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Desde hace varios años se nos viene anunciando por los distintos medios de
comunicación las posibles consecuencias del cambio climático que se está produciendo
en nuestro planeta. Este artículo trata de resumir algunas ideas y datos de diferentes
informes elaborados por grupos científicos y relacionados con el tema, con el fin de
responder a algunas preguntas que muchos de nosotros nos planteamos: ¿es cierto que
el clima está cambiando?; sí es así, ¿cuáles son las razones de esos cambios?, ¿existen
soluciones?, y lo más importante, ¿cómo nos puede afectar a nosotros y a las
generaciones venideras?.
Este mismo año, otro informe del Grupo de Trabajo I del IPCC, encargado de
aspectos los científicos del cambio climático, indicaba que Europa se ha calentado al
menos 1 ºC durante el último siglo, a un ritmo más rápido que el promedio global.
Esto puede suponer para España un incremento de lluvias torrenciales y olas de
calor, así como el aumento de salinidad del Mediterráneo al evaporarse más agua del
mar.
Bien, de todo este baile de nombres y fórmulas, nos vamos a quedar con el más
importante, el dióxido de carbono (CO2), porque es el que más contribuye al efecto
invernadero (en casi dos terceras partes). Si nos fijamos en la siguiente gráfica, podemos
comprobar el incremento de este gas en la atmósfera en las últimas décadas. Dicho
incremento, está ligado a un mayor uso de los combustibles fósiles, en especial, carbón y
petróleo. Pero como vemos en la gráfica se observa una línea de incremento de CO2 que
no es rectilínea, sino quebrada. Los dientes de sierra se deben a variaciones
estacionales, ya que en la época de crecimiento vegetativo (primavera y verano), la
vegetación absorbe CO2 del aire para realizar la fotosíntesis y la concentración de CO2
baja. Por el contrario, en invierno al no haber crecimiento vegetativo, la vegetación
absorbe mucho menos CO2 y la concentración aumenta.
Todo esto nos lleva a la conclusión de la importancia de la vegetación (no solo las
plantas, sino también las algas marinas) como un sumidero de CO2, es decir, una
especie de cloaca donde va a parar parte del CO2 que nosotros expulsamos al quemar
carbón, petróleo y gas natural. Pues bien, si tenemos en cuenta que en las últimas
décadas ha habido una deforestación masiva, sobre todo en las regiones tropicales
producida por las empresas madereras y los incendios forestales, la falta de vegetación
también contribuye a aumentar la concentración de CO2 en la atmósfera. Así pues existe
una segunda causa que explica el aumento de CO2 atmosférico, la deforestación.
Todos estos cambios nos afectarán y hoy día existen varios estudios sobre qué
efectos tendrá el cambio climático en las próximas décadas. El estudio más completo
corresponde al Tercer Informe de Evaluación que el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre cambio Climático (IPCC) elaboró en el año 2001, a la espera de su
próximo informe para finales de este año. En dicho informe se plantean varios escenarios
posibles, en función la evolución de la población humana, producto interior bruto, el uso
de tecnologías, etc …, que provocarían un mayor o menor incremento del CO2
atmosférico.
Según dicho informe, los principales efectos del cambio climático serían:
• La pérdida de capacidad productiva agrícola en grandes zonas de Asia y África, lo que
implicaría una mayor hambruna.
• La disminución de las reservas hídricas en numerosas regiones.
• El recrudecimiento de las sequías, en especial en el sur de Europa, y en particular en
la península Ibérica.
• El aumento, en frecuencia e intensidad, de los fenómenos meteorológicos extremos,
como huracanes, olas de frío y de calor, con importantes pérdidas en vidas humanas y
económicas.
• El incremento de los fenómenos de erosión y salinización en áreas costeras.
• El aumento y propagación de enfermedades infecciosas, sobre todo ligadas al
consumo de agua.
España, junto con los países del Mediterráneo, sería uno de los que más sufra los
impactos del cambio climático, debido a sus características geográficas y climáticas. En
el año 2004, la Agencia Europea del Medio Ambiente publicó un informe en el que llega a
las siguientes conclusiones:
1. En los últimos cien años, España se ha calentado unos 1,5º C (el promedio global ha
sido de 0,6º C y el europeo de 0,95º C). Para el siglo XXI, las proyecciones de los
modelos climáticos muestran una tendencia progresiva al incremento de las
temperaturas. En el escenario más desfavorable estudiado, durante el período 2070-
2100 se podrían tener incrementos de hasta 7º C en verano y de 4º C en invierno.
4. Los recursos hídricos ya se están viendo afectados. Para finales de siglo la reducción
global media de los recursos hídricos podría superar el 22%. Las cuencas donde los
impactos serán más severos son las del Guadiana, Canarias, Segura, Júcar,
Guadalquivir, Sur y Baleares.
5. La subida del nivel medio del mar para finales de siglo puede variar entre 10 y 68 cm.
Ante una subida generalizada del nivel medio del mar las zonas más vulnerables son los
deltas y las playas. Esto puede causar pérdidas de un número importante de playas y la
inundación de zonas bajas costeras (por ejemplo, delta del Ebro, Llobregat, Manga del
Mar Menor, etc.)
Países como Portugal, Grecia y España entre otros pueden aumentar sus
emisiones respecto a las de 1990, pero otros como Alemania, Luxemburgo o Dinamarca
las deben de reducir.
¿Y qué es lo que está pasando?. ¿Se están cumpliendo los compromisos?. Pues
bien, algunos países sí lo están cumpliendo y otros, como España, cada vez más lejos de
cumplirlos.
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global es la tan denostada energía nuclear, tal y como defienden algunos como
Patrick Moore, uno de los fundadores de Greenpeace.
3. Muchos de los gases invernadero, como el CO2, N2O y los halocarbonos, tienen un
efecto duradero en la composición atmosférica, de manera que, por ejemplo, varios
siglos después de producirse emisiones de CO2, alrededor de una cuarta parte del
exceso de CO2 emitido seguirá presente en la atmósfera. De manera que aunque no
aumenten las concentraciones de estos gases en la atmósfera, las temperaturas
medias seguirán subiendo (eso sí, menos, unas décimas de grado por siglo) y lo
mismo el nivel del mar, ya que su calentamiento hace que se expanda y los procesos
oceánicos profundos tardan en ajustarse al cambio climático.
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