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Los principios de la Revolución y la organización del sistema educativo francés1

Marcos Nunes Soares2

“La desigualdad de instrucción es una de las principales fuentes de tiranía.”


Condorcet

Resumen:
En Francia, a lo largo de los siglos XIX y XX, hubo una creciente demanda por
la expansión de los derechos sociales, especialmente el derecho a una educación pública
que podría llegar a amplios estratos de la población. Este nuevo contexto, idealizado a
partir de la Revolución Francesa, imponía la necesidad de crear una nueva sociedad,
como consecuencia de la “transformación del hombre”. En ese sentido, los debates
sobre la educación pública adquirieron una dimensión aun no existente, que se reflejaba
en el enfrentamiento entre proyectos desarrollados para la implementación de políticas
públicas que concretasen los ideales revolucionarios. Estos debates fueron seguidos por
muchas leyes que intentaban estructurar un sistema de enseñanza en el ámbito del
Estado. A cada nueva ley se reabrían las discusiones sobre cuestiones no consensuales,
tales como la obligatoriedad, la gratuidad, la laicidad y la libertad de enseñanza, lo que
ocasionaba avances y retrocesos. Este trabajo aborda, así, los aspectos más relevantes
sobre la organización del sistema educativo francés desde 1789 hasta la mitad del siglo
XX, con énfasis en las discusiones llevadas a cabo a partir de los principales proyectos
presentados ante el Parlamento, plasmadas posteriormente en leyes, y su contribución
para legitimar los principios de la Revolución.

Palabras-clave: Francia – Educación pública – Sistema educativo – Organización.

1. Introducción
Los acontecimientos ocurridos entre 1789 y 1799 resultaron en la alteración
completa del escenario político y social de Francia. La Revolución Francesa ocasionó
un período de convulsiones políticas a lo largo de todo el siglo XIX en aquel país y dió
1
Este trabajo es una versión más elaborada de la ponencia presentada en el Coloquio
realizado en los días 12 y 13 de diciembre de 2008, en el ámbito del Seminario “Sistemas
Educativos de la Modernidad”, conducido por el Profesor Doctor Pablo Pineau en el marco de
la Maestría en Ciencias Sociales con Orientación en Educación de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Buenos Aires.
2
Alumno de la Maestría en Ciencias Sociales con Orientación en Educación de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Buenos Aires, Cohorte 2008-2010.

1
inicio a la adopción de una serie de medidas tendientes a suprimir todos los privilegios
decurrentes del Antiguo Régimen. Bajo la influencia del Iluminismo, fue un ejemplo
emblemático de una rápida y profunda mutación socio-política y moral, buscando
establecer la renovación necesaria para la creación de un nuevo modelo de sociedad
(PIOZZI, 2007).
En el transcurso de la Revolución, la Asamblea Nacional Constituyente aprobó
la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en la cual fueron
consagrados los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. De la misma manera fijó, en
la Constitución, el principio de creación de una instrucción pública común a todos los
ciudadanos.
La idea de de una educación pública en Francia precede, en realidad, la
Revolución Francesa3, una vez que la educación en el país se encontraba caótica: habían
pocas escuelas, la escolarización no abarcaba a todos y muchos ciudadanos comenzaban
a admitir menos fácilmente la tutela de la Iglesia en este ámbito. Aunque fuera necesaria
una reforma, al adoptar medidas que iban desde la supresión de los recursos que las
escuelas obtenían del impuesto, la prohibición de las congregaciones religiosas y el
confisco y venta de sus bienes, colegios y seminarios, la Revolución precipitó la ruina
total de la poca enseñanza existente. Así, los revolucionarios se preocuparon
inmediatamente por reconstruirla. Había acuerdo cuanto a la necesidad de crear un
servicio de enseñanza con concepciones nuevas y realizar una formación del hombre
diferente sobre el plan político. También se intentaba establecer la laicidad de la
educación, que, hasta entonces, estaba centrada en las dimensiones moral y religiosa
(DEBESSE, M. y MIALARET, G., 1973).
En este sentido, el debate sobre la cuestión de la educación pública adquirió una
gran relevancia. Era necesario demarcar la distancia del Antiguo Régimen a través de la
creación institucional de un sujeto enteramente nuevo y la escolarización representaba
un instrumento privilegiado para capacitar las nuevas generaciones para la
transformación de valores, creencias, tradiciones y utopías (BOTO, 1996).
3
En 1763, Louis René de la Chalotais, uno de los protagonistas de la expulsión de los jesuitas
de Francia, publicó el “Essai d’education nationale”, en el cual protestaba contra la
tradicional exclusión de los legos de la enseñanza y reivindicaba una educación que fuera
dependiente solamente del Estado, al declarar que “es justo que los jóvenes del Estado sean
educados por el personal del Estado”. En esta perspectiva, ha presentado un plan de
institución de escuelas que, aunque no democrático para toda la población, visaba la
formación de la inteligencia. De la misma manera, los Cahiers de dóleances, documentos
elaborados como una especie de consulta a los anhelos y necesidades de la población
estaban llenos de denuncias y reivindicaciones sobre la instrucción popular (Manacorda,
2004, p. 245-250).

2
En este periodo, muchas propuestas para establecer un sistema de enseñanza
pública fueran consideradas y, aunque ninguna haya podido ser implementada de
inmediato, contribuyeran para dibujar, poco a poco, el sistema que se buscaba alcanzar.
A partir de 1795 se empezaron a aprobar las principales leyes que organizaban el
sistema de enseñanza, pero los avanzos más significativos solamente ocurrieron muchos
años más tarde, en la Tercera República, con las leyes de Jules Ferry. Todo este periodo
fue marcado por intensos debates en torno de cinco cuestiones principales: la
universalidad, la obligatoriedad, la gratuidad, la laicidad y la libertad de enseñanza.
Así, el presente trabajo se propone a realizar un esfuerzo de análisis sobre la
organización del sistema de enseñanza francés a partir de las discusiones acerca de los
principales proyectos presentados ante el Parlamento y su concretización en leyes que,
más allá de los objetivos de atender a las necesidades educativas de la población,
buscaba legitimar los hechos de la Revolución y asegurar la ruptura con el sistema hasta
entonces vigente.

2. Debates y proyectos sobre la instrucción pública en Francia


La organización del sistema de enseñanza francés no puede ser estudiada sin
establecer una estrecha vinculación con los diferentes periodos históricos, una vez que
su desarrollo dependió, en primer lugar, de la evolución de las costumbres. Al momento
de la Revolución e al inicio del siglo XIX, el estado social en Francia estaba de tal
manera que la escuela se encontraba totalmente bajo la jurisdicción de la Iglesia y
solamente esta podía promover la instrucción elementar. El Estado se encontraba débil
para dar cuenta de lo que debería ser un sistema de enseñanza público y la Iglesia estaba
ramificada por toda parte y disfrutaba de tal fuerza que lo podría sustituir en temas de
esta naturaleza. Los principios escolares puestos por la Revolución imponían, así, la
necesidad de modificar este escenario (PROST, 1968).
La necesidad de un sistema de enseñanza universal, laico y promovido por el
Estado constituyó una de las principales cuestiones a ser tratadas para consolidar los
cambios iniciados con la Revolución. En los años 1790, las escuelas católicas fueron
cerradas y muchos planes4 fueron introducidos en el Parlamento, iniciando un amplio
debate de cómo se podría organizar un sistema educativo que atendiese a estos
principios.

4
Los planes era presentados con los correspondientes proyectos de decretos.

3
La más osada contribución para la discusión sobre la estructuración de una
enseñanza pública democrática había surgido en 1775 del proyecto de Denis Diderot,
que trataba de la instrucción gratuita, accesible a todos los “hijos de la nación”, en todos
sus grados. Elaborado para ser aplicado en Rusia bajo un gobierno monárquico, el plan
de Diderot repercutió en los debates de los revolucionarios franceses, que buscaban la
definición e implementación de la ciudadanía en la “república de los libres y iguales”.
Además de la universalidad del acceso, el carácter innovador del plan se exprimía en la
exigencia de que el recorrido escolar fuera el mismo para todos y en la adopción de un
método de enseñanza que, entre otros puntos, excluía la transmisión de normas
incuestionables de comportamiento social (PIOZZI, 2007).
Entre los planes presentados en Francia en esta época estaba el de Talleyrand,
sometido a la Asamblea Nacional en 1791 y que, teniendo como base los principios
constitucionales, proponía una instrucción universal gratuita para la enseñanza primaria
y eliminaba varias restricciones existentes5. Para Talleyrand, la nueva Constitución
exigía un nuevo sistema de educación que fuera la garantía de libertad, una vez que,
aunque los hombres se declaran libres, no se sabía que la instrucción amplía sin cesar la
esfera de la libertad civil y, solamente ella, es capaz de sostener la libertad política
contra todas las formas de despotismo y que es la única que puede posibilitar de la
igualdad de facto (GALLO, 2007).
Los cinco principios básicos de la educación propuesta por Talleyrand eran: i) la
existencia de una educación para todos; ii) el amplio derecho de recibir los beneficios
de la instrucción y de contribuir para su difusión; iii) la universalidad de la instrucción;
iv) el acceso de hombres y mujeres a la instrucción; y v) la oferta de instrucción para
todas las edades. Proponía, además, la gratuidad de la enseñanza primaria y trataba de
otros aspectos, tales como la creación de escuelas en comunas y villas.
Aunque el proyecto de Talleyrand tratase de puntos importantes para la
consolidación de la instrucción pública, como su necesaria universalidad y la
eliminación de varias restricciones para la enseñanza, no abordaba una cuestión
fundamental: la obligatoriedad, que sería contemplada en el plan siguiente, presentado
en 1792 por Condorcet.

5
El plan de Talleyrand permitía la libertad de enseñanza a los particulares, a excepción de la
Iglesia, una vez que la República había suprimido las congregaciones.

4
El plan de Condorcet extraía sus fundamentos de su obra “Cinco memorias sobre
la instrucción pública”6, de 1791, que fijaba el marco teórico e ideológico de
organización de un sistema público de instrucción nacional. Condorcet ampliaba e
radicalizaba las propuestas de Diderot y Talleyrand de una enseñanza pública universal,
gratuita y unificada, con un carácter intransigentemente laico, independiente de toda
forma de adoctrinamiento estatal e inserido en un marco de democratización en el
acceso a los cargos públicos (PIOZZI, 2007). El plan proponía una completa
organización de la instrucción nacional, desde la enseñanza primaria hasta la enseñanza
superior.
Condorcet establecía la necesidad de tres instrucciones distintas: en primer lugar,
una instrucción común, general y profesional; la segunda tendría por objeto los estudios
sobre las diversas profesiones que sería útil perfeccionar; y una tercera puramente
científica, destinada a formar aquellos que la naturaleza destina a perfeccionar el
espirito humano por nuevas descubiertas y, de esta manera, facilitar estas descubiertas,
acelerarlas y multiplicarlas (CONDORCET, 2008).
Para Condorcet la educación pública era tarea y deber del Estado y, más allá de
una cuestión de organización escolar, era una cuestión política que tenía como finalidad
contribuir para que la igualdad de derechos instituida por las leyes fuese efectiva y no
obstruida por la desigualdad en el desarrollo de las facultades del hombre. En este
sentido, la instrucción pública debería almejar como resultado la anulación de toda la
desigualdad que llevase a la dependencia. Condorcet asociaba directamente la libertad
de los ciudadanos al conocimiento, pues creía que la ignorancia y la desigualdad de
instrucción eran las principales causas de la tiranía.
De acuerdo con su propuesta, el sistema de instrucción pública debería ser
organizado bajo tres principios: i) el acceso universal, es decir, debería ser ofrecida una
instrucción común a todo ciudadano para que cada uno pudiera conocer sus derechos y
deberes sin obligarse a recurrir al arbitrio de hombre algún; ii) la gratuidad, asegurada
por lo menos para que cada ciudadano pudiese asumir cargos públicos u otras funciones
que la sociedad lo solicitase; y iii) la independencia, que se refería tanto a la

6
Las Memorias fueran inicialmente publicadas en partes, a lo largo del año de 1791, en
cuatro números consecutivos del diario Biblioteca del hombre público y que se destinaba a
presentar a los lectores análisis de obras – francesas y extranjeras – sobre política en
general, legislación y derecho. La primera memoria trata de la naturaleza y de la finalidad de
la instrucción pública. La segunda, aborda la educación de los niños. La tercera, la educación
de los adultos. La cuarta y la quinta examinan, respectivamente, las cuestiones de la
instrucción profesional y científica (SOUZA, 2008). En este ensayo se abordarán apenas la
primera y la segunda memoria.

5
independencia de los poderes religiosos como de los poderes públicos. En este sentido,
el carácter laico de la enseñanza pública no debería ser entendido apenas en relación a
las religiones pero también a los poderes políticos constituidos. Condorcet no aceptaba
la idea presente en otros proyectos de que el Estado podría enseñar en las escuelas una
especie de “catecismo republicano”, cuyos efectos no serian en algunos aspectos muy
distintos de los del catecismo religioso, o sea, el sistema de enseñanza pública no debía
enseñar una especie de “religión política”. Los poderes públicos tendrían, así, que
asegurar una legislación necesaria para la instrucción de todos sin interferir en el
proceso de instrucción desde el punto de vista de de la determinación de los contenidos.
Aunque los profesores fuesen pagos por el Estado deberían permanecer independientes
de las ideologías7.
En relación a los aspectos más operativos de su plan, Condorcet trataba de la
distribución de las escuelas públicas, la duración del periodo de instrucción, la
distribución de los alumnos, la situación de los profesores, entre otros.
Muchas otras propuestas fueron presentadas por grupos de varias tendencias,
como por ejemplo, la de Lepeletier, presentada póstumamente por Robespierre, en 1793
y nunca puesta en marcha. Este proyecto contenía la más contundente crítica a las
propuestas de tornar la instrucción el centro del proceso educativo y proponía la
creación de una escuela primaria, totalmente controlada por el Estado, y obligatoria para
todos, en régimen de internado, en la cual, lejos de sus ambientes de origen, niños ricos
y pobres convivirían en una especie de laboratorio del “hombre nuevo”.
En este periodo, la Asamblea se convirtió en un debate entre grupos moderados
y otros más radicales. En su conjunto, el periodo revolucionario sirvió para afirmar el
derecho de todos a la instrucción, para renovar sus contenidos y fijar su estrecha
relación con la vida social y productiva (MANACORDA, 2004).
Como veremos más adelante, este fue el contexto general que destacó las
principales cuestiones que fueran contempladas en las leyes que trataron de la
organización del sistema de enseñanza francés entre el período revolucionario y la mitad
del siglo XX, siendo que el proyecto de Condorcet fue el que más influencia tuvo en
este proceso, que comenzó a tornarse efectivo a partir de 1800 y se concluyó solamente
en la Tercera República.

7
Esta preocupación de Condorcet también puede ser percibida al tratar de la cuestión de los
programas. El control de los programas escolares de todos los niveles de enseñanza estaría
sometido a una sociedad nacional de las ciencias y de las artes, cuyos miembros serán
aquellos que se destacaron en la investigación en las diversas ciencias.

6
3. Legislación y organización del sistema de enseñanza francés
A partir de 1795, después de los intensos debates llevados a cabo en el
Parlamento, tuvo inicio un proceso de aprobación de leyes que pusieron en marcha la
organización del sistema de enseñanza francés a lo largo de los siglos XIX y XX.
La primera ley aprobada sobre la instrucción pública fue la ley Daunou (1795),
en el periodo revolucionario. Esta ley ratificó algunas disposiciones legislativas que ya
habían sido adoptadas por la Revolución y retomó la cuestión de la obligatoriedad de
enseñanza. La ley Daunou no contempló la gratuidad y instauró una retribución escolar
paga por la familia de los alumnos8. Los instructores eran pagos con los recursos de esa
contribución y todavía no se disponía de infraestructura física pública para las clases.
De acuerdo con la ley, debería haber una escuela por comuna y los programas del
primario eran limitados a la lectura, la escrita, el cálculo y la moral republicana.
Teniendo en cuenta que las fiestas revolucionarias eran vistas como una forma de
instruir el pueblo, la ley estableció el calendario de las fiestas cívicas. La ley Daunou
vigoró hasta 1802, cuando, después de la ascensión de Napoleón Bonaparte, la
enseñanza primaria fue reorganizada por una nueva ley que la volvió a las manos de la
Iglesia.
Por medio de un acuerdo, Napoleón permitió que la Iglesia reasumiese el control
de la educación primaria, una vez que se encontraba más interesado en la educación
secundaria y en el entrenamiento de líderes y servidores públicos. Así, a los bispos
fueran concedidas prerrogativas que iban desde la indicación de los directores y
profesores de las escuelas públicas hasta la concesión de licencias para los profesores de
las escuelas privadas. Aunque la Iglesia católica seguía con un gran poder en el período
napoleónico, el gobierno nacional recuperó, gradualmente, su interés por la “educación
del pueblo”. La ley de 1802 ofreció la estructura para un sistema estadual de educación
secundaria bajo el control público y, de esta manera, acabó por contribuir para
establecer un modelo de sistema administrativo que posibilitó, más tarde, la restauración
del sistema escolar en las manos del gobierno nacional (MALE, 1963).
Entre 1815 y 1848, en el período de la Restauración, el gobierno intentó
fortalecerse utilizando la Iglesia para controlar la educación, particularmente el nivel
elementar, extendiendo el apoyo financiero a las escuelas religiosas. A partir de 1830,

8
La ley Daunou reservaba la gratuidad a una cuarta parte de alumnos por municipio, por
considerarlos carentes.

7
comenzaron a ocurrir cambios significativos y, una vez más, las actividades
educacionales religiosas fueron restringidas. En este período la idea de consolidar un
amplio sistema de educación pública volvió a ganar fuerza (MALE, 1963).
En 1833 fue aprobada la ley Guizot, dedicada exclusivamente a la enseñanza
primaria. Esta ley contribuiría, en el futuro, con los avances alcanzados con las leyes de
Jules Ferry (1881 y 1882). Atendiendo al artículo 69 de la Constitución de 1830, que
preveía que una ley específica trataría de la instrucción pública e de la libertad de
enseñanza, tenía como base la idea de que la educación contribuía para el progreso
general de la sociedad. Así, esta ley organizó la enseñanza primaria en beneficio de las
clases populares bajo dos principios: i) libertad de enseñanza primaria; y ii)
organización de una enseñanza primaria pública. Todavía permanecía en esta ley la
cuestión religiosa: privada o pública, la educación primaria elementar comprendería
obligatoriamente la instrucción moral y religiosa, además de la lectura, la escrita, los
elementos de la lengua francesa, del cálculo y el sistema legal de pesos y medidas. La
ley crió, también, un equipo de inspectores para asegurar su aplicación. Guizot, como
ministro de la educación nacional, se dedicó personalmente para que la ley contemplase
la educación religiosa, lo que no evitó que el texto fuese fuertemente atacado por los
miembros de la Iglesia, que no deseaban la constitución de un sistema de enseñanza
pública. La enseñanza primaria femenina siguió excluida y entregue a las
congregaciones religiosas. La ley Guizot contribuyó significativamente para ampliar la
alfabetización en Francia.
De acuerdo con la ley, habría una escuela pública en cada distrito, con profesores
bien remunerados. Cada comuna debería establecer una escuela elementar pública, la
respectiva estructura necesaria y responsabilizarse por pagar los profesores. Las
ciudades más grandes deberían establecer escuelas elementares superiores, para el
período posterior a la educación elementar general. La ley también autorizó cada
departamento francés a mantener una escuela normal para la formación y capacitación
de los profesores. La concesión de licencias para enseñar en escuelas públicas y la
indicación de los profesores eran hechas por las autoridades civiles. Las escuelas
privadas fueron autorizadas a continuar, pero sus profesores tendrían que ser licenciados
por los alcaldes de las comunas y también por el bispo. El énfasis religiosa en las
escuelas elementares públicas no fue de todo ausente y el representante local de la
Iglesia era miembro del consejo de la comuna que controlaba y supervisionaba a los
profesores. Entre 1830 y 1848 el número de escuelas públicas y privadas en Francia

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creció significativamente y una dimensión considerable de un sistema de enseñanza
pública fue desarrollado bajo el estimulo del gobierno nacional.
En el periodo 1848 – 1870 fueron aprobadas las leyes Falloux (1850) y Duruy
(1867). La ley Falloux trataba de todos los aspectos de la educación, a excepción de la
enseñanza superior y ha sido una de las más importantes evoluciones de la enseñanza
después de la Revolución. Tenía disposiciones muy favorables a los católicos sobre la
libertad de enseñanza. Con esta ley, la enseñanza primaria se dividió entre pública,
administrada por las comunas, y privada, en la cual los establecimientos eran
administrados por particulares, congregaciones o asociaciones. La ley visaba, también,
autorizar la enseñanza católica en las escuelas primarias y concedía a la Iglesia católica
una gran importancia en la organización de la enseñanza.
La Ley Duruy, por su vez, determinó la laicidad de todos los profesores de las
escuelas públicas y también la abertura de una escuela para muchachas en las comunas
con más de 500 habitantes. Esta ley amenizó los efectos de la ley Falloux que había
contribuido para transformar la cuestión de los papeles de la Iglesia católica y el Estado
en una lucha política entre los republicanos laicos y anti-clericales contra los católicos
que apoyaban la política de la Iglesia.
La Tercera República tuvo dificultades en establecer escuelas públicas y la
reacción conservadora existente en los años anteriores reapareció en el inicio de este
periodo. El apoyo del Estado a las escuelas religiosas había continuado y el clero
obtenía un importante lugar en la instancia responsable por organizar la enseñanza
pública. Hasta el final de los años 1870, los defensores de la República presionaban por
la educación universal, una vez que el atendimiento escolar era inconstante. Además, la
separación entre la Iglesia y el Estado era vista como esencial para atenuar los
sentimientos anti-República (MALE, 1963).
Entre 1881 y 1882 fueran aprobadas las leyes Jules Ferry, que pusieron en
práctica la fundación de un fuerte sistema de enseñanza pública libre del control de la
Iglesia. Estas leyes son consideradas las más importantes sobre la estructuración de la
enseñanza primaria. La ley de 1881 tornó la enseñanza primaria pública gratuita y la de
1882, aprobó su obligatoriedad para los niños de 6 a 13 años. Un otro importante hecho
de esta ley fue determinar a laicidad de la enseñanza en los establecimientos públicos.
La ley Ferry trataba de la obligatoriedad de “instrucción” y no de “escolarización”, es
decir, la instrucción podría ser dada mismo en otros ambientes que no exclusivamente
escolares, así que la escuela, propiamente dicha, no era obligatoria. Las leyes Ferry

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tuvieran como consecuencia una escolarización casi que completa y, por consiguiente,
la alfabetización de una gran parte de los niños franceses. La escuela obligatoria,
gratuita y laica fue uno de los más importantes instrumentos para la “nacionalización de
la sociedad” por el Estado que ocasionó la formación del Estado-Nación francés.
La ley siguiente, de 1886, de Goblet, redefinió la enseñanza primaria y
estableció que solamente un equipo laico de profesores estaba autorizado a enseñar en
las escuelas públicas. Las escuelas privadas pasaron a ser más estrictamente
supervisionadas para asegurar que las leyes y el “espirito de la República” no estaban
siendo descumplidos y el gobierno nacional asumió extensivamente el control sobre
todos los aspectos de la enseñanza pública, permitiendo, de esta manera, que el sistema
fuese mantenido por la Tercera República.
El sistema de escuelas públicas existente en 1900 mantuvo las características
aristocráticas del inicio de la educación francesa y aún existía una diferenciación en el
atendimiento a las distintas clases sociales. Aunque las escuelas públicas fuesen laicas y
relativamente libres del control de la Iglesia, la discusión sobre este tema persistía. En
1901 se prohibió la actuación de religiosos de órdenes no autorizadas como profesores y
en 1904 una nueva ley determinó la retirada, en un plazo de 10 años, de todos los
profesores de órdenes religiosas, mismo que autorizadas (MALE, 1963).
Después de un largo período bajo esta organización, con algunos cambios
introducidos por otras disposiciones específicas, la ley Debré, en 1959, complementó
algunas cuestiones importantes, como, por ejemplo, la prohibición de las escuelas
privadas en recusar alumnos que no tenían la misma religión y la igualdad entre la
formación y los sueldos de profesores. También estableció un sistema de contratos entre
el Estado e las escuelas primarias, bajo una contrapartida de adopción, por las escuelas
privadas, de los mismos programas de las escuelas públicas. Además, la ley Debré tornó
obligatoria la inspección de los estabelecimientos escolares por parte del Estado y es la
disposición legal que organiza la enseñanza privada en Francia hasta la actualidad.
El proceso de democratización de la enseñanza pública en Francia se concluyó
en 1975 con la Ley Haby, que extendió la gratuidad de los estudios a la enseñanza
secundaria, ofreciendo el acceso a la educación a un número cada vez más grande de
jóvenes.
Como se puede percibir, las diversas leyes aprobadas en el largo periodo de
tiempo desde la Revolución Francesa hasta la última mitad del siglo XX reflejaron las
inquietudes presentadas en los debates sobre esta cuestión, sobre todo en el siglo XIX.

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A continuación, se presenta una tabla con las principales disposiciones adoptadas
por leyes, decretos y otros instrumentos sobre la organización, estructura, duración y
obligatoriedad del sistema de enseñanza francés.

TABLA 1 – SISTEMA DE ENSEÑANZA FRANCÉS – PRINCIPALES DISPOSICIONES


ADOPTADAS POR LEYES, DECRETOS Y OTROS INSTRUMENTOS SOBRE LA
ORGANIZACIÓN, ESTRUCTURA, DURACIÓN Y OBLIGATORIEDAD

PRINCIPALES DISPOSICIONES
PERÍODO FECHA (S)
Revolución Aprobación de la ley Daunou, que organiza la enseñanza primaria,
Francesa 1795 establece la gratuidad parcial en escuelas primarias y determina la
(1789-1799) existencia de una escuela por comuna.
Período Vinculación formal de las escuelas primarias a las comunas y
Napoleónico 1802 - 1831 reglamentación de las escuelas primarias. Autorización de
(1799-1815) enseñanza a los padres de las escuelas religiosas.
Obligación a cada comuna para tener una escuela y asegurar la
gratuidad para los carentes. Los profesores deben tener una licencia
1816
para enseñar y el clero asume un lugar en la administración de la
escuela primaria.
Reglamentación de la licencia de los instructores de las
1819-1824
congregaciones. Se remite al clero la enseñanza primaria.
Se quita del clero la enseñanza primaria pero los concede un lugar
en su administración. Se prohíbe la enseñanza por las
congregaciones no autorizadas. Se reduce la representación del
1828-1831
clero en los comités de los distritos. Se elimina la exigencia de un
certificado de instrucción religiosa a los instructores y se obliga las
congregaciones a suprimir los exámenes de licencia.
Restauración Aprobación de la ley Guizot que establece la libertad de la
(1815-1848) enseñanza primaria; la obligatoriedad de la instrucción moral y
religiosa en la enseñanza elementar; la vigilancia de las escuelas
primarias; la obligatoriedad de las comunas a establecer una
escuela primaria y de asegurar la gratuidad parcial; el pago de la
1833
retribución escolar bajo la forma de contribución; la necesidad de
certificación de los profesores de la enseñanza elementar; el
establecimiento de una escuela normal de instructores en los
departamentos; y la institución de las escuelas elementares
superiores.
Organización pedagógica y de los programas de las escuelas
primarias. Creación, en cada comuna, de una escuela para
1834-1848
muchachas. Organización de las carreras de los inspectores
primarios.
Aprobación de la ley Falloux, que organiza la educación primaria
en los departamentos. Autoriza la supresión de las escuelas
normales. Los instructores son sometidos a los curas y se establece
un sueldo para ellos. La retribución escolar es paga en forma de
1850
contribución. Las escuelas primarias superiores son suprimidas.
Segunda
Las comunas de más de 800 habitantes son obligadas a tener una
República y
escuela de muchachas. Las congregaciones religiosas son
Segundo Imperio
favorecidas.
(1848-1870)
Se publica la ley sobre la retirada de los funcionarios de orientación
religiosa en 10 años. Los alcaldes pasan a ser responsables por la
1853-1866 indicación de los instructores. Se permite a las comunas establecer
la gratuidad total de la enseñanza primaria y obliga a las que tienen
más de 500 habitantes a crear una escuela de muchachas.

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Aprobación de la ley Ferry que establece la gratuidad de las
1881
escuelas primarias públicas.
Otra ley Ferry torna la enseñanza primaria laica y obligatoria para
los niños de 6 a 13 años. Otras disposiciones son aprobadas
1882
tratando de temas como programas de la enseñanza primaria y
supresión de los símbolos religiosos de las escuelas.
Jules Ferry, como ministro de la educación pública, remite una
1883
circular a los profesores reafirmando la laicidad de la enseñanza.
Aprobación de la ley Goblet, sobre la organización general de la
1886 enseñanza primaria. Trata de la laicidad del personal y reafirma las
disposiciones de la ley Falloux sobre la abertura de escuelas libres.
Los instructores de la enseñanza primaria pasan a ser pagos por el
Estado bajo las expensas de la enseñanza primaria y son, así,
convertidos en funcionarios del Estado. Supresión de 135 escuelas
1889-1932
de congregaciones y prohibición de la enseñanza a todas las
Tercera
congregaciones. Separación de la Iglesia y el Estado. Inicio de la
República a la
exigencia de un certificado superior a los instructores primarios.
hasta la mitad del
Siglo XX La obligatoriedad de la enseñanza pasa a 14 años. Las
congregaciones son autorizadas a enseñar. Las escuelas normales
son transformadas en institutos de formación profesional. Se
restablece los aspectos religiosos en los programas escolares. Los
1936-1945 municipios son autorizados a subvencionar las escuelas libres. Se
autorizan los curas a catequizar en las escuelas. Se permite a los
alumnos de escuelas privadas a recibir becas del gobierno. La
instrucción religiosa vuelve a ser eliminada de las escuelas y se
restablece la gratuidad a partir de las clases elementares.
La ley Debré es aprobada. Se extiende la obligatoriedad escolar a
los 16 años y ofrece un contrato a los establecimientos privados
bajo contrapartidas. Se prohíbe a las escuelas privadas a recusar
1959 alumnos por cuestiones religiosas. Se torna obligatoria la
inspección de los establecimientos escolares por parte del Estado.
Es la ley que organiza la enseñanza privada en Francia hasta los
días actuales.
Fuentes: (1) Prost, Antoine. Histoire de l’enseignement en France. Paris: Armand Colin, 1968. (2)
Services Culture, Éditions pour l’Éducation Nationale (SCEREN). Centre National de Documentation
Pédagogique (CNDP). Paris, Francia. Disponible en <http://www.cndp.fr/revueTDC/808-41533.htm>. (3)
Ley Guizot, de 28 de junio de 1833. (4) Ley Falloux, de 15 de marzo de 1850. (5) Ley Ferry, de 16 de junio
de 1881. (6) Ley Ferry, de 28 de marzo de 1882. (7) Ley Goblet, de 30 de octubre de 1886. (8) Ley
Debré, de 31 de diciembre de 1959.

4. Conclusión
El sistema educativo francés sufrió cambios significativos a lo largo de la
historia que fueron marcados, sobre todo, por una ampliación creciente del acceso a la
educación.
A lo largo de la Revolución Francesa, el debate sobre la cuestión de la educación
pública adquirió la dimensión del confronto entre proyectos elaborados para la
implementación inmediata de políticas públicas y fue marcado por la pasión y espirito
polémico característicos de esta época (PIOZZI, 2007).
La necesidad de operar una profunda transformación que asegurase el
rompimiento con el Antiguo Régimen y preparase el hombre para vivir en un nuevo

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modelo de sociedad, se convirtió en beneficio en la medida en que permitió avanzar en
la estructuración de un sistema de enseñanza pública.
La organización del sistema educativo en Francia suscitó discusiones que siguen
hasta los días actuales y que se traducen, básicamente, en cómo garantizar el efectivo
derecho a una educación para todos. Así, las leyes son los medios para organizar el
sistema, pero la voluntad política es la garantía de ponerlo en marcha.
Las luchas que se trabaron en relación a la universalidad de la enseñanza, la
gratuidad y a los papeles de la Iglesia y del Estado en este proceso nos muestran que la
educación no puede perseguir el objetivo de formar un individuo apto a atender a los
intereses de las clases dominantes, aunque estos objetivos todavía siguen vigentes.
Cuando los educadores asumen la defensa de una escuela universal, única, gratuita,
obligatoria y laica, están actualizando la plataforma democrática en su génesis. En este
sentido, recordar el debate francés significa cualificar-se por el suporte de la memoria
(BOTO, 1996).
La organización del sistema de enseñanza francés fue un proceso paulatino
marcado por avances y retrocesos determinados por el curso de la historia. Los
gobiernos que se sucedieron en aquel país tenían en la educación la clave para moldear
el tipo de ciudadano que podría contribuir para la definición del sistema que se buscaba
establecer. Así, la transformación de este tema en una cuestión sumamente política que
involucraba a los más diversos grupos de interés hizo con que fuese necesario más de un
siglo de historia para llegarse al modelo que conocimos (aunque los grupos de interés
sigan actuando).
El proceso de establecimiento de la educación pública en Francia aportó grandes
avances en lo que se entiende como educación nacional y contribuyó para la
consolidación de los sistemas nacionales de enseñanza de varios países. Importantes
temas como la descentralización administrativa, la extensión progresiva de la duración
de la enseñanza elementar obligatoria, el atendimiento universal y la ampliación de la
inversión de recursos financieros deben estar incluidos en las agendas gubernamentales
como temas permanentes.
Mas allá de realizar un estudio descriptivo, lo que se buscó en este ensayo fue
abordar los procesos que llevaron a la definición de la organización del sistema de
enseñanza francés en los diversos momentos históricos y de cómo fueran conducidos de
forma a buscar la legitimación – todavía distante de la totalidad – de los ideales
revolucionarios de igualdad, libertad y fraternidad.

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discursos pedagógicos que permanecem”, extraído de http://www.historia.uff.br/nec
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