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Robert McKee Irwin

DICCIONARIO DE

Mónica Szurmuk
ESTUDIOS CULTURALES DICCIONARIO DE
LATINOAMERICANOS
ESTUDIOS CULTURALES

coordinación de
coordinación de LATINOAMERICANOS
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
coordinación de
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN

CULTURALES LATINOAMERICANOS
DICCIONARIO DE ESTUDIOS
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siglo siglo
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editores editores

  
lingüística
y
teoría literaria
DICCIONARIO
DE ESTUDIOS CULTURALES
LATINOAMERICANOS

COORDINACIÓN DE
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN

SILVANA RABINOVICH ! GRACIELA MONTALDO ! ANA ROSA DOMENELLA !


LUZELENA GUTIÉRREZ DE VELASCO ! JUAN PABLO DABOVE ! MICHAEL
LAZZARA ! GABRIEL GIORGI ! NARA ARAÚJO ! ROMÁN DE LA CAMPA !
NÚRIA VILANOVA ! DEBRA CASTILLO ! XIMENA BRICEÑO ! GUADALUPE
LÓPEZ BONILLA ! CARMEN PÉREZ FRAGOSO ! HORTENSIA MORENO !
ALEJANDRO MONSIVÁIS ! KATE JENCKES ! PATRICK DOVE ! MARISA
BELAUSTEGUIGOITIA ! MARICRUZ CASTRO RICALDE ! REBECCA BIRON !
CARLOS AGUIRRE ! ESTELLE TARICA ! LEILA GÓMEZ ! NOHEMY
SOLÓRZANO-THOMPSON ! CRISTINA RIVERA-GARZA ! SEBASTIAAN FABER !
HÉCTOR FERNÁNDEZ L’HOESTE ! VICTORIA RUÉTALO ! JUAN POBLETE !
EMESHE JUHÁSZ-MININBERG ! JESÚS MARTÍN BARBERO ! MARCELA VALDATA
! SAURABH DUBE ! DESIRÉE MARTÍN ! UTE SEYDEL ! GRACIELA DE GARAY
! SILVIO WAISBORD ! ANTONIO PRIETO ! MARÍA INÉS GARCÍA CANAL !
GEORGE YÚDICE ! JOSÉ RABASA ! MÓNICA SZURMUK ! SANDRA LORENZANO
! CLAUDIA SADOWSKI-SMITH ! ISABEL QUINTANA ! EDUARDO RESTREPO !
FELIPE VICTORIANO ! CLAUDIA DARRIGRANDI ! ILEANA RODRÍGUEZ !
VALERIA AÑÓN ! ROBERT MCKEE IRWIN ! HORACIO LEGRÁS ! LILIANA
WEINBERG
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310, MÉXICO, D.F.

siglo xxi editores, s.a.


GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA

siglo xxi de españa editores, s.a.


MENÉNDEZ PIDAL 3 BIS, 28036, MADRID, ESPAÑA

HM621
D53
2009 Diccionario de estudios culturales
latinoamericanos / coordinación de
Mónica Szurmuk y Robert McKee
Irwin ; colaboradores, Silvana
Rabinovich ... [et al.]. — México :
Siglo XXI Editores : Instituto Mora,
2009.
332 p. — (Lingüística y teoría
literaria)

ISBN: 978-607-03-0060-8

1. Cultura — Diccionarios.
2. Cultura — América Latina —
Diccionarios. I. Szurmuk, Mónica,
ed. II. Irwin, Robert McKee, ed. III.
Rabinovich, Silvana, colab. IV. Ser.

primera edición, 2009


© siglo xxi editores, s. a. de c. v.
en coedición con el instituto mora

isbn 978-607-03-0060-8

derechos reservados conforme a la ley


impreso y hecho en méxico

se imprimió en
litográfica tauro
andrés molina enríquez 4428
col. viaducto piedad,
08200, méxico, d. f.
AGRADECIMIENTOS

Un proyecto de esta envergadura requiere de la participación y el apoyo de


mucha gente. Queremos en primer lugar agradecer a los/las autores/as de las
entradas del Diccionario por la seriedad del trabajo realizado y el entusiasmo
con que se embarcaron en él. Como coordinadores hemos intentado darle
coherencia al volumen para lograr una cierta unidad de sentido y dirección
y, a la vez, respetar las visiones divergentes sobre los estudios culturales de
los/as autores/as.
Agradecemos a UC-Mexus el apoyo otorgado en la forma de un “small
grant”. Nuestras instituciones, el Instituto Mora y la Universidad de California,
Davis, nos dieron el apoyo institucional necesario para llevarlo a cabo.
Agradecemos en el Instituto Mora a Luis Jáuregui, Óscar de los Reyes,
Francisco Porras, Regina Hernández Franyuti y Cristina Sacristán y en UC-
Davis a Juana María Rodríguez y a Caren Kaplan.
Las lecturas minuciosas de Antonio Marquet y Margaret Shrimpton nos
dieron una perspectiva fresca que nos ayudó a mejorar el proyecto. Va nues-
tro agradecimiento a Héctor Calderón por abrirnos la Casa de California en
la ciudad de México para realizar un coloquio y a Judit Bokser, Benjamín
Juárez Echenique, Benjamín Mayer y Socorro Tabuenca por su participación
en él y su particular perspectiva sobre la utilidad del diccionario en contextos
académicos, artísticos y comunitarios. Agradecemos a Yolanda Martínez su
apoyo editorial y a Federico Álvarez y Jaime Labastida la invitación a publi-
carlo en coedición con Siglo XXI Editores. Dado el papel fundamental que
Siglo XXI ha tenido en la concepción y difusión de la cultura latinoamerica-
na nos honra que el Diccionario aparezca con ese sello.
Agradecemos a Yoselín Barrera su colaboración en las primeras etapas del
proyecto, a Milagros Gómez y Bárbara Gunn por la creación del índice y a
Carlos López su apoyo como traductor. Graciela Vega en México y Shacey
Temperley en Davis nos dieron ayuda administrativa indispensable.
Por último, queremos reconocer el buen humor y la calidez con los que
Marcelo, Rafael, Adriel, Martín y Eyal convivieron con los estudios culturales
y sus bemoles durante los últimos dos años.

[7]
PRESENTACIÓN

Como todo empeño taxonómico, este diccionario es un intento de codificar,


unificar y ordenar. Los coordinadores de esta obra buscamos dar vida a dicha
taxonomía y hacer un retrato de un momento en los estudios culturales lati-
noamericanos. Este diccionario se hilvanó a la distancia, es un trabajo trans-
nacional a través de la frontera México-Estados Unidos y con la colaboración
de intelectuales de diferentes disciplinas, cuyos lugares de trabajo abarcan
todo el hemisferio americano y algunos centros de la diáspora latinoameri-
cana en Europa, como Barcelona. El entusiasmo con que autores de diferen-
tes países, disciplinas, generaciones y situaciones laborales se unieron a nues-
tro proyecto se refleja en la riqueza y diversidad de las definiciones.
El término estudios culturales se usa para referirse a un abanico de me-
todologías interdisciplinarias de investigación. En este diccionario nos ocu-
pamos específicamente del área de los estudios culturales latinoamericanos,
una empresa interdisciplinaria y multifacética enfocada en la cultura latinoa-
mericana. Ofrecemos definiciones de 48 términos provenientes de paradigmas
diversos que consideramos fundamentales para quien se acerque al campo.
Éste es el primer diccionario de estudios culturales latinoamericanos. Un
antecedente importante es el texto Términos críticos de la sociología de la
cultura coordinado por el argentino Carlos Altamirano que es sumamente útil,
especialmente para quien se acerque a la investigación de procesos culturales
desde las ciencias sociales. Aunque comparte cierta genealogía teórica con los
estudios culturales, a diferencia de la perspectiva ampliamente interdiscipli-
naria de éstos, la sociología de la cultura se ubica firmemente en el ámbito
de las ciencias sociales, mientras que los estudios culturales abarcan y vincu-
lan disciplinas múltiples a través de las humanidades y las ciencias sociales.
Los diccionarios de estudios culturales que han sido publicados en inglés,
como el de Michael Payne que ha sido traducido al español como Diccionario
de teoría crítica y estudios culturales han ignorado la producción y debates
latinoamericanos y varios términos incluidos en este diccionario (por ejem-
plo, “ciudad letrada”, “transculturación”) tienen genealogías específicamente
latinoamericanas. Debemos apuntar que partimos de una visión amplia y

[9]
10 PRESENTACIÓN

abarcadora de América Latina, que incluye Hispanoamérica, Brasil, el Caribe


(incluyendo el Caribe francófono y el anglófono) y las diásporas “latinas” de
Estados Unidos y Canadá, cuya vida cultural se realiza tanto en lenguas in-
dígenas como en las linguas francas de la región (español, inglés, francés y
portugués).
En la selección de términos para incluir en este proyecto, privilegiamos
aquellos que tienen una presencia importante en el campo de estudios cultu-
rales latinoamericanos y que funcionan como referentes en más de una dis-
ciplina. Quedaron afuera una docena de términos que aun si eran importan-
tes no parecían cruzar fronteras disciplinarias con tanta plasticidad, o no
entraban con frecuencia en los debates del campo. Algunos son conceptos
básicos de los estudios culturales contemporáneos (“cultura”, “industria cul-
tural”, “género”, “modernidad”, “poscolonialismo”); otros son términos de
resonancia especial para los estudios culturales latinoamericanos (“hibridez”,
“latinoamericanismo”, “heterogeneidad”). En general, las definiciones inclu-
yen un resumen de los significados y usos del término en los estudios cultu-
rales, una discusión de sus acepciones particulares en los estudios culturales
latinoamericanos y, finalmente, una lista básica de lectura sobre el tema.
También incluimos una bibliografía general, la cual puede servir como refe-
rencia general para el campo.
El énfasis de las entradas está en la genealogía de los términos y también
en su influencia en la praxis de los estudios culturales en el continente. Nos
interesa resaltar la trayectoria de los estudios culturales latinoamericanos y
también su potencial político (izquierdista, antihegemónico) y transformativo
–un interés que, por otro lado, siempre ha dominado la crítica cultural lati-
noamericana–. La otra característica fundamental de los estudios culturales
latinoamericanos es que se ocupan de las culturas (o subculturas) tradicio-
nalmente marginadas, incluyendo las de los grupos subalternos o de comu-
nidades de alguna forma desprestigiadas por su raza, sexo, preferencia sexual,
etc., y toman como objeto de estudio toda expresión cultural, desde las más
cultas hasta las pertenecientes a la cultura de masas o a la cultura popular.
Esta introducción tiene dos partes bien definidas. En la primera estable-
cemos una genealogía de los estudios culturales latinoamericanos abrevada
en sus diferentes tradiciones fundadoras, que concluye con una valoración
de la importancia de los estudios culturales en México. En la segunda nos
enfocamos en las polémicas contemporáneas sobre los estudios culturales
latinoamericanos y en su inserción institucional en el ámbito educativo. A
pesar de que nos interesa el alcance de los estudios culturales en todo el con-
tinente americano, nos ubicamos, marcadamente, en el sitio de producción
de este proyecto que es la colaboración México-Estados Unidos. Agradecemos
PRESENTACIÓN 11

el apoyo del fondo UC-Mexus, otorgado conjuntamente por la Universidad


de California y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de la República
Mexicana. El compromiso de UC-Mexus por el fomento de la colaboración
transnacional coincide con nuestro propio deseo de explicitar desde la cultura
los sitios de cruce, desfasaje, promesa y conflicto.

I. GENEALOGÍAS

A. Orígenes de los estudios culturales latinoamericanos

Los estudios culturales surgieron como un campo interdisciplinario en el


mundo angloparlante en los años cincuenta y sesenta, como parte de un mo-
vimiento democratizador de la cultura. En América Latina, el uso del concep-
to de estudios culturales es mucho más reciente. Aunque el concepto parte de
la tradición británica, también tiene su origen en una tradición que se remon-
ta a la ensayística del siglo XIX y al ensayo crítico del siglo XX. El objeto de
este diccionario es revisar la diversidad de temas y enfoques que forman
parte de lo que, como término abarcador, se puede llamar estudios culturales
latinoamericanos a principios del siglo XXI.
Los estudios culturales se presentan como un campo intelectual diverso,
interdisciplinario y político. En América Latina la marca de lo político a partir
de los años treinta ha sido tradicionalmente marxista y se institucionalizó en
1959 con la revolución cubana y los movimientos revolucionarios de los años
sesenta y setenta. Estos movimientos crearon una narrativa continental que
imagina a América Latina como unidad y que se ocupa de la relación entre
la cultura y los destinos políticos. La marca de lo cultural en los movimien-
tos revolucionarios latinoamericanos es notable y determina tanto lo político
como lo literario. Aunque las artes no literarias no lograron tener la misma
visibilidad mundial que el boom literario, este vínculo entre la política “re-
volucionaria” y la producción artística, también es muy evidente en obras de
teatro, música popular, cine, etc., de la época. Los debates sobre la relación
entre literatura y revolución como el originado a causa del caso Padilla en
1971, interpelaron a intelectuales y artistas de todo el continente a definirse
en términos no sólo intelectuales sino también políticos.
La genealogía de los estudios culturales latinoamericanos es múltiple. Su
formación se puede pensar como un proceso de retroalimentación constante
entre diferentes grupos de la sociedad civil, modos culturales populares, ins-
tituciones culturales, estados nacionales, corrientes de pensamiento interna-
12 PRESENTACIÓN

cionales y continentales. Algunos momentos importantes en el desarrollo de


los estudios culturales latinoamericanos son:

1] la tradición ensayística latinoamericana de los siglos XIX y XX;


2] la recepción de los textos de la Escuela de Frankfurt, del Centro de
Estudios Culturales Contemporáneos de Birmingham y los del posestructu-
ralismo francés;
3] la relación horizontal (sur-sur) con desarrollos intelectuales y proyectos
académicos de otras áreas geográficas como los estudios del subalterno y el
poscolonialismo;
4] el desarrollo de una agenda de investigación en estudios culturales
latinoamericanos en Estados Unidos –esta agenda de investigación está rela-
cionada con movimientos sociales de políticas de identidad: feminismo, mo-
vimientos chicano y afroamericano, militancia gay y con su importante papel
en la incorporación de teoría crítica multidisciplinaria y en su cuestionamien-
to de cánones y epistemologías–.
Es fundamental la participación de académicos latinoamericanos que
trabajan en las universidades de ese país.

1. La tradición ensayística latinoamericana de los siglos XIX y XX

Los estudios culturales latinoamericanos tienen su origen en la rica tradición


ensayística que, como señala Alicia Ríos, sirvió a lo largo de los siglos XIX y
XX para debatir temas decisivos como “cuestiones de lo nacional y lo conti-
nental, lo rural y lo urbano, la tradición contra la modernidad, memoria e
identidad, subjetividad y ciudadanía y, especialmente, el papel de los intelec-
tuales y las instituciones en la formación de discursos y de prácticas sociales,
culturales y políticas” (Ríos, “Forerunners”:16). En estos textos se fueron pre-
sentando las constelaciones cognoscitivas que según Ríos dominaron el pe-
riodo 1820-1960: neocolonialismo, modernidad y modernización, el problema
nacional, lo popular, y el eje identidades/alteridades/etnicidades. Un producto
del ensayo es la formación de la idea del “hombre público” que participa en
las guerras de independencia, en revoluciones como la mexicana, en el go-
bierno, en la oposición y es también estadista, ensayista, periodista, historió-
grafo, poeta, novelista. El ejemplo paradigmático es Domingo Faustino
Sarmiento, autor de Facundo. En el cambio de siglo, del XIX al XX, se profe-
sionaliza la literatura y el periodismo, pero la presencia de la interpretación
de la realidad política y social como eje fundamental para la reflexión inte-
lectual perdura hasta nuestros días.
PRESENTACIÓN 13

Los estudios culturales latinoamericanos han seguido varias de las líneas


de pensamiento o temas de debate de la tradición ensayística continental (la
identidad latinoamericana, las idiosincrasias que distinguen la cultura latinoa-
mericana de la europea o la estadunidense, la diferencia racial y el mestizaje,
la transculturación y la heterogeneidad, la modernidad, entre otros temas)
enfocándose en las figuras más significativas. Algunas de éstas son, en orden
cronológico, Andrés Bello, Sarmiento, José Martí, José Enrique Rodó, Manuel
González Prada, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos,
José Carlos Mariátegui, Fernando Ortiz, Antonio Candido, Roberto Fernández
Retamar, Ángel Rama y Antonio Cornejo Polar. Hay además figuras funda-
mentales del ensayo en el entorno regional que tienen alcance continental,
como son: Ezequiel Martínez Estrada para el Río de la Plata, Octavio Paz para
México, Aimé Césaire para el Caribe francófono, Darcy Ribeiro y Gilberto
Freyre para Brasil. Si pensamos en la cronología planteada podemos ver cla-
ramente una continuidad en cuanto a preocupaciones y temas: desde figuras
públicas cuyo campo principal de acción fue la vida política (Sarmiento y
Bello) hasta académicos consagrados como Candido, Rama y Cornejo Polar,
quienes sin duda fueron fundadores del pensamiento que subyace los estudios
culturales latinoamericanos. Hay que notar que hasta tiempos muy recien-
tes, intelectuales izquierdistas consagrados, como es el caso de Fernando
Henrique Cardoso, quien fue presidente de Brasil de 1995 a 2003, han entrado
con cierta facilidad en el dominio propiamente político.
Los estudios culturales se presentan siempre como una práctica de inter-
vención política. Los textos ensayísticos latinoamericanos de los autores ya
mencionados de los siglos XIX y XX plantearon la necesidad de pensar las di-
ferentes sociedades latinoamericanas desde las relaciones étnicas, las emer-
gentes identidades nacionales y la relación entre modernidad y moderniza-
ción. Estos textos fundadores crearon una práctica intelectual que podríamos
llamar estudios culturales avant la lettre, o sea una interrogación multidisci-
plinaria (la que toma en cuenta perspectivas de historiografía, crítica literaria,
estudios de folklore, antropología, ciencias políticas, educación, sociología,
etc.) por los modos en que la cultura significa en contextos amplios.

2. La recepción de los textos de la Escuela de Frankfurt, del Centro para


Estudios Culturales Contemporáneos de Birmingham y los del posestruc-
turalismo francés

Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
14 PRESENTACIÓN

interpretativos para la realidad latinoamericana, es su genealogía. Muchos


críticos han cuestionado el carácter cosmopolita de los estudios culturales
argumentado que en América Latina los estudios culturales tienen una tradi-
ción propia anterior a la importación de los modelos de prácticas de estudios
culturales que se originaron en la academia norteamericana en los años
ochenta y noventa.
Los críticos que a menudo se citan como culturalistas avant la lettre
–Carlos Altamirano, Carlos Monsiváis, Renato Ortiz, Beatriz Sarlo, entre
otros– trabajaron en diálogo con modelos de análisis cultural europeos –prin-
cipalmente de la Escuela de Frankfurt, el Centro para Estudios Culturales
Contemporáneos de Birmingham y el posestructuralismo francés–. Estas tra-
diciones tuvieron recepciones en diferentes momentos en América Latina y
en Estados Unidos –es decir que no llegaron a América Latina por medio de
la academia estadunidense–. La apropiación, traducción y reformulación de
teorías de la cultura surgidas en la Europa de la posguerra, especialmente
los trabajos de la Escuela de Frankfurt (Theodor Adorno, Walter Benjamin,
Max Horkheimer), el nuevo marxismo (Louis Althusser, Antonio Gramsci), los
estudios culturales británicos (Raymond Williams, Richard Hoggart, Stuart
Hall) y el posestructuralismo francés (Michel Foucault, Jacques Lacan) ha
sido fundamental para la definición y diseño de proyectos intelectuales en
América Latina, igual que otros intelectuales franceses como Roland Barthes,
Michel de Certeau, Gilles Deleuze y Pierre Bourdieu. En algunos casos no-
tables, como el de Lacan, la recepción fue anterior y mucho más masiva en
América del Sur que en América del Norte.
En contraposición al enfoque en obras de arte de la cultura letrada, los es-
tudios culturales se han enfocado en formas de cultura “baja”, popular y ma-
siva. Heredan de la diáspora intelectual judeo-alemana exiliada del nazismo,
la preocupación por el poder de la industria cultural y el interés por analizar
nuevos modos de producción cultural, muchas veces con el signo cambiado:
si para la Escuela de Frankfurt la industria cultural significaba el final de la
originalidad en el arte y la creación de una sociedad masificada sin libertad
individual, donde el arte era una mercancía más (Adorno y Horkheimer), los
estudios culturales buscarán los espacios de resistencia dentro de la cultura
popular y de masas.
Adorno y Horkheimer en un clásico ensayo, “La industria cultural: ilumi-
nismo como mistificación de masas” (1944), critican la industria cultural (re-
presentada principalmente por Hollywood) por promover una sociedad ma-
sificada sin posibilidad de verdadera libertad. Benjamin, por otro lado, en
algunos de sus escritos, como el emblemático “La obra de arte en la época
de su reproducción mecánica” (1935), muestra más ambivalencia con respec-
PRESENTACIÓN 15

to al marxismo ortodoxo que guía el pensamiento de sus colegas al expresar


una urgencia ppo entender los cambios tecnológicos, posibilitados por la fo-
tografía y otras formas de producción masiva de cultura, anticipando así las
actitudes de la escuela británica, la cual rescata la creatividad y la producti-
vidad de la cultura popular y de masa como espacio no elitista de expre-
sión.
Los estudios culturales británicos surgen en el contexto de la democra-
tización de la cultura que acompaña la posguerra en ese país. Sus represen-
tantes más importantes –Raymond Williams y Richard Hoggart– provienen de
familias obreras y trabajan en institutos terciarios recientemente fundados,
donde la mayoría de los estudiantes tiene el mismo origen de clase que ellos.
Sin desdeñar la riqueza de la cultura canónica, Williams y Hoggart se pre-
ocupan por estudiar las influencias de la cultura popular en la formación de
las mentalidades de la clase obrera. El Centro para los Estudios Culturales
Contemporáneos de Birmingham, fundado por Richard Hoggart, fue el pri-
mer espacio académico donde se trabajó sistemáticamente sobre los estu-
dios culturales. Dos ejes fundamentales para los estudios culturales británicos
fueron la industria cultural y el énfasis en la cultura cotidiana de la clase
trabajadora siguiendo el modelo para entender esa clase postulada por The
Making of the English Working Class (1968) del historiador E. P. Thompson.
En los años setenta el concepto de hegemonía toma importancia en las teori-
zaciones de los estudios culturales británicos y, además, se va incorporando
un discurso sobre raza, etnicidad y subculturas cuyos representantes más
importantes son Paul Gilroy y Stuart Hall. Este último tendrá una influencia
fundamental en el trabajo sobre raza, identidad y los medios masivos en los
estudios culturales latinoamericanos. A Paul Gilroy le debemos una importan-
te teorización sobre la relación entre literatura y estudios culturales. Según
Gilroy hay que renunciar a las pautas nacionalistas que dominan nuestra vida
cultural y pensar en el Atlántico como sitio de intercambios culturales y como
fuente de inspiración para trabajos interdisciplinarios. La línea culturalista de
Birmingham tuvo gran impacto en la sociología, la antropología y los estudios
literarios en América Latina.
La línea posestructuralista de los estudios culturales surge de la lingüís-
tica, de los estudios literarios y de la semiótica y se inspira en el trabajo de
Louis Althusser (teorización sobre los mecanismos sociales de la ideología), de
Roland Barthes (lecturas de los sistemas semióticos empleados por modos
diversos de expresión cultural: fotografía, propaganda comercial, industria
de la moda, etc.), de Jacques Lacan (expansión del psicoanálisis freudiano
con enfoque en el papel central del lenguaje en la constitución del sujeto y el
pensamiento en general) y de Michel Foucault (estudios importantes sobre los
16 PRESENTACIÓN

mecanismos del poder y su relación con el saber). Esta línea concibe la cultu-
ra como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideológicos.
Otros intelectuales franceses que han impactado los estudios culturales lati-
noamericanos son Michel de Certau (tácticas cotidianas que no obedecen a las
instituciones hegemónicas), Gilles Deleuze (teorías sobre conceptos como la
desterritorialización y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensa-
miento) y Pierre Bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras
sociales y las prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).

3. La relación vertical (sur-sur) con desarrollos intelectuales y proyectos aca-


démicos de otras áreas geográficas como los estudios del subalterno y el
poscolonialismo

En su libro Orientalismo (1978) el palestino Edward Said incorpora elementos


de las líneas británicas y francesas en un estudio de los modos en que la
cultura europea crea un discurso sobre el Oriente que la ilumina como avan-
zada, moderna y racional en oposición a una alteridad feminizada, brutaliza-
da y siempre subalterna. El trabajo de Said es seminal para dos campos que
se consideran fundamentales dentro de los estudios culturales: el poscolonia-
lismo y los estudios del subalterno. En Orientalismos, Said muestra la crea-
ción de un repertorio de discursos de diferentes registros –literarios, políticos,
filosóficos, burocráticos– que funcionan de manera interdependiente para
crear al Oriente como una unidad discursiva inteligible que, a la vez, funge
como espejo que refleja una Europa racional y triunfante. El concepto grams-
ciano de hegemonía es central en este estudio y es presentado por Said como
parte de una dimensión personal, a través de una cita de los Cuadernos de la
cárcel que él mismo traduce del italiano ya que está ausente de la versión
inglesa del texto: “El punto de partida para la elaboración crítica es la con-
ciencia de lo que uno es en realidad y que ‘el conocerse a sí mismo’ es un
producto de los procesos históricos que han depositado en uno una infinidad
de marcas sin dejar un inventario (la traducción del inglés es nuestra).”
La subjetividad inherente a la tarea investigativa es fundamental para los
intelectuales que en los decenios de los sesenta y setenta han pensado la rea-
lidad del tercer mundo desde las diferentes áreas geográficas y también desde
los centros metropolitanos diaspóricos. Los parteaguas políticos que dan un
puntapié inicial a este esfuerzo intelectual son la Revolución cubana, la
Guerra de Argelia y la descolonización en África. La publicación de las obras
de Aimé Césaire, Franz Fanon y Albert Memmi, nacidos en colonias francesas,
propician un diálogo intelectual sobre los efectos de la colonización y los
PRESENTACIÓN 17

modos de resistencia. Fanon es quien más eco tendrá en América Latina. Su


ensayo Pieles negras, máscaras blancas (1952) es un incisivo estudio sobre los
efectos psicológicos de la colonización basado en su experiencia como psi-
coanalista. En Los condenados de la tierra, publicado en 1961 en París con
introducción de Jean Paul Sartre, Fanon presenta al racismo como una forma
de subyugación de occidente a la que el colonizado sólo puede responder de
manera violenta. Estos dos libros funcionaron como manifiestos a la vez que
como textos teóricos para una generación de intelectuales que vivió lo políti-
co y lo intelectual como indivisible.
Lo poscolonial surge como rama de los estudios culturales en la academia
estadunidense recogiendo una serie de preocupaciones y textos surgidos en
África, Asia, Caribe y América Latina. Fueron empleados por universidades
estadunidenses y funcionan como materia prima para elaboraciones teóricas
de una serie de pensadores del tercer mundo educados en instituciones de
élite del primer mundo como Gayatri Chakravorty Spivak, Homi Bhabha y
Edward Said. Estos autores combinan enseñanzas de las Escuelas de
Birmingham y del posestructuralismo francés incorporando a sus trabajos la
obra de Derrida (Spivak), de Lacan (Bhabha) y de Foucault (Said).
Considerados a veces como parte de los estudios poscoloniales, los estu-
dios del subalterno surgen como trabajo colectivo de un grupo de historiado-
res de formación gramsciana en el sudeste asiático que estudian a contrapelo
la historia de los subalternos para construir una nueva lectura de la rela-
ción entre hegemonía y subalternidad. Los trabajos de Ranajit Guha, Gayatri
Spivak y Gyan Prakash fueron fundamentales como contrapunto para pensar
la posibilidad de crear un grupo de estudios subalternos latinoamericanos,
proyecto liderado por John Beverley e Ileana Rodríguez que se originó en
la academia estadunidense después de la derrota sandinista (véase Grupo
Latinoamericano de Estudios Subalternos). El subalternismo tuvo eco en las
áreas menos estudiadas desde los campos tradicionales de los estudios litera-
rios y la historia del arte, como el área andina y Centroamérica, con enfoque
particular en la expresión indígena y el género del testimonio.

4. El desarrollo de una agenda de investigación en estudios culturales lati-


noamericanos en Estados Unidos y la participación importante de aca-
démicos latinoamericanos que trabajan en las universidades mexicanas y
estadunidenses

Entre 1996 y 1997 la revista británica Journal of Latin American Cultural


Studies realizó una serie de entrevistas a intelectuales latinoamericanos que
18 PRESENTACIÓN

cultivaban prácticas de investigación y escritura adscritas, en términos ge-


nerales, a los estudios culturales. Estos intelectuales, casi sin excepción,
declaran que su praxis es culturalista avant la lettre, o sea, que están rea-
lizando un tipo de investigación dentro de agendas de investigación nacio-
nales (“estaba haciendo historia de las ideas” dice Sarlo: “Cultural Studies
Questionnaire”:85) o independientemente de programas estadunidenses (“me
involucré en los estudios culturales antes de saber cómo se llamaban” dice
Néstor García Canclini, “Cultural Studies Questionnaire”: 86). Quizá el males-
tar que producen a menudo los estudios culturales como práctica intelectual
que se percibe como “importada” o “extranjera” tiene menos que ver con su
génesis o sus textos fundacionales que con su organización disciplinar que
se realizó indudablemente en Estados Unidos. En ese sentido la queja que se
escucha a menudo por parte de intelectuales latinoamericanos –“nosotros ya
hacíamos estudios culturales antes de que se pusieran de moda en Estados
Unidos”– no sólo es sostenible sino también ampliamente justificada. Como
indica Jean Franco, “los discursos metropolitanos sobre el tercer mundo han
adaptado generalmente una de tres operaciones: 1] exclusión –el tercer mundo
es irrelevante a la teoría–; 2] discriminación –el tercer mundo es irracional y
por consiguiente está subordinado al conocimiento racional producido por
la metrópolis–; y 3] reconocimiento –el tercer mundo es únicamente visto
como el lugar de lo instintivo–” (“Beyond Ethnocentrism”: 504). De hecho,
los estudios culturales latinoamericanos son organizados como tales en la
academia estadunidense en diálogo con los estudios culturales anglófilos, el
posestructuralismo francés, el poscolonialismo, los estudios del subalterno y
una serie de movimientos locales surgidos de los movimientos de derechos
civiles de los años sesenta como son los programas de estudios chicanos, afro-
americanos, queer, de género, asiático-americanos, etc. Si bien el rótulo de
estudios culturales latinoamericanos es una etiqueta de origen estadunidense,
la plétora de investigaciones realizadas bajo esa rúbrica representa toda la
diversidad y riqueza del hemisferio.
Gran parte del ímpetu detrás de la creación de los estudios culturales
latinoamericanos procede de una importante diáspora intelectual latinoame-
ricana en la academia estadunidense. Con una influencia parecida a la de
otras diásporas, en otros momentos fundacionales de los estudios culturales
(la diáspora judeo-alemana y su interés por la industria cultural en los años
cuarenta, la diáspora caribeña y su desarrollo de los fundamentos de la teoría
poscolonial en los años sesenta), los intelectuales latinoamericanos exiliados
por razones políticas o transterrados por razones económicas cambiaron el
modo de pensar lo latinoamericano en Estados Unidos. Estos intelectuales lle-
varon consigo una formación intelectual en la cual la relación entre prácticas
PRESENTACIÓN 19

textuales y prácticas políticas era indivisible. Socavaron la visión de América


Latina como una subárea de los estudios ibéricos, rechazaron la ideología im-
perialista y anticomunista que fomentaba los estudios de área (como señalan
Gilbert Joseph, Catherine Legrand y Ricardo Salvatore en Close Encounters
of Empire (1998), el origen de los estudios latinoamericanos como disciplina
académica de la Latin American Studies Association como sociedad profesio-
nal, están teñidos de una enorme preocupación imperialista y anticomunista
que dominó la escena política de Estados Unidos durante la guerra fría) e
introdujeron un modo de concebir la cultura como proceso interactivo con la
sociedad y como medio fundamental tanto de control hegemónico como de
resistencia. En Estados Unidos, Canadá y México muchos de ellos se encon-
traron por primera vez con la posibilidad concreta de pensar América Latina
como unidad en colaboración con colegas de otros países.

B. Los estudios culturales en México

Gracias a la relativa estabilidad ofrecida desde los 1920 por el sistema de


partido único y el compromiso del PRI con la cultura nacional, México propi-
ció y fortaleció un sistema de promoción y apoyo a la cultura sin comparación
en América Latina. A diferencia de otras “ciudades letradas” como Buenos
Aires y Lima, la ciudad de México, después del final de la Revolución, no tuvo
interrupciones importantes o cambios de giro fundamentales en la política
cultural, condición que se refleja igualmente en las instituciones culturales de
la provincia. La infraestructura gubernamental de fomento cultural –que apo-
ya los museos, la literatura, la arqueología, el turismo, la danza, los festivales
regionales, el teatro, la historiografía, etc.– ha sido históricamente la más
amplia y fuerte de América Latina. Desde la época de José Vasconcelos el
Estado mexicano ha fomentado la producción cultural al involucrar a artistas
prominentes (muralistas, poetas, etc.) en sus diversos proyectos de gestión
cultural; también ha invertido muchísimo en la preservación del patrimonio
nacional en museos, archivos y publicaciones. La cultura en México está fuer-
temente promovida por programas educativos, becas, subvenciones, premios,
publicaciones, festivales, etc., todos apoyados por agencias gubernamentales
(Instituto Nacional de Antropología e Historia, Fondo de Cultura Económica,
Instituto Nacional de Bellas Artes, Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes) en espacios comerciales, pedagógicos, investigativos, festivos y turísti-
cos, entre otros. La política cultural (para con el cine, el arte, la literatura, el
teatro, la danza, la música, las fiestas regionales, la arqueología, la historia,
etc.) ha sido elemento imprescindible de la política nacional por casi un siglo
20 PRESENTACIÓN

(Tovar y de Teresa: 36-50), y se han asignado presupuestos mucho más signi-


ficativos que en cualquier otro país de América Latina.
Este apoyo gubernamental obviamente implica una falta de independen-
cia en el arte que recibe subvención y la política cultural mexicana muchas
veces depende de la política (y a veces del capricho) de los que ocupan ofici-
nas ejecutivas (presidentes, gobernadores) y sus nombramientos de funciona-
rios culturales. Censura, amiguismo, nepotismo, caudillismo, discriminación
racial y misoginia han sido elementos característicos de la gran máquina
cultural mexicana en diferentes momentos históricos, consecuencia inevita-
ble, quizá, del sistema político que hasta tiempos muy recientes efectivamen-
te no ha permitido la participación de más de un sólo partido. No obstante
estas fallas, la inversión del gobierno mexicano ha posibilitado una infraes-
tructura de producción y diseminación cultural impresionante.
Si bien el impulso de este apoyo ha sido de corte nacionalista, como par-
te fundamental de su misión como país comprometido con políticas cultura-
les de izquierda, México también dio asilo, durante los años sesenta y seten-
ta, a miles de intelectuales exiliados del resto de América Latina que se
insertaron en la academia y en la administración cultural estatal con relativa
facilidad. Además de contribuir al desarrollo de la investigación y docencia
disciplinar en el país que los albergó, estos intelectuales tuvieron la oportu-
nidad de interactuar con colegas de otros países y pensar de manera más
orgánica fenómenos culturales y políticos latinoamericanos. Esta experiencia
de colaboración entre intelectuales de diferentes países y formaciones acadé-
micas se dio también en otras ciudades del exilio como fueron París, Madrid
y Barcelona pero la posibilidad de inserción en México hizo que el corpus de
productos surgidos de este exilio fuera más abundante y más complejo. Como
apuntamos antes para el caso estadunidense, el desarrollo de los estudios
culturales en México se realizó en diálogo con fenómenos intelectuales y cultu-
rales locales, entre ellos una vibrante tradición de investigación sobre culturas
subalternas, anclada principalmente en la antropología.
En su calidad de país refugio, México albergó y posibilitó el trabajo de
algunas de las figuras más destacadas del campo de los estudios culturales en
América Latina como son Néstor García Canclini y Jesús Martín Barbero,
todos colegas de los mexicanos Carlos Monsiváis y José Manuel Valenzuela
Arce, estos investigadores han hecho contribuciones fundamentales a las
agendas de investigación de los estudios culturales latinoamericanos.
Néstor García Canclini, autor del ya clásico libro Culturas híbridas de
1989, propuso ahí la práctica de “ciencias sociales nómadas” para tomar en
cuenta su nueva “concepción hojaldrada del mundo de la cultura” (14-15). La
hibridez, término desarrollado por García Canclini, no sólo refleja la “hetero-
PRESENTACIÓN 21

geneidad multitemporal”, es decir “los cruces socioculturales en que lo tradi-


cional y lo moderno se mezclan”, los cuales no sólo caracterizan la producción
cultural latinoamericana contemporánea (14), sino también la imposibilidad
de comprender las expresiones cultas, populares y masivas como categorías
discretas de producción cultural. La crítica literaria o de arte que se limitaba
a lo culto, la antropología y los estudios folklóricos que se enfocaban sólo en
lo popular, y la comunicación y estudios de cine que se interesaban única-
mente en “la cultura masiva” tenían que entrar en diálogo.
García Canclini, nacido en Argentina, residente de México desde 1976, es
profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa, don-
de fundó en 1990 el programa de estudios sobre Cultura Urbana. García
Canclini es autor de textos seminales sobre la cultura popular, la industria
cultural, el consumo cultural y la globalización como Las culturas populares
en el capitalismo (1982) y Consumidores y ciudadanos: conflictos multicultu-
rales de la globalización (1995). Su teoría de la hibridez en particular ha teni-
do influencia significativa más allá de los estudios latinoamericanos. Sus tex-
tos han sido traducidos y son leídos y discutidos en el ámbito de los estudios
culturales y de la globalización en todo el mundo.
Martín Barbero, español de nacimiento y nacionalizado colombiano, tam-
bién ha desarrollado una parte importante de su trabajo intelectual como
investigador y docente en México. Sus años (1995-2002) en el Departamento
de Estudios Socioculturales del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores
de Occidente, en Guadalajara, fueron también el periodo de publicación de
algunas de sus obras más destacadas sobre los medios masivos y la globali-
zación (aunque su obra fundamental sigue siendo De los medios a las media-
ciones: comunicación, cultura y hegemonía, de 1987). También coincidieron
con la época en la que los estudios culturales empezaron a legitimarse como
práctica, con variaciones múltiples y muchas veces sin espacios instituciona-
les, en la academia latinoamericana. Entre las publicaciones de su época
mexicana, cuentan Oficio de cartógrafo: travesías latinoamericanas de la comu-
nicación de la cultura (2002) y Al sur de la modernidad: comunicación, globa-
lización y multiculturalidad (2001).
Por su noción de la mediación, conceptualiza el papel de la recepción y
la demanda de la audiencia en la determinación del contenido de producto
cultural de los medios masivos. También afirma que el público latinoameri-
cano no es mera víctima pasiva de una propaganda ideológica de las indus-
trias culturales, sino interlocutor activo con los productores culturales. Esta
teoría de la mediación la emplea para realizar lecturas innovadoras sobre el
melodrama latinoamericano y la industria de las telenovelas; asimismo aplica
otro concepto suyo, el del “mapa nocturno”. Siguiendo las recomendaciones
22 PRESENTACIÓN

de Raymond Williams de remapear los conceptos de interrogación teórica


para tratar nuevas formulaciones multidisciplinarias de investigación, propo-
ne releer la cultura no desde la producción –enfoque tradicional de la crítica
académica– sino desde el consumo, terreno menos conocido: de ahí la nece-
sidad de elaborar nuevos mapas nocturnos para guiar a los nuevos críticos
en la oscuridad.
Carlos Monsiváis es investigador en el Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH) en la ciudad de México. Como cronista ha publicado obser-
vaciones sagaces sobre la vida política, cultural, sexual y cotidiana de los
mexicanos. Es pionero en aplicar una crítica aguda y teóricamente informa-
da, no sólo a la alta cultura (tiene estudios seminales sobre poesía y narrati-
va mexicana) sino también a la cultura popular (fiestas y santos populares) y
a la masiva (música popular, cine, televisión, deportes). Monsiváis reconoció
temprano el peso de la industria cultural y de los ritos comunitarios en la
esfera pública mexicana, tomándolos en serio en su crítica desde los años
setenta en tales obras como Escenas de pudor y liviandad de 1988 y Los ritua-
les del caos de 1995, en las que, con un formato de crónicas concisas y saga-
ces, trata temas eclécticos. Un libro más reciente, Aires de familia de 2000,
trata más ampliamente la historia de procesos culturales en América Latina
desde finales del siglo XIX. Hoy en día “su obra se ha vuelto indispensable para
cualquier intento de aproximación a la cultura mexicana; no sólo porque la
describe tan bien, sino porque en realidad se ha convertido en una de sus
voces definitivamente paradigmáticas”.1
José Manuel Valenzuela Arce, investigador en el programa de estudios
culturales del Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, tiene publicaciones
notables sobre la cultura fronteriza, la popular urbana y la de los jóvenes,
áreas que ha trabajado desde los años ochenta. Coordinó en 2003 la edición
de Los estudios culturales en México, colección que reúne ensayos importantes
de García Canclini, Monsiváis y también de otros investigadores pioneros del
campo (Rossana Reguillo y Jorge González, por ejemplo). Sus monografías
–dos ejemplos notables son Nuestros piensos: culturas populares en la frontera
México-Estados Unidos (1998) y Vida de barro duro: cultura popular juvenil y
graffiti (1997)– representan uno de los primeros cuerpos significativos de tra-
bajo crítico producido en América Latina que se identifica, sin reservas, con
el proyecto de estudios culturales.
Como estos cuatro pensadores se cuentan entre los críticos más prolíficos
y más leídos en múltiples campos de estudio (artes, literatura, sociología,
antropología, comunicación, historia, etc.) en los últimos decenios, su interés

1
Kraniauskus, “Carlos”, 1997, p. 111.
PRESENTACIÓN 23

colectivo en tratar categorías diversas de producción cultural, incluyendo las


que hasta tiempos muy recientes han sido las más desdeñadas por la inteligent-
sia –entre ellas la historieta (Monsiváis), la película “B” (Valenzuela Arce), la
telenovela melodramática (Martín Barbero), las artesanías (García Canclini),
el corrido fronterizo (Valenzuela Arce), los santos populares (Monsiváis)–,
y también en explorar aspectos antes ignorados del consumo cultural, ha
transformado dramáticamente las posibilidades de temática de investigación
académica en las humanidades y ciencias sociales mexicanas. Aunque otras
figuras latinoamericanas se destacan por su influencia por abrir nuevos espa-
cios de crítica en los últimos años (por ejemplo, Beatriz Sarlo en Argentina y
Silviano Santiago en Brasil), ningún otro país ha visto la amplitud de objetos
de estudio no tradicionales como aparece en la obra de estos cuatro investi-
gadores.
Otra razón por la cual los estudios culturales encontraron un terreno tan
fértil en México ha sido el poder de las industrias culturales mexicanas. Como
los otros países grandes de la región –Brasil y Argentina– la industria cultural
mexicana ha producido para el resto del continente y para la población latina
en Estados Unidos. La continuidad política en México ha permitido que la
influencia de la cultura mexicana en el exterior haya sido constante. En la
época dorada de cine mexicano (1936-1955), por ejemplo, el cine nacional
se exportaba a los muchos países hispanoparlantes que no tenían su propia
industria y por consiguiente no podían producir una cantidad suficiente de
películas en español para satisfacer la demanda nacional. De hecho, en esta
época “clásica” de cine latinoamericano, sólo México “parece haber realizado
cabalmente el modelo de producción industrial” (Paranaguá, Tradición: 101).
En los años sesenta y setenta, la época del auge de la historieta latinoame-
ricana, las empresas mexicanas como Editorial VID, exportaron títulos popu-
lares, tales como Memín Pinguín y Lágrimas, Risas y Amor a muchas partes
de América Latina. Hoy en día Televisa, empresa mexicana de producción y
emisión televisiva, se cuenta entre las corporaciones de mayores ganancias en
toda Latinoamérica. Sus programas se exportan y las estrellas de actuación de
todo el continente acuden a sus estudios para trabajar. La industria musical
mexicana también tiene una historia larga de ser una de las más prolíficas
del continente. La capacidad de estas industrias de diseminar sus productos
a enormes públicos nacionales e internacionales señala su importancia como
medio para moldear gustos y trasmitir valores a todo el hemisferio. Si bien,
como ha sido el caso de la exportación de la cultura estadunidense a América
Latina, este poder industrial implica el potencial para un imperialismo cultu-
ral de escala menor, la influencia de la cultura de los medios masivos mexi-
canos a través de América Latina es innegable.
24 PRESENTACIÓN

No obstante la importancia de las industrias culturales mexicanas, el esta-


do admirable del desarrollo de infraestructura de gestión cultural en México
y la enormidad de la influencia de los pioneros de los estudios culturales
latinoamericanos que han trabajado en México (aparte de algunos progra-
mas, muchas veces impulsados por los mismos pioneros de celebridad inter-
nacional, becarios premiados por fundaciones de alto prestigio mundial) los
estudios culturales existen más como práctica individual que como campo
institucional en la academia mexicana, lo que evidencia la tradición disci-
plinaria en el país. En realidad pasa lo mismo en toda América: los estudios
culturales latinoamericanos siguen exhibiendo cierto sabor subversivo por
la acogida fría que les han dispensado desde los espacios de las disciplinas
tradicionales. Los investigadores y docentes que trabajan estudios culturales,
aplicando metodologías interdisciplinarias, muchas veces lo hacen desde las
disciplinas tradicionales, por lo cual, según Valenzuela Arce, los estudios cul-
turales en México han tomado forma más de “una comunidad interpretativa”
que de “una nueva disciplina” (Valenzuela Arce, “Introducción”: 26, 33).

II. LOS ESPACIOS DE LOS ESTUDIOS CULTURALES LATINOAMERICANOS

Los estudios culturales son practicados en general por intelectuales formados


en disciplinas tradicionales como la literatura, la antropología y la historia,
aunque hay investigadores formados en otras disciplinas (Daniel Mato, por
ejemplo, es economista) que a menudo trabajan en departamentos tradicio-
nales. También hay investigadores latinoamericanos (y latinoamericanistas)
que forman el campo, quienes trabajan o fueron formados en programas
concebidos como interdisciplinarios (en ciencias sociales, por ejemplo) o
formaron parte de colectivos interdisciplinarios o revistas de interpretación
cultural. Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo fueron los fundadores del Club de
Cultura Socialista en Buenos Aires; Nelly Richard fundó en Santiago de Chile
la Revista de Crítica Cultural en la que participaron muchas de las activistas
del colectivo feminista La Morada; Punto de Vista fundada por Beatriz Sarlo
en Buenos Aires fue un foro importante para la discusión de la relación entre
sociedad y cultura y tradujo por primera vez al español textos de Stuart Hall,
Raymond Williams, Edward Said, entre otros. Otra Parte, Confines en Buenos
Aires (en la que participan Nicolás Casullo y Federico Galende, entre otros),
Debate Feminista en México y Nueva Sociedad en Venezuela, son algunas de
las revistas que más se han dedicado a la discusión de temas de estudios cultu-
rales. Algunas editoriales pequeñas o independientes como la del Instituto de
PRESENTACIÓN 25

Estudios Sociales y Culturales Pensar (de la Pontificia Universidad Javeriana,


Bogotá), Nueva Sociedad en Venezuela, Beatriz Viterbo en Argentina y Cuarto
Propio en Chile fueron fundamentales en la publicación de textos de estu-
dios culturales, complementando las publicaciones que aparecieron en edi-
toriales establecidas como las universitarias, Norma, Siglo XXI Editores y
Sudamericana.
La forma más “tradicional” de los estudios culturales es la de la crítica
cultural (aquí empleamos el término “crítica cultural” en su acepción más
general: la crítica de la cultura, a diferencia del uso por algunos críticos, en
especial Nelly Richard en Chile, para referirse a una práctica crítica muy
particular –y sutilmente distinta de las de los estudios culturales, véase la
entrada para el término en este mismo volumen–, en la que se aplican meto-
dologías y teorías multidisciplinarias a la crítica de la producción y consumo
de la cultura, ampliamente definida, como parte de un proyecto político de
interrogar jerarquías culturales y sociales, y mecanismos de comunicación y
manipulación ideológica. Esta visión conforma programas de estudio cuyo fin
es formar investigadores, profesores y lectores no especializados que buscan
una perspectiva crítica que fomente el cambio social. Estos programas se ba-
san en los diferentes hilos genealógicos de teoría crítica metropolitana (los de
la Escuela Birmingham, el postestructuralismo francés, la Escuela Frankfurt,
etc.) y también como ya lo elaboramos en la parte anterior, en la tradición del
ensayo latinoamericano. Asimismo, introducen diferentes metodologías disci-
plinarias para preparar a los estudiantes para revisar archivos, entrevistar a
informantes, interpretar textos escritos y visuales, seguir los procesos de co-
municación cultural de los medios masivos, analizar los hábitos de consumo
cultural, interpretar datos demográficos, etc. Como programas definidos por
su interdisciplinariedad, se obligan a proveer acceso a los fundamentos me-
todológicos de básicamente todas (o casi todas, García Canclini ha señalado
la falta de análisis económico (“Épica”: 42-43) las disciplinas de las ciencias
sociales y las humanidades.
Para formar nuevas generaciones de críticos es imprescindible un pro-
grama de estudio con bases sólidas en la teoría crítica. Tales programas de
posgrado se organizan, entonces, no tanto por géneros de producción cultu-
ral, ni por periodos, ni por aproximaciones disciplinarias, ni por contextos
geopolíticos, sino por ciertas temáticas o ramas de teoría crítica, las que
ponen en juego diálogos teóricos de la actualidad. En un texto ampliamen-
te conocido en años recientes, en el ámbito de los estudios culturales lati-
noamericanos, Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: el desafío de
los estudios culturales (Mabel Moraña, ed.), se puede ver cómo se ordena el
campo alrededor de este tipo de temática al observar algunos de los títulos
26 PRESENTACIÓN

de las ocho secciones en las que se divide: “Globalización y multiculturali-


dad”, “Márgenes sociales: género, ciudadanía”, “Intelectuales, esfera pública
y políticas culturales”, “Culturalismo y crítica del canon”, “Saberes locales,
movimientos sociales y construcción de sujetos”. Las nuevas maestrías y doc-
torados en estudios culturales en universidades latinoamericanas tienden a
basarse en discusiones teóricas sobre tales temas. Algunos ejemplos incluyen
programas en la Universidad Andina Simón Bolívar (Ecuador), la Pontificia
Universidad Javeriana (Colombia), la Universidad Nacional de Colombia, y el
Colegio de la Frontera Norte (México). La maestría en estudios de la cultura
de la Universidad Andina Simón Bolívar propone “una reflexión académica”
con un enfoque en el “mundo andino”, el que toma en cuenta “los contextos
históricos y político-sociales, estructuras de poder, procesos generados por la
informática y la comunicación, y dimensiones de clase, étnicas, regionales y
de género”.2
Dada la implícita perspectiva política de la teoría crítica que da forma a
estos programas –la que señala una necesidad de familiarizar a los estudian-
tes con las actividades en la esfera pública de los movimientos de resistencia
comunitarios– algunos programas han buscado establecer vínculos concretos
con los actores y organizaciones sociales, fuera de la academia. Este gesto va
más allá del cuestionamiento de jerarquías del poder al descentrar la acade-
mia (institución hegemónica, elitista) de la crítica cultural con el fin radical
de reconfigurar el saber dominante. Por ejemplo, el Programa Cultura,
Comunicación y Transformaciones Sociales de la Universidad Central de
Venezuela “favorece la participación en sus actividades de intelectuales de
fuera de la academia y, más en general, el desarrollo de relaciones de colabo-
ración con otros actores sociales”.3
Los objetivos pedagógicos de los programas y cursos de estudios cultura-
les latinoamericanos son diversos. Como no es una disciplina tradicional, sino
más bien un conjunto de prácticas interdisciplinarias, no ha asumido una
forma fija, aunque en general sus partidarios comparten algunas pautas me-
todológicas, las que se han mencionado: el carácter implícitamente político
(de espíritu izquierdista) que da forma a los proyectos investigativos y peda-
gógicos; el aspecto inevitablemente multidisciplinario de interrogación de los
diferentes artefactos y prácticas culturales; y la falta de elitismo en la selec-
ción de objetos de estudio. Sin embargo, algunos programas (y si se cuentan
los diplomados o especializaciones, que son la forma que toman la mayoría
de los programas de posgrado en América Latina sobre cuestiones culturales)

2
<www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
<http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
PRESENTACIÓN 27

han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar
profesionales que se desempeñen en agencias o fundaciones culturales y en
las industrias culturales. Para los estudiantes a quienes estos programas se
dirigen, los que busquen una “formación de agentes culturales” (Olmos: 145),
es importante no sólo entender qué y cómo comunica la cultura, sino también
explorar cuestiones de historia, economía, leyes, promoción y administración
de la cultura. En este contexto, los estudios culturales se entienden no sólo
como una metodología crítica sino también como una guía a la infraestruc-
tura de los medios diversos (tanto públicos como privados) de creación, di-
seminación, consumo y preservación cultural. Aunque la mayoría de los es-
tudiantes se insertan en una infraestructura nacional o regional de agencias
culturales, son informados de los mecanismos globalizados que inevitable-
mente afectan los ámbitos regionales.
El concepto que da forma a estos programas es el de “Gestión Cultural”,
materia de capacitación promovida por la UNESCO desde los años setenta y
actualmente fomentada en América Latina por la Organización de Estados
Iberoamericanos (Stenou: 9). Cuenta este campo desde 1997 con su propia
organización profesional, la Red Iberomericana de Centros y Unidades de
Formación en Gestión Cultural (IBERFORMAT), la que provee un punto de en-
cuentro para anunciar congresos, publicaciones y programas de estudio, y
que organiza seminarios “de formación de formadores en gestión cultural”
para sus miembros (www.iberformat.org/home.php). Esta visión utilitaria no
refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical
que se asocia históricamente con los estudios culturales y para muchos es un
proyecto totalmente ajeno al de estudios culturales latinoamericanos.
Sin embargo, si bien los programas de gestión cultural se beneficiarían
de una aproximación más crítica al estudio de la cultura, los programas más
ortodoxamente críticos de estudios culturales, que a veces se enfocan casi
exclusivamente en la teoría crítica, serían más abarcadores e intelectualmen-
te completos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la cultura
enfatizados por los programas de gestión. No obstante estas diferencias fun-
damentales en conceptualización, los programas de gestión finalmente son
instrumentos de la cultura hegemónica estatal, muchos de los términos y
conceptos que se manejan en los diplomados de gestión coinciden con los de
los estudios culturales: los programas en gestión cultural, en efecto, casi siem-
pre incorporan módulos de estudio sobre la misma teoría crítica que funda-
menta los programas más “tradicionales” de estudios culturales. En los pro-
gramas de gestión, la cultura se entiende como “recurso”, noción elaborada
por George Yúdice como “mucho más que una mercancía: constituye el eje
de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que
28 PRESENTACIÓN

Foucault denominó sociedad disciplinaria […] son absorbidas dentro de una


racionalidad económica o ecológica, de modo que en la ‘cultura’ […] tienen
prioridad la gestión, la conservación, el acceso, la distribución y la inversión”
(El recurso: 13). Los programas en gestión cultural, entonces, tratan cuestio-
nes de política cultural, globalización, identidad, industria cultural y crítica
cultural; pero también enseñan sobre administración, mercadotecnia, turis-
mo, procuración de fondos, conservación, cooperación internacional y patri-
monio. En México, por ejemplo, ya han pasado por diversos programas de
Gestión Cultural, organizados por CONACULTA, más de 14 000 estudiantes.
Otros programas han tomado como responsabilidad la formación en pos-
grado de profesores e investigadores en activo que necesitan un título para
mantener sus puestos conforme a los nuevos esquemas de jerarquización
académica que requieren títulos de maestría y posgrado. En este tipo de pro-
gramas la denominación “estudios culturales” es un término abarcador que
permite la participación de profesionales en las humanidades y en las ciencias
sociales. Esto sucede en muchos países, especialmente los del Cono Sur don-
de la profesionalización de la carrera docente universitaria, después de la
redemocratización, ha obligado a muchos docentes e investigadores a enro-
larse en programas de posgrado semiescolarizados. La ventaja de proponer
programas de maestría y doctorado en términos abarcadores, como los de los
estudios culturales, es que permiten la participación de personas formadas
en disciplinas diferentes.
En Estados Unidos (y este paradigma también se refleja con ciertas va-
riaciones contextuales en Canadá, Europa, Australia, Asia, etc.), sobre todo
en los departamentos de español y portugués, los estudios culturales latinoa-
mericanos han heredado o se han fusionado con otras ramas de estudio de
distintas metas pedagógicas. Como han asumido un lugar central en progra-
mas que anteriormente se enfocaban en cuestiones lingüísticas –principal-
mente la enseñanza de los idiomas español y portugués– y literarias –filología,
estudio del canon literario, análisis formal–, no siguen precisamente la forma
interdisciplinaria del campo definida en los temas de debate por sus mismos
profesores de los congresos y revistas, ni mucho menos en los modelos que
hay de los nuevos programas independientes de estudios culturales en América
Latina. Como los departamentos de español y portugués son los únicos espa-
cios académicos en los países no hispanoparlantes donde se estudia América
Latina tanto en español como en portugués, éstos han resultado el ámbito
clave para la institucionalización de los estudios culturales latinoamericanos
en el extranjero.
En los estudios de licenciatura, la enseñanza de lengua y literatura ha
sido suplida por un enfoque amplio en la producción cultural latinoamerica-
PRESENTACIÓN 29

na. Es común que un estudiante de español o portugués, en Estados Unidos


o en Canadá, se encuentre en sus clases con literatura, cine, música popular,
arte, caricatura, quizá historiografía, etnografía y hasta comida y probable-
mente un poco de teoría crítica. Las prácticas metodológicas que antes se
utilizaban para la enseñanza, con su énfasis en la literatura, no sirven ya a la
mayoría de los estudiantes, quienes lejos de querer ser expertos en un canon
literario, tienen diversos motivos para especializarse en español y, a un grado
mucho menor, en portugués. Muchos de ellos desean insertarse en campos
profesionales que van desde la educación y los servicios sociales hasta el de-
recho, la diplomacia, la salud pública, la industria cultural y las artes. Buscan,
por consiguiente, obtener cierta competencia cultural además de la capacita-
ción lingüística. Como tienen la intención de emplear el español o el portu-
gués, ya sea en su trabajo o en espacios hispanoparlantes en los cuales tienen
sus orígenes, les conviene saber lo más posible de la historia, cultura e iden-
tidad de esas regiones.
En América Latina los estudios culturales han servido como telón de fon-
do para debates sobre la formación primaria y secundaria, especialmente en
lo que respecta a los objetivos “modernos” de la educación, o sea, la formación
de ciudadanos, y de los nuevos objetivos posmodernos de formar trabajadores
para el mercado global. Como señala García Canclini, el proceso de emanci-
pación que acompañó la modernización logró un progreso indudable en la
alfabetización y educación de grandes sectores de la población y la autonomía
de la ciencia, el arte y la literatura (Imaginarios: 21-22). El modelo educativo
en que se basó este proceso era enciclopedista, disciplinario y positivista.
Frente a la desazón ocasionada por la desinversión en educación y los están-
dares recesivos de escolaridad en los últimos treinta años, muchos funciona-
rios proponen modelos educativos más interdisciplinarios y el abandono de
las disciplinas tradicionales de la transmisión de lo nacional como son la li-
teratura y la historia en los niveles primarios y medios del sistema educativo.
Si bien esta propuesta no parte directamente de los estudios culturales tiene
como base algunos preceptos desarrollados en el campo, como son la jerar-
quización de los discursos mediáticos, el concepto de texto (en reemplazo del
de obra literaria), la organización del conocimiento en campos amplios, etc.:
tanto la promulgación de la Ley Federal de Educación en Argentina en 1993
como la propuesta de eliminar la enseñanza de historia anterior al siglo XV
en los niveles medio y superior en México, son ejemplos de esta reorganiza-
ción de la educación, haciendo un uso sesgado (y poco productivo) de las
propuestas de los estudios culturales.
Mientras los programas universitarios van tomando formas cada vez más
fijas, la praxis facilitada por estas nuevas configuraciones y fusiones discipli-
30 PRESENTACIÓN

narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discuten en espacios compartidos por investigadores de formaciones dis-
tintas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Algunos ejemplos representativos son: Indígenas mestizos: raza y cul-
tura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena; Las salidas
del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano, del historia-
dor y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary Imagination
in the Americas and the Age of Development de la profesora de literatura esta-
dunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo; Ficciones so-
máticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo (Argentina
1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles; The Art of
Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la crítica literaria
estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de globalización
de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.

III. POLÉMICAS Y DEBATES

Los cambios en la práctica de la investigación, entonces, han sido profundos,


mientras que las reestructuraciones institucionales han sido, en realidad, mí-
nimas. El problema de la capacitación metodológica para realizar crítica sa-
gaz e informada de diversos géneros de producción cultural y desde las múl-
tiples perspectivas críticas necesarias para entender cómo funciona un texto
PRESENTACIÓN 31

(o una performance o un artefacto, etc.) en sus funciones de obra artística,


medio de comunicación y producto comercial de consumo cultural, no se ha
resuelto. Muchos críticos se han quejado de la ingenuidad de colegas que
entran en diálogo con disciplinas en las que no tienen preparación formal sin
darse cuenta de su falta de autoridad y eventual incapacidad de contribuir
productivamente en tal intercambio, como si se realizara en lengua extranje-
ra. Lo que se presenta como “multidisciplinariedad” en realidad puede ser un
mero “pensamiento no disciplinado” (Trigo, “General”: 8), y se ha vuelto lugar
común criticar los estudios culturales por su “ligereza epistemológica” (Castro
Gómez, “Apogeo”: 347). Sus defensores han dicho que “los estudios culturales
no son una ‘antidisciplina libre’ sino un área común de conocimiento que ha
contribuido a una retroalimentación de las disciplinas”, que su transdiscipli-
nariedad “dinamiza” ya existentes procesos de ruptura epistemológica en la
universidad contemporánea (Castro Gómez, “Apogeo”: 352), y que la “tensio-
nalidad” producida por los “choques” ocasionados por las travesías de límites
disciplinarios es intelectualmente productiva (Richard, “Conflicto”: 443). Sin
embargo, las apologías frecuentes del campo no han silenciado las protestas
“constantes” de los que ven en los estudios culturales demasiado “populismo
consumista” y “metodologías flojas” (Trigo, “Practices”: 363).
Hay investigadores que con una preparación tradicional disciplinaria se
han sentido presionados a salir de su línea habitual de investigación o en-
señanza para mantenerse intelectualmente relevantes, pero sin tener a su
alcance fuentes de capacitación y, por consiguiente, producen trabajos muy
superficiales siguiendo algunos modelos de los estudios culturales que apenas
toman en cuenta los debates teóricos del campo. Algunos jóvenes tesistas, sin
preparación multidisciplinaria, se ven forzados a formular proyectos que cru-
zan fronteras disciplinarias para conseguir una inserción laboral o aumentar
las posibilidades de publicación de su trabajo en un mercado editorial aca-
démico que prefiere estudios que atraen a lectores de más de un solo campo.
Por otro lado, hay jóvenes investigadores inscritos en los nuevos programas
de estudios culturales que no reciben la preparación disciplinaria necesaria
para un mercado de trabajo todavía definido por disciplinas tradicionales,
quienes descubren demasiado tarde que la multidisciplinariedad en sí no es
necesariamente una metodología institucionalmente práctica. Muchos cen-
tros pioneros de estudios culturales latinoamericanos tienen programas de
estudio todavía experimentales y muchas veces improvisados que dependen
del profesorado del que se dispone (formados en disciplinas tradicionales)
para enseñar sus cursos y asesorar a sus estudiantes. Si bien en algunas partes
del mundo, ya se asevera que “en cuanto a su historia, sus valores y su orien-
tación metodológica, los estudios culturales sí son una disciplina distinta”
32 PRESENTACIÓN

(Couldry: 9), en América Latina (y para la mayoría de latinoamericanistas en


países extranjeros) todavía no funciona así.
Por otro lado, estos nuevos programas han tenido que definirse para ob-
tener espacio institucional. Han tenido que establecer programas de estudio,
cursos de metodología, relaciones con las disciplinas y cánones teóricos. Si
el problema de los estudios culturales “nómadas” –los que se colocan en los
intersticios entre disciplinas y buscan aporías no explicadas por las discipli-
nas tradicionales– es su eventual falta de rigor disciplinario, hay otros riesgos
inherentes en la institucionalización de programas interdisciplinarios de es-
tudios culturales. Nelly Richard se preocupa por la apariencia de “una versión
demasiado burocratizada de los estudios culturales que persigue una ecua-
ción satisfecha entre la gobernabilidad de la política, la administración de lo
social, la maniobrabilidad de lo cultural, la aplicabilidad de los saberes: todo
esto cruzado por un deseo de traducibilidad de las diferencias a un liso sis-
tema de intercambios donde el registro práctico de la transacción y de la
negociación prevalecen sobre el registro teórico-crítico del conflicto y del
antagonismo” (“Conflicto”: 445). Es un problema con el que se ha enfrentado
Richard al introducir un nuevo “Magíster en Estudios Culturales” en la
Universidad de Artes y Ciencias Sociales en Chile: su institucionalización
puede perjudicar lo que ha sido el poder subversivo de los estudios culturales
por lanzar sus interrogaciones siempre desde los márgenes de la academia.
Otra cuestión no resuelta trata del papel de la literatura “de calidad” en
un campo que va cediendo cada vez más espacio a la expresión popular y el
papel de la estética en la crítica cultural ya dominada por interrogaciones
políticas o sociales. Beatriz Sarlo ha expresado una nostalgia por la época de
la “nueva izquierda” (periodo que define como de finales de los 1950 a prin-
cipios de los 1970) cuando se proponían conexiones importantes entre la li-
teratura (categoría de expresión que se entiende como alta expresión estética)
y “la revolución” (“Cultural Studies and Literary Criticism”: 25). En tiempos
más recientes, se ha criticado –justificadamente, según Sarlo– el elitismo de
la expresión literaria; ahora, con el auge de los estudios culturales, se ha
visto “la redención social de la crítica literaria a través del análisis cultural”
(28) y las cuestiones sociales han asumido el lugar central antes ocupado por
las estéticas en la crítica literaria. Sarlo observa que esta división (crítica
estética contra crítica social) ha sido mucho más pronunciada en los estudios
latinoamericanos que en los metropolitanos: “Todo parece sugerir que noso-
tros los latinoamericanos debemos producir obras apropiadas para el análisis
cultural, mientras que Otros (o sea los europeos) tienen el derecho de crear
obras adecuadas para la crítica de arte” (33). Sin embargo, para Alberto
Moreiras, “la nueva función subalterna de estudios literarios le otorga una
PRESENTACIÓN 33

fuerte potencia disruptiva. Estamos lejos de haber ‘terminado’ con lo literario,


pero las herramientas adecuadas para la reflexión literaria deben rediseñarse
para tomar en cuenta las nuevas configuraciones del saber” (“Irruption”: 716).
Agrega que “una revisión fundamental de la razón crítica debe abandonar sus
horizontes esteticistas o historicistas, una herencia del pasado modernista, y
procurar la desarticulación de la polaridad dentro/fuera en la cual cada his-
toricismo estético y toda teoría culturista de la modernidad se fundamenta”
(719). Aunque la visión de Moreiras predomina, por lo menos entre la rama
más politizada del campo, las preocupaciones de Sarlo siguen siendo recono-
cidas como válidas y perturbadoras.
Esta misma oposición centro-periferia, donde América Latina se coloca
siempre lejos del centro, se ha intensificado en años recientes, quizá por la
popularidad inmensa del español en los Estados Unidos, la que ha ocasiona-
do un incremento notable en la cantidad de latinoamericanistas entrenados
en este país y también una migración intelectual de América Latina a Estados
Unidos. Cada vez hay más oportunidades de trabajo para especialistas en
estudios culturales latinoamericanos en Estados Unidos, principalmente en
departamentos de español. Un gran número de latinoamericanos transterra-
dos (Walter Mignolo, Hugo Achúgar, Beatriz González Stephan, Román de la
Campa, Ileana Rodríguez, Arturo Arias, Mabel Moraña, Josefina Ludmer,
Sylvia Molloy, José Rabasa, Graciela Montaldo, para nombrar sólo algunos)
se han establecido cómodamente en la academia estadunidense. Éstos, junto
con la gran cantidad de latinoamericanistas estadunidenses sacan partido de
la afluencia de las universidades, las bibliotecas, las fundaciones y las edito-
riales de Estados Unidos en comparación con la debilidad de instituciones
equivalentes en América Latina, para obtener becas, llevar a cabo investiga-
ciones, participar en congresos internacionales y publicar sus trabajos (mu-
chas veces en inglés). Como consecuencia, la academia estadunidense se ha
posicionado al centro del campo de los estudios culturales latinoamericanos
y el inglés se ha vuelto para muchos su lingua franca. Por lo tanto, en algunas
ocasiones el resentimiento que se ha articulado respecto a estas jerarquías
del saber en las Américas se ha dirigido específicamente a los estudios cultu-
rales: “quienes encarnan estas figuras de la otredad en su condición material
de sujetos distintos y distantes de los centros de autoridad y control discur-
sivos, resienten los estudios culturales como un metadiscurso globalizador
avalado por un circuito de garantías metropolitanas que reinstitucionaliza
–por conducto académico– varias nuevas formas de dominio internacional”
(Richard, “Intersectando”). Sin negar la existencia de estas jerarquías institu-
cionales y lingüísticas, responde Alberto Moreiras: “la pugna entre los lati-
noamericanistas estereotipados del sur y los del norte es una pelea simulada,
34 PRESENTACIÓN

una lucha entre bufones, ya que […] el latinoamericanista latinoamericano,


o quien asume tal posición, no tiene un derecho auténtico de apropiarse de
la representación de la negación subalterna porque éste también piensa des-
de el discurso colonial, igual que, por ejemplo, el latinoamericanista estadu-
nidense (y todos los demás cosmopolitanos y neocosmopolitanos, al grado
que sean latinoamericanistas) no es representativo impecable del sistema de
dominación epistémica” (“Irruption”: 720). La academia latinoamericana sólo
se puede entender como subalterna en relación con la academia metropoli-
tana, pero para nada está marginada en relación con los grupos rutinaria-
mente excluidos de los medios de representación, el diálogo global de ideas
y la educación pública. Sin embargo, en los congresos internacionales, la
tensión norte-sur no se puede ignorar, y la capacidad superior de disemina-
ción de la producción intelectual realizada en inglés, aunque trate América
Latina, sigue siendo inevitable.
Por otro lado, en lo que sí se publica en español, se reflejan también je-
rarquías. Si en algunos países de América Latina –en general los más grandes
y más ricos como Argentina, Brasil, México, Chile– publican más y envían
a más profesores a participar en congresos y coloquios internacionales que
otros, el poder económico de España es otro factor que se tiene que tomar
en cuenta al pensar el tema de las jerarquías del saber. Como observa Néstor
García Canclini, “las casas editoriales españolas, quienes controlan el merca-
do para libros en español con una proporción de siete a tres en relación con
el conjunto de editoriales de la ciudad de México, Buenos Aires y el resto de
América Latina, ven al continente como creador de literatura y como área de
expansión para su clientela española. Rara vez publican estudios culturales,
sociológicos o antropológicos de latinoamericanos, y cuando lo hacen sus
afiliados en Argentina, Chile, Colombia o México limitan su circulación al
país de origen” (“Cultural Studies and Revolving Doors”: 13). No obstante
la importancia del interés en relaciones de poder expresado por los estu-
dios culturales latinoamericanos, sean realizados desde Asunción, Chicago o
Tokio, el campo no ha solucionado el problema del lugar de la producción
intelectual latinoamericana en las jerarquías del saber de los mercados inte-
lectuales globalizados.
Cualquier intento de parte de los académicos de remediar la situación
–por ejemplo la subvención del costo de viajar de América Latina a congresos
internacionales para algunos ponentes latinoamericanos, patrocinada por or-
ganizaciones con su sede en Estados Unidos, como ha sido la política recien-
te de la Latin American Studies Association– produce un efecto mínimo. La
mayoría de los mecanismos de diseminación del producto académico quedan
fuera del control de los que se dedican a los estudios culturales ya que la
PRESENTACIÓN 35

academia contemporánea se deja manejar principalmente por las fuerzas del


mercado: se ofrecen clases no por el valor intelectual de un programa de
estudio bien planeado sino según la demanda de los estudiantes; se publican
libros no por la calidad de investigación o análisis sino por el criterio de
cuáles son los temas más rentables del momento. Como observa Carlos
Monsiváis, “la globalización, ayudada por los medios visuales, al decretar lo
inevitable de los valores del mercado, desdeña el consenso de las minorías y
las élites y fija el nuevo criterio canónico: la rentabilidad. Lo que vende es lo
que se vale, se proclama, y es poco lo que puede contrarrestar la industria
académica” (“De cómo”: 419). El inglés rige no sólo porque hay más anglo-
parlantes que hispanoparlantes en el globo, sino porque las publicaciones en
inglés se venden más y consiguen un precio más alto en el mercado.
El problema de diferencias de prestigio en idiomas se magnifica, obvia-
mente, con los idiomas menos hablados. Hasta hace muy poco en las
Américas, el portugués existía sólo para los brasileños y aun con la institu-
cionalización de programas de intercambio a partir de la creación del MER-
COSUR, la proporción de estudiantes en hispanoamérica que estudian portu-
gués es pequeña. En el modelo mercantilizado de la academia, las lenguas
indígenas no cuentan ya que no hay suficiente lectores para justificar el cos-
to de la publicación de textos, y las iniciativas estatales o comunitarias de
publicar en estos idiomas aunque importantes como gestos culturales no
logran conseguir difusión para sus textos. Como no existen en los espacios
académicos, se entiende que no son idiomas que se utilicen para pensar. Se
ha notado que hasta “el marxismo, el posestructuralismo, la crítica colonial,
los estudios subalternos y las críticas posmodernistas en general, son ramas
de los métodos científicos europeos que, desde su fundación, han evitado
cualquier acercamiento intelectual serio con los ‘otros’, en este caso, los pue-
blos indígenas” (Varese: 140).
Obviamente, los problemas del “latinoamericanismo” –las jerarquías del
saber sobre Latinoamérica que favorecen lo expresado en inglés y lo articu-
lado desde instituciones estadunidenses (véase la entrada sobre el término en
este volumen)– se magnifican cuando se habla de la teoría crítica en general
o el saber “universal”. Richard asevera que:

“La oposición entre representación (abstracción, teoría, discursividad) y ex-


periencia (concreción, práctica, vivencialidad) afirma la desigualdad de pode-
res trazada entre quienes patentan los códigos de figuración teórica que do-
tarán a sus objetos de estudio de legitimidad académica, y los sujetos
representados por dichos códigos –hablados por su teorización de la otredad–
sin mucho acceso a los beneficios institucionales de la teoría metropolitana
36 PRESENTACIÓN

ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”

América Latina es válida como espacio de investigación social, pero no


como centro de producción teórica. Este problema es tan evidente en los
estudios culturales “universales” como en las disciplinas más tradicionales.
Se ilustra la actitud de los estudios culturales metropolitanos por un breve
resumen del trato de América Latina en dos textos británicos, los cuales se
leen y se citan con frecuencia en los países anglófonos. Inside Culture de Nick
Couldry, un texto que pretende definir los estudios culturales en términos
disciplinarios y metodológicos, reconoce que existen los estudios culturales
latinoamericanos y de hecho cita la obra de Martín Barbero y García Canclini,
pero sólo como muestras de cómo funcionan los estudios culturales “en el
contexto poscolonial latinoamericano” y como evidencias de la amplitud de la
influencia mundial de la teoría cultural del británico Raymond Williams (34-
35). Aunque hay momentos en este texto cuando sería oportuno citar a éstos
u otros teóricos de los estudios culturales latinoamericanos, Couldry jamás
lo hace, reconociendo sólo a los anglófonos o francófonos contemporáneos
por la aplicabilidad universal de su teoría y tratando a los latinoamericanos
sólo como ejemplos locales de “otros lugares” (21). Los estudios culturales
latinoamericanos se marginan aun más en The Cultural Studies Reader, un
grueso texto en el que el británico Simon During ha compilado 39 ensayos
clave para el campo de los estudios culturales anglófonos de autores de ha-
bla inglesa, francesa y alemana. No obstante su articulación de la importan-
cia de “estudios culturales transnacionales”, el texto excluye por completo
no sólo a latinoamericanos sino a América Latina: en más de 600 páginas
(donde sí se tratan las culturas de Hong Kong, Irán, Bangladesh, Turquía,
etc.) ni se discute (las únicas excepciones: algunas figuras que se mencionan
muy brevemente, entre ellas las chicanas Gloria Anzaldúa, Cherríe Moraga y
Chela Sandoval, y los sudamericanos José Carlos Mariátegui y Gabriel García
Márquez). Un libro británico que sí da espacio a los latinoamericanos es la
colección de ensayos titulado Media and Cultural Studies: Keyworks (Dirham y
Kellner, eds.), la que admite ensayos de García Canclini, Martín Barbero, Ariel
Dorfman y Celeste Olalquiaga, junto a otros de Karl Marx, Antonio Gramsci,
Walter Benjamín, Roland Barthes y Stuart Hall; otro texto excepcional es A
Companion to Cultural Studies, compilado por Toby Millar, el cual incorpora
ensayos de George Yúdice, Jorge Mariscal y Ana María Ochoa Gautier.
Otra área problemática para los estudios culturales latinoamericanos ha
sido el campo de los estudios sobre las culturas “latinas” de Estados Unidos.
Este campo de estudio nació en la academia estadunidense en los intersticios
PRESENTACIÓN 37

disciplinarios entre los departamentos de inglés y estudios americanos, por


un lado, y los de español y estudios latinoamericanos, por otro, y se enfoca
en la cultura de los de identidad “latina” o “hispana” de Estados Unidos. En
años recientes, la población hispanoparlante de ese país ha crecido con una
velocidad tremenda. En 2002, más del 13% de la población estadunidense se
identificaba como “latina”, cifra que llegó hasta más del 25% en algunos es-
tados (California, Texas, Nuevo México, Arizona). Mientras tanto, la tasa de
crecimiento en los últimos años ha sido de más del 100% en muchos estados
tradicionalmente no “hispanos” (Kansas, Nebraska, Minnesota, Wisconsin,
Iowa, Kentucky, Oregon) e incluso más del 200% en casi todos los estados del
sureste (Arkansas, Tennessee, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia,
Alabama) y Nevada (estos datos son del Buró Nacional del Censo y se anali-
zan el Nacional Council of la Raza4). Esto quiere decir que todo Estados
Unidos –y no sólo unas determinadas zonas– se ha vuelto una zona de con-
tacto de dos idiomas, uno oficial, y otro, el español, con un estatus no oficial
de segundo idioma, pero de importante presencia en los medios, la educación,
la política, etc., en casi todo el país. Estados Unidos en realidad se ha vuelto
parte de América Latina, no por imperialismo militar de norte a sur, sino por
desplazamientos migratorios de sur a norte.
Muchas veces sólo porque los estudiantes “latinos” de las universidades
estadunidenses han exigido espacio institucional para el estudio de sus cultu-
ras, se formaron departamentos independientes de “estudios latinos”, o éstos
se ubicaron en nuevos programas de “estudios étnicos”. Con el tiempo se
empezaron a incluir los estudios latinos en los espacios tanto de estudios
americanos como los latinoamericanos. En el segundo caso, por el hecho de
tratar poblaciones que muchas veces preferían hablar (y escribir) en inglés
o en un español modificado por la interferencia del inglés, y también por las
particularidades del manejo de fondos gubernamentales donde se entendía
el “área” de América Latina como espacio extranjero por definición, ha ha-
bido mucha resistencia para acomodarlos en los espacios académicos don-
de formal o informalmente se realizan estudios culturales latinoamericanos.
América Latina a menudo sigue viéndose en oposición a Estados Unidos y por
ende la producción cultural y académica chicana y latina se desconoce casi
por completo más allá de la frontera con México. Las ciudades más latinas de
Estados Unidos (Miami, Nueva York, Los Ángeles, etc.) se conectan cada vez
más con centros culturales de América Latina (la ciudad de México, Bogotá,
San Juan, Río de Janeiro, etc.) y algunos consideran a Miami la “capital cul-
tural de América Latina” (Yúdice, Recurso: 239). Se ha empezado a utilizar el

4
<www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
38 PRESENTACIÓN

término “Latino/a América” para hablar de “uno de los posibles mapeamien-


tos o articulaciones exigidos por los procesos socioculturales ya existentes:
de la guagua aérea puertorriqueña de migraciones pendulares entre la isla y
el continente, al puente masivo de dominicanos aquí y allá; de las organiza-
ciones transnacionales al lugar que representan las remesas de inmigrantes
en las economías de sus países de origen” (Poblete, “Introduction”: xxiii).
Sin embargo, para otros, estos nexos y movimientos no merecen una fusión
disciplinaria: “no obstante sus muchas conexiones obvias con los estudios
culturales latinoamericanos, los estudios culturales latinos puede entenderse
como campo aparte, con un distinto conjunto de problemas, metodologías y
tradiciones intelectuales” (Trigo, “General”: 2). Varias de las antologías más
importantes de textos críticos y teóricos de los estudios culturales latinoame-
ricanos (por ejemplo las editadas por Moraña, Castro Gómez y Mendieta, o
del Sarto, Ríos y Trigo) excluyen por completo la cuestión latina de Estados
Unidos de sus discusiones.
Una excepción notable es la colección de ensayos titulada Critical Latin
American and Latino Studies (2003), editada por Juan Poblete, la que pone en
diálogo trabajos críticos de prominentes especialistas tanto de estudios cultu-
rales latinoamericanos (Walter Mignolo, George Yúdice, Román de la Campa,
John Beverley) como de estudios latinos (Angie Chabram Dernersesian,
Frances Aparicio, Juan Flores, Kirsten Silva Gruesz). Más típica es la aproxi-
mación “interdisciplinaria” entre lo latinoamericano y lo latino de dos tex-
tos canónicos de los estudios culturales. En Contemporary Latin American
Cultural Studies, texto británico editado por Stephen Hart y Richard Young,
la cultura chicana se estudia en un solo artículo elaborado por María Cristina
Pons, crítica mejor conocida por sus estudios de literatura mexicana y argen-
tina. De forma paralela, en The Chicana/o Cultural Studies Reader, editado por
Angie Chabram Dernersesian, incluye un capítulo (el último) sobre debates
culturales en América Latina elaborado por Rosaura Sánchez y Beatrice Pita,
críticas casi desconocidas en América Latina quienes trabajan principalmente
textos escritos por mexicano-americanos en Estados Unidos. Aunque los es-
fuerzos de Pons, Sánchez y Pita por entrar en nuevos espacios disciplinarios
finalmente son muy positivos, parecen casi como etnógrafas que reportan a
su público sobre lo que pasa en lugares ajenos.
La falta de consenso sobre todos estas complicaciones persistirá mientras
no haya lugares para presentar soluciones institucionales. Pero la fundación
de nuevos programas en estudios culturales latinoamericanos en los últimos
años empieza a dar una forma improvisada al campo. Como hemos mencio-
nado, muchas veces esta forma refleja más circunstancias de idiosincrasia
institucional que una visión coherente de una nueva disciplina, dependiendo,
PRESENTACIÓN 39

por ejemplo, del profesorado involucrado en la fundación de programas y


sus alianzas institucionales, las exigencias institucionales que permiten su
instauración, la demanda local del mercado estudiantil, las relaciones en-
tre los nuevos programas y las disciplinas tradicionales a nivel institucional
local, etc. Pero para un campo que siempre se ha posicionado fuera de las
limitaciones del pensamiento disciplinario, como campo rebelde, su institu-
cionalización implica una nueva actitud, ya no de agitadores sino de admi-
nistradores intelectuales, y una contemplación detenida de qué forma debe
asumir la disciplina para que tenga sentido para los estudiantes sin que pierda
su agilidad crítica.
Los coordinadores y los autores/as de las definiciones aportadas en este
diccionario no pretendemos tener soluciones definitivas o universales para
resolver las varias polémicas teóricas y laberintos epistemológicos que discu-
timos, esperamos que estas definiciones sirvan a estudiantes e investigadores
que entren en el campo. Quisiéramos que esta fuente de referencia de térmi-
nos clave para los estudios culturales latinoamericanos ayude para clarificar
las trayectorias de los conceptos más utilizados en esta interdisciplina y para
así facilitar la entrada de nuevos estudiantes e investigadores al campo.
Creemos que este diccionario será una herramienta útil para quienes se acer-
quen a los estudios culturales desde las disciplinas tradicionales, la crítica
cultural y la capacitación en la gestión cultural. Siguiendo una tradición de
larga data en el continente, nos gustaría que fuera un texto debatido, discu-
tido y utilizado en diferentes contextos culturales y académicos. Es una invi-
tación abierta a un diálogo que capturamos en un momento pero deseamos
que siga. Porque todo diccionario, toda biblioteca y toda taxonomía son,
como nos enseñó Borges, un delicioso e infinito desorden.

MÓNICA SZURMUK y ROBERT MCKEE IRWIN


40 PRESENTACIÓN

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sos: culturas populares en la frontera
alteridad Levinas insistió en el Otro como constituti-
vo del sujeto, justamente por no olvidar en
La tentación de definir a lo Otro ha sido una ningún momento al “otro”, al prójimo. Éstos
constante del pensamiento occidental. Dicha son sólo algunos filósofos que nombraron al
pretensión puede leerse como una confesión Otro sin intentar definirlo, pero en el siglo
de cierta pulsión quimerista que forma par- XX especialmente a partir de las experiencias
te de las plumas más sesudas de la historia traumáticas de ambas guerras mundiales,
de la filosofía (pretender que se pueda iden- hay muchos pensadores más que comparten
tificar lo Otro a partir del lenguaje de lo este gesto. El psicoanálisis por su parte al-
Mismo se revela como una –tal vez irresisti- teró la identidad del sujeto cartesiano hasta
ble– quimera). Desde las trincheras alema- desquiciarlo. En una perspectiva dialógica,
nas de la primera guerra mundial el filósofo Mijaíl Bajtín respondió al “pienso, luego
judeo-alemán Franz Rosenzweig hacía no- soy” de Descartes con “yo también soy”,
tar que la expresión “todo es” a partir de Eugen Rosenstock-Huessy le “torció el cue-
Tales de Mileto ha sido el repetitivo gesto llo” a la sentencia cartesiana hasta dejarnos
filosófico que buscó reducir lo Otro a lo escuchar respondeo etsi mutabor (respondo
Mismo “desde Jonia hasta Jena”. El verbo aun cuando cambie). En suma, es en el cam-
ser desde su sentido de Parménides –para po de las relaciones intersubjetivas donde la
quien ser es identidad–, opera como dispo- cuestión del prójimo en su alteridad se re-
sitivo de identificación que busca suprimir vela como imperativo, y ante esta exigencia
la diferencia. Lo hasta aquí expuesto es una que pone en cuestión la autonomía del su-
advertencia para disuadir a aquel que busca jeto, la respuesta ante la interpelación del
en la presente entrada una definición de lo otro se manifiesta como ética heterónoma.
Otro. Lo que sigue son notas que aluden a En este cambio de sentido hacia la hetero-
ecos de alteridad en ciertos pensadores con- nomía, el problema deja de ser los límites
temporáneos, con énfasis en el sentido que de lo cognoscible (ya no se trata de conocer
adquieren para América Latina, especial- o reconocer la alteridad) para dar lugar a la
mente para México y Guatemala. responsabilidad para con el otro. Al saberse
En español el término “otro” tiene varias sobreviviente, hablar significa testimoniar
caras: funge como adjetivo, pronombre, sus- por el otro.
tantivo; alude tanto a la temporalidad como De los nombres que aparecen más arriba,
a una indefinida cualidad. Indica a la vez sin duda es el de Emmanuel Levinas (1906-
repetición y diferencia, una repetición que 1995) aquel que se relaciona inmediata-
difiere tanto en el sentido temporal como mente con la alteridad. Este filósofo judío,
ontológico. nacido en Lituania, francés por elección, en
Entre los filósofos que vieron un proble- su libro Totalidad e infinito (1961) define a
ma en el intento recurrente de reducir lo la ética –heterónoma– como prima philoso-
Otro a lo Mismo, Friedrich Nietzsche criticó phia, a partir del otro. En Totalidad e infinito
el afán de subordinar la alteridad de lo sin- Levinas remite al otro bajo las cuatro figuras
gular en los conceptos; Jacques Derrida bíblicas del pobre, la viuda, el huérfano y el
planteó la diferencia radical sobre la que se extranjero; iconos de la vulnerabilidad y de
instala todo edificio conceptual; Emmanuel la falta, estos cuatro personajes conceptua-

[43]
44 ALTERIDAD

les dan origen a las leyes morales y sociales Totalidad) se manifiesta como escucha del
del Levítico, y a partir de allí a los reclamos otro, esto supone al menos que el otro tiene
de los profetas. Sin embargo, esta tétrada bí- voz y palabra; luego, esta lectura de la ética
blica no sirve para definir la alteridad, sino heterónoma levinasiana a través de Dussel,
para evocar una subjetividad responsable se revela problemática. Ésta no es una de-
por el otro desde tiempos inmemoriales. fensa de la ética de Levinas en detrimento
Dicha responsabilidad heterónoma no res- de las capacidades de la literatura en tanto
ponde a la voluntad del sujeto responsable maestra de ética. Por el contrario, intenta-
sino que es constitutiva de la subjetividad. mos subrayar la relación íntima entre ética
Así, el término “sujeto” debe ser entendido y literatura en el pensamiento del filóso-
como participio pasado, sujetado al otro por fo, que en repetidas ocasiones dice haber
la lengua y el tiempo que no son de su pro- aprendido lecciones de ética precisamente
piedad sino que vienen de otros y se trans- de autores como Shakespeare, Dostoievski,
miten a aquellos que vendrán. parte de una larga lista en la que se incluye
Desde los años setenta Enrique Dussel, Kafka, Rimbaud y Celan también. La ética
primero en Argentina y después en México, heterónoma de Levinas no pretende volver-
trató de traducir la ética heterónoma a la fi- se una política programática, sin embargo,
losofía de la liberación latinoamericana. Su sin ser tampoco teoría política, al poner en
ética se debe en buena parte a las inquietu- cuestión la autonomía, es un pensamiento
des que le produjo la lectura temprana de la político.
obra de Levinas de 1961. En su Ética de la En las culturas cuya cuna es Occidente
liberación (1998), el filósofo sigue refirien- la obsesión por el otro tuvo muchas formas,
do a Levinas para aproximarse a ese “otro” tal vez podamos resumirla bajo la pregunta
que en su pensamiento no deja de responder algo paródica “¿por qué el otro es Otro y no
por la tétrada bíblica, pero que en América más bien un otro Yo?” En términos políticos
Latina pone énfasis en los excluidos (las esto se traduce por guerra, conquista, colo-
mujeres que son asesinadas sistemática- nización y cuando esto se revela insosteni-
mente en Ciudad Juárez, por ejemplo), las ble: genocidio (Todorov).
víctimas, que son el indigente, el indígena. La inquietud no cesa: los filósofos son
Esas mayorías numéricas que por los aza- parte activa en el universo transtextual.
res eufemísticos suelen llamar “minorías” y Como es sabido, la poesía puede decir mu-
cuyo apelativo se debe posiblemente a ser cho más de lo que la filosofía quiere decir:
considerados “menores” en el sentido de in- “Yo es otro” sentenció Rimbaud. El verbo
fans, sin derecho a la palabra. Esto recuerda revela que no se trata de mera alienación (en
el discurso del EZLN en Nurio, Michoacán, ese caso estaría conjugado en primera per-
del 4 de marzo de 2001: “Somos un objeto sona). Esta frase dice la pasividad misma:
de decoración, un adorno vistoso y olvidado por causa del verbo conjugado en la tercera
en una esquina de la sociedad. Somos un persona, el objeto señorea sobre el sujeto
cuadro, una foto, un tejido, una artesanía, gramatical; el sujeto se vuelve rehén del ob-
nunca un ser humano.” El proyecto de libe- jeto. La jerarquía gramatical es alterada, ya
ración de Dussel –cuyo objetivo es “superar” no se puede distinguir sujeto de objeto: esta
desde América Latina al pensamiento críti- expresión poética produce la emergencia de
co– es leído por Doris Sommer en Proceed lo intersubjetivo en el seno mismo de la sub-
with Caution When Engaged by Minority jetividad. El verbo copulativo pierde el sen-
Writing in the Americas, un sensible texto tido reductor de la alteridad.
de estudios culturales que pone de relieve El poeta logró decir más fuerte aquello
problemas de alteridad. En dicho trabajo, la que los movimientos sociales forjaron como
interpretación dusseliana de Levinas eclip- consignas del desgarramiento: “todos so-
sa a la concepción del lenguaje de la ética mos... el otro” (“judíos y alemanes” dijeron
heterónoma, entendiendo que a diferencia jóvenes y obreros en el mayo francés (ante
de la literatura, en la filosofía de Levinas el la discriminación sufrida por el líder estu-
otro sigue privado de palabra. Sin embar- diantil Daniel Cohn-Bendit), “Marcos” dije-
go, si el “decir” levinasiano (en la noción ron los mexicanos –“indios”, hubieran pre-
heterónoma del lenguaje desarrollada en ferido oír otros–, “judíos” fue la palabra
ALTERIDAD 45

performativa del gobierno danés ante el re- quien te engendra. Son los muertos” y más
clamo del tercer reich de discriminar a “sus” adelante, en un eco lejano de Rimbaud
judíos con la estrella amarilla). La primera “Soy esos otros /También”. Porchia lo dice
persona del plural sigue obsesionando al su- de forma aforística, poniendo en cuestión
jeto autónomo, por ejemplo en México. el conocimiento que no deja de ser un acto
Según relata Carlos Lenkersdorf, en lengua de fe, incluso de credulidad, por su compro-
tojolabal se dice “uno de nosotros cometi- miso con la vida y con el porvenir, al decir
mos un crimen” (y no, como esperaría la en una de sus Voces “Si yo hubiera creído
moral autónoma: “uno de nosotros come- que lo otro era lo mismo, mi vida no habría
tió...”). Esto alude, según demuestra el an- tenido ninguna extensión”. Y aquí “vida” y
tropólogo (y tal como se puede constatar en “extensión” son sinónimos.
otras culturas vecinas, como la maya-quiché El esfuerzo por pensar la alteridad no es
de Guatemala), a una concepción del sujeto propiedad exclusiva de filósofos, poetas o
que tiene en cuenta al Otro en el Yo bajo el psicoanalistas; los antropólogos han dado
signo de la responsabilidad. Es una respon- lecciones de alteridad. Roger Bartra, a pro-
sabilidad heterónoma que, en el caso de los pósito del quinto centenario de la conquista
mayas, porta la memoria de sus muertos de América, escribió un libro memorable en
bajo la propia piel. el que la alteridad es abordada desde ambas
Así, la filosofía de la historia benjaminia- orillas: desde el Mismo y desde el Otro. El
na (en consonancia con la temporalidad le- título es elocuente: El salvaje en el espejo su-
vinasiana) compromete al historiador con giere un reflejo inesperado que da una vuel-
un pasado que le es inherente sin ser propio, ta completa a la civilización europea a tra-
sin haber sido jamás su presente. La respon- vés de la invención de su salvaje, un
sabilidad para con los muertos es inabroga- torbellino de civilización y barbarie, de mito
ble y en eso coinciden las diversas voces de y logos. En su brillante investigación, el an-
la alteridad. De este modo, la segunda tesis tropólogo mexicano dice haberse percatado
de la filosofía de la historia, escrita en ale- de estar asistiendo a la creación misma de
mán (por Walter Benjamin a la sombra de la noción del Otro. Y al modo de quien aus-
la desesperanza producida por el pacto de culta (es decir, escucha y no sólo ve), reba-
Hitler y Stalin en la segunda guerra mun- sando el afán de diagnosticar, con la espe-
dial) que versa que “ni siquiera los muertos ranza de que su escritura resuene, da su
están a salvo del enemigo cuando éste ven- palabra al porvenir:
ce”, si la traducimos al español en Guatemala, “Esta obsesión occidental por el Otro,
se descubre como experiencia vivida en re- como experiencia interior y como forma de
lación con los desaparecidos, en el marco de definición del Yo, ha revelado la presencia
una cultura quiché que considera a los vivos de otras voces: El Otro ha ocultado al otro.
en –viva– relación con sus muertos. Mi esperanza es que, en la medida en que
La constitución del sujeto por la alteridad el hombre occidental comprenda la natura-
es pensada en culturas diversas. La relación leza mítica del salvaje europeo, pueda en-
con los muertos en México y Guatemala es frentar la historia del tercer milenio, una
vital. En el Río de la Plata poetas como historia cuyas desgracias previsibles e im-
Jorge Luis Borges o Antonio Porchia pensa- previsibles tal vez puedan ser atenuadas, o
ron la trascendencia del sujeto en una suje- incluso evitadas, si el Occidente aprende
ción al otro que va en todas las direcciones por fin que hubiera podido no existir, sin
del tiempo: los muertos en los vivos, los vi- que por ello los hombres sufrieran más de
vos en los que vendrán, los que vendrán en lo que sufren hoy por haber perdido tantos
los muertos y en los vivos, los muertos en caminos que quedaron abandonados tan
el porvenir. En términos filosóficos resuena sólo para que, si acaso, la voz melancólica
la heteronomía levinasiana que dice que al de algunos poetas o la curiosidad de raros
hijo no lo tengo, sino que lo soy, siempre eruditos los evoque. La Europa salvaje nos
y cuando entendamos al verbo “ser” bajo enseña que hubiéramos podido ser otros...”
el signo de la pluralidad, contrariamente a (Bartra, Salvaje: 193)
su sentido eleático o de identidad. Borges Es alarmante constatar que “el Otro ha
escribe en un poema “Al hijo”: “No soy yo ocultado al otro”, esto es, que la especu-
46 ALTERIDAD

lación por marcar el límite entre el Mismo OBRAS DE CONSULTA. Bajtín, Mijaíl, Yo también soy,
y el Otro, encubre a la injusticia y llega a ser México, Taurus, 2000; Bartra, Roger, El salva-
asesina (en un ajuste del aforismo de Porchia je en el espejo, México, Universidad Nacional
citado antes). La frontera entre el Mismo y Autónoma de México/Era, 1992; Benjamin,
el Otro está custodiada por la ilusión de Walter, “Tesis de la filosofía de la historia”, en
identidad pura, cercada por la “experiencia Angelus Novus, Barcelona, Edhasa, 1971, pp.
interior” en su afán de definir al Yo. La “expe- 77-89; Derrida, Jacques, “La différance”, en
riencia interior”, ignorante del prefijo “ex” Márgenes de la filosofía, Madrid, Cátedra, 1989,
que acentúa la ética heterónoma, tiene por pp. 37-62; Dussel, Enrique, Ética de la libera-
forma más conocida al empirismo, cuyo ob- ción, Madrid, Trotta, 1998; Ejército Zapatista
jetivo de conocimiento opera la reducción de Liberación Nacional, “Al Congreso Nacional
de lo Otro a lo Mismo, y luego, en el plano Indígena: el dolor nos une y nos hace uno”,
político el “otro” queda eclipsado por el <http:// palabra.ezln.org.mx/ comunicados/
“Otro”. Este entrecruzamiento entre civili- 2001/> 2001_03_04.htm; Lenkersdorf, Carlos,
zación y barbarie trazado por Bartra (anun- “El mundo del nosotros”, en E. Cohen y A. M.
ciado por Benjamin en su séptima tesis en Martínez de la Escalera, coords., Lecciones de
pleno auge del nazismo), alerta contra la Extranjería, México, Siglo XXI Editores, 2002,
locura de la pureza –que llega a América en pp. 147-153; Levinas, Emmanuel, Totalidad
el siglo XVI y cuyos estertores conoció des- e infinito, Salamanca, Sígueme, 1987 (orig.
carnadamente el siglo XX. Hay una canción 1974); Nietzsche, Friedrich, Sobre verdad y
popular que condensa los “ecos de alteri- mentira, Madrid, Tecnos, 2003; Rosenstock-
dad” anunciados al comienzo de este artícu- Huessy, Eugen, The Origin of Speech, Norwich,
lo y desarrollados en el mismo, que resume Vermont, Argo Books, 1981; Rosenzweig,
al Otro en el Yo, que sólo se entiende como Franz, La estrella de la redención, Salamanca,
“yo” sujetado al “otro”, a ese tiempo plural Sígueme, 1997; Sommer, Doris, Proceed with
que sólo cobra sentido en los otros. Esa can- Caution When Engaged by Minority Writing
ción alude a una “mezcla” –de lenguas y in the Americas, Cambridge, Massachusetts,
etnias– que al decir lo plural, conjura el pe- Harvard University Press, 1999; Todorov,
ligro de la fusión: “en lo puro no hay futuro/ Tzevetan, Nosotros y los otros: reflexión so-
el futuro está en la mezcla/ en la mezcla de bre la diversidad humana, México, Siglo XXI
lo puro/ que antes que puro fue mezcla” Editores, 1991.
(“En lo puro no hay futuro” del grupo Jarabe
de Palo). [SILVANA RABINOVICH]
campo cultural la latinoamericana, que le daba inesperada
visibilidad, la literatura se volvió un objeto
La temporalidad que marcó los estudios de especialmente dúctil para pensar los proble-
la cultura de los años cincuenta y sesenta en mas culturales a los que la ficción trataba,
América Latina estuvo ligada a una mirada simbólicamente, de responder. Ángel Rama
política articulada por el pensamiento mar- es el hombre clave que reúne una cantidad
xista y por el impulso de las revoluciones de de proyectos y discursos intelectuales diri-
la época, anticoloniales y radicales; esa mi- gidos a reflexionar sobre la cultura latinoa-
rada estaba especialmente interesada en la mericana desde la idea de la heterogeneidad
historicidad de los procesos que servían cultural. Sus proyectos se enunciaban en
para definir a una determinada cultura y, términos de “multitemporalidad”, de tiem-
correlativamente, a las relaciones entre cul- pos densos, de sincronía. Quizá un libro
turas. Las ideas de cambio, crisis, transfor- de cierre de esa concepción de la cultura,
maciones, vanguardias, rupturas, estuvieron publicado en 1985, La literatura latinoame-
por ello ligadas a una temporalidad acelera- ricana como proceso, que reúne a los prin-
da que tenía al cambio como motor y a la cipales representantes de la crítica de ese
vez como instrumento para pensar la histo- momento, resume en su mismo título las
ria y la cultura. La apertura en América preocupaciones del periodo: no sólo se con-
Latina, con la Revolución cubana de 1959, cibe a la literatura como práctica autónoma
de un proceso revolucionario que tenía al y a la vez identitaria sino que la experiencia
tiempo como espacio de realización y difu- de la temporalidad está en el centro de la
sión en América, da cuenta de las expectati- interpretación. Antonio Cornejo Polar enun-
vas y de la fe en el poder de la historia. ció en esos mismos términos, hacia el final
“América Latina” se constituye como una de su vida, y en una suerte de testamento
unidad para ser pensada conjuntamente y crítico, que en los textos latinoamericanos
como alternativa en un mundo dominado “...actúan tiempos también variados; o si se
por polaridades. Tanto las utopías como los quiere, que son históricamente densos por
proyectos revolucionarios del sur del conti- ser portadores de tiempos y ritmos sociales
nente pertenecen al eje de las temporalida- que se hunden verticalmente en su propia
des, y el impulso homogeneizador, moderni- constitución, resonando en y con voces que
zante, de estos procesos requiere pensarse pueden estar separadas entre sí por siglos de
en el tiempo futuro como lugar de todas las distancia” (Cornejo Polar, 1994: 18). Rama
transformaciones. había reordenado en Transculturación na-
Lejos, sin embargo, de un modelo unifi- rrativa en América Latina (1982) gran par-
cador y universalista, el pensamiento crítico te de las ideas de la época sobre la cultura
de América Latina se instaló en el eje de latinoamericana, centrándose en la práctica
la temporalidad para pensar la complejidad literaria, para establecer el modelo de con-
de las culturas de las diferentes regiones. vivencia de tiempos y experiencias: “Al con-
Entre las disciplinas, logró un lugar des- trario, el concepto [de transculturación] se
tacado la crítica literaria. Dotada de una elabora sobre una doble comprobación: por
buena biblioteca marxista y sustentada en una parte registra que la cultura presente de
un fenómeno literario, el boom de la nove- la comunidad latinoamericana (que es un

[47]
48 CAMPO CULTURAL

producto largamente transculturado y en una perspectiva utópica ni proyectos políti-


permanente evolución) está compuesta de cos que permitían rearticularlas en una to-
valores idiosincráticos... Es justamente esa talidad.
capacidad para elaborar con originalidad, Son las categorías de intelectual y artista
aun en difíciles circunstancias históricas, las que entran en crisis y la idea de valor
la que demuestra que pertenece a una so- estético se hace cada vez más relativa en
ciedad viva y creadora [...]” (Rama, 1982: contacto con la producción de los medios
35). El término “transculturación” lo toma masivos. Con la irrupción de la cultura de
de Fernando Ortiz, antropólogo cubano, y los medios, ya no es posible pensar en tér-
tomará a su vez el término “aluvional” de minos de pura autonomía y se hace necesa-
un historiador de América Latina, José Luis rio ver las relaciones y negociaciones.
Romero, para describir el mismo proceso de Paralelamente, las instituciones se fortale-
acumulación de diferencias culturales y so- cen en los estudios críticos, porque son las
ciales. formas de conectar las prácticas culturales
Es evidente que poco a poco las catego- entre sí. La lectura de Michel Foucault y
rías de análisis particulares de las diferentes Raymond Williams, a fines de los años se-
disciplinas se van desagregando en un com- tenta, tienen un papel central en la decons-
plejo mayor: cultura. Los intentos interdis- trucción de la centralidad de lo estético y en
ciplinarios de los años sesenta dieron como la conformación de un discurso crítico so-
uno de sus resultados la progresiva desinte- bre las relaciones culturales. La idea de
gración o debilitamiento de los límites disci- campo intelectual, desarrollada por Pierre
plinarios. La lectura de Raymond Williams Bourdieu permite espacializar esas relacio-
en los años ochenta le dio estatuto crítico a nes y, por lo tanto, entender la dinámica en
una práctica crítica que se venía realizando los movimientos y funciones estructurales
ya en América Latina, al sostener la idea de de los diferentes actores culturales, una di-
cultura como un conglomerado de prácticas námica regida por relaciones de poder.
que norman y rigen las relaciones entre los La idea de campo permite estudiar ya no
diferentes actores sociales entre sí y con las sólo las dinámicas de la cultura como bien
instituciones. Conjuntamente con la relec- de la élite, sino las dinámicas de las diferen-
tura de Theodor Adorno y Walter Benjamin tes culturas que disputan la hegemonía.
y sus reflexiones sobre la industria cultural, Bourdieu comienza a definir la idea de
los críticos y críticas de la cultura latinoa- “campo” en La distinction (1979) y las cate-
mericana fueron encontrando nuevos obje- gorías correlativas son “habitus” y “capital”.
tos que cruzaban las barreras de las disci- Un campo es un sistema de posiciones indi-
plinas. viduales (caracterizadas por el habitus de
La idea de campo comienza a usarse en sus miembros) que se definen por la estruc-
el pensamiento crítico latinoamericano a tura y la cantidad del capital que se posee.
fines de los años setenta. Nuevos críticos y El capital es capital económico (acciones,
críticas empiezan a vincular los fenómenos tierras, trabajo, patrimonio), cultural (cono-
culturales específicos con un afuera cada cimientos, calificaciones, formación en la
vez más amplio; esas vinculaciones dejan de familia y la escuela), social (amigos, relacio-
ser temáticas para volverse funciones que nes, redes), simbólico (reputación, prestigio,
conectan los diferentes discursos culturales actos de reconocimiento más o menos ritua-
con otras prácticas no necesariamente se- lizados). Un campo no puede pensarse fuera
mejantes. En realidad, la idea de cultura de las estructuras de dominación, ya que lo
comienza a hacerse plural y la irrupción de que lo caracteriza es la desigualdad en las
la “cultura de masas” reconstruye los límites posiciones. Por ello, un campo es siempre
entre las prácticas de las élites y de los de- un espacio de lucha por la dominación que
más sectores sociales; correlativamente, las genera estrategias de conservación, resisten-
categorías de autor, artista, intelectual, pú- cia, subversión. La dominación, de acuerdo
blico, consumidor, comienzan a separarse al habitus y al capital, no tiene una sola di-
de la tradición moderna y se redefinen en un rección y los actores tienen diferentes posi-
periodo de poca euforia política, con dicta- ciones de acuerdo a la estructura que se
duras en varios países del continente y sin analice. Además, hay campos y subcampos
CAMPO CULTURAL 49

con lógicas específicas que, a la vez, com- Rama, Antonio Cornejo Polar, Néstor García
parten reglas comunes. Los campos se defi- Canclini, Jesús Martín Barbero, Beatriz
nen a partir del capital que está en juego. Sarlo, Renato Ortiz, Nelly Richard, Oscar
Bourdieu ha insistido mucho en el estu- Terán, entre otros, usaron productiva y crí-
dio de los intelectuales y artistas y, en Amé- ticamente los textos de Bourdieu. Desde la
rica Latina, la idea de campo se ha asimilado sociología, la crítica literaria, la historia, la
a la de campo intelectual en gran parte de antropología, interpretaron la cultura como
los estudios. Los intelectuales han sido defi- un complejo entramado de negociaciones.
nidos como la fracción dominada por la cla- Es probable que una de las categorías de
se dominante; en tanto poseedores de habi- Bourdieu que aportara más al pensamiento
tus de clase, de un elevado capital simbólico, latinoamericanista haya sido la de evitar la
son un elemento dominante del campo cul- tradicional perspectiva “interdisciplinaria”
tural pero, en tanto actores que deben some- (como aportes parciales de diferentes disci-
terse o negociar con instituciones, con los plinas) en favor de estudios que atendieran
actores económicos y con las diferentes ins- a una mirada múltiple, sin tener que dar
tancias de poder, son actores dominados. De cuenta a cada disciplina de su aporte, es de-
esta posición ambigua deriva Bourdieu la cir, una disolución de los límites disciplina-
ambigüedad de los intelectuales y artistas rios para mejor entender objetos complejos,
durante la modernidad. cruzados por múltiples problemáticas.
El campo es una esfera de la vida social En México fue Néstor García Canclini
que se ha autorizado a través de la historia. quien hizo de las categorías de Bourdieu, en
El concepto de institución es fundamental trabajos fundadores de una perspectiva cul-
para entender la dinámica de los campos turalista sobre el presente, un uso más pro-
culturales. Las instituciones son la configu- ductivo. En libros como Culturas híbridas.
ración de relaciones entre actores individua- Estrategias para entrar y salir de la moderni-
les y colectivos. Bourdieu no hace una re- dad (1990), Consumidores y ciudadanos
presentación unívoca del espacio social sino (1995) o Latinoamericanos buscando lugar
una representación pluridimensional por- en este siglo (2002), estableció la idea de
que el espacio social está constituido por campo cultural para interpretar fenómenos
una pluralidad de campos autónomos defi- que cruzaban la experiencia urbana, los pro-
nidos por modos particulares de domina- ductores culturales, las relaciones de la in-
ción. Ciertas formas de dominación son dustria cultural con el capital transnacional,
transversales a los diferentes campos como, la relación entre la cultura letrada y los me-
por ejemplo, la dominación masculina. dios, la organización del pasado, la multi-
Ciertamente, la teoría de Bourdieu trata de culturalidad y el multilingüismo, la idea de
resignificar varias categorías del marxismo nación, los vínculos entre cultura y arte-
clásico (dominación, capital, clase) abrien- sanía en las instituciones estatales. Es a tra-
do su alcance semántico en sociedades más vés de la idea de campo que la pluralidad de
complejas, donde los actores sociales valen un país con múltiples etnias, lenguas, tradi-
de diferentes maneras en diferentes situa- ciones, con vínculos estrechos y desiguales
ciones. En el contexto marxista de la crítica con Estados Unidos, con desordenado cre-
cultural latinoamericana, las categorías de cimiento urbano y, básicamente, con una
Bourdieu resultaron muy útiles para estu- relación conflictiva y ambigua con lo mo-
diar contextos culturales en los que los ac- derno, puede mostrar a la mirada del inves-
tores sociales y las instituciones se caracte- tigador algunas de sus varias caras. Sus es-
rizan profundamente por la inestabilidad y tudios siempre tratan de poner en juego la
la ambivalencia de sus papeles. pluralidad de experiencias y discursos de
Conjuntamente con la relectura de que están hechas las culturas.
Gramsci, los textos de Bourdieu propor- En Argentina fue Beatriz Sarlo quien re-
cionaron elementos para pensar la función interpretó los estudios de la cultura a la luz
intelectual en América Latina. La idea de de las categorías de Bourdieu. Libros como
campo cultural centró los estudios críticos El imperio de los sentimientos: narraciones
en las instituciones y en los sujetos de la cul- de circulación periódica en la Argentina,
tura y sus relaciones. Los trabajos de Ángel 1917-1922 (1985) y Una modernidad perifé-
50 CAMPO CULTURAL / CANON

rica. Buenos Aires 1920 y 1930 (1988) impul- Horacio Pons), Buenos Aires, Nueva Visión,
saron un modelo de cultura como cruce de 2000].
tensiones y como campo de lucha. Las sepa-
raciones clásicas entre cultura de élites y [GRACIELA MONTALDO]
cultura popular o masiva se desarticulan en
sus libros mostrando, como lo hace García
Canclini en los análisis del presente, de qué canon
modo las interacciones entre los diferentes
actores y las diferentes prácticas suponen ANTECEDENTES. El uso de un término como
intensas negociaciones y luchas por el poder canon o como la referencia a lo canónico,
simbólico. en la actualidad se presenta como concepto
Si bien podemos trazar la arqueología de apaciguador y que remite a un espacio que
la idea de campo cultural en el pensamiento institucionaliza, o bien, a una lista que con-
europeo, conviene no olvidar de qué modo glomera, para intentar fijar ciertas normas
gran parte de los análisis culturales de la o valores en un campo cultural. Pero en el
segunda mitad del siglo XX en América término se reúnen algunos antecedentes que
Latina se manejaron con una perspectiva no sólo hacen referencia a las normas o a
cultural amplia tratando de entender la los criterios selectivos sino también a las
complejidad de los diferentes fenómenos. El conductas y acciones de individuos o insti-
registro de una tensión entre los modelos tuciones. Así, en Inglaterra, el “canon laico”
eurocéntricos y las perspectivas nacionales se relaciona con la formación y la transfor-
o regionales marcó a la mayoría de los estu- mación de los cánones cristianos, entendi-
dios críticos sobre América Latina; la cate- dos como señala la Enciclopedia Británica
goría de cultura fue la que iluminó buena en el sentido de “cuerpos de reglas y regula-
parte de los análisis fundadores. Los traba- rizaciones (cánones)” que en cierta forma
jos de David Viñas, Ángel Rama, Antonio guían la conducta de los individuos e insti-
Cornejo Polar, Antonio Candido se cuentan tuciones de ciertas iglesias. Estas normas
entre ellos. son elaboradas por una autoridad eclesiás-
tica dedicada a ese objetivo. En el Diccionario
OBRAS DE CONSULTA. Altamirano, Carlos y Beatriz de la Real Academia Española canon, del
Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos Aires, griego kanon (kan!n), se vincula con regla o
Hachette, 1983; Bourdieu, Pierre, La distinc- precepto, como dogma de la Iglesia católica,
tion: critique sociale du jugement, París, Minuit, como catálogo de textos sagrados y como
1979; Bourdieu, Pierre, Las règles de l´art: genè- parte de la misa (te igitur al Páter noster). En
se et structure du champ littéraire, París, Seuil, las formulaciones de algunos filósofos como
1992; Cornejo Polar, Antonio, Escribir en el John Stuart Mill y Emmanuel Kant, el tér-
aire. Ensayo sobre la heterogeneidad sociocultu- mino canon se vincula con un principio re-
ral en las literaturas andinas, Lima, Horizonte, gulador, por lo que se asocia a un concepto
1994; Foucault, Michel, Les mots et les choses. de invariabilidad. A medida que se relaja
Un archéologie des sciences humaines. París, este sentido restringido, puede pensarse que
Gallimard, 1966 [Las palabras y las cosas: una el canon debate entre la constancia y la al-
arqueología de las ciencias humanas (trad. Elsa terabilidad, por lo cual incorpora el sentido
Cecilia Frost), México, Siglo XXI Editores, de cambio y modificación.
1968]; Pizarro, Ana (coord.), La literatura lati- Un término que en su origen se emplea
noamericana como proceso, Buenos Aires, en el campo religioso y en la música, como
Centro Editor de América Latina, 1985; Rama, composición en que sucesivamente van en-
Ángel, Transculturación narrativa en América trando las voces, repitiendo o imitando cada
Latina, México, Siglo XXI Editores, 1982; una el canto de lo que le antecede, se va
Sarlo, Beatriz, Una modernidad periférica. expandiendo hasta convertirse en lo que
Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Harold Bloom señala como “una elección
Visión, 1988; Williams, Raymond, Keywords: A entre textos que compiten por sobrevivir y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, se interpreta esa elección con lo realizado
Oxford University Press, 1983 [Palabras clave: por grupos dominantes, instituciones edu-
un vocabulario de la cultura y la sociedad (trad. cativas, tradiciones críticas, o como por au-
CANON 51

tores de aparición posterior que se sienten T. S. Eliot sostenía que la tradición no


elegidos por figuras anteriores concretas” puede heredarse “y quien la quiera, habrá de
(Bloom, 1995: 30). obtenerla con un gran esfuerzo” y que “el or-
En un principio, el estudio de la norma den existente está completo antes de la llega-
sirvió como un fundamento para entender da de la nueva obra” y los juicios se dan por
la variación de los cánones estéticos e in- comparación; sin embargo, “debe tener plena
corporar la transgresión como elemento re- conciencia [...] de que el arte nunca mejora,
novador de esas normas vigentes, como bien pero que la materia del arte no es exactamen-
lo señala Jan Mukarovsky: “las normas que te la misma en todos los casos” (Eliot, 2000:
han encajado fuertemente en algún sector 21 y 23). Por lo tanto, influyen diversos fac-
de la esfera estética y en algún medio serial, tores históricos, ideológicos, culturales, entre
pueden sobrevivir durante largo tiempo; las otros, para conformarlo y proponer una se-
normas más recientes se han estratificado lección de autores y textos que merecen pre-
a un lado y así se produce la coexistencia servarse más que otros. Para otros estudiosos
y competencia de numerosas normas esté- el problema se vincula con la especificidad
ticas y paralelas” (Jan Mukarovsky, apud. del campo literario, como espacio de tensio-
Volek: 160). nes, de atracciones y rechazos. Para Susana
En los estudios literarios, el concepto de Cella, “la idea de canon es confrontable en
canon se refiere a un listado de obras maes- términos próximos en la relación opositiva o
tras y a veces a un listado de autores, de sinonímica” con términos como “tradición,
manera que genera así un descanso sobre el clásico, margen y centro” (Cella, 1998: 8).
valor y los juicios de valor en el campo lite- Si la palabra canon se vincula con la pa-
rario. Por lo tanto, desde su aparición en el labra marginalidad, en un sentido a la vez
siglo IV a. C., el canon, según destaca Raquel de complementariedad y subordinación, se-
Gutiérrez Estupiñán: “ha tenido una in- gún Noé Jitrik, “lo canónico sería lo regular,
fluencia notable en la crítica literaria y cul- lo establecido, lo admitido como garantía de
tural” (Gutiérrez Estupiñán, 2004: 32) y un sistema”, mientras que la marginalidad
opera a partir de un principio de selección. es lo que se aparta “voluntariamente” o no
porque “no admite o no entiende la exigen-
CANON, TRADICIÓN Y NORMA. Para los formalis- cia canónica” (Jitrik, 1996: 19). También es
tas rusos, en diálogo con los autores y es- necesario tener en cuenta que el canon es
cuelas de las vanguardias artísticas, el valor “algo menos y algo más que tradición, que
de la literatura radicaba en su “novedad y se subordina en un aspecto ordenador [...]
originalidad” y por lo tanto los procedimien- en lo marginal la tradición es más bien una
tos canónicos se eliminaban por sí mismos estructura de comportamientos que reapa-
en pos de la búsqueda de renovación de ele- rece bajo ciertas condiciones” (ibid.: 27).
mentos tradicionales y estereotipos: “los ar- Por su parte, Nicolás Rosa propone que
tificios obligatorios –afirma Tomachevski– se el canon de autores se convierta dentro de
vuelven prohibidos; se crean tradiciones li- la discusión sobre la supuesta “crisis de las
terarias y nuevos procedimientos. Lo que no Humanidades”, junto a la “crisis de la teo-
impide que después de dos o tres generacio- ría”, en un “canon de críticos” (Rosa apud.
nes literarias, renazcan, otra vez, los mismos Cella, 1998: 73). Por ejemplo, la polémica
procedimientos prohibidos (Tomachevski, en las universidades estadunidenses entre
apud. Todorov, 1970: 226). En esta línea y Harold Bloom y los que defienden los
viendo el problema en un ámbito histórico Cultural Studies. Para Nicolás Rosa “el ca-
que se sobrepone de los análisis inmanen- non es un pensamiento hagiográfico y sólo
tistas, Jan Mukarovski propone que la obra puede operar por continuidad [...] esa sería
artística oscila entre el pasado y el estado su historia [...] y por selección, ese sería su
futuro de la norma estética. Si la percibimos diccionario” (ibid.: 77), también propone
desde un presente anotamos la “tensión en- que el canon es desde un punto de vista na-
tre la norma pasada y su transgresión, des- rratológico, “una peregrinatio” en la búsque-
tinada a convertirse en un componente de da de un origen, y que desde el punto de
la norma futura” (Mukarovski, apud. Volek, vista político, “una estrategia propia de los
2000: 156). claustros universitarios”.
52 CANON

El proceso de exclusión e inclusión de las polémica entre lo castizo y lo moderno que


mujeres en el canon se transformó radical- involucra a Domingo Faustino Sarmiento,
mente a partir de los años setenta en el siglo exiliado en Chile, autor de Facundo, cuyo
XX, ya que la contribución de teóricas como subtítulo, Civilización y barbarie, tendrá una
Elaine Showalter hizo énfasis en la revitali- larga repercusión en las letras hispanoame-
zación de una “tradición literaria femeni- ricanas, como lo demuestra la exitosa novela
na”. Insistió esta autora en la necesidad de de Rómulo Gallegos de 1929, Doña Bárbara.
“entender por qué la escritura masculina se Tanto el cuento romántico-político “El ma-
resiste a reconocer a las precursoras feme- tadero” de Esteban Echeverría, como la no-
ninas” (Showalter, 1999: 108). Por lo tanto, vela sentimental María de Jorge Isaacs, se
el canon se remodeló a partir de esta in- convertirán en clásicos de la literatura his-
fluencia de la teoría de género en la valora- panoamericana del siglo XIX, incluidos en los
ción de los textos y se introdujeron obras planes de estudios escolares más allá de sus
que habían sido soslayadas por el predomi- fronteras nacionales.
nio de la cultura androcéntrica. Los cánones literarios de las jóvenes na-
ciones americanas se proyectan, de modo
CÁNONES EN AMÉRICA LATINA Y MÉXICO. Si el ca- fluctuante, hacia ese otro canon mayor
non consiste en “la selección de obras repre- latinoamericano; se propone la Utopía de
sentativas de cierta ideología en un tiempo América en constante tensión y diálogo con
y espacio determinados” (Pozuelo Yvancos, los cánones europeos: “la literatura latinoa-
2000), cada época y geografía producen un mericana es definida como expresión de una
canon diverso, de acuerdo con principios cultura cuya búsqueda compromete el tra-
que atienden a problemáticas de orden na- bajo del historiador y del crítico” (Zanetti,
cional, de gusto, de intereses políticos, de 1998: 87). En los comienzos del siglo XX
estrategias culturales oficiales o de grupo. aparecen las “bibliotecas americanas”, en-
Instalados en el siglo XXI, podemos recon- tre otras, las de Rufino Blanco Bombona
siderar los hitos literarios señeros, entre la y Francisco García Calderón, en años pos-
tradición y la ruptura, a partir de las inde- teriores se consolidan los proyectos de la
pendencias políticas de nuestros países en Biblioteca Americana del Fondo de Cultura
el siglo XIX. Apartarse del poderío español Económica o la Biblioteca Ayacucho, or-
en nuestro ámbito hispanoamericano –o de ganizadoras de un archivo minucioso de
otras metrópolis coloniales en los demás nuestra literatura, diseñadas –señala Susana
territorios de Latinoamérica y el Caribe– Zanetti– por dos especialistas preocupados
significó para nuestros escritores volver por el problema: Pedro Henríquez Ureña y
la mirada hacia un pasado que había sido Ángel Rama (ibid.: 97).
negado como el de las culturas origina- La ausencia de una especie de academia
rias, rechazar la etapa colonial o virreinal supranacional que paute las lecturas de las
y buscar nuevos modelos en otros países, nuevas generaciones lleva a privilegiar dis-
como Francia e Inglaterra. En este esfuerzo cusiones nacionales o regionales, como es el
se recuperan también ciertos textos de las caso de la originalidad y pertinencia de la
culturas prehispánicas “marginados” por el literatura gauchesca del Río de la Plata,
orden cultural hegemónico, como la poesía cuyo estudio puede convertirse en un “tra-
de Nezahualcóyotl o Los comentarios reales tado sobre la patria”, opuesto a los flujos
del Inca Garcilaso de la Vega; se introdu- migratorios y a las nuevas tendencias mul-
cen nuevos temas y se adoptan modelos eu- ticulturalistas.
ropeos no hispánicos, lo que propicia una Pocos casos literarios superan las fron-
posición antiespañola entre los escritores teras nacionales antes del auge de la nueva
románticos que, a su vez, fueron en muchos novela latinoamericana de los años sesenta;
casos, políticos y militares. estos casos son, por ejemplo, la demora de
En el terreno del lenguaje y de los “idiomas dos siglos en el reconocimiento de la obra
nacionales”, al decir de Jorge Luis Borges, la de sor Juana Inés de la Cruz, por un recha-
primera gramática americana será la del poe- zo generalizado de la estética barroca o el
ta y estadista venezolano Andrés Bello (pu- reticente homenaje a Rubén Darío en el cen-
blicada en Chile en 1847). Se inscribe en una tenario de su nacimiento (1867). Por su par-
CANON 53

te, los escritores consagrados en el llamado Años más tarde, se destaca como figura
boom de la novela latinoamericana son to- central de la poesía mexicana a Octavio Paz,
dos varones, blancos, cultos y habitantes de quien se hizo merecedor de una canoniza-
“la ciudad letrada”. La oposición entre un ción internacional al obtener el Premio
canon cosmopolita frente a otro regional o Nobel de Literatura en 1990. En México,
de modelos europeos frente a corrientes neo- Octavio Paz es más conocido por su estudio
indigenistas puede analizarse desde la reti- sobre la identidad nacional El laberinto de la
cencia de José María Arguedas ante la obra soledad (1950), que por su poema canónigo:
de Alejo Carpentier o la de Julio Cortázar. “Piedra de sol”. Los otros escritores laurea-
En la generación posterior, la discusión se dos en nuestra América, además de la ya
centrará en la pertinencia o no de un escri- citada Gabriela Mistral, fue el también poe-
tor como Manuel Puig, quien incorpora en ta chileno, Pablo Neruda, y los narradores
sus novelas materiales considerados propios Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, y el
de la subliteratura o de la cultura popular. colombiano Gabriel García Márquez.
Discusión que lleva a considerar el proble-
ma del canon en relación con la ampliación CANON EN MÉXICO. En México se consideran
del corpus literario. En el mismo decenio como los forjadores de una cultura nacional
de los setenta surge, en los países sudame- a los integrantes de la Academia de Letrán
ricanos, la narrativa sobre la dictadura y el y del Liceo Hidalgo, entre ellos Ignacio
exilio que exige nuevas calas de análisis para Ramírez “El Nigromante” e Ignacio Manuel
abordar “lo innombrable” y “lo ominoso” Altamirano, quien delimitó el concepto de
de la violencia institucionalizada. En el si- “literatura nacional”; estos escritores que
guiente decenio, la eclosión de los márgenes militaron en las filas del liberalismo, promo-
(escritura de mujeres, minorías sexuales y vieron en México la lectura de autores ro-
étnicas) tiene repercusiones en la literatura mánticos de origen francés, inglés y alemán,
y en la crítica de la mayoría de los países en un país de mayoría analfabeta.
latinoamericanos; así como la preferencia A finales del porfiriato, el realismo y el
de los lectores por las novelas de corte his- naturalismo se incorporaron a la literatu-
tórico a finales del siglo XX, impulsados por ra canónica con tintes mexicanos en obras
políticas editoriales que promueven premios como: El zarco, Baile y cochino, La bola,
nacionales e internacionales, con campañas Cuarto poder y Santa; esta última novela
publicitarias basadas en la mercadotecnia. considerada como el primer best seller de la
La crítica académica, que había incorpora- literatura mexicana.
do los métodos estructuralistas y lecturas in- El Ateneo de la Juventud es un grupo
manentes de los textos literarios en los años cultural, cuyas actividades se extienden des-
sesenta e inicios de los setenta, resiente un de los tiempos de Porfirio Díaz a la presi-
fuerte impacto con el auge de los estudios dencia de Álvaro Obregón. Sus integrantes
de género y los estudios culturales (tanto en intentaron unir la tradición clásica con los
la vertiente de la crítica literaria feminista, temas nacionales y actuaron tanto dentro
como en los estudios lésbico-gay y los queer del porfirismo como en la revolución y, aun-
studies) y, en los últimos decenios del siglo que se disuelven en dos ocasiones (1914 y
XX, los estudios culturales y poscoloniales. 1924), su influencia se extiende hasta fina-
Desde estas nuevas perspectivas teóricas y les de los años veinte. Entre sus integran-
críticas se releen a autores y textos canóni- tes se encuentran Alfonso Reyes, quien
cos como, por ejemplo, la reelectura de la desarrollará una valiosa labor diplomática
poesía amorosa y social de sor Juana Inés de y cultural, convirtiéndose en el represen-
la Cruz en relación con sus vínculos con la tante del canon literario mexicano; José
virreina Leonor María Carreto, Marquesa de Vasconcelos, ministro de cultura en épocas
Mancera y con las autoridades eclesiásticas de la Revolución y autor del Ulises criollo;
de la época; o la ambigua figura, entre viril y Martín Luis Guzmán, secretario de Pancho
maternal, entre mestiza y criolla, de nuestra Villa y posterior político de la revolución
primer Premio Nobel, Gabriela Mistral, con- institucionalizada, autor de dos textos ca-
siderada como “Maestra de América”, pero nónicos: El águila y la serpiente y La sombra
también como “Madre Nacional” en Chile. del caudillo.
54 CANON

La Revolución de 1910 no sólo introdu- “Escribir como mujer es un hecho lleno de


ce cambios en el ámbito político y social, consecuencias”. Se pueden distinguir en el
sino también en la visión del mundo que desarrollo de este colectivo de investigado-
se refleja en una narrativa marcada por la ras, varias etapas que coinciden con el deve-
violencia, el realismo, los modelos viriles y nir de la crítica literaria feminista en otras
un lenguaje que pretende rescatar el habla latitudes: 1] reconocer y revelar la misoginia
popular y los personajes de los de “abajo”, en la práctica literaria; 2] la labor de res-
tanto en la literatura como en los murales cate de “madres” y “abuelas” literarias de
pintados en edificios públicos. Se organiza donde surge la antología crítica sobre escri-
“la fiesta de la balas” y, al margen de las pá- toras mexicanas nacidas en el siglo XIX: Las
ginas consagradas de Martín Luis Guzmán voces olvidadas (Domenella y Pasternac), y
y Mariano Azuela, se publica Cartucho de la discusión entre el centro y los márgenes
Nellie Campobello con una visión y un len- con dos volúmenes: Mujer y literatura mexi-
guaje más cercano a las vanguardias. La cana y chicana. Culturas en contacto (López
novela de la revolución mexicana será re- y Malagamba); 3] el replanteamiento de las
unida por primera vez al terminar la lucha bases conceptuales y los presupuestos teóri-
armada, en los años treinta, pero obtendrá cos que han regido la crítica “falogocéntri-
su reconocimiento continental e internacio- ca” (Derrida) o la “machocrítica” doméstica.
nal a partir del trabajo de recopilación de En este nuevo reto, se publican investiga-
Antonio Castro Leal en 1960. ciones desde acercamientos temáticos y de
La vanguardia estridentista perdió el género, como Escribir la infancia (Pasternac
combate frente al canon culto y cosmopolita y Domenella), sobre narradoras mexicanas,
de los Contemporáneos quienes no se reco- y De pesares y alegrías (Gutiérrez de Velasco
nocían a sí mismos como grupo. Durante et al.), sobre escritoras latinoamericanas y
muchos años, en la academia se revalo- caribeñas; 4] por último, y tanto con la in-
rizó la poesía de Xavier Villaurrutia, José corporación de los estudios sobre masculini-
Gorostiza y Gilberto Owen, mientras se des- dad como con en el intento por abarcar una
conocían los aportes de una poesía de tono subjetividad múltiple y transgenérica (Nelly
más irreverente y de humor contestatario, Richard), se publican dos volúmenes bajo el
como la de Germán List Arzubide y la de título: Femenino/Masculino, dedicados a pa-
Manuel Maples Arce. rejas literarias en México (Castro Ricalde et
Sin embargo, más allá de la discusión al.) y a parejas literarias en América (Zalce
ideológica y estética, está implícito otro en- Martínez et al.). En la actualidad, el taller
frentamiento entre Contemporáneos y Es- “Diana Morán” trabaja en un nuevo proyec-
tridentistas, como es la latente homosexua- to sobre cinco escritoras, el cual se titula:
lidad en los primeros y el alarde masculino Desbordando el canon.
de los segundos. Habrá que esperar hasta
el decenio de los noventa para la publica- CANON Y ESTUDIOS CULTURALES. La crítica más
ción de las memorias de Salvador Novo so- radical del canon cuestiona no sólo su con-
bre el México de los veinte, en La estatua de tenido, sino la naturaleza hegemónica y eli-
sal y la posterior biografía crítica de Carlos tista de la literatura en sí. Como señala John
Monsiváis, Salvador Novo: el marginal en el Guillory, los debates en torno al canon lite-
centro (2000); y el estudio sobre masculini- rario reflejan una crisis en la literatura como
dades mexicanas de Robert McKee Irwin, forma de capital cultural, más que como un
desde la academia estadunidense, Mexican medio de representación o de expresión ar-
Masculinities (2003). tística. En ese sentido es una institución a
Las integrantes del taller de teoría y críti- la cual el acceso (de producción, de consu-
ca “Diana Morán”-Coyoacán, desde sus ini- mo, de estudio) es determinado por un sis-
cios, en 1984 a la fecha (2006), asumieron tema de exclusión basada en diferencias de
la propuesta de Helène Cixous: “La mujer clase social.
debe escribirse a sí misma, escribir sobre La noción de literatura en Latinoamérica
mujeres y hacer que las mujeres escriban” es inseparable del concepto de “ciudad letra-
y, por supuesto, que también lean a las es- da” de Ángel Rama. Como señala John
critoras; o como afirma Nicole Brossard: Beverley, la literatura es una institución co-
CANON / CIUDAD LETRADA 55

lonial que fue introducida a las Américas de Colombia-Universidad de los Andes, 2000;
por los colonizadores, que fue indispensable Zanetti, Susana, “Algunas consideraciones so-
para la fundación de la cultura nacional au- bre el canon literario latinoamericano”, en en
tónoma y que ha sido propiedad casi exclu- Susana Cella (comp.), Dominios de la litera-
siva de las clases dominantes (2). Beverley, tura. Acerca del canon, Buenos Aires, Losada,
al reconocer tanto la nueva hegemonía cul- 1998, pp. 87-105.
tural de los medios masivos, que tienen la
capacidad de alcanzar a sectores sociales [ANA ROSA DOMENELLA;
mucho más amplios y diversos que la litera- LUZELENA GUTIÉRREZ DE VELASCO]
tura, como la importancia de buscar estra-
tegias para comprender desde la academia
las culturas subalternas de grupos que no ciudad letrada
buscan acceso a las instituciones de la ciu-
dad letrada, adopta una postura “en contra Es un término acuñado por el crítico litera-
de la literatura”, la cual implica, finalmente, rio y cultural uruguayo Ángel Rama (1926-
una afiliación con el proyecto crítico de los 1983), en la obra inconclusa del mismo
estudios culturales. nombre. La ciudad letrada fue publicada
póstumamente en 1984, de manera casi si-
OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Against multánea en Estados Unidos (Ediciones del
Literatura, Minneapolis, University of Minnesota Norte) y en Uruguay (Comisión uruguaya
Press, 1993; Bloom, Harold, El canon occiden- pro Fundación Internacional Ángel Rama).
tal, Barcelona, Anagrama, 1995; Cella, Susana El libro tuvo varias reediciones posterio-
(comp.), Dominios de la literatura: acerca del res y fue traducido al inglés en 1996 (Duke
canon, Buenos Aires, Losada, 1998; Eliot, T. University Press). Desde su publicación, el
S., Ensayos escogidos (selección y prólogo de volumen, una de las contadas contribucio-
Pura López Colomé), México, Universidad nes latinoamericanas a la teoría cultural,
Nacional Autónoma de México, 2000; Guillory, ha ejercido una perdurable y generalizada
John, Cultural Capital: The Problem of Literary influencia en los estudios culturales lati-
Canon Formation, Chicago, University of noamericanos, en particular en los estudios
Chicago Press, 1993; Gutiérrez Estupiñán, coloniales y del “largo siglo XIX.”
Raquel, Una introducción a la teoría literaria, Esta influencia responde a diversas razo-
México, Benemérita Universidad Autónoma nes. Por una parte, Rama ensaya una am-
de Puebla, 2004; Mignolo, Walter, “Entre el biciosa historia cultural de América Latina
canon y el corpus”, en Nuevo texto crítico, desde la refundación de Tenochtitlán en 1521
año VII, núms. 14-15, 1995, pp. 23-36; Pozuelo hasta el México de mediados del siglo XX. El
Yvancos, José María y Rosa María Aradra libro tiene una rara coherencia de enfoque,
Sánchez, Teoría del canon y literatura española, ya que desarrolla un único problema: el de
Madrid, Cátedra, 2000; Rama, Ángel, La ciudad la “clase” letrada latinoamericana, su cons-
letrada, Hanover, N. H., Ediciones del Norte, titución, consolidación, transformaciones y
1984; Sánchez Prado, Ignacio, El canon y sus ampliaciones, su sorprendente persistencia
formas: la reinvención de Harold Bloom y sus a través del tiempo, la dinámica de sus re-
lecturas hispanoamericanas, Puebla, Secretaría laciones tanto con las metrópolis coloniales
de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla, y poscoloniales como con los grupos subal-
2002; Showalter, Elaine, “La crítica feminista ternos sobre los que gravita. Asimismo, el
en el desierto” M. Fe (coord.), Otramente: lec- libro de Rama ensaya un productivo camino
tura y escritura feministas (trad. A. Rodríguez), medio entre la epistemología y el análisis
México, Fondo de Cultura Económica, 1999, estético, para el que Román de la Campa
pp. 75-111; Tomachevski, Boris, “Temática”, acuñó el neologismo “epistética.”
en Tzvetan Todorov (ed.), Teoría de la litera- Finalmente, aunque Rama sea conside-
tura de los formalistas rusos, Buenos Aires, rado uno de los fundadores de los estudios
Ediciones Signos, 1970; Volek, Emil (ed.), culturales latinoamericanos, su práctica
Signo, función y valor. Estética y semiótica escrituraria (en términos “literarios” tanto
del arte de Jan Mukarovsky (trad. J. Jandová), como políticos) está firmemente enraizada
Bogotá, Plaza y Janés-Universidad Nacional en la tradición del ensayo latinoamericano
56 CIUDAD LETRADA

poscolonial. Es indudable la vinculación más (un avatar relativamente reciente) en la


de La ciudad letrada con el pensamiento de multisecular historia de la ciudad letrada y
Michel Foucault (sobre todo con las nocio- de sus conflictos internos.
nes de episteme y formación discursiva del Por otro lado, ciudad letrada nombra al
Foucault más o menos temprano), tal como grupo de individuos (los “letrados”) que ob-
la rastrea Román de la Campa. Es también tienen una identidad social diferenciada por
del todo pertinente su comparación con otros su pertenencia a las instituciones antes men-
textos de análisis cultural contemporáneos cionadas. En esta acepción, ciudad letrada
como Orientalism (1978) de Edward Said e tiene un significado cercano (pero mucho
Imagined Communities (1983) de Benedict más amplio) que el término que lo preexiste,
Anderson. Pero, aún más importante es la fi- el de “república de las letras”. Haber afirma-
liación política y escrituraria del volumen de do una unidad de linaje que va desde el bu-
Rama con las obras de los ensayistas latinoa- rócrata colonial del siglo XVI al autodidacta
mericanos, de Simón Rodríguez a Ezequiel de tendencias anarquizantes del XX, pasando
Martínez-Estrada, pasando por José Martí, por los “doctores” de mediados del XIX y los
José Enrique Rodó, Alfonso Reyes y Pedro viajeros cosmopolitas y los científicos positi-
Henríquez Ureña (véase Mabel Moraña). Por vistas de finales del XIX, es uno de los logros
todos estos motivos, La ciudad letrada se ha de Rama, más allá de las críticas al hecho de
convertido en un texto que define la práctica que Rama deja de lado notorias diferencias
de los estudios culturales latinoamericanos entre las diferentes encarnaciones de su “per-
en las dos Américas. sonaje conceptual” (Deleuze y Guattari).
Ciudad letrada es una noción híbrida, ya Finalmente, ciudad letrada nombra las
que conjuga à la Foucault diversos niveles prácticas discursivas que sostienen el predo-
de análisis en una totalidad dinámica. Por minio de las instituciones e individuos antes
un lado, nombra el conjunto de instituciones mencionados. Estas prácticas son rituales
que hacen de la propiedad y administración de incorporación, reconocimiento o exclu-
de la tecnología de la letra la condición de sión, ceremonias de fundación o de toma
su existencia y funcionamiento, a la vez que de posesión, escrituras, peticiones, actas,
la base de su poder y de su prestigio. Entre coronaciones de poetas, dictámenes, leyes,
dichas instituciones se cuentan las diversas constituciones, filiaciones, proclamas, sone-
reparticiones del estado colonial y nacional tos, arcos de triunfo, antologías, relatos de
(la policía, el sistema judicial, las aduanas, viaje. Rama (y este gesto renovó los estudios
el poder legislativo, el registro civil o regis- coloniales y del XIX) no analiza estas prácti-
tro de las personas, el registro de propiedad, cas discursivas exclusivamente (ni siquiera
las reparticiones encargadas de censos y primariamente) a partir de sus contenidos
estadísticas), las corporaciones educativas, explícitos. Las aborda como performances
artísticas, comerciales y financieras, las cuyo objetivo es la reproducción y perpetua-
profesiones liberales (medicina, derecho, ción del orden letrado como centro del or-
periodismo, notariado), el clero, los parti- den social. Esto, señala agudamente Alonso,
dos políticos, las sectas, los cenáculos, cier- permitió cortar el nudo gordiano en que la
tas organizaciones guerrilleras (los focos), teoría de la dependencia (contemporánea de
las academias. La literatura ocupa un lugar Rama) había atrapado al análisis literario
en esa nómina, desde luego, un lugar que y cultural. Así, más allá de que el letrado
Rama, cercano tanto intelectual como pro- latinoamericano copiara o adaptara mode-
fesionalmente a la literatura, no deja de pri- los metropolitanos (como en los casos de la
vilegiar en el libro. Pero para Rama ese lugar aparentemente anacrónica fidelidad a las
debe ser examinado, al menos en principio, estéticas gongorina, neoclásica, o románti-
a partir de las profundas comunidades que ca cuando ya habían sido abandonadas en
la ligan a esas otras instancias, y no, como sus lugares de origen), su actividad escritu-
quiere la ideología de la literatura desde la raria estaba orientada a sostener sus pre-
modernización, a partir de sus diferencias y rrogativas como administrador de una tec-
su pretendido privilegio epistemológico. Esa nología distribuida de manera desigual (en
afirmación de la diferencia y el privilegio de México, en vísperas de la Independencia,
la literatura es, para Rama, sólo un avatar menos del 5% de la población sabía leer y
CIUDAD LETRADA 57

escribir). Incluso cuando parece que la au- lado, performativa por otro) dio origen a la
tonomía intelectual letrada claudica frente peculiar morfología de la ciudad hispano-
al prestigio de las formas metropolitanas, americana, con su subdivisión en damero.
en realidad esas imitaciones (muchas ve- En el centro (la plaza central) de la ciudad
ces monótonas ad nauseam) son prácticas se agrupaban las instancias de poder y de
exitosas y del todo relevantes a su contexto prestigio: la Catedral o la Iglesia, el Palacio
de emergencia. La noción de ciudad letrada Virreinal (luego presidencial o municipal), la
permite entonces analizar la dinámica cul- Audiencia (luego los tribunales) el montepío
tural latinoamericana por fuera de la dico- (luego el Banco), la aristocracia local. Esta
tomía (de linaje romántico) entre imitación concentración optimizaba la administración
de los modelos metropolitanos / originali- y la defensa. Pero, asimismo, la disposición
dad vernácula. Asimismo, permite entrever en el espacio reduplicaba el lugar de cada
cómo la institución letrada fue (y es) mucho sujeto (de cada familia o de cada corpora-
más poderosa, adaptable y relevante de lo ción) al seno de la jerarquía colonial: cuando
que previamente se había concebido. Por lo más alejado, mas lejos del centro (material
mismo, la noción de ciudad letrada permitió y simbólico) del poder. Así, la ciudad hispa-
pensar de manera nueva los desafíos éticos a noamericana colonial (y hasta cierto punto,
los que se enfrenta el intelectual latinoame- la moderna) tuvo una organización anular.
ricano (un tema de enorme relevancia a me- El anillo interior coincide con el núcleo de
diados de los años ochenta donde el surgi- poder, y cada anillo exterior implica un paso
miento del testimonio, por ejemplo, parecía abajo en la jerarquía (sucesivamente criollos
anunciar un cambio radical en la manera pobres, castas, indios).
de concebir la práctica escrituraria). Para Esta reduplicación donde el mapa visible
el Rama de La ciudad letrada, la vinculación de la ciudad reproduce el mapa de la jerar-
entre letra y poder, en tanto violencia epis- quía al seno del imperio fue un proyecto
temológica ejercida por el letrado, es ines- consciente. Rama liga este proyecto a la
capable, y la conciencia de esa vinculación episteme renacentista y al modelo analógi-
debe ser el paradójico punto de partida de co que la regiría, tal como lo describe
toda reflexión. Foucault en Les mots et les choses; une ar-
Esta máquina semiótica llamada ciudad chéologie des sciences humaines (1966), y la
letrada (que operativamente hemos descrito considera un hecho fundacional en la his-
de manera tripartita) tiene una localización toria hispanoamericana. Esta reduplicación
precisa: la ciudad hispanoamericana, de la establece, desde el inicio de la incorpora-
que es a la vez criatura y origen. Para Rama, ción del continente al “Occidente” en for-
la ciudad colonial surgió como un “parto de mación, la primacía de la letra ligada al po-
la inteligencia”. A diferencia de las ciuda- der (los planos, las ordenanzas reales, las
des europeas, formadas a partir de la sedi- actas y protocolos de fundación sobre los
mentación de procesos históricos multise- que se estructura el proyecto urbano) sobre
culares (y en muchos casos multiculturales), la “realidad” colonial. De allí en adelante,
las ciudades coloniales hispanoamericanas cuando esta realidad no se adecue al diseño
fueron cuidadosamente concebidas y pla- letrado, será marginalizada en tanto subal-
neadas como instancias fundamentales en terna o anómala.
la empresa de construcción y expansión del Así, la ciudad letrada, lejos de ser un
imperio español, donde una ínfima minoría mero intermediario burocrático entre el im-
de origen metropolitano (o sus descendien- perio y los recursos y las poblaciones ame-
tes, los criollos) dominaba vastas poblacio- ricanas, legitimó y sostuvo un imperio cuya
nes según las necesidades de la corona. La base militar fue siempre frágil. Controlando
ciudad colonial no se organizó prioritaria- vastas extensiones, poblaciones dispersas y
mente en función de los requerimientos de difícilmente disciplinadas, con potencias ex-
una economía local autosuficiente, sino de tranjeras siempre al acecho, el imperio no
los la economía y la administración impe- podría haber sobrevivido sin la máquina se-
rial. Pero además, la ciudad misma tenía miótica de asiento urbano que “actuaba”
como función hacer visible el Imperio. Esta cotidianamente el imperio desde el despa-
doble necesidad (administrativa por un cho, el púlpito, el atrio o la cátedra. El ba-
58 CIUDAD LETRADA

rroco de Indias es un ejemplo fundamental ficos sociales, dos funciones que no existían
de esta dinámica. de manera separada un siglo antes, y que
Rama no concibe la emancipación del disputan abiertamente el derecho de regular
poder español y las luchas que la siguieron las relaciones sociales en trance de moder-
como una crisis terminal de la ciudad letra- nización). Por otro lado, el mercado de bie-
da (aunque desde luego implicara transfor- nes culturales y la industria cultural pasan
maciones y sustituciones, muchas veces vio- a jugar un papel fundamental, redefiniendo
lentas). Contrariamente al consenso de la relaciones de poder, expectativas y prácticas
historiografía liberal decimonónica, que al seno de la ciudad letrada. Asimismo, se
describió el periodo como épica devenida asiste a un proceso generalizado de demo-
catástrofe, Rama enfatiza cómo los letrados cratización de la cultura, ya que la alfabeti-
criollos adquirieron durante el periodo nue- zación masiva permite el acceso de nuevos
va influencia y nueva legitimidad, ya que la sectores a la tecnología de la letra, que dis-
instancia última de decisión al seno del or- putan el privilegio epistemológico del viejo
den letrado (la corona) ya no residía allende núcleo letrado. Así surgen experiencias
los mares, y había sido reemplazada por “anómalas” como el teatro popular, el folle-
criollos. Si las guerras de independencia tu- tín criollista, el periodismo popular, el par-
vieron efectos centrífugos en muchas ins- tido de masas, instancias todas cuyo funda-
tancias de decisión (la disgregación de los mento es la letra, pero que no se dejan ya
virreinatos en múltiples repúblicas es uno definir del todo de acuerdo a los antiguos
de los ejemplos más obvios, el surgimiento protocolos de inclusión / exclusión de la ciu-
del caudillismo y las guerras civiles entre dad letrada (por ejemplo, la posesión de un
liberales y conservadores, centralistas y fe- título universitario, la pertenencia a ciertos
deralistas son otros), tuvo un efecto induda- clubes o la publicación en ciertos periódi-
blemente centrípeto a otro nivel: eliminó la cos). En esta sección, Rama realiza un no-
referencia transatlántica que descentraba la table trabajo (apoyándose en sus previos
ciudad letrada, y ésta se convirtió (al menos trabajos sobre literatura y modernización en
idealmente) en instancia exclusiva de sobe- América Latina) caracterizando esos desa-
ranía, en tanto origen de las leyes y dictá- fíos, y los modos según los cuales los letra-
menes que regulaban el nuevo orden repu- dos latinoamericanos los enfrentaron. Uno
blicano. Como adláteres de los caudillos, de ellos, fue la apropiación de las culturas
como redactores de las leyes y las constitu- orales previamente marginalizadas en fun-
ciones que definían las nuevas unidades po- ción de una reinvención de las culturas na-
líticas, como abogados y jueces que decidían cionales y una redefinición de su lugar al
los renovados conflictos en torno a la pro- seno de las mismas: estos fueron los casos
piedad o la ciudadanía, como literatos que del americanismo y el criollismo literario.
disputaban la existencia de una cultura na- Otro de esos modos fue la invención de gé-
cional o hemisférica, la emancipación pro- neros históricos (como la “tradición” de
veyó oportunidades para la expansión y re- Ricardo Palma o las novelas memorialistas
definición de la ciudad letrada. como Juvenilia de Cané o La gran aldea de
Los desafíos que la emancipación no pre- López) que recuperan un pasado en trance
sentó, los presenta sin embargo la moderni- de desaparición, o de géneros que traducen
zación que tuvo lugar a partir del último (y por ello reterritorializan) a partir de los
tercio del siglo XIX. Por un lado, la exitosa códigos letrados las nuevas realidades (como
incorporación de América Latina al orden la crónica urbana o de viajes). Las revolu-
capitalista global del XIX en tanto productor ciones (la mexicana y, sorprendentemente,
de materias primas para la exportación, pro- la uruguaya) que inauguran el siglo XX son
dujo el crecimiento y la diversificación ace- el último avatar de la ciudad letrada que
lerada de la población de las ciudades (efec- Rama analiza, avatar que, aunque prolonga
to de migraciones internas y externas) y de el prestigio de la letra al seno de las socie-
la infraestructura productiva y administra- dades, también permite avizorar rupturas
tiva al interior de esas ciudades. Surgen por cruciales. Quizá el intento más radical para
ello sectores cuyas prácticas letradas son prolongar el impulso de La ciudad letrada,
apenas compatibles (literatos contra cientí- ya que prolonga la historia cultural latinoa-
CIUDAD LETRADA 59

mericana a partir de esas líneas de fisura, no hacen de la letra (o de las instancias do-
sea el reciente volumen de Jean Franco The minantes de producción y recepción de la
Decline and Fall of the Lettered City (2002) letra) su centro (cultura audiovisual o digi-
que podríamos concebir como verosímil la tal, testimonio, grafitti, crónica, etc.).
conclusión (esta vez en el registro de la mo- En todo caso, incluso cuando se la con-
nografía académica) que Rama nunca pudo voca para señalar sus límites y excederla, la
dar a su ensayo. El volumen de Franco es- noción de ciudad letrada no ha dejado de de-
tudia cómo, en el marco de la guerra fría, se marcar un horizonte teórico y escriturario.
asiste a la pérdida por parte de la ciudad Un concepto como el de ciudad letrada,
letrada (que en el caso de Franco equivale a que se propone como una clave de interpre-
la literatura y a un sector de las ciencias tación para una experiencia hemisférica
sociales) del privilegio epistemológico sobre multisecular, no podía dejar de atraer críti-
el cual basó su predominio, y su lugar emi- cas de diversa índole. Cerraremos esta pre-
nente (hasta el boom inclusive) como ins- sentación con algunas de ellas.
tancia privilegiada de intérprete y guía de la A pesar de su impronta foucaultiana, las
comunidad nacional. nociones de letrado y ciudad letrada unifi-
La noción de ciudad letrada ha fecunda- can de manera problemática prácticas cul-
do al menos tres líneas de investigación. turales no obviamente compatibles. Esta es
Hay, por un lado, empresas crítico-teóricas una crítica que Julio Ramos lleva adelante
que buscan prolongar o afinar las intuicio- en Desencuentros, un libro que, por otra par-
nes de Rama por medio de estudios de caso te, no podría haber sido concebido sin el
que precisan los patrones de funcionamien- (reconocido) antecedente de La ciudad letra-
to y transformación de la ciudad letrada. da. Desde luego, podría decirse que esta
Entre estas indagaciones, además del ya ci- arriesgada apuesta por una unidad de visión
tado volumen de Franco, podemos mencio- es también aquello que da al ensayo su in-
nar los estudios en torno al barroco colonial dudable fuerza.
y el surgimiento de la conciencia criolla (en- Otros, como Mabel Moraña, indica que la
tre ellos, el volumen de Mabel Moraña Viaje visión de Rama, aunque surge de (y es fiel
al silencio: exploraciones del discurso barro- a) el pensamiento de izquierda latinoameri-
co, de 1998), los estudios en torno a la lite- cano, no deja de tener una impronta cultu-
ratura de la emancipación como continua- ralista, impronta omnipresente en el ensa-
ción y ruptura de los paradigmas de la yo de interpretación latinoamericano, con
práctica letrada del siglo XVIII, y los estudios pocas excepciones como la de José Carlos
en torno a la literatura de la modernización Mariátegui. Por ello, no concede debida
latinoamericana. atención a los procesos productivos que han
Otra línea de estudios busca poner de re- hecho posible la perpetuación de ciudad le-
lieve los modos en los que la ciudad letrada trada. Toda vez que la díada letra/oralidad se
latinoamericana ha concebido a sus “otros” convierte en la categoría de análisis privile-
(la ciudad real, o el campo y sus respectivos giada del ensayo de Rama, se dejan de lado
sujetos), o los procesos (como la moderni- otras categorías como clase o raza (aunque
zación) que introdujeron cruciales transfor- la noción de ciudad letrada sea notablemen-
maciones al seno de la ciudad letrada. El te eficaz para describir la dinámica cultural
volumen de Doris Sommer (Foundational diglósica al seno de comunidades coloniales
Fictions, 1991) es un ejemplo de la primera o poscoloniales multiétnicas).
empresa. El de Julio Ramos Desencuentros John Charles Chasteen señala que, aun-
de la modernidad en América Latina, 1989) que la argumentación de Rama se propone
de la segunda. como una visión válida para toda América
Una última línea de estudios busca defi- Latina, trabaja por medio de énfasis no
nir y dar cuenta de aquellas instancias cul- siempre indiscutibles. Para el caso colonial,
turales que exceden los límites de la ciudad Rama privilegia los contextos novohispano
letrada, ya sea instancias escriturarias que y peruano, sin discutir adecuadamente con-
no se avienen al paradigma dominante de la traejemplos tomados del contexto brasileño.
ciudad letrada en un momento dado (escri- El imperio lusitano (y las ciudades brasile-
tura de mujeres o minorías), o medios que ñas) no parecen responder del todo al mo-
60 CIUDAD LETRADA / CRÍTICA CULTURAL

delo de Rama. Por su parte, la sección sobre da de Ángel Rama?”, Revista Iberoamericana
la modernización es examinada de manera 71.211, 2005, pp. 363-372; Rama, Ángel, La
casi exclusiva a partir ejemplos rioplatenses. ciudad letrada, Hanover, NH, Ediciones del
Así, desplaza el centro de gravedad de su Norte, 1984; Remedi, Gustavo, “Ciudad letra-
argumentación hacia aquellos estudios de da: Ángel Rama y la espacialización del aná-
caso que mejor prueban su tesis preexisten- lisis cultural”, enÁngel Rama y los estudios
te, dando así la imagen de una sincronía latinoamericanos, Pittsburgh, PA, Instituto
continental ilusoria. Internacional de Literatura Iberoamericana,
Quizá la crítica más radical sea la de 1997, pp. 97-122 <http://search.ebscohost.
Françoise Perus. Ella objeta el fundamento com>. Ríos, Alicia (coord.), “Homenaje a
mismo del edificio conceptual de Rama: el Ángel Rama”, Estudios 22/23. 10/11, 2003-
modelo analógico a partir del cual se esta- 2004; Szichman, Mario, “Ángel Rama: Más
blece la relación letra/ciudad y la primacía allá de la ciudad letrada”, enEspejo de escrito-
de aquella sobre ésta. Por un lado, señala res: Entrevistas con: Borges, Cortázar, Fuentes,
Perus, no queda claro cuál es el respaldo Goytisolo, Onetti, Puig, Rama, Rulfo, Sánchez,
intelectual en el imperio español para esa Vargas Llosa, Hanover, NH, Ediciones del
concepción. Rama recurre a Descartes y a Norte, 1985, pp. 197-221.
Lógica de Port-Royal, ejemplos indudable-
mente tomados de su lectura de Foucault, [JUAN PABLO DABOVE]
pero insuficientes para abonar un caso
estrictamente latinoamericano. Por otro,
Rama hipostasía la idea de “racionalidad crítica cultural
occidental”, la existencia de la cual, Perus
argumenta, era problemática en la penínsu- La “crítica cultural” no es algo que se puede
la con el carácter que Rama le atribuye, definir en términos precisos porque, a dife-
rencia de los “estudios culturales”, nunca
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Rolena, “La ciudad ha existido como una práctica institucional
letrada y los discursos coloniales”, Hispamérica: formal. En un plano general, bajo la etique-
Revista de Literatura, 1987, pp. 3-24; Alonso, ta de crítica cultural parecerían caber una
Carlos, “Rama y sus retoños: Figuring the serie de preocupaciones ligadas a un deseo
Nineteenth Century in Spanish America”, de cambio social y perfeccionamiento del
Revista de Estudios Hispánicos, XXVIII.2, 1994, ser humano, entre ellas, el papel del intelec-
pp. 283-292; Campa, Román de la, “El desafío tual en la sociedad; el funcionamiento del
inesperado de La ciudad letrada”, enÁngel poder y las instituciones; el lugar del subal-
Rama y los estudios latinoamericanos, terno; la relación entre centro y periferia,
Pittsburgh, PA, Instituto Internacional de alta cultura y cultura popular; la naturaleza
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 29-53; de las prácticas sociales; y un cuestiona-
Campa, Román de la, Latin Americanism, miento del concepto de lo canónico. Para
Minneapolis, MN, University of Minnesota profundizar estos problemas, la crítica cul-
Press, 1999; Castro-Gómez, Santiago, “Los tural recurre a una amplia gama de meto-
vecindarios de La ciudad letrada: Variaciones dologías (análisis textual, encuestas, entre-
filosóficas sobre un tema de Ángel Rama”, vistas, indagación histórica, etc.) y aboga
enÁngel Rama y los estudios latinoamericanos. por una salida de la rígida compartimenta-
Pittsburg, PA, Instituto Internacional de ción de las disciplinas académicas (Premin-
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 123-133; ger: 262).
Chasteen, John Charles, “Introduction”, en Una tensión que históricamente ha divi-
Ángel Rama, The Lettered City, Dirham, Duke dido a los practicantes de la crítica cultural
University Press, 1996; Moraña, Mabel, “De La concierne a la separación entre miradas eli-
ciudad letrada al imaginario nacionalista: tistas y no elitistas a la cultura. Perspectivas
contribuciones de Ángel Rama a la invención tempranas como la de Matthew Arnold
de América”, enPolíticas de la escritura en (Cultura y anarquía, 1869), por ejemplo, pri-
América Latina: de la Colonia a la Modernidad, vilegian a la poesía y el arte (en un sentido
Caracas, Venezuela, 1997, pp. 165-173; Perus, neoplatónico) como formas superiores para
Françoise, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letra- el fomento del cambio social y la disemina-
CRÍTICA CULTURAL 61

ción de los valores. El intelectual, como el trabaja para forjar redes solidarias con las
que tiene la capacidad de discernir el “buen clases obreras y populares. Yendo a contra-
gusto”, se eleva en la concepción de Arnold corriente del conservadurismo tradicional
por sobre los demás seres humanos y se res- del medio universitario inglés, Williams,
ponsabiliza por dirigir a la sociedad hacia Hoggart, y otros, ayudaron a posicionar a
una vida democrática más plena. En con- “lo marginal” como una esfera digna de ocu-
traste, un pensador como Theodor Adorno par la atención de investigadores y académi-
(“Crítica cultural y sociedad”, 1951) sitúa al cos, y brindaron al sujeto popular y a la
intelectual dentro de la cultura (y no encima “subcultura” un papel protagónico en la es-
de ella) para así buscar una salida a la com- cena intelectual.
plicidad de la crítica con la ideología o la En América Latina, la crítica cultural pa-
totalización del sentido (“dialéctica negati- rece nacer de un impulso por establecer la
va”). De cara a los “críticos trascendentes” particularidad de lo latinoamericano, de in-
que piensan que tanto su propia posiciona- terrogar el eje Norte/Sur, de pensar la iden-
lidad como los objetos artísticos que anali- tidad propia usando teorías no prestadas de
zan existen en una esfera independiente de contextos ajenos y de medir distancias entre
lo social y sus normas –pensamiento que la metrópolis y el llamado tercer mundo. Sin
para Adorno equivale a una ideología elitis- haberse formalizado nunca como una prác-
ta y errada– los practicadores de la “crítica tica institucional, la crítica cultural latinoa-
inminente” reconocen que tanto ellos mis- mericana, definida ampliamente, emana de
mos como los objetos culturales que anali- espacios y tradiciones intelectuales hetero-
zan son, a la vez, reflejo y parte de la esfera géneos, principalmente de escritores e inte-
social que los produce. Para Adorno, el de- lectuales de izquierda interesados en pro-
safío de la crítica cultural (Kulturkritik) es mover políticas nacionalistas, progresistas o
lograr, en lo posible, estar dentro y fuera de antiimperialistas (D’Allemand, 2000). Sus
la cultura a un mismo tiempo. Adorno quie- raíces se encuentran en autores diversos y
re dejar en alerta al crítico respecto de sus temporalmente distantes como Martí, Sar-
mismos prejuicios y complicidades con el miento, Bello, Mariátegui, Rama, Cornejo
poder político y económico, y ofrece la idea Polar, García Canclini, Martín Barbero y
que una crítica “exitosa” es la que “no resuel- Sarlo. Y, en ese sentido, parece factible ar-
ve las contradicciones objetivas en una ar- gumentar que la crítica cultural latinoame-
monía, sino una que exprese la idea de la ricana existe desde mucho antes de la insti-
armonía negativamente al capturar las con- tucionalización de los “estudios culturales”
tradicciones, puras y no comprometidas, británicos y estadunidenses (Yúdice, 2002).
dentro de su estructura más íntima” (Adorno: Dada la amplitud del término y sus diver-
208) [traducción y cursivas mías]. Sin em- sos caminos intelectuales, prefiero enfocar
bargo, un problema que se ha visto en la aquí una vertiente reciente de la crítica cul-
“crítica inminente” de Adorno concierne a tural –la de Nelly Richard– que se sitúa en
la forma en que el modelo mantiene una el contexto chileno y que, en años recientes,
clara jerarquización entre cultura élite y cul- ha establecido un diálogo intenso con los
tura popular. estudios culturales. Mi propósito será explo-
De ahí, en un gesto más radical de demo- rar los orígenes de la crítica cultural de
cratización y ampliación de la noción de Richard y enumerar sus diferencias y conti-
cultura, Raymond Williams (Cultura y socie- nuidades con los estudios culturales según
dad, 1958) suspende la división entre lo alto se practican en el mundo anglosajón. Luego,
y lo bajo, argumentando que “lo cultural” se consideraré algunas críticas y autocríticas
encuentra en esferas tan diversas como el del pensamiento richardiano.
trabajo, la política y la cotidianeidad. Junto
con Richard Hoggart, otro de los padres NELLY RICHARD Y LA CRÍTICA CULTURAL DESDE
fundadores de los estudios culturales britá- AMÉRICA LATINA. Desde Chile, Nelly Richard
nicos y también un miembro de la Nueva se destaca como una de las intelectuales pú-
Izquierda inglesa (New Left) de los años cin- blicas actuales más importantes y también
cuenta y sesenta, Williams desafía al elitis- como fundadora de una práctica crítica que,
mo cultural de la institución universitaria y a modo de contraste con los estudios cul-
62 CRÍTICA CULTURAL

turales, se autodenomina crítica cultural. estudios culturales británicos, el estructura-


Nacida en Francia, Richard cursó sus estu- lismo francés, el posestructuralismo, la de-
dios en literatura moderna en la Sorbona construcción) que enfatizan conceptos tales
y se trasladó a Chile en 1970, donde vivió como la textualidad, la naturaleza discursi-
intensamente la experiencia de la Unidad va de cualquier medio (ya sea cultural, so-
Popular bajo Salvador Allende (1970-1973). cial, político o incluso económico), las polí-
Su obra crítica emerge durante los años ticas del acto crítico o la inscripción del
convulsionados de la dictadura de Pinochet deseo subjetivo en la escritura (Del Sarto,
(1973-1990) con la intención de dar cuen- 2000: 235). Al mismo tiempo, se evidencia
ta de los trabajos neovanguardistas de un en su obra una herencia latinoamericana
grupo de artistas (designado por Richard que probablemente tenga sus raíces en en-
como la “Escena de Avanzada”) cuyas obras sayistas de los siglos XIX y XX (Martí, Hostos,
querían interrogar, desde una estética de lo Mariátegui, Ortiz, Rama, y otros) que apor-
fragmentario, lo parcial y lo oblicuo, las gra- tan una aproximación multidisciplinaria al
máticas del poder hegemónico dictatorial. análisis de los fenómenos políticos y cultu-
A partir del comienzo de la transición a rales y, aún más importante, se interesan no
la democracia en 1990, Richard ha seguido sólo por la marginalidad social sino también
investigando los nexos entre arte, política, por la producción de subjetividades y dis-
cultura y teoría, particularmente en referen- cursos que existen en una relación tensiona-
cia a las problemáticas de la memoria, el da con el poder.
neoliberalismo, la globalización, la identi- Al parecer, la obra de Richard quiere
dad, la democratización y el género. En esta abrir un diálogo tanto con las producciones
trayectoria crítica, Richard mantiene un en- teórico-culturales de la metrópolis como
foque constante sobre los márgenes, inters- con las de la periferia. Al hacer hincapié en
ticios y bordes de la expresión cultural, la materialidad estética (es decir, la configu-
apostando que estos sitios “residuales” sean ración lingüística, los lapsos, las fallas, los
el lugar más adecuado para interrogar a los deseos) de diversos discursos que provienen
lenguajes totalitarios y a las construcciones de diferentes lugares de producción, Richard
macronarrativas de la actualidad (Richard, logra registrar una “crítica de la crítica” que
Residuos: 11). Con su Revista de crítica cul- se sitúa intelectualmente en un campo de
tural, fundada al inicio del periodo posdicta- lucha pensada en y desde el margen. De esa
torial, Richard ha logrado promover un diá- manera, la contradicción aparente –y que
logo productivo situado en la encrucijada de algunos le han imputado a Richard– de pen-
perspectivas teóricas europeas, estaduniden- sar a América Latina recurriendo a herra-
ses y latinoamericanas. Sin descartar los mientas teóricas metropolitanas, se anula
debates internacionales, la Revista jamás se cuando se considera que Richard quiere re-
aleja de su misión de destacar las especifici- situar estas teorías, ponerlas en jaque, y
dades de la transición chilena y sus múlti- aprovecharlas en función de un proyecto
ples problemas locales. Un grupo de intelec- eminentemente latinoamericano. Por últi-
tuales provenientes de múltiples campos mo, más allá de su ecléctico linaje teórico,
disciplinarios contribuye regularmente a la es fundamental reconocer que la crítica cul-
Revista con ganas de generar una publica- tural richardiana adquiere su forma inicial
ción híbrida cuya transdisciplinariedad no y afirma sus posiciones ideológicas básicas
sólo refleja sino debate los significados y ra- a raíz de un debate concreto, in situ, con
mificaciones de una práctica de la crítica una corriente específica de las ciencias so-
cultural. ciales (la encabezada por el destacado soció-
En términos genealógicos, la crítica cul- logo José Joaquín Brunner) en el contexto
tural de Richard tiene sus orígenes en una del Chile pinochetista de los ochenta.
mezcla ecléctica de corrientes intelectuales El por qué de este debate entre el neovan-
europeas y latinoamericanas. Por una parte, guardismo estético de la Escena de Avanzada
debido a su propia formación intelectual en (siendo Richard una de sus principales
Francia, se observa en sus escritos un claro promotoras críticas) y la sociología “reno-
legado del pensamiento continental europeo vada” según se practicaba en la Facultad
(el psicoanálisis, la Escuela de Frankfurt, los Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLA-
CRÍTICA CULTURAL 63

CSO, Brunner) rebasa la supuesta existencia ideológica –en último término, irresoluble–
de un punto de contacto ideológico entre los con la sociología renovada y su afán de res-
dos grupos durante la dictadura. A pesar de tablecer consensos y someter los fenómenos
sus diferencias, tanto los sociólogos como políticos y sociales a un criterio explicativo.
la Avanzada buscaban abrir espacios de re- Aunque Brunner y otros sociólogos nunca
flexión sobre la catástrofe dictatorial y los desacreditaban a la Avanzada y su gesto
posibles caminos a seguir para restaurar la rupturista como un modo legítimo de in-
democracia. En principio, los sociólogos “a tervenir el paisaje dictatorial, está claro que
la Brunner”, como representantes de la “iz- la sociología renovada siempre cuestionaba
quierda renovada” (posmarxista), parecían los efectos reales y la trascendencia político-
compartir el horizonte post de los artistas social que una aproximación posmoderna
posmodernos (neovanguardistas) cuyo pen- podría tener. A su vez, Richard temía la po-
samiento se caracterizaba por un profundo sibilidad de que los sociólogos renovados,
escepticismo ante los prevalentes relatos con su lenguaje racionalista, pudieran estar
utópico-políticos de la izquierda revolucio- instalando nuevas hegemonías del sentido.
naria tradicional. Según Richard, la presen- Según Richard, si bien es cierto que
cia de enemigos ideológicos comunes (en Brunner y los sociólogos (sobre todo en sus
particular, de los partidos de la derecha po- reflexiones más tardías) han tratado temas
lítica y de la izquierda tradicional, como el y empleado técnicas estilísticas que podrían
Partido Socialista y el Partido Comunista), llamarse “posmodernos” –promoviendo, a
junto con un “marco de referencias afines” su vez, reflexiones estimulantes sobre la mo-
que ligaba la Avanzada a los sociólogos re- dernidad latinoamericana y su carácter “re-
novados, podría “haber alimentado algún sidual, descentrad[o], heteróclit[o], etc.”–
tipo de diálogo cómplice en torno a un “cuando [los sociólogos renovados] se vieron
mismo horizonte de reconceptualizacio- enfrentad[os] a las operaciones de estilos de
nes teóricas y culturales. Sin embargo, no la ‘nueva escena’ que se desmarcaban –críti-
fue así. Pese a que el sector teóricamente ca y paródicamente– de los lenguajes de la
renovado de las ciencias sociales encabeza- modernidad, [éstos] prefirieron cuidarse de
do por Brunner demostró tener una mayor tal aventura refugiándose tras la pantalla
perceptividad y receptividad a las reformu- […] de una ‘metodología cuantitativa’ que
laciones socio-estéticas de la ‘nueva escena’, traza un ‘esquema estadístico del desarrollo
no fluyó un diálogo más amplio que comu- global’ de las transformaciones culturales”
nicara productivamente a ambos sectores. (80). Sería este deseo de apartarse de la po-
Prevalecieron más bien el recelo y la mutua sicionalidad institucional y del lenguaje nor-
desconfianza” (Richard, 1994: 74). mativo de las ciencias sociales lo que le dio
La raíz de esta “mutua desconfianza” origen a la crítica cultural y le sirvió de ím-
tenía que ver, por un lado, con un debate petu teórico.
acerca de qué lenguajes serían más “apro- Para consolidarse como una práctica crí-
piados” para pensar y hablar de la catástro- tica, la crítica cultural richardiana poste-
fe dictatorial y, por otro, con la posicionali- riormente ha intentado marcar sus diferen-
dad enunciativa radicalmente diferenciada cias y afinidades con los estudios culturales.
de los dos grupos. Mientras Richard y la ¿En qué consistirían estas convergencias y
Avanzada, desconectados de la institución divergencias?
académica y del financiamiento estatal, fa- En principio, es evidente que ambas
vorecían “el minimalismo de la rotura y del prácticas están relacionadas y que, además,
fragmento sintácticos que se oponían a la la crítica cultural, en su fase más recien-
épica del metasignificado”, los científicos te, ha establecido algunos de sus debates
sociales preferían “ordenar categorías y cate- más productivos con los estudios cultura-
gorizar desórdenes en una lengua segura que les estadunidenses. Tampoco cabe duda que
reenmarcara las crisis de sentido” (79, 77). ambas prácticas comparten un deseo de re-
Esta postura “posmoderna” de la Avanzada, diseñar las fronteras del conocimiento aca-
que dudaba de cualquier racionalización démico y reconfigurar formas tradicionales
utilitaria, funcional o instrumental, se en- del saber desde una óptica transversal y
contraba, entonces, en una fuerte tensión transdisciplinaria (Richard, Residuos: 142).
64 CRÍTICA CULTURAL

A la vez, tanto la crítica cultural como los Beverley, ese “escepticismo radical con re-
estudios culturales quisieran desarticular lación a la autoridad de la universidad y
formas hegemónicas del poder empleando el saber académico” sería el principal pun-
una rebeldía dialogante, resistente e inte- to de contacto entre la crítica cultural ri-
rrogadora (142). chardiana y los estudios subalternos (339).
No obstante estos puntos de contacto, También las dos tendencias comparten una
según Ana Del Sarto, mientras los estudios “combativa política explícita” que Beverley
culturales “construyen su locus desde la ma- percibe como saludable (338). Sin embar-
terialidad social para producir críticamente go, Beverley cuestiona a la crítica cultural
la realidad social”, la crítica cultural lo hace por sobreprivilegiar al intelectual como una
“desde la materialidad estética” (Del Sarto, figura “necesaria para revelar las complici-
2000: 236). De ahí que una discrepancia dades y complicaciones de la colonialidad
central que Richard tiene con ciertas co- del poder” (339). Volviendo a la visión de
rrientes de los estudios culturales sea cómo Richard, los textos de la crítica cultural se-
éstas soslayan la especificidad de lo estético rían escritos híbridos y no fácilmente clasi-
para sobreprivilegiar lo social. Reconociendo ficables, formas que mezclan el ensayismo
la productividad intelectual que pueda re- con el análisis deconstructivo y la crítica
sultar de la lectura de múltiples produccio- teórica para “examinar los cruces entre dis-
nes discursivas en yuxtaposición, la crítica cursividades sociales, simbolizaciones cul-
cultural, sin caer en una postura elitista, turales, formaciones de poder, y construc-
abogaría contra la relativización de lo esté- ciones de subjetividad” (Richard, Residuos:
tico, argumentando a favor de la literatura 143). En vez de hablar sobre la crisis lati-
y el arte no como meras instancias “textua- noamericana desde un “saber controlado”,
les”, sino como modos discursivos únicos Richard argumenta a favor de hablar desde
que hablan a su propia manera y desde su la crisis y el “descontrol del pensar”, enfati-
propio lugar. zando el fragmento, el borde, la fisura y la
Más allá de la cuestión estética, es posi- fuga (en el sentido deleuziano) como con-
ble enumerar otros rasgos distintivos de la ceptos centrales de su práctica crítica (139)
crítica cultural richardiana, entre ellos: –de ahí la afinidad entre la mirada teórica
Su enfoque sobre lo extrainstitucional y lo de Richard y ciertas prácticas estéticas pos-
marginal. Mientras Richard ve a los estudios modernas que ella analiza–; con frecuencia
culturales como una práctica circunscrita a (y sin establecer exactas equivalencias) se
los espacios universitarios metropolitanos, ha señalado una cercanía intelectual entre
la crítica cultural, sin dar la espalda total- Nelly Richard y ciertos artistas chilenos
mente a la universidad, desearía llamar la neovanguardistas como, por ejemplo, la
atención sobre las limitaciones del “siste- escritora Diamela Eltit o el artista visual
ma” y hablar desde posiciones laterales y Carlos Leppe. Así, la crítica cultural busca
descentradas (lo femenino, las heterologías poner en jaque a los mismos dispositivos de
genérico-sexuales, lo subalterno, etc.). teorización y desconstruir las formas en que
Su carácter anti o transdisciplinario. Desde habla la crítica académica. El cómo y desde
esta perspectiva, la crítica cultural no debe- dónde hablar vendrían a ser, entonces, pre-
ría entenderse como una práctica homogé- guntas clave para armar una “crítica de la
nea ni programática, sino como una práctica crítica” (158).
cuestionadora de los modos de construcción Su preocupación por la posicionalidad
y diseminación de los saberes académicos. enunciativa del discurso teórico. Richard re-
La crítica cultural, en oposición a la filosofía marca repetidamente la importancia de lo
universitaria, la crítica literaria académica, local como un sitio estratégico desde donde
y las ciencias sociales, dialogaría con y apro- pensar, teorizar y actuar. Si los estudios cul-
vecharía (fragmentariamente) cada una de turales y el “latinoamericanismo” hablan
estas disciplinas, pero siempre interrogando sobre América Latina, la crítica cultural in-
no sólo los contenidos sino las formas de tentaría hablar desde ella, consciente de que
transmisión del saber gremial instituciona- “ya no es posible una teoría latinoamericana
lizado (e.g. el paper, la cita académica, las que se piense independiente de la trama
normas editoriales impuestas). Según John conceptual del discurso académico metro-
CRÍTICA CULTURAL 65

politano”, pero queriendo siempre rescatar de fuga” (Deleuze) necesarios para el cam-
los detalles, accidentes, borraduras, memo- bio político y social, Richard ahora indica
rias y singularidades de los contextos locales que la detención de Pinochet en Londres
(Richard, “Intersectando”: 1-2). Sin descar- enseñó que las rupturas del poder pueden
tar conceptos claves de los estudios cultura- emanar no sólo desde posiciones laterales
les como la alteridad, la marginalidad y la sino también desde los epicentros mismos
subalternidad, Richard exige mantener de lo político. En un gesto foucaultiano,
abierto los debates centro/periferia, local/ Richard admite que la máquina neoliberal
global, original/copia, para pensar la rela- no es impenetrable y que cualquier siste-
ción tensionada entre “ubicación de contex- ma “totalizador” no es enteramente así. La
to y posición de discurso” (2). esfera política –compleja y no uniforme–
Sus políticas identitarias no esencialistas. puede generar fisuras desde adentro que
En un contexto caracterizado por el mesti- desafíen la transparencia o el simplismo de
zaje y la mutación de las identidades nacio- cualquier “sistema” hegemónico (Richard,
nales, sexuales y étnicas, Richard amonesta “Reconfiguration”: 279). “Que no haya exte-
contra la esencialización del sujeto latino- rioridad al sistema, que nada se deje fuera,
americano. La crítica cultural ve un peligro no significa que el interior de las institu-
en que conceptos como la otredad y la mar- ciones no presente dislocaciones de marco
ginalidad puedan ser cooptados por el saber y rupturas de diagramas que dinamicen el
metropolitano bajo la máscara de la inclu- juego de fuerzas entre uniformidad y dis-
sión democrática mientras, en la práctica, formidad” (Richard, “Language”: 260). Al
se olvida al “otro real” inserto en contextos mismo tiempo, Richard reconoce que los
locales específicos. Richard, además, expre- “puntos de fuga”, en su sentido deleuziano,
sa un temor a que estos conceptos puedan no tienen que ser necesariamente liberado-
ser banalizados o vaciados de sentido debi- res (el nazismo, por ejemplo, puede enten-
do a su repetición excesiva en el medio aca- derse como un “punto de fuga” que aleja
démico. De ahí, un cuidadoso examen del al ser humano de cualquier actuar lógico);
léxico crítico de Richard revela que palabras tampoco la marginalidad tiene que ser (ne-
como volumen, densidad y peso se ligan, a cesariamente) una posición liberadora o
menudo, a la noción de experiencia para re- políticamente eficaz para el sujeto (Beasley-
cordar a los lectores que la experiencia real, Murray: 270).
vivida por sujetos en crisis, jamás debe ser En años recientes, Richard también se
eclipsada o blanqueada por los poderosos ha preguntado si el fragmentarismo y el en-
discursos de la globalización y la teoría me- salzamiento de la catástrofe del significado
tropolitana. son realmente estrategias suficientes para
combatir el olvido y la normalización de los
DESAFÍOS Y DISCREPANCIAS: CRÍTICAS Y AUTOCRÍTICAS discursos. Si el deseo de las sociedades pos-
DEL PENSAMIENTO RICHARDIANO. Desde la publi- dictatoriales es efectuar un trabajo del duelo
cación de Residuos y metáforas (1998), Nelly (Freud) y no permanecer estancadas en la
Richard, sin desviarse de los ejes centrales pérdida inasumible y la melancolía, sería
de su pensamiento, ha comenzado a matizar necesario, entonces, hacer algo productivo
autocríticamente algunas de sus posturas. con los remanentes de la catástrofe para
Estas leves autocríticas aparecen dispersas poder transformar críticamente el presente.
en varios artículos escritos después de la “Me parece que esta tensión irreprimible en-
detención de Pinochet en Londres (1998) tre […] lo que se ha destruido y la necesidad
(Richard, “Language” y “Reconfiguration”). de crear nuevas formas de incidencia crítica
La captura de Pinochet, un suceso insólito que contengan la imagen de la destrucción,
y hasta entonces no anticipado desde la óp- sin quedarnos apegados a ella contemplati-
tica de la desmemoriada transición chilena, vamente, constituye una de las tareas más
hizo que Richard reflexionara acerca de la arduas del campo intelectual en tiempos de
suficiencia del margen como sitio para la postdictadura” (Richard, “Reconfiguration”:
rebelión y la transformación política. Si, en 276, traducción mía).
principio, las rebeldías desde el margen pa- Una última autocrítica comprende la re-
recían bastar en sí para producir los “puntos lación entre la crítica cultural y los poderes
66 CRÍTICA CULTURAL

institucionales. Según Richard, todo intelec- ve cierto valor en lo que llama la “función
tual público corre el riesgo de ser cooptado testimonial” de la izquierda posmoderna
por el sistema hegemónico imperante y, por justamente porque la Avanzada “asume
lo tanto, la crítica cultural seguiría siendo conscientemente tanto en lo teórico como
una práctica que, en principio, se distancia en lo práctico […] las consecuencias de la
de la institucionalidad académica y sus im- derrota política de la izquierda que se inicia
pulsos normalizadores. Sin embargo, si el en 1973” (302). No obstante, sostiene que las
intelectual rechazara completamente a los intervenciones micropolíticas y la “teatrali-
aparatos normativos del poder, podría per- dad” posmoderna de los artistas no han ser-
der una vía importante para la intervención vido para cambiar la situación política chi-
política y arriesgaría vaciar a la universidad lena de manera trascendental y que, en
de su potencial como sitio de compromiso rigor, fueron las organizaciones de derechos
social y de resistencia. En ese sentido, vale humanos –y no los artistas– quienes susci-
señalar que Richard recientemente ha asu- taron la caída de Pinochet (304).
mido un cargo como vicerrectora de Exten- Aunque tiene validez la crítica de Vidal,
sión, Publicaciones e Investigación de la es curioso que él no mencione el trabajo del
Universidad ARCIS (Santiago de Chile) para grupo CADA (Colectivo de Acciones de Arte)
promover, desde ahí, un diálogo informado cuyas “acciones de arte” llevadas a cabo en
y democrático entre el espacio universitario el espacio urbano santiaguino de los años
y el “afuera” (véase <http://vepi.universida- ochenta buscaban explorar los vínculos po-
darcis.cl>; este sitio de la red articula la mi- sibles entre arte y política. No hay que olvi-
sión de la oficina de Richard). También vale dar que fueron los artistas del CADA quienes
señalar que Richard fundó en la Universidad inventaron el lema No+, el cual jugó un pa-
ARCIS el programa de “Magíster en Estudios pel clave en las protestas populares de me-
Culturales” (que antiguamente se conocía diados de los años ochenta y desencadenó
como el “Diplomado en Crítica Cultural”). la derrota de Pinochet en el plebiscito de
El cambio de nombre de este título, sin sa- 1988. Aunque Richard no fue un miembro
crificar el espíritu de sus contenidos, parece del grupo CADA y aunque haya tenido sus dis-
reforzar el parentesco entre “estudios cultu- crepancias ideológicas con él, ella sí expresa
rales” y “crítica cultural”. Pero al mismo repetidamente una gran admiración por los
tiempo hay que preguntar si esta confluen- proyectos de este grupo artístico vanguar-
cia de términos en el espacio académico dista. Parece significativo, como respuesta a
institucional borra, en algún sentido, la es- Vidal, que los artistas del CADA hayan sido los
pecificidad de la “crítica cultural” o neutra- que le facilitaron un lenguaje a la oposición
liza su rebeldía teórica potencial. (el No+) para expeditar la articulación de
Desde ópticas ajenas, quizá la crítica más sus demandas sociales y abrir camino para
fuerte del pensamiento de Richard haya el fin de la dictadura.
sido la de la izquierda marxista tradicional, De cara a las acusaciones de Vidal,
representada por el crítico chileno Hernán Richard responde que no es el propósito de
Vidal (1995). Vidal apunta una contradic- su Revista ni de la crítica cultural formar
ción irresoluble entre el vanguardismo polí- parte de un movimiento posmoderno inter-
tico (el de la izquierda marxista militante) y nacional. Al contrario, sin tener una “agen-
el (neo)vanguardismo artístico (el de la da claramente definida” y sin promover al-
Avanzada, Richard y la Revista de crítica cul- gún “programa social global”, la crítica
tural), a la vez que caracteriza a la Revista cultural prefiere mantener un diálogo inten-
como un proyecto que toma lugar “a espal- so, localizado, con diversos pensamientos.
das de” los partidos institucionalizados de Más que una directa intervención política
la izquierda chilena y abandona “las gran- que asume la forma de la militancia, Richard
des narrativas de la redención humana” propone una intervención dirigida princi-
(291, 304). Se percibe un tono acusatorio en palmente “a la esfera cultural”, una inter-
la crítica de Vidal que culpa a los artistas vención que busca reactivar el debate y el
por no haberse sacrificado con igual inten- disenso en un contexto donde, por muchos
sidad que los militantes que sufrieron tortu- años, bajo un gobierno autoritario y luego
ras, desapariciones o exilios. Aun así, Vidal una democracia tutelada, tal tipo de disen-
CRÍTICA CULTURAL / CUERPO 67

timiento no fue posible (Richard, 1995: 309- nismo, poscolonialidad y globalización en de-
310). Para Richard, sería perfectamente fac- bate), México, Porrúa, 1998 <www.ensayistas.
tible que los practicadores de la crítica org/critica/teoria/castro/richard.htm>; Richard,
cultural trabajaran activamente en materia Nelly, “The Language of Criticism: How to
de derechos humanos o en la esfera político- Speak Difference?”, Nepantla: Views from the
social, sin obligar a la Revista a suscribir tal South, núm. 1.1, 2000, pp. 255-262 (trad.
o cual ideología. La Revista se plantea, más Alessandro Fornazzari); Richard, Nelly, “The
bien, como un foro abierto de conversación Reconfiguration of Post-Dictatorship Critical
democrática. Thought”, Journal of Latin American Cultural
Sin cerrar el debate, parece que, a pesar Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 273-281 (trad. John
de las posibles diferencias entre los “estu- Kraniauskas); Richard, Nelly, “Reply to Vidal
dios culturales” y la “crítica cultural”, la cla- (from Chile)”, en Beverley, John et al. (eds.),
ve del proyecto de Richard reside en su sen- The Postmodernism Debate in Latin America,
tido de alteridad respecto de todo discurso Durham, Duke University Press, 1995, pp. 307-
dominante (Del Sarto, 2000). Lo que propo- 310; Sarto, Ana del, “Cultural Critique in Latin
ne desde el ámbito local chileno, es una es- America or Latin-American Cultural Studies?”,
pecie de llamado a las armas y una amones- Journal of Latin American Cultural Studies,
tación a la disidencia, que es algo que puede núm. 9.3, 2000, pp. 235-247; Sarto, Ana del,
estar perdiéndose en una América Latina “La sociología y la crítica cultural en Santiago
caracterizada por fenómenos tan diversos de Chile. Intermezzo dialógico: de límites e in-
como el autoritarismo, el neoliberalismo, la terinfluencias”, en Mato, Daniel (ed.), Estudios
globalización y la profesionalización de la y otras prácticas intelectuales latinoamerica-
academia. Consciente de sus propias limita- nas en cultura y poder, Caracas, CLACSO, 2002,
ciones conceptuales, la crítica cultural de pp. 99-110; Vidal, Hernán, “Postmodernism,
Richard resiste acomodarse al poder y se Postlefitism, and Neo-Avant-Gardism: The Case
esfuerza, sin soslayo, por no convertirse en of Chile’s, Revista de Crítica Cultural”, en John
una mera macronarrativa más. Beverley, et al. (eds.), The Postmodernism Debate
in Latin America, Durham, Duke University
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Theodor, “Cultural Press, 1995, pp. 282-306; Yúdice, George,
Criticism and Society”, en O’Connor, Brian “Contrapunteo estadounidense/latinoamerica-
(ed.), The Adorno Reader (trad. Samuel y no de los estudios culturales”, en Mato, Daniel
Shierry Weber), Oxford, Blackwell Publishers, (ed.), Estudios y otras prácticas intelectuales
2000, pp. 195-210 [Crítica cultural y sociedad latinoamericanas en cultura y poder, Caracas,
(trad. Manuel Sacristán), Barcelona, Ediciones CLACSO, 2002, pp. 339-352.
Ariel, 1969]; Beasley-Murray, Jon, “‘El arte
de la fuga’: Cultural Critique, Metaphor and [MICHAEL J. LAZZARA]
History”, Journal of Latin American Cultural
Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 259-271; Beverley,
John, “La persistencia del subalterno”, Revista cuerpo
Iberoamericana, LXIX, núm. 203, 2003, pp.
335-342; D’Allemand, Patricia, Latin American CUERPO Y ESTUDIOS CULTURALES. El cuerpo se
Cultural Criticism: Re-Interpreting a Continent, constituye en problema teórico y en herra-
Lampeter, The Edwin Mellon Press, 2000 [Hacia mienta metodológica para los estudios cul-
una crítica cultural latinoamericana, Berkeley, turales en torno a una operación básica: la
Centro de Estudios Latinoamericanos Antonio que lo piensa como resultado de procesos
Cornejo Polar/Latinoamericana Editores, 2001]; históricos y de lógicas políticas. En este sen-
Richard, Nelly, La insubordinación de los signos tido puede decirse que los estudios cultura-
(cambio político, transformaciones culturales y les aspiran, en gran medida, a responder a
poéticas de la crisis), Santiago de Chile, Cuarto la pregunta por la historia política de los
Propio, 1994; Richard, Nelly, “Intersectando cuerpos. A diferencia de tradiciones teóricas
Latinoamérica con el latinoamericanismo: y críticas que ven en el cuerpo una realidad
discurso académico y crítica cultural” en ahistórica, anterior y exterior a toda deter-
Castro-Gómez, Santiago y Eduardo Mendieta minación cultural y origen natural de la ex-
(eds.), Teorías sin disciplina (latinoamerica- periencia subjetiva, los estudios culturales
68 CUERPO

parten de la premisa de que el cuerpo es el tan el cuerpo en sus múltiples dimensiones y


resultado de historias específicas y de tecno- le dan significado. Las identidades raciales,
logías políticas que constantemente proble- de género, sexuales, etc., por ejemplo, pue-
matizan su estatuto y su lugar en el mundo den ser pensadas como construcciones cul-
social, en el orden cultural y en el dominio turales o “significantes’” cuyos significados
de lo natural. Los estudios culturales traba- y cuya configuración va transformándose
jan, en este sentido, la inscripción del cuer- históricamente al ritmo de redefiniciones en
po en la historia, según la cual, dominios torno a la legitimidad simbólica y cultural de
extremadamente diversos como la sexuali- distintos grupos sociales. El cuerpo es cap-
dad, la alimentación, la belleza, la percep- turado en estas transformaciones simbólicas
ción, la performatividad social y los hábitos y discursivas, en la medida en que su capaci-
individuales, las razas y las políticas repro- dad para significar depende de las prácticas
ductivas, etc., son leídos como series histó- discursivas y de la fuerza de determinación
ricas y en relación con dispositivos de poder, de esas prácticas, de su fuerza política. Al
con saberes y con modos de la experiencia mismo tiempo, el cuerpo emerge como inte-
subjetiva que operan como líneas de trans- rrupción y desplazamiento de los lenguajes y
formación y de rearticulación de sentidos y discursos que quieren describir y prescribir
conductas. Estas constelaciones históricas sus deseos, sus potencias y sus haceres: el
iluminan diseños políticos y economías de cuerpo aparece como una fuerza disruptiva
poder que, pasando por los cuerpos, apun- en el orden clasificatorio, y también discipli-
tan a reconstruir la realidad social intervi- nario, de los lenguajes dominantes, y como
niendo tanto sobre la escala del individuo desbaratamiento del sentido común y del or-
–su disciplina, su integración social, su den imperante de significados normativos.
identidad, su lugar en el mapa social– como La opacidad del cuerpo es a la vez constitu-
en la de las poblaciones –el cálculo proyec- tiva del lenguaje pero inasible y excéntrica
tivo de su salud, su seguridad, su producti- a su economía y su orden. La influencia del
vidad, su composición racial, etcétera–. psicoanálisis lacaniano, y especialmente las
Cuerpo, historia y política forman así un lecturas de Slavoj Žižek sobre cultura popu-
mapa recurrente en las prácticas críticas de lar y signficantes políticos, ha dado fuerte
los estudios culturales; el cuerpo se convier- impulso a recorridos críticos conjugados en
te en un material que exhibe los dispositivos torno al abismo y a la conjunción violenta
políticos y las series históricas que lo produ- entre el orden de significante y la insistencia
cen y lo transforman. del deseo. El cuerpo es así pensado a través
Esta problematización del estatuto histó- de las prácticas discursivas que lo hablan y
rico y político del cuerpo, sin embargo, está a las que excede. La dimensión biológica
lejos de proporcionar un suelo metodológico y física, sin embargo, pierde relevancia en
homogéneo. Por el contrario, los modos de estas aproximaciones, puesto que el cuerpo
pensar y de construir estas historias políti- significa en la medida en que recibe la marca
cas de los cuerpos exhiben acentos y modos de las prácticas semióticas de la cultura; la
de aproximación diversos. Por ejemplo, el historicidad del cuerpo es la de las represen-
énfasis metodológico puede recaer sobre los taciones y los lenguajes que lo constituyen y
códigos culturales y las prácticas discursi- lo significan.
vas que representan y significan los cuerpos Otros modos de aproximación al proble-
(como en los trabajos de Judith Butler so- ma histórico-político del cuerpo, de inspira-
bre la producción de identidad genérica y ción foucaultiana, apuntan a incorporar la
sexual); o puede, como en las investigacio- dimensión biológica a la historia de los
nes de Michel Foucault, tratar de determinar cuerpos: la salud, la alimentación, la repro-
cómo los cuerpos son transformados en su ducción, los placeres, las necesidades, etc.,
misma materialidad física por los dispositi- exhiben una historicidad específica, que in-
vos históricos que los producen y los atravie- corpora las prácticas discursivas, pero como
san. En el primer caso, el recorrido crítico parte de una transformación más general de
apunta, evidentemente, más a la dimensión los cuerpos y sus modos de vivir y de morir,
cultural y simbólica, es decir, al universo de que se ven atravesados no sólo por discursos
discursos, lenguajes y códigos que represen- sino también por prácticas, instituciones,
CUERPO 69

tecnologías y experimentos. Los cuerpos se inscriben, traen al centro del debate crítico
vuelven una materia de intervención, disci- el problema de los límites de “lo cultural” y
plinamiento y experimentación no simple- sus relaciones con lo que no es “cultura”.
mente en los discursos que los rodean, sino CUERPO Y ESTUDIOS CULTURALES LATINOAMERICA-
en su composición misma, en su positividad NOS. En los estudios culturales latinoameri-
física y biológica. Lo que entra en el juego canos, el cuerpo como objeto e instrumento
de los poderes no son únicamente los meca- crítico protagoniza los más diversos recorri-
nismos de representación y significación, dos e investigaciones; sin embargo, ciertos
sino también las prácticas, los usos y la (re) temas parecen organizar algunas de las
producción de los cuerpos. Intervenciones principales preocupaciones en torno a la
en torno a, por ejemplo, la pureza racial, la inscripción cultural y social del cuerpo en
salud de los individuos y las poblaciones, su América Latina:
productividad económica, o, en otro senti- 1] cuerpo y violencia: los recorridos en
do, a las experiencias y experimentos de las torno a la captura violenta del cuerpo por
subjetividades transgénero y transexuales, parte del poder político constituyen un tema
exhiben una dimensión que no es reducible a recurrente en los estudios culturales latinoa-
las categorías identitarias y a las estrategias mericanos. La ecuación cuerpo/política, que
de representación sino que compromete la atraviesa la historia latinoamericana desde
materialidad física, biológica y genética, y los primeros momentos de la expansión eu-
las economías de reproducción de lo “huma- ropea y la conquista de los pueblos indíge-
no” que se definen en los modos de hacer y nas hasta las luchas en torno a los derechos
rehacer cuerpos. humanos contra las distintas formas del au-
Más allá de los distintos énfasis, entre la toritarismo y la violencia política de dece-
historia natural y la historia cultural, entre nios recientes y del presente, constituye un
lo social y lo biológico, entre la vida y la topos de los estudios culturales latinoameri-
política, el cuerpo trae al centro de la escena canos, en la medida en que permite leer no
tensiones, desplazamientos y ambivalencias sólo tecnologías específicas de dominación
que no se dejan reducir a una perspectiva y su persistente tradición de denuncia y tes-
“constructivista” ni a una aproximación timonio, sino que también permite formular
“biologista”, abriendo una zona de inter- hipótesis en torno a la naturaleza singular
cambios y de transformaciones que desba- del Estado-nación latinoamericano y la mo-
ratan a la vez todo esencialismo y todo re- dulaciones específicas entre modernidad y
lativismo cultural. En este sentido, puede violencia en América Latina. Distintas tec-
decirse que el problema del cuerpo implica nologías políticas de control y dominación,
una línea limítrofe de los estudios cultura- desde el orden colonial hasta la ciudad neo-
les: al mismo tiempo que estas investigacio- liberal, ponen al cuerpo como superficie
nes exhiben la constitución histórica, cultu- donde se lee la historicidad de los modos de
ral y política del cuerpo, se ven obligados a la violencia y sus efectos tanto en la produc-
confrontar los materiales y las temporalida- ción de subjetividad como en la relación
des de la cultura con series heterogéneas cambiante entre política y muerte.
como la de los discursos y prácticas médi- 2] género y sexualidad: la dimensión histó-
cas, los dispositivos policiales, la economía rica del cuerpo cobra especial relevancia allí
y la demografía, los descubrimientos y ex- donde el género y la sexualidad se vuelven vi-
perimentaciones biológicas y genéticas, etc. sibles como efectos de tecnologías y de prácti-
El cuerpo se torna, en este sentido, un lugar cas. En América Latina los estudios de género
de intersección entre los discursos culturales y sexualidad adquirieron mayor importancia
y una multiplicidad de discursos que expo- en los últimos decenios, y constituyen uno de
nen un revés o una zona de opacidad res- los campos de mayor productividad crítica
pecto de las tradiciones culturales. Es esa y de reescritura histórica. Iluminan las ope-
intersección, sus continuidades y sus cortes, raciones por las cuales la inscripción social
lo que los estudios culturales enfrentan del cuerpo no puede tener lugar sin opera-
como desafío y como problema epistemoló- ciones de asignación genérica (es decir, de
gico, disciplinario y político. El cuerpo y la fijación de relaciones con lo masculino y lo
población, y la dimensión biopolítica que femenino, definidos de manera normativa) y
70 CUERPO

de identidad sexual (la determinación de una de minorías étnicas en torno a discursos so-
orientación sexual y de un universo de prác- bre “democracia racial”, alternativas de re-
ticas sexuales asociadas a esa orientación). sistencia a políticas coloniales de “pureza
En este campo, las discusiones en torno a racial”, etc., invariablemente se piensan en
la herencia católica y colonial se suman a torno a la noción y las políticas del mestiza-
los debates sobre los mecanismos disciplina- je como una de las marcas distintivas de la
rios de los Estado-nación modernos y de los experiencia histórica latinoamericana. En
mercados en la era neoliberal, produciendo todo caso, las operaciones de “racialización”
análisis sobre las construcciones culturales de los cuerpos en América Latina –con los
y políticas en torno a la femineidad, la mas- distintos signos políticos e ideológicos que
culinidad, la heterosexualidad normativa y semejantes operaciones conllevan– pasan
sus alteridades queer. En esta dirección, se necesariamente por la noción de mestizaje,
trata de observar cómo ciertas construccio- que resulta clave en el despliegue de las po-
nes hegemónicas de la identidad colectiva líticas raciales, y con relación a ello, de las
–identidades nacionales, regionales, étnicas, políticas y narrativas en torno a la (re)pro-
políticas, etc.– se constituyen a partir de una ducción sexual y cultural de cuerpos e iden-
subordinación o evacuación de otras posibili- tidades. En este sentido, el tema del mesti-
dades de performance genérica y de prácticas zaje racial y de la mezcla abre el espacio
sexuales que aparecen como inferiores, into- para el análisis de la reinvención política de
lerables o irreales. La cultura, en este senti- las poblaciones, que en América Latina pa-
do, ha proporcionado lenguajes y estrategias rece designar uno de los rasgos fundantes
para esa tarea de reinvención disciplinaria de su modernidad.
de tradiciones, identidades y prácticas, al 4] enfermedad y salud: otro recorrido in-
mismo tiempo que ha producido poderosos sistente en los estudios culturales, y que
y persistentes ejercicios de resistencia, inven- atraviesa a los anteriores, tiene lugar en tor-
ción y disidencia. Un campo especialmen- no a las retóricas y políticas de la salud y la
te promisorio de investigación es el de los enfermedad. Salud y enfermedad han sido,
cuerpos e identidades “trans” (transexuales, evidentemente, uno de los más eficaces me-
tansgénero, intersex, etc.) donde justamente canismos de inscripción política y cultural
la asignación de género y de identidad sexual de los cuerpos, precisamente porque en la
es desestabilizada de manera radical, abrien- modernidad los poderes se han legitimado
do nuevos itinerarios de desafíos políticos y en la “defensa de la salud” o “la preservación
culturales, de quiebres epistemológicos y de de la vida” de las poblaciones. La salud y la
experiencia subjetiva. productividad económica de los cuerpos –su
3] mestizaje: un recorrido sin duda cen- potencia– han sido objeto de retóricas cultu-
tral en los estudios culturales latinoamerica- rales, de saberes y de gestiones políticas e
nos es el del mestizaje y la constelación sin- institucionales muy diversas, desde la emer-
gular que esta noción genera en relación con gencia de los Estados modernos a fines del
la inscripción de cuerpos en mapas raciales siglo XIX y su foco en la producción norma-
y en gramáticas de la identidad latinoame- lizada de ciudadanos social y económica-
ricana. Los usos del “mestizaje” en la re- mente funcionales, hasta los “dispositivos
flexión sobre las culturas latinoamericanas de seguridad” de la ciudad neoliberal en la
exhiben diversas formulaciones, desde la crisis del Estado-nación, dispositivos orga-
amenaza “degenerativa” que el mestizaje su- nizados en torno a la noción de “calidad de
ponía para algunas corrientes científicas y vida” y sus amenazas indiferenciadamente
algunos proyectos políticos, hasta los pro- sociales y biológicas. La cultura, evidente-
yectos de integración social y político a tra- mente, cumple un papel decisivo en estas
vés de la mezcla racial (la “mestizofilia” de transformaciones, en la medida en que es a
la cultura posrevolucionaria en México es el través de retóricas y de imágenes culturales
ejemplo inevitable de esta última posición.) que se construyen y se significan en la esfe-
Cuestiones de género y de sexualidad, de ra pública las diferencias entre salud y en-
articulaciones entre raza, religión y cultura fermedad, sus sentidos y sus narrativas.
en torno a la mezcla racial, proyectos de La dimensión interdisciplinaria del cuer-
blanqueamiento e incorporación jerárquica po en los estudios culturales ilumina no sólo
CUERPO / CULTURA 71

zonas límites de los vocabularios críticos, somáticas: naturalismo, nacionalismo y políti-


sino también experimentaciones y transfor- cas médicas del cuerpo (Argentina 1880-1910),
maciones que reclaman nuevos lenguajes y Rosario, Beatriz Viterbo, 2000; Silverblatt,
aproximaciones. Debates e investigaciones Irene, Modern Inquisitions: Perú and the Colo-
en torno al estatus del cuerpo en relación nial Origins of Western Powers Durham, Duke
con umbrales biotecnológicos radicalmente University Press, 2004; Stoler, Ann Laura, Race
transformados y, por lo tanto, a nuevas prác- and the Education of Desire: Foucault’s History
ticas reproductivas y nuevas ficciones de la of Sexuality and the Colonial Order of Things,
herencia; experimentos en torno a los lími- Durham, Duke University Press, 1995.
tes de lo “natural” y a la fuerza de mutación
del cuerpo (y los registros éticos en torno [GABRIEL GIORGI]
a esas prácticas biopolíticas); el entusiasmo
renovado en torno a ciertos discursos eu-
genésicos, y el consecuente redimensiona- cultura
miento de categorías raciales y étnicas; ex-
ploraciones en torno a los mapas políticos De etimología latina, esta palabra se asocia
cambiantes de la salud y de la enfermedad, con la acción de cultivar o practicar algo,
etc.: a través de estos temas y discusiones, también con la de honrar; de ahí la conno-
el registro histórico, político, ético y estético tación inicial asociada al culto: tanto a una
de la potencia del cuerpo marca el rumbo deidad religiosa como al cuerpo o al espíritu.
de los nuevos desafíos para los estudios cul- En su origen entonces, el término está vincu-
turales. lado con la idea de la dedicación, del cultivo.
En las acepciones que el DRAE le reconoce.
OBRAS DE CONSULTA. Balderston, Daniel y Donna la cultura puede ser el resultado o el efec-
Guy (comps.), Sex and Sexuality in Latin America, to de cultivar los conocimientos humanos y,
Nueva York, New York University Press, 1997 también, el conjunto de modos de vida y de
[Sexo y sexualidades en América Latina, Buenos costumbres de una época o grupo social.
Aires, Paidós, 1998]; Butler, Judith, Bodies That La cultura se define por su carácter hu-
Matter: On the Discursive Limits of “Sex”, Nueva mano como oposición a la naturaleza, en
York, Routledge, 1993 [Cuerpos que importan. una de las parejas binarias fundamentales
Sobre los límites materials y discursivos del del pensamiento metafísico occidental. En
“sexo” (trad. Alcira Bixio), Barcelona/Buenos la perspectiva de la antropología estructural
Aires, Paidós, 2002]; Deleuze, Gilles, Lógica (Lévi-Strauss), el paso de la naturaleza a la
del sentido (trad. de Miguel Morey), Barcelona, cultura estaría asociado con la prohibición
Paidós, 1992; Foucault, Michel, Los anormales, del incesto y por lo tanto con las relaciones
México, Fondo de Cultura Económica, 2000; de consaguinidad. El mito daría cuenta de
Foucault, Michel, Hay que defender la socie- esa problemática como ocurre en la historia
dad, Madrid, Akal, 2003; Franco, Jean, Plotting de Edipo y su madre Yocasta. Lo que se con-
Women: Gender and Representation in Mexico, vierte en material artístico (la tragedia de
Nueva York, Columbia University Press, 1989 Sófocles, Edipo Rey), tiene su origen en un
[Las conspiradoras: la representación de la mitema en el cual la invariante es la estruc-
mujer en México (trad. Judith Hernández), tura de parentesco. Del material de la cultu-
México, Fondo de Cultura Económica, 1994]; ra antropológica, aquella que da cuenta de
Graham, Richard, ed., The Idea of Race in las condiciones de la vida humana, se pasa
Latin America, 1870-1940, Austin, University a su representación en la cultura artística.
of Texas Press, 1990; Lamas, Marta, Cuerpo: Ese vínculo permitirá que esta última pueda
diferencia sexual y género, México, Taurus, ser siempre territorio para la dilucidación
2002; Masiello, Francine, Between Civilization de tópicos que conciernen a la cultura en
and Barbarism: Women, Nation and Literarty términos antropológicos, a partir de los
Culture in Latin America, Lincoln, University vínculos de ésta, como un todo, con sus dis-
of Nebraska Press, 1992 [Entre civilización tintas ramificaciones.
y barbarie: mujeres, nación y cultura litera- Para la semiótica, la cultura es una red
ria en la Argentina moderna, Rosario, Beatriz de signos; es un acto comunicativo, un in-
Viterbo, 1997]; Nouzeilles, Gabriela, Ficciones tercambio que supone constantemente a
72 CULTURA

otro, como partenaire necesario en la rela- plos del melodrama fílmico como sustento
ción entre emisor y receptor. Desde la pers- semántico en la trama de la novela El beso de
pectiva comunicativa, uno de los problemas la mujer araña (1976), del argentino Manuel
fundamentales de la cultura es la nomina- Puig, o de la guaracha, en La Guaracha del
ción y el trazado de las fronteras del sujeto Macho Camacho (1976), del puertorriqueño
de la comunicación, así como el proceso de Luis Rafael Sánchez, ilustran la interacción
construcción de su contraagente. A partir de entre instancias diferentes –cultura letrada,
ese valor comunicativo, se estructura la idea cultura popular y cultura de masas–, que
del valor de la cultura como mecanismo in- participan en la conformación de una nueva
formativo. Y de la cultura como un sistema entidad discursiva, resultado de una cele-
que se autoorganiza, que en el nivel metaes- brada fusión, para producir una nueva rea-
tructural se describe a sí misma a través de lidad semiótica. Sin embargo, en el contexto
la acción de los críticos y los teóricos, de los latinoamericano ha surgido la inquietud por
“legisladores del gusto”, cuyas descripciones la invasión de la cultura masiva, mediática,
se inclinan a identificar la “metadescrip- propia a la segunda mitad (postmoderna)
ción” con el tejido real de la cultura como del siglo XX, al tiempo que se ha intentado
tal (Lotman). recuperar la importancia del valor estético,
El término cultura puede alcanzar exten- reconociendo la dimensión simbólico-políti-
sión y usos diversos. La cultura, en tanto ca de la cultura (Sarlo).
que diversidad cultural, es el objeto del co- Así, el conjunto de creencias y prácticas
nocimiento empírico; y la cultura, como di- que constituyen una cultura determinada
ferencia cultural, es lo conocible que con son susceptibles de ser utilizadas como una
autoridad sirve a la construcción de los sis- tecnología de control, como microfísica del
temas de identificación cultural (Bhabha). poder, como un conjunto de límites dentro
La cultura puede entenderse como dimen- de los cuales la conducta social debe ser
sión y expresión de la vida humana, median- contenida, como un repertorio de modelos
te símbolos y artefactos; como el campo de a los cuales los sujetos están sujetos. La cul-
producción, circulación y consumo de sig- tura entonces es un vehículo o un medio por
nos; y como una praxis que se articula en el cual se negocia la relación entre los gru-
una teoría. Puede hablarse de cultura urba- pos (Jameson), como un lugar de conflicto
na, de cultura mediática, de cultura popular, y un mecanismo de poder. Los sistemas de
de cultura de masas, de cultura letrada. dominación encuentran un vehículo en la
Quizá estas tres últimas clasificaciones han cultura en su sentido más amplio: la moda,
sido de las más discutidas y polémicas, de los deportes, la comida, las artes y la litera-
manera que tanto la cultura popular como tura; en el gusto (Bourdieu). En una semio-
la cultura de masas, han sido opuestas a la logía de lo cotidiano (Barthes).
cultura artística y a la letrada. La cultura es el espacio de los movimien-
El siglo XX le otorga una gran significa- tos simbólicos de grupos que tejen relacio-
ción a la cultura popular y a la cultura de nes de poder. No sólo del poder entendido
masas, considerándose a ambas como espa- en su proyección vertical, sino también del
cios de acción y transformación humanas poder como diseño reticular (Foucault), en
que afectan los límites y la naturaleza de la el cual cada punto donde se ejerce el poder
cultura artística y la letrada, a las cuales in- genera un foco de resistencia. La cultura
seminan y transforman, sin dejar de consti- está asociada a los discursos hegemónicos
tuir en sí mismas zonas de interés por su y al mismo tiempo a los que desestabilizan
praxis y para la investigación. Una de las dicha hegemonía; la cultura como el espacio
más agudas críticas a la cultura de masas, a de intervención y agonía, pero igualmente
la estandarización de los estereotipos en sus como zona de resistencia en los procesos
vínculos con el mercado y el capitalismo, así colonial/neo/poscoloniales, como ese es-
como el estudio de la producción, los textos fuerzo para descolonizar y para su nueva
y la recepción de los artefactos de la llama- articulación en procesos constitutivos de las
da cultura popular, ocurren durante la pri- identidades; y la cultura después, incluso,
mera mitad del siglo XX (Adorno). del establecimiento de las naciones-estados
En el caso de la cultura letrada, los ejem- independientes (Said). La posición de la
CULTURA 73

cultura dominada y el papel del intelectual arte como crítica de la vida, al concepto del
se expresa mediante la alternativa que en arte como extensión de la vida (Sontag).
el contexto de la cultura latinoamericana La cultura ha sido vista dentro de los pro-
se identifica con la pareja Ariel-Calibán yectos de modernidad como una manera de
(Fernández Retamar). alcanzar la emancipación: Ser cultos, única
Aun cuando la cultura no es reducible manera para ser libres (Martí). En el viejo
a los procesos sociales, no es distinta a anhelo que concedía al aprendizaje un papel
ellos. De ahí la circulación en los estudios determinante, al conocimiento, la cultura se
culturales de términos como identidad, re- asocia con la ilustración y con la libertad.
presentación, ideología y hegemonía, así La desconfianza que genera el hecho de que
como la idea de que la cultura puede asu- la cultura no asegure la imposibilidad de la
mir una función política específica tanto barbarie, de la violencia (campos de concen-
en la construcción de hegemonías como tración, dictaduras militares) es refutada
en su desestabilización. Y el criterio, desde por los vínculos entre el conocimiento y la
el materialismo cultural, de que la cultura creación de nuevas formas de conciencia
–sus métodos de producción, sus formas, social, en las que entran inéditas formas de
sus instituciones y tipos de consumo– es cultura de vida, de aquellas que reclaman el
central para la sociedad, pues no hay tal necesario rescate de la memoria como es el
separación –como la que implican los con- caso de las Madres de Plaza de Mayo.
ceptos de base económica y superestructu- En el actual diálogo en tensión entre lo
ra–, entre la cultura y la vida social como local y lo global (lo “glocal”), entre lo rural
una totalidad (Williams). y lo urbano, entre lo oral y lo letrado, lo
De esta manera, la cultura material ejer- nacional y lo regional, así como lo nacional
ce una acción sobre la cultura espiritual. La y lo transnacional, la cultura se expresa en
imprenta de Gutenberg acelera y democrati- todos los ámbitos del intercambio simbóli-
za los procesos de impresión y por lo tanto co: en las variadas formas de la producción
de lectura; y el mejoramiento de la rotativa artística y literaria, en las prácticas religio-
permite el aumento de las páginas de los sas, en el desplazamiento de los márgenes
periódicos y el consecuente desarrollo de hacia el centro, en la aparición de sus nue-
la novela de folletín, a diferencia del vatici- vos sujetos –productores y consumidores–,
nio de que la prensa era el fin de la cultura en su expansión hacia el cine y la televisión
letrada. La imprenta, el abaratamiento del (Monsiváis).
costo del papel y el aumento de las univer- La significativa celebración de la cultu-
sidades, así como el grabado, la estereotipia ra popular y de masas dentro de los estu-
y la circulación masiva de periódicos y re- dios culturales originarios de la escuela de
vistas ilustradas, contribuyen al incremento Birmingham (Williams, Hall), y continuada
en la circulación de la cultura artística y la en dichos estudios, pero, en el marco acadé-
cultura letrada. De la piedra al papiro, de mico en los Estados Unidos, responde a la
la pluma de ganso –mojada en la tinta– al crisis en esos espacios, tanto de las humani-
grafito, de la cinta mecanográfica al teclado dades como de los estudios literarios basados
de la computadora. en obras del canon. Aun cuando en Estados
La impronta de la cultura material, las Unidos, los estudios culturales implicaron
posibilidades materiales de la reproducción, una democratización del saber y nuevas so-
del grabado, y demás formas que permiten la luciones para las disciplinas académicas, su
multiplicación de la imagen, conllevaron la creciente institucionalización y la, a veces,
pérdida del “aura” como autenticidad, como superficial celebración de lo “pop” –asociado
esencia de la obra artística, de manera que a los medios masivos–, han mellado el filo
el arte cambia su función ritual, por una crítico de sus intervenciones en la agenda
función exponencial, expositiva (Benjamín). académica y pública (Hall, Jameson).
En la segunda mitad del siglo XX, se acorta Los estudios culturales latinoamericanos
la distancia entre cultura científica y cultura entablaron un diálogo tanto con las fuentes
artístico-literaria, por el desafío a los límites anglo de los estudios culturales, y con la es-
entre arte y no arte, cultura literaria y cultu- cuela de Frankfurt, como con diversas co-
ra no literaria. Del concepto de Arnold, del rrientes del pensamiento teórico del siglo
74 CUERPO

XX. Pero sus raíces se encontraban en las los productos simbólicos, de entre-lugares
variadas formas precedentes de análisis cul- e intersticios, resulta imposible hablar de
tural dentro del latinoamericanismo, asu- una cultura homogénea. Y se debe tratar
miendo un perfil propio debido a su objeto de que la palabra “cultura” no se convierta
específico, y un criterio sobre la cultura/“las en fácil garantía de síntesis (Rowe). Como
culturas”, como instituciones y estilos de señala George Yúdice, en la globalización la
vida, simbólicos y performativos, sobrede- cultura funciona no sólo para la consolida-
terminados por lo histórico y lo geográfico ción de identidades y para controlar el ac-
y propios a formaciones sociales concretas, ceso social, sino también como un recurso
que se desarrollan en particulares modos de fundamental para el desarrollo económico y
producción, distribución y consumo de bie- social (El recurso).
nes y artefactos con valor simbólico (Trigo). En los estudios culturales latinoamerica-
Y junto a las posturas radicales “contra la nos, la cultura se ha entendido en sus víncu-
literatura” (Beverley, Against) y las críticas a los con lo social, en las transformaciones en
la cultura masiva (Sarlo), se ha alertado la cultura popular y en la industria cultural,
contra el eventual relativismo y la fetichiza- como intersección de discursos sociales y
ción del fragmento (Richard). procesos simbólicos, formaciones de poder
Los estudios culturales latinoamericanos y construcción de subjetividades: género,
cuentan con variadas interrogaciones y pre- raza, ciudadanías. La cultura vista desde
cedentes asedios a la cultura. Tanto desde perspectivas proteicas las cuales, desde disí-
la antropología (Ortiz), como desde la críti- miles lugares de enunciación y con miradas
ca literaria que incorpora saberes distintos, cruzadas y contrapuestas, quieren pensar en
relacionando la dimensión política con la el lugar que la cultura ocupa en el proceso
estética, se articuló un modelo teórico (la constitutivo de la América Latina y el lati-
heterogeneidad), para dar cuenta del univer- noamericanismo.
so heteróclito de los discursos culturales lati-
noamericanos (Cornejo); y, apoyándose en la OBRAS DE CONSULTA. Bhabha, Homi K., The
interdisciplinariedad (historia, antropología Location of Culture, Nueva York, Routledge,
cultural, sociología, psicología, lingüística), 2004 [El lugar de la cultura (trad. César
explorar diversas formas expresivas de sub- Aira), Buenos Aires, Manantial, 2002]; García
culturas regionales, o la relación ente la insti- Canclini, Néstor, Las culturas populares en el
tución literaria y el poder, considerando que capitalismo, México, Nueva Imagen, 1982; Hall,
la cultura es un campo de lucha (Rama). Stuart, “Cultural Studies and its Theorethical
Dos polos del término cultura como ob- Legacies”, en Grossberg, Lawrence, Cary Nelson
jeto de estudio en el campo de los estudios y Paul Treichler (ed.), Cultural Studies, Nueva
culturales latinoamericanos han sido el York, Routledge, 1992, pp. 277-285; Jameson,
antropológico-sociológico-comunicacional Frederic, “Sobre los ‘estudios culturales’ ”, en
(García Canclini, Brunner, Martín-Barbero), Estudios culturales: Reflexiones sobre el multi-
y el artístico-literario (Beverley, Sarlo, culturalismo, Buenos Aires, Paidós, 1998, pp.
Richard); polos que se intercambian y tras- 69-136; Lotman, Yuri, “Para la construcción
lapan discursos compartiendo el escenario de una teoría de la interacción de las cultu-
en tensión cíclica de la crítica cultural. En ras (el aspecto semiótico)”, Criterios, núm.
la agenda de los estudios culturales lati- 32, 7-12, 1994, pp. 117-130; Said, Edward,
noamericanos igualmente posee particular “Cultura e imperialismo: temas de la cultura
importancia el debate sobre el papel de la de resistencia”, Casa de las Américas, núm. 200,
cultura, en su más amplio espectro, como julio-septiembre de 1995, pp. 20-28; Williams,
eventual agente de resistencia o transfor- Raymond, Marxismo y literatura, Barcelona,
mador, por su acción social en tiempos de Península, 1997; Yúdice, George, El recurso de
globalización, neoliberalismo y tecnologías la cultura: usos de la cultura en la era global,
mediáticas electrónicas. En el escenario Barcelona, Gedisa, 2002.
de la (di)(semi)nación, la desterritorializa-
ción, y de la consecuente dislocación de [NARA ARAÚJO]
desconstruccionismo en la apreciación de lo bello en tanto armo-
nía o presencia transcendental. La literatura
DECONSTRUCCIÓN Y AMÉRICA LATINA: DESTINO DE confiere otra economía del exceso a partir
UN RELATO COMPARTIDO. La revolución textual, de este momento, no es ya plenitud o pre-
designada en la teoría literaria como “giro sencia sino mas bien lo que no está, lo que
lingüístico”, eventualmente deviene en una sobra, lo que subvierte, es decir, lo que pro-
mirada más epistemológica que literaria. duce toda operación de lectura que encuen-
Pero su primer impulso nutrió nuevas ca- tra en la aporía el eje del saber, placer y
tegorías de análisis literario, algunas más hasta el deber. Los textos literarios proveían
sugerentes que otras, las cuales marcaron un terreno idóneo para ensayar este rejuego
un profundo corte con la tradición filológica incierto entre placer literario e indetermina-
y el humanismo trascendental. Era previsi- ción epistemológica, siempre y cuando el
ble: desde el romanticismo, y luego con los nuevo tipo de lector-deconstructor supiera
diversos modernismos, ya se observaba un trabajarla. Y los grandes textos –modelos
cambio en la forma de pensar la humani- ejemplares del exceso– permitían un des-
dad: la idea del alma se materializaba de monte aun mas dramático del orden discur-
otro modo, quedaba inscrita por la lógica in- sivo, ya sea en la historia literaria, o la his-
herente a la producción de los textos, como toria a secas, puesto que toda construcción
bien quiso demarcar Octavio Paz en sus narrativa estaba al alcance de las operacio-
Hijos del limo; y la idea del centro herme- nes de ese nuevo tipo de lector. El quehacer
néutico daba paso a la noción de estructura intelectual se volcaba así hacia un rastreo
totalizante, particularmente en la narrativa más inmanente de la compleja relación en-
y la mitología, como luego se observa en la tre hechura verbal y articulación histórica,
obra de Edward Said. Esta forma de pen- una búsqueda organizada inicialmente des-
sar la escritura eventualmente se autodefine de el archivo literario, que luego se despren-
como “deconstrucción”: desplaza el eje de de hacia los entornos más interdisciplina-
la significación hacia la hechura verbal, y rios de la posmodernidad, entre ellos el
sugiere una relación más hereje y creativa pensamiento feminista, el poscolonialismo y
con los archivos de historias y relatos sacra- los estudios culturales. El momento poses-
lizados. En el entorno puramente literario, tructural hoy se observa inundado por la
se propuso renovar el objeto de estudio de industria de discursos posmodernos que se
la crítica, sacándola del imperio exteriori- consolida desde finales de los ochenta. Esto
zante de la biografía e intenciones de los quizá explique por qué el mismo Derrida
escritores, o del contexto espacio-temporal insiste, categóricamente, que nunca ha con-
en que se producía la labor creativa. Podría cebido su obra en términos de posmoderni-
decirse que estos fueron los primeros pasos dad (“Marx and Sons”).
del impulso deconstructor, en muchos sen- La literatura ganó y perdió en esta muta-
tidos previsto por el propio Borges con el ción de saberes. Ya no se concebía a sí mis-
arquetipo de lector-creador encarnado por ma desde métodos disciplinarios estableci-
Pierre Menard. dos, sino como una sagacidad orientada
Se observa así una metamorfosis en el hacia el antitelos, prometiendo un sentido
prisma representacional del humanismo y de interioridad conflictiva al mismo tiempo

[75]
76 DESCONSTRUCCIONISMO

que suprimía las causalidades y los entornos Invoco una historia de múltiples momen-
externos. La búsqueda, o el hallazgo, de esta tos constitutivos que cobra auge particular a
nueva intelectualidad quedaban circuns- partir del decenio de los sesenta del último si-
critos al rastreo constante en el interior de glo, no tanto porque ella enmarca el comien-
la teleología, la cual permitía ensayar un zo del boom, ni por el izquierdismo cultural
nuevo poder disciplinario. La lectura devino que la ha hecho famosa, sino porque remi-
en política, pero su escenario no era la de- te a un acervo de discursos que vinculan,
nuncia social sino el desmonte verbal, im- pese las divergencias, a casi todo el mundo
bricando la epistemología con la literatura, intelectual del hemisferio (véase, por ejem-
acercando aún más estas disciplinas, crean- plo, Glissant). Es un momento clave para
do una praxis obsesionada con los matices el acoplamiento de tendencias textualistas,
más constitutivos de la hechura verbal. Ar- entre ellas el New Criticism, la explicación
mada de tal modo, en pos de un reordena- de textos, la estilística, el estructuralismo, la
miento del saber, se sintió capaz de pronun- semiótica, todo un compendio que conclu-
ciarse no sólo sobre la literatura, sino sobre ye la primera fase del legado saussureano
la escritura en general, y en particular so- que venía gestándose desde el formalismo
bre las ciencias sociales, causando a veces ruso, a través del cual se puede atisbar un
grandes desconciertos entre sus respectivos importante salto hacia la inmanencia desde
practicantes. No todas las disciplinas se vie- los estudios literarios. Desajustar el anclaje
ron tan dispuestas a descalzar el vínculo trascendental del sentido literario, sacarlo
entre transparencia verbal y utilidad cog- de la exterioridad del texto, implicaba lle-
noscitiva; al menos no presentían la urgen- var al lector a una relación interna con la
cia de complicarlo en ese momento, y mu- significación, acercarlo a un concepto es-
cho menos de tal modo. trictamente verbal de la construcción del
No se trata de recapitular aquí una his- universo. Era un paso cuyas ramificaciones
toria conocida, pero tampoco dejársela al más profundas quizá no se harían palpables
vaivén de los tiempos, o al afán de creer que hasta mucho después, quizá hoy.
se pueda explicar simplemente como enun- La crítica literaria latinoamericana podría
ciación localizada. Podría advertirse que las nutrir este sondeo desde un marco compa-
obras de Barthes, Foucault y el mismo rativo que observe sus relaciones, desiguales
Althusser contienen momentos que permi- pero complejas, con la producción académi-
ten observar más detenidamente los interva- ca euro-estadunidense. Se suele pensar que
los entre la mirada semiológica inicial y el boom resume la sensibilidad en las letras
toda una industria de discursos posteriores, de América Latina desde los años sesenta,
muchos de los cuales tienden a soslayar la pero importa cifrar también la extraordina-
deuda de la deconstrucción con los hábitos ria expansión de estudios latinoamericanos
de lectura inaugurados por el estructuralis- que ocurre desde este decenio en Estados
mo propio. Podría incluirse la obra de Unidos y Europa. El auge súbito de los
Edward Said, al igual que la de Ángel Rama, estudios latinoamericanos durante la gue-
en esta lista de autores del “intervalo” (véa- rra fría provocó una primera migración a
se Campa, “El desafío inesperado de La ciu- Estados Unidos de especialistas formados
dad letrada”; Rabaté). Podría decirse que la en América Latina, inicialmente a modo de
primacía del lector de los años sesenta y se- profesores visitantes, luego inmigrantes que
tenta se va explayando hasta nuestros días, ocuparon sus propias cátedras. La academia
en ciertos casos desplazando el estatuto de latinoamericana del momento, vertida ha-
“lo literario” por la idea de “escritura” y lue- cia la literatura nacional, contaba con di-
go, es decir ahora, por modelos de construc- versos espacios de vanguardia, o al menos
ciones verbales sostenidas no tanto por un marcos institucionales imbuidos profunda-
estilo, coherencia, voluntad estética o exu- mente por un conocimiento propio de la
berancia expresiva, sino por instancias de textualidad. Un ejemplo sería la influencia
quebramiento, aporías internas o la noción de Wellek y Warren en el pensamiento teó-
menos precisa pero más generalizada de que rico de diversos países –Chile, Argentina,
la sociedad y la cultura son acervos de dis- México– otro correspondería a los nuevos
cursos “socialmente construidos”. acercamientos a la semiótica, sin descontar
DESCONSTRUCCIONISMO 77

por un momento las innovadoras lecturas lanzamiento del Sputnik (1957), y el pro-
en torno a Borges, Lezama, Sarduy, todas grama federal de la defensa conocido como
ellas instancias que permiten palpar diver- National Defense Education Act (1958),
sos experimentos motivados por el legado multiplicaron los programas de estudios
saussureano en América Latina, a menudo latinoamericanos, creando una demanda de
mas abiertos a la nueva textualidad que el capital simbólico sobre las otras Américas
propio New Criticism de la academia norte- nunca antes vista en Estados Unidos u otra
americana, o la estilística que se observaba parte del mundo. No hay duda de que “el la-
en la poesía española del momento. tinoamericanismo”, en su sentido de objeto
Hoy se advierte que el boom y sus co- de estudio hemisférico transnacional articu-
mercializadas poéticas de realismos exóti- lado tanto fuera como dentro de América
cos agotaron la historia crítico-teórica pro- Latina, abría un capítulo completamente
ducida en América Latina de los últimos nuevo y distinto durante ese momento. Se
decenios, confirmándose así un binarismo puede postular un primer “latinoamericanis-
profundamente nítido: primero surge la ce- mo”, entendido como articulación cognosci-
lebración incondicional de ese fenómeno tiva o artística (digamos letrada) de América
editorial, luego el rechazo rotundo, todo lo Latina que surge a partir de las grandes fi-
cual sugiere un relato que podría titularse guras del pensamiento latinoamericano del
“La ruta de Macondo a McOndo”. Para al- siglo XIX. Hay, sin embargo, una dimensión
gunas instancias actuales de la crítica, el radicalmente transformativa de ese campo
boom ha llegado a constituir un fichero de de estudios, a partir de los años sesenta,
todos los vicios de la modernidad literaria que exige observarlo como una comunidad
latinoamericana, una estrecha envoltura discursiva multilingüe, hemisférica y hasta
compuesta de identidades criollas, tradi- global, inscrita en un orden de discursos crí-
ciones letradas, imaginarios rurales, realis- tico-teóricos y estrategias editoriales difícil-
mos mágicos trasnochados, teoría de la de- mente apreciables desde el primer momento
pendencia, voluntarismo revolucionario y (véase Campa, Latin Americanism).
patriarcado mal disimulado. No se trata El aporte de los area studies, esa estruc-
de negar los elementos mas sugerentes de tura del pensamiento derivada de la guerra
este planteo, sino de acatar el amarre de fría, exige atención: abrió un nuevo merca-
un gran corpus literario a un eje de conte- do de textos y lectores, al igual que exilios,
nidos inmutables, digamos una especie de diásporas, y luego multitudes de profesores y
contenidismo posmoderno quizá inadverti- estudiantes que hoy se manifiestan con gran
do por una teoría inicialmente indispuesta intensidad (Kotkin). También aproximó la
a estos tipos de encierres. Importa por ello lengua inglesa al mismo eje de producción
cuestionar las limitaciones implícitas a tal discursiva latinoamericana y viceversa.
envoltura, deslindar la crítica deconstruc- Un análisis más comparativo no sólo
tivista desde un marco más comparativo, promete una historia más compleja de la
tomando en cuenta instancias latinoame- crítica latinoamericana en sí, sino también
ricanas que prepararon el terreno para la de sus costuras hemisféricas, es decir, de
formación de interlocutores hemisféricos las nutridas relaciones de la intelectualidad
como Ángel Rama, Josefina Ludmer, Sylvia académica a través de las Américas, tanto
Molloy, Beatriz Sarlo, Silviano Santiago, en términos de lenguas y culturas como de
Roberto Schwarz, Jaime Concha, Irlemar flujos conceptuales. Un buen ejemplo de tal
Chiampi y Julio Ortega, entre otros. aproximación se encuentra en el reciente
Los estudios literarios latinoamericanos tomo América Latina en la “literatura mun-
cobran un relieve transnacional durante el dial”, editado por Ignacio M. Sánchez-Prado.
primer momento textual que no sólo corres- Desde esa perspectiva se puede deducir que
ponde al boom sino también a la guerra fría el llamado boom, al igual que la crítica la-
y muy particularmente a la formación de los tinoamericana del momento, ya correspon-
area studies en la academia norteamericana. dían a un fenómeno global desde los años
Estas estructuras, motivadas por la defensa sesenta, el cual no sólo remite a la temprana
nacional, el peligro nuclear y la competen- influencia político-cultural de la revolución
cia con la Unión Soviética marcada por el cubana, o a la importante gestión del otro
78 DESCONSTRUCCIONISMO

lado del Atlántico –editoriales españolas y ra de sí misma, ni de someterla a cálculos


catalanas– sino también al complejo merca- geopolíticos, sino al contrario, de reconocer
do académico-editorial de los area studies, y la extraordinaria ambición textual que surge
al acoplamiento de la inmanencia implícita desde este momento, el designio de “desleer”
a la mirada textual, es decir la deconstruc- el mundo desde la inmanencia literaria, im-
ción, la cual ya venía activando un nuevo pulso que sigue nutriendo la literatura mu-
modo de concebir la lectura literaria sin cho después del boom. Un buen número de
ataduras exteriorizantes. Si bien este mo- especialistas suele buscar en esta coyuntura
mento no agotó las tensiones y los anclajes un fenómeno estrictamente latinoamerica-
nacionales de la literatura latinoamericana, no, digno de culpa o celebración, pero lo
no hay duda de que la articulación, circu- que importa es sacarlo de tales coyunturas,
lación y codificación de estos valores que- e indagar también el impacto que tuvo ese
daron inevitablemente entrecruzadas por corpus en la academia norteamericana, la
estas instancias. cual ya incorporaba una generación de crí-
Se sigue la pista americana (norte, sur y ticos latinoamericanos emigrados (véase
otras latitudes) de finales del siglo XX, ob- Barth). Los nuevos programas de literatura
servando filos literarios muy cercanos para latinoamericana articulados en inglés, junto
cartografiar el destino latinoamericano de a la intensificación del giro lingüístico de
la deconstrucción, al igual que las contra- la teoría, contribuían a la formación de un
dicciones que ello implica para el momento nuevo e importante relieve: el encuentro no
actual. Entonces, si bien se ocasiona la aper- tan fortuito entre el boom y deconstrucción
tura del canon literario universal desde los literaria, vínculo que luego se desdobla ha-
márgenes de la gran modernidad, ésta erige cia la literatura de testimonio, los estudios
al mismo tiempo una nueva exégesis dedi- culturales y la propia poscolonialidad.
cada a entreoír su propia interioridad. Tal Hoy se suele decir que América Latina
sería una de las paradojas que circunscribe buscaba en la literatura del boom una estéti-
el modelo deconstructor, cuya fuerza inicial ca compensatoria, un éxito que permanecía
se cristaliza justamente en el momento que ausente, o quizá inalcanzable, en el horizon-
la narrativa latinoamericana cobra un valor te social de su inestable modernidad, y que
particular para la posmodernidad literaria esto engendra un discurso fundamentalmen-
(véase Zamora, Campa, “Magical Realism”). te engañoso para el estudio de su realidad
Ésta es una instancia muy marcada por la histórica. Hay un sinfín de articulaciones en
figuras de un amplio contorno geográfico torno a la historia del boom, tanto del lado
y cronológico –Nietzsche, Borges, García celebratorio como de lecturas más bien
Márquez, Lispector y Derrida, por ejemplo, orientadas hacia la deconstrucción de esa
y también Adorno (Jay)–. Por otra parte, en ideología. Mi interés aquí es recoger aspectos
América Latina, entrados ya los años setenta que se comparten, a veces inadvertidamente.
y por los años ochenta, se hace sentir otro Para ello importa sondear otra apreciación,
elemento integral a este intervalo desde la si acaso otra estética, capaz de cifrar esa ne-
orilla más política de la cultura: las dictadu- gación interna a la utopía culturalista lati-
ras del cono sur, el reclamo de la subalter- noamericana sin negar por completo el valor
nidad indígena y las primeras dudas sobre de la literatura y su importancia para el pen-
el modelo revolucionista. samiento crítico. Si bien la narrativa latinoa-
¿Cómo compaginar la historia latinoa- mericana acoplaba fácilmente el régimen
mericana de conflictos y desencuentros po- deconstructivo procedente de la academia
líticos con la deconstrucción y el surgimien- euro-estadunidense, lo hacía provocando un
to de un corpus literario admirado por el rastreo de la modernidad trunca, es decir cul-
mundo entero, cómo acercarse a ambos lados turas marcadas por el error, el fracaso, o la
de esa constelación tomando en cuenta la perenne crisis de identidad que eventualmen-
red transnacional de mercados académico- te incumbe al propio primer mundo. Vista
editoriales previamente expuesta? Hay, ob- así, la importancia del boom no radicaba (ne-
viamente, muchas lecturas posibles para un cesaria o solamente) en una estética compen-
nudo tan complejo de textos literarios y so- satoria de la utopía culturalista de las élites
ciales. No se trata de forzar la literatura fue- criollas, sino en la ejemplaridad negativa de
DESCONSTRUCCIONISMO 79

ese corpus, en su capacidad de dar forma li- rios y la epistemología –un gesto agónico de
teraria a una cultura política que oscilaba, autoauscultación, de un legado textual que
recordando ahora los confines trazados por ya no cabe en su encierre occidental–. El
Lezama, entre la ausencia posible y la pre- terreno de la deconstrucción ya no era sólo
sencia imposible. literatura, no podía serlo, sino un nuevo
Menard, Bustrófedon, Melquíades, Auxilio, sentido de la historia desprovisto de meta-
Socorro: más que personajes de la literatura rrelatos confiables.
latinoamericana, estos nombres engendra- El encuentro agudizado entre la crítica
ron gestos que trasladaban la condición de literaria y la epistemología conllevaba un
modernidad incierta al terreno de la inma- desafío mayor: auscultar detenidamente la
nencia literaria en un nuevo corte de univer- participación de los discursos que articula-
salidad. Se acortaban así –desde la teoría de ban la nación. El examen interno de esa
la negación y el exceso literario– las distan- estructura fundamental –sus anclajes verba-
cias y diferencias entre el centro metropoli- les, sociales y sexuales– invitaba entonces a
tano y sus márgenes, o quizá se intuía que pensar un orden posliterario de la escritura.
la hibridez, la heterogeneidad y la otredad Como todo proceso de-significatorio, se tra-
quedaban ya subsumidas en el rejuego de la taba de una búsqueda de aperturas concep-
significación literaria. Tal pareciera ser una tuales más que de una afirmación antitética
de las explicaciones más plausibles del des- o dialéctica, en cierto modo análogo a pen-
tino latinoamericano de la deconstrucción, sar sobre el orden posnacional del mundo
no obstante el hecho de que ésta ya corre sin abandonar el pasaporte necesario para
el riesgo de ser normalizada por un saber viajar de un país a otro. El testimonio lati-
plenamente docto en la nueva retórica de noamericano, por ejemplo, generó lecturas
resquicios e intersticios. Podría decirse que que abordaban esa lógica, aun cuando se
el quiebre de las disciplinas del saber au- articulaba, a veces, como una aversión que
guraba un desplome más fundamental que desechaba ansiosamente todo el orden lite-
no se entendió claramente hasta después, es rario anterior. La misma tensión se puede
decir, la dificultad de modelos que sostenían observar en algunos presupuestos del posco-
la guerra fría partiendo de una doctrina de lonialismo y la subalternidad, no obstante la
caminos opuestos pero análogos en pos de la diversidad de énfasis correspondiente a
modernización. cada uno de estos presupuestos.
La tensión actual entre cultura y literatu- Este rumbo “posliterario” atraviesa el
ra encuentra un nódulo referencial muy ins- legado textual y la deconstrucción desde
tructivo en este complicado e inesperado finales de los años ochenta hasta nuestros
desenlace. El paso hacia la cultura global no días, cobrando cada vez más fuerza, aun si
exigía tanto un abandono de los estudios el trasfondo “posnacional” que lo acompaña
literarios sino un registro muy particular del permanece insuficientemente atendido. Se
estado de flujo en el saber humanístico que inaugura así, desde estas premisas y con-
desemboca en una fugacidad del pensa- tornos, un acercamiento que suele llevar el
miento plenamente imbricado por la coyun- nombre de estudios culturales, el cual en-
tura actual del capital simbólico. La apuesta, causa elementos dispersos, entre ellos el in-
inicialmente fundamentada en la literatura, fluyente pensamiento feminista de grandes
reconocía las repercusiones de la inmanen- autores como Kristeva, Cixous, Irigaray, de
cia, lo que hoy se conoce como “lógica cul- Lauretis, por ejemplo, una concepción de
tural del capitalismo tardío” (véase Jameson, género difícil de enmarcar a partir de un
The Political Unconscious). Se aproximaban locus de enunciación geográfico. Habría que
así dos gestiones obviamente opuestas: el subrayar por ello la relación intrínseca entre
interés usual de la poética marxista por el la mirada “cultural” y los cruces filosófico-
horizonte histórico de significados finales literarios esbozados en estas páginas. No se
–una totalidad reclamada ahora, contradic- trata de un quehacer fundamentado inicial-
toriamente, por la cultura del capitalismo mente en las ciencias sociales dedicadas a
global– y la posibilidad de diagnosticarla a la cultura sino de una fuga más intensa del
partir del rastreo de hechuras verbales que objeto de estudio literario gestada desde su
venía gestándose entre los estudios litera- propia interioridad, tanto teórica como ins-
80 DESCONSTRUCCIONISMO / DESTERRITORIALIZACIÓN

titucional (y desde la filosofia del lenguaje les– al igual que una puesta en escena más
hubo acercamientos importantes también, intrínseca –desde el quiebre del saber– de la
pero importa notar la poca duración de la profunda crisis política de la nación. Abre
teoría de los speech acts en la crítica literaria también la posibilidad de un diálogo más
en general, al igual que su escasa incidencia nutrido y potencialmente crítico con la crí-
en latinoamerica en particular). Se perfilaba tica latinoamericana confeccionada desde
de tal modo un nexo insoslayable para el Estados Unidos, un aspecto que sólo cobra
pensamiento y el arte contemporáneos, al sentido a partir de las contradicciones fun-
igual que un reto para los aparatos acadé- damentales de una profunda inmanencia
micos estatales, particularmente las estruc- global, tan compartida como desigual.
turas dedicadas al antiguo mundo letrado y
a las ciencias sociales más cercanas a ellas, OBRAS DE CONSULTA. Barlow, Tani E., “Degree
ante los cuales se viene desvelando una co- Zero of History”, Comparative Literature, vol.
tidianidad profundamente imbuida por el 53, núm. 4, 2001, pp. 404-425; Campa, Román
matiz preformativo de la cultura global, en de la, “Magical Realism: A Genre for the
sus múltiples formas de ontología audio- Times?”, Canadian Review of Hispanic Studies,
visual. verano, 1999, pp. 103-118; Derrida, Jacques,
Esta vuelta hacia la cultura brotaba de la “Marx and Sons”, en Michael Sprinker (ed.),
propia vanguardia textual, cuyas posibilida- Ghostly Demarcations: A Symposium on
des de articulación ya no quedaban tan su- Jacques Derrida’s “Specters of Marx”, Londres,
jetas a los estudios literarios, y menos al Verso/NLB, 1999, pp. 235-254; Follari, Roberto,
contorno nacional que usualmente conserva Teorías débiles. (Para una crítica de la decon-
ese estatuto disciplinario. Recogía algo de la strucción y de los estudios culturales), Rosario,
tradición británica de Birmingham –nom- Homo Sapiens, 2003; Glissant, Edouard,
bre e historial interdisciplinario– pero res- Caribbean Discourse: Selected Essays (trad. J.
pondía aún más a las exigencias de produc- Michael Dash), Charlottesville, University of
ción simbólica del capitalismo global, las Virginia Press, 1989; Jameson, Fredric, The
cuales se hicieron sentir con gran ahínco en Political Unconscious: Narrative as a Socially
el aparato universitario durante los años no- Symbolic Act., Ithaca-Nueva York, Cornell
venta. Era una amenaza al igual que una University Press / Londres, Methuen, 1981;
respuesta, y para algunos una oportunidad Jameson, Fredric, Postmodernism or, The
también, sobre todo si se piensa que este Cultural Logic of Late Capitalism, Durham,
nexo inicial permitía entrever un ámbito Duke University Press, 1991 [Teoría de la post-
más vasto para la deconstrucción y sus dis- modernidad (trad. Cecilia Montolío Nicholson
cursos derivados de los estudios literarios. y Ramón del Castillo), Madrid, Trotta, 1996];
Nelly Richard, por ejemplo, entreveía en Richard, Nelly, “Signos culturales y media-
este momento un acercamiento más crítico ciones académicas”, en González Stephan,
a la cultura latinoamericana, que permitía Beatriz (ed.), Cultura y Tercer Mundo, Caracas,
dirigir la mirada reconstructiva –lo que ella Nueva sociedad, 1997, pp. 82-97; Wellek, René
llama “escena verbal”– hacia las artes, al y Austin Warren, Theory of Literature, Nueva
igual que hacia las propuestas feministas, York, Harcourt-Brace, 1956 (1949) [Teoría li-
entre otros impulsos (“Signos culturales”). teraria, Madrid, Gredos, 1959]; Zamora, Louis
Todo ello, a modo de resumen, viene so- Parkinson y Wendy B. Faris (eds.), Magical
terrando una serie de apuestas para el pen- Realism: Theory, History, Community, Duke
samiento literario y cultural latinoamerica- University Press, 1995.
no, donde suele militar el peso de la nación
sobre la tradición literaria, y el entorno pos- [ROMÁN DE LA CAMPA]
moderno muestra un matiz más político que
conceptual. La deconstrucción no inicia, ni
agrava, sino escolta estímulos fraguados por desterritorialización
la cultura latinoamericana, entre ellos un
rastreo más incisivo del encierre nacional y Es un concepto usado repetidamente en los
las premisas genéricas de las tradiciones últimos años no sólo para dar cuenta de la
hermenéuticas –tanto literarias como sexua- relación de los sujetos con el territorio (físi-
DESTERRITORIALIZACIÓN 81

co) en el acto del desplazamiento, sino tam- lización, mundialización, migración, frag-
bién para plasmar la idea de movimiento y mentación, frontera y desjerarquización,
cambio tanto en relación a los seres huma- entre otros, términos todos ellos que han
nos, como con referencia a bienes, símbolos sido usados como categorías de análisis de
e imaginarios. Si bien ha sido en el campo las realidades sociales y culturales que con-
de los estudios culturales, la antropología y figuran el mundo actual. Si bien desterrito-
la sociología donde este término ha encon- rialización ha sido una palabra que ha pro-
trado una mayor difusión, también es cierto liferado copiosamente en el área de los
que economistas, políticos, intelectuales y estudios culturales latinoamericanos, usán-
académicos de diversas disciplinas han usa- dose incluso para evocar frecuentemente el
do la palabra desterritorialización para cap- propio fenómeno experimentado por mu-
tar fenómenos relacionados con la migra- chos estudiosos desplazados desde América
ción, la relación entre economía, sociedad y Latina a universidades extranjeras, princi-
Estado, así como para hablar de la memoria palmente estadunidenses, desde donde han
y el anonimato en dinámicas sociales que se desarrollado su carrera académica e intelec-
desprenden del desplazamiento. tual, aquí se acotará el uso que el término
Originariamente, el término desterri- ha tenido en los estudios culturales latinoa-
torialización fue usado por los filósofos mericanos a partir de los trabajos fundacio-
franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, a nales de Néstor García Canclini, Jesús
principios de los años setenta, para desarro- Martín Barbero, Renato Ortiz y Raúl Prada.
llar una idea forjada ya por Marx en su per- La idea de desterritorialización desarrollada
cepción del capitalismo como una máquina por cada uno de ellos responde a las propias
devoradora, que paulatinamente se iba apro- realidades territoriales-culturales que son
piando de diversos “territorios” –la agricul- objeto de sus análisis. En cada uno de ellos
tura, la cultura, la educación, la industria– se halla el concepto abordado y desarrollado
hasta llegar a desterritorializarlos y dejar al desde su propia especificidad.
proletariado sin territorios, momento en el A pesar de los muchos cuestionamientos
cual, ya sin nada que perder, la revolución de los que ha sido objeto a lo largo de los
sería posible. Deleuze y Guattari aplican la años, nadie pone en duda que Culturas hí-
idea de la máquina salvaje y devoradora del bridas: estrategias para entrar y salir de la
capitalismo en la relación del sistema con modernidad, de Néstor García Canclini, es
la psique humana. Los seres humanos, se- un libro esencial en la formulación de los
gún los filósofos franceses estamos siempre nuevos parámetros de análisis que los estu-
rodeados internamente de territorialidades dios culturales latinoamericanos van a desa-
diversas, algunas imaginarias, ya que el te- rrollar para abordar la complejidad de las
rritorio es entendido como subjetivación, dinámicas sociales y culturales de una Amé-
expuesto permanente a ser desterritorializa- rica Latina en profunda transformación des-
do, lo que significará que se abre, que huye de los años ochenta. En Culturas híbridas,
de sí mismo, se parte o destruye. De manera García Canclini plasma a través del concep-
indisociable, puede volverse a reterritoria- to de desterritorialización la idea de que el
lizar, en un proceso de recomposición del desplazamiento de los millones de migran-
territorio, aunque siempre en un proceso tes latinoamericanos que por cuestiones
que lo transforma. El capitalismo es un económicas se ven forzados a emigrar de su
sistema en permanente reterritorialización, territorio original hacia un destino esperan-
ya que intenta adueñarse constantemente zador, propicia, en muchos casos, una entra-
–desterritorializar– las múltiples formas de da y salida permanentes de la modernidad.
interacción dentro de una comunidad, un Con ello, Canclini se refiere a dos procesos
grupo o la familia (socius). que se desarrollan de manera indisociable,
A partir de la idea original de desterrito- el de la desterritorialización, es decir, la pér-
rialización, que conjuga desplazamiento y dida de la relación que él llama natural –en
transformación en la partida/pérdida de te- el sentido de predeterminada y preestableci-
rritorio, los estudios culturales latinoameri- da– entre una cultura y su territorio geográ-
canos, dentro y fuera de América Latina, fico-social y, a la vez, el de la reterritoriali-
han vinculado este concepto a los de globa- zación, concepto con el que se refiere a la
82 DESTERRITORIALIZACIÓN

relocalización territorial de producciones que si los análisis más innovadores sobre la


simbólicas antiguas y nuevas (288). Es in- desterritorialización se están dando desde la
dispensable, para entender estos procesos experiencia de la frontera de México con
de desterritorialización/reterritorialización, Estados Unidos es porque en esta franja de
tener en cuenta las dinámicas actuales que casi tres mil kilómetros de longitud se con-
alteran completamente las categorías bina- densa la mayor área de migraciones del con-
rias que nutrieron los análisis sobre América tinente (290). No en vano, ésta es la fronte-
Latina durante una buena parte del siglo XX. ra más transitada del mundo.
Por un lado, entonces, y siguiendo a Canclini, Como ya ha sido apuntado, no son sólo
lo nacional ya no es identificable como lo las personas las que se desplazan, ni tampo-
opuesto a lo internacional y, por lo tanto, co solamente los bienes simbólicos y reales,
hay que pensar en un nuevo concepto, como las prácticas culturales y los imaginarios
el de transnacionalización, tanto por lo que que les acompañan, sino que también se
se refiere a los sujetos migrantes, como en desplazan las culturas, las percepciones, las
cuanto al mercado. García Canclini basa memorias y los sentimientos, a través de los
parte de su argumento en la investigación medios masivos de comunicación y de la
llevada a cabo por el antropólogo Roger globalización tecnológica. En este sentido,
Rouse sobre la población de Aguililla hay que destacar, además de los trabajos de
(Michoacán, México), pueblo rural cuyos García Canclini, la aportación realizada des-
habitantes viven literalmente de manera de Colombia por Jesús Martín Barbero,
transnacional desde que empezaron, en los quien usa el concepto de desterritorializa-
años cuarenta, a emigrar a Redwood City ción para captar la idea de transformación
(California, Estados Unidos). El hecho de que conllevan las nuevas formas culturales
que una misma población se estableciera y comunicativas en un mundo en constante
conjuntamente en el mismo lugar de destino interacción. En su libro De los medios a las
(esta es una dinámica frecuente en la migra- mediaciones, Martín Barbero ofrece una
ción mexicana a los Estados Unidos), con- nueva mirada hacia la cultura y la comuni-
virtió a sus pobladores en personas transna- cación de masas, por un lado, y la cultura
cionales, en el sentido de que vivían entre popular, por el otro, con las interrelaciones
dos poblaciones. Aguililla ha sido paradig- que se establecen entre éstas y la hegemo-
ma para muchos estudiosos y observadores nía/poder. Rompe, como hará casi simultá-
de las dinámicas sociales surgidas de las mi- neamente García Canclini, con las categorías
graciones (James Clifford, Mike Davis, entre binarias de análisis socio-cultural, supera-
otros), al establecerse en esta población una das por los procesos de globalización y mi-
transnacionalización que abarca tanto a sus graciones masivas. En relación a la idea de
habitantes como a los bienes –reales y sim- identidad cultural, Martín Barbero hablará
bólicos– desplazados y transformados en el en este libro de lo que va a definir como
proceso, así como, también, la afectación a memorias desterritorializadas, para descri-
las propias dinámicas tanto individuales bir el surgimiento y desarrollo de las nuevas
como colectivas que se ven asimismas alte- culturas que se desprenden de los procesos
radas. Si bien Aguililla y sus habitantes en- de transnacionalización tanto de los merca-
carnan los conceptos de desterritorialización/ dos como de los medios de comunicación.
reterritorialización en su propia dinámica A través de estas culturas, las identidades
transnacional, ya que en el desplazamiento culturales –especialmente las vinculadas a la
“sacan de su territorio” prácticas culturales, juventud– van a ser percibidas de manera
estéticas, percepciones y actitudes, que al más flexible y dinámica, favoreciendo la per-
“insertarse en otro territorio” se ven modifi- meabilidad de diferentes formas culturales
cadas y reformuladas en muchos sentidos, provenientes de orígenes diversos. Se hace
también son paradigmáticos de estos proce- una distinción entre la cultura escrita, liga-
sos los millones de migrantes que se despla- da a la lengua y, por lo tanto, al territorio, y
zan masivamente desde América Latina ha- las culturas visuales y auditivas (música,
cia el norte, y que de manera constante van imagen, televisión, vídeo, y ahora habría
desterritorializando/se y reterritorializando/ que añadirle la industria cibernética), gene-
se. Es por ello que García Canclini concluye radoras, por su constante desplazamiento y
DESTERRITORIALIZACIÓN 83

por habitar un no territorio, de las nuevas debe incluir la revolución que supone en el
comunidades culturales. seno de la “mundialización de la cultura” la
Hay que destacar, también, los postula- entrada a la virtualidad cibernética.
dos del estudioso brasileño Renato Ortiz, Desde ángulos específicos que marcan
cuyo marco de referencia va a ser Brasil. sus matizaciones, García Canclini, Martín
Los planteamientos de Ortiz parten de la Barbero y Ortiz desarrollan el concepto de
idea de nación y de Estado en relación con desterritorialización a partir de las dinámi-
la globalización y a lo que él mismo va a cas de interrelación entre cultura, sujeto,
distinguir como mundialización de la cultu- sociedad y Estado. Por su lado, la propues-
ra. En su libro Mundialización y cultura, ta del paceño Raúl Prada, en su manejo del
Ortiz establece una clara distinción entre término, está estrechamente unida al mun-
globalización y mundialización. La noción do andino y sus propias especificidades en
de globalización va unida a la economía y al el contexto boliviano. Siguiendo de cerca
mercado, con el determinante del impacto los postulados de Deleuze y Guattari, Prada
de la tecnología en éstos, mientras que el de se adentra en su libro Territorialidad a ex-
mundialización está vinculado al desplaza- plorar el concepto de territorialidad de las
miento que hacen las culturas, muy especí- etnias originarias de Bolivia en contraposi-
ficamente, las que son fácilmente transpor- ción a la noción occidental permeada por el
tables a través de los medios de comunicación capitalismo. El territorio es, en este sentido,
masivos, y que rompen las fronteras identi- un espacio ecológico y colectivo, ya que está
tarias nacionales. regido por la experiencia comunitaria (el
Para Ortiz es esencial tener el cuenta el ayllu); la territorialidad será, entonces, la
papel de Estado no sólo como articulador vivencia social y la conciencia del territorio,
administrativo-político, sino también como no se trata de una simple referencia geográ-
“ámbito de la producción del significado”. fica, sino de una experiencia básicamente
De tal manera que, siguiendo esta idea, se colectiva, interiorizada en la conciencia de
puede argumentar que la nación, a través de la comunidad. La territorialidad interioriza,
su administrador –el Estado– posee el mo- entonces, el territorio y de esta manera lo
nopolio sobre la definición del significado. simboliza. Por lo tanto, la territorialidad es,
En este sentido, la noción de Estado-nación de esta manera, una forma y una jerarquía
queda reformulada a partir de la globaliza- de poder. Ésta es, sin duda, una percepción
ción por el impacto que ésta tiene en las premoderna de territorialidad, ya que, pre-
identidades nacionales al romper las fronte- cisamente, la modernidad es la que desen-
ras de sus significaciones específicas. cadena la desterritorialización, es decir, la
En esta distinción entre globalización de pérdida de la conciencia del territorio que
la economía y mundialización de la cultura conllevan los procesos modernizadores
tan esencial para Ortiz subyace la crítica como la urbanización y la mercantilización.
que el estudioso brasileño lleva a cabo hacia Sin embargo, la desterritorialización va se-
la crítica posmoderna que celebra la dife- guida de la reterritorialización, que es el
rencia sin reflexionar acerca de la plurali- resultado de la resistencia a la pérdida de
dad, ni cuestionar las relaciones asimétricas la territorialidad, a la pérdida de conciencia
entre identidades. Es, por lo tanto, esencial, del territorio. La idea de territorialidad y
también, distinguir entre diversidad y plura- desterritorialización está entonces íntima-
lidad. En este sentido, Ortiz habla de deste- mente unida a la memoria, ya que la deste-
rritorialización como un movimiento de rritorialización, en el planteamiento de
símbolos e imaginarios que son comparti- Raúl Prada es, en última instancia, la pér-
dos por muchas comunidades identitarias, a dida de la memoria territorial, es decir, co-
través de sujetos ubicados en lugares diver- lectiva.
sos y distantes del mundo. De esta manera, Retomando la idea de desterritorializa-
habiendo cruzado las fronteras nacionales, ción como pérdida de la territorialidad-
los sujetos mundiales, en lo que ya nos he- memoria colectiva, de Raúl Prada, y apli-
mos convertido la humanidad, compartimos cándola al espacio de la frontera norte de
la moda, programas de televisión, cine, mú- México, que generó las primeras aproxima-
sica, y un largo etcétera que, por supuesto, ciones al concepto de desterritorialización
84 DESTERRITORIALIZACIÓN

en los estudios latinoamericanos, princi- (en la propia frontera se podría pensar en


palmente a partir de los trabajos de García Matamoros –Tamaulipas– o más al interior
Canclini, se puede argumentar que una de en Monterrey) son dislocadas en aquellas
las implicaciones de la dinámica fronteriza ciudades como Ciudad Juárez o Tijuana en
es que la memoria social, es decir la memo- las que una gran parte de la población está
ria colectiva del lugar, se reformula perma- en movimiento y desplaza su anonimato. Se
nentemente en un proceso que constante y crean, entonces, nuevas jerarquías sociales,
continuamente erosiona y rescribe el pasa- desde nuevos parámetros, algunos de ellos
do, el presente y, por supuesto, el futuro. vinculados a la trasgresión y a la violencia,
De la misma manera que la memoria es como son las redes de crimen organizado, de
determinante en el proceso de desplaza- polleros y coyotes que guían el cruce ilegal
miento del ethos y la cultura del sujeto mi- de inmigrantes no documentados; de narco-
grante, porque también ésta se desplaza y traficantes y de asesinos a sueldo a Estados
se reformula, la historia social de una me- Unidos. Como resultado, las identidades
moria territorializada, o sea la que está y jerarquías tradicionales vinculadas a un
ubicada en un mismo espacio físico, cultu- territorio físico fijo se desarticulan con el
ral y simbólico, es esencial para la configu- desplazamiento. Esta desterritorialización
ración de lo que podríamos llamar una da lugar, sin duda, a nuevas dinámicas so-
tradición local. Así, la memoria territoria- ciales, culturales e individuales. Algunas de
lizada es la compartida por una colectivi- ellas acarrean el peso de la violencia unida
dad; es aquella que enlaza a los habitantes a un desarraigo nocivo, pero otras son ge-
que participan tradicionalmente de un te- neradoras de importantes propuestas artís-
rritorio común. ticas y culturales innovadoras, como se ha
En el desplazamiento, los migrantes de- experimentado en el espacio de la frontera
jan su memoria territorializada y se inser- norte mexicana en los últimos quince años,
tan en un anonimato social, menos acusado muy particularmente en Tijuana.
en el caso de núcleos de comunidades que La desterritorialización que, en todos los
se han desplazado colectivamente y se han casos, implica desprendimiento e incluso
asentado en otro territorio de manera gru- desarraigo, también conlleva una reformu-
pal, como es el caso de un buen número de lación y una resignificación de especificida-
migrantes en estados como California, en des subjetivas. Por lo tanto, es generadora
Estados Unidos, que proceden de comuni- de nuevas dinámicas de reterritorialización,
dades del interior de México, como Aguililla, a veces peligrosas y que aquejan de manera
en Michoacán, de la que se habló más arri- violenta a los más desfavorecidos, pero tam-
ba. Por cuestiones socio-económicas eviden- bién, y a la vez, en muchas ocasiones, inno-
tes, este fenómeno de migración colectiva vadoras y enriquecedoras en diversos ámbi-
se ha dado con mucha menor frecuencia en tos de la vida social.
la frontera norte. La migración en ciudades
como Juárez configura un espacio social OBRAS DE CONSULTA. Clifford, James, Routes: Travel
fragmentado, en el que la ausencia de una and Translation in the Late Twentieth Century,
tradición y una memoria compartidas da Cambridge, Harvard University Press, 1997;
paso a una dinámica social perfilada desde Deleuze, Gilles y Félix Guattari, El anti-edipo:
el anonimato y la desjerarquización social. capitalismo y esquizofrenia (trad. Francisco
Si la territorialidad es jerarquía de poder, Monge), Barcelona, Paidós, 1985 (orig. de
como argumenta Raúl Prada, la desterrito- 1971); Deleuze, Gilles, Mil mesetas. Capitalismo
rialización significa también la pérdida de y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 1997 (edi-
una jerarquización. ción original de 1980); García Canclini, Néstor,
De tal manera que en la frontera México- La globalización imaginada, Buenos Aires,
Estados Unidos, las jerarquías sociales, que Paidós, 1999; Ortiz, Renato, Mundialización,
acarrean un peso tan significativo en ciu- saberes y creencias, Barcelona, Gedisa, 2005;
dades donde hay un núcleo importante Prada Alcoreza, Raúl, Territorialidad, La Paz,
habitado tradicionalmente por las mismas Punto Cero Editorial, 1996.
familias, con los mismos apellidos y, en defi-
nitiva, con una memoria común compartida [NÚRIA VILANOVA]
DIÁSPORA 85

diáspora creciente atención política a este fenómeno.


Especialidades como literatura comparada,
La palabra diáspora deriva originalmente antropología, historia y otras áreas interdis-
del vocablo griego diasporå que significa dis- ciplinarias, así como proyectos de estudios
persión. En su sentido más general denota étnicos han otorgado una también creciente
cualquier gente o población que forzosa- importancia al estudio de la diáspora a tra-
mente debe dejar su patria tradicional para vés de unidades de investigación y cursos
separarse y diseminarse por otras partes del formales en este campo. Mientras que desde
mundo. También, en su forma adjetival, el las ciencias sociales el interés se ha dirigido
término refiere al desarrollo cultural poste- al estudio de la dispersión de poblaciones,
rior de tales poblaciones dispersadas en sus los efectos psicológicos del desarraigo y la
países de llegada. falta de integración, así como a los procesos
Las poblaciones diaspóricas clásicas que de transculturación y la reconstrucción de
aún sirven como modelo para la compren- la nación, fuera del territorio nacional, a
sión de este concepto se caracterizan por su través de ciertas prácticas culturales y acti-
etnia –entre las diásporas más reconocidas vidades políticas; en las humanidades se ha
están la africana, la judía y la armenia–. Por enfatizado el análisis de los productos cul-
lo tanto, la conjunción de una identidad ét- turales de los diaspóricos, el papel de la me-
nica y una mudanza violenta son aspectos moria y la lengua en sus textos.
importantes para las definiciones más tradi- Intelectualmente, el campo se ha nutri-
cionales y restringidas del término. El pro- do, por un lado, de la importancia de los es-
ceso de dispersión existe en relación dialéc- tudios poscoloniales desde los años ochen-
tica con ideas de soberanía, identidad ta puesto que el estudio de la diáspora ha
nacional y nomadismo. El concepto de diás- abierto nuevas aproximaciones al estudio de
pora también se aplica a instituciones y dis- los nacionalismos en un contexto global más
ciplinas, adquiere una dimensión filosófica amplio y, por otro, del retorno a los estu-
y se abre a la posibilidad de formas de teo- dios del trauma en los últimos años noventa,
rizar explícitamente diaspóricas. pues la experiencia del desplazamiento y la
En el siglo XX, el concepto de diáspora se reubicación conjuga temas relacionados con
ha extendido hacia el espacio institucional. trauma y afecto. De esta forma, el concepto
En el ámbito político, se han creado entida- de diáspora en el reciente discurso crítico
des oficiales como el Ministerio Israelí de comporta la relevancia de conceptos como
Asuntos Diaspóricos y, en el académico, el transculturación, hibridez y frontera. Otros
campo de “estudios diaspóricos” y diversos académicos se han ocupado de las mar-
programas del mismo campo en muchos paí- cas de género en el análisis diaspórico ya
ses, tanto en las ciencias sociales como en las que los estudios diaspóricos tradicionales
ciencias humanas. Dyaspora o dyas son ex- se ocupan de un viajante que se distingue
presiones comunes en lengua criolla haitia- por su diferencia étnica y su masculinidad.
na, como término despectivo para referirse a Puesto que diáspora significa dispersión, lo
las personas de ascendencia haitiana nacidas cual implica la dispersión de la semilla, se
en el extranjero, quienes, no obstante, conti- asume una cualidad seminal subyacente al
núan involucradas en los asuntos del país y fenómeno de translación. Lo que permanece
se identifican a sí mismos como haitianos en el hogar, por oposición, es la cultura (tér-
desde la distancia. El ex presidente Bertrand mino etimológicamente emparentado con
Aristide, especialmente preocupado por el palabras como cultivar, habitar, proteger);
fenómeno de la emigración y la inmigración es decir, la tierra feminizada.
retornante, creó un puesto en el gabinete En América Latina, aunque el fenóme-
para los asuntos relacionados con los haitia- no diaspórico es muy común, el término no
nos en el extranjero y sus descendientes. lo es tanto. De manera general, es posible
Existen puestos oficiales similares en algunos distinguir cuatro aspectos distintos de la
otros países donde se han originado movi- dispersión étnica en Latinoamérica: 1] La
mientos diaspóricos, incluido México. inmigración a América Latina de grupos de
El interés académico en los estudios etnias específicas (i.e. poblaciones africanas,
diaspóricos no resulta sorprendente dada la judías y de Asia del este); 2] Los desplaza-
86 DIÁSPORA

mientos internos de población indígena, así nómeno translocal. Respecto de la situación


como el desplazamiento de campesinos de mexicana, Jorge Durand y Douglas Massey,
sus localidades tradicionales, especialmente describen, al contrario de Duany, la enorme
cuando éstos son procesos acompañados de importancia simbólica del cruce de la fron-
violencia (el ejemplo más significativo es el tera misma. Muchos mexicanos indocu-
Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem mentados experimentan dicho cruce como
Terra de Brasil, que constituye el movimien- traumático aun cuando este límite sea ar-
to social más grande en América Latina con bitrariamente impuesto sobre un paisaje
su más de millón y medio de miembros); 3] continuo: “cuando se trata de migración […]
La migración, sea dentro o fuera de América el evento, el movimiento, requiere del cruce
Latina (i.e. bolivianos en Argentina); al inte- de una línea intangible que existe básica-
rior de distintos países, del campo a la ciu- mente en un mapa y es por lo general una
dad (i.e. cholos en Lima); o desde los países línea invisible en el espacio […] En el aná-
de América Latina hacia metrópolis extran- lisis final, el trazado de esta línea y la espe-
jeras (especialmente, a ciudades en Estados cificación de aquellas circunstancias bajo
Unidos), relacionada con la llamada fuga las cuales atravesarla cobra significado, son
de cerebros y la emigración de trabajadores ejercicios arbitrarios y, por lo tanto, sujetos
indocumentados. Cabe resaltar que las mi- de un cúmulo de manipulaciones de senti-
graciones desde Cuba y Puerto Rico cons- do” (2). Por último, Abril Trigo, en su análi-
tituyen casos especiales de estas diásporas sis de la diáspora uruguaya, enfatiza el ele-
étnicamente marcadas desde Latinoamérica mento móvil y multisituado de las diásporas
a Estados Unidos, ya que, en el primer caso, contemporáneas, para quienes la Internet
la política de refugiados en Estados Unidos sirve de eje de recomposición de seudo-co-
ha sido extremadamente favorable y, en el munidades productoras de cultura, lo que
segundo, dada la situación colonizante, se Trigo llama “la patria cibernética”.
confiere nacionalidad estadunidense por na- Así, el uso tradicional del término supone
cimiento a los habitantes de la isla. Existen, la constante negociación y flujo de dos ele-
asimismo, significativas diásporas étnica- mentos determinados por múltiples relacio-
mente marcadas desde distintos países de nes de exclusión e intercambio. El primero
América Latina hacia Europa. Por ejemplo, de esos elementos es el lugar. Esta común
el exilio de activistas políticos del cono sur herramienta analítica propone una patria
durante los regímenes autoritarios de los originaria sobre la cual se basa toda la dis-
años setenta y ochenta, y la migración eco- cusión de la identidad diaspórica. En mu-
nómica de personas de la zona del Caribe chos estudios, este lugar de origen se evoca
hacia antiguos poderes coloniales como con nostalgia, así como también se esencia-
Inglaterra y España, desde la mitad del siglo liza , cuando no se fetichiza, a las personas
XX hasta el presente; 4] Como un término cuyas identidades están ligadas a este lugar.
que permite señalar la creciente importan- La pérdida de la patria se lee como un even-
cia que ha obtenido el efecto trasnacional to traumático, acompañado de violencia; la
del cibernacionalismo en las políticas nacio- evocación de la patria perdida desde el es-
nales y en la cultura, tanto desde la que se pacio de llegada sirve como uno de los más
parte como a la cual se llega, en un muy importantes elementos de unificación de los
amplio espectro de situaciones y caracterís- miembros dispersos de la población migran-
ticas que van desde el efecto de las remesas te. En el modelo diaspórico clásico repre-
en las economías locales hasta el éxito de la sentado por la diáspora judía, la comunidad
música global. dispersa mantiene una tenaz lealtad a la pa-
Algunos ejemplos de la discusión acadé- tria perdida y reclama como objetivo prin-
mica sobre la diáspora en América Latina cipal su recuperación.
pueden encontrarse en los estudios de Duany, Históricamente este deseo por recuperar
Durand y Massey, y Trigo. Jorge Duany in- el lugar de origen perdido inevitablemente
terpreta el caso de Puerto Rico como “na- ha estimulado una relación problemática
ción dividida” y “nación en movimiento”, con la sociedad receptora. Desde la perspec-
donde el concepto de nación no se liga al tiva de la nación receptora, el inmigrante
territorio geográfico sino a la idea de un fe- diaspórico está marcado irremediablemen-
DIÁSPORA 87

te como un extraño al proyecto nacional. protección y supervivencia surgen como


Ante la queja por parte de los individuos respuesta a la experiencia de marginaliza-
diaspóricos sobre la falta de aceptación en ción y rechazo, pero tienden a ser vistas con
términos de igualdad de condiciones socia- recelo por la población nativa como índice
les, la manipulación de un discurso sobre de extrañeza, aislamiento y falta de volun-
exclusión y compromiso insuficiente resulta tad para asumir la identidad de la nación
sencilla para la sociedad receptora. El via- anfitriona. Este rechazo tiende a persistir
je de las poblaciones diaspóricas no es un en las generaciones siguientes, afectando a
simple paso superficial por el lugar. Por el los descendientes étnicamente identificados
contrario, ellas cuestionan y transforman de las personas originalmente diaspóricas.
los territorios a los que llegan, aun cuando Ante esta situación de rechazo, los diaspó-
(a diferencia de la imagen tradicional del ricos se reconectan con sus países de origen
migrante) su compromiso con el lugar no de otra forma significativa, problemática y
sea profundo. Por lo tanto, el desplazamien- cada vez más estudiada: la participación po-
to es una experiencia esencial de definición; lítica en la patria original. De esta forma,
el inmigrante en el nuevo país nunca está las interrogantes sobre etnia abarcan desde
del todo en su propio lugar. El lugar de ori- preocupaciones sobre poblaciones diaspóri-
gen retrocede en el tiempo y el espacio; no cas, de residencia presumiblemente tempo-
obstante, en el nuevo espacio el inmigran- ral en los países receptores, hasta asuntos
te es inherentemente un extraño, y para el que involucran derechos de ciudadanía (o
diaspórico qua diaspórico, la nueva patria doble ciudadanía) y relaciones con uno o
nunca es del todo su propio lugar, el lugar más gobiernos.
que fundamenta las prácticas culturales. La Las complicaciones surgen inmediata-
identidad se deriva de un tipo particular de mente. Si la diáspora se define por el anhe-
recuerdo cultural compartido: el desarraigo lo de recuperar la patria perdida, la interro-
originario suplido por prácticas cotidianas gante sobre el estatuto de la diáspora
incuestionables, el idioma, las costumbres aparece cuando, como es el caso de la situa-
alimenticias que son valoradas y constitu- ción judía, la fundación del estado de Israel
yen poderosos vínculos afectivos. Este des- pareciera clausurar, cultural e históricamen-
arraigo fundamental identitario representa te, el incidente. Este caso particular supone
un modo especial de duelo, llamado “duelo el reto de pensar la innegable continuación
cultural” por Ricardo Ainslie, que involucra de la diáspora más allá del punto de su cie-
la preelaboración no sólo respecto de las rre lógico. Otra complicación interesante es
relaciones con los seres queridos, sino tam- la concerniente a la vasta diáspora africana,
bién de las formas culturales conocidas. originada por el traslado forzoso de perso-
El segundo elemento es la etnia defini- nas africanas y su dispersión como esclavos
da, por lo general imaginada en términos en toda América por un periodo de varios
raciales, y muchas veces estigmatizantes, siglos. Los descendientes de estas personas
desde la perspectiva de la cultura dominan- continúan identificándose étnicamente y
te de la sociedad receptora. Con respeto a han creado múltiples y dinámicas expresio-
las nuevas diásporas transnacionales entre nes culturales durante la diáspora. No obs-
América Latina y la metrópolis, los nuevos tante, a pesar de esta fuerte identificación
inmigrantes, aun cuando así lo desearan, con su ascendente africano, no existe un
pocas veces son bienvenidos sin cuestiona- movimiento particularmente potente que
mientos en la cultura dominante en Estados persiga la vuelta a África, similar al que ha
Unidos o Europa. Asimismo, la resistencia animado la diáspora judía. Por el contrario,
social del país receptor muchas veces inhi- su lucha más importante se relaciona con el
be los esfuerzos del inmigrante por pene- reclamo de derechos civiles y laborales en
trar en las sociedades anfitrionas y consume Estados Unidos después de su declaración
cualquier aspiración por parte de la pobla- de independencia.
ción étnicamente marcada por asimilarse. Consideradas estas complicaciones, mu-
Irónicamente, constituye la única forma de chos académicos abogan por una definición
resolver una situación de desplazamiento y más extensa y flexible, aun cuando ello di-
exilio. Las organizaciones de autodefensa, luye la precisión del término clásico. Esta
88 DIÁSPORA

definición extensa permite el análisis de iti- ricos se aventuran más allá de los problemas
nerarios posmodernos de la dispersión, lo de territorialización y desterriorialización,
que Appadurai llama “el nuevo paisaje étni- en la concepción de Deleuze y Guattari, para
co global”. Las así llamadas nuevas diáspo- plantearse la transterritorialización.
ras incluyen comunidades de víctimas, labo- De este modo, los estudios diaspóricos
rales, comerciales, imperiales, culturales, es dialogan con varias tendencias importantes
decir, comunidades que antes se habían lla- en el pensamiento crítico contemporáneo.
mado exiliadas, expatriadas, refugiadas, mi- 1] Plantean un desafío a las narrativas occi-
grantes, etc. Asimismo, muchos académicos dentales sobre la modernidad, pues permiti-
han empezado a considerar con mayor rigu- ría mostrar que Occidente, como lo entiende
rosidad la importancia de comprender la Tim Mitchell, no tiene un origen simple y que
diáspora como un fenómeno temporal y no sus historias resisten una narrativa única. 2]
únicamente espacial. Más recientemente, El enfoque en la diáspora significa otorgar
algunos académicos han puesto menor én- menos importancia al Estado y, por ende,
fasis en el hecho de la dispersión y más en prestar mayor atención a las distintas es-
las formas y temporalidades de morar en el trategias políticas translocales. 3] Subrayan
desplazamiento. los límites de una teorización monológica,
De hecho, si el estudio de la diáspora se la importancia del diálogo y la interacción
ha entendido como inseparable del estudio de distintas narrativas. 4] El análisis más
del poscolonialismo e imperialismo, él ya no afinado de la teoría contemporánea sobre
representa lo que James Clifford llamaba diáspora provee de un importante correctivo
“viejas estrategias localizantes” según las a los estudios diaspóricos tradicionales, los
cuales el análisis asumía determinaciones cuales permanecían comúnmente cerrados
de cultura y poder con respeto a binarismos ante temas de género y sexualidad diversa.
como centro contra periferia, metrópolis ¿Qué tan lejos se debe apartar el discurso
contra colonia. Últimamente, los académicos de los casos clásicos? En la actualidad es un
se concentran en la necesidad urgente de tema de encendido debate. Las definiciones
complicar las estructuras binarias del anti- estrictas tienen el valor de la claridad, pero
guo discurso de los estudios diaspóricos. limitan el campo de maneras perjudiciales
Así, por ejemplo, se está dando un creciente para el acceso y la acción política necesa-
interés en el problema del sincretismo, rios. Incluso, según la definición extensa, se
como fenómeno interactivo que cambia entiende que algunas diásporas son más
constantemente a lo largo del tiempo y el diaspóricas que otras (i.e. desplazamientos
espacio, reflejando distintas perspectivas de producidos directamente por el imperialis-
clase, género y generación. La diáspora se mo son privilegiados por encima de otros
convierte en un concepto múltiple, criolliza- tipos de trauma). Asimismo, la distancia
do, flexible, contingente, situacional, adap- continúa siendo significativa (i.e. la pobla-
table, maleable. Los pensadores más recien- ción diaspórica debe trasladarse lo suficien-
tes también buscan cuestionar conceptos temente lejos, más allá del país vecino). El
claves como “hogar”, “movimiento”, “identi- grado de fuerza es también, por lo general
dad” y “regreso” desde una comprensión de un factor determinante, como lo es también
la diáspora como una categoría de práctica, el grado de trauma relacionado con el cruce
como un proyecto o un reclamo, más que de la frontera. Sin embargo, la promesa de
como un grupo étnica y espacialmente liga- los estudios diaspóricos interdisciplinarios
do necesariamente. Entre los teóricos im- estriba en su habilidad para romper con
portantes sobre estos temas, consideramos ciertas comprensiones estrechas de ciertas
a Marc Augé (cuyo análisis de lugares de verdades disciplinarias y para revigorizar el
transición como aeropuertos, estaciones de campo de los estudios de áreas.
trenes o de autobús abre nuevas posibilida-
des de indagaciones teóricas) así como gru- OBRAS DE CONSULTA. Anderson, Benedict, Comu-
pos internacionales de pensadores como nidades imaginadas: reflexiones sobre el origen
Benedict Anderson, Arjun Appadurai, Avital y la difusión del nacionalismo, México, Fondo
Brah, James Clifford, Aihwa Ong, y Ella de Cultura Económica, 1993; Appadurai,
Shohat. De esta forma, los estudios diaspó- Arjun, “Soberanía sin territorialidad: Notas
DIÁSPORA / DISCURSO 89

para una geografía postnacional”, Revista relaciones sociales en la producción de los


Nueva Sociedad, núm. 163, México, l999, pp. signos lingüísticos; mientras que el segundo
38-64; Brah, Avital, Cartographies of Diaspora, destacó la red discursiva que enmarca todo
Nueva York, Routledge, l996; Clifford, James, enunciado. La reflexión sobre las condicio-
Itinerarios transculturales, Barcelona, Gedisa, nes que permiten la construcción de senti-
1999; Duany, Jorge, The Puerto Rican Nation do, por un lado, y el papel preponderante
on the Move: Identities on the Island and in the que los estudios sobre el giro lingüístico le
United States, Chapel Hill, University of North otorgaron al lenguaje como agente estruc-
Carolina Press, 2002; Durand, Jorge y Douglas turante en la construcción de la realidad,
Massey, Clandestinos, Migración México- por el otro, llevaron la discusión del len-
Estados Unidos en los albores del siglo XXI, guaje al terreno del discurso y la práctica
México, Porrúa, 2003; Kaminsky, Amy, After discursiva; es decir, al terreno de lo social.
Exile: Writing the Latin American Diaspora, Como una manifestación de esta apertura
Minneapolis, University of Minnesota Press, epistemológica, la noción de discurso cobró
l999; Kaplan, Caren, Questions of Travel: nuevos matices y fue punta de lanza para
Postmodern Discourses of Displacement, poner en evidencia la naturaleza histórica
Durham, Duke University Press, l996; Ong, del lenguaje y la carga ideológica del signo
Aihwa, Flexible Citizenship: The Cultural Logics lingüístico.
of Transnationality, Durham, Duke University Como herramienta analítica, el término
Press, l999; Shohat, Ella, Taboo Memories, discurso se encuentra en el cruce de varias
Diasporic Voices, Durham, Duke University disciplinas y se desdobla en múltiples sen-
Press, 2006; Trigo, Abril, Memorias migrantes: tidos: un evento, una práctica social, un
Testimonios y ensayos sobre la diáspora urugua- sistema de representación y un acceso al
ya, Rosario, Beatriz Viterbo, 2003. conocimiento. Desde un enfoque netamen-
te lingüístico se alude a aquello que se hace
[XIMENA BRICEÑO; con el lenguaje, materializado en enuncia-
DEBRA A. CASTILLO] dos conectados entre sí. Algunos autores
distinguen este uso del término al escribirlo
con minúscula y circunscriben el discurso
discurso al evento lingüístico; mientras que Discurso
(con mayúscula) implica una práctica so-
Durante la primera mitad del siglo XX, cial que rebasa la expresión lingüística e
las propuestas teóricas de Ferdinand de incluye sistemas de creencias y formas de
Saussure en Europa y de Charles Peirce en pensar, actuar e interactuar (Gee, 1999). En
Estados Unidos sentaron las bases para el este sentido más amplio, el Discurso o los
surgimiento de nuevas corrientes de pen- Discursos hacen referencia a sistemas de
samiento que pusieron en tela de juicio la representación que regulan lo que se pue-
relación, en apariencia transparente, entre de hacer con el lenguaje en una situación y
los signos y sus referentes. La descomposi- un contexto determinados. Los trabajos de
ción del signo lingüístico entre significante Michel Foucault son los más representati-
y significado propuesta por Saussure, así vos de esta manera de concebir el término.
como la relación tripartita que estableció Para Foucault (1970), el discurso constituye
Peirce entre el signo, el objeto y el inter- mucho más que el soporte lingüístico de la
pretante, fueron piezas claves para el estu- ejecución verbal, ya que establece los límites
dio de la función mediadora que cumple el del comportamiento lingüístico según el mo-
lenguaje en la actividad de representación mento histórico en el que se sitúa; es decir,
de “lo real”. Estos postulados abonaron el esta noción de discurso hace referencia a lo
camino a nuevas propuestas teóricas que que puede o no puede ser dicho en una for-
problematizaron la opacidad del lenguaje mación discursiva específica. Una formación
y la relación entre significante y significa- discursiva, según Foucault, es el conjunto de
do. Por su parte, los trabajos de Vološinov reglas que en un determinado momento his-
y Bajtín dimensionaron la naturaleza social tórico regula y determina las modalidades
del lenguaje. El primero puso énfasis en el enunciativas, la formación de los conceptos,
papel determinante que desempeñan las las estrategias posibles, y la formación de los
90 DISCURSO

objetos. El conjunto de enunciados en el que tos momentos a partir de las circunstancias


se reconocen estas regularidades constituye en que operan, y con ello da pie al análisis
una formación discursiva particular. En este de la relación, determinante y conflictiva,
sentido, es el discurso el que crea un lugar entre los momentos de codificación y deco-
para el sujeto y determina las posibilidades dificación del mensaje. Analíticamente, esta
de construcción del conocimiento. postura permite rastrear las huellas que las
Al poner el acento en la función media- estructuras institucionales imprimen a los
dora del discurso, Foucault relativizó la no- discursos en el momento de codificación,
ción de verdad al otorgarle su dimensión así como indagar las formas de resisten-
histórica. Son las fuerzas sociales las que cia a las lecturas dominantes inscritas en
establecen un “régimen de verdad” y con él, esos discursos; lecturas alternativas que, si
los tipos de discursos aceptables para un bien son producto de las circunstancias de
contexto específico. Esto no implica que las decodificación y la posición de los sujetos,
cosas no existan fueran del discurso, pero es no implican una pluralidad de sentido ad
precisamente a partir de él que éstas son infinitum.
inteligibles. En otras palabras, la “realidad Para los estudios culturales, el partea-
extradiscursiva” es mediada por la activi- guas que supuso el giro lingüístico y el pa-
dad de representación del discurso que, en radigma semiótico implicó otorgar mayor
parte, la constituye. De esta manera, el dis- peso a lo discursivo y su soporte textual. El
curso crea objetos de conocimiento y, a la mismo Hall destaca la metáfora del lengua-
par que regula los modos posibles de hablar je y lo discursivo en el análisis de la cultura,
sobre esos objetos, deviene en autoridad así como la relación entre lo simbólico y las
para enarbolar la “verdad” sobre ellos. Este identidades de los sujetos.
último aspecto es importante en la teoría de En el contexto de los estudios latinoame-
la representación de Foucault, pues pone de ricanos sobre cultura, el término discurso se
manifiesto el poder que ejercen los discursos ha utilizado de manera más laxa para nom-
sobre las prácticas sociales, ya que es a tra- brar tanto las expresiones lingüísticas de las
vés del conocimiento –siempre discursivo– manifestaciones culturales (los discursos so-
como se establecen las pautas de conducta bre lo nacional, por ejemplo), como los sis-
válidas en momentos y contextos específi- temas de representación que las vehiculan.
cos. Poder, sujeto e identidad son conceptos Detrás de muchas de estas concepciones
que, bajo esta óptica, van íntimamente liga- hay, sin duda, una clara influencia foucaul-
dos a la noción de discurso. tiana, y parecen ser más herederas de la
Herederos de los análisis del discurso de tradición británica que de otras corrientes
Bajtín, Barthes y, principalmente Foucault, de los estudios culturales. Según el sociólo-
los estudios culturales problematizaron e go mexicano José Manuel Valenzuela (2003),
hicieron suya la relación entre el texto y el un elemento común en los distintos enfo-
contexto; entre la intertextualidad discursiva ques para estudiar la cultura parece ser el
y las instituciones; entre la representación y cuestionamiento de los discursos dominan-
la formación de identidades. Bajo esta luz, tes. Este autor señala que, al asumir este
para los estudios culturales el discurso y la compromiso, se reformularon desde los es-
producción de sentido siempre implican un tudios culturales las interpretaciones de los
desplazamiento y lucha permanentes. procesos sociopolíticos. García Canclini
Desde los estudios culturales británicos, (2004), por su parte, señala que es imposible
Stuart Hall (1980, 1996) señala que el cam- hablar de manifestaciones culturales sin te-
po en sí constituye una formación discursiva ner en cuenta las nuevas condiciones de
particular, que como toda formación discur- producción y circulación simbólica, condi-
siva, no tiene límites nítidos. Los trabajos de ciones que necesariamente afectan el “sen-
Hall fueron pioneros al cuestionar el mode- tido discursivo” que la sociedad otorga a
lo tradicional de comunicación y establecer estas manifestaciones. Estos dos autores
cuatro momentos que articulan los proce- destacan la necesidad de reconocer, desde el
sos comunicativos: producción, circulación, entorno latinoamericano, las trayectorias
consumo y reproducción. Hall pone de relie- críticas propias para abordar las manifesta-
ve la autonomía relativa de cada uno de es- ciones de nuestra cultura, para, desde esa
DISCURSO 91

perspectiva, entablar un diálogo con las re- de información y de comunicación fuera de


presentaciones ajenas sobre nuestra reali- la escuela evidencian una transformación,
dad. En el mismo sentido se pronuncia o de manera más precisa, una alternativa
Mabel Moraña (2000), quien destaca que los a los modos de circulación tradicionales de
estudios culturales en Latinoamérica se co- los saberes. Martín Barbero denomina ese
locan en una posición enunciativa desde y fenómeno como “el descentramiento del
para la realidad latinoamericana. conocimiento” en sus dos ejes: el espacio y
La discusión sobre el lugar del sujeto y el tiempo, y así, la escuela, como centro te-
la mediación de códigos pasa necesariamen- rritorial, delimitada por los espacios físicos
te, en el contexto de los estudios sobre la y asociada a determinadas figuras sociales
cultura en América Latina, por la reflexión en tiempos prestablecidos, pierde su fuerza,
sobre el discurso, entendido como la posibi- sobre todo entre ciertos grupos de jóvenes
lidad de construcción del conocimiento en cuyas experiencias mediáticas, como modos
su más clara expresión foucaultiana. Al cen- de relación con el aprendizaje, les son más
trar el análisis de la cultura en los procesos relevantes. El autor plantea que nos encon-
sociales que permiten el flujo de las signi- tramos frente a un nuevo sujeto de la edu-
ficaciones, el término discurso es también cación, cualitativamente distinto al formado
utilizado tangencialmente para describir en épocas anteriores. Ante esto, destaca la
prácticas, representaciones, imaginarios, y necesidad individual y colectiva de narrar la
su materialidad simbólica. Así, Renato Ortiz propia historia, a través de un discurso poli-
(2000) habla del discurso de la modernidad fónico atravesado a su vez por los discursos
(entendida esta última como una formación de los medios informáticos. La vida actual
discursiva particular) como un referente y multicultural de las sociedades latinoa-
obligado a través del cual los latinoameri- mericanas exige que estas narrativas sean
canos tomamos conciencia de los cambios expresadas de acuerdo a distintas literaci-
que vivimos. Considera la modernidad pre- dades: orales, textuales, audiovisuales, con-
cisamente como una narrativa que se confi- siderando que es a través de los mestizajes
gura y reconfigura de acuerdo a la historia de dichos soportes de expresión donde van
de los pueblos. tomando forma los nuevos discursos.
Por su parte, Jesús Martín Barbero (1987) Desde los estudios sobre cultura y poder,
considera que las prácticas culturales actua- Nelly Richard (1998) analiza los discursos de
les sólo pueden ser explicadas tomando en los estudios culturales sobre Latinoamérica
cuenta su relación con los nuevos medios en términos de la asimetría que implica el
tecnológicos. Para este autor, el discurso, lugar de la enunciación (la metrópoli) y los
como práctica social, no puede disociarse referentes que ese discurso nombra (las “te-
de los formatos y soportes que lo vehicu- rritoriedades prácticas”). Para Richard, el dis-
lan. Así, analiza la emergencia de las nuevas curso, como categoría analítica, hace referen-
formaciones discursivas y nuevos discursos cia a un lugar del sujeto y un acceso al poder/
que surgen al transformarse las categorías conocimiento. De igual manera, esta autora
de percepción del espacio y del tiempo con analiza los discursos de los académicos la-
el uso de las tecnologías de la información tinoamericanos y los espacios de resistencia
y de la comunicación en la vida cotidiana donde se ubican algunos de sus discursos crí-
latinoamericana. Estos discursos se expre- ticos que, con sus diferentes matices, tienen
san en soportes muy diversos, que ya no injerencia en los espacios públicos de algu-
van sólo de lo oral a lo escrito, sino a lo nos países, sobre todo en el cono sur, partici-
audiovisual y a los soportes telemáticos con pando en el debate político público y siendo
sus combinaciones cada vez más numero- contestatarios a las medidas neoliberales de
sas, afectando las instituciones tradicionales los gobiernos. De acuerdo con Richard, las
como la familia y la escuela. Esta última, relaciones entre los campos del saber y del
plantea Martín Barbero, se ha visto afectada actuar de estos actores son móviles, y en algu-
por las transformaciones de los modos de nas ocasiones les permiten pasar del discurso
circulación y producción de conocimientos académico a la acción política.
y, por lo tanto, de discursos. La actual ofer- Por su parte, Beatriz Sarlo (1997) destaca
ta tecnológica y el uso de las herramientas el papel que desempeñaron los discursos li-
92 DISCURSO / DIVERSIDAD

terarios y de la crítica literaria a principios dades”, Revista Iberoamericana de Educación,


del siglo XX, cuya función social contribuyó núm. 32, 2003, pp. 17-34; Moraña, Mabel,
a la conformación de la identidad nacional “Introducción”, en M. Moraña (ed.). Nuevas
de los países latinoamericanos. Algunos de- perspectivas desde/sobre América Latina. El
cenios después –señala Sarlo– estos discur- desafío de los estudios culturales, Santiago
sos desempeñaron una función diferente de Chile, Editorial Cuarto Propio, Instituto
pero igualmente relevante a la luz de los mo- Nacional de Literatura Iberoamericana, 2000;
vimientos sociales y políticos que marcaron Ortiz, Renato, “América Latina. De la moder-
los años sesenta, por ejemplo, y que pasaron nidad incompleta a la modernidad-mundo”,
por el debate de las ideologías. Esta función Nueva Sociedad, núm. 166, 2000, pp. 44-61;
social del discurso especializado de la críti- Richard, Nelly, “Intersectando Latinoamérica
ca literaria pareció diluirse en los “procesos con el latinoamericanismo: discurso académico
de tecnificación” que, según Sarlo, lo volvie- y crítica cultural”, en Santiago Castro-Gómez y
ron hermético y excluyente. Para Sarlo, es Eduardo Mendieta (eds.), Teorías sin disciplina.
gracias a los estudios culturales como este Latinoamericanismo, poscolonialidad y global-
discurso logra insertarse de nuevo en la es- ización en debate, México, Miguel Ángel Porrúa,
fera de lo público. En el entorno actual, don- 1998; Sarlo, Beatriz, “Los estudios culturales y
de los discursos electrónicos se manifiestan la crítica literaria en la encrucijada valorativa”,
en todos los campos del conocimiento, Sarlo Revista de Crítica Cultural, núm. 15, 1997, pp.
sugiere volver la mirada hacia aquello que 32-38; Saussure, Ferdinand, Curso de lingüís-
hace perdurable el discurso literario. tica general, Madrid, Alianza Editorial, 1983;
La riqueza y diversidad de los discursos Valenzuela, Juan Manuel (coord.), Los estudios
actuales –electrónicos, impresos, audiovi- culturales en México, México, Fondo de Cultura
suales– reclaman nuevas maneras de acce- Económica, 2003; Vološinov, V. N., Marxism
der e interactuar con ellos. La noción de and the philosophy of language (trad. Ladislav
discurso parece aportar elementos concep- Matejka y I. R. Titunik), Cambridge, Harvard
tuales que permiten cuestionar las maneras University Press, 1986.
dominantes de leer la realidad, y con ello,
construir lecturas y prácticas sociales alter- [GUADALUPE LÓPEZ BONILLA;
nativas. CARMEN PÉREZ FRAGOSO]

OBRAS DE CONSULTA. Bajtín, Mijail, Teoría y estéti-


ca de la novela (trad. Elena Kriukova y Vicente diversidad
Cazcarra), Madrid, Taurus, 1989; Foucault,
Michel, La arqueología del saber, México, Siglo La inclusión de la diversidad sexual como
XXI Editores, 1970; García Canclini, Néstor, término clave de los estudios culturales
Diferentes, desiguales y desconectados: Mapas presupone una perspectiva que cuestiona
de la interculturalidad, Barcelona, Gedisa, 2004; todo intento por naturalizar la sexualidad,
Gee, James Paul, An introduction to discourse ocultar su rango de institución y convertir-
analysis: theory and method, Londres, Nueva la en un universal antropológico (Vázquez
York, Routledge, 1999; Hall, Stuart, “Cultural y Moreno: 23). A diferencia de la perspec-
studies and its theoretical legacies”, en David tiva dominante durante la modernidad –la
Morley y Kuang-Hsing Chen (eds.), Stuart cual pretendía explicar todos los fenómenos
Hall: Critical Dialogues in Cultural Studies, humanos en términos de fuerzas biológicas
Londres, Nueva York, Routledge, 1996; Hall, identificables–, este punto de vista se basa
Stuart, “Encoding/Decoding”, en Centre for en evidencias donde se demuestra que la
Contemporary Cultural Studies (ed.), Culture, sexualidad es una construcción social, una
Media, Language: Working Papers in Cultural invención histórica basada en las posibili-
Studies, 1972-1979, Londres, Hutchinson, dades del cuerpo, pero cuyos significados se
1980; Houser, Nathan y Christian Kloesel configuran en situaciones sociales.
(eds), The Essential Peirce, Bloomingtoon, Entre los principales autores que han de-
Indiana, Indiana University Press, 1992; sarrollado esta perspectiva están Foucault y
Martín Barbero, Jesús, “Saberes hoy: dis- Weeks. En América Latina, el estudio de la
eminaciones, competencias y transversali- diversidad ha encontrado su impulso en tra-
DIVERSIDAD 93

bajos encaminados a la investigación de las Éste es el panorama que encuentra Freud


homosexualidades. La reflexión, sin embar- cuando publica Tres ensayos sobre teoría
go, rebasa el horizonte de manifestaciones sexual en 1905: entre los siglos XVIII y XIX se
particulares de la sexualidad para inscribir- había configurado un saber sexológico pau-
se en una búsqueda cuya principal orienta- tado por mecanismos disciplinarios y regu-
ción tiene que ver con la enorme plasticidad ladores que hicieron del cuerpo un campo
de la conducta humana y las expresiones de actuación, y de la sexualidad el puente
culturales que esa diversidad produce. que une lo individual a lo colectivo (Vázquez
Los trabajos de Foucault introducen un y Moreno: 126): “Hacia el final del siglo XIX,
enfoque histórico en el estudio de la sexua- cualquier desviación de la norma biológica
lidad, en oposición a la mirada esencialista, era patológica […] los sexólogos siguieron
que consideraba el sexo como una fuerza conceptualizando la sexualidad en función
natural, asocial, eterna e inmutable, preexis- de una norma fija y virtualmente indiscuti-
tente a toda vida social y capaz de configu- da: la mutua atracción entre hombres y mu-
rar sus instituciones. En el enfoque foucaul- jeres que culminaba en el coito vaginal. En
tiano es imposible entender el cuerpo sin las referencia a esta norma, cualquier otra con-
mediaciones de la cultura, en tanto que la ducta sexual –incluso entre una mujer y un
sexualidad implica una constitución históri- hombre– era patológica, aunque lo patológi-
ca donde se reúne una multiplicidad de po- co no necesariamente implicaba enferme-
sibilidades biológicas y mentales que no dad” (Sengoopta: 97).
están vinculadas de manera natural (y que Lo que consigue elaborar Freud en los
en otras culturas no lo han estado), pues las Tres ensayos… es una descripción concep-
capacidades del cuerpo y de la psique sólo tual de las perversiones basada en el para-
adquieren significado en las relaciones so- digma de la “sexualidad normal” (i.e. pro-
ciales (Weeks: 20). creativa), un modelo cuya historicidad y
Foucault indaga en qué formas y a través contingencia han sido probadas en los tra-
de qué discursos afecta el poder las conduc- bajos genealógicos, pero que predomina a lo
tas individuales; cómo infiltra y controla el largo del siglo XX.
placer cotidiano. Rastrea la necesidad de La aportación freudiana al conocimiento
reglamentar el sexo mediante discursos y sobre la sexualidad permite desligar el im-
cómo, desde el siglo XVIII, el sexo de niños y pulso sexual de un “fin” o un “objeto” nor-
adolescentes se tornó un objetivo importan- mal o natural: “Probablemente, el [impulso]
te alrededor del cual se erigieron “dispositi- sexual es un principio independiente de su
vos institucionales y estrategias discursivas” objeto, y no debe su origen a las excitacio-
(Historia, vol. 1: 36, 40). Fue entonces cuan- nes emanadas de los atractivos del mismo”
do la medicina y la psiquiatría se anexaron (Freud, Tres ensayos: 20). Los significados
las perversiones como dominio propio, y las que damos a los órganos masculino y feme-
variantes sexuales se empezaron a identifi- nino, según Freud, son exigidos por la cul-
car con la enfermedad mental, en contraste tura y no surgen directamente de la biolo-
con una interpretación que fijaba la línea gía; pero tampoco es la sociedad la que
divisoria entre lo lícito y lo ilícito en el te- modela nuestra sexualidad de manera direc-
rreno del pecado. ta. Lo que describimos como sexual se cons-
Desde el siglo XIX, las heterogeneidades truye mediante relaciones sociales, cada una
sexuales se entienden a partir de la dimen- de las cuales sostiene una concepción dife-
sión específica de lo “contranatura”, con la rente de lo que constituye la conducta sexual
introducción de la figura del perverso, es apropiada (Weeks: 55, 60)
decir, del sujeto portador de sexualidades Esta idea permitió un desarrollo de la re-
periféricas (no conyugales, no heterosexua- flexión sobre sexualidad en el siglo XX que
les, no monógamas). Su aparición “produce condujo a una concepción de ese fenómeno
una incorporación de las perversiones y una como un hecho multidimensional, el cual
nueva especificación de los individuos” suje- no depende solamente de la biología, sino
ta a los controles que ejercerán la familia, que imbrica determinantes históricos, cul-
la medicina, la psiquiatría y la pedagogía turales, sociales, simbólicos e imaginarios.
(Foucault, Historia, vol. 1: 52-54, 61-62). La fisiología y la morfología del cuerpo
94 DIVERSIDAD

proporcionan las condiciones previas para La existencia de cuerpos intersexuales


la sexualidad humana, las cuales represen- redefine la diferencia sexual no como un
tan potencialidades que se transforman y corte preciso, sino más bien como una con-
adquieren significado en las relaciones so- vención a partir de hechos reconocibles que
ciales. A partir de ahí, cada cultura clasifica pueden ser interpretados por quien tiene la
distintas prácticas como apropiadas o in- necesidad de someterlos a un código bina-
apropiadas, morales o inmorales, saludables rio, pero se pueden encontrar niveles de
o pervertidas (Weeks: 29-30). masculinidad y de feminidad –definidos des-
El principal cuestionamiento a la visión de el punto de vista biológico– en casi todas
tradicional de la sexualidad tiene que ver las combinaciones posibles.
con la conceptualización de la diferencia Un interesante abordaje de este problema
sexual no como un indicador simple y uní- es el trabajo de Katchadourian, donde detalla
voco, sino como un conjunto complejo de la serie de variables biológicas, psicológicas,
elementos que se asientan en el cuerpo, pero identitarias, simbólicas, culturales y sociales
no se agotan en la anatomía. La hipótesis es que es preciso tomar en cuenta para determi-
que no existe una relación directa entre una nar la posición específica de una persona en
sexualidad biológica, anatómica o fisiológi- el sistema sexo/género. En un recuento rápi-
ca, y sus manifestaciones psicosociales, sim- do y provisional, se puede señalar alrededor
bólicas y culturales. Se basa en elementos de veinte variables que se combinan a par-
de investigación clínica que permiten obser- tir de leyes aún indescifradas, cuyas relacio-
var una disociación entre el aspecto físico nes de interdependencia son oscuras y que
de la sexualidad y sus manifestaciones en la pueden dar como resultado las posiciones de
cultura, en lo consciente/inconsciente y en sujeto más inesperadas: 1] sexo genético, 2]
la sociedad: “nuestras identidades como sexo hormonal, 3] sexo gonádico, 4] morfolo-
hombres y mujeres, heterosexuales y homo- gía de los órganos internos de reproducción,
sexuales o lo que sea, son producto de pro- 5] morfología de los genitales externos, 6]
cesos complejos de definición y autodefini- características sexuales secundarias, 7] con-
ción [...] esto sugiere que las identidades ducta erótica, 8] experiencia sexual, 9] pen-
masculina y femenina, lejos de estar fijadas samientos privados, 10] catalogación y auto-
para toda la eternidad mediante atributos catalogación, 11] polarización u orientación,
naturales, son no poco frágiles y azarosas, 12] preferencia sexual, 13] papel sexual, 14]
están sujetas a diversas influencias y con identidad del núcleo genérico, 15] identidad
frecuencia están desgarradas por contradic- del núcleo morfológico, 16] roles sexuales,
ciones” (Weeks: 61-62). 17] tipología, 18] rol genérico, 19] identidad
La propia anatomía es un campo proble- genérica, 20] comportamiento.
mático; para entender la configuración bio- No existe un compendio de las combina-
lógica del sexo humano es necesario tomar ciones posibles, pero este enfoque hace visi-
en cuenta por lo menos tres determinacio- ble una amplia gama de sexualidades donde
nes fundamentales: el plano genético y celu- la norma es la variedad y no la uniformidad.
lar, el hormonal, y el anatómico; estos ele- El problema al que nos enfrentamos cuando
mentos no se combinan en relaciones fijas e investigamos la sexualidad, la identidad y
inalterables, sino que pueden dar lugar a los roles genéricos no es simple ni puede ser
resultados que no corresponden con nuestra respondido desde un esquema restringido
idea platónica de una sexualidad perfecta- de clasificación para establecer una norma-
mente dimórfica: “Si el Estado y el sistema tividad sexual e imponerla sobre todos los
legal tienen interés en mantener un sistema individuos.
sexual bipolar es en desafío de la naturaleza El problema es que ésa ha sido una de
pues, biológicamente hablando, hay muchas las tendencias predominantes de la sociedad
gradaciones que van desde lo femenino has- occidental en la modernidad: restringir el
ta lo masculino; y dependiendo de cómo se espectro de las prácticas eróticas “lícitas” a
denominen los cortes, uno puede argumen- una sola “sexualidad normal”. Esto ha dado
tar que a lo largo del espectro hay por lo como resultado, por una parte, un conjunto
menos cinco sexos –y probablemente más–” de medidas disciplinarias para “reconducir”
(Fausto-Sterling: 21). y “curar” las “desviaciones”; pero por la otra,
DIVERSIDAD 95

ha generado culturas de resistencia frente a La existencia evidente de una gran varie-


los códigos morales (Weeks: 35). dad de manifestaciones de la sexualidad ha
Uno de los principales objetivos de este generado nuevas perspectivas que permiten
tipo de culturas es la despenalización de las trascender la comprensión de las prácticas
prácticas sexuales periféricas. El grupo más de relacionamiento entre las personas como
visible en esa búsqueda es el de los homo- hechos complejos que no se ajustan necesa-
sexuales que desde muy temprano en el siglo riamente a las definiciones que provienen de
XX comenzó a organizarse en diversos frentes los binarios femenino/masculino, normal/
para obtener los beneficios de una ciudada- anormal, heterosexualidad/homosexualidad,
nía completa. Aunque todavía hoy ese gru- enfermedad/salud.
po sigue constituyendo una comunidad muy De esta manera, las reivindicaciones de
vulnerable a la violencia homofóbica y ve la comunidad gay se han extendido a un
cotidianamente vulnerados sus derechos ci- movimiento mucho más amplio y compre-
viles; aun cuando no ha logrado extender de hensivo (denominado en ciertos medios la
manera universal la posibilidad de contraer “nación queer”) que da cabida, entre otros,
matrimonio legal; aunque está sujeto a un al fenómeno “trans”, el cual abarca a tran-
control social extralegal que incluye desven- sexuales, es decir, personas que presentan
tajas en el empleo (cuando no la necesidad una “disforia genérica” (en la terminología
de mantener en secreto la propia identidad); técnica de Money y Robert Stoller) la cual
aunque muchas personas en esa condición consiste en la certeza de una inadecuación
se ven marginadas del acceso a los recursos entre su cuerpo y su sentido de identidad
y comodidades que proveen las familias; en (afirman “ser” o bien un hombre atrapado
fin, aunque el sexo sigue siendo un vector en un cuerpo de mujer, o bien una mujer
de opresión, y la inserción en la vida social atrapada en un cuerpo de hombre). Engloba
de las personas con sexualidades periféricas asimismo a travestis (personas que usan de
todavía no es ni equitativa ni justa, lo cierto manera erotizada prendas o indumentarias
es que la comunidad gay ha logrado, en una completas “del otro sexo”) y transgéneros
lucha de enormes repercusiones, modificar (personas que asumen el rol sexual e identi-
de manera sustancial la cultura sexual del tario del otro sexo).
mundo. “En las sociedades modernas e in- Las variantes no terminan allí. La nación
dustriales de Occidente, la homosexualidad queer incluye entre sus filas formas de sexua-
ha adquirido la estructura institucional de lidad como el sadomasoquismo (donde el
un grupo étnico”: una elaborada experiencia placer sexual está asociado con prácticas en
que incluye una identidad autoconsciente, que se recibe o se inflige dolor físico) que ya
solidaridad de grupo, una literatura, una no se inscribe de manera automática entre
prensa y un alto nivel de actividad política las homosexualidades. Y da lugar a la discu-
(Rubin: 17, 24). sión acerca de expresiones de la sexualidad
Aunque las actividades homosexuales es- tales como el sexo comercial, el intergenera-
tán presentes en todas las culturas, y en cional (pedofilia), el exhibicionismo, el vo-
Occidente hay una historia ininterrumpida yeurismo, etcétera.
de homosexualidad, la idea de que haya algo La pregunta a la que obliga esta diversi-
a lo que pueda llamarse la persona homo- dad tiene que ver con el planteamiento de
sexual es relativamente nueva. La búsqueda una ética sexual moderna. Si bien debe am-
de identidades sexuales válidas ha caracte- pliarse el espectro de las prácticas sexuales
rizado la historia de la homosexualidad lícitas, no se puede postular un ámbito de
masculina y femenina durante el siglo XX. La acción completamente ilimitado. Los lími-
inserción de la comunidad gay ha implicado tes implicarían cambiar de una situación en
el desarrollo y el reconocimiento de una la que juzgamos la naturaleza del acto a una
nueva identidad. Por su parte, la ampliación en que consideremos el contexto y el signi-
de la categoría del homosexual permitió la ficado del acto para quienes participan de
profusión de nuevos tipos de identidades éste: “El pluralismo moral comienza con la
sexuales: el travesti, el transexual, el bi- creencia en que el sexo en sí no es ni bueno
sexual, el pedofílico, el sadomasoquista, et- ni malo, sino un campo de posibilidades y
cétera (Weeks: 38-40). potencialidades que deben juzgarse por el
96 DIVERSIDAD

contexto en que ocurren. De este modo, abre 1977; vol. 2, 1986; vol. 3, 1987; Freud, Sig-
el camino a la aceptación de la diversidad mund, Tres ensayos sobre teoría sexual,
como la norma de nuestra cultura y el medio Madrid, Alianza, 1999 (orig. de 1905): Kat-
apropiado para pensar sobre la sexualidad” chadourian, Herant A., La sexualidad huma-
(Weeks: 117). na, un estudio comparativo de su evolución,
Una ética sexual moderna cuestiona la México, Fondo de Cultura Económica, 1983;
idea de que hay una mejor manera de prac- Mogrovejo, Norma, Un amor que se atrevió
ticar la sexualidad, y de que todo el mundo a decir su nombre: la lucha de las lesbianas
debe practicarla de esa manera (Rubin: 15). en su relación con los movimientos homo-
La búsqueda de una verdad única sobre la sexual y feminista en América Latina, México,
sexualidad y el cuerpo ha llevado, durante CDAHL/Plaza y Valdés, 2000; Rubin, Gayle S.,
demasiado tiempo, a una negación de la di- “Thinking Sex: Notes on a Radical Theory
versidad humana y de las opciones, ha limi- of the Politics of Sexuality”, en Henry
tado la autonomía individual, y ha converti- Abelove, Michèle Aina Barale y David Hal-
do los placeres del cuerpo en un secreto perin, The Lesbian and Gay Studies Reader,
indecente (Weeks: 12). “Una moralidad de- Nueva York/Londres, Routledge, 1993, pp.
mocrática debería juzgar los actos sexuales 3-44; Sengoopta, Chandak, Otto Weininger:
a partir de la manera en que los partners se Sex, Science and Self in Imperial Vienna,
tratan entre sí, el nivel de mutua considera- Chicago y Londres, The University of Chica-
ción, la presencia o ausencia de coerción y go Press, 2000; Vázquez García, Francisco y
la cantidad y cualidad de placer que produ- Andrés Moreno Mengíbar, Sexo y razón: una
cen” (Rubin: 15). genealogía de la moral sexual en España (si-
glos XVI-XX), Madrid, Akal Universitaria,
OBRAS DE CONSULTA. Fausto-Sterling, Anne, 1997; Weeks, Jeffrey, Sexualidad, México,
“The Five Sexes: Why Male and Female Are Paidós/Programa Universitario de Estudios
Not Enough”, The Sciences, marzo-abril, de Género, Universidad Nacional Autónoma
1993, pp. 20-24; Foucault, Michel, Historia de México, 1998.
de la sexualidad (trad. Aurelio Garzón del
Camino), México, Siglo XXI Editores, vol. 1, [HORTENSIA MORENO]
esfera pública pleja red que se extiende por el globo entero,
tal concepción es infructuosa e ingenua.
Es un espacio de discusión y deliberación La incompatibilidad del modelo clásico
colectiva, que está abierta a la participación de la esfera pública con la geometría de
voluntaria de cualquier persona. Al regirse las sociedades modernas ha sido reconoci-
por normas de inclusión, deliberación y da, inclusive, por sus propios partidarios.
publicidad, este concepto se entrelaza con Hannah Arendt consideró que el adveni-
naturalidad con diversos ideales de la mo- miento de la modernidad convirtió en un
dernidad. Especialmente, contribuye a for- asunto de la historia, de una vez por todas,
mular, en el plano normativo, la posibilidad al modelo republicano del espacio públi-
de que exista una convergencia entre la ra- co. En el mismo sentido, Habermas (The
cionalidad y la acción política. A la esfera Structural Transformation) mostró que el
pública se le concibe, entonces, como el es- surgimiento de la burocracia estatal mo-
pacio donde los ciudadanos discuten temas derna, la sociedad de masas y las industrias
de interés colectivo, y donde se definen e culturales condujeron a la decadencia del
implementan los cursos de la acción polí- modelo de opinión pública más cercano al
tica que habrá de seguir la comunidad en ideal clásico: la esfera pública burguesa que
su conjunto. tuvo su auge en la Europa occidental del
Una noción como ésta tiene un poderoso siglo XVIII. Esta interpretación coincide con
atractivo. Sin embargo, su fuerza de atrac- críticas como las de Carl Schmitt y Niklas
ción es proporcional a las dificultades que Luhmann, entre otros, que han desestimado
encuentra para materializarse. Un modelo la posibilidad de que un espacio social de
que busca hacer coincidir la participación comunicación trascienda la irreductibilidad
política y el razonamiento público parece de los antagonismos políticos, o que sea ca-
incompatible con mundo actual. De hecho, paz de sostenerse ante la creciente diferen-
la nitidez del modelo de la esfera pública ciación de los sistemas sociales.
está basada en una concepción simplificada La aspiración de rescatar la noción de
de la relación de lo público con lo privado. esfera pública, si persiste, debe superar
Esta visión asume que el Estado y la socie- todavía un obstáculo más. Se trata de las
dad civil conforman una unidad orgánica. consecuencias políticas de los supuestos
No existe diferencia entre el legislador y el normativos del modelo clásico. Los conteni-
ciudadano; la participación social es parti- dos implícitos en este modelo la hacen sus-
cipación política. Tampoco al interior de la ceptible de servir más como instrumento de
esfera privada se consideran distinciones control y exclusión que como herramienta
significativas: lo privado es un espacio don- crítica. En el modelo clásico de la esfera pú-
de quedan amalgamadas las relaciones de blica, las nociones de “comunidad” y “bien
afinidad y parentesco con las actividades común” decoran una concepción homogé-
económicas. Una concepción de esta índole nea, consensual y cerrada de la sociedad.
puede ser válida para sociedades poco dife- En esta misma postura está presente una
renciadas –por ejemplo, la de la Grecia clá- visión masculina y beligerante de la ciu-
sica–. Para una sociedad que se imagina a sí dadanía. Los ciudadanos virtuosos no son
misma conforme a la metáfora de una com- solamente aquéllos que se interesan por el

[97]
98 ESFERA PÚBLICA

bien común; son también quienes defienden nacionales. El flujo, la inestabilidad, la mo-
a sangre y fuego a la comunidad. Inclusive vilidad, son propiedades que fortalecen la
en una interpretación de corte liberal, las perdurabilidad e influencia de los públicos
normas del espacio público carecen de la fle- virtuales.
xibilidad necesaria para darle cabida a los Con el impulso de las tecnologías virtua-
contrapúblicos (Fraser) –espacios en los que les, se renuevan los ideales del espacio pú-
se expresan identidades y formas de comu- blico. Pero sigue abierta la cuestión de la
nicación contestatarias–. relevancia política de los públicos emergen-
Dadas estas consideraciones, ¿cómo se ex- tes. ¿Cómo revitalizar sus lazos con las as-
plica el renovado interés que tiene el concepto piraciones de una teoría democrática críti-
de esfera pública en la teoría social contem- ca? Para dar respuesta a esta interrogante
poránea? Una respuesta puede encontrarse es preciso reconstruir la articulación entre
en el hecho de que los ideales de inclusión, la comunicación pública y la lógica demo-
deliberación y publicidad no han perdido crática. En principio, la emergencia de cual-
relevancia para diversas expresiones de la quier espacio de publicidad está vinculada
teoría crítica. Por una parte, el desarrollo con la mera posibilidad de que existan accio-
de las tecnologías de comunicación ha per- nes sociales coordinadas a partir de la comu-
mitido repensar las formas de expresión, nicación. La publicidad es una condición
constitución e influencia de diversos tipos estrechamente vinculada con los procesos
de públicos. Por otra, la mera posibilidad comunicativos. Alcanzar un mínimo enten-
de que emerjan múltiples sitios de comuni- dimiento exige que los interlocutores hagan
cación y publicidad, ha revitalizado la teo- explícitos los códigos que regulan la comu-
rización acerca de la articulación entre los nicación. Cuando se trata de coordinar ac-
espacios públicos, las dinámicas asociativas ciones con base en acuerdos, los motivos y
y la expansión de la lógica democrática por propósitos deben ser justificados ante los
diversas esferas de la vida social. demás. La interacción comunicativa genera
El concepto de esfera pública que emerge una forma de relación social constituida por
en la teoría crítica de fines del siglo XX queda la posibilidad del escrutinio y las exigencias
desligado de localizaciones espaciales con- de justificación. Un diálogo de esta natura-
cretas –la plaza pública, o en su caso, el par- leza se hace público, en otro sentido, cuan-
lamento–. Antes bien, la comprensión que se do los juicios y los argumentos expresados
tiene del espacio público es metafórica: se quedan a disponibilidad de otros. La opi-
trata de un espacio virtual, constituido por nión pública –una opinión que es accesible
un entramado amorfo de conversaciones y a cualquiera que esté interesado en conocer-
discusiones. A partir del soporte tecnológico la– se convierte en opinión público-política
proporcionado por los medios de comuni- cuando el objeto de la discusión es qué debe
cación masiva, la accesibilidad de conteni- hacerse para dar solución a problemas co-
dos e información se despega de escenarios lectivos, a saber: la definición de los crite-
espacio-temporales concretos (Thompson). rios para el uso y distribución de recursos,
La visibilidad introducida por los media al- las bases de la cooperación social, el sentido
canza cada intersticio de las interacciones de las normas, la legitimidad de los proce-
sociales. Los recursos virtuales introducidos dimientos.
por la Internet provocan una transforma- Ahora bien, la emergencia y sostenibili-
ción en la comprensión convencional de los dad de la esfera pública dependen de que la
espacios de comunicación pública (Dean). coordinación de acciones sociales basadas
No solamente se expanden las posibilidades en el entendimiento comunicativo pueda te-
de acceso y alcance de las conversaciones y ner una relativa autonomía con respecto a
sus contenidos; al mismo tiempo se abren los imperativos del mercado y la regulación
espacios de experimentación discursiva e del poder político-administrativo. A fin de
identitaria. Las redes de intercambio virtual reconstruir las condiciones de posibilidad
se multiplican. Desvinculados de anclajes te- de una esfera pública democrática, Cohen y
rritoriales, los públicos virtuales dan al tras- Arato han señalado que la protección de los
te con la idea de que la esfera pública está derechos a la libertad de asociación, comu-
limitada por las fronteras de los Estados nicación y expresión desempeña un papel
ESFERA PÚBLICA 99

fundamental para asegurar la autonomía se pueda llevar a cabo. Sin embargo, como
asociativa y el debate público. Para estos han señalado diversos críticos, la reconcilia-
autores, la actualización de los derechos de ción de los postulados normativos de la teo-
ciudadanía contribuye a sostener la diferen- ría crítica con las exigencias sistémicas y
ciación funcional entre las esferas de la eco- funcionales de las sociedades actuales se
nomía, el Estado y la sociedad civil. La so- realiza a tal grado que el resultado es un
ciedad civil es el ámbito de actividad en el modelo bastante convencional. Uno se pre-
que las normas sociales, la solidaridad y la gunta en dónde se localiza el potencial radi-
comunicación son los mecanismos de coor- cal de una democracia que depende de que
dinación social. Desde esta perspectiva, las la opinión pública influya en los procesos
dinámicas asociativas en la sociedad civil legislativos.
sostienen los procesos de comunicación que Una revaloración –poshabermasiana, por
dan forma a la opinión público-política. así decir– del lugar que ocupa el concepto
En el marco de la diferenciación entre de esfera pública en la teoría democrática
las esferas de la economía, la sociedad civil ha sido realizada por los partidarios de la
y el Estado, la esfera pública se desempeña democracia deliberativa. La democracia de-
como una instancia de comunicación que liberativa es un corpus de enfoques norma-
permite tener una visión de conjunto del sis- tivos y de estudios empíricos agrupados por
tema social. A través de esta concepción se la idea de que la deliberación y el debate
actualiza el ideal de un espacio de discusión públicos desempeñan un papel protagónico
y deliberación que sirve, a la vez, como un en la expansión de los principios democrá-
foro donde se discuten los fines colectivos, ticos. Los representantes de esta vertiente de
y como escenario que somete el desempe- la teoría de la democracia, de entrada, to-
ño del poder político a la crítica social. El man distancia de un modelo racionalista de
espacio público es un espacio de opinión la comunicación pública y reconocen la re-
informal y anónima, que se ejerce desde las levancia política de las formas de comuni-
actividades asociativas de los ciudadanos, y cación alternativas (Iris Young). La expre-
cuyo propósito es ejercer influencia sobre el sión de razones públicas no requiere seguir
sistema estatal. De acuerdo con Habermas un modelo racionalista de argumentación;
(Facticidad) –un Habermas que ha dejando puede valerse de una amplia variedad de
atrás las elaboraciones contenidas en La recursos retóricos. Narrativas, testimonios y
transformación estructural de la esfera pú- expresiones emotivas promueven que el de-
blica de 1962–, es una opinión anónima, bate público sea inclusivo. Acciones de pro-
descentralizada y fluida el origen del poder testa o comportamientos colectivos hetero-
comunicativo que habrá de transformarse doxos cumplen una función semejante. El
–una vez que pase por diversos filtros–, en criterio es que la comunicación social, cual-
resoluciones jurídicas y en poder adminis- quiera que sean sus formas de expresión,
trativo. La legitimidad democrática que ten- consiga resaltar la relevancia general de ex-
gan las leyes y políticas no dependerá sola- periencias y puntos de vista particulares.
mente de haber seguido los procedimientos Asimismo, para el enfoque deliberativo,
adecuados, sino también de que traduzcan el concepto de la esfera pública está asocia-
las pulsaciones de la opinión pública. do con la expectativa de multiplicar los es-
En Facticidad y validez, la teorización ha- pacios de justificación política, contestación
bermasiana del espacio público consigue simbólica y de coordinación democrática.
reconciliar los principios normativos de pu- De esta forma, desde una interpretación
blicidad, comunicación y legitimidad demo- discursiva de la democracia, la esfera pú-
crática con las condiciones prevalecientes blica es concebida como un terreno de dis-
en las sociedades complejas. El lado norma- putas simbólicas (Dryzek). Las contiendas
tivo de este modelo da continuidad a las discursivas en la esfera pública cumplen con
aspiraciones de la teoría crítica de articular diversas tareas. Por un lado, proporcionan
la participación democrática con el ejercicio y difunden información; aportan insumos
de la razón pública. El lado descriptivo es- para orientar las políticas públicas; y esta-
tablece cuáles son las mediaciones institu- blecen mecanismos simbólicos de rendición
cionales necesarias para que este propósito de cuentas. En este sentido cumplen con la
100 ESFERA PÚBLICA

función de enriquecer el debate político y permitiera darle racionalidad al ejercicio del


de promover el accountability, o sea la ren- poder y la política–. De igual forma, en pla-
dición de cuentas. no de la investigación histórica, el concepto
Por otra parte, en la medida en que las de esfera pública ha permitido poner de re-
dinámicas discursivas están sostenidas so- lieve la emergencia de los espacios de libre
bre diversas expresiones asociativas, quedan asociación y expresión durante la construc-
vinculadas con redes de influencia y coordi- ción de los Estados nacionales en América
nación social que trascienden los tiempos Latina. En esta línea, diversos estudios han
de la administración pública, y que rebasan dado cuenta de las circunstancias asociadas
las fronteras estatales y regionales. De esta con el desarrollo de la libertad de prensa, los
manera, las disputas simbólicas y sus co- medios de comunicación y diversas formas
rrelatos organizativos están vinculadas con de asociación en los países latinoamerica-
transformaciones en el plano cultural. La nos durante los siglos XIX y XX.
función de los discursos en la esfera pública Sin embargo, uno de los campos en los
no es solamente influir en la conducción del que la reflexión teórica y la investigación
poder político, sino también fortalecer las empírica han sido particularmente produc-
normas y prácticas democráticas al interior tivas es el que ha explorado la relación del
de la sociedad misma. espacio público con la democratización de
Paralelamente, los demócratas delibera- los países latinoamericanos. A partir del de-
tivos se han interesado por las consecuen- cenio de los noventa del siglo pasado, diver-
cias políticas y culturales de la apertura de sos trabajos han analizado el papel de los
diversos espacios públicos. Estos espacios espacios públicos como correlatos de los
pueden denominarse “minipúblicos” (Fung), procesos democratizadores en esta región.
pues son instancias que, bien emergen en Estos estudios han mostrado que la apertu-
coyunturas específicas, o bien se localizan ra y reapropiación del espacio público, a
en sectores especiales del Estado o de la so- través de la expansión de actividades asocia-
ciedad. En la categoría de “minipúblicos” se tivas, la reivindicación de los derechos hu-
incluyen una amplia variedad de formatos manos, las luchas por el reconocimiento, y
de participación y discusión social: foros diversos movimientos sociales, han sido de-
educativos cuyo propósito es promover la cisivos en las transformaciones democráti-
deliberación, órganos consultivos y de ase- cas. Este argumento está expresado sistemá-
soría, mecanismos de participación ciuda- ticamente en un trabajo de Leonardo
dana en la implementación y evaluación de Avritzer, en el cual, el autor discute las bases
políticas públicas, organismos descentrali- institucionales y culturales del autoritaris-
zados de la administración pública que es- mo en América Latina –una concepción co-
tán a cargo de consejos ciudadanizados, lectiva e indiferenciada del “pueblo”, la co-
entre otros. Sus alcances son diversos –la lonización y manipulación por parte del
mayor parte de las veces circunscritos a una Estado de la esfera de las prácticas asocia-
problemática específica–, pero su variedad e tivas, y la hibridación entre lo público y lo
intensidad es significativa para la democra- privado–, para mostrar cómo la emergencia
cia en un sentido particular: representan de diversos “públicos participativos” produ-
instancias plurales en las que la política y la ce innovaciones en la cultura pública de las
deliberación pública pueden converger para sociedades latinoamericanas. Avritzer sos-
ofrecer soluciones efectivas a diversos pro- tiene que estas transformaciones culturales
blemas de coordinación colectiva. impactan, a su vez, en la democraticidad del
Al desarrollo del concepto de esfera pú- Estado, generando innovaciones institucio-
blica los estudios en América Latina han nales de corte deliberativo. Otros estudios
aportado contribuciones innovadoras. En el en esta misma línea (véase, por ejemplo,
terreno de la filosofía política, un trabajo Olvera), aportan evidencia de la relevancia
reciente de Rabotnikof hace explícitas las que tienen las dinámicas asociativas y las
tensiones en el pensamiento político con- contiendas discursivas en la esfera pública
temporáneo asociadas con la posibilidad de para incidir en el desarrollo institucional de
imaginar un “lugar común” –un espacio las democracias latinoamericanas. Paralela-
que, con base en el principio de publicidad, mente, entre los asuntos pendientes de una
ESFERA PÚBLICA / ESTÉTICA 101

agenda de investigación sociocultural de los la percepción de lo bello y lo terrible; en


espacios públicos se encuentran, por un consecuencia, el término llega a asociarse
lado, las condiciones en las que emergen con la percepción artística. Uno de los tex-
distintos públicos, los mecanismos de circu- tos más influyentes de la teoría estética es la
lación los discursos que generan y las ma- Educación estética del hombre de Friedrich
neras en que toman parten en la definición Schiller, publicado a fines del siglo XVIII,
de los códigos simbólicos vigentes. donde el autor plantea una conexión entre
el individuo y el estado moderno a través de
OBRAS DE CONSULTA. Arendt, Hannah, The Human la experiencia estética. Para Schiller, la ex-
Condition, Stanford, Stanford University Press, periencia estética sirve para unir las esferas
1998 (edición original de 1958); Avritzer, Leo- de la sensibilidad y la razón, la particulari-
nardo, Democracy and the Public Space in dad y la universalidad, de tal modo que re-
Latin America, Princeton, Princeton University sista la creciente fragmentación de la condi-
Press, 2002; Cohen, Jean y Andrew Arato, ción humana en la modernidad. La idea
Civil Society and Political Theory, Cambridge, schilleriana de la educación estética se dise-
Massachusetts Institute of Technology Press, minó en el liberalismo del siglo XIX en his-
1992 [Sociedad civil y teoría política (trad. panoamérica y tuvo fuertes repercusiones
Roberto Reyes Mazzoni), México, Fondo en varias instancias del siglo XX en que se
de Cultura Económica, 2000]; Dean, Jodi, consideraba el arte y la cultura como pilares
“Cybersalons and Civil Society: Rethinking the de las naciones-estados.
Public Sphere in Transnational Technoculture”, En América Latina, las cuestiones estéti-
Public Culture, Duke University Press, núm. 13.2, cas ocuparon una posición central en la bús-
2001, pp. 243-265; Fraser, Nancy, “Rethinking queda de los letrados criollos por una iden-
the Public Sphere: A Contribution to the tidad nacional o continental que no fuese
Critique of Actually Existing Democracy”, en imitación de la cultura europea. El esfuerzo
Craig Calhoun (ed.), Habermas and the Public por fundar una cultura artística autóctona
Sphere, Cambridge, Massachusetts Institute of se concentró al final del siglo XIX y en los
Technology, 1992, pp. 109-141; Fung, Archon, primeros decenios del siglo XX con los mo-
“Recipes for Public Spheres: Eight Institutional vimientos del modernismo y el vanguardis-
Design Choices and Their Consequences”, mo, que incluyeron muchos elementos eu-
The Journal of Political Philosophy, vol. 11, ropeos, pero que tuvieron el propósito de
núm. 3, 2003, pp. 338-367; Habermas, Jürgen, establecer una estética propiamente latinoa-
The Structural Transformation of the Public mericana. El impulso por identificar un nue-
Sphere: An Inquiry into a Category of Bourgeois vo origen cultural en las Américas también
Society, Cambridge, Massachussets Institute of opera dentro del populismo cultural prota-
Technology, 1991 (edición original de 1962); gonizado después de la Revolución mexica-
Olvera, Alberto J., Sociedad civil, Esfera pública na por José Vasconcelos, Diego Rivera y
y democratización en América Latina: México, otros. Se logró una especie de síntesis de
México, Fondo de Cultura Económica, 2003; estos movimientos en la narrativa de la mi-
Rabotnikof, Nora, En busca del lugar común. tad del siglo XX (el boom), en la cual se tra-
El espacio público en la teoría política contem- mó una producción narrativa original y úni-
poránea, México, Instituto de Investigaciones ca de las múltiples corrientes de la cultura
Filosóficas, UNAM, 2005. e historia latinoamericanas. Mientras que
estos movimientos literarios intentaron for-
[ALEJANDRO MONSIVÁIS] mular una expresión propiamente latinoa-
mericana, sus críticos alegaron que termina-
ron por ignorar, excluir o apropiarse de las
estética experiencias heterogéneas del continente
para fundar una forma de expresión desti-
Del griego aisthanumai (a˝suånomai) palabra nada exclusivamente a los metropolitanos y
que se refiere a la percepción sensible. El a los extranjeros.
término estética fue recuperado en el siglo Esta tendencia está explícita en uno de
XVIII por la filosofía alemana para designar los textos fundacionales de la estética lati-
una teoría de la percepción, especialmente noamericana moderna, Ariel [1900], del uru-
102 ESTÉTICA

guayo José Enrique Rodó. En este ensayo, de él, usando el lenguaje del maestro para
el autor exhorta a “la juventud de América” maldecirlo. Fernández Retamar sugiere que
a emprender una nueva etapa en la historia tal es la herencia cultural del continente, y
latinoamericana a partir de una educación enumera figuras políticas y culturales desde
estética que establecería los fundamentos de Rubén Darío hasta Che Guevara que contri-
los valores sociales y políticos en relación buyeron a una política cultural de rebelión
con una noción del arte como ideal de la y “maldición”. La figura de Calibán evoca
representación. Este ideal se basa en ele- una realidad material que los poderes do-
mentos de la filosofía alemana que atribu- minantes no pueden hacer desaparecer ni
yen al arte las cualidades de ser universal, idealizar.
razonable, desinteresado y espiritual. Rodó Si bien a partir de los años cincuenta cre-
contrasta este ideal, que se encarna en el ció la esperanza de crear una cultura y una
personaje Ariel de la obra teatral shakespea- política que reflejaran las realidades mate-
riana La tempestad, con la materialidad, el riales de América Latina, en los siguientes
interés y la irracionalidad del personaje decenios hubo grandes represiones de estas
Calibán. Rodó empleó esta oposición para esperanzas. Frente a las guerras civiles de
defender una jerarquía antidemocrática, en Centroamérica, la represión brutal de las
la que las élites tuvieran hegemonía sobre manifestaciones populares en México y el
los pobres e iletrados del continente, ade- establecimiento de las dictaduras en varios
más de demostrar una superioridad espiri- países sudamericanos, el campo cultural e
tual sobre los estadunidenses que según él intelectual tuvo que interrogar su función
carecían de sensibilidad cultural. y su lugar en el mundo. Pareció necesario
Tal oposición entre cultura y materiali- encontrar nuevas formas de representación
dad no fue sostenible en América Latina del y nuevos espacios de pensamiento y crea-
siglo XX, donde las fuerzas heterogéneas so- ción, ya que muchos de los dispositivos tra-
ciales e históricas turbaron todo intento de dicionales fueron eliminados o apropiados
establecer una noción universal y pura de la por el discurso oficial. Estas nuevas formas
cultura. Ariel representa un extremo que no incluyeron medios masivos tales como el
volvió a repetirse muchas veces, y por cierto cine y la música popular, como medios más
los movimientos artísticos y literarios prin- tradicionalmente asociados con el arte y la
cipales del siglo incorporaron elementos literatura. El cine intentó expandir la con-
“materialistas” que no le habrían agradado ciencia a lugares desconocidos por los in-
a Rodó (por ejemplo, la tecnología, las rup- telectuales metropolitanos y de cambiar la
turas del lenguaje, la sonoridad, la mezcla percepción de lo supuestamente conocido.
de culturas y discursos). Sin embargo, mu- La música folklórica y el rock mezclaron
chas obras que intentaron representar las denuncias políticas con letras poéticas y un
fuerzas heterogéneas del continente termi- buen ritmo o melodía, el arte visual se ra-
naron apropiándose de ellas y neutralizando dicalizó, escapándose del espacio protegido
su alteridad con respecto a las estructuras del museo o la galería y desplomándose en
hegemónicas. medio de la ciudad, en esculturas hechas
En la segunda mitad del siglo XX, hubo del detritus de la vida moderna o en per-
intentos renovados de definir la cultura la- formances diseñados a impresionar y con-
tinoamericana más allá de los impulsos pu- fundir las distinciones y normas ordenando
ramente artísticos de los años precedentes. las imaginarias nacionales.
Una expresión paradigmática de esta redefi- Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis,
nición aparece en el ensayo “Calibán” (1971) Nelly Richard y Beatriz Sarlo producen tex-
del cubano Roberto Fernández Retamar, tos que funcionan a la vez analíticamente y
donde el autor rechaza la jerarquía plantea- como intervenciones culturales. Estos textos
da por Rodó y sugiere que el símbolo que dan cuenta de cambios en la concepción de
mejor corresponde a la experiencia latinoa- lo estético y cristalizan formas culturales
mericana no es Ariel sino Calibán. En la originales que integran convenciones y re-
obra shakespeariana, Calibán es un esclavo gistros de diferentes géneros como la cró-
que elige no seguir las órdenes del maestro, nica, el periodismo, la ficción, la sociología,
como Ariel, sino que se rebela en contra la denuncia política y el arte visual. Sus
ESTÉTICA 103

autores tienen una función importante en pacio independiente del gobierno, en rigor
la articulación pública de opiniones sobre la zona del antagonismo”. Intentan marcar
la producción cultural, los acontecimientos la emergencia de nuevas coyunturas dentro
socio-políticos de sus países y de la región, de la temporalidad del capitalismo tardío,
y los cambios en el campo de la crítica cul- pero que no son necesariamente reduci-
tural internacional. bles a ella. Las obras de Monsiváis repre-
La crónica es un género que desafía las sentan aproximaciones a una diversidad de
formas tradicionales de la representación, a fenómenos sociales y culturales difíciles de
pesar del hecho de que su historia comen- resumir. No obstante, se puede identificar
zara en América Latina desde los primeros estrategias narrativas recurrentes: como
encuentros entre conquistadores europeos afirma John Kraniauskas, “Monsiváis, más
y habitantes nativos del continente. Elena que ‘contar’, ‘muestra’, y al hacerlo se mueve
Poniatowska y Carlos Monsiváis recupe- a través y entre las experiencias y las posi-
raron el género para denunciar la simul- ciones ideológicas del campo cultural que
tánea agresión y privatización del estado explora. Sus crónicas-ensayos son policén-
frente a los sectores populares. La noche tricas y actuantes, activando ideologías en
de Tlatelolco: testimonios de historia oral de conflicto y celebrando pequeñas victorias
Poniatowska (1971) inauguró este nuevo donde sea que se encuentren –definiciones
uso de la crónica. El libro está compuesto difícilmente equiparables a las del ensayo y
de un montaje que incorpora una variedad la crónica convencionales–”.
de fuentes y medios de representación, en- En Chile, el golpe de estado en 1973 pro-
tre ellas: entrevistas con ambas partes; los dujo lo que se ha descrito como una crisis
participantes en los movimientos estudian- de sentido para los escritores, intelectuales
tiles, que fueron reprimidos por el ejército y artistas. Bajo la censura severa del régi-
mexicano, y los oficiales gubernamentales men militar y frente a la desaparición y tor-
asociados con la represión estatal; recortes tura de miles de ciudadanos, los que queda-
de periódicos del momento; fotos que pre- ron en libertad y que no se fueron al exilio
tenden documentar una masacre cuya exis- tuvieron que interrogar los viejos modelos
tencia había sido ignorada o negada por de compromiso político en el pensamiento
los canales institucionales; y comentarios y en el arte. Nelly Richard, en su libro
escritos por Poniatowska misma. La noche Márgenes e institución: arte en Chile desde
de Tlatelolco constituye una obra testimonial 1973, describe cómo la comunidad artística
colectiva que no deja de poner en evidencia y literaria empujó la categoría del arte hasta
las mediaciones y compromisos que figura- sus extremos para potenciar su fuerza bajo
ron en su construcción. la represión del gobierno y su control de
Carlos Monsiváis también suele emplear toda forma de expresión pública. Los artis-
montajes para realizar denuncias a la co- tas de la llamada “escena de avanzada” re-
rrupción e incompetencia del estado fren- husaron toda relación ilustrativa entre arte
te a los desastres naturales y a las fuerzas y política, concentrándose en una práctica
del capital tardío, tanto como una reivindi- del arte que funcionara como una fuerza
cación de los pequeños triunfos por parte disruptora en la sociedad rígida creada por
de sectores populares. Un ejemplo notable los militares. Esta escena artística se carac-
es Entrada libre: crónicas de una sociedad terizó por su interés en la producción colec-
que se organiza (1987), una colección de tiva del arte y el intento por borrar los lími-
crónicas ensayísticas que tratan una serie tes entre el espacio aurático del arte y la
de rupturas sociales caracterizadas por el gente, y por el enfoque temático de la mate-
abandono de un estado que ha dejado de rialidad indisciplinada de los cuerpos y el
cumplir su papel como reconciliador de deseo. Richard, que no fue un miembro de
conflictos sociales: la explosión de San la escena de avanzada, vio en su producción
Juanico en 1984 y el terremoto de 1985 en una alternativa a los discursos políticos y
la ciudad de México. Junto con el propósito académicos de izquierda, que además de ser
de denunciar, las crónicas son recuerdos de amenazados por el régimen, también solían
lo que Monsiváis llama “el esfuerzo comu- reproducir las jerarquías y esquemas totali-
nitario de autogestión y solidaridad, el es- zadores asociados con el discurso oficial.
104 ESTÉTICA

Influida por Michel Foucault y Roland márgenes sociales e históricos de la vida ur-
Barthes y las revistas argentinas Contorno y bana de los decenios de los veinte y treinta.
Punto de Vista, entre otras cosas, Richard En los años noventa, experimentó con una
concibió una forma de discurso ensayístico forma más ensayística de crítica cultural en
en el que se combinan observaciones sobre los libros Escenas de la vida postmoderna:
el arte, la sociedad, la cultura popular, el intelectuales, arte y videocultura (1994) e
espacio urbano y el género; y que se intere- Instantáneas: medios, ciudad y costumbres
sa por los fragmentos y la micropolítica tan- en el fin del siglo (1996), donde recoge ob-
to como por los grandes acontecimientos servaciones fragmentarias de la vida bonae-
políticos y sociales. En 1990, al comienzo de rense en el capitalismo tardío, mezclando
la transición a la democracia, Richard fun- descripciones del arte posmoderno con
dó la Revista de Crítica Cultural para crear análisis del espacio higiénico de las galerías
un espacio para el desarrollo público de este comerciales y la interrupción temporal del
tipo de crítica. Aunque ha sido objeto de control remoto del televisor.
más de una controversia, sobre todo por su A pesar de que las formas de crítica pro-
importación de ideas extranjeras y un perci- movidas por Richard y Sarlo tienen mucho
bido elitismo, la revista llegó a ser una fuer- en común con los estudios culturales, am-
za importante para la redefinición del dis- bas escritoras han expresado sus diferencias
curso político-cultural en Chile, con una con los estudios culturales tales como los
influencia considerable para otros países de practicaron desde la academia norteameri-
América Latina. cana en los años noventa. Richard reconoce
Durante la dictadura en Argentina, un la importancia del movimiento de descen-
grupo de intelectuales de izquierda funda- tralizar la noción de cultura de su forma
ron la revista Punto de vista para crear un monumental y hegemónica para hacer vi-
espacio para la reflexión social, cultural y sibles las múltiples manifestaciones de la
política. El proyecto crítico de la revista qui- cultura en una sociedad y las tensiones que
so vincular un concepto dinámico y abierto las subyacen: tensiones entre la ideología, la
de la cultura con la política con el fin de historia, la estética, la económica, la políti-
interrogar tal relación y destruir todo con- ca y la inscripción social, entre otras cosas.
cepto de autonomía cultural y también de la Sin embargo, ella critica el entusiasmo con
dependencia ilustrativa del arte comprome- que la academia norteamericana adoptó la
tido. Influida por el materialismo cultural orientación estudioculturalista para enten-
inglés y por la sociología francesa, la revista der América Latina, sobre todo en cuanto
buscó interrogar las bases materiales e his- a que se aplicara a revelar aspectos que
tóricas de la producción cultural argentina no fueran reconocibles en los discursos y
y desmitificar una noción homogénea de la mediaciones culturales latinoamericanos.
cultura, mezclando críticas de la literatura, Advierte que tal tipo de análisis corre el peli-
el cine, el rock, el arte y la cultura masi- gro de someter a la cultura latinoamericana
va junto con el psicoanálisis, la sociología a una fuerza bruta incapaz de entenderse y
y la teoría cultural. Beatriz Sarlo, que fue a una exterioridad condenada a quedarse en
una de las fundadoras de la revista y sigue los márgenes del sistema mundial. Insta a
siendo su directora hasta el día de hoy, es que se enfoquen en los aspectos singulares
una figura paradigmática del tipo de crítica de la cultura y de la experiencia en América
cultural, ejemplificada por la revista. En su Latina, fijándose siempre en la forma o el
primer libro, El imperio de los sentimientos estilo con que se representan estas singula-
(1985), analizó revistas populares femeninas ridades, que debe resistir toda tentación de
para revelar una perspectiva histórica alter- recurrir al discurso normativo o totalizador
nativa a la historia masculina y de élite. En característico de las investigaciones acadé-
su segundo libro, Una modernidad periférica micas-intelectuales. Sarlo comparte las sos-
(1988), elaboró una teoría de la moderni- pechas de Richard vis-à-vis la marginaliza-
dad argentina, basándose en una concien- ción implícita de lo latinoamericano en el
cia marginal que se identifica en algunos de discurso de los estudios culturales metropo-
los textos más consagrados de la literatura litanos, pero se distingue de ella al momento
argentina, que se sitúa en diálogo con los de proponer un remedio. Basándose en una
ESTÉTICA 105

interpretación particular de la Escuela de en respuesta a la ideología estética y a su


Frankfurt, ella rechaza los medios masivos complicidad con estructuras de dominación
como textos reveladores de la cultura y la y normatividad, y otra voz que pretende afir-
sociedad y exige una vuelta a un discurso mar la existencia material—aun dentro del
crítico basado en el valor estético y la tradi- lenguaje—como primera instancia del rela-
ción nacional de las letras, a pesar del jui- cionarse del sujeto con el mundo.
cio de normatividad y conservadurismo que
este gesto parezca provocar. OBRAS DE CONSULTA. Franco, Jean, The Decline and
Las ideas que expresan Richard y Sarlo Fall of the Lettered City: Latin America in the
sobre los estudios culturales apuntan a una Cold War, Cambridge, Massachusetts, Harvard
tensión significante entre la crítica o pro- University Press, 2002 [Decadencia y caída de la
ducción de cultura y la categoría de la esté- ciudad letrada: la literatura latinoamericana du-
tica, una tensión generalmente olvidada en rante la guerra fría (trad. Héctor Silva Miguez),
la práctica estudioculturalista de los últimos Madrid, Debate, 2003]; González Stephan,
decenios. El cambio de enfoque en el estu- Beatriz (ed.), Cultura y tercer mundo, Caracas,
dio de la cultura desde las instituciones tra- Nueva sociedad, 1996. Herlinghaus, Hermann
dicionales de arte y letras a la cultura popu- y Monika Walters (eds.), Posmodernidad en
lar o masiva no garantiza en sí que los la periferia: enfoques latinoamericanos de la
estudios culturales puedan llevar a cabo un nueva teoría cultural, Berlin, Langer-Verlag,
verdadero cuestionamiento de la ideología 1994; Ramírez, Mari Carmen, Inverted utopias:
estética y culturalista que sirvió como fun- Avant-garde in Latin America, New Haven, Yale
dación de antiguas formas de crítica. En la University Press, 2004; Richard, Nelly (ed.),
medida en que reproducen un concepto de “La crítica: revistas literarias, académicas y
la cultura como plenitud o depósito de los culturales”, número especial de Revista de
valores sociales, los estudios culturales si- Crítica Cultural, núm. 31, 2005; Sarlo, Beatriz,
guen siendo o demasiado “estéticos” o no lo “El relativismo absoluto o cómo el mercado
suficientemente estéticos. El futuro de los y la sociología reflexionan sobre la estética”,
estudios culturales dependerá en cómo se Punto de Vista, núm. 48, 1994, pp. 27-31.
decide responder a una tensión interior que
marca y divide los estudios culturales desde [KATE JENCKES;
su principio: entre una voz crítica que nace PATRICK DOVE]
frontera sentido disciplinario. Esta pedagogía –la del
cruce, del desborde y de la transgresión de
Las fronteras separan, unen, delimitan, fronteras disciplinarias– contribuye al redi-
marcan la diferencia y la similitud, pero seño de una América Latina, que privilegia
también producen espacios intersticiales, tanto un retorno crítico a lo regional y a lo
nuevos espacios que inauguran relaciones. local, como una propuesta de ciudadanías
Pueden ser burladas, acatadas, cruzadas, transnacionales o interculturales.
transgredidas, imaginadas, reales, reinven- El carácter pedagógico relativo a las for-
tadas y destruidas. Confinan y liberan. mas de administración, producción y circu-
Protegen y torturan. lación del conocimiento en un marco global
La revisión y reelaboración del concepto de grandes asimetrías produce varias pre-
de frontera en función del pensamiento, crí- guntas eje de nuestra reflexión: ¿qué cuenta
tica y teorización latinoamericana y anglo- como conocimiento y quién puede producir-
sajona, de los últimos dos decenios, constitu- lo? ¿Cómo negociar el acceso y permanencia
ye una de las operaciones fundacionales de de saberes, prácticas y experiencias “otras”
los estudios culturales. Los estudios cultura- que colinden con estructuras hegemónicas
les han pensado “frontera” más allá de su ca- y universales? ¿Cómo visibilizar e intervenir
rácter geográfico o geopolítico y lo inscriben críticamente en las formas de conocimiento
como dispositivo esencialmente pedagógico, movilizadas por la globalización de capitales,
es decir, vinculado con la propuesta de pro- ideas y personas? ¿Qué fronteras es necesa-
ducción y administración de conocimientos rio derribar, cuáles debemos construir y qué
y prácticas que finquen nociones de ciuda- límites trazar para producir una circulación
danía inscritas en regímenes democráticos del conocimiento y de la experiencia que dé
particularmente interesados en la equidad cuenta de los discursos y proyectos “desde
en América Latina. El carácter pedagógico abajo”? ¿Desde qué límites discursivos, con
relativo a la revisión de la noción de “fron- qué colindancias transnacionales, a través
teras” del conocimiento (cómo se produce de qué umbrales de la materialidad y la
y transmite) tiene como efecto fundamental reapropiación de nuestra historia podemos
la generación de epistemologías geocultu- acercarnos al desarrollo de una ciudadanía
rales desarticuladoras de las diferencias y inclusiva e intercultural en América Latina?
asimetrías frente al poder. El cruce entre Las fronteras in/visibilizan todo aquello
pedagogía crítica y ruptura epistemológica que puede colindar, oponerse u ocultarse.
se constituye como fundacional en los es- Su función epistemológica y crítica radica
tudios culturales. Esto quiere decir que lo en el hecho de transparentar los efectos del
que da lugar a estos estudios es, sobre todo, ejercicio del poder y la resistencia. Estos lí-
una nueva forma de administración y pro- mites apuntan a los gestos de resistencia
ducción del conocimiento, cuya operación que proponen nuevas colectividades o retor-
esencial es el cruce de fronteras disciplina- nos estratégicos a lo local con el fin de revi-
rias y geoculturales. Lo que finca el carácter sar paradigmas estrechos de identidad. Este
alternativo de estos estudios es la produc- cruce y trazo de fronteras como delimita-
ción de una pedagogía política del disenso ción alternativa de nuevas colectividades
hacia fuentes hegemónicas de provisión de transnacionales, con su consiguiente revi-

[106]
FRONTERA 107

sión de identidades evidencia los mapas y Los traslapamientos propuestos por los
geografías que surgen a partir de la resisten- estudios culturales entre disciplinas, entre
cia, lucha y representación “desde abajo”, espacios territorializados y desterritorializa-
para una sociedad económica y socialmente dos como la memoria y el deseo, no serían
justa y equitativa. Con esta expresión topo- cabalmente aprehendidos sin la presencia
lógica “desde abajo”, nos referimos junto de los cruces planteados por el feminismo
con Appadurai, Anzaldúa, Mohanty, Moraña, transnacional, la crítica literaria feminista
Alarcón, García Canclini y otras críticas a la latinoamericana, y los movimientos sociales
globalización de grupos, comunidades y dis- y ciudadanos estudiados e impulsados por
cursos en torno a las disfunciones y asime- el feminismo. En una palabra sin la activa
trías propias de la globalización en la bús- fricción de los conceptos de identidad, espa-
queda de una ciudadanía que no elimine las cio y pedagogía introducida por los estudios
diferencias, las agendas y las especificidades de género.
de grupos y comunidades. Los estudios culturales y los estudios de
El análisis del término frontera que pro- género trabajan en objetivos semejantes,
ponen, refiere a un acto de visibilización de vinculados a la desestabilización de fronte-
inequidades, resistencias y negociaciones ras asignadas entre disciplinas académicas
ocultas o explícitas frente al poder. Acentúa que parcializan el conocimiento y contienen
en particular actos de demarcación de lími- estática a la subalternidad. Ambos estudios
tes, asimetrías, o cruces entre prácticas pe- están interesados en analizar la producción
dagógicas hegemónicas con aquellas que de conocimiento y su administración en la
plantean algún tipo de corte o desvío. construcción tanto de movimientos sociales
Las operaciones de desvío o rajadura son por los derechos de minorías, como en la
producto del roce de demandas y necesida- producción de formas de representación crí-
des de sobrevivencia y representación vincu- tica de la otredad. Se han nutrido de teori-
ladas a: la identidad (local, global, nacional, zaciones alternativas tales como el análisis
transnacional), a la práctica pedagógica (las del discurso, el psicoanálisis, la semiología
formas vernáculas, locales o transnaciona- y la deconstrucción para criticar nociones
les de administración de saber de la otre- disciplinarias de espacio e identidad.
dad) y a la diferencia (cultural, sexual, de Los estudios culturales han llevado a
género, clase o racial), con los espacios y cabo intervenciones estratégicas que los lo-
lenguajes hegemónicos. calizan en la frontera con los estudios de
La revisión del término de frontera y las género. Stuart Hall, desborda el término he-
operaciones que le dan significación: cruce, gemonía usado por Gramsci para referir no
desborde y límite, han permitido a los estu- solamente a las relaciones articuladas en
dios culturales consolidarse, aun frágilmen- términos de clase, sino también a las que
te, y viajar por el continente americano (tan- incluyen marcas de género, raciales, de
to el anglosajón como el latino) revisitando, creación de significado como apuesta del
a partir de una propuesta pedagógica del subalterno, y del placer como elementos a
disenso, conceptos como espacio e identi- considerar en el análisis de las relaciones de
dad. Estos conceptos han sido apropiados poder. Gayatri Spivak ha marcado los pro-
por los estudios culturales, con el fin de dar blemas de representación de la subalterni-
cuenta de las transfiguraciones debidas a la dad frente a la violencia epistemológica de
migración, a los flujos de capitales, discur- occidente. Mabel Moraña ha reflexionado
sos, medios y políticas de la representación sobre los vínculos entre estado y producción
particulares de una América Latina que re- de conocimiento por parte de intelectuales
configura cada vez más sus fronteras geocul- desde una perspectiva de género en América
turales e imaginarias. Latina. Un gran número de intelectuales la-
Las operaciones de cruce, desborde y lí- tinoamericanas y latinoamericanistas, entre
mite, posibles a partir de la revisitación del ellas Nelly Richard, Ileana Rodríguez, Mary
término de frontera y sus implicaciones pe- Louise Pratt, Doris Sommer, Margo Glantz,
dagógicas, han permitido a los estudios cul- Beatriz Sarlo, Francine Masiello, Mónica
turales reconfigurar y desestabilizar nocio- Szurmuk, Jean Franco, entre otras, han
nes hegemónicas de identidad y espacio. marcado desde diferentes ángulos, las fron-
108 FRONTERA

teras que deben cruzar y reinventar las mu- tudios culturales y de género a favor de mo-
jeres y sus otredades para poder hacer sen- vimientos subversivos y reconstitutivos del
tido en los límites de lenguajes y pedagogías cuerpo y la lengua del sujeto subalterno. La
hegemónicas, con el fin de proponer cáno- producción de representaciones culturales
nes alternativos, ciudadanías integrales a por chicanas en Estados Unidos, las nego-
sujetos “parciales” y políticas de la traduc- ciaciones de sobrevivencia y ciudadanía de
ción y la mediación que potencien una cul- puertorriqueños en Nueva York, el estatus
tura latinoamericana que no se base funda- de inasimilables de los niños migrantes pe-
mentalmente en la producción de una élite. ruanos en las escuelas argentinas, son tres
Se han preguntado: ¿cómo subvertir el len- ejemplos de reinscripción del otro en terre-
guaje para dar cuenta de los linderos de ex- no intersticial de la disciplina y la nación.
periencias femeninas u “otras”? ¿Cómo Transnacionalidad, transdisciplina y tran-
apropiarse de una narrativa que represente sexualidad marcan categorías que se ubican
la experiencia, el silencio y lo innombrable tanto en el cruce de fronteras disciplinarias
de las mujeres y la otredad? ¿Qué tipo de como en el más allá de continentes hegemó-
identidades y qué relatos están movilizando nicos como la nación soberana, la disciplina
las identidades diaspóricas latinoamerica- y el género dual (masculino, femenino). Lo
nas? ¿Qué cruces, qué nuevos lenguajes hay “trans” localiza su fuerza en el más allá de
que generar para representarlas y escuchar- las metanarrativas ligadas a las identidades
las? ¿Qué lugares de enunciación marginal nacionales monolíticas, genéricas y discipli-
es preciso atender? Y la pregunta culminan- narias.
te ¿En dónde tenemos los ojos? Appadurai subraya la velocidad, el movi-
Así se subrayan los intersticios y fronte- miento de personas, finanzas e ideas hacia
ras entre los estudios culturales y de géne- la disyunción y la desterritorialización como
ro y su búsqueda común por una cultura fuerzas desestucturadoras del orden actual;
latinoamericana con nuevas demarcaciones surge así la fuerza de lo transnacional. La
con respecto a su estricto canon y con un disputa entre la fuerza del “lugar”, las polí-
ejercicio de traducción y producción que ticas de “lugar” (territorializadas) y la fuerza
rompa con las densas fronteras erigidas de- del movimiento (políticas de la desterrito-
bido a las diferencias nacionales, raciales, rialización) entra en juego.
genéricas o sexuales. Surgen varias preguntas: ¿cómo pensar
Una de las operaciones más importantes la resistencia, la identidad, el saber desde
de los estudios culturales y de género se re- los límites de nación, género y disciplina?
fiere a la fuga y desborde del sujeto subalter- ¿Qué nuevo papel ocupan las naciones, los
no o femenino de los territorios nacionales territorios frente las movilizaciones diaspó-
y disciplinarios. John Beverley apunta a la ricas y desterritorializadas?
imposibilidad de que el saber latinoamerica- El concepto de límite, trabajado por Julio
no pueda ser contenido ya sea disciplinaria Ramos, cobra relevancia aquí pues si bien
o territorialmente. Desde estos estudios los la soberanía y el discurso nacional pueden
cruces y desbordes disciplinarios y territo- hacer invisible la diferencia, la nación como
riales enfatizan más que la disciplina y el constructo moderno, base de la ciudadanía,
territorio, la transdisciplina y los espacios puede ser reclamada desde sus límites y
desterritorializados. La desestabilización de obligada a responder tanto a los grupos mi-
las fronteras geográficas y disciplinarias –la grantes como a sus comunidades locales,
transdisciplina y la desterritorialización– desde sus “deslenguas”.
permiten tanto el estudio de la densidad La discusión se desliza al escenario que
de las disciplinas establecidas y las formas delimita las fronteras, a partir de las cuales
en que atrapan al subalterno sin cuerpo y el sujeto latinoamericano piensa y es pensa-
sin voz, como el constreñimiento y control do. Walter Mignolo centra el problema en la
de las naciones hacia sus identidades. Así, localización, de la delimitación del lugar
transdisciplina y transnacionalidad son dos desde donde pensamos Latinoamérica y so-
marcas estratégicamente derivadas de cru- mos pensados por otros. Surge la operación
ces y desbordes de fronteras geográficas y que marca el término border thinking, basa-
disciplinarias operadas al interior de los es- da en la obra de la chicana Gloria Anzaldúa,
FRONTERA 109

la cual enfatiza una pedagogía de lo margi- ordenan de acuerdo a códigos coloniales.


nal, del límite y el intersticio, frente a una Son definidas como espacios de tráfico, in-
administración dominante del conocimien- tercambio y constitución de representacio-
to. Implica pensar a la nación desde sus lí- nes culturales atravesadas, y densamente,
mites, desde sus zonas más frágiles, aquellas por condiciones de coerción, radical inequi-
fronteras que empiezan a diseñar políticas dad y conflictos profundos. Pratt plantea
de la inclusión y la diversidad cultural. que además del contacto entre personas,
Mignolo enfatiza un movimiento inters- grupos, mercancías e ideas, dichas zonas
ticial entre género y cultura, entre saberes están marcadas por inestabilidades y asime-
dominantes y emergentes e intersticiales trías correspondientes al sexo, clase, color,
como el generado por Anzaldúa, sobre todo nacionalidad de las posiciones en contacto.
a partir de su trabajo en Borderlands/La José Manuel Valenzuela Arce también
Frontera: The New Mestiza. Este texto deli- participa de este debate sobre pedagogía,
nea todas las fronteras que hay que derribar, transdisciplina y frontera al analizar las
las que hay que cruzar, los puentes que es estructuras de dominación y las formas de
necesario diseñar, los territorios lingüísticos saber que pueden imponerse o sobrevivir a
de los que es imprescindible apropiarse, las ellas, él trabaja un discurso teórico sobre
identidades que hay que reclamar con el fin la cultura popular. Valenzuela entiende lo
de generar formas de convivencia y repre- popular como una dimensión relacional,
sentación propias, en esa franja de territorio con ordenamientos colectivos, que se cons-
real e imaginario entre Estados Unidos y tituye como ámbito de interacción social
México. Su finalidad es incrementar el dis- que es expresión y reproducción de las asi-
curso, la materialidad y las razones para la metrías tanto sociales como económicas y
generación de ciudadanías incluyentes, in- simbólicas. Busca establecer las formas de
terculturales, transnacionales, multiétnicas representación que vinculen lo popular y
o pluriculturales. lo fronterizo, en especial lo que se refiere
En esta búsqueda por el puente y el lí- a la frontera norte de México y su contac-
mite, el trabajo de Norma Alarcón plantea to con Estados Unidos. Trabaja lo popular
una propuesta pedagógica y de ruptura epis- en colindancia con lo femenino, la pobreza,
temológica que apunta a visibilizar lo que la música norteña y banda y electrónica, el
cuenta como saber y quién puede producir- tratado de libre comercio, las nuevas religio-
lo. Alarcón afirma que las escritoras chica- nes o cultos, los movimientos sociales y sus
nas no son personajes en busca de autor, efectos como dispositivos de transgresión,
sino mujeres que tratan de deshacerse de disciplinamiento y como generación de dis-
sus autores. Alarcón plantea una pedagogía curso del poder. Establece el espacio fron-
de frontera que radica en la reapropiación terizo como territorio limítrofe densamente
de lo autores modernos europeos (Derrida, permeado por interacciones económicas,
Lacan, Freud, Foucault) en función de las espirituales, artísticas, de mercado. Así nos
voces, la extrema desigualdad racial, de sexo regresa también a lo local: los modos de
y género y las necesidades de las minorías, vida, los hábitos de consumo, los símbolos y
en este caso de las chicanas. Su pedagogía valores, los movimientos sociales, las expre-
de apropiación de la voz y del saber (pro- siones autogestivas y artísticas. Su trabajo
pio y dominante) por el otro es radical. Este constituye una pedagogía (administración/
desplazamiento pedagógico de la búsqueda traducción de los saberes de la subalterni-
del autor, a la fuga del autor solo nace al dad) viva del espacio fronterizo, plagada de
cuestionar la tradición que ha delimitado representaciones musicales, artísticas, eco-
las voces de resistencia. nómicas que pretenden señalar la autono-
Las estructuras de dominación y las re- mía, interrelación y excepcional singulari-
percusiones pedagógicas en la asimilación, dad de ese espacio.
apropiación o cuestionamiento de saberes Una pregunta fundamental que marca
cobran una luz distinta cuando las pensa- estas operaciones críticas pedagógicas es:
mos en lo que Mary Louise Pratt elabora ¿cómo rearticular los saberes del “otro” más
como zonas de contacto. Las zonas de con- allá de los códigos implicados en lenguajes,
tacto son espacios donde las relaciones se disciplinas y estructuras epistemológicas de
110 FRONTERA

dominación? En una palabra, ¿cómo pen- a ambos lados de la frontera ha sido Border
sar más allá de la dominación?, ¿desde qué Women. Writing from la frontera. En él,
lugar, con qué lenguaje, en qué cuerpo? La Socorro Tabuenca y Debra Castillo mapean
respuesta no se hace esperar: desde la fron- las tensiones, temáticas y acentos políticos
tera, desde los límites del discurso nacional, diferenciales de mujeres escritoras a ambos
de género, racial y sexual, desde los intersti- lados de la frontera.
cios entre disciplinas, entre naciones, entre Las chicanas han trabajado el sentido pe-
imaginarios, entre lenguas. La zona inters- dagógico de lo transdisciplinario y el sentido
ticial se coloca más allá de los regímenes subversivo de la representación de la expe-
que comprometen la movilidad y el flujo riencia femenina transnacional. Su constante
de disciplinas, territorios e imaginarios de misión pedagógica de enseñar, escribir, tradu-
la representación en cuerpo y lengua de la cir y su forma de habitar estas fronteras las
otredad. ha llevado a teorizar y narrar la experiencia
Uno de los espacios privilegiados del cru- marginal en una suerte de pensamiento opo-
ce, es el espacio geocultural de la memoria, sicional (oppositional thinking), elaborado
de las prácticas pedagógicas y políticas que por Chela Sandoval y recogido por críticos
se abren en el roce de una de las fronteras como Chandra Mohanty y Donna Haraway,
más grandes y cruzadas del mundo: la fron- Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
tera entre Estados Unidos y México. Los estudios culturales han retomado
Las chicanas, mujeres transfronterizas estas tensiones y preguntas, las han hecho
por excelencia, han desarrollado un co- suyas. Desde estos cuerpos y estas lenguas
nocimiento situado, una localización en se analiza la globalización intervenida por
cuerpo y lengua histórico-política, desde las comunidades imaginadas: por migrantes
donde pensar y pensarse. Gloria Anzaldúa mexicanos, caribeños, latinoamericanos en
construye este “lugar”, en la frontera en- Estados Unidos, con acentos en las formas
tre México y Estados Unidos, una frontera de conocimiento vernacular y local que la
emocional, geográfica, lingüística, material globalización des/articula y el conocimiento
e imaginaria. ¿Cómo pensarse desde los de la globalización que sus obras posibilitan
discursos de dominación?, ¿en qué lengua, (coaliciones y redes transnacionales).
con qué cuerpo? Su respuesta es clara, con Las críticas literarias latinoamericanas,
la producción de conocimiento situado en caribeñas y chicanas, constituyen vínculos
pedagogías fronterizas, fruto de narrativas transfronterizos que es necesario fortalecer.
y teorizaciones que hablan desde su cuerpo, Han trabajado en torno al concepto de iden-
desde su experiencia en lenguajes bilingües tidad, espacio y pedagogía con el fin de re-
que buscan traducir lo irrepresentable de la presentar en cuerpo y lengua la otredad,
experiencia del migrante, del diaspórico o más allá de la soberanía nacional, de lo bi-
del otro en Estados Unidos. Gloria Anzaldúa nario genérico y de las pedagogías dominan-
con su libro Borderlands/La frontera, pro- tes, desde lo transdisciplinario, lo transexual
vocó una intensa discusión hacia el inte- y lo transnacional, materializando las ope-
rior de la academia anglosajona, que trajo raciones que dan sentido y posibilidad al
como consecuencia la revisión de cánones reconocimiento y representación de la otre-
que habían excluido una reflexión crítica dad a partir de la reinvención de fronteras
acerca del concepto de nación, espacio e geográficas, disciplinarias y genéricas. Su
identidad propuesta por sus sujetos exclui- pedagogía transfronteriza nos permite co-
dos. Otras chicanas como Norma Alarcón, nectar el sur con el sur, “desde abajo”, los
Chela Sandoval, Cherríe Moraga, Ana Cas- intersticios de Perú y Argentina con los de
tillo, Norma Cantú, Sandra Cisneros, Lucha México y los de Estados Unidos. El trabajo
Corpi, Helena Viramontes, Emma Pérez, en- de la caribeña Yolanda Martínez San Miguel
tre muchas otras mujeres fronterizas, han en su texto Caribe Two Ways: Cultura de la
buscado estructurar lenguajes que hablen migración en el Caribe insular hispánico da
de esa particular experiencia que es cruzar cuenta de las estrategias culturales (visua-
y habitar la frontera más grande, insonda- les, narrativas y discursivas) de negociación
ble y transitada del mundo. Un texto que ha de identidades de dominicanos en Puerto
rescatado la escritura y narrativa de mujeres Rico y de puertorriqueños en Nueva York.
FRONTERA 111

Estas críticas son forjadoras de nuevas Duke University Press, 2001; Beverley, John,
alianzas entre pedagogías latinas, latinoa- Subalternidad y representación. Debates en Teoría
mericanas y caribeñas. Debemos leerlas es- Cultural, Vervuert, 2004, pp. 32-33; González,
palda con espalda, lengua con lengua, con el Patricia Elena y Eliana Ortega, La sartén por
fin de entender los nuevos espacios, identi- el mango: encuentro entre escritoras latinoame-
dades y formas de administración del cono- ricanas, Santo Domingo, Huracán, 1985; Hall,
cimiento de nuestra experiencia móvil, dias- Stuart, “When was the Postcolonial? Thinking
pórica y local que se está gestando desde el at the limit”, en The Poscolonial Question.
norte más recóndito hasta la Patagonia. Common Skies, Divided Horizon, Chambers,
Los estudios de género y culturales, los Iain y Lidia Curti, Nueva York, Routledge,
estudios chicanos, caribeños y latinos están 1996, pp. 242-260; Haraway, Donna, “A Cyborg
conformando un ámbito pedagógico y geo- Manifesto: Science, Technology, and Socialist-
cultural que traza nuevos límites, accesos y Feminsm in the Late Twentieth Century”, en
formas de circulación más adecuados a los Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention
cuerpos, lenguas y discursos liminales en su of Nature, Nueva York, Routledge, 1991,
roce con el conocimiento y capital hegemó- pp. 149-181; Martínez San Miguel, Yolanda,
nicos. Caribe Two Ways. Cultura de la migración en el
Los esfuerzos por descifrar e impulsar Caribe Insular hispánico, San Juan, Callejón,
las formas de colaboración entre pedagogías 2003; Mohanty, Chandra, Feminism Without
del cruce y el disenso en la reconfiguración Borders, Durham, Duke University Press, 2004;
de América Latina son, hoy, de importan- Moraña, Mabel y María Rosa Olivera Williams
cia fundamental, sobretodo en un momento (eds.), El salto de Minerva. Intelectuales, género
como el actual donde las fronteras son redo- y Estado en América Latina, Iberoamericana,
bladas para migrantes pobres o perseguidos Vervuert, 2005; Poblete, Juan (ed.), Critical
y relajadas si se trata de personas, capitales Latinamerican and Latino Studies, Minneapolis,
financieros o intercambios pedagógicos en- University of Minnesota Press, 2003; Ramos,
tre hegemonías culturales. Es urgente refor- Julio, Paradojas de la letra, Caracas, eXcultura,
zar el trabajo que contemple “desde abajo” 1996; Rodríguez, Ileana, Estudios Subalternos/
los cruces y límites que las voces, las deman- contextos latinoamericanos estado, cultura,
das y las subversiones del disenso proponen subalternidad, Atlanta, Rodopi, 2001; Sarlo,
para su supervivencia y su bienestar. Beatriz, Instantáneas: Medios, ciudad y costum-
bres en el fin de siglo, Buenos Aires, Ariel, 1998;
OBRAS DE CONSULTA. Anzaldúa, Gloria, Valenzuela Arce, Nuestros piensos. Culturas po-
Borderlands/La frontera: The New Mestiza, San pulares en la frontera México-Estados Unidos,
Francisco, Aunt Lute Books, 1987; Anzaldúa, México, Consejo Nacional para la Cultura y las
Gloria y Cherrie Moraga, This Bridge Called My Artes, 1998.
Back, San Francisco, Aunt Lute Books, 1985;
Appadurai, Arjun, Globalization, Durham, [MARISA BELAUSTEGUIGOITIA]
género quince años comenzó a discutirse si estos
presupuestos no sobresimplificaban la pro-
LA COMPLEJIDAD DEL TÉRMINO. El género es una blemática en torno de las identidades de los
de las categorías centrales para el feminis- sujetos, al reproducir un esquema de pares
mo y los estudios sobre las mujeres debido diferenciados: naturaleza/cultura, cuerpo/
a la claridad con que evidencia de qué forma significado, lo dado/lo adquirido, mujer/va-
la sociedad se organiza de manera binaria y rón, femenino/masculino.
oposicional. La perspectiva de género reveló La complejidad se hizo patente en el
cómo se construían culturalmente caracte- debate sobre en qué momento el individuo
rísticas específicas atribuibles a la masculi- quedaba marcado genéricamente, dado que
nidad y a la feminidad, en virtud de una estaba sexuado desde el momento de su na-
supuesta correspondencia con sus rasgos cimiento. La práctica de la sexualidad (los
biológicos. Este término (“género”) tiende a rangos de edad del inicio de su actividad,
presentarse como el par complementario de las preferencias por una pareja de un sexo,
“sexo”, el cual se vincularía con las diferen- otro o ambos, su frecuencia, la existencia
cias biológicas que distinguen al hombre de o ausencia de dispositivos productores de
la mujer y aquél se remitiría al ámbito de la placer, la procreación como fin último, la
cultura, pues aludiría a rasgos construidos aceptación o el rechazo de nuevas tecnolo-
socialmente. A lo largo de los años setenta gías reproductivas, etc.) ilustra cómo cier-
y ochenta del siglo XX, fue empleado de ma- tas disposiciones estructurales propician su
nera muy productiva y dio origen a una gran ejercicio y no, como podría pensarse dada
diversidad de estudios, cuyo punto de parti- su asociación con un proceso biológico, un
da fue la crítica al esencialismo biológico y imperativo del sujeto, determinado por el
a la naturalización de rasgos relacionados hecho de poseer un aparato genital. La re-
con lo masculino y lo femenino. flexión sobre que ni el sexo era algo “dado”
A su vez, este hallazgo conceptual per- ni el género, algo “alcanzado”, puso en en-
mitió que proliferaran las investigaciones tredicho a la interacción social y a las ins-
sobre el tema, principalmente a partir de tituciones como las variables determinantes
los últimos años setenta de esa centuria. para la constitución genérica del sujeto y su
A través de dicha categoría fue posible re- distancia en relación con su sexuación. El
flexionar sobre cómo se había normalizado, hermafroditismo, la indeterminación y la
a lo largo de la historia, la desigualdad en- ambigüedad sexual del recién nacido así
tre hombres y mujeres, y de qué forma la como las cada vez más frecuentes mutacio-
adscripción a un sexo o a otro determinaba nes de un sexo a otro tiraron por la borda
los papeles que el sujeto debía desempeñar. la idea de que “nacemos” sexuados o que el
Respondió a las teorías esencialistas que sexo es un don biológico. La transexualidad
insistían en las diferencias irreconciliables, produjo un nuevo entendimiento sobre el
no intercambiables e intrínsecas entre hom- sexo, pues acabó con la idea decimonónica
bres y mujeres. También permitió analizar de que a cada cuerpo sexuado le correspon-
cómo las organizaciones y las prácticas ins- día un género específico, inmutable y opues-
titucionalizan la diferencia de los sexos en to por completo al otro género.
las sociedades. Sin embargo, en los últimos La interrelación entre género y sexo ope-

[112]
GÉNERO 113

ra en distintos rangos: desde aquéllos que otras variables como la raza, la clase social,
optan por definir a uno en relación con el la edad y su implicación directa: lejos de lo
otro, quienes se interrogan sobre si, en efec- que pudiera suponerse, lo que aquí hemos
to, es posible diferenciarlos, hasta los que se denominado como “normatividad de géne-
refieren a la necesidad de analizarnos de ro” no sólo presenta múltiples intersticios y
manera independiente. En todos los casos, puntos de fuga, sino que aun los tipos de
se configura la idea de la porosidad y movi- comportamiento esperados usualmente sue-
lidad de las fronteras, atributo que puede len presentar numerosos puntos de quiebre.
ser visto como un mecanismo de resistencia De la “reglamentación” o el listado de man-
a los guiones culturales sustentados en la datos que determinan una adscripción gené-
percepción de que existen estructuras socia- rica sustentada en un rango de característi-
les fijas y universales. cas invariables podemos desplazarnos a la
El riesgo del dualismo que la dupla géne- idea de que el individuo es capaz de evaluar
ro/sexo ha engendrado se debe, sobre todo, los grados de adecuación de sus elecciones
al predominio de sus definiciones por enci- y, en ese sentido, decidir la “cara”, la confi-
ma de la comprensión de los procesos que guración con que modelará su propia defi-
ambos entrañan y cómo la dinámica de sus nición de género.
relaciones muestran sesgos, segmentacio- Sin embargo, las tendencias teóricas se
nes, transformaciones, que multiplican las inclinan por asignarle a lo social, el peso
posibilidades del sujeto de un ser y un estar definitivo de la constitución del género como
en el mundo. Las investigaciones de natura- categoría. El aprendizaje del individuo en su
leza antropológica han demostrado que el proceso de socialización, la aceptación de
conjunto de significados que apuntan hacia las reglas que asignan significados determi-
a un género u otro opera de manera diferen- nados al género femenino y al masculino, la
te entre las diversas sociedades e, incluso, legitimización obtenida en función del res-
entre comunidades y subconjuntos de un peto de esas reglas, ponen el acento en la
mismo grupo social. Ni es un puñado de ca- preexistencia de un conjunto de significados
racterísticas permanentes ni puede asociar- que el sujeto va adquiriendo, en un sistema
se inextricablemente al desempeño de un parecido al de castigos y recompensas, des-
papel dado. Más bien se construye de mane- de su nacimiento. Él o ella deben externar
ra sostenida, se demuestra con nuestras una serie de comportamientos, visibilizarse
elecciones y puede ratificar o no (por lo me- como varón o mujer, dependiendo de la ex-
nos, provisionalmente, de acuerdo con el pectativa social en relación con su género.
espacio temporal y la situación) las identifi- Este planteamiento entraña implicaciones
caciones asociadas con su normatividad, las diversas. Por un lado, la posibilidad de ma-
cuales aparecen en aquello que se reconoce tizar el determinismo al cual apunta la con-
como feminidad o masculinidad. vicción de que el individuo se inserta en un
Las marcas del género, por lo tanto, es- medio social estructurado y estructurante,
tán presentes en cada momento de la exis- que convierte al ser humano en opresor y
tencia de los seres humanos, inmersas en el oprimido, víctima y victimario, simultánea-
vasto rango de las prácticas sociales y se ven mente, en el cual él mismo reproduce las
influidas por el momento histórico y el con- condiciones que material y simbólicamente
texto espacial. Por ejemplo, las conductas lo atan a ese sistema.
esperadas de los individuos, según sean En esa línea de pensamiento, se hace a
identificados como hombres o mujeres, y lo un lado el poder movilizador de la categoría
que significa pertenecer a uno u otro sexo, género, pues sólo se estaría configurando a
varían no sólo de país a país, que además, sujetos sin voz y sin agencia, meros produc-
se han modificado a lo largo de su historia, tores de un guión cultural preexistente. Si la
sino que, lambién, dependen del posiciona- mirada, en cambio, no sólo considerara las
miento de los sujetos en los espacios de la implicaciones de ser y actuar como sujetos
vida cotidiana y el tipo de relaciones esta- colectivos, sino involucrara también el po-
blecido entre quienes fungen como sus in- der implícito de su singularidad, sería posi-
terlocutores. De aquí el interés por estudiar ble socavar los elementos hegemónicos que
las múltiples intersecciones del género con contribuyen a la construcción de identida-
114 GÉNERO

des semejantes. Pero, al mismo tiempo, si se raza. Lo anterior elude los matices determi-
definiera el género sólo en función de las de- nistas, pues el género no se impone sobre el
cisiones individuales, se invitaría a perder de cuerpo o el sujeto se limita a aceptar o re-
vista su cariz político y relevarlo de su alto chazar lo que es, según su sexo (mujer o
impacto dentro de las relaciones sociales. Su varón). Más bien, el sujeto se apropia de una
íntimo vínculo con las prácticas culturales norma corporal que regula tanto la materia
lo erigen en un tipo de representación y un como sus significaciones, a partir de un im-
orden del discurso susceptibles de ser leídos perativo heterosexual que promueve ciertas
e interpretados tanto por el propio sujeto identificaciones y repudia otras (Cuerpos:
como por los demás miembros de su entor- 19). Esta perspectiva alberga un sesgo polí-
no. En sí mismo, alberga acuerdos, diferen- tico crucial y anticipa la dimensión “prácti-
cias, negociaciones y todo tipo de interac- ca” de su pensamiento, al suponer cuestio-
ciones, en el plano simbólico, en las que nes ligadas a cuáles son los cuerpos que
influyen las políticas de las identidades, de importan, qué identificaciones son acepta-
la misma manera que éstas son influidas por das y cuáles son ubicadas en el espectro de
las configuraciones de género. En resumen, lo abyecto, quién determina y (desde dónde)
éste marca al individuo, pero también deja los límites de la obscenidad y la pornografía,
una huella profunda en la dimensión social; o cómo las prácticas sexuales están fuerte-
es producto de un proceso histórico, aunque mente ligadas a una heterosexualidad com-
éste lleva consigo poderosos sedimentos que pulsiva. En síntesis, los legados de Louis
favorecen la reinserción de antiguas creen- Althusser, Jacques Lacan, Michel Foucault y
cias y prácticas culturales. Jacques Derrida son aprovechados por
Judith Butler, en su influyente Gender Butler para proponer el sexo como perfor-
Trouble (1990), propone una salida a esa mativo y como el resultado de mecanismos
aparente falta de conciliación entre lo indi- de interpelación y citación que pueden con-
vidual y lo colectivo, entre la subjetividad y solidar, aunque también subvertir, las es-
lo social. Al acuñar el concepto “performa- tructuras de poder.
tividad de género”, a través del cual recono-
ce la capacidad del sujeto en intervenir en POLISEMIA Y DIVERSIDAD CONCEPTUAL EN LATINO-
la estructuración de su subjetividad, resigni- AMÉRICA. El término género, entonces, es
ficando las prácticas regulatorias que obran complejo de definir debido a varios motivos.
sobre la construcción de su identidad. Puede emplearse muy ampliamente o bien,
Debido a las variadas y repetidas maneras implicar un concepto operativo de alta pre-
como se interpretan los mandatos de géne- cisión. Sus usos van desde un sentido artís-
ro, éste ya no es algo “dado” o “alcanzado” tico, biológico (“el género es superior a la
y sí una categoría flexible, en donde se abre especie”), asociado a lo femenino, hasta la
el espacio para las contradicciones, las afir- convicción de que no existe una traducción
maciones, las novedades, los rechazos y los exacta en español del término anglosajón
cambios tanto en la subjetividad como en (gender). El vocablo en lengua inglesa, “lleva
las prácticas, los gestos y los comportamien- implícito que se trata de una cuestión rela-
tos de los individuos. tiva a los sexos; plantear lo mismo en caste-
En Bodies that Matter (1993), Butler re- llano resulta críptico para los no iniciados:
toma algunas de las principales nociones de ¿se trata de estudiar qué género, un estilo
Gender Trouble para profundizar en ellas. Si literario, una modalidad musical o una tela?
el género es un efecto del discurso, construi- […] sólo las personas que ya están en ante-
do sobre la base de la exclusión de los Otros, cedentes respecto del debate teórico lo com-
¿lo es también el cuerpo? Su respuesta es prenden como relación entre los sexos,
afirmativa y se centra en el análisis del mis- como simbolización o como construcción
mo como una realidad material, marcada cultural” (Lamas, Cuerpo: 88).
por el género y filtrada a través del discurso. La academia latinoamericana también
Así, a manera de ilustración, la forma y la fue testigo del debate entre su necesidad y
apariencia corporal son modeladas a partir su prescindibilidad. Por ejemplo, la pers-
de los discursos constituidos socialmente, pectiva de diversas teóricas europeas, como
en relación con el sexo, la sexualidad y la Rosi Braidotti, en torno de que esta discu-
GÉNERO 115

sión no era necesaria, dado que el modelo de en donde suelen enfatizar su intención de
la guerra de los sexos era importada desde impulsar una “perspectiva” de género. Esto
Estados Unidos y el patrón mediterráneo del se traduce, casi siempre, en instancias crea-
machismo no respondía a una sociedad que das para dar asistencia de algún tipo a las
desplegaba otro tipo de problemática (“La mujeres, promover su inserción en forma
noción de ‘género’ es una vicisitud del idio- equitativa a la sociedad o bien, intentar
ma inglés, una noción que tiene muy poca o combatir la violencia intrafamiliar. La inclu-
ninguna relevancia en las tradiciones de las sión del término en las normativas y las ac-
lenguas romances” (79)). El énfasis, según ciones del Estado ha impactado por su cariz
Braidotti, debería estar puesto en la diferen- político.
cia sexual porque despliega más claramente Así, si género por lo general designa a las
la posición asimétrica de lo femenino y lo mujeres, los estudios de género suelen ser
masculino, dentro de un mismo sistema. La entendidos como investigaciones relaciona-
postura paralela criticaba la universalización das con el universo femenino. Una deriva-
de esa asimetría social, la propensión a di- ción de este empleo fue su actuación como
mensionarla como una condición inevitable sustituto de “feminismo”. Lo reduccionista
y su consecuente reificación, al margen de la de ambas consideraciones tuvo implicacio-
práctica sociohistórica. Los debates de este nes de peso, debido a que despojó al término
orden revelan no sólo una forma distinta de de la agencia asociada a ambos y se con-
comprender estas nociones (y, por lo tanto, virtió en objeto de sospecha y desconfianza.
el mundo), sino la existencia de diferentes La academia latinoamericana reaccionó en
agendas políticas. forma similar a lo observado por Joan Scott,
Jean Franco recuerda el debate iniciado al ser incluido por las instituciones en sus
por la iglesia católica, al rechazar el uso de programas, sus cursos, sus líneas de espe-
la palabra género, pues “intentaba provocar cialidad: “género suena más neutral y obje-
un giro ideológico y generar una nueva con- tivo que ‘mujeres’. ‘Género’ parece ajustarse
cepción de la persona humana, la subjetivi- a la terminología científica de las ciencias
dad, el matrimonio, la familia y la sociedad. sociales y se desmarca así de la (supuesta-
En suma, lo que propone es una revolución mente estridente) política del feminismo
cultural” (“The Gender Wars”: 123). La acep- (“El género”: 42).” En México, por ejemplo,
tación de que las diferencias entre varones parecerían convivir ambas vertientes. De
y mujeres son una construcción cultural, y manera pionera, en 1983 surgió el Programa
no se deben exclusivamente a aspectos de Interdisciplinario de Estudios de la Mujer,
orden biológico, abriría la puerta a un con- en el Colegio de México. Un decenio des-
junto de cambios sustanciales, alrededor del pués, en la Universidad Nacional Autónoma
aborto legalizado, la aceptación de la homo- de México, el Programa Universitario de
sexualidad, el colapso de los tradicionales Estudios de Género. Pero podía argüirse
valores familiares, razona Franco. De aquí que la denominación género, al ampliar
que no sólo haya repudiado el término, sino el espectro (y, en la percepción social, no
que la jerarquía católica en Latinoamérica sólo aludir a las mujeres), apunta hacia el
utilizó en forma indistinta “género” y “femi- desdibujamiento de esencialismos que le ad-
nismo”, en los años noventa, después de una judican a cada sexo un guión de patrones
larga insistencia por asociar a este movi- culturales y, en cambio, plantea la inclusión
miento con el comunismo, desde los años de formas alternativas de la subjetividad.
sesenta. Por lo tanto, la polisemia con que El empleo de esta categoría ha sido muy
se impregnó el vocablo, de acuerdo con las fructífero en la construcción de cánones al-
tradiciones teóricas abrevadas en Latino- ternativos, sobre todo en las ciencias socia-
américa contribuyó a que género fuera en- les y humanísticas. La recuperación de las
tendido y acogido de manera distinta, según funciones que las mujeres han desempeña-
las disciplinas, las instituciones y las regio- do, a lo largo del tiempo, en las disciplinas
nes. Por ejemplo, sin que se aclare en qué más diversas y en una pluralidad de ámbi-
sentido se le emplea, los gobiernos han tos, ha sido una de las vetas más exploradas
echado a andar programas, unidades admi- por la academia latinoamericana. Sus líneas
nistrativas, centros de estudio y de apoyo, se han movido desde la labor de rescate de
116 GÉNERO

nombres, obras y repercusiones hasta el cia encarnada en los cuerpos. Es necesario


análisis social de las causas por las cuales tener presente el aspecto material del ser y,
han destacado en ciertos sectores y, en cam- por lo tanto, lo inevitable de su sexuación.
bio, no han podido incursionar en muchos Al mismo tiempo, tampoco puede olvidarse
otros. Este tipo de estudios han debilitado que ésta es moldeada por estructuras sociales
los estereotipos como el de la existencia de –manifestadas dentro de un discurso que le
rasgos comunes como la “heterosexualidad habla al sujeto colectivo que, a su vez, es con-
compulsiva”, la “domesticidad” y carencia figurado por los propios individuos desde la
de complejidad de los productos culturales singularidad y la homogeneidad de su lugar
que han generado, o su única incidencia en social– con las que el sujeto se encuentra en
los espacios tradicionalmente considera- permanente negociación.
dos como femeninos: la familia, la pareja, La popularización del término, por lo
la maternidad. Estos esfuerzos por visibili- tanto, se ha convertido en un arma de doble
zar el papel de las mujeres han presentado filo, pues por una parte se ha hecho un con-
también riesgosas implicaciones en relación cepto maleable y útil lo mismo que para las
con la teoría, pues con el reconocimiento de diversas disciplinas como para las institu-
la activa participación femenina es posible ciones. Su amplitud puede leerse también
pisar los lindes del esencialismo: el hecho como parte de la necesidad de conciliar la
de ser mujer no implica forzosamente una diversidad de las tradiciones y las prácticas
variante de los sistemas culturales dominan- locales asociadas tanto al activismo feminis-
tes y sí, en cambio, esa perspectiva tiende ta como a los planos políticos y epistemoló-
a identificar al ser femenino con el ser bio- gicos (para las críticas feministas marxistas,
lógico. el uso de género está inscrito en un marco
El género como categoría también ha socio-político específico, lo cual difiere del
desempeñado un papel decisivo en los aná- empleo realizado por los estudios de índole
lisis de las representaciones sociales. Las in- posestructuralista que partirían de la diver-
vestigaciones realizadas desde este enfoque, sidad de las necesidades y las experiencias
sobre todo las que evaluaban los productos de las mujeres y, por lo tanto, de la ausencia
mediáticos, demostraron la reiteración de de una solución única a los problemas con-
los papeles y los ámbitos, según el género, cretos relacionados con la maternidad, la
así como sus consecuencias más evidentes: convivencia social o la inserción laboral). La
su naturalización, su función propagandís- manera como se emplea el término revela,
tica y la divulgación del destino negativo pues, uno de sus atributos: la heterogenei-
de quienes violentaran simbólicamente el dad, ya que ni sus definiciones ni su ejerci-
orden de sus comunidades. Derivaciones de cio como categoría analítica conllevan la
este tipo de estudios son aquéllos centrados misma eficacia simbólica. Por otro lado,
en la fetichización del cuerpo femenino, su uno de los riesgos de esta carencia de uni-
objetualización así como la demostración formidad es su potencial trivialización y la
de cómo los repertorios culturales, según el pérdida de su poder de provocación, puerta
género, tienen implicaciones directas en la de acceso a la complejidad que lo funda-
reproducción de la desigualdad, en relación menta. Dice Braidotti: “La feminista italiana
con los medios de producción, la genera- Liana Borghi llama al género ‘cortapastas’
ción del conocimiento, las esferas del poder porque puede tomar la forma que uno de-
público e, incluso, la toma de decisiones en see” (79).
relación con sus propios destinos. Si bien los estudios de género han dado
Al descentrar las preocupaciones en torno pie a una gran variedad de enfoques vincu-
de las diferencias irreductibles entre varones lados con las mujeres, la problematización
y mujeres, se desmorona la reificación de la sobre la construcción de las masculinidades
mujer como el eterno Otro, abre espacios de comenzó a desarrollarse y a concentrar la
intersección en donde los atributos de lo fe- atención de los académicos de manera ulte-
menino no pertenecen en exclusiva a la mu- rior. La asociación del orden patriarcal al
jer y lo masculino, al hombre, y, sobre todo, universo masculino tal vez influyó a que las
admite el diálogo entre el plano de lo sim- preguntas en torno de las masculinidades y
bólico y el de lo corporal, el de la experien- la publicación de estudios sobre los varones
GÉNERO 117

no sólo surgieran posteriormente, sino que trario, su eficacia radica en su poder expli-
aún se encuentran en una fase incipiente, en cativo y potencialmente transformador, des-
el ámbito latinoamericano en específico, o de el momento en que puede dar cuenta de
que no susciten el mismo entusiasmo en to- las numerosas variaciones y facetas donde
das las disciplinas del conocimiento. lo simbólico encarna en realidades sociales
Las valoraciones desiguales alrededor de determinadas.
los atributos asociados a lo masculino y a lo El género dentro de los estudios cultu-
femenino han propiciado que los hombres rales en Latinoamérica, en cambio, apenas
asuman los modelos genéricos que más ven- si comienza a aparecer como categoría de
tajas sociales reporten. Sus experiencias, análisis. Ha habido una mayor insistencia
conductas y prácticas se ven influidas por en problemas como una nueva definición de
los imperativos de la heterosexualidad, para cultura y sus derivaciones hacia el análisis
la cual la virilidad se define por la capacidad de lo popular, las relaciones interétnicas, la
de dominar, controlar, penetrar. Los estudios emergencia de actores colectivos relegados
contemporáneos sobre las masculinidades tradicionalmente a los márgenes, hibridacio-
se han preocupado por cuestionar cómo se nes y nuevas configuraciones identitarias o
construyen las subjetividades de los varo- la complejización de las nociones de nación,
nes, cuál es la relación entre éstas y los pro- ciudadanía y el impacto de la globalización.
cesos de socialización, qué implicaciones Y aunque el género cruza todos esos ámbi-
lleva consigo la desnaturalización de la teo- tos, sus implicaciones apenas si comienzan
ría y la praxis sobre el “hombre” en singular, a ser dimensionadas. Parecería como si la
el carácter diverso y plural de las identida- estrecha asociación del término con el mo-
des masculinas, de qué manera las dinámi- vimiento feminista hubiera propiciado su
cas de género están presentes en las pregun- enclaustramiento a un restringido espacio
tas y las metodologías de investigación sobre epistemológico, propio de unas décadas y
estos temas, por mencionar algunos de sus un cuerpo de conocimiento ya superados.
tópicos. Como otras nociones abordadas en Desde distintos lugares, estudiosas como
esta entrada, “ser hombre” es también un Sylvia Molloy (2000) y Marta Lamas (2003)
término en disputa. intentan contestar a la interrogante de por-
qué, en Latinoamérica, aún no se realiza un
ESTUDIOS CULTURALES EN LATINOAMÉRICA Y GÉNE- cuestionamiento radical ni tampoco existe
RO. Las investigaciones actuales sobre el gé- un debate teórico en torno de las problemá-
nero en Latinoamérica apuntan hacia pro- ticas que de él se derivan.
blemas específicos y se fijan metas más Rápidos muestreos de publicaciones dedi-
limitadas. Los estudios de género promovi- cadas en los últimos años a los estudios cul-
dos desde las instituciones universitarias, turales exteriorizan un llamativo silencio al-
las gubernamentales y las privadas aportan rededor del género (Hart y Young, 2003; Ríos
una visión cercana a la del rompecabezas, et al., 2003; Sarto et al., 2004; Salas Astrain,
en donde las piezas van ajustándose y dibu- 2005) Si bien como término se encuentra
jan, poco a poco, un mapa cultural sobre el presente, se incluye como algo dado y pro-
tema. Se aspira que cada investigación des- yecta la apariencia de que la discusión está
criba qué sujetos y bajo qué circunstancias cerrada. Según Molloy:,“Tradicionalmente
históricas específicas son analizados, brin- el género como categoría de análisis no ha
den una orientación temática y atienda tan- gozado de la atención ni del respeto de la
to las diferencias como las especificidades crítica latinoamericana […] sigue viéndose
culturales e históricas. En síntesis, concep- como categoría crítica no del todo legítima,
tos como género, sexo o diferencia sexual son hasta abyecta, a menudo postergada cuando
de una gran utilidad como categorías de aná- no subordinada a categorías consideradas
lisis, si su punto de arranque es la convicción más urgentes” (“La flexión…”). Estas posi-
de su carácter provisional: si se conciben ciones desarman “la capacidad interventora
como construcciones epistemológicas de ca- del género” y lo sitúan en el “más afuera
rácter abstracto e ideal, lo cual no elimina de los proyectos de cultura nacional” (“La
su materialización e impacto real y medible flexión…”). Una de las principales preocu-
en los conglomerados sociales. Por el con- paciones de esta académica radica en que
118 GÉNERO

al leer de manera parcial el texto cultural, falta de una teoría propia y la dependencia
se deja de lado, sistemáticamente, toda hacia las lecturas emanadas del ámbito an-
posibilidad de un desvío de los discursos glosajón podría ser la contraparte del argu-
establecidos e, incluso, de sus contrarrela- mento de Richard acerca de la existencia del
tos. A partir de los razonamientos de Nelly detalle y la materialidad operativa, la de
Richard, propone nuevas re-flexiones (nue- “una crítica en acción y en situación, es de-
vas flexiones) en el texto cultural latinoame- cir, necesariamente imbricada en el funcio-
ricano y la necesidad de fisurar los discursos namiento práctico de una estructura local”
establecidos. (“El conflicto…”, 2003: 444). Los enfoques
Richard, por su lado, se pregunta si no de ambas permiten apreciar la amplitud
debiera ser fisurado el rótulo de “estudios de los rangos en los que se mueve el géne-
culturales latinoamericanos” como probable ro: desde la urgencia por forjar conceptos
bloque de poder, si su adopción se debiera a propios o construirlos a partir de la crítica
la influencia de la academia estadunidense y de los ya existentes hasta la indagación de
su consiguiente institucionalización, y no a cómo opera desde condiciones socio-histó-
proyectos propios de crítica de las discipli- ricas específicas. La convergencia de las mi-
nas. En este sentido, pudiera ser más trans- radas sobre sus posibilidades como catego-
gresor y poseer un mayor sentido político ría de análisis conduce a la necesidad de
hablar de “estudios de género” o “crítica fe- definir, interrogar y reconceptualizar todas
minista”, en virtud del sentido otorgado en aquellas nociones que lo sustentan y lo en-
el seno de las tradiciones locales y la apro- riquecen (sexo, sexualidad, identidad, dife-
piación de estas denominaciones por enci- rencia sexual, feminidad, masculinidad,
ma de aquélla (“El conflicto…”, 2003: 444). etc.), en lugar de colapsarlas en un solo vo-
Al hacer notar que en México, “ni en el cablo: “género” (Hawkesworth, Feminist
ámbito intelectual ni en el académico” ha Inquirí: 175).
habido interés por entablar una discusión
teórica rigurosa sobre el tema, lo cual se OBRAS DE CONSULTA. Braidotti, Rosi, Feminismo,
traduce en falta de ensayos y reflexiones pu- diferencia sexual y subjetividad nómada, Bar-
blicadas, Marta Lamas coincide con celona, Gedisa, 2004; Butler, Judith, Bodies
Braidotti sobre la tendencia de una despreo- That Matter: On the Discursive Limits of ‘Sex’,
cupación casi total de los varones por abor- Nueva York, Routledge, 1993 [Cuerpos que im-
darlo. Ello da como resultado la existencia portan. Sobre los límites materiales y discursi-
de especies de guetos: “manejan una clien- vos del “sexo” (trad. Alcira Bixio), Buenos Aires,
tela básicamente femenina y funcionan tam- Paidós, 2002]; Butler, Judith, Gender Trouble:
bién como lugares de formación de cuadros Feminism and the Subversión of Identity, Nueva
para la actividad política” (“Cultura…”, York, Routlege, 1993 [El género en disputa:
2003: 340-343). Al igual que Molloy, se per- el feminismo y la subversión de la identidad
cata de la escasez de estudios que pretendan (trad. Mónica Mansour y Laura Enríquez),
poner en crisis las representaciones de los México, Paidós, 2001]; Cranny-Francis,
géneros convencionales (incluso habla del Anne et al. (eds.), Gender Studies. Terms
heterosexismo como premisa de las investi- and Debates, Suffolk, Palgrave Macmillan,
gaciones realizadas) y sostiene que “los es- 2003; Fougeyrollas-Schwebel, Dominique et
tudios de género no constituyen todavía una al. (dirs.), Le genre comme catégorie d’ana-
tendencia teórica importante en el área de lyse. Sociologie, histoire, littérature, París,
los estudios culturales, y tampoco están cru- L’Harmattan, Bibliothèque du Féminisme/
zados por una perspectiva transversal de RING, 2003; Hawkesworth, Mary, “Confundir
género” (ibid: 346). el género”, Debate feminista, año 10, núm. XX,
Lamas alude a la realización de investi- octubre de 1999, pp. 3-48; Hawkesworth, Mary,
gaciones sustentadas en datos y trabajo de Feminist Inquiry. From Political Conviction to
archivo, la labor de recuperación y relectura Methodological Innovation, New Brunswick,
de mujeres olvidadas, así como al análisis de Rutgers University Press, 2006; Kaminsky,
prácticas discursivas y de vida, desde la so- Amy K., Reading the Body Politic: Feminist
ciología, la historia, la antropología y la li- Criticism and Latin American Women Writers,
teratura, principalmente. Su desazón por la Minneapolis, University of Minessota Press,
GÉNERO / GLOBALIZACIÓN 119

1993; Lamas, Marta, Cuerpo: diferencia sexual miento” europeo de Amerindia en 1492 hace
y género, México, Taurus, 1992; Lamas, Marta, posible una red de conexiones entre todos
“Cultura, género y epistemología”, en José los continentes del mundo. Entendido así,
Manuel Valenzuela Arce (coord.), Los estudios la globalización no es nada nueva, pero la
culturales en México, México, FCE/CNCA, 2003; ubicuidad del término en los discursos po-
Lamas, Marta, Feminismo. Transmisiones y re- líticos, económicos, culturales, y académi-
transmisiones, México, Taurus, 2006; Ludmer, cos al principio del siglo XXI indica que ha
Josefina, “Las tretas del débil”, <http://www. adquirido un significado más específico en
isabelmonzon.com.ar/ludmer.htm> (orig. de cuanto a la historia y el desarrollo reciente
1985); Molloy, Sylvia, “La flexión del género de la geopolítica.
en el texto cultural latinoamericano”, Revista Hay varias periodizaciones del desarro-
de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, pp. 54- llo de las relaciones capitalistas a partir
56; Monsiváis, Carlos, “Crónica de aspec- del año 1492 y la conquista española de
tos, aspersiones, arquetipos y estereotipos Amerindia. El concepto del “sistema mun-
de la masculinidad”, Desacatos: Revista de dial” de Immanuel Wallerstein posiciona ese
Antropología Social, 16, otoño/invierno 2004, momento como el paso de un previo sistema
90-108; Portugal, Ana María, “Feminismo”, en interregional hacia una organización pro-
Salas Astrain, Ricardo (coord.), Pensamiento piamente mundial, con Europa en el cen-
crítico latinoamericano: conceptos fundamen- tro como origen de los “descubrimientos” y
tales, Santiago de Chile, Ediciones Universidad del capitalismo. Ese momento introduce la
Católica Silva Henríquez, 2 vols., 2005, pp. cuarta etapa del “sistema mundial”, o sea,
355-360; Richard, Nelly, “El conflicto entre las la modernidad. Mucho se ha escrito sobre
disciplinas”, Revista Iberoamericana LXIX: 203, la globalización como la etapa culminante
4-6, 2003, pp. 441-448; Scott, Joan, “El género: de un eurocentrismo que pretende moderni-
una categoría útil para el análisis histórico”, zar el mundo según un modelo totalizador
en Navarro, Marysa y Catherine R. Stimpson de “la civilización”. Pensado así, tanto los
(comps.), Sexualidad, género y roles sexuales, efectos positivos de la globalización como
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, los efectos negativos se atribuyen al final del
1999, pp. 37-76; Vargas, Virginia, “Declaración sistema eurocéntrico (la modernidad). Ese
de América y el Caribe”, Debate feminista, año final se imagina como el momento en que ya
6, núm. XII, octubre de 1995, pp. 75-83; West, no hay más recursos naturales que explotar,
Candace y Don H. Zimmerman, “Haciendo ni nuevas poblaciones a quienes transferir
género”, en Marysa Navarro y Catherine R. la carga obrera a poco costo, ni manera de
Stimpson (comps.), Sexualidad, género y roles seguir controlando la proliferación de las
sexuales, Buenos Aires, Fondo de Cultura diferencias sociales ni la resistencia econó-
Económica, 1999, pp. 109-143. mica, política, y cultural que éstas generan.
Otra manera de situar la globalización, sin
[MARICRUZ CASTRO RICALDE] embargo, la restringe mucho más en térmi-
nos temporales y filosóficos, viéndola como
la estructura económica y cultural de la pos-
globalización modernidad. Desde este punto de vista, la
globalización significa la americanización
La palabra globalización se refiere general- de las economías y culturas mundiales a
mente a los procesos a través de los cuales partir de 1945 porque es en este periodo
las economías y las culturas en todas partes que Estados Unidos desarrolla industrias
del planeta llegan a ser cada vez más in- más fuertes y flujos de capital más prolíficos
terdependientes. El Giro Copernicano mar- que Europa a causa de la segunda guerra
ca el comienzo de la globalización porque mundial.
introduce el concepto de la Tierra como Actualmente, el término “globalización”
un cuerpo esférico, o global, pero también describe un aumento vertiginoso del comer-
porque permite la navegación y el comercio cio inter y transnacional que, combinado
que vincularán las comunidades humanas a con una preferencia por las políticas del
pesar de las grandes distancias geográficas mercado libre por encima de las proteccio-
y culturales. Particularmente, el “descubri- nes de las economías locales o nacionales,
120 GLOBALIZACIÓN

busca la expansión de una sola economía conexiones internacionales cada vez más
capitalista con un impacto planetario. Este eficientes y rentables. En ambos casos, la
proceso depende de los rápidos avances en lucha entre la homogeneización y la autono-
las tecnologías comunicativas, mientras que mía cultural y política es central, pero se
a la vez los produce. Tales avances facilitan plantea en términos que ya no se limitan a
la transferencia electrónica del capital igual la geografía. Eso abre nuevas posibilidades
que de la información. Además, se aumenta de imaginar los grupos y los movimientos
la eficiencia en la transferencia de bienes y sociales, ya que se pueden establecer en to-
personas alrededor del mundo. En este sen- das partes del planeta sin respetar los lími-
tido, la globalización condensa el tiempo y tes nacionales o regionales.
el espacio, achicando el mundo por acele- Con la globalización reciente, los concep-
rar el tiempo necesario para que la gente tos del centro y periferia, del primer mundo
interactúe, sin importar su ubicación geo- y segundo (o tercer) mundo, o del desarrollo
gráfica. Entonces, a partir de los años ochen- y el subdesarrollo, llegan a ser cada vez más
ta, la globalización se ha vuelto un término anacrónicos porque se refieren a zonas geo-
popularizado que se refiere tanto a la alta gráficas mientras que los nuevos vínculos y
velocidad de los cambios en la experiencia alianzas se dan ahora en esferas que no son
de lo local, como al aumento de los vínculos geográficas sino sociales en una escala mun-
mundiales en los campos económicos, polí- dial. Los capitalistas superricos de todas
ticos y culturales. partes del mundo, por ejemplo, tienen más
La globalización económica comprende en común unos con otros, y con más facili-
la cooperación transnacional y supranacio- dad, que con sus paisanos obreros. Otras
nal para la producción, la distribución, y el agrupaciones también se ven según sus pa-
consumo de bienes y servicios, incluso los trones de consumo o su activismo político
servicios financieros (el Fondo Monetario extranacional (los jóvenes, la clase media
Internacional o el Banco Mundial). La glo- educada, los grupos étnicos, etc., y hasta los
balización política concentra el poder ad- activistas en contra de la globalización).
ministrativo sobre la política pública y eco- Algunos creen que la globalización repre-
nómica en una gran variedad de acuerdos senta una profunda amenaza para las iden-
y enlaces multinacionales (la Organización tidades y particularidades locales que los
Mundial del Comercio, el Tratado de Libre Estados-nación pretenden nutrir y proteger.
Comercio de América del Norte, Mercosur, Otros ven la trascendencia del Estado-
la Unión Europea, etc.), y considera los pro- nación como una liberación de las hegemo-
blemas locales dentro de un contexto glo- nías modernas y totalizadoras; es decir, que
bal. Finalmente, la globalización cultural los debilitados gobiernos nacionales pueden
se refiere a la diseminación mundial de la ceder su poder a favor de nuevos tipos de la
información, las imágenes, los valores, y los organización social, más democráticos y
gustos, junto con un creciente cosmopoli- menos limitados por la geografía o por los
tismo de la vida urbana. Obviamente, estos sistemas políticos formales. Esta última po-
tres campos se entretejen y el proceso glo- sición subraya el potencial de la globaliza-
balizante en cualquiera de ellos afecta todos ción como una fuerza social progresista,
los otros. mientras que la anterior enfatiza su poten-
Por ejemplo, como resultado de los enla- cial como un proceso hipercapitalista y no
ces económicos transnacionales, el papel de regulado que subyuga a la ciudadanía activa
los estados-nación se debilita en cuanto a la bajo el control anónimo del mercado libre.
supervisión de la actividad económica y la Típicamente se toma una u otra posición
preservación de los patrimonios culturales. de acuerdo con el énfasis relativo que se dé
Algunos teóricos consideran que la globali- a las tres categorías mencionadas arriba, y
zación es la fuerza económica dominante dependiendo del punto de vista ideológico
que va a dar fin al Estado-nación moderno que se tenga en cuanto a la relación entre el
por medio del flujo del poder por vías extra- capital, el consumo y las condiciones labo-
nacionales. Otros, sin embargo, sostienen rales. Por ejemplo, los teóricos que enfati-
que la globalización, irónicamente, refuerza zan las ventajas de la comunicación y el
la estabilidad nacional para promover las consumo (tanto material como cultural) fa-
GLOBALIZACIÓN 121

cilitado por la globalización, la ven como igual la gente migra más en busca del tra-
una fuente de un poder político más demo- bajo y la estabilidad socio-económica. Por
cratizado y popular. Pero los que prestan ende, los focos clave de los estudios cultu-
más atención a la explotación laboral en los rales relativos a la globalización incluyen las
procesos de producción que carecen de una migraciones humanas (incluso sus causas
regulación gubernamental adecuada, ven la y sus efectos); la desterritorialización y la
globalización como un sistema que profun- reterritorialización de ideas, identidades, y
diza tanto las desigualdades socio-económi- recursos económicos; las comunicaciones;
cas como el debilitamiento político de la y el consumo.
clase obrera global. Los debates latinoamericanos sobre la
Los estudios culturales empiezan a figu- globalización están fuertemente cargados de
rar centralmente en los discursos académi- la historia regional. Dado que la conquista
cos en el mismo periodo histórico que la de Amerindia marca el comienzo del llama-
nueva fase acelerada de la globalización. La do “sistema de 500 años” (Noam Chomsky),
globalización, vista como una vasta red de la violenta entrada de esa región en el “sis-
enlaces inter y transnacionales de todo tipo, tema mundial” paradójicamente hace posi-
desafía la organización disciplinaria de la ble la modernidad a la vez que establece una
academia. Los estudios culturales, con su relación estructuralmente subordinada, pri-
acercamiento inter y transdisciplinario al mero con Europa, y luego con Estados
análisis de las emergentes formas de orga- Unidos. Los efectos de la globalización en
nización social y de la expresión, aceptan el América Latina están necesariamente cir-
reto. Si la crítica literaria moderna solía ver cunscritos por quinientos años de la explo-
el vínculo entre la producción literaria y el tación, la dependencia y la desigualdad tan-
desarrollo (o crítica) de los Estados-nación to interna como en relación con el llamado
modernos, los estudios culturales buscan centro. Por eso, cualquier potencial progre-
analizar cómo los vínculos transnacionales sista que tenga la globalización tiende a ser
en las esferas de la economía, la política y eclipsado por su intensificación de la vulne-
las comunicaciones generan nuevas alianzas rabilidad regional relativa a los centros del
sociales y formas de la expresión cultural. poder capitalista.
Es más, también analizan la manera en que El neoliberalismo imperante en la ma-
estas formas generan, en su turno, nuevas yoría de los gobiernos latinoamericanos
relaciones políticas y económicas. Este en- durante los últimos decenios del siglo XX
foque nos permite ver el flujo de personas, apoyaba el avance de la globalización en
bienes y signos como una situación en que la medida en que insistía en el poder del
la economía y la política se vuelven cultura mercado abierto y mundial, junto con la
y la cultura se vuelve economía y política. privatización y la inversión extranjera, de
Los estudios culturales tienden a recono- resolver los problemas económicos y so-
cer que estos procesos globalizantes todavía ciales. A partir de 1990 se seguía las reco-
se dan en relación con lo nacional, pero ya mendaciones del Consenso de Washington
no se privilegian las fronteras nacionales que apuntaban en la misma dirección. Sin
como si fueran el factor determinante para embargo, como reacción en contra de los
el establecimiento, la estructuración o la ex- efectos del neoliberalismo, otro tipo de go-
tensión de alianzas entre las comunidades. biernos comienzan a ser instalados en la
En la medida en que hacen hincapié en la región con el cambio de siglo: Hugo Chávez
globalización como la fuerza dominante en en Venezuela (1998), Lula da Silva en
las formas emergentes de la organización Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina
y expresión social, los estudios culturales (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004),
se ocupan del movimiento de todos tipos. Evo Morales en Bolivia (2005) y Michelle
Mientras los medios electrónicos siguen Bachelet en Chile (2006). En 2006, las em-
acelerando la comunicación, los mensajes patadas elecciones presidenciales en México
y las imágenes alcanzan un público que se giraron en torno al mismo debate entre la
expande exponencialmente. Incluso mien- continuación del neoliberalismo, represen-
tras el capital viaja por el mundo con más tado por el PAN (Felipe Calderón) y la can-
libertad en busca de la mano de obra barata, didatura de Andrés Manuel López Obrador
122 GLOBALIZACIÓN

(del PRD), que proponía defender los intere- las masivas manifestaciones públicas por los
ses laborales y los servicios sociales tanto mexicanos que residen en Estados Unidos.
como la libre circulación del capital. Se buscaba el reconocimiento de su presen-
Aunque estos nuevos gobiernos apelan a cia y productividad, junto con nuevas polí-
una resistencia a la globalización sin frenos, ticas que respeten los aportes económicos y
todavía no se ha resuelto una serie de pre- culturales de los inmigrantes. Se notaba, sin
guntas clave que surgen en todo debate so- embargo, que aunque haya un movimiento
bre la globalización actual en América visible y fuerte de esa población, y que la
Latina. Primero, ya que la larga historia de migración obedezca las necesidades del ca-
la mundialización depende de los vínculos pital transnacional, no existen las estructu-
intercontinentales, y América Latina ocupa ras políticas transnacionales para contestar
una posición geográfica originaria en esa sus demandas.
historia, ¿cómo se entiende el fenómeno de Una pregunta frecuentemente comentada
la desterritorialización? Las migraciones desde un enfoque en la globalización cultu-
masivas hacia los centros urbanos por un ral, es hasta qué punto la nueva etapa del
lado, y entre países por otro lado, conducen capitalismo globalizado convierte las identi-
al desarrollo de identidades y prácticas mul- dades y las expresiones culturales en el mero
ticulturales igual que a la ciudadanía múlti- consumismo, despolitizado y desconectado
ple. Carlos Monsiváis ha articulado esta si- de sus contextos locales: “compro, luego exis-
tuación como la emergencia de la nueva to”. La identificación del consumismo extre-
“frontera portátil”. En este sentido, si bien mo con la americanización cultural, y la
el conjunto de los nuevos procesos globali- americanización con la globalización, signi-
zantes implica la creciente superación de los fica que se critica la globalización como un
límites espaciales y temporales, ¿desde dón- instrumento del control social que desmovi-
de se articulan los derechos civiles y labora- liza a la gente políticamente, desnacionaliza
les, la representatividad gubernamental o la las economías, y convence a las clases pobres
creatividad cultural? de que pueden (o deben) ser consumidores a
El movimiento zapatista en México, que todo dar. Tal proceso sólo agrava la distancia
emergió públicamente en 1994, el mismo entre los deseos y la realidad (Monsiváis).
año en que se implementó el Tratado de Una de las figuras centrales en los deba-
Libre Comercio de América del Norte, es un tes mexicanos y latinoamericanos sobre la
fuerte ejemplo del cruce entre la economía relación entre el consumo y la cultura es
globalizada, las tensiones internas al Estado- Néstor García Canclini. Este antropólogo
nación moderno, y la red mundial de co- interdisciplinario no descarta los costos ni
nexiones extragubernamentales. El Ejército las ventajas de la globalización. Más bien,
Zapatista de Liberación Nacional se había habla de las múltiples mediaciones debido a
organizado para defender los derechos hu- las cuales la globalización se define como
manos, económicos, y culturales en las zo- “un conjunto de procesos de homogeneiza-
nas agrarias e indígenas en el sur de México. ción y, a la vez, de fraccionamiento articu-
Ese movimiento político-militar localizado lado del mundo, que reordena las diferen-
en Chiapas pretendía desafiar la legitimidad cias y las desigualdades sin suprimirlas” (La
de la política nacional neoliberal desde un globalización: 49). Esta definición enfatiza la
lugar específico dentro de la nación, pero naturaleza indeterminada de la actual fase
también a través de una red de alianzas ét- hipercapitalista. Es decir, como se ve tanto
nicas e ideológicas supranacionales. Para el en el neozapatismo, en la lucha por los de-
año 2006, la red neozapatista había logrado rechos de los trabajadores transnacionales,
un alcance mundial, vinculando y apoyando o en la elección de gobiernos antineolibera-
toda una serie de movimientos sociales que les, la globalización puede producir nuevos
comparten marcos cognitivos y posiciones tipos de agencia personal y económica a la
morales. El movimiento neozapatista ya no vez que puede generar nuevas formas de ex-
es sólo un asunto indígena, ni chiapaneco, plotación u homogeneidad cultural.
ni mexicano, sino global.
Otro ejemplo que revela la complejidad y OBRAS DE CONSULTA.
Colclough, Christopher y
la urgencia de tales cruces fueron, en 2006, James Manor (eds.), ¿Estados o mercados?:
GLOBALIZACIÓN 123

el neoliberalismo y el debate sobre las políti- México, Consejo Nacional para la Cultura y
cas de desarrollo, México, Fondo de Cultura las Artes/Fondo de Cultura Económica, 1993,
Económica, 1995 (1a. ed., 1991); Dussel, pp. 500-513; Ribeiro, Darcy, Las Américas y la
Enrique, Ética de la liberación en la edad civilización: proceso de formación y causas del
de la globalización y la exclusión, Madrid, desarrollo desigual de los pueblos americanos,
Trotta, 4a. ed, 2002; García Canclini, Néstor, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992; Robertson,
La globalización imaginada, México, Paidós, Roland, Globalization: Social Theory and Global
1999; Monsiváis, Carlos, Los rituales del caos, Culture, Londres, Sage, 1992; Wallerstein,
México, Ediciones Era, 2a. ed., 2001 (1a. ed., Immanuel, The Modern World System, Nueva
1995); Monsiváis, Carlos, “¿Tantos millones York, Academic, 1974 [El moderno sistema
de hombres no hablaremos inglés? (La cul- mundial (trad. Antonio Resines, et al.), México,
tura norteamericana y México)” en Guillermo Siglo XXI Editores, 1998].
Bonfil Batalla (comp.), Simbiosis de cultu-
ras: los inmigrantes y su cultura en México, [REBECCA E. BIRON]
hegemonía de poder político directo” sino que “incluye,
como uno de sus elementos centrales, una
El concepto de hegemonía ocupa un lugar manera particular de ver el mundo y la na-
central en los debates teóricos y políticos turaleza y relaciones humanas” (Keywords:
contemporáneos y ha ejercido gran influen- 118). Gramsci sugiere que la hegemonía im-
cia en el desarrollo de los estudios culturales plica que los valores y visión del mundo de
en diversas partes del mundo. El punto de las clases dominantes se convierten en una
partida de las discusiones sobre hegemonía especie de “sentido común” compartido por
suele ubicarse en el trabajo del teórico ita- los grupos dominados, en virtud del cual
liano Antonio Gramsci (1891-1937). En sus terminan aceptando –aunque no necesaria-
Cuadernos de la cárcel y otros trabajos, mente justificando– el ejercicio del poder
Gramsci propuso una serie de herramientas por parte de los grupos dominantes. Dicho
conceptuales para entender las formas his- sentido común es diseminado y adquirido a
tóricas concretas en que se ejerce la domi- través de un proceso complejo en el que la
nación por parte de ciertos grupos o clases educación, la religión y la cultura juegan un
sobre otros, y los mecanismos políticos y papel crucial.
culturales que dan sustento a esas formas. Hay tres elementos que deben destacarse
Lo que buscaba Gramsci era analizar la dia- en la formulación gramsciana del concepto
léctica entre coerción y consenso dentro de de hegemonía. Primero, el carácter dinámi-
ese proceso y, al mismo tiempo, superar las co del proceso que conduce a la hegemonía;
interpretaciones economicistas de la histo- en otras palabras, la hegemonía no es un
ria y la política al introducir de manera cen- “momento” estático en el proceso histórico,
tral el papel de la cultura dentro del análisis sino el resultado de un continuo cotejo de
de la dominación. formas complejas y articuladas de domina-
Gramsci arriba a una comprensión de la ción y resistencia. Segundo, esta formulación
hegemonía como una forma de dominación subraya la importancia de entender el papel
en la cual la coerción y la violencia no desa- activo de los grupos subalternos dentro del
parecen, pero sí coexisten con formas de proceso histórico: sin una adecuada com-
aceptación del poder y la dominación más prensión de esta función, el análisis de las
o menos voluntarias o consensuales por par- formas en que se ejerce el poder resulta cla-
te de los sujetos subalternos. “Para poder ramente insuficiente. Tercero, la noción
ejercer el liderazgo político o hegemonía gramsciana de hegemonía nos permite pen-
–escribió Gramsci– uno no debe contar so- sar en la articulación entre formas económi-
lamente con el poder y la fuerza material del cas, jurídicas y políticas de poder, por un
gobierno” (citada en Ruccio), sino también lado, y las dinámicas de intercambio y con-
con la aceptación más o menos voluntaria flicto cultural e ideológico, por otro.
de los sujetos dominados, aceptación que El interés de Gramsci por la noción de
aparece crucialmente mediada por las for- hegemonía no era solamente metodológico,
mas culturales de interacción entre domina- es decir, no estaba únicamente interesado en
dos y dominadores. Según el crítico literario esclarecer los procesos de dominación en la
británico Raymond Williams, el concepto de historia y en el mundo contemporáneo, por
hegemonía se refiere no sólo a los “asuntos el contrario, su mayor interés radicaba en la

[124]
HEGEMONÍA 125

posibilidad de construir un proyecto hege- po, sin embargo, la aceptación por parte de
mónico alternativo: aquél que, en su visión, los esclavos de esta hegemonía no fue ente-
llevaría al poder a los grupos subalternos ramente pasiva ni anulaba el antagonismo
–un término que él también acuñó como de clase o la agencia de los propios esclavos,
sustituto de “clase obrera”–. Por lo tanto, su quienes convirtieron al sistema legal –y a la
formulación de la hegemonía como un pro- ideología paternalista que regía en gran par-
ceso que incluía de manera central a la cul- te las relaciones entre amos y esclavos– en
tura significaba que él identificaba en esta fuentes de nociones legitimantes que estos
dimensión cultural un eje crucial en la cons- últimos usaron para proteger sus propios
titución de una alternativa revolucionaria. derechos (Thompson).
Así, la propuesta de Gramsci contribuía a Los planteamientos de Gramsci resulta-
superar el economicismo dominante tanto ron particularmente útiles en ese doble es-
en los análisis históricos y políticos como en fuerzo en que se hallaban empeñados estos
las propuestas de organización política de historiadores marxistas: por un lado, busca-
los grupos subalternos. En ambos sentidos, ban repensar el marxismo más ortodoxo,
Gramsci habría de convertirse en un hito aquel que veía en la dominación un mero
fundamental en el desarrollo de formas me- ejercicio del poder de arriba hacia abajo; y
nos rígidas y dogmáticas de acercarse a la por otro, intentaban superar los esquemas
teoría social y a la práctica política. reduccionistas de “base” y “superestructura”
En los años setenta, un grupo de historia- según los cuales la cultura era una mera de-
dores marxistas interesados en superar las rivación de las estructuras políticas y pro-
versiones economicistas y reduccionistas ductivas. El trabajo de Raymond Williams,
del marxismo redescubrieron a Gramsci y desde la perspectiva de los estudios litera-
utilizaron creativamente la noción de hege- rios y culturales, resultaba aquí muy cerca-
monía. Autores como Eugene Genovese y no a estos esfuerzos.
Edward P. Thompson, por ejemplo, apela- En un terreno más polémico, el teórico y
ron a la noción gramsciana de hegemonía politólogo James C. Scott cuestionó la defi-
para destacar el papel del sistema legal en la nición gramsciana de hegemonía. Scott asu-
construcción de un sistema de dominación me que la hegemonía en el sentido grams-
de clase que, al menos parcialmente, conta- ciano implica la ausencia de conflicto, es
ba con la aquiescencia de los grupos subal- decir, la aceptación pasiva y voluntaria por
ternos –los esclavos del sur norteamericano, parte de los grupos subalternos de las es-
en el primer caso, y los sectores plebeyos en tructuras de dominación que los mantienen
la Inglaterra del siglo XVIII, en el segundo–. oprimidos. Hegemonía, dice Scott, “simple-
Pero es importante subrayar que para estos mente es el nombre que Gramsci le da a este
historiadores la hegemonía no implicaba proceso de dominación ideológica. La idea
–como algunos autores habían sugerido– la central detrás de esta idea es que la clase
ausencia de conflicto, sino la existencia de dominante controla no solamente los me-
unos parámetros sociales que permitían pro- dios de producción física sino también los
cesar el conflicto en formas que no pusieran medios de producción simbólica” (Weapons
en riesgo la continuidad del status quo. Para of the Weak: 315). Gramsci, insiste Scott, se
Genovese, por ejemplo, la hegemonía con- limitó a explicar “las bases institucionales
lleva implícito el antagonismo de clase, pero de la falsa conciencia” (315). Una vez for-
también “la habilidad” de las clases domi- mulada esta noción de hegemonía, Scott
nantes para “contener aquellos antagonis- procede a demolerla en tanto, primero, ella
mos en un terreno en el cual su legitimidad subestima la capacidad de los subalternos
no era peligrosamente cuestionada” (26). En para desmitificar la ideología dominante y,
su análisis de la esclavitud estadunidense segundo, supone que la aceptación pragmá-
Genovese encontró que el sistema legal “ac- tica por parte de los subalternos de lo que
túa hegemónicamente para convencer a la es “inevitable”, social y políticamente ha-
gente que sus conciencias privadas pueden blando, debe ser interpretada como que
estar subordinadas –de hecho, moralmente, para ellos es “justo”. El trabajo de Scott se
deben estar subordinadas– a la decisión co- centra en la crítica a la idea –común entre
lectiva de la sociedad” (27). Al mismo tiem- ciertos teóricos marxistas– de que la ausen-
126 HEGEMONÍA

cia de manifestaciones de resistencia abier- minación colonial en la India constituyó un


ta y violenta (revolucionaria) por parte de caso de “dominación sin hegemonía” y acu-
los subalternos debería ser interpretada só a la historiografía tanto colonial como
como aceptación de la dominación y sus pa- nacionalista de inventar lo que él llama una
rámetros ideológicos. Scott procede enton- “hegemonía espúrea”, aquella que sugiere la
ces a identificar las formas triviales y coti- colaboración voluntaria de la población in-
dianas de resistencia que revelarían lo que dia con el proyecto de dominación colonial
él llamó “discursos ocultos”. En su interpre- y la virtual ausencia de resistencia (72). En
tación, los subalternos aparecen constante- los años subsiguientes, el proyecto de los
mente desafiando, cuestionando y subvir- estudios subalternos habría de ejercer una
tiendo el poder de los grupos dominantes, enorme influencia en otras latitudes, inclu-
de modo que la supuesta hegemonía queda yendo los estudios latinoamericanos, como
disuelta en esta proliferación de pequeños veremos más adelante. Su novedosa pro-
desafíos que demostrarían la falta de “con- puesta metodológica iba aparejada con una
formidad” de los subalternos, por lo tanto, postura política bastante explícita, aunque
la ausencia de hegemonía. no por ello menos polémica. Se trataba de
Si algo unificaba los trabajos de Thomp- adoptar al subalterno no sólo como objeto
son, Genovese, Willliams y Scott era el es- de análisis, sino también como sujeto de re-
fuerzo por iluminar la experiencia de los sec- flexión teórica y política (Chaturvedi).
tores oprimidos en la historia. Un objetivo En sendos trabajos, dos académicos la-
similar se puede encontrar en el trabajo co- tinoamericanistas, el antropólogo Willliam
lectivo del grupo conocido como “Estudios Roseberry y la historiadora Florencia Mallon,
subalternos” de la India y, en especial, de ofrecieron importantes aportes en la discu-
su principal mentor, el historiador Ranajit sión sobre la noción de hegemonía como
Guha (el grupo tomó su nombre de la revista herramienta para analizar históricamente el
que editaban Guha y sus colaboradores, ti- ejercicio de la dominación. En su comenta-
tulada Subaltern Studies). El grupo tomó su rio a una valiosa colección de ensayos sobre
inspiración de la noción de “clases” o “gru- la Revolución mexicana y la “negociación de
pos” subalternos desarrollada precisamente la dominación” en México, Roseberry adver-
por Gramsci. Aunque emparentados con la tía que el concepto de hegemonía debe ser
perspectiva de la llamada “historia desde visto menos como una herramienta para
abajo”, los integrantes del grupo adoptaron entender el consenso que como un instru-
una postura política y epistemológica en mento analítico para comprender las luchas
muchos sentidos mucho más radical. Ellos y conflictos por el poder. Hegemonía, insiste
criticaron frontalmente las versiones “eli- Roseberry, no es “una formación ideológica
tistas” de la historia –tanto en su versión acabada y monolítica, sino un proceso de
colonial como en sus versiones nacionalista dominación y lucha problemático y contes-
y marxista– que habían invisibilizado a los tado” (“Hegemony”: 358). Según Roseberry,
subalternos. Influidos además por las co- esta manera de entender la hegemonía nos
rrientes posestructuralistas, Guha y sus co- lleva a buscar descifrar “las maneras en que
laboradores prestaron atención preferencial las palabras, imágenes, símbolos, formas,
al análisis cultural y discursivo. Finalmente, organizaciones, instituciones y movimien-
cuestionaron al Estado-nación como la uni- tos usados por las poblaciones subordinadas
dad analítica privilegiada al tiempo que co- para describir, entender, confrontar, acomo-
locaron la cuestión colonial en el centro de darse a, o resistir la dominación, son forja-
su preocupación. das por el proceso mismo de dominación”
En varios ensayos –algunos de ellos (361). Por lo tanto, el proceso de hegemonía
reunidos en el libro Dominance Without no culmina en una situación de completa
Hegemony [Dominación sin hegemonía]– aceptación de la ideología dominante o las
Guha postuló una forma de entender la he- condiciones de dominación por parte de los
gemonía como “una condición de domina- subalternos, sino en la construcción de cier-
ción en la cual el momento de persuasión tos parámetros comunes bajo los cuales se
se sobrepone al de coerción” (103), pero su otorga sentido a la dominación y se actúa
análisis lo llevó a la conclusión de que la do- frente a ella.
HEGEMONÍA 127

Desde el lado de la historia, Florencia nomía de los diferentes discursos y luchas,


Mallon propuso entender la noción de hege- la multiplicación de los antagonismos, y la
monía en su doble condición de proceso y de construcción de una pluralidad de espacios
punto de llegada. En otras palabras, sugería al interior de los cuales aquéllos pueden afir-
conceptualizar la hegemonía como “proceso marse y desarrollarse” (192). La hegemonía,
hegemónico” a través del cual el poder y el concluyen Laclau y Mouffe, es el nombre
significado son contestados, legitimados y que le damos a un “juego” que ocurre en
redefinidos, pero también como la culmina- el terreno de la política y cuyas reglas y ac-
ción (siempre provisional y contenciosa) de tores no están nunca predeterminados. La
dicho proceso en la formación de un nue- conclusión es que se trata de un proceso
vo balance hegemónico en el que surge un abierto en el que las fuerzas del cambio de-
nuevo “proyecto social y moral que incluye ben esforzarse por construir –y controlar– la
nociones de cultura política tanto populares dinámica de ese juego.
como de las elites” (6). Por otro lado, Mallon Un elemento central de todas estas apro-
utiliza también el concepto de hegemonía piaciones y usos del concepto de hegemonía
para analizar los procesos contenciosos es la atención que se da a los procesos cultu-
de lucha por el poder, no sólo a nivel del rales que acompañan o dan sustento al ejer-
Estado-nación, sino también al interior de cicio de la dominación y la resistencia. La
las comunidades indígenas o campesinas. noción gramsciana de hegemonía entiende
Su libro, Campesinado y nación, constituye la cultura como un espacio de intervención
precisamente un esfuerzo por conectar di- y conflicto que resulta central en las for-
chos procesos de lo que ella llamó “hegemo- mas en que se ejerce y se contesta el poder.
nía comunal” con los procesos hegemónicos Implica, además, una manera de analizar la
que ocurren en el ámbito del Estado-nación totalidad social en la cual los procesos de
en Perú y México. formación del estado, la constitución de cla-
Pero la noción gramsciana de hegemo- ses, el desarrollo de las culturas populares y
nía, como dijimos anteriormente, no sólo la construcción de hegemonía, son procesos
ha sido empleada en el análisis históri- simultáneos, confluyentes y mutuamente
co de la dominación, sino que constituye contenciosos, sujetos a múltiples tensiones,
también una herramienta muy importan- en los que las dimensiones estrictamente
te en los debates en torno a los diversos “culturales” no pueden ser disociadas de
proyectos políticos que aspiran a forjar las estructuras políticas y de poder que las
una nueva “hegemonía” revolucionaria o engloban. No resulta sorprendente, por lo
de cambio radical. En este esfuerzo, el li- tanto, que en el desarrollo de los estudios
bro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, culturales en América Latina el concepto de
Hegemony and Socialist Strategy. Towards a hegemonía haya ocupado un lugar central
Radical Democratic Politics, marcó un hito en la reflexión teórica de sus practicantes.
muy importante. En este breve y denso li- En cierta manera, el campo de los estudios
bro los autores se propusieron repensar la culturales se ha ido definiendo en relación
cuestión de la praxis política con vistas a con la necesidad de articular tanto teórica
forjar un proyecto hegemónico alternativo, como políticamente las nociones (ambas de
radical y socialista, pero también democrá- matriz gramsciana) de hegemonía y subal-
tico y popular. Cuestionaron el teleologismo ternidad.
y economicismo del marxismo ortodoxo, así Uno de los textos fundacionales de los es-
como el espontaneismo de ciertas variantes tudios culturales latinoamericanos fue el li-
románticas de la izquierda, y propusieron bro Culturas híbridas: estrategias para entrar
como alternativa una forma de “democracia y salir de la modernidad, de Néstor García
radical” como nuevo proyecto hegemónico. Canclini, publicado en 1989. Este libro es,
Admitiendo que “toda posición hegemónica entre otras cosas, como ha señalado Renato
está basada en un equilibrio inestable”, hi- Rosaldo, un intento de poner a Gramsci en el
cieron un llamado a rechazar los “esencia- centro de los estudios sobre las formaciones
lismos” y avizoraron un proceso de luchas sociales latinoamericanas (“Foreward”: xiii).
políticas en el mundo contemporáneo en el La influencia de Gramsci en las ciencias so-
que se produce “el descentramiento y auto- ciales latinoamericanas, es preciso señalar,
128 HEGEMONÍA

se remonta a algunos años atrás y puede ras- de las referencias –tomadas de diversos te-
trearse con cierto detenimiento en el trabajo rritorios– con que arman sus obras los ar-
de los llamados “gramscianos argentinos” tistas, los artesanos y los medios masivos”
como Héctor Pablo Agosti, José Aricó, Juan (323-24). Para intentar dar respuesta a este
Carlos Portantiero y otros (Burgos). Lo que desafío, García Canclini propone la noción
García Canclini se propuso fue analizar las de “culturas híbridas”, un concepto que nos
formas en que la cultura dominante (identi- permitiría superar las estériles dicotomías
ficada por él con las prácticas consideradas entre “hegemónico” y “subalterno”. Se tra-
“cultas” y “modernas”) y la cultura popular ta, con esto, de analizar las “actividades so-
(generalmente identificada con lo “tradicio- lidarias o cómplices” entre ambos grupos,
nal”) se intersectan, y la medida en la cual revelando así la medida en la que ellos “se
tanto la represión como la apropiación de la necesitan” (324). El concepto de hibridación
segunda por parte de la primera se convier- –discutido en otra entrada de este diccio-
ten en elementos centrales en el proceso de nario– se convierte en la propuesta teórica
dominación hegemónica. De ese modo, una que García Canclini ofrece para entender
preocupación central de su trabajo es enten- las complejas relaciones entre hegemonía y
der “qué utilidad presta la cultura a la he- resistencia, una propuesta que tuvo una no-
gemonía” (Culturas híbridas: 133), es decir, table influencia en el desarrollo de los estu-
cómo podemos realmente saber si la cultura dios culturales latinoamericanos en los años
juego un papel crucial o no en el ejercicio noventa (Sarto, introducción a la sección II,
de la dominación. Conocemos, dice, las “in- “Foundations” de Sarto, Ríos y Trigo: 181).
tenciones” de las políticas modernizadoras, La fundación del “Grupo de Estudios
pero no tanto la “recepción” de las mismas, Subalternos Latinoamericanos” en 1992, y de
lo cual lo lleva a colocar en el centro de su manera más general la influencia de los es-
atención el análisis del consumo popular de tudios subalternos de la India sobre los estu-
productos culturales. García Canclini sugie- dios culturales latinoamericanos, abrieron
re que ni las perspectivas “reproductivistas” nuevas perspectivas en la reflexión sobre
–que consideran la cultura popular como los conceptos relacionados de hegemonía y
un “eco” de la cultura dominante– ni las subalternidad (véase la entrada sobre sub-
perspectivas “idealistas” –que ven la cultura alternismo en este diccionario). Aunque no
popular como una manifestación de la ca- es posible encontrar una posición homogé-
pacidad creadora autónoma de los grupos nea al interior de quienes formaron parte de
subalternos– logran captar la complejidad aquel grupo (disuelto en el año 2000) o entre
de estos procesos. Una correcta apropia- quienes se han sentido cercanos al trabajo
ción de Gramsci, sugiere García Canclini, de Guha y sus colaboradores, sí podemos re-
debería abogar por una “relativización” del saltar como elemento común el esfuerzo por
proceso, al reconocer a las clases populares repensar y desmontar las lógicas culturales
“cierta iniciativa y poder de resistencia, pero que acompañan y sostienen las diversas for-
siempre dentro de la interacción contradic- mas de dominación hegemónica, así como
toria con los grupos hegemónicos” (233). el interés por contribuir a formar proyectos
El trabajo de García Canclini sugiere una contrahegemónicos de cambio social. En
mirada “oblicua” al problema de la relación cuanto a lo primero, como sostiene Ileana
entre cultura y dominación. “Los cruces Rodríguez, los estudios subalternos enfatiza-
entre lo culto y lo popular –nos dice– vuel- ron la “imposibilidad” de separar lo político
ven obsoleta la representación polar entre de lo cultural (“Reading”: 6). En lo segundo,
ambas modalidades de desarrollo simbóli- los “estudios subalternos” en América Latina
co, y relativizan, por lo tanto, la oposición representaron un esfuerzo por contribuir a
política entre hegemónicos y subalternos, la construcción (teórica y política) de un
concebida como si se tratara de conjuntos nuevo proyecto hegemónico sustentado en
totalmente distintos y siempre enfrentados” una revaloración del sujeto subalterno. El
(323). Para entender este proceso en toda su manifiesto fundador del Grupo de Estudios
complejidad debemos prestar atención a “la Subalternos Latinoamericanos lo planteaba
diseminación de los centros, la multipolari- claramente: su proyecto era tanto académi-
dad de las iniciativas sociales, la pluralidad co como político y apuntaba a trabajar por
HEGEMONÍA 129

un “orden mundial democrático” susten- saberes” y “nuevas epistemologías” (Mato,


tado en las “nuevas relaciones entre noso- Estudios y otros prácticas: recientemente, la
tros y aquellos contemporáneos a quienes Asociación de Estudios Latinoamericanos
convertimos en objetos de estudio” (Latin (LASA) inició un ambicioso proyecto transna-
American Subaltern Studies Group: 142, cional sobre este tema, que abre un enorme
146). Estas relaciones no han sido fáciles de espacio de posibilidades para repensar la
imaginar en términos teóricos ni de imple- política y la cultura). Por otro lado, el va-
mentar en términos prácticos. La irrupción lioso trabajo colectivo que coordina Doris
de los estudios subalternos en el escenario Sommer sobre “agentes culturales” recoge
latinoamericanista representó una inyección también las preocupaciones sobre cómo
de energía teórica y política pero también conectar las formas de producción cultural
trajo consigo desafíos y desencuentros. Por con proyectos de transformación no nece-
un lado ofreció una posible salida al impas- sariamente “revolucionarios” en el sentido
se producido por la crisis de la izquierda clásico del término, pero sí comprometidos
marxista y socialista, aunque pronto reveló con los esfuerzos de democratización de
las complejidades y paradojas del intento las sociedades latinoamericanas (Cultural
de construir un proyecto alternativo que co- Agency). La confluencia de lo político y lo
nectara a los académicos subalternistas en cultural que se aprecia en estos y otros es-
Estados Unidos con los sujetos subalternos fuerzos es, quizá, el mayor aporte colectivo
latinoamericanos. Por otro lado, adoptó una de los estudios culturales en el desafío de
perspectiva teórica que algunos –entre ellos construir un nuevo proyecto (hegemónico)
el propio García Canclini– habrían de ver democrático, plural e inclusivo.
como dicotómica y reduccionista.
Los estudios culturales, ha sugerido John OBRAS DE CONSULTA. Burgos, Raúl, Los grams-
Beverley, permitirían precisamente superar cianos argentinos: cultura y política en la ex-
la supuesta bipolaridad rígida entre hege- periencia de pasado y presente, Buenos Aires,
monía y subalternidad por vía de una mayor Siglo XXI Editores, 2004; Dube, Saurabh (co-
atención a la compleja dinámica cultural ord.), Pasados poscoloniales: colección de en-
de la sociedad civil (The “Im/Possibility”: sayos sobre la nueva historia y etnografía de
53). Pero al mismo tiempo, otros autores la India, México, El Colegio de México, 1999;
como Hernán Vidal han cuestionado la es- Genovese, Eugene, Roll, Jordan, Roll: The
casa preocupación política de muchos de World the Slaves Made, Nueva York, Vintage,
los practicantes de los estudios cultura- 1976; Guha, Ranajit, Dominance without
les (“Restaurar lo político”). Este aparente Hegemony: History and Power in Colonial
desencuentro entre una mayor atención a India, Cambridge, Harvard University Press,
la cultura y un cierto desinterés por las di- 1997; Guha, Ranajit, Las voces de la historia y
mensiones políticas nos deja, por lo tanto, otros estudios subalternos, Barcelona, Crítica,
con un desafío: cómo conectar las prácticas 2002; Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe,
académicas de los estudios culturales con Hegemony and Socialist Strategy: Towards a
los debates en torno a la forja de nuevos pro- Radical Democratic Politics, London, Verso,
yectos de cambio social para las sociedades 1984 [Hegemonía y estrategia socialista: hacia
latinoamericanas. John Beverley se muestra una radicalización de la democracia, Madrid,
optimista: “los estudios culturales preparan/ Siglo XXI de España Editores, 1987]; Latin
anticipan/legitiman la necesidad/posibilidad American Subaltern Studies Group, “Founding
de una revolución cultural” (“Postscriptum”: Statement”, en John Beverley et al., (eds.),
588). Creemos que hay razones para com- The Postmodernism Debate in Latin America,
partir, cautelosamente, ese optimismo. Al Durham, Duke University Press, 1995; Mallon,
lado de preocupaciones bastante bien es- Florencia, Campesinado y nación. La construc-
tablecidas sobre temas como derechos hu- ción de México y Perú poscoloniales, México,
manos, memorias colectivas, las relaciones CIESAS, 2004 [Peasant and Nation. The Making
entre cultura y cambio social, las políticas of Postcolonial Mexico and Peru, Berkeley,
de la identidad, y muchos otros, se ha gene- University of California Press, 1995]; Rivera
rado recientemente un notable interés por Cusicanqui, Silvia y Rossana Barragán (eds.),
el estudio de lo que se ha llamado “nuevos Debates post coloniales: una introducción
130 HEGEMONÍA / HETEROGENEIDAD

a los estudios de la subalternidad, La Paz, gónica y dominante con respecto al mundo


Editorial Historias, 1997; Roseberry, William, indígena. Hablando de los que, como Mario
“Hegemony and the Language of Contention”, Vargas Llosa, enjuician a la literatura indi-
en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent, eds., genista por su visión distorsionada, Cornejo
Everyday Forms of State Formation. Revolution dice, “consideran como defecto lo que es la
and the Negotiation of Rule in Modern Mexico, identidad más profunda del movimiento y a
Durham, Duke University Press, 1994, pp. 355- la larga le exigen que deje de ser lo que es:
366; Ruccio, David F., “Unfinished Business: indigenismo, para convertirse en lo que en
Gramsci’s Prison Notebooks”, Rethinking ningún caso puede llegar a ser: literatura
Marxism, 18, 1, 2006, pp. 1-7; Scott, James indígena” (“El indigenismo”: 18). Lo que
C., Los dominados y el arte de la resistencia, estos textos heterogéneos revelan, plantea
México, Era, 2000; Scott, James C., Weapons of Cornejo, es la condición fragmentada y frac-
the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, turada de las naciones latinoamericanas,
New Haven, Yale, 1985; Thompson, E. P., condición que la literatura está destinada a
Whigs and Hunters: The Origin of the Black reproducir, no a solucionar.
Act, Nueva York, Pantheon, 1975; Williams, El concepto de heterogeneidad emerge
Raymond “Base and Superstructure in Marxist en los años setenta en parte como interven-
Cultural Theory”, New Left Review, 82, 1973, ción en la coyuntura política del Perú y la
pp. 3-16. bancarrota ideológica del concepto de “mes-
tizaje” mediante el cual se pretendía lograr
[CARLOS AGUIRRE] la tan anhelada unidad nacional. Ante la
propaganda triunfalista del gobierno militar
de Velasco, Cornejo insiste que la unidad na-
heterogeneidad cional es quimérica, producto de un estado
de represión y no de la democracia genuina
El término “heterogeneidad” tal y como y el respeto por los pueblos indígenas, y que
se emplea en la actual crítica cultural lati- todavía no se ha superado el legado colonial
noamericanista es, en su mayoría, la crea- del país. Pero aún más importante para de-
ción del crítico peruano Antonio Cornejo terminar el desarrollo del concepto de he-
Polar (1936-1997). Sin embargo, como se terogeneidad, son los debates en torno a la
verá más adelante, también existen otras ver- literatura latinoamericana que responden a
tientes importantes del concepto, sobre todo los cambios profundos en el panorama lite-
la del antropólogo Néstor García Canclini. rario ocasionados por el llamado boom de la
El “discurso heterogéneo” de Cornejo se de- novela. ¿Qué tipos de literatura y de crítica
fine como un discurso cuyo productor per- pueden considerarse representativas de la
tenece a un mundo culturalmente distinto región? ¿Cómo definir esta entidad, recién
al mundo de su referente. Ejemplos de tal inventada, de “literatura latinoamericana”?
fenómeno, según Cornejo, incluyen las cró- A raíz de su éxito internacional, algunos de
nicas de la conquista, la literatura indigenis- los novelistas del boom hablan de la “univer-
ta, la gauchesca y la negrista, entre otras. En salización” de la literatura latinoamericana,
todos estos casos, el discurso distorsiona su planteamiento que genera un contradiscur-
referente –por ejemplo, el mundo indígena– so, por parte de los críticos literarios políti-
porque ese discurso es el producto de un camente comprometidos, en torno a la ne-
mundo ajeno al mundo que describe. Pero cesidad de un mayor reconocimiento de las
Cornejo dice que no hay que enjuiciar a es- particularidades culturales e históricas de la
tos discursos por su falta de verosimilitud región y de cómo éstas se manifiestan en
sino reconocer que precisamente en esta la esfera literaria. Cornejo, junto con otros
falta radica su verdad más fundamental. críticos, tales como Roberto Fernández
Cornejo, entonces, rechaza la referenciali- Retamar, Agustín Cueva, Noé Jitrik, Ángel
dad como base de una interpretación crítica Rama, y Antonio Candido, entre otros, in-
de estos textos. Inútil esperar a que la lite- sisten que sólo una literatura que testimonie
ratura indigenista capte de forma rigurosa –sea de forma conciente o inconciente– de
la realidad indígena; está escrita desde una esa “peculariedad diferencial” del ser latino-
perspectiva no sólo ajena sino también anta- americano, puede ser considerada auténti-
HETEROGENEIDAD 131

camente representativa. Surge una serie de literaria en tanto acto o evento social que
conceptos críticos para nombrar y explicar toda instancia crítica debe tomar en cuen-
esa particularidad en el campo literario, en- ta. Y la producción literaria escrita, dice
tre ellos, la “heterogeneidad literaria”. Cornejo, tanto de las crónicas como de la
Empleando el vocabulario del pensador literatura indigenista, tiene un significado
peruano José Carlos Mariátegui, un intelec- histórico particular: la letra es el signo de
tual vanguardista y socialista de enorme la diferencia entre colonizadores y coloni-
influencia, Cornejo argumenta que la narra- zados. De allí la creciente importancia sim-
tiva más representativa de la región es la bólica, en la obra de Cornejo, de la esce-
que refleja la naturaleza “no-orgánicamente na primordial de Cajamarca en 1532 entre
nacional” de las sociedades latinoamerica- el padre Valverde y Atahuallpa, cuando el
nas. Por “no-orgánicamente nacional”, en- Inca, no pudiendo “escuchar” la palabra de
tiéndase la fragmentación cultural en mun- la Biblia, la arroja al suelo, desatando la vio-
dos opuestos y antagónicos en el seno del lencia española (Escribir en el aire: 20-43).
país, su división jerárquica en un mundo Todo texto letrado andino, afirma Cornejo,
letrado contra un mundo oral, urbano con- reproduce este primer encuentro. No puede
tra rural, occidental contra indígena, etc. La más que afirmar la diferencia entre coloni-
necesidad de preservar la dominación del zadores y colonizados, por más que quiera
mundo occidental sobre el mundo indígena, denunciarla o erradicarla. Esto podría con-
trae como consecuencia la deformación de siderarse el meollo del concepto de literatu-
sus clases sociales por el “colonialismo su- ra heterogénea. Como dice Cornejo en 1978,
pérstite”, y la resultante incapacidad de las en el último párrafo de su artículo, “Al igual
élites de orientar el país hacia el progreso que todas las literaturas heterogéneas […]
moderno y a la prosperidad. Mariátegui el indigenismo no se agota en la represen-
buscaba convertir la nación no-orgánica en tación realista de su referente […] se realiza
nación orgánica mediante el socialismo. más bien como reproducción literaria de la
La literatura que refleja esa realidad na- estructura e historia de sociedades desinte-
cional des-integrada es “literatura heterogé- gradas como son las de los países andinos”
nea”. Se trata, dice Cornejo, “de literaturas (“El indigenismo”: 21).
situadas en el conflictivo cruce de dos socie- Desde la perspectiva de este concepto de
dades y dos culturas” (“El indigenismo”: 8). lo literario, la literatura no puede reconci-
Pero no es cuestión de reflejar esa realidad liar un antagonismo del que forma parte, del
conflictiva al nivel del contenido, sino al ni- que, por su propia enunciación, contribuye
vel del “modo de producción textual”, o sea, a endurecer. El concepto de la heterogenei-
al nivel del mismo sistema literario y de dad ofrece una visión de la literatura como
cómo éste funciona dentro de la nación no- políticamente débil, pero cargada todavía de
orgánica. El sistema literario participa en la un peso cultural e histórico enormemente
reproducción de la fractura nacional porque fuerte, tan fuerte que determina su signifi-
la materia prima de la literatura nacional cado muy por encima de las intenciones del
–la escritura– hace que la literatura sólo se autor. El poder de la literatura en tanto testi-
produzca y circule dentro de uno de los monio social no emana de lo que su creador
mundos –el mundo occidental– sin lograr ha querido representar, sino de lo que sin
cruzar el puente hacia el mundo indígena. querer dice, en la reproducción de los con-
Es un sistema cerrado, exclusivo. Sus inten- flictos sociales aún por resolver. Podríamos
tos de ser inclusivo fracasan porque no pue- decir que el concepto de “heterogeneidad”
de escapar de su naturaleza escrita y, por presupone la “muerte del autor” (Barthes,
ende, de su condición ajena a la naturaleza “Death”).
oral de la producción literaria indígena, se- En su último libro Cornejo admite que el
gún Cornejo. intento de encontrar una teoría literaria la-
Además, ese sistema literario funciona tinoamericana fracasó, pero no abandona
como pieza clave en el discurso ideológico su intento de dar razón de la literatura “que
que legitima la imposición del occidente funciona en los bordes de sistemas cultura-
sobre el mundo indígena. Al poner énfasis les disonantes, a veces incompatibles entre
en la letra, Cornejo insiste en la producción sí” (Escribir: 11). El concepto de heteroge-
132 HETEROGENEIDAD

neidad es matizada a la luz de las teorías de nación que implicaría la subordinación,


posestructuralistas del sujeto, llegando sino desaparición, de los pueblos indígenas
Cornejo a plantear que la heterogeneidad se como tales. Por un lado, no hay que olvi-
encuentra no sólo en la relación entre dos dar hasta qué punto Rama y Cornejo tuvie-
mundos-culturas, sino en el seno mismo de ron posturas críticas comunes, sobre todo
estos mundos y de sus emisores. Si el con- en los años cuando Cornejo empezaba a
cepto empezó como un intento de entender desarrollar el concepto de heterogeneidad.
el papel de la literatura en el funcionamien- Estas convergencias se ven en sus posturas
to de los sistemas de diferenciación, de rai- frente a, por ejemplo, la obra de José María
gambre colonial, que impedían la formación Arguedas, o la universalización de la litera-
de naciones “orgánicas” latinoamericanas, tura latinoamericana por vía del boom. De
termina aproximándose más a una simple hecho, Cornejo se veía a sí mismo como se-
apreciación y reconocimiento de la diferen- guidor de la línea abierta por Rama en su
cia, la pluralidad, la contradicción y la ines- análisis de Arguedas (“El indigenismo”: 8).
tabilidad que marcan toda identidad, tanto Pero por otro lado, no hay duda de la exis-
individual como colectiva. tencia de divergencias entre Rama y Cornejo
En los años posteriores a la muerte de en sus visiones de las culturas nacionales
Cornejo se publican numerosas colecciones latinoamericanas, el uno abogando por la
de ensayos sobre su obra, parte del proceso unidad cultural, el otro insistiendo en las
de contextualizar, ampliar y matizar sus fracturas profundas que la cultura nacional
planteamientos. Tal ocurre, por ejemplo, en no puede ni debe soldar. También es cierto
un artículo de William Rowe sobre la oposi- que Cornejo mismo, en algunos textos cor-
ción entre oralidad y escritura en la obra de tos de los años noventa, criticó directamente
Cornejo. La propuesta de Rowe es señalar los postulados de Rama sobre el mestizaje y
“las limitaciones de esa fábula historicista e la transculturación (véase el breve artículo
identitaria que habla de la letra opresora “Mestizaje, transculturación, heterogenei-
que impide la expresión de la voz de la po- dad”, y también “Mestizaje e hibridez: los
blación marginada por ‘la ciudad letrada’ ” riesgos de las metáforas”, de publicación
(226). Rowe plantea que, “al desterrar la es- póstuma). Habría que recalcar otra impor-
critura del ámbito de la voz, se idealiza y tante divergencia entre Rama y Cornejo so-
adelgaza a ésta, quitándole sus relaciones bre el papel asignado a la literatura y a la
densas con una gama de prácticas textuales, crítica literaria en tanto partícipes de una
visuales y manuales” (225). A la luz de estas contemporaneidad conflictiva. En su visión
reflexiones, se podría argumentar que, aun- del drama latinoamericano, Rama pondrá
que el encuentro entre Atahuallpa y Valverde a los escritores mismos –tanto Arguedas
es de inmenso poder simbólico, quizá no sea como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez
adecuado para entender la relación entre y otros– en el centro del escenario, protago-
identidad indígena y cultura letrada. Por lo nistas heroicos del destino histórico del con-
menos habría que decir que no es una de tinente. Pero Cornejo se niega a celebrar al
puro antagonismo. escritor en tanto héroe creativo. Desplaza
El ámbito de influencia del concepto al escritor del centro del análisis, abriendo
de heterogeneidad crece en ese periodo así la posibilidad de una lectura sintomática
y proliferan nuevas “aplicaciones” de la de la literatura.
heterogeneidad literaria que la extienden Otro pensador cuyo trabajo hace referen-
más allá del ámbito andino. En especial, el cias importantes a la heterogeneidad es
concepto encuentra eco con algunos de los Néstor García Canclini en su obra funda-
planteamientos de los estudios subalternos mental Culturas híbridas: estrategias para
latinoamericanistas (véase Beverley, “Siete entrar y salir de la modernidad (1990). Su
aproximaciones”; Moreiras, Exhaustion). concepto de “heterogeneidad multitempo-
Éstos recurren al concepto de heterogenei- ral” (entiéndase “heterogeneidad temporal”
dad para enjuiciar a otro concepto surgido o “multitemporalidad”) se refiere a la pre-
de los años setenta, la “transculturación sencia de múltiples temporalidades históri-
narrativa”, creación del crítico uruguayo cas, cada una caracterizada por condiciones
Ángel Rama, y para criticar a todo modelo socioeconómicas específicas, que coexisten
HETEROGENEIDAD 133

en las naciones latinoamericanas. Una tem- heterogeneidad produce una “hibridación”


poralidad no es solamente un periodo de fundamental de la sociedad, en la que no
tiempo, más bien se refiere a un modo par- existe clara división entre lo tradicional y
ticular de concebir y vivir el tiempo. Por lo moderno, o entre lo culto, lo popular y lo
ejemplo, una temporalidad moderna se di- masivo (14). Si bien existen múltiples tem-
ferencia de una temporalidad posmoderna, poralidades en cada nación, ésas terminan
una temporalidad artesanal de una tempo- conformando una modernidad, pero de na-
ralidad industrial, etc. El concepto parece turaleza “híbrida”.
haber sido adoptado del pensador marxista Vale decir que el término “heterogenei-
Perry Anderson (Culturas híbridas: 70), pero dad” también tiene otra genealogía que con-
en el uso de García Canclini el término “he- verge con la latinoamericanista en la obra
terogeneidad multitemporal” va más allá del del politólogo Ernesto Laclau. En su libro
marxismo. Tiene una doble matiz, antropo- On Populist Reason (2005), Laclau utiliza
lógica y sociológica: se trata de entender la el concepto de “heterogeneidad social” para
diversidad de orden cultural y geográfica describir una dinámica política en la que
(identidades étnicas y locales) y la desigual- participan sujetos “exteriores” al espacio
dad creada por el sistema político-económi- discursivo común (140). Ese uso de la no-
co transnacional (participación subordina- ción de “heterogeneidad” surge a partir de la
da en el capitalismo) (235). reexaminación, en los años ochenta, del con-
Según García Canclini, más que un lastre cepto marxista del “proletariado lumpen”,
en el camino progresivo hacia la moderni- para dar cuenta de las prácticas políticas de
dad, la multitemporalidad es parte intrínse- los sujetos sociales que el pensamiento mar-
ca de la modernidad latinoamericana y es, xista ortodoxo marginalizaba y descalificaba
además, lo que posibilita y da forma a sus (véase el artículo de Stallybrass). Si bien no
expresiones estéticas e ideológicas. Dice, “el parece haber una filiación directa entre ese
modernismo no es la expresión de la moder- uso de “heterogeneidad” y el de Cornejo, los
nización socioeconómica sino el modo en dos comparten rasgos importantes. Ambos
que las élites se hacen cargo de la intersección se refieren a una situación política marcada
de diferentes temporalidades históricas y tra- por la falta de un espacio discursivo común
tan de elaborar con ellas un proyecto global” entre diversos actores sociales, por la inco-
(71, cursivas en el original). La meta de mensurabilidad que existe entre –para citar
García Canclini es entonces “generar otro sólo un ejemplo– el horizonte ideológico que
modo de concebir la modernización latinoa- configura las demandas de grupos indígenas
mericana” (15). En vez de entender la mo- y el horizonte ideológico que configura las
dernización como la implantación de una demandas de la clase obrera.
fuerza externa destructora de “lo tradicional El caso de García Canclini es otro, ya que
y lo propio”, García Canclini propone ver la su concepto de heterogeneidad queda su-
modernización como un proceso compuesto bordinado en última instancia al concepto
por diversos intentos de “hacerse cargo” de de hibridación; o sea, García Canclini sí pos-
la heterogeneidad multitemporal: la moder- tula la existencia de algunos espacios comu-
nización como proceso mediante el cual los nes, imperfectos y a veces fracasados, crea-
latinoamericanos intervienen en la cons- dos por las instituciones del Estado-nación.
trucción de su mundo. En todo caso, habría que postular que cada
Al igual que Cornejo Polar, García uno de estos usos diversos del concepto “he-
Canclini parte de la necesidad de reconocer terogeneidad” surge como un intento de teo-
la coexistencia de diversas temporalidades rizar los límites del pensamiento marxista
dentro de cada nación. Quiere entender –sin abandonar el horizonte de justicia so-
cómo esa realidad ha conformado la moder- cial– frente a sujetos cuya conciencia políti-
nidad latinoamericana y cuáles son los retos ca e identidad colectiva no se forman según
políticos que ocasiona. Critica todo intento la lógica de clase y a sociedades cuyo desa-
de ocultar estas diferencias, y se pregunta rrollo no se desenvuelve dentro de esquemas
por la mejor forma de responder a la des- históricos progresistas, teorizaciones inspi-
igualdad. Pero a diferencia del pensador radas por pensadores tales como Mariátegui,
peruano, García Canclini postula que esta Gramsci y Benjamín.
134 HETEROGENEIDAD / HIBRIDEZ

OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, “Siete aproxi- hibridez


maciones al ‘problema indígena’” en Moraña,
Mabel (ed.), Indigenismo hacia el fin del milenio. En líneas generales, el término “hibridez”
Homenaje a Antonio Cornejo Polar, Instituto o “hibridación” da cuenta de los procesos
Internacional de Literatura Iberoamericana, y resultados de la mezcla de diferentes cul-
Pittsburgh, 1998, pp. 243-283; Bueno Chávez, turas en América Latina. El término ocupa
Raúl y Nelson Osorio Tejeda (eds.), La trayecto- un lugar destacado en el pensamiento y dis-
ria intelectual de Antonio Cornejo Polar, Revista curso crítico sobre América Latina junto a
de Crítica Literaria Latinoamericana, año XXV, otros términos que, en la misma tradición,
núm. 50, 1999, pp. 5-306 (número especial); han procurado explicar la diversidad de la
Cornejo Polar, Antonio, “El indigenismo y realidad cultural latinoamericana y sus de-
las literaturas heterogéneas: su doble estatu- bates entre la conciliación y el conflicto. Los
to socio-cultural”, Revista de Crítica Literaria que marcaron con más fuerza el vocabula-
Latinoamericana, año IV, núms. 7-8, 1978, pp. rio y las conceptualizaciones críticas de los
7-21; Cornejo Polar, Antonio, “Mestizaje, trans- estudios literarios y culturales fueron los
culturación, heterogeneidad”, en Mazzotti, José de mestizaje (Vasconcelos, Rojas), trans-
Antonio y U. Juan Zevallos Aguilar (ed.), Asedios culturación (Ortiz, Rama), heterogeneidad
a la heterogeneidad cultural: libro de homenaje a (Cornejo Polar), “literaturas alternativas”
Antonio Cornejo Polar, Asociación Internacional (Lienhard) y más recientemente “zona de
de Peruanistas, Philadelphia, 1996, pp. 54-56; contacto” (Pratt). Es a partir del texto de
Higgins, James (ed.), Heterogeneidad y lite- Néstor García Canclini, Culturas híbridas:
ratura en el Perú, Lima, Centro de Estudios estrategias para entrar y salir de la moderni-
Literarios Antonio Cornejo Polar, 2003; dad (1989), cuando el término hibridación
Laclau, Ernesto, On Populist Reason, Londres, alcanza mayor precisión conceptual en los
Verso, 2005 [La razón populista (trad. Soledad estudios culturales latinoamericanos, así
Laclau), México, Fondo de Cultura Económica, como mayor difusión, aceptación y contro-
2006]; Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de versia en el debate intelectual. En Culturas
interpretación de la realidad peruana, México, híbridas, la hibridación se piensa como un
Era, 1979 (edición original de 1928); Mazzotti, fenómeno indefectiblemente asociado a la
José Antonio y U. Juan Zevallos Aguilar (eds.), modernidad, tal y como ésta se configu-
Asedios a la heterogeneidad cultural: libro de ho- ra en la lógica del mercado productor de
menaje a Antonio Cornejo Polar, Philadelphia, consumidores y rearticulador de identida-
Asociación Internacional de Peruanistas, 1996; des ciudadanas en la globalización y en las
Moraña, Mabel (ed.), Indigenismo hacia el fin intersecciones entre la cultura de élite, la
del milenio. Homenaje a Antonio Cornejo Polar, industria cultural y la cultura popular, así
Pittsburgh, Instituto Internacional de Literatura como el papel que el estado y los organis-
Iberoamericana, 1998; Rowe, William, “Sobre mos privados juegan en los procesos genera-
la heterogeneidad de la letra en Los ríos dos por las reglas de producción simbólica
profundos: una crítica a la oposición po- de los bienes culturales.
lar escritura/oralidad” en Higgins, James Ya en el discurso de la conquista y coloni-
(ed.), Heterogeneidad y literatura en el Perú, zación, nutrido de referencias grecolatinas,
Lima, Centro de Estudios Literarios Antonio las formas producidas por la interacción
Cornejo Polar, 2003, pp. 223-251; Stallybrass, racial y cultural se calificaron peyorativa-
Peter, “Marx and Heterogeneity: Thinking the mente. El franciscano Mendieta, en México,
Lumpenproletariat”, The Margins of Identity in designa al resultado de la mezcla como
Nineteenth-Century England, edición especial “quimera”, es decir como un “monstruo
de Representations, núm. 31, 1990, pp. 69-95. que echa fuego por la boca y tiene cabeza
y cuello de león, vientre de cabra y cola de
[ESTELLE TARICA] dragón” (Covarrubias 1611, 1943 [citado
por Lienhard: 134]). El término “quimera”
introduce e instituye en América Latina la
imagen de la monstruosidad asociada a la
mezcla producto de la coexistencia del co-
lonizador y el colonizado y busca plasmar el
HIBRIDEZ 135

carácter altamente conflictivo de la misma táfora transdisciplinaria usada por García


(Lienhard: 133). De un modo similar, el tér- Canclini, la crítica de Cornejo Polar al con-
mino hibridez arrastra connotaciones peyo- cepto de hibridez se asienta en una visión
rativas en ciertos sectores de la crítica lati- celebratoria de las alianzas fecundas de la
noamericana y en cierto sentido, esto se debe hibridación que opaque la visibilidad de las
a un lastre de influencia del pensamiento de- asimetrías reales de poder y prestigio en los
cimonónico, cuando se creía también que la mundos latinoamericanos, “desgajados y
hibridación perjudicaba el desarrollo racial beligerantes” (“Mestizaje e hibridez”).
o social. El crítico peruano Cornejo Polar A partir de debates como éste, el concep-
advirtió sobre los riesgos de trasladar térmi- to de hibridez se inserta en una tradición de
nos y conceptos de la biología a las ciencias pensamiento latinoamericano y se ubica en
sociales y utilizarlas como metáforas expli- la línea de las proposiciones teóricas para
cativas de su funcionamiento (“Mestizaje e explicar la mezcla y la interacción cultural
hibridez”). Los individuos híbridos como la inaugurada en el siglo XX por los pensadores
mula, advierte Cornejo Polar, son estériles. del mestizaje como Vasconcelos, Ricardo
Sin embargo, García Canclini responde que Rojas y Pedro Henríquez Ureña y su des-
en 1870 Mendel demostró que las hibrida- mantelamiento de antiguas teorías raciales
ciones genéticas en botánica aumentan la esencialistas. Unos decenios más tarde, en
calidad y el rendimiento de alimentos y de- 1940, y en esta misma línea, se articuló al
rivados, como en el caso de cereales, flores y debate el concepto de transculturación, pro-
el café, al acrecentar su capacidad de super- puesto por el antropólogo cubano Fernando
vivencia y adaptación a su hábitat (“Noticias Ortiz. El concepto de transculturación apun-
recientes”). Esta importación del concepto taba a reformular el papel pasivo según el
de hibridación de la biología a las ciencias cual la antropología tradicional pensaba a
sociales se volvería útil en virtud de su po- las culturas colonizadas de acuerdo al con-
der explicativo y su consistencia teórica. cepto de aculturación. El concepto de trans-
Por su parte Jean Franco ha señalado que culturación, pensado en su generalidad para
el término hibridez ha postulado un nuevo los contactos entre las culturas africanas,
desplazamiento semántico al trasladar las nativas americanas y europeas en América,
explicaciones sobre la mezcla y la interac- subraya la originalidad y la creatividad de
ción cultural del terreno de la zoología (y las culturas populares insistiendo en su pa-
las teorías racialistas del positivismo) don- pel activo ante los intercambios con la cul-
de se enclavaba el concepto del mestizaje, tura del colonizador (Lienhard: 134). Ángel
a la botánica, abriendo el campo a nuevas Rama, con su propuesta de la transcultura-
posibilidades y realizaciones del concepto. ción narrativa, extendió el concepto de la
Reconociendo que tanto el mestizaje como antropología de Fernando Ortiz hacia el es-
la hibridación presentan problemas teóricos tudio de la narrativa de autores como José
en el traspaso de sus disciplinas de origen María Arguedas, Gabriel García Márquez y
al terreno de la cultura, Franco sostiene Augusto Roa Bastos, entre otros, para ha-
que frente a la noción de mestizaje, “que blar del papel creativo en los modos de
sugiere que la cultura brotó naturalmente apropiación de los modelos metropolitanos
de una cópula”, la hibridación es una me- por parte de la literatura local y sus formas
táfora botánica “estrechamente relacionada de relecturas de lo propio y lo ajeno en los
con la noción de la cultura como cultivo” procesos de creación literaria.
(59). Para Canclini, el concepto de hibridez Por su parte, Antonio Cornejo Polar pro-
contribuye a identificar y explicar “múltiples puso el concepto de heterogeneidad o litera-
alianzas fecundas” y alejarse de los discur- turas heterogéneas para identificar aquellas
sos biologicistas de la raza. García Canclini literaturas cuyos elementos constitutivos no
distancia con claridad el concepto de hibri- pertenecen a los mismos universos cultura-
dez de las mezclas raciales, “a las que suele les. En las literaturas heterogéneas al me-
referirse el concepto de mestizaje” (Culturas nos una de las diferentes etapas que Cornejo
híbridas: 15) y del sincretismo, con el que Polar visualiza en los procesos literarios: ya
se designa a las fusiones religiosas. Más sea la producción, el referente, la circula-
allá de las ventajas o desventajas de la me- ción o la recepción, no pertenece al universo
136 HIBRIDEZ

sociocultural de las otras. Así, las literaturas las relaciones interculturales en el contexto
indigenistas con autores y lectores letrados de la modernidad, específicamente en lo que
o cultos y referentes del universo indígena se refiere a las transformaciones y negocia-
serían el ejemplo más claro de las literaturas ciones de las culturas locales, ya sea popu-
heterogéneas. En este mismo sentido Martin lares o de élite, en contacto con las tecnolo-
Lienhard propone el concepto de literaturas gías de la industria cultural dentro de un
alternativas para designar aquellas produc- mercado global. Así, la hibridación se aso-
ciones que circulan en los márgenes tanto ciará por lo general y según el estudio de
de los circuitos hegemónicos como de las García Canclini, a la lógica del mercado, a
subsociedades orales-populares, justamente las tecnologías masivas de difusión y consu-
por estar dirigidas igualmente a un lector mo, a la globalización de la cultura, al des-
“alternativo”. En el caso de las sociedades centramiento de las prácticas y de las ideo-
andinas, se trataría de un lector bilingüe, logías homogeneizadoras de los estados
capaz de comunicarse en español y quechua nacionales. Si bien estas consideraciones
(o aymara) y capaz de moverse en ambos estaban implícitas en conceptos como trans-
circuitos con eficacia. Arguedas, al integrar culturación y heterogeneidad de Rama y
el quechua coloquial a su narrativa en es- Cornejo Polar, García Canclini puso énfasis,
pañol, transgrede los cánones de la litera- a través del concepto de hibridación, en el
tura culta escrita en español así como las análisis de casos que echaban luz sobre las
normas tradicionales de la poesía quechua relaciones de lo local con lo global dentro
ancestral. Para Lienhard, la narrativa de de los procesos de la modernización. Es así
Arguedas integra el corpus de las literatu- como la hibridez no puede comprenderse
ras alternativas. como propuesta conceptual sin atender a la
En su libro Imperial Eyes (1992), Mary problemática de la modernidad en América
Louise Pratt utiliza el término “zona de con- Latina. El concepto de hibridez pretende
tacto” para nombrar la copresencia tempo- examinar el modo en que el arte culto de
ral y espacial de sujetos pertenecientes a vanguardia y la cultura popular se relacio-
culturas histórica y geográficamente separa- nan con el mercado simbólico y económico,
das en el pasado. Pratt se vale del término con los avances tecnológicos y con las ma-
especialmente para señalar la interacción y trices tradicionales de largo arraigo cultu-
la formación de las subjetividades en la in- ral. García Canclini se pregunta: “¿Qué bus-
tersección cultural de los encuentros colo- can los pintores cuando citan en el mismo
niales, donde la copresencia, a menudo, cuadro imágenes precolombinas, coloniales
implica relaciones de poder radicalmente y la industria cultural, cuando las reelabo-
asimétricas (7). La idea de la zona de con- ran usando computadoras y láser? (Culturas
tacto pone de relieve la actuación de las sub- híbridas: 14). García Canclini indaga en los
jetividades dentro de un conjunto o marco modos en que los medios electrónicos difun-
socio-político, económico y cultural, es de- den masivamente el arte culto y el folclor y
cir, recoge las múltiples variables que con- las maneras en que la música culta y el rock
dicionan y explican el contacto y sus asime- se “renuevan” en las metrópolis, incorporan-
trías relacionales. Con este concepto, Pratt do ritmos populares asiáticos y africanos
articula los estudios del viaje imperial a los (14). Para explicar estos procesos o estrate-
análisis del discurso colonial y la transcul- gias de hibridación, García Canclini se vale
turación narrativa. del término prestado de la economía, “re-
Desde las teorizaciones sobre el mestiza- conversión”. Los tipos de reconversión eco-
je y a lo largo de toda esta línea de pensa- nómica y simbólica no son utilizados como
miento crítico, el foco estuvo puesto en la estrategias de los sectores hegemónicos o la
mezcla específicamente referida a las inte- industria cultural exclusivamente, sino que
racciones de la cultura europea con la afri- se actualizan también en la práctica cotidia-
cana y la indígena americana, designada a na de los sectores populares, como la de los
menudo como “local” o “tradicional”. El migrantes campesinos que adaptan sus sa-
aporte fundamental de Culturas híbridas es beres para vivir en la ciudad, así como sus
el de haber resaltado, a través del concepto artesanías y productos para el consumo ur-
de hibridez, la característica particular de bano. García Canclini ve en la “reconver-
HIBRIDEZ 137

sión” de estas identidades y sus produccio- que la hibridación debe darse en las disci-
nes las estrategias de la hibridación para plinas para que éstas brinden herramientas
entrar y salir de la modernidad. que permitan a los investigadores circular
El concepto de hibridez está estrecha- por los diferentes niveles de la producción
mente vinculado a los contextos políticos cultural. Es necesaria la comunicación entre
y económicos nacionales y transnaciona- niveles y disciplinas que expliquen y recor-
les. La problemática de la hibridez llama la ten objetos de estudios más complejos. Este
atención sobre los modos en que el Estado trabajo disciplinar conjunto posibilitaría
y las empresas privadas transnacionales se una mayor comprensión de la tercera cues-
disputan la delimitación de los beneficios tión en debate en Culturas híbridas: la de
simbólicos y lucrativos de los bienes cul- los procesos contradictorios y complejos de
turales de los que se hacen responsables. El la modernidad en América Latina, sus des-
Estado y las instituciones privadas describen niveles y desigualdades, sus “innovaciones
y organizan estilos de acciones culturales di- truncas” su “heterogeneidad multitemporal”
versas. Para Canclini, mientras el Estado se y el modo en que diversos sectores naciona-
responsabiliza de la preservación y usufructo les se hacen cargo de ella. Para hablar de la
del patrimonio histórico y tradicional, la ini- coexistencia de múltiples temporalidades en
ciativa privada se encarga de la promoción América Latina, Canclini retoma el estudio
de la cultura moderna. A pesar de apuntar de Perry Anderson sobre el surgimiento de
acciones culturales divergentes, ambos bus- los modernismos europeos de principios de
can obtener algún beneficio de las prácticas siglo XX y su postulación de que la fecun-
que organizan. En el caso del Estado, el didad de los mismos se debió al hecho de
beneficio es principalmente simbólico pues- haberse originado en contextos donde las
to que las acciones culturales legitimarían modernizaciones político-económicas no
su mantenimiento. En el caso de los orga- eran estructurales ni parejas, es decir, por
nismos privados, las acciones culturales se florecer en países de la Europa continental,
vuelven principalmente lucrativas y contri- donde convivían múltiples temporalidades
buyen a afianzar una imagen no interesada históricas con un desarrollado academicis-
de la expansión económica global (Culturas mo (pensar en el cubismo parisino o el futu-
híbridas: 86). Estudiar la hibridación supo- rismo italiano, por ejemplo). Estos moder-
ne asimismo entender la reconversión del nismos culturales surgieron en los contextos
estado en su papel de agente cultural y sus de compleja modernización estructural en
negociaciones en cuanto al capital simbóli- los que se combinaban formas de un pasado
co en el mercado transnacional. clásico o retrógrado, semiaristocrático, con
Culturas híbridas y el concepto de hi- adelantos técnicos que cambiaban presuro-
bridación pusieron fundamentalmente tres sa y abruptamente las relaciones sociales de
cuestiones en debate: la primera fue el afian- producción y con movimientos políticos de
zamiento/desmantelamiento de binarismos insurgencia que creaban la visión de futuros
u oposiciones abruptas como la de lo tradi- políticos inopinados. De un modo similar en
cional contra lo moderno, lo culto contra lo América Latina, los modernismos culturales
popular o lo culto contra lo masivo. García no serían la expresión de modernidades so-
Canclini focaliza su estudio en la impureza cioeconómicas parejas sino el modo en que
en la que se tejen los géneros y jerarquías “la élites se hacen cargo de diferentes tempo-
culturales. La segunda cuestión que ins- ralidades históricas y tratan de elaborar con
tauró en el debate Culturas híbridas fue la ellas un proyecto global” (Culturas híbridas:
del papel de las disciplinas encargadas de 71). Estudiar la modernidad en América
abordar la hibridación, y las separaciones Latina significa para Canclini examinarla
académicas tradicionales según las cuales en la complejidad de sus contradicciones,
la historia del arte y la literatura se hacen la coexistencia de diversos niveles tempo-
cargo del estudio del arte culto, la antropo- rales y en sus “innovaciones truncas”. En
logía limita sus investigaciones a lo popular este sentido, Joshua Lund ha señalado que
y los estudios de comunicación examinan la hibridez es una crítica de la teleológica,
las producción y el consumo masivo de la en la medida en que postula que lo tradicio-
industria cultural. García Canclini propone nal se yuxtapone a lo moderno, pero no en
138 HIBRIDEZ

una contradicción dialéctica a resolverse en y el imperialismo para nombrar, vigilar y


síntesis, sino en un palimpsesto de múltiples gobernar a sus Otros. A partir de una com-
niveles, en donde lo antiguo y lo nuevo se binación de la noción del discurso de Fou-
reconfiguran constantemente (31). cault y la noción de ambivalencia del psicoa-
El concepto de hibridación se vuelve útil, nálisis, Homi K. Bhabha habla del discurso
especialmente útil, en el examen de un “mun- colonial como híbrido, es decir como ambi-
do fluidamente interconectado” (“Noticias valente. La ambivalencia en la enunciación
recientes”). Estudiar la hibridación supone del discurso colonial se manifiesta en la in-
para Canclini ir más allá de los análisis de teracción o fusión inseparable de sus dos
las identidades “autocontenidas” en comuni- niveles: por un lado, el nivel de un discurso
dades que se imaginan cerradamente cons- consciente y disciplinado sobre la Otredad
truyendo relatos sobre su origen y desarrollo. y, por otro, un deseo fantasmagórico incons-
Se trata, para Canclini, de estudiar socie- ciente hacia el Otro. Bhabha utiliza para
dades cuyas reestructuraciones identitarias explicar esta ambivalencia en el discurso
traspasan esencialismos étnicos, clasistas colonial el descubrimiento del libro inglés
y nacionales, apropiándose y generando en los territorios colonizados de India,
un complejo repertorio de heterogéneos África y Caribe. El descubrimiento del libro
mensajes y bienes simbólicos en contextos es para Bhabha, un proceso de desplaza-
sociales de modernización desigual. Es así miento que paradójicamente vuelve prodi-
como el concepto de hibridez está atento a giosa la presencia del libro en la medida en
la puesta en escena del arte y la cultura en que es repetido, traducido, malentendido,
la intersección de los flujos multidireccio- desplazado (132). Cuando los nativos indios
nales y la porosidad de las fronteras en los reciben el texto de la Biblia inglesa traduci-
procesos globales. Para ilustrar este aspecto do, preguntan al misionero cuestionando
del concepto de hibridación, en diferentes los ritos “caníbales” de la eucaristía: “¿Cómo
oportunidades, Canclini se ha referido a la puede salir la palabra de Dios de las bocas
muestra de arte urbano In site realizada comedoras de carne de los ingleses?, ¿cómo
en 1997 en Tijuana y en San Diego, y es- puede ser un Libro europeo, cuando cree-
pecialmente al caballo de Troya del artista mos que es un don de Dios a nosotros? Él
tijuanense, Marcos Ramírez Erre, colocado nos lo mandó en Hurdwar” (146). Así, la
a pocos metros de la frontera entre ambos presencia del libro inglés, la Ley colonial o
países. El bicéfalo caballo tenía una cabeza la identidad inglesa, no puede ser represen-
apuntando al norte y la otra, al sur. Para tada plenamente, su significación se despla-
Canclini, el caballo de Troya recoge y cues- za en su reproducción en las colonias. La
tiona los estereotipos de cualquier penetra- presencia colonial se encuentra escindida
ción unidireccional. Canclini advierte que entre su aparición como original y autorita-
en medio de vendedores mexicanos que an- tiva y su articulación como repetición y di-
tes ofrecían calendarios aztecas o artesanías ferencia. Su reproducción en el contexto
mexicanas y que ahora añaden monitos de colonial, “su duplicación” en un sintagma de
Disney y el hombre araña, “la alteración saberes diferenciales, alienan la identidad
del lugar común de la iconografía histórica del ser inglés, y producen a la vez que nue-
busca indicar la multidireccionalidad de los vas formas de saber, nuevos sitios de poder.
mensajes y las ambigüedades que produce Otros saberes “negados” entran así en el dis-
su utilización mediática” (“La épica de la curso dominante, desestabilizando su base
globalización”: 36). de autoridad y cuestionando sus reglas de
Desde una tradición académica diferen- reconocimiento (143).
te, principalmente inglesa, la crítica posco- La hibridez no es para Bhabha, como
lonial ha retomado el concepto de hibridez tampoco para Canclini, un tercer término
con ciertas intersecciones a la vez que dife- que resuelva la tensión entre dos culturas.
rencias con los estudios latinoamericanos. La hibridez es para Bhabha, una problemá-
La hibridez se ha manifestado como un con- tica interna al discurso colonial. Las pregun-
cepto útil para caracterizar el discurso colo- tas de los nativos indios a la Biblia inglesa,
nial, es decir las formas simbólicas o las el uso que ellos hacen del libro inglés gene-
significaciones creadas por el colonialismo ran una incertidumbre y falta de fijeza que
HIBRIDEZ 139

aflige al discurso del poder. Se trata de una organizadoras de los conflictos en las cien-
incertidumbre que desplaza las seguridades cias sociales: tradición/modernidad, norte/
de lo que es ser inglés en el mundo coloni- sur, local/global” (“Noticias recientes”).
zado. Así, el sujeto colonizado se vuelve un
sujeto aterrorizante, perturbador, de clasifi- OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Subalternity
cación paranoide y de un constante cuestio- and Representation: Arguments in Cultural
namiento de las imágenes y presencias de la Theory, Durham, Duke University Press, 1999;
autoridad. Bhabha, Homi, “Signos tomados por prodi-
Siguiendo a Bhabha, Robert Young gios”, en El lugar de la cultura, Buenos Aires,
postula que en el discurso colonial, toda Manantial, 2002, pp. 131-153 (original de
construcción disciplinaria de conocimien- 1994); Cornejo Polar, Antonio, “Mestizaje e hi-
to instrumental sobre la Otredad se funda bridez: los riesgos de las metáforas”, Revista de
en los protocolos del deseo y la fantasía, en Crítica Literaria Latinoamericana 47, 1998, pp.
una constante fluctuación entre lo deseado 7-11; Franco, Jean, “Policía de frontera”, en
y lo repudiado, la atracción y la repulsión Sara de Mojica (comp.), Culturas híbridas –no
(Young: 161). De esta manera, lo marginal, simultaneidad-modernidad periférica, Berlín,
lo inclasificado de la periferia se manifiesta WVB, 2000, pp. 55-60; García Canclini, Néstor,
en el centro del discurso colonial, instau- Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir
rando la ambivalencia como su condición de la modernidad, México, Grijalbo, 1990
constitutiva. Dentro de la crítica poscolo- [1989]; García Canclini, Néstor, “Noticias re-
nial, Young religa los estudios de la raza y el cientes sobre la hibridación”, Revista
género al concepto de hibridez, insistiendo Transcultural de Música/Transcultural Music
en que la construcción social y seudocientí- Review, vol. 7, diciembre 2003, <www.sibet-
fica de la raza (y la diferencia racial) ha sido rans.com/ trans/ trans7/ canclini.htm>; Lien-
siempre impulsada por la corrupta conjun- hard, Martin, La voz y su huella, La Habana,
ción de discursos sexuales y económicos Casa de las Américas, 1990; Lund, Joshua, The
híbridos en el discurso del poder colonial. Impure Imagination. Toward a Critical Hibridity
Al rearticular los debates sobre la raza y el in Latin American Writing, Minneapolis,
género a la hibridez del discurso colonial, University of Minnesota Press, 2006; Martín
Young destaca la ambivalencia entre el de- Barbero, Jesús, De los medios a las mediacio-
seo del colonizador blanco por el coloniza- nes, México, Ediciones Gili, 1987; Ortiz,
do nativo y el horror a la hibridación o la Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el
mezcla racial. Recientemente Joshua Lund azúcar, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978
(2006) ha propuesto la necesidad de rear- (original de 1940); Ortiz, Renato, “Diversidad
ticulación del concepto de raza a las teo- cultural y cosmopolitismo”, en Mabel Moraña
rizaciones sobre hibridez en los estudios (ed.), Nuevas perspectivas desde/sobre América
latinoamericanos y en diálogo fecundo con Latina: el desafío de los estudios culturales,
los estudios poscoloniales. Chile, Cuarto Propio, 1994, pp. 43-53; Pratt,
El concepto de hibridez se ha manifes- Mary Louise, Imperial Eyes: Travel Writing and
tado de gran productividad teórica y debate Transculturation, Londres, Routledge, 1992
crítico en los estudios lingüísticos, antropo- [Ojos imperiales: literatura de viajes y transcul-
lógicos, artísticos y culturales latinoameri- turación (trad. Ofelia Castillo), Bernal, Uni-
canos, en los trabajos destacados de Antonio versidad Nacional de Quilmes, 1997]; Schwarz,
Cornejo Polar (“Mestizaje e hibridez”), John Roberto, Misplaced Ideas: Essays on Brazilian
Beverley (Subalternity), Roberto Schwarz Culture, Londres, Verso, 1992; Young, Robert,
(Misplaced Ideas), George Yúdice (“From Colonial Desire: Hybridity in Theory, Culture
Hybridity”), Jean Franco (“Policía”), Jesús and Race, Londres, Routledge, 1995; Yúdice,
Martín Barbero (De los medios) y Renato George, “From Hybridity to Policy: For a
Ortiz (“Diversidad”), entre otros. Como el Purposeful Cultural Studies”, en García Can-
mismo Canclini señala, “los estudios sobre clini, Néstor, Consumers and Citizens, Minnea-
hibridación modificaron el modo de hablar polis, University of Minnesota Press, 2001.
sobre identidad, cultura, diferencia, des-
igualdad, multiculturalidad, y sobre parejas [LEILA GÓMEZ]
identidad teoría social estudió con creciente interés la
importancia política de una plétora de gru-
La palabra “identidad” se deriva del vocablo pos y movimientos sociales que, articulados
latino identitas, cuya raíz es el término idem, alrededor de nociones de raza, etnicidad,
el cual significa “lo mismo”. En su acepción género, generación o sexualidad, cuestiona-
más básica, la identidad incluye asociacio- ron, tanto a niveles materiales como simbó-
nes, por una parte, con los rasgos que ca- licos, el status quo. Junto a la crisis de las
racterizan a los miembros de una colecti- grandes narrativas de finales del siglo XX y
vidad frente a los otros que no pertenecen conforme se llevaban a cabo tensos proce-
a la misma y, por otra, a la conciencia que sos de globalización como la desarticulación
un individuo tiene de ser él mismo y, enton- del Estado-nación, la categoría de identidad
ces, distinto a los demás. Entre lo mismo fue dejando atrás su carácter esencialista,
y lo otro se abre, así, el territorio material para incorporar también estrategias cada
y simbólico de la identidad. Más un recla- vez más sutiles y cada vez más dinámicas
mo relacional que un hecho dado en sí, la de la acción social.
identidad como categoría invita al análisis En los decenios posteriores a la segunda
de la producción de subjetividades tanto co- guerra mundial, los procesos de descoloni-
lectivas como individuales que emergen, o zación de Asia, África y el Caribe francés
pueden ser percibidas, en los ámbitos de las provocaron un interés inicial en cuestiones
prácticas cotidianas de lo social y la expe- identatarias en el ámbito de la academia
riencia material de los cuerpos. En continuo europea. En contextos de creciente movili-
y creciente uso, especialmente en la teoría zación social que no respondían en sentido
crítica y, más recientemente, en el campo de estricto a los postulados de la lucha de cla-
los estudios culturales, el concepto de iden- ses enarboladas por un marxismo de corte
tidad ha recorrido un largo camino. Aunque rígido, pensadores de las más distintas es-
no es un concepto freudiano es usado co- cuelas empezaron a brindar más atención
múnmente dentro de la psicología del ego a las distintas manifestaciones de agencia
en Estados Unidos a partir de los años cin- social por parte de grupos subalternos, es-
cuenta para denominar una serie de aspec- pecialmente a la diversidad de estrategias
tos de la personalidad que Freud incluyó en de resistencia, tanto activa como pasiva,
el ego. Evadiendo la armadura teórica que, que tales grupos utilizaron para cuestio-
hacia mediados del siglo XX, privilegiaba nar, no siempre con éxito, las condiciones
conceptos estructurales de clase emparen- de desigualdad económica y política que
tados con el marxismo, la utilización de la caracterizaban sus entornos. Retomando
categoría de identidad desde sus inicios se las perspectivas críticas de teóricos como
alimentó de, y a su vez propició una aproxi- Antonio Gramsci, especialmente su concep-
mación más diversa y menos abstracta ha- to de hegemonía, o de Walter Benjamin, en
cia comportamientos y conflictos plurales y especial su noción de constelación y su vi-
cotidianos que abarcaban los ámbitos tanto sión de la historia como catástrofe, se regis-
de producción como de reproducción so- tró un renovado interés por detectar formas
cial. Hacia el último tercio del siglo pasa- alternativas de actividad social en periodos
do, pues, y de la mano de la identidad, la llamados no extraordinarios. Así fueron en-

[140]
IDENTIDAD 141

trando, poco a poco, al mundo del análisis en esta bibliografía. La creciente influencia
teórico elementos tales como el espacio, el de la historia social pronto invitó a volver la
cuerpo, la vida privada, la sexualidad, de mirada hacia fenómenos que, aun cuando
mano de autores como Michel Foucault, se desarrollaban en contextos de desigual-
Pierre Bourdieu, Michel de Certeau, Stuart dad, implicaban estrategias de negociación
Hall, entre tantos otros. Así, volcándose ha- y acomodación entre distintos grupos socia-
cia los otros y Lo Otro, este tipo de trabajo les. De esta manera, la atención se dirigió
teórico se entretuvo en los márgenes, en los con mayor frecuencia hacia actividades e
lugares oscuros o cerrados, en el residuo o interpretaciones populares que dejaban en
la ruina, incluso en el silencio, para explo- claro la participación activa, aunque limi-
rar las distintas formas en que una variedad tada, de los pobres, las mujeres y los niños.
de discursos y prácticas contrahegemónicas Socialmente, sin embargo, los debates en
habían también definido, de manera activa, torno al multiculturalismo y al uso oficial
las interacciones sociales de sus épocas. de los términos latino o hispano para de-
No es de extrañarse, entonces, que cier- nominar a una plétora de inmigrantes de
tos estudios acerca de la identidad hayan origen latinoamericano en Estados Unidos,
florecido en las antiguas colonias británicas propiciaron la existencia de estudios que,
y francesas. En la India, por ejemplo, emer- desplazando una vez más la categoría de
gieron varios centros de estudios avanzados clase, privilegiaron, a menudo de manera
dedicados a estudiar la identidad y a teori- esquemática, los orígenes nacionales y ét-
zar la relación poscolonial con el mundo oc- nicos en su análisis de la así llamada latini-
cidental. Una de las críticas más importan- dad. Las respuestas populares no se hicie-
tes en este ámbito es Gayartri Chakravorty ron esperar: una de las quejas más comunes
Spivak. se dirigió contra el carácter homogeneiza-
En Estados Unidos, la cuestión de la dor de un término que, al englobar, ignoró
identidad se convirtió en parte central de y, luego entonces, desdeñó, las diferencias
los movimientos sociales a finales de los años culturales y las implicaciones políticas de la
sesenta del siglo XX. Influenciado por el mo- gran diversidad de experiencias y luchas de
vimiento de los derechos civiles y por el fe- inmigrantes en Estados Unidos.
minismo norteamericano, la investigación La complejidad de la experiencia de Los
estadunidense de la identidad desechó muy Otros en Estados Unidos pronto requirió,
pronto el enfoque de clase y lo sustituyó por y produjo a su vez, conceptos lo suficien-
un análisis que privilegiaba las categorías de temente flexibles como para identificar y
género y sexualidad. Entre los críticos esta- explorar espacios intermedios de acción y
dunidenses más importantes en este sentido significación. Una de las primeras explo-
se contaron a Marjorie Garber, bell hooks raciones importantes en este sentido fue
[Gloria Jean Watkins] y Judith Butler. Una Borderlands/la frontera: The New Mestiza,
igualmente importante aunque no idéntica un influyente estudio de la ambigüedad
tradición feminista fuerte se desarrolló sin de la identidad chicana escrito por Gloria
duda en Francia, mejor representada por in- Anzaldúa, quien introdujo el concepto de la
telectuales como Simone de Beauvoir, Luce nueva mestiza –término basado en las teo-
Irigaray y Julia Kristeva, entre otras. rías raciales del filósofo y político mexicano
El estudio de la identidad de los inmi- José Vasconcelos, quien elogió la mezcla de
grantes latinoamericanos y sus descendien- lo español e indígena al acuñar el concepto
tes en Estados Unidos tomó otro camino. de la raza cósmica–. Tal énfasis en la mezcla,
En un inicio, en efecto, se favoreció, como lo híbrido y las tensas situaciones que tal
en el caso de Rodolfo Acuña y su Occupied tipo de interacciones produce socialmente
America, una visión que denunciaba la exis- ha sido del interés de teóricos latinos promi-
tencia de un colonialismo interno generador nentes como Juan Flores, Frances Aparicio,
de una rígida jerarquía económica y social Ilan Stavans y Gustavo Pérez Firmat.
que, aprovechándose de diferencias de cla- Para entender los comienzos de los estu-
se y raza, explotaba la fuerza de trabajo de dios identitarios en Latinoamérica es nece-
los conquistados. Referencias a identidades sario considerar sus raíces en el siglo XIX y
perdidas y territorios ocupados abundaban en la primera parte del siglo XX. Durante las
142 IDENTIDAD

guerras de independencia y las subsecuentes nacional y su relación con la modernidad.


eras nacionalistas, los nuevos gobiernos la- En el México posrevolucionario, la figura de
tinoamericanos y los intelectuales criollos se José Vasconcelos (1882-1959) fue relevan-
dedicaron a la labor de crear una nación. La te no sólo como el ministro de Educación
heterogeneidad de la población latinoameri- Pública encargado de apoyar a los pintores
cana, compuesta principalmente de euro- de la Escuela Mexicana que, desde la plás-
peos, criollos (los que nacen en América sin tica, produjeron para México una identidad
ser de origen indígena), indígenas, africa- netamente mestiza que luego se diseminó
nos, y mezclas varias de estos grupos, hizo por el mundo, sino también como el filósofo
esta labor difícil en comparación con la del que, en los años veinte discurrió sobre “la
“viejo mundo”, cuyas poblaciones se enten- raza cósmica”, un concepto que revisaba
dían como uniformes. El consenso liberal de manera positiva la mezcla de razas pro-
consistía en unir simbólicamente a los habi- ducto de más de 400 años de colonización.
tantes bajo una sola identidad; en el caso de La raza cósmica, según Vasconcelos, era
países como México y Perú la unidad nacio- superior a sus componentes porque incor-
nal implicaba la necesidad de integrar a los poraba las mejores características de am-
indígenas y mestizos a la nueva nación asi- bas. La posición de Vasconcelos como rec-
milándolos a las costumbres criollas, las tor de la Universidad Nacional Autónoma
cuales eran consideradas civilizadas. En de México y como ministro de Educación
países como Argentina, el proceso fue más permitió que se difundiera esta teoría en
de exclusión, marginalización o hasta geno- toda Latinoamérica, donde en varios países
cidio de grupos minoritarios de origen indí- se institucionalizó como discurso nacional.
gena y africano. Así entonces, las explora- En México, especialmente, la raza cósmi-
ciones en torno a la identidad durante el ca se convirtió en la retórica estatal y fue
siglo XIX investigan a menudo las distintas promulgada en todas las escuelas del país
negociaciones que se llevaron a cabo entre como característica esencial de la cultura
una pequeña élite blanca que intentaba eu- nacional. El discurso de Vasconcelos even-
ropeizar su continente a toda costa, y las tualmente fue manipulado por las clases
grandes y heterogéneas mayorías que no gobernantes en América Latina para con-
sólo resistieron los procesos de incipiente tinuar su dominación de los grupos margi-
modernización de la época sino que tam- nados. En países como México, Guatemala,
bién propusieron alternativas históricas ba- y Perú, la figura idealizada del mestizo se
sadas en sus culturas locales y sus prácticas estableció por las clases gobernantes como
cotidianas. Una lectura básica de novelas y el representante de la sociedad moderna y
libros de historia, permitió a Bradford Burns único beneficiario de lo nacional, y así se
escribir The Misery of Progress, un análisis justificó la falta de atención a los problemas
en el que establece a la tierra y al trabajo de los indígenas y otros grupos étnicos mi-
como los cotos de disputa del siglo XIX lati- noritarios. En estos países se iniciaron pro-
noamericano, y a las numerosas identidades gramas para integrar a estos grupos a la so-
populares, ya basadas en raza, etnicidad o ciedad mestiza y así “mejorar” su situación
género, como herramientas de lucha duran- cultural y económica. Fundamentalmente,
te las mismas. estos programas dañaron la continuación
El enfrentamiento entre procesos de de tradiciones indígenas y minoritarias,
modernización y resistencia popular ad- promulgaron la migración a la ciudad, y
quirieron más prominencia hacia finales no impactaron significantemente la situa-
del siglo XIX y produjeron una plétora de ción económica de muchos de estos grupos
movilizaciones sociales, entre las cuales la en las áreas rurales.
Revolución mexicana de 1910 resultó quizá Vasconcelos no es el único en teorizar
la más violenta y masiva. Después de diez una posible identidad “latinoamericana”,
años de luchas internas, se promulgó una Simón Bolívar (1783-1830), José Martí
nueva constitución en 1917 y, sobre esta (1853-1895), y José Enrique Rodó (1872-
base, y en el contexto de una sociedad po- 1917), entre otros, reflexionaron sobre esta
larizada, se llevaron a cabo importantes de- posible identidad. Estos intelectuales fueron
bates acerca de la cuestión de la identidad influenciados por las ideas del racismo cien-
IDENTIDAD 143

tífico del siglo XIX y trataron de combatir el ner la cultural imperial sin poder aniquilar
positivismo europeo con sus escritos sobre por completo la nativa. El transculturalismo
Latinoamérica. La identidad “latinoameri- se ha convertido en un concepto importante
cana” elaborada por éstos teóricos trató de en los estudios poscoloniales de la identi-
contradecir las ideas seudocientíficas sobre dad.
la posible “inferioridad” de los pueblos de En México, Octavio Paz (1914-1998) en
América Latina y por extensión también de El laberinto de la soledad (1950; revisado y
sus gobiernos. Esta elaboración también aumentado en 1959) busca las raíces de la
fue una importante retórica para combatir identidad nacional mexicana en la historia
la continuación de la influencia de Estados de la colonia. En la sección más conocida y
Unidos y Europa en América Latina durante polémica del texto, Paz explica que el mexi-
y después de las guerras de independencia. cano es el hijo bastardo de La Malinche, la
Entre los otros teóricos importantes de la traductora, colaboradora y amante indígena
identidad nacional en esa época también se de Hernán Cortés durante la conquista de
encuentra el peruano José Carlos Mariátegui México. Los hijos de La Malinche están
(1894-1930). Mariátegui fue influenciado marcados por la violencia de la conquista y
por el marxismo en su descripción de la la colonia, y no han podido superar el estig-
condición peruana y la desigualdad, la que ma de ser el producto de una violación sim-
llamaba “el problema del indio”. Otros inte- bólica a gran escala.
lectuales peruanos incluyen al escritor y an- Las contradicciones inherentes en lo re-
tropólogo José María Arguedas (1911-1969) ferente a la identidad latinoamericana, su
y al crítico literario Antonio Cornejo Polar relación con la modernidad, su construcción
(1936-1997). Arguedas se concentró sobre de la nacionalidad y la raza, y la exclusión
todo en retratar la situación de los indígenas de ciertos grupos en los escritos de los pen-
quechuas en los Andes como víctimas de la sadores latinoamericanos desde el siglo XIX,
sociedad y gobierno peruano. Arguedas es causan el surgimiento, en los años sesenta
uno de los fundadores del indigenismo mo- y setenta, de los primeros movimientos so-
derno, una rama de la literatura y ciencias ciales de la política de la identidad. En esta
sociales que pretende mejorar la situación época surgieron dos ramas críticas funda-
de los indígenas. En sus ensayos de litera- mentales: una enfocada en la situación de
tura y cultura, Cornejo Polar postuló que la mujer y otra sobre las minorías étnicas
la realidad andina debe ser leída a través latinoamericanas. El debate de la identidad
de su heterogeneidad cultural y cómo ésta y las múltiples identidades basadas en la
contribuye a la formación de subjetividades raza, sexo y etnia, surgen en la esfera ci-
colectivas únicas a los Andes. vil latinoamericana como una respuesta a
En Brasil, debates similares ocurrieron en las narrativas hegemónicas de la identidad
torno al lugar en el imaginario nacional de nacional.
los descendientes de los esclavos africanos. El estudio de la identidad latinoamerica-
El antropólogo Gilberto Freyre (1900-1987) na ha pasado por varias etapas. En su pri-
es uno de las figuras centrales en este deba- mera era, a mediados del siglo XX, había
te. Su texto, Casa-Grande e Senzala (1933), preocupación por la creación de una gran
promulga la idea de la democracia racial; narrativa que describen la identidad nacio-
en otras palabras, el argumento de que en nal. En lo subsiguiente, esta narrativa fue
Brasil no hay racismo, sólo problemas de cuestionada por el surgimiento de movi-
clase. Esta teoría caracteriza las nociones mientos sociales feministas y de etnias mi-
hegemónicas de la identidad nacional bra- noritarias. Las crisis económicas contempo-
silera durante gran parte del siglo XX. ráneas interpretadas como consecuencias
En el Caribe hispano, el cubano Fernando del neoliberalismo y el capitalismo globali-
Ortiz (1881-1969) en Contrapunteo cubano zado, tornan el debate de la identidad a
del tabaco y del azúcar (1947) propuso la no- cuestiones de mercado y consumo.
ción de la transculturación, es decir, la crea- Finalmente, la discusión se enfoca en la
ción de una nueva cultura en un proceso construcción performativa de la identidad.
imperialista que proviene de la metrópolis y Basándose en las ideas de Judith Butler so-
que devalúa a la cultura dominada al impo- bre la índole performativa del género y su
144 IDENTIDAD

autoexpresión, los estudios contemporáneos en el ámbito mexicano desde la colonia has-


de la identidad ilustran los múltiples proce- ta el presente. Argumenta que el discurso
sos culturales que contribuyen a la creación patriarcal es más marcado en escritos reli-
consciente y la presentación performativa giosos, nacionalistas y de la modernidad y
de las identidades latinoamericanas. La es, en estos discursos, donde ella explora las
identidad es entendida no como algo esen- contribuciones de mujeres mexicanas que
cial, sino como una autonegociación de va- desean autorrepresentarse en los márgenes
rias influencias para crear una representa- de la narrativa maestra.
ción en particular. La persistente situación subalterna de las
En América Latina, el debate feminista minorías étnicas latinoamericanas –en par-
llegó tarde a la academia y al ámbito políti- ticular los indígenas y los negros– y la au-
co. En muchos países, las mujeres no consi- sencia de su voz en la producción cultural
guieron el voto hasta después de la segunda nacionalista, provocaron el desarrollo de
guerra mundial. La influencia del feminismo movimientos militantes en América Latina.
estadunidense y los cambios sociales causa- Es importante notar que muchos de los lí-
dos por el boom económico de la posguerra deres de los movimientos indígenas de los
en ciertos países latinoamericanos, crearon años ochenta eran mujeres que se sentían
la oportunidad para desarrollar el pensa- marginalizadas por el feminismo latinoame-
miento feminista latinoamericano. Este ricano. Una de las primeras de estos movi-
pensamiento indudablemente se basa en las mientos fue la indígena boliviana Domitilia
teorías feministas de principio de siglo de Barrios de Chungara, quien interrumpió la
activistas laborales anarquistas y socialistas. conferencia de la mujer, patrocinada por las
Se destacan entre estas la puertorriqueña Naciones Unidas en México en 1975, para
Luisa Capetillo (1875-1922), la colombiana criticar a las feministas por su exclusión de
María de los Ángeles Cano Márquez (1887- las mujeres indígenas. Las teorías sobre la
1967) y la argentina Salvadora Onrubia de identidad indígena latinoamericana se ca-
Botana (1894-1972). Estas activistas emer- racterizan por su afirmación de la cultura
gieron como líderes sindicales en sus res- autóctona, la defensa de sus tradiciones y
pectivos países y después desarrollaron un lenguaje, y su protesta por los ataques so-
movimiento feminista basado en las ideas ciales y militares de las instituciones y go-
anarquistas del tiempo. biernos latinoamericanos que desean inte-
En los años setenta, el activismo femi- grar a estas poblaciones a la nación. Otros
nista fue tomado por escritoras, periodistas, activistas indígenas importantes son la maya
y activistas sociales. Entre ellas se encuen- guatemalteca Rigoberta Menchú Tum y la
tran las mexicanas Elena Poniatowska y quechua ecuatoriana Nina Pacari Vega. Los
Esperanza Brito de Martí y las argentinas movimientos afrolatinos se caracterizan por
Magdalena Ruiz Guiñazú y Miriam Lewin. una preocupación sobre la condición social
Estas mujeres se destacan no solo por su de sus miembros y la desvaloración de su
labor a favor de los derechos de la mujer, cultura tradicional. Éstos se centran princi-
sino también por su activismo político en palmente en Brasil y el Caribe. En Brasil,
relación con las violaciones de derechos hu- mucho del debate cultural es en torno a po-
manos y la represión estatal en contra de ner en evidencia las injusticias veladas por
mujeres. El movimiento feminista de esta la doctrina nacional de la “democracia” ra-
época fue influenciado por los escritos de cial. En Cuba, la influencia de la revolución
la francesa Simone de Beauvoir, entre otras posibilitó un análisis de las raíces racistas
feministas occidentales. de la condición social de las personas de
En el campo de los estudios culturales, origen afrocaribeño.
cabe mencionar el trabajo de la británica Los acontecimientos políticos en América
Jean Franco, quien en Las conspiradoras: La Latina en los años ochenta y noventa inau-
representación de la mujer en México (origi- guraron nuevas discusiones sobre la iden-
nalmente publicado en inglés en 1989) pro- tidad. Inspirado por los escritos de grupos
pone una lectura feminista de la literatura y indígenas y el trabajo de teóricos del South
cultura mexicanas. En su libro, explora la Asian Subaltern Studies Group, en los años
lucha de la mujer por el poder interpretativo noventa surgió el grupo de estudios subalter-
IDENTIDAD 145

nos latinoamericanos. El grupo reúne a va- Esteban Muñoz en Disidentifications: Queers


rios teóricos incluyendo a Ileana Rodríguez, of Color and the Performance of Politics
John Beverley, José Rabasa, Javier Sanjinés (1999) sugiere que las minorías raciales y
y Robert Carr. El grupo de estudios subal- sexuales en Estados Unidos han desarro-
ternos contribuyó al debate de identidad al llado un proceso para crear su identidad
afirmar la exclusión histórica de ciertos gru- que no depende de la simple apropiación
pos en la creación de las naciones latinoa- de la cultural mayoritaria ni tampoco de la
mericanas y la necesidad de los académicos negación total de ésta. En contraste, estos
de acercarse a estos grupos “subalternos” grupos transforman a la cultura dominante
y ayudarles a expresar su propia identidad para autocrear su propia identidad cultural.
a través del discurso escrito. El grupo se A este proceso Muñoz lo llama “disidentifi-
enfocó principalmente en el testimonio la- cación”.
tinoamericano puesto que, en su opinión, El trabajo de Yúdice, Quiroga y Muñoz
éste deja que el subalterno “hable” por sí propone la nueva dirección de los estudios
mismo sobre su identidad, según las teorías de identidad: el entendimiento de la identi-
de Spivak y otros teóricos de los estudios dad latinoamericana a través de su perfor-
subalternos. matividad. Apoyándose en la afirmación de
El decenio de los noventa y el principio que la sexualidad y género son construccio-
del siglo XXI se caracterizan por una de- nes sociales que coinciden con ciertas per-
mocratización en la mayoría de los países formances codificadas por la cultura, críticos
latinoamericanos y por varios problemas contemporáneos postulan que la identidad
económicos causados por el neoliberalis- latinoamericana en todas sus manifestacio-
mo y las pólizas de reestructuración finan- nes nacionales, étnicas, raciales, culturales,
ciera impuestas por el Fondo Monetario sexuales, etc., está construida a base de la
Internacional y el Banco Mundial. Los estu- performance consciente y estratégica del
dios de identidad en este periodo correspon- individuo.
den, con estos cambios, en su enfoque en los
efectos del mercado en la formación de la OBRAS DE CONSULTA. Anzaldúa, Gloria, Border-
identidad latinoamericana. George Yúdice, lands/La frontera: The New Mestiza, San
uno de los críticos importantes de esta épo- Francisco, Aunt Lute Books, 1987; Beverley,
ca, argumenta que los cambios económicos John, Subalternidad y representación: debates
y políticos han creado un nuevo mercado en teoría cultural (trad. Marlene Beiza y Sergio
privado donde la identidad y la cultura se Villalobos-Ruminott), Madrid, Iberoamericana,
elaboran en negociación con ese mercado 2004; Franco, Jean, Las conspiradoras: la re-
y no directamente con las instituciones del presentación de la mujer en México (trad.
Estado. Judith Hernández), México, Fondo de Cultura
En esta época también se empiezan a Económica, 1994; Freyre, Gilberto, Casa grande
elaborar los estudios de sexualidad lati- y senzala (trad. Benjamín de Garay y Lucrecia
noamericana. Influenciados por el trabajo Manduca), Caracas, Biblioteca Ayacucho,
del francés Michel Foucault y la estaduni- 1977; Muñoz, José Esteban, Disidentifications:
dense Judith Butler, varios estudios sobre Queers of Color and the Performance of Politics,
la identidad homosexual latinoamericana Minneapolis, University of Minnesota Press,
surgieron en el siglo veintiuno. Entre ellos 1999; Ortiz, Fernando, Contrapunteo cubano del
se destaca el trabajo de José Quiroga y tabaco y el azúcar: advertencia de sus contrastes
José Esteban Muñoz. En su libro Tropics agrarios, económicos, históricos y sociales, su et-
of Desire: Interventions from Queer Latino nografía y su transculturación, Madrid, Cátedra/
America (2000), Quiroga argumenta que los Música Mundana Maqueda, 2002 (original de
homosexuales y lesbianas latinoamericanos 1947); Paz, Octavio. El laberinto de la soledad,
históricamente no se han autoidentificado México, Fondo de Cultura Económica, 1950;
a través de su sexualidad como en Estados Quiroga, José, Tropics of Desire: Interventions
Unidos, sino que han seguido una estrate- from Queer Latino America, Nueva York, New
gia política y social de invisibilidad para así York University Press, 2000; Vasconcelos, José,
subsistir en la sociedad general. A través de La raza cósmica, México, Espasa-Calpe, 1948
una lectura de artistas de performance, José (orig. 1925); Yúdice, George, The Expediency
146 IDENTIDAD / IDEOLOGÍA

of Culture: Uses of Culture in the Global Era, en asuntos de ideología, nadie está libre de
Durham, Duke University Press, 2003 [El re- culpa. Como afirma Slavoj Žižek, la ideo-
curso de la cultura, Barcelona, Gedisa, 2002]; logía “parece emerger exactamente cuando
Zea, Leopoldo, El problema de la identidad la- intentamos evitarla, mientras que deja de
tinoamericana, México, UNAM, 1985. aparecer donde claramente se esperaría que
habitara. Cuando cierto procedimiento es
[NOHEMY SOLÓRZANO-THOMPSON; denunciado como ‘ideológico por antono-
CRISTINA RIVERA-GARZA] masia’ puede estarse seguro de que su in-
versión no es menos ideológica” [“seems to
pop up precisely when we attempt to avoid
ideología it, while it fails to appear where one would
clearly expect it to dwell. When some pro-
El concepto de ideología es profundo y casi cedure is denounced as ‘ideological par ex-
infinitamente irónico: nace bajo el signo de cellence’ one can be sure that its inversion is
la inversión. En las acepciones predomi- no less ideological” (“Introduction”: 4)]. No
nantes del término, estar bajo su influencia sorprende, por lo tanto, que desde Napoleón
significa, entre otras cosas, confundir los hasta nuestros días el concepto de ideología
opuestos. Sus víctimas toman lo ideal por haya servido como arma arrojadiza para de-
material, lo cultural por natural, lo injusto rechas e izquierdas, con el fin de deslegitimar
por justo y, en general, confunden las apa- al adversario acusándole o bien de tonto –en-
riencias con la realidad (Eagleton: 51-61). gañado por las apariencias o preso de deseos
En La ideología alemana (1845-1847), Marx e intereses inconscientes– o bien de hipócri-
y Engels sugerían que la ideología de los fi- ta, empeñado en engañar a los demás en
lósofos idealistas hacía que vieran el mundo beneficio propio. Como observa Raymond
al revés (26). Si la ideología es una forma de Williams, “en la argumentación popular,
mistificación, sin embargo, sus críticos pre- ideología todavía se usa esencialmente en
sumen necesariamente de un conocimiento el sentido que le asignó Napoleón. Las per-
más verdadero, no ideológico, de la reali- sonas sensatas se apoyan en la experiencia
dad. De ahí que la Ideologiekritik de corte o tienen una filosofía; los necios confían en
marxista, al revelar la confusión de grupos e la ideología” [“in popular argument, ideolo-
individuos particulares, pueda producir un gy is still mainly used in the sense given by
efecto moral y estético parecido al desenlace Napoleon. Sensible people rely on experien-
de una buena comedia. ce, or have a philosophy; silly people rely on
Para mayor ironía, también la propia ideology” (157)].
evolución teórica del concepto de ideología Aún así, el enorme éxito teórico y político
es caracterizada por una serie de inversio- del concepto en los siglos XIX y XX se debe no
nes cuasi cómicas. Concebido primero por sólo a su utilidad como arma retórica sino
un grupo de intelectuales franceses ilustra- sobre todo a su fuerza explicatoria. La teoría
dos como una “ciencia de las ideas” que per- de la ideología pretende elucidar algunos de
mitiera descubrir el engranaje de la mente los grandes enigmas con que se han enfren-
humana para liberarla de las mistificaciones tado los reformistas y revolucionarios des-
(sobre todo las religiosas), el concepto fue de los comienzos de la modernidad: explica
muy pronto movilizado para deslegitimar a cómo es posible que la mayoría social pueda
los propios practicantes de esa ciencia. Los colaborar, a veces de forma entusiasta, en
“ideólogos”, argüía el emperador Napoleón su propia opresión; o cómo opresores tanto
I en 1812, eran gentes despistadas, perdi- como oprimidos puedan albergar, durante
das en las brumas de la metafísica y faltas largo tiempo, nociones fundamentalmente
de contacto con la realidad, que pretendían equivocadas y contradictorias acerca de la
construir una sociedad sobre leyes deriva- realidad. Además, al revelar la raíz de estos
das de supuestas causas primeras en vez de enigmas, el concepto de ideología también
un “conocimiento del corazón humano y las permite imaginarse modos de superarlos –es
lecciones de la Historia” (citado en Williams: decir, de transformar la sociedad–.
154). Dos siglos después, sigue siendo fácil Noción fundamental del marxismo, el
invertir el vector crítico y demostrar que, concepto de ideología ha sido rechazado por
IDEOLOGÍA 147

varias escuelas políticas y filosóficas com- viduos o grupos sociales atribuyen la capa-
petidoras. En los años cincuenta, ciertos cidad de alcanzar tal perspectiva.
científicos sociales en Occidente –Raymond El gran auge que conoció el concepto de
Aron, Edward Shils y Daniel Bell, entre ideología en el siglo XX en casi todas las
otros– proclamaban el “fin de la ideología”, ciencias sociales y humanísticas se debe,
frase con que expresaban su fe en la supe- principalmente, al papel central que le adju-
rioridad de las ciencias “objetivas” y pragmá- dicaron Marx, Engels y sus seguidores en
ticas de las sociedades democráticas frente sus análisis críticos del capitalismo: aunque
a las ciencias “ideológicas” de los totalita- las apariencias confirmaran la noción bur-
rismos. Posteriormente, lo han desechado guesa de que las relaciones entre capitalistas
posestructuralistas y posmodernistas, para y obreros eran libres y justas, y aunque am-
quienes la ideología es una noción escan- bos grupos obraran bajo esa suposición, la
dalosamente ilustracionista. Lo que más ideología impedía que se percibiera la injus-
perturba a críticos como Foucault, Lyotard, ticia y esclavitud que en realidad regían el
Baudrillard, Deleuze, Guattari y Rorty son sistema. Es importante recordar, sin embar-
las pretensiones epistemológicas inherentes go, que existen varias definiciones marxistas
al concepto: la idea de que algunos tengan diferentes del concepto de ideología, que no
acceso a la verdad y sean capaces de denun- siempre resultan compatibles entre sí. Las
ciar la ceguera de los demás. Frente a estos principales divergencias cabe ilustrarlas me-
rechazos, otros críticos contemporáneos, diante tres preguntas. Primero, ¿la ideología
entre los que destacan Eagleton, Žižek y denota una visión del mundo falsa (impli-
Larraín, se han empeñado en hacer matiza- cando que existe otra verdadera) o simple-
das distinciones entre las diferentes acepcio- mente una visión determinada del mundo?
nes en uso, arguyendo que el concepto –eso Es decir, ¿es un concepto crítico o neutral?
sí, teóricamente afinado y puesto al día– es Segundo, ¿la ideología es un fenómeno pri-
más pertinente que nunca, e indispensable mordialmente mental, o más bien material?
para la crítica cultural y política. Es decir, ¿se produce en las mentes de los
En su sentido más básico, la teoría de la sujetos o tiene una existencia concreta en el
ideología es perspectivista. Establece una mundo social? Y tercero, ¿la ideología es
relación entre las circunstancias e intereses superable? Las respuestas que se den a estas
sociales e históricos de los grupos humanos tres preguntas determinan la utilidad del
y la visión del mundo social que predomina concepto de ideología no sólo como arma
en ellos, implicando que, de una manera u crítica, sino también para la conceptualiza-
otra, nuestras circunstancias e intereses ción del camino hacia el cambio social –tan-
tienden a limitar o tergiversar la forma en to con referencia a los agentes del cambio
que concebimos el mundo y nuestro lugar como al margen de cambio posible–.
en él. Esta dimensión perspectivista –que a En términos muy resumidos, para el pro-
veces pero no siempre tiende al determinis- pio Marx la ideología denotaba una visión
mo– constituye la gran fuerza del concepto falsa del mundo que, como tal, era criticable
de ideología pero también su mayor debili- y superable mediante el análisis científico de
dad. El problema no sólo es que facilita los la realidad social y la práctica revoluciona-
argumentos tu quoque, sino también que es ria. Aunque en La ideología alemana parecie-
prácticamente imposible inmunizarse con- ra que Marx y Engels concebían a la ideolo-
tra su fuerza crítica. ¿Quién puede presumir gía como un fenómeno puramente mental
de trascender las limitaciones de su momen- –una “conciencia falsa”, en palabras del úl-
to histórico y situación social? Como vere- timo– Larraín enfatiza que para Marx las
mos a continuación, las mayores diferencias inversiones ideológicas reflejan –y escon-
entre las distintas versiones del concepto den– las inversiones y contradicciones de la
que se han propuesto en los últimos dos- realidad social, constituida por prácticas
cientos años radican, primero, en la medida concretas (55).
en que admiten la posibilidad de una pers- A diferencia de Marx, Lenin elabora un
pectiva trascendente que permita escapar a concepto neutro de la ideología, como una
las limitaciones ideológicas y ver el mundo visión coherente de la sociedad compartida
“como es en verdad” y, segundo, a qué indi- por una clase, un grupo o un partido, y que
148 IDEOLOGÍA

inspira un determinado curso de acción. posición que ocupa el concepto de ideología


De ahí que Lenin pueda hablar no sólo de en su ingente corpus. En realidad, dar cuen-
la ideología burguesa sino también de una ta de la suerte del concepto en las diferentes
ideología socialista o revolucionaria. En fases evolutivas de los estudios culturales
Lenin, por lo tanto, ya no se trata de liberar- equivale a determinar el variado impacto en
se de la ideología, sino de que una ideología éstos de los diferentes legados marxistas.
venza a las otras. El concepto de hegemonía Como se sabe, los estudios culturales britá-
de Antonio Gramsci –concebida como ver- nicos nacen en los años cincuenta como re-
sión actualizada del concepto de ideología, sultado de un descontento con ciertos as-
más adecuada para explicar las estructuras pectos de la crítica cultural marxista del
de represión cada vez más sofisticadas del momento, en particular su determinismo
capitalismo– también tiende a la neutrali- materialista (según el cual la cultura no es
dad; y, como en Lenin, lo que importa para sino un reflejo “superestructural” de la “in-
Gramsci es menos la veracidad de las ideas fraestructura” económica) y su postura tra-
(su correspondencia con la realidad) cuanto dicional ante la alta cultura (a la que se
su eficacia política. privilegiaba sobre la cultura popular, atribu-
El argumento más contundente para una yéndole una medida de autonomía que se
concepción de la ideología como fenómeno negaba a ésta). Frente a estas dos tenden-
material lo ha propuesto el teórico francés cias, críticos como Raymond Williams y E.
Louis Althusser. Influenciado por el estruc- P. Thompson desarrollan una práctica críti-
turalismo, Althusser invierte la relación en- ca que reconoce a la cultura popular –con-
tre ideología y subjetividad: ya no son los cebida en un sentido amplio, antropológico
sujetos sociales y sus prácticas los que confi- como toda una forma de vida– no sólo como
guran las ideologías, sino que es la ideología un objeto digno de estudio sino también
la que constituye a los sujetos como tales, a como un espacio que pueda albergar cierta
través de “aparatos ideológicos del Estado” medida de autonomía, creatividad y, por lo
como el sistema educativo y la religión, que tanto, agencia política.
“interpelan” a los individuos como sujetos. Es éste el paradigma que Stuart Hall des-
(Así como Gramsci, Althusser atribuye un pués llamará “humanista”, y que, con la lle-
papel crucial a la sociedad civil como es- gada de Hall al Centro de Birmingham, será
pacio formativo de lo ideológico.) Como desplazado por otro paradigma estructuralis-
consecuencia, sin embargo, en Althusser la ta, mucho más inspirado en Althusser. En un
ideología se convierte en una cárcel inapela- ensayo de 1983, Hall expone sus objeciones
ble y ubicua. Es verdad que el filósofo pos- ante la versión marxista del concepto crítico
tula la posibilidad de una perspectiva “cien- de ideología: su reduccionismo económico y
tífica” que permite un escape, pero éste es la distinción entre conciencia falsa y verda-
meramente temporal y siempre precario. dera. Si la ideología es una distorsión, dice,
Althusser, Gramsci y Lacan preparan cabe preguntarse “por qué algunos […] no
el camino para el concepto de ideología son capaces de reconocer que [su ideología]
neutral, discursivo, de posmarxistas como está distorsionada, mientras que nosotros,
Laclau. Basándose en parte en un análisis con nuestra sabiduría superior […] sí somos
del populismo latinoamericano, Laclau y capaces de ello” [“why some people […] can-
Mouffe desechan varios de los fundamentos not recognize that [their ideology] is distor-
teóricos marxistas, incluida la noción de que ted, while we, with our superior wisdom […]
ciertas ideologías “pertenezcan” a determi- can” (31)]. Hall prefiere la ideología en su
nadas clases sociales. En su lugar proponen acepción althusseriana, neutral, que en efec-
una noción de hegemonía concebida como to se convierte en “la categoría analítica más
la articulación discursiva de elementos ideo- importante de los estudios culturales en los
lógicos diversos –una estructura siempre años setenta” (Castro Gómez: 740). En una
tentativa, sostenida por un “significante va- crítica a Hall, Larraín cuestiona la utilidad
cío” central– que permite la aglutinación de del concepto neutral y aboga por mantener
los grupos sociales. una noción crítica de ideología como distor-
Dada la heterogeneidad teórica de los es- sión. Cuestionando la lectura que hace Hall
tudios culturales, es difícil determinar la de Marx, Larraín enfatiza que éste nunca
IDEOLOGÍA 149

sugirió que se tratara de que los intelectua- a sua pretensão de abarcar a natureza hu-
les “corrigieran” las visiones erróneas de los mana”. (Curiosamente, Žižek, al explicar el
demás. Dado que, para Marx, la ideología funcionamento de la ideología en nuestras
está arraigada en una realidad social, su su- sociedades posmodernas e irónicamente au-
peración implica la transformación práctica toconscientes, acaba proponiendo una idea
de esa misma realidad (57). parecida a la de Schwarz: es posible darse
Con la influencia de las teorías posmo- cuenta de la falsedad de las apariencias y
dernas en los años ochenta y noventa –que sin embargo actuar como si no (Sublime
coincide con la plena institucionalización de Object: 31).)
los estudios culturales en la academia an- El mayor desafío teórico y político del
gloamericana y la postergación del legado concepto de ideología como distorsión sigue
marxista– el concepto de ideología pierde siendo su implícita presunción de verdad.
importancia, aunque nunca se elimina por ¿Cómo practicar una rigurosa crítica cultu-
completo. En los últimos dos decenios los ral sin caer en la trampa de la arrogancia
practicantes de los estudios culturales –in- epistemológica propia del intelectual des-
cluidos los latinoamericanos– han adoptado mistificador, con todo el bagaje elitista que
el concepto de forma ecléctica, sin teorizarlo conlleva? Los críticos que mejor han sabido
demasiado. Santiago Castro Gómez ha se- bregar con este reto son los que asumen ple-
ñalado que “el abandono de la categoría de namente la profunda ironía inherente al
ideología por parte de algunos teóricos de la concepto de ideología. Entre ellos destaca
cultura ha contribuido a debilitar el potencial Žižek, que insiste en la importancia de man-
crítico y político que tenían los estudios cul- tener una posición imposible: “aunque no
turales” y ha abogado por una recuperación hay una clara línea de demarcación que se-
del legado de Althusser, que le parece idóneo pare la ideología de la realidad, aunque la
para formular “una crítica de la economía ideología opera en todo lo que experimenta-
política de la cultura” (742, 738). mos como ‘realidad’, debemos sin embargo
No sorprende que los usos más rigurosos mantener la tensión que mantiene viva la
y originales del concepto de ideología dentro crítica de ideología” [“although no clear line
del campo latinoamericanista se encuentren of demarcation separates ideology from rea-
en críticos marxistas como Roberto Schwarz lity, although ideology is at work in every-
y Neil Larsen, cuya relación con los estu- thing we experience as ‘reality’, we must
dios culturales es tensa y hostil. Schwarz, none the less maintain the tension that
en “As idéias fora do lugar” (1973) teoriza keeps the critique of ideology alive” (“Intro-
la ideología dentro del contexto poscolonial duction” 17)]; y, en el campo latinoamerica-
brasileño y acaba proponiendo la noción de no, Carlos Monsiváis, cuya peculiar forma
“ideología de segundo grado” para describir de Ideologiekritik nunca deja de insistir en
lo que ocurre cuando las ideologías metro- la potencialidad creativa y política de la cul-
politanas –como el liberalismo en el caso tura popular, desde una postura lúdica que
del Brasil decimonónico– son “importadas” lo inmuniza contra cualquier tentación de
por la colonia. Schwarz, siguiendo a Marx, elitismo (Monsiváis, Entrada libre, Faber).
define la ideología como “ilusión necesaria
bien arraigada en las apariencias”; pero si OBRAS DE CONSULTA. Althusser, Louis, Lenin y la
en la metrópoli las apariencias confirman filosofía, México, Era, 1970; Castro Gómez,
la ideología, el contexto periférico de Brasil Santiago, “Althusser, los estudios culturales y el
es tan incongruente que las ideologías im- concepto de ideología”, Revista Iberoamericana,
portadas se revelan en toda su falsedad. año 64, núm.193, 2000, pp. 737-751; Eagleton,
Adoptadas a pesar de ello por la burgue- Terry, Ideology: An Introduction, Londres, Verso,
sía europeizante, se convierten en “ideolo- 1991 [Ideología: una introducción (trad. Jorge
gías de segundo grado” –ilusiones asumidas Vigil Rubio), Barcelona, Paidós, 1997]; Hall,
como tales que, sin embargo, dirigen la Stuart, “The Problem of Ideology: Marxism
práctica social–. “Inscritas num sistema que Without Guarantees”, en David Morley y Kuan-
não descrevem nem mesmo em aparência”, Hsing Chen (eds.), Stuart Hall: Critical Dialogues
dice Schwarz, “as idéias da burguesia viam in Cultural Studies, Londres, Routledge, 1996,
infirmada já de início, pela evidência diária, pp. 25-46; Marx, Karl y Friedrich Engels, Die
150 IDEOLOGÍA / IMPERIALISMO CULTURAL

deutsche Ideologie: Werke, Berlín, 3 vols., Dietz según el cual los medios de los países peri-
Verlag, 1971 [La ideología alemana, México, féricos no sólo están sujetos a la propiedad
Ediciones de Cultura Popular, 1972]; Schwarz, y al control de las clases dominantes, sino
Roberto, Ao Vencedor as Batatas: Forma Literária que además su técnica y contenido depen-
e Processo Social nos Inicios do Romance den del conocimiento y material generado
Brasileiro, São Paulo, Duas Cidades, 1977; en países industrializados, el imperialismo
Williams, Raymond, “Ideology”, en Keywords: A cultural se enfoca en los desequilibrios y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, desigualdades de los flujos internacionales
Oxford University Press, 1983, pp. 153-157 de información. El fracaso de las economías
[Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y estatales latinoamericanas se origina en el
la sociedad, ed. rev. y ampl., trad. Horacio Pons. sistema económico global, que empuja a los
Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, p. 173]; países no industrializados a una continua
Žižek, Slavoj, “Introduction: The Spectre of dependencia. Siguiendo esta teoría, el im-
Ideology”, Žižek, Slavoj (ed.), Mapping Ideology, perialismo cultural postula que el flujo de
Londres, Verso, 1994, pp. 1-33; Žižek, Slavoj, información de países ricos a pobres pro-
The Sublime Object of Ideology, Londres, Verso, mueve una civilización de consumo, cóm-
1989 [El sublime objeto de la ideología, México, plice del capitalismo y desinteresada en las
Siglo XXI Editores, 1992]. fronteras nacionales, beneficiando a las in-
dustrias dueñas de los medios masivos de
[SEBASTIAAN FABER] comunicación, afincadas en su totalidad en
espacios metropolitanos.
De hecho, como teoría interpretativa, el
imperialismo cultural imperialismo cultural se aplicó a diversas
áreas, como las relaciones internacionales,
La teoría del imperialismo cultural se vincu- la antropología, la educación, las ciencias, la
la a los estudios culturales mayoritariamente historia, las letras y hasta los deportes. Las
desde el campo de la comunicación. Según reflexiones sobre “el sistema del mundo mo-
el belga Armand Mattelart, dicha teoría derno” (capitalismo), “la sociedad” (por lo
nace en los años setenta a partir de traba- general, países o comunidades con econo-
jos en comunicación enfocados en asuntos mías emergentes), “el centro dominante del
de desarrollo y economía política. Mattelart sistema” (los países industrializados), y “los
sostiene que, desde fines de ese decenio, el valores y las estructuras” (las culturas y or-
término, empleado por Rigaud, ex ministro ganizaciones ajenas a los países emergen-
de Cultura, ante la pérdida de influencia cul- tes), al igual que “la dependencia” y “el im-
tural francesa en la era de tecnologías de perialismo mediático” (que a veces se emplea
la información, marca numerosos estudios de manera sinónima), forman parte de su
concernientes a las relaciones entre nacio- terminología. En síntesis, el imperialismo
nes. Sin embargo, Mattelart advierte que no cultural plantea la dominación de una na-
es sino hasta los años ochenta, con la popu- ción por otra de mayor envergadura.
larización de un estilo de vida global, que Dada su naturaleza teórica, el imperialis-
los estudios en torno a esta teoría aumen- mo cultural no está exento de limitaciones.
tan de manera sustancial, impulsados por Se le critica un marco metodológico impre-
la tangible presencia de grandes grupos de ciso, de difícil medición y escasa capacidad
comunicación. En este contexto, la comu- descriptiva. De manera infortunada, tal y
nicación nutre el desarrollo de los estudios como se propone en sus comienzos, de for-
culturales latinoamericanos. ma lineal y hasta unilateral, el imperialismo
Lo cierto es que, como compendio críti- cultural casi descarta cualquier posibilidad
co, el imperialismo cultural es un esquema de producción mediática de las naciones pe-
que compete al ámbito de la guerra fría. riféricas. Parte de esta gran limitación críti-
Su evolución teórica ha estado marcada de ca es la suposición de un sólo sentido en el
manera muy firme por cambios en asun- flujo informativo, cosa que, si acaso fue cier-
tos de política y economía internacional. ta alguna vez, ha cambiado mucho con el ad-
Fundamentándose en la propiedad de los venimiento de nuevas tecnologías. En añadi-
medios y en el marco de la dependencia, dura, el imperialismo cultural no contempla
IMPERIALISMO CULTURAL 151

la capacidad de respuesta de la audiencia en Dada su proximidad a Estados Unidos y la


materia de procesamiento de información e desigualdad patente en múltiples renglones,
interpretación de mensajes. Por ende, los América Latina fue una de las primeras re-
argumentos sobre dependencia cultural am- giones del tercer mundo en interesarse en po-
parados en esta teoría ignoraron el estudio líticas de comunicación e implementar refor-
de los procesos de recepción y consumo en mas estructurales de sus medios. En 1976, en
las audiencias latinoamericanas. Según Juan buena medida como respuesta a los plantea-
Carlos Lozano, la totalidad de las influencias mientos de quienes sustentaban la validez del
extranjerizantes ejercidas por los medios de imperialismo cultural como aproximación
comunicación se evalúan sin tomar en cuen- crítica, representantes de veinte países lati-
ta alternativas locales que se les contrapo- noamericanos se reunieron, auspiciados por
nen. En suma, el imperialismo cultural es la UNESCO, para estudiar asuntos pertinentes
una teoría implementada para el estudio y a políticas de comunicación. Entre quienes
manejo de flujos informativos a escala ma- contribuyeron a este proceso de regulación
cro entre naciones y se enfoca en asuntos comunicativa están Beltrán, Pasquali y el
de amplia envergadura en materia cultural, paraguayo Juan Díaz Bordenave; sus traba-
mediática y de economía política, como el jos identifican tensiones entre el crecimiento
flujo de noticias internacionales entre países, comercial y el desarrollo democrático. La
restándole importancia a la audiencia. labor de Mattelart también aportó un mar-
En los años setenta, estos esquemas co teórico y evidencia para una reforma de
cobraron gran vigencia en los estudios de los medios, acogiéndose fuertemente a es-
comunicación. En América Latina, en par- quemas de dependencia económica, intere-
ticular, tuvieron buena acogida y se desa- ses de clase y dominación transnacional. Se
rrollaron de manera expedita. Allí contaron abogó entonces por un flujo menos desigual
con múltiples adherentes: entre ellos, el de productos mediáticos y se recomendó la
venezolano Antonio Pasquali, autor del pri- democratización del acceso a los medios, en
mer estudio integral de comunicación en pos de la libertad de expresión y el impulso
Latinoamérica en 1963; el boliviano Luis al desarrollo nacional. Sin embargo, la resis-
Ramiro Beltrán, quien aporta una defini- tencia al imperialismo cultural se sustentó
ción latinoamericana del imperialismo cul- de manera mayoritaria con una defensa de
tural en 1978; el mexicano Javier Esteinou políticas nacionales de comunicación, con el
Madrid, crítico de la comunicación mexi- fin de contrarrestar el dominio de la cultura
cana; el chileno Fernando Reyes Matta, estadunidense, y se fundamentó en la factibi-
experto en periodismo internacional; y el lidad de una respuesta racional en el campo
uruguayo Mario Kaplún, proponente de de la cultura y en un posible impacto inte-
la comunicación educativa. Para pioneros grador de una producción cultural regional.
latinoamericanos como Beltrán, el impe- De igual manera, en 1980 se dan las reco-
rialismo cultural es un proceso verificable mendaciones de la Comisión MacBride, que,
de influencia social, mediante el cual una luego de varios años de estudio del desfase
nación impone sobre otros países su con- comunicativo entre la metrópoli y el resto del
junto de creencias, valores, conocimientos mundo, aboga por un orden de comunica-
y normas de comportamiento al igual que ción más justo, menos parcial a los países
su estilo de vida. En América Latina, el gran del mundo industrializado, conocido por la
texto precursor es Para leer al pato Donald, sigla inglesa NWICO (Nuevo Orden Mundial
de Ariel Dorfman y Mattelart, quienes des- para la Información y la Comunicación).
de Chile impugnaron el carácter imperia- Estos planteamientos serán criticados luego,
lista de la producción de Disney; este libro al evidenciar su ingenuidad por encima de
representa, por decirlo de alguna manera, su buena voluntad, por un buen número de
un precedente de los estudios culturales la- investigadores latinoamericanos. Desde ese
tinoamericanos. Su propuesta –vale la pena entonces ha cambiado mucho, comenzando
señalarlo– nace en medio del afán de legi- por el ocaso de la Unión Soviética, junto al
timación del gobierno de Unidad Popular, acompañante deceso de la guerra fría y la
esgrimiendo una concienciación identitaria implementación agigantada de nuevos me-
opuesta al desmán capitalista. canismos de hegemonización –en particular,
152 IMPERIALISMO CULTURAL

la propagación del neoliberalismo– a través cia, al igual que el contexto sociocultural del
del mundo. medio comunicativo. Desde este enfoque,
En los años ochenta, con el advenimien- mediante diferentes aproximaciones meto-
to de regímenes democráticos latinoameri- dológicas, se le restituye un papel activo a
canos, la crisis económica propiciada por el la audiencia en las investigaciones latinoa-
mal manejo de la deuda externa y el opor- mericanas de cultura y comunicación, con-
tunismo del sector privado, surge y se con- viniendo una capacidad mayor de rechazo o
solida una nueva perspectiva crítica intere- negociación de los mensajes hegemónicos
sada en el análisis de los procesos de de los medios.
recepción y consumo de los productos cultu- A diferencia de los enfoques críticos del
rales. Al ubicar la comunicación en el con- mundo angloparlante, amparados en temá-
texto de lucha por la hegemonía, sus parti- ticas de clase o género, en América Latina
darios le dan un nuevo sentido al tema, se opta por replantear el estudio de la cul-
enfatizando procesos de asimilación, recha- tura esbozando una problematización más
zo, negociación y refuncionalización de los amplia de lo popular. En buena parte, esta
contenidos efectuados por los sectores sub- táctica se debe a los nuevos matices que teo-
alternos de la sociedad. Algunos anteceden- rías como la dependencia o el imperialismo
tes lejanos de estos nuevos enfoques, de ín- cultural adquieren ante la noción de globa-
dole culturalista, son los escritos de Eco en lización. Para Tomlinson, por ejemplo, la
materia de semiótica estructuralista y las globalización sugiere que “la interconexión
teorías de Gramsci, Benjamin y Foucault e interdependencia de todas las zonas glo-
sobre ideología, cultura y poder. De manera bales ocurre de forma mucho menos preme-
efectiva, lo que se da es un paso de modelos ditada que el control intencional atribuido
semióticos o ideologizantes, según los cua- al imperialismo” (175). A inicios de los años
les la comunicación destaca un acto de noventa, ante el avance irrefutable del mer-
transmisión, a una revaloración del sujeto, cado, se evidencia la necesidad del repensar
a partir de la cual se extiende un enfoque el papel del Estado. Las respuestas fluctúan
culturalista en el marco de la comunicación. entre el apoyo al continuismo en la interven-
El viraje se patentiza incluso en la obra de ción estatal, con atisbos nacionalistas, como
voceros del imperialismo cultural, como en el caso del brasileño José Marques de
Mattelart. Si bien el imperialismo cultural Melo, y posturas más escépticas, como las
sirve en principio como motivación precur- de Esteinou Madrid, quien cuestiona la for-
sora del estudio de la cultura, el afán de taleza del Estado ante la arremetida del TLC,
abandonar su dogmatismo lleva al despegue o del mismo Mattelart, quien denuncia una
en firme de los estudios culturales latinoa- eventual anulación de la diferencia a raíz de
mericanos. De hecho, se pasa de lo riguro- la acelerada integración económica mundial.
samente comunicativo a lo cultural, un mar- Por su parte, el peruano Rafael Roncagliolo
co más amplio que posibilita contemplar la impugna los afanes de apertura comercial,
comunicación como una práctica cultural pues, según él, representan una integración
más, y valorar dinámicas y articulaciones carente de defensas; Roncagliolo insiste en
que, yendo más allá de lo comunicativo, sir- que “todos los países de Latinoamérica son
ven de soporte a la cultura. dependientes, pero algunos son más depen-
Un aporte muy significativo a la consoli- dientes que otros” (338).
dación de esta nueva corriente es la labor Hay variados aportes latinoamericanos
del jamaiquino Stuart Hall y el Centro de en este sentido, pero dos se destacan en
Estudios Culturales Contemporáneos (CCCS) particular, despuntando en críticas al dog-
de Birmingham, Reino Unido. Entre sus lo- matismo irrestricto de la dependencia y el
gros se destaca una revisión de la conceptua- imperialismo cultural, e impactando fuerte-
lización de las audiencias como entidades mente el estudio de la cultura y su relación
pasivas e indiferenciadas, enfoque reprodu- con un entorno global. El primero, Jesús
cido y ampliado en América Latina en las Martín Barbero, estudioso colombiano de
labores del investigador chileno Valerio origen peninsular vinculado a centros de
Fuenzalida. Para Fuenzalida, la influencia investigación colombianos y mexicanos, ha
grupal de la familia es de singular importan- resaltado la importancia de las condiciones
IMPERIALISMO CULTURAL 153

de producción y reproducción del sentido, del canon) y la desterritorialización (la pér-


ignoradas por los marcos convencionales del dida de relación entre la cultura y el espacio
estudio de la comunicación durante los años geográfico o social). Al estudiar la identidad,
setenta. El marco general de la propuesta de Canclini señala que las reglas rectoras de las
Barbero es que existen puntos de acceso a la relaciones sociales han cambiado, al igual
cultura dominante y su estructura de poder a que las relaciónes entre lo nacional y lo po-
partir de los cuales es factible subvertir y re- pular, y entre la identidad y el territorio.
orientar su orden. Barbero aporta el concep- Como Martín Barbero –pero con enfoques
to de la mediación con el fin de repensar los diferentes–, Canclini concluye que, entre
procesos de producción simbólica y señala descentramientos y multideterminaciones,
que el redescubrimiento de lo popular en la lo cambiante es la forma de generar registros
comunicación tiene que ver con la vigencia y pensar la cultura. Las culturas populares y
de ciertas prácticas comunicativas entre las elitistas persisten y conviven con lo masivo,
clases populares. Para él, las mediaciones auspiciando una realidad cultural más hete-
son “los lugares de los que provienen las rogénea, que aún dista de ser democrática o
constricciones que delimitan y configuran inmune a los afanes hegemónicos.
la materialidad social y la expresividad cul- Con respecto al consumo, Canclini explo-
tural” del medio (De los medios: 233). Como ra el potencial de la ciudadanía cultural.
ejemplo, Barbero propone tres lugares cla- Frente a una globalización que cambia las
ves: la cotidianidad familiar, la temporalidad relaciones entre economía y cultura, la ciu-
social y la competencia cultural. En síntesis, dadanía, sugiere Canclini, quizá ofrece al-
lo que Barbero propone es repensar la iden- ternativas al neoliberalismo generalizado
tidad cultural partiendo de conceptos como del mercado. En síntesis, lo que interesa al
la ciudad, la nación, el Estado, lo masivo y la investigador no es tan sólo demostrar que
cultura popular. Asimismo, para Barbero, las todo ha cambiado, sino que los circuitos so-
nuevas tecnologías de la información plan- cioculturales se relacionan de modos diver-
tean un reto formidable para la reconfigura- sos con los procesos de transnacionaliza-
ción del imaginario latinoamericano, en el ción. Viejas categorías como nación y etnia
que los medios reemplazan en gran medida mantienen viabilidad, pero las nuevas iden-
al Estado. Siguiendo este planteamiento, se- tidades las rearticulan a su manera, inte-
ría inconducente entregarse a una celebra- grándoles contenido proveniente de nuevos
ción de lo global o reparar en pesimismos. sistemas de comunicación, restándole efec-
Lo significativo radica en complejizar la cul- tividad al sesgo de la dependencia y al im-
tura latinoamericana sin dejar al margen ni perialismo cultural. Finalmente, evocando a
lo popular ni lo masivo y esforzándose por Roncagliolo, Canclini aboga por el Estado
relacionarlos. como árbitro o garante de un equilibrio in-
El otro personaje a destacar es Néstor formativo, en el que la única motivación no
García Canclini, investigador argentino radi- sea el lucro y disminuya el desequilibrio cul-
cado en México, quien critica la omisión de tural entre países latinoamericanos.
“los modos diversos con que diferentes sec- Existen otros aportes notables, como los
tores se apropian de los mensajes” (8). Según de los mexicanos Jorge González Sánchez y
Canclini, la investigación habría de ocuparse Guillermo Orozco Gómez, quienes propo-
no sólo de los medios electrónicos, sino tam- nen, de manera respectiva, los frentes cultu-
bién de las culturas populares. Apoyándose rales y las identidades complejas, y un enfo-
en las obras de Pierre Bourdieu y Manuel que integral de la audiencia como conceptos
Castells, Canclini propone problematizar la de trabajo. Desde la sociología, González se
identidad desde la hibridación y el consumo. acerca a las estratificaciones e interacciones
Lo híbrido designa las nuevas mezclas inter- del consumo, insinuando un retorno al es-
culturales, producto de distintos procesos de tructuralismo. En el caso de Orozco, desde
reconfiguración identitaria, en los que en- la pedagogía, se estudia la apropiación indi-
tran en juego nuevos actores, como la desco- vidualizada del mensaje cultural mediante
lección de bienes simbólicos (el reordena- múltiples mediaciones.
miento de productos culturales en función Siguiendo estas críticas, los supuestos
de gustos personales, haciendo caso omiso dependentistas del imperialismo cultural,
154 IMPERIALISMO CULTURAL / INDUSTRIA CULTURAL

amparados en la supremacía de la produc- el libro Dialéctica del iluminismo. El ensayo


ción cultural extranjera, quedan desvirtua- describe los modos en que la cultura de ma-
dos en dos frentes principales: los análisis sas, tanto en el fascismo alemán (del cual
de las mediaciones que matizan la recepción ellos huyeron) como en el capitalismo esta-
y los estudios que demuestran la gran varie- dunidense (con el cual se confrontaron en
dad de significados de los productos cultu- los años treinta), produce deseos, gustos y
rales hegemónicos, al incorporárseles rasgos actitudes que reproducen su propio sistema
de los sectores subordinados. En este senti- totalizador. La industria cultural (hablan de
do, sus limitaciones se exteriorizan: se im- una industria que pertenece al sistema en
posibilita una problematización efectiva de general), cuyo objetivo principal es vender
la cultura latinoamericana, y una conse- productos a través de los medios de comuni-
cuente integración mediática, a darse en el cación, tiene una función claramente ideoló-
marco desigual de la globalización. gica: inculcar en las masas al mismo sistema
y asegurar su obediencia a los intereses del
OBRAS DE CONSULTA. Beltrán, Luis Ramiro, mercado.
“Communication and Cultural Domination: Este ensayo establece tres ideas funda-
USA-Latin American Case”, Media Asia, núm. 5, mentales, que serán puntos de debate a lo
1978, pp. 183-192; Dorfman, Ariel y Armand largo del trayecto mundial de los estudios
Mattelart, Para leer al pato Donald, Valparaíso, culturales. En primer lugar, vincula la cul-
Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1971 tura al capitalismo, como un producto más.
[Para leer al pato Donald. Comunicación de masa Ese empuje industrial establece una hege-
y colonialismo, 2005, México, Siglo XXI Edi- monía cultural dado que la industria cultu-
tores]; García Canclini, Néstor, “Ni folklórico ni ral tiene una base en Estados Unidos.
masivo: ¿qué es lo popular?”, Diálogos de la co- Segundo, el ensayo expresa un pesimismo
municación, núm. 17, junio, 1987, <www.fela- íntegro, anulando la visión utópica marxista
facs.org/files/garcia.pdf>; Lozano, José Carlos, de la futura revolución del proletariado. Y
“Del imperialismo cultural a la audiencia activa: último, este arte de masas, producido con
aportes teóricos recientes”, Comunicación y so- fines de lucro, carece de valor estético. En
ciedad, núms. 10-11, septiembre-abril de 1991, fin, Adorno y Horkheimer lamentan el reem-
pp. 85-106, <www.allbusiness.com/sector-61- plazo de lo que Ángel Rama llamaría un arte
educational-services/133876-1.html>; Mattelart, “letrado” con uno masivo.
Armand, Mapping World Communication: War, La teoría de Adorno y Horkeheimer se
Progress, Culture, Minneapolis, University of mantiene ciega a posibles vertientes de re-
Minnesota Press, 1994; Mattelart, Armand y sistencia dentro del sistema fatalista que
Michelle, “La recepción: el retorno al sujeto”, describen. Se explica esta ceguera por el
Diálogos de la comunicación, núm. 30, 2005, pp. hecho de que además de la radio y el cine,
10-17, <www.felafacs.org/files/3.%20Michele. las otras industrias en aquel entonces esta-
pdf>; Roncagliolo, Rafael, “Trade Integration ban en su infancia y, por otro lado, no había
and Communication Networks in Latin surgido todavía el mercado de la juventud
America”, Canadian Journal of Communication, que emerge en los años cincuenta y crea un
20.3, 1995, <www.cjc-online.ca/viewarticle. espacio para la resistencia contra el statu
php?id=305&layout=html>; Tomlinson, John, quo. No obstante, este ensayo inaugura una
Cultural Imperialism, Londres, Pinter, 1991. crítica al papel social e ideológico de los
medios de comunicación y establecerá una
[HÉCTOR FERNÁNDEZ L’HOESTE] base de la cual, los estudios culturales se
servirán para su propio desarrollo ambos en
Inglaterra y en Estados Unidos, lo que parti-
industria cultural cularmente influirá las prácticas críticas en
Latinoamérica. Los estudios culturales in-
El concepto de industria cultural nació en gleses en su principio (Raymond Williams,
1944 en un ensayo de Theodor W. Adorno y Richard Hoggart, E. P. Thompson) también
Max Horkheimer titulado “La industria cul- reconocen la amenaza de la industria cul-
tural: iluminismo como mistificación de tural, la cual reproduce un estándar cultu-
masas”, que recién fue publicado en 1947 en ral que atrae a las masas. Sin embargo, a
INDUSTRIA CULTURAL 155

diferencia de la postura apocalíptica de tante fuertes en América Latina. El ejemplo


Adorno y Horkheimer rescatan el lugar de del grupo O Globo en Brasil ilustra el desa-
la cultura del proletariado inglés como una rrollo de muchas empresas locales que do-
posible resistencia al poder hegemónico de minan el área cultural en sus países, comen-
la industria cultural extranjera. La crea- zando como empresas familiares y creciendo
ción del Centro para Estudios Culturales por un impulso de modernización e innova-
Contemporáneos (CCCS) en la Universidad ción tecnológica. Éstas aumentan su oferta
de Birmingham (1963-1964) comparte con de productos culturales a medida que la tec-
la escuela de Frankfurt (a la cual pertene- nología avanza [periódico O Globo (1925),
cían Adorno y Horkheimer) muchas ideas, Radio Globo (1945), TV Globo (1965),
en particular la noción de que la cultura de Globosat, canal satélite, Editora Globo, la
masas cumple con su papel al integrar a la compañía fonográfica Som Livre (1969) y
clase trabajadora a la sociedad capitalista. Globo Video (1981)]. A pesar de que TV
Sin embargo el CCCS encontrará oportunida- Globo es la red televisiva más grande de
des para otro tipo de creatividad y nuevas Latinoamérica y cuarta en el mundo, existe
maneras de decodificar la cultura en los ám- un gran abismo entre las industrias cultura-
bitos individual y colectivo a pesar de su im- les del sur y aquéllas del norte. Según un
plícita organización del capital. En Estados reporte de la UNESCO, América Latina y el
Unidos, los estudios culturales pierden su Caribe sólo representaban 3% del comercio
énfasis político y se hacen más populistas mundial de bienes culturales en 2002, mien-
para enfocarse en el consumo y la recepción tras que Estados Unidos, Inglaterra y China
de la cultura de masas, cultura hegemónica, produjeron 40% de bienes culturales ese
y olvidarse de la distribución, la producción mismo año. Precisamente por esta razón los
y la industrialización de los medios. En esta intelectuales latinoamericanos siguen discu-
fase el concepto de “industria cultural” se tiendo este papel hegemónico y extranjero
hace plural, ampliándose de industria a in- de la industria cultural y el dominio del in-
dustrias. glés que implica.

INDUSTRIA CULTURAL EN AMÉRICA LATINA. Desde NACIONALIZACIÓN E INDUSTRIALIZACIÓN. Hay que


su principio, los críticos en Latinoamérica tomar en cuenta que ya en 1944, cuando
definen a la industria cultural como parte de Adorno y Horkheimer desarrollan sus ideas,
una hegemonía extranjera, sin embargo, los cinco estudios en Hollywood dominaban
desde temprano hay intentos locales de ofre- los nexos de producción, distribución y ex-
cer una alternativa. Se dividen en tres perio- hibición del cine. En Latinoamérica, la au-
dos históricos a las industrias culturales toridad de Hollywood hace muy difícil llevar
locales tanto como a la crítica que han ins- a cabo producciones locales. Aunque la lle-
pirado. Primero, surgen aspiraciones locales gada del sonido en 1927 instala el problema
de integrarse a la modernidad produciendo de la lengua y el de la popularidad de la
industrias (cine, prensa, radio, música) con radio que crea estrellas locales y provee un
estampas nacionales. Segundo, la época de espacio para la música nacional y regional,
la guerra fría produce posturas culturales de ayudarán a convertir el cine en un negocio
izquierda que se oponen al creciente impe- importante en Brasil, Argentina y México,
rialismo de Estados Unidos. El momento de aun más en el caso de los dos últimos por
la globalización y su fase de capitalismo su capacidad de exportar a países vecinos.
avanzado provee otros espacios nuevos para En los años treinta y cuarenta empieza a
la resistencia, otras maneras de interpretar dominar un modelo industrial en la produc-
esa hegemonía. Críticamente, en esta terce- ción de películas a medida que éstas apro-
ra etapa se retoma el concepto de industria vechan de las estrellas de la radio (Libertad
cultural. Igualmente la dicotomía entre arte Lamarque, Jorge Negrete, Agustín Lara,
popular y arte letrado sufre mucho debate Pedro Infante) y emergen estudios al estilo
que divide el campo y sigue renovando su de Hollywood [por ejemplo, los estudios
consideración. Churubusco (1944) en México, con capital
A pesar de que se identifican como algo de Hollywood (RKO)] para producir una fór-
extranjero, existen industrias culturales bas- mula que lucre dinero en el mercado regio-
156 INDUSTRIA CULTURAL

nal. Ya en 1944 Argentina, Brasil y en gran cultural belga Armand Mattelart publican,
medida México (los tres países latinoameri- en 1971, Para leer al pato Donald, donde dis-
canos con un mercado lo suficientemente cuten las tiras cómicas de Disney. Inspirados
grande como para crear industrias naciona- por una lectura frankfurtiana, critican esta
les) están inmersos en sus propias versiones literatura de masas por mantener patrones
de estas industrias con un color fuertemen- ideológicos entre el primer mundo domina-
te nacional. dor y el tercer mundo dominado. Por otro
Críticamente se ha dicho que esta época lado, a diferencia de épocas anteriores, em-
propagaba temas y características que imi- pieza a emerger una cultura latinoamerica-
taban recetas extranjeras desde una pers- na visible mundialmente. El boom literario
pectiva local. No es hasta más tarde que se alzó la industria editorial local y produjo un
empieza a interpretar los esfuerzos indus- nuevo talento (Gabriel García Márquez,
triales en América Latina de formas más José Donoso, Julio Cortázar, Mario Var-
complejas. Carlos Monsiváis muestra los di- gas Llosa y Carlos Fuentes) que fue produc-
ferentes efectos que la cultura de masas pro- to del crecimiento económico logrado des-
duce, los cuales dependen del contexto so- pués de las guerras mundiales, el cual creó
cio-histórico de la nación, otorgándole a lo una clase media cosmopolita en América
popular un valor importante. En la acade- Latina con intereses nacionales. No obstan-
mia estadunidense Ana López arguye que el te, estos escritores se hacen populares al
cine de la época de oro, por primera vez criticar esa misma modernización y pronos-
hace que circulen imágenes, historias y te- ticar su fin. Esta época efervescente produce
mas latinoamericanos a la vez que reta la muchos movimientos contrahegemónicos
omnipresencia de Hollywood en la región y que intentan crear, bajo ambientes distintos,
mantiene un interés regional por varios de- métodos alternativos de distribuir sus pro-
cenios. ductos. La “nueva canción” en Chile, prote-
gida y promovida por el gobierno izquierdis-
LUCHA ENTRE IMPERIALISMO Y ANTIIMPERIALISMO. ta de Salvador Allende, cuyo lema proclamaba
En los años cincuenta, ya en plena guerra “no hay revolución sin canción”, crea DICAP
fría, el ambiente cultural empieza a cam- para grabar los artistas del movimiento.
biar. Las industrias siguen modernizándo- Mientras que en Argentina, La hora de los
se sufriendo altibajos: por un lado la de- hornos iba a tener que exhibirse clandesti-
cadencia de los estudios cinematográficos, namente del gobierno autoritario de Juan
visto claramente en el fracaso de Vera Cruz Carlos Onganía. La película junto con el ma-
(1949-1954), un estudio de Brasil que im- nifiesto que la acompaña, critican el mono-
portó técnicos y equipo del extranjero para polio cultural del primer mundo, viéndolo
aventurarse en producir un cine de calidad como un neocolonialismo. Estos tres ejem-
internacional, contrariamente el crecimien- plos reproducen una retórica típica de la
to de las industrias de la televisión y la mú- época al rechazar una cultura de masas ex-
sica. Estados Unidos, queriendo mantener tranjera. Sin embargo, se convierten en pro-
solidaridad ideológica por toda América, ductos mismos al hacerlo.
presionan a las industrias locales y sus go-
biernos para promover un anticomunismo GLOBALIZACIÓN, NUEVAS INDUSTRIAS E INTER-
que simultáneamente alababa un modo de PRETACIONES. Los años ochenta trajeron un
vida moderna y estadunidense. Esta com- cambio: de sociedades politizadas con eco-
plicidad entre gobiernos locales, Estados nomías centralizadas y un estado fuerte y
Unidos y los medios de comunicación es evi- militar, a democracias representativas con
dente en el apoyo por la empresa mexicana economías neoliberales intentando entrar al
Televisa al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz mercado global. La simple configuración del
durante la matanza estudiantil de 1968 en imperialismo contra lo nacional desaparece
Tlatelolco. y la reemplaza un sistema interconectado
Este ambiente creará respuestas cultura- e interdependiente dominado por posturas
les locales que se oponen vehementemente globales de consumo y producción. Como
al creciente imperialismo de Estados Unidos. sugiere Néstor García Canclini, la moder-
El escritor chileno Ariel Dorfman y el crítico nización finalmente llega a Latinoamérica
INDUSTRIA CULTURAL 157

pero a través de empresas privadas. En este educación estatal y a los valores literarios de
ambiente aparecen nuevas industrias (vi- los años sesenta para contraponer la hege-
deojuegos, la Internet) y diferentes espacios monía de la industria cultural. Aunque de
para la distribución de la cultura que cam- manera diferente, Nelly Richard también ve
biarán los viejos modos de distribución y ac- una salvación a través de un arte de van-
cesibilidad y que producirán nuevas formas guardia que provoca en el lector-espectador
de leer, escuchar música y ver imágenes. sospechas en lo masivo. Desde visiones dis-
Sin embargo, la globalización no ha dis- tintas, ambas proponen un regreso a la cul-
minuido el poder de las industrias, y la li- tura letrada para escapar de la invasión de
beración del mercado las ayuda a florecer: una cultura popular extranjera.
Venevisión, Televisa y Rede Globo adquieren Sin embargo, hay otros que no rechazan
un papel global aún más poderoso con las por completo la cultura popular y recuerdan
exportaciones de telenovelas. En parte el que en esta época la resistencia se produce
creciente número de hispanos en Estados por redes informáticas antes que por la arti-
Unidos ha permitido la extensión de estos llería. Jesús Martín Barbero sugiere que no
monopolios y la creación de otros con base hace falta concentrarse en los medios, como
en Miami (Univisión y Telemundo) que lo hacen Adorno y Horkheimer, sino en la
dominarán el mercado estadunidense con interdependencia entre diferentes partes
programación producida localmente e im- del proceso de comunicación: el emisor, el
portada desde Latinoamérica. La ciudad de mensaje, el canal y el receptor. Para Martín
Miami, como capital administradora de la Barbero esta interdependencia, a lo que lla-
industria cultural del norte y el sur, ha ayu- ma las mediaciones, es necesaria para po-
dado a disminuir las divisiones nacionales der leer el significado de la cultura popular,
y regionales (mexicano-americano, cubano- complicando el modelo estático de 1944.
americano, nuyoriquen, etc.) para crear una Por otro lado, García Canclini, William
identidad “panlatina” (que incluye lo espa- Rowe y Vivian Schelling notan cómo lo mo-
ñol y lo brasileño) para la mercadotecnia derno y lo tradicional negocian nuevos es-
de productos. Es precisamente en Miami pacios culturales, espacios híbridos, donde
donde residen las sedes latinoamericanas ya no se necesita hablar de dicotomías entre
de empresas como Sony, EMI, Polygram lo industrial y lo artesanal. Esencialmente
Universal, Warner junto a empresas cultu- lo que describen reafirma culturas locales,
rales latinoamericanas. Aprovechándose de movimientos que tienen acceso a medios he-
la ganancia que el mercado de jóvenes pro- gemónicos, en algunos casos no necesaria-
vee, estas industrias promueven movimien- mente forman parte del circuito transnacio-
tos (rock en español, reggaetón), estrellas nal. En 1994, por voz del Subcomandante
(Ricky Martin, Jennifer López, Shakira, Gael Marcos, el Ejército Zapatista de Liberación
García Bernal) y espacios (Latin Grammys) Nacional se lanzó contra la globalización
que dan una cara de la transnacionalización (el TLCAN) por medios masivos de comuni-
de la cultura latinoamericana, lo que no ne- cación (entre ellos la Internet). Volviendo
cesariamente las hace representativas de a una de las primeras industrias que sigue
una total homogeneización como lo veían siendo la más difusiva Gustavo Remedi exa-
Adorno y Horkheimer ni tampoco le da mina las estaciones de radio comunitarias
completo poder a lo local sino que se llega en Uruguay como un espacio resistente que
a una combinación de los dos (Yúdice). no forma parte del circuito global. Para
A pesar de esta presencia global de lo la- Remedi la gente finalmente tiene el dere-
tino, permanecen residuos de una crítica cho de producir su propia cultura. Más allá
frankfurtiana con una voz más sofisticada y del consumo creativo y la recepción activa
local. Renato Ortiz encuentra en la mundia- (Martín Barbero y García Canclini) se llega
lización de la cultura popular la creación de al arte imperfecto, como lo prefiguraba Julio
un imaginario y una mitología global que García Espinosa mucho antes, un arte que
según José Joaquín Brunner ha llegado a su desaparece en todo anulando la figura del
culminación para crear desigualdades na- artista o letrado. Esta reapropiación de la
cionales y sociales. Mientras que Beatriz práctica de la ciudadanía logra por fin una
Sarlo en Argentina insiste en una vuelta a la expresión pública en una era donde supues-
158 INDUSTRIA CULTURAL

tamente ha desaparecido este espacio a cau- mexicano y su público, México, El Milagro,


sa de su privatización neoliberal. Otro reto 1994; Monsiváis, Carlos, Escenas de pudor
que amenaza a las industrias culturales son y liviandad, México, Grijalbo, 1988; Ortiz,
las industrias piratas que reproducen copias Renato, Mundialización y cultura (trad. Elsa
latinoamericanas de originales extranjeros Noya), Buenos Aires, Alianza, 1997; Remedi,
creando una industria informal local. Más Gustavo, “Production of Local Public Spheres:
que producir imágenes locales (López) retan Community Radio Stations” en Ana del Sarto,
el centro con lo que más le duele: la reduc- Alicia Ríos y Abril Trigo (eds.), The Latin
ción de su ganancia. American Cultural Studies Reader, Durham,
Duke University Press, 2004, pp. 513-534;
OBRAS DE CONSULTA. Brunner, José Joaquín, Richard, Nelly, Residuos y metáforas: ensayos
Globalización cultural y posmodernidad, de crítica cultural sobre el Chile de la transición,
Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1998; Santiago, Cuarto Propio, 1998; Rowe, William
García Canclini, Néstor, Culturas híbridas: y Vivian Schelling, Memoria y modernidad:
estrategias para entrar y salir de la moderni- cultura popular en América Latina, México,
dad, México, Grijalbo, 1989; García Espinosa, Grijalbo, 1993; Sarlo, Beatriz, “Los estudios
Julio, “Por un cine imperfecto” en Santiago culturales y la crítica literaria en la encrucija-
Álvarez, Cine y revolución en Cuba, Barcelona, da valorativa”, Revista de Crítica Cultural 15,
Fontamara, 1975, pp. 37-54 (orig. 1971); noviembre de 1997, pp. 32-38; Yúdice, George,
López, Ana M., “Tears and Desire. Women “La industria de la música en el marco de la in-
and Melodrama in the ‘Old’ Mexican Cinema”, tegración América Latina-Estados Unidos” en
John King, Ana M. López y Manuel Alvarado Néstor García Canclini y Carlos Moneta (eds.),
(eds.), Mediating Two Worlds. Cinematic Integración económica e industrias culturales
Encounters in the Americas, Londres, BFI, 1993, en América Latina, México, Grijalbo, 1999, pp.
pp. 147-163; Martín Barbero, Jesús, De los me- 115-161.
dios a las mediaciones, México, G. Gili, 1987;
Monsiváis, Carlos, A través del espejo: el cine [VICTORIA RUÉTALO]
latinoamericanismo mentalmente temporal, vertical e histórica
centrada en la noción de cambio epocal.
El término latinoamericanismo tal como es La discusión sobre la globalización, por su
usado en los estudios culturales proviene, en parte, se ha centrado en la supuesta emer-
rigor, de debates académicos en la academia gencia de una cultura global homogénea,
norteamericana. Sin embargo, no es un tér- en la expansión de un horizonte experien-
mino ajeno a los intereses de los intelectua- cial cuasiplanetario ligado a la mercantili-
les de la región quienes, desde José Martí a zación y a la emergencia de lo local como
Hugo Chávez, en la larga tradición conti- una instancia diferente de lo nacional, que
nental de pensamiento latinoamericanista mediaría las relaciones entre lo global y lo
de base nacional, lo han definido precisa- nacional. A propósito de ello se ha hablado
mente a partir de una relación negativa con de procesos trasnacionales o posnacionales
Estados Unidos. o incluso translocales para referirse a los
El latinoamericanismo o latin/o america- múltiples flujos de bienes, capitales, discur-
nism/o (que abarca las culturas de los lati- sos y poblaciones que cruzan hoy el mundo
noamericanos en Estados Unidos y Canadá) en general y, más específicamente, la región-
es parte de un esfuerzo emprendido en la mundo que llamamos Latin/o América (Fox,
academia norteamericana por repensar los Tomlinson). En este sentido, la discusión
límites y los diseños geopolíticos y geocul- sobre la globalización ha traído al debate
turales de América Latina, los objetos, su- la horizontalidad de las dimensiones espa-
jetos y procesos así involucrados en su es- ciales y geográficas y las nociones de flujos
tudio y las categorías epistémicas así como y desplazamientos. Ambas discusiones, la de
los procedimientos metodológicos que dan la posmodernidad y la de la globalización,
cuenta de ellos y permiten su estudio y com- comparten una sospecha sobre los límites y
prensión. Esto ocurre en la confluencia de consecuencias que una perspectiva estado-
lo que primero se llamó el debate sobre la céntrica (ya sea en su versión liberal o socia-
posmodernidad en América Latina y lo que lista) tuvo y tiene sobre la comprensión de
ahora conocemos como la globalización de la heterogeneidad efectiva de los procesos y
y en el continente. La discusión sobre la pos- fenómenos sociales que intenta describir. De
modernidad se centró en la revisión de la este modo, surgen con nitidez algunos de los
capacidad heurística de los grandes relatos desafíos que cualquier reconceptualización
históricos occidentales (el progreso, la ra- de lo latin/o american/o en una perspectiva
zón occidental, la democratización progresi- global debe enfrentar: cómo pensar “en un
va, la política) y los relatos disciplinarios de momento de reterritorialización de la vida
las ciencias sociales (la sociología, la econo- nacional en los distintos países de América
mía, la antropología) y las humanidades (la Latina y de sus relaciones con Estados Uni-
filosofía, los estudios literarios, la historia) dos y Europa” las conexiones entre a] los le-
para dar cuenta de las transformaciones de gados coloniales y poscoloniales en el cruce
un mundo que se desordenaba rápidamente de las temporalidades históricas de los múl-
sin lograr, aparentemente, rearmarse como tiples proyectos imperiales que han tenido
un todo inteligible. En este sentido el deba- como objeto a la región y b] las dimensiones
te posmoderno tuvo una orientación funda- geoculturales y geopolíticas que han orga-

[159]
160 LATINOAMERICANISMO

nizado estos proyectos en regiones cultural- para abrazar las luchas y las voces de sujetos
mente homogéneas y autocontenidas. colectivos y reales largamente sometidos a
Las consecuencias discursivas de esta una historia de subalternización, por el es-
confluencia de macromarcos epistemológi- tado colonial español primero, y, luego, por
cos y políticos (posmodernidad y globaliza- sus herederos poscoloniales criollos en el
ción) han seguido trayectorias distintas en continente americano. En este sentido el es-
las diferentes disciplinas. En las humanida- tudio de los testimonios se ofrecía como una
des, ciertos temas de debate han dominando alternativa radical a los esfuerzos coetáneos
la discusión sobre el latin/o americanism/o: en Estados Unidos por desarrollar la agenda
testimonio y subalternismo, literatura y es- de los estudios culturales. A diferencia de
tudios culturales, subalternismo y poscolo- éstos –que Beverley veía como inscritos aun
nialismo. En las ciencias sociales se ha rea- dentro de las coordenadas culturales, ahora
lizado más bien un intento por dar cuenta masivas y mediáticas, del capitalismo do-
de lo que se ha llamado la condición global de minante– el testimonio hablaba de unos ac-
lo latin/o american/o. tores colectivos y emergentes que luchaban
contra ese capitalismo y anunciaban la (re)
EL LATIN/OAMERICANISM/O EN LAS HUMANIDA- aparición de una cultura neopopular no ca-
DES. En 1989, en un famoso ensayo so- pitalista o al menos, anticapitalista. De este
bre el testimonio, el crítico estadunidense modo, el testimonio era el heraldo de una
John Beverley comenzaba preguntándose: época poshumanista y tal vez posliteraria,
“¿Generan las luchas sociales nuevas formas liberada de la herencia cultural y subjetivo-
de literatura y cultura, o se trata más bien burguesa del humanismo clásico (Beverley,
del asunto de cómo se representan [estas Gugelberger).
nuevas luchas] en las formas ya existentes?” Reaccionando también frente a esa
(Against Literature: 69), Beverley proponía emergencia de los estudios culturales,
que el testimonio, que en su obra temprana que ampliaban el terreno de lo estudiable
en colaboración con Marc Zimmerman, es- bajo la rúbrica de lo cultural en el capi-
taba asociado siempre a las luchas centro- talismo tardío, Alberto Moreiras, compa-
americanas en los años setenta y ochenta, ñero de Beverley en el grupo de Estudios
sería una forma nueva de representación Subalternos Latinoamericanos en Estados
literaria. A diferencia de la novela que está Unidos, proponía su propia visión del sub-
centrada en sus presupuestos culturales alternismo, inspirado ahora más por la
burgueses (el privilegio de la vida individual deconstrucción que por el marxismo. Para
y la familia nuclear, por un lado, y de los Moreiras, lo que el testimonio ejemplifica-
espacios privados y urbanos, por otro), el ba era menos una propuesta positiva que
testimonio podría ser la forma cultural de una crítica radical o una pura negatividad.
una nueva política de lo neopopular emer- El testimonio, sostendría Moreiras apoyán-
gente en las luchas revolucionarias centro- dose también en el trabajo de los subalter-
americanas. El testimonio es definido por nistas indios como Gayatri Spivak y Ranajit
Beverley como una forma literaria que narra Guha, pero sobre todo en la deconstrucción
una vida real en las palabras de su propio derridiana, revelaba las aporías de la re-
protagonista o de un testigo, a menudo ile- presentación de lo subalterno en el aparato
trado y que requiere, para su transcripción, gnoseológico y epistemológico de la crítica
de la colaboración de un interlocutor que latinoamericanista estadunidense. En tanto
es un intelectual. Con el correr del tiempo crisis de la representación, el testimonio era
Beverley habría de radicalizar su hipótesis un síntoma que revelaba los límites de toda
para proponer que el testimonio en tanto representación de lo latinoamericano en el
representación de lo subalterno, era una for- aparato académico de Estados Unidos. En
ma de posliteratura o anunciaba al menos el este sentido, más que oponerse a ella, el tes-
fin de lo literario y del humanismo tradicio- timonio compartía con la mejor literatura
nal en que aquél se asentaba. En tanto pos- su capacidad para explorar esos límites de
literario, el testimonio se deshacía de la car- lo representable como, para decirlo de otra
ga de la distinción entre lo ficcional y lo no manera, aquello que sólo podía ser indicado
ficcional que definía a lo estético-literario, indirectamente (Moreiras, Exhaustion).
LATINOAMERICANISMO 161

De este modo, mientras Moreiras aboga- de colonización/descolonización, según éste


ba por la capacidad única de la literatura de afectó a múltiples y heterogéneos sujetos so-
deconstruir los aparatos de la representa- ciales diversamente constituidos: indígenas,
ción, Beverley declaraba el fin de lo literario afroamericanos, minorías sexuales y muje-
y el comienzo de una época posliteraria. res, mestizos, etcétera.
Moreiras encontraba mayores poderes re- Por otro lado, el origen indio y anglocén-
presentacionales en la literatura, que en los trico de la teoría subalternista y poscolo-
estudios literarios. La literatura era concebi- nialista, y la misma relacionalidad vacía de
da aquí como el otro lado del pensar crítico, muchas de sus categorías principales (sub-
que junto a la filosofía se planteaba como alternidad, subjetividad colonial y poscolo-
algo muy distinto a la capacidad acomodati- nial e i/representabilidad) dio pie a un inte-
cia y a las limitaciones internas de las mira- resante debate acerca de su aplicabilidad en
das “expertas” de las ciencias sociales. Estos América Latina y de su a veces paradójica
poderes, en la coyuntura traumática de las exportación metropolitana hacia la perife-
posdictaduras del Cono Sur y las violencias ria como otra forma más de neocoloniza-
centroamericanas, eran para Moreiras para- ción intelectual y moda teórica (Thurner).
dójicos, pues se referían a la capacidad de Transformada además en el mundo anglo-
lo literario de interrumpir la representación sajón en una conveniente y monolingüe
y cuestionar su estatus. Beverley, por su par- práctica pedagógica que divide el mundo
te, encontraba esa misma capacidad en el entre un “nosotros” altamente definido y un
testimonio mucho más que en la literatura. “ellos” fuertemente indiferenciado y capaz
Ambos compartían, por otro lado, su sospe- de involucrar tanto a los indios de la India
cha frente a lo que llamaban el populismo como a los indígenas latinoamericanos, a los
de los estudios culturales y la, supuestamen- caribeños como a los pakistanís o los aborí-
te, acrítica pertenencia y funcionalidad de genes australianos, la teoría poscolonial ha
esos estudios culturales al capitalismo avan- necesitado siempre de su aterrizaje en las
zado y a su cultura de la diferencia comer- condiciones sociales, culturales e históricas
cializable. de una localización concreta (Loomba). Pero
Entre otras fuentes, el tema de los lími- este conocimiento concreto producido en
tes de la capacidad representativa del dis- Estados Unidos por los llamados estudios de
curso escrito y de las limitaciones de las área (estudios asiáticos, africanos y latinoa-
formas de conocimiento histórico y cientí- mericanos) era precisamente, en su orienta-
fico dominantes para dar cuenta crítica de ción modernizante –y por lo tanto homoge-
objetos, procesos y sujetos tercermundistas nizante, estado-céntrica y eurocéntrica– una
constituidos por los mismos legados colo- de las formas de conocimiento que el subal-
niales y estatales, que estaban en la base de ternismo y el poscolonialismo en sus versio-
esos discursos, proviene del trabajo de los nes latinoamericanistas se habían propuesto
subalternistas indios (Ranajit Guha, Partha desmantelar. Una de las formulaciones más
Chatterjee) y de los críticos poscoloniales sucintas de este programa y esta crítica se
(Homi Bhabha, Gayatri Spivak entre otros.) encuentra en el Manifiesto del Grupo de
De estas fuentes el latin/oamericanism/o re- Estudios Subalternos Latinoamericanos. Se
cibe un énfasis en las categorías de subalter- destaca allí la necesidad de distinguir entre
nidad, subjetividad colonial y poscolonial e el Estado, la nación (que fue en la construc-
i/representabilidad (Loomba). Estas nuevas ción histórico-discursiva dominante el resul-
categorías relacionales tienen la gran ven- tado cuasi exclusivo de la labor del Estado
taja de mapear una serie de interrogantes y sus instituciones) y el pueblo, que sería
que la tradición latinoamericana, en su fuer- el conjunto de las poblaciones subalternas
te orientación nacional-estatal y sociológica, cuya participación, formas de organización
nunca había explorado suficientemente. La cultural, social y política deben ser visi-
confluencia de raza, clase, género y etni- bilizadas y desinvisibilizadas (Rodríguez,
cidad en el análisis; y psicoanálisis, teoría “Reading Subalterns…”).
literaria y cultural, feminismo y antropolo-
gía en las miradas, permiten vislumbrar la EL LATIN/OAMERICANISM/O EN LAS CIENCIAS SOCIA-
verdadera complejidad histórica del proceso LES. Otra de las fuentes de aquella crítica de
162 LATINOAMERICANISMO

las formas tradicionales de estudiar lo latino- En el entorno estadunidense, estas formas


americano en Estados Unidos, que el Latin/o de estudio se llamaron estudios étnicos y es-
Americanism/o quiere o puede representar, tudios latinoamericanos de área. Mientras
fue el resultado del proceso de globaliza- los primeros se encargaban de poblaciones
ción de las poblaciones latinoamericanas y conceptualizadas, dentro del proceso de de-
en particular, de su impacto transformador venir minorías étnicas en la nación (Estados
de los paradigmas nacionales de asimilación Unidos); los estudios latinoamericanos (o de
de lo étnico en Estados Unidos. área) se concentraban en poblaciones loca-
De acuerdo con la CEPAL en 1980 el 34.7% lizadas en un área geocultural y geopolítica
de las familias de América Latina y el Caribe diferente y externa. En el primer paradigma
vivían en la pobreza. Hacia 1990 ese por- era central la noción de una mayoría blanca
centaje había subido al 41% y era todavía y, por lo tanto, de minorías étnicas en un
del 35.3% en 1999. En términos absolutos proceso de integración diferencial a ese nú-
de población, el número de pobres en la cleo blanco. Por otro lado, para el segundo
región había pasado de 135.9 millones en paradigma era fundamental la naturaleza
1980 a 211.4 millones en 1999. La situación limitada del área en cuestión, su lógica y
es particularmente grave en aquellos países su coherencia interna. Para decirlo de una
que más inmigrantes mandan a Estados manera rápida: estos presupuestos básicos
Unidos. En 1999, en México el 46.9% de la de los estudios étnicos y de área referentes
población era pobre, el 49.8 en El Salvador, a las poblaciones de origen latinoamerica-
el 54.9 en Colombia, el 60.5 en Guatemala, el no en Estados Unidos deben ser hoy crítica-
69.9 en Nicaragua y un asombroso 79.7% en mente interrogados (Poblete, Critical Latin
Honduras (Addiechi: 70-71). Si los migran- American and Latino Studies). De este modo,
tes que dejaban América Latina sumaban 21 el latin/o americanism/o puede ser concebi-
millones en el año 2000, hacia el año 2005 do ahora, al menos en una de sus formas
ya eran 25 millones o 12% del total de 200 posibles, y para mi deseables, como el lugar
millones de migrantes en el mundo ese año de conversación de esas dos tradiciones y
(Gainza: 1). de sus contrapartes en América Latina en
Estados Unidos recibió un promedio de un momento epocal de globalización de lo
1 226 000 inmigrantes por año entre 1992 y latin/o/american/o.
2004. De esos migrantes un tercio eran de Las tareas de dicho latin/oamericanism/o
origen mexicano y un cuarto más eran lati- son muchas y se han manifestado de mane-
noamericanos de otros países. En los últi- ra más convincente en las ciencias sociales o
mos treinta años el número de la población en los estudios culturales de base empírica.
latina en Estados Unidos ha pasado de ser Ellas tienen que ver, por un lado, con los des-
en 1980 14.6 millones o el 6.4% de la pobla- plazamientos de poblaciones masivas arriba
ción del país a ser en el año 2003 la minoría indicados. Lo que debe ser visibilizado (por-
étnica más grande con el 14% de la pobla- que antes era invisibilizado) o revisibilizado
ción total y cerca de 41 millones de perso- (porque hasta ahora ha sido percibido desde
nas. Entre 1980 y el año 2000 la población un solo prisma) son las formas de pertenen-
total de latinos se duplicó en los Estados cia y afiliación de los sujetos en relación con
Unidos, constituyendo el 40% del crecimien- los distintos niveles de comunidades en las
to demográfico total y pasando de ser la mi- cuales eligen participar o se ven obligados
tad de la población afronorteamericana en o invitados a hacerlo. La bibliografía sobre
1980 a su status actual (Saenza). la ciudadanía –desde su ampliación para
Esta masiva migración de latinoameri- incorporar formas no tradicionales como
canos en el último cuarto del siglo veinte la social y cultural, que van más allá de la
y en lo que va corrido del presente, alteró ciudadanía política formal, hasta su multi-
de manera muy significativa el paisaje po- plicación en ciudadanías dobles y múltiples
lítico y social de Estados Unidos y de va- o su cuestionamiento en ciudadanías nulas
rios países latinoamericanos, desafiando o de exclusión/inclusión diferencial– es un
así las formas establecidas de estudiar las buen indicador de la batería de problemas
dimensiones nacionales y las conexiones abiertos por estas reconsideraciones (Flores,
inter-nacionales de los latino/americanos. Flores y Benmayor, Rotker, Shafir). Esto,
LATINOAMERICANISMO / LOCAL-GLOBAL 163

por cierto, es algo que ha visto un fuerte Estos nuevos mapeos –que no pueden des-
desarrollo no sólo en los Estados Unidos a hacerse de la nación como territorializa-
propósito de las poblaciones latinas, sino ción social, económica y cultural sino que
también en América Latina en relación con deben intentar entender tanto sus transfor-
las migraciones internas y externas, los maciones y funcionamiento, como espacio
nuevos mapas geoculturales y políticos, la de hegemonía interna y autonomía relativa
racialización de la fuerza de trabajo a es- externa, cuanto los nuevos flujos de interco-
cala continental: países que mandan inmi- nexión e interdependencia internacional o
grantes, países que los reciben para explo- transnacional– son lo que podemos llamar
tarlos bajo su condición altamente flexible el latin/o americanism/o.
y productiva de indocumentación (Quijano,
de Genova, Grimson); y, en general, los de- OBRAS DE CONSULTA. Addiechi, Florencia,
safíos que la falta de concordancia entre la Fronteras reales de la globalización: Estados
geografía social y cultural del capitalismo Unidos ante la inmigración latinoamericana,
central y periférico supone (Quijano). México, Universidad Autónoma de la Ciudad
Por otro lado, desde la cultura y la expe- de México, 2005; Campa, Román de la,
riencia cotidiana de la globalización esa fal- Latin Americanism, Minneapolis, University
ta de concordancia se manifiesta en la vida of Minnesota Press, 1999; Flores, William
de aquellos que “viajan” todos los días sin V. y Rina Benmayor (eds.), Latino Cultural
moverse de sus sitios o son relegados a una Citizenship: Claiming Identity, Space and Rights,
marginalidad que los excluye de manera cua- Boston, Beacon Press, 1997; Gainza, Patricia,
siestructural. Algunos de los temas de esta “Tendencias migratorias en América Latina”,
nueva agenda incluyen: el consumo cultural Peripecias 1, <www.gloobal.info/iepala/gloobal/
diario de productos trasnacionales o fuerte- fichas/ficha.php?id=2047&entidad=Noticias>,
mente influido por sus formatos, conteni- consulta: 14 de junio de 2006; García Canclini,
dos y técnicas (García Canclini, Diferentes; Néstor, Diferentes, desiguales y desconectados,
Consumidores); la emergencia de un paisa- Barcelona, Gedisa, 2005; Hopenhayn, Martín,
je mediático complejo en el que alternan la América Latina: desigual y descentrada,
fuerte especificidad y densidad de las comu- Buenos Aires, Norma, 2005; Loomba, Ania,
nicaciones locales, facilitadas a menudo por Colonialism/Postcolonialism, Londres-Nueva
nuevas y viejas pero refuncionalizadas tecno- York, Routledge, 1998; Poblete, Juan (ed.),
logías como la Internet o la radio, con una Critical Latin American and Latino Studies,
creciente presencia de los conglomerados Minneapolis, University of Minnesota Press,
transnacionales (Poblete, Culture ); el desa- 2003; Quijano, Aníbal, “Colonialidad del
rrollo de la práctica social, cultural y política poder: eurocentrismo y América Latina”,
de múltiples y complejos actores funcionan- en Edgardo Lander (ed.), La colonialidad
do simultáneamente en escalas locales, regio- del saber: eurocentrismo y ciencias sociales:
nales, nacionales y globales (Mato, Políticas; perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires,
Yúdice, Recurso), la criminalización de la po- CLACSO/UNESCO, 2003, pp. 201-242; Thurner,
breza y el culpar a las víctimas juveniles de Mark y Andrés Guerrero (eds.), After Spanish
la cultura de la violencia, la droga y la exclu- Rule. Postcolonial Predicaments of the Americas,
sión (Hopenhayn, América Latina; Reguillo, Durham, Duke University Press, 2003; Yúdice,
Emergencia), etcétera. George, El recurso de la cultura, Barcelona,
En todos estos ejemplos la nación ya Gedisa, 2002 [The Expediency of Cultur: The
no coincide por completo (si alguna vez lo Uses of Culture in a Global Era, Durham, Duke
hizo) con sus poblaciones, ni social ni cul- University Press, 2003].
turalmente. Este desfase fundamental es el
que motiva la necesidad, y ofrece la oportu- [JUAN POBLETE]
nidad, de las nuevas cartografías de lo latin/
oamerican/o en el momento de su globali-
zación. Y esto ocurre –aunque no necesa- local-global
riamente del mismo modo y con la misma
intensidad en los diferentes países– tanto en La creciente intensificación de flujos e inter-
América Latina como en Estados Unidos. conexiones culturales a escala planetaria, ha
164 LOCAL-GLOBAL

producido una compresión de las dimensio- dad de prácticas que son las que impulsan
nes espacio-temporales de la experiencia hu- procesos globalizadores que, entre otras co-
mana que ha contribuido al desdibujamien- sas, contribuyen a la desestabilización de
to de las fronteras tradicionales del proyecto paradigmas identitarios tradicionales. El
de la modernidad, especialmente aquéllas término local se usa para referirse ya sea a
relacionadas con el Estado-nacional, y con una entidad geopolítica particular, que pue-
ideas de identidades colectivas e ideas de de ser equivalente a un Estado nacional, o
desarrollo económico. El estudio de estos a colectividades sociales de menor o mayor
procesos ha dado lugar a la generación de tamaño cuyas fronteras identitarias pueden
algunos términos binarios que procuran coincidir con las de un Estado nacional o
dar cuenta de la complejidad de los proce- ser más restringidas. En el sentido de las
sos contemporáneos de transformaciones prácticas sociales, lo local constituye la ex-
sociales. Entre ellos, destaca la expresión periencia cotidiana de actores en una loca-
“local-global” utilizada de maneras diversas lidad particular, conformando su punto de
y en ocasiones incluso conflictivas entre sí. referencia base. Appadurai plantea que lo
Este término establece una tensión concep- que se designa como local no es una entidad
tual dicotómica que, si bien constituye un natural, sino un concepto relacional cons-
desafío a la precisión de su significado, ha truido por una diversidad de prácticas que
resultado epistemológicamente productiva. resultan en sistemas y estructuras perfilado-
Hacer referencia a la dimensión local-global ras de sus fronteras. Así constituye algo fun-
en los procesos sociales contemporáneos es damentalmente político. García Canclini
destacar las dinámicas que conforman las señala que la conceptualización de lo local
interconexiones y designar, al mismo tiem- se ha transformado con la concientización
po, nuevas dimensiones de prácticas socia- de la idea de lo global y viceversa en un pro-
les asociadas a esos contactos. En el campo ceso que resalta el dinamismo inherente a
de los estudios culturales, los diversos sen- la cultura. Es por eso que algunos estudio-
tidos con que se utiliza el término coinciden sos han conceptualizado lo local como enti-
en la idea de que la dinámica local-global dad “translocal” (Appadurai), resaltando las
informan la construcción de los imagina- conexiones local-local sin descontextuali-
rios sociales contemporáneos (Appadurai, zarlas de lo supralocal (García Canclini,
García Canclini, Hannerz, Martín Barbero, Martín Barbero, Mato).
Mato), por lo cual constituyen flujos de La reflexión teórica reciente, especial-
carácter local-global. El término se utiliza mente en América Latina, destaca la im-
para referirse ya sea a espacios geopolíti- portancia de contextualizar las dinámicas
cos tangibles o para teorizar sobre espacios de esos flujos (Appadurai, García Canclini,
conceptuales de corrientes de pensamiento Martín Barbero, Mato), criticando la ten-
y producción del conocimiento. Por consi- dencia a conceptualizar los procesos de
guiente, dicho término constituye un marco globalización independientemente de las
de referencia para el estudio de las formas prácticas que los conforman. Por una par-
en que se dan los procesos de interconexión te, los flujos globales que entran en contacto
y sus efectos. con la vivencia cotidiana en gran parte del
Las dimensiones específicas de lo que se planeta emergen de contextos particulares y,
designa como global o local varían concep- por otra parte, dicha vivencia se desenvuelve
tualmente. Por lo general, el término global en espacios situados en contextos socio-his-
no se refiere a la totalidad de la extensión tóricos específicos (Mignolo). La interconec-
del planeta sino al alcance de ciertas prácti- tividad devela una geografía social perfilada
cas que tienden a ser territorialmente am- por relaciones de poder que se configuran de
plias y a desempeñar papeles dominantes/ manera situada y diferencialmente relacio-
hegemonizantes en la producción y disemi- nada en contextos geopolíticos particulares
nación de tecnologías y medios de produc- (Mato, Estudios latinoamericanos). Hay que
ción, bienes de consumo, servicios e incluso considerar, además, que buena parte de las
ideas. La palabra global también se usa para dinámicas local-global ocurren, entre otros
designar un nuevo espacio conceptual cons- espacios, a través de la Internet, donde los
truido y atravesado por una amplia diversi- referentes geográficos específicos se desdi-
LOCAL-GLOBAL 165

bujan aun cuando los contenidos y estilos de global como mutuamente constitutivas, en
relación están asociados a las localizaciones una relación de fuerzas simultáneamente in-
geopolíticas y contextos socio-históricos de tegrantes y desintegrantes (García Canclini,
sus usuarios (Appadurai, García Canclini). Mato, Mignolo, Robertson, Rosenau). Esta
El uso del término local-global en el dis- línea de pensamiento caracteriza a una am-
curso crítico y teórico presenta dos líneas plia diversidad de actores sociales, incluyen-
generales de pensamiento, cuyo marco de do componentes del llamado “movimiento
referencia es el gran debate actual sobre los antiglobalización” que resisten esta denomi-
efectos culturales de los procesos de globali- nación e insisten en las ideas de “alterglo-
zación: homogeneización o hibridación/re- balización” y de “otro mundo es posible”.
significación. Las corrientes globales se manifiestan de
La primera línea de pensamiento tiende forma diversa en diferentes localidades por
a conceptualizar lo local en contraposición a lo que las dinámicas local-global develan
lo global. Así constituyen una relación anta- disyuntivas en los flujos (Appadurai) a par-
gónica expresando la pugna conceptual entre tir de las cuales se están generando nuevas
corrientes a escala planetaria –lo global– y modalidades en los procesos sociales con-
aquellas que supuestamente tienen un hori- temporáneos. Desde esta vertiente, lo global
zonte mucho más limitado –lo local– e insu- no se halla contrapuesto a lo local sino que
ficiente capacidad para resistir al impacto de supone una red de relaciones diferenciales
las primeras. Esta acepción supone una je- dependiendo del contexto geopolítico de las
rarquía lineal unívoca de relaciones de poder prácticas de los actores. A partir de ahí se
en la cual lo global constituye una corriente perciben las asimetrías de poder que infor-
crecientemente avasalladora, impulsada por man, y a la vez conforman, las relaciones
las dinámicas del capitalismo neoliberal, que entre lo local-local y lo local-global. Ello ge-
consume y anula las particularidades locales nera flujos ambivalentes que tienden simul-
contribuyendo paulatina e inexorablemente táneamente a la homogeneización cultural y
a la homogeneización de las estructuras y re- a la acentuación de diferencias particulares.
laciones sociales alrededor del planeta. Esta Mignolo, cuyo trabajo aborda las relaciones
línea de pensamiento parte de la preocu- local-global desde una perspectiva episte-
pación por el avance hegemonizante de los mológica, destaca la importancia de consi-
sistemas y prácticas culturales de Occidente, derar el contexto histórico. Informado por
que juegan un papel dominante en los pro- la conceptualización de Quijano sobre la
cesos de globalización. Esta óptica percibe colonialidad del poder, plantea que es éste
las prácticas sociales como unidireccionales precisamente el elemento articulador entre lo
y separadas o claramente distinguibles unas que denomina “diseños globales” (proyectos
de otras. Los componentes de movimientos hegemonizantes de la modernidad) y las “his-
llamados de antiglobalización que no cues- torias locales” (experiencia local). Hablar de
tionan esta denominación encarnan esta lo global es necesariamente hablar de lo local
óptica, tendiendo a ver las corrientes de es- ya que éste es el espacio donde se visibilizan
cala global como amenaza a dinámicas sig- las tendencias y orientaciones de proyectos
nificativas dentro de ámbitos más reducidos. globalizantes en su inserción diversa en con-
Desde otra vertiente, en la reflexión teórica textos particulares (Mato, Mignolo). Mignolo
reciente se debate dicho avance como factor señala que los flujos que históricamente han
que contribuye a la creciente polarización perfilado las tendencias globales, han surgido
social, agudizando brechas entre los que de perspectivas locales que se han proyecta-
tienen acceso y pueden participar en pro- do de forma abarcadora en la visión hegemo-
cesos globales y aquellos que quedan fuera. nizante de la modernidad occidental.
Considerado así, las dinámicas local-global La direccionalidad de los flujos local-glo-
son flujos direccionales que contribuyen a bal según García Canclini, sin embargo, no
la consolidación de asimetrías de poder que es clara ni directa, ya que necesariamente lo
no anulan la distinción entre centros y peri- local implica múltiples núcleos de produc-
ferias (Hannerz). ción, mediación y consumo. Los imaginarios
La segunda línea de pensamiento parte de culturales contemporáneos representan no
la conceptualización de las dinámicas local- sólo lo “propio” sino también la relación con
166 LOCAL-GLOBAL

el “otro”, o sea, otras culturas o imaginarios Los grandes desplazamientos poblacio-


(García Canclini, Mignolo). La interrelación nales en América Latina –del campo a la ciu-
de lo local-global no supone un mundo sin dad, hacia países vecinos dentro de la región
fronteras donde desaparecen las particulari- o a otras partes del mundo, especialmente
dades locales, sino una nueva dimensión de Estados Unidos y España– son movimientos
los imaginarios culturales donde se disuelve que crean diversas redes de contacto y que
el nexo conceptual entre cultura y territorio dan lugar a una continua redefinición de lo
particular. Las interconexiones que perfilan que se conceptualiza como local o global
un imaginario cultural global no sustituyen (García Canclini, Martín Barbero). Martín-
ni desplazan las culturas locales pero las Barbero ve esa interconectividad como la
afectan al alterar las fronteras tradiciona- producción de un espacio reticulado, don-
les de discursos y prácticas. El proceso que de los flujos globales y los contextos loca-
informa la configuración de ese nuevo ima- les están mutuamente implicados. Si bien
ginario se ha conceptualizado como hibri- su trabajo, como el de García Canclini, se
dación (García Canclini, Culturas híbridas) enfoca en los grandes centros urbanos, se-
o glocalización (Robertson), entre otras for- ñala que lo urbano no es referente directo de
mas. Se ha objetado, que estas conceptua- ciudad sino del movimiento que inserta lo
lizaciones no profundizan en los conflictos local en lo global. El uso de la Internet por
y contradicciones inherentes al proceso, organizaciones indígenas en diversos luga-
por lo cual otros estudiosos han optado por res de América Latina, es un ejemplo de la
abordarlo como un proceso abierto de resig- extensión de ese espacio reticulado que in-
nificación que continuamente reta las cate- serta lo global en lo local a través de circui-
gorías establecidas de pensar los procesos tos local-local y de ahí lo local en lo global.
sociales (Mato, Mignolo). Martín-Barbero señala que los procesos de
La reflexión teórica y el trabajo de acti- globalización no anulan el espacio local en
vistas en América Latina aborda las dinámi- cuanto “sentido de lugar”. El lugar encuen-
cas local-global como marco que informa tra su sentido en las prácticas sociales con-
las transformaciones sociales en la región, textualizadas en la densidad de la memoria
al mismo tiempo que apunta al imperativo histórica de los imaginarios colectivos. Las
de capacitar formas de ver y comprender dinámicas local-global contribuyen con nue-
que se adecuen a las particularidades cultu- vas dimensiones de esos imaginarios donde
rales en la región. Mato señala la importan- se conjugan nuevas modalidades y viejas es-
cia de visibilizar a los actores sociales en los tructuras. Las inequidades sociales no des-
procesos de globalización ya que son preci- aparecen y más bien tienden a agudizarse,
samente quienes, al relacionar diversos es- pero se han de pensar en el contexto de las
pacios definidos como local, construyen lo redes que emergen de los contactos local-
que denominamos global. Hablar de lo glo- global (Martín Barbero), las cuales también
bal, según Mato, es necesariamente hablar informan la configuración de los movimien-
de lo local ya que éste es el espacio donde tos sociales en la actualidad (Mato).
se visibilizan las tendencias y orientaciones En América Latina, el análisis sobre las
de las corrientes globales en su inserción relaciones local-global también incluye una
diversa en contextos particulares. Los pro- reflexión sobre un tema que ha recibido me-
cesos globales son colectivamente construi- nos atención en circuitos académicos hege-
dos por comunidades, de mayor o menor mónicos, el de los sistemas de producción y
tamaño, contextualmente referidas a su ex- circulación de conocimiento y el papel que
periencia cotidiana. Lo local es, así, el espa- en ello desempeñan intelectuales y activistas
cio de la construcción del sentido donde se (Mato, Richard). Las dinámicas que la colo-
perciben explícitamente las luchas de poder nialidad del poder ha generado alrededor
y se develan sus asimetrías. Lo local y lo del mundo, a través del proyecto de la mo-
global coexisten de forma complementaria dernidad, han resultado en la subalterniza-
y contradictoria en los imaginarios sociales ción de ciertos tipos de saberes y conoci-
que informan la vivencia cotidiana y la par- mientos (Appadurai, Mignolo). Sin embargo,
ticipación de los actores en diversos proce- la creciente participación de intelectuales y
sos de transformación social. activistas en los circuitos relacionales con-
LOCAL-GLOBAL 167

temporáneos está produciendo una trans- den (invitando nuevamente a cuestionar ese
formación radical ya que visibiliza cómo la espacio conceptual denominado América
producción del conocimiento y los saberes Latina), puede contribuir diferencialmente
surgen de condiciones históricas particula- a la reflexión sobre los procesos de globa-
res. Mignolo, quien reflexiona sobre este lización que se desarrolla en redes acadé-
tema desde el ámbito académico estaduni- micas transnacionales (Richard). Desde esta
dense, señala que el imaginario subalterno perspectiva, se reitera el imperativo de me-
se constituye en la intersección de las diná- diar flujos globales con ópticas locales, en la
micas de poder local-global. Así, propone la apropiación y adaptación de las corrientes
idea del pensamiento fronterizo como mo- globales de pensamiento (Mato, Richard);
delo conceptual que toma la diferencia co- incluso se ha cuestionado la traducción di-
lonial –es decir, las diversas formas en que recta del inglés y el uso del nombre estudios
se ha experimentado la colonialidad del po- culturales para referirse a la transdisciplina-
der alrededor del mundo– como punto de riedad que históricamente, y precisamente
partida para abordar el estudio de una nue- por motivo de las particularidades del con-
va geopolítica del conocimiento. Es precisa- texto, ha caracterizado la producción inte-
mente en la intersección de las dinámicas lectual en América Latina, en especial en
local-global, según Mignolo, donde en la ac- las ciencias sociales. Asimismo, la reflexión
tualidad se construyen epistemologías múl- crítica contemporánea apunta al imperativo
tiples que perfilan una visión plural de la de una rearticulación de categorías analíti-
experiencia humana, elaborando imagina- cas “desde” los diversos espacios culturales
rios donde se multiplica la dimensión local que conforman lo que se denomina América
en diversas posibilidades de ser que se ofre- Latina, con el objetivo de trascender en la
cen como alternativas viables a un imagina- formulación de intervenciones con miras
rio hegemonizante/globalizante a un futuro basado en la mayor justicia y
La participación de voces de diversas tra- equidad social, tanto en los ámbitos locales
diciones culturales en procesos de alcance como en circuitos globales.
global, está dando lugar a que los saberes/
discursos locales se erijan como espacios OBRAS DE CONSULTA. Appadurai, Arjun, La moder-
de enunciación autolegitimados en el foro nidad desbordada: dimensiones culturales de la
local-global, informando al mismo tiempo globalización, Buenos Aires-Montevideo, Fondo
la gestión y la experiencia en el plano local. de Cultura Económica/Trilce, 2001 (orig. 1996);
En los circuitos académicos metropolitanos, García Canclini, Néstor, La globalización imagi-
la reflexión sobre la producción del conoci- nada, México-Buenos Aires-Barcelona, Paidós,
miento ha subrayado, entre otras cosas, la 1999; Hannerz, Ulf, Conexiones transnaciona-
necesidad de cuestionar y buscar trascender les: cultura, gente, lugares, Madrid, Cátedra,
el concepto de estudios de área, o sea, el 1998; Martín Barbero, Jesús, “Desencuentros
saber “sobre” un lugar. Así se plantea la in- de la socialidad y reencantamientos de la iden-
terrogante de cómo saber “desde” un lugar tidad”, Anàlisi, núm. 29, 2002, pp. 45-62; Mato,
en un mundo crecientemente interconecta- Daniel, “Desfechitizar la globalización: basta de
do donde la relación local-global constitu- reduccionismos, apologías y demonizaciones,
ye una dinámica dialéctica (Mignolo). Por mostrar la complejidad de las prácticas y los
consiguiente, se evidencia una reorientación actores” en Daniel Mato (coord.), Estudios lati-
en las prácticas respecto de la producción y noamericanos sobre cultura y transformaciones
circulación de conocimientos. En el caso de sociales en tiempos de globalización 2, Caracas,
América Latina, Richard señala que ello ha CLACSO, 2001, pp. 147-177; Mignolo, Walter,
dado lugar, entre otras cosas, a la oportuni- Historias locales/diseños globales: coloniali-
dad de construir discursos “desde” la región dad, conocimientos subalternos y pensamien-
al incluirse crecientemente su producción to fronterizo, Madrid, Akal, 2003 (orig. 2000);
intelectual, en espacios legitimados, en ám- O’Riordan, Tim (ed.), Globalism, Localism and
bitos académicos e intelectuales hegemóni- Identity: Fresh Perspectives on the Transition
cos. Uno de los mayores retos que enfrenta to Sustainability, Londres, Earthscan, 2001;
la gestión intelectual en América Latina, es Richard, Nelly, “Globalización académica, es-
cómo la diversidad de voces que la compren- tudios culturales y crítica latinoamericana”,
168 LOCAL-GLOBAL

en Daniel Mato, coord., Estudios latinoameri- Modernities, Londres, Sage, 1997, pp. 25-
canos sobre cultura y transformaciones socia- 44; Rosenau, James N., Distant Proximities:
les en tiempos de globalización, Buenos Aires, Dynamics Beyond Globalization, Princeton,
CLACSO, 2001, pp.185-199; Robertson, Roland, Princeton University Press, 2003.
“Glocalization: Time-Space and Homogeneity-
Heterogeneity”, en Mike Featherstone, Scott [EMESHE JUHÁSZ-MININBERG]
Lash y Roland Robertson (eds.), Global
medios de comunicación por el reto de aceptar que las mayorías se
apropian de la modernidad sin dejar su cul-
“Realidad contradictoria y desafiante la de tura oral, transformándola en una oralidad
una sociedad de masas que, en la lógica per- secundaria, esto es, gramaticalizada por los
versa de un capitalismo salvaje, de lo viejo dispositivos y la sintaxis de la radio, el cine
forma lo nuevo y con lo nuevo rehace lo vie- y la televisión. El reto que esa transforma-
jo, haciendo coexistir y juntarse, de modo ción cultural implica, deja obsoletos tanto
paradójicamente natural, la sofisticación de los populistas como los ilustrados modos de
los medios de comunicación de masa con analizar y valorar. Pues, a no ser que cerran-
masas de sentimientos provenientes de la do los ojos creamos detener el movimiento
cultura más tradicionalmente popular.” de lo social, nos va a ser bien difícil seguir
MARLYSE MEYER tachando de inculta una sensibilidad que
desafía nuestras nociones de cultura y de
Pensar los medios de comunicación en modernidad, y desde la que están transfor-
América Latina es, cada vez más, tarea de mándose los modos de ver y leer, de ima-
envergadura antropológica. Pues lo que ahí ginar y de narrar, de percibir y expresar la
está en juego no son sólo desplazamientos identidad. Ése es el estratégico escenario
del capital e innovaciones tecnológicas sino en que se colocan hoy las relaciones entre
hondas transformaciones en la cultura coti- comunicación y cultura: el de la desestruc-
diana de las mayorías: cambios que movili- turación de las comunidades y la fragmen-
zan imaginarios fragmentadores y deshisto- tación de la experiencia, el de la pérdida de
rizadores, al mismo tiempo que sacan a flote la autonomía de lo cultural y la mezcolanza
estratos profundos de la memoria colectiva. de las tradiciones, el de la emergencia de
Cambios que nos enfrentan a una acelerada nuevas culturas que desafían tanto a unos
desterritorialización de las demarcaciones sistemas educativos suicidamente incapaces
culturales y a desconcertantes hibridaciones de hacerse cargo de lo que los medios masi-
en las identidades. La cultura cotidiana de vos significan y son culturalmente, como a
las mayorías, no sólo en las ciudades sino unas políticas culturales mayoritariamente
también en el campo, se halla cada día más reducidas a conservar y condenar.
moldeada por las propuestas, los modelos y
las ofertas culturales de los medios masivos. LOS MEDIOS EN LAS TRANSFORMACIONES DEL CAM-
Y por más escandaloso que nos suene es ya PO CULTURAL LATINOAMERICANO. Ni la política
un hecho que las masas en América Latina se ni la cultura del siglo XX son pensables sin
incorporan a la modernidad no de la mano el moldeamiento que los medios de comu-
del libro, no siguiendo el proyecto ilustrado, nicación han ejercido en nuestros países.
sino desde los formatos y los géneros de las Desde la idea misma de modernidad, que
industrias culturales de la radio, el cine y la sostiene el proyecto de construcción de na-
televisión. Una transformación de la sensi- ciones modernas en los años treinta, ya ar-
bilidad colectiva que, justamente porque no ticula un movimiento económico –entrada
se produce a partir de la cultura letrada sino de las economías nacionales a formar parte
de las culturas audiovisuales, nos plantea del mercado internacional– a un proyecto
algunos retos desconcertantes. Empezando político: constituirlas en naciones mediante

[169]
170 MEDIOS DE COMUNICACIÓN

la creación de una cultura, una identidad y reconocimiento de expresiones que venían


un sentimiento nacional. Pero ese proyecto del mundo popular, la acción de los medios
sólo era posible mediante la comunicación consistió en hacerse el espacio de ósmosis
entre masas urbanas y Estado. Los medios, en que se configura el discurso popular-de-
y especialmente la radio, se convertirán en masas, ése en que las masas populares se
voceros de la interpelación que desde el reconocieron y transformaron, se exaltaron
Estado convertía a las masas en pueblo y al y se apaciguaron.
pueblo en nación. Los caudillos populistas El sentido cultural de los medios de co-
encontrarán en la radio el medio que les po- municación remite entonces a la aparición
sibilitó un nuevo modo de comunicación y en la escena social de un nuevo sentido de
la emergencia de un nuevo discurso político lo popular que emerge con las culturas urba-
que venía a romper con la retórica de los nas. Dejando atrás la significación de “lo
sermones y también con la del parlamen- popular” como espacio de lo ancestral y de
to. Un discurso nuevo que tuvo en la radio lo inculto, ello pasa a significar, en la pione-
una mediación fundamental con el lenguaje ra y certera expresión de José Luis Romero,
“popular”, con su capacidad de reelaborar el folclor aluvial: del tango, del cine y el fut-
la oralidad y ciertas maneras de la expre- bol, la más temprana hibridación de lo na-
sividad coloquial que enlazan lo territorial cional y lo extranjero, del patetismo popular
con lo discursivo: el paso de la racionali- y la obsesión clasemediera por el ascenso,
dad expresivo-simbólica a la racionalidad de lo que viene del suburbio y el hampa con
informativo-instrumental que organiza la lo que proviene de la compostura y el respe-
modernidad. to a las formas. Un folclor en el que lo alu-
De otro lado, modernización significa vial nombra latinamente lo que los anglo-
también una organización del mercado na- sajones han denominado masivo: que es a la
cional en la que van a jugar un papel funda- vez lo que ponen las masas, exigiendo que
mental los dispositivos y las tecnologías de lo que había sido privilegio de unas mino-
comunicación: las carreteras y los ferroca- rías en el plano del hábitat o de la educa-
rriles, el telégrafo, la radio y el teléfono. Pues ción, de la salud o la diversión, sea derecho
hacer un país es algo más que posibilitar de todos y cualquiera; y lo que ponen los
que lo que se produce en una región llegue medios: la radio posibilitando el paso de las
a otras, o que lo producido en cada región culturas rurales, que eran aún las de las ma-
llegue a los puertos para ser exportado, es yorías, a la nueva cultura urbana sin aban-
también proyecto político y cultural: consti- donar por completo ciertos rasgos de su
tuirlas en naciones mediante la creación de cultura oral, y el cine haciendo nación al
una cultura y un sentimiento nacional. teatralizarla, trastornando las costumbres
A la visibilidad social de las masas –ex- hasta el punto de que lo que durante mucho
presada en la presión de sus demandas de tiempo había sido sinónimo de vulgar, de
trabajo, educación, salud, diversión– el chabacano, apareciera como elemento con-
Estado responde nacionalizándolas: consti- figurador de la “idiosincrasia nacional”. Y
tuyéndolas en sujeto social justamente a ambos medios contribuyeron en forma de-
partir de la idea de nación, pues ellas son el cisiva a la gestación de un poderoso imagi-
nuevo contenido de la idea de pueblo en que nario latinoamericano, hecho de géneros y
se reconoce ese nuevo sujeto que plasma lo ritmos musicales como el tango, el bolero
nacional. Ahí se ubica el decisivo papel ju- y la ranchera y de símbolos cinematográfi-
gado por los medios masivos en la comuni- cos como María Félix, Libertad Lamarque o
cación entre caudillos y masas populares: al Cantinflas.
hacerse voceros de la interpelación que con- La modernidad que nuestros países en-
vertía a las masas en pueblo y al pueblo en carnan hoy es no sólo distinta sino en buena
nación. Interpelación que venía del Estado medida inversa: los medios de comunica-
pero que sólo fue eficaz en la medida en que ción son uno de los más poderosos agentes
las masas reconocieron en ella algunas de de devaluación de lo nacional y de emborro-
sus demandas básicas y la presencia de al- namiento de lo latinoamericano. Pues lo que
gunos de sus modos de expresión. En la re- los medios ponen en juego es un contradic-
semantización de esas demandas y en el torio movimiento de globalización y frag-
MEDIOS DE COMUNICACIÓN 171

mentación de la cultura, y también de mun- razón modernizadora, desarrollista– y la


dialización y revitalización de lo local. Tanto cultural, la cuestión de la memoria y las
la prensa como la radio y aceleradamente la identidades en su lucha por sobrevivir y re-
televisión son hoy los más interesados en constituirse desde la resistencia y la reapro-
diferenciar las culturas ya sea por regiones o piación. La incertidumbre, la vacilación teó-
por edades, y al mismo tiempo poder conec- rico-política de esos estudios, tiene no poco
tarlas a los ritmos e imágenes de lo global. que ver con la ambigüedad de que se carga
De otro lado, la presencia en el espacio au- un saber mestizo de dos lógicas: la del co-
diovisual del mundo de empresas, como la nocimiento regulado por leyes de acumula-
mexicana Televisa o la brasileña Rede Globo, ción y compatibilidad, y la del reconoci-
se hace en gran parte a costa de moldear la miento de las diferencias y las ciudadanías
imagen de estos pueblos en función de pú- culturales. Pues lo que la relación comuni-
blicos cada día más neutros, más indiferen- cación-cultura en Latinoamérica pone en
ciados. Son exigencias del modelo que im- juego es la trama misma de modernidad y
pone la globalización las que orientan esos discontinuidades culturales, de anacronías y
cambios. Exigencias que se evidencian en el utopías que sostiene y resiste, asimila y en-
reordenamiento privatizador de los sistemas frenta la comunicación masiva en nuestros
nacionales de televisión de todo el mundo. pueblos.
Pero la expansión del número de canales, la Los cambios de fondo en la configura-
diversificación y crecimiento de la televisión ción de los estudios de la comunicación pro-
por cable, y las conexiones vía satélite, han vendrán no sólo, ni principalmente, de una
acrecentado el tiempo de programación em- evolución interna sino de un movimiento
pujando una demanda intensiva de progra- general en las ciencias sociales. El cuestio-
mas que ha abierto como nunca el mercado namiento de la razón instrumental no atañe
a la producción latinoamericana, y del que únicamente al modelo informacional, sino
se ha beneficiado muy especialmente la te- que pone al descubierto lo que tenía de ho-
lenovela, produciendo pequeñas brechas en rizonte epistemológico y político del ideolo-
la hegemonía televisiva estadunidense y en la gismo doctrinario marxista. De otro lado, la
división del mundo entre un norte identifi- cuestión transnacional desbordará en los he-
cado con países productores y un sur con chos y en la teoría la cuestión del imperia-
países únicamente consumidores. Pero esta- lismo, obligando a pensar una trama nueva
mos también ante el triunfo de la experien- de actores, de contradicciones y de conflic-
cia del mercado, en rentabilizar la diferencia tos. Los desplazamientos con que se busca-
cultural para renovar gastadas narrativas rá rehacer conceptual y metodológicamente
conectándolas a otras sensibilidades cuya el campo de la comunicación vendrán del
vitalidad es resemantizada a favor de una ámbito de los movimientos sociales y de las
cultura de la indiferencia. nuevas dinámicas culturales, abriendo así la
Las contradicciones latinoamericanas investigación a las transformaciones de la
que atraviesan y sostienen su globalizada experiencia social.
integración, desembocan decisivamente en Se inicia entonces un nuevo modo de re-
preguntar por el peso que las industrias del lación con, y desde, las disciplinas sociales,
audiovisual están teniendo en estos proce- no exento de recelos y malentendidos, pero
sos, ya que esas industrias juegan en el te- definido más por apropiaciones que por re-
rreno estratégico de las imágenes que de sí currencias temáticas o préstamos metodoló-
mismos se hacen estos pueblos y con las que gicos. Desde los estudios de comunicación
se hacen reconocer ante los demás. se trabajan procesos y dimensiones, que
incorporan preguntas y saberes históricos,
COMUNICACIÓN, CIENCIAS SOCIALES Y ESTUDIOS CUL- antropológicos, estéticos..., al tiempo que
TURALES. Desde sus inicios, a comienzos de la historia, la sociología, la antropología
los años setenta, y especialmente desde me- y la ciencia política se hacen cargo de los
diados de los años ochenta, el campo de los medios y los modos como operan las in-
estudios de comunicación en América Latina dustrias culturales. Muestra de ello serán
se ha visto desgarrado entre dos cuestiones: los trabajos sobre historia de las culturas
la tecnológica –el “hecho tecnológico” con su populares en Buenos Aires, o la historia de
172 MEDIOS DE COMUNICACIÓN

las transformaciones sufridas por la música miótica pueden pretender ya –aun siendo
negra en Brasil hasta su legitimación como disciplinas fundantes–, como lo demuestran
música nacional, urbana y masiva. En la an- las más avanzadas investigaciones realiza-
tropología, las investigaciones acerca de los das en Europa y Estados Unidos, y las que,
cambios en el sistema de producción y la desde América Latina representan una cada
economía simbólica de las artesanías mexi- vez mayor convergencia con los estudios
canas, o sobre los rituales del carnaval, la culturales, que hacen posible la superación
religión y la cultura del cuerpo en Brasil. En de la razón dualista que impedía pensar las
la sociología, los trabajos y las investigacio- relaciones y conflictos entre industrias cul-
nes sobre consumos culturales y los trabajos turales y culturas populares, fuera de los
sobre la trama cultural y comunicativa de idealismos hipostasiadores de la diferencia
la política. como exterioridad o resistencia en sí.
Sin embargo, más decisivo que la tema- Pese a todos los malentendidos y las
tización explícita de los procesos o los me- distorsiones de los que está siendo objeto
dios de comunicación en las disciplinas so- últimamente la interpenetración de los es-
ciales, es la superación de la tendencia a tudios culturales y los de comunicación, ese
adscribir los estudios de comunicación a encuentro responde a la encrucijada estra-
una disciplina y la conciencia creciente de tégica que hoy forman cultura y comunica-
su estatuto transdisciplinar. En esta nueva ción. Pues para que la pluralidad de las cul-
perspectiva, industria cultural y comunica- turas del mundo sea políticamente tenida en
ciones masivas son el nombre de los nuevos cuenta, es indispensable que la diversidad
procesos de producción y circulación de la de identidades pueda ser contada, narrada.
cultura, que corresponden no sólo a innova- Y ello, tanto en cada uno de sus idiomas
ciones tecnológicas, sino a nuevas formas de como en el lenguaje multimedial que hoy les
la sensibilidad y a nuevos tipos de disfrute atraviesa mediante el doble movimiento de
y apropiación, que tienen, si no su origen, las traducciones –de lo oral a lo escrito, a lo
al menos su correlato más decisivo en las audiovisual, a lo hipertextual– y de las hibri-
nuevas formas de sociabilidad con que la daciones, esto es de una interculturalidad en
gente enfrenta la heterogeneidad simbólica la que las dinámicas de la economía y la cul-
y la inabarcabilidad de la ciudad. tura-mundo movilizan no sólo la heteroge-
Es desde las nuevas formas de juntarse y neidad de los grupos y su readecuación a las
de excluirse, de reconocerse y desconocerse, presiones de lo global sino la coexistencia al
que adquiere espesor social y relevancia interior de una misma sociedad de códigos
cognoscitiva lo que pasa en y por los medios y relatos muy diversos, conmocionando así
y las nuevas tecnologías de comunicación. la experiencia que hasta ahora teníamos de
Pues es desde ahí que los medios han entra- identidad.
do a constituir lo público, esto es, a mediar Ha sido necesario soltar pesados lastres
en producción del nuevo imaginario, que en teóricos e ideológicos, para que fuera po-
algún modo integra la desgarrada experien- sible analizar la industria cultural como
cia urbana de los ciudadanos, ya sea susti- matriz de desorganización y reorganización
tuyendo la teatralidad callejera por la espec- de la experiencia social, en el cruce con las
tacularización televisiva de los rituales de la desterritorializaciones y re-localizaciones
política, o desmaterializando la cultura y que acarrean las migraciones sociales y
descargándola de su sentido histórico me- las fragmentaciones culturales de la vida
diante tecnologías que como los videojuegos urbana. Una experiencia que reorganiza el
o el videoclip, proponen la discontinuidad campo de tensiones entre tradición e inno-
como hábito perceptivo dominante. vación, entre el gran arte y las culturas del
Transdisciplinariedad en los estudios de pueblo y de la masa, algo que ya no puede
comunicación no significa, entonces, la di- ser analizado desde las categorías centrales
solución de sus objetos en los de las disci- de la modernidad –progreso/reacción, van-
plinas sociales, sino la construcción de las guardia/kitsch–, pues ellas no corresponden
articulaciones –mediaciones e intertextuali- a las nuevas sensibilidades. Entender esa
dades– que hacen su especificidad. Ésa que transformación en la cultura pasa también
hoy, ni la teoría de la información ni la se- por asumir que identidad significa e impli-
MEDIOS DE COMUNICACIÓN / MEMORIA 173

ca hoy dos dimensiones diametralmente dis- tradiciones disciplinarias e intelectuales,


tintas, y hasta ahora radicalmente opuestas. en aspectos muy generales del término, así
Pues hasta hace muy poco decir identidad como a las particularidades propias de su
era hablar de raíces, de raigambre, de terri- aplicación en cada región.
torio, y de tiempo largo, de memoria sim- Desde los antiguos postulados aristotélicos
bólicamente densa. De eso y solamente de y platónicos a los estudios fenomenológicos,
eso estaba hecha la identidad. Pero decir hermenéuticos y existencialistas contempo-
identidad hoy implica también –si no que- ráneos, la filosofía planteó la polaridad entre
remos condenarla al limbo de una tradición memoria-imagen, entre memoria-rememora-
desconectada de las mutaciones perceptivas ción o recuerdo, entre memoria-representa-
y expresivas del presente– hablar de redes, y ción, como múltiples maneras de mediatizar
de flujos, de migraciones y movilidades, de la oposición del binomio memoria-olvido.
instantaneidad y desanclaje. Antropólogos Búsqueda que centrada en la polarización
ingleses han expresado esa nueva identidad del término, ofreció amplitud de significados
a través de la espléndida imagen de moving y generó a su vez nuevas oposiciones com-
roots, raíces móviles, o mejor de raíces en plementarias que lo dotaron de un inusual
movimiento. Para mucho del imaginario dinamismo a partir de los años sesenta. Éste
sustancialista y dualista que todavía permea es el sentido de los desarrollos de Paolo Rossi
la antropología, la sociología y hasta la his- y Paul Ricœur, entre otros.
toria, esa metáfora resultará inaceptable, y Hablar de memoria implica remitir a un
sin embargo en ella se vislumbran algunas pasado que en algún momento y por alguna
de las realidades más fecundamente descon- situación determinada quedó en el olvido.
certantes del mundo que habitamos. Pues Un pasado que entra en acción necesita de
como afirma un antropólogo catalán: “sin alguna articulación para devenir en memo-
raíces no se puede vivir pero muchas raíces ria; de él surgen variedad de interpretacio-
impiden caminar”. nes: pasado como un tiempo anterior, pasa-
do como estructura de la verdad, pasado
OBRAS DE CONSULTA. Ford, Anibal, Navegaciones: como experiencia traumática, son ejes que
comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, vertebran a este concepto.
Amorrortu, 1994; García Canclini, Néstor (co- Es en el campo de la historia como disci-
ord.), Cultura y comunicación en la ciudad de plina científica, donde se realiza la re-cons-
México, México, Grijalbo, 1998; Hopenhayn, trucción de las memorias como diferentes
M., Ni apocalípticos ni integrados, Santiago, modos de representación de los aconteci-
Fondo de Cultura Económica, 1994; Martín mientos del pasado. Estas re-construcciones
Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones: están edificadas sobre la selección o repre-
comunicación, cultura y hegemonía, México, G. sentación (conscientes o inconscientes) de
Gili, 1987; Piccini, Mabel, La imagen del tejedor: quienes escribieron o narraron la historia;
lenguajes y políticas de comunicación, México, son representaciones de representaciones y
Gustavo Gili, 1987; Reguillo, Rossana, En la es por este motivo que comienza a problema-
calle otra vez: las bandas: identidad urbana y tizarse el concepto de “verdad histórica”, en-
usos de la comunicación, Guadalajara, Iteso, tendida como verdad de los acontecimientos,
1991; Sodré, Muniz, A verdade seducida: por un restituida por el trabajo de interpretación
conceito de cultura no Brasil, Rio de Janeiro, subjetiva del historiador. La problemática no
Codecrí, 1983. estriba en oponer “objetividad contra subje-
tividad”, sino que se centra en la dificultad
[JESÚS MARTÍN BARBERO] de la intersubjetividad (actor-historiador) y la
búsqueda de la verdad. Esta posición recibió
en Francia el nombre de historiografía, es de-
memoria cir, ya no se alude a una historia objetiva del
pasado sino a una historia de la historia.
Los denominados estudios sobre la memo- Los trabajos de historia oral, realizados
ria abordados desde los enfoques culturales fundamentalmente a partir de los años se-
han sido profusos en los últimos decenios. senta en Estados Unidos, han sido la base
Su desarrollo puede enmarcarse tanto en sobre la que se construyó la recuperación
174 MEMORIA

de experiencias particulares en los últimos cios que hoy son referenciados como sitios
decenios. En estos relatos predominaron de memoria adquieren una polivalencia fun-
abordajes desde la problemática de género cional respecto de su uso en el pasado, como
y sobre estudios de evocación del pasado ámbitos en los cuales se gestaron las bases
de situaciones traumáticas. Citando a Joël sobre persecución ideológica, secuestro y
Candeau respecto de la historia, y extensiva muerte, así como en su transformación ac-
a todos los campos de la ciencias sociales, tual en espacios de reconstrucción o rescate
decimos que “la historia puede convertirse de memorias históricas, búsqueda de prue-
en un ‘objeto de la memoria’ como la me- bas judiciales, ocultas, negadas, o también
moria puede convertirse en un objeto histó- como museos o lugares de conmemoración.
rico”. Un estudio historiográfico importante Entre ellos podemos mencionar los archivos
es el de Verónica Zárate Toscano, Los nobles policiales del Paraguay, el Departamento da
ante la muerte en México: actitudes, ceremo- Ordem Política e Social, localizado en el
nias y memoria (1750-1850), publicado por Arquivo Público do Estado do Rio de Janeiro,
el Instituto Mora de México. Este estudio Brasil, el Departamento de Inteligencia de la
trata las actitudes de los representantes de Policía de Buenos Aires, Argentina, a través
la nobleza novohispana (siglos XVIII y XIX) de los cuales se investiga sobre la lógica de
ante la muerte, relacionadas con prácticas la represión y exterminio ejercida por estas
cotidianas y con el sistema de valores, su dictaduras, con el fin de contribuir a los
cosmovisión. Juicios por la verdad, así como también el
La explosión de los trabajos testimoniales proyecto iniciado en el año 2005, de recu-
devino, algunas veces, en historias de vida, peración del Archivo Histórico de la Policía
siendo la fuente que dio origen a los llama- Nacional de Guatemala. Éste es uno de los
dos estudios de “historia reciente”. Éstos más grandes acervos documentales de su
configuran una noción diferente de ese tiem- tipo en América Latina, en el mismo se en-
po pretérito, vinculado a la idea de memoria cuentran datos desde 1882 hasta 1996, año
como narración en presente del recuerdo tor- en el que concluyó la función de la Policía
mentoso del ayer, pero en el que cabe una Nacional y se crea la Policía Nacional Civil.
proyección hacia el futuro como una forma Este es otro ejemplo de la lucha por el ac-
de evitar su repetición. En la distinción que ceso a la verdad frente a la recuperación de
hace Tzvetan Todorov entre “memoria literal” la memoria histórica guatemalteca. Dentro
y “memoria ejemplar” hay una preocupación de las políticas de rescate de acervos docu-
por desvincular el detalle y consecuencia de mentales, se puede mencionar el proyecto
lo acontecido para poder plasmar esas expe- mexicano iniciado por Apoyo al Desarrollo
riencias del pasado como un pasaje hacia el de Archivos y Bibliotecas de México a par-
presente y futuro. tir de 2004-2005 y cuyo lema fue “mantener
Son los trabajos de Pierre Nora y sobre viva la memoria histórica” trabajando sobre
todo Les lieux de mémoire, obra realizada acervos bibliográficos antiguos de los esta-
entre 1984 y 1992 por una centena de espe- dos de Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, es-
cialistas franceses bajo su dirección, que po- tado de México, Guanajuato y Michoacán.
nen en relación a la historia y a la memoria. Como último agregado se puede citar la
La memoria, según Nora, entraña imágenes, memoria recopilada en los archivos de los
personas, hechos. Es por ello que estos “lu- organismos de Derechos Humanos que han
gares de la memoria” son reconocidos por trabajado con testimonios, con objetos do-
el autor como lugares simbólicos, espacios nados por las familias de los desaparecidos/
físicos, inscripciones, restos de memoria. asesinados, en trabajos de organización in-
En el transcurrir de la obra, Nora plantea dividual o colectivos, como es el caso de los
que estos “lugares” fueron reduciéndose a Archivos de Abuelas (de Plaza de Mayo) y de
“conmemoraciones de tipo patrimonial”. Memoria Abierta, ambos en Buenos Aires.
Cuando Pierre Nora señala que “la me- Es la relación que para Pierre Nora exis-
moria moderna es archivística” nos permite te entre historiografía, patrimonio, políti-
reflexionar sobre la construcción de lugares ca, lugares de memoria, la que permitiría
de memoria en América Latina, sobre todo desarrollar áreas temáticas vinculadas a la
con los archivos de la represión. Estos espa- identidad, sobre todo identidad nacional,
MEMORIA 175

aunque ha sido básicamente la antropología mental”. Otro trabajo destacable es el de La


la que se ha ocupado de estos temas. Esta educación como dominación de la memoria
disciplina se ha forjado operando sobre la en Colombia, realizado por Andrés Rincón,
diversidad de las rememoraciones del pasa- el cual gira en torno a la naturaleza de las
do, principalmente con sociedades ágrafas, prácticas y discursos locales relacionados
las que por largo tiempo fueron conside- con el pasado indígena en Colombia, cen-
radas como “pueblos sin historia”, noción trándose primordialmente en los colegios y
de historia que solo estaría admitiendo lo la población infantil, con el fin de recoger
escritural. Las escenas pretéritas en estas diferentes percepciones de los actores invo-
sociedades son transmitidas de generación lucrados en las instituciones escolares.
en generación, se realiza verticalmente de Los trabajos realizados en América
los ancianos a los jóvenes, en un contexto y Latina, y fundamentalmente en el Cono Sur,
tiempo particular de cada cultura. Son na- giran en torno a dos tópicos: las huellas que
rraciones concebidas como memoria de gru- dejaron las dictaduras gobernantes entre los
po aun aquéllas que remiten a experiencias años sesenta y ochenta y la presencia de la
personales, es un tipo de memoria declara- voz aborigen. La memoria tomada como
tiva, enunciada por los actores, su función objeto de estudio tuvo su mayor desarrollo
es mantener vivo ese pasado. Los trabajos en el primer tópico, con una abundante pro-
de memoria con pueblos ágrafos remiten ducción escrita, ausente casi en el segundo.
a dos aspectos fundamentales, a saber: la Estos estudios presentan a diferentes acto-
reproducción de su mundo cosmogónico, res en situaciones de violencia, y tienen por
mítico, y la resignificación de la historia vi- objetivo entender los sentidos y significacio-
vida (individual y colectiva) cuya mirada se nes que le asignan estos grupos. Entre ellos
posa en un pasado siempre más valorado podemos mencionar las investigaciones de
que el presente. Refuerzan su tradición oral Ponciano del Pino sobre Uchuraccay, Perú,
dedicando la vida a recordar la riqueza de en el cual la comunidad campesina de la sie-
las memorias legadas. rra andina asesina a ocho periodistas; tam-
El lugar de la memoria en relación con bién podemos citar el Apagón de Ledesma,
los estudios antropológicos latinoamerica- Argentina, artículo de Ludmila da Silva
nos se define en torno a dos categorías ana- Catela y el de tres pequeñas comunidades:
líticas que son identidad y representación. Neltume, Liquiñe y Chihuío en el Sur de
En los trabajos referidos a identidad, el uso Chile, de Claudio Barrientos, ambos referi-
del término presenta una doble articulación dos a violencia política (Del Pino y Jelin).
entre lo oculto y lo ausente. Las técnicas uti- El testimonio fue fundamentalmente el
lizadas por la antropología en el trabajo de eje de las producciones mencionadas, esto
campo, se diversificaron en descripciones de motivó que en la actualidad haya comen-
representaciones o en interpretaciones. La zado una etapa de producción crítica sobre
búsqueda por plasmar la diversidad cultural el mismo, básicamente en América Latina.
diferencia a estos estudios de los históri- Esta crítica está centrada con relación al
cos, en cuanto búsqueda de verdad. Entre testimonio como búsqueda de la verdad y
la vasta producción latinoamericana sobre su vinculación con las publicaciones, cuyos
investigaciones centradas en problemáti- antecedentes los podemos ubicar en los es-
cas aborígenes contemporáneas, podemos tudios culturales estadunidenses.
mencionar la investigación realizada por Estas memorias individuales, con subje-
la doctora Patricia Medina Melgarejo, de la tividades propias de los diferentes actores,
UNAM, respecto de la memoria indígena en están enmarcadas inexorablemente en con-
su libro Identidad y conocimiento. Territorios textos sociales. Maurice Halbwachs (1990)
de la memoria: experiencia cultural yoreme fue el marco referencial del término memo-
mayo de Sinaloa para abordar la construc- ria. Su definición sociológica de la noción
ción de la territorialidad. En este trabajo, la de memoria colectiva como concepto expli-
memoria es considerada “en tanto proceso y cativo de ciertos fenómenos sociales, va ad-
producto construido a través de las relacio- quiriendo un carácter práctico, el cual remi-
nes y prácticas sociales, donde el lenguaje y te a ciertas formas del pasado (conscientes
la comunicación ostentan un papel funda- o inconscientes) compartidas por un colec-
176 MEMORIA

tivo o conjunto de individuos. Para este au- mos mencionar entre estos tipos de testimo-
tor la memoria individual no es opuesta a la nios el de Aurora Arnáiz Amigo profesora de
colectiva sino que se interpenetran. la Universidad Autónoma de México, nacida
Es a partir de la publicación del Nunca en Vizcaya, quien fue durante los años trein-
más en Argentina, en los años ochenta que ta directiva de las Juventudes Socialistas
los testimonios adquirieron un lugar central de España. En la guerra civil perdió a su
en los debates culturales por la memoria. hijo y a su marido, que era gobernador de
Las denuncias sobre el terrorismo de Estado Guadalajara y miembro del Comité Central
durante los años 1976-1983, fueron el motor del PCE, situación que la aparta de la JSE.
que accionó el reclamo de justicia por parte La memoria de la experiencia vivida quedó
de los familiares de desaparecidos/asesina- oculta tras lo experimentado en 1939, que
dos. El Juicio a las Juntas en 1985 y sus únicamente pudo reconstruirlo median-
posteriores leyes del perdón, generaron una te conversaciones con otros miembros de
multiplicidad de testimonios que fueron las Juventudes Socialistas de preguerra en
configurando diferentes lugares de memo- España. En este sentido el rescate de la
ria, con el fin de evitar repeticiones en el fuente oral, cobra real importancia. Otro
presente de las marcas que dejaron las dic- ejemplo paradigmático dentro de lo testimo-
taduras. La producción testimonial escrita nial autobiográfico es el relato de Rigoberta
por parte de los sobrevivientes de los Centros Menchú Tum, de Guatemala, quien se invo-
Clandestinos de Detención (CCD) tiene la im- lucró en la lucha a favor del pueblo indígena
pronta conceptual de la obra de Primo Levi maya, sus convicciones personales y sentido
cuya experiencia en Auswitch ha sido refe- de justicia hicieron que el gobierno la nom-
rente de los testimonios latinoamericanos. brara enemiga, razón por la cual tuvo que
La sobrevivencia a estas situaciones límite huir de Guatemala. La posterior publicación
pone al actor bajo los huecos simbólicos de de su obra y el hecho de haber sido nombra-
lo traumático. Dori Laub, quien de niño fue da Premio Nobel en 1992, trajo aparejado la
testigo y sobreviviente del Holocausto, plan- duda sobre la veracidad del testimonio. Esto
tea que hay una preocupación por la since- pone de manifiesto el carácter dialógico de
ridad del testimonio que es concomitante este tipo de autobiografías. Otro caso parti-
con que el receptor confíe en lo que el tes- cular lo encontramos en Domitila Barrios de
tigo cuenta. Tanto Shoshana Felman como Chúngara, de Bolivia, dirigente de este pue-
Dori Laub sostienen que este testimonio se blo, quien ha resistido contra la opresión.
trata de una auténtica huella de lo real, de lo Su objetivo fue lograr mejores condiciones
inaprensible e inexpresable, que permite al para la gente pobre de su país, lucha por la
testigo encontrar la suya propia, y reajustarse cual fue exiliada en Europa. En estos tipos
a la realidad fenomenológica. Felman distin- de testimonios predomina la ausencia de
gue entre la verdad en el discurso y la ver- identificación, a excepción de quienes ten-
dad en acto. La primera es el discurso de gan un grado de pertenecia cultural.
seducción de un poder o de un interés que La literatura latinoamericana ha sido
hace que se crea en ellos. Por oposición a un campo muy prolífico en la descripción
ésta, la verdad en acto es lo que subvierte del pasado borrado u olvidado, entre ellas
todo poder y lo que deshace todo código. no pueden dejar de mencionarse obras
Laub plantea un paralelismo entre la escu- como La casa y el viento de Héctor Tizón
cha psicoanalítica y en quien escucha al tes- (Argentina), Rumbo al sur deseando el norte
timoniante. de Ariel Dorfman (Chile), así como gran par-
El testimonio autobiográfico en cambio, te de la producción ficcional de Augusto Roa
puede presentar la dicotomía entre lo que es Bastos (Paraguay), entre otras. Es loable la
realidad o ficción, no hay una búsqueda de empresa llevada a cabo por la Universidad
verdad histórica, quien emite el testimonio Nacional de Misiones, Argentina, en relación
habla en primera persona aunque repre- con Los libros de la memoria. Esta colección
sentando a un colectivo muy pocas veces enfoca, desde el aluvión migratorio del siglo
enunciado. La particularidad se centra en la XIX y principios del XX y las luchas referi-
narración de aspectos culturales que nunca das a reivindicaciones sociales, vistas como
pueden identificarse con el receptor, pode- episodios épicos, hasta ensayos escritos por
MEMORIA / MODERNIDAD 177

familiares de desaparecidos asesinados en la trascendido la tradición, como una ruptura


última dictadura militar. con lo que existió antes. Incluso aquellos
Estos testimonios, además, forman parte discursos académicos, literarios y políticos
del acervo de archivos y museos (públicos- que argumentan a favor de la coexistencia
privados), cuyo fin constitutivo fue orga- de lo tradicional y lo moderno lo hacen
nizar la memoria perdida o desperdigada, tratándolos como dominios diferenciados,
entre ellos podemos nombrar la creación los cuales son vistos luego como unidos de
del Parque por la Paz en Santiago de Chile, maneras diversas el uno con el otro (por
en el predio que había sido el campo de ejemplo, Canclini, Culturas híbridas). Todo
concentración de la Villa Grimaldi durante esto se asienta sobre imágenes poderosas,
la dictadura. La creación del Museo de la contendientes, viscerales de tradición y mo-
Memoria de Rosario, el Museo de la ESMA dernidad que tienen densos atributos mun-
(Escuela de Mecánica de la Armada) Buenos danos, u ontológicos. Es importante recon-
Aires, La mansión Seré, en Morón, estos úl- siderar estos asuntos, sobre todo abordando
timos en Argentina; todos fueron centros de las construcciones de la modernidad como
detención, secuestro y muerte por la última siempre local y, sin embargo, ya global.
dictadura.
ANTINOMIAS PERDURABLES. Desde hace tiempo
OBRAS DE CONSULTA. Calveiro, Pilar, Desapariciones, ya, las formidables oposiciones entre las co-
Taurus, México, 2002; Candeau, Joël, Antro- munidades estáticas, tradicionales, y las so-
pología de la memoria, Nueva Visión, Argentina, ciedades dinámicas, modernas, han jugado
2002; Del Pino, Ponciano y Elizabeth Jelin un papel importante en las comprensiones
(comps.), Luchas locales, comunidades e iden- de la historia y la cultura. Al principio, la
tidades, Madrid, Siglo XXI de España Editores, dualidad parecería ser un poco más que un
2003; Felman, Shoshana y Dori Laub, tablón ideológico de “la teoría de la moder-
Testimony: Crises of Witnessing in Literature, nización”, oponiendo la (primordialmente
Psychoanalysis and History, Nueva York, no-occidental) tradición con la (principal-
Routledge, 1992; Halbwachs, Maurice, A me- mente occidental) modernidad. Pero la an-
mória coletiva, Río de Janeiro, Vértice, 1990 tinomia tiene implicaciones más amplias y
[La memoria colectiva (trad. Inés Sancho bases más profundas (Dube, Stitches on
Arroyo), Zaragoza, Prensas Universitarias de Time). No es sólo que la dualidad haya ani-
Zaragoza, 2004]; Jelin, Elizabeth, Los trabajos mado y articulado otras oposiciones perdu-
de la memoria, Buenos Aires, Siglo XXI rables, tales como las que se dan entre ritual
Editores, 2002; Lévi, Primo, Si esto es un hom- y racionalidad, mito e historia, comunidad
bre, Madrid, Muchnik, 1987; Nora, Pierre, Les y estado, magia y lo moderno, emoción y
lieux de mémoire I: La République, París, razón. Es también que como un legado du-
Galimard, 1984; Nunca más: informe de la radero de la idea desarrollista de historia
Comisión Nacional sobre la Desaparición de universal, natural, y como una representa-
Personas, Buenos Aires, Eudeba, 1999; Ricoeur, ción engrandecedora de una modernidad
Paul, La memoria, la historia, el olvido, Buenos exclusiva, occidental, tales antinomias han
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004; encontrado una variedad de expresiones en-
Zárate Toscano, Verónica, Los nobles ante la tre los distintos temas que han nombrado,
muerte en México: actitudes, ceremonias y me- descrito y objetivado desde, al menos, el si-
moria (1750-1850), México, El Colegio de glo XVIII (Dube “Anthropology”; para una
México/Instituto Mora, 2000. discusión de la modernidad del Renaci-
miento y del Nuevo Mundo véase, por ejem-
[MARCELA VALDATA] plo, Dube, Banerjee-Dube y Mignolo).
Las representaciones que se desprenden
de la Ilustración Europea han jugado un pa-
modernidad pel crucial aquí. Sería apresurado y erróneo
ver la Ilustración Europea del los siglos XVII
En las concepciones cotidianas y académi- y XVIII como una unidad. Considerando las
cas, ser moderno y representar la moder- tensiones entre el racionalismo en Francia
nidad, aparece repetidamente como haber y el empirismo en Gran Bretaña, así como
178 MODERNIDAD

las concepciones diferentes de la historia bargo, no había ni un “yo” occidental singu-


universal y natural, es mejor hablar en lar ni un “otro” no-occidental exclusivo. En
plural, es decir de Ilustraciones (Porter; cambio, en este terreno se encontraban en
Pocock; Kelley; véase también, Muthu). juego la separación cultural de “seres occi-
Aquí se encontraban, también, desafíos a los dentales” y las jerarquías históricas de alte-
procedimientos racionalistas en una varie- ridades no-occidentales. En este escenario,
dad de Contra-Ilustraciones, las cuales a su muchos pueblos (por ejemplo, los africanos,
vez moldearon la Ilustración (Berlín: 1-24; los afro-americanos y los grupos indígenas
McMahon, 2002). A pesar de tal pluralidad, en América y a través del mundo) estaban
ha sido generalmente aceptado que el pe- todavía atrapados en la etapa del barbaris-
riodo de la Ilustración estuvo acompañado mo y salvajismo con pocos prospectos de
por ideas y procesos de la secularización del avance. Otras sociedades (por ejemplo, las
tiempo judeo-cristiano (e.g., Fabian: 26-27, de la India y de China) habían alcanzado los
146-147). En realidad, tal secularización no peldaños ascendentes de la civilización pero
fue una idea emergente y consecuente, sino con todo, carecían de las fundaciones críti-
un proceso restringido y limitado (Becker; cas de la razón. Aun otros pueblos (princi-
se ofrece una discusión más larga en Dube palmente de origen occidental y del norte
Historical Anthropology). europeo) habían logrado los avances más
En este contexto, esquemas de desarro- altos de la humanidad por medio de las ven-
llo diferenciados y a la vez superpuestos tajas de raza y racionalidad y de las propen-
suscribieron grandes diseños de la histo- siones de la historia y la nacionalidad. De
ria humana, desde las propuestas raciona- hecho, era el pasado y el presente de este
listas de Voltaire y Kant hasta los marcos último grupo de personas, abarcando la ele-
historicistas de Giambattista Vico y Johann gida Europa ilustrada, que fue tomado y
Gottfried von Herder. Hubo profundas con- extendido como un espejo en general. En
troversias entre tales esquemas; sin embar- este espejo, la historia universal del hombre
go, de diversas maneras cada uno proyectó fue imaginada, y el destino fue representado
detallados modelos de desarrollo de la his- como grupos y sociedades que se rendían
toria universal (Kelley: 211-262). Tales ten- ante o que se ponían a la altura de la mo-
siones divergentes y énfasis convergentes dernidad.
partían del hecho, a menudo olvidado, de La idea de la modernidad implica una
que la Ilustración fue tanto histórica como ruptura con el pasado. Su narrativa insinúa
filosófica, y tanto sobre la reescritura de la rupturas con el ritual y la magia y se separa
historia como sobre el replanteamiento de del encantamiento y la tradición. Siguiendo
la filosofía. Las consecuencias fueron limi- interpretaciones eruditas (e.g., Habermas,
tadas pero significativas. A través del siglo Philosophical Discourse; Koselleck: 3-20),
XIX pero también después, tiempo y tempo- como un concepto de época, la modernidad
ralidades judeo-cristianos y mesiánicos no ha sido vista como la incorporación de un
perdieron su influencia en los mundos occi- estatus nuevo y distinto a periodos prece-
dentales (e.g., Moore, Crapanzano). Para la dentes, insinuando orientaciones esencial-
segunda mitad del siglo XIX, por lo menos mente nuevas al pasado, al presente y al fu-
en el Occidente protestante, el tiempo se- turo. Éstos son argumentos persuasivos que
cularizado podía adquirir una aureola na- llevan sus propias verdades, pero también
turalizada y el pensamiento desarrollista fue presentan a la modernidad en términos más
destilado (incierta y contradictoriamente y bien idealizados. Al mismo tiempo, precisa-
al mismo tiempo potente y poderosamente) mente por estos motivos, tales concepciones
como progreso histórico. son sumamente representativas.
A esto sucedió que el tiempo vino a ser Para empezar, los entendimientos acredi-
progresivamente entendido en maneras je- tados y cotidianos de la modernidad la pro-
rárquicas para delinear pueblos y culturas yectan como un fenómeno generado pura e
en el movimiento de la historia, proyectado internamente dentro de Occidente, aunque
como el avance del progreso. Frecuentemente más tarde fue exportado a otras partes de la
articulado por la Ur-oposición entre lo pri- humanidad de formas diversas. De esto se
mitivo y lo civilizado, en su lugar, sin em- desprende que exactamente esta medida sir-
MODERNIDAD 179

ve para rechazar la dinámica de colonizador la noción de la modernidad como una rup-


y colonizado, raza y razón, Ilustración e im- tura con el pasado divide mundos sociales e
perio que es la base de la modernidad como históricos entre lo tradicional y lo moderno,
historia. Estos procedimientos idénticos articulando y animando más todavía otras
anuncian los registros principales del traza- oposiciones como aquéllas entre ritual y ra-
do jerárquico de tiempo y espacio. Tanto en cionalidad, mito e historia, y magia y mo-
los modos conscientes como inadvertidos, dernidad.
los registros implican dos medidas simultá- ¿Por qué debían las antinomias de la
neas. Al ensayar el Occidente como moder- modernidad haber jugado un papel im-
nidad, ellos igualmente representan la mo- portante en el trazado y la fabricación de
dernidad “como el Occidente” (Mitchell: 15, mundos sociales? Estas oposiciones surgie-
cursivas en el original). ron integradas en formidables proyectos de
La idea de la modernidad, como el sepa- poder y conocimiento, que derivaron en la
rarse del pasado, se basa en la imaginación Ilustración, el imperio y la nación. Éstos
de rupturas dentro de la historia Occidental. han sido proyectos tan motivados como di-
Pero tal idea no puede evitar también co- versos “no simplemente de mirar y registrar,
nectar la importancia de las separaciones sino de registrar y rehacer” el mundo (Asad:
del Occidente con mundos no Occidentales, 269). No sorprende que las oposiciones en sí
ya sea explícita o implícitamente. Por un mismas asumieran autoridad analítica per-
lado, la cesura definida por la modernidad suasiva y que adquirieran atributos mun-
como el nuevo comienzo es convertida en danos penetrantes, articulados de forma
pasado, “precisamente al comienzo de los diversa con representaciones de la moder-
tiempos modernos” en Europa (Habermas, nidad y con su trayectoria como un proyec-
Philosophical Discourse: 5). Es adelante de to de progreso que se autorrealiza, además
este umbral que el presente es visto como de una encarnación de la historia evidente
renovado en su vitalidad y novedad por la por sí misma. Y así, las antinomias siguen
modernidad. Por otro lado, exactamente ejerciendo sus persuasiones en el presente,
cuando lo moderno es privilegiado como el incluyendo a las imágenes de la modernidad
periodo más reciente, la novedad y la vitali- en América Latina.
dad de la modernidad enfrentan los espec-
tros de lo “medieval”, lo “supersticioso”, lo SUJETOS DE LA MODERNIDAD. ¿Pero qué es exac-
“profético”, y el serpenteo “espiritual”. Estos tamente la modernidad? La modernidad
espíritus son una presencia previa y un pro- debe ser entendida como la conexión de
ceso en curso. Cada tentativa de involucrar- distintos procesos históricos durante los úl-
los en el presente implica marcarlos como timos cinco siglos. Aquí se encuentran los
un atributo del pasado. Esta referencia es a procesos que conllevan, por ejemplo, el co-
la manera de las representaciones dominan- mercio y el consumo, la razón y la ciencia,
tes, el Talibán y Al-Qaeda son simultánea- la industria y la tecnología, el Estado-nación
mente “contemporáneos” y “medievales”; y y el sujeto-ciudadano, esferas públicas y es-
en los entendimientos dominantes, los en- pacios privados, religiones secularizadas y
cantamientos de hoy de “los indios” y “lo conocimientos desencantados. Al mismo
primitivo” son al mismo tiempo contempo- tiempo, aquí deben ser registrados, también,
ráneos y anacrónicos. los procedimientos que involucran imperios
Sugiero, entonces, que los significados, y colonias, raza y genocidio, formas de fe
entendimientos y acciones que caen fuera renacientes y tradiciones cosificadas, regí-
de los horizontes conducidos por el desen- menes disciplinarios y sujetos subalternos,
canto de la modernidad tienen que ser tra- y la magia del Estado y los encantamientos
zados como aquellos que se han quedado de lo moderno.
retrasados de esta nueva etapa. Aquí, los Durante los últimos cinco siglos los
mapeos espaciales y las medidas temporales procesos y procedimientos de la moderni-
del Occidente y el no-Occidente se apoyan dad como historia no han sido para nada
en la trayectoria del tiempo, un eje que cla- ininterrumpidos, homogéneos o sencillos,
ma ser normativamente neutral, pero es de contrariamente a los alegatos hechos a fa-
hecho profundamente jerárquico. De hecho, vor de la trayectoria singular del fenómeno.
180 MODERNIDAD

Estos procesos han encontrado expresiones jetos de la modernidad han incluido, por
distintas en diferentes partes del mundo, ejemplo, comunidades indígenas en América
de modo que la modernidad en algunas bajo el dominio colonial y nacional, los pue-
ocasiones ha sido representada en plural, blos de descendencia africana no sólo en
modernidades. Al mismo tiempo, ya sean aquel continente, sino en diferentes diáspo-
entendidos como modernidad o moderni- ras a través del mundo y, de hecho, mujeres
dades, estos procedimientos se han referido y hombres subalternos, marginales y perte-
a construcciones de significado y poder, las necientes a las élites y en escenarios no
cuales han sido decisivamente contradicto- Occidentales y Occidentales. En el caso lati-
rias, contingentes y disputadas. De hecho, noamericano, los sujetos de la modernidad
es dentro de tal pluralidad y heterogenei- han comprendido no sólo a las clases me-
dad, contingencia y contradicción, que las dias progresistas occidentalizadas, sino a
oposiciones constitutivas de la modernidad, campesinos, indios y trabajadores que de
jerarquías formativas y distinciones seduc- modo diverso han articulado los procesos de
toras –por ejemplo, entre lo tradicional y colonialismo y poscolonialismo.
lo moderno y otras antinomias jerárqui- Una y otra vez, los sujetos de la moder-
cas– parecen escenificadas y elaboradas. Es nidad han revelado que hay diferentes ma-
también aquí donde deben ser encontrados neras de ser moderno. Ellos han accedido y
los encantamientos duraderos de la moder- han excedido las determinaciones del sujeto
nidad: desde la imagen inmaculada de sus moderno, sugiriendo la necesidad de repen-
orígenes y sus fines hasta sus oposiciones sar su exclusividad. No obstante, los sujetos
dominantes, y desde las nuevas mitologías de la modernidad también han mostrado
de imperio y nación hasta la densa magia escasa consideración hacia las finuras del
del dinero y los mercados. Puesto de otra sujeto moderno precisamente al articular la
manera, como historia, los términos de la modernidad. Aquí, es necesario enfatizar
modernidad son asiduamente articulados y, que hay otros sujetos modernos además de
sin embargo, son todavía básicamente diver- los Occidentales. Los múltiples sujetos mo-
sificados, al punto de la desunión consigo dernos (en el Occidente y el no-Occidente)
mismos (Dube, “Introduction”; Stitches on son también sujetos de la modernidad, pero
Time; Enchantments, contienen más amplias no todos los sujetos de la modernidad son
discusiones sobre estos asuntos, y también sujetos modernos. Todos estos diferentes su-
tratan las maneras en las cuales las discusio- jetos han registrado dentro de sus medidas
nes críticas de la modernidad han empezado y significados las contradicciones formati-
a destacar desde los años noventa). vas, contenciones y contingencias de la mo-
Estos procesos no son procedimientos dernidad.
sin sujetos. Más bien, surgen expresados
por los sujetos de la modernidad, sujetos LA MODERNIDAD Y LATINOAMÉRICA. Las intimida-
que han comprometido y elaborado las esti- des de la modernidad han estado presentes
pulaciones de la modernidad como historia. por mucho tiempo en América Latina, ge-
Aquí es evidentemente inadecuado fusio- neralmente reflejadas en la imagen de una
nar el sujeto de la modernidad con el suje- Europa cosificada. La región en sí misma ha
to moderno. ¿Qué se quiere decir con esto? sido imaginada inquietante y, sin embargo,
Discusiones influyentes y concepciones co- como una parte del mundo Occidental, aun-
tidianas de la modernidad, con frecuencia, que con carencias específicas y dentro de lí-
han procedido imaginando el fenómeno a la mites particulares. Todo esto es el resultado
imagen de lo europeo y lo euroamericano, de cartografías dominantes y “metageogra-
y a menudo, también, el sujeto masculino, fías” autorizadas (Lewis y Wigen), que han
moderno. En cambio, al referirnos a los su- dividido el mundo entre el Occidente y el
jetos de la modernidad, hablaremos de los Oriente, el Este y el Oeste, apuntaladas por
actores históricos que han sido participan- los discursos del orientalismo (Said) y del
tes activos en procesos de la modernidad, occidentalismo (Coronil), muy presentes en
tanto sujetos a estos procesos como también expresiones estéticas y cotidianas (e.g., Paz,
sujetos que moldean estos procesos. Vislumbres). Es más, en América Latina,
A lo largo de los siglos recientes, los su- como en la mayor parte del mundo no
MODERNIDAD 181

Occidental, tales modelos han surgido uni- palabras, este grupo considera críticamente
dos con la estipulación que decretaba que lo el lugar y la presencia de las estipulaciones
moderno y la modernidad ya habían pasa- coloniales de conocimiento/poder dentro de
do en alguna otra parte (Morris). Si esto ha las provisiones modernas de poder/conoci-
generado entre los modernos latinoamerica- miento. Consecuentemente, tales movimien-
nos la ansiedad de mirarse como poco origi- tos han mirado a la modernidad como un
nales, también los ha conducido a una varie- proyecto profundamente ideológico y un
dad de búsquedas de una manera distintiva aparato primario de dominación, en el pa-
de lo moderno nacional, el modernismo y la sado y el presente.
modernidad, posicionada entre el Oeste y el En segundo lugar, en años recientes, la
Resto. (No sorprende que diferentes discur- noción de la magia de lo moderno ha en-
sos y representaciones “indigenistas” y “pri- contrado articulaciones interesantes, sobre
mitivistas” a menudo han jugado un papel todo en la antropología crítica y en los es-
crítico aquí.) En el México de comienzos y tudios culturales, incluyendo los de América
mediados del siglo XX, por ejemplo, basta Latina. Una influencia importante aquí ha
pensar en los trabajos y la vidas tanto de sido representada por las ideas de Marx
Diego Rivera y Frida Kahlo como también sobre el fetichismo hacia las mercancías y
de Los Contemporáneos tales como Jorge el capital y la magia de los mercados y el
Cuesta y Salvador Novo (y, algo más tarde, dinero. En el pasado, tal esfuerzo analíti-
los del Grupo Hiperión). El hecho es que las co podría subsumir aquellas ideas de Marx
discusiones del modernismo –en sus encar- a sus propuestas sobre la cosificación y la
naciones simultáneamente republicanas y enajenación (e.g., Taussig, Devil). Pero los
autoritarias, políticas y estéticas, y guberna- textos más recientes discuten la interac-
mentales y cotidianas– han proporcionado ción entre lo mágico y lo moderno como
algunos de las concepciones más sólidas de más críticamente constitutiva de mundos
las narrativas de la modernidad en América sociales (Owen; Li Puma; Meyer y Pels;
Latina (Rama, Ciudad letrada; Sommer, During). Es de esta manera que el trabajo
Ficciones; Ramos; Franco, Plotting Women, reciente sobre América Latina y el Caribe
Critical Passions), una tendencia que conti- ha proporcionado significados frescos a las
núa en el presente (Hedrick; Franco, Decline discusiones de la magia/locura del capitalis-
and Fall; González Echevarria). Es en este mo y el colonialismo (Taussig, My Cocaine;
contexto, entonces, que se deben considerar también Shamanism; Price) y del fetiche/
tres amplios grupos de discusiones recien- cosificación del estado y la nación (Coronil,
tes sobre la modernidad en América Latina, Magical State), mientras ejercicios relacio-
los cuales han puesto un signo de interro- nados (Taussig, Defacement) se han mudado
gación sobre los dualismos fáciles entre los hacia la simultánea evocación y desfigura-
modernismos prolíficos y la modernización ción del poder, indicando el carácter sagra-
deficiente en la región, como ha sido expre- do de la soberanía moderna, para encantar
sado por autores influyentes (e.g., Paz, Ogro; de nuevo la modernidad por medio de la
Cabrujas). representación y la escritura surrealistas, el
En primer lugar, considerando la relación pensamiento y la teoría extáticos.
entre imperio y modernidad, los asuntos del Finalmente, en tercer lugar, una varie-
colonialismo a menudo han sido entendidos dad de escritos sobre América Latina (y el
en América Latina como si ocuparan el lugar Caribe) han explorado sobresalientemente
de un pasado borroso y distante. Contra es- las cuestiones críticas de la modernidad y
tas disposiciones dominantes, un importante sus márgenes. Estas exploraciones han en-
cuerpo de pensamiento crítico sobre América contrado múltiples expresiones, desde luego
Latina hoy (Dussel, The Invention, “Sistema en una gama de trabajos académicos sobre la
mundo”; Quijano; Lander; Mignolo, Darker región, desde discusiones sobre arquitectura
Side, Local Histories) se enfoca en los esque- y forma construida (Valerie Fraser; Lejeune)
mas subterráneos y las apariciones forzadas hasta aquéllas sobre políticas campesinas y
de lo moderno y lo colonial, uniéndose a otras populares (Mallon, La sangre; Stern, Battling
conversaciones claves (e.g., Chakrabarty, y Remembering; también Thurner), espacio y
Provincializing Europe; Chatterjee). En otras territorialidad (Alonso; Radcliffe), cultura y
182 MODERNIDAD / MULTICULTURALISMO

consumo (Yúdice, Expediency), representa- ro y modernidad en Venezuela, Caracas, Nueva


ción y subalternidad (Beverley Subalternity; Sociedad/Universidad Central de Venezuela,
Rodríguez, Latin American Subaltern Studies; 2002 [The Magical State: Nature, Money, and
véase también, Rabasa; Bartra; Thurner y Modernity in Venezuela, Chicago, University of
Guerrero; Gareth Williams). Al mismo tiem- Chicago Press, 1997]; Crapanzano, Vincent,
po, este grupo incluye el trabajo que explíci- Serving the Word: Literalism in America from
tamente ha involucrado términos históricos the Pulpit to the Bench, Nueva York, New Press,
y contemporáneos, texturas y transforma- 2000; Dube, Saurabh (ed.), Enchantments
ciones de la modernidad. En este terreno, of Modernity: Empire, Nation, Globalization,
las exploraciones se han extendido desde las Nueva Delhi/Nueva York, Routledge, 2009;
consideraciones influyentes de las coorde- Dube, Saurabh, Ishita Banerjee-Dube y Walter
nadas hétero-temporales de tiempo-espacio Mignolo (eds.), Modernidades coloniales: otros
nacional (García Canclini, Culturas híbridas) pasados, historias presentes, México, El Colegio
hasta aquéllas de las articulaciones mutuas de México, 2004; Fabian, Johannes, Time and
y las mediaciones de la modernidad y la na- the Other: How Anthropology Makes Its Object,
ción (Lomnitz-Adler, Modernidad y salidas; Nueva York, Columbia University Press, 1983;
Tenorio-Trillo; Saldaña-Portillo; Overmyer- Habermas, Jürgen, The Philosophical Discourse
Velázquez). Estas exploraciones han invo- of Modernity: Twelve Lectures (trad. Frederick
lucrado cuestiones de: piedad, intimidad, Lawrence), Cambridge, Mass., MIT Press,
personificación e imagen bajo los regímenes 1987; Koselleck, Reinhart, Futures Past: On
entrelazados de la modernidad y la religión the Semantics of Historical Time (trad. Keith
(Lester; Voekel; Gruzinski); la modernidad Tribe), Cambridge, MIT Press, 1985 [Futuro
en sus formaciones barrocas (González pasado: para una semántica de los tiempos
Echevarría) y sus configuraciones vernácu- históricos (trad. Norberto Smilg), Barcelona,
las (Rappaport; Trouillot, 2002; también, Paidós, 1993]; Ramos, Julio, Desencuentros
Coronil, Magical State); y, crucialmente, con- de la modernidad en América Latina, literatu-
tradicciones y discusiones amplias, agudas, ra y política en el siglo XIX, México, Fondo de
de la modernidad (Palmié; Fischer; Redfield; Cultura Económica, 1989; Rofel, Lisa, Other
Scott, Conscripts). Tomados en conjunto, Modernities: Gendered Yearnings in China after
aquí se pueden encontrar los trabajos que se Socialism, Berkeley, University of California
enfocan en las diferentes articulaciones de Press, 1998.
la modernidad como históricamente ancla-
da o culturalmente expresada, articulacio- [SAURABH DUBE (TRAD. DE JORGE ANDRADE)]
nes que cuestionan proyecciones a priori y el
formalismo sociológico que sostiene la cate-
goría-entidad (para tales escrituras en otros multiculturalismo
contextos véase, Rofel; Ferguson; Donham;
Piot; Comaroff y Comaroff; Harootunian; No cabe duda que el multiculturalismo como
Chakrabarty Provincializing Europe, Habita- concepto tiene una aplicación muy diferente
tions; Dube, Stitches, Postcolonial Passages, en Estados Unidos que en México y el resto
Enchantments). No es sorpresivo que, en de América Latina. De hecho, ni siquiera se
América Latina y en otras partes, las forma- han utilizado los mismos términos en diver-
ciones y las elaboraciones de la modernidad sas regiones para describir el fenómeno de
sean cada vez más discutidas y debatidas la diversidad de culturas, razas, etnias, idio-
hoy como procesos contradictorios y con- mas y religiones dentro del ámbito nacional.
tingentes de cultura y poder, como historias Durante el siglo XX, el concepto del multicul-
diversificadas e impugnadas de significado turalismo se difundió en países anglosajo-
y dominio. nes como Canadá y Estados Unidos, donde
se sigue empleando como ideología nacional
OBRAS DE CONSULTA. Asad, Talal, Genealogies of oficial (en el caso de Canadá) y como prácti-
Religion: Discipline and Reasons of Power in ca educativa y política (especialmente a raíz
Christianity and Islam, Baltimore, The Johns del movimiento por los derechos civiles en
Hopkins University Press, 1993; Coronil, Estados Unidos) además de que se ha utili-
Fernando, El Estado mágico: naturaleza, dine- zado con más frecuencia que en el resto del
MULTICULTURALISMO 183

mundo. En Canadá, el Estado federal ratifi- turalismo podría determinar la inscripción


có el Acta Canadiense de Multiculturalismo, de estudiantes en ciertas clases según sus orí-
que legalizó el bilingüismo y multicultura- genes étnicos, o influir nuestras expectativas
lismo oficial en 1971; el Acta se integró a de la conducta de ciertos grupos. Aunque la
la constitución nacional en 1982 (Dupont y mitología del mestizaje ha sido criticada de-
Lemarchand: 309). Mientras que en América tenidamente por sus características implíci-
Latina lo que se ha llamado “pluralismo cul- tamente exclusionistas y racistas, parecería
tural” (Néstor García Canclini), “heteroge- que el multiculturalismo también puede ser
neidad” (Antonio Cornejo Polar), “transcul- tanto exclusivo como inclusivo.
turación” (Fernando Ortiz y Ángel Rama),
“hibridez” (Cornejo Polar y García Canclini) EL MULTICULTURALISMO EN ESTADOS UNIDOS. Como
y “mestizaje” se plantea como parte intrínse- ya se ha señalado, el multiculturalismo tiene
ca de la nación, en Estados Unidos el debate una historia más larga, y mucho más po-
en torno al multiculturalismo ha sido inten- lémica, en Estados Unidos que en México.
samente polarizante, creando divisiones y Sobre todo, surge de la historia conflictiva
apuntando hacia la “coexistencia –separa- de los años sesenta y del movimiento por
da– de grupos étnicos”, según autores como los derechos civiles, vinculándose así con
Néstor García Canclini (Consumers: 10) y la política y el sistema educativo estadu-
José Antonio Aguilar Rivera (Sonido: 13). nidense. El multiculturalismo se relaciona
Aquí se ve el dilema fundamental del con demandas jurídicas en favor de grupos
multiculturalismo en Estados Unidos y un minoritarios por igualdad en el trabajo y
país como México: el contrapunteo entre la la educación. El logro más significativo del
integración y el separatismo de naciones cul- movimiento por los derechos civiles indu-
turalmente diversas. Como sugieren García dablemente fue la ratificación del Acta de
Canclini y Aguilar Rivera, ciertas caracterís- Derechos Civiles en 1964, cuyo título VI abo-
ticas del multiculturalismo actual, como la lió la segregación racial en todas las escuelas
mezcla cultural y la hibridación, componen públicas e instituciones de educación supe-
el mito fundacional mexicano del mestizaje. rior, ya que niega el financiamiento federal
En cambio, en Estados Unidos nunca hubo a las escuelas que no proporcionan libre ac-
mitología fundacional de hibridez, y la mez- ceso a la educación. Mientras tanto, el título
cla (miscegenation) de distintas razas, sobre VII del Acta legaliza la igualdad de oportu-
todo de la blanca y la negra, históricamente nidades de empleo, prohibiendo la discrimi-
se ha considerado en el mejor caso como nación en el empleo por raza, color, religión,
debilidad, si no escándalo total (Cornwell y grupo étnico, sexo u origen nacional. A raíz
Stoddard: 11-12). A pesar de sus respectivas de estas enmiendas se desarrolla la política
narrativas integracionistas, tanto el mesti- de “acción afirmativa”, que pretende reme-
zaje como el multiculturalismo tienden a diar las discriminaciones históricamente su-
producir ideologías e identitidades reduc- fridas por grupos desfavorecidos a través de
cionistas y esencialistas. George Yúdice beneficios como políticas de admisión en es-
equipara el mestizaje con la “conformidad cuelas y universidades y becas estudiantiles
anglosajón”, en el sentido de que ambos que promuevan diversidad (Rhoads, et al.:
conceptos establecen límites normativos de 197-198). De la misma manera, se fundaron
identidad nacional, efectivamente, exclu- programas de estudios étnicos y estudios de
yendo diversos grupos raciales, regionales género en las universidades estadunidenses
o de clase social. Pero también indica que para tratar el problema de la falta de repre-
el sistema identitario del multiculturalismo sentación equitativa de grupos minoritarios
en Estados Unidos, precisamente porque en la esfera académica y, más importante
privilegia la supuesta falta de “normatividad aún, para estudiar la dinámica del poder en-
estadunidense” –la idea de que no hay una tre éstos y los grupos dominantes. A finales
sola manera de ser estadunidense– termina de los años setenta, con el caso Universidad
siendo sumamente normativo y “norteame- de California contra Bakke (1978) y el sur-
ricacéntrico” (“Translator’s Introduction”, gimiento de una fuerte política de derecha
García Canclini, Consumers: xxxvii-xxxviii). bajo las presidencias de Ronald Reagan y
Es decir, el sistema normativo del multicul- George Bush, estalló una reacción violenta
184 MULTICULTURALISMO

contra la acción afimativa y programas de tualiza como lazo o afinidad –sin duda afir-
libre acceso al empleo, a la vivienda y a la mativo– entre miembros de tal o cual co-
educación en general, que continúa hasta lectividad, también puede excluir a sujetos
la fecha (este caso es uno de los hitos más que no pertenecen al grupo o a quienes no
importantes del debate en torno a la acción se les abre paso (12). De la misma manera,
afirmativa. En su fallo, la Corte Suprema de la identidad puede convertirse en su pro-
Estados Unidos rechazó el sistema de cuotas pia prisión, ya que suele determinar ciertas
raciales para postulantes a las instituciones pautas de comportamiento o requisitos de
de estudios superiores, pero confirmó el in- solidaridad. La diferencia, por su parte, es
terés del estado por asegurar la diversidad tan capaz de excluir como incluir, y como
de la población estudiantil. El resultado fue alega Goldberg, existe una larga y violenta
una decisión bastante ambigua que debilitó historia de exclusión racial, religiosa o de
el motivo económico o de justicia social de género en el nombre de la diferencia –sólo
la acción afirmativa a favor de la diversidad cabe pensar en el holocausto o en el fun-
en sí (Rhoads et al.: 198). damentalismo religioso de cualquier índole
En términos más amplios, el multicultu- (12-13)–. Además, es imperativo recordar
ralismo estadunidense se caracteriza por la que el multiculturalismo no necesariamente
transición de un modelo monocultural y asi- critica ni desarticula estructuras del poder,
milacionista, que en realidad nunca lo fue, sino que puede terminar reforzándolas o in-
(teniendo en cuenta, por ejemplo, que los cluso ser directamente cooptado por ellas,
negros en Estados Unidos se consideraban como ocurre en el llamado “corporate mul-
completamente inadsimilables a la nación ticulturalism” (multiculturalismo corporati-
hasta los años cuarenta) a uno integracio- vo) (Berlant y Warner: 115). Bajo esta eti-
nista y resistente al monoculturalismo re- queta encontramos la defensa implícita del
duccionista. Por lo tanto, se puede decir que “tokenism”, o el formulismo, donde, según
la identidad y la diferencia forman el marco Goldberg, la academia centrista y empresas
teórico del multiculturalismo y sus debates; multinacionales celebran una diversidad
un marco que se convierte en eje que rela- cultural que corresponde a principios del
ciona la estructura pedagógica y la política a liberalismo filosófico en general sin redis-
lo multicultural (Goldberg, “Introduction”, tribuir el poder o los recursos económicos
Multiculturalism: 12). Es precisamente este en absoluto (7).
lazo entre identidad y diferencia, pedagogía Siguiendo las advertencias de Yúdice, hay
y política, que establece el parentesco entre que contemplar las implicaciones relativis-
el multiculturalismo y los estudios cultura- tas de un multiculturalismo que se presume
les en Estados Unidos. Los estudios cultura- “no esencialista” y “no fundacional”. Es de-
les son a la vez campo académico transdis- cir, la insistencia en una falta de normativi-
ciplinario y proyecto político, cuyo impulso dad estadunidense suele imponer otro tipo
intelectual y político es desafiar y desarticu- de normatividad multicultural, igualmente
lar jerarquías del poder, ya sean académi- dominante. Y esta normatividad no es nece-
cas, económicas o políticas. Entonces, como sariamente afirmativa. El recurso al relativis-
afirman Lauren Berlant y Michael Warner, mo cultural, con su insistencia en una verdad
los estudios culturales proponen ser un singular relativa al grupo que la resguarda,
espacio de actividad intelectual donde se con o sin justificación o manera de verifi-
pueden ubicar historias multiculturales que carla, puede ser catastrófico (“Translator’s
históricamente han sido olvidadas o invali- Introduction”, García Canclini, Consumers:
dadas (108). 15). El crítico irlandés David Lloyd indica
No obstante, pese a la posibilidad de que que la retórica de inclusión y diversidad que
el análisis académico de identidad y dife- caracteriza al sistema educativo estaduni-
rencia pueda desestabilizar conceptos más dense en general y a la universidad en parti-
amplios de la homogeneidad nacional o de cular, tiende a institucionalizar un principio
identidades hegemónicas, hay ciertos peli- de equivalencia entre todo grupo etnorracial
gros inherentes al marco teórico de identi- –inclusive anglosajones–. La versión plura-
dad y diferencia. Para empezar, según David lista de cultura e historia estadunidense se
Theo Goldberg, la identidad, que se concep- sitúa precisamente en este principio de equi-
MULTICULTURALISMO 185

valencia e intercambiabilidad (19). Según sin más en su trabajo (Mato, Estudios lati-
Lloyd, la contradicción fundamental de la noamericanos: 20). En cambio, Mato insiste
aula, en que se le obliga al sujeto minorita- que conceptos como “estudios culturales” y
rio olvidar la manera en que se anula por el sus vertientes como el multiculturalismo no
sujeto a través del cual se constituye, no se deben ser traducidos literalmente al contex-
puede reivindicar con la mera inclusividad, to latinoamericano, en vez de usar la expre-
como ocurre, por ejemplo, en las famosas sión “estudios culturales latinoamericanos”,
revisiones de los cánones literarios (37-38). Mato prefiere hablar de “‘estudios latinoa-
Por su parte, Goldberg apunta una crítica mericanos sobre cultura y poder’, para así
del multiculturalismo estadunidense, sostie- valorar las tradiciones latinoamericanas de
niendo que es necesario buscar distintas intelectuales políticamente comprometidos,
entradas al proyecto multicultural que des- y también para prevenirnos de la despoli-
plazarán el enfoque sobre la identidad y la tización que crecientemente puede obser-
diferencia hacia un multiculturalismo hete- varse en algunas variantes de los cultural
rogéneo, igualmente capaz de producir como studies que se hacen en inglés” (Estudios
de debilitar la armonía multicultural (22, latinoamericanos: 21). Del mismo modo,
27). No obstante, es factible pensar que tal haciendo eco de las advertencias de Lloyd,
heterogeneidad también podría ser coopta- Berlant y Warner, Hermann Herlinghaus y
da como otra versión de la homogeneidad Mabel Moraña aseveran que es necesario
dominante, sobre todo si mantiene una mi- desarrollar “una radical reformulación” de
rada exclusivamente occidental y anglosajo- la discusión en torno a la modernidad en
na. En este sentido, como sugiere Lloyd, hay América Latina, que conlleva a problemas
que articular una pedagogía y un proyecto como el multiculturalismo, en el que “no
político basado en la no-equivalencia de di- basta asumir los márgenes como ‘tema’, sino
versas culturas, siempre consciente de las que es necesario convertir los márgenes en
contradicciones inherentes a la constitución el punto de partida para un pensamiento
de sujetos (39). Asimismo, Berlant y Warner descolonizador” –siempre teniendo en cuen-
reconocen que aún nos falta teorizar una ta, claro, que América Latina constituye un
crítica multicultural desde los márgenes que lugar marginal desde una perspectiva esta-
no reafirme y duplique la retórica de centro dunidense o europea– (13). Si consideramos
y margen (132). Un primer paso sería recha- que las perspectivas de Mato, Herlinghaus
zar la tendencia de imponer un multicultu- y Moraña son un desafío ante los estudios
ralismo dominante desde el mundo anglo- sobre América Latina, parecería que el em-
sajón, que se convierte en otro instrumento pleo de conceptos “occidentales” como el
de la globalización. El multiculturalismo, en multiculturalismo podría reforzar la margi-
otras palabras, no puede ni debe exportarse nalización de la región. Por otro lado, la po-
multiculturalmente (133; véase también litóloga inglesa Rachel Sieder señala que la
Rodríguez, “Heterogeneidad”). aplicación del multiculturalismo en América
Latina representa nada menos que la derro-
EL MULTICULTURALISMO EN MÉXICO. Sin duda, la ta de la retórica integracionista pero vacía
cuestión de desde dónde y desde cuándo se del mestizaje o la hibridez a favor de una
articulan los estudios culturales ha sido una “política de diferencia” basada en reforma
de las más reñidas en los estudios latinoa- constitucional, legislación político-jurídica
mericanos norte y sur desde principios de y el derecho de autodeterminación indígena
los años noventa. Aunque varios pensadores (1-2). Queda claro que ambos modelos del
como García Canclini, Jesús Martín Barbero multiculturalismo –el modelo que pretende
y Beatriz Sarlo sostienen que los estudios proceder desde y el otro que presume ser
culturales tienen “una historia muy distinta” sobre América Latina– buscan desarticular
en América Latina que en Estados Unidos o jerarquías del poder, pero a veces el debate
en Inglaterra, cuyas prácticas son anteriores deviene diálogo de sordos, estancado en la
“a tener noticias de la existencia del nombre incomprensión mutua. ¿Cómo se resuelve
institucionalizado como Cultural Studies”, este posible impasse?
Daniel Mato afirma que muchos siguen uti- Por su parte, Aguilar Rivera propone no
lizando la expresión “estudios culturales” sólo establecer un diálogo entre multicultu-
186 MULTICULTURALISMO

ralistas en México y Estados Unidos, sino del multiculturalismo hasta ahora poco
trazar una historia común del multicultura- teorizado e importantísimo, a veces sus
lismo en ambos lados de la frontera. Para propuestas son bastante raras, por ejemplo
Aguilar Rivera, el multiculturalismo es so- cuando alega que “la uniformidad cultural
bre todo una “persuasión” que intenta con- (estilo Estados Unidos) es menos elevada,
vencernos de “la necesidad explícita del re- pero más justa”, al parecer porque impli-
conocimiento simbólico de las minorías” ca una igualdad más democrática y real, a
(15). Si bien este reconocimiento –e incluso pesar de los costos “lingüísticos, filosóficos
la definición de lo que constituye un grupo y de otra índole” (212). De cierta manera,
minoritario– toma muy distintas formas en Aguilar Rivera valora la asimilación y la
los dos países, Aguilar Rivera prefiere enfo- homogeneidad cultural como condiciones
carse en las coincidencias en vez de las di- que unen la nación ante la desintegración
vergencias entre las experiencias nacionales nacional provocada, por ejemplo, por gru-
mexicana y estadunidense. Por ejemplo, re- pos minoritarios que no tienen acceso al sis-
calca las similitudes en México y Estados tema educativo, o que no hablan español.
Unidos en cuanto a la creación de mitos de Es factible pensar que tal confusión entre
identidad nacional como el mestizaje y el la diferencia etnorracial y nacional-cultural
crisol (melting pot). Estos mitos presuponen en México y Estados Unidos pueda fomen-
diferentes ejes de integración, ya que el mes- tar malentendimiento mutuo y reproducir
tizaje es una “metáfora de un resultado”, la retórica de la homogeneización nacional
mientras que el crisol es una “metáfora de que Aguilar Rivera desea rechazar. Tal vez
transformación”, pero a fin de cuentas bus- sería más valioso afirmar que ambos países
can asimilar diferencias ante todo (93). son “culturalmente uniformes” y “multicul-
No obstante, en otro sentido Aguilar turales” a la vez, aunque las definiciones de
Rivera tergiversa las distinciones entre el los dos conceptos varíen según la situación
multiculturalismo mexicano y estaduni- y el lugar.
dense, proclamando, “Estados Unidos es un Otro eje fundamental del multicultura-
país culturalmente uniforme que se cree di- lismo en México (y en América Latina en
verso, mientras que México es un país mul- general) es el de los medios masivos de co-
ticultural que se presume uniforme” (18). municación. La diseminación y el consumo
Esta declaración es increíble, pues contradi- de los medios de comunicación, como la
ce la retórica dominante de la integración de televisión, el cine, la Internet, la radio, etc,
los dos países –la de la asimilación mestiza quizá ha sido la principal vía de integración
en México y la de la armonía racial y cultu- cultural y política a sitios múltiples y frag-
ral en Estados Unidos–. Aquí Aguilar Rivera mentarios como la ciudad, la nación y la co-
se refiere a la presencia de grupos que no munidad global. Según García Canclini, el
conforman al mito del mestizaje, como los consumo de bienes y de los medios masivos
inmigrantes chinos y las comunidades ju- actualmente reemplaza las “reglas abstrac-
días. También agrega que hay ciertos grupos tas de la democracia o [a] la participación
que francamente no se integran a la nación colectiva en espacios públicos” en la crea-
mexicana por motivos de lengua, grado de ción de ciudadanos (Consumidores: 13). Las
interacción o aislamiento de la sociedad do- megaciudades como la ciudad de México,
minante, y grado de autonomía, como los donde “conviven casi todos los lugares de
amish, los menonitas, y algunas sectas de América Latina y muchos del mundo” son
mormones. El problema es que confunde o espacios que “se reordena[n] multicultural-
intercambia la diferencia etnorracial con la mente” a través de la negociación del consu-
diferencia nacional cultural. Es decir, como mo y la comercialización (98-99). Asimismo,
sugiere Yúdice, desde el punto de vista lati- aunque algunos medios de comunicación en
noamericano, la identidad se arraiga princi- México, como la televisión y el video, han
palmente en la nación, mientras la política sido dominados por conglomerados vincu-
de la identidad estadunidense (etnorracial) lados con el estado, como Televisa, el video,
frecuentemente parece dividir a la nación la radio y la Internet, en particular, también
(Expediency: 59). Aunque Aguilar Rivera son sitios clave de autodeterminación y des-
se dedica a promover un discurso común colonización indígena. Sin embargo, como
MULTICULTURALISMO 187

advierten Jesús Martín Barbero y Ana María si primero enfrentamos la ruptura del mul-
Ochoa Gautier, el multiculturalismo implica ticulturalismo, es decir, la simultaneidad de
más que “sólo darle espacio a las culturas una ideología de pluralidad cultural con una
locales excluidas […] tiene que ver también de homogeneización e intolerancia absolu-
con comprender el modo en que relatos pro- ta. Según Slavoj Žižek, el racismo “posmo-
fundos de identidad y memoria se reciclan en derno” contemporáneo es el “síntoma” del
el curso cambiante de las estéticas sonoras capitalismo tardío multicultural, ya que el
y audiovisuales” (122). Y para ser realmente otro se valora en la medida en que carece de
“multicultural”, el consumo y producción de contenido desde una perspectiva tolerante
bienes o de los medios masivos de comuni- “liberal” (véase la proliferación de música o
cación necesariamente tiene que dejar de ser cocina “étnica”) mientras que la alteridad u
“simple sumatoria de diferencias tipificadas otredad real se denuncia por completo (37).
y [pasar] a ser interpelación intersubjetiva La diferencia real, del tipo inasimilable a
del otro” (122). Como diría García Canclini, que se refiere Aguilar Rivera, es horrorosa
“el consumo sirve para pensar, pero no sólo porque niega el impulso homogeneizante
en la dirección de la racionalidad moderna”, detrás del multiculturalismo, según el fi-
y quizá sólo si asumimos nuestra responsa- lósofo francés Alain Badiou (24). De esta
bilidad de “rescatar [las] tareas propiamente manera, el multiculturalismo deviene una
culturales de su disolución en el mercado o especie de racismo “con distancia” que es-
en la política” (Consumidores: 197-198). En tablece la implícita inferioridad del otro por
otras palabras, tenemos que desarticular la medio del supuesto respeto por y distancia
hegemonía del “multiculturalism corporati- de diversas culturas (Žižek: 44). Todas las
vo” que describe Goldberg desde una mira- culturas pueden ser igualmente valiosas,
da crítica y descolonizadora basada, como pero se interpretan y asimilan desde un pun-
sugiere Lloyd, en la “no equivalencia” de to referente universalista privilegiado que
diversas culturas que son inevitablemente controla los mecanismos de interpretación
contradictorias (39). y conocimiento. En este sentido, el reto del
multiculturalismo en América Latina y en
CRÍTICAS DEL MULTICULTURALISMO. Finalmente, Estados Unidos quizá va más allá de una
volviendo al problema de la normatividad detenida interrogación de la mirada estadu-
del multiculturalismo que plantea Yúdice, nidense contra la mirada latinoamericana y
es evidente que en América Latina aún es sus respectivas tendencias integracionistas
necesario lidiar con la asimilación o el re- y separatistas, aunque ésta es imprescindi-
chazo del multiculturalismo como se ha ble. El verdadero desafío es mantener una
practicado en Estados Unidos, arraigado en crítica reflexiva del multiculturalismo como
la identidad y la diferencia. Autores como contrapunteo entre pluralismo y homoge-
García Canclini y Aguilar Rivera no preten- neidad.
den formular una oposición nacionalista
latinoamericana a este tipo de multicultura- OBRAS DE CONSULTA. Aguilar Rivera, José Antonio,
lismo, sino que dialogan desde una perspec- El sonido y la furia: la persuasión multicultural
tiva latinoamericana tanto local como glo- en México y Estados Unidos, México, Taurus,
bal, para así desmantelar y reordenar las 2004; Badiou, Alain, Ethics: An Essay on the
tendencias homogeneizantes y el recurso al Understanding of Evil, Londres, Verso, 2001
relativismo cultural que frecuentemente ca- [La ética: un ensayo sobre la conciencia del
racteriza al multiculturalismo en Estados mal (trad. Raúl J. Cerdeiras), México, Herde,
Unidos. Mientras tanto, en Estados Unidos, 2004]; Berlant, Lauren y Michael Warner,
como aseveran Lloyd, Berlant y Warner, úl- “Introduction to ‘Critical Multiculturalism’ ”, en
timamente se ha reconocido y criticado de David Theo Goldberg (ed.), Multiculturalism:
manera más profunda la convivencia del A Critical Reader, Oxford, Blackwell Press,
multiculturalismo y la globalización. 1994, pp. 107-113; Cornwall, Grant H. y Eve
Pero si no hay que exportar el multicul- Walsh Stoddard, Global Multiculturalism:
turalismo de manera multicultural, es ne- Comparative Perspectives on Ethnicity, Race and
cesario decentrar la mirada estadunidense Nation, Lanham, Maryland, Rowman/Littlefield,
y anglosajona, y esto quizá sólo es posible 2001; Dupont, Louis y Nathalie Lemarchand,
188 MULTICULTURALISMO

“Official Multiculturalism in Canada: Between (ed.), Estudios latinoamericanos sobre cultu-


Virtue and Politics”, en Cornwell, Grant H. y ra y transformaciones sociales en tiempos de
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2001, pp. 309-336; García Canclini, Néstor, ralismo, México, Paidós-Universidad Nacional
Consumers and Citizens: Globalization and Autónoma de México, 1999; Rodríguez, Ilea-
Multicultural Conflicts (trad. George Yúdice), na, “Heterogeneidad y multiculturalismo:
Minneapolis-Londres, University of Minnesota ¿Discusión cultural o discusión legal?” en
Press, 2001 [Consumidores y ciudadanos: Revista Iberoamericana, LXVI.193, 2000, pp.
conflictos multiculturales de la globalización, 851-861; Sieder, Rachel (ed.), Multiculturalism
México, Grijalbo, 1995]; Goldberg, David in Latin America: Indigenous Rights, Diversity
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Oxford, Blackwell Press, 1994; Lloyd, David, Yúdice, George, El recurso de la cultura,
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University in a Time of Multiculturalism”, Culture: Uses of Culture in the Global Era,
en Rowe, John Carlos (ed.), “Culture” and Durham, Duke University Press, 2003]; Žižek,
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Martín Barbero, Jesús y Ana María Ochoa septiembre-octubre de 1997, pp. 28-51.
Gautier, “Políticas de multiculturalidad y des-
ubicaciones de lo popular”, en Daniel Mato [DESIRÉE A. MARTÍN]
nación cultural y no como unidad administrativa e
institucional. Por otra parte, la discrimina-
El término “nación” se deriva del latín natio ción por raza, etnia, credo, clase social, gé-
que, a su vez, es una derivación de nascere nero y preferencia sexual se percibe como
= nacer. Remite por lo tanto a origen, víncu- fenómeno universal y, universalmente, se
los de parentesco y linaje antes de vincular- reclama el derecho de ser diferente y respe-
se, en la Edad moderna, con la fundación tado en la diferencia. El resurgimiento de
de Estados-nación y, por lo tanto, con agru- la conciencia étnica resultó en Chiapas en
paciones mayores que viven en un territorio el reclamo de comunidades autónomas, lo
con fronteras trazadas en las que se contro- que alarmó al Estado-nación que temió la
la y restringe el tránsito de personas, así pérdida de control. Así, procesos de frag-
como el intercambio de mercancías y capi- mentaciones, diferenciaciones y segregacio-
tales, sin respetar necesariamente la perte- nes se contraponen a los de la globaliza-
nencia del individuo –por raza, etnia o cre- ción, asimilación e integración.
do– a colectivos más pequeños (por ejemplo, De acuerdo con su etimología, nación
la creación de Yugoslavia en tanto Estado- designó durante la Antigüedad y la Edad
nación tras la primera guerra mundial, y de Media a una comunidad de personas que
los estados africanos tras su independen- nació en el mismo lugar. Estas personas que
cia), lo que llevó a conflictos interétnicos y compartían el mismo lugar de origen, se re-
guerras civiles. Problemáticas como las de lacionaban entre sí por el linaje común, sin
fronteras y delimitaciones hacia el exterior, que esto significara que este grupo se hubie-
así como de la creación de límites al inte- se organizado políticamente. A partir de la
rior del espacio de la nación por cuestiones Alta Edad Media, el concepto nación co-
de raza, etnia, género y clase social, además menzó a utilizarse con referencia a personas
de las exclusiones y diferenciaciones inter- de una misma lengua y cultura, por lo que,
nas que se vuelven más complejas y conflic- a partir de la fundación de las primeras uni-
tivas en el momento en que surgen los versidades europeas en el siglo XII se designó
Estados-nación a partir de finales del siglo con la palabra nación también a un grupo
XVIII. Tanto las migraciones, las diásporas, de estudiantes que tuvieron, gracias a su lu-
el surgimiento del capitalismo transnacio- gar de origen, una lengua y cultura comu-
nal y la intensificación y extensión de los nes. En el siglo XVIII y en adelante, la idea
procesos transnacionales como, por ejem- de nación funcionó en Europa como instru-
plo, la circulación de la información y de mento contra el feudalismo y la autocracia,
saberes académicos, han llevado, desde así como para poner fin a las divisiones es-
hace varios lustros, a replanteamientos en tatales y a los señoríos. Simultáneamente, se
cuanto a las fronteras hacia el exterior, por introdujo la idea de ciudadanía, pero los de-
un lado, y hacia el interior, por otro. Las rechos ciudadanos sólo se exigieron para el
migraciones masivas han dividido la na- sujeto masculino heterosexual. Por ello, la
ción: una parte que vive dentro del Estado- construcción de subjetividad propuesta por
nación y otra que se construye fuera de este el Estado ha sido problemática tanto para
territorio, dentro del Estado-nación recep- los hombres con otra preferencia sexual
tor, y se percibe ante todo como unidad como para las mujeres, en general.

[189]
190 NACIÓN

A partir de los años ochenta, desde una del hecho de que sus miembros compartan
perspectiva que parte del género en tanto una historia, costumbres y tradiciones (co-
categoría de análisis esencial, se ha replan- mida, música, vestimenta, calendarios de
teado la relación entre el sujeto femenino y fiestas, etc.), prácticas culturales, imagina-
el Estado-nación, y se ha realizado una re- rios, cánones de literatura, de cine y de artes
visión de la narrativa así como de las repre- plásticas, así como valores éticos y morales.
sentaciones visuales y alegóricas de la na- Con el intento de divulgar valores éticos y
ción y se ha abordado la participación morales comunes se ha vinculado, a lo largo
femenina en los procesos históricos, por un de los siglos, el intento de crear o preservar
lado, y en los procesos decisivos para la en el Estado-nación una unidad religiosa,
construcción de la nación, por otro. lo que ha llevado a procesos de exclusión
Asimismo, se ha llamado la atención sobre para los que no son del mismo credo. Por
la historia de la representación de las rela- todo lo anterior, Homi K. Bhabha consta-
ciones de género. tó que las naciones son ante todo elabora-
A diferencia del uso medieval del término ciones culturales, sistemas de significación
nación, el moderno, que ha comenzado a cultural y de representación de la vida so-
hacerse dominante a partir de la Revolución cial en lugar de ser representaciones de las
francesa y bajo la influencia de las ideas de formas de gobernar una organización social
la Ilustración y el liberalismo, implica la dada (“Introduction”: 2-4). Aunque el esta-
existencia de una organización política do intenta divulgar objetos de conocimiento
creada por una agrupación social mayor de como la tradición, datos acerca de perso-
personas que comparten un espacio geográ- najes importantes de la escena pública, la
fico delimitado y cuya organización social se alta cultura y la razón de estado, así como
formó a lo largo de procesos históricos, a discursos totalizantes acerca de la identidad
partir del siglo XVIII, en el mundo entero, la nacional en tanto esencialista que subrayan
conformación de los Estados-nación se ha las características particulares de una na-
fundamentado en la aparición de un grupo ción frente a las otras, persiste una inesta-
social –por lo general la burguesía– capaz de bilidad y transitoriedad en cuanto al saber y
establecer su hegemonía y de definir un pro- una construcción performativa y procesual
yecto político de autodeterminación que de la identidad; circulan, además, diversos
aglutina a todos los demás sectores de la significados acerca de la cultura nacional.
población. Este grupo social evocó discursi- Esto se debe a que la nación, en tanto ela-
vamente un origen mítico y prometió el pro- boración cultural en el sentido gramsciano,
greso de la nación para el futuro. Esta evo- es un agente de narraciones ambivalentes
cación de un origen y proyección de un que mantiene la cultura en su posición más
destino común sirvió para que toda la po- productiva en tanto fuerza que subordina,
blación considerara la protección estatal del fragmenta, disemina, produce, reproduce,
capitalismo nacional emergente como estra- crea, guía y obliga, así como en tanto me-
tegia indispensable y capaz de beneficiar a dio para cuestionar significaciones dadas
todos los grupos sociales y no sólo al capital (Bhabha, “Introduction”: 3-4).
privado de la burguesía. Cabe señalar que los discursos nacio-
Pero el Estado-nación no sólo se basa nalistas institucionalizados tanto impresos
en un consenso en cuanto a los fines eco- como orales tienen un valor pedagógico e
nómicos y políticos así como respecto del ideológico (Bhabha, “Introduction”: 2-3). Se
régimen institucional, sino también en que ofrecen como marco formal de integración
los individuos, unidos entre sí por lazos pri- simbólica –en el fondo imposible– de todos
mordiales como, por ejemplo, la raza y la los miembros que pertenecen a un colecti-
etnia, se confiesan como parte del mismo y vo, y se divulgan tanto en la familia como
en que se crea una unidad cultural particu- en las instituciones de educación pública.
lar de la que sus miembros son conscientes Sobre todo las mujeres en tanto madres,
y por medio de la que distinguen su agru- primero, y en su papel de maestras, poste-
pación social de otras. A su vez, la unidad riormente, han contribuido a la divulgación
cultural se deriva de un espíritu y una len- de los discursos hegemónicos nacionales y
gua comunes, de una unidad intelectual y pedagógicos pese a que no fueron los su-
NACIÓN 191

jetos que los formularan. Fiol-Matta (A proyectó y evocó una homogeneidad étnica
Queer) abordó, por ejemplo, el desempeño ficticia y una unidad imposible de lograr.
de Gabriela Mistral como maestra en Chile Los discursos que proclamaban estados na-
y, posteriormente, dentro del proyecto edu- cionales étnicamente homogéneos dieron
cativo de José Vasconcelos en el México pos- pie, en Europa, a las limpiezas étnicas que
revolucionario. se realizaron a partir de finales del siglo XIX
Para la conformación de una cultura y llegaron a su clímax con el holocausto du-
nacional es, asimismo, esencial haber com- rante la dictadura nazi (1933 a 1945).
partido una historia común que gracias a Por su parte, en los pueblos que habían
diversas prácticas discursivas y las represen- vivido bajo la dominación de una fuerza im-
taciones en las artes visuales, se conserva y perial extranjera, la fundación de los esta-
actualiza en la memoria histórica colectiva. dos nacionales fue el resultado del éxito de
Ésta preserva recuerdos –ya sea de momen- los movimientos de independencia. Tal
tos gloriosos, de victorias y alegría, ya sea como ocurrió en el mundo entero, también
de humillaciones y derrotas– pero, tal como en estos jóvenes estados independientes, la
pone de manifiesto el análisis de la memoria noción “Estado” se refirió a una institución
colectiva, ésta informa también sobre los ol- y a una unidad administrativa que se legiti-
vidos consensuados. La ausencia o pérdida maba con base en leyes, en particular, la
de la memoria colectiva puede llevar a per- Constitución en tanto ley fundamental para
turbaciones graves en cuanto a la identidad determinar la organización del Estado den-
colectiva de una nación (Le Goff: 133). En tro de una extensión territorial dada.
los lugares de la memoria –monumentos, re- Se observa que en todos los territorios
cintos conmemorativos, manuales escolares del Nuevo Mundo –incluyendo Canadá y
para la enseñanza de la historia, calendarios los Estados Unidos– cuando las élites co-
de fiesta, divisas, textos y discursos funda- menzaron a percibirse como pertenecientes
cionales– se condensa y cristaliza la memo- a otra sociedad, distinta de la de la madre
ria de una nación; son, en cierto modo, su patria, vincularon la idea de nación en los
inventario (Nora, “Entre mémorie”: xvii). discursos independentistas del siglo XVIII,
Otro aspecto de gran importancia es la que precedieron las guerras de independen-
lengua en tanto elemento distintivo de una cia, con la idea del nativismo (Chasteen,
nación. Es la idea antigua de que el idioma “Beyond”: xv). El grupo que se presentó en
representa un mecanismo mental fuerte y América Latina y el Caribe como hegemó-
determina de modo decisivo la mentalidad nico era el de los criollos. Pese a que en el
de sus hablantes. El poliglotismo en países primer movimiento de independencia en
como Suiza y Canadá, así como en los paí- el virreinato de la Nueva España, que fue
ses de América Latina con un alto porcenta- encabezado por el cura Miguel Hidalgo y
je de indígenas que hablan diversos idiomas Costilla, participaron también mestizos e
autóctonos dificulta la fuerte unión entre la indígenas, el grupo social que finalmente
población. logró consumar la independencia fue el de
Como recalcó Benedict Anderson a partir los criollos liderado por Agustín de Iturbide;
de la etimología del concepto nación, éste esto es, tanto en el virreinato novohispano
alude a los vínculos de parentesco y fami- como en las demás colonias españolas y
lia y no a las ideologías políticas, pues uno portuguesas en América Latina y el Caribe
nace dentro de una nación del mismo modo fueron los criollos los que lograron plantear
como uno nace dentro de una familia. Al un proyecto político de autodeterminación
contrario, el nacionalismo es, por un lado, ante las autoridades coloniales. Pusieron así
una ideología, y, por otro, un movimiento, y fin al régimen colonial y aspiraron a ocupar
ha sido una fuerza poderosa en las políticas los puestos que antes habían ocupado los
mundiales y en el proceso de constitución de peninsulares. En el caso de los virreinatos
los Estados-nación a partir de la Revolución de la Nueva España, de la Nueva Granada,
francesa. Al concebir la nación como unión y del Río de la Plata, los criollos quisieron,
entre el estado y el pueblo, surgieron hacia mayoritariamente, poner también fin al sis-
el exterior hostilidades en contra de los paí- tema monárquico. Sin embargo, mientras
ses vecinos; en cambio, hacia el interior, se que en el virreinato de la Nueva España se
192 NACIÓN

vinculó el reclamo por la independencia con claradas en el Plan de Iguala y reiteradas


la exigencia de abolir la esclavitud de los en los Tratados de Córdoba se estableció
negros, en Estados Unidos ésta no fue parte para el Estado nacional independiente la
de la agenda de los colonos europeos que religión católica como única, excluyendo
lucharon por la independencia y exigieron así del proyecto nacional a los que prac-
la igualdad y los derechos ciudadanos sólo ticaban otra religión o confesión. Por ello,
para ellos mismos. Recién, casi un siglo más para el ámbito mexicano, hay que matizar
tarde, se logró abolir la esclavitud en toda la la afirmación de Jean Franco, quien señala
Unión Americana. que la nación es el lugar de una inmorta-
Aún antes de lograr la independencia del lidad secular (Conspiradoras: 209), pues
poder colonial y partiendo de la idea de la sólo paulatinamente, a cuatro decenios de
nación, los criollos en América Latina elabo- la consumación de la Independencia, tras
raron sus primeras representaciones colecti- la guerra de Reforma (1858-1861) y tras
vas ya en el siglo XVIII. En la Nueva España la Guerra de Intervención y la victoria, en
surgió, por ejemplo, el patriotismo criollo 1867, de los liberales contra los conserva-
en tanto discurso esencial para la imagina- dores que habían defendido el principio
ción del futuro Estado nacional indepen- religioso del estado, el presidente liberal
diente. (El jesuita Francisco Javier Clavijero mexicano Benito Juárez logró vencer a la
evocó en Historia antigua de México, de Iglesia en tanto Estado paralelo, introdu-
1780, la antigüedad indígena para legimitar cir de modo definitivo el principio laico y
el deseo de independencia sugeriendo que reunir a los mexicanos en torno a símbolos
ésta se igualaba en su grandeza a la de la seculares.
Antigüedad grecorromana, que las naciones Es pertinente subrayar, asimismo, que an-
europeas evocaban, a su vez, como cuna de tes de consumarse la Independencia se ha-
las civilizaciones occidentales. De modo pa- bían deslindado los términos “patria” y “na-
radójico, en su proyecto de una patria crio- ción” y recién a principios del siglo XIX se veía
lla, Clavijero no contempló, sin embargo, una unidad entre la patria, la nación y el pue-
a los pueblos indígenas coetáneos. Así esta blo, y la narración de la nación se inició. A
patria criolla es imaginada como blanca con lo largo del siglo XIX, los discursos literarios,
un origen lejano indígena.) los diarios y otras publicaciones periódicas
El patriotismo criollo se basó, haciendo contribuyeron de modo decisivo a la cons-
a un lado a las otras etnias indígenas, en trucción discursiva de la nación. (No obstan-
el aztequismo y en el guadalupanismo. Al te la influencia enorme de los argumentos de
usurpar el pasado indígena prehispánico Anderson, quien afirmó que los medios im-
se presentó la cultura de la patria criolla presos del siglo XVIII sirvieron para definir e
novohispana con un origen mítico y al imaginar la nación, Chasteen hizo hincapié
evocar un culto particular de un catolicis- en que fueron los medios impresos del siglo
mo sincrético, que se había practicado a XIX los que tuvieron esta función (x). Chasteen
partir del siglo XVI en la Nueva España y señala que en el siglo anterior circulaban car-
había servido como bando de unión entre tas y otros textos manuscritos de la pluma de
criollos, mestizos, indígenas y castas, se hombres y mujeres en los que se imaginaba
logró marcar la diferencia entre los des- la creación de un futuro Estado-nación.) Al
cendientes de peninsulares que nacieron describir el paisaje y las costumbres, y al
en América y los nacidos en la península. abordar la historia nacional reciente, los dis-
Siguiendo la lógica del patriotismo crio- cursos ficcional y periodístico sirvieron para
llo que consideró el culto a la Virgen de destacar las particularidades geográficas,
Guadalupe como uno de sus elementos culturales, sociales e históricas que distin-
constitutivos, la insurrección iniciada por guían las jóvenes naciones latinoamericanas
Miguel Hidalgo y Costilla en 1810 se orga- de España y Portugal, así como para legiti-
nizó en torno al estandarte de esta Virgen, mar su independencia no sólo política sino
evocando, por lo tanto, símbolos religiosos también cultural. Por otra parte, al relatar
para cohesionar una población sumamen- historias de amor y presentar parejas hetero-
te heterogénea en cuanto a la etnia, raza sexuales ideales en las novelas fundacionales
y clase social, y en las Tres Garantías de- del romanticismo, se evocó la unidad nacio-
NACIÓN 193

nal más allá de diferencias raciales y sociales otros idiomas autóctonos, figura como len-
(Sommer, Ficciones; Limón). gua oficial en la Constitución peruana.)
Dado su propósito de deslindarse de las Pero el poliglotismo es sólo uno de los di-
otroras potencias coloniales, las jóvenes na- versos problemas con los que, desde su fun-
ciones latinoamericanas rechazaron los tér- dación y hasta la fecha, se han enfrentado
minos “hispano”, “luso” e “ibero”. Al adop- las jóvenes naciones latinoamericanas con
tar el concepto “latino” destacaron que no un alto porcentaje de indígenas como, por
basaban su respectiva cultura nacional en el ejemplo, Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala
hecho de hablar español o portugués e hi- y México. Entre los problemas que aque-
cieron, más bien, énfasis en su nexo con los jaban a estos estados en el siglo XIX, cabe
países romances, en general. mencionar, en primer lugar, la infraestruc-
Es pertinente señalar que tanto México tura deficiente, que impidió que todos los
como los demás estados de América Latina indígenas tuvieran acceso al español; en se-
y el Caribe surgieron de la red burocrática gundo lugar, persistió en las comunidades
colonial y a pesar de haber logrado la inde- indígenas el rezago educativo, en general,
pendencia política de España o Portugal, y el analfabetismo, en particular, lo que
persistía el orden colonial en sus respectivas impidió que los indígenas fueran también
sociedades. En México, paradójicamente, enunciadores de los discursos nacionalis-
siguió incluso vigente la Constitución de tas; sólo de modo parcial circularon entre
Cádiz. Por otro lado, los estados indepen- ellos los imaginarios nacionales construi-
dientes tuvieron serios problemas al querer dos desde el poder central y por parte de
limitar el poder de la Iglesia católica e intro- los escritores comprometidos con la narra-
ducir, influenciados por la Revolución fran- ción de la nación, que evocaban una iden-
cesa el laicismo en la educación y como tidad nacional homogénea, por lo que los
principio del Estado. indígenas seguían concibiendo “nación” en
Al querer fundar estados nacionales tras relación con los pueblos y etnias indígenas
haber conquistado la independencia en el y no en relación con la totalidad de la po-
siglo XIX, los estados latinoamericanos inde- blación que habitaba el espacio delimitado
pendientes, no sólo tuvieron guerras limí- por las fronteras del Estado nacional; en
trofes con los países vecinos, sino que tam- tercer lugar, seguían existiendo diferentes
bién sufrieron pérdidas territoriales a raíz sistemas jurídicos para los criollos y mesti-
de movimientos separatistas (debido a estos zos, por un lado, y para los indígenas, por
movimientos, México perdió, por ejemplo, otro, ya que durante el periodo colonial se
Guatemala y Texas, pero pudo impedir la habían creado los fueros especiales para los
independencia de la península de Yucatán). indígenas que los protegían legalmente; en
Por otra parte, en la clase política predomi- cuarto lugar, puede constatarse una falta
naban intereses partidistas por sobre los de unidad intelectual y de valores éticos y
nacionales, lo que explica que los bandos en morales compartidos, ya que, a diferencia
conflicto buscaran alianzas con potencias de la clase popular, la élite copiaba modelos
extranjeras (por ejemplo, los conservadores europeos de vida, de modales, de modas y
mexicanos buscaron el apoyo de Francia y alimentos; en quinto lugar, seguían coexis-
Austria, y los liberales el de Estados Unidos). tiendo diversas prácticas religiosas, ya que
El deseo de definir e imaginar una identidad el grado de incorporación de las creencias
y cultura nacional homogénea entraba en indígenas al catolicismo variaba en las di-
conflicto, además, con el multiculturalismo versas etnias; en sexto lugar, continuaba la
y poliglotismo existentes y llevó a prácticas desigualdad social y económica y en cuanto
de exclusión y asimilación con respecto a los a las oportunidades de ascender socialmen-
pueblos indígenas, así como al desprecio de te; en séptimo lugar, fue notoria la hetero-
las lenguas autóctonas pese a que en la geneidad racial de la población que se com-
Constitución figuren, junto con el castella- ponía de mulatos y afromestizos, de negros,
no, como lenguas oficiales. (Es notable que indígenas, criollos, mestizos y descendientes
en Perú, gracias a las gestiones de la legis- de inmigrantes asiáticos, lo que resultó en
ladora María Sumire, se haya promovido el prácticas de discriminación racial por parte
uso del quechua, ya que éste, junto con de los criollos que, pese a que conformaban
194 NACIÓN

sólo un pequeño porcentaje de la población, fieles y dispuestos a sacrificarse por él, no


ocuparon los puestos directivos en la econo- es suficiente. Por ejemplo, en México, la es-
mía y en la política sin lograr legitimar su clavitud de los indígenas ya se había abolido
liderazgo frente al pueblo; en octavo lugar, en 1755 y la de los negros en 1829, a ocho
en las comunidades indígenas existían otros años de haber logrado la Independencia y
regímenes económicos, ya que para ellos la sólo fue restituida de modo efímero durante
propiedad privada era inconcebible con su el Segundo Imperio (1864-1867). A pesar de
cosmovisión, pero fue introducida por la le- haber sido liberados de la esclavitud varios
gislación de los liberales en el siglo XIX; en decenios antes, las rebeliones, designadas
noveno lugar; cabe destacar que, en vez de por los gobernantes como Guerra de Castas
una memoria histórica compartida, seguía y ocurridas a finales de los años treinta y
existiendo un tapiz de memorias y una me- entre 1840 y 1860, fueron indígenas. Estas
moria histórica fragmentada heredada de la rebeliones fueron motivadas por la desigual-
conquista y la colonia que reflejaba la desin- dad social y el odio racial que persistían in-
tegración social. Según el historiador mexi- cluso tras la declaración oficial de la igual-
cano Enrique Florescano, que se inscribe en dad legal y jurídica en 1867.
la corriente revisionista de la historiografía Tras la independencia, ni el Estado ni
mexicana, a principios del siglo XIX, la “pre- los partidos que se disputaban la conduc-
sencia de múltiples memorias del pasado y ción de la nación defendieron la causa de
de opuestas interpretaciones del desarrollo los indígenas. Por el contrario, los indígenas
histórico”, fueron política y culturalmente no sólo perdieron sus tierras, sino también
“el principal obstáculo para integrar a una las instituciones que habían servido para co-
nación con una memoria común”, esto es, hesionar las identidades étnicas. Tanto los
“para crear una nación unificada con un pa- gobiernos de los conservadores como los de
sado compartido” (Memoria: 255-256). los liberales combatieron sus tradiciones,
De los problemas señalados, el más grave cultura y valores. Ambas agrupaciones polí-
que surgió en las jóvenes repúblicas fue que ticas excluyeron a los indígenas como parte
la élite de los liberales no logró legitimar su constitutiva de sus proyectos nacionales y
liderazgo social y político ante las masas. no los contemplaban en sus proyectos polí-
Esto llevó a la gran inestabilidad política en ticos. Sin embargo, cuando no acataban las
países como México, donde los liberales ape- leyes del nuevo estado, los indígenas sufrie-
nas lograron imponerse a los conservadores ron represiones severas (Florescano, Etnia:
en el último tercio del siglo; pero la hetero- 487-488).
geneidad étnica y la desigualdad social, así Ya que los políticos del bando liberal
como la desigualdad en cuanto al acceso a consideraban que los indígenas no debían
la educación, desembocó en la dictadura de seguir existiendo como grupo social someti-
Porfirio Díaz. Otros países como Argentina do a una legislación particular, José María
vivieron también largas y repetidas dictadu- Luis Mora propuso erradicar el uso público
ras. Pese a los procesos de democratización, de la palabra “indio”. Pero tras declarar a
hasta la fecha, en México y otros países la- los indígenas ciudadanos libres y sujetos so-
tinoamericanos sigue faltando una identifi- metidos a las leyes vigentes para todos los
cación entre los dirigentes y el pueblo que ciudadanos, su situación económica empeo-
no siente sus intereses representados por la ró, puesto que desaparecieron también las
clase política. Esta falta de identificación y leyes que los habían protegido. Las nuevas
el sentimiento de no ser representados por leyes privaron, por ejemplo, a los indígenas
los políticos electos debilita y retrasa, hasta del derecho consuetudinario que amparaba
la fecha, los procesos de democratización sus formas de vida comunitaria. El sistema
en la mayoría de los estados latinoameri- comunal quedó marcado incluso como ile-
canos y tiene como consecuencia sistemas gal y se despojó a los indígenas de persona-
populistas y autoritarios. Pareciera que el lidad jurídica, por lo que no pudieron defen-
hecho de que los pueblos sean libres, un der sus tierras contra los hacendados y
hecho que Benedict Anderson mencionó rancheros criollos y mestizos. Al hacer de
como condición para la construcción de un los indígenas propietarios individuales de
Estado-nación con ciudadanos que le son sus parcelas, al desamortizarlas e incorpo-
NACIÓN 195

rarlas al mercado de tierras no se consideró sario reiterar discursivamente todo aquello


implementar legislación social alguna que que unía a todos los mexicanos y de enseñar
les hubiera protegido en la fase de transi- la interpretación oficial de la historia, así
ción. La propuesta de Juan de Dios Rodríguez como crear, con apoyo del Estado, una cul-
Puebla, miembro de la Dirección Nacional tura nacional fuerte: por ejemplo, el cine, el
de Instrucción Pública para el Distrito y los muralismo y la literatura nacionales. Por
territorios de la Federación, de crear un ám- otro lado, se consideró pertinente definirse
bito exclusivamente indígena para proteger- negativamente frente a Estados Unidos des-
los no se concretó. tacando que no se quería ser ni utilitario, ni
No sólo en cuanto a la posesión de la tie- individualista, ni protestante, lo que ilustra
rra, sino también en los ámbitos en que el el hecho de que la política tenga que ver con
indígena seguía viviendo supeditado al blan- la acción pública y la formación de identi-
co –por ejemplo, en cuanto a la fuerza, la dades colectivas con base en el contraste
opinión y los puestos públicos, así como en entre lo propio y lo ajeno. Así, la identidad
cuanto al acceso al conocimiento y a la ri- nacional al igual que toda identidad, se ha
queza de la nación– se refirió el afán iguali- establecido por relación, al afirmar una di-
tario a los derechos de los indígenas en tan- ferencia y describir los rasgos particulares
to ciudadanos, pero no se preveía mecanismo del otro, que representa al exterior.
alguno por medio del cual la igualdad se En el momento actual que se caracteri-
hubiera podido alcanzar. za por las migraciones masivas y la conse-
La proclamación de la igualdad legal en cuente diáspora, así como los procesos de
la Constitución de los liberales disimulaba, globalización acelerada y de fenómenos cul-
además, la política de asimilación como turales y económicos transnacionales, el re-
parte constitutiva de los proyectos naciona- surgimiento del nacionalismo en el mundo
les que entraban así en conflicto con las entero sólo puede ser entendido como parte
identidades étnicas. Así se dio continuidad de un proceso histórico largo. Es notoria la
a la práctica ya vigente en la colonia de con- vitalidad y el poder de las naciones y el na-
vertir a los indígenas al catolicismo. Además, cionalismo en un mundo que a causa de la
la élite política se propuso promover entre globalización es cada vez más interdepen-
los pueblos indígenas las costumbres de las diente. Los procesos de la globalización son
culturas europeas. En particular, se les que- acompañados de la erupción de conflictos
ría “blanquear” por medio de la educación étnicos y del resurgimiento de la conciencia
que seguía los modelos de la educación laica étnica. En México ha llevado al surgimiento
y cívica francesa. Se les concedía la ciuda- del neozapatismo y en Bolivia y Ecuador a
danía a los indígenas sólo cuando abando- movimientos indígenas que desembocaron
naban sus costumbres de vivir como nóma- en la elección de presidentes indígenas.
das y cuando aceptaban vestirse. Por otro Según Anthony D. Smith, la clave para en-
lado, se restringía el otorgamiento de la ciu- tender las naciones y el nacionalismo en
dadanía a aquellos indígenas que sabían leer tanto fenómenos generales del mundo mo-
y escribir. derno se relaciona con el legado de las di-
Las políticas de asimilación han conti- versas culturas históricamente constituidas,
nuado a lo largo del siglo XX. En México, así como los vínculos étnicos. Los Estados-
los discursos posrevolucionarios acerca del nación en tanto formas de asociación huma-
mestizaje han tenido la finalidad de cons- na particulares han socavado las estructu-
truir una nación mestiza cuya forma de ras tradicionales de las comunidades y han
vida, prácticas sociales y estructuras econó- divulgado la ideología del nacionalismo,
micas han tenido que aceptar los indígenas desvinculándolo de sus contextos naciona-
para poder integrarse a la cultura nacional. les particulares. Ya que la interdependencia
De lo contrario han permanecido excluidos global fortalece las economías nacionales,
de la nación y del desarrollo económico y las políticas de protección del capitalismo
social. nacional por parte de los estados naciona-
Las dificultades de aglutinar una pobla- les han sido reemplazadas por políticas que
ción sumamente heterogénea que persistió favorecen al capital transnacional (Alarcón;
en México a lo largo del siglo XX, hizo nece- Kaplan; Moallem).
196 NACIÓN

Por otro lado, gracias al fenómeno mi- migratorios, “la identidad” parece ser una
gratorio, las fronteras imaginarias de las categoría inadecuada que debe ser sustitui-
naciones se han modificado y el concepto da por la de la identificación con papeles
de Estado-nación que partía del supuesto y formas de comportamiento existentes en
que la nación se encontraba confinada a ambas culturas nacionales: la expulsora de
los límites geográficos del mismo, se re- migrantes como, por ejemplo, la mexicana,
plantea. Tanto las identidades nacionales y la receptora como, por ejemplo, la esta-
como la cultura nacional se han vuelto aún dunidense.
más movedizas, fluctuantes e híbridas. En
el caso de muchos estados latinoamerica- OBRAS DE CONSULTA. Alarcón, Norma, Caren
nos, pero en particular en el de México, Kaplan y Minoo Moallem. “Introduction:
Cuba y Puerto Rico, de los que migraron Between Woman and Nation”, en Caren
millones hacia Estados Unidos, la comuni- Kaplan, Norma Alarcón y Minoo Moallem
dad imaginada se divide en dos partes: una (eds.), Between Woman and Nation, Durham,
dentro del Estado-nación y la otra fuera del Duke University, 1999, pp. 1-18; Anderson,
territorio nacional, en Estados Unidos. Por Benedict, Comunidades imaginadas: reflexio-
otra parte, en el caso de los migrantes do- nes sobre el origen y la difusión del naciona-
cumentados mexicanos, la ciudadanía ya no lismo (trad. Eduardo Suárez), México, Fondo
queda limitada al estado de origen, sino se de Cultura Económica, 1993; Bhabha, Homi
puede conseguir la doble nacionalidad. Al K, “Introduction: Narrating the Nation”, en
contrario, los migrantes indocumentados Homi K. Bhabha (ed.), Nation and Narration,
sufren una pérdida de identidad. A su vez, Londres, Routledge, 1990, pp. 1-7; Castillo,
en Redreaming America: Toward a Bilingual Debra, Redreaming America: Toward a Bilingual
American Culture, Debra Castillo (2005) pro- American Culture, Albany, State University of
pone comprender a Estados Unidos como Nueva York, 2005; Chasteen, John Charles,
nación y cultura bilingüe. “Introduction: Beyond Imagined Communities”,
En los países expulsoras de migrantes, en John Charles Chasteen y Sara Castro
los procesos migratorios han llevado a re- Klarén (eds.), Beyond Imagined Communities:
planteamientos acerca de la relación entre Reading and Writing the Nation in Nineteenth
el centro y las márgenes del Estado-nación, Century Latin America, Washington/Baltimore,
y, a su vez, las fronteras y los espacios fron- Woodrow Wilson Center/The Johns Hopkins
terizos gozan hoy día de centralidad en tan- University Press, 2003, pp. ix-xxv; Florescano,
to lugares productores de nuevos códigos, Enrique, Etnia, estado, nación: ensayo sobre
discursos y expresiones culturales más allá las identidades colectivas en México, Madrid-
de los nacionales preexistentes. Cualquier México, Taurus/Alfaguara, 1998; Florescano,
manifestación cultural y producción de dis- Enrique, Memoria mexicana, México, Joaquín
cursos y productos culturales (cine, literatu- Mortiz, 1987; Franco, Jean, Las conspiradoras:
ra, performance, artes plásticas, etc.), en el la representación de la mujer en México (versión
espacio de la frontera sólo puede analizarse ampliada) (trad. Mercedes Córdoba), México,
como manifestación efímera que se relacio- Fondo de Cultura Económica/El Colegio
na con las experiencias en el cruce/trasla- de México, 1993; Le Goff, Jacques, El orden
do/crossing entre varias normas y códigos de la memoria: el tiempo como imaginario,
culturales y el impacto que éste tiene en el Barcelona, Paidós, 1991 (trad. Hugo Bauzá);
individuo. En vista del espacio de la frontera Limón, José. E., “Mexicans, Foundational
y de los procesos que se despliegan en él, Fictions, and the United States: Caballero, a
no sólo se ponen en tela de juicio las meta- Late Border Romance”, en Doris Sommer (ed.),
narraciones modernas acerca de la nación The Places of History: Regionalism Revisited in
y las identidades colectivas, sino también Latin America, Durham, Duke University Press,
las posmodernas, pues aun cuando se hable 1999, pp. 236-250; Smith, Anthony D., Nations
de identidades híbridas, le será inherente a and Nationalism in a Global Era, Oxford, Polity,
este concepto una tendencia normativa y 1995.
generalizadora. En una época de cambios
sociales acelerados, debido a los fenómenos [UTE SEYDEL]
oralidad tivas de sociabilidad consiste en el tránsito
de la oralidad a la escritura. Desde esa pers-
El término “oralidad” se refiere al lenguaje pectiva, la oralidad constituye un estado de
como sonido articulado para ser hablado y déficit cognoscitivo y comunicativo que im-
oído. La comunicación oral se expresa a tra- pide a las culturas tradicionales asegurar su
vés de la voz y su potencial se encuentra en supervivencia y desarrollo.
ser narrada. El lenguaje es abrumadoramen- Hay que considerar que la escritura sur-
te oral. Comunicación verbal y pensamiento gió como una forma de poder manejada por
se relacionan con el sonido. La gestualidad las élites ilustradas. Si bien es cierto que
sustituye a las palabras y, las imágenes, por mayas y nahuas desarrollaron una escritura,
elocuentes que sean, siempre se sitúan en un el conocimiento, práctica y control de este
contexto de palabras. Toda historia antes de conocimiento se limitó a las jerarquías y gru-
ser escrita fue contada. pos minoritarios. Por lo tanto, las mayorías
siguieron siendo funcionalmente orales.
FORMAS DE COMUNICACIÓN ORAL. Entre las for- La escritura hizo que la forma verbal
mas de comunicación oral se encuentran: 1] quedara plasmada. No obstante, la escritura
el testimonio que registra las declaraciones nunca puede prescindir de la oralidad. “La
verbales de un testigo ocular de un aconte- expresión oral es capaz de existir, y casi
cimiento; 2] la tradición oral o testimonio siempre ha existido, sin ninguna escritura
indirecto que pasa de generación en genera- en absoluto; empero, nunca ha habido escri-
ción, de boca en boca, y depende para su tura sin oralidad (Ong: 18).”
transmisión de la memoria colectiva y 3] la De acuerdo con David R. Olson, los sis-
historia oral, definida como narrativa con- temas de escritura no fueron creados para
versacional, abocada a recoger, a través de representar el habla, sino para comunicar
entrevistas cualitativas, las experiencias o información. De aquí se desprende la po-
historias que cuentan testigos y actores di- tencial capacidad analítica de la escritura.
rectos acerca del significado de los hechos En consecuencia, oralidad y escritura tie-
vividos más que de los sucesos mismos. nen sus cualidades distintivas propias. Sin
Por otra parte, cabe mencionar que “la embargo, es importante advertir que para
noción de oralidad es una noción construida Olson, oralidad y escritura no se contra-
desde la cultura de la escritura” y, por lo ponen; las culturas más altamente letradas
tanto, “al hablar de oralidad nos situamos han sido al mismo tiempo las más altamente
de hecho en el espacio de la escritura” (Raúl orales (100).
Dorra, citado en Ostria González). “La escri- Aunque esta entrada se ocupa fundamen-
tura, de acuerdo con Walter Ong, es la alta talmente de la oralidad y de los cambios en
tecnología que ha moldeado e impulsado la el pensamiento y la expresión producidos
actividad intelectual del hombre moderno y por la escritura, es importante mencionar
representa un adelanto muy tardío en la algunos conceptos en torno a las imágenes
evolución humana (86).” Las sociedades es- fijas y en movimiento.
criturísticas imaginan la oralidad como un En la actualidad, los expertos en las cien-
estado precario necesario de superar, y su- cias del lenguaje coinciden en que la lengua
ponen que el progreso de esas formas primi- es un sistema de signos o semiótica. Así las

[197]
198 ORALIDAD

cosas, el valor del signo está determinado las competencias discursivas de emisores y
por su entorno, y este valor –que no es otra destinatarios. El emisor podrá imponer un
cosa que su significación– está colocado sentido siempre y cuando el destinatario se
dentro de un contexto. Este valor es el sig- halle preparado, dispuesto y en posibilida-
nificado del signo en un texto. En este juego des de aprehenderlo y transgredirlo.
de actos de comunicación, los emisores y los
destinatarios no producen palabras o frases CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DE LA ORALIDAD Y LA
ni reciben signos que interpretan. Las partes ESCRITURA. De acuerdo con Walter Ong la
involucradas aprenden, comparten e inter- oralidad es formularia, acumulativa, redun-
cambian textos (Vilches). dante o copiosa y depende del presente real
Ahora bien, según Roman Jakobson, el de su enunciación (38-80).
texto, viene después de la expresión oral; es La oralidad es formularia porque se apo-
decir del discurso. Aquí el texto es la escri- ya para recordar en fórmulas nemotécnicas
tura que produce la expresión oral. Pero el y rítmicamente expresivas, como los prover-
texto tiene también una función delimitati- bios, que ayudan a fijar y procesar los datos
va y, entonces, funciona como un corpus de de la experiencia. La oralidad carece de es-
análisis. Esto permite que se hable de filme- critura o libros para recordar el conoci-
texto, fotografía-texto. miento.
Una fotografía se puede estudiar como La oralidad es acumulativa. Esto quiere
un texto visual, distinguiendo sus marcas decir que el discurso oral es menos depen-
sintácticas (su plano propiamente expresivo diente de las reglas de la lógica y la gra-
o significante), y el semema actualizado (su mática porque se rige por los contextos de
significado denotado). De esta manera se enunciación que le ayudan a transmitir el
analiza, exclusivamente, su representación significado (gestualidad, entonación, vo-
semántica, sin tomar en cuenta su aspecto lumen, pausas, velocidad, ritmo del habla
expresivo. Esto sería lo equivalente a estu- popular que acompañan al hablante) y son
diar una tira cómica únicamente como le- difíciles de reproducir por la escritura. La
yenda o historia. escritura depende de la sintaxis (la orga-
La noción de texto no implica la multipli- nización del discurso mismo). La oralidad
cación o suma de elementos separados, por reproduce funciones narrativas esenciales: la
el contrario supone su unidad. La unidad de función emocional, la participación del na-
los elementos situados en el interior del tex- rrador en el relato. La escritura tiende a eli-
to constituye la coherencia semántica de los minar la emoción en aras de la objetividad.
mismos. La coherencia textual en la imagen La oralidad es redundante o copiosa. En
permite que el destinatario interprete una efecto, se basa en la repetición para preser-
expresión con respecto a un contenido o in- var la continuidad o línea de pensamiento y,
formación. Así las cosas, la coherencia en el de esta manera, garantizar su comprensión.
campo de la imagen implica dos niveles de Fuera de la mente no hay nada a qué volver
análisis: 1] el icónico, la relación de la ima- pues el enunciado oral desaparece al ser
gen con la realidad y 2] el campo semántico pronunciado. Por lo tanto, la oralidad se
o el estudio de la forma del significado. apoya en la redundancia o repetición de lo
Por último, la noción de coherencia tex- apenas dicho para mantener a hablante y
tual no puede ser entendida sin la noción de oyente en la misma sintonía. La escritura
competencia discursiva del lector de la ima- cuenta con el texto para repasar o recuperar
gen. Gracias a esta competencia, el destina- lo dicho. Las culturas orales estimulan el
tario puede interpretar el texto, caracterizar exceso, la verbosidad, la repetición que los
una secuencia visual, reconocer la forma de retóricos llaman copia y se usa para persua-
un conjunto de figuras y fondos, comparar o dir a un público a responder.
metaforizar una imagen y generalizar el dis- La oralidad resignifica en el presente real
curso en la enunciación. De ahí que, desde de su enunciación los sentidos del lenguaje.
esta perspectiva, la vieja consigna “una ima- De ahí que las culturas orales no produzcan
gen dice más que mil palabras” constituya diccionarios, como las culturas escritas que
un error pues las imágenes implican códigos se interesan en las variantes polisémicas del
culturales que para su lectura requieren de lenguaje.
ORALIDAD 199

En otras palabras, la comunicación oral o candados sociales que eviten el infinito


depende de la memoria para su reproduc- proceso de cuestionamiento, propio de la
ción. Pero esta aparente desventaja, no debe ciencia. Al aceptarse estas comunicaciones
interpretarse como una debilidad o pérdida como premisa o base de ulteriores comuni-
de la identidad de la memoria. Por el con- caciones, continúa la comunicación inde-
trario, la memoria debe comprenderse como pendientemente del cuestionamiento en el
un proceso discursivo en constante refor- ámbito de la conciencia individual. Por lo
mulación y actualización de sentidos. A ello tanto, el medio de comunicación elegido
se debe que en diferentes regiones culturales será determinante para su reproducción:
las tradiciones orales varíen pero compartan oralidad o escritura. El secreto, el misterio,
a la vez una serie de mitos en proceso de el bien, la verdad revelada, el rumor, han
permutación y desplazamientos. sido algunas de estas premisas sociales que
El discurso oral tampoco requiere de nin- garantizan que la comunicación continúe y
gún aprendizaje previo pues no se apoya en se reproduzcan las reglas sociales. Sin em-
estructuras gráficas y gramáticas rígidas, bargo, la escritura, con su intrínseca posibi-
por eso su divulgación en otras lenguas es lidad analítica, ha ido denotando, a lo largo
un proceso continuo. Se puede decir que los de la historia de occidente, la dificultad de
discursos orales ganan un amplio espacio sostener tales premisas o verdades reveladas,
lingüístico, dado que pasan sin mayores admitidas por la fe o la religión, de forma
obstáculos de una boca a otra y de una len- incuestionable: la ciencia moderna es el co-
gua a otra. rolario de estos cuestionamientos (Chinchilla
La oralidad, como práctica, a partir de la Pawling: 20-21).
articulación de diferentes códigos, lenguajes Conviene señalar entonces que los canda-
o registros, representa un determinado esta- dos que cada sociedad establece se relacio-
do, momento o sentido de la memoria. Esta nan o dependen en un alto porcentaje del
descripción de la articulación de diversos vehículo o medio de comunicación por el
registros explica que la oralidad es funda- que se transmite el lenguaje, a saber: la voz
mentalmente autorreferencial, en el sentido y la grafía. Desde esta perspectiva comuni-
de que tiene razón de ser sólo en la medida cativa se pueden caracterizar a las diferen-
que promueve, por un lado diversas estrate- tes sociedades como “culturas de la orali-
gias de representación y, por otro, en la me- dad” o “culturas del impreso” dependiendo
dida que varios de los contenidos a los que del medio imperante en un periodo de la
se refiere alcanzan la posibilidad comunica- historia. La oralidad primaria sugiere colec-
tiva pertinente gracias al sentido que se les tivos que desconocen por completo la escri-
otorga en el momento de su enuncicación. tura. La oralidad secundaria representa so-
En consecuencia, la oralidad es un modo ciedades en las que conviven oralidad y
de representación desterritorializante, pro- escritura. Por ejemplo, en la cultura actual
ceso mediante el cual se pasa de los sentidos de alta tecnología, se mantiene una nueva
compartidos en una comunidad o cultura oralidad mediante el teléfono, la radio, la
específica, a la permanente redefinición de televisión y otros aparatos electrónicos que
las prácticas cotidianas o tradiciones ritua- para su existencia y funcionamiento depen-
les. Esta reformulación permanente de la den de la escritura y la impresión.
oralidad explica la desaparición de determi-
nadas tradiciones y testimonios comunita- EL TÉRMINO ORALIDAD EN LOS ESTUDIOS LATINOA-
rios y su reemplazo por otros nuevos. MERICANOS. En términos generales, conviene
comenzar esta sección definiendo la moder-
¿POR QUÉ ESTUDIAR LA ORALIDAD? Si se acepta nidad, como un tiempo de crisis histórica,
que la sociedad es comunicación, se puede ocurrido entre los siglos XVI y XX, que coinci-
comprender que el gran problema de la me- de con el auge histórico del capitalismo y el
moria social es la reproducción de las reglas desencanto y secularización del mundo. Las
sociales base de su identidad. El lenguaje es ideas de la Ilustración, constituyen el hito
insuficiente para garantizar la comunica- cultural de la modernidad porque al centrar
ción permanente de las reglas sociales. Por el conocimiento en la razón, base del pen-
tanto, se requieren de ciertas construcciones samiento científico moderno, la cultura, en-
200 ORALIDAD

tendida como saberes, creencias y valores, de la retórica. El canon de la cultura letrada


es transformada. Los procesos de urbaniza- se impuso, como regla inmutable, para mar-
ción, los cambios educativos y el desarrollo car límites, establecer un patrón estético de
de la imprenta, propios de la modernidad, medida y consolidar un instrumento de su-
propiciaron el desarrollo del pensamiento pervivencia para resistir el tiempo y la razón
científico. En efecto, el pensamiento de la (Carrasco).
Ilustración rechazó las verdades reveladas Al imponer el orden de la escritura a la
por la fe, propias de las sociedades premo- oralidad, se establecen leyes, clasificaciones,
dernas o tradicionales y, de esta manera, la distribuciones y jerarquías mediante las cua-
capacidad analítica de la escritura predomi- les el imaginario social articula a la escritu-
nó sobre la fe de las culturas orales. ra con el poder, un poder que “territorializa”
Ahora bien, vale la pena recordar que la a la memoria y suprime la distancia entre la
modernidad presenta características distin- letra rígida y la palabra siempre volátil.
tas en el mundo occidental europeo y en el El hecho es que la modernidad en
mundo latinoamericano. Los expertos coin- América Latina introdujo una visión euro-
ciden que pese al impacto cultural que sig- céntrica del mundo que, entre otras cosas,
nificó en las sociedades latinoamericanas la excluyó del marco literario la oralidad de
expansión del capitalismo en Occidente, és- los pueblos indígenas. La ciudad letrada
tas consiguieron una modernización tan- implantó un sistema binario que dividió a
gencial y hasta distorsionada. Los cambios la tierra en polos opuestos. De acuerdo con
económicos, sociales, políticos y culturales esta clasificación, Europa representaba a la
se dieron de una manera deficiente y des- modernidad y a la civilización, altamente
equilibrada. En lo económico, el afán mo- tecnológica con dominio y predominio del
dernizador de las élites ilustradas de cuño pensamiento letrado mientras América, en
positivista promovieron la incorporación de el polo opuesto, estaba caracterizada por la
Latinoamérica, como economía dependien- tradición y la barbarie. Así las cosas, la ora-
te, al mercado mundial, en lo social estimu- lidad quedó subsumida y asimilada dentro
laron la inmigración masiva y en lo político del dominio de la cultura letrada. No está
impulsaron regimenes liberales de corte au- por demás advertir, como lo hace el críti-
toritario (Grandon Lagunas). co literario peruano Antonio Cornejo Polar,
Considerando la heterogeneidad cultural que la mayoría de los conquistadores eran
que representan las sociedades latinoameri- iletrados y su relación con el libro no estaba
canas, se comprende que desde la conquista lejos del temor supersticioso. Para ellos el
se enfrentaran una cultura oral dominada libro funcionaba como un fetiche. Lo que de
(la aborigen) y una cultura letrada domi- entrada cuestiona la homogeneidad de un
nante (la europea). Alfabetización, cristia- pretendido proyecto civilizatorio (Quitian
nización y colonización propiciaron una Peña).
redistribución de las prácticas y de la con- Así las cosas, hay que consignar que di-
ceptualización de las prácticas discursivas versos estratos de cultura popular en
orales y escritas en el Nuevo Mundo. Desde América Latina han logrado desarrollar for-
entonces, como toda práctica comunicativa mas orales de comunicación perfectamente
que ha desarrollado un sistema de escritura, eficaces y expresivas de su propia realidad.
la letrada, apoyada en el poder colonizador, Por lo tanto, urge revalorarlas a la hora de
busca imponerse estimulando varias formas construir el real perfil identitario de nuestra
de interacción entre la comunicación oral y cultura (Ostria González). “Incorporar la
la escrita. Hecho que favorece la conforma- oralidad armonizándola con la cultura del
ción de zonas de diversos grados de alfabeti- libro” parece ser –de acuerdo con Morandé–
zación y analfabetismo (Ostria González). uno de los grandes temas pendientes desde
Ahora bien, con la idea de controlar la el punto de vista de la identidad cultural de
oralidad desterritorializada y subversiva, la los pueblos latinoamericanos (citado en
cultura letrada impuso un canon que trans- Ostria González).
firió desde la institución religiosa y política En todo caso, se debe distinguir entre la
a la literatura. Se trataba de regular y con- oralidad plena y funcional, propia de las so-
trolar el poder de la palabra, de la belleza ciedades tradicionales, y la oralidad derivada
ORALIDAD 201

del analfabetismo, consecuencia de las des- latinoamericana no hizo otra cosa más que
igualdades sociales y económicas en las cul- fortalecer el formato letrado impuesto por el
turas letradas modernas (Ostria González). canon europeizante (Montaldo: 36).
Parafraseando a Pierre Bourdieu, se trata, Críticos literarios latinoamericanos ex-
en todo caso, de un problema de acceso al ploraron la disputa entre letra y voz en sus
mercado de las competencias escriturísti- aspectos básicos y ofrecieron algunas re-
cas, vía escolarización. En efecto, la educa- flexiones. Antonio Cornejo Polar discutió el
ción se halla estrechamente vinculada con la eurocentrismo del canon literario hispano-
posición que los agentes ocupan dentro de americano y los problemas que implicaba
la estructura de distribución de capital lin- la inclusión de la oralidad dentro del marco
güístico y su relación con la clase (57-58). letrado. El martiniqueño Edouard Glissant,
El hecho es que ambas prácticas (oralidad por su parte, aseveró que la oralidad era un
y escritura) suponen, además de conflictos, elemento emblemático de la literatura cari-
complementariedad e influencias recíprocas. beña, que sirvió como arma en la lucha con-
De modo que, por un lado, la oralidad ya tra la hegemonía europea. Por otra parte,
no existe en estado puro en ninguna parte Ángel Rama, propuso el concepto de trans-
de América y sólo cabe estudiarla en rela- culturación como forma de inclusión de las
ción con el sistema hegemónico letrado. culturas preferentemente orales dentro del
Por otra parte, las formas letradas mues- concepto Estado-nación, en contrapunto
tran procesos de hibridación con formas de John Beverley hizo su propuesta multicul-
oralidad, incluso en aquellas prácticas con- tural que procuraba la igualdad hasta sus
sideradas como más prestigiosas y cultas, últimas consecuencias (Beverley). Se trata-
como las manifestaciones literarias (Ostria ba de una igualdad epistemológica, cultural,
González). económica y cívico-democrática concreta,
A partir de los años setenta, los expertos y no de una igualdad de filiación burgue-
en oralidad, apoyados en las hipótesis de sa, que en nombre de la igualdad, fija las
Walter Ong sobre la oralidad y la escritura desigualdades que la han constituido como
y las teorías de Mijail Bajtín sobre la novela, patrón de poder. Los conceptos de estos au-
decidieron revisar la tradición literaria lati- tores mostraron la vigencia de las luchas
noamericana que excluía la oralidad de la entre letra y voz, literatura y oralidad, éli-
escritura, pues el acceso a la letra era priori- te y subalternos, resistencia y dominación,
tario y restrictivo. Para ese entonces, la lite- identidad, hibridación que, a la fecha, los
ratura latinoamericana ya había interesado estudios culturales latinoamericanos colo-
a los europeos que gustaban del exotismo. can en la centralidad de su reflexión.
La mercantilización de los bienes culturales
tercermundistas, entre los cuales se hallaba OBRAS DE CONSULTA. Bourdieu, Pierre, Ce qui
la letra, se había consolidado en el boom de parler veut dire. L´économie des échanges lin-
la literatura latinoamericana de los años se- guistiques, París, Fayard, 1982 [¿Qué significa
tenta. Los escritores ficcionalizaban la orali- hablar?, Madrid, Akal, 2001]; Beverley, John,
dad mediante un simulacro de “traducción” Subalternity and Representation: Arguments in
o pasaje de la oralidad dialectal a la letra Cultural Theory, Nueva York y Londres, Durham,
escrita. Se procuraba una suerte de restitu- Duke University Press, 1999; Chinchilla Pa-
ción simbólica que redimía a la oralidad de wling, Perla, De la compositio loci a la
la letra, además de devolverle su legitimidad República de las Letras: predicación jesuita en
para ingresar a la gran biblioteca culta eu- el siglo XVII novohispano, México, Universidad
ropea. Se recuperaba, vía la oralidad, esa Iberoamericana, 2004; Dorra, Raúl, Entre la voz
parte de la identidad latinoamericana que el y la letra, México, Plaza y Valdés/Universidad
canon literario europeo había excluido. Los de Puebla, 1997; Gugelberger, Georg M. (ed.),
grupos subalternos ejercían su resistencia a The Real Thing. Testimonial Discourse and
la cultura hegemónica. La idea era oír las Latin America, Durham, Duke University
diferencias, la autenticidad, la identidad de Press, 1996; Lienhard, Martín, La voz y su
lo latinoamericano. Paradójicamente, el es- huella: escritura y conflicto étnico-cultural en
fuerzo por importar al texto escrito una di- América Latina, 1492-1988, Lima, Horizonte,
mensión representativa del habla coloquial 1992; Mato, Daniel, El arte de narrar y la no-
202 ORALIDAD

ción de literatura oral: protopanorama inter- temporánea, Caracas, Ediciones La Casa de


cultural y problemas epistemológicos, Caracas, Bello, 1992; Quitian Peña, Edicsson, “El con-
Universidad Central de Venezuela, 1990; Olson, flicto entre letra y voz y los límites de la re-
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test.conicyt.cl>; Pachecho, Carlos, La comarca (orig. 1984).
oral: la ficcionalización de la oralidad cultural
en la narrativa cultural latinoamericana con- [GRACIELA DE GARAY]
participación cultural en el debate. Si bien esta transición es sa-
ludable en tanto complejiza el análisis, se
Parafraseando la observación sobre el con- corre el riesgo de ignorar la importancia de
cepto de cultura de Raymond Williams, las desigualdades de poder, recursos y acce-
podríamos decir que el concepto de parti- so que contextualizan las diversas oportu-
cipación es uno de los mas difíciles de defi- nidades para la participación cultural. Una
nir en el campo de los estudios culturales. vez que se coloca a la participación fuera de
Preocupación clásica de la ciencia política, ideales emancipatorios y de autonomía y se
la idea de participación ha sido objeto de la entiende como una cadena de procesos de
múltiples y persistentes debates sobre sus sentidos, el desafío consiste en considerar
significados. Por lo tanto, el concepto de su sustancia en términos del funcionamien-
“participación cultural” es doblemente com- to del poder.
plejo ya que, desglosado, remite a dos ideas
similarmente ambiguas y continuamente PARTICIPACIÓN CULTURAL COMO CONSUMO DE BIENES
discutidas. PRODUCIDOS. Una posición, emparentada con
Más que sugerir una definición ecuméni- la sociología de medios y de la cultura en
ca que sintetice divisiones existentes, aquí sus vertientes “administrativas” o “críticas”,
se propone la idea de participación cultu- enfoca la participación como consumo de
ral como puerta de entrada para reflexionar bienes culturales ya sean conciertos o pro-
sobre debates centrales en el campo de los gramas televisivos, periódicos o exhibicio-
estudios culturales en México y en América nes de pintura. Participación es sinónimo de
Latina. Es una idea que nos permite exa- la cantidad de billetes de entrada a funcio-
minar la riqueza de tradiciones teóricas y nes “culturales”, números de teleespectado-
disciplinarias como así también del tipo de res y asistencia a salas cinematográficas.
preguntas que han concitado el interés de Aquí subyace una concepción consumista
académicos y activistas, políticos e intelec- de la participación cultural, es decir, se dis-
tuales en América Latina. tingue claramente entre oferta y demanda
¿Qué significa la participación cultural? de “cultura” (como objetos, medios o activi-
¿Qué hacemos cuando participamos cultu- dades). Se concibe a la audiencia esencial-
ralmente? ¿Hablar de participación refiere mente como consumidora (más que produc-
al consumo de objetos, productos, institu- tora) de bienes culturales. Invariablemente,
ciones “culturales” en momentos determina- se comprende a la cultura como una serie
dos? ¿O, en cambio, es simplemente la exis- de objetos e instituciones y a los “participan-
tencia sumergida en redes de sentido que tes” en espectadores o audiencia, mas allá
hacen la vida social posible? Si se alude a del tipo de interacción que establezcan con
momentos específicos, ¿es posible la “no” los objetos ofertados.
participación cultural? Esta perspectiva se plasma en estudios de
Se puede leer la genealogía del concepto audiencia de medios masivos (radio, televi-
de “participación cultural” en la región en sión, Internet, prensa) o de “las artes” (mu-
términos de la progresiva mudanza de po- seos, óperas). Frecuentemente, tales estu-
siciones consumistas a productivistas, de dios tienen por objeto demostrar preferencias
perspectivas estructuralistas a “agencistas” por determinados productos entre audien-

[203]
204 PARTICIPACIÓN CULTURAL

cias, ya sea para documentar patrones de el sentido establecido/producido entre “con-


consumo o para convencer a anunciantes sumidores” y bienes. Claro está, como se
(en el caso de medios comerciales) y a orga- discute en la próxima sección, también exis-
nismos financiadores (como el caso de es- te otra vertiente que adopta una posición
pectáculos gratuitos o subsidiados que son diferente, más influenciada por el construc-
ofrecidos por instituciones públicas) sobre tivismo social y teorías que enfatizan la
el mérito de sus inversiones. creación activa de sentido más que el con-
Una variante de esta posición es la idea sumo de objetos per se.
de participación cultural como “trabajo cul- Tal perspectiva de la participación como
tural” en la acepción neomarxista según el consumo también se manifiesta en estudios
argumento de Dallas Smythe. Sin participa- preocupados por la situación de las indus-
ción activa de audiencias (por ejemplo, los trias culturales, tanto en términos de la can-
que miran televisión o escuchan la radio), tidad como de la calidad de producción de
los productos culturales carecen de valor contenidos locales y nacionales. Estos tra-
puesto que no se transforman en mercancías. bajos documentan la participación como
En un sistema de mercado, donde paquetes/ consumo de ofertas disponibles de las in-
segmentos de audiencias son vendidos a fi- dustrias culturales (literatura, cine, televi-
nanciadores de las industrias culturales, el sión). Típicamente, ofrecen dos conclusio-
valor de cambio de los productos es genera- nes. Primero, ofrecen evidencia de la alta
do por las audiencias al participar/trabajar presencia de contenidos extranjeros, los
como consumidores. La participación, por cuales desplazan las preferencias por conte-
lo tanto, no es democratizante, sino que es nidos locales. Segundo, debido al sesgo de
fundamental para el funcionamiento de un producción causado por varios factores
sistema desigual de producción de cultura. (desde el tamaño del mercado hasta la falta
Perspectivas “consumistas” de la parti- de políticas públicas de apoyo a la produc-
cipación cultural también se encuentran ción doméstica), la participación se concen-
en estudios académicos que documentan y tra en el consumo de contenidos extranje-
analizan hábitos de “consumo cultural”, a ros. Las excepciones se encuentran en países
efecto de demostrar la situación de las in- con industrias más desarrolladas (el caso de
dustrias culturales en la región y las inclina- la televisión o la industria editorial, o en
ciones de la población por distintos tipos menor medida, el cine en Argentina, Brasil,
de contenidos. Estudios sobre preferencias de Colombia y México) o sectores industriales
contenidos domésticos o internacionales (fundamentalmente, la radio) donde los ba-
(literatura, televisión, cine) o de entrete- jos costos de producción permiten la pre-
nimiento o noticia (periódicos, televisión, sencia masiva de contenidos locales.
radio) apuntan a obtener una radiografía Similar perspectiva se encuentra en polí-
de prácticas de consumo cultural. Tales es- ticas oficiales de cultura y de las artes en los
tudios adoptan diferentes perspectivas teó- ámbitos nacional, estatal y municipal. Es
ricas. Desde posiciones de la sociología de habitual que tales políticas promuevan la
la cultura á la Bourdieu, algunos optan por idea de la participación cultural como dere-
analizar la formación de capitales cultura- cho ciudadano y que estimulen la idea de
les y formas de distinción cultural ligadas democracia cultural como una cuestión de
a parámetros de estratificación socio-eco- ampliación del acceso a distintas ofertas
nómica. La participación es vista como una “culturales”, tales como la “democratización
forma de establecer criterios de clasificación de las artes”, o el apoyo a manifestaciones
cultural según el tipo de objetos culturales culturales ignoradas por el mercado. En al-
consumidos. guna medida, tales concepciones expresan
Cabe mencionar dentro de este grupo a el espíritu de declaraciones internacionales
los estudios recientes sobre culturas juveni- propiciadas por UNESCO y otras organizacio-
les como continuadores de esta tradición, en nes que consagran la participación cultural
tanto enfocan la formación de “subculturas” como un derecho humano. Asimismo, se
como una cuestión de consumo de bienes tiende a una reafirmación de la distinción
culturales específicos (modas, música, mar- cultural de cada Estado dentro de un pano-
cas) más que por la hermenéutica, es decir, rama global de creciente hegemonía cultu-
PARTICIPACIÓN CULTURAL 205

ral de producciones del norte. Tales políticas supone participación” opta por ofrecer una
tienen por objeto estimular la producción y visión procesual de la cultura. Es decir, cual-
el consumo de bienes culturales a efecto de quier “artefacto cultural” (ropa, programa
construir y consolidar un espacio cultural de televisión, libros, sinfonías) solamente
nacional. Aquí subyace la premisa de auto- cobra sentido en la medida que son vividos
nomía cultural como principio rector de las en procesos activos de participación. Tales
políticas nacionales tendientes a una am- artefactos son referencias y recursos dentro
pliación y protección de la producción e de procesos de creación cultural.
historia cultural. De este modo, la participa- Los estudios sobre “audiencia activa” re-
ción se asimila a una forma de ciudadanía presentan esta concepción de participación,
cultural como membrecía dentro de la na- influenciada por posiciones diversas, desde
ción como comunidad cultural. el constructivismo social hasta el posestruc-
Tales políticas también apuntan a otro turalismo. Mientras que “la participación
objetivo: promover la democratización del como consumo” implica una visión de audi-
acceso a las artes a través del incremento de toría de la audiencia (cuántos, dónde, cómo,
la participación en espacios culturales, tra- quién), “la participación como producción”
dicionalmente reservados a las “bellas artes” remite a la audiencia “tomando parte” en
o a la “cultura alta”, como espectáculos de otorgar significado a objetos culturales.
música clásica o exhibiciones de pintura. En América Latina y en México en parti-
Aquí suele haber un intento doble de demo- cular, esta última posición está identificada
cratización cultural como aumento de la claramente con el trabajo de Jesús Martín
participación: tanto del país a escala regio- Barbero. De hecho, el título de su clásico
nal y global como productor de bienes, trabajo De los medios a las mediaciones figu-
como del público de participar en el consu- rativamente sugiere no sólo un llamado a
mo de bienes usualmente reservado a élites girar del estudio de la comunicación al es-
o públicos especiales según criterios socio- tudio de la cultura, sino epistemológicamen-
económico o bien de preferencias. te, asevera que la tarea es entender cómo se
construye sentido para comprender el papel
LA PARTICIPACIÓN CULTURAL COMO PRODUCCIÓN DE de las instituciones (los medios) y productos
SENTIDO. Las visiones “consumistas” de la culturales (telenovelas). La participación no
participación cultural se contraponen a po- es “en/dentro” de los medios/instituciones,
siciones “productivistas” enraizadas en con- sino participación cultural en sentido am-
cepciones antropológicas y constructivistas plio vinculada a la utilización de recursos y
según las cuales es imposible entender la capitales culturales.
cultura fuera de la noción de participación. También es importante la contribución
Si entendemos cultura como “formas de de estudios antropológicos sobre la imposi-
vida” según las definiciones clásicas de va- bilidad de la ausencia de la “participación
rios antropólogos, el concepto de participa- cultural”. El hecho de vivir socialmente de-
ción cultural parece reiterativo: no hay cul- termina que los seres humanos no pueden
tura sin participación. Todos “participan” “no participar” culturalmente en tanto están
culturalmente ya sea hablando, practicando inmersos en “redes de sentidos”. En este
rituales o prefiriendo ciertas formas de ves- sentido, la participación cultural es ineludi-
tir y comer. ble. Ésta es la diferencia de, por ejemplo, la
Desde tal perspectiva, la premisa ana- participación política, la cual, a juzgar por
lítica es que la cultura remite a redes de las conclusiones de recientes estudios socio-
significados actualizados por individuos lógicos y políticos, es factible de ser una
y comunidades. La cultura como hábitos, opción no elegida como quien decide no vo-
normas, y prácticas sólo existe como un tar o expresar su opinión públicamente.
proceso participativo. Claro está, existe “cul- Trabajos sobre la calidad de vida pública en
tura cristalizada” en instituciones o normas las democracias contemporáneas latinoa-
más allá de los procesos mediante los cua- mericanas, han observado con preocupa-
les tales cobran sentido cuando son vividos ción una merma en la calidad y cantidad de
mediante la participación de los agentes. La participación política medida por distintos
posición más extrema de que “toda cultura indicadores (por ejemplo, bajos índices de
206 PARTICIPACIÓN CULTURAL

voto, militancia en partidos políticos y orga- consiste en identificar el tipo de oportuni-


nizaciones civiles, e interés por la política). dades que una sociedad/comunidad genera
Más allá del mérito de estas conclusiones para la producción de significados. No es
para describir el estado actual de la partici- una cuestión solamente de individuos o gru-
pación política, cabe señalar que, a diferen- pos como “sujetos activos” de prácticas de
cia de la política, la apatía y el retraimiento significado, sino de recursos existentes para
no son posibles en la participación cultural sostener diversas formas de participación
si adoptamos una perspectiva productivista. cultural, y minimizar barreras para acceder
a la expresión de la pluralidad cultural.
PARTICIPACIÓN Y CIUDADANÍA CULTURAL. Si toma- Esto implica desromantizar la noción de
mos como punto de partida que la partici- participación cultural. Participar cultural-
pación cultural es ineludible, ¿cómo conci- mente, ya sea en “subculturas” (como juve-
liarla con la persistente preocupación sobre niles o migrantes) o en interacción/interpre-
el estado de la participación en la vida pú- tación de “productos” de las industrias
blica? ¿Cómo cotejar la idea de ciudadanía culturales (telenovelas, literatura), sólo por
cultural, ya sea como derecho democrático nombrar temas que han ocupado bastante
o valor normativo, con la noción de partici- atención de investigadores de la región, no
pación cultural como producción de senti- implica democracia. La participación cultu-
do? Si la ciudadanía cultural presupone ral no debe estar asociada necesariamente a
participar como miembro de una determi- una visión emancipatoria como cultura
nada comunidad política (ya sea el Estado- construida “desde abajo” contra el poder,
nación, estado multicultural, o comunida- sino que es, ante todo, una estrategia de per-
des indígenas, religiosas o étnicas), ¿es tenencia social con implicaciones diversas.
posible que no haya alternativa a ser ciuda- Existen formas de ciudadanía cultural que
dano/participante cultural? ¿No es la ciuda- no son civiles, sino que implican violencia y
danía cultural la cotidianeidad de actualizar opresión mediante la actualización y movi-
la membrecía en distintas comunidades? lización de sentimientos exclusivistas y au-
Estas cuestiones solamente pueden resol- toritarios. La participación cultural como
verse dependiendo del tipo de preguntas que hecho de reconocimiento y construcción de
se formulan. La existencia de distintas acep- comunidades y ciudadanías no es necesaria-
ciones de la idea de “participación cultural” mente democrática. Ni la idea de comuni-
es producto del hecho de que los estudios dad ni la de ciudadanía implican necesaria-
culturales han debatido preguntas disímiles, mente civilidad democrática en el sentido de
utilizando herramientas teóricas y ejemplos promoción de la igualdad de oportunidades,
diversos para contestarlas. Si formulamos tolerancia a la diferencia y la inclusión de
preguntas sobre cómo funciona la participa- “otros”.
ción en procesos de construcción y afirma- Por lo tanto, hay que problematizar las
ción de identidad, la participación se entien- implicaciones de la participación cultural.
de como producción de sentido que utiliza El hecho mismo de participar, de ser ciuda-
y crea distintos recursos para actualizar y danos de comunidades culturales, no debe
negociar definiciones. En cambio, si el inte- ser asimilado automáticamente con poten-
rés remite al estado de la producción cultu- cial democrático. Éste último compete tanto
ral o la utilización de distintas instituciones, a cuestiones de producción como consumo
la participación se tematiza como una cues- de bienes culturales, de políticas públicas
tión de consumo. (promoción de distintas expresiones artís-
Por lo tanto, las preguntas pendientes gi- ticas) como de politización de identidades
ran en torno a qué tipo de participación cul- e intereses. La participación (desde el uso
tural existe, si es deseable y cómo se vincula de argot determinado hasta la concurrencia
con la situación de las culturas, particular- a eventos musicales, desde la asistencia a
mente los temas de inclusión y la toleran- eventos “artísticos” hasta la recepción de
cia en contextos de migración y diversidad. textos audiovisuales) tiene consecuencias
Mientras que la “ciudadanía cultural” existe impredecibles. Puede facilitar el empodera-
en tanto que individuos y grupos participan miento de sectores excluidos como la crista-
activamente de la vida cultural, el desafío lización de sentimientos de odio y exclusión;
PARTICIPACIÓN CULTURAL / PERFORMANCE 207

puede demostrar la distracción y esparci- carácter polisémico de este término provie-


miento como la contestación de formas de ne de su uso en lengua inglesa, en el que
dominación. significa ejecución, realización, desempeño,
Si no existe “cultura” por fuera de la par- actuación, obra de teatro, etc.). Se trata de
ticipación, este último concepto no puede una aproximación teórica en movimiento
asimilarse a procesos que pugnan por el re- que se desplaza entre disciplinas para abar-
conocimiento, la autonomía, el empodera- car diversos campos de estudio. En el mun-
miento, la tolerancia, o la ampliación de do de las artes, en los intersticios de las
márgenes para la diversidad. Sus implica- artes visuales y las artes escénicas, el perfor-
ciones no deben ser asumidas sino, por el mance es una forma expresiva que por lo
contrario, deben ser, precisamente, la pre- general se manifiesta en acciones concep-
gunta a contestar. tuales cuyo soporte fundamental es el cuer-
po del artista. En el campo de los estudios
OBRAS DE CONSULTA. Aguilar, Miguel Ángel et al., culturales, el performance (y la performati-
Simpatía por el rock: industria, cultura y sociedad, vidad) es utilizado como paradigma analíti-
México, Universidad Autónoma Metropolitana- co para aproximarse a aquellas actividades
Azcapotzalco, 1993; García Canclini, Néstor expresivas de índole diversa que involucran
(ed.), El consumo cultural en México, México, un proceso comunicativo entre quien genera
Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las la actuación y quien la presencia. Así pues,
Artes, 1993; Getino, Octavio, Cine y televisión en en términos artísticos y teóricos, el perfor-
América Latina. Producción y mercados, Buenos mance es un concepto innovador que se nu-
Aires, CICCUS, 1998; Maass, Margarita y Jorge tre de la interdisciplina.
A. González, “Technology, Global Flows and La brecha para este nuevo campo quedó
Local Memories: Media Generations in ‘Global’ abierta a partir de los años cincuenta, gra-
Mexico”, Global Media and Communication, año cias al trabajo de lingüistas, sociólogos y
1, núm. 2, 2005, pp. 167-184; Medina Carrasco, antropólogos que recurrieron a las metáfo-
Gabriel (comp.), Aproximaciones a la diversidad ras de la teatralidad y el performance para
juvenil, México, El Colegio de México, 2000; analizar fenómenos como el habla, el com-
Reguillo, Rossana, Emergencia de culturas ju- portamiento social y las prácticas rituales.
veniles, Buenos Aires, Norma, 2000; Smythe, Entre los pioneros cabe mencionar a los lin-
Dallas W., “On the Audience Commodity and güistas británicos John L. Austin y su alum-
its Work”, en M. G. Durham y D. M. Kellner no, John R. Searle, quienes estudiaron el
(eds.), Media and Cultural Studies: KeyWorks, lenguaje en sus dimensiones “performati-
Londres, Blackwell, 2001, pp. 253-279; Sunkel, vas” (los “actos del habla”) en el momento
Guillermo (coord.), El consumo cultural en mismo de su ejecución. En esta nueva ma-
América Latina, Bogotá, Andrés Bello, 1999; nera de analizar el discurso, tan importante
Valenzuela Arce, Jose Manuel, ¡A la brava es la competencia comunicativa como el
ese!: cholos, punks, chavos, banda, Tijuana, El contexto del acto performativo. Para Austin,
Colegio de la Frontera Norte, 1988; Yúdice, los performatives son enunciados que ejer-
George, El recurso de la cultura, Barcelona, cen alguna acción transformadora; por
Gedisa, 2002 [The Expediency of Culture: Uses ejemplo, el discurso que acompaña un bau-
of Culture in the Global Era, Durham, Duke tizo o una boda.
University Press, 2003]. Bourdieu retomó el término para advertir
que un enunciado tiene eficacia performati-
[SILVIO WAISBORD] va sólo en la medida en que provenga de
una persona autorizada por la comunidad.
Es decir, nadie puede decir “os proclamo
performance marido y mujer”, y en efecto legalizar un
matrimonio, si no cuenta con las credencia-
El (o la) performance, uno de los paradig- les para ello. Tampoco va a tener eficacia
mas teóricos que más han llamado la aten- el acto performativo si no se realiza en cir-
ción en el ámbito de los estudios culturales cunstancias propicias, o no se involucra a
de los últimos quince años, sigue siendo un los participantes adecuados. Es fácil pensar
término que evade la definición concreta (el aquí en términos teatrales, para decir que
208 PERFORMANCE

el performance tiene como condición la re- empleadas, así como con las estrategias de
unión de actores, escenografía, libreto y pú- acción para involucrar al paciente y a las
blico. Pero, más allá de la metáfora, lo que personas que lo acompañan, y el marco es-
hace Bourdieu es enfatizar las condiciones pacio-temporal durante el cual se lleva a
institucionales que legitiman el poder me- cabo el rito. El análisis nos ayudaría a iden-
diante discursos de autoridad; es decir, actos tificar todo aquello que otorga relevancia
performativos que dan eficacia a los rituales socio-cultural a este acto, así como los ele-
sociales (Bourdieu, Language 107-116). mentos que permiten a sus participantes
Desde la sociología, Erving Goffman ana- percibirlo como curativo.
lizó la manera “teatralizada” en la que las Por su parte, el antropólogo Victor Turner
personas se despliegan en sociedad e in- estudió cómo, en los sistemas rituales, el per-
teractúan unas con otras. Aunque a distan- formance puede contribuir a mantener un
cia esta aproximación pueda antojarse sim- orden establecido (ritos de carácter oficial)
plista, una lectura cuidadosa de la obra de y servir para parodiar, criticar y subvertir di-
Goffman revela claves teóricas aún vigentes cho orden (como es el caso de los carnavales
para el análisis del comportamiento social. o las manifestaciones políticas). Según este
Su concepto de marco contextual (frame autor, los conflictos sociales se estructuran
analysis), basado en los escritos de Gregory como dramas, con fases bien delimitadas
Bateson, ayuda a identificar aquellas activi- de ruptura, crisis, transición y resolución (o
dades que tienen un carácter performativo separación, según el caso), de manera muy
en cuanto que se apartan de lo cotidiano y similar a la estructura tripartita del teatro
manifiestan una especial intención comuni- clásico. Turner dedicó gran parte de su obra
cativa entre actuante y observador (llámen- al estudio de los procesos rituales (ritos de
se ceremonias, deportes, juegos, ritos socia- paso, peregrinaciones, ritos de iniciación,
les, etc.). Es de particular interés el estudio etc.) en distintas sociedades, e identificó en
que Goffman realizó sobre el estigma social, ellos una antiestructura liminal que crea,
en el cual desarrolló una cuidadosa tipolo- por así decirlo, un paréntesis al interior del
gía de las diferentes actuaciones (performan- mundo regido por la estructura social im-
ces) que despliegan las personas marginadas perante (The Ritual Process). Es en ese es-
por razones de apariencia física, discapaci- pacio donde se hace posible la communitas
dad, clase social, género o raza, así como las (concepto derivado de Durkheim), es decir,
actitudes performativas que manifiestan el sentimiento de solidaridad entre partici-
quienes interactúan con el sujeto estigmati- pantes que normalmente se encuentran se-
zado (véase en ese estudio Estigma). El es- parados por su estatus social. No obstante,
tigma, entonces, no es para Goffman una dicho espacio es momentáneo, y su poten-
condición ontológica del ser, sino una inven- cial subversivo se encuentra supeditado al
ción social encaminada a clasificar y segre- carácter temporal del rito, mismo que debe
gar a quienes se apartan de la norma, así finalizar para reintegrar a los participantes
como una actuación generadora de identi- a la estructura social imperante, a veces con
dades que requiere de habilidades muy par- un estatus distinto, como sucede con los ri-
ticulares para su negociación cotidiana. Es tos de iniciación (Dramas: 201-202).
aquí donde las teorías de Goffman se acer- Las propuestas de Turner fueron reto-
can más a la tendencia actual de los estudios madas por Richard Schechner, a quien se
del performance. le debe, en gran medida, haber establecido
Otro acercamiento novedoso en su mo- puentes de comunicación entre las discipli-
mento fue el propuesto por Richard Bauman, nas arriba esbozadas y los estudios teatrales.
Dell Hymes y otros que, desde la antropolo- Protagonista de la vanguardia escénica de los
gía lingüística, establecieron criterios meto- años sesenta y setenta, Schechner se interesó
dológicos para examinar las dimensiones por nutrir su práctica con saberes extrateatra-
performativas de los rituales. Así, por ejem- les, tales como la etología y la antropología.
plo, se podría analizar la actuación de una Éste conoció a Turner en 1977 y ambos de
curandera que realiza una “limpia”, toman- inmediato se encontraron mutuamente fasci-
do en cuenta las relaciones que la palabra nados por sus respectivos campos de estudio:
hablada guarda con las técnicas del cuerpo mientras que a Turner le interesaba la tea-
PERFORMANCE 209

tralidad como herramienta para un acerca- género. En los años noventa, su panorama
miento más dinámico al estudio etnográfico, analítico se abriría aun más para abarcar los
a Schechner le cautivaban las posibilidades estudios poscoloniales y queer. En este con-
que ofrecía la antropología para enriquecer texto, lo performativo ha sido usado para
el campo de estudio de los fenómenos per- analizar la construcción social de las identi-
formativos. De esos intercambios resultaron dades de clase, raza y género; los simulacros
importantes estudios, como From Ritual to y ejercicios teatralizados del poder en la so-
Theater y The Anthropology of Performance, ciedad posindustrial (como lo han hecho
de Turner (1982, 1988), y Between Theater Baudrillard y García Canclini), y las posibi-
and Anthropology, de Schechner (1985), li- lidades subversivas del performance art
bros que aparecieron cuando los performance (Schneider, Muñoz; Prieto Stambaugh).
studies se sistematizaban como campo aca- Figura clave para el análisis de la di-
démico en Estados Unidos. mensión performativa del género es Judith
En un trabajo más reciente, Schechner Butler, autora para la cual la identidad no es
expone cómo los estudios del performance una categoría abstracta, sino un performan-
pueden abarcar cualquier tipo de actividad ce regulado por instituciones sociales. Tal
humana, desde el rito hasta el juego, pasan- aseveración tiene implicaciones políticas, en
do por el deporte, los espectáculos popula- tanto que pone al descubierto las estrategias
res, las artes escénicas, las actuaciones de la coercitivas de la sociedad para obligar a las
vida cotidiana, las ceremonias sociales, los personas a actuar según normas arbitrarias
papeles de clase y de género, hasta la rela- de conducta. Butler sugiere que la reitera-
ción del cuerpo con los medios masivos y la ción cuasi-ritual de códigos sociales es se-
Internet (2002). Además, es posible añadir a mejante a una serie de actos de citación,
la lista el estudio de objetos inanimados, los mismos que nunca reproducen fielmente el
cuales, aunque no son un performance, pue- “texto original”. Es en este desfase –entre el
den ser analizados como performance, es código de conducta y su actuación– donde
decir, en tanto que son producto de una ac- se produce una alteración que posibilita una
ción creadora, o interactúan con quien los ruptura con la norma (Bodies: 122-124).
usa y contempla. Se amplía, entonces, el En un admirable ensayo, Jon McKenzie
abanico de estudio hacia, por ejemplo, una muestra cómo la obra de Butler constitu-
imagen religiosa, los instrumentos de tortu- ye una revisión radical de las premisas de
ra, maniquíes de aparador, juguetes, armas Austin, Turner y Schechner. Mientras que
de guerra, alimentos… la lista es intermina- los dos últimos valoran el poder liminal y
ble. En todos los casos, lo que interesa no transgresivo del performance, para Butler
es la “lectura” o el estudio de un objeto en es más que nada una forma dominante y
sí, sino su “comportamiento”, es decir, su punitiva de poder, aunque su análisis traza
dimensión performativa. Podemos imaginar rutas para una deconstrucción y, por lo tan-
los alcances de un estudio de la performati- to, subversión de los actos performativos.
vidad de un ex voto, por ejemplo, o un “sím- A nivel institucional, los estudios del
bolo patrio”, o un logotipo empresarial, ana- performance han logrado ganar legitimidad
lizables todos desde las acciones rituales, dentro del mundo académico anglosajón,
políticas y económicas que generan. La tra- llevando a la inauguración de varios depar-
yectoria tanto teórica como institucional de tamentos universitarios en los años ochenta.
los performance studies es lúcidamente ex- Por su parte, la academia francesa traza su
plicada por Diana Taylor, desde su perspec- genealogía interdisciplinaria a partir de los
tiva como latinoamericanista, en el primer estudios del antropólogo Jean Duvignaud en
capítulo de su libro The Archive and the los años sesenta, cuyas premisas son incorpo-
Repertoire: Performing Cultural Memory in radas actualmente por Jean Marie Pradier y
the Americas (2003). sus colegas en la llamada “etnoescenología”.
Hacia fines de los años ochenta, los estu- Aunque lenta y tentativa, la trayectoria
dios del performance, como hicieran tam- del performance en América Latina ha dado
bién los estudios culturales, incorporarían frutos interesantes. En el caso específico de
los paradigmas derivados del posestructura- México, los estudios del performance se
lismo, el posmodernismo y los estudios de dieron a conocer a principios de los años
210 PERFORMANCE

ochenta, con una serie de conferencias Millones, Alejandro Díaz y Raúl R. Romero,
impartidas por Richard Schechner en la entre otros. Para Cánepa es fundamental la
Universidad Nacional Autónoma de México, relación entre el contexto de la actuación y
y los contactos que este investigador esta- el cuerpo de los ejecutantes. La antropóloga
bleció con académicos nacionales, como es sostiene que la experiencia in-corporada (en
el caso de Gabriel Weisz. En 1982, Weisz y inglés, embodied) del performance apunta al
Óscar Zorrilla convocaron a un grupo inter- carácter indeterminado y subjetivo del he-
disciplinario de científicos y creadores escé- cho cultural. En este sentido, los estudios
nicos de la UNAM para fundar el Seminario del performance acompañan la crítica re-
de Investigaciones Etnodramáticas, con la flexiva de la antropología que a partir de los
finalidad de estudiar los principios rituales años noventa se aparta de la construcción
de los cuales surgió el teatro. Unos años más de “objetos de estudio” para más bien inda-
tarde, Weisz publicó El juego viviente, pe- gar la cultura como proceso dialógico (18).
queño pero ambicioso libro que buscó sen- Aunque, como se acaba de señalar, los
tar las bases de lo que su autor define como estudios del performance ya se comienzan a
una teoría de la representación. Allí, Weisz aplicar en el trabajo de varios académicos
analiza la relación que guarda el cuerpo con latinoamericanos, aún no han logrado una
la percepción en el marco de actividades lú- aceptación generalizada en la región, ni se
dicas asociadas con el rito y el juguete. han generado herramientas analíticas espe-
No fue sino hasta el año 2000 cuando los cíficas para nuestro ámbito. No obstante, el
estudios del performance se comenzaron a trabajo de los académicos arriba citados
difundir de manera sistemática en América abre brecha, por lo que es de esperarse que
Latina, con las intervenciones en varios paí- siga encontrándose en el performance nue-
ses del área del Instituto Hemisférico de vas claves para el análisis de los procesos
Performance y Política, encabezado por culturales.
Diana Taylor de la Universidad de Nueva
York, con sus sedes latinoamericanas en OBRAS DE CONSULTA. Bauman, Richard, Verbal
México, Brasil, Perú y Argentina. Dicho Art as Performance, Illinois, Waveland, 1977;
Instituto organiza encuentros itinerantes Bourdieu, Pierre, Language and Symbolic Power,
que reúnen a estudiosos, artistas y activistas Cambridge, Harvard University Press, 1991;
para debatir todo lo relativo al performance Cánepa Koch, Gisela, Identidades representa-
en sus manifestaciones a lo largo y ancho das: performance, experiencia y memoria en los
del continente americano. El “Hemisférico”, Andes, Lima, Pontificia Universidad Católica
como se le conoce, ha establecido contacto del Perú, 2001; Carlson, Marvin, Performance:
con instituciones mexicanas, como el Centro A Critical Introduction, Nueva York, Routledge,
Nacional de Investigación, Documentación 1996; Chamorro, Arturo y María Guadalupe
e Información Teatral “Rodolfo Usigli”, el Rivera (eds.), Música, ritual y performance,
Centro de Investigaciones Escénicas de Jalisco, Universidad de Guadalajara, 1999;
Yucatán, y el Centro Regional de Investi- Duvignaud, Jean, Sociología del teatro: ensayo
gaciones Multidisciplinarias, de la UNAM. sobre las sombras colectivas, México, Fondo de
Por su parte, la Universidad de Guadalajara Cultura Económica, 1973; Goffman, Erving,
abrió en 2002 un importante espacio a los Frame Analysis: An Essay on the Organization
estudios del performance en su Maestría en of Experience, Boston, Northeastern University,
Ciencias Musicales, con orientación en etno- 1983; McKenzie, Jon., “Genre Trouble: (The)
musicología, bajo la dirección del doctor Butler Did It”, en Peggy Phelan y Lill Lane
Arturo Chamorro, del Centro Universitario (eds.), The Ends of Performance, Nueva York,
de Arte, Diseño y Arquitectura. Chamorro New York University Press, 1998, pp. 217-235;
fue estudiante de Richard Bauman, e incor- Millones, Luis, Los demonios danzantes de la
pora rigurosamente las teorías del perfor- virgen de Tucume. Lima, Fundación El Monte,
mance en sus estudios sobre tradiciones mu- 1998; Prieto Stambaugh, Antonio, “Los estudios
sicales en el occidente de México. del performance: una propuesta de simulacro
En Perú, la antropología del performance crítico”, Citru.doc Cuadernos de investigación
se ha aplicado de manera igualmente rigu- teatral, núm. 1, noviembre, 2005, pp. 52-61;
rosa en los trabajos de Gisela Cánepa, Luis Schechner, Richard, Performance Studies: An
PERFORMANCE / PODER 211

Introduction, Londres-Nueva York, Routledge, El poder es fuerza y relación. Es una re-


2002; Schneider, Rebecca, The Explicit Body lación de fuerzas. Es fuerza en relación con
in Performance, Londres, Routledge, 1997; otras fuerzas, energía actuante que recorre
Taylor, Diana, The Archive and the Repertoire: el campo social de un punto a otro. No es
Performing Cultural Memory in the Americas, una forma (p.e. el Estado) sino que se ex-
Durham, Duke University Press, 2003; Turner, presa en toda relación; no puede ser enten-
Victor, The Anthropology of Performance, Nueva dido como simple represión, no sólo prohí-
York, The Performance Arts Journal Press, be sino que también incita, suscita, seduce,
1988; Weisz, Gabriel, El juego viviente: indaga- induce, facilita o dificulta, amplía o limita.
ción sobre las partes ocultas del objeto lúdico, Esta enunciación puso en duda un con-
México, Siglo XXI Editores, 1986. junto de cuerpos teóricos que habían discu-
rrido, hasta el momento, sobre la cuestión:
[ANTONIO PRIETO STAMBAUGH] puso en duda la concepción liberal del po-
der político, que considera el poder como un
derecho que el sujeto posee cual un bien que
poder puede transferir, enajenar o ceder de mane-
ra parcial o total; se enfrentó, a su vez, a
A partir de los años ochenta, el término “po- la concepción marxista, en la cual el poder
der” comienza a adquirir una nueva y sin- tiene como papel fundamental mantener y
gular importancia en el análisis de los pro- reproducir las relaciones de producción y la
blemas sociales y culturales de América dominación de una clase. Puso, también,
Latina; momento en que se inicia, en la re- bajo su mirada crítica la manera de conce-
gión, la recepción, discusión, crítica y con- bir el poder en tanto mecanismo represor.
frontación de la obra del filósofo francés Negó, al mismo tiempo, la pretensión de
Michel Foucault, cuya concepción del poder, aprehenderlo tras la noción de representa-
desarrollada a partir de una serie de estu- ción: el poder no se construye a partir de
dios arqueológicos y genealógicos, hizo po- voluntades, sean individuales o colectivas,
sible deslizamientos en el uso, caracteriza- ni deriva del interés o intenciones de indi-
ción y análisis del poder más allá de las viduos o grupos, se constituye y funciona
formas en que había sido utilizado hasta el a partir de múltiples fuerzas o poderes que
momento, ya que puso en duda la simbiosis recorren el campo social en su conjunto,
entre el poder y el Estado y sus aparatos y sin aparecer jamás de forma independiente,
provocó, al mismo tiempo, la ampliación de y sólo descifrable al interior de esas múlti-
su uso a todo el entramado social. ples relaciones que atraviesan el campo de
El poder, desde esa perspectiva, aparece lo social.
como presencia constante en lo social, siem- Tampoco puede reducirse a la figura del
pre actuante, en tensión permanente, siendo amo, ya que significa reducir los procedi-
imposible mantener una situación de exte- mientos del poder a la prohibición de la ley.
rioridad frente a él. Rasgo fundamental de Esta figura sólo permite pensar el poder en
la propuesta: no hay exterioridad de los su- términos negativos y su hacer como simple
jetos con respecto al poder, siempre está acto de palabra. Esta concepción se halla
vinculado a la forma de una relación y, por presente en ciertos estudios etnológicos que
lo tanto, se hace presente en las acciones de centran sus análisis en los interdictos de
los sujetos y en su eficacia: “lo que define la alianza y también se halla inscrita en las
relación de poder, es un modo de acción que posturas psicoanalíticas que giran alrededor
no actúa de manera directa e inmediata so- de los mecanismos de represión. El poder,
bre los otros, sino que actúa sobre sus ac- entonces, se convierte en la gran instancia
ciones: una acción sobre la acción, sobre del No, en tanto interdicto o represión e ine-
acciones eventuales o actuales, presentes o vitablemente se le subjetiviza: del lado de su
futuras” (Foucault, “El sujeto”: 238). Forma ejercicio aparece un “gran sujeto absoluto”,
de acción no sólo sobre los cuerpos, sino real, imaginario o jurídico que prohíbe o
también sobre los sentidos propuestos, los reprime: la soberanía del padre, del monar-
significados afirmados, las imágenes valori- ca, del tirano, de la voluntad general. Del
zadas, los deseos proyectados al futuro. lado del que sufre su ejercicio, también tien-
212 PODER

de a subjetivarse, se intenta determinar el análisis, reflexiones, cálculos y tácticas que


punto en que el sujeto acepta la prohibición, permiten el ejercicio del poder sobre una
en que dice sí o no al poder, lo que supone población determinada, cuyo saber funda-
que renuncia a sus derechos individuales; a mental se basa en la economía política y
los términos del contrato social; o bien, in- sus instrumentos técnicos se centran en los
dica el sometimiento voluntario del sujeto dispositivos de seguridad y las técnicas de
por amor al amo. gobierno, produciendo aparatos específicos
El poder, al ser relaciones de fuerza en de gobierno, al tiempo que desarrolla una
continuo desequilibrio y tensión, transfor- serie de saberes.
ma el espacio social en un abigarrado entra- En el análisis de las relaciones de poder
mado de relaciones con sus dos polos: el habrá que detenerse no sólo en los regíme-
ejercicio del poder, por un lado y, por el otro, nes de lo dicho, en el conjunto de enunciados
las más diversas formas de resistencia, la emitidos en una sociedad en un momento
otra cara de su ejercicio. La resistencia es dado, sino también en sus visibilidades, en
parte constitutiva del poder entendido como tanto producción de un campo perceptivo
relación de fuerza e imprime, al espacio en que distribuye lo claro y lo oscuro, lo opaco
el que juega, movimiento y creatividad. y lo transparente, lo visto y lo no visto, pro-
Si se observan las relaciones de poder vocando el mundo de las evidencias. De esta
desde su capacidad de ejercicio, pueden to- manera, las múltiples relaciones de fuerzas
mar dos caminos diferentes, si bien se dan de un campo social determinado, sean dis-
de manera conjunta en un espacio y tiempo cursivas o no, entrelazadas y en continuo
determinado. Por un lado, conforman una movimiento, tensión y enfrentamiento se
anatomo-política dirigida especialmente al constituyen en dispositivos, mecanismos
cuerpo de los sujetos, con carácter indivi- específicos de manipulación estratégica de
dualizante, cuya técnica es la disciplina y, las fuerzas en un dominio dado.
por el otro, producen una bio-política, diri- En tanto el poder es una relación y posee
gida a grandes conjuntos poblacionales, una doble faz (sus formas de ejercicio y sus
cuya técnica es la gubernamentalidad múltiples y variadas respuestas), se hace im-
La disciplina se ejerce sobre los cuerpos, prescindible observar la otra cara: la capa-
consiste en imponer tareas o conductas a cidad de los sujetos para enfrentarse a él,
una serie de individuos, siempre que no para reutilizar sus fuerzas, para escapar a
sean numerosos y que estén ubicados en un su insistente acción, denominada resisten-
espacio delimitado. Esto da lugar a una ana- cia: respuestas (múltiples y posibles) de los
tomía política que distribuye los cuerpos en sujetos al ejercicio del poder sobre sus cuer-
un espacio cerrado, ritma los tiempos y la pos, sus afectos y afecciones, sobre sus actos
gestualidad de los sujetos bajo un régimen y acciones.
de control y vigilancia estricto realizado de El tema clave de la noción de poder, que
forma ininterrumpida (Foucault, Vigilar). La lo vincula con la urgencia de la acción polí-
disciplina se transformó, en la modernidad tica y lo hace imprescindible en los estudios
occidental, en la técnica privilegiada del culturales, es la resistencia; noción contro-
ejercicio del poder cuyo objetivo consiste en vertida, cercana a la metáfora mecánica, al
individualizar a los sujetos a fin de lograr vínculo entre acción y reacción; sin embar-
con mayor eficacia su homogeneización go, y de ahí su riqueza, no se trata de una
para hacer de ellos sujetos de la normali- simple reacción mecánica (dada la acción se
dad. Cuatro elementos definen la disciplina: produce una reacción) sino de formas múl-
la repartición espacial de sujetos y objetos; tiples, creativas y multiplicadas de respues-
una acción dirigida directamente a los cuer- tas de los sujetos convertidas en la energía
pos; vigilancia constante y registros perma- vital circulante de toda sociedad que hace
nentes. posible su existencia. La resistencia toma la
La gobernabilidad, por su parte, consiste forma de intervención en lo social por parte
en gestionar y controlar la vida de un gran de los sujetos: busca romper con las normas
número de individuos (población) en un existentes, con las certezas adquiridas, hace
espacio extenso y delimitado (territorio). manifiesto el malestar; siempre es inespera-
Conjunto de instituciones, procedimientos, da, inoportuna, desactualizada. Establece,
PODER 213

por lo tanto, un juego con los tiempos: es un asumir, también, carácter afirmativo en tan-
acto presente contra el presente y contra to- to se transforma en fuerza de intervención
das las formas eternizadas del pasado en capaz de afectar el espacio que lo circun-
función de un tiempo por venir. da. En esa lucha por no ser afectado y por
A partir de la resistencia, el tiempo hace afectar, el sujeto se prueba y se ejercita, se
su aparición, imprime movimiento al en- memoriza, acumula experiencia y construye
frentamiento de fuerzas e inscribe el poder su historia, siempre inmersa en un espacio
en la temporalidad. De esta manera, las rela- determinado. La resistencia tiene aun otra
ciones de poder se forjan su propia historia, forma: la relación del sujeto consigo mis-
encuentran sus formas propias y singulares, mo, una manera de afectarse a sí mismo,
nunca definitivas, siempre en movimiento y un continuo enfrentamiento, diálogo, pac-
confrontación, siempre enmarcadas en un to, compromiso y lucha entre las partes que
espacio y en un tiempo dado. constituyen su interioridad.
La noción de resistencia, como elemento Esta práctica de los sujetos sobre sí mis-
constitutivo del poder, aparece como térmi- mos: este diálogo permanente entre las par-
no clave en el conjunto de investigaciones tes que lo constituyen; la forma en que se re-
que se llevan a cabo actualmente, no sólo lacionan con las reglas y valores propuestos
en México y América Latina, y que tienen socialmente; la manera en que se someten
por objeto de estudio a grupos subalternos, a un principio de conducta, que obedecen o
clases populares, migraciones y diásporas, resisten a una prescripción o prohibición;
movimientos sociales, artísticos y cultura- las modalidades en que el sujeto da forma
les, e igualmente es clave en los estudios a cierta parte de sí como materia prima de
de género, en los referidos a la recepción y una conducta moral; las zonas de su interio-
consumo de bienes culturales y en los relati- ridad que problematiza por encima de otras
vos a la conformación y funcionamiento de y que trabaja sin descanso sobre ella consti-
diversas instituciones, muy especialmente la tuyen las técnicas del sí mismo tendientes a
institución familiar. Es desde esa capacidad la elaboración de la subjetividad.
de resistir (real o virtual) de los sujetos en Las relaciones de poder se inscriben tam-
su hacer cotidiano que el análisis hace su bién en la subjetividad, la cual no puede
aparición, de tal manera que los estudios de ser entendida sino en el entrelazamiento de
caso que involucran trabajo de campo no saberes, discursos, normas, regulaciones y
pueden dejar de lado la descripción, análi- prácticas. De esta manera, el terreno en que
sis e interpretación de las formas concre- se constituye la experiencia se halla atrave-
tas que asumen las relaciones de poder en sado por tres ejes que, en su punto de in-
cada uno de ellos (véase, por ejemplo, Ileana tersección, producen al sujeto mismo en un
Rodríguez, Latín American Subaltern Studies espacio y tiempo dado: el eje del saber que
Reader; Daniel Mato, Estudios y otras prác- hace del sujeto un sujeto de conocimiento;
ticas, Aníbal Quijano, “Colonialidad del po- el eje del poder que lo constituye en sujeto
der”, Josefina Ludmer, “Las tretas…”). social y jurídico; y el eje del sí mismo que lo
La resistencia no puede olvidar los cuer- transforma en sujeto ético. En estas tres di-
pos de los sujetos; ella actúa, tiene materia- mensiones la resistencia hace su aparición:
lidad, se encarna en ellos, en el basamento los sujetos resisten a los saberes que buscan
físico y material de los sujetos. El sujeto re- imponerse como verdad; a las leyes, normas,
siste desde el momento en que es arrojado reglas y regulaciones que intentan someter,
al mundo, es en la resistencia que construye sus cuerpos y a los códigos morales impe-
el tiempo de su experiencia. La experiencia rantes y a sus correspondientes tecnologías
de los sujetos se halla signada por las for- del yo.
mas de resistir que marcan el estilo de suje- El análisis del poder, no será la búsque-
tos, grupos y comunidades. da de estructuras formales con valor uni-
La resistencia puede asumir tres formas versal, sino que sólo podrá realizarse en la
de carácter general: el sujeto resiste a los investigación histórica, en la búsqueda de
embates del exterior, oponiendo una fuerza sus formas de funcionamiento, de su que-
contraria y semejante a la que se ejerce so- hacer cotidiano, de sus quiebres, rupturas
bre él que toma la forma de negación; puede y discontinuidades, de la producción de sus
214 PODER / POLÍTICA CULTURAL

dispositivos y tecnologías, inscritos siempre antropológica, México, El Colegio de México,


en un espacio dado y con su propia histo- 2001; Foucault, Michel, Dits et écrits (1954–
ricidad. 1988), París, Gallimard, 1994; Foucault, Michel,
La noción de resistencia fue retomada “El sujeto y el poder”, en Hubert Dreyfus y
por los estudios culturales a partir de la Paul Rabinow, Más allá del estructuralismo
perspectiva abierta por Michel de Certeau y la hermenéutica (trad. Santiago Carassale y
(Invención), al centrar su análisis en las Angélica Vitale), México, Universidad Nacional
prácticas cotidianas de los usuarios, supues- Autónoma de México, 1988, pp. 227-244;
tos sujetos pasivos de la disciplina, a fin de Foucault, Michel, Vigilar y castigar, México,
mostrar la lógica operatoria de un conjunto Siglo XXI Editores, 1976; García Canal, María
de prácticas que se constituyen en “tácticas Inés, Foucault y el poder, México, Universidad
de consumo”, denominadas como antidisci- Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco,
plinas: procedimientos populares que jue- 2002; Hardt, Michael y Antonio Negri, Imperio,
gan con los mecanismos de vigilancia y las Buenos Aires, Paidós, 2002; Stoler, Ann Laura,
disciplinas para salirse de ellas, “formas de Race and the Education of Desire: Foucault’s
hacer”, procedimientos minúsculos no pri- History of Sexuality and the Colonial Order of
vilegiados por la historia que ejercen su ac- Things, Durham, Duke University Press, 1995.
ción soterrada entre las mallas de las tecno-
logías instituidas. [MARÍA INÉS GARCÍA CANAL]
El poder visto de manera positiva en tan-
to productor de sujetos, cuerpos, saberes y
discursos fue retomado críticamente a fina- política cultural
les del siglo XX por diferentes perspectivas
teóricas: el feminismo deconstruccionista, La política cultural es una de las políticas
siendo central el trabajo de Judith Butler, públicas y, como tal, responde a los obje-
quien considera que el sujeto, el cuerpo, el tivos de gobierno (v.gr., asegurar bienestar
sexo y la sexualidad son efectos de una di- económico y social, salud, seguridad, etc.)
námica de poder y de un ordenamiento dis- mediante el diseño, gestión, administra-
cursivo, en tanto práctica reiterativa y refe- ción, planificación y evaluación de progra-
rencial por medio de la cual el discurso mas puntuales (v.gr., un programa de obras
produce efectos (performatividad) (Butler, públicas –represas, autopistas, puentes,
Cuerpos); los estudios poscoloniales que, etc.– que proporcione el fundamento para
centrados en la noción de biopoder, critican el crecimiento económico y la creación de
el eurocentrismo de la perspectiva foucaul- empleo). Por lo general, una institución es-
tiana, revelado en su insistente espacializa- tatal (ministerio, secretaría, consejo) a es-
ción del tiempo de la modernidad (Bhabha) calas nacional, estatal o local implementa
y por haber dejado en el silencio a las socie- la política cultural, pero en los últimos tres
dades coloniales y al poder imperial (Stoler). decenios el tercer sector (fundaciones, ONG,
Las nociones de biopoder y gobernabilidad cooperación internacional y organizaciones
han abierto nuevas perspectivas de análisis de la sociedad civil) viene cumpliendo algu-
y reflexión, tales como las referidas a las so- nas de estas funciones con o sin la autoriza-
ciedades de control (Hardt y Negri); la nuda ción específica del estado. El sector privado
vida (Agamben, Homo sacer), el racismo y también incide en la conducción de políti-
las sociedades poscoloniales; y los sujetos cas culturales por defecto (v.gr., cuando un
subalternos (Dube, Sujetos subalternos), en- consorcio transnacional como SONY, Time
tre otras. Warner, Bertelsmann o Televisa distribuye
música, cine, libros y televisión de manera
OBRAS DE CONSULTA.
Calveiro Garrido, Pilar, Redes que afecta a grandes públicos y determina
familiares de sumisión y resistencia, México, si ciertos bienes y servicios sobrevivirán
Universidad de la Ciudad de México, 2003; en el mercado o no) o en concierto con el
Certeau, Michel de, La invención de lo cotidia- Estado (v.gr., cuando se establecen fondos
no, México, Universidad Iberoamericana, 2000 públicos-privados como el Fondo Nacional
(trad. Alejandro Pescador); Dube, Saurabh, para la Cultura y las Artes [FONCA] de México
Sujetos subalternos: capítulos de una historia o cuando el sector privado se vale de incen-
POLÍTICA CULTURAL 215

tivos fiscales legislados por el Estado para naciones. Casi ningún ministerio incluía las
fungir como subsidiador público, como es industrias culturales (radio, cine, televisión)
el caso de la Ley de Mecenazgo Rouanet o o las telecomunicaciones (que cada vez más
la Ley del Audiovisual en el Brasil). se integran a la televisión y la Internet en
Históricamente, la pc es una de las po- una trípode de distribución de la mayor par-
líticas públicas más intervenidas por la te de la cultura que “se consume” (Getino,
ideología de los gobiernos que ocupan el “Aproximación”).
Estado: la construcción del ciudadano me- La propuesta de que la diversidad cultu-
diante una ingeniería cultural-conductal en ral es un activo importante no sólo para la
la Francia revolucionaria, la higiene racial democratización de las naciones y de la cul-
y cultural nazista, el realismo socialista so- tura en un entorno global, y de que la cultura
viético, el indigenismo mexicano, etc. En en sí es un factor de desarrollo económico y
Estados Unidos durante la guerra fría, el social, ha transformado lo que se entiende
Departamento de Estado blandió una gue- por el término y cada vez más los minis-
rra cultural contra el comunismo, canali- terios y las organizaciones de tercer sector
zando fondos para seducir a la izquierda (sobre todo UNESCO y fundaciones como Ford
no estalinista en una veintena de países, y Rockefeller) y aun el sector privado pro-
entre ellos México y otros latinoamericanos mueven una enorme ampliación de lo que se
(Saunders). Sólo a partir de los años ochen- incluye en el sector. Hoy en día se propone
ta y noventa se ponen en práctica proyectos que la esencia de la cultura no son las artes
de descentralización y democratización es- cultas en sí, sino la creatividad misma, que
bozados en los años ochenta, lo que implica puede residir en cualquier persona o comu-
una revisión completa del modelo de minis- nidad. De hecho, se ha creado un nuevo sub-
terio cultural adaptado de Europa, sobre sector –las industrias creativas– que procura
todo de Francia. aprovechar esa creatividad para mejorar la
Hasta fechas recientes el portafolio de un economía, crear empleo y producir una so-
ministerio cultural consistía en: 1] las ar- ciedad más cohesionada. El nuevo concepto
tes cultas eurocéntricas, que por lo general ampliado, acuñado por Yúdice (2002) como
reproducían los valores de pequeñas élites; el “recurso de la cultura,” se puede apreciar
2] el folclor y las artes populares que, jun- en el siguiente diagrama (confeccionado
to con 3] el patrimonio inmueble (edificios por Yúdice y Durán como parte del trabajo
coloniales y restos precolombinos), pro- de la Asociación Cultural InCorpore, que
porcionaban la identidad particular de las dirigen):

SECTORES Y SUBSECTORES DE LA ECONOMÍA CREATIVA


(George Yúdice y Sylvie Durán para Incorpore)

BELLAS ARTES Y
EDUCACIÓN
PATRIMONIO MATERIAL VIDA
FORMAL Y NO PATRIMONIO INTANGIBLE
teatro “nacional”, COMUNITARIA
FORMAL CUERPO Y CULTURA POPULAR
bandas, filarmónica y
ópera, artes visuales fiestas locales, ferias,
festividades, cultura
INDUSTRIA
tradicional, artesanía ESPACIO PÚBLICO
arte callejero,
DEL INDUSTRIAS CULTURALES intervenciones públicas,
ENTRETENIMIENTO radio, fotografía, reflexión y debate
parques temáticos industria musical, público, urbanismo,
bares literatura, editoriales, revitalización de centros
restaurantes revistas, prensa, tv, tv históricos
INDUSTRIAS CREATIVAS cable, cine/video
moda, textiles, diseño,
CUERPO Y
arquitectura, publicidad,
SECTOR PERFORMANCE
software, servicios de SECTOR
PRODUCTIVO MEDIÁTICA
telecomunicaciones, TURISMO
DE PUNTA
Internet, videojuegos deportes, conciertos (CULTURAL)
(TECNOLOGÍA) masivos, shows
216 POLÍTICA CULTURAL

Cada vez más se dan convergencias en- lismo confirió al rostro público de México
tre las artes, las industrias culturales, las fuertes rasgos indigenistas. El movimiento
industrias de entretenimiento, las prácti- fue creado por José Vasconcelos, a quien
cas corporales y performáticas, etc. Lo cual los presidentes Huerta y Obregón desig-
obliga al investigador a una metodología naron como director del Departamento
transdisciplinaria. Y la economía figura con Universitario de Bellas Artes, que compren-
mayor importancia, pues la cultura, enten- día la Secretaría de Instrucción Pública y
dida como se representa en el diagrama, Bellas Artes (posteriormente la Secretaría
contribuye entre un 5 y 9% al producto in- de Educación Pública). La política cultural
terno bruto de las naciones, superando en y educativa se intensificó y se instituciona-
muchos casos todas las industrias, menos lizó más tarde en la década de 1930, bajo la
el turismo y la biotecnología. En México las presidencia populista de Lázaro Cárdenas,
IPDA o industrias basadas en los derechos de cuyas principales prioridades eran la incor-
propiedad intelectual, contribuyen 6.7% al poración de las poblaciones indígenas, la ex-
PIB (Piedras). Y si se suma esa parte del tu- pansión de la educación artística, la defen-
rismo que corresponde a la cultura (museos, sa del patrimonio nacional y la regulación
visitas a culturas autóctonas, compra de ar- de la industria cinematográfica (Johnson:
tesanías, etc.), el sector cultural ocupa el 136). Este proyecto de identidad nacional
primer o segundo lugar en la economía. se fue fortaleciendo a lo largo de los años,
Volveremos sobre este nuevo paradig- con la creación del Instituto Nacional de
ma, pero cabe ahondar en el modelo an- Antropología e Historia de México (1939),
terior, que se refiere a la consolidación de el Instituto Nacional de Bellas Artes (1946)
naciones modernas. Antes de esta consoli- y el Museo Nacional de Antropología (1964),
dación cultural, que por lo general se plas- que culmina el proceso de articulación na-
ma como proyecto en los años veinte, los cional, uniendo el pasado grandioso a la
países latinoamericanos ya habían pasado modernidad actual. El resultado de esta
por la política cultural por defecto de los enorme labor promovida por el Estado son
colonizadores: imposición del español o el las 6 600 bibliotecas y los 1 058 museos de
portugués, cristianización y jerarquización antropología, historia y arte y por añadidu-
racial. Si bien el caso mexicano no es típico ra la administración de un vasto patrimonio
de los otros países de la región, cabe ilustrar que consiste en más de 200 000 sitios ar-
a la política cultural con él porque es el que queológicos y 80 000 monumentos históri-
más aportó a la creación de una identidad cos y artísticos (Cervantes Barba).
nacional mediante la institucionalización y Esta vasta institucionalidad pasa por va-
altísimas cifras de financiamiento, lo que rias transformaciones que le dan un carác-
Octavio Paz alguna vez llamara el “ogro fi- ter muy especial en el contexto de América.
lantrópico”. La primera es el cuestionamiento de los
La reconstrucción de la historia fue el conceptos y divisiones tradicionales de la
principal vehículo utilizado por México gestión cultural a partir de la antropología
para establecer una nueva identidad na- mexicana a fines de los años setenta y co-
cional más inclusiva cuando rompió con mienzos de los ochenta: arte, cultura tradi-
el legado decimonónico y poscolonial. La cional (folclor, cultura popular) y patrimonio
Constitución Mexicana de 1917 anunciaba (tangible). Con la creación de la Dirección
un nuevo proyecto nacional de educación General de Culturas Populares (1978) bajo
masiva con el propósito de poner en mar- Rodolfo Stavenhagen se pluralizó lo tradi-
cha la economía, incorporar a las masas y cional; con la creación del Museo Nacional
crear una numerosa clase media educada de Culturas Populares (1982) y de la prime-
y nacionalista, capaz de resistir el poder de ra Convocatoria del Programa de Apoyo a
los caudillos y de las oligarquías naciona- las Culturas Municipales y Comunitarias
les y extranjeras. Los proyectos educativo- (PACMYC, 1989) bajo Guillermo Bonfil Batalla
culturales incluían la expresión artística del se enfrentó la gestión al “control cultural”
movimiento muralista, identificado con los de la institucionalidad; y con la creación
tres grandes: Diego Rivera, José Clemente del Programa Nacional de Formación de
Orozco y David Alfaro Siqueiros. El mura- Promotores Culturales (1984) se inició la
POLÍTICA CULTURAL 217

capacitación de gestores. Acaso la reflexión lleres en casas de cultura y casas del pueblo,
que mejor planteó la necesidad de ir más innumerables concursos, festivales y pro-
allá de esta tríada conceptual restringida de gramas de animación cultural, de fomento
la cultura es el libro Culturas híbridas (1989) y difusión de las culturas populares e indí-
de García Canclini: en él vemos cómo se genas, educación artística, becas al extran-
cruzan culturas populares con cultas y con jero, circuitos artísticos regionales, nuevas y
las industrias culturales. Pero, como vere- mejores formas de utilización de los medios
mos luego, esta apertura todavía dista de de comunicación masiva, estímulos a la pro-
la mayor ampliación de lo que se entiende ducción cinematográfica y cooperación in-
por cultura, que no se dará en México y en ternacional” (MacGregor).
el resto de América Latina sino hasta que Podría argüirse que el énfasis que se
se sientan los efectos del Tratado de Libre puso en la gestión y promoción de la cultu-
Comercio de América del Norte (TLCAN) y la ra mexicana no sólo respondía al llamado a
globalización. Y esta mayor ampliación tie- un nuevo interés por la comunidad y la so-
ne importantes repercusiones para la mane- ciedad civil, sino que también tenía el pro-
ra en que se concibe el desarrollo. pósito de mitigar el temor ante la probable
Como indica Cervantes Barba, este sub- pérdida de soberanía ocasionada por el tra-
sector cultural, consolidado en los años tado. Es justamente eso lo que se entiende
ochenta de manera dependiente de la Se- del libro Modernización y política cultural: una
cretaría de Educación Pública, también visión de la modernización de México (1994)
recibió la impronta modernizadora y re- de Tovar y de Teresa: “la solidez de nuestra
formadora de las políticas de desarrollo y cultura constituye el sustrato de nuestra iden-
descentralización de UNESCO. Y, desde luego, tidad […] y el baluarte de nuestra sobera-
hay que tener en cuenta la acción reestruc- nía” (17). De hecho, las megaexposiciones
turante del nuevo modelo económico que de la política cultural internacional en el
México fue obligado a adoptar frente a la sexenio de Salinas usaban el baluarte de la
crisis económica desatada por la deuda ex- identidad para alcanzar el éxito en un mun-
terna en 1982. Con el gobierno de Salinas, do globalizado, como argumenta Tovar y de
se sentaron las bases para entrar en el TL- Teresa (19-20). Según él, se necesitaba un
CAN, el contexto que llevaría a México de “retorno a las raíces” culturales como “pun-
una economía protegida por el Estado a la to de referencia único e insustituible para
desregulación, la privatización, la apertura asumir los cambios (desregulación comer-
a la sociedad civil y al libre mercado y otras cial, la liberalización política y la descentra-
armonizaciones con las políticas económi- lización institucional) de un modo que no
cas estadunidenses. ponga en peligro nuestra identidad nacio-
En el campo de la cultura, la creación del nal” (12-13).
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes La politóloga Stephanie Golob (2003)
(CONACULTA) en 1988, como órgano coordina- ofrece una teoría de transición entre el pro-
dor de la vasta institucionalidad mexicana, teccionismo y el libre mercado que parece
tuvo el propósito, según su entonces presi- explicar convincentemente la manera en que
dente Rafael Tovar y de Teresa, de servir de Mulroney en Canadá y Salinas en México
“puente […] entre los creadores y la socie- lograron encaminar a sus países al TLCAN a
dad”. Y si bien se volcó a la descentraliza- pesar de un legado nacionalista pronuncia-
ción de las instituciones culturales y se abrió do en ambos entornos. Según ella, un cho-
a la iniciativa privada mediante la creación que externo –como la recesión estadouni-
del Fondo Nacional para la Cultura y las dense a principios de los años ochenta que
Artes (FONCA), no obstante el actor principal afectó a ambos países y la concomitante cri-
de la gestión cultural siguió siendo el Estado. sis de la deuda externa que sacudió la eco-
El desarrollo de la gestión cultural en los nomía mexicana– requiere un cambio de
años noventa es impresionante: se crearon modelo, y como este cambio tiene repercu-
“la red nacional de bibliotecas, la red de mu- siones profundas en toda la sociedad, se re-
seos institucionales y comunitarios, progra- quiere de un discurso-puente legitimador
mas de fomento a la lectura, actividades que sirva de amortiguador simbólico. Golob
diversas en teatros, auditorios y plazas, ta- explica que todo régimen económico está
218 POLÍTICA CULTURAL

siempre anclado en una construcción de Niebla: 194). Acogieron con suma cautela
identidad nacional y que el viraje requiere la descentralización de la cultura mexica-
de esfuerzos discursivos para mitigar el des- na y, además, pusieron en tela de juicio las
arraigo y las concomitantes protestas ante condiciones neoliberales bajo las cuales los
el cambio. Tanto Mulroney como Salinas medios masivos privados y transnacionales
confeccionaron un discurso que equiparaba estaban sentando las bases de una nueva
integración continental con mayor seguri- formación cultural.
dad nacional, salvaguardando, según ellos, El TLCAN es fundamental para entender
un pasado nacional y no traicionándolo el enorme viraje en el concepto de cultura.
como los críticos argumentaban. En ambos Obligó a los artistas, investigadores e inte-
casos, además, la cultura fue un componen- lectuales interesados en la cultura a tener en
te importante de ese discurso-puente, pero cuenta que el objetivo del desarrollo tenía
de manera muy diferente. Para Salinas, mu- un doble o triple sentido –matriz de identi-
chos siglos de vigor cultural mantendrían la dad, factor de cohesión social, activo econó-
autonomía de México cuando éste ascendie- mico– al poner la cultura a su centro, como
ra al bloque del primer mundo con el TLCAN. recomendaban tanto UNESCO como Banco
No había que temer que la integración de- Mundial. James D. Wolfensohn, presidente
bilitara la identidad nacional porque el lega- del Banco Mundial, lideró la tendencia de los
do cultural era tan indestructible como los bancos multilaterales de desarrollo a incluir
templos aztecas. Los canadienses optaron la cultura como catalizador del desarrollo
por una defensa de su cultura mediante el humano. Para Wolfensohn, una “perspecti-
dispositivo de la “excepción cultural” en el va holística del desarrollo” debe promover
tratado, pues la diferencia entre su cultura la capacidad de acción (empoderamiento)
y la estadunidense necesitaba del apoyo de de los pobres de manera que puedan contar
la protección de las industrias culturales, con los recursos sociales y humanos que les
tan susceptibles de ser arrolladas por las del permita aguantar “el trauma y la pérdida”,
vecino del sur. En ambos casos la cultura detener la “desconexión social”, “mantener
fungió como baluarte para los promotores la autoestima” y a la vez generar recursos
del TLCAN. materiales. “La cultura material y la cultu-
Las protestas contra el TLCAN y sus políti- ra expresiva son recursos desestimados en
cas culturales internacionales (v.gr., la me- los países en vías de desarrollo. Pero pue-
gaexposición “México: Los esplendores de den generar ingresos mediante el turismo,
treinta siglos”, que según Paz [“Power”: 19] las artesanías y otras actividades culturales”
conciliaba la “otredad” del pasado mexicano (World Bank: 11). “El patrimonio genera
con el futuro de su modernidad) y la irrup- valor. Parte de nuestro desafío conjunto es
ción del Ejercito Zapatista de Liberación analizar los retornos locales y nacionales
Nacional al inicio del TLCAN, se añadieron para inversiones que restauran y derivan
a otros serios cuestionamientos de parte de valor del patrimonio cultural, trátese de
antropólogos y otros que habían procura- edificios y monumentos o de la expresión
do abrir alternativas al uso ideológico de cultural viva como la música, el teatro y las
la política cultural: Bonfil Batalla, García artesanías indígenas” (World Bank: 13).
Canclini, Valenzuela Arce, Monsiváis y Pero en lugar de potenciar a los creado-
otros. Éstos publicaron en 1992 un análisis res culturales, el TLCAN tuvo nefastos efectos.
de los posibles efectos del libre comercio en Eduardo Nivón observó tres grandes trans-
la educación y la cultura. Cuestionaron la formaciones generales, todas negativas: 1]
participación en el tratado cuyo único efec- la pérdida del dinamismo industrial; 2] la
to, al menos en el plano cultural, consistía reorientación hacia actividades financieras,
en intensificar un ethos consumista en la comerciales y de servicios y, 3] la profundi-
minoría que disponía de medios suficien- zación de la desigualdad, ya que el TLCAN no
tes y en excluir, de los entonces 85 millones generó beneficios equitativos para todas las
de mexicanos, a 17 millones que vivían por regiones y, además, tres efectos específicos
debajo de la línea oficial de la pobreza y a en el campo cultural: 1] la competencia de
otros 30 millones que se hallaban en el um- la iniciativa privada con el Estado en la pro-
bral (Monsiváis, “De la cultura” en Guevara ducción de bienes culturales y el concomi-
POLÍTICA CULTURAL / POSCOLONIALISMO 219

tante predominio de la cultura privada a html>; Guevara Niebla, Gilberto y Néstor


domicilio; 2] la entrada más acelerada y me- García Canclini (comps.), La educación y la cul-
nos regulada de los grandes consorcios glo- tura ante el Tratado de Libre Comercio, México,
bales y su oferta cultural en el territorio Nueva Imagen, 1992; Johnson, Randal, “Film
nacional; y 3] la reducción de la presencia Policy in Latin America”, en Albert Moran
del Estado en la “disposición de normas, (ed.), Film Policy: International, National and
apoyos en infraestructura y subsidios” Regional Perspectives, Londres, Routledge,
(Nivón Bolán). 1996, pp. 128-147; MacGregor, José Antonio,
Hoy en día, los creadores y gestores cul- “El Promotor Cultural del Nuevo Siglo”,
turales, y muchos intelectuales, piden que se México, Consejo Nacional para la Cultura y
renegocien ciertos aspectos del TLCAN, sobre las Artes, s/f; <http://vinculacion.conaculta.
todo aquellos que dificultarían que el Estado gob.mx/capacitacioncultural/23420c.html>,
subsidie a la cultura mexicana. Ya no se bus- consulta enero de 2002; Monsiváis, Carlos, “De
ca una excepción cultural que exima sólo lo la cultura mexicana en vísperas del Tratado de
mexicano de las leyes de comercio; más bien Libre Comercio”, en Gilberto Guevara Niebla y
México, como casi todo el resto de América Néstor García Canclini (comps.), La educación
Latina, ha firmado un Convenio para la y la cultura ante el Tratado de Libre Comercio,
Diversidad Cultural que pone el acceso de México, Nueva Imagen, 1992, pp. 190-209;
culturas a entornos propios e internaciona- Nivón Bolán, Eduardo, “Cultura e integración
les antes de la rentabilidad económica. Lo económica. México a siete años del Tratado de
que los grandes consorcios y las institucio- Libre Comercio”, Pensar Iberoamérica: Revista
nes que apoyan sus causas ponen en peligro de Cultura, núm. 2, octubre 2002-enero 2003
es la diversidad de expresiones. De ahí que <http://www.campus-oei.org/pensariberoame-
cada vez más se esté buscando fortalecer la rica/ric02a02.htm>, consulta 2 de octubre de
diversidad mediante el fortalecimiento de 2002; Paz, Octavio, “The Power of Ancient
MIPYMES (micro, pequeñas y medianas em- Mexican Art”, New York Review of Books, 6 de
presas), que son las que producen fonogra- diciembre de 1990, p. 1821; Piedras, Ernesto,
mas o películas o libros que las majors no ¿Cuánto vale la cultura? La contribución
se arriesgarían a lanzar al mercado. La po- económica de las industrias protegidas por el
lítica cultural ya no trata sólo de identidad derecho de autor en México, México, CONACUL-
nacional, sino de identidades, que a su vez TA, 2004; Saunders, Frances Stonor, Cultural
están vinculadas al sector productivo y a la Cold War: The CIA and the World of Arts and
legislación respecto a bienes y servicios a Letters, Nueva York, The New Press, 1999 [La
escala nacional e internacional. CIA y la guerra fría cultural (trad. Rafael Fontes),
Madrid, Debate, 2001]; Tovar y de Teresa,
OBRAS DE CONSULTA. Cervantes Barba, Cecilia, Rafael, Modernización y política cultural: una
“Política cultural y ¿nuevos movimientos cul- visión de la modernización de México, México,
turales en México?”, ponencia presentada en la Fondo de Cultura Económica, 1994; World
mesa “Hegemonía cultural en América Latina” Bank, Culture Counts: Financing, Resources,
para el Congreso de la Latin American Studies and the Economics of Culture in Sustainable
Association, Las Vegas, Nevada, 8 de octubre de Development. Proceedings of the Conference;
2004; Getino, Octavio, “Aproximación a un es- Washington, D. C., 1999, <http://WBLN0018.
tudio de las industrias culturales en el Mercosur Worldbank.org/Networks>.
(incidencia económica, social y cultural para
la integración regional)”, ensayo presentado [GEORGE YÚDICE]
en el Seminario Internacional “Importancia y
Proyección del Mercosur Cultural con miras a
la Integración”, Santiago de Chile, 3-5 de mayo poscolonialismo
de 2001, <http://www.campus-oei.org/cultura/
getino.htm>; Golob, Stephanie R., “Beyond Entre los términos más debatidos en los es-
the Policy Frontier: Canada, Mexico, and the tudios culturales latinoamericanos, en los
Ideological Origins of NAFTA”, World Politics, últimos veinticinco años, figura el del pos-
núm. 55.3, 2003, pp. 361-398, <http://muse.jhu. colonialismo, en parte por su manufactura
edu/Journals/world_politics/v055/55.3golob. en lengua inglesa pero también por su des-
220 POSCOLONIALISMO

fase histórico. En ambos casos se han dado mico, sin embargo, comparten con la prime-
malentendidos que en esta entrada quisiéra- ra una preocupación por las continuidades
mos tornar productivos. La crítica latinoa- de los pasados coloniales en los presentes
mericana se ha preguntado sobre la aplica- poscoloniales. De ahí que el proyecto sea de
bilidad de poscolonialismo al considerar una descolonización de la cultura y el saber
que los objetos de estudio y las realidades académico.
poscoloniales en los países africanos, asiáti- La conferencia sobre “Europa y sus otros”
cos y oceánicos tienen poco que ver con lo (Europe and Its Others) en la Universidad
latinoamericano dado que la mayor parte de de Essex, Inglaterra, en 1984, constituyó un
los países de América Latina lograron su primer momento en el que se planteó el pro-
independencia a principios del siglo XIX, yecto poscolonial en el ámbito académico.
precisamente cuando se consolidan los pro- Entre los participantes figuraron Edward
yectos imperiales en África, Asia y Oceanía. Said, Gayatri Spivak, Homi Bhabha, Peter
En cuanto a la lengua inglesa también se ha Hulme, Talal Asad, y, en el área de los es-
visto con recelo que el proyecto de los estu- tudios culturales latinoamericanos, Gordon
dios poscoloniales se haya exportado de la Brotherston, Doris Sommer y José Rabasa.
academia norteamericana, y en menor gra- Las actas del congreso reunieron las prime-
do británica. Paradójicamente, uno de los ras formulaciones de textos que han venido
temas que con más rigor se ha tratado en a ser considerados fundacionales de los es-
los estudios poscoloniales es el de la expor- tudios poscoloniales y que han ejercido una
tación y traducción de ideas forjadas en las profunda influencia en una amplia gama
antiguas metrópolis imperiales. Obsérvese de disciplinas académicas. Otra entrada de
que el “pos” no indica un momento en el que este diccionario examina el proyecto de los
ya se ha superado el colonialismo sino la estudios subalternos cuyos trabajos y pro-
toma de conciencia de las continuidades y puestas pueden muy bien ser entendidos
legados coloniales aun siglos posteriores a dentro del poscolonialismo, tales como el
las independencias políticas. ensayo de Gayatri Chakravorty Spivak, “Can
Aun cuando podemos datar el origen the Subaltern Speak?” (¿Puede el subalter-
de los estudios poscoloniales con el libro no hablar?), y la obra de los historiadores
Orientalismo de Edward Said, la nueva rea- Ranajit Guha, Dipesh Chakravarty y Partha
lidad postcolonial, tanto de carácter históri- Chatterjee, entre otros. La distinción entre
co como intelectual, tiene un origen en los estudios subalternos y poscoloniales es aca-
discursos anticoloniales que acompañan a démica, ya que con frecuencia encontramos
las nuevas naciones independientes después a los mismo autores escribiendo sobre una u
de la segunda guerra mundial. Los trabajos otra modalidad, y aun en un mismo ensayo;
de Albert Memmi, Aimé Césaire, Amilcar sin embargo, esta distinción en un dicciona-
Cabral, C. L. R. James y Frantz Fanon, por rio de los estudios culturales latinoamerica-
sólo mencionar los más importantes, antici- nos es pertinente dado el proyecto de crear
pan a la crítica que emerge durante los años un grupo dedicado a los estudios subalter-
ochenta en Inglaterra y Estados Unidos. nos latinoamericanos. La entrada sobre los
Debemos recordar que estos críticos tuvieron estudios subalternos dará razón de este gru-
una recepción productiva en América Latina po. Aquí se limita a indicar cuán tenue, si no
en los años posteriores a la Revolución cu- arbitraria, puede ser la diferenciación.
bana de 1959. Sería un error, sin embargo, Hoy en día, en el ámbito de América
olvidar los antecedentes y las contribuciones Latina, se habla de momentos poscolonia-
de intelectuales latinoamericanos de la mag- les para referirse a los Estados que surgen
nitud de José Carlos Mariátegui, quien en los después de las guerras de independencia,
años veinte del siglo pasado ya planteaba la denominación que aparenta tener un sen-
necesidad de pensar el lugar de las culturas tido transparente, sin embargo, debemos
indígenas en las luchas de corte marxista. insistir en que esta periodización carece
A diferencia de esta generación de intelec- de rigor. Hablar de lo poscolonial como
tuales íntimamente ligados a las luchas de momento histórico se presta a equívocos y
liberación nacional, la crítica de los años críticas que nos recuerdan que aun cuando
ochenta es primordialmente de corte acadé- los países en el “tercer mundo” han logra-
POSCOLONIALISMO 221

do su independencia formal de las antiguas una mera ideología que se podría superar a
metrópolis, las realidades socio-económicas través de un desenmascaramiento, sino
y culturales frecuentemente reproducen es- como un conjunto de prácticas y dispositi-
tructuras coloniales bajo la modalidad del vos discursivos que estructuran el mundo
neocolonialismo. Habría que hacer la distin- para una apropiación hegemónica. La pro-
ción entre poscolonialismo entendido como blemática poscolonial en América Latina
momento histórico (sea el que corresponda incluye tanto al imperialismo estadunidense
a las independencias formales del siglo XIX como al pasado colonial que data de la in-
o a las del XX) y las articulaciones desco- vasión europea del siglo XVI. Más allá de una
lonizadoras de la critica poscolonial. En el resistencia al influjo cultural, político y eco-
caso de América Latina lo más común fue nómico de Estados Unidos, la problemática
que las élites que se consolidaron después poscolonial nos fuerza a concebir la hege-
de las guerras de independencia constituye- monía en el interior de la lengua española y
ran colonialismos internos que sometieron de los hábitos culturales criollos, en las
a las poblaciones indígenas y negras a pro- incorporaciones de las culturas indígenas
cesos de marginalización y exclusión de una precolombinas a los proyectos nacionalistas
plena ciudadanía. El término poscolonial mexicanos y los racismos solapados que re-
acarrea en el Estado “pos” la sombra y los producen la servidumbre de los indígenas
fantasmas de los pasados coloniales. Pensar contemporáneos, en fin, en las teleologías de
lo poscolonial, ya no como mero momento corte marxista que consignan a las culturas
posterior a las independencias formales, im- indígenas a un pasado sin futuro. Esto no
plica tomar conciencia de las continuidades quiere decir que la crítica poscolonial sea
coloniales que acarrean inevitables legados antimarxista sino que propone concepcio-
lingüísticos, culturales y políticos. Los au- nes del marxismo críticas de las ortodoxias
tores ya citados, que emergen de las luchas estalinistas.
anticoloniales de mediados del siglo XX, son En este sentido se puede considerar al
particularmente rigurosos en sus proyectos movimiento zapatista de finales del siglo
descolonizadores. veinte (consideren los comunicados elabo-
La crítica poscolonial que surge en los rados a partir del alzamiento del Ejército
años ochenta se propone transformar el sa- Zapatista de Liberación Nacional en 1994)
ber académico. El concepto del orientalismo como poscolonial en tanto que sus articula-
de Said tuvo efectos globales en los estudios ciones políticas y culturales asumen plena
sobre África, Asia y Oceanía. Ya no se podría conciencia de la necesidad de incluir, más
pensar, sin tomar conciencia de los orígenes bien, de pensar los proyectos de transfor-
imperialistas de las tradiciones intelectuales mación social desde los espacios indígenas.
occidentales, directa o indirectamente im- No se trata, por supuesto, de reducir el pro-
bricadas en el colonialismo, no sólo en el yecto zapatista a la crítica del orientalismo
contexto de las antiguas metrópolis sino de Said sino de trazar una práctica en la
también en la exportación de los paradig- que el objetivo descolonizador del saber
mas a países como México, donde todavía tiene no sólo igual sino aun mayor vigen-
está por escribirse la historia de los centros cia. El zapatismo no es, por supuesto, una
de estudios de África y Asia del Colegio de practica académica, lo que no excluye que
México. El concepto del orientalismo tam- tenga lecciones para aquellos que teorizan
bién ha servido para conceptualizar aspec- desde la academia sobre América Latina
tos de la cultura latinoamericana que acom- (véase Mignolo, Rabasa en Lloyd y Lowe).
pañan a los colonialismos internos. Pero Pero antes de mencionar algunas instancias
más allá de las formulaciones específica- de poscolonialismos latinoamericanos debe-
mente “orientalistas”, el libro de Said nos mos precisar el concepto de violencia epis-
ofrece una aproximación al ejercicio del po- témica como ha sido elaborado por Gayatri
der en los discursos coloniales. Spivak.
La novedad de Said reside en la yuxtapo- En ¿Puede el subalterno hablar? Spivak
sición del pensamiento de Michel Foucault, nos ofrece una formulación coherente y ri-
Antonio Gramsci y Frantz Fanon que le per- gurosa sobre la violencia epistémica. Como
mite concebir el orientalismo ya no como ya lo precisa el título de su ensayo, Spivak
222 POSCOLONIALISMO

examina los límites de la representación del perspectiva poscolonial que informa el con-
subalterno. Según Spivak la violencia epis- cepto de violencia epistémica nos permite a
témica se ejerce a partir de los criterios va- su vez entender cómo los indígenas utilizan
lorativos que excluyen el saber de los grupos las categorías históricas coloniales para
subalternos y las mediaciones intelectuales crear sus propios espacios y negociar luga-
sin las cuales el habla del subalterno no lo- res dentro de la administración y estructu-
gra ser inteligible. Si bien la respuesta de ras de poder coloniales. Este punto aparen-
Spivak es negativa, debemos observar que temente contradiría la negativa de Spivak
escribe contra la pretensión de que la comu- sobre el habla subalterna, ya que se asume
nicación del saber subalterno es directa y una agencia en al habilidad de apropiarse
transparente. Es más, en el ensayo tiene de los conceptos históricos europeos. Sin
igual importancia su repuesta negativa embargo, en este hacerse la historia propia
como la insistencia en que, “Al aprender a (tanto en el sentido de pertenencia como de
hablarle al (en vez de a escuchar al o a ha- “pulcritud” ideológica) se pierde el sentido
blar por él) sujeto históricamente enmude- de la memoria y la temporalidad indígenas.
cido de la mujer subalterna, el intelectual Es decir, la memoria y la temporalidad indí-
poscolonial sistemáticamente ‘desaprende’ el genas sólo son inteligibles a partir de proce-
privilegio” (295 [cursivas en el original]). sos de traducción. Debemos observar que el
Más allá de este ensayo seminal, Spivak ha concepto de subalternidad siempre es rela-
publicado una serie de libros entre los cua- tivo a las estructuras de poder vigentes.
les se debe consultar A Critique of Poscolonial La cuestión sobre la aplicabilidad de la
Reason. teoría poscolonial a la cultura latinoameri-
En el contexto de los estudios culturales cana carece de importancia cuando consi-
latinoamericanos la cuestión del habla del deramos que es precisamente en la inapli-
subalterno ha influido en las concepciones cabilidad donde ha dado los resultados
y los debates sobre el género testimonial. En más productivos (véase Beverley, Mignolo,
este ensayo también ha resonado entre Rodríguez). No se trata de una mera apli-
aquellos que estudian las formas mediante cación servil de la teoría poscolonial, sino
las cuales la historiografía colonial ejerce de crear espacios de debate en los cuales
una violencia epistémica al constituir a las se toma conciencia de las diferencias que
culturas indígenas bajo la rúbrica de supers- paradójicamente llevan a entender con más
tición e idolatría, así como en la imposibili- profundidad lo específicamente latinoame-
dad de que el historiador indígena pueda ricano del colonialismo que se implementó
expresar un criterio de historia que no se en el siglo XVI. En el afán de negar la rele-
subordine a las categorías de la historia oc- vancia de la crítica poscolonial se ha llegado
cidental (véase Rabasa en Rodríguez). al extremo de negar que en América Latina
En su formulación más elemental, los –y en México en particular– se hubiera dado
procesos de colonización marcan el pasaje un proceso de colonización. Se pretende que
a la historia en tanto que la incorporación a nunca existió un imperialismo español, y
la iglesia católica se define como entrada a la se habla del virreinato en vez del periodo
historia universal. Esto no quiere decir que colonial. De ahí que se ignoren los debates
los misioneros y los burócratas españoles y la producción rigurosa de teoría sobre la
fueran tan torpes para no poder reconocer legitimidad del dominio español en América
en la cultura indígena formas de escritura y en el siglo XVI, que no es otra pregunta que
memoria que manifiestan un sentido histó- la de la legitimidad de la usurpación de la
rico, sino que la memoria indígena es histó- soberanía de los pueblos indígenas.
rica en la medida que se la constituye para Más allá de Francisco Vitoria, se debe
la conformación de un orden colonial. Las citar el De dominio infidelium et iure belli del
cartografías, las genealogías y los anales, agustino Alonso de la Vera Cruz. Este trata-
por tomar estos géneros como característi- do de Vera Cruz consiste en las conferencias
cos de la historia indígena, asumen un ca- que dictó con motivo de la inauguración de
rácter histórico a partir de su uso en escla- la Universidad de México, 1554-1555. Un
recimiento del lugar de las comunidades acercamiento a la obra de Vera Cruz desde
indígenas dentro del orden colonial. La la teoría poscolonial nos lleva a la paradoja
POSCOLONIALISMO 223

de que la cuestión poscolonial tiene sus orí- Rivera Cusicanqui y Barragán, Kaliman en
genes en México desde el siglo XVI, quizás Rodríguez).
desde el primer momento de la invasión es- Observen que esta conversación se ha
pañola y la resistencia indígena. El texto de dado directamente entre la India y Bolivia
Vera Cruz –se debería también mencionar la sin la mediación de la academia norteame-
obra de Bartolomé de las Casas– plantea la ricana. Se concluye esta entrada con esta
necesidad de crear un orden colonial justo indicación geopolítica no por negar el po-
y equitativo, en el que la riqueza debería ser der que se pueda ejercer desde Estados
redistribuida con la finalidad de promover Unidos cuando sus académicos exportan
el bien común. Ya quisiéramos tener en la paradigmas intelectuales a América Latina,
práctica de los colonialismos internos en el sino por insistir en que la dirección de los
siglo XX, el rigor y la lucidez de los argumen- discursos se ha dado tanto de norte a sur
tos de Vera Cruz en los que sustenta que si como de sur a norte y de sur a sur. El tra-
bien la invasión originaria fue ilegal e ilegí- bajo de los intelectuales de otras latitudes
tima, sería un error, si no un imposible el ha tenido un impacto importante en la de-
que España abandonara el Nuevo Mundo, al finición de los estudios culturales latinoa-
igual que sería un imposible pensar que de mericanos de los últimos veinticinco años,
un plumazo se va a dejar de reproducir el pero el valor de las conversaciones ha resi-
colonialismo interno en nuestros días. Para dido sobretodo en el debate y en la articu-
Vera Cruz los líderes corruptos indígenas lación de las diferencias.
que venden tierras comunales sin consultar
a las comunidades son tan problemáticos OBRAS DE CONSULTA. Ashcroft, Hill, Gareth
como los españoles que las compran o se las Griffith y Helen Tiffin (eds.), The Poscolonial
apropian a la fuerza, por medio del terror. Studies Reader, Nueva York, Routledge, 2006;
En la toma de conciencia del hecho de que Chakravarty, Dipesh, Provincializing Europe:
el ejercicio del poder colonial no se da en un Poscolonial Thought and Historical Difference,
mero esquema binario que opone al coloni- Princeton, Princeton University Press, 2000;
zador y al colonizado reside la profundidad De Toro, Alfonso y Fernando de Toro, El de-
de la teoría poscolonial que en le caso de bate de la postcolonialidad en América Latina:
México se remonta a la colonia. una modernidad periférica o cambio de pa-
La relación con la teoría poscolonial radigma en el pensamiento latinoamericano,
debe ser entendida como una calle de dos Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/
sentidos, en la que los críticos asiáticos, afri- Vervuert, 1999; Lloyd, David y Lisa Lowe
canos y oceánicos aprendan algo sobre la (eds.), The Politics of Culture in the Shadow of
implementación del colonialismo, los deba- Capital, Durham, Duke University Press, 1997;
tes sobre el imperialismo y las prácticas de Mignolo, Walter, Local Histories/Global Designs:
resistencia e insurgencia en América Latina. Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border
Estos debates y diálogos ya se han dado tan- Thinking, Princeton, Princeton University
to en los estudios subalternos como posco- Press, 2000 [Historias locales/diseños globales:
loniales (véase Ashcroft, Griffith y Tiffin, colonialidad, conocimientos subalternos y pen-
Rodríguez, Lloyd y Lowe). En el contexto samiento fronterizo, Madrid, Akal, 2003]; Rivera
europeo, el trabajo de David Lloyd sobre Cusicanqui, Silvia y Rossana Barragán, Debates
Irlanda tiene particular relevancia para una Post Coloniales. Una introducción a los estudios
reflexión sobre lo popular-nacional en las de la subalternidad, La Paz, Editorial Historias,
luchas de liberación nacional. Las conversa- Ediciones Aruwiri y SEPHIS, 1997; Rodríguez,
ciones han desembocado en publicaciones Ileana (ed.), Convergencia de tiempos: estudios
conjuntas tanto en español como en inglés. subalternos/contextos latinoamericanos, estado,
La circulación de los textos no carece de cultura, subalternidad, Amsterdam, Rodopi,
ironía ya que en ocasiones nos encontramos 2001; Spivak, Gayatri Chakraborty, A Critique
con intelectuales argentinos, de Tucumán en of Poscolonial Reason. Toward a History of the
particular, que se vienen a enterar en un Vanishing Present, Cambridge, Massachussetts,
congreso en la Universidad de Pittsburgh de 1999.
conversaciones con y traducciones de inte-
lectuales hindúes en La Paz, Bolivia (véase [JOSÉ RABASA]
224 POSMEMORIA

posmemoria cientistas sociales como a psicólogos, psi-


coanalistas y críticos culturales, el campo de
Hacia mediados de los años ochenta, se la posmemoria está abocado principalmen-
instala el estudio de la memoria como un te al estudio de producciones culturales y a
área importante dentro de los estudios cul- las mediaciones culturales de los procesos
turales. Según Andreas Huyssen la preocu- memorísticos. Su campo más fecundo es el
pación por la memoria de las sociedades estudio de la fotografía, el performance, el
occidentales marca un importante giro de teatro y los sitios de memoria, o sea, aque-
interés en el campo de la cultura, en con- llos espacios creados por las sociedades para
traste con el privilegio del futuro que era ubicar geográficamente el recuerdo como
parte integral del discurso de la modernidad los monumentos y los “antimonumentos”.
(21). Esta nueva atención a la memoria se La figura asociada más directamente con
diferencia del estudio tradicional del pasa- los estudios de la posmemoria es Marianne
do, dentro de esquemas disciplinarios como Hirsch, una crítica literaria nacida en
la historia, en un aspecto fundamental: se Rumania en la inmediata postguerra, hija
privilegia la subjetividad y se intenta dar de sobrevivientes del Holocausto que emi-
cuenta del momento en que la experiencia gró a los Estados Unidos a principios de
vivida se transforma en historia. Son cen- los años sesenta. Después de una exitosa
trales en este enfoque, consecuentemente, el carrera en el campo de los estudios de la
testimonio, la historia oral y las celebracio- literatura francesa con un enfoque psicoa-
nes y recordaciones públicas. Muchos de los nalítico y feminista, Hirsch se abocó al es-
estudios se enfocan entonces en modos de tudio de la posmemoria recuperando expe-
performance memorialístico, en el paso de riencias personales de infancia y leyendo el
las historias individuales (story) a historias corpus de las producciones culturales sobre
colectivas (history) y en la creación de mo- el Holocausto. El cambio de énfasis en la
numentos de recordación de eventos trau- carrera de Hirsch está marcado por prác-
máticos como el Holocausto y el terrorismo ticas de los estudios culturales que a partir
de Estado. Dentro de los estudios de la me- de los años ochenta, propician la inclusión de
moria se acuña, a fines de los años ochenta lo personal en el trabajo intelectual y am-
el término posmemoria para estudiar pro- plían los corpus de estudio de los críticos
ductos culturales que exploran la perdura- literarios que ahora incluyen fotografía,
bilidad de las experiencias traumáticas a cine, historieta y otros géneros. En su libro
través de las generaciones. Family Frames: Photography, Narrative and
Posmemoria es un neologismo con una Postmemory (1997), Hirsch acuña el térmi-
historia brevísima en los estudios culturales no posmemoria para describir la experiencia
y más breve aún en el entorno latinoameri- de la llamada “segunda generación” o sea la
cano. Se ha establecido, sin embargo, como generación de los hijos de los sobrevivientes
eje de análisis en el estudio de producciones del Holocausto. Hirsch define la posmemo-
culturales en Estados Unidos y Europa y ha ria como: “una forma de memoria poderosa
creado ya una polémica importante en los y muy particular porque su conexión con
debates sobre el pasado reciente, la memo- su objeto o fuente está mediado no por un
ria y la creación de sitios de memoria en el recuerdo pero a través de una inversión
Cono Sur. emocional y una creación. Esto no quie-
La posmemoria surge en el campo de es- re decir que la memoria no esté mediada,
tudios sobre la memoria como un modo de sino que está conectada más directamente
dar cuenta de la perdurabilidad de los he- al pasado. La posmemoria caracteriza la
chos traumáticos. Los dos autores que inau- experiencia de aquéllos que crecen domina-
guran los estudios de la posmemoria son los dos por narrativas que precedieron su naci-
estadunidenses Marianne Hirsch y James miento, cuyas propias historias tardías son
Young, ambos críticos literarios con espe- evacuadas por historias de la generación
cial interés en los estudios del Holocausto. A previa moldeadas por eventos traumáticos
diferencia de los estudios de la memoria que que no pueden ser entendidos o recreados.
se sitúan desde el principio como empresa He desarrollado esta noción en relación a
interdisciplinaria, que se involucran tanto a los hijos de sobrevivientes del Holocausto
POSMEMORIA 225

pero creo que puede ser útil para describir asegura de que su propia ‘posmemoria’ de
otras experiencias de la segunda generación los eventos se transforme en un proceso in-
de eventos y experiencias culturales o colec- concluso y efímero, y no un modo de obte-
tivas traumáticas (22).” ner respuestas definitivas a preguntas impo-
Hirsch utiliza el modelo de la posmemo- sibles (2).”
ria para analizar una variedad de productos La posmemoria se ocupa de la experien-
culturales como la historieta sobre el Holo- cia intersubjetiva de lo social como proceso.
causto Maus de Art Spiegelman, muestras En principio, el sitio de la posmemoria es la
de fotografía en Estados Unidos, imágenes familia pero se extiende el concepto para
de la maternidad en la fotografía, un proyec- incluir procesos sociales más amplios de me-
to de la revista Life y, en colaboración con morias retrospectivas. La utilización de los
Leo Spitzer, la vida cultural en la ciudad medios de comunicación para la creación de
ucraniana de Czernowitz y la obra de la ar- estas memorias colectivas es fundamental.
tista argentina Mirta Kupfernic. Los académicos participan además de deba-
James Young en At Memory’s Edge se tes públicos sobre cómo producir espacios
pregunta cómo “recordar” aquellos hechos colectivos de conmemoración.
que no se han experimentado directamen- Como los estudios de la memoria, los de
te, cómo “recordar” lo que no se ha vivido. la posmemoria acompañan los movimien-
Young distingue “Recordar” de “recordar” tos sociales de descolonización y la hege-
para diferenciar el recuerdo de la experiencia monización de un discurso de los derechos
vivida y el recuerdo de narraciones e imáge- humanos, que en gran medida remplazó el
nes ajenas y más remotas en el tiempo. Este discurso de la izquierda en la esfera pública
segundo modo de recordar es, según Young, en los últimos dos decenios del siglo XX. La
vicario. Young, como Hirsch fue formado en memoria y la posmemoria son centrales en
la crítica literaria. Considera que las marcas los debates sobre los movimientos de escla-
de los hechos traumáticos son intergenera- recimiento de las violaciones de derechos
cionales y que los efectos de determinados humanos en Centro y Sudamérica, del fin
eventos pueden transmitirse culturalmente del apartheid en Sudáfrica y del movimiento
y marcar a toda una sociedad. Desde esta de derechos civiles en Estados Unidos. Tiene
perspectiva, por ejemplo, toda la sociedad un ímpetu importante a partir de la revi-
estadunidense podría considerarse una so- sión de la experiencia del Holocausto que
ciedad de posmemoria del Holocausto. tiene lugar en los años ochenta con la pro-
Tanto Hirsch como Young presentan el ducción de la serie televisiva “Holocausto”,
Holocausto como una experiencia hiperme- la atención dedicada a los quincuagésimos
diada (Young: 45) que fue vivida como fenó- aniversarios (del acceso de Hitler al po-
meno socio-cultural mediático por una por- der, de la Kristallnacht, del desembarco en
ción importante del mundo occidental a Normandía, etcétera).
través de la fotografía, el cine, exposiciones La posmemoria se contextualiza en el
de arte y programas televisivos. Se ha trans- marco de los estudios académicos autobio-
formado en “pasado vicario” para muchos gráficos que se imponen en departamentos
que no tuvieron ninguna experiencia perso- de estudios de género y de etnicidad en
nal directa o transmitida desde la genera- Estados Unidos en las décadas de los seten-
ción anterior. Dice Young refiriéndose a la tas y ochentas, y está muy influida por el psi-
generación de artistas que crean lo que él coanálisis y los estudios feministas. Se inserta
define como un arte de la posmemoria: “Al dentro del trabajo de colectivos culturales
representar el Holocausto como un pasado feministas o influidos por el feminismo que
‘vicario’, estos artistas insisten en mantener comenzaron a ahondar en experiencias del
una frontera definida entre su trabajo y el trauma, muchas veces en conexión con his-
testimonio de la generación de sus padres. torias familiares. Estas investigaciones com-
Este trabajo reconoce la necesidad de los binan la rememoración del pasado familiar
padres de dar testimonio de sus experien- y el estudio de objetos culturales amparados
cias, aun de dejar el Holocausto atrás. Pero por nuevos modos de realizar investigación
al iluminar la vicariedad de su experiencia académica que autorizan el uso de la prime-
con los eventos, la segunda generación se ra persona. Gana ímpetu la idea de que “la
226 POSMEMORIA

discusión sobre la memoria raras veces pue- zar la producción de cineastas como Natalia
de ser hecha desde afuera, sin comprometer Bruschtein, Albertina Carri y María Inés
a quien la hace, sin incorporar la subjetivi- Roqué, hijas de militantes políticos desapa-
dad del/a investigador/a” (Jelin: 3). recidos; pero también como lo ha hecho
La posmemoria no podría pensarse fuera Susana Kaiser para describir el discurso de
de los estudios culturales y del desarrollo de jóvenes en cuyas familias no hubo experien-
diferentes disciplinas asociadas a la memo- cias directas de la represión.
ria en el campo de la psicología, como los El uso del término posmemoria se ha
estudios del trauma y las corrientes psico- comenzado a extender más allá de los estu-
lógicas que estudian las memorias recupe- dios del Holocausto. Dentro de los estudios
radas y su aplicación jurídica. El término estadunidenses, hay investigación sobre la
posmemoria gana adeptos en programas posmemoria en experiencias de la esclavi-
universitarios trans e interdisciplinarios de- tud y la segregación. Se ha utilizado el con-
dicados al estudio del trauma, la memoria y cepto también para hablar de la situación
el conflicto en Estados Unidos y en Europa. poscolonial africana, caribeña y del sudeste
En el centro del debate sobre la posmemoria asiático. Algunos autores utilizan este tér-
está la conceptualización de la memoria cul- mino para hablar de espacios geográficos
tural que según Mieke Bal ha “desplazado con memorias múltiples como es el caso
o subsumido los discursos de memoria in- de Palestina/Israel o de India/Pakistán. La
dividual (psicológica) y social” (vi). En este posmemoria también ha sido utilizado para
enfoque la memoria se presenta como un hablar de otros genocidios como el armenio
discurso cultural que funciona como nexo y para analizar fotografías y diarios perso-
entre pasado, presente y futuro. El giro sub- nales en textos que analizan experiencias
jetivo es fundamental para el desarrollo de migratorias.
la idea de posmemoria que define experien- En el ámbito latinoamericano, el estudio
cias identitarias. de la posmemoria ingresa, en principio, en
Los críticos que usan el término posme- el campo de los estudios del Holocausto
moria sostienen que hay características es- para describir producciones culturales que
pecíficas de la experiencia de las generacio- exploran la experiencia de sobrevivientes
nes marcadas por un trauma que no vivieron, del nazismo en Argentina (Szurmuk) y en
que no puede ser explicada exitosamente Bolivia (Spitzer). El término se ha extendido
con el término memoria. A diferencia de la para referirse a los hijos de desaparecidos y
memoria que está conectada directamente de la segunda generación nacida después
al pasado, y que puede referirse a experien- del final de las dictaduras. Nerea Arruti y
cias de todo tipo, la posmemoria se ocupa Ana Forcinito, entre otros, han utilizado el
solamente de hechos traumáticos cuya per- término, para tratar productos culturales de
durabilidad emocional marca las generacio- Argentina, Chile y Uruguay. Francine A’ness
nes subsiguientes a los que experimentaron. utiliza el término posmemoria en cuanto
En el caso de experiencias traumáticas, en- recuerdo intersubjetivo para referirse a
tonces, se usa el término “memoria” para prácticas memorísticas en Perú como el per-
referirse a la experiencia y la producción formance del grupo teatral Yuyachkani y la
cultural de quienes fueron víctimas, perpe- organización de comités de la verdad en los
tradores o testigos de un hecho traumático, Andes. En diferentes encuentros académi-
mientras que la posmemoria se enfoca en cos se ha especulado sobre la posibilidad de
los registros culturales producidos por quie- utilizar el término para situaciones como la
nes crecen a la sombra de estos recuerdos. conquista, las herencias culturales indíge-
Estos casos pueden referirse a quienes son nas y las matanzas de comunidades indígenas
descendientes directos de víctimas, perpe- en América Central durante los años setenta
tradores o testigos o a quienes crecieron en y ochenta. No hay, sin embargo, estudios
una sociedad atravesada por el trauma pero publicados en ese sentido. La utilización
que no lo vivieron directamente. Por ejem- metodológica del término posmemoria es
plo, en el caso de los jóvenes que nacieron mucho más evidente en el análisis de pro-
en la Argentina en el decenio de los setenta, ductos visuales como lo demuestran recien-
se puede hablar de posmemoria para anali- tes análisis del trabajo de instalación de
POSMEMORIA 227

Marcelo Brodsky (Arruti, 2007) y de la pelí- ne la literatura o el arte experimental, por


cula Garage Olimpo. También se han reali- un lado, o el texto académico, por otro,
zado interesantes estudios de rescate comu- como respuestas culturales adecuadas para
nitario, utilizando historias de vida, para el registro de la memoria reciente.
reconstruir experiencias migratorias como La posmemoria como término crítico uti-
es el caso del proyecto de Mirta Zaida lizado para estudiar y entender experiencias
Lobato y Daniel James sobre la comunidad traumáticas del siglo XX ya ha ganado un
ucraniana en la localidad bonaerense de lugar en los estudios culturales europeos y
Berisso en Argentina estadunidenses. Como fenómeno de fin de
Sorprendentemente este término que no siglo XX y testimonio de los esfuerzos para
ha tenido aún mucha difusión en América dar cuenta de un corpus cada vez más am-
Latina, ya ha sido puesto en cuestión por plio de productos culturales, es un término
la crítica cultural argentina Beatriz Sarlo, que ha inspirado nuevos modos de concebir
quien considera que las obras escritas so- la relación entre cultura, sociedad y subjeti-
bre posmemoria representan un gesto teó- vidad. Queda por ver si en América Latina
rico que “parece entonces más amplio que el concepto será adoptado o rechazado y si
necesario” (152). Según Sarlo, la necesidad demostrará su utilidad en el debate sobre
de crear un nuevo término no está justifica- los papeles de la memoria, el duelo y la ar-
da. ¿Cuál es la necesidad, se pregunta, de ticulación del futuro, en experiencias trau-
acuñar un término cuyo significado ocupa- máticas recientes como fueron las dictadu-
ría el mismo espacio semántico que otros ras de los años setenta y ochenta, los masivos
términos como recuerdo o memoria? Toda desplazamientos de poblaciones indígenas y
memoria del pasado es mediada y también los fenómenos migratorios.
vicaria, argumenta la autora, quien critica
la dimensión subjetiva de la posmemoria. OBRAS DE CONSULTA. A’ness, Francine, “Resisting
La crítica de Sarlo está incluída dentro de Amnesia: Yuyachkani, Performance, and the
una más general a lo que Sarlo llama “el Postwar Reconstruction of Peru”, Theater
giro subjetivo”, o sea, el espacio otorgado a Journal, vol. 56, núm. 3, 2004, pp. 395-414;
lo subjetivo y personal, dentro la investiga- Arruti, Nerea, “Tracing the Past: Marcelo
ción académica, a través de la historia oral Brodsky’s Photography as Memory Art”,
y el testimonio que según Sarlo despoliti- Paragraph, vol. 30, núm. 1, 2007, pp. 101-
zan la memoria. 120; Bal, Mieke, Jonathan Crewe y Leo
Un caso muy ilustrativo de cómo funcio- Spitzer, Acts of Memory: Cultural Recall in the
na el debate sobre la posmemoria es el que Present, Hanover/Londres, University Press
rodea a la película Los rubios, de la joven of New England, 1999; Bruschtein, Natalia,
directora Albertina Carri, en el que se reali- Encontrando a Víctor, México, Centro de
za una exploración subjetiva de lo que sig- Capacitación Cinematográfica, 2005; Carri,
nifica para la directora haber crecido como Albertina (directora y guionista), Los rubios,
hija de desaparecidos. Usando técnicas ex- 2003, <www.elamante.com>; Forcinito, Ana,
perimentales, Carri va reconstruyendo la “Narración, testimonio y memorias sobrevi-
historia de la desaparición de sus padres y vientes: hacia la posmemoria en la posdicta-
de cómo ella como hija va articulando una dura uruguaya”, Letras Femeninas, vol. 32,
subjetividad en su ausencia. Sin duda, la núm. 2, 2006, pp. 197-220; Hirsch, Marianne,
película es un ejercicio de posmemoria que, Family Frames: Photography, Narrative and
como indica Young, no intenta ser una re- Postmemory, Cambridge/Londres, Harvard
construcción histórica sino una simulación University Press, 1997; Huyssen, Andreas,
de la pérdida (92). Los debates posteriores “Present Pasts: Media, Politics, Amnesia”,
cuestionaron la posición de la subjetividad Public Culture, vol. 12, 2000, pp. 21-39; James,
de Carri en la película, acusándola de narci- Daniel y Mirta Zaida Lobato, “Family Photos,
sista y de apolítica, utilizando dos ejes de Oral Narratives, and Identity Formation: The
crítica fundamental: el postulado de que lo Ukranians of Berisso”, Hispanic American
político se debe articular desde lo colectivo Historical Review, vol. 84, núm. 1, 2004, pp.
o por el contrario desde lo creativo y ficcio- 5-36; Jelin, Elizabeth, Los trabajos de la memo-
nal sin acudir a lo testimonial. Sarlo propo- ria, Buenos Aires y Madrid, Siglo XXI Editores,
228 POSMEMORIA / POSMODERNIDAD

2002; Kaiser, Susana, Postmemories of Terror: A A partir de un proyecto modernizador


New Generation Copes with the Legacies of the inacabado y de una posmodernidad –con-
Dirty War, Nueva York, Palgrave MacMillan, tradictoria ella misma– que no terminó de
2005; Nouzeilles, Gabriela, “Postmemory, instalarse, el espacio crítico latinoamerica-
Cinema and the Future of the Past in Albertina no busca su rostro en el “espejo trizado” del
Carri’s Los rubios”, Journal of Latin American desencuentro (Brunner, Un espejo trizado). Y
Cultural Studies 14: 3, 2005, pp. 263-278; sin embargo, la reflexión no es nueva para
Roqué, María Inés, Papá Iván, México, Centro este continente. “El hecho de que las distin-
de Capacitación Cinematográfica, 2004; Sarlo, tas etapas de la modernidad […] no hayan
Beatriz, Tiempo pasado: cultura de la memoria podido acontecer entre nosotros, sino como
y giro subjetivo de una discusión, Buenos Aires- modernidad en crisis, hace del actual debate
México, Siglo XXI Editores, 2005; Spiegelman, de una sensibilidad posmoderna, una suerte
Art, Maus: A Survivor’s Tale, Nueva York, de experiencia de vieja data en la crónica
Pantheon, 1986 [Maus, Buenos Aires, Muchnik latinoamericana” (Casullo, “Posmodernidad
y Norma, 1986]; Szurmuk, Mónica, “Voces y de los orígenes”: 95). La discusión alude a
susurros en la literatura de la postdictadura nuestra propia “realidad”, así como al es-
argentina: Reina Roffé y Sergio Chejfec”, en tatus que ¿nos corresponde?, ¿nos adjudi-
Ana Rosa Domenella, Luz Elena Gutiérrez can?, ¿construimos? dentro del mercado de
de Velasco y Graciela Martínez Zalce (eds.), producción e intercambio de conocimiento.
Escrituras en contraste: Masculino/Femenino Pensar entonces la relación modernidad/
II, México, Aldus, CONACYT, UAM, 2005, pp. 79- posmodernidad es volver a poner en escena
97; Young, James E., At Memory’s Edge: After- una reivindicación que reclama la periferia
Images of the Holocaust in Contemporary Art como lugar privilegiado de enunciación, re-
and Architecture, New Haven/Londres, Yale leyendo acuerdos, figuras y tensiones para
University Press, 2002. construir, desde ahí, un discurso fragmenta-
do no por falla sino por horror a una totali-
[MÓNICA SZURMUK] dad autorizada/autoritaria excluyente.
Por eso algunos hablan de un “posmoder-
nismo avant la lettre”, o de una “modernidad
posmodernidad periférica” que remite a la heterogeneidad
cultural de nuestro continente. En este sen-
Desde este territorio heterogéneo y múltiple tido, y como lo plantea Nelly Richard, una
que es América Latina, marcado por la des- de las protagonistas principales del debate,
igualdad, la violencia, la injusticia; territorio “La posmodernidad no es lo que lineal-
en el que el 40.6% de la población vive en mente viene después de la modernidad […]
condiciones de pobreza y de ellos el 16% lo sino el pretexto coyuntural para su relec-
hace en la indigencia (datos de la Comisión tura desde la sospecha que históricamente
Económica para América Latina y el Caribe pesa sobre las articulaciones cognoscitivas
de Naciones Unidas o CEPAL) conviviendo con e instrumentales de su diseño universal”
algunos de los hombres más ricos del pla- (“Latinoamérica”: 16).
neta; territorio de tiempos diversos y deseos Se puede releer, entonces, desde la sos-
(des)encontrados, pensar la relación moder- pecha, diseñando los trazos de una carto-
nidad/posmodernidad trasciende los límites grafía que con sus desigualdades, altisonan-
de lo teórico-académico y se instala en el es- cias, ruinas y proyectos, dibuje finalmente,
pacio de lo político. Tensión de saberes que como en el cuento de Borges, nuestro pro-
arman una trama para aprehender la rea- pio rostro.
lidad –social, estética, analítica–, buscando ¿De qué hablamos realmente cuando ha-
descentrar al sujeto hegemónico. El discurso blamos de posmodernidad? ¿De un pliegue
construido desde la periferia recicla restos más de la modernidad o de un verdadero
de las voces de las metrópolis y los suma a su “cambio de época”? ¿Estamos ante el fin de
propia voz, inventando así un derrotero par- la modernidad o sólo ante una “vuelta de
ticular; viaje iniciático desde la transgresión tuerca” sobre sí misma? ¿El prefijo pos in-
y la revuelta. Sólo de este modo puede tener dica una marca temporal? ¿O una nueva
sentido repensar conceptos y pugnas. forma de concebir la realidad?
POSMODERNIDAD 229

¿Cómo y desde dónde leer (lejos de las sentido un proceso esperanzador, que le
pretensiones de “objetividad” de decenios otorga un sentido a la historia.
anteriores, se trata de hacer evidentes las Jürgen Habermas es uno de los principa-
condiciones de enunciación y de reflexio- les defensores contemporáneos del proyecto
nar acerca de su impronta en la lectura de de la modernidad, y lo reivindica como pro-
los discursos sociales y culturales) la críti- yecto de la razón. “Como camino de la razón
ca radical que la posmodernidad le hace al insatisfecha, que es el legado más profundo
proyecto moderno, cuando la modernidad de la crítica ilustrada: el criticarse y vigilar-
tiene, como una de sus características fun- se a sí misma (“La modernidad”: 17).”
damentales, la reflexión sobre sí misma, la La modernidad constituye una visión
autocrítica? ¿Plantea la posmodernidad un global del mundo, del yo, de la realidad, or-
cambio de episteme? ganizada en cuatro proyectos fundamenta-
Para adentrarnos en este campo de re- les: un proyecto emancipador que consiste en
flexión es preciso partir del análisis, aunque la secularización del conocimiento y la cul-
sea somero, de la modernidad, considerando tura; un proyecto expansivo a través del cual
que tanto modernidad como posmodernidad busca expandir el conocimiento y la pose-
son conceptos complejos y heteróclitos. sión de la naturaleza; un proyecto renovador
Un primer acercamiento nos permite que implica la búsqueda de mejoramiento e
pensar a la modernidad como el legado del innovación permanentes; y un proyecto de-
proyecto racionalista ilustrado del siglo mocratizador vinculado sobre todo a la edu-
XVIII. Se trata, como tal, de una “particular cación y a la difusión de los saberes (García
condición de la historia” (Casullo, Forster y Canclini, Culturas híbridas).
Kaufman: 10) que surge a partir de la con- Esta propuesta enfrenta una de sus peo-
ciencia de estar viviendo un momento espe- res crisis a mediados del siglo XX, y a esa cri-
cial en el que el triunfo de la razón expresa- sis podemos ponerle un nombre: Auschwitz.
do en los descubrimientos científicos, los La Ilustración muestra, entonces, su lado
avances tecnológicos y la industrialización, “oscuro”, como lo analizaron, entre otros,
garantizaría un destino de progreso para la Theodor Adorno y Max Horkheimer en su
humanidad. Estos términos –razón y pro- libro llamado, precisamente, Dialéctica del
greso– serán el núcleo de la modernidad. La Iluminismo. Con la segunda guerra mun-
nueva época histórica se muestra también dial se entró a una etapa de descreimiento
en la conciencia de que el mundo es sobre y crítica de aquella idea constitutiva de la
todo la representación que nos hacemos de modernidad como proceso emancipador;
él. Este nuevo modo de comprensión que etapa que estará marcada por la puesta en
abarca el yo, el mundo y la naturaleza surge cuestión de sus metarrelatos fundantes: de-
en el quiebre de la representación del mun- mocracia, revolución, progreso…
do regida por lo religioso. Así, el sitio que El mundo actual se encuentra, en reali-
ocupaba Dios pasa a ocuparlo la Razón. dad, frente a un panorama que muestra di-
Estamos en realidad ante un largo proceso versas crisis que van a determinar un quie-
histórico que cristaliza en el llamado “siglo bre en el proyecto moderno (Casullo, Forster
de las luces”; será entonces cuando este pro- y Kaufman: 196); entre las más significati-
yecto –el Iluminismo, la Ilustración– siste- vas podemos señalar: crisis de reformula-
matice los grandes paradigmas de la moder- ción del sistema capitalista, crisis del Estado
nidad. de bienestar, crisis del proyecto político e
Son tres las esferas que organizan los sa- ideológico alternativo al sistema capitalista,
beres en el proyecto de la racionalidad ilus- crisis de los sujetos sociales históricos, crisis
trada: la esfera cognitiva que corresponde a de la sociedad del trabajo, crisis de las for-
la ciencia; la esfera normativa, sitio de las mas burguesas de la política. Frente a esto se
problemáticas éticas y morales; y la esfera consolida un neoliberalismo salvaje acom-
expresiva donde reinan el arte y la estética. pañado de una globalización económica y
Todas ellas convergen en el ideal del progre- una mundialización cultural (Ortiz) que
so. Es decir, la modernidad apuntaba al fu- tienden a homogeneizar realidades, sujetos,
turo, a un futuro utópico, como espacio de mensajes, receptores, imágenes, deseos…
realización de estas tres esferas; es en este conforme a los lineamientos del mercado.
230 POSMODERNIDAD

De acuerdo con Jean François Lyotard posmodernidad, y que sin duda implica un
estas crisis provocarán el quiebre de la mo- cambio en la sensibilidad contemporánea,
dernidad y el surgimiento de la posmoder- en un collage sumamente complejo, con-
nidad. Esta nueva escena histórica pareciera tradictorio y ambiguo en muchos sentidos.
dominada por el simulacro, el consumo, el ¿De la pérdida de la utopía y al fragmentado
hedonismo, la falta de expectativas. “La mo- caleidoscopio de múltiples utopías? ¿O de la
dernidad, preñada de utopías, se dirigía ha- utopía a la muerte de la historia?
cia un futuro mejor. Nuestra época –des- El término “posmodernidad ” (“posmo-
mantelada– se desembaraza de las utopías, dernismo”, “condición posmoderna”, “capi-
reafirma el presente, rescata fragmentos del talismo tardío”, “época posindustrial”) co-
pasado y no se hace demasiadas ilusiones mienza a ser utilizado en el campo de la
respecto del futuro” (Esther Díaz: 17). crítica literaria por Irving Howe y Harry
De manera lúdica a pesar de su esquema- Levin, al final de los años cincuenta, para
tismo, el siguiente cuadro propuesto por referirse a la decadencia del movimiento
Ihab Hassan da una idea bastante acertada moderno. En los años sesenta, lo utilizaron
de las diferencias principales entre ambos críticos como Leslie Fiedler e Ihab Hassan,
conceptos (Hassan, traducción mía): aunque sin coincidir en el significado del
término. Es en los años setenta que el uso
se generaliza, en referencia primero a la ar-
MODERNISMO POSMODERNISMO quitectura y luego a la danza, el teatro, la
Forma (conjuntiva/ Antiforma pintura, el cine y la música. Esta noción es
cerrada) (disyuntiva/abierta) retomada por Julia Kristeva y Jean François
Lyotard en Francia, y por Jürgen Habermas
Propósito, Juego en Alemania (Huyssen, “Guía”). “A comien-
intención zos de los años ochenta, la constelación
Diseño Azar modernismo-posmodernismo en las artes y
modernidad-posmodernidad en la teoría so-
Jerarquía Anarquía cial se había convertido en uno de los espa-
Objeto artístico Proceso, cios de mayor beligerancia de la vida inte-
acabado performance, lectual en Occidente” (“Guía”: 234).
happening Lo primero que se debe preguntar –escri-
be Hal Foster en su “Introducción” al ya
Presencia Ausencia clásico libro The Anti-aesthetic: Essays on
Centro Dispersión Postmodern Culture– es si existe el llamado
posmodernismo y, en caso afirmativo, qué
Género/frontera Texto/intertexto significa. ¿Es un concepto o una práctica,
Raíz/profundidad Rizoma/superficie una cuestión de estilo local, todo un nuevo
periodo o fase económica? ¿Cuáles son sus
E pur si muove… Pero es también la mirada formas, sus efectos, su lugar? ¿Estamos en
de la posmodernidad la que ha propiciado verdad más allá de la era moderna, realmen-
la aparición en la escena de todo aquello te en una época (digamos) posindustrial?
que estaba vetado o cancelado por el sujeto La idea de la posmodernidad surge bási-
racional hegemónico; han cobrado fuerza camente del campo de las artes y de ciertas
así diversas minorías postergadas. Aquellos teorías críticas que ponen en cuestión la ra-
que habían sido excluidos del proyecto cionalidad hegemónica dominante. Si una
moderno han hecho su aparición ponien- de las características de la modernidad es
do en cuestión al ser humano-masculino- fomentar su propia crítica, ¿no será la pos-
heterosexual-occidental-blanco-racional de modernidad un discurso nacido en alguna
la modernidad; han surgido nuevas formas de sus orillas?
de participación política; han aparecido Algunos autores señalan que el moder-
propuestas artísticas fuertes con lenguajes nismo nació como un movimiento de opo-
innovadores; se han roto fronteras creati- sición pero se convirtió rápidamente en
vas… En fin, este conglomerado de elemen- “cultura oficial”. Romper esta situación pa-
tos convierte a lo que se ha dado en llamar reciera ser uno de los objetivos del arte ac-
POSMODERNIDAD 231

tual. Sin embargo, es necesario considerar pequeñas o no tan pequeñas, que continúen
que las reflexiones sobre la posmodernidad tramando el tejido de la vida cotidiana
no son iguales en el campo de la sociología (Lyotard, La condición: 31).
y la historia de la ideas, que en lo referente Fredric Jameson, por su parte, a través
a la estética; tampoco se refieren de manera de una nueva lectura de la teoría cultural
homogénea a su propia problemática. propuesta por el marxismo, considera las
En la política cultural existe hoy una formas estéticas de la posmodernidad en
oposición básica entre un posmodernismo estrecha correlación con la globalización
que se propone reconstruir el modernismo del mercado. La mercantilización del arte
y oponerse al statu quo, y un posmodernis- habría llevado a la expresión creativa a la
mo que repudia al primero y elogia al segun- banalización, la superficialidad y el pasti-
do: un posmodernismo de resistencia y otro che. En este sentido, la posmodernidad re-
de reacción (11). presentaría la “logical cultural del capitalis-
Sin duda esta idea, aunque dificulta el mo tardío”. Posmodernidad y globalización
trabajo de caracterización del fenómeno son, para Jameson, “las dos caras de un solo
posmoderno, rompe con cualquier preten- fenómeno, la globalización abarcando cues-
sión de imponerle un esquema rígido y uní- tiones de información, comercio y econo-
voco, y explica gran parte de los desencuen- mía, la posmodernidad siendo más su ma-
tros de los grandes teóricos sobre el tema. nifestación cultural” (“Posmodernidad”).
A partir de su propuesta puede entender- Resultan indispensables para acercarse a
se que las nuevas, y muchas veces apasio- la discusión sobre la relación modernidad-
nantes, búsquedas en el campo de la estética posmodernidad los trabajos de Andreas
y la lucha de las minorías de la sociedad Huyssen, quien descree de las oposiciones
convivan en la misma “escena posmoderna”, binarias y propone recuperar el potencial
con las pretensiones neoconservadoras que político y la complejidad de ambas propues-
anuncian el fin de las ideologías y el triunfo tas. Uno de los elementos que toma en
del mercado. cuenta en la escena contemporánea es la
En este panorama, Habermas, por ejem- presencia de las nuevas tecnologías –me-
plo, aboga por una nueva apropiación críti- dios de comunicación, cultura de la ima-
ca del proyecto moderno, en contra de un gen– en el desarrollo principalmente de las
antimodernismo conservador. El filósofo propuestas estéticas, lo que quiebra las no-
alemán trata de rescatar el potencial eman- ciones adornianas de alta cultura y cultura
cipatorio de la razón, diferenciándose de popular. En este sentido, Huyssen analiza
quienes confunden razón con dominación, los vínculos de continuidad y crítica que se
y hace desde ese lugar una defensa de la establecen con las propuestas de las van-
modernidad ilustrada. guardias históricas. Así, el posmodernismo
Otro autor fundamental en el debate, en arte puede ser entendido en sentido si-
Jean François Lyotard, considera que la pos- milar a las vanguardias en cuanto enfrenta-
modernidad señala el fin de los grandes re- miento a la institución artística tradicional
latos, es decir de las metanarrativas de la del modernismo clásico. De manera casi
modernidad y su capacidad explicativa. Su paradójica, pensar la tradición –a partir de
obra La condición posmoderna es uno de los las vanguardias que negaban todas las tra-
puntales de la reflexión sobre el tema; en diciones– permite romper con la exigencia
ella Lyotard analiza las transformaciones permanente de innovación en que había
del pensamiento ilustrado en el umbral de caído el arte moderno. Se repiensa la tradi-
la informatización de las sociedades. ción, la relación del arte con la vida y se
En estas condiciones, ¿cómo pueden se- presta oído a las voces que vienen de fuera
guir siendo creíbles los grandes relatos de de la “institución arte” occidental.
legitimación? Esto no quiere decir que no Es preciso señalar que las búsquedas
haya relato que no pueda ser ya creíble. Por operadas por el posmodernismo no dan re-
metarrelato o gran relato, entiendo precisa- sultados homogéneos, sino que se transfor-
mente las narraciones que tienen función man en “por un lado, la emergencia de una
legitimante o legitimatoria. Su decadencia cultura del eclecticismo, un posmodernismo
no impide que existan millares de historias, ampliamente afirmativo que abandona todo
232 POSMODERNIDAD

reclamo crítico, toda negación o trasgre- noción de progreso ya en crisis” (Richard,


sión; y, por otro lado, un posmodernismo “Latinoamérica”). En este sentido, podemos
alternativo que definía la crítica, resistencia sacar “provecho latinoamericano” de los que
y trasgresión del statu quo en términos no la posmodernidad significa como fisuras a la
modernistas ni vanguardistas, más de acuer- autoridad del pensamiento central.
do con los cambios políticos de la cultura La reflexión acerca de modernidad lati-
contemporánea” (Huyssen, “Guía”: 237). noamericana –culturalmente discontinua,
Pensar el arte contemporáneo a la luz de socialmente desigual, políticamente incom-
la relación modernidad-posmodernidad im- pleta– se ve obligada, en esta nueva escena
plica, entonces, abandonar la noción facilis- histórica, a volver sobre sí misma, a discutir
ta del “todo vale” –simplificación de ciertas sus viejos paradigmas y a revisar los prin-
lecturas sobre el posmodernismo– para en- cipios que la han soste nido a lo largo de
trar en un territorio complejo en el que se los siglos. Se trata de tomar distancia de las
revaloran voces y propuestas que habían “premisas estático esencialistas y político
sido excluidas del concepto moderno de pragmáticas” (Herlinghaus y Walter: 25) y
arte, tales como las formas industriales o de reconocer la identidad del continente como
la cultura masiva, o –como señalamos más un todo complejo constituido por sistemas
arriba– las expresiones de las “otredades” de inestables, heterogéneos y cambiantes.
la sociedad (mujeres, indígenas, homosexua- Frente a una modernidad que encierra a
les y múltiples etcéteras). En términos for- la vez lo elitista y lo popular, lo tradicional
males, si bien es difícil generalizar sin bana- y lo verdaderamente moderno nos vemos
lizar las propuestas, puede verse una obligados a ir más allá de la “tradición de
tendencia a desdibujar las fronteras entre la ruptura” planteada por Octavio Paz. “El
los diversos géneros artísticos, y el uso deli- cambio que lleva de un concepto homogé-
berado de la “cita” en clave de intertextuali- neo y universalista de modernidad a una no-
dad o collage. El pastiche posmoderno es así ción heteróclita, ha contribuido en América
también diálogo con el pasado y, por lo tan- Latina […] a rendir testimonio crítico de las
to, memoria (este elemento se ha convertido aporías de su propio pensamiento anterior”
en espacio de resistencia en sociedades (Herlinghaus y Walter: 19). Algunos teóri-
como la latinoamericana). El horizonte ya cos latinoamericanos prefieren el concepto
no es el del futuro, como para el arte mo- de “modernidad periférica” por sobre el de
derno, sino el de una actualización del pa- “posmodernidad ” como modo de pensar las
sado a través de la ironía y la recreación; contradicciones entre los proyectos moder-
actualización del pasado que descree de la nos y las precariedades del atraso histórico
historia. Se trata, por una parte, de la cele- del continente; sería una manera de volver a
bración de la pérdida de poder del raciona- tomar en cuenta –sin abandonar el horizon-
lismo y, por otra, de las más variadas expre- te de racionalidad, ni los cuatro proyectos
siones del desencanto que cubren un amplio centrales de la modernidad y su fundamen-
abanico ideológico. La mezcla de lo kitsch y tal compromiso político– los desencuentros
lo erudito, la fragmentación, la antisolemni- entre modernidad cultural y modernización
dad, la oposición a la búsqueda de sentidos social que han dado como resultado: que
más allá de la obra misma, la fetichización convivan en un mismo espacio geográfico los
de las mercancías, la superficialidad como sectores más desposeídos con las élites que
lenguaje estético, serían algunas de las ca- tienen acceso a los más sofisticado de las co-
racterísticas de las obras posmodernas. Sin municaciones y la tecnología, que junto con
embargo, la enumeración no busca agotar las manifestaciones culturales tradicionales
sino abrir las posibilidades en un espacio en se dé el multitudinario consumo mediático
el que la pérdida de las utopías de la moder- –en especial radio y televisión– que atravie-
nidad no siempre le resta potencial político sa las clases sociales, que frente al desgaste
a las búsquedas artísticas. de las formas políticas históricas, cobren
Modernidad y posmodernidad no pueden fuerza los movimientos sociales de distinta
ser leídas como etapas dentro de una lógica índole con reivindicaciones específicas que
temporal “sino como una lectura y una re- superan, sin duda, el marco de los partidos.
lectura (retrospectiva, introspectiva) de una Lo anterior son sólo algunos ejemplos de
POSMODERNIDAD 233

un panorama que rebasa las dicotomías que Hay sin duda consenso entre los prin-
han caracterizado a la modernidad (culto/ cipales teóricos acerca del “conglomerado
popular, rural/urbano, etc.). ¿Cómo analizar, premoderno-moderno-posmoderno” en que
por ejemplo, el fenómeno de la migración se ha convertido la cultura latinoamericana,
de indígenas y campesinos mexicanos o cen- aunque no siempre los modos de abordar
troamericanos que se instalan en Estados esta realidad sean similares (cabe destacar
Unidos y se vuelven bilingües en inglés y las reflexiones de José Joaquín Brunner,
en su lengua madre sin haber pasado por Jesús Martín Barbero, Beatriz Sarlo, Nicolás
el español? ¿O la emergencia de nuevos ac- Casullo, Carlos Monsiváis, John Beverley,
tores sociales con reclamos y formas de lu- Renato Ortiz, Walter Mignolo y Nelly
cha alejadas de las convencionales (Madres Richard, entre otros). Estamos en realidad
de Plaza de Mayo, Movimiento de los Sin ante una suma de culturas que forma un
Tierra, etc.)? ¿Cómo entender la producción collage que reclama miradas flexibles, creati-
artística posvanguardista, en muchos casos vas, agudas, que se desplacen entre perspec-
incorporada ya al mainstream internacio- tivas teóricas y entre niveles de la realidad.
nal, en un continente con altísimo niveles Al analizar la relación entre nuestro con-
de analfabetismo? Los conceptos de moder- tinente y la posmodernidad, Nelly Richard
nidad y posmodernidad no nos permitirán escribe: “Una mescolanza de modos (la sos-
dar cuenta de estas realidades, en tanto su pecha en filosofía; la parodia y el simulacro
uso pretenda homogeneizar lo heterogéneo, en estética; la desconstrucción en teoría crí-
u olvidar las diferencias hablando solamen- tica; el escepticismo en política y el relati-
te por los sectores urbanos y letrados; en vismo en ética; el sincretismo en cultura) y
esta medida, serán insuficientes y por lo modas (el collage de estilos y la cita del pa-
tanto poco productivos para pensar la rea- sado en arquitectura; el desencanto posmar-
lidad de América Latina. Una vez más nos xista; el jugueteo narcisista y la distensión
enfrentamos con la necesidad de imaginar cool; el eclecticismo neutro en el juicio cul-
respuestas y marcos conceptuales posibles y tural y el pluralismo blando en la concerta-
no de intentar imponer conceptos acuñados ción social)” (“Latinoamérica”: 210).
por “epistemes hegemónicas”. Esta “mescolanza” es también un camino
Sin duda, las experiencias de moderni- para que la despolitización que caracteriza
dad son diferentes y cambiantes en el con- a una cierta concepción de la posmoderni-
junto de la región. El cruce e interacción dad en los países hegemónicos, se vuelva en
entre cultura popular, cultura de masas y América Latina un espacio de subversión
“alta cultura” característica de la cultura la- del proyecto racionalista a través de la in-
tinoamericana, es el punto de partida para serción de las voces “otras”, de las voces
el concepto de “hibridez” (García Canclini, “minoritarias” hasta ahora silenciadas (indí-
Culturas híbridas) que ha resultado especial- genas, mujeres, homosexuales…).
mente productivo para pensar la realidad Es en este contexto que las disciplinas
de América Latina desde los años noventa. –comunicación, sociología, teoría del arte,
Esta noción permite analizar la tensa re- crítica literaria, antropología– ven desdibu-
lación que se establece entre la inacabada jadas sus fronteras y deben repensar tanto
modernidad latinoamericana y los fenóme- su propia pertinencia como la configura-
nos propios de la posmodernidad; es decir, ción de sus tradicionales objetos de estu-
da herramientas para leer, desde la teoría, dio. Inter y transdisciplina no son modas
la tensa articulación que cotidianamente académicas sino exigencias del escenario
relaciona al neoliberalismo económico tras- contemporáneo.
nacional y a una cultura del consumo des- Las propuestas de Richard Hoggart, de
territorializada con la fuerza de lo local, las Raymond Williams y de Stuart Hall, entre
tradiciones ancestrales resignificadas y aun otros, nacidas e Inglaterra en los años se-
con los espacios “premodernos” del conti- tenta intentaron, tomado como punto de
nente. Esta propuesta no abandona el hori- partida fundamentalmente a los estudios
zonte de la racionalidad ilustrada sino que literarios, rechazar las rigidez de la insti-
lo complejiza tomando en cuenta los nuevos tucionalización de los saberes e incorporar,
escenarios. a partir del marxismo y de ciertos elemen-
234 POSMODERNIDAD / POSNACIONALISMO

tos de la teoría crítica, los problemas de la the Great Divide: Modernism, Mass Culture,
cultura popular y mediática a la reflexión Postmodernism (Theories of Representation and
realizada desde las universidades. Difference), Bloomington, Indiana University
Esta herencia a la que se sumarán diver- Press, 1986 [Después de la gran division: mo-
sos discursos generados tanto en la acade- dernismo, cultura de masas, posmodernismo
mia –de centros y periferias– como en las (trad. P. Gianera), Buenos Aires, A. Hidalgo,
propias prácticas artísticas, mediáticas y 2002]; Jameson, Fredric, Posmodernismo o
culturales de todo tipo, será, en cierto sen- la lógica cultural del capitalismo avanzado,
tido, la base de lo que tomará el pensamien- Barcelona, Paidós, 1995; Jameson, Fredric,
to latinoamericano para los estudios sobre Teoría de la posmodernidad, Madrid, Trotta,
cultura en el momento actual. 1996; Lyotard, Jean François, La condición
Desde los llamados “estudios culturales” posmoderna, Madrid, Cátedra, 1983; Lyotard,
(con la complejidad y heterogeneidad que Jean François, La posmodernidad (explicada
esta noción conlleva, así como con sus dife- a los niños), Barcelona, Gedisa, 1995; Picó,
rentes derivaciones: estudios de la subalter- Joseph, Modernidad y posmodernidad, Madrid,
nidad, estudios poscoloniales, estudios cul- Alianza Editorial, 1988; Richard, Nelly, La es-
turales feministas, etc.), tanto como desde tratificación de los márgenes: sobre arte, cultura
la revisión de las disciplinas tradicionales, y políticas, Santiago, Francisco Zegers, 1989;
incorporando los múltiples cruces, diálogos Vattimo, Gianni et al., En torno a la posmoder-
y contagios que surjan entre ambos campos, nidad, Barcelona, Anthropos, 1994.
quizá pueda entablarse una discusión más
productiva con respecto a la tensión moder- [SANDRA LORENZANO]
nidad/posmodernidad y enriquecer la re-
flexión sobre la cultura de América Latina.
Más allá de las denominaciones y etique- posnacionalismo
tas académicas –muchas veces impuestas
desde los espacios hegemónicos–, más allá El término “posnacionalismo ” (con o sin
de muertes planteadas “por decreto” (de la guión) se volvió popular durante los años
historia, de las ideologías, de los sujetos), lo noventa para enfatizar el papel declinante
que resulta ineludible es asumir el reto, des- del Estado-nación para la organización de la
de posturas que eviten nuevas ortodoxias y vida social, la actividad humana y la investi-
rigideces, de producir reflexiones, análisis, gación académica en la era de la globaliza-
estudios y propuestas que contribuyan a la ción. Las concepciones académicas del pos-
democratización del continente. Los nuevos nacionalismo surgen de varias disciplinas,
estudios sobre cultura ¿serán contrahege- incluidas ciencias políticas, antropología,
mónicos o no serán? (Beverley “Estudios sociología y estudios literarios/culturales.
culturales”). Desde estas líneas apostamos a Muchos de estos discursos, de orientación
que lo sean. izquierdista y utópica, ven la globalización
como un proceso que borra las fronteras na-
OBRAS DE CONSULTA.Baudrillard, Jean, Simulacra cionales e incrementa el potencial para libe-
and Simulation, Ann Arbor, University of rar a grupos étnicos marginados de la opre-
Michigan, 1994; Beverley, John, Michael Aronna sión de formas nacionales y del Estado.
y José Oviedo (eds.), The Postmodernism Debate El posnacionalismo celebra especialmen-
in Latin America, Durham, Duke University te las experiencias de diásporas, las mino-
Press, 1995; Casullo, Nicolás (comp.), El de- rías en los países del “primer mundo” y el in-
bate modernidad-posmodernidad, Buenos cremento de producciones culturales sobre
Aires, Retórica Ediciones, 2004; Habermas, tales experiencias. Los discursos posnacio-
Jürgen, “La modernidad, un proyecto incom- nalistas con frecuencia enfatizan que un nú-
pleto” en Hal Foster (ed.), La posmodernidad, mero creciente de comunidades racializadas
Barcelona, Kairos/Colofón, 1988, pp. 19-36; y de inmigrantes mantienen o restablecen
Herlinghaus, Hermann y Monika Walter (eds.), vínculos con los países o regiones de origen
Posmodernidad en la periferia: enfoques latino- de los que han sido desplazados. A medida
americanos de la nueva teoría cultural, Berlín, que muestran múltiples lealtades, se despla-
Langer Verlag, 1994; Huyssen, Andreas, After zan entre regiones, y seguido se convierten
POSNACIONALISMO 235

en conductos para el intercambio creciente separadas y opuestas para así promover


de dinero, bienes, información, imágenes e una mínima intervención del Estado en las
ideas a través de y entre las fronteras nacio- operaciones de las corporaciones privadas.
nales, los miembros de la diáspora debilitan Las celebraciones posnacionalistas de la
el nacionalismo promovido por el Estado diáspora, por ejemplo, simplemente descri-
al desafiar un aspecto central de su poder ben el desplazamiento y ruptura globales
–definir, disciplinar, controlar y regular a to- de las fronteras políticas por parte de los
dos los tipos de poblaciones, tanto en mo- trabajadores migrantes que se mueven obe-
vimiento como residentes–. Los discursos deciendo presiones de la reestructuración
posnacionalistas con frecuencia diagnosti- de las corporaciones globales y de esa ma-
can los incrementos en estas prácticas tras- nera producen diferentes nociones de per-
nacionales como manifestaciones del papel tenencia, diferentes a las tradicionalmente
declinante del Estado-nación al confundir asociadas a las naciones-Estado (véase a
su declive potencial como objeto de inver- Aihwa Ong). Mucha de la investigación
sión emocional con declaraciones sobre su académica reciente ha también demostrado
papel decreciente como entidad política. que las expectativas posnacionalistas sobre
Casi simultáneamente al incremento de la disminución del Estado-nación han sido
su popularidad, la retórica del posnaciona- sobreestimadas. En cambio, las naciones-
lismo fue criticada por confiar en premisas Estado han persistido en manejar formas
cuestionables sobre un antagonismo funda- diferenciales de acceso a los derechos de
mental entre los procesos trasnacionales y los ciudadanos en materia civil, económica
el sistema de Estado-nación. De hecho, las y social, en tanto que formas tradicionales y
corporaciones privadas y los naciones-Esta- duales de ciudadanía han seguido dominan-
do no se han opuesto entre sí, sino que han do los modelos posnacionalistas anticipados
colaborado en la creación de las condiciones (véase, por ejemplo, a Bloemraad, James y
mismas de la globalización, tales como los Robert K. Martin).
mercados financieros, culturales, de consu- Podría resultar aleccionador asomarse al
midor y de trabajo que operan a escala glo- origen de las discusiones sobre posnaciona-
bal (Sassen, “Globalization”). Como miem- lismo en los discursos populares y académi-
bros de tratados de libre comercio y de cos estadunidenses, para así entender su
instituciones de vigilancia económica globa- orientación antiestatista. Para los académi-
les, las naciones-Estado han abdicado a su cos de los estudios americanos estaduniden-
soberanía sobre ciertos tipos de movimien- ses, que exploran la cultura de Estados
tos fronterizos. También, al estimular polí- Unidos, las perspectivas posnacionalistas
ticas domésticas e internacionales de desre- han ofrecido una salida del problemático
gularización, privatización, reestructuración origen nacionalista del campo. En muchas
económica y ajustes estructurales, han dis- de sus manifestaciones, los estudios ameri-
minuido su papel proactivo en el uso de po- canos inicialmente trataron de construir
líticas sociales y otros programas para cu- narrativas sobre la identidad y el desarrollo
brir necesidades inmediatas de desarrollo nacional que claramente difirieran de los
nacional. Por otro lado, la remoción neoli- supuestos orígenes exclusivamente euro-
beral de las barreras para el libre comercio peos del país pero, irónicamente, se perpe-
ha permitido que tanto las instituciones fi- tuó así la creencia de que el país es domina-
nancieras y de comercio internacional como do por una ciudadanía de descendencia
las corporaciones operen fuera del control uniformemente europea (ejemplificada por
de las naciones-Estado. el trabajo de académicos como R. W. B.
A pesar de su orientación izquierdista, Lewis, Perry Miller y Leo Marx, la “escuela
los discursos que celebran la emergencia de del mito y símbolo” vino a remplazar al en-
las prácticas de ciudadanía diaspórica y la foque anterior, mucho más centrado en el
disminución de los nacionalismos patroci- pasado estadunidense, con una empresa in-
nados por el Estado, tienden de esa mane- terdisciplinaria que combinaba métodos de
ra a perpetuar la actual retórica neoliberal historia intelectual, crítica literaria, teoría
dominante que considera la globalización política, sociología y antropología cultural.
y las naciones-Estado como dos entidades En el clima de la guerra fría de los años
236 POSNACIONALISMO

cincuenta, fueron creados varios programas Mientras que la propuesta de Rowe resu-
de estudios americanos con el apoyo de cor- me magistralmente las maneras de magni-
poraciones y fundaciones estadunidenses (la ficar el enfoque en Estados Unidos, en otro
Asociación de Estudios Americanos también ensayo de 1998, titulado “Nationalist Post-
surgió en esos años). En este sentido, los nationalism: Globalist Discourse in Contem-
estudios americanos estadunidenses han porary American Culture”, Frederick Buell
reinscrito ideas tanto sobre la homogenei- ha articulado una poderosa crítica de una de
dad interna de Estados Unidos como sobre las versiones de posnacionalismo de Rowe.
la posición excepcional del país en el mun- Buell, en lugar de cuestionar enteramente
do, particularmente en lo que se refiere a su los modelos tradicionales de nacionalidad,
diferencia de los países europeos y a las for- caracteriza el enfoque en la diversidad inter-
mas europeas de imperialismo. na de Estados Unidos como una “narrativa
En un ensayo de 1998, titulado “Post- de recuperación” que rescribe el nacionalis-
Nationalism, Globalism and the New mo de Estados Unidos de forma posnaciona-
American Studies” (un ensayo que, exten- lista. Las narrativas de la diversidad interna,
dido, se convirtió en la introducción de escribe Buell, han ido más allá del rechazo
Post-Nationalist American Studies), el ame- inicial de la globalización como una ame-
ricanista estadunidense John Carlos Rowe naza para las tradiciones internas y para la
enfatizaba el posnacionalismo como un ma- dominación global de Estados Unidos. En
nera de llevar los estudios americanos más cambio, como una forma de consenso na-
allá de las narrativas de “carácter nacional” cional, el multiculturalismo ha contribuido
estadunidense y más allá de la apropiación al surgimiento de agendas corporativas que
imperialista del término “América” por par- conciben la identidad posnacionalista esta-
te del campo. Como solución, Rowe pro- dunidense como la precursora de un nuevo
pone dos narrativas posnacionalistas: una, orden internacional y en este sentido, mer-
que se enfoca en la diversidad interna de cantilizan tal identidad para el uso de mer-
Estados Unidos y, otra, consistente en un cados domésticos e internacionales. De esa
enfoque geopolítico más amplio, que reco- manera Buell muestra cómo los discursos
nozca las “historias multiculturales y mul- multiculturalistas, que han emergido del en-
tilingües de otras naciones del hemisferio” foque progresivo en la raza y etnicidad es-
(“las Américas”). Como Rowe, argumenta, tadunidenses, han terminado por promover
ambas perspectivas están modeladas con los paradigmas estadunidenses en el resto
base en los estudios chicanos y su énfasis del mundo en los campos de los medios y
en puntos de contacto histórico, geográfico la cultura popular (mientras que los argu-
y lingüístico entre dos o más comunidades mentos de Buell tienen su origen en los años
(“Post-Nationalism”: 13). Además de en- de la presidencia de Clinton, caracterizada
fatizar el reconocimiento de la diversidad por su abierta acogida de la globalización,
interna de Estados Unidos y de su papel la política aislacionista de George W. Bush
en el hemisferio, Rowe sigue el ejemplo de se ha basado en formas mucho más vacías
otros americanistas, prominentemente Jane de multiculturalismo, tal vez para ocultar el
Desmond y Virginia Dominguez, que han desplazamiento de otras narrativas de recu-
propuesto el reconocimiento del trabajo peración identificadas por Buell, tales como
de investigadores internacionales sobre los la retórica del ambientalismo y la democra-
Estados Unidos. Rowe argumenta específi- cia de la información).
camente a favor de la inclusión de investi- El surgimiento reciente de los estudios
gaciones que han caracterizado los procesos de imperio ha empezado a corregir algunos
de globalización en otras partes del mundo de los supuestos subyacentes en los discur-
como una forma de “americanización”. Él sos posnacionalistas dentro de los estudios
cree que, considerados en conjunto, un enfo- americanos, al enfocarse en el papel como
que comparativo interno, un modelo hemis- imperio del Estado-nación estadunidense,
férico y un enfoque global, producirán “un además de su función como un fabrican-
entendimiento de los Estados Unidos en los te de mitos nacionalistas. Los estudios de
contextos comparativos de estudio hemisfé- imperio destacan las manifestaciones del
rico occidental y, finalmente, global” (21). imperialismo de Estados Unidos, tanto en
POSNACIONALISMO 237

relación con la población interna del país que están enraizados en una retórica multi-
como con territorios fuera de sus fronteras. culturalista y en la celebración del debilita-
Como Amy Kaplan ha mostrado, el papel miento del Estado-nación estadunidense,
de Estados Unidos como imperio, que data encuentren paralelos al sur de su frontera.
desde la Doctrina Monroe de 1823 y desde Mientras que el término no ha sido em-
los intereses de expansión hacia el Pacífico pleado ampliamente en Latinoamérica,
y el Caribe durante los años cuarenta y cin- el “posnacionalismo” ha funcionado aquí
cuenta, ha sido largamente ignorados de- parcialmente como una designación utó-
bido a las nociones prevalecientes sobre la pica para los discursos anticoloniales que
excepcionalidad americana, que caracteriza critican la dominación estadunidense en el
a Estados Unidos como una nación separa- hemisferio. Estos discursos se inspiran par-
da de otros imperios europeos. La creencia cialmente en las historias anticoloniales de
en la excepcionalidad americana también nacionalismos individuales patrocinados por
ha impuesto un límite artificial entre la ex- el estado y en llamados a la solidaridad pa-
pansión en el área del Destino Manifiesto y namericana ante el imperialismo de Estados
la anexión de territorio en otros continen- Unidos que se remontan a la guerra hispa-
tes, al igual que sobre otras manifestaciones no-americana, mejor conocida en América
imperialistas tales como el intercambio y la Latina como la guerra de la Independencia
inversión, la intervención en mercados ex- de Cuba. Ejemplificada en los escritos an-
tranjeros y el establecimiento de bases mili- tiimperialistas producidos por José Martí
tares trascontinentales. Particularmente, la durante sus catorce años como corresponsal
guerra México-Estados Unidos de 1848, que de Estados Unidos para periódicos de habla
también ha funcionado como un momento hispana, la guerra produjo una oleada de
fundacional de los estudios chicanos, se ha conciencia hemisférica. Del mismo modo,
convertido en uno de los eventos clave de los las formas mexicanas de nacionalismo pa-
estudios de imperio, si no es que en el nuevo trocinadas por el estado que surgieron al
origen para la periodización del imperialis- finalizar la revolución, y en el contexto de
mo estadunidense (Gilman: 197). una creciente dominación estadunidense
En tanto que los estudios de imperio se durante los años veinte y treinta, adoptaron
han enfocado, por tanto tiempo, en el siglo tonos anticoloniales. Ejemplificado en el
XIX, constituyen un paso importante hacia el énfasis de José Vasconcelos en la identidad
reconocimiento del papel actual del Estado- mexicana (y latinoamericana) como una for-
nación estadunidense en los procesos de ma de mestizaje, los conceptos de identidad
globalización, que perpetúan formas ante- mexicana se basaron en un fuerte dualismo
riores de dominación ejercidas por este país. entre el mundo protestante anglosajón y el
Además de dominar la cultura popular a es- iberoamericano católico. La insistencia en
cala mundial, Estados Unidos también han una identidad mexicana forjada en la mez-
inscrito su dominación económica y política cla de culturas europeas y precolombinas
en el hemisferio por medio del tratado de también se planteó en abierta oposición a
libre comercio y su propuesta de extensión las nociones de nacionalidad estadunidense
hemisférica. El Tratado de Libre Comercio que en gran medida negaba la influencia de
de América del Norte (TLCAN) ha, sobre todo, los pueblos indígenas.
creado sitios de producción dependientes en En los discursos contemporáneos latinoa-
áreas fronterizas mexicanas, intensificando mericanos del posnacionalismo , la nación-
el desarrollo de una de las economías de estado (más que las formas de nacionalismo
México, mientras que el país en su conjunto patrocinadas por el Estado) con frecuencia
aún se enfrenta al desempleo crónico, con figura aún como un proyecto inacabado a
millones de personas subsistiendo con em- través del cual sería posible articular intere-
pleo de tiempo parcial, batallando en la ses públicos y proteger los recursos natura-
“economía informal” y con salarios que de- les frente a la expansión transnacional de las
clinan en términos absolutos y relativos. La corporaciones, la deuda externa masiva y la
persistencia y el aumento de desigualdades política exterior estadunidense. El sociólo-
hemisféricas tales hacen improbable que los go residente en la ciudad de México Néstor
discursos posnacionalistas estadunidenses, García Canclini, por ejemplo, ha sostenido
238 POSNACIONALISMO

que la membrecía de México en el TLCAN y nes que caracterizan las formas neoliberales
los acuerdos de intercambio europeos con de globalización en todas partes. Los pen-
los países del MERCOSUR, afectan a esas dos sadores latinoamericanos no sólo parecen
regiones latinoamericanas con categorías reconocer más claramente estas manifesta-
interamericanas y euroamericanas. García ciones, sino que también las critican, enfati-
Canclini ha destacado los efectos poten- zando a la nación-Estado como un vehículo
cialmente positivos de políticas culturales potencial para la protección de su ciuda-
proteccionistas, basadas en los esfuerzos danía y como un garante de la soberanía
colectivos de varias naciones-Estado lati- ante Estados Unidos. En palabras de Samir
noamericanas, para promover una mayor Amin, lo que los discursos posnacionalistas
expresión latinoamericana a nivel global y estadunidenses han identificado como la
regional (La globalización). Y el crítico mexi- crisis de la nación-Estado podría tratarse
cano Roger Bartra ha empleado el término simplemente de un indicio de las crecientes
posnacionalismo para referirse al potencial contradicciones entre el incremento en la
de una renovación democrática popular que trasnacionalización del capital y la persis-
podría surgir de la profunda crisis política tencia del sistema de estados como el patrón
mexicana. Bartra explícitamente advierte a político exclusivo en el mundo.
sus lectores internacionales, “Cuando señalo
la necesidad de superar la ansiedad cultural, OBRAS DE CONSULTA. Amir, Samin, Class and
no estoy proponiendo como cura una inte- Nation: Historically and in the Present Context
gración del mundo angloamericano paralela (trad. Susan Kaplow), Nueva York, Monthly
a los acuerdos económicos de libre comercio Review Press, 1980; Bartra, Roger, “The
con Estados Unidos y Canadá” (“Malinche’s Malinche’s Revenge: Toward a Postnational
Revenge”: 63). Identity”, en Blood, Ink, and Culture: Miseries
Así pues, mientras que los discursos lati- and Splendors of the Post-Mexican Condition
noamericanos sobre posnacionalismo difie- (trad. Mark Alan Healey), Durham, Duke
ren del énfasis estadunidense en las formas University Press, 2002, pp. 61-64; Bloemraad,
híbridas de ciudadanía, será cada vez más Irene, “Who Claims Dual Citizenship? The
importante establecer intersecciones entre Limits of Postnationalism, the Possibilities
las dos aproximaciones. Varios principios of Transnationalism, and the Persistence
subyacentes en el pensamiento poscolonia- of Traditional Citizenship”, International
lista ayudarán a reformar varios campos de Migration Review, núm. 38.2, verano, 2004,
estudio académicos y quizá proporciona- pp. 389-426; Buell, Frederick, “Nationalist
rán vínculos interdisciplinarios entre ellos. Postnationalism: Globalist Discourse in
Debra Castillo, por ejemplo, ha sostenido Contemporary American Culture”, American
recientemente que, al igual que los estu- Quarterly, núm 50.3, 1998, pp. 548-591;
dios americanos estadunidenses, el español Castillo, Debra A, Redreaming America:
necesita convertirse en un campo “posna- Toward a Bilingual American Culture, Albany,
cional” de estudio académico unificado por State University of New York Press, 2005;
un enfoque en el lenguaje en que una obra Desmond, Jane C. y Virginia R. Domínguez,
literaria es escrita, más que por la “consoli- “Resituating American Studies in a Critical
dación imaginaria de literaturas nacionales” Internationalism”, American Quarterly, núm.
(Redreaming: 195). Además de expandir las 48.3, 1998, pp. 475-490; Gilman, Susan,
disciplinas académicas, también necesitare- “The New, Newest Thing: Have American
mos consideraciones comparativas globales Studies Gone Imperial”, American Literary
del posnacionalismo que tomen en cuenta la History, núm. 17.1, 2005, pp. 196-214; James,
dominación persistente de Estados Unidos. Paul, “Relating Global Tensions: Modern
El énfasis posnacionalista estadunidense Tribalism and Postmodern Nationalism”,
en la diversidad y formas extraestatales de Communal/Plural: Journal of Transnational
ciudadanía también ha ayudado a encubrir and Crosscultural Studies, núm. 9.1, abril,
el papel de Estados Unidos en modelar el 2001, pp. 11-31; Kaplan, Amy y Donald
creciente declive de los servicios públicos y Pease, Cultures of United States Imperialism,
redes de seguridad, y el crecimiento en la Durham, Duke, University Press, 1993;
desigualdad social dentro y entre las nacio- Kofman, Eleonore, “Citizenship, Migration,
POSNACIONALISMO / PRODUCCIÓN CULTURAL 239

and the Reassertion of National Identity”, música, etc.). Theodor Adorno, fundador de
Citizenhip Studies, núm. 9.5, noviembre de la escuela de Frankfurt y su representan-
2005, pp. 453-467; Koopmans, Ruud y Paul te más conspicuo quien escribió con Max
Statham, “Challenging the Liberal Nation- Horkheimer La dialéctica del Iluminismo
State? Postnationalism, Multiculturalism, and (1947) –libro considerado pionero de los
the Collective Claims Making of Migrants and estudios culturales–, y Walter Benjamin
Ethnic Minorities in Britain and Germany”, (quien mantuvo una relación problemática
American Journal of Sociology, núm. 99.105, con sus miembros debido a la heterodoxia
pp. 652-696; Rocha, Alberto, Configuración de su pensamiento) desarrollarán dos pers-
política de un mundo nuevo: dimensiones po- pectivas analíticas disímiles que tuvieron y
líticas de lo global, lo supraregional, lo postna- continúan teniendo una influencia decisiva
cional y lo local, Guadalajara, Universidad de en los debates académicos latinoamericanos.
Guadalajara, 2003; Rowe, John Carlos (ed.), Adorno rechaza la cultura de masa y sos-
Post-Nationalist American Studies, Berkeley, tiene para el arte un lugar de privilegio: ser
University of California Press, 2000; Rowe, la conciencia crítica de la sociedad (dialéc-
John Carlos, “Post-Nationalism, Globalism, tica negativa). Benjamin, por su lado, pone
and the New American Studies”, Cultural atención en la utilización que el arte puede
Critique núm. 40, 1999, pp. 11-28; Sassen, hacer de la nueva tecnología, transforman-
Saskia, “Globalization: Developing a Field do tanto el carácter aureático de la obra de
for Research and Teaching”, ponencia en el arte como los mecanismos de producción y
Dartmouth College como parte de la confe- recepción de la misma (“La obra de arte en
rencia “Globalization of the Academy”, 15 de la época de la reproductibilidad técnica”,
noviembre de 2000. 1935). La producción en serie de artefactos
culturales posibilita tanto una democratiza-
[CLAUDIA SADOWSKI-SMITH ción en el uso de las fuerzas productivas
(TRAD. DE JUAN MANUEL PORTILLO)] como una transformación sustancial en la
experiencia de un público que accede, por
primera vez, a la cultura de forma masiva y
producción cultural debe organizar significativamente sus per-
cepciones. En “El artista como productor”
A partir de los años cuarenta y cincuenta (1931) postula que el artista al hacer uso de
en Europa surgen dos corrientes teóricas: los medios de producción los debe transfor-
la teoría crítica de la escuela de Frankfurt y mar en su utilización; el ejemplo paradig-
los estudios culturales de la primera escue- mático lo constituya el teatro épico de
la de Birmingham, que redefinen el término Brecht con su técnica del montaje. El méto-
producción con relación a la cultura en el do de la reproducción mecánica incorpora-
contexto del surgimiento de la industria cul- do a las formas estéticas burguesas provoca
tural. Desde esta perspectiva, se critica las en ellas su eclosión y el distanciamiento crí-
formulaciones marxistas que consideran a tico por parte de sus receptores. Para Adorno
los productos simbólicos (superestructura) es imposible dicha experiencia, por el con-
un mero reflejo de la producción económica trario, el sistema de producción taylorista
(infraestructura). También se cuestiona las aplicado a la cultura trae aparejado un pro-
concepciones idealistas que conciben a la ceso de reificación que conduce al acostum-
cultura como un bien trascendental y abs- bramiento, identificación y ensoñación del
tracto. Para ello, reformulan la diferencia- público. Además, la obra de arte, al perder
ción entre el arte culto y el popular ante la su valor de uso por el de cambio, sólo puede
emergencia de nuevas articulaciones socia- ser valorada con relación a las demandas del
les. La teoría crítica, nacida en el contexto mercado.
del predominio nazi, cuando el capitalis- El culturalismo inglés, por su lado,
mo ejerce su dominio sobre la economía, se interesó en las formas en que la cultu-
la política y también la cultura, observará ra obrera y popular muestra su resisten-
los cambios producidos tanto en la alta cul- cia ante el avance del poder industrial en
tura como en el surgimiento de la llamada Gran Bretaña. Sus fundadores fueron E. P.
cultura de entretenimiento (cine, fotografía, Thompson (La formación histórica de la cla-
240 PRODUCCIÓN CULTURAL

se obrera: Inglaterra 1780- 1832) y Raymond de crítica cultural, surge en Francia, a fines
Williams. Este último, desde el comienzo de los años sesenta, el posestructuralismo
de su producción intelectual desarrolló de como producto de una profunda crisis polí-
manera sistemática una teoría sobre el con- tica social, marcada por las ilusiones de la
cepto de producción cultural. En Marxism revuelta obrero-estudiantil de mayo del 68 y
and Literature (1977), Williams plantea una su posterior fracaso. A partir de un debilita-
teoría de la cultura como un proceso pro- miento de los modelos teóricos e ideológicos
ductivo (material y social) y de las prácti- concebidos como universos cerrados de sen-
cas artísticas como usos sociales de medios tido (incluyendo al marxismo) y, ante la im-
materiales de producción (lenguaje, tecnolo- posibilidad de una transformación sustan-
gías de la escritura, sistemas electrónicos y cial de la sociedad, la escritura se convierte
semánticos de la comunicación). Considera en el último lugar de resistencia. Entre los
especialmente al lenguaje y los procesos de numerosos representantes de esta corriente
significación como elementos fundamenta- dos han desarrollado de manera más siste-
les en la conformación material de la so- mática una teoría de la producción literaria:
ciedad. Su teoría supone tanto una crítica Pierre Macherey y Julia Kristeva. En Pour
a la noción tradicional de cultura (como un une théorie de la production littéraire (1966),
dominio privilegiado, homogéneo y consoli- Macherey considera el trabajo crítico como
dado) como una revisión de las formulacio- una forma de producción de significados a
nes marxistas en torno al concepto de pro- nivel de la superestructura. También realiza
ducción. Desplaza la falsa dicotomía entre una crítica al concepto monolítico de ideo-
un mundo material estable y objetivo, y la logía al postular, siguiendo a Althusser, que
dimensión subjetiva inaprensible racional- lo que interesa de un texto son los momentos
mente. En Culture and Society (1958) cues- en donde lo ideológico muestra sus límites y
tiona la noción de una base económica mo- sus secretos; es decir, en donde la ideología
nolítica, compacta y fija que no permitiría se manifiesta como tal y, por lo tanto, es pro-
la acción humana ya que los productos sim- ducida. La tarea del crítico consiste en dar
bólicos no serían más que la reproducción cuenta de una red de significaciones que
de ese orden. Williams plantea, siguiendo a nunca es conclusiva. De este modo, conocer
Gramsci, que en las prácticas hegemónicas un texto no es revelar la supuesta verdad
por las que la clase dominante busca orga- oculta que lo subyace sino producir un nue-
nizar y controlar la experiencia de la gente vo conocimiento sobre él. Se trata de descu-
siempre se deslizan elementos residuales y brir las leyes de su autoproducción y las
emergentes. En este punto realiza una críti- condiciones de posibilidad que lo autogene-
ca al concepto de ideología como un siste- ran; un trabajo que se produce por sus rela-
ma estable de valores que produce una falsa ciones con lo que no está presente en el tex-
conciencia y una actitud pasiva en la masa. to. Si bien Macherey reconoce que ningún
Insiste, entonces, en analizar lo que escapa texto es absolutamente independiente ya que
al dominio de la hegemonía y que denomina se encuentra inscripto en un entramado so-
la estructura de sentimiento (concepto que cial y lingüístico, dichas relaciones aparecen
ha sufrido diversas críticas por parte de la dentro suyo pero a partir de su ausencia.
ortodoxia marxista). El arte y la literatura Precisamente es esa carencia lo que lo con-
formalizarían estas estructuras emergentes, forma como un objeto. De este modo, como
siempre difusas pero que muestran cierta sugiere Eagleton, Macherey (junto con
orientación intelectual o de un nuevo perio- Althusser) preserva un estatus privilegiado
do histórico. La tarea de la crítica cultural para el arte y la teoría al colocarlos en una
consiste, entonces, en desmontar los siste- posición de vanguardia desde la cual se pue-
mas de significados y valores que produce de desarticular los andamiajes ideológicos.
la sociedad capitalista, lo que denomina “la En este sentido el enfoque semiótico de
larga revolución”. Kristeva (Séméiotiké, 1969) apunta justa-
Mientras en Inglaterra y Alemania (y lue- mente a poner en evidencia las articulacio-
go en Estados Unidos debido al éxodo obli- nes de la teoría; es decir, su propia produc-
gado a ese país de los miembros de la escue- ción, puesto que toda teoría se encuentra
la de Frankfurt) se desarrollaron estas teorías construida y traspasada por la ideología.
PRODUCCIÓN CULTURAL 241

En su análisis se propone transformar los las técnicas productivas dominantes se re-


términos que adopta. Así, el concepto de tira, así, de la noción de consumo (59). En
producción acuñado por Marx no le inte- Jitrik, la idea de signo supone un trabajo de
resa desde la perspectiva de los productos producción de significación no contemplada
(valor, circulación de bienes y dinero, su en la teoría lingüística de Saussure (el signi-
distribución y circulación) sino desde su ficado reproduce, la significación produce).
interioridad. A partir de una perspectiva A su vez, el trabajo crítico produce en su lec-
hermeneútica y psicoanalítica, Kristeva se tura una nueva significación (conocimiento)
concentra en el análisis de las instancias y ayuda, en última instancia, a transformar
previas a la formulación de los significados, el mundo.
lo que denomina la otra escena (por ejem- A partir de los ochenta, el desarrollo de
plo los sueños) donde nacen los deseos antes teorías sociológicas, también originadas en
de ser lenguaje, comunicación o producto. Francia, como las de Pierre Bourdieu y
De este modo, el lenguaje y el sujeto que lo Michel de Certeau tendrán un papel decisivo
produce se consideran en sus procesos de sobre todo en la modelización del campo
significación (las prácticas significantes). El cultural concebido como la tensión entre
arte y la literatura también ocupan en esta expresiones de la alta y baja cultura. Se par-
teoría un lugar privilegiado ya que al esce- te de una perspectiva más descentrada de la
nificar la heterogeneidad de las pulsiones sociedad en donde si bien existen formacio-
que irrumpen y conforman a todo lenguaje nes institucionales que regulan el comporta-
imposibilitan la coagulación de un sentido miento de los individuos, éstos poseen su
determinado. propio patrimonio simbólico. También la
Esta orientación textualista que se desa- teoría de la comunicación (que comienza a
rrolla principalmente en Francia producirá tener auge en los años setenta) pondrá én-
sus efectos en el campo más vasto de los fasis en el papel del receptor como produc-
estudios culturales tanto europeos como la- tor de sentido al observar una ampliación
tinoamericanos, cuando obras de autores ta- considerable del tiempo de ocio que supone
les como Roland Barthes y más tarde Michel un cambio sustancial en su administración
Foucault se empiecen a traducir. Por su lado, por parte de las industrias culturales en
Antonio Gramsci y Louis Althusser tuvieron donde es fundamental conocer el gusto e
también una enorme influencia en torno al interesas de las audiencias.
concepto de ideología. Dentro de esta última Estos modelos analíticos tienen una
tradición, se inscribe el ensayo del argentino gran incidencia en los pensadores latinoa-
Noé Jitrik, Producción literaria y producción mericanos con relación a los conceptos de
social (1975), en donde se analiza la relación producción, circulación y consumo, espe-
entre los modos de producción de una socie- cialmente en las culturas populares. Néstor
dad determinada y los modos de producción García Canclini (argentino radicado en
de un texto. Jitrik postula que la escritura se México) postula una teoría materialista de
desarrolla de acuerdo a técnicas que están la producción cultural rechazando tanto
en relación con las técnicas de producción las concepciones idealistas de la cultura, el
en general. Lo que media entre ambas ins- relativismo cultural (no todas las culturas
tancias es la ideología a partir de la cual son iguales) como las aproximaciones meca-
el escritor escribe ya sea para asumirla o nicistas provenientes de la teoría marxista.
discutirla (cuestión que se expresa interna- En Las culturas populares en el capitalismo
mente en la obra con el uso de diferentes re- (1982), en donde hace una revisión de los
cursos: puntos de vista, personajes, etc.). Si modelos antropológicos, plantea la profun-
bien las técnicas de escritura son el produc- da imbricación que existe entre los procesos
to del desarrollo de las fuerzas productivas culturales y socioeconómicos: “cualquier
de la clase dominante, el escritor puede ele- práctica es simultáneamente económica y
gir cambiarle el signo o no (por ejemplo, la simbólica (44).” Siguiendo muy de cerca
corriente literaria del naturalismo con res- la teoría de Bourdieu, ésta suministra una
pecto al ideario positivista de la burguesía). definición: “preferimos reducir el término
La literatura crítica, al acentuar la distancia cultura a la producción de fenómenos que
con respecto a la ideología que acompaña a contribuyen, mediante la representación
242 PRODUCCIÓN CULTURAL

o reelaboración simbólica de las estructu- artesanías es complementada por la fractu-


ras materiales, a comprender, reproducir o ra entre lo económico y lo simbólico, entre
transformar el sistema social, es decir, todas el sentido material (mercantil) y el sentido
las prácticas e instituciones dedicadas a la cultural (étnico) (120).” Al mismo tiempo,
administración, renovación y reestructu- Canclini rechaza una concepción románti-
ración del sentido (41).” De este modo se ca de la cultura popular en la que se busca
observa, principalmente, las formas en que preservar su carácter supuestamente autóc-
tanto la cultura en la era del capitalismo, a tono pero tampoco esgrime un optimismo
través de distintos aparatos culturales (la fa- tecnológico. Por el contrario, interpela cons-
milia, la escuela) como también los medios tantemente a la participación activa en la
de comunicación, prolongan el orden hege- redefinición y apropiación de los procesos
mónico a través de operaciones complejas culturales de los propios actores, consumi-
(administración, transmisión y renovación) dores e instituciones.
que generan hábitos –la manera en que los Del campo de la teoría de la comuni-
sujetos internalizan las estructuras signifi- cación, ha sido el colombiano (nacido en
cantes de acuerdo a su posición de clase y España) Jesús Martín Barbero quien en
determinación social–. Los aparatos cultu- Latinoamérica produjo un viraje en los es-
rales en que participa cada clase, sostiene tudios sobre cultura popular. En De los me-
Canclini, producen hábitos estéticos que dios a las mediaciones (1987) señala cómo
conducirá a unos al arte culto y a otros a la escuela de Frankfurt permitió pensar por
las artesanías (56). primera vez en los procesos de masa como
En el caso de América Latina, Canclini constitutivos de la conflictividad estructural
plantea que la redefinición del concepto de de lo social. Esta idea tuvo, en un primer
cultura resulta indispensable, puesto que momento, una incidencia profunda en los
si bien las relaciones de producción siguen debates latinoamericanos. Pero luego, en
siendo un factor sustancial en el sosteni- un segundo momento, ese modelo fue so-
miento del poder hegemónico, dicha catego- metido a numerosos críticas en las que se
ría no alcanza para explicar algunos meca- evidenciaron sus limitaciones. De manera
nismos de explotación que se deben ubicar que lo que prevaleció fue la línea disidente
en el consumo, el lenguaje o el sistema de benjaminiana en la que se ubica Barbero y
creencias. Por ello señala la necesidad de la que le permitirá el comienzo de sus re-
una renovación metodológica que tenga en flexiones (56).
cuenta la conformación heterogénea del ca- Su desplazamiento metodológico en los
pital cultural y de las identidades que son el estudios de la comunicación significó ir del
resultado de diversos aportes. En su investi- estudio de los medios al de las mediacio-
gación indaga en las transformaciones sufri- nes, es decir, centrar la investigación en la
das por las artesanías y las fiestas populares recepción, el reconocimiento y la apropia-
observando los procedimientos con los que ción de las audiencias. Para ello se apoyó
el capitalismo afecta el significado y la fun- en las reflexiones de Edgar Morin quien,
ción de las culturas subalternas. Por ejem- también desde una perspectiva crítica al
plo, observa cómo el capitalismo, al com- modelo adorneano, considera a la industria
plejizar y diversificar la producción, quiebra cultural como el conjunto de mecanismos y
la experiencia inmediata de la unidad entre operaciones a través de las cuales la crea-
el universo simbólico y el material de algu- ción se transforma en producción. Barbero
nas comunidades indígenas en donde ambos propone una concepción no reproductivista
aspectos estaban profundamente entrelaza- ni culturalista del consumo que coincide
dos. La división técnica entre el trabajo, la con los planteamientos que para ese mo-
venta (intermediarios que trasladan el pro- mento se encuentra desarrollando Canclini
ducto a un mercado urbano o extranjero) en Desigualdad cultural y poder simbólico
y el consumo (un comprador desconocido) (1984), Cultura y poder: dónde está la inves-
produce una fragmentación en el sentido tigación (1985) –y más tarde Consumidores y
social de la producción de artesanías: “La ciudadanos (1995)–. Para ambos estudiosos
distancia que la organización capitalista del el consumo debe considerarse como un pro-
trabajo y del mercado crean entre él y las ceso social de apropiación de los productos
PRODUCCIÓN CULTURAL 243

y de ordenación de sentido. En la propuesta circulación y consumo cultural y a una pro-


de Barbero se apunta, por un lado, a analizar fundización de los estudios sobre recepción.
las lógicas del sistema productivo: las condi- En este sentido, Guillermo Orozco, quien ha
ciones específicas de la producción cultural, centrado su investigación en las áreas de la
su incidencia en el formato de los géneros comunicación social y la educación (y quien
mediáticos (especialmente la telenovela) ha seguido muy de cerca la perspectiva de
y los modos en que el sistema productivo las mediaciones propuesta por Barbero)
responde y resignifica los requerimientos plantea que una emancipación de la audien-
del público. Por el otro, las lógicas de los cia sólo puede lograrse por un conocimiento
usos en donde se plantean los conflictos que más profundo de su actuación, pero tam-
entreteje la cultura; es decir, las réplicas y bién señala a la educación como factor deci-
apropiaciones de la clase subalterna frente sivo de esa transformación (“La audiencia”:
a la imposición hegemónica; aquí se ponen 62). En este último punto, Beatriz Sarlo ha
en juego tanto los hábitos de clase como la señalado que el proceso de decadencia de la
competencia cultural (241). Los géneros te- institución escolar pública (crisis de alfabe-
levisivos recibirán una amplia atención por- tización), especialmente en Argentina, impi-
que son los que median entre ambas lógicas de el acceso a la manipulación de los bienes
articulando narrativamente las serialidades simbólicos tradicionales y de la nueva tec-
y delimitando sus formas pero, sobre todo, nología a un sector cada vez más vasto de
porque reciben el inmediato reconocimien- la sociedad., no sólo por carecer de recursos
to de audiencias heterogéneas (incluso de materiales sino por no poseer siquiera las
comunidades orales) a través de diferentes habilidades elementales de lecto-escritura
estrategias de aproximación y negociación. (no se trata de comunidades orales sino de
El intento de sacar al estudio de los me- sectores que, en otros momentos, podrían
dios de los análisis funcionalistas y reduc- haber accedido a la escolaridad) (Escenas).
cionistas de la cultura en beneficio de los De modo que las posibilidades de apropia-
receptores, no supone en esta línea de inves- ción y producción de sentido se encuentran
tigación una visión ingenua del consumo. muy delimitadas para dichos sectores popu-
En Culturas híbridas (1989), Canclini señala lares ante políticas culturales que quedan a
tanto los problemas de segmentación, estra- cargo del mercado capitalista.
tificación y espacialización de los consumos En estas reflexiones, en las que se subra-
como la tensión que genera la disolución ya la dimensión política de la cultura, se
entre lo culto y lo masivo ante aquellos que plantea la necesidad de una reconquista de
realizan denodados esfuerzos por defender la esfera pública –o la creación de una dife-
los capitales simbólicos. Por su lado, la in- rente– y la reformulación de instituciones
vestigadora mexicana Rossana Reguillo ha involucradas en los procesos culturales fren-
puesto énfasis en la disímil oportunidad de te a la privatización de la producción sobre
generar configuraciones simbólicas (espe- todo por empresas transnacionales. Pero,
cialmente de identidades) entre países del además, lleva a pensar en una nueva amplia-
primer y tercer mundo llamando la atención ción del concepto de cultura en la línea ya
en los procesos de producción de visibili- trazada por Barbero y Canclini. Así, el chi-
dad. Para Reguillo, el control de la tecnolo- leno Joaquín Brunner propone considerar
gía genera no sólo desigualdades sino el otras áreas tradicionalmente excluidas del
monopolio en las políticas de la representa- ámbito de la cultura y que han caído en el
ción por un desconocimiento de las otras dominio de expertos tecnócratas. En la era
comunidades; de allí, la necesidad de imple- de la globalización, dice, a su vez, George
mentar políticas más respetuosas y demo- Yúdice en El recurso de la cultura (2002), se
cráticas. ha producido una definitiva “instrumentali-
Además, en los últimos decenios, el lla- zación de la cultura” que supone su uso
mado proceso de globalización y el desa- como fuente de legitimación en los ámbitos
rrollo de nueva tecnología en el área de la más heterogéneos de lo social (desarrollo
comunicación y los servicios, ha llevado a urbano, crecimiento económico e incluso
una permanente revisión de los modos en espacio para la resolución de conflictos so-
que tales fenómenos afectan la producción, ciales) (24-26). En esta última visión, la pro-
244 PRODUCCIÓN CULTURAL

ducción cultural se convierte en un recurso 1975; Kristeva, Julia, Séméiotiké = semiótica


al que apelan tanto las empresas transnacio- (trad. José Martín Arancibia) , 2 vols., Madrid,
nales como los grupos que se oponen a di- Fundamentos, 1981 (orig. 1969); Reguillo,
cho sistema. Rossana, “Pensar el mundo en y desde América
Latina: desafío intercultural y políticas de re-
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Theodor W. y Max presentación”, Diálogos de la Comunicación 65,
Horkheimer, Dialéctica del Iluminismo, Buenos 2002, pp. 61-71; Williams, Raymond, Culture
Aires, Sur, 1971; Bourdieu, Pierre, La repro- and Society: Coleridge to Orwell, Londres,
ducción: elementos para una teoría del sistema Hogarth Press, 1982 [Cultura y sociedad (trad.
de enseñanza, Barcelona, Laia, 1977; Brunner, Horacio Pons), Buenos Aires, Nueva Visión,
Joaquín, Un espejo trizado: ensayos sobre cultu- 2001]; Williams, Raymond, Marxism and
ra y políticas culturales, Santiago, FLACSO, 1988; Literature, Oxford, Oxford University Press, 1977
García Canclini, Néstor, Las culturas popula- [Marxismo y literatura (trad. Pablo Di Masso),
res en el capitalismo, México, Nueva Imagen, Barcelona, Ediciones Península, 1980].
1982; Jitrik, Noé, Producción literaria y pro-
ducción social, Buenos Aires, Sudamericana, [ISABEL QUINTANA]
raza/etnicidad sumían los análisis de la raza o la etnicidad
a un simple reflejo de la clase o a lo econó-
Los estudios culturales constituyen un am- mico. Desde esta vertiente de los estudios
plio campo en el cual confluyen diferen- culturales, la raza o la etnicidad no pueden
tes tradiciones intelectuales en torno a las ser entendidas como una expresión mecá-
relaciones entre lo cultural y lo político. nica de las relaciones de clase ni están di-
Innumerables son las disputas sobre sus rectamente determinadas por la estructura
múltiples genealogías o sobre la pertinencia económica de una formación social. La raza
de enmarcar estas tradiciones bajo el rubro y la etnicidad no se consideraban como un
de estudios culturales (para una discusión simple epifenómeno de lo económico ni de
sobre la pertinencia de hablar de estudios la lucha de clases como se asumía en cier-
culturales latinoamericanos véase a Walsh, tos los modelos marxistas del “materialismo
Estudios). Dependiendo de cómo se asuma vulgar”, pero también en otras corrientes
una posición frente a estas disputas, apare- que hacían depender la raza o la etnicidad
cen diferencias sustantivas con respecto a de los cálculos o intereses económicos de
la manera de entender en concreto el des- individuos o grupos. En este sentido, des-
pliegue y las transformaciones de categorías de esa vertiente de los estudios culturales
como las de raza y etnicidad dentro de los se argumentaba por la autonomía relativa
estudios culturales. de la raza y etnicidad con respecto a otros
En la vertiente de los estudios culturales componentes de la formación social en ge-
que se remonta a Birmingham y al Centro neral y su irreductibilidad a lo económico
Contemporáneo de Estudios Culturales en particular.
(CCCS), lo racial aparece a finales de los años Este cuestionamiento al reduccionismo
setenta como problemática asociada al tra- economicista, sin embargo, no significaba
bajo colectivo que encuentra su más visible que esta vertiente de los estudios culturales
expresión en los libros Policing the Crisis: se plegaran a aquellas corrientes más extre-
Mugging, the State, and Law and Order y The mas de corte sociológico, que negaban cual-
Empire Strikes Back: Race and Racism in 70s quier relación de la raza o la etnicidad con
Britain. Stuart Hall y Paul Gilroy son las dos las condiciones materiales de producción
figuras más destacadas en esta vertiente de económica y las relaciones de clase de una
los estudios culturales que, desde entonces, formación social determinada. Para estas
enfocan su atención en aspectos relaciona- corrientes, la raza y la etnicidad eran fenó-
dos con raza y etnicidad. En su conjunto, menos sociales autónomos y entendibles en
las elaboraciones sobre raza y etnicidad sus propios términos. Esto es, la raza y la
desarrolladas en este contexto partían de etnicidad constituían un caso particular de
cuestionar al reduccionismo economicista las relaciones sociales ya fuera en el estable-
propio del “materialismo vulgar” y, del lado cimiento de diferencias y jerarquías en una
opuesto, al reduccionismo discursivo aso- sociedad determinada o en la yuxtaposición
ciados a ciertas corrientes textualistas. (generalmente por la fuerza) de diferentes
El cuestionamiento al reduccionismo eco- órdenes sociales. Si bien esta vertiente de
nomicista consiste en tomar distancia de los estudios culturales compartía con las
los diferentes encuadres teóricos que sub- corrientes sociológicas que la raza o la et-

[245]
246 RAZA/ETNICIDAD

nicidad no podían considerarse como sim- sobre la relevancia de Gramsci para el estu-
ples derivados de lo económico, diferían de dio de la etnicidad y la raza, “The Problem”,
las expresiones extremas que rechazaban de Hall desarrolla este aspecto en detalle).
plano cualquier condicionamiento de lo eco- Antes que entidades fijas e inmutables que
nómico. Las categorías de “articulación” y se encuentran en todos los lugares y tiem-
“sobredeterminación”, inspirada en los tra- pos, la raza y la etnicidad son productos de
bajos de Laclau y Althusser, ofrecieron los condiciones históricas concretas y varían
insumos teóricos para que esta vertiente de sustancialmente de una formación social a
los estudios culturales elaborara una teoría otra. Dos son las principales consecuencias
de la totalidad social y de la determinación de esta premisa de la historicidad.
que tomaba en cuenta las condiciones ma- Primero, significa un cuestionamiento a
teriales de existencia de las formaciones los escencialismos biologicistas o culturalis-
sociales, sin caer en los problemas del “ma- tas. Esta vertiente de los estudios culturales
terialismo vulgar” y del economicismo (para cuestiona el esencialismo biologicista que
una argumentación detallada, véase Hall, supone la idea de que la raza sería una rea-
“Race”). lidad biológica y, por lo tanto, que seria ex-
En sus elaboraciones de la raza y la et- presión de la “naturaleza humana”. Al con-
nicidad esta vertiente de los estudios cultu- trario de este esencialismo biologicista, esta
rales también ha cuestionado el reduccio- vertiente de los estudios culturales confluye
nismo discursivista. Éste se desprende de con el grueso de los académicos contemporá-
una sobreinterpretación del giro discursivo neos al considerar que la raza como entidad
considerando que la raza y la etnicidad son biológica se remonta a la expansión colonial
reducibles a los discursos que las constitu- europea con sus topologías y jerarquizacio-
yen. Aunque esta vertiente de los estudios nes eurocentristas de los seres humanos y
culturales está plenamente de acuerdo con de la naturaleza en general. La raza fue una
la afirmación de que la realidad social en invención colonial de clasificación y subor-
general y la raza y etnicidad en particular dinación de poblaciones no europeas que
son discursivamente constituidas, se dis- apelaba al discurso experto de la biología de
tancia de quienes de ello concluyen que el la época. A pesar de que desde mediados de
discurso es el principio de inteligibilidad al siglo pasado la biología ha refutado la exis-
que se puede reducir todo lo social. Esta tencia de entidades raciales, esta noción de
vertiente de los estudios culturales conside- raza como entidad biológica ha continuado
ra que la dimensión discursiva de la raza y habitado de disímiles formas el imaginario
la etnicidad no es un simple agregado que colectivo y el sentido común, imbricándose
se sumaría, al final, a relaciones y prácti- con prácticas de diferenciación, regulación,
cas no discursivas constituidas de antema- normalización, exclusión y control. Por lo
no. Sin embargo, no se limita a un análisis tanto, desde esta vertiente de los estudios
discursivo, ni desconoce la relevancia de culturales se examinan estas cambiantes y
las dimensiones no discursivas de cualquier múltiples prácticas, relaciones y representa-
práctica y relación en una formación social ciones que constituyen la raza como si fuera
determinada. Menos aún sigue a aquellas una entidad biológica en una formación so-
corrientes que reducen lo discursivo a una cial determinada.
conceptualización formalista del lenguaje En el mismo sentido, el historicismo
que consideran la raza y la etnicidad como de esta vertiente de los estudios cultura-
sistemas de clasificación social, como “bue- les cuestiona el esencialismo culturalista.
nas para pensar” o sistemas de intercambio Desde el esencialismo culturalista la etnici-
de signos. dad y la raza aparecen como la expresión
Además del cuestionamiento a los reduc- de unos rasgos culturales primordiales que
cionismos economicista y discursivista, esta se mantienen inmutables a través de la his-
vertiente de los estudios culturales subraya toria. Nada más distante de la visión de los
la historicidad de la raza y la etnicidad. En estudios culturales que no explican la etnici-
otras palabras, argumentan que tanto la dad o la raza como resultado de aislamien-
raza como la etnicidad son histórica y con- tos o de emanaciones de núcleos culturales
textualmente constituidas (en su artículo primordiales, enraizados en un supuesto
RAZA/ETNICIDAD 247

inconsciente colectivo, sino como resultado nados, pero constituyen sistemas diferencia-
de las interacciones históricamente situadas bles de prácticas discursivas y subjetividades
en contextos de relaciones de poder cons- que dividen y clasifican el mundo social con
tituyentes de grupos, identidades y sujetos sus historias específicas y sus modos de
determinados. operación. A pesar de sus particularidades
Segundo, otro aspecto a considerar en la constituyen dos registros del racismo: el ra-
elaboración de la raza y etnicidad desde los cismo biológico-cultural y el diferencialismo
estudios culturales, asociada a Birmingham cultural (“Conclusion”: 223).
y en especial al trabajo de Stuart Hall, se El racismo inscribe diferencias y jerar-
refiere a la distinción entre estas dos catego- quías ineluctables y naturalizadas en una
rías. Aunque Hall distingue analíticamente formación social: “El racismo, por supues-
entre etnicidad y raza, considera que entre to, opera por la construcción de impasables
estas categorías existen analogías y superpo- fronteras simbólicas entre categorías racial-
siciones. De manera general, para Hall la mente constituidas y sus típicos sistemas
etnicidad es un concepto que ha sido asocia- binarios de representación constantemente
do con una locación social (el lenguaje del marcan y tienden a fijar y naturalizar la di-
lugar) y articulado a través de “rasgos cul- ferencia entre pertenencia y otredad” (Hall,
turales” (“Etnicidad es el término que noso- “New Ethnicities”: 445). El racismo debe
tros damos a los rasgos culturales –lenguaje, ser entendido como un tipo de práctica
religión, costumbre, tradiciones, sentimien- cuya especificidad refiere a la ineluctable
tos por ‘lugar’– que son compartidos por un naturalización de la segregación, separa-
grupo”: “The Question”: 617) mientras que ción y jerarquización de la diferencia: “El
la raza ha sido relacionada con la discrimi- racismo es una estructura de discurso y re-
nación tomando características somáticas presentación que trata de expulsar simbóli-
que operan como diacríticos raciales (“Con- camente al Otro –lanzarlo afuera, colocarlo
clusion”: 222-223). allá, en el tercer mundo, en la margen–”
No obstante, Hall trasciende esta simple (Hall, “Ethnicity”: 16). El racismo requiere
oposición entre raza y etnicidad y anota que ser analizado como una serie de prácticas
aunque el “racismo biológico” recurre a las más o menos institucionalizadas en forma-
características corporales como diacríticos ciones sociales específicas, cuyo despliegue
de la raza estas características connotan garantiza la inscripción en el cuerpo social e
diferencias sociales y culturales. En las úl- individual de relaciones de desigualdad, asi-
timas décadas, esta noción de raza ha sido metría y exclusión. Ahora bien, como lo ha
desplazada por un concepto explícitamente hecho con las nociones de raza y etnicidad,
cultural. Las nociones biológicas extremas Hall ha enfatizado la pluralidad e historici-
de la raza (expresadas en la eugenesia, el dad del racismo, arguyendo que no existe un
darwinismo social o el fascismo) “han sido solo racismo sino racismos.
reemplazadas por definiciones culturales En América Latina múltiples son las ela-
de la raza, las cuales permiten que la raza boraciones sobre raza y etnicidad que bien
juegue un papel significativo en los discur- pueden considerarse en dialogo con los es-
sos de la nación y la identidad nacional” tudios culturales. Entre las más relevantes
(“The Question”: 618). Este desplazamiento se encuentran el trabajo de Claudia Briones
del pensamiento racial y del racismo de lo en Argentina con su conceptualización de
somático hacia lo cultural es referido con “aboriginalidad”, el de Marisol de la Cadena
el concepto de “racismo cultural” de Paul en Perú sobre los “mestizos indígenas”, y el
Gilroy (There Ain’t). del colectivo asociado al doctorado en estu-
Por su parte, en la etnicidad “la articula- dios culturales de la Universidad Andina
ción de diferencia con la Naturaleza (bioló- Simón Bolívar (UASB) en Quito coordinado
gica y genética) es presente, pero desplaza- por Catherine Walsh centrado en la colonia-
da mediante el parentesco y el matrimonio” lidad del poder.
(“Conclusion”: 223, cursivas en el original). Briones propone trascender los cada vez
Para Hall, estos discursos de las etnicidades más estériles debates anclados en discusio-
y las razas (biológica o culturalmente sutu- nes de semánticas descontextualizadas que
radas) se encuentran estrechamente relacio- tienden a suponer el carácter dado de ca-
248 RAZA/ETNICIDAD

tegorías como las de “etnia” o “raza”. Para que subalterniza las experiencias, seres y
Briones se hace teórica y metodológicamen- saberes otros. Para ello, la diferencia colo-
te pertinente hacer énfasis en una pragmá- nial desde la cual se articulan los movimien-
tica de los usos sociales que se encuentra tos sociales indígenas y afrodescendientes,
ligada a contextos históricos específicos ofrece alternativas a la modernidad y unas
(257). En este sentido, Briones sugiere ex- políticas epistémicas, ontológicas y existen-
plorar la noción de “aboriginalidad” como ciales orientadas hacia la descolonialidad.
una alternativa analítica en el contexto de Inspirados en parte por los estudios cul-
una economía política de la producción (de turales en América Latina se han adelantado
la diferencia) cultural (242-243). De ahí que igualmente numerosos trabajos sobre raza y
la “aboriginalidad” sea entendida desde un etnicidad con un enfoque en las poblaciones
enfoque procesal y relacional de coproduc- afrodescendientes. Las investigaciones de
ción e inscripción de otros (diferentes-mar- Livio Sansone en Brasil, las de Jean Rahier
cados) y nosotros (diferentes-no-marcados) para Ecuador, las de Kevin Yelvington en el
en un entramado social de exclusiones e Caribe, o las de Peter Wade para Colombia
inclusiones propias de la dialéctica de re- abordan las relaciones entre representacio-
producción/contestación permanente de la nes, relaciones de poder y alteridad étnica/
hegemonía y subalternidad. racial que operan en las construcciones de
Por su parte, Marisol de la Cadena ha lo negro, la nación y la diáspora. Sansone,
trabajado desde una historización de las por ejemplo, evidencia las diferentes arti-
nociones de “mestizaje” que han operado culaciones raciales en Brasil y la “cultura
en diferentes momentos del siglo XX en negra” teniendo en cuenta los impactos de
Perú y América Latina. Sus análisis de los la circulación global de imágenes y objetos.
discursos y las prácticas de las articulacio- De ahí que su trabajo resalte la importan-
nes locales del mestizaje y la indianidad, cia analítica de las influencias de las redes
han mostrado cómo rasgos culturales (la transnacionales en las articulaciones racia-
educación, formas de vestir, urbanidad, les locales. Con base en la noción de repre-
etc.) ocupan el lugar de diacríticos racia- sentación de Stuart Hall, el detallado estu-
les, haciendo de la “raza” una categoría que dio de Rahier muestra los diferentes tropos
puede apelar tanto al ámbito de la cultura del pensamiento racial hegemónico sobre
como al de la biología. Metodológicamente, lo negro, a partir de un análisis discursivo
el contextualismo radical y la historización y visual de una revista ecuatoriana. Por lo
son sugeridas por De la Cadena desde “el tanto, constituye una interesante ilustración
dialogismo como estrategia epistemológi- de lo que metodológicamente se puede lo-
ca para explorar los múltiples significados grar con el análisis del discurso y lo visual
inscritos en la genealogía de la etiqueta en los estudios de la raza/etnicidad. En uno
de identidad ‘mestizo’ y su correspondien- de sus artículos, Yelvington introduce un
te ideología política, el mestizaje” (“Are relevante cuestionamiento a la noción de
Mestizos Hybrid?”: 262). diáspora que tiende a tomarse por sentada,
Finalmente, cabe referir el trabajo co- en vez de examinar históricamente cómo se
lectivo en torno al doctorado en estudios constituye o no desde lo concreto y en si-
culturales de la UASB por su novedoso abor- tuaciones bien específicas, como el caso exa-
daje de la raza y etnicidad desde el proyec- minado por el de la reacción en el Caribe a
to intelectual y político de la modernidad/ la invasión italiana de Etiopía. Finalmente,
colonialidad (Walsh, Pensamiento). A partir Wade presenta uno de los más completos
de la elaboración de un pensamiento que estudios sobre las dinámicas raciales en sus
cuestiona los fundamentos eurocéntricos de inscripciones regionales y en el proyecto de
la modernidad y el conocimiento occidental, construcción de nación, evidenciando las
se evidencia cómo el pensamiento racial ha imbricaciones entre las nociones de raza,
sido parte constitutiva de la colonialidad. De mestizaje y diferencia. Combinando la etno-
ahí que se busca intervenir en los términos grafía con el análisis de documentos, Wade
mismos desde los cuales opera la geopolíti- subraya la relevancia de pensar relacional y
ca del conocimiento moderno/colonial des- contextualmente la producción de las dife-
atando los amarres del pensamiento racial rencias y jerarquías raciales.
RAZA/ETNICIDAD / REPRESENTACIÓN 249

OBRAS DE CONSULTA. Briones, Claudia, La alteri- el Caribe, 1935-1941”, Estudios Migratorios


dad del “cuarto mundo”: una deconstrucción Latinoamericanos, año 17, núm. 52, 2003, pp.
antropológica de la diferencia, Buenos Aires, 555-576.
Ediciones del Sol, 1998; De la Cadena, Marisol,
“Are Mestizos Hybrids? The Conceptual [EDUARDO RESTREPO]
Politics of Andean Identities”, Journal of Latin
American Studies, núm. 37, 2005, pp. 259–284;
De la Cadena, Marisol, Indigenous Mestizos: representación
The Politics of Race and Culture in Cuzco, Peru,
1919-1991, Durham, Duke University Press, La representación, en su sentido más bási-
2000 [Indígenas mestizos: raza y cultura en el co, es el resultado de un acto cognitivo por
Cusco (trad. Montserrat Cañedo y Eloy Neyra), medio del cual se produce un signo o sím-
Lima, IEP Ediciones, 2004]; Gilroy, Paul, “There bolo que se instaura como el “doble” de una
Ain’t No Black in the Union Jack”: The Cultural presunta “realidad” o de un “original”. En
Politics of Race and Nation, Chicago, The otras palabras, la representación ocurre a
University of Chicago Press, 1991; Hall, Stuart, través de un proceso de percepción e inter-
“Conclusion: The Multi-Cultural Question”, en pretación de un referente, el objeto (en un
Barnor Hesse (ed.), Un/settled Multiculturalism: sentido amplio) representado. Atendiendo al
Diasporas, Entanglements, “Transruptions”, vocablo representación, el prefijo re indica-
Londres, Zed Books, 2000, pp. 209-241; Hall, ría un volver a presentar lo que ya ha sido
Stuart, “The Question of Cultural Identity”, presentado. Re-presentar es volver a presen-
en Stuart Hall, David Held y Tony McGrew tar, poner nuevamente en el presente aquello
(eds.), Modernity and its Futures, Cambridge, que ya no está aquí ni ahora, encontrándose
Polity Press, 1992, pp. 596-634; Hall, Stuart, así restituido en su re-presentación. De este
“Race, Articulation and Societies Structured in modo le sería intrínseca a la representación,
Dominance” en Sociological Theories: Race and en primer lugar, una cierta disparidad tem-
Colonialism, París, UNESCO, 1980, pp. 305-345; poral trazada por la distancia entre los dos
Morley, David y Kuan-Hsing Chen (eds.), Stuart momentos implicados en la estructura mis-
Hall. Critical Dialogues in Cultural Studies, ma de la re-presentación: algo así como pre-
Londres-Nueva York, Routledge, 1996; Rahier, sentar una cosa por segunda vez. En segun-
Jean, ‘“Mami, ¿qué será lo que quiere el negro?’: do lugar, el prefijo re también supone una
representaciones racistas en la revista Vistazo, iteración, un repetir, un volver a poner, que
1957-1991”, en Emma Ervone, Emma y Fredy a diferencia de la distancia temporal, indica
Rivera (eds.), Ecuador racista: imágenes e identi- una suerte de artificialidad. La representa-
dades, Quito, FLACSO, 1999, pp. 73-110; Sansone, ción sería, en este caso, un acontecimiento
Livio, De África a lo afro: uso y abuso de África a través del cual algo es repetido, re-produ-
en Brasil, Kuala Lampur, Vinlin Press/Sephis/ cido en el presente y, por lo tanto, restituido
Codesria, 2001, <www.iisg.nl/~sephis/pdf/li- artificialmente en y por la representación.
viospanish.pdf>; Sansone, Livio, Negritude sem A ambos sentidos, cuyas direcciones
etnicidade, Salvador/Rio de Janeiro, Edufba/ cohabitarían en la palabra representación,
Pallas, 2004; Wade, Peter, Gente negra, nación les es propio una relación a la esencia o la
mestiza, dinámicas de las identidades raciales en pre-esencia de las cosas, ya sea haciéndo-
Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 1997; las o dejándolas venir de nuevo al presente
Wade, Peter, Música, raza y nación: música (allí donde representar sería más bien “re-
tropical en Colombia, Bogotá, Vicepresidencia presenciar” o hacer retornar a la presencia),
de la República, 2002; Walsh, Catherine (ed.), ya sea presentándolas nuevamente bajo la
Estudios culturales latinoamericanos: retos des- forma de un doble, de una imagen, una idea,
de y sobre la región andina, Quito, Universidad un pensamiento o, para ser más precisos, a
Andina Simón Bolivar/Abya-Yala, 2003; Walsh, partir de un “representante”, algo o alguien
Catherine (ed.), Pensamiento crítico y matriz (de) destinado a sustituir o suplir la ausencia de
colonial: reflexiones latinoamericanas, Quito, otro.
Universidad Andina Simón Bolivar/Abya-Yala, Las representaciones han sido objeto de
2005; Yelvington, Kevin, “Dislocando la diás- estudio en diversas disciplinas. En el caso
pora: la reacción al conflicto italo-etíope en de las humanidades y las ciencias sociales
250 REPRESENTACIÓN

estarían ligadas a su relación con el estudio ciertos o falsos, lo cual sugiere una condi-
de la sociedad y la cultura. Por un lado, la ción de construcción en la que se encuen-
representación designaría a las “representa- tran implicados los sujetos.
ciones” en el sentido de los códigos funda- Las formas de representación han varia-
mentales de una cultura, constelaciones sim- do según tiempo y espacio. Del mismo
bólicas destinadas a regir el orden de los modo, cada disciplina tiene ciertas especifi-
discursos y las prácticas sociales: imágenes caciones de lo que se considera o no una
que producen de sí los sujetos que partici- representación válida en su campo. En lite-
pan en una cultura y en una época determi- ratura la representación ha estado estrecha-
nada. Por otro lado, el gesto de articular mente relacionada a los géneros literarios
épocas a partir de “representaciones” impli- (poesía, narrativa, drama, ensayo, crónica,
caría el hecho de que la representación, el ficción/no ficción) como también a las co-
conjunto de imágenes que son la representa- rrientes literarias que predisponen al recep-
ción de una cultura, de una mentalidad, de tor, en este caso al lector, a esperar un cier-
un orden esencial a las cosas, se encontraría to tipo de representación. Por ejemplo, la
regida por una idea representacional sobre novela realista fue considerada por George
las representaciones: algo así como la repre- Lukács como una expresión narrativa que
sentación-de-las-representaciones, en el sen- representa la realidad satisfactoriamente en
tido de que aquellas imágenes culturales no cuanto la expresa como una totalidad.
sólo poseerían la virtud de representar épo- En el caso del teatro, la obra teatral ha
cas históricas, de retener en ellas el estado sido definida como sinónimo de representa-
de composición de una época, sino que, al ción y ha sido considerada como un espejo
mismo tiempo, sean objeto de representa- de la realidad, función que se exacerbó con
ción, en el sentido de que, para nosotros, el teatro burgués. Sin embargo, a diferencia
estudiosos de la cultura, puedan ellas mis- de la literatura, la obra teatral difícilmente
ma ser representables. podría repetir una representación igual a
En este sentido, la representación cons- otra en tanto que se constituye como una
tituye más bien la estructura de compren- acción única y efímera, aunque sea el mon-
sión a través de la cual el sujeto mira el taje de un mismo texto dramático.
mundo: sus “cosmovisiones”, su mentali- Por su parte, en una performance lo efí-
dad, su percepción histórica. Esta estructu- mero de la representación se agudiza y el
ra de comprensión se encuentra expresada concepto de representación se amplía a otro
en el lenguaje, cuya función sería, en térmi- tipo de manifestaciones no necesariamente
nos generales, “representar” el acto mismo efectuadas en un escenario teatral tradicio-
de cognición del sujeto. De este modo la re- nal. Diana Taylor define performance como
presentación es portadora de significados un comportamiento o una práctica que trans-
que se materializan a través del uso del len- mite conocimiento al tiempo que es una
guaje, sea escrito, visual, auditivo, corporal, metodología. Una performance incluye des-
etc. En este contexto sería bueno notar, tam- de obras artísticas hasta actos cotidianos,
bién a modo general, que la representación por ejemplo, las marchas políticas, las apa-
o las representaciones son parte de un siste- riciones públicas o en televisión de artistas,
ma de prácticas sociales y culturales que políticos, periodistas, las representaciones
involucran un referente, que puede ser real mediáticas, etcétera.
o imaginario, o incluso otra representación; El campo de la historia, suele ser distin-
unos agentes que realizan la representación guido del de la literatura por su función de
dotados de cierta ideología en un contexto representar la realidad del pasado. Por esta
histórico-social determinado y, finalmente; razón, es quizá una de las disciplinas más
unos receptores que, en el acto de recepción, sensibles al concepto de representación y a
perciben e interpretan dicha representación. corrientes teóricas que, a partir del poses-
Para los estudios culturales, el concepto de tructuralismo, han postulado un acceso al
representación sería la consecuencia de una pasado necesariamente mediado. A partir
serie de prácticas mediadas a través de las del positivismo, la búsqueda de objetividad
cuales se produce un significado o múltiples impuso que la representación histórica, el
significados que no necesariamente son relato histórico, se remitiera a fuentes escri-
REPRESENTACIÓN 251

tas, documentos que atestiguaran y validaran dad inmutable independiente a los hombres,
científicamente una verdad histórica. Debido el arte se consideraba una imitación de la
a las influencias de corrientes teóricas como naturaleza y sólo podía remitirse a las for-
el posmodernismo y el poscolonialismo, las mas exteriores de las cosas, las cuales esta-
prácticas historiográficas contemporáneas ban más relacionadas a la representación de
han transformando sus metodologías y sus un ideal. Aristóteles, por su parte, en su
parámetros de objetividad en tanto que el Poética, asocia la función de la mimesis con
pasado adquiere significado por medio de las acciones del género humano: mientras
sus representaciones. más plausible sea la trama, la mimesis o la
La representación cinematográfica tam- representación se acercaría más fielmente a
bién es el resultado de convenciones especí- dicha realidad.
ficas de un determinado tiempo y lugar, que La teoría intencionalista supone que el
están evidentemente ligadas a una ideolo- productor de la representación impone un
gía, en el sentido de la posición que ocupa significado único del mundo o del objeto
el sujeto en la trama discursiva que organiza representado a través de su uso del lenguaje.
su presente. Como en la literatura y el tea- Esta teoría supondría una ausencia de co-
tro, la representación cinematográfica tam- municación con el entorno social y difícil-
bién responde a ciertos géneros o escuelas mente se podría pensar que una representa-
en particular, por ejemplo el melodrama, ción porta un significado único y excluyente:
que se caracteriza por inducir la emotividad la del agente que la produce. La última gran
del espectador por medio del uso narrativo teoría que menciona Stuart Hall para el es-
del primer plano. tudio de las representaciones es la construc-
En el ámbito político, la representación tivista, la cual postula que ni las cosas o el
política alude al proceso por el cual los ciu- mundo exterior (para darle un sentido más
dadanos delegan su voluntad y sus intereses amplio a lo representable), ni los que usan
a un representante, destinado a sustituirlos el lenguaje pueden otorgar o dotar de un
en el ámbito de las grandes decisiones co- significado único e invariable al lenguaje.
lectivas. En este caso, el representante polí- En la base de esta teoría subyace que el sig-
tico ocupa el lugar de los ciudadanos por nificado del mundo exterior se construye a
medio de un conjunto de procedimientos través de sistemas de representacionales
autorizados desde el espacio público en el (Hall, Representation: 25).
ámbito de las llamadas “democracias repre- Con el trabajo de Ferdinand de Saussure
sentativas”. (1857-1913) en el área de la lingüística, la cons-
En su origen, las representaciones sociales trucción de significado fue relacionada con el
y culturales han sido objeto de estudio cons- lenguaje que, a su vez, fue definido como un
tante en tanto que habían sido consideradas sistema de signos. En términos de Saussure,
como un medio para acceder a una “verdad”, el lenguaje es parte de una estructura don-
una “esencia” o una “realidad”. Sin embargo, de el signo (en este caso, la palabra) estaría
la posibilidad de lograr el conocimiento de compuesto por el concepto o idea expresa-
esa “esencia” y la definición misma de esa da por un sonido o icono (significado) y la
“verdad/realidad” han estado, desde la anti- imagen acústica (significante). El mundo ex-
güedad, en el centro del debate en las discu- terior sólo adquiere significado al estar en
siones críticas sobre la representación. contraste con otros elementos dentro de una
Dentro del estudio de la representación estructura: el estudio de la relación entre el
se podrían señalar tres teorías principales (y signo y su referente (el objeto representado
generales): la mimética, la intencionalista y por el signo, es decir, lo que la palabra de-
la constructivista (Hall, Representation: 24- nota) proveería de un significado o sentido.
26). Según la filosofía griega la mimesis En síntesis, dentro de una estructura, todo
(mºmhsiq) era el proceso por el cual un len- signo sería una representación.
guaje, ya sea escrito o visual, imitaba la na- Muchos intelectuales siguieron el modelo
turaleza. En este sentido, el lenguaje cum- de Saussure dando origen al estructuralis-
plía con la función de imitar una verdad ya mo como marco teórico dominante a media-
existente en el mundo exterior. Sin embargo, dos del siglo XX, entre ellos, destacan Roland
para Platón, dada esta existencia de una ver- Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault y
252 REPRESENTACIÓN

Jacques Lacan, quienes al mismo tiempo se En consecuencia, el posestructuralismo


convirtieron en sus críticos, dando origen planteó que no es posible ninguna represen-
al posestructuralismo. Si bien Saussure se tación objetiva y que toda representación es
concentró en el análisis del lenguaje, la me- una construcción subjetiva. En el área de la
todología del estructuralismo fue aplicada, historiografía este consenso por parte de los
en términos generales, a la cultura y a la afiliados al posestructuralismo problemati-
sociedad. Asimismo, fue adoptada por dis- zó su práctica. Dentro de este marco teórico,
ciplinas como la antropología (Claude Lévi- no sería posible acceder al pasado de una
Strauss), la literatura (Barthes y Derrida), la manera directa, es decir, no mediada. Al
psicología (Lacan) y la historia (Foucault). mismo tiempo, se dio origen a un debate en
En este proceso de formación de la teoría es- torno a la factibilidad de que la narrativa
tructuralista, la semiótica amplió el campo histórica fuera una representación objetiva.
de estudio de los signos a todo aquello que Quizá una de las polémicas más interesan-
pudiera ser leído como un texto (actividades tes sobre la representación, sería la encabe-
cotidianas, obras de arte, afiches publicita- zada por Hayden White por desarmar las
rios, fotografías, etc.) y con ello incorporó en bases en la que se fundó la historia como
el estudio de la cultura las manifestaciones disciplina académica. Señala White que la
consideradas propias de la cultura popular. historia y la literatura comparten una mis-
Es decir, incluyó a todo objeto o expresión ma forma de narrar y que solamente difie-
cultural que opera como lenguaje y, como ren por sus referentes: el acontecimiento
tal, comunica un sentido o significado. A verídico y la imaginación, respectivamente.
diferencia de Saussure, Barthes incorporó Es decir, que la práctica representacional de
a la lectura de las representaciones (signos) lo que se supone histórico (“real”) y de la
y sus significados a una segunda estructu- literatura (“ficción”) operan de la misma
ra de significación. En consecuencia, la se- forma, tanto la narrativa histórica como la
miótica no sólo estudiaría lo denotativo, es literaria recurren a los mismos tropos.
decir, el signo en relación con el referente Para concluir, lo que hasta el estructura-
y su significado, sino también, ese mismo lismo se entendía como una representación
signo dentro del contexto de una estructura de un referente objetivo, hoy se entiende
mayor que conecta al signo con otros temas como una representación de construcciones
y significados. Este segundo nivel de análisis (que son también representaciones) ideoló-
sería, en términos de Barthes, connotativo y gicas, culturales, sociales, etc. Es decir que
se vincularía a una ideología. el mundo exterior adquiere significado por
Por su parte, Michel Foucault (1926- medio de la representación que se pueda
1984), transciende el estudio de la represen- realizar de éste. Una imagen, una película,
tación como un acto meramente lingüístico una manifestación política, un libro, una
y la incorpora dentro del análisis discursivo. canción, todos estos productos culturales, se
El discurso sería una manera de representar entienden como representación y se inscri-
el conocimiento respecto a un tema en par- ben en prácticas representacionales. Desde
ticular y en un momento histórico determi- una perspectiva amplia, y sin detallar en las
nado. Al mismo tiempo, el discurso produ- diferencias que subyacen en las prácticas
ciría conocimiento, es decir, que la práctica académicas de los intelectuales afiliados a
representacional devendría en un medio los estudios culturales, la representación es
para la producción de conocimiento a través estudiada tanto en sus modos de represen-
del lenguaje. Si en el estructuralismo, el sig- tación (entiéndase el o los sujetos producto-
nificado se construía a partir de la relación res de la representación, las formas y mar-
entre el signo y su referente, para Foucault cos teóricos en los cuales se inscriben, las
el significado se construye dentro del discur- opciones estéticas e ideológicas que subya-
so y sus prácticas. En síntesis, fuera del dis- cen tras el acto de representar), sus prácti-
curso, nada tiene sentido o significado, e cas y sistemas representacionales.
incluso el sujeto pierde autonomía y sólo se Si el estudio de las representaciones ha
podría constituir como tal dentro del discur- sido una forma de acceder y producir al
so y las prácticas discursivas en un momen- mismo tiempo conocimiento, en el entorno
to y lugar determinado. latinoamericano, existen ciertos hitos que
REPRESENTACIÓN 253

han puesto en el debate el problema de la politológico “transición a la democracia”,


representación. obligaba a modular en este contexto los es-
Por un lado, desde los estudios subal- tados de composición de la época, con la
ternos se han cuestionado los discursos parte maldita adherida al nombre (Richard,
hegemónicos que han articulado una prác- Residuos: 10).
tica representacional que se han apropiado La capacidad que el debate de posdicta-
del “Otro” como objeto de representación. dura tuvo para articular políticamente su
Estrechamente ligada a esta problemática, discurso crítico, se debió a la re-actualiza-
está la pregunta sobre quién tiene el dere- ción de estrategias críticas que intervinieron
cho de hablar por otros y hasta qué punto los nuevos contextos democráticos, revelan-
el intelectual es capaz de representarlos. do en ellos la imagen de transparencia y
Siguiendo esta línea, desde la publicación estabilidad que querían preservar en su
de Me llamo Rigoberta Menchú y así me na- tránsito al neoliberalismo. Dicho tránsito,
ció la conciencia (Burgos), en la literatura que para Beatriz Sarlo se expresó sintomá-
el testimonio ha sido foco de debate, tanto ticamente en el espacio académico con el
por su capacidad representacional de su- paso del “intelectual” al “experto” (Sarlo,
jetos pertenecientes a grupos minoritarios Escenas: 148), implicó no sólo el viraje radi-
como también por las posibilidades de ser cal de la política al mercado en el ámbito de
considerado un género literario que se di- la cultura, sino también el tránsito al olvido
ferencie de la historia oral y de la autobio- social de aquella violencia política desplega-
grafía. Similar ha ocurrido con la historia, da por la dictadura. Se trataba, sobre todo,
en la cual el historiador, perteneciente a una de que el debate de posdictadura lograra
élite intelectual y queriendo dar voz a los ca- generar una práctica crítica a través de la
rentes de poder, desde su marco ideológico movilización de ciertos recursos simbólicos
escribe la historia de un grupo subalterno, destinados, no sólo a preservar la memoria
imponiendo sus propios códigos culturales social de la dictadura, sino, también, desti-
y, con ello, interpretando las practicas so- nados a revelar las estrategias de exclusión
ciales y culturales de dicho grupo que no que dicha memoria padecía. De esta mane-
necesariamente representaría su propia vi- ra, el debate abierto por la posdictadura fue
sión. Otro momento esencial del debate en producto de un cambio radical en la lengua
torno a la representación en América Latina crítica, una “atención lexical” (Avelar: 175)
fue inaugurado por los llamados estudios de a través de la cual pudieron articularse ex-
posdictadura en los años noventa, que tu- periencias y subjetividades que sufrieron, y
vieron como objetivo ingresar al espacio de aún sufren, no sólo la exclusión total y ab-
“disputa de la representación” que se abría soluta de representación en lo social, sino la
con los procesos democratizadores que las fuerza salvaje con que esa exclusión se ins-
propias dictaduras militares habían diseña- cribió en ellas.
do. En efecto, una vez que la región iniciara, Como vemos, se trata de una “política de
en los años ochenta, la llamada “transición a la representación”, en la que se juega no
la democracia”, se configuró un debate con- sólo un espacio crítico y alternativo a la es-
cerniente a recuperar el legado dejado por tructura hegemónica vigente que proyecta
el proceso de militarización que sacudió con “el orden de las cosas”, sino, principalmen-
ferocidad la cultura política del continente. te, se juega la perdurabilidad misma del sis-
Dicho debate, que fue en sus inicios articu- tema, su capacidad autopoiética. El triunfo
lado bajo el concepto de “memoria históri- del sistema es el triunfo sobre las represen-
ca”, tuvo como finalidad posicionarse de los taciones que le dan continuidad en el tiem-
contextos políticos destinados a borrar sim- po, que lo re-producen. “El orden de las
bólicamente la herida social infligida por las cosas” es, por lo tanto, el resultado de un
dictaduras argentina (1976-1983), brasileña acto hegemónico que fue capaz de articular-
(1964-1978), uruguaya (1973- 1985) y chi- se como la visión autorizada del mundo, la
lena (1973-1990), por nombrar los lugares imagen en la que se condensaría la especifi-
más significativos. Un ejemplo de esto lo cidad cultural de la época. De ahí, el carác-
constituyó la propia palabra “posdictadu- ter estratégico y político que cobra la repre-
ra”, que a diferencia del término técnico sentación respecto del régimen perceptivo
254 REPRESENTACIÓN

del mundo, sobre todo hoy, que las imáge- Representation: Cultural Representations and
nes y los discursos han logrado conquistar Signifying Practices, Londres, Thousand Oaks/
una extensión tecnológica sin precedentes Sage-Open University, 1997; Lanzmann, Claude,
debido al desarrollo exponencial de las lla- “The Obscenity of Understanding: An Evening
madas tecnologías de información y comu- with Claude Lanzmann”, en Cathy Caruth,
nicación. Trauma: Explorations in Memory, Baltimore,
Johns Hopkins University Press, 1995, pp. 200-
OBRAS DE CONSULTA. Avelar, Idelber, “La prác- 220; Masiello, Francine, The Art of Transition:
tica de la tortura y la historia de la verdad”, Latin American Culture and Neoliberal Crisis,
en Nelly Richard y Alberto Moreiras (eds.), Durham, Duke University Press, 2001 [El arte
Pensar en/la postdictadura, Santiago, Cuarto de la transición (trad. Mónica Sifrim), Buenos
Propio, 2001, pp. 175-196; Barthes, Roland, Aires, Norma, 2001]; Taylor, Diana, The Archive
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(trad. Héctor Schmucler), México, Siglo XXI in the Americas, Durham, Duke University
Editores, 1981]; Burgos, Elizabeth, Me llamo Press, 2003; White, Hayden, El texto históri-
Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, co como artefacto literario, Barcelona, Paidós,
México, Siglo XXI Editores, 2005; Gugelberger, 2003.
Georg M. (ed.), The Real Thing: Testimonial
Discourse and Latin America, Durham, Duke [FELIPE VICTORIANO;
University Press, 1996; Hall, Stuart (ed.), CLAUDIA DARRIGRANDI]
subalternismo Ranajit Guha pide prestado el concepto
gramsciano y lo utiliza para construir una
DESARROLLO GENERAL DEL TÉRMINO. A finales del relectura de la historia e historiografía de la
siglo XX, el término “subalterno” fue puesto India y proponer una nueva mirada sobre
en escena por el grupo de subalternistas de las relaciones entre hegemonía y dominan-
la India y su grupo de “Subaltern Studies”. cia. Su punto de partida es la definición del
Pero la genealogía del término se traza a diccionario conciso de Oxford, según la cual
Antonio Gramsci, el primero que lo utilizó en “subalterno” representa “al de rango infe-
un sentido teórico para referirse a la relación rior”. Guha lo usa para nombrar “el atribu-
entre hegemonía (gobierno por consenso) y to general de subordinación en las socieda-
dominancia (gobierno por la fuerza). Para des del Sureste Asiático ya sea que ésta se
Gramsci, subalterno es un término usado exprese en términos de clase, casta, edad,
en sentido colectivo, “grupo subalterno”. Un género, oficio o de alguna otra manera”
grupo subalterno es aquel que todavía no (Guha y Spivak: 35, traducción mía). El tras-
cobra conciencia de su fuerza y posibilida- paso de conceptos de entornos europeos a
des de desarrollo político y, por lo tanto, no otras regiones (que se debate como teorías
escapa la fase primitivista, entendida ésta viajeras) ocasiona grandes polémicas, pero
como el nexo entre ideología librecambista en este caso se explica en base a que la di-
y sindicalismo teórico, evidente particular- visión entre la Italia desarrollada y la sub-
mente en el ámbito italiano. Según Gramsci, desarrollada representa un caso idóneo para
es en el contexto sindicalista donde emerge teorizar los efectos desiguales del impacto
el concepto grupo subalterno, una vez más del desarrollo capitalista. Los frutos que rin-
concebido como aquel que dentro de esta de este traspaso se pueden palpar en el cam-
teoría no puede devenir grupo dominante o bio radical que experimenta la noción de
desarrollarse más allá de la etapa económica historia e historiografía cuando éstas se leen
corporativa para llegar a la fase hegemónico- desde lo subalterno –lo que Guha llama leer
política en la sociedad civil. Este impedimen- “en reverso” o “a contrapelo”– y la diferencia
to se debe a que en el movimiento sindicalis- que los conceptos de hegemonía y dominan-
ta teórico, la autonomía del grupo subalterno cia hacen palpables cuando se examinan a
se sacrifica a la hegemonía intelectual de la trasluz de la colonización y la poscoloniza-
clase dominante. La idea de la autonomía del ción. No sólo producen éstos cambios en la
grupo subalterno es sólo, para Gramsci, un noción disciplinaria sino que también po-
aspecto del liberalismo librecambista, pero a nen en cuestión el ejercicio mismo de la
él le sirve para desarrollar varios conceptos dominancia al hacer visibles las expectati-
importantes a su teoría política, tales como vas que ésta tiene de los grupos subalternos
el concepto de hegemonía (que ha de tener sobre los cuales se ejerce.
en cuenta los intereses y las tendencias de Dos definiciones de subalternidad que re-
aquéllos sobre los cuales se ejerce), el de li- velan el uso del término por las generacio-
brecambismo y sindicalismo, y la relación nes subsiguientes son, en el subalternismo
que ellos guardan respecto a la sociedad ci- asiático, la de Gyan Prakash que sostiene
vil y política, considerando la última como que: “debemos entender la subalternidad
trascendencia de la primera. como una abstracción usada para identifi-

[255]
256 SUBALTERNISMO

car lo intratable que emerge dentro de un propios límites de impensabilidad […] La


sistema dominante X, y que significa aquello subalternidad es, por lo tanto, el nombre
de lo que el discurso dominante no puede de los varios puntos de exceso dentro de
apropiarse completamente, una otredad que las historias nacionales y posnacionales del
resiste ser contenida. Pero precisamente por- desarrollismo latinoamericano. Este es el lí-
que la dominancia fracasa al apropiarse la mite en el cual las narrativas hegemónicas y
incomensurabilidad radical del subalterno, los modos sociales e intelectuales de repro-
ella sólo registra la presencia recalcitrante ducción dominante encuentran sus puntos
de la subalternidad, graba las impresiones de radicales de disfuncionalidad. Como resul-
aquello que no puede abarcar; nunca cap- tado, esto lleva el pensamiento hegemónico
tura la subalternidad en sí que puede ser (y en Latinoamérica esto invariablemente
rescatada por el estudioso subalternista […] significa pensamiento hegemónico criollo)
La subalternidad irrumpe dentro del siste- cara a cara a su inminente ruina. Y al hacer
ma de dominancia y marca sus límites desde esto, mantiene viva la demanda de reflexión
dentro […] Su externalidad a los sistemas y de una sostenida política cultural (10-11,
dominantes del conocimiento y poder emer- traducción mía).”
ge dentro del sistema de dominancia, pero Hay otras maneras de concebir la subal-
solamente como una intimidación, como un ternidad, por ejemplo, Juan Zevallos consi-
trazo de aquello que elude el discurso domi- dera “que los inmigrantes tienen una posi-
nante. Es esta existencia parcial, incomple- ción subalterna. La subalternidad de los
ta, distorsionada lo que separa al subalterno inmigrantes andinos radica en el hecho de
de la élite. Esto significa que el subalterno que la mayoría de ellos carecen o disfrutan
presenta posibilidades contrahegemónicas de un nivel mínimo de trabajo, vivienda, ali-
no como una otredad inviolable desde el mentación y escolarización para alcanzar
exterior, sino desde dentro del funciona- un bienestar humano” (368). Para Walter
miento del poder, forzando contradicciones Mignolo, “la idea de la “subalternidad” no
y dislocaciones en el discurso dominante, es simplemente una cuestión de dominación
y proporcionando fuentes para una crítica de unos grupos sociales por otros, sino que
inmanente (62).” tiene repercusión global más amplia, en el
En el subalternismo latinoamericano, sistema interestatal analizado por Guha y
Gareth Williams dice: “entiendo la categoría [Aníbal] Quijano (“Colonialidad”: 179). La
de subalternidad en los términos articulados subalternidad conecta historias locales y es-
por Guha y Spivak. La considero como el a tructuras de dominación mundiales. En esto
menudo violento efecto-de-sujeto de los pro- consiste la colonialidad del poder.
cesos nacionales y posnacionales de subor- El término subalterno se presenta como
dinación social, pero también como el límite múltiplemente articulado. Por un lado es un
epistemológico en el cual lo no-hegemónico concepto que se usa como metáfora de una
anuncia los límites del pensar hegemónico y o varias negaciones, límite o tope de un co-
del pensamiento hegemónico. En mi uso del nocimiento identificado como occidental,
término […] no hay resolución a la relación dominante y hegemónico, aquello de lo que
entre las definiciones de Guha y de Spivak. la razón ilustrada no puede dar cuenta. Por
No se privilegia una definición sobre la otra. otro, subalterno es una posición social que
Simplemente me aproximo a la cuestión de la cobra cuerpo y carne en los oprimidos, o
subalternidad como el sitio de tensión prác- aquella condición que genera la coloniali-
tica y teórica entre la historia materialista y dad del poder a todos niveles y en todas las
la filosofía desconstructivista. Como resul- situaciones coloniales que estructuran el po-
tado, leo la subalternidad como la traza del der interestatal. Subalterno es, así, aquel
telos político dentro de los campos sociopo- concepto que recorre el campo de los estu-
líticos y epistémicos y, por lo tanto, dentro y dios subalternos en estas múltiples articula-
en los límites de nuestro sistema conceptual ciones.
de hoy, cuya reflexión hegemónica (y en el
caso de Latinoamérica esto significa predo- USO ESPECÍFICO DEL TÉRMINO EN LOS ESTUDIOS
minantemente desarrollista) es confrontada CULTURALES LATINOAMERICANOS. Después de la
y desestabilizada por la emergencia de sus derrota de los sandinistas en las elecciones
SUBALTERNISMO 257

presidenciales nicaragüenses de 1990, un participaban activamente en los debates


grupo de intelectuales preocupados por la disciplinarios sobre género y etnicidad.
situación política mundial y por las políticas Viniendo del marxismo, les incomodaba el
de las instituciones académicas se reunieron “multiculturalismo triunfante” que hablaba
en la ciudad de Washington. Ése fue un mo- poco de la descentralización de la riqueza
mento de cambios importantes de paradig- y la democratización del poder político.
ma y por eso la propuesta fue discutir el Más adelante, el grupo se expandió y los
proyecto emprendido por el colectivo de es- primeros invitados fueron Walter Mignolo,
tudios del subalterno del sudeste asiático. María Milagros López y Michael Clark. En
La intuición compartida era que esto podía la conferencia realizada en Puerto Rico en el
ser productivo para los latinoamericanistas. año 1996, se unieron al grupo Sara Castro-
Formaban el grupo John Beverley, Robert Klarén, Fernando Coronil, Gareth Williams,
Carr, José Rabasa, Javier Sanjinés, Patricia John Kraniauskas, Alberto Moreiras, Abdul
Seed e Ileana Rodríguez. Muchos otros cien- Mustafa, Marcia Stephenson y María Jose-
tistas sociales y críticos culturales fueron fina Saldaña. La última conferencia fue
invitados a participar pero aunque no acu- realizada en Duke en el año 1998. El grupo
dieron al encuentro, algunos de ellos como produjo como colectivo una serie de publi-
Norma Alarcón y Mónica Szurmuk, firma- caciones que definieron el campo como el
ron el manifiesto original. número monográfico de Boundary 2 (1993,
Siguiendo el modelo de los subalternis- publicado como Beverley, et al. (eds.), The
tas asiáticos, la decisión era transformar Postmodernism Debate in Latin America),
el grupo en un colectivo democrático con el Latin American Subaltern Studies Reader
un proyecto académico que continuara el (2001, Ileana Rodríguez, ed.), Convergencia
legado del trabajo intelectual políticamen- de tiempos (2001, Ileana Rodríguez, ed.),
te comprometido. La percepción domi- LASA FORUM 33.2 (2002) y Dispositio/N (2005,
nante era que el trabajo del grupo del su- Gustavo Verdesio, ed.).
deste asiático, su propuesta de un “nuevo El uso específico del término se hace pal-
humanismo”, definido por la existencia de pable en las discusiones que giran, primero,
una sensibilidad social combinada con un en torno al significado actual de los estudios
compromiso y testarudez teórica y una mi- subalternos y sus rumbos diversos; segundo,
litancia académica, sería de gran utilidad en la relación entre estudios latinoamerica-
al campo latinoamericano. El deseo era nos y surasiáticos subalternos; tercero, en
expresar una solidaridad posrevolucionaria las relaciones entre estado, cultura y subal-
con los sufrimientos de los pobres en una ternidad. Y los aportes son: 1] mostrar cómo
época en que el colapso del socialismo ha- las aporías del conocimiento que presenta
bía transformado a esta actitud en dudosa como agenda teórica de trabajo el subalter-
e impopular. Como el colectivo del sudeste nismo se ven reproducidas en todos los ám-
asiático, los subalternistas latinoamericanos bitos: el del conocimiento, la teoría, la polí-
estaban profundamente insatisfechos con la tica, el Estado, la globalización; 2] discutir
ausencia de los pobres en su propia histo- la dinámica bipolar con la que el pensa-
ria. Sin embargo, mientras que los subalter- miento occidental articula sus saberes y de-
nistas asiáticos criticaban el estado liberal mostrar, en la práctica del análisis, que la
poscolonial y los movimientos nacionalistas misma lógica que da cuenta de la relación
y anticolonialistas desde la izquierda, los la- entre élite y subalterno, ayuda a entender la
tinoamericanistas criticábamos los Estados relación entre local y global, estado y socie-
de izquierda y las organizaciones partidistas dad, particularismos y universalismos; 3]
por su liberalismo. diagnosticar el impasse en que se encuentra
La mayoría de los miembros del grupo el conocimiento humanista en la alta mo-
fundador había tenido experiencias políti- dernidad. El trabajo teórico se dedica a exa-
cas formativas, unos en la Revolución san- minar la articulación de las lógicas de la
dinista, otros en el gobierno de Michael hegemonía; el trabajo de campo, a entender
Manley, en las guerrillas y el movimiento las prácticas sociales del subalterno; el tra-
estudiantil mexicanos, o en los movimien- bajo cultural, a analizar la cotidianeidad, la
tos de solidaridad en Estados Unidos. Todos solidaridad y los estigmas; el trabajo sobre
258 SUBALTERNISMO

la cuestión indígena, a explorar los temas res, atrapados entre fuerzas opuestas. Dada
del multiculturalismo, la diferencia como esta polaridad los frentes populares tienen
práctica social y hermenéutica y el debate que mediar y elegir respuestas insatisfacto-
sobre la poscolonialidad. rias a las fuerzas que representan—tal el
Para Walter Mignolo, subalternismo sig- caso del Frente Sandinista nicaragüense que
nifica la posibilidad de establecer un víncu- ella estudia. Propone que los frentes popu-
lo teórico con las diferentes regiones perifé- lares tienen que disolverse como frentes
ricas afectadas por la colonialidad del poder; para ser partidos y tomar partido por uno
cruzar fronteras y poner a conversar a los de sus componentes. Así, los frentes popu-
afines, quienes añaden matices a la misma lares tan caros a Gramsci para lograr la he-
discusión central. Sus puntos de debate son: gemonía de lo popular, no pueden ser polí-
1] recuperar las especificidades históricas ticamente radicales en situaciones de
continentales; 2] reconocer el trabajo de los polarización de fuerzas. Son coaliciones co-
latinoamericanos en referencia a la colonia- yunturales que sirven para efectuar transi-
lidad del poder; 3] poner en escena que la ciones de poder.
modernidad no empieza en el siglo XVIII sino Alberto Moreiras habla de los estudios
en el XVI (Darker Side). subalternos en relación con la discusión en-
Para Florencia Mallon el encanto de los tre lo global y lo local, lo particular y lo uni-
estudios subalternos es que la propuesta vie- versal. Propone, con Žižek que “cada polo
ne de intelectuales basados en el “tercer mun- del antagonismo es inherente a su opuesto”
do”, y que ofrece una posibilidad de diálogo (71). De ahí la noción de doble articulación
transregional, en el que hay que prestarle o registro doble que “permita al subalternis-
atención a los contextos específicos. Advierte ta comprometerse simultánea y distinta-
de la peligrosidad de los préstamos y propo- mente con la negatividad radical y con la
ne una reflexión sobre los mismos campos positividad estratégica” (“Hegemonía”: 77).
disciplinarios. Cuestiona en el subalternismo El reto de esta posición es cómo relacionar
la mirada desconstruccionista por considerar los campos hermenéuticos con los políticos;
que destruye las suposiciones centrales del cómo demostrar que la noción de subalter-
propósito político del grupo, como la autono- nidad, no se confina al horizonte dialéctico
mía de las prácticas subalternas respecto de entre lo local y lo global.
la cultura de élites (Campesinado). José Rabasa expone: 1] cómo la necesi-
John Beverley examina: 1] la relación en- dad de habitar mundos múltiples es una
tre capitalismo y socialismo en conexión con característica de los espacios y discursos
la modernidad –y argumenta que ésta es pro- subalternos; 2] cómo la coexistencia de di-
ductora de subalternidades–; 2] la “heteroge- ferentes mundos en los discursos subalter-
neidad radical”, que contrapone a la “razón” nos implica un iluminismo desiluminador;
del estado moderno o razón comunicativa de 3] cómo toda postulación de un sistema o
Jürgen Habermas –y argumenta la imposibi- ideología dominante constituye en última
lidad de pensar al subalterno dentro de la instancia una engañifa –una ilusión óptica–.
sociedad civil–; 3] la subalternidad dentro de Propone que los estudios subalternos son
la noción de hegemonía de Antonio Gramsci desaprendizajes teóricos, por ejemplo, el del
–y argumenta la posibilidad de que el subal- subcomandante Marcos y los ladinos en las
terno acceda al poder–; 4] la posición del selvas lacandonas. Mundos múltiples presu-
subalterno dentro de la discusión de la mul- men coexistencia de espacios híbridos; no
ticulturalidad. Beverley muestra que desde celebración de síntesis cultural, sino incon-
ninguna posición de poder se puede pensar mensurabilidades. No es lo mismo pensar
al subalterno. Subalterno es un sujeto eva- en una lengua que en otra, no es lo mismo
nescente que se escabulle en cuanto se quie- escribir que pintar. Diferentes lenguas par-
re apresar en una representación. Subalterno ticipan de diferentes lógicas y grados de ra-
es, por lo tanto, un aparato heurístico que cionalidad.
sirve para mostrar las aporías del pensa- Javier Sanjinés considera la represen-
miento hegemónico (subalternismo). tación étnica en Bolivia y las maneras de
María Josefina Saldaña propone una lec- pensar lo nacional étnico en relación con
tura élite/subalterna de los frentes popula- la articulación que las clases letradas e in-
SUBALTERNISMO 259

telectuales (élites) hacen de lo europeo y de la sociedad postrabajo hay que mirar desde
lo autóctono indio, mestizo, criollo, cholo. la óptica de la marginalidad, desde la dro-
Las tres categorías a diferenciar son indio, gadicción, desde la historia sin futuro, des-
mestizo y cholo (subalterno). No se confun- de la comida grasosa, desde el mercado que
de mestizo y cholo, pero sí se funde mestizo gratifica. ¿Qué propósito sirve permanecer
y criollo. Despensar, desleer, negociar, son en el dolor cuando el placer es una de las
los métodos recomendados. Lo fundamen- armas con las que el subalterno responde a
tal es la “representación de lo autóctono”. lo hegemónico?
¿La mirada es siempre señorial, o es posi- Los trabajos subalternistas muestran cla-
ble una mirada subalterna? La primera es ramente que la integración del subalterno es
clásica y la segunda barroca y carnavalesca. imposible, que el mandato de las élites es
Sus cuerpos grotescos y dislocados provie- mantener lo hegemónico y que esto significa
nen de sensibilidades populares “preñadas producir y reproducir las heterogeneidades
de opuestos”. constitutivas de un mundo en el que pre-
Robert Carr muestra la desconstrucción domina el “lag-time” de Homi Bhabha, los
del sujeto en la posmodernidad. Carr em- desencuentros de la modernidad y las tem-
pieza su trabajo con un acontecimiento: un poralidades desfasadas. Pero, ¿quiere decir
hombre joven entra a una carnicería en un esto que el trabajo de los subalternistas se
pueblo, pone la cabeza bajo la hoja afilada limitará entonces a subrayar las aporías de
del cuchillo del carnicero y se suicida. Este la modernidad? ¿Es posible volver a la uto-
evento habla de la imposibilidad del sujeto pía? ¿El subalternismo está también atra-
de sentirse o hacerse su mundo e implica pado en esa dialéctica de las élites y pre-
que la modernidad es una relación de in- gunta desde arriba, desde la modernidad,
conformidad entre el mundo y el sujeto. La el desarrollo, el capitalismo, el socialismo,
modernidad expulsa al sujeto de su casa y las hegemonías, el estado, la sociedad civil
sentirse de nuevo en casa es uno de los re- o la colonialidad del poder cómo ver, oír, y
tos de la posmodernidad. Mientras que la hasta sentir a los subalternos? ¿Cuáles son
constitución del sujeto en la modernidad es los espacios del pensamiento sobre la sub-
ilustrada y se establece dentro del campo alternidad? ¿Desde dónde pensar una socie-
de relaciones signadas por la afabilidad y la dad raigalmente heterogénea e igualitaria?
comunicación, en la posmodernidad la ac- ¿Desde dónde organizar el pensamiento y
tuación de género confiere gravedad a la ya la vida que no sea el de la heterogeneidad
álgida situación de un cero positivo, y es el contenida de los guetos? Éstos son algunos
cuerpo mismo el que padece la injusticia de los retos.
por mano propia o la de los vecinos.
María Milagros López articula la rela- OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Subalternity
ción intelectuales/subalternos, ciudadanía/ and Representation: Arguments in Cultural
gobernabilidad. Habla de la sociedad “pos- Theory, Durham-Londres, Duke University
trabajo” –en Puerto Rico, la mitad de la Press, 1999 [Subalternidad y representación:
población adulta está estructuralmente des- debates en teoría cultural (trad. Marlene Bei-
empleada– y de la ingobernabilidad que se za y Sergio Villalobos-Ruminott), Madrid/
predica sobre un sujeto opaco, carente de Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert,
intereses en común, situado más allá de la 2004]; Gramsci, Antonio, A Gramsci Reader:
racionalidad comunicativa. López propone Selected Writings, 1916-1935, Londres, Law-
repensar la insurgencia desde la persuasión; rence and Wishart, 1988; Guha, Ranajit,
de ahí la invención del placer como forma “Dominance without Hegemony and its
de justicia. El placer es uno de los lugares Historiography”, Subaltern Studies VI, Delhi/
desde donde la rebelión es posible. López Londres, Oxford University Press, 1989, pp.
opone ideas como alienación, conciencia 210-309; Guha, Ranajit, Elementary Aspects of
falsa o de clase que no mitigan el sufri- Peasant Insurgency in Colonial India, Delhi,
miento humano. La alienación, único lugar Oxford University Press, 1992; Guha, Ranajit
asignado a la subjetividad, la revolución y y Gayatri Spivak, Selected Subaltern Studies,
la negación son formas élites de mirar hacia Oxford, Oxford University Press, 1988; Latin
abajo, son técnicas de subalternización. En American Subaltern Studies Group, “Founding
260 SUBALTERNISMO / SUBJETIVIDADES

Statement”, en John Beverley et al. (eds.), jeto –y su proyección reflexiva, la subjetivi-


The Postmodernism Debate in Latin America, dad– ha sido definido como “sujeto moder-
Durham, Duke University Press, 1995, pp. 135- no”, unívoco y certero, de límites
146; Mignolo, Walter, “Colonialidad del poder (aparentemente) decibles y verificables en
y subalternidad”, en Ileana Rodríguez (ed.), función del paradigma que le diera entidad
Convergencia de tiempos: estudios subalternos/ y legitimidad teórica.
contextos latinoamericanos: estado cultura, sub- La perspectiva posestructualista y los de-
alternidad, Amsterdam/Atlanta, Rodopi, 2001, bates sobre la posmodernidad y la poscolo-
pp. 155-184; Moreiras, Alberto, “Hegemonía nialidad hicieron estallar esos presupuestos,
y subalteridad” en Ileana Rodríguez (ed.), planteando una mirada no afirmativa con
Convergencia de tiempos: estudios subalter- respecto a las subjetividades: en verdad,
nos/contextos latinoamericanos: estado cultu- poniendo en cuestión la noción misma de
ra, subalternidad, Amsterdam/Atlanta, Rodopi, “sujeto” y su capacidad de significación. En
2001, pp. 91-102; Prakash, Gyan, “La impo- ese sentido, la reflexión sobre las subjetivi-
sibilidad de la historia subalterna”, en Ileana dades desplazadas, heterogéneas, esquivas a
Rodríguez (ed.), Convergencia de tiempos: es- toda definición reduccionista, entronca con
tudios subalternos/contextos latinoamericanos: la ensayística latinoamericana de la primera
estado cultura, subalternidad, Amsterdam/ mitad del siglo XX y con las miradas que,
Atlanta, Rodopi, 2001, pp. 61-70; Rodríguez, desde la crítica literaria y la sociología de
Ileana (ed.), Convergencia de tiempos: estudios la cultura, comenzaron tempranamente a
subalternos/contextos latinoamericanos estado colocar en primer plano la experiencia pe-
cultura, subalternidad, Amsterdam-Atlanta, culiar del continente. No obstante, como
Rodopi, 2001; Spivak, Gayatri Chakravorty, señala Gayatri Spivak, “parte de la crítica
The Spivak Reader: Selected Works of Gayatri más radical que surge en Occidente duran-
Chakravorty Spivak, Nueva York, Routledge, te los años ochenta es el resultado de un
1996; Verdesio, Gustavo (ed.), Latin American interés en conservar al sujeto de Occidente,
Subaltern Studies Revisited. Dispositio, núm. o al Occidente como Sujeto. La teoría de
52, vol. XXV, 2005; Williams, Gareth, The hacer plurales los ‘efectos de sujeto’ le creó
Other Side of the Popular: Neoliberalism and con frecuencia una cubierta a este sujeto del
Subalternity in Latin America, Durham, Duke conocimiento. A pesar de que la historia de
University Press, 2002; Zevallos, Juan, “Baile, Europa como Sujeto se ha hecho narrativa
comida y música en la construcción de una en la ley, la economía política y la ideolo-
identidad cultural subalterna andina en el exi- gía de Occidente, este Sujeto oculto preten-
lio norteamericano”, en Ileana Rodríguez (ed.), de ‘no tener determinaciones geopolíticas’.
Convergencia de tiempos: estudios subalternos/ De este modo, la crítica al sujeto soberano,
contextos latinoamericanos: estado cultura, a la cual se le ha hecho tanta publicidad,
subalternidad, Amsterdam/Atlanta, Rodopi, en realidad inauguraba un nuevo Sujeto”
2001, pp. 365-380. (“Historia”: 759).
Este problema –que excede los límites
[ILEANA RODRÍGUEZ] disciplinares y los debates de campo– ha
sido, también, una de las preocupaciones
centrales de los estudios culturales desde
subjetividades sus inicios, en el marco de las revisiones
de la teoría marxista clásica en virtud de
La cuestión del sujeto y la conformación de su falta de adecuación teórica y empírica.
subjetividades es una preocupación de larga Ya en su libro The Uses of Literacy (1959),
data; problema teórico, filosófico, epistemo- Richard Hoggart alude a la cuestión de las
lógico, que reúne subjetividad, identidad y subjetividades populares estableciendo una
alteridad en intentos de definiciones totali- definición identitaria a partir de una posi-
zantes. Articulado en la tradición humanis- ción binaria nosotros-ellos, que definiría
ta, la razón ilustrada y la experiencia de la también uno de los modos de autonomi-
modernidad (como “proyecto incompleto” o nación y autorreconocimiento. Concepción
como logro universal, siempre desde una deudora, empero, de cierta dicotomía iden-
perspectiva occidental y etnocéntrica), el su- tidad-alteridad que tanto constituye la epis-
SUBJETIVIDADES 261

teme logocéntrica como el archivo crítico especial, un modo de concebir al sujeto que
y literario con el que Hoggart trabaja, no ya no admite posiciones esencialistas o in-
obstante, presenta la ventaja de plantear la manentes.
subjetividad como noción (y percepción) En la tradición de miradas latinoameri-
construidas en el discurso y en las prácticas. canas, son los estudios coloniales los que
Asimismo, llama la atención sobre aquellos trabajaron de forma privilegiada el proble-
modos del habla que funcionan como cifra ma de la constitución de nuevas subjetivi-
de la identificación y la diferencia, enfati- dades (inéditas, conflictivas, cambiantes) a
zando lo que de activo hay en dichos usos. partir de la experiencia de conquista y el
Esta concepción no complaciente (aunque orden colonial posterior. Haciendo un apro-
tampoco exenta de nostalgia) de las subje- vechamiento de la distancia que separa al
tividades populares, tiene especial eco en investigador de su objeto, dichos estudios
los trabajos de Stuart Hall, quien retoma y capitalizaron la alteridad radical a la que los
amplía el problema (véase, p. ej. “Notas”). textos coloniales nos enfrentan e intersec-
Hall es particularmente persistente en sus taron las reflexiones en torno al sujeto con
relecturas de las categorías marxistas de las reevaluaciones de las nociones de discur-
“clase” o “cultura”, así como en el planteo so, texto, contexto, autor, estilo, género. En
de que los modos estructurados de concep- este marco, de la mano de las propuestas de
ción de la subjetividad (popular) eliden el Homi Bhabha (“The Other”) y Peter Hulme,
conflicto, la resistencia, la negociación y la retomadas por Rolena Adorno, se arriba a la
aceptación, siempre vinculados a los dis- definición de “sujeto colonial”, vinculada a la
cursos hegemónicos y a la experiencia de la teoría de la enunciación, al análisis discursi-
desigualdad. Esta instancia de los estudios vo y a una “descripción densa” de los textos
culturales percibe la subjetividad en térmi- (Geertz), que tiene en cuenta el entramado
nos heterogéneos, plurales, no autónomos; cultural y social en el que éstos se confor-
es decir, de modo relacional. En trabajos man. La noción de “sujeto colonial” enmar-
posteriores, se arriba a una concepción de ca entonces al colonizado y al colonizador y
subjetividades difusas o en constante redefi- define, de modo privilegiado, una situación
nición, vinculadas tanto a la etnicidad como de enunciación que escenifica la percepción
a desplazamientos y migraciones (Hall y du de la alteridad tanto como la desigualdad
Gay; véase también raza/etnicidad, en este en el acceso al espacio (textual) de quien
volumen). enuncia. Si bien estos estudios parten de
Este punto, crucial en la definición de una concepción binaria de la identidad y la
la “subjetividad” como categoría, vincula alteridad –tal como se concibe en el siglo
los estudios culturales con la perspectiva XVI–, el análisis detallado de cartas, cróni-
poscolonial (véase poscolonialismo en este cas, relaciones, descripciones geográficas y
mismo volumen). Así, aunque con tradi- todo tipo de textos de orden legal, jurídico
ciones teóricas diferentes –aunque no por o histórico muestra entramados discursivos
completo disímiles–, desde mediados de los (y culturales) en los cuales la subjetividad se
años setenta se instala en la agenda de las conforma de manera cambiante y compleja,
discusiones académicas la concepción de a veces entre distintos textos, a veces al in-
la subjetividad “fuera de lugar” (Said, Out terior de cada uno de ellos. En este sentido,
of Place); del “entre lugar en el discurso los textos coloniales escenifican sujetos en
latinoamericano” (Santiago, Entrelugar); la desplazamiento territorial y textual, ilumi-
noción del “sujeto heterogéneo” (Cornejo nando una zona de clivaje en la producción
Polar, Escribir). En definitiva, en distintos de subjetividades, que tanto tiene de conti-
campos culturales (véase campo cultural en nuidad con imaginarios anteriores como de
este mismo volumen) se atiende a subjetivi- rupturas y constitución de nuevos órdenes.
dades entre mundos, en constante despla- También desde los estudios coloniales
zamiento con respecto a definiciones y an- –pero en una perspectiva que acentúa la lla-
claje de sentidos. Por supuesto que ingresa mada “semiosis colonial”–, Walter Mignolo
aquí la reflexión sobre las migraciones y los propone el análisis de los “sujetos dicentes”
movimientos territoriales en el ámbito de la y sus roles sociales, es decir, aquellos aspec-
globalización, pero también se conforma, en tos que hacen “al decir (al sujeto dicente), lo
262 SUBJETIVIDADES

cual trae consigo las funciones o papeles so- analizado con mirada crítica (Said, El mun-
ciales (quienes están en condiciones de de- do)– de los modos en que los discursos con-
cir qué) y de las formas de inscripción (cuál figuran subjetividades e instalan al otro en
es la materialidad en la cual se inscriben una alteridad que es tanto exotismo como
los actos dicentes)” (Mignolo, “Decires”). mito, diferencia y desigualdad en las cuales
Las distintas textualidades actualizan y con- se legitima el proyecto imperialista. Entre
forman múltiples modos de la subjetividad sus numerosos aportes, Said reformula la
dicente, entrecruzando las modalidades del noción de canon al advertir sobre la con-
decir: el “poder decir” estrechamente vincu- cepción que la cultura occidental (anglófo-
lado al “saber decir”, como advierten mu- na) ha planteado en torno a otras culturas, y
chas crónicas en prólogos, dedicatorias y sus mecanismos –siempre etnocéntricos– de
cartas, entre el tópico y el reconocimiento construcción discursiva de identidades. Su
de jerarquías. Esos papeles sociales, inscri- lectura crítica y su apuesta metodológica
tos en la discursividad, muestran también recuperan una tradición que incluye lo oc-
el esfuerzo de los sujetos coloniales por cidental junto a otros archivos, en constante
organizar nuevos modos de la identidad articulación con la concepción del intelec-
en un orden colonial temprano, en perma- tual como sujeto “fuera de lugar” (Said, Out
nente reacomodamiento. En ese esfuerzo, of Place). Esta extemporaneidad, esta subje-
los sujetos colonizados proponen una sín- tividad desplazada, funciona como metáfora
tesis de posiciones sociales, de acuerdo con y condición de posibilidad de la producción
cosmovisiones autóctonas en las que pre- de conocimiento: capitalizar o producir una
domina la implicación antes que la expli- distancia que permita leer al objeto más allá
cación (Johansson); la inclusión antes que de significados obvios o de usos canónicos.
la diferencia (León-Portilla, “Imágenes”); la Contra las perspectivas binarias con que la
síntesis antes que el despliegue. Esas estra- razón ilustrada ha concebido lo diferente,
tegias de percepción del otro, funcionales y Said aboga por una acercamiento al otro a
de enorme posibilidad de adaptación en los partir del conocimiento de la cultura otra,
primeros momentos de las “sociedades frac- en una lógica que propone una compleja ar-
tales posconquista” (Gruzinski y Bernard), ticulación entre lo simbólico y lo social.
redundaron empero en una menor eficacia Entrecruzado con esta lectura y con las
en la resistencia ante la desigualdad (prác- propuestas de los estudios de la subalterni-
tica y simbólica) que el orden colonial im- dad –tal como son planteadas por Ranajit
ponía (Klor de Alva). Dichos modos de la Guha, por ejemplo (véase, en este volumen,
subjetividad, marcados por el conflicto, la subalternismo)–, se configura la definición
disidencia, la negociación, la pérdida, ini- del sujeto subalterno. Este aparece entonces
cian la definición diacrónica en términos de como “múltiplemente articulado” (Ileana
sujetos fuera de lugar, “entre lugar” (nepan- Rodríguez: 254, en este Diccionario): enten-
tla), migrantes, desplazados. dido desde el conflicto (Guha, “Prefacio”);
La primera noción de esta enumera- como metáfora de la imposibilidad del saber
ción nos remite a los estudios poscolonia- y del decir (Moreiras, Exhaustion); como
les tal como fueran planteados por Edward espacio (textual y simbólico pero también
Said, y a sus inflexiones latinoamericanas. material) donde leer la colonialidad del sa-
Para centrarnos sólo en uno de los textos ber y del poder (Mignolo, Historias locales).
más conocidos, recordemos que el térmi- Ingresa también aquí la eterna pregunta
no “orientalismo” tiene múltiples articula- de los estudios culturales sobre el habla
ciones y define tanto una “invención”, una del subalterno planteada, desde diferentes
imagen sobre el otro, un imaginario, como presupuestos teóricos, disciplinares y epis-
un modo discursivo de configurar el mun- temológicos, por Michel de Certeau (Cultura
do, en estrecha relación con la expansión en plural) y por Gayatri Spivak (“Can the
imperialista (Said, Orientalismo). Con esto Subaltern Speak?”).
como premisa, Said da cuenta –a través de La segunda noción nos remite a la tradi-
análisis textuales basados en el abordaje fi- ción de la ensayística latinoamericana, con
lológico-histórico y comparatístico, es decir, la cual los estudios culturales entroncan y
en tradiciones caras al mundo occidental, discuten, y en la que abrevan. En la primera
SUBJETIVIDADES 263

mitad del siglo XX, el problema de la defini- tanto un “desborde de sentimientos” como
ción de subjetividades se manifestó a través la posibilidad de la autorreflexión y la auto-
del ensayo de interpretación (Weinberg), en nomía, lo que se encuentra en la cultura
inscripciones textuales que buscaban confi- latinoamericana, sin embargo, es “un sujeto
gurar una problemática identidad latinoa- complejo, disperso, multiforme” (Cornejo
mericana, atenta a la mezcla y a la hetero- Polar, Escribir), concebido en un eje diacró-
geneidad. Empero, estos ensayos –entre los nico que incluye (pero excede) la razón ilus-
cuales destacan las aproximaciones de Eze- trada. Por lo tanto, leer las representaciones
quiel Martínez Estrada, José Vasconcelos, y los discursos también implica analizar los
Alfonso Reyes o Pedro Henríquez Ureña– modos en que este sujeto heterogéneo se
concebían aún la subjetividad de forma to- configura en ellos, así como sus evidentes
talizante, y buscaban un espacio de síntesis contradicciones.
y armonización de las contradicciones, en Esta compleja noción de la subjetividad,
nociones como la de “mestizaje”, por ejem- vinculada fuertemente a la experiencia lati-
plo (véase cuerpo, en este Diccionario). A noamericana, se acentúa y complejiza con
partir de los años sesenta, estas perspectivas el concepto de “sujeto migrante” al que
fueron revisadas, en especial desde la crítica Cornejo Polar arriba en sus últimos traba-
literaria; allí se puso en cuestión dicha bús- jos. Como señala Raúl Bueno, “la idea con-
queda armonizadora y comenzó a abogarse comitante es que dicho concepto, elaborado
por un acercamiento que iluminara conflic- por el autor durante los últimos años de su
tos y contradicciones. En esa situación, una vida, es el resultado de la evolución natu-
de las voces críticas más lúcidas es la del ral de su pensamiento sobre la categoría de
peruano Antonio Cornejo Polar. En una pro- la heterogeneidad. Bien visto, consiste en la
puesta diacrónica de análisis de objetos lite- incorporación de la heterogeneidad en un
rarios y culturales, Cornejo Polar piensa las mismo sujeto, como consecuencia del acto
crónicas de la conquista del Perú pero tam- de migrar. El sujeto, así, es entonces inter-
bién toda la literatura peruana desde una namente heterogéneo” (“Sujeto”: 173; cur-
concepción que ve en la multiplicidad y el sivas en el original). Así, la experiencia de
conflicto su principal articulación. Propone desplazamientos, migraciones y viajes que
entonces la categoría de “heterogeneidad constituye la génesis misma de la historia
enunciativa”, por la cual entiende una serie continental desde que Colón arribara a la
de discursos, literarios, en principio, marca- isla de Guanahiní, adquiere una funciona-
dos por distintas concepciones y filiaciones lidad central en la definición de subjetivi-
(véase heterogeneidad en este Diccionario). dades, en especial lo que concierne a los
Discursos que se producen en la tensión in- grandes movimientos poblacionales del si-
herente a las sociedades latinoamericanas y glo XX. Esta mirada (que es también fruto de
que tienen su comienzo en la conquista de cierta experiencia autobiográfica en virtud
América como hecho histórico de compleja del desplazamiento hacia la academia norte-
y disímil relación entre sujetos, sociedades americana) acentúa aún más la heterogenei-
y visiones de mundo. En los relatos del “en- dad y conflictividad del sujeto, perceptible
cuentro” de Cajamarca, el autor lee una pro- en discursos de múltiple naturaleza, todos
blemática continuidad que define la consti- con un eje conductor común: la extrañe-
tución de subjetividades en el continente. za, el cambio, la experiencia de ser en otra
Así, señala que, en este diálogo “están in lengua y volver, entonces, sobre la propia
nuce los grandes discursos que desde hace lengua (sobre la propia visión de mundo)
cinco siglos tanto expresan como constitu- en forma reflexiva. Esta perspectiva proble-
yen la abismada condición de esta parte del matiza las nociones quizá más conciliadoras
mundo y las inevitables disonancias y con- de “mestizaje” y “transculturación” (Rama,
tradicciones de las varias literaturas que Transculturación) y acentúa la configuración
aquí se producen” (Cornejo Polar, Escribir: de un nuevo lugar de enunciación: múltiple,
30). Si como ya señalara Octavio Paz en su incómodo, un entre-lugar que es espacial,
análisis de la obra de Sor Juana (Sor Juana), cultural y lingüístico. Se constituye así un
la percepción moderna de la subjetividad discurso que es “radicalmente descentrado,
está vinculada al yo romántico que implica en cuanto se construye alrededor de ejes va-
264 SUBJETIVIDADES

rios y asimétricos, de alguna manera incom- gunta por nuevas subjetividades (y la am-
patibles y contradictorios de un modo no pliación de lo decible y lo enunciable)
dialéctico” (Cornejo Polar, “Una heteroge- configura también un lugar de enunciación
neidad”: 843), en una tensión que no busca desde el cual el cronista da cuenta de la
la resolución sino la lucidez y la crítica. complejidad de una ciudad que es muchas
Por último, queremos llamar la atención ciudades, coexistentes, superpuestas (como
sobre otro de los modos de narración y un palimpsesto); en términos de Néstor
constitución de subjetividades, que vincula García Canclini (Imaginarios): una “ciudad
los estudios culturales con propuestas esté- histórico-territorial”, una “ciudad indus-
ticas y literarias. En la atención a los nuevos trial”, una “ciudad informacional o comuni-
modos de subjetividad estructurados a par- cacional”. Las miradas de Pedro Lemebel en
tir de la experiencia de las megalópolis lati- Chile, Edgardo Rodríguez Juliá en Puerto
noamericanas desde la segunda mitad del Rico, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis
siglo XX, los estudios culturales han incluido en México –por nombrar solo algunos–, se
propuestas estéticas vinculadas a la defini- valen de este género y esta tradición para
ción de un sujeto popular: nos referimos a narrar nuevas formas de la subjetividad (y
las crónicas latinoamericanas de los últimos de la aglomeración, la multitud y la ciuda-
treinta años del siglo pasado. Si toda cróni- danía), y para configurar, desde la perspec-
ca coloca en primer plano la subjetividad y tiva letrada, un decir no excluyente sino
la singularidad del cronista, este locus de inclusivo, colocando, entonces, “lo marginal
enunciación se vuelve doblemente proble- en el centro” (Monsiváis, Entrada).
mático en el caso de que el objeto sea la Más allá de los distintos enfoques, lo que
cultura popular, constituyendo entonces un la noción de subjetividad pone en juego (y
“texto fronterizo” en el marco de una serie en disputa), entre muchas otras cuestiones,
de “narrativas en crisis” (Reguillo, “Textos”: es la viabilidad de la definición y la demar-
62), crisis concomitante con la reformula- cación: en verdad, la posibilidad de conoci-
ción de los conceptos de nación, identidad, miento mismo, más allá de la opacidad y de
modernidad, etc. La crónica urbana con- la incompletud que define a la representa-
temporánea (de la segunda mitad del siglo ción. En América Latina, hablar de subjeti-
XX al menos) surge en el marco de un cam- vidades (tanto diacrónica como sincrónica-
bio social ligado al incremento de los des- mente) es aludir a conflictos, desigualdades,
plazamientos, a los fenómenos urbanos de resistencias, también a negociaciones –siem-
incesante crecimiento demográfico (García pre enmarcadas en las condiciones materia-
Canclini, Imaginarios), y vuelve sobre las les de las prácticas y los discursos–. Si, como
formas populares del relato para contar la señala Beatriz Sarlo, los sujetos “hacen lo
vida cotidiana a través del soporte del me- que pueden con lo que tienen” (“Retomar el
lodrama (Martín Barbero, De los medios). debate”), la noción de subjetividad en los
Esto es posible puesto que la voz narrativa, estudios culturales obliga tanto a revaluar la
además de no ser unívoca, permite el ingre- tradición occidental y logocéntrica como a
so de la ironía y el humor y admite estrate- reavivar el debate (cultural y político) con
gias textuales de montaje, collage y super- respecto a las condiciones de accesibilidad
posición de enunciadores, constituyendo a los bienes materiales y simbólicos en el
una subjetividad popular que entrecruza poco alentador escenario latinoamericano
procesos de modernización, gramáticas e de comienzos de milenio.
imaginarios tomados de la industria cultu-
ral, tradiciones refuncionalizadas. La cróni- OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Rolena, “El su-
ca narra entonces aquellos sujetos que han jeto colonial y la construcción cultural de
estado excluidos de las grandes teorías so- la alteridad”, Revista de Crítica Literaria
bre la sociedad: lo “popular no representa- Latinoamericana, año XIV, 2o. semestre, 1998,
do” y “lo popular reprimido” –para decirlo pp. 55-68; Bhabha, Homi, “The Other Question:
en términos de Guillermo Sunkel y desde el Difference, Discrimination and the Discourse
cruce entre estudios culturales y estudios de of Colonialism”, en Peter Hulme, Margaret
la comunicación (véase medios de comuni- Iversen y Diane Loxley (eds.), Literature,
cación en este mismo Diccionario)–. La pre- Politics and Theory, London, Methuen, 1988,
SUBJETIVIDADES 265

pp. 148-172; Bueno, Raúl, “Sujeto heterogé- Sage, 1996 [Cuestiones de identidad cultu-
neo y migrante: constitución de una categoría ral, Buenos Aires, Amorrotu, 2003]; Mignolo,
de estudios culturales” en Revista de Crítica Walter, “Decires fuera de lugar: sujetos dicen-
Literaria Latinoamericana, año XXV, núm. 50, tes, roles sociales y formas de inscripción”,
1999, pp. 173-194; Certeau, Michel de, La cul- Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
tura en plural (trad. Rogelio Paredes), Buenos núm. 41, 1995, pp. 9-32; Said, Edward, El mun-
Aires, Nueva Visión, 1999; García Canclini, do, el texto y el crítico (trad. Ricardo García
Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Pérez), Barcelona, Debate, 2004; Said, Edward,
Eudeba, 1998; Geertz, Clifford, La interpreta- Out of Place: A Memoir, Nueva York, A. Knoff,
ción de las culturas (trad. Alberto L. Bixio)¸ 1999 [Fuera de lugar: memorias (trad. Xabier
Barcelona, Gedisa, 1987; Gruzinski, Serge y Calvo), Barcelona, Grijalbo, 2001]; Spivak,
Carmen Bernand, Historia del Nuevo Mundo: Gayatri, “Historia”, en Nara Araújo y Teresa
del descubrimiento a la conquista: la experiencia Delgado (comp.), Textos de teorías y crítica
europea, 1492-1550, México, Fondo de Cultura literarias. Del formalismo a los estudios pos-
Económica, 1996; Guha, Ranajit, “Prefacio a los coloniales, México, Universidad Autónoma
estudios de la subalternidad”, en Silvia Rivera Metropolitana-Iztapalapa/Universidad de La
Cusicanqui y Rossana Barragán (eds.), Debates Habana, 2003, pp. 659-792 [originalmen-
poscoloniales: una introducción a los estudios te publicado en Gayatri Spivak, A Critique
de la subalternidad (trad. Raquel Gutiérrez, of Postcolonial Reason: Toward a History of
Alison Spedding, Ana Rebeca Prada y Silvia the Vanishing Present, Cambridge, Harvard
Rivera Cusicanqui), La Paz, Sephis/Aruwiyri, University Press, 1999, pp. 198-311].
1997, pp. 23-24; Hall, Stuart y Paul du Gay
(eds.), Questions of Cultural Identity, Londres, [VALERIA AÑÓN]
teoría queer Queer Nation también fue una reacción
ante cierto esencialismo que se manifestaba
El vocablo inglés “queer”, cuya definición en el activismo sobre el sida y en la militan-
básica se traduce al español como “extraño”, cia gay en general (la que insistía definirse
“excéntrico”, “misterioso”, “sospechoso” o, a través de identidades fijas y el binario hé-
en su uso más común, “raro”, se ha emplea- tero/homo). Como muchos de los infecta-
do desde principios del siglo veinte para dos se identificaban como homosexuales, y
referirse también a la homosexualidad, o como se estaban muriendo, éstos no quisie-
más bien a lo sexualmente heterodoxo en ron aliarse con otros grupos que no se en-
general (véase Gay New York del historiador contraran en condiciones tan desesperadas,
George Chauncey: 15-16). Por ser demasia- a pesar de obvias similitudes en estatus de
do escandalosos los denominadores más marginalizados. Además, esta identidad gay
explícitos, se ha preferido en ciertos ámbi- era siempre más relevante entre los hom-
tos el término queer. En el ambiente “puri- bres blancos y acomodados que entre gru-
tano” de Estados Unidos en la primera mi- pos sociales de otras razas, niveles de ingre-
tad del siglo XX, donde se originó esta sos e identidades de género. Los integrantes
acepción sexualizada de la palabra, por la de Queer Nation insistieron en rechazar las
incomodidad que evocaban los asuntos identidades binarias (hombre/mujer, hétero/
sexuales en general y la diversidad sexual en homo, masculino/femenino, activo/pasivo,
particular, la palabra asumió un tono des- etc.) al plantear y asumir identidades más
pectivo. Lo queer entonces era lo anormal, fluidas y más variadas. Los queers de Queer
lo diferente, lo perverso y por eso su pro- Nation representaban toda categoría de los
nunciación implicaba una repulsión. sexualmente marginados, los heterodoxos,
Alrededor de 1990, en plena época de la los no convencionales, los anormales.
militancia de los grupos que protestaban la Inconformes tanto con la homofobia
falta de atención a la epidemia del sida en como con la política de identidad gay, su
Estados Unidos, un nuevo grupo, medio propósito principal no fue el de reclamar
anárquico, de desobediencia civil se formó derechos, es decir los de la igualdad para los
en Nueva York, llamándose Queer Nation. gays, sino el de interrogar radicalmente las
La retórica estrepitosa de este grupo refleja- categorías sexuales, las clasificaciones po-
ba la urgencia del momento, cuando los pulares de identidad sexual y desafiar las
hombres homosexuales y sus aliados en la diferentes instituciones –incluso las de “re-
lucha sobre el sida (es decir, las lesbianas, sistencia”– que promulgaban tales catego-
los bisexuales, los transgéneros, entre otros) rías (es decir, que tanto las agencias guber-
asumieron una nueva consciencia política namentales de salud pública como el Center
ante los efectos más nefastos de la homofo- for Disease Control, como las organizacio-
bia. Los homófobos, entre ellos varios pode- nes comunitarias como la Gay Men’s Health
rosísimos líderes políticos y religiosos, esta- Crisis). Retomaron el vocablo queer, apode-
ban dispuestos a dejar morir a los que se rándose de lo que antes se había usado para
enfermaban de sida, simplemente porque agredirlos, y convirtiendo su significado en
eran diferentes (queers) y por consiguiente un calificativo positivo. La diferencia se ce-
“inmorales”. lebraba; la política de identidad se rechaza-

[266]
TEORÍA QUEER 267

ba por conformista; la diversidad sexual se del clóset) de Eve Kosofsky Sedgwick. La


visibilizaba. Queer Nation duró poco como autora, profesora de letras inglesas, ya ha-
organización activa, pero su impacto fue bía llamado cierta atención con un libro
importante, tanto en la cultura popular previo, Between Men, por su empleo de la
como en la academia. noción provocadora de “lo homosocial” para
Sus propósitos, en efecto, provocaron interrogar los vínculos cercanos y no (ne-
mucho interés académico. Lo que hasta ese cesariamente) sexuales entre hombres, en-
momento se había conocido como “gay and contrando aspectos homoeróticos en espa-
lesbian studies”, producto del activismo gay cios aparentemente heterosexuales y hasta
de los años sesenta y setenta de unos pione- homófobos.
ros homosexuales, cuya curiosidad sobre En Epistemology, Sedgwick siguió in-
temas de sexualidad, casi siempre articula- terrogando las nociones binarias de la
da en términos binarios de hétero/homo, sexualidad, compartidas por las culturas de
frecuentemente complicó sus vidas profe- Inglaterra y Estados Unidos, encontrando
sionales por la homofobia institucional de varias contradicciones. Por un lado se en-
la academia, tenía poca legitimidad o espa- tiende que hay sólo dos posibilidades de de-
cio propio en la academia estadunidense. seo y de identidad sexuales: hétero y homo.
Muchos de los estudios sobre cuestiones del Sin embargo, si fuera éste el caso, no existi-
papel de la diferencia sexual en la historia, ría la noción de “pánico homosexual”, por la
biografías de personas no sexualmente orto- que un hombre de identidad heterosexual se
doxas, investigaciones antropológicas sobre siente tan amenazado por la cercanía de un
los comportamientos sexuales escondidos, hombre homosexual que reacciona con una
análisis estéticos de obras artísticas de as- exagerada violencia homófoba. Este miedo
pecto homoerótico, se hacían más que nada de ser “contagiado” por la homosexualidad
desde fuera de la academia, publicándose en ajena (pero quizá no tan ajena) señala una
editoriales comerciales. segunda noción generalmente compartida
Fueron clave la urgencia de la crisis del en estas mismas culturas, la de la existen-
sida y la militancia que ésta generaba. cia de un continuo de grados de deseo y de
Cuestiones que antes se habían escondido identidad sexual que va desde un extremo
fácilmente dentro del armario (“el clóset”) de la heterosexualidad absoluta a otro de la
de la vida privada, de repente se hacían vi- homosexualidad exclusiva, con un rango in-
sibles. Muchos académicos que se conside- finito de gradaciones intermediarias.
raban liberales se dieron cuenta de su pro- Aparte de esta contradicción fundamen-
pia homofobia al enfrentarse por primera tal en estas nociones básicas de la sexuali-
vez con la homosexualidad de sus colegas, dad, al analizar la metáfora del clóset, de-
sus estudiantes y sus vecinos. Pero al mismo nominación de jerga inglesa para referirse
momento que lesbian and gay studies empe- a la vida homosexual (la esencial, la real)
zaba a aceptarse (por ejemplo con su insti- escondida por la faz heterosexual (la visi-
tucionalización en programas atrevidamen- ble, la fingida), Sedgwick deconstruye un sin
te innovadores como el del Center for fin de términos fundamentales de la cultura
Lesbian and Gay Studies de City University anglófona, los que suelen conceptualizarse
of New York), fueron atacados por dentro. a través de oposiciones binarias (masculi-
El concepto de lo queer promovido por no/femenino, hétero/homo, público/priva-
Queer Nation impulsó una deconstrucción do, etc.), muchos de los cuales tienen poco
de los fundamentos del proyecto de gay and que ver de modo directo con la identidad
lesbian studies, en particular la noción de la sexual; Sedgwick así señala cómo la diver-
identidad sexual fija y las categorías bina- sidad sexual (y la homofobia que provoca)
rias de sexualidad. marca profundamente la vida cotidiana de
En el mismo año de 1990 se publicaron todos (si no por deseos activos e identidades
dos libros cuyos argumentos coincidieron asumidas, entonces por represiones, miedos
mucho con la interrogación de la política de y odios). Lo queer para Sedgwick, aunque
identidad sexual que se daba entre los mili- todavía no articulado con este vocabulario,
tantes. Uno fue de crítica literaria, el libro era un problema que implicaba un proyecto
Epistemology of the Closet (Epistemología deconstructivo de la cultura anglófona en su
268 TEORÍA QUEER

totalidad. Después de Sedgwick, la práctica cir que los cuerpos no tengan influencia en
de queer reading, es decir, de interrogar lo los papeles que los sujetos asumen (de ahí
aparentemente ortodoxo desde una pers- el título del libro). Tampoco imposibilita la
pectiva que reconoce que lo raro se puede formación de comunidades de necesidades
encontrar, escondido, en cualquier lado, se compartidas. La política de identidad (la
popularizó inmensamente, sobre todo en que asume un conjunto de deseos políticos
los departamentos de letras de la academia compartido por una comunidad de gente de
anglófona. la misma identidad fija) se había puesto en
El otro libro de gran influencia que se pu- crisis ya que la noción de lo homosexual re-
blicó en 1990 fue más bien una interrogación sultaba tan problemática como la de lo he-
teórica de las nociones de identidad de géne- terosexual. Sin embargo, Butler arguye que
ro lanzada desde el feminismo, la filosofía y conviene a veces asumir posiciones de falsa
el psicoanálisis. La autora de Gender Trouble identidad compartida para poder formar co-
(El género en disputa), Judith Butler, se dedi- munidad de sujetos de intereses comparti-
có a la deconstrucción del concepto de géne- dos y luchar juntos.
ro por medio de un diálogo meticuloso con Lo queer entonces mantiene su poder de
varios pensadores distinguidos en múltiples unir no sólo a la gente homosexual, sino a
campos: los psicoanalistas Sigmund Freud individuos de diversas identidades y deseos
y Melanie Klein, las feministas Simone de sexuales. Los que se identificaban como gays
Beauvoir y Julia Kristeva, el historiador y ahora sí se aliaban con las lesbianas, los
filósofo Michel Foucault, el antropólogo bisexuales, los transgéneros, los sadomaso-
Claude Lévi-Strauss, entre otros, y termina quistas, los intersexuales, en fin, con todos
con un estudio olvidado, hecho por la antro- los que se incomodaban bajo los códigos
póloga estadunidense Esther Newton, el cual muchas veces no escritos de la “heteronor-
es provocador por su tema controversial; en matividad”, término que se refiere a la fuerza
el libro, Mother Camp: Female Impersonators normativa para universalizar la heterosexua-
in America (1972), trató el modo de vida de lidad ortodoxa, la que ha sido fundamental
los travestis (drag queens) que actuaban en para muchas religiones, proyectos naciona-
los antros urbanos. Butler, al releer la actua- les y ramas de la ciencia (Warner: xxi).
ción del travesti, identificó una articulación La visibilidad de los activistas en la época
plenamente artificial del género por la que del sida, la inmensa resonancia de los libros
definió la identidad de género (masculini- de Sedgwick y Butler (entre otros) y una nue-
dad/feminidad) no como aspecto esencial o va presencia pública de la diversidad sexual,
biológico del sujeto, ni tampoco como mera sobre todo en los medios masivos (el cine,
construcción ideológica absorbida a través la televisión, los videos musicales), provoca-
de la educación, sino como un performan- ron una explosión de curiosidad intelectual,
ce, es decir, una actuación aprendida a nivel la cual se manifestó en congresos y simpo-
subconsciente o realizada conscientemente sios, nuevos cursos y talleres, y un sin fin
por parte del sujeto. Este aspecto performa- de artículos y libros, ahora publicados por
tivo de género también llamó mucha aten- revistas (la revista GLQ: A Journal of Lesbian
ción ya que rompió con los debates eternos and Gay Studies se fundó a principios de
del determinismo contra el constructivismo, los años noventa –y por poco sus editores
lo cual tenía implicaciones importantes para fundadores la titularon Queer Quarterly–
la política de la identidad. véase a Dinshaw) y editoriales académicas
Otro libro de Butler de 1993, Bodies That de prestigio (un artículo de The Chronicle
Matter (Cuerpos que importan), siguió la of Higher Education de 1992 señala cinco
misma onda deconstructivista, pero ahora series de libros sobre temas sexuales que se
con una conciencia más abiertamente queer, fundaban en esa época; véase a McMillen).
reiterando, por ejemplo, que el hecho de que En diversas disciplinas, la sexualidad em-
no haya una esencia biológica que predeter- pezó a interrogarse con asiduidad, y se ha-
mine la identidad (ni mucho menos una cía desde este nuevo ángulo de lo queer: se
identidad que tenga que conformarse dentro estudiaban las instituciones desde sus már-
de categorías binarias de hombre/mujer, he- genes; se interrogaban no sólo lo anormal
terosexual/homosexual) tampoco quiere de- sino lo normal, pero desde sus exclusiones.
TEORÍA QUEER 269

Por su inherente interdisciplinariedad, por antropología, etc. En estos años, siempre


su enfoque en no sólo la expresión cultural desde la academia estadounidense, David
de la élite sino también la popular y la de los William Foster empezó a catalogar textos
medios masivos, y por sus subyacentes ob- literarios de temática gay (Latin American
jetivos políticos, el proyecto de los estudios Writers on Gay and Lesbian Themes; A Bio-
queer se ha colocado (extraoficialmente) en Critical Sourcebook).
la academia anglófona bajo la rúbrica de Algunos trabajos trataron asuntos de la
los estudios culturales, o también en otros cultura contemporánea: la expresión abier-
programas interdisciplinarios como los de tamente queer de escritores y artistas, las
estudios de género (anteriormente estudios estrategias de resistencia de la homofobia,
de la mujer). los efectos devastadores del sida, los meca-
A pesar de un persistente machismo y nismos de identidad sexual, los procesos de
consecuente homofobia institucionalizados construcción de comunidad, las interseccio-
en la academia latinoamericana y entre los nes de género y sexualidad, entre otros, po-
latinoamericanistas de otros países (Estados niendo las tradiciones de crítica literaria en
Unidos, Canadá, países europeos, etc.), diálogo con la sociología y la antropología.
unos pioneros como el argentino Néstor Estudios de las ciencias sociales, como el de
Perlongher (O negócio do michê: prostitução Perlongher, investigaron comportamientos
viril em São Paulo, 1987; El negocio del de- sexuales, identidades sexuales, construccio-
seo: la prostitución masculina en San Pablo) nes de género, estructuras de comunidad y
comenzaron a llevar a cabo investigaciones performances de papeles de género en los
sobre temas de la diversidad sexual antes de grandes centros urbanos –y a veces en zonas
que se hubiera legitimado como tema de in- rurales de América Latina–.
dagación en sus ambientes institucionales. Otros trabajos trataron el pasado, bus-
Aunque había ya cierta presencia de mili- cando una historia queer no sólo al reinter-
tancia gay (protestas, marchas), cultura gay pretar la producción literaria o artística de
(novelas, revistas, teatro, cine, artes plás- algunos conocidos homosexuales “de clóset”
ticas) y comunidad gay (bares, clubes) en (un tema importante ha sido el del “secreto
algunas ciudades latinoamericanas (México, abierto”) y su “mundo soslayado” (término
Buenos Aires, São Paulo, San Juan), era casi que ha aplicado Carlos Monsiváis a la vida
imposible conseguir apoyo académico para del poeta mexicano Salvador Novo) sino
la pesquisa o la publicación sobre estos te- también al descubrir los aspectos queers, es
mas en América Latina. decir no heteronormativos, de las institucio-
En la academia angloparlante, en el nes aparentemente más homófobas: el ca-
campo de los estudios literarios, tuvo mu- non literario, la cultura nacional, la política,
cho impacto la publicación, en 1995, del el deporte. Por un lado, los críticos han es-
libro ¿Entiendes? Queer Readings, Hispanic tudiado los aspectos más obviamente queers
Writings, editado por un par de hispanis- de la cultura latinoamericana –los artistas
tas, la estadunidense Emilie Bergmann y el como el poeta cubano Julián del Casal, la
inglés Paul Julian Smith, quienes compila- cantante costarricense Chavela Vargas–; las
ron 16 ensayos críticos sobre cuestiones de obras como Bom Crioulo del novelista bra-
sexualidad en la producción cultural (prin- sileño Adolfo Caminha, Dona Herlinda y su
cipalmente literatura), limitándose a las hijo del cineasta mexicano Jaime Humberto
culturas hispanófonas (excluyendo a Brasil, Hermosillo –para legitimar su estatus como
incluyendo a España y a las comunidades tema de indagación intelectual–; por otro
latinas de Estados Unidos). Éste y otros li- lado, sus interrogaciones han ido “más allá
bros similares (Sex and Sexuality in Latin del carnaval” (Beyond Carnival es el título
America, editado por Daniel Balderston de un estudio multifacético del historiador
y Donna Guy en 1997; Hispanisms and James Green de la cultura brasileña), de-
Homosexualities, editado por Sylvia Molloy construyendo las obras o instituciones más
y Robert McKee Irwin en 1998, entre otros) homófobas o releyendo las aparentemente
abarcaron lecturas queers de textos de una más alejadas de lo queer (por ejemplo, el
variedad cada vez más amplia: literatura, nacionalismo machista) para mostrar la
epistolario, autobiografía, cine, televisión, ubicuidad de lo queer y la imposibilidad de
270 TEORÍA QUEER / TEXTO

separar definitivamente lo ortodoxo de lo Silviano Santiago, no es imprescindible que


heterodoxo. Sacaron a algunas figuras queri- América Latina imite cada tendencia teórica
das del clóset, a veces animando discusiones que se presente en la academia metropolita-
muy apasionadas, por ejemplo sobre la poe- na (“The Wily”).
ta Gabriela Mistral en Chile (Fiol-Matta). De
gran influencia para estos investigadores ha OBRAS DE CONSULTA. Butler Judith, Bodies that
sido la obra de Michel Foucault, sobre todo Matter: On the Discursive Limits of “Sex”, Nueva
los tres tomos de su Historia de la sexualidad, York, Routledge, 1993 [Cuerpos que importan: so-
en los que refutó “la hipótesis represiva”: el bre los límites materiales y discursivos del “sexo”,
discurso que intenta reprimir termina produ- Buenos Aires, Paidós, 2002]; Butler Judith,
ciendo precisamente lo que quiere aniquilar, Gender Trouble. Feminism and the Subversion of
la cual implicaba la posibilidad de encontrar Identity, Nueva York, Routledge, 1999 (edición
la diversidad sexual en las culturas menos décimo aniversario) [El género en disputa: el fe-
abiertas a la libertad sexual. En el caso de minismo y la subversion de la identidad (trad.
América Latina, esta lógica se ha verificado. Mónica Mansour y Laura Manríquez), México,
Si bien es cierto que muchos distinguidos Paidós, 2001]; Chauncey, George, Gay New York:
profesores latinoamericanos siguen exhi- Gender, Urban Culture, and the Makings of the
biendo desdén hacia los estudios de género y Gay Male World, 1890-1940, Nueva York, Basic
sexualidad (Molloy, “La flexión), se han abier- Books, 1994; Dinshaw, Carolyn, “The History
to espacios dedicados a esta rama de inte- of GLQ, vol. 1: LGBTQ Studies, Censorship and
rrogación cultural (por ejemplo el Programa Other Transitional Problems”, GLQ: A Journal of
Universitario de Estudios de Género de la Lesbian and Gay Studies 12.1, 2006, pp. 5-26;
Universidad Nacional Autónoma de México o Foucault, Michel, Historia de la sexualidad (trad.
el Área de Estudios Queer de la Universidad Aurelio Garzón del Camino), México, Siglo
de Buenos Aires). XXI Editores, 1977 (vol. 1), 1986 (vol. 2), 1987
La crítica queer latinoamericana (y la- (vol. 3); Molloy, Sylvia, “La flexión del género
tinoamericanista), la cual se publica en en el texto cultural latinoamericano”, Revista
tales revistas especializadas como Debate de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, pp. 54-56;
Feminista en México y con cierta regulari- Monsiváis, Carlos, Salvador Novo: lo marginal en
dad también en revistas de temática más ge- el centro, México, Era, 2000; Santiago, Silviano,
neral de estudios culturales como la Revista “The Wily Homosexual (First – And Necessarily
de Crítica Cultural en Chile, sigue siendo Hasty – Notes)”, en Cruz Malavé, Arnaldo y
marginada en ciertos ámbitos, por ejemplo Martin Manalansan, eds., Queer Globalizations:
el de los marxistas tradicionales o el de los Citizenship and the Afterlife of Colonialism,
estudios subalternos. Asimismo, a pesar de Nueva York, New York University Press, 2002,
la retórica de “diversidad” de los críticos in- pp. 13-19 (trad. Robert McKee Irwin y Arnaldo
formados por la teoría queer y la de la justi- Cruz Malavé); Sedgwick, Eve Kosofsky, Between
cia social articulada por los de los estudios Men: English Literature and Male Homosocial
poscoloniales, ambos grupos han tardado en Desire, Nueva York, Columbia University Press,
analizar cuestiones de sexualidad más allá 1985; Sedgwick, Eve Kosofsky, Epistemología del
de los contextos pertenecientes a grupos armario (trad. Teresa Bladé Costa), Barcelona,
dominantes en términos de clase social y Tempestad, 1998; Warner, Michael (ed.), Fear of
raza. Cuestiones de las variaciones de nor- a Queer Planet: Queer Politics and Social Theory,
mas, actitudes, comportamientos, etc., de Minneapolis, University of Minnesota Press,
sexualidad entre mexicanos y chicanos, en- 1993.
tre mestizos y diferentes grupos indígenas,
entre burgueses y trabajadores, y muchas [ROBERT MCKEE IRWIN]
veces hasta entre hombres homosexuales
y mujeres lesbianas, etc. todavía no se han
explorado lo suficientemente. Y los espacios texto
institucionales para llevar a cabo tales in-
vestigaciones siguen siendo muy limitados, El concepto de texto, tal como aparece utili-
sobre todo fuera de los grandes centros zado en las ciencias sociales y en las huma-
urbanos. Por otro lado, como ha señalado nidades, reconoce dos proveniencias. Por un
TEXTO 271

lado una proveniencia filológica que desde el textual se imbrica con una serie de diálogos
siglo XVIII ha venido insistiendo en la impor- interdisciplinarios en que se vieron envuel-
tancia de la lengua como elemento formati- tos discursos tan variados como los de la
vo fundamental de la experiencia humana, filosofía, la antropología, la semiología, los
bajo los temas de la lengua nacional, los len- estudios de comunicación, el psicoanálisis y
guajes populares o los cuentos folklóricos. los estudios literarios, entre otros. El tras-
Por otro lado, una proveniencia semiológica fondo de este diálogo está dado por el enor-
que entiende que la totalidad de la organiza- me prestigio alcanzado por el estructuralis-
ción social y cultural puede ser entendida en mo, un movimiento que favorece pensar la
términos de códigos, mensajes y unidades totalidad cultural como totalidad sistémico-
discretas como la de “significante”. Si en la textual.
tradición filológica el sentido y la ideología El ensayo de Roland Barthes, “De la obra
son determinantes, en la tradición semioló- al texto” (1971), puede ser visto en retros-
gica suele primar una ansia cientificista que pectiva como un momento inaugural de este
a veces expulsa lo ideológico del terreno del movimiento por el cual la idea de textuali-
análisis, tal como sucede en los acercamien- dad, antes circunscrita en su mayoría al ám-
tos a lo textual fuertemente estructuralistas bito literario dada su proveniencia filológi-
de los años sesenta. Pero en la mayoría de ca, rompe las fronteras que la confinaban en
los casos, vale aclarar, ambos acercamientos lo estético para pasar a ser uno de los mo-
se presentan combinados, como en el caso delos fundamentales con los que se piensa
de la obra pionera del crítico ruso Mijail la sociedad y la cultura contemporáneas.
Bajtín. Barthes comienza su argumento con un
El valor del concepto de “texto” o lo “tex- contrapunto entre texto y obra. La obra, ex-
tual” reside sin embargo en las importantes plica el crítico francés, es un concepto ce-
transformaciones analíticas que su intro- rrado, inextricablemente unido a la figura
ducción fuerza en los discursos sobre la cul- de su autor/a, una figura que ha funcionado
tura. Para comprender mejor el carácter de en la crítica tradicional como un elemento
estas transformaciones vale la pena incurrir explicativo inapelable del sentido del texto
en una breve referencia etimológica. La pa- literario, ahogando así su polisemia consti-
labra texto proviene del participio latino tutiva. Pero Barthes va más allá de indepen-
texere que significa tejido y ha sido usada dizar la obra de la figura del autor para pro-
con esta acepción por cerca de 2 000 años. poner que la separación entre obras de un
Esta imagen gráfica del texto como tejido mismo autor, entre obras de diferentes au-
captura mejor que cualquier argumento el tores, o incluso entre obras literarias y otros
problema y la promesa que la noción de tex- registros textuales, es una ficción impuesta
to trae al análisis socio-cultural: la imagen por una necesidad disciplinaria. Mientras la
de una continuidad ilimitada, porosa y sin obra ocupa un lugar en las bibliotecas –ex-
fronteras, en las que distintos discursos plica Barthes– el texto resulta un campo
traspasan formas e instituciones sin some- metodológico que atraviesa varias obras
terse a sus leyes, sino que sigan, más bien, cuestionando su identidad imaginaria.
una lógica que les es propia. Vivimos siem- La oposición entre texto y obra de
pre en una intersección de ese tejido. La Barthes, encuentra un antecedente en la in-
forma en que sus hilos se anudan sobrepasa fluyente teorización de Mijail Bajtín, la cual
la capacidad subjetiva de capturar sus leyes fue introducida en Francia con la publica-
en una coyuntura que siempre, a fuerza de ción de Séméiotiké, de Julia Kristeva, en
subjetiva e histórica, tiene tan sólo una vi- 1969. La noción que aparece como central
sión parcial del entramado. en el Bajtín reportado por Kristeva es la de
No es de extrañar entonces que la plena intertexto. Al igual que en el caso del texto
emergencia de una lógica textual haya coin- en Barthes, el intertexto bajtiniano excede
cidido con la vasta revaluación intelectual el ámbito de lo literario y desmiente que la
de los sesenta y setenta, que dio origen al relación entre autor y producción textual
campo de la teoría moderna. En este con- pueda ser una relación de originalidad o
texto, y especialmente en Francia en los creación. Los enunciados que se encuentran
años sesenta y setenta, la concepción de lo en una novela o en una autobiografía perte-
272 TEXTO

necen al autor/a tan sólo en tanto los ha es heredera mucha de la producción de es-
sustraido de un rico universo-sociocultural tudios culturales contemporánea. En el caso
definido por la cohabitación de distintos de la deconstrucción, su aporte a una con-
lenguajes sociales, técnicos, afectivos, entre ceptualización de lo textual tiene menos que
otros. En su libro La cultura popular en la ver con la sobredeterminación del sentido
Edad Media, Bajtín explica cómo en su evo- que con la idea de que toda tipología textual
lución la novela terminó siendo el reposito- que suponga entidades más o menos autó-
rio de refranes populares, canciones, formas nomas se encuentra siempre contaminada y
de intercambio verbal o la codificación de determinada por elementos que cree haber
modalidades populares de habitar el mun- excluído. En “La farmacia de Platón” (1968),
do. La novela es para Bajtín el ejemplo pa- Jacques Derrida muestra cómo Platón, a pe-
radigmático de texto, en tanto en ella se sar de haber hecho de la expulsión del mito
entretejen e integran distintos discursos, ni- la condición necesaria de emergencia del
veles de lengua, modalidades de habla y, por discurso filosófico, reintroduce en su Fedro
añadidura, distintas formaciones ideológi- (y a su pesar) una sistemática referencia mí-
cas. Es esta concepción de texto la que ad- tica que desborda su texto abriéndolo a un
quirirá un papel fundamental en los estu- entramado mayor de significaciones. Esta
dios culturales, ya que en esta tradición la diseminación y sobredeterminación propias
mutua determinación de distintos niveles e de la lógica textual planteó bien pronto el
instancias discursivas presupuesta por la problema de cómo se llegan a conformar
noción de textualidad, es puesta a trabajar sentidos estables en un sistema inconteni-
para revelar conexiones entre distintos ám- ble e ilimitado de relaciones significativas.
bitos de lo social, antes no explicitadas por En este punto hay que hacer notar que la
las descripciones normativas de la cultura. idea de discurso, una noción paralela a la de
Pero la emergencia de lo textual no supu- texto, funciona a menudo como su comple-
so tan sólo la introducción de un modelo ca- mento. Roland Barthes no llamó a su libro
paz de detectar solidaridades o articulacio- “Fragmentos de un ‘texto’ amoroso”, sino
nes sociales hasta entonces inadvertidas o Fragmentos de un discurso amoroso, pese
soterradas. Implicó también la instauración a que todas sus referencias son textuales, y
de una lógica textual cuyo modelo explica- Jacques Derrida, utiliza mucho más regular-
tivo se trasladó bien pronto al análisis de mente la noción de discurso que la de texto
los fenómenos sociales. Esta lógica textual, para revelar la textualidad de lo textual pese
que como Barthes notara no es la lógica de a insistir en el carácter estructuralmente tex-
la oración, fue elaborada fundamentalmen- tual de todo evento comunicativo. De hecho,
te en los discursos de la deconstrucción y todo análisis cultural se ve más o menos
el psicoanálisis. Del psicoanálisis proviene forzado a complementar ambas nociones.
la idea de que un rasgo esencial del modo En el terreno del latinoamericanismo, dos
de significación textual radica en su sobre- acabados ejemplos de cómo un modelo tex-
determinación constitutiva. Esta sobrede- tualista interactúa con la noción de discurso
terminación no debe ser confundida con la en un intento por explicar una articulación
ambigüedad que puede habitar el sentido de histórica determinada pueden verse en los
una palabra u oración. Mientras la ambi- textos pioneros de Beatriz Sarlo (El imperio
güedad léxica puede ser resuelta apelando al de los sentimientos, 1985) y de Adolfo Prieto
referente, la glosa o el diccionario, la sobre- (La función del discurso criollista en la for-
determinación textual es inherente al evento mación de la Argentina moderna, 1988). De
texto mismo. Esta es la idea de sobredeter- igual forma lo discursivo aparece como un
minación del sentido que encontramos ple- concepto central en aquellos casos en que
namente desarrollada por Sigmund Freud la textualidad social a ser revelada es de ca-
en La interpretación de los sueños (1911). En rácter oral. En su libro Buscando un inca,
los años setenta, Louis Althusser transfirió el peruano Alberto Flores Galindo utiliza la
este modelo de significación sobredetermi- noción de una utopía andina para trazar una
nada del campo del psicoanálisis al terreno historia popular que recorre pero no se con-
del análisis marxista, comenzando así una funde con la historia institucional de Perú.
prolífica veta de investigaciones, de la cual La expresión “la versión de los vencidos”
TEXTO 273

acuñada por Miguel León-Portilla terminó o de un fotograma cinematográfico aparece o


siendo una herramienta para (re)construir bien en el medio o bien a la derecha de la
un discurso alternativo al de la hegemonía imagen. La conciencia del carácter codifi-
española y criolla en Mesoamérica. cado de la reproducción y recepción de los
Como surge de esta descripción, el uso mensajes visuales ha llevado a algunos auto-
de un modelo textual que se supone además res a acuñar el concepto de “alfabetización
concomitante con lo social, implicó un im- visual” (visual literacy). La pregunta obvia
portante correctivo crítico a las fantasías del es si esta alfabetización es algo más que una
humanismo liberal que dominaron buena metáfora, en otras palabras, si podemos en-
parte del pensamiento del siglo XIX. Michel contrar en ella suficientes elementos para
Foucault, Roland Barthes y Jacques Derrida, fundar una teoría textual de la imagen.
correlacionaron la liberación del texto con En el terreno del análisis cinematográ-
la muerte del autor al que consideran poco fico ha habido importantes intentos por
menos que un pre-texto destinado a conte- establecer un análisis textual del medio en
ner la incesante diseminación del significa- autores como Christian Metz (Language and
do textual. La idea de la muerte del autor es Cinema, 1971), Raymond Bellour (L’analyse
a su vez tan sólo una de las formas que toma du film, 1979), Marie-Claire Ropars (Le tex-
la crisis de causalidad promovida por una te divisé, 1981; Ecramiques: le film du texte,
lógica textual que enfatiza la ineluctable so- 1990). Estos estudios son en general deudo-
bredeterminación del texto social. En este res de la obra pionera y en varios sentidos
sentido, la vasta elaboración posmarxista insuperada de Roland Barthes. Otro ante-
que alcanza un punto de condensación en el cedente a menudo desconocido del acerca-
libro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, miento semiológico-textual al cine proviene
Hegemonía y estrategia socialista (1985) for- de la escuela formalista rusa, fundamental-
ma también parte esta reformulación hecha mente Iuri Tynianov, Boris Eichenbaum y
posible por la expansión de la lógica textual, Víctor Shklovsky, quienes fueron los que lle-
aun cuando, vale la pena aclarar, Laclau y varon más lejos la analogía estructural entre
Mouffe prefieren, como Foucault, la noción cine y textualidad literaria. Los analistas de
de discurso a la de texto. los años setenta y ochenta, mostrarán tener
más dificultades a la hora de especificar bajo
TEXTUALIDAD Y CULTURA VISUAL. En los años se- qué condiciones un análisis textual es a la
tenta, y en verdad desde mucho antes como vez justificado y productivo. Puede decirse,
veremos, la noción de texto realizó una im- como lo ha señalado John Mowitt, que la
portante incursión en el terreno del análisis introducción del concepto de textualidad en
visual (pintura, instalaciones, fotografía, el análisis fílmico implicó algunas ventajas
cinematografía). La justificación para esta que esta misma novedad trajo a los estudios
expansión de un acercamiento semiológico- literarios y culturales. Autores como Metz y
textualista al campo de lo visual yace en la Bellour hicieron del concepto mismo de tex-
comprobación de que este registro, tradicio- to, antes que de su relación con lo cinemato-
nalmente asociado con la mimesis y, por lo gráfico, el centro de muchas de sus páginas.
tanto, con la regulación de su sentido a par- En otras oportunidades la experiencia fílmi-
tir de la evidencia y la corroboración visual, ca misma fue reducida para poder hacer un
resulta en verdad altamente codificado. La díalogo con la menor cantidad de texto posi-
visión es, como nuestras habilidades comu- ble. Esta reducción que procedió a través de
nicativas, producto de un largo proceso edu- un descarte de elementos no propiamente
cativo, como lo señalan los estudios funda- fílmicos (entre ellos mucho de la produc-
cionales de John Berger (Mirar) y Norman ción de cine comercial) revela no sólo cierto
Bryson (Tradition and Desire; Vision and elitismo de estos autores, sino también una
Painting) entre otros. Sabemos, por ejemplo concepción peculiar, telqueliana y barthesia-
que la fotografía o la pintura están organiza- na de lo textual como escritura. Vale recor-
das, al menos en la experiencia occidental, dar que en Roland Barthes, la escritura sirve
siguiendo el orden de lectura alfabética: ve- para oponer el texto a la obra, en tanto lo
mos de izquierda a derecha y de arriba hacia escribible demanda una participación activa
abajo. Por esto el “protagonista” de una foto del lector o consumidor.
274 TEXTO

En general, ante la pregunta de cómo poradas textualmente por Eisenstein a ¡Qué


puede justificarse un análisis textual del cine Viva México!
hay dos respuestas esenciales. La primera
considera el film mismo como un texto pese OBJECIONES AL MODELO TEXTUAL DE ANÁLISIS SO-
a ser un producto notoriamente industrial, CIO-CULTURAL. A pesar de que algunos autores
cuya forma de composición impide casi a (como John Frow y Meagahn Morris) han
priori la figura del autor. Este acercamiento visto en la implementación de la noción de
debe confrontar una serie de problemas in- texto al análisis cultural la piedra angular
eludibles. ¿Puede decirse que los distintos de los estudios culturales, la utilización de lo
elementos de un film están entretejidos en textual como herramienta analítica dista de
un componente mayor de la misma forma ser un elemento unánimemente aprobado.
que distintos registros lingüísticos lo están Algunos autores ven en lo textual un mo-
en una novela o en que distintos discursos delo intrínsecamente ajeno a una de las
ideológicos se conectan en una totalidad preocupaciones fundamentales de los estu-
cultural? ¿No son las unidades mínimas del dios culturales: la realineación entre formas
análisis cinematográfico tradicional –ángulo culturales y función crítica. Jacques Derrida
de cámara, puesta en escena, actuación, sis- había proclamado, célebremente, “no hay
tema de colores, iluminación– mutuamente nada fuera del texto”. Y aunque esta aser-
irreducibles? Algunos de los pares reitera- ción tenía un innegable costado materialista
damente referidos en el análisis cinemato- que proscribía un análisis apoyado en ele-
gráfico como ángulo de cámara y narración mentos exógenos a la relación textual mis-
o sonido y montaje presentan un obvio fe- ma (el autor, por ejemplo), muchos leyeron
nómeno de articulación. ¿Pero es esa arti- también en ella un solipsismo metodológi-
culación textual o su correcta valorización co inherente al concepto de lo textual. Si
implica hallar otro concepto para nombrar- la totalidad de la cultura es un texto y si el
la? En otras palabras, la pregunta funda- analista mismo está inmerso en él: ¿Cómo
mental y de alguna manera aún pendiente puede haber entonces un análisis epistemo-
en el acercamiento textual al cine es: ¿qué lógicamente válido de lo social? Después de
es exactamente textual en un film y cómo servir a la expansión de la función crítica,
puede esa textualidad ser relacionada con el prestigio de lo textual parece haber ter-
los elementos mínimos que lo componen? minado por atentar contra la función críti-
La segunda estrategia bajo la cual la tex- ca misma al convertirse en una herramienta
tualidad entra en el análisis cinematográfico que no puede exceder el horizonte episte-
se da a través de la afirmación de una cierta mológico del objeto que ha construido. El
autonomía e historia de la representación problema no radica solamente en la valencia
visual y un trazado de los préstamos y ci- política de un instrumento de análisis, sino
tas que pueden tener lugar en un film. La también en una ambivalencia entre texto y
intertextualidad de la película garantiza, en sistema. El sistema, puede decirse, simula
este caso, su textualidad. Sabemos que la ser un texto pero restringe la lógica textual
excepcional estética desplegada por Emilio a una serie de combinaciones consideradas
Fernández en distintos films (una estética legítimas. Varias polémicas importantes de
aclamada como específicamente mexicana) los últimos años, como la que enfrentó a
es producto, en verdad, de su contacto con Jacques Derrida y John Searle, pueden ser
el cine de Sergei Eisenstein, el cual parece vistas a la luz de esta oposición entre texto y
haber influido a Fernández, no a través del sistema. La producción crítica más reciente
cinematógrafo ruso, sino a través del excep- expone repetidamente su conciencia de este
cional film de Emilio Gómez Muriel y Fred problema que retorna incesantemente a la
Zinnemann, Redes (1936). A su vez, como discusión teórica. Ernesto Laclau, al igual
ha sido mostrado en varias oportunidades, que otros analistas de lo político como Slavoj
varias de las composiciones predilectas de Žižek intentan salvar la trampa sistémica in-
Eisenstein que pasaron a Gómez Muriel- troduciendo un elemento de indecidibilidad
Zinnemann y luego a Fernández provienen que resulta en ellos la inagotable y originaria
de la pintura de José Clemente Orozco, algu- condición de posibilidad de la política, en un
nas de cuyas soluciones formales son incor- movimiento que le ha dado a términos como
TEXTO 275

“contingencia” o “estrategia” su presente vi- subalternos busca cuestionar la manera en


sibilidad en el discurso crítico. que se regula el acceso a la representación
Un segundo problema tiene que ver con a partir de ciertos parámetros como los
las connotaciones que la idea de texto mis- discursos constitutivos (la nación, el mer-
ma parece forzar en el análisis cultural. En cado) y cómo se teje, en consecuencia, un
Emancipaciones, Ernesto Laclau propone sistema de exclusiones. En varios casos esta
ver la totalidad social como una cadena de influencia de estudios subalternos aparece
significantes unidos por su adhesión a un en conjunción con un análisis poscolonial
momento utópico común encarnado por el de las sociedades híbridas latinoamerica-
“significante vacío”. Esta imagen suscita nas, como en el caso de las estudiosas bo-
casi inmediatamente la pregunta acerca de livianas Silvia Rivera Cusicanqui y Rossana
qué ocurre con aquellos elementos que que- Barragán quienes difundieron la noción de
dan fuera de la cadena. Y aun si supusiéra- subalternidad en el área andina. Dos textos
mos que todos los elementos sociales están ejemplares en esta simultánea utilización y
incluidos en la cadena (una presuposición cuestionamiento de un modelo textual de
absurda no sólo desde el punto de vista lo social, aparecen con las obras de Steve
práctico, sino incluso desde los presupues- Stern, La historia secreta del género (1995,
tos mismos de Laclau), esta imagen parece traducido al español en 1999) y de Florencia
promover, como la imagen textual, una ver- Mallon, Campesino y nación: la construcción
sión armónica de la totalidad social, con sus de México y Perú postcoloniales (1995, tradu-
diversos componentes envueltos en un desa- cido al español en 2003).
rrollo relativamente coordinado y sus distin- Una forma de entender lo que Cornejo
tas partes unidas por relaciones de inter- Polar intenta teorizar con heterogeneidad es
cambio y consentimiento antes que de comparando la situación heterogénea con la
violencia y exclusión. En este sentido resul- carnavalización del sentido descrita por
ta ilustrativa la actitud ambigua que Ángel Mijail Bajtín. En el caso de la vasta polifonía
Rama mantiene hacia la textualización de lo renacentista, Bajtín encontró un piso co-
social como momento analítico en La ciu- mún para expresiones dispares en una ra-
dad letrada (1984), un libro que muchos co- cionalidad cristiana que, respetada o paro-
mentaristas consideran un hito transicional diada, funcionaba como lengua vehicular de
entre estudios literarios y estudios cultura- distintos tipos de enunciados verbales y no
les. Para Rama, uno de los apogeos de esa verbales. En algunas zonas de alta concen-
textualización ocurren durante el barroco tración indígena, como los Andes, nos en-
virreinal en México: “El discurso barroco no frentamos a una situación similar donde
se limita a las palabras, sino que las integra existe una gran variedad de enunciados,
con los emblemas, jeroglíficos, apólogos, ci- pero estos enunciados no pueden ser inte-
fras, e inserta este enunciado complejo den- grados a una textualidad más general por-
tro de un despliegue teatral que apela a la que provienen de espacios culturales (tex-
pintura, la escultura, la música, los bailes, tuales) tan diferentes que no encuentran, en
los colores… (33).” Pero Rama sostiene la nociones como literatura o cultura, un piso
independencia de un mundo fuera de la red común que les permita formar parte de una
textual que se crea a través de la colabora- totalidad englobante y persistir, aun así, en
ción entre intelectuales y poder. sus rasgos diferenciales. En el caso de
La búsqueda de una inflexión crítica Paraguay, Augusto Roa Bastos llamó a la
dentro del dominio mismo de lo textual ha tradición oral guaraní “el texto ausente” de
dado impulso en los estudios culturales la- la literatura y la cultura paraguaya. A pesar
tinoamericanistas a las nociones emparen- de ser un bilingüe español-guaraní y de co-
tadas de heterogeneidad, fundada en los es- nocer la historia y la cultura de los guaraní
tudios del crítico peruano Antonio Cornejo hablantes en profundidad, Roa Bastos en-
Polar, y subalternidad, un desarrollo teórico cuentra imposible que la literatura integre
originado en el sudeste asiático que tiene el complejo universo discursivo guaraní en
una influencia relativamente importante en su tejido. Del mismo modo, la noción de he-
Latinoamérica y en los estudios latinoame- terogeneidad alerta sobre los límites no ne-
ricanos en Estados Unidos. Los estudios cesariamente infranqueables, sino más bien
276 TEXTO

constitutivos, que confronta un discurso (ya nes intertextuales, y por lo tanto, el concepto
sea el literario, el sociológico o el antropo- de texto mismo, son menos universales y más
lógico que pretende describir un otro cultu- histórica y culturalmente determinados de lo
ral) con respecto a otro universo cultural al que se ha tendido a creer. Mientras, por un
que sólo puede acercársele subsumiéndolo lado sus aportes son plenamente apropiables
en categorías que le son ajenas. para explorar algunas regiones de la cultura
La contraposición entre un caso de incor- latinoamericana por otro lado terminan re-
poración “feliz” de discursos a una dimensión velando sus limitaciones y sus fundamentos
textual mayor (Bajtín) con la imposibilidad eurocéntricos y metafísicos cuando son pues-
de llevar adelante ese proyecto en algunas re- tos a trabajar sobre las regiones más recalci-
giones de Latinoamérica (Cornejo Polar, Roa trantemente heterogéneas del continente.
Bastos) nos debe alertar acerca de las limita-
ciones que el modelo textual conlleva en vir- OBRAS DE CONSULTA. Bajtín, Mijail, La cultura
tud de su dependencia sobre un imaginario popular en la Edad Media y el Renacimiento:
alfabético y fonocéntrico. Jacques Derrida ha el contexto de François Rabelais, Barcelona,
explicado cómo la escritura alfabética se en- Barral Editores, 1974; Barthes, Roland, El
cuentra íntimamente implicada con la larga susurro del lenguaje: más allá de la palabra y
tradición humanista que remata en el libe- la escritura, Barcelona, Paidós, 1987; Bellour,
ralismo decimonónico que lo textual viene a Raymond, L’analyse du film, París, Albatross,
cuestionar. ¿Cómo puede este modelo textual 1979; Berger, John, Mirar, Buenos Aires, De
negociar su influencia con aquellas textua- la Flor, 1998; Boone, Elizabeth Hill y Walter
lidades propias del pasado precolombino, Mignolo, Writing Without Words: Alternative
como el quipu en los Andes o los códices en Literacies in Mesoamerica & the Andes, Durham,
Mesoamérica? Al discurtir estas expresiones, Duke University Press, 1996; Bryson, Norman,
los analistas contemporáneos (Elizabeth Hill Vision and Painting: The Logic of the Gaze, New
Boone, Walter Mignolo, Joanne Rappaport, Haven, Yale University Press, 1983 [Visión y
James Lockhart, entre otros) se han visto obli- pintura: la lógica de la mirada (trad. Consuelo
gados a reconsiderar la pertinencia de térmi- Luca de Tena), Madrid, Alianza, 1991]; Cornejo
nos como escritura para referirse a estas pro- Polar, Antonio, “El indigenismo andino” en Ana
ducciones. Las relaciones mismas entre texto Pizarro (ed.), América Latina: palavra, literatu-
escrito y texto social, los actos de lectura y ra e cultura, São Paulo, Editora da Unicamp,
preservación del sentido parecen articularse, 1994, pp. 719-738; Derrida, Jacques, La disemi-
en el caso de los códices mesoamericanos, nación, Madrid, Fundamentos, 1975; Foucault,
bajo una lógica inconmensurable con aque- Michel, El orden del discurso, Tusquets, 2005;
lla presupuesta por la idea de texto. Y aun Lockhart, James, The Nahuas After the Conquest,
cuando el texto alfabético predomina, como Stanford, Stanford University Press, 1992 [Las
en el caso de los títulos de propiedad de la nahuas después de la conquesta: historia social
tierra que se multiplicaron en el México del de los indios del México central, del siglo XVI al
siglo XVI, o en los trabajos de cronistas como XVIII (trad. Roberto Reyes Mazzoni), México,
Álvaro Tezozómoc o Domingo Chimalpahin, Fondo de Cultura Económica, 1999]; Metz,
nos encontramos con formas de intertextua- Christian, Language and Cinema, The Hague,
lidad extrañas a las reglas de combinación Mouton, 1974 [Lenguaje y cine (trad. Jorge
de enunciados descrita por autores como Urrutia), Barcelona, Planeta, 1973]; Mowitt,
Barthes, Bajtín o Derrida. En los textos de John, Text: The Genealogy of an Antidisciplinary
los cronistas, por caso, es común la intro- Object, Durham, Duke University Press, 1992;
ducción descontextualizada de otro discurso Ropars, Marie-Claire, Le texte divisé, París,
que interrumpe sin previo aviso la corriente Presses Universitaires de France, 1981;
del lenguaje y vuelve a desaparecer sin que Ropars, Marie-Claire, Ecramiques: le film du
el texto dominante parezca haber advertido texte, Lille, PUI, 1990; Smith, Barry (ed.), John
esta presencia. Martin Lienhard le da a este Searle (Contemporary Philosohpy in Focus),
procedimiento el nombre de “montaje” como Cambridge, Cambridge University Press,
una forma de evocar la pluralidad composi- 2003.
tiva que supone. Estos ejemplos bastan para
alertarnos sobre el hecho de que las relacio- [HORACIO LEGRÁS]
TRANSCULTURACIÓN 277

transculturación rir una distinta cultura, que es lo que en


rigor indica la voz angloamericana accultu-
El neologismo “transculturación” fue acu- ration, sino que el proceso implica también
ñado por el estudioso cubano Fernando necesariamente la pérdida o desarraigo de
Ortiz, quien lo emplea en un ensayo de in- una cultura precedente, de lo que pudiera
terpretación ya clásico, el Contrapunteo cu- decirse una parcial desculturación, y, ade-
bano del tabaco y el azúcar (1940), para re- más, significa la consiguiente creación de
ferirse a una forma de contacto cultural que, nuevos fenómenos culturales que pudieran
lejos de ser pensada como una relación uni- denominarse de neoculturación […] En con-
lateral y unidireccional establecida entre junto, el proceso es una transculturación, y
una cultura hegemónica o dominante que este proceso comprende todas las fases de
actuaría como donadora y una cultura su- una parábola. Estas cuestiones de nomen-
bordinada o dominada que resultaría recep- clatura sociológica no son baladíes para la
tora, es pensada como una interacción crea- mejor inteligencia de los fenómenos socia-
tiva entre las distintas entidades que se les, y menos en Cuba donde, como en pue-
encuentran, y da como resultado procesos blo alguno de América, su historia es una
dinámicos de selección, interacción, trans- intensísima, complejísima e incesante trans-
formación y creación entre ambas, hasta culturación de varias masas humanas, todas
llegar incluso a la generación de una nueva ellas en pasos de transición. El concepto de
entidad que comprende creativamente ele- la transculturación es cardinal y elemental-
mentos de las dos instancias previas al con- mente indispensable para comprender la his-
tacto. De este modo, la constante interac- toria de Cuba y, por análogas razones, la de
ción entre los distintos componentes da toda América ‘en general’ (92-97).”
como resultado el surgimiento de una nueva Si bien se le empleó en principio para
entidad cultural. En “Del fenómeno social interpretar fenómenos propios de la historia
de la ‘transculturación’ y de su importancia y de la cultura cubana intuyendo temprana-
en Cuba”, Ortiz contrasta su neologismo mente la complejidad de los mismos, el con-
con el vocablo “aculturación”: “Por acultu- cepto se hará pronto extensivo y aplicable
ración se quiere significar el proceso de en general a distintos procesos de encuentro
tránsito de una cultura a otra y sus repercu- de culturas en condiciones asimétricas, y
siones sociales de todo género. Pero trans- muy particularmente aquéllos detonados
culturación es vocablo más apropiado. por la instauración de una relación colonial
Hemos escogido el vocablo transculturación en las que Mary Louise Pratt denomina “zo-
para expresar los variadísimos fenómenos nas de contacto”. Los rasgos asociados con
que se originan en Cuba por las complejísi- el proceso de transculturación son entonces,
mas transmutaciones de culturas que aquí entre otros, dinamismo, historicidad, com-
se verifican, sin conocerlas es imposible en- plejidad, creatividad, situacionalidad, diver-
tender la evolución del pueblo cubano, así sidad en las formas, niveles, épocas de inte-
en lo económico como en lo institucional, rrelación siempre heterogénea, asimétrica, y
jurídico, ético, religioso, artístico, lingüísti- de un tipo tal que supone pérdidas y adqui-
co, psicológico, sexual y en los demás aspec- siciones diferenciales a partir de los grupos
tos de su vida (91-92).” culturales puestos en contacto, en una ten-
Ortiz pasa revista a los procesos de trans- sión que no permite nunca la abolición de
culturación de los distintos grupos que su- la asimetría ni de la diferencia, a la vez que
frieron complejos fenómenos de desarraigo supone siempre una dinámica creativa, re-
de su cultura originaria, así como de des- significadora y refuncionalizadora.
ajuste y reajuste, y contempla procesos Resulta admirable, además, la fuerza y
como “deculturación o exculturación” y de vitalidad de un concepto que, acuñado en
“aculturación o inculturación”, y “al fin de los años cuarenta, corresponde a una etapa
síntesis, de transculturación”. Añade Ortiz: histórica en la cual los ensayos se volca-
“Entendemos que el vocablo transcultura- ban a la interpretación de la vida nacional
ción expresa mejor las diferentes fases del (José Carlos Mariátegui, Ezequiel Martínez
proceso transitivo de una cultura a otra, Estrada, Gilberto Freyre), y fue retomado
porque éste no consiste solamente en adqui- pronto con interés por los ensayistas his-
278 TRANSCULTURACIÓN

panoamericanos (Picón Salas), para inser- tiva más amplia. Como observan estudiosos
tarse definitivamente, a partir de los años como Fernando Coronil, el término permite
sesenta y setenta, en las discusiones propias a Ortiz “aprehender al mismo tiempo los
de la etapa de normalización disciplinaria en momentos destructivos y constructivos de
la cual tanto la antropología y las demás las historias afectadas por el colonialismo
ciencias sociales como la teoría y la crítica y el imperialismo” y en tal sentido llevar a
literaria habrán de retomarlo y repensarlo cabo una “valorización crítica de la creati-
(mencionemos aquí su discusión por parte vidad popular” que “muestra cómo las per-
de Aguirre Beltrán y Ángel Rama). El con- sonas hacen habitables los espacios socia-
cepto de transculturación se integrará tam- les donde se les constriñe a trabajar y vivir”
bién al cuadro básico de grandes categorías (“Introducción”).
explicativas de los procesos culturales pecu- Muchas son las razones que hacen de
liares de América Latina y el Caribe, tales este concepto un caso prominente para los
como mestizaje, hibridación, heterogenei- estudios culturales y el diálogo entre las
dad, etcétera. distintas tradiciones académicas. En pri-
Logrará también insertarse posterior- mer lugar, se trata de un concepto acuñado
mente en las discusiones propias de los desde América Latina y el Caribe por un
estudios culturales y poscoloniales: en este autor cubano dedicado a estudiar fenóme-
sentido constituye un hito de articulación nos peculiares de su país y cuyas discusio-
fundamental el comentario crítico a que fue nes habrían de inscribirse también en el
sometido por Antonio Cornejo Polar, quien ámbito de debates de la historia y la cul-
se plantea “si la categoría de transcultura- tura de esa nación. Representa ya, desde el
ción –en sus versiones de Ortiz y Rama o inicio, una importante apertura de la tra-
en otras– es el dispositivo teórico que ofrece dición del ensayo hispanoamericano hacia
una base epistemológica razonable al con- la tradición del Caribe. Constituye también
cepto (que considero fuertemente intuitivo) un importante salto cualitativo respecto de
de mestizaje, o si supone, por el contrario, los ensayos dedicados a pensar lo nacio-
una propuesta epistemológica distinta” nal desde una visión homogeneizadora de
(“Mestizaje…”) . Y responde que en su opi- los distintos grupos sociales que integran
nión se trata de lo primero. una entidad nacional, en cuanto que para
El término permitía a Ortiz, además, ob- interpretar los procesos centrados en un
servar los fenómenos tanto desde la pers- país desemboca, paradójicamente, en el
pectiva de los grandes procesos históricos, descubrimiento de procesos que superan y
económicos y sociales, como atender, desde atraviesan lo nacional y lo colocan, ya en
una visión más acotada, la génesis de los el ámbito de procesos regionales como en
procesos de encuentro e intercambio en el de fenómenos que sólo pueden compren-
ciertos sectores y zonas específicos de la so- derse a escala mundial –tal es el caso de
ciedad, como los que representan “la mala su articulación con la economía colonial–.
vida” de las zonas portuarias donde se dio Muy pronto, además, al insertarse en los
un más intenso contacto entre culturas, o debates entre la línea de la antropología
bien, contemplar zonas de encuentro espe- estadunidense (Franz Boas, etc.) y la eu-
cíficas como la música o las prácticas ali- ropea (Bronislaw Malinowski), habría de
mentarias. trascender el medio local para ingresar al
El proceso de transculturación se propo- campo del debate antropológico anglosajón.
ne así como alternativa de anteriores orien- No deja de resultar significativo que muy
taciones racistas o racialistas y superación pronto encontremos un comentario crítico
de enfoques unidireccionales, deterministas al uso del término escrito por un connota-
y mecánicos en la descripción de procesos do antropólogo mexicano, Gonzalo Aguirre
de encuentro cultural. El nuevo concepto no Beltrán, quien en El proceso de aculturación
está reñido con el de mestizaje o “mestiza- en México (1957) manifiesta su preferencia
miento” (así lo llama Ortiz), ni tampoco se por el término aculturación, en la línea de
emancipa del todo de una base positivista Herskovits. Como de manera muy penetran-
de estudio de los procesos sociales, sino te lo ha mostrado Enrico Mario Santí, estos
que los integra en una modalidad explica- debates iban mucho más allá de la mera
TRANSCULTURACIÓN 279

preferencia por uno u otro término, ya que el contexto de un ensayo, que atendía tanto
tenían como trasfondo la relación entre el a cuestiones económicas y sociales como
antropólogo y el poder (“Prólogo”). históricas y literarias, le permitió su pronta
Por fin, al superar las connotaciones ra- adopción y discusión en distintas órbitas,
cistas y racialistas de otros conceptos como desde la antropológica hasta la literaria, pri-
“mezcla” o “mestizaje”, el concepto alcanzó mero en América Latina y más tarde en el
larga vida y logró atravesar varios decenios medio académico estadunidense, sobre todo
de discusiones y debates, en cuanto intere- a partir de la consolidación de los estudios
só a los propios pensadores críticos de los culturales y poscoloniales. El ensayista e
años sesenta y setenta –que lo ligaron a es- historiador de la cultura Mariano Picón
tudios como colonialismo o dependencia, Salas lo menciona en De la Conquista a la
por ejemplo– para llegar posteriormente a Independencia (1944). Decenios después,
enlazarse con los debates afines a los estu- Ángel Rama lo incorpora ya en el título de
dios culturales. Tal es el caso de las discusio- uno de sus libros mayores: Transculturación
nes en torno a transculturación, mestizaje, narrativa en América Latina (1982), obra que
hibridez, etc. Al referirse a la tan fecunda constituye un importante antecedente para
producción crítica de los años sesenta y se- un temprano enfoque de la literatura desde
tenta en América Latina, Abril Trigo coloca una perspectiva cultural latinoamericanista,
el propio concepto de transculturación en a la vez que avanzada respecto de los estu-
un listado que abarca, entre otras, la teo- dios culturales y de los nuevos enfoques
ría de la dependencia, la teología y filosofía para el estudio de la producción literaria y
de la liberación, la pedagogía del oprimido simbólica. Rama traslada el concepto al ám-
o las teorías de colonialismo interno (368, bito de los estudios literarios y lo emplea
“The 1990’s”). como clave para entender procesos de víncu-
En un mundo de cambio y movimiento lo entre literatura, historia y cultura. Con-
como el actual, su empleo permite dar visi- sidera los fenómenos de transculturación
bilidad a “los modos en que los grupos su- como parte de un proceso amplio y comple-
bordinados o marginales seleccionan e in- jo que incluye la posibilidad de “pérdidas,
ventan a partir de las culturas dominantes”, selecciones, redescubrimientos e incorpora-
de modo tal que, “aunque estos grupos no ciones”, en cuanto operaciones concomitan-
pueden controlar lo que emana de la cultura tes que “se resuelven todas dentro de una
dominante, determinan con alcances varia- reestructuración general del sistema cultu-
bles lo que ellos absorben para sí mismos y ral, que es la función creadora más alta que
qué uso le asignan” (Mary Louise Pratt, 6) y se cumple en un proceso transculturante”
en este sentido confluye con uno de los gran- (39). Rama presta atención a posibilidades
des temas de los estudios culturales de la no contempladas por Ortiz, y enfatiza así,
región. Para Pratt, la “transculturación es por ejemplo, tanto los procesos activos de
un fenómeno de la zona de contacto”, y con- selección cultural como los procesos creati-
sidera que esto a su vez conduce a varias vos, entre los que integra cuestiones relati-
cuestiones: por ejemplo, cómo recibe y se vas a la “lengua” y a la “estructura literaria”,
apropia la periferia de los modos de repre- e incorpora el concepto de “subculturas re-
sentación metropolitanos, o, con respecto a gionales y clasistas” para el análisis litera-
la representación, cómo se habla de trans- rio. De acuerdo con Rama, “Las obras lite-
culturación de las colonias a las metrópolis. rarias no están fuera de las culturas sino que
En cuanto a los modos de representación, las coronan y en la medida en que estas cul-
mientras que la metrópoli imperial tiende a turas son invenciones seculares y multitudi-
verse a sí misma como determinante de la narias hacen del escritor un productor que
periferia, suele ser ciega respecto de los mo- trabaja con las obras de innumerables hom-
dos en que la periferia determina a la me- bres” (19).
trópolis (6). Como escribe Alicia Ríos, este neologis-
mo sirve a Rama para introducir una nueva
ALGUNOS MOMENTOS CLAVE EN LA RECEPCIÓN DEL lectura de las culturas latinoamericanas, en
CONCEPTO EN AMÉRICA LATINA.
La propia flexibi- la cual la relación entre modernidad y tra-
lidad con que fue empleado el concepto en dición es problematizada de manera más
280 TRANSCULTURACIÓN

abierta, a la vez que supera el modelo críti- LOS ESTUDIOS CULTURALES. El concepto de
co-mítico de tal modo que el autor se alinea transculturación resulta uno de los más re-
con el potencial contrahegemónico de las presentativos del modo en que se dará la
culturas regionales y locales (“Traditions”, articulación entre los grandes ensayos de
30). Rama rediseña el mapa cultural desde interpretación latinoamericanos, los estu-
la época colonial en adelante, con el objeto dios antropológicos pioneros en la región y
de subrayar el dominio al cual estuvieron los estudios culturales y poscoloniales. Re-
sujetos diversos sistemas literarios y cultu- presenta también uno de los modos caracte-
rales de diversas regiones. Centra su estudio rísticos en que nuestras élites intelectuales
de las literaturas y culturas latinoamerica- pensaban lo popular –acercándose a cues-
nas en tres nociones fundamentales: origi- tiones como la asimetría e intuitivamente a
nalidad, representatividad e independencia. cuestiones como la subalternidad– e incluso
Rama plantea la posibilidad de ver la trans- pensaban su propio lugar como productores
culturación narrativa como una alternativa de conocimiento en el horizonte de las for-
a los procesos de modernización a la vez maciones heterogéneas y las culturas nacio-
que al regionalismo y al vanguardismo. nales.
Dice David Sobrevilla que “Frente a estas Resulta de particular importancia articu-
opciones, la transculturación narrativa ope- ladora la figura de Antonio Cornejo Polar,
ra según Rama gracias a una ‘plasticidad quien en “Mestizaje, transculturación, he-
cultural’ que permite integrar las tradicio- terogeneidad”, se pregunta si el concepto
nes y las novedades: incorporar los nuevos de transculturación corresponde en verdad
elementos de procedencia externa a partir a una opción epistemológica realmente di-
de la rearticulación total de la estructura ferenciable de la que cubre el concepto de
cultural propia, apelando a nuevas focaliza- mestizaje, o si en rigor no implica tal cosa.
ciones dentro de su herencia” (22). En sus palabras: “Si la categoría de transcul-
En vista de la importancia que habría de turación, en sus versiones de Ortiz y Rama
tener el traslado del concepto de transcul- –o en otras– es el dispositivo teórico que
turación al campo de los estudios de la pro- ofrece una base epistemológica razonable al
ducción simbólica latinoamericana, debe- concepto (que considero fuertemente intui-
mos recordar que Rama discute la visión tivo) de mestizaje; o si supone, por el contra-
“geométrica” de Ortiz, que no da cuenta de rio, una propuesta epistemológica distinta.
muchos factores que atraviesan los proce- Aunque la he empleado varias veces, tengo
sos transculturadores, y plantea que el pro- para mí que es –en buena medida– lo prime-
ceso de transculturación abarca cuatro ro. Implicaría a la larga la construcción de
operaciones concomitantes básicas: pérdi- un nivel sincrético que finalmente insume
das, selecciones, redescubrimientos e in- en una unidad más o menos desproblema-
corporaciones, y explica, que se resuelven tizada (pese a que el proceso que la produce
dentro de una reconstrucción general del pueda ser muy conflictivo) dos o más len-
sistema cultural, que es la función creadora guas, conciencias étnicas, códigos estéticos,
más alta que se cumple en un proceso de experiencias históricas, etcétera (368).”
transculturación. Los distintos componen- Por esos mismos años, el concepto de
tes de una cultura sólo existen en una arti- “hibridez” de García Canclini resulta tam-
culación viva y dinámica, configurados a bién una toma de posición respecto de
partir de la estructura funcional de una cul- otros conceptos y categorías para entender
tura. Los procesos de transculturación fun- los procesos culturales de América Latina.
cionan sobre la base de tres operaciones Como anota años después el mismo García
básicas, que en el caso de la literatura com- Canclini en “Noticias recientes sobre la hi-
prenden: lengua, estructura literaria y cos- bridación”, “Si queremos ir más allá de libe-
movisión: “Estas operaciones siempre han rar al análisis cultural de sus tropismos fun-
sido resaltadas por pensadores latinoame- damentalistas identitarios, debemos situar
ricanos, tanto antiguos como recientes, y a la hibridación en otra red de conceptos:
han encontrado su mayor representante en por ejemplo, contradicción, mestizaje, sin-
la figura del escritor peruano José María cretismo, transculturación y creolización”
Arguedas” (30-31). (TRANS/Revista Transcultural de Música).
TRANSCULTURACIÓN 281

Es muy amplia la gama de estudios li- dernidad, el concepto recibe nueva atención
gados a las nuevas corrientes críticas, desde terrenos tan diversos como el poses-
particularmente los estudios culturales y tructuralismo, los estudios culturales, de
poscoloniales, y una nueva generación de género y poscoloniales. Continúa atrayendo
estudios literarios ligados a estas corrientes la atención de las comunidades intelectua-
que, como los de Mary Louise Pratt, George les latinoamericanas pero también de los
Yúdice, Silvia Spitta, Román de la Campa, Estados Unidos, así como de los estudiosos
Mabel Moraña, han vuelto a repensar el latinoamericanos allí radicados, que de al-
concepto. gún modo han hecho de la noción de trans-
Dentro de su propuesta general de “des- culturación una nueva forma de puente en-
colonizar el conocimiento”, Pratt plantea tre tradiciones intelectuales y una forma de
conceptos como zona de contacto, transcul- trazar nuevas genealogías de pensamiento.
turación y autoetnografía, y se refiere a la Tal es el caso, por ejemplo, de los admira-
transculturación como un “fenómeno de la bles estudios preliminares que Coronil y
zona cultural” y a un tipo de lectura que Santí dedican al gran ensayo de Ortiz.
“evita reproducir la dinámica de posesión e Otro tanto puede decirse del excelente
inocencia” de textos que narran el encuen- estudio “El conflicto en la transculturación”
tro entre el nativo y el colonizador (93). preparado por Alberto Moreiras, quien plan-
También en 1992 George Yúdice ofre- tea la cuestión de manera abismal: así como
ce una definición del proceso de transcul- no hay capitalismo sin acumulación primi-
turación como “una dinámica por la cual tiva; “no hay cultura latinoamericana sin
diferentes matrices culturales impactan transculturación”. De este modo, la trans-
recíprocamente –aunque no desde iguales culturación está en la base de la historia de
posiciones– una sobre la otra, no para pro- América porque constituye “la propia vio-
ducir una sola cultura sincrética sino más lencia de la cultura”, de tal modo que es la
bien un conjunto heterogéneo” (Yúdice, cit, explicación que está detrás de cualquier cla-
en Nagy-Zekmi, 193. Traducción nuestra). se de explicación histórica: “es la razón de
Existen también varias revisiones de la razón cultural, al mismo tiempo el prin-
conjunto que permiten a la vez obtener un cipio de razón suficiente cultural y su abis-
panorama crítico de los muchos estudios a mo”: constituye entonces una clave para la
que ha dado lugar el concepto de transcultu- comprensión de la cultura y del sistema de
ración “revisitado”. Así, en 2000 Silvia Nagy- producción simbólica en América Latina:
Zekmi, en “Angel Rama y su ensayística “La historia de la transculturación latinoa-
transcultural(izadora)”, revisa el concepto mericana es la historia de la cultura latinoa-
partiendo de la teoría poscolonial en autores mericana”. Sin embargo, un poco más ade-
que enfatizan “la interacción e influencias lante planteará una pregunta no menos
recíprocas en los modos de representación fundamental, en vistas de un posible peligro
y prácticas culturales de diferente índole de absolutización del concepto: “Si la trans-
en las metrópolis y las ex colonias que se culturación puede explicarlo todo, ¿qué po-
producen en las llamadas ‘zonas de contac- dría explicar la transculturación misma?”. Y
to’”. La autora recupera el carácter creativo aclara: “Ésta, lejos de ser una mera cuestión
del fenómeno, y recurre a los postulados de filosófica, funda su urgencia política en el
Homi Bhabha para analizarlo como “una terreno histórico” (129).
praxis creativa que desconstruye el aparato
conceptual de la modernidad” y recuerda OBRAS DE CONSULTA. Cornejo Polar, Antonio,
que Bhabha constata la ambivalencia subya- “Mestizaje, transculturación, heterogeneidad”,
cente que se manifiesta en torno al discurso Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
sobre el sujeto colonizado, ya que el discur- núm. 40, 1994, pp. 368-371; García Canclini,
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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Acuña, Rodolfo 141 Austin, John L. 207, 209


Adorno, Rolena 261 Auxilio 79
Adorno, Theodor . W. 48, 61, 78, 154, 155, 157, Avelar, Idelber 253
229, 239 Avritzer, Leonardo 100
Agamben, Giorgio 214 Azuela, Mariano 54
Agosti, Héctor Pablo 128
Aguilar Rivera, José Antonio 183, 185, 186, Bachelet, Michelle 121
187, 283 Badiou, Alain 187
Aguirre Beltrán, Gonzalo 278 Bajtín, Mijaíl 43, 46, 89, 90, 92, 201, 271, 272,
Ainslie, Ricardo 87 275, 276, 284
Alarcón, Norma 107, 109, 110, 195, 257 Bal, Mieke 226
Allende, Salvador 62, 156 Barragán, Rossana 275
Altamirano, Ignacio Manuel 53 Barrientos, Claudio 175
Althusser, Louis 14, 15, 76, 114, 148, 149, 240, Barrios de Chungara, Domitilia 144, 176
241, 246, 272, 284, 287 Barthes, Roland 14, 15, 36, 72, 76, 90, 104,
Amin, Samir 238 131, 241, 251, 252, 254, 271, 272, 273,
Anderson, Benedict 56, 88, 191, 192, 194 276, 285
Anderson, Perry 133, 137 Barth, John 78, 285
A’ness, Francine 226 Bartra, Roger 45, 46, 182, 238, 285
Anzaldúa, Gloria 36, 107, 108, 109, 110, 111, Bateson, Gregory 208
141, 145, 284 Baudrillard, Jean 147, 209, 234, 285
Aparicio, Frances 141 Bauman, Richard 208, 210
Appadurai, Arjun 88, 107, 108, 111, 164, 165, Beauvoir, Simone de 141, 144, 268, 285
166, 167, 284 Becker, Carl L. 178
Arato, Andrew 98 Bell, Daniel 147
Arendt, Hannah 97 bell hooks [Gloria Jean Watkins] 141
Arguedas, José María 53, 132, 135, 136, 143, Bello, Andrés 13, 52, 61
280, 284 Bellour, Raymond 273
Aricó, José 128 Beltrán, Luis Ramiro 151
Ariel 102 Benjamin, Walter 14, 45, 46, 48, 73, 140, 152,
Aristide, Bertrand 85 239, 285, 309
Aristóteles 251 Berger, John 273
Arnáiz Amigó, Aurora 176 Bergmann, Emilie 269
Arnold, Matthew 60, 73 Berlant, Lauren 184, 185, 187, 285
Aron, Raymond 147 Berlin, Isaiah 178
Arruti, Nerea 226 Beverley, John 17, 38, 54, 55, 64, 67, 74, 108,
Asad, Talal 179, 220 129, 132, 134, 139, 145, 160, 161, 182,
Ashcroft, Hill 223 201, 222, 233, 234, 257, 258, 259, 260,
Astrain, Salas 117 285, 286, 297, 306, 311
Asturias, Miguel Ángel 53 Bhabha, Homi K. 17, 72, 74, 138, 139, 161,
Atahuallpa 131, 132 190, 196, 214, 220, 259, 261, 264, 281,
Augé, Marc 88 286

[315]
316 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Blanco Bombona, Rufino 52 Carr, Robert 145, 257, 259


Bloemraad, Irene 235 Casal, Julián del 269
Bloom, Harold 50, 51, 55, 286, 307 Casas, Bartolomé de las 223
Bolívar, Simón 142 Castells, Manuel 153
Bonfil Batalla, Guillermo 216, 218 Castillo, Ana 110
Boone, Elizabeth Hill 276 Castillo, Debra 110, 196, 238
Borges, Jorge Luis 39, 45, 52, 60, 75, 77, 78, Castro Gómez, Santiago 149
228, 286, 310 Castro-Klarén, Sara 257
Borghi, Liana 116 Castro Leal, Antonio 54
Bourdieu, Pierre 14, 16, 48, 49, 50, 72, 141, Castro Ricalde, Maricruz 54, 288
153, 201, 204, 207, 208, 210, 241, 244, Casullo, Nicolás 228, 229, 233
286, 293 Celan, Paul 44
Brah, Avital 88 Cella, Susana 51
Braidotti, Rosi 114, 115, 116, 118, 286 Certeau, Michel de 141, 214, 241
Brecht, Bertolt 239 Cervantes Barba, Cecilia 216, 217
Briones, Claudia 247, 248 Césaire, Aimé 13, 220
Brito de Martí, Esperanza 144 Chakravarty, Dipesh 181, 220
Brodsky, Marcelo 227 Chamorro, Arturo 210
Brossard, Nicole 54 Chasteen, John Charles 59, 192
Brotherston, Gordon 220 Chatterjee, Partha 161, 181, 220
Brunner, José Joaquín 62, 63, 74, 157, 158, Chaturvedi, Vinayak 126, 288
228, 233, 243, 244, 286 Chauncey, George 266
Bruschtein, Natalia 226 Chávez, Hugo 121, 159
Bryson, Norman 273 Chiampi, Irlemar 77
Buell, Frederick 236 Chimalpahin, Domingo 276
Bueno, Raúl 263 Chomsky, Noam 121
Burgos Debray, Elisabeth 253 Cisneros, Sandra 110
Burgos, Raúl 128 Cixous, Helène 54, 79, 288
Burns, Bradford 142 Clark, Michael 257
Bush, George W. 183, 236 Clavijero, Francisco Javier 192
Bustrófedon 79 Clifford, James 82, 88
Butler, Judith 68, 71, 114, 118, 141, 143, 145, Clinton, William Jefferson “Bill” 236
209, 210, 214, 268, 270, 287, 300 Cohen, Jean 98
Cohn-Bendit, Daniel 44
Cabral, Amílcar 220 Colón, Cristóbal 263
Cabrujas, José Ignacio 181 Concha, Jaime 77
Cadena, Marisol de la 247, 248 Cornejo Polar, Antonio 13, 47, 49, 50, 61, 67,
Calderón, Felipe 121 74, 130, 131, 132, 133, 134, 135, 136,
Calibán 102 139, 143, 183, 200, 201, 261, 263, 264,
Caminha, Adolfo 269 275, 276, 278, 280, 281, 286, 287, 289,
Campobello, Nellie 54 296, 300, 301, 307
Candeau, Joël 174 Coronil, Fernando 180, 181, 182, 257, 278,
Candido, Antonio 13, 50, 130 281, 289
Cané, Miguel 58 Corpi, Lucha 110
Cánepa, Gisela 210 Cortázar, Julio 53, 156
Cano Márquez, María de los Ángeles 144 Cortés, Hernán 143
Cantinflas 170 Crapanzano, Vincent 178
Cantú, Norma 110 Cuesta, Jorge 181
Capetillo, Luisa 144 Cueva, Agustín 130
Cárdenas, Lázaro 216
Carpentier, Alejo 53 Darío, Rubén 52, 102
Carreto, Leonor María (marquesa de Mancera) Da Silva Catela, Ludmila 175
53 da Silva, Luiz Inácio Lula 121
Carri, Albertina 226, 227 Davis, Mike 82
ÍNDICE ONOMÁSTICO 317

Dean, Jodi 98 Flores Galindo, Alberto 272


De Certeau, Michel 262 Flores, Juan 141
De la Campa, Román 33, 38, 55, 56, 281 Forcinito, Ana 226
Deleuze, Gilles 14, 16, 56, 65, 71, 81, 83, 88, Forster, Ricardo 229
147, 289 Foster, David William 269
Del Sarto, Ana 64 Foster, Hal 230
Derrida, Jacques 17, 43, 46, 54, 75, 78, 80, 109, Foucault, Michel 14, 15, 17, 28, 48, 50, 56, 57,
114, 251, 252, 272, 273, 274, 276, 289, 60, 68, 71, 72, 76, 89, 90, 92, 93, 104,
290 109, 114, 138, 141, 145, 147, 152, 211,
Desmond, Jane 236 212, 214, 221, 241, 251, 252, 268, 270,
Díaz, Alejandro 210 273, 276, 292, 293, 310
Díaz Bordenave, Juan 151 Franco, Jean 58, 59, 107, 115, 135, 139, 144,
Díaz, Esther 230 181, 192
Díaz Ordaz, Gustavo 156 Fraser, Nancy 98
Díaz, Porfirio 53, 194 Fraser, Valerie 181
Dinshaw, Carolyn 268 Freud, Sigmund 65, 93, 96, 109, 140, 268, 272,
Domenella, Ana Rosa 54, 290, 294, 303, 313 292
Dominguez, Virginia 236 Freyre, Gilberto 13, 143, 277
Donoso, José 156 Frow, John 274
Dorfman, Ariel 36, 151, 154, 156, 176, 290 Fuentes, Carlos 156
Dorra, Raúl 197 Fuenzalida, Valerio 152
Dostoievski 44 Fung, Archon 100, 101, 292
Dryzek, John 99, 290
Duany, Jorge 86 Gallegos, Rómulo 52
Dube, Saurabh 129, 177, 178, 180, 182, 214, Garber, Marjorie 141
290, 291 García Bernal, Gael 157
Durand, Jorge 86 García Calderón, Francisco 52
During, Simon 181 García Canclini, Néstor 18, 20, 21, 22, 23, 25,
Durkheim, Emile 208 29, 34, 36, 40, 49, 50, 61, 74, 81, 82, 83,
Dussel, Enrique 44, 46, 123, 181, 291 84, 90, 92, 107, 122, 123, 127, 128, 129,
Duvignaud, Jean 209 130, 132, 133, 134, 135, 136, 137, 139,
153, 154, 156, 157, 158, 163, 164, 165,
Eagleton, Terry 146, 147, 149, 240, 291 166, 167, 173, 177, 182, 183, 184, 185,
Edipo 71, 299 186, 187, 188, 207, 209, 217, 218, 219,
Eichenbaum, Boris 273 229, 233, 237, 238, 241, 242, 244, 264,
Eisenstein, Sergei 274 265, 280, 293, 294, 301, 306, 312
Eliot, T. S. 51 García Espinosa, Julio 157
Eltit, Diamela 64 García Márquez, Gabriel 36, 53, 78, 132, 135,
Engels, Friedrich 146, 147, 149, 300 156, 293
Esteinou Madrid, Javier 151, 152 Geertz, Clifford 261
Genovese, Eugene 125, 126
Fabian, Johannes 178 Getino, Octavio 215
Facundo 52 Gilroy, Paul 245, 247
Fanon, Frantz 220, 221 Glantz, Margo 107
Fausto-Sterling, Anne 94, 96, 291 Glissant, Edouard 201
Félix, María 170 Goffman, Erving 208
Felman, Shoshana 176 Goldberg, David Theo 184
Fernández, Emilio 274 Golob, Stephanie 217
Fernández Retamar, Roberto 13, 73, 102, 130, Gómez Muriel, Emilio 274
291 González Echevarría, Roberto 181, 182
Fiedler, Leslie 230 González Prada, Manuel 13
Fiol-Matta, Licia 191, 270 González Sánchez, Jorge 153
Fischer, Sibylle 182 Gorostiza, José 54
Florescano, Enrique 194 Gramsci, Antonio 14, 36, 49, 107, 124, 125,
318 ÍNDICE ONOMÁSTICO

126, 127, 128, 130, 133, 140, 148, 152,


221, 240, 241, 246, 255, 258, 259, 294, Jakobson, Roman 198
307 James, C. L. R. 220
Grandon Lagunas, Perla 200 James, Daniel 227
Green, James 269 Jameson, Fredric 72, 73, 74, 79, 80, 231, 234,
Gruzinski, Serge 182, 262, 265, 294 296
Guattari, Félix 56, 81, 83, 84, 88, 147, 289 Jitrik, Noé 51, 130, 241
Guevara, Ernesto Che 102 Johansson, Patrick 262
Guevara Niebla, Gilberto 218 Johnson, Randal 216
Gugelberger, Georg M. 160 Juana Inés de la Cruz, sor 52, 53, 263, 303
Guha, Ranajit 17, 126, 128, 129, 160, 161, 220, Juárez, Benito 192
255, 256, 259, 262, 265, 294
Guillory, John 54 Kafka, Franz 44
Gutenberg, Johannes 73 Kahlo, Frida 181
Gutiérrez de Velasco, Luzelena 54, 294, 313 Kaiser, Susana 226
Gutiérrez Estupiñán, Raquel 51 Kant, Emmanuel 50
Guzmán, Martín Luis 53, 54 Kaplan, Amy 237
Kaplan, Caren 195
Habermas, Jürgen 97, 99, 101, 178, 179, 182, Kaplún, Mario 151
229, 230, 231, 234, 258, 292, 295 Katchadourian, Herant A. 94, 96, 297
Halbwachs, Maurice 175 Kaufman, Alejandro 229
Hall, Stuart 14, 15, 24, 36, 73, 74, 90, 92, 107, Kelley, Donald R. 178, 297
111, 141, 148, 149, 152, 233, 245, 246, Kirchner, Néstor 121
247, 248, 249, 251, 254, 261, 265, 295, Klein, Melanie 268
302 Klor de Alva, J. Jorge 262
Hannerz, Ulf 164, 165, 167, 295 Koselleck, Reinhart 178, 182, 297
Haraway, Donna 110 Kotkin, Stephen 77, 297
Hart, Stephen 117 Kraniauskas, John 103, 257
Hassan, Ihab 230 Kristeva, Julia 79, 141, 230, 240, 241, 244, 268,
Hawkesworth, Mary 118, 295 271, 297
Hedrick, Tracy 181 Kupfernic, Mirta 225
Henrique Cardoso, Fernando 13
Henríquez Ureña, Pedro 13, 52, 56, 135, 263 Lacan, Jacques 14, 15, 17, 109, 114, 148, 252,
Herlinghaus, Hermann 185, 232 297, 313
Hermosillo, Jaime Humberto 269 Laclau, Ernesto 110, 127, 129, 133, 134, 148,
Herskovits, Melville 278 246, 273, 274, 275, 297
Hidalgo y Costilla, Miguel 192 Lamarque, Libertad 155, 170
Hirsch, Marianne 224, 225, 227, 296 Lamas, Marta 71, 114, 117, 118, 119, 297
Hitler, Adolf 45, 225 Lara, Agustín 155
Hoggart, Richard 61, 154, 233, 260, 261 Larraín, Jorge 147, 148, 297
Horkheimer, Max 14, 154, 155, 157, 229, 239, Larsen, Neil 149
244, 283 Laub, Dori 176
Hostos 62 Lauretis, Teresa de 79, 298
Howe, Irving 230 Le Goff, Jacques 191
Huerta, Victoriano 216 Lejeune, Jean-Francois 181
Hulme, Peter 220, 261 Lemebel, Pedro 264
Huyssen, Andreas 224, 230, 231 Lenin, Vladimir I. 147, 148, 149, 284, 298
Hymes, Dell 208 Lenkersdorf, Carlos 45
León-Portilla, Miguel 262, 273
Infante, Pedro 155 Leppe, Carlos 64
Irigaray, Luce 79, 141 Lester, Rebecca J. 182
Irwin, Robert McKee 54 Levinas, Emmanuel 43, 44, 46, 298
Isaacs, Jorge 52 Levin, Harry 230
Iturbide, Agustín de 191 Levi, Primo 176
ÍNDICE ONOMÁSTICO 319

Lévi-Strauss, Claude 71, 252, 268, 298 305, 308, 312


Lewin, Miriam 144 Mattelart, Armand 150, 151, 152, 154, 156,
Lewis, R. W. B. 235 290, 300
Lezama Lima, José 77, 79 McKenzie, Jon 209
Lienhard, Martin 134, 135, 136, 139, 201, 276, McMillen, Liz 268
298 Medina Melgarejo, Patricia 175
Li Puma, Edward 181, 298 Melquíades 79
Lispector, Clarice 78 Memmi, Albert 220
List Arzubide, Germán 54 Menard, Pierre 75, 79
Lloyd, David 184, 185, 187, 188, 221, 223, 298 Menchú Tum, Rigoberta 144, 176
Lockhart, James 276 Mendel, Gregor 135
Lomnitz-Adler, Claudio 182, 298 Metz, Christian 273
Loomba, Ania 161, 163, 298 Mignolo, Walter 33, 38, 55, 108, 109, 164, 165,
López, Ana 156 166, 167, 177, 181, 182, 221, 222, 223,
López, Jennifer 157 233, 256, 257, 258, 260, 261, 262, 265,
López, Lucio V. 58 276, 286, 290, 291, 300
López, María Milagros 257, 259 Miller, Perry 235
López Obrador, Andrés Manuel 121 Mill, John Stuart 50
Lotman, Yuri 72, 74, 299 Millones, Luis 210
Lozano, Juan Carlos 151, 154, 299 Mistral, Gabriela 53, 191, 270
Ludmer, Josefina 77, 213 Mitchell, Timothy 88, 179
Luhmann, Niklas 97 Moallem, Minoo 195
Lukács, George 250 Mohanty, Chandra 107, 110, 111, 301
Lund, Joshua 137, 139 Molloy, Sylvia 33, 77, 117, 118, 119, 269, 270,
Lyotard, Jean François 147, 230, 231, 234, 299 301
Monsiváis, Carlos 20, 22, 54, 73, 102, 103, 122,
MacGregor, José Antonio 217 149, 156, 218, 233, 264, 269
Macherey, Pierre 240 Montaldo, Graciela 201
Malagamba Ansótegui, Amelia 54, 299 Moore, R. Laurence 178
Malinche, La 143 Moraga, Cherríe 110
Malinowski, Bronislaw 278 Mora, José María Luis 194
Mallon, Florencia 126, 127, 275 Morales, Evo 121
Manley, Michael 257 Moraña, Mabel 25, 33, 38, 40, 41, 56, 59, 60,
Maples Arce, Manuel 54 91, 92, 107, 111, 134, 139, 185, 281,
Marcos, Subcomandante 157, 258 285, 286, 287, 293, 295, 301, 302, 311
Mariátegui, José Carlos 13, 36, 59, 61, 62, 131, Moreiras, Alberto 32, 33, 41, 132, 160, 161,
133, 134, 143, 220, 277, 284, 299 254, 257, 258, 260, 262, 281, 284, 301
Marques de Melo, José 152 Moreno Mengíbar, Andrés 92, 93
Martí, José 13, 56, 61, 62, 73, 142, 159, 237 Morin, Edgar 242
Martín Barbero, Jesús 20, 21, 23, 36, 40, 41, Morris, Meagahn 274
49, 61, 74, 81, 82, 83, 91, 92, 139, 152, Mouffe, Chantal 110, 127, 148, 273
153, 157, 158, 164, 166, 167, 173, 185, Mowitt, John 273
187, 188, 205, 233, 242, 243, 264, 299 Mukarovsky, Jan 51
Martínez Estrada, Ezequiel 13, 56, 263, 277 Mulroney, Brian 217, 218
Martínez San Miguel, Yolanda 110 Muñoz, José Esteban 145, 209
Martin, Ricky 157 Mustafa, Abdul 257
Martin, Robert K. 235 Muthu, Sankar 178
Marx, Karl 36, 75, 80, 81, 134, 146, 147, 148,
149, 181, 241, 290, 300, 309 Nagy-Zekmi, Silvia 281
Marx, Leo 235 Napoleón I 146
Masiello, Francine 107 Negrete, Jorge 155
Massey, Douglas 86 Neruda, Pablo 53
Mato, Daniel 24, 67, 129, 163, 164, 165, 166, Newton, Esther 268
167, 168, 185, 188, 201, 213, 299, 300, Nezahualcóyotl 52
320 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Nietzsche, Friedrich 43, 78 Prieto, Stambaugh, Antonio 209


Nivón Bolán, Eduardo 218, 219 Puig, Manuel 53, 72
Nora, Pierre 174
Novo, Salvador 54, 181, 269 Quijano, Aníbal 213, 256
Quiroga, José 145
Obregón, Álvaro 53, 216
Ochoa Gautier, Ana María 187 Rabasa, José 145, 182, 220, 221, 222, 257, 258
Olson, David R. 197 Rabotnikof, Nora 100, 101, 304
Olvera, Alberto 100 Radcliffe, Sarah A. 181
Ong, Aihwa 88, 235 Rahier, Jean 248
Onganía, Juan Carlos 156 Rama, Ángel 13, 47, 48, 49, 50, 52, 54, 55, 56,
Ong, Walter 197, 198 57, 58, 59, 60, 61, 62, 74, 76, 77, 130,
Onrubia de Botana, Salvadora 144 132, 134, 135, 136, 154, 181, 183, 201,
Orozco Gómez, Guillermo 153, 243 263, 275, 278, 279, 280, 281, 282, 283,
Orozco, José Clemente 216, 274 287, 288, 301, 302, 303, 305, 306, 310
Ortega, Julio 77 Ramírez Erre, Marcos 138
Ortiz, Fernando 13, 48, 135, 143, 183, 277, Ramírez, Ignacio (El Nigromante) 53
278, 279, 280, 281 Ramos, Julio 59, 108, 181
Ortiz, Renato 49, 74, 81, 83, 91, 139, 157, 233 Rappaport, Joanne 182, 276
Ostria González, Mauricio 197, 200, 201, 202, Reagan, Ronald 183
303 Redfield, Peter 182
Owen, Gilberto 54, 181 Reguillo, Rossana 243, 264
Remedi, Gustavo 157
Pacari Vega, Nina 144 Reyes, Alfonso 13, 53, 56, 263
Palma, Ricardo 58 Reyes Matta, Fernando 151
Palmié, Stephan 182, 303 Ribeiro, Darcy 13
Parménides de Elea 43 Richard, Nelly 49, 54, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67,
Pasquali, Antonio 151 74, 80, 91, 102, 103, 104, 105, 107, 118,
Pasternac, Nora 54, 290, 303 157, 166, 167, 228, 232, 233, 253
Pawling, Chinchilla 199 Ricœur, Paul 173
Paz, Octavio 13, 53, 75, 143, 181, 216, 218, Rigaud, Jacques 150
232, 263 Rimbaud, Arthur 44, 45
Peirce, Charles 89 Rincón, Andrés 175
Peña Quitian, Edicsson 200 Ríos, Alicia 117, 128, 279
Pérez, Emma 110 Rivera Cusicanqui, Silvia 223, 275
Pérez Firmat, Gustavo 141 Rivera, Diego 101, 181, 216
Perlongher, Néstor 269, 303 Roa Bastos, Augusto 135, 176, 275, 276, 306
Perus, Françoise 60 Robertson, Roland 165, 166
Picón Salas, Mariano 278, 279 Rodó, José Enrique 13, 56, 102, 142, 306
Pinochet, Augusto 62, 65, 66, 308, 310 Rodríguez, Ileana 107, 128, 145, 161, 213, 222,
Pino, Ponciano del 175 223, 257, 262
Platón de Atenas 251 Rodríguez, Juan de Dios 195
Poblete, Juan 38, 41, 42, 111, 162, 163, 303 Rodríguez Juliá, Edgardo 264
Pocock, J. G. A. 178, 303 Rodríguez, Simón 56
Poniatowska, Elena 102, 103, 144, 264, 303 Rojas, Ricardo 134, 135
Porchia, Antonio 45, 46, 304 Romero, José Luis 48, 170
Portantiero, Juan Carlos 128 Romero, Raúl R. 210
Porter, Roy 178, 304 Roncagliolo, Rafael 152, 153, 154, 306
Prada, Raúl 81, 83, 84, 265, 294, 304 Ropars, Marie-Claire 273
Pradier, Jean Marie 209 Roqué, María Inés 226
Prakash, Gyan 255 Rorty, Richard 147
Pratt, Mary Louis 107, 109, 134, 136, 139, 277, Rosaldo, Renato 127
279, 281, 282, 304 Rosa, Nicolás 51
Prieto, Adolfo 272 Roseberry, Willliam 126
ÍNDICE ONOMÁSTICO 321

Rosenau, Jmaes N. 165 Sieder, Rachel 185


Rosenstock-Huessy, Eugen 43 Siqueiros, David Alfaro 216
Rosenzweig, Franz 43 Smith, Anthony D. 195
Rossi, Paolo 173 Smith, Paul Julian 269
Rouse, Roger 82 Smythe, Dallas 204
Rowe, John Carlos 236 Sobrevilla, David 280
Rowe, William 132, 157 Socorro 79
Rubin, Gayle S. 95, 96, 307 Sófocles de Colone 71
Ruccio, David F. 124, 130, 307 Sommer, Doris 44, 59, 107, 129, 181, 220
Ruiz Guiñazú, Magdalena 144 Sontag, Susan 73, 309
Rulfo, Juan 132 Spitta, Silvia 281
Spitzer, Leo 225, 226
Said, Edward 16, 17, 24, 41, 56, 72, 74, 75, 76, Spivak, Gayartri Chakravorty 17, 107, 141,
180, 220, 221, 261, 262, 265, 307 145, 160, 161, 220, 221, 222, 223, 255,
Saldaña, María Josefina 257, 258 256, 259, 260, 262, 265, 294, 309
Salinas de Gortari, Carlos 217, 218 Stalin, Iósif 45
Sánchez, Luis Rafael 72 Stavans, Ilan 141
Sánchez Prado, Ignacio M. 77 Stavenhagen, Rodolfo 216
Sandoval, Chela 110 Stephenson, Marcia 257
Sanjinés, Javier 145, 257, 258 Stern, Steve 181, 275
Sansone, Livio 248 Stoler, Ann Laura 214
Santiago, Silviano 77, 270 Sumire, María 193
Santí, Enrico Mario 278, 281 Sunkel, Guillermo 264
Sarduy, Severo 77 Szurmuk, Mónica 107, 226, 257
Sarlo, Beatriz 14, 18, 23, 24, 32, 33, 41, 49,
50, 61, 72, 74, 77, 91, 92, 102, 104, 105, Tabuenca, Socorro 110
107, 111, 157, 158, 185, 202, 227, 228, Tales de Mileto 43
233, 243, 253, 264, 272, 283, 308 Taussig, Michael 181, 310
Sarmiento 13 Taylor, Diana 209, 210, 250
Sarmiento, Domingo Faustino 52, 61 Terán, Oscar 49
Sarto, Ana del 38, 41, 42, 62, 64, 67, 117, 128, Tezozómoc, Álvaro 276
158, 305, 306, 308, 311 Thompson, Edward P. 98, 125, 126, 148
Sassen, Saskia 235 Thompson, E. P. 154, 239
Saussure, Ferdinand de 89, 92, 241, 251, 252, Thurner, Mark 161, 163, 181, 182, 310
308 Tizón, Héctor 176
Schechner, Richard 208, 209, 210, 308 Todorov, Tzvetan 44, 46, 51, 55, 174, 311
Schelling, Vivian 157 Tomachevski, Boris 51, 55, 311
Schiller, Friedrich 101 Tomlinson, John 152
Schmitt, Carl 97 Tovar y de Teresa, Rafael 217
Schneider, Rebecca 209 Trigo, Abril 74, 86, 128, 279
Schwarz, Roberto 77, 139, 149, 150, 308 Turner, Victor 208, 209
Scott, David 182 Tynianov, Iuri 273
Scott, James C. 125, 126
Scott, Joan 115 Valenzuela Arce, José Manuel 20, 90, 109, 218
Searle, John R. 207, 274 Valverde, Vicente de 131, 132
Sedgwick, Eve Kosofsky 267, 268, 270, 309 Vargas, Chavela 269
Seed, Patricia 257 Vargas Llosa, Mario 130, 156
Sengoopta, Chandak 93, 309 Vasconcelos, José 13, 19, 53, 101, 134, 135,
Shakespeare, William 44 141, 142, 145, 191, 216, 237, 263, 311
Shakira 157 Vázquez García, Francisco 92, 93
Shils, Edward 147 Vázquez, Tabaré 121
Shklovsky, Víctor 273 Vega, Garcilaso de la 52
Shohat, Ella 88 Velasco Alvarado, Juan 130
Showalter, Elaine 52 Vera Cruz, Alonso de la 222
322 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Vidal, Hernán 66, 129 Wolfensohn, James D. 218


Vilches, Lorenzo 198
Villa, Pancho 53 Yelvington, Kevin 248
Villaurrutia, Xavier 54 Yocasta 71
Viñas, David 50 Young, Iris 99
Viramontes, Helena 110 Young, James 224, 225, 227
Vitoria, Francisco 222 Young, Richard 117
Voekel, Pamela 182 Young, Robert 139
Vološinov, Valentin Nikólaievich 89, 92, 312 Yúdice, George 27, 36, 37, 38, 42, 61, 67, 74,
139, 145, 157, 158, 163, 182, 183, 184,
Wade, Peter 248 186, 187, 188, 207, 215, 243, 281, 293,
Wallerstein, Immanuel 119 312
Walsh, Catherine 245, 247, 248
Warner, Michael 157, 184, 185, 187, 268, 270, Zaida Lobato, Mirta 227
285, 312 Zanetti, Susana 52
Warren, Austin 76 Zárate Toscano, Verónica 174
Weeks, Jeffrey 92, 93, 94, 95, 96, 312 Zevallos, Juan 256
Weinberg, Liliana 263 Zimmerman, Marc 160
Weisz, Gabriel 210 Zinnemann, Fred 274
Wellek, René 76, 80, 312 Žižek, Slavoj 68, 146, 147, 149, 150, 187, 188,
White, Hayden 252 258, 274, 313
Williams, Gareth 182, 256, 257 Zorrilla, Óscar 210
Williams, Raymond 48, 61, 73, 124, 125, 126,
146, 148, 154, 203, 233, 240
NOTAS SOBRE LOS AUTORES

Sobre los coordinadores:

Robert McKee Irwin. Doctor en Literatura Comparada (New York University), Profesor de Litera-
tura Latinoamericana y Estudios Culturales en la Universidad de California, Davis. Es autor de
Mexican Masculinities (University of Minnesota Press, 2003) y Bandits, Captives, Heroines, and
Saints: Cultural Icons of Mexico’s Northwest Borderlands (University of Minnesota Press, 2007) y
coeditor de The Famous 41: Sexuality and Social Control in Mexico 1901 (Palgrave, 2003) y His-
panisms and Homosexualities (Duke University Press, 1998). Miembro del Comité Ejecutivo del
Grupo de Discusión sobre Estudios Culturales Mexicanos de la Modern Language Association
(MLA).

Mónica Szurmuk. Doctora en Literatura por la Universidad de California, San Diego, y actualmen-
te se desempeña como investigadora en el área de Historia Social y Cultural en el Instituto Mora
de la ciudad de México. Autora de Women in Argentina, Early Travel Narratives (University Press
of Florida, 2001) publicado en español como Miradas cruzadas: Narrativas de viajes de mujeres
en la Argetina, 1850-1930 (Instituto Mora, 2007); de Mujeres en viaje: Escritos y Testimonios
(Alfaguara, 2000) y de Memoria y Ciudadanía (coeditado con Ileana Rodríguez, Cuarto Propio
e Instituto Mora).

Sobre los autores:

Carlos Aguirre. Profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad de Oregon. Autor de los


libros Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud, 1821-1854
(Fondo Editorial de la Universidad Católica, 1993), The Criminals of Lima and their Worlds: The Pri-
son Experience, 1850-1935 (Duke University Press, 2005) y Breve historia de la esclavitud en el Perú. Una
herida que no deja de sangrar (Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2005).

Valeria Añón. Dicta clases de Literatura Latinoamericana y de Cultura Popular y Cultura Masiva en
la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como investigadora en el Instituto de Literatura
Hispanoamericana y en el Instituto Gino Germani en dicha universidad. Ha publicado artículos
y reseñas sobre literatura latinoamericana y argentina en libros y revistas especializadas. Asi-
mismo, se ha desempeñado en la actividad editorial y en el periodismo cultural.

Nara Araújo. Fue profesora en la Universidad de la Habana, en la Universidad Autónoma Metro-


politana, en la ciudad de México, y miembro de la Academia Cubana de las Letras. Entre sus
publicaciones más recientes se cuentan la antología Textos de teorías y crítica literarias (del for-
malismo a los estudios poscoloniales) (UAM, 2003), La huella y el tiempo (Letras Cubanas, 2003),
Diálogos en el umbral (Editorial Oriente, 2003), Visión romántica del otro: estudio comparativo
de Atala y Cumandá, Bug-Jaral y Sab (UAM-I, 1998) y El alfiler y la mariposa: género, voz y escritura
en Cuba y el Caribe (Letras Cubanas, 1997). Falleció en La Habana en enero de 2008.

[323]
324

Marisa Belausteguigoitia. Directora del Programa Universitario de Estudios de Género en la Uni-


versidad Nacional Autónoma de México. Sus publicaciones incluyen Géneros prófugos: Femi-
nismo y educación (Paidós, 1999: coeditora con Araceli Mingo) e Inventar o errar. Educación
y sociedad en América Latina y España, (Universidad de Barcelona/UNAM, 2002: coautora con
Araceli Mingo).

Rebecca Biron. Profesora de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Dartmouth. Autora


de Murder and Masculinity: Violent Fictions of 20th Century Latin America (Vanderbilt University
Press, 2000). En la actualidad escribe un estudio de los discursos mexicanos sobre la moderni-
zación y la globalización durante el siglo XX.

Ximena Briceño. Estudiante de posgrado en español en la Universidad de Cornell.

Debra Castillo. Profesora Distinguida de Literatura Comparada y Estudios Latinoamericanos de la


Universidad de Cornell. Autora de los libros: The Translated World: A Postmodern Tour of Libraries
in Literature (Florida State University Press, 1984), Talking Back: Toward a Latin American Femi-
nist Literary Criticism (Cornell University Press, 1992), Tijuana: Stories on the Border by Federico
Campbell (University of California Press, 1995), Easy Women: Sex and Gender in Modern Mexican
Fiction (University of Minnesota Press, 1998), Border Women: Writing from La Frontera (Univesity
of Minnesota Press, 2002: coautora con Socorro Tabuenca), Re-dreaming America: Toward a Bilin-
gual Understanding of American Literature (State University of New York Press, 2004).

Maricruz Castro Ricalde. Profesora de Humanidades del Tecnológico de Monterrey, campus Tolu-
ca. Algunos de sus libros son: Razón y placer: Alfonso Reyes (Centro Toluqueño de Escritores,
1995) y Ficción, narración y polifonía. El universo narrativo de Sergio Pitol (Universidad Autóno-
ma del Estado de México, 2000). Es coautora de Territorio de leonas. Cartografía de narradoras
mexicanas de los noventa (UAM/Juan Pablos Editores, 2001) y coeditora de Escrituras en contras-
te. Femenino/masculino en la literatura mexicana (UAM/Aldus, 2004).

Román de la Campa. Profesor y jefe del departamento de Lenguas Romances en la Universidad de


Pennsylvania. Autor de Late Imperial Cultures (Verso, 1995), América Latina y sus comunidades
discursivas: cultura y literatura en la era global (Fundación Centro de Estudios Latinoameri-
canos Rómulo Gallegos/Universidad Andina Simón Bolívar), Latin Americanism (Minnesota
University Press, 1999), Cuba on My Mind: Journeys to a Severed Nation (Verso, 2000), Nuevas
cartografías latinoamericanas (Letras Cubanas, 2005) y de Split-States and Global Imaginaries
(Verso, en prensa).

Juan Pablo Dabove. Profesor en la Universidad de Colorado en Boulder. Se especializa en la repre-


sentación literaria de las diversas formas de insurgencia campesina denominadas bandidaje en
América Latina en los siglos XIX y XX. Ha publicado Nightmares of the Lettered City: Banditry and
Literature in Latin America (1816-1929) (2007); ha editado asimismo Borges: políticas de la litera-
ture (2008), Demons of Nineteenth Century Hispanic Literatures (2007) y coeditado Heterotopias:
narrativas de identidad y alteridad latinoamericana (2003).

Claudia Darrigrandi. Licenciada en historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile y can-
didata a doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de California, Davis. En la
actualidad trabaja en su tesis doctoral sobre representaciones de figuras urbanas y ciudades del
Cono Sur durante 1880-1935. Entre sus publicaciones destacan su libro Dramaturgia y género
en Chile de los sesenta (2001) y la edición del quinto volumen de la revista arbitrada Brújula:
Revista Interdisciplinaria sobre Estudios Latinoamericanos (2006).

Ana Rosa Domenella. Profesora-investigadora de la UAM Iztapalapa. Autora de Jorge Ibargüengoitia.


La transgresión por la ironía, (UAM-I, 1989). Coautora de De la ironía a lo grotesco (en algunos tex-
tos hispanoamericanos) (UAM-I, 1992) y de los volúmenes 9, 14, 17 y 19 de La ficción en México,
325

(Universidad Autónoma de Tlaxcala). Coordinadora y coautora de (Re) escribir la historia desde


la novela de fin de siglo. Argentina, Caribe, México (UAM-I/ Porrúa, 2002).

Patrick Dove. Profesor de literatura y cultura latinoamericana en la Universidad de Indiana. Es


autor de The Catastrophe of Modernity: Tragedy and the Nation in Latin American Literature (Bu-
cknell University Press, 2004).

Saurabh Dube. Profesor de Historia en el Centro de Estudios de Asia y África en El Colegio de


México. Sus libros incluyen Untouchable Pasts (1998); Stitches on Time (2004); After Conversion
(Oxford University Press, 2009); y de la trilogía Sujetos subalternos (2001); Genealogías del pre-
sente (2003); Historias esparcidas (El Colegio de México, 2007). Entre los muchos libros que ha
editado y coeditado se incluyen Pasados poscoloniales (1999); Modernidades coloniales (2004);
Postcolonial Passages (2004) e Historical Anthropology (Oxford University Press, 2007).

Sebastiaan Faber, Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Autor de Exile and Cultural
Hegemony: Spanish Intellectuals in Mexico (Vanderbilt University Press, 2002) y de Anglo-Ame-
rican Hispanists and the Spanish Civil War: Hispanophilia, Commitment, and Discipline (Pal-
grave, 2008) además de editor de Schetsen uit Spanje de Marcellus Emants (Menken, Kasander
y Wigman, 2004: coeditor con Gijs Mulder).

Héctor Fernández L’Hoeste. Profesor y director del Centro de Estudios Americanos en la Univer-
sidad Estatal de Georgia en Atlanta. Autor de Narrativas de representación urbana (Peter Lang,
1998) y coeditor de Rockin’ Las Americas (University of Pittsburgh, 2004). En la actualidad
adelanta la compilación, con Juan Poblete, de Redrawing the Nation, una antología crítica de la
historieta latinoamericana (Palgrave MacMillan, en prensa)

Graciela de Garay. Profesora-investigadora, adscrita al área de Historia Oral en el Instituto de


Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Cuenta con diversas publicaciones entre las cuales
destacan la colección Historia Oral de la Ciudad de México. Testimonios de sus Arquitectos 1940-
1990. Historia de las relaciones diplomáticas México-Israel (1947-1967) (Secretaría de Relaciones
Exteriores/Universidad Iberoamericana, 1996), Tradición o modernidad. Reto de una generación.
Testimonio del arquitecto Luis Ortiz Macedo (Instituto Mora/CONACYT, 1996). También ha publi-
cado videos dentro de la serie “El Paradigma de la Modernidad. Historia Oral de la Ciudad de
México 1940-1990” (Instituto Mora/CONACYT).

María Inés García Canal. Profesora-investigadora de la División de Ciencias Sociales y Humanida-


des de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Autora de El Loco, el Guerrero y el
Artista: fabulaciones sobre la obra de Michel Foucault (UAM/Plaza y Valdés, 1990); El Señor de las
uvas: cultura y género (UAM-X, 1997) y Foucault y el poder (UAM-X, 1a. ed. 2002); coautora de El
Tiro de Gracia (CONACULTA, 1998).

Gabriel Giorgi. Profesor en el Departamento de español y portugués de New York University. Ha


publicado Sueños de exterminio: homosexualidad y representación en la literatura argentina con-
temporánea (Beatriz Viterbo, 2004) y Excesos de vida. Ensayos sobre biopolítica (Paidós, 2007, en
colaboración) además de diversos artículos sobre disidencia sexual y prácticas culturales.

Leila Gómez. Doctora por la Universidad de Johns Hopkins en 2004 y en la actualidad profesora
(Assistant Professor) en la Universidad de Colorado, Boulder. Se especializa en la literatura
latinoamericana de los siglos XIX y XX, con énfasis en el Cono Sur y los Andes. Ha publicado
artículos sobre literatura de viajes en América Latina, particularmente sobre autores como Wi-
lliam H. Hudson, Hiram Bingham, Jorge Luis Borges, la representación fotográfica de las ruinas
incas durante el indigenismo cuzqueño y cine contemporáneo. Ha publicado una antología de
autores argentinos sobre Charles Darwin titulada La piedra del escándalo: Darwin en la cultura
argentina (1845-1915) (Simurg, 2008).
326

Luzelena Gutiérrez de Velasco. Profesora investigadora de El Colegio de México. Coautora de los


libros Las voces olvidadas: Antología crítica de narradoras mexicanas nacidas en el siglo XIX (El
Colegio de México 1991) y editora de Escribir la infancia (El Colegio de México 1996), De pesares
y alegrías. Narradoras mexicanas y latinoamericanas contemporáneas (UAM-I 1996) y Recuerdo y
porvenir de una escritura. Elena Garro (2007).

Kate Jenckes. Profesora en el departamento de Lenguas Romances en la Universidad de Michigan.


Autora de Allegory and Afterlife: Reading Borges Alter Benjamin (State University of New York
Press, 2006) y ha escrito varios artículos sobre literatura, filosofía y cultura.

Emeshe Juhász-Mininberg. Investigadora Asociada del Programa Globalización, Cultura y Trans-


formaciones Sociales, faces-cipost, Universidad Central de Venezuela. Ha publicado varios ar-
tículos sobre ciudadanía, cultura e identidad en tiempos de globalización. Traductora y editora
de textos de crítica cultural y de arte.

Michael J. Lazzara. Enseña literatura latinoamericana en la Universidad de California, Davis. Au-


tor de los libros Luz Arce: después del infierno (Cuarto Propio, 2008), Chile in Transition: The
Poetics and Politics of Memory (University Press of Florida, 2006); Los años de silencio: conver-
saciones con narradores chilenos que escribieron bajo dictadura (Cuarto Propio, 2002); Diamela
Eltit: conversación en Princeton (PLAS, 2002).

Horacio Legrás. Enseña literatura latinoamericana en la Universidad de California, Irvine. Autor


de Literature and Subjection: The Economy of Writing and Marginality in Latin America (2008)
Ha publicado ensayos sobre José María Arguedas, Augusto Roa Bastos, estética, Revolución
mexicana, subalternidad y estudios culturales.

Guadalupe López Bonilla. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California.


Su investigación de los últimos años aborda los repertorios de acceso a la cultura escrita de los
jóvenes mexicanos en el contexto escolar. Coautora de La lectura desde el currículo de educación
básica y media superior en México (Universidad de Guadalajara, 2008).

Sandra Lorenzano. Vicerrectora de Investigación y Estudios de Posgrado en la Universidad del


Claustro de Sor Juana. Editora de La literatura es una película. Revisiones sobre Manuel Puig
(1997), Aproximaciones a Sor Juana (2005) y Políticas de la memoria: tensiones en la palabra y la
imagen (2007) y autora de Escrituras de sobrevivencia (UAM/Beatriz Viterbo/ Porrúa, 2001) y la
novela Saudades (2007).

Desirée A. Martín. Profesora asistente de inglés en la Universidad de California, Davis, con especia-
lización en estudios de la frontera México-Estados Unidos y estudios chicanos y latinos. En la
actualidad prepara un manuscrito titulado Bordered Saints sobre la representación de los santos
populares fronterizos.

Jesús Martín Barbero. Profesor-investigador en la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Uni-


versidad Javeriana y miembro del Consejo Nacional de Ciencias Sociales de Colciencias. Autor
de Comunicación masiva: discurso y poder (Ciespal, 1978), De los medios a las mediaciones (G.
Gili, 1987, traduc. al inglés, al portugués y al francés), con German Rey, Los ejercicios del ver
(Gedisa, 1999) y Oficio de cartógrafo (FCE, 2002).

Alejandro Monsiváis Carrillo. Profesor-investigador del área del Sociología Política y Económica en
el Instituto Mora. Sus áreas de interés son la teoría política normativa, las políticas de rendición
de cuentas y los procesos de democratización.

Graciela Montaldo. Profesora en el departamento de Español y Portugués de la Universidad de Co-


lumbia. Se especializa en Cultura latinoamericana de los siglos XIX y XX. Autora de, entre otros,
327

A propriedade da Cultura (Argos, 2004), Ficciones culturales y fábulas de identidad en América


Latina (Beatriz Viterbo, 1999), La sensibilidad amenazada (Planeta/Fundación Centro de Estu-
dios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, 1995), De pronto el campo (Beatriz Viterbo, 1993) y
coeditora de The Argentina Reader (Duke University Press, 2002), Esplendores y miserias del siglo
XIX (Monte Ávila Editores Latinoamericana/Universidad Simon Bolívar, 1996) e Yrigoyen entre
Borges y Arlt (Contrapunto, 1989).

Hortensia Moreno. Coordinadora académica en el Programa Universitario de Estudios de Género,


UNAM. Forma parte del comité editorial de Debate Feminista. Ha publicado cuatro novelas, un
libro de relatos, un reportaje y tres libros para niños, además de ensayos y artículos en diversos
medios de la prensa nacional.

Carmen Pérez Fragoso. Catedrática e investigadora de la Universidad Autónoma de Baja Califor-


nia. Sus trabajos de los últimos diez años abordan el uso de las tecnologías de la información
y la comunicación en distintos niveles escolares; sobre este tema cuenta con numerosas publi-
caciones.

Juan Poblete. Profesor Asociado, Universidad de California, Santa Cruz. Autor de Literatura chilena
del siglo XIX: entre públicos lectores y figuras autoriales (Cuarto Propio, 2003). Editor de Critical
Latin American and Latino Studies (University of Minnesota Press, 2003). Coeditor de Andrés Be-
llo (con Beatriz González-Stephan, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2009)
y de Redrawing the Nation: Latin American Comics and the Invention of Cultural Identities (con
Héctor Fernández L’Hoeste, Palgrave, 2009).

Antonio Prieto Stambaugh. Director del Centro de Investigaciones Escénicas de Yucatán, depen-
diente de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Ha publicado diversos ensayos sobre teatro,
performance, género y fronteras culturales en revistas académicas, catálogos y antologías na-
cionales e internacionales.

Isabel Alicia Quintana. Se desempeña como docente e investigadora de la Universidad de Buenos


Aires y del Consejo Nacional de Investigación Científica, Educativa y Tecnológica. Autora del
libro: Figuras de la experiencia en el fin de siglo: Cristina Peri Rossi, Ricardo Piglia, Juan José Saer
y Silviano Santiago (Beatriz Viterbo, 2001).

José Rabasa. Enseña en el departamento de Español y Portugués en la Universidad de Califor-


nia, Berkeley. Sus publicaciones incluyen Inventing America: Spanish Historiography and the
Formation of Eurocentrism (University of Oklahoma Press, 1992), Writing Violence on the Nor-
thern Frontier: The Historiography of New Mexico and Florida and the Legacy of Conquest (Duke
University Press, 2000) y Without History: Subaltern Studies, the Zapatista Insurrection, and the
Specter of history (University of Pittsburgh, 2009).

Silvana Rabinovich, es investigadora de tiempo completo en el Seminario de Poética, Instituto de


Investigaciones Filológicas de la UNAM, en el área de “Ética y literatura”. Autora de La trace dans
le palimpseste. Lectures de Levinas, (L’Harmattan, 2003) cuya traducción apareció recientemente
editada por la editorial de la Universidad de la Ciudad de México. Autora de varios artículos en
revistas y capítulos de libros publicados en México, Francia, Brasil, España y Argentina. Traduc-
tora de H. Cixous, E. Traverso, I. Wohlfarth, E, Levinas.

Eduardo Restrepo. Antropólogo con concentración en Estudios Culturales. Investigador titular del
Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar de la Universidad Javeriana. Sus más recien-
tes libros son: Políticas de la teoría y dilemas de los estudios de las colombias negras (Universidad
del Cauca, colección Políticas de la Alteridad, 2005) y Teorías contemporáneas de la etnicidad:
Stuart Hall y Michel Foucault (Universidad del Cauca, colección Jigra de Letras, 2004).
328

Ileana Rodríguez. Profesora distinguida de la Ohio State University. Sus libros más recientes son
Transatlantic Topographies: Island, Highlands, Jungle Women (University of Minnesota Press,
2005), Guerrillas, and Love: Understanding War in Central America (University of Minnesota
Press, 1996), House/Garden/Nation: Space, Gender, and Ethnicity in Post-Colonial Latin American
Literatures by Women (Duke University Press, 1994), Registradas en la historia: 10 años del que-
hacer feminista en Nicaragua (Vanguardia, 1990), Primer inventario del invasor (Editorial Nueva
Nicaragua, 1984); también es editora de Convergencia de tiempos: Estudios Subalternos/Contex-
tos Latinoamericanos. Estado, Cultura, Subalternidad (Rodopi, 2001), Latin American Subaltern
Studies Reader (Duke University Press, 2001), Cánones literarios masculinos y relecturas trans-
culturales. Lo trans-femenino/masculino/queer (Anthropos, 2001).

Victoria Ruétalo. Enseña estudios culturales en la Universidad de Alberta en Canadá. Ha publi-


cado trabajos sobre cine y cultura en varias revistas académicas. En la actualidad escribe un
manuscrito sobre el cine de Armando Bo y coordina una colección sobre el cine de explotación
en Latinoamérica.

Claudia Sadowski-Smith. Profesora de Literatura Norteamericana en Arizona State University. Es


autora de Border Fiction: Globalization, Empire, and Writing at the Boundaries of the United
States (Virginia University Press, 2008). Editó Globalization on the Line: Culture, Capital, and
Citizenship at U.S. Borders (Palgrave, 2002) y ha publicado artículos sobre literatura fronteriza
y la internalización de los estudios americanos.

Ute Seydel. Profesora investigadora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Autora de Na-
rrar historia(s): la ficcionalización de temas históricos por las escritoras mexicans Elena Garro,
Rosa Beltrán y Carmen Boullosa (Iberoamericana Vervuert, 2007). tiene publicaciones en diver-
sos libros y revistas sobre autoras mexicanas y latinoamericanas, así como sobre cine y novela
histórica.

Nohemy Solórzano-Thompson. Profesora Asistente de Español en Whitman College donde enseña


sobre el cine y el teatro españoles, latinoamericanos y latinos. Su investigación se enfoca en la
representación de los hombres chicanos y mexicanos en el cine y performances contemporá-
neos en Estados Unidos y México.

Estelle Tarica. Profesora de Cultura y Literatura Latinoamericanas en el Departamento de Español


y Portugués de la Universidad de California en Berkeley. Autora de The Inner Life of Mestizo
Nationalism (University of Minnesota Press, 2008) y de artículos sobre el indigenismo mexicano
y andino, la literatura contemporánea boliviana y la experiencia judía en América Latina, entre
otros temas.

Marcela Isabel Valdata. Docente e investigadora en la Escuela de Posgrado de la Facultad de Hu-


manidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario y Coordinadora del Departamento de In-
vestigaciones del Museo de la Memoria de Rosario.

Felipe Victoriano. Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la ciudad de México.


Sociólogo de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, ARCIS, y cientista político de la Univer-
sidad de Chile.

Núria Vilanova. Su investigación se ha centrado en la zona andina y la frontera México-Estados


Unidos. Ha trabajado sobre epistemologías de frontera, culturas en movimiento y migraciones,
los desplazamientos del sujeto literario y el surgimiento de nuevas aproximaciones discursivas
y estéticas. Ha publicado en diversas revistas internacionales. Es autora de los libros Social
Change and Literature in Peru 1970-1990 (1999) y Border Texts: Writing Fiction from Northern
Mexico (2007).
329

Silvio Waisbord. Oficial Senior de Programas en la Academia para el Desarrollo Educativo en Wash-
ington, Estados Unidos. En la actualidad trabaja sobre comunicación y movilización social en
políticas de salud en África. Es autor y coeditor de cuatro libros y artículos sobre comunicación,
desarrollo, salud y medios.

Liliana Weinberg. Investigadora titular del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el
Caribe, UNAM, y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma casa de estudios. Es-
pecialista en ensayo, crítica literaria e historia intelectual en América Latina. Ha publicado El
ensayo, entre el paraíso y el infierno (Premio anual de ensayo literario hispanoamericano Lya
Kostakowsky, UNAM/FCE, 2001), Literatura latinoamericana, descolonizar la imaginación (UNAM,
2003), Umbrales del ensayo (UNAM, 2004), Situación del ensayo (UNAM, 2004), Pensar el ensayo
(Premio Internacional de Ensayo, Siglo XXI Editores, 2005).

George Yúdice. Profesor titular de Estudios latinoamericanos y del Departamento de lenguas y cul-
turas modernas en la Universidad de Miami. Autor, entre otros títulos, de Vicente Huidobro y la
motivación del lenguaje poético (Galerna, 1978); On Edge: The Crisis of Contemporary Latin Ame-
rican Culture (University of Minnesota Press, 1992: coeditor con Jean Franco y Juan Flores), El
recurso de la cultura (Gedisa, 2003), de Política Cultural (Gedisa, 2004) con Toby Miller, y Nuevas
tecnologías, música y experiencia (Gedisa, 2007). Tiene en preparación Culture and Value: Essays
on Latin American Literature and Culture and Politica cultural en América Latina: 1990-2008.
ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS 7

PRESENTACIÓN por MÓNICA SZURMUK y ROBERT MCKEE IRWIN 9

alteridad por SILVANA RABINOVICH 43

campo cultural POR GRACIELA MONTALDO 47


canon por ANA ROSA DOMENELLA y LUZ ELENA GUTIÉRREZ DE VELASCO 50
ciudad letrada por JUAN PABLO DABOVE 55
crítica cultural por MICHAEL J. LAZZARA 60
cuerpo por GABRIEL GIORGI 67
cultura por NARA ARAÚJO 71

desconstruccionismo por ROMÁN DE LA CAMPA 75


desterritorialización por NÚRIA VILANOVA 80
diáspora por XIMENA BRICEÑO y DEBRA A. CASTILLO 85
discurso por GUADALUPE LÓPEZ BONILLA y CARMEN PÉREZ FRAGOSO 89
diversidad por HORTENSIA MORENO 92

esfera pública por ALEJANDRO MONSIVÁIS 97


estética por KATE JENCKES y PATRICK DOVE 101

frontera por MARISA BELAUSTEGUIGOITIA 106

género por MARICRUZ CASTRO RICALDE 112


globalización por REBECCA E. BIRON 119

hegemonía por CARLOS AGUIRRE 124


heterogeneidad por ESTELLE TARICA 130
hibridez por LEILA GÓMEZ 134
139
identidad por NOHEMY SOLÓRZANO-THOMPSON y CRISTINA RIVERA-GARZA 140
ideología por SEBASTIAAN FABER 146
imperialismo cultural por HÉCTOR FERNÁNDEZ L’HOESTE 150
industria cultural por VICTORIA RUÉTALO 154

latinoamericanismo por JUAN POBLETE 159


local-global por EMESHE JUHÁSZ-MININBERG 163

medios de comunicación por JESÚS MARTÍN BARBERO 169


memoria por MARCELA VALDATA 173
modernidad por SAURABH DUBE (TRAD. DE JORGE ANDRADE) 177

[331]
332

multiculturalismo por DESIRÉE A. MARTÍN 182

nación por UTE SEYDEL 189

oralidad por GRACIELA DE GARAY 197

participación cultural por SILVIO WAISBORD 203


performance por ANTONIO PRIETO STAMBAUGH 207
poder por MARÍA INÉS GARCÍA CANAL 211
política cultural por GEORGE YÚDICE 214
poscolonialismo por JOSÉ RABASA 219
posmemoria por MÓNICA SZURMUK 224
posmodernidad por SANDRA LORENZANO 228
posnacionalismo por CLAUDIA SADOWSKI-SMITH (TRAD. DE JUAN MANUEL PORTILLO) 234
producción cultural por ISABEL QUINTANA 239

raza/etnicidad por EDUARDO RESTREPO 245


representación por FELIPE VICTORIANO y CLAUDIA DARRIGRANDI 249

subalternismo por ILEANA RODRÍGUEZ 255


subjetividades por VALERIA AÑÓN 260

teoría queer por ROBERT MCKEE IRWIN 266


texto por HORACIO LEGRÁS 270
transculturación por LILIANA WEINBERG 277

BIBLIOGRAFÍA GENERAL 283

ÍNDICE ONOMÁSTICO 315

NOTAS SOBRE LOS AUTORES 323

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