You are on page 1of 2

Los mercaderes en el templo

Tomemos la parábola de Jesús arrojando los mercaderes del templo.

Mateo 21:
12. Y Jesús entró en el templo de Dios, y arrojo a todos aquellos que vendían y
compraban en el templo, y derrocó las mesas de los mercaderes, y los asientos de los
que vendían las palomas,

13. Y les dijo, está escrito, mi casa será llamada la casa de oración; pero vosotros la
habéis hecho una cueva de ladrones.

Marcos 11:
15. Y ellos vienen a Jerusalén; y Jesús entró en el templo, y comenzó a arrojar aquellos
que vendían y compraban en el templo, y derrocó las mesas de los mercaderes, y los
asientos de los que vendían las palomas.

16. Y no sufriría que cualquier hombre debe llevar cualquier vasija a través el templo.

17. Y enseñó, diciendo a ellos, ¿no está escrito que mi casa será llamada de todas las
naciones la casa de oración? Pero vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones.

Cuando leí esto a la luz de la vida cotidiana, un templo literal, tengo la impresión de que
Jesús está siendo representado como un poco petulante y oficioso. Esos mercaderes y
vendedores de palomas (¿y por qué palomas?) fueron probablemente ciudadanos
honestos realizando un servicio necesario para el beneficio de la congregación y de
ellos mismos. A pesar de mí misma, Jesús aparece como arrogante, arbitrario, violento
¡y con falta de consideración por lo menos!

Esto es en el nivel exterior, mundano, ordinario. Pero en el nivel psicológico la imagen


cambia. La imagen de un Jesús, petulante, arrogante, violento, punitivo. Jesús
literalmente maltratando comerciantes honestos ejerciendo en su tiempo-honrado
comercio en el recinto de la iglesia. ¿Qué es el templo? Yo, mi cuerpo. Y Jesús Cristo
representa la parte más alta de mi mismo.

Mucho comercio pasa en mí, Mi objetivo inconsciente es conseguir tanto como sea
posible y a dar lo menos posible en retorno: la definición de un buen comerciante. Pero
si Cristo va a reinar en este templo de mí no puede haber mercadeo, a veces soy
generoso,- pero sólo a "mi propio"-, es decir, mis hijos, mi esposa, mi amigo, incluso mi
iglesia o mi ciudad o mi país. Tal vez las recompensas son psicológicas, pero todavía
están sólidamente apegadas al ego.

Pero en la parábola simplemente real, Cristo, la parte mas alta de mí quien todavía no
tiene un lugar en mí, afirma que en la Casa de Oración no hay lugar para la compra y
venta. Oración, la comunicación posible entre niveles superiores y yo como yo ahora
estoy. No puedo intercambiar una cosa por otra. Es todo o nada. Si Cristo va a venir a
este templo de mí mismo entonces no puede haber compra - venta. Hay solamente yo
mismo. No puedo decir: Bueno, voy a dar ese pedacito de mí, y luego, si hay suficiente
en retorno, voy a arriesgar un poco más. Y no hay seguro, no hay garantías. Si tengo el
verdadero deseo de convertirme en el templo del espíritu, como St. Paul lo llama,
entonces no puede haber mercaderes, ningún comercio. Los "puestos" de los cambistas
y aquellos que vendían las palomas deben ser anulados; es decir, mis actitudes deben ser
anuladas.

Pero, antes de que mis actitudes puedan cambiar debo verlas. Hoy, traten de ver la
manera en que automáticamente siento que estoy "endeudado." Tratar de ver cómo
tomo crédito y espero una recompensa de una u otra manera en todas mis actividades;
cómo siempre quiero lo mejor para mí y esta situación aquí es muy útil para este tipo de
observación a menos que pueda ver a mi actitudes engranadas estas no cambiarán
nunca. Hasta que llegue al punto donde yo no cuente el costo, donde yo estoy dispuesto
a ir más allá, dar una milla mas, donde yo realmente ponga algo de mí mismo en riesgo,
yo nunca avanzare. Así que debo venir a reconocer los mercaderes en mí, sin culpa o
elogios, aprobación o desaprobación. Sólo tengo que conocerlos, donde son adecuados
y donde son inadecuados. Que este sea nuestro ejercicio para hoy.

STAVELY

You might also like