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Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en ti; te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar
de ti; te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad; te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.
Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres tú, como tú lo quieras y
durante todo el tiempo que lo quieras". c

¿En qué podemos fincarnos, enraizarnos? Para nosotros, la voluntad de Dios está manifestada en Cristo:
Ơla casa sobre la rocaơ, sobre la cual van a venir lluvias, vientos y sin embargo no se va a mover. ¿Cómo
podemos lograr que nuestra vida sea la casa sobre la roca? Todo el día está lleno de esos momentos: la
oración, la vida sacramental, las situaciones en las que podemos dar testimonio cristiano, pero sobre todo,
están los momentos en los que podemos llegar a serenar nuestra alma en Nuestro Señor.

Yo les invito a que en este Adviento reflexionemos seriamente que, para no trabajar en vano, es necesario
tener puesta nuestra alma en Dios; es necesario edificar la casa sobre la Roca, ser la ciudad que confía y
se afianza en el Señor.
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