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La Biblia llama «obispo» al pastor, que significa «uno que supervisa». Pastorear es
«guardar, alimentar, «guiar, dirigir, cuidar, ser responsabie por».
Sin pastor, las ovejas deberían estar siempre vigilantes, cuidándose a sí mismas. No
tendrían tiempo de pastar o de descansar junto a las aguas de reposo. Temerían a los
lobos, osos y leones que pudieran asaltarías de repente y devorarlas. Pero la oveja sabe
que su pastor la ama y la cuida. No teme ni necesita guardarse a si mismas. No tendrían
tiempo de pastar o descansar junto a las aguas de reposo. Temerían a los lobos, osos y
leones que pudieran asaltarlas de repente y devorarlas.
En estos días, Satanás está desplegando todas sus fuerzas para tratar de engañar y
desviar a los verdaderos creyentes. Hay muchos falsos profetas y profetisas intentando
guiar al pueblo de Dios fuera de la verdad.
¿Cómo conocer la diferencia? ¿Cómo saber si una persona es un falso profeta enviado
por Satanás?
«Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como
apóstoles de Cristo.»
«Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no
es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin
será conforme a sus obras.»
Cuando los falsos ministros llegan a una iglesia sana, declaran tener una revelación de
Dios nueva y más profunda, que los demás no tienen. A veces dicen a las ovejas que su
pastor no es «espiritual», y que por eso no «entiende». Esta es una señal segura del falso
ministro. Aparece como mensajero de luz, pero es un ministro de Satanás.
Cierta vez, una mujer de nuestra iglesia vino y me dijo: «Hermano, Dios me ha dado
una revelación tan grande que ni siquiera usted va a poder creerla.»
La miré directo a los ojos, y respondí: «¡Eso es una mentira! No es de Dios, sino del
diablo, porque Dios sabe que yo creeré todo lo que su Palabra me revele.»
Quedó tan sacudida por mi respuesta, que bajó la defensa y pude ayudarla a ver la
realidad.
La revelación debe ser probada por la palabra de Dios. Se debe tener cuidado de las
doctrinas que tuercen las Escrituras o ponen todo el énfasis sobre una porción.
Unos años atrás, algunas personas vieron una nueva revelación y comenzaron a
reprender demonios todo día y por todos lados, haciendo vomitar los malos espíritus.
Algunos veían demonios detrás de cada árbol, sobre las piernas de la gente y detrás de
cada situación. Hablaban con los demonios y los demonios les contestaban. Pero no era
de Dios. No hemos sido llamados a hablar con los demonios, sino a echarlos fuera.
Cuando los grupos de hogar se reúnen, deben tener cuidado de los énfasis
desbalanceados y de aquéllos que piensan que tienen una nueva luz que los líderes de la
iglesia no comparten, porque eso se convertirá en un punto de rebelión.
La Biblia es muy clara cuando señala que los creyentes deben someterse a la autoridad
de aquéllos que velan por sus almas. Porque Dios ha puesto a esos dirigentes y les ha
dado la visión y el amor para proteger y cuidar el rebaño (lif. 4:11-13).
Varios años atrás, vino un hombre a nuestra ciudad. Era uno de aquéllos de quienes
habla Pablo en 2a. Timoteo 3:6-7:
“Porque estos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas
cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están
aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.»
El enseñaba toda clase de falsas doctrinas, y al poco tiempo había reunido un grupo de
mujeres que lo creían un profeta. Algunas de ellas eran buenas mujeres, pero estaban
engañadas. Todas fueron detrás de lo que parecía una gran unción de Dios.
La finalidad del engaño de este hombre era que las mujeres vendieran sus casas, le
dieran dinero, y se mudaran todos juntos a una comunidad que él comenzaría en otro
lugar bajo su ungido ministerio.
Yo vi lo que estaba ocurriendo, y traté de aconsejar a una de estas señoras, que era
miembro de mi congregación, pero no tomó mi advertencia seriamente.
Después de un tiempo, el Señor me envió a liberarla de las garras del oso. Reprendí al
diablo y le compartí algunas de estas verdades.
Cuando volvió en sí, me dijo: «No sé qué fue lo que me pasó. ¡Gracias a Dios, hermano,
que usted se preocupó lo suficiente como para rescatarme!»
Para eso están los pastores, para rescatar a las ovejas. Es parte de nuestra
responsabilidad espiritual.
Si yo hubiera muerto todas las veces que alguien lo profetizó, ya habríamos tenido
cantidad de funerales. Porque cuando los falsos profetas y ministros engañadores vienen
y yo los resisto cara a cara, firmemente, comienzan a profetizar mi condenación. Su
mensaje es más o menos el siguiente: «Yo pronuncio sobre ti juicio de parte del
Altísimo. Así dice el Señor: ¡Ciertamente morirás!»
Yo les respondo: «Eso no es verdad. Tu estás engañado». Luego reprendo a las fuerzas
del demonio en ellos, los hago dar media vuelta, y los despido para que salgan de mi
congregación.
Recuerdo a cierto «colega» que vino a nuestra iglesia hace varios años.
Trató de tener ingerencia en las reuniones, pero no le di lugar. Finalmente vino a mí y
me dijo: «¡Yo soy un profeta para las naciones! Así dice el Señor: ¡Ciertamente morirás
antes de que este edificio quede terminado!»
Yo le respondí: «¡Tú no eres un profeta para las naciones, ni un profeta para nadie!
Apenas un pobre individuo engañado, por quien Cristo murió, pero el diablo te ha
tomado. Yo no voy a morir. Viviré porque con larga vida El me satisface y me muestra
su salvación.»
Finalicé aquel edificio, otro más, y hasta un tercero, ¡y aún sigo con vida!
Los falsos profetas y maestros a menudo tienen mensajes de destrucción y condenación
para aquéllos que los resisten.
No entienden el rol del profeta en el Nuevo Testamento. Piensan en el rol del profeta del
Antiguo Testamento, enviado para llevar a la gente un mensaje de juicio y destrucción.
Pero hay una gran diferencia. El don de profecía en el Nuevo Testamento es para
exhortar, edificar y consolar a los individuos (ver la. Cor. 14:3).
4) Los falsos profetas suelen declarar que han sido enviados por Dios como
mensajeros especiales y generalmente vienen de un lugar distante.
No todos los falsos ministros vienen de lugares distantes, pero la mayoría de ellos
declara enfáticamente: «Dios Todopoderoso me envió con un mensaje.»
Cuando esto ocurre, es preciso saber discernir con respecto a las palabras y a la vida del
pretendido profeta o maestro. A menudo, su hogar está dividido porque su cónyuge no
acepta el mensaje que ellos tienen. Trabajan para ganarse la simpatía y el apoyo de
algún reducido grupo dentro de la iglesia, al que luego usan como plataforma para
extender su falsa enseñanza o levantar su propia persona.
Es preciso también tener cuidado con aquéllos que no trabajan o no duran en ningún
empleo.
Agregaré una palabra de advertencia acerca del dinero. Usualmente los falsos ministros
hablan mucho de dinero. Enseñan y profetizan que usted les tiene que dar dinero, abrir
su hogar a ellos, o darles ofrendas especiales. Tratan de usar a las personas para recibir
el dinero que Dios no les ha permitido tener.
Dios ha delegado autoridad en la Iglesia. Pero los falsos maestros tienen un espíritu tan
rebelde que no admiten que nadie los corrija ni les diga lo que tienen que hacer. Suelen
declarar que sólo se sujetan al Espíritu Santo.
El que una persona haga suceder cosas sobrenaturales cuando su vida no muestra el
fruto del Espíritu, es evidencia segura de que se trata de un falso ministro.
Jesús dijo: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt. 7:15-20). No podernos distinguir lo
malo de lo bueno por milagros, por prodigios o por palabras, sino por los frutos.
Debemos estar alertas. Satanás mismo se transforma en ángel de luz, y sus ministros se
disfrazan de ministros de justicia. Pueden obrar toda clase de milagros y maravillas para
engañar a la gente.
¿Quiere usted saber si alguien es un falso maestro? Simplemente considere sus frutos,
su carácter, su generosidad, su familia, lo que produce su enseñanza en la vida de sus
seguidores. Puede tener una personalidad atrayente y una actitud aparentemente
humilde y espiritual a causa del halo místico que lo envuelve. Pero su fruto es
confusión, discordia, división y destrucción. Cuando finalmente deja la congregación, el
pastor tiene que recoger los pedazos de la gente destrozada, llorar con ellos, traerlos
nuevamente a la palabra de Dios, vendar sus heridas, y volverlos al camino de la cruz de
Cristo.
7) Los falsos ministros no tienen raíces espirituales; no tienen lazos fuertes con
nadie; no hay pastor que los conozca en profundidad, a nadie están sujetos ni dan
cuenta o piden consejo. Su reputación no puede ser verificada.
Cuando los falsos maestros y ministros llegan a una congregación y se les pregunta:
«¿Qué iglesia lo respalda?», «¿quién es su pastor?», «¿con quién ha estado relacionado
estos últimos años que pueda recomendar su ministerio?», no tienen respuesta, Ni
siquiera desean que se llame a su pueblo o a la iglesia de donde provienen. Por todos
lados han dejado un tendal de discordias, problemas y corazones heridos.
Usted se preguntará: ¿Cómo puedo manejar la situación cuando noto que una persona
está siendo usada por el enemigo?
Seis sugerencias para obreros de la iglesia acerca de cómo manejar a este tipo de
personas.
1. Ore mucho cuando advierta que está frente a un ministro de Satanás dentro de su
congregación y la gente comienza a apegarse a él o ella. Busque a Dios. Ore para que el
Señor proteja a la congregación y saque a la luz lo que verdaderamente hay en esa
persona y sus doctrinas.
2. Recuerde que la batalla es espiritual. Usted no lucha contra carne y sangre, sino
contra fuerzas satánicas. Reclame la sangre de Cristo para ser guardado y revise su
armadura.
3 Informe a su pastor acerca de lo que usted piensa y siente con respecto a esa persona.
Requiera su consejo y opinión.
4. Dependa completamente del Espíritu Santo. Confíe en Dios para que El manifieste
los dones del Espíritu Santo en su vida y le imparta sabiduría para manejar la situación.
6. Resista con firmeza a Satanás. No sea soberbio, pero sí firme en el poder y fuerza del
Espíritu Santo. Proteja al rebaño a toda costa. Atrévase a ser un fiel siervo de Dios. No
permita que Satanás ni sus ministros siembren discordias en su congregación.
Fuente:
Revista “Los Elegidos“,Año 1 Nº 2, Producciones El Puente, Bs. As. ,Argentina