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2005

WAMANI
Investigación y
Gestión Cultural

CULTURANDINA
Nº1

PERSPECTIVAS TEÓRICAS EN ARQUEOLOGÍA

JOSE LUIS PINO MATOS

Entre las perspectivas teóricas influyentes en las dos últimas décadas del siglo XX, están la
Arqueología Procesual, la Arqueología Estructuralista y Simbólica, la Arqueología Marxista, la
Arqueología Pos Procesual y la Arqueología Contextual. Se presenta una síntesis del desarrollo
y alcances de cada una de ellas.
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PERSPECTIVAS TEÓRICAS EN ARQUEOLOGÍA

LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL
Se desarrolló en los años sesenta, y fue llamada también como la Nueva
Arqueología, pretendía hacer más científica la arqueología, capaz de
establecer leyes universales que expliquen las regularidades de la conducta
humana y los procesos culturales ocurridos en el pasado.

Antecedentes
Los orígenes de la Arqueología Procesual se pueden explicar a partir de los
siguientes factores, principalmente:
- Reacción frente a la Arqueología Tradicional o Arqueología Histórico-
Cultural.
- Aparición de Nuevas Tecnologías (C14 y uso de ordenadores).
- Influencia de la Antropología en los años 60.

Reacción frente a la arqueología tradicional o histórico cultural


La arqueología tradicional en los años 60 estaba en su mayoría regida por un
marco teórico descrito como “normativo”, en el cual se concibe la cultura como
un cuerpo de ideas, valores y creencias compartidas, es decir las normas de un
grupo humano, y los arqueólogos se dedicaban a ordenar estas culturas de
forma histórica construyendo cuadros cronológicos donde se les clasificaba en
el tiempo y espacio (Flannery 1967). Por lo que uno de los objetivos más
importantes era la datación arqueológica (Renfrew y Bahn 1998:36). Esta
forma de hacer arqueología causó mucha insatisfacción en los arqueólogos,
pues mas allá de hacer reconstrucciones histórico-culturales no lograba
“explicar los cambios” que se observaban en los cuadros propuestos. Esto
condujo a una reflexión sobre la forma como se estaba llevando a cabo la
arqueología.
Al respecto algunos arqueólogos tradicionales reconocían estas inquietudes y
coincidían en que la arqueología tenía un modelo para el estudio de la historia
de la cultura, pero no para explicar el cambio cultural, el cual debía dar
importancia a la comprensión de los procesos culturales que se daban en
largos periodos de tiempo (Martin 1971:4)

Aparición de nuevas tecnologías


En 1949 Willard Libby, químico americano, descubrió la datación
radiocarbónica (C14), sin embargo recién en los años 60 estaría siendo
utilizado con mas énfasis, lo cual conllevaría a determinar de forma directa la
edad de los yacimientos y los hallazgos de cualquier parte del mundo sin
necesidad de recurrir a complicadas cronologías comparadas construidas por
métodos históricos. Por lo que determinar una fecha dejó de ser una de las
principales conclusiones de las investigaciones arqueológicas (Renfrew y Bahn

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1998:36). A esto se le agrega el desarrollo tecnológico en la informática, que


ya estaban siendo utilizados en muchos campos de las ciencias. Los
ordenadores (o primeras computadoras), con las cuales se podían realizar un
mayor número de cálculos matemáticos y estadísticos, por lo que los
arqueólogos mostraron un interés para emplear las técnicas cuantitativas más
sofisticadas aplicadas al estudio del pasado humano (Renfrew y Bahn
1998:37).

Influencia de la antropología
En los años 50 se desarrollaba en la antropología norteamericana una corriente
denominada neoevolucionismo, la cual argumentaba que los seres humanos
optaban por preservar su forma de vida y los cambios que se debían a factores
externos fuera de su control, a estos factores se les denominó ecosistema
(Trigger 1992:272). Los principales exponentes del neoevolucionismo fueron
Leslie White y Julian Steward. White dio mucho énfasis a la tecnología para
entender a las culturas y sus respectivos cambios, por lo que se le denominó a
esto como un “determinismo tecnológico”. Steward planteó enfoques
ecológicos para el estudio de la evolución cultural, su planteamiento propuso
que había regularidades significativas en el desarrollo cultural y que mediante
el estudio de la adaptación ecológica se podría determinar la variabilidad de los
sistemas culturales (Trigger 1992:272). Estos planteamientos influenciaron en
la disciplina arqueológica, lo que condujo a pensar que al reconstruir la
tecnología y el medio ambiente de una cultura prehistórica se podían
determinar los demás rasgos de la misma (Trigger 1992:275).

Planteamientos
En 1968 se presentaron dos publicaciones que causaron gran conmoción en la
comunidad arqueológica, la primera fue New perspectives in archaeology, la
cual contenía un conjunto de artículos propuestos por un grupo de jóvenes
arqueólogos liderados por el norteamericano Lewis Binford; y la otra fue
Analytical archaeology que fue publicado por el Británico David Clarke
(Renfrew y Bahn 1998:36-37; Binford 1988:114; Clarke 1984). Ambas
publicaciones causaron impacto y muchas discusiones al respecto, estas
proponían la ruptura con los enfoques tradicionales (historia–cultural), y
planteaban el estudio de los procesos culturales a través del uso de la teoría
general de sistemas y otras nuevas propuestas explicativas contrarias a la
arqueología descriptiva anterior, las cuales también permitirían explicar los
cambios culturales de las sociedades prehistóricas. Seguidamente detallamos
los principales planteamientos.

La “Teoría general de sistemas”


El uso de la teoría general de sistemas (o también llamada cibernética) fue
impulsado en arqueología principalmente por Lewis Binford y David Clarke.
Ambos concebían a la cultura como un sistema que se podía descomponer en
otros subsistemas (Renfrew y Bahn 1998:37), y a su vez este sistema estaba
vinculado o relacionado con otros sistemas. Un sistema cultural era entendido
como una unidad íntegra, sus subsistemas serían la cultura material, la
estructura económica, las creencias religiosas, la organización social, etc.
(Clarke 1984:36). Binford, a su vez, expresaba que la cultura era el sistema
total de los medios extrasomáticos de adaptación que incluyen complejas

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series de relaciones entre gente, lugares y cosas (Clarke 1984:36). Este


sistema abarcaba cualquier “red” de atributos intercomunicados o de entidades
formando una unidad compleja (Clarke 1984:37), por lo que la cultura material
tenía que entenderse como parte de un sistema sociocultural. Los miembros de
la arqueología procesual veían a la conducta humana como el punto de
articulación de un vasto numero de sistemas, y el cambio cultural se daba al
activarse la menor variación en uno o más de los sistema, una de las
principales estrategias de la escuela procesual consistía en aislar cada sistema
y estudiarlo de forma separada, para luego reconstruir el sistema completo
conjuntamente con los sistemas relacionados (Flannery 1967). Tan complejo
análisis excedía la capacidad de los arqueólogos procesuales, por lo que
raramente fueron capaces de aplicar la teoría general de sistemas con toda su
exigencia matemática, pero aún así lo usaron como modelo para entender el
cambio cultural (Trigger 1992:284).

Las leyes universales o el supuesto carácter científico de la arqueología


procesual
Uno de los objetivos principales de la arqueología procesual fue establecer
modelos, los cuales debían de ser formulados como hipótesis, para después
de ser contrastados mediante el estudio de los datos podían aspirar a ser
formulados como leyes con las que luego se construirían teorías contrastables
con un carácter científico y poder llegar a las generalizaciones. De esta manera
surgió una arqueología cuyo objetivo fundamental fue descubrir reglas
universales acerca de las sociedades humanas y que debían cumplirse en
periodos largos o “procesos” de larga duración. Lo que condujo a la proposición
de complejos modelos influenciados por la ecología y la teoría general de
sistemas, concluyendo en la mayoría de investigaciones arqueológicas con
enunciados de leyes al estilo de las ciencias físico-naturales (Gonzáles
2003:18). Asimismo, la teoría procesual utilizó la analogía etnográfica en la
explicación de los procesos, al estudiar grupos étnicos de la actualidad y
construir “modelos” que debían predecir el patrón de los restos arqueológicos
dejados por tales grupos. Estos modelos serían contrastados con los restos
arqueológicos del pasado, lo cual serviría para una comparación entre el patrón
arqueológico observado y el patrón arqueológico esperado (Flannery 1967).

Teoría de alcance medio


La utilización de la analogía etnográfica fue utilizada con bastante recelo en los
comienzos de la nueva arqueología (Gonzáles 2003:17). Sin embargo, fue
utilizada con énfasis después de la experiencia etnoarqueológica de Lewis
Binford que tuvo entre los años 1969 y 1973, con los Nunamiut del Ártico y
después con otros grupos similares en Australia (Binford 1988:113). Binford
dentro de su concepción de cultura, consideraba a las actividades humanas
como el componente dinámico y a los vestigios materiales producidos por estas
actividades como el componente estático (Binford 1988:23). Este investigador
denominó Middle range theory o “Teoría de alcance medio” al conjunto de leyes
que producía la etnoarqueología procesual, las cuales trataban de documentar
las regularidades en contextos controlables de la actualidad que permitan su
extrapolación al registro arqueológico, creándose marcos de referencia que se
podrían usar como plantillas (Gonzáles 2003:18). Binford manifestó que la
única posibilidad de desarrollar métodos arqueológicos de inferencia era a

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través del estudio de pueblos contemporáneos vivos o mediante la práctica de


la arqueología en situaciones cuyo componente dinámico estaba documentado
históricamente (Binford 1988:112). Los aspectos que más importancia daban
los arqueólogos, en especial Binford, fueron el estudio de la tecnología, los
modos de subsistencia, el medio ambiente y las materias primas, dejando a un
lado los valores culturales, las creencias o la estructura de las sociedades
estudiadas (Gonzáles 2003:19).

Filosofía de la ciencia en arqueología


La escuela procesual en su afán de hacer la arqueología más científica
comenzó tratar la lógica de la filosofía de la ciencia en relación con la
investigación arqueológica como el mismo Binford lo manifestó (Binford
1998:114); y asimismo en esa década fue publicado el libro “La estructura de
las revoluciones científicas” en 1962, escrito por el Físico Thomas Kuhn, libro
que fue muy influyente en el ámbito académico general debido a sus
planteamientos sobre la noción de paradigmas y cambios paradigmáticos
(Pérez 1998:157). El paradigma fue entendido como un canon aceptado de
práctica científica, que incluye leyes, teoría, aplicaciones e instrumentación, los
cuales proporcionan un modelo para una tradición coherente y particular de
investigación científica (Trigger 1992:16). Las reflexiones sobre paradigmas y
sus cambios causaron en la comunidad arqueológica su respectivo impacto
sobre todo en los procesualistas (Martin 1971:12).
Asimismo, Binford planteó utilizar nociones del positivismo lógico-deductivo de
Carl Hempel (Trigger 1992:298), por lo que el afán de los arqueólogos
procesuales fue dirigirse a la filosofía de la ciencia para obtener modelos,
verificación y explicación de hipótesis, especialmente tomaron de los trabajos
de Hempel un modelo de explicación: El modelo de las leyes de cobertura, y
más específicamente del método deductivo-nomológico de explicación (Clarke
1984:438). En el método hipotético deductivo que se pretendió utilizar se
llegaba a “una conclusión como consecuencia lógica de ciertas premisas
verdaderas” (Clarke 1984:14). Paul Martin manifestaba que los arqueólogos
tenían que ejercitarse en el enfoque hipotético-deductivo para dar a conocer
sus ideas previas y debían darse cuenta de que “las hipótesis se formulan o
inventan para dar cuenta de hechos observables y no al revés” (Martin
1971:17). Por lo que en arqueología procesual se pensó, que formulando
hipótesis y elaborando modelos que después serían contrastados con la
evidencia material encontrada en las investigaciones, ésta sería la mejor
manera de dar un carácter científico a la disciplina, la cual podría con estos
marcos teóricos elaborar leyes y generalizaciones. Pero en la práctica no
resulto ser tan fácil, ya que estos planteamientos cayeron en descrédito muy
rápidamente. Flannery desde su punto de vista manifestaba que los teóricos
procesuales asumían como “verdad” simplemente la mejor hipótesis planteada
hasta el momento, y que el interés residía en presentar modelos de desarrollo
susceptible de prueba en el campo; que para ser útil un modelo sólo necesitaba
poder organizar un conjunto de información inconexa, de manera que las
hipótesis puedan ser aprobadas o rechazadas (Flannery 1967).

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Aspectos positivos de la nueva arqueología según los procesualistas


Colin Renfrew y Paul Bahn detallan los siguientes aspectos de la nueva
arqueología como favorables en contraposición de las arqueologías
tradicionales anteriores (Renfrew y Bahn 1998:37):
- La arqueología tenía que emplear teorías que expliquen el cambio del
pasado y no ser meramente descriptivas. Es decir una arqueología
explicativa frente a una descriptiva.
- La arqueología utilizando la filosofía de la ciencia, buscaría entender los
procesos culturales y los cambios en los sistemas económico-sociales,
no confiando en las reconstrucciones históricas. Es decir Proceso
Cultural frente a Historia Cultural.
- A diferencia de la arqueología tradicional que trataba de reconstruir el
pasado basándose en su registro previo, la nueva arqueología utilizaría
como procedimiento adecuado la formulación de hipótesis, elaboración
modelos y deducción de las consecuencias. Es decir razonamiento
deductivo frente a inductivo.
- Las hipótesis formuladas debían ser contrastadas para su validación.
- Los proyectos de investigación debían de diseñarse para resolver
problemas específicos, y no para obtener datos y acumular información
irrelevante.
- Se debía buscar obtener con preferencia datos cuantitativos que
permitieran un tratamiento estadístico informatizado, más que datos
cualitativos.

Críticas y autocríticas
Si bien la arqueología procesual fomentaba el estudio de los sistemas
culturales en su totalidad, principalmente se concentró en aspectos
económicos y en menor grado en la organización social. Esta arqueología se
dedicó más a la elaboración de modelos de subsistencia y tecnología, debido a
su influencia neoevolucionista la cual daba mucha importancia a los
condicionantes ecológicos sobre los sistemas culturales (Trigger 1992:305) por
lo que descuidaron muchos de los otros aspectos de la cultura.
La actividad humana, según la arqueología procesual, se consideró como el
producto de las interrelaciones sistémicas, y apareció como algo atemporal
donde no interesaba el contexto histórico; según Ian Hodder el análisis
sistémico que se realizó fue a un nivel “superficial”, y a la vez daba expresa
importancia a un registro arqueológico minuciosamente cuantitativo (Hodder
1994:48).
Muchos de los planteamientos de la arqueología procesual norteamericana
fueron tomados de Lewis Binford, quien a su vez los planteó desde su
experiencia personal, la cual solo se limitaba al estudio de sociedades de
cazadores-recolectores y a los inicios de la agricultura (Binford 1998), y
muchos de estos planteamientos fueron mal interpretados y en muchos casos
se abusaron de ellos pretendiendo usarse en todos los campos de la
arqueología, lo cual condujo a absurdos como el mismo Binford lo manifestó,
sobre todo en el uso del método hipotético-deductivo, lo cual condujo a la
formulación de hipótesis y leyes tan simples que solo explicaban cosas
evidentemente lógicas (Binford 1998:115).

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LA ARQUEOLOGÍA ESTRUCTURALISTA Y SIMBÓLICA


Una forma de hacer arqueología surgida bajo la influencia del estructuralismo
fue conocida como “arqueología estructuralista” o simbólica. Llamada así por
su expreso interés de estudiar los aspectos simbólicos y los significados a
través de las estructuras manifestadas en la cultura material.

Antecedentes

El estructuralismo
En el estudio y comprensión de las sociedades, el término estructura fue
utilizado con diferentes connotaciones de acuerdo a contextos históricos
específicos. Uno de los que primero utilizó la palabra estructura para explicar la
sociedad en el siglo XIX, fue él filosofo y economista alemán Carlos Marx,
quien manifestaba que la sociedad estaba compuesta por una base o
“estructura económica” y una “superestructura” que sería la conciencia social
(Marx 1986:7). La importancia que se le dio al término estructura en
antropología fue en Inglaterra a mediados del siglo XX, por Alfred Radcliffe-
Brown, quien empezó a usar la denominación “estructura social” para referirse
a la compleja red de relaciones por las cuales están conectados los seres
humanos (Radcliffe-Brown 1974:217). Sin embargo, quien empezó a definir una
línea de investigación específica sobre estructuras presentes en las sociedades
pero con una connotación diferente fue el francés Claude Lévi-Strauss, quien
influenciado a su vez por la lingüística, habla de “estructura social” como los
aspectos formales de los fenómenos sociales (Lévi-Strauss 1968:249), para
este antropólogo la noción de “estructura” se refiere a los “modelos construidos
de acuerdo a la realidad empírica”, y que las “estructuras sociales” en sí son
modelos construidos en base a las “relaciones sociales” (Lévi-Strauss
1968:251); así pues las estructuras no serían manifestaciones concretas de la
realidad, sino modelos cognitivos de la realidad, con lo cual las estructuras se
encontrarían como modelos mentales (conscientes o inconscientes) inherentes
en cualquier sociedad y en cualquier tiempo, pero en los modelos inconscientes
sería mas probable el conocimiento de la conciencia colectiva (Lévi-Strauss
1968:253).
Lévi-Strauss dedicó su línea de investigación a los estudios de parentesco y
aspectos simbólicos, para lo cual manifestaba era necesario llegar a conocer
las estructuras inconscientes (Lévi-Strauss 1968:22), las cuales tendrían una
función simbólica que se ejercería en todos los seres humanos según las
mismas leyes (Lévi-Strauss 1968:183-184); asimismo mostraba que al estudiar
una sociedad con carácter de organización dualista se podía encontrar
biparticiones en el grupo social, y que las mitades que la conformaban estaban
asociadas con oposiciones binarias, características tales como: lo blanco y lo
negro, el día y la noche, lo alto y lo bajo, lo bueno y lo malo, etc. (Lévi-Strauss
1985:109).
Estos planteamientos estructuralistas, especialmente del estructuralismo
francés, influyeron en las investigaciones de algunos arqueólogos, los cuales
tomaron más interés por el estudio de aspectos simbólicos de las sociedades
del pasado.

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El estructuralismo en arqueología
Trabajos iniciales
Se considera como un trabajo pionero al estudio hecho en los años sesenta por
el francés André Leroi-Gourhan sobre las manifestaciones artísticas del
paleolítico superior en las cuevas de Europa occidental (Trigger 1992:326).
Leroi-Gourhan recurrió a los principios estructuralistas para interpretar el arte
rupestre, sobre todo acerca de las representaciones de diferentes tipos de
animales (Renfrew y Bahn 1998:446), esta investigación fue la primera
aproximación sistemática al estudio del arte parietal, en la cual Leroi-Gourhan
al estudiar las posiciones y asociaciones de los dibujos de animales afirmaba
que estas figuras formaban composiciones, determinando una unidad temática
de base y una disposición intencionada de las representaciones en las cuevas
(Renfrew y Bahn 1998:361), basándose en este tipo de estudio Leroi-Gourhan
planteó que había identificado un “modelo” ideal que sirvió para la decoración
de los muros y que se repetía en todas las cuevas por él estudiadas, asociando
ciertos animales a determinadas zonas de las cuevas (Fernández 1998:262)
donde su probable interpretación hacía referencia a las relaciones entre los
principios masculino y femenino (Trigger 1992:326).

El estudio de estructuras y símbolos


Según Leroi-Gourhan, el indicador más importante en el estudio de la evolución
y progreso de los grupos humanos más tempranos son las manifestaciones
estéticas y religiosas, pues estas crean un universo de símbolos, por lo tanto el
estudio de las relaciones entre los símbolos puede acercarnos a lo que registra
y conserva la memoria colectiva que los produjo (Leroi-Gourhan 1972:232). A
pesar de ciertos cuestionamientos hechos al trabajo de Leroi-Gourhan, se
considera que este investigador fue minucioso y que tuvo un buen intento de
acercarse a los significados de las representaciones estructuradas en el arte
parietal (Hodder 1994:56); ciertamente a partir de esta investigación, el estudio
del pasado por algunos arqueólogos se ha enfocado en reconstruir patrones
mentales, significados e ideas desde la perspectiva estructuralista dado su
potencial en el análisis de los símbolos, aunque pocos investigadores usen la
teoría estructuralista completa (Leone 1982:742).
Mark Leone al hacer referencia a la arqueología estructuralista menciona que
ésta tiene dos afirmaciones básicas: la primera, todos los objetos en una
cultura particular son iguales con respecto a toda la organización y coherencia
de la estructura total de esa cultura; y segundo, mientras los detalles y cosas
particulares de una cultura pasada pueden perderse, sus principios de
organización o estructura pueden ser dados a entender a través de sus restos.
Además, éstas implicancias mencionadas fueron asumidas por Leroi-Gourhan
en sus interpretaciones estructuralistas del arte parietal, su información
registrada de dibujos de animales presenta una coherencia que muestra los
principios fundamentales de organización utilizados para localizar las pinturas
en una cueva dada, éstos serían: adentro / afuera; naturaleza / cultura;
masculino / femenino; vida / muerte (Leone 1982:743).
Según Hodder, “la lingüística estructural de Ferdinand de Saussure y la
gramática generativa de Noam Chomsky” ofrecieron también determinadas
formas de estudio en la arqueología estructuralista (Hodder 1994:49), tales
como el “análisis formal” el cual otorgaba importancia al modo de identificar y
comparar las reglas de simetría en una cultura y en diferentes culturas,

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específicamente analizando la decoración en la cerámica, donde la simetría era


la regla generadora de modelos y las ideas están regidas por estas reglas
(Hodder 1994:51-52). Este tipo de análisis estructuralista se puede observar en
algunos trabajos de Dean Arnold, Tamara Bray y Paola Gonzales, sobre
cerámica andina. La investigación de Dean Arnold sobre la cerámica del
poblado de Quinua en Ayacucho, muestra que los principios básicos de
organización y utilización del espacio se reflejan en la organización del espacio
decorativo de las vasijas (Hodder 1994:57; Renfrew y Bahn 1998:447). El
estudio de Tamara Bray (sobre vasijas inka decoradas que probablemente
sirvieron de recipiente para chicha) sugiere que la iconografía inka plasmada
especialmente en vasijas procedentes del Cuzco muestran de forma simbólica
estructuras tripartitas que, según ella, estarían haciendo referencia a
simbolismos genealógicos comunes, especialmente las vasijas que muestran
diseños de rombos concéntricos, zigzag horizontales y helechos (Bray
2004:370-373). Asimismo, los análisis de simetría en los diseños iconográficos
de cerámica inka y diaguita en el norte de Chile, realizados por Paola
Gonzáles, muestran que la manera de distribución de los diseños conforman
estructuras simétricas, donde destacan los principios de reflexión a manera de
espejo y cuatripartición; esta investigadora propone que estas estructuras
pueden ser representaciones simbólicas de modelos recurrentes presentes en
la concepción del espacio de ciertas comunidades en los andes que están
divididos en mitades y a su vez subdivididos formando cuatriparticiones en una
misma comunidad, como por ejemplo: puna hanansaya, valle hanansaya, puna
hurinsaya, valle hurinsaya (Gonzáles 1998:40-44).
Según Leone, el más completo análisis estructuralista fue realizado por Henry
Glassie en Virginia (Norteamérica) sobre casas del periodo colonial, en este
trabajo se analizan todas las partes que conforman las casas de aquella época
(divisiones internas, la ubicación de las ventanas, puertas, chimeneas,
escaleras, orientaciones del tejado, etc.), en ellas se pueden identificar
conjuntos binarios de oposiciones que reflejan ideas tales como: interno /
externo, intelecto / emoción, privado / público, artificial / natural. Más de cien
casas fueron estudiadas, de las cuales la preferencia observada fue para las
ideas de intelecto, privacidad y lo artificial en la construcción. Basándose en
esto, Glassie propuso que se puede conocer la relación entre hombre y
naturaleza de las sociedades que construyeron esas casas; la interpretación
sería una intención de expresar control sobre el caos, que a su vez sería una
oposición básica en sus formas de vida (Leone 1982:745).

Críticas
El estructuralismo en arqueología se le considero como una arqueología parcial
por que se enfocó más en el estudio de símbolos y estructuras mentales, razón
por la cual se le llamo también como arqueología simbólica. Por un lado esta
fue cuestionada debido a la aparente falta de rigurosidad en su análisis y la
poca probabilidad de contrastación de sus resultados, además de que este tipo
de arqueología era en su mayoría análisis abstractos de signos y significados
constituyendo un problema para la disciplina que se ocupaba principalmente de
restos materiales; pero por otro lado también fue apoyada, pues se interesaba
por aspectos que había descuidado la arqueología procesual y que a través de
ésta se tenía la posibilidad de acceder a otros niveles más profundos de
análisis. Por lo que se considero que el estructuralismo en arqueología podía

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proporcionar un método y una teoría para el análisis del significado de la


cultura material (Hodder 1994:70).

LA ARQUEOLOGÍA MARXISTA
La arqueología que utiliza las teorías propuestas por Carlos Marx y Federico
Engels es conocida como arqueología marxista, generalmente esta teoría es
utilizada para explicar el cambio social producido por las contradicciones
internas que ocurren dentro de los grupos sociales; las explica basándose en la
dialéctica marxista y se usa para fines de análisis de la definición de formación
económico- social para referirse a las distintos grupos de sociedades.

Antecedentes
El marxismo
El conjunto de ideas y planteamientos conocidos como Marxismo fueron
propuestos por Carlos Marx y Federico Engels en el siglo XIX en diferentes
publicaciones, donde se planteaba que: el desarrollo de la sociedad se
producía por las contradicciones que se daba en ella, y que la ley del desarrollo
de la historia humana estaba en las luchas entre las clases sociales.
Generalmente el termino marxismo es utilizado tomando como base el apellido
del político, filósofo y economista alemán Carlos Marx, quien escribió muchas
de las ideas principales de esta teoría. Según el marxismo, las principales
formas de conocer y explicar a la sociedad y su desarrollo sería a través del
entendimiento de la dialéctica y lo que son las formaciones económico-
sociales.

La dialéctica marxista
La idea de dialéctica que Marx utiliza estuvo basada en sus investigaciones
filosóficas y la influencia del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel,
idea que Marx después de reformularla en un plano social, la considera
adecuada para explicar el desarrollo de la sociedad (Marcuse 1971:305;
Lefebvre 1973:23). La idea de dialéctica tuvo su origen en la antigua filosofía
griega, posiblemente con Heráclito según algunos estudios de Hegel (Nicoli
1990:16), según otros filósofos Platón es considerado como su inventor (Ceruti
1944:120; Popper 1983:376), pero es en Heráclito que de forma ingenua se
manifiesta la idea de dialéctica como la pugna de principios contrapuestos que
originan el cambio (Iovchuk et al. 1978:58). La palabra dialéctica viene del
termino dialegos que quiere decir dialogo o polémica (Ceruti 1944:120) o de la
expresión “he dialektike” que puede ser traducida como “el arte del uso
argumental del lenguaje” (Popper 1983:376). Sin embargo en un sentido
moderno, tal como lo entendía Hegel, la idea de dialéctica en términos
generales se puede entender como el desarrollo de algo en base a oposiciones
y contradicciones, negaciones o la unidad y lucha de contrarios, la cual está
formada por una tríada dialéctica: tesis, antítesis, síntesis. Es decir primero se
da una idea, teoría o movimiento que puede ser llamada una tesis. Esta tesis a
menudo provoca oposición y la idea o movimiento opuesto es llamada antítesis
porque está dirigida contra la tesis. La lucha entre la tesis y antitesis generarán
una tercera idea o movimiento que es la solución o conclusión de las dos
primeras y que será llamada síntesis. A su vez esta síntesis puede convertirse
en una nueva tríada dialéctica, generando nuevamente oposición, lo cual

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repetirá el desarrollo descrito y continuara así sucesivamente hasta que deje de


haber oposiciones, negaciones o contradicciones (Popper 1983:377). Sin
embargo, la filosofía de Hegel ubicaba estas ideas en un plano metafísico o
idealista, a diferencia de Marx que la concebía en un plano materialista,
afirmando que en el mundo concreto existían en las sociedades de clases
estas contradicciones, las cuales eran el motor de los procesos sociales
(Marcuse 1971:305-306). Marx abandonó el idealismo de Hegel que antes
había influido en sus ideas, pero conservó la idea hegeliana de que las fuerzas
dinámicas del desarrollo histórico son las contradicciones dialécticas y las
negaciones de las negaciones, según Marx, la tarea principal de la ciencia
sociológica era mostrar como actúan esas fuerzas dialécticas en la historia y,
así poder saber el curso de la historia (Popper 1983:399).

Las formaciones económico sociales


La manera como Marx en su idioma denominaba a las sociedades o grupos
sociales fue Gesellschaftsformation o “formación social” (Sereni 1973:57) y
utilizó por primera vez el término Ökonomische Gesellschaftsformation que
literalmente significa “formación económica de la sociedad” en 1859 (Marx
1986:8), para referirse de forma completa a una unidad conformada por dos
partes: una base o estructura económica y a una superestructura jurídico-
político-ideológica. Las estructuras económicas estaban compuestas por las
fuerzas productivas y las relaciones de producción, la superestructura
consistiría en las formas de conciencia social (Sereni 1973:69), y sería dentro
de las formaciones económico sociales donde se dan las contradicciones entre
las fuerzas de producción y las relaciones de producción, las cuales generarían
los cambios. Marx describe la existencia de estas contradicciones y sus
consecuencias históricas en un análisis de las sociedades antiguas que él titula
“Formas que anteceden a la producción capitalista” (Marx 1971:433-477). El
termino “formación” estuvo presente de forma evidente en los trabajos de Marx,
y lo que el llamo “formación social” o “formación económica de la sociedad” fue
mas frecuentemente llamada como “formación económico-social” por sus
seguidores y estudiosos para referirse a lo mismo (Sereni 1973).

La arqueología desde la perspectiva marxista


Los planteamientos marxistas en arqueología
El uso de la teoría marxista en arqueología tiene un carácter explicativo, pues
básicamente sirve para la interpretación, obviamente desde su propia
perspectiva teórica.
La interpretación de la dialéctica o más específicamente de las leyes de la
dialéctica es lo que sirve a los arqueólogos en el estudio de la sociedad, se le
llama dialéctica interna de la sociedad, y el objetivo sería estudiar las
contradicciones dentro del seno de la sociedad para poder explicarla. Al
respecto Randall McGuire esboza estas leyes a través de tres aspectos: la
transformación de lo cuantitativo a lo cualitativo y viceversa, la unidad de los
contrarios y la negación de la negación (McGuire 1992:97). Según este autor,
el mundo social es una estructura elaborada de relaciones internas y es posible
explicar el cambio social desde un punto de vista dialéctico (McGuire 1992:94).
McGuire describe ciertas ventajas de la teoría marxista en arqueología
(McGuire 1992:15), éstas son:

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- La dialéctica ofrece una forma de debate teórico en arqueología y en las


ciencias sociales en general.
- La dialéctica ofrece un método de estudio del cambio. Este método
busca las dinámicas del cambio en las contradicciones que existen en
todas las relaciones humanas.
- El marxismo es una fuente de teorías, conceptos, ideas, para entender
la naturaleza del cambio cultural.
- Una aproximación dialéctica en la teoría y la práctica guían hacia una
autorreflexión. Esto ayuda a examinar la manera en que los arqueólogos
ven el pasado y cómo lo presentan desde su contexto social de
investigadores, lo cual lleva a entender también las subjetividades del
investigador y su realidad.
Una de las herramientas metodológicas que utilizan los arqueólogos marxistas
es el manejo de los conceptos que conforman una formación económico-social,
lo cual a su vez puede ser entendido como un modelo que se puede aplicar
para la caracterización de las sociedades o culturas en el pasado (Bate 1978;
Bate 1998:64; Lumbreras 1981:31; Hodder 1994:74; Renfrew y Bahn
1998:434). Éstas conformadas por una base o infraestructura (compuesta de
las fuerzas productivas y las relaciones de producción) y por una
superestructura (ideológica y jurídico-política); en las cuales la superestructura
determinaba la conciencia social producto del ser social o infraestructura (Bate
1998:64), que en muchos casos se le llama en general ideología. Al usar la
idea de Ideología en arqueología desde la perspectiva marxista, se está
asociando la idea de conciencia, más específicamente la idea de conciencia
social existente en las sociedades del pasado. Sin embargo, algunos
arqueólogos muestran su escepticismo de poder identificarla a través de la
cultura material (Leone 1982:750), a pesar de que uno de los puntos clave del
marxismo es el estudio de la conciencia social y como el mismo Marx lo
manifestó se podía llegar a entender la conciencia social a partir de su ser
social: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el
contrario el ser social es lo que determina su conciencia” (Marx 1986:7), esta
idea McGuire la interpreta diciendo que “Las contradicciones que crean las
entidades sociales tienen sus orígenes en la conciencia humana” (McGuire
1992:93), por lo cual estudiar la conciencia social seria de mucha utilidad para
entender el cambio social, según manifiestan muchos arqueólogos marxistas
(Leone 1982:751).
Pero el ordenamiento de la cultura material que se recupera con la arqueología
y su correspondiente correlación con la teoría, para un explicación o
interpretación del pasado, sigue siendo un problema de los investigadores. Al
respecto Luis Felipe Bate tiene una propuesta de planificación del proceso
general de investigación arqueológica, conducir al conocimiento de las
sociedades concretas, específicamente a las del pasado; proceso que debe
realizar de acuerdo a las leyes de la dialéctica (Bate1998:148). Estas pautas
que según Bate, se deben seguir secuencialmente y conforman una estructura
del proceso de inferencias son:
1. Producción de la información.
2. Identificación de las culturas arqueológicas.
3. Inferencia de las culturas.
4. Inferencia de modos de vida y formaciones sociales.
5. Explicación del desarrollo histórico concreto.

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Este tipo de propuestas que muchos arqueólogos consideran necesarias,


también se pueden observar en el trabajo de Randall McGuire (1992) y el de
Luis G. Lumbreras (1981), en todo caso guardan casi siempre un nivel teórico.

Gordon Childe y su perspectiva marxista


Uno de los más influyentes y eminentes arqueólogos de la primera mitad del
siglo XX fue el australiano Vere Gordon Childe, que fue considerado marxista
por muchos investigadores (Trigger 1988:7-14; McGuire 1992:70-71). Childe
recibió la influencia evolucionista de Lewis H. Morgan quien a su vez había
influido en Marx, pero su perspectiva marxista más evidente fue después de su
visita a la Unión Soviética en 1935, cuando planteo que los factores
económicos eran la principal causa del cambio social (Trigger 1992:240).
Childe resaltó literalmente los aportes teóricos de Marx y Engels, y a su vez
planteó la necesidad de actualizar los datos arqueológicos a partir de los
planteamientos de Morgan (Childe 1964:16-17). Childe explica el proceso de
las sociedades del pasado de acuerdo a una noción dialéctica, donde señala
las contradicciones de la evolución histórica (Childe 1960:78), también explica
en su trabajo, los orígenes de las sociedades estratificadas, los orígenes de la
división de clases y las contradicciones que se generaban en su economía
(Childe 1960:96,107). Sin duda, de una manera explícitamente marxista, en su
libro What Happened in History, Childe intenta formular explicaciones sobre el
cambio cultural, causadas no solo por la tecnología, sino por el papel que
desempeñaron las instituciones sociales, político y económicas (Trigger
1988:10). V. Gordon Childe consideró al marxismo como una herramienta útil
para la interpretación de los datos arqueológicos, por lo que los últimos diez
años de su vida se dedicó a buscar nuevos procedimientos analíticos en la
teoría marxista, que le permitieran llevar adelante su análisis marxista de la
prehistoria, a pesar de las decepciones que le causaban la realidad social en
que vivía (Trigger 1988:14).

Críticas
La mayor contribución de la arqueología marxista es la perspectiva de
determinar cambios y procesos sociales a través del conocimiento de las
relaciones dialécticas dentro de los grupos humanos, pues según esta teoría el
desarrollo de la sociedad se da a través de la unidad de los contrarios, tales
relaciones antagónicas subyacen en la formación económico-social (Hodder
1994:73), y las partes que conforman a una formación económico-social son
estructuras, en este aspecto se observa similar forma de concebir a los grupos
humanos con la arqueología estructuralista e incluso con la arqueología
procesual, sobre todo en el punto de vista materialista y económico-
tecnológico. El análisis marxista de la ideología o la superestructura, esta teoría
menciona que la ideología es algo compartido por todos los miembros de una
sociedad, por lo tanto esto muestra que su visión es normativa (Hodder
1994:80). A pesar de los esfuerzos de muchos de sus militantes en
arqueología, este tipo de investigación tiene aún mucha dificultad en conectar
la teoría con la práctica, sobre todo en las estrategias directas en la
recuperación de información más que en su carácter interpretativo.

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LA ARQUEOLOGÍA POST-PROCESUAL
Orígenes
La Arqueología Post-Procesual es una corriente del pensamiento arqueológico
que rechaza la mayoría de los principios de la nueva arqueología o
arqueología procesual. También se le puede calificar de una tendencia, pues
surge como una critica abierta a los postulados procesuales. La denominación
se la otorga Ian Hodder en los años ochenta (Hodder 1987:22;1994:160).
Agrupa a otras tendencias o posturas, cada una con características
particulares, pero todas como una respuesta a la arqueología procesual.

Planteamientos
Hodder presenta los puntos a tomar en cuenta con la arqueología post-
procesual (Hodder 1987:22-25;1994:167-176) y que se resumen de la siguiente
manera:
- Materialismo e idealismo. La dicotomía entre materialismo e idealismo
necesita y puede ser trascendida en una arqueología post-procesual. En
vez de dividir los datos en campos procesuales y normativos, los
arqueólogos pueden emplearlos para estudiar las interrelaciones entre lo
material y lo ideal, entre economía y cultura.
- Proceso y estructura. La estructura es el medio y la consecuencia de la
acción, por lo tanto las estructuras se utilizan e inducen al pensamiento y
al proceso, aunque en el curso las estructuras se ven afectadas.
- Sociedad e individuo. El objetivo de la arqueología debería ser el estudio
de las relaciones entre las estructuras generales de un grupo cultural y
las acciones y hechos individuales que ocurren dentro de cualquiera de
los contextos de ese grupo.
- Arqueología objetiva y subjetiva. Reconocer que los datos arqueológicos
son a la vez subjetivos y objetivos. Los datos arqueológicos son a la vez
hechos firmes, en el pasado real y objetivo, y también subjetivos y
presentes.
- Lo general y lo particular. La acción humana puede concebirse como
una implicación entre juicio e intencionalidad por el hecho de conectar
reglas generales a contextos particulares. Resulta inadecuado que los
arqueólogos equiparen la explicación a la identificación de reglas
generales.

Posturas
En el conjunto de las posturas post-procesuales (Hodder 1994:176-189) en
arqueología podemos mencionar a:
- Las arqueologías indígenas. Surgen en base de algunas tendencias
liberales y el interés por los recursos del medio en la sociedad
occidental, las cuales junto con las reivindicaciones territoriales indias, y
los vínculos entre el turismo y la herencia cultural han llevado a los
arqueólogos occidentales a trabajar a favor de los grupos indígenas
sobre todo de los Estados Unidos y Canadá.
- Las arqueologías feministas. Perspectiva en arqueología la cual tiene su
origen en la crítica de las mujeres contemporáneas o feministas, que van
en contra de las posturas androcentricas que se le da a las
explicaciones; y además presentan una reinterpretación del papel de la
mujer en la prehistoria con un carácter más positivo. La arqueología

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feminista afirma que las mujeres pueden desempeñar un rol activo en la


sociedad.
- La arqueología neomarxista. Corriente de pensamiento en arqueología
que une la teoría marxista y estructuralista, la cual insiste en que no se
debe asumir la subordinación de la superestructura ideológica a la base
económica de la sociedad. Enfatiza la significación de la ideología en la
conformación del cambio en las sociedades del pasado.
- La arqueología contextual. Implica el estudio de los datos contextuales,
utilizando métodos contextuales de análisis, para llegar a dos tipos de
significado contextual, analizados en función de una teoría general.
- La teoría crítica. Postura influenciada por los enfoques desarrollados por
la “escuela de Frankfurt” de Alemania en los años setenta, insiste en que
todo conocimiento es histórico, que existe una comunicación
distorsionada y que el conocimiento objetivo es ilusorio. Afirman que
existe una ideología de control a través de la cual se ejerce el dominio
en la sociedad moderna. Esta escuela afirma en que nada existe como
hecho objetivo. Esta postura sirvió para cuestionar la mayor parte de los
procedimientos de razonamiento según los que han operado la
arqueología hasta ahora.

Críticas
Las reacciones hacia la arqueología procesual generaron posturas muy
variadas y en algunos casos extremas. La mayoría de ellas inspiradas en las
reformulaciones de Hodder. Éste a su vez además de su postura crítica,
planteó propuestas metodológicas y analíticas denominadas arqueología
contextual.
Las posiciones post-procesuales en su mayoría han tomado interés en
aspectos que descuidó la teoría procesual, por lo que se nota el interés por
estudiar de forma asociada y con diferentes perspectivas las estructuras, los
contextos, la acción individual y las implicancias del poder.
Pero también han surgido grupos y personas que dan su versión del pasado
desde sus propias perspectivas ajenas a la arqueología. Lo cual en cierto
sentido es una consecuencia de los pensamientos post-modernos, pero que a
su vez dan opción de que cualquiera pueda decir su versión aunque fuera sin
base científica, lo cual da paso a las arqueologías marginales o alternativas,
con el riesgo de caer en un relativismo (Renfrew y Bahn 1998:450).

LA ARQUEOLOGÍA CONTEXTUAL
Como crítica a la arqueología procesual norteamericana surge en los años
ochenta una nueva posición teórica situada dentro de las corrientes post-
procesuales, la cual es denominada arqueología contextual por Ian Hodder,
quien formula sus principales planteamientos, dando importancia a la
comprensión del contexto como herramienta metodológica y analítica, sobre
todo en la interpretación arqueológica y los estudios simbólicos.

Origen
Una perspectiva ordenada e interesante para hacer arqueología, pero sobre
todo para la interpretación, y en especial para el estudio de símbolos, es sin
duda las ideas que formula el arqueólogo británico Ian Hodder, él mismo

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denomina a sus planteamientos como “arqueología contextual” (Hodder


1994:134), y esta forma de hacer arqueología que él plantea es considerada
por otros arqueólogos como un nuevo paradigma (Trigger 1992:323).
Una de las causas de la formulación de los planteamientos de Hodder fue su
postura crítica y en desacuerdo frente a la nueva arqueología, asimismo
Hodder situó sus planteamientos dentro de las arqueologías que rechazaban el
procesualismo, como una crítica directa junto con las demás líneas de
investigación postprocesuales.
La noción de contexto, Hodder la toma “del latín contextere, que significa
tramar, entrelazar, conectar”, y menciona además que esta palabra se ha
puesto de manifiesto en las demás arqueologías pero principalmente en la
marxista y procesual (Hodder 1994:134), además de que esta palabra se usa
comúnmente en los trabajos arqueológicos tanto de campo como en todos los
demás procedimientos, por lo que el considera la palabra contexto como algo
propio de la arqueología, y que todos los “arqueólogos utilizan el término de
diversas formas, pero todos ellos tiene en común el hecho de conectar o
entrelazar las cosas en una situación concreta o conjunto de
situaciones”(Hodder 1994:135), por lo que Hodder considera importante el
“entrelazar la cultura material para que llegue a ser significativa” (Hodder
1994:136), y que uno de los objetivos de la arqueología contextual deba ser la
búsqueda del “contenido del significado en contextos históricos concretos” y
que el registro arqueológico sea considerado como un texto que hay que saber
leer (Hodder 1994:137).

Planteamientos
Hodder sugiere que la cultura material debe de ser observada como un texto,
y como se dijo líneas arriba deba de ser leída, como si existiera un lenguaje,
pero en muchos aspectos la cultura material no es, en absoluto, un lenguaje; es
sobre todo acción y practica en el mundo. En la medida en que es un lenguaje,
es muy sencillo compararlo con la lengua hablada o escrita (Hodder 1994:138).
Hodder el año 1986, en su libro Reading the past, presenta por primera vez a
su “arqueología contextual” en el cual esboza sus métodos de identificación y
análisis de contextos para interpretar el significado (Hodder 1994:140-159), él
presenta los siguientes puntos a tomar en cuenta:
- El estudio de semejanzas y diferencias. Los arqueólogos al sistematizar
la cultura material deben proceder a identificar semejanzas y diferencias
relevantes que formen tipos de asociaciones contextuales.
Especialmente cuatro tipos de semejanzas y diferencias: 1. Temporal, si
dos objetos son similares en su dimensión temporal podrían situarse con
mas facilidad en un mismo contexto y darles significados
relacionándolos entre sí; 2. Espacial, se debe de tratar de identificar
significados y estructuras funcionales y simbólicas a partir de la
disposición de los objetos en el espacio; 3. Unidad de deposición,
combinación de las dos primeras, si los objetos están delimitados en el
tiempo y espacio, pueden tener significados asociados porque proceden
de la misma unidad de deposición; 4. Tipológica, variante de las dos
primeras, si dos objetos son similares tipológicamente tienen
disposiciones o formas semejantes en el espacio. Para definir los tipos,
los arqueólogos tiene que analizar la asociación histórica de los rasgos,
para intentar penetrar en el significado subjetivo que éstos connotan.

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- Las dimensiones relevantes de variación. En todo conjunto de datos


culturales pueden identificarse semejanzas y diferencias ilimitadas, por
lo que se debe escoger las diferencias y semejanzas relevantes, a
través de dimensiones de variación que reflejen pautas significativas de
semejanza y diferencia, pues el significado de un objeto se deriva de la
totalidad de sus semejanzas y diferencias, asociaciones y contrastes.
- La definición de contexto. La totalidad de las dimensiones relevantes de
variación de cualquier objeto pueden identificarse como el contexto de
ese objeto. El contexto relevante de un objeto al que se quiere dar
significado son todos aquellos aspectos de los datos que tiene relación
con ese objeto y obedecen a una pauta significativa. Un contexto
arqueológico seria entonces la totalidad del medio relevante. Asimismo,
un contexto dependerá de las preguntas que se hagan. Dentro de un
contexto, sus partes tiene significados simbólicos gracias a sus
relaciones y contrastes con sus demás partes dentro del mismo texto.
Un objeto fuera de contexto no es legible.
- La explicación y descripción. Las descripciones y explicaciones pueden
alternar las mismas funciones dependiendo las preguntas que se
formulen. En cada caso la explicación no es más que una descripción, y
viceversa, lo cual conduce a realizar descripciones exhaustivas y
detalladas de la totalidad del contexto, en la medida que se analiza
exhaustivamente una red de asociaciones y contrastes, tratando de
vincular una explicación adecuada con una descripción completa a
medida que se agota todas las influencias que pueda recibir cualquier
rasgo u objeto.
- Tipos de significado. Debe tomarse en cuenta dos tipos: 1. El primer tipo
de significado contextual hace referencia al contexto del medio físico y
del comportamiento presente en la acción. La comprensión de un objeto
es posible si lo relacionamos con el todo mas amplio; 2. El segundo tipo
de significado de contexto puede significar “con-texto” y así la palabra
introduce una analogía entre los significados contextuales de los rasgos
de la cultura material y los significados de las palabras en una lengua
escrita. La noción de “texto” es más apropiada que la de “lenguaje”, al
considerar la naturaleza dual de la cultura material, como objeto y como
signo o símbolo.

Además, Hodder recomienda la utilización de la analogía etnográfica en


arqueología, pues esto estimula nuevas perspectivas y teorías alternativas, al
usar la analogía se deben determinar las semejanzas y diferencias entre los
contextos (Hodder 1994:159), considerando la comparación de una sociedad
actual con una del pasado, los procedimientos son similares a los que se usa
para comparar dos poblados o culturas vecinas del pasado, pues en ambos
casos se trata de cotejar semejanzas y diferencias entre dos contextos para
discernir si la información es o no transferible de uno al otro. En todo caso el
problema fundamental es decidir si las semejanzas y diferencias en los dos
contextos tienen o no mutua relevancia (Hodder 1994:160), razón por la cual
muchos arqueólogos pueden confiar en las analogías históricas.
Asimismo Hodder enfatiza el uso correcto de la interpretación o hermenéutica y
la equipara con su arqueología contextual diciendo que se debe comprender

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cualquier detalle en términos de la totalidad, ya sea un objeto o una palabra, y


comprender esa totalidad en términos de los detalles (Hodder 1994:161).
Hodder, en base a la documentación etnográfica, afirma que la cultura material
no es meramente reflejo de la adaptación ecológica o de la organización socio-
política, sino un elemento activo en las relaciones de grupo que puede usarse
para disfrazar así como reflejar relaciones sociales (Trigger 1992:323), pues los
grupos étnicos que compiten abiertamente pueden utilizar su cultura material
para enfatizar sus diferencias, mientras que un grupo étnico que desea usar los
recursos de otro puede intentar minimizar la manifestación material de esas
diferencias (Trigger 1992:325).
Hodder en el estudio de símbolos considera que los símbolos al igual que las
palabras son polivalentes y arbitrarios, una cosa o un sonido pueden significar
conceptos muy distintos según las culturas e incluso dentro de la misma cultura
en circunstancias diferentes. Por ello menciona que es preciso contar con
mayor información contextual que ayude a dilucidar su sentido concreto en
cada caso histórico o su significado más posible (Fernández 1998:263), pues el
significado deriva en parte de su contexto de uso, y la similitud formal no indica
similitud de significado. Los significados simbólicos cambian con el contexto.
(Hodder 1987:18), En el estudio de símbolos, las estructuras de significado
varían con el contexto (Hodder 1987:20).
Hodder define concluyendo su planteamiento que “La arqueología contextual
implica el estudio de los datos contextuales, utilizando métodos contextuales de
análisis, para llegar a dos tipos de significado contextual, analizados en función
de una teoría general.” (Hodder 1994:165).

Críticas
Según muchos arqueólogos la arqueología contextual es reconocida como el
desafió y el paradigma rival de la arqueología procesual (Trigger 1992:323),
El enfoque de Hodder de que la cultura material se utiliza como un elemento
activo de la interacción social contradice los argumentos cuidadosamente
desarrollados por arqueólogos procesuales acerca los patrones funerarios
dentro de una sociedad reflejan de manera precisa el grado de diferenciación
social (Trigger 1992:325). Las investigaciones de la escuela de Hodder han
mostrado que las ideas complejas relativas a religión, higiene y a rivalidades de
estatus también influyen significativamente en las costumbres funerarias, y
además concluye que una sociedad en particular con costumbres funerarias
simples no era igualitaria en la práctica y esto a su vez revelaría el estatus
ideológico de esas costumbres (Trigger 1992:325).
El enfoque conceptual de la arqueología contextual se basa en la convicción de
que los arqueólogos necesitan examinar todos los aspectos posibles de una
cultura arqueológica para poder comprender el significado de cada una de las
partes que la componen. Al dirigir su atención hacia propiedades de la cultura
material que hasta ahora han sido ignoradas, Hodder ha revelado los peligros
inherentes a la interpretación de la evidencia arqueológica que se analiza de
manera aislada a su contexto cultural más amplio También ha demostrado que
la cultura material tiene propiedades simbólicas dinámicas que concuerdan
mejor con el marxismo o con la interpretación particularista histórica de la
cultura que con el neoveolucionismo (Trigger 1992:325).

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En la arqueología contextual se nota la influencia del enfoque estructural de


Claude Lévi-Strauss especialmente del uso de modelos simbólicos (Trigger
1992:326).
Hodder al igual que Childe también puso de relieve la importancia de las
tradiciones culturales como factores que desempeñan un papel muy activo en
la estructuración del cambio cultural. Estas tradiciones aportan gran parte del
conocimiento, de las creencias y de los valores que influyen simultáneamente
en el cambio económico y social lo cual su vez las reforma. Trigger afirma que
tanto las versiones inspiradas en el marxismo como al arqueología contextual
empezaron como críticas semi-perifericas, especialmente británicas, a las
pretensiones imperialistas de la arqueología procesual norteamericana (Trigger
1992:329)
La arqueología contextual sugiere las limitaciones de un enfoque puramente
arqueológico y alienta a los arqueólogos a intentar descubrir como pueden
combinarse otros tipos de información (Trigger 1992:331). Asimismo, Hodder
creía que los vínculos más estrechos de la arqueología eran con la historia y
reclamaba que se reconociese en mayor medida el papel del individuo en las
investigaciones (Renfrew y Bahn 1998:446).

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