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Calidad en la Universidad
Domingo Docampo

Fundación Barrié, 30 de mayo de 2002

1 Introducción
Para comenzar esta intervención creo que es importante reflexionar, aunque
sea brevemente, sobre la posición en la que está hoy la Universidad Es-
pañola, sin olvidar de donde salió, y sopesando las metas a las que se ha
llegado en la oferta universitaria (cantidad) y en la competencia académica
e investigadora (calidad).
Ası́, podemos constatar que partiendo de los niveles incalificables de
la universidad del tardofranquismo, tras años de esfuerzo, la producción
cientı́fica comienza a ser homologable internacionalmente, al menos en la
base, no en la cumbre, que tardará más años. Hay que constatar también
las diferencias entre los distintos campos cientı́ficos y tecnológicos en España,
con ámbitos más expuestos y otros menos a la competencia internacional.
Por otra parte, podemos celebrar, sin que ello signifique un arranque
de autocomplacencia, que la universidad española ha salido de la campana
de cristal y ha comenzado a transferir resultados a un sector industrial y
empresarial que, salvo honrosas excepciones, ha ido a la zaga en su capacidad
de absorber conocimiento e innovación.
Asimismo, debemos constatar la gran dificultad que tienen los grupos in-
vestigadores españoles para acceder a los fondos europeos para investigación
ligados a los intereses de los grandes conglomerados industriales europeos,
entre los que no hay presencia significativa de firmas españolas.
Me parece también de justicia hacer referencia a la Ley de Reforma Uni-
versitaria, que sin duda influyó en el despegue de la Universidad en España,
y al contexto económico-social de la España democrática, que propició un
mayor apoyo a la instrucción pública del que sin duda se benefició el desar-
rollo económico del Estado en las dos últimas décadas.
Es también de justicia mencionar la apuesta decidida por la Universidad
en los años 80 y principios de los 90, que no ha tenido continuidad con la
misma intensidad en años posteriores, con gobiernos de distinto signo. Los
recientes acontecimientos en torno a la gestación de una nueva ley orgánica
dan clara muestra del desencuentro entre las universidades y quien tiene
las responsabilidades de gobierno en materia de Educación, al que hay que

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sumar el fiasco del Ministerio de Ciencia y Tecnologı́a, que ha supuesto una


decepción enorme en el mundo de la universidad y de los investigadores.
Finalmente, en el haber de las Comunidades Autónomas hay que poner
su decidido esfuerzo por la consolidación de la Universidad española, que
ha conseguido incrementar considerablemente su oferta y la ha acercado
geográficamente a los ciudadanos.

2 El contexto
En la presente década, las universidades deberán enfrentarse a los retos
derivados del desarrollo pleno de la sociedad del conocimiento en una economı́a
globalizada. Esta sociedad presenta para las instituciones académicas un
contexto definido, entre otras, por las siguientes caracterı́sticas:
• La conformación del espacio europeo de la educación superior, a partir
de la Declaración de Bolonia de 1999, un proceso de convergencia que
se alargará hasta el año 2010.
• La consolidación del Espacio Europeo de la Investigación, favorecedor
de la constitución de redes de excelencia entre los grupos investigadores
de la Unión Europea.
• La progresiva introducción de las tecnologı́as de la información y las co-
municaciones en la investigación, la docencia y la gestión, que permite
proporcionar nuevos servicios y combinar esquemas de aprendizaje no
presencial con la labor docente en las aulas y laboratorios.
• El cambio de paradigma educativo asociado al aprendizaje perma-
nente, en el que el centro del proceso formativo pasa a ser el estudiante
y las aulas universitarias se contemplan más como lugares en los que
se va a aprender que como espacios en los que se va a enseñar.
• La mayor interrelación entre la universidad y la sociedad, que espera
de aquella no sólo el cumplimiento de sus funciones básicas de estudio,
investigación y docencia, sino también un liderazgo en la transmisión
de valores sociales, ambientales y culturales, una preocupación mayor
por la empleabilidad de los titulados, y un compromiso efectivo en la
transferencia de resultados de investigación a los sectores productivos.
• Un nuevo marco de competencia y cooperación en red entre las univer-
sidades, en el que la calidad cobra un valor esencial, que deberá con-
ducir a la asunción de nuevos mecanismos de acreditación institucional.
• El previsible descenso del número de estudiantes LOGSE debido a la
caı́da de la tasa demográfica a lo largo de la década, lo que permitirá la
ampliación de la oferta universitaria para cubrir las necesidades de
educación permanente de los ciudadanos.

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• Un nuevo marco legislativo tras la aprobación de la Ley Orgánica de


Universidades, al que deberán adaptarse los Estatutos de las Univer-
sidades en un plazo de un año, que permite desarrollar legislación y
polı́ticas propias en las Comunidades Autónomas.

3 Decálogo
Varios son los temas (problemas) de hoy y de siempre de la universidad
española. Mi colega Rector de la Universidad de Valladolid, Jesús Sanz
Serna, los enumeraba en una reciente presentación en la Universidad de
Porto. Los resumo en el siguiente decálogo, y una espuela final que hace
referencia al tema que hoy nos ocupa, la calidad:

1. Aunque a la Universidad se le exige que sea competitiva y dé respuesta


a los retos (múltiples) que la sociedad le plantea, se ha mantenido su
carácter de Administración Pública, por lo que todo lo que hacemos
constituye un acto administrativo recurrible; comprar, y no digamos
vender, puede llegar a constituir una pesadilla.

2. Las dos Leyes Orgánicas de Universidades han mantenido un modelo


de gobierno y representación con responsabilidades diluidas, lo que
propicia cierta dificultad para cambiar, para renovar, para modernizar.

3. Aunque se reconoce el principio de Autonomı́a Universitaria, se evi-


dencia su escasez en las universidades públicas en temas tales como
la selección de profesores y estudiantes, y, sobre todo, en la oferta de
estudios.

4. Se ha sufrido una financiación inadecuada e irregular, sin objetivos,


escasa, mediatizada polı́ticamente a veces.

5. Se conserva una estructura imperfecta de la oferta de estudios, que ha


dejado el postgrado en tierra de nadie (o lo que es peor, de todos).

6. Se ha producido una escası́sima movilidad entre profesorado (falta de


incentivos salariales) y alumnado (polı́tica raquı́tica de becas).

7. Durante años se ha echado de menos una mayor apertura de las uni-


versidades a la sociedad, una mayor asunción de liderazgo. Quizá esto
sı́ podemos decir que está en vı́as claras de solución.

8. Todavı́a tenemos una insuficiente apertura internacional, sobre todo


en la captación de estudiantes e investigadores extranjeros.

9. Se produjo un cierto retraso en la adopción de estándares interna-


cionales en materia de investigación: no obstante, hay que señalar que

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hemos podido poner en su sitio a los sabios locales en un número muy


elevado de disciplinas.

10. Todavı́a no hay una respuesta coherente a la desvalorización de la


función docente y a su reconocimiento y adecuada incentivación.

11. Caminamos lentamente por la senda de la eficiencia y la calidad: man-


tenemos en general una concepción sesgada hacia el modelo buro-
crático, en la que los esquemas de homologación están primados frente
a los de acreditación.

4 A modo de conclusión
La entrada de una nueva ley siempre proporciona oportunidad para el cam-
bio, por lo que debemos tratar de aprovecharla. Guillermo de la Dehesa
nos decı́a uno de estos dı́as pasados que la formación lo es todo o casi todo.
Tras una larga temporada en la que la presión mediática sobre las universi-
dades arreció y no con las mejores intenciones, es de agradecer que surjan
voces independientes que le recuerden a la sociedad el valor estratégico de
la educación en la conformación de la sociedad del conocimientoo y en la
competitividad de los paı́ses.
El camino a seguir, una vez asentada la cultura de la calidad a través de
los mecanismos de evaluación institucionales, debe concretarse en la búsque-
da de nuevos programas de financiación, de contratos programa con objetivos
claros e indicadores precisos y fácilmente medibles.
La rendición de cuentas de la Universidad a la Sociedad precisa hoy más
que nunca de un marco de financiación ligado al cumplimiento de las mi-
siones de la Universidad. Se precisan programas de incentivos al rendimien-
to individual y colectivo en la docencia y la investigación, a las polı́ticas de
mejora de la organización y los servicios, a las actuaciones destinadas a in-
crementar la empleabilidad de los titulados, a las medidas de incorporación
al proceso de convergencia europea, a las polı́ticas de proyección social y a
las actuaciones destinadas a estimular la participación de fuentes privadas
en el apoyo a las universidades públicas.
El clima polı́tico en nuestra Comunidad Autónoma nos hace concebir ra-
zonables esperanzas de que el diálogo parlamentario e institucional será ca-
paz de propiciar un gran acuerdo en torno a la Educación Superior en Gali-
cia, que la coloque en situación de competir con dignidad en el contexto de
distrito abierto en el que tienen que desempeñar sus actividades. Las cifras
de financiación del sistema universitario de Galicia (datos de Armenteros en
el estudio preparado para la CRUE este año) nos colocan de nuevo en las últi-
mas posiciones de España. Las cifras de gasto por alumno (lo que equivale
a ingreso por alumno dado que los presupuestos universitarios son equili-
brados por ley en ingresos y gastos) en las universidades galegas, además

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de mostrar una variabilidad interior reseñable, nos sitúan en la antepenúlti-


ma posición entre las CC.AA., superando solamente a Castilla la Mancha y
Extremadura.
Ese gran pacto parlamentario y de gobierno de Galicia es la condición
y la garantı́a imprescindibles para avanzar con paso firme en la senda de la
calidad: nuestros gobernantes y representantes polı́ticos lo saben, hora es
de actuar.

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