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EL CAMBIO CLIMÁTICO QUE SE NOS AVECINA

Angel Luis Fernández Prieto. Marzo 2007

Desde hace varios años se nos viene anunciando por los distintos medios de
comunicación las posibles consecuencias del cambio climático que se está produciendo
en nuestro planeta. Este artículo trata de resumir algunas ideas y datos de diferentes
informes elaborados por grupos científicos y relacionados con el tema, con el fin de
responder a algunas preguntas que muchos de nosotros nos planteamos: ¿es cierto que
el clima está cambiando?; sí es así, ¿cuáles son las razones de esos cambios?, ¿existen
soluciones?, y lo más importante, ¿cómo nos puede afectar a nosotros y a las
generaciones venideras?.

¿Es cierto que el clima está cambiando?

Bien, para empezar, lo primero es entender lo que significa “cambio climático”. El


cambio climático es la variación global del clima de la Tierra, produciéndose cambios en
las temperaturas, precipitaciones, nubosidad, etc. El cambio climático tiene su origen en
causas naturales y también a la acción del hombre.
A lo largo de la historia de la Tierra el clima ha cambiado en varias ocasiones,
existiendo períodos más fríos (como el final de la era Primaria) y otros bastante más
cálidos (como la era Secundaria). Durante la era Cuaternaria se han registrado varios
períodos fríos (glaciares) y cálidos (interglaciares), pero con una duración
aproximadamente de 100.000 y 10.000 años respectivamente. El problema no es que
actualmente el clima esté cambiando, debido a un aumento de temperaturas, sino que lo
está haciendo muy rápidamente, y aunque nosotros no seamos conscientes de ello,
existen evidencias científicas.
En el año 2001 el Tercer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre cambio Climático (IPCC), una agencia creada por la ONU, ponía de
manifiesto varias observaciones:
• Durante el siglo XX la temperatura media de la Tierra ha aumentado 0,6 ºC.
• El nivel del mar ha crecido de 10 a 12 centímetros debido a la fusión de las casquetes
glaciares y a la expansión de los océanos, cada vez más calientes.
• Se ha incrementado el ritmo de derretimiento de los glaciares y capas de hielo, la
extensión de la nieve se ha reducido un 10% desde los años 60 y los glaciares de alta
montaña fuera de las regiones polares se han ido retirando durante el siglo XX, como
indican los datos de los satélites.
• Las precipitaciones han aumentado entre un 0,5 y un 1% por década durante el siglo
XX en la mayoría de los continentes de latitudes medias y altas del hemisferio norte.
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Este mismo año, otro informe del Grupo de Trabajo I del IPCC, encargado de
aspectos los científicos del cambio climático, indicaba que Europa se ha calentado al
menos 1 ºC durante el último siglo, a un ritmo más rápido que el promedio global.
Esto puede suponer para España un incremento de lluvias torrenciales y olas de
calor, así como el aumento de salinidad del Mediterráneo al evaporarse más agua del
mar.

¿Porqué está cambiando el clima?

El clima está cambiando, como antes indiqué por el aumento de la temperatura.


Con la invención de la máquina de vapor y la utilización del carbón como combustible en
el siglo XVIII, las principales fuentes de energía utilizadas por la humanidad en los últimos
siglos han sido los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y la quema de los
mismos arroja a la atmósfera diferentes gases contaminantes, entre ellos, el CO2. Este
gas, al igual que otros, que denominados genéricamente gases invernadero o gases de
efecto invernadero (GEI) tienen un efecto sobre la atmósfera, y es que retienen parte
del calor que se escapa de la superficie terrestre en forma de radiación infrarroja y por
tanto aumentan la temperatura media de la Tierra, es lo que denominamos “efecto
invernadero”, y en sí es beneficioso, ya que permite mantener la temperatura media de la
superficie terrestre en torno a los 15 ºC, lo que posibilita la existencia de agua líquida y
por tanto las diferentes formas de vida terrestre. La concentración de los gases
invernadero, y en especial, de CO2 se ha mantenido estable durante miles de años, ya
que las plantas lo absorben en la fotosíntesis y todos los seres vivos lo expulsamos en la
respiración, por lo que estos dos procesos, fotosíntesis y respiración mantienen en
equilibrio las concentraciones de este gas.
Un aumento de concentración de estos
gases invernadero en la atmósfera, conlleva un
aumento de temperatura, y eso, en definitiva es
lo que está sucediendo. Durante el último siglo, la
creciente industrialización, el tráfico, las
calefacciones y la intensificación de la agricultura
y ganadería han provocado un incremento de los
gases invernadero en la atmósfera,
principalmente tres: dióxido de carbono (CO2),
procedente de la combustión de combustibles
fósiles; óxido nitroso (N2O), debido al abuso de
abonos y fertilizantes sintéticos en la agricultura;
y metano (CH4), originado por fermentación y
producido por el ganado, los cultivos de arroz y
vertederos de basuras.
La gráfica de la derecha pone de
manifiesto el incremento de estos tres gases en
los últimos años.
Además de estos, existen otros gases, los
halocarbonos (que son a la vez destructores de
la capa de ozono) que también son potentes
gases de efecto invernadero, entre ellos los
cloroflurocarbonos (CFCs) prohibidos ya desde
el año 1996, y sustituidos por otros, como los
hidrofluorocarbonos(HFC), perfluorocarbonos
(PFC) y el hexafloruoruro de azufre (SF6)
utilizados en aerosoles y espumas plásticas.
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Bien, de todo este baile de nombres y fórmulas, nos vamos a quedar con el más
importante, el dióxido de carbono (CO2), porque es el que más contribuye al efecto
invernadero (en casi dos terceras partes). Si nos fijamos en la siguiente gráfica, podemos
comprobar el incremento de este gas en la atmósfera en las últimas décadas. Dicho
incremento, está ligado a un mayor uso de los combustibles fósiles, en especial, carbón y
petróleo. Pero como vemos en la gráfica se observa una línea de incremento de CO2 que
no es rectilínea, sino quebrada. Los dientes de sierra se deben a variaciones
estacionales, ya que en la época de crecimiento vegetativo (primavera y verano), la
vegetación absorbe CO2 del aire para realizar la fotosíntesis y la concentración de CO2
baja. Por el contrario, en invierno al no haber crecimiento vegetativo, la vegetación
absorbe mucho menos CO2 y la concentración aumenta.

Todo esto nos lleva a la conclusión de la importancia de la vegetación (no solo las
plantas, sino también las algas marinas) como un sumidero de CO2, es decir, una
especie de cloaca donde va a parar parte del CO2 que nosotros expulsamos al quemar
carbón, petróleo y gas natural. Pues bien, si tenemos en cuenta que en las últimas
décadas ha habido una deforestación masiva, sobre todo en las regiones tropicales
producida por las empresas madereras y los incendios forestales, la falta de vegetación
también contribuye a aumentar la concentración de CO2 en la atmósfera. Así pues existe
una segunda causa que explica el aumento de CO2 atmosférico, la deforestación.

¿Cuáles son los posibles efectos?

El aumento de la temperatura media terrestre provoca toda una serie de


consecuencias que tendrán sus efectos en las próximas décadas de nuestro siglo,
algunos de las cuales están expuestas más adelante. Las principales consecuencias son:
• Un aumento en el nivel del mar por la fusión parcial de los polos y la expansión térmica
del océano (el agua caliente se expande), provocando la inundación de muchas zonas
costeras e islas.
• Un desplazamiento de las zonas climáticas hacia los polos, de manera que los climas
templados serían más cálidos y los fríos más suaves.
• Un aumento global de las precipitaciones porque se evaporaría más el agua y habría
más vapor de agua en la atmósfera, pero cambiaría la distribución de las
precipitaciones, de forma que algunas zonas se volverían más secas (como el sur de
Europa) y otras más húmedas (como el Norte de África).
• Cambios generales en los ecosistemas, plantas y animales tendrían problemas de
adaptación al aumento de temperatura y muchos ecosistemas costeros quedarían
anegados.
• Cambios en las corrientes marinas y en la salinidad de las aguas (el Mediterráneo se
volvería más salado), lo que sería una amenaza para la biodiversidad marina.
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Todos estos cambios nos afectarán y hoy día existen varios estudios sobre qué
efectos tendrá el cambio climático en las próximas décadas. El estudio más completo
corresponde al Tercer Informe de Evaluación que el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre cambio Climático (IPCC) elaboró en el año 2001, a la espera de su
próximo informe para finales de este año. En dicho informe se plantean varios escenarios
posibles, en función la evolución de la población humana, producto interior bruto, el uso
de tecnologías, etc …, que provocarían un mayor o menor incremento del CO2
atmosférico.
Según dicho informe, los principales efectos del cambio climático serían:
• La pérdida de capacidad productiva agrícola en grandes zonas de Asia y África, lo que
implicaría una mayor hambruna.
• La disminución de las reservas hídricas en numerosas regiones.
• El recrudecimiento de las sequías, en especial en el sur de Europa, y en particular en
la península Ibérica.
• El aumento, en frecuencia e intensidad, de los fenómenos meteorológicos extremos,
como huracanes, olas de frío y de calor, con importantes pérdidas en vidas humanas y
económicas.
• El incremento de los fenómenos de erosión y salinización en áreas costeras.
• El aumento y propagación de enfermedades infecciosas, sobre todo ligadas al
consumo de agua.

Pero esto no es todo, según se ha adelantado, en el próximo informe de


evaluación, el cambio climático será mayor que el previsto hace algunos años, ya que la
concentración de CO2 está muy por encima del nivel de los últimos 650.000 años (de 180
a 300 ppm). Los 15 años más cálidos registrados han tenido lugar los pasados 20 años, y
este invierno ha sido el más cálido de los registrados desde que se llevan haciendo
mediciones desde los últimos 140 años. Los fenómenos meteorológicos extremos, como
intensos Huracanes (solo hay que recordar el Katrina de hace 2 años), o las olas de calor
como la sufrida en España en el 2003 que se calcula causó 6.500 muertos más de lo
normal, son cada vez más frecuentes.
Si las emisiones de gases invernadero no se reducen se calcula que la
temperatura aumentará 0,2 ºC por cada década en los próximos 30 años y el nivel del
mar entre 19 y 58 cm. hasta el 2100.

¿Y como nos afectará a nosotros?.

España, junto con los países del Mediterráneo, sería uno de los que más sufra los
impactos del cambio climático, debido a sus características geográficas y climáticas. En
el año 2004, la Agencia Europea del Medio Ambiente publicó un informe en el que llega a
las siguientes conclusiones:

1. En los últimos cien años, España se ha calentado unos 1,5º C (el promedio global ha
sido de 0,6º C y el europeo de 0,95º C). Para el siglo XXI, las proyecciones de los
modelos climáticos muestran una tendencia progresiva al incremento de las
temperaturas. En el escenario más desfavorable estudiado, durante el período 2070-
2100 se podrían tener incrementos de hasta 7º C en verano y de 4º C en invierno.

2. Habrá una tendencia generalizada de disminución de la precipitación media anual, una


mayor frecuencia de días con temperaturas máximas extremas en la Península,
principalmente en verano.

3. Se prevé una mayor intensificación de los riesgos asociados a fenómenos climáticos


extremos: inundaciones, olas de calor, incendios, etc.
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4. Los recursos hídricos ya se están viendo afectados. Para finales de siglo la reducción
global media de los recursos hídricos podría superar el 22%. Las cuencas donde los
impactos serán más severos son las del Guadiana, Canarias, Segura, Júcar,
Guadalquivir, Sur y Baleares.

5. La subida del nivel medio del mar para finales de siglo puede variar entre 10 y 68 cm.
Ante una subida generalizada del nivel medio del mar las zonas más vulnerables son los
deltas y las playas. Esto puede causar pérdidas de un número importante de playas y la
inundación de zonas bajas costeras (por ejemplo, delta del Ebro, Llobregat, Manga del
Mar Menor, etc.)

6. La estructura y funcionamiento de los ecosistemas naturales se verá afectada. En los


ecosistemas terrestres se alterará la fenología y las interacciones entre especies y se
favorecerá la expansión de especies invasoras y plagas. Parte de los ecosistemas
acuáticos pasarán de ser permanentes a estacionales y algunos desaparecerán. En los
ecosistemas marinos habrá cambios en los límites de distribución de especies, efectos
sobre la productividad marina y cambio en la composición de las poblaciones.

7. En general, se pueden producir efectos negativos en muchos otros sectores


importantes (turismo, salud, agrario, forestal, etc.), habrá pérdidas de bienes e
infraestructuras y una mayor presión sobre el sector seguros, en particular en el caso de
los desastres.
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¿Ante este panorama tan negro, es posible detener el cambio climático?

Bien, llegados a este punto, surge la pregunta crucial, ¿todavía es posible


remediar lo que se nos viene encima?. Vayamos por partes.
En el año 1992 los dirigentes mundiales asumieron la necesidad de adoptar
acciones globales para combatir el cambio climático y firmaron la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Años después, en 1997, el compromiso
se concretó con el Protocolo de Kyoto, que tiene como objetivo que los países
industrializados reduzcan sus emisiones de gases invernadero globalmente en un 5,5%
en el 2010 por debajo de las que tenían en 1990.
Desde entonces, hasta febrero del 2005, el compromiso firmado en Kyoto no
había sido ratificado, porque entre todos los países firmantes no llegaban al 55% de las
emisiones de gases invernadero, requisito indispensable para que el acuerdo de Kyoto
tuviera validez. Fue entonces cuando Rusia se decidió a firmar el acuerdo y así dar valor
legal a lo acordado. A fecha de hoy, dos países industrializados siguen sin firmar dicho
acuerdo, Estados Unidos, el país más contaminante, con un 36,1 % de las emisiones
totales y Australia.
En el acuerdo tomado en Kyoto, los países menos desarrollados podrían
aumentar sus emisiones para así no limitar su desarrollo, a costa de que los países más
desarrollados y contaminantes redujeran sus emisiones y se cumpliera la reducción del
5,2% global, ya que lo importante es que se reduzca la emisión de gases invernadero de
forma global y no importa quien reduzca sus emisiones, mientras la concentración de
estos gases en la atmósfera disminuya. Por eso se permite el llamado comercio de
emisiones, es decir, la posibilidad de que un país o una empresa que emitan menos de
lo que les corresponde puedan vender los derechos de emisión que les sobra a otros
cuyas emisiones han aumentado más de lo permitido, y así reducir los costes que les
supone emitir menos gases invernadero.
El reparto entre los países de la Unión Europea respecto al compromiso de
readucir las emisiones de gases invernadero lo tenemos en este gráfico.

Países como Portugal, Grecia y España entre otros pueden aumentar sus
emisiones respecto a las de 1990, pero otros como Alemania, Luxemburgo o Dinamarca
las deben de reducir.
¿Y qué es lo que está pasando?. ¿Se están cumpliendo los compromisos?. Pues
bien, algunos países sí lo están cumpliendo y otros, como España, cada vez más lejos de
cumplirlos.
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En este gráfico vemos quien está


cumpliendo los deberes y quien no. Países como
Luxemburgo y Alemania han reducido sus
emisiones durante el período 1990-2001 y se
aproximan al objetivo del 2010 (Luxemburgo lo
supera claramente), pero otros como Portugal y
principalmente España nos estamos alejando de
nuestro objetivo y emitimos bastante más de
nuestro objetivo para ese año.
Con este panorama, está claro que si
seguimos así no podemos cumplir el acuerdo
firmado en Kyoto, por lo que de aquí al período
2008-2012 las empresas deberán emitir menos
gases invernadero. Para ello el Gobierno ha
presentado un Plan Nacional de Asignación, que
obliga a las empresas más contaminantes
(eléctricas, cementaras, refinerías, cerámicas,
vidrio, siderúrgicas y papeleras) a emitir una cierta
cantidad de gases invernadero y cumplir así el
acuerdo de Kyoto.
Con el Protocolo de Kyoto no solamente se trata de no emitir más gases
invernadero, sino también de reducir su concentración en la atmósfera. Una forma de
conseguirlo es mediante lo que llamamos sumideros de CO2. Una de los principales
sumideros son los bosques, ya que como hemos visto la vegetación absorbe CO2, de
manera que mediante las reforestaciones podemos secuestrar una parte del CO2
atmosférico y así conseguir que su concentración no aumente tanto.
Los bosques son una forma natural de eliminar CO2 de la atmósfera, pero se
están investigando tecnologías que permiten captar el CO2 que emiten las industrias, son
los llamados sistemas de captación y almacenamiento de CO2 (CAC), que consisten
en separar el CO2 emitido por la industria y transportarlo a un lugar de almacenamiento y
así aislarlo a largo plazo. Los posibles métodos técnicos de almacenamiento de CO2 son
el almacenamiento geológico (en yacimientos de petróleo y gas, capas de carbón
inexplotables y formaciones salinas profundas), almacenamiento en el fondo oceánico y
la fijación industrial de CO2 en carbonatos inorgánicos.
En este sentido, en nuestra localidad, el Centro de Investigaciones Energéticas
Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) ha iniciado una instalación para estudiar la
mejor metodología de combustión del carbón que además permita capturar el dióxido de
carbono y posteriormente almacenarlo.

¿Pero todo esto será suficiente para frenar el cambio climático?.

A mi modesto entender, NO, por varias razones:

1. Difícilmente se podrá alcanzar el Protocolo de Kyoto, cuando el país más


contaminante, Estados Unidos, no lo ha firmado, ni tiene intenciones de hacerlo, por
lo menos a corto plazo. Y además países firmantes, como España, no han puesto
hasta ahora las medidas necesarias para reducir sus emisiones. Así es difícil esperar,
que de aquí al período 2008-2010 se reduzcan las emisiones en gases invernaderos
según se plantea en el acuerdo.

2. Hoy por hoy la disminución de gases invernadero significa limitar el crecimiento


económico de los países más desarrollados, ya que la economía mundial depende en
gran medida del petróleo y las energías alternativas actuales son claramente
insuficientes para mantenerlo. Siendo realistas, la única alternativa al calentamiento
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global es la tan denostada energía nuclear, tal y como defienden algunos como
Patrick Moore, uno de los fundadores de Greenpeace.

3. Muchos de los gases invernadero, como el CO2, N2O y los halocarbonos, tienen un
efecto duradero en la composición atmosférica, de manera que, por ejemplo, varios
siglos después de producirse emisiones de CO2, alrededor de una cuarta parte del
exceso de CO2 emitido seguirá presente en la atmósfera. De manera que aunque no
aumenten las concentraciones de estos gases en la atmósfera, las temperaturas
medias seguirán subiendo (eso sí, menos, unas décimas de grado por siglo) y lo
mismo el nivel del mar, ya que su calentamiento hace que se expanda y los procesos
oceánicos profundos tardan en ajustarse al cambio climático.

4. No existe una conciencia ciudadana de que el clima esté cambiando y de sus


consecuencias, como ha sucedido en otras ocasiones con otros problemas
medioambientales, como la energía nuclear o la destrucción de la capa de ozono. Nos
damos cuenta de que el clima cambia, que los inviernos no son tan fríos, que no nieva
tanto y que algunos veranos son excesivamente calurosos, pero al ser episodios
concretos y el cambio climático ser un proceso tan lento no percibimos sus
consecuencias a largo plazo. En definitiva no nos sentimos atemorizados.

Vamos, que al final nos pasará lo de la viñeta

Documentación

• Climatología. José Mª Cuadrat y Mª Fernanda Pita. Ed. Cátedra. 2006


• Principales conclusiones del Tercer Informe de Evaluación. Grupo Intergubernamental
de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Ministerio de Medio Ambiente. 2002.
• Informe de evaluación de los Impactos en Europa. Agencia Europea del medio
Ambiente. 2004.
• Cambio climático y comercio de emisiones en España. WWF/Adena. 2005
• La captación y el almacenamiento de CO2. IPCC. 2005
• Nota de prensa del Ministerio de Medio Ambiente sobre el IV Informe de Evaluación
del IPCC. 2007.
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