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28/03/2009 Estado de las vías y carreteras colom…

Marzo 28 de 2009

¿Cómo ahorrar gasolina en Semana Santa?


Mezclar tipos de gasolina para evitar el pistoneo, 'cuadrar' la chispa y utilizar aditivos son
algunos consejos para alimentar bien su carro antes de arrancar, sobre todo si va a viajar
por carretera.

Para entender por qué un carro consume lo que consume, lo mejor es empezar desde el
principio: la rapidez con que el carro come gasolina es directamente proporcional al
tamaño del motor. En otras palabras, no se puede pretender que un vehículo con una
máquina de 3 litros de desplazamiento consuma igual a uno de un litro.
Caso distinto son los motores que se ubican entre los 1,6 y los 2,5 litros, que suelen ser
menos consumidores en proporción a su potencia porque no obligan al conductor a
acelerar demasiado para circular a buena velocidad. Responden bien en nuestras
carreteras sin que la billetera se afecte tanto, contrario a los motores pequeños -
económicos, pero 'lentejos'- o los grandes, potentes, pero tragones.
Ahora bien, no todo depende del tamaño del motor: la edad, el diseño, la configuración y el
estado general son determinantes para el gasto. Por eso es muy importante que lo haga
revisar de una vez si piensa viajar en Semana Santa, especialmente en un tema clave: la
sincronización.
Un vehículo sincronizado rinde toda su potencia y, por ende, requiere menos acelerador
que aquel cuyo motor funciona irregularmente... y a menor 'chancleta', menor consumo.
También depende del conductor. Las aceleradas y frenadas abruptas al momento de los
sobrepasos, o por simple inseguridad al conducir, generan un gasto de gasolina superior
al normal. Pero si el carro va 'relajado', a una velocidad constante y bien revolucionado, la
aguja se quedará quieta en primera.

El motor no sufre en carretera


Contrario a lo que se cree, un vehículo acostumbrado a circular por carretera es mucho
más sano que uno que nunca ha salido de la ciudad. Sacarlo a pasear no es un castigo, es
un premio para él porque su motor trabaja a buena potencia, que es para lo que finalmente
fue hecho.
Un viaje Bogotá- Cartagena- Bogotá, por ejemplo, es la gloria para un carro porque
'respira otro aire', descansa de los huecos de la ciudad, se libera de la contaminación,
recibe más oxígeno y recorre en una semana 2.500 kilómetros, 'una minucia' para un motor
diseñado para aguantar 200 mil sin que le duela un pistón.
Pero tanta belleza depende también de la destreza del conductor, que suele demostrar
cómo su auto sube 'sobrado' en cuarta y lo lleva colgado para sentar precedente.
Al subir en cuarta con el acelerador a fondo no solo está consumiendo mucho más
combustible, sino alterando el motor, pues lo lleva durante horas y horas en potencia
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mínima. Por el contrario, si lo sube en tercera y a medio pedal, le está permitiendo trabajar
'como constructor manda' y le ayuda a sacar todo su potencial.
En las bajadas también debe trabajar el motor. Aunque es cierto que un vehículo gasta
menos gasolina si baja en neutro hasta Melgar, rodar engranado le permite al conductor
reaccionar mejor en caso de una frenada o una acelerada de emergencia. Los cánones
dicen que se debería descender en el mismo cambio que se utiliza luego para subir.
Pero no por ahorrar hay que dejar de acelerar. El acelerador hay que usarlo para subir a
las revoluciones que toca (idealmente entre 3.000 y 4.000 en motores modernos). Por eso
los fabricantes jamás recomiendan que se encajen todos los cambios en una sola cuadra
para ahorrar combustible porque son más los daños en el motor que el beneficio en la
billetera.
Un vehículo que circula ahogado produce en el motor más carbón, hollín y residuos
contaminantes, gasta sus partes interiores más rápido y contamina el aceite a mayor
velocidad, inclusive hasta perder su poder lubricante. Por eso es importante que, amén de
los trancones en los peajes, lleve el carro 'aceleradongo' (en términos de revoluciones, no
de velocidad) para que no se ensucie el motor.

A mayor altura, más consumo


Otro tema clave para tener en cuenta son las alturas por las cuales se va a mover desde la
casa hasta el sitio de veraneo. La razón: la combustión es más lenta en un ambiente con
menos oxígeno (como Bogotá o Tunja) y, por lo tanto, el vehículo pierde potencia y
consume más que en bajas alturas. Los cálculos de los ingenieros mecánicos demuestran
que, por cada 1.000 metros de altura, el motor pierde 10 por ciento de potencia y, por
ende, le exige a su dueño más plata para gasolina.
Lo bueno del asunto es que los requisitos de octanaje a 2.600 metros más cerca de las
estrellas son menores que en la playa, es decir, en lo alto puede usar gasolina corriente sin
que el carro pistonee, pero al empezar a bajar a tierra caliente sentirá cascabeleos si usa
ese mismo combustible.
Esto significa que si la intención es bajar de la cordillera, lo más recomendable es utilizar
gasolina de más octanaje (extra) o al menos mezcla (parte extra, parte corriente). Le ayuda
al motor y de paso ahorra combustible, pues no tiene que acelerar tanto para hacerlo rendir
bien.
En cuanto los aditivos y 'mejoradores' de octanaje, no son necesarios porque los mismos
combustibles traen todos los componentes que necesita un motor para su buen
funcionamiento.
Sin embargo, hay aditivos que limpian los sistemas y son más contundentes si se añaden
cuando el tanque está bajo de combustible. Se revuelven mejor con la gasolina y limpian
más eficientemente los chicleres y los inyectores Esa operación debe hacerse cada 20 mil
kilómetros.

El 'refajo'
Mezclar gasolina extra con corriente es químicamente factible y le permite al conductor
ahorrarse unos pesos a la hora del tanqueo. Obviamente, hay que averiguar 'al oído' cuál

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es la proporción ideal, es decir, que el refajo que se le está dando al carro sea el correcto.
La gasolina extra tiene 93 octanos y la corriente tiene 86 y, según los expertos, en alturas
medias como Bucaramanga o Medellín, la proporción 50/50 funciona bastante bien.
Aunque muchas estaciones de gasolina ofrecen estos combustibles ya mezclados, la
recomendación es revolver teniendo en cuenta la proporción que realmente necesita el
vehículo. A mayor octanaje, no necesariamente mayor eficiencia, pues cada motor tiene
sus propias 'necesidades'.

¿Cómo encontrar el octanaje requerido, entonces?


Si, al pisar el acelerador a fondo, se siente cascabeleo, es probable que no esté bien
sincronizado o que la gasolina no tenga el octanaje que necesita el motor. En ese caso, lo
mejor es pedirle al operario de la bomba que le eche, por ejemplo, nueve galones de
corriente por una de extra. Si el vehículo sigue pistoneando, se debe bajar la proporción a
8/2, y así sucesivamente, hasta que desaparezca. Cabe decir que si el viaje es hacia
abajo, la proporción de extra debe aumentar.

¿La inyección necesita 'extra'?


Teniendo en cuenta que la utilización de gasolina extra o corriente tiene que ver con la
compresión y no con el sistema de alimentación, los vehículos con sistema de inyección no
deben alimentarse obligatoriamente de gasolina extra.
La extra no es más limpia que la corriente, como se cree equivocadamente. Por el
contrario, es más fácil que al conductor le metan 'gato por liebre' con ella, pues las
estaciones de servicio de malos hábitos podrían mezclarla con la corriente para ganar más
con menos, sin que el usuario se dé cuenta.
La recomendación: ensaye con un poquito de corriente y esté atento a detonaciones o
aumentos de temperatura de funcionamiento, sin olvidar que los motores modernos tienen
una mayor relación de compresión y tienen controles que atrasan la chispa de manera
automática para evitar las detonaciones.

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