y Av. Olimpo, se dan cita todos los miércoles y sábados a partir de las 8 de la mañana y hasta las 13 aproximadamente, miles de personas de distintas clases sociales y culturales para compartir entre sí los beneficios del modelo económico que desde los atriles de la Casa Rosada se promociona como “Acumulación con inclusión social”. Aunque acá , en pleno corazón del tercer cordón del counrbano bonaerense y contradi- ciendo tenazmente los discursos de la Sra. Pre- sidente, no hay autos 0 km, televisores plasma y restaurantes rebosantes de gente. Solo el modesto consumo al que una feroz realidad de inflación y subempleo permite acceder. Se la conoce como “Feria del Olimpo” y transi- tándola podés encontrar desde un chancho vivo hasta un consolador usado, desde un cuadro de Perón hasta una dentadura postiza, seguramente de alguna abuelita ya en su última morada. Uno tarda en recorrer este gigantesco predio -flanqueado por el olor pestilente de un río podrido y sin más puestos que las lonas y frazadas sobre los que vendedores y feriantes exponen los productos- unas tres horas. Así que, tomándome todo el tiempo del mundo, me puse a caminarla tranqui, de punta a punta, las 30 cuadras dedicadas a la compra y venta de todo lo previamente masticado por el capita- lismo argentino y depositado acá. Mi camino empieza con el nauseabundo y parti- cular olor que tienen las fábricas donde se hace el cebo, ya que justo hay una en el comienzo del recorrido. - Eh, amigo, no te escurras loco. Vení, mirá (Abajo) que buena merca que tengo -me dice un pibe Décadas de desidia uniformado con ropa deportiva-. Cuando me ambiental se acerco me muestra una caja enorme con ropa respiran en el puente sobre de esquí y un par de zapatillas Salomon. el brazo del Matanza. - ¿Viste, papá? ¡Qué merca!, ¿eh? Mirá, acá (Izq.) El tengo esto también... puestero de San La Muerte De una caja semiabierta asomaba una buena toca su cítara:. cantidad de sábanas y toallas con el bordado