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Daniel Garza*
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Naredo no escribió esto con una finalidad pedagógica, pero podemos
adaptarla y pensar en consecuencia.
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del mismo, tomar medidas al respecto. En los resultados de ese informe
se manifestó que era necesario disminuir el crecimiento económico y
controlar la natalidad. Un interrogante para pensar: ¿es la superpoblación
causa o consecuencia del medio ambiente?
¿Cuántas veces oímos que hay que “conservar el medio”? ¿En cuántas
oportunidades oímos la afirmación “protejamos nuestro ambiente”?
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Reflexionemos: ¿es éticamente lógico que preservemos una villa miseria,
un asentamiento poblacional espontáneo en condiciones indignas de
habitación o un sector urbano altamente contaminado? Me interpelo estas
cuestiones porque los tres ejemplos anteriormente enunciados son parte
del medio y, son el medio, valga la redundancia, de aquellos que lo
habitan.
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¿Y qué hacemos con ese paisaje? ¿Lo conservamos o comenzamos a
bregar por el cambio y la transformación de esta realidad ambiental?
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responderán a los intereses de cada sector. Cada sector con su propia
racionalidad.
¿Para quién puede llegar a ser racional decir que la pastera Botnia no
contamina en río Uruguay? Para cualquiera de nosotros no, porque sin
haber hecho un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) consideramos que
toda actividad económica, más o menos importante, genera siempre un
impacto sobre el ambiente; independientemente del tenor del mismo -que
de hecho, éste sería otro tema-. Bueno, aunque usted no lo crea, el
Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) afirmó en reconocido
medio de comunicación nacional (7) que “Botnia no contamina”. ¿Qué
intereses moverán al INTI? ¿Existirán capitales corruptos de por medio?
...Ahora, ante cualquier discurso, debate o lectura que efectuemos, si
oímos uso racional de los recursos, interpelémonos e interpelemos al otro
sobre ese “uso racional”…Simplemente indagando: ¿racional para quién?
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¿Por qué no abordarla simultáneamente desde lo social? Primero
deberíamos apuntar al contexto. Sabemos que los cambios geopolíticos,
en el actual entorno capitalista neoliberal, impactan de manera directa en
el ambiente nacional e internacional. Explicitemos que el contexto mundial
condiciona nuestro espacio geográfico argentino, como les ocurre a otros
tantos territorios subdesarrollados. Hagamos reflexionar, al educando, en
torno a lo siguiente: ¿qué necesita el comercio internacional o los grandes
bloques económicos, como la Unión Europea? Respuesta: Soja.
Entonces, ¿qué sembramos?, ¡soja! ¿Y nuestro poder de decisión? ¿Y
nuestra soberanía alimentaria? ¡No existe!
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Para ir cerrando el escrito, con más interrogantes e interpelaciones
abiertas que respuestas, es valedera una proposición pedagógica que
hace tiempo constituye una de mis mayores preocupaciones:
Pero, ¿por qué enseñar desde la criticidad? Basta con que citemos una
vez más a Galeano (2008:18) (9), diciéndonos: “(…)La ecología neutral,
que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia
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de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el
silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que
pueden pagarlos (…)”. Es hora de que nuestra labor deje de ser enseñar
“jardinería”. En todo caso enseñemos “jardinería” (haciendo alusión a los
contenidos físico- naturales) pero cargada de mensajes críticos, que
breguen por la reflexión democrática y participativa del alumno.
Y ahora sí, para concluir – esta vez, literalmente - pienso citar una frase
muy sabia y sencilla a la vez, perteneciente a un grupo de geógrafos
argentinos que han dedicado su vida a la docencia, a la investigación y a
la producción de textos para el nivel medio; pero por sobre todo, lo haré
porque manifiesta fielmente mi deseo como educador:
Notas bibliográficas:
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(http://www.unep.org/geo/geo4/media/media_briefs/spanish/ES_Media_Bri
efs_GEO-4_Global.pdf)
[5] Borja, J. Castells, M. Local y global. La gestión de las ciudades en la
era de la información. Editorial Taurus pensamiento. Madrid.
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