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Resumen
Este ensayo explora los métodos y las preguntas adecuadas para una antropología de la televi-
sión; para ello, sostiene que la noción de “descripción densa” de Clifford Geertz necesita ser cre-
ativamente reelaborada para así ser pertinente en el estudio de las vidas humanas influidas por
los medios de comunicación de masas. Las grandes preguntas, un estudio multisituado de la
recepción, de los textos y de la producción de las novelas televisadas en Egipto, pueden servir
para comprender la naturaleza de la cultura (reconociendo sus aspectos hegemónicos o ideoló-
gicos) y de las culturas (que resultan cosmopolitas en los lugares donde esto no se espera como
en Egipto) en la postmodernidad postcolonial.
Palabras clave: cultura, Egipto, etnografía de la televisión, Geertz, estudios de los medios de
comunicación, campesinos.
Abstract
Arguing that Geertz’ notion of “thick description” needs creative stretching to fit mass-medi-
ated lives, this essay explores the questions and methods appropriate for an anthropology of tel-
evision. The big questions a multi-sited study of reception, texts, and production of television
soap operas in Egypt can speak to concern the nature of culture (recognizing its hegemonic or
ideological aspects) and cultures (cosmopolitan in unlikely places like village Egypt) in post-
colonial postmodernity.
1 Contribución especial para Íconos. Una versión preliminar de este artículo fue publicado en Sherry Ortner, editora,
The Fate of Culture: Geertz and Beyond, University of California Press, Berkeley, 1999.
Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 24, Quito, enero 2006, pp. 119-141
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249
Lila Abu-Lughod
S
i tuviera que comenzar este artí-
culo tal y como lo hizo Clifford Geertz al sol y las presiones de ser madre de seis
(1973a: 412-14) en uno de sus ensayos hijos, cuyo marido había migrado a la ciudad.
más celebrados y cuestionados, con una his- Zaynab preguntó por su amiga folklorista, tal
toria sobre cómo empecé mi trabajo de como lo hizo cada vez que llegué a la aldea en
campo en una aldea así -sin mencionar más la siguiente década, ya sea desde El Cairo o
controversiales-se podrían ver diferencias desde los Estados Unidos. Yo compartía con
decidorassignificativas. Tendría que confesar ella la información que tenía, aunque trataba
que en vez de andar por un pueblo del alto de distanciarme de los otros extranjeros que
Egipto con el sentimiento de que la gente Zaynab conocía, cuya moral y comporta-
miraba a través de nosotros como si fuéramos miento -mientras se encontraban en la aldea-
“ráfagas de viento”, mi esposo y yo éramos no podía garantizarse. Para distinguirme,
inmediatamente reconocidos y claramente enfaticé la mitad palestina de mi identidad.
ubicados dentro en una red social de investi- Pero, al fin y al cabo, Zaynab sabía que yo
gadores, periodistas y arqueólogos canadien- pertenecía al mundo de los extranjeros que
ses, estadounidenses y franceses a los que los ella había conocido, y aprovechó el tiempo
aldeanos tenían bien identificados. El caserío, que pasamos juntas tratando de mejorar su
localizado sobre la rivera oeste del Nilo, a un comprensión sobre la vida en los Estados
viaje en ferry desde Luxor, estaba rodeado de Unidos: costos, becas, disertaciones, investi-
aquellos templos faraónicos que los arqueólo- gaciones y libros, entre otros aspectos más
gos han ido desenterrando y los turistas han problemáticos de la vida euro-americana. Yo
admirado por más de un siglo. era portadora de mensajes e informante, a la
La cálida bienvenida que recibí cuando vez que investigadora.
llegué en la primavera de 1990 también se En mi historia de cómo me gané la con-
debía a una intensa curiosidad. Aquí estaba, fianza de la gente del pueblo, en lugar de la
por fin, “la esposa”. Mi marido me había pre- descripción de Geertz de una dramática per-
cedido, siguiendo a un escritor estadouniden- secución policial por una pelea de gallos ilegal
se que en 1978 publicó una famosa historia que a la gente le importaba sobremanera, ten-
de vida de un joven local. Era una historia dría que conformarme con la narración del
que se asemejaba demasiado a relatos anterio- tranquilo placer de reconocimiento que
res de jesuitas y orientalistas sobre “el campe- Zaynab y sus hijos, como muchas otras fami-
sino egipcio”, representado como un hombre lias, evidenciaron cuando mostré un interés
de costumbres ancestrales y hábitos violentos por la televisión. Me preguntaron si me gus-
(Mitchel 1990: 129-50). Mi esposo había taría verla y trajeron su pequeño aparato.
buscado a unas pocas personas de las que le Mientras manipulaban su antena casera, se
había hablado una amiga nuestra del Cairo - disculparon porque la televisión era en blan-
una folklorista que escribía una disertación co y negro y me invitaron a mirarla con ellos
sobre los lamentos funerarios en el alto cualquier noche, sintiendo pena porque yo
Egipto- y a quienes había enviado saludos.
Para él era particularmente importante cono- 2 Uso seudónimos para asegurar el anonimato de las
cer a Zaynab, cuyo hogar había sido el refu- mujeres de la aldea. La folklorista en cuestión, sin
gio de nuestra amiga.2 embargo, es Elizabeth Wickett cuya disertación se
Zaynab me pareció seria y acogedora. Su titula “For Our Destinies: The Funerary Laments of
Upper Egypt” (Para Nuestros Destinos: los lamentos
cara curtida y su cabello despeinado, sobresa- funerarios del alto Eg i p t o”. Tesis de Ph . D . ,
liendo por encima de un chal negro con dise- Universidad de Pennsylvania, 1993.
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tican de manera inteligente los ejemplos más ta la gente durante procesos de hacer e inter-
repre s e n t a t i vosde lo que en el medio se cono- pretar trabajos mediáticos en relación a sus
ce como estudios de recepción y de audiencia, circunstancias culturales, sociales e históricas”
y proponen que hacen falta más estudios de (Ginsburg 1994:13).
caso etnográficos y psicoanalíticos. El autor de Y en verdad los argumentos teóricos de los
este libro en particular sostiene que “una antropólogos preocupados por una etnografía
investigación sobre la audiencia debería ser cuidadosa (etnografía que ilumine lo que
una investigación no sobre un conjunto de Brian Larkin llama “el espacio social” de la
individuos preconstituidos o de grupos socia- televisión) son prometedores (Larkin 1996).
les rígidamente definidos, sino sobre un con- En un poderoso análisis de la política e inter-
junto de prácticas y discursos cotidianos den- pretaciones de una tele-novela que absorbió
tro de los cuales se sitúa el complejo acto de la atención de China en 1991, Lisa Rofel
ver televisión y a través de los cuales este argumenta que la etnografía, definida como
mismo acto complejo se constituye” (Silver- “atención a la manera contingente en la que
stone 1994). El autor del libro, sin embargo, emergen, se naturalizan y articulan las cate-
no hace nada de lo que predica. Ofreciendo gorías sociales con la concepción de las perso-
las excusas apropiadas, evita el compromiso nas sobre sí mismas y su mundo, así como en
práctico que esto requeriría con el pro p ó s i t o las formas como estas categorías son produci-
de dedicarse a alguna teorización general (liga- das a través de prácticas cotidianas”, es fun-
da a la cultura) sobre los suburbios, la moder- damental para el estudio de los encuentros
nidad y la domesticidad. Cuando los inve s t i- con los medios. Y esto en la medida en que
gadores efectivamente se dedican a la etnogra- “los momentos de inmersión en un artefacto
fía, como admite una de las defensoras más cultural particular están necesariamente
persuasivas y sutiles del “giro etnográfico”, uti- engranados con otros campos sociales de sig-
lizan una noción de etnografía que se parece nificado y poder” (Rofel 1994: 703). Usando
poco al ideal antropológico (Ang 1996). de manera más directa los acercamientos de
¿Qué podemos ofrecer los antropólogos los estudios culturales, el artículo de Purnima
que empezamos a tomar en serio la televisión? Mankekar sobre las espectadoras femeninas
En su temprana revisión del campo emergen- de televisión en Nueva Delhi, India, muestra
te de la antropología de los medios, Debra cómo “sus interpretaciones están profunda-
Spitulnik afirma que los antropólogos “han mente influidas por discursos sociales más
sobrepasado ya, de alguna manera, muchos amplios [principalmente aquellos sobre géne-
de los debates de los estudios de medios, por- ro y nacionalismo] a través de los cuales son
que implícitamente teorizan procesos, pro- interpeladas, del mismo modo que están mol-
ductos y usos mediáticos como partes com- deadas por eventos en sus vidas y por las rela-
plejas de la realidad social, y esperan localizar ciones en las que ellas mismas se sitúan”
el poder y el valor de los medios de una (Mankebar 1993:553).
manera más difusa que directa y causal” ¿Pero cómo estudiar la articulación de la
(Spitulnik 1993: 307). En sus atisbos polémi- televisión con otros campos sociales?4
cos sobre el mismo tema, Faye Ginsburg sitúa Sostengo que la clave es emplazar la televisión
la particularidad del aporte de los antropólo-
gos en su postura menos etnocéntrica, su 4 Ciertamente no soy la única que explora esta pregun-
atención a los contextos en los que se reciben ta. Para una mirada completa del trabajo de los antro-
pólogos involucrados en la etnografía de los medios
textos mediáticos, y su reconocimiento de
de comunicación, ver Ginsburg, Ab u - Lughod y
“las formas complejas en las que se ve envuel- Larkin (2002).
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de la manera más integral posible dentro de nada en espacios y tiempos múltiples muestra
los ricos contextos sociales y culturales que el lo difícil que es la tarea de contextualizar de
trabajo antropológico sostenido -que ha sido manera completa las etnografías de la televi-
nuestro ideal desde Bronislaw Malinowski- es sión. El autor señala que la gente “vive en
capaz de proporcionar. El reto que enfrenta- espacios y tiempos que se superponen pero
mos al hacerlo es que las formas culturales no siempre se determinan: espacios domésti-
transmitidas por televisión no tienen una cos, espacios nacionales, espacios de emisión
comunidad obvia y simple y son siempre sólo y de limitada circulación, tiempos biográfi-
una parte (a veces mayor, a veces menor) de cos, tiempos cotidianos, tiempos marcados
las complejas vidas de las gentes. Además, los por horarios, tiempos espontáneos, pero tam-
programas televisivos son producidos delibe- bién socio-geológicos” (Si l verstone 1994:
radamente para la gente bajo condiciones que 132). Lo que significa que debemos intentar
varían política e históricamente. incluir, de alguna manera, estos varios espa-
Los antropólogos están probablemente cios y tiempos en nuestras descripciones den-
mejor preparados para analizar lo que los sas de la gente que mira la televisión.
estudios de los medios llaman “recepción”. El Pero incluso esto no es suficiente. Los
problema es cómo podemos ir más allá de antropólogos no pueden prescindir del análi-
una visión fragmentada de las vidas cotidia- sis “textual”, el equivalente de los análisis sim-
nas, las conexiones sociales y las preocupacio- bólicos de rituales y mitos que han sido tan
nes de los entrevistados, o de los colectivos de iluminadores. Más importante todavía: nece-
espectadores5. Lo que por lo general tenemos sitan hacer etnografías de la producción de
son sólo anécdotas o citas fragmentarias y los medios. Los programas televisivos son
descontextualizadas. Por otra parte, aún en producidos no sólo por especialistas de un
los estudios de audiencia más completos estatus social diferente del de los espectadores
hechos por investigadores de los medios, la sino también por profesionales de clase social
cuestión que se plantea es cómo superar una diferente (frecuentemente urbanos en vez de
visión parcial de la vida cotidiana, las cone- rurales, con identidades y lazos sociales nacio-
xiones sociales, las complejidades de la vida y nales y a veces transnacionales) que trabajan
las preocupaciones de la gente, sin establecer dentro de estructuras de poder y organizacio-
vinculaciones con el grupo mucho mayor de nes que están ligadas a intereses nacionales o
cuyos consumos culturales los investigados comerciales y que están haciendo el trabajo
participan a la vez que comparten sus ideas de para las empresas de televisión. Para una ver-
nación y de comunidad. dadera descripción densa necesitamos encon-
Como argumentaré en este artículo, los trar la forma de interrelacionar estos diversos
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mensajes televisivos son transformados por la nodos de la “vida social de la televisión”.
forma en que la gente enmarca sus experien- Cuando sostengo que parte de la solución
cias televisivas y por la manera en que pode- a la debilidad de los estudios de cultura popu-
rosas realidades cotidianas modulan y equili- lar descansa en regresar a la “descripción
bran esos mensajes.6 La imagen de Roger
Silverstone de la audiencia televisiva posicio- 6 La sugerencia de Debra Spitulnik, tomada de la
lingüística funcional, de que se examine la manera en
5 Importantes estudios culturales incluyen a James Lull que las “formas presuponen y crean los contextos de su
(1990), David Morley (1986) y la colección editada interpretación” haría más sutil esta noción de enmar-
por Seiter, Borchers, Kreutzner y Warth (1989). car los mensajes televisivos (ver Spitulnik 1993: 297).
Estudios inter-culturales incluyen a Allen, (1995) y 7 Estoy agradecida a Brian Larkin por esta frase (comu-
Liebes y Katz (1990). nicación personal).
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densa” de Geertz, no quiero decir que nuestro ma específico y tal vez original está conectado
objetivo sea necesariamente el mismo -en el con ellos” (Foucault 1982: 210).
caso de Geertz, desarrollar una teoría inter- En este artículo, me centraré en uno de los
pretativa de la cultura o traducir culturas- problemas de los que nos pueden hablar las
aunque comparto su fe en que un buen aná- historias sobre las mujeres y la televisión en
lisis muestra “el poder de la imaginación cien- una aldea del alto Egipto (o de los que se
tífica para ponernos en contacto con la vida puede hacer que nos hablen, como recuerda
de aquellos que no conocemos” (Ge e rtz Geertz) relacionado con la naturaleza de la
1973b: 16). En vez de eso, creo que necesita- “cultura” y “culturas” bajo las condiciones de
mos recordar que cuando Geertz hace un lla- lo que muchos llamarían posmodernidad
mado a la descripción etnográfica microscó- postcolonial. Este artículo propondrá un
pica, justifica esas “largas descripciones” de método para estudiar los medios de comuni-
eventos distantes porque son (para tomar cación nacionales, ofreciendo así una técnica
prestada una frase de alguien a quién él con- apropiada para los estudios de los medios de
sidera irremediablemente equivocado) “bue- comunicación. Pero en este artículo también
nas para pensar”. Las descripciones densas de quiero comenzar a mostrar por qué el estudio
los discursos sociales en lugares particulares de la televisión fomenta una producción
tienen relevancia general, argumenta Geertz, antropológica que está comprometida no sólo
porque “presentan a la mente sociológica con cuestiones académicas sino con otros
material del cual alimentarse”. Gracias a sus campos sociales del mundo en el que trabaja-
conocimientos específicos, los antropólogos mos, especialmente en lugares como Egipto
pueden pensar de manera inteligente e imagi- donde la televisión está ligada a proyectos
nativamente sobre los mega-conceptos de la nacionales.
ciencia social (Geertz 1973b: 23). O los de las
humanidades, se podría añadir ahora. Si-
guiendo la misma línea, Geertz nos advierte Textos culturales y etnografía
que aunque los antropólogos a menudo estu- multi-situada8
dian en aldeas, no estudian aldeas. Con-fron-
tan las mismas realidades imponentes y los En enero de 1996, en una corta visita a la
grandes términos que otros científicos socia- aldea del alto Egipto donde he estado traba-
les, pero en lugares y formas locales (Geertz jando intermitentemente desde 1990, vi con
1973b: 21). varios amigos algunos episodios de la serie de
Ampliando estas ideas, quisiera sugerir televisión “Ma d res en la casa del amor”
que todavía podemos beneficiarnos al tratar (Ummahat fi bayt al-hubb) ambientados en
de contextualizar cuidadosamente pequeños una casa de retiro para mujeres. El drama
hechos y eventos (en este caso el consumo de central del programa giraba en torno al inten-
la televisión en lugares particulares, incluyen- to del inescrupuloso cuñado de la viuda -que
do aldeas del alto Egipto) como un recurso dirigía el lugar- por apoderarse de la casa de
que nos ayude a reflexionar sobre asuntos más retiro, y cumplir su sueño de construir un
amplios, particularmente aquellos concer- hotel de veintidós pisos. Las mujeres residen-
nientes al estado-nación. Si la televisión pare- tes se asociaron para defender su amenazado
ce banal, debería inspirarnos una de las frases hogar, encontrando un nuevo propósito para
más memorables de Michel Foucault: “lo que
tenemos que hacer con los hechos banales es 8 He tomado prestado este acertado concepto de
descubrir (o tratar de descubrir) qué proble- George Marcus (1998: 79-104).
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su vida. Se olvidaron de sus riñas sobre qué jan con y contra los medios controlados por
programas de televisión ver, movilizaron sus el estado, y con audiencias imaginarias para
talentos para conseguir dinero con qué com- su trabajo. Este acercamiento nos permitirá,
prar las acciones del cuñado, y enfrentarse a finalmente, tener alguna comprensión de la
sus intereses decididamente. dinámica cultural de la televisión nacional.
La serie había sido escrita unos pocos años Miré varios episodios de Madres en la casa
antes por Fathiyya al-‘Assal, una escritora del amor con mis vecinos, quienes, aunque
vibrante y segura de sí misma, y una de las intrigados, comentaban riendo sobre los per-
pocas mujeres de su generación que escribían sonajes ridículos que aparecían en la serie,
dramas para la televisión en Egipto. Activista como una compulsiva tejedora de suéteres.
del partido de izquierda egipcio, había sido Después de un episodio en el cual una viuda
encarcelada ocasionalmente por lo que sus había finalmente accedido a casarse con un
proyectos de producir historias habían sido antiguo amor, una persona bromeó, “Ahora
postergados algunas veces y sus series cancela- todas las mujeres de sesenta querrán casarse”.
das por los censores de televisión (funciona- Al día siguiente, Zaynab comentó de forma
rios que trabajaban para la televisión estatal) más realista el episodio, contrastándolo con
y por otros altos cargos del gobierno. Sus las actitudes locales. “Decimos que cuando
series eran conocidas por su preocupación una chica ha pasado los treinta, no se casará...
social, y ella consideraba los asuntos de las Se consideraría vergonzoso. Si una mujer de
mujeres como temas críticos. También había más de treinta se casase, lo haría calladamen-
hecho un poco de etnografía en una casa de te, lejos, sin una celebración de boda”.
retiro para conseguir un guión más realista. El comentario de Zaynab fue en muchos
¿Cómo estudiar el encuentro entre algu- aspectos revelador. Dirigido a mí, establecía la
nas mujeres de la aldea del alto Egipto y esta diferencia entre las aldeanas (y por extensión
serie de televisión? Con los programas de tele- la gente del alto Egipto en general) y las muje-
visión uno está forzado a hablar no tanto de res urbanas ricas de Alejandría que aparecían
las culturas-como-textos, como Ge e rtz lo en la serie de televisión. Se trataba de una
haría, sino sobre textos culturales disconti- diferencia cultural enmarcada en lo moral.
nuos que son producidos, puestos en circula- Esta construcción de la diferencia servía en
ción y consumidos. La descripción densa de p a rte para la edificación de la imagen de la
la televisión invita, por lo tanto, como sostu- antropóloga. El haber experimentado durante
ve antes, a una etnografía multi-situada en la largos años como los ricos lamentos funerarios
que, como ha señalado George Marcus con de su madre eran anotados cuidadosamente
respecto a las mercancías en el sistema mun- por nuestra amiga folklorista, así como el ve r
dial, se pueda “seguir la cosa” (Marcus, 1998: sus experiencias cotidianas fotografiadas por
91-92). El sistema relevante aquí es nacional los turistas, había sin duda ayudado a Zaynab
en vez de global. Por lo tanto, empezaré con a objetivar su propia cultura. Los regalos que
los aldeanos y sus respuestas a la serie de tele- me hizo a lo largo de los años sugerían que ella
visión, usando esta mirada cercana a una serie había aprendido bien la lección. Su primer
para presentarlos y abrir las estructuras y los regalo fue una cacerola de barro rústica del
significados básicos de sus vidas. Pero tam- tipo fabricado y usado localmente. El segundo
bién quiero seguir la pista de la serie hasta El fue una pieza de tela negra tradicional, ofre c i-
Cairo, donde fue producida en un ambiente da con el anuncio confiado de que me había
muy diferente por una intelectual de izquier- conseguido algo que realmente me gustaría,
da y algunos profesionales urbanos que traba- algo raro en estos días. El terc e ro fue un chal
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negro, el último diseño local de lo que las vieron obligadas a vender su ganado al no
mujeres “tradicionales” usaban en su cabez a . poder cuidar de él. Entonces murió su madre,
Cada regalo representaba algo único del alto dejando a Zaynab sola.
Egipto y algo que aquellos que desean ser más No se puede ignorar la posibilidad de que
sofisticados (como su hija) hubieran re c h a z a- Zaynab haya comentado el episodio del
do por estar pasado de moda. matrimonio de la viuda mayor porque se
Pero para Zaynab, una mujer que se siente podía relacionar con su propia situación per-
en casa en su mundo social, un poco mayor sonal. Estaba sola, administrando un hogar
para su edad y segura de ser una de las muje- complejo, y su única compañía eran sus hijos,
res adultas de la aldea que tomaba muy en cuando miraban la televisión juntos, casi
serio sus deberes sociales (visitas a enfermos y todas las tardes. No tenía un hombre que le
funerales, por ejemplo), las diferencias cultu- ayudara a tomar decisiones sobre la educa-
rales dentro de las cuales ella enmarcaba su ción de los niños, a decidir sobre qué ganado
respuesta a la serie de televisión también eran comprar, que franjas de tierra plantar o cómo
personalmente significativas. Su propia expe- cosechar. Para conseguir ayuda para el traba-
riencia en el matrimonio era muy diferente de jo en el campo tenía que llamar a jóvenes
lo que veía en televisión. Como la mayoría de parientes o pagar por el trabajo. Ciertamente
las mujeres en la aldea, había tenido un matri- no tenía a nadie que le diera compañía o
monio arreglado (aunque, siguiendo las líneas amor. De las visitas de su esposo a la casa
del parentesco práctico más cercano se casó había dicho: “es como un invitado, no sabe
con un primo materno, y no paterno según la nada de nuestras vidas”.
tradición del alto Egipto). La madre de De hecho, un tema re c u r rente en mis
Zaynab fue la segunda esposa entre las más c o n versaciones con Zaynab era la situación
jóvenes que enviudó poco después de dar a luz de las mujeres mayo res en Suiza, Alemania y
a su única hija. Como su madre no era cerc a- los Estados Unidos, las cuales se casaban o
na al patrilinaje de su esposo, había buscado tenían amoríos con jóvenes aldeanos locales a
ayuda de sus propios parientes, y eve n t u a l- los que habían conocido cuando estaban de
mente había encontrado un marido para su vacaciones. Algunas eran divorciadas con
hija. Había, además, heredado de su padre hijos mayo res, como observaba Za y n a b.
algo de tierra, en la cual ella y Zaynab cons- Usán-dome como informante del extraño
t ru ye ron después una casa de ladrillo de dos c o m p o rtamiento de las extranjeras, me pre-
pisos. El esposo de Zaynab trabajaba por tem- guntaba cómo esas mujeres podían hacer
poradas en el Cairo desde que tenía catorce e s t o. Estaba intrigada en saber si su compor-
años, dejándola sola con su madre la mayo r í a tamiento era aceptable, especialmente para
del tiempo para criar a los hijos. Se c reta- sus hijos. Ella no fue la única mujer de la
mente, él se había casado con una segunda aldea que me habló sobre este fenómeno,
esposa en el Cairo; Zaynab se había enterado pero me pregunto si su curiosidad por esas
y estaba resignada al hecho de que él pro b a- m u j e res mayores que habían tenido segundas
blemente no regresaría a vivir en la aldea. vidas, segundas oportunidades en el amor o
Al pasar los años y al tener Zaynab más el sexo, no habría tenido una resonancia
hijos, concebidos en las visitas de su marido, especial. No obstante, como una mujer cuya
se hacían mayores las dificultadas para sobre- respetabilidad dependía de su matrimonio,
llevar la situación. Fue muy difícil cuando se ella se distanciaba a través de un lenguaje
le secó la leche después de dar a luz gemelos. moral de lo que percibía como una diferen-
No mucho después de eso, ella y su madre se cia cultural entre la vida aquí, en las aldeas
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misma (en el sentido más amplio de adminis- estoy envejeciendo. Quería comunicar esto
trar un hogar y educar, vestir y criar a sus en una serie”.
hijos). Ella cultivaba tres pequeños lotes de
tierra, ubicados lejos unos de otros, criaba El mensaje socialista feminista de Al-`Assal es
ovejas, un búfalo de agua, gallinas, patos y impresionante. Ella aboga por papeles social-
pichones. Ella además horneaba el pan. El mente útiles para las mujeres; el desarrollo de
trabajo y las luchas económicas eran temas habilidades y actividades que les abran un
persistentes en sus conversaciones con otros y espacio mas allá de los lugares establecidos de
las principales preocupaciones de su día a día. la familia y el hogar y les permitan una inde-
La serie de televisión que vimos en enero pendencia económica que alivie los peores
(Madres en la casa del amor) también trataba efectos de la dominación masculina. A con-
este tema. Pero la manera como estaba trata- tracorriente de los actuales sentimientos con-
do el trabajo de las mujeres y la forma de per- servadores a favor del re g reso de la mujer al
cibir su utilidad eran difíciles de asimilar para hogar, promovidos por el Parlamento y los
alguien como Zaynab. Uno de los objetivos medios de comunicación (en un tiempo en el
de Al-Assal al escribir esta serie era mostrar que paradójicamente un gran número de
que las percepciones de “edad avanzada” y mujeres deben trabajar por necesidad econó-
“senilidad” en las mujeres, eran, al menos en mica y en donde son comunes las carreras
parte, el resultado de no haber tenido ningún p rofesionales en las que participan mujere s )
rol social. Como ella dijo, esta posición políticamente motivada es enfa-
tizada por la propia Al-`Assal. Su padre era
“Quería crear un nuevo papel para las muje- una comerciante rico que, muy inusualmente,
res mayores... En la misma casa de retiro ellas se había casado con veinte mujeres difere n t e s
empezaron una clase de inglés, porque una luego del matrimonio (y eventual divorcio)
mujer había sido profesora de inglés; otra con su madre, una ama de casa sin poder para
mujer que se había dedicado a la platería cuestionarle. Al-`Assal estaba determinada a
abrió un pequeño taller y enseñó a las muje- educarse y todavía cree en la educación como
res las habilidades necesarias para este traba-
la solución para las mujeres y en general para
jo. Participaron en la erradicación del analfa-
el pro g reso social. Históricamente, esta era
betismo enseñando a las jóvenes del barrio a
una posición política que tuvo sus orígenes a
leer y escribir. También daban clases de
administración del hogar, e incluso de agri-
principios del siglo XX, cuando la elite y algu-
cultura... Mi mensaje es que las mujeres nos reformistas de clase media (tanto hom-
todavía pueden aprender a esta edad, y que bres como mujeres) empez a ron a abogar por
todavía podemos beneficiarnos de lo que la educación de las mujeres. Pe ro fue en los
ellas nos puedan enseñar”. sesenta cuando estas ideas recibieron un
impulso real con los programas de Nasser
La dinámica escritora del Cairo sostenía que para pro p o rcionar educación masiva.11 Al-
hablaba desde su propia experiencia: `Assal empezó su carrera como escritora de
series de televisión durante este periodo,
“Tengo sesenta años ahora. En el pasado, cuando se dio cuenta de que los estudiantes a
cuando una mujer tenía sesenta, se esperaba los que enseñaba a leer y escribir desert a b a n
que se sentara en casa a esperar la muerte, de la clase para escuchar donde el port e ro del
después de haber casado a sus hijos. Ahora
tengo cuatro hijos y ocho nietos, pero ya que
tengo mis propias preocupaciones y ambicio- 11 Ver Ab u - Lughod (1998), Ba ron (1994), Booth
nes como escritora y política, no siento que (2001).
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preocupada por las condiciones sociales y la Estos discursos ilustrados tienen su lado
terrible pobreza de la región. Pero su énfasis oscuro. Si Umm Ahmad hubiera podido asis-
en la venganza que ofreció en la serie repro- tir a sus clases locales de alfabetización hubie-
ducía un discurso muy viejo y común de la ra aprendido a leer y escribir usando libros de
modernidad ilustrada en contra de las cos- texto llenos de historias didácticas sobre el
tumbres atrasadas que continúan denigrando valor de la familia nuclear, la cooperación
a los campesinos del alto Egipto, tanto hom- vecinal y la responsabilidad nacional. Hasta
bres como mujeres. El héroe y la heroína del que tenga su mochila, ella estará sujeta a éste
programa eran una joven pareja, un Romeo y discurso pedagógico, no a través de los textos
una Julieta actuales, cuya educación moderna sino de la televisión. ¿En que medida le ayuda
e ideas ilustradas les conducían a rechazar la este discurso a comprenderse a sí misma
vendetta (una tradición “atrasada” que toda- ¿Como alguien que podría llevar una mochi-
vía era mantenida por las mujeres mayores) y la llena de libros? ¿Como alguien cuya vida
a tratar de romper el dominio de los señores es, simplemente, diferente de las retratadas en
feudales (y sus esposas) apoyando los esfuer- la televisión? ¿O como alguien cuya vida es
zos de los campesinos por establecer una irremediablemente inferior?
fábrica de propiedad colectiva. La televisión hace patente el hecho de que
El problema es que tanto el feminismo de diferentes textos culturales tienen diferentes
Al-`Assal como su política progresista son significados en diferentes contextos. Cuando
parte de un poderoso discurso público nacio- Zaynab interpreta una escena como la del
nal de reforma y edificación en el que pueden matrimonio de una mujer de sesenta años
rastrearse los esfuerzos coloniales y anticolo- como un asunto de diferencia cultural, forma
niales para transformar a Egipto en un lugar de vida y moralidad, de carácter regional, es
moderno, y cuyos objetivos han sido apoya- porque ella está en situación tan desventajosa
dos por las instituciones del estado, especial- en términos de clase y educación que no
mente las establecidas bajo la presidencia de puede apreciar las intenciones de la creadora
Nasser en los años cincuenta y sesenta. del programa (con más privilegios que ella)
Esta actitud de conocer lo que es bueno en su totalidad. Para al-`Assal, que trabaja
para la “sociedad” entendida como un objeto como una política de oposición dentro del
a ser manipulado por expertos (si bien se ve contexto nacional de un Estado postcolonial
algo mejorada por el acercamiento etnográfi- y que discute con compañeros intelectuales,
co y por la gran simpatía hacia los campesi- críticos y políticos en el Cairo y a través del
nos, en el caso de al-`Assal), subyace en el tra- mundo árabe, mientras trata de reformar al
bajo de muchos de los escritores de las series público, este episodio quería presentarse
de televisión que dan forma a la multitud de como una opción feminista revolucionaria e
proyectos de reforma, desde la educación a ilustrada. Sólo una etnografía móvil puede
los planes de salud pública, en los que se ven hacer justicia a las maneras en que estos dife-
involucrados los aldeanos. En lugares como rentes mundos se articulan con la nación. Y
Egipto, la televisión es el principal instru- esta intersección debe ser parte de cualquier
mento para la transmisión de las narrativas descripción densa de la televisión y cualquier
públicas del estado y de las clases medias etnografía de la nación.
urbanas y de las ideas de los expertos14. Esta extensa reflexión sobre el encuentro
entre algunas mujeres aldeanas y una serie de
14 Para la India, ver Veena Das (1995: 169-189) y
televisión ha tratado de mostrar cómo las his-
Purnima Mankekar (1999). torias sobre mochilas, casarse a los sesenta y la
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televisión pueden permitirnos reflexionar, de la cultura para capturar las maneras en que
como sugirió Geertz, sobre los mega-concep- la cultura no es necesariamente compart i d a
tos. Tomar a la televisión en serio nos fuerza (Ha n n e rz 1992). Las críticas sobre la manera
a pensar sobre la “cultura” no tanto como un en que el concepto de cultura ha tendido a
sistema de significados o incluso como una homogeneizar las comunidades y crear falsos
forma de vida, sino como algo cuyos elemen- límites (tal vez articuladas más elocuentemen-
tos son financiados, producidos, censurados y te por Clifford) aparecen en las intro d u c c i o-
retransmitidos a través de una nación, o nes de importantes libros de texto interd i s c i-
incluso más allá de las fronteras nacionales. plinarios y en discusiones como la de Arjun
La naturaleza hegemónica o ideológica y por Appadurai sobre que los “nativos”, gente
lo tanto la relación con el poder de los textos encarcelada en un lugar y modo de pensa-
culturales mediáticos al servicio de proyectos miento determinados, son ficciones de la ima-
nacionales, de clase o comerciales, es innega- ginación antropológica.16 Estos argumentos
ble. Esto, a su vez, nos debería llevar a pensar toman su base de reflexiones marxistas ante-
sobre las maneras en las que aspectos de lo riores como la de Eric Wolf acerca de “la gente
que solíamos asumir como parte de una cul- sin historia” (Wolf 1982). En mi propio argu-
tura local, tales como los valores morales mento de “escribir en contra de la cultura”,
sobre la edad apropiada de matrimonio o la también registré incomodidad con la homo-
conveniencia de la educación para las muje- geneización interna producida por el concep-
res, no son características neutras a ser inter- to de cultura (Ab u - Lughod 1991; ver también
pretadas, sino el resultado a veces controver- 1999). Exploré maneras de escribir en contra
tido de otros proyectos de poder que vale la de la tipificación de comunidades que resulta
pena analizar.15 de pensarlas como “culturas”, y traté de subra-
yar la naturaleza contestataria de los discursos
De las culturas a los cosmopolitas al interior de las comunidades.17
Esto no niega que la noción de tener una
Más interesante, tal vez, es la manera en que - cultura, o ser una cultura, se haya vuelto
debido a que sus textos culturales son pro d u- políticamente crucial para muchas comuni-
cidos en otro lugar e insertados en hogares dades previamente etiquetadas como “c u l t u-
locales, comunidades y naciones- las etnogra- ras” por los antropólogos (los isleños de
fías de la televisión nos confirman la necesi- Solomon que invocan el kastom (costumbre),
dad de repensar la noción de cultura en sin- los hindúes de la diáspora que apoyan a orga-
gular, como una conjunto compartido de sig- nizaciones religiosas fundamentalistas que
nificados, distintos de aquellos mantenidos glorifican la cultura hindú, catalanes y jord a-
por otras comunidades llamadas a veces “c u l- nos que establecen museos de folklore nacio-
turas”. Esta observación se ha conve rtido en nal o regional como parte de lo que se puede
un lugar común en antropología. Ulf llamar la industria del patrimonio). Como
Ha n n e rz usa el término “complejidad cultu- Marshal Sahlins, siguiendo a Norbert Elias y
ral” y ha desarrollado una teoría distributiva o t ros, ha observado sobre los orígenes del
concepto de cultura, este está relacionado a
15 Esta idea se sostiene en las críticas materialistas al con- una desventaja re l a t i va. Se desarrolló en
cepto de cultura. Para buenos ejemplos ver Talal Asad
(1993) y Pierre Bourdieu (1977). 17 Algunas lecturas descuidadas han interpretado esto
16 Ver Appadurai (1988), Clifford (1988), Di rks, como que implicara que no hay diferencias culturales.
Ortner y Eley, eds. (1993), y Gupta y Ferguson Ver por ejemplo la introducción a Yanagisako y
(1997). Delaney (1995).
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Interpretando la(s) cultura(s) después de la televisión: sobre el método
Alemania, “una región re l a t i vamente poco conversaciones, una gama de ideas, visiones,
d e s a r rollada (en oposición a los podere s perspectivas y experiencias que se originan
imperiales y coloniales de Eu ropa occidental) fuera de su comunidad, en lugares tales como
y es una expresión de ese atraso comparativo , el Cairo, Alejandría, Hollywood, Bombay, e
o de sus demandas nacionalistas” (Sa h l i n s incluso Tokio. Al mismo tiempo, la coloca en
1995: 12-13). Las similitudes en las condi- una relación particular con ellos. Si conside-
ciones de regiones donde hoy en día la idea ramos las estimaciones de la UNESCO para
de la cultura está ganando actualidad son 1993, de acuerdo a las cuales habían seis
o bvias. Appadurai ha llamado a este fenóme- millones de aparatos de televisión en Egipto,
no “culturalismo”, refiriéndose a cómo las y otras estimaciones que sitúan que entre el
identidades son movilizadas en el contexto 93% y el 98% de la población accede a la
de estados-nación, comunicación mediática televisión, podemos decir que la exposición
de masas, migración y globalización de Zaynab a ese medio difícilmente puede ser
( Appadurai 1996: 16, 146-47). No es acci- calificada como algo inusual (Amin 1996:
dente que en la aldea del alto Egipto donde 101-125; estadísticas en pp. 104).
trabajé, fuera Zaynab, una mujer con gran Lo importante es que los significados de la
experiencia con extranjeros, quien sabía qué televisión son producidos en un lugar que
clases de regalos yo apreciaría: objetos de una para una mayoría de espectadores es otro
“cultura” local distinta. El proceso de “c u l t u- lugar, y son consumidos en una variedad de
rización” está relacionado a encuentros con localidades. Inclusive si logra crear un “habi-
o t ros, muchos de los cuales ya llegan empa- tus nacional” (como sostengo), o indicios de
pados de nociones de cultura. un habitus transnacional, la televisión es inte-
Sin embargo, estos procesos reactivos son resante en la medida en que proporciona
balanceados por muchos otros que cuestio- material que es insertado, interpretado y mez-
nan las fronteras entre las culturas. Mucho se clado con conocimientos, discursos y siste-
ha escrito sobre el viajar o la migración, lo mas de significado locales diferenciados
cual ha sido ciertamente una parte creciente socialmente.18 La televisión, tal como lo han
de la realidad del alto Egipto (el esposo de demostrado ampliamente los teóricos de los
Zaynab, por ejemplo, se reúne con generacio- medios, no impide un compromiso activo
nes de gente del alto Egipto en la ciudad del con estas visiones, o una apropiación creativa
Cairo, que desde hace tiempo está salpicada de las mismas. Mi propio trabajo en la aldea
de clubes dedicados a migrantes de aldeas ha mostrado que los individuos tienen dife-
part i c u l a res). También se podría escribir rentes niveles de adhesión al mundo de la
mucho sobre el colonialismo y otras formas televisión, diferentes grados de conocimiento
de interpenetración política y económica. En sobre lo que ven, y diferentes reacciones fren-
el alto Egipto, los mejores ejemplos serían las te a lo que miran.
grandes propiedades de la familia real en el Pensar en que Zaynab observa series dra-
siglo XIX que se dedicaron a la producción de máticas y películas egipcias, entrevistas con
caña de azúcar, la que sigue siendo el princi- criminales, emisiones de las sesiones del
pal cultivo en esta aldea (ver Mitchell 2002). Parlamento, novelas estadounidenses, progra-
Pero la televisión es un medio extraordi- mas sobre la naturaleza importados que la lle-
nario para traspasar las fronteras e intensificar van al Caribe o las planicies del Serengeti, y
y multiplicar encuentros entre mundos de
vida, sensibilidades e ideas. La televisión lleva 18 La noción de “habitus nacional” viene de Orvar
al hogar de Zaynab, a su imaginación y a sus Lofgren, citado en Rober Foster (199:237).
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propagandas de dulces, toilets de cerámica, mo. Estos son los tipos de cosmopolitanismo
cubos de gallina y Coca-Cola, me lleva a que se encuentran en muchas áreas rurales del
empezar a percibir a ella y otros en esta aldea mundo postcolonial y que confunden la idea
no como miembros de algún tipo de cultura de “culturas”. La pobreza, por ejemplo, impi-
campesina unificada egipcia, o del alto de el acceso completo a la cultura de consu-
Egipto, una en la cual no es apropiado que se mo y a la mercantilización de los signos que
casen las mujeres sobre los treinta o que las una parte importante de la vida cosmopolita
mujeres mayores vayan a la escuela, sino en postmoderna. Sin embargo, la vida de
términos del cosmopolitanismo que ellos Zaynab no permanece intacta frente a estas
pueden representar. características del cosmopolitanismo -las mis-
La introducción aquí del concepto de cos- mas que serán discutidas más extensamente
mopolitanismo puede parecer sorprendente o cuando me refiera al consumismo-. Las pro-
s u p e rficial. Dado que es generalmente asocia- pagandas de televisión en Egipto comercian
do con los que viajan, los que se sienten en de manera insistente con estos signos, sus jin-
casa en diferentes partes del mundo y los que gles, escritos por empresas de publicidad que
son profesionales, el concepto parecería apli- ostentan nombres como “Americana”, sedu-
carse más fácilmente a la progresista escritora cen a la gente a comprar champú y yogurt de
de televisión al-`Assal.19 Aunque sus pre o c u- marcas. A diferencia de sus hijos, Zaynab per-
paciones políticas y sociales están centradas manece bastante impasible ante estas propa-
apasionadamente en Egipto, su vocabulario gandas, pero esto no implica que la imagina-
político es internacional; está muy al tanto de ción de Zaynab no sea amplia o que ella no
la literatura, películas y medios extranjero s , tenga un gran conocimiento de otros mun-
tiene hijos mayo res que trabajan en Finlandia dos, promovida no sólo por la televisión sino
y Francia y expresa su frustración porque el por sus amigos extranjeros. El caserío en el
trabajo de muchas buenas escritoras egipcias que vive, con sus folkloristas, periodistas,
no se traduce a idiomas extranjeros. Ella lee politólogos, turistas y divorciadas mayores
los textos televisivos en términos de sus pers- euroamericanas, es sólo una versión extrema
pectivas políticas, criticando a otros compañe- de los tipos de comunidades en las que viven
ros escritores por ser conserva d o res o por aco- muchos aldeanos en Egipto y otros lugares.
modarse a las expectativas gubernamentales. Esposos migrantes y ventiladores y aparatos
Ella se preocupa por el impacto social de la de televisión importados (traídos de países
televisión, desaprobando una telenovela esta- ricos que a su vez importan mano de obra)
dounidense como The Bold and the Beautiful son también figuras y objetos familiares, pro-
por la normalización de la inmoralidad. ductos de economías, naciones y estados desi-
Sin embargo, lo que mujeres de la aldea guales. El estado postcolonial también está
como Zaynab, su hija Sumaya o su vecina allí, muy presente, en un currículo nacional
Fayruz nos pueden ayudar a entender es diseminado por profesores que recién apren-
cómo las experiencias particulares de la vida dieron a leer y escribir en clases abarrotadas
diaria se combinan con la televisión para con muy pocos recursos, en los libros de texto
marcar otras variedades de cosmopolitanis- escolares que promulgan mensajes de planifi-
cación familiar, y en series de televisión que
19 La discusión del cosmopolitanismo es muy amplia. promueven ideales modernos forjados en los
En antropología, el texto “Representations are Social movimientos nacionalistas anti-coloniales de
Facts” de Paul Rabinow (1986) fue un punto de par-
tida. Textos claves son Appadurai (1996), James la primera mitad del siglo.
Clifford (1992) y Hannerz (1992). La vida de Zaynab todavía está anclada -
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por constreñimientos económicos- a la casa, lugar del Egipto rural, jabones de ropa, latas
la familia y la aldea; la aspiración de educar a de salsa de tomate, halvah, aceite de cocina,
sus hijos es el único ideal nacional modernis- cigarrillos y dulces. La tienda es también el
ta a su alcance, y como la mayoría de los centro de un inmenso negocio al por mayor
padres de familia de la aldea sacrifica mucho de abarrotes que, combinado con sus esfuer-
para ello. Zaynab ha pasado tiempo en el zos agrícolas y un monopolio de la distribu-
Cairo, buscando tratamiento médico para su ción gubernamental de raciones, ha ayudado
hijo. Mientras estuvo allí, ella se quedó en el a su marido y su hermano a consolidar la
a p a rtamento de la folklorista canadiense, riqueza de su padre.
decorado con antigüedades egipcias, arte fol- Al final de la calle hay una extraña estruc-
klórico y alfombras beduinas, pero dónde tura que dice mucho de la posición social de
también había un transcriptor, un toca-casete Fayruz. Una casa de ladrillos hechos con
y muchos libros. La relación subalterna de barro está adjunta a una casa de concreto y
Zaynab con este mundo metropolitano, rela- ladrillo, que se completa con un balcón. Este
cionada a su pobreza y falta de educación, es es el tipo de “villa” que la gente con dinero
simbolizada por lo que vestía en el Cairo. A aspira ahora a construir. Como todas las
pesar de su versátil conocimiento, ella usaba mujeres de la aldea, ella horneaba el pan en su
las únicas ropas que tenía, una vestimenta horno exterior. Pero su casa se veía más lim-
que anunciaba su origen regional y rural. pia, porque no necesita tener ganado para ele-
Esto contrasta con la forma de cosmopoli- var el ingreso del hogar. Cuando regresé en
tanismo que caracteriza a su rica vecina, 1996, ella se había mudado a la estructura
Fayruz. La primera vez que oí hablar de esta adjunta, con sus azulejos de piedra para el
joven mujer fue a través de su madre, la espo- piso y su baño embaldosado con cerámica
sa del terrateniente más importante de la azul brillante, con escusado y bañera. Ella me
aldea. Durante nuestra primera visita en mostró la casa para que pudiera ver todos los
1990, hablé con la madre sobre La bandera muebles, camas, guardarropas, sofás, sillones
blanca, una serie televisiva acerca de las luchas y mesas de centro (en contraste, Zaynab
de un diplomático retirado para salvar su villa posee sólo un par de bancos fabricados local-
histórica de la destrucción por parte de un mente, una mesa baja para comer, una cama
nuevo rico desarrollista. Ella me contó cómo, grande de madera, y una cantidad de otras
encontrándose todavía en el banco oeste del camas pequeñas hechas de juncos de palmera
Nilo, algunos turistas egipcios habían golpea- podados de sus cuatro árboles). La nueva casa
do en la puerta de su hija y le habían rogado “moderna” había sido preparada para el cuña-
que les dejara ver la serie en su casa. Su hija do más joven y educado de Fayruz. Pero
Fayruz, dijo orgullosamente, les había prepa- cuando finalmente consiguió una novia, una
rado la cena, lo cual implicaba que Fayruz chica de una rica familia local de Luxor, ella
poseía la sofisticación necesaria para sentirse se había rehusado a vivir en la aldea, aún en
cómoda con este tipo urbano, al igual que la lo que la gente local hubiera considerado un
generosidad tradicional para invitarlos a una “palacio” sofisticado. Ella insistió en vivir en
comida. un apartamento junto al río en Luxor.
Fayruz vive a la vuelta de la esquina de Comparadas con las distinciones que los
Zaynab en una casa que se ve bastante dife- bienes pueden marcar en una ciudad como
rente del resto. En el frente está una pequeña C a i ro, donde la elite rica, educada, cosmopo-
tienda, sus estantes abastecidos con los conte- lita, puede tener los mejores electro d o m é s t i-
nidos usuales de una tienda local en cualquier cos y muebles importados y donde las dife-
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rencias de gusto pueden ser marcadas sutil- Hilmiyya, revela mucho sobre lo que significa
mente (decorar al menos una habitación con la urbanidad, la clase, la distinción y el con-
muebles arabescos era común entre los “c u l t u- texto nacional para un provinciano. Cuando
rizados” en los setenta y ochenta), las distin- Fayruz fue al Cairo a buscar tratamiento
ciones en un área de provincias como Lu xor médico para sus migrañas, se quedó, a dife-
eran más crudas. El hogar de Fa y ruz tenía rencia de Zaynab, en una parte de la ciudad
muebles, un teléfono y un televisor a color. en mal estado donde pocos extranjeros vivirí-
Estos separaban a sus miembros como gente an. Ella y su esposo llamaron a contactos de
con dinero y una orientación “moderna”, negocios que su cuñado había desarrollado
mundana, no rural y atrasada. En contraste, mientras asistía a la escuela de negocios (que
su padre (de una generación mayor y, como era parte de un sistema paralelo de educa-
Zaynab, más orientada localmente), aunque ción) manejada por la venerable universidad-
perfectamente deseoso de inve rtir en tractores mezquita Al-Azhar. Mientras Zaynab, a pesar
y cosechadoras para su empresa agrícola, no de su contacto con cosmopolitas extranjeros,
consideraría mudarse de su casa de ladrillos de había usado la ropa de su aldea, Fayruz, cuyo
barro o comprar un televisor más grande, aún conocimiento de otros mundos provenía de
cuando fue eventualmente persuadido de la televisión y de gente del alto Egipto con
c o n s t ruir una villa para su hijo más joven.20 experiencia o aspiraciones urbanas, se depiló
Cuando Fayruz abrió su guardarropa y las cejas, usó maquillaje, y se puso algunos de
empezó a sacar vestidos para mostrármelos, los vestidos más modestos (en el sentido de
entendí aún mejor cómo su riqueza permitía mostrar el pudor recomendado por el Islam)
una forma diferente de cosmopolitanismo que tenía en su guardarropa. También cam-
que el de Zaynab, mientras su falta de educa- bió el pañuelo negro que cubría su cabeza por
ción y su ubicación en las provincias todavía la hijab (velo), la cubierta para la cabeza aso-
la distinguía de los cosmopolitas profesiona- ciada con el vestido islámico pudoro s o ,
les urbanos como los relacionados a la televi- borrando con ella su identidad aldeana. Esta
sión. Fayruz me mostró vestidos impresio- adopción de la hijab no es sorprendente. Para
nantes de chifón con lentejuelas y botones de los egipcios rurales, como para las mujeres
oro, todos largos y con mangas largas (sólo las urbanas de clase baja y media desde los
clases altas urbanas y las estrellas de cine usa- ochenta, volverse “moderna” y urbana ha sig-
rían algo más revelador), algunos tenían cor- nificado adquirir la apariencia islámica más
piños sorprendentemente curvados y volantes identificablemente moderna.21
extravagantes. Yo estaba sorprendida porque Podemos leer en estas diferencias un con-
en el pueblo ella usaba el pañuelo negro tra- traste entre cosmopolitanismos: entre un
dicional en la cabeza y sobretodos sólo ligera- marco resueltamente nacional de una provin-
mente más sofisticados que los de la mayoría ciana joven que mejora de clase social y los
de las mujeres del pueblo. agudos contrastes producidos para una mujer
Este guardarropa ornamentado lleno de pobre por la intersección del viaje neocolo-
vestidos extraordinarios inspirados en una nial de folkloristas, antropólogos y turistas,
serie de televisión llamada Noches de proyectos de modernización postcoloniales
nacionalistas, y los flujos transnacionales de
20 Lo cual pudo haber ocurrido para apaciguar a su hijo, los programas de televisión. Fayruz, con sus
a quien había forzado a un matrimonio arreglado,
dejando atrás una estela de murmuraciones y dejando
con el corazón roto a la chica con quien su hijo había 21 Ver Abu-Lughod (1995:53-67); y de manera más
prometido casarse. general sobre el nuevo uso del velo, Ahmed (1992).
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atención a los “cosmopolitanismos discrepan- la televisión como uno de los muchos aspec-
tes”. 23 Más bien, se trata de que vale la pena tos de las vidas de fines del siglo veinte. Así
especificar las hibridaciones y cosmopolita- mismo me acerqué a la poesía de los beduinos
nismos (de Fayruz, de Zaynab, de Sumaya y Awlad `Ali como un elemento de sus vidas
de al-`Assal siendo cada uno diferente), y que diarias, más que como el objeto de un estudio
los efectos de los medios en lo que Appadurai de poética (Abu-Lughod 1986-2000). Uno
llama “el trabajo de la imaginación” y “auto- de los beneficios de trabajar con la televisión
fabricación” merecen rastrearse para dar con como una entrada a esas vidas, en oposición,
configuraciones de poder, educación, edad y por ejemplo, a centrarse en la poesía, religión,
riqueza en lugares particulares, como una parentesco o economía política, es que ofrece
aldea agrícola en el corazón de la industria posibilidades particularmente contemporáne-
turística en una región desaventajada de as para la intervención crítica.25 Lo hace en la
Egipto en los noventa (Appadurai 1996). medida que nos permite trabajar como inte-
lectuales dentro del marco nacional que es un
contexto tan crucial para la mayoría de la
¿Antropología para quién? gente, incluyendo las mujeres y hombres en
esta aldea del alto Egipto.
Si como he mostrado, las descripciones den- En Writing Women´s Worlds (“Escribiendo
sas de la televisión pueden servir para hablar los mundos de las mujeres”), sugerí que
de asuntos y conceptos más amplios, todavía podríamos escribir etnografías críticas que
nos queda pensar cuáles son los asuntos a fueran “a contracorriente” de las desigualda-
escoger y si, al final, lo que queremos es sólo des globales, aún cuando tuviéramos que ser
hablar a colegas preocupados por ellos. Este modestas en nuestras proclamas de radicalis-
dilema se remonta al menos hasta Ma x mo, y realistas en torno a los impactos de
Weber, quien señaló que nuestras preguntas estas etnografías (Abu-Lughod 1993). Creo
sobre el flujo de la vida eran determinadas que la televisión es particularmente útil para
por nuestros valores (Weber 1949). Como escribir contracorriente porque nos fuerza a
apunta Ien Ang, al defender la contextualiza- representar a la gente en aldeas distantes
ción radical como el método para los estudios como parte de los mismos mundos culturales
críticos de la televisión, es difícil determinar en los que nosotros habitamos, mundos de
cuándo parar y dónde enfocarse (Ang 1996: medios de comunicación de masas, consumo
66-81). En esta época post-orientalista y y comunidades imaginarias dispersas, donde
postcolonial de la antropología, y post crisis lo nacional tiene un peso considerable.
de la autoridad de la ciencia, la formulación Escribir sobre la televisión en Egipto o
de Geertz sobre la vocación de los antropólo- Indonesia o Brasil es escribir sobre la articula-
gos de registrar las respuestas que otros han ción de lo transnacional, lo nacional, lo local
dado a nuestras preguntas más profundas, y lo personal. La televisión no es la única
parece menos completa de lo que solíamos manera de hacer esto, por supuesto; las refle-
pensar (Geertz 1973b: 30). Más cerca de xiones de Anna Tsing sobre la marginalidad
casa, y a propósito del desarrollo de los estu-
dios críticos de la audiencia, el llamado de 24 Ang (1996:79-70) se inspira en el trabajo de James
Ang a reconocer que sólo ofrecemos verdades Clifford, Donna Haraway y en el mío para apoyar este
argumento.
parciales y posicionadas no nos lleva mucho 25 Este punto de vista actual y realista es lo que según
más lejos.24 Ang caracteriza a los estudios culturales “críticos”. Ver
Mi propia inclinación ha sido acercarme a Ang (1996:45-46, 79).
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en una región remota de Indonesia y su aten- tales comunidades puedan hacer más comple-
ción a gente como Uma Adang, una mujer ja la comprensión de los intelectuales urbanos
particular que de manera brillante combina sobre los aldeanos egipcios? ¿O que los lleve a
discursos nacionales, locales y extranjeros, tomar más en serio la complejidad de las for-
para establecerse como shaman, fueron desa- mas de cosmopolitanismo que encontramos
rrolladas sin hablar sobre la televisión (Tsing en Egipto? ¿Podemos cuestionar los dogmas
1993). Pero la televisión hace especialmente nacionalistas y modernistas -la capacidad de
difícil escribir como si la cultura o culturas, a leer y escribir, la educación y el matrimonio
pesar de sus “inconsistencias”, fueran las por amor- como panaceas? Para crédito de al-
maneras más poderosas de dar sentido al `Assal, una de sus metas al escribir la serie
mundo (Geertz 1995: 43). sobre el alto Egipto fue mostrar, como ella
Trabajar sobre la televisión también hace misma dice, “que la venganza real sería trans-
posible intervenciones más locales, a nivel formar [a través del desarrollo] las circunstan-
nacional, con intelectuales que son nuestros cias que les han llevado a estar adheridos a la
pares y contrapartes. Son personas que puedo vendetta en primer lugar”. Pero al continuar
admirar o con las que puedo estar en desa- subsumiendo historias mucho más complejas
cuerdo, y que pueden por su parte leer, criti- de la vida rural bajo el familiar tropo moder-
car y debatir mi trabajo. Si a través de mis nizante de una “tradición” y “atraso” negati-
descripciones densas de la televisión en luga- vos, ella, como muchos intelectuales egipcios,
res particulares puedo empezar a desentrañar se arriesga a reafirmar la marginalidad de
las estructuras de poder dentro de las cuales mujeres tales como Zaynab y otras mujeres y
viven sus vidas los grupos subalternos y las hombres pobres y rurales no educados en
maneras en las que la televisión es parte de toda la nación.
eso, en hogares, en comunidades, en imagi-
naciones, tal vez también puedo debatir con
escritoras comprometidas como al-`Assal, Bibliografía
cuyo trabajo fue analizado en este artículo,
Usama Anwar `Ukasha, el autor de Noches de Ab u - Lughod, Lila, 1999, “Comments on
Hilmiyya, y muchos otros/otras. Ellos/ellas Writing for Cu l t u re”, en Cu r re n t
son a menudo nacionalistas y modernistas y Anthropology No. 40, Special Supplement:
me preocupa cómo piensan con respecto a sus S13-S15.
audiencias y sus proyectos políticos. ———, 1998, “The Marriage of Feminism
and Islamism in Egypt: Se l e c t i ve
Me gustaría comprometerme en este
Repudiation as a Dynamic of Postcolonial
debate porque respeto su pre o c u p a c i ó n
Cultural Politics”, en Lila Abu-Lughod, edi-
social, pero también sé por el trabajo de tora, Remaking Women: Feminism and
campo desde el lugar estratégico de los aldea- Modernity in the Middle East, Princeton
nos del alto Egipto como Zaynab y Umm University Press, Princeton, pp. 243-269.
Ahmad, que las respuestas que ofrecen a los ———, 1995, “Movie Stars and Islamic
problemas sociales que atraviesan a la gente Moralism in Egypt”, en Social Text No. 42,
común frecuentemente parecen irreales o pp. 53-67.
condescendientes. La televisión articula y ———, 1993, Writing Women’s Wo rl d s :
extiende el discurso de los expertos. Dirige a Bedouin Stories, Un i versity of California
audiencias estereotipadas los mismos objetos Press, Berkeley.
generalizados de los reformadores sociales. ———, 1991, “Writing Against Culture”, en
¿Es posible que las descripciones densas de Richard Fox, editor, Re c a p t u r i n g
Anthropology, School of American Research
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Interpretando la(s) cultura(s) después de la televisión: sobre el método
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ÍCONOS 24, 2006, pp. 119-141