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Nosotros tomamos esa misma categoría y la aplicamos no sólo a datos e informaciones, sino a
experiencias; por eso no hablamos sólo “sistematización”, sino de la “sistematización de
experiencias”.
Las experiencias son procesos individuales y colectivos. Son siempre procesos socio-históricos,
dinámicos y complejos. Las experiencias no son simplemente acciones, hechos puntuales, sino
que tienen una consistencia de dinamismo y de complejidad. Las experiencias están siempre en
movimiento y en toda experiencia intervienen muchos elementos. Por ejemplo: las condiciones del
contexto; cualquier experiencia se hace siempre en determinadas condiciones del contexto
económico, social y político local, nacional o mundial. O situaciones particulares; ninguna
experiencia está fuera de una determinada situación particular, que puede ser una situación
geográfica o institucional, o hasta personal; siempre hay, aparte de las condiciones del contexto,
una situación particular en la cual se desarrolla una experiencia.
Por otro lado, la experiencia siempre está constituida por acciones; es decir, por cosas que
hacemos, pero también por nuestras percepciones. Está constituida también por sensaciones,
emociones e interpretaciones de las personas que viven esas experiencias, los sujetos de la
misma; es decir, en una experiencia no solamente hay hechos y cosas que pasan; más bien hay
personas que sienten, viven y que hacen cosas.
La experiencia está marcada por la calidad, las características de los sujetos, los actores, hombres
o mujeres que las viven. Personas que tenemos expectativas, sueños, temores, esperanzas,
ilusiones, ideas e intuiciones. En definitiva, entonces, las personas somos las que hacemos esos
procesos, que son complejos y dinámicos, y esos procesos, a su vez, nos marcan, nos impactan,
nos condicionan, nos exigen, nos hacen ser.
Además, debemos tomar en cuenta que cada acción que se realice, o que no se realice, va a
producir un determinado resultado y va a producir en otras personas, determinadas reacciones. Va
a generar, así, determinadas relaciones y producir otras situaciones diferentes a las que existían
antes de haber realizado dicha acción. Es decir, estamos hablando de procesos históricos en los
que se van concatenando los diferentes elementos que intervienen, en un movimiento permanente,
produciendo cambios continuamente.
En síntesis, las experiencias son siempre experiencias vitales, cargadas de una enorme riqueza;
es más, cada experiencia constituye un proceso inédito e irrepetible y por eso en cada una
tenemos una riqueza que debemos aprovechar precisamente por su particularidad; por eso
necesitamos comprender esas experiencias; por eso es fundamental extraer sus enseñanzas y
por eso es también importante comunicarlas, compartirlas.
Pero éste es sólo un primer paso, porque no se trata únicamente de reconstruir y ordenar lo que
sucedió. Nuestra propuesta, desde la educación popular, nos exige que tratemos de comprender e
interpretar las causas, las razones de fondo para que esos procesos se dieran de esa manera. Así,
comprendiendo e interpretando lo que hemos ordenado y hemos reconstruido, podremos sacar
lecciones para la propia práctica. Todo este tema de la obtención de lecciones de la propia
experiencia, que deben servir a la propia experiencia, significa un paradigma epistemológico;
supone una manera de ver el mundo, de situarnos ante el mundo, de situarnos ante la
comprensión y la transformación del mundo como parte de un mismo movimiento. Entonces,
reconstruir, ordenar lo acontecido, para comprender e interpretar lo acontecido y para poder
entonces transformar y sacar lecciones de esa propia experiencia supone una postura
epistemológica.
Por lo tanto, no sólo debemos reconstruir, no sólo debemos describir. En nuestra propuesta, la
sistematización no se limita a ello. Claro, eso es parte de la sistematización. Registrar y
reconstruir es sólo una parte. Lo importante, lo más importante, lo decisivo es, después que está
todo registrado y reconstruido, saber qué hacemos con eso. Tenemos que entender, comprender,
interpretar a fondo lo que ocurrió, cuáles fueron sus causas, cuáles las consecuencias, cuáles los
efectos secundarios y las raíces de esos fenómenos. También debemos interpretar cuáles han sido
las contradicciones, las continuidades y las discontinuidades, las coherencias y las incoherencias.
Descubrir la lógica de esos procesos supone un esfuerzo de teorización de esa práctica. Entonces,
yo la ordeno y la reconstruyo, no para ordenarla y reconstruirla, sino para que al ordenarla y
reconstruirla me den la base para poder, entonces, descubrir: “ah, aquí hubo una ruptura, aquí
hubo una discontinuidad, aquí hubo un cambio importante respecto a lo que venía haciendo...”, y
entonces, así podré preguntarme: ¿Por qué se produjo esa ruptura?, ¿por qué hubo esta
discontinuidad?, ¿por qué aquí sí hubo continuidad y aquí no? ¿cuáles fueron los factores que
produjeron este cambio?, etc. Sólo hasta entonces vienen las preguntas interpretativas que
suponen la creación de categorías de interpretación teórica que permitan entender lo empírico de
nuestras prácticas.
Por todo esto, pensamos que la sistematización de experiencias no es algo fácil y simplista, pero
tampoco es algo tan complicado y especializado que esté reservado exclusivamente para algunos
o algunas especialistas.
Alguien que tenga mucha experiencia metodológica me podrá, de repente, ayudar, me podrá
plantear preguntas o proporcionar asesoría metodológica; pero ¿quién va a poder sistematizar mi
experiencia, lo que yo he vivido como pedagogo en mi práctica a lo largo de este año, de varios
años, en mi trabajo?, ¿quién me lo puede sistematizar?. Nadie. Nadie puede sistematizarlo por
mí.
En ese sentido puede haber muchos apoyos que hagan factible la sistematización de las
experiencias, pero que no sustituyen a las personas que vivieron las experiencias.
Ahora bien: ¿Para qué sirve sistematizar experiencias?. Nosotros creemos que hay tres grandes
objetivos posibles a los que puede servir:
Por una parte, una buena sistematización nos permitiría tener una comprensión más profunda de
la experiencia, con el fin de mejorar nuestra propia práctica; o sea: sistematizamos para mejorar y
para transformar la propia práctica. Ese sería un gran objetivo.
Un segundo propósito al cual podría servir la sistematización, es que nos sirva para compartir con
otras prácticas semejantes las enseñanzas surgidas de nuestras experiencias. Es decir, no
solamente comprender la mía para mejorarla, sino compartirla con otras personas, instituciones o
grupos que hacen experiencias semejantes. Y aquí me gustaría que marcáramos una diferencia
importante: no es lo mismo intercambiar narraciones y cuentos sobre las experiencias, que
intercambiar productos sistematizados de las experiencias; porque muchas veces en los
intercambios de experiencias desperdiciamos la oportunidad de hacer intercambios de fondo y
nos limitamos a hacer intercambios narrativos en los que cada quien cuenta lo que hace y todo el
mundo dice: “¡ah, sí; muy interesante!...” y luego comenta: “bueno, esa fue tu experiencia. Ahora,
en la mía...” y no se pasa de ahí.
Añadamos otro objetivo, que es tal vez uno de los menos logrados: que la sistematización de
experiencias sirva para enriquecer la reflexión teórica a partir de los conocimientos que surgen de
las prácticas concretas.
En el ámbito educativo tenemos muchísima gente haciendo una gran cantidad de cosas,
innovando, buscando respuestas a las preguntas de sus prácticas y, seguramente en su labor
cotidiana tienen pistas o pautas de respuesta para aquellas preguntas que desde el laboratorio, la
oficina o la academia no se pueden resolver.
Para los amantes del cine hay también una imagen que puede ayudar: La sistematización es algo
así como hacer un cine-foro después de ver una película en la que se filmó la propia experiencia;
es decir, pasar una película de lo que ocurrió, pero haciendo un cine-foro, analizando escena por
escena y el desarrollo de las acciones: ¡Ah, mira, por qué paso tal cosa en este momento...! ¡por
qué si se estaba haciendo tal cosa, luego se cambió a hacer tal otra...!. Pasar otra vez la película,
pero no sólo pasarla, sino hacer la interpretación crítica de sus escenas y lo que ocurrió entre
ellas. Igualmente, la sistematización pone en orden conocimientos desordenados y percepciones
dispersas, que las tenemos, pero al estar desordenadas no nos las podemos apropiar y la
sistematización nos ayuda a ordenarlas y comprenderlas.
Cuando yo recojo un aprendizaje de una experiencia para dar cuenta de él, me veo obligado a
explicitar, exponer, presentar mis ideas de forma comprensible para las otras personas. Tengo que
presentarles los distintos elementos, las circunstancias en que se dio; tengo que desarrollar un
cierto orden en la exposición, etc. Muchas veces sólo al hacer ese primer esfuerzo, nosotros
mismos nos damos cuenta de todo lo que implica lo que hemos pensado. Así, la mirada que yo
tenía sobre mi práctica, se pone en diálogo con la mirada y las preguntas de las otras personas
sobre lo que he mirado y se enriquece. Luego, yo paso a responder no sólo mis inquietudes o
preguntas, sino las que provienen de las demás personas. Y al hacerlo, provocamos que las otras
personas miren también -con los elementos aportados por mi mirada- su propia práctica,
haciéndose quizás preguntas sobre ella que antes no se había hecho.
Quiero decir que sistematizar no es algo que se pueda hacer de manera espontánea. Claro,
normalmente vamos aprendiendo de lo que vivimos, pero cuando hablamos de Sistematizar
experiencias nos referimos a un proceso intencionado y consciente, que debe tener un orden, un
rigor, una metodología que permita reconstruir la experiencia y descubrir esos aprendizajes a
través de un ejercicio teórico de interpretación crítica. Cómo hacerlo, es un asunto que tiene
muchas variantes y posibilidades que ahora quizás no tengamos el tiempo para ver. Pero
refirámonos rápidamente a algunas condiciones necesarias para poder sistematizar: tres
condiciones principales en el ámbito personal.
La primera condición personal es que hay que tener interés y disposición de aprender de la
experiencia. Si yo considero ya sé todo, ya estudié todo, que ya sé lo que va a pasar o puede
pasar en mi labor, yo no puedo sistematizar, porque me estoy anulando ante la posibilidad de
descubrir lo nuevo. Debo tener interés en aprender de la experiencia. Y hay mucha gente que le
cuesta sistematizar porque en el fondo, aunque diga que no, cree que ya lo sabe todo o casi todo,
entonces no se coloca en situación de aprendizaje.
La segunda condición: tener sensibilidad para dejar hablar a la experiencia por sí misma, lo cual
tampoco es fácil. Muchas veces hemos hecho un plan, un proyecto con una idea de lo que
queremos que suceda y eso nos condiciona de tal manera, que a la hora de interpretar lo que
ocurre, lo hacemos en función del proyecto previo en lugar de mirar lo que efectivamente ha
sucedido.
Ahora bien, esas condiciones, ¿dónde las aprendemos?. Muchas veces nuestros sistemas
educativos no nos enseñan a desarrollar nuestra capacidad de teorización, nuestra capacidad de
percepción, nuestra capacidad de análisis ni nuestra capacidad de síntesis; entonces somos más
narradores o repetidores. Podemos contar experiencias, pero a la hora de tratar de explicar
cuáles eran los factores más importantes o decisivos o a la hora de comprender cómo se relaciona
esto con lo otro, no somos capaces de hacerlo. Por eso necesitamos formarnos para desarrollar
nuestras capacidades de producción teórica.
Llegados a este punto, es necesario plantear, de la manera más precisa y concreta posible, un
método de sistematización, una propuesta de cómo pensamos que se puede o se debe hacer, que
sea coherente con todo lo planteado en las páginas anteriores.
Sabemos que la interrogante de "¿cómo sistematizar?" es, en realidad, la pregunta que más
interesa e inquieta a educadores y promotores en toda América Latina. Pero hemos considerado
que no tenía sentido intentar enfrentarla sin antes pasar por toda la reflexión previa que hemos
realizado. Sabemos también que mucha gente está simplemente buscando una especie de
"receta" que le indique, de una vez por todas, "la" manera de poner en práctica un proceso de
sistematización, los "pasos" ya predefinidos que hay que seguir, sin hacerse tanta complicación...;
pero, lamentablemente, no hay "una" manera de sistematizar, ni hay una secuencia exacta de
pasos y procedimientos que una vez desarrollados den por resultado mágicamente una
sistematización..., ni la sistematización, como nosotros la pensamos y proponemos, es una tarea
simple y sin complicaciones.40
En este marco, queremos atrevernos a compartir una propuesta metodológica surgida de nuestras
propias experiencias y enriquecida con aportes prácticos y teóricos de varias amigas y amigos en
todo el continente.41
Explícitamente quiero señalar que no busca ser un "recetario", pero sí ser un instrumento utilizable,
por lo que contiene algunas pautas indicativas. Su puesta en práctica posibilitará, sin duda, su
cuestionamiento, modificación, enriquecimiento y adaptación a las condiciones particulares de
cada quien.
Se trata de una propuesta en cinco tiempos, lo cual sugiere un procedimiento con un orden
justificado, pero que no necesariamente debería seguirse tal cual, porque dependerá de
muchísimos factores que inciden en la multiplicidad de experiencias existentes. Debe usarse más
como sugerencia e inspiración, aunque por razones didácticas se presenta un poco rígidamente.
Por ese motivo, este capítulo tiene como complemento indispensable el siguiente: "Ejemplos de
sistematización", en el que se ofrece un abanico muy variado de posibilidades, para que se tomen
en cuenta como referencia al definir el procedimiento y los instrumentos propios de cada
sistematización.
40
Esto no quiere decir que no esté al alcance de muchos. Pensamos que cualquier educador o educadora popular, dirigente intermedio
o de base, promotora o promotor institucional, puede sistematizar sus experiencias. Que no sea simple, tampoco quiere decir que sea
propiedad de especialistas, o que sea tan complicada que hay que dedicarle toda una vida (o buena parte de ella). Como dice Roberto
Antillón: "No hay que vivir para sistematizar, sino sistematizar para vivir".
41
Particularmente mis compañeras y compañeros de la red Alforja en México y Centroamérica, y del Taller de sistematización CEAAL-
Perú.
42
Ver capítulo 11: Qué es sistematizar
"... es aquella interpretación crítica de una o varias experiencias, que, a
partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica
del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso,
cómo se han relacionado entre sí, y por qué lo han hecho de ese modo."
De allí que nuestra propuesta de método, coherente con esta conceptualización considere cinco
"tiempos" que todo ejercicio de sistematización debería contener:
A. El punto de partida.
B. Las preguntas iniciales.
C. Recuperación del proceso vivido.
D. La reflexión de fondo.
E. Los puntos de llegada.
A) El punto de partida:
a1. Haber participado en la experiencia.
a2. Tener registros de las experiencias
A. El punto de partida
43
Cada uno de los tiempos y momentos tiene una enorme cantidad de variantes posibles en términos de contenido, alcances, niveles
de profundidad, duración, instrumentos que se utilizarán y ubicación en el conjunto del proceso, por lo que vamos a precisar las
características que consideramos fundamentales de cada uno de ellos, con algunos ejemplos y advertencias, que, confiamos, sean de
utilidad.
Se trata de partir de la propia práctica. 44 Este es el punto de partida de todo proceso de
sistematización. Y esto quiere decir, fundamentalmente, que la sistematización es un "momento
segundo"; no se puede sistematizar algo que no se ha puesto en práctica previamente. 45
Ahora bien, esto nos plantea dos características básicas que debemos definir desde el
arranque: quién sistematiza y de qué información se parte. Veámos:
Sostenemos que sólo pueden sistematizar una experiencia, quienes han formado parte de
ella y que no es posible que una persona totalmente ajena a la experiencia, pretenda
sistematizarla.
Por ejemplo:
44
Aquí nos diferenciamos claramente de aquellas propuestas que proponen, como punto de partida: "definir el marco teórico", siguiendo
un esquema tradicional de la investigación social clásica. Es común, además, encontrarse con que este "marco" quede reducido a un
conjunto de citas de diversos autores, referencias bibliográficas y un listado de palabras con sus respectivas acepciones tal como
aparecen en algún diccionario. Ahora bien, esto no significa que consideremos el problema de la aproximación teórico- conceptual como
algo secundario; para nosotros es fundamental (ya habíamos mencionado en el capítulo III que la sistematización es un ejercicio
claramente teórico). Por eso mismo, asumimos el rol de la teoría de otro modo. En el siguiente acápite, referido a las preguntas
iniciales, profundizamos más este tema, cuando nos referimos a "el contexto o aproximación teórica". Baste, por ahora, precisar que
cuando decimos "partir de la práctica" estamos entendiendo que hay que partir de lo que haremos, sentimos y también, de lo que
pensamos.
45
Esto no significa, como veremos luego, que para sistematizar haya que "esperar a que la experiencia concluya"; primero, porque el
concepto de "concluir una experiencia" es muy relativo: puede ser que el proyecto de una institución se termine, pero que la experiencia
que desarrolló continúe de otra forma; segundo, porque, desde nuestra concepción, la sistematización debe hacerse para ir alimentando
la práctica, no para dar cuenta definitiva de ella. Existen muchas modalidades para ir sistematizando experiencias a lo largo de su
proceso.
Por el contrario, sí puede ser importante tener a alguna o algunas personas como apoyo externo
para realizar la sistematización. Este apoyo puede ser muy diverso, dependiendo de las
necesidades y posibilidades de quienes sistematizan.
Por ejemplo:
• Una organización popular puede pedir ayuda a un equipo de una institución, para que la
apoye en el diseño y conducción metodológica del proceso de la sistematización, o
para que la apoye en la búsqueda y ordenamiento de información, o para que le
proporcione algún insumo de reflexión sobre algún tema que alimente la interpretación
de la organización.
• Una institución puede pedir ayuda a personas con experiencia en determinado tema,
para que opinen críticamente sobre lo que el grupo que sistematiza está reflexionando
o sobre sus conclusiones, o para que elaboren un producto de comunicación (un folleto,
un video, un programa radial...) con los elementos que van saliendo del proceso, o con
las conclusiones finales...
Por ejemplo:
Ahora bien, cuando hablamos de "registros", estamos hablando de una enorme variedad de
formas posibles en las cuales se puede recoger la información de lo que sucede en una
experiencia.
Por ejemplo:
Y no sólo hay que pensar en registros escritos: hay otras formas documentales que son tanto o
hasta más importantes, según el caso: grabaciones, fotografías, filmación en cine o en video;
gráficos, mapas, cuadros sinópticos, dibujos...
Los registros nos permiten ir a la fuente de los distintos momentos que se llevaron a cabo a lo
largo de la experiencia, con lo que será posible reconstruir ese momento tal como fue. 47
Estos tipos de registro que hemos señalado, son ahora bastante comunes en las instituciones y
organizaciones populares, lo que facilitará que mucha gente pueda recurrir a ellos cuando se
proponga sistematizar. Sin embargo, no siempre son la fuente más adecuada, confiable y
ordenada. Por eso nos parece importante recomendar que no nos limitemos a ellos, sino que
busquemos, además, otras formas más estructuradas de registrar la información, de tal forma que
podamos luego tener una mejor visión del desarrollo real de los procesos.
"... la información sobre el desarrollo del proceso suele ser escasa y de mala calidad, lo
cual termina siendo un obstáculo para cualquier actividad que aspire a conocer lo sucedido
con un mínimo de rigor".
Esto las lleva a proponer una alternativa integral: diseñar un instrumento unificador que centralice y
distribuya, en la institución, la información que se produce.
Por último, quisiéramos cerrar este punto haciendo referencia a los cuadros de registro, que son
uno de los instrumentos más difundidos por algunas propuestas de sistematización.49 En este
aspecto, mi opinión es que, francamente, la creatividad debe ser infinita: cada persona, equipo o
institución deberá crear sus propios cuadros, con aquellos aspectos que le interese ir recogiendo
en el camino. Y deberá establecer sus propias normas para llenarlos: su frecuencia, uso, difusión,
etc.
Por ejemplo:
• Se puede tener un cuadro que cada persona llene diaria- mente de forma individual,
dejando constancia de su trabajo del día (Ver formato #1 en anexo)
• Se le podría añadir un cuadro de registro semanal, para ser llenado por cada equipo o
su responsable (también podría ser suficiente solo con éste). (Ver formato #2 en anexo)
• También podría ser bueno tener una guía (o cuadro), que se responda al final de cada
actividad (reunión, seminario, taller, asamblea, etc.) (Ver formato #3 en anexo)
En cualquier caso, tratar que el instrumento sea lo menos enredado posible y lo más útil en relación
a lo que se quiere. 50
OSCAR JARA*
* Educador Popular y sociólogo peruano-costarricense.
Actualmente es director general del Centro de Estudios y
Publicaciones Alforja en San José, Costa Rica. Coordina
la página web del programa latinoamericano de apoyo a
la sistematización de experiencias del CEAAL:
www.alforja.or.cr/sistem. Este texto es un extracto de una
conferencia presentada en un curso latinoamericano
dado en el CREFAL, Pátzcuaro, México, en el año 2003.
48
Presentación de Mariluz Morgan, en nombre del Taller, en la Reunión de intercambio sobre sistematización, Lima, 9 de julio de 1993,
a la que asistieron representantes de varias instituciones peruanas que trabajan en el tema.
49
Y que, en algunos casos, ha contribuido a hacer pensar que la sistematización consiste en "clasificar" y "llenar cuadros" y no a ver
esta etapa solo como una fase instrumental inicial.
50
Un equipo debería, de cuando en cuando, revisar sus instrumentos de registro y ver si se les da algún uso. Si alguna persona,
después de un año, descubre que estuvo llenando cada día o cada semana un cuadro que nunca nadie tomó en cuenta para nada (ni
ella misma), quiere decir que no sirve el Instrumento o que tiene que definir cómo aprovechar esa información.