It is an Upper Pleistocene site in low energy fluvial facies. The aim is to offer a preliminary geoarchaeo-
logical approach. Considering geological, taphonomical and archaeological interpretations, we will be able to
conclude that this site would represent a palimpsest.

Palabras Clave: Pleistoceno Superior. Terraza Compleja de Burtarque del Río Manzanares. Procesos de
formación de Yacimientos. Geoarqueología. Zooarqueología.

Keywords: Upper Pleistocene. Manzanares River’s Complex Terrace. Site formation processes. Geoarchae-
ology. Zooarchaeology.

1. Introducción. dentro de la Terraza Compleja de Butarque, locali-


En el transcurso del seguimiento arqueológico zada en la margen derecha del Manzanares a una al-
del vaciado para las obras del “Estanque de Tor- tura sobre el río de +18-20 m. (Goy et al, 1989).
mentas de Butarque” en Villaverde (Madrid) se do- Desde el punto de vista estratigráfico el yaci-
cumentó el “Yacimiento Paleolítico del Estanque de miento consta de un conjunto de unidades y niveles
Tormentas de Butarque” (ó “H-02”), que fue exca- limo-arenosos y arcillosos que se intercalan entre
vado durante el año 20061 (Álvarez et al, ep; Galle- depósitos de arenas y gravas (niveles 2a y 7). Los
go y González, 2008) (Fig. 1). niveles limo-arenosos (LA) colmatan una depresión
Pretendemos presentar aquí una síntesis de los que definen las arenas (nivel 2a) y en planta afloran
múltiples procesos que habrían contribuido a la for- a lo largo de una franja de dirección N-S. Se estruc-
mación del yacimiento. Debido a las características turan formando una sucesión de secuencias grano-
del registro, éste ha sido estudiado desde la colabo- decrecientes que se inician con un nivel arenoso
ración de diferentes especialistas, lo que ha posibi- que pasa gradualmente a otro limoso a techo. Se ha
litado una visión multicausal. De acuerdo con esto, definido un total de tres secuencias, denominadas
serán presentados los procesos naturales y antrópi- limos arenosos 1, 2 y 3 (LA 1, 2 y 3).
cos de formación del sitio que han sido identifica- Los niveles arcillosos tapizan en conjunto toda
dos, así como los factores diagenéticos que lo ha- la extensión del yacimiento y cubren tanto a los li-
brían alterado. mos arenosos como a las arenas de la base. Cada
2. Presentación del Yacimiento. uno de los niveles tiene una fina base de arenas que
acaba por acuñarse lateralmente, sobre la cual se lo-
El “Yacimiento Paleolítico del Estanque de tor-
caliza el depósito arcilloso propiamente dicho. Los
mentas de Butarque” es un yacimiento al aire libre
distintos niveles de arcillas identificados se han de-
en contexto fluvial de baja energía que se ubica
nominado: arcillas 3.1, 3.2, 3.3, 3, 3a y 3b, 4, 4a,

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
136
S.DE LOS ARCOS – N.GALLEGO – C.GIL – I.GONZÁLEZ – Y.SAINZ

Fig.: 1. Ubicación del Yacimiento Paleolítico del Estanque de Tormentas de Butarque.

4b, 5, 6, A y B (Fig. 2). Como veremos, no se aprecia la existencia de un


utillaje amplio, estandarizado ni representativo. Tan
Se llevó a cabo una excavación en área de
sólo la presencia de algunos bifaces planos con tio-
1029m2, superficie que fue dividida en áreas más
pologías cordiformes, amigdaloides y ovalares, y,
pequeñas (de 9 a 15m2) con el fin de mejorar la ges-
en general, con siluetas equilibradas nos hace si-
tión del trabajo. Pese a que se excavaron la totali-
tuarlo dentro de un Achlense final. En cualquier
dad de los depósitos, vamos a centrar nuestra aten-
caso, creemos que este yacimiento puede contribuir
ción en este trabajo en aquéllas evidencias docu-
en gran medida al conocimiento de la transición en-
mentadas en los niveles de de baja energía (limos y
tre el Paleolítico Inferior y el Medio en la Meseta
arcillas), en los que la posición de los materiales se
(Santonja y Pérez-González, 2002 y citas), junto
habría modificado muy someramente. En el yaci-
con otros recientemente excavados en las terrazas
miento han sido recuperados, fundamentalmente,
del Manzanares y el Jarama con características si-
restos faunísticos y líticos (Tabla 1). Dada la exten-
milares (Hat (Panera et al, 2005), Valdocarros, Es-
sión espacial y estratigráfica del yacimiento, la den-
tragales o Preresa).
sidad de materiales por metro cuadrado es muy baja
–tan sólo 2,23 restos (líticos y macrofaunísitcos)/ Nº total Nº de restos en Niveles de
baja energía
m2-, más aún si tenemos en cuenta que gran parte de
829 380 3 (arcillas)
ellos han sido hallados en concentraciones de arte- 1 3.1 (arcillas)
factos líticos (áreas 40, 53 y 57 en el nivel 4 (arci- 77 3.2 (arcillas)
llas) o de restos faunísticos (áreas 3, 27, 28 y 23 en 1 3a (arcillas)
Macrofauna

28 3b (arcillas)
nivel 3.2 (arcillas) y 3 (arcillas). 209 4 (arcillas)
1 4a (arcillas)
El yacimiento ha sido datado mediante termolu- 1 4b (arcillas)
miniscencia de los depósitos de los niveles 4 y 19 LA1 (limos)
LA3. Ambas dataciones presentan unos valores si- 25 LA2 (limos)
milares, superponiéndose casi por completo, lo que 11 LA3 (limos)
2302 45 3 (arcillas)
viene a indicar que ambos niveles se habrían forma- 1 3.1 (arcillas)
do consecutivamente en un relativamnete corto lap- 4 3a (arcillas)
Industria Lítica

so temporal (Nick Debenham, com. pers). Así, la 12 3b (arcillas)


1249 4 (arcillas)
estimación media para el yacimiento es de 78.7 +
1 4b (arcillas)
10.7 / - 9.7 Ka BP (Quaternary TL Surveys, BUT3 6 6 (arcillas)
y BUT4), en base a lo que cabe situarlo al final del 20 LA1 (limos)
EIO 5. 137 LA2 (limos)
64 LA3 (limos)
En cuanto a la adscripción cronocultural no po- Total 3131 2292
demos más que apuntar su pertenencia al Paleolíti- Tabla 1: Resumen cuantitativo de materiales recuperados
co Medio, basándonos –tan sólo- en la evidencia de 3. Procesos geológicos.
cronología absoluta. Entre las características del
3.1. Sedimentología del Yacimiento.
conjunto lítico no se han observado, sin embargo,
los rasgos propios del tecnocomplejo musteriense. Las arenas y gravas que sellan el yacimiento a
techo y muro (niveles 7 y 2a) constituyen los depó-
137
GEOARQUEOLOGÍA DEL YACIMIENTO PALEOLÍTICO DEL ESTANQUE DE TORMENTAS DE BUTARQUE...

Fig.: 2. Perfil estratigráfico sintético del yacimiento en el que se muestra la distribución de los niveles limo-arenosos y arci-
llosos intercalados entre depósitos de arenas y gravas. La longitud real del perfil es de 34 metros.

sitos de barra y canal propios de la llanura aluvial nosos y la disposición del nivel 4 (arcillas), que
del Manzanares y se depositaron, por tanto, en un presentan un claro hundimiento en el sector Norte
momento en que el río circulaba sobre la zona ac- del yacimiento. A una escala menor, la deformación
tualmente ocupada por el yacimiento. Los depósitos se manifiesta en los limos arenosos con el desarro-
limo-arenosos (LA) se habrían depositado en un ca- llo de fracturas inversas con salto centimétrico, visi-
nal abandonado, al alejarse el curso principal del bles tanto en corte como en planta. Se trata de una
río hacia el Este. Es por tanto una zona a la que so- deformación de carácter sin y post-sedimentario
lamente llegaban los aportes del Manzanares de for- que probablemente está asociada a la existencia de
ma esporádica, probablemente en momentos de un colapso que afecta a la serie localizada bajo el
desbordamiento del cauce principal del río. Los ni- yacimiento. Este colapso tendría su origen en los
veles de arcillas (3, 4…) se habrían formado asocia- procesos de disolución de los yesos del sustrato
dos a episodios de desbordamiento del río Manza- mioceno sobre los que se apoya la terraza compleja
nares. Cada pulso de desbordamiento estaría acom- (Pérez-González, 1971).
pañado por la entrada de una corriente que, rom-
Además, el comportamiento plástico de los ni-
piendo el dique natural de la margen del río, intro-
veles arcillosos puede haber inducido a la modifica-
duciría arenas y gravillas en la llanura como carga
ción de la posición inicial de algunas piezas de in-
tractiva, y arcillas y limos en suspensión. Las arenas
dustria lítica, halladas en su seno en posición verti-
se depositarían formado la base de cada secuencia,
cal.
constituyendo lóbulos de derrame que presentan en
planta forma de abanico. Las arcillas y limos del te- 4. Procesos antrópicos y faunísticos.
cho de las secuencias precipitarían posteriormente La actividad antrópica del yacimiento ha sido
por decantación, formando cuerpos de techo plano constatada a partir del hallazgo en posición prima-
y muro adaptado a la morfología previa del relieve. ria de material lítico y de restos óseos con eviden-
Los episodios de desbordamiento que generaron cias de consumo humano. Sin embargo a partir del
la deposición tanto de los limos arenosos como de estudio tafonómico se han podido detectar otros
las arcillas estarían asociados a un incremento en procesos que habrían intervenido en la formación
las precipitaciones, que ocurriría en la estación hú- del yacimiento.
meda. Son, por tanto, procesos que podrían desa- 4.1. Estudio del conjunto lítico.
rrollarse con periodicidad anual o bien acontecer El material lítico hallado nos informa de la fre-
únicamente en años especialmente lluviosos. Ade- cuentación de poblaciones humanas en esta zona.
más, es posible que un mismo pulso de desborda- La lenta sedimentación de los niveles de baja ener-
miento produjese al tiempo la deposición de limos y gía ha asegurado la buena conservación de los res-
arcillas, entrando los aportes en el yacimiento a tra- tos arqueológicos en el yacimiento, lo que hace que
vés de distintas vías de forma simultánea, tal y el material recuperado nos permita acercarnos al
como queda reflejado en las dataciones. conocimiento del comportamiento humano en este
3.2. Procesos de Deformación. retazo de la llanura del Río Manzanares durante es-
Pero, además, el conjunto de los materiales que tos momentos del Pleistoceno Superior.
forman el yacimiento está afectado por una defor- En total se han recuperado 1539 piezas durante
mación visible a escala general que se hace patente los trabajos de excavación y de lavado del sedimen-
a partir de la morfología de techo de los limos are- to de aquellas áreas que presentaban piezas con fi-
138
S.DE LOS ARCOS – N.GALLEGO – C.GIL – I.GONZÁLEZ – Y.SAINZ

los frescos y concentraciones de restos de talla. zas en cuarcita en los niveles de finos es escaso (9
Dentro de este conjunto se pueden distinguir las si- piezas). La presencia de un bifaz ovalar y un nú-
guientes categorías: cleo, así como la ausencia de un conjunto de restos
de talla, nos informa de que las piezas en cuarcita
Categorías Total %
Nódulo 22 1,4 habrían sido introducidas en el yacimiento ya confi-
Chunk 55 3,6 guradas.
Debris/Lasquita 1078 70,1
Lasca 320 20,8 B) Talla: Si nos centramos en los núcleos se
Lámina 3 0,2 puede observar la ausencia de explotaciones com-
Núcleo 26 1,7 plejas que requieran una configuración previa del
Util 30 1,9
volumen (tipos discoides y levallois). La talla de los
Bifaz 3 0,2
Pieza bifacial 1 0,1 núcleos muestra unos esquemas bastante básicos de
Canto trabajado 1 0,1 explotación, donde la mayoría de las extracciones
Total 1539 100 se realizan desde un plano de percusión sin preparar
Tabla 2: Distribución de material lítico por categorías. (Grupo I/Muy elementales o Grupo II/Elementales -
La agudeza de los filos del material lítico, con de Panera y Rubio (1996)).
índices de rodamiento nulo y bajo en el 81,7% de Tipos de Núcleos Total %
las piezas, la presencia de remontajes y la conserva- Indeterminados 2 7,7
ción de zonas de trabajo, en las que se han recupe- I (Muy elementales) 9 34,6
II (Elementales) 4 15,4
rado debrises de dimensiones inferiores a 1cm, nos III (Piramidales) 3 11,5
permiten afirmar el buen estado de conservación IV (Multifaciales) 4 15,4
del sitio y la escasa alteración horizontal de los ma- V (Bifaciales) 3 11,5
teriales. No obstante, y como se ha indicado desde VIII (kombewa) 1 3,8
la geología (cfr. supra), se ha observado cierta dis- Total 26 100
Tabla 3: Tipos de núcleos.
torsión vertical, propia de la dinámica de la arcilla
(Butzer, 1989: 105-106). Con esto -presencia de
A partir de los bulbos de las lascas ha podido
material lítico y conservación in situ del mismo-
detectarse el empelo de percutores poco densos
podemos obtener información sobre las distintas fa-
(blandos) en una gran parte de los elementos.
ses de la cadena operativa lítica.
El remontaje detectado está compuesto por cin-
A) Captación de materia prima: El sílex es la
co piezas y ejemplifica la buena conservación del
principal materia prima utilizada (99,42%) y podría
yacimiento, así como de la actividad de talla desa-
haber sido captado en dos contextos.
rrollada. Se trata de un núcleo indeterminado sobre
1) Barras de gravas del Río Manzanares: En el paleoindustria, en el que remontan cuatro lascas
entorno del yacimiento se pudo acceder a los depó- (aunque en la pieza se han contabilizado veinte ex-
sitos de gravas del río, que habrían contenido nódu- tracciones), si bien podría representar también el
los de sílex y “paleoindustrias” (Baena y Baqueda- trabajo de un bifaz parcial inconcluso.
no, 2004: 31-47). En el conjunto lítico se han docu-
Por otro lado, la documentación de, al menos,
mentado piezas que presentan dobles pátinas, resul-
tres concentraciones de restos de talla y piezas de
tado de la reutilización de antiguas industrias (pati-
mayor tamaño en el nivel 4 (arcillas) nos informa
nadas por la acción fluvial) con morfologías favora-
de la actividad de talla en el yacimiento. Las piezas
bles para la configuración de nuevos núcleos y úti-
recuperadas en estas concentraciones se disponían
les (incluyendo macroutillaje) a partir de su retalla-
en superficies inferiores a 1m2 y estaban compues-
do y del reavidado de sus filos.
tas principalmente por lascas, lasquitas y debrises
2) Afloramientos externos a la cuenca: La pre- de sílex con tonalidades y características similares
sencia de lascas de descortezado y el macroutillaje dentro de cada uno de los conjuntos. Llama la aten-
desarrollado a partir de nódulos indican otros posi- ción, sin embargo, que entre las concentraciones no
bles puntos de captación en afloramientos de sílex se hayan detectado útiles y núcleos que correspon-
próximos (zona del interfluvio Manzanares- dan a estos restos de talla.
Jarama). No hemos podido determinar, no obstante,
C) Uso: Dentro del conjunto lítico recuperado
en qué medida estos nódulos no fueron captados,
se encuentran piezas retocadas que debieron ser
como en el caso anterior, en los depósitos del Man-
empleadas para la realización de actividades en el
zanares próximos al yacimiento.
entorno. Se aprecian los siguientes tipos:
La cuarcita es la otra materia prima detectada.
Es un recurso foráneo a la cuenca del Manzanares,
pudiéndose ubicar en los entornos del Jarama el
punto de captación más probable. El número de pie-
139
GEOARQUEOLOGÍA DEL YACIMIENTO PALEOLÍTICO DEL ESTANQUE DE TORMENTAS DE BUTARQUE...

Categorías Total % servación de las corticales, la gran fragmentación y


Lasca retocada 13 43,3 el mal estado de conservación, no ha permitido pre-
Denticulado 3 10
Raedera simple 4 13,3 cisar qué fenómenos motivaron la acumulación
Raedera doble 2 6,7 ósea. Por su parte, las Unidades 3 y 4 tienen un ma-
Raedera transversal 1 3,3 yor NR, una mejor conservación y una menor inci-
Raedera convergente 2 6,7
Escotadura simple 2 6,7 dencia de los procesos fosidiagenéticos de tipo hí-
Fragmento indet. 3 10 drico menor, así como una mayor representatividad
Total 30 100 taxonómica, con especies representadas por varios
Tabla 4: Tipología de útiles.
individuos.
A estas habría que sumarle el macroutillaje: tres
Sin embargo, los análisis tafonómicos revelan
bifaces, una pieza bifacial y un canto trabajado. No
una historia compleja consecuencia de un palimp-
habría que descartar la posibilidad de que piezas no
sesto en los que intervinieron diferentes fenómenos.
retocadas pudieran ser realmente útiles -aunque es
La actividad humana ha sido documentada en algu-
cierto que el conjunto de lascas no presenta caracte-
nos animales como el caballo y el uro, ya que pre-
res favorables para ello.
sentan marcas de descarnación, desarticulación y
La presencia de marcas de corte y los indicios percusión. Junto a esto los patrones de fractura en
de fractura antrópica en algunos de los restos óseos fresco nos sugieren que algunos animales, tras ser
es indicativo del uso de herramientas líticas por desarticulados y descarnados, fueron fracturados
parte de los grupos humanos para el acceso a este para el aprovechamiento medular. A pesar de esto,
recurso. El uso sobre recursos vegetales no puede la acción humana fue escasa, ya que el porcentaje
ser constatado debido a la difícil conservación de de huesos afectados por su acción es bastante bajo.
estos restos. En cualquier caso, sólo un buen estu-
La acción de los carnívoros también se ha docu-
dio traceológico podría esclarecer qué piezas fue-
mentado en el yacimiento, pero su incidencia es es-
ron utilizadas y para qué.
casa, como muestran el escaso porcentaje de huesos
D) Abandono: La presencia del conjunto lítico con marcas de diente y la abundancia de elementos
descrito, en niveles con una bajísima distorsión, axiales, así como los elementos en conexión anató-
permiten aproximarnos a esta fase de abandono, en mica.
la que el material queda expuesto a los procesos na-
Son estos esqueletos axiales en conexión anató-
turales/postdeposicionales. No obstante, y como he-
mica, o en asociación en otros casos, junto a ele-
mos apuntado antes, hemos de ser conscientes de
mentos apendiculares y axiales completos, los que
que son los más resistentes y, en consecuencia, de
nos sugieren la idea de que nos encontramos ante
que el abanico de materiales y útiles presentes fuera
episodios de muerte natural, en los que carnívoros y
más amplio que los que han llegado hasta nosotros.
humanos no tuvieron especial protagonismo. De
Además de las alteraciones resultado de la diná- manera que ciertos animales morirían en el entorno
mica geológica (cfr. supra), ha sido detectada tam- del yacimiento, siendo sedimentados al poco tiem-
bién la alteración antrópica contemporánea, prime- po. Junto a estos, y de manera esporádica, el ser hu-
ro con la explotación de áridos desarrollada en la mano podría cazar algún animal, al tiempo que los
zona (que alcanzó hasta los niveles superiores del carnívoros carroñearían los animales bien muertos
yacimiento, viéndose éstos afectados en algunas zo- de forma natural o bien cazados por el ser humano.
nas) y en una última fase, con las obras de construc-
5. Conclusiones.
ción del Estanque de Tormentas de Butarque. El ya-
cimiento fue detectado en un perfil, por lo que se A partir de lo expuesto, podemos deducir que el
asume la pérdida de una parte de él. Yaciemiento Paleolítico del Estanque de Tormentas
de Butarque representa un “palimpsesto”, una su-
4.2. Estudio tafonómico. perposición de diferentes actividades en diferentes
En este yacimiento se ha encontrado una impor- momentos (“episodios”), cuyas evidencias más re-
tante colección faunística en la que équidos, gran- sistentes habrían sido bien conservadas gracias a la
des bóvidos y cérvidos son los animales más impor- acción fluvial. En el conjunto de los diferentes ni-
tantes (Álvarez et al ep). veles y en toda la superficie excavada se muestran
las diferentes dinámicas que debieron operar en la
La mayor parte de la fauna se ha localizado en
llanura de inundación del río Manzanares del Pleis-
las unidades 3 y 4, por lo que nos referiremos a
toceno Superior (salvando el inevitable sesgo de la
ellas de forma especial. Las demás, y sobre todo los
conservación diferencial). Las crecidas del cauce
provenientes de los niveles limo-arenosos, muestran
principal del río habrían provocado inundaciones en
una gran alteración hídrica con grandes rodamien-
el área ocupada por el yacimiento y la reactivación
tos en sus superficies óseas, pulidos e intensas abra-
de un brazo (visible en la zona NW). La actividad
siones. Por otro lado, en estas unidades la mala con-
humana está bien constatada en lo referente a la ad-
140
S.DE LOS ARCOS – N.GALLEGO – C.GIL – I.GONZÁLEZ – Y.SAINZ

Tabla 5: Resumen de los perfiles taxonómicos, tafonómicos y esqueléticos. (MC: Marcas de Corte; MD:Marcas de Diente;
OX: Oxidaciones; MN: Manganesos).

quisición de materias primas y la talla. Por otra GOY, J.L; PÉREZ-GONZÁLEZ, A; ZAZO, C.
aparte, los homínidos habrían accedido en algún 1989 "Memoria de la Hoja a E. 1: 50.000 de Madrid
momento al consumo de productos cárnicos, que (559). Mapa Geológico de España. Madrid: Insti-
tuto Tecnológico GeoMinero de España.
pudieron haber sido cazados o que habrían sido ha- PANERA, J; RUBIO, S.
llados muertos por causas naturales en las proximi- 1996 "Propuesta de análisis tecnomorfológico para la in-
dades del río. En este contexto, los carnívoros ha- dustria lítica del pleistoceno medio ", en Espacio,
Tiempo y Forma,Serie I. 9: 33-76.
brían intervenido también esporádicamente, consu- PANERA, J; PÉREZ-GONZÁLEZ, A; RUBIO, S; SESÉ, C.
miendo parte de estas presas. 2005 "El Yaciemiento Paleolítico de Hat en el Valle del
Jarama: una aportación del Cuaternario de la
6. Notas. Cuenca de Madrid al debate sobre el inicio del Pa-
leolítico Medio”, en SANTONJA; PÉREZ-GON-
1) La excavación fue realizada por la empresa de arqueolo-
ZÁLEZ; MACHADO (eds): Geoarqueología y
gía AREA, soc. Coop. Mad, bajo la supervisión de los técnicos Patrimonio en la PI y el entono mediterráneo. So-
de la DGPH de la CAM. La financiación corrió a cargo de la ria: Adema: 251-260.
PÉREZ-GONZÁLEZ, A.
empresa adjudicataria de la obra FCC.
1971 "Estudio de los procesos de hundimiento en el va-
lle del río Jarama y sus terrazas (nota preliminar)",
en Estudios Geológicos, XXXVII: 317-324.
SANTONJA, M; PÉREZ-GONZÁLEZ, A.
7. Bibliografía. 2000-2001 "El Paleolítico Inferior en el Interior de la Penínsu-
ÁLVAREZ, V; ARCOS, S; GALLEGO, N; GIL, C; GON- la Ibérica. Un punto de vista desde la Geoarqueolo-
ZÁLEZ, I; HERRÁEZ, E; RUIZ, B; YRAVEDRA, J. gía", en Zephyrus, 53-54: 27-77.
en prensa "Yacimiento Paleolítico del Estanque de Tormen-
tas de Butarque, 718-05-H-02", en Actas de las IV
Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Co-
munidad de Madrid (21, 22, 23 de Noviembre de
2007).
BAENA, J; BAQUEDANO, I.
2004 "Avance de los trabajos realizados en el yacimiento
paleolítico de Tafesa, antiguo Transfeso (Villaver-
de-Madrid): principales rasgos tecnológicos del
conjunto lítico”, en zona Arqueológica, 4 Miscela-
nea en Homenaje a Emiliano Aguirre (1): 30-47.
BUTZER, K. W.
1989 (1982) Arqueología. Una Ecología del Hombre. Barcelo-
na: Ediciones Bellaterra S.A,.
GALLEGO, N; GONZÁLEZ, I.
2008 Memoria de la excavación arqueológica efectua-
da en el Yacimiento Paleolítico 718-05-H-02 aso-
ciadas a las obras de construcción del Estanque
de Tormentas de Butarque. Doc inédito.
JIA 2008 ISBN: xxxx-xxxx-xx-xx Pp.: 141-146

¿QUÉ EDAD TIENES? O LA DIFICULTAD DE ESTIMAR LA EDAD A PARTIR


DE RESTOS ARQUEOFAUNÍSTICOS

Lourdes Andúgar
Laboratori d’Arqueozoologia UAB; luandugar@hotmail.com
Edgard Camarós
Laboratori d’Arqueozoologia UAB;
Edgard.Camaros@campus.uab.cat
Lídia Colominas
Laboratori d’Arqueozoologia UAB; lidialidia_@hotmail.com
Elisabeth Lladó
Laboratori d’Arqueozoologia UAB;
Elisabeth.Llado@campus.uab.cat
Núria Padrós
Laboratori d’Arqueozoologia UAB – ICAC; npadros@icac.net
Carles Tornero
Laboratori d’Arqueozoologia UAB; Carlos.Tornero@uab.cat
Alejandro Valenzuela
Laboratori d’Arqueozoologia UAB; avalenol@gmail.com
Ester Verdún
Laboratori d’Arqueozoologia UAB; Ester.Verdun@campus.uab.cat

RESUMEN

En este trabajo pretendemos plasmar la dificultad que supone establecer la edad aproximada de muer-
te de los individuos a partir de los restos arqueofaunísticos, debido a las diferentes variables que influyen du-
rante el crecimiento del hueso del animal. El objetivo de este trabajo es apuntar dicha dificultad, con el ánimo
de reabrir un debate en pro de una mejora en este aspecto de nuestra disciplina.

ABSTRACT

In this paper we try to translate how difficult is establishing the age of death from archaeofaunistic
remanins due to the different variables that affect bone growth. The objective of this work is to point this diffi-
culty, with the aim of reopening a debate towards an improvement in this aspect of our discipline.

Palabras Clave: Arqueozoología. Estimación edad. Fusión ósea. Cérvidos. Bóvidos.

Keywords: Archaeozoology. Age estimation. Bone fusion. Cervidae. Bovidae.

1. Introducción de aproximaciones etarias en aspectos relacionados


La formación del tejido óseo responde a un pro- con la gestión de los recursos animales explotados.
ceso conocido con el nombre de osteogénesis. El Sin embargo, los datos existentes en la actualidad,
proceso acontece de forma particular para cada uno y que conforman el corpus de datos empleados por
de los elementos esqueléticos de los organismos la mayoría de estudios arqueofaunísticos, han sido
vertebrados y la secuencia temporal de fusión es re- elaborados mayoritariamente sin tener en cuenta las
lativamente constante entre los mamíferos durante variables que afectan al crecimiento de los indivi-
la etapa de crecimiento (Reitz & Wing 1999: 75). duos.
No obstante, el crecimiento de los animales (y con En base a estas premisas, en este trabajo se
él, el proceso de fusión ósea), y lejos de resultar un apuntan las principales variables a considerar a la
estadio simple en el desarrollo de los individuos, hora de utilizar la documentación y los datos exis-
supone un intervalo en el cual interactuan diferen- tentes; así como también se revisan los datos que
tes variables que condicionan significativamente el habitualmente se utilizan en la estimación del mo-
resultado final. mento de muerte de los animales. Por último, se
La determinación de la edad aproximada de propone a modo de conclusión el peligro que con-
muerte de los animales representados en los con- lleva la utilización de este tipo de datos de modo
juntos arqueofaunísiticos es uno de los aspectos im- mecánico, en la elaboración de interpretaciones en
portantes a estudiar ya que permite incidir a partir Arqueología.

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
142
L.ANDÚGAR – E.CAMARÓS – L.COLOMINAS – E.LLADÓ – N.PADRÓS – C.TORNERO – A.VALENZUELA – E.VERDÚN

2. Variables que afectan al crecimiento fermedades o deficiencias genéticas, determinan el


óseo. crecimiento y las diferentes reacciones externas du-
Tal y como hemos apuntado, el proceso de fu- rante la vida. La variación hereditaria es el resulta-
sión de las epífisis está relacionado con el creci- do de la acción de los genes y de las combinaciones
miento del animal. Éste se ve influenciado por va- de genes en respuesta a las condiciones ambientales
riaciones de tipo medioambiental, tales como el cli- de que gozan los miembros individuales de la po-
ma y la localización geográfica, de tipo nutricional, blación (Hafez y Dyer 1972: 88).
o de tipo genético entre otras. Las variables más 2.5. La variabilidad intraespecífica.
importantes a tener en cuenta son:
La variabilidad viene condicionada por algunos
2.1. El clima. factores ya enunciados como el clima, la localiza-
El clima juega un papel muy importante en el ción geográfica o la alimentación. En estudios com-
desarrollo del individuo, tanto a nivel térmico como parativos realizados en varias subespecies, los re-
a nivel de recursos alimentarios, ya que regula los sultados ofrecen diferencias temporales en el mo-
intercambios de calor y actúa sobre los procesos mento de fusión de determinados huesos (Diesem
productivos a través del sistema nervioso, hormo- et alii, 1971).
nal y del comportamiento (Hafez y Dyer 1972: 2.6. El sexo.
106).
Son las hembras las que completan el estado de
En este sentido, el crecimiento del animal es fusión de sus huesos a una edad más temprana. Los
más rápido cuando hay una temperatura ambiente huesos de los machos son más robustos que los de
óptima, ya que en cualquier especie o grupo de es- las hembras, especialmente en las partes anatómi-
pecies de mamíferos, los ejemplares son más gran- cas que se desarrollan precozmente (cabeza, cuello
des en climas fríos (Davis 1989:137) y se retrasa su y parte inferior de las extremidades) (Hafez y Dyer
crecimiento cuando hay temperaturas elevadas (Ha- 1972: 23)
fez y Dyer 1972: 18-19).
2.7. La castración.
2.2. La localización geográfica. La castración afecta al desarrollo de los huesos
En función de la latitud en la que crecen los ani- de las extremidades, retardando el momento de la
males, éstos pueden presentar características aspec- fusión. A pesar de la variabilidad en las edades de
tuales diferentes. La influencia de los factores me- cierre de las epífisis, los machos fusionan sus epífi-
dioambientales sobre el desarrollo del animal se sis considerablemente más temprano que los indivi-
manifiesta en cambios en los tamaños relativos de duos castrados (Davis 2000: 373).
las diferentes partes del organismo (Hafez y Dyer
3. La estimación de la edad en Arqueozoo-
1972: 125)
logía.
Bajo condiciones geográficas favorables, la ma- En arqueozoología, uno de los métodos para es-
yoría de los animales crecen más rápidamente y al- timar la edad de muerte de los individuos se realiza
canzan tallas mayores a una edad más temprana a partir de tablas comparativas de fusión ósea para
que los animales que se desarrollan bajo condicio- las diferentes especies de animales. Hay varios au-
nes inadecuadas (Reitz & Wing 1999:73) tores que han trabajado sobre este tema y cada uno
2.3. La alimentación. presenta resultados propios.
Las deficiencias nutricionales pueden afectar al Queremos destacar las diferencias significativas
crecimiento del individuo incluso antes de su naci- que hemos documentado tanto a nivel interespecí-
miento. Durante el período de gestación las caren- fio, intraespecífico, como anatómico y que dificul-
cias alimentarias prolongadas de la madre pueden tan la estimación de la edad a partir de la fusión de
suponer deficiencias en el desarrollo del neonato. los huesos a causa de la gran variabilidad que exis-
te durante el proceso de fusión.
Las continuadas deficiencias nutritivas del hue-
so pueden originar posteriormente problemas óseos Comparando estos resultados hemos obtenido
graves, como por ejemplo el raquitismo, sin que se las siguientes tablas-resumen para cérvidos y bóvi-
aprecien síntomas precoces. Una desnutrición gra- dos que presentamos a continuación.
ve determina un crecimiento más lento de los hue-
3.1. Especies salvajes: el ejemplo de los cérvi-
sos, seguido por una interrupción del desarrollo en
dos.
longitud y anchura de la caña de los huesos largos
(Hafez y Dyer 1972: 284). Estudios sobre poblaciones salvajes como los
cérvidos nos indican que existen diferencias consi-
2.4. La genética. derables en la edad de fusión en algunas partes es-
Las variables genéticas, como por ejemplo en- queléticas incluso entre machos y hembras, como el
143
¿QUÉ EDAD TIENES? O LA DIFICULTAD DE ESTIMAR LA EDAD A PARTIR DE RESTOS ARQUEOFAUNÍSTICOS

Fig.: 1. Tabla-resumen de la estimación del proceso de fusión para cada elemento esquelético entre machos (M) y hem-
bras (H) para el caso del Gamo común (Dama dama), según Carden y Hayden (2006).

caso del gamo común (Dama dama) (Carden y epífisis que se fusionan antes del nacimiento, como
Hayden, 2006) (Figura 1). Existen además eviden- las epífisis distales de las falanges (Figura 2).
cias, más allá de las diferencias de fusión entre
De la comparación entre los resultados por ovejas
sexo, que muestran como un individuo de ciervo
y cabras se desprende que estas últimas presentan
(Cervus elaphus) puede albergar diferencias de fu-
un retraso general en la fusión de los huesos res-
sión incluso en el mismo hueso dependiendo de su
pecto las ovejas. Y este dato es significativo si te-
lateralidad (Mariezkurrena, 1983).
nemos en cuenta que en ocasiones propuestas de ta-
3.2. Especies domésticas: el ejemplo de los blas presentan datos conjuntos para los dos géneros
bóvidos. (ej. Barone, 1976).
La dificultad en la estimación de la edad no es 3.4. Diferencias intraespecíficas: Ovis aries.
sólo un problema que concierne únicamente a las
Si nos centramos sólo en los resultados de los
especies salvajes, sino que se agrava en las domés-
autores que trabajan con ovejas (Barone, Silver,
ticas.
Schmid, Garcia-Gonzalez y Hatting), también do-
Para el estudio de la fusión de los huesos de cumentamos diferencias significativas. Estas dife-
oveja y cabra se ha podido consultar a los siguien- rencias pueden ser sólo de un mes de vida del ani-
tes autores: Barone, 1976; Silver, 1969; Noddle, mal o llegar hasta los 17 meses de diferencia en el
1974; Schmid, 1972, Garcia-Gonzalez, 1983; Hat- proceso de fusión de la misma epífisis de un mismo
ting, 1981. Barone presenta los resultados tanto hueso (epífisis distal del radio).
para ovejas como para cabras. Silver, Schmid, Gar-
3.5. Diferencias entre elementos esqueléticos.
cia-Gonzalez y Hatting sólo presentan los resulta-
dos para ovejas, y Noddle sólo para cabras. El hecho mas destacable es sin embargo, la di-
ferencia entre los elementos esqueléticos. Lo pri-
3.3. Diferencias interespecíficas: Ovis mero que queremos destacar son las diferencias de
aries/Capra hircus. fusión entre las epífisis proximales y las distales.
Si comparamos los resultados de los diferentes Las epífisis que se fusionan antes son la epífisis
autores, lo más destacado es la diferencia en el pro- distal del fémur, la epífisis proximal del radio, del
ceso de fusión que presenta Noddle en compara- metacarpo i de las falanges, y el acetabulum de la
ción con los resultados que presentan los otros au- pelvis. Las fusiones mas tardías se producen en la
tores. A partir de los datos de que disponemos, hay epífisis proximal del humero y de la tibia, en la epí-
diferencias realmente importantes en referencia al fisis distal del radio, de la ulna y del fémur y en el
proceso de fusión de los diferentes elementos es- corpus de las vértebras. Entre la epífisis que se fu-
queléticos entre ovejas y cabras. Estas diferencias siona antes y la que se fusiona más tarde, puede lle-
pueden llegar hasta los 32 meses (epífisis distal de gar a haber una diferencia de hasta de cuatro años
radio). Los únicos resultados que coinciden son las (las epífisis distales de las falanges o las proximales
144
L.ANDÚGAR – E.CAMARÓS – L.COLOMINAS – E.LLADÓ – N.PADRÓS – C.TORNERO – A.VALENZUELA – E.VERDÚN

Fig.: 2. Tabla-resumen de la estimación del proceso de fusión para cada elemento esquelético para el caso de Capra sp. y
Ovis sp., según datos diferentes autores.

de los metacarpos se fusionan al nacer, y los corpus sultado los siguientes autores: Silver (1969); Ha-
de vértebras a los 4,5-5 años), haciendo que sea bermehl (1975); Schmid (1972); Brunni & Zimmerl
muy difícil llegar a poder estimar la edad de un ani- (1951); Lesbre (1897); Barone (1976).
mal sólo a partir de un fragmento de hueso, o en el
Para los bovinos todos los autores consultados
mejor de los casos, de un hueso entero.
han obtenido unos resultados similares para el mo-
3.6. Diferencias intraespecíficas: Bos taurus. mento y el tiempo de fusión de la mayoría de los
Para los datos referentes a bovinos se han con- huesos del esqueleto del animal. Existen, sin em-
bargo, algunas diferencias para el momento de fu-
145
¿QUÉ EDAD TIENES? O LA DIFICULTAD DE ESTIMAR LA EDAD A PARTIR DE RESTOS ARQUEOFAUNÍSTICOS

Fig.: 3. Tabla-resumen de la estimación del proceso de fusión para cada elemento esquelético para el caso de Bos sp., se-
gún datos diferentes autores.

3.7. Diferencias entre elementos esqueléticos.


sión de algunos huesos, como por ejemplo la epífi- En relación a la progresión en la fusión de los
sis proximal del fémur que según los autores Brun- distintos huesos del esqueleto, los que fusionan pri-
ni y Zimmerl (1951) empieza el proceso de fusión a mero, según todos los autores consultados, son los
los 3 años, mientras que para los otros autores em- huesos de la articulación de la escápula y los hue-
pieza a partir de los 3,5 (Figura 3). sos principales de la pelvis. Éstos fusionan alrede-
dor de los 6 meses de vida del animal.
146
L.ANDÚGAR – E.CAMARÓS – L.COLOMINAS – E.LLADÓ – N.PADRÓS – C.TORNERO – A.VALENZUELA – E.VERDÚN

Los últimos huesos en fusionar son el húmero 5. Bibliografía.


(epífisis proximal), el radio (epífisis distal), el fé- BARONE, R.
mur (epífisis proximal y epífisis distal) y la tibia 1976 Anatomie comparée des mamifères domestiques.
París: Vigot Freres Editeurs.
(epífisis proximal). Todos ellos fusionan entre 3,5 y BRUNI A. C.; ZIMMERL, U.
4 años. En estos datos coinciden todos los autores. 1951 Anatomia degli animali domestici. Milano: Fran-
Pasado este momento sólo queda por fusionar, se- cesco Vallardi.
CARDEN, R.F.; HAYDEN, T.J.
gún Habermehl, Barone y Silver, algunos huesos de 2006 "Epiphyseal Fusion in the postcranial skeleton as
la pelvis y de las vértebras. an Indicador of age at Death of European fallow
deer (Dama Dama Dama, Linnaeus, 1758)", en
4. Conclusiones. RUSCILLO, D.: Recent advanced in Ageing and
sexing animal Bones. Proceedings of the 9th ICAZ
En arqueozoología, los datos relativos al mo- Conference, Durham 2002. Oxbow books:
mento de muerte de los animales representados per- 227-236.
miten aportar información significativa sobre los DAVIS, S. J. M.
1989 La arqueología de los animales. Barcelona: Ed.
grupos humanos objeto de estudio. La muerte del Bellaterra.
animal (y en muchas sociedades la vida también), 2000 "The effect of castration and age on the develop-
pese a estar sujeta a aspectos biológicos, es en cier- ment of the Shetland sheep skeleton and a metric
comparison between bones of males, females and
ta manera de causalidad social. El esqueleto resul- castrates", en Journal of Archaeological Science
tante, en tanto que forma parte de un producto so- 27: 373-390.
cial más amplio (el animal en todo su potencial DIESEM, C.D., HOCKMAN, M., & BURT, J.K.
1971 "Age determination and structural changes in
como recurso), es un elemento más que nos permite calves", en Journal of the American Veterinary
incidir en una etapa de la Producción. Por ejemplo, Medical Association 158: 1542-1547.
sobre los patrones de sacrificio desarrollados a par- GARCIA-GONZALEZ, R.
1983 "Estudio de la osificación postnatal en ovinos de
tir de las estrategias concretas en el caso de las acti- raza aragonesa", en Munibe, 33: 259-279.
vidades ganaderas o bien en las actividades cinegé- HABERMEHL, K.H.
ticas, y como tal es un aspecto muy importante a te- 1975 Die Alterbestimmung bei Haus – und Labortieren.
2nd ed. Verlag Paul Parey. Berlin und Hamburg.
ner en cuenta, que no debería estar sesgado ni con HAFEZ, E.S.E.; DYER, I.A.
error inducido. 1972 Desarrollo y nutrición animal. Zaragoza: Editorial
Acribia (Traducción del original Animal Growth
Sin embargo, la comparación de los datos obte- and Nutrition, Lea and Febiger de Filadelfia).
nidos para la estimación de la edad de cada espe- HATTING, T.
1981 Osteological investigations on Ovis aries.l. Dansk
cie, según los diferentes autores, ofrece significati- Naturhistorisk Forening, 144: 115-135.
vas discrepancias entre las propuestas y notables LESBRE, M.F.
diferencias en lo que respecta a los intervalos tem- 1897 "Contribution à l’étude de l’ossification du squelet-
te es mammifères domestiques principalment aux
porales observados en el proceso. points de vue de sa marche et de sa chronologie",
en Annales de la Soc. Agric. Sci. Indust. De Lyon, 5
Esta variabilidad viene causada por la diferente (7th series).
incidencia de cada una de las variables expuestas MARIEZKURRENA, K.
sobre las poblaciones estudiadas. Hay que tener en 1983 "Contribución del conocimiento del desarrollo de la
entición y el esqueleto postcraneal de Cervus
cuenta que estos estudios han sido realizados sobre elaphus". Munibe 35: 149-202.
conjuntos actuales, de diversas procedencias geo- NODDLE, B.
gráficas, sin tener en cuenta tan sólo el sexo o el 1974 "Age of epiphyseal closure in feral and domestic
goats an ages of dental eruption", en Journal of Ar-
tipo de alimentación de los individuos. chaeological Science, 1: 195-204.
REITZ, E.; WING, E.
Este hecho provoca diferencias significativas en 1999 Zooarchaeology. Cambridge: Cambridge Manuals
la estimación de la edad de muerte de los indivi- in Archaeology.
duos en conjuntos arqueofaunísiticos dependiendo SCHMID, E.
1972. Atlas of Animal bones. Amsterdam: Elsevier.
de los autores consultados. Más aún si se considera SILVER, I.
que estas referencias se aplican mecánicamente a 1969 "The ageing of domestic animals", en BROTH-
conjuntos arqueofaunísticos de diferentes contextos WELL, D.; HIGGS, E.: Science in Archaeology.
London.
históricos.
Con este trabajo hemos evidenciado que la apli-
cación de estos métodos de estimación de edad tie-
ne limitaciones y pueden llevar a interpretaciones
sociales sesgadas.
JIA 2008 ISBN: xxxx-xxxx-xx-xx Pp.: 147-152

ANÁLISIS MICROESPACIAL DE UNA MOTILLA. EL “CORTE A” DE LA


MOTILLA DE SANTA MARÍA DEL RETAMAR

Rebeca Lenguazco González


Universidad Autónoma de Madrid; rebecalenguazco@arkatros.com

RESUMEN

El objetivo de este trabajo ha sido la realización de una analítica microespacial del denominado
“Corte A”, que merece especial atención por la alta concentración de restos muebles in situ y ofrece la posibi-
lidad de estudiar dichos materiales en relación con el espacio en el cual han sido encontrados. Es decir, el
planteamiento se ha centrado en evaluar la dispersión espacial de los materiales a fin de obtener datos acerca
de la funcionalidad del espacio, estudiar la relación existente entre ellos y su posible relación con restos de es-
tructuras y contextos arqueológicos, analizar dichas estructuras y contextos en relación con el espacio en que
se incluyen, evaluar la presencia de diversos fragmentos de un mismo recipiente en contextos diferentes, etc.

ABSTRACT

The objective of this work has been the realisation of a microespacial analysis of the designated
“Corte A”, which deserves special attention because of the high concentration of remains in situ and offers the
possibility to study this material in relation with the space in which have been found. In fact, the work has
been focused in evaluating the spatial dispersion of the materials to obtain information about the functionality
of the space, studying the existent relation between them and his possible relation with structures remains and
archaeological contexts, analysing this structures and contexts in relation with the space are include, evaluat-
ing the presence of several fragments of a same ceramic pottery in different contexts, etc.

Palabras Clave: Bronce. Motilla. Análisis Microespacial.

Keywords: Bronze. Motilla. Microspatial Analysis.

1. Introducción. Meseguer, de la U.A.M., plantean la hipótesis de


Las primeras noticias sobre este tipo de yaci- distintas “facies culturales” que caracterizarían la
mientos son de finales del siglo XIX, sobre una Edad del Bronce en La Mancha, siendo identifica-
motilla situada en Torralba de Calatrava -Ciudad das las “Motillas” como una facies particular del
Real- (Hervás y Buendía, 1899). Posteriormente, se complejo cultural, cuya existencia y denominación
dará a conocer La Casa de las Motillas (Schule, W. hoy son aceptadas y compartidas por los investiga-
y Pellicer, M., 1963), en 1969 se interviene en la dores más dedicados a su estudio, al que corres-
motilla de los Romeros (García Pérez, T., 1987 y pondieron todos ellos: el Bronce de La Mancha.
1988), en 1974 se interviene en las motillas de Los 2. La motilla de Santa María del Retamar:
Palacios y del Azuer (Nájera, T et alii, 1977; Náje- estado actual de la investigación.
ra, T. y Molina, F., 1977; Molina, F. y Nájera, T.,
A 20 km al oeste de la más septentrional de las
1974 y 1978; Molina, F. et alii, 1979; Nájera, T. et
lagunas de Ruidera, a 2,5 km al oeste del Pantano
alii, 1979; Nájera, T. et alii, 1981), en 1983 se ini-
de Peñarroya y a unos 10 km al sureste de Argama-
cian las excavaciones arqueológicas en la motilla
silla de Alba, se encuentra la Motilla de Santa Ma-
de Las Cañas (Molina, F. et alii, 1983) y un año
ría del Retamar también conocida como “Motilla
más tarde en la motilla de Santa María del Retamar
del Retamar” o “de la Casa del Retamar”.
(Sánchez Meseguer, J.L. et alii, 1985; Colmenarejo
Hernández, R. et alii, 1987-1988; Galán Saulnier, La primera excavación arqueológica realizada
C. y Sánchez Meseguer, J.L., 1994; Hernando en la motilla, en 1984, se hizo en el marco de un
Grande, A, 1989). Por último, en 1985 se llevaron proyecto de investigación sobre la Edad del Bronce
a cabo excavaciones arqueológicas en la motilla del en la Meseta que, bajo la dirección del profesor
Acequión (Fernández Miranda, M. et alii, 1990, Nieto Gallo, pretendía investigar un supuesto “Va-
1994, 1995; Fernández Posse et alii, 1996; Fernan- cío Cultural”, ya que había sido considerada duran-
dez Miranda y Fernández Posse, 1989, 1993). te muchos años, por gran parte de los investigado-
res, como un área culturalmente deprimida durante
En el I Congreso de Historia de Castilla La
la Prehistoria Reciente.
Mancha, celebrado en 1985, Nieto Gallo y Sánchez

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
148
REBECA LENGUAZCO GONZÁLEZ

Posteriormente se desarrollaron diversas cam- - Digitalización en CAD de una planta general


pañas de excavación arqueológica en 1985 y 1986, del yacimiento a escala 1:200 y los planos origina-
pero no será hasta agosto de 1987 cuando se llevó les de campo a escala 1:20.
a cabo la cuarta campaña de excavación arqueoló-
- Análisis individual de cada una de las 9 plan-
gica. Su principal objetivo fue continuar con la ex-
tas de la excavación del corte “A” diferenciando
cavación y ampliación, incluyendo dos cortes
áreas, contextos, cotas medias por cada planta, ela-
abiertos en 1984 que fueron denominados en la
borando gráficos que ayuden a evaluar tanto el nº
campaña anterior como “Corte A”, localizado entre
de materiales encontrados y la morfofuncionalidad
los dos recintos de fortificación más próximos a la
de los mismos como su porcentaje representativo
torre central, al sur de la misma. Los resultados
por cotas, etc.
confirmaron que los restos arquitectónicos estudia-
dos constituían la parte fundamental de la estructu- - Realización de un gráfico de relación de mate-
ra básica del asentamiento (Fig. 1). riales por cotas y planos.
- Realización de una matriz Harris.
- Por último, se ha realizado una reconstrucción
en 3D del “Corte A”, basada en los resultados de la
excavación y en el estudio microespacial del uso
diferencial de los espacios.
3.2. Documentación de Gabinete.
- Realización de una base de datos en Access
que recoge información sobre los materiales encon-
trados en el transcurso de las excavaciones.
- Realización de un formulario con fichas indi-
vidualizadas de cada nº de inventario.
4. Interpretación.
El análisis de la documentación generada en el
transcurso de las diversas campañas de excavación
arqueológica y su contraste con los resultados obte-
Fig.: 1. Ubicación del Corte “A” (escala 1:200). nidos tras los consecuentes trabajos de laboratorio
Las escasas subvenciones asignadas por la ad- y gabinete, así como el estudio de los diversos artí-
ministración al yacimiento en los años siguientes culos publicados sobre el yacimiento, han permiti-
no permitieron ampliar mucho más el conocimien- do observar en detalle las características de una pe-
to. Tras una campaña dedicada fundamentalmente queña porción de su estratigrafía, lo que ha permiti-
al control de la planimetría y topografía (1988), las do a su vez plantear tanto una serie de hipótesis re-
excavaciones se vieron interrumpidas en 1989 ante lativas a los procesos que pudieron dar lugar a la
la falta de subvención económica, reanudándose en formación de la misma, como a la funcionalidad del
el verano de 1990 con la continuación de los traba- propio yacimiento arqueológico al menos en una de
jos en tres de los cortes abiertos en la parte más alta las etapas de su dilatada existencia, y todo ello a
del yacimiento. Finalmente, en 1991 se llevó a cabo partir de la observación de la existencia de varios
la última campaña realizada hasta el momento. niveles arqueológicos cronológicamente no muy
distantes en el tiempo, correspondientes al Bronce
3. Metodología. Pleno y más concretamente anteriores a 1.635 –
La distinción entre contextos materiales, como 1570 a.C. (1939-1888 cal ANE) (Castro, Lull y
puede ser el estudio de tierra con alto contenido de Micó, 1996).
carbones o restos de tapial de distintos colores, y
contextos en terminología “Harris”, nos ha permiti- Nos encontramos con un nivel de ocupación cu-
do constatar la presencia de niveles de ocupación, yos restos se localizaron a 5,41 m de profundidad
niveles de incendio, niveles de inundación, niveles respecto a la cota 100,00 m, ubicada en el punto
de derrumbe, niveles de abandono, etc. más alto del yacimiento, formado en un espacio de
31,18 m2 comprendido entre el primer y el segun-
3.1. Documentación de Campo. do lienzo de muralla, es decir, entre el recinto más
- Recopilación de la planimetría realizada du- próximo a la torre central de la motilla y el siguien-
rante las distintas campañas de excavación arqueo- te hacia el exterior, cuya forma curvada en planta
lógica además de consultar el plano topográfico se debe a la propia necesidad de adaptación al espa-
1:25.000, 1:50.000 y fotografía aérea. cio configurado por dichos muros de fortificación,
149
ANÁLISIS MICROESPACIAL DE UNA MOTILLA. EL “CORTE A” DE LA MOTILLA DE SANTA MARÍA DEL RETAMAR

ambos construidos con basamento de mampostería el contexto 44.


irregular, conservado en casi 2,00 m de altura, y al-
- En el extremo NO del cuadrante se conserva
zado de tapial, y dispuestos en paralelo y sensible-
un pequeño muro, documentado en planimetría
mente concéntricos a la torre central (Fig. 2).
como Muro 1, que conserva un zócalo de mampos-
tería irregular con 0,54 m de altura por 0,50 m de
anchura por 3,00 m de longitud, con una orienta-
ción suroeste-noreste, con un ángulo de 26º con
respecto a la cara interna de la muralla 2ª y con una
cota máxima de 95,32 m, que separa el área de ha-
bitación objeto de estudio del área “A” o pasillo.
- Junto al muro 1 aparece otro pequeño muro,
documentado en planimetría como Muro 2, que
conserva un zócalo de mampostería irregular con
0,68 m de altura por 0,50 m de anchura por 2,00 m
de longitud, con una orientación suroeste-noreste,
Fig.: 2. Digitalización en CAD del nivel de ocupación. con un ángulo de 32º con respecto a la cara interna
de la muralla 2ª y con una cota máxima de 95,46 m.
Este nivel de ocupación se divide en dos áreas
claramente definidas. Así podemos hablar de: - Entre el muro 2 y la cara interna de la muralla
2ª se conserva un pequeño muro, documentado en
Área “A”: comprende 7,97 m² y discurre en
planimetría como Muro 3, que conserva un zócalo
paralelo entre la cara externa de la muralla 1ª o pri-
de mampostería irregular con 0,68 m de altura por
mer lienzo de muralla y el área “B”. Se trata de una
0,50 m de anchura por 0,50 m de longitud, con una
estrecha zona de circulación de 0,65 m de anchura
orientación norte-sur, con un ángulo de 112º con
que serviría de pasillo a través del cual se podría
respecto a la cara interna de la muralla 2ª y con
acceder a otras estancias del interior de la motilla.
una cota máxima de 95,46 m.
Dentro de éste área, cabe destacar la presencia
de una gran concentración de piedras, junto a la
cara exterior de la muralla 1ª y que ocupan 6,07 m².
No forman estructura aparente por lo que podrían
tratarse del derrumbe del remate en piedra del alza-
do de los tapiales o de los restos de un posible to-
rreón aún por delimitar, ya que presenta dicho de-
rrumbe una forma ligeramente redondeada. De ser
este hecho cierto, debía estar en desuso y en estado
de ruina en el momento de ocupación de la vivien-
da/almacén objeto de estudio.
Área “B”: comprende los restos de una vivien-
da/almacén con un espacio de 23,21 m² y discurre
en paralelo entre la cara interna de la muralla 2ª o
segundo lienzo de muralla y el área “A”.
Entre los elementos arquitectónicos y construc-
tivos conservados aparecen:
Fig.: 3. Reconstrucción en 3D del Corte “A”.
- Un suelo de tierra apisonada color marrón ro-
Estos tres muros cierran el área de habitación
jizo (contexto 45), de 16,45 m², sobre el que apoya-
por su extremo occidental. Las paredes, adosadas a
ba una concentración de material arqueológico in
la cara interna del recinto exterior, fueron realiza-
situ, que será descrito con posterioridad.
das con un zócalo de mampostería irregular, tal y
- Entre el muro 3 y la zona donde aparece una como demuestran los muros conservados, con alza-
concentración de vasijas in situ (contexto 43), se dos de tapial y posteriormente enlucidas y revoca-
documentaron los restos de un posible banco corri- das con cal; los techos se realizaron con cubiertas
do, adosado a la cara interna de la muralla 2ª, que de madera, ramajes, esteras, cuerdas…y se susten-
ocupa 0,63 m². taban con postes y vigas de madera. Podemos des-
tacar la presencia de una huella de poste de madera
- Un horno, adosado a la cara interna de la mu-
en el contexto 43, junto a la concentración de mate-
ralla 2ª, con una altura aproximada de 0,18 m, ubi-
rial arqueológico encontrado in situ. La documenta-
cado junto a la concentración de vasijas in situ, en
150
REBECA LENGUAZCO GONZÁLEZ

ción de fragmentos de revocos y enlucidos con la como por ejemplo la mano mortero, las molederas,
impronta de cañizos y esteras demuestra el frecuen- los machacadores mientras que la presencia de bo-
te uso de plantas textiles para el acondicionamiento tones con perforación en “V” y de colgantes de
de estructuras de habitación (Fig. 3). concha podría deberse a un hecho circunstancial, es
decir, la propia perdida del objeto durante la mani-
Apoyados directamente sobre el suelo de ocu-
pulación del trigo, lo que podría explicar la presen-
pación, descrito con anterioridad, nos encontramos
cia de un botón con perforación en “V” dentro y
una abundante concentración de vasijas de cerámi-
fuera del saco de trigo, o la manipulación de la co-
ca in situ, la mayor parte de las cuales se han podi-
locación o contenido de esas vasijas, lo que expli-
do reconstruir por haberse hallado muy fragmenta-
caría la presencia de un colgante de concha entre
das pero prácticamente completas, que ocupan toda
ellas o incluso la presencia de un collar completo, e
la parte central de la habitación y se apoyan en el
incluso su presencia puede deberse también a su
perfil sur, ya que se encontraban apiladas unas so-
pérdida en el momento de una huída muy precipita-
bre otras, abarcando aproximadamente 6m². Desta-
da al incendiarse la habitación, hecho éste al que
ca no sólo su gran abundancia sino también su alta
ahora nos referiremos.
calidad tecnológica en su fabricación, con variedad
de pastas y acabados, y su variedad formal tratán- La documentación de cantos rodados podría es-
dose de recipientes de diversas formas y tamaños tar relacionada con el calentamiento de determina-
que denotan distintas funcionalidades (Fig. 4). dos alimentos para su posterior consumo mientras
que la presencia de cantos trabajados nos habla de
Esto no implica que todos los materiales encon-
un tratamiento de fibras textiles o incluso para cor-
trados pertenezcan al mismo nivel de ocupación
tar retamas. Cabe destacar la presencia de cucharo-
sino que algunos de ellos podrían pertenecer al de-
nes “in situ” junto a las vasijas con grano podría es-
rrumbe de los tapiales por lo tanto anteriores al ni-
tar relacionado con la extracción del contenido de
vel de ocupación arqueológica con cerámicas “in
los productos almacenados o incluso como medida
situ”. Así podemos diferenciar dos grupos:
de capacidad.
Materiales in situ: son aquellos directamente re-
Así pues, todo indica que en un momento deter-
lacionados con el contexto 43 y que apoyan direc-
minado de la utilización de este espacio como al-
tamente sobre el contexto 45 o suelo de ocupación.
macén o despensa se produjo un incendio en el in-
Materiales procedentes del derrumbe de los ta- terior del recinto fortificado que afectó profunda-
piales: son aquellos directamente relacionados con mente al menos a esta estancia. Este hecho se evi-
los contextos 41, 42, 44, 38 y 39. dencia con la constatación durante la excavación
del derrumbe de la cobertura vegetal calcinada, tal
y como se puede apreciar tanto en el contexto 45
con la presencia de áreas con concentraciones de
carbones y cenizas en torno a la concentración de
cerámicas, y más evidente aún en el contexto 43
donde dicha acumulación de cerámicas se nos pre-
senta cubierta por una capa de tierra cenicienta, así
como en el derrumbe de los alzados de tapial en
torno a las vasijas (contextos 42 y 44), donde apa-
recen zonas con concentraciones de ceniza, carbo-
nes y argamasa, así como por la presencia de sacos
y semillas carbonizados y de restos de revocos con
la impronta de los elementos vegetales que recu-
brieron, pero sin resto alguno de ellos, lo que pare-
Fig.: 4. Reconstrucción en 3D del interior del Corte ”A”. ce poner de manifiesto la elevada temperatura que
Evaluando las características y la disposición de debió alcanzar el citado incendio, explicable por
los hallazgos podemos hablar de un área destinada otra parte al producirse en un espacio tan reducido
al almacenamiento de productos, principalmente de y “encerrado” entre los recintos de fortificación.
contenedores cerámicos y de trigo. La mayoría de Aunque es difícil precisar la dimensión del
los útiles, adornos y restos de alimentos encontra- tiempo transcurrido tras el incendio, todo parece in-
dos aparecen relativamente concentrados en la par- dicar que al menos la parte de la motilla compren-
te central de la habitación, en torno a la concentra- dida en el espacio del “Corte A” sufrió después de
ción de las cerámicas, entre ellas e incluso algunos aquel las consecuencias de un aumento del caudal
bajo las mismas. Parte de estos materiales podrían del río Guadiana, cuyas aguas llegaron a penetrar
estar relacionados con la transformación del grano en el interior de la motilla y cubrieron de limos y
151
ANÁLISIS MICROESPACIAL DE UNA MOTILLA. EL “CORTE A” DE LA MOTILLA DE SANTA MARÍA DEL RETAMAR

lodo gran parte de dicho espacio, sobre todo la mi- 5. Bibliografía.


tad norte, tal y como pone de manifiesto la presen- BLANCO DE LA RUBIA, I.
cia de una tierra gris verdosa (contextos 34 y 41) 1985 "El poblamiento de la provincia de Ciudad Real du-
rante las edades del Cobre y del Bronce", en Uni-
que cubre el pasillo, el interior de la vivienda ya en versidad Abierta, 4: 23 y ss. Valdepeñas.
ruinas y el derrumbe de piedras adosado a la mura- CARROBLES, J.; MUÑOZ, K.; RODRIGUEZ, S.
lla 1ª. La capa de lodo presenta una potencia de 1994 "Poblamiento durante la Edad del Bronce en la
cuenca media del río Tajo", en Actas del Simpo-
0,25 m en la mitad norte del cuadrante, 0,12 m ha- sio: Edad del Bronce en Castilla La Mancha. Tole-
cia el Este y de 0,06 m hacia el Oeste del cuadran- do: Diputación de Toledo. 173 y ss.
te, abarcando aproximadamente 1,52 m³, mientras CASTRO, P.: LULL, V.; MICO, R.
1996 "Cronología de la Prehistoria Reciente de la Penín-
que en el pasillo ocupa 1,60 m², con una potencia sula Ibérica y Baleares", en British Archaeological
de 0,35 m, abarcando 0,56 m³. Reports, 652. Oxford.
CORRAL CAÑÓN, M.
Tras el incendio y la inundación, el espacio ob- 1987 "Nuevas metodologías de n prehistórica sobre la
jeto de nuestro estudio sufrió un abandono, debien- Península Ibérica: un modelo para la Edad del
Bronce", en XVIII Congreso Nacional de Arqueo-
do quedar posiblemente como zona de paso y quizá logía. Zaragoza: Secretaría General de los Congre-
también de basurero. Esta hipótesis interpretativa sos Nacionales, Universidad de Zaragoza. 409 y ss.
se desprende de la observación de la constante pre- 1988 "La Edad del Bronce en La Mancha", en I Congre-
so de Historia de Castilla La Mancha. Toledo: Jun-
sencia de concentraciones de carbones lo que no ta de Comunidades de Castilla La Mancha. 213 y
sería de extrañar si pensamos que dicha zona pudo ss.
ser utilizada como basurero, en cuyo caso posible- COLMENAREJO HERNÁNDEZ, R. et alii
1987 "La Motilla de Santa María del Retamar", en Revis-
mente fuese frecuente la práctica de quemar con ta Oretum III: 79 y ss. Ciudad Real: Junta de co-
cierta regularidad y frecuencia los residuos con munidades de Castilla la Mancha, Consejería de
componentes orgánicos. También aparecen restos educación y Cultura (museo de Ciudad Real).
1988 "Actividades socio-económicas de los habitantes de
de cal, argamasa, tapial, materiales arqueológicos la Motilla de Santa María del Retamar; Aproxima-
dispersos por todo el cuadrante. Así, los contextos ción a su estudio", en I Congreso de Historia de
pertenecientes al nivel de abandono son del 37-35 y Castilla La Mancha. Toledo: Junta de Comunida-
des de Castilla La Mancha. 351 y ss.
del 33-1. DIAZ ANDREU, M.
1989 "Sobre fronteras y límites. El caso del sector nores-
Aplicando el denominado “método Harris”, ob- te de la submeseta Sur durante la Edad del Bronce",
viamente adaptado a las características de un yaci- en Arqueología espacial, 13: 19 y ss. Teruel: Dipu-
miento prehistórico y por supuesto teniendo en tación de Aragón.
1990 La Edad del Bronce en el NE de la Submeseta Sur.
cuenta que no estamos ante un yacimiento comple- Un análisis sobre el inicio de la complejidad so-
to, sino ante una pequeña parte del mismo, hemos cial. Madrid: Tesis doctorales (U.C.M.).
podido documentar 8 “unidades estratigráficas”: 1994 La Edad del Bronce en la provincia de Cuenca.
Cuenca: Diputación de Cuenca.
U.E. 1: Nivel de abandono, donde nos encontramos FERNANDEZ MIRANDA, M.; FERNANDEZ POSSE, M.
D.; MARTÍN, C.
restos de tapial, piedras, algunos restos arqueológi- 1988 "Caracterización de la Edad del Bronce en La Man-
cos procedentes de los tapiales y desechos (del con- cha. Algunas proposiciones para su estudio", en
texto 1 al 37). Espacio, Tiempo y Forma, S. 1, Prehistoria y Ar-
queología, t. 1: 293 y ss. Madrid: UNED.
U.E. 2: Nivel de inundación, con altas concentra- FERNANDEZ MIRANDA, M. et alii
1994 "La Edad del Bronce en La Mancha Oriental", en
ciones de lodos (contextos 34 y 41). Actas del Simposio: Edad del Bronce en Castilla
La Mancha. Toledo: Diputación de Toledo. 243 y
U.E. 3: Nivel de derrumbe, con concentraciones de ss.
piedras (contexto 23). FERNANDEZ POSSE, M. D.; GILMAN, A.; MARTÍN, C.
1996 "Consideraciones cronológicas sobre la Edad del
U.E. 4: Nivel de derrumbe, con concentraciones de Bronce en La Mancha", en Complutum Extra, 6-II:
tapial (contextos 41, 42, 44, 38 y 39). 111 y ss. Madrid: UCM.
FERNANDEZ POSSE, M. D.; MARTÍN, C.
U.E. 5: Nivel de ocupación, donde aparece un con- 1991 "El Calcolítico y la Edad del Bronce en la Meseta",
en Boletín de la asociación española de amigos de
junto de materiales arqueológicos in situ sobre el la arqueología, 20 años de arqueología en España
suelo de ocupación (contexto 43). (Homenaje a don Emeterio Cuadrado Díaz). Ma-
drid: Asociación española de amigos de la arqueo-
U.E. 6: Estructura C o vivienda/almacén donde do- logía 30 31: 75 y ss.
cumentamos el muro 1, el muro 2, el muro 3, el GALÁN SAULNIER, C.; SANCHEZ MESEGUER, J.
1994 "Santa María del Retamar", ", en SANCHEZ ME-
suelo de ocupación (contexto 45), el horno y el SEGUER, J. (et al.): Arqueología en Ciudad Real.
banco corrido adosado a la cara interna de la mura- Jornadas de arqueología de Ciudad Real en la
lla 2ª. U.A.M. Toledo: Junta de Castilla La Mancha. 111 y
ss.
U.E. 7: Estructura B o recinto exterior. GALÁN SAULNIER, C.
1994 "La cerámica del Bronce de La Mancha", en Actas
U.E. 8: Estructura A o recinto interior. del Simposio: Edad del Bronce en Castilla La
Mancha. Toledo: Diputación de Toledo. 5 y ss.
152
REBECA LENGUAZCO GONZÁLEZ

GARCÍA PEREZ, T. Ministerio de Cultura.


1987 "La Motilla de Los Romeros (Alcázar de San Juan, 1981 "La Motilla Del Azuer. (Daimiel, Ciudad Real)",
Ciudad Real)”, en Oretum III): 109 y ss. Ciudad Campaña de 1981", en Cuadernos de Prehistoria
Real: Museo de Ciudad Real. de la Universidad de Granada, 6: 293 y ss. Grana-
1988 "La Motilla de Los Romeros (Alcázar de San Juan, da: Universidad de Granada.
Ciudad Real)", en I Congreso de Historia de Casti- 2006 "Un enterramiento infantil singular en el yacimien-
lla La Mancha (Tomo II). Toledo: Junta de Comu- to de la Edad del Bronce de La Motilla del Azuer
nidades de Castilla La Mancha. 13 y ss. (Daimiel, Ciudad Real)", en Trabajos de Prehisto-
GARCÍA RUIZ, P. ria, 63(nº 1): 149 y ss. Madrid: CSIC.
2004 "Asociación entre procesos de fabricación y la for- NIETO GALLO, G.; SANCHEZ MESEGUER, J.
ma tipológica de la cerámica del Bronce Manche- 1988 "Bases para la sistematización de la Edad del bron-
go: Estudio preliminar de la Motilla de Los Pala- ce en La Mancha", en I Congreso de Historia de
cios", en MARTÍN, J.M.; ALLUE, E.: Actas del I Castilla La Mancha. Toledo: Junta de Comunida-
Congreso Peninsular de estudiantes de Prehisto- des de Castilla La Mancha. 221 y ss.
ria. Universidad Rovira i Virgili, Tarragona. 343 y RODRIGUEZ GONZÁLEZ, J. L.
ss. 1988 "Estudio para la conservación de la Motilla de San-
HERNÁNDO GRANDE, A.; GALÁN SAULNIER, C. ta María", en I Congreso de Historia de Castilla La
1989 "Armas metálicas en La Motilla de Santa María del Mancha. Toledo: Junta de Comunidades de Castilla
Retamar", en Espacio, Tiempo y Forma, S. 1, La Mancha. 5 y ss.
Prehistoria y Arqueología, 2: 191 y ss. Madrid: RUIZ TABOADA, A.
UNED. 1994 "La Motilla de El Morrión (El Toboso, Toledo)",
HERVAS Y BUENDIA, I. en Actas del Simposio: Edad del Bronce en Casti-
1899 Diccionario histórico, geográfico, biográfico y bi- lla La Mancha. Toledo: Diputación de Toledo.
bliográfico de la provincia de Ciudad Real. Ciudad 419 y ss.
Real: Establecimiento Tipográfico del Hospicio SCHÜLE, W.; PELLICER, M.
Provincial. 1963 "Prospección de Manzanares", en N. A. H., 7: 75 y
MARTINEZ NAVARRETE, M.I. ss. Madrid: Ministerio de Cultura.
1988 "Morras, Motillas y Castillejos: ¿unidad o plurali-
dad cultural durante la Edad del Bronce en La
Mancha", en Instituto de Estudios Albacetenses
(Homenaje a Samuel de los Santos). Albacete: Di-
putación de Albacete. 81 y ss.
1989 Una revisión crítica de la prehistoria española.
La Edad del Bronce como paradigma. Madrid: Sín-
tesis.
MARTINEZ PEÑARROYA, J.;SANCHEZ MESEGUER, J.
1988 "La Edad del Bronce en La Mancha suroriental.
Aproximación socioeconómica", en I Congreso de
Historia de Castilla La Mancha. Toledo: Junta de
Comunidades de Castilla La Mancha. 265 y ss.
MOLINA, F. et alii
1983 "La Motilla de Las Cañas. Campaña de 1983", en
Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de
Granada, 8: 301 y ss. Granada: Universidad de
Granada.
2005 "Recent fieldwork at the Bronze Age fotified site
of Motilla del Azuer (Daimiel, Spain)", en Antiqui-
ty Proyect Gallery, vol. 79.
MOLINA, F.; NAJERA, T.; AGUAYO, P.
1979 "La Motilla del Azuer. Campaña de 1979", en Cua-
dernos de Prehistoria de la Universidad de Grana-
da, 4: 265 y ss. Granada: Universidad de Granada.
NAJERA, T.; MOLINA, F.
1977 "La Edad del Bronce en La Mancha. Excavaciones
en las Motillas del Azuer y Los Palacios (campaña
de 1974)", en Cuadernos de Prehistoria de la Uni-
versidad de Granada, 2: 251 y ss. Granada: Uni-
versidad de Granada.
2004 "La Edad del Bronce en La Mancha: problemática y
perspectivas de la investigación", en HERNÁN-
DEZ ALCARAZ, L. HERNÁNDEZ PEREZ, M.:
La Edad del Bronce en tierras valencianas y zonas
limítrofes. Alicante: Instituto de cultura Juan Gilal-
bert. 531 y ss.
2004 "Las Motillas. Un modelo de asentamiento con for-
tificación central en la llanura de La Mancha", en
GARCÍA, R.; MORALES, J.: La Península Ibéri-
ca en el II milenio a.C. Poblados y fortificaciones.
Cuenca: Universidad de Castilla La Mancha. 173 y
ss.
NAJERA, T. et alii
1977 "Excavaciones en las Motillas del Azuer y Los Pa-
lacios", en Congreso Nacional de Arqueología,
14: 503 y ss. Zaragoza: Diputación General de Ara-
gón.
1979 "La Motilla Del Azuer. (Daimiel, Ciudad Real)",
Campaña de 1976", En N.A.H., 6: 21 y ss. Madrid:
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 153-xxx

SESIÓN 3:
Diálogos continuos: Comienzos de la
Prehistoria Reciente

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 155-162

LOS HUMEDALES Y LAS ZONAS ENDORREICAS EN LOS MODELOS DE CO-


LONIZACIÓN DEL INTERIOR PENINSULAR DURANTE EL NEOLÍTICO
ANTIGUO: EL VALLE DE AMBRONA Y EL VALLE DEL EBRO

Íñigo García Martínez de Lagrán


Arcadia - Fundación General de la Universidad de Valladolid;
igml@funge.uva.es

RESUMEN

En los últimos años se han descubierto varios asentamientos del Neolítico antiguo al aire libre tanto
en la zona levantina como en áreas interiores (valle del Ebro, valle de Ambrona, etc.). Estos asentamientos,
que se desarrollan durante la segunda mitad del VI milenio cal BC, comparten una serie de características re-
lacionadas con su ubicación geográfica y su entorno inmediato: zonas de humedales, áreas endorreicas, bor-
des de los ríos y lagos, etc.; y con el desarrollo de un modelo de colonización específico: colonización de pí-
dola. En el presente trabajo se recogen y comentan estas características y su posible relación con las activida-
des agrícolas y ganaderas, con el objetivo de definir un patrón de asentamiento de los poblados del Neolítico
antiguo en el interior peninsular.

ABSTRACT

In the last years, several early Neolithic open-air settlements have been discovered in the Levantine
area and inner Iberia (Ebro valley, Ambrona valley, etc.). These settlements, occupied during the second half
of the VI millennium BC, share features related with their geographical location and surrounding area: fresh
water wetlands, endorreic areas, river and lake shores, etc., and with their colonization process: leapfrog col-
onization. This work deals with these features and their relationship with the agriculture and livestock raising
activities; in order to define the settlement patterns of early Neolithic sites in the interior of Iberia.

Palabras Clave: Neolítico. Poblamiento. Meseta norte. Valle del Ebro.

Keywords: Neolithic. Settlement. Northern Meseta. Ebro Valley.

1. Introducción: la colonización de pídola y vimiento de la población” y el “movimiento de la


las zonas de humedales en el marco de la información”. Sin embargo el registro arqueológico
neolitización del continente europeo. y cronológico mostraba una serie de variaciones re-
El debate actual sobre la neolitización del conti- gionales que no encajaban en una aplicación estric-
nente europeo está dominado por un cierto eclecti- ta y encorsetada del modelo, puesto que definían
cismo que tiene como consecuencia la definición de una expansión más rápida que la originalmente pos-
un complejo mosaico de gran dinamismo y variabi- tulada. Recientemente, Ammerman (2003: 21-22)
lidad regional en función de las características de ha matizado esta situación afirmando que en la peri-
cada zona y del protagonismo en ellas de alguno de feria noroeste de Europa, donde las condiciones
estos factores fundamentales: el movimiento de la para la práctica de una agricultura incipiente son
población, el movimiento de la información y el ni- más desfavorables y donde la importancia de los
vel de desarrollo de las sociedades mesolíticas (Pri- grupos locales parece mayor, la expansión es más
ce 2000: 301; Zvelebil 2000, Price y otros 2001: lenta, en cambio, en el Mediterráneo la difusión es
601; Scarre 2002: 396). sensiblemente más rápida en el este y se acelera,
aún más, en el oeste (como ha demostrado el Mode-
En este trabajo nos centraremos en el movi- lo de Colonización Marítima Pionera propuesto por
miento de la población, y, específicamente, en la Zilhão: 1997, 2001).
caracterización de la denominada colonización de
pídola y en sus implicaciones (geográficas, econó- Otros autores (Fiedel y Anthony 2003) han criti-
micas, sociales, etc.) en la neolitización del interior cado el Modelo de Difusión Démica al considerar
peninsular. que definía una expansión neolítica gradual, aleato-
ria e inconsciente, sin embargo, el análisis de la dis-
El Modelo de Difusión Démica u Ola de Avan- tribución de las dataciones del Neolítico en Europa
ce (Ammerman y Cavalli-Sforza 1973 y 1984) pro- muestra un patrón espacial que parece indicar una
ponía una difusión gradual del modo de vida neolí- expansión agrícola puntual y direccional más que
tico por el continente europeo, combinando el “mo-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
156
ÍÑIGO GARCÍA MARTÍNEZ DE LAGRÁN

regular y radial. Esta direccionalidad específica su- evidente, como se ha reiterado recientemente (Rojo
giere que las comunidades productoras migraron in- y otros 2008: 351-357). Son varios los ejemplos
tencionadamente a nuevos territorios conocidos que podríamos citar: los yacimientos de La Revilla
previamente y cuyas características les eran atracti- y La Lámpara (Ambrona, Soria) (Ibídem), y el de
vas (Ibídem: 145). Estos investigadores introduje- Los Cascajos (Los Arcos, Navarra) (García y Ses-
ron el término de “leapfrog colonization” (coloniza- ma 1999, 2001 y 2008) (Fig. 1), que analizaremos
ción del salto de rana en traducción literal) o colo- posteriormente, además de otros como La Draga
nización de pídola, según la cual los primeros colo- (Bañolas, Gerona) (Bosch y otros 2005), Riols I
nos agrícolas recorrían grandes distancias hasta lle- (Mequinenza, Zaragoza) (Royo y Gómez 1992:
gar a lugares seleccionados con unos criterios eco- 297), El Torrollón (Usón, Huesca) (Rey y Ramón
lógicos y sociales determinados. Este proceso deja- 1992: 309), Alonso Norte (Alcañiz, Teruel) (Bena-
ba grandes áreas inhabitadas entre los primeros vente y Andrés 1989), etc.
asentamientos de estas comunidades que, posterior-
2. Las características de los humedales y
mente, serían ocupadas cuando se incrementara la
su importancia en el proceso de neolitiza-
población. Estas zonas especiales se caracterizaban,
ción.
fundamentalmente, por la presencia de humedales
como lo demuestran los asentamientos del Neolítico Una vez constatada la relación entre las zonas
antiguo de Grecia, de la Gran Llanura Húngara o endorreicas y de humedales y el patrón de pobla-
del sur de Yugoslavia y Bulgaria, por ejemplo (Ibí- miento del Neolítico antiguo cabría preguntarse por
dem: 156). las características que hicieron tan atractivas estas
zonas a los primeros agricultores y ganaderos.
Uno de los trabajos más elaborados sobre este
tema es el realizado por Sherratt (1980). Este inves- Según Sherratt (1980: 90-91) el cultivo de estas
tigador afirma que la característica más sorprenden- zonas no necesitó de grandes innovaciones tecnoló-
te de los asentamientos agrícolas más antiguos es su gicas y pudo realizarse con siembra a voleo o culti-
distribución espacial restrictiva y selectiva, asocia- vo de azada o palo cavador, pocas labores de lim-
da con zonas aluviales, bordes de lagos y otras lo- pieza de malas hierbas, con una renovación y airea-
calizaciones con gran cantidad de agua subterránea ción natural y estacional de la tierra, y muy pocos o
(Ibídem: 87). La primera consecuencia de este pa- ningún aclarado de masa boscosa. Además, como
trón de asentamiento es la ocupación de áreas res- señalan Van Andel y Runnels (1995: 491), la pre-
tringidas espacialmente pero de máxima productivi- sencia de agua permitió eludir la dependencia total
dad agrícola. En consecuencia, el sistema de cultivo de las precipitaciones estacionales, aportando un
de “quema y rozas” no sería el más antiguo sino plus hídrico durante las primaveras menos lluvio-
que se desarrollaría un sistema de pequeña escala sas. Este aporte hidrológico es necesario para obte-
pero localmente intensivo que requeriría una tecno- ner una buena cosecha tanto de trigo como de ceba-
logía muy simple. El cereal cultivado sería de ciclo da (Guerrero 1992: 27 y 124), y es, incluso, más
corto (Marzo - Mayo) y no dependería ya de las importante que las propias características de las
precipitaciones estacionales fluctuantes, sino que plantas (López 1991: 134).
aprovecharía los recursos hídricos especiales de es- Sin embargo, el cultivo de cereales (nos referi-
tas zonas húmedas (Ibídem: 88-91). mos principalmente al trigo y a la cebada) en estas
Otra de las investigaciones que se citan con fre- zonas húmedas también conlleva una serie de pro-
cuencia en relación a las zonas de humedales y al blemas, entre los que destaca el exceso de humedad
poblamiento del Neolítico antiguo en Europa es el que puede provocar la asfixia de las raíces favore-
realizado por Van Andel y Runnels (1995). Estos ciendo el desarrollo de gérmenes anaerobios cau-
autores matizan el Modelo de Difusión Démica en santes de podredumbre. Además, la profusión de
cuanto a avance uniforme de la colonización, y se agua en primavera puede debilitar o ablandar los te-
decantan por la preferencia que estas comunidades jidos de sostén de la planta originando un encama-
tuvieron por los humedales, de este modo, los pa- do fisiológico (López 1991: 134 y 139, Guerrero
trones de asentamiento definidos en Anatolia se re- 1992: 101 y 124).
piten en el sureste de Europa (Ibídem: 496). Para Otra cuestión a tener en cuenta es el tipo de ce-
otros autores esta colonización determinada por la real elegido, bien de primavera o ciclo corto, o bien
búsqueda de humedales va mucho más allá y llega de invierno o ciclo largo. Sherratt (1980) relaciona
hasta el centro y el noroeste del continente (Sherratt la expansión agrícola y las zonas de humedales con
1980: 87). el cultivo de cereales de primavera, los cuales, en
En la Península Ibérica la relación entre las zo- general, tienen más riesgos que los de invierno ya
nas endorreicas y de humedales, y asentamientos al que pueden producirse periodos de sequía primave-
aire libre del Neolítico antiguo (5300 cal AC) es ral cercanos temporalmente al periodo crítico de la
siembra. Además, la preparación del suelo es mayor
157
LOS HUMEDALES Y LAS ZONAS ENDORREICAS EN LOS MODELOS DE COLONIZACIÓN DEL INTERIOR...

Fig.: 1. Localización del poblado de Los Cascajos (Los Arcos, Navarra) y del Valle de Ambrona (Soria).
3. Caracterización de los patrones de asen-
en este tipo de cereal (López 1991: 135-137). tamiento del Neolítico antiguo en el interior
peninsular: Los ejemplos de La Revilla y La
Desde el punto de vista ganadero estas zonas
Lámpara (Ambrona, Soria) y de Los Casca-
presentan numerosas ventajas al proporcionar agua
jos (Los Arcos, Navarra).
abundante (debido a la presencia de manantiales y
cursos de agua), y profusión de pasto, ya que las zo- Como hemos comentado al inicio de este traba-
nas húmedas favorecen la presencia continuada del jo, no se puede concebir la neolitización de Europa
mismo incluso durante el periodo estival, y aportan y de la Península Ibérica de una manera unilineal.
más salinidad tan demandada por el ganado. No pretendemos, por lo tanto, afirmar que el proce-
so de neolitización de este territorio dependiera ex-
Además de la agricultura y la ganadería, los clusivamente de movimientos poblaciones y fenó-
ecosistemas de humedales son muy ricos y variados menos de colonización. Tampoco aseveramos que
en flora y fauna salvaje de todo tipo: plantas apro- el patrón de asentamiento del Neolítico antiguo que
piadas para cestería, frutos, cérvidos, jabalíes, aves esbozamos en estas líneas sea el único que pudo
acuáticas, etc. que sin duda fueron explotadas por producirse en el territorio peninsular, ni pretende-
estos grupos (Van Andel y Runnels 1995: 491). mos establecer definitivamente sus características ni
En resumen, y a pesar de determinados factores su cronología. Podríamos citar como ejemplo la
que pudieron ser perjudiciales como el exceso de cueva de La Vaquera (Torreiglesias, Segovia), que
agua en los cultivos cerealísticos, estas zonas húme- supone un tipo de yacimiento diferente a los aquí
das y endorreicas presentan una gran potencialidad analizados (cueva frente a poblados al aire libre), y
agrícola y ganadera, más aún si se combinan ambas, que o bien pudo formar parte de un patrón de asen-
danto lugar, por ejemplo, a un abonado natural de tamiento distinto, o bien ser un tipo de yacimiento
los campos de cultivo debido a la cercanía de éstos con diferente funcionalidad en el que caracteriza-
con los pastos, motivado todo ello por el espacio mos a continuación:
restringido de estos hábitats. 3.1. La colonización de pídola.
Con los datos actuales se puede afirmar que du-
rante la ocupación inicial del territorio peninsular
por parte de las comunidades agrícolas y ganaderas
se produjeron fenómenos de migración poblacional
caracterizados por la denominada colonización de
158
ÍÑIGO GARCÍA MARTÍNEZ DE LAGRÁN

pídola, al menos en algunas áreas. Este tipo de co- 2001: 302 y 2008: 53). A favor de la hipótesis de
lonización ha sido caracterizada por varios autores: dos comunidades diferenciadas podría citarse el he-
como ya hemos visto anteriormente Fiedel y cho de que en Los Cascajos no aparezca, hasta el
Anthony (2003: 145, 156) la definen como una co- momento, sílex procedente de los afloramientos del
lonización puntual y direccional de territorios elegi- Condado de Treviño que sí está presente en los
dos previamente, en ocasiones situados a grandes abrigos alaveses (Ibídem). Parece bastante impro-
distancias del asentamiento inicial. Para Zvelebil bable el desconocimiento de estas fuentes de sílex
(2000: 57-59) se trataría de la colonización de un por parte de los pobladores de Los Cascajos si em-
área determinada, previamente elegida por sus ca- plearon los abrigos citados como cazaderos. En
racterísticas óptimas para su explotación por un cualquier caso, todavía las evidencias no son lo su-
grupo pequeño que se asentaría en un territorio ha- ficientemente contundentes como para confirmar
bitado por nativos. Por lo tanto, la colonización de categóricamente alguna de estas hipótesis.
pídola exige, en primer lugar, un reconocimiento
En el caso del Valle de Ambrona y con los datos
previo del territorio que pudo producirse mediante
actuales, se propone una colonización ex novo de
diferentes procesos o causas. Recientemente apun-
este territorio. Las comunidades responsables de
tábamos una posibilidad casual para el reconoci-
esta primera ocupación tenían un modo de vida ple-
miento del Valle de Ambrona en el marco de des-
namente neolítico basado en la agricultura y la ga-
plazamientos de comunidades neolíticas en busca
nadería, además de cerámicas, herramientas puli-
de materias primas o recursos subsistenciales (Rojo
mentadas, etc. (Rojo y otros 2008: 318-334). Asi-
y otros 2008: 351). Fiedel y Anthony (2003:
mismo, en los últimos años se han realizado pros-
145-146) han sugerido otra hipótesis según la cual
pecciones en zonas aledañas a Ambrona con el ob-
la fuente de información de las comunidades neolí-
jetivo de localizar asentamientos mesolíticos pre-
ticas podría haber sido una población marginal de
vios y no se ha obtenido ningún resultado positivo.
frontera que interactuaba entre estos grupos y los
mesolíticos indígenas (a la manera de los antiguos Desde la colonización del primer territorio y el
tramperos de la frontera de Norteamérica). Estos in- inicio de los contactos con la población local, muy
dividuos pudieron haber transmitido su conocimien- probablemente, la composición de estas comunida-
to preciso del paisaje y sus características, y de la des sería “mixta” debido, por ejemplo, a los inter-
actitud de las comunidades nativas. Tras este reco- cambios matrimoniales. Tampoco queremos descar-
nocimiento inicial se produciría una migración a es- tar que alguno de estos episodios de colonización
tos territorios seleccionados de toda o parte de la de pídola estuviera protagonizado por un grupo que
comunidad primigenia. siendo inicialmente mesolítico hubiera transforma-
do ya su modo de vida (las diferentes situaciones
3.2. Colonización “ex novo” e interacción entre
pueden dar lugar a distintos escenarios de neolitiza-
comunidades neolíticas y mesolíticas.
ción como se ha propuesto recientemente en Rojo y
Estos fenómenos de colonización de pídola su- otros 2008: 278-293).
ponen la ocupación de un territorio “nuevo” por
parte de las comunidades neolíticas. Estas zonas 3.3. Cronología.
bien pudieron estar despobladas (Valle de Ambro- Este tipo de ocupación del territorio marca el
na), o bien ocupadas por grupos mesolíticos creán- inicio de la presencia de las comunidades de agri-
dose, entonces, una zona de frontera con la consi- cultores y ganaderos en el interior peninsular que se
guiente interacción entre ambas comunidades data en el último tercio del VI milenio cal AC (por
(como podría ser el caso de Los Cascajos). razones de espacio no incluimos una relación deta-
llada de las dataciones de los yacimientos citados
La ocupación del poblado de Los Cascajos en el
que se pueden encontrar en Rojo y otros 2008:
último tercio del VI milenio cal AC (García y Ses-
235-241).
ma 2008: 56) coincide con el uso de los abrigos de
“tradición mesolítica” de la zona oriental alavesa 3.4. Localización geográfica y humedales.
como Atxoste (Vírgala, Álava) o Mendandia (Sáse- Es evidente que estas comunidades buscaban te-
ta, Condado de Treviño) (Alday 2006). Su cercanía rritorios con unas condiciones muy determinadas,
podría sugerir contactos o interacción entre ambos principalmente zonas endorreicas y de humedales o
grupos, o, incluso, que pudiera tratarse de la misma áreas de inundación. Además de esto, también es
comunidad. Existen varios aspectos que sugerirían posible detectar otras características importantes,
esta posibilidad, como cierta similitud en las colec- como la elección de zonas amplias y abiertas con
ciones cerámicas, o la hipótesis de que los abrigos pendientes poco pronunciadas que facilitarían el
sean los cazaderos del grupo neolítico de Los Cas- cultivo, y la ubicación concreta de los poblados en
cajos y que el procesado de las piezas en estos abri- relación con las zonas húmedas. En este sentido,
gos (despiece, ahumado, etc.) no haya dejado hue- llama la atención la localización de los poblados de
llas en el poblado al aire libre (García y Sesma
159
LOS HUMEDALES Y LAS ZONAS ENDORREICAS EN LOS MODELOS DE COLONIZACIÓN DEL INTERIOR...

Fig.: 2. Localización de los yacimientos de La Revilla y La Lámpara (Ambrona, Soria) y las zonas de lagunas-humedales
del Valle de Ambrona, según el Mapa del Servicio Cartográfico del Ejército (Año 1973, 2ª edición 1981), Barahona 22-17
(434).

La Lámpara y La Revilla que se sitúan en la parte sencia de Schoenoplectus cf. lacustris en La Revilla
más alta del fondo del valle, en una zona cercana a del Campo, indicador de la existencia de vegetación
los probables campos de cultivo y a los pastos pero de contextos húmedos. Los restos de otras hierbas
alejada de las posibles inundaciones en temporadas recuperadas relacionadas con los campos cultivados
lluviosas (Fig. 2). Algo similar ocurre con el pobla- indican la presencia de suelos fértiles, sin embargo,
do de Los Cascajos que se localiza en una gran y al mismo tiempo, otras especies nos remiten a
zona de amplios fondos de valle y vaguadas pero suelos pobres, arenosos y ácidos (Stika 2008: 528).
ubicado en un promontorio escalonado más elevado Por último señalar que no se ha detectado la presen-
que las zonas inundables cercanas (Fig. 3). cia de leguminosas, a diferencia de lo que ocurre en
otros contextos neolíticos peninsulares (Zapata y
3.5. Agricultura y ganadería.
otros 2004: 299; Peña-Chocarro y otros 2005: 274;
En primer lugar, debemos destacar la presencia Stika 2008: 531).
exclusiva de trigos vestidos en estos yacimientos,
que se ha relacionado con un conocimiento exhaus- El procesado de los cereales se realizaba en el
tivo de las propiedades de los distintos tipos cerea- interior de los poblados (Peña-Chocarro y otros
lísticos puesto que esta variedad, que soporta bien 2005: 274; Stika 2008: 530). En Los Cascajos es
las condiciones climáticas adversas (frío) y los sue- muy significativo el elevado número de molinos de
los pobres, sería perfectamente adecuada para su mano, molederas y morteros (García y Sesma 2001:
cultivo en el interior de la meseta peninsular, como 301). También hay que señalar la presencia en los
en el caso del Valle de Ambrona. Asimismo, se tres yacimientos de elementos de hoz realizados en
propone un cultivo de invierno para los cereales sílex, entre los que destaca la aparición de dos ho-
como medida preventiva de las condiciones climáti- ces diagonales en La Revilla cuyos paralelos más
cas (Zapata y otros 2004: 300; Peña-Chocarro y cercanos son el asentamiento de La Draga (Bañolas,
otros 2005: 274; Stika 2008: 531). También se ha Gerona) y el yacimiento de Egolzwill (Suiza) am-
detectado la presencia de cebada aunque en menor bos en contextos lacustres (Peña-Chocarro y otros
medida que el trigo (Peña-Chocarro y otros 2005: 2005: 274; Gibaja 2008: 463-464). A diferencia de
272, Stika 2008: 530). Asimismo, en el Valle de lo que ocurre en Los Cascajos, en los yacimientos
Ambrona se han localizado otras plantas cultivadas sorianos las escasas estrías de los elementos de hoz
como adormidera y lino, y hay que señalar la pre- sugieren que el cereal se cortó por la parte media o
160
ÍÑIGO GARCÍA MARTÍNEZ DE LAGRÁN

Fig.: 3. Localización del yacimiento de Los Cascajos (Los Arcos, Navarra) - área sombreada con borde negro-, y de las zo-
nas inundables y húmedas de su entorno - áreas sombreadas-, en punteado negro se señalan los accidentes topográficos
que delimitan la zona llana en la que se sitúa el poblado. Mapa perteneciente al informe geológico del yacimiento de Los
Cascajos realizado por Joaquín del Valle de Lersundi, por cortesía de Jesús Sesma Sesma.

alta del tallo, lo que parece indicar que, o bien estas nar con las especiales características y potenciali-
comunidades no necesitaban la paja (lo que sí ocu- dad económica de los hábitats elegidos.
rría en Los Cascajos y que podría tener un vínculo
Las colecciones faunísticas recuperadas en Los
ganadero), o bien la altura del cereal era importante
Cascajos, La Revilla y La Lámpara están domina-
y no hacía falta aprovechar al máximo su longitud
das por especies domésticas, especialmente por el
(Peña-Chocarro y otros 2005: 274; Gibaja 2008:
ganado ovicaprino y vacuno, aunque en el Valle de
462), lo que podría indicar un suelo fértil y, en con-
Ambrona tiene también importancia el porcino
secuencia, una producción importante.
(García y Sesma 2008: 53, Montero y Liseau 2008:
Por último, nos gustaría señalar la presencia en 537). Este dato se ha interpretado como un abando-
estos poblados de una serie de estructuras que son no casi total de la práctica cinegética (García y Ses-
interpretadas como silos de almacenaje tanto por su ma 2008: 53) aunque debemos ser cautelosos ante
características constructivas (forma sinuosa de boca la posibilidad de que estas actividades se realizaran
estrecha y fondo plano), como por su contenido. En en otros lugares, como abrigos o cuevas. En cual-
este último, destaca la presencia de vasijas de gran- quier caso, estos datos ponen de manifiesto la ex-
des dimensiones y muy tosca factura, con paredes plotación conjunta de plantas y animales domésti-
frágiles y abundante desgrasante vegetal, que harían cos en un medio favorable para ambos (humedad y
imposible su traslado. Un buen ejemplo de estos si- pastos frescos y salinos) y que, incluso, permitiría
los sería el Hoyo 3 de La Lámpara, donde, además su explotación combinada (abonado natural de los
restos de las vasijas mencionadas, se recuperaron campos, pasto de rastrojo, etc.)
las dos hoces diagonales citadas anteriormente y
3.6. Caracterización social.
una piedra durmiente de un molino de arenisca,
todo ello en un contexto que sugiere algún tipo de En la abundante bibliografía relacionada con el
clausura ritual o simbólica (Rojo y otros 2008: Modelo Dual se ha definido a las comunidades neo-
394-397), como parece ocurrir también el la Estruc- líticas cardiales como grupos plenamente neolíticos,
tura 497 de Los Cascajos (García y Sesma 2008: con una producción eminentemente doméstica basa-
55). Lo que nos indican este tipo de estructuras es da en una agricultura de azada en el marco de un
la importancia que tuvo la agricultura para estas co- sistema agrícola de baja inversión y elevado rendi-
munidades y, también, un grado importante de esta- miento donde se explotarían las mejores tierras ubi-
bilidad en los asentamientos que podríamos relacio- cadas cerca del hábitat. La ganadería jugaría un pa-
pel de banco de reserva dirigida a la producción de
161
LOS HUMEDALES Y LAS ZONAS ENDORREICAS EN LOS MODELOS DE COLONIZACIÓN DEL INTERIOR...

carne. Asimismo, a partir del descubrimiento en el ceso de colonización de pídola. Estas zonas, pese a
yacimiento de Mas d´Is (Penàguila, Alicante) de va- ser restringidas en cuanto al espacio, permitieron el
rios fosos monumentales que requerirían una nota- desarrollo de una agricultura intensa de alto rendi-
ble inversión de trabajo comunal y una importante miento, gracias al conocimiento exhaustivo de las
intensificación de la producción, estos grupos han características de los diferentes tipos de cereal y al
sido definidos como sociedades de rango en las que desarrollo de una tecnología adecuada (hoces, moli-
aparece un liderazgo emergente (Bernabeu y otros nos, etc.). La importancia de la agricultura quedó
2003, Bernabeu y Orozco 2005). reflejada en el mundo ritual y funerario donde el
protagonismo de los elementos relacionados con
Varias de estas características de las comunida-
ella (herramientas, productos, estructuras, etc.) es
des cardiales se repiten en los grupos que estamos
muy destacado. El cultivo de cereales y otras plan-
analizando, como ya hemos visto a lo largo del tra-
tas pudo combinarse fácilmente con la cría de ani-
bajo. A este respecto, debemos matizar la cuestión
males domésticos que también se beneficiaría de las
de los fosos que, si bien en el caso de Los Cascajos
características particulares de estos hábitats. La ge-
es equiparable al de Mas D´Is (con un gran recinto
nerosidad del entorno y su explotación adecuada hi-
que pudo llegar a englobar una superficie de más de
cieron que estas comunidades se establecieran du-
30 Has., García y Sesma 2008: 53), en el Valle de
rante periodos de tiempo largos que excedieron del
Ambrona sólo se ha excavado un recinto (doble) en
ciclo anual. Asimismo, en algunos casos, estos gru-
La Revilla cuyas características son totalmente dife-
pos realizaron trabajos comunales de gran porte
rentes a los anteriores (Rojo y otros 2008: 60-68).
(fosos-recintos), que nos indican una organización
A diferencia de lo que se afirma para los grupos social compleja y una producción excedentaria, en
del Mas d´Is, los investigadores de Los Cascajos otros casos, en cambio, sus características parecen
sugieren una sociedad igualitaria para las primeras indicar sociedades más igualitarias.
comunidades productoras del valle del Ebro. Para
afirmar esto se basan en las características de la ne-
crópolis, en la similitud de los ajuares funerarios, 4. Bibliografía.
en la generalización del ritual, en la ausencia de ele- ALDAY, A.
mentos de prestigio y en la semejanza en dimensio- 2006 El legado arqueológico de Mendandia: los modos
de vida de los últimos cazadores-recolectores en
nes y morfología de las cabañas, (García y Sesma la Prehistoria de Treviño, Arqueología en Castilla
2001: 303). En definitiva, con el registro disponible y León Memorias 15, Junta de Castilla y León.
en la actualidad es difícil caracterizar la organiza- AMMERMAN, A. J.
ción social de estos grupos, ya que, por un lado, la 2003 “Looking back”, en A.J. AMMERMAN Y P.
BIAGI (Eds.): The Widening Harvest. The Neolith-
potencialidad agrícola y ganadera de estos hábitats ic Transition in Europe: Looking Back, Looking
y el tipo de explotación desarrollada pudo generar Foward, Archaeological Institute of America:
el suficiente excedente como para que se establecie- 3-23.
ran incipientes diferencias sociales, pero, por otro AMMERMAN, A. J. Y CAVALLI-SFORZA, L. L.
1973 “A population model of the diffusion of early farm-
lado, algunas características funerarias, constructi- ing in Europe”, en C. RENFREW (Ed.): The ex-
vas, etc., indicarían sociedades igualitarias, como planation of culture change, Londres: 343-357.
acabamos de ver en el caso de Los Cascajos. 1984 The Neolithic transition and the genetics of popu-
lation in Europe, Princeton.
3.7. Registro funerario. BENAVENTE, J. A. Y ANDRÉS, M. T.
1989 “El yacimiento neolítico de Alonso Norte (Alcañiz,
Otra característica común a algunos de estos ya- Teruel). Memoria de las prospecciones y excava-
cimientos es la presencia de enterramientos, desde ciones arqueológicas de 1984-85”, Al-Qannis: Bo-
letín del Taller de Arqueología de Alcañiz, 1:
silos amortizados como tumbas individuales en La 2-56.
Lámpara (Rojo y otros 2008: 377 y ss) a verdaderas BERNABEU, J.; OROZCO, T.; DÍEZ, A.; GÓMEZ, M. Y
necrópolis con diferentes tipos de estructuras y ri- MOLINA, F. J.
2003 “Mas d´Is (Penàguila, Alicante): Aldeas y recintos
tuales, como en Los Cascajos (García y Sesma monumentales del Neolítico inicial en el valle del
2001 y 2008). Serpis”, Trabajos de Prehistoria 60 (2): 39-59.
BERNABEU, J. Y OROZCO, T.
4. Conclusión. 2005 “Mas d´Is (Penáguila, Alicante): un recinto monu-
mental del VI milenio cal BC”, en P. ARIAS, R.
En las líneas anteriores hemos intentado demos- ONTAÑÓN Y C. GARCÍA-MONCÓ (Eds.): III
trar que las primeras comunidades productoras que Congreso del Neolítico en la Península Ibérica,
llegaron al interior peninsular se establecieron en Monografías del Instituto de Investigaciones
Prehistóricas de Cantabria 1: 485-495.
una serie de territorios definidos, fundamentalmen-
BOSCH, A.; TARRÚS, J.; CHINCHILLA, J.; PALOMO, A.
te, por su carácter húmedo e inundable (zonas endo- 2005 “Nuevas aportaciones del yacimiento lacustre de
rreicas, humedales, confluencia de cursos de agua, La Draga (Bañolas, Gerona) al Neolítico antiguo
etc.). Estos territorios fueron seleccionados previa- peninsular. Las campañas de 2000 al 2003”, en P.
ARIAS, R. ONTAÑÓN Y C. GARCÍA-MONCÓ
mente y posteriormente ocupados mediante un pro- (Eds.): III Congreso del Neolítico en la Península
Ibérica, Monografías del Instituto de Investigacio-
162
ÍÑIGO GARCÍA MARTÍNEZ DE LAGRÁN

nes Prehistóricas de Cantabria 1: 497-507. SHERRATT, A.


FIEDEL, S. J. Y ANTHONY, D. W. 1980 “Water, soil and seasonality in early cereal cultiva-
2003 “Deerslayers, Pathfinders and Icemen. Origins of tion”, en A. SHERRATT 1997: Economy and so-
the European Neolithic as seen from the frontier”. ciety in Prehistoric Europe, Edinburgh University
En M. ROCKMAN Y J. STEELE (Eds.): Coloniz- Press: 85-101
ation unfamiliar landscapes: the archaeology of STIKA, H. P.
adaptation, Routledge: 144-168. 2008 “Los yacimientos del Neolítico antiguo de La Lám-
GARCÍA, J. Y SESMA, J. para y La Revilla del Campo en Ambrona, provin-
1999 “Talleres de sílex versus lugares de habitación. Los cia de Soria - Hallazgos arqueobotánicos”, en M.
Cascajos (Los Arcos, Navarra), un ejemplo de neo- ROJO, M. KUNST, R. GARRIDO, I. GARCÍA, G.
litización en el Alto Valle del Ebro”, en II Congrés MORÁN (2008): 518-533.
del Neolític a la Península Ibèrica, Valencia, 7-9 VAN ANDEL, T. H. Y RUNNELS, C. N.
abril 1999, Saguntum, Extra 2: 343-350. 1995 “The earliest farmers in Europe”, Antiquity 69:
2001 “Los Cascajos (Los Arcos, Navarra). Intervencio- 481-500
nes 1996-1999”. Trabajos de Arqueología Nava- ZAPATA, L.; PEÑA-CHOCARRO, L.; PÉREZ-JORDÁ,
rra, 15: 299-306. G.; STIKA, H. P.
2008 “Enterramientos en el poblado neolítico de Los 2004 “Early Neolithic agriculture in the Iberian Peninsu-
Cascajos (Los Arcos)”, en La tierra te sea leve. lar”, Journal of World Prehistory 18 (4): 283-325.
Arqueología de la muerte en Navarra. Gobierno ZILHÃO, J.
de Navarra, Pamplona. 1997 “Maritime pioneer colonization in the Early Neo-
GIBAJA, J. F. lithic of the west Mediterranean: testing the model
2008 “La función del utillaje lítico documentado en los against the evidence”, Porocilo o raziskovanju pa-
yacimientos neolíticos de La Revilla del Campo y leolitika, nolitika in eneolitika v Sloveniji 24:
La Lámpara (Ambrona, Soria)”, en M. ROJO, M. 19-42.
KUNST, R. GARRIDO, I. GARCÍA, G. MORÁN 2001 “Radiocarbon evidence for maritime pioneer col-
(2008): 451-492. onization at the origins of farming in west Mediter-
GUERRERO, G. ranean Europe”, PNAS, 98 (24): 14180-14185.
1992 Cultivos herbáceos extensivos, Ed. Mundi-Prensa, ZVELEBIL, M.
Madrid. 2000 “The Social Context of the Agricultural Transition
LÓPEZ, L. in Europe”, en C. RENFREW Y K. BOYLE (eds.):
1991 Cultivos herbáceos Vol. I, Ed. Mundi-Prensa, Ma- Archaeogenetics: DNA and the population prehis-
drid. tory of Europe. Cambridge. McDonald Institute for
MONTERO, S. Y LIESAU, C. Archaeological Research Monographs: 57-79.
2008 “La fauna recuperada en las áreas de hábitat de la
Lámpara y de la Revilla del Campo (Ambrona, So-
ria)”, en M. ROJO, M. KUNST, R. GARRIDO, I.
GARCÍA, G. MORÁN (2008): 534-570.
PEÑA-CHOCARRO, L.; ZAPATA, L.; GARCÍA, J.;
GONZÁLEZ, M.; SESMA, J.; STRAUS, L. G.
2005 “The spread of agriculture in northern Iberia: new
archaeobotanical data from El Mirón cave (Can-
tabria) and the open-air site of Los Cascajos (Nav-
arra)”, Vegetation History and Archaeobotany14:
268-278.
PRICE, T. D.
2000 “Lessons in the transition to agriculture”, en T.D.
PRICE 2000: Europe´s first farmers, Cambridge
University Press: 301-318.
PRICE, T. D., BENTLEY, R. A.; LÜNING, J.;
GRONENBORN, D. Y WAHL, J.
2001 “Prehistoric human migration in the Linearb-
andkeramik of central Europe”, Antiquity, 75:
593-603.
REY, J. y RAMÓN, N.
1992 “Un yacimientos del Neolítico antiguo al aire libre
en el llano oscense. El Torrollón I (Usón)”, Ara-
gón/Litoral mediterráneo: Intercambios culturales
durante la Prehistoria, Zaragoza: 309-318.
ROJO, M. A.; KUNST, M.; GARRIDO, R.; GARCÍA, I.;
MORÁN, G.
2008 Paisajes de la Memoria: asentamiento del Neolíti-
co antiguo en el Valle de Ambrona (Soria, Espa-
ña), Universidad de Valladolid, Valladolid.
ROYO, J. I. y GÓMEZ, F.
1992 “Riols I: un asentamiento neolítico al aire libre en
la confluencia de los río Segre y Ebro”, Aragón/Li-
toral mediterráneo: Intercambios culturales du-
rante la Prehistoria, Zaragoza: 297-308.
SCARRE, C.
2002 “Pioneer farmers? The Neolithic transition in
Western Europe”, en P. BELLWOOD y C.
RENFREW (Eds.): Examining the Farming/Lan-
guage Dispersal Hypothesis. Cambridge. McDon-
ald Institute for Archaeological Research Mono-
graphs: 395-407.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 163-170

CERÁMICA Y SOCIEDAD: LA PRODUCCIÓN ALFARERA NEOLÍTICA EN EL


SUR PENINSULAR

Aixa S. Vidal
UCM, UBA: aixavidal@gmail.com

RESUMEN

En este trabajo se presenta una interpretación desde un marco social de los grupos humanos engloba-
dos genéricamente como Cultura de las Cuevas con Cerámica Decorada. A partir de la discusión de la tecno-
logía cerámica característica del Neolítico Medio-Final en Andalucía Central y Oriental que toma como base
criterios arqueométricos y etnoarqueológicos se intenta una aproximación a cuestiones relacionadas con los
productores y consumidores de esta tecnología, con el objetivo de integrar los numerosos estudios que se han
realizado hasta el momento (y que aquí se sintetizan y complementan) de esta expresión de la cultura material
y las personas que se distinguen detrás de cada fragmento. Pese a las enormes restricciones cuali y cuantitati-
vas de registro con que contamos, se procura ahondar en los roles sociales de los participantes, para abordar
un panorama lo más amplio posible de las relaciones entre los individuos y el entorno geográfico circundante.

ABSTRACT

In this paper we propose a social interpretation of the human groups generically known as “Cultura
de las Cuevas con Cerámica Decorada”. Starting from a discussion of the pottery technology typical of the
Middle-Late Neolithic in Central and Western Andalusia based on archaeometric and ethnoarchaeological
criteria, we try to introduce questions about its producers and consumers, aiming at integrating the different
analyses developed so far (synthesized and complemented here) concerning this means of material culture to-
gether with the people standing beyond each pottery sherd. In spite of the many restrictions as regards the
quality and quantity of our record, we try to reach the social roles played by the different people, to draw a
wider picture of the relations between individuals and the surrounding geographical environment.

Palabras Clave: Cultura de las Cuevas con Cerámica Decorada. Roles sociales. Entorno.

Keywords: Middle-Late Neolithic. Social roles. Environment.

“Time’s wheel runs back or stops: los momentos intermedios-finales de lo que conoce-
potter and clay endure” mos como neolítico. Debido a cuestiones básica-
Robert Browning, Rabbi ben Ezra, xxvii mente logísticas y temporales, se estudiaron los ma-
teriales pertenecientes a dicho período (ya sea por
1. Introducción y zona de estudio. asignación cronológica directa o cultural) conserva-
dos por el Departamento de Prehistoria del Museo
Este análisis se basa en una propuesta inicial Arqueológico Nacional en Madrid. Estos conjuntos
para el estudio de unos conjuntos de materiales ce- incluyen materiales de excavaciones antiguas de las
rámicos recogidos selectivamente en un conjunto de cuevas de Nerja (Málaga), Carigüela (Granada),
cavidades dentro de la que se ha dado a conocer Oscura y del Tesoro (Almería), de los Mármoles
como “Cultura de las Cuevas con Cerámica Decora- (Córdoba); los yacimientos al aire libre de Las Pa-
da” (ver discusión en Navarrete 1976). En un prin- las-La Era y las piezas aisladas de la cueva del Te-
cipio, se consideraron las dos Cuevas de los Mur- soro en Málaga y de Tajos de Cacín en Granada
ciélagos (Albuñol, Granada, y Zuheros, Córdoba) y (Fig. 1).
las cuevas del Higuerón (Málaga) y de la Mujer
(Granada). En dicha ocasión se testeó un método de A todo ello se agregaron los datos del importan-
análisis con visos de arqueometría y de etnoarqueo- te conjunto cerámico de Cerro Virtud (Almería)
logía cerámica con el fin de establecer una caracte- aportados por el Dr. Ignacio Montero Ruiz. Dentro
rización en cuanto a la manufactura y posible fun- de nuestro magro conjunto, este material es de gran
ción de los materiales trabajados. importancia debido a la posibilidad de contar con
un contexto exhaustivamente trabajado.
Posteriormente, a este núcleo inicial se le suma-
ron nuevos materiales dentro de un contexto gene- La variedad de proveniencias de los materiales,
ral que ergológica y cronológicamente, si bien no y la dispersión de la misma, nos permitirá evaluar el
del todo en el aspecto geográfico, estaría dentro de papel de la cerámica en distintos ambiente natura-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
164
AIXA S. VIDAL

les. Dadas las características del paisaje, propone- ¿Cuáles son los problemas que esta cerámica
mos estudiar tanto yacimientos en zonas costeras permitía resolver? Simplemente, todos aquellos
como de interior, en cueva y al aire libre, sin dete- para los cuales un buen contenedor, durable y de di-
nernos en la ni las arbitrarias –desde el punto de mensiones variables, es una herramienta eficaz. La
vista del poblamiento prehistórico- divisiones polí- cerámica aportó a los grupos humanos la posibili-
ticas actuales. dad de contar con un artefacto que, al ser controla-
do con eficacia, era útil para trasladar sustancias lí-
quidas o sólidas, procesar, cocinar y servir alimen-
tos, y almacenar bienes (Fig. 2). No fue la única op-
ción disponible, por supuesto, ya que contenedores
de materias vegetales, animales y de piedra se usa-
ron en todos los tiempos, pero la frecuencia de su
hallazgo habla de sus cualidades.
Así, nos referimos a la cerámica como una tec-
nología que permitió satisfacer necesidades cotidia-
nas. Sin embargo, no debemos perder de vista el he-
cho de que la producción está inmersa en un siste-
ma político, social y económico específico, y tam-
bién está moldeada por las restricciones y oportuni-
Fig. 1: Yacimientos analizados. dades del ambiente y del contexto social en que se
desarrolla. Esto implica que no es posible hablar de
2. Estudios ceramológicos. esta tecnología en abstracto: es en los casos concre-
El estudio de los materiales cerámicos de cual- tos donde se comprende la información que contie-
quier época está inmerso aún en problemáticas sin ne cada artefacto.
resolver a las que probablemente la utilización de
determinadas técnicas de análisis podría proporcio- Si retomamos la idea del neolítico, en cualquie-
nar conclusiones válidas. Como señala Navarrete ra de sus definiciones, encontraremos una serie de
(1991: 15) “cuestiones tales como: origen de los innovaciones relacionadas estrechamente con la
materiales y por tanto lugar de procedencia de las función potencial que podrían haber tenido estos
cerámicas, técnicas de manufacturación, uso dado a contenedores. El importante incremento del consu-
las vasijas […] son aspectos prácticamente desco- mo de granos y la consecuente necesidad de proce-
nocidos hasta el momento que pueden aportar datos sarlos mediante sistemas que requieran la cocción
diversos sobre sistemas sociales, económicos, cultu- continua durante más tiempo, la perspectiva de al-
rales e incluso cronológicos de las primitivas comu- macenamiento para consumo diferido o su posterior
nidades que permitirán reconstruir con mayor preci- siembra (Molineaux 1976), la posiblemente poste-
sión el pasado del hombre”. En este sentido, y aspi- rior “revolución de los productos secundarios”
rando a esbozar siquiera algunas de estas realidades (Sherratt 1997), con la consecuente necesidad de
culturales, se emprendió este estudio. preparación y conservación diferenciales, el aumen-
to de población, la organización cíclica de la vida
Entonces, ¿por qué estudiar detalladamente los cotidiana en torno a las actividades productivas bá-
conjuntos cerámicos en su totalidad, incluida la ce- sicas que requirió acomodar la alfarería a ciertos
rámica utilitaria, y no limitarse a los fragmentos momentos del día y del año, y los requisitos especí-
más significativos, como se ha hecho tradicional- ficos de esta tecnología en cuanto a materia prima y
mente? Porque ese es justamente uno de los campos manufactura tienen un peso definitivo en la consi-
en los que la Arqueología nos permite interpretar deración de los materiales cerámicos neolíticos.
mejor el comportamiento de los grupos humanos.
Los restos materiales con los que trabajamos nos Así, en esta aproximación a los materiales cerá-
permiten identificar, en la mayoría de los casos, micos de yacimientos neolíticos (tanto en cueva
eventos que no son ni únicos ni singulares, que no como al aire libre), nuestros ojos están puestos en
representan necesariamente hitos históricos. Por identificar la diversidad presente tanto en la tecno-
ende, no podemos olvidar que las preguntas arqueo- logía como en la manufactura de estos recipientes.
lógicas deberían estar vinculadas con cuestiones Sin embargo, no pretendemos aislar la alfarería del
que hacen a la cotidianeidad. En este contexto, va- contexto local y regional. A menudo, los análisis
mos a hablar de cotidianeidad en términos antropo- tecnológicos se focalizan sólo en una serie de atri-
lógicos, o sea, como todo aquello relacionado con butos propios de los artefactos, como su función,
la solución inmediata de problemas prácticos dentro forma y propiedades físicas. Con menor frecuencia
del dominio doméstico (Viveiros de Castro 1996). se tiene en cuenta la capacidad por parte del artesa-
no en términos de selección de las propiedades es-
165
CERÁMICA Y SOCIEDAD: LA PRODUCCIÓN ALFARERA NEOLÍTICA EN EL SUR PENINSULAR

pecíficas de los materiales con que trabaja, y el pro- mico (Shepard 1957).
ducto final que logra. Pero esta consideración es
fundamental en el caso de la cerámica, debido a que
el alfarero puede modificar la arcilla de muchas ma-
neras y lograr un producto totalmente distinto me-
diante su manipulación y cocción.
Entonces, en un primer paso, la propuesta de
este trabajo es analizar estos conjuntos cerámicos
para identificar la presencia de variabilidad tecnoló-
gica. Pretendemos, además, avanzar un paso más y
analizar esta cerámica en términos de su función
potencial (grupo tecnofuncional, sensu Rice 1996).
Aquí tendremos en cuenta tanto las características
macroscópicas tradicionales (tratamiento de super-
ficie, grosor, presencia de sustancias adheridas,
etc.) como las morfológicas, con el fin de brindar
un panorama lo más amplio posible de los materia-
les cerámicos. Desde nuestra perspectiva, la varia-
bilidad hallada dentro del registro cerámico de es-
tos yacimientos responde a un grado diferente de
selección, tanto por parte de los productores de al- Fig. 2: Uso/función de la cerámica.
farería como de los consumidores. Ello implica no
sólo una diferenciación de los artefactos por su tec- Pese a que nuestro interés analítico recae funda-
nofunción potencial sino también una progresiva mentalmente en aspectos tecnológicos, no creemos
estandarización de las variables tecnológicas más satisfactorio considerar el proceso de desarrollo de
representativas, que serán ya evidentes en un mo- la tecnología cerámica aislándolo de su contexto
mento posterior (Vidal y Maicas 2006). Estas pro- general, como dijimos anteriormente, ni es nuestra
piedades técnicas básicas son comunes a todos los intención que el análisis que proponemos sea un fin
tipos de cerámica. También son propiedades que en sí mismo. Como discutiremos más tarde, consi-
pueden evaluarse en relación con la adaptación de deramos que en estos momentos de la prehistoria no
una vasija a la función a que estará destinada: un podemos hablar de roles sociales plenamente dife-
ejemplo claro es la permeabilidad de una tinaja de renciados a tiempo completo, pero si de personas
agua para mantener el líquido lo más fresco posible. sociales en un momento dado. Por ello, el interés
planteado para los alfareros como productores de
La determinación de este tipo de propiedades cerámica también recae en estos mismos individuos
permite evaluar la calidad técnica del producto y el como consumidores. Desde nuestro punto de vista,
conocimiento y las restricciones materiales y cultu- plantear la potencial diferenciación en la manufac-
rales del alfarero. Sin embargo, hay una diferencia tura entre una tinaja y un cuenco para comer nos
fundamental entre la descripción de las propiedades permitirá ver a la persona como un ceramista en un
técnicas de la cerámica y la evaluación de una etapa momento concreto que aplica ciertos conocimientos
específica del conocimiento tecnológico. El análisis tradicionales adquiridos y otros innovadores para
de la calidad técnica consiste principalmente en producir una serie de herramientas específicas, pero
describir el producto final. La cerámica es ideal también como usuario, como consumidor de esas
para ello, ya que conserva un registro tangible plau- herramientas para alimentarse y beber, para almace-
sible de ser interpretado con los métodos y las téc- nar, y para participar en el sinfín de actividades so-
nicas adecuados. Pero hasta aquí sólo alcanzaría- ciales de su grupo de pertenencia. Así, también nos
mos el plano descriptivo. Por el contrario, el análi- facilitará integrar a ese productor-consumidor en su
sis de un proceso tecnológico debe considerar las contexto social, dentro de un marco de explotación
potencialidades del material y los propósitos y re- de unos recursos que en parte serán procesados me-
quisitos que debe cumplir la cerámica dentro de la diante esa cerámica, y de prácticas sociales que de-
esfera social, ya sea en un contexto doméstico o ri- terminarán la utilización de ciertas vasijas para usos
tual. Es necesario considerar los recursos con que cotidianos y otras –o, quizás, las mismas- para usos
cuenta el artesano, tanto en el nivel humano como extraordinarios, para uso de los vivos, y uso de los
en el de las propiedades de la materia prima y las muertos. Y con ello, podremos plantear la presencia
técnicas utilizadas. Ello no sólo implica el uso de de ambos en un ambiente particular, utilizando el
métodos analíticos, sino fundamentalmente com- entorno circundante mediante una organización del
prender el efecto de todos los factores que contribu- espacio que incluye a nuevos grupos humanos.
yeron a la formación particular del producto cerá-
166
AIXA S. VIDAL

De esta manera, proponemos que los estudios visibilidad desvió la atención de los investigadores
analíticos de la cerámica pueden revelar interesan- hacia las más intrusivas cuevas de la región.
tes aspectos del modelo general que intenta explicar
En cuanto a la localización geográfica de los ya-
el modo de vida de lo que, para simplificar, seguire-
cimientos en cueva que consideramos pertenecien-
mos llamando “Cultura de las Cuevas”.
tes al Neolítico, es notorio que, además de su pre-
3. La vida en el neolítico medio-final. sencia en alturas medias, una gran parte de ellos se
Con una cronología (absoluta o relativa) corres- encuentran situados frente a la costa –de ahí su de-
pondiente al neolítico medio-final se conocen nu- nominación de pesquero o marítimo-, pero su pre-
merosos yacimientos, principalmente en la zona sencia en el interior no puede ser menospreciada,
costera; sin embargo, la práctica totalidad de estos como lo demuestra claramente la zona de Zuheros.
conjuntos carece de estratigrafías claras. Se trata, en Creemos que más importante aún que la crono-
su mayoría, de yacimientos excavados desde co- logía de una actividad agrícola-ganadera plena es el
mienzos de siglo que, aunque han proporcionado estudio de las estrategias de subsistencia en los mo-
magníficos materiales, no se han considerados más mentos iniciales de domesticación que nos compe-
que a nivel de referencia, ya que el único estudio ten. Las evidencias obtenidas hasta el momento
que ha podido realizarse es el meramente tipológi- apuntan a una semi-trashumancia, donde al menos
co. parte del grupo se trasladaría distancias cortas, y
En otros casos, como la Cueva de los Murciéla- donde la caza y la recolección seguirían jugando un
gos de Zuheros (Gavilán et al. 1993, entre otros), la importante papel económico (Gavilán et al. 1997).
Cueva de Nerja (Pellicer y Acosta 1997) y la de la Este carácter nómada o seminómada, debió contri-
Carigüela (Pellicer 1964), contamos con trabajos buir a la más rápida expansión de la cultura neolíti-
más modernos, estratigrafías claras y enfoques va- ca en un principio y al establecimiento de relacio-
riados sobre el registro material y el entorno circun- nes entre los distintos grupos neolíticos en momen-
dante. Esta información es básica para complemen- tos posteriores.
tar el modelo que intentaremos perfilar para expli- 4. La cerámica y sus funciones.
car las sociedades humanas que habitaron esta zona
Dentro de este marco geográfico y de espacios
de Andalucía hacia el IV milenio a.C.
de hábitat desarrollaron distintas actividades los po-
Si bien no es nuestra intención seguir al detalle bladores neolíticos de Andalucía. Las recolecciones
las conclusiones de Pellicer (1964) debido a que y excavaciones arqueológicas aportaron un numero-
nos limitaría el panorama propuesto, nos es muy so registro arqueológico, tanto a nivel tecnológico
útil su caracterización de este período en cuanto a como de prácticas de subsistencia.
hábitat. En efecto, una parte de los yacimientos que
La industria lítica, con la masificación de lámi-
vamos a discutir se encuentran en lugares abruptos
nas y microlitos talados con el fin de enmangarlos
y elevados, bien del interior o de la margen costera,
en instrumentos complejos como las posibles hoces,
entre los 800 y 1.000 m.s.n.m., sobre formaciones
y las hachas y azuelas pulimentadas que le prestan
calcáreas terciarias. En el caso de estas cuevas, to-
nombre a este período se complementan con el tra-
das se sitúan cerca de los ríos y en valles estrechos,
bajo en fibras vegetales y una importante industria
precisamente en zonas propias de pequeños culti-
ósea. Los objetos de adorno personal son numero-
vos.
sos, fabricados con esmero a partir de una gran va-
En Andalucía, la mayoría de estos yacimientos riedad de materias primas.
se han calificado como sitios de habitación y de en-
Y se generaliza el uso de la cerámica. Durante
terramiento, sin ninguna discriminación clara sobre
el neolítico medio-final esta tecnología ya está
la posibilidad de que ambas conductas sucedieran a
afianzada. Si bien todavía existen numerosas des-
la vez o en momentos sucesivos (del Castillo 1947).
viaciones de los estándares ideales para su manu-
Por otro lado, las prospecciones y excavaciones factura, sobre todo en cuestión de cocción, se puede
más recientes (para nuestro caso, Ruiz y Montero distinguir una amplia variabilidad morfológica y de
1991) junto con la revisión de archivos antiguos, calidades de tratamiento que podrían relacionarse
especialmente las anotaciones de Siret (Maicas y con una intencionalidad en lograr productos dife-
Romás 2001), han sacado a la luz unos pocos, pero rentes para satisfacer necesidades concretas.
interesantes yacimientos al aire libre. En estos ca-
El número de cerámicas aumenta considerable-
sos, cabe recordar que su localización se dificulta
mente en aquellos yacimientos de los que tenemos
debido a que muchos yacimientos fueron ocultos
buena documentación. A la variabilidad morfológi-
por ocupaciones posteriores (como en el caso de la
ca que señalábamos, se le sume una amplia gama
Peña de los Gitanos de Montefrío) o a que su escasa
decorativa, tanto en lo que hace a las técnicas como
al diseño, que no son exclusivas de un yacimiento
167
CERÁMICA Y SOCIEDAD: LA PRODUCCIÓN ALFARERA NEOLÍTICA EN EL SUR PENINSULAR

sino que se encuentran en toda la región considera- clara en las sociedades industrializadas y en aque-
da, e incluso en zonas aledañas. llas con algún tipo de especialización de tareas,
pero debe ser aclarada en el caso del neolítico.
No nos adentraremos aquí en un detalle de la ti-
pología de estas cerámicas, que puede consultarse Consideramos al productor y al consumidor de
en distintos trabajos, por cuestiones de espacio. cerámica como dos personas diferentes, que, en las
Cabe decir, para cerrar esta apretada síntesis, que el sociedades que estamos considerando, en muchos
análisis de pastas, junto con la tabulación de las ca- casos corresponden al mismo individuo (Fig. 3).
racterísticas formales y decorativas que acabamos
de mencionar, nos permitieron clasificarlas en tres
grupos, donde aparecen predominantemente vasos
(representados, mayoritariamente, por fragmentos)
que podríamos considerar polifuncionales, de tama-
ños medios, paredes entre 5 y 7mm, en general del
estilo cuenco y escasamente ollas, con un buen tra-
tamiento de superficie, escasa decoración y algunos
restos de hollín. Aparecen indistintamente en con-
textos mortuorios, asociados a enterramientos, y en
otros que podríamos denominar domésticos, pero
que sólo difieren de los primeros por la falta de res-
Fig. 3: Uso/función de la cerámica.
tos humanos.
Entendemos el concepto de persona en un senti-
En segundo lugar se encuentran los grandes re- do antropológico, como el papel que cumple el ser
cipientes, de paredes gruesas, con decoración de humano en la sociedad (Lévy-Bruhl 1945). Este
cordones y profusión de modelos de asas. Aquellos concepto se amplía con los trabajos posteriores de
con cuello o bocas más restringidas no presentan M. Mauss (1972), quien se centra en las variaciones
restos de hollín y su ubicación y características ha- de identidad y reconocimiento de la ‘persona huma-
ría pensar en almacenamiento de sólidos (¿granos?) na’, según los distintos estados o momentos socia-
y líquidos, al igual que las botellas. Si bien son ma- les que atraviesa.
yoritarios en las cuevas, no hay que olvidar su pre-
sencia en yacimientos al aire libre, incluso los mor- Conceptualmente opuesta a la idea de ‘persona’
tuorios, como el gran fragmento de botella acompa- está la de ‘individuo’. Desde la filosofía, J. Maritain
ñando al individuo más anciano del enterramiento (1960) señala que el hombre como individuo cons-
de Cerro Virtud (Ruiz y Montero 1991). tituye un universo aparte y un todo independiente, y
el hombre como persona es parte de la estructura
Por último, se encuentra en todos los tipos de social, sujeto a conseguir el bien común.
yacimiento que hemos considerado un número esca-
so de recipientes de tamaño mediano-pequeño, de En este sentido, el alfarero, productor de un
bocas abiertas y un tratamiento muy cuidado, ya sea vaso cerámico, sería una persona social. El consu-
bruñido, a la almagra o inciso. Su fragilidad, que no midor, la persona que utiliza esa cerámica, consti-
lo hace óptimo para la manipulación cotidiana, y su tuiría otra persona social, que podría ser, aunque no
escasa cantidad hace pensar en un uso esporádico, necesariamente, el mismo individuo (el alfarero),
si bien no exclusivamente en la esfera ritual, al me- tomando, por ejemplo, un cuenco de agua.
nos sí en eventos especiales.
Hasta aquí el material cerámico ha sido genero-
so en cuanto a datos. Pese a carecer de estratigrafí-
as, estas piezas, muchas de ellas selectas, nos per-
Fig. 4: Personas vinculadas a la producción de cerámica.
miten delinear un rango de funciones probablemen-
te intencionadas en la manufactura para cumplir con Esta división de personas resulta muy útil cuan-
los usos específicos que imprimirían los consumi- do consideramos las características de la economía
dores de estos recipientes cerámicos. neolítica, su densidad poblacional y las propiedades
de los materiales cerámicos.
5. La cerámica y las personas.
Pretendemos ahora entrar en temas más esca- El estudio de los restos alimenticios de origen
brosos, pero más propios del objeto de la arqueolo- animal, vegetal y mineral en los yacimientos que
gía: el intento por acercarnos a las sociedades preté- hemos considerado es escaso y fragmentario. Sin
ritas. embargo, tomando en cuenta contextos similares
dentro de la península y en el ámbito mediterráneo
Hemos mencionado al pasar la distinción entre en general, vemos que la agricultura y ganadería,
productores y consumidores. Esta división es muy
168
AIXA S. VIDAL

que van cobrando mayor peso pero aún son inci- dices, alfareros y ayudantes. Las dos primeras son
pientes, están complementadas con la caza y la re- sucesivas en el tiempo y dejan su marca arqueológi-
colección. En este sentido, los estudios más com- ca en el grado y tipo de irregularidades encontrados
pletos que se han realizado hasta el momento mues- en las vasijas (Robb 2007).
tran un escaso consumo cárnico y un mayor aporte
de distintos tipos de cereales (Salvadei y Santan-
drea 2003). Estos resultados se corresponden con
nuestro registro cerámico en dos aspectos diferen-
tes: por un lado, sugieren una necesidad, por parte
de los consumidores, de tener a disposición reci-
pientes duraderos que permitan una exposición pro-
longada y repetida al fuego para el tratamiento de
Fig. 5: Actividades vinculadas al consumo de cerámica
los granos, un uso poco apto para recipientes pere-
cederos como los de esparto, vejigas y pieles, o El ayudante, por el contrario, puede ser un indi-
muy compactos como los de piedra. viduo diferente (que se asocia al proceso producti-
Por otro lado, la baja densidad poblacional de vo en momentos de necesidad, en especial cuando
estos grupos (Weiss 1973), junto con la importante se trata de tareas más arduas y poco especializadas,
inversión de tiempo necesaria para la agricultura como la recolección de materias primas y leña), o
extensiva o la recolección y caza que constituirían puede ser cualquiera de las personas involucradas
la base alimenticia, implicaría que necesariamente directamente en el trabajo de la arcilla, como el al-
cada individuo cumpliría más de un rol social en los farero y/o el aprendiz.
distintos momentos del día, de la estación o del año. Normalmente se asocia a los aprendices con ni-
Los alfareros (hombres y/o mujeres) no tenían una ños. No es improbable que así sea, y en nuestra ce-
dedicación a tiempo completo: la satisfacción de las rámica aparecen rasgos fácilmente asociables a un
necesidades básicas como la alimentación aún exi- individuo subadulto como la reducción general en
gían del esfuerzo comunitario dada la escasez de in- el tamaño de los recipientes de manufactura más
dividuos facultados para realizarlas y la tecnología tosca, o los pequeños diámetros de algunas digita-
disponible. ciones encontradas en cordones decorativos de va-
Esta diversidad de tareas (o ‘personas’) cumpli- sijas muy bien formadas. Sin embargo, sería pre-
das por una persona se reflejan en las cualidades suntuoso señalar que únicamente los niños aprendí-
técnicas de las cerámicas: su baja estandarización an el arte de trabajar la arcilla, ya que la evidencia
implica que los alfareros producían unas pocas pie- etnográfica es rica en ejemplos de personas mayo-
zas al año, lo que no permitía alcanzar el nivel de res que, por algún tipo de imposibilidad física, se
calidad típico de las producciones masificadas. dedicaron a la cerámica (Roux 2003). También son
frecuentes los casos en que se aprovechan ciertas
Sin embargo, el resultado obtenido no deja de condiciones favorables (momentos de ocio dentro
ser elaborado. Las vasijas no están estandarizadas del ciclo de trabajo, condiciones climáticas favora-
(excepto, en algunos, casos, en cuanto a la decora- bles) para producir un gran número de cerámica,
ción, lo que podría responder más a otro tipo de para lo cual se necesita una mayor cantidad de alfa-
cuestiones sociales) pero su calidad es muy buena reros, aunque no sean expertos (Rice 1989).
para las funciones básicas que necesitarían cumplir
en estas comunidades. Paradójicamente, son los En cuanto a los usuarios, cabe señalar que es
grandes vasos los que presentan un grado mayor de más difícil distinguir personas, al menos que las se-
homogeneidad, recipientes que, tecnológicamente, paremos desde un punto de vista ritual vs. domésti-
son más difíciles de conseguir debido a la necesi- co, pero no podemos asumir con algún grado de
dad de realizarlos en varias etapas y de tener ciertas certidumbre que estas esferas no fueran una y la
condiciones climáticas y materias primas disponi- misma, como la posibilidad que antes planteamos
bles. Los recipientes pequeños y medianos, aquellos de que algunas de las cuevas (si no todas) hayan
que responden más ajustadamente a parámetros an- sido tanto lugares de habitación como de enterra-
tropométricos, presentan una mayor variabilidad de miento simultáneamente.
tamaños y defectos de acabado, si bien todos los re- De cualquier manera, en los dos ámbitos en que
cipientes fueron manufacturados a partir de las mis- podríamos considerar a los usuarios de la cerámica,
mas materias primas, sugiriendo que la etapa de ob- los usos a los que se someterían los recipientes serí-
tención y preparación de la pasta arcillosa fue co- an similares. Por un lado, la posibilidad de proce-
mún para todos los alfareros. sar, en seco o húmedo, con calor o sin él, distintos
Ello nos lleva a plantear una subdivisión tripar- tipos de sustancias, muy frecuentemente, alimentos,
tita en la persona del productor de cerámica: apren- pero no en exclusividad ya que pueden haberse ma-
169
CERÁMICA Y SOCIEDAD: LA PRODUCCIÓN ALFARERA NEOLÍTICA EN EL SUR PENINSULAR

nipulado sustancias como ocres y otros tipos de pig- También en el MAN, quedo en deuda con Ma. Do-
mento, como se evidencia en algunos fragmentos de lores y Javi que movieron varias docenas de cajas
Cueva de los Murciélagos de Albuñol. buscando mis cacharritos. Junto a ellos, me gustaría
mencionar a Ignacio Montero que me ofreció gene-
Los elementos así procesados pueden ser conte-
rosamente el material inédito (y las publicaciones)
nidos fácilmente en las oquedades que conforman
de Cerro Virtud.
los cuencos, ollas y otras formas de vasos cerámi-
cos. En el caso de alimentos, solemos referirnos a
estos materiales como cerámica de servicio; en el
8. Bibliografía.
de sustancias no cotidianas, como recipientes para
BROWNING, R.
ofrendas. 1915 Rabbi ben Ezra and other poems. Hodder y
Stoughton. Londres.
El almacenamiento también estaría ligado a es- DEL CASTILLO, A.
tos usos: sustancia secas (granos), líquidas (agua), 1947 “El Neoeneolítico”, en Menéndez Pidal (ed.) His-
valiosas (miel), rituales (restos humanos). Si bien la toria de España I:489-714.
GAVILÁN, B.; J. VERA; J. CEPILLO; M. DELGADO; C.
capacidad de almacenamiento en recipientes cerá- MARFIL; M. MARTÍNEZ; A. MOLINA; J. RAFAEL
micos más o menos móviles está limitada y a lo lar- 1997 “El poblamiento prehistórico del Macizo de Cabra
go del tiempo los materiales más bultosos se alma- y la Alta Campiña (Córdoba). Bases de partida y
primeros resultados de un Proyecto Arqueológico
cenan en otro tipo de estructuras, que pueden ser de Sistemático”, en II Congreso Internacional de Ar-
cerámica pero que pasan a ser fijas, los vasos si- queología Peninsular (Zamora 1996), Tomo II:
guen siendo el medio de almacenamiento a corto Neolítico, Calcolítico y Bronce:165-176. Zamora.
GAVILÁN B.; J. VERA; L. PEÑA; J. CEPILLO; M. DEL-
plazo y de sustancias escasas y/o valiosas. GADO; C. MARFIL
1992 “Preliminares sobre la tercera campaña de excava-
Por último, el transporte. No es este el lugar ción arqueológica de urgencia en la Cueva de los
para discutir cuestiones de relaciones más amplias Murciélagos de Zuheros (Córdoba)”, en Antiqvitas
entre grupos neolíticos, que estaría vinculado a este 5:5-12. Priego de Córdoba.
HODDER, I.
uso de la cerámica, pero baste decir que, pese a su 1990 The Domestication of Europe. Basil Blackwell.
peso y fragilidad en comparación con otros materia- Oxford.
les, los vasos de arcilla son un contenedor útil para LÉVY-BRUHL,
1945 La mentalidad primitiva. Editorial Lautaro. Bue-
los traslados, especialmente de sustancias líquidas, nos Aires.
fundamentales en algunos ambientes de creciente MAICAS, R.; M. ROMÁN
aridez como la Andalucía con el correr del Neolíti- 2001 “Asentamientos neolíticos de la Cuenca de Vera
(Almería) en la Colección Siret”, en Boletín del
co. MAN 19:9-40
MARITAIN, J.
6. A modo de cierre. 1960 La philosophie morale. Gallimard. París.
En este momento estamos trabajando en la bús- MAUSS, M.
1972 Sociología y Antropología. Tecnos. Madrid.
queda de respuestas que puedan explicarnos algu- MOLINEAUX, M.
nos aspectos importantes en la vida de los grupos 1976 Ensayo sobre teoría sociológica. Amorrortu. Mé-
neolíticos. Aquí presentamos una de esas vías, la in- xico
terpretación de la cerámica desde el punto de vista NAVARRETE, MA. SOLEDA
1996 La Cultura de las Cuevas con Cerámica Decora-
de las posibles personas que la crearon y utilizaron. da en Andalucía Oriental. Universidad de Grana-
Sólo hemos podido presentar un esbozo, pero cree- da. Departamento de Prehistoria.
mos que se han incluido los aspectos más importan- NAVARRETE, M.; J. CAPEL; J. LINARES; F. HUERTAS;
E. REYES
tes que delinean el trabajo en esta línea. 1991 Cerámicas neolíticas de la provincia de Granada.
Materias primas y técnicas de manufacturación.
Quedaron muchos temas por tratar: la amplia- Universidad de Granada. Departamento de Prehis-
ción de esta limitada esfera del domus en términos toria.
de Hodder (1990) a toda la riqueza del mundo exte- PELLICER, M.
1964 “El neolítico y el bronce de la cueva de la Carigüe-
rior, las relaciones entre las distintas manufacturas la de Píñar”, en Trabajos de Prehistoria 15:7-68.
que implican asimismo relaciones entre sus produc- PELLICER, M.; P. ACOSTA (COORD.)
tores y consumidores. Y su relación con el entorno, 1996 El Neolítico y Calcolítico de la Cueva de Nerja en
el contexto andaluz. Trabajos sobre la Cueva de
ambiental y social, como área de circulación de per- Nerja 6. Málaga.
sonas, de artefactos y de ideas. RICE, P.
1989 “Ceramic diversity, production and use”, en R. Le-
7. Agradecimientos. onard y G. Jones (eds.): Quantifying Diversity in
Archaeology. Cambridge University Press, Cam-
Quisiera agradecer muy especialmente a Car- bridge.
men Cacho, Eduardo Galán y, sobre todo, Ruth 1996 “Recent Ceramic Analysis. Function, Style and
Maicas, del Dpto. de Prehistoria del Museo Arque- Origins”, en Journal of Archaeological Research
4(2):133-161. Plenum. Nueva York.
ológico Nacional, por facilitarme el acceso a los ROBB, J.
materiales, y los numerosos consejos y sugerencias. 2007 The Early Mediterranean Village. Agency, Mater-
ial Culture, and Social Change in Neolithic Italy.
170
AIXA S. VIDAL

Cambridge University Press. Cambridge.


ROUX, V.
2003 “Ceramic Standardization and Intensity of Produc-
tion: Quantifying Degrees of Specialization”, en
American Antiquity 68(4): 768-782.
RUIZ-TABOADA, A.; I. MONTERO
1999 “Ocupaciones neolíticas en Cerro Virtud: estrati-
grafía y dataciones”, en II Congrés del Neolític a
la Península Ibérica. SAGUNTUM-PLAV Extra
2:207-211
SALVADEI, L.; E. SANTANDREA
2003 “Condizioni di vita e stato di salute nel campione
neolitico di Masseria Candelaro (FG)”. Atti, Riu-
nione Scientifica dell’ I.I.P.P. 35:829-834.
SHEPARD, A.
1955 Ceramics for the Archaeologists. Carneghie.
Washington.
SHERRATT, A.
1997 Economy and Society in Prehistoric Europe.
Changing Perspectives. Edimburg University
Press. Edimburg.
VIDAL, A.; R. MAICAS
2006 “Funerary Pottery in the Late Neolithic: Los Chu-
ruletes, Purchena, Almería”, en Actas del XV Con-
greso de la UISPP. En prensa.
VIVEIROS DE CASTRO, E.
1996 “Images of Nature and Society in Amazonian Eth-
nology”, en Annual Review of Anthropology
25:171-200.
WEISS, K.
1973 “Demographic Models for Anthropology”, en So-
ciety for American Archaeology Memoirs 27. So-
ciety for American Archaeology. Washington D.C.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 171-174

ESTUDIO PRELIMINAR DE LOS MATERIALES LÍTICOS PREHISTÓRICOS DE


LA COVA DEL SARDO, VALL DE BOÍ, ALTA RIBAGORÇA, LLEIDA.
(C. 4.500-2.500 CAL ANE)

Jèssica Planet Masvidal


Departamento de Prehistoria, UAB
David Rodríguez Antón
Departamento de Prehistoria, UAB
Virginia García Díaz
Departamento de Prehistoria, UAB

RESUMEN

Este trabajo presenta los resultados preliminares del estudio de los materiales líticos tallados prove-
nientes de los niveles calcolíticos y neolíticos (4.500-6.200 Cal ANE) de la Cova del Sardo. El yacimiento se
sitúa en el Parc Nacional d´Aigüestortes i Estany de Sant Maurici en la Vall de Boí, en los pirineos axiales
catalanes, en la comarca de la Alta Ribagorça (Lleida).

ABSTRACT

This paper presents the preliminar analysis of lithic materials from prehistorical levels of Sardos’
Cave (c.4.500-6.200 Cal BP). The archaeological site is in the National Park of Aigüestortes and Estany de
Sant Maurici, in the Boi Valley, in axial Pirineus of Catalonia, Alta Ribagorça (Lleida, State of Spain).

1. Introducción. na, calcolítica, neolítica y meso/neolítica acerámi-


La excavación de la Cova del Sardo se enmarca ca.1 (Gassiot, E., 2005).
dentro del proyecto “La vida prehistòrica a l´alta
muntanya del Pallars Sobirà: de la cacera a la
transhumància (9.000-50 Cal ANE)” desarrollado
desde 2001 por un equipo de arqueólogos del De-
partamento de Prehistoria de la Universidad Autó-
noma de Barcelona (U.A.B.), bajo la dirección
científica del Dr. Ermengol Gassiot Balbè. Las pri-
meras fases del proyecto se centraron en la prospec-
ción extensiva y la realización de sondeos en el te-
rritorio neurálgico del parque y del área periférica.
A partir de estas campañas se han documentado
unos 200 yacimientos arqueológicos de diversas
Fig.: 1. Planta topografiada de la Cova del Sardo.
cronologías (Gassiot, E. et al. 2007).
La excavación del yacimiento se programó en
Una segunda etapa del proyecto es la realiza-
tres campañas, realizadas en 2006, 2007 y 2008. La
ción de excavaciones en extensión de algunos yaci-
extensión excavada, de unos 70 m2, comprende tan-
mientos significativos, entre los que destacan el
to el interior del abrigo como las terrazas exterio-
Dolmen de la Font del Coms, el Abric del Estany
res, donde se han identificado diversas ocupaciones
de la Coveta I y la Cueva del Sardo, en la Vall de
prehistóricas.
Sant Nicolau.
Tras la excavación íntegra en extensión se han
La Cova del Sardo es un abrigo localizado en
definido hasta el momento 6 fases de ocupación del
una vertiente granítica, de formación pleistocena
abrigo (Gassiot, E. et al., 2007):
glaciar. El yacimiento se localizó durante el 2004
durante una campaña de prospección en la que se - Fase 2: Serie de hogares del interior del abrigo
realizó un sondeo de 1 m² en el interior del abrigo,
que permitió conocer la estratigafía del interior del
abrigo y su potencial arqueológico, definiéndose 1
Dicho nivel basal acerámico ha sido recientemente excava-
inicialmente cuatro fases: altomedieval-tardoroma- do en la campaña de 2008, estando a espera de su datación
radiocarbónica.

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
172
JÈSSICA PLANET MASVIDAL – DAVID RODRÍGUEZ ANTÓN – VIRGINIA GARCÍA DÍAZ

que se sitúan entre el siglo XVIII y el siglo XVI2. material que no encontramos en los alrededores de
la Cueva del Sardo.
- Fase 3: Ocupaciones de época alto-medieval,
desarrolladas tanto en el interior del abrigo como en 3. Análisis de los materiales liticos de la
las terrazas exteriores.3 ocupacion neolítica de la Fase 6 (C.
5.240-5.100 Cal BP).
- Fase 4: Breve ocupación romana, correspon-
diente a un hogar del interior del abrigo con data- En la fase 6, encontramos una discontinuidad
ciones del siglo II cal ANE.4Por debajo del nivel 4, sedimentaria en el exterior. Se han encontrado di-
aparecen tres niveles prehistóricos en los cuales se versos troncos caídos que han sido fechados entre
centrará el artículo. el 5.240 y el 5.100 cal BP, es decir del Neolítico Fi-
nal. Estos troncos, situados en la parte exterior del
2. Análisis de los materiales liticos de la abrigo, formarían parte de una estructura arquitec-
ocupacion calcolítica de la Fase 5 (C. tónica aérea que serviría de cubierta. Así pues, en-
4800-4700 Cal BP). contramos los vestigios de una construcción externa
En el Nivel 5 se ocupa sobretodo la parte este a la cavidad, que habría cubierto una parte, aunque
de la cueva y, como novedad, la terraza exterior, no toda, la superficie de la terraza frontal superior.
aunque de manera menos intensiva que el interior. Esta construcción podría haber estado formada por
Este nivel está compuesto por un hogar, situado en un techo inclinado que se sustentaría por un extre-
la parte interior, del que se han determinado dos da- mo en la cornisa y por el otro directamente en el
taciones de época calcolítica (entre el 4800 y el suelo de la terraza (hecho que explicaría la ausencia
4700 cal BP). Esto nos indica que la cueva estuvo de agujeros de poste claros). Esta construcción aca-
deshabitada durante más de dos milenios antes de bó colapsándose debido al fuego.
esta ocupación.

Fig.: 3. Porcentaje de materiales en función del tipo de so-


Fig.: 2. Porcentaje de materiales en función del tipo de so- porte.
porte.
El sedimento es de color gris oscuro y con gran
El sedimento es limoso, con gran cantidad de cantidad de carbones en la parte superior. Se ha re-
clastos de tamaño medio y, en la zona de hogares, cuperado cerámica de factura muy tosca, con cor-
también está compuesto por abundantes carbones. dón aplicado, pero se encuentra muy rodada.
La sedimentación es débil y el sedimento es muy
En cuanto a la industria lítica estudiada hasta el
homogéneo, hecho que dificultó la excavación. Las
momento, en esta fase de ocupación hemos docu-
dataciones y el trabajo de laboratorio han contribui-
mentado 37 restos líticos tallados, de los cuales, el
do a definir con exactitud las asociaciones cronoló-
46% son industrias sobre láminas, el 32% son las-
gicas de los materiales.
cas y el 22% son restos de talla. Entre las piezas lí-
Junto con las piezas líticas encontramos mate- ticas, del estudio tecnológico cabe destacar una
rial cerámico, aunque en menos cantidad que en fa- punta de sílex hecha sobre plaqueta.
ses anteriores. El material cerámico es mayoritaria-
Referente a la materia prima, destaca el hecho
mente tosco y destacan algunas piezas con decora-
que la gran mayoría de la industria está realizada
ción aplicada.
sobre sílex, material que no encontramos en los al-
En cuanto a la industria lítica estudiada hasta el rededores. Aun así encontramos algunos fragmentos
momento, en esta fase de ocupación hemos docu- tallados en otros materiales, también de proceden-
mentado 28 restos líticos tallados, de los cuales, el cia lejana, como riolita y caliza silicificada.
54% son industrias sobre láminas, el 25% son las-
4. Análisis de los materiales liticos de las
cas y el 21% son restos de talla. Destaca el hecho
ocupaciones neolíticas de la Fase 7-8
que toda esta industria está realizada sobre sílex,
(C.6200 – 5600 Cal BP).
2
KIA-32352: 150+/-25 bp (1660-1950 cal Los conjuntos 7 y 8 comprenden una serie de
NE)/KIA-32363:350+/-30bp (1450-1640 cal NE). ocupaciones neolíticas en torno a cuatro estructuras
3
KIA-32339: 1050+/-25bp (890-1030 calNE).
4
KIA-32347: 1845+/-25bo(80-240 calNE).
de combustión del interior del abrigo, dos cubetas y
173
ESTUDIO PRELIMINAR DE LOS MATERIALES LÍTICOS PREHISTÓRICOS DE LA COVA DEL SARDO...

Fig.: 4. Dataciones calibradas de los Conjuntos 7 y 8. Todos los resultados son significativamente divergentes y provie-
nen, presumiblemente, de ocupaciones secuenciadas en el tiempo (Gassiot et al. 2007).

dos círculos de piedras (de 1m de diámetro cada La materia prima dominante en el conjunto es el
una). Estas estructuras han sido datadas en una fran- sílex (89%), proveniente de diversos afloramientos
ja cronológica de unos 600 años (entre el 6200 y el distantes en más de 20 km. Asimismo, cabe desta-
5600 Cal BP: Fig.4). car la talla de lascado de materias primas alternati-
vas como la riolita, la corneana, la cuarcita, el cris-
El sedimento asociado a esta fase de ocupación
tal de roca y, sobre todo, la caliza silicificada (4%),
del abrigo se caracteriza por presentar una compo-
actualmente en fase de estudio inicial.
sición a base de limos, cenizas y microcarbones,
con clastos y cantos de granito, de color negro.
Todo el sedimento contiene materiales arqueológi-
cos, tanto industrias líticas, mayoritariamente sobre
sílex alóctonos, como restos de recipientes cerámi-
cos de pequeña capacidad. Asimismo, en torno a
los hogares se han recuperado grandes cantidades
de carbón y pequeños fragmentos de fauna quema-
da muy fracturada, lo que nos indica un aprovecha-
miento muy intensivo en su consumo y procesa-
miento.

Fig.: 6. Porcentaje de materiales en función del tipo de so-


porte.

En cuanto al sílex, destaca la preeminencia de la


talla laminar (índice laminar: 0,56) sobre la de las-
cado, siendo la proporción de productos sobre lámi-
na ligeramente superior a la de laminillas (índice
microlaminar: 0,78).
5. Conclusiones.
En las tres fases de ocupación del abrigo anali-
zadas, al menos el 90% de los materiales líticos ta-
llados están realizados en sílex. No obstante, en las
Fig.: 5. Porcentaje de Materias Primas líticas talladas. tres fases hemos documentado talla de materias pri-
En cuanto a la industria lítica estudiada hasta el mas alternativas, como caliza silicificada o, en me-
momento, en esta fase de ocupación de la Cueva del nor medida, riolita, corneanas, cuarcitas y cristal de
Sardo hemos documentado 144 restos líticos talla- roca. En todas las fases el soporte dominante es el
dos, de los cuales, el 48% son restos de talla y frag- laminar, siempre en sílex, aunque aparecen docu-
mentos, y el resto lascas (16%), industrias sobre lá- mentadas lascas sobre esta materia prima además de
minas (34%) y 2 fragmentos de núcleo, uno de sílex en los materiales secundarios. Es destacable un ín-
y el otro de riolita, actualmente en fase de estudio. dice laminar menor en el nivel 6 (0,29), que en el
174
JÈSSICA PLANET MASVIDAL – DAVID RODRÍGUEZ ANTÓN – VIRGINIA GARCÍA DÍAZ

resto de fases estudiadas (0,5). Por otra parte, las láminas del nivel 7 analizadas
hasta el momento, reflejan un trabajo destinado al
corte de vegetales no leñosos a ras de suelo, lo que
puede relacionarse con un aprovechamiento intensi-
vo de este tipo de recursos. Otra de las actividades
documentadas gracias al estudio funcional es el tra-
bajo sobre piel.

6. Bibliografía.
GASSIOT, E.
2005 Asistencia técnica para el inventario de detalle de
los recursos arqueológicos del Parque Nacional
de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Informe
Final. Madrid: Organismo Autónomo de Parques
Nacionales. Ministerio de Medio Ambiente.
GASSIOT, E.; JIMÉNEZ, J.; PICÓN, A.
2006 “Nuevas aportaciones al estudio de la prehistoria
y protohistoria en las zonas altas del Pallars So-
birà: Planteamientos, Resultados y Potenciali-
dad.” A: Simbolismo, Arte e Espaços Sagrados na
Pre-história da Peninsula Ibéria. Actas do IV con-
greso de arqueología peninsular. FERREIRO BI-
Fig.: 7. Detalle del análisis traceológico de una punta ta- CHO, N. (ed). Faro (Portugal), Universidade do
llada sobre plaqueta de sílex del Nivel 6. Algarbe, p. 169-179.
GASSIOT, E.; JIMÉNEZ, J; GARCÍA, V.; CELMA, M.
La mayor parte de los retocados documentados 2007 Excavaciones arqueològiques a la Cova del Sardo
(Boí). Informe de la Campaña 2007. Barcelona:
son sobre productos laminares, principalmente geo- Servei d’Arqueologia de la Generalitat de Catalun-
métricos (55%), si bien aparecen lascas retocadas ya.
en todas las fases, destacando la ausencia de geo- 2007a “La vida humana a les muntanyes a la prehistò-
ria: noves dades arqueològiques.” A: El Portarró,
métricos en el nivel 6 y su mayor predominancia en nº 21. Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de
la fase 7-8. Los geométricos sobre los que se han Sant Maurici, p. 4-6.
realizado estudios funcionales hasta el momento
muestran evidencias seguras de su uso como puntas
y armaduras de proyectil, relacionadas, por tanto,
con actividades de caza. Pese a la ausencia de geo-
métricos en el nivel 6, se ha documentado igual-
mente una punta sobre plaqueta retocada bifacial-
mente en la que, gracias al estudio funcional, se ha
observado la existencia en su superficie de huellas
impacto en su parte distal y de su enmangue en su
parte proximal (Fig.7).

Fig.: 8. Cuatro láminas y dos geométricos de sílex, proce-


dentes de los niveles neolíticos (6-7) de la Cova del Sardo
(Gassiot et al. 2007)
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 175-182

LOS OBJETOS DE ADORNO DEL CAMPANIFORME SARDO Y SU TRASCEN-


DENCIA SOCIAL

Claudia Pau
Universidad de Granada; claudiapau@jumpy.it

RESUMEN

Desde el examen de los yacimientos Campaniformes más importantes de Cerdeña, enfocamos nues-
tro estudio sobre los objetos de adorno. Teniendo en consideración el material y las materias primas, procede-
remos con un análisis tipológico, estudiaremos la contextualización social y la trascendencia de los ornamen-
tos en el Campaniforme. Este trabajo está enfocado a determinar en que medida la variabilidad de los elemen-
tos de adorno en época Campaniforme en Cerdeña tiene que ver con factores étnicos o de diferenciación so-
cial interna.

ABSTRACT

From the examination of the most important Bell Beaker sites of Sardinia, we focus our study on the
ornamental objects. Having taken into consideration the material and the prime matters, we will proceed with
a typological analysis and will study the social contextualization and the transcendence of the ornaments in
the Bell Beaker study. This work will focus on determining to what extent the changeability of the ornamental
objects in the Bell Beaker period in Sardinia has to do with ethnic factors or internal social differentiation.

Palabras Clave: Cultura del vaso campaniforme. Objetos de adorno. Cerdeña. Botones.

Keywords: Bell Beaker Culture. Ornamental Objects. Sardinia. Buttons.

1. El Campaniforme sardo. dos finamente decorados.


1.1. Los asentamientos y las tumbas. Otra tumba en cista que contiene material Cam-
Los rasgos de la cultura campaniforme se han paniforme se encontró en S’Arrieddu de Cabras
localizado en Cerdeña principalmente en contextos (Oristano), donde el material se asocia a hallazgos
funerarios y ocasionalmente en asentamientos y de la Cultura de Bonnannaro (Ferrarese Ceruti,
contextos rituales. 1997; Contu, 2006).
Material Campaniforme se ha encontrado en el Pertenecen a sepulturas también los materiales
ámbito de cabañas en Monte Ossoni, Monte Olladi- encontrados en las grutas naturales de S. Bartolo-
ri y Palaggiu (Palazziu), (Samassi) asociados a ma- meo, de Corongiu Acca 1 en Villamassargia (Ca-
terial de la Cultura de Monte Claro y en Monte gliari) y de la Volpe, en la localidad Corongiu de
d’Accoddi en contextos de Cultura Albealzu y San Mari en Iglesias (Cagliari) (Atzeni, 1998).
Michele (Ferrarese Ceruti, 1997; Contu, 2006).
El único dolmen en Cerdeña que ha aportado
Algunos fragmentos Campaniformes aparecían materiales Campaniforme es el de Motorra (Dorga-
también en la gruta de Filiestru (Mara, Sassari), en li, Nuoro), que tenía objetos líticos, cerámicos y
el abrigo de Frattale (Oliena, Nuoro) y en Sa Ucca óseos (Lilliu, 1966-67, Ferrarese Ceruti, 1997).
‘e Su Tintirriolu (Mara, Sassari), aunque estas últi-
Restituyen materiales Campaniformes también
mas dos grutas parecerían frecuentadas por razones
las tumbas hipogeicas megalíticas de Bingia ‘e
rituales y prácticas más que por hábitat (Ferrarese
Monti (Gonnostramatza, Oristano), y la tumba A de
Ceruti, 1997; Contu, 2006).
Pranu Mutteddu de Goni (Cagliari) (Atzeni, 1998).
Numerosos son los lugares en los cuales se han
En cualquier caso los hallazgos Campaniformes
encontrado sepulturas Campaniformes, aunque se
son más numerosos en las cuevas artificiales, las
trata a menudo de tumbas más antiguas reutilizadas.
domus de janas.
El único caso de sepultura que se puede atribuir
Recordamos los hipogeos de Padru Jossu (San-
únicamente a la Cultura Campaniforme es la tumba
luri), de Locci santus (San Giovanni Suergiu, de
en cista lítica de Santa Vittoria de Nuraxinieddu
Montessu (Santadi), de Sant’Iroxi (Decimoputzu),
(Oristano) (Usai, 1998-2001), cuyo ajuar estaba
de Monte Luna (Senorbì), en la provincia de Ca-
compuesto de al menos tres vasos y un trípode, to-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
176
CLAUDIA PAU

gliari, de Sas Concas Oniferi (Nuoro), Serra Is obsidiana, calcedonia o en cobre, tienen pedúnculo
Arraus, San Vero Milis (Oristano), la tumba dei y aletas truncadas y se encuentran sobre todo en
vasi tetrapodi de Santu Pedru (Alghero), un hipo- Cerdeña Septentrional.
geo de Cuguttu (Alghero) y uno de Taulera (Alghe-
A menudo en asociación a las puntas de flecha,
ro), la tumba de Sos Furrighesus (Anela), la tumba
en las sepulturas masculinas, quizá de guerreros,
de Marinaru (Portotorres), y las necrópolis de
fueron encontrados brassards o brazaletes de ar-
Anghelu Ruju (Alghero) y de Su Crocifissu Mannu
quero en piedra mientras que no aparecen ejempla-
(PortoTorres), en la provincia de Sassari etc.
res en hueso. Tienen los lados largos algunas veces
1.2. Materiales cerámicos. un poco cóncavos o convexos. Los brassards eran
Tenemos en Cerdeña numerosas manufacturas generalmente de forma rectangular, pero se han
del Campaniforme internacional mediterráneo o descubierto también ejemplares cuadrangulares y
centro-europeo pero también materiales que por uno con una forma excepcional elíptica de Anghelu
perfiles y decoración son del todo característicos, Ruju. Se ataban a la muñeca izquierda mediante ti-
seguramente nacidos de la influencia de las áreas rantes, probablemente de cuero (Taramelli, 1909a).
europeas pero que han evolucionado después hacia 1.4. Cronología.
formas distintas. En la isla son casi desconocidos
Es necesario tener presentes los cuadros crono-
los vasos con decoración cordada, un único ejemplo
lógicos y culturales sobre el Campaniforme de algu-
fue señalado por E. Atzeni, se trata del fragmento
nos investigadores: M. L. Ferrarese Ceruti, E. Con-
encontrado en Corongiu Acca I de Villamassargia
tu, E. Atzeni, G. Ugas.
(Cagliari) (Atzeni, 1998), mientras encuentran gran
difusión los decorados con impresión a peine o a in- M. L. Ferrarese Ceruti sitúa los inicios de la
cisión simple. A veces el puntillado a peine y la in- Cultura Campaniforme en Cerdeña en el último
cisión simple están asociados en una única decora- cuarto del tercer milenio a. C. La investigadora ha-
ción. bla de dos momentos distintos (documentados en
las secuencias de Marinaru y Padru Jossu), uno más
Las decoraciones son aplicadas en bandas hori-
antiguo, con influencias Occidentales, en el cual el
zontales separadas por zonas lisas. Los motivos de-
Campaniforme se superpone, al menos parcialmente
corativos son muy variados por ejemplo encontra-
a la cultura de Monte Claro y otro más tardío con
mos la típica decoración del Campaniforme interna-
influencias Centroeuropeas, que se puede colocar a
cional a bandas lisas y otras rellenas de trazos obli-
los inicios del Bronce Antiguo (Ferrarese Ceruti,
cuos, a veces alternada con triángulos con puntilla-
1997).
do horizontal, y también motivos a retícula y a ta-
blero de ajedrez. En los vasos trípodes y tetrápodos E. Contu coloca el Campaniforme Sardo entre
se usa una banda ancha lisa en zig-zag obtenida de los últimos siglos del tercer y los primeros del se-
la oposición alternada de vértices de triángulos re- gundo milenio a. C. Para este autor los primeros
llenos de trazos (Ferrarese Ceruti, 1997; Contu, elementos se manifestaron antes del final de Filigo-
2006). sa, para después perdurar al lado de las manifesta-
ciones Monte Claro también más allá de Albeazu,
Las formas vasculares forman parte del reperto-
hasta fundirse con sucesivos elementos de la cultura
rio típico del Campaniforme europeo, pero encon-
Bonnanaro (Contu, 2006).
tramos también formas locales (Ferrarese Ceruti,
1997; Contu, 2006). E. Contu, propone una división en varias fases,
la última en el Bronce Antiguo, en la primera fase
Numerosos son los típicos vasos acampanados,
de las facies de Bonnanaro (Bonnanaro1), caracteri-
(la altura máxima no supera los 15 cm, la mínima
zada por formas Campaniformes con perfil rígido y
esta entorno a los 10 cm) con perfil anguloso, con
redondeado provistas de asas acodadas, de vasos
acentuada carena o con perfil suave; encontramos
trípodes y de la ausencia de decoraciones (Contu,
también el cuenco hemisférico, cuencos carenados,
1996, 2006).
grandes cazuelas, vasos trípodes, tetrápodos y polí-
podos (Ferrarese Ceruti, 1997; Contu, 2006). Para E. Atzeni el Campaniforme se desarrolla
entre el Eneolítico y la primera Edad del Bronce,
1.3. Las armas.
entre los últimos siglos del tercer milenio y los pri-
En Cerdeña encontramos las armas típicas del meros del segundo milenio a. C.
Campaniforme Europeo, descubiertas en ajuares de
sepulturas masculinas: las puntas de flecha, los pu- Para él, el Campaniforme se superpone a la Cul-
ñalitos triangulares en bronce y los brazaletes de ar- tura de Monte Claro (dataciones no calibradas de
quero. las grutas de Filiestru y Acquacadda, C 14 =2480 e
1740 ±50 a. C.), podría haber tenido contactos con
Las puntas de flecha están realizadas en sílex, la Cultura de Albealzu-Filigosa, y termina en el
177
LOS OBJETOS DE ADORNO DEL CAMPANIFORME SARDO Y SU TRASCENDENCIA SOCIAL

Bronce Antiguo. niformes (Fig. 1) con cerámicas, brassards, puñales


o cúspides de flecha típica de esta cultura, donde se
El autor propone para el Campaniforme isleño
han también encontrado objetos de adorno. Pertene-
una secuencia en 4 fases:
cen en casi todos los casos al Campaniforme Inicial
1. Fase antigua: Atestiguada de pocos y esporá- aunque la tumba hipogeica de Padru Jossu (Sanluri)
dicos descubrimientos de tipología arcaica como el tiene en dos estratos bien diferenciados, uno de
fragmento cerámico decorado con impresiones de adornos que pertenecen al Campaniforme Inicial y
cuerdas (gruta de Corongiu Acca 1 Villamassargia) otro que pertenecen al Campaniforme Final (deno-
y algunos vasos de forma acampanada en estilo ma- minados respectivamente Campaniforme A y B por
rítimo. G. Ugas) (Ugas, 1998b).
2. Fase media: Este es el momento más típico y
extendido, caracterizado de la convergencia de in-
flujos occidentales franco-ibéricos y centro-europe-
os.
3. Fase reciente: Este fase es la continuación
con la precedente pero caracterizada de la aparición
de nuevas formas vasculares y de nuevos estilos de-
corativos, a veces de marcada especificidad regio-
nal, como parece bien evidente en el Sulcis Igle-
siente.
4. Fase final: Caracterizada por un gran número
de cerámicas sin decoración, con el predominio de
vasos con asas y provistos de mamelones y perdu-
ran numerosos trípodes. Esta fase final se atestigua
en pleno Bronce Antiguo en contextos de facies
Fig. 1. Mapa de los yacimientos de objetos de adorno en
Bonnanaro A (Atzeni, 1996, 1998). Cerdeña.
Según el esquema de G. Ugas, en ámbito sardo La mayoría de los adornos Campaniformes se
los materiales de las facies Campaniformes están han encontrado en la provincia de Cagliari: Capo S.
superpuestos a aquellos de la cultura Monte Claro Elia, Sant’Iroxi (Decimoputzu), Palaggiu (Samassi),
(Padru Jossu, Santu Pedru y Su Crocifissu Mannu), Locci Santus (San Giovanni Suergiu), Padru Jossu
por lo tanto el aspecto sardo del Campaniforme in- (Sanluri), Monte Luna (Senorbì. A estos hallazgos
ternacional es autónomo respecto a esta cultura, la se deben añadir los materiales conservados en co-
cual puede ser contemporánea a la fase corded ware lecciones privadas: Erriu (museo de Cagliari), Pis-
Campaniforme. El autor habla de Campaniforme A pisa (museo de Carbonia), Doneddu (Museo de
y B; para él, el Campaniforme A (estilo mediterrá- Carbonia), Vargiu (Villasor), con material que ha
neo) se debe colocar desde el 2100 hasta el 1800, estado recogido en la misma provincia de Cagliari.
en fechas no calibradas. En la provincia de Nuoro contamos con el sepulcro
Entre el Campaniforme A y el Campaniforme B de corredor de Motorra (Dorgali), y el material de
de Padru Jossu se inserta una facies intermedia, ca- la colección privada de Gavoi y en la provincia de
racterizada de cerámicas con decoración a paneles y Oristano tenemos un solo yacimiento pero que ha
asa de codo, denominada sulcitana o de Locci San- restituido una rica cantidad y variedad de objetos de
tus o Campaniforme A2 para diferenciarla del Cam- adorno, Bingia ‘e Monti (Gonnostramatza). Los ha-
paniforme sardo internacional, que denomina Cam- llazgos son numerosos también en la provincia de
paniforme A1. Para G. Ugas en Cerdeña las fases Sassari, sobre todo en el territorio de Alghero:
Campaniformes caracterizadas por vasos decorados Anghelu Ruju, Cuguttu, Santu Pedru, Taulera, y
se pueden colocar más o menos entre el 2100-2050 también en S’Adde Asile (Ossi), y Marinaru (Porto
y el 1950-1900 a. C. Torres), Ponte Secco (Porto Torres), Su Crocifissu
Mannu (Porto Torres) y Monte D’Accoddi
Para finalizar coloca las fases del Campanifor- (Sassari).
me B entre el Campaniforme A y las facies de Bon-
nanaro, entre el Calcolítico Final y el Bronce Anti- Estos objetos de adorno personal se han descu-
guo (1950-1900 y el 1850-1800 a. C.) (Ugas, bierto sobretodo en contextos funerarios, y en parti-
1998a). cular en las domus de janas. Existe sólo una refe-
rencia a hábitat, y con problemas, el de Palaggiu a
2. Objetos de adorno. Samassi, además del área del santuario de Monte
En Cerdeña hay diecinueve yacimientos campa- D’Accoddi. En este último caso no se excluye que
178
CLAUDIA PAU

los hallazgos estuvieran asociados a contextos fune- Bingia ‘e Monti (Gonnostramatza) (Atzeni, 1998)
rarios. con elemento de sujeción con surcos; originales son
también dos pequeños colgantes esféricos con pe-
Las joyas encontradas en Cerdeña están realiza-
dúnculos (tumba III di Anghelu Ruju, Monte D’Ac-
das en hueso, en piedra común (negra, marrón, cla-
coddi).
ra), en piedra rara, preciosa, semipreciosa (esteatita,
caliza negra, clara o azul, calcedonia, esquisto, ser- Recordamos además las cuentas que tienen la
pentina, pizarra, cuarzo, jaspe, alabastro, piedra pó- forma de los botones de alamaro y a las que quizás
mez, sílex, nefrita, mármol), en metal (cobre, plata, por ello se ha atribuido un carácter mágico religio-
oro y plomo) y en marfil, obtenidos de dientes de so. Son raras en Cerdeña y de hecho en ningún caso
animales que, conservando la forma original y natu- están presentes en el ámbito de una sola sepultura
ral, se perforaban en la raíz (quizá con valor protec- en un número mayor de cinco. Estas pequeñas
tor, porque tienen la forma de pequeños cuernos) cuentas son en hueso (como los clásicos botones) o
(Lilliu, 1999). Entre los preferidos estaban los cani- en piedra (la esteatita verde agua). La perforación
nos de cánidos y dientes atróficos (de leche) de en V de otros botones es sustituida por agujeros,
ciervo, pero a veces encontramos también dientes tanto longitudinales como perpendiculares al obje-
de bueyes, de porcinos, y quizás de personas. to. A menudo se han encontrado aisladas en contex-
tos campaniformes por lo que estos elementos pue-
Numerosos son los colgantes y cuentas obteni-
den ser interpretados como cuentas de collar disper-
dos de conchas: Patella Lamarcki Pajraudeau,
sas o como pequeños botones.
Cardium Edule, Cardium Tuberculatum, Arca
Noae, Pectunculus, Purpura Haemastoma, Cyprea Uno de los elementos más típicos del Campani-
Spurca, Donacidi o Telline, Dentalium, Columbe- forme isleño es el colgante en forma de luna cre-
lla Rustica, Nassa Cornicula, Cypraea Lurida, ciente, obtenido predominantemente de colmillos
Natica, Triton Nodiferum, Turbo Rugosus, de jabalí, pero también de valvas de concha, sobre
Spondylus, Glycyneris, incluyendo caracoles de tie- todo de Pectunculus, y de hueso y marfil. Tiene uno
rra. Las valvas venían usadas integras o trabajadas o dos agujeros centrales o uno único sobre uno de
y transformadas en pequeños colgantes de forma los ápices, y quizás pudo ser objeto de creencias,
geométrica sobre todo de forma elíptica, a gota y a cultos religiosos, astrales (forma de media luna), o
disco. también usado con valor protector (cuerno).
Numerosos son los colgantes en forma de hacha.
La presencia de estos elementos, con o sin agujero
de suspensión, en esteatita verde agua (mineral tal-
coso, de fácil elaboración), de pequeñísimo tamaño
y con el borde cortante no afilado que le excluye el
uso práctico, testimonia que el culto que hace refe-
rencia al hacha aparece en Cerdeña ya en la antigua
cultura de San Michele, y es practicado también por
la población Campaniforme de la isla. El mismo co-
lor “verde agua” del material de composición sim-
boliza la vegetación, la fuerza de la naturaleza, el
renacer de la primavera, la vida misma. Se trataría
Fig. 2: Colgante romboidal en esteatita verde agua. Padru por lo tanto de pequeños amuletos protectores usa-
Jossu, Sanluri, Cagliari. dos por los vivos y puestos cerca de los cuerpos de
El campaniforme sardo presenta una rica varie- los muertos para asegurar el paso al más allá (Ferra-
dad de colgantes geométricos: rectangulares, trian- rese Ceruti 1997).
gulares, elípticos y trapezoidales y cuentas a disco, En algunos casos ha sido posible reconstruir en-
rueda, cilíndricos, de forma a barril y romboidales teramente la estructura original de los collares y
(Fig. 2). descubrir como las gentes campaniformes disponían
Seguramente entre los elementos más llamativos cuentas y colgantes con orden, según la forma y el
y parecidos a los colgantes que decoran también los color (por ejemplo el contraste claro oscuro de los
objetos de adorno de hoy, se sitúan los que tienen materiales caliza gris\caliza blanca, caliza negra\es-
forma de corazón, como los tres colgantes de la teatita verde agua, hueso y marfil/caliza negra) si-
tumba hipogeica de Padru Jossu (Sanluri) (Ugas, guiendo criterios similares a los que se emplean en
1982, 1998b), con la parte superior en forma de el diseño de las joyas modernas. Algunos elementos
cubo que tienen dos acanaladuras y un agujero; ade- se distinguían de los otros por las grandes dimen-
más del pequeño colgante en hueso pulimentado de siones, y venían utilizados como colgantes centrales
o separadores. El más recurrente es el colgante de
179
LOS OBJETOS DE ADORNO DEL CAMPANIFORME SARDO Y SU TRASCENDENCIA SOCIAL

colmillo de jabalí, que a menudo supera los 10 cm tramatza (Atzeni 1998) y del estrato II de la tumba
de longitud, aunque sin raíz (Fig. 3). hipogéica de Padru Jossu, Sanluri (Ugas, 1998b),
que tienen una estructura similar a los collares.

Fig. 5: Collar en oro. Bingia ‘e Monti, Gonnostramatza.

Fig. 3: Collar en concha y marfil con colmillo de jabalí. Pa- Tenemos brazaletes en cobre encontrados en la
dru Jossu, Sanluri, Cagliari. provincia de Sassari, que se pueden colocar en el
último periodo del Campaniforme sardo.
Pero el más original es el colgante decorado con
28 puntos de dado de Padru Jossu (Sanluri, Caglia- Podemos citar también dos anillos en lámina y
ri). en espiral en cobre de la necrópolis de domus de
janas di Cuguttu, Alghero (Taramelli, 1909b), y
quizá también el anillo en plata de la colección Do-
neddu, del Campaniforme Final.
Elemento característico de la cultura Campani-
forme es el botón. En la isla han sido encontrados
cuarentaynueve ejemplares. Veintisiete en provincia
de Cagliari (Padru Jossu-Sanluri, Locci Santus-San
giovanni Suergiu, S.Elia-Cagliari, Villasor-
Cagliari), siete en la provincia de Oristano, todos
procedentes del yacimiento de Bingia ‘e Monti-
Gonnostramatza, y quince de la provincia de Sassa-
ri (Anghelu Ruju-Alghero, Ponte Secco-Porto To-
rres, Su Crucifissu Mannu-Porto Torres), mientras
Fig. 4: Collar con elementos en piedra verde y negra. ningún botón se ha encontrado en la provincia de
Anghelu Ruju. Sassari. Nuoro.
Recordamos el precioso collar (Fig. 4) de la Los botones son generalmente de hueso, rara-
tumba XXX de la necrópolis de Anghelu Ruju com- mente de marfil, conociéndose un único ejemplar
puesto de seis cuentas cilíndricas en piedra negra, en concha (botón de la necrópolis de Ponte Secco-
una cuenta discoidal en piedra verde, una cuenta a Porto Torres) (Contu 1952-54; Ferrarese Ceruti
pastilla elíptica en piedra verde, tres cuentas de for- 1997).
ma bicónica en piedra verde aplastadas y un colgan-
Por tanto se trata de pequeños objetos claros y
te plano elíptico muy irregular también en piedra
bien bruñidos cuya blancura puede estar relaciona-
verde (Taramelli 1909a).
da con el mundo mágico y ritual.
En Cerdeña se conserva sólo un ejemplar de co-
Variada es la tipología de los botones sardos:
llar realizado completamente en metal adscribible al
diecisiete hemisféricos y circular, uno elíptico en-
periodo Campaniforme. Realmente se trata de un
contrado en Padru Jossu, Sanluri (Ugas 1998b), tres
torque de oro (Fig. 5) de la tumba hipogéico-mega-
botones llamados a luna creciente o biapuntados,
lítica de Bingia ‘e Monti en Gonnostramatza (Atze-
por la forma arqueada, sin perforación, que también
ni, 1998), en la provincia de Oristano, realizado con
podrían ser colgantes, seis elementos a tortue, lla-
una barra maciza de sección redondeada y con las
mados por los franceses a tortuga, por la fuerte ana-
extremidades abiertas, aplanadas y curvadas.
logía con el perfil del animal, o llamados también
Brazaletes o tobilleras por sus pequeñas dimen- “antropomorfo estilizado”.
siones son los adornos de Bingia ‘e Monti, Gonnos-
180
CLAUDIA PAU

La forma más característica del Campaniforme gris clara, y que está roto sobre el margen donde se
sardo está formada por los botones de alamaro (Fig. observan tres agujeros, a través de los cuales con
6) (veintidós ejemplares), que recuerdan la forma unos clavos o remaches tenía que ser fijado el man-
de los botones modernos del abrigo mongtomery. go.
Algunos objetos de adorno de Cerdeña (los col-
gantes, cuentas, botones, brazaletes, tobilleras) tie-
nen la superficie decorada, quizás para hacer el ele-
mento más llamativo y elegante, o quizás para au-
mentar su simbología. Encontramos la decoración
en acanaladuras, hipérbolas, puntillado y en punti-
llado en dado.
Este último motivo que evoca cultos astrales
(sol, luna) (Lilliu 1999) decora el colgante lítico en-
contrado en la población de Palaggiu (Ferrerese Ce-
rruti, 1997) en Samassi, el colgante de uno de los
collares del estrato II de la tumba hipogeica de Pa-
Fig. 6: Botones de Alamaro en hueso. Bingia ‘e Monti,
Gonnostramatza. Oristano. dru Jossu (Sanluri) (Ugas 1998b) y un botón hemis-
férico en hueso de forma circular de Su Crucifissu
Los botones de alamaro pueden tener cuerpo Mannu (Porto Torres) (Ferrarese Ceruti 1997), un
circular, elíptico, cuadrangular, tubular, romboidal, motivo similares lo encontramos en la custodia de
unido a dos apéndices. Los apéndices de los boto- brassard de la tumba XIII de Anghelu Ruju, Alghe-
nes de alamaro o de tortue (aunque estos últimos ro (Taramelli, 1909a).
apenas esbozados), pueden tener diferentes perfiles:
trapezoidal, rectangular o cuadrangular con las aris- 3. Los objetos de adorno en la sociedad
tas rectas o redondeadas. Campaniforme
Clasificamos como objetos de adorno, todos los
Los botones campaniformes además de la perfo-
elementos que se usaban para adornar y arreglar el
ración rectilínea presentan las perforación llamada
cuerpo.
en V, así denominada porque la colocación de los
agujeros en el interior del cuerpo del botón es he- Los adornos personales que se pueden adscribir
cha en modo que estos convergen precisamente en a las poblaciones Campaniformes son numerosos y
V; pero en algún caso el agujero no es inclinado, se diferencian, por materia, forma, por el modo en
sino que es uno solo que atraviesa el objeto de parte el cual se llevaban y por su función específica.
a parte. En un solo caso encontramos la perforación
Por eso tenemos que dividirlos en diferentes
a clepsidra (botón de Ponte Secco, Porto Torres).
grupos: collares, brazaletes (por muñecas o brazos),
Podremos suponer una evolución en la forma anillos, para adornar los dedos de las manos y qui-
del botón, a la forma inicialmente hemisférica (bo- zás los pies, tobilleras, cinturones y botones.
tón hemisférico), se habrían insertado dos pequeños
Seguramente las gentes del Campaniforme se
apéndices (botón a tortue), los cuales por la funcio-
rodeaban el cuello con collares formados de cuentas
nalidad habrían ido progresivamente aumentando su
de concha, hueso, dientes, colmillos de jabalí, pie-
tamaño (botón de alamaro).
dras duras y cuando se trataba de personajes de alto
Debemos citar además los punzones, instrumen- linaje (jefe del poblado, guerreros,…) usaban pie-
tos en cobre, bronce o hueso; tienen a menudo sec- dras y metales preciosos, o importaban materiales o
ción circular o cuadrangular con aplastamiento en manufacturas.
forma de rombo en el centro, pero que muchas ve-
Podemos suponer que con agujas, estas gentes,
ces son simples alfileres con doble punta. Tradicio-
o se perforaban las orejas, la nariz u otras partes del
nalmente considerados útiles usados por perforar
cuerpo para poder adornarlo después con pendien-
sustancias rígidas, como el cuero, podían cumplir la
tes, o unían las extremidades de sus vestidos con
función de verdaderos y propios alfileres utilizados
botones o alfileres.
para tener cerrados los bordes de un sudario, o
como alfileres para adornar los vestidos o los cabe- Solían realzar su propia persona adornando su
llos de los muertos o de los vivos. cabeza con diademas en conchas, dientes, piedras
preciosas y oro y quizás recogían en complejos pei-
Cerdeña conserva además un único ejemplar de
nados el pelo, con alfileres en cobre y en hueso, por
espejo que procede de la tumba hipogeica de Padru
seguir una moda o simplemente por comodidad.
Jossu (Sanluri) (Ugas, 1982, 1998b). Se trata de un
disco en lámina de plata, recubierto de una pátina Cuentas y colgantes se han encontrado unidos
181
LOS OBJETOS DE ADORNO DEL CAMPANIFORME SARDO Y SU TRASCENDENCIA SOCIAL

en collares, sueltos y separados los unos de los lares ceremonias rituales que podían incluir comida,
otros, en este último caso no se podía entender cual bebida y también música y baile), ligado a ceremo-
era su asociación original, algunos tenían agujeros nias sociales como matrimonios y fiestas para con-
de suspensión y otros no. solidar las alianzas entre las familias más importan-
tes.
Los elementos sin agujeros podían ser interpre-
tados, si son valvas de concha, como restos de co-
mida, se podía también suponer que los pueblos
campaniformes lo usaban como moneda de cambio
comercial, por la analogía con los cauri (conchas
del género de la Cypraea), usadas antiguamente por
los comerciantes africanos.
Su presencia en contextos funerarios podría ser Fig. 7: Colgante a forma de pez en marfil (diente de hipo-
considerada también signo de una creencia religio- pótamo o de oso). Padru Jossu Sanluri. Cagliari.
sa, de una oferta o más probablemente de un gesto El uso de material de importación (Fig. 7) de
por protegerse, anticipando el uso de poner una o prestigio y exótico (dientes de hipopótamo) denota
más monedas en el interior de la tumba, práctica un intercambio de estos demandado por las elites
que está documentada hasta la edad moderna. sociales.
En el caso de los colgantes en piedra de forma La aparición de elementos típicos Campanifor-
rectangular, elíptica, triangular y sobretodo en for- mes también en el ámbito de la posterior Cultura de
ma de hacha en esteatita verde agua, la lógica nos Bonnanaro en algunos yacimientos (Cuccuru Nura-
hace considerarlos en relación a su forma y su color xi, Settimo San Pietro, Is Calitas, Soleminis, etc.)
como elementos de valor mágico-ritual, que se co- hace pensar en la continuidad de la misma estructu-
locaban cerca del muerto, siguiendo un ritual fune- ra social.
rario, para nosotros aún desconocido.
Pero sea por las cuentas en concha que por los
colgantes en piedra sin agujeros la explicación po- 4. Bibliografía.
dría ser más simple, se podría tratar de material or- ATZENI, E.
1996 “La cultura del Vaso Campaniforme e la facies di
namental incompleto o podían tener más probable- Bunnanaro nel Bronzo Antico sardo”, en L’antica
mente función decorativa, pegándolos con colgan- età del Bronzo in Italia. pp. 347-411.
tes o cosiéndolos en los vestidos. 1998 "La Cultura del bicchiere campaniforme in Sarde-
gna", en Nicolis F., Mottes E. en Simbolo ed en-
Los objetos de adorno, además de ser utilizados igma, il bicchiere campaniforme e l’Italia nella pre-
istoria europea del III millennio a.C. pp. 243-260.
en vida por las gentes del campaniforme como nos Trento. Provincia autonoma di Trento, Servizio
atestiguan los exiguos restos de hábitat de esta cul- Beni Culturali, Ufficio Beni Archeologici.
tura, son numerosos en los ajuares funerarios y esto CONTU E.
1952-54 "Ipogei eneolitici di Ponte Secco e Marinaru presso
nos indica que en los sepulcros los muertos no solo Sassari”. Sassari. Studi Sardi 12-13. p. 32.
fueron provistos de armas y útiles, sino también de 1996 “La Sardegna Problematica e inquadramento cul-
vestidos y ornamentos. turale”, en L’antica età del bronzo in Italia.
pp.385-396.
Solo en casos excepcionales en Cerdeña hemos 2006 La Sardegna Preistorica e Nuragica. Volumen I.
Sassari. Carlo Delfino. pp. 353-389.
podido estudiar los objetos de adornos campanifor- FERRARESE CERUTI, M. L.
mes en relación a los muertos (por ejemplo, en la 1997 Archeologia della Sardegna preistorica e protostor-
tumba hipogeica de Padru Jossu, Sanluri, Cagliari), ica. Nouro. Poliedro. pp. 61-350, 469-562.
LILLIU, G.
muchas tumbas están hoy alteradas, debido a exca- 1966, 67 “Il dolmen di Motorra (Dorgali-Nuoro)”. Sassari.
vaciones clandestinas o porque fueron usadas du- Studi Sardi 20, p. 74.
rante mucho tiempo como refugio por los pastores y 1999 Arte e religione della sardegna prenuragica. Sas-
sari. Carlo Delfino. pp. 141, 145, 148-149.
sus animales, tenemos que tener en cuenta también TARAMELLI, A.
que la mayoría de las sepulturas fueron reutilizadas 1909a “Alghero. nuovi scavi nella necropoli preistorica a
por la posterior cultura de Bonnanaro y los huesos grotte artificiali di anghelu ruju”, en Monumenti
antichi accademia dei Lincei, Volumen XIX. pp.
de las gentes campaniformes fueron amontonados 424, 513-514. Roma.
para dejar sitio a los nuevos individuos enterrados. 1909b “Alghero. Scoperte nella necropoli a grotte artifi-
ciali di Cuguttu”, en Monumenti Antichi Acca-
Como conclusión podemos decir que los objetos demia dei Lincei, Notizie degli Scavi di Antichità,
de adornos encontrados en gran cantidad en los ya- p. 102. Roma.
UGAS G.
cimientos Campaniformes sardos podían ser símbo- 1982 “Padru Jossu-Tomba ipogeica ed elementi di cul-
los de: identificación social, de riqueza (deposita- tura materiale delle fasi campaniforme A e B”. en
dos en las tumbas junto a los muertos, con particu- Ricerche archeologiche nel territorio di Sanluri, pp.
19-25.
182
CLAUDIA PAU

1998a “Considerazioni sulle sequenze culturali e cronolo-


giche tra l’Eneolitico e l’età Nuragica,”. en
Sardinian stratigraphy and Mediterranean Chrono-
logy. An International Colloquium devoted to the
Chronology of the ancient Mediterranean. Med-
ford. pp. 251-272.
1998b "Facies campaniformi dell’ipogeo di Padru Jossu
(Sanluri-Cagliari)", en Nicolis F., Mottes E. en
Simbolo ed enigma, , il bicchiere campaniforme e
l’Italia nella preistoria europea del III millennio
a.C. pp. 261-280. Trento. Provincia autonoma di
Trento, Servizio Beni Culturali, Ufficio Beni Ar-
cheologici
USAI, E.
2001“La Tomba Campaniforme Di Santa Vittoria Di Nur-
axinieddu (Oristano)”. En Bell Beakers Today.
Pottery, People, Culture, Symbols In Prehistoric
Europe, Nicolis F. Trento. pp. 695-696.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 183-189

EL ADORNO PERSONAL EN EL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LA


NECRÓPOLIS DEL YACIMIENTO CALCOLÍTICO DE LOS MILLARES

María Díaz de Torres


UNED; airamzaid83@yahoo.es

RESUMEN

En el presente trabajo se expone una clasificación de los distintos tipos de adornos personales halla-
dos en la necrópolis del yacimiento calcolítico de los Millares en Santa Fe de Mondújar (Almería). Se toman
como base principal los trabajos realizados a mediados del siglo XX en dicho yacimiento por Martín Alma-
gro y Antonio Arribas, en cuya publicación también recopilan los trabajos anteriores de Siret y Leisner. Se
entiende por adorno personal aquel que el individuo es capaz de portar por sí mismo, como cuentas de collar
o colgantes, y por tanto pertenece a un solo individuo y no a la colectividad. El adorno puede representar as-
pectos económicos, sociales e ideológicos del grupo que los produjo, debido a su importante contenido sim-
bólico, de ahí el interés de su estudio. Para ello se ha elaborado una clasificación de dichos adornos atendien-
do a la tipología de las piezas, su materia prima, modo de suspensión y su localización.

ABSTRACT

This work presents a classification of the different types of personal ornaments found in the necropo-
lis of the chalcolithic site of Los Millares in Santa Fé de Mondújar (Almería). This classification is based on
the works performed in this site by Martín Almagro and Antonio Arribas in the mid-twentieth century, who
also compile previous works by Siret and Leisner. Personal ornaments are those that individuals are able to
wear themselves, .i e. necklace beads or pendants, and therefore, they belong to an individual and not to the
collectivity. Ornaments are interesting to study because they could represent economic, social or ideological
aspects of the group that produced them, due to their important symbolic content. This classification has been
made based on the typology of the pieces, their raw material, their way of suspension and their location.

Palabras Clave: Los Millares. Adorno personal. Cuenta de collar.

Keywords: Los Millares. Personal ornament. Necklace bead.

1. Introducción. Cobre Antiguo, en torno al 3200/3100 A.C, siendo


El yacimiento de Los Millares ha sido tradicio- durante el Cobre Pleno 3000/ 2900 A.C su momen-
nalmente considerado como uno de los yacimientos to de máximo apogeo. La aparición del primer cam-
emblemáticos para el estudio del Calcolítico penin- paniforme marcaría el inicio del Cobre Final 2500
sular, debido en gran parte a su extensión y comple- A.C. Dandose los últimos momentos de ocupación
jidad estructural. El poblado y la necrópolis de Los del yacimiento entre 2300-2200 A.C.
Millares ( Santa Fé de Mondújar, Almería), se en- Gran parte de este conjunto arqueológico fue
cuentran asentados sobre una meseta en forma de descubierto por Luís Siret en 1891, a raíz de las
espolón cerca de la confluencia del río Andarax y la obras de construcción del ferrocarril Almería-Lina-
Rambla de Huéchar. Es el yacimiento más represen- res. Los trabajos de campo se realizaron desde fina-
tativo de la conocida como cultura de Almería, que les de 1891 hasta aproximadamente mediados de
abarcaría la parte nororiental de Granada, Almería, 1892, la mayoría de estos trabajos corrieron a cargo
Murcia y alguna proyección al sur de Alicante (Li- de capataz de la excavación y hombre de confianza
chardus 1987) estando entre los yacimientos más de Siret, Pedro Flores. Si bien Siret no llegó a pu-
destacados Cerro de la Virgen y El Malagón en blicar una monografía sobre el yacimiento, sus in-
Granada; Parazuelos, Campico de Labor y Cabezo vestigaciones quedaron recogidas en L’Espagne
de Plomo en Murcia; Lugarico Viejo, Tres Cabe- Préhistorique publicada en 1893.
zos, Fuente Vermeja, Campos, Almizaraque, El Ba-
rranquete, Cerro de las canteras, Terrera Ventura y Será en 1943 cuando G. y V. Leinsner utiliza-
el propio Millares en Almería. rían la información inédita de Siret para su gran
obra sobre las necrópolis megalíticas del Sur de la
Según cronologías absolutas (Molina González, Península Ibérica. A partir de ese momento el yaci-
Cámara Serrano, Capel Martínez, Nájera Colino, miento sufrió un importante deterioro, en especial
Sáez Pérez, 2004) la fundación de los Millares ten- la necrópolis, ya que fue expoliado en parte con el
dría lugar en un momento pleno o avanzado del

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
184
MARÍA DÍAZ DE TORRES

fin de conseguir piedra para la construcción de la Desde 1953 a 1956, Martín Almagro y Antonio
carretera de Almería a Granada. Este estado de Arribas reexcavaron 44 tumbas y publicaron 21 en
abandono del yacimiento se puso de manifiesto en 1963. En la última fase de investigación del yaci-
1949 al celebrarse en Almería el I Congreso Nacio- miento no se ha abordado específicamente el estu-
nal de Arqueología. Todo ello llevó a que se reali- dio de la necrópolis.
zaran en el yacimiento nuevas fases de excavación
dirigidas por los profesores Martín Almagro y An-
tonio Arribas entre 1953 y 1956. Cuyos trabajos
quedaron recogidos en su monografía de Los Milla-
res publicada en 1963. A partir de de 1978 se ini-
ciaron actividades del Departamento de Prehistoria
y Arqueología de la Universidad de Granada inser-
tas en un proyecto global de investigación, aunque
más centrados en áreas de poblado que en la necró-
polis.
La necrópolis, aspecto que interesa más directa-
mente a este trabajo, está compuesta pos unas 80
sepulturas (aunque Siret documente en torno a Fig 1. Ajuar de la sepultura IX=5 de la necrópolis de los
Millares. (Almagro y Arribas 1963).
100), estas sepulturas son colectivas y de grandes
dimensiones. Muestran distintas tipologías, la ma- El trabajo que aquí se presenta se basa funda-
yoría cuentan con una cámara circular realizada en mentalmente en los trabajos realizados en la necró-
mampostería de piedra caliza, a veces rematada en polis de Los Millares por los profesores Martín Al-
falsa cúpula y otras por un cierre horizontal de ma- magro y Antonio Arribas. Puesto que su publica-
dera, algunas de las cámaras presentan nichos late- ción de 1963 recoge los trabajos realizados ante-
rales. El corredor de acceso varía de longitud, y riormente por Siret y los Leisner. No obstante hay
esta dividido en diversos tramos separados median- que tener en cuenta ciertas consideraciones. En pri-
te lajas de pizarra perforadas en su centro. Final- mer lugar la falta de información, como se ha ex-
mente, las sepulturas quedaban cubiertas por un tú- puesto anteriormente los trabajos en la necrópolis
mulo de piedras y tierra delimitado por varios ani- fueron realizados desde antiguo, comenzando por
llos escalonados de mampostería. Algunas presen- los trabajos de Siret y Pedro Flores que se centraron
tan un vestíbulo de entrada, que precede el acceso más en la cámara de las sepulturas que en el resto
al corredor. de zonas y atendiendo especialmente a aquellos ob-
jetos de ajuar más llamativos. Eso hace que mucho
Los primeros trabajos realizados en la necrópo-
material se perdiese en el transcurso de las distintas
lis fueron acometidos por Luís Siret y Pedro Flores,
intervenciones que ha sufrido el yacimiento, prueba
a un ritmo de trabajo muy alto, uno o dos días por
de ello es que Siret y Leisner citan en sus trabajos
sepultura. Esta información fue sistematizada por
algunos materiales que Almagro y Arribas no pu-
G. y V. Leisner, no obstante hay documentación
dieron identificar. Además sobra decir que muchos
inédita de los trabajos de Siret en el Museo Arqueo-
de los materiales no han sido publicados y perma-
lógico Nacional. G y V Leisner en sus trabajos rea-
necen inéditos, y que la mayoría de las tumbas no
lizaron una ordenación cronológica de las sepultu-
fueron excavadas en extensión.
ras del yacimiento, basándose en la posición de es-
tas respecto al poblado, su tipología arquitectónica También hay que tener en cuenta el propio ta-
y constructiva, ya que aunque la mayoría de las se- maño de los objetos de estudio, la mayoría de ellos
pulturas son del tipo tholoi, presentan distintas tipo- presenta tamaños no superiores a los 15 mm, lo cual
logías, por último consideraron los ajuares de las hace en algunas ocasiones que sean indetectables
sepulturas. Así pues, las de mayor antigüedad serían durante el proceso de excavación sin una criba exh-
las más cercanas al poblado, de estructura más sen- austiva del sedimento extraído.
cilla y ajuares más ricos. Sin embargo otros autores
Por otro lado estarían las continuas expoliacio-
como R. Champman difieren en estas conclusiones,
nes e intervenciones ilegales que ha sufrido el yaci-
viendo en las diferencias entre las sepulturas un
miento, desde las expoliaciones para conseguir pie-
principio de ordenación jerárquica más que una di-
dra, hasta las tumbas intactas que han sido objeto
ferencia cronológica. Así pues en este trabajo no se
de intervenciones ilegales. Por supuesto, esto hace
ha tenido en cuenta la división cronológica de las
que se pierda o descontextualice gran cantidad de
sepulturas considerando todas ellas como un con-
información, especialmente aquella con un tamaño
junto a la hora de estudiar los objetos de adorno
reducido como son las cuentas de collar.
personal.
185
EL ADORNO PERSONAL EN EL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LA NECRÓPOLIS DEL YACIMIENTO...

Otra dificultad añadida es la propia disposición nados adornos puede resultar incómodo para la per-
de las tumbas de Los Millares, ya que se trata de se- sona e incluso perjudicial. (I. Rubio, 1993).
pulturas colectivas, y si bien los últimos individuos
El objeto de adorno personal, por tanto dentro
allí depositados aparecen en conexión anatómica,
de un grupo humano se convierte en un símbolo.
los anteriores aparecen amontonados y desarticula-
Precisamente esos símbolos o emblemas son los
dos. También aparecen depósitos quemados, que
que integran plenamente al individuo dentro de su
han sido interpretados desde una cremación parcial
grupo social (Castro, 1989), ya que permiten tras-
hasta una posible limpieza de la sepultura. Esto
mitir a otros individuos información de la persona
hace que sea extremadamente complicado poder
que lo porta sin necesidad de un lenguaje verbal.
asociar un adorno concreto a un individuo en parti-
Esos símbolos son plasmados de forma material en
cular, no obstante si sería posible establecer una di-
objetos como los adornos, que en muchas ocasiones
ferenciación de los tipos de adornos por sepulturas,
trascienden el simple sentido estético, favoreciendo
entendiendo estas como un conjunto.
la cohesión de un grupo social incluso mas allá de
Finalmente añadir que dentro de los objetos de barreras biológicas inquebrantables como la muer-
adorno personal se podría incluir también todos te. Si bien es cierto, que el significado simbólico de
aquellos realizados en materiales perecederos, ya determinados adornos solamente puede ser entendi-
sea como abalorio o la misma vestimenta. Por tanto do en toda su complejidad dentro del grupo que los
no se pretende ir más allá que realizar una sistema- produjo.
tización y estudio de la información disponible,
En definitiva, cuando se habla de adorno por
siendo plenamente consciente que los resultados
tanto nos estamos refiriéndo a objetos de pequeño
obtenidos serán parciales, puesto que la informa-
tamaño que el individuo porta en su cuerpo y que
ción de la que se dispone sería solamente una pe-
carecen de una función utilitaria inmediata, pero
queña muestra de lo que serían los adornos calcolí-
que sí pueden estar dotados de una función estéti-
ticos de Los Millares.
ca, simbólica y diferenciadora. (Pascual Benito,
2. El adorno personal. 1998). Esta función del adorno suele trascender el
Se puede considerar como adorno personal, a sentido meramente estético, de ello encontramos
aquellos objetos que el individuo puede portar por numerosas muestras en la etnografía, en la que son
si mismo en su cuerpo . Y que se relacionarían con considerados como una protección, relacionado con
la estética o apariencia del individuo en particular. determinados ritos de paso del individuo en su so-
Por tanto este tipo de objetos tendrían que llevarse ciedad, o como identificador de determinadas ca-
suspendidos mediante algún tipo de perforación, racterísticas, es decir que aporta información codi-
cosidos a la vestimenta, etc. No obstante hay ele- ficada del individuo que lo porta.
mentos que si tienen una perforación no pueden ser En el caso de la prehistoria estos adornos son
considerados adornos por su tamaño, por ello para más fácilmente identificables en los contextos fune-
ser considerados como adorno personal han de te- rarios, ya que resulta importante asociarlos al indi-
ner un tamaño relativamente pequeño que permita viduo o más directamente al grupo humano, en el
que dicho objeto sea portado por el individuo con caso del III milenio, y más concretamente de Los
una cierta facilidad. Sin embargo no se puede des- Millares, al tratarse de sepulturas colectivas es
cartar que algunos adornos de mayor tamaño fuesen prácticamente imposible asociar el adorno a cada
portados en determinados momentos y no como un uno de los individuos, no obstante no deja de resul-
uso habitual. Igualmente sería posible considerar tar llamativo que aun cuando las sepulturas sean co-
como adorno algunos objetos de pequeño tamaño lectivas los ajuares parecen mantenerse individua-
que no presenten una perforación pero que pueden les, en el caso de los objetos de adorno, ya que pa-
ser portados mediante otro sistema de suspensión, rece improbable que un collar pudiese ser portado
como estrangulamientos en la pieza, muescas, etc. por más de un persona al mismo tiempo.
Esto relativiza en cierta manera el concepto de Este tipo de adornos que se presentan no son ex-
adorno. clusivos del Calcolítico, muchos de los adornos y
El adorno al no tener una función utilitario pri- sus tipologías ya se daban en periodos anteriores
maria relacionada directamente con la superviven- como el Neolítico del País Valenciano o Andalucía,
cia biológica del individuo, sería posible asociarlo que presenta adornos muy ricos y variados en oca-
con un contenido del tipo simbólico, que se refuer- siones similares a los Calcolíticos. O como otro tipo
za si tenemos en cuenta que habitualmente la comu- de adornos que se dan desde el Paleolítico, como es
nidad invierte en este tipo de objetos un esfuerzo el ejemplo de las cuentas discoidales, que se repi-
igual o mayor que en otras actividades relacionadas ten de manera continua en diversos contextos ar-
más directamente con la subsistencia. Además ha- queológicos. No obstante como ya se ha dicho ante-
bría que añadir que en ocasiones, el portar determi- riormente, los adornos se incluyen dentro de la cul-
186
MARÍA DÍAZ DE TORRES

tura que los produjo para la cual responden a un có- sentan su forma natural, es decir las conchas o can-
digo exclusivamente identificable para los indivi- tos perforados. Igualmente se ha atendido a aspec-
duos que los crearon. De ahí que un mismo adorno tos de tamaño, morfología y materia prima.
en distintos grupos sociales, ya sean cronológica o
- Anillo-colgante: disco anular, que por su tama-
espacialmente distantes, no tiene porque represen-
ño sería demasiado grande para ser un anillo y pe-
tar lo mismo.
queño para ser un brazalete.
Así pues en este trabajo se han considerado
- Conchas: igualmente el caparazón de determi-
aquellos elementos procedentes de la necrópolis de
nados moluscos ha sido considerado como adorno,
los Millares, y entendiendo como adorno:
aún cuando no presentan perforación muchos de
- Cuentas: objetos simétricos o asimétricos de ellos, estos pueden ser suspendidos mediante algún
tamaño reducido con perforación central o lateral, tipo de cordaje vegetal. En las sepulturas aparecen
cuyo función sería el de ser llevados suspendidos o conchas de muy diversa procedencia, arca, car-
bien formando parte de un conjunto mayor. Para su dium, columbella, conos, cyprea, dentalium, hélix,
clasificación se ha tenido en cuenta distintos facto- patella, pectem, tritón, unio, etc. La mayoría apare-
res. En primer lugar si forman parte de un conjunto cen sin perforación y conservando su morfología
mayor o no, es decir Almagro y Arribas se refieren natural, otras aparecen perforadas si bien no se indi-
a ellas como aisladas o bien formando parte de co- ca si la perforación se ha realizado intencionada-
llar, brazalete, etc. En segundo lugar la propia mor- mente o se ha podido producir de manera natural.
fología de la pieza, seguida de la materia prima em- En otras ocasiones aparecen pulimentadas, alisadas,
pleada para realizarla, se han considerado todas las o usadas como materia prima para la elaboración de
materias primas posibles que aparecen en la necró- otro tipo de adorno, especialmente cuentecillas de
polis. Finalmente se ha tenido en cuenta su tamaño collar.
y el tipo de perforación. Respecto al tamaño la ma-
yoría de las cuentas oscilan entre los 5 y los 20 mm
de diámetro en las discoidales y de longitud en las
tubulares. No obstante lo más común es que todas
ellas tengan un tamaño relativamente pequeño que
no sobrepasa los 10 mm, siendo más comunes aque-
llas cuyo tamaño oscila alrededor de los 5 mm.

Fig.: 3. Cyprea perforada de la necrópolis de los Millares,


sepultura XIX (Almagro y Arribas 1963).

- Botones: objetos con un parecido a los botones


actuales. Aunque el más común es el botón con per-
foración en “V”, que presenta en su cara inferior
dos perforaciones que convergen en su interior for-
mando una “V”. También hay algunos con forma
semiesférica formada por dos piezas.
- Placas: piezas planas de morfología diversa,
algunas de ellas con más de una perforación, otras
con una perforación simple.
- Ídolo falange: si bien se trata de un objeto de
Fig. 2. Cuenta de collar discoidal con perforación bicónica culto simbólico, algunos de ellos presentan un ta-
de los Millares, sepultura III=63 (Almagro y Arribas 1963).
maño adecuado para ser un elemento de adorno,
- Colgante: dentro de este grupo se han incluido además el hecho de que la mayoría de ellos presen-
objetos de tamaño y morfología muy diferentes. El ten un estrangulamiento central, hace suponer que
criterio común es que han de presentar algún modo pudieron portarse colgando.
de suspensión que permita llevarlos encima, ya sea
- Otros: dentro de esta denominación se inclu-
perforación, muescas, escotaduras, estrangulamien-
yen piezas que al no tener una función utilitaria di-
tos, etc. Generalmente dentro de los colgantes la
recta claramente identificable, se han incluido en el
perforación suele ser lateral, es decir situada en uno
apartado de adornos, como recortes de concha,
de los extremos de la pieza, no obstante tampoco
fragmentos que pudieron formar parte de un ele-
pueden descartarse piezas con perforación central
mento de adorno, o materiales exóticos, como frag-
que por su tamaño y morfología no pueden ser con-
mentos informes de ámbar sin perforar.
sideradas como cuentas. También se ha considerado
como colgante aquellas piezas perforadas que pre-
187
EL ADORNO PERSONAL EN EL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LA NECRÓPOLIS DEL YACIMIENTO...

Respecto a la morfología general de las piezas pueden ser consideradas como cuentas propiamente
se ha intentado asociar sus formas con figuras geo- dichas.
métricas universales. Así las utilizadas han sido:
Estas cuentas realizadas en piedra llevarían un
oval, discoidal, circular, triangular, cuadrangular,
proceso de fabricación más delicada ya que cuanto
rectangular, cónica, bicónica, bitroncocónica, esfé-
menor y más duro sea el material más se complica
rica, semiesférica, plana, cilíndrica, tubo, tonel, oli-
el proceso. En piedras blandas como la pizarra o la
va, alargada, media luna. Aunque algunas de ellas
caliza resultaría más sencillo. Al igual que la elabo-
presentan estas formas la mayoría de ellas presentan
ración en concha o hueso, materias primas sencillas
una forma discoidal plana, quizá por su elaboración
no sólo de modificar sino también de adquirir, ya
más sencilla y su facilidad para componer otras pie-
que parecen no presentar ningún problema de apro-
zas mayores como collares.
visionamiento. De ahí que resulten los materiales
más comunes.
Igualmente existen otro tipo de materiales me-
nos comunes que posiblemente por su escasez pue-
dan ser considerados como un adorno en sí mismo,
estamos hablando de los adornos realizados en ám-
bar, marfil o huevo de avestruz. Si bien es cierto
que se han detectado algunas localizaciones que
permitirían emplazar el ámbar como de origen pe-
ninsular, los otros materiales como la cáscara de
huevo de avestruz o el marfil parecen claramente de
origen extrapeninsular, y por lo tanto sería posible
suponer que se trata de objetos de prestigio.
También se cita en algunas ocasiones la caliza
verde, que a juzgar por trabajos posteriores es posi-
ble que se trate de calaíta, no obstante es un mate-
rial escaso en la necrópolis.
Fig.: 4. Cuentas discoidales de la necrópolis de los Milla-
res, sepultura IV=8 (Almagro y Arribas 1963). Finalmente, se ha tenido presente el lugar de
aparición de estos materiales dentro de las sepultu-
Desde una perspectiva tecnológica se puede dis-
ras. La mayoría de las sepulturas poseen cámara,
tinguir entre aquellos adornos que no han tenido un
corredor, nichos laterales, están cubiertas por un tú-
proceso de elaboración, es decir adornos naturales
mulo, y en ocasiones también presentan vestíbulo
como las conchas de molusco y aquellos que han te-
de entrada. Las piezas de adorno, aparecen en todos
nido un tratamiento para darle la forma deseada,
estos lugares, si bien cabría distinguir entre las ha-
como es el caso de las cuentas de collar, que han te-
lladas en la cámara, nichos o corredor, que están
nido que pasar por dos tratamientos, en primer lu-
asociadas más directamente a los enterramientos, y
gar un tratamiento exterior por fricción hasta darle
aquellas que aparecen en el túmulo o vestíbulo que
la forma buscada y después la perforación.
parecen deberse a una posición fortuita más que a
El adorno más abundante que aparece en la ne- una asociación directa a un individuo.
crópolis son las cuentas de collar, especialmente
3. Conclusión.
aquellas que tienen una morfología discoidal, ya sea
planas o de sección más alta. Estas piezas en oca- Los adornos que aparecen en la necrópolis de
siones aparecen aisladas o formando conjuntos Los Millares raramente pueden ser asociados a un
como ocurre con la sepultura XXX en la que apare- individuo concreto, si es posible establecer una di-
ce un collar formado por un total de 300 cuentas. ferenciación entre las sepulturas, ya que si bien es
Están realizadas en distinta materia prima, desde cierto que la mayoría presentan elementos de ador-
piedra, hueso, concha en incluso marfil. no, la diferencia entre unas y otras es bastante signi-
ficativa. La mayoría de ellas presentan elementos
Entre la piedra aparecen realizadas, en azaba- de adorno como alguna cuenta de collar o algunas
che, apatita, caliza (blanca, gris, negra y verde), ca- conchas. Sin embargo hay otras que no presentan
llais, cristal de roca, cuarzo, diosota, esquisto (ne- ningún elemento de adorno como la sepultura
gro) y pizarra (negra y gris). Siendo las más comu- XVIII y otras que presentan una cantidad de ele-
nes las realizadas en caliza, material autóctono de mentos de adorno muy superior al del resto de las
la zona. También aparecen en elementos exóticos sepulturas, como es el ejemplo de la sepultura VII
como el ámbar, pero al carecer de perforación no (Leisner), que presenta un botón de hueso, un collar
formado por unas trescientas cuentas aproximada-
188
MARÍA DÍAZ DE TORRES

mente, cuentas de collar de azabache y ámbar, y sible que esto pueda asociarse únicamente con una
gran cantidad de cuentas y colgantes realizados en cuestión de recursos económicos del poblado, ya
concha de molusco. Así como otros objetos consi- que si bien es cierto que los objetos foráneos pue-
derados como exóticos, realizados en alabastro o dan asociarse a eso, en el caso de otros como las
marfil. cuentas discoidales de caliza, no requieren de una
especialización, y posiblemente su presencia o au-
PIEDRA Alabastro
Apatita sencia puedan trascender lo simplemente económi-
Azabache co.
Caliza
Blanca
Gris
Negra
Verde
Cristal de roca
Cuarzo
Diorita
Esquisto
Negro
Mármol
Blanco
Pizarra
Gris
Negra
CONCHA Arca
Cardium
Columbellae
Conos
Cyprea
Dentalium
Hélix
Ostrea
Patella Fig.: 5. Conchas de los tipos “cardium” y “ostrea edulis”
Pectem de la tumba 2 de El Barranquete. (Almagro Gorbea 1973).
Tritón
Unio MORFOLOGÍA Alargada
HUESO Bicónica
Cilíndrica
MARFIL Circular
COBRE Cónica
ÁMBAR Cuadrangular
HUEVO DE AVESTRUZ Discoidal
Tabla 1: Materias primas más frecuentes en los adornos Esférica
de la necrópolis de Los Millares. Media luna
Oliva
Esto podría indicar una diferenciación dentro de
Oval
la colectividad de la sepultura, ya que no parece po- Plana
sible que este tipo de elementos considerados como Rectangular
adorno el pudiesen pertenecer a más de un indivi- Semiesférica
duo. Triangular
Tonelete
Adornos similares, aparecen en otras necrópolis Tubo
de yacimientos pertenecientes a la Cultura de Alme- MODO DE Perforación
ría como son El Barranquete o Almizaraque, que SUSPENSION Cilíndrica
presentan estructuras funerarias muy similares a las Cónica
de Los Millares. En el Barranquete, por ejemplo Bicónica
aparecen conchas de moluscos, o un botón circular Parcial
Estrangulamiento
de hueso de una tipología muy parecida a los que Escotadura
aparecen en Los Millares. O en Almizaraque donde Muesca
aparecen cuentas o botones con morfologías y ma- Tabla 2: Clasificación morfológica y modo de suspensión
terias primas similares a los Millares. Si bien es de los adornos.
cierto que los adornos aparecen en menor número
que en los Millares y la cantidad de objetos “exóti-
cos” también es menor. Sin embargo no parece po-
189
EL ADORNO PERSONAL EN EL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LA NECRÓPOLIS DEL YACIMIENTO...

4. Bibliografía. RUBIO DE MIGUEL, I.


1993 “La función social del adorno personal en el Neo-
ACOSTA, P; CRUZ-AUÑON, R. lítico de la Península Ibérica”, CuPAUAM, 20:
1981 “Los enterramientos de las fases iniciales de la 27-58.
Cultura de Almería”, Habis, 12: 275-360. SOLER MAYOR, B.
ALMAGRO, M Y ARRIBAS, A. 1990 “Estudio de los electos ornamentales de la cueva
1963 El poblado y la necrópolis megalítica de Los Mi- del Parpalló”, Saguntum, 23: 39.59.
llares (Santa Fe de Mondújar, Almería). Madrid: VILLALBA, M.J; EDO, M; BLASCO, A.
Bibliotheca Praeshistorica Hispana, vol..III. 1998 “Explotación, manufactura, distribución y uso
ALMAGRO GORBEA, Mª J. como ben de prestigio de la calaita en el Neolítico.
1965 “Las tres tumbas megalíticas de Almizaraque”. El ejemplo del complejo de Can Tintorer”, en G.
Trabajos de Prehistoria, XVIII. DELIBES DE CASTRO (Coord.): Minerales y me-
1973 El poblado y la necrópolis del Barranquete (Al- tales en la Prehistoria reciente. Universidad de
mería). Acta Arqueológica Hispana 6. Valladolid.
ARRIBAS, A; MOLINA, F; SAEZ, L; ET AL. V.V. A.A
1979 “Excavaciones en Los Millares (Santa Fe de Mon- 2003 Los Millares: guía del yacimiento arqueológico.
dújar) Campañas de 1978 y 79”, Cuadernos de Junta de Andalucía. Consejería de Cultura.
Prehistoria de la Universidad de Granada, 4:
61-88.
1981 “Excavaciones en Los Millares (Santa Fe de Mon-
dújar) Campaña de 1981”, Cuadernos de Prehis-
toria de la Universidad de Granada, 6: 91-109.
BERNABEU AUBAN, J.
1979 “Los elementos de adorno en el Eneolítico Valen-
ciano”, Saguntum, 14: 109-126.
CASTRO PÉREZ, L.
1990 “Sobre la función simbólica del adorno”, Brigan-
tium, 6: 93-99.
CHAPMAN, R.
1991 La formación de las sociedades complejas. El Su-
reste de la Península Ibérica en el marco del Me-
diterráneo Occidental. Crítica.
EIROA, J.J.
2000a Nociones de Prehistoria General. Ariel
2000b Nociones de tecnología y tipología en Prehistoria.
Ariel.
LICHARDUS, J; BAILLOUD, M; CAUVIN,G.
1987 La protohistoria de Europa. Labor
MAICAS RAMOS, R.
2007 Industria ósea y funcionalidad: Neolítico y calco-
lítico en la Cuenca de Vera (Almería). Bibliotheca
praehistorica Hispana, CSIC.
MARTÍN DE LA CRUZ, J.C; ET AL.
2000 “Novedades en el conocimiento sobre el Neolítico
y Calcolítico en Andalucía: panorámica de una dé-
cada de investigaciones” en Muitas antas, pouca
gente? Actas do I Coloquio Internacional sobre
Megalitismo. Instituto Portugués de Arqueología.
MENÉNDEZ FERNÁNDEZ, M (COOR)
2007 Prehistoria y Protohistoria de la Península Ibéri-
ca. Tomo II. UNED.
MOLINA, F; CÁMARA, J.A; CAPEL, J; ET AL.
2004 “Los Millares y la periodización de la prehistoria
reciente en el Sureste”, Simposios de Prehistoria
Cueva de Nerja II. Fundación Cueva de Nerja,
142-158.
PASCUAL BENITO, J.
1995 “Origen y significado del marfil durante el Hori-
zonte Campaniforme y los inicios de la Edad del
Bronce en el País Valenciano”, Saguntum, 29:
19-31.
PASCUAL BENITO, J.
1998 Utillaje óseo, adornos e ídolos neolíticos valen-
cianos. Servicio de Investigación Prehistórica. Se-
rie de trabajos varios nº 95. Diputación Provincial
de Valencia.
RAMOS MILLÁN, A.
1998 “La minería, la artesanía y el intercambio de sílex
durante la Edad del Cobre en el Sudeste de la Pe-
nínsula Ibérica”, en G. DELIBES DE CASTRO
(Coord.): Minerales y metales en la Prehistoria
reciente. Universidad de Valladolid.
RODRIGUEZ –ARIZA, Mª O; ESQUIVEL, J.A
1989-90 “Una aplicación del análisis de correspondencia en
la valoración del antracoanálisis de Los Millares”,
Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de
Granada, 14-15: 81-108.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 191-198

EL MUNDO RITUAL EN LA PREHISTORIA RECIENTE: UNA REFLEXIÓN A


PROPÓSITO DEL CASO DE “LOS CERCADOS” (MUCIENTES, VALLADOLID)

Angel Salvador García Barrios


Universidad de Valladolid; angarbar@gmail.com

RESUMEN

En este artículo pretendemos analizar la cuestión de las actividades rituales de las gentes de la Pri-
mera Metalurgia en el valle medio del Duero, un aspecto poco conocido del análisis de la ocupación de este
sector durante la Edad del Cobre, y que, gracias a nuevos testimonios arqueológicos, algunos tan destacados y
singulares como el de “Los Cercados” (Mucientes, Valladolid), permiten profundizar en un ámbito complejo
de delimitar pero enorme trascendencia para las poblaciones de la Prehistoria Reciente.

ABSTRACT

In this paper, we´ll try to analyse the ritual activities of Early Metallurgy people in central basin of
Duero river, a non – well known aspect of the archaeological research of this area during Early Prehistory,
where new testimonies, some of them so singular and outstanding as “Los Cercados” (Mucientes, Valladolid),
allows to go deeply into a area hardly to delimitate but very significant for Early Prehistory people.

Palabras Clave: Liturgia. Calcolítico. Cerámica simbólica. Fosas rituales. Valle medio del Duero.

Keywords: Liturgy. Chalcolithic. Simbolic pottery. Ritual holes. Central basin of Duero river.

1. Testimonios de significancia ritual en el


registro calcolítico centromeseteño.
El ritual es un acto social básico para el hombre
(Rappaport, 2001: 66) presente desde sus mismos Diversos son los testimonios arqueológicos en
orígenes. En este sentido, en un período como el las tierras centrales de la Submeseta Norte que per-
que nos ocupa, la interconexión entre la dimensión miten al investigador profundizar en el estudio del
simbólica que representa el rito, y la mundana o te- mundo ritual de estas gentes de la Primera Metalur-
rrenal, materializada en los diferentes elementos gia. En primer lugar tenemos elementos de cultura
que presiden la cotidianeidad del ser humano (cul- material de significado inequívocamente simbólico,
tura material, arquitectura, etc), es a menudo tan como son los ídolos y las cerámicas con motivos
profunda y sutil que no es de extrañar el que en decorativos alusivos a este ámbito (oculados, soli-
ocasiones resulte muy complejo discernir cuando formes, rostros antropomorfos). En el valle medio
un fenómeno arqueológico corresponde a uno u del Duero no se prodigan especialmente puesto que
otro ámbito; y ahí tenemos como buen ejemplo de su número, a día de hoy, es escaso pero no por ello
lo señalado la polémica existente en torno a la natu- menos representativo. Así por ejemplo, de estas va-
raleza de un fenómeno tan singular como es el de jilla simbólica se han documentado 7 ejemplares
las llamadas enclosures o campos fosados, que, con procedentes de los yacimientos de “Las Pozas” (Val
una cronología que abarca desde el Neolítico hasta Recio, 1992); “Los Bajos” (Larrén Izquierdo,
la Edad del Bronce, se extiende por toda la geogra- 1999); “Los Paradores” (Domínguez Bolaños,
fía europea. 1991) y “Los Cercados” (García Barrios, 2005);
mientras que de ídolos, la muestra es mucho más
En relación a ello, nuestro propósito en estas pá- parca, con tan sólo tres ejemplares procedentes de
ginas va a ser el de intentar plantear un somero “Las Pozas” (Val Recio, 1992) y “Las Peñas” (San-
acercamiento al análisis de un aspecto hasta ahora tiago Pardo, com.pers.), y que presentan, todos
poco conocido de la ocupación calcolítica del las ellos, una afinidad tal con los modelos registrados
tierras del Duero medio, como es el del comporta- en yacimientos del mediodía peninsular, que sirvió
miento ritual, a través de una serie de testimonios en su momento para justificar la vinculación del
que jalonan el registro arqueológico de esta zona y foco calcolítico centromeseteño con los ubicados de
de entre los cuales queremos destacar por su singu- este sector (Delibes y Val Recio, 1990: 77).
laridad el de “Los Cercados”.
A estos elementos de cultura material hemos de
añadir el relleno de determinadas fosas localizadas

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
192
ANGEL SALVADOR GARCÍA BARRIOS

en diversos yacimientos de la zona, que por su con- paniforme más conocidas de todo el valle medio del
tenido y patrones de deposición, sugieren una tras- Duero, en tanto, junto a “Las Pozas” (Val Recio,
cendencia que va más allá de la característica fun- 1992) ha sido esencial para poner las bases de la
ción de vertedero asignada habitualmente a este caracterización tecnotipológica de las poblaciones
tipo de estructuras. Nos encontraríamos, pues, ante que habitaron las tierras de la Cuenca Sedimentaria
hoyos rituales también llamados “fosos de durante la primera Edad de los Metales.
ofrendas” -opfergrube- o “Depósitos especiales”
(Cunliffe, 1992: 75), cuya representación en el con-
junto del registro no es, al igual que sucedía con los
anteriores, excesivamente amplia: 7 estaciones (Fig
1) y un total de 9 estructuras, en cuyos rellenos no
sólo comparecen los típicos elementos materiales
asociados a este ámbito, como los descritos líneas
atrás, sino también otros elementos a priori más co-
munes y por tanto no tan significativos como los
anteriores, pero que conforme a patrones de deposi-
ción concretos y a la asociación de determinados
items, adquieren dicho carácter. Destaca en ese sen-
tido, y estrechamente relacionado con lo que se ha
venido en llamar “basura” deliberadamente conser-
vada o curated rubbish (ibid: 76), diverso material
cerámico y lítico (fragmentario o no), piezas delibe-
radamente desechadas aun cuando no hayan conoci-
do uso alguno, tal y como sucede como los 7 moli- Fig.: 1. Yacimientos del valle medio del Duero con hoyos
de contenido simbólico-ritual. 1: “Las Pozas” (Casaseca
nos barquiformes de procedencia alóctona hallados de las Chanas); 2: “Las Peñas” (Villardondiego); 3: “Pozo
en un hoyo del yacimiento zamorano de “La Cas- Nuevo” (Tagarabuena); 4: “Los Cercados” (Mucientes); 5:
cajera” (Marcos Contreras et al, 2000: 7); o las car- “La Calderona” (La Cistérniga); 6: “Ladera de los Prados”
(Aguasal); 7: “Los Doce Cantos” (Herrera de Pisuerga).
casas de determinadas especies animales entre los
que destacan los cánidos, que comparecen de diver- La intervención arqueológica del mismo no
sas maneras: completos y recostados sobre su lado afectó a todo el yacimiento, sino únicamente a tres
derecho, tal y como se documenta en “Pozo Nuevo” hoyos de época precampaniforme aparecidos a raíz
y “Los Doce Cantos”, que en el caso del primero de la construcción de un camino para la Concentra-
presenta las patas delanteras flexionadas, (Marcos ción Parcelaria, y seriamente amenazados por dicha
Contreras et al, 2003: 51, lam I – 2; Pérez Rodrí- obra (Herrán Martínez, 1986). De todos ellos desta-
guez, 1989: 14); o bien parcialmente, donde el crá- ca sobremanera el identificado como A2/AS, una
neo asume entonces un protagonismo absoluto: es fosa con perfil de cubeta, boca circular y unas di-
el caso de los ejemplares depositados en sendos ho- mensiones de 85 cms de diámetro por 80 cms de
yos de “La Calderona” (Strato, 2000: 25 y 61), o el profundidad, y en cuyo relleno se diferenciaron has-
cráneo acompañado de algunos huesos largos de ta 11 niveles diferentes, de los cuales los dos prime-
“Las Peñas” (Santiago Pardo, com. pers.). No obs- ros corresponden a una intrusión de época romana y
tante, los cánidos no son los únicos animales en po- medieval (tal y como lo atestiguaban los numerosos
seer una connotación simbólica. También puede ci- fragmentos de terra sigillata, vidrio, metal y cerá-
tarse como ejemplo los cuartos traseros de ternera mica medieval recuperados en ellos) que no debió
(en conexión anatómica) hallados en una fosa de afectar al resto del hoyo, puesto que en los otros ni-
“Las Pozas” (Val Recio, 1992: 50) o los cráneos de veles no se recuperó ni un solo elemento correspon-
suido del hoyo A2/AS de “Los Cercados”. Es pre- diente a estas dos etapas, y sí a la calcolítica pre-
ciso destacar este último yacimiento por constituir campaniforme, cuyos materiales proporcionaban un
uno de los ejemplos más representativos, dentro de marcado carácter simbólico y ritual a la estructura
su singularidad, de las pautas rituales de estas gen-
2.1. El ajuar litúrgico.
tes y que puede constituir por derecho propio un re-
ferente en el análisis de esta cuestión en tierras de la Esa dotación ritual se compone de dos cerámi-
Cuenca Sedimentaria. cas simbólicas incompletas con sendas representa-
ciones esquemáticas de un rostro, - que han sido ob-
2. El hoyo A2/AS de “los Cercados”, un jeto de un análisis particularizado (García Barrios,
ejemplo de deposición ritual. 2005)-; un vaso de morfología caliciforme que en-
El yacimiento de “Los Cercados”, ubicado en la tendemos puede poseer varias asas exentas; un crá-
localidad vallisoletana de Mucientes (fig 1), es sin neo de cánido; un pequeño pico en asta de cérvido
duda una de las estaciones del Calcolítico Precam- con punta biselada; cuatro cráneos de suido de edad
193
EL MUNDO RITUAL EN LA PREHISTORIA RECIENTE: UNA REFLEXIÓN A PROPÓSITO DEL CASO DE “LOS...

temprana y, sin que podamos aseverar su carácter sustentantes/de suspensión, que además son los úni-
antrópico, un pequeño objeto de aspecto zoomorfo cos existentes en todo el repertorio de esta estación;
elaborado en lo que parece arcilla cocida (fig 2). A y, por último, la presencia de cenizas en el nivel
todo este importante ajuar litúrgico debemos añadir 3H, que aunque pueden estar relacionadas con un
la aparición de tres cráneos humanos, de género fe- fenómeno de vertido, dada la peculiaridad del depó-
menino, que dan un mayor interés, si cabe, a este sito hace especialmente sugerente la hipótesis de la
testimonio. existencia de fuego vinculado al ritual.
2.2. Ritos y restos humanos: los cráneos del
hoyo A2/AS.
Más allá de la excepcionalidad del conjunto ma-
terial recuperado en este hoyo, consideramos que
uno de los elementos más llamativos de este reper-
torio lo constituyen los cráneos humanos. Identifi-
cados con las tres últimas cifras de su sigla (229,
230 y 231), se trata de unos ejemplares cuyo estado
de conservación deja bastante que desear en dos
sentidos: la parcialidad con la que fueron recupera-
dos, y elevado nivel de fragmentación que presen-
tan dos de ellos (230 y 231). Ninguno conservaba el
esplecnocráneo, si bien la presencia aislada de un
fragmento de maxilar puede ponerse en relación
con uno de ellos por las características morfométri-
cas que presenta. De igual modo, salvo 229, que
Fig.: 2. Algunos elementos de cultura material recupera- conserva íntegra la caja craneal, los demás ejempla-
dos en el interior de la fosa A2/AS. Arriba, en la segunda
fila y empezando por la izquierda, el extraño objeto de for- res aparecieron incompletos en una parte sustancial,
ma zoomorfa. ya no sólo por la ausencia de la base del cráneo
(elemento éste que es común a todos), sino también
Lo llamativo de todo este conjunto, más allá de
en lo que se refiere al neurocráneo. En este aspec-
su especial naturaleza y del volumen de materiales
to, es 230 el peor parado ya que sólo proporcionó la
que comporta –verdaderamente excepcional si lo
mitad posterior, si bien documentando un elemento
comparamos con otros casos de índole ritual dentro
muy significativo ausente en los demás: el foramen
y fuera de la Submeseta Norte-, es la disposición
magnum.
del mismo en el relleno, que parece responder a un
fenómeno de deposición diacrónica. De este modo, Dichos restos corresponden a tres individuos de
en la base de la estructura se encuentran los cráneos género femenino, con edades comprendidas entre
humanos conjuntamente con los de suido y el posi- los 35 y los 50 años. Dentro, por tanto, del segmen-
ble zoomorfo (nivel 3I). Un poco más arriba se ha- to de los denominados adultos medios. Su interés
llan, en sucesión, el vaso caliciforme y el cráneo de desde el punto de vista investigador radica en una
cánido(niveles 3F y 3H), mientras que rematando el serie de aspectos que los singularizan notablemente
hipotético uso ritual de la fosa se hallan las dos ce- dentro de la escasa muestra de vestigios humanos
rámicas simbólicas, localizadas en el nivel 3D. hallados en este territorio. De entre ellos destaca
sobremanera la existencia, en todos los cráneos, de
Todo ello venía mezclado con un considerable
claros traumatismos por impacto localizados siem-
volumen de evidencias compuestas por una ingente
pre en la parte posterior: en 229, en la zona parietal
cantidad de fauna, industria lítica y fragmentos ce-
derecha; en 230 en el lateral izquierdo de la escama
rámicos (de estos últimos, constatamos un total de
occipital, y en 231 en el parietal izquierdo. Es des-
8096 piezas entre galbos e inventariados); además
tacable este patrón de localización, pues evidencia
de escorias, 2 crisoles (que no presentan, sin embar-
que estos individuos recibieron el golpe por la es-
go, rastro alguno de metal en su interior), varias
palda y con una posición del agresor distinta en
piezas en asta de cérvido con signos evidentes de
cada caso. De la morfología de las heridas se colige
haber sido trabajadas - y relacionables directamen-
también que el instrumento empleado para agredir
te, por su aspecto, con el –por otro lado- magnífico
tuvo que ser distinto en cada caso. Al menos en dos
equipo de tallador extraído del hoyo A3 (Delibes et
de los cráneos, los correspondientes a 229 y 230,
al, 1995:57) -, así como numerosísimas pellas de
se utilizó un objeto punzante, si bien de naturaleza
barro. Llama poderosamente la atención, en rela-
distinta: en 229, el desarrollo longitudinal de la le-
ción a este conjunto, la escasez de piezas óseas
sión, con una gradación en la profundidad de la
(apenas tres punzones); la destacable presencia de
misma y la existencia de un único punto de perfora-
materiales cerámicos con decoraciones o elementos
ción en el sector medial, nos sugiere la imagen de
194
ANGEL SALVADOR GARCÍA BARRIOS

un instrumento aguzado y con filo, similar a un cu- pótesis de que todas estas personas sufrieron estos
chillo o una punta de flecha. En 230, por el contra- golpes en vida, y que, a consecuencia de ellos, dos
rio, la sección triangular de la lesión, muy regular de las víctimas fallecerían rápidamente (de manera
(todos sus lados son iguales), indica el uso de una inmediata o a las pocas horas), mientras que la ter-
herramienta de muy escaso grosor, pero con un ex- cera, correspondiente a este último ejemplar men-
tremo en punta suficientemente aguzada como para cionado, conseguiría sobrevivir lo suficiente como
penetrar en la gruesa pared ósea de ese sector. para permitir una tímida regeneración de los tejidos
(¿Quizas un punzón o una lezna?). dañados, pero sin llegar a culminar en curación.
Por su parte, en 231, el cráneo revela un hundi- De igual manera, no estamos en disposición de
miento doble de perfiles irregulares que desplazó la precisar si estos cráneos fueron depositados en la
pared de hueso pero sin llegar perforarla. En este fosa A2/AS de “Los Cercados” en el momento de la
caso, la interpretación más razonable para una le- muerte (para lo cual hubiera sido necesaria una se-
sión de estas características es la de un objeto grue- paración traumática de los cráneos respecto a sus
so, sin filos ni puntas, pero sí con una morfología respectivos troncos), o bien el deceso tuvo lugar en
irregular en el que destacaran dos protuberancias, un momento anterior a la deposición. En este orden
que son las responsables de esa morfología: un ob- de cosas, pueden resultar significativas la alta frag-
jeto contundente como una rama, una piedra o cual- mentación de los restos, que podría explicarse por
quier otro objeto similar. la esqueletización previa de los cráneos mucho an-
tes de su colocación en el interior de la fosa, acele-
A pesar de que visualmente estas heridas apa-
rando de este modo una degradación que, aunque
rentan ser de escasa importancia por su reducido ta-
generalizada, es especialmente intensa en 230; y en
maño, lo cierto es que desde un punto de vista mé-
segundo lugar, la presencia/ausencia de huellas de
dico son potencialmente letales atendiendo a los
decapitación. Sólo 230 presenta el foramen mag-
procesos que desencadenan: el desplazamiento (o
num parcialmente conservado, y en ningún caso
estallido, como es el caso de 229) de masa ósea
manifiesta la presencia de señales características de
provocado por el impacto, inevitablemente seccio-
una acción de este tipo. No obstante, conviene ser
naría algunas de las numerosas ramas de la arteria
precavidos respecto a las conclusiones que de ello
meníngea media que recorre esta zona, provocando
se infieren: el corte y separación de la cabeza po-
una cuantiosa hemorragia interna y un hematoma
dría haberse efectuado no en la base del cráneo (en
extradural. Ambos factores son fatales por sí mis-
donde afectaría al foramen), sino en el propio cue-
mos sin la aplicación de los cuidados necesarios;
llo, lo que explicaría la ausencia de las típicas mar-
pero si le añadimos además el evidente riesgo de in-
cas de corte. La ausencia de vértebras cervicales
fección por meningitis en una época en que la profi-
que pudieran haber confirmado en este extremo,
laxis por antibióticos es inexistente, nos encontra-
nos obliga, por tanto, a situar tales afirmaciones
mos entonces con unas muy elevadas posibilidades
como meras conjeturas.
de mortalidad.
Todas estas evidencias, en definitiva, nos indi-
Otro elemento destacable en referencia a estos
can un contexto no funerario en el que lo simbólico
traumatismos, es la clara evidencia de que los crá-
cobra especial importancia. Las razones que lo jus-
neos 229 y 231 no existió regeneración osteocítica,
tifican radican fundamentalmente en las sustancia-
mientras que en 230, aunque sí se produjo, esta fue
les diferencias existentes en los patrones de deposi-
tan reducida que no puede atribuirse más que a la
ción y características formales de este depósito res-
escasa supervivencia del individuo tras el trauma,
pecto de los contextos funéreos habitualmente do-
que fallecería sin duda a los pocos días. La identifi-
cumentados en estas tierras; donde suele producirse
cación de las circunstancias en las que se produje-
la inhumación del individuo completo, por más que
ron las lesiones no resulta, empero, sencilla. Es evi-
a posteriori puedan producirse procesos de reduc-
dente que éstas se hicieron por la espalda y en un
ción o de degradación (por factores postdeposicio-
sector latero – inferior de la cabeza, que presupone
nales) que alteren sustancialmente la integridad del
una virtual indefensión de las víctimas. Así las co-
cadáver.
sas, cabe plantearse entonces si en los dos primeros
casos estos golpes fueron infligidos en vida de los Así las cosas, cabe especular, en primer lugar,
individuos (siendo entonces causa directa del dece- con las diversas posibilidades interpretativas que
so), o bien fueron efectuados post mortem. Lamen- expliquen la presencia de cráneos con traumatismos
tablemente, no estamos en condiciones de decantar- en el interior de la fosa de “Los Cercados”, y que
nos por una u otra posibilidad al carecer de datos podemos resumir en las siguientes:
concluyentes al respecto. La presencia de regenera-
1. Accidente/Homicidio.
ción en 230 puede, en este sentido, ser un indicativo
2. Ejecución.
al servirnos de criterio válido para proponer la hi-
3. Sacrificio ritual.
195
EL MUNDO RITUAL EN LA PREHISTORIA RECIENTE: UNA REFLEXIÓN A PROPÓSITO DEL CASO DE “LOS...

4. Actos simbólicos con cadáveres. al, 1996; Asquerino Fernández, 1979; Fernández
Gómez y Oliva Alonso, 1986; Lizcano et al, 1992),
No estamos en disposición, con los datos dispo-
su papel como protector de gentes, cosechas y reba-
nibles, de argumentar sólidamente ninguna de las
ños, auxiliar en la caza, propiciador de ritos funda-
teorías. De hecho, pudiera ser que actos como los
cionales o de consolidación, o su vinculación mito-
tres primeros fueran el primer acto de una compleja
lógica con elementos del ciclo de la vida y la fertili-
liturgia que desembocaría en el depósito de estos
dad, como la luna, el grano o el árbol de la vida (
restos en el interior del hoyo; pero, cualesquiera
ibid: 36; Gimbutas, 1991: 197), justifica plenamen-
que fuera la realidad que enmarcó las lesiones y la
te su presencia. Los suidos, por su parte, por su fa-
muerte de estos individuos, lo que sí es indudable-
cilidad para reproducirse, su potencial capacidad
mente cierto es que los moradores de “Los Cerca-
carroñera –caso sobre todo de los jabalíes-, y su
dos” dieron a estos cráneos un significado esencial-
asociación a restos humanos, asumirían un singular
mente simbólico, a través de su ubicación en un
papel relativo a la fertilidad y a un nexo simbólico
contexto específico como es la fosa, en donde cons-
entre lo genésico y el más allá (Valiente Malla,
tituyen una pieza más (¿acaso la más importante?)
1992: 234 y 235; Gimbutas, 1989: 195 y 1991:
dentro de un ajuar litúrgico mucho más complejo y
244). Por último, los bóvidos (presentes en “Las
diversificado.
Pozas”), por su enorme valor en tanto que fuente
3. Algunas reflexiones sobre el mundo sim- no sólo de carne, sino también de los preciados re-
bólico y la liturgia de los primeros metalur- cursos secundarios, sin duda constituirían un ele-
gos centromeseteños. mento votivo de primer orden, sugiriendo algunos
Notoriamente más complicada que la identifica- autores un valor profiláctico en la prevención ritual
ción en el registro de elementos o estructuras carga- de enfermedades veterinarias ((Lizcano et al, 1992:
dos de connotaciones simbólico – rituales, es deter- 81).
minar la finalidad que estas gentes de la Primera Parece lógico, en definitiva, que el sentido ritual
Metalurgia pretendían alcanzar con éstos. La ina- que se intenta dar a los animales calificados como
prensibilidad de un ámbito como éste dificulta simbólicos sea eminentemente propiciatorio. Sacri-
enormemente la labor del investigador que ante la ficando perros, vacas o cerdos quizás se busca im-
parquedad de las evidencias se ve forzado a mover- petrar el mayor éxito posible en las plusvalías (co-
se en el ámbito de la especulación teórica. sechas, ganado) de las que depende directamente la
Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el caso supervivencia y el bienestar de la comunidad. No
de los animales “simbólicos” como los reseñados en es de extrañar, por tanto, que se escojan animales
páginas anteriores. A través de su deposición inten- especialmente representativos en campos como la
cionada en el interior de hoyos, los moradores de protección, la abundancia o la fertilidad; o que, en
los poblados calcolíticos intentaron codificar un todo caso, constituyan una fuente fundamental de
mensaje cuya traducción en la contemporaneidad recursos y por tanto un elemento de enorme valor
pasa, inevitablemente, por intentar aproximarse al (como los bóvidos). Eso no excluye, por supuesto,
papel de los mismos en la cosmogonía de estas gen- otras valoraciones adicionales como la ya mencio-
tes; pues, como acertadamente se ha señalado, di- nada conexión con otras esferas de la existencia
chos animales expresarían “poderes, virtudes o (mundo de ultratumba), o la protección frente a
cualidades individuales o patriminiales..” (Consue- fuerzas malignas que pudieran afectar a los morado-
gra Cano, 1990: 253), en tanto en cuanto actúan no res de los asentamientos y sus bienes más precia-
sólo como elementos económica y subsistencial- dos.
mente imprescindibles, sino también como “mani- En relación a todo ello, la importancia y singu-
festaciones de lo sagrado en forma de epifanías, laridad de “Los Cercados” reside en el hecho de
como objetos de culto, como origen de vínculos de que a través del volumen y calidad de evidencias
parentesco, como compañeros de trabajo, como recuperadas en el interior de la Fosa A2/AS, dispo-
enemigos o en cualquier otra forma, idea o con- nemos de un documento verdaderamente excepcio-
cepción religiosa, filosófica o científica..” (ibid), lo nal a la hora de plantear una aproximación al mun-
que les concede una importancia especial dentro de do de lo litúrgico en la Edad del Cobre del valle
los esquemas mentales y rituales del poblado, y les medio del Duero. A diferencia de los otros testimo-
hace, consecuentemente, elementos necesariamente nios reseñados, “Los Cercados” condensa en un
a incluir en las actividades y espacios litúrgicos. sólo caso, a modo de palimpsesto, todos los ele-
A partir de ahí, podemos aventurar el significa- mentos que de forma individualizada se conocen en
do particular de las especies implicadas: en el caso el resto de yacimientos, lo que ofrece al investiga-
del perro, muy frecuente por otro lado en este tipo dor una imagen mucho más rica y compleja de lo ri-
de contextos como demuestran numerosos ejemplos tual a través de la cual extraer interesantes conclu-
documentados en la Península (López Covacho et siones.
196
ANGEL SALVADOR GARCÍA BARRIOS

En primer lugar, cabe destacar la estrecha aso- En términos generales, puede señalarse el carác-
ciación que parece establecerse entre el mundo de ter dependiente de la mujer en estadios primitivos
lo simbólico y una estructura tan común como el como el que nos ocupa, y ello pese a que no existe
hoyo, cuyo relleno es, precisamente, el principal de- impedimento físico alguno que la impida, en igual-
positario de las evidencias arqueológicas que en dad de condiciones respecto al hombre, desarrollar
torno a este aspecto han sido documentadas en el labores propias de la época (Sanahuja Yll, 2002:
Duero medio. Dicha vinculación creemos que esta- 63); o que en algún determinado momento o lugar,
ría relacionada con esa estrecha interconexión que pudiera haber logrado detentar poder político o es-
se produciría entre lo cotidiano –donde el hoyo jue- piritual (Díaz Andreu, 2005:37). La realidad mues-
ga un papel clave por su funcionalidad- y lo tras- tra cómo, en términos históricos, la pertenencia a
cendente en un período como el que nos ocupa, y a este género ha implicado no sólo carecer de poder
la que aludíamos al comienzo de estas páginas. Y sino también de aspiraciones a conseguirlo, lo que
quizás en esa misma cuestión pueda estar la razón supone una dependencia respecto de una autoridad
por la cual no hallamos detectado, en el registro a la que se teme y a la que incluso no se puede
centromeseteño, patrón morfológico alguno que in- cuestionar (Hernando, 2000: 40). En la raíz de esta
dique la especial predisposición de determinada situación se hallaría el indisoluble vínculo que pare-
fosa a un uso ritual. Antes bien, todos los casos exa- ce establecerse entre lo femenino y el espacio, que
minados, incluyendo a “Los Cercados”, no se dife- es utilizado como un elemento de ordenación de la
rencian lo más mínimo en el aspecto formal respec- realidad por parte del grupo, que suprime de este
to de sus homólogos estrictamente “funcionales”. modo el individualismo de la mujer, y su capacidad
de controlar las condiciones materiales de su exis-
En segundo, es necesario destacar la enorme im-
tencia (ibid: 33). Por otro lado, debemos considerar
portancia del contexto como generador del valor
también el papel trascendental que ejerce lo femí-
simbólico - ritual del registro arqueológico. Más
neo en la cosmogonía de estos grupos, por ser el re-
allá de los aspectos formales y estéticos de determi-
ceptáculo primordial de las fuerzas genésicas que
nados elementos, que poseen esta consideración
otorgan continuidad a la existencia de los mismos.
(p.e., los cráneos humanos, la cerámica simbólica,
No en vano, femenina es la naturaleza del concepto
los ídolos), parece claro que estas gentes trataron de
de la “Diosa Madre”, muy característica de estas fa-
ser trascendentes a partir, en buena medida, de ele-
ses de la Prehistoria Reciente (Bosch Argilagos y
mentos de su cotidianeidad, como ciertos animales
Estrada Martín, 1994; Gimbutas, 1989; Gonçalves,
o la cultura material; dando pleno sentido a lo que
2003), que abarca en su simbolismo una sorpren-
tan acertadamente Cunliffe denominaba “Depósitos
dente variedad de facetas de carácter socio – reli-
Especiales” (1992: 75).
gioso que afectan a los aspectos más importantes de
Esta sacralización de lo cotidiano tiene mucho la existencia humana: Fertilidad, Abundancia, Pros-
que ver con la manera en que son depositados los peridad, Regeneración, Vida e, incluso, Muerte
materiales, y que hoyos como el A2/AS de “Los (Gimbutas, 1989: 316 – 317).
Cercados” ejemplifican perfectamente. Dicha dis-
Vinculado con ese componente espacial de la
posición revela la existencia de una secuenciación
mujer debemos inscribir el contexto territorial de
protocolizada de actos formales, lo que, por otro
“Los Cercados”, un área que aunque desde el punto
lado, vendría a coincidir plenamente con el concep-
de vista agroforestal no destaque especialmente
to de lo ritual (Rappaport 2001: 56).
(dentro de la idoneidad de la zona para los cultivos
Partiendo de todo ello ¿Cómo puede interpretar- y el aprovechamiento de los inmediatos montes To-
se la fosa ritual de “Los Cercados” y los elementos rozos); si que es notablemente pródiga en un recur-
en ella contenidos?. A la vista de lo observado, la so de enorme valor para estas poblaciones y que en
clave de las acciones desarrolladas en torno a esta el resto del valle medio del Duero se muestra prác-
fosa radicaría en los cráneos femeninos. En este ticamente ausente: el sílex. De esta circunstancia se-
sentido, y a la vista de las lesiones, creemos viable rían indudablemente conscientes los moradores del
la hipótesis que propone la idea de un ritual cruento poblado, que no sólo habrían explotado intensiva-
que tuvo como protagonista a las tres mujeres. mente esta materia prima para la fabricación de su
Pero, en relación a ello, ¿qué finalidad perseguiría utillaje lítico; sino que también habrían convertido
semejante acto?. Podemos encontrar algunos indi- a este enclave en un asentamiento de referencia en
cios si partimos de la contextualización territorial todo este territorio, por ser de él desde donde se
de este enclave, de la valoración y la percepción del abastecerían (a través de una activa red de inter-
papel de la mujer en estas etapas de la Prehistoria cambios) las demandas que de estos materiales se
Reciente o de la interpretación que las occisiones tendrían en otros emplazamientos del Duero medio.
rituales pueden tener en contextos como el estudia- En este sentido, podríamos decir que los habitantes
do. de “Los Cercados” serían gentes “afortunadas”, no
197
EL MUNDO RITUAL EN LA PREHISTORIA RECIENTE: UNA REFLEXIÓN A PROPÓSITO DEL CASO DE “LOS...

sólo por habitar una zona que les proporciona re- lieve la complejidad de abordar cuestiones de seme-
cursos suficientes con los que subsistir; sino tam- jante calado es la necesidad insoslayable de incre-
bién por que alberga una fuente de riqueza (el sílex) mentar la entidad del registro a fin de poder abordar
que no poseen ninguno de los poblados del entorno. con las necesarias condiciones el estudio de una in-
teresante faceta de la vida en la Prehistroria Recien-
A partir de aquí la explicación de la occisión de-
te.
liberada de las mujeres puede explicarse en base a
dos hipótesis:
4. Bibliografía.
 Ritual propiciatorio. Aprovechando los va-
ASQUERINO FERNÁNDEZ, M.D.
lores simbólicos de fertilidad, vida, regene- 1979 “Fondos de cabaña del Cerro de la Cervera (mejo-
ración, etc que evoca lo femenino, con el rada del Campo, Madrid)” Trabajos de Prehisto-
sacrificio la comunidad procuraría no sólo ria vol. 36, nº 1. , pp 119 – 150. Madrid
BROWN, K.
agradecer la suerte de habitar en un entorno 1993 “Social Control or Opium of the people?. The role
tan privilegiado, sino también asegurarse de of religion in the Neolithic of the Tavoliere”. IIIrd
que tales dones no disminuyeran -aseguran- Deia International Conference of Prehistory. Rit-
ual, Rites and Religion in Prehistory. Conference
do, por ejemplo, el éxito agrícola (Brown, Resumes nº 4. Deia.
1993)- o desaparecieran. CUNLIFFE, B.
1992 “Pits, preconceptions and propitiation in the
 Ritual expiatorio: con ello, el grupo trataría British Iron Age” Oxford Journal of Archaeology .
de enmendar simbólicamente aquellas ac- Vol 11, nº 1, pp 69 – 83. Cambrigde
DELIBES DE CASTRO, G. y VAL RECIO, J. del
ciones que hubieran dado como resultado 1990 “Prehistoria reciente zamorana: del Megalitismo al
un hecho negativo en relación con los recur- Bronce”. Actas del I Congreso de Historia de Za-
sos y el entorno en el que viven. En el caso mora. Tomo 2. Prehistoria – Mundo Antiguo. pp
concreto de “Los Cercados” (aunque podría 53 – 100. Zamora
DELIBES DE CASTRO, G., HERRÁN MARTÍNEZ, J.I.,
hacerse extensivo al resto del Duero SANTIAGO PARDO, J., VAL RECIO, J. Del
medio), dicha explicación ha de ponerse en 1995 “Evidence for social complexity in the Copper Age
relación con lo detectado en la secuencia of the Northern Meseta” en LILLIOS, K. (ed) the
origins of complex societies in late Prehistoric
polínica del cercano yacimiento (apenas 15 Iberia. International Monographs in Prehistory. Ar-
kms de distancia), también calcolítico, de chaeological series, 8, pp 44 – 63.. Ann Arbor
“Casetón de la Era” (G. Delibes, com. (Michigan)
DÍAZ ANDREU, M.
pers.), que revela la existencia de una pro- 2005 “Género y Arqueología: una nueva síntesis” en
gresiva degradación del ecosistema de la SÁNCHEZ ROMERO, M. (ed) Arqueología y Gé-
zona, en la medida en que se produce, a lo nero. Universidad de Granada. Granada
DOMÍNGUEZ BOLAÑOS, A.
largo del Calcolítico, la transición de un pe- 1991 Los Paradores de Castrogonzalo (Zamora) Infor-
ríodo de mayor humedad a otro de mayor me inédito depositado en la Delegación Territorial
aridez. Esto, en el entorno en el que vivie- de Cultura de la Junta de Castilla y León. Zamora.
FERNÁNDEZ GÓMEZ, F., OLIVA ALONSO, D.
ron los moradores de “Los Cercados”, po- 1986 “Valencina de la Concepción (Sevilla). Excavacio-
dría haber puesto en entredicho la viabili- nes de Urgencia” Revista de Arqueología nº 58. pp
dad del poblado, al afectar dicha sequía a 19 – 33, Madrid.
los recursos agroforestales de los cuales de- GARCÍA BARRIOS, A.S.
2005 “Dos singulares testimonio de cerámica simbólica
pende la comunidad para su supervivencia. en el valle medio del Duero: los rostros calcolíticos
Ante tal hecho, y en prevención de ello, el de “Los Cercados”. Zephyrus. Vol LVIII, pp 253 –
sacrificio ritual de las mujeres se habría 268. Salamanca
GIMBUTAS, M.
efectuado con el fin señalado. 1989 The language of the goddess. Unearthing the hid-
den symbols of Western civilization.Thames and
La sacralización de un hecho violento como el Hudson. Londres
observado en los cráneos de la fosa A2/ AS, en la 1991 Dioses y Diosas de la vieja Europa. 7000 – 3500
medida en que existe una clara similitud en los pa- a.C .Colegio Universitario. Madrid. Ed. Istmo
GONÇALVES, V.S.
trones que rigen las lesiones detactadas que eviden- 2003 Sitios, “Horizontes” e artefactos. Leituras criticas
cian una codificación del mensaje transmitido, su- de realidades perdidas (Estudos sobre o 3º mile-
giere también el que ésta sea una acción socialmen- nio no Centro e Sul de Portugal). Cámara munici-
pal de Cascáis. Cascáis.
te sancionada por la comunidad. En este sentido, no HERNANDO, A.
sería extraño el que a través del ritual efectuado en 2000 “Hombres del tiempo y mujeres del espacio: indi-
esta estructura se persiguiera no sólo unos fines vidualidad, poder e identidades de género” en Ar-
queología Espacial Nº 22, Revista del Seminario
propiciatorios o expiatorios, sino también la cohe- de Arqueología y Etnología Turolense., pp 23 –
sión social del grupo en aras de su supervivencia y 44. Teruel.
de movilizar una fuerza de trabajo esencial para lle- HERRÁN MARTÍNEZ, J.I.
1986 El yacimiento calcolítico de Los Cercados en Mu-
var a cabo las labores necesarias para el éxito del cientes. Sobre los comienzos de la Metalurgia en
asentamiento. En cualquier caso, lo que pone de re- el valle medio del Duero. Memoria de Licenciatu-
ra. Universidad de Valladolid. Inédita.
198
ANGEL SALVADOR GARCÍA BARRIOS

LARRÉN IZQUIERDO, H. (coord.)


1999 Arqueología e infraestructura agraria en el valle
del Tera (Zamora). Estudio arqueológico del
área afectada por las obras de la puesta en riego
de los sectores X y XI de la zona regable de la
margen izquierda del río Tera (Zamora). Zamora.
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
LIZCANO, R., CAMARA, J.A., RIQUELME, J.A., CABA-
ÑATE, M.L., SÁNCHEZ, A., AFONSO, J.A.
1992 “El polideportivo de Martos. Producción económi-
ca y símbolos de cohesión en un asentamiento del
Neolítico Final en las Campiñas del Alto Guadal-
quivir”. Cuadernos de Prehistoria de la Universi-
dad de Granada. Nº 16 – 17, pp 5 – 101. Granada
LÓPEZ COVACHO, L., ORTIZ, J.R., RODRÍGUEZ, M.
1996 “El yacimiento prehistórico de Pedazo del Muerto
(Pinto, Madrid)”. En Reunión de Arqueología Ma-
drileña. pp 213 – 215. Madrid.
MARCOS CONTRERAS, G.J.; MISIEGO TEJEDA, J.C.;
MARTÍN CARBAJO, M.A.; SANZ GARCÍA, F.J.; GAR-
CÍA MARTÍNEZ, Mª.I.; OLLERO CUESTA, F.J.
2000 “Reocupación de un espacio agrícola en época cal-
colítica y medieval: el yacimiento de “La Cascaje-
ra” en Molacillos (Zamora)” AIEZFO, pp 17 – 37.
Zamora
MARCOS CONTRERAS, G.J.; SANZ GARCÍA, F.J.; MI-
SIEGO TEJADA, J.C.; MARTÍN CARBAJO, M.A.; DO-
VAL MARTÍNEZ, M.; FERNÁNDEZ ORALLO, E.
2003 “Excavación en área en un yacimiento calcolítico
precampaniforme: “Pozo Nuevo”, en Tagarabuena
(Toro, Zamora)” AIEZFO, pp 31-59. Zamora
PÉREZ RODRÍGUEZ, F.J.
1989 Informe de la campaña de excavaciones arqueoló-
gicas de 1989 en el yacimiento calcolítico de “Los
Doce Cantos”. Herrera de Pisuerga (Palencia) In-
forme inédito depositado en la Delegación Territo-
rial de Cultura de la Junta de Castilla y León. Pa-
lencia.
RAPPAPORT, R.
2001 Ritual y religión en la formación de la Humani-
dad. Madrid, Cambrigde University Press.
SANAHUJA YLL, M.E.
2002 Cuerpos sexuados, objetos y Prehistoria. Feminis-
mos. Madrid: Cátedra
STRATO Gabinete de estudios sobre Patrimonio Histórico y
Arqueológico S.L.
2000 Trabajos de excavación arqueológica en el yaci-
miento de “La Calderona” en La Cistérniga (Va-
lladolid). Afectado por las obras de duplicación
de calzada de la N – 122, Zaragoza – Portugal,
en el tramo comprendido entre Tudela de Duero y
Valladolid. Informe inédito depositado en la Dele-
gación Territorial de Cultura de la Junta de Castilla
y León. Valladolid.
VALIENTE MALLA, J.
1992 La loma del Lomo II. Toledo. Junta de Comunida-
des de Castilla la Mancha.
VAL RECIO, J. del
1992 “El yacimiento calcolítico precampaniforme de
“Las Pozas”, Casaseca de las Chanas (Zamora)”
BSAA LVIII, pp 47 – 62. Valladolid.
JIA 2008 ISBN: 978-84-9253-25-3 Pp.: 199-206

CERÂMICA DE ORNATOS BRUNIDOS DO BRONZE FINAL. EM BUSCA DO


PROCESSO DE PRODUÇÃO. ESTUDO PRELIMINAR DE UM CONJUNTO
PROVENIENTE DO CASTELO DE ARRAIOLOS (ÉVORA, ALENTEJO)

Ana Bica Osório


Universidade de Coimbra; e-mail

RESUMEN

En este trabajo se presenta un proyecto de investigación sobre el proceso de producción de la cerámi-


ca con decoración bruñida del Bronce Final, frecuente en contextos del Suroeste Peninsular. Se discute el
concepto de cerámica con decoración bruñida; se presentan y discuten los principales objetivos y la metodo-
logía analítica a emplear. Al final, se caracterizan brevemente algunos aspectos observados en cerámicas de
esto tipo provenientes de excavaciones en el Castelo de Arraiolos (Évora, Alentejo)

ABSTRACT

This article presents a research project on the production process of pattern burnished pottery, com-
monly found at Late Bronze Age contexts in the Southwest of the Iberian Peninsula. The concept of pattern
burnished pottery is discussed as well as the main objectives and analytical methodology chosen. Finally,
there is a short presentation of some simple aspects observed in pottery of this type from the Castelo de Ar-
raiolos (Èvora, Alentejo).

Palabras Clave: Cerámica de decoración bruñida. Producción. Bronce Final. Suroeste Peninsular.

Keywords: Pattern burnished pottery. Production process. Late Bronze Age. Iberian Peninsula Southwest

1.Nomes e conceitos. A categorização da a alteração da nomenclatura para “cerâmicas de de-


diversidade. coração brunida”(Roa, 1977, 343).
As cerâmicas que hoje classificamos como de Em ambos os casos, o primeiro impacto visual
“ornatos brunidos” ou “decoração brunida” foram identificado na classificação, causado pela peculia-
inicialmente identificadas no território Português ridade da coloração bicroma, ou pelo motivo deco-
por Cunha Serrão, em materiais recolhidos no sítio rativo mais evidente, diluiu-se em contacto com a
da Lapa do Fumo. Na altura, ao escrever sobre esse diversidade. Foi então a técnica decorativa que as-
grupo (1959), denominou-as de “cerâmicas com or- sumiu o papel de critério definidor e, sobretudo,
natos a cores”. Mais tarde porém, propôs a alte- unificador de uma “família” de objectos em que se
ração do nome para “cerâmicas com ornatos bruni- evidenciavam semelhanças. A construção do con-
dos”, alegando ser essa a “nomenclatura que se fun- ceito surge assim como algo dinâmico, que se vai
damenta na característica que mais se evidencia” progressivemente adaptando às realidades encontra-
(Serrão, 1970, 10). O nome permaneceu, surgindo das.
entretanto um outro: “cerâmica com decoração bru-
nida”, que tem sido usado em alternância. Estas cerâmicas encontram-se associadas a es-
truturas e materiais atribuídos ao Bronze Final (em-
Também em Espanha ocorreu um fenómeno bora inicialmente se tenha considerado a I Idade do
idêntico. Embora em 1955 Zambotti, seguido por Ferro e existam algumas discrepâncias nas datações
Bonsor e Drop apelidassem um grupo de cerâmicas por C14, de diferentes regiões, o que tem mantido a
semelhantes a estas de “esgrafiadas” (in Roa, discussão em aberto); apresentam características
1977), foi o nome “cerámica de retícula bruñida” morfológicas variadas mas consistentes com esse
que pervaleceu, entre os conjuntos exumados em período histórico; e surgem concentradas numa àrea
vários locais das regiões de Huelva e do Baixo preferencial, o Sudoeste Peninsular. Ou seja, sob a
Guadalquivir (Gomez Moreno in Roa, 1977, 343). capa da “técnica” decorativa usada exprime-se a in-
A nomenclatura justificava-se no facto de os moti- terligação de um amplo conjunto de atributos, uns
vos decorativos consistirem essencialmente em comuns a todo o tipo, outros definidores de subti-
padrões de redes, ou reticulados. No entanto, o au- pos; discutindo-se em que medida exprimirão traços
mento de achados revelou uma diversidade de moti- culturais dos povos deste período, sejam estes de
vos mais ampla, o que levou Carmén Roa a propôr génese autóctone (Macias, 1992; Bubner, 1996; Sil-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
200
ANA BICA OSÓRIO

va & Rangel, 2005) ou propiciada por contactos ex- no tempo, que pode anteceder ou manter-se para
ternos (Schubart, 1971; Roa, 1977; Gamito, além do Bronze Final.
1990-92; Gutiérres, 1997).
Em relação a outras manifestações da cultura
O brunimento de superfícies cerâmicas e a sua material, note-se que fragmentos deste tipo surgem
aplicação decorativa remontam ao V milénio, na re- com frequência estratigraficamente associados a ou-
gião do Crescente Fértil. Posteriormente, evidencia- tros tipos decorativos especificos, como as cerâmi-
se em diversas culturas e cronologias de vários pon- cas pintadas a vermelho, as cerâmicas de boquique
tos da Europa (Roa, 1977). Na Peninsula Ibérica é etc. No entanto, pela sua frequência, a cerâmica de
frequente encontrar superfícies brunidas no Neolíti- ornatos brunidos mostrou ser o tipo decorado mais
co e Calcolítico. No entanto, até ao Bronze Final, o característico do Bronze Final, constituindo-se num
uso do brunimento na decoração é mais raro, embo- indicador cronológico importante para esse mesmo
ra não fosse uma completa novidade, uma vez que período (Bubner, 1996; Soares, 2005; Silva & Ran-
se identificou em motivos de “folha de abeto” do gel, 2005).
Calcolítico, associados a níveis de importação
Apesar da diversidade morfológica e estilística
(Schubart, 1971, 171).
prontamente reconhecidas desde o início, tanto as
Na prática, o brunimento consiste no polimento primeiras definições do tipo como as posteriores in-
intenso dos recipientes cerâmicos, com a pasta seca, sistem num determinado grau de uniformidade téc-
antes da cozedura, executado com objecto rombo, nica, evidente macroscopicamente por comparação
até à obtenção de um brilho evidente, muitas vezes relativamente aos períodos anteriores (Bronze Ini-
definido como “metálico”. Técnicamente, produz- cial, Pleno) e posteriores (I Idade do Ferro). Esta
se uma compressão e orientação das partículas argi- uniformidade técnica estaria patente na depuração
losas lamelares na mesma direcção da superfície, o das pastas e nas suas colorações entre o negro e o
que cria uma superfície muito plana, que diminui a castanho-escuro (Soares, 2005; Silva & Berrocal-
porosidade superficial e permite a reflexão da luz. Rangel Rangel, 2005). Outro aspecto comum da
Assim, tem-se proposto que possa ter tido como ob- manufactura seria a ausência do uso do torno rápi-
jectivos, por um lado a imitação de superfícies me- do, indicando uma produção manual (Serrão, 1970,
tálicas e por outro a tentativa de impermeabilizar o Vilaça, 1995; Soares, 2005). No entanto também se
recipiente. tem levantado a possibilidade do fabrico casual
com recurso a molde (Roa, 1977).
Enquanto técnica decorativa o processo é idênti-
co. Podem ter-se usado objectos mais pontiagudos, 1.2. A diversidade e as suas expressões regio-
embora rombos, para desenhar os motivos sobre nais.
áreas não brunidas ou não tão intensamente bruni- Com o avançar dos estudos morfológicos e esti-
das, criando contrastes de cor e brilho. Neste caso lísticos, identificaram-se varias particularidades re-
porém, não se pode sugerir que se pretendesse au- gionais no próprio sudoeste, quer a nível dos moti-
mentar a impermeabilização, pelo que a função vi- vos decorativos, quer das formas e do local onde
sual se sobrepõe à de motivação prática. são aplicados, quer do conjunto de tipos morfológi-
1.1.Características comuns. cos que as acompanham. O principal critério de dis-
tinção tem sido a predominância de tipos formais
As cerâmicas “de ornatos/decoração brunida”,
diferentes e a localização da decoração, no interior,
tal como as definiram Serrão (1971) e Roa (1977),
no exterior ou em ambas as superfícies dos reci-
entre outros, caracterízam-se por apresentarem mo-
pientes. Assim, distinguiram-se então duas áreas
tivos decorativos predominantemente geométricos,
nucleares com diferenças marcadas:
baseados na conjugação de segmentos de recta em
linhas e faixas mais ou menos largas. Não obstante, • A área de Huelva e Guadalquivir, no
pontualmente têm-se identificado possíveis motivos sudoeste espanhol, cuja decoração é
figurativos, zoomórficos (Silva & Berrocal-Rangel, aplicada sobretudo no interior de for-
2005) ou vegetalistas, baseados em linhas curvilíne- mas abertas (Roa, 1977).
as (comunicação apresentada no SIDEREUM ANA • A área de Lisboa-Setúbal (tipos “Lapa
II por Soares, M. de Deus, A. S. Antunes etc., do Fumo” e “Alpiarça”) no Ocidente
2008). Português, onde a decoração surge tan-
to em formas abertas como fechadas,
A decoração surge em superfícies polidas, bru-
predominando a decoração no exterior
nidas ou sobre algum tipo de engobe mate (Serrão,
(Serrão, 1971).
1970), em recipientes com uma panóplia de formas
variada, comum no período em questão (taças care- Mais recentemente confirmou-se ainda uma ter-
nadas, perfis com ombro, taças em calote etc). Mui- ceira área, já proposta por Schubart em 1971, de
tas destas formas têm uma cronologia prolongada transição entre as outras duas, apresentando estilos
201
CERÂMICA DE ORNATOS BRUNIDOS DO BRONZE FINAL. EM BUSCA DO PROCESSO DE PRODUÇÃO. ESTUDO...

mistos, com características regionais específicas: ceder-se-à também à análise de cerâmicas com este
tipo de decoração provenientes de outros sitios ar-
• As regiões da Beira Baixa, Alentejo,
queológicos atribuídos ao Bronze Final do sudoeste
Extremadura Espanhola e Algarve,
peninsular: nomeadamente da Moreirinha (Beira
onde a decoração surge tanto em for-
Baixa), Concejilles (Estremadura Espanhola), e Ou-
mas abertas como em fechadas, no in-
teiro do Circo (Alentejo).
terior, no exterior, ou simultâneamente
em ambas as superfícies. (Schubart, 2. Métodos e técnicas procuram técnicas e
1971; Soares, 2000, Silva & Berrocal- métodos.
Rangel-Rangel, 2005, Vilaça, 1995). 2.1. Objectivos de um estudo alargado.
Acrescente-se ainda que, mesmo nas duas áreas A afirmação de que existe uma uniformidade
ditas nucleares, não parece haver uma completa técnica subjacente ao conjunto cerâmico do Bronze
uniformidade, quer a nivel formal quer de motivos Final decorado com ornatos brunidos é um dos cri-
decorativos. Enquanto autores como Roa distin- térios mais importantes para a sua classificação en-
guem claramente as cerâmicas da área de Huelva quanto “família”. No entanto, este é ainda um tema
das do Guadalquivir, morfológica, estilisticamente a que se tem dedicado significativamente menos
e mesmo a nível dos fabricos (Roa, 1977). Serrão atenção do que à classificação morfo-estilística, sa-
(1970) e Bubner (1996) afirmam também as dife- bendo-se muito pouco das circustâncias da sua pro-
renças dos tipos “Lapa do Fumo” e “Alpiarça”, dução (Vilaça, 1995).
marcadas entre outros aspectos pelas zonas decora-
Este projecto de investigação visa abordar a ca-
das nos recipentes (faixas no bordo ou ocupando
deia operativa do processo de produção (desde as
toda a superfície), ou pelo próprio tipo de bruni-
matérias primas, passando pela elaboração dos reci-
mento, que no primeiro caso cria faixas homogéne-
pientes, até à sua dispersão/troca/uso) de modo a
as e no segundo surge em sulcos irregulares. Não
poder consubstanciar semelhanças e discernir possí-
se exclui ainda que, com o avanço das investi-
veis diferenças.
gações, este panorama de diversidade possa ser en-
riquecido com novos dados. Um dos objectivos é contribuir para a determi-
nação se as fontes de matéria-prima terão sido lo-
1.3. O Castelo de Arraiolos como estudo de
cais ou não. Neste ambito, há três hipóteses que se
caso inicial.
pretendem testar: a clarificação do carácter de pro-
No ambito do projecto de Investigação e Reabi- dução autóctone peninsular que lhe tem sido atri-
litação do Castelo de Arraiolos, promovido pela buída; a possibilidade da existência de um ou mais
Câmara Municipal da localidade, a empresa Arka- centros preferenciais de recolha de matéria-prima à
ios procedeu em 2005 à escavação de algumas son- escala regional; a possibilidade de a recolha de ma-
dagens no monumento (Sousa, 2005). Desses tra- téria-prima ter sido feita à escala microrregional
balhos resultou a identificação de estratos atribuí- tendo os habitats como focos de captação.
veis ao Bronze Final, concentrados sobretudo na
sondagem implantada no interior da Praça de Ar- A obtenção de matéria-prima é, no entanto, ape-
mas. Nesse local identificaram-se também duas es- nas um aspecto da cadeia produtiva. Os artefactos,
truturas de combustão geminadas e, entre outros mesmo se feitos com matérias-primas de distintas
materiais, um bom conjunto de cerâmicas de orna- proveniências, podem partilhar de processos produ-
tos brunidos (Soares, 2005). tivos semelhantes, eminentemente culturais e rela-
cionados com um saber-fazer comum, o que expli-
A intenção de se dar continuidade ao projecto caria as semelhanças que entre eles se observam.
de investigação do local, a grande quantidade de Pretende-se então avaliar aspectos como as técnicas
cerâmicas de ornatos brunidos exumadas, e a sua de manufactura, os tratamentos de superfície e a co-
disponibilidade imediata para estudo, tornaram-no zedura. De modo a atingir os objectivos enunciados
num local apelativo para ser a base do projecto aqui traçou-se uma metodologia baseada na conjugação
apresentado. de diversos tipos de análises arqueométricas: mine-
Os materiais escavados permitem abordar, si- ralógicas e elementares/composicionais, combina-
multânea e comparativamente, um conjunto quanti- das com abordagens macro- e microscópicas para
tativamente significativo de cerâmicas decoradas avaliação da estrutura.
com ornatos brunidos e cerâmicas comuns não de- 2.2. A Arqueometria no estudo de cerâmicas
coradas, de modo a avaliar se umas e outras se dife- arqueológicas.
renciam quanto a técnicas produtivas.
O interesse pontual pelo estudo fisico e químico
No entanto, no projecto que aqui se apresenta, de materiais arqueológicos pode encontrar-se desde
não se pretende que o estudo se centre apenas neste meados do séc. XIX. É na 2ª metade do séc. XX,
sítio, encarado como caso de estudo inicial, e pro- nos anos subsequentes ao pós II Grande Guerra que
202
ANA BICA OSÓRIO

se propiciará o verdadeiro interesse pelo estudo de fracção por raios X) e XRF (Fluorescência por ra-
materiais arqueológicos através das novas técnicas ios X).
entretanto desenvolvidas. Em 1949 W. Libby de-
Não existem ainda estudos sobre pastas cerâmi-
senvolvera a datação por radiocarbono e nas déca-
cas deste tipo e período. Os estudos temporal e geo-
das seguintes aplicam-se técnicas de OES (Optical
gráficamente mais próximos são os de Rio et al.
Emission Spectroscopy) e NAA (Neutron Activa-
(2005) para o Bronze Inicial e Médio e os estudos
tion Analysis) ao estudo de metais, e à determi-
de proveniência de cerâmicas comuns da transição
nação da origem de cerâmicas. Em 1950, para en-
entre o Bronze Final e a I Idade do Ferro da Quinta
quadrar este estudos, Cristopher Hawkes cria o ter-
da Pedreira (Abrantes, Ribatejo) de J. Coroado et
mo “Arqueometria” (Pollard & Heron, 1996).
al. (2004). Face a esta parcimónia, propôs-se então
Nos anos 60 a New Archaeology dá novo ânimo estudar primeiro as colecções escavadas, perceber a
teórico à disciplina, advogando que a arqueologia sua homogeneidade ou heterogeneidade, identificar
não se deve limitar à descrição dos achados, pois possiveis questões por elas levantadas e só poste-
estes encerram a potencialidade de interpretação e riormente, caso se justifique, proceder à complicada
explicação das actividades humanas do passado. Na busca de possiveis barreiros.
arqueometria, o estudo do comércio e trocas pré-
Enquanto a DRX analisa a estrutura cristalina de
históricas rejuvenesce com a análise, por diversas
fases e permite identificar os constituintes mineraló-
técnicas, de líticos, cerâmicas, vidros e metais. A
gicos presentes, que se alteram com a temperatura
par disso, desde os anos 70/80, com o desenvolvi-
de cozedura; a XRF (entre outras técnicas) identifi-
mento da informatica assiste-se à aplicação genera-
ca a composição química elementar, com a particu-
lizada de estudos estatísticos às séries de dados re-
laridade de permitir a identificação de elementos re-
colhidos.
siduais. Estes elementos residuais podem, por um
Com os anos 80, a etnoarqueologia e arqueolo- lado ser característicos de determinadas regiões ou
gia experimental desenvolvem-se e o Pós Proce- barreiros e, por outro, o estudo do seu teor permite
sualismo virá chamar a atenção para o papel simbó- uma abordagem estatística multivariada que tem
lico e ideológico da cultura material e para o relati- sido comunmente usada na distinção entre pastas
vismo e subjectividade da interpretação dos dados cerâmicas. As duas técnicas fornecem então infor-
ciêntíficos (Pollard &Heron, 1996). Assim, ao mes- mações acerca de níveis distintos da organização do
mo tempo que se estabelece um conjunto de técni- material, que são, no entanto, complementares e
cas e procedimentos analíticos comumente aceites permitem por exemplo distinguir entre a base de ar-
(podem encontrar-se sistematizadas em compêndios gila e os componentes não plásticos presentes.
como os de Rye, 1981; Rice, 1987; Pollard &He-
No entanto, e como seria de esperar, o próprio
ron, 1996; Freestone & Gaimster, 1997, etc.), re-si-
processo de investigação tem levantado algumas
tua-se o cerne metodológico na estipulação de
questões e dificuldades, conduzindo à sua reformu-
questões concretas, por oposição à criação de séries
lação, ao surgimento de novas questões e à per-
de dados sistemáticas.
cepção de outras possibilidades analíticas. Inicial-
Além disso, ganha-se consciência de que os ob- mente a metodologia traçada pretendia apoiar-se em
jectos produzidos e os encontrados não são neces- análises não destrutivas que combinassem a obser-
sáriamente a mesma coisa, percebendo-se a impor- vação dos fragmentos à lupa binocular com análises
tancia de discernir, no objecto, aquilo que é “arte- de DRX . Embora a maior parte dos estudos arque-
facto” (produzido pelo homem) daquilo que é “eco- ométricos recorra à difracção de pós, para objecti-
facto” (produto de alterações mineralógicas, com- vos mais concretos; pensou-se ser possivel usar a
posicionais, causadas pela eventual degradação e técnica de forma não destrutiva e detectar rápida-
contaminação) (Vandiver, 2001), pelo que a com- mente diferenças fasicas que pudessem ser aprofun-
preensão do material original se torna um desafio dadas mais tarde por este e outros métodos.
considerável.
Porém, a aplicação da DRX levantou várias difi-
2.3. Discussão da metodologia adoptada. culdades de interpretação apresentando resultados
A evolução teórico-metodológica condiciona incoerentes. Estes poderiam dever-se não só à hete-
não só a escolha das técnicas analíticas, disponíveis rogeneidade do material cerâmico em estudo; mas
num leque cada vez mais vasto e minucioso, mas também à combinação das características dos frag-
também a abordagem e expectativas face aos resul- mentos com as condições não destrutivas da análise
tados. Assim, para responder às questões traçadas (sofrendo influencias da curvatura dos fragmentos,
optou-se por uma abordagem integrada (Mommsen, ou da alteração e contaminação das superfícies). A
2004) baseada na observação a ampliações difren- impossibilidade de avaliar correctamente o motivo
tes e no recurso a algumas técnicas de estudo de e real significado das inconsistências apercebidas
materiais: observação macroscópica; DRX (Di- levou à mudança metodológica. Decidiu-se abando-
203
CERÂMICA DE ORNATOS BRUNIDOS DO BRONZE FINAL. EM BUSCA DO PROCESSO DE PRODUÇÃO. ESTUDO...

nar por ora este método analítico (embora não a possivel, aferida de várias maneiras. Esta questão,
técnica), concluindo-se que a DRX é afectada por levanta também dúvidas quanto à contaminação das
demasiadas variáveis, para poder ser utilizada numa superfícies, desaconselhando o recurso a futuras
fase inicial de estudo. Além disso, a granulometria análises de superfície, sejam mineralógicas, sejam
dos materiais poderá também introduzir impre- elementares/composicionais, na caracterização de
cisões na detecção de fases (Martín & George, pastas e possiveis alterações destas com a cozedura.
1998). As análises elementares/composicionais de superfí-
cie poderão ser úteis, para outros objectivos, caso
Em contrapartida, esta técnica, caso se filtrem e
se conheça a composição das pastas e se queira
excluam os componentes de maior granulometria,
identificar engobes ou avaliar processos pós deposi-
permite obter informação relativa à cristalinidade
cionais e alterações de superfície.
versus fase vítrea, ou seja avaliar o grau de vitrifi-
cação da matriz cozida. Com o aumento de tempe- Pretende-se ainda proceder ao estudo das pastas
ratura os constituintes da cerâmica terão perdido por Espectroscopia de Mössbauer para obter uma
pelo menos boa parte da sua água estrutural e sofre- melhor caracterização e sobretudo de modo a deter-
ram alterações fásicas que se julgam irreversíveis. minar os estados de oxidação do Fe, o que permitirá
Contudo, para determinar as temperaturas de coze- perceber as condições da atmosfera de cozedura. As
dura baseado apenas no teor da fase vítrea seria ne- cerâmicas de ornatos brunidos apresentam colo-
cessário identificar as matérias primas iniciais, sub- rações tipicamente escuras, de onde se tem inferido
mete-las a cozeduras a diferentes temperaturas e que sofreram uma cozedura redutora, no entanto é
comparar com os difractogramas da evolução de importante equacionar que as pastas também suge-
fase formadas a diferentes temperaturas. Assim, rem a presença de inclusões vegetais e que estas, ao
será pela identificação de outros minerais que arder, poderiam contribuir para essa coloração,
tenham ou não sofrido alterações de fase que se po- através da deposição de mais C e não necessária-
derá vir a estimar as temperaturas de cozedura por mente pela escassez de O2 na atmosfera de cozedu-
DRX. Relativamente aos silicatos, poderão fornecer ra. Além disso, identificaram-se algumas heteroge-
alguns dados relevantes depois de identificados ba- neidades na coloração das fracturas cuja origem
rreiros com argilas de composição elementar/quími- será interessante esclarecer.
ca semelhante.
Para além destas técnicas, das problemáticas ex-
Assim, limitou-se o estudo não destrutivo dos postas e da metodologia traçada, há ainda outro tipo
fragmentos à observação por lupa binocular e recur- de estudos que poderão revelar-se úteis na compre-
so a índices de identificação mineralógica simples, ensão das modificações ocorridas no material cerâ-
como os apresentados por Orton et al. (1993), pro- mico desde a formação do recipiente à sua recupe-
cedendo-se em seguida ao estudo petrográfico por ração, de máxima importância para a compreensão
lâminas delgadas observadas ao microscópio ópti- do processo de produção, quanto mais não seja por
co. O estudo à lupa, permitiu classificar as pastas permitir identificar interferências ocorridas durante
grosso modo da seguinte forma: quartzosas, quart- a cozedura, o uso, após a deposição e ao longo do
zoso-felsdspáticas, feldspáticas e micáceas, de acor- tempo.
do com as diferentes concentrações destes minerais
As alterações pós deposicionais assumem um
enquanto elementos não plásticos; e, de acordo com
importante papel, que se gostaria de evidenciar, em-
a granulometria, em grosseiras, médias e finas,
bora sejam ainda dificeis de compreender. Alguns
criando grupos de onde se escolheram os fragmen-
estudos têm mostrado que, com o tempo, os silica-
tos a analisar petrográficamente.
tos desidratados pela cozedura podem passar por
Seguidamente, optou-se por avaliar a mineralo- um processo de re-hidratação (ex. Drebushchak et
gia das pastas ao microscópio, combinando o pro- al., 2005, 7), fazendo com que o material deposita-
cesso com análises de DRX feitas préviamente nas do possa não ser necessariamente igual ao que en-
áreas de corte para produção das lâminas delgadas. contramos hoje. Além disso, em cerâmicas com de-
A aplicação desta metodologia conjugada é ainda terminados tipos de composição, identificou-se não
muito preliminar para se apresentarem já resulta- só a perda e alteração da composição de alguns ele-
dos. A questão da granulometria persiste, bem mentos (ex. Garrigós et al., 2001; Zacharias et al.,
como a introdução de orientações preferenciais 2005), mas também a formação de fases minerais
(Martín & George, 1998), no entanto, do que se que não estariam presentes nem na argila nem na
pôde observar, os resultados aparentam ser mais cerâmica cozida (Zacharias et al., 2007; Cardoso et
consistentes do que pelo primeiro método experi- al., 2005). Estes aspectos poderão ser investigados
mentado. através de uma conjugação de métodos, combinan-
do análises por DRX e MS (Espectoscopia Mossba-
A avaliação da fiabilidade dos dados, surge as-
uer) com análises de TL (Termoluminescência)
sim como indispensável, devendo ser, sempre que
204
ANA BICA OSÓRIO

(Zacharias et al., 2007; Cardoso et al., 2005). (8%) e rugosas (2%). Assim, em conjugação com o
que já se evidenciara a nível da decoração, parece
Estas questões são particularmente relevantes no
haver maior cuidado no tratamento das superfíes
que concerne à identificação de temperaturas de co-
exteriores. Deve ainda evidenciar-se que só em
zedura, uma vez que estas são determinadas através
43% dos casos as superficies apresentam um trata-
da identificação das fases cristalinas existentes no
mento idêntico nas duas superfícies.
material. Se as fases e composições químicas se al-
terarem com o tempo, será necessário identificar es- Ainda relativamente à superfícies, é de notar
sas modificações para uma boa interpretação dos que também neste conjunto de Arraiolos se levanta
dados. Do conjunto de métodos e técnicas relevan- a hipótese, já sugerida por Serrão (1970), de algu-
tes para aprofundar estas questões é de evidenciar o mas superfícies terem sido passadas com um engo-
interesse das análises por Termoluminescência. be ou aguada (46% do total). De momento só foi
Contudo, as técnicas a utilizar só poderão decidir-se possivel proceder à sua observação à lupa binocu-
de acordo com os problemas específicos colocados lar, que o sugere de facto. Entretanto, devido ao as-
após a aplicação da metodologia descrita. pecto liso e suave que apresentam, foram aqui
quantitativamente consideradas polidas.
3. As cerâmicas de ornatos brunidos do
Castelo de Arraiolos: alguns dados prelimi- O estudo macroscópico mostrou também a pre-
nares e problemas levantados. ponderância de colorações escuras das pastas e su-
As escavações efectuadas em 2005 no Castelo perfícies. São sobretudo pretas, cinzentas ou cas-
de Arraiolos permitiram recuperar 110 fragmentos tanhas escuras (82%), só uma pequena quantidade
diferentes, decorados com ornatos brunidos, corres- apresenta as superfícies claras ou alaranjadas
pondendo a uma percentagem de 8% da cerâmica (18%). Mais uma vez há uma conformidade com as
escavada. Esta percentagem pode ser considerada características identificadas em outras cerâmicas de
elevada, face a outras estações arqueológicas do ornatos brunidos, aproximando-se das da Lapa do
mesmo período em território português, mas com- Fumo e também do Guadiana (Serrão, 1970; Soa-
parável às quantidades apresentadas por Monge So- res, 2005), sugerindo que a cozedura teve lugar em
ares para Sta. Margarida (Soares, 2005). ambientes redutores.

Embora o estudo morfológico-estilístico esteja A observação atenta do padrão de oxidação das


ainda em decurso (a apresentar brevemente em con- fracturas, revelou algumas particularidades. Quanto
junto com Sara Almeida) pode dizer-se que, tipoló- às pastas oxidadas, muito poucas são homogéneas,
gicamente, as formas a que se aplicou este tipo de com oxidação completa (3%), as restantes exibem o
decoração no sítio do Castelo de Arraiolos, tanto núcleo escurecido, denotando que foi incompleta
abertas como fechadas, são comuns no período em (15%). Há ainda casos em que o interior e núcleo se
estudo (Bronze Final). apresentam escurecidos e a superfície exterior oxi-
dada (11%) ou o inverso, com a superfície interior
A decoração encontra-se sobretudo no exterior oxidada e a exterior e núcleo escuros (3%). A maior
dos fragmentos (69%), podendo surgir também fre- parte porém, apresenta uma cor escura (68%): que
quentemente aplicada às duas superfícies, interior e pode ser perfeitamente homogénea (31%), sugerin-
exterior, (27%). A decoração exclusiva da superfí- do cozedura completamente redutora ou apresentar
cie interior é mais rara (4%). Estas características o núcleo e superfícies escurecidas, mas exibindo,
permitem pois aproximá-las do estilo regional misto entre eles, margens de coloração oxidada, criando
proposto por Monge Soares (2005) para a região do um efeito: negro- laranja-negro-laranja-negro, a que
Guadiana. chamaremos fractura com 3 núcleos. Em 30% dos
Relativamente aos tratamentos de superfície casos este padrão associa-se às duas superfícies,
predominam claramente as superfícies polidas e mas pode surgir apenas na externa (5%) ou interna
brunidas. Verifica-se uma maior homogeneidade no (2%).
tratamento das superfícies externas: a grande maio- Este tipo de fractura sugere uma cozedura redu-
ria apresenta-se polida (86%), seguindo-se as super- tora, seguida de uma oxidação rápida e incompleta,
fícies brunidas homogéneas (8%) e as com bruni- novamente sujeita a ambiente redutor. Um dos as-
mento irregular (3%), detectando-se escassos casos pectos interessantes deste padrão é que se pode re-
com espatulamento suave (2%) e alisamento (1%). lacioná-lo com as cerâmicas de bicromia mais evi-
No caso das superfícies internas, há uma maior dis- dente, em que se supõe a aplicação de um engobe
persão: preponderam as polidas (40%), seguidas ou aguada mate, antes da decoração por brunimen-
das alisadas (15%); o brunimento irregular (13%) to. De facto, embora nem todos os fragmentos que
sobrepõe-se ao homogéneo (11%), seguido pelo es- aparentam a presença de engobe/aguada tenham
patulamento (7%) e espatulamento suave (4%). Par- fracturas com 3 núcleos, quase todas as fracturas
te das superfícies apresentam-se muito erodidas que se apresentam com 3 núcleos evidenciam esse
205
CERÂMICA DE ORNATOS BRUNIDOS DO BRONZE FINAL. EM BUSCA DO PROCESSO DE PRODUÇÃO. ESTUDO...

tipo de tratamento de superfície (28 exemplares em nal no Sudoeste Peninsular. A uniformidade atribui-
33, ou seja 84%). da a este tipo cerâmico repousa grandemente em ca-
racterísticas relacionados com a sua manufactura e
Estas evidências têm particular interesse se as-
processo de produção. Porém, estes são aspectos
sociadas à sugestão de Soares (1970) de que as su-
até à data pouco aprofundados. É esse estudo que
perfícies possam ter sido “fumigadas” para as escu-
aqui se propõe flevar a cabo, através de métodos e
recer. A confirmar-se esta proposta, revelaria: a cla-
técnicas arqueométricas.
ra intencionalidade das cores escuras; a possibilida-
de de um processo de aplicação do engobe ou do Como caso de estudo inicial o projecto tem-se
tratamento das superfícies faseado, (com as peças centrado num conjunto de cerâmicas deste tipo es-
sujeitas a ambientes de cozedura diferentes em mo- cavadas no Castelo de Arraiolos (Évora), das quais
mentos distintos) ou a necessidade de correcção dos se apresentam aqui alguns resultados preliminares.
efeitos de ambientes de cozedura mal controlados No futuro avançar-se-à também para materiais idên-
para o efeito pretendido. Aspectos como este de- ticos de outros sítios. As primeiras observações
verão ser melhor estudados, começando pela deter- mostram que o conjunto do Castelo de Arraiolos se
minação clara da presença ou não de um engobe ou enquandra bastante bem no estilo regional presente
aguada e pela comparação com cerâmicas sem or- no Alentejo, considerado um subtipo misto entre os
natos brunidos. eixos do Guadalquivir-Huelva e da Peninsula de
Lisboa.
No que concerne à caracterização das pastas, a
observação à lupa binocular permitiu identificar os 5. Agradecimento.
minerais mais comuns: Quartzo, Feldspato e Mica, A 1ª autora deseja agradecer à Maria Teresa
e inúmeras partículas negras muito diminutas. As- Vieira, e à Dra. Raquel Vilaça (Instituto de Arqueo-
sim, diferenciaram-se as pastas, relativamente à ma- logia da Universidade de Coimbra) a orientação
ior ou menor proporção destes minerais, definindo- prestada no âmbito do seu trabalho e a bolsa de
se pastas quartzosas (60%), quartzoso-feldspáticas doutoramento atribuida pela FCT (Fundação para a
(28%), feldspáticas (2%) e micáceas (7%). Note-se Ciência e Tecnologia) do Ministério da Ciência e
ainda, como fabricos atípicos, a presença de dois Tecnologia do Ensino Superior.
fragmentos com elementos não plásticos calcários,
(um deles um fragmento de concha), e um outro que
apresenta um fragmento de xisto e inclusões esféri- 6. Bibliografía.
cas. BUBNER, T.
1996 "A cerâmica de ornatos brunidos em Portugal” in
Da observação efectuada até ao momento ao mi- De Ulisses a Viriato. O primeiro milénio a. C.",
croscópio óptico de alguns fragmentos, pode dizer- pp. 66-72. Lisboa: IPM.
se que é, até à data, concordante com as obser- CARDOSO, G.O.; PRUDÊNCIO, M.I.; ZINK, A.;DIAS,
M.I.;WAERENBORGH, J.C.
vações prévias. De facto. tem comprovado a homo- 2005 "Determinação da temperatura de cozedura de
geneidade mineralógica; identificando diferenças cerâmicas arqueológicas: luminiscência – poten-
sobretudo a nivel de proporção e granulometria. Em cialidades e limitações", en VI Congresso Ibérico
de Arqueometria, pp. 81-88.
geral os fabricos estudados apresentam quartzo; CARVALHOSA, A.
biotite, ocasionalmente em conjunto com muscovi- 1999 Notícia Explicativa da Folha 36-C Arraiolos.
te; plagioclase; anfibolas (as particulas pretas); e al- Lisboa: Instituto Geológico e Mineiro.
COROADO, J.; TRIÃES, R.; FÉLIX, P.;ROCHA, F.; GO-
gumas particulas de clorite. MES, C.
2004 "Compositional and textural characterization of a
A geologia em que assenta a vila de Arraiolos group of pottery sherds from the Late Bronze Age
consiste em maciços granitoides cujas rochas repre- settlement of Quinta da Pedreira (Abrantes, Portu-
sentadas são os tonalitos, quatzodioritos e granitos. gal) ", en STRYNDONCK, M; LIVINGSTONE-
SMITH, A. Actes du XVII Congrés UISPP, BAR,
A composição mineralógica dos tonalitos de in- 1270.
trusão que predominam em toda a região ou dos DREBUSHCHAK, V.A. ;MYLNIKOVA, L.N., DREBUSH-
granitos biotíticos (Carvalhosa, 1999, 26, 29-30) é CHAK, T.N.; BOLDYREV, V.V.
2001 "The investigation of ancient pottery, application
semelhante aos minerais que identificámos. No en- of termal analysis", en Journal of Thermal Analy-
tanto, note-se que estes minerais, observados nas lâ- sis and Calorimetry, 77, pp.1-10.
minas delgadas, são comuns a muitas outras re- FREESTONE, I; GAIMSTER, D.
1997 Pottery in the Making: Ceramic Traditions. Lon-
giões, e que é prematuro tirar conclusões relativas à don: British Museum Press; Washington D.C:
localização das pastas. Smithsonian Institute Press.
GAMITO, T.J.
4. Conclusão. 1990-92 "A cerâmica de retícula bruñida do castro dos Ra-
tinhos", en O Arqueólogo Português, Série IV,
O projecto aqui apresentado, ainda na sua fase 8/10, pp. 277-298. Lisboa: MNA.
inicial, aborda um tipo de cerâmica que tem sido GARRIGÓS, J.B.; KILIKOGLOU, V.; DAY, P.M.
utilizado como indicador cronológico do Bronze Fi- 2005 "Chemical and Mineralogical alterations of cera-
mics from a Late Bronze Age Kiln at Kommos,
206
ANA BICA OSÓRIO

Crete: The effect on the formation of a reference VANDIVER, P.


group", en Archaeometry, 43, pp. 349-371. 2001 "The role of Materials Research in Ceramics and
GUTIÉRREZ, Y.E.C. Archaeology", en Annual Review on Materials Re-
1997 "Cerámicas y tejidos: sobre el significado de la de- search, 31, pp 373-385.
coración geométrica del bronce final en la Penínsu- VILAÇA, R.
la Ibérica", en Complutum, 8, pp. 125-140. Ma- 1995 Aspectos do Povoamento da Beira Interior (Cen-
drid. ro e Sul)nos Finais da Idade do Bronze (Tra-
MACÍAS, J.A.P. balhos de Arqueologia nº 9). Lisboa: IPPAR.
1992 "El yacimiento del Bronce Final de los Riscos del ZACHARIAS, N; SCHWEDT, A.; GARRIGÓS, J.B., MI-
Castillo (Cabezas Rubias, Huelva)", en Cuadernos CHAEL, C.T.; MOMMSEN, H.; KILIKOGLOU, V.
del Suroeste, 3, pp. 89-114. 2005 "Implications of burial alterations on luminescence
MARTIN, J.L.;GEORGE, A. dating of archaeological ceramics", en Journal of
1998 Caracterísation Expérimentale des Materiaux II, Archaeological Science, 32, pp 49-57.
Analyse par Rayons X, Eléctrons et Neutrons. 2007 "A contribution to the study of post-depositional
Laussane: Presses Polytechniques et Universitaires alterations of pottery using TL dating analysis", en
Romandes. Journal of Archaeological Science, 34, pp
MOMMSEN, H. 1804-1809.
2004 "Short note: provenancing of pottery – the need
for an integrated approach?".en Archaeometry,
46, 267-271.
ORTON, C.; TYERS, P.; VINCE, A.
1993 Pottery in Archaeology. Cambridge: Cambridge
Press.
POLLARD, A.M.; HERON, C.
1996 Archaeological Chemistry. Cambridge: Royal So-
ciety of Chemistry.
RICE, P.M.
1987 Pottery Analysis: A Sourcebook Chicago: Univer-
sity of Chicago Press.

RÍO, A. P.; SANJUÁN, L.G.;PÉREZ, V.H.; ARNEDO,


M.J.H.
2005 "Bronze Age Ceramics in Southwest Spain: An ex-
ploratory archaeometric study of technology and
function", en Geoarchaeology: An International
Journal, 20, nº 3, pp 263-284.
ROA, C.L.
1977 "La cerámica con decoración bruñida en el suroes-
te peninsular" en Trabajos de Prehistoria, 34,
pp.341-370. Madrid.
RYE, O.S.
1981 Pottery Technology: Principles and Reconstruc-
tion. Seattle:Taraxacum.
SERRÃO, E.C.
1959 "Cerâmica com ornatos a cores da Lapa do Fumo
(Sesimbra)", en Actas e Memórias do I Congresso
Nacional de Arqueologia, I, pp. 337-359. Lisboa:
Instituto de Alta Cultura.
1970 "As cerâmicas de «retícula bruñida» das estações
arqueológicas espanholas e com «ornatos
brunidos» da Lapa do Fumo", en Actas das I Jor-
nadas Arqueológicas (Lisboa, 1969), pp.
271-308. Lisboa: Associação dos Arqueólogos Por-
tugueses.
SCHUBART, H.
1971 Acerca de la cerámica del Bronce Tardío en el Sur
y Oeste Peninsular. Trabajos de Prehistoria, 28,
pp. 153-182. Madrid.
SILVA, A.C.; BERROCAL-RANGEL, L.
2005 "O Castro dos Ratinhos (Moura), povoado do
Bronze Final do Guadiana: primeira campanha de
escavações (2004) " en Revista Portuguesa de Ar-
queologia, 8, nº 2, pp.129-176. Lisboa: IPA,.
SOARES, A.M.M.
2005 "Os povoados do Bronze Final do Sudoeste na
margem esquerda portuguesa do Guadiana: novos
dados sobre a cerâmica de ornatos brunidos", en
Revista Portuguesa de Arqueologia, 8, nº 1, pp.
111-145. Lisboa: IPA,.
SOUSA, V.R.C
2005 Intervenção de Escavação Arqueológica no Cas-
telo de Arraiolos – Relatório Final do Trabalho
Realizado no âmbito do Projecto de Investigação
e Reabilitação do Monumento, Arkhaios – Profis-
sionais de Arqueologia e Paisagem Lda., no publi-
cado.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 207-212

PLANTAS Y FENOMENOLOGÍA DE LA MUERTE DURANTE EL BRONCE ME-


DIO Y FINAL EN MENORCA

David Javaloyas
Universitat de les Illes Balears; david.javaloyas@uib.es
Llorenç Picornell
Universitat de Barcelona, Universitat de les Illes Balears;
tokelau24@hotmail.com
Gabriel Servera Vives
Universitat de les Illes Balears, Universitat de Barcelona;
serveravives@gmail.com

RESUMEN

El presente trabajo aborda las relaciones entre el mundo vegetal y las sociedades prehistóricas del
Bronce Medio y Final en Menorca desde la perspectiva de la arqueología fenomenológica. Para ello utilizare-
mos, principalmente, el registro arqueobotánico, otorgando una especial atención al que se puede recuperar a
partir del uso de la antracología, la carpología y la palinología. En este sentido, nos centraremos en el estudio
del registro funerario a través de la presentación e interpretación de diferentes yacimientos menorquines (Hi-
pogeo de s’Alblegall, Cova d’es Càrritx, Cova d’es Mussol y Cova d’es Pas), donde se han documentado di-
versas prácticas sociales asociadas al uso de plantas como fuegos con altas presencias de plantas aromáticas o
la documentación de ofrendas florales entre otros.

ABSTRACT

The present work studies the relationship between the vegetable kingdom and the Minorcan Late
Bronze Age societies through the phenomenological archaeology approaches. For this purpose we analyze the
archaebotanical record, with a special attention to charcoal analysis, carpology and palynology. In this way,
we focus on the study of the funerary record presenting and interpreting different minorcan sites (S’Alblegall
rock-cut, Es Càrritx , Es Mussol and Es Pas caves), where different social practices associated to the use of
plants have been documented: the use of aromatic plants in fires or the presence of floral offerings among
others.

Palabras Clave: Islas Baleares. Edad del Bronce. Arqueobotánica. Arqueología fenomenológica.

Keywords: Balearic Islands. Bronze Age. Archaeobotany. Phenomenological archaeology.

1. Objetivos. co. Así pues, una de las finalidades de este trabajo


El estudio de las relaciones entre las sociedades es el de (de)mostrar la valía de los estudios arqueo-
prehistóricas y el mundo vegetal ha sido objeto de botánicos para el estudio de las sociedades prehis-
escasa atención. Una de las principales causas que tóricas.
ayudan a entender este hecho es, sin duda, el carác- En otro orden de cosas, una de las principales
ter perecedero de las plantas, hecho que dificulta su dificultades a las que se enfrenta la arqueobotánica
documentación en el registro arqueológico. No obs- es que ha prestado una atención excesiva a la re-
tante, desde ya hace unas décadas se han venido de- construcción paleoambiental, a causa de sus propios
sarrollando en arqueología toda una serie de estra- orígenes y de la primacía de los postulados de la
tegias de documentación y análisis destinadas a re- New Archaeology, que concedía un importante pa-
cuperar el espectro vegetal aún presente en nuestros pel al medioambiente para explicar las sociedades
registros arqueológicos y que son el campo propio humanas y sus cambios. Así pues, otro de los obje-
de la arqueobotánica. El problema radica en que la tivos básicos de este trabajo es avanzar en la idea
implantación de éstos en las excavaciones arqueoló- de que estas disciplinas pueden (y deben) ofrecer
gicas realizadas en las Baleares roza lo anecdótico. información más allá de la mera reconstrucción pa-
Esto se debe en buena parte al escaso nivel de la ar- leoambiental, abordando las complejas y variadas
queología balear, que se debate entre una arqueolo- relaciones que establecen las diferentes comunida-
gía de investigación, que queda en buena medida des con el mundo vegetal. De esta manera se pre-
reducida al amateurismo y al voluntariado, y otra tende complementar los planteamientos de corte
arqueología de gestión cuyo objetivo único es libe- materialista ya que no permiten entender las muy
rar territorio para no frenar el desarrollo urbanísti-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
208
DAVID JAVALOYAS – LLORENÇ PICORNELL – GABRIEL SERVERA VIVES

diferentes maneras que tienen las sociedades huma- pogeos funerarios excavados en la roca arenisca
nas de entender y de estar en el mundo. (p.ej. Torre del Ram, hipogeos de S’Alblegall); otro
tipo de estructuras funerarias lo conforman los dól-
2. Enfoque teórico.
menes de pequeña cámara rectangular (p.ej. Ses
En este punto, la pregunta que se nos plantea es Roques Llises, Alcaidús); recientemente se ha do-
evidente: ¿cómo podemos acercarnos a las relacio- cumentado un nuevo tipo de estructura funeraria
nes que establecen las comunidades que son nuestro (Gili 2006) conocida como sepulcros circulares de
objeto de estudio con el mundo vegetal que les ro- triple paramento (p.ej. Ses Arenes de Baix, Son Oli-
deaba? varet). Por último, tenemos las denominadas nave-
Si bien creemos que diferentes aproximaciones tas de enterramiento, grandes estructuras pétreas,
son posibles, y de hecho necesarias, para poder re- realizadas con técnica ciclópea, de planta en forma
construir la complejidad del mundo, en este trabajo de U (p.ej. Es Tudons, Rafal Rubí). A pesar de esta
pretendemos acercarnos desde las corrientes deno- aparente diversidad formal, todas poseen ciertas ca-
minadas fenomenológicas. racterísticas comunes como son la utilización de la
piedra como elemento básico de construcción, la
La arqueología fenomenológica, iniciada en la disposición en el espacio lejos de los lugares de há-
década de los 90’ en el Reino Unido, hunde sus raí- bitat y en muchos casos con una predilección por
ces en la filosofía desarrollada por Husserl desde la los barrancos cercanos al mar o que directamente se
premisa básica de que la representación científica abren sobre éste, o también un interés por crear es-
del mundo se aleja por completo de cómo los seres pacios cerrados separados del exterior.
humanos lo experimentan (Tilley 2005:202). En lo
que se refiere al estudio de las sociedades del pasa- En lo que se refiere a los rituales funerarios tam-
do las propuestas fenomenológicas abogan por bién se observa una serie de elementos comunes. En
prestar atención a las dimensiones sensoriales de todos los casos sin excepción estamos ante inhuma-
nuestro registro, partiendo de la idea de que como ciones primarias colectivas en la que los cuerpos se
seres humanos percibimos el mundo, a un nivel bio- disponen directamente sobre el suelo. Las necrópo-
lógico básico, de la misma manera (Tilley lis tienen una larga vida de uso por lo que en mu-
2005:202). Es decir, se enfatiza la idea de que para chos casos se observa una recolocación de los cuer-
abordar el estudio de las sociedades pasadas a tra- pos ya esqueletizados para poder disponer nuevos
vés de sus restos materiales es necesario prestar cuerpos. Si bien debido a estas prácticas el resulta-
atención a la dimensión material de éstos. Los obje- do final es un osario sin orden ni concierto parece
tos que estudiamos se podían ver, tocar, escuchar, ser que en el momento de su deposición los cuerpos
oler y saborear y estas características son relevantes estarían bien individualizados, muchas veces cu-
para entender las sociedades del pasado. biertos por un sudario y en algunos casos incluso
con ciertos elementos metálicos a modo de ajuar
Al mismo tiempo, somos conscientes de las difi- personal. Los recipientes cerámicos presentes en
cultades que tienen este tipo de aproximaciones. Y muchas de las necrópolis se han relacionado con
es que, si bien todos los seres humanos tenemos los ciertas ofrendas que se colocarían en el momento de
mismos sentidos, no es menos cierto que la expe- la deposición. Por último, es necesario mencionar la
riencia sensorial es diferente en sociedades diferen- existencia de cierto tratamiento diferencial de los
tes e incluso puede variar dentro de una misma so- cráneos, algunos de los cuales se separan y se dis-
ciedad en función de la edad, género o incluso esta- ponen en grupos y de rituales en los que se tiñen y
tus (Howes and Classen 1991:259). cortan los cabellos de ciertos individuos y después
Así pues, para avanzar en el conocimiento de las se depositan en unos tubos hechos a tal efecto sobre
relaciones entre el mundo vegetal y las comunida- materiales perecederos (cuero, madera).
des de la Edad del Bronce de Menorca pretendemos 5. Yacimientos estudiados.
reconstruir los órdenes sensoriales (MacGregor
Para la realización del presente trabajo hemos
1999:264) de aquellas prestando especial atención a
considerado únicamente cuatro yacimientos, si bien
cómo las plantas participan en éstos.
se han contemplado un número mayor para realizar
4. Prácticas funerarias. la interpretación global de los resultados. Esta redu-
Los lugares de enterramiento durante el Bronce cida muestra obedece a la escasez de yacimientos
Medio y Final (c.1400-800 BC) en Menorca se ca- en los que exista registro arqueobotánico y supone
racterizan por su amplia variedad formal. Se docu- que las hipótesis aquí apuntadas deban ser revisadas
mentan enterramientos en cuevas naturales (p.ej. a medida que el número de yacimientos convenien-
Cova d’es Càrritx, Cova d’es Mussol), algunas de temente estudiados crezca.
ellas presentan muros que cierran buena parte de su El primero de los yacimientos estudiados es la
entrada; también se realizan enterramientos en hi- denominada Cova d’es Càrritx (Lull et alii 1999)
209
PLANTAS Y FENOMENOLOGÍA DE LA MUERTE DURANTE EL BRONCE MEDIO Y FINAL EN MENORCA

(Fig. 1). Se trata de una cueva natural que se abre al uso como necrópolis colectiva y presenta dos data-
Barranco d’Algendar (Ciutadella). Presenta dos fa- ciones radiocarbónicas (KIA 16277
ses de ocupación principales diferentes. La primera, 1520BC(1.00)1400BC y KIA 19517 770(1.00)
Càrritx I, se extiende durante el Bronce Antiguo 400BC) que han sido interpretadas por Guerrero et
(c.1600-1450 BC) y sus excavadores defienden un alii (2008:272-73) como los momentos de inicio y
uso de carácter ritual (¿). Por su parte, la segunda final de uso del hipogeo.
fase, Càrritx II, se prolonga durante el Bronce Me-
Por último, recogemos también la información
dio y Final (c.1400-800 BC) y se caracteriza por la
procedente de la denominada Cova del Pas (Fullola
existencia de una necrópolis de inhumación colecti-
et alii 2007) (Fig. 3). Este yacimiento es una cueva
va. Las excavaciones realizadas mostraron que en el
natural levemente retocada que se abre, como en el
momento en el que la cueva se utiliza como espacio
caso anterior, al Barranco de Trebalúger
funerario se dispuso un muro de piedras que redu-
(Ferreries). Se ha documentado su uso como espa-
cía el vano de entrada. Por su parte, el registro an-
cio funerario durante el Bronce Final (c. 1200-800
tropológico muestra un número mínimo de 164 in-
BC) (Fullola et alii 2007). El registro antropológico
dividuos.
está formado por un número mínimo de 70 indivi-
duos. Las condiciones de conservación son excep-
cionales y han permitido documentar restos de pul-
món, cerebro, tejidos musculares, cabellos, etc. lo
que permitirán toda una serie de estudios cierta-
mente interesantes.

Fig.: 1. Cova d’es Càrritx (Fuente: Lull et alii 1999)

El segundo yacimiento tratado aquí es la Cova


d’es Mussol (Lull et alii 1999) (Fig. 2). Se trata de
una cueva natural que se abre en un acantilado en
Cala Be (Ciutadella). Presenta tres fases de ocupa-
ción distintas de las que nos interesa la última. Es
durante esta tercera fase, que se prolonga durante el
Bronce Final (c.1050-800 BC), cuando se utilizó la
cueva con fines funerarios, se registraron un núme-
ro mínimo de seis individuos, al mismo tiempo que
se documenta un uso como lugar de deposición de
ofrendas metálicas rituales (Lull et alii 1999).

Fig.: 3. Individuo hallado en la Cova del Pas.

6. Registro arqueobotánico.
Así se procede desde diversas disciplinas en el
estudio de los diferentes tipos de material botánico
que hallamos en contexto arqueológicos:
A continuación, partiendo de los principios teó-
ricos esbozados anteriormente trataremos de enten-
der mejor la experiencia vivida en relación a las
plantas durante los rituales funerarios a través de
Fig.: 2. Situación de la Cova d’es Mussol. los resultados de los diferentes estudios arqueobotá-
El tercer yacimiento es el denominado Hipogeo nicos efectuados en los yacimientos contemplados
nº 3 de la necrópolis de S’Alblegall (Arnau et alii en este trabajo (semillas y frutos: carpología; car-
2003). En este caso estamos ante un hipogeo exca- bón y madera: antracología; polen: palinología; o
vado en la roca situado en el Barranco de Trebalú- fitólitos: fitología) (Fig. 5).
ger (Ferreries). A pesar de que no se han realizado El análisis antracológico de los carbones de las
excavaciones sistemáticas se ha documentado su ocupaciones funerarias de la Cova des Càrritx nos
210
DAVID JAVALOYAS – LLORENÇ PICORNELL – GABRIEL SERVERA VIVES

Fig.: 5. Registro arqueobotánico presente en los diferentes yacimientos considerados.

Fig.: 6. Registro antracológico de los diferentes yacimientos.

indican que se usaron doce especies diferentes seis especies diferentes, entre las que predomina de
como combustible de los pequeños fuegos realiza- forma clara el lentisco. Este aparece acompañado
dos durante el ritual de deposición de los cuerpos nuevamente de labiadas (romero y lavanda, Lavan-
(Piqué 1999a). Entre estas predominan el acebuche dula sp).
(Olea europaea), el lentisco (Pistacia lentiscus) y
Si comparamos estos datos con los estudios de
el aladierno (Rhamnus/Phillyera), seguidos del
material antracológico de yacimientos de hábitat en
pino blanco (Pinus halepensis). Entre las especies
Mallorca y Menorca durante el bronce y las prime-
quemadas aparece también representado el romero
ras fases del hierro podemos identificar una serie de
(Rosmarinus officinalis), planta de la familia de las
regularidades (Piqué y Noguera 2002; Noguera
labiadas (Lamiaceae) caracterizada por su compo-
ind.) (Fig. 6). Vemos que el acebuche es el “com-
nente aromático. En cambio, los carbones proce-
bustible por excelencia” de los hogares domésticos,
dentes del momento en que la cueva se utiliza como
en los que no se queman un número elevado de es-
lugar ritual se recuden a tres especies, ninguna de
pecies. Esta baja diversidad de combustibles tam-
las cuales presenta un importante componente aro-
bién la documentamos en los hogares relacionados
mático. En la Cova des Mussol no contamos con
con actividades rituales desvinculadas de la deposi-
análisis antracológicos de carbones relacionados
ción de cadáveres en las cuevas. En cambio, cuando
con la fase funeraria sino sólo de la fase ritual pre-
se hace fuego en los espacios cerrados en los que se
via (Piqué 1999b). En este caso, documentamos
depositan los cuerpos de los difuntos se usa un nú-
cinco especies diferentes, entre las que predomina
mero elevado de especies. Entre estas encontramos
claramente el acebuche. Finalmente, en el estudio
abundante lentisco, un combustible que cuando
en curso de la Cova des Pas se han analizado los
aparece en los hogares domésticos lo hace de forma
carbones de un hogar relacionado con las primeras
testimonial o secundaria. Otro elemento importante
inhumaciones efectuadas en la cavidad (Allué y Pi-
de los fuegos vinculados a las inhumaciones es la
cornell ind.). Entre el combustible se documentan
presencia recurrente de especies de la familia de las
211
PLANTAS Y FENOMENOLOGÍA DE LA MUERTE DURANTE EL BRONCE MEDIO Y FINAL EN MENORCA

Fig.: 7. Polen presente en diferentes yacimientos.

labiadas (especialmente el romero), nunca docu- duo 1, un individuo femenino de unos 25/30 años,
mentadas en espacios de hábitat. Tanto las labiadas destacaba por un espectro polínico muy diferencia-
como el lentisco son plantas con un fuerte aroma, do y un ajuar mucho más rico.
que es desprendido al usarlas como combustible.
Por último, respecto si revisamos los estudios
Finalmente, un elemento que parece recurrente en
carpológicos vemos que en el hipogeo 3 de s’Alble-
estos contextos funerarios es la deposición junta-
gall se ha documentado una importante concentra-
mente con los cuerpos de ramas de pequeños arbus-
ción de granos de cebada vestida (Hordeum vulga-
tos. En la Cova des Càrritx encontramos diversas,
re), acompañada de algunos granos de cebada des-
algunas identificadas como ciprés (Cupressus sem-
nuda (Hordeum vulgare var. nudum), cebada sil-
pervivens) y sabina negra (Juniperus phoenicea),
vestre (Hordeum sp) y escanada (Triticum cf. dic-
plantas resinosas y con un importante aroma (Stika
cocum) (Arnau et al 2003). La aparición de raquis
1999). En la Cova de es Pas este material también
pero no de nudos hace pensar que estos granos en-
apareció de forma muy abundante.
traron en la cueva formando espigas, pero ya sin el
Por su parte, el registro palinológico (Fig. 7) tallo o paja. También se han documentado restos de
muestra un dominio de los taxones herbáceos y diversos arbustos: una semilla de beleño (Hyoscya-
plantas con flores visibles. Entre éstas destaca el mus sp), un grano de raigás (Lolium sp) y un frag-
Botón de oro (Ranunculus ficaria) y algunas plan- mento de hoja de lentisco. Por otra parte, la Cova
tas de la familia de las labiadas, p.ej. lavanda y des Càrritx ha ofrecido un amplio espectro de espe-
menta (Mentha sp), que, como hemos comentado, cies vinculadas a los ajuares de las inhumaciones
también poseen componentes aromáticos. Otra de (Stika 1999). Encontramos de nuevo cereales, ceba-
las familias mejor representadas es la de las crucífe- da y escanda, así como otras plantas cultivadas y de
ras, en las que encontramos plantas de carácter ali- uso social como el olivo (Olea europaea), la higue-
mentario tales como la col o el rábano. En lo que se ra (Ficus carica) la zarzamora (Rubis fructicosus) y
refiere a los valores de polen arbóreo tenemos unas la vid (Vitis vinifera). Así mismo, se documentan
bajas presencias a excepción hecha del lentisco. diversos restos de plantas silvestres también rela-
Otro de los aspectos relevante de los estudios polí- cionadas con el ritual funerario, entre las que desta-
nicos es la constatación de diferencias importantes can restos de cápsulas de jaras (Cistus sp), semillas
entre los espectros de plantas asociados a diferentes de lechetreznas (Euphorbiaceae), fragmentos de
individuos. Así, en el registro de la Cova del Pas el hojas de lentisco, pino y romero y semillas de otras
individuo 33 presenta unos altos porcentajes de cru- especies de la familia de las labiadas (aromáticas).
cíferas en una muestra asociada a unas ramitas que Estos restos, juntamente con los fragmentos de ho-
hacen pensar en la existencia de una ofrenda floral jas de lentisco de s’Alblegall, concuerdan con la
(Riera et alii 2008: 26-29). Por su parte, el indivi- importante presencia de carbones de estas mismas
212
DAVID JAVALOYAS – LLORENÇ PICORNELL – GABRIEL SERVERA VIVES

especies de alto contenido aromático (lentisco, ro- del de la vida diaria y que en éstos las plantas parti-
mero y labiadas) en los hogares de los ámbitos fu- cipan de forma importante.
nerarios.
7. Conclusiones. 8. Bibliografía.
Así pues, vemos como para reconstruir los órde- ALLUÉ, E.; PICORNELL, LL
nes sensoriales relacionado con la muerte en las so- Inédito “Estudi dels carbons i fustes de la Cova del Pas”.
ARNAU, P.; GORNÉS, S.; STIKA, H.P.
ciedades de la Edad del Bronce en Menorca debe- 2003 "Los hipogeos de SAlblegall (Ferreries) y la agri-
mos prestar atención a diferentes aspectos. cultura cerealística a mediados del segundo mile-
nio Cal ANE en Menorca", en Trabajos de prehis-
En lo que respecta al espacio en el que tienen toria, 60 (2): 117-130. Madrid: CSIC.
lugar las prácticas funerarias, hay una clara prefe- FULLOLA, J.M. et alii
2007 "La Cova des Pas (Ferreries, Menorca): un avanç”,
rencia por las zonas de los barrancos próximas al en L’arqueologia a Menorca: eina per al coneix-
mar, exceptuando el caso de las navetas funerarias. ment del passat.Ciutadella: CIM.
Esto conferiría a estos puntos en el territorio un sig- GUERRERO, V.; CALVO, M.; GARCÍA ROSSELLÓ, J.
GORNÉS, S.
nificado social claramente diferente a aquellas zo- 2007 Prehistoria de las Islas Baleares. Registro arque-
nas en las que se disponen los hábitats, normalmen- ológico y evolución social antes de la Edad del
te situados en suaves laderas desde las que son am- Hierro. Oxford: BAR International Series. 441pp.
HOWES, D.; CLASSEN, C.
pliamente visibles. Además, observamos que, a pe- 1991 "Sounding sensory profiles", en HOWES, D.: The
sar de la amplia variedad formal con la que nos en- varieties of sensory experience: a sourcebook in
contramos, todas ellas presentan características co- the anthropology of the senses. Toronto: Universi-
ty of Toronto. 257-88.
munes. En primer lugar estamos ante recintos com- LULL, V.; MICÓ, R.; RIHUETE, C.; RISCH, R.
pletamente cerrados que delimitan claramente el lu- 1999 Ideología y sociedad en la prehistoria de Menor-
gar destinado al descanso de los muertos. Además, ca. La Cova des Càrritx y la Cova des Mussol.
Ciutadella: Consell Insular de Menorca:. 699pp.
estos espacios presentan un aislamiento claro del MacGREGOR, G.
exterior, no dejan penetrar ni la luz ni los sonidos. 1999 "Making sense of the past in the present: a sensory
Al mismo tiempo, se observa un interés en que la analysis of carved Stone balls", en World archae-
ology, 31(2): 258-271. London: Routledge.
propia configuración del lugar resalte los sonidos NOGUERA, M.
que dentro de él se producen y obliga al uso de luz Inédito “Estudi antracològic del jaciment prehistòric de
artificial lo que debía crear un sonido y una imagen Els Closos de Can Gaià”
PIQUÉ, R.
muy determinados tanto del espacio, como de los 1999a "Análisis de las maderas y carbones del yacimien-
rituales, los objetos y los muertos. Por último, tam- tos de la Cova des Mussol (Menorca)", en LULL,
bién el elemento olfativo debía tener una especial V et alii. “Ideología y sociedad en la prehistoria de
Menorca. La Cova des Càrritx y la Cova des Mus-
importancia y es que el olor de los cuerpos en des- sol.”. Ciutadella: CIM. 427-38.
composición en estos pequeños espacios cerrados 1999b “La gestión de los recursos leñosos en la Cova des
debía ser penetrante. Càrritx” en LULL, V et alii. “Ideología y sociedad
en la prehistoria de Menorca. La Cova des Càrritx
Como ha quedado patente al revisar el registro y la Cova des Mussol.”. Ciutadella: Consell Insular
de Menorca. 489-520.
arqueobotánico, las plantas desempeñaban un papel PIQUÉ, R.; NOGUERA, M.
esencial en los rituales funerarios enfatizando estos 2002 “Landscape and management of forest resources in
aspectos sensoriales relacionados con la muerte. the Balearic Islands during the II-I millennium BC”
en WALDREN, W; ENSENYAT, J. (Eds.) “World
Por un lado, vemos que tanto las plantas que acom- Islands in prehistory. International insular investi-
pañan a los muertos como las que se queman en los gations. Oxford: BAR International Series.
hogares tienen un importante componente aromáti- 292-300.
RIERA, S.; MIRAS, Y; SERVERA, G.
co, que en cambio no se documentan en los hogares 2008 “Análisis polínicos en la Cova des Pas: el uso de
hallados en los espacios domésticos. Por otra parte, plantas en las prácticas funerarias”. En Unicum, 7:
documentamos elementos florales como parte del 26-29 .Barcelona
STIKA, H.P.
ajuar que acompañaba a los muertos y que podemos 1999 “Los macrorrestos botánicos de la Cova d’es Cà-
relacionar con la búsqueda de una imagen determi- rritx” en en Lull et alii. “Ideología y sociedad en la
nada del difunto. Ciertamente el tratamiento estéti- prehistoria de menorca. La cova des càrritx y la
cova des mussol.”. Ciutadella: CIM. 521-32.
co de los cuerpos tendría una especial importancia TILLEY, C.
ya que se han documentado ciertos rituales en esta 2005 "Phenomenological archaeology", en RENFREW,
dirección, como pueden ser el tintado y corte de los C. and BAHN,P. “Archaeology. The key
concepts”. London: Routledge. 201-07.
cabellos o la aplicación de ciertos elementos vege-
tales destinados a la preservación de los cuerpos.
En resumen, vemos que en las actividades socia-
les que giran en torno a la muerte durante la Edad
del Bronce en Menorca hay una búsqueda por crear
unos órdenes sensoriales claramente diferenciados
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 213-244

SESIÓN 4:
Diálogos de lo material y lo inmaterial: Del
Presente hacia el Pasado

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 215-222

ETNOGRAFÍA Y ETNOHISTORIA APLICADAS A LA HISPANIA CÉLTICA

Pedro R. Moya Maleno


Departamento de Prehistoria, UCM; preyesmoya@wanadoo.es

RESUMEN

La arqueología no puede alcanzar muchos rasgos de las concepciones sociales, de la religión o de la


espiritualidad de los grupos prerromanos de la Península Ibérica. Tal insuficiencia también se evidencia a la
hora de contrastar otros tantos rituales que citan los autores clásicos. Los positivos resultados de la aplicación
de Etnografía y la Etnohistoria en ámbitos paleoeconómicos, constructivos o territoriales plantean la posibili-
dad de aplicar –debidamente cribadas y criticadas– fuentes orales, escritas y etnográficas para interpretar al-
gunos ritos y mitos de un contexto concreto como lo fue la Hispania Céltica.

ABSTRACT

The Archaeology can not study many features of the social conceptions and religious of the pre-ro-
man societies in Iberia. Such insufficiency is also demonstrated the study of other rituals documented in the
classical texts. The application of Ethnography and the Ethnohistory in paleoeconomy and territorial models
allows to apply -properly screened and critiqued- oral, written and ethnographical sources to interpret rites
and myths in a concrete context like Celtic Iberia.

Palabras Clave: Hispania Céltica. Etnografía. Etnohistoria. Etnoarqueología. Cultura inmaterial.

Keywords: Celtic Iberia. Ethnography. Ethnohistory. Ethnoarchaeology. Inmaterial Culture.

C'è chi si mette fuentes evidencian sus propias limitaciones a la


degli occhiali da sole
per avere più carisma
hora de afrontar el estudio de prácticas y categorías
e sintomatico mistero inmateriales relacionadas con las concepciones so-
ciales, rituales o de la espiritualidad prerromana
Bandiera Bianca (Bermejo, 2004: 149; Almagro-Gorbea, 2007: 18 y
Franco Battiato, 1981 ss.). Los subsistemas socioreligiosos son los más
desconocidos pero no ajenos al resto del sistema
cultural (Clarke, 1978: 116 y ss.).
Las tradiciones asustan, cuando no son hostil-
mente aborrecidas por peripuestos arqueólogos e En este sentido, teniendo en cuenta los positivos
historiadores. El término ‘tradicional’ suele apare- resultados de la aplicación de la metodología etno-
cer junto al de arqueología para designar una fase arqueológica en ámbitos paleoeconómicos, sociales
anterior de esta disciplina que es cargada de todo el o territoriales de la Hispania Céltica (Almagro-Gor-
poso peyorativo que arrastra el folklore para desig- bea, 1995; Parcero, 2002; Torres, 2005; Balbín,
nar una metodología rancia y acientífica. De hecho, 2006), se ha de atender a las posibilidades de su
ciertas corrientes tienden peligrosamente a conside- empleo junto a la etnohistoria y a la crítica de fuen-
rar inexistente todos aquellos contextos que la ar- tes orales, escritas y etnográficas como vía de inter-
queología prerromana no es capaz de precisar por pretación de alguno de sus posibles ritos y mitos
sus propias limitaciones y toda fuente documental (Almagro-Gorbea, 2007; Balbín et alii, 2007).
que ponga en duda la hegemonía del registro arque-
Se trata de un marco de la Edad del Hierro en el
ológico (Parcero, 2005: 154). Para Braudel (2002:
que se alcanza el máximo grado de desarrollo de
148) sería un ejemplo más de la preocupación de
técnicas agroganaderas preindustriales y en el que,
las ciencias del hombre por definir sus superiorida-
a pesar de estar compuesto de numerosos grupos,
des antes que aglutinar sus distintas visiones.
éstos están vinculados a una lengua celta (Unter-
Uno de los casos donde este fenómeno es más mann, 1992: 27) y comparten rasgos étnicos, mate-
patente es en la investigación de la Hispania Céltica riales o ideológicos –como el panteón– (Almagro-
respecto a la cual se ha sugerido que las únicas Gorbea y Ruiz Zapatero, 1992). Desde este prisma,
fuentes de información válidas para su estudio son la distinta naturaleza de las numerosas fuentes exis-
la cultura material y, a veces, los textos clásicos tentes conlleva también unas limitaciones específi-
(González Ruibal, 2005: 183). Sin embargo, ambas cas y distintos métodos de crítica, validación y tra-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
216
PEDRO R. MOYA MALENO

tamiento coherentes con dicha naturaleza (Brelich, ros intentos para conocer la Hispania prerromana,
1954: 36 y s.; Almagro-Gorbea, 2007: 23 y s.). En- ya fuera en el derecho consuetudinario, como las
tre ellas destacan numerosos testimonios históricos, Instituciones civiles y políticas de los celtíberos de
documentales, orales o etnográficos que, aunque Costa (1917), o en la localización de yacimientos,
considerados a veces como ‘folklóricos’, muestran como las leyendas estudiadas en Portugal (Chaves,
principios de continuidad a lo largo de tiempo des- 1933: 94 y s.) o las supuestas tumbas de gentiles
de el contexto indoeuropeo (Braudel, 2002: 231 y que llevaron a Barandiaran hasta los dólmenes de la
ss.). sierra de Aralar (Ortiz y Sánchez, 1994: 133).
Por ello, sin pretender ser exhaustivos ni modé- Así, los principales arqueólogos de inicios de si-
licos, se pretende exponer algunos antecedentes, lí- glo aunaron folklore, textos y arqueología para co-
mites y posibilidades de la aplicación de la etnogra- nocer la idiosincrasia de los pueblos y gentes anti-
fía y la etnohistoria a la arqueología de la Hispania guas de la Península. Tras los primeros ensayos de
Prerromana dentro de un marco de procesos de lar- Schulten (1920), Bosch Gimpera (1932; 1933: 58)
ga duración. los utilizó para formular hipótesis de trabajo, como
al adoptar las territorialidades prerromanas del No-
1. Antecedentes.
roeste en función de leyendas; B. Taracena (1923:
La utilización de la etnografía para la interpreta- 71), por ejemplo, identificó ritos precristianos en
ción histórica tuvo su auge a partir de las descrip- peregrinaciones de Soria y, más adelante, J. Martí-
ciones de indígenas ‘primitivos’ de las exploracio- nez Santa-Olalla (1946: 110 y s.) y J.M. Blázquez
nes coloniales del siglo XVII. El desarraigo indus- (1978) también las emplearon –con mayor o menor
trial de la sociedad inglesa incrementó los trabajos manipulación– en la paletnología y economía pro-
etnográficos en suelo británico siendo, paradójica- tohistórica. No obstante, fue J. Caro Baroja el que
mente, el arqueólogo británico W. Thoms (1846) el replantearía los pueblos prerromanos desde el punto
que generalizó los arcaicos vocablos sajones folk de vista etnológico y la utilización Del folklore reli-
(pueblo) y lore (saber) para la reconstrucción re- gioso europeo como disciplina histórica siempre y
trospectiva de un pasado en el que el término celta cuanto se estuviera en consonancia con los testimo-
ya definía el idioma y a los pueblos prerromanos de nios arqueológicos (1965: 376 y s.; Tarradell, 1980:
Europa Occidental. 52).
Esta corriente paleoetnológica arraigó en la Pe- 1.1. Reacción y reformulación.
nínsula Ibérica de mano de F. Martins Sarmento
A partir de los años 30 arreciaron las críticas
(†1899) en Portugal y, en España, a través de A.
por la inexistencia de una metodología de trabajo y
Machado y Álvarez ‘Demófilo’ (†1893) con un “fin
por el abuso de las esencias, de las analogías y del
esencialmente arqueológico” (Cardozo, 1933: 12 y
particularismo histórico, especialmente en la utili-
16; Navascues, 1943: 4 y ss.). La etnografía y la
zación indiscriminada de descripciones psicoétnicas
Prehistoria iban de la mano dentro de los ambientes
que realzaban el carácter nacional. La falsa correla-
académicos y eruditos y pronto se acuñaron térmi-
ción entre cultura, etnia, lengua y folklore fue bauti-
nos como Etnoarqueología, Etnografía para Ar-
zada por E. Hobsbawm como la “invención de la
queología, Arquetnografía, Neoetnografía, Etno-
tradición” y el ‘producto folklorista’ bien lo repre-
grafía Arqueológica, Arqueología Viva o Etnoana-
sentaba (Ortiz y Sánchez, 1994: 286 y 593; Martí,
logía (Chaves, 1933: 94).
1996; Collis, 2003: 31; Silva, 2007).
Es evidente que la influencia de la escuela ale-
Desde la etnografía, las tradiciones pasaron a
mana –romántica y krausista– y la anglosajona –
considerarse constructos modernos (Handler y Lin-
evolucionista– (Mannhardt, Schmidt, Frazer, Sebi-
nekin, 1984: 287) y se pusieron en tela de juicio las
llot, Redfield etc.) asentaron los conceptos de esen-
más sólidas pervivencias de ritos prerromanos,
cia y de supervivencia por los que las capas socia-
como la covada (Str. Geog. III 4, 17) (Gárate,
les rurales y ‘más atrasadas’ eran testigos vivientes
1975); mientras, los historiadores de la Antigüedad
de épocas pasadas. El uso de textos clásicos, el
y medievalistas negaron al hombre premedieval la
folklore y arqueología adolecía de buscar “el alien-
posibilidad de crear un paisaje antropizado (Orejas,
to virginal de la creación” (Costa, [1902] 1981: 59)
1995: 31); como mucho se sospechaba “una serie
y tintes africanistas tan de la época (Aranzadi,
de rasgos y elementos antiquísimos, tal vez prehis-
1943: 310) –véase las Máscaras galegas de origen
tóricos” (Caro Baroja, 1965: 379; 1974: 123). Por
prehistórico de Bouza-Brey (1933)–.
su parte, entre los prehistoriadores la interpretación
En relación con otros países, la aplicación ar- científica y análisis del folklore pasó a considerarse
queológica de los estudios folklóricos españoles fue de escasa rigurosidad (Grande del Brío, 1981: 9) en
menor (Ortiz y Sánchez, 1994: 321), pero durante consonancia con la expansión del discurso anticel-
la primera mitad del siglo XX se hicieron verdade- tista en los 70 (Parcero, 2005: 153).
217
ETNOGRAFÍA Y ETNOHISTORIA APLICADAS A LA HISPANIA CÉLTICA

Los procesos internos de autoreflexión en las sos evolucionistas e invasionistas que sitúan en épo-
disciplinas (pre)históricas, antropológicas y entre ca romana, cristiana, musulmana o contrarreformis-
los historiadores de la religión (Brelich, 1954; Her- ta el inicio de algunas instituciones, de formas de
nando, 1995; Almagro-Gorbea, 1995; 2007) han pensamiento y de estrategias de subsistencia que los
permitido reformular también el vínculo de las tra- propios especialistas de las materias consideran fru-
diciones consuetudinarias en su aplicación para con to de la continuidad (Parcero, 2005: 154; Marías,
la arqueología. Partiendo del rechazo de los anacro- 2006: nota 19). Las personas son meros objetos pa-
nismos y de la analogía indiscriminada, distintas ge- sivos y se recurre a las viejas concepciones de la ro-
neraciones de investigadores procedentes de distin- manización de Hispania y de la Repoblación cristia-
tas ramas, como M. Almagro-Gorbea, F. Alonso, R. na como procesos de aculturación unidireccionales
Brañas, L. Castro, F. Criado, M.V. García Quintela, que marcaron hiatos en la población y tradiciones
M. Gómez-Tabanera o A. Lorrio, etc. y otros más locales (Balbín et alii, 2007: 77 y s.).
jóvenes (Torres, 2005; Parcero, 2002; Balbín,
Desde la Antigüedad (Pl. Lg. 949e-950a) se des-
2006; Tenreiro, 2007; Moya, 2004; 2007), han op-
cribe cómo los procesos de aculturación son bidi-
tado por integrar el registro material con otras fuen-
reccionales y generan culturas enraizadas en su con-
tes documentales críticamente analizadas, ya sean
texto inmediato (Beltrán, 2001: 398 y s.) y, de he-
textos antiguos o más recientes, tradición oral, etno-
cho, así fue reconocida la sobredimensión de la ro-
grafía, etc.
manización (Tac. Ann. IV 45; Porf. De abst. I, 8).
2. Discusión. En primer lugar, ésta fue un proceso muy lento, per-
Es obvio que los ritos y mitos recogidos en las misivo y desigual (Woolf, 1998: 7 y ss.) en el que
tradiciones presentan una serie de problemas implí- las formas de vida prerromanas sobrevivieron a las
citos a su propia naturaleza. Esencialmente, las crí- estructuras romanas. Partiendo de que la propia tra-
ticas a su aplicación en Historia conciernen al ori- dición romana conservaba estructuras indoeuropeas
gen y manipulación del folklore. Se duda de la rele- que facilitaron el sincretismo (Dumézil, 1954), la
vancia identitaria en la Antigüedad de las tradicio- tolerancia de Roma alcanzó usos indígenas que no
nes (Jones, 1996: 70) y para los arqueólogos las tra- fueran contra sus intereses. Antropónimos, teóni-
diciones se nos escurren entre los ejes cronológicos. mos, unidades suprafamiliares y formas de propie-
Se trata de un problema que los propios clásicos ya dad comunitaria, entre otros, manifiestan que a fina-
discutían puesto que se contradecían al narrar el les del siglo II d.C. al norte del Tajo no se habían
origen de sus propios rituales (Plut. Rom. XXI; impuesto con claridad las estructuras romanas
Quas. Rom. XIV). He ahí la influencia del eveme- (Francisco, 1989: 77; Balbín, 2006).
rismo al considerar imposible entender el sentido En segundo lugar, la Iglesia también ha cons-
profundo de parte o del total de la religión prerro- truido un intachable y artificial pasado. Sólo hay
mana a tenor del constante sincretismo mítico (Ló- que releer la misiva en la que el Papa San Gregorio
pez Monteagudo, 1989: 14, nota 3). Magno (finales del siglo VI) insta al obispo de Lon-
Para otros autores, el corpus mítico y ritual es dres Mellitus a adaptar los santuarios indígenas al
una popularización de lo culto por lo que el pueblo culto cristiano, manteniendo incluso los sacrificios
y lo popular son una audiencia receptora de lo que anteriores (Beda Hist. Eccl. I 30), para valorar los
las oligarquías locales permiten y fomentan (Bel- ataques coetáneos de Martín Dumiense (De Corr.
trán, 2001: 398 y s.). Los trabajos realizados en la Rust. XVI) a las prácticas del Noroeste de la Penín-
literatura oral europea (Parry, 1971) ponen de ma- sula Ibérica o la superposición de santuarios cristia-
nifiesto que el trasvase de información entre gene- nos sobre otros de la Hispania Céltica. Véanse los
raciones puede ser ajeno a estamentos superiores casos del santuario de Endovélico-Iglesia de San
pero no por ello se han de olvidar que los cambios Miguel (Sâo Miguel da Mota, Alandroal, Portugal)
que en el último siglo y medio han sido letales para (Guerra et alii, 2005), la Cueva Santa de Mira
el estudio del folklore: a la desestructuración del or- (Cuenca) (Lorrio et alii, 2006) u otros roquedales
den rural y a la crisis identitaria que supuso la últi- peninsulares (Almagro-Gorbea, 2006). Si a ello se
ma guerra civil se han de sumar los posteriores pro- suma el escaso número y la secular falta de prepara-
cesos de infantilización y las manipulaciones sobe- ción del clero rural se ha de cuestionar seriamente
ranistas. En última instancia, la potenciación del es- la capacidad de la Jerarquía de controlar la devo-
pectáculo de las ‘culturas tenderete’ ha creado y ción de sus feligreses (Ayuso, 2005).
‘homologado’ un folklore desvinculado de sus acto- Los contingentes godos no supondrían más de
res (Martí, 1996: 75; 119 y ss.). un 5% de la población de los hispanos (Thompson,
A este respecto resulta sorprendente que preci- en García Moreno, 1986: 257) y en lo relativo a la
samente las últimas escuelas que rechazan las posi- Repoblación estamos ante los manidos vacíos po-
bles pervivencias prerromanas se sirven de proce- blacionales del valle del Duero de Sánchez Albor-
218
PEDRO R. MOYA MALENO

Fig.: 1. Dos formas de entender la evolución histórica y el influjo de culturas exógenas en la Península Ibérica.

noz (1966). Nadie duda del movimiento y asenta- Los cambios existen y, como apunta Díaz G.
miento de gentes según avanzaba la Reconquista Viana (2003: 21), “nada parece haber cambiado
pero la conservación de topónimos y de fiestas en más que la supuesta ‘vida tradicional’ en los últi-
toda Al-Ándalus (Granja, 1969; 1970) implica una mos años”, pero también se ha de tener en cuenta
musulmanización más tenue y que las primeras re- que el ritmo de cambio del último siglo de la Penín-
poblaciones fueron más la reestructuración cristiana sula Ibérica –que tampoco ha sido uniforme (Gon-
de un territorio que había mantenido sus tradiciona- zález Ruibal, 2003: 147)– ha sido velocísimo en
les formas de subsistencia (García Moreno, 1986: comparación con el imperante en la sociedad rural
410). premoderna. Se trataría de un ‘cambio estático’, un
lento proceso de construcción y autoreelaboración
3. Cambio y tradición.
que, sin más avances y aun recibiendo influencias
La crítica de las fuentes arqueológicas, históri- externas, conserva, redescubre y reutiliza los posos
cas y etnográficas sumada a los estudios proceden- socioeconómicos, rituales y míticos sobre los que se
tes de la teoría de la historia, sociología y antropo- asentaba la comunidad como única garantía de sub-
logía permiten concebir la perduración de ciertos sistencia y de mantenimiento del orden.
procesos (proto)históricos a través del concepto de
cambio y de tradición. En esta línea, la concepción del cambio es más
parecida a la que sostiene Nisbet (1982: 88) como
Las similitudes en el patrón de poblamiento, en “una sucesión de diferencias en el tiempo en una
las técnicas constructivas y en utensilios e incluso identidad persistente”. De este modo, se niega la
en formas de organización social de la Hispania existencia de un folklore fosilizado pero también se
Céltica respecto a otras posteriores del mismo terri- acepta la existencia de supervivencias culturales an-
torio (Almagro-Gorbea, 1995; Balbín et alii, 2007) teriores que, unas veces, han mantenido su signifi-
hacen viable la existencia de procesos de larga du- cado secular, como la transmigración de las almas
ración al modo de los expuestos por F. Braudel (Almagro-Gorbea, 2006; Alonso Romero, 2007),
(147 y ss.; 2002: 231). Las sociedades no se puede mientras que otros rituales, han sido adaptados fun-
medir en términos biológicos (Fig. 1-I) donde las cionalmente a las nuevas situaciones e identidades
influencias nacen, se desarrollan y mueren según la comunales, como la integración de las cofradías in-
preeminencia un núcleo exportador de rituales. La doeuropeas en diversas fiestas populares cristiani-
adaptación al medio de las sociedades permite sub- zadas (Moya, 2007).
sistir a los derrumbes de una determinada estructura
política.
219
ETNOGRAFÍA Y ETNOHISTORIA APLICADAS A LA HISPANIA CÉLTICA

Estas nociones se podrían sistematizar gráfica- susceptibles de ser estudiados puesto que compo-
mente en un modelo de evolución social dinámico o nen los retazos de fonemas, sustantivos y verbos de
‘en trenza’ (Fig. 1-II). Lo tradicional debe analizar- los distintos lenguajes simbólicos a los que preten-
se también diacrónicamente como si fuera una soga demos acercarnos.
formada por fibras de distinto color –procedencia–,
La profundización en el comportamiento social
longitud –perduración– y grosor –importancia–.
y simbólico de los grupos prerromanos de la Penín-
Existen hebras o tradiciones foráneas que se incor-
sula Ibérica atañe a aspectos tan interesantes y des-
poran en distintos momentos de la Historia y su re-
conocidos como formas jurídicas, regímenes de
lación con las existentes en ese mismo campo de-
propiedad, pactos y disputas, organización familiar
pende de si se anudan en sus extremos, si discurren
y supracomunal, concepción de etapas vitales, cos-
paralelas o si se fusionan en una única hebra.
mogonías y cosmologías, espacios sagrados o mani-
El aspecto exterior de la soga es sin hebras y festaciones cultuales entre otros (Almagro-Gorbea,
con una textura uniforme de tonalidades que varían 2007: 26 y ss.). Dado que la plasmación de estas re-
según la época puesto que todo se halla en relación alidades no sigue el mismo proceso que un objeto
con los demás aspectos sincrónicos del sistema so- arqueológico ni es de su misma naturaleza, sólo la
ciocultural. La acumulación de experiencias exte- aplicación de otro método distinto al de la arqueo-
riores y la propia evolución interna de los rituales logía puede acercar al investigador a formas de rea-
pueden alterar las características de las fibras pero lidad que operan en planos paralelos al de la cultura
las secciones transversales de la cuerda en varios material.
puntos concretos permiten analizar cada uno de
4. Fuentes.
esos nervios desde distintas ópticas –fuentes– en su
contexto cronológico así como rastrear su perdura- El gran reto de la investigación arqueológica es
ción en el tiempo. Las referencias etnográficas y et- el manejo crítico de tantas fuentes como sea posible
nohistóricas de cada sección estudiada pueden crear de forma que no se cierren los corpora documenta-
una cadena de fuentes (Fig. 2) que enlazan entre sí les para ninguna época o tema (García Quintela,
y que están relacionadas con otras secciones de 2005: 188). He ahí que la recogida y control de un
otras sogas coetáneas. amplio abanico de fuentes etnográficas y etnohistó-
ricas se convierte en uno de los mayores inconve-
En relación con los celtohispanos consiste en nientes del estudio del registro etnográfico, puesto
una vía similar a la utilizada por la lingüística para que obliga al arqueólogo o investigador a manejar
rastrear relaciones y emparentamientos entre pala- un ingente volumen de referencias y soportes. Cada
bras a través de aquellos retazos o estructuras reco- fuente debe ser analizada previamente en su contex-
nocibles del mismo modo que los historiadores de to lo cual pasa por controlar con soltura las crono-
la religión usan relaciones filogenéticas para dife- logías posteriores a la Hispania Prerromana o cuan-
renciar los diversos mitemas que forman el corpus to menos estar bien asesorado en tales épocas y en
mítico griego o egipcio (Brelich, 1954; Lévi- la idiosincrasia del material a estudiar.
Strauss, 1955; Pérez Miranda, 2007: 274). Los ritos
y mitos se comarcalizan en su contexto por lo que Antes del siglo XX las referencias de tradicio-
sólo aquellos ecotipos o mitemas de los que se co- nes y de otras características etnográficas se hallan,
nozcan sus posibles contaminaciones, que demues- más o menos adulteradas, en fuentes romanas, cris-
tren no ser fruto de la casualidad y que estén empa- tianas, medievales o modernas de distinta naturale-
rentados con otros pueden ofrecer un fundamento za, por ejemplo, textos, iconografías, cultura mate-
serio en el que advertir el trasfondo prerromano rial y tradición oral. No obstante, es más la infor-
(García Quintela, 2005: 196). mación perdida puesto que muchos rituales y lances
jamás eran descritos si no conllevaban un gasto
No se trata de definir las prácticas y leyendas re- económico, si no eran organizados por la parroquia
cogidas en tiempos históricos como prehistóricas, o si no eran objeto de reprobaciones desde más al-
ni de que los posibles paralelos sirvan para ampliar tas instancias. En su defecto, sin ánimo de ser exh-
otras realidades socioculturales de otra cultura austivo, se puede aportar un pequeño índice de
(Hernando, 1995) sino que, como apunta García fuentes y campos de trabajo en los cuales se puede
Quintela (2005: 186 y s.), lo que “se coteja en las incidir para el rastreo y documentación etnográfica
comparaciones indoeuropeas son las estructuras, y etnohistórica teniendo en cuenta los constantes
los elementos clave, el sentido, con independencia cruces y el polimorfismo de las mismas:
de los revestimientos concretos, orales o literarios,
que esas estructuras o sentidos adoptan en el A) Fuentes jurídico-administrativas: 1. Legislación
transcurso del tiempo”. Superando el inmovilismo civil (Fueros medievales, códigos legislativos mo-
de Bermejo (2004: 135, 142 y 151), en el tablero de dernos, ordenanzas municipales, libros de cuentas
juego deben estar todos los tipos de documentos municipales); 2. Legislación eclesiástica (papal,
220
PEDRO R. MOYA MALENO

Ante la evidencia de aspectos culturales relacio-


nados pero que operan en realidades paralelas, re-
ducir el conocimiento de la Hispania Céltica a un
mero diálogo con la cultura material traza una línea
abisal entre las fuentes que se ‘deben’ o no utilizar
que es tan prudente como limitadora de toda pro-
fundización cuyo objeto de estudio no sea compren-
dido por la metodología arqueológica. La Protohis-
toria de la Península Ibérica también sabe dialogar
frente a frente con la Historia, antropología, etnolo-
gía y la etnografía de su propio contexto más allá de
un Otro neocolonial. Es por ello que, antes que pa-
ralizar la investigación y forzar la búsqueda de mo-
delos de cambio presentistas y constreñidos a una
única faceta de la cultura, se (re)plantea retomar las
denostadas fuentes folklóricas y etnohistóricas des-
de una perspectiva crítica y con una metodología
Fig.: 2. Esquema del estudio de las relaciones entre actual que, cuanto menos, planteen nuevas hipótesis
distintas fuentes diacrónica y sincrónicamente. de trabajo en consonancia con el resto de fuentes.

conciliar, sinodal, pastoral, parroquial, archivos Más allá de buscar universales antropológicos y
eclesiásticos); 3. Derecho consuetudinario. de una visión uniformizadorora y estática de las so-
ciedades prerromanas del centro y norte de la Pe-
B) Fuentes lingüísticas: topónimos, etnónimos, teó- nínsula Ibérica, éstas constituyen un marco definido
nimos, antropónimos, etc. con tal desarrollo técnico que permite obtener nue-
C) Fuentes etnohistóricas y etnográficas: 1. Fuentes vas interpretaciones y, en definitiva, contrastar la
grecorromanas; 2. Descripciones medievales y es- validez de la aplicación de la etnografía y la et-
critores románticos; 3. Trabajos etnográficos nohistoria al contexto de la Edad del Hierro.
contemporáneos (etnografías, medios de comunica-
ción, microhistoria, etc.).
6. Bibliografía.
D) Fuentes literarias: 1. Obras eclesiásticas (episto- ALMAGRO-GORBEA, M.
lario eclesiástico, hagiografías, hierofanías); 2. 1995 “Aproximación paleoetnológica a la Celtiberia me-
Compendios enciclopédicos; 3. Narraciones (sagas ridional: las serranías de Albarracín y Cuenca”, en
F. BURILLO (coord.): Poblamiento Celtibérico.
medievales, obras costumbristas y libros de viajes). III Simposio sobre Los Celtiberos. Zaragoza: Insti-
tución Fernando ‘el Católico’. 433-446.
E) Fuentes arqueológicas: 1. Análisis de territorios, 2006 “El ‘Canto de los responsos’ de Ulaca (Ávila un
poblados y materiales; 2. Fuentes epigráficas (cor- rito celta del Más Allá”, en ’Ilu. Revista de Cien-
pora epigráficos, graffiti, etc.); 3. Fuentes numismá- cias de las religiones, 11: 5-38. Madrid: Universi-
dad Complutense.
ticas (iconografía). 2007 “La Etnología como fuente de estudios de la His-
pania Céltica”, en R. SAINERO (coord.): Pasado
F) Historia de las religiones e historia comparada. y Presente de los Estudios Celtas. A Coruña: Fun-
dación Ortegalia-Instituto de Estudios Celtas.
5. Conclusión. 15-74.
Una de las definiciones más comunes de etnoar- ALMAGRO-GORBEA, M. ; RUIZ ZAPATERO, G. (eds.)
1992 Paleoetnología de la Península Ibérica. Madrid:
queología sugiere que no es ni una teoría ni un mé- Universidad Complutense.
todo, sino una estrategia de investigación del regis- ALONSO ROMERO, A.
tro arqueológico que aprovecha un abanico de com- 2007 “La transmigración de las almas en el folklore del
mundo céltico”, en R. SAINERO (coord.): Pasado
paraciones y aproximaciones a sociedades prein- y Presente de los Estudios Celtas. A Coruña: Fun-
dustriales para la comprensión de las relaciones en- dación Ortegalia-Instituto de Estudios Celtas.
tre la cultura material y la Cultura en general (Da- 147-167.
ARANZADI UNAMUNO, T. DE
vid y Kramer, 2001). Si se sigue esta proposición [1943] 1988 “Aperos de Labranza y sus aledaños textiles y pas-
para el registro arqueológico de la Hispania Prerro- toriles”, en F. CARRERAS Y CANDI (dir.): Folk-
mana, son muchos los aspectos inmateriales y sim- lore y costumbres de España. Vol. I. Rep. Fac-
símil. Madrid: Eds. Merino. 289-376.
bólicos que son susceptibles de dejar impronta en el AYUSO PICADO, C.A.
registro arqueológico pero otros sólo se citan en 2005 “Actuación popular y censura eclesiástica. Cos-
textos clásicos de distinta fiabilidad y son muchos tumbres de mocedad en Palencia en el XVIII”, en
Revista de Folklore, 209: 56-61. Valladolid: Caja
más los que, sin duda, no se pueden alcanzar a tra- España.
vés de este tipo de fuentes. BALBÍN CHAMORRO, P.
2006 Hospitalidad y Patronato en la Península Ibérica
221
ETNOGRAFÍA Y ETNOHISTORIA APLICADAS A LA HISPANIA CÉLTICA

durante la Antigüedad. Salamanca: Junta de Cas- dados cristianos”, en M. TUÑÓN DE LARA (dir.):
tilla y León. Historia de España. Vol. II. Barcelona: Labor.
BALBÍN, P.; TORRES, J.F.; MOYA, P.R. 243-505.
2007 “Lo que el viento no se llevó. Interdisciplinariedad, GARCÍA QUINTELA, M.V.
metodología y práctica para el estudios de la His- 2005 “Sobre castreños y celtas: Historia y comparación”,
pania céltica”, en R. SAINERO (coord.): Pasado y en Complutum, 16: 185-204. Madrid: Universidad
Presente de los Estudios Celtas. A Coruña: Funda- Complutense.
ción Ortegalia-Instituto de Estudios Celtas. GONZÁLEZ RUIBAL, A.
75-108. 2003 Etnoarqueología de la emigración. El fin del
BELTRÁN LLORIS, F. mundo preindustrial en Terra de Montes (Gali-
2001 “Los pactos de hospitalidad en la Hispania Cite- cia). Pontevedra: Diputación de Pontevedra.
rior: una valoración histórica”, en L. HERNÁN- 2005 “¿Para qué sirven los celtas?”, en Complutum, 16:
DEZ; L. SAGREDO; J.M. SOLANA (eds.): La Pe- 181-185. Madrid: Universidad Complutense.
nínsula Ibérica hace 2000 años. Valladolid: Uni- GRANDE DEL BRIO, R.
versidad de Valladolid. 393-399. 1981 “Las murallas de Monleón”, en Revista de Folklo-
BERMEJO BARRERA, J.C. re, 7: 7-10. Valladolid. Caja de Ahorros Popular.
2004 ¿Qué es la historia teórica? Madrid: Akal. GRANJA SANTAMARÍA, F. DE LA
BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J.Mª. 1969 “Fiestas cristianas en al Andalus (materiales para
1978 Economía de la Hispania romana. Bilbao: Náje- su estudio). I: Al-Durr al-munazzam de al-Azafi”
ra. en Al-Andalus, XXXIV(1): 1-54. Madrid: CSIC.
BOSCH GIMPERA, P. 1970 “Fiestas cristianas en al Andalus (materiales para
1932 Etnología de la Península Ibérica. Barcelona: su estudio). II: Textos de Turtuši, el cadí Iyad y
Alpha. Wanšarisi” en Al-Andalus, XXXV(1): 119-142.
1933 “Los Celtas en Portugal y sus caminos”, en Madrid: CSIC.
AA.VV.: Homenagem a Martins Sarmento. Gui- GUERRA, A.; SCHATTNER, T.G.; FABIÂO, C.; ALMEI-
marães: Sociedade Martins Sarmento. 54-72. DA, R.
BOUZA-BREY TRILLO, F. 2005 “Sâo Miguel da Mota (Alandroal/Portugal) 2002.
1933 “Máscaras galegas de origen prehistórico”, en Bericht übre die Ausgrabungen im Heiligtum des
AA.VV.: Homenagem a Martins Sarmento. Gui- Endovellicus”, en Madrider Mitteilungen, 46:
marães: Sociedade Martins Sarmento. 73-82. 184-234. Mainz: Deutsches Archaeologisches In-
BRAUDEL, F. stitut.
2002 Las ambiciones de la Historia. Crítica. Barcelona. HANDLER, R.; LINNEKIN, J.
CARDOZO, M. 1984 “Tradition, Genuine or Spurious”, en Journal of
1933 “Dr. Francisco Martins Sarmento”, en AA.VV.: American Folklore, 385: 273-290. Illinois: Ameri-
Homenagem a Martins Sarmento. Guimarães: So- can Folklore Society.
ciedade Martins Sarmento. 1-19. HERNANDO GONZALO, A.
CARO BAROJA, J. 1995 “La Etnoarqueología, hoy: una vía eficaz de apro-
1965 “Del folklore religioso europeo como disciplina ximación al pasado”, en Trabajos de Prehistoria,
histórica”, en Revista de Dialectología y Tradicio- 52(2): 15-30. Madrid: CSIC.
nes Populares, XXI (3-4): 370-379. Madrid: JONES, S.
CSIC-Instituto Cervantes. 1996 “Discourses of identity in the interpretation of the
1974 Mitos y ritos equívocos. Istmo. Madrid. past”, en P. GRAVES-BROWN; S. JONES; C.S.
CHAVES, L. GAMBLE (eds.): Cultural Identity and Archaeolo-
1933 “Notas etnográficas colhidas na obra de Martins gy: The Construction of European Communities.
Sarmento”, en AA.VV.: Homenagem a Martins London: Routledge. 62-80.
Sarmento. Guimarães: Sociedade Martins Sarmen- LÉVI-STRAUSS, C.
to. 94-98. 1955 “The Structural Study of Myth”, en Journal Amer-
CLARKE, D.L. ican Folklore, 270: 428-444. Illinois: American
[1978] 1984 Arqueología Analítica. Eds. Bellaterra. Barcelona. Folklore Society.
COLLIS, J. LÓPEZ MONTEAGUDO, G.
2003 The Celts. Origins, Myths and Inventions. Stroud: 1989 Esculturas zoomorfas celtas de la Península Ibé-
Tempus. rica. Madrid: CSIC.
COSTA Y MARTÍNEZ, J. LORRIO, A. et alii
[1902] 1981 Derecho consuetudinario y economía popular de 2006 “La Cueva Santa de El Cabriel (Mira, Cuenca Lu-
España. Vol. I. Zaragoza: Guara editorial. gar de culto antiguo y ermita cristiana”, en Com-
1917 La religión de los celtíberos y su organización plutum, 17: 45-80. Madrid: Universidad Complu-
política y civil. Madrid: Biblioteca Costa. tense.
DAVID, N.; KRAMER, C. MARÍAS CADENAS, S.
2001 Ethnoarchaeology in action. Cambridge: Cam- 2006 “La Sección Femenina en el medio rural: auxilio
bridge University Press. material, formación de la mujer y control social
DÍAZ GÓNZÁLEZ-VIANA, L. (1937-1977)”, en Centro de investigaciones Histó-
2003 El regreso de los lobos. La respuesta de las cultu- ricas de la Democracia Española: Seminarios. En
ras populares a la era de la Globalización. www.cihde.org/pdf/La_seccion_femenina_en_el_
Madrid: CSIC. medio_rural.pdf (acceso 30-X-2007).
DUMÉZIL, G. MARTÍ I PÉREZ, J.
1954 Rituels indo-européens à Rome. Paris: Klinck- 1996 El folklorismo: uso y abuso de la tradición. Bar-
sieck. celona: Ronsel.
FRANCISCO MARTÍN, J. DE MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J.
1989 Conquista y romanización de Lusitania. Sala- 1946 Esquema paletnológico de la Península Hispáni-
manca: Universidad de Salamanca. ca. Madrid: Publicaciones del Seminario de Histo-
GÁRATE ARRIOLA, J. ria Primitiva del Hombre.
1975 “La covada pirenaica: patrañas y fantasías”, en MOYA MALENO, P.R.
Cuadernos de Etnología y Etnografía Navarra, 2004 “Un ‘toro de San Marcos” en Albaladejo (Ciudad
21: 383-406. Pamplona: Institución Príncipe de Real). Aportación al origen prerromano de los ritos
Viana. taurinos de la Península Ibérica”, en Revista de Es-
GARCÍA MORENO, L.A. tudios Taurinos, 18: 143-183. Sevilla: Fundación
1986 “Las invasiones y la época visigoda. Reinos y con- de Estudios Taurinos.
222
PEDRO R. MOYA MALENO

2007 “Ritos de paso y fratrías en la Hispania Céltica a


través de la Etnología y de la Arqueología”, en R.
SAINERO (coord.): Pasado y Presente de los Es-
tudios Celtas. A Coruña: Fundación Ortegalia-Ins-
tituto de Estudios Celtas. 169-242.
NAVASCUÉS, J.M. DE
[1943] 1988 “El folclore español. Boceto histórico”, en F. CA-
RRERAS (dir.): Folklore y costumbres de España.
Vol. I. Rep. Facsímil. Madrid: Eds. Merino. 3-164.
NISBET, R.A.
1982 Introducción a la Sociología: el vínculo social.
Barcelona: Vicens Vives.
OREJAS SACO DEL VALLE, A.
1995 Del ‘marco geográfico’ a la arqueología del pai-
saje: la aportación de la fotografía aérea. Ma-
drid: CSIC.
ORTIZ GARCÍA, C.; SÁNCHEZ GÓMEZ, L.A. (eds.)
1994) Diccionario histórico de la Antropología españo-
la. Madrid: CSIC.
PARCERO OUBIÑA, C.
2002 La construcción del paisaje social en la Edad del
Hierro del Noroeste Ibérico. Ortigueira: Funda-
ción F.M.-Ortegalia.
2005 “Los celtas en la cara oculta de la Luna”, en Com-
plutum, 16: 152-155. Madrid: Universidad Com-
plutense.
PARRY, M.
1971 The Making of Homeric Verse: the collected pa-
pers of Milman Parry. Oxford: Clarendon Press.
PÉREZ MIRANDA, I.
2007 “Penélope y el feminismo. La reinterpretación de
un mito”, en Foro de Educación, 9: 267-278. Sala-
manca: Universidad Pontificia de Salamanca.
SÁNCHEZ ALBORNOZ, C.
1966 Despoblación y repoblación del valle del Duero.
Buenos Aires: Instituto de Historia de España.
SCHULTEN, A.
1920 Hispania (geografía, etnología, historia). Barce-
lona: Tipografía La Académica.
SILVA, G.J. DA
2007 História Antiga e usos do Passado. Um estudo de
apropriações da Antiguidade sob o regime de
Vichy (1940-1944). Pinheiros: Annablume editora.
TARACENA AGUIRRE, B.
1923 “Para el folklore de la provincia de Soria”, en So-
ciedad Española de Antropología, Etnografía y
Prehistoria. Actas y Memorias, 2: 69-72. Madrid:
Sociedad Española de Antropología, Etnografía y
Prehistoria.
TARRADELL MATEU, M.
1980 “Primeras culturas”, en M. TUÑON DE LARA
(ed.): Historia de España. Barcelona: Labor.
47-195.
TENREIRO BERMÚDEZ, M.
2007 “La lanza en la tierra: rituales jurídicos de toma de
posesión de la Antigüedad a la Edad Media”, en R.
SAINERO (coord.): Pasado y Presente de los Es-
tudios Celtas. A Coruña: Fundación Ortegalia-Ins-
tituto de Estudios Celtas. 365-387.
TORRES MARTÍNEZ, J.F.
2005 La economía de los celtas de la Hispania atlánti-
ca II. Economía, territorio y sociedad. Noia: To-
xosoutos.
UNTERMANN, J.
1992 “Los etnónimos de la Hispania antigua y las len-
guas prerromanas de la Península Ibérica”, en M.
ALMAGRO-GORBEA y G. RUIZ ZAPATERO
(eds.): Paleoetnología de la Península Ibérica.
Madrid: Universidad Complutense. 19-33.
WOOLF, G.
1998 Becoming Roman. The Origins of Provincial
Civilization in Gaul. Cambridge: Cambridge Uni-
versity Press.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92359-25-3 Pp.: 223-228

ETNIAS Y CULTURA MATERIAL:


UNA MIRADA DESDE LA ETNOARQUEOLOGÍA

Manuel A. Fernández Götz


Departamento de Prehistoria, UCM; mafernandez@ghis.ucm.es

RESUMEN

Aunque las interpretaciones étnicas han disfrutado de una larga tradición desde los inicios de la in-
vestigación arqueológica, los abusos de las primeras décadas del siglo XX dieron paso a un amplio escepticis-
mo que impidió la asimilación, por parte de la Arqueología, de la redefinición del concepto de “etnicidad”
que tuvo lugar en disciplinas como la Antropología y la Sociología tras la Segunda Guerra Mundial. No sería
hasta finales de los años 1970 e inicios de los 1980 cuando esta brecha comenzó a ser superada, en buena me-
dida gracias a los trabajos etnoarqueológicos realizados por autores como Hodder, Wiessner o Larick. Par-
tiendo de una breve introducción sobre los límites y posibilidades de la Etnoarqueología, en el presente artí-
culo se exponen los principales resultados de estas investigaciones en relación con la cuestión étnica, así
como las implicaciones que se derivan de cara a una comprensión de dicha problemática desde planteamien-
tos arqueológicos.

ABSTRACT

Although ethnic interpretations long constituted a well-established tradition dating back to the early
stages in the development of the archaeological discipline, the misuse of this perspective in the early twenti-
eth century was followed by a period of generalised scepticism towards it. This precluded the incorporation to
Archaeology of the concept of ethnicity developed by disciplines such as Sociology or Anthropology after
World War II. It was not until the late 1970s and early 1980s that this breach was overcome, mainly due to
ethnoarchaeological works carried by authors like Hodder, Wiessner and Larick. Following a brief introduc-
tion on the possibilities and limits of Ethnoarchaeology, this article presents the main results of this studies in
relation to the ethnic question as well as a discussion on the implications of such work for an archaeologic-
ally-based understanding of this field.

Palabras Clave: Etnicidad. Etnoarqueología. África. Hodder.

Keywords: Ethnicity. Ethnoarchaeology. Africa. Hodder.

1. Introducción. mismo como fenómeno socialmente construido y


Las interpretaciones étnicas, es decir, la adscrip- subjetivamente percibido.
ción de restos materiales a determinados pueblos, El resultado de tan dispares desarrollos fue el
han disfrutado de una larga y continuada tradición establecimiento de una brecha entre aproximacio-
en la investigación arqueológica (Brather 2004; nes arqueológicas y antropológicas, que sólo co-
Fernández Götz 2008; Jones 1997). Si durante las menzaría a ser superada a raíz de la realización de
primeras décadas del siglo XX estas aproximacio- una serie de trabajos etnoarqueológicos de gran in-
nes estuvieron basadas en el establecimiento de terés, buena parte de ellos en el continente africano.
ecuaciones simplistas entre “pueblo”, “lengua” y En efecto, no sería hasta finales de la década de
“cultura arqueológica” (Childe 1929; Kossinna 1970 cuando, de la mano de una serie de investiga-
1911), tras la Segunda Guerra Mundial se produjo ciones vinculadas al denominado “debate sobre el
un creciente escepticismo respecto a la posibilidad estilo”, comenzaron los intentos por reconciliar las
de estas interpretaciones. De este modo, las catego- mencionadas diferencias. Serán precisamente estos
rías étnicas apenas estuvieron presentes en la Ar- estudios de autores como Hodder (1982), Wiessner
queología Procesual, en buena medida como reac- (1983) o Larick (1986) los que, tras una breve in-
ción a los abusos presentes en los trabajos de Kos- troducción a los límites y posibilidades de la Etno-
sinna y sus seguidores. arqueología, constituirán el eje central del presente
En cambio, en disciplinas como la Antropología artículo.
y la Sociología la eclosión de estudios en torno a la 2. La Etnoarqueología como vía de aproxi-
problemática de la “etnicidad” condujo, entre las mación al pasado.
décadas de 1950 y 1970, a una redefinición de este
Aunque definir la Etnoarqueología resulta cier-
concepto, imponiéndose una conceptualización del
tamente complicado (González Ruibal 2003: 10-15;

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
224
MANUEL A. FERNÁNDEZ GÖTZ

Hernando Gonzalo 1995), la visión generalizada ha representadas por la decoración donde se expresarí-
sido la de una subdisciplina al servicio de la Arque- an informaciones sociales como la “iconografía ét-
ología, dedicada a estudiar sociedades premodernas nica”. En cualquier caso, el estilo era concebido
actuales con el fin de comprender mejor el registro principalmente como un reflejo pasivo de reglas
arqueológico, en especial el de las sociedades normativas (Jones 1997: 111-112).
prehistóricas (González Ruibal en prensa). En todo
Fue ya a finales de los años 1970 e inicios de
caso, la definición que aquí se acepta es la de Gon-
los 1980 cuando algunos arqueólogos comenzaron
zález Ruibal (2003: 12), según la cual:
a desarrollar una nueva aproximación al estilo, con-
“Etnoarqueología es el estudio arqueológico de siderando a éste como una forma de comunicación
sociedades generalmente preindustriales, con el activa. Desde una perspectiva historiográfica, De-
objetivo de producir una arqueología más crítica y moule (1994: 474) ha señalado que estos estudios
menos sesgada culturalmente, de generar ideas tuvieron un precedente en el trabajo del etnólogo
que favorezcan el debate arqueológico y de contri- estructuralista ruso P. Bogatyrev (1971 [1937]) so-
buir al conocimiento de las sociedades con las que bre las funciones de los trajes populares moravos,
se trabaja, teniendo en cuenta sus tradiciones, ide- así como en el análisis de las pinturas faciales de
as y puntos de vista”. los Caduveos de la Amazonia propuesto por C.
Lévi-Strauss en su obra Tristes tropiques (1955). A
Pese a las críticas recibidas y a los problemas
pesar de ser muy raramente citada, la obra de Bo-
epistemológicos y éticos que indudablemente se
gatyrev constituye un estudio pionero en mostrar el
plantean (González Ruibal 2006 y e. p.), lo cierto es
uso del vestido como un sistema con una función
que la Etnoarqueología ha influido de forma deter-
semántica, siendo la ropa la portadora de los signos.
minante en el desarrollo de la Arqueología (Gonzá-
lez Ruibal 2003: 7). Como muestra, basta señalar
que los dos cambios más importantes en la orienta-
ción teórica acaecidos durante la segunda mitad del
siglo XX han venido de manos de dos investigado-
res influidos por su trabajo de campo etnoarqueoló-
gico: L. R. Binford e I. Hodder (ibídem: 10). Dicho
esto, resulta evidente que si bien la Etnoarqueología
está lejos de poder proporcionar “reglas universa-
les” sobre las sociedades humanas, sí constituye
una fuente de estímulo intelectual de extraordinario
valor, habiendo contribuido de forma decisiva al
desarrollo de nuevas e interesantes posibilidades in-
terpretativas. En relación con la problemática que
aquí nos ocupa, la etnicidad, puede decirse que su
aportación ha resultado fundamental, permitiendo
abrir una nueva etapa en la comprensión arqueoló-
gica de este fenómeno. Al mismo tiempo, al mos-
trarnos la enorme diversidad de la experiencia hu- Fig.: 1. Grupos destinatarios de los mensajes estilísticos
mana, la Etnoarqueología nos recuerda que no exis- (según Wobst 1977).
ten respuestas fáciles. Pero, ¿acaso no es en esta En cualquier caso, la nueva etapa en las aproxi-
misma complejidad donde reside buena parte del maciones sobre el estilo fue inaugurada por M.
atractivo que caracteriza la práctica de disciplinas Wobst (1977), quien en un influyente artículo afir-
como la Arqueología o la Antropología? mó que el estilo actuaba ante todo como un medio
3. Etnicidad y estilo: hacia una nueva com- de comunicación entre grupos vecinos, siendo su
prensión principal función el mantenimiento de los límites
Una característica de la New Archaeology había sociales (Fig. 1). Así, los elementos visibles de los
sido el establecimiento de una dicotomía artificial trajes populares yugoslavos tendrían la función de
entre “estilo” y “función”, asociando Binford hacer reconocible a un determinado individuo en
(1962: 220) la etnicidad con el primero: “stylistic una sociedad multiétnica. La teoría de Wobst atri-
variables are most fruitfully studied when questions buía una gran importancia a la visibilidad de los ar-
of ethnic origin, migration, and interaction betwe- tefactos, considerando que los más apropiados para
en groups are the subject of explication”. Desde la transmisión de mensajes estilísticos serían aque-
esta perspectiva se asumía que la forma cerámica llos susceptibles de ser vistos por más individuos.
estaba determinada por funciones utilitarias, siendo Sin embargo, y como mostrarían posteriormente au-
en las variaciones adicionales de tipo no funcional tores como Wiessner (1983) o Lemonnier (1986), la
225
ETNIAS Y CULTURA MATERIAL: UNA MIRADA DESDE LA ETNOARQUEOLOGÍA

identidad étnica no sólo implica la comunicación dad personal o social – una distinción entre estilo
con otros grupos, sino también una identificación “emblemático” (que proporcionaría información so-
personal para la que no hacen falta testigos ajenos. bre la filiación del grupo, es decir, identidad grupal)
Por citar sólo dos ejemplos, Lemonnier (1986) se- y estilo “asertivo” (que haría referencia a la identi-
ñaló que las trampas Anga para casuarios servían dad individual). En su estudio etnoarqueológico so-
como marcadores étnicos, pese a hallarse escondi- bre la variabilidad estilística en las puntas de flecha
das entre la densa vegetación de la selva y ser sólo de los San del Kalahari (Fig. 2), Wiessner (1983)
perceptibles para la propia cultura que las construye pudo mostrar que los diversos estilos se correspon-
y utiliza. Sterner (1989), por su parte, pudo com- dían en buena medida con las divisiones existentes
probar en su estudio sobre los Sirak Bulahay de las entre grupos lingüísticos, por lo que concluyó que
Tierras Altas de Mandara (Camerún) que la cerámi- estarían comunicando etnicidad de forma activa:
ca más decorada, y por lo tanto la más informativa
“for the San, the emblemic style carries a clear
potencialmente, era precisamente la menos visible.
message to members of a linguistic group as to
Entre las primeras críticas que – desde el propio whether arrows come from their own group or a
bando procesual – se realizaron a la artificiosa dis- foreign one. In the former case it signals that the
tinción que había sido establecida entre función y maker also holds similar values. In the latter case,
estilo, resulta obligado citar los trabajos de J. R. the stylistic difference may either signal another set
Sackett (1977, 1985, 1986, 1990). Con el objetivo of values and practices, if the two groups are
de superar las simplificaciones funcionalistas al uso known to each other, or if not, that its maker is for-
y analizar el estilo como una cuestión cultural, este eign and his behavior is unpredictable. For ar-
autor propuso el denominado “modelo isocréstico”, chaeologists, these stylistic differences could be
según el cual cada grupo humano escogería entre used to delimit the boundaries between language
diversas opciones utilitariamente equivalentes aque- groups, but they give no further information about
llas que se encontrarían en concordancia con su degree of contact across them” (ibídem: 269).
propia tradición cultural. Para Sackett la variabili-
El cuestionamiento por parte de Sackett de estas
dad estilística – a la que denomina isochrestic va-
conclusiones llevó a un debate entre ambos investi-
riation – derivaba de la variación en las formas cul-
gadores (Sackett 1985 vs. Wiessner 1985). Si para
turalmente prescritas de hacer las cosas. De este
el primero los estilos “emblemáticos” probablemen-
modo, en el proceso de manufactura de cualquier
te no comunicaban etnicidad de forma activa, sien-
artefacto se verían reflejados patrones específicos
do más bien ejemplos de la “variación isocréstica”
de forma y diseño que caracterizarían étnicamente
por él propuesta, Wiessner contestó con una contra-
al grupo productor.
rréplica en la que reafirmaba las conclusiones de su
A diferencia de Binford y otros procesualistas, trabajo etnoarqueológico.
Sackett rechazó la separación analítica entre aspec-
Si bien las aportaciones de todos estos autores
tos funcionales y no funcionales de la conducta hu-
representaron un importante avance en el desarrollo
mana, señalando que el estilo estaría en todos y
de una nueva comprensión del estilo y, por ende, de
cada uno de los atributos de los objetos. En sus
la cuestión étnica, ninguna resulta comparable a la
propias palabras: “in isochrestic perspective, a but-
realizada por I. Hodder (1977, 1979, 1982). Tras
chering technique may potentially convey as much
haber trabajado durante buena parte de los años
ethnically stylistic variation as a pottery decora-
1970 en Arqueología Espacial, este autor inició una
tion” (Sackett 1986: 630). Por otro lado, y pese a
nueva andadura profesional cuando – a raíz de los
reconocer que el estilo material podía ser ocasional-
trabajos etnoarqueológicos que realizó en el distrito
mente utilizado de forma activa, para él la variación
de Baringo (Kenya), en Zambia y en Sudán – des-
era producto principalmente de una transmisión pa-
cubrió que la cultura material estaba llena de sim-
siva de códigos y conocimientos.
bolismo y, por tanto, significativamente constituida.
Pese a contener reflexiones de indudable inte- Según su concepción, la identidad étnica podía ser
rés, Jones (1997: 122) ha señalado acertadamente expresada tanto en lo mundano como en lo decora-
que el problema de la argumentación de Sackett re- tivo. Además, y en contra de lo afirmado por Wobst
side en asumir que la variación isocréstica puede (1977), Hodder (1982: 55) consideró que estos ele-
ser correlacionada con la etnicidad, cuando en reali- mentos no tenían que tener una especial visibilidad.
dad sería mejor compararla con el concepto de ha-
La publicación en 1977 de sus trabajos etnoar-
bitus de Bourdieu.
queológicos realizados en Baringo significó – junto
De gran importancia resultaron también los tra- con una serie de artículos aparecidos ese mismo año
bajos de P. Wiessner (1983, 1984, 1985), quien es- en el Norwegian Archaeological Review – la intro-
tableció – para enfatizar el rol activo del estilo en la ducción del modelo instrumentalista en Arqueolo-
transmisión de mensajes conscientes sobre la identi- gía. Aunque Hodder (1979, 1982) indicó que la
226
MANUEL A. FERNÁNDEZ GÖTZ

Fig.: 2. Mapa del área de estudio y yacimientos en los que se han documentado flechas (izquierda).
Mapa de grupos lingüísticos San incluidos en el estudio (derecha)
(según Wiessner 1983).

identidad, lejos de constituir sólo una categoría asu- De este modo, y de forma similar a Wiessner,
mida de forma no problemática, era creada simbóli- Hodder (ibídem: 186-187) indicó que el uso de la
camente, encontrándose abierta a la negociación y cultura material en la diferenciación entre grupos
la manipulación, por otro lado también destacó el étnicos autoconscientes podía dar lugar a disconti-
uso activo de la cultura material en situaciones de nuidades en la distribución de ciertos elementos del
contacto y frontera. Especialmente relevante resultó registro, abriendo la posibilidad de una identifica-
su estudio de los límites étnicos en el distrito de Ba- ción arqueológica. Sin embargo, también apuntó
ringo, donde pudo analizar el comportamiento de la que algunos grupos podían elegir estrategias de asi-
etnicidad en un contexto de interacción a través de milación, y que otros mantendrían una identidad ét-
las fronteras. nica que – como mostraba su trabajo sobre los Lozi
en Zambia – no encontraría reflejo en la cultura ma-
Sus resultados permitieron mostrar que, si bien
terial, dando como resultado unos límites étnicos
numerosos elementos de la cultura material permití-
imperceptibles para los arqueólogos.
an establecer diferenciaciones entre grupos étnicos,
otros rasgos cruzaban los límites (Hodder 1982: Finalmente, Hodder (ibídem: 187-188) señaló
58). En todo caso, las fronteras entre los grupos ha- que el análisis de las formas de relación intergrupal
bían sido mantenidas durante varias generaciones, a debía tener en cuenta la vinculación de éstas con la
pesar incluso del movimiento de familias enteras de organización interna de las relaciones sociales en el
una tribu a otra (ibídem: 24). seno de los grupos, así como la estructura de ideas
y conceptos de los mismos. Así, en el caso del dis-
Hodder (1979, 1982: 55) argumentó que las dis-
trito de Baringo las tensiones sociales entre grupos
tinciones en la cultura material eran en parte mante-
de edad desempeñaban un importante papel en el
nidas para justificar la competición intergrupal y la
mantenimiento de los límites étnicos, estando la
reciprocidad negativa, y que estos patrones podían
conservación de éstos organizada como parte de las
aumentar en tiempos de tensión económica. No
estrategias intragrupales.
obstante, también planteó que diferentes grupos po-
dían adoptar distintas estrategias adaptativas ante En este sentido, los estudios realizados por R.
las tensiones políticas y económicas, señalando que: Larick (1986, 1991) entre los Loikop del norte de
“the explanation of those strategies and the way in Kenya han mostrado cómo el estilo de sus lanzas
which material culture is involved in them depend transmite, junto a rasgos étnicos, información sobre
on internally generated symbolic schemes” (Hod- la edad (Fig. 3). Esta cultura material es usada de
der 1982: 186). forma activa, ya que un hombre joven puede mani-
pular su posición entre sus iguales a través de la po-
227
ETNIAS Y CULTURA MATERIAL: UNA MIRADA DESDE LA ETNOARQUEOLOGÍA

Fig.: 3. Lanzas utilizadas por los tres principales grados de edad Loikop (según Larick 1986)

sesión de una forma específica de lanza. El análisis la identidad étnica en Arqueología. Aunque la nat-
de Larick constituye, por tanto, un magnífico ejem- uraleza de la etnicidad no fue explícitamente dis-
plo de que la etnicidad se encuentra estrechamente cutida en detalle en ninguno de estos trabajos, los
imbricada con los demás tipos de identidad social, grupos étnicos se conceptualizaron como grupos de
como son la edad, el género o la clase. Como bien identidad autoconsciente construidos en relación
ha indicado Jones (1997: 85-86): con otros grupos. Además, y recogiendo el testigo
de una argumentación ya desarrollada por el an-
“in any particular analysis it is necessary to
tropólogo noruego F. Barth (1976 [1969]), se re-
consider the intersection of different kinds of iden-
conoció que la expresión de la etnicidad podía estar
tity – ethnic, class, gender and so on – and the
restringida a un limitado elenco de atributos es-
ways in which they become institutionalized in dif-
tilísticos que habían sido asociados con un referente
ferent societies”.
étnico (Jones 1997: 115-116). De este modo, las re-
Por último, resulta necesario hacer referencia al servas que se manifestarían hacia algunos de estos
trabajo de P. Lemonnier (1986) sobre los Anga de trabajos no deben ser óbice para reconocer su papel
Nueva Guinea. Este autor sostuvo, en la misma determinante en la reconsideración de las relaciones
línea que Sackett, que los estilos de tecnología y entre identidad étnica y cultura material.
procesos de producción podían proporcionar tanta
información sobre etnicidad como los propios obje-
tos ya terminados. También señaló que, si bien al- Agradecimientos.
gunas decisiones técnicas servían como marcadores Quiero agradecer al Prof. Alfredo González
étnicos, otras respondían a la mera necesidad econ- Ruibal (Universidad Complutense de Madrid) los
ómica, por lo que su significación resultaba de- numerosos comentarios y referencias que viene
pendiente del contexto. Todo ello recalcando que aportándome en la realización de mis estudios sobre
existen numerosos medios diferentes para expresar etnicidad, así como el haberme proporcionado su
identidad étnica más allá de los objetos. manuscrito aún inédito. Evidentemente, todas las
4. Conclusiones. opiniones y, por supuesto, todos los errores que
pueda haber son de mi única responsabilidad.
Como balance global, puede afirmarse que los
mencionados estudios de autores como Hodder
(1977, 1979, 1982), Wiessner (1983, 1984, 1985) o
5. Bibliografía.
Larick (1986, 1991) permitieron destacar el papel
BARTH, F.
activo del estilo en la expresión de la identidad y en 1976 [1969]“Introducción”. En F. Barth (ed.), Los grupos étni-
la negociación de las relaciones sociales, represent- cos y sus fronteras. La organización social de las
ando así un importante desarrollo en el análisis de diferencias culturales. Fondo de Cultura Económi-
228
MANUEL A. FERNÁNDEZ GÖTZ

ca, México: 9-49. LEMONNIER, P.


BINFORD, L. R. 1986 “The study of material culture today: toward an an-
1962 “Archaeology as Anthropology”. American Anti- thropology of technical systems”. Journal of An-
quity 28: 217-225. thropological Archaeology 5: 147-186.
BOGATYREV, P. SACKETT, J. R.
1971 [1937]The Functions of Folk Costume in Moravian Slov- 1977 “The meaning of style in archaeology: a general
akia. Mouton, La Haya. model”. American Antiquity 42 (3): 369-380.
BRATHER, S. 1985 “Style and ethnicity in the Kalahari: a reply to
2004 Ethnische Interpretationen in der frühgeschichtli- Wiessner”. American Antiquity 50 (1): 154-159.
chen Archäologie. Geschichte, Grundlagen und 1986 “Style, function, and assemblage variability: a
Alternativen. RGA Ergänzungsbd. 42, Berlín/Nue- reply to Binford”. American Antiquity 51 (3):
va York. 628-634.
CHILDE, V. G. 1990 “Style and ethnicity in archaeology: the case for
1929 The Danube in Prehistory. Clarendon Press, Ox- isochrestism”. En M. W. Conkey y Chr. A. Hastorf
ford. (eds.), The Uses of Style in Archaeology. Cam-
DEMOULE, J.-P. bridge University Press, Cambridge: 32-43.
1994 “La céramique comme marqueur social: variabilité STERNER, J.
spatiale et chronologique”. Terre cuite et société. 1989 “Who is signalling whom? Ceramic style, ethnicity
La céramique, document technique, économique, and taphonomy among the Sirak Bulahay”. An-
culturel (Actes des Rencontres 21-22-23 octobre tiquity 63: 451-459.
1993). XIV Rencontres Internationales WIESSNER, P.
d'Archéologie et d'Histoire d'Antibes. Éditions 1983 “Style and Social Information in Kalahari San Pro-
APDCA – Juan-les-Pins: 473-492. jectile Points”. American Antiquity 48 (2):
FERNÁNDEZ GÖTZ, M. A. 253-276.
2008 La construcción arqueológica de la etnicidad. 1984 “Reconsidering the Behavioural Basis for Style: A
Noia: Editorial Toxosoutos. Case Study among the Kalahari San”. Journal of
GONZÁLEZ RUIBAL, A. Anthropological Archaeology 3: 190-234.
2003 La experiencia del Otro. Una introducción a la et- 1985 “Style or Isochrestic Variation? A Reply to Sa-ck-
noarqueología. Akal, Madrid. ett”. American Antiquity 50 (1): 160-166.
2006 “El giro poscolonial: hacia una etnoarqueología WOBST, M.
crítica”. En Departament d'Arqueologia i Antropo- 1977 “Stylistic Behavior and Information Exchange”. En
logia. Institució Milà i Fontanals - CSIC (eds.), Et- C. E. Cleland (ed.), For the Director: research e-
noarqueología de la Prehistoria: Más allá de la ssays in honor of James B. Griffin. University of
analogía. Treballs d'Etnoarqueologia 6, CSIC, Ma- Michigan, Ann Arbor: 317-342.
drid: 41-59.
e. p. “De la Etnoarqueología a la Arqueología del pre-
sente”.
HERNANDO GONZALO, A.
1995 “La Etnoarqueología, hoy: una vía eficaz de apro-
ximación al pasado”. Trabajos de Prehistoria 52
(2): 15-30.
HODDER, I.
1977 “A study in ethnoarchaeology in western Kenya”.
En M. Spriggs (ed.), Archaeology and Anthropo-
logy: Areas of Mutual Interest. BAR Supplement-
ary Series 19, Oxford: 117-142.
1979 “Economic and social stress and material culture
patterning”. American Antiquity 44 (3): 446-454.
1982 Symbols in action. Ethnoarchaeological studies of
material culture. Cambridge University Press,
Cambridge.
JONES, S.
1997 The Archaeology of Ethnicity. Constructing iden-
tities in the past and present. Routledge, Londres/
Nueva York.
KOSSINNA, G.
1911 Die Herkunft der Germanen. Zur Methode der
Siedlungsarchäologie. Mannus-Bibliothek 6,
Würzburg.
LARICK, R.
1986 “Age grading and ethnicity in the style of Loikop
(Samburu) spears”. World Archaeology 18 (2):
269-283.
1991 “Warriors and blacksmiths: mediating ethnicity in
East African spears”. Journal of Anthropological
Archaeology 10: 299-331.
LÉVI-STRAUSS, C.
1955 Tristes tropiques. Plon, París.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 229-236

ETNOARQUEOLOGIA EN LOS TIEMPOS QUE CORREN

Juan Martín Dabezies


Universidad de Santiago de Compostela-Laboratorio de Arqueolo-
gía del Paisaje (IEGPS-CSIC); tincho48@yahoo.com
Nicolás Gazzán
Laboratorio de Arqueología. Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación, (Uruguay); ngazzan@gmail.com

RESUMEN

En este trabajo expondremos los resultados de una actividad de arqueología experimental guiada por
una actividad previa de etnoarqueología en las Tierras Bajas del Este del Uruguay, dominadas por amplias
extensiones de palmares. Se trata del procesamiento del fruto de la palma Butiá capitata, cuyo consumo ha
sido registrado en las poblaciones prehistóricas de la zona, tras más de 20 años de excavaciones arqueológi-
cas. En base a la etnoarqueología se registraron los usos actuales del fruto y se registro una técnica de proce-
samiento en donde las herramientas líticas (“rompecocos”) utilizadas presentan una morfología muy similar a
las encontradas en el registro arqueológico. Se llevó a cabo una experimentación sobre estas técnicas de pro-
cesamiento y luego una valoración de la actividad y un análisis de trazas de uso.

ABSTRACT

In this work we will expose the results of an activity of experimental archaeology guided by a previ-
ous activity of ethnoarchaeology in the Eastern Lowlands of Uruguay, dominated by vast expanses of palm.
This is about the processing of the fruit of the palm Butiá capitata, whose consumption has been recorded in
the prehistoric populations of the area after more than 20 years of archaeological excavations. Based on the
ethnoarchaeology were recorded current uses of the fruit and registration of a technique for processing, where
lithic tools (“rompecocos”) have used a morphology very similar to those found in the archaeological record.
An experimentation was carried out on these skills of processing and then a valuation of the activity and an
analysis of traces of use.

Palabras Clave: Experimentación. Etnoarqueologia. Recursos vegetales.

Keywords: Experimentation. Ethnoarchaeology. Plant resources.

1. El estudio del material lítico en Arqueolo- El uso de un artefacto de molienda puede ser
gía y la importancia del enfoque funcional. considerado como el cambio físico de una sustancia
Si queremos ir más allá de la funcionalidad po- como consecuencia la acción mecánica de un arte-
tencial de un instrumento, es decir saber más direc- facto sobre esta sustancia, gracias a la aplicación de
tamente aspectos sobre su uso, independientemente una fuerza ejercida por el hombre, de un modo par-
de su intencionalidad prevista (aspecto enfocado ticular.
principalmente desde perspectivas tecnológicas), Por lo tanto, los rastros materiales que quedan
llevar a cabo un análisis funcional es lo más perti- de esta acción (uso o en concreto procesamiento)
nente (Castro, 1997:72). estarán a nivel del artefacto y de la sustancia (y
La historia de vida de los artefactos líticos pro- también en la persona que ejerce la acción, pero en
puesta por Schiffer (1972) resume las conductas in- este caso esa línea nos aparta del camino que segui-
volucradas en las actividades que “dan vida” a estos remos). En este sentido, estos dos tipos de huellas,
artefactos en un contexto sistémico. Todo instru- son indicadores directos de la acción.
mento arqueológico es el resultado de una cadena 1.1. Evidencias de uso en artefactos de mo-
gestual que implica decisiones y selecciones a nivel lienda.
cultural, y gestos técnicos en tanto su obtención, fa-
Los dos tipos de evidencias directas de uso en
bricación y utilización (Mansur, 1986-90:116).
artefactos de molienda pueden referirse a “residuos
El aspecto central de este trabajo es aportar in- de uso” o “rastros de uso”. Los primeros son restos
formación en base a un breve trabajo etnoarqueoló- de las sustancias trabajadas y pueden ser orgánicos
gico y expermiental para comprender de manera di- o inorgánicos. Los orgánicos pueden ser de origen
recta el uso de los artefactos de molienda. vegetal o animal, mientras que los inorgánicos son

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
230
JUAN MARTÍN DABEZIES – NICOLÁS GAZZÁN

los restos de agregados o sustancias minerales (p.e. Existen dos modalidades diferentes de experi-
pigmentos). mentación, una analítica o mecánica, y otra sintética
o imitativa (Richards 1988; Mazo Pérez 1997). Se-
Estos restos de uso pueden ser macroscópicos o
gún Mazo Pérez (1997) la experimentación analíti-
microscópicos. Los macroscópicos son aquellos ob-
ca o mecánica no consistiría en una simulación es-
servables a simple vista o a bajos aumentos. Solo se
tricta del proceso laboral sino mas bien el énfasis se
conservan en sitios con condiciones ambientales
pone en el control de las variables cuyos resultados
particulares. Para su estudio se deben tener en cuen-
serían de difícil traslado a lo arqueológico, ya que
ta las posibles contaminaciones postdeposicionales
su aportación sería netamente teórica y orientativa.
de la matriz sedimentaria (Babot, 1999:79).
El segundo tipo de experimentación, proporciona al
Los restos microscópicos son inclusiones del analista un conocimiento fundamental “sobre ges-
material procesado que queda en las irregularidades tos, utilizaciones normativas de los artefactos, efi-
de las zonas activas, como ser estrías, microfractu- cacias, rendimientos, etc., que en ningún otro caso
ras, porosidades, etc (Babot, 1999:78-79), incluido pueden obtenerse de la otra manera” (Mazo Pérez
en la capa del micropulido (Mansur-Franchomme, 1997:17). En este caso particular optamos por esta
et. al., 1987-1988). Existen diversos tipos de micro- última, ya que en el marco de este análisis se priori-
rrestos, como lo son fitolitos, ácidos grasos, minera- za el tipo de información al que se puede acceder a
les, etc. También se deben tomar precauciones a la partir de la experimentación sintética o imitativa so-
hora de su análisis por la probable contaminación bre la analítica o mecánica.
de la matriz sedimentaria.
2. Antecedentes arqueológicos de la zona
Las huellas de uso son ocasionadas por la inte- de estudio.
racción del material con la sustancia procesada. To- La zona de las Tierras Bajas de la Cuenca de la
das las huellas de uso se manifiestan de una manera Laguna Merín se caracteriza, a nivel arqueológico,
doble: modifican la forma de la piedra y producen por la presencia de los popularmente llamados Ce-
una disminución de su volumen (Semenov, rritos de Indios. El interés arqueológico por estas
1981:30). particularidades del paisaje se remonta a finales del
1.2. El uso de la analogía y la Arqueología Ex- siglo XIX, cuando llaman la atención de J. H. Fi-
perimental. gueiras (1892). A partir de ese momento hasta prin-
cipios de los 80 se intentó dar cuenta de este fenó-
La Etnoarqueología y la Arqueología no son
meno desde posiciones un tanto aficionadas. Al día
sustitutos de teorías arqueológicas ni antropológi-
de hoy numerosos proyectos se han dedicado a este
cas, sino que son parte de éstas (Gándara, 1989:46);
fenómeno, dando lugar a una importante y sólida
son guías en la elaboración de hipótesis, las cuales
producción científica (Bracco et. al., 2000).
deben ser contrastadas con el registro arqueológico
(Gándara, 1989; Babot, 1999, 2000, 2001a, 2001b; Los habitantes del Holoceno Medio eran, bási-
Babot, Larrahona, 2001). camente, cazadores, recolectores y pescadores, con
un contacto fluido con la costa oceánica, en la cual
Ambas subdisciplinas están basadas en el razo-
fue de suma importancia la caza de mamíferos ma-
namiento por analogía, el cual puede ser definido
rinos complementada con la pesca, la captura de ba-
como “the transportation of information from one
llenas, franciscanas, moluscos y bivalvos. En el
objet to another on the basis of some relation of
continente, la caza se centró en cérvidos, venados y
comparability between them” (Umenov, 1970;
animales de menor porte (López, 2001:243). Entre
Wyle, 1980; en Hodder, 1982:16). Esto significa
el III y el II milenio AP ocurre un descenso de las
que si en un contexto X conozco las propiedades a,
tierras inundables, liberándose terreno habitable
b, c, d, y en un contexto Z conozco las propiedades
donde se construyen nuevos túmulos. Este evento,
a, b, c, es muy probable que la propiedad “d” esté
que se da paralelamente a la reutilización de túmu-
presente en el contexto Z. Así, son denominados el
los ya existentes, cambios en la dieta (amplio espec-
contexto X como contexto fuente de la analogía, y
tro) y aparición de la cerámica, expresa una mayor
el contexto Z como contexto objeto de la analogía
territorialidad (López, 1998:639).
(Gándara, 1989:53).
Uno de los cambios más importantes de este pe-
La Arqueología Experimental es una herramien-
ríodo es la explotación de ciertos “cultígenos clási-
ta heurística, ya que tiene como finalidad ayudar a
cos para América”, como maíz (Zea mays), zapallo
interpretar el registro arqueológico. Ésta se ha cen-
(Cucúrbita), porotos (Phaseolus) y tubérculos
trado básicamente, por un lado en la comprensión
(Canna) (Iriarte et al, 2004).
de las técnicas involucradas en la elaboración de los
artefactos líticos, y por el otro, en la función que és- Paralelamente a estos cambios económicos ocu-
tos cumplían en los sistemas socioculturales pretéri- rre un cambio tecnológico. Se le suma a la industria
tos. de talla (puntas de proyectil, raspadores, raederas)
231
ETNOARQUEOLOGÍA EN LOS TIEMPOS QUE CORREN

la tecnología de abrasión y pulido, como es el caso este material lítico tan poco consistente (la incon-
de los morteros, los cuales “muestran” (López, sistencia puede estar relacionada a la manufactura:
2001:244) o “sugieren” (López, et al, 2002) el más fácil) y fundamentalmente la no existencia de
procesamiento de recursos vegetales, como es el coquitos en esta zona1, nos animó a pensar en una
caso de los rompecocos, los cuales, según algunas investigación a fondo del asunto, tratando de reco-
crónicas, podrían estar asociados al procesamiento pilar antecedentes...y determinar (aunque sea some-
especializado (elaboración de harina) de los frutos ramente), si en realidad en todas las zonas y todos
de Butiá capitata (César, 1981, en López, los tipos de piedras con hoyuelos tuvieron idéntica
2001:244). utilidad” (Boretto, 1970:3-4).
La elaboración de artefactos de molienda y su En cuanto al rompecocos, se centra en la rela-
utilización para el procesamiento de recursos vege- ción forma-función poniendo en tela de juicio la
tales, son elementos claves en la comprensión de la función tradicionalmente atribuida. El autor señala
relación hombre/medio ambiente y hombre/hombre. que la materia prima de este tipo de herramientas
Estos elementos, conjuntamente con los cambios debe ser lo suficientemente tenaz para soportar los
económicos señalados arriba, son indicadores de la golpes que se ejercen para quebrar el coquito pero
emergencia de la complejidad cultural de socieda- que debe ser lo suficientemente blanda para permi-
des cazadoras-recolectoras-pescadoras. tir cavar el/los hoyuelos. En lo concerniente a las
técnicas empleadas en la elaboración de los hoyue-
Con la finalidad de dimensionar el papel de los
los y en cuanto a las dimensiones y morfología de
recursos vegetales, a partir de los 90 se realizaron
estas depresiones, el autor nos dice que el pulido re-
los primeros estudios de silicofitolitos (partículas
sultaría una técnica innecesaria dado que es sufi-
biosilíceas de origen vegetal con un alto potencial
ciente con lograr una pequeña depresión cónica (en
de conservación y valor diagnóstico). Estos prime-
oposición a las cilíndricas generadas por el pulido)
ros trabajos se centraron en el estudio de muestras
realizable mediante picoteo. Entonces, los supues-
de sedimentos y tenían como objetivo determinar la
tos rompecocos que presenten sus hoyuelos pulidos
presencia/ausencia de vegetales explotados por es-
deben haber sido destinados para otra función, aun-
tos grupos, obteniéndose como resultado la presen-
que no descarta que el pulido haya sido originado
cia de cultígenos típicos para la región, como Zea
por el uso mismo (Boretto, 1970).
mays, Cucúrbita spp. y Phaesolus vulgaris (Olivero
y Campos, 2001). Pero más allá de estos cultígenos, Para finalizar, el autor propone otras funciones
y la abundante presencia de fitolitos de Butiá capi- alternativas de las piedras con hoyuelos, tales
tata, recientemente se ha reportado la presencia de como: desgastadores, sobadores (caracterizados por
varias especies silvestres en contextos arqueológi- una cara cóncava con impregnaciones de grasitud),
cos, como por ejemplo achira (Canna glauca), toto- pequeños morteros y molinos, y “batedores” con
ra (Thypha dominguensis) y juncos (Cyperus spp. y depresiones (percutores con depresiones utilizados
Scirpus spp.) (del Puerto, Inda, 2003; Iriarte, et al., para quebrar cocos). También destaca la posibilidad
2004). de que estas herramientas tengan varias funciones
lo cual dificultaría la interpretación funcional (Bo-
Los únicos antecedentes específicos respecto al
retto, 1970).
análisis de microvestigios vegetales en artefactos de
molienda, corresponde al trabajo realizado por Cap- 3. Actividades y resultados.
depont y colaboradores (2005), y el de Iriarte y co- En parte de la zona de las Tierras Bajas de Ro-
laboradores (2004). cha, donde se encuentran los cerritos de indios
Como antecedente específico sobre la funciona- (Bracco, et al, 2000; López, 1998, 2001 2), se ex-
lidad de estos artefactos, los trabajos de René Bo- tienden diversas áreas de palmares de Butiá capita-
retto han sido los pioneros en la zona de Argentina, ta, con densidades de palmas que pueden variar en-
Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. En términos ge- tre 50 y 500 palmas por hectárea. Este palmar está
nerales el autor pone en tela de juicio la funcionali- en peligro de desaparición ya que no tiene capaci-
dad universal atribuida a las “piedras con hoyuelos” dad de reproducirse por causa de la explotación
o “rompecocos”, también llamadas “quebra-nozes” arrocera (inundación de campos de palmares) o ga-
o “pedras com cuvinhas” en Brasil (Boretto, 1970). nadera (el ganado come palmas en crecimiento).
Asociado a estos palmares existen usos tradiciona-
En este sentido el autor señala que “al haberse les que se extienden desde tiempos prehistóricos
descubierto esta utilidad mencionada, hizo descan- como el consumo de su fruto, históricos como los
sar a los investigadores, quienes al hallarse frente a 1
Se refiere a las excavaciones realizadas por Bernal durante
un elemento de estas características, lo clasificaban
el año 1969 en Nuevo Berlin, Dpto de Río Negro, Uruguay.
directamente como “rompecocos” ó similares... 2
Existen muchas publicaciones sobre los cerritos de indios
(pero)…la incomodidad para quebrar cocos con de Rocha, producto de más de 20 años de trabajos en la
zona.
232
JUAN MARTÍN DABEZIES – NICOLÁS GAZZÁN

corrales de palmas y diversos usos actuales (Buffa, dos, también se llevan a cabo tareas de quinchado
1992; Cardoso, 1995). con la hoja entera y extracción de fibras. El quin-
chado con estas hojas puede ser realizado de dos
En este trabajo se llevaron a cabo actividades de
maneras: colocando unas hojas sobre otras sin en-
relevamiento de estos usos actuales del palmar,
trelazado, o quinchando las hojas, formando una su-
atendiendo principalmente a la cultura material y a
perficie que es totalmente impermeable.
los procesos de trabajo involucrados. También se
realizó una experimentación con rompecocos utili-
zados por estas personas, seguido todo esto por
análisis de evidencias de uso.
3.1. Sobre la Etnoarqueología.
Se trabajó con cinco productores locales, en dos
campañas de campo diferentes, de la zona denomi-
nada “Vuelta del Palmar”, Departamento de Rocha,
Uruguay. Se realizaron dos estancias de una semana
con visitas a dos de las familias involucradas. Bási-
camente se llevaron a cabo entrevistas y se realiza-
ron observaciones de las actividades realizadas por
estos productores. Cabe aclarar que no se puede ha- Fig.: 1. Detalle de un quinchado.
blar de una etnografía densa, ya que no eran los ob- La primer técnica es utilizada frecuentemente
jetivos de este trabajo, sino que se manejaron técni- para techar galpones, chiqueros, etc. ya que es muy
cas etnográficas pero en base a los objetivos parti- sencilla. La segunda técnica no es muy utilizada
culares del trabajo, que era abordar la dimensión porque es un tanto compleja y no existen muchas
económico-productiva de estos artefactos materia- personas vivas que conozca la técnica. De todos
les. modos fue posible realizar un registro fotográfico
Los productores con los cuales se trabajó utili- de un quincho con hojas de palma, ubicado en el
zan la hoja y el fruto de la palma, aunque existen Balneario Aguas Dulces. Según los propietarios del
datos históricos sobre la utilización del tronco y de lugar donde está presente este quincho, se trata de
la médula (Cardoso, 1995). También hay registros un techado totalmente impermeable con una dura-
de la utilización de los troncos de las palmas para la ción promedio de 8-10 años, dependiendo de la in-
elaboración de los corrales, los cuales serían elabo- clinación y de los cuidados que se le otorguen (Fig.
rados con las palmas vivas. Por otro lado la explo- 1).
tación de la médula para elaborar la “miel de Butiá” La otra manera de utilización de la hoja de pal-
es un hecho conocido por todos los informantes. La ma es la extracción de fibras. Si bien los entrevista-
extracción de la miel de Butiá actualmente está dos señalaron que no es una actividad que sea reali-
prohibida por Ley (9.872) ya que implica la muerte zada muy comúnmente, en ocasiones se utilizan en
de la palma. la elaboración de artesanías. El otro uso de las fi-
Otro dato que también fue aportado por los in- bras, aunque ninguno de ellos lo hace actualmente,
formantes pero que a su vez está documentado, es es en la manufactura de calzados (p.e. para la suela
la extracción de aceite de la almendra del fruto. de las alpargatas, calzado típico del Uruguay), para
Esta actividad fue desarrollada industrialmente por confeccionar felpudos, relleno de colchones, etc.
la fábrica COCOPALM, de la cual formaron parte La parte de la palma más utilizada por estos
algunos familiares de los entrevistados. La obten- productores es el fruto, los cuales son cosechados
ción del aceite era realizada rompiendo los frutos entre los meses de febrero y abril. Por lo general no
secos (endocarpio), sin pulpa (mesocarpio) y luego son muchas las personas que participan en la cose-
separando la cáscara de la almendra por flotación. cha (cinco aproximadamente), ya que el volumen
Con la almendra se obtenía aceite y con la cáscara de producción no es muy alto.
se alimentaban los fuegos de la fábrica.
La técnica empleada en la cosecha consiste en
Según indicaron los entrevistados, la colecta de colocar bajo la palma a cosechar una tela que impi-
los frutos implicaba un operativo de decenas de da la dispersión de los frutos, los cuales son “baja-
personas que “limpiaban el palmar”, recogiendo los dos” de la palma con un palo largo que tiene un ele-
frutos del suelo y cortando los cachos de las palme- mento cortante en un extremo (Fig. 2A). De esta
ras. Luego los frutos eran llevados en carros tirados manera el “cacho” con los frutos cae sobre la tela
por caballos hasta la fábrica. para luego ser colocados en el medio de transporte
La hoja de palma es utilizada en ocasiones (generalmente un carro) (Fig. 2B).
como forraje, aunque según señalan los entrevista-
233
ETNOARQUEOLOGÍA EN LOS TIEMPOS QUE CORREN

El rendimiento de cada palmera es de 2 a 5 ca- cava. Luego de repetir la acción varias veces se va
chos, lo cual estiman son unos 15-20 kg de fruto generando la concavidad, la cual en ningún caso fue
por palma. Existe una selección (no muy importan- elaborada intencionalmente. Según uno de los infor-
te) de las palmas a cosechar basada en el color de mantes, en una temporada es suficiente para que se
los frutos. genere la concavidad (Ver figura 3).
3.2. Sobre la Arqueología Experimental
La etapa experimental se realizó en lo que con-
cierne al procesamiento del fruto, ya que es en base
a lo cual existen mayores vinculaciones a nivel ar-
queológico. El fruto es de forma ovoide-subglobu-
loso, presenta un color que varía de amarillo a rojo,
y está compuesto por un exocarpo delgado, un me-
socarpo grueso y un endocarpo lignificado. Los fru-
tos son comestibles y maduran entre los meses de
marzo y abril. El endocarpo (coquito) posee de una
a tres cavidades carpelares (normalmente tres).
Fig.: 2. Actividad de extracción de coquitos de la palma.
Cada cavidad carpelar contiene una semilla aceitosa
En cuanto a los productos que se obtienen del (llamada localmente nuez o almendra) y presenta un
fruto de la palma, podemos diferenciar dos tipos se- poro germinativo3.
gún sean elaborados con la pulpa o con la almen-
dra. Dentro de los elaborados con la pulpa está la La experimentación se llevó a cabo utilizando
“miel de Butiá” (no es la miel de abejas ni miel ela- como insumo fundamental el trabajo etnoarqueoló-
borada con la médula mencionada anteriormente, es gico, a través del cual se pudieron conocer, aislar y
simplemente una jalea), dulce de corte, caramelos, definir las variables implicadas en el procesamiento
guindados, licores, etc. Si bien estos productos ge- del fruto.
neralmente son elaborados inmediatamente después Se utilizaron 120g de coquitos en estado seco y
de la cosecha, en ocasiones los frutos con la pulpa 105g en estado verde. Los frutos utilizados fueron
son conservados en frío o con azúcar, y sellados. recogidos en el mes de abril, en Montevideo. En su
Como es evidente este tipo de productos deriva- mayoría se encontraban dispersos en el suelo, aun-
dos de la pulpa del fruto no son de mucho valor que algunos se extrajeron de la propia palma. Para
como evidencia arqueológica por su poca visibili- su procesamiento, se utilizan dos manos y un mor-
dad en el registro arqueológico. No es este el caso tero de granito, pertenecientes a los productores con
del café de coco elaborado por estas personas con los que se realizo la fase etnoarqueológica.
artefactos de piedra que ellos mismos denominan La actividad fue realizada según lo observado
rompecocos y que son muy similares a los arqueo- en la primer instancia de este trabajo, cuya finalidad
lógicos. es la de romper el coquito de Butiá y poder extraer
Para la elaboración de este producto los frutos la “nuez”. Los coquitos se colocan en el mortero y
deben estar sin pulpa, por lo que los frutos más ap- se golpean con la “mano”. Se realizaron dos experi-
tos son los regurgitados por el ganado bovino, los mentos, el primero con coquitos verdes y el segun-
cuales a su vez están dispuestos en conjuntos tor- do con coquitos secos. En cuanto al tiempo, se con-
nándose más fácil su recolección. La técnica de ela- trolan los minutos de duración de la experimenta-
boración consiste en romper los frutos con dos pie- ción, y el análisis mesoscópico (menos de 100x) se
dras y colocar el producto (cáscara y almendra) en realiza una vez que la actividad experimental finali-
un recipiente. En otro momento se separa la cáscara za.
de la almendra, desechándose la primera, mientras La experimentación con coquitos verdes es rea-
que la segunda, rica en aceite, se deja secar y luego lizada en setenta y dos minutos, utilizándose 105
se tuesta, finalizando el proceso con la molienda, gramos de Butiá en estado verde. Por otro lado, la
para la cual se utiliza un molinillo pequeño similar experimentación con semillas secas es realizada en
al de café. Según uno de los entrevistados, romper treinta minutos, se utilizan 120 gramos de coquitos
la cantidad de frutos contenidos en un balde de 10 de Butiá en estado maduro.
lts., lleva un tiempo de 1 hora aproximadamente. La
tarea fue descripta por los mismos como sencilla Al finalizar la experimentación se pesan las se-
técnicamente pero agotadora. millas obtenidas separándose por un lado aquellas
extraídas de coquitos secos y las de coquitos verdes
Las partes pasivas de los artefactos líticos utili-
zados para romper los coquitos son basaltos o gra- 3
http://www.fagro.edu.uy/~butia/indexnuevo%20la%20es-
nitos que presentan una cara plana o levemente cón- pecie.htm.
234
JUAN MARTÍN DABEZIES – NICOLÁS GAZZÁN

por otro. Por un lado se obtuvieron 10 gramos de


semillas “verdes” y por otro se obtuvieron 21,5 gra-
mos de semillas “secas”.
De los siguientes experimentos se desprende
que se da un mayor aprovechamiento del tiempo y
un mejor rendimiento con los coquitos secos ya que
estos se rompen en general con un solo golpe y la
semilla se extrae entera. Por otro lado, con los co-
quitos verdes, en general la extracción de la semilla
lleva más de un golpe y en muy pocas oportunida-
des se extrae entera. En cuanto a los coquitos secos,
si el golpe fue certero, el desprendimiento de la se-
milla se realiza prácticamente solo, mientras que en manos utilizadas, se observa que la zona que pre-
los coquitos verdes se demora mas tiempo separan- senta pulido es aquella próxima a la concavidad de
do la nuez de la cáscara. Esto genera que el proceso la misma, zona que es la que toma contacto con los
tome más tiempo y que el desperdicio de semilla coquitos, la cual apenas presenta zonas pulidas, pre-
sea mayor. sentando mayormente algunos picoteados.

El principal obstáculo del trabajo con los frutos En cuanto al mortero, se discriminan cinco zo-
secos es que un gran porcentaje estaban en mal es- nas, las cuales se analizan por separado (Fig.4).
tado, por lo cual no eran aprovechables, aunque de
todas formas, como lo evidencian los resultados, re-
sultó ser una actividad mucho más eficiente que la
realizada con los frutos verdes.
La cadena de trabajo, consiste en una serie de
pasos que involucra en primer lugar la fractura del
coquito para la extracción de la nuez, una vez extra-
ída se separa para que no se mezcle con los resi-
duos generados (cáscaras fracturadas, trozos de
nuez triturada). Esta actividad resultó más efectiva
cuando fue realizada tal cual nos sugirieron los pro-
ductores, entre dos personas, ya que de esta forma
se realizaban las dos tareas de forma paralela, mien-
Fig.: 4. Detalle de mortero luego de actividad.
tras uno rompía coquitos el otro se dedicaba a sepa-
rar las nueces. Cabe destacar que tal como lo expre- Las primeras tres zonas corresponde a los hoyos
saron los productores de Butiá, la actividad resulto que se encuentran en el mortero. Estos hoyos sirven
mas efectiva cuando procesamos mas de un coquito para colocar los coquitos, evitando de esta manera
a la vez, de forma que la fuerza del golpe se distri- que se muevan y a su vez permiten un mayor con-
buye entre mas puntos generando una fractura de la trol del golpe. Esta zona es donde se observa un
cáscara mas controlada, obteniendo en la mayoría pulido mas intenso que en el resto de la pieza (Fig.
de los casos la nuez entera. 5). Este pulido abarca más del 80 por ciento de la
Fig.: 3. Mano de mayor tamaño.
superficie de cada uno de los tres.

Se utilizaron dos manos, de diferentes tamaños.


Pudimos comprobar que se realiza mejor la activi-
dad cuando trabajábamos con la mano más grande
ya que se aprovecha mejor la inercia generada por
el movimiento (Fig. 3). No obstante, esto genera un
mayor cansancio debido al mayor peso de esta
mano.
La actividad desarrollada genera una superficie
aceitosa en el mortero, debido a la riqueza de aceite
vegetal que posee este tipo de coquito (Fig. 6).
Como veremos más adelante, esto influye significa-
tivamente en el pulido de las zonas en donde toma Fig.: 5. Detalle de pulido en hoyo. Fotografía tomada a
mayor contacto este aceite. 100x.

Sobre los análisis mesoscópicos de una de las


235
ETNOARQUEOLOGÍA EN LOS TIEMPOS QUE CORREN

En la zona cuatro se observan principalmente actividad no individual, aunque actualmente está


esquirlamientos y algunas estrías, siendo la zona siendo abandonada por su poca rentabilidad, trans-
donde aparecen con mayor frecuencia este tipo de formándose en una práctica llevada a cabo general-
traza. Por otro lado, el pulido alcanza el 30 por mente por una o dos personas que se encargan de
ciento. las diferentes etapas. No debemos olvidar que en
ocasiones se trata de una actividad que en parte es
La zona cinco presenta un pulido de aproxima-
llevada a cabo por los niños, fundamentalmente en
damente el 70 por ciento, presentando también es-
lo que concierne a la separación de la cáscara de la
quirlamientos y algunas estrías.
nuez.
En la zona seis se observan unas pocas estrías y
En cuanto a las trazas de uso, creemos que es
esquirlamientos y el pulido abarca un 30 por ciento.
posible afirmar que el pulido de los hoyuelos y de
Por último cabe destacar, que a partir de lo ob- las zonas inmediatamente próximas, puede ser ge-
servado en la experimentación y luego de analizado nerado por la constante actividad de percutir sobre
con lupa binocular, se pudieron relacionar las zonas los coquitos, los cuales al desprender aceite y amor-
que presentan esquirlamientos, concentrándose bá- tiguar el golpe, funcionarían como los generadores
sicamente en las zonas 4 y 5 del mortero, con aque- de ese tipo de trazas. Por otra parte, la presencia de
llas zonas donde se da un menor control del golpe. otros tipos de trazas en otras zonas de las piezas nos
De esta forma se producen golpes no previstos que permiten referirnos a que es necesario ampliar la
generan este tipo de traza. Por otro lado, hay una mirada hacia otras zonas de la pieza que no son los
relación directa entre las zonas de mayor pulido con hoyuelos ni las inmediatamente próximas. Conside-
aquellas zonas que quedan más humedecidas por el rando esto, es posible entender en mejor medida
aceite desprendido por los coquitos al ser golpea- aspectos sobre las manos utilizadas y, en combina-
dos. ción con las morfologías y trazas concretas de las
zonas más activas del artefacto, el grado de especia-
lización del mismo (Risch, 1998:112).

5. Bibliografía.
BABOT, P.
1999 “Un estudio de artefactos de molienda. Casos del
Formativo”. Trabajo Final de la Carrera de Ar-
queología. Facultad de Ciencias Naturales. Univer-
sidad Nacional de Tucumán. Tucumán. Argentina.
2000 “Recolectar para moler. Casos actuales de interés ar-
queológico en el noroeste argentino” En los Tres
Reinos: Prácticas de Recolección en el Cono Sur
de América. En ASCHERO, C., KORSTANJE, M.
y VUOTO, P. (Eds.). pp 161-170 Ediciones Mag-
na. Tucumán. Argentina.
Fig.: 6. Mortero humedecido por aceite de Butiá. 2001a “Almidones y fitolitos: desentrañando el papel fun-
cional de los artefactos de molienda
4. Consideraciones finales. arqueológicos” XIV Congreso Nacional de Arque-
ología Argentina. Universidad Nacional de Rosa-
La actividad en su conjunto debe ser valorada rio. Rosario. Argentina. En Prensa.
positivamente, aunque una participación directa en 2001b “La molienda de vegetales almidonosos en el noro-
la época de cosecha y procesamiento engrosaría las este argentino prehispánico” XI Simposio Argenti-
no de Paleobotánica y Palinología. Nº8, pp59-64.
posibilidades heurísticas del trabajo etnoarqueoló- Bs As. Argentina.
gico, y también permitiría vincular otras dimensio- BABOT, P., LARRAHONA, P.
nes de orden diferente al económico productivo. 2001 “Artefactos de molienda y materias primas en los va-
lles del Noroeste. Actas del XIV Congreso Nacio-
Como vimos el uso de la palma Butiá capitata nal de Arqueología Argentina. Rosario. Argentina.
BORETTO, R.
es una actividad que se extiende desde tiempos 1970 “Recopilación de antecedentes sobre “Piedras con
prehistóricos hasta la actualidad. En esta aproxima- Hoyuelos” de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y
ción a la comprensión de los usos actuales, para po- Uruguay”. Museo Municipal de Historia Natural
de Río Negro, Uruguay.
der generar hipótesis exploradas con la experimen- BRACCO, R., CABRERA, L., LOPEZ, J.M.
tación, fue posible establecer algunas puntualizacio- 2000 “La Prehistória de las Tierras Bajas de la Cuenca de
nes respecto a las trazas generadas y a los esfuerzos la Laguna Merin” Simposio Internacional de Ar-
queología de las Tierras Bajas. Editado por A.
involucrados. DURAN y R. BRACCO. pp 13-38 Ministerio de
Educación y Cultura. Montevideo.
De acuerdo a las valoraciones de ambas activi- BUFFA, V.
dades, debemos señalar que la actividad de romper 1992 “El Palmar en la Prehistoria del este del Uruguay”
los coquitos de Butiá, debe ser entendida como una Taller I de Arqueología. Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación-UdelaR. Montevideo.
236
JUAN MARTÍN DABEZIES – NICOLÁS GAZZÁN

CAPDEPONT I, DEL PUERTO, L., INDA, H.


2005 “Instrumentos de molienda: evidencias del procesamiento
de recursos vegetales en la Laguna de Castillos
(Rocha, Uruguay). Intersecciones en Antropolo-
gía. 6: 153-166. UNCPBA. Argentina.
CARDOSO, L.
1995 “El palmar, la palma y el Butiá”. En Fichas Didác-
ticas. Nº 4. PROBIDES. Rocha, Uruguay.
CASTRO, A.
1997 “El Análisis Funcional de Material Lítico: su impor-
tancia” Jornadas de Antropología de la Cuenca
del Plata. Tomo II. pp 69-75 Rosario. Argentina.
DEL PUERTO, L., INDA, H.
2003 “Estrategias de Subsistencia y Dinámica Ambiental:
análisis de silicofitolitos en sitios arqueológicos de
la Cuenca de la Laguna de Castillos (Rocha, Uru-
guay)” Fitolitos. Estado actual de sus conocimien-
tos en América del Sur. Editado por Zucol, A.F.,
Osterrieth, M. y Brea, M. En Prensa.
GANDARA, M.
1989 “La Analogía Etnográfica como Heurística: Lógica
Muestral, Dominios Ontológicos e Historicidad”
Etnoarqueología. Coloquio Bosch-Gimpera, pp
43-82.
HODDER, I.
1982 “Symbols in Actions: Etnoarchaeological Studies of
Material Culture”. Cambridge University Press.
IRIARTE, J, HOLST, I, MAROZZI, O., LISTOPARD, C.,
ALONSO, E., RINDERKNECHT, A. y MON-
TAÑA, J.
2004. “Evidence for cultivar adoption and emerging com-
plexity during the mid-Holocene in the La Plata
Basin”. Nature. Vol. 432. Diciembre. pp 614-617.
LOPEZ, J.M.
1998 “Desarrollo de la Arqueología del Paisaje en Uru-
guay. El caso de las Tierras Bajas de la Cuenca de
la Laguna Merín” Arqueología Espacial, 19-20, pp
633-647 Teruel. España.
2001 “Las estructuras tumulares (Cerritos) del Litoral At-
lántico Uruguayo” Latin American Antiquity. Vol.
12 nº3. pp 231-255.
LOPEZ, J.M., MORENO, F., GASCUE, A.
2002 “Evolución ambiental y cambio cultural en el Este
de Uruguay” III Congreso de Teoría Arqueológica
Sudamericana. Universidad de los Andes. Bogotá.
En Prensa.
MANSUR, E.
1986-90 “Instrumentos Líticos: Aspectos da Análise
Funcional” Arquivos do Museu de História
Natural. Vol. XI pp. 115-172. Belo Horizonte.
Brasil.
MANSUR-FRANCHOMME, E, ORQUERA, L, PIANA, E
1987-1988 “El alisamiento de la piedra entre cazadores-reco-
lectores: el caso de Tierra del Fuego” Runa. XVII-
XVIII, pp111-205.
MAZO PEREZ, C.
1997 “Análisis de huellas de uso: del dicho al hecho....”
En: Revista de Prehistoria, Historia Antigua, Ar-
queología y Filología clásicas, Nº 14 pp 9-39.
Editorial de la Universidad del País Vasco, España
RICHARDS, T.H.
1988 “Microwear patterns on experimental basalt tools”.
BAR International Series, 460, Oxford.
RISCH, R.
1998 “Análisis paleoeconómico y medios de producción
líticos: el caso de Fuente Alamo”. En: DELIBES
DE CASTRO, G. (Coord) Minerales y metales en
la prehistoria reciente.. pp. 105-155. Universidad
de Valladolid/Fundación Duques de Soria.

SCHIFFER, M.
1972 “Archeological context and systemic context”. Amer-
ican Antiquity. Vol. 37, Nº2, pp156-165. Washing-
ton. USA.
SEMENOV, S.
1981 “Tecnología Prehistórica”. Akal. Madrid. España.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 237-244

ETNOARQUEOLOGÍA DEL PAISANAJE TRADICIONAL COMO FUENTE DE


INFORMACIÓN EN ARQUEOLOGÍA

David González Álvarez


Departamento de Prehistoria, UCM. davidviso@hotmail.com

RESUMEN

Las comunidades tradicionales del medio rural asturiano construyen (o construían) su identidad en
base al pensamiento mítico, lo que les permite manejar relatos orales por medio de los cuales comprenden y
explican diferentes observaciones reales. Dentro de esta tradición oral, abundan los relatos referentes a reali-
dades arqueológicas como yacimientos u objetos materiales relacionados con las comunidades castreñas del
área cantábrica occidental (Asturias). Estos discursos pueden ser relevantes para la disciplina arqueológica,
para lo cual planteamos someramente una línea de trabajo, a través de varios casos de estudio, en la que tras
la interpretación etnoarqueológica contextual, podemos aprovechar aportes informativos procedentes del sis-
tema de conocimiento tradicional, elaborado en clave mítica.

ABSTRACT

Traditional communities from rural Asturian landscape construct (or constructed) their identity
based on a mythical thought, which allows them to handle oral stories which they are able to understand and
explain different real observations. Inside this oral tradition, there are many different stories relating to ar-
chaeological realities like sites or material objects of hillforts communities in the Western Cantabrian area
(Asturias). These speeches can be relevant for the archaeological discipline, for which we raise superficially a
way of work, through a few cases of study, in that after contextual ethnoarchaeological interpretation, we can
take advantage of informative contributions proceeding from the traditional system of knowledge, elaborated
in mythical key.

Palabras Clave: Etnoarqueología. Folklore. Paisaje mítico. Castros. Ancestros.

Keywords: Ethnoarchaeology. Folklore. Mythical landscape. Hillforts. Ancestors.

1. Las comunidades tradicionales campesi- social que participen de unas mismas condiciones
nas del medio rural asturiano. de control material sobre la realidad (ib.: 8-9). Con
Todos los seres humanos han de poder asumir y esto, asumimos también que puedan existir diferen-
normalizar su situación en la realidad que les ha to- cias intragrupales relacionadas con diferentes cate-
cado vivir, manteniendo una consciencia y un deter- gorías de poder (sociopolítico, socioeconómico, de
minado aparato reflexivo que les permita compren- edad, de género, de etnia...).
der su lugar en el mundo, sin que la situación les En el presente trabajo, centraremos nuestra
abrume. Siguiendo a Almudena Hernando (1999, atención en las comunidades campesinas tradiciona-
2002 y 2006), las personas generan unos mecanis- les del medio rural asturiano. Hasta la primera mi-
mos de seguridad que les ayudan a sentirse a salvo tad del siglo XX, sus formas de vida se podrían ca-
en el transcurso de su existencia, que quedan agru- racterizar como profundamente conservadoras, en
pados, según esta autora, bajo el concepto de Iden- cuanto al mantenimiento de un sistema vital fuerte-
tidad (Hernando, 2002). Se utilizan, con este fin, mente arraigado en ese espacio, con una notable in-
sistemas orientativos y ordenadores de lo observa- mutabilidad de sus características formales. La fa-
ble que ayuden a componer y recrear la realidad milia, las formas productivas, las fórmulas de socia-
percibida. En el centro de estos esquemas se sitúan lización vecinal, la cosmovisión y la autoconscien-
los conceptos de tiempo y espacio, que son elabora- cia personal y colectiva, continuaban respondiendo
ciones humanas y no elementos dados o comunes a a unos patrones que habrían tomado forma tras una
todas las sociedades humanas, y cuya modelación larga sucesión de distintas generaciones familiares y
depende de la complejidad de cada cultura (Her- vecinales. Su validez y continuidad no habrían sido
nando, 1999: 25). Así pues, existirá una relación puestas en duda desde el interior de estas comuni-
entre el control material efectivo de nuestra super- dades, ya que la minimización e invisibilización de
vivencia (en cuanto a la capacidad de planificación los posibles cambios o revisiones de sus componen-
y previsión), y las modalidades que el tiempo y el tes estructurales serán los pilares fundamentales del
espacio adquieran en cada esquema de pensamien- éxito en la coherencia y supervivencia de esta deter-
to, que será común a todos los miembros del grupo minada cosmovisión. En este marco determinado, el

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
238
DAVID GONZÁLEZ ÁLVAREZ

tiempo como parámetro ordenador de la realidad recogida de información referente a los modos de
pierde mucha importancia respecto al componente vida, tradiciones orales, cultura material... de esas
espacial, sobre todo si pensamos en segmentos tem- comunidades rurales que son normalmente foco de
porales más amplios que la escala de la propia vida atención, con cierto tono paternalista, de investiga-
humana. Las coordenadas espaciales, así pues, se- dores procedentes del ámbito urbano. Con el desa-
rán las principales referencias ordenadoras de las rrollo de estos estudios, contaremos con las prime-
normas, narraciones, recuerdos y ensoñaciones de ras referencias a partir de las cuales abordar el estu-
los miembros de estas sociedades campesinas prein- dio del pensamiento mítico de estas comunidades
dustriales. Todo lo contrario sucede con las socie- campesinas. Afortunadamente, este registro de in-
dades humanas que surgieron tras la Modernidad, formaciones ha ido aumentando con el paso del
que usan el tiempo como parámetro ordenador de la tiempo en cantidad y calidad, en paralelo al desa-
experiencia humana, lo que sustentan los discursos rrollo y consolidación de las Ciencias Sociales. El
de la Ciencia y, de forma paradigmática, los de la folklore ha de ser visto como la expresión de la cos-
Historia y la Arqueología (Hernando, 2006). mología tradicional de las comunidades preindus-
triales, más que como una desorganizada y deslava-
Todas estas observaciones preliminares nos en-
zada colección de fragmentos narrativos de carácter
caminan a plantear que estas comunidades emplean
legendario (Layton, 1999: 26).
el pensamiento mítico como mecanismo estructural
de seguridad, y como fórmula fundamental para Desde nuestra perspectiva arqueológica, pode-
comprender la realidad que perciben, pudiendo así mos tomar ciertas informaciones de este tipo de tra-
relacionarse con ella. Estos hombres y mujeres mi- bajos elaborados por etnógrafos o antropólogos; y
tifican la naturaleza sentida, para poder obtener ex- también con más cautela de los datos ofrecidos por
plicaciones, justificaciones y orientaciones en las si- cronistas y eruditos locales, viajeros... No obstante,
tuaciones en que las necesiten. Sólo se iniciará un la mejor fuente de información para los arqueólo-
cambio profundo, a nivel estructural, en este esque- gos, creemos que puede ser la proporcionada por
ma tradicional del pensamiento campesino con la aquellos estudios etnoarqueológicos que atiendan a
aparición de la documentación escrita y con la asi- los relatos orales. Este tipo de aproximaciones son
milación del carácter empirista de la Ciencia. Esta capaces de relacionar el contenido informativo del
nueva situación dinámica de cambio cultural empe- folklore con el estudio de las evidencias materiales
zará a tomar forma, de manera más significativa, en con las que puedan vincularse, pudiendo así alcan-
la primera mitad del siglo XX, con la extensión de zar mayores cotas de seguridad en las tentativas
las formas institucionales y administrativas del sis- para establecer un acercamiento entre las ópticas de
tema de poder del estado español contemporáneo, conocimiento arqueológico y los del folklore.
primero; y con la asimilación de las prácticas pro-
Hoy día sigue siendo posible escuchar relatos e
ductivas capitalistas, después, lo que tendrá una
historias propias de la tradición oral campesina de
palpable incidencia en la materialidad de estas cul-
boca de algunos habitantes del medio rural asturia-
turas (González Ruibal, 2005; González Álvarez,
no, especialmente de personas de avanzada edad.
2008). De entonces en adelante, comenzará a exten-
En su conjunto, conforman un folklore tremenda-
derse paulatinamente la concepción de que el meca-
mente interesante, que por otro lado se encuentra en
nismo básico de seguridad será la confianza en el
una situación crítica en cuanto a su conservación en
nosotros mismos, como individuos pertenecientes a
un contexto vivo, más allá de su preservación, del
una comunidad (global, a nivel casi de especie),
todo necesaria, mediante recopilatorios documenta-
que es capaz de reconocer los mecanismos por los
les. Es por ello por lo que es acuciante emprender
que funciona la realidad observable, anticiparse a
un último esfuerzo en el estudio, desde todas las
ellos, y actuar en consecuencia. Esta confianza en la
perspectivas posibles, de este Patrimonio cultural
Ciencia propiciará que se valore positivamente el
que, de forma irremediable, va a desaparecer frente
cambio, rompiendo con la tradicional apreciación
a nuestras propias narices en el siglo XXI.
generalizada del estatismo, la permanencia, y el
mantenimiento invariable de lo conocido (Hernan- 3. Arqueología y Folklore.
do, 2006: 226). La Arqueología y el Folklore son dos discursos
2. El Folklore. explicadores de una determinada realidad, con plan-
teamientos de partida bien divergentes, aunque con
El Folklore como término («Folk»-«lore»: «pue-
similares objetivos. Ambos discursos son dos de las
blo»-«conocimiento») y como objeto de estudio de
múltiples visiones que, desde el presente, otorgan
la Etnografía o la Antropología, nace en la Europa
significados al pasado. Entendiendo sus diferencias
del siglo XIX. Centrará su atención en el estudio de
y sus coincidencias, podríamos alcanzar una visión
las formas de vida de las sociedades tradicionales
más crítica y comprensiva con la que crear imáge-
que permanecen en el medio rural de los países eu-
nes alternativas de las gentes de tiempos pretéritos
ropeos en vías de industrialización. Se ocupa de la
239
ETNOARQUEOLOGÍA DEL PAISANAJE TRADICIONAL COMO FUENTE DE INFORMACIÓN EN ARQUEOLOGÍA

(Gazin-Schwartz y Holtorf, 1999: 3). La Arqueolo- 3.1. Antecedentes.


gía reconstruye un Pasado que es ordenado en una Hasta la fecha, diversos autores "académicos"
línea crono-temporal, en la que se delimitan tiem- han tenido en cuenta estos relatos orales a la hora
pos y épocas precisas, mientras que el Folklore y la de plantear sus investigaciones sobre la etapa cas-
tradición oral se esfuerzan por situar, en su propio treña en el actual territorio administrativo de Astu-
paisaje del presente, acontecimientos pretéritos pro- rias, aunque normalmente suelen presentarse estas
tagonizados por personajes de rasgos legendarios, leyendas a modo de anexos o inventarios, con un
vinculados a hitos o a monumentos (Layton, 1999: papel más bien anecdótico en los procesos de inter-
27). El punto en común entre las dos opciones de pretación arqueológicos (vid. Camino, 1995).
conocimiento es el hecho de que ambos discursos
tienen como objetivo desentrañar el origen de cier- Contamos con buenos ejemplos en la trayectoria
tas evidencias materiales de factura antrópica, tra- investigadora de la Arqueología asturiana de la uti-
tando de reconocer su autoría, finalidad, funciona- lización de estos referentes orales. Así, en la pione-
miento... y asumir estas explicaciones en el mismo ra intervención de Aurelio del Llano en Picu'l Cas-
código que estructura su cosmografía, siguiendo los tru de Caravia, el investigador hace caso a las suge-
sistemas comprensivos de la realidad que estas co- rencias de los vecinos de la zona (1919: 32-33),
munidades mantengan. quienes le indicaron que excavara hacia el medio-
día, ya que ahí se emplazaba la entrada al palacio
En contra de lo que pueda parecer, existe la po- subterráneo de los moros que habitaban allí antaño.
sibilidad efectiva de relacionar ambos campos para Con anterioridad a Aurelio del Llano, José María
avanzar en nuestro conocimiento sobre las comuni- Flórez (1878) también había incluido segmentos de
dades humanas, tanto las pretéritas como las actua- tradiciones orales en la exposición de sus excava-
les. Con nuestra propuesta, trataremos de emplear ciones en el castro de Coaña, pero en este caso debe
el conocimiento y la percepción mítica que generan verse más bien una amalgama de ambas fuentes de
(o generaron) las comunidades campesinas tradicio- conocimiento, que el autor no logra individualizar
nales del entorno inmediato en el que viven (o vi- del todo (Marín Suárez, 2005a: 97). Ya en la segun-
vieron), como una fuente de información más -tras da mitad del siglo XX, destaca el profesor José Ma-
un necesario análisis crítico- que aporte nuevos da- nuel González, filólogo de formación, quien tendría
tos al proceder interpretativo de la Arqueología. El muy en cuenta la toponimia y los relatos del Folklo-
fondo contextualizador de este puente conector en- re en su monumental obra de prospección y catalo-
tre Arqueología y Folklore, creemos que han de ser gación de los castros y túmulos asturianos (1966,
los estudios etnoarqueológicos de las comunidades 1973a y 1973b). Con posterioridad, otros trabajos
tradicionales productoras y consumidoras de estos han ido introduciendo, en conjunto (De Blas y Ló-
relatos orales. De igual forma, y aunque no sea el pez, 2001; Álvarez Peña, 2002 y 2007) o desde una
objeto de nuestra exposición, este análisis contex- de las partes (Suárez López, 2001), esta relación di-
tual ha de servir también para comprender mejor las námica entre Arqueología y Folklore para el ámbito
pautas de racionalidad y la cosmovisión de los rural asturiano.
hombres y mujeres que dan vida a ese paisanaje tra-
dicional del medio rural (vid. González Ruibal, 3.2. Arqueología y Folklore en el medio rural
2003b). del Cantábrico occidental: Asturias.
En el contexto geográfico y humano que nos
Debemos terminar por establecer que estos dos ocupa, vemos que el corpus informativo proporcio-
términos se refieren a dos vías paralelas de cons- nado por la tradición oral sí logra aportar algo de
trucción de conocimiento, partiendo de unas mis- luz a la investigación arqueológica en determinados
mas evidencias materiales, como lo son los restos casos concretos (De Blas y López, 2001; Álvarez
arqueológicos apreciables en el paisaje. Estas dos Peña, 2007).
opciones de conocimiento son igual de satisfacto-
rias y efectivas para sus autores y consumidores, Las comunidades tradicionales mantienen (o
pues cada vía muestra coherencia interna con la es- mantenían, hasta hace pocas décadas) un sistema
tructura intelectual y de conocimiento que soporta mítico de explicación de su realidad, en el cual las
cada aproximación. Asumiendo esto, es hora de que narraciones orales que conforman el Folklore jue-
pasemos a trabajar desde una perspectiva incluyente gan una gran importancia como mecanismo de
y de diálogo entre las partes (Gazin-Schwartz y transmisión de sus conocimientos y como referentes
Holtorf, 1999), para ahondar en el entendimiento de de comprensión y seguridad ante su entorno. Multi-
cada una de ellas, a la vez que se avanza en el cono- tud de relatos orales tienen como escenario diferen-
cimiento de la propia naturaleza humana y sus dife- tes yacimientos arqueológicos, como castros, cue-
rentes manifestaciones culturales. vas, megalitos o castillos arruinados. En su afán por
dar explicación a las evidencias estructurales y ma-
teriales que percibían en tales enclaves, y que no
240
DAVID GONZÁLEZ ÁLVAREZ

comprendían o a las que no lograban darles explica- terminados, que se acumularán y entremezclarán en
ciones satisfactorias utilizando sus propios paráme- su caracterización a modo de palimpsesto. Tal de-
tros de juicio, las gentes elaboraron -por acumula- nominación sustituiría a otras anteriores equipara-
ción- explicaciones realizadas en función de las ex- bles, como gentiles, antiguos, galigriegos, griegos o
periencias vivenciales que les eran familiares, lle- gigantes (Álvarez Peña, 2007: 225-226; Arizaga y
gando a conformar un extenso corpus documental Ayán, 2005: 313-314; 2007: 460-461). Finalmente,
sobre historias de tesoros, castillos y cuevas encan- se impondría esta denominación debido a que las
tadas habitados por seres legendarios, entre los que diferentes acepciones de moros antes mencionadas
los moros van a tener un protagonismo central. se constituían como las categorías humanas más
exóticas de entre las conocidas por los hombres y
Partiendo de nuestras inquietudes investigado-
mujeres del paisaje rural asturiano. Este nominativo
ras, relacionadas con las comunidades castreñas del
tendría también el objetivo práctico para la Iglesia
área occidental cantábrica, creemos que acercarnos
Católica de demonizar ciertos cultos paganos prac-
al Folklore generado por las comunidades subactua-
ticados por el pueblo llano, lo que tendría lugar en
les de este mismo paisaje puede ser una vía de tra-
algún momento de época bajomedieval/moderna
bajo interesante, alternativa y a la vez complemen-
(Marín Suárez, 2005a: 100), y que tendrían como
taria a las convencionales labores de prospección o
escenario las ruinas de distintas estructuras arqueo-
excavación arqueológica.
lógicas, rocas, cuevas o árboles destacados en el
3.3. Los «moros». paisaje... Por ello, este nominativo sería también
Con el término de moros (o mouros según las empleado por las instituciones eclesiásticas.
distintas variantes geográfico/dialectales de la len- Debemos hacer notar que otras opciones étnicas
gua asturiana) podemos denominar a un conjunto alóctonas, como la de celtas, no se introdujeron a
variable de seres paganos (desde una óptica cristia- nivel popular (o rural) hasta un momento muy tar-
na), agrupados en una misma categoría referencial dío en la conformación de este tipo de tradiciones,
en la que, no obstante, debemos contemplar matices en época moderna (Marín Suárez, 2005b: 309-311),
particulares según los diferentes casos. como una aportación proveniente de los círculos
cultos (o urbanos) de la región.
Sin querer desviarnos hacia temas demasiado
alejados del que nos ocupa, el fenómeno descrito
puede ser equiparado con algunas de las contempo-
ráneas líneas del pensamiento o la cultura New Age.
Por ejemplo, las pirámides egipcias serían, entre
otras opciones, obra de extraterrestres. Con este
ejemplo, podemos entender que distintas alternati-
vas de generación de conocimiento, al margen de la
academia y de su línea de pensamiento empirista,
pueden construir relatos en los que se manejan pa-
trones de comportamiento y actuación muy simila-
res al humano, pero con marcados rasgos de otre-
Fig.: 1. Vecinos de Salas (Asturias) junto a moros perte-
necientes a los cuerpos de Regulares del ejército golpista, dad. Actualmente, los marcianos u otros alienígenas
1936 [Fotografía cedida por la Asociación cultural Pola de que habitarían lejanas galaxias son quizá los seres
Salas]. imaginables más alejados de los propios seres hu-
Estos míticos moros serían unos seres sobrehu- manos. Con esto, se trata de sustentar, mediante di-
manos, cuya identificación no está relacionada de versas narraciones fabuladas, la explicación de una
forma directa con los bereberes de la fase de domi- realidad observada, en la que se responsabiliza a un
nio musulmán de la Península Ibérica, ni con los «otro» de comportamiento antrópico, aunque ajeno
moriscos o los sarracenos de época moderna, ni al «nosotros». No sería demasiado alocado, así
tampoco con los cabileños protagonistas de las gue- pues, asumir que los seres extraterrestres son un
rras de Marruecos o con los moros de los Regulares buen paralelo, urbano y contemporáneo, de los tra-
del ejército de África (Fig.1), que actuaron en el dicionales moros de las narraciones orales del ám-
área asturiana para sofocar la Revolución obrera de bito rural.
1934 y luego en el transcurso de la Guerra Civil 4. Casos de estudio.
(Álvarez, Expósito y González, 2007b). Incluso se
A continuación, vamos a repasar algunos ejem-
establecen equivalencias entre moros y soldados
plos en los que la atención a la tradición oral cam-
franceses o combatientes de las partidas carlistas.
pesina puede ofrecer nuevas referencias informati-
De todas estas realidades humanas, los moros del
vas, además de ayudar a aclarar determinadas cues-
imaginario colectivo asturiano tomarán rasgos de-
241
ETNOARQUEOLOGÍA DEL PAISANAJE TRADICIONAL COMO FUENTE DE INFORMACIÓN EN ARQUEOLOGÍA

tiones arqueológicas que permanecían dudosas o derse con fíbulas, apliques decorativos, o estatuaria
desconocidas para la Arqueología académica. zoomorfa (Fig.2). Los torques áureos tan caracterís-
ticos de las comunidades prerromanas del Noroeste
4.1. Materiales arqueológicos.
peninsular serían collares, aldabones, picaportes de
Lo primero que cualquier observador se encuen- puertas o tiradores de cajones. Las arracadas y pen-
tra al adentrarse en el estudio de las leyendas y na- dientes amorcillados serían aretas para la nariz de
rraciones orales localizadas o relacionadas con ya- esos míticos moros (Álvarez Peña, 2007: 230). Las
cimientos arqueológicos, es la insistente mención a diademas podrían ser coronas de las princesas mo-
tesoros; muchas veces encantados, útiles o animales ras. Las menciones a tesorillos de monedas se co-
de oro, ollas o pieles de animales repletas de mone- rresponderían con distintos hallazgos fortuitos que
das u oro en polvo... Llegan incluso a aparecer ver- también engrosarían las leyendas de tesoros, como
daderos especialistas dedicados en tiempo y alma a los del castro de Arancedo (Bouza Brey, 1963: 46)
la búsqueda de esos tesoros, como los conocidos o los de la cueva de Chapipi (Escortell Ponsoda,
chalgueiros (Suárez López, 2001). El origen de este 1973), mientras que las ollas conteniendo oro en
tipo de relatos parte de la recuperación de materia- polvo o cenizas podrían ser simples contenedores
les arqueológicos que serán identificados como te- cerámicos prehistóricos. Se mencionan incluso lápi-
soros. Los campesinos y campesinas que habitaban das con inscripciones en árabe, que podrían relacio-
en el entorno de algunos yacimientos se encontrarí- narse con piezas escultóricas y decorativas propias
an, fortuitamente o en el transcurso de sus activida- de la plástica prerromana castreña, bien conocidas
des productivas, con objetos que no se correspon- para el Noroeste (González Ruibal, 2006/07: 396),
derían con los que estaban familiarizados a manejar mejor que la hipótesis, también factible, de que fue-
en su vida cotidiana. De esta forma, es fácil imagi- sen epígrafes latinos (Álvarez Peña, 2007: 231).
nar que un hacha broncínea de talón y anillas o los
fragmentos de un caldero en bronce pudieran iden- 4.2. Estructuras arqueológicas.
tificarse con objetos conocidos para los campesi- De igual forma, también se alude a construccio-
nos, como serían los juegos de bolos. Acabaría por nes palaciales o castillos en las que vivieron los mí-
desencadenarse una auténtica fiebre de oro en torno ticos moros, partiendo estos discursos de la obser-
a los yacimientos arqueológicos y otras zonas en las vación campesina de las ruinas de las construccio-
que supuestamente los moros habrían ocultado sus nes castreñas. No obstante, dado que no se pueden
riquezas (Suárez López, 2001). contemplar buenos alzados de muros, más que algu-
nas murallas bien visibles en casos puntuales, la
mayor parte de las veces se piensa en la existencia
de residencias subterráneas en las que vivirían los
moros, situadas bajo los propios yacimientos arque-
ológicos. Así, las evidencias de ruinas de las típicas
cabañas castreñas circulares pueden ser interpreta-
das como hornos metalúrgicos de los moros. Las es-
tructuras paradigmáticas de los castros cantábricos
son las líneas defensivas de los poblados, con mura-
llas, fosos, parapetos, campos de piedras hincadas...
Dado el grado de su monumentalidad (Villa Valdés,
2007), no habrían pasado desapercibidas, y así se
Fig.: 2. Vista del castro de "Peña La Cabra" (Las Nisales, vinculan con ellas explicaciones como la existencia
Salas, Asturias). Su topónimo podría derivar del relato so- de boleras en los fosos; o la peculiar leyenda rela-
bre un hallazgo de alguna figura o estatuilla zoomorfa [Fo- cionada con el castro marítimo de El Castiel.lo de
tografía del autor].
Otur (Fig.3), según la cual las espectaculares líneas
Examinando atentamente los compendios de na- defensivas de fosos y parapetos observables en este
rraciones orales del Folklore asturiano, podemos emplazamiento serían los restos de un vano intento
desgranar una serie de posibles asociaciones, reco- de los moros que lo habitaban por convertir la pe-
nocidas ya por diferentes autores (De Blas y López, nínsula en isla, para huir de un rey cristiano, relato
2001; Suárez López, 2001; Álvarez Peña, 2007); que también se maneja para Cabo Blanco (Camino,
también para el vecino marco gallego (Arizaga y 1995: 73-74; 98). Igualmente cabe citar la asocia-
Ayán, 2005 y 2007). Así, lingotes, barras de metal, ción de los canales mineros de las explotaciones au-
hachas broncíneas y hachas líticas pulimentadas po- ríferas de época romana con caminos antiguos de
drían interpretarse como juegos de bolos realizados los moros, derivando de ello el repetitivo topónimo
en materias preciosas. Distintas figuras de animales de antiguas con el que se identifican.
(cabras, bueyes, gallinas, cerdos...) reconocidas por
los habitantes del medio rural podrían correspon-
242
DAVID GONZÁLEZ ÁLVAREZ

4.3. Bolos y boleras. constituye como una fuente de creación indispensa-


Uno de los ejemplos antes mencionados es el de ble en el establecimiento de referentes sobre los que
la repetitiva alocución en las narraciones orales a comenzar a cimentar nuestras interpretaciones ar-
las boleras y los juegos de bolos fabricados en oro queológicas sobre el pasado, pensando más bien en
en las que jugaban los míticos moros que habitaban una fuente de inspiración más que en una fuente de
los castros . Este caso particular nos sirve como un paralelos (González Álvarez, e.p.).
excelente ejemplo en el que desarrollar o completar Nadie conoce mejor el paisaje natural del medio
líneas de interpretación arqueológicas partiendo de rural cantábrico que los campesinos que lo habitan.
los referentes del Folklore. La atención a sus formas de vida tradicionales, a
sus conocimientos, a su desenvolvimiento en el pai-
saje, a las connotaciones simbólicas del espacio y a
la materialización de todos estos rasgos, puede ser
un punto de partida muy valioso sobre el que plan-
tearnos nuevos cuestionamientos u obtener notas
inspiradoras en nuestra tarea arqueológico/interpre-
tativa. Como ejemplos positivos de este tipo de tra-
bajos, podemos encontrar las consideraciones de
Margarita Fernández Mier sobre la construcción del
paisaje medieval en la Cuenca del Pigüeña (1999),
o los trabajos de Paula Ballesteros en Galicia
(2003).
Fig.: 3. Vista de uno de los monumentales fosos del cas- 4.5. Acontecimientos del pasado.
tro de El Castiel.lo de Otur (Valdés, Asturias). Los fosos
castreños suelen identificarse como boleras de los moros. Hay también algunas narraciones que cuentan
Además, otras narraciones legendarias pueden dotarlos sucesos históricos protagonizados por los míticos
de significado en distintos contextos argumentales, como
sucede en este caso [Fotografía del autor].
moros, como batallas entre los belicosos habitantes
de diferentes castros; descripciones sobre los mo-
No nos cabe duda de que si sustituimos en ese dos de vida de estas comunidades legendarias o sus
relato a las boleras por los fosos de los castros, y a atributos sociopolíticos... Este tipo de informacio-
los elementos de oro por materiales broncíneos, nes suelen vincularse a determinados hitos o monu-
como calderos o hachas de talón y anillas, obtene- mentos destacados en el paisaje, siendo buen ejem-
mos una asociación de materiales arqueológicos plo de los anclajes espaciales, y no temporales, a
que es también reconocida en la literatura arqueoló- los que se agarran las narraciones orales. No obs-
gica, con ejemplos en algunos castros como el de tante, su validez como fuentes informativas sobre
L.larón, en Cangas del Narcea (Maya y de Blas, las comunidades castreñas es muy discutible, dada
1983) o el de Alava, en Salas (Álvarez, Expósito y la enorme amplitud temporal que media entre am-
González, 2007a: 20-21), asociación de la que nos bos contextos humanos, en los que, como veremos
estarían informando también estas leyendas. Tras la más adelante, las continuidades son más que dudo-
atención a estos relatos, podemos reforzar estos sas, por lo que debemos poner en cuarentena esta
vínculos y aumentar el número de casos concretos faceta de los relatos orales en cuanto a su potencia-
de estas asociaciones con ejemplos en los que los lidad informativa para la interpretación arqueológi-
hallazgos de materiales no han tenido repercusión ca.
en el ámbito académico y sí en el popular (vid. Suá-
rez López, 2001: 125-134). Por otro lado, nos po- Tras este tipo de narraciones, podemos observar
demos encontrar con el problema de que, en algu- un acusado componente de otredad que se extrae de
nos casos, estas leyendas hayan perdido su cone- su contenido. Por ello, constituirían, más bien, rea-
xión locacional original, y un relato previo se haya firmaciones de la estabilidad e inmutabilidad de las
adaptado a una nueva localización formalmente si- formas culturales de estas comunidades campesinas
milar a la anterior. tradicionales, que dotan de rasgos opuestos a los
propios a las formas de vida de esos «otros», tal y
4.4. Información sobre el entorno. como puede observarse también en el estableci-
Las narraciones orales, y sobre todo el estudio miento de un origen moro del colectivo de los va-
desde una perspectiva arqueológica de las comuni- queiros d'alzada, lo que deberíamos contextualizar
dades tradicionales que habitan el medio rural can- igualmente como un intento por connotar de otre-
tábrico son una fuente muy a tener en cuenta en< dad todos los comportamientos humanos extraños
nuestras interpretaciones sobre las formas de vida al propio (González Álvarez, 2007).
en el pasado prehistórico. La Etnoarqueología (Da-
vid y Kramer, 2001; González Ruibal, 2003a) se
243
ETNOARQUEOLOGÍA DEL PAISANAJE TRADICIONAL COMO FUENTE DE INFORMACIÓN EN ARQUEOLOGÍA

5. Nada de continuidades. dible documentar los contextos vivenciales donde


Sería un planteamiento aparentemente sencillo estos relatos tengan sentido. Los trabajos etnoar-
el establecimiento de una relación directa entre las queológicos pueden ser uno de los puntales para re-
comunidades subactuales del medio rural asturiano coger los últimos trazos informativos que nos per-
y los grupos castreños de época prerromana, en el mitan recuperar, con toda su potencialidad, el cor-
sentido de una conexión de continuidad, como ha pus de conocimientos que conforman las narracio-
sido repetidamente establecida y difundida de for- nes orales del folklore campesino asturiano.
ma acrítica por algunos autores. Con todo esto, se El estudio etnoarqueológico de las narraciones
acaba por transmitir una falsa concepción de conti- orales relacionadas con recintos castreños ya ha
nuidad entre la Edad del Hierro y el presente, donde sido abordado en la línea que planteamos por algu-
encontramos una multiplicidad de constructos histó- nos autores para el ámbito gallego (Arizaga y Ayán,
ricos plagados de ancestros o antepasados, que sus- 2005 y 2007). De sus resultados, además de com-
tentan variados discursos ideológicos, políticos o prender mejor estos mecanismos orales que dotan
identitarios que responden a preocupaciones rela- de significado a los restos arqueológicos, podemos
cionadas más con el presente que con la voluntad entresacar datos interesantes, introduciendo estas
de comprender a las comunidades del pasado (Diet- narraciones en algunos planos de la agenda investi-
ler, 1994; Díaz Santana, 2001; López Jiménez, gadora de la Arqueología. Así, podríamos emplear
2001; Whitley, 2002; Marín Suárez, 2005a y estos relatos en la lista de elementos sintomáticos a
2005b), que se acaban convirtiendo en meros pre- los que atender en las tareas de prospección, o utili-
textos para soportar determinados ideales actuales. zarlos en el proceso de interpretación arqueológica,
Creemos que es mucho menos interesante, e in- como un referente más, elaborado por una opción
cluso menos fructífero, buscar la profundidad histó- de conocimiento diferente a la arqueológico-acadé-
rica, las continuidades o las pervivencias en el folk- mica.
lore. Con su estudio debemos aprender a valorar las La contrastación de los discursos construidos
subjetividades de la Arqueología a la hora de en- desde la tradición oral campesina con los arqueoló-
frentarse a una recreación del pasado; debemos lo- gicos, nos puede facilitar el acceso a visiones con-
grar comprender el papel de la significación otorga- notadas de otredad de paisajes, enclaves, evidencias
da a determinados restos materiales (objetos, rui- materiales... lo que nos ayudará a sustraernos de los
nas, monumentos) que una comunidad con una componentes presentistas y etnocéntricos de los que
identidad elaborada en clave mítica puede manejar nos es tan difícil desprendernos en nuestras investi-
sobre un paisaje que es común al habitado por las gaciones académicas. Éste es un punto muy impor-
gentes prehistóricas que, desde la Arqueología, pre- tante en el que deben avanzar los estudios arqueoló-
tendemos estudiar. La atención al folklore, por par- gicos sobre las comunidades cantábricas de la Edad
te de la Arqueología, debería servirnos para cono- del Hierro (Hill y Cumberpatch, 1993; González
cer un referente con un contexto estructural comple- Álvarez, e.p.), para hacerlos más contextuales, críti-
to que podemos estudiar con la Etnoarqueología. cos y enriquecedores.
6. Etnoarqueología del paisanaje.
No creemos que haya que "inventar" un nueva
8. Bibliografía.
disciplina académica que se encargue de acercar los
ÁLVAREZ MARTÍNEZ, V.; EXPÓSITO MANGAS, D.;
conocimientos del Folklore y la Arqueología, sino GONZÁLEZ ÁLVAREZ, D.
que se hace necesario el establecimiento de un fran- 2007a "Los castros del concejo de Salas", en Salas en el
co diálogo interdisciplinar entre ambas materias. Camino, 3: 16-26.
2007b "El cementerio moro de Barcia: Breve acercamien-
No obstante, para asimilar las enseñanzas que poda- to a su estudio", en Actas del I Congreso de Estu-
mos obtener del Folklore, los arqueólogos debemos dios Asturianos, Tomo V (Comisión de Artes, Ar-
realizar un esfuerzo por comprender el contexto vi- quitectura y Urbanismo). Oviedo: Real Instituto de
Estudios Asturianos. 131-150.
vencial en el que tienen sentido esas narraciones ÁLVAREZ PEÑA, A.
orales, por lo que la Etnoarqueología debe ocuparse 2002 "El castru de la Punta'l Castiello. Podes (Gozón)",
del "paisanaje" y conectarlo con su correspondiente en Asturies, memoria encesa d'un país, 13: 20-24.
2007 "Arqueología y tradición oral asturiana", en FAN-
plano material. JUL PERAZA, A. (Coord.): Estudios varios de Ar-
queología castreña. A propósito de las excavacio-
7. Discusión y conclusiones. nes en los castros de Teverga (Asturias). Teverga:
La Globalización avanza de forma imparable, Ayuntamiento de Teverga-I.E.P.A. 225-235.
ARIZAGA CASTRO, A.R.; AYÁN VILA, X.M.
como una locomotora que todo lo apisona y unifor- 2005 "Os Castros de Neixón como espazo simbólico na
miza. Se hace muy necesario emprender un último paisaxe rural tradicional (notas etnográficas e refle-
intento por recoger las distintas partes de este todo xións sociais)", en AYÁN VILA, X.M. (Coord.):
Os Castros de Neixón, Boiro, A Coruña. Noia:
que es (o era) el folklore campesino asturiano. Para Editorial Toxosoutos, Serie Keltia. 291-327.
nuestros intereses como arqueólogos, es imprescin-
244
DAVID GONZÁLEZ ÁLVAREZ

2007 "Etnoarqueología del paisaje castreño: La segunda 2006/07 Galaicos: Poder y Comunidad en el Noroeste de
vida de los castros", en GONZÁLEZ GARCÍA, la Península Ibérica (1200 a.C. - 50 d.C.), en Bri-
F.J. (Coord.): Los pueblos de la Galicia céltica. gantium, 18-19. A Coruña: Museo de San Antón, 2
Madrid: Akal. 445-531. tomos.
BALLESTEROS ARIAS, P. GONZÁLEZ Y FERNÁNDEZ-VALLÉS, J.M.
2003 La Arqueología en la gasificación de Galicia: 17, 1966 "Catálogo de los castros asturianos", en Archivum,
el paisaje agrario. Santiago de Compostela: Labo- 16: 255-291
ratorio de Patrimonio, Paleoambiente e Paisaxe 1973a "Castros asturianos del sector lucense y otros no
(IIT-USC). catalogados", en Cuaderno de Estudios Gallegos,
BLAS CORTINA, M.A. DE; LÓPEZ ÁLVAREZ, J. 28.
2001 "Sobre la búsqueda tradicional de oro en yacimien- 1973b "Recuento de túmulos sepulcrales megalíticos de
tos arqueológicos y la noticia de un probable tesoro Asturias", en Archivum, 23: 5-42.
prehistórico en tierras de Grao en el siglo XVI", en HERNANDO GONZALO, A.
Ástura, 11: 9-16. 1999 "El espacio no es necesariamente un lugar: en tor-
BOUZA BREY no al concepto de espacio y a sus implicaciones en
1963 "Noticias históricas de la villa de La Caridad y el estudio de la Prehistoria", en Arqueología Espa-
otras cédulas arqueológicas del occidente", en Bo- cial, 21: 7-27.
letín del Instituto de Estudios Asturianos, 48: 2002 Arqueología de la Identidad. Madrid: Akal Arque-
46-49. ología.
CAMINO MAYOR, J. 2006 "Arqueología y Globalización. El problema de la
1995 Los castros marítimos en Asturias. Oviedo: Real definición del otro en la Postmodernidad", en
Instituto de Estudios Asturianos. Complutum, 17: 221-234.
DAVID, N.; KRAMER, C. HILL, J.D.; CUMBERPATCH,C.G.
2001 Ethnoarchaeology in Action. Cambridge: Cam- 1993 "Volviendo a pensar la Edad del Hierro", en Tra-
bridge University Press. bajos de Prehistoria, 50: 127-137.
DE LLANO ROZA DE AMPURIA Y DE VALLE, A. LAYTON, R.
1919 El libro de Caravia. Oviedo. 1999 "Folklore and world view", en GAZIN-SCH-
DÍAZ SANTANA, B. WARTZ, A. y HOLTORF, C. (Eds.): Archaeology
2001 "Arqueología y Política en la investigación pro- and Folklore. Londres: Routledge. 26-34.
tohistórica de Galicia", en Complutum, 12: LÓPEZ JIMÉNEZ, O.
311-324. 2001 "Europa y la creación de los modelos célticos. El
DIETLER, M. origen del paradigma étnico-cultural", en Trabajos
1994 "Our Ancestors the Gauls: Archaeology, Ethnic de Prehistoria, 58(2): 69-88.
Nationalism, and the Manipulation of Celtic Iden- MARÍN SUÁREZ, C.
tity in Modern Europe", en American Anthropolo- 2005a Astures y asturianos. Historiografía de la Edad
gist, 96(3): 584-605. del Hierro en Asturias. Noia: Tosoxoutos, Serie
ESCORTELL PONSODA, M. Keltia.
1973 "El tesorillo romano-bizantino de Chapipi", en Ar- 2005b "El celtismo asturiano. Una perspectiva arqueoló-
chivum., 23: 43-54 gica", en Gallaecia, 24: 309-333.
FERNÁNDEZ MIER, M. MAYA GONZÁLEZ, J.L.; DE BLAS CORTINA, M.A.
1999 Génesis del territorio en la Edad Media. Arqueo- 1983 "El castro de Larón (Cangas del Narcea,
logía del paisaje y evolución histórica en la mon- Asturias)", en Noticiario Arqueológico Hispánico,
taña asturiana. Oviedo: Departamento de Historia, 15: 153-192.
Área de Historia Medieval de la Universidad de SUÁREZ LÓPEZ, J.
Oviedo. 2001 Tesoros, Ayalgas y Chalgueiros. La fiebre del oro
FLÓREZ Y GONZÁLEZ, J.M. en Asturias. Gijón: Museo del Pueblo de Asturias.
1878 Memoria relativa a las excavaciones de El Caste- VILLA VALDÉS, A.
llón en el Concejo de Coaña (Asturias). Oviedo. 2007 "El Chao Samartín (Grandas de Salime) y el paisa-
GAZIN-SCHWARTZ, A.; HOLTORF, C. je fortificado en la Asturias Protohistórica", en BE-
1999 "As long as ever I've know it...", en GAZIN-SCH- RROCAL-RANGEL, L. y MORET, P. (Eds).: Pai-
WARTZ, A. y HOLTORF, C. (Eds.): Archaeology sajes fortificados de la Edad del Hierro. Las mu-
and Folklore. Londres: Routledge. 3-25. rallas protohistóricas de la Meseta y la vertiente
GONZÁLEZ ÁLVAREZ, D. atlántica en su contexto europeo. Madrid: Real
2007 "Aproximación etnoarqueológica a los Vaqueiros Academia de la Historia.,Bibliotheca Archaeologi-
d’Alzada: un grupo ganadero trashumante de la ca Hispana, 28: 191-212.
montaña asturiana", en Arqueoweb, 8(2). WHITLEY, J.
[http://www.ucm.es/info/arqueoweb/numero8_2/co 2002 "Too many ancestors", en Antiquity, 76(291):
njunto8_2.htm]. 119-126.
2008 "Etnoarqueología del cambio cultural entre los va-
queiros d’alzada. Cambios de mentalidad y formas
de vida a partir del espacio construido", en Preac-
tas del XII Congreso de Historia Agraria. Córdo-
ba: Sociedad Española de Historia Agraria (en CD-
Rom).
en prensa "Aportaciones de la Etnoarqueología al estudio de
la Edad del Hierro en el occidente cantábrico", en
Entemu.
GONZÁLEZ RUIBAL, A.
2003a La experiencia del otro. Una introducción a la Et-
noarqueología. Madrid: Akal Arqueología.
2003b Etnoarqueología de la emigración. El fin del mun-
do preindustrial en Terra de Montes (Galicia).
Pontevedra: Servicio de Publicaciones de la Dipu-
tación de Pontevedra.
2005 "The need for a decaying past: an archaeology of
oblivion in contemporary Galicia (NW Spain)", en
Home Cultures, 2(2): 129-152.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 245-344

SESIÓN 5:
Diálogos férreos: Sociedades en los
albores de la Historia

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 247-254

COMPOSICIÓN Y METODOLOGÍA DE ANÁLISIS DE CONCHEROS APLICADA


A LOS CASTROS LITORALES GALLEGOS

Víctor Bejega García


Universidad de León; hisvbg001@universia.es

RESUMEN

Las excavaciones realizadas en Galicia durante los últimos años han puesto al descubierto varios
concheros. Este tipo de depósitos está compuesto, además de conchas de moluscos, por otro tipo de restos,
como macrofauna, ictiofauna, restos de metalurgia, cerámica, carbones, etc. El estudio de estos depósitos
debe realizarse mediante una metodología desarrollada, capaz de obtener la mayor cantidad de información
posible. En este trabajo se presenta la metodología estricta que venimos aplicando en nuestros análisis.

ABSTRACT

The shell middens are compound for a great diversity of materials, among tose that are remains of
mollusks, fish, ceramic, metallurgy remains,... The study of these materials should be carried out by means of
a developed methodology of excavation and sampling that it allows the recover this information.

Palabras Clave: Conchero. Metodología. Castros. Muestreo. Arqueomalacología.

Keywords: Shell-midden. Methodology. Hillfort. Sampling. Archaeomalacology.

1. Introducción. ción de conchero ha variado considerablemente,


En los últimos años, las intervenciones arqueo- hasta llegar a identificar con este término todo de-
lógicas desarrolladas en castros costeros gallegos pósito que contenga entre un 30-50% de moluscos
han sacado a la luz un número importante de con- (Meighan, 1980; Bowdler, 2006), lo que a su vez
cheros o depósitos de conchas. A pesar de su nom- pone de manifiesto que se trata de depósitos confor-
bre, su composición no se limita únicamente a mo- mados por una gran cantidad de materiales.
luscos, sino que se encuentran formados por un am- Si la definición de conchero ha sido discutida,
plio abanico de materiales que incluye huesos, cerá- no lo ha sido menos la identificación de “tipos de
mica, restos de actividad metalúrgica, carbones, etc concheros”. Los criterios a la hora de realizar estas
(Rodríguez López, 1993). La recuperación de toda clasificaciones han sido variados: cronológicos
esta variedad de materiales está condicionada por la (Meighan, 1980), densidad de materiales (Claassen,
aplicación de una metodología exhaustiva de exca- 1998) o morfología del depósito (Dupond, 2006).
vación, muestreo y análisis, que permita obtener e Teniendo en cuenta las características de los con-
interpretar la mayor cantidad de información posi- cheros gallegos, las dos primeras clasificaciones
ble. son descartadas por no permitir una diferencia entre
En este trabajo presentamos una propuesta me- los distintos depósitos. Por tanto, hemos realizado
todológica que incluye los principales pasos del es- una adaptación de la clasificación propuesta por
tudio de este tipo de evidencias (excavación, mues- Dupond (2006):
treo y análisis) y que estamos aplicando en el estu- Depósitos en positivo:
dio de los concheros del litoral gallego. Considera-
mos que la interpretación del aprovechamiento de • Conchero: depósito en relieve con un
los recursos marinos en la antigüedad pasa por un volumen superior a dos metros cúbicos.
estudio sistemático de sus evidencias a través de • Depósito de conchas: depósito en relie-
una metodología exhaustiva que reduzca la pérdida ve con un volumen inferior a dos metros
de información a su mínima expresión. cúbicos.
• Nivel o estrato de conchas: depósito
2. Tipos de Concheros. con débil relieve (inferior a 10cm desde
El término conchero es introducido por Hugo el suelo) formado por conchas esparci-
Obermaier (López García, 1927) para sustituir el das.
término escandinavo kjoekkenmoeddings, que sig-
nifica “restos de cocina”. Desde entonces, la defini-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
248
VÍCTOR BEJEGA GARCÍA

Depósitos en negativo: treo, como veremos más adelante.


• Nivel o Estrato de conchas en foso: de- 4. El muestreo.
pósito de foso con un relieve inferior a El procesado íntegro de un conchero es un tra-
10cm desde el suelo. bajo desproporcionado (Bowdler, 2006), por lo que
• Nivel o Estrato de conchas en foso de se plantea la aplicación de varios sistemas de mues-
hábitat: depósito de foso de menores di- treo con el objeto de rentabilizar la tarea permitien-
mensiones ubicado en zona habitada do a la vez la obtención de un volumen de informa-
• Depósito de conchas en hoyo de alma- ción óptimo que permita la interpretación del depó-
cenamiento u otro sito (Meighan, 1980; Waselkov, 1987; Ragir, 1988;
3. Excavación de un conchero. Rodríguez López, 1992a, 1992b, 1993; Bowdler,
2006).
La excavación de un conchero debe plantearse,
en líneas generales, como la de cualquier otro depó- La gran heterogeneidad de los concheros impli-
sito, atendiendo de forma especial a su estratigrafía, ca la necesidad de tomar varias muestras verticales
con el objeto de poder determinar la existencia de y en diferentes puntos horizontales del depósito
un único nivel de depósito o varios, así como los (Dupond, 2006) de forma que podamos detectar
puntos de deposición del mismo o mismos. cambios en los diferentes puntos del mismo. Por
tanto, es conveniente la toma de varias muestras de
entre 500-3000gr (Bowdler, 2006), atendiendo a las
características del depósito. Estos condicionantes
motivan la existencia de una serie de sistemas de
muestreo:
• Muestra de la totalidad del sedimento:
si se trata de un depósito de pequeñas di-
mensiones, se procederá a la recogida
completa del mismo debido a su reducido
volumen y será procesado, íntegra o par-
cialmente, en el laboratorio.

Fig.: 1. Conchero en Foso del Castro Grande de O Neixón

Como hemos indicado anteriormente, la capaci-


dad aislante de los concheros ofrece la posibilidad
de una mejor conservación de gran variedad de ma-
teriales. Teniendo en cuenta éste hecho, la excava-
ción debe plantearse desde una doble perspectiva.
En primer lugar, debe prestarse una especial aten-
ción a este tipo de evidencias, difíciles de ver en
muchos casos por el efecto visual que provoca la
gran cantidad de moluscos y por el elevado grado
de compactación del depósito, para proceder a su
Fig.: 2. Acumulación de almeja en un conchero.
recuperación. En segundo lugar, debemos plantear
una estrategia de cribado que permita recuperar no • Columna de muestreo: si se trata de un
sólo aquellos objetos de mayor tamaño que hayan depósito de grandes dimensiones se proce-
pasado desapercibidos durante la excavación, sino derá a efectuar una o varias columnas de
también aquellas evidencias de menor tamaño, tales muestreo, en función de las dimensiones y
como restos de ictiofauna (espinas, dientes, vérte- la estratigrafía del mismo. La columna se
bras), de metalurgia (gotas de bronce, battitures,...), realizará en un perfil del depósito
de equinodermos (radiolas y caparazón de erizo, (Meighan, 1980) tratando de incluir las
dientes,...), de industria lítica, etc. zonas donde adquiera una mayor potencia.
La anchura recomendada se enmarca entre
Un aspecto importante a tener en cuenta es la 25-50cm por columna, y se tomarán, siem-
posible presencia de acumulaciones de restos de pre que sea posible, dos bolsas por nivel.
una misma especie, tanto de moluscos como de pe- En caso de no existir una estratigrafía cla-
ces, que puedan indicar un mismo episodio de con- ra, se elaborará una estratigrafía artificial
sumo. En este caso, debemos referenciar el descu- considerando un nivel por cada tramo de
brimiento y aplicar un método específico de mues- 5cm.
249
COMPOSICIÓN Y METODOLOGÍA DE ANÁLISIS DE CONCHEROS APLICADA A LOS CASTROS LITORALES...

nos pueden ayudar a comprender mejor el depósito


y a ubicarlo cronológicamente.
5. Análisis de las muestras.
5.1. El cribado.
Tras la toma de muestras, se inicia un proceso
analítico en el laboratorio cuyo primer paso es el
cribado (Meighan, 1980; Rodríguez López, 1992a,
1992, 1993; Fernández Rodríguez et al., 1998). La
elección del diámetro de malla condicionará no sólo
la cantidad de restos recuperados, sino también su
variedad. El elevado grado de fragmentación de al-
gunas especies de moluscos (mejillón, navaja,...)
implica que sus elementos diagnósticos pueden es-
tar presentes en fragmentos de pequeño tamaño. La
utilización de una malla demasiado grande supone
la pérdida de dichos restos y por tanto la infravalo-
ración de este tipo de especies en la muestra (Beje-
ga & Fernández, s/f; Bejega et al., 2008).
Del mismo modo, el pequeño tamaño de otras
evidencias presentes en los concheros, tales como
Fig.: 3. Columna de muestreo. restos de ictiofauna, micromoluscos, carbones, res-
tos de actividad metalúrgica, etc. (Bejega et al.,
• Muestreo aislado: muestra tomada en el 2008; Fernández et al., 2008) supone su pérdida
depósito respetando la totalidad de su po- con el empleo de un diámetro de malla demasiado
tencia estratigráfica, que por diferentes ra- grande.
zones (distribución estratigráfica, buza-
miento, localización,...) no puede tomarse
en una columna de muestreo. Este tipo de
muestra puede tomarse tanto en un perfil
estratigráfico como fuera de él.
• Muestra selectiva: supone la recogida se-
lectiva de restos durante el proceso de ex-
cavación. Este tipo de muestreo debe con-
siderarse complementario de los anterio-
res, no pudiendo emplearse de forma única
ya que la subjetividad de la recogida per-
judica la fiabilidad de los resultados. Sin
embargo, es útil para completar la infor-
mación del resto de muestreos en cuestio-
Fig.: 4. Cribado del conchero
nes biométricas, taxonómicas, etc.
• Muestra concentrada: se aplica a las áre- Con el objeto de recuperar la mayor cantidad
as que presentan una acumulación de cier- posible de restos, proponemos la realización de un
tas especies o que suponen cierta variación primer cribado con agua utilizando una malla de
visual en la composición respecto al resto 0,8mm de diámetro, capaz de conservar los restos
del depósito, pero sin la suficiente entidad antes citados. Tras este primer cribado, se procede-
como para considerarse una nueva unidad rá a un segundo cribado en seco con una malla de
estratigráfica. 1mm de diámetro, revisando el sedimento resultante
Es conveniente aplicar una combinación de los con el objeto de recuperar algunas piezas que, por
diferentes tipos de muestreo, de tal forma que per- sus dimensiones, pueden perderse (espinas de pez,
mitan abarcar más aspectos del depósito. Como ya radiolas de erizo,...). El uso de un diámetro de criba
hemos indicado, la elección de la estrategia de superior a 2mm como proponen algunos autores
muestreo está condicionada por las características (Ragir, 1988; Claassen, 1998; Bowdler, 2006), im-
del depósito, así como del tipo de información que plica la pérdida de este tipo de evidencias.
deseamos obtener. Es importante no extraer mate-
5.2. El triado y la identificación.
rial de la muestra una vez haya sido tomada, pues
no solamente estaremos variando el peso inicial de El triado supone el segundo paso del procesado
la muestra, sino también eliminando elementos que de muestras (Meighan, 1980; Rodríguez López,
250
VÍCTOR BEJEGA GARCÍA

1992a, 1992b, 1993; Fernández et al., 1998; Bejega • Fragmento Charnelar Completo
et al., 2008), consistente en la asignación de cada (FCHC): resto que conserva la charnela
resto a su categoría taxonómica. Se trata por tanto completa, pero que no mantiene las impre-
de un doble proceso de separación de los restos y siones musculares, no pudiéndose tomar
de identificación de especie (que será completada medidas biométricas. Pueden identificarse
posteriormente con la totalidad de los restos). también los fragmentos anterior (FCHA) y
posterior (FCHP).
• Fragmentos (FRAG): restos sin elemen-
tos diagnósticos, salvo los propios de la
valva.
Gasterópodos:
• Individuo Completo (ICOM): individuo
sin fragmentar que permite tomar todas las
medidas biométricas.
• Individuo Fragmentado (IFRA): indivi-
duo que, a pesar de mostrar algún tipo de
rotura, conserva el ápice, la zona bucal y
el final de la columela intacto.
Fig.: 5. Identificación taxonómica.
• Fragmento Apical (FAPI): resto que
conserva el ápice pero no la zona bucal.
Durante este proceso, no sólo se separan los res- • Fragmento de Estoma (FEST): fragmen-
tos de malacofauna, sino que también se agrupan el to con la zona bucal completa y el final de
resto de elementos que componen la muestra (cerá- la columela intacto, pero que no conserva
mica, carbones, huesos, ictiofauna,...). el ápice.
Con respecto a la identificación, es importante • Fragmento Umbilical (FUMB): frag-
la utilización de guías especializadas que permitan mento con el final de la columela o el om-
reconocer las diferentes especies. Sin embargo, bligo intacto, pero sin conservar el ápice
consideramos imprescindible el uso de una colec- ni la zona bucal.
ción comparativa que incluya varios ejemplares de • Fragmentos (FRAG): restos sin elemen-
cada especie, con el objeto de cubrir el dimorfismo tos diagnósticos, salvo los propios de la
específico. Del mismo modo, debería estar com- concha.
puesta tanto por ejemplares actuales como por pie- Hemos desarrollado una serie de categorías de
zas arqueológicas, procedentes de excavación y fragmentación para el erizo de mar y el percebe. En
bien referenciados. El uso de la colección compara- el caso del erizo de mar, al cálculo basado en la es-
tiva supone, en la mayoría de los casos, una ayuda tructura bucal (Gutiérrez Zugasti, 2005) se añade
muy importante a la hora de identificar las especies. otro basado en la estructura genital, destacando a
5.3. Categorías de Fragmentación continuación las principales categorías de ambos
cálculos:
Como hemos señalado anteriormente, los mo-
luscos presentan una gran fragilidad, pudiendo esta- • Placa de Sujeción Completa (PSC): pla-
blecerse unos patrones o categorías de fragmenta- ca en que se inserta cada uno de los cinco
ción comunes (Moreno Nuño, 1994; Gutiérrez Zu- dientes del individuo, distinguiendo dere-
gasti, 2005) para bivalvos y gasterópodos. Estas ca- cha e izquierda.
tegorías son utilizadas posteriormente en las fases • Fragmento de Placa: podemos distinguir
de cuantificación y estimación de abundancias. entre Fragmento Distal (FDP) y Fragmen-
to Proximal (FPP), identificándose en am-
Bivalvos:
bos casos derecha e izquierda.
• Valva Completa (VCOM): resto valvar • Estructura Bucal de Unión (EBU): cin-
sin fragmentar o con alguna pequeña rotu- co estructuras que unen las pirámides.
ra al borde, que conserva todos los ele- • Diente Completo (DCOM): diente sin
mentos diagnósticos y en el que se pueden fracturar. Cada cinco dientes, corresponde
tomar todas las medidas biométricas. a un individuo.
• Valva Fragmentada (VFRA): resto que • Diente Fragmentado: podemos diferen-
presenta algún tipo de rotura pero que ciar entre Fragmento Distal (FDD) y Frag-
mantiene todos los elementos diagnósti- mento Proximal (FPD).
cos, permitiendo tomar alguna medida bio- • Madreporito (MP): placa genital de ma-
métrica. yor tamaño, caracterizada por tener la su-
251
COMPOSICIÓN Y METODOLOGÍA DE ANÁLISIS DE CONCHEROS APLICADA A LOS CASTROS LITORALES...

perficie exterior cubierta de poros de pe- han desarrollado una serie de Estimadores de Abun-
queño tamaño. dancias que superen la simple descripción o catego-
• Placa Genital Superior (PGS): se puede rización relativa (Moreno Nuño, 1994).
identificar derecha e izquierda.
• Placa Genital Inferior (PGI): se puede
identificar derecha e izquierda.
• Placa Ocelar (PO): placas situadas en el
borde superior de las placas genitales.
• Fragmentos (FRAG): incluye todos
aquellos elementos no cuantificables (ra-
diolas, fragmentos de caparazón, etc.).
Percebe:
• Tergo Completo (TC): Tergo al que se le
puede tomar la altura máxima, diferen-
ciando derecha e izquierda.
• Tergo Fragmentado (TF): en función a
la fractura, podemos diferenciar un Tergo
Fragmentado Superior (TFS) e Inferior
(TFI), siendo posible en algunos casos
identificar derecha e izquierda.
• Escudo Completo (EC): Escudo en el
que es posible medir la altura máxima, pu-
diendo identificar derecha e izquierda.
• Escudo Fragmentado (EF): en función a
la fractura, podemos diferenciar entre Es-
cudo Fragmentado Superior (EFS) e Infe-
rior (EFI), siendo posible en algunos casos
identificar derecha e izquierda.
• Quilla Completa (QC): Quilla en la que
es posible medir la altura máxima. El per-
cebe sólo posee una quilla por individuo.
• Quilla Fragmentada (QF): en función a
la fractura podemos diferenciar entre Qui-
lla Fragmentada Superior (QFS) e Inferior
(QFI).
• Fragmentos (FRAG): engloba los restos
no cuantificables y laminaciones de la es-
tructura calcárea de las uñas del percebe. Fig.: 6. Biometrías de bivalvos y gasterópodos.

Desde el punto de vista arqueomalacológico, los 6.1. Número de Restos (NR).


datos biométricos son claves para el estudio de al- Se trata del estimador más directo calculado me-
gunos aspectos importantes, tales como la sobreex- diante el recuento de restos por taxón. Sin embargo,
plotación del medio, las condiciones del mismo, la no tiene en cuenta la relación resto-individuo, por
estacionalidad, las áreas de captación, etc. lo que tiende a duplicar la presencia de bivalvos.
Del mismo modo, la sensibilidad de este estimador
El cálculo de biometrías se realiza tomando tres con respecto a la fragmentación, tiende a supervalo-
valores básicos: Altura Máxima (H), Anchura Má- rar la presencia de especies con mayores índices de
xima (A) y Longitud Máxima (L) (Rodríguez Ló- fragmentación, tales como mejillón o navaja. Este
pez, 1992a, 1992b, 1993; Fernández y Rodríguez, tipo de aspectos condicionan el uso del NR en Ar-
1994; Varela & Rodríguez, 1996; Claassen, 1998; queomalacofauna como un calibrador de otros esti-
Dupond, 2006; Bejega et al., 2008). La relación de madores, así como un indicador del grado de frag-
estos valores puede ser indicativo del medio en el mentación del depósito.
que viven, como ocurre con el género Patella (Cos-
tas et al., 1995; Cabral & Silva, 2003). 6.2. Número Mínimo de Individuos
El Número Mínimo de Individuos (NMI) se cal-
6. Estimadores de Abundancias.
cula de forma indirecta a través de las Categorías de
Con el objeto de valorar la muestra y obtener Fragmentación anteriormente citadas, aplicando las
unos resultados que permitan su interpretación, se siguientes fórmulas (Moreno Nuño, 1994):
252
VÍCTOR BEJEGA GARCÍA

Bivalvos: ocasiones el único estimador que podemos aplicar


durante el muestreo.
VCOM+VFRA+FCHC+(FCHA ó FCHP, el que
sea mayor) En nuestra opinión, la interpretación más acerta-
da del depósito pasa por una aplicación de los tres
Gasterópodos:
estimadores y de una correcta explicación de la re-
ICOM+IFRA+[FAPI ó (FEST+FUMB) el que lación entre ellos. De esta forma, conseguiremos no
sea mayor] sólo calibrar los resultados, sino responder a un ma-
yor número de cuestiones, tales como áreas de cap-
Erizo de mar:
tación, especies más consumidas, estacionalidad,
Estructura Bucal: [DCOM+(FDD ó FPD, lo que cambios en las estrategias de recolección, variación
sea mayor)] ó [PSC+(FDP ó FPP, lo que sea ma- del medio, etc.
yor)]
7. Conclusión.
Estructura Genital: MP ó PGSd ó PGSi ó PGId Tras este breve repaso por la metodología em-
ó PGIi ó PO, lo que sea mayor pleada en el análisis de los concheros de la costa
Percebe: gallega, consideramos oportuno realizar una serie
de consideraciones finales a modo de síntesis. En
[TC+(TFS ó TFI, el que sea mayor)] ó primer lugar, debemos poner énfasis en la necesi-
[EC+(EFS ó EFI, el que sea mayor)] En estas dad de aplicar una metodología exhaustiva que per-
dos fórmulas, se calcula de forma independiente mita recuperar la mayor cantidad de información
para derecha e izquierda, tomando el de mayor re- posible. La excavación implica una destrucción
sultado. cuyo impacto debe ser corregido el sistema de recu-
peración, optimizando la información. En este sen-
[QC+(QFS ó QFI, el que sea mayor)] tido, consideramos de vital necesidad la recogida de
Si bien el NMI no se ve tan afectado por la frag- todo tipo de evidencias a pesar de su pequeño tama-
mentación ni por la relación resto-individuo como ño, pues son indicativas de una gran variedad de ac-
el NR, si puede estar influido por la distribución es- tividades económicas que incluyan la recolección
pacial de los restos y por el grado de exactitud en la de moluscos, la pesca, la metalurgia, la producción
asignación de los restos a las Categorías de Frag- cerámica, etc. Del mismo modo, creemos que es ne-
mentación (Moreno Nuño, 1994; Gutiérrez Zugasti, cesario una unificación de criterios metodológicos
2005). Sin embargo, se trata del estimador más fia- con el objetivo de poder comparar resultados entre
ble en Arqueomalacología, pudiendo calibrarse con diferentes estudios y con ello obtener una visión ge-
el resto de estimadores. nérica del aprovechamiento de los recursos mari-
nos, continuando los trabajos de otros autores (Váz-
Moreno Nuño (1994) propone el cálculo de una quez Varela, 1998; Vázquez Varela et al.,
serie de índices con el objetivo de aproximarse a la 1999/2000).
importancia relativa de las diferentes especies den-
tro de la muestra: el Índice de Constancia, es decir, La aplicación de estos principios metodológicos
la posibilidad de encontrar una especie dentro de la está permitiendo conocer algunos aspectos impor-
muestra, y el Índice de Dominancia, equivalente al tantes sobre el aprovechamiento de los recursos ma-
% del NMI. rinos en la Cultura Castreña y en el mundo Galaico-
romano, observándose diferencias claras entre am-
6.3. Peso. bas épocas (Rodríguez et al., 2005; Vázquez Vare-
La utilización del peso como estimador de abun- la, 1998; Vázquez Varela & Rodríguez López,
dancias está sujeto a un constante debate (Mason et 1999/2000).
al., 1998, 2000; Glassow, 2000; Claassen, 2000).
Es necesario, sin embargo, llevar a cabo un ma-
La existencia de especies de moluscos cuya concha
yor número de excavaciones arqueológicas y mues-
tiene un mayor peso, o diferencias en la relación del
treos en concheros que permitan aumentar el volu-
peso entre concha-animal, pueden tener una in-
men de datos obtenidos a través de una metodolo-
fluencia negativa en el uso de este estimador si no
gía desarrollada. La aplicación de estudios biomé-
se tienen en cuenta.
tricos, entre otros, permitirá reconstruir con mayor
A pesar de las limitaciones que presenta como exactitud las estrategias de recolección, la influen-
estimador de abundancias, los valores de peso son cia de la estacionalidad y de las mareas en la elec-
muy importantes, puesto que pueden reflejar cam- ción de zonas de captación y de especies.
bios en la composición de los diferentes niveles de
8. Agradecimientos
un depósito, corregir los valores ofrecidos por el
NMI y NR, etc. Del mismo modo, si la muestra pre- Este trabajo no habría sido posible sin la direc-
senta un alto grado de fragmentación, el Peso es en ción, las enseñanzas y el apoyo constante del Dr.-
253
COMPOSICIÓN Y METODOLOGÍA DE ANÁLISIS DE CONCHEROS APLICADA A LOS CASTROS LITORALES...

Carlos Fernández Rodríguez. A él mi más profundo O Neixón (Boiro, A Coruña)”. Férvedes, 5. Vilalba
(Lugo): 269-275.
agradecimiento. GUTIÉRREZ ZUGASTI, F.I.
2005 La explotación de moluscos en la cuenca baja del
Y como no, a mi compañero en el duro trabajo río Asón (Cantabria, España) a inicios del Holo-
de laboratorio haciendo más cortas las horas con ceno (10.000-5.000 BP) y su importancia en las
largas conversaciones arqueomalacológicas, D. comunidades humanas del Aziliense y del
Mesolítico. Trabajo de Investigación de Doctorado.
Eduardo González Gómez de Agüero. Departamento de Ciencias Históricas, Universidad
de Cantabria. Inédito.
LÓPEZ GARCÍA,
1927 La citania de Santa Tecla o una ciudad prehistóri-
9. Bibliografía. ca desenterrada. La Guardia, Casa Táboas
BEJEGA GARCÍA, V.; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C. MASON, R.D.; PETERSON, M.L.; TIFFANY, J.A.
S/f “El aprovechamiento de los recursos marinos en el 2000 “Weighing and counting shell: a response to Glas-
Castro Grande de O Neixón”. sow and Claassen” American Antiquity, 65 (4):
BEJEGA GARCÍA, V.; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; 757-761
FUERTES PRIETO, N. 1998 “Weighing vs. Counting: Measurement reliability and
2008 “Los restos faunísticos del Castro grande de o Nei- the California School of Midden Analysis” Ameri-
xón (Boiro, A Coruña): análisis zooarqueológico”. can Antiquity, 63 (4):303-324
Férvedes, 5. Vilalba (Lugo): 33-42. MEIGHAN, C.W.
BOWDLER, S. 1980 “Los moluscos como restos alimenticios en los si-
2006 "ollusk and other shells”. En Balme, J. y Paterson, tios arqueológicos”. En Brothwell, D. y Higgs, E.:
A. (eds.): Archaeology in practice. A student gui- Ciencia en Arqueología, Madrid, F.C.E.:427-434.
de to archaeological analyses. Blackwell pu- MORENO NUÑO, R.
blishing: 316-337. 1994 Análisis Arqueomalacológicos en la Península
CABRAL, J.P.; COELHO DA SILVA, A. Ibérica: Contribución Metodológica y Biocultural.
2003 “Morphometric analysis of limpets from Iron Age Tesis Doctoral. Departamento de Biología, Facul-
shell midden found in northwest Portugal”Journal tad de Ciencias, Universidad Autónoma de Ma-
of Archaeological Science, 30:817-829 drid. Inédito.
CLAASSEN, CH. RAGIR, S.
1998 Shells. Cambridge University Press. 1988 “Revisión de las técnicas de muestreo arqueológico”
2000 “Quantifiying shell: comments on Mason, Peterson En Métodos de Campo en Arqueología. México:
and Tiffany”. American Antiquity, 65 (2):415-418 342
COSTAS, R.C.; COUTO, M.; FUENTES, L.; GUISANDE, RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
C.; MACHO, G.; MARTÍN, B.; MIGUEL, M.; 1992 Nuevas aportaciones al estudio del aprovecha-
MIÑAMBRES, M.; MONTES, M.; RODRÍGUEZ, G. miento de los recursos marinos en los castros ga-
1995 “Segregación ecológica de tres especies del género llegos. El Castro de Cabo de Cruz. Trabajo de Li-
Patella en una playa rocosa de las costas de Gali- cenciatura, Universidad de Santiago de Composte-
cia”. Thalassas, 11. Universidad de Santiago: la, Inédito.
127-131. RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
DUPONT C. 1993 “Unha aproximación ao estudio da explotación do
2006 La malacofaune de sites mésolithiques et néolithi- mar na Prehistoria e Historia Antiga de Galicia a
ques de la façade atlantique de la France. Contri- traves do analise dos concheiros”. HISTORIA
bution à l’économie et à l’identité culturelle des NOVA I: Contribución dos Xovenes Historiadores
groupes concernés. BAR Internacional Series de Galicia. Asociación Galega de Historiadores:
1571. 5-14.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C. RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.
2005/06 “La arqueozoología en el noroeste de la Península 1996 “Una aproximación al estudio de los yacimientos
Ibérica: historia de las investigaciones”. MUNIBE castreños del litoral galaico: dimensiones ambien-
(Antropología-Arkeologia), 57/1: 511-523. tales y económicas”. En Ramil-Rego, P.; Fernán-
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; FUERTES PRIETO, N. dez Rodríguez, C.; Rodríguez Guitián, M. (coord.):
2003 “Análisis de la fauna de Maestro Copín y San Sal- Biogeografía Pleistocena-Holocena de la Penín-
vador del Nido (León)”. En Fernández Freire, B.E.: sula Ibérica. Consellería de Cultura, Xunta de Ga-
León I. La época romana en León: aspectos ar- licia, Santiago: 363-375.
queológicos. Arqueología leonesa II: 201-231. RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.; VÁZQUEZ VARELA, J.M.;
2004 “La alimentación en el campamento romano de la CAMINO MAYOR, J.
Legio VII en León: la información arqueológica”. 2005 “Concheros castreños y romanos del Cantábrico
Promonumenta, VI: 34-39. Occidental (Asturias y Galicia)”. Gallaecia 24:
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; GONZÁLEZ GÓMEZ 61-73.
DE AGÜERO, E.; BEJEGA GARCÍA, V. SHACKLETON, N.J.
2008 “Estudio del conchero del castro de punta Atalaia 1980 “Los moluscos marinos en la arqueología”. En
(San Cibrao, Lugo)”. Férvedes, 5. Vilalba (Lugo): Brothwell, D. y Higgs, E.: Ciencia en Arqueología,
43-52. Madrid, F.C.E.:418-426.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; RODRÍGUEZ LÓPEZ, C. SPARKS, B.W.
1994 “Análisis de la fauna del Castro de Fazouro. Cam- 1980 “Los moluscos no marinos en la arqueología”. En
paña de 1992”. Museo de Prehistoria e Arqueolo- Brothwell, D. y Higgs, E.: Ciencia en Arqueología,
xía de Vilalba. Inédito. Madrid, F.C.E.:406-417.
FERRÉ, M.C. VÁZQUEZ VARELA, J.M.
2003 Contribución al estudio de la arqueoiciofauna 1998 “O aproveitamento dos recursos mariños na prehis-
Holocena en Galicia. Tesis Doctoral. Universidad toria e a antigüedade de Galicia”. En Fernández
de Santiago. Casanova, C. (coord..): Historia da pesca en Gali-
GAUTIER, A. cia: 13-50.
1987 “Taphonomic groups: how and why?”. Archaeo- VÁZQUEZ VARELA, J.M; RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
zoologia, I: 47-52. 1999/2000 “El aprovechamiento de los recursos marinos en la
GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO, E. prehistoria y la antigüedad de Galicia”. Boletín do
2008 “Análisis del utillaje metálico del Castro Grande de Museo Provincial de Lugo IX: 335-365.
254
VÍCTOR BEJEGA GARCÍA

WASELKOV, G.A.
1987 “Shellfish gathering and shell midden archaeology”
Advances in Archaeological Method and Theory,
vol.10: 93-210
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 255-262

RESULTADOS OBTENIDOS EN EL ANÁLISIS DE UN CONCHERO: EL CASO


DE LOS CASTROS LITORALES GALLEGOS

Eduardo González Gómez de Agüero


Universidad de León; gomezaguero_@hotmail.com

RESUMEN

La acidez de los suelos del NO hace que en muchas ocasiones la conservación de materiales metáli-
cos u óseos sea muy deficiente. Por ello muchas veces los materiales encontrados en los depósitos de conchas,
que actúan como aislante gracias al componente calizo de las mismas, se convierten prácticamente en la úni-
ca fuente de información. Debido a esta característica, el estudio íntegro y sistemático de un conchero puede
aportar gran cantidad de información acerca de las actividades artesanales o comerciales, paleoclimáticas y
bromatológicas sin necesidad de realizar una excavación en área de la totalidad del yacimiento.

ABSTRACT

The acidity of the soil in the northwest means that often the preservation of bone or metal materials
is scarce. That is why often the materials contained in tanks shells become virtually the sole source of infor-
mation. Because of this, the systematic study of a shell-Midden can bring a wealth of information on the ac-
tivities of craft or trade, paleoclimáticas and nutritional resources without carrying out an excavation at the
archaeological site.

Palabras Clave: Conchero. Metalurgia. Explotación recursos marinos. Geoindicadores. Castro costero.

Keywords: Shell-midden. Metalurgy. Sea exploitation. Geoindicators. Seacoast hillfort.

1. Introducción. ritmo bastante rápido (Fernández Rodríguez,


Tradicionalmente se ha denominado conchero a 2005/6).
todo depósito que presente conchas, lo que ha pro- Además el estudio pormenorizado de todos los
ducido una gran confusión terminológica entre los elementos que componen un conchero nos puede
investigadores. Algunos autores consideran conche- dar información muy valiosa sobre la comunidad
ro a todo depósito en el que la concha sea el ele- que formó el depósito y el medio físico en el que
mento visible predominante, entre un 30% y un vivían. En muchos casos pueden ser una excelente
50% del peso total (Meighan, 1980; Rodríguez Ló- “fotografía” de un momento muy determinado en la
pez, 1993; Bowdler, 2006). Cuando un depósito tie- ocupación de un yacimiento.
ne este porcentaje de conchas, la mayor densidad de
estas hace que parezca el único componente, pero Para ello es necesaria la aplicación de una meto-
un conchero está formado, en la mayoría de los ca- dología exhaustiva, y un proceso de excavación cui-
sos, por otros muchos materiales fruto de la activi- dadoso y preciso que permita tanto el registro de
dad cotidiana de las gentes que los formaron, ya posibles niveles como la recuperación de todos los
que realmente estos depósitos son basureros (Rodrí- materiales.
guez López, 1993). 2. Información obtenida del análisis de un
Este tipo de basurero tiene una gran importancia conchero.
a la hora de la recuperación de materiales, ya que el 2.1. Información alimenticia.
componente calizo de las conchas crea unas condi- La mayor parte de los restos de moluscos recu-
ciones particulares que los aíslan de la acidez de perados en los concheros son adscribibles tafonó-
determinados suelos. La descomposición de las par- micamente con actividades alimenticias (Gautier,
tes duras de los moluscos produce la disolución del 1987; Moreno Nuño, 1994), apareciendo asociados
carbonato cálcico, lo que modifica la acidez del en la mayoría de los casos a otros desechos con el
suelo alrededor del conchero (Dupont, 2006). Esto mismo origen (Dupont, 2006), como restos de ma-
cobra gran importancia en el área gallega (princi- crofauna (Fig. 1), ictiofauna (Fig. 2) o semillas. La
palmente en su mitad occidental), donde el índice importancia real del aporte de los moluscos en la
de acidez y un alto drenaje provocan la destrucción dieta, frente a estos otros restos, es relativa pese al
de la materia, tanto orgánica como inorgánica, a un mayor volumen de estos animales marinos; así se ha

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
256
EDUARDO GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO

calculado que un gramo de hueso de ave en un con-


chero representaría tanto aporte como 100 gr. de
conchas de almeja (Meighan, 1980), siendo esta re-
lación mucho más desequilibrada en el caso de los
peces, donde una vértebra de túnido correspondería
nutricionalmente a más de 100 conchas (Rodríguez
López, 1992). Un problema similar lo encontramos
con los cefalópodos y los crustáceos, ya que son
pocos los elementos recuperables, no apareciendo
habitualmente en los registros arqueológicos, lo
que no quiere decir que no fueran un elemento con-
sumido (Rodríguez López, 1992; Fernández Rodrí- Fig.: 2. Restos de ictiofauna.
guez et alii, 2008). También debemos tener en
cuenta que la proporción de carne de un molusco no De este modo, gracias al estudio de los conche-
se correlaciona con el tamaño de la concha, influ- ros localizados en diferentes castros litorales galle-
yendo factores como el oleaje o la estacionalidad, gos, se ha podido constatar dos tipos de explota-
ya que en zonas muy batidas los moluscos tienden a ción: en los asentamientos situados en el fondo de
reforzar la concha en detrimento de las partes blan- las rías el mar supone un medio complementario a
das, del mismo modo que los ciclos biológicos y re- los recursos agropecuarios, mientras que en el lito-
productivos van a verse reflejados en el tamaño del ral cantábrico esta explotación sería mucho más in-
individuo (Dupont, 2006). tensiva e ininterrumpida, llegando en algunos casos
a tener un valor comercial, como es el caso de Lugo
o Fazouro (Rodríguez López et alii, 2005). Además
diferentes estudios realizados tanto en la costa Can-
tábrica como en la Atlántica, apuntan hacia una ex-
plotación del medio marino condicionada por la va-
riación de las mareas y el mantenimiento de los re-
cursos, alternando las zonas de recolección para fa-
vorecer su regeneración (Bejega García et alii,
2008; Fernández Rodríguez et alii, 2008).

Fig.: 1. Mandíbula de bóvido.

Pese a estos problemas a la hora de interpretar


la importancia de los moluscos en la dieta humana,
un análisis del depósito es una fuente de informa-
ción básica para el conocimiento de la alimentación
de un grupo. Hay que tener en cuenta que el consu-
mo viene marcado por toda una serie de factores so-
ciales: cualidades gustativas, tabús alimenticios, to-
xicidades o factores estacionales y de gestión de re-
cursos (Dupont, 2006). Por ello el consumo de mo-
luscos por parte de los grupos humanos supone una Fig.: 3. Restos malacológicos.
selección, tanto de tallas como de especies, que so- Por otro lado la presencia de especies del infra-
metidas a un minucioso análisis nos puede dar mu- mareal, como Thais haemastoma o Astraea rugosa,
cha información sobre áreas de captación y estrate- hacen pensar a algunos autores en la posibilidad de
gias de recolección, señalando diferencias cultura- una explotación de fondo por medio de rastrillos
les y socio-económicas entre las distintas socieda- desde embarcaciones en época romana, frente a la
des. Cada especie se reparte a lo largo del litoral explotación desde la costa en el periodo prerroma-
dependiendo de la influencia de las mareas, del sus- no (Vázquez Varela, 1998).
trato, de la temperatura o de un mar más o menos
batido (Dupont, 2006), por ello la identificación de El estudio biométrico nos puede indicar casos
los especímenes documentados nos puede indicar de sobreexplotación del medio, respondiendo tanto
tanto la importancia de las especies dentro de la a un periodo, concreto fruto de una fase de carestía,
dieta, como las técnicas que implica su recolección. o a una incipiente presión sobre el entorno debido
bien a un aumento de la población o bien a una ma-
yor importancia de este recurso en la economía lo-
257
RESULTADOS OBTENIDOS EN EL ANÁLISIS DE UN CONCHERO: EL CASO DE LOS CASTROS LITORALES...

cal (Shackleton, 1980), pero también nos puede es- fuente de aprovisionamiento (Vázquez Varela y Ro-
tar indicando la explotación de una zona litoral con- dríguez López, 1999/2000).
creta, como por ejemplo en el caso de las lapas, en-
Las evidencias de comercio de moluscos no so-
tre las cuales Patella ulyssiponensis es de mayor ta-
lamente se restringen a los yacimientos interiores,
maño cuanto más tiempo esté sumergida (Costas et
sino que también en los asentamientos litorales se
alli,1995).
pueden documentar especies que no son propias de
2.2. Relaciones comerciales. su entorno. Este es el caso, por ejemplo, del Castro
La presencia de restos de moluscos marinos en de Santa Trega, que cuenta con un medio litoral
los asentamientos litorales entra dentro de la nor- muy batido y rocoso, y por lo tanto no propicio
malidad, ya que es un elemento consumido por las para la ostra, de la que se documenta su presencia
comunidades humanas desde la antigüedad, y se lo- en las excavaciones antiguas (Mergelina, 1939/40),
caliza en su medio más cercano. La interpretación lo que está indicando que estos ejemplares fueron
varía cuando estos animales marinos se localizan en traídos desde otro lugar (Vázquez Varela; Rodrí-
yacimientos del interior, o en zonas litorales se do- guez López, 1999/2000).
cumentan especies que no son propias del entorno. 2.3. Paleoclima.
Cada especie de molusco se identifica con un
biotopo determinado, ya que son muy sensibles a
diferentes factores, tanto abióticos (profundidad,
sustrato, temperatura, salinidad, humedad....) como
bióticos (depredación, competición, parásitos...)
(Claassen, 1998; Dupont, 2006), y por lo tanto son
indicativos de unas condiciones muy concretas del
medio y del clima.
Uno de los principales métodos aplicados en la
interpretación paeloclimática, es la conformación
de pequeños grupos basándonos en la distribución
actual de las especies, siendo comparados con los
restos arqueológicos, obteniendo de este modo una
Fig.: 4. Ostrea edulis. serie de datos sobre el clima a nivel regional (Gu-
En yacimientos interiores como Lucus Augusti tiérrez Zugasti, 2005). Las reconstrucciones climá-
(Lugo), Cidadela (A Coruña) o San Cibrán de Lás ticas del pasado se basan en el principio de que las
(Ourense) se ha documentado la presencia de restos especies no han modificado sus requerimientos eco-
de moluscos marinos (Vázquez Varela; Rodríguez lógicos (Sparks, 1980).
López, 1999/2000). En el primero esta presencia es
abundante y relacionada con una especie de gran
valor gastronómico para las élites sociales romanas
(Ostrea edulis; Fig. 4), mientras que en el tercero
de los casos los restos son escasos y de escaso valor
culinario, por lo que deben estar respondiendo a
otro tipo de funciones (Vázquez Varela; Rodríguez
López, 1999/2000). Los restos de conchas de mo-
luscos marinos no solamente se localizan en áreas
más o menos próximas a la costa, y así se han recu-
perando también en el campamento de la Legio VII
en León, donde se hallaron restos de Ostrea edulis
(ostra), Monodonta lineata (bígaro) o Tapes decus-
satus (almeja fina) (Fernández Rodríguez y Fuertes
Prieto, 2003; 2004). La presencia reiterativa de al- Fig.: 5. Ejemplares de Thais haemastoma.
gunas especies en diferentes puntos del interior du-
La presencia de grandes cantidades de ciertas
rante el periodo romano hace plantearse la posibili-
especies que actualmente no existen en un área con-
dad de unas fluidas relaciones comerciales entre zo-
creta, es un claro indicio de cambio climático. En la
nas costeras y el interior, como se aprecia en el
costa gallega la presencia de Crassostrea angulata
Castro de A Devesa (Ribadeo, Lugo) donde las ta-
(abundante actualmente en el Cantábrico Oriental),
llas de las ostras son inferiores a la media de las re-
Astraea rugosa (actualmente en el Cantábrico
cuperadas en Lugo, por lo que es posible que un ya-
oriental y el Mediterráneo) y Thais haemastoma
cimiento de similares características sirviera como
(Fig. 5) (actualmente en la costa vasca y en el sur
258
EDUARDO GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO

de Portugal) en diferentes yacimientos del área en periodos relativamente cortos (Shackleton, 1980;
Cantábrica (Cano Pan y Vázquez Varela, 1991; Claassen, 1998).
Fernández Rodríguez y Rodríguez López, 1994;
2.4. Estacionalidad.
Fernández Rodríguez et alii, 2008) indican un des-
censo de las temperaturas en torno a los 2,5-3º C Mediante el estudio de las conchas recuperadas
entre los siglos I-IV d.C. y el siglo XVIII, no siendo en los yacimientos también podemos llegar a cono-
localizados en la actualidad ejemplares vivos de es- cer la cronología en la que fueron depositadas, e in-
tas especies en las costas gallegas (Rodríguez Ló- cluso el periodo del año en que se consumieron, pu-
pez y Fernández Rodríguez, 1996; Martínez Corti- diendo establecer posibles patrones de recolección.
zas y Vázquez Varela, 2002). Las conchas de los moluscos están formadas por
Este tipo de análisis no son absolutos, ya que carbonato cálcico (calcita o aragonito) y una pro-
una gran cantidad de las especies son euritermas y porción de un 1-2% de materia orgánica o conchio-
eurohalinas, aunque sí permiten una primera carac- lin (Shackleton, 1980; Claassen, 1998). Tanto la
terización del clima y del nivel del mar. Este tipo de parte orgánica como la inorgánica contienen carbo-
estudios paleoclimáticos deben ir acompañados de no, y por lo tanto pueden someterse a cálculos basa-
los consiguientes análisis palinológicos, sedimento- dos en el radiocarbono.
lógicos, etc... que permitan concretar con mayor El principal problema que plantea el uso de esta
precisión las condiciones ambientales (Rodríguez técnica sobre la materia inorgánica es la contamina-
López y Fernández Rodríguez, 1996; Martínez Cor- ción, ya que los ejemplares antiguos están expues-
tizas y Vázquez Varela, 2002; Gutiérrez Zugasti, tos al enriquecimiento por carbono moderno, siendo
2005 ).Otro tipo de estudios, más precisos a la hora muy difícil su identificación, a pesar de ello es posi-
de determinar la paleotemperatura, son los análisis ble calibrar los resultados realizando un análisis del
de isótopos de oxígeno. Consisten en un análisis de interior y del exterior por separado (Shackleton,
la abundancia relativa de isótopos de oxígeno en el 1980).
carbonato cálcico de la concha de los moluscos y se
basan en una serie de principios, relacionados con Cuando la muestra es abundante se obtienen
la presencia de tres tipos de isótopos estables de mejores resultados con el análisis de la materia or-
oxígeno en la atmósfera (O16, O17, O18 en proporcio- gánica, menos susceptible de contaminarse, aunque
nes constantes (Shackleton, 1980). Lo que interesa presenta problemas de calibración por la cantidad
a la hora de evaluar las paleotemperaturas es la va- de carbono presente en el océano en el momento de
riación de la abundancia de estos isótopos, ya que la recolección de los individuos (Shackleton, 1980;
el O16 es menos pesado que el O18, y por lo tanto se Claassen, 1998).
evapora más rápidamente, volviendo a precipitar en Además de fechas absolutas, el análisis de las
forma de lluvia. Este proceso se ve alterado en pe- conchas, principalmente de los bivalvos, puede
riodos fríos, ya que queda retenido en los hielos, no ofrecer información sobre la estación en la que se
retornando al medio marino (Claassen, 1998) (Fig. produjo su recolección. Este tipo de estudios tienen
6). gran interés a la hora de analizar no solo la impor-
tancia de los moluscos en la dieta sino también las
estrategias de recolección, ya que el consumo de
moluscos en una estación determinada puede indi-
car una función complementaria de una actividad
agropecuaria y/o cinegética, o ser reflejo de la esta-
cionalidad del asentamiento. Por otro lado, la pre-
sencia de una especie determinada en un periodo
concreto respondería a factores culturales y biológi-
cos.
Los estudios de estacionalidad se basan en el
crecimiento de la concha de los moluscos. Este cre-
cimiento es logarítmico y continuo a lo largo de la
vida de un individuo, pero no es uniforme a lo largo
del año. Durante los periodos invernales es escaso,
Fig.: 6. Ciclos de los isótopos de oxígeno. debido a la disminución de la temperatura y de la
luz, lo que a su vez provoca una merma del placton.
Si bien este tipo de análisis tiene un error menor
Así en periodos invernales las líneas de crecimiento
a 1ºC, presenta dos claras limitaciones: el problema
son muy finas, mientras que para la primavera y el
de la composición isotópica del agua y la tempera-
verano son mucho más gruesas (Fig. 7) (Claassen,
tura del océano, que fluctúa de forma considerable
1998; Dupont, 2006). La estimación del crecimien-
259
RESULTADOS OBTENIDOS EN EL ANÁLISIS DE UN CONCHERO: EL CASO DE LOS CASTROS LITORALES...

to en los individuos nos puede indicar la estación, dez del suelo aumenta considerablemente el proce-
incluso el mes, en el que el individuo murió, y en el so de degradación del material. Esto lo hemos podi-
caso de una recolección intencional para alimento, do constatar en castros como el de O Neixón (Boi-
el periodo en el que se efectuó la misma. ro, A Coruña) (Fig. 8), donde la mayor parte de las
piezas metálicas y con mejor estado de conserva-
ción fueron localizadas en el conchero (González
Gómez de Agüero, 2008). La buena conservación
de los objetos metálicos tiene gran importancia a la
hora de estudiar la cadena operativa metalúrgica, ya
que nos va a permitir análisis metalográficos que en
una pieza donde no se conserve el núcleo de metal
nos va a resultar imposible. Además, la combina-
ción de técnicas de datación de conchas con crono-
logías relativas de las diferentes tipologías nos pue-
de dar importante información temporal sobre la
formación del depósito y precisión sobre la crono-
logía de los útiles metálicos.
Fig.: 7. Líneas de crecimiento en Tapes decussatus.

2.5. Actividad artesanal.


Las conchas no tienen únicamente una función
bromatológica, pudiendo ser transformadas para
otros usos, como herramientas, botones, elementos
ornamentales, constructivos... y por lo tanto nos
pueden aportar información sobre aspectos socio-
culturales y simbólicos de las distintas comunida-
des.
Puede servir de ejemplo la utilización de Murex
para la elaboración de tinte, para lo que hace falta
una gran cantidad de individuos, ya que éste se ob-
tiene de una pequeña glándula. En su proceso de
elaboración es necesaria la extracción del animal
sin perder este preciado elemento, por lo que la
fractura de la concha se realiza siguiendo unos pa-
trones determinados en los ejemplares más grandes,
mientras que para los más pequeños se procede a su
triturado (Fernández Uriel, 2001). Uno de estos
Murex es la Thais haemastoma, ampliamente repre-
Fig.: 8. Fibulas de largo travesaño sin espira.
sentada en la costa cantábrica gallega entorno al
cambio de era, siendo un elemento mayoritario en Algo similar sucede con los restos cerámicos, ya
castros como el de Fazouro (Fernández Rodríguez y que los suelos ácidos pueden llegar a eliminar todo
Rodríguez López, 1994) o Punta do Castro (Ramil tipo de evidencias de tratamientos superficiales,
Rego et alii, 1995), aunque solamente algunos indi- desde bruñidos a pinturas o barnices. Por ello su
viduos del segundo de los citados presenta las rotu- aparición en un conchero supone un aumento de la
ras típicas para la extracción del tinte, siendo el res- información que nos puede proporcionar.
to ejemplares utilizados para el consumo. La recuperación de estos objetos manufactura-
En un conchero no solamente podemos recupe- dos, en la mayoría de los casos se va a producir du-
rar restos biológicos, sino que también es frecuente rante el proceso de excavación del depósito, por lo
el hallazgo de otros restos de la actividad antrópica que es sumamente importante una correcta docu-
desarrollada en el asentamiento. mentación y registro, sino también el cribado, ya
que las características físicas de las conchas hacen
No resulta extraño el hallazgo de utillaje metáli- que en muchas ocasiones puedan pasarse por alto
co en este tipo de depósitos, apareciendo además en otros materiales, perdiendo así otros datos únicos e
un buen estado de conservación por las ya comenta- irrecuperables.
das particularidades de este tipo de depósitos. Este
hecho, que puede parecer anecdótico presenta suma No todos los restos documentados en el conche-
importancia en aquellos yacimientos donde la aci- ro son objetos acabados, sino que nos podemos en-
contrar con todo tipo restos de la cadena operativa,
260
EDUARDO GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO

apareciendo tanto restos escoriáceos y de desecho que en muchas ocasiones puedan pasarse por alto
de diferentes trabajos artesanales, como crisoles. otros materiales, perdiendo así otros datos únicos e
irrecuperables.
Quizás los restos más interesantes que hemos
encontrado hasta el momento son los documentados No todos los restos documentados en el conche-
en Punta Atalaia (San Cibrao, Lugo) (Fernández ro son objetos acabados, sino que nos podemos en-
Rodríguez et alii, 2008) y en Montealegre (Domaio, contrar con todo tipo restos de la cadena operativa,
Pontevedra) (en proceso de estudio). Este conjunto apareciendo tanto restos escoriáceos y de desecho
de restos está formado por una serie bolitas y pla- de diferentes trabajos artesanales, como crisoles.
quitas de pocos milímetros fruto del trabajo de for-
Quizás los restos más interesantes que hemos
ja. Estos “debrise” de forja o battitures (Fig. 9) se
encontrado hasta el momento son los documentados
forman al fundirse la superficie del hierro cuando se
en Punta Atalaia (San Cibrao, Lugo) (Fernández
calenta a más de 300ºC, desprendiéndose al sufrir el
Rodríguez et alii, 2008) y en Montealegre (Domaio,
objeto tratamientos mecánicos o térmicos (Serneels
Pontevedra) (en proceso de estudio). Este conjunto
et al., 2004). Estos desechos son producidos en to-
de restos está formado por una serie bolitas y pla-
das las etapas del proceso de forja, dependiendo su
quitas de pocos milímetros fruto del trabajo de for-
forma y tamaño del trabajo realizado y de la tempe-
ja. Estos “debrise” de forja o battitures (Fig. 9) se
ratura alcanzada (Leblanc, 2004).
forman al fundirse la superficie del hierro cuando se
calenta a más de 300ºC, desprendiéndose al sufrir el
objeto tratamientos mecánicos o térmicos (Serneels
et al., 2004). Estos desechos son producidos en to-
das las etapas del proceso de forja, dependiendo su
forma y tamaño del trabajo realizado y de la tempe-
ratura alcanzada (Leblanc, 2004).
La presencia tanto de battitures o debrise de
forja, como de crisoles y restos escoriáceos, es cla-
ro indicio de trabajo metalúrgico dentro del yaci-
miento, puesto que estos restos carecen de cual-
quier valor de tipo comercial y son desechados en
basureros cerca de los lugares de procesado.
En nuestro caso, el estudio de concheros asocia-
dos a yacimientos castreños, ha permitido encontrar
este tipo de restos de forja. Sus pequeñas dimensio-
nes, hacen necesaria una estricta metodología de re-
cuperación. En nuestro caso se ha utilizado una ma-
lla de 0,8 mm. para un primer cribado con agua,
para otro posterior en seco con un tamiz de 1 mm.,
revisando el sedimento inferior a este tamaño. Te-
nemos que tener en cuenta que el proceso de exca-
vación es destructivo por definición, por lo que
debe aplicarse la metodología más minuciosa posi-
ble, ya que la información perdida será irrecupera-
ble.
Fig.: 9. Battitures.
3. Consideraciones finales.
Algo similar sucede con los restos cerámicos, ya
Un conchero es mucho más que un simple depó-
que los suelos ácidos pueden llegar a eliminar todo
sito donde el elemento mayoritario a simple vista
tipo de evidencias de tratamientos superficiales,
son las conchas. Un estudio sistemático de todos los
desde bruñidos a pinturas o barnices. Por ello su
componentes que forman estos depósitos, se con-
aparición en un conchero supone un aumento de la
vierte en una fuente importantísima de información
información que nos puede proporcionar.
sobre una comunidad humana, aportando datos tan-
La recuperación de estos objetos manufactura- to socio-económicos como paleoambientales, que
dos, en la mayoría de los casos se va a producir du- sin duda van a resultar cruciales para la interpreta-
rante el proceso de excavación del depósito, por lo ción del asentamiento.
que es sumamente importante una correcta docu-
En ocasiones estos datos pueden llegar a ser los
mentación y registro, sino también el cribado, ya
únicos disponibles, tanto porque el resto del yaci-
que las características físicas de las conchas hacen
miento está totalmente alterado, como porque no se
261
RESULTADOS OBTENIDOS EN EL ANÁLISIS DE UN CONCHERO: EL CASO DE LOS CASTROS LITORALES...

hayan realizado intervenciones en él. Aún así si se queológicos. Arqueología leonesa II: 201-231.
2004 “La alimentación en el campamento romano de la
procede a un minucioso proceso de excavación y Legio VII en León: la información arqueológica”.
muestreo, será posible obtener abundante informa- Promonumenta, VI: 34-39.
ción referente al grupo humano, siendo en muchos FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; GONZÁLEZ GÓMEZ
DE AGÜERO, E.; BEJEGA GARCÍA, V.
casos una perfecta “radiografía” de un momento 2008 “Estudio del conchero del castro de punta Atalaia
muy determinado de la historia del asentamiento. (san cibrao, lugo)”. Férvedes, 5. Vilalba (Lugo):
43-52.
Para la correcta validación de estas analíticas, es FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
muy importante la metodología de muestreo, recu- 1994 “Análisis de la fauna del Castro de Fazouro. Cam-
paña de 1992”. Museo de Prehistoria e Arqueolo-
peración y de identificación que se aplique, ya que xía de Vilalba. Inédito.
la utilización de procedimientos poco minuciosos FERNÁNDEZ URIEL, P.
puede originar la pérdida de gran parte de la infor- 2001 “La púrpura, más que un tinte”. En Costa, B. y H.
Fernández, J. (eds): De la mar y de la tierra: pro-
mación. ducciones y productos fenicios-púnicos: XV Jor-
nadas de Arqueología Fenício-Púnica. Eivissa:
En resumen, lo que pretendemos es llamar la 67-90.
atención sobre el estudio de estos depósitos, en mu- GAUTIER, A.
chas ocasiones poco valorados, a pesar de ser con- 1987 “Taphonomic groups: how and why?”. Archaeo-
zoologia, I: 47-52.
siderados medios de donde es posible recuperar GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO, E.
materiales en buen estado de conservación, pero re- 2008 “Análisis del utillaje metálico del Castro Grande de
cibiendo poca atención a la hora de afrontar el estu- O Neixón (Boiro, A Coruña)”. Férvdes, 5. Vilalba
(Lugo): 269-275.
dio integral de los mismos. GUTIÉRREZ ZUGASTI, F.I.
2005 La explotación de moluscos en la cuenca baja del
Los estudios malacológicos a pesar de su anti- río Asón (Cantabria, España) a inicios del Holo-
güedad, han tenido un desarrollo bastante lento, ceno (10.000-5.000 BP) y su importancia en las
pero sin duda son una fuente indispensable de infor- comunidades humanas del Aziliense y del Mesolí-
tico. Trabajo de Investigación de Doctorado. De-
mación a la hora de analizar cualquier yacimiento, partamento de Ciencias Históricas, Universidad de
debiendo enfatizarse tanto las técnicas como los re- Cantabria. Inédito.
sultados obtenibles a partir de su estudio. LEBLANC, J.-CL.
2004 “Noveaux apports pour une archéométrie de sols
d’atelier de forge”. En M. Mangin (dir.): Le fer.
Éditions Errance, Paris : 103-105.
4. Bibliografía. MARTÍNEZ CORTIZAS, A.; VÁZQUEZ VARELA, J.M.
2002 “El clima en la Galicia romana: una aproximación
BEJEGA GARCÍA, V.; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; interdisciplinar”. Revista Real Academia Galega
FUERTES PRIETO, N. de Ciencias. Vol. XXI: 87-104.
2008 “Los restos faunísticos del Castro grande de o Nei- MEIGHAN, C.W.
xón (Boiro, A Coruña)”: análisis zooarqueológico. 1980 “Los moluscos como restos alimenticios en los si-
Férvedes, 5. Vilalba (Lugo): 33-42. tios arqueológicos”. En Brothwell, D. y Higgs, E.:
BOWDLER, S. Ciencia en Arqueología, Madrid, F.C.E.:427-434.
2006 “Mollusk and other shells”. En Balme, J. y Pater- MERGELINA, C.
son, A. (eds.): Archaeology in practice. A studente 1939/40 “El seudo Asturiense de La Guardia (Pontevedra)”.
guide to aechaeological analyses. Blackwell pu- Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Ar-
blishing: 316-337. queología, fascs. XXII a XXIV, t. VI. Valladolid:
CANO PAN, J.; VÁZQUEZ VARELA, J.M. 23-33.
1991 “El aprovechamiento del mar en los castros coste- MORENO NUÑO, R.
ros de Lugo (Galicia)”. En Queiroga, F.; Dinis, 1994 Análisis Arqueomalacológicos en la Península
A.P. (Eds.): Paleoecologia e Arqueologia II: Ibérica: Contribución Metodológica y Biocultural.
71-75. Tesis Doctoral. Departamento de Biología, Facul-
CLAASSEN, CH. tad de Ciencias, Universidad Autónoma de Ma-
1998 Shells. Cambridge University Press. drid. Inédito.
COSTAS, R.C.; COUTO, M.; FUENTES, L.; GUISANDE, RAMIL REGO, E.; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; RO-
C.; MACHO, G.; MARTÍN, B.; MIGUEL, M.; DRÍGUEZ LÓPEZ, C.; LÓPEZ PÉREZ, C.; FERNÁNDEZ
MIÑAMBRES, M.; MONTES, M.; RODRÍGUEZ, G. PINTOS, P.
1995 “Segregación ecológica de tres especies del género 1995 “El yacimiento de Punta do Castro (Reinante, Ba-
Patella en una playa rocosa de las costas de Gali- rreiros, Lugo)”. Materiales de superficie y perspec-
cia”. Thalassas, 11. Universidad de Santiago: tivas. Férvedes, 2. Vilalba (Lugo): 87-115.
127-131. RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
DUPONT C. 1992 Nuevas aportaciones al estudio del aprovecha-
2006 La malacofaune de sites mésolithiques et néolithi- miento de los recursos marinos en los castros ga-
ques de la façade atlantique de la France. Contri- llegos. El Castro de Cabo de Cruz. Trabajo de Li-
bution à l’économie et à l’identité culturelle des cenciatura, Universidad de Santiago de Composte-
groupes concernés. BAR Internacional Series la, Inédito.
1571. RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C. 1993 “Unha aproximación ao estudio da explotación do
2005/06 “La arqueozoología en el noroeste de la Península mar na Prehistoria e Historia Antiga de Galicia a
Ibérica: historia de las investigaciones”. MUNIBE traves do analise dos concheiros”. HISTORIA
(Antropología-Arkeologia), 57/1: 511-523. NOVA I: Contribución dos Xovenes Historiadores
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.; FUERTES PRIETO, N. de Galicia. Asociación Galega de Historiadores:
2003 “Análisis de la fauna de Maestro Copín y San Sal- 5-14.
vador del Nido (León)”. En Fernández Freire, B.E.:
León I. La época romana en León: aspectos ar-
262
EDUARDO GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO

RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.


1996 “Una aproximación al estudio de los yacimientos
castreños del litoral galaico: dimensiones ambien-
tales y económicas”. En Ramil-Rego, P.; Fernán-
dez Rodríguez, C.; Rodríguez Guitián, M. (coord.):
Biogeografía Pleistocena-Holocena de la Penín-
sula Ibérica. Consellería de Cultura, Xunta de Ga-
licia, Santiago: 363-375.
RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.; VÁZQUEZ VARELA, J.M.;
CAMINO MAYOR, J.
2005 “Concheros castreños y romanos del Cantábrico
Occidental (Asturias y Galicia)”. Gallaecia 24:
61-73.
SERNEELS, V.; MERLUZZO, P.; LEROY, M.
2004 “Les activités de forge: le travail du metal”. En M.
Mangin (dir.): Le fer. Éditions Errance, Paris :
81-112.
SHACKLETON, N.J.
1980 “Los moluscos marinos en la arqueología”. En
Brothwell, D. y Higgs, E.: Ciencia en Arqueología,
Madrid, F.C.E.:418-426.
SPARKS, B.W.
1980 “Los moluscos no marinos en la arqueología”. En
Brothwell, D. y Higgs, E.: Ciencia en Arqueología,
Madrid, F.C.E.:406-417.
VÁZQUEZ VARELA, J.M.
1998 “O aproveitamento dos recursos mariños na prehis-
toria e a antigüedade de Galicia”. En Fernández
Casanova, C. (coord..): Historia da pesca en Gali-
cia: 13-50.
VÁZQUEZ VARELA, J.M; RODRÍGUEZ LÓPEZ, C.
1999/2000 “El aprovechamiento de los recursos marinos en la
prehistoria y la antigüedad de Galicia”. Boletín do
Museo Provincial de Lugo IX: 335-365.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 263-270

HERRAMIENTAS AGRÍCOLAS Y FORESTALES DE LA MESETA NORTE EN


LA II EDAD DEL HIERRO

David Peñas Pedrero


Universidad de Salamanca; dppedrero@usal.es

RESUMEN

En este trabajo se describe brevemente el proceso que se ha llevado a cabo en el estudio de las herra-
mientas de la II Edad del Hierro, dedicadas, principalmente, a labores de producción agrícola. Éste estudio se
entiende como medio y no como fin, por lo que se intentan establecer conclusiones que traspasan la proble-
mática puramente arqueológica, para intentar establecer nuevas visiones de la economía y la sociedad de las
sociedades del interior de la Península en el periodo anterior a la romanización.

ABSTRACT

In this work the process that has been carried out in the study of the tools of II Iron Age, dedicated,
mainly, to workings of agricultural production is described briefly. This one study is understood like means
and not like aim, reason why they are tried to establish conclusions that transfer problematic the purely ar-
chaeological one, to try to establish new visions of the economy and the society of the societies of the interior
of the Peninsula in the period previous to the roman times.

Palabras Clave: Agricultura. Edad del Hierro. Herramientas. Economía. Península Ibérica.

Keywords: Agriculture. Iron Age. Tools. Economy. Iberian Peninsula.

1. Introducción. “el medio natural ofrece en todas sus for-


En comparación con otros temas de investiga- mas el terreno propicio: el clima, el relie-
ción de la II Edad del Hierro, la agricultura ha sido ve, la situación marítima o terrestre, y el
poco estudiada hasta fechas bastante tardías, siendo desierto o pantano. En estas formas se fija
habitual en los trabajos arqueológicos recurrir, de la geografía humana cuando habla de
manera un tanto simplista, a las fuentes clásicas, adaptación al medio, pero existe el peli-
por ejemplo aquellos pasajes de Estrabón alusivos gro de explicarlo todo con demasiado ri-
en alguna medida a la economía. De esta aproxima- gor por las influencias del medio”
ción muy general proceden también varios topoi Por lo tanto lo que, en principio, puede resultar
historiográficos, como los del colectivismo agrario poco práctico o incluso antieconómico, la realidad
vacceo, o la alimentación a base de bellotas. nos muestra que es viable y mantenido en el tiempo,
Podría haberse afrontado también el estudio por lo que es necesario replantear los métodos de
propiamente arqueológico de los elementos mate- análisis - por ejemplo las capacidades productivas
riales relacionados con las prácticas agrícolas, pero del suelo.-
hay que reconocer que, a la hora de estudiar la cul- En definitiva, el material aquí estudiado resulta
tura material, ciertos aspectos como, por ejemplo, ser, por diversas razones, de los que menos biblio-
la cerámica o las armas, han centrado casi en exclu- grafía ha generado, lo cual sumado a la falta de crí-
siva la atención de los investigadores. De aquí se tica a las fuentes literarias, ha producido, incluso en
deriva una visión del registro arqueológico bastante los estudios monográficos sobre economía, una
parcial, y una clara infravaloración de otros elemen- cierta impresión de marginalidad de la agricultura
tos, especialmente los menos vistosos. prerromana de la meseta.
En los últimos años se viene trabajando intensa- A partir de los años 50, van apareciendo esporá-
mente en las cuestiones territoriales y espaciales de dicamente estudios sobre el instrumental agrícola,
las sociedades del pasado. Si bien es una vía de de- que con el paso del tiempo irán siendo más frecuen-
sarrollo de la investigación muy interesante y con tes y complejos, siendo destacables los trabajos so-
grandes posibilidades hacemos nuestras las ideas de bre el territorio ibérico, especialmente en las áreas
Leroi- Gourham (1989 p. 336), sobre la influencia valenciana y catalana, así como los de M. Barril en
del medio natural en las sociedades humanas, cuan- la zona que ahora nos ocupa.
do dice:

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
264
DAVID PEÑAS PEDRERO

De esta manera, nos encontramos ante un tema dos, y realizar una tipología dentro de un mismo
muy poco explorado, con grandes posibilidades de tipo de herramienta.
análisis tanto de índole económica como social,
En éste apartado ha resultado de crucial impor-
pero que carecía de una organización sistemática de
tancia la bibliografía etnológica e histórica. En és-
los objetos a estudiar.
tos trabajos se suelen establecer las diferencias en-
Entendimos, por tanto, que como primer paso, tre aperos con formas similares de manera relativa,
antes de afrontar objetivos más complejos, era ne- esto es, comparando unos grupos con otros, lo cual
cesario saber el número total de piezas conocidas, si bien impide la extrapolación de los datos que se
así como el contexto de los hallazgos, crucial a la encuentran en ésta bibliografía, permite establecer
hora de intentar planteamientos tipológicos y fun- los tipos de una manera menos rígida.
cionales, que pudieran explicar las diferencias entre
La heterogeneidad de las publicaciones origina-
los útiles, y por tanto el tipo de agricultura practica-
les hizo que se entendiera como imprescindible una
da.
documentación gráfica que no desviara la atención
A la hora de plantear el presente trabajo tenía- a características que, para el objetivo que se persi-
mos dos posibilidades: por un lado se podía presen- gue, resultan superfluas. De este modo, se realizó
tar la problemática situación de los estudios econó- un esfuerzo por la homogeneización de la represen-
micos de la II Edad del Hierro y plantear las con- tación gráfica, únicamente destacando aquellos as-
clusiones a las que se han llegado desde el estudio pectos que pueden influir en la interpretación de la
de las herramientas; y por otro se podría explicitar pieza.
de manera general el método que hemos llevado a
cabo.
Dado el título de la Reunión hemos considerado
más oportuno la segunda de las posibilidades, aun-
que resulta menos atractivo, creemos que es más in-
teresante, pues deja más espacio al diálogo.
2. Antes de empezar.
La mencionada situación de los estudios de la
tecnología agraria de la II Edad del Hierro provocó
que se tuviese que realizar un vaciado de fuentes
manual, pues muchos de los aperos estaban publica-
dos en las memorias de excavación y no habían
vuelto a ser estudiados.
La documentación de herramientas ha deparado
más de noventa objetos, lo cual hizo imprescindible
Fig.: 1.
la organización del catálogo.
Es preciso, antes de concluir con las cuestiones
El tipo de organización más habitual, en este
previas, advertir de la necesidad de crítica a todo
tipo de estudios es el de seguir el calendario agríco-
tipo de fuentes, ya sean clásicas, historiográficas o
la, de tal manera que en primer lugar se establecen
de otras áreas de conocimiento, pues lo que puede
las tareas que son necesarias para el cultivo y des-
resultar válido en un determinado contexto, puede
pués se asignan las herramientas que se requieren
no serlo en el que nos referimos, de tal modo, que
para tales tareas. En nuestro caso, hemos preferido
como ha quedado patente, y se verá aún más ade-
realizar la tarea al revés, pues algunas herramientas
lante, la utilización de datos y propuestas metodoló-
se utilizan en diferentes épocas del año y, además,
gicas de otras áreas de conocimiento, e incluso ar-
el propósito de este estudio son las herramientas
queológicas pero creadas para contextos diferentes
por lo que parece lógico que sean éstas quienes cen-
al que ahora se aborda, se han de tomar como váli-
tren la organización.
das para dichos contextos teniendo la necesidad de
Por lo tanto, para llevar a cabo esta tarea se se- revisarlas escrupulosamente si quedemos aplicarlas
pararon las herramientas en tres grupos: útiles para a nuestro ámbito de estudio.
cavar, útiles para cortar y un tercer grupo de herra-
3. El análisis.
mientas que no entran en los grupos anteriores.
Con el motivo de ordenar toda la información
Antes de llevar a cabo cualquier tipo de análisis, disponible de las diferentes herramientas creamos
es preciso elaborar una jerarquización de las carac- una base de datos con la información que conside-
terísticas, que servirá para poder diferenciar unas ramos imprescindible. Esta información junto con
herramientas de otras, en los casos más complica-
265
HERRAMIENTAS AGRÍCOLAS Y FORESTALES DE LA MESETA NORTE EN LA II EDAD DEL HIERRO

la representación gráfica, consideramos que son su- HERRAMIENTA CARACTERÍSTICAS


ficientes para una correcta interpretación.
Herramientas de corte 1º Función
Herramienta Reja curvo 2º Forma de la hoja.
3º Longitud de la hoja.
Dimensiones 308x 40 4º Enmangue
Enmangue Espiga Hachas 1º Forma.
Peso 930 2º Dimensiones
3º Enmangue
Estado de Restaurada. Muy buena 4º Peso
conservación
Sierras 1º Longitud
Publicación Fernández Gómez, F (1990) 9-87
Azadas, azadones y 1º Relación longitud/an-
Yacimiento El Raso (Candeleda, Ávila) escardillos chura
Tabla: 1. Ejemplo de la Base de datos.
Legones 1º Forma.
Una vez recopilada y ordenada la información 2º Enmangue
3º Relación anchura/longi-
es preciso tener en cuenta que en los anteriores es-
tud
tudios podían no haber resuelto de una manera ade-
cuada la cuestión de la identificación funcional de Rejas de arado 1º Forma.
2º Relación longitud/ an-
las herramientas, al no haber tomado en considera-
chura.
ción alguna de las características que presentan, o 3º Relación longitud total/
mediante la sobrevaloración de las características longitud de orejas
formales, frente a las magnitudes físicas del objeto.
Arrejadas / layas 1º Forma
Esto lleva a dejar el apartado “Herramienta” de una 2º Dimensiones
manera transitoria con la identificación dada en la
bibliografía existente, que no tenía por qué coinci- Horcas 1º Nº de dientes
2º Enmangue
dir con la nuestra y que en algún caso suponía la en- 3º Dimensiones
trada o no de la pieza en el catálogo. Por ejemplo
Manrique (1980 p.127) identifica como hacha una
hoja de hierro de 40g de peso lo cual comparado No vamos a pormenorizar ahora en los diferen-
con el resto de las hachas, con unos 332g de media, tes tipos que este esquema ha permitido establecer,
no creemos que sea la mejor de las posibles identi- pues consideramos más interesante, en este foro,
ficaciones. comentar cuestiones de forma y no de fondo.
Dentro de cada uno de los grandes grupos que De esta manera la primera cuestión que es nece-
ya señalamos anteriormente, existen herramientas sario aclarar, es que el esquema está pensado para
con grandes diferencias como por ejemplo las he- las herramientas que se han documentado en la II
rramientas de corte de hoja curva (hoces, podones y Edad del Hierro, no exclusivamente meseteña, si no
corquetes), las hachas, etc. en el grupo de herra- también del mundo ibérico e incluso europeo, pero
mientas de corte; o las azadas, las rejas de arado, que a tenido que ser adaptado a los datos que cono-
etc. en el de cavar, que se diferencian muy clara- cíamos. En efecto, no es baladí mencionar el detalle
mente a simple vista o con una pequeña descrip- de que el peso de las piezas haya sido mencionado
ción. únicamente en las hachas, esto se debe a que el las
publicaciones no es habitual mencionar este dato,
Estas diferencias, que tienen su origen en los di-
lo cual ha provocado que no contemos con suficien-
ferentes modos de manejo de las herramientas y en
tes pesos que permitan valorar esta característica
sus funciones, han permitido jerarquizar las caracte-
como se merece, aunque futuras investigaciones de-
rísticas básicas de análisis aunque en los casos don-
ban intentar paliar éste déficit.
de ahora se presentan diferentes tipos de herramien-
tas juntas será preciso matizar algunos aspectos. De Respecto a las herramientas de corte curvo, es
este modo podemos resumir las características bási- preciso matizar que, las cuatro características bási-
cas para la catalogación de las herramientas de la II cas, pueden y deben variarse para caracterizar, in-
Edad del hierro de la siguiente manera: dividualmente, a cada uno de los tres tipos de ins-
trumentos que lo componen. El sentido de agrupar-
las está en primer lugar en una cuestión formal,
como el propio nombre indica, que tiene su origen
en la denominación latina bastante equívoca, pues
el término falx, designa no un instrumento preciso
(hoz) como es habitual encontrar en las traduccio-
nes, sino los instrumentos de hoja curva en general,
266
DAVID PEÑAS PEDRERO

siendo necesario acompañarlo de un epíteto que ciones de cavar y cortar, pues son también aptos
clarifique su función. para trabajos de construcción, etc. Sin embargo,
existen otros que por sus características están
Para el grupo formado por azadas, azadones y
inequívocamente destinadas a los trabajos del cam-
escardillos, la problemática es diferente. Ahora nos
po, como pueden ser las hoces, los podones, las
encontramos antes unas herramientas para cavar de
horcas o las rejas de arado.
manera manual mediante el golpeo de la herramien-
ta contra el suelo, función que se puede llevar a Son estos últimos los que más nos aproximan a
cabo con multitud de soluciones formales como la verdadera importancia de la agricultura y silvi-
muestra Miguélez (1989), donde podemos compro- cultura en las sociedades prerromanas peninsulares,
bar que las formas de las hojas cambian mínima- pues la utilización de un material tan costoso como
mente y por ello la herramienta cambia de nombre. el hierro para unas herramientas, que en algunos ca-
Así, hemos creído conveniente que, dado lo exiguo sos se utilizan tan sólo un mes al año, no puede de-
de la muestra, adoptemos una postura menos espe- jar de estar indicando otra cosa que la importancia
cífica distinguiendo únicamente tres tipos de útiles, de este tipo de tareas.
atendiendo a las longitudes de longitud y anchura,
En este mismo sentido entendemos que dentro
tal y como muestra el cuadro.
de un grupo de herramientas existan varios tipos
Creemos importante remarcar la ayuda que ha donde cambian las magnitudes, las formas, etc., de
supuesto el estudio morfológico de las herramien- manera que se adaptan o las características de la
tas, que sin duda pueden seguir ofreciendo resulta- materia con la que va a trabajar o a las del operario.
dos significativos. Se trata del hecho de la existen- En cualquier caso, se trata de una especialización,
cia del llamado enmangue de abrazadera en “U” que incluso encontramos en las herramientas para
tanto en azadas como en hachas. Para Cabré serían cavar, de las que anteriormente habíamos comenta-
“más bien azuelas que hachas, a juzgar por la dispo- do su escasa especialización en las tareas agrícolas,
sición de la pieza accesoria en forma de U para su veamos un par de ejemplos.
enmangamiento, por la cual aparece el corte del
Las azadas tienen una serie de características
utensilio de frente” (Cabré 1929 p. 100). Pero Ba-
que las definen, que ya indicamos anteriormente,
rril (1992) muestra en los dibujos, aunque no lo ex-
parece lógico pensar que los azadones y los escardi-
plica en el texto, la diferencia principal entre am-
llos sigan el mismo modelo cambiando las dimen-
bos tipos de herramientas, pues si bien el enmangue
siones, lo cual indicaría la ya mencionada especiali-
es idéntico, la forma de la hoja difiere. Así las ha-
zación según las características del operario, inter-
chas presentan una hoja totalmente recta, mientras
pretación que ya adelantó Barril (2002, p. 36), y
que los instrumentos catalogados como azadas tie-
que en éste caso no parece la más adecuada, pues
nen una ligera curvatura, claramente visible de per-
para que los escardillos fuesen azadas de mujer o
fil, que ayuda a realizar su función al permitir al tra-
niño habrían de tener una protuberancia en la parte
bajador a adoptar una posición más cómoda. De
opuesta al filo que poseen las azadas pero no los es-
esta manera lo que para Cabré no serían más que
cardillos.
instrumentos para cavar, se han revelado en una si-
tuación más compleja, que indican dos actividades Las hoces del catálogo poseen una gran variabi-
bien diferentes: la agricultura y el aprovechamiento lidad tanto de forma como de dimensiones, sin ser
forestal. posible atribuir estas diferencias a cuestiones cro-
nológicas ni geográficas. Esto hace pensar en la po-
4. Síntesis.
sibilidad de la especialización de la herramienta por
Como resultado de la aplicación de las pautas las razones anteriormente apuntadas. Esta posibili-
anteriormente marcadas, el catálogo se resume en dad cobra más valor si las comparamos con las ho-
doce tipos de herramientas diferentes, dentro de los ces usadas por las cuadrillas de jornaleros que sega-
cuales existen variantes, de tamaño y de tipo de en- ban el cereal de Castilla, hasta no hace mucho tiem-
mangue principalmente. po, en las cuales las características de conocimiento
La síntesis de un grupo de objetos tan heterogé- y destreza en el manejo de la hoz era bastante simi-
neo no es sencilla, lo cual viene a significar que la lar entre los trabajadores de una misma cuadrilla y
agricultura y el aprovechamiento forestal en la II entre diferentes cuadrillas también. Pues bien, las
Edad del Hierro, tampoco lo era. hoces usadas por estas personas diferían poco de
unas a otras teniendo variaciones mínimas, como el
En efecto, dentro de los grupos de herramientas uso de un filo dentado o liso que, si bien son dife-
que se han ido mencionando existen algunos cuya rentes de uso –para la primera es necesaria la siega
función puede ser aplicada no exclusivamente a las puesta y para la segunda lanzada- las formas y ta-
labores que aquí se pretenden estudiar, es el caso de maños no difieren, unas de otras, significativamen-
las azadas o de los útiles dobles que unen las fun- te.
267
HERRAMIENTAS AGRÍCOLAS Y FORESTALES DE LA MESETA NORTE EN LA II EDAD DEL HIERRO

El contexto del hallazgo es de capital importan- de la habitación de una casa y que consta de: una
cia para cualquier aspecto de la cultura material y, reja de arado, dos horcas, dos azadas y una aguijada
como no podía ser de otra manera, en nuestro caso con hijón. Además se hallaron restos de semillas
lo es más si cabe por carecer, las herramientas, de carbonizadas y las improntas de lo que se interpretó
valor cronológico por sí mismas. como un saco, que contendría las semillas.
Pese a que son escasos los contextos de los que En ambos casos, los conjuntos contienen las
podemos estar completamente seguros, pues buena principales herramientas necesarias para la puesta
parte de las herramientas proceden de excavaciones en cultivo de los campos, aunque el número de he-
antiguas, existen un par de conjuntos hallados in rramientas halladas parece descartar la interpreta-
situ que se pueden analizar. Nos referimos al con- ción comunal de los depósitos.
junto hallado en el yacimiento prerromano de Las
La propiedad privada de los aperos se también
Quintanas (Padilla de Duero, Valladolid); y al de
apoyada por las herramientas documentadas en las
Las Quintanas (Langa de Duero, Soria). Ambos tie-
necrópolis que pese a ser escasas, cada vez son más
nen una cronología bastante reciente, de época ser-
los objetos identificados como herramientas en éste
toriana aproximadamente, lo cual no es de extrañar
tipo de ámbitos, baste señalar las necrópolis de Las
pues en la mayoría de los casos las cronologías an-
Cogotas (Cardeñosa, Ávila), Numancia (Garray,
teriores a finales del siglo III y principios del II son
Soria) y de Palenzuela (Palencia), a modo de ejem-
casi inexistentes.
plo. Como es sabido el rito funerario en la II Edad
Sobre el conjunto soriano Taracena (1928 pp. del Hierro es el de la cremación, con el enterra-
35- 36) dice. “El amplio espacio que determina los miento de las cenizas junto a un ajuar más o menos
departamentos 8 y 9 (que acaso fueron uno solo) es- rico, e incluso inexistente, en hoyos individuales.
taba ocupado por dos tinajas rojas de tipo celtibéri- Pues bien, el hecho de que en algunas de estas tum-
co, dos copas, un vaso de barro moreno, el caballo bas los ajuares sean herramientas agro-forestales,
modelado en barro (lámina X) y las gran suma de creemos lógico interpretarlo como un signo de la
objetos reproducidos en la fig. 23 (dos hoces, cinco propiedad de estos útiles por parte del difunto, más
hachas, dos hachas- martillos, un hacha-pico, una que como armas, aunque pudieran, en un momento
picadera, un cencerro y restos de herrajes y ensam- dado emplearse como tales.
bladuras), lo que nos hace pensar que este nutrido
depósito de herramientas debía tener algún fin co-
munal distinto a las restantes habitaciones domésti- Una cuestión que ha quedado abierta a futuras
cas excavadas”. investigaciones es el de las herramientas miniaturi-
zadas. El caso más claro se encuentra en los lego-
nes, un tipo muy específico de azada, usado única-
mente en el cultivo de la huerta. De las cuatro he-
rramientas que se han recogido en el catálogo con
esta identificación, dos de ellas son miniaturas, una
procedente de Izana (Barril 1992, pieza Nº 1927/
25/ 7) y otra de Palenzuela (Valls, 1984, p. 39, pie-
za Nº 16). La interpretación de las miniaturas se ha
basado en dos aspectos: su carácter votivo; o su uti-
lidad como juguete. Su interpretación podría esta-
blecerse dependiendo del contexto del hallazgo,
pero creemos interesante comparar las proporciones
de las dimensiones de las miniaturas con sus homó-
Fig.: 2. logas de las piezas grandes, que pueden dar índices
de reducción que ayuden a discernir la interpreta-
Algunas de las herramientas interpretadas por ción de éste tipo de objetos. Aún no se ha podido
Taracena como hachas, aquí se han interpretado llegar a una conclusión clara, pues el número de
como azadas. Así tenemos un conjunto de herra- piezas es demasiado pequeño como para poder to-
mientas bastante diversificado en el que no existen mar los resultados en una consideración firme, pero
grandes cantidades de un mismo tiempo de herra- sin duda la publicación de nuevas miniaturas ayuda-
mientas, como cabría esperar de un depósito comu- rá a clarificar la situación.
nal.
5. Conclusiones.
El contexto del depósito vallisoletano es mucho
mejor conocido, no obstante se excavó en la campa- Todo lo visto hasta el momento consideramos
ña de 2001 (Sanz 2003). Así, nos encontramos ante que sería de poca utilidad si no se realizase un es-
un conjunto cerrado que se halló en un hoyo dentro fuerzo por intentar acercarnos a la sociedad y la
268
DAVID PEÑAS PEDRERO

Fig.: 3.

economía que creó y utilizó las herramientas del es- los hallazgos arqueológicos es el propio de una
tudio. agricultura de policultivo para el autoconsumo. Los
cereales serían los grandes dominadores de la pro-
En un primer momento hemos de decir que los
ducción, pero la existencia de herramientas propias
hallazgos de aperos y grano en diferentes yacimien-
de cultivos de regadío, por ejemplo los legones, ha-
tos obligan a pensar en la producción propia de los
cen necesario que empiece a pensar en una produc-
alimentos vegetales, pese a lo que se documenta en
ción agrícola más compleja de lo que hasta ahora se
las fuentes clásicas, que se suelen mencionar en los
ha venido haciendo.
estudios económicos de éste periodo.
La especialización de las herramientas no puede
El tipo de cultivo que podemos deducir a raíz de
por menos que representar la existencia de una serie
269
HERRAMIENTAS AGRÍCOLAS Y FORESTALES DE LA MESETA NORTE EN LA II EDAD DEL HIERRO

Fig.: 4.

de conocimientos de la agricultura que no se han te- blecer que la producción agrícola de la II Edad del
nido en consideración en los estudios que han abor- Hierro en la Meseta Norte tiene carácter privado, es
dado el tema y que investigaciones posteriores en un salto que aún no estamos en disposición de ha-
este sentido pueden aportar avances significativos. cer. Sin embargo, ya parece superada la visión de
colectivismo agrario vacceo, que tanta tinta ha he-
Lo mismo sucede con la cuestión de los siste-
cho correr y que desde los años 90 ya se viene mati-
mas de propiedad. Anteriormente ya mencionamos
zando. (Salinas 1990)
la existencia de contextos que hablan de la propie-
dad privada de las herramientas, pero de ahí a esta- La existencia de herramientas que teniendo ca-
270
DAVID PEÑAS PEDRERO

racterísticas comunes aún no tienen modelos estric- queológico Nacional, 10, 5- 24.
1999 'Arados prerromanos de la Península Ibérica: las re-
tamente estandarizados establece dudas sobre la jas y su distribución zonal en el interior
cuestión de la producción de las herramientas. Si peninsular', in F Burillo Mozota (ed.), Economía.
bien la panoplia guerrera conserva unos modelos Simposio sobre los Celtíberos (4. 1997. Daroca),
89-102.
bastante bien definidos, las herramientas no lo ha- 2000 'Útiles agrícolas ibéricos de Castilsabás', Bolskan,
cen. Por ello ¿se puede plantear la existencia de ta- 17, 195- 206.
lleres especializados para la elaboración de las pri- 2001 'Pre- Roman Ard shares in Cantabria', in P - Ruiz
Cobo Smith, J. (ed.), Archaeology in Matienzo Va-
meras en unos pocos centros, mientras que las he- lley (975: B.A.R. International Series), 177- 97.
rramientas serían forjadas en talleres más abundan- 2002 'Los útiles agrícolas prerromanos: ideas básicas
tes en número pero con menor capacidad de espe- para su identificación, clasificación y adquisición
de información', Sautuola, 8, 33- 55.
cialización? Éste es un tema de investigación que BLASCO BOSQUED, Mª. C.
sólo los análisis metalográficos pueden resolver 2005 'Sobre la economía de los Celtíberos', en A.; y de la
pero que conviene plantearse pues entronca con las Torre Chaín, I. (coord.) (ed.), Celtíberos. Tras la
estela de Numancia, 293- 300.
mayores polémicas de la historiografía de este pe- CABRÉ AGUILÓ, J.
riodo como es el caso de los sistemas de dispersión 1929 Excavaciones de Las Cogotas, Cardeñosa (Ávila).
de la población, sistema social, etc. I, El castro (Memorias, 110; Madrid: JSEA).
GONZÁLEZ SALGADO, J. A.
La existencia de productores, al menos a tiempo 2002 'El léxico de las herramientas agrícolas en Extre-
madura', Revista de Estudios Extremeños, 58 (2),
parcial, no dedicados a la obtención de alimentos 415- 49.
supone que los sistemas de aprovisionamiento esta- JIMENO, A. Y TABERNERO C.
ban lo suficientemente desarrollados como para 1996 'Origen de Numancia y su evolución urbana', Com-
plutum, Extra 6 (I), 415- 32.
sustentar, no ya a una hipotética clase dirigente gue- MALUQUER DE MOTES, J.
rrera, sino también a un grupo de personas cuyo 1982 'El marco cultural de los celtas españoles', en R.
tiempo se ocupa en tareas de producción secunda- Menéndez Pidal (ed.), Historia de España I. Ma-
drid: Espasa- Calpe.
ria, lo que viene a indicarnos, una vez más que la MIGUÉLEZ, C.
agricultura de este periodo estaba más desarrollada 1989 'La agricultura tradicional en Ibiza: Introducción al
de lo que tradicionalmente se ha venido diciendo. estudio de la cultura material', Etnografía españo-
la, 7, 9- 57.
Por último no podemos dejar de hacer referen- MINGOTE CALDERÓN, J. L.
1990 Catálogo de aperos agrícolas del Museo del Pue-
cia a la situación de la agricultura frente a la gana- blo Español. Madrid: Ministerio de Agricultura,
dería. Decimos frente porque la historiografía pare- Pesca y Alimentación y Ministerio de Cultura.
ce haber tratado el tema de una manera un tanto di- PLA BALLESTER, E.
1951 'Un arado ibérico votivo. Nota sobre los arados an-
cotómica. tiguos', Saitabi, VIII.
1967 'El instrumental metálico de los obreros ibéricos',
En cualquier economía rural son necesarios tan- CNArq, X.
to los recursos ganaderos, los agrícolas como los 1969 'Instrumentos de trabajo ibéricos en la región va-
forestales. Se trata de un complejo sistema de rela- lenciana', in M. Tarradell (ed.), Estudios de econo-
mía antigua de la Península Ibérica. Barcelona,
ciones mutuas en el que la preponderancia de unas 143- 90.
respecto a otras depende de muchos factores, pero REES, S.
que nunca excluye a los otros dos. La agricultura y 1979 Agricultural Implements in Prehistoric and Ro-
man Britain (B. A. R. British Series, 69; Londres).
el bosque proporcionan alimento, no sólo a los SÁNCHEZ MORENO, E.
hombres si no también a sus animales, que tienen, a 2000 Vetones: historia y arqueología de un pueblo pre-
su vez un afecto beneficioso al mantener limpios rromano. Madrid: UAM.
SALINAS, M.
los campos y los cultivos, al mismo tiempo que evi- 1990 ‘El colectivismo agrario de los vacceos: una revi-
tan el desgaste excesivo de las propiedades de los sión crítica.’ en Actas del I Congreso de Zamora.
suelos mediante el abonado. Zamora: Diputación Provincial, 429- 35.
TABERNERO, C.
Las conclusiones, como se puede ver son más 1999 'Reconstrucción ambiental y dieta de los numanti-
nos', en F Burillo (ed.), Simposio sobre los celtíbe-
bien posibles vías para futuras investigaciones que ros (4) Economía (Daroca).
soluciones a los problemas existentes, pero es sin TORRES MARTÍNEZ, J. F.
duda la manera de poder avanzar en un campo, 2001- 2002 'Silvicultura, recursos forestales y paleoambiente
en la economía de la protohistoria del norte penin-
como la economía prerromana, en el que los cono- sular', Kalathos, 20-21, 139- 58.
cimientos se sustentan, aún, sobre bases muy ende- SANAHUJA YLL, Mª E.
bles. 1971 Instrumental de hierro agrícola e industrial de la
época ibero- romana en Cataluña. Pyrenae, 7, 61-
110.
TARACENA AGUIRRE, B.
6. Bibliografía. 1928 Excavaciones en las provincias Soria y Logroño,
BARRIL VICENTE, M. ed. Madrid: JSEA.
1992 'Instrumentos de Hierro procedentes de Yacimien-
tos celtibéricos de la Provincia de Soria en el Mu-
seo Arqueológico Nacional', Boletín del Museo Ar-
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 271-278

APROXIMACIÓN A LOS TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN EN LOS CASTROS


DE PEÑAS DE LA CERCA Y DE EL CASTILLÓN (ZAMORA)

Oscar Rodríguez Monterrubio


Universidad Autónoma de Madrid; orodmon@hotmail.com
Jose Carlos Sastre Blanco
Universidad de Granada; josesastreb@hotmail.com

RESUMEN

En este trabajo se presentan los resultados obtenidos durante la campaña 2007 en los yacimientos de
Peñas de la Cerca (Rionegrito de Sanabria) y El Castillón ( Santa Eulalia de Tábara) ambos en de Zamora.
El primero de ellos es un poblado fortificado con tres líneas de muralla y un complejo sistema de “terraza y
muro” datado gracias a los restos cerámicos durante la Edad del Hierro. El segundo es un asentamiento de-
fensivo con una gran muralla perimetral y diversas estructuras interiores con restos fechados desde la Edad
del Bronce Final hasta la Alta Edad Media. Ambos yacimientos cuentan con representaciones de arte esque-
matico, grabado en la roca en Peñas de la cerca y pintado sobre cuarcita en El Castillón.

ABSTRACT

In this work we introduce the main results obtained during 2007 in the sites of Peñas de la Cerca
(Rionegrito de Sanabria) and El Castillón ( Santa Eulalia de Tábara), both in Zamora. The first of them is a
hillfort with three lines of wall and a complex syistem of “tell and wall” dated thanks to its pottery in the Iron
Age, the second is a defensive settlement with a large perimeter wall and several structures within with rests
dated from Late Bronze age to Early Middle Age. Both settlements have schematic art samples, engraving
on slate rock in Peñas de la Cerca and painted on quartzite shelter in El Castillón.

Palabras Clave: Peñas de la Cerca. El Castillón. Zamora. Protohistoria. Arte esquemático.

Keywords: Peñas de la Cerca. El Castillñon. Zamora. Protohistory. Schematic art.

1. Intervenciones en el castro de Peñas de El asentamiento principal comprende una super-


la Cerca. ficie amesetada de planta circular con un radio de
1.1. Subapartado. 250m al que hemos llamado acrópolis o parte alta
Los trabajos de excavación se llevaron a cabo y un recinto con dos líneas de muralla (una interior
entre el 1 y el 15 de julio de 2007, se realizaron dos y otra exterior) que aprovecha el escollo natural de
sondeos. El primero de ellos al interior del poblado pizarra para completar un perímetro defendido. El
ofreciendo información relacionada con la ocupa- espacio fortificado se completa con un complejo
ción del castro gracias al hallazgo de material cerá- sistema de seis terrazas y seis muros. La superficie
mico y lítico que asegura dos fases claras de ocupa- total es de 3,25 hectáreas, correspondiendo 1,2 al
ción durante la Edad del Hierro y de seis hoyos de recinto amurallado (el realmente habitado) y 2,05 al
poste in situ pertenecientes a una estructura auxi- sistema de “terraza y muro”.
liar de la muralla o bien a una unidad de habitación 1.2. Las murallas y el sistema de “terraza y
independiente. El segundo de los sondeos se realizo muro”.
en una de las líneas de muralla constatándose la tec- Las murallas son las estructuras más importan-
nología, función y forma de dicha estructura cuyas tes que encontramos en Peñas de la Cerca y confor-
características la definen como una muestra arcaica man el recinto amurallado del asentamiento y su
de amurallamiento de la cultura castreña. acrópolis. Se trata de tres líneas perimetrales que se
Los trabajos de prospección determinaron las conectan por sus dos extremos con el farallón roco-
características de un asentamiento defensivo com- so, por lo tanto cierran o mejor dicho delimitan el
plejo y elaborado en cuanto a su morfología pero área de asentamiento principal del poblado. El
arcaico en cuanto a su técnica que permite estable- acrópolis: o área amesetada y delimitada por la pri-
cer unas funciones simbólicas y estratégicas en rela- mera línea de muralla que hemos llamado como
ción con el medio y los recursos próximos. muralla del acrópolis, es el mejor y mas claro ejem-
plo, en Peñas de la Cerca, de muro delimitador un
área de habitación. La muralla interior, es la se-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
272
OSCAR RODRÍGUEZ MONTERRUBIO – JOSE CARLOS SASTRE BLANCO

gunda línea defensiva, que discurre concéntrica al en primer lugar la construcción de muros auxilia-
acrópolis, existe una tercera y ultima línea de mu- res, y por otro lado la existencia de dos ensancha-
ralla, perimetral que se conecta a ambos extremos mientos (entre 4m y 6m) de la ruina del muro, que
con el farallón rocoso. Asociado a estas murallas podrían entenderse como contrafuertes. En ambos
encontrábamos una serie de muros adosados que casos estas construcciones se sitúan o bien sobre el
venían a completar el espacio del recinto amuralla- muro del acrópolis o sobre la muralla interior y pa-
do, asi encontrábamos dos muros transversales uno recen reforzar esquinas de los muros, en los que el
al norte y otro al sur, viéndose este último comple- cambio de dirección del tramo de muralla vendría a
tado por una serie de antemuros que corrían parcial- comprometer la estabilidad de un muro tan preca-
mente concéntricos a la muralla exterior. Asi este rio. En el caso del acrópolis el contrafuerte está
conjunto de muros transversales y antemuros cubrí- asociado al muro auxiliar. Por lo tanto podemos de-
an un área que se disponía por delante de la muralla cir que suplen la precariedad técnica de la construc-
exterior, reforzando esta zona que cubre una vagua- ción (mampuestos a hueso) con una serie de recur-
da entre dos terrazas naturales y otorgando al asen- sos auxiliares. Lo que desconocemos es si responde
tamiento de un recinto amurallado. Por otro lado a una planificación o más bien a una solución toma-
encontramos también un complejo de accesos por el da en un momento determinado una vez en pie la
Suroeste formado por una brecha en cada muralla, muralla. En el caso de la muralla interior nos parece
entre estas y el farallón rocoso, y con una serie de mas bien el segundo caso, es decir una solución que
posibles estructuras circulares que vienen a auxiliar se tomo ante un problema de estabilidad en los mu-
como torres o atalayas este acceso que es directo ros, mientras que en el caso del acrópolis parece ha-
desde el exterior hacia el interior del recinto y es el ber una planificación previa ya que muro y contra-
único que encontramos de estas características en el fuerte se encuentran asociados.
asentamiento.
La planta del poblado tiene una forma que re-
cuerda a un ocho, cuyo círculo superior ( el del
acrópolis y recinto amurallado) es mucho mas gran-
de que el inferior y ligeramente curvado hacia el
Oeste, dejando hacia el Este una zona de vaguada
entre dos terrazas naturales. En esta parte es donde
encontramos una serie de terrazas no naturales, cre-
adas por el hombre y reforzadas con muros de con-
tención. Son muros parciales, localizados entre las
dos vaguadas, algunos de ellos se encuentran for-
mados por varios tramos, aunque la mayoría de
ellos están compuestos únicamente por un único
tramo lineal que se adapta a las curvas del terreno,
siguiendo en muchos caso trazados sinusoidales
muy marcados. Cada uno de ellos se encuentra aso-
ciado a una terraza construida sobre esta vaguada,
que otorga al asentamiento de un perfil escalonado
en “tells”. La interrupción que encontramos en los
Fig.: 1. La muralla interior (sondeo2)
muros de la séptima y la novena terraza pueden ser
En cuanto a la técnica usada para la construc- consideradas como accesos, o como la conexión en-
ción de estas murallas, tenemos que destacar que es tre la terraza antrópica y la natural donde no sería
plenamente rudimentaria. Se ha usado el mampues- necesaria la construcción de muro de contención,
to de tamaño medio principalmente de granito, pi- dependiendo de la función que le otorguemos a es-
zarra y gneis colocados a hueso. Son muros de un tos muros.
único paramento que se ha apoyado en terrazas na-
En cuanto a su técnica observamos que es muy
turales alteradas por el hombre de manera que sir-
parecida a la de las murallas, sin embargo el mam-
ven también como muros de contención. La altura
puesto es de tamaño o mas pequeño o mas grande
de su ruina era llamativa en el caso de la Muralla
(ortostáticos) como es el caso del muro de la octava
Interior en algunos casos en los que alcanzaba los 8
terraza, aunque en este caso es de manera localiza-
metros de altura, pero es necesario señalar que la
da y no generalizada. Por otro lado podemos seña-
ruina en la mayor parte de los casos no superaba los
lar la presencia de una serie de piedras hincadas
dos metros de altura, viniendo a coincidir con la al-
(de 70x80cm) rematando el extremo sur de los mu-
tura de la terraza que contenía.
ros de contención 1 y 3, alineadas con una tercera
Destacamos varios elementos que dotan a la es- laja que encontramos en el extremo del muro trans-
tructura de las murallas de cierta evolución técnica, versal Sur del recinto amurallado. En cualquier
273
APROXIMACIÓN A LOS TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN EN LOS CASTROS DE PEÑAS DE LA CERCA Y DE EL...

caso estas tres lajas vendrían a marcar el inicio (o algo menos de ¼ del recinto de la cabaña que ten-
final) de cada muro, marcando simbólicamente un dría entonces unos cuatro metros de radio aproxi-
paso o un acceso dirigido. Por otro lado cabe desta- madamente. Si consideramos que la estructura se
car que cada muro contiene una terraza que en algu- dispone hacia el Este, esta parece mas bien una
nos casos supera los treinta metros de longitud construcción auxiliar apoyada en la muralla, de la
como en la octava, novena y décima terraza. que dista algo menos de tres metros, pudiendo for-
mar parte de una estructura de madera que se apo-
La función de estos muros de contención es con-
yaría sobre un primer nivel de muralla construida
trovertida, a pesar de su desconexión física con el
en piedra, lo cual explicaría el poco derrumbe que
recinto amurallado, tendría como finalidad conducir
encontramos y afianzaría el uso de madera para los
el acceso desde el este hacia el punto que hemos
sistemas defensivos.
marcado como acceso principal en el suroeste, de
manera que impedía un acceso directo desde la sua- 1.4. Los materiales arqueológicos.
ve falda oriental hacia el poblado. Esto no quita que La cerámica encontrada en Peñas de la Cerca
el muro tenga además una función contenedora de procede tanto de los trabajos de prospección como
terrazas. de excavación. La mayor parte que se ha recogido
1.3. Los hoyos de poste del Sondeo 1. proviene del sondeo 1, de donde procede el
75,5%, de las piezas cerámicas. Por su parte en el
Los seis hoyos de poste encontrados en el son-
Sondeo 2, solamente se encontraron dos fragmentos
deo 1, se encuentran dispuestos sin aparentemente
de cerámica muy rodada en la capa superficial.
una alineación clara. Son hoyos excavados en el te-
rreno, reforzados con piedras planas (pizarras) para En conjunto la cerámica que hemos encontrado
hacer más estable la sujeción de un poste de made- se trata mayoritariamente de galbos, de pasta gruesa
ra. y desgrasante micáceo, de un espesor medio y de
cocción en su mayor parte reductora, sin decoración
(lisa), y de uso, presumimos, cocina o almacenaje.
Atendiendo a las peculiaridades, masivamente nos
encontramos con galbos que suponen 262 de los
fragmentos (86’2%), 31 bordes (10,20%), 10 bases
(3,3%) y 1 cuello (0,3%), la mayor parte de la ce-
rámica presentaba pastas gruesas y toscas, en total
179 (59%), le siguen 118 de pasta fina (38,8%) y fi-
nalmente de pastas medias unos 7 fragmentos
(2,2%). El 98% de los fragmentos (288) presenta-
ban visiblemente mica como desgrasante mientras
que el 2% restante (6) no se pudo determinar el des-
grasante por ser este inapreciable. Sin embargo
constatamos la presencia de otros desgrasantes se-
Fig.: 2. Los hoyos de Poste (sondeo 1)
cundarios como el cuarzo presente en el 2,6% de
los fragmentos (8) y la pizarra en el 0,6% de las
De ellos podemos distinguir dos situados próxi- piezas encontradas (2), siempre acompañando a la
mos al perfil Norte del sondeo que poseen fosa de mica. Abundan mayoritariamente las piezas de coc-
excavación, lo que nos indica que fueron construi- ción reductora ya que alcanzan el 56,5% de los
dos en el mismo momento. Los hoyos encontrados fragmentos (172), el 31,5% ha sido cocido por me-
en la parte central del sondeo, se disponen de una dio de técnicas oxidantes (92) y tan solo encontra-
manera muy similar a los dos anteriores pero sin mos cocciones mixtas en 36 casos (12%) de los
fosa de excavación. Por otro lado existen dos hoyos fragmentos. Solamente el 4% de las piezas se en-
mas que se encuentran aislados y son mucho más contraban con algún tipo de decoración, destaca el
pequeños. esmaltado en las piezas de superficie, y las incisio-
Según esta disposición podemos entender que nes y ungulaciones en las piezas encontradas más
los postes enfrentados y con fosa, son respectiva- profundamente. Por otro lado es necesario remarcar
mente el hoyo del poste interior y exterior de una la gran cantidad de galbos que han sido cepillados
estructura, sin embargo no sabemos cual es la parte y/o engobados. El 96% de las piezas son lisas. Sola-
interior y cual la exterior, debido a la reducida su- mente el 3% de los fragmentos presentaban huellas
perficie del sondeo 1. Consideramos que la estruc- de haber sido fabricados a torno, el 97% restante
tura se dispone hacia el Oeste, y estaríamos ante presentan claras señas de haber sido hechos a mano.
una cabaña circular de la que contamos con cuatro En cuanto al espesor el 75% de los fragmentos se
de los postes que soportan la estructura, teniendo encontraba entre 1-1,5 cm, es decir un espesor me-
dio. De un espesor inferior perteneciente a piezas
274
OSCAR RODRÍGUEZ MONTERRUBIO – JOSE CARLOS SASTRE BLANCO

finas encontramos un 2%, mientras que es mucho En cuanto al significado y sentido los crucifor-
mas minoritaria la presencia de gruesas que solo mes claramente tienen la significación cristiana, y
alcanzaban 0,4% del total. De los bordes y bases en muchas ocasiones la de delimitar un territorio,
que hemos podido estudiar, destacamos que la ma- además el cruciforme superior (el ya conocido) tie-
yor parte de ellos son pertenecientes a formas glo- ne tres brazos, uno vertical y dos horizontales, es
bulares, es decir ollas de diámetros muy significati- decir no se trata de una cruz al uso cristiano. Las
vos (entre 20 y 30 cm) Encontramos también for- herraduras: o semicírculos son motivos muy comu-
mas con cuello como jarras (de bocas algo mas es- nes en la protohistoria pero más bien como motivos
trechas entre los 12 y los 18 cm) y por ultimo cuen- pictóricos en cuevas y en abrigos, acompañados de
cos de grandes dimensiones entre 20 y 28 cm. Por ancoriformes, y antropomorfos, los ejemplos como
tanto hablamos de usos principalmente de cocina y grabados son escasos. No podemos asegurar si se
de mesa, aunque algunos de los fragmentos podrían trata de un motivo pictórico de la prehistoria final
pertenecer a piezas de almacenaje. que ha sido reinterpretado para ser grabado a falta
de abrigos donde ser representado, o bien se trata
En cuanto a los materiales líticos, tenemos que
de un motivo mas tardío. El bastón: Se trata de un
mencionar que la mayor parte de los mismos pro-
grabado lineal, con un ensanchamiento e incurva-
vienen de prospección (75%), salvo un fragmento
cion en su base, lo hemos denominado bastón y
de molino, una afiladera y una sección de pesa que
ocurre lo mismo que en el caso de las herraduras,
se encontraron en los sondeos.
encontramos diversos ejemplos de motivos simila-
Si bien, solamente tres de las 36 piezas líticas de res como faliformes, digitaciones o simplemente lí-
prospección han sido recogidas, mientras que las neas verticales, pero como representaciones pictóri-
demás han sido solamente fotografiadas, estudiadas cas.
y devueltas al sitio arqueológico. En cuanto a la
materia prima de estas piezas cabe destacar, el gra-
nito (31,25%), el gneis (18,75%), la cuarcita
(16,6%), la pizarra (12,5%) y otros materiales blan-
dos como esquistos (6,25%) o la arenisca (2,08%)
Es importante destacar la especificidad de algu-
nos materiales para determinados utensilios, asi por
ejemplo las molenderas son exclusivamente de gra-
nito, los molinos mayoritariamente de gneis, aunque
también los hay de granito y cuarcita, y las afilade-
ras y pesas de red de cuarcita, mientras que pizarra
se usa para pesas de telar o de cubierta. Es muy in-
teresante observar la presencia de la pizarra en la
industria lítica, estando incluso presente en algún
molino (o intento de molino) y como desgrasante en
algunas piezas cerámicas. En relación a los usos
Fig.: 3. Los grabados rupestres .
destacamos los molinos ( 16, 33,3%), las molende-
ras (12, 25%), afiladeras (2, 4,17%), pesas de telar Muy probablemente tanto las herraduras como
(2, 4,17%), pesas de red (1, 2,08%) e indetermina- el bastón sean de una época anterior a los crucifor-
dos (15, 31,25%). mes. La sección en “u” de estos grabados hace pen-
sar en la utilización de un objeto mas ancho como
1.5. Los Grabados rupestres.
un percutor de piedra, o cuñas de madera o de asta,
Se encuentran en el punto más alto del asenta- por su parte, los cruciformes tienen una sección en
miento, sobre un crestón pizarroso que forma un “v” y han podido ser realizados con herramientas de
panel de forma triangular como una quilla de barco metal que nos hace pensar en una cronología mas
y desde donde se domina todo el valle del rio Tera próxima a una ocupación medieval del asentamien-
e incluso se tiene visibilidad de tres asentamientos to.
castreños mas, es decir visualmente y estratégica-
mente tiene ya una importante significación. Por 1.6. Conclusiones generales, cronológicas y
otro lado en este punto exacto se encuentra el límite culturales.
entre tres términos municipales. En cuanto a la Ante la carencia de pruebas de datación absolu-
técnica de grabado podemos definir que es la mis- ta, tenemos que referirnos a la evolución técnica de
ma para los cinco motivos, parecen haber sido pi- los materiales, a las estructuras y a los datos recogi-
queteados y posteriormente grabados, la sección del dos en la bibliografía.
grabado es en forma de “v” para los cruciformes y En cuanto a las estructuras, podemos defender
en forma de “u” para las herraduras y el bastón.
275
APROXIMACIÓN A LOS TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN EN LOS CASTROS DE PEÑAS DE LA CERCA Y DE EL...

que el sistema amurallado responde al patrón básico aparecen piezas a torno, de cocción oxidante, mie-
de la cultura castreña del Noroeste de la Península ladas, esmaltadas, etc…
que se extiende desde finales del Bronce final hasta
En cuanto al material lítico, podemos decir que
la Romanización. No encontramos una muralla
la presencia masiva de molinos barquiformes y la
compleja en técnica, ya que solo es de un paramen-
ausencia absoluta de molinos circulares hace pen-
to y de mampuestos a hueso, sin embargo hay cier-
sar en una ocupación centrada en la primera Edad
tas mejoras técnicas como muros auxiliares y re-
del Hierro, sin embargo como las murallas, este es
fuerzos o incluso tácticas como retranqueos y con-
un dato meramente circunstancial, puesto que el uso
trol de accesos que hace pensar en una leve pero
de molino de estas características ha sido prolonga-
presente evolución. Este tipo de murallas son mas
do durante mucho tiempo.
típicas de los patrones del Bronce Atlántico final
que de la propia Edad del Hierro, es decir de los pe- En conclusión podríamos decir que tenemos una
riodos formativos de la cultura castreña, sin embar- posible cabaña de la Primera Edad del Hierro don-
go podemos encontrar este mismo tipo de muros en de encontramos cerámicas castreñas y un molino
algunos asentamientos tardíos muy bien fechados barquiforme, que en un momento dado es abando-
como es el caso del castro de Corporales (siglo I nado y cubierto parcialmente. Una vez ocurrido
a.C) en León y murallas mucho mas complejas en esto hay un nivel de ocupación muy breve corres-
otros asentamientos anteriores como el caso de Lu- pondiente a un hogar cuya cerámica asemeja mucho
bian (siglo IV y III a.C), es decir que la técnica ar- a la del nivel inferior, y a continuación tendríamos
caica de su construcción no puede servirnos para un cambio sustancial en las técnicas cerámicas, usos
defender una epoca mas antigua, si bien podemos y formas. Ante la ausencia de molinos circulares,
suponerla y en todo caso podemos defender la per- piezas a torno, o decoraciones típicas de la Segunda
vivencia de estilos arcaicos durante un largo perio- Edad del Hierro, las dos fases de ocupación serían
do de tiempo que en este caso supone toda la vida dos momentos diferentes de la Primera Edad del
del yacimiento. Por otro lado, la estructura de ho- Hierro. Por último y sin encontrarnos materiales ro-
yos de poste que encontramos en el sondeo 1, no manos, una última fase de ocupación donde ya si
puede servirnos de momento para definir a grandes encontramos cerámicas a torno y medievales en un
rasgos una cronología puesto que no sabemos si se nivel de muy poca potencia.
trata de una cabaña (en cuyo caso sería muy similar
2. Intervenciones en el castro El Castillón.
a las cabañas que se construyen en toda Europa des-
de finales del Neolítico, es decir estructuras circula- 2.1. Introducción.
res con postes de madera) o de algún tipo de cons- Los trabajos de excavación y prospección ar-
trucción auxiliar de la muralla. queológica se realizaron entre el 16 y el 31 de agos-
to de 2008. Fueron proyectados dos sondeos, el pri-
En cuanto a los materiales, podríamos decir que
mero de ellos en dos estructuras circulares próxi-
la cerámica que encontramos, de manera estándar,
mas a la muralla perimetral del poblado y el segun-
es decir de pasta gruesa, y cocción reductora con
do al interior del mismo sobre un derrumbe aparen-
desgrasante micáceo y sin decoraciones es la típica
temente de una estructura de habitación circular.
que encontramos en la cultura castreña durante la
Edad del Hierro sin que podamos haber encontrado Los resultados de los trabajos de prospección al
algún tipo de cerámica reconocible como Soto de interior del Castro de El Castillón dieron como re-
medinilla. Podemos decir que en el sondeo 1, hay sultado el estudio de un recinto amurallado, en cuyo
varios niveles de ocupación. Uno mas antiguo, coe- interior se documentaron 11 posibles estructuras
táneo a los hoyos de poste en el que predominan circulares, de entre 4m y 1,90m de diámetro; situa-
piezas de pastas gruesas, espesores medios, y coc- das todas ellas en la zona este del castro. Por otra
ción reductora usadas para el almacenaje, y coci- parte, también, se encontraron 3 posibles estructu-
na y un segundo nivel de ocupación mas tardío don- ras rectangulares, de entre 13,30m y 7,76m de lar-
de encontramos pastas finas, de espesores medios y go, todas ellas ubicadas en la zona oeste. Se reco-
finos, y donde aunque predomina la cocción reduc- gieron algunos fragmentos cerámicos y de escoria
tora se van abriendo paso las cocciones mixta y oxi- de metal. Igualmente, en el interior de algunas de
dante, en este caso encontrábamos piezas mayorita- estas estructuras se documentaron diversos materia-
riamente de cocina. Entre medias podemos distin- les de construcción, principalmente ladrillo y te-
guir un hogar donde las piezas de cocción reductora gulae.
y espesor grueso se asemejan a las del primer nivel
La prospección de los sistemas defensivos del
de ocupación, sin embargo las formas son mucho
Castro de El Castillón se centró en la estructura de
mas variadas: cuencos, jarras y ollas. Por último en-
la muralla. Se trata de una única línea que rodea el
contramos un nivel de ocupación más tardío y alte-
asentamiento por todo su perímetro menos por la
rado por su proximidad a la superficie, donde ya
zona oeste, donde se encuentra el farallón rocoso y
276
OSCAR RODRÍGUEZ MONTERRUBIO – JOSE CARLOS SASTRE BLANCO

esta se hace innecesaria. Se aprecian tres zonas de por dos casamatas a la izquierda y una mas a la de-
acceso al castro, la primera se sitúa el la zona este y recha de la puerta, además de un pequeño bastión
sería la actual entrada al castro. La segunda se sitúa de entrada de planta triangular en el lado derecho
muy próxima a la primera entrada, y descendería del acceso oriental.
desde la zona noroeste del castro hacia el río Esla.
2.3. Las estructuras circulares del Sondeo 1.
Y por ultimo el tercer acceso parece situarse en la
zona sur del castro, aunque en esta zona nos encon- Las llamadas estructuras 01 y 02, excavadas en
tramos con un mayor deterioro en la muralla. Al no- el sondeo 1 son dos ruinas circulares, de las cuales
roeste de la muralla se localizaron diversos muros fue excavada solamente la estructura 01. Según se
que resultaron ser parte de un sistema de muros más fue excavando se pudo comprobar como las paredes
complejos, los cuales parecen dirigir el acceso al convergían, y como había una interrupción de unos
castro por su entrada noroeste. cuarenta centímetros jalonada por dos bloques de
cuarcita de grandes dimensiones y perfectamente
En relación al abrigo de El Castillón, se apre- escuadrados al exterior de la estructura se docu-
cian con cierta claridad y un aceptable estado de mentaron numerosas cuarcitas de diversos tamaños,
conservación todos los motivos documentados por de entre las cuales destacan algunas de similares ca-
Fernández Rivera, antropomorfos, barras, ancori- racterísticas a las que componen la estructura 01,
formes, etc. No apreciándose claros síntomas de un por lo cual creemos que algunas de ellas procederí-
grave deterioro, aunque se si observa la presencia an de ella. La estructura 02 se adosaba, en parte, a
de alguna hoguera realizada en el abrigo, que por la estructura 01. Fue excavada solo parcialmente y
suerte no ha dañado las pinturas. parecen asemejarse bastante asi como los materiales
arqueológicos encontrados en ambas estructuras
son de características similares, tanto los elementos
cerámicos, como las escorias.

Fig.: 4. Arte esquemática de El Castillón.

2.2. La muralla perimetral.


Definimos la muralla como la principal estructu-
Fig.: 5. Estructuras circulares ( sondeo 1).
ra construida y visible sin excavación del yacimien-
to. Se trata de un muro grueso que alcanza aproxi- En cuanto a la interpretación, con los datos que
madamente los cuatro metros de anchura en algunos poseemos hasta el momento actual no nos es posi-
puntos. La ruina y el derrumbe del mismo llega a ble asegurar con total fiabilidad su funcionalidad, ni
los diez metros de altura en los puntos de mayor su relación con la estructura 02 y con la muralla,
desnivel. En cuanto a su morfología, se trata de una pero si podemos intuir algunos de sus posible usos.
única línea defensiva que rodea el asentamiento por A pesar de su forma circular, no podemos pensar en
todos los lados menos por el Oeste, donde un fara- un tipo de vivienda pues la zona de acceso a la mis-
llón rocoso resguarda al asentamiento tiene por tan- ma es de reducidas dimensiones, lo cual dificultaría
to planta ovalada abierta hacia el Río Esla, se en- enormemente al acceso a la misma y no aparecen
cuentra interrumpida en tres puntos diferentes que restos de uso de habitación. A merced de los restos
serían los tres accesos principales, destacando el del de escoria recuperados en el interior de dicha es-
Este. En relación a la técnica del muro, es relativa- tructura nos inclinaríamos más por la interpretación
mente sencilla, no utilizan mortero, y se trata de la de un posible horno de reducción o lugar de trabajo
colocación uno sobre otro de sillares bastante regu- y procesado del hierro.
lares de cuarcita, roca de corte natural muy regular
2.4. La estructura del Sondeo 2.
que otorga estabilidad a la construcción de la mura-
lla. La complejidad de la construcción defensiva Una tercera estructura excavada en el sondeo 2
viene dada en la parte oriental del mismo, donde lo- completa los trabajos de excavación en el Castillón.
calizamos el acceso principal, que estaría reforzado Se encuentra cubierta por un derrumbe que fue le-
vantado con el objeto de poder definirla, una vez
277
APROXIMACIÓN A LOS TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN EN LOS CASTROS DE PEÑAS DE LA CERCA Y DE EL...

desmontado se pudo comprobar como la estructura sobre las reductoras, aunque la cantidad de estas ul-
que en un principio se intuía como circular no pose- timas también es significativa. Predominan los des-
ía esa forma, sino que la se limitaba a unos bloques grasantes micáceos y las pastas gruesas – finas.
cuarcíticos de grandes dimensiones situados junto Aunque el porcentaje de pastas finas también es
al perfil Norte del Sondeo 2, formando una especie bastante alto.
de escalonamiento. En el resto del sondeo tan solo
Por otra parte, cabe destacar la numerosa pre-
se documentaron piedras de gran tamaño sin cone-
sencia de fragmentos de escoria, principalmente nu-
xión, procedentes del derrumbe. En la parte Noro-
merosos en el Sondeo 1, según el informe prelimi-
este del Sondeo 2, también se documento la presen-
nar redactado por Antonio J. Criado Portal y Anto-
cia de un posible nivel de circulación, ya que nos
nio Javier Criado Martín (Departamento de Ciencia
encontramos ante una tierra rojiza, muy compacta y
de los Materiales e Ingeniería Metalúrgica. Facultad
con numerosos fragmentos de ladrillos. Se interpre-
de Ciencias Químicas. Universidad Complutense de
ta en conjunto como los restos de un muro de di-
Madrid. Grupo de Investigación de Tecnología Me-
mensiones considerables que formaría parte de un
cánica y Arqueometalurgía) se extrae que las esco-
gran edificio construido en esta zona oriental del
rias halladas en El Castillón corresponderían a es-
yacimiento. El suelo condicionado se corresponde-
corias fayalíticas (silicatos de hierro), muy contami-
ría con la parte interior del mismo, mientras que la
nadas por el suelo de enterramiento, algunas no
línea del muro parece correr en dirección norte fue-
procederían de hornos de reducción de mineral de
ra del sondeo.
hierro, sino de fraguas para la forja en caliente del
acero, debido a la inclusión de sulfuros y otras sales
típicas en estos casos. Del estudio de las piezas de
acero que aún conservaban núcleo metálico, se ha
podido deducir que se trata de aceros suaves, de
bajo contenido en carbono, forjados en caliente y
enfriados al aire. El contenido en impurezas era co-
rrecto para una buena calidad de estos aceros. Esta
composición química tan bien ajustada y la forja en
caliente correctamente ejecutada, sugiere la presen-
cia de herreros diestros en la fabricación de piezas
de acero de buena calidad. Destacamos la presencia
del mineral conocido como ringwoodita en los
restos fayaliticos Este mineral se origina tras la co-
Fig.: 6. Muro de estructura ( sondeo 2). lisión de un meteorito sobre la superficie de la Tie-
2.5. Los materiales arqueológicos. rra a una velocidad de 600km/h, esta especificidad
nos permite especular sobre la procedencia de la
Entre los materiales recuperados en ambos son-
materia prima metálica, ya que el único lugar donde
deos podemos destacar la presencia de numerosa
encontramos ringwoodita en la Península ibérica
cerámica, escorias, industria lítica, huesos, metales,
es al norte de la Provincia de Cáceres. Los restos
vidrio, etc.
metálicos con forma apreciable aparecidos son to-
En cuanto a la cerámica, a excepción de dos dos realizados en hierro, destacando especialmente
fragmentos realizados a mano, de color negruzco, la presencia de diversos clavos de sección cuadra-
que con muchas dudas, podrían adscribirse a la da, así como un posible punzón de hierro.
Edad del Hierro, todo el resto de los materiales re-
En cuanto a la industria lítica, esta no es muy
cuperados se encuentran realizados a torno, y se po-
numerosa, se reduce a un par de ejemplos, entre los
drían englobar dentro de una época tardoantigua, en
que destacan en el Sondeo 2 la presencia de una
torno al siglo V d.C. Entre estas cerámicas cabe
pesa realizada sobre una roca blanda de color blan-
destacar la presencia de varios fragmentos de Terra
co, con una perforación en su extremo central – su-
Sigillata (TSHT), uno de ellos perteneciente a un
perior. También sobresale la presencia de lo que se
plato. Entre los motivos decorativos sobresalen las
ha identificado como un posible mortero o percutor
estampillas, que podemos ver en dos fragmentos de
colores grisáceos, decorados con una serie de es- Por último los fragmento de huesos hallados no
tampillas circulares y una cenefa de puntos. son muy significativos al encontrarse en niveles
muy superficiales y sin tener un contexto claro. De-
También sobresale la presencia de diversos
bemos destacar la presencia de restos de ovicápri-
fragmentos de cerámicas más comunes decoradas
dos, jabalís y roedores de pequeño tamaño, todos
con unas series de bandas incisas.
ellos animales que en la actualidad es fácil encon-
Hay un predominio de las cocciones oxidantes trarse en la dehesa donde se halla el yacimiento.
278
OSCAR RODRÍGUEZ MONTERRUBIO – JOSE CARLOS SASTRE BLANCO

También cabe destacar la presencia de diversos FERNANDEZ RIVERA, B.


1987 Aproximación al estudio de las pinturas rupestres
fragmentos de vidrio, tanto en el Sondeo 1 como en esquemáticas del abrigo de El Castillón, Santa Eu-
el 2, todos ellos parte de alguna boca de copas o lalia de Tabara (Zamora). Studia Zamorensia.
ungüentarios. Algunos de estos fragmentos se en- GÓMEZ BARRERA, J. A.
1993 Arte Rupestre Prehistórico en la Meseta castella-
cuentran decorados. no – leonesa. Valladolid: Junta de Castilla y León.
Consejería de Cultura y Turismo.
2.6. Conclusiones generales, cronológicas y GRANDE DEL BRIO, R.
culturales. 1987 La pintura rupestre esquemática en el Centro-Oeste
de España. Zamora, 115-133.
Los trabajos de excavación y prospección lleva- MORÁN RODRIGUEZ Mª.A.
dos a cabo nos indican que nos encontramos ante 1995 Medio natural y hábitat en la provincia de Zamo-
un yacimiento fortificado de grandes dimensiones, ra. Zamora: Cuadernos de investigaciones Florián
de Ocampo.
unas 4 Has aproximadamente. SASTRE BLANCO, J.C.
2006 "Una aproximación a la puesta en valor del arte es-
La tecnología de la muralla parece bastante tra- quemático y su paisaje. La Sierra de la Culebra
dicional, mampuesto y sillarejo regular colocado (Zamora)". Arqueología y Territorio.
sin mortero, también su trazado lineal y continuo VIRGILIO SEVILLANO, F.
1978 Testimonios arqueológicos de la provincia de Za-
solamente interrumpido por accesos y por defensas mora. Zamora: Instituto de Estudios Zamoranos
naturales es bastante típico de las líneas de muralla Florian de Ocampo.
construidas en la Edad del Hierro para la cultura VV. AA.
2001 Patrimonio arqueológico y monumental en el em-
castreña del Noroeste. Por otra parte la monumenta- balse del Esla (Zamora)”. Zamora: Instituto de Es-
lidad de la construcción, su anchura y altura en al- tudios Zamoranos “Florian de Ocampo”.
gunas partes, la multiplicidad de accesos y sobre
todo la complejidad de estructuras en el acceso
principal de Oeste formado por tres casamatas y un
pequeño bastión de entrada, hacen pensar en añadi-
dos posteriores, o bien en la Edad del Hierro o ya
en época de presencia romana en el asentamiento.
Considerando los restos cerámicos, los mas anti-
guos se situaban colmatando una zanja anterior a
las estructuras del sondeo 1, entre estas y la muralla
perimetral. Se trata de piezas de la Edad de Hierro.
El resto de la cerámica se enclava en un contexto
cultural tardoantiguo marcado por las piezas de ce-
rámica sigillata (TSHT) y altomedieval dominando
las piezas de pastas grises y decoraciones estampi-
lladas.

3. Bibliografía.
BERROCAL-RANGEL, L.
1992 "Los pueblos célticos de suroeste peninsular",
Complutum, 2.
BRADLEY, R.; FÁBREGAS VALCARCE, R.; BACELAR
ALVES, L.; VILASECA VÁZQUEZ, X. I.
2005 “El Pedroso – A prehistoric cave sanctuary in Cas-
tille”. Journal of Iberian Archaeology, 7,.
BRAGADO TORANZO J.M.
1994 "Poblamiento romano y prerromano de la provincia
de Zamora". Studia Zamoriensia Vol. I.
DELIBES DE CASTRO, G. Y VAL RECIO, J.
1988 “Prehistoria reciente zamorana: del Megalítismo al
Bronce”. Actas del I Congreso de Historia de Za-
mora, T.2, 53 – 99.
ESPARZA ARROYO, A.
1985 Los castros de la Edad del Hierro en el borde no-
roccidnetal de la cuenca del Duero. Resumen de
Tesis. Salamanca.
1986 Los castros de la edad del hierro del noroeste de
Zamora. Zamora: Instituto de estudios zamoranos
Florián de Ocampo (Diputación de Zamora).
1988 “La Edad del Hierro en Zamora”. Actas del I Con-
greso de Historia de Zamora, T.2. Zamora,
101-126.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92359-25-3 Pp.: 279-286

LAS ACTIVIDADES GANADERAS Y CINEGÉTICAS DURANTE LA EDAD DEL


HIERRO EN LA MESETA NORTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Laura Llamazares Sánchez


Área de Prehistoria, Universidad de León; Karlau@eresmas.com.

RESUMEN

En este trabajo analizamos, de forma genérica, la relación que mantenían las poblaciones de la Edad
de Hierro de la Meseta Norte de la Península Ibérica, con los animales de su entorno, es decir, el análisis de la
ganadería y la caza en los principales yacimientos, mediante el estudio de los restos faunísticos recuperados
en las intervenciones arqueológicas. De esta manera, pretendemos obtener una visión más clara de la impor-
tancia tanto de la cabaña ganadera, como de las actividades cinegéticas en este periodo de la Prehistoria re-
ciente.

ABSTRACT

In this work we analyze, in a generic way, the relationship maintained between Iron Age population
of the north plateau of the Iberian Peninsula and the animals of their environment, in other words, the analy-
sis of the cattle and the hunt in the main archaeological sites due to the study of the fauna remnants recovered
from the archaeological interventions. In this way, we intend to obtain a clearer view of the importance of
livestock and hunting in this recent period of prehistory

Palabras Clave: Arqueozoología. Edad de Hierro. Ganadería. Caza. Península Ibérica.

Keywords: Archaeozoology. Iron Age. Stockbreeding. Hunting. Iberian Peninsula.

1. Introducción. tres de yacimientos de la Edad del Hierro en el mar-


La arqueozoología se ocupa del estudio de los co geográfico de la Meseta Norte de la Península
restos faunísticos hallados en los yacimientos ar- Ibérica.
queológicos. 1.1. La fauna de la Edad del Hierro en la Me-
La arqueozoología, comparada con otras disci- seta Norte de la Península Ibérica.
plinas vinculadas al ámbito de la investigación ar- La existencia de grandes acumulaciones de res-
queológica, es relativamente joven, si bien ha evo- tos óseos en los denominados cenizales o ceniceros,
lucionado con mucha rapidez. Hace tan solo treinta es decir vertederos adscritos a la Edad del Hierro,
años, los arqueozoólogos se limitaban a proporcio- es conocida desde hace tiempo en la zona meseteña
nar un listado de las diferentes especies animales de Castilla y León, llegándose a utilizar en siglos
que se documentaban en un yacimiento. Hoy en día pasados como auténticas canteras de materiales or-
la información suministrada es mucho más explíci- gánicos con los que fabricar productos fertilizantes
ta, pudiendo llegar a saber, entre otros datos, la para las tierras de cultivo.
edad de un animal en el momento de su muerte, su
Los primeros análisis de colecciones óseas se
sexo, su talla, las técnicas de procesado o incluso
retrotraen a los años setenta de siglo pasado, gra-
los procesos que han sufrido los restos tras su aban-
cias a la labor de investigadores vinculados al La-
dono.
boratorio de Arqueozoología de Munich. Sin em-
Nuestro objeto de estudio no se limita exclusi- bargo tendrán que pasar un importante número de
vamente a restos alimenticios de origen animal re- años para que aquellos primeros estudios de un ya-
cuperados en los contextos arqueológicos, sino que cimiento leonés hayan tenido continuación en esta
también se incluirán todas aquellas especies que Comunidad, fundamentalmente relacionándose con
convivieron con el ser humano y cuyo destino no los proyectos que desde la Universidad de Vallado-
fue el de formar parte de su dieta. (Fernández Ro- lid se han centrado en la Primera Edad del Hierro
driguez, 2000). de la Cuenca del Duero.
De forma más concreta, este trabajo está centra- La tipología de los asentamientos es muy similar
do en la recopilación y evolución de la información a la de otras regiones de la Península Ibérica para
publicada relativa a las faunas domésticas y silves- ese mismo periodo. Las comunidades se agrupan en
poblados fortificados en zonas elevadas desde las

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
280
LAURA LLAMAZARES SÁNCHEZ

que se controla, al menos visualmente, un amplio entre el 1% y el 8%, índices que se adecuan perfec-
entorno. La configuración geológica del área que tamente a las de otros yacimientos peninsulares de
nos ocupa impondrá en esta ocasión el que en mu- la misma época. A medida que la importancia de
chos casos los materiales constructivos utilizados los équidos disminuye, se irá incrementando la del
sean perecederos (básicamente madera y arcilla). ganado ovicaprino.
2. Yacimientos de este periodo en la mese- El perro se encuentra representado en todas las
ta norte de la Península Ibérica. muestras, aunque seguramente infrarrepresentado
2.1. El Soto de Medinilla (Valladolid.). por no ser un animal objeto de consumo alimenticio
Este yacimiento, localizado en el cuello del me- humano.
andro del río Pisuerga, (Liesau, 1998), está recono- Por lo que a los mamíferos silvestres se refiere,
cido como uno de los más importantes de la edad se aprecian una serie de patrones bastantes claros.
del Hierro en la Península Ibérica Las intervencio- En primer lugar, y aunque la caza va perdiendo im-
nes arqueológicas han dado como resultado la recu- portancia a medida que nos vamos acercando a épo-
peración de más de 31.000 restos faunísticos que cas más recientes, se documenta en las muestras un
convierten al Soto de Medinilla en una de las más número importante de taxones; en el Soto I y el
importantes muestras de la prehistoria reciente ibé- Soto II (Liesau, 1998) se constatan hasta nueve es-
rica. pecies diferentes, que en la fase celtibérica se van a
El paso del Hierro I al Hierro II, se aprecia de ver reducidas a cinco. En cambio en el Soto III el
manera notable en el yacimiento por el gran incre- número de restos de animales silvestres se duplica
mento de la fauna doméstica, al tiempo que se asis- frente al del Soto I, aunque el número de taxones
te a un aumento de la diversidad de especies y a una siga correspondiendo exclusivamente a cinco.
disminución patente de las actividades cinegéticas. Por otra parte van a ser sólo dos especies las
Como señalamos, la fauna recuperada en el Soto que acaparen toda importancia, siendo las que más
de Medinilla es de 31471 restos óseos. La totalidad restos aportan a la muestra: Cervus elaphus y Oryc-
de este conjunto pertenece a sondeos realizados en tolagus cuniculus (ciervo y conejo.). La evolución
la zona, y no a auténticas excavaciones en área, lo diacrónica de ambas especies, sin embargo, es dia-
que da una idea del potencial faunístico existente. metralmente opuesta.

Los restos no se hallan bien conservados, pre- Como especies cazadas eventualmente se cita a
sentando una gran fragmentación, por lo que alrede- Capreolus caprolus, Lepus granatensis, Lynx lynx
dor del 70% de los materiales no han podido ser (corzo, liebre y lince), y en menor medida Sus scro-
identificados, tanto lo que respecta a las series de la fa y Castor fiber (jabalí y castor.). Los taxones res-
Primera como de la Segunda Edad del Hierro. tantes presentan unos valores anecdóticos, en abso-
luto representativos de una actividad continuada so-
Es notable durante toda la Edad del Hierro, el bre los mismos por parte de la comunidad humana;
predominio de la fauna doméstica frente a la salva- estas otras especies son: Ursus arctos, Canis lupus,
je; aún así en el Hierro I la fauna silvestre triplica Felix silvestres, Meles meles y Lutra lutra (oso,
sus valores frente a los constatados en el Hierro II. lobo, gato montes, tejón y nutria.).
Los recursos cinegéticos van perdiendo importancia
a lo largo del tiempo, y tan solo en el segundo pe- Además existen otros patrones de carácter más
riodo del Hierro II se asiste aparentemente a una li- secundario, por ejemplo, en el Soto I aparecen cua-
gera recuperación, aún cuando ésta resulta muy mo- tro restos de Oryctolagus cuniculus (conejo), por
desta. cada uno de Lepus granatensis (liebre), que pasan a
ser dieciséis en Soto II y vuelven a descender a diez
Entre las dos fases del Hierro hay diferencias en en Soto III.
la composición de la cabaña ganadera. La importan-
cia del vacuno en época celtibérica es muy superior Los animales salvajes que desaparecen del re-
a cualquier otra especie; en cambio en el Hierro I su gistro entre el Hierro I y el Hierro II son los carní-
predominio es menos patente en relación con el res- voros, que además de ser los mamíferos más antro-
to de los componentes ganaderos. pófobos, son los competidores más cercanos al ser
humano, por lo que serían los primeros en ser elimi-
Es llamativo el hecho de que el ganado equino nados en el entorno próximo al poblado.
tenga bastante representatividad en el Hierro I en
comparación con otros yacimientos de este mismo En cuanto a los animales domésticos, hay que
periodo en la Península Ibérica, pues hablamos de señalar que son los que más restos aportan a la
valores entre 26% y el 37% de la fauna doméstica muestra. No hay que olvidar que estamos hablando
(entre el 7% y el 21% del número de restos.). Por el de sociedades con una cabaña ganadera totalmente
contrario, durante el Hierro II los valores oscilan domesticada muy parecida a la de la actualidad.
281
LAS ACTIVIDADES GANADERAS Y CINEGÉTICAS DURANTE LA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA NORTE DE...

SOTO I SOTO II SOTO S. I-II TOTAL


NR % NMI NR % NMI NR % NMI NR % NMI
Caballo 61 5,1 3 357 13,2 16 6 20,6 1 424 11,6 20
Vaca 245 20,5 6 663 24,4 26 5 17,2 1 913 25,0 33
O/C 496 41,6 29 1330 49,0 54 13 44,8 1 1839 50,2 84
Cerdo 110 9,2 8 346 12,7 24 5 17,2 2 461 12,5 34
Perro 6 0,5 1 20 0,7 5 - - - 26 0,7 6
TOTAL 918 100 47 2716 100 125 29 100 5 3663 100 172

Fig.: 1a. Relación del NR y el NMI de la cabaña doméstica en las fases de la Primera Edad de Hierro.
SOTO III
NIVEL I NIVEL II SS III TOTAL
NR % NMI NR % NMI NR % NMI NR % NMI
Caballo 39 1,3 7 8 1 3 14 4,0 2 61 1,4 12
Asno 56 1,8 8 48 6 4 1 0,2 1 105 2,5 13
Vaca 1210 39,7 26 341 42,6 15 146 42,3 13 1697 40,4 54
O/C 1253 41,1 56 269 33,6 15 122 35,3 32 1644 39,1 103
Cerdo 475 15,6 33 131 16,4 14 60 17,3 11 666 15,8 58
Perro 16 0,5 3 3 0,4 1 2 0,5 1 21 0,5 6
TOTAL 3049 100 134 800 100 52 345 100 49 4194 100 246
Fig.: 1b. Relación del NR y NMI de la cabaña doméstica en las fases de la Segunda Edad del Hierro.
SOTO II SOTO S.I-II TOTAL
SOTO I
NR % NMI NR % NMI NR % NMI NR % NMI
Ciervo 156 57,1 4 351 35,7 13 7 77,7 2 514 40,6 19
Corzo 3 1,1 1 8 0,8 3 - - - 11 0,8 4
Jabalí 6 2,2 2 - - - - - 1 6 0,4 2
Conejo 82 30 10 575 58,4 38 2 22,3 - 659 52,0 49
Liebre 18 6,6 4 34 3,5 4 - - - 52 4,1 8
Oso - - - 1 0,1 1 - - - 1 0,07 1
Lobo 1 0,4 1 - - - - - - 1 0,07 1
Lince 1 0,4 1 10 1 4 - - - 11 0,8 5
Gato M. - - - 2 0,2 1 - - - 2 0,14 1
Tejón - - - 2 0,2 1 - - - 2 0,14 1
Nutria 1 0,4 1 - - - - - - 1 0,07 1
Ratón - - - 1 0,1 1 - - - 1 0,07 1
Castor 5 1,8 1 - - - - - - 5 0,35 1
TOTAL 273 100 25 984 100 66 9 100 3 1266 100 92
Fig.: 1c. Relación del NR y NMI de los mamíferos silvestres en las fases de la Primera Edad del Hierro.

SOTO III
NIVEL I NIVEL II SS III TOTAL
NR % NMI NR % NMI NR % NMI NR % NMI
Ciervo 154 37,7 10 28 65,1 3 17 19,5 11 199 44,1 24
Jabalí 9 2,2 2 - - - - - - 9 1,9 2
Conejo 224 54,9 22 15 34,9 2 66 75,8 9 305 67,6 33
Liebre 19 4,7 3 - - - 3 3,4 1 21 4,6 4
Castor 2 0,5 1 - - - 1 1,1 1 3 0,6 2
TOTAL 408 100 48 43 100 5 87 100 22 451 100 43
Fig.: 1d. Relación del NR y NMI de los mamíferos silvestres en las fases de la Segunda Edad del Hierro.

En cuanto a Equus caballus (caballo), se encon- otro subadulto.


traron un alto número de restos, teniendo en cuenta
Parece claro el consumo del caballo como ali-
que es un animal poco representado, normalmente,
mento humano, a juzgar por las marcas de trocea-
pues no suele formar parte de la dieta. Hay un ma-
dos primarios y secundarios en porciones apendicu-
yor número de restos en la Primera Edad de Hierro
lares y axiales, además de huellas de quemado.
que en la Segunda, predominando siempre los ani-
males adultos, y los machos duplican en número a A pesar de las dificultades para diferenciar los
las hembras. Además los machos van a ser sacrifi- restos de Equus caballus (caballo) y Equus asinus
cados a edades muy concretas. En la Segunda Edad (asno), y que es posible adscribir restos de caballo a
de Hierro se registran pocos restos, la mayoría son los de asno, su presencia ha sido constatada en el
de adultos, excepto dos individuos, uno infantil y periodo celtibérico, aunque se trata de un solo resto
282
LAURA LLAMAZARES SÁNCHEZ

NR % PESO % NMI
Equus caballus 291 1,8 11,114 5,1 10
Bos taurus 5827 35,9 153,565 70,2 77
Ovis aries 878
Ovis/Capra 6823 48,4 33,541 15,3 220
Capra hircus 160
Sus domesticus 1562 9,6 12,954 5,9 45
Canis familiaris 103 0,6 0,776 - 7
Total animales domésticos 15644 96,4 211,950 96,9 359
Cervus elaphus 347 2,1 6,118 2,8 9
Capreolus capreolus 7 - 0,047 2
Sus scrofa 20 - 0,308 3
Canis lupus 3 - 0,065 1
0,3
Vulpes vulpes 1 - 0,010 1
Lepus capensis 104 0,6 7
0,173
Oryctolagus cuniculus 92 0,6 11
Aves 9 - - - 9
Total animales salvajes 583 3,6 6,721 3,1 43
Total identificados 16227 100 218,671 100 -
Total sin identificar 9176 36,4 22,068 9,2 -
Total 25403 100 240,739 100 402
Fig.: 2. Relación del Número de Restos, Número Mínimo de Individuos y Peso.

proveniente del sondeo de Soto III. cer lugar en cuanto a importancia dentro de la fau-
na; son sacrificados a edades infantiles y juveniles.
Respecto a de Bos taurus (vaca), se documenta
En cuanto a Canis familiares (perro), aparecen
en todos los niveles del yacimiento, a medida que
restos en diferentes unidades del poblado; excepto
nos acercamos a fases más recientes se convierte en
en época celtibérica, para la que se han encontrado
el animal que más aporte cárnico realiza.
animales de tres tallas diferentes, solo han apareci-
Prácticamente la mitad de la cabaña se ha sacri- do animales de talla media y uno de talla muy pe-
ficado en edades de infantil-juvenil y subadulto, queña.
con una finalidad estrictamente cárnica. En los ca-
Cervus elaphus (ciervo) es el animal salvaje
sos restantes se busca el aprovechamiento de pro-
más representado en el yacimiento; parece que su
ductos secundarios, si bien las reses se sacrificaban
caza abarca todos los grupos de edad.
antes de alcanzar una edad senil. Algunos de estos
animales muestran claras evidencias de haber sido Respecto a Capreolus capreolus (corzo), se han
utilizados como animales de tiro. Se constatan dos hallado restos en Soto I y Soto II, pero está ausente
animales castrados, aunque parece que esta práctica en periodos celtibéricos.
no ha sido muy habitual; esto permite pensar que se
Sus scrofa (jabalí) se encuentra muy escasamen-
han utilizado para labores agrícolas, o como siste-
te representado, probablemente se debe al hecho de
mas de tiro en el transporte.
que la caza se centra de manera habitual en el cier-
Los ovicaprinos, Ovis aries (oveja) y Capra vo.
hircus (cabra), representan la cabaña más importan-
Otro animal que aparece de manera continua en
te en todos los niveles y unidades.
el yacimiento es Oryctolagus cuniculus (conejo),
En el Soto I dominan los ovicaprinos frente al por lo que parece constituir un elemento comple-
vacuno, en el Soto II ocurre lo contrario. En el pe- mentario a la dieta de estos pobladores.
riodo celtibérico los valores de ambas especies son
Los restos de Lepus granatensis (liebre), son
casi iguales.
mucho más escasos que los de conejo, pero se han
El 55% de los animales serán sacrificados a eda- hallado en todas las unidades de Hierro I. En nive-
des adultas y seniles; el resto se reparte de forma les celtibéricos, también se han recuperado restos
uniforme en otras edades. de liebre (Fig, 1).
La relación en NMI entre Ovis aries y Capra 2.2. Sacaojos (La Bañeza, León).
hircus en la Primera Edad de Hierro es de 1:1, Este yacimiento está ubicado en territorio de los
mientras que en la Segunda es de 4:1, lo que hace Vacceos; se sitúa en una pequeña localidad al sur
pensar que se decantan claramente por el aprove- de León, Santiago de la Valduerna, anteriormente
chamiento de los productos secundarios. conocida como Sacaojos, en las proximidades de
Los suidos (cerdos) están presentes en to- La Bañeza (Von Den Driesch; Boessneck, 1980).
dos los niveles del yacimiento, pero ocupan el ter- El estudio del material óseo fue llevado a cabo por
283
LAS ACTIVIDADES GANADERAS Y CINEGÉTICAS DURANTE LA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA NORTE DE...

Ángela von den Driesch y por Joachim Boessneck, La cría de Sus domesticus (cerdo) fue claramen-
del Laboratorio de Arqueozoología de Munich. te secundaria. Sólo hay un escaso número de restos
que indica el consumo de cochinillos, siendo la mi-
Se analizaron más de 25400 piezas. Una parte
tad de los ejemplares sacrificados antes de los dos
de las mismas se encontraba muy fragmentada, por
años. Pero la proporción de restos de cerdos mayo-
lo que no fue posible la identificación de una gran
res de dos años es bastante alta. Se documentan más
parte de los restos (el 35% del total).
hembras que machos.
La mayor parte de los restos pertenecen a ma-
Parece que Canis familiaris (perros) fue utiliza-
míferos domésticos: Equus caballus, Bos taurus,
do para el pastoreo, pues se encontraron restos que
Ovis aries, Capra hircus, Sus domesticus y Canis
pertenecen al menos a siete individuos parecidos a
familiares (caballo, vaca, oveja, cabra, cerdo y pe-
los perros-pastores actuales. También hay eviden-
rro), el resto de especies pertenecen a animales sil-
cias de algún perro pequeño para el que es difícil de
vestres, lo que refleja actividades cinegéticas por
establecer su utilidad.
parte de los habitantes del poblado.
Pasando ya a los animales silvestres, Cervus
De Equus caballus (caballo) se encontraron una
elaphus (ciervo) va a ser el animal más cazado. Se
serie de restos, que pertenecen como mínimo a diez
han encontrado restos que pertenecen al menos a
individuos, al menos dos animales jóvenes con den-
nueve individuos, con igual número de machos que
taduras de leche, cinco adultos y tres seniles. De
de hembras.
ellos se pudo determinar el sexo de nueve: cinco
yeguas, tres sementales y un castrado. Han sido También se constata la presencia de Capreolus
consumidos, pero antes se han aprovechado como capreolus (corzo). Aunque es difícil establecer las
animales de tiro, sin dar preferencia a ningún sexo. diferencias entre Sus domesticus (cerdo) y Sus
scrofa (jabalí), a juzgar por el tamaño de los hue-
Bos taurus (vaca), parece que fue el animal que
sos, y dando a los de mayor talla la designación de
más carne aportó al poblado, pues es el ganado
Sus scrofa (jabalí), se indica la presencia de al me-
principal en cuanto a peso, pero en cuanto a número
nos tres individuos, un macho adulto, una hembra
de restos. Aunque se ha calculado un número míni-
adulta y un macho joven.
mo de setenta y siete individuos de diferentes eda-
des. También aparecieron restos, aunque muy esca-
sos, de Canis lupus (lobo) y Vulpes vulpes (zorro).
La población de terneros no llega al 15% y la de
becerros al 30%. Un tercio de las reses se corres- Es destacable el registro de Sacaojos con res-
ponde con animales que no alcanzaron los quince pecto a dos especies, Lepus capensis (liebre) y
meses de edad. Sólo el 20% de los animales supe- Oryctolagus cuniculus (conejo), pues se da el caso
ran los cuatro años de vida. La relación es de tres contrario a la mayoría de los yacimientos adscritos
hembras por cada dos machos. a este periodo en la Península Ibérica, y es que van
a aparecer más restos de Lepus capensis (liebre)
Los productos secundarios se aprovecharon;
que de Oryctolagus cuniculus (conejo). Aunque el
además de la leche, su fuerza como animal de tiro,
número mínimo de individuos refleje la presencia
siendo preferidos los machos castrados; (bueyes)
de once conejos frente a siete liebres.
para estas labores. Los restos denotan que el castra-
do de toros es una práctica habitual. Además de estos animales hay que señalar la
presencia de restos de aves silvestres, si bien su
El ganado más representado en la muestra, y
aporte alimenticio, en realidad, carece de importan-
que por lo tanto más número de restos aporta, fue
cia para la dieta de los habitantes de Sacaojos. (Fig
Ovis/Capra (oveja y cabra). Se ha podido estable-
2).
cer un número mínimo de doscientos veinte indivi-
duos. Al menos la mitad de ellos fueron sacrifica- 2.3. Necrópolis vaccea de “Las Ruedas” (Padi-
dos antes de alcanzar la talla máxima, lo que deja lla de Duero, Valladolid).
claro que el aprovechamiento fundamental de estos Desde 1986 a 1988 se realizaron excavaciones
animales era cárnico. En el caso del ovino parece en este yacimiento. Los restos fueron recuperados
que hay más hembras que machos, en cambio en el en las tumbas (Bellver Garrido, 1992).
caprino hay el doble de hembras que de machos.
Las especies documentadas son: Equus caba-
Dentro de las dificultades que existen para dife- llus, Bos taurus, Sus scrofa, Capra hircus, Ovis
renciar estas dos especies, parece que están más re- aries, Canis familiaris, Lepus europeaus, Gallus
presentadas las ovejas que las cabras. Conforme a gallus y Ratus sp (caballo, cerdo, cabra, oveja, pe-
los datos obtenidos, se puede dar una proporción de rro, liebre y rata).
ochenta y cinco ovejas por cada quince cabras.
En cuanto a la edad de los animales se puede
284
LAURA LLAMAZARES SÁNCHEZ

HIERRO I HIERRO II
NR % NMI PESO % NR % MNI PESO %
Equus caballus 1 0,96 1 39 5,15 7 0,46 3 191 0,91
Bos taurus 26 25,00 6 468 61,74 695 45,78 25 13717 65,02
Ovis aries 8 7,69 2 218 28,76 82 5,40 16 784 3,72
Ovis / Capra 56 53,85 6 15 1,98 511 33,66 51 2954 14,00
Capra hircus - - - - - 16 1,05 6 203 0,96
Sus domesticus 7 6,73 5 10 1,32 100 6,59 17 1058 5,01
Canis familiaris 1 0,96 1 5 0,66 8 0,53 5 74 0,35
Total domésticos 99 95,19 21 755 99,60 1419 93,48 123 18981 89,97
Cervus elaphus - - - - - 74 4,87 9 2085 9,88
Oryctolagus cuniculus 5 4,81 2 3 0,40 22 1,45 8 26 0,12
Lepus europaeus - - - - - 2 0,13 2 2 0,01
Castor fiber - - - - - 1 0,07 1 3 0,01
Total silvestres 5 4,81 2 3 0,40 99 6,52 20 2116 10,03
Total mamíferos 104 100 23 758 100 1518 100 143 21097 100
Fig.: 3. Relación del Número de Restos, Número Mínimo de Individuos y Peso.

decir que por lo general son animales jóvenes en to- entre los siglos III – I a.C., es decir, que se halla
das las especies. Entre los suidos y los ovicaprinos adscrito a la Segunda Edad de Hierro (Morales Mu-
encontramos restos que sobrepasan la edad de año y ñiz; Liesau, 1999).
medio. El cánido doméstico tampoco sobrepasa el
Una vez más, los restos encontrados coinciden,
año de edad. Los lepóridos son muy jóvenes ningu-
en cuanto a especies, con las de los otros yacimien-
no sobrepasa los ocho meses, ya que tienen las epí-
tos mencionados para esta época.
fisis sin fusionar.
2.7. Necrópolis Celtibérica de Numancia (So-
No hay que olvidar que estos animales se en-
ria).
cuentran en tumbas y por lo tanto relacionados con
rituales funerarios. En este caso nos encontramos con análisis de
restos asociados a un contexto funerario. Esta ne-
2.4. Era Alta (Melgar de Abajo, Valladolid). crópolis ocupa una extensión de una hectárea y me-
En este yacimiento se encontraron restos de la dia y se sitúa en la ladera sur del cerro de Numan-
Primera y de la Segunda Edad del Hierro, si bien cia. Se exhumaron un total de 150 tumbas en las
separados por un periodo de tres siglos con registro que se depositan los restos de cremación acompaña-
arqueológico. (Morales Muñiz; Liesau, 1999). dos de ajuares funerarios y ofrendas de distinta na-
turaleza (Jimeno; Trancho; Morales; Robledo; Ló-
Las especies encontradas vuelven a ser las típi-
pez-Bueis, 1996).
cas para estas fases: Equus caballus, Bos taurus,
Ovis aries, Capra hircus, Sus domesticus, Canis fa- Entre estas ofrendas resulta frecuente la apari-
miliares y los animales silvestres son: Cervus ción de restos faunísticos, a veces quemados. La ex-
elaphus, Oryctolagus cuniculus, Lepus europeaus y plicación más aceptada es que se trata de restos
Castor fiber. (Fig.3). consumidos en el banquete funerario, siendo intro-
ducidos en la pira donde se quemarían los restos del
2.5. Cerro del Castillo (Montealegre de Cam-
cadáver del difunto.
pos, Valladolid).
Este poblado ocupa toda la Edad del Hierro, con 2.8. Castro Ubierna (Burgos).
niveles adscritos al Hierro I y al Hierro II, si bien Es un yacimiento de la Edad de Hierro con un
estas dos etapas del Hierro se encuentran separadas total de 1310 restos asociados a ocho especies de
por unos dos siglos (Morales Muñiz; Liesau, 1999). mamíferos (Castaños, 1989).
Aunque la colección ósea recuperada se halla Equus caballus (caballo): por los restos se pue-
muy fragmentada, ha permitido hacer un análisis de deducir que no fue utilizado estrictamente con fi-
que una vez más vuelve a reflejar las mismas espe- nalidad alimenticia, sino que más bien se utilizaron
cies que los yacimientos anteriormente comentados. para la monta y como animal de tiro.
Sólo destacar la presencia de Bos primigenius Equus asinus (burro): aparecen pocos restos,
(uro) entre las especies silvestres, no muy común en que pertenecen como mínimo a dos individuos, uno
estos yacimientos. de edad avanzada y otro de menos de dos años.
2.6. Las Quintanas – Valoria (Valoria La Bue- Bos taurus (vaca): es la especie mejor represen-
na, Valladolid). tada y que más carne aportaría a la dieta alimenticia
La fase ocupacional de este yacimiento se sitúa del poblado.
285
LAS ACTIVIDADES GANADERAS Y CINEGÉTICAS DURANTE LA EDAD DEL HIERRO EN LA MESETA NORTE DE...

Ovis aries / Capra hircus (oveja / cabra): Se res de pastoreo y protección de ganado, si bien en
hallan presentes las dos especies pero, aunque ha ningún caso se aprecia su uso como alimento huma-
sido muy difícil diferenciarlas, parece claro el pre- no.
dominio de la oveja. Es el segundo animal mejor re-
Las edades de sacrificio varían en función del
presentado en la muestra.
aprovechamiento que se quiera realizar. Los vacu-
Sus domesticus (cerdo): de los nueve individuos nos y los équidos, por lo general, al ser utilizados
que se hallan como mínimo representados, todos como animales de tiro, suelen presentar edades de
pertenecen claramente a la especie doméstica, salvo muerte en fases seniles, con el lógico fin de aprove-
uno que por su talla podría tratarse de un jabalí, char al máximo su potencial de fuerza.
aunque también es posible que pertenezca a un ani-
En el caso de aquellos ejemplares criados para
mal doméstico de gran talla.
aportar carne, la edad de sacrificio suele producirse
Canis familiares (perro): no hay muchos restos, en edades juvenil-adulta, cuando han alcanzado un
pero lo que sí puede decirse es que no fueron objeto volumen máximo de la fase de crecimiento y engor-
de consumo alimenticio. de, sobre todo en ovino y vacuno destinado a este
fin.
Cervus elaphus (ciervo): es la única especie sil-
vestre identificada en este yacimiento. Predominan Como en cualquier cabaña ganadera, los machos
las cuernas en la muestra y tres de ellas son de des- serán sacrificados más jóvenes que las hembras,
mogue. Los restos óseos pertenecen a animales pues estas son necesarias para la renovación, e in-
adultos. cluso, si es necesario y factible, para el crecimiento
de la cabaña ganadera.
3. Conclusiones.
Los datos obtenidos de los diferentes yacimien- Como ya se ha señalado el yacimiento más im-
tos de la edad de Hierro en la Meseta Norte de la portante de esta zona en esta fase de la Prehistoria
Península Ibérica, han aportado unos valores muy reciente es El Soto de Medinilla, en Valladolid.
semejantes en cuanto a volumen de ganadería y de Este como el resto de los yacimientos, en cuanto a
caza. la cabaña ganadera y a la caza presenta un patrón
muy similar al documentado en otras zonas penin-
Los animales que más abundan serán los domés- sulares durante la Edad del Hierro.
ticos, pues la caza va a tener una representación
muy minoritaria y no va a suponer un aporte básico
para la dieta alimenticia de estas comunidades, que 4. Bibliografía.
se especializan en la ganadería, por lo que la caza BELLVER GARRIDO, J.A.
va a pasar a ser una actividad secundaria y proba- 1992 "La necrópolis vaccea de La Rueda: una aproxima-
ción arqueozoológica (Padilla de Duero, Vallado-
blemente sólo se realizaría en casos de aprovecha- lid).", En G. Delibes de Castro, F. Romero Carni-
miento casual y mediante técnicas de trampeo, es- cero & A. Morales Múñiz (Eds). Arqueología y
pecialmente para la captura de animales de pequeña Medio Ambiente. El Primer Milenio a.C. en el
Duero Medio., Junta de Castilla y León, Vallado-
talla, en los casos en que estos resultan abundantes lid. 515-527.
(como los lepóridos). 1992 “Estudio arqueozoológico de las cabañas circulares
del Castillejo de Fuensauco”. II Symposium de Ar-
Entre los animales domésticos los más represen- queología Soriana. Excma. Diputación Provincial
tados serán los bovinos y los ovicaprinos seguidos de Soria. Departamento de Cultura. Vol. I. Soria.
325-332.
por suidos, équidos, gallináceo y otros animales do- CASTAÑOS, P.
mésticos comunes. También se halla representado 1989 "Estudio de los restos del Castro de Ubierna, (Bur-
el perro, si bien en ningún caso se ha vinculado di- gos)", Kobie, XVIII. 87-97.
ESPARZA ARROYO, A.
rectamente con el consumo alimenticio. 1999 “Economía de la Meseta Prerromana” Stvdia His-
tórica (Hª Antigua), Vol. 17: 87-123
En cuanto a los animales salvajes, los más re- FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.
presentados son el ciervo y el conejo, aunque tam- 2000 Los macromamíferos en los yacimientos arqueoló-
bién aparecen con bastante asiduidad las liebres, los gicos del Noroeste peninsular: un estudio econó-
mico. Tesis Doctoral en cd-rom. Universidad de
corzos, los jabalíes y algunas aves. Santiago de Compostela
GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Mª L.
De algunas especies, como es lógico, se realiza- 1990 Excavación arqueológica de los Castros de Cor-
ría un aprovechamiento de sus productos secunda- billos, León. Informe Inédito.
rios o derivados, es decir, no sólo de su carne, sino JIMENO, A.; TRANCHO, G.J.; MORALES, F.; ROBLE-
DO, B. & LÓPEZ-BUEIS, I.
también de otros productos que pueden ofrecer en 1996 “Ritual y dieta alimenticia: la necrópolis celtibérica
vida, como los lácteos o su fuerza de trabajo. de Numancia”. Numantia. 6, 31-44.
LIESAU VON LETTON-VORBECK, C.
La presencia de perros en algunas muestras de 1998 “El Soto de Medinilla: faunas de mamíferos de la
estos poblados nos lleva a pensar que hicieron labo- Edad de Hierro en el valle del Duero (Valladolid,
España)”. Archeofauna. 7.
286
LAURA LLAMAZARES SÁNCHEZ

MARISCAL ÁLVAREZ, B.
1995 “Análisis polínicos de los yacimientos de la Edad
de Hierro de El Soto de Medinilla (Campaña de
1989-1990) y El Cerro de la Mota en Medina del
Campo, Valladolid”. En: G. DELIBES DE CAS-
TRO, F. ROMERO CARNICERO y A. MORA-
LES MÚÑIZ (Eds): Arqueología y Medio Ambien-
te. El Primer milenio a.C. en el Duero Medio. Va-
lladolid: Junta de Castilla y León, 338-350.
MORALES MUÑIZ, A. & LIESAU VON LETTON-VOR-
BECK, C.
1995 “Análisis comparado de las faunas arqueológicas
en el valle medio del Duero (prov. Valladolid) du-
rante la Edad del Hierro”. En: G. DELIBES DE
CASTRO, F. ROMERO CARNICERO y A. MO-
RALES MÚÑIZ (Eds): Arqueología y Medio Am-
biente. El Primer milenio a.C. en el Duero Medio.
Valladolid: Junta de Castilla y León, 455-514.
ROMERO CARNICERO, F. & RAMÍREZ RAMÍREZ,
Mª.L.
1999 “Estrategias de subsistencia en la cuenca media del
Duero durante la Edad de Hierro”. En: F. BURI-
LLO (coord): V Simposio sobre celtíberos. Econo-
mía, 149-156.
RUÍZ-GALVEZ, M.
1998 “Settlement pattern and socio-economic changes in
the Bronce Age / Iron Age transition of the Spain
Meseta and Southwest”. En: B. HANSEL (coord):
Man and Environment en European Bronce Age.
Kiel: Oetker-Voges verlang. 441-448.
VON DEN DRIESCH, A. & BOESSNECK, J.
1980 “Tierknochenfunde aus Sacaojos bie La Bañeza
(Prov. León)”. Studien ubre frühe Tiernochenfun-
de von der Iberisch Habinsel. Institut für Paleoa-
natomie, Domestikationsforschung undGeschite
der Tiermedizin der Universität Manchen. Madrid:
Deutsches Archäologisches Institut Abteilung,
7:122-156.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 287-294

NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO DE LA PREHISTORIA RECIENTE EN


LA SERRANÍA DE CUENCA: EL CERRO DEL CASTILLO DEL BUEN SUCESO
(CAÑADA DEL HOYO – CUENCA)

Elena Vega Rivas


Universidad Complutense de Madrid; evr.arqueologia@terra.es

RESUMEN

Finalizada la década de los 80 el número de actuaciones y de estudios, ya sea de carácter puntual


como general, versados en la prehistoria reciente en el área de la Serranía de Cuenca disminuye considerable-
mente, resultando actualmente imperiosa la necesidad de reavivar los estudios en este área así como realizar
una profunda revisión de los mismos. Las excavaciones realizadas en el patio del Castillo bajo-medieval del
Buen Suceso en la localidad de Cañada del Hoyo han puesto de manifiesto la existencia de un hábitat ocupa-
do durante la edad del bronce y la segunda Edad del Hierro. En el transcurso de las mismas se han documen-
tado doce silos excavados en la roca recuperándose material cerámico que nos permite establecer paralelos
con el área levantina y la meseta. A lo largo de la prehistoria reciente la serranía de Cuenca se perfila como
una zona permeable y de transición entre ambos espacios.

ABSTRACT

At the end of 80’s we can apreciate the disminuation of studies and interventions, concrete or gener-
al, focus on the Serranía de Cuenca’s recent prehistory. For that reason it’s become necesary to reactivate the
study of this period in this area and to make a revision of the axioms with wich we are working. The excava-
tions that have been done in the court of Buen Suceso’s medieval castel in Cañada del Hoyo (Cuenca) have
revealed the existence of a settlement occupied during the bronze age and iron age. Twelve structures dug
into the rock and the archeological remains (ceramic fragments) are presents. Those findings allow us to con-
nect the settelmente with the levantine and the plateau areas. Throughout the recent prehistory the Serrania de
Cuenca is a permeable area of transition between the two spaces.

Palabras Clave: Edad del Bronce. Edad del Hierro. Serranía de Cuenca.

Keywords: Bronze Age. Iron Age. Serrania de Cuenca.

1. Introducción. Osuna Ruíz la figura a destacar de este periodo,


Los inicios de la arqueología en la provincia de como Director del nuevo Museo de Cuenca e im-
Cuenca son tempranos, remontándose los primeros pulsor de gran número de actuaciones.
escritos que hacen referencia a yacimientos arqueo- Finalizada la década de los 80 el número de ac-
lógicos al siglo XVI (DE MORALES, 1577). Las tuaciones y de estudios, ya sea de carácter puntual
primeras excavaciones se fechan a finales del siglo como general, versados en la prehistoria reciente en
XIX, y se centran en el yacimiento de Segóbriga y el área de la Serranía de Cuenca, disminuye consi-
el entorno de la localidad de Uclés, donde hemos de derablemente y apenas se publican trabajos de con-
ubicar igualmente las primeras excavaciones tanto junto durante las dos décadas siguientes. La ausen-
de la edad del bronce (CAPELLE, 1893) como de cia de Cartas Arqueológicas y de proyectos de pros-
la edad del hierro (QUINTERO, 1913 y GIMÉ- pección de amplio espectro, ofrecen una falsa ima-
NEZ, 1932). gen de vacío poblacional durante la Edad del Hie-
La guerra civil española tiene como consecuen- rro, resultando actualmente imperiosa la necesidad
cia un alto en las investigaciones, dando paso a cua- de reavivar los estudios en este área así como reali-
tro décadas de escasa actividad, periodo en el cual zar una profunda revisión de los postulados acerca
destaca la figura de D. Francisco Martínez de Suay, de los patrones de asentamiento.
que durante las décadas de los 50 y los 60 realiza 2. Marco geográfico.
una encomiable labor que culmina en la creación
La Serranía de Cuenca supone el límite oriental
del Museo Provincial de Cuenca.
de la meseta central. Se caracteriza por ser un am-
La integración del Museo en el Patronato Na- plio conjunto montañoso, de relieve agreste y enor-
cional de los Museos que tiene lugar en el año memente accidentado, en el cual domina la masa
1973, da lugar a una nueva etapa siendo Manuel forestal con especies de muy diversa índole.

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
288
ELENA VEGA RIVAS

Fig.: 1. Fotografía aérea del Castillo del Buen Suceso, IGN, vuelo nacional de julio 1985 (H0635-F0012).

La vegetación es relativamente homogénea, anual ronda los 13º C, las precipitaciones se repar-
siendo el pino el árbol predominante (estando pre- ten homogéneamente a lo largo del año y raramente
sentes cuatro subespecies). Asimismo las frondosas superan los 700 mm. El periodo de heladas puede
son abundantes, como los son determinadas espe- durar de 6 a 8 meses.
cies arbustivas que se extienden formando amplios
3. El Cerro del Castillo del Buen Suceso
pastizales.
(Cañada del Hoyo – Cuenca).
La Serranía es rica en cursos de agua, de reco- 3.1. Intervenciones arqueológicas en el Casti-
rrido largo o corto, que dan lugar a la formación de llo.
abundantes cadenas montañosas, que suponen ba- El Castillo del Buen Suceso se asienta en la
rreras naturales, convirtiéndose los valles fluviales cima de un cerro que se adentra a modo de lengua
en los ejes vertebradores de la comunicación y del en el valle del arroyo Prado cerrado, afluente por la
poblamiento. Actualmente la zona se encuentra es- margen derecha del río Guadazaón, desde el cual se
casamente poblada, presentando núcleos de pobla- ejerce un excelente dominio visual del valle.
ción de tamaño reducido, normalmente ubicados en
los valles intermedios y separados por amplias dis- Las fuentes escritas (abundantes principalmente
tancias. Se trata de una zona, por lo general, muy a lo largo del siglo XV) mencionan esta construc-
poco antropizada. ción como punto de referencia destacado durante la
edad media y la edad moderna gracias a lo privile-
El término municipal de Cañada del Hoyo se si- giado de su asentamiento, en una zona de paso, ya
túa en la denominada Sierra de los Palancares, lími- que se superponen una vía romana, la C21 (PALO-
te Sureste de la Serranía de Cuenca y que forma MERO, 1987: 164-165), y una Cañada Real. Su en-
parte de la subcomarca conocida como Sierra Baja, torno inmediato proporciona unas limitadas posibi-
rondando la cota media los 1000 metros de altitud. lidades agrícolas, estando la economía de la zona
Predomina el clima mediterráneo templado de mon- aún hoy centrada en la ganadería transterminante,
taña, con características continentales. La media siguiendo un eje Norte – Sur, paralelo al Guada-
289
NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO DE LA PREHISTORIA RECIENTE EN LA SERRANÍA DE CUENCA: EL...

zaón. La extensión del yacimiento, de aproximada- Los silos son de planta elíptica y sección redon-
mente siete hectáreas, ha sido calculada en función deada. Su base tiende a ser plana si bien presenta
de la dispersión de material en superficie y la exis- irregularidades. No han sido localizados restos de
tencia de un foso perceptible en fotografía aérea revestimientos ni de cualquier otro signo que apun-
(fig.1). A día de hoy no se han realizado trabajos te hacia un tratamiento de las paredes de estas es-
arqueológicos en el exterior del Castillo, que ocupa tructuras. Este hecho sumado a la gran cantidad de
tan sólo tres hectáreas. materia orgánica de sus rellenos, que, salvo un
caso, presentan un único nivel, la escasa presencia
Desde el año 2002 y en el marco de la restaura-
de material arqueológico (por otra parte muy frag-
ción del edificio bajo-medieval se han llevado a
mentado y visiblemente arrojado), así como la au-
cabo hasta el momento tres fases de intervención
sencia de un patrón de distribución claro de las mis-
arqueológica en el interior del recinto del castillo
mas l,levan a interpretar estas estructuras como ba-
motivadas y condicionadas por los trabajos de res-
sureros.
tauración y rehabilitación del edificio (VELA COS-
SÍO y BENITO LÓPEZ, 2002). Las producciones cerámicas adscribibles al
Bronce (fig.3) responden a recipientes realizados a
Dichas intervenciones han puesto de manifiesto
mano, entre los cuales se encuentran tanto formas
la existencia en el cerro de un hábitat ocupado du-
abiertas como cerradas, en proporciones similares.
rante la prehistoria reciente del cual se han docu-
Las formas abiertas presentan un amplio espectro
mentado un total de doce silos excavados en la roca
de medidas, el diámetro de sus bocas oscila entre
y un muro de mampostería a seco (fig.2). El mate-
los 9 y los 36 cm. Las piezas de mayor tamaño pre-
rial, fundamentalmente cerámico, recuperado el re-
sentan bordes rectos y pastas más gruesas y toscas,
lleno de dichos silos indica una ocupación en dos
las de tamaño medio o pequeño presentan bordes
momentos: Bronce Medio y Segunda Edad del Hie-
rectos o, más frecuentemente, ligeramente exvasa-
rro. El mal estado de las estructuras prehistóricas,
dos. En algunos de estos pequeños recipientes se
motivado fundamentalmente por las posteriores fa-
observa una carena media y poco marcada, obser-
ses de ocupación, ha condicionado la metodología
vándose en algunos casos la inserción de un asa de
de estudio del yacimiento que se centra en el análi-
sección elíptica. En el caso de las formas cerradas,
sis del registro material y que ha permitido estable-
el tamaño de la boca oscila entre los 12 cm. y los 33
cer paralelos con yacimientos del entorno.
cm. de diámetro. Se trata de piezas de tendencia

Fig.2: Planimetría de la excavación de la tercera fase en el Cerro del Castillo del Buen Suceso. (Cañada del Hoyo)
290
ELENA VEGA RIVAS

Fig.: 3. Material cerámico del Bronce Medio del Cerro del Castillo del Buen Suceso (Cañada del Hoyo- Cuenca).

globular, de borde recto o exvasado. Las bases son cuidadas. La cocción es mayoritariamente mixta, si
ligeramente redondeadas, y ocasionalmente de fon- bien las cocciones oxidante y reductora también es-
do plano. Con excepción de las inserciones de asa tán presentes. El tratamiento de las superficies es
anteriormente mencionadas no se han documentado relativamente frecuente, más de un cuarto de la
elementos suspensores. muestra (el 26,59 % para ser más exactos) presenta
un acabado bruñido o alisado.
Las decoraciones son escasas (tan sólo un 6,59
% de los fragmentos presentan algún tipo de deco- Las producciones de la segunda edad del hierro
ración), si bien se diferencian varias técnicas deco- (fig.4), corresponden a piezas realizadas a torno,
rativas. La decoración a base de digitaciones sobre entre las cuales destacan principalmente las formas
el labio es la más abundante, menos frecuentes son cerradas. Éstas presentan bordes de labio exvasado,
las digitaciones al exterior que se mantienen siem- que en ciertos casos son subrayados mediante una
pre próximas al borde, y muy escasas las ungulacio- suave acanaladura (pico de ánade), y cuerpos de
nes en el labio. La decoración plástica se documen- tendencia globular. Algunos bordes están engrosa-
ta tanto en la aplicación de un cordón que envuelve dos, presentando secciones triangulares o rectangu-
transversalmente la pieza y que se encuentra a su lares, siendo entonces el labio plano y estrecho. La
vez decorado con digitaciones o ungulaciones; gran mayoría de estas piezas no presenta hombro o
como en la aplicación, en el borde, de pequeños cuello. Se ha documentado la presencia de jaras de
mamelones elípticos. Tan sólo dos fragmentos pre- boca trilobulada. El diámetro de la boca de estas
sentan incisiones. Se trata de dos galbos en los que piezas oscila entre los 14 y los 26 cm. Con una fre-
se observan incisiones realizadas con un pequeño cuencia mucho menor, aparecen las formas abiertas,
instrumento de sección circular dispuestas forman- correspondientes a cuencos. El tamaño en éstas últi-
do un motivo geométrico. Ambas piezas, de coc- mas es menor y presenta variaciones menos nota-
ción reductora y pasta bien decantada, presentan al bles (con un diámetro de boca que varía entre 14 y
exterior un acabado bruñido. Al interior, por el con- 16 cm.). En cuanto a las bases se refiere, éstas pre-
trario, el acabado es tosco. sentan el fondo rehundido, y el pie ligeramente in-
dicado. Igualmente están presentes las bases con
Las pastas por lo general son toscas y poco de-
anillo de solero. Las asas no son muy abundantes, y
cantadas. No obstante, ciertas piezas, principalmen-
en la mayoría de los casos son de sección circular,
te pertenecientes a formas de menor tamaño y que
destacando un asa trilobulada. Tan sólo un frag-
normalmente presentan decoración, o cuanto menos
mento cerámico presenta un pequeño mamelón per-
un acabado alisado o bruñido, muestran pastas más
291
NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO DE LA PREHISTORIA RECIENTE EN LA SERRANÍA DE CUENCA: EL...

Fig.: 4. Material cerámico de la Segunda Edad del Hierro del Cerro del Castillo del Buen Suceso.

forado. Edad del Hierro. La escasez de estructuras exhuma-


das centra el estudio en el material arqueológico,
Las decoraciones son relativamente abundantes
que en su amplia mayoría es cerámico, convirtién-
pues cerca de un tercio de los fragmentos presentan
dose éste en la base de apoyo fundamental para es-
algún tipo de decoración (30,38 %).Principalmente
tablecer paralelos cronológicos y tipológicos con
se trata de decoración pintada monocroma en tonos
otros yacimientos. Igualmente la ubicación, orienta-
rojos y en escasos casos negro (en estos casos el
ción económica y tamaño del asentamiento son fac-
fragmento suele presentar además un engobe blan-
tores a tener en cuenta.
quecino). También se dan abundantes casos de bi-
cromía, en rojo y negro. Los motivos son en todos 3.3. La Edad del Bronce.
los casos geométricos. En la mayoría de los casos El yacimiento de “El Castillo” en la localidad de
se trata de líneas y bandas en el borde o próximas a Reillo, a tan sólo 8 Km. al Sur del Cerro del Casti-
éste. Los motivos compositivos más complejos llo del Buen Suceso se sitúa sobre un cerro destaca-
combinan líneas, ondas y segmentos con semicírcu- do y presenta un nivel de la Edad del Bronce que
los o círculos concéntricos, estando presentes los permite establecer un paralelo claro con la fase más
soliformes. La decoración a base de acanaladuras o antigua de nuestro yacimiento. Las producciones
incisiones resulta menos frecuente. En cuanto a aca- cerámicas de ambos presentan grandes semejanzas
bados se refiere no son muy abundantes, y corres- en cuanto a formas, decoración y cocciones. Sin
ponden a engobes marrones o blancos y en conta- embargo frente a la considerable fragmentación que
dos casos a bruñidos. se observa en caso del Castillo del Buen Suceso
Las pastas, son por lo general muy cuidadas, y donde tan sólo han podido reconstruirse dos vasos,
de tonos naranjas. Las cocciones son mayoritaria- en El Castillo de Reillo han sido documentados re-
mente oxidantes, en menor medida mixtas y sólo cipientes completos y destaca la presencia de un
ocasionalmente reductoras. idolillo de tendencia antropomorfa sobre caliza
(PASTOR, SÁNCHEZ-CAPILLA y LÓPEZ,
3.2. Paralelos. 1988:207).
Como mencionábamos anteriormente Las tres
Este momento ocupacional de El Castillo de
fases de excavación realizadas hasta el momento en
Reillo ha sido fechado mediante C14, a partir de una
el Castillo del Buen Suceso han puesto de manifies-
muestra de vegetal carbonizado, con un resultado
to la ocupación del mismo durante la prehistoria re-
de 1.620 a.C. (PASTOR, SÁNCHEZ-CAPILLA y
ciente en dos momentos: Bronce Medio y Segunda
LÓPEZ, 1988: 208).
292
ELENA VEGA RIVAS

Sin embargo existe entre ambos yacimientos en general, y del yacimiento del Cerro del Castillo
una importante diferencia. Los testimonios ofreci- del Buen Suceso en particular, durante la edad del
dos hasta el día de hoy por el yacimiento del Cerro bronce no es sencilla.
del Castillo del Buen Suceso indican que no existe
Las formas cerámicas y las estructuras que estos
una continuidad ocupacional del asentamiento du-
hábitats se observan tienen sus paralelos tanto en el
rante la prehistoria reciente. Por el contrario en El
bronce valenciano como en el bronce manchego
Castillo de Reillo ha sido documentado un nivel de
como varios autores señalan.
la Primera Edad del Hierro que muestra una clara
continuidad con el nivel superior de la Segunda La clave parece encontrarse en las característi-
Edad del Hierro (MADERUELO y PASTOR, cas geográficas de la Serranía que supone una ba-
1981:172). rrera física entre ambos espacios. Las redes fluvia-
les se plantean como ejes vertebradores de la comu-
El Colmenar en Landete, a aproximadamente 50
nicación de una sociedad con una base económica
km. al Este de Cañada del Hoyo ofrece otro marco
mixta (agrícola y ganadera) y un componente
comparativo. Sus materiales cerámicos presentan
trashumante.
claros paralelos con los documentados en el yaci-
miento del Cerro del Castillo del Buen Suceso, con 3.4. La Edad del Hierro.
un predomino de las piezas de gran tamaño y de los La cerámica de la Segunda Edad del Hierro es
labios exvasado o abiertos. Asimismo la decoración notablemente más conocida y alcanza una mayor
es escasa, limitándose normalmente a incisiones o difusión que los materiales anteriormente presenta-
impresiones generalmente localizadas en el borde. dos. No obstante, y por razones prácticas y de espa-
El acabado alisado es igualmente abundante. cio nos limitaremos a comparar nuestro material
No obstante también existen ciertas diferencias, con el de los yacimientos más próximos geográfica-
pues en El Colmenar son abundantes las piezas que mente hablando. Si bien en el registro material de
presentan restos de engobe (tratamiento no docu- los yacimientos se observa el mantenimiento de
mentado en el Cerro del Castillo del Buen Suceso). producciones a mano, son las producciones a torno
Igualmente la decoración a base de mamelones que las que nos han de servir de guía, al presentar carac-
en nuestro caso es muy escasa en El Colmenar toma terísticas más representativas.
mayor importancia. Otro punto de diferencia se en- A aproximadamente 40 Km. al Sureste de Caña-
cuentra en la cocción, contrariamente a lo constata- da del Hoyo se encuentra la localidad de Enguida-
do en los yacimientos analizados anteriormente en nos, zona de transición entre la Serranía de Cuenca
los cuales la cocción oxidante apenas estaba presen- con la Mancha Alta. En este término se encuentra el
te, en el caso de El Colmenar resulta ser predomi- yacimiento de Cabeza de Moya, en un cerro rodea-
nante. do por el río Cabriel. En sus materiales cerámicos
Como en el caso del Cerro del Castillo del hallamos un punto de referencia para enmarcar
Buen Suceso, se produce una ausencia total de ma- nuestro yacimiento. Como en el caso del Cerro del
terial metálico y una notable ausencia de restos óse- Castillo del Buen Suceso destacan las formas glo-
os, sin embargo, y contrariamente a lo constatado bulares, de bordes exvasados, siendo los rectos y
en cerro del Castillo del Buen Suceso, en El Colme- los invasados mucho menos abundantes. Las formas
nar se cuenta en el registro con abundante material abiertas suelen presentar un tamaño menor. Las ba-
lítico. Las características de dicho material, entre el ses son planas y anulares, pero también cóncavas y
que se encuentran tanto molinos como dientes de convexas en la vajilla de mayor tamaño.
hoz, sumadas a la pobreza y escasez de sus materia- Como en el caso del Cerro del Castillo del Ce-
les cerámicos, son para sus excavadores un indicio rro del Buen Suceso la cerámica a torno lisa resulta
claro de la vocación agrícola de este asentamiento. ser más abundante que la decorada. Los tipos deco-
La orientación económica de este yacimiento y el rativos son más variados que los documentados en
Castillo del Buen Suceso serían por lo tanto dife- el Cerro del Castillo del Buen Suceso, ya que en
rentes, pues el territorio de explotación del Cerro este caso, la técnica de la incisión e incluso el es-
del Castillo del Buen Suceso revela una tendencia tampillado están presentes. No obstante la decora-
hacía la ganadería. ción pintada resulta ser, también en este caso, la
Una vez más contamos con una datación por C14 más empleada y los tonos (rojo en diversas tonali-
que nos sitúa en el 1600 BC, fecha muy semejante a dades y negro) y los motivos geométricos son seme-
la obtenida en el yacimiento de El Castillo de Rei- jantes. Sin embargo cabe destacar la presencia de
llo. (ÁLVAREZ y otros, 1983:403; ÁLVAREZ y una pieza en Cabeza Moya decorada con motivos
otros, 1984:33) vegetales. También ha de ser resaltada la presencia
en Cabeza Moya, por escasa que esta sea, de mate-
La adscripción cultural de la Serranía de Cuenca riales de importación. (NAVARRO y SANDO-
293
NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO DE LA PREHISTORIA RECIENTE EN LA SERRANÍA DE CUENCA: EL...

VAL, 1984) pio Cerro del Castillo del Buen Suceso.


El poblado de Bonilla, ofrece la posibilidad de Como en el caso de la Edad del Bronce la Serra-
establecer paralelos. Las producciones cerámicas, nía de Cuenca muestra su carácter permeable, per-
realizadas a torno, presentan grandes similitudes mitiendo tanto la influencia levantina como man-
formales con las del Cerro del Castillo del Buen Su- chega.
ceso, si bien se diferencian las formas abiertas, que
4. Conclusiones.
presenta bordes exvasados, de las formas cerradas.
Estas últimas presentan labios más o menos exvasa- Para finalizar es importante insistir sobre la ne-
dos y menos frecuentemente rectos. Pero en cual- cesidad de retomar los estudios sobre la prehistoria
quier caso es notable la riqueza en formas con res- reciente de la Serranía de Cuenca. Sólo mediante el
pecto a la observada en nuestro caso. (DE MI- análisis detallado de los datos provenientes de los
GUEL y MORALES, 1982) trabajos de prospección y excavación llevados a
cabo desde los años 80 y que en gran medida se en-
La decoración pintada a base de motivos geo- cuentran sin publicar, será posible revisar los postu-
métricos es en Bonilla la más abundante. Como su- lados que actualmente se manejan.
cede en nuestro caso, prima la decoración monocro-
ma en tonos rojizos destacando ante todo las líneas Las excavaciones en el yacimiento del Cerro del
y las bandas. Los círculos, semicírculos, o segmen- Castillo del Buen Suceso, en la localidad del Caña-
tos de círculos concéntricos con igualmente desta- da del Hoyo (Cuenca), en el interior de una fortifi-
cables. La decoración monocroma en negro es me- cación medieval, han puesto en evidencia la exis-
nos cuantiosa (si bien se encuentra más presente tencia de una ocupación prehistórica durante el
que en nuestro caso) y la bicromía en rojo y negro bronce medio y la segunda edad del hierro.
ocupa un papel intermedio. La diferencia decorativa La escasez de estructuras documentadas, debido
se hace patente en el uso de ciertos motivos como en gran parte a las remociones de época medieval y
los dientes de lobo, los rombos, las manchas o el contemporánea, han obligado a central estudio en el
zigzag, que en el Cerro del Castillo del Buen Suce- material arqueológico.
so no se han documentado, y en el mayor empleo de
engobes. Pero principalmente marca la diferencia el La comparación des estos materiales, fundamen-
uso en Bonilla de bicromía roja y amarilla. En el talmente cerámicos, con los documentados en yaci-
Poblado del Bonilla se suma al empleo de la pintura mientos próximos han permitido proporcionar un
la decoración plástica y la incisión en piezas reali- marco cronológico y cultural al yacimiento.
zadas a torno, técnicas que en tales producciones no En lo que concierne a la edad del Bronce, los
han sido registradas en nuestro caso sino en muy es- paralelos con los yacimientos de El Castillo, en
casos fragmentos, de cronología dudosa. Reillo y El Colmenar, en Landete, nos acercan tanto
En el caso del Poblado de Bonilla se observa al Bronce Valenciano como al Bronce Manchego.
una continuidad de uso más allá del cambio de era. La semejazas cos poblados de Cabeza Moya en
La adscripción cultural de la Serranía de Cuenca Enguidanos y de Bonilla, nos conducen por una
durante la Segunda Edad del Hierro es compleja. parte al mundo ibérico y por otra al celtibérico
Las fuentes clásicas no aportan luz a este respecto La Serranía de Cuenca durante la prehistoria re-
sino que más bien contribuyen a su complicación. ciente se nos presenta como un espacio de transi-
La etnia de los Olcades, a la cual adjudican este te- ción entre la meseta y el área de levante en el que
rritorio la mayoría de los autores es mencionada ambas culturas se mezclan.
únicamente en el contexto de la expansión cartagi-
nesa en la Península ibérica en el III a.C. sin gran-
des detalles (GONZALBES, 2006) 5. Bibliografía.
Se ha querido relacionar a los Olcades con la ALMAGRO GORBEA, M.
1973 Los campos de túmulos de Pajaroncillo (Cuenca),
celtiberia, opinión que desde la arqueología es com- Aportación al estudio de los túmulos de la Penín-
partida tradicionalmente por ciertos autores. Los sula Ibérica, EAE, 83, Madrid
excavadores del poblado de Bonilla son de la mis- ALVAREZ RODRIGUEZ, J.; BERNAL SALA, C.; CA-
RRASCO GÓNZALEZ, A.; PÉREZ DE LA SIERRA, J.V.
ma opinión (DE MIGUEL y MORALES, 1982). 1983 “Un poblado del Bronce Medio de Cuenca: El
Colmenar (Landete)” en XVI Congreso Nacional
Sin embargo las características de emplaza- de Arqueología, Zaragoza, págs 397-405
miento, estructuras y materiales de ciertos yaci- 1984 “Memoria de las excavaciones arqueológicas del
mientos de la Serranía de Cuenca muestran mayores yacimiento de El Colmenar (Landete, Cuenca).
Campañas 1977-78 y 79” en Noticiario Arqueoló-
semejanzas con el mundo ibérico como es el caso gico Hispánico, 18, págs 9-38
del poblado de Cabeza de Moya en Enguidanos CAPELLE, E
(NAVARRO y SANDOVAL, 1984:265) y del pro- 1893 “La cueva prehistórica de Segóbriga” en Boletín
294
ELENA VEGA RIVAS

de la Real Academia de la Historia, Tomo 23 págs


241 a 266
DE MIGUEL AGUEDA, F. J.; MORALES MUÑIZ, A.
1982 “Excavaciones en el Poblado de Bonilla, (Cuenca),
en Noticiario Arqueológico Hispánico, 14, págs
197-253 DE MORALES, A. (1577) Crónica Ge-
neral de España, Alcalá de Henares (págs)
DÍAZ-ANDREU, M
1994 La edad de Bronce en Cuenca, Diputación provin-
cial de Cuenca, Cuenca
DÍAZ-ANDREU GARCÍA, M.; SANDOVAL LEÓN, Mª D.
1995 “El poblamiento en la Alcarria de Cuenca durante
la Segunda Edad del Hierro” en BURILLO MO-
ZOTA, F. (coord.): Poblamiento celtibérico, III
simposio sobre los celtíberos, Zaragoza:447-454
GIMÉNEZ DE AGUILAR, J.
1932 “La necrópolis hallstatiense de Cañizares” en Ac-
tas y Memorias de la Sociedad Española de An-
tropología, Etnología y Prehistoria, XI, 60 ss.
GONZALBES CRAVIOTO, E
2006 “En torno a los Olcades” en CARRASCO SERRA-
NO, G. (coord.) Los pueblos prerromanos en Cas-
tilla- La Mancha, págs. 165-197
MADERUELO y PASTOR
1981 “Excavaciones en Reillo (Cuenca)”, en Noticiario
Arqueológico Hispánico, 12, Madrid: 161-185
NAVARRO SIMARRO, J.; SANDOVAL RÓDENAS, C.H.
1984 “Cabeza Moya (Enguídanos. Cuenca) Años 1980 y
1981” en Noticiario Arqueológico Hispánico, 19,
págs 201-264
PALOMERO PLAZA, S.
1987 Las vías romanas de la provincia de Cuenca,
Cuenca
PASTOR CEREZO, Mª. J.; SÁNCHEZ-CAPILLA ARRO-
YO, Mª L.; LÓPEZ REQUENA, J.
1988 “Un nivel de Bronce en el yacimiento de “El Casti-
llo” de Reillo (Cuenca)” en Actas del Primer Con-
greso de Historia de Castilla-La Mancha, Tomo 2,
págs 205-215
QUINTERO, P.
1913 Uclés: Excavaciones efectuadas en distintas épo-
cas y noticias de algunas antigüedades, Cádiz
SANCHÉZ-CAPILLA ARROYO, Mª L.; PASTOR CERE-
ZO, Mª J.
1986 “Cerámica de Campos de Urnas en Reillo (Cuen-
ca)” en Bajo Aragón Prehistoria, IX-X, págs.
289-296.
VALERO TEVAR, M.A.
2008 Informe de la Carta Arqueológica de Cañada del
Hoyo – Cuenca, Depositado en la Junta de Castilla
la Mancha
VELA COSSÍO, F. / BENITO LÓPEZ, J. E.
2002 Intervención arqueológica - Castillo de Cañada
del Hoyo (Cuenca). Memoria de las excavaciones
arqueológicas. Fase I (Septiembre-octubre de
2002). Depositado en la Junta de Castilla la Man-
cha.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 295-301

MÉTODOS DE PROSPECCIÓN PARA EL REGISTRO DE MATERIALES CERÁ-


MICOS. EL CASO DE TORRE DEL MORO (ALCAUDETE, JAÉN)

Laura Wiña Garcerán


entro Andaluz de Arqueología Ibérica, Universidad de Jaén;
lawiga@hotmail.com

RESUMEN

En este trabajo presentamos diferentes métodos de prospección arqueológica apropiados para la lo-
calización, registro y análisis, a escala micro, de los restos de evidencias materiales presentes en un asenta-
miento. El modelo propuesto alterna el uso de métodos de muestreo y dos sistemas de georreferenciación, uno
de ellos empleado en campo –GPS- y otro de laboratorio, fundamental para el análisis espacial de los datos –
SIG-. El asentamiento de la Torre del Moro (Alcaudete, Jaén), localizado en el territorio SO de la provincia de
Jaén, se encuentra, junto a otros oppida ibéricos de su entorno, en fase de estudio. La aplicación de nuevas
tecnologías en prospección mejora la calidad de los datos y facilita su análisis.

ABSTRACT

This paper shows different archaeological survey methods suitable for locating, recording and ana-
lyzing, on micro scale, remains of material evidences in a settlement. The proposed model alternates the use
of sampling methods with two georeferrencing methods, one used on fieldwork – GPS – and another one used
in laboratory, basic for spatial analysis of data – SIG -. The settlement Torre del Moro (Alcaudete, Jaen) is lo-
cated at the SW of Jaen province, an currently it’s being studied along with other oppida of the same area.
The application of new technologies in surface survey improves the quality of data and makes their analysis
easier.

Palabras Clave: Prospección arqueológica. GPS. SIG. Cultura Ibérica. Provincia de Jaén.

Keywords: Archaeological survey. GPS. GIS. Iberian Culture. Jaen Province.

1. Introducción. dajoz, al que se añade parte de la cuenca del río San


Este trabajo se engloba en un proyecto de inves- Juan y al que se une el río Víboras por su parte más
tigación centrado en la evolución del poblamiento septentrional. Estas características orográficas le
ibérico al SO de la provincia de Jaén, mediante la dan una configuración topográfica particular al te-
revisión de las hipótesis propuestas a partir de ac- rritorio que, si bien, de una parte puede considerar-
tuaciones arqueológicas previas y la aportación de se una continuidad del paisaje ondulado de la Cam-
nuevos datos, obtenidos con el uso combinado de piña de Jaén, su proximidad a los relieves montaño-
métodos de prospección arqueológica y de tecnolo- sos cierran, de manera progresiva, el espacio en di-
gías que proporcionen mayor calidad en el registro rección S y convierten los valles de los ríos en au-
y proceso de los datos. ténticos corredores de comunicación, una seña que
se ha perpetuado en el paisaje desde tiempos remo-
El área objeto de estudio se inserta en el Frente tos hasta la actualidad.
Externo de las Cordilleras Béticas, en el límite con
la provincia de Córdoba (Fig. 1). Concretamente, La red hidrográfica es compone de tres cuencas
en esta zona aparecen representados dos dominios de carácter permanente que delimitan el área de es-
pertenecientes al Subbético Externo y Medio, que tudio: al O el río Guadajoz, afluente del Guadalqui-
forman las sierras que configuran las últimas estri- vir, que actúa como límite administrativo entre las
baciones del gran complejo morfoestructural, y en provincias de Jaén y Córdoba y conforma una de
los que destaca la abundancia de afloramientos de las principales vías naturales de comunicación entre
calizas. Geográficamente se diferencian dos ele- la vega granadina y el Alto Guadalquivir; al N y al
mentos: de un lado, el pasillo de Carcabuey al SO, S, dos de sus afluentes, los ríos Víboras y San Juan,
franja de terreno accidentada que no presenta gran de orientación E-O. A estas tres cuencas se suman
altitud pero que da sensación de irregularidad topo- numerosos arroyos de carácter estacional. Es, preci-
gráfica, y de otro, la depresión Priego-Alcaudete. samente, en torno a los valles de los ríos donde se
documenta un mayor número de evidencias relacio-
Esta última constituye la cabecera hidrográfica nadas con la ocupación del territorio.
del Salado-Zagrilla, uno de los confluentes del Gua-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
296
LAURA WIÑA GARCERÁN

Fig. 1: Localización de la zona de estudio.

Este ámbito geográfico, pese a ser uno de los presentan un salto importante en la investigación,
primeros territorios investigados en la provincia de iniciando un programa de excavaciones en varias
Jaén dentro de lo que podríamos calificar como la necrópolis ibéricas, como las afamadas Loma de
etapa “moderna” de trabajos arqueológicos que tie- Peinado (Maluquer, 1984) y La Bobadilla (Malu-
ne su origen en el estudio del poblamiento ibérico quer, 1973), localizadas en el entorno del territorio
de la Campiña de Jaén, a finales de los años 70 del estudiado, proporcionando secuencias estratigráfi-
pasado siglo XX, bajo la dirección científica del cas y materiales que aún constituyen referencias
profesor A. Ruiz Rodríguez (Ruiz, 1978), por di- fundamentales para la comprensión de la dinámica
versos avatares ha sufrido un retraso en la continui- de poblamiento desde la protohistoria en esta im-
dad de la investigación hasta tiempos recientes, portante área de comunicación del Alto Guadalqui-
como demuestra la reciente iniciativa propuesta por vir.
el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, con sede
Desde mediados de los años 80, este interés cre-
en la Universidad de Jaén, de financiar un proyecto
ciente por el estudio arqueológico del territorio se
de prospección.
une a las mejoras en las condiciones materiales de
Las primeras referencias arqueológicas a este te- la investigación, que permitieron, por primera vez,
rritorio se relacionan con los trabajos pioneros de la definición de un proyecto científico propio, cen-
D. Alfredo Cazabán (1914) y D. Enrique Romero trado en el análisis histórico del proceso arqueoló-
de Torres (1917), referencias puntuales que co- gico de la Cultura Ibérica de la Campiña, dirigido
mienzan a mostrar las posibilidades que ofrecían si- ya desde el Colegio Universitario de Jaén y que
tios arqueológicos como Cabeza Baja de Encina contó con equipos estables de trabajo, realizándose
Hermosa, entendiendo esta zona como una conti- varias campañas de prospección en el SO de la pro-
nuación de los numerosos trabajos de reconoci- vincia de Jaén centradas en el estudio del pobla-
miento que se estaban llevando a cabo en los terri- miento en los valles de los ríos Víboras y San Juan.
torios limítrofes de la Subbética Cordobesa.
La Memoria de Iniciación a la Investigación de-
Durante estos años cobra especial relevancia la fendida por D. Salvador Montilla en 1989 se en-
publicación de artículos en la revista Don Lope de marca en la línea de los trabajos de Arqueología Es-
Sosa en la que se describen los hallazgos que se van pacial, en boga durante aquellos años, y se encarga-
sucediendo, mostrando el interés que despierta la ba de estudiar el proceso histórico poblacional,
investigación histórico-arqueológica en este rincón ofreciendo una propuesta preliminar respecto a la
de la provincia de Jaén. ocupación del territorio a partir de los primeros in-
dicios de hábitat paleolítico.
Los trabajos del profesor Maluquer a comienzos
de la década de los años 70 del pasado siglo XX re-
297
MÉTODOS DE PROSPECCIÓN PARA EL REGISTRO DE MATERIALES CERÁMICOS. EL CASO DE TORRE DEL...

Por lo que respecta a la protohistoria, durante cen alternativas al modelo de ocupación territorial
las fases ibéricas antigua y plena, la depresión Prie- de época ibérica, tales como el abandono de asenta-
go-Alcaudete es considerada como una vía de co- mientos, o bien el traslado de parte de la población
municación destacada, que pone en contacto las tie- a nuevos emplazamientos caracterizados en aquella
rras interiores del Alto Guadalquivir con las zonas etapa de la investigación como vicus o instalaciones
costeras a través del pasillo de Carcabuey (Fig. 2). tipo villa.
La importancia de esta vía explicaría la distribución
2. Objetivos.
de oppida en las actuales provincias de Córdoba y
Jaén, tales como La Almanzora (2), Las Cabezas en Dentro de las líneas generales definidas en el
Fuente Tójar (3), Cerro del Castillo en Carcabuey proyecto de investigación, se plantean una serie de
(4), Cerro de la Cruz (5) y Castillejos (6) en Alme- cuestiones a las que pretendemos dar una respuesta.
dinilla; en la provincia de Jaén, se documentan tam- De un lado se encuentra el análisis del proceso
bién La Gineta (7) y La Mesa (8), en Alcalá la Real histórico, en el que trataremos de valorar la dinámi-
y al hacia el N, el Cerro de La Bobadilla (9) en Al- ca de ocupación del territorio para época ibérica.
caudete y San Cristóbal (10) en Las Casillas. Todos En este sentido, Torre del Moro se configura como
ellos conforman una misma unidad geográfica y de uno de los posibles oppida en esta área, pudiendo
poblamiento, que aprovecha las condiciones del va- marcar un límite espacial que permitiría revisar la
lle para establecer una vía de comunicación entre hipótesis sobre el vacío poblacional para las fases
Granada y Jaén. ibéricas antigua y plena. Para ello, se hacía necesa-
ria la comprobación de los datos obtenidos en tra-
bajos anteriores mediante el trabajo directo en el
campo.

Fig. 2: Distribución de los oppida en las fases antigua y


plena en el entorno de la zona de estudio. Fig. 3: Vista general del asentamiento de la Torre del
Moro (orientación O).
A esta fase de la investigación también pertene-
ce el planteamiento de la hipótesis de un black hole, El asentamiento de la Torre del Moro (Fig. 3) se
referido a un área de vacío poblacional que se localiza al S de la zona de estudio, a unos 5 km de
mantiene hasta alcanzar el horizonte Ibérico Tardío, Alcaudete. Toma por emplazamiento un aflora-
momento en el que tiene lugar una reordenación del miento de roca que constituye la base geológica y
territorio, que quedaría reflejada con la coloniza- que resulta fácil de identificar en el paisaje actual
ción tardía a partir de mediados del siglo III a.C., por los diferentes usos del terreno, ya que las pro-
con la fundación de pequeños poblados fortifica- piedades de olivar rodean completamente el asenta-
dos, siguiendo la política de Roma de mantener, en miento, ocupando, incluso, las fuertes pendientes
algunos casos, modelos de ocupación indígena du- que caen hacia el cauce del río San Juan en direc-
rante el proceso de romanización, a partir de la im- ción S, pese a los riesgos de erosión y las difíciles
plantación de nuevos oppida (Castro y Gutiérrez, condiciones de trabajo que esto implica. Esta uni-
2001). Será, precisamente, Cabeza Baja de Encina dad geológica se configura como un cerro tipo es-
Hermosa, uno de estos oppida tardíos, el que regis- polón que avanza sobre la vega del río, delimitando
tre la única intervención arqueológica de excava- un espacio reducido de aproximadamente 0,5 ha,
ción que se incluye en un proyecto de investigación claramente definido por la abrupta topografía del
(Hornos et al., 1986). terreno, con fuertes pendientes que rodean este es-
pacio y la presencia de cortados, destacando de es-
Siguiendo a S. Montilla, hacia mediados del si-
tos últimos el que se encuentra al S, que cae hacia
glo I d.C. tiene lugar en el territorio una reordena-
la vega del río San Juan. Es, en este espacio, donde
ción territorial relacionada con la progresiva im-
se encuentra un recinto fortificado de época medie-
plantación del proceso de romanización. Se produ-
298
LAURA WIÑA GARCERÁN

Fig.: 4. Croquis del asentamiento de Torre del Moro a partir de datos GPS y tratamiento con SIG.

val. El afloramiento de roca caliza se extiende, a fragmentos de cerámicas, identificados como al-
modo de un largo pasillo, en dirección N creando toimperiales, llevaron a plantear también la existen-
una estrecha franja de terreno que comunica direc- cia de una segunda fase de utilización, asociada a la
tamente con un área de enterramiento, localizada a cercana presencia de un supuesto vicus romano.
finales de la pasada década de los años 80. Sus ca-
El estudio de caso de la Torre del Moro resulta
racterísticas topográficas, junto a otros factores re-
especialmente interesante para abordar el problema
levantes como la altitud (absoluta de 609 m y relati-
que plantea su caracterización tipológica, en el de-
va máxima de 165 m respecto de la vega del río San
bate que se ha establecido en las últimas décadas
Juan), la visibilidad (tan sólo interrumpida en su en-
respecto a la definición de oppida, torres, recintos,
torno inmediato hacia el S por dos elevaciones
etc. en este territorio, complejizando y diversifican-
montañosas que conforman el conocido como Cerro
do la tipología de asentamiento para la fase ibérica
de Dos Hermanas, de 662 y 680 m de altitud abso-
tardía en la Campiña de Jaén. La clasificación tradi-
luta, respectivamente, y al SE por la Sierra de San
cional que determinaba la existencia de tres catego-
Pedro), su cercanía a la confluencia de dos ríos de
rías, oppida, torres y asentamientos en llano se ha
la relevancia de Guadajoz y San Juan, configuran
hecho más compleja en los últimos años, a partir de
un espacio geográfico que, en conjunto, resulta óp-
la definición de dichas realidades a medida que han
timo para el asentamiento de diferentes culturas, al
mejorado los registros empleados en los trabajos de
menos desde época ibérica.
campo (Ruiz y Molinos, 2007), que reflejan el cam-
Los trabajos de prospección llevados a cabo por bio de situación que experimentan los asentamien-
S. Montilla apuntaron como primera ocupación me- tos ibéricos a partir de los siglos II-I a.C. y la crea-
diados del s. III a.C., relacionándola con el proceso ción de nuevos modelos de ocupación.
de colonización que se ha apuntado con anteriori-
3. Estrategias y Metodología.
dad. Esta se localiza en el cerro, identificado como
un asentamiento de difícil caracterización funcio- 3.1. Tecnología GPS Y SIG.
nal, ya que podría identificarse con un oppidum, de El empleo de técnicas como el GPS ha facilita-
reducidas dimensiones, o con un recinto, cuya fun- do la ubicación espacial de determinados elementos
ción principal respondería a motivaciones de con- que difícilmente pueden ser identificados a través
trol hidrográfico y territorial del entorno. La necró- de imágenes aéreas; nos referimos en concreto a la
polis se sitúa al N del cerro y se encuentra arrasada, presencia de posibles elementos constructivos en la
aunque en el momento de su descubrimiento, tal y zona intermedia de afloramiento entre la necrópolis
como se describe en la memoria de los trabajos de y el asentamiento, que bien podrían indicar la cone-
prospección de Salvador Montilla se conservaban xión entre ambos espacios, y que precisamente
perfectamente las fosas realizadas en la roca madre, coincide con el acceso más sencillo a la cima del
asociadas a materiales cerámicos pertenecientes a la cerro. Además, en esta última se han registrado
fase ibérica tardía, aunque la presencia de algunos ciertos desniveles en el terreno y líneas de muro
que podrían identificarse como parte del recinto
299
MÉTODOS DE PROSPECCIÓN PARA EL REGISTRO DE MATERIALES CERÁMICOS. EL CASO DE TORRE DEL...

fortificado y relacionarse con la torre medieval, orientación y la longitud de estos transects variaban
aunque no se documentan suficientes evidencias en función de la disposición de los olivos dentro de
materiales que confirmen tal hipótesis. cada parcela y del tamaño de cada una de ellas. En
esta fase inicial de los trabajos empleamos contado-
Todos los datos obtenidos mediante tecnología
res manuales de cuatro dígitos con los que se identi-
GPS son procesados en el laboratorio para un ajuste
ficaban las evidencias materiales pertenecientes a
y tratamiento de las coordenadas, y posteriormente
los períodos históricos presentes en el asentamien-
son gestionados a través de un SIG. En nuestro caso
to. Como se puede observar en el gráfico de la Fig.
el programa empleado ha sido ArcGIS v.9.2, que ha
6, los resultados revelaron varios aspectos:
permitido, a partir de unos puntos que en principio
forman una malla irregular, la consecución de cro- - La presencia dominante de materiales adscri-
quis de alta precisión, quedando plasmado en ellos tos a la etapa medieval, con un 64% del total de
la realidad actual del asentamiento (Fig. 4). Ade- evidencias. En este sentido, debemos incidir en la
más, con este tipo de programas se generan mode- presencia en abundancia de materiales de construc-
los digitales del terreno con los que se facilita la in- ción, en concreto tejas, que suponen un 90% de la
terpretación y el análisis de cuenca visual, trazado muestra y que se concentran básicamente en la lade-
de perfiles y demás formas de comprender un poco ra N del cerro.
más el territorio.
- Una concentración importante de materiales
3.2 Muestreos iniciales. ibéricos en el transect diseñado en la parcela o sec-
Como se ha comentado con anterioridad, la visi- tor identificado como nº 9. Se trata de un área de
bilidad de los restos materiales en el cerro es muy unas 3 ha aproximadamente ubicada en la ladera
reducida por la vegetación, con lo que los trabajos SO del cerro. El dato es relevante si tenemos en
de microprospección deberían realizarse en el en- cuenta que el porcentaje de materiales ibéricos
torno inmediato al afloramiento donde se emplaza identificados en este transect suponen un porcentaje
el sitio arqueológico. De este modo se aumentaba el del 46,5% respecto del resto de materiales de la
espacio de trabajo, y en lugar de realizar un mues- misma etapa ubicados en los restantes transects.
treo en las 0,5 ha que ocupa la cima del cerro, ten-
dríamos que hacerlo en 18 ha aproximadamente,
entendiendo estas dimensiones como el entorno que
rodea dicho afloramiento, tomando como cierre na-
tural el río San Juan al S y los límites de las parce-
las limítrofes.

Fig. 6: Resultados iniciales sobre la cronología y disposi-


ción de los materiales cerámicos.

3.3 Muestreos en el Sector nº 9.


Una vez delimitada el área en la que se localiza-
ba la mayoría de restos cerámicos adscritos a la
Cultura Ibérica, procedimos a plantear el método de
muestreo. La microprospección mediante el empleo
de la cuadrícula móvil ya ha sido aplicada en dife-
Fig. 5: Disposición de los transects en la fase inicial de los rentes proyectos, utilizándose por primera vez en el
trabajos de muestreo. estudio del Santuario Heroico de “El Pajarillo”
Con estas dimensiones se hacía necesario, por (Gutiérrez et al., 1998) y forma parte en la actuali-
tanto, un acercamiento inicial a la naturaleza de la dad del sistema de trabajo que empleamos en este
distribución de los materiales cerámicos para tratar proyecto de investigación.
de delimitar el área donde poder realizar los mues- En términos generales, el método consiste en la
treos a escala micro. Con el empleo de las ortoimá- recogida de una muestra aleatoria estratificada de
genes correspondientes, se trazaron 10 transects lo- cerámicas en superficie, organizada sistemática-
calizados de cada una de las parcelas que lindan mente a partir de una retícula de cuadrículas que
con el cerro propiamente dicho (Fig. 5). Tanto la abarque la superficie de cada asentamiento. Si-
300
LAURA WIÑA GARCERÁN

guiendo un modelo teórico, y teniendo en cuenta 4. Nuevas aportaciones.


que nuestros trabajos se realizan en zonas donde el Los resultados obtenidos tras el análisis de los
cultivo del olivar es predominante, esta retícula se datos obtenidos en campo plantean la revisión de
forma a partir de los olivos, los cuales en condicio- dos cuestiones de diferente naturaleza y que afectan
nes normales se ajustan a un cuadro en el que la se- tanto a las hipótesis planteadas en el territorio como
paración entre ellos es de 10 m, dejando espacios li- a la clasificación tipológica del asentamiento de To-
bres de 100 m2. Una vez creado este modelo reticu- rre del Moro en particular.
lado, empleamos una cuadrícula de aluminio móvil
y desmontable, de modo que el tamaño de las uni- Parece obvia la existencia del área de enterra-
dades de muestreo varíe desde 1 m2 hasta 25 m2, se- miento de época ibérica, aunque su estado actual no
gún se añadan o no el resto de los componentes, es permita realizar ningún tipo de estudio arqueológi-
decir, barras de aluminio y gomas elásticas que di- co más allá de documentar los continuos ataques
vidan los espacios. que ha sufrido a causa de las expoliaciones.

Para los trabajos optamos por la selección de 1 No obstante, en lo referente al asentamiento


de cada 100 m2, es decir, una fracción muestral de propiamente dicho, surgen cuestiones relacionadas
un 1%. Consideramos representativa esta muestra con su localización exclusivamente en la cima del
para hacernos una idea global sobre el conjunto de cerro, ya que, como se refleja en los resultados de
la población, ya que estadísticamente es conocido los muestreos iniciales en el entorno del mismo, el
que la significación del muestreo depende de su ta- volumen de materiales cerámicos de época ibérica
maño absoluto medido en unidades de muestra in- se concentra en una zona muy concreta. Si tenemos
dependientes más que del porcentaje absoluto de la en cuenta que la topografía del cerro presenta fuer-
superficie muestreada. La localización de todas las tes pendientes en todas direcciones, incluso corta-
unidades de muestreo responden al mismo criterio: dos al S y al O, y partimos de la idea inicial de que
se corresponden con la unidad de 1m2 ubicada el asentamiento original de época ibérica ocupaba
exactamente en el punto central de las cuadrículas, el espacio donde, posteriormente, se instaló el casti-
decisión que reduce la subjetividad en el estudio. llo medieval, el proceso de destrucción de los restos
ibéricos debería haber generado un desplazamiento
En el caso del sector nº 9 de Torre del Moro, la de materiales en varias direcciones, sin embargo
retícula no se ajusta a un modelo real de cuadrícula esta lógica inicial en la distribución no parece co-
de dimensiones ajustadas y regulares, ya que la dis- rroborarse a partir del estudio realizado, ya que los
posición de los olivos se adapta a los cambios en la materiales nos se distribuyen de una forma homogé-
topografía. Por tanto el resultado visual del espacio nea, concentrándose, por el contrario en la ladera
de trabajo ofrece una imagen ajustada a la realidad SO. Podría tratarse, por tanto, de un tipo de ocupa-
del mismo (Fig. 6). ción compleja, en la que, además, de tomar la cima
de este espolón como zona de hábitat, hecho difícil
de determinar por el momento debido a la entidad
de los vestigios de la ocupación de época medieval
y a las condiciones de observación del terreno, tam-
bién podría extenderse hacia parte de las laderas,
tomando como referencia algunos de los oppida en
terrazas que caracterizan la ocupación del territorio
más oriental de la provincia de Jaén.
Por tanto, a la ocupación documentada en media
ladera durante los recientes trabajos de prospección
arqueológica, se uniría, posiblemente, el emplaza-
miento en la cima del cerro, ya que allí se localiza-
Fig. 7: Planteamiento de los muestreos en el sector 9. ron restos materiales adscritos a un momento ibéri-
co tardío, tales como una punta de flecha y algunos
Establecido este esquema y señalado el lugar
fragmentos cerámicos. En este sentido, esta zona de
exacto que corresponde a cada unidad a muestrear
ocupación ibérica tardía se alejaría del modelo de
se procedió a la cuantificación e identificación de
oppida en meseta característicos de la Campiña de
todos aquellos restos materiales, fundamentalmente
Jaén, para acercarse a la disposición en terrazas de
cerámicos, observables en la misma. El muestreo se
oppida, recintos y torres que comenzamos a cono-
completaba con el registro mediante GPS de aque-
cer en otras zonas cercanas estudiadas, con asenta-
llos restos cerámicos de selección que por su tipolo-
mientos como Toya, El Castellón de Larva o El
gía o decoración fueran relevantes y se encontraban
Cortijo de los Castellones (Chapa et al., 2004).
fuera de los límites de la unidad muestreada.
301
MÉTODOS DE PROSPECCIÓN PARA EL REGISTRO DE MATERIALES CERÁMICOS. EL CASO DE TORRE DEL...

Por otro lado, los trabajos de prospección a ni- HORNOS, F.; CASTRO, M.; LAGUNAS, M.A.; MONTI-
LLA, S.
vel microespacial señalan la existencia de materia- 1986 "Actuación arqueológica de urgencia en Cabeza
les cerámicos adscritos a la etapa inicial de la Cul- Baja de Encina Hermosa (Castillo de Locubín-
tura Ibérica, que si bien aún no ha podido determi- Jaén)", en Anuario Arqueológico de Andalucía, vo-
lumen III, 203-209.
narse el volumen de los mismos por encontrarse el MALUQUER, J.
total de materiales cerámicos en fase de estudio, po- 1984 La necrópolis de la Loma del Peinado. Casillas de
drían apuntar hacia una nueva delimitación al S del Martos (Jaén). Programa de Investigaciones del
Departamento de Prehistoria y Arqueología, Uni-
vacío poblacional en las fases antigua y plena que versidad de Barcelona.
parece confirmarse, a juzgar por el estudio de los MALUQUER, J.; PICAZO, M.; RINCÓN, M. A.
datos que ofrecen los trabajos de similares caracte- 1973 La necrópolis ibérica de La Bobadilla, Jaén. Pro-
grama de Investigaciones del Departamento de
rísticas aplicados a los diferentes oppida al que he- Prehistoria y Arqueología, Universidad de Barcelo-
mos presentado en este trabajo. na.
MONTILLA, S.
1986 "Prospección Arqueológica Superficial en el térmi-
no municipal de Alcaudete", en Anuario Arqueoló-
gico de Andalucía, volumen II, 146-147.
1987 El proceso histórico poblacional desencadenado en
el suroeste de la provincia de Jaén, Memoria de
Iniciación a la Investigación, Universidad de Jaén.
1989 "Prospección Arqueológica Superficial en el térmi-
no municipal de Alcaudete: análisis y conclusiones
en torno a un muestreo probabilístico planteado en-
tre las cuencas fluviales de los ríos Víboras y San
Juan", en Anuario Arqueológico de Andalucía, vo-
lumen II, 132-138.
ROMERO DE TORRES, E.
1917 "Antigüedades romanas e ibéricas de Castillo de
Locubín y Fuensanta de Martos, en la provincia de
Jaén", en Boletín de la Real Academia de la Histo-
ria, volumen LXVI, 564-565.
RUIZ RODRIGUEZ, A.
1978 "Los pueblos iberos del Alto Guadalquivir”, en
Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de
Granada, 3, 255-284.
RUIZ, A.; MOLINOS, M.
2007 Iberos en Jaén, Servicio de Publicaciones de la
Fig. 8: Cerámica decorada adscrita al Ibérico Antiguo. Universidad de Jaén.

5. BIBLIOGRAFIA
CASTRO, M.; GUTIÉRREZ, L.M.
2001 "Conquest and Romanization of the upper
Guadalquivir valley", en S. KEAY & N. TERREN-
ATO (eds): Italy and the West. Comparative Issues
in Romanization. Oxford Books, 145-160.
CAZABÁN, A.
1914 "Casa comercial, romana, en la Sierra de Castillo
de Locubín", en Don Lope de Sosa, volumen 17,
142-144.
CHAPA, T.; MAYORAL, V.; URIARTE, A.
2004 "Recintos fortificados tardoibéricos en la región
del Guadiana Menor. Propuestas de interpretación
histórica y nuevos métodos de estudio", en P. MO-
RET & T. CHAPA (eds.): Torres, atalayas y casas
fortificadas. Explotación y control del territorio en
Hispania (s. III a. de .C. – s. I d. de C)., Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Jaén y Casa de
Velázquez, 97-118.
CHOCLÁN, C.
1988 Inventario de yacimientos arqueológicos de la Pro-
vincia de Jaén, Archivo Central de la Consejería de
Cultura, Jaén.
GUTIÉRREZ, L.M.; ROYO, M.A.; BELLÓN, J.P.; BAR-
BA, V.
1998 "Microprospección de superficie en el entorno del
asentamiento", en M. MOLINOS; T. CHAPA; A.
RUIZ; J. PEREIRA; C. RÍSQUEZ; A. MADRI-
GAL (eds.): El Santuario heroico de El Pajarillo.
Huelma (Jaén). Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Jaén, 161-215.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 303-307

NUEVAS METODOLOGÍAS PARA EL ESTUDIO DE LAS PRODUCCIONES


METÁLICAS PREHISTÓRICAS

Manuel Eleazar Costa Caramé


Departamento de Prehistoria y Arqueología, Universidad de Sevilla;
eleazarcosta@us.es

RESUMEN

En este artículo se realiza una descripción de las nuevas metodologías de estudio de los artefactos
metálicos. Con la difusión de dichas novedades metodológicas se pretende informar a los lectores sobre la in-
formación potencial que se puede obtener a partir del estudio de las producciones metálicas prehistóricas.

ABSTRACT

In this paper is realized a description of the new methodologies which are being used to study metal-
lic artefacts. The diffusion of these new methodological approaches will help to spread the potential possibili-
ties of this kind of studies.

Palabras Clave: Arqueometría. Artefacto metálico. Metalurgia. Prehistoria. Arqueología.

Keywords: Archaeometry. Metallic artefact. Metallurgy. Prehistory. Archaeology.

1. Introducción. cuales son las posibilidades que ofrecen estos nue-


La metalurgia es una actividad económica que vas metodologías de estudio, sus problemas y aque-
en la investigación arqueológica ha sido considera- llos errores metodológicos que han sido observados
da como una causa principal de los cambios econó- en las publicaciones españolas consultadas. De este
micos, sociales y políticos que se sucedieron duran- modo, se pretende divulgar estas nuevas aproxima-
te la Edad del Cobre y Edad del Bronce. Los arte- ciones metodológicas al resto de los investigadores
factos metálicos también han sido considerados y crear una crítica constructiva que ayude a mejorar
como elementos de prestigio que sirvieron para re- las metodologías existentes.
forzar el estatus de personas de alto rango social 2. La información de los artefactos metáli-
que tenían acceso a estos productos. cos.
En los últimos años se ha producido la aparición Los artefactos metálicos tienen diferentes tipos
y el desarrollo de nuevas metodologías de estudio de información que pueden y deberían ser emplea-
de los subproductos del proceso metalúrgico y de dos de manera conjunta:
las producciones metálicas que han revolucionado
-Información morfométrica: es aquella que
el mundo de los estudios arqueometalúrgicos. Hoy
está relacionada con las características morfológi-
en día, existen varias técnicas analíticas a través de
cas y métricas de los artefactos metálicos. La infor-
las cuales se puede obtener información de la fun-
mación morfológica es la primera que se empleó a
cionalidad del artefacto, de sus propiedades mecá-
mediados del siglo XIX para la creación de seria-
nicas e incluso de la procedencia del mineral em-
ciones de artefactos arqueológicos con las que re-
pleado para la obtención del metal. Sin embargo,
construir la cronología de las diferentes etapas del
las nuevas metodologías de estudio no sólo sirven
pasado. Esta puede ser complementada con análisis
para describir las características de los propios arte-
morfométricos en los que se aplican métodos esta-
factos metálicos. Durante este tiempo han aparecido
dísticos que permiten, por poner algunos ejemplos,
publicaciones en las que, a partir de la información
identificar diferentes grupos que presentan analogí-
de estos artefactos, se han realizado inferencias so-
as formales y que tienen diferentes medidas o cono-
bre la organización económica, social, política y
cer las semejanzas y diferencias entre dos poblacio-
simbólica de las comunidades prehistóricas.
nes de artefactos diferentes. Los estudios morfomé-
Este encuentro ha sido organizado con el objeti- tricos sobre artefactos metálicos de la Península
vo de crear un debate metodológico que favorezca Ibérica son escasos, aunque este tipo de análisis son
la comunicación entre jóvenes investigadores, por frecuentes en los estudios sobre producciones cerá-
lo que se va a describir de una manera introductoria micas. El principal problema que existe a la hora de

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
304
MANUEL ELEAZAR COSTA CARAMÉ

realizar estudios de este tipo es la falta de informa- mación arqueométrica es de gran utilidad, ya que
ción métrica de los artefactos en las publicaciones. permite reconstruir el proceso producción de los ar-
La tendencia a omitir este tipo de información de- tefactos metálicos y conocer las características tec-
bería ser corregida en el futuro, de modo que la in- nológicas del mismo, así como distinguir la existen-
formación métrica sea accesible a otros investiga- cia de subgrupos que tienen diferentes característi-
dores. cas en cuanto a su composición, propiedades físicas
u origen.
-Información contextual: este tipo de informa-
ción resulta importantísima para poder contextuali- -Información espacial: este tipo de informa-
zar los artefactos con otro tipo de materiales y para ción hace referencia a la localización geográfica en
asignar una cronología más precisa por medio de la que fueron hallados cada uno de los artefactos
métodos de datación absoluta. Uno de los grandes metálicos. Los estudios sobre la distribución espa-
problemas de los artefactos metálicos es que son cial de los artefactos metálicos de España y Portu-
susceptibles de ser localizados con detectores de gal son escasos, a diferencia de los países europeos
metales. Cuando estos son empleados de manera en donde existe un mayor número de trabajo de este
ilegal en actividades de expolio se produce una pér- tipo. Hasta el momento sólo se han publicado unos
dida irreparable de la información contextual, por pocos trabajos de investigación en los que se aplica
lo que en multitud de ocasiones el investigador nun- una escala macro de análisis para conocer la disper-
ca tendrá información del lugar exacto de aparición sión de los artefactos metálicos por el territorio
del artefacto metálico. El empleo de detectores de (Rodríguez de la Esperanza, 2005). No obstante, no
metales de manera ilegal ha producido una destruc- se ha publicado ningún trabajo de investigación
ción de yacimientos irreversible sobre todo en el que aplique una escala de análisis micro o semi-mi-
Suroeste de España, en donde las actuaciones poli- cro a la distribución espacial de las producciones
ciales han desmantelado desde hace más de una dé- metálicas.
cada grandes redes dedicadas al expolio y a la venta
3. Metodologías para el estudio de las pro-
de artefactos arqueológicos.
ducciones metálicas: ¿Cómo valorar la ac-
-Información funcional: generalmente la fun- tividad productiva metalúrgica y sus reper-
cionalidad de los artefactos metálicos se reconstru- cusiones socioeconómicas y político-sim-
ye por medio de sus características morfológicas. bólicas?
Este modus operandi no está exento de problemas, La información que se puede obtener de los ar-
ya que casi siempre se atribuye una determinada tefactos metálicos no es un objetivo en si misma,
funcionalidad a los artefactos a partir de la similitud sino que debe de ser empleada para inferir la orga-
con la morfología de los artefactos metálicos actua- nización socioeconómica y político-simbólica de
les. Los trabajos traceológicos sobre artefactos de las comunidades prehistóricas de acuerdo con los
metal son escasos, ya que, hasta hace pocos años, se objetivos y la metodología planteada en un proyec-
consideraba que la corrosión de los artefactos metá- to de investigación.
licos eliminaba las huellas de uso. Actualmente esta
idea está siendo revisada, ya que un buen estudio Los estudios arqueométricos han sido emplea-
sobre las marcas de estos artefactos permite dife- dos en multitud de ocasiones sin objetivos definidos
renciar aquellas marcas que fueron producidas por (Tomas Cordero et alii, 2007). Esto ha producido
factores de uso, de las marcas producidas por la co- que se hayan aplicado técnicas arqueométricas no
rrosión o por los procesos posteriores a la deposi- adecuadas y que los datos obtenidos no hayan servi-
ción de los artefactos metálicos (Roberts y Ottaway, do para la resolución de problemas de naturaleza
2003). El número de trabajos traceológicos sobre arqueológica. En determinadas ocasiones los datos
artefactos metálicos es escaso, aunque los estudios arqueométricos han sido utilizados para “aportar”
experimentales de huellas de uso realizados han una mayor peso científico a las investigaciones rea-
aportado información de enorme interés que puede lizadas o para reforzar las hipótesis planteadas por
revolucionar el estudio funcional de los artefactos medio de una utilización parcial de los datos obte-
metálicos en el futuro. nidos (Tomas Cordero et alii, 2007).

-Información arqueométrica: es aquella que Existe una gran variedad de metodologías por
se obtiene por medio de la aplicación de métodos medio de las cuales se puede realizar el estudio de
físico-químicos. Por medio de estos, se puede obte- las producciones metálicas. A pesar de esta diversi-
ner información sobre la composición del artefacto dad, las que aparecen de manera más frecuente en
metálico, sobre sus propiedades mecánicas y físicas la mayoría de las publicaciones son las siguientes:
(por medio del análisis de la estructura interna) y -Estudios morfológicos: este tipo de estudios
sobre el origen de la material prima empleada (por siguen siendo bastante habituales dentro de las sec-
medio del análisis de isótopos de plomo). La infor- ciones de noticias de algunas revistas de difusión
305
NUEVAS METODOLOGÍAS PARA EL ESTUDIO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS PREHISTÓRICAS

científica. En la mayoría de los casos, en estos tra- peos en donde se producen una mayor cantidad de
bajos de investigación publicados se estudian arte- publicaciones de trabajos de este tipo (Ottaway y
factos metálicos expoliados que son publicados Quanyu, 2004).
para ser dados a conocer al público científico. Sin
-Valoración de la producción y del papel de
embargo, rara vez estos artefactos son sometidos a
la metalurgia en la organización socioeconómica
estudios arqueométricos que permiten complemen-
de las comunidades prehistóricas: en estos traba-
tar la información morfológica existente.
jos de investigación se suele calcular la cantidad
Tras la revisión bibliográfica de los trabajos pu- teórica de metal empleado en las producciones de
blicados, se ha constatado que existe una escasez de determinados períodos. Para ello, se calcula el peso
estudios sobre producciones metálicas en conjunto medio de cada tipo de artefacto y se multiplica por
y de trabajos de investigación que apliquen técnicas el número de artefactos recuperados. Finalmente, se
estadísticas para conocer las características morfo- suma la cantidad total y se obtiene una estimación
métricas de estas producciones. La ausencia de aná- de la cantidad metal que fue empleada para realizar
lisis morfométricos es frecuente dentro de los estu- toda la producción de un período. Es importante se-
dios morfológicos y deberá ser solucionada en el ñalar que la cantidad estimada no es la que existió
futuro, ya que es un tipo de información que se ha en el pasado, sino la que se ha obtenido a partir del
desaprovechado y que tiene un gran potencial. total de artefactos recuperados (Comendador Rey,
1999: 517).
-Estudios tecnológicos: con este tipo de inves-
tigaciones se pretende reconstruir las características La realización de este tipo de estudios no es
tecnológicas del proceso productivo y de manufac- sencilla, ya que la información del peso de los arte-
tura de las producciones metálicas, así como la or- factos rara vez es incluida en las publicaciones. A
ganización socioeconómica de la producción. En pesar de estas dificultades, los estudios realizados
este tipo de estudios se suele realizar un análisis han obtenido conclusiones de enorme interés y han
conjunto de la información de los subproductos del permitido valorar la actividad productiva metalúrgi-
proceso metalúrgico y de las producciones metáli- ca frente a otras actividades económicas como por
cas para encontrar las posibles diferencias y simili- ejemplo la producción cerámica o lítica (Rodríguez
tudes entre ambos. En los últimos años se han pu- de la Esperanza, 2005).
blicado una gran cantidad de trabajos de investiga-
La cuantificación de la cantidad de metal emple-
ción sobre las producciones metálicas de varias re-
ada durante determinados períodos cronológicos ha
giones de la Península Ibérica en los que se aplica
sido también utilizada para valorar el impacto que
un análisis tecnológico (Hunt Ortiz, 2003; Montero
esta actividad económica pudo producir en el medio
Ruiz, 1994; Rodríguez Bayona, 2008). En la mayo-
ambiente (Montero Ruiz, 1994; Comendador Rey,
ría de estas publicaciones se ha recopilado la infor-
1999). En la mayoría de los trabajos de investiga-
mación de artefactos metálicos de la Edad del Co-
ción de este tipo publicados hasta el momento se
bre y del Bronce, aunque los artefactos de la Edad
considera que la actividad metalúrgica prehistórica
del Bronce Final no han sido incluidos en los estu-
no pudo producir una deforestación masiva, ni una
dios anteriores, ni han sido estudiados de manera
antropización irreversible del medio ambiente
conjunta, a excepción de determinadas zonas como
(Montero Ruiz, 1994; Comendador Rey, 1999).
las Islas Baleares (Delibes de Castro et alii, 1988) y
Otros investigadores consideran que se produjo una
el Levante español (Simón García, 1998).
deforestación y una contaminación irreversible en
-Estudios de arqueología experimental: en el medio ambiente como consecuencia de la activi-
este tipo de trabajos de investigación se intenta re- dad minera y metalúrgica intensiva llevada a cabo
producir el proceso productivo metalúrgico prehis- durante la Edad del Cobre, hipótesis que quedaría
tórico por medio de la experimentación. Posterior- avalada por los resultados de los registros polínicos
mente, los subproductos y productos obtenidos son llevados a cabo en algunos yacimientos calcolíticos
analizados por medio de análisis arqueométricos del suroeste (Nocete Calvo, 2004). Sin embargo, se
para valorar la similitud que existe entre los mismos ha realizado una fuerte crítica a la interpretación re-
y los materiales recuperados de los yacimientos ar- alizada a partir de estos registros polínicos. La falta
queológicos. El objetivo de este tipo de estudios es de un estudio crítico e integrado que observe de
el de reconstruir las características tecnológicas del manera conjunta los resultados, ha producido que
proceso productivo, aunque la principal diferencia las interpretaciones realizadas vayan más allá de la
respecto de los estudios anteriores, es el proceso de información obtenida en estos análisis polínicos
experimentación llevado a cabo. Los trabajos de in- (Montero Ruiz et alii, 2007: 36).
vestigación de arqueología experimental de la pro-
-Estudios antropológicos: con este tipo de tra-
ducción metalúrgica son muy escasos en las publi-
bajos de investigación se pretende conocer la orga-
caciones españolas, aunque no en otros países euro-
nización socioeconómica y político-simbólica de la
306
MANUEL ELEAZAR COSTA CARAMÉ

producción metalúrgica en las comunidades prehis- cas.


tóricas, así como reconstruir la funcionalidad de las
-Estudios iconográficos: la cantidad de estu-
producciones metálicas del pasado. Para ello, se re-
dios iconográficos sobre producciones metálicas no
aliza una observación de las comunidades que man-
es homogénea para la Península Ibérica y depende
tienen un sistema productivo preindustrial y se estu-
tanto del lugar de estudio, como de la cronología de
dia el proceso de producción y las conceptualiza-
las representaciones. Determinadas representacio-
ciones simbólicas del mismo. El principal problema
nes, como por ejemplo los grabados rupestres galle-
de este tipo de estudios es que es muy difícil preci-
gos (De la Peña Santos, 1980) y las estelas de la
sar el grado de similitud que existe entre las comu-
Edad del Bronce Final del suroeste (Celestino Pé-
nidades preindustriales y precapitalistas que viven
rez, 2001), han sido objeto de un estudio más inten-
hoy en día y las comunidades prehistóricas. A pesar
so. Por el contrario, otras representaciones, como
de esta limitación, se pueden obtener una serie de
por ejemplo las representaciones de útiles metálicos
conclusiones orientativas de gran interés y que per-
de la Edad del Cobre y de las estelas-menhir, no
miten reconstruir aspecto serían imposibles de co-
han sido estudiadas. A pesar de que existen algunos
nocer por medio de otras metodologías. Existen una
trabajos de investigación publicados sobre determi-
gran cantidad de estudios antropológicos para el
nadas representaciones de estos períodos, no existe
proceso productivo del hierro en el continente afri-
ningún trabajo de conjunto sobre las representacio-
cano (Eliade, 1983), aunque existen pocos trabajos
nes de artefactos metálicos de la Edad del Cobre y
de investigación sobre la metalurgia de otros meta-
de la Edad del Bronce.
les, como por ejemplo el cobre y el oro. No se ha
publicado ningún estudio de este tipo en España, En todos los estudios iconográficos se suele ha-
aunque las publicaciones de este tipo en otros paí- cer hincapié en la morfología de los artefactos re-
ses europeos son mucho más frecuentes. presentados, aunque en sólo en unos pocos casos se
ha realizado un estudio que incluya la información
-Estudios espaciales: el desarrolló que han su-
morfológica de los artefactos metálicos aparecidos
frido los SIG en los últimos años ha propiciado la
en la región donde se han hallado estas representa-
aparición de nuevos métodos de análisis espacial.
ciones (véase De la Peña Santos, 1980). Por otra
Los estudios sobre la distribución espacial de los
parte, es importante señalar que la información ico-
artefactos metálicos prehistóricos son escasos y
nográfica ha sido poco valorada, por lo que es nece-
consisten en mapas en los que se representan sim-
sario que se realicen estudios de conjunto que per-
ples dispersiones de artefactos por medio de símbo-
mitan solventar esta carencia.
los a través de los cuales se indica la cantidad de ar-
tefactos metálicos hallados en un yacimiento (Ro- 4. Conclusiones.
dríguez de la Esperanza, 2005). Es importante seña- Actualmente existen diferentes metodologías
lar que en todos estos trabajos de investigación no para el estudio de las producciones metálicas y del
se aplican pruebas estadísticas para demostrar si proceso metalúrgico. Su aplicación debe realizarse
existen o no pautas espaciales estadísticamente sig- de manera acorde con los objetivos y la metodolo-
nificativas. Por este motivo, las pautas que se ob- gía planteados en un trabajo de investigación serio
servan a simple vista en los mapas son bastante sub- y riguroso.
jetivas y tienen poco rigor científico desde el punto
de vista metodológico. El estudio de los artefactos metálicos permite
reconstruir la actividad productiva metalúrgica del
No existe ningún estudio espacial que incluya la pasado y valorar su papel en los cambios y en la or-
información relativa a los subproductos del proceso ganización socioeconómica y política de las comu-
metalúrgico, ya que hasta ahora todos los estudios nidades prehistóricas. Sin embargo, dicha labor de
han incluido sólo la información de los artefactos investigación nunca debe realizarse de manera ais-
metálicos. También son inexistentes los análisis en lada y debe valorar esta actividad económica res-
los que se valora la distribución espacial de la pro- pecto de otras actividades productivas.
ducción por medio de análisis de regresión respecto
de los yacimientos con evidencias de producción. La mayoría de los estudios arqueometalúrgicos
publicados hasta el momento sobre las produccio-
La falta de estudios espaciales observada dentro nes metálicas de la Península Ibérica se han centra-
de las publicaciones consultadas deberá ser suplida do en el estudio de las características tecnológicas
en el futuro, ya que los trabajos de investigación del proceso productivo metalúrgico y de las produc-
que existen actualmente no tratan el tema con sufi- ciones metálicas. En la mayor parte de estos traba-
ciente rigor metodológico. Los análisis por medio jos de investigación se ha realizado una labor de re-
de SIG tienen un potencial hasta ahora desaprove- copilación de artefactos metálicos y de evidencias
chado y podrían servir para obtener una aproxima- de producción metalúrgica de varias zonas de la Pe-
ción diferente al estudio de las producciones metáli- nínsula Ibérica como por ejemplo el Levante (Si-
307
NUEVAS METODOLOGÍAS PARA EL ESTUDIO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS PREHISTÓRICAS

món García, 1997), el Sureste (Montero Ruiz, ELIADE, M.


1983 Herreros y Alquimistas. Madrid: Alianza.
1994) o el Noroeste (Comendador Rey, 1998), aun- HUNT ORTIZ, M. A.
que no se ha realizado ninguno trabajo de este tipo 2003 Prehistoric mining and metallurgy in southwest
para el Suroeste1. Iberian Peninsula, BAR, Int. Series, 1188, Oxford,
Archaeopress.
Los trabajos que han evaluado la escala de pro- MONTERO RUIZ, I.
1994 El origen de la metalurgia en el sureste peninsular,
ducción o que han abordado el proceso productivo Almería, Instituto de Estudios Almerienses.
desde el punto de vista espacial son escasos, al MONTERO RUIZ, I.; GARCÍA HERAS, M. y LÓPEZ-RO-
igual que ocurre con los estudios iconográficos so- MERO GONZÁLEZ DE LA ALEJA, E.
2007 “Arqueometría: cambios y tendencias actuales”,
bre representaciones de artefactos metálicos y los Trabajos de Prehistoria, 64 (1): 23-40.
trabajos de investigación que adoptan una óptica NOCETE CALVO, F. (Coord.)
antropológica. Todos estos estudios tienen un gran 2004 Odiel: Proyecto de investigación arqueológica
para el análisis del origen de la desigualdad so-
potencial y son de gran utilidad para realizar infe- cial en el suroeste de la Península Ibérica. Sevilla:
rencias económico-sociales y político-simbólicas Junta de Andalucía.
que vayan más allá de la propia información del ar- NOCETE, F.; QUEIPO, G.; SÁEZ, R.; NIETO, J.M.; INA-
CIO, N.; BAYONA, M.R.; PERAMO, A.; VARGAS, J. M.;
tefacto metálico. Asimismo, estas metodologías de CRUZ-AUÑÓN, R.; GIL-IBARGUCHI, J.I.; SANTOS, J.F.
estudio pueden ayudar a comprender mejor la orga- 2008 “The smelting quarter of Valencina de la Concep-
nización social, económica, política y simbólica de ción (Seville, Spain): the specialised copper in-
dustry in a political centre of the Guadalquivir Va-
las comunidades prehistóricas que habitaron en la lley during the Third millennium BC (2750–2500
Península Ibérica. BC)”, European Journal of Archaeology, 35 (3):
717-732.
En conclusión se puede que existe una gran va- OTTAWAY, B. S. y QUANYU, W.
riedad de metodologías que aplicar al estudio de las 2004 Casting experiments and microstructure of archa-
eological relevant bronzes, BAR, Int. Series, 1133,
producciones metálicas. La investigación arqueo- Oxford, Archaeopress.
metalúrgica está lejos de ser un campo de estudio ROBERTS, B. y OTTAWAY, B. S.
agotado y sin posibilidades de renovación, por lo 2003 “The use and significance of socketed axes during
the Late Bronze Age”, European Journal of Ar-
que es muy posible que en los próximos años surjan chaeology, 6: 119-140.
nuevas metodologías de estudio que analicen aspec- RODRÍGUEZ BAYONA, M.
tos hasta ahora no tratados. 2008 La investigación de la actividad metalúrgica du-
rante el III milenio A.N.E. en el Suroeste de la Pe-
nínsula Ibérica. La arqueometalurgia y la aplica-
ción de análisis metalográficos y composicionales
5. Bibliografía. en el estudio de la producción de artefactos de
metal. BAR, Int Reports, S1769, Oxford: Archaeo-
CELESTINO PÉREZ, S. press.
2001 Estelas de guerrero y estelas diademadas: la pre- RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA, M. J.
colonización y formación del mundo tartésico, 2005 Metalurgia y metalúrgicos en el valle del Ebro (c.
Barcelona, Bellaterra. 2900-1500 a.C.). Madrid: Real Academia de la
COMENDADOR REY, B. Historia, Institución Fernando el Católico.
1998 “Los inicios de la metalurgia en el Noroeste de la SIMÓN GARCÍA, J. L.
Península Ibérica”, Brigantium, 11: 1-262. 1998 La Metalurgia Prehistórica Valenciana. Valencia:
COMENDADOR REY, B. Diputación Provincial de Valencia.
1999 “Cambios en la escala de producción metalúrgica
durante las fases finales de la Edad del Bronce en
el noroeste peninsular”, Guimarâes, volumen espe-
cial 2: 515-537.
CORDERO RUIZ, T.; GARCÍA SANJUÁN, L.; HURTADO
PÉREZ, V.; MARTÍN RAMIREZ, J. Mª; POLVORINOS
DEL RÍO, A. y TAYLOR, R.
2006 “La Arqueometría de materiales cerámicos: una
evaluación de la experiencia andaluza”, Trabajos
de Prehistoria, 63 (1): p. 9-35. Madrid, CISC.
DE LA PEÑA SANTOS, A.
1980 “Las representaciones de alabardas en los graba-
dos rupestres gallegos”, Zephyrus, 30-31: p.
115-129. Salamanca, Universidad de Salamanca.
DELIBES DE CASTRO, G. FERNÁNDEZ-MIRANDA, M.
y ROVIRA LLORENS, S.
1988 Armas y utensilios de bronce en la Prehistoria de
las Islas Baleares. Valladolid: Universidad de Va-
lladolid.

1 Actualmente está en fase de edición el trabajo de investiga-


ción presentado por el autor de este artículo para la obten-
ción del Diploma de Estudios Avanzados. En este trabajo se
ha realizado por primera vez una recopilación de los arte-
factos metálicos del suroeste de España.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 309-316

LOS PATRONES DE POBLAMIENTO COMO IDENTIFICADOR ÉTNICO: LAS


ETNIAS VETTONAS

Jesús Rodríguez Hernández


Departamento de Prehistoria, UCM;
jesusrodriguez@estumail.ucm.es

RESUMEN

El extenso marco territorial vettón, definido principalmente a partir de los datos procedentes de las
fuentes clásicas y adoptado en gran medida por los arqueólogos, no parece abarcable para el tipo de sociedad
no estatal que caracteriza a este conjunto de poblaciones del occidente de la Meseta. Por ello, se plantea la
posibilidad de que en el mismo habitaran diferentes etnias que, sin embargo, serían englobadas por los escri-
tores grecolatinos bajo el etnónimo unitario de “vettones”. Este término sería, de esta manera, un modo de
clasificación que formaría parte de la interpretatio clásica de la realidad indígena y que estaría enmascarando
una pluralidad de identidades étnicas menores. El presente trabajo constituye una primera aproximación a la
identificación de esas posibles etnias del mundo vettón, a partir del estudio de los diferentes patrones regiona-
les de poblamiento.

ABSTRACT

The extensive territory of the vettones, commonly defined by classical texts and generally accepted
by archaeologists, does not seem to fit the populations of the Western Meseta characterized by societies with-
out state. One possible explanation is that classical writers used a unique term, “vettones”, to denote all ethnic
groups of the Western Meseta. This paper studies the settlement patterns in the vettonian area to identify
these ethnic groups.

Palabras Clave: Identidad étnica. Patrones de poblamiento. Vettones. Segunda Edad del Hierro. Meseta
Occidental.

Keywords: Ethnic identity. Settlement patterns. Vettones. Late Iron Age. Western Meseta.

1. Planteamientos teórico-metodológicos. chís 2002: 255). Este carácter dialéctico de la etni-


Desde inicios de los años 90 del siglo pasado, cidad tiene como consecuencia que ésta no sea está-
con la irrupción de las corrientes postprocesuales, tica, sino que tenga que ser continuamente construi-
el análisis de la etnicidad (y de la identidad en ge- da y reformulada.
neral) ha vuelto a adquirir una relevancia notable y Por su parte, un grupo étnico sería “cualquier
ha sufrido una completa reevaluación. De esta ma- grupo de gente que se considera así mismo apartado
nera, las supuestas correlaciones entre las distribu- de otros y/o es apartado por otros con los que inte-
ciones de cultura material y grupos poblacionales ractúa o coexiste sobre la base de sus percepciones
han sido cuestionadas, las correlaciones entre len- de diferenciación cultural y/o descendencia común”
guas específicas y grupos de gente han sido puestas (Jones 1997: xiii, citado en Ruiz Zapatero y Álva-
en duda y la naturaleza de las distribuciones de cul- rez- Sanchís 2002: 255). Pero, ¿por qué y cómo
tura material están siendo discutidas más profunda- surgen los sentimientos étnicos? Muchas veces se
mente (Lucy 2005: 91-94). Estos cuestionamientos ha vinculado este fenómeno con contextos de con-
han coincidido, además, con el desarrollo de un tacto y competición entre grupos (Hodder 1982)
consenso (al menos parcial) acerca de la naturaleza aunque este modelo no puede aplicarse de forma
de la etnicidad, que es ahora vista primordialmente universal (González Ruibal 2003: 120-122).
como un fenómeno subjetivo. Shennan la define
como “la identificación auto-consciente con un gru- El necesario autoreconocimiento grupal tiene
po social particular, al menos en parte, basada en una serie de implicaciones importantes a la hora de
una localización u origen específicos” (1994: 14). distinguir grupos étnicos a partir del registro arque-
Esta auto-conceptualización personal “resulta de la ológico y de las fuentes clásicas. En el caso de la
identificación con un grupo más amplio por oposi- arqueología, desde las posturas menos escépticas se
ción a otros sobre la base de una diferenciación cul- admite que la etnicidad puede tener reflejo en la
tural percibida y/o una descendencia común” (Jones cultura material de forma consciente o inconsciente
1997: xiii, citado en Ruiz Zapatero y Álvarez- San- y, por tanto, es posible su análisis encontrando

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
310
JESÚS RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

aquellos elementos materiales que están marcando etnias, que presentan como características la afini-
dicha identidad étnica (un ejemplo sobre el caso dad existente entre ellas, por ejemplo, el caso de los
particular de los vettones en Ruiz Zapatero y Álva- iberos o los celtíberos. Propone denominar a estas
rez- Sanchís 2002). Pero, desde actitudes más críti- agrupaciones como “grupos étnicos” pero, dado que
cas se llega a plantear que difícilmente se puede re- en la bibliografía específica sobre etnicidad este tér-
conocer la etnicidad exclusivamente a partir del es- mino es utilizado como sinónimo de etnia, parece
tudio de la cultura material, por lo que es necesario más apropiado emplear otro tipo de terminología
poseer un registro textual que documente esa identi- como, por ejemplo, “entidad supraétnica”. Los et-
dad compartida (Roymans 2005, Ruiz Zapatero en nónimos pertenecientes a estas entidades “corres-
prensa). El problema, en el caso concreto de los ponden más bien no a algo que se asumió desde
pueblos prerromanos, es que, aunque se cuente con dentro como una realidad, sino a un modo de clasi-
los textos de los escritores grecorromanos, éstos ficar los fenómenos que desde fuera se perciben
constituyen una interpretatio de la situación exis- como existentes. Estas conceptualizaciones externas
tente entre los grupos indígenas y, por tanto, pro- no tuvieron por qué ser asumidas por los grupos a
porcionan clasificaciones exoétnicas que pueden es- quienes se aplican, lo que no implica que en un mo-
tar distorsionando la realidad de estos pueblos. mento determinado tomen conciencia de dicha
Además, la diferencia cronológica entre las distin- identidad o cambien el contenido del nombre, como
tas fuentes provoca que en ellas se describan situa- ocurrió con los celtíberos, que de grupo étnico pasó
ciones sociopolíticas de los grupos prerromanos a etnia y alcanzó una extensión territorial inferior”
completamente distintas. (Burillo 2007: 17).
Dentro de las fuentes antiguas para el conoci- En el caso de los vettones, lo más probable es
miento de los vettones (Roldán Hervás 1968-69) que como dice López Jiménez (2004: 210) los ro-
destacan los testimonios de Estrabón y Plinio que manos llamarán así a algunos pueblos situados al
aportan datos fundamentales para su localización, este de los lusitanos tomando el nombre de uno de
pero el verdadero creador de la Vettonia tal y como sus etnónimos (como sucede, por ejemplo, con los
se ha venido aceptando en la investigación es Ptolo- galaicos) y extendiéndolo por una zona amplia del
meo quien recoge en el siglo II d. C. una lista con oeste de la Meseta.
los nombres de once ciudades pertenecientes a los
Al hilo de todo lo expuesto anteriormente, la hi-
vettones (II, 5, 7) a partir de las cuales se han traza-
pótesis central de este artículo es que el territorio
do los límites del territorio histórico de este pueblo
tradicionalmente adscrito a los vettones, principal-
prerromano (López Jiménez 2004: 209). Éstos irían
mente a partir del análisis de las fuentes antiguas, es
grosso modo desde el Tormes/Duero al Guadiana y
demasiado extenso como para poder ser estructura-
de la Sierra de Guadarrama al Águeda/Côa (Roldán
do por parte de las sociedades que habitaban el oc-
Hervás 1968-69: 101-106, Álvarez-Sanchís 2003:
cidente de la Meseta caracterizadas, entre otras co-
322-328, Sánchez Moreno 2000: 174-176). Pero,
sas, por no haber alcanzado el rango estatal. Los ro-
difícilmente el carácter unitario que presentan en
manos habrían utilizado el etnónimo “vettones”
estas fuentes los vettones se puede retrotraer a la
para englobar a todos los grupos occidentales exis-
etapa de la conquista y a la época prerromana, debi-
tentes entre el Duero y el Guadiana que, aunque
do a la diversidad de elementos materiales y cultu-
compartirían una serie de rasgos comunes, no for-
rales que se dan en el territorio atribuido a dicho
marían una etnia unitaria sino más bien una “enti-
pueblo en este momento (Sayas Abengoechea y Ló-
dad supraétnica” (Fig. 1). Por debajo de la misma
pez Melero 1991: 80). De este modo, en lugar de
se encontrarían una serie de etnias diferentes cuyos
marcar un espacio macroterritorial único y definido
etnónimos, sin embargo, no habrían llegado hasta
para el conjunto de los vettones, característica pro-
nosotros, como sí ha sucedido en el caso de los cel-
pia de una formación estatal, la evidencia arqueoló-
tíberos (Burillo 2007: 182-247). A este respecto es
gica dibuja un panorama más atomizado en el que
necesario recordar la cita de Estrabón (III, 3, 5) en
el protagonismo correspondería a unidades políticas
la que alude a la existencia de unas treinta ethne ha-
menores: los oppida (Sánchez Moreno 2000: 174).
bitando el territorio ubicado entre el Tajo y los árta-
Una situación relativamente similar es la docu- bros pero sin especificar sus nombres.
mentada por F. Burillo para el caso de los celtíbe-
Dichas etnias, por tanto, sólo serían rastreables
ros: “(...) nunca hubo un estado celtíbero, ni siquie-
a partir de sus evidencias materiales y, en este caso,
ra belo o arevaco. Lo que las fuentes escritas mues-
se ha elegido como categoría de análisis el patrón
tran y la arqueología ratifica para la etapa histórica
de emplazamiento y las características particulares
es la existencia de un territorio políticamente atomi-
de los castros/oppida que pueden estar marcando la
zado en ciudades-estado” (2007: 152-153). Según
existencia de identidades étnicas diferenciadas
este autor, en las fuentes clásicas se pueden encon-
(Ruiz Zapatero y Álvarez- Sanchís 2002: fig. 1).
trar referencias a entidades superiores a las propias
311
LOS PATRONES DE POBLAMIENTO COMO IDENTIFICADOR ÉTNICO: LAS ETNIAS VETTONAS

de procedencia se conoce con muchas dudas (Fer-


nández Gómez 2003: 168), y de simples recogidas
de materiales escasos en superficie lo que impide
confirmar que siempre se trate de verdaderos luga-
res de hábitat y asignarles una cronología firme. Por
ello, mientras Álvarez-Sanchís los sitúa en un mo-
mento avanzado de la II Edad del Hierro, reservan-
do para ellos una posición subordinada a la de los
oppida serranos (2003: 130), Hernando Sobrino
(1994: 350) los vincula al período que va entre me-
Fig.: 1. Niveles teóricos de la identidad étnica vettona. diados del s. I a. C. y el s. II d. C. poniéndolos en
relación con la capital abulense y la reorientación
Dentro del territorio descrito en las fuentes como
romana de la economía hacia la explotación de los
vettón (Roldán Hervás 1968-69: 101-106), se han
recursos agrícolas. Debido a esta imprecisión tipo-
escogido cuatro regiones que, por la importancia de
lógica y cronológica han sido excluidos en este es-
sus vestigios y su homogeneidad desde el punto de
tudio.
vista geográfico, tienen una entidad propia (Fig. 2).
Estas áreas están surcadas por una serie de cauces Con respecto a Ávila capital, el avance de la ar-
fluviales principales en torno a los cuales se articula queología urbana ha propiciado, en gran medida, el
el poblamiento pero, dentro de las mismas, sólo se esclarecimiento de sus orígenes que habría que si-
han tenido en cuenta los asentamientos que de for- tuar hacia la mitad del s. I a. C. (Fabián 2006: 23,
ma más o menos segura pueden ser enmarcados 2007: 98). A este momento cronológico correspon-
cronológicamente entre el s. III y los inicios del s. I den las cerámicas pintadas de tradición indígena en-
a. C., con el fin de asegurar la necesaria sincronía contradas en la excavación de la Plaza del Mercado
entre yacimientos (si no fuera hecho así, la variabi- Grande (Quintana, Centeno y Ruiz 2005) y en la
lidad en los patrones de poblamiento podría deberse excavación de Los Paúles (Quintana López 2006:
a diferencias cronológicas) y el carácter indígena de 86-87). Estos materiales pertenecerían a un estable-
los mismos. Este intervalo de tiempo se correspon- cimiento básicamente indígena que, sin embargo,
de con los momentos de conquista y consolidación habría surgido bajo la iniciativa romana de reorga-
de los romanos en esta área occidental de la Mese- nización de la zona. Ésta impulsó el traslado de la
ta, período en el que estas distintas conciencias ét- población de los castros cercanos a este enclave
nicas pudieron surgir a partir de las alianzas forma- (Fabián 2007: 98). Debido a su cronología tardía
das por varios castros/oppida de una misma región, tampoco Ávila ha sido tenida en cuenta en el análi-
con el fin de hacer frente primero a los cartagineses sis.
y luego a los romanos.
Además, en relación con los grandes asenta-
2. Los patrones del poblamiento vettón. mientos del valle Amblés habría que considerar al
2.1. Río Adaja. pequeño castro de San Juan (Ojos-Albos) en el ex-
tremo Este de dicho valle (Porres Castillo 1992) y,
Para el valle Amblés se ha propuesto un patrón
posiblemente, el extenso asentamiento abierto de
de poblamiento jerarquizado formado por grandes
La Tejeda (Orbita) sobre el cauce del Adaja (Fa-
asentamientos (verdaderos oppida) situados en las
bián 1989), aunque su situación en plena comarca
estribaciones de las sierras que circundan el valle y
de La Moraña cree dudas sobre su adscripción al
“hábitats menores” ubicados en las zonas llanas
ámbito vettón.
próximas a la vega (Álvarez-Sanchís 1990: 216;
Ruiz Zapatero y Álvarez-Sanchís 1995: 226-230; De este modo, el poblamiento situado a lo largo
Álvarez-Sanchís 2003: 115-120, 2005: 262-264). El del cauce del río Adaja se caracteriza por el gran ta-
problema es que este modelo está basado en los da- maño de sus asentamientos (Ulaca: 70 ha, La Mesa
tos proporcionados por la Carta Arqueológica pro- de Miranda: 29’1 ha, La Tejeda: 24 ha y Las Cogo-
vincial de Ávila que responde “más a una recopila- tas: 14’5 ha), exceptuando el castro de San Juan
ción de noticias orales y escritas (muy parcas y anti- (0’5 ha), por su emplazamiento tanto en zonas se-
guas) que a una labor de campo sistemática y con- rranas como de ribera, en relación directa con uno o
cienzuda” (Hernando Sobrino 1994: 24). Por ello, varios cursos fluviales (en meandro –Las Cogotas–
para González-Tablas, esta interpretación es atrevi- o en espigón fluvial –La Mesa de Miranda, La Te-
da pero no puede pasar de la mera hipótesis (2004: jeda y San Juan–) con la excepción de Ulaca y por
293). su vocación eminentemente ganadera (Álvarez-San-
chís 2003: 117) aunque en el caso de La Tejeda
Los establecimientos de fondo de valle en torno
ésta sólo sea aplicable aproximadamente al 50% del
al río se conocen a partir de hallazgos esporádicos
territorio circundante, siendo el resto terreno apto
(fundamentalmente cerámicos), cuyo lugar exacto
312
JESÚS RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ
313
LOS PATRONES DE POBLAMIENTO COMO IDENTIFICADOR ÉTNICO: LAS ETNIAS VETTONAS

Fig.: 2. Asentamientos encuadrables entre el s. III e inicios del I a.C. en torno al Río Adaja: 1. La Tejeda (Orbita), 2. San
Juan (Ojos-Albos), 3. Las Cogotas (Cardeñosa), 4. La Mesa de Miranda (Chamartín), 5. Ulaca, (Solosancho); Valle
Medio del Tajo: 6. Arroyo Manzanas (Las Herencias), 7. Castrejón (Retamoso de la Jara), 8. El Castillazo (Belvís de la
Jara), 9. La Estrella (La Estrella), 10. El Castillo (Navalmoralejo), 11. Cerro de la Mesa (Alcolea de Tajo), 12. Caleruela
(Caleruela); Ríos Almonte y Tamuja: 13. Castrejón (Plasenzuela), 14. Villasviejas del Tamuja (Botija), 15. Sierra de
Santa Cruz (Santa Cruz de la Sierra), 16. Castillejo (Herguijuela), 17. Cerro de San Cristóbal (Logrosán), 18. El Castrejón
(Berzocana), 19. Valdeagudo (Garciaz), 20. La Dehesilla (Berzocana), 21. Cerro de la Torre (Retamosa), 22. Castillejo de
la Hoya (Aldeacentenera), 23. El Castillejo de la Coraja (Aldeacentenera), 24. El Castejón del Pardal (Trujillo), 25. La
Burra (Torrejón el Rubio), 26. Villasviejas del Azuquén de la Villeta (Trujillo), 27. Cerca del Castrejón, Santa Ana
(Monroy), 28. La Muralla del Aguijón de Pantoja (Trujillo), 29. El Castillejo (Casar de Cáceres), 30. Castillejo (Santiago del
Campo); Ríos Huebra/Yeltes y Águeda: 31. Irueña (Fuenteguinaldo), 32. Lerilla (Zamarra), 33. La Plaza (Gallegos de
Argañán), 34. Castelmao (San Felices de los Gallegos), 35. Las Merchanas (Lumbrales), 36. Cabezo de San Pedro
(Hinojosa de Duero), 37. Castillo de Saldañuela (Bermellar), 38. El Castillo (Saldeana), 39. Picón de la Mora (Encinasola
de los Comendadores), 40. Yecla de Yeltes (Yecla de Yeltes), 41. Los Castillos (Yecla de Yeltes).

para el aprovechamiento agrario.


los situados en las alturas más destacadas y cerca-
2.2. Valle Medio del Tajo. nas a dicho río (Castrejón, El Castillazo, La Estre-
En la zona media del valle del Tajo se ha plan- lla, Navalmoralejo y Caleruela). Esta diferente loca-
teado también un patrón de poblamiento jerarquiza- lización provoca a su vez variaciones en lo que a
do formado por asentamientos situados en las altu- explotación del territorio se refiere: los hábitats más
ras inmediatas al cauce del Tajo y del Gébalo y pe- próximos al río revelan una clara orientación agrí-
queños hábitats ubicados en el llano (Álvarez-San- cola mientras los núcleos en altura muestran una
chís 2003: 122, 2007: 201-202). Pero, este modelo vocación agropecuaria más diversificada (Álvarez-
choca con la parquedad de los datos disponibles Sanchís 2003: 127, 2007: 202).
para la zona que sólo cuenta con las excavaciones 2.3. Ríos Almonte y Tamuja.
en Arroyo Manzanas y el Cerro de la Mesa y pros-
Para la zona oriental de la penillanura trujillano-
pecciones esporádicas o publicaciones de hallazgos
cacereña, surcada por los ríos Almonte y Tamuja,
casuales (Morín et al. 2005: 471-472). La mayoría
se ha propuesto un patrón de poblamiento caracteri-
de las noticias se deben a F. Jiménez de Gregorio
zado por pequeños asentamientos, ubicados mayori-
(1992) aunque algunas de ellas no son claras desde
tariamente en elevaciones fácilmente defendibles
el punto de vista cronocultural, por lo que, las men-
sobre la ribera de los ríos, aunque también se sitúan
ciones más ambiguas e indefinidas no se han tenido
en sierras de mediana altura controlando vías de co-
en cuenta a la hora del análisis.
municación relativamente importantes (Redondo
Con respecto a Talavera de la Reina, sus orígenes Rodríguez y Esteban Ortega 1992-93: 162-164;
no han sido aún aclarados satisfactoriamente: mien- Martín Bravo 1999: 209). Este modelo sí se apoya
tras para Castelo Ruano y Sánchez Moreno (1995: sobre una firme base documental debida, principal-
323) y Álvarez-Sanchís (2003: 127-128, 2007: 214) mente, a las prospecciones realizadas por A. M.
no hay que descartar el surgimiento de este enclave Martín Bravo en la Alta Extremadura (1999).
como núcleo indígena que, posteriormente, sufriría
Pero, si la dualidad castros de ribero/castros se-
una vitalización a partir del control romano de la
rranos está perfectamente atestiguada, no sucede lo
zona; para Mangas y Carrobles (1992: 111-112) se
mismo con el tercer tipo de emplazamiento supues-
trataría de una fundación romana ex novo de media-
to: en el llano (Redondo Rodríguez y Esteban Orte-
dos del s. I d. C. con funciones fundamentalmente
ga 1992-93: 164; Martín Bravo 1999: 207). Este úl-
administrativas y para Urbina et al. también tendría
timo tipo de asentamiento explotaría las mejores
este carácter romano ex novo pero sitúan sus inicios
tierras agrícolas de la zona, precisamente aquellas
hacia el cambio de Era (1994: 271). Por ello, ha
obviadas por los castros ribereños y serranos a la
sido excluida del análisis.
hora de escoger su localización, y debido a esta pri-
Así, el poblamiento en el valle medio del Tajo vilegiada ubicación para el aprovechamiento agra-
se caracterizaría por la escasa entidad de los asenta- rio, estos poblados continuarían en época romana.
mientos, la mayoría de los cuales ocupan una super- Se ha propuesto como ejemplo de este tipo de en-
ficie de entre 0,1 y 2 ha como, por ejemplo, el cas- claves los casos de Cáceres y Trujillo (Redondo
tro de la Sierra de La Estrella con 1,3 ha (Morín et Rodríguez y Esteban Ortega 1992-93: 164), aunque
al. 2005: 471); aunque hay dos excepciones rele- se carece de datos arqueológicos que confirmen
vantes: el Cerro de la Mesa, cuya superficie origi- esta hipótesis. Martín Bravo (1999) sí documenta
naria debió rondar las 4,5 ha (Chapa et al. 2007: este tipo de emplazamiento para algunos hábitats
fig. 2), y Arroyo Manzanas con 20 ha. El emplaza- del Hierro I, así como para los momentos iniciales
miento de los yacimientos varía entre aquellos ubi- de la romanización en esta área, pero no en el Hie-
cados en contacto directo con el cauce fluvial del rro II.
Tajo (Arroyo Manzanas y el Cerro de la Mesa) y
Con todo ello, se puede decir que el poblamien-
314
JESÚS RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

to en la región regada por el Almonte y el Tamuja dental de Salamanca, atravesada por los ríos Hue-
está formado por castros de pequeñas dimensiones: bra, Yeltes, Camaces y Águeda, se caracteriza por
dos no llegan ni a la hectárea de superficie, nueve la presencia de castros de pequeño tamaño como,
se sitúan entre 1 y 2 ha, dos entre 3 y 4 ha (Valdea- por ejemplo, el Picón de la Mora con 1 ha de super-
gudo y La Burra) y sólo uno (Villasviejas del Ta- ficie, aunque Yecla de Yeltes y Las Merchanas ron-
muja) supera las 6 ha (de los otros cuatro se desco- dan las 5 ha e Irueña (identificada con Urunia) al-
noce su superficie). En cuanto a su emplazamiento, canza las 9 ha. Están exclusivamente ubicados en
la gran mayoría se ubican en contacto directo con el zonas de fácil defensa sobre el cauce de dichos ríos
cauce de dichos ríos, dando lugar en el caso del Al- y sus territorios de explotación revelan una orienta-
monte a una gran concentración de castros, distri- ción fundamentalmente ganadera puesto que en
buidos cada 10 Km. aproximadamente. Pero tam- ellos escasean los suelos agrícolas (Álvarez-Sanchís
bién se localizan en las estribaciones de la Sierra de 2003: 120).
Guadalupe, controlando el acceso a la cuenca del
3. Conclusiones.
Tajo desde la del Guadiana. Esta divergencia en la
situación de los castros no determina, sin embargo, Tras analizar los diferentes patrones de pobla-
una diferenciación clara en cuanto al aprovecha- miento de las cuatro áreas seleccionadas se puede
miento económico del entorno se refiere puesto que comprobar la variabilidad existente entre los mis-
los suelos que rodean a los poblados son de escasa mos: mientras el esquema general responde a pobla-
potencia lo que no favorece el desarrollo de la agri- dos de escasa entidad, alrededor del río Adaja sur-
cultura (Martín Bravo 1999: 205). Por ello, las ini- gieron verdaderos oppida cuya superficie no tiene
ciativas económicas irían orientadas principalmente parangón en el resto de zonas (exceptuando Arroyo
a la explotación pecuaria del entorno (Ongil Manzanas). Tanto en el valle Amblés y territorios
1986-87: 327; Redondo Rodríguez y Esteban Orte- aledaños como en el valle medio del Tajo y en la
ga 1992-93: 171). región cacereña bañada por el Almonte y el Tamuja
existe una dualidad en el emplazamiento de los há-
2.4. Ríos Huebra/Yeltes y Águeda. bitats con la presencia de castros ribereños y serra-
En el occidente de la provincia de Salamanca se nos pero, sin embargo, en el occidente de Salaman-
ha planteado un patrón de poblamiento configurado ca los asentamientos se ubican exclusivamente en
por pequeños castros, fuertemente fortificados, si- zonas de ribera. Además, de forma muy diferente a
tuados junto a la vega de los ríos (Álvarez-Sanchís lo que sucede en las otras áreas, alrededor de los
2003: 120). Destaca la concentración de los mismos ríos Huebra/Yeltes existe una gran concentración de
entre los ríos Huebra/Yeltes y Camaces, donde las castros. Como refiere Salinas (1992-93: 180), algu-
distancias medias con el vecino más próximo son nos investigadores han propuesto que la gran densi-
inferiores a los 5 Km. En el caso del Águeda, los dad de castros en esta zona estaría indicando una
asentamientos se distribuyen de forma regular cada diferencia étnica de la población. Por último, frente
10 Km. aproximadamente (Álvarez-Sanchís 2003: a la mayoritaria orientación pecuaria de los territo-
120). Faltarían en esta zona los poblados tipo aldea, rios de explotación cercanos a los poblados, en el
aunque para Salinas (1992-93: 179) algunos de los valle medio del Tajo destacan las buenas posibili-
numerosos hábitats conocidos en la provincia de dades agrícolas, sobre todo, de los yacimientos ubi-
Salamanca, mediante prospecciones arqueológicas cados junto al río.
de superficie, podrían remontarse a momentos pre-
Aunque esta variabilidad regional en los patro-
rromanos a pesar de que la mayoría parecen roma-
nes de poblamiento puede deberse, como apunta
nos. Para este mismo autor, la gran concentración
Álvarez-Sanchís (2003: 128), a factores geográfi-
de castros en el noroeste de la provincia tendría en
cos, económicos y/o defensivos, también puede es-
la explotación de los recursos mineros de la zona
tar reflejando diferencias étnicas entre las poblacio-
una posible explicación (Salinas 1992-93: 179-180)
nes de estas áreas (Fig. 3). Los modelos de ocupa-
aunque no hay evidencias arqueológicas que corro-
ción del territorio podrían constituir así un marca-
boren dicha actividad en época prerromana (Álva-
dor étnico y, además, de la máxima utilidad, debido
rez-Sanchís 2003: 122, 2005: 265).
a su presumible carácter inconsciente y, por tanto,
Ciudad Rodrigo (identificada con la Mirobriga no manipulable. A esto se uniría la ventaja de poder
de Ptolomeo) no ha sido incluida en el análisis por- aplicar esta categoría de análisis en espacios con
que los materiales indígenas rescatados en las exca- una cultura material mueble muy homogénea.
vaciones realizadas en su solar arrancan de la se-
Para seguir avanzando en esta línea de investi-
gunda mitad del s. I a. C. (Martín Valls 1976: 384),
gación será necesario explorar el papel jugado por
por tanto, en un momento en el que Roma ya tiene
los hábitats de las otras áreas que se han quedado
una presencia determinante en la zona.
fuera en este trabajo pero, sobre todo, contrastar la
Por todo ello, el poblamiento en la región occi- información procedente de las pautas de distribu-
315
LOS PATRONES DE POBLAMIENTO COMO IDENTIFICADOR ÉTNICO: LAS ETNIAS VETTONAS

a
i an
u ad
G
o

Fig.: 3. Posibles etnias vettonas.

ción del poblamiento con la obtenida a partir del es- XLVIII: 317-330.
tudio de la cultura material mueble (Cadenas Tec- CHAPA, T.; PEREIRA, J.; MADRIGAL, A.; PERLINES,
M.; FERNÁNDEZ, J.; DE ARCOS, L.; CHARRO, C.
nológico Operativas cerámicas, elementos de ador- 2007 "El asentamiento protohistórico del Cerro de la
no...), llevando así a cabo un análisis contextual Mesa (Alcolea de Tajo, Toledo)", en J. M. MI-
global, imprescindible en cualquier aproximación a LLÁN MARTÍNEZ; C. RODRÍGUEZ RUZA (co-
ords.): Arqueología de Castilla-La Mancha: I Jor-
la etnicidad en el pasado. nadas. Cuenca, 13-17 de diciembre de 2005.
Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-
Agradecimientos La Mancha-Junta de Comunidades de Castilla-La
Quiero agradecer profundamente a J. Francisco Mancha. 797-809.
FABIÁN, J. F.
Fabián García las facilidades dadas para la consulta 1989 "Inventario Arqueológico de Ávila: La Tejeda (Or-
de varias fichas inéditas pertenecientes al Inventario bita)". (Fichas inéditas individualizadas por yaci-
Arqueológico de Ávila y sus valiosos comentarios y mientos depositadas en el Servicio Territorial de
Cultura de Ávila).
a Pablo Ortego Rico su inestimable ayuda a la hora 2006 "La arqueología de emergencia en Ávila: el deber
de elaborar el aparato gráfico del artículo. de documentar el patrimonio", en S. ESTREME-
RA (coord.); I. CENTENO; J. QUINTANA LÓ-
PEZ: Arqueología urbana en Ávila. La interven-
ción en los solares del palacio de don Gaspar del
4. Bibliografía. Águila y Bracamonte (antiguo convento de los
Padres Paúles). Valladolid: Junta de Castilla y
León. 13-27.
ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R. 2007 "Los orígenes de la ciudad de Ávila y la época an-
1990 "Los «verracos» del valle del Amblés (Ávila): del tigua. Aportaciones de la arqueología al esclareci-
análisis espacial a la interpretación socio-económi- miento de las cuestiones históricas previas a la eta-
ca", en Trabajos de Prehistoria, 47: 201-233. pa medieval", en Ávila en el tiempo. Homenaje al
2003 Los Vettones. Madrid: Real Academia de la Histo- profesor Ángel Barrios. Vol. I. Ávila: Institución
ria (2ª edición). “Gran Duque de Alba”. 83-111.
2005 "Oppida and Celtic society in western Spain", en FERNÁNDEZ GÓMEZ, F.
e-Keltoi, 6: 255-285. 2003 "La Edad del Hierro", en M. MARINÉ (coord.):
2007 "Castros y aldeas. Los vettones en el valle medio Historia de Ávila. I. Prehistoria e Historia Anti-
del Tajo", en J. PEREIRA (coord.): Prehistoria y gua. Ávila: Institución “Gran Duque de Alba”-
Protohistoria de la Meseta Sur (Castilla-La Man- Caja de Ahorros de Ávila. 105-280 (3ª edición).
cha). Ciudad Real: Almud, Ediciones de Castilla- GONZÁLEZ RUIBAL, A.
La Mancha. 199-216. 2003 La experiencia del Otro. Una introducción a la et-
BURILLO, F. noarqueología. Madrid: Akal.
2007 Los Celtíberos. Etnias y Estados. Barcelona: Críti- GONZÁLEZ-TABLAS, F. J.
ca (2ª edición). 2004 "Los castros de Ávila", en M. ALMAGRO-GOR-
CASTELO RUANO, R.; SÁNCHEZ MORENO, E. BEA; M. MARINÉ; J. R. ÁLVAREZ-SANCHÍS
1995 "De verribus vettonum. El verraco de Talavera la (eds.): Celtas y Vettones. Ávila: Institución “Gran
Nueva (Toledo) y algunas notas sobre la arqueolo- Duque de Alba”-Real Academia de la Historia.
gía de las tierras orientales vetonas", en Zephyrus, 288-293 (4ª edición).
316
JESÚS RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

HERNANDO SOBRINO, M. R. ROYMANS, N.


1994 Indigenismo y romanización del territorio abulen- 2005 Ethnic identity and imperial power: the Batavians
se (s. V a. C. – s. III d. C.). Madrid: tesis doctoral in the Early Roman Empire. Amsterdam: Amster-
inédita (Universidad Complutense de Madrid). dam University Press.
HODDER, I. RUIZ ZAPATERO, G.
1982 Symbols in action: ethnoarchaeological studies of (en prensa) "Etnicidad protohistórica y arqueología: límites y
material culture. Cambridge: Cambridge Univer- posibilidades", en Arqueología Espacial.
sity Press. RUIZ ZAPATERO, G.; ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.
JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. 1995 "Las Cogotas: oppida and the roots of urbanism in
1992 "Aproximación al mapa arqueológico del occidente the Spanish Meseta", en B. W. CUNLIFFE; S. J.
provincial toledano. (Del Paleolítico Inferior a la KEAY (eds.): Social complexity and the develop-
invasión árabo-beréber)", en Actas de las Primeras ment of towns in Iberia: from the Copper Age to
Jornadas de Arqueología de Talavera de la Reina the Second Century AD. London: Proceedings of
y sus tierras. Toledo: Diputación Provincial de the British Academy, 86. 209-235.
Toledo. 5-38. 2002 "Etnicidad y arqueología: tras la identidad de los
JONES, S. Vettones", en Spal, 11: 253-275.
1997 The Archaeology of Ethnicity: constructing iden- SALINAS, M.
tities in the past and the present. London/New 1992-93 "El poblamiento rural antiguo de la provincia de
York: Routledge. Salamanca: modelos e implicaciones históricas",
LÓPEZ JIMÉNEZ, O. en Studia Historica. Historia Antigua, X-XI:
2004 "Las fuentes antiguas y la creación literaria de la 177-188.
Vetonia", en Gerión, 22(1): 201-214. SÁNCHEZ MORENO, E.
LUCY, S. 2000 Vetones: historia y arqueología de un pueblo pre-
2005 "Ethnic and cultural identities", en M. DÍAZ-AN- rromano. Madrid: Ediciones de la Universidad Au-
DREU; S. LUCY; S. BABIĆ; D. N. EDWARDS: tónoma.
The archaeology of identity. Approaches to SAYAS ABENGOECHEA, J. J.; LÓPEZ MELERO, R.
gender, age, status, ethnicity and religión. Lon- 1991 "Vettones", en J. M. SOLANA (ed.): Las entidades
don/New York: Routledge. 86-109. étnicas de la Meseta Norte de Hispania en época
MANGAS, J.; CARROBLES, J. prerromana. Valladolid: Universidad de Vallado-
1992 "La ciudad de Talavera de la Reina en época roma- lid (Anejos de Hispania Antiqua). 75-123.
na", en Actas de las Primeras Jornadas de Arque- SHENNAN, S.
ología de Talavera de la Reina y sus tierras. Tole- 1994 "Introduction: archaeological approaches to cultur-
do: Diputación Provincial de Toledo. 95-113. al identity", en S. J. SHENNAN (ed.): Archaeolo-
MARTÍN BRAVO, A. M. gical approaches to cultural identity. London/New
1999 Los orígenes de Lusitania. Madrid: Real Academia York: Routledge. 1-32.
de la Historia.
MARTÍN VALLS, R.
1976 "Nuevos hallazgos arqueológicos en Ciudad Rodri-
go", en Zephyrus, XXVI-XXVII: 373-388.
MORÍN, J.; URBINA, D.; BARROSO, R.; CASARES, J.;
ESCOLÀ, M.; LÓPEZ, M.; FERNÁNDEZ, C.; NAVARRO,
E.; SÁNCHEZ, F.; REGIDOR, D.; URQUIJO, C.
2005 "El castro de la Sierra de La Estrella. Un asenta-
miento de la II Edad del Hierro en la Sierra de La
Estrella", en Espacios fortificados en la provincia
de Toledo. Toledo: Diputación Provincial de Tole-
do. 468-480.
ONGIL, M. I.
1986-87 "Los poblados de ribero. Análisis territorial", en
Zephyrus, XXXIX-XL: 321-328.
PORRES CASTILLO, F.
1992 "Inventario Arqueológico de Ávila: San Juan
(Ojos-Albos)". (Fichas inéditas individualizadas
por yacimientos depositadas en el Servicio Territo-
rial de Cultura de Ávila).
QUINTANA LÓPEZ, J.
2006 "La primera huella", en S. ESTREMERA (coord.);
I. CENTENO; J. QUINTANA LÓPEZ: Arqueolo-
gía urbana en Ávila. La intervención en los sola-
res del palacio de don Gaspar del Águila y Braca-
monte (antiguo convento de los Padres Paúles).
Valladolid: Junta de Castilla y León. 81-87.
QUINTANA LÓPEZ, J.; CENTENO CEA, I.; RUIZ
ENTRECANALES, R.
2005 "El nacimiento de la ciudad de Ávila. Nuevos da-
tos a partir de las cerámicas del Mercado Grande",
en Boletín del Seminario de Arte y Arqueología,
LXIX-LXX: 147-177.
REDONDO RODRÍGUEZ, J. A.; ESTEBAN ORTEGA, J.
1992-93 "El hábitat rural indígena en la provincia de Cáce-
res: problemática de su estudio", en Studia Histori-
ca. Historia Antigua, X-XI: 161-175.
ROLDÁN HERVÁS, J. M.
1968-69 "Fuentes antiguas para el estudio de los Vettones",
en Zephyrus, XIX-XX: 73-106.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 317-324

¿QUÉ HAY -Y NO HAY- DE LAS NECRÓPOLIS DE VETTONES Y VACCEOS?


UNA VISIÓN CRÍTICA DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO

Juan Francisco M. Corbí


Departamento de Prehistoria, UCM; jfmcorbi@ghis.ucm.es

RESUMEN

Evaluar los factores históricos y naturales que han intervenido en la formación del actual registro ar-
queológico cementerial de Vettones y Vacceos y, por tanto de nuestro conocimiento científico sobre el mis-
mo, a través de un análisis crítico de la historia de las investigaciones arqueológicas que sobre estas necrópo-
lis comenzaron en los años treinta del siglo XX, constituye un ejercicio de gran interés para considerar si la
información disponible es o no suficientemente representativa de su contexto original. ¿Qué información des-
conocemos aún o hemos perdido definitivamente? Y, además, ¿qué tipo de nuevos estudios y análisis pode-
mos llevar a cabo con la documentación arqueológica disponible para incrementar nuestro conocimiento so-
bre dichas comunidades del Occidente de la Meseta, sus ritos y costumbres funerarias y su estructura social,
política y económica?

ABSTRACT

Evaluating the historical and natural factors that have taken part in the formation of the current fu-
nerary archaeological record of Vettons and Vacceos and, therefore of our scientific knowledge about such
record, through a critical analysis of the history of archaeological investigations that about these cemeteries
started in the thirties of the 20th century, is an interesting practice to consider if the available information is
or not sufficiently representative of their original context. What kind of information still remains unknown or
has finally been lost? And, moreover, What type of additional studies and analysis we can carry out with the
current archaeological documentation to increase our knowledge about the said western communities of the
Iberian Meseta, their rites and funerary customs and their social, political and economical structure?

Palabras Clave: Vettones. Vacceos. Necrópolis. Formación y representatividad del registro arqueológico.

Keywords: Vettons. Vacceos. Cemeteries. Formation and representativity of the archaeological record.

1. Planteamientos introductorios. res se pueden dividir en tres grupos (Fig. 2):


En el II Simposio sobre los Celtíberos, dedicado 1.- Factores humanos relacionados con la in-
monográficamente a sus necrópolis y celebrado en vestigación propiamente dicha: Los arqueólogos
Daroca (Zaragoza) en 1988, Jesús R. Álvarez-San- no nos hemos planteado las mismas preguntas, ni
chís (1990) presentó una interesante reflexión sobre hemos buscado los mismos datos y/o cubrir, por
los factores históricos y naturales que intervienen tanto, los mismos objetivos en nuestras investiga-
en la formación del registro arqueológico de las ne- ciones. Ello se traduce en la aplicación de una me-
crópolis del Alto Duero-Alto Jalón. Por nuestra par- todología de excavación o de análisis de los mate-
te se pretende rescatar y completar dichos plantea- riales diferente en cada caso o en el planteamiento
mientos, importantes si de lo que se trata es de eva- de distintas propuestas interpretativas que aportan
luar hasta qué punto la información de que dispone- una información variable en su calidad y cantidad.
mos sobre las necrópolis de la Iberia Céltica es re-
presentativa o no del contexto original de las comu- 2.- Factores humanos ajenos a la excavación:
nidades allí enterradas. Por la propia naturaleza enterrada de los cemente-
rios, éstos se han visto afectados en general por los
Se trata, pues, de valorar la incidencia de aque- trabajos agrícolas realizados esos terrenos o, tam-
llos factores de naturaleza histórica y natural que bién, por las obras públicas o construcciones que
actúan sobre los cementerios, al mismo tiempo o en han arrasado parte de los yacimientos. Si le suma-
diferentes momentos a partir de su abandono, alte- mos la acción de los clandestinos, podremos con-
rando su integridad y motivando que la información cluir que los arqueólogos solemos llegar al yaci-
nos llegue con algunas limitaciones en general. miento una vez que ha perdido una buena parte de
Solo así podremos evaluar qué sabemos de las prác- la información contextualizada original.
ticas funerarias de la Edad del Hierro, qué informa-
ción hemos perdido y qué otra espera ser excavada 3.- Fenómenos naturales: Ajenos al control y a
o recuperada a partir de nuevos análisis de los ma- la voluntad humanos, pueden significar la alteración
teriales de las excavaciones antiguas. Dichos facto- de los estratos y la descontextualización, desplaza-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
318
JUAN FRANCISCO M. CORBÍ

miento o pérdida de los materiales de las tumbas. Trece se hallan en Cáceres: El Cardenillo, Paja-
res I, II y III, El Castillejo de la Orden, La Coraja,
2. La muestra: los cementerios.
El Mercadillo, Romazal I y II, Portaje, Alconétar,
Entre Vettones y Vacceos tenemos un registro Santa Cruz de la Sierra y Casar de Cáceres, de las
arqueológico relativamente amplio, aunque desi- que las nueve primeras se conocen de forma más o
gualmente repartido y excavado, que se extiende menos parcial. Por otro lado, el registro funerario
por Valladolid, Palencia y Segovia -Vacceos- y de Salamanca y Toledo permanece virtualmente
Ávila, Salamanca, Toledo y Cáceres -Vettones- desconocido pues las necrópolis de Yecla de Yeltes
(Fig. 1). En Valladolid está la necrópolis de Las y Las Merchanas no aportan materiales de época
Ruedas; las de Palencia, Palenzuela y Tariego de prerromana (Martín Valls, 1982: 181; Sánchez Mo-
Cerrato se hallan en Palencia, y la de Cuéllar en Se- reno, 2000: 102-103) y las de El Picón de la Mora y
govia. De estos cinco cementerios, contamos real- Arroyo Manzanas no se han excavado, pudiendo
mente con un conocimiento arqueológico aceptable existir otra en torno al poblado toledano del Casti-
y una buena labor de divulgación en el primero, llo de Bayuela (Rodríguez Almeida, 1955: 268).
pues los otros apenas se conocen o lo son de forma
muy precaria (Romero Carnicero y Sanz Mínguez, ¿Podría darse el caso, tal y como sugiere Álva-
2007: 38; Sanz Mínguez y Martín Valls, 2001: rez-Sanchís para las necrópolis del Alto Duero-Alto
323), por lo que prestaremos mayor atención a Las Jalón (1990: 339), de que esta distribución por pro-
Ruedas. vincias ciertamente irregular no esté mostrando la
localización original de estos cementerios, sino que
sea el reflejo de que los hallazgos se han producido
generalmente a remolque de las obras públicas y de
la actuación de los clandestinos y del arado? ¿Ca-
bría esperar la existencia de nuevos cementerios
que den en el futuro una imagen más cercana de lo
que debió ser la geografía funeraria de estos pue-
blos?
Los cementerios vettones empiezan a conocerse
a principios de los años `30 del siglo XX con la ex-
cavación íntegra de Las Cogotas (Cabré Aguiló,
1932). Sus mismos excavadores trabajaron, en dife-
rentes campañas entre 1932 y 1945, en el de La
Osera, del que solo publicaron su Zona VI (Cabré
Aguiló et alii, 1950). Las demás necrópolis vetto-
nas y la de Las Ruedas no recibieron la visita de los
arqueólogos científicos hasta los años `70 y fueron
trabajos siempre parciales, centrados en una parte
más o menos pequeña de toda la superficie por la
que se debió extender cada necrópolis. Resulta cu-
Fig. 1. Localización geográfica de las necrópolis vacceas y vet- rioso que entre 1930 y 1945 se excavaran el mayor
tonas: (1) Palenzuela, (2) Palencia, (3) Tariego de Cerrato, (4) número de tumbas en el área vettona por parte de
Las Ruedas, (5) Cuéllar, (6) El Picón de la Mora, (7) La Osera,
(8) Las Cogotas, (9) Ulaca, (10) El Raso (11) El Cardenillo, (12)
Juan Cabré, su hija y Antonio Molinero en Las Co-
Pajares, (13) Portaje, (14) Alcántara, (15) Alconétar, (16) La gotas y La Osera -un total de 3843 tumbas-, frente a
Coraja, (17) El Mercadillo y El Romazal, (18) Santa Cruz de la las menos de 600 excavadas entre 1970 y 2007 en
Sierra y (19) Arroyo Manzanas.
El Raso de Candeleda, La Coraja, El Mercadillo, El
En el área vettona encontramos mayor número Romazal I y II, El Castillejo de la Orden, El Carde-
de cementerios. En Ávila, cinco: Las Cogotas, La nillo y Pajares I, II y III.
Osera, El Raso de Candeleda, Los Castillejos de
Al ser, al menos la vettona, una región “con uno
Sanchorreja, Ulaca y, según señala Sánchez More-
de los volúmenes informativos más reveladores del
no (2000: 88), otro probable en Las Cunas de los
total de ámbitos funerarios de la Iberia prerromana”
Moros (Cebreros). Se han excavado las cinco pri-
(Sánchez Moreno, 2000: 103), será interesante ana-
meras, muy desigualmente por cierto, aunque los
lizar preliminarmente qué factores determinan nues-
hallazgos de las excavaciones antiguas de Ulaca
tro conocimiento -y nuestros desconocimientos-.
apenas fueron dados a conocer (Gutiérrez Palacios,
1955), así como de los correspondientes a las inter- 3. Aspectos metodológicos.
venciones de los últimos años solo existen por el Encontramos algunas características comunes de
momento breves noticias (Álvarez-Sanchís y Ruiz naturaleza metodológica que afectan al modo en
Zapatero, 2004: 107; Ruiz Zapatero, 2005: 35-36). que se ha descubierto, primero, y estudiado, des-
319
¿QUÉ HAY -Y NO HAY- DE LAS NECRÓPOLIS DE VETTONES Y VACCEOS? UNA VISIÓN CRÍTICA DEL REGISTRO...

Fig.: 2. Factores que intervienen en la formación del registro arqueológico de estas necrópolis.

pués, este registro. Entre ellas, destacamos las si- congratularnos por contar en el caso vettón con me-
guientes: morias antiguas muy completas, excepcionales para
la época (Cabré Aguiló, 1932 y Cabré Aguiló et
1.-Metodología de excavación: Según se apli-
alii, 1950), que revelan la rigurosidad y el cuidado
que una u otra metodología de excavación, así será
que se puso tanto en los trabajos arqueológicos
la cantidad, la calidad y el tipo de información a la
como en el registro de los datos y que han permiti-
que podamos acceder. No es lo mismo la excava-
do llevar a cabo varios estudios y análisis interpre-
ción en extensión de toda la necrópolis -Las Cogo-
tativos (Álvarez-Sanchís y Ruiz Zapatero, 2001;
tas, La Osera- (Baquedano Beltrán, 2004: 386-389;
Baquedado Beltrán, 2004: 390 ss.; Baquedano Bel-
Cabré Aguiló et alii, 1950: 59 ss.) o en cuadrículas
trán y Escorza, 1995, 1996, 1998 y 2001; Castro
de parte de su superficie -Pajares, El Raso, El Mer-
Martínez, 1986; Celestino Pérez y Martín Bañón,
cadillo, El Romazal I y II- (Celestino Pérez et alii,
1999; González-Tablas Sastre, 1985; Kurtz Schaef-
2000: 35 ss.; Fernández Gómez, 1986 y 1997:
fer, 1987).
533-535 y 12; Hernández Hernández, 1994: 259;
Hernández Hernández y Galán Domingo, 1996: 13 En las más modernas memorias podemos encon-
ss. y 122), que la apertura de algunas zanjas o trin- trar aún más detalladas descripciones de las tumbas
cheras -Las Ruedas- (Sanz Mínguez, 1998: 47 ss.). y de los objetos de ajuar; análisis químicos de los
Las dos primeras metodologías aportan una mejor objetos metálicos; identificación de las ofrendas;
contextualización de los resultados obtenidos y la análisis antropológicos de los huesos cremados, etc.
visualización del “plano” de distribución de las Pero hay casos modernos de necrópolis insuficien-
tumbas. Las trincheras solo pueden ofrecer, como temente divulgadas como La Coraja, (Esteban Orte-
ocurre precisamente en Las Ruedas, la imagen de ga, 1993); El Castillejo de la Orden (Esteban Orte-
un desarrollo cronológico lineal del cementerio des- ga et alii, 1988); y la de El Romazal I, pero sobre
de las tumbas más antiguas a las más modernas, si- todo El Romazal II, a la que solo se dedican breves
tuadas respectivamente en cada uno de los extremos párrafos en la memoria del cementerio de El Merca-
de la zanja (Sanz Mínguez, 1993; 1998: 467 ss.; dillo (Hernández Hernández y Galán Domingo,
1999). 1996: 122). Insuficiencia que se repite en Palenzue-
la (De Castro García, 1971; Martín Valls, 1984: 37
2.-Memorias de excavación: Ya que las me-
ss.), Palencia (López Rodríguez, 1978; Simón y
morias de excavación se extienden desde los años
Nieto, 1948; Taracena Aguirre, 1948) y Tariego de
`30 del siglo XX hasta la actualidad, las diferencias
Cerrato (Castro García y Blanco Ordás, 1975).
en su forma y contenido son notorias. Así pues,
mientras las más antiguas prestan un interés exclusi- 3.- Datación: Como herencia de los primeros
vo por ordenar los materiales de las tumbas crono- trabajos, solo se han manejado cronologías relativas
culturalmente para adscribirlos a una época y un para fechar estos conjuntos. Esto se traduce en hor-
pueblo prerromano determinados, los estudios ac- quillas temporales muy amplias, que a veces abar-
tuales se centran más bien en la sociedad e ideolo- can más de uno, dos o tres siglos, para algunas de
gía a partir del análisis sistemático de los ajuares y las tipologías de los objetos hallados. Una impreci-
las expresiones funerarias. No obstante, debemos sión que no tiene mucho que envidiar a los errores
320
JUAN FRANCISCO M. CORBÍ

vertidos por el C-14 en estos contextos recientes y ba las tumbas en su interior (Fernández Gómez,
que no impide hacer algunas mediciones absolutas, 1986 y 1997: 764 y 115), igual que en La Coraja
como en Pajares, para refrendar la cronología relati- (Esteban Ortega, 1993: 72-73) o El Castillejo de la
va propuesta (Celestino Pérez et alii, 2000: 86). Orden (Esteban Ortega et alii, 1988: 88). Esa ten-
dencia a las agrupaciones contemporáneas de tum-
4.-Superficie cementerial, espacio excavado y
bas se ha relacionado repetidamente con grupos fa-
por excavar: En general, estos cementerios han
miliares y la organización gentilicia que supuesta-
sido estudiados en una muy pequeña parte. De las 4
mente caracterizó a las sociedades vettona y vaccea
ha de superficie de Las Ruedas solo se han excava-
(Martín Valls, 1984: 44-45; Baquedano, 2007:
do unos 600 metros cuadrados, descubriéndose 147
167).
tumbas frente a las entre sesenta mil y cien mil que
debió albergar el lugar (Sanz Mínguez y Romero Quizá hubiese más orden del que nos parece,
Carnicero, 2008: 7). Dentro del amplio espacio que pues para La Osera se ha señalado que las tumbas
se le supone a la necrópolis de El Raso, entre el po- se colocaron diseñando seis zonas de planta geomé-
blado y las orillas del Tiétar, solo conocemos 125 trica cada una (Baquedano Beltrán y Escorza,
tumbas frente a las cientos de tumbas perdidas por 2001). Además, al menos en lo que se refiere a su
las acciones clandestinas (Fernández Gómez, 1986: Zona I, teniendo en cuenta los tipos de tumbas, los
530). Son ejemplos que ilustran la información que ajuares que las componen evidenciando diferentes
nos queda por conocer o que hemos perdido, junto status sociales y la localización concreta de cada
a las necrópolis que no se han excavado y el núme- tipo de tumba en el espacio de dicha zona, se ha
ro aun insuficiente de tumbas con que contamos. comprobado que las tumbas se dispusieron de modo
que en que un individuo, según su condición social,
4. Aspectos rituales.
tenía su lugar de enterramiento (Baquedano y Es-
La sistematización de los aspectos rituales con- corza, 1996). Parece, por otro lado, que el cemente-
cretos que presentan estas necrópolis nos permitirá rio de El Romazal I estaba orientado hacia el Este
conocer la diversidad de expresiones y prácticas fu- (Hernández Hernández, 1994: 259), dato relevante
nerarias de la Meseta Occidental en la II Edad del si se considera la importancia del Sol en la cultura y
Hierro. Destacan, entre otros, los siguientes: religiosidad célticas. Además, el empedrado tumu-
1.-Localización: La gran mayoría se encuentran lar B de El Mercadillo presenta sus cuatro vértices
en lugares llanos o amesetados, fácilmente accesi- orientados hacia los cuatro puntos cardinales (Her-
bles desde el poblado pues suelen encontrarse en el nández Hernández y Galán Domingo, 1996: 19;
camino de entrada al mismo, a no más de 300 me- Hernández Hernández y Rodríguez López, 1990,
tros de distancia de su puerta principal por regla ge- 72). Por su parte, en la necrópolis de Palenzuela las
neral. Raramente las encontramos en zonas de terre- tumbas y estelas estaban ordenadas linealmente a lo
no accidentado como Las Cogotas (Cabré Aguiló, largo de su superficie y separadas a distancias regu-
1932: 11-12) o escarpadas, de difícil acceso, aleja- lares (De Castro García, 1971: 14); y en la de Pa-
das del poblado y de casi nula visibilidad desde éste lencia parece que había zonas concretas reservadas
como ocurre en El Romazal I (Hernández Hernán- para cada tipo de ajuar, o sea, para cada una de las
dez, 1994: 259), en Tariego de Cerrato -separada identidades socioeconómicas desarrolladas entre los
del castro por el Pisuerga- (De Castro García y vivos (López Rodríguez, 1978: 194, 197). En La
Blanco Ordás, 1975: 128) y Palenzuela -a 1 kilóme- Osera se ha demostrado también la colocación de
tro del castro- (Martín Valls, 1984: 37). Quizá Paja- las estelas y los enterramientos de cabezas cortadas
res y El Cardenillo fuesen recintos cerrados por mu- marcando las posiciones del Sol en los solsticios de
ros de piedra (Celestino Pérez et alii, 2000: 83; verano e invierno, coincidiendo además con las
González Cordero et alii, 1990: 131). fiestas más importantes del calendario celta y refle-
jando sobre el “plano” de la necrópolis la constela-
Puede que cerca de un mismo poblado haya más ción de Orión. Ello, y algún otro trabajo reciente,
de un cementerio. Ello sucede en Villasviejas del apuntan a la existencia de sacerdotes especialistas
Tamuja (Hernández Hernández, 1991; Hernández en la lectura de los fenómenos celestes (Baquedano
Hernández y Galán Domingo, 1996: 111 ss.) y en y Escorza, 1998; Pérez Gutiérrez, 2007).
Padilla de Duero -Pintia- con Las Ruedas y Carra-
laceña (Sanz Mínguez et alii, 1993). Son datos que confirman pues que la Arqueoas-
tronomía, menos desarrollada que en otros países
2.-Distribución de las tumbas: Se puede ob- (Cerdeño et alii, 2006), debe seguir presente en las
servar si las tumbas siguen un orden originalmente agendas de investigación por el interés que suscitan
prediseñado en su localización dentro de los cemen- los resultados obtenidos (Belmonte, 2002; García
terios y qué patrón pudo regir tal distribución. En Quintela y Santos Estévez, 2004; Pérez Gutiérrez,
El Raso existen varios núcleos o sectores funera- 2007; Rodríguez-Caderot et alii, 2006).
rios, pero para su excavador ningún patrón ordena-
321
¿QUÉ HAY -Y NO HAY- DE LAS NECRÓPOLIS DE VETTONES Y VACCEOS? UNA VISIÓN CRÍTICA DEL REGISTRO...

3.-Agua y vientos: Conociendo la importancia cía y Blanco Ordás, 1975: 128; Fernández Gómez,
del agua y del viento en la cultura y rituales celtibé- 1997: 15 ss.; Hernández Hernández y Galán Do-
ricos (Sopeña Genzor, 2004: 88), resulta relevante mingo, 1996: 18 ss.; López Rodríguez, 1978:
que estas necrópolis se sitúen muy cerca de cursos 194-197). Llaman la atención los túmulos naturales
de agua. Lo más frecuente es que estén en torno a intencionalmente recortados y coronados por círcu-
cauces de arroyos y gargantas, de curso regular o los de piedras que albergaban los enterramientos en
irregular, como en La Osera, El Raso, Pajares, El Pajares (Celestino Pérez et alii, 2000: 86) y los ce-
Castillejo de la Orden o Las Ruedas. En los casos notafios de La Osera, El Castillejo de la Orden, El
en que existe un río propiamente dicho, el poblado Raso, Sanchorreja o Las Ruedas (Cabré Aguiló et
se localiza río arriba y la necrópolis río abajo lógi- alii, 1950: 62; Esteban Ortega et alii, 1988: 14;
camente, tal y como se observa en Las Cogotas. Fernández Gómez, 1986: 766; González-Tablas
Sastre, 1990: 26; Sanz Mínguez y Romero Carnice-
El dato de la orientación de los vientos no apa-
ro, 2007 y 2008: 72-73 y 6).
rece en las memorias de excavación, a pesar de que
constituye un argumento relevante para poder en- 5.-Estelas: Mientras que en El Raso o en San-
contrar, confirmar, rebatir o suponer la localización chorreja no se han encontrado evidencias de estelas
de los ustrina en espacios donde los vientos y ma- (Fernández Gómez, 1986: 764; González-Tablas
los olores no molestaran a los habitantes de los po- Sastre, 1990: 27), en La Osera aparecen señalando
blados. Mediante su excavación podríamos conocer solamente cada una de las seis zonas de enterra-
cómo eran y se construían estas piras y cómo se miento del cementerio (Baquedano y Escorza,
efectuaban las cremaciones (Pereira Sieso, 2001). 1998: 88-89). Gracias al seguimiento de las tareas
agrícolas, en Las Ruedas se han registrado unas 100
No se ha excavado ningún ustrinum y en algu-
en su lugar original frente a 400 descontextualiza-
nos casos se supone su localización en áreas espe-
das (Sanz Mínguez et alii, 2006: 67-68). En efecto,
cialmente ricas en concentraciones de cenizas,
la señalización de al menos una parte de las tumbas
como en Las Cogotas, La Osera, Sanchorreja o Las
cuenta con ejemplos en Las Cogotas, Pajares II, Pa-
Ruedas (Cabré Aguiló, 1932: 17; Cabré Aguiló et
lenzuela, El Romazal I y Las Ruedas (Cabré Agui-
alii, 1950: 163; González-Tablas Sastre, 1990: 43,
ló, 1932: 15; Celestino Pérez et alii, 2000: 82-83 y
45-46; Sanz Mínguez y Romero Carnicero, 2007:
86; De Castro García, 1971: 14; Hernández Her-
73). En Pajares II o La Coraja no se han encontrado
nández, 1994: 261; Sanz Mínguez y Romero Carni-
evidencias claras pero sus excavadores proponen
cero, 2007: 70-71). Lo que parece claro es que
posibles zonas en que pudieron situarse (Celestino
hubo más tumbas que estelas, es decir, que el uso
Pérez et alii, 2000: 84; Esteban Ortega, 1993: 72).
de éstas no se aplicaba a todos los enterramientos
Aunque en La Osera se encontraran también algu-
de un mismo cementerio, y que ello podría implicar
nas tumbas rodeadas de lechos de cenizas, testimo-
la pertenencia del difunto enterrado con estela a un
nio de cremaciones in situ -busta- (Cabré Aguiló et
status social concreto, o bien el uso de éstas en un
alii, 1950: 63), los ustrina parecen lo más generali-
espacio de tiempo muy breve (Sanz Mínguez y Es-
zado.
cudero Navarro, 1994: 171-172).
4.-Tipología de las tumbas: En cuando a su ti-
6.-Ofrendas: Especial singularidad tienen los
pología, las tumbas presentan una cierta diversidad
estudios sobre los restos faunísticos y los conteni-
pudiéndose encontrar más de un modelo en una
dos de los vasos de ofrendas colocados en las tum-
misma necrópolis. El elemento básico que aparece
bas de Las Ruedas. Solo conocemos los resultados
en todos los cementerios es el habitual hoyo o pe-
de los análisis de 85 recipientes cuyas tipologías se
queño rebaje del terreno, más o menos profundo y
corresponden en cada caso con determinadas ofren-
ancho, en que se colocan las urnas mejor o peor
das cárnicas o de bebidas, especialmente vino, pero
protegidas. También se aprovecharon oquedades
también productos lácteos y/o derivados, cerveza,
naturales en el sustrato o se buscaba la roca madre
ungüentos o aceites perfumados entre otros (Sanz
para la colocación de las urnas, como se observa en
Mínguez et alii, 2003: 151-153). Así pues, a partir
Pajares II y El Romazal I (Celestino Pérez et alii,
de la vinculación del vino y la carne en tumbas de
2000: 82; Hernández Hernández, 1994: 259-260).
guerreros y sus familiares, puede discutirse sobre el
En otros casos, se recurrió al uso de túmulos y em-
consumo del vino y la realización de posibles ban-
pedrados tumulares como los de La Osera con tum-
quetes funerarios entre los Vacceos; la recepción de
bas bajo, entre o sobre los mismos (Cabré Aguiló et
costumbres y hábitos foráneos por parte de los
alii, 1950: 65), o bien tumbas en hoyo cubiertas por
miembros más destacados de la sociedad y el uso
amontonamientos de piedras de aspecto tumular
de las ofrendas como definidores de su status social
que presentan una forma definida o irregular, como
(Romero Carnicero y Górriz Gañán, 2007; Sanz
ocurre en Tariego de Cerrato, el sector Guijas B de
Mínguez et alii, 2003: 158 ss.), así como del carác-
El Raso, El Mercadillo o Palencia (De Castro Gar-
ter protector de determinados animales acompañan-
322
JUAN FRANCISCO M. CORBÍ

tes hacia la otra vida según se plantea en Numancia Andreotti y Mora Serrano, 2004; Curià et alii,
(Jimeno et alii, 2004: 329). 2001; Díaz-Andreu et alii, 2005; Ruiz Zapatero y
Álvarez-Sanchís, 2002) y su reflejo no solo en las
7.-Ajuares: La lectura social de los ajuares en
tumbas sino también en los poblados.
estos cementerios ha venido determinada por la ma-
yor o menor presencia de armas y, con la ayuda de 5. Conclusiones.
las tardías fuentes clásicas, el dibujo de una organi- De esta forma, podemos comprobar preliminar-
zación social fuertemente jerarquizada y guerrera mente nuestro nivel de conocimiento sobre la muer-
(Almagro-Gorbea y Lorrio, 2005). No puede negar- te entre Vettones y Vacceos y cómo los factores na-
se la importancia de los conjuntos armamentísticos, turales e históricos que comentábamos en nuestra
al menos, en las necrópolis abulenses, además de introducción lo han determinado y matizado.
Las Ruedas, El Castillejo de la Orden o El Romazal
I. La zona excavada en Las Ruedas, de ricos ajuares Por un lado, hemos de reconocer que el número
(Sanz Mínguez y Romero Carnicero, 2007: 69), se de tumbas recuperadas en la mayoría de estos ce-
propone como lugar de enterramiento de una parte menterios -15 en El Castillejo de la Orden, 46 en El
de la población especialmente rica y seguramente Mercadillo, 40 en Pajares, 147 en Las Ruedas ó las
dedicada a la guerra y sus emparentados (Sanz Mín- 125 de El Raso- no puede considerarse representati-
guez, 1993 y 1998: 374 y 503). En las necrópolis vo de la sociedad que allí se enterró.
abulenses se ha observado una cierta gradación so- Por otro lado, se desconocen aspectos como la
cial entre guerreros de diferente status, artesanos, localización y características de los ustrina, los ti-
mujeres y hombres campesinos y gentes del común pos de ofrendas animales y/o de bebidas, o el signi-
o, incluso, siervos que establecerían entre sí diver- ficado de las diversas expresiones funerarias y de la
sas relaciones de parentesco, de dominación o de distribución de las tumbas y organización de los ce-
servicio a la comunidad (Castro Martínez, 1986; menterios. Con los análisis antropológicos y de
González-Tablas Sastre, 1985; Martín Valls, ADN y la investigación sobre las identidades y rela-
1986-87: 75-76; Ruiz Zapatero, 2007: 69-70). El ciones económicas y políticas que se pudieron esta-
Castillejo de la Orden y El Romazal I, por su eleva- blecer en el seno de estas comunidades, podría al-
da proporción de armas, así como El Mercadillo, canzarse un conocimiento más ajustado de estas.
por el elevado número de mujeres en sus tumbas, se
han descrito como espacios reservados a una sola No se puede decir que nada se ha avanzado,
parte o status de la comunidad (Álvarez-Sanchís, pues estamos ante una de las regiones que ha recibi-
2003: 299). Ello frente a la relativa inexpresividad do una relativamente destacada atención desde hace
de necrópolis como El Mercadillo, Pajares o La Co- décadas (Ruiz Zapatero, 2004). Pero para saber más
raja, pobres en armas pero ricas en influencias y sobre la muerte entre Vettones y Vacceos sería de-
contactos con el mundo turdetano e ibérico. seable (1) un registro arqueológico más amplio; (2)
el desarrollo y la aplicación de nuevas analíticas a
Además de valorar si existió algún patrón que los datos y materiales disponibles que permitan
relacionara las zonas en que se encuentran las tum- comprobar, matizar o revisar las conclusiones ya
bas, los modelos de enterramiento elegidos, las ca- aceptadas; y (3) reconocer nuestras lagunas de co-
racterísticas de los ajuares y el status, edad y sexo nocimiento actuales para paliarlas en intervenciones
de los difuntos, no estaría de más someter a las arqueológicas futuras más completas.
fuentes clásicas a un análisis crítico e insistir en su
correcta articulación con la información procedente
de las excavaciones arqueológicas (Ruiz Zapatero, 6. Bibliografía.
2007: 67). En Numancia, por otro lado, los restos ALMAGRO-GORBEA, M. Y LORRIO ALVARADO, A. J.
óseos humanos cremados son fuente de información 2005 “War and society in the Celtiberian World”, The
paleodietética y las diferencias en la dieta se han in- Celts in the Iberian Peninsula, e-keltoi. Journal of
Interdisciplinary Celtic Studies, 6: 73-112.
tentado relacionar con ajuares -o niveles sociales- y ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.
áreas de enterramiento diferentes (Jimeno et alii, 1990 “La formación del registro arqueológico: las necró-
2004: 331 ss.). Los análisis antropológicos y de polis celtibéricas del Alto Duero-Alto Jalón”, en
BURILLO MOZOTA, F. (coord.): Necrópolis cel-
ADN sobre dichos huesos nos permitirían diferen- tibéricas. II Simposio sobre los Celtíberos,
ciar grupos de población genéticamente relaciona- 337-341, Institución Fernando el Católico, Zarago-
dos, así como sus patrones de movilidad (Haselgro- za.
2003 Los Vettones, Real Academia de la Historia, Ma-
ve et alii, 2001: 14), el sexo y la edad de los difun- drid.
tos y, en efecto, corroborar o desestimar la idea de ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R. y RUIZ ZAPATERO, G.
que estos cementerios se estructuraban en función 2001 “Cementerios y asentamientos: bases para una de-
mografía arqueológica de la Meseta en la Edad del
de los grupos familiares. Todo ello sin olvidar pers- Hierro”. L. BERROCAL-RANGEL y P. GARDES
pectivas tan estimulantes como las identidades polí- (eds.): Entre Celtas e Íberos. Las poblaciones pro-
ticas, de clase, género o etnia (Arnold, 1995; Cruz tohistóricas de las Galias e Hispania, 61-75, Ma-
323
¿QUÉ HAY -Y NO HAY- DE LAS NECRÓPOLIS DE VETTONES Y VACCEOS? UNA VISIÓN CRÍTICA DEL REGISTRO...

drid: Real Academia de la Historia. CERDEÑO, Mª. L.; RODRÍGUEZ-CADEROT, G.; MOYA,
2004 “Ulaca, la gran ciudad fortificada de los Vettones”, P. R.; IBARRA, A. y HERRERO, S.
La Aventura de la Historia, 72: 104-107. 2006 “Los estudios de Arqueoastronomía en España: es-
ARNOLD, B. tado de la cuestión”, Trabajos de Prehistoria,
1995 “`Honorary males´ or women of substance? 63(2): 13-34.
Gender, status and power in Iron Age temperate CRUZ ANDREOTTI, G. y MORA SERRANO, B.
Europe”, Journal of European Archaeology, 3(2): 2004 Identidades étnicas-identidades políticas en el
153-168. mundo prerromano hispano, Universidad de Mála-
BAQUEDANO BELTRÁN, I. ga, Málaga.
1996 “Elementos de filiación mediterránea en Ávila du- CURIÀ, E.; MASVIDAL, C. y PICAZO, M.
rante la I y II Edad del Hierro”, Boletín de la Aso- 2001 “Desigualdad política y prácticas de creación y
ciación Española de Amigos de la Arqueología, mantenimiento de la vida en la Iberia septentrio-
36: 73-90. nal”, en GONZÁLEZ MARCÉN, P. (ed.): Espa-
2004 “El descubrimiento y las excavaciones del castro cios de género en Arqueología. Arqueología espa-
de la Mesa de Miranda y de su necrópolis de La cial, 22: 107-122.
Osera (Chamartín, Ávila)”. J.BLÁNQUEZ PÉREZ DE CASTRO GARCÍA, L.
y B. RODRÍGUEZ NUERE (coords.): El arqueó- 1971 La necrópolis de Pallantia, I. G. Diario-Día, Pa-
logo Juan Cabré (1882-1947): la fotografía como lencia.
técnica documental, 385-394. Madrid: UAM. DE CASTRO GARCÍA, L. y BLANCO ORDÁS, R.
2007 “Perspectivas ante el más allá: las necrópolis vetto- 1975 “El castro de Tariego de Cerrato (Palencia)”, Pu-
nas”, en BARRIL VICENTE, M. y GALÁN DO- blicaciones de la Institución Tello Téllez de Mene-
MINGO, E. (coords.): Ecos del Mediterráneo: el ses, 35: 55-138.
mundo ibérico y la cultura vettona, pp. 167-172, DÍAZ-ANDREU, M.; LUCY, S.; BABIC, S. y EDWARDS,
Institución Gran Duque de Alba, Ávila. D. N.
BAQUEDANO BELTRÁN, I. y ESCORZA, C. M. 2005 The archaeology of identity: approaches to
1995 “La estadística y su aplicación en Arqueología. El gender, age, status, ethnicity and religion, Rout-
ejemplo de las necrópolis vettonas”, Revista de Ar- ledge, London.
queología, 176: 26-37. ESTEBAN ORTEGA, J.
1996 “Distribución espacial de una necrópolis de la II 1993 “El poblado y la necrópolis de `La Coraja´, Aldea-
Edad del Hierro: la Zona I de La Osera en Chamar- centenera – Cáceres”, El proceso histórico de la
tín de la Sierra, Ávila”, Complutum, 7: 175-194. Lusitania Oriental en época prerromana y roma-
1998 “Alineaciones astronómicas en la necrópolis de la na, Cuadernos emeritenses, 7: 55-112.
Edad del Hierro de La Osera (Chamartín de la Sie- ESTEBAN ORTEGA, J.; SÁNCHEZ ABAL, J. L. y FER-
rra, Ávila)”, Complutum, 9: 85-100. NÁNDEZ CORRALES, J. Mª.
2001 “Estructuras y formas en la distribución de las se- 1988 La necrópolis del castro del Castillejo de la Or-
pulturas de la necrópolis de La Osera (Ávila)”, en den, Alcántara (Cáceres), Consejería de Educa-
GARCÍA HUERTA, R. y MORALES HERVÁS, ción y Cultura, Cáceres.
F. J. (coords.): Arqueología funeraria: las necró- FERNÁNDEZ GÓMEZ, F.
polis de incineración, pp. 285-292, Universidad de 1986 Excavaciones arqueológicas en El Raso de Can-
Castilla-La Mancha, Cuenca. deleda (II), Institución Gran Duque de Alba, Ávila.
BELMONTE, J. A. 1997 La necrópolis de la Edad del Hierro de “El Raso”
2002 “Los Toros de Guisando y los santuarios ibéricos”, (Candeleda, Ávila), “Las Guijas, B”, Junta de
en BELMONTE, J. A. y HOSKIN, M.: Reflejo del Castilla y León, Zamora.
Cosmos: Atlas de Arqueoastronomía del Medite-
GARCÍA QUINTELA, M. V. y SANTOS ESTÉVEZ, M.
rráneo antiguo, pp. 103-107, Equipo Sirius, Ma-
2004 “Alineación arqueoastronómica en A Ferradura
drid.
(Amoeiro-Ourense)”, Complutum, 15: 51-74.
CABRÉ AGUILÓ, J. GONZÁLEZ CORDERO, A.; HERNÁNDEZ LÓPEZ, M.;
1932 Excavaciones de Las Cogotas, Cardeñosa (Ávila),
CASTILLO CASTILLO, J. y TORRES NÚÑEZ, N.
II. La necrópolis, Junta Superior de Excavaciones
1990 “Las necrópolis del Cardenillo y de Pajares en Ma-
y Antigüedades 120, Tipografía de Archivos, Ma-
drigal de la Vera y Villanueva de la Vera
drid.
(Cáceres). La influencia meseteña al norte de Ex-
CABRÉ AGUILÓ, J.; CABRÉ DE MORÁN, E. y MOLINE-
tremadura”, Studia Zamorensia, XI: 129-160.
RO PÉREZ, A. GONZÁLEZ-TABLAS SASTRE, F. J.
1950 El castro y la necrópolis del Hierro Céltico de 1985 “La necrópolis de Trasguija: aproximación al estu-
Chamartín de la Sierra (Ávila), Acta Arqueológica dio de la estructura social de Las Cogotas”, Norba,
Hispánica V, Diana Artes Gráficas, Madrid. 6: 43-50.
CASTRO MARTÍNEZ, P. V. 1990 La necrópolis de “Los Castillejos” de Sanchorre-
1986 “Organización espacial y jerarquización social en ja. Su contexto histórico, Acta Salmanticensia 69,
la necrópolis de Las Cogotas (Ávila)”, Arqueolo- Salamanca.
gía espacial, 9: 127-137.
GUTIÉRREZ PALACIOS, A.
CELESTINO PÉREZ, S. y MARTÍN BAÑÓN, A. 1955 “Resumen de la campaña de excavaciones de 1950
1999 “Las relaciones culturales entre Cogotas y el me- en Ulaca (Solosancho), Noticiario Arqueológico
diodía peninsular: el yacimiento de Pajares (Villa- Hispánico, II: 195-196.
nueva de la Vera, Cáceres)”, en BUENO RAMÍ- HASELGROVE, C.; ARMIT, I.; CHAMPION, T.;
REZ, P. y DE BALBÍN BERHMANN, R. (eds.): II
CREIGHTON, J.; GWILT, A.; HILL, JD.; HUNTER, F. y
Congreso de Arqueología Peninsular, vol. 3, pp.
WOODWARD, A.
357-364, Fundación Rei Afonso Henriques, Zamo-
2001 Understanding the British Iron Age. An agenda
ra.
for action, The Trust for Wessex Archaeology Ltd,
CELESTINO PÉREZ, S.; MARTÍN BAÑÓN, A. y BLAN-
Trowbridge.
CO FERNÁNDEZ, J. L.
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F.
2000 “La necrópolis II de Pajares”, en CELESTINO PÉ-
1991 “Las necrópolis del poblado de Villasviejas (Cáce-
REZ, S. (ed.): El yacimiento protohistórico de Pa-
res)”, I Jornadas de Prehistoria y Arqueología en
jares, Villanueva de la Vera, Cáceres. I, Las ne-
Extremadura (1986-1990), Extremadura Arqueoló-
crópolis y el Tesoro Áureo, pp. 35-93, Memorias
gica, II: 255-267.
de Arqueología Extremeña 3, Consejería de Cultu-
1994 “La necrópolis de `El Romazal´. Plasenzuela (Cá-
ra de la Junta de Extremadura, Villanueva de la Se-
ceres)”, en MANGAS MANJARRÉS, J. y ALVAR
rena.
324
JUAN FRANCISCO M. CORBÍ

EZQUERRA, J. (eds.): Homenaje a José María la cultura vettona, 67-72. Ávila.


Blázquez, vol. II, pp. 257-270, Ediciones Clásicas, RUIZ ZAPATERO, G. y ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.
Madrid. 2002 “Etnicidad y arqueología: tras la identidad de los
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F. y GALÁN DOMINGO, E. Vettones”, SPAL, 11: 253-275.
1996 La necrópolis de “El Mercadillo” (Botija, Cáce- SÁNCHEZ MORENO, E.
res), Extremadura Arqueológica, VI, Cáceres. 2000 Vettones: historia y arqueología de un pueblo
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F. Y RODRÍGUEZ LÓPEZ, prerromano. Madrid: UAM.
D. SANZ MÍNGUEZ, C.
1990 “Enterramientos de empedrado tumular de la ne- 1990 “Rituales funerarios en la necrópolis celtibérica de
crópolis I de Villasviejas (Cáceres)”, Verdolay, 2: Las Ruedas, Padilla de Duero (Valladolid)”. F.
71-75. BURILLO MOZOTA (coord.): Necrópolis celtibé-
JIMENO, A.; DE LA TORRE, J. I.; BERZOSA, R. Y MAR- ricas. II Simposio sobre los Celtíberos, 159-170,
TÍNEZ, J. P. Institución Fernando el Católico, Zaragoza.
2004 La necrópolis celtibérica de Numancia, Junta de 1993 “Uso del espacio en la necrópolis celtibérica de Las
Castilla y León, Salamanca. Ruedas, Padilla de Duero (Valladolid): cuatro tum-
KURTZ SCHAEFER, W. S. bas para la definición de una estratigrafía horizon-
1987 La necrópolis de Las Cogotas. Volumen I: Ajua- tal”. C. SANZ MÍNGUEZ; Z. ESCUDERO NA-
res. Revisión de los materiales de la necrópolis de VARRO y F. ROMERO CARNICERO (eds.): Ar-
la Segunda Edad del Hierro en la cuenca del queología vaccea: estudios sobre el mundo pre-
Duero (España), B.A.R., Int. Series 344, Oxford. rromano en la cuenca media del Duero, 371-396,
LÓPEZ RODRÍGUEZ, J. R. Junta de Castilla y León, Valladolid.
1978 “La necrópolis de Eras del Bosque (Palencia)”, Pu- 1998 Los Vacceos: cultura y ritos funerarios de un pue-
blicaciones de la Institución Tello Téllez de Mene- blo prerromano del valle medio del Duero. La ne-
ses, 40: 185-205. crópolis de Las Ruedas, Padilla de Duero (Valla-
MARTÍN VALLS, R. dolid), Junta de Castilla y León, Salamanca.
1982 “La necrópolis del castro de Yecla de Yeltes. Datos 1999 “Indigenismo y romanización en el cementerio
arqueológicos y epigráficos para su estudio·, Zeph- vacceo de Las Ruedas, Padilla de Duero (Vallado-
yrus, 34-35: 181-201. lid)”, en BUENO RAMÍREZ, P. y DE BALBÍN
1984 “I - Prehistoria palentina”, en GONZÁLEZ GON- BERHMANN, R. (coords.): II Congreso de Ar-
ZÁLEZ, J. (coord.): Historia de Palencia, vol. 1. queología Peninsular, vol. 4: 51-63.
Edades Antigua y Media, pp. 15-53, Diputación SANZ MÍNGUEZ, C. y ESCUDERO NAVARRO, Z.
Provincial de Palencia, Madrid. 1994 “Las estelas del cementerio vacceo de Las Ruedas,
1986-87 “La Segunda Edad del Hierro: consideraciones so- Padilla de Duero (Valladolid)”, en DE LA CASA
bre su periodización”, Zephyrus, 39-40: 59-86. MARTÍNEZ, C. (coord.): V Congreso Internacio-
PEREIRA SIESO, J. nal de Estelas Funerarias, vol. 1: 165-178.
2001 “El registro arqueológico de las cremaciones, una SANZ MÍNGUEZ, C.; GÓMEZ PÉREZ, A. y ARRANZ
fuente para la reconstrucción del ritual funerario”. MÍNGUEZ, J. Á.
R. GARCÍA HUERTA y F.J. MORALES HER- 1993 “La necrópolis vaccea de Carralaceña, un nuevo
VÁS (coords.): Arqueología funeraria: las necró- conjunto funerario del complejo arqueológico Pa-
polis de incineración, 11-35, Universidad de Cas- dilla-Pesquera de Duero (Valladolid), Numantia, 4:
tilla-La Mancha, Cuenca. 129-147.
PÉREZ GUTIÉRREZ, M. SANZ MÍNGUEZ, C.; MARCO SIMÓN, F.; BELTRÁN
2007 Astronomía de la Edad del Hierro peninsular. LLORIS, F. y VELASCO VÁZQUEZ, J.
Orientaciones astronómicas en los castros celtas 2006 “Nuevos datos para la contextualización de las es-
de la provincia de Ávila. Tesis doctoral inédita. telas funerarias discoides en Pintia (Padilla de
Universidad de Salamanca-Escuela Politécnica Su- Duero, Valladolid)”, O Arqueólogo Português, Su-
perior de Ávila. plemento 3: 63-91.
RODRÍGUEZ ALMEIDA, E. SANZ MÍNGUEZ, C. y MARTÍN VALLS, R.
1955 “Contribución al estudio de los castros abulenses”, 2001 “Los Vacceos”, en Celtas y Vettones, pp. 315-325,
Zephyrus, 6: 257-274. Real Academia de la Historia, Madrid.
RODRÍGUEZ-CADEROT, G.; CERDEÑO, Mª. L.; FOL- SANZ MÍNGUEZ, C. y ROMERO CARNICERO, F.
GUEIRA, M. y SAGARDOY, T. 2007 “Pintia, un oppidum en el extremo oriental de la
2006 “Observaciones topoastronómicas en la Zona Ar- Región Vaccea”, en SANZ MÍNGUEZ, C. y RO-
queológica de El Ceremeño (Herrería, Guadalaja- MERO CARNICERO, F. (eds.): En los extremos
ra), Complutum, 17: 133-143. de la Región Vaccea, 59-77, Caja España, León.
ROMERO CARNICERO, F. y GÓRRIZ GAÑÁN, C. 2008 “Campaña XVIII (2007) de excavaciones arqueoló-
2007 “Banquete y consumo del vino entre los vacceos” gicas en Pintia (Padilla de Duero/Peñafiel)”, Vac-
C. SANZ MÍNGUEZ y F. ROMERO CARNICE- cea Anuario, 1: 6-12.
RO (eds.): En los extremos de la Región Vaccea, SANZ MÍNGUEZ, C.; VELASCO VÁZQUEZ, J.; CENTE-
111-114, Caja España, León. NO CEA, I.; J.I. TRESERRAS, J. Y MATAMALA, J. C.
ROMERO CARNICERO, F. y SANZ MÍNGUEZ, C. 2003 “Escatología vaccea: nuevos datos para su com-
2007 “Trigo, adobes, hierro y ciudades. Los vacceos en prensión a través de la analítica de residuos”, en
los inicios de la Historia”. C. SANZ MÍNGUEZ y SANZ MÍNGUEZ, C. y VELASCO VÁZQUEZ, J.
F. ROMERO CARNICERO (eds.): En los extre- (eds.): Pintia. Un oppidum en los confines orien-
mos de la Región Vaccea,, 15-41, Caja España, tales de la región vaccea. Investigaciones arqueo-
León. lógicas vacceas, romanas y visigodas
RUIZ ZAPATERO, G. (1999-2003), 145- 171, Universidad de Valladolid.
2004 “La construcción de la `Cultura de Las Cogotas´”. SIMÓN Y NIETO, F.
J. BLÁNQUEZ PÉREZ y B. RODRÍGUEZ NUE- 1948 “Noticia de una necrópolis romana y de un bosque
RE (eds.): El arqueólogo Juan Cabré sagrado (Palencia)”, Archivo español de Arqueolo-
(1882-1947). La fotografía como técnica docu- gía, 70: 146-164.
mental, 195-219. Madrid: I.P.H.E. SOPEÑA GENZOR, G.
2005 El castro de Ulaca. Solosancho, Ávila, Cuadernos 2004 “El mundo funerario celtibérico como expresión de
de Patrimonio Abulense 3. Ávila. un ethos agonístico”, Historiae, 1: 56-107.
2007 “Imágenes de la sociedad prerromana: Vettones”. TARACENA AGUIRRE, B.
M. BARRIL VICENTE y E. GALÁN DOMINGO 1948 “La necrópolis romana de Palencia”, Archivo es-
(eds.): Ecos del Mediterráneo: el mundo ibérico y pañol de Arqueología, 70: 144-146.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 325-328

LOS ORÍGENES DEL URBANISMO EN CENTROEUROPA:


NUEVAS INVESTIGACIONES SOBRE LOS “CENTROS
PRINCIPESCOS” DEL HALLSTATT FINAL

Manuel A. Fernández Götz


Departamento de Prehistoria, UCM; mafernandez@ghis.ucm.es

RESUMEN

Una de las temáticas que viene suscitando mayor interés en la investigación de la Edad del Hierro de
la Europa Templada es la de los orígenes del urbanismo. Tradicionalmente este fenómeno ha sido vinculado
al surgimiento de los oppida de finales del periodo de La Tène (siglos II-I a. C.). Sin embargo, el desarrollo en
los últimos años de sendos proyectos de investigación a gran escala en Francia y Alemania, centrados en el
análisis de los procesos de centralización que caracterizaron a la cultura hallstáttica occidental durante los si-
glos VI y V a. C., está permitiendo una reevaluación crítica de numerosos postulados tradicionales. En esta
breve contribución se presente ofrecer un acercamiento a algunos de los resultados más destacados obtenidos
hasta la fecha en yacimientos como Heuneburg, Ipf o Mont Lassois. Finalmente, se reflexiona sobre la necesi-
dad de repensar el propio concepto de “ciudad” protohistórica.

ABSTRACT

Research on Iron Age Temperate Europe is seeing an increasing interest in the origins of urbanism.
Such phenomenon was traditionally linked to the rise of oppida at the end of the La Tène period (II-I c. BC).
However, the development over the past few years of large-scale research projects in France and Germany, fo-
cusing on centralization processes in the West Hallstatt Culture in the 6th and 5th centuries BC, is making it
possible to critically reevaluate many traditional statements. This brief contribution is an attempt to approach
some of the most outstanding results obtained to date in such sites as Heuneburg, Ipf or Mont Lassois. Finally
I shall propose some reflections on the need to rethink the very concept of a protohistoric “city”.

Palabras Clave: Hallstatt D. Procesos de centralización. Urbanismo. Concepto de “ciudad”.

Keywords: Hallstatt D. Processes of centralization. Urbanism. Concept of “city”.

1. ¿Primeras ciudades al norte de los Al- bían sido largo tiempo subestimados (Bofinger et
pes? al. 2006; Krausse 2008). De este modo, en la actua-
Uno de los aspectos que viene generando mayor lidad existen argumentos para plantear una primera
interés en las agendas investigadoras del I milenio emergencia de centros urbanos al norte de los Alpes
a. C. es el de los fenómenos urbanos en el Mundo durante los siglos VI y V a. C.
Antiguo. En lo referente a la Europa Templada, tra- 2. Las “residencias principescas”: nuevas
dicionalmente se ha venido asumiendo que los pri- investigaciones
meros núcleos poblacionales susceptibles de recibir
Antes de comenzar este apartado resulta obliga-
el calificativo de “ciudades” eran los oppida de fi-
do señalar que en la presente contribución no se
nales del periodo de La Tène. Un buen ejemplo de
aborda el controvertido debate sobre la estructura
esta interpretación, firmemente enraizada entre bue-
social y política de las comunidades del Hallstatt fi-
na parte de los especialistas, es el título del libro de
nal (Fernández Götz e. p.), sino que únicamente se
J. Collis Oppida. Earliest Towns North of the Alps
presentan de forma ciertamente sucinta algunos de
(1984). Sin embargo, en los últimos años el desa-
los descubrimientos arqueológicos más relevantes
rrollo de sendos proyectos de investigación a gran
de los últimos años. Para ello se han escogido cinco
escala en Alemania (Krausse 2004, 2008) y Francia
de los principales asentamientos del periodo: por un
(Brun y Chaume 2005) está obligando a reconside-
lado, los yacimientos alemanes de Heuneburg, Ipf y
rar la importancia de los famosos Fürstensitze
Glauberg; y por otro, los franceses de Mont Lassois
(“centros principescos”) del Hallstatt final (Fernán-
y Bourges.
dez Götz 2007). En efecto, los importantes descu-
brimientos realizados hasta la fecha están permi- Pese a tratarse del Fürstensitz mejor conocido,
tiendo un salto cualitativo y cuantitativo en el cono- Heuneburg es también el que ha aportado las ma-
cimiento de estos asentamientos, permitiendo así re- yores novedades. Entre ellas hay que destacar en
conocer que su verdadero tamaño e importancia ha- primer lugar los nuevos datos sobre la extensión del

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
326
MANUEL A. FERNÁNDEZ GÖTZ

asentamiento. Si según la imagen tradicional este llevado a plantear la existencia de un gran santuario
yacimiento estaba compuesto por una parte superior que pudo llegar a tener importancia suprarregional,
de 3 Ha y un asentamiento exterior cercano a las 10 interpretación que se está viendo ampliada gracias a
Ha, las investigaciones más recientes permiten ci- los estudios arqueoastronómicos desarrollados en
frar su extensión en cerca de 100 Ha (Kurz 2007). los últimos años (Baitinger y Herrmann 2007; Herr-
Por otro lado, la datación dendrocronológica de mann 2005).
maderas encontradas en uno de los fosos defensivos
ha establecido fechas de inicios del siglo VI a. C.
(Bofinger et al. 2006: 22-23), lo que subraya el ori-
gen tardohallstáttico de estas fortificaciones y abre
nuevas perspectivas sobre los complejos defensivos
de otros yacimientos que, por falta de investigacio-
nes, habían sido clasificados en principio como
“medievales”. Finalmente, el descubrimiento de una
gran puerta monumental con zócalo de piedra (Fig.
1) constituye un nuevo hito en la investigación de
este yacimiento paradigmático (Kurz 2008).

Fig. 2: Glauberg. Localización del conjunto heroon – tú-


mulo – vía procesional, así como del sistema de fosos y
terraplenes adyacentes (según Herrmann 2005)

Por su parte, Mont Lassois ha debido tradicio-


nalmente buena parte de su fama al hallazgo en sus
proximidades de la excepcional sepultura de la
“princesa” de Vix, que contenía una crátera de
bronce con capacidad para 1.100 litros. Sin embar-
go, hasta fechas muy recientes las investigaciones
en el asentamiento habían sido escasas, una situa-
ción que está cambiando de forma sustancial en los
últimos años (Chaume et al. 2004; Osten-Wolden-
Fig.: 1. Heuneburg. Vista aérea de la puerta monumental burg et al. 2006; Servat 2007-08). En efecto, gra-
durante las excavaciones (según Kurz 2008). cias al desarrollo de importantes prospecciones ge-
ofísicas se ha podido documentar la existencia de
Un “centro principesco” menos conocido a nivel
un hábitat ordenado, que evidencia una ocupación
internacional es Ipf, sin duda uno de los más espec-
compleja y planificada del espacio. Asimismo, las
taculares debido a su topografía. Pese a que su in-
excavaciones han puesto al descubierto un edificio
vestigación es aún muy incipiente, los trabajos de
singular hasta ahora sin parangón en el mundo
los últimos años (Krause 2004; Krause y Euler
hallstáttico, y que ya ha sido bautizado como “Le
2008) están poniendo de manifiesto la importancia
Palais de la Dame de Vix” (Servat 2007-08). Se tra-
de este yacimiento, que viene subrayada también
ta de una construcción excepcional, tanto por sus
por la existencia de varios túmulos y granjas seño-
dimensiones – 35 m de largo por 21,5 de ancho,
riales (Herrenhöfe) en su entorno. Precisamente,
con una altura que debió oscilar entre 12 y 15 m –
una de las características más notables de Ipf es que
como por presentar dos antas y un ábside (Fig. 3).
en él se solapan las zonas de distribución de los
Fürstensitze tardohallstátticos y de los Herrenhöfe Ésto ha llevado a que B. Chaume compare su
de la región de Baviera. forma con la de un Megaron griego, señalando que
la edificación constituye una muestra más de las es-
Desde el hallazgo de cuatro grandes estatuas de
trechas relaciones entre el “centro principesco” de
piedra a mediados de los años 1990 el yacimiento
Mont Lassois y el mundo mediterráneo. Por otro
de Glauberg se ha convertido en un referente de
lado, los restos de actividades domésticas y de ban-
prestigio internacional. La investigación del com-
quetes hallados en su interior indican un uso por
plejo heroon – túmulo – vía procesional (Fig. 2),
parte de la élite, lo que remarca el carácter fuerte-
así como de una serie de grandes fosos y terraple-
nes aparentemente sin funcionalidad defensiva, ha
327
LOS ORÍGENES DEL URBANISMO EN CENTROEUROPA: NUEVAS INVESTIGACIONES SOBRE LOS “CENTROS...

mente jerarquizado de las sociedades del Hallstatt etapa de la Prehistoria final. De cara al futuro, cabe
final. desear que los resultados de estas investigaciones
en curso vayan acompañados de análisis que abar-
quen aspectos como la valoración conjunta de ne-
crópolis y poblados, la realización de estimaciones
demográficas y la elaboración de síntesis regionales
y macrorregionales que permitan integrar los datos
obtenidos en el marco de explicaciones más genera-
les sobre las dinámicas de cambio cultural acaeci-
das en torno a mediados del I milenio a. C.
3. Repensando el urbanismo en la Europa
protohistórica.
El debate sobre si centros como Heuneburg de-
ben recibir el calificativo de “protourbanos” o “ur-
banos” puede resultar hasta cierto punto estéril, da-
das las dificultades para establecer una definición
estricta del término “ciudad”. No obstante, sí consi-
dero de gran importancia “repensar” nuestra com-
prensión tradicional del fenómeno urbano en la An-
tigüedad. Y es que la discusión sobre los orígenes
Fig. 3: Vista aérea del “Palacio de la dama de Vix” del urbanismo no puede hacerse desde unas catego-
(según Servat 2007-08)
rías universales, ya que los factores condicionantes
Sin duda una de las novedades más satisfacto- que requieren los fenómenos de urbanización no
rias de los últimos años ha sido la incorporación de son generales ni sincrónicos. Por tanto, es un error
Bourges (la antigua Avaricum de las fuentes clási- partir de patrones uniformes y luego ver si los casos
cas) a la lista de “residencias principescas” (Buch- empíricos encajan o no. Sin embargo, buena parte
senschutz 2007: 232-233; Milcent 2007). El descu- de la investigación ha tendido precisamente a bus-
brimiento de una importante aglomeración de fina- car en los asentamientos indígenas elementos carac-
les del siglo VI a. C. y sobre todo del siglo V a. C. terísticos de las ciudades mediterráneas, sin valorar
ha ampliado geográfica y cronológicamente el gru- la posibilidad de que las sociedades prerromanas
po de los Fürstensitze. En efecto, los trabajos de los hubieran podido desarrollar un concepto ideológico
últimos años han puesto de relieve la existencia en propio de “ciudad”, distinto del mediterráneo pero
Bourges de un destacado centro de poblamiento, de igualmente complejo. Esta posibilidad ya ha sido
producción artesanal y de comercio en la transición señalada por autores como Almagro-Gorbea y
de la Primera a la Segunda Edad del Hierro. Las Gran-Aymerich (1991: 210-214) en relación con
abundantes importaciones meridionales de produc- los oppida de finales de la Edad del Hierro, y creo
tos como ánforas o cerámicas áticas revelan la pros- que también puede plantearse para determinados
peridad de este asentamiento y sus contactos con el Fürstensitze del Hallstatt final, si bien es cierto que
mundo meridional. Por otro lado, las investigacio- con mayores dificultades debido a la ausencia de
nes han ofrecido evidencias de un hábitat denso, toda una serie de fuentes de las que sí disponemos
documentándose varios niveles de construcciones para etapas más tardías. En todo caso, parece mu-
en madera. La importancia de estos hallazgos ha cho más productivo centrarse en el estudio de as-
llevado a algunos autores (Milcent 2007) a propo- pectos como la existencia de relaciones jerárquicas
ner para este núcleo el carácter de “lugar central” entre los sitios, la complejidad de su organización
de una entidad política tal vez identificada con el interna o los cambios producidos en la cultura ma-
reino de los Bitúrigos mencionado por Tito Livio terial que valorar únicamente en qué medida las
(5,34) en relación con las migraciones célticas. En aglomeraciones indígenas se acercan o alejan de los
este sentido, cabe recordar la tesis propuesta hace supuestos “prototipos” mediterráneos.
ya más de una década por Gran-Aymerich (1995,
4. Agradecimientos.
1997), según la cual Bourges-Avaricum habría sido
en el siglo V a. C. residencia real y centro político Quiero agradecer a los Drs. Dirk Krausse, Jörg
de la Galia céltica. Bofinger, Gabriele Kurz (†) y Siegfrid Kurz (Lan-
desamt für Denkmalpflege Baden-Württemberg) los
Aunque los hallazgos aquí expuestos constitu- valiosos comentarios, referencias y opiniones que
yen sólo un breve acercamiento a la ingente canti- me han aportado durante mis tres años de participa-
dad de nuevas informaciones de los últimos años, sí ción en las excavaciones de Heuneburg, así como
permiten vislumbrar al menos la complejidad que
alcanzaron las sociedades centroeuropeas de esta
328
MANUEL A. FERNÁNDEZ GÖTZ

por haberme proporcionado numerosas informacio- 2007: 76-81.


KRAUSSE, D.
nes en parte aún inéditas. 2004 “Frühe Zentralisierungs- und Urbanisierungspro-
zesse. Zur Genese und Entwicklung frühkeltischer
Fürstensitze und ihres territorialen Umlandes. Ein
neues Schwerpunktprogramm der Deutschen For-
5. Bibliografía. schungsgemeinschaft”. Archäologisches Nach-
ALMAGRO-GORBEA, M.; GRAN-AYMERICH, J. richtenblatt 9/4: 359-374.
1991 El Estanque Monumental de Bibracte (Borgoña, KRAUSSE, D. (ed.)
Francia). Complutum Extra 1, Madrid. 2008 Frühe Zentralisierungs- und Urbanisierungspro-
BUCHSENSCHUTZ, O. zesse. Zur Genese und Entwicklung frühkeltischer
2007 Les Celtes de l’âge du Fer. Armand Colin, París. Fürstensitze und ihres territorialen Umlandes.
COLLIS, J. Kolloquium des DFG-Schwerpunktprogramms
1984 Oppida. Earliest Towns North of the Alps. Dept. of 1171 in Blaubeuren, 9.-11. Oktober 2006. For-
Prehistory and Archaeology, University of Shef- schungen und Berichte zur Vor- und Frühgeschich-
field. te in Baden-Württemberg 101, Stuttgart.
BAITINGER, H.; HERRMANN, F.-R. KURZ, G.
2007 Der Glauberg am Ostrand der Wetterau. Archäo- 2008 “Eine Machtdemonstration ersten Ranges: Wall,
logische Denkmäler in Hessen 51, Wiesbaden. Graben und ein Kammertor am Fuss der Heu-
BOFINGER, J.; DRAUSCHKE, J.; KLEINGÄRTNER, S. neburg bei Herbertingen-Hundersingen, Kreis Sig-
2006 Glanz und Gloria. Die Keltenfürsten. Gesellschaft maringen”. Archäologische Ausgrabungen in Ba-
für Vor- und Frühgeschichte in Württemberg und den-Württemberg 2007: 67-72.
Hohenzollern e.V., Esslingen. KURZ, S.
BRUN, P.; CHAUME, B. 2007 “Die Grabungen 2006 im Umland der Heuneburg
2005 “Hiérarchie fonctionnelle, sociale et territoriale des bei Herbertingen-Hundersingen, Kreis Sigmarin-
établissements du VIII au V s. av. J.-C. dans le gen”. Archäologische Ausgrabungen in Baden-
nord-est de la France”. Archäologisches Württemberg 2006: 63-68.
Korrespondenzblatt 35: 205-212. MILCENT, P.-Y. (ed.)
CHAUME, B. et al. 2007 Bourges-Avaricum, un centre proto-urbain celti-
2004 “Vix/Le mont Lassois. Recherches récentes sur le que au Ve s. av. J.-C. Les fouilles du quartier de
complexe aristocratique”. Dossiers d'Archéologie Saint-Martin-des-Champs et les découvertes des
11: 30-36. établissements militaires. Bituriga: archéologie de
FERNÁNDEZ GÖTZ, M. A. la cité, Bourges/Toulouse.
2007 “Recensión de J. Biel y D. Krausse (eds.), Frühkel- OSTEN-WOLDENBURG, H. von; CHAUME, B.;
tische Fürstensitze. Älteste Städte und Herrschafts- REINHARD, W.
zentren nördlich der Alpen? Internationaler Work- 2006 “New archaeological discoveries through magnetic
shop zur keltischen Archäologie in Eberdingen- gradiometry: The early Celtic settlement on Mont
Hochdorf 12. und 13. September 2003, 2005”. Lassois, France“. The Leading Edge 25 (1): 46-48.
Complutum 18: 331-334. SERVAT, J.
en prensa “La sociedad hallstáttica: modelos teóricos y reali- 2007-08 “Le Palais de la Dame de Vix (Côte-d’Or)”. L’Ar-
dad arqueológica”. Tendencias y aplicaciones en chéologue, archéologie nouvelle 93: 55-56.
la investigación arqueológica. Encuentros de Jó-
venes Investigadores 2006-2007. Universidad de
Sevilla.
GRAN-AYMERICH, J.
1995 “Les importations étrusques au coeur de la Gaule.
Le site princier de Bourges et les nouvelles
découvertes à Lyon et Bragny-sur-Saône”. En J.
Swaddling, S. Walker y P. Roberts (eds.), Italy in
Europe: economic relations 700 B.C.-A.D. 50.
British Museum Occasional Paper 97, Londres:
45-74.
1997 “Les premières importations méditerranéennes de
Bourges“. En P. Brun y B. Chaume (eds.), Vix et
les éphémères principautés celtiques. Les VIe et
Ve siècles avant J.-C. en Europe centre-
occidentale. Actes du colloque de Châtillon-sur-
Seine (27-29 octobre 1993). Editions Errance,
París: 201-212.
HERRMANN, F.-R.
2005 “Glauberg – Olympia des Nordens oder unvollen-
dete Stadtgründung?”. En J. Biel y D. Krausse
(eds.), Frühkeltische Fürstensitze. Älteste Städte
und Herrschaftszentren nördlich der Alpen? Inter-
nationaler Workshop zur keltischen Archäologie
in Eberdingen-Hochdorf 12. und 13. September
2003. Archäologische Informationen aus Baden-
Württemberg 51, Esslingen: 18-27.
KRAUSE, R.
2004 Der Ipf. Frühkeltischer Fürstensitz und Zentrum
keltischer Besiedlung am Nördlinger Ries. Ar-
chäologische Informationen aus Baden-Württem-
berg 47, Stuttgart.
KRAUSE, R.; EULER, D.
2008 “Neue Forschungen zum frühkeltischen Fürstensitz
auf dem Ipf bei Bopfingen, Ostalbkreis”. Archäo-
logische Ausgrabungen in Baden-Württemberg
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 329-333

CULTURA MATERIAL Y TERRITORIALIZACIÓN DEL PAISAJE

Jesús García Sánchez1


Universidad de Cantabria; jesus.garcias@unican.es

RESUMEN

Delimitar el territorio propio desde un punto de vista simbólico, ritual y económico ha sido una
constante en la historia de la humanidad. En este trabajo, estudiamos la evolución de las formas de territoria-
lización a través de la cultura material desde la prehistoria reciente hasta época romana.

ABSTRACT

Marking one’s own territory from an economic, ritual and symbolic point of view has been a con-
stant in human history. In this paper, we examine the evolution of these approaches to the marking of territory
through material culture from the Late Prehistoric to Roman periods.

Palabras Clave: Territorio. Paisaje. Cultura Material.

Keywords: Territory. Landscape. Material Culture.

1. Introducción. tre ellos combes erosionados que discurren en senti-


Este breve trabajo trata sobre diferentes mode- do NO-SE. Desde sus posiciones se dominan, tanto
los de territorialización del paisaje desde el comien- las cabeceras de los ríos que fluyen hacia la meseta
zo del fenómeno megalítico en la prehistoria recien- como el inicio de la cuenca sedimentaria del Duero.
te hasta la organización administrativa de época ro- Por lo tanto tenemos una zona en la que se pueden
mana. Examinaremos la cultura material como un subrayar los contrastes entre ambos paisajes y entre
elemento que explícitamente reivindica el territorio las culturas de la montañas y de la meseta, así como
donde se expone o al que hace referencia. De este la presión militar romana desde la meseta hacia el
modo no solo se establece un vínculo ideológico Cantábrico.
con el territorio sino que se reivindica el acceso y la 2. El Megalitismo en el espacio.
explotación de los recursos, es decir las condiciones
El fenómeno megalítico en esta zona y en otras
materiales de existencia (Godelier 1990).
aledañas aporta la presencia de al menos una vein-
Esta amplia visión diacrónica nos debería ayu- tena de enterramientos tumulares (Delibes de Cas-
dar a plantear si tales modelos se mantuvieron cons- tro y Rojo Guerra 2002; Moreno Gallo 2005). Las
tantes a lo largo de la historia o si evolucionaron interpretaciones de los conjuntos tumulares pasan,
como consecuencia de cambios económicos o so- al hilo de las líneas de investigación en Arqueología
ciales tales como la presión demográfica o el patrón del Paisaje, por la valoración de las estrategias eco-
de asentamiento. nómicas y la transformación del paisaje (Criado
Boado 1989: 79-80), aunque ahora no referida a la
1.1. Zona de estudio.
deforestación, sino a la delimitación del mismo
El siguiente marco espacial nos va a servir de como instrumento de apropiación o monopolización
base para estudiar como la cultura material se confi- de la tierra y sus recursos. Esta hipótesis parte de
gura como un elemento utilizado para crear limites que tras la manifestación ideológica de las estructu-
artificiales o subrayar los naturales. Esta zona revis- ras funerarias subyacen estrategias económicas diri-
te una singular relevancia tanto por su importancia gidas a la demarcación y a la monopolización y la
geográfica como histórica, es un paisaje de transi- justificación del control social de los recursos dis-
ción entre las tierras de aluvión de la cuenca del ponibles (Cámara Serrano 2000: 105), especialmen-
Duero y las primeras estribaciones de la cordillera te en forma de pastos (Puggioni 2005: 49). Puede
cantábrica. decirse que el megalitismo es un fenómeno de ine-
Entre estas dos formaciones geográficas tan di- ludible dimensión espacial que establece una pro-
ferentes entre sí, encontramos la comarca de Las funda relación entre los rasgos territoriales y los
Loras, una unidad geomorfológica compuesta por simbólicos (Criado Boado 1989: 78).
una serie de relieves tabulares muy acusados, y en- La visibilidad de los monumentos megalíticos es

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
330
JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ

Fig.: 1. Zona de estudio. Elaboración propia.

quizás la más estudiada dentro de las variables de Esta hipótesis plantea que la ubicación de los
su dimensión territorial (presencia) debido, ante megalitos es fundamental a la hora de emprender un
todo, a su impacto visual y a su localización topo- proceso de territorialización. El patrón que se rese-
gráfica que puede reforzarse con otro tipo de expre- ña, con frecuencia consta de tres elementos. El pri-
siones materiales como el arte rupestre. Su modeli- mero, alto o muy alto control visual sobre el entor-
zación mediante herramientas SIG demuestra que no; el segundo, cercanía a tierras de pasto o poten-
actúa como un “elemento constitutivo de la territo- cialmente rentables para una agricultura básica y el
rialidad de las sociedades prehistóricas” (García tercero, en función de las características geofísicas
Sanjuán 2000; García Sanjuán y otros 2006). del territorio (Puggioni: 2005; Moreno: 2005). Den-
tro de este tercer punto encontramos sub-elementos
331
CULTURA MATERIAL Y TERRITORIALIZACIÓN DEL PAISAJE

como el paisaje granítico, la potencialidad de terre- invierno (Ruiz Zapatero y Álvarez-Sanchís 1999:
nos como pastos, cercanía de corrientes de agua o 315), y donde los factores que cumple son similares
movilidad por el entorno. a los mencionados para el amojonamiento con tú-
mulos, visibilidad dominante, suelos metamórficos
La explotación forrajera en esta etapa histórica
aptos para la ganadería, corrientes de agua cerca-
parece obvia, sin embargo los indicios de deforesta-
nas, etc.
ciones antrópicas antes mencionados apuntan a un
aprovechamiento dirigido a prácticas pastoriles o Por tanto el simbolismo de las esculturas zoo-
agro-forestales. Durante el último milenio antes de morfas, al igual que el de las construcciones funera-
la era no encontramos ni constatamos prácticas de rias monumentales, justifica y reproduce la apropia-
delimitación del territorio de los asentamientos. La ción del entorno y sus recursos en sociedades donde
ausencia de datos empíricos para estudiar estos pro- la jerarquización es ya un hecho contrastado.
cesos se suplen con el desarrollo metodológico en
En la Edad de Hierro que se desarrolla en nues-
arqueología espacial estableciendo hipótesis a partir
tra zona de estudio no encontramos hitos artificiales
de modelos teóricos como los polígonos de Thies-
del paisaje, ¿podemos valorar la presencia de un
sen. La ausencia de representaciones materiales
amojonamiento o repartición del territorio mediante
como los mencionados túmulos, los petroglifos ga-
elementos naturales? No tenemos datos que apunten
llegos (como delimitadores territoriales en la Edad
en esta dirección. Sin embargo, la delimitación del
del Bronce) o los verracos vetones en el valle del
territorio con elementos naturales (ríos, arroyos, fo-
Amblés (Ruiz Zapatero y Álvarez-Sanchís 1999)
sos, postes, árboles incluso) aparece reflejada en
impide presentar modelos sobre territorialización
tratados de agrimensura romanos expresada como
de zonas concretas en el Hierro I o el Hierro II.
demonstrationes finium (Orejas: 2002, 400). Por
3. La Edad de Hierro. otra parte, desde la Primera Edad del Hierro en
Sacristán de Lama (1989: 80) considera que du- gran parte de la Meseta Norte y zonas aledañas, la
rante la última etapa prerromana “existían delimita- misma presencia de lugares de ocupación perma-
ciones territoriales precisas” en relación con las ci- nente es indicativa de la importancia que cobra la
vitates plinianas. Estas delimitaciones no se han propiedad del territorio y la relación entre las co-
conservado en un sentido material que nos pueda munidades con zonas concretas del paisaje con las
indicar cuáles eran los límites del territorio de esas que se identifican (Álvarez-Sanchís 2003: 9).
unidades políticas o, más aún, si los conglomerados 4. Época romana.
populares indígenas definían un territorio propio a
La presencia del ejército romano supone la con-
modo de frontera con los pueblos vecinos. Como
solidación de la territorialización del paisaje. En
hemos mencionado más arriba, las herramientas de
este sentido, serán las legiones IIII, VI y X las en-
análisis espacial como la visibilidad, los polígonos
cargadas de desarrollar un amplio programa de or-
Thiessen o la estadística multivariante nos pueden
ganización territorial conforme a las nuevas estrate-
ayudar a definir modelos teóricos de una manera in-
gias imperiales. La construcción de la vía De Italia
ductiva allí donde no existen datos suficientes.
in Hispanias será el gran eje estructurador del terri-
Disponemos de una tésera de hospitalidad de torio (Ariño Gil y otros 2004: 118).
época romana, con fecha consular del 14 d.n.e.
La mencionada legio IIII Macedónica se esta-
(García y Bellido 1966). En ella encontramos la ex-
blece en el solar de la actual Herrera de Pisuerga
presión “VOTA OMNIA FINIBUS”, haciendo refe-
(Palencia) y desde allí, junto al campamento augus-
rencia a los rituales que tenían lugar en los límites
teo establecido en Sasamón, se desarrolla la guerra
del territorio de la civitas. Pese a la fecha romana,
contra astures y cántabros. Una vez finalizado el
el pacto entre indígenas hispanos puede hablarnos
proceso de conquista y pacificación, la legión per-
de la existencia de un territorio ciudadano en rela-
manece en su establecimiento hasta el 39 d.n.e.
ción con la sacralización de los confines ciudadanos
y por tanto, en relación con el control del espacio En paralelo al proceso de pacificación, la legio
(Marco Simón 2002). La representación zoomorfa IIII asentada en Pisoraca (Herrera de Pisuerga, Pa-
del cerdo o jabalí constituye un elemento muy sig- lencia), pone en marcha un proceso de territoriali-
nificado en el imaginario tradicional indoeuropeo, zación de su entorno inmediato, que se plasma ma-
de este modo, la figura actuaría como símbolo ritual terialmente en una serie de epígrafes que dejan
que sancionaba el acuerdo de hospitalidad. constancia de este programa territorial. El amojo-
namiento se establece una vez consolidada la roma-
Otro ejemplo para la Segundad Edad del Hierro
nización de la zona, de modo que la apropiación del
podría ser el modelo vetón de territorialización, que
entorno mediante hitos/ termini, se elabora de cara
consiste en la distribución de verracos en paisajes
a configurar un espacio propio frente a los territo-
caracterizados por su potencialidad para ser explo-
rios de otras comunidades, en este caso frente a iu-
tados como pastos, especialmente como pastos de
332
JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ

liobrigenses y segisamonenses (García y Bellido ción montañosa de esta zona juega un papel como
1956; Orejas 2002: 201), según se observa en la elemento delimitador, una frontera que limita al
distribución de los hitos (solo uno en Villasidro, paisaje y de este modo pervive en la tratadística ro-
Burgos y el resto junto al río Camesa, en Cantabria) mana del Corpus Agrimensorum Romanorum
y en su epigrafía. El territorio delimitado por estos (Gonzales 1994).
termini está reservado al uso de la legión como te-
5. Conclusiones.
rritorium legionis.
A través de esta sucinta revisión diacrónica he-
mos observado como diferentes sociedades, en dife-
rente grado de evolución técnica y social, proyectan
su organización en el paisaje, que de este modo se
convierte en un paisaje cultural. La cultura material
juega un papel relevante, ya que es el elemento que
se interpone entre el medio y el pensamiento de los
constructores.
Hemos visto dos tipos de elementos. En primer
Fig.: 3. Miniatura 224 del Códice Gudiano. El espacio lugar aquéllos que delimitan el paisaje de una forma
amojonado delimitado por alturas (según Gonzales 1194). efectiva y visual, en teoría estos elementos se situa-
Estos hitos que acotan el paisaje se convierten rían en lugares claves del paisaje, aunque hayan lle-
en elementos administrativos con valor jurídico, sin gado hasta nosotros descontextualizados. Son los
embargo el contenido simbólico que las representa- megalitos en zonas de pasto o en el entorno de ca-
ciones antiguas poseían intrínsecamente no desapa- ñadas y vías de paso y los hitos administrativos ro-
rece. Los mojones se revestían de una antigua im- manos o los verracos vetones.
portancia religiosa en el imaginario romano, esta- En segundo lugar, elementos de la cultura mate-
ban protegidos por dioses propios, Terminus el rial que hacen referencia explicita a límites y a pro-
“dios mojón”. Y en su honor tenían lugar fiestas y cesos de territorialización. No importa mucho don-
rituales, las Terminalia, que se celebraban el 23 de de se hayan localizado porque su importancia reside
febrero (Riesco Álvarez 1993: 118-151). El origen en la manifestación de un proceso, es el caso de la
de esta tradición se atribuía al rey Numa Pompilio tésera de hospitalidad de Herrera de Pisuerga, y
según los autores clásicos Plutarco, Dionisio de Ha- otros como la forma de Lacimurga o las miniaturas
licarnaso y Cicerón. de los códices de agrimensura como el Corpus
Agrimensorum Romanorum o el códice Gudiano.
Por otra parte la arqueología ha desarrollado
procesos metodológicos para estudiar estos proce-
sos de territorialización basándose en postulados
teóricos clásicos y en nuevas herramientas de análi-
sis. Algunas teorías clásicas tienen que ver con la
distribución de elementos culturales o en el estable-
cimiento de territorios teóricos por medio de polí-
gonos de Thiessen.
El desarrollo de los SIG ha contribuido notable-
mente al estudio de las variables del entorno, tanto
para evaluar los factores que explican la distribu-
ción de los elementos antes mencionados, como
para desarrollar nuevos modelos inductivos allí
donde nos faltan datos. Desde el punto de vista aquí
desarrollado, la cultura material no sólo existe
como colección de artefactos dentro de yacimientos
de diferentes periodos, podemos considerar que nos
introduce a un mundo de intencionalidad respecto
al paisaje. Sin embargo este paisaje se ha transfor-
mado constantemente con el tiempo de forma dia-
Fig.: 4. Hito augustal de Valdeolea (Museo de Cantabria). léctica con las sociedades que lo habitaron, por eso
no podemos estudiar los monumentos o la cultura
Pero no solo debemos fijarnos en los elementos material de éstos de forma aislada, sino basándonos
artificiales que delimitaban el paisaje. La configura- en la comprensión del resto de elementos sincróni-
333
CULTURA MATERIAL Y TERRITORIALIZACIÓN DEL PAISAJE

cos como contexto, en consonancia con la informa- explotación del territorio" en Arqueología y Terri-
torio 2:47-63.
ción de un contexto arqueológico mayor (Llobera
RIESCO ÁLVAREZ, H.
2007: 53) dentro un paradigma de la arqueología 1993 Elementos líticos y arbóreos en la religión roma-
del paisaje. na. León: Universidad de León.
RUIZ ZAPATERO, G. y ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.
1999 "Paisajes de la Edad del Hierro: pastos, ganado y
esculturas en el Valle del Amblés (Ávila)" en BUE-
6. Bibliografía. NO, P. y R. DE BALBÍN: II Congreso de Arque-
ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R. ología Peninsular: Zamora, del 24 al 27 de sep-
2003 Los señores del ganado. Madrid: Akal. tiembre de 1996 Zaragoza:313-324.
ARIÑO GIL, E.; GURT ESPARRAGUERA, J. L. y PALET SACRISTÁN DE LAMA, J. D.
1989 "Vacíos vacceos" en Arqueología Espacial, 13:77
MARTÍNEZ, J. 88.
2004 El pasado presente. Arqueología de los paisajes
en la Hispania romana. Salamanca: Universidad
de Salamanca. 7. Notas.
CÁMARA SERRANO, J. 1 Becario del Programa de Personal Investigador en
2000 "Bases teóricas para el estudio del ritual funerario Formación Predoctoral de la Universidad de Canta-
utilizado durante la prehistoria reciente en sur de la bria dentro del proyecto de Investigación, nº de refe-
península ibérica" en Saguntum 32:97-114.
rencia HUM 2005 -06805/HIST.
CRIADO BOADO, F.
1989 "Megalitismo, espacio, pensamiento" en Trabajos
de Prehistoria, 46:75-98.
DELIBES DE CASTRO, G. y ROJO GUERRA, M. A.
2002 "Reflexiones sobre el trasfondo cultural del poli-
morfismo megalítico en la Lora burgalesa" en Ar-
chivo Español de Arqueología 75:21-35.
GARCÍA SANJUÁN, L.
2000 "Grandes piedras, paisajes sagrados" en Boletín
del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico,
31:171-178.
GARCÍA SANJUÁN, L.; METCALFE-WOOD, S.; RIVE-
RA JIMÉNEZ, T. y WHEATLEY, D.
2006 "Análisis de pautas de visibilidad en la distribu-
ción de monumentos megalíticos de Sierra Morena
Occidental" en GRAU MIRA, I. La aplicación de
los SIG a la Arqueología del Paisaje Universidad
de Alicante. Alicante:181-200.
GARCÍA Y BELLIDO, A.
1956 "Excavaciones en Iuliobriga y exploraciones en
Cantabria (Campañas 1953-1956)" en Archivo Es-
pañol de Arqueología, 29:131-139.
1966 "Tessera hospitalis de año 14 de la Era hallada e
Herrera de Pisuerga" en Boletín de la Real Acade-
mia de la Historia, 159:149-166.
GODELIER, M.
1990 Lo ideal y lo material: pensamiento, economías,
sociedades. Madrid: Taurus Humanidades.
GONZALES, A.
1994 "Par monts et par images. Les paysages d’altitude
dans le Corpus Agrimensorum Romanorum" en
Dialogues d’Historia Ancienne, 20 (1):309-338.
LLOBERA, M.
2007 "Reconstructing visual landscapes" en World Ar-
chaeology, 39 (1):51-69.
MARCO SIMÓN, F.
2002 "Votia omnia finibus: la tésera de Herrera de Pi-
suerga y la ritualización de los pactos en la Hispa-
nia indoeuropea" en Palaeohispánica, 2:169-188.
MORENO GALLO, M. A.
2005 "Los enterramientos tumulares de Valdelucio (Bur-
gos), un ejemplo de distribución espacial diferen-
ciada" en Boletín del Seminario de Estudios de
Arte y Arqueología, 71:43-64.
OREJAS, A.
2002 "El territorio de las civitates peregrinas en los trata-
dos de agrimensura. Las civitates del noroeste his-
pano" en Habis, 33:389-406.
PUGGIONI, S.
2005 "Tumbas y territorio. Aplicaciones de métodos
multivariantes para el estudio de los patrones de
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 335-340

ESTUDIO DE LOS VERRACOS DEL VALLE MEDIO DEL TAJO. UNA APROXI-
MACIÓN DESDE EL PAISAJE

Cristina Charro Lobato


Departamento de Prehistoria, UCM; mccharro@ghis.ucm.es

RESUMEN

En este trabajo se presenta un análisis de las esculturas zoomorfas denominadas verracos, elementos
arqueológicos asumidos como característicos del territorio cultural vettón. El objetivo es la contrastación, uti-
lizando herramientas de análisis espacial y pruebas estadísticas, de la función paisajística que ha sido pro-
puesta para estas esculturas en otras áreas geográficas.

ABSTRACT

This paper presents an analysis of a stone iconography represented by big sized sculptures of bulls
and pigs (verracos in the local terminology). These sculptures are considered as specific from the territory oc-
cupied by de Vettons, one of the pre-roman groups that inhabited the interior of the Iberian Peninsula. The
objective is to compare the former hypothesis as landscape markers with our area using GIS and stadistical
analysis as main tools of research.

Palabras Clave: Península Ibérica. Valle del Tajo. Vettones. Verracos. GIS.

Keywords: Iberian Peninsula. Tagus Valley. Vettons. Verracos. GIS.

1. Introducción. lógicos concretos como parte de un monumento fu-


La función que desempeñaban los verracos sus- nerario (Martín Valls 1974, Martín Valls y Pérez
cita en la actualidad un gran interés entre el públi- Herrero 1976), entre otras. En la actualidad la hipó-
co. Recientemente he tenido la oportunidad de asis- tesis que cuenta con una mayor aceptación es la
tir a una charla sobre los Vettones en una localidad planteada por Jesús Álvarez-Sanchís (1990, 1993,
toledana donde cuentan con tres verracos. En este 1994, 1998, 1999: 281-294, 2003, 2005, 2007),
lugar los habitantes están acostumbrados a su pre- donde relaciona los verracos con su entorno de for-
sencia y al menos una parte de ellos muestra un es- ma reveladora. Observa que la situación de los co-
pecial interés por su origen y función. Las pregun- nocidos en el valle Amblés guarda una estrecha re-
tas tras este tipo de reuniones culturales suelen ser lación con el control social de las áreas de explota-
parecidas en la mayor parte de actos a que he asisti- ción ganadera, al localizarse en terrenos de pastos
do, resumidas en ¿para qué servían? Algunos expli- de aprovechamiento estacional y por tanto críticos
citan las diferentes funciones que conocen a través para la subsistencia. Se encuentran cercanos a rutas
de lecturas o bien por las informaciones que les han trashumantes y recursos hídricos, y en lugares con
llegado, y normalmente suelen incidir en una inter- buena visibilidad, tanto en el paisaje como desde
pretación mágico-religiosa. Cuando al público se le los poblados cercanos. Llega a la conclusión de que
explica que no se puede saber con certeza normal- en esta zona estarían estratégicamente ubicados
mente quedan contrariados e incluso se niegan a re- para señalar espacios susceptibles de explotación,
signarse a la incertidumbre. No obstante, he obser- controlados por determinados grupos sociales. Ade-
vado que suele ser habitual decirles que una hipóte- más, hace extensibles estas apreciaciones para otras
sis muy aceptada es su posible uso como marcado- áreas como el occidente de Salamanca y el valle
res territoriales. medio del Tajo, donde obtiene resultados similares.
Sin embargo, la zona oriental del valle medio del
Diferentes autores han tratado de arrojar luz so- Tajo apenas cuenta con datos arqueológicos de po-
bre la función que desempeñaban, atribuyéndoles blamiento para la Segunda Edad del Hierro, por lo
un valor apotropaico como protectoras del ganado que algunos de los análisis parecen difíciles de rea-
(Cabré Aguiló 1930: 40, Caro Baroja 1943: 176, lizar.
Ramón y Fernández Oxea 1950: 56), interpretadas
como imágenes de culto o imágenes de animales 2. Objetivos e hipótesis.
ofrecidos a divinidades (López Monteagudo 1979, La hipótesis de partida considera a los verracos
1982, 1983, 1989), o halladas en contextos arqueo- en su contexto original como marcadores territoria-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
336
CRISTINA CHARRO LOBATO

les que reúnen una serie de características (Álvarez- CNIG, a partir de la cuál realizamos el mismo pro-
Sanchís 1999: 282): cedimiento que con las curvas de nivel, es decir, ex-
trajimos la información de los cursos naturales con-
- se localizan en suelos de aprovechamiento para
tinuos y discontinuos de márgenes izquierda y dere-
pastos, principalmente de época invernal;
cha con los que creamos capas independientes. To-
- se situaban en altitudes medias elevadas, siempre mamos también la información hidrológica confec-
entre los 300 m como altitud media mínima y los cionada por la Confederación Hidrográfica del
1500 m como altitud media máxima; Tajo, que se puede descargar en su página web.
- hay corrientes de agua cercanas, siempre a menos Esta información resulta útil para la creación de
de 1500 m de distancia; mapas, si bien no fue utilizada en la confección del
MDT por carecer de altitudes.
- existe una relación visual entre la situación de los
verracos y los asentamientos, de donde se deduce Las cañadas y vías pecuarias de la provincia de
un control desde estos últimos; Toledo fueron proporcionadas por la Junta de Co-
munidades de Castilla la Mancha en formato .e00,
- la visibilidad del entorno desde el emplazamiento por lo que fue necesaria su conversión a .shp.
de los verracos es muy buena.
Para la obtención de datos sobre los usos actua-
Dada esta situación, parecía necesario el inicio les de los suelos se emplearon los Mapas de Culti-
de un planteamiento de investigación enfocado a la vos y Aprovechamientos elaborados por el Ministe-
contrastación de dicha hipótesis focalizada en nues- rio de Agricultura, Pesca y Alimentación a escala
tra área de estudio, para averiguar si se ajustaba a 1:50000. Fue necesario hacer una reclasificación de
los datos recogidos. El objetivo perseguido es de- la información para adaptarla a los tres grandes gru-
terminar su validez en el área seleccionada y com- pos que queríamos analizar: superficies dedicadas a
parar los diferentes niveles de análisis empleados regadío, secano y pasto-monte. En la capa referida
para la formulación de dicha teoría; esto es, la elec- a secano agrupamos los siguientes usos: labor, fru-
ción de la ubicación original de los verracos; la alti- tales, olivar y viñedo en secano, así como la asocia-
tud media y visibilidad de cada emplazamiento; y la ción de viñedo y olivar, y de viñedo y frutales. En
cuantificación de los elementos clave de análisis: la capa de pasto y monte agrupamos los pastizales,
recursos hídricos, vías pecuarias y usos del suelo. matorrales y toda la variedad restante de árboles:
3. El área de estudio. coníferas, chopos, álamos y otras frondosas. Final-
El análisis se realiza en una superficie de apro- mente, dejamos fuera de la valoración los terrenos
ximadamente 1200 kms² situada en el occidente de clasificados como improductivos, es decir, superfi-
la provincia de Toledo, en el límite administrativo cie urbana o bien cubierta por agua.
con la provincia de Cáceres. Aquí se concentran un Es necesario aclarar que el uso para los análisis
total de dieciocho verracos sobre los treinta y tres de datos actuales se ajusta al mismo tipo de datos
conocidos en la provincia, esto es, algo más de la utilizados para la formulación de la hipótesis de
mitad. contraste.
4. Metodología. En esta cartografía se incluyó una capa con la
Se inició la compilación de información para di- ubicación original de los verracos documentados.
señar un SIG, para el que se ha utilizado el progra- Como problema inicial está la descontextualización
ma ArcGis 9.2. El paso siguiente fue la adquisición de los verracos conocidos, ya que ninguno se en-
de cartografía en un formato adecuado, en este caso cuentra en su posición original. Sin embargo, en es-
utilizamos datos vectoriales en formato .shp. La in- pera de informaciones derivadas de análisis más
formación adquirida fueron nueve mapas topográfi- precisos podemos rastrear su lugar de hallazgo, que
cos de la serie MTN 25 Restituida, a escala no necesariamente tiene por qué corresponder a su
1:25000, realizados por el Centro Nacional de In- emplazamiento en el momento de su primera locali-
formación Geográfica (CNIG). Estos mapas no se zación.
encuentran editados, por lo que fue necesario pro- Partiendo de este sesgo, para el planteamiento
ceder a la extracción de las capas de información de esta ubicación “original” se optó por la elección
necesarias para la modelización del relieve y confi- de un punto aproximado de coordenadas en función
gurarlas como capas de información independien- de las informaciones recogidas. Esto suponía asu-
tes. Hemos utilizado las curvas de nivel maestras y mir que la coordenada era imprecisa, acotando un
auxiliares y los puntos acotados en cerros y hoyas. área que incluyese la zona de hallazgo de los verra-
Estas curvas de nivel se distribuyen cada 10 m. cos, conteniendo diferentes posibles ubicaciones.
La información de recursos hídricos empleada Esta opción simplifica el análisis y contempla de
tiene una doble procedencia: por una parte del forma explícita el área de ubicación original de cara
337
ESTUDIO DE LOS VERRACOS DEL VALLE MEDIO DEL TAJO. UNA APROXIMACIÓN DESDE EL PAISAJE

Fig.: 1.

a evaluar y diferenciar la fiabilidad de los datos so- fía, cañadas y usos actuales del suelo, en un área de
bre el emplazamiento de cada verraco. Se ha utili- 3 kms de radio en torno a cada verraco. Se ha utili-
zado como “fiable” un diámetro máximo de 500 m, zado una muestra de catorce verracos.
lo que supondría un área de hipotética ubicación in-
Como método de contrastación de los resulta-
ferior a 1 km². Esto se ha plasmado en la elabora-
dos, se han creado treinta puntos aleatorios con los
ción de una ficha por cada verraco objeto de análi-
que se ha procedido de forma similar, cuantificando
sis, donde se incluye el radio de error.
cada uno de los elementos citados en un área de 3
Algunos de los verracos han sido agrupados en kms de radio. Esto se ha realizado con el módulo
unas mismas coordenadas, ya que fueron hallados Hawth Analysis Tools para ArcGis.
juntos o se presupone un mismo lugar de hallazgo.
La comparación con una distribución aleatoria
La razón es la inoperatividad de duplicar el análisis
de puntos obedece al objetivo de determinar si es
de una superficie coincidente.
posible inferir un patrón en la localización de los
5. Análisis efectuados y pruebas de validez verracos, o bien si ese patrón puede ser común a
estadística. cualquier otro emplazamiento en el mismo área de
El análisis realizado se compone de dos elemen- estudio, con lo que descartaríamos la hipótesis de
tos principales. El primero es la creación de un Mo- características comunes.
delo Digital del Terreno (MDT), que sirve como Se han comparado mediante estadística descrip-
base analítica. Se ha confeccionado uno propio a tiva las medias de los resultados de cada verraco y
partir de la base cartográfica adquirida, con esta punto aleatorio para cada variable paisajística, ex-
misma escala que representa las curvas cada 10 m. presados en una matriz de datos.
Se trata de un modelo de representación con una re-
solución de 10 x 10 metros, adecuada para el traba- Finalmente, estas medias se han tratado con dos
jo pretendido. tipos de pruebas de estadística inferencial, una pa-
ramétrica (Test ANOVA de un factor) y otra no pa-
El segundo elemento son los datos para cruzar ramétrica (Pruebas para dos muestras independien-
con este modelo digital, es decir: los verracos y los tes, comparando la variable de agrupación con la U
datos del paisaje relacionados, referidos a hidrogra-
338
CRISTINA CHARRO LOBATO

Fig.: 2.

de Mann-Whitney). Aquí sólo recogeremos la prue- la variable de usos del suelo que hemos utilizado
ba paramétrica, que proporciona un mayor grado de parece ser significativa para realizar una aproxima-
validez. Todos los análisis estadísticos han sido rea- ción estadística inferencial.
lizados con el paquete informático SPSS 15.
Para obtener conclusiones más allá del simple
A pesar de responder a los objetivos iniciales, se análisis “a ojo”, realizamos una prueba paramétrica
ha optado por no incluir un análisis de altitudes re- que tenga en cuenta la varianza de modo que poda-
lativas ni visibilidades, dada la imprecisión de la lo- mos elaborar modelos predictivos a partir del cum-
calización original de los verracos. plimiento de ciertas características imprescindibles:
las variables deben ser independientes y la distribu-
5.1. Resultados.
ción debe corresponder a una curva normal.
Como resultado de la realización de los buffer
para cada verraco obtuvimos una matriz de datos En el ANOVA de un factor pedimos que nos re-
donde se recogen las variables paisajísticas tenidas alizara también el estadístico de Levene, que nos
en cuenta en el análisis. Aquí presentamos sólo el permite comprobar la igualdad de las varianzas.
resumen de medias. Estos valores hacen referencia Todo está calculado con un nivel de significación
al número de celdillas, que es necesario multiplicar del 95%.
por 100 para conocer la superficie en metros, debi- 6. Conclusiones.
do a la resolución de 10 x 10 metros de cada celdi-
Tras la realización de los diferentes análisis es-
lla utilizada en el MDT. La superficie total com-
tadísticos y pruebas paramétricas podemos concluir,
prendida en cada buffer es de 2827 ha².
no sin ciertas precauciones, que la hipótesis de con-
De la lectura de estos datos podríamos inferir traste no puede ser aplicada en el área de estudio.
que no existe una gran diferencia entre las localiza- Esto equivale a decir que los verracos estudiados no
ciones de los verracos y de los puntos aleatorios: cumplen la función paisajística sugerida, o al menos
ambos presentan datos similares para cada una de no existe una diferencia entre su localización y la
las variables, con la salvedad de la proporción de de cualquier punto situado dentro de la misma cir-
secano. Esto parece indicar que existe una mayor cunscripción.
relación entre los verracos y el secano, lo que con-
Tras una observación apriorística, parece más
tradice a priori la hipótesis de contraste. Por tanto,
339
ESTUDIO DE LOS VERRACOS DEL VALLE MEDIO DEL TAJO. UNA APROXIMACIÓN DESDE EL PAISAJE

Altitud (m) Vías % Ríos % Regadío % Secano % Pasto %


Verracos 374,48 0,373 1,596 13,866 63,267 13,329
Puntos alea-
torios 383 0,34 1,396 11,1 44,146 14,847
Fig.: 3. Tabla-resumen de medias de las variables paisajísticas de análisis.

Estadístico de Levene gl1 gl2 Sig.


2,066 1 37 ,159

ANOVA Suma de cuadrados gl Media cuadrática F Sig.


Inter-grupos 137007904,949 1 137007904,949 ,083 ,775
Intra-grupos 60995901473,411 37 1648537877,660
Total 61132909378,359 38
Fig.: 4. Test ANOVA de un factor con inclusión del Estadístico de Levene de la variable Pasto-monte. Destaca el nivel de
significación, muy superior a 0,05.

plausible que se encuentren relacionados con la dis- propuesto sólo sea aplicable a la submeseta norte,
tribución de áreas de secano. Sin embargo, no es que presenta unas características geográficamente
una relación significativa, y tampoco se diferencia diferenciadas de la zona sur. Es posible entonces
de cualquier otro punto escogido de forma aleato- que la variabilidad interna del área de estudio sea
ria. En todo caso, no podemos decir que se encuen- tan sutil que se dé la situación de que resulte indife-
tren preferentemente en suelos de aprovechamiento rente dónde situar los puntos de localización, y ésta
para pastos, sino en suelos dedicados fundamental- pueda ser una razón de los resultados del análisis
mente a secano. realizado.
Respecto a las altitudes donde se localizan, de- En segundo lugar, sería necesario ampliar la
bemos contar con que partimos de la altitud media muestra de verracos a la totalidad del valle medio
del entorno. Para los casos estudiados encontramos del Tajo para poder apoyar o desmentir una teoría,
que los verracos se sitúan mayoritariamente en los al menos hasta alcanzar el número de los tenidos en
límites de los mínimos propuestos, en torno a los cuenta para su formulación. Como mínimo, sería
375 m, en una zona donde las altitudes oscilan entre necesario duplicar la muestra, manteniendo la com-
los 285 y los 640 m. paración con una distribución de puntos aleatorios
en el mismo espacio.
El elemento que más se ajusta a la hipótesis de
partida son las corrientes de agua, situadas en el en- Para la formulación de la hipótesis paisajística
torno cercano de todos los verracos de la muestra. tanto como para su contrastación ha existido un ses-
Sin embargo, no existe diferencia con una ubica- go de partida que puede estar influyendo de forma
ción al azar. decisiva en ambas, el introducido por el desconoci-
miento del lugar de situación original de las escul-
Las visibilidades con asentamientos no han sido
turas zoomorfas. Esta falta de información puede
contrastadas por carecer de datos suficientes sobre
estar conduciéndonos a planteamientos erróneos
el poblamiento del momento. La relación visual va-
desde el primer momento de la investigación. No
ría significativamente en función del lugar que se
existe modo de subsanarlo, salvo tratar de centrar la
ocupe en el espacio (Zamora Merchán 2006), por lo
metodología de estudio en aspectos analíticos de es-
que con la imprecisión de las localizaciones origi-
tas esculturas, tales como la determinación de su lu-
nales se podrían realizar análisis muy poco ajusta-
gar de procedencia geológica.
dos a una realidad modelizada. Por el mismo moti-
vo, tampoco sería revelador el análisis visual del Otro sesgo del que debemos ser conscientes está
emplazamiento de los verracos en el entorno en nin- derivado de la utilización de datos actuales para la
guno de los dos sentidos (desde el verraco y hacia formulación de hipótesis e inferencias. En ocasio-
él), a menos que pudiéramos contar con alguno en- nes se trata de los únicos datos accesibles con que
contrado en contexto arqueológico. contamos para realizar análisis. Sin embargo, deben
ser tomados como herramientas circunstanciales
¿Por qué no funciona este modelo? Debería ser
que conviene tratar con cuidado para no asumirlas
planteado que tal vez el modelo social-territorial
como representaciones válidas del pasado.
340
CRISTINA CHARRO LOBATO

7. Bibliografía.
ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.
1990 "Los "Verracos" del Valle del Amblés (Ávila): del
análisis espacial a la interpretación socio-economi-
ca", en Trabajos de prehistoria, 47: 201-233.
1993 "En busca del verraco perdido. Aportaciones a la
escultura zoomorfa de la Edad del Hierro en la Me-
seta", en Complutum, 4: 157-168.
1994 "Zoomorphic Iron Age Sculpture in Western
Iberia:Symbols of Social and Cultural Identity?",
en Proceedings of the Prehistoric Society, 60:
403-416.
1998 "Verracos vettones y espacios sociales: Arqueolo-
gía del Paisaje en la Edad del Hierro", en Arqueo-
logía espacial, 19-20: 609-631.
1999 Los Vettones. Madrid: Real Academia de la Histo-
ria.
2003 Los señores del ganado. Arqueología de los pue-
blos prerromanos en el occidente de Iberia. Ma-
drid: Akal.
2005 Verracos. Esculturas zoomorfas en la provincia
de Ávila. Ávila: Institución Gran Duque de Alba.
Diputación de Ávila.
2007 “Castros y aldeas. Los Vettones en el Valle Medio
del Tajo”, en PEREIRA SIESO, J. (ed.): Prehisto-
ria y Protohistoria de la Meseta Sur (Castilla-La
Mancha). Ciudad Real: Almud. 199 – 216.
CABRÉ AGUILÓ, J.
1930 Excavaciones en las Cogotas. Cardeñosa (Ávila).
I. El castro. Madrid: Junta Superior de Excavacio-
nes y Antigüedades.
CARO BAROJA, J.
1943 "Regímenes sociales y económicos de la España
Prerromana", en Revista Internacional de Sociolo-
gía, I.
LÓPEZ MONTEAGUDO, G.
1979 “Particularidades escultóricas de los verracos”, en
XV Congreso Nacional de Arqueología (Lugo
1977). Zaragoza: 721-734.
1982 "Las esculturas zoomorfas "célticas" de la Penínsu-
la Ibérica y sus paralelos polacos", en Archivo Es-
pañol de Arqueología, 55: 3-30.
1983 Expansión de los verracos y características de su
cultura. Madrid: Universidad Complutense de Ma-
drid.
1983 “Notas sobre los "verracos" hispánicos”, en BALIL
ILLANA, A. et alii (eds.): Homenaje al Profesor
Martín Almagro Basch. Madrid: Ministerio de
Cultura. 151-159.
1989 Esculturas zoomorfas celtas de la Península Ibé-
rica. Anejos de Archivo Español de Arqueología
X. Madrid: CSIC.
MARTÍN VALLS, R.
1974 "Variedades tipológicas en las esculturas zoomor-
fas de la Meseta", en Studia Archaeologica, 32.
Homenaje a A. R. Bianchi-Bandinelli: 69-92.
MARTÍN VALLS, R.; PÉREZ HERRERO, E.
1976 "Las esculturas zoomorfas de Martiherrero
(Ávila)", en BSAA, 42: 67-88.
RAMÓN Y FERNÁNDEZ OXEA, J.
1950 "Nuevas esculturas zoomorfas prehistóricas en Ex-
tremadura", en Ampurias, XII: 55-78.
ZAMORA MERCHÁN, M.
2006 “Visibilidad y SIG en Arqueología: mucho más
que ceros y unos”, en GRAU MIRA, I. (ed.): La
aplicación de los SIG en la Arqueología del Pai-
saje, Universidad de Alicante: 41-54.
JIA 2008 ISBN: 978-84-92539-25-3 Pp.: 341-344

SISTEMAS DEFENSIVOS PRÉ-ROMANOS NO NOROESTE DE PORTUGAL:


POVOADOS FORTIFICADOS NO MINHO E EM TRÁS-OS-MONTES
OCIDENTAL

João Fonte
Laboratorio de Arqueoloxía da Paisaxe, Instituto de Estudos Galle-
gos Padre Sarmiento; joao.fonte@iegps.csic.es
Gonçalo Cruz
ISociedade Martins Sarmento;
citania.de.briteiros@csarmento.uminho.pt
Juan Martín Dabezies
Laboratorio de Arqueoloxía da Paisaxe, Instituto de Estudos Galle-
gos Padre Sarmiento; tincho48@yahoo.com

RESUMEN

Neste trabalho procuraremos abordar de forma crítica as estruturas defensivas dos povoados fortifi-
cados do Noroeste de Portugal, nomeadamente do Entre Douro e Minho e de Trás-os-Montes Ocidental, en-
quadradas no universo cronológico da II Idade do Ferro.
No Entre Douro e Minho identificou-se desde cedo uma considerável densidade de assentamentos da
Idade do Ferro, sendo que a maioria dos exemplares conhecidos são as grandes citânias ou cividades, consi-
deradas actualmente como os primeiros exemplos de núcleos urbanos no Noroeste da Península Ibérica. Nes-
tes grandes povoados denota-se um grande investimento social, tanto nas estruturas privadas domésticas,
como nos espaços públicos.
Em Trás-os-Montes Ocidental identificou-se igualmente uma grande densidade de povoados, mas to-
davia com uma diferente morfologia, do ponto de vista da estruturação interna e do investimento social na
construção dos sistemas defensivos, consubstanciado em monumentais muralhas de aparelho maciço e regu-
lar.

ABSTRACT

In this work we present a critical and light approach to the late Iron Age defensive structures of the
hillforts of Northwest Portugal, especially of the Entre Douro e Minho region and Western Trás-os-Montes.
In the Entre Douro e Minho region a considerable density of settlements within Iron Age were ear-
ly identified. The best known examples are the big citânias or cividades, currently regarded as the first exam-
ples of urban settlements in the Northwest of the Iberian Peninsula. In these large hillforts a great social in-
vestment is visible, both in private domestic structures, as in public spaces.
In Western Trás-os-Montes it was also identified a high density of settlements, but nevertheless
with a different morphology regarding to the internal structure and social investment in the construction of
defensive systems, embodied in monumental walls of massive and regular construction method.

Palabras Clave: Sistemas defensivos. Idade do Ferro. Noroeste de Portugal. Minho. Trás-os-Montes Oci-
dental.

Keywords: Defensive systems. Iron Age. Northwest Portugal. Minho. Western Trás-os-Montes.

1. 1.-A Idade do Ferro no Noroeste da Pe- vendo-se também ter em conta, como em muitas ou-
nínsula Ibérica. tras zonas, a diversidade cultural e a variabilidade
O estudo da Idade do Ferro, particularmente da espacial e temporal da Idade do Ferro no Noroeste
sua etapa final, no Noroeste Peninsular tem estado Ibérico.
sempre bastante condicionado e vinculado à inter- 2. A fortificação como factor social.
venção romana, directa ou indirecta. No entanto,
O registo arqueológico reflecte a sociedade que
esta postura tem sido recentemente relativizada
o criou, pelo que todos os tipos de evidências mate-
(González Ruibal, 2006-07), não se negando por
riais devem ser entendidas como produtos ou efei-
completo a influência romana, mas colocando-se
tos da acção social. A arquitectura é uma das for-
em causa a emulação directa das formas culturais
mas de materialização do padrão de racionalidade
romanas, tanto mais que os povoados fortificados
de uma sociedade, gerando uma estrutura espacial
não se enquadram na romanitas, valorizando-se an-
que reflecte uma determinada lógica social, pelo
tes as complexas dinâmicas das sociedades indíge-
que as muralhas não se reduzem a um mero objecto
nas. É neste contexto que deve ser percepcionado o
arquitectónico, sendo antes entidades materiais com
surgimento dos oppida e dos grandes castros, de-
um acrescido valor social. A construção de fortifi-

I Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica: Dialogando con la Cultura Material. UCM, 3-5 de septiembre de 2008.
342
JOÃO FONTE – GONÇALO CRUZ – JUAN MARTÍN DABEZIES

cações com maior ou menor monumentalidade res- afirmação de identidades individuais no final da
pondeu a factores socio-económicos e/ou culturais Idade do Bronze. É reforçada a relação com o terri-
de cada contexto social. tório, uma vez que os sítios se estabilizam definiti-
vamente, embora a produção sofra um retrocesso e
Os sistemas defensivos, e em particular as mu-
aumente a oposição e o conflito entre comunidades.
ralhas, além da sua evidente função defensiva e co-
Na II Idade do Ferro ocorre uma mudança locacio-
erciva, tanto interna como externa, são também
nal dos assentamentos para perto dos solos com
concebidos como uma materialização de mensagens
melhor potencial produtivo, originando uma maior
e códigos culturais, que podem ser de diferentes ti-
diversidade produtiva e uma intensificação da mes-
pos: prestígio, identidade, etc., das comunidades
ma, gerando-se excedentes. Criam-se então as bases
que os constroem, constituindo um elemento monu-
para a posterior divisão social, sendo que a fortifi-
mental criado para ver e ser visto. São elementos
cação representa a aceitação social da forma como
polissémicos e multidimensionais, construídos mui-
a definitiva divisão social irá ocorrer, face ao papel
tas vezes como uma verdadeira cenografia arquitec-
estrutural que o componente guerreiro irá desem-
tónica e monumental, sendo o resultado de um es-
penhar no final da Idade do Ferro.
forço colectivo, que delimita o espaço para a acção
social e é um mecanismo de coesão social e uma fe-
rramenta de controlo e coerção da comunidade.

Fig.: 2. Citânia de Briteiros, Guimarães. Vista parcial da


organização interna do povoado (Sociedade Martins Sar-
mento).

3. Povoados fortificados do Entre Douro e


Minho.
Os castros desta região caracterizam-se, por um
lado, pela sua particular estruturação interna, que
demonstra um modelo espacial relativamente regu-
lar e ordenado, e por outro, por um grande investi-
mento social na monumentalização do espaço do-
méstico, com complexos programas construtivos e
Fig.: 1. Área de estudo no contexto do Noroeste Peninsu- decorativos, pelo menos no âmbito cronológico da
lar.
II Idade do Ferro. Aqui ocorrem as distinções mais
Alguns autores (Sastre Prats, 2002) têm inter- acentuadas de status, género e classe. É viável apli-
pretado a fortificação proto-histórica do Noroeste car-se aqui o conceito antropológico de Lévi-
enquanto elemento isolacionista, ou seja como uma Strauss de “societés à maison” (González Ruibal,
forma de resistência à desigualdade social e uma re- 2006). As muralhas detêm uma monumentalidade
acção aos mecanismos de controlo social favoreci- menos acentuada, tanto nas suas dimensões, como
dos pelos contactos interculturais, aplicável ao lon- nos aparelhos construtivos, sugerindo um maior
go de toda a Idade do Ferro e a todo o Noroeste, pragmatismo e uma mera funcionalidade subjacente
com excepção da parte sudoeste. Outros autores à sua edificação.Podem identificar-se duas concen-
(González Garcia e Parcero Oubiña, no prelo; Par- trações genéricas de povoados: os castros litorais,
cero Oubiña, 2003), por outro lado, e matizando um mais expostos aos contactos externos, nomeada-
pouco mais a questão, consideram a fortificação mente ao mundo mediterrânico, sendo que aqui os
como um processo de longa duração que esconde povoados teriam eventualmente funcionado como
diferentes realidades. Destacam a importância da verdadeiros emporia comerciais (González Ruibal,
fortificação para a obstrução do risco de divisão so- 2004); e os perilitorais, que assumiriam parcialmen-
cial na I Idade do Ferro, através do investimento te uma função comercial intermédia entre as comu-
comunitário na construção de estruturas defensivas, nidades litorais e interiores, localizadas numa zona
face à intensificação da actividade produtiva e à rica em recursos mineiros (Lemos et al., no prelo).
343
SISTEMAS DEFENSIVOS PRÉ-ROMANOS NO NOROESTE DE PORTUGAL: POVOADOS FORTIFICADOS NO...

ma defensivo destes núcleos urbanos está harmoni-


zado com as vias de acesso (frequentemente mais
que uma), que atravessam os vários alinhamentos
defensivos. Não dispomos, contudo, de uma crono-
logia suficientemente apurada para este momento
construtivo, fruto sobretudo da forma como muitos
destes sítios foram escavados no século XX. No en-
tanto, a dimensão que estas estruturas atingem, e a
subsequente necessidade de projecção prévia, en-
quadram estes consideráveis investimentos no uni-
verso cultural da II Idade do Ferro.
4. Povoados fortificados de Trás-os-Montes
Ocidental.
Contrariamente ao cenário anteriormente descri-
to, os castros desta região caracterizam-se pelo
grande investimento social na monumentalização
das estruturas defensivas, em particular muralhas de
Fig.: 3. Reconstituição de uma unidade doméstica da aparelho maciço e regular, aparentemente sem gran-
Citânia de Sanfins, Paços de Ferreira (Silva 2007). de funcionalidade prática, sendo que o espaço do-
méstico detém uma menor relevância social. Este
Podem identificar-se duas concentrações genéri-
processo poderá estar eventualmente relacionado
cas de povoados: os castros litorais, mais expostos
com uma actividade económica e produtiva de tipo
aos contactos externos, nomeadamente ao mundo
especializado, em particular a mineração e a meta-
mediterrânico, sendo que aqui os povoados teriam
lurgia, embora certamente não de forma exclusiva e
eventualmente funcionado como verdadeiros empo-
unidireccional (Fonte, 2008; Fonte et al., 2008).
ria comerciais (González Ruibal, 2004); e os perili-
torais, que assumiriam parcialmente uma função co-
mercial intermédia entre as comunidades litorais e
interiores, localizadas numa zona rica em recursos
mineiros (Lemos et al., no prelo).

Fig.: 5. Citânia de Briteiros, Guimarães. Vista geral do po-


voado (Sociedade Martins Sarmento).

Já alguns autores avançaram antes com esta pos-


Fig.: 4. Citânia de Briteiros, Guimarães. Vista geral do po- sibilidade (Amaral, 1993; Sande Lemos, 1993), não
voado (Sociedade Martins Sarmento).
só a partir da monumentalidade das estruturas de-
A própria exuberância da cultura material desta fensivas e da riqueza mineira da zona, mas também
zona, com elementos que parecem representar ma- pelo facto de alguns povoados parecerem apontar
terialmente formas de desigualdade entre indivíduos para uma especialização mineira e/ou metalúrgica e
ou grupos familiares, reflecte a permanente cons- pela elevada concentração de ourivesaria proto-his-
trução de relações sociais e a negociação de identi- tórica e outros objectos metálicos nesta região.
dades. Além disso, a confluência de elementos materiais
de procedência diversa parece revelar que esta zona
Verifica-se frequentemente, sobretudo nos po-
estava incluída em redes de intercâmbio de escala
voados em que o proto-urbanismo foi implementa-
supra-regional.
do (ou seja, nos núcleos de grandes dimensões) a
construção de sistemas de defesa relativamente
complexos, com três ou mais alinhamentos concên-
tricos de muralhas, nas quais raramente se adossam
torreões, por vezes circundadas por fossos. O siste-
344
JOÃO FONTE – GONÇALO CRUZ – JUAN MARTÍN DABEZIES

Fig.: 6. Castro da Mina, Montalegre. Provável povoado


pré-romano especializado na actividade mineira (Câmara
Municipal de Montalegre)

5. Bibliografía.
AMARAL, P.
1993 Povoamento Romano no vale superior do Tâme-
ga. Permanências e mutações na humanização de
uma Paisagem (dissertação de mestrado policopia-
da). Porto: Faculdade de Letras da Universidade do
Porto.
GONZÁLEZ GARCÍA, F. J.; PARCERO OUBIÑA, C.
No prelo "Iron Age societies against the state. An account
on the emergence of the Iron Age in the NW Iberi-
an Peninsula", en Atlantic Europe in the First Mil-
lennium BC: Crossing the Divide. Oxford: Oxford
University Press.
GONZÁLEZ RUIBAL, A.
2004 "Facing two seas: mediterranean and atlantic con-
tacts in the North-West of Iberia in the First Mil-
lennium BC", en Oxford Journal of Archaeology,
23(3): 287-317.
2006 "House societies vs. kinship-based societies: an ar-
chaeological case from Iron Age Europe", en
Journal of Anthropological Archaeology, 25(1):
144-173.
2006-07 Galaicos. Poder y comunidade en la Protohistoria
del Noroeste de la Península Ibérica (1200
a.C.-50 d.C.), Brigantium 19. A Coruña: Museu
Arqueolóxico e Histórico da Coruña.
FONTE, J.
2008 “Sistemas defensivos Proto-Históricos de Trás-os-
Montes Ocidental (Norte de Portugal)", en Cua-
dernos de Estudos Gallegos, LV(121): 9-29.
FONTE, J., SANDE LEMOS, F.; CRUZ, G.; CARVALHO,
C.
2008 "Segunda Idade do Ferro em Trás-os-Montes Oci-
dental", en Férvedes, 5: 309-317.
PARCERO OUBIÑA, C.
2003 "Looking forward in anger: social and political
transformations in the Iron Age of the North-West-
ern Iberian Peninsula", en European Journal of
Archaeology, 6(3): 267-99.
SANDE LEMOS, F.
1993 Povoamento Romano de Trás-os-Montes Oriental
(dissertação de doutoramento policopiada). Braga:
Universidade do Minho.
SANDE LEMOS, F.; FONTE, J.; CRUZ, G.; VALDEZ, J.
No prelo "Landscape in the Late Iron Age of Northwest Por-
tugal", en Atlantic Europe in the First Millennium
BC: Crossing the Divide. Oxford: Oxford Uni-
versity Press.
SASTRE PRATS, I.
2002 "Forms of social inequality in the Castro Culture of
North-West Iberia", en European Journal of Ar-
chaeology, 5(2): 213-248.
SILVA, A. C. F. DA
2007 A Cultura Castreja no Noroeste de Portugal (2ª
edição). Paços de Ferreira: Câmara Municipal de
Paços de Ferreira.

You might also like