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Luis Fondebrider
Lo que vamos a contarles tiene que ver un poco con el trabajo de base, que ha sido el
trabajo, la tarea del equipo en la Argentina, que es la exhumación y análisis de 340
esqueletos enterrados en el cementerio de Avellaneda, entre 1976 y 1978. En 1988
comenzamos a exhumarlos y hasta el día de hoy estamos intentando identificarlos
positivamente y restituirlos a sus familiares. Estas son algunas de las conclusiones a las
que fuimos arribando luego de varios años de trabajo, especialmente a lo que hace a la
investigación histórica de este caso.
Entre las definiciones posibles está la liberación desde el lugar clandestino, la legaliza-
ción de la detención, mediante puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y la
muerte. Esta última asumió, en el período que estudiamos: '76/'83, dos formas: la eje-
cución podía llevarse a cabo previo adormilamiento del secuestrado y su embarque en
un avión, por el cual era arrojado al río o al mar. Este método parece haber sido el uti-
lizado, preferentemente, en los Centros Clandestinos de Detención dependientes de
los comandos de subzona Capital Federal y "Zona 4". Las posibilidades de recuperación
de los cuerpos en estos casos son remotas y se relaciona solamente con algunos pocos
casos en que aparecieron los cadáveres en las costas uruguayas o en el sur del gran
Buenos Aires. La otra de las principales formas de aplicación de la "pena capital clan-
destina" fue la ejecución extrajudicial. Mediante ellas, a veces aduciendo un inexisten-
te enfrentamiento y otras no, las personas son sacadas de sus lugares de cautiverio y
ultimadas. Los centros de cautiverio clandestino dependientes de la "Subzona 11", esto
es Sur y Oeste del gran Buenos Aires, parecen haber practicado este método. Aquí la
posibilidad de recuperación es mucho mayor. El cuerpo aparece en determinado para-
je y se cumple a su respecto, con excepción de la identificación, con una serie de ritua-
les burocráticos, como registro de un acta e inhumación administrativa. Con la muerte,
el artefacto represivo expulsa un cuerpo sin identidad. Así esquematizado, el fenóme-
no de la desaparición asemeja a un sistema de ingreso y egreso. Su desbaratamiento, a
través de un proceso de identificación, se logra consiguiendo aislar las características
que permanecen constantes a través del paso por el sistema. No serán los rasgos más
evidentes de la identidad: nombre, documento, historia, ya que estos se pierden en el
sistema, sino otros caracteres menos degradables, físicos, odontológicos, ostiológicos y
genéticos.
Las fuentes. La dispersión de la documentación escrita en relación al Terrorismo de
Estado en Argentina y su falta de sistematización han dado como consecuencia lógica
tres aspectos negativos: a)La falta de acceso a la misma, con la consecuente escasez de
información sobre dicho período; b)La ausencia de la sistematización de documentos,
aún hoy significa que casos de desaparición forzada u otros delitos no son esclarecidos
total o parcialmente; c) El riesgo de pérdida de la documentación siempre está latente,
ya que de la enorme mayoría de fuentes de datos no hay copias y los originales se en-
cuentran en condiciones precarias de seguridad o mantenimiento.
Dejando por ahora de lado las "fuentes indirectas" u orales, será útil mencionar a las
más relevantes fuentes directas en base a dos criterios de discriminación. Un criterio
cronológico las divide en "contemporáneas" y "posteriores" y, a su vez, entre "estata-
les" y "no estatales". En cualquier caso casi todos ellos participan de un defecto co-
mún: su carácter estanco. Se supone que todo archivo tiene un doble propósito: la
guarda pasiva y el uso activo del mismo, sin embargo, en el caso que nos ocupamos,
este último aspecto se halla casi sin desarrollar.
Con criterio más propiamente judicial, que permitió conocer muchos nombres de res-
ponsables directos e indirectos, la información fue incorporándose en los expedientes.
No recibió hasta el presente ningún tratamiento sistemático. Al igual que la fuente
anterior es esporádicamente consultada y para zanjar una cuestión relacionada con
algún caso en particular. Sin embargo, el hecho de que el criterio de reunión de la in-
formación no sea personal ha redundado en una dispersión informativa mucho mayor
que la fuente anterior. Se trata de aproximadamente 60 metros cúbicos de papeles, sin
más orden que la incorporación a las causas. Una suerte de depositación burocrática.
Así, encontrar toda la información relacionada con la persona en todas las causas allí
obrantes es una tarea impracticable. Tercer tipo de fuente. El padrón general de casos
del EAAF. Creado en base a la nómina de casos denunciados en la CONADEP. La prácti-
ca fue ampliándolo con la incorporación de casos no denunciados ante la Conadep y
profundizándolo, con la información de fuentes orales. En rigor, ésta es para nosotros
una experiencia práctica de un archivo activo. Con las limitaciones propias de la enver-
gadura de nuestra institución, incorporó información con base personal. La formateó
en una única plataforma y la entrecruzó. Una parte importante de las identificaciones
logradas por el EAAF se originaron en la utilización de este archivo. Obviamente su
tamaño es incomparablemente más reducido, síntesis y codificación mediante que los
antes vistos, lo cual permite una operatividad mayor. Hoy es paso de consulta inevita-
ble para las personas interesadas, personal o profesionalmente, en el destino de los
desaparecidos.
Hasta aquí las fuentes "post-factum", gubernamentales las dos primeras, no guberna-
mental la última. De las tres puede decirse que están relativamente bien conservadas,
aunque las dos primeras son inutilizables sistemáticamente y podrían calificarse en su
actual estado, de consulta restringida. Pero aparte de éstas, contamos con fuentes
estatales y no estatales contemporáneas. Entre las últimas -las no estatales- los diarios
de la época guardan gran cantidad de información que debe ser aprendida entre lí-
neas. Uno de ellos ya ha sido analizado y se ha informatizado toda la información per-
tinente. Pero el fenómeno más interesante que hemos encontrado es que, mientras el
Estado juzgaba y mataba clandestinamente, su burocracia no dejaba de registrar fe-
nómenos directamente derivados de aquella actividad secreta. Dos son, pues, las prin-
cipales fuentes estatales contemporáneas:
1) registro de defunciones. En el área que nos ocupa, todas las muertes por causa vio-
lenta ocurridas en la provincia de Buenos Aires con aparición del cadáver, se encuen-
tran documentadas en el Registro Provincial de las Personas. Por imperativo legal, al
hallazgo de un cuerpo debía seguir su registro mediante acta de defunción. Cuando se
trataba de personas no identificadas, debe constar una mínima descripción corporal.
Esto significa que hay un registro por cada una de las personas que fueron ejecutadas
extrajudicialmente. Excepción hecha del caso, el que dicha ejecución extrajudicial haya
sido acompañada por la ocultación del cadáver mediante su precipitación en el mar. Si
bien el EAAF se halla abocado hace seis meses a la investigación de dichos registros
esta tarea debería extenderse a todo el país.
2) Los archivos penales. La jurisdicción de los jueces penales y civiles se mantuvo du-
rante el período de mayor represión para los casos de hallazgos de cadáveres. Así, son
frecuentes en los juzgados penales del conurbano bonaerense las carátulas calificadas
"múltiple homicidio". Cada una de estas causas, alguna de las cuales guardan fotogra-
fías y hasta huellas dactilares, siguió su curso hasta los archivos judiciales de cada cir-
cunscripción y hoy día siguen allí. Nunca se ha hecho un valoramiento detallado de
estos expedientes. Sabemos que están allí, que no es sencillo acceder a ellos. En algu-
nos casos están siendo destruidos por el simple paso del tiempo. Finalmente los "ar-
chivos federales". La jurisdicción de los jueces federales también se mantuvo. Así como
se explicara en el punto anterior, algunos casos de hallazgo de cadáveres, en lugar de
ser derivados por las autoridades policiales hacia los juzgados penales comunes eran
remitidos al juez federal con competencia territorial en el lugar del hallazgo. Estas cau-
sas se encuentran archivadas en los distintos juzgados federales del conurbano, toda
vez que no fueron solicitadas por la Cámara Federal de Capital Federal.
Para explicar solamente uno de estos puntos -la repetición- será de utilidad un ejemplo
concreto: el padrón general de casos de una nómina remite a los actores; es decir, to-
das las personas cuya desaparición fue denunciada en algún momento, entre 1974 y
1984; el muy diverso origen de cada denuncia hace que haya casos denunciados dos
veces, con alguna diferencia mínima en los nombres denunciados en una y otra oca-
sión. A los fines de la determinación exacta de cuántas personas fueron denunciadas
como desaparecidas, estas mismas repeticiones implican un factor distorsivo que per-
judica al sistema.
Por todo lo expuesto, desde el principio de este año el equipo está trabajando sobre
tres ejes en la Argentina: recuperación de fuentes escritas oficiales, en su clasificación
y análisis; recolección de muestras de sangre de familiares y análisis de restos óseos
con fines genéticos y profundización de la investigación histórica.
Creemos que, como hemos volcado en las páginas anteriores, queda en claro cuál es el
universo de información a recuperar. A fuerza de ser sinceros, es imposible conocer a
priori la envergadura total de la información a colectar. Por ejemplo, la cantidad de
causas judiciales que va a deparar un archivo determinado. Sin embargo, puede supo-
nerse que la cantidad de información será enorme. En ese caso el criterio rector será,
inicialmente, abarcativo. Si no es factible la recuperación en el soporte más adecuado
en los plazos programados y, tratándose de información en peligro de destrucción, lo
primero que deberá ser garantizado es su preservación, a riesgo de no profundizar su
análisis en el mismo momento. Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿Quiénes serán
los destinatarios de la información? Una respuesta formal sería decir que los archivos
no tienen destinatarios específicos, lo cual es parcialmente cierto. Sin embargo, tra-
tándose de información relevante no sólo en términos históricos, es imperativo brin-
dar la información que se vaya acumulando a los familiares de personas desaparecidas.
De hecho, hace varios años el EAAF es el lugar donde son derivados, previo paso por
un organismo o por la Subsecretaría de Derechos Humanos, los familiares, que por el
tiempo transcurrido, en general son hijos de desaparecidos que desean averiguar algo
sobre el destino de sus allegados. La posibilidad de centralizar la información redunda-
rá en una mejor información al familiar. También, como es práctica común desde el
corriente año, los familiares son invitados a dejar una muestra de sangre que pasa a
conformar nuestro Banco de Datos Genéticos.
Muchas gracias.