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Marzo de 1.990
INDICE
la organización de la producción.
educación y la formación.
el mercado de trabajo.
de la Comunidad de Madrid.
Referencias
Los cambios en el mercado de trabajo y en la organización de la producción
hasta hoy desconocidas, con direcciones en gran parte imprevisibles y en un proceso constante de
cuyos instrumentos es la innovación tecnológica, por lo que esto de por sí no representa nada nuevo.
Pero hay cambios cualitativos, y cambios cuantitativos que, por su entidad, devienen cuantitativos, en
el que los mercados nacionales ya sólo lo son en un sentido muy limitado, pues los bienes, los
servicios, los capitales y, en menor medida, los trabajadores circulan fácilmente a través de las
fronteras, en todo caso en magnitudes antes inimaginables. El proceso de integración europea, con
la perspectiva ya cercana del mercado único, va a terminar con las últimas barreras nacionales en el
terreno económico. Para España, cuyo desarrollo anterior se basó en gran medida (aunque
decreciente en los últimos decenios) en un mercado protegido y cuya incorporación a los viejos
términos de la Comunidad Europea ni siquiera ha terminado, este cambio está siendo y va a ser
mucho más radical y, tal vez, de efectos más traumáticos para una parte de nuestra economía y de
hoy día tienen unos períodos de gestación, desarrollo, aplicación y difusión mucho más breves que
antaño. Muchas de ellas, además, afectan en mayor medida a los procesos que a los productos, lo
que en general significa que su difusión no se limita a ramas concretas de la producción sino que se
extiende rápidamente a todas o a buena parte de ellas. Este es el caso, en especial, de las nuevas
materiales.
No hay mucho acuerdo, sin embargo, sobre cuáles han sido, están siendo y van a ser las
consecuencias de estos cambios. El planteamiento habitual consiste en suponer que, puesto que la
tecnología avanza, los procesos de trabajo serán cada vez más complejos y los puestos de trabajo
más cualificados sustituirán a los menos cualificados --cuyas tareas serán confiadas a las
máquinas--, de manera que todos los trabajadores van a necesitar una mayor formación. Sin negar la
hipótesis, hay que decir que el planteamiento se apoya en una evidencia sólo aparente. Suponer que
si el instrumental o la maquinaria son cada vez más complejos su manejo también ha de serlo es
demasiado suponer, como puede comprobarse echando un simple vistazo al sinfín de utensilios y
aparatos que llenan nuestra vida extralaboral, tales como automóviles, lavadoras, máquinas
fotográficas, etc. Es verdad que son cada vez más complejos en sí mismos, pero no lo es menos que
su uso es más simple, porque para ello han sido diseñados. Por otra parte, el hecho de que las
personas permanezcan cada vez más tiempo en el sistema escolar, o acudan con más frecuencia a
toda clase de enseñanzas, tampoco es por sí mismo una confirmación de que su trabajo sea o vaya
a ser más complicado, sino que puede simplemente deberse a que se preparan para ello porque así
lo creen, a que desean consumir cultura en mayor grado o a que se ven obligados a servirse de
manera creciente de las credenciales educativas para competir por unos puestos de trabajo que se
vuelven más escasos en general, o los más deseables entre ellos en particular.
Ciertamente, los estudios agregados sobre los cambios en el mercado de trabajo y las
proyecciones basadas en ellos apuntan como dirección constante del cambio en la estructura
ocupacional la disminución proporcional de los puestos de trabajo que requieren menor formación y
el aumento correlativo de los que la requieren mayor, aunque la velocidad de esta evolución es muy
baja. La Tabla I1 muestra las previsiones a corto plazo para el paradigma de la competencia de
mercado y paraíso de la innovación tecnológica, los Estados Unidos. Aunque los nuevos empleos
1Levin y Rumberger (1988). Los datos se basan en una proyección del Bureau of Labor
Statistics.
requerirán una cualificación algo superior a la de los ya existentes, la diferencia no es muy grande, y
su signo se invierte si sumamos las vacantes producidas por reposición (sobre lo cual hay que tener
en cuenta, no obstante, que los empleos menos cualificados siempre presentan una tasa de rotación
más elevada).
espectaculares e inminentes por el simple procedimiento de fijarse tan solo en el primero, es decir,
también para los Estados Unidos y a medio plazo, las ocupaciones que más rápidamente se prevé
crezcan en términos relativos. Basta un vistazo para ver que dominan el panorama las ocupaciones
de cualificación alta o, al menos, media, y que hay una fuerte presencia de las relacionadas con las
nuevas tecnologías. La Tabla III presenta, para el mismo contexto, las que más crecerán en términos
absolutos, es decir, las que más empleos van a crear. Aquí el panorama es más discreto, con claro
Los estudios sobre la evolución del empleo basados en estadísticas agregadas tienen la
ventaja de ofrecer una panorámica general de la composición de la fuerza de trabajo, pero también la
desventaja de no captar los cambios que se producen en el interior de cada ocupación. Registran la
disminución, pero suponen --o actúan como si lo supusieran, o como si sólo admitieran una
permanecen constantes en el tiempo, es decir, que no son afectadas por las innovaciones
2Zapatero (1989), basándose en otra proyección, más reciente, del B.L.S. Esa es también la
fuente de la Tabla III.
Por el contrario, los estudios de detalle sobre casos de innovación, que aportan una
información mucho más precisa sobre la evolución de cada puesto de trabajo u ocupación, suelen
apuntar la conclusión opuesta, constatando, bastante más a menudo que lo contrario, el empleo de
tecnologías más avanzadas para sustituir mano de obra más cualificada por otra menos cualificada.
Las tecnologías no llevan escrito en el frontispicio el uso que haya de hacerse de ellas, sino que son
susceptibles de empleos distintos. Si otros factores no empujan en sentido contrario, una de las
posibilidades más atractivas que ofrecen para los empleadores es la de incorporar el saber hacer del
control inmediato de la dirección. El móvil de esta tendencia es que un trabajo menos cualificado es
siempre un trabajador más barato, más controlable y más fácilmente sustituible para el empleador,
por lo que se supone que la descualificación aumenta la rentabilidad y consolida su autoridad sobre
el proceso productivo. La debilidad de estos estudios de caso es que, centrándose en una o unas
pocas ocupaciones, desatienden los cambios más generales en la composición general del empleo
Lamentablemente, no sólo no hay acuerdo entre unos estudios y otros, sino que tampoco
hay manera de dar por buenas unas conclusiones y rechazar otras con carácter general, pues cada
Desde el punto de vista del estudioso de la innovación del trabajo, las nuevas tecnologías no
han venido a aclarar el panorama, sino a complicarlo. Es posible encontrar ejemplos de su utilización
que apunten en cualquier sentido, como sucedía con las viejas, pero con una mayor diversidad de
información. Por un lado, pueden absorber gran cantidad de tareas rutinarias y ser utilizadas para la
reintegrando tareas antes dispersas, lo que significa una mayor cualificación del puesto de trabajo y
un mayor control del trabajador sobre su proceso de trabajo. Por otro, su capacidad de incorporar y
procesamiento de información, lo que significa que son más susceptibles de ser utilizadas para
descualificar los puestos de trabajo; asimismo, permiten un control mucho más estrecho de la
realización de las tareas y del ritmo de trabajo. Y podemos encontrar ejemplos de todo ello, desde las
llamadas "estaciones autónomas" hasta los pools de perforistas propuestos en su tiempo por la
hasta la sustitución de los oficios manuales más cualificados por el control numérico.
Por lo demás, la mayor parte de las cosas que afirmamos o negamos respecto de la
evolución del empleo y las cualificaciones --y, por tanto, de las necesidades de formación-- debida al
países más avanzados, a las que atribuimos cierta relevancia para nuestro caso porque suponemos
que todos seguimos el mismo camino aunque nos encontremos en distintos momentos del recorrido.
nuestro mercado de trabajo, sobre la que volveremos--, cualquier razonamiento o previsión por
analogía con otros países puede presentar más inconvenientes que ventajas. La economía mundial
no es simplemente un espacio común, ni un camino por el que se transita en fila india, sino un
complejo entramado de posiciones y relaciones. Nuestro país ocupa un lugar de vantaja en la escena
mundial, lo que nos lleva a compararnos y asimilarnos a los países más avanzados, pero también
una posición de dependencia inequívoca respecto de éstos, algo que tendemos a olvidar a menudo.
Nuestro crecimiento industrial en los últimos años, por ejemplo, no ha venido de la mano de
las ramas de mayor complejidad tecnológica o con una fuerza de trabajo más cualificada, sino de
ramas de tecnología intermedia; precisamente porque las ramas de mayor nivel tecnológico, no sólo
en el mercado mundial en general sino también en el español en particular, son hoy prácticamente un
coto de empresas multinacionales con base en otros territorios. La Tabla IV 3 ofrece una indicación en
Por consiguiente, nada sería más erróneo por nuestra parte que limitarnos a suponer que
vamos a seguir el mismo camino que los países cuya posición tratamos de alcanzar. España parte
de una posición dada, ocupa un lugar propio en la división internacional del trabajo y seguirá un
camino específico, por lo que ningún análisis de las tendencias foráneas va a iluminar nuestro futuro
salvo en la medida en que nos sirva de contraste para un análisis de por sí suficiente de las
bases de datos existentes y su inconsistencia mutua. No obstante, las Tablas V y VI ofrecen, sobre la
La primera de ellas (Tabla V 4) recoge la evolución del empleo, por ocupaciones (según la
Clasificación Nacional a dos dígitos), entre 1.987 y 1.989. Sería tedioso comentar estos resultados
detallados, por lo que podemos dejar al lector la tarea de observarlos con calma.
La segunda (Tabla VI5) presenta la población ocupada de 1.989 distribuida por actividades
económicas (según la Clasificación Nacional a dos dígitos) agrupadas por nivel tecnológico. Dos
restantes en los inferiores. Aunque no trataremos aquí esto en detalle, numerosos indicios apuntan
hacia una polarización de las cualificaciones, es decir, hacia un aumento simultáneo de las
cualificaciones más elevadas y las más bajas en detrimento de las intermedias; y, más
concretamente, hacia una polarización a la baja, o sea con un aumento más fuerte de las
Pero todo esto se basa en presunciones sobre la cualificación de los puestos de trabajo y
ordenaciones simplemente relativas. Si miramos la Tabla V, por ejemplo, y constatamos que las
ocupaciones "profesionales" crecen más rápidamente que los trabajos industriales, podemos inferir
una cierta tendencia general al aumento de la cualificación; o podemos, por el contrario, fijarnos en el
fuerte y rápido crecimiento de las ocupaciones subordinadas de los servicios para localizar una
ellas pasa de ser un planteamiento nominalista, ciego ante la evolución cualitativa (no cuantitativa) de
cada categoría ocupacional. Si nos fijamos en la Tabla VI, la distribución por cuartilos según el nivel
de complejidad tecnológica sólo nos habla de niveles superiores o inferiores, comparándolos entre sí,
pero no nos dice nada sobre niveles absolutos de complejidad. (Además, podemos dudar de unos
otros profesionales relacionados con las ciencias físicas y naturales, y no con las ciencias sociales.
Podríamos, asimismo, considerar tal nivel de complejidad de la rama de actividad, si lo que expresa
es el peso relativo de los puestos de muy alta cualificación, como la contrapartida de unos puestos
trabajo.)
6En España, por ejemplo, los de Castells et al. (1986) y Homs et al. (1987).
Otra forma, en fin, de estimar las necesidades de cualificación es el testimonio de los
trabajadores sobre los requerimientos de su propio puesto de trabajo. La Tabla VII 7 ofrece las
respuestas obtenidas, en una amplia encuesta, a la pregunta: "¿Qué clase de preparación necesita
realizar el trabajo que Vd. desempeña?". Desde luego, no nos proporciona ninguna información
detallada por actividades u ocupaciones, pero el hecho de que algo más de tres quintos de los
escolaridad puede servir para enfriar algunas profecías apresuradas. Al fin y al cabo, la percepción
subjetiva de un trabajador sobre los requisitos de su trabajo vale menos que un análisis objetivo del
mismo, pero más que cualquier presunción desde fuera y basada en simples etiquetas definitorias.
Gran parte de la incertidumbre que han de afrontar hoy las empresas y los trabajadores, de
La época de los mercados homogéneos, duraderos y previsibles, así como de los costes estables, ha
pasado también a la historia. Las empresas tienen hoy que responder a mercados diferenciados y
creciente, la variabilidad del mercado y el aumento de la productividad han desplazado el eje de las
Esta incertidumbre puede afrontarse básicamente de dos maneras. Una consiste en reducir
al máximo los costes fijos, las plantillas estables, etc. de las empresas, de modo que éstas puedan
movilizar los recursos necesarios cuando la demanda de producción aumenta pero sin cargar con el
coste de mantenerlos ociosos cuando disminuye. Esto es lo que suele designarse como una
7C.I.S. (1986).
estrategia de "desconcentración" o "descentralización" productiva. También podemos considerarla
una opción por la flexibilidad externa. La otra reside en acudir a una mayor diversidad de mercados,
medios humanos y materiales. Podemos considerarla una opción por la flexibilidad interna.
La primera alternativa (la flexibilidad externa) tiene unos costes sociales muy elevados. La
empresa mantiene una pequeña parte de las funciones que desembocan en el producto final y, en
consecuencia, una parte igualmente pequeña de la fuerza de trabajo que participa en su elaboración
Una versión más común es la simple precarización de las relaciones laborales, que mantiene
las obligaciones del trabajador respecto de la empresa pero elimina la mayor parte de las de la
empresa ante el trabajador, sea simplemente olvidándolas o transfiriéndolas al erario público. Esto es
lo que ocurre, por ejemplo, con la inmensa mayoría de los contratos temporales y subvencionados.
Parece ser una tónica general que las empresas presentan una tendencia creciente a crear puestos
de trabajo "fuera de la norma", en particular eventuales y a tiempo parcial. La Tabla VIII 8 muestra la
proporción de trabajadores eventuales (por cuenta ajena y sólo varones) en diversos países
europeos. Como puede verse, la eventualidad es mucho más frecuente en los sectores en
crecimiento que en los estabilizados o en declive, y en los servicios que en las otras grandes áreas
de actividad, lo que permite presumir que no se trata simplemente de una situación, sino más bien de
una tendencia. La Tabla IX ofrece datos relativos al empleo a tiempo parcial (por cuenta ajena y no
eventual, y también sólo varones), con la misma tendencia aunque menos acusada.
mercado de trabajo. De un lado quedan los trabajadores con empleos estables y condiciones de
que pasan sucesivamente de una empresa a otra, del empleo al desempleo, del subsidio público a la
ayuda familiar, del trabajo doméstico al extradoméstico, etc., en lo que constituye para muchos una
vía muerta en que no es posible acumular derechos ni protagonizar una carrera profesional.
España probablemente presenta uno de los mercados de trabajo más inestables entre los
países desarrollados, debido, más que a su regulación (que también), a la escandalosa tasa de
trabajo: actividad, ocupación y paro, en el decenio que termina. Téngase en cuenta que las cifras
absolutas y relativas de paro no son sino el reflejo de lo que sucede en un momento dado: puede
calcularse que el total de personas que, en algún momento a lo largo de cada año, pasan por una
situación más o menos prolongada de desempleo equivale a dos veces o más la tasa media del año.
muestra la distribución de éstos entre fijos y temporales y su evolución en los tres últimos años, y la
Tabla XII el peso relativo de los contratos de fomento del empleo dentro del total de contrataciones
La segunda alternativa (la flexibilidad interna) requiere cambios en las políticas comerciales,
ya indicado, algo así como el paso del monocultivo a la pluralidad de cultivos en la agricultura o como
9M.T.S.S. (1989b).
10M.T.S.S. (1989b). También la tabla siguiente.
la diversificación de riesgos en las actividades financieras. Si la empresa no puede conseguir la
entonces a una diversidad no sólo geográfica sino funcional de mercados para mantener en actividad
sus recursos. Si ha de responder ágilmente a las oportunidades, necesita acelerar el proceso que va
producto nuevo, y debe recurrir para ello a una mayor participación de todos los escalones de la
pirámide ocupacional en las decisiones. Si tiene que producir constantemente bienes o servicios
distintos, y mediante procesos no menos distintos, precisa de una fuerza de trabajo capaz de asumir
rápidamente nuevas tareas, vale decir polivalente. Por último, y por los mismos motivos, debe
concentrar sus inversiones en maquinaria e instrumental universales, de usos múltiples, salvo que
la fuerza de trabajo que moviliza busca satisfacer la multiplicidad de sus necesidades gracias a la
diversidad individual de la fuerza de trabajo presente en el mercado; la que apuesta por la utilización
flexible de unos recursos humanos estables trata de hacerlo con base en la polivalencia de sus
trabajadores. Cuanto más capaz sea una empresa de organizarse internamente de manera flexible,
menos necesitará buscar la flexibilidad a través de sus relaciones con el mercado de trabajo externo.
En cualquiera de los dos casos, los trabajadores se encuentran con que deben afrontar
tareas y actividades cambiantes, bien sea desde el mismo puesto de trabajo y desde la misma
empresa o por verse constantemente lanzados de un puesto a otro y de una empresa a otra --con los
consiguentes costes económicos y personales derivados del más que probable paro intermedio--. En
cualquiera de ellos, por consiguiente, la formación de una fuerza de trabajo capaz de aplicarse a
tareas distintas y ocupar puestos de trabajo diferentes, de tomar decisiones de cierto nivel y de sacar
el máximo partido de un instrumental flexible o de utilizar con el mismo dominio distintas variedades
Todo esto no significa, sin embargo, que las distintas maneras de poner en acción los
recursos humanos existentes dependan simplemente de los dictados ciegos del mercado, ni que las
políticas de educación y formación hayan de conformarse con detectar las "exigencias" de éste y
tratar de satisfacerlas de la mejor manera posible con los medios a su alcance. Lo que tenemos ante
nosotros son distintas opciones en torno a las características del empleo, la organización del trabajo
y la formación de recursos humanos, opciones con serias implicaciones sobre las condiciones de
en sus relaciones con el mercado (con los mercados: de bienes y servicios, de capitales y de fuerza
de trabajo) puede quizá satisfacer sus necesidades de respuesta frente a los cambios económicos o
de minimización de los riesgos, pero lo hace a costa de las condiciones de vida y trabajo de la
población activa y con unos dudosos efectos sobre la economía nacional. Plantea nuevas
necesidades de formación, más que desde el punto de vista de los requisitos de los puestos de
trabajo, desde el de la incertidumbre del mercado. Esto es lo que da uno de sus sentidos a ese
término ahora tan en boga, la "polivalencia": el sentido de una formación que convierta a los
situaciones diferentes.
del trabajador a la empresa y a sus políticas comercial y de producción, mientras requiere de éste un
alto nivel de cualificación. La mayor parte, por no decir la totalidad, de lo que sabemos sobre los
efectos de esta forma de organización apunta en el sentido de que se traduce en una mayor
productividad y, por consiguiente, en una mayor competitividad de las empresas que la adoptan. Es
lo que sucede con las llamadas "nuevas formas de organización del trabajo" (círculos de calidad,
etc.) frente a las tradicionales; con las empresas que se ha dado en llamar "de nuevo tipo", "Z", "de
tercer tipo", "excelentes", etc. frente a las de organización más clásica; con los sectores, zonas
económicas y países que han adoptado modelos de "especialización flexible" frente a los que
control sobre su proceso. En el primer aspecto, la flexibilidad interna, que implica una gama de tareas
más amplia, un mejor aprovechamiento de la cualificación, una mayor autonomía del trabajador en el
puesto y una descentralización de la toma de decisiones, se traduce, sin lugar a dudas, en una
mayor identificación del trabajador con su puesto y, por consiguiente, en un grado de satisfacción
las necesidades y los costes de supervisión del proceso y de control de la calidad del producto.
Pero, en el segundo aspecto, la flexibilidad interna plantea problemas que pueden producir
conflictos de intereses. Un mayor control de los trabajadores sobre su proceso de trabajo tiene como
contrapartida una cierta pérdida de control por parte de la dirección y, más en general, por parte de
todos aquellos que han visto sobrecualificados sus puestos y reforzada su autoridad simétricamente
a la descualificación y la pérdida de autonomía en los puestos de trabajo de base. Esto puede incluir,
de la empresa.
Por ello, adoptar una u otra política de educación y de formación, optar por la simple
capacitación práctica en tareas de ejecución o por la formación para la comprensión global de los
procesos productivos, por la falsa polivalencia de la no cualificación o por una formación multilateral,
la vez, optar por un modelo u otro de organización del trabajo y de respuesta a las exigencias de una
devolución de la capacidad de obrar a los trabajadores. Ni que decirse tiene que esto no es sólo
cuestión de las políticas de educación y formación, sino también de las políticas económica, industrial
y de empleo.
Las limitaciones de la educación y la formación ocupacional actuales
convertirse en uno de esos tópicos que, a fuerza de ser repetidos sin especificación alguna, ya nada
significan. En parte se trata de un problema puramente imaginario en cuya formulación se olvida que
la escuela nunca podrá, ni debe siquiera intentarlo, ofrecer una diversidad de formaciones ni unas
enseñanzas y unos aprendizajes de detalle como los que requeriría un perfecto "ajuste" al empleo,
salvo que estuviéramos dispuestos a dedicarle la mitad de nuestro producto interior bruto y a obligar
Se olvida también con frecuencia, por otra parte, que la educación tiene más fines que la
preparación para el empleo, y que unos fines y otros pueden no ser enteramente compatibles o
incluso entrar abiertamente en conflicto. La demanda que se presenta a la escuela de formar una
lleva muy mal, por ejemplo, con el propósito de que el sistema educativo asegure un acceso mínimo
común a la cultura general y distribuya de manera igual las oportunidades formativas y --en la medida
en que se asocian a éstas-- laborales y de vida a los individuos y los grupos sociales.
concebirse en el sentido de que la escuela se haya quedado, en general, por detrás del trabajo, al
menos no si esto se entiende como una incapacidad para proporcionar un nivel de conocimientos,
habilidades prácticas, capacidades intelectuales, etc., de índole general, suficientes para satisfacer
las presuntas exigencias rampantes de la producción. La escuela se ha quedado por detrás en unos
casos y se ha situado por delante en otros, lo que nos permite encontrar tanto fenómenos de
respuesta dada por una muestra de trabajadores a una pregunta sobre qué educación consideraban
necesaria para desempeñar su puesto de trabajo, cruzada con su propio nivel de educación. En ella
se considera que existe "adecuación" cuando el nivel de estudios que la persona posee es similar al
"subeducación" cuando es inferior. Según estos datos, casi la mitad de la población ocupada está
subeducada (45.8 %), pues su nivel de estudios es inferior al que cree necesario para su puesto de
trabajo (Total I). Sin embargo, esta cifra se debe en parte a que no se ofrece a los encuestados la
posibilidad de contestar que la preparación necesaria para su empleo es menor que los estudios
primarios o ninguna, a pesar de que ésta es precisamente la que muchos de ellos poseen (el 22.7 %
del total). Si consideramos que, puesto que ejercen el empleo, muestran tener en la práctica el nivel
de formación adecuado, el porcentaje de subeducación cae entonces hasta algo menos de un cuarto
(23.1 %: Total II). En sentido contrario, la encuesta no ofrece a los que poseen una formación de
nivel universitario largo la posibilidad de expresar la necesidad de una formación mayor que ésa, por
lo que en la cúspide de la pirámide se oculta una parte de la subeducación (si bien es una parte
reducida).
En consonancia, el grado de adecuación del nivel de formación puede cifrarse en algo más
de un tercio (34.8 %: Total I) o casi tres quintos (57.4 %: Total II), según procedamos o no a la
rectificación antes descrita. La sobreeducación se cifra, en todo caso, en cerca de un quinto (17.4 %).
No obstante, este porcentaje sólo refleja la proporción de individuos que declaran que su nivel
educativo personal está por debajo del que creen necesario. En realidad, bien puede ocurrir que
inflen este último en un reflejo conducente a prestigiar su propio empleo, o simplemente inducidos
por lo que ven a su alrededor que se presenta como requisito formal. El elevado porcentaje de
1Tomada de Fernández Enguita (1990). Elaborada a partir de los datos de C.I.S. (1986).
personas que desempeñan sin bachiller elemental (o su equivalente E.G.B.) puestos de trabajo
(7.097 miles, el 55.1 %, según la encuesta --sobre un total de ocupados de 12.880 miles--), cuando
éste es ahora el nivel mínimo con el que se produce la incorporación a la actividad, podría
El "desajuste", sin embargo, es cierto en un sentido más limitado pero no por ello irrelevante.
torno a los cuales giran las enseñanzas regladas, herederos todavía de la época en que la escuela
era el reducto de los futuros funcionarios y el lugar de encuentro y de reproducción cultural de grupos
sociales privilegiados y reducidos, por no decir simplemente herederos,en buena parte, del trivium y
espacio de desarrollo personal, en una especie de suplicio por el que hay que pasar para conseguir
unas ciertas ventajas sociales, pero en el que es difícil encontrar algún interés intrínseco o alguna
En segundo lugar, el sistema que creó la Ley General de Educación de 1.970 ha producido
efectos perversos que durarán largo tiempo y requieren una rectificación en la que juega un papel
importante la formación ocupacional. Para empezar, una Educación General Básica unilateralmente
que, tras esa experiencia, poco o nada quiere saber de cualquier aprendizaje que no sea meramente
desarrollar su capacidad de aprendizaje y su disposición hacia el mismo. La Tabla XIV 2 muestra los
Básica, desglosado por autonomías. La Tabla XV ofrece las pérdidas registradas a lo largo de las
dos ramas de las enseñanzas medias, también desglosadas por comunidades autónomas.
titulación" y a la inclusión forzada en ella de las "materias instrumentales", como una enseñanza de
segundo orden, ha concitado a su alrededor tal descrédito --en particular la de primer grado-- que la
mayor parte de su público potencial ha optado por evitarla de cualquier manera. Así, el país se ha
encontrado con una estructura de los estudios y los títulos escolares, a la altura de las enseñanzas
medias, que es exactamente la inversa de la del mercado de trabajo. Casi dos tercios del alumnado
siguen unos estudios de bachillerato sin ningún carácter terminal ni profesional y cuyo único objetivo
profesional que debía servir como puente a todos los empleos que no requieren formación
universitaria, que son la inmensa mayoría, acoge tan sólo a algo más de un tercio del alumnado --a
matrícula de las enseñanzas medias se pone de manifiesto si la comparamos con los datos de la
Tabla XVII4, que muestra la distribución de la población ocupada por grandes grupos ocupacionales.
Si consideramos que el bachillerato y el C.O.U. son lo que dicen ser, un ciclo preparatorio para el
acceso a los estudios superiores, entonces resulta difícil saber qué hacen casi dos tercios de los
jóvenes escolarizados en las enseñanzas medias en una rama conducente a unos estudios
necesarios, presumiblemente, para una octava parte de las ocupaciones (12.2 %), acumulando los
dos primeros grandes grupos, o, como mucho, para una cuarta parte de ellas (24.4 %), acumulando
también el tercero.
capacitación más específica, sea en el empleo mismo o bajo la fórmula de la formación ocupacional,
accede a los estudios superiores, aún la necesita más, pues sus últimos años de estudios la han
arrastrado en una dirección que no es precisamente la que conduce hacia los requerimientos
Ahora bien, ¿qué relación existe entre los estudios precisos que la gente realiza y los
requisitos de sus puestos de trabajo? Si se les pregunta a ellos, no parece que sea muy
satisfactoria. Repetidas encuestas a jóvenes han arrojado resultados bastante similares: para tres
cuartas partes de ellos, la relación es ninguna o casi ninguna, como lo muestran los resultados de
tres encuestas sucesivas recogidos en la Tabla XVIII 5. Hay que tener muy en cuenta que son
respuestas basadas en una apreciación subjetiva, así como que se trata precisamente de jóvenes, lo
que hace probable que se encuentren todavía en trabajos precarios y poco relacionados con su
formación pero no implica que esta situación vaya a prolongarse siempre; el panorama, empero, no
especialidades ofrecidas por las enseñanzas regladas y la estructura ocupacional. Esto puede
hacerse, por ejemplo, para la Formación Profesional, y los datos son los que aparecen en la Tabla
XIX6. En ella se comparan los porcentajes que representan los alumnos maztriculados en las
distintas especialidades de F.P.-1 con los que suponen los grupos ocupacionales asociables a ellas
en la población ocupada, a partir de los cuales se han elaborado una ratio y un índice de
5Zárraga (1985).
6Fernández Enguita (1990). Elaborados a partir de la E.P.A. (1989, 2º trimestre) y C.I.D.E.
(1988).
distribución cuantitativa de la oferta de especialidades de Formación Profesional y las posibilidades
reales de empleo.
de su entorno se han venido inclinando cada vez más en favor de las llamadas "medidas activas" de
fomento del empleo, como alternativa a las medidas de "garantía de recursos" (esencialmente, los
subsidios de desempleo). Entre estas medidas activas figura la formación ocupacional, que ha
conocido en un lustro un desarrollo sin precedentes. La Tabla XX 7 muestra la evolución del número
de cursos realizados, que casi se ha quintuplicado, y de alumnos implicados en ellos, que se ha más
que cuadruplicado.
cualificaciones poseidas por los trabajadores y las demandadas por los empleadores o explotables
directamente en el mercado en la forma de trabajo por cuenta propia, no cabe sino saludar el auge
de un nuevo subsistema una de cuyas finalidades principales debe ser la de servir de puente entre la
No obstante, cabe preguntarse en qué medida la formación ofrecida es la adecuada para las
necesidades y posibilidades del empleo. Una forma de hacerlo es comparar el peso de las diversas
Lamentablemente, la clasificación de los cursos ocupacionales por familias profesionales que ofrece
7M.T.S.S. (1989c).
proceder, sin embargo, a comparar la oferta ocupacional con el movimiento laboral registrado por el
propio INEM, que es ordenado según la misma clasificación por familias profesionales.
aproximadamente, un alumno por cada cuatro ofertas de empleo, y dado que no tenemos elementos
para decir si tal nivel de cobertura es suficiente o insuficiente, debemos limitarnos a comparar el
grado de cobertura de las distintas familias profesionales, lo que se hace elaborando un índice que
es igual al cociente para cada familia dividido por el cociente general. Si el grado de cobertura fuera
el mismo en todos los casos, el índice sería siempre igual a la unidad. No siendo así, tampoco debe
considerarse el índice como expresión cuantitativa de un "exceso" o un "defecto", puesto que cada
familia profesional puede requerir formación o no, y en mayor o menor medida, de acuerdo con sus
propias características, su evolución última y los cambios en curso, etc. No obstante, la magnitud de
las diferencias lleva a pensar que, como en el caso de la formación reglada, cualquier relación
la variación reciente del empleo. Esto es lo que hace la Tabla XXII 9, sólo que, dada la diversidad de
fuentes, no podemos ir más allá de los grandes grupos ocupacionales. En ella se comparan (en una
elección arbitraria pero ni más ni menos válida que cualquier otra del estilo) los alumnos formados en
1.988 con las variaciones en el empleo entre 1.985 y 1.989, lo que permite constatar que unos
penalizados.
manera independiente.
de ampliarla como simple expediente para reducir las cifras de paro es algo de lo que deben ser
concertación. En ella cae el INEM, sin ir más lejos, cuando descuenta del paro registrado a los
parados en busca del primer empleo que siguen cursos de más de veinte horas semanales.
La otra cara de la moneda está en la disposición de los jóvenes y los parados en general, por
no hablar de los estudiantes sin recursos y las amas de casa lógicamente aburridas en los hogares
en particular, a aprovechar las oportunidades de una oferta que suele ir acompañada de retribución
con independencia de que guarde más o menos relación con las propias necesidades de formación,
así como con las posibilidades y las expectativas de empleo. Tanto más cuanto que, una vez que los
resulta punto menos que imposible para los individuos sustraerse a la tendencia a acudir a ella. El
problema aquí no reside tanto en que numerosos individuos reciban una formación que tal vez nunca
utilicen, pues aprender no perjudica a nadie, como en que se genere una espiral autoalimentada de
crecimiento de la oferta y la demanda que empuje a dar por bueno lo que se ofrece por el simple
Segundo, conviene no olvidar que buena parte de la formación ocupacional puede servir,
más que para satisfacer necesidades nuevas, para cubrir de forma nueva necesidades viejas. O,
dicho de otro modo, para que las empresas transfieran al presupuesto público las acciones
formativas que hasta entonces realizaban a su propia costa. Esto puede ser conveniente desde algún
punto de vista o entenderse como una forma más de subrogación en los costes empresariales, pero
debe tenerse presente para no pensar que se ponen en pie nuevos mecanismos de formación donde
que forman parte de políticas formativas extraescolares --como los contratos en prácticas, para la
de reducir o subvencionar los costes directos e indirectos de la mano de obra. Si esta política es
política y las acciones de formación. Esto significa que, aunque toda política de formación es, directa
o indirectamente, una forma de subvención a las empresas --y a los trabajadores--, su rendimiento
debe ser medido por sus efectos sobre las cualificaciones de los trabajadores y la adaptación de
Particularmente sangrante es el caso de las figuras contractuales citadas. Sólo los contratos
formativa, debido precisamente al control que se ejerce desde los centros de enseñanza sobre su
funcionamiento; no obstante lo cual, en muchos casos la única experiencia formativa que aportan es
la de permitir a los estudiantes comprobar que el trabajo no es lo que esperaban. Los contratos en
prácticas y para la formación, por el contrario, poco o nada tienen de tales, pues no hay garantía
alguna de que la cualificación de los jóvenes mejore gracias a ellos (lo que se manifiesta, por
ejemplo, en la proporción creciente, ya la casi totalidad, que constituyen los contratos de formación
sin un plan homologado por el INEM). Esto no resulta menos triste por el hecho de que el Ministerio
de Trabajo, en una huida hacia delante, haya decidido últimamente considerarlos simplemente como
parte de la política de empleo, renunciando así a cualquier dimensión formativa (lo que, a su vez, se
manifiesta en la proporción creciente, también ya la casi totalidad, de contratos para la formación sin
Finalmente, todos los implicados en la formación ocupacional deben ser conscientes de que
recursos obtenibles del Fondo Social Europeo, así como de los generados por el Fondo de
Solidaridad nacido del Acuerdo Nacional de Empleo. Esto implica que la práctica ha ido a menudo
por delante de los planes, con los consiguientes inconvenientes de falta de planificación, de control y
de evaluación de los resultados. Con independencia de cualquier discusión sobre si era mejor
esperar o actuar ya, o sobre si no se podrían haber empleado ya desde el principio ciertos criterios
de programación de la oferta, parece claro que no puede posponerse por más tiempo la elaboración
No todas las personas tienen acceso a las mismas oportunidades en el mercado de trabajo ni
en el sistema educativo; o, al menos, no todas se encuentran en la misma posición real ante las
oportunidades existentes, aunque formalmente éstas sean las mismas para todos. En el mercado de
trabajo, las mujeres frente a los hombres, los jóvenes y las personas de mayor edad frente a los
grupos de edad intermedios, los inmigrantes frente a los autóctonos, aquéllos cuyas formación y
experiencia profesionales conocen una demanda decreciente frente a los que se benefician de una
demanda en aumento, los que tienen menos años de escolaridad frente a los que tienen más y los
que presentan discapacidades de diverso tipo frente al resto se encuentran en posición de clara
estereotipos sexistas que les adjudican como función principal la permanencia en el hogar,
admitiendo su incorporación al trabajo remunerado sólo como actividad secundaria. Esto significa
bajos para un mismo puesto de trabajo, mayores probabilidades de ser despedidas, una mayor
presencia en las formas de trabajo irregulares, etc., sin entrar aquí en las dificultades de compaginar
el empleo, cuando se tiene, con las responsabilidades domésticas no compartidas por los varones.
La Tabla XXIII recoge los principales datos de la E.P.A. 1 sobre la posición de las mujeres en el
mercado de trabajo (las cifras absolutas están expresadas en miles de personas; las tasas son
Pero los bajos niveles de actividad y ocupación y los demás indicadores empleados sólo
pagadas y considerables como extensiones de sus funciones en la esfera doméstica. La Tabla XXIV 2
muestra su presencia relativa en las distintas ocupaciones de la Clasificación Nacional a dos dígitos
El "índice de sesgo" que se recoge en la tercera columna es la ratio entre el sexo más representado y
el menos en la ocupación dada partida por la ratio general entre ambos en la población ocupada
(varones/mujeres = 2.2, mujeres/varones = 0.45), a cuyo lado se indica el sexo al que favorece.
Puede considerarse, por tanto, como un indicador de la sobrerrepresentación de dicho sexo, sea cual
sea.
Aparte de su falta de información sobre el mismo, los jóvenes arrastran el la desventaja de partida de
la falta de experiencia, lo que hace, a menudo, que sean los últimos elegidos para ocupar un empleo
y los primeros para abandonarlo. La Tabla XXV 3 muestra las desventajas relativas de los jóvenes
para dos tramos de edad, de los dieciséis a los diecinueve y de los veinte a los veinticuatro años (las
El nivel de estudios formales es otro importante factor de discriminación. Las personas con
mayores y mejores estudios tienen más probabilidades de encontrar empleo y, por supuesto, de
encontrar mejores empleos. Las Tablas XXVI y XXVII 4 muestran simplemente dos aspectos de este
efecto. La primera, las diferencias en las tasas de actividad según el nivel de estudios, especialmente
fuerte, como puede observarse, para las mujeres. Los efectos de la edad interfieren con los del nivel
de estudios, a menudo compensándose mutuamente u ocultándose (por ejemplo, los jóvenes con
mayor nivel de estudios aparecen como inactivos por la sencilla razón de que todavía no los han
del nivel de estudios parezca menor, mientras los ancianos, ya jubilados regular o prematuramente,
lo maximizan), por lo que se ofrecen también los datos para los tramos de máxima actividad de cada
sexo, que son una expresión más cabal de las diferencias asociadas a la posesión de credenciales
educativas. La Tabla XXVII muestra las tasas de desempleo por niveles de estudios, también en
Por lo demás, no debe olvidarse que, ante la educación formal, y a pesar de la unificación de
casi toda la enseñanza obligatoria, la oferta o financiación pública de puestos escolares y la relativa
equiparación de los recursos, las posiciones relativas de partida de las personas dependen en buena
acumulativo. Las posibilidades de obtener mejores o peores credenciales escolares están influidas,
por ejemplo. por la capacidad económica de las familias no ya solamente para financiar a sus hijos e
hijas una educación más allá del período obligatorio y gratuito, sino por sus posibilidades de
renunciar a unos ingresos por un período de tiempo notable, es decir, de permitir que sus
descendientes estudien en lugar de trabajar. Por otra parte, las habilidades, el tipo de empleo del
lenguaje, el género de subcultura, las formas de comportamiento, etc. que la escuela requiere y
sanciona positivamente son las propias, no de toda la sociedad, sino de una sección de ésta,
concretamente las clases alta y media, mejor urbanas que rurales y con un alto nivel de educación
que sin él. Finalmente, los niños y jóvenes, con el transcurso del tiempo, interiorizan como
escala social o de obtener el éxito en la escuela, lo que a menudo hace que aquellos cuyas
diferentes categorías profesionales. Las categorías socioprofesionales empleadas son las del censo
de población, a saber: 1) empresarios agrícolas con asalariados y 2) sin ellos --o sea, campesinos
independientes--, 3) resto de agrarios --es decir, jornaleros--, 4) empresarios no agrícolas --o sea,
industriales y de servicios-- con asalariados y 5) sin ellos --o sea, autónomos--, 6) profesiones
9) resto de personal, 10) capataces, 11) obreros cualificados, 12) obreros no cualificados, 13) resto
los ciclos inicial y medio de E.G.B., computándose aparte 2) el ciclo superior (Sec1); 3) el segundo
nivel de secundaria (Sec2) está formado por el B.U.P., el C.O.U. y la F.P., y las 4) escuelas
La categoría socioprofesional es la del cabeza de familia del hogar. El nivel de estudios, sin
embargo, es el de todos los miembros del hogar que los están cursando en el momento de la
encuesta, incluído el cabeza del mismo si es el caso. Puesto que los estudios tardíos son más
probables entre las categorías bajas que entre las altas, y, sobre todo, puesto que los estudios en
curso tienen más probabilidades de ser terminales para las bajas que para las altas, las
desigualdades para un mismo año resultan subestimadas a través de los datos censales. 6 Se trata,
5Fernández Enguita (1990b). La misma fuente para la siguiente tabla. Los datos en que se
basan corresponden al Censo de Población de 1.981, y fueron proporcionados por José
Andrés Torres Mora.
6Para más detalles, véase la fuente citada.
Las Tabla XIX muestra los mismos datos en la forma de orden de probabilidades, elaborado
como cociente entre los pordentajes que suponen su presencia en cada nivel de enseñanza y en la
polación total. Cualquier categoría social presentaría un orden de probabilidades igual a la unidad si
su presencia en un nivel dado (el porcentaje de los alumnos de tal categoría que acceden a tal nivel
respecto del total del nivel) fuese igual a su presencia en la población total del país. Si los miembros
de todas las categorías sociales tuvieran las mismas oportunidades de acceder a todos los niveles de
enseñanza, la tabla sería una aburrida colección de cifras iguales a 1.00. Lógicamente, éste es el
orden de probabilidades que presentan los totales, pero, para el resto de las casillas, la lectura es, si
La formación para el empleo no debe ser concebida en general como un medio de política
compensatoria, ni mucho menos como el principal instrumento de ésta, pero tampoco como si se
aplicara en un mercado de trabajo en el que todos han tenido ya oportunidades suficientes y cabe
mercado de trabajo debe combinarse con la atención a los grupos sociales desfavorecidos en éste o
en la escuela, lo que implicará en muchos casos compatibilizar prioridades --de eficacia económica y
Por un lado, requieren especial atención las mujeres, los jóvenes sin experiencia laboral y los
discapacitados, o cualquier otro grupo con dificultades adicionales para acceder por vez primera al
mercado de trabajo o para no verse confinados a sus zonas más precarias. Por lo demás, todos
estos grupos han sido señalados como prioritarios para las políticas de formación y empleo por
En el caso de las mujeres no se trata de una situación transitoria (como la de los jóvenes),
persistente que se extiende a todos los espacios de los mercados de trabajo, externos o internos, por
lo que reclama una intervención amplia y sistemática desde la política de empleo y, para lo que a
discriminar seriamente a las mujeres a alcanzar una matrícula formalmente equilibrada, que en
realidad favorece notablemente a las mujeres. La Tabla XXX 7 muestra la evolución de la matrícula a
lo largo de un lustro. Las cifras absolutas contenidas en las columnas primera y cuarta, y los
porcentajes respecto de la matrícula total reflejados en la segunda y la quinta, hacen ver que se ha
llegado a una composición prácticamente por mitades. Pero, si se observan las columnas tercera y
sexta, que presentan el número de alumnos o alumnas formados por cada mil activos de cada sexo,
se verá que las mujeres resultan fuertemente favorecidas en comparación con los varones. Esto es el
efecto tanto de una política formalmente igualitaria como de las estrategias individuales de los
jóvenes, y no debe ser condenado como una forma de discriminación contra los varones sino,
compensatoria, en favor de las mujeres. Se trata, en suma, de equilibrar una forma de discriminación
(la asociada simplemente al sexo) con otra (la asociada al nivel de formación).
y esto puede considerarse principalmente como un efecto derivado de las diferencias en las tasas de
actividad, pero también de los estereotipos de género en las prácticas contractuales de las
empresas. En lo que se refiere a los contratos en prácticas, los hombres superan aproximadamente
en un veinte por ciento a las mujeres, y, en lo concerniente a los contratos para la formación, en un
mujeres entre las distintas especialidades de la formación ocupacional. La Tabla XXXI muestra el
porcentaje de mujeres en cada una de ellas, en el año 1.988. En ella se observa la tendencia a la
concentración de las mujeres en las especialidades típicamente femeninas ("Artesanía", por cierto,
no debe sorprender, pues incluye "modista"). Ahora bien, ésta no es una característica privativa de la
formación ocupacional, sino bien asentada ya desde la Formación Profesional reglada, donde el
Por otro lado, requieren también especial atención los grupos que, sin tener particulares
dificultades de principio, se ven abocados a ellas por situaciones peculiares que interrumpen una
readaptación a partir de la quiebra de sus viejas condiciones de trabajo por causas sobrevenidas.
Entre estos grupos pueden considerarse los trabajadores de sectores en reconversión, los
trabajadores de edad madura o cercana a la jubilación que por la razón que sea han perdido su
empleo, los inmigrantes del campo a la ciudad o los que regresan a sus lugares de origen, etc.
Finalmente, merecen una atención no menos especial los individuos que, por una u otra
causa, han abandonado la escuela sin una formación suficiente para incorporarse en condiciones
adecuadas al mercado de trabajo, por lo general antes del término de la enseñanza obligatoria. En el
caso particular de los jóvenes, la formación ocupacional puede suponer para ellos una vía alternativa,
y tal vez más transitable, para el desarrollo de capacidades personales --de toda índole: prácticas,
cognitivas, actitudinales, afectivas, sociales y estéticas-- que debió tener pero no tuvo lugar en la
Sin embargo, parece haber una tendencia a la modificación del alumnado de la formación
ocupacional, según su nivel de estudios reglados, en favor de los que poseen títulos más avanzados.
Esto es lo que muestra la Tabla XXXII 8, que presenta la composición por nivel de estudios del
alumnado durante cuatro años consecutivos. En ella puede observarse la pérdida regular de
posiciones de los alumnos con un nivel de educación mínimo o bajo mínimos, la subida firme de los
que poseen estudios medios y el ascenso espectacular de los que poseen estudios superiores. La
Tabla XXXIII, que compara el nivel de estudios de los alumnos de 1.988 con el de la población activa
en 1.989 (2º trimestre), apunta en el mismo sentido. La desventaja absoluta de los analfabetos y sin
estudios es casi enteramente absorbida por los que poseen la educación básica, lo que resulta
coherente con la baja edad del alumnado. Los de las enseñanzas medias cubren enteramente su
cuota, pero, tal como podía esperarse dada la naturaleza de sus estudios y su espacio propio en el
mercado de trabajo, esto tiene lugar en favor del alumnado de F.P. y en detrimento del de B.U.P. Los
que poseen títulos superiores ligeramente salen beneficiados, pero el beneficio es tan sólo para los
En España existen diversas fuentes de información sobre el mercado de trabajo, todas las
cuales incorporan información sobre la región madrileña aunque raramente la presente desagregada
a nivel regional, salvo para las grandes magnitudes. Cada una de ellas presenta aportaciones y
limitaciones, por lo que, al mismo tiempo, pueden ser aprovechadas para el mejor conocimiento de la
realidad regional pero deben ser consideradas insuficientes. En cierto sentido, su mayor carencia es
que no son acumulables, es decir, que emplean criterios distintos en la codificación de la información,
Las fuentes de uso común son hoy, fundamentalmente, la Encuesta de Población Activa, el
Observatorio Ocupacional, a las que hay que añadir toda clase de estudios monográficos. De todas
ellas trataremos a continuación. Hay que decir antes, sin embargo, que existen otras fuentes
susceptibles de ser empleadas indirectamente para el mejor conocimiento del mercado de trabajo
que, por no estar centradas en el análisis de éste, no trataremos, pero que tampoco deben ser
dejadas en el olvido. Nos referimos, por ejemplo, a la Encuesta de Salarios, el Censo Industrial, el
La E.P.A. es una investigación muestral que se realiza trimestralmente sobre unas sesenta y
dos mil viviendas familiares de todo el territorio nacional, recogiendo información sobre todas las
personas mayores de catorce años que residen en ellas. Aunque solamente las principales
elevación de la muestra de acuerdo con las proyecciones de población basadas en los Censos, en la
actualidad sobre el de 1.981 (desde 1.986, aunque luego se han elaborado series anuales revisadas
para el período que llega hasta hoy). Aunque la encuesta sólo recoja datos en las viviendas
familiares, las cifras obtenidas por elevación se corrigen de acuerdo con estimaciones sobre las
magnitudes de todas las variables relativas a las personas residentes en hogares colectivos.
La información recogida incluye, además de las variables demográficas básicas (sexo, edad,
lugar de residencia) información sobre la relación de las personas con la actividad económica y el
empleo (actividad, ocupación, paro, subempleo, horas trabajadas, sector y rama de actividad,
profesión, etc.) y sobre su cualificación formal (nivel y especialidad de sus estudios). Aquí, sin
embargo, es donde surgen los primeros problemas, relativos sobre todo a las definiciones de las
distintas categorías que conceptualizan la relación con el empleo, tales como "activo", "ocupado" o
"parado".
Así, por ejemplo, es considerada "activa" toda persona que tiene un empleo o que, no
del sesgo sexista y el prejuicio económico que supone definir la "actividad económica" en relación
millones de personas, fundamentalmente mujeres, que producen bienes y servicios en los hogares
sin ninguna remuneración directa; aparte de esto, las condiciones exigidas para ser clasificado como
tal penalizan a las mujeres y disminuyen artificialmente su tasa de actividad y, por los mismos
motivos, de desempleo. La exigencia de haber realizado gestiones activas en la búsqueda de un
empleo en el mes anterior parece muy razonable para quien no tiene otras obligaciones que lo
impidan y puede hacer de ello su principal objetivo, pero no lo es tanto para las amas de casa que, al
mismo tiempo que resultan desanimadas en la búsqueda de un puesto de trabajo por la dificultad
constatada en encontrarlo, deben hacer frente a las tareas domésticas que les asigna la división del
trabajo imperante en los hogares. En otras palabras, podemos considerar que no haber realizado
ausencia de voluntad de trabajar a cambio de una remuneración, y que esta posibilidad afecta de
trabajo en el plazo de catorce días es algo nada problemático, por lo general, para un varón
desempleado, pero muy problemático para una mujer que asuma en exclusiva el cuidado de niños o
extremadamente generosa. Es considerada ocupada cualquier persona que haya trabajado una hora
metálico o en especie. También son considerados ocupados los estudiantes que trabajan a cambio
de una remuneración, algo que parece bastante normal salvo por lo que diremos dentro de poco.
La definición de "parado", no obstante, vuelve a ser fuertemente restrictiva. Sólo lo son los
que, además de no tener un trabajo, cumplen las ya citadas condiciones en lo que se refiere a la
búsqueda y la disponibilidad. Los escolares y los estudiantes son considerados como tales con tal de
que sigan alguna enseñanza regular, pero no necesariamente reglada, pues puede ser libre, a
distancia, etc.
La Encuesta de Población Activa, por tanto, subestima las poblaciones activa y parada y
sobreestima la población ocupada, por razón de las definiciones utilizadas. Esto no es incompatible
con que, por otra parte, subestime la población ocupada por el mero hecho de ser la encuesta que
es, lo que provoca en los entrevistados una tendencia a ocultar sus actividades económicas; así,
numerosas investigaciones monográficas en las que las preguntas sobre la actividad económica
El mayor problema, sin embargo, que presenta la E.P.A. como instrumento de conocimiento
sino en la fuerte insuficiencia e imprecisión de las categorías mediante las cuales tipifica los puestos
son las mismas del Censo y el Padrón, y se basan en la Clasificación Internacional Uniforme de
Ocupaciones, auspiciada por la Organización Internacional del Trabajo, trataremos de ellas más
Aunque Censo y Padrón son dos fuentes de información elaboradas y presentadas por
separado y en distintos momentos del tiempo, las tratamos conjuntamente debido a que emplean la
misma metodología y categorías uniformes, lo que las convierte en acumulables. Ambos se realizan
a intervalos extraordinariamente largos que impiden su utilización como instrumento con el que
seguir la evolución a corto plazo del mercado de trabajo. El último Censo de Población data de 1.981,
y el Padrón Municipal de Habitantes de 1.986. Puede verse, pues, que combinándolos se reducen los
plazos, aunque una dificultad adicional procede de la lentitud en la elaboración y publicación de sus
resultados.
mucho más representativas que la de la E.P.A. En el Censo, las variables demográficas básicas se
contabilizan de manera totalmente exhaustiva, vivienda por vivienda y persona a persona. Las otras
(las que aquí nos interesan, o sea las relativas a actividad, empleo, etc., y nivel de estudios) se
recogen para todas las personas pero se computan agregadamene a partir de una muestra del
veinticinco por ciento de las viviendas familiares y la totalidad de los establecimientos colectivos.
Esto, no obstante, constituye una muestra más que suficientemente representativa, y la base de
datos puede ser explotada, si se desea y se cuenta con los medios necesarios para hacerlo, al cien
por cien. Ya se ha hecho, por ejemplo, para los municipios de menos de cincuenta mil habitantes de
La información que se recoge sobre la situación laboral, nivel de estudios, etc. es algo menos
detallada que la de la E.P.A. Las categorías económicas utilizadas siguen los mismos principios que
oficio y en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas para la rama de actividad, con las ya
anunciadas dificultades que luego trataremos; pero es todavía algo más insuficiente, pues tanto las
ramas de actividad como las ocupaciones se basan en las clasificaciones nacionales repectivas a
dos dígitos, pero procediendo a algunas agregaciones, lo que dificulta la comparabilidad de los
resultados globales.
Otra ventaja de estas fuentes es que ofrecen información desagregada por regiones,
provincias, municipios, distritos y secciones censales, aunque el último nivel no se utiliza en las
una mayoría de personas vive y trabaja al mismo tiempo. Además, ofrecen también alguna otra
en el Boletín y el Anuario de Estadísticas Laborales, así como en las sucesivas entregas anuales de
ofertas de empleo registradas en las oficinas locales del Instituto Nacional de Empleo.
exhaustiva... de todo lo que pasa por las Oficinas de Empleo. Una ventaja adicional es que la
información se computa al día final de cada mes, con lo que se siguen ágilmente los cambios
coyunturales.
Bastante más problemática es la definición del "paro registrado". Este se obtiene a partir del
total de las demandas genéricas de trabajo que no son cubiertas por la colocación de los
demandantes (las colocaciones nominadas van asociadas a ofertas nominadas y, por tanto, se
cubren solas y coinciden), de las que naturalmente se descuentan las demandas presentadas por
personas que ya tienen un empleo pero desean conseguir otro mejor y algunos otros casos
especiales, que quedan como "demandas pendientes no incluidas en el paro registrado". Algunas de
estas exclusiones son altamente discutibles, como la de los estudiantes de enseñanzas regladas
empleo, que se lleva a cabo a partir de la simple declaración de éstos. Aunque esto resulta difícil de
casi policiales, no cabe duda de que se presta a que los demandantes "mejoren" sus cualificaciones
sobre el papel si desean probar suerte, a que elijan cualificaciones exóticas si desean agotar un
Clasificación Nacional de Ocupaciones a dos dígitos, pero con algunas agregaciones menores que
También es importante el hecho de que todas las ofertas y demandas se refieren a trabajos
por cuenta ajena, quedando excluidos los trabajos por cuenta propia, que representan una
El Observatorio Ocupacional
El Observatorio Ocupacional ha sido puesto en marcha por el INEM hace apenas tres años y
puede considerase todavía en período de consolidación. Su base son también las ofertas y
demandas de empleo y las colocaciones registradas, pero reúne más información sobre los
requisitos de los empleos en oferta y sobre las características de los trabajadores demandantes. Es
un intento encomiable de seguir paso a paso la evolución del mercado de trabajo, y sin duda el
instrumento más próximo a lo que debe ser un análisis de coyuntura con que contamos en este
momento
Lógicamente, comparte todas las limitaciones de los datos sobre Movimiento Laboral
Registrado ya apuntadas anteriormente. Como instrumento de análisis longitudinal que pretende ser,
hay que señalar además otra limitación: ofertas y demandas son contabilizadas con independencia
de que procedan o no de las mismas empresas y los mismos individuos. Siendo así, las ramas de
actividad y las ocupaciones con una mayor tasa de rotación tenderán a estás fuertemente
Además de los datos de las Oficinas de Empleo, el Observatorio lleva a cabo un análisis de
las ofertas de puestos de trabajo en la prensa nacional y, desde su segundo año, en los medios más
importantes de la prensa local. Esta segunda base de datos, sin embargo, sólo puede ser
En cuanto a las características de los puestos de trabajo en oferta, tanto en las Oficinas de
Empleo como en los anuncios en la prensa, que el Observatorio trata de tipificar y tabular para
utilizarlas como base del diseño de los perfiles profesionales, hay que tener en cuenta que dependen
de la capacidad de definición, de las expectativas y de los mitos y ritos de loe empleadores. Diversas
encuestas a empleadores sobre sus "necesidades" han mostrado que éstos tienen a menudo serias
dificultades para definirlas. Por otra parte, en un contexto de elevado desempleo, los anunciantes
pueden sentirse tentados a buscar mirlos blancos donde no haría falta tanto. Finalmente, muchos de
los elementos que constituyen las descripciones de los requisitos de los empleos, particularmente en
los anuncios de prensa, son puras formulaciones rituales y vacías de contenido, como cuando
familias y perfiles profesionales, más adecuada que la Clasificación Nacional de Ocupaciones para el
entre ambas clasificaciones, que impide acumular los datos del Observatorio a los de otras fuentes
alumnos formados en los cursos de Formación Profesional Ocupacional, con objeto de verificar la
adecuación de las enseñanzas impartidas con las necesidades del empleo. Sobre este punto,
investigaciones específicas sobre el mercado de trabajo o sobre aspectos concretos del mismo.
El mercado de trabajo no son sólo los empleos o sus "necesidades", sino también los
Estadística suministran regularmente, pero con un notable retraso, estadísticas agregadas sobre
matriculados y titulados en los distintos tipos de enseñanzas regladas. Estas estadísticas son
bastante deficientes en su elaboración y las bases de datos en que se asientan están sólo
rudimentariamente explotadas.
El INEM, por su parte, suministra información bastante al día sobre los alumnos de la
Formación Profesional Ocupacional, sea basándose en los sectores y las grandes ramas de actividad
familias profesionales y ocupaciones. No se puede decir lo mismo sobre las características concretas
de las enseñanzas impartidas, punto en el que hay que conformarse habitualmente con dar por
poseen bases de datos sobre sus colegiados (que, naturalmente, no son todos los titulados) que
explotan para uso interno, pero que nunca han sido aprovechadas para un estudio general de la
Los centros de Formación Profesional que mantienen convenios con empresas para la
realización de prácticas en alternancia por alumnos de F.P.-2 podrían ser también una espléndida
fuente de información sobre la adecuación entre los estudios profesionales reglados y los requisitos
específicos de los empleos, tanto para la actualización de aquéllos como para el diseño de cursos
ocupacionales complementarios.
en un futuro inmediato estudios sobre las salidas profesionales de sus titulados y sobre la posible
aceptación de títulos propios todavía en proyecto (no hace mucho, por ejemplo, se hizo un estudio
Diversos gobiernos autónomos, como los de Murcia y el País Vasco, han encargado sus
propios estudios sobre mercado de trabajo, implantación de altas tecnologías, nuevas profesiones,
Profesional.
encuadrables dentro de este campo: FUNDESCO, el Institut Catalá de Novas Professions, Gabinete
................
La validez de las informaciones estadísticas sobre el empleo y otras magnitudes del mercado
de trabajo depende en gran medida de la adecuación de las categorías utilizadas para la clasificación
de los puestos de trabajo, que son muy diversas. A continuación examinaremos dos casos
Laborales del Departamento de Trabajo, Salud y Bienestar de los Estados Unidos, y comentaremos
algunos aspectos parciales de otros. El objetivo de esto no es presentar varios modelos a elección,
sino ofrecer un botón de muestra de la diversidad entre los distintos enfoques posibles.1
1Este apartado se basa, fundamentalmente, en la información aportada por O.I.T. (1968), U.S.
Department of Labor (1965) y CEREQ (1973). Las críticas, naturalmente, son
responsabilidad del autor.
La Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones
Ocupaciones empleada por la Encuesta de Población Activa, el Censo, el Padrón y, con leves
La C.I.U.O. tiene una estructura piramidal organizada en forma decimal: 1.506 profesiones
individualizadas que son agregadas en 284 grupos de base, los cuales lo son a su vez en 83
subgrupos y, finalmente, en 8 grande grupos. Los ochenta y tres subgrupos corresponden a lo que
piedras, mármoles y similares" o "Profesionales de las fuerzas armadas". Los ocho grandes grupos
descripción muy breve, en pocas palabras, de la función desempeñada y una segunda, más larga, de
las tareas que deben ser realizadas para desempeñarla, podría servir de base para diversas
clasificaciones, pero muchas estadísticas nacionales, entre ellas las nuestras, proceden a una
agrupación poco operativa (en realidad, el camino ha sido el contrario: la C.I.U.O. se basa en las
opciones previas de las estadísticas nacionales, generalmente adoptadas con fines censales y no
publicaciones estadísticas, son también la clave de las dificultades en el uso de éstas. Se supone
que agrupan las ocupaciones en función de sus características similares, pero lo cierto es que lo
hacen en función de diversos criterios no homologables entre sí. Así, por ejemplo, las profesiones de
nivel superior son agrupadas (a dos dígitos) de manera separada según su especialidad (por
ingenieros y técnicos asimilados"); sin embargo, las ocupaciones de menor nivel de cualificación son
diversas por ejercerse en un mismo medio y ser consideradas complementarias (por ejemplo, "pilotos
Sin embargo, cuando descendemos a los tres dígitos se mezclan de otro modo los criterios
de clasificación. Entre el subgrupo de especialistas en física y química, por ejemplo, los "químicos"
constituyen un grupo de base, los "físicos" otro, pero los otros profesionales ("geofísicos", "geólogos",
meteorólogos", "astrónomos" y "otros especialistas") del mismo nivel se ven acumulados en un grupo
de base único, debiendo descenderse a los cuatro dígitos, que ni siquiera se registran en la mayoría
de las recogidas de datos, para distinguir entre ellos. Más grave, sin embargo, es que si bien los
profesionales de nivel superior son clasificados ya por especialidades a tres y a cuatro dígitos, los de
nivel intermedio sólo lo son, y más rudimentariamente, a cuatro (a tres dígitos aparece el grupo de
base "técnicos en ciencias físicas y químicas", y a cuatro se distingue entre técnicos físicos, químicos
y otros). En otros casos, en cambio, la desagregación de dos a tres dígitos no se lleva a cabo en
función de las especialidades, sino del lugar de trabajo y la complementariedad: así, por retomar un
(navegación marítima y fluvial", de modo que en un mismo nivel de la pirámide nos encontramos con
una división por el lugar de trabajo (naves aéreas o marítimas y fluviales) que separa al primer grupo
de base de los otros dos, pero también con que para unos se introduce ya una distinción por
ocupaciones (oficiales de cubierta y pilotos vs. maquinistas) que para los otros sólo aparecerá a
cuatro dígitos.
Un caso particular de caos es el tratamiento que se da al personal directivo. Dentro del gran
personal directivo" (de las empresas), y dentro de éste los grupos de base de "directores generales",
directivo no clasificados bajo otros epígrafes". Para encontrar a los directores y directivos de las
explotaciones agrarias hay que ir al gran grupo seis, dentro del cual son la primera categoría a dos
dígitos. Dentro de esta categoría se distingue, ya a tres dígitos, entre "directores" y "jefes de
agrícolas, etc.", donde, sin embargo, aparecen ya a dos dígitos. Lo mismo que para el sector agrario
sucede en el de servicios con los "directores (servicios de hostelería, bares y similares)", categoría a
dos dígitos que mezcla desde el director de un gran hotel hasta el encargado del café de la esquina,
mismo nivel de desagregación, sino también otro que es la existencia de un importante espacio de
Así, por ejemplo, un mismo puesto de trabajo puede ser clasificado como "jefe de empleados de
oficinas" o "director administrativo", pongamos por caso, según lo que la cultura nacional considere o
la jerga de la empresa llame "jefe" o "directivo", yendo así a parar a un gran grupo o a otro.
dos dígitos (que, no se olvide, es la más detallada que ofrecen las publicaciones estadísticas), como
artículos", etcétera, etcétera. Grandes categorías que lo único que nos dicen de las personas a las
que incluyen es que no son directivos ni capataces y cuál es su sector de actividad; nada sobre su
sea jefe de un equipo de ventas podría aparecer indistintamente como profesional (subgrupo 01),
como directivo (subgrupo 21) o como vendedor-directivo (subgrupo 40). Es difícil que, dada la
den clasificaciones distintas para puestos similares, pero, aunque así fuera, la utilización como
alternativos de criterios que no son excluyentes (en el ejemplo citado, la profesión o titulación, la
jerarquía y la función) obliga, al optar por uno de ellos, a perder la información que aportarían los
otros.
todavía más caótica. En el mismo gran grupo de "Profesionales, técnicos y similares" podemos
arquitectos y deportistas, profesores de todo tipo, etc. Este último grupo, el de los profesores, nos
puede dar una idea de la confusión, pues de él forman parte desde los enseñantes de preescolar
hasta los profesores de universidad, lo que representa un abanico de niveles de cualificación formal
que va desde la formación profesional de primer grado hasta el doctorado más lo que se quiera, o
sea del mínimo al máximo previstos en el sistema educativo. Puede comprenderse así lo poco que
representa, por ejemplo, la habitual fundamentación de la tesis del aumento general de las
cualificaciones en el crecimiento del gran grupo de los profesionales, incluso lo poco que
por vez primera en los Estados Unidos en el año 1.939, reuniendo ya entonces cerca de cuarenta mil
denominaciones que han venido aumentando ligeramente con el tiempo. Cada empleo es
brevemente descrito por su contenido en términos sencillos: qué se hace, cómo se hace y por qué se
hace. Las funciones de quien lo ocupa son descritas en términos de las relaciones con los datos, las
personas y las cosas. Se ofrece también información sobre las aptitudes, los intereses y los
"temperamentos" requeridos de sus ocupantes, así como sobre las exigencias físicas y las
actividad, etc. es de un tipo similar a la propuesta por la O.I.T. y adoptada en España en la C.N.O. y
la C.N.A.E.: piramidal y decimal, acumulando los grupos en niveles sucesivos. No obstante ser más
compleja y detallada, no vale la pena detenerse en ella dado que sigue la misma mecánica.
Más interesante es todo lo que se refiere a la cualificación requerida por los puestos de
trabajo, pues el D.O.T. ha procedido a una normalización de sus componentes que permite la
comparación transversal y longitudinal, entre empleos y para un mismo empleo a lo largo del tiempo,
Así, las funciones del trabajador en el puesto de trabajo, descritas, como se ha dicho, en
términos de relaciones con los datos, las personas y las cosas, dan lugar a escalas de complejidad
en la realización de las tareas. La relación con los datos es jerarquizada en siete valores de
relación no significativa. La relación con las personas en ocho, en el mismo orden: asesorar,
con las cosas también: instalar, trabajo de precisión, manejar-controlar, accionar-manejar, manipular,
previamente descrita con carácter general para que los analistas puedan aplicarla sin dificultad a los
empleos que catalogan. Lo importante en este caso es la creación de una serie de categorías
diversas.
al grado en que se necesitan las aptitudes generales que se supone son adquiridas o desarrolladas
en la educación general. Estas aptitudes son tres: la facultad de razonar, las facultades matemáticas
y el empleo del lenguaje, y cada una de ellas es pormenorizada en seis niveles de complejidad. Es a
Las aptitudes son capacidades específicas que requiere el empleo: inteligencia, expresión
verbal, cálculo, aptitud espacial, percepción de formas, percepción escrita, coordinación, habilidad en
los dedos, habilidad manual, coordinación ojo-mano y percepción de los colores. El nivel exigido en
cada aptitud se expresa en relación con su distribución entre la población activa, concretamente
según deba encontrarse el trabajador entre el 10 % superior, en el tercio superior (excluidos los
Los "intereses" se refieren a las preferencias por un tipo u otro de actividades o experiencias,
expresadas siempre en términos dicotómicos: por los objetos y las cosas o por las personas y la
comunicación de ideas, por los contactos de negocios con las personas o por las actividades
científicas y técnicas, por lo rutinario y organizado o por lo abstracto y creativo, por las actividades
que suponen contacto o utilidad social o por las que suponen contacto con máquinas y técnicas, por
las que aportan prestigio y estima o por las que dan satisfacciones tangibles y productivas.
Los "temperamentos" conciernen a las situaciones profesionales a las que deben adaptarse
los individuos: cambio frecuente de tareas; operaciones cortas, secuenciadas y repetitivas; carencia
de espacio para la iniciativa; dirección, control y planificación; contacto con personas para dar y
recibir instrucciones; soledad y aislamiento físico; necesidad de influir en las opiniones de los demás;
ideas o hechos desde un punto de vista personal; necesidad de un conocimiento preciso de límites,
tolerancias y normas.
Las exigencias físicas se refieren a los requerimientos del empleo y a las capacidades físicas
que debe poseer el trabajador, que se supone deben alcanzar, cuando menos, el nivel de los
primeros. Incluyen las siguientes actividades corporales: levantar, transportar, empujar o tirar (en
relación con cuya necesidad se clasifica el empleo como sedentario, ligero, medio, pesado o muy
pesado); trepar y balancearse; inclinarse, arrodillarse, agacharse o gatear; alcanzar o sostener con
las manos, coger o sentir con los dedos; hablar y escuchar y, finalmente, ver (agudeza, percepción
Por último, las condiciones de trabajo se refieren a si éste es interior o exterior, en ambiente
frío y con cambios de temperatura, en ambiente caluroso y con cambios de temperatura, mojado o
húmedo, con ruidos o vibraciones, con riesgo físico o con humos, olores, condiciones tóxicas, polvo o
mala ventilación.
Algunas de las informaciones que aporta el D.O.T. sólo tienen utilidad en relación a las
compensaciones económicas, las medidas de seguridad e higiene, los horarios, la edad viable o la
Otras, como los "intereses", los "temperamentos" y la mayor parte de las llamadas aptitudes, lo
concretamente la complejidad en las relaciones con los datos, las personas y las cosas, el "nivel
además de las aplicaciones anteriores, todo lo que se supone que, desde la perspectiva del empleo,
Las clasificaciones británicos, que desde los años sesenta han conocido diversas
denominaciones y versiones, presentan como otras una estructura piramidal, de menor a mayor nivel
de agregación (puesto de trabajo, ocupación, grupo unitario o de base, pequeño grupo y gran grupo).
clasificación y, en particular, de incorporar el nivel de autoridad. Según los proyectos, estos criterios
pueden ser distintos: en el que lanzó el Instituto de Estudios de la Mano de Obra (Institut of
anteriores a la vida activa y necesarios para el puesto), el nivel de cualificación (medido según su
del trabajo), la función (entendida como el lugar en la división de actividades de una organización:
entre asistente, práctico, supervisor, master de primera línea (el responsable del proceso y los
resultados en una unidad formalmente constituida), master de segunda línea (responsable del trabajo
de dos o más de los anteriores), jefe de departamento, jefe de función (división) y directivo o
manager (de un centro). En el segundo, la distinción tiene lugar entre "en formación", "hombre de
exigencias físicas y sus condiciones de trabajo. A partir de estos datos, son ordenados en "clases" y
en "familias". La ordenación por clases se hace según la magnitud o el nivel de las exigencias
necesario), formándose así siete clases. Para las cinco clases "inferiores" se hacen constar también
La ordenación por familias se lleva a cabo de acuerdo con la naturaleza (no el grado) de las
facultades intelectuales, sensoriales y caracteriales requeridas. Para ello se utilizan trece criterios o
"aspectos" del empleo, de los cuales seis son los denominados "de estructura" (exacto, técnico,
organización, verbal, social, artístico) y los otros siete "secundarios" (sentido del material, sentido de
la forma, atención, precisión, dedicación, destreza y presentación personal). Cada familia resulta
definida por uno, dos o tres de estos rasgos (sólo hay un caso excepcional para el que se utilizan
cuatro) y por su orden de importancia. De este modo, cada ocupación queda clasificada en un
................
La exposición anterior tenía como objetivo señalar dos tipos de información sobre las
de analizar el mercado de trabajo y de servirse de este análisis para fines de formación y orientación.
nuestra Clasificación Nacional de Ocupaciones, identifica los puestos de trabajo y las ocupaciones
por sus etiquetas y ofrece información sobre la evolución de la composición general del empleo o de
la fuerza de trabajo, pero deja de lado las características concretas y la evolución propia de cada
puesto de trabajo u ocupación. Aunque se basa en una descripción inicial cualitativa de los puestos
de trabajo, sobre la que se apoya su clasificación en las categorías propias de los distintos niveles de
agregación, no ofrece ningún instrumento para convertir este conocimiento en acumulable y utilizable
mismo empleo.
cuestión no es aquí discutir si los niveles de complejidad, la preparación profesional específica, las
aptitudes o cualquier otra variable en el sistema estadounidense, o las "clases" según la complejidad
y los "aspectos" en torno a los cuales se configuran las familias en el sistema holandés, están más o
mecanismo por el cual la información cualitativa (el análisis y la descripción del puesto de trabajo) es
longitudinales.
Aparte de ser un placer para sociólogos, esto tiene otras virtudes. La constatación de una
elevación general o mayoritaria del nivel de complejidad en la relación con las cosas en tal o cual
ocupación, por ejemplo, puede traducirse en una reforma de la formación ocupacional asociada al
profesional reglada. Si lo hiciera, en fin, a una parte sustancial del conjunto de los ocupaciones,
atravesando familias ocupacionales distintas, podrían alcanzar a ramas enteras de las enseñanzas
permitiría abordar con mejores fundamentos los procesos de reconversión profesional, reciclaje, etc.
Si una ocupación, por ejemplo, ve degradarse el contenido de sus puestos de trabajo hasta el punto
de que capacidades y destrezas esenciales de sus ocupantes se tornan obsoletas, desde el punto de
vista de un aprovechamiento adecuado de los recursos humanos puede resultar más interesante
movilizar a sus ocupantes hacia nuevos puestos de trabajo donde éstas sigan siendo o hayan
pasado a ser relevantes (con o sin necesidad de readaptación) que mantenerlos en condiciones de
subempleo invisible.
albur de la información poseida por el orientador o el orientando cabe desplegar ante ambos, sobre la
base del conocimiento de las características de este último, toda la gama de los puestos de trabajo
que se adaptan a ellas o se aproximan, con la sencillez con que se maneja cualquier banco de datos.
empleos realizado hasta la fecha es el del Observatorio Ocupacional del INEM. Para cada ocupación
que ha dado lugar a ofertas genéricas en las Oficinas de Empleo o mediante anuncios en la prensa,
el Observatorio registra una serie de características planteadas por los empleadores como requisitos
o, simplemente, como aconsejables. Estas son la titulación académica, los conocimientos precisos
carácter" ("afán de superación", "don de gentes", "dinamismo", etc., etc.) o físicos (básicamente la
edad), "otros requisitos" (que sea el primer empleo, disponibilidad para viajar, vehículo propio,
colegiación profesional, etc., etc.) y experiencia (en qué cometidos y de qué orden temporal).
Sin embargo, aunque esto es mejor que nada, ninguna información basada en la versión
exclusiva de los empleadores sobre lo que son los puestos de trabajo, o pasada por el tamiz de las
empresas de publicidad que insertan los anuncios, puede tener un valor siquiera aproximado al de un
análisis objetivo --o, al menos, siguiendo criterios preestablecidos y uniformes-- de los puestos de
en un instrumento esencial de las políticas de empleo, educación y formación, condición sine qua
internacional permitía a las empresas funcionar con niveles de productividad muy bajos, asociados a
tecnologías y formas de organización del trabajo obsoletas; por otra parte, la gama de las
ocupaciones era más restringida y un sistema de bajos salarios facilitaba el aprendizaje mediante la
experiencia.
nuevas de formación desde la perspectiva de las empresas. El conocimiento del mercado de trabajo,
constituye para éstas en algo esencial desde el momento en que sus posibilidades de innovación y
adaptación al cambio dependen de los recursos humanos movilizables, sea directamente o a través
en condición de permanencia en el empleo y, sobre todo, en condición de acceso al mismo para los
que todavía no se han incorporado a él o se han visto provisionalmente desplazados a las filas del
desempleo. Aquí, también, una información adecuada sobre ambos lados del mercado de trabajo
(oferta por los trabajadores y demanda por los empleadores de cualificaciones) es la base necesaria
para tomar las decisiones adecuadas en cuanto a la propia formación, inicial o permanente, y en la
búsqueda del primer empleo o de promoción en la propia carrera laboral.
aumento, y cada vez más diversificada, en el mercado de trabajo), han hecho que el conocimiento
del mercado de trabajo pase definitivamente de bastarse con las grandes cifras agregadas, cuyo
objeto inicial era más bien el de lograr una información general sobre la realidad social con la que
legitimar, contrastar u orientar políticas globales, a necesitar de una información mucho más
El caso de la región madrileña reúne todas estas características y alguna más que refuerza
es una región con mayor peso de los servicios no tradicionales, lo que implica una mayor movilidad
en el mercado de trabajo, así como una mayor diversidad en los procesos productivos, las
tecnologías empleadas y las profesiones y oficios presentes. Por otra parte, es también una región
escenario de una fuerte movilidad geográfica, con un saldo migratorio positivo, lo que introduce
En otro orden de cosas, dos desarrollos institucionales han venido a reforzar la importancia
legislativo y será presumiblemente aprobado sin grandes cambios, prevé la puesta en pie de una
una mayor apertura de las materias tradicionales hacia la problemática del trabajo, tanto en el tronco
común de la Educación Secundaria Obligatoria como en el específico pero también obligatorio de los
del mercado de trabajo, puesto que se trata de una formación común, como una captación adecuada
de la evolución general de los componentes presentes en todos los empleos que permita un diseño
oportuno.
profesionales de distinto nivel que algunos alumnos podrán cursar ya a partir de los catorce años,
cada uno de los bachilleratos, y que probablemente podrán incorporarse parcialmente a cualquiera
de estos ciclos como materias optativas. En relación a ésta ya cobra toda su importancia el
conocimiento pormenorizado del mercado de trabajo, pues se trata de bloques breves y específicos,
con carácter profesionalizador, que no deben estabilizarse como una oferta inamovible, al estilo de la
vieja Formación Profesional, sino responder ágilmente a las cambiantes necesidades y posibilidades
Es de suponer que estos módulos profesionales de distinto nivel se conviertan en los puentes
por los que, de manera sistemática aun sin obligación legal de hacerlo, los jóvenes comiencen el
tránsito desde la enseñanza general, al término de cualquiera de sus ciclos, hacia la especificidad de
las cualificaciones concretas requeridas por los puestos de trabajo. Aunque la Formación Profesional
Específica no debe ser confundida con la formación particular para un puesto de trabajo concreto,
terreno, sino que su objetivo es la formación para un oficio o profesión que comprenda la posibilidad
de ocupar distintos puestos de trabajo, no cabe duda de que tanto el diseño de los perfiles
profesionales como la programación cuantitativa y geográfica de su oferta desde el sistema educativo
procesos tecnológicos de la producción y en las formas de organización del trabajo en los mercados
locales.
Hay que señalar que los términos de esta problemática (aunque no los que afectan a la
éstas se repartirán entre la Administración del Estado y sus delegaciones locales, las
Administraciones autonómicas y los propios centros de enseñanza, necesitando todos ellos de una
información adecuada. Por lo demás, y dada la creciente permeabilidad entre enseñanzas regladas y
tendrán una influencia sensible las decisiones de las distintas autoridades de la formación
ocupacional.
Incluso la Universidad, que queda fuera del actual proyecto de reforma de las enseñanzas
(ya tuvo su propia Ley de Reforma Universitaria), se está viendo y se va a ver cada vez más afectada
por la misma problemática. De momento ya se está viviendo el comienzo de una explosión de las
enseñanzas de posgrado, y apenas empiezan a vislumbrarse las posibilidades abiertas para la oferta
de títulos propios, distintos de los regulados por el Estado, tanto de primer como de segundo o tercer
ciclo (diplomaturas, licenciaturas y, una vez más, títulos de posgrado distintos del doctorado,
cualquiera que sea la denominación que se adopte). También aquí, pues, se torna necesario un
conocimiento adecuado de la evolución del mercado de trabajo, por más que se trate
trabajo, tanto empleada como desempleada. Aunque el vertiginoso crecimiento de la oferta que se ha
registrado en los últimos cuatro o cinco años no va a mantener su ritmo, pues ya se ha alcanzado
una cierta estabilización en un volumen global que sólo registrará un crecimiento moderado en el
futuro, la mayor parte del trabajo de planificación, diseño y programación está todavía por hacer. De
hecho, la oferta y la demanda han crecido bajo el impulso de una conciencia general de la necesidad
de mejorar la cualificación de la mano de obra y superar los desajustes del mercado y a la sombra de
la disponibilidad del Fondo Social Europeo, el Fondo de Solidaridad nacido del Acuerdo Nacional de
Empleo y otras fuentes de recursos, adelantándose en buena parte, a pesar de algunos indudables
marco desde el cual debe ser abordada la tarea de obtener un conocimiento del mercado de trabajo
de sus tendencias evolutivas. Parte de ese acuerdo es precisamente la creación del Instituto
Madrileño para la Formación, cuyo primer cometido específico es el "análisis y estudio de los
La creación del Instituto Madrileño para la Formación ofrece la oportunidad de dar el salto de
una intervención errática, con aciertos pero también con errores, en el campo de la formación
ágil, sobre la base de un conocimiento amplio y al día de la situación, la evolución y las tendencias
previsibles en el mercado de trabajo regional.
la formación ocupacional, aquí vamos a referirnos solamente a las funciones no ejecutivas, es decir,
a las funciones de análisis y seguimiento del mercado de trabajo, diseño de la formación y evaluación
de resultados.
................
mismo) puede montarse con muchos criterios, con planes más o menos ambiciosos, tratando de
aprovechar los recursos ya existentes o partiendo de cero para crearlo todo de nueva planta. No
cabe duda de que, si queremos abordar seriamente el cometido propuesto, no va a bastar con
sumarse a las pautas habituales, en nuestro país y en los organismos oficiales en este campo de
investigación, sino que habrá que abordar el empleo de metodologías y técnicas nuevas y la creación
de instrumentos más capaces de satisfacer los fines que se persiguen. Sin embargo, una estrategia
prudente, siempre que no se tome con demasiada calma, sería comenzar por hacer un análisis
propio de las bases de datos ya existentes para extraer de ellas la máxima información posible,
conocimiento de la realidad.
Una primera posibilidad sería el análisis de las grandes bases nacionales de datos, en primer
región de Madrid. Las dos últimas ya están desagregadas, y de la primera podría solicitarse al
Una segunda posibilidad, más interesante, sería obtener del Instituto Nacional de Estadística
los datos de la Encuesta de Población Activa sobre la región a tres dígitos, lo que representa un nivel
de desagregación mucho más útil dentro de la Clasificación Nacional de Ocupaciones. Así sería
posible distinguir, por ejemplo, entre camareros y cocineros, enfermeros o parteras diplomados y
enseñanza preescolar, maestros de obra y empapeladores, etc.; es decir, entre ocupaciones que
requieren cualificaciones cualitativa y cuantitativamente muy distintas pero que se ven mezcladas en
De la misma manera --tercera posibilidad--, la base de datos regional del Observatorio de las
Ocupaciones podría ser corregida mediante estimaciones de las tasas de rotación de los empleos (o
nivel provincial, pero sin ninguna corrección que palie los efectos de la específica naturaleza de los
Encuesta de Población Activa a tres dígitos valores relativos a diversos aspectos de la cualificación
específica, posición en la jerarquía de la toma de decisiones, etc.). Esto podría hacerse de dos
maneras, o mediante una combinación de ambas: aplicando las estimaciones de otras clasificaciones
nacionales ya existentes (como la norteamericana o la holandesa), lo que resultaría más barato pero
tendría el inconveniente de no responder a posibles especificidades nacionales, o llevando a cabo
una estimación propia, lo que sería más adecuado pero requeriría recursos notablemente mayores
(aunque aquí se podrían aprovechar los datos cualitativos sobre las ocupaciones que aporta el
Observatorio).
Al mismo tiempo, el Instituto debería acumular toda suerte de bases de datos más
específicas e investigaciones y bases monográficas. Entre las primeras, por ejemplo, las que poseen
los Colegios de Doctores y Licenciados sobre sus miembros. Entre las segundas, también como
simples ejemplos, las de las encuestas del Instituto de la Juventud, la de la encuesta sobre
Condiciones de Vida y Trabajo en España y otras del Centro de Investigaciones Sociológicas, las de
Es a partir de un primer trabajo --pero rápido-- en este sentido, el del mejor aprovechamiento
condiciones, la puesta en pie de instrumentos propios. Al decir propios no quiero decir enteramente
de nueva planta. Datos que pueden considerarse necesarios pero no son actualmente registrados, o
niveles de representatividad que no se alcanzan para la región (téngase en cuenta que, cuanto
mayor sea el nivel de desagregación de los datos ya existentes, menor será su representatividad
estadística), podrían serlo mediante acuerdos con el Instituto Nacional de Estadística y el Instituto
Nacional de Empleo que permitieran ampliar la muestra madrileña, en el primer caso, y añadir
preguntas viejas o códigos nuevos para la tabulación de las ya existentes, en ambos casos.
Por otra parte, el Instituto podría servirse, también mediante acuerdos y compensaciones, de
otras posibles fuentes de recogida de información ya existentes. Así, por ejemplo, los centros de
Formación Profesional podrían servir para recoger una información preciosa sobre la adecuación
entre formación y empleo recogiendo datos a partir de la realización de prácticas en alternancia, en
las empresas, por los alumnos (con la colaboración de los responsables de estas prácticas en los
centros de enseñanza). No sería difícil, por este procedimiento, acumular información procesable
sobre el grado de adecuación entre lo aprendido y lo necesario en el puesto, sobre qué capacidades
deberá tener en cuenta la existencia y la más que probable multiplicación de organismos similares en
recogida de información e investigación, pues resulta más que conveniente que el grueso de tal
información sea acumulable y comparable, a la vez que facilitaría la viabilidad de los acuerdos con el
Instituto Nacional de Estadística y el Instituto Nacional de Empleo en el caso de que se solicitara una
ampliadas, no debe ser la única perspectiva del Instituto. Sin necesidad de entrar en una discusión
de los detalles, desde hoy pueden señalarse dos tareas que éste, casi sin lugar a dudas, tendrá que
abordar. Por una parte, el análisis de los procesos de inserción de los jóvenes salidos del sistema
educativo reglado, con especial atención a los que antes lo abandonan. Por otra, será necesario ir
más allá de la simple constatación e interpretación de lo que ha sucedido para dar el salto a la
hábitats (centro urbano, periferia, zona rural) que permita comparar resultados a través del tiempo.
No es éste el momento de pormenorizar en qué podría consistir esta encuesta, pero cabe señalar
que sería conveniente estudiar experiencias como la del Observatoire des Entrées sans la Vie Active
Una encuesta de este tipo no presenta grandes dificultades, una vez cubiertos los cánones
tener la forma, más económica, de una encuesta postal, pero entonces debe ser complementada con
algún mecanismo de control de los no respondentes, para evitar posibles sesgos. Por otra parte,
puede complementarse también con submuestras más amplias de lo habitual cuando se tenga
especial interés en conocer los procesos seguidos por algún colectivo concreto.
empleo. Aunque las prospectivas no pueden tomarse como instrumentos perfectos de previsión, está
claro que se necesita algún instrumento para prever el futuro y que la peor de las prospectivas es
mejor que nada. Por lo demás, si bien los estudios prospectivos puntuales y únicos a menudo ven
poco confirmados sus resultados, los estudios que se realizan con carácter regular permiten la
magnitudes (producto nacional o interior bruto o neto, o la participación de una región en el mismo,
fuerza de trabajo, etc.) descienden mediante modelos u operadores matemáticos hasta la previsión
Un tipo clásico de modelo es el que sigue más o menos los siguientes pasos: 1) estimación
del producto global o sectorial para un año por llegar, 2) cálculo de la productividad sectorial media
por persona para el mismo año, 3) determinación de la población ocupada por sectores, 4)
estimación de los vacantes por sectores y 5) estimación de las vacantes por ocupaciones. El primer
paso puede consistir en la formulación de un objetivo (una cantidad de producto a alcanzar), pero,
dadas las limitaciones de la planificación, lo más probable en tal caso es que no se cumpla. La
variante más común es formular, en lugar de un objetivo, una previsión, proyectando la tasa de
crecimiento de los años anteriores o la de períodos seleccionados. Problemas adicionales son las
El segundo paso suele consistir en una proyección de la productividad, que también puede
períodos seleccionados (porque se consideran más "normales", por evitar orientarse en función de
períodos considerados anómalos, porque se prevé una repetición de sus circunstancias o porque
simplemente se desea), o en la aplicación de tasas de evolución de otras zonas a los que se toma
como anticipación o como modelo. La tasa de productividad puede obtenerse dividiendo el valor
añadido del sector por su población activa, su población ocupada, las jornadas o las horas
trabajadas.
sobre el producto (bruto o neto, nacional o interior) y sobre la productividad (por persona activa u
ocupada, por jornada o por hora trabajada), con las correcciones necesarias en función de los
cambios en la jornada laboral y las tasas de actividad y de ocupación (si es que han intervenido las
El cuarto paso consiste en sumar a las vacantes debidas al crecimiento económico (si es el
caso) las originadas por bajas en la fuerza de trabajo existente, que deben calcularse también
mediante proyecciones de las vacantes por muerte, invalidez, jubilación, abandono de la actividad y
Finalmente, se aplica a los valores obtenidos para los sectores una matriz de transformación
sector-ocupación, elaborada mediante simple extrapolación del presente o del período reciente --o de
tendencias demográficas por edades y sexo --y, en su caso, grupos étnicos y zonas geográficas-- y
la evolución de las tasas de actividad correspondientes a cada grupo que pueda surgir de tal cruce
únicamente, en sí misma, sino que se utilizan como datos correctores las proyecciones de la
sean consistentes y probables, y puede llevarse a cabo mediante el empleo de complejos modelos
econométricos en los que llegan a intervenir cientos de variables. La desagregación por industrias
sectorial del producto en proyección sectorial del empleo, mediante cálculos más sofisticados de la
productividad sectorial que tengan en cuenta la utilización de la capacidad, el precio relativo del
industria-ocupación puede ajustarse en sus resultados según los cambios tecnológicos en marcha o
previstos.
Cualquiera que sea su forma concreta, estos estudios presentan una serie de problemas
básicos comunes: aludiremos simplemente a media docena de ellos, que no son los únicos. El
primero es la calidad de la información de base: en nuestro país, por ejemplo, basta con echar un
vistazo a las divergencias entre las cifras de población ocupada aportadas por distintas fuentes, o a
la opacidad fiscal y contable de diversas actividades productivas, para hacerse una idea de la
magnitud del escollo. El segundo es la cantidad de variables o, dicho de otro modo, la cantidad de
factores, de los muchos que van a intervenir en el proceso, que se toman en consideración. El
cada información, que puede ser muy diverso, yendo desde los grandes sectores hasta la
enumeración minuciosa de las ramas de actividad, desde la población activa hasta las horas
trabajadas, etc. El cuarto son los modelos mismos, su diverso grado de complejidad y adecuación
matemáticas y la forma en que se pueden introducir correcciones para evoluciones que se saben
netamente improbables pero cuya improbabilidad debe ser estimada por quienes aplican las
funciones, porque las funciones mismas no pueden hacerlo. El quinto es la previsión de factores
exógenos a los modelos --pero endógenos a la realidad que pretenden representar-- que pueden
echar por tierra todas sus previsiones (por ejemplo, cambios drásticos en los precios de las materias
incorporación de la mujer a la vida activa, etc., etc.). El sexto es que, para que los empleos y los
o grupales a la misma.
Esto plantea tres cuestiones que conducen a un mismo punto. En primer lugar, las
insuficiencias de los grandes modelos agregados resultan más patentes cuanto más variado es y
(formación última para el empleo: terminales del sistema reglado y formación ocupacional), es
necesario contar con algo más; con vistas a la formación terminal y la orientación profesional es
preciso tener en cuenta una amplísima gama de factores que no pueden ser recogidos, o sólo
pueden serlo muy pálidamente, por variables simplificadas y fuentes homogéneas; que requieren
Del otro lado del mercado de trabajo, el conocimiento de la oferta debe ser complementado
de las poseidas por los trabajadores. Aparte de información sobre el nivel y la especialidad
educativos de la población, no sólo globalmente (en este caso, regionalmente sobre todo, pero
también a escala nacional, pues no tendría mucho sentido llegar a la conclusión de que hay que
formar aquí lo que en otros lugares está en exceso, por ejemplo), pormenorizada por sexos, tramos
de edad, mercados locales, etc., esto significa también algo más. Significa, cuando menos, traducir
las abstractas categorías que constituyen los títulos de la enseñanza reglada en información
sustantiva sobre las capacidades de la fuerza de trabajo que pueda ser contrastada con los
ocupacional impartida. En el ámbito del análisis del mercado de trabajo, del que de momento no
hemos salido, esto significa verificar la pertinencia de las capacidades adquiridas por los alumnos, o
sea comprobar si los títulos de formación profesional ocupacional y reglada favorecen su acceso a
los puestos de trabajo y si aquellas capacidades son precisamente las requeridas por éstos. A partir
de ello podrían sacarse las conclusiones pertinentes para reestructurar la oferta de cursos y para
Instituto Nacional de Empleo se propone hacerlo pronto (empezando este año) dentro del marco
general del Observatorio de las Ocupaciones, de manera que aquí tampoco es necesario partir de
cero, pues ello permitiría contar con sus datos para numerosos perfiles ocupacionales, sin necesidad
En otro orden de cosas, puede corresponder a este Instituto una importante participación en
el diseño de las unidades formativas y, en todo caso, la tarea de evaluar la eficacia pedagógica de la
formación.
ocupaciones, las cualificaciones requeridas, los vacíos a cubrir entre la enseñanza reglada y la
ocupacional ya existente para diseñar de nueva planta o renovar los diseños anteriores de los
módulos de formación. Esto no quiere decir que el Instituto se convierta en el diseñador único de
estos módulos, sino simplemente que ponga su información y sus conclusiones al servicio de
concernidas y por especialistas en diseño curricular; o bien que suministre a las instancias
competentes los elementos de juicio suficientes para poder evaluar la pertinencia de los planes
formativos para los que se solicite financiación, cuyos títulos se quiera ver homologados, etc.
de cumplimiento de los objetivos formativos previstos. En otras palabras, de cotejar los resultados
obtenidos en términos de capacidades, conocimientos, destrezas y actitudes de los alumnos con los
validez de las programaciones de actividades, etc., todo ello mediante mecanismos que permitan la
intervención de los propios alumnos. Esta actividad debe permitir la constante mejora de los diseños
curriculares, los métodos de enseñanza y aprendizaje y los sistemas de evaluación del rendimiento
efecto, pero realizándose según patrones que posibiliten la acumulación de una información y una
................
Formación", con este u otro nombre similar, y fija la composición de su Consejo de Administración.
Se prevé también que pueda asumir las siguientes funciones: "1. Análisis y estudio de los mercados
que sean coherentes con su naturaleza y los objetivos a cubrir por el Instituto y que se determinen
No es ocioso volver a subrayar que en este texto para el debate estamos tratando solamente
empleadores, que este acuerdo atribuye al "Instituto Madrileño para la Formación". Se trata en lo
fundamental, por consiguiente, de los epígrafes primero, cuarto (sólo parcialmente: la evaluación) y
sexto (también parcialmente: se trata ahora de lo que concierne a la información especializada, no a
más, naturalmente, la información, preparación de proyectos, etc. que pueda ser requerida por los
La puesta en pie de un organismo de estudio de este tipo debería basarse en tres principios.
En primer lugar, atraer al trabajo en el mismo a una plantilla experta en los temas de su competencia.
El término "plantilla" no significa aquí que se cree una especie de "cuerpo de analistas del mercado
En segundo lugar, combinar continuidad y flexibilidad, manteniendo una plantilla fija mínima
pero suficiente para el funcionamiento regular de base e incorporando a la mayor parte de los
colaboradores a través de programas de trabajo concretos, con una duración limitada y unos
objetivos precisos.
En tercer lugar, combinar también el cumplimiento regular de una serie de funciones para el
organismo rector de la formación profesional ocupacional concertada (lo que en el acuerdo se llama
el "Consejo de Administración", así como para la Administración autonómica regional, con un espacio
de autonomía que permita al Instituto desarrollar sus propios proyectos (para lo cual debe contar con
algunos recursos propios, pero sobre todo obtenerlos por sí mismo de los planes nacionales y
derecho privado, etc.), de acuerdo con las necesidades detectadas por el propio personal
investigador.
Una posibilidad particularmente interesante sería la creación de un Instituto Universitario de
carácter mixto, con el "Consejo de Administración" como patronato rector --o con un patronato
específico, pero de composición similar--. Ello permitiría aprovechar los recursos humanos --y
también materiales-- de la Universidad, cuya colaboración regular difícilmente podría lograrse de otro
modo, pero contando también con personal procedente de la Administración regional, los sindicatos y
la patronal. Por otro lado, posibilitaría acogerse a los mecanismos universitarios para la formación,
mediante cursos de postgrado y, tal vez, programas de doctorado, del personal necesario para una
intervención eficaz, sea desde la Administración o por parte de los agentes sociales, en el mercado
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