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/Exclusión Creciente ⇓
Es difícil, por otra parte, en este terreno de la edad más que en otros,
distinguir las constricciones sociales de los actos libres de los sujetos. La
inestabilidad de los jóvenes en el mercado de trabajo, por ejemplo, puede ser
2
O de cualquier otra definición en torno a la edad: infancia, niñez, adolescencia, adultez
joven, madurez, primera madurez, mayor edad, madurez media, tercera edad, última
madurez, ancianidad, senectud, cuarta edad.
en principio resultado tanto de sus preferencias (combinación de trabajo y
estudios, actitud puramente instrumental hacia el trabajo, búsqueda de
empleos temporales o de jornada parcial, etc.) como de condiciones que les
vienen impuestas (relegación a empleos de carácter secundario, preferencia a
la hora del despido, políticas públicas que favorecen el trabajo juvenil "fuera
de la norma", etc.) o de una combinación de ambas cosas. La jubilación
anticipada de los viejos o los trabajadores de mayor edad, de manera
análoga, puede obedecer tanto a una decisión estrictamente voluntaria
(deseo de disfrutar de tiempo libre, posibilidad de valerse con unos ingresos
menores, evitación del esfuerzo físico) como a diversas presiones exteriores
(cierre de las oportunidades de promoción, despidos y dificultades para
conseguir un nuevo empleo, caída de los ingresos, hostilidad del empleador,
etc.) o, de nuevo, a una combinación de ambas.
3
Para los jóvenes, por ejemplo, E. Douvan y J. Adelson, The adolescent experience,
Nueva York, Wiley, 1966; para los viejos, G.F. Streib, "Are the aged a minority group?", en
A. Gouldner y S.M. Miller, eds., Applied sociology, Nueva York, The Free Press of Glencoe,
1965.
graves que puedan ser las diferencias sincrónicas, el saldo final es, ceteris
paribus, para todos el mismo.
4
Hipócrates ya dividía la vida en ocho periodos de siete años, y los tres primeros eran
los de párvulo (menor de 7 años), niño (de 7 a 14) y adolescente (de 14 a 21). Cf. H.-I.
Marrou, Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985, pp. 138 y ss.
5
Véase P. Ariès, El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Madrid, Taurus, 1987.
Ariès no pretende que exista una transición de la infancia a la adultez de la noche a la
mañana, sino que los niños son tratados como adultos en miniatura. Por otra parte, esta
pauta parece encajar con las sociedades de subsistencia, pero ya los griegos
diferenciaban la efebía y los romanos la pubertad, y aun en la Edad Media la transición al
mundo de trabajo de los adultos no significa, por supuesto, una plena incorporación al
mismo.
6
Para una discusión de esta evolución desde el siglo XVI hasta nuestros días, véase H.
Klein, "Adolescence, youth, and youth adulthood: Rethinking current conceptualizations of
life stages", Youth and Society XXI, 4, 1990.
7
E.W. Burges, R.S. Cavan y R.J. Havighurst, Your activities and attitudes, Chicago,
Science Research Associates, 1948.
8
D.L. Asbaugh y Ch.H. Fay, comparando ciento cinco estudios, encontraron 30 que lo
situaban a los 55 años, 17 a los 60, 13 a los 45, 12 a los 50, 7 a los 65, 4 a los 40, y 12 en
otras diversas edades, desde los 30 a los 64 ("The treshold for aging in the workshop",
Research on aging IX, 3, 1987).
Los mayores en el mercado de trabajo
10
H. Phelps Brown, op. cit., pp. 382-384. Los ingresos absolutos de las algunas
profesiones liberales, por ejemplo los dentistas, también caen desde la madurez, pero esto
parece deberse principalmente a una disminución voluntaria de la carga de trabajo.
11
Un ejemplo de la hipótesis típica es J. Botwinick, Aging and behaviour, Nueva York,
Springer, 1978. De estudio empírico que la desmiente, S. Giniger, A. Dispenzieri y J.
Eisenberg, "Age, experience, and performance on speed and skill jobs in an applied
setting", Journal of Applied Psychologie LXVIII, pp. 469-475, 1983.
12
S. Giniger, A. Dispenzieri y J. Eisenberg, "Older workers in speed and skill jobs", Aging
and Work VII, 1, 1984, y D. Baugher, "Is the older worker inherently incompetent?", Aging
and Work I, 4, 1978, sustentan, respectivamente, esas conclusiones.
sobre la base de su nula o menor experiencia, es necesario ya recurrir a
algunas filigranas, aunque éstas no sean difíciles de imaginar (la decadencia
física pesaría en sentido negativo más que la experiencia en sentido positivo,
etc.). Controlando los efectos de variables como el origen social, el tipo de
familia, las características del puesto de trabajo, los componentes
convencionales del "capital humano", el sector de actividad y otras, todavía
pueden observarse efectos muy relevantes de la edad sobre los salarios.13 A
menudo esa pérdida se da esencialmente en términos reales y relativos,
porque los trabajadores de mayor edad no participan de las mejoras
obtenidas por sus compañeros más jóvenes.14
14
R.A. Wanner y L. McDonald, "Ageism in the labor market: Estimating earnings
discrimination against older workers", Journal of Gerontology XXXVIII, 6, 1983.
15
H.S. Parnes y R. King, "Middle-aged job losers", Industrial Gerontology IV, 1977, pp. 77-
96; B. Rosen y T.H. Jerdee, "The influence of age estereotypes on managerial decisions",
Journal of Applied Psychology LXI, 1976, pp. 428-432.
16
A.-M. Guillemard, Le déclin du social: Formation et crise des politiques de la vieillesse,
París, Presses Universitaires de France, 1986, pp. 146 y ss.
17
B. Rosen y T.H. Jerdee, Older employees: New roles for valued resources, Homewood,
Ill., Dow Jones-Irwin, 1985.
en los niveles más altos y menor en los intermedios.18 Para los que optan por
trabajar después de la jubilación, y logran hacerlo, la caída es relevante entre
los directivos y espectacular, casi total, entre los supervisores.19
18
En el ya mencionado estudio de Wright, el porcentaje máximo de directivos se
alcanza, entre los varones, en el tramo de 36-45 años, con un 20.4, para descender a
partir de ahí: 16.1 en el tramo de 46-55 años, 10.0 en el de 56-65; luego aumenta de
nuevo, con 12.6 para el de más de 65, pero esto se debe a que sólo los directivos y los
autónomos suelen mantenerse activos a esa edad (E.O. Wright, Classes, cit., p. 199). En
cuanto a los supervisores, se alcanza la frecuencia máxima también en el grupo de 35-45
años, con un 22.6 %, descendiendo después a 19.2 para los de 46-55, 16.9 los de 56-65 y
3.3 los de más de 65 (ibíd., p. 325).
19
A. Walker, "Towards a political economy of old age", Ageing and Society I, 1, 1981, p.
82.
20
Ibíd.
21
Una versión más de lo que Riley llama "la falacia de la trayectoria vital" (M.W. Riley,
"Aging, social change, and the power of ideas", pp. 42-43, en S.R. Graubard, ed.,
Generations, Nueva York, Norton, 1969).
22
En 1987, los alumnos de formación ocupacional mayores de 56 años en España
alcanzaron solamente el 1.1 % del total; en 1988, o 0.9 % (Ministerio de Trabajo y S.S., La
formación profesional en España. El Plan F.I.P. 1985-1989. El Fondo Social Europeo 1990-
1993. Avance, Madrid, M.T.S.S., 1989, p. 20). En el segundo año de referencia, el grupo de
55-64 años representaba el 12.7 % de la población activa. Para el Reino Unido véase M.P.
Foggarty, Forty to sixty: How we waste the middle aged, Londres, Centre for Studies in
Aunque las tasas de desempleo disminuyen de manera consistente con
la edad, debe tenerse en cuenta que, en la edad avanzada, los trabajadores
tienen a menudo la alternativa de la jubilación anticipada, lo que los traslada
del capítulo de los desempleados al de los inactivos. La proporción creciente
de desempleados de larga duración (más de un año) entre el total de los
desempleados23 puede tomarse como un indicador de la existencia de
dificultades específicas en el grupo de edad, y la jubilación anticipada, cuando
no es forzada por el empleador, como una alternativa cuyo atractivo
aumenta, a pesar de la reducción que comporta en los ingresos, a medida que
se deterioran las oportunidades en la actividad económica. Una vez que se ha
caído en la situación de desempleo, las posibilidades de volver a encontrar un
empleo disminuyen de forma clara con la edad.24
23
O.C.D.E., Perspectivas del empleo 1988, cit., p. 153.
24
De los que llevaban parados menos de un año en un momento dado, permanecían sin
empleo un año después, en Francia (1986), el 56.3 % de los trabajadores jóvenes, el 61.4
de los adultos y el 84.3 de los de edad avanzada; en Italia (1986), 51.9, 53.3 y 90.1; en
Gran Bretaña (1984), 53.5, 61.7 y 74.2; en los Estados Unidos (1985), 48.5, 47.4 y 63.1. Si
nos fijásemos sólo en los que permanecían parados, las cifras serían: Francia, 38.7, 44.7 y
66.4; Italia, 35.2, 50.3 y 50.5; G. Bretaña, 26.1, 42.6 y 41.9; EE.UU., 23.2, 24.6 y 20.5 (Ibíd.,
p. 190).
25
O.C.D.E., Perspectivas del empleo 1988, cit., pp. 68-73.
26
El 13.5 % de los ocupados mayores de 55 años, frente al 10.9 de los de 25 a 54 años,
según el informe del Ministerio de Economía y Hacienda Condiciones de vida y trabajo en
España, cit., p. 132.
27
Si nos fijamos tan sólo en las cinco grandes potencias económicas capitalistas, la
proporción del empleo a tiempo parcial para los grupos de 25-54, 55-59, 60-64 y 65 o más
años era siguiente: Estados Unidos, 4.0, 6.1, 12.1 y 46.2 % (1987); Japón, 4.0, 7.6, 18.1 y
35.2 % (1987); Alemania Federal, 1.6, 1.7, 5.5 y 39.9 (1986); Reino Unido, 1.5, 3.1, 7.3 y
66.2 % (1986); Francia, 1.7, 4.8, 9.1 y 35.8 % (1986) (O.C.D.E., Perspectivas del empleo
1988, cit., pp. 56-57).
28
A. Dale y C. Bamford, "Older workers and the peripheral workforce: The erosion of
gender differences", Ageing and Society 8, 1988, pp. 43-62.
La exclusión definitiva
30
E. Palmore, The honorable elders, Durham, Duke U.P., 1975; E. Palmore y D. Maeda,
The honorable elders revisited: A revised cross-cultural analysis of aging in Japan, Durham,
Duke U.P., 1985.
31
La edad obligatoria, si existe, viene algo después. En España, por ejemplo, donde la
edad de jubilación está, salvo excepciones, en los 65 años para los hombres y los 60 para
las mujeres, la obligatoriedad llega a menudo sólo cinco años más tarde; pero, en la
práctica, la edad de la jubilación voluntaria funciona como si fuera la de la jubilación
obligatoria. Para información sobre distintos países véase A. Inkeles y Ch. Usui,
"Retirement patterns in cross-national perspective", en D.I. Kertzer y K.W. Schaie, eds., Age
structuring in comparative perspective, Hillsdale, N.J., Lawrence Erlbaum, 1989.
32
S.R. Parker, Older workers and retirement, Londres, H.M.S.O., 1980, p.13.
33
T.W. Bosworth y K.C. Holden, "The role part-time options play in the retirement timing
of older Wisconsin state employees", Aging and Work VI, 1, 1983.
34
J. Skoglund, "Work after retirement", Aging and Work II, 2, 1979.
35
Entre 1970 y 1980, la tasa de actividad de los varones de 45 a 54 años en los Estados
Unidos descendió tres puntos porcentuales, mientras en las dos décadas anteriores lo hizo
estancamiento económico y el desempleo masivo, refuerza la idea de que no
se trata de una retirada voluntaria. Si lo fuera, debería mantenerse constante
o disminuir de manera más regular. Tampoco cabe interpretarlo simplemente
como una respuesta al deterioro de los salarios, pues éste también se ha
dado, y tal vez más, para las pensiones, que por lo demás son siempre
notablemente más bajas que aquéllos.36 La explicación más verosímil,
entonces, es que la jubilación, especialmente si es anticipada, encubre en
gran parte el caso de parados desanimados y despedidos de hecho,37 que es
en buena medida resultado de la presión del mercado.38 La permanencia más
prolongada en la actividad de quienes ocupan empleos de alto estatus39
puede explicarse no sólo por su mayor atractivo frente a la jubilación, sino
también por el mayor poder de esas personas para oponerse a su expulsión
de la vida activa. En el mismo sentido apunta el hecho de que la edad de
jubilación real sea más elevada en el mercado de trabajo primario que en el
secundario.40
36
En Gran Bretaña se estima que los ingresos netos de una persona soltera o viuda
jubilada equivalen más o menos a un tercio de los de un adulto más joven, y los de una
pareja jubilada a la mitad de los de una pareja joven (D. Wedderburn, "The financial
resources of older people", en E. Shanas et al., Old people in three industrial societies,
Londres, Routledge, 1968, y P. Townsend, Poverty in the United Kingdom, Harmondsworth,
Penguin, 1979, cap. 20).
37
Así lo muestran diversas encuestas. Dos tercios de los franceses jubilados
anticipadamente desde el desempleo hubieran preferido no hacerlo (E. Malinvaud, Sur les
statistiques de l'emploi et du chômage, París, La Documentation Française, 1986); el 62 %
de los jubilados anticipados de 60-64 años en el Reino Unido había dejado su último
trabajo como resultado de un ajuste de plantilla (F. Laczko, A. Dale, S. Alvbert y G.N.
Gilbert, "Early retirement in a period of high unemployment", Journal of Social Policy, julio
de 1988*).
38
Véase, por ejemplo, R.F. Boaz, "Early withdrawal from the labor force: A response only
to pension pull or also to labor market push?", Research on aging IX, 4, 1987.
39
M.A. Hardy, "occupational structure and retirement", en Z. Blau, ed., Current
perspectives on aging and the life course, Greenwich, Conn., JAI Press, 1985.
40
M.D. Hayward y M.A. Hardy, "Early retirement processes among older men:
occupational differences", Research on Aging VII, 4, 1985.
41
A. Walker, op. cit., p. 81.
42
A.-M. Guillemard, Le déclin du social, cit., anexo metodológico, tabla VI1.
en 1.978 lo hacía ya a la de 60.9.43
43
Ibíd., p. 281.
44
A. Walker, op. cit., pp. 73-74.
45
J. Hendricks y C.D. Hendricks, Ageing in mass society, p. 236; Cambridge, Mass.,
Winthrop, 1977.
46
D. Maeda, "Ageing in Eastern society", p. 61; en D. Hobman, ed., The social challenge
of ageing, Nueva York, St. Martin's, 1978.
trabajadores que alcanzaban la edad de jubilación a permanecer en las
empresas, en sus puestos de trabajo o en otros, en medio de la crisis del
empleo se les empujó y se les empuja a hacerla efectiva. La jubilación
anticipada se ha convertido en una de las formas favoritas de hacer frente a
las reducciones de plantillas, reestructuraciones de sectores industriales, etc.,
auspiciada por las empresas y por la administración pública. La garantía de
recursos, en fin, cuyo único fin reconocido es completar cierto nivel de
ingresos para los trabajadores en situación de desempleo, se ha condicionado
al no desempeño de actividad remunerada alguna, precipitando así a un
importante número de parados a la jubilación de hecho.
Los sindicatos han sido parte activa, junto con los empleadores y el
poder ejecutivo, en la puesta en práctica de esta política. Aunque
nominalmente afectos a la defensa de los intereses del conjunto de los
trabajadores, su base social está entre los trabajadores empleados, no entre
los parados. Así, su política ante la jubilación se ha deslizado de su defensa
como un derecho a poner fin a la vida activa a su aceptación como una
obligación. Su posición ante ésta suele limitarse a la edad, que querrían
adelantar, y a las pensiones, que desearían ver aumentar. Después de todo,
tampoco pueden abandonar de plano a los jubilados, que son los trabajadores
y los afiliados de ayer, así como los trabajadores y los afiliados de hoy son los
jubilados de mañana.
48
E. Cumming y W.E. Henry, Growing old: The process of disengagement, Nueva York,
Basic Book, 1961.
49
R.A. Havighurst, "Succesful aging", en R. Williams, C. Tibbitts y W. Donahue, eds.,
Processes of aging, Nueva York, Atherton, 1963.
50
B. Neugarten, Personality in middle and later life, Nueva York, Atherton, 1964.
51
J.F. Gubrium, The myth of the golden years: A socio-environmental theory of aging, pp.
36-37; Springfield, Ill., C.C. Thomas, 1973.
52
Ibíd., p. 155.
quien subrayó cómo los miembros de una misma generación comparten "una
posición común" en el proceso social.53 Sorokin también vio el cambio social
como un constante conflicto entre generaciones.54 Por otra parte, la edad ha
sido considerada como un criterio de estratificación social por distintos
autores, en especial Eisenstadt y Lenski.55 Sobre esta doble base, la teoría de
la estratificación por edades (age-stratification) se basa en que las cohortes
son, a la vez, grupos de edad y generaciones. Como grupos de edad son
asignados a roles específicos, dentro de una jerarquía de las edades; como
generaciones pasan sucesivamente por todos los roles asignados por la edad,
han nacido y se han formado y socializado en un contexto determinado y
pasan a ocupar los roles abandonados por la generación anterior, que, más
tarde, dejan libres para la siguiente.
54
P.A. Sorokin, Society, culture and personality, p. 193; Nueva York, Harper, 1947.
55
S.N. Eisenstadt, From generation to generation: Age groups and social structure,
Glencoe, Ill., The Free Press, 1956; G.H. Lenski, Power and privilege: A theory of social
stratification, Nueva York, McGraw-Hill, 1966.
56
M.W. Riley, op. cit., p. 41; véase también M.W. Riley, M. Johnson, A. Foner et al., Aging
and society, vol. III, A sociology of age-stratification, cap 10: "Age strata in society"; Nueva
York, Russell Sage Foundation, 1972.
57
L.W. Simmons, The role of the aged in primitive societiy, Londres, Oxford University
Press, 1945.
58
D.O. Cowgill, Aging around the world, Belmont, Cal., Wadsworth, 1986.
trabajo y en la sociedad un estatus superior al de sus mayores. Cowgill
apunta, además, que las sociedades en proceso de modernización no estaban
preparadas para el rápido crecimiento de la proporción de viejos propiciado
por el aumento de la esperanza de vida, con lo que éstos se han visto
perjudicados por lo abrupto de la transición, aunque esté teniendo lugar ya
una mejora relativa de su posición.
59
M.L. Barron, The aging American, cap. III; Nueva York, T.Y. Crowell, 1961.
60
Para una crítica de esta teoría, véase G.F. Streib, "Are the aged a minority group?", en
B.L. Neugarten, ed., Middle age and aging, Chicago, The University of Chicago Press,
19734.
61
A.M. Rose, "The subculture of aging: A framework for research in social gerontology",
en A.M. Rose y W.A. Peterson, eds., Older people and their social world, Filadelfia, F.A.
Davis, 1965.
"divisoria de aguas", o el "antes" y el "después",62 hay motivos para afirmar
que muy a menudo han estado en una posición de desventaja. Pero lo que
necesitamos explicar es la nueva entidad cuantitativa y cualitativa de la vejez.
Respecto a lo primero, Peter Laslett sugiere que la "tercera edad" ha surgido
como un fenómeno nuevo a lo largo de este siglo, particularmente desde
mediados del mismo. Puesto que hay que fijar algún umbral cuantitativo,
Laslett sugiere que la tercera edad cobra carta de naturaleza demográfica y
social cuando más de la mitad de los mayores de veinticinco años puede
esperar alcanzar los setenta y cinco o más y cuando las personas de sesenta
y cinco años o más superan el diez por ciento de la población total de una
sociedad.63 Estas condiciones se alcanzaron en el Reino Unido, por ejemplo,
en el año 1.951. La evolución habida se expresa claramente en la
rectangularización de la curva de supervivencia y la compresión de la
morbilidad: las curvas de supervivencia de las sociedades avanzadas, que en
el siglo XVI presentaban una pendiente más o menos constante, a finales del
siglo actual presentan la figura de una meseta seguida de una caída drástica
(en otras palabras: casi todo el mundo llega ya a viejo).64
62
Para una crítica, véase P. Laslett, "Societal development and aging", en R.H. Binstock y
E. Shanas, eds., Handbook of aging and the social sciences, Nueva York, Van Nostrand-
Reinhold, 1976.
63
P. Laslett, "The emergence of the third age", Aging and Society 7, 1987.
64
P. Laslett, A fresh map of life: The emergence of the third age, p. 74; Londres,
Weidenfeld & Nicolson, 1989.
65
P. Laslett, "The emergence of the third age", cit., pp. 135-136.
66
A.-M. Guillemard, op. cit., p. 49.
La definición social de la vejez no se formula ya en
nombre del derecho a la jubilación, o de un modo de vida
específico, sino en función del mercado de trabajo y de las
exigencias de regulación de la mano de obra.67
Que los viejos (no sólo la cuarta edad sino también la tercera, no sólo
los viejos en sentido estricto sino también las personas de edad madura, o
cualquier otro eufemismo que queramos utilizar) se hayan podido singularizar
como grupo discriminado tiene mucho que ver, naturalmente, con cambios
como los señalados por la teoría de la modernización, con el actual culto a la
productividad y a la juventud..., en fin, con todo un proceso de construcción
de una categoría social y una ideología que la sustente como tal y que
legitime sus relaciones con el resto.69 Pero lo que importa subrayar es la
relación de privilegio misma, que se materializa de forma progresiva en una
discriminación que aumenta con la edad y se absolutiza de forma definitiva
con la jubilación y la exclusión total de la actividad económica.
67
Ibíd., pp. 285-286.
68
W. Graebner sostiene que el retiro y la discriminación por razón de la edad han nacido
simultáneamente como fenómenos de cierta relevancia, pero esto, que parece bastante
verosímil para el caso de los Estados Unidos, no lo es tanto para Europa, donde la
jubilación es una institución bastante más antigua. (W. Graebner, A history of retirement,
New Haven, Yale U.P., 1980.)
69
Que yo sepa, fue el psiquiatra Robert Butler quien primero habló, al menos
ostensiblemente, del "edadismo", age-ism, por analogía con el sexismo y el racismo: R.N.
Butler, "Age-ism: another form of bigotry", The Gerontologist IX, 1969, pp. 243-246.
Aunque resulte chocante la construcción en castellano, el término es ya moneda corriente
en inglés.