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México

H U M A N
Impunidad Uniformada R I G H T S
Uso indebido de la justicia militar en México para investigar abusos
cometidos durante operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública
W A T C H
Impunidad Uniformada

Uso indebido de la justicia militar en México para


investigar abusos cometidos durante operativos contra
el narcotráfico y de seguridad pública
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Abril 2009 1-56432-471-0

Impunidad Uniformada
Uso indebido de la justicia militar en México para investigar abusos
cometidos durante operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública

Glosario ............................................................................................................................................. 1

I. Resumen ejecutivo ......................................................................................................................... 2


Nota sobre metodología ............................................................................................................. 6
Recomendaciones ...................................................................................................................... 8
Al Presidente Calderón ......................................................................................................... 8
Al Procurador General de la República ................................................................................. 10

II. El marco legal de la justicia militar en México .............................................................................. 11


Descripción general del sistema de justicia militar ..................................................................... 11
Aplicación de la jurisdicción militar............................................................................................ 13
Deficiencias estructurales del sistema de justicia militar ............................................................ 18
Los militares como jueces de sus propios actos .................................................................. 18
Ausencia de estabilidad en el cargo .................................................................................... 19
Revisión limitada por parte de autoridades civiles .............................................................. 20
Transparencia limitada ........................................................................................................22

III. Un patrón de impunidad..............................................................................................................25


Desapariciones forzadas durante la “guerra sucia” ................................................................... 26
Desaparición de Rosendo Radilla ....................................................................................... 26
El conflicto en Chiapas ..............................................................................................................30
Detención, tortura y violación de las hermanas González Pérez ...........................................30
La Militarización en Guerrero ..................................................................................................... 32
Detención ilegal y tortura de campesinos ecologistas .......................................................... 32
Violación de Inés Fernández Ortega ..................................................................................... 35
Violación de Valentina Rosendo Cantú ................................................................................38

IV. Una práctica que persiste............................................................................................................ 41


Abusos recientes cometidos durante operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública ...42
Detención ilegal y abuso de 36 civiles y violación de cuatro jóvenes ....................................42
Detención ilegal de ocho civiles y tortura de cuatro personas, entre ellas un menor ............. 45
Asesinato de dos mujeres y tres niños, y lesiones contra otros tres civiles .......................... 46
Detención ilegal y tortura de José Fausto Gálvez Munguía ................................................... 49
Detención ilegal y tortura de Oscar Cornejo Tello ................................................................. 50
Tortura y muerte de Fausto Ernesto Murillo Flores ................................................................ 51
Detención ilegal y tortura de Jesús Picazo Gómez ................................................................ 52
Detención ilegal y tortura de Antonio Paniagua .................................................................... 53
Muerte de Víctor Alfonso de la Paz Ortega y lesiones contra Juan Carlos Peñaloza García ..... 54
Asesinato de Sergio Meza Varela y lesiones contra José Antonio Barbosa Ramírez ............... 56
Asesinato de cuatro civiles y abuso y detención arbitraria de otros cuatro ........................... 56

V. La excepción que confirma la regla: el caso Castaños.................................................................. 63


Los abusos ............................................................................................................................... 64
Las investigaciones ................................................................................................................... 65
El consenso ............................................................................................................................... 67
Las lecciones de Castaños ........................................................................................................ 68

VI. Obligaciones de México conforme al derecho internacional ........................................................ 70


Obligación de investigar los abusos ........................................................................................... 70
Obligación de informar .............................................................................................................. 72
Normas internacionales sobre independencia e imparcialidad judicial....................................... 76
Normas internacionales sobre jurisdicción militar ...................................................................... 78
Decisiones internacionales sobre el sistema de justicia militar de México ................................. 82

Agradecimientos ............................................................................................................................. 85
Glosario

CNDH Comisión Nacional de los Derechos Humanos

CIDH Comisión Interamericana de Derechos Humanos

PGJM Procuraduría General de Justicia Militar

PGR Procuraduría General de la República

SEDENA Secretaría de la Defensa Nacional

1 Human Rights Watch | Abril 2009


I. Resumen ejecutivo

“Cuando uno [se] juzga... uno siempre trata de encontrar justificación. [Los
militares] trata[n], simplemente, de cubrirse unos a otros.”
—La viuda de un joven asesinado por soldados explica por qué duda que la
justicia militar sea imparcial

Desde que asumió el cargo, el Presidente Felipe Calderón ha delegado principalmente en las
fuerzas armadas la lucha contra la violencia producto del narcotráfico y del crimen
organizado. La necesidad de mejorar la seguridad pública es evidente. México enfrenta un
contexto de intensas luchas territoriales entre poderosos cárteles de narcotraficantes, la
entrada de armas sofisticadas al país, numerosos secuestros y ejecuciones en varios
estados de la República, y aterradoras formas de violencia incluyendo decapitaciones. La
competencia y las pugnas entre poderosos cárteles, así como los enfrentamientos armados
entre estos y las fuerzas de seguridad pública, han causado la muerte de miles de civiles,
policías y oficiales de las fuerzas armadas. El número de víctimas ha incrementado
significativamente desde 2006, llegando a una cantidad estimada de 6.000 muertes en tan
sólo 2008.

México ha utilizado a las fuerzas armadas en operativos contra el narcotráfico y la


insurgencia durante décadas. No obstante, la visibilidad de las fuerzas armadas en
operaciones de seguridad pública ha incrementado drásticamente durante el gobierno de
Calderón, quien ha planteado el despliegue del Ejército como una de sus estrategias clave
para combatir al narcotráfico y mejorar la seguridad pública. Miles de integrantes de las
fuerzas armadas han sido incorporados a la policía federal y más de 40.000 efectivos entre
militares y policías han sido asignados a distintas partes del país. En ciudades muy
violentas, como Ciudad Juárez y Tijuana, los gobiernos locales han designado a militares de
alto rango al frente de la policía. Si bien el gobierno de Calderón ha señalado que el uso del
Ejército es de carácter temporal, aún no ha presentado siquiera un plan provisional para el
repliegue de las tropas.

En el marco de las actividades de seguridad pública, las fuerzas armadas mexicanas han
cometido graves violaciones de derechos humanos, como desapariciones forzadas,
asesinatos, torturas, violaciones sexuales y detenciones arbitrarias. Los abusos
documentados en este informe incluyen una desaparición forzada, la violación sexual de
mujeres indígenas durante operativos de lucha contra la insurgencia y el narcotráfico en el

Impunidad Uniformada 2
sur de México, la tortura y detención arbitraria de ambientalistas durante operaciones
contra el narcotráfico, y varios casos de tortura, violación sexual, asesinatos y detenciones
arbitrarias de decenas de personas cometidos durante operativos de seguridad pública
llevados a cabo en varios estados de la República en 2007 y 2008. Muchas de las víctimas
en los casos documentados en este informe no tenían ningún vínculo con el tráfico de
drogas ni con grupos insurgentes.

Estos abusos aberrantes atentan directamente contra el objetivo de terminar con la


violencia vinculada con el narcotráfico y de mejorar la seguridad pública. Actualmente, el
Ejército ha desplegado a sus soldados en las regiones del país más afectadas por la
violencia ligada con el narcotráfico. Los militares deberían ser los principales interesados en
actuar profesionalmente y en que la gente perciba que actúan respetando a la población
civil y los derechos humanos. Cuando los soldados cometen graves crímenes que
constituyen violaciones de derechos humanos, menoscaban esta imagen, pierden el apoyo
de la población civil y generan una sensación de desconfianza y temor hacia el Ejército en
poblaciones que, de lo contrario, podrían contribuir a las medidas para mejorar la seguridad
pública. Abusos como los documentados en este informe, además, son contrarios a uno de
los principales objetivos que deben cumplir las fuerzas armadas durante los operativos de
seguridad pública: aplicar la ley y proteger a la población.

Una de las principales causas por las cuales estos abusos continúan ocurriendo es que los
responsables no son sancionados. Y esta falta de sanciones se debe, en gran parte, a que la
mayoría de estos casos terminan siendo investigados y juzgados por los propios militares.
Al permitir que las fuerzas armadas se investiguen a sí mismas mediante un sistema de
justicia militar que carece de garantías básicas de independencia e imparcialidad, México
está, en los hechos, permitiendo que los militares que participan en actividades de
seguridad pública cometan violaciones atroces de derechos humanos impunemente.

El sistema de justicia militar mexicano está muy lejos de cumplir con su obligación de
impartir justicia en casos de abusos militares contra civiles. Debido a la poca transparencia
del sistema y a que las autoridades militares no difunden públicamente el resultado de gran
parte de los casos, es difícil obtener una perspectiva detallada sobre qué sucede en cada
uno de ellos. De cualquier manera, resulta evidente que son muy pocos los casos en que se
aplican condenas por los delitos cometidos.

En enero de 2009, cuando Human Rights Watch preguntó a funcionarios de alto rango de la
Secretaría de la Defensa Nacional por ejemplos de violaciones graves de derechos humanos
juzgadas por la justicia militar que hubieran llevado a la imposición de una condena penal a

3 Human Rights Watch | Abril 2009


personal militar, los funcionarios señalaron que existían “muchos”. No obstante, sólo
pudieron recordar un único caso de 1998. A pesar de reiteradas solicitudes de Human
Rights Watch, la Secretaría de la Defensa Nacional no ha proporcionado una lista de estos
casos. Tampoco ha entregado aún una copia de la decisión adoptada en el caso de 1998.

El presente informe describe 17 casos de crímenes atroces cometidos por militares contra
más de 70 víctimas, incluidos varios casos de 2007 y 2008. Ninguna investigación militar
sobre estos casos ha concluido con una condena penal, ni siquiera de un soldado, por la
comisión de violaciones de derechos humanos. El único caso que concluyó con la condena
de cuatro soldados fue investigado y juzgado por autoridades civiles. Evidentemente, algo
está fallando en la forma en que México trata las denuncias de graves violaciones de
derechos humanos cometidas por militares.

Dado que el sistema de justicia militar no está sancionando a los responsables, es crucial
que estos casos sean trasladados al sistema civil de justicia penal. Esta conclusión está
plenamente avalada por el derecho internacional, que dispone claramente que las
violaciones graves de derechos humanos deben ser investigadas y juzgadas a través de
mecanismos efectivos e independientes. Como resulta evidente en este informe, el sistema
de justicia militar de México no cumple con estos estándares. Organismos internacionales a
cargo de interpretar los tratados internacionales de derechos humanos, como la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, desaprueban el ejercicio de la jurisdicción militar en
este tipo de casos debido a que los sistemas de justicia militar frecuentemente son poco
transparentes. También sostienen que, dado que las fuerzas militares se juzgan a sí mismas,
abundan potenciales conflictos de interés. El sistema mexicano no es una excepción: no se
encuentra estructurado para garantizar resultados justos y, como claramente lo demuestra
la información existente hasta el momento, estos resultados tampoco se obtienen en la
práctica.

En México, el Secretario de la Defensa ejerce a la vez poderes ejecutivos y judiciales sobre


las fuerzas armadas. Los jueces militares no gozan de la garantía de permanencia en el
cargo, y podrían razonablemente temer que el Secretario de la Defensa los aparte de su
cargo u obstaculice de otro modo su carrera profesional si emiten decisiones que el
Secretario no comparte. El control civil de las decisiones adoptadas por los tribunales
militares es sumamente limitado. Aún más grave, prácticamente no existe ningún escrutinio
público ni acceso a información sobre qué sucede realmente durante las investigaciones,
los procedimientos y los juicios militares, los cuales pueden extenderse durante varios años.

Impunidad Uniformada 4
Estas fallas estructurales tienen un impacto directo en la práctica. La Secretaría de la
Defensa Nacional de México restringe excesivamente y sin una justificación razonable el
acceso por parte del público a información básica sobre el estado de los casos de abusos
cometidos por el Ejército contra la población civil que se tramitan ante la justicia militar.
Ello prácticamente impide saber, a ciencia cierta, en qué medida los miembros de las
fuerzas armadas realmente responden por sus actos. En muchos casos, los testigos y las
víctimas son renuentes a declarar o participar en este ámbito por el temor de sufrir
represalias por hablar de los abusos militares frente a los propios militares. La información
disponible sugiere que las probabilidades de obtener justicia en este tipo de casos dentro
del sistema de justicia militar son escasas.

Como señalamos anteriormente, ninguna de las investigaciones de la justicia militar sobre


abusos cometidos por el Ejército que se analizan en este informe han culminado en la
imposición de condenas penales por la comisión de violaciones de derechos humanos. En
los casos más viejos, las investigaciones militares terminaron en la impunidad. Y, en otros
más recientes de 2007 y 2008, las investigaciones penales militares o bien han sido
cerradas o están siendo impulsadas de forma tal que es probable que, igualmente, terminen
en la impunidad. En varios casos, los agentes del ministerio público militar han concluido
las investigaciones por falta de pruebas, basándose para ello en las declaraciones de los
soldados e ignorando evidencia independiente y creíble que demostraba que efectivamente
se habían cometido los abusos. Si bien la justicia militar ha otorgado indemnizaciones a las
víctimas en algunas ocasiones, estas no compensan la falta de justicia que prevalece en
estos casos.

Pese a estos hechos contundentes, los militares continúan basándose en el texto del
Código de Justicia Militar y en una interpretación forzada de la Constitución para justificar su
práctica de continuar investigando los casos. En general, los agentes del ministerio público
federales y locales han aceptado que los militares asuman estos casos casi sin protestar. Si
no se pone fin a esta práctica, continuará prevaleciendo la impunidad, lo cual a la larga
contribuirá a frustrar el éxito de las estrategias para combatir la violencia vinculada con el
narcotráfico y para mejorar la seguridad pública.

Como se explica más adelante, el principal argumento esgrimido por las fuerzas armadas
para asumir la jurisdicción en casos de violaciones graves de derechos humanos cometidas
contra víctimas civiles es una disposición constitucional que prevé el fuero militar “para los
delitos y faltas contra la disciplina militar”. Uno de los principales problemas es que el
Código de Justicia Militar, queriendo interpretar la Constitución, establece una definición
sumamente expansiva de estos delitos e incluye a los “delitos del orden común o federal...

5 Human Rights Watch | Abril 2009


que fueren cometidos por militares en los momentos de estar en servicio o con motivo de
actos del mismo”. Las fuerzas militares han interpretado que, según esta disposición, no
deben hacer distinción en función de la naturaleza del delito y, por ello, incluso los delitos
más aberrantes como la violación sexual y la tortura deben ser juzgados ante los tribunales
militares, siempre que hayan sido cometidos en servicio y junto con un delito militar.

No obstante, ni la Constitución Política de México ni la Suprema Corte de Justicia de la


Nación exigen este resultado. Por el contrario, el texto de la Constitución, su interpretación
por expertos en derecho constitucional y una decisión reciente de la Suprema Corte apoyan
que la jurisdicción civil debería investigar estos casos. De hecho, la práctica de los militares
debería haber cambiado con una jurisprudencia dictada en 2005 por la Suprema Corte que
es vinculante para todas las autoridades judiciales, incluidas las militares. En su decisión,
la Suprema Corte limitó el alcance de la disposición del Código de Justicia Militar al definir
“servicio” como la “realización de las funciones propias e inherentes al cargo que
desempeña”. Si bien la Suprema Corte no determinó expresamente que todos los abusos
militares contra civiles deben ser investigados y juzgados por autoridades civiles, los
abusos graves como violaciones sexuales y torturas claramente no pueden ser considerados
“funciones inherentes” de las fuerzas armadas.

En México, el tema central no es el contenido de la Constitución, sino la voluntad política


para asegurar que los casos de abusos cometidos por el Ejército contra civiles sean
juzgados donde corresponde. Deben ser oídos ante los tribunales civiles, donde existe la
garantía de independencia judicial y el escrutinio público necesarios para que las víctimas
puedan obtener justicia.

Nota sobre metodología


Las conclusiones de este informe se basan en extensas entrevistas realizadas durante
cuatro misiones de investigación a México D.F. y al estado de Coahuila en septiembre de
2008, noviembre de 2008 y enero de 2009, así como en entrevistas anteriores y posteriores
realizadas en forma telefónica o por correo electrónico. Human Rights Watch realizó
entrevistas y mantuvo reuniones con ministros de la Suprema Corte, representantes de
organizaciones no gubernamentales locales, abogados, periodistas, académicos,
procuradores generales de justicia de los estados y miembros destacados de la sociedad
civil mexicana. En enero de 2009, la Secretaría de Relaciones Exteriores organizó una serie
de encuentros entre Human Rights Watch y funcionarios gubernamentales de alto rango,
incluido el Procurador General de la Justicia Militar y el titular de la oficina de derechos
humanos de la Secretaría de la Defensa Nacional, así como con representantes de la

Impunidad Uniformada 6
Procuraduría General de la República, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de
Seguridad Pública y la Secretaría de Gobernación.

Las conclusiones también se basan en las respuestas oficiales a más de 40 solicitudes de


información formales que Human Rights Watch realizó a la Secretaría de la Defensa Nacional
y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de acuerdo con la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental de México y con el
Reglamento de Transparencia y Acceso a la Información de la CNDH. Human Rights Watch
solicitó a la Secretaría de la Defensa Nacional y a la CNDH que proporcionaran información
acerca del estado de las investigaciones realizadas por la justicia militar en casos de
abusos militares documentados por la CNDH, así como copias de documentos que la CNDH
utilizó como evidencia en sus recomendaciones.

Las conclusiones también surgen de testimonios de las víctimas de abusos militares y de


sus familiares. Dada la dificultad de lograr un contacto directo con la totalidad de las
víctimas y de la comprensible renuencia de muchas de ellas a declarar reiteradamente sobre
estas experiencias traumáticas, Human Rights Watch también se ha basado en documentos
oficiales que contienen declaraciones directas de las víctimas. Por ejemplo, Human Rights
Watch analizó la documentación presentada por organizaciones no gubernamentales que
representan a víctimas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
escuchó las grabaciones en audio de los testimonios de las víctimas ante la Comisión y
analizó las declaraciones que estas víctimas formularon a los agentes del ministerio público
y que son citadas en los informes de la CNDH. Para este informe, Human Rights Watch
entrevistó directamente a cuatro víctimas de abusos cometidos por el Ejército o a sus
familiares, trabajando en estrecha colaboración con sus representantes legales, y además
consultó las entrevistas realizadas a varios residentes de Atoyac de Álvarez para un informe
anterior de Human Rights Watch.

Ante la falta de transparencia del sistema de justicia militar, es imposible obtener


información completa sobre la cantidad, el estado y los resultados de las investigaciones
sobre violaciones de derechos humanos perpetradas por las fuerzas armadas contra la
población civil que fueron investigadas y juzgadas por los tribunales militares. El informe se
centra en 17 casos que fueron presentados ante la CIDH o documentados por la CNDH y
“aceptados” por la Secretaría de la Defensa Nacional. Cuando la Secretaría de la Defensa
Nacional “aceptó” las recomendaciones de la CNDH, se comprometió, entre otras cosas, a

7 Human Rights Watch | Abril 2009


investigar los abusos y a castigar a los responsables1. Human Rights Watch ha documentado
los casos y las investigaciones realizadas por la justicia militar a través de las entrevistas
mencionadas anteriormente y de distintos documentos oficiales que integraban los archivos
de la CIDH o de la CNDH, sentencias judiciales, secciones de expedientes judiciales civiles y
militares, e informes de la CIDH y la CNDH. Human Rights Watch también entrevistó a
funcionarios gubernamentales de alto rango, quienes se refirieron a su interpretación sobre
cuándo debe usarse la jurisdicción militar para investigar y juzgar los casos de presuntos
abusos militares contra civiles. Sin embargo, los funcionarios se negaron a hablar sobre los
casos documentados en este informe.

Recomendaciones
Al Presidente Calderón
Cuando el gobierno de Calderón adoptó su “Programa Nacional de Derechos Humanos
2008-2012” en agosto de 2008, señaló que impulsaría “reformas en materia de procuración
e impartición de justicia militar acordes con los compromisos internacionales adoptados en
materia de derechos humanos por el Estado Mexicano”. Dos meses antes, el Congreso
había aprobado una reforma constitucional exhaustiva destinada a modificar
sustancialmente el disfuncional sistema de justicia penal de México, incluido el sistema de
justicia militar. La reforma incorporó garantías básicas del debido proceso en la
Constitución y exigió la adopción de un sistema de justicia acusatorio con audiencias orales.

A fin de implementar los requisitos constitucionales y de cumplir con su compromiso


expreso de fortalecer el sistema de justicia y el Estado de derecho en México, el Presidente
Calderón, como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, debería presentar al
Congreso una iniciativa de reforma del sistema de justicia militar. Concretamente, la reforma
debería incluir lo siguiente:

• Modificar el artículo 57 (II) del Código de Justicia Militar para que establezca
expresamente que al menos los casos de presuntas violaciones graves de derechos
humanos perpetradas por las fuerzas armadas contra la población civil, incluidas
desapariciones forzadas, torturas, asesinatos, detenciones arbitrarias y violaciones

1
Human Rights Watch considera que en los casos en que la CNDH ha documentado graves violaciones de derechos humanos
cometidas por militares contra la población civil, la Comisión no debería haber pedido a los militares que investigaran sus
propios actos. Para consultar un análisis sobre las fallas de la CNDH para impulsar la rendición de cuentas en casos de abusos
militares, ver Human Rights Watch, La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México: Una evaluación crítica, Vol. 20,
No. 1 (b), febrero de 2008, sección V.

Impunidad Uniformada 8
sexuales, no pueden ser juzgados por el sistema de justicia militar y deben ser
remitidos inmediatamente a los agentes del ministerio público locales o federales.
• Instruir a las autoridades militares que cooperen plenamente con los agentes del
ministerio público locales o federales en la investigación y el juzgamiento de los
abusos militares contra civiles.
• Garantizar que los jueces y los magistrados militares gocen de estabilidad en sus
cargos, al fijar un período específico durante el cual permanecerán en el cargo y
establecer causales y mecanismos claros para su remoción.
• Garantizar que las decisiones adoptadas por los tribunales militares sean objeto de
una revisión exhaustiva por parte de autoridades civiles, por ejemplo, al designar a
jueces civiles independientes en el Supremo Tribunal Militar o al permitir una
revisión de fondo de las decisiones de la justicia militar por los tribunales federales.

Mientras el Congreso analiza y adopta estas medidas legislativas, el Presidente Calderón


debería instruir al Secretario de la Defensa Nacional que garantice que:

• Los fiscales y los jueces militares no ejerzan su competencia respecto de casos de


presuntas violaciones graves de derechos humanos. Deberían, además, recibir la
instrucción de declinar competencia y remitir inmediatamente los expedientes ya
existentes que correspondan a este tipo de casos a los agentes del ministerio
público locales o federales que deban llevar a cabo las investigaciones. Una vez que
los casos se encuentren en la jurisdicción civil, las autoridades militares deberían
colaborar plenamente con las investigaciones.
• La Secretaría de la Defensa Nacional amplíe la transparencia de los procedimientos
del sistema de justicia militar, cumpliendo plenamente con la ley federal de
transparencia y las obligaciones de México conforme al derecho internacional. Entre
otras cosas, debería brindar información básica al público sobre el estado de los
casos relacionados con víctimas civiles, facilitar el acceso a información sobre las
próximas audiencias públicas a través de la página web oficial de la Secretaría de la
Defensa Nacional y facilitar el acceso público a las instalaciones militares donde
tramitan los casos ante la justicia militar.

Por último, y en especial en relación con el delito de desaparición forzada, el Presidente


Calderón debería presentar una iniciativa ante el Senado para retirar la reserva formulada
por el gobierno de México al ratificar la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas en 2002, y para reconocer inmediatamente la competencia del Comité
sobre Desapariciones Forzadas creado por la Convención Internacional para la Protección de
Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, ratificada por México en 2008.

9 Human Rights Watch | Abril 2009


La Convención Interamericana dispone que todas las personas acusadas de haber cometido
el delito de desaparición forzada deben ser juzgadas por los tribunales de derecho común,
“con exclusión de toda jurisdicción especial, en particular la militar”. Sin embargo, México
“formul[ó] reserva expresa al Articulo IX, toda vez que la Constitución Política reconoce el
fuero de guerra, cuando el militar haya cometido algún ilícito encontrándose en servicio”. Si
bien la validez de esta reserva aún no ha sido analizada por los organismos internacionales
competentes, Human Rights Watch considera que contradice el objeto y fin del tratado.

En relación con el Comité de la Convención Internacional para la Protección de Todas las


Personas contra las Desapariciones Forzadas, este fue creado con el fin de recibir y analizar
las comunicaciones presentadas por las víctimas de desapariciones forzadas o sus
familiares o representantes. No obstante, México no reconoció su competencia al ratificar el
tratado.

Al Procurador General de la República


La Procuraduría General de la República facilita el empleo de la jurisdicción militar al remitir
“en automático” al ministerio público militar todos los casos en los cuales un militar en
activo es acusado de cometer un delito.

Para promover la rendición de cuentas de los miembros del Ejército que violan los derechos
de la población civil, el Procurador General de la República debe instruir a los agentes del
ministerio público federal que remitan a los agentes del ministerio público militar
exclusivamente los casos que supongan una violación de la disciplina militar. Todos los
casos de presuntas violaciones graves de derechos humanos deben ser investigados por
agentes del ministerio público federal (cuando supongan la supuesta comisión de un delito
federal) o remitidos a las autoridades estatales (cuando involucren la comisión de un delito
de competencia local).

Impunidad Uniformada 10
II. El marco legal de la justicia militar en México

Los militares en México asumen habitualmente la jurisdicción para investigar casos que
involucran presuntas violaciones graves de los derechos de la población civil. No obstante,
ni la Constitución Política mexicana ni la Suprema Corte de Justicia de la Nación exigen este
resultado. Por el contrario, el texto de la Constitución, su interpretación por expertos en
derecho constitucional y una decisión reciente de la Suprema Corte apoyan que la
jurisdicción civil debería investigar estos casos. Y, de hecho, las autoridades civiles han
juzgado con éxito casos de abusos militares, como se demuestra en el caso Castaños,
analizado en el capítulo V de este informe. La práctica de las autoridades militares de
asumir la jurisdicción sobre casos de abusos del Ejército contra la población civil también
desconoce las recomendaciones formuladas por varios organismos internacionales que han
abordado esta cuestión específicamente.

El ejercicio de la jurisdicción militar en estos casos resulta problemático porque existe un


conflicto de intereses intrínseco: las fuerzas armadas se juzgan a sí mismas y el sistema de
justicia militar mexicano carece de la estructura y garantías necesarias para investigar las
presuntas violaciones de los derechos de la población civil de manera independiente e
imparcial. El Secretario de la Defensa ejerce a la vez poderes ejecutivos y judiciales sobre
las fuerzas armadas. Los jueces militares no gozan de garantías de permanencia en sus
cargos, y podrían razonablemente temer que el Secretario de la Defensa los aparte de su
cargo u obstaculice de otro modo su carrera profesional si emiten decisiones que el
Secretario no comparte. La revisión por parte de autoridades civiles de las decisiones
adoptadas por los tribunales militares es sumamente limitad. Aún más grave es el hecho
que prácticamente no existe ningún escrutinio público ni información disponible sobre qué
sucede realmente durante las investigaciones, los procedimientos y los juicios militares, los
cuales pueden extenderse durante varios años.

Descripción general del sistema de justicia militar


El sistema de justicia militar está conformado por la Procuraduría General de Justicia Militar
(PGJM), el cuerpo de defensores de oficio y varios órganos judiciales militares, que incluyen
jueces, consejos de guerra ordinarios y extraordinarios, y el Supremo Tribunal Militar (STM)2.

2
Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos,
http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/PE/PR/Leyes/26121986(1).pdf (consultado el 2 de febrero de 2009), art. 28.
Código de Justicia Militar, http://www.cddhcu.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/4.pdf (consultado el 27 de enero de 2009), art. 1.

11 Human Rights Watch | Abril 2009


La PGJM tiene la función de investigar todos los casos que ingresan al sistema de justicia
militar. Los agentes del ministerio público militar pueden ejercer la acción penal contra un
miembro de las fuerzas armadas o pueden cerrar la investigación y ordenar su archivo si no
existen pruebas suficientes para imputar un determinado delito al acusado, decisión que
debe ser aprobada por el Procurador General de Justicia Militar3. Durante toda la
investigación y el proceso judicial, la defensa del acusado está a cargo de un defensor de
oficio militar o un abogado particular, que puede ser civil4.

Los tribunales de primera instancia pueden estar integrados por jueces militares o
“consejos de guerra ordinarios”, que son órganos colegiados que determinan la
culpabilidad del acusado pero no imponen las condenas5. Los jueces militares llevan a cabo
todas las diligencias procesales de la investigación judicial en todos los casos6. Si un
agente del ministerio público militar acusa a un miembro de las fuerzas armadas de cometer
un delito o falta para el cual se prevé una condena de dos o más años de prisión, el juez
debe solicitar a su superior (Comandante de la Guarnición) que convoque a un consejo de
guerra ordinario7.

Una vez que el agente del ministerio público militar ha ejercido la acción penal, el juez
militar realiza un análisis preliminar de las pruebas disponibles para decidir si corresponde
una investigación judicial8. Si considera que existen pruebas suficientes, debe dictar un
auto de formal prisión9.

El juez iniciará luego la etapa de instrucción, con procedimientos tanto escritos como orales.
Si bien las presentaciones escritas no tienen carácter público, los procedimientos orales

3
Código de Justicia Militar, art. 36.
4
Si bien el cuerpo de defensores de oficio brinda defensoría legal gratuita a todos los militares acusados de cometer un delito,
el acusado puede elegir a su propio abogado defensor. Ibíd., arts. 50, 51, 98.
5
Mientras que todos los jueces militares deben ser abogados, el “consejo de guerra ordinario” está integrado por cinco
oficiales militares que no necesitan ser abogados pero sí tener una categoría superior a la del acusado. Ibíd., arts. 10, 14, 25.
En circunstancias excepcionales, como en caso de guerra u ocupación de un territorio por las fuerzas armadas, estas pueden
convocar un “consejo de guerra extraordinario” para juzgar a los militares que cometan algún delito. Estos consejos de guerra
extraordinarios están integrados por cinco militares que estén disponibles en el área y tengan una categoría superior a la del
acusado, y siguen procedimientos idénticos a los de los consejos de guerra ordinarios. Estos consejos de guerra
extraordinarios se utilizan en muy pocas ocasiones. Ibíd., arts. 16-23.
6
Ibíd., arts. 617, 618.
7
Ibíd., art. 627.
8
Ibíd., art. 454.
9
Ibíd., art. 515. Cuando el delito por el cual se acusa al miembro de las fuerzas militares no requiera prisión preventiva, el juez
dictará un “auto de sujeción a proceso”. Ibíd., art. 516.

Impunidad Uniformada 12
incluyen audiencias que sí están abiertas al público10. Sin embargo, en la práctica, no es
fácil acceder a las instalaciones militares donde se desarrollan estas audiencias11. En
función de las pruebas y los argumentos presentados por el agente del ministerio público y
el defensor, el juez determina si es necesario convocar a un consejo de guerra. Si considera
que no es necesario, el juez procederá directamente a dictar una sentencia que resuelva el
caso12.

Si se convoca un consejo de guerra ordinario, sus miembros llevan a cabo una serie de
audiencias públicas y orales durante las cuales pueden revisar todas las pruebas que se
presentaron anteriormente al juez, y pueden aceptar otras nuevas pruebas que el presidente
del consejo considere necesarias13. En las audiencias públicas, los miembros del consejo de
guerra interrogan a los testigos y el acusado puede dirigirse al consejo en forma directa14. A
continuación, el consejo de guerra delibera a puerta cerrada para decidir sobre la
culpabilidad del acusado15. En función de la decisión del consejo de guerra, el juez dictará la
sentencia y determinará en su caso la condena correspondiente16.

Las decisiones de los jueces militares pueden ser apeladas al Supremo Tribunal Militar, el
cual puede revisar tanto cuestiones de hecho como de derecho17. Las decisiones de este
tribunal están sujetas solamente a un control muy limitado por parte de los tribunales
civiles, el cual se describe más adelante.

Aplicación de la jurisdicción militar


La Constitución Política de México prevé la jurisdicción militar o fuero de guerra
exclusivamente “para los delitos y faltas contra la disciplina militar”18. Se trata de una

10
Ibíd., art. 918.
11
Entrevista de Human Rights Watch con Alejandro Carlos Espinoza, profesor de justicia militar, Facultad de Derecho,
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, D.F., 4 de febrero de 2009. Intercambio de correspondencia por
correo electrónico entre Human Rights Watch y Santiago Aguirre, abogado, Centro Prodh, 10 de febrero de 2009. Un/a
abogado/a mexicano/a que colabora con Human Rights Watch se dirigió a las instalaciones militares el 18 de febrero de 2009
y sólo logró ingresar al Campo Militar 1-A después de mostrar su cédula profesional.
12
Código de Justicia Militar, art. 623.
13
Ibíd., arts. 639, 649, 650, 698.
14
Ibíd., art., 664.
15
Ibíd., arts. 633, 669, 671.
16
Ibíd., art. 677.
17
Ibíd., arts. 67 (III), 822, 823,824.
18
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
http://www.scjn.gob.mx/PortalSCJN/RecJur/Legislacion/ConstitucionPolitica/ConstitucionPolitica.htm (consultado el 27 de
enero de 2009), art. 13: “Nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales especiales. Ninguna persona o

13 Human Rights Watch | Abril 2009


disposición razonable y acorde con el derecho internacional, siempre y cuando la falta a la
disciplina militar no se defina de manera tan amplia que incluya a delitos graves contra
civiles, como violaciones sexuales, desapariciones forzadas y otros abusos. Uno de los
principales problemas en México es que el Código de Justicia Militar, queriendo interpretar
la Constitución, establece una definición sumamente amplia de estos delitos e incluye a los
“delitos del orden común o federal... que fueren cometidos por militares en los momentos
de estar en servicio o con motivo de actos del mismo”19.

Sobre la base de esta amplia definición, las fuerzas armadas de México han expandido el
espectro de casos sobre los cuales se atribuyen facultades de investigación y juzgamiento, y
han incluido violaciones graves de derechos humanos cometidas por militares contra la
población civil20. Según el Procurador General de Justicia Militar, las autoridades militares
investigan todos los delitos —incluidas violaciones graves de derechos humanos— que
estén de alguna manera vinculados con una falta a la disciplina militar, dado que deben
mantener la disciplina dentro de las fuerzas armadas21. La práctica de la Procuraduría
General de la República (PGR) respalda la interpretación militar, al remitir “en automático” a
la PGJM todos los casos en los cuales un militar activo es acusado de cometer un delito22.
Como se demuestra en los capítulos III y IV de este informe, se ha permitido que las
autoridades militares inicien investigaciones penales incluso de los abusos más aberrantes.

Sin embargo, esta práctica debería haber cambiado con una jurisprudencia dictada en 2005
por la Suprema Corte que es vinculante para todas las autoridades judiciales, incluidas las
militares. Desde hace más de 30 años, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido

corporación puede tener fuero, ni gozar más emolumentos que los que sean compensación de servicios públicos y estén
fijados por la ley. Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar; pero los tribunales militares
en ningún caso y por ningún motivo, podrán extender su jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al ejército. Cuando
en un delito o falta del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá del caso la autoridad civil que corresponda”.
19
Código de Justicia Militar, art. 57(II)(a). El Código de Justicia Militar menciona dos tipos de “servicio”: “servicio de armas”,
una comisión que requiere el uso de armas para su ejecución, y “servicio económico”, definido como cualquier comisión cuya
ejecución no requiera el uso de armas. Ibíd., art. 434 (VII) y (VIII). Reglamento para el Servicio Interior de las Unidades,
Dependencias e Instalaciones del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos,
http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/PE/APF/APC/SEDENA/Reglamentos/28112005(1).pdf (consultado el 11 de febrero
de 2009).
20
Según el Código de Justicia Militar “la facultad de declarar que un hecho es o no delito del fuero de guerra, corresponde
exclusivamente a los tribunales militares. A ellos toca también declarar la inocencia o culpabilidad de las personas y aplicar
las penas que las leyes señalen”. Código de Justicia Militar, art. 435.
21
Si bien la justicia militar aplica las leyes federales o estatales correspondientes al investigar los delitos federales o del
fuero común, la investigación y el juzgamiento de los casos se produce ante tribunales militares. Entrevista de Human Rights
Watch con el General José Luis Chávez García, Procurador General de Justicia Militar, México, D.F., 12 de enero de 2009.
22
Entrevista de Human Rights Watch con Yessica de Lamadrid Téllez, Directora General de Cooperación Internacional de la
PGR y con otros representantes de la PGR, México, D.F., 13 de enero de 2009. La entrevista se realizó en la Secretaría de
Relaciones Exteriores, durante una reunión con altos funcionarios de dicha Secretaría, la PGR, la Secretaría de Seguridad
Pública y la Secretaría de Gobernación.

Impunidad Uniformada 14
una serie de decisiones contradictorias y no vinculantes que no definían claramente en qué
casos un delito se cometía “en servicio” o con motivo de este y, de esta forma, remitió
erráticamente los casos de víctimas civiles a los tribunales penales militares o civiles de
manera alternativa23. Sin embargo, en 2005, la Suprema Corte limitó claramente el alcance
de la disposición del Código de Justicia Militar al definir a “servicio” como la “realización de
las funciones propias e inherentes al cargo que desempeña”24. Si bien la Suprema Corte no
determinó expresamente que todos los abusos militares contra civiles deben ser
investigados y juzgados por autoridades civiles, los abusos graves como violaciones
sexuales y torturas claramente no pueden ser considerados “funciones inherentes” de las
fuerzas armadas.

Asimismo, expertos en derecho constitucional mexicano sostienen que la Constitución


establece claramente que los agentes del ministerio público locales o federales deben
investigar los casos en los cuales la víctima o el autor del delito es un civil25. La Constitución

23
Conforme al derecho mexicano, existen dos maneras de crear jurisprudencia vinculante. La Suprema Corte sienta
jurisprudencia vinculante al emitir cinco decisiones consecutivas (denominadas “tesis”) en las cuales se llega a idéntica
conclusión, o al interpretar una norma que ha sido interpretada de manera diferente por los tribunales inferiores
(“contradicción de tesis”). Ley de Amparo, http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/19/default.htm?s= (consultado el 2 de
febrero de 2009), art. 192.
Por ejemplo, en 1961 la Suprema Corte determinó que las autoridades civiles deben investigar un homicidio en aquellos casos
en que no se haya demostrado que el miembro de las fuerzas militares acusado del delito se encontraba “en servicio” cuando
este se produjo. Suprema Corte, Sexto Período, Tesis No. 258,081, Semanario Judicial de la Federación, vol. LIV, 1961, pág. 175.
La Suprema Corte adoptó otras decisiones similares Suprema Corte, Quinto Período, Tesis No. 384175, Semanario Judicial de
la Federación, vol. CXXVI, 1955, pág. 237; Suprema Corte, Quinto Período, Tesis No. 278085, Semanario Judicial de la
Federación, vol. CXXVI, 1955, pág. 480; Suprema Corte, Quinto Período, Tesis No. 294451, Semanario Judicial de la Federación,
vol. CXXVI, 1955, pág. 733.
También en 1961, la Suprema Corte estableció que los tribunales militares tenían competencia para investigar los abusos
militares contra civiles, en razón de que habían sido cometidos mientras el acusado se encontraba en servicio. Suprema Corte,
Sexto Período, Tesis No. 804058, Semanario Judicial de la Federación, vol. XLI, 1961, pág. 210.
24
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Jurisprudencia, “Contradicción de Tesis” 105/2005-PS, 28 de septiembre de 2005.
25
Los juristas han ofrecido diversos argumentos que respaldan que un análisis integral del artículo 13 de la Constitución
Política mexicana indica que los tribunales civiles tienen competencia para conocer en estos casos.
Según el primero de estos argumentos, el solo hecho que la víctima sea un civil es suficiente para prohibir que los tribunales
militares investiguen el caso. Entrevista de Human Rights Watch con Miguel Carbonell Sánchez, especialista en derecho
constitucional e investigador y coordinador de la sección sobre Derecho Constitucional del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 19 de noviembre de 2008. Intercambio de
correspondencia por correo electrónico entre Human Rights Watch y Diego Valades, especialista en derecho constitucional e
investigador permanente del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, 30 de
enero de 2009. Entrevista de Human Rights Watch con Manuel Oropeza, magistrado, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, México D. F., 18 de noviembre de 2008.
Un segundo argumento sugiere que los tribunales militares no pueden ejercer su jurisdicción sobre las víctimas civiles ya que
una reforma de la Constitución reconoció los derechos de las víctimas en el artículo 20(C), y no es posible ejercer
adecuadamente estos derechos en el sistema militar. Entre estos derechos se incluyen el derecho a ser informado sobre los
avances del procedimiento, a colaborar con los agentes del ministerio público que investigan el caso (coadyuvancia), a recibir
atención médica y psicológica urgente, y la posibilidad de apelar ciertas decisiones adoptadas por los agentes del ministerio
público. Comunicación por correo electrónico de Human Rights Watch con Miguel Sarre, profesor del Instituto Tecnológico
Autónomo de México (ITAM), México, D.F.,18 y 26 de noviembre de 2007.
Según el tercer argumento, “la naturaleza del delito” determina qué sistema de justicia tiene competencia para investigar un
caso, y siempre que un caso involucre un delito común contra un civil (y no estrictamente una falta a la disciplina militar), los

15 Human Rights Watch | Abril 2009


dispone que “los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo, podrán extender
su jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al Ejército” y que “cuando en un delito o
falta del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá del caso la autoridad civil
que corresponda”26. A pesar de que el texto constitucional es claro (y en esto coinciden
destacados expertos en derecho constitucional), la Suprema Corte ha sido ambigua. Ha
determinado que los civiles que cometen delitos deben ser siempre juzgados por tribunales
civiles, pero no ha mantenido esta postura para los casos en los cuales el civil no es el autor
del delito sino la víctima27. De hecho, en algunas oportunidades la Corte ha emitido
decisiones no vinculantes que permitían que los tribunales militares investiguen los casos
de víctimas civiles28.

Tal vez la mejor prueba de que es posible que los abusos militares sean investigados por las
autoridades civiles en México es que, de hecho, esto ya ha sucedido. El capítulo V del
presente informe analiza detalladamente un caso sobre un grupo de soldados que violaron
y abusaron sexualmente de mujeres en Castaños, estado de Coahuila, y que fueron
investigados por agentes del ministerio público local y condenados por un juez local. El
Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila considera que corresponde a los
agentes del ministerio público federal investigar los casos sobre delitos cometidos contra
civiles por militares mientras se encuentran en servicio, debido a que los soldados son
autoridades federales; que los agentes del ministerio público local deben hacerlo en el caso

tribunales civiles tienen competencia para conocer del caso. Entrevista de Human Rights Watch con Sergio García Ramírez,
juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos e investigador permanente del Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 12 de enero de 2009.
Por último, algunos abogados sostienen que, dado que el Código de Justicia Militar no se sometió al proceso de aprobación
legislativa correspondiente, el Código es inconstitucional en su totalidad. (El Código de Justicia Militar fue dictado por el
General Abelardo L. Rodríguez, presidente interino de México en 1933, utilizando las facultades extraordinarias de que
gozaba el poder ejecutivo en ese entonces, y nunca fue aprobado por el Congreso mexicano). Según esta postura, como el
Código no fue adoptado por el Congreso, su interpretación del artículo 13 de la Constitución no debería considerarse
jurídicamente vinculante. Entrevista de Human Rights Watch con Fabián Aguinaco Bravo, especialista en derecho
constitucional, México, D.F., 13 de enero de 2009. Entrevista de Human Rights Watch con Francisco Garza Martínez, quien se
desempeña como abogado defensor de miembros de las fuerzas armadas ante los tribunales militares, México, D.F., 18 de
noviembre de 2008.
Ver también Sergio García Ramírez, “Características del Enjuiciamiento Penal Militar Mexicano”, Estudios penales, 1977, pág.
7; Miguel Carbonell Sánchez, Los Derechos Fundamentales en México (México: PORRUA/UNAM, 2004); “El Fuero Militar en
México: La injusticia en las Fuerzas Armadas”, Manuel Oropeza, LASA, Puerto Rico, 2006, transcripción en los registros de
Human Rights Watch. Carlos Kastilla, “El Fuero de Guerra Mexicano: Una Jurisdicción Extralimitada a la Luz de los Derechos
Humanos”, Revista del Centro Nacional de Derechos Humanos, No. 9, 2009 (de próxima publicación).
26
Constitución Política de México, art. 13.
27
Suprema Corte, Séptimo Período, Tesis No. 235143, Semanario Judicial de la Federación, vol. 91-96, Segunda Parte, 1976,
pág. 33. Suprema Corte, Quinto Período, Tesis No. 278082 Semanario Judicial de la Federación, vol. CXXVI, 1955, pág. 468.
Suprema Corte, Sexto Período, Tesis No. 258679, Semanario Judicial de la Federación, vol. I, 1957, pág. 75.
28
Entre 1917 y 1988, la Suprema Corte determinó en algunos casos que las autoridades militares tenían competencia para
investigar los casos de víctimas civiles. Por ejemplo, Suprema Corte, Quinto Período, Tesis No. 278057, Semanario Judicial de
la Federación, vol. CXXVII, 1956, pág. 987. Suprema Corte, Séptimo Período, Tesis No. 235610, Semanario Judicial de la
Federación, 1975, pág. 34.

Impunidad Uniformada 16
de delitos contra civiles cometidos por militares mientras estos se encuentran fuera de
servicio; y que los agentes del ministerio público militar sólo deben investigar los casos de
faltas exclusivamente a la disciplina militar cometidas por soldados29. Asimismo, el
gobierno de México ha aceptado remitir ciertos casos de abusos cometidos por militares,
que habían sido investigados inicialmente por agentes del ministerio público militar, al
sistema civil de justicia penal, luego de que las víctimas y sus familiares recurrieran ante la
CIDH.30

Aún si el texto del Código de Justicia Militar fuera relativamente ambiguo en cuanto a la
aplicación de la jurisdicción militar en estos casos, este debe ser interpretado a la luz de las
obligaciones internacionales de México, que son más que claras31. La Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha resuelto en dos oportunidades que México está obligado a cumplir
sus obligaciones internacionales y que las disposiciones de los tratados ratificados por la
república tienen jerarquía superior a las leyes federales y estatales (pero no a las
disposiciones de la Constitución)32. Por lo tanto, en caso de duda, los tribunales deben

29
Entrevista de Human Rights Watch con Jesús Torres Charles, Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila, Saltillo,
4 de noviembre de 2008.
La Procuradora General del Estado de Chihuahua comparte esta postura y, por consiguiente, ha remitido varios casos a la PGR.
Entrevista de Human Rights Watch con Patricia González Rodríguez, Procuradora General de Justicia del Estado de Chihuahua,
Washington, DC, 8 de noviembre de 2008. Algunos ejemplos de denuncias recientes de abusos militares contra civiles, que
incluyen golpizas e ingreso ilegal a viviendas, los cuales fueron enviadas por la Procuraduría General de Justicia de dicho
Estado a los agentes del ministerio público federal incluyen: Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua,
Documento No. 0361/2008, 10 de abril de 2008; Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua, Documento No.
0418/2008, 28 de abril de 2008; Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua, Documento No. 0592/2008, 13 de
junio de 2008; Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua, Documento No. 0645/2008, 27 de junio de 2008;
Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua, Documento No. 0693/2008, 11 de julio de 2008; Procuraduría
General de Justicia del Estado de Chihuahua, Documento No. 761/2008, 13 de agosto de 2008; Procuraduría General de
Justicia del Estado de Chihuahua, Documento No. 0708/2008, 15 de julio de 2008; Procuraduría General de Justicia del Estado
de Chihuahua, Documento No. 781/08, 25 de agosto de 2008.
Human Rights Watch no cuenta con documentación que indique si estos casos específicos estaban efectivamente siendo
investigados por autoridades civiles o militares. No obstante, altos funcionarios de la PGR señalaron a Human Rights Watch
que remitían “en automático” los casos de soldados en servicio a la PGJM. Entrevista de Human Rights Watch con Yessica de
Lamadrid Téllez, Directora General de Cooperación Internacional de la Procuraduría General de la República (PGR) y con otros
representantes de la PGR, México, D.F., 13 de enero de 2009.
30
Por ejemplo, las autoridades militares investigaron durante años el caso de Miguel Orlando Muñoz Guzmán, un oficial
militar que ha estado desaparecido desde 1993 y que fue visto por última vez en instalaciones militares. Sin embargo, en
2007, luego de una serie de reuniones entre la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (la ONG
que presentó el caso ante la CIDH) y funcionarios gubernamentales, el gobierno de México informó que el caso estaba siendo
investigado por agentes del ministerio público local en Chihuahua. Carta de Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH,
dirigida a la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos y CEJIL, 23 de marzo de 2007. Otro ejemplo
es el caso de las hermanas González Pérez, que se analiza en el capítulo III de este informe.
31
Ver capítulo VI sobre las obligaciones de México conforme al derecho internacional.
32
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Noveno Período, Tesis No. LXXVII/99, Semanario Judicial de la
Federación, vol. X, 1999, pág. 46. Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Noveno Período, Tesis No. P. IX/2007,
Semanario Judicial de la Federación, vol. XXV, 2007, pág. 6.

17 Human Rights Watch | Abril 2009


adoptar una interpretación de las leyes federales y estatales que sea compatible con el
derecho internacional, en especial en casos de derechos humanos33.

Deficiencias estructurales del sistema de justicia militar


El sistema de justicia militar carece de las garantías necesarias para asegurar la
independencia e imparcialidad judicial, investigaciones confiables y que se imparta justicia.

Los militares como jueces de sus propios actos


El sistema de justicia militar no forma parte del poder judicial de México. El Secretario de la
Defensa, un funcionario militar designado por el Presidente de la República, tiene
facultades tanto ejecutivas como judiciales dentro de las fuerzas armadas.

El Secretario de la Defensa tiene la atribución de dirigir las fuerzas armadas34. Los soldados
deben cumplir sus órdenes según normas de obediencia debida35. Y, en función de la
estructura de mando militar, el Secretario de la Defensa es el máximo responsable de los
actos oficiales de los soldados36.

El Secretario de la Defensa también dirige el sistema de justicia militar37. El Secretario


nombra a todos los agentes del ministerio público militar, los defensores de oficio y los
jueces militares38. Todos ellos deben ser miembros activos de las fuerzas militares, tener

33
Un tribunal federal ha determinado que “cuando los tratados internacionales reglamentan y amplían los derechos
fundamentales tutelados por la Carta Magna, deben aplicarse sobre las leyes federales que no lo hacen, máxime cuando otras
leyes también federales, los complementan”. Tribunales Colegiales de Circuito, Noveno Período, Tesis I.4o.A.440 A,
Semanario Judicial de la Federación, vol. XX, 2004, pág. 1896.
34
El Secretario de la Defensa está a cargo de “organizar, administrar y preparar al Ejército y la Fuerza Aérea”. Ley Orgánica de
la Administración Pública Federal, http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/PE/PR/Leyes/26121986(1).pdf (consultado el 2
de febrero de 2009), art. 29 (I).
35
Según la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanas, la disciplina es “la norma a que los militares deben
ajustar su conducta; tiene como bases la obediencia, y un alto concepto del honor, de la justicia y de la moral, y por objeto, el
fiel y exacto cumplimiento de los deberes que prescriben las leyes y reglamentos militares”. Ley de Disciplina del Ejército y
Fuerza Aérea Mexicanas, http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/Combo/L-27.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009), art.
3.
36
La Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanas dispone que “[e]l superior será responsable del orden en las
tropas que tuviere a su mando, así como del cumplimiento de las obligaciones del servicio, sin que pueda disculparse en
ningún caso con la omisión y descuido de sus subalternos”, Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanas, art. 7.
37
Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, art. 29(X).
38
El Secretario de la Defensa designa al Procurador General de Justicia Militar y a los agentes del ministerio público militar,
quienes deben ser abogados. Código de Justicia Militar, arts. 39, 41, 42, 43, 44.
El Secretario de la Defensa designa al titular del cuerpo de defensores de oficio y a todos los defensores de oficio, quienes
deben ser abogados y detentar un rango inferior al del juez actuante y, si corresponde, al de los miembros del consejo de
guerra. Ibíd., arts. 55, 97.

Impunidad Uniformada 18
una jerarquía menor a la del Secretario, y responder a este. El Secretario también tiene
facultades para ordenar que los agentes del ministerio público militar cierren una
investigación, así como para otorgar indultos militares a soldados condenados por
tribunales militares.39

Ausencia de estabilidad en el cargo


Los jueces y los magistrados militares no gozan de la garantía de permanencia en sus
cargos. El Código de Justicia Militar no establece un plazo para la designación de jueces y
magistrado militares. Según funcionarios de alto rango de la Secretaría de la Defensa
Nacional (SEDENA), en la práctica, existe una “gran rotación” de jueces y magistrados,
quienes normalmente permanecen en su cargo entre uno y tres años40.

Los jueces y magistrados están sujetos a las mismas políticas de rotación sobre personal
administrativo que el resto de los miembros de las fuerzas armadas y, por consiguiente,
pueden ser destituidos “de acuerdo con las necesidades de la SEDENA”41. Y, si bien en los
sistemas de justicia estatales y federal existen órganos independientes, denominados
consejos de la judicatura, encargados de aplicar sanciones a los jueces, el Supremo
Tribunal Militar es el responsable de esta función dentro del sistema de justicia militar42.

El Secretario de la Defensa designa a todos los jueces militares y miembros de los “consejo de guerra ordinario”. Ibíd., arts.
27, 13.
El Secretario de la Defensa designa a todos los miembros del STM, con la aprobación del Presidente de México. Código de
Justicia Militar, art. 7. El STM está integrado por un presidente, quien no necesita ser abogado, y cuatro magistrados, que
deben ser abogados. Código de Justicia Militar, arts. 3, 4. Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de
la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General
José Luis Chávez García, Procurador General de Justicia Militar, México, D.F., 12 de enero de 2009.
39
Código de Justicia Militar, art. 36: “El Ministerio Público es el único capacitado para ejercitar la acción penal, y no podrá
retirarla o desistirse de ella, sino cuando lo estime procedente o por orden firmada por el Secretario de Guerra y Marina
[actualmente Secretario de la Defensa] o por quien en su ausencia lo substituya; orden que podrá darse cuando así lo
demande el interés social...”
Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, art. 29 (XI): “A la Secretaría de la Defensa Nacional, corresponde el
despacho de los siguientes asuntos: … (XI) intervenir en los indultos de delitos del orden militar”.
40
Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López
Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de
Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.
41
Ibíd. Código de Justicia Militar, arts. 87, 88, 89.
Si bien no se transfiere al personal militar que trabaja dentro del sistema de justicia militar a otros cargos dentro de las
fuerzas armadas, no existen garantías de que continuarán ejerciendo las mismas funciones (es decir, como agentes del
ministerio público, abogados defensores o jueces). Es posible, según lo requieran las necesidades de la SEDENA, destituir a
un juez y asignarle el cargo de agente del ministerio público, defensor o miembro de un consejo de guerra. Entrevista de
Human Rights Watch con Alejandro Carlos Espinoza, profesor de justicia militar, Facultad de Derecho, Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), México, D.F., 4 de febrero de 2009.
42
Esta función está a cargo del Presidente del Supremo Tribunal Militar. Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios
de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López Portillo Robles Gil, Director General de Derechos
Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.
Código de Justicia Militar, arts. 68 (VI), 67 (V).

19 Human Rights Watch | Abril 2009


En estas circunstancias, los jueces militares desempeñan su labor sabiendo que podrían ser
destituidos o removidos si emiten decisiones o sentencias que el Secretario de la Defensa
no comparte.

Revisión limitada por parte de autoridades civiles


La revisión por parte de las autoridades civiles de las decisiones adoptadas por los agentes
del ministerio público y los tribunales militares es sumamente limitada. Si bien los oficiales
militares acusados de cometer un delito pueden solicitar que una decisión militar se someta
a revisión civil, es improbable que esto suceda en casos de violaciones graves de derechos
humanos, ya que claramente los militares no objetarán las decisiones que los favorezcan43.
Las víctimas de abusos —las principales interesadas en que los casos de abusos por parte
de militares contra civiles se transfieran de la justicia militar a los tribunales penales
civiles— no han logrado revertir exitosamente el uso de la jurisdicción militar44. Por ello,
cuando los agentes del ministerio público militar y los jueces militares ejercen su
competencia sobre casos de abusos militares contra la población civil, hay muy pocos
recursos a los cuales los civiles pueden acceder en la práctica para que su caso se transfiera
a las autoridades civiles, a menos que el caso haya sido desestimado o se haya dictado una
sentencia condenatoria.

Funcionarios de alto rango de la SEDENA informaron a Human Rights Watch que los jueces
federales normalmente confirman las decisiones de los tribunales militares, y que esto es
una clara señal de que el sistema de justicia militar funciona adecuadamente45. Sin embargo,

Según el Código de Justicia Militar, los “funcionarios del Servicio de Justicia Militar tendrán facultades, para imponer
amonestación y arresto... a sus subalternos, por las faltas que cometan en el desempeño de sus cargos. El Supremo Tribunal
de Justicia Militar, el Procurador General y el Jefe del Cuerpo de Defensores Militares podrán proponer, además, a la Secretaría
de Guerra y Marina [Secretaría de la Defensa], con el mismo carácter y por igual motivo, el cambio de adscripción de los
jueces, agentes y defensores; y si tal cambio no fuese aprobado, podrán cambiar la corrección”. Código de Justicia Militar, art.
92.
43
Un abogado particular que se desempeña como defensor de oficiales militares, por ejemplo, explicó a Human Rights Watch
que no hay “nada” que pueda hacer que prefiera los tribunales civiles en lugar de los militares. Los beneficios del sistema de
justicia militar para los acusados incluyen, según el abogado, condiciones carcelarias mucho mejores (“las prisiones militares
son un lujo”), condenas menos severas, mayores posibilidades de obtener la libertad condicional mediante el pago de una
fianza, y la posibilidad de continuar recibiendo un salario como miembro de las fuerzas armadas (aun cuando este sea un
poco más bajo). Entrevista de Human Rights Watch con Francisco Garza Martínez, abogado particular, México, D.F., 18 de
noviembre de 2008.
44
En los casos en los cuales las víctimas civiles han objetado el uso de la jurisdicción militar para investigar estos casos, los
tribunales federales han desestimado sus casos por falta de legitimación. Ver capítulo III (casos de Rosendo Radilla Pacheco,
Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú) y capítulo IV (sobre el asesinato de cuatro civiles y el abuso y la detención
arbitraria de otros cuatro en Santiago de Caballeros, en el estado de Sinaloa).
45
Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López
Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de
Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.

Impunidad Uniformada 20
este argumento no tiene en cuenta que los tribunales federales, por lo general, no analizan,
en primer lugar, si a la jurisdicción militar le corresponde conocer estos casos.

En teoría, un juez del sistema civil de justicia penal podría pedir que la Suprema Corte
determine qué tribunal tiene competencia cuando autoridades civiles y militares se
arroguen la competencia sobre un caso. No obstante, esta situación no se ha producido en
los últimos años porque los agentes del ministerio público federales y algunos locales
derivan los casos sistemáticamente a sus pares militares, impidiendo que los jueces del
ámbito civil —que ni siquiera llegan a conocer sobre la existencia de los casos— ejerzan su
competencia en casos sobre presuntas violaciones graves de derechos humanos46.

El único recurso disponible para las víctimas civiles es solicitar un amparo. Sin embargo,
este recurso sólo se encuentra disponible en circunstancias limitadas, como cuando un
agente del ministerio público militar cierra una investigación o decide no ejercitar la acción
penal contra un miembro de las fuerzas armadas que ha sido acusado de cometer una
violación de derechos humanos. Y no hay nada que la víctima pueda hacer hasta que el
agente del ministerio público militar cierre el caso, lo cual puede demorar años. En cualquier
caso, los tribunales federales no pueden revocar la decisión de un agente del ministerio
público militar; sólo pueden pedirle a este agente que haga bien su trabajo. Y la única
manera de asegurar que los agentes del ministerio público militar cumplan esta
determinación es presentando otra solicitud de amparo que, una vez más, será remitida al
sistema de justicia militar.

Por último, no existen realmente mecanismos para que las víctimas puedan impugnar ante
los tribunales federales una sentencia absolutoria dictada por el Supremo Tribunal Militar.
Ni los agentes del ministerio público militar ni las víctimas pueden apelar este tipo de
decisión47. Sólo el acusado puede presentar un amparo en estos casos, y es muy
improbable que impugne una decisión que lo beneficie o lo absuelva48.

46
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, http://www.ordenjuridico.gob.mx/Federal/PE/PR/Leyes/26121986(1).pdf
(consultado el 2 de febrero de 2009), art. 21.
47
Según el artículo 10 de la Ley de Amparo, las víctimas podrían, en teoría, presentar un amparo contra una condena (pero no
contra una absolución) exclusivamente en relación con la reparación del daño. La jurisprudencia vinculante de la Suprema
Corte respalda esta postura. Suprema Corte de Justicia de la Nación, Jurisprudencia, Contradicción de Tesis 152/2005-PS, 22
de noviembre de 2005.
48
Constitución Política de México, arts. 103, 107.

21 Human Rights Watch | Abril 2009


Transparencia limitada
El público en general no tiene manera de acceder a información relevante sobre las
investigaciones militares ni sobre los juicios de los abusos militares contra la población civil
sino hasta que se dicte una sentencia definitiva. Y no hay forma de saber cuánto tiempo
puede demorar este proceso.

El sistema de justicia militar se encuentra mayormente cerrado al público49. Sólo quienes


revistan el carácter de partes formales en un proceso —agentes del ministerio público,
defensores de oficio, el acusado y la víctima si decide colaborar con los agentes del
ministerio público como coadyuvante— tienen acceso a información completa sobre el
caso50. En teoría, si bien el público puede obtener información detallada sobre el estado de
los casos a través de las víctimas o de sus representantes legales, la mayoría de las víctimas
desconfían profundamente del sistema de justicia militar y, en la práctica, tienen una
participación mínima o nula en los procedimientos militares51. Efectivamente, como lo
demuestran varios casos documentados en este informe, muchas víctimas y organizaciones
de la sociedad civil desconfían de los tribunales militares y no desean “legitimar” el proceso
militar a través de su participación en él.

Los jueces militares y los consejos de guerra ordinarios, en teoría, celebran audiencias
“públicas”, pero no existe información disponible de fácil acceso sobre las próximas
audiencias, lo cual prácticamente impide que los ciudadanos comunes y los periodistas
puedan asistir. No existe información disponible en la página de internet oficial de la
SEDENA acerca de qué casos serán tratados en las audiencias públicas, ni tampoco se
indican las fechas o el horario en que se desarrollarán. Human Rights Watch llamó a seis
oficinas de la SEDENA —incluida la PGJM, la Oficina de Atención Ciudadana, los tribunales
militares y la oficina de derechos humanos de la SEDENA—, y ninguna proporcionó las
fechas ni el horario de las próximas audiencias públicas52.

49
Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López
Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de
Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.
50
Ibíd. La ley contempla la participación de las víctimas en el proceso. Código de Justicia Militar, arts. 83 (XIV), 439.
51
El director de la oficina de derechos humanos de la SEDENA sostiene que han invitado a las víctimas civiles a cooperar con
los agentes del ministerio público militar en sus investigaciones, y que incluso les han ofrecido transportarlas desde sus
comunidades hasta las instalaciones militares, pero que los civiles se han rehusado sistemáticamente a asistir. Entrevista de
Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López Portillo Robles
Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de Justicia Militar,
México D. F., 12 de enero de 2009.
52
Los representantes de la Dirección General de Justicia Militar, la PGJM y la Oficina de Atención Ciudadana no contaban con
la información solicitada. Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un oficial de las fuerzas armadas, Dirección
General de Justicia Militar, México, D.F., 16 de febrero de 2009. Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un oficial de

Impunidad Uniformada 22
La SEDENA también aplica normas de confidencialidad en forma indiscriminada, negando el
acceso a información relevante sobre el estado de las investigaciones de los abusos
militares contra la población civil, incluso en los casos más conocidos. Human Rights Watch
presentó 13 solicitudes de información ante la SEDENA sobre el estado de varias
investigaciones de violaciones graves de derechos humanos documentadas por la CNDH en
los últimos años. En sus respuestas, la SEDENA sólo proporcionó información acerca de si la
investigación continuaba en curso o si había sido cerrada. La SEDENA no indicó ningún dato
adicional sobre el estado de las investigaciones en curso, argumentando que son
confidenciales, y se negó a proporcionar incluso la información más básica, como el tipo de
delitos investigados53. En algunos casos, la SEDENA ni siquiera brindó información que ya
había proporcionado anteriormente a la CNDH, y que esta última publicaría más adelante en
su informe anual54. (La propia CNDH también se rehusó a permitir que Human Rights Watch
obtuviera información sobre el estado de las investigaciones militares de estos casos)55.

las fuerzas armadas, PGJM, México, D.F., 16 de febrero de 2009. Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un oficial de
las fuerzas armadas, Oficina de Atención Ciudadana, México D.F., 16 de febrero de 2009.
Los representantes del STM y del Primer Juzgado Militar señalaron que si bien las audiencias son públicas, las personas que
quieran presenciarlas deben presentar una solicitud especial para obtener una autorización de la SEDENA. Entrevista
telefónica de Human Rights Watch con dos oficiales de las fuerzas armadas, STM, México, D.F., 16 de febrero de 2009.
Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un oficial de las fuerzas armadas, Primer Juzgado Militar, México, D.F., 16 de
febrero de 2009.
Un representante de la Dirección General de Derechos Humanos señaló que no tenía autorización para proporcionar esa
información, y otro representante manifestó no contar con la información solicitada. Entrevista telefónica de Human Rights
Watch con un oficial de las fuerzas armadas, Dirección General de Derechos Humanos, México, D.F., 16 de febrero de 2009.
A través de las entrevistas telefónicas con los representantes de la SEDENA, Human Rights Watch sólo pudo confirmar que las
audiencias de México, D.F. se celebran en el Campo Militar No. 1-A. Una abogada mexicana se presentó en el Campo Militar No.
1-A el 18 de febrero de 2009 a fin de solicitar información sobre las audiencias públicas y presenciar una audiencia que se
celebraba ese día. La abogada pudo ingresar a las instalaciones militares después de mostrar su cédula profesional y solicitó
información sobre las audiencias que se desarrollarían ese día en seis tribunales militares. Solamente un tribunal militar
contaba con una cartelera en la cual se indicaban las audiencias que se celebrarían durante esa semana.
El único juez que tenía una audiencia ese día preguntó a la abogada dónde trabajaba, dónde había estudiado, si era
periodista, por qué tenía interés en presenciar la audiencia y si tenía familiares en las fuerzas militares. El juez señaló que,
normalmente, para presenciar un consejo de guerra ordinario era necesario obtener una autorización previa de la SEDENA,
pero autorizó a la abogada a estar presente durante la audiencia que tendría lugar ese día. La audiencia se canceló a último
momento.
53
Ver capítulo IV del presente informe, el cual analiza las investigaciones militares recientes de las violaciones de derechos
humanos documentadas por la CNDH.
54
La SEDENA proporcionó a Human Rights Watch información parcial o imprecisa sobre casos de abusos militares
documentados por la CNDH en 2007 y 2008. Por ejemplo, en dos casos, en respuesta a la pregunta de cuántas causas penales
se habían impulsado en cumplimiento con los informes de la CNDH, la SEDENA respondió que no se habían iniciado nuevas
investigaciones. No obstante, la CNDH, en su informe anual de 2008, señaló que la SEDENA había informado que había
iniciado investigaciones penales en ambos casos. (La SEDENA inició la investigación No. SC/206/2007/III en relación con la
Recomendación 38/2008 de la CNDH y la investigación No. 9ZM/020/2008 en relación con la Recomendación No. 40/2007
de la CNDH). SEDENA, archivo Infomex 0000700155208, 7 de enero de 2009. SEDENA, archivo Infomex 0000700155408, 15 de
enero de 2009. CNDH, “Informe Anual de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”),
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
55
Human Rights Watch presentó 25 solicitudes de información ante la CNDH sobre sus recomendaciones a la SEDENA de 2007
y 2008, en las cuales documentó abusos del Ejército. En 13 solicitudes, Human Rights Watch solicitó específicamente
información actualizada sobre el seguimiento que había realizado la Comisión luego de documentar los aberrantes abusos

23 Human Rights Watch | Abril 2009


Por último, es imposible saber cuándo la sociedad en general podrá conocer más
información sobre las investigaciones y los juicios militares y sus resultados56. Según
diversos funcionarios de alto rango, la SEDENA considera que la información sobre
cualquier caso es confidencial hasta que exista una sentencia definitiva que no pueda ser
objeto de apelación (sentencia firme) y, hasta ese momento, aplican una “prohibición
absoluta” de difusión de información sobre el caso57.

cometidos por los militares. La CNDH se negó a brindar información solicitada, a pesar de que la SEDENA había “aceptado”
todas las recomendaciones y su contenido había sido publicado en la página oficial de la CNDH y en sus informes anuales.
CNDH, Expediente 2008/429-T, 9 de enero de 2009. CNDH, Expediente 2008/431-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente
2008/427-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/425-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/423-T, 9 de
enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/421-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/419-T, 9 de enero de 2009; CNDH,
Expediente 2008/417-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/415-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/413-
T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/408-T, 9 de enero de 2009; CNDH, Expediente 2008/410-T, 9 de enero de
2009; CNDH, Expediente 2008/412-T, 9 de enero de 2009.
En 2008, Human Rights Watch documentó que la CNDH no realizaba un seguimiento adecuado una vez que emitía
recomendaciones sobre violaciones de derechos humanos, y que la Comisión no impulsaba reformas legales como, por
ejemplo, del sistema de justicia militar. Para más información, ver Human Rights Watch, “La Comisión Nacional de los
Derechos Humanos de México: Una evaluación crítica”, Vol. 20, No. 1 (b), secciones IV y V.
56
Según la ley, los agentes del ministerio público militar deben ejercer la acción penal en el término de 48 horas (Código de
Justicia Militar, art. 80) y solicitar al juez que dicte un auto de formal prisión en el término de 72 horas (Ibíd., art. 515). El
acusado debe declarar (prestar su declaración preparatoria) ante el juez dentro de las siguientes 24 horas (Ibíd., art. 491); y el
juez debe dictar una sentencia en el plazo de cuatro meses a un año (Ibíd., art. 616).
Sin embargo, según funcionarios de la SEDENA, si el acusado desea apelar una decisión o presentar más pruebas, estos
plazos pueden extenderse por tiempo indeterminado. Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la
SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General
José Luis Chávez García, Procurador General de Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.
57
Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López
Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de
Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.

Impunidad Uniformada 24
III. Un patrón de impunidad

Las investigaciones militares sobre violaciones graves de derechos humanos cometidas por
militares contra civiles durante las últimas décadas no han concluido con sanciones de los
responsables y han reforzado, de este modo, una cultura de impunidad. En enero de 2009,
cuando Human Rights Watch preguntó a funcionarios de alto rango de la SEDENA sobre
ejemplos de violaciones graves de derechos humanos juzgadas por la justicia militar que
hayan concluido con la imposición de una condena penal a personal militar, los
funcionarios señalaron que existían “muchos”. No obstante, sólo pudieron recordar un
único caso de 199858. A pesar de reiteradas solicitudes de Human Rights Watch, la SEDENA
no ha proporcionado una lista de estos casos. Tampoco ha entregado aún una copia de la
decisión adoptada en el caso de 1998.

Las fuerzas armadas mexicanas son responsables de la gran mayoría de los abusos
cometidos durante la llamada “guerra sucia” ocurrida en México en las décadas del ‘60 y
del ‘70, incluida la tortura y la desaparición forzada de cientos de civiles. Sin embargo,
ningún militar ha sido condenado por estos delitos.

Una de las principales causas de esta impunidad es que las fuerzas armadas mexicanas
bloquearon las investigaciones civiles e interfirieron en el juzgamiento de los militares al
llevar adelante investigaciones militares por los mismos delitos que estaban investigando
los agentes del ministerio público federal. La absolución de los acusados en los tribunales
militares les conferiría inmunidad procesal ante los tribunales federales. Además, si bien la
SEDENA ha desclasificado documentos importantes del período de la “guerra sucia”, no ha
hecho prácticamente nada para ayudar a los civiles que investigaban los casos a
comprender o encontrar pruebas entre los archivos abiertos u obtener la información que
aparentemente falta en esos archivos59.

Se observa un patrón similar en las investigaciones militares sobre abusos cometidos


durante otros operativos importantes de seguridad pública en las zonas rurales de México.
Estos incluyen el uso del Ejército para responder al levantamiento armado de 1994 del

58
Entrevista de Human Rights Watch con funcionarios de alto rango de la SEDENA, entre ellos el General Jaime Antonio López
Portillo Robles Gil, Director General de Derechos Humanos, y el General José Luis Chávez García, Procurador General de
Justicia Militar, México D. F., 12 de enero de 2009.
59
Para consultar un análisis detallado de las investigaciones realizadas sobre los abusos cometidos durante la “guerra
sucia” de México, ver Human Rights Watch, Mexico – El Cambio Inconcluso: Avances y desaciertos en derechos humanos
durante el gobierno de Fox, mayo de 2006, capítulo IV.

25 Human Rights Watch | Abril 2009


Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), una organización guerrillera en el estado
de Chiapas, al sur del país, y los intentos del gobierno para combatir el narcotráfico en
Guerrero desde la década del ‘80. Los agentes del ministerio público militar que
investigaron los abusos documentados en este informe que fueron cometidos en estos dos
estados —los cuales incluyen torturas, detenciones arbitrarias y violaciones sexuales—
confiaron plenamente en la versión de los hechos ofrecida por los militares, y no tuvieron en
cuenta seriamente los testimonios de las víctimas y otras fuentes independientes que
documentaron los abusos. No resulta sorprendente que, como resultado, se hayan cerrado
las investigaciones y los hechos hayan quedado en la impunidad.

Desapariciones forzadas durante la “guerra sucia”


Desaparición de Rosendo Radilla
Rosendo Radilla Pacheco fue detenido por elementos militares el 25 de agosto de 1974,
cuando viajaba en autobús con su hijo de 11 años de edad en el estado de Guerrero. Cuando
el autobús se detuvo por segunda vez en un retén militar, los soldados ordenaron a los
pasajeros que descendieran. Luego de que tres militares revisaran el autobús y las
pertenencias de los pasajeros, permitieron que todos regresaran a sus asientos, pero
informaron a Rosendo que quedaba detenido por “componer corridos”, un tipo de música
popular mexicana. Rosendo le pidió a su hijo, a quien le habían permitido irse, que
informara a su familia que lo habían detenido las fuerzas armadas.

Rosendo fue visto por última vez en las instalaciones militares de Atoyac de Álvarez,
Guerrero, en 1974. De acuerdo con testigos, los soldados le vendaron los ojos, le ataron las
manos, lo torturaron y lo amenazaron con que “[lo arrojarían] al agua como comida para los
pescados”60.

Aún se desconoce el paradero de Rosendo.

La investigación militar
“Son [más de] 30 años de no tener respuesta. (...) Yo necesito saber qué paso con él... ”,
dijo Tita Radilla Martínez, una de las hijas de Rosendo, con lágrimas en los ojos. Su
experiencia con el sistema de justicia militar mexicano la ha llevado a concluir que

60
CIDH, “Demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra los Estados Unidos Mexicanos. Caso 12.511.
Rosendo Radilla Pacheco”, 15 de marzo de 2008, sección C, párr. 87.

Impunidad Uniformada 26
“mientras estén los casos en la procuraduría militar no se va a poder hacer nada... No
tenemos porqué ir a un tribunal militar”61.

El primer reconocimiento oficial de que Rosendo había desaparecido tuvo lugar en 2001,
más de 10 años después de que la familia de Radilla solicitó a la CNDH que analizara el
caso62. La CNDH examinó 532 casos y emitió una recomendación (un informe no vinculante)
en 2001, en la cual concluyó que había pruebas suficientes para establecer que al menos
275 personas —entre ellas, Rosendo Radilla— habían sido arrestadas, torturadas y habían
desaparecido en manos de las fuerzas armadas durante la “guerra sucia”. (No descartó la
posibilidad de que las otras 257 personas también hubieran desaparecido durante esa
época)63.

Los agentes del ministerio público federal recién comenzaron a investigar el caso de
Rosendo cuando, tras la intervención de la CNDH en noviembre de 2001, el gobierno creó
una fiscalía federal especial para investigar los crímenes de la “guerra sucia”64. Hasta el
informe de la Comisión, no se habían realizado investigaciones penales serias, a pesar de
los reiterados pedidos de la familia Radilla ante distintas autoridades65.

No obstante, las investigaciones de las autoridades civiles terminaron en los tribunales


militares. En agosto de 2005, la Fiscalía Especial acusó al General Francisco Quirós

61
Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos y Witness, “12.511. caso Rosendo Radilla Pacheco.
Herida Abierta de la Guerra Sucia en México”, 2008”.
62
Habían solicitado a la CNDH que investigara el caso de Rosendo en 1990, poco después de su creación. CIDH, “Demanda
ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra los Estados Unidos Mexicanos. Caso 12.511. Rosendo Radilla
Pacheco”, 15 de marzo de 2008, sección D.
63
CNDH, Recomendación 026/2001, 27 de noviembre de 2001.
64
El nombre oficial era Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP). El decreto del poder
ejecutivo que creó esta fiscalía ordenó específicamente a la SEDENA que entregara a la fiscalía cualquier información relativa
a los casos que se investigarían. Decreto del Presidente de la República “Acuerdo por el que se disponen diversas medidas
para la procuración de justicia por delitos cometidos contra personas vinculadas con movimientos sociales y políticos del
pasado”, 27 de noviembre de 2001.
En octubre de 2000, Tita Radilla Martínez inició una nueva acción penal ante los agentes del ministerio público federal en
Chilpancingo, Guerrero, que finalmente fue investigada por la Fiscalía Especial. Tita Radilla también presentó otra denuncia
formal ante los representantes de la Fiscalía Especial en Guerrero, en mayo de 2002. CIDH, “Demanda ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos contra los Estados Unidos Mexicanos. Caso 12.511. Rosendo Radilla Pacheco”, 15 de
marzo de 2008, sección D.
65
En un principio, por temor a las represalias que podrían sufrir si presentaban una denuncia formal ante las autoridades
gubernamentales, los familiares de Radilla se limitaron a tratar de encontrar a Rosendo. Para ello, visitaron la oficina del
gobernador del estado, a un familiar que era oficial militar e instalaciones militares de la zona para pedir información sobre el
paradero de Rosendo, y participaron en manifestaciones. En 1992 y 1999, dos de las hijas de Rosendo habían solicitado a los
agentes del ministerio público federal y local que investigaran el caso, pero las investigaciones se cerraron debido a la falta
de pruebas que permitieran determinar quién podía ser responsable de los delitos. (Una de las hijas de Rosendo, Andrea,
presentó el caso ante un agente del ministerio público federal en Chilpancingo, Guerrero, en marzo de 1992. Otra de sus hijas,
Tita, presentó el caso ante un agente del ministerio público local en Atoyac de Álvarez, Guerrero, en mayo de 1999). Ibid.,
párrs. 33, 64.

27 Human Rights Watch | Abril 2009


Hermosillo del delito de “privación ilegal de la libertad”. Un juez civil dictó un auto de formal
prisión, pero posteriormente remitió el caso al sistema de justicia militar, con el argumento
que Quirós Hermosillo era un oficial militar y había sido acusado de un acto que había
cometido mientras se encontraba en servicio. El juez militar que recibió el caso se declaró
competente, pero el agente del ministerio público militar a cargo de la investigación intentó
devolver el caso a las autoridades civiles, argumentando que no tenía competencia para
investigar a un general retirado por estos actos66. Sin embargo, en octubre de 2005, un
tribunal federal determinó nuevamente que, efectivamente, el caso correspondía al sistema
de justicia militar67.

La familia de Radilla impugnó, sin éxito, el uso del sistema de justicia militar para investigar
y sancionar la desaparición forzada de Rosendo. En septiembre de 2005, presentaron un
amparo mediante el cual solicitaban que el caso no se remitiera a los tribunales militares. El
juez de primera instancia rechazó la solicitud, con el argumento que el derecho mexicano
sólo otorga a las víctimas legitimación para presentar amparos en circunstancias muy
específicas, que no incluyen impugnar la decisión sobre qué sistema de justicia es
competente para juzgar un caso. Un tribunal superior confirmó esta decisión en noviembre
de 200568.

Quirós Hermosillo nunca fue juzgado ni condenado. En enero de 2006, un juez militar
determinó que no había pruebas para comenzar a investigar su responsabilidad penal y
ordenó su liberación. Los agentes del ministerio público militar apelaron la decisión, que
fue confirmada por el Supremo Tribunal Militar. Luego de que los agentes del ministerio
público militar presentaran más pruebas, otro juez militar dictó un segundo auto de formal
prisión y, en octubre de 2006, Quirós Hermosillo fue acusado formalmente de detener en
forma ilegal a Rosendo Radilla. No obstante, el juez militar cerró el caso en noviembre de
2006, luego del fallecimiento de Quirós Hermosillo69.

66
El agente del ministerio público militar argumentó que, si bien Quirós Hermosillo era un miembro retirado de las fuerzas
armadas, no había pruebas de que este caso constituyera una falta a la disciplina militar. Por lo tanto, de conformidad con el
artículo 13 de la Constitución Mexicana, este caso no podría ser investigado ni juzgado por el sistema de justicia militar.
Entonces, el juez militar solicitó a la Suprema Corte que determinara qué sistema de justicia debía investigar el caso, y la
Suprema Corte devolvió el caso a un tribunal federal inferior para que se pronunciara al respecto.
67
Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito, Juez Xochitl Guido Guzmán,
Conflicto de Competencia 6/2005, 27 de octubre de 2005.
68
CIDH, “Informe ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra los Estados Unidos Mexicanos. Caso 12.511.
Rosendo Radilla Pacheco”, 15 de marzo de 2008, párr. 116.
69
Ibíd., sección D.

Impunidad Uniformada 28
Actualmente, este caso está en trámite ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
la cual tiene la facultad de emitir una decisión vinculante sobre la responsabilidad
internacional de México por la detención, tortura y posterior desaparición de Rosendo
Radilla, así como sobre la falta de juzgamiento de los culpables por el Estado70.

Atentar contra la justicia


Cuando las autoridades militares insisten en llevar a cabo estas investigaciones, no hacen
más que impedir cualquier posibilidad de que se juzgue a los miembros de las fuerzas
militares ante tribunales federales o locales. La absolución de los oficiales militares en los
tribunales militares impide que sean juzgados ante tribunales federales o locales conforme
al principio non bis in idem (el principio es conocido como “double jeopardy” (doble
juzgamiento) en las jurisdicciones anglosajonas, y significa que una persona no puede ser
juzgada dos veces por el mismo delito).

La posibilidad de este resultado aumenta debido a que han sido muy pocos los familiares y
las víctimas sobrevivientes en Guerrero que han estado dispuestos a declarar ante la PGJM.
Como resultado, la PGJM no puede obtener pruebas que podrían ser necesarias para
garantizar las condenas. La razón principal de la negativa de las víctimas es, aparentemente,
el miedo a los militares. Varios residentes de Atoyac de Álvarez, Guerrero le dijeron a Human
Rights Watch que ignoraron la solicitud de la PGJM para que se presentaran a declarar por
temor al Ejército, y la única persona con la cual habló Human Rights Watch que había
declarado ante esta autoridad confirmó que la mayoría de los familiares de las víctimas
estaban demasiado atemorizados como para ir a declarar71. Otra mujer que se negó a
declarar explicó que no creía que las fuerzas militares tuvieran alguna intención de llevar a
cabo una investigación seria. “Nos ignoraron en ese entonces”, dijo, “¿por qué iba a ser
diferente ahora?”72 Un hombre que denunció haber sido torturado por soldados —quienes
también eran responsables de la desaparición forzada de su hijo—, manifestó que nunca se

70
Tita Radilla Martínez y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, una organización no
gubernamental mexicana, llevaron el caso a la CIDH en noviembre de 2001. La CIDH admitió el caso en 2005 y, dos años más
tarde, concluyó que México era responsable por la detención, tortura y posterior desaparición de Rosendo Radilla. La
Comisión también declaró que México no había informado a la familia de Radilla sobre su paradero, y que no había
investigado el caso de manera adecuada ni juzgado a los responsables. Dado que, entre otras medidas, México no había
llevado a cabo una investigación exhaustiva, imparcial e inmediata del caso, y no había determinado el paradero de Rosendo,
la CIDH presentó una demanda contra México ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en marzo de 2008. Ibíd.,
págs. 4-7.
En el contexto de la demanda iniciada ante el sistema interamericano de derechos humanos, México realizó excavaciones en
aproximadamente el 1 por ciento del área ocupada por las instalaciones militares en Atoyac de Álvarez. No se encontraron
restos. Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos y Witness, “12.511. caso Rosendo Radilla
Pacheco. Herida Abierta de la Guerra Sucia en México, video, 2008”.
71
Entrevista de Human Rights Watch con familiares de las víctimas, Atoyac de Álvarez, Guerrero, 24-25 de mayo de 2003.
72
Entrevista de Human Rights Watch con familiares de las víctimas, Atoyac de Álvarez, Guerrero, 24 de mayo de 2003.

29 Human Rights Watch | Abril 2009


presentaría ante la PGJM, dado que fueron los militares quienes lo lastimaron73. Otro hombre
preguntó, en forma retórica, “¿Cómo voy a ir a la PGJM cuando estoy denunciando a un
general del Ejército?74

El conflicto en Chiapas
Detención, tortura y violación de las hermanas González Pérez
El 4 de junio de 1994, aproximadamente 10 miembros de las fuerzas armadas detuvieron en
forma arbitraria a Ana, Beatriz y Celia Pérez —quienes en ese momento tenían 20, 18 y 16
años, respectivamente— y a su madre, Delia Pérez de González, en el municipio de
Altamirano, Chiapas, cuando regresaban de un pueblo cercano donde vendían sus
productos agrícolas.

Las tres hermanas, quienes hablaban poco español y pertenecen al grupo étnico Tzeltal,
fueron llevadas a una vivienda de un sólo cuarto, sin ventanas, donde los soldados las
golpearon y violaron en reiteradas ocasiones, mientras las forzaban a confesar que eran
miembros del EZLN. Un examen médico minucioso demostró que las tres mujeres habían
sido víctimas de abuso sexual, y que habían sufrido graves daños físicos y psicológicos
como consecuencia de estos actos75. Los soldados obligaron a su madre a permanecer
afuera de la vivienda mientras se producían las violaciones.

De acuerdo con el testimonio de la hermana mayor, un soldado lanzó a las tres mujeres al
suelo y las golpeó hasta “no poder defender[se]”. Mientras un soldado la agarraba y le
sacaba la ropa, otro hombre la violó. Declaró que “s[intió] mucho dolor muy fuerte, [y]
que ...moría y luego ya no sup[o] qué pasó”. Cuando recobró el conocimiento, otro soldado
estaba encima de ella. Trató de gritar, pero el hombre le puso un pañuelo dentro de la boca
y le cubrió los ojos con un trapo. Recordó que durante las dos horas que estuvo en esa
habitación, los soldados se reían y decían que las zapatistas eran “sabrosas”76. Luego de
las violaciones sexuales, un oficial militar amenazó a las cuatro mujeres con que, si
denunciaban el incidente, las volverían a detener, las encarcelarían y tal vez las matarían77.

73
Ibíd.
74
Ibíd.
75
CIDH, Informe 53/01, Caso 11.565, Ana, Beatriz y Celia González Pérez, 4 de abril de 2001, párrs. 34-37.
76
Ibíd., párr. 30.
77
Ibíd., párrs. 15, 51.

Impunidad Uniformada 30
Como consecuencia de la humillación y la estigmatización causada por estos abusos dentro
de su comunidad, las hermanas González Pérez y su madre debieron abandonar su
comunidad78.

La investigación militar
Tres días después de que las hermanas González Pérez denunciaran las violaciones ante la
PGR, esta remitió la investigación a los agentes del ministerio público militar, argumentando
que no tenía competencia para investigar dicho caso79.

Un año más tarde, las autoridades militares cerraron el caso. El expediente militar incluye
declaraciones de varias personas que dan fe de la “buena conducta” de los soldados y
niegan las violaciones, pero ignora completamente el examen ginecológico presentado por
las hermanas González Pérez ante la PGR, así como su testimonio. De hecho, los agentes del
ministerio público militar ordenaron otro examen ginecológico. Como las hermanas se
negaron, los agentes del ministerio público militar cerraron el caso en septiembre de 1995,
con el argumento que había “falta de interés jurídico por parte de las ofendidas y de sus
representantes”80.

Las hermanas González Pérez llevaron su caso ante la CIDH, la cual determinó, en abril de
2001, que México era responsable por la detención arbitraria, tortura y violación de las
hermanas, así como por no realizar una investigación exhaustiva, inmediata e imparcial de
los hechos81.

Inicialmente, el gobierno mexicano intentó justificar el uso del sistema de justicia militar
para investigar y juzgar el caso. Los representantes del gobierno argumentaron ante la CIDH
que este caso debía ser investigado por los agentes del ministerio público militar debido a
que las fuerzas armadas estaban cumpliendo tareas de seguridad pública en Chiapas y los
soldados “se encontraban dentro de servicio y nunca lo abandonaron, ya que el lugar a
donde fueron conducidas las supuestas agraviadas para ser interrogadas, se encontraba
dentro del radio de[l] área asignada para el desempeño de sus actividades”82.

78
Ibíd., párr. 42.
79
Las mujeres llevaron el caso ante la PGR en San Cristóbal de las Casas el 30 de agosto de 1994, y presentaron un informe
ginecológico como prueba para respaldar su testimonio. Ibíd., párrs. 16, 65.
80
Ibíd., párrs. 66, 69.
81
Ibíd., párr. 94.
82
Ibíd., párr. 18.

31 Human Rights Watch | Abril 2009


En 2008, funcionarios del gobierno y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos (CMDPDH), en representación de las víctimas, firmaron un acuerdo ante
la CIDH mediante el cual la CMDPDH se comprometía a trabajar con los agentes del
ministerio público militar para ayudarlos a llevar a cabo tres pasos necesarios de la
investigación militar, con el fin de remitir el caso a los agentes del ministerio público civil83.
Catorce años después de las violaciones, parece que finalmente el caso está en camino a
ser investigado por autoridades civiles.

La Militarización en Guerrero
Detención ilegal y tortura de campesinos ecologistas
El 2 de mayo de 1999, tras una redada en Pizotla —una pequeña población a 10 horas a pie
de la ruta más cercana, en las montañas de Guerrero— un grupo de soldados detuvo a
Rodolfo Montiel y a Teodoro Cabrera, dos líderes campesinos ambientalistas84.

Los militares los mantuvieron detenidos en forma ilegal durante dos días. La mañana del 4
de mayo, un helicóptero los trasladó a una base militar en la localidad de Ciudad Altamirano,
Guerrero, donde permanecieron, al menos, el resto del día, antes de ser puestos a
disposición de las autoridades civiles85.

Cuando los soldados finalmente los llevaron ante las autoridades civiles, Montiel y Cabrera
confesaron haber sido atrapados “en flagrancia” con las drogas y armas ilegales con las

83
Entrevista de Human Rights Watch con Mario Solórzano y María Sirvent, abogados, CMDPDH, México, D.F., 9 de septiembre
de 2008. Documentación en las oficinas de Human Rights Watch.
84
CNDH, Recomendación 08/2000, 14 de julio de 2000.
Montiel era miembro fundador de la organización Campesinos Ecologistas, creada en febrero de 1998. Mediante dicha
organización, los dos hombres habían participando en iniciativas para terminar con la tala ilegal en la región.
El Ejército dio una versión diferente de los hechos ocurridos en Pizotla. Sostuvo que un grupo de soldados en una patrulla
antinarcóticos se habían enterado de que un grupo armado operaba en la región. Al llegar a Pizotla, vieron a cinco hombres
armados que salieron de una casa y abrieron fuego contra ellos. Los soldados repelieron la agresión con disparos y mataron a
uno de los hombres, Salomé Sánchez Ortiz. Los otros cuatro hombres huyeron. Los soldados pudieron impedir que Montiel y
Cabrera se fugaran y, luego de un enfrentamiento de varias horas, los obligaron a rendirse. Los dos estaban todavía armados
cuando fueron capturados y, una vez bajo la custodia de los soldados, Cabrera les dijo que tenía un campo de marihuana a
cinco kilómetros de allí. Encontraron un arma al lado del hombre muerto, junto con una bolsa que contenía marihuana y
semillas de amapola. Primer Tribunal Unitario del Vigésimo Primer Circuito, Toca Penal 406/2000, 26 de octubre de 2000,
págs. 528-30.
Si la versión de los hechos del gobierno es cierta, la detención fue legal: Montiel y Cabrera (y el hombre muerto, Salomé
Sánchez Ortiz) fue realizada “en flagrancia”, mientras disparaban contra los soldados con armas ilegales. Sin embargo,
existen pruebas contundentes que, más allá de las razones de su detención, Montiel y Cabrera fueron víctimas de las
violaciones de derechos humanos descritas en esta sección.
85
CNDH, Recomendación 8/2000, 14 de julio de 2000. Según los representantes legales de Montiel y Cabrera, los dos
hombres declararon que habían estado detenidos hasta el 6 de mayo, y que no fueron llevados ante los agentes del ministerio
público local el 4 de mayo. Intercambio de correspondencia por correo electrónico entre Human Rights Watch y Santiago
Aguirre, abogado, Centro Prodh, 9 de febrero de 2009.

Impunidad Uniformada 32
cuales los soldados afirmaban haberlos encontrado. Sin embargo, más tarde se retractaron
ante un juez, argumentando que habían sido víctimas de tortura, tanto en Pizotla como en la
base militar. Según alegaron, las torturas incluyeron golpes, descargas eléctricas, jalar sus
testículos y encandilarlos con una luz en los ojos. Finalmente, la CNDH determinó que los
soldados habían colocado al menos una parte de la evidencia que los dos hombres
confesaron posteriormente tener en su poder, y concluyó que tanto Montiel como Cabrera
habían sido víctimas de detención arbitraria y tortura86.

En agosto de 2000, un juez decretó que los dos hombres eran responsables de tenencia de
drogas y armas87. A pesar de que las afirmaciones de los soldados que detuvieron a los dos
hombres eran muy cuestionables, se otorgó a su versión de los hechos una presunción de
buena fe88. A pesar de las graves contradicciones en las declaraciones iniciales auto-
incriminatorias de los procesados, se les dio más importancia a estas confesiones que a sus
declaraciones posteriores. Y, a pesar de las pruebas de tortura documentadas por
Physicians for Human Rights - Denmark, el juez optó por basarse en las conclusiones
iniciales del ministerio público, el cual informó que no se habían encontrado signos de
abuso físico reciente89.

86
Dado que los agentes del ministerio público militar no proporcionaron a la CNDH la información incluida en sus
investigaciones sobre las supuestas torturas, la CNDH concluyó que las autoridades militares no habían refutado los alegatos
de Montiel y Cabrera y, por lo tanto, concluyó que habían sido torturados. La CNDH también concluyó que los dos hombres
habían sido víctimas de detención ilegal prolongada, dado que los militares no habían puesto a los detenidos a disposición
de las autoridades civiles tan pronto como pudieron hacerlo. El artículo 16 de la Constitución Mexicana establece que los
civiles que sean detenidos “en flagrancia” deben ser puestos a disposición del ministerio público “sin demora”. La CNDH
determinó que el Ejército había violado esta disposición constitucional al no usar los helicópteros que tenía a su disposición
para transportar a Montiel y a Cabrera desde Pizotla el día en que fueron detenidos. CNDH, Recomendación 8/2000, 14 de
julio de 2000.
87
El juez condenó a Montiel a seis años y ocho meses en prisión por un cargo por drogas y dos cargos por armas, y a Cabreara
a diez años en prisión por un cargo por armas. La condena provocó una avalancha de denuncias de organizaciones no
gubernamentales locales e internacionales. En enero de 2001, el ex Presidente Fox respondió a estas denuncias prometiendo
que el gobierno llevaría a cabo una investigación exhaustiva del caso. Luego de que un tribunal federal confirmara la condena
de Montiel y Cabrera en julio de 2001, permanecieron en prisión hasta noviembre, cuando el ex Presidente Fox dictó una
orden para su liberación, con el fin de demostrar el compromiso de su gobierno con los derechos humanos.
88
Los soldados afirmaron, por ejemplo, que Montiel tenía dos armas en su poder cuando fue detenido. Sin embargo, el
informe interno inicial del Ejército, emitido por el Comandante de la 35° Zona Militar, en la cual operaban los soldados el 2 de
mayo de 1999, establecía que Montiel tenía sólo un arma. El agente del ministerio público que practicó una inspección ocular
en Pizotla el 5 de mayo de 1999 no informó haber visto que Montiel tuviera ninguna arma. CNDH, Recomendación 08/2000, 14
de julio de 2000.
Los soldados también declararon que los detenidos no acompañaron a los soldados al campo de marihuana, lo cual despierta
el interrogante de cómo supieron que el campo de marihuana pertenecía a Montiel. Los soldados declararon que los
detenidos les habían dicho que eran miembros del EZLN, lo cual resulta sospechoso, ya que el EZLN no operaba en Guerrero.
Primer Tribunal Unitario del Vigésimo Primer Circuito, Toca Penal 406/2000, 26 de octubre de 2000.
89
En julio de 2000, médicos de la organización no gubernamental internacional Physicians for Human Rights – Denmark
examinaron a Montiel y a Cabrera, y determinaron que los dos presentaban síntomas físicos que “concordaban con las
declaraciones sobre el tiempo y los métodos de tortura sufridos” y, en cada caso, “permitían concluir que los hechos debieron
ocurrir en el momento y de la manera descrita por el examinado”. Entre los síntomas se encontraba dificultad para orinar,
contracción de testículos y dolor severo en espalda y piernas. Physicians for Human Rights – Denmark, Dr. Christian Tramsen
y Dr. Morris Tidball-Binz, “El caso de Rodolfo Montiel Flores y Teodoro Cabrera García, campesinos mexicanos y activistas

33 Human Rights Watch | Abril 2009


La investigación militar
Un agente del ministerio público federal inició una investigación sobre las denuncias de
tortura en octubre de 1999, pero al mes siguiente cedió la competencia a la PGJM90.

Montiel y Cabrera intentaron —sin éxito— colaborar con la PGJM. Solicitaron reiteradamente
autorización para colaborar con la investigación (como “coadyuvantes”) y presentaron
pruebas para que fueran consideradas por las autoridades militares91. Además, los dos
hombres solicitaron a los agentes del ministerio público militar que remitieran el caso a los
tribunales civiles, con el argumento que los tribunales militares carecían de la
independencia y la imparcialidad necesarias para resolver el caso92. De acuerdo con el
Centro Prodh, la organización no gubernamental que representa legalmente a Montiel y a
Cabrera, nunca se les permitió colaborar con la PGJM. De hecho, recién se enteraron qué
había sucedido con la investigación militar en 2007, por medio de información obtenida a
través de la CIDH93.

La PGJM cerró la investigación y ordenó su archivo en noviembre de 2001, mediante una


decisión que desestimó en forma arbitraria las denuncias sobre la violación de los derechos
de Montiel y Cabrera. La PGJM manifestó que no encontró pruebas de que Montiel y Cabrera
hubieran sido detenidos en forma arbitraria, privados ilegalmente de su libertad durante
dos días o torturados94. La decisión se ajusta a la versión de los hechos ofrecida por los
militares, y se basa en ella para refutar las conclusiones de la CNDH y desestimar la validez

ecologistas”, documento no publicado proporcionado a Human Rights Watch por el Centro Prodh, la organización no
gubernamental mexicana que representa a Montiel y a Cabrera.
90
Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Santiago Aguirre y Jaqueline Sáenz, abogados del Centro Prodh, México,
D.F., 4 de diciembre de 2008.
91
Montiel y Cabrera solicitaron colaborar con las autoridades militares al menos en tres oportunidades: en noviembre de
1999, en octubre de 2000 y en febrero de 2001. Carta de Rodolfo Montiel Flores y Teodoro Cabrera García al agente del
ministerio público en el caso SC/304/2000/VII, 10 de febrero de 2001. Intercambio de correspondencia por correo electrónico
entre Human Rights Watch y Santiago Aguirre, abogado, Centro Prodh, 9 de febrero de 2009.
92
Ibíd.
93
Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Santiago Aguirre y Jaqueline Sáenz, abogados del Centro Prodh, México,
D.F., 4 de diciembre de 2008.
94
En junio de 2000, el agente del ministerio público militar a cargo del caso había propuesto archivar la investigación pero,
en respuesta al informe de la CNDH, la PGJM decidió no hacerlo. Ibíd.
El Ministerio Público Militar decidió no ejercitar la acción penal “por no existir elementos suficientes que presumieran la
comisión de un delito por parte de algún miembro del Ejército mexicano”. No obstante, la SEDENA remitió nuevamente los
expedientes de la averiguación previa a la Unidad de Inspección y Contraloría General del Ejército y Fuerza Aérea, que decidió
que se reiniciara la investigación. CIDH, “Informe No. 11/04. Petición 735/01. Admisibilidad”, 27 de febrero de 2004,
http://www.cidh.org/annualrep/2004eng/mexico.735.01eng.htm (consultado el 17 de diciembre de 2008).
Finalmente, el agente del ministerio público militar propuso el no ejercicio de la acción penal en noviembre de 2001. Decisión
Militar, Mayor de Justicia Militar y Licenciado Andrés Cortés Ríos, primer agente investigador del ministerio público militar de
la sección de averiguaciones previas de la PGJM, Caso SC/301/2000/VIII-I, 3 de noviembre de 2001..

Impunidad Uniformada 34
del informe de Physicians for Human Rights. No tiene en cuenta en absoluto las pruebas
ofrecidas por Montiel y Cabrera.

Actualmente, el caso está en trámite ante la CIDH, que emitió un informe de fondo en
noviembre de 200895. Al momento de la redacción del presente documento, el informe aún
tiene carácter confidencial.

Violación de Inés Fernández Ortega96


El 22 de marzo de 2002, 11 soldados llegaron a la vivienda de Inés Fernández Ortega, una
mujer indígena del pueblo Tlapanec Me'paa en Guerrero, quien se encontraba con sus
cuatro hijos de tres, cinco, siete y nueve años de edad. Tres soldados entraron por la fuerza
a la casa y le preguntaron a Inés: “¿Dónde está tu marido? ¿Dónde fue a robar la carne que
tienes tendida aquí en tu patio?” Los soldados le apuntaron al pecho con sus armas, le
sujetaron las manos y la arrojaron violentamente al suelo, mientras le gritaban “¿Vas a
hablar o no?” Sus hijos se escaparon de la casa atemorizados y acudieron a la casa de su
abuelo en busca de ayuda.

Inés no pudo responder las preguntas de los soldados porque no habla español, lo cual
enfureció a los militares. Uno de los soldados le sujetó las manos con su mano derecha, y
con la otra mano le quitó la ropa interior, se bajó los pantalones y la violó durante
aproximadamente diez minutos. Cuando terminó, los soldados se fueron, y se robaron la
carne que Inés y su familia tenían en su patio.

Luego de la violación, el marido de Inés la obligó a abandonar el hogar, y desde entonces ha


sido estigmatizada por los miembros de su comunidad. Inés continúa estando atemorizada
de las fuerzas armadas, así como de la posibilidad que ella o sus hijos puedan volver a
sufrir abusos similares.

La investigación militar
Dos días después de la violación, Inés presentó una denuncia formal ante el ministerio
público local en Ayutla de los Libres, Guerrero, por medio de la cual solicitaba a los agentes
que investigaran la violación y el ingreso ilegal a su vivienda. El agente del ministerio
público local determinó que no era competente para investigar la violación, el robo, ni el

95
Intercambio de correspondencia por correo electrónico entre Human Rights Watch y Santiago Aguirre, abogado, Centro
Prodh, 9 de febrero de 2009.
96
CIDH, “Caso 12.580 – Inés Fernández Ortega, México”. Audio de la declaración ante la CIDH, Washington, DC, 12 de octubre
de 2007, http://www.cidh.org/Audiencias/130/ListEng.aspx (consultado el 29 de diciembre de 2008).

35 Human Rights Watch | Abril 2009


ingreso ilegal a la vivienda de Inés porque “las personas que realizaron el hecho delictuoso
pertenecen al Ejército mexicano”. En mayo de 2002, el ministerio público local remitió el
caso a los agentes del ministerio público militar97.

Inés apeló ante los tribunales mexicanos el uso de la competencia militar en este caso, sin
éxito98. Luego de que los agentes del ministerio público militar rechazaran su solicitud que
se abstuvieran de ejercer su competencia respecto del caso, Inés presentó un amparo ante
los tribunales federales99. Su recurso fue rechazado tanto por el juez de primera instancia
como por el tribunal superior, los cuales argumentaron que Inés no tenía legitimación para
impugnar una decisión sobre qué autoridad tenía competencia para investigar un caso100.

La PGJM cerró formalmente el caso en marzo de 2006, y argumentó que no había pruebas de
que los militares fueran responsables de la violación o el ingreso ilegal en la vivienda de
Inés. Los agentes del ministerio público militar basaron su decisión en el testimonio de los
soldados acusados, quienes negaron las acusaciones, y de otras personas que no estaban
presentes en el momento en el cual se produjeron los hechos101. También argumentaron que

97
El agente del ministerio público local rechazó su competencia para investigar este caso a través del documento oficial
“555” con fecha 17 de mayo de 2002, según se cita en los expedientes de la PGJM. PGJM, Documento 0345 firmado por Víctor
Hugo Hernández Trujillo, Teniente de justicia militar y agente del ministerio público militar en la 35° Zona Militar, 20 de abril
de 2003.
98
CIDH, “Caso 12.580 – Inés Fernández Ortega, México”. Audio de la declaración ante la CIDH, Washington, DC, 12 de octubre
de 2007, http://www.cidh.org/Audiencias/130/ListEng.aspx (consultado el 29 de diciembre de 2008).
99
En marzo de 2003, Inés solicitó que las autoridades militares rechazaran la competencia respecto de este caso y que
devolvieran el expediente a las autoridades civiles. Carta de Inés Fernández Ortega al agente del ministerio público militar en
Chilpancingo, Guerrero, mediante la cual solicitaba a la PGJM que se negara a ejercer la competencia respecto de este caso,
13 de marzo de 2003.
Los agentes del ministerio público militar desestimaron su solicitud. PGJM, Documento 0262 firmado por Víctor Hugo
Hernández Trujillo, Teniente de justicia militar y agente del ministerio público militar en la 35° Zona Militar, 18 de marzo de
2003.
100
El 9 de abril de 2003, Inés presentó un amparo ante los tribunales federales para impugnar la decisión de los agentes del
ministerio público militar de mantener la competencia respecto del caso. Apelación escrita presentada por Inés Fernández
Ortega ante el Juez Primero de Distrito en el Estado de Guerrero. Si bien el documento tiene fecha 9 de febrero de 2003, fue
presentado en abril de 2003, de acuerdo con la solicitud escrita de Inés a la CIDH. Carta de Inés Fernández Ortega y sus
representantes legales a Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, sin fecha. La misma fecha se indicó en la respuesta
de los agentes del ministerio público militar a la solicitud de información emitida por el juez durante la sustanciación de la
apelación. PGJM, Documento 0345 firmado por Víctor Hugo Hernández Trujillo, Teniente de justicia militar y agente del
ministerio público militar en la 35° Zona Militar, 20 de abril de 2003.
Un juez de primera instancia rechazó el amparo en septiembre de 2003. Juzgado Primero de Distrito, Chilpancingo, Guerrero.
Rafael González Castillo, Caso 405/2003, 3 de septiembre de 2003.
Inés apeló la decisión el 19 de septiembre de 2003, y la denegación fue confirmada en un fallo del 28 de noviembre de 2003.
Carta de Inés Fernández Ortega y sus representantes legales a Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, sin fecha.
101
La PGJM ya había iniciado una investigación en marzo de 2002, luego de leer sobre el caso de Inés en un periódico.
SEDENA, averiguación previa penal militar 35ZM/06/2002, iniciada el 27 de marzo de 2002, pág. 1.
En una evaluación inicial, el agente del ministerio público militar a cargo de la investigación recomendó que se cerrara el caso,
pero el Procurador General de Justicia Militar rechazó la recomendación y ordenó que continuara la investigación. PGJM,
Documento 0345 firmado por Víctor Hugo Hernández Trujillo, Teniente de justicia militar y agente del ministerio público
militar en la 35° Zona Militar, 20 de abril de 2003. CNDH, Recomendación 48/2003, 28 de noviembre de 2003.

Impunidad Uniformada 36
Inés no había proporcionado información suficiente para identificar a las personas
responsables y que no había participado en la investigación militar, pese a que la CNDH
había documentado que los agentes del ministerio público militar no habían notificado
debidamente a Inés sobre los procedimientos102.

De acuerdo con funcionarios del gobierno, la investigación militar se había limitado a


analizar si los soldados habían incurrido en una falta a la disciplina militar, mientras que las
autoridades civiles están investigando la violación sexual103. Sin embargo, la decisión militar,
de hecho, va mucho más allá de determinar si hubo una falta a la disciplina militar y analiza,
por ejemplo, si el examen ginecológico que le practicaron a Inés después de la violación
constituye una prueba válida. De todos modos, es improbable que la investigación por
autoridades locales permita que Inés obtenga justicia ya que, si bien Inés ha denunciado
haber sido violada por soldados, la PGJM remitió el expediente militar a las autoridades
locales para que pudieran investigar “la posible participación de personal civil en la
agresión sexual de la que se dice fue objeto la señora Inés Fernández Ortega”104.

Actualmente, el caso está en trámite ante la CIDH, que emitió un informe de fondo en
noviembre de 2008105. Al momento de la redacción del presente documento, el informe aún
tiene carácter confidencial106.

La PGJM finalmente cerró la investigación en marzo de 2006. Sección de Averiguaciones Previas de la Procuraduría General de
Justicia Militar. María de la Luz Rosario Juárez, Teniente de justicia militar y agente del ministerio público militar, Caso No.
SC/172/2005/XIV, 28 de marzo de 2006.
102
CNDH, Recomendación 48/2003, 28 de noviembre de 2003.
103
CIDH, “Caso 12.580 – Inés Fernández Ortega, México”. Audio de la declaración ante la CIDH, Washington, DC, 12 de octubre
de 2007, http://www.cidh.org/Audiencias/130/ListEng.aspx (consultado el 29 de diciembre de 2008).
104
Sección de Averiguaciones Previas de la Procuraduría General de Justicia Militar. María de la Luz Rosario Juárez, Teniente
de justicia militar y agente del ministerio público militar, Caso No. Expediente SC/172/2005/XIV, 28 de marzo de 2006.
105
El 14 de junio de 2004, Inés llevó el caso ante la CIDH, con el patrocinio de la organización no gubernamental Centro de
Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, y alegó la responsabilidad del gobierno de México por su violación, detención
ilegal y tortura, y por no investigar adecuadamente estos delitos. Al admitir el caso, la CIDH sostuvo que el “empleo del fuero
militar para juzgar a miembros del Ejército presuntamente implicados (…) no constituye un foro apropiado y por lo tanto no
brinda un recurso adecuado para investigar, juzgar y sancionar violaciones a los derechos humanos consagrados en la
Convención Americana”. CIDH, Informe 94/06. Petición 540-04, Admisibilidad. 21 de octubre de 2006, párr. 24.
106
Carta de Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, al Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y
CEJIL/Mesoamérica, representantes legales de Inés, con respecto al caso 12.580, 7 de noviembre de 2008.

37 Human Rights Watch | Abril 2009


Violación de Valentina Rosendo Cantú107
El 16 de febrero de 2002, Valentina Rosendo Cantú, una menor de 16 años, perteneciente a
la comunidad indígena de Tlapanec en Caxitepec en el estado de Guerrero, se encontraba
lavando la ropa en un arroyo cerca de su vivienda, cuando aparecieron ocho soldados.

Como no pudo responder las preguntas que le hacían, dos de los soldados la violaron. Los
soldados rodearon a Valentina, dos de ellos caminaron hacia ella y le preguntaron enojados:
“¿dónde est[án] los encapuchados?”. Cuando respondió que no sabía, un soldado amenazó
con dispararle y, apuntándole con un arma, le preguntó si era de Barranca Bejuco, una
comunidad cercana. Ella dijo que no. Otro soldado le mostró una fotografía y una lista de
nombres, y le preguntó si reconocía a alguien. Ella respondió que no. Un soldado golpeó en
el estómago a Valentina, quien del impacto cayó al piso y se desmayó por unos minutos.
Cuando recobró el conocimiento, se sentó y uno de los soldados le jaló el cabello y le
preguntó de manera violenta: “¿Cómo que no sabes, no eres de Barranca Bejuco?”.
Valentina les explicó que se había mudado a Barranca Bejuco recientemente, luego de
casarse. Entonces dos soldados le rasguñaron la cara, le quitaron la falda y la pantaleta que
llevaba puesta, y la violaron, uno después del otro, mientras los otros seis presenciaban las
violaciones.

Valentina no pudo obtener atención médica adecuada hasta meses después de los hechos.
Después de la violación logró ponerse de pie y, prácticamente desnuda, corrió hasta su casa.
Acudió a un hospital local, donde los médicos se negaron a atenderla aduciendo que no
querían tener “problemas” con los militares y no contaban con el equipo necesario. Luego
viajó ocho horas a pie hasta otro hospital en Ayutla, donde un médico determinó que había
recibido golpes en el abdomen, pero no le proporcionó ningún medicamento ni ordenó que
se practicaran los estudios ginecológicos necesarios. Recién varios meses más tarde, luego
de que intervinieran sus representantes legales, Valentina recibió la atención ginecológica
adecuada, y se sometió a una operación.

Luego de la violación sexual, Valentina perdió el apoyo de su comunidad y su marido la


abandonó como resultado de la estigmatización sufrida a raíz de los hechos.

107
CIDH, Informe 93/06, Petición 972-03, Admisibilidad. Valentina Rosendo Cantú y otros, 21 de octubre de 2006,
https://www.cidh.oas.org/annualrep/2006eng/MEXICO.972.03eng.htm (consultado el 29 de diciembre de 2008). CIDH,
“Caso 12.579 – Valentina Rosendo Cantú, México” Audio de la declaración ante la CIDH, Washington, DC, 12 de octubre de
2007, http://www.cidh.org/Audiencias/130/ListEng.aspx (consultado el 29 de diciembre de 2008). Carta enviada por
Valentina Rosendo Cantú y sus representantes legales a la CIDH, sin fecha.

Impunidad Uniformada 38
La investigación militar
El 8 de marzo de 2002, Valentina presentó una denuncia formal ante el ministerio público
del fuero común en Ayutla de los Libres, Guerrero, donde manifestó haber sido violada por
soldados. Dos meses después, el ministerio público local remitió el caso a los agentes del
ministerio público militar, con el argumento que estos tenían competencia para investigar el
caso porque los acusados eran miembros de las fuerzas armadas108. (Las autoridades
militares ya habían iniciado una investigación sobre el caso, a raíz de un artículo
periodístico que acusaba a soldados de violar y golpear a una mujer indígena)109.

Valentina impugnó en reiteradas oportunidades y sin éxito el uso de la jurisdicción militar


para investigar su caso. Primero se negó a cooperar con la investigación militar, y solicitó
que el agente del ministerio público militar se abstuviera de ejercer su competencia en el
caso110. Posteriormente, presentó varias solicitudes de amparo ante los tribunales federales,
en las cuales impugnó el uso de la jurisdicción militar en su caso, pero los tribunales
rechazaron sus peticiones, con el argumento que los acusados eran soldados que estaban
“en servicio” cuando cometieron el supuesto delito y que, por lo tanto, se trataba de un
caso sobre una supuesta falta a la disciplina militar111.

En octubre de 2007 —después de una audiencia pública ante la CIDH— Valentina se enteró
que las autoridades militares habían cerrado la investigación hacía más de tres años, en
marzo de 2004. Las autoridades militares argumentaron que no habían encontrado pruebas
de que Valentina hubiera sido violada por soldados112.

108
El agente del ministerio público local que recibió el caso lo remitió a otro agente del ministerio público local en Morelos,
Tlapa, el 5 de abril de 2002. Este, a su vez, remitió el caso a los agentes del ministerio público militar el 16 de mayo de 2002.
Ibíd.
109
Ibíd.
110
Carta de Valentina Rosendo Cantú al Lic. Cesar A. Rivera Castillo, agente del ministerio público militar de la 35° Zona
Militar, con respecto a la averiguación previa militar 35ZM/05/2002, 25 de marzo de 2002.
111
Valentina primero objetó la decisión de la Procuraduría General de Justicia del Estado de remitir el caso a los agentes del
ministerio público militar. Tanto un juez federal como un tribunal de segunda instancia decidieron que no había nada que
objetar hasta que los agentes del ministerio público militar aceptaran la competencia para investigar el caso. Rafael González
Castillo, Juez Primero de Distrito en el Estado de Guerrero, Amparo Número 603/2002, 30 de agosto de 2002. Magistrado
Margarito Medina Villafana, Amparo en Revisión 148/2002, Acuerdo del Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito, 12
de noviembre de 2002.
Cuando las autoridades militares determinaron que tenían competencia respecto del caso, Valentina presentó otra solicitud
de amparo ante el sistema de justicia federal, pero un tribunal federal sostuvo que la justicia militar tenía efectivamente
competencia para investigar el caso de Valentina. Distrito “B” de Amparo en Materia Penal en el México, D.F., Oscar Espinosa
Durán, Juez Quinto, 29 de abril de 2003.
112
Carta de Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, dirigida a Valentina Rosendo Cantú, 18 de octubre de 2007. La
carta incluye una copia de la información proporcionada a la CIDH por el gobierno de México sobre el estado de la
investigación militar. Ver también carta del Embajador Alejandro García Moreno, representante de México ante la
Organización de los Estados Americanos, dirigida a Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, 6 de julio de 2008.

39 Human Rights Watch | Abril 2009


El gobierno mexicano afirma estar llevando a cabo una investigación exhaustiva en el
ámbito local. En la audiencia internacional —y más de cinco años después de que Valentina
solicitara a las autoridades del estado que investigaran la violación— el gobierno mexicano
se comprometió a solicitar a los agentes del ministerio público militar que enviaran la
información que se encontraba en sus expedientes a los agentes del ministerio público local
para que pudieran investigar la violación113. Las autoridades militares enviaron los
expedientes en enero de 2008, y el ministerio público local reabrió la investigación en mayo
de ese año114. Los funcionarios mexicanos afirman que, en ese entonces, la PGR intentó
realizar ciertas instancias procesales a pedido del ministerio público local, pero que
Valentina, en reiteradas ocasiones, se negó a colaborar con los funcionarios federales.
Sostienen que, en este caso, es la falta de colaboración de Valentina lo cual impide que se
haga justicia115.

Sin embargo, Tlachinollan, la organización no gubernamental que representa a Valentina


ante la CIDH, le dijo a Human Rights Watch que creían que la investigación llevada a cabo
por el ministerio público local en 2008, que se reabrió después de varios años, se centra en
determinar la posible responsabilidad de civiles en la violación de Valentina y no está
investigando seriamente a los soldados. Como mínimo, el caso demuestra cómo el ejercicio
de la jurisdicción militar y las extensas demoras que esta ha presentado han debilitado la
confianza de la víctima y, en consecuencia, su esperanza de que se haga justicia116.

En este momento, el caso está en trámite ante la CIDH117.

113
El gobierno mexicano le dijo a la CIDH durante una audiencia pública llevada a cabo en octubre de 2007 que los agentes
del ministerio público estatal “solicitarían” la información que la PGJM tenía en sus registros. CIDH, “Caso 12.579 – Valentina
Rosendo Cantú, México” Audio de la declaración ante la CIDH, Washington, DC, 12 de octubre de 2007,
http://www.cidh.org/Audiencias/130/ListEng.aspx (consultado el 29 de diciembre de 2008).
El ministerio público estatal solicitó el expediente cuatro días después de la audiencia. Carta de Jesús Alemán de Carmen,
Subprocurador de Control Regional y Procedimientos Penales, al General Gabriel Sagrero Hernández, Procurador General de
Justicia Militar, 16 de octubre de 2007.
114
Decisión de Joaquín Díaz Terrero, Agente del ministerio público de la Dirección General de Control de Averiguaciones
Previas del estado de Guerrero, 15 de mayo de 2008.
115
Carta del Embajador Gustavo Albin, representante de México ante la Organización de los Estados Americanos, a Santiago
Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, 16 de octubre de 2008
116
Entrevista de Human Rights Watch con Abel Barrera y otros representantes de Tlachinollan, Washington DC, 20 de octubre
de 2008. Carta de Abel Barrera Hernández, Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Cuauhtemoc Ramírez
Rodríguez, OPIT, Vanessa Coria, CEJIL, y Luis Diego Obando, CEJIL, a Santiago Cantón, secretario ejecutivo de la CIDH, 11 de
diciembre de 2008.
117
El 10 de noviembre de 2003, Valentina presentó su caso ante la CIDH, y argumentó la responsabilidad del gobierno de
México por su violación, detención ilegal y tortura, y por no investigar adecuadamente estos delitos. Al admitir el caso, la
CIDH sostuvo que el “empleo del fuero militar para juzgar a miembros del Ejército presuntamente implicados (…) no
constituye un foro apropiado y por lo tanto no brinda un recurso adecuado para investigar, juzgar y sancionar violaciones a los
derechos humanos consagrados en la Convención Americana”. CIDH, Informe 93/06. Petición 972-03, Admisibilidad.

Impunidad Uniformada 40
IV. Una práctica que persiste

A la fecha, el sistema de justicia militar continúa asumiendo la jurisdicción sobre casos en


donde se alega la comisión de los abusos más atroces contra la población civil—como
asesinatos, tortura, detenciones arbitrarias, y violaciones sexuales— perpetrados por
militares durante operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública. La SEDENA limita
excesivamente, sin una justificación razonable, información básica sobre el estado de sus
investigaciones, lo cual prácticamente impide saber, a ciencia cierta, en qué medida los
miembros de las fuerzas armadas realmente responden por sus actos. No obstante, un
análisis de la información disponible sobre la forma en la cual la justicia militar procesó
algunos de los casos más conocidos de 2007 y 2008 indica que las probabilidades de
obtener justicia en este ámbito son escasas.

En primer lugar, ninguna de las investigaciones militares analizadas en este capítulo, en el


cual se abordan 11 casos que involucran a decenas de víctimas, ha culminado en la
imposición de condenas penales a oficiales militares. En cuatro de los casos, la justicia
militar ha cerrado la investigación al sostener que no había encontrado pruebas para acusar
a los soldados de ningún delito, o que los delitos habían prescrito. Los otros siete casos aún
se encuentran pendientes (la mayoría todavía están oficialmente siendo investigados), en
algunos casos después de más de dos años de que se produjeron los abusos.

En segundo lugar, la escasa información disponible demuestra que se han cometido graves
deficiencias durante las investigaciones. Los agentes del ministerio público militar, por
ejemplo, se han basado en pruebas que fueron plantadas por los soldados para sustentar
las afirmaciones de la SEDENA sobre que los militares habían detenido a personas “en
flagrancia”, lo cual justificaba su detención. Tampoco sometieron a los soldados que se
encontraban supuestamente alcoholizados a una prueba de alcoholemia oportuna. En
muchos casos, pareciera que los agentes del ministerio público militar han ignorado
completamente pruebas que documentan los abusos y, además, han otorgado una
preponderancia injustificada a las versiones de los hechos brindadas por los militares. En al
menos un caso, las autoridades militares han investigado a los soldados únicamente en
relación con delitos menores (p. ej., “abuso de poder”), y no habrían impulsado la
investigación de otros delitos más graves que presuntamente habrían cometido los militares.

Valentina Rosendo Cantú y otros, 21 de octubre de 2006,


https://www.cidh.oas.org/annualrep/2006eng/MEXICO.972.03eng.htm (consultado el 29 de diciembre de 2008). 28.

41 Human Rights Watch | Abril 2009


En otro caso, las víctimas no participaron en las investigaciones, principalmente debido a
que las autoridades militares omitieron trabajar con ellas.

Si bien la justicia militar ha otorgado indemnizaciones a las víctimas en algunas ocasiones,


estas no compensan la falta de justicia que prevalece en estos casos.

Abusos recientes cometidos durante operativos contra el narcotráfico y de


seguridad pública
Esta sección analiza la forma en que el sistema de justicia militar ha abordado decenas de
casos de abusos por parte de militares —como asesinatos, detenciones arbitrarias, tortura y
violaciones sexuales— cometidos durante operativos de seguridad pública y de lucha contra
el narcotráfico en 2007 y 2008. La principal fuente de todos estos casos son las
“recomendaciones” de la CNDH en las cuales se documentan graves violaciones de
derechos humanos, así como las pruebas allí mencionadas. Todos estos casos recibieron
una amplia cobertura mediática cuando se dieron a conocer las respectivas
recomendaciones. La SEDENA “aceptó” todas las recomendaciones de la CNDH y, de este
modo, se comprometió, entre otras cosas, a investigar los abusos y sancionar a los
responsables118.

Detención ilegal y abuso de 36 civiles y violación de cuatro jóvenes


Luego de que un grupo de personas no identificadas atacaron a varios militares y
asesinaron a cinco soldados el 1° de mayo de 2007, cientos de soldados se trasladaron a
los municipios de Nocupétaro, Carácuaro y Huetamo en el estado de Michoacán con el fin de
encontrar a los agresores. Cometieron decenas de abusos, incluidas detenciones arbitrarias,
detenciones ilegales en una base militar, torturas, golpizas, violaciones sexuales e ingreso
ilegal a varias viviendas119.

118
CNDH, “Informe de Actividades del 1 de enero al 31 de diciembre de 2007”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/informeAct2007/informe2007.htm (consultado el 30 de enero de 2009),
sección II.2.B. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
sección II.3.C (pág. 50); anexo 4. “La Secretaría de la Defensa Nacional acepta las recomendaciones de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos”, comunicado de prensa de la SEDENA, 11 de julio de 2008,
http://www.sedena.gob.mx/index.php?id_art=2068 (consultado el 30 de enero de 2009).
Human Rights Watch considera que la CNDH no debería recomendar que las fuerzas militares se investiguen a sí mismas
luego de documentar las graves violaciones de derechos humanos. Para consultar un análisis sobre las fallas de la CNDH para
impulsar la rendición de cuentas en casos de abusos militares, ver Human Rights Watch, La Comisión Nacional de los
Derechos Humanos de México: Una evaluación crítica, Vol. 20, No. 1 (b), febrero de 2008, sección V.
119
CNDH, Recomendación 38/2007, 21 de septiembre de 2007.

Impunidad Uniformada 42
Durante los dos días que siguieron a la emboscada, los soldados detuvieron arbitrariamente
a 36 personas, entre ellas cinco menores, quienes fueron retenidas en la base militar de la
21° Zona Militar por un término de hasta 84 horas120. Golpearon reiteradamente a los
detenidos, les ataron las manos con cinta o cuerdas y, en algunos casos, les cubrieron la
cabeza con bolsas de plástico o telas. Uno de los detenidos presentaba quemaduras en la
piel, y otro informó que los soldados habían sumergido su cabeza en un recipiente con agua
para obligarlo a proporcionar información. Los soldados mantuvieron incomunicados a la
mayoría de los detenidos, y cuatro de ellos tuvieron su rostro y ojos cubiertos todo el tiempo.

Cuatro de las personas que estuvieron detenidas durante más de 20 horas eran jóvenes
mujeres de menos de 18 años en su momento, quienes declararon ante los agentes del
ministerio público federal que fueron golpeadas reiteradamente, abusadas sexualmente y
violadas por los soldados, con el fin de obtener información sobre sus supuestos vínculos
con grupos armados y de narcotraficantes. Las jóvenes relataron que los soldados las
obligaron a subir a un helicóptero, donde fueron amenazadas y abusadas sexualmente. Una
de las jóvenes contó que los soldados les dijeron “pinches derechos humanos ni existen,
las vamos aventar al mar y se las van a comer lo tiburones”. Otra relató que la obligaron a
subirse la falda y bajarse la ropa interior, mientras los soldados le decían “pinches putas al
fin es lo que les gusta”. Un soldado hizo una estampita de la Virgen María que llevaba una
de las jóvenes, la arrugó hasta formar una bolita y la introdujo en su ano. Según la cuarta
joven, los soldados le dijeron “ni la virgencita te va salvar”. Cuando llegaron a las
instalaciones militares, las obligaron a inhalar una sustancia que las adormeció, y se
despertaron con terribles dolores en el cuerpo, especialmente en el abdomen inferior.
Algunas de las jóvenes advirtieron que estaban expulsando espuma por la nariz y la boca, y
que un líquido salía de su vagina y les producía picazón121.

Los soldados también irrumpieron ilegalmente en más de 30 viviendas, amenazando con


armas a las personas que se encontraban en el interior y robando efectivo, teléfonos
celulares y joyas.

120
La CNDH documentó el caso de una persona que fue detenida por los militares durante 84 horas. De los personas
detenidas, 23 fueron retenidas en las instalaciones militares entre 14 y 36 horas, y otras 12, si bien fueron detenidas por los
militares, no hay indicios de que hayan sido trasladadas a instalaciones militares.
121
La SEDENA reconoce que las cuatro jóvenes fueron detenidas durante seis horas antes de ser trasladadas a instalaciones
militares, donde, según afirma la SEDENA, permanecieron durante las siete horas siguientes y donde fueron examinadas por
médicos para posteriormente ser llevadas ante las autoridades civiles. SEDENA, Radiograma No. 13202, 15 de mayo de 2007.

43 Human Rights Watch | Abril 2009


La investigación militar
Casi dos años después de los sucesos, la PGJM aún investiga la responsabilidad de los
soldados por los abusos. El agente del ministerio público federal que inició la investigación
del caso determinó el 30 de mayo de 2007 que carecía de competencia y remitió el caso al
agente del ministerio público militar122.

Inicialmente la PGJM puso en marcha únicamente una investigación penal sobre la posible
violación de las cuatro jóvenes. Pese al valor probatorio que reviste el testimonio de la
víctima en cualquier investigación donde se alegue la comisión de una violación sexual, la
SEDENA informó a la CNDH que había completado el “90 %” de la investigación, incluso
antes de recibir el testimonio de dos de las jóvenes123. A pesar de su declaración inicial en la
cual se describían las violaciones y de las pruebas médicas evaluadas por la CNDH que
confirmaban las denuncias de violación, la PGJM informó que dos de las jóvenes habían
comunicado a los agentes del ministerio público militar su deseo de “no presentar denuncia
y/o querella, dado que no habían sido violadas, ni golpeadas, ni maltratadas por miembros
del Ejército”124. En enero de 2009, la PGJM aún continuaba investigando el caso125.

No resulta claro si la PGJM está investigando el resto de los abusos y no se encuentra


información disponible sobre el estado de estas investigaciones. La SEDENA informó a
Human Rights Watch en enero de 2009 que no había iniciado otras investigaciones penales
como resultado de los abusos documentados por la CNDH126. Sin embargo, había informado
previamente a la CNDH que estaba investigando las “lesiones y presuntos actos de
tortura”127. En cuanto al estado de la investigación, la SEDENA sólo señaló que la PGJM había
realizado el “40%” de la investigación128.

122
CNDH, Recomendación 38/2007, 21 de septiembre de 2007.
123
CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
124
Ibíd.
125
SEDENA, archivo Infomex 0000700155208, 7 de enero de 2009.
126
SEDENA, archivo Infomex 0000700155208, 7 de enero de 2009.
127
Ibíd. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
128
Ibíd.

Impunidad Uniformada 44
Detención ilegal de ocho civiles y tortura de cuatro personas, entre ellas un menor
El 7 de mayo de 2007, un grupo de soldados del 51° Batallón de Infantería perteneciente a la
Base de Operaciones Mixta “Tierra Caliente” detuvieron a seis hombres, una mujer y un
menor luego de un enfrentamiento armado entre las fuerzas armadas y supuestos
narcotraficantes —que se extendió durante más de una hora y dejó, como saldo, varios
militares heridos y cuatro civiles muertos— en el municipio de Apatzingán, estado de
Michoacán. Ninguno de los detenidos había participado en el enfrentamiento armado129.

Cuando comenzó el enfrentamiento, algunas de las personas que fueron detenidas se


encontraban en la zona comprando productos agrícolas, en tanto otras estaban dentro de
sus viviendas. Los soldados detuvieron a ocho personas poco después de que finalizó el
enfrentamiento y las trasladaron a instalaciones militares en la 43° Zona Militar, donde los
soldados torturaron a cuatro de estas personas, entre ellas el menor. Las torturas incluyeron
golpizas, patadas, cubrir sus cabezas con bolsas negras que dificultaban la respiración y
obligarlos a permanecer en el piso con los ojos vendados, mientras los soldados les
preguntaban “para quién trabajaban”.

Si bien las leyes mexicanas establecen que las personas detenidas deben ser presentadas
inmediatamente ante un juez, los soldados mantuvieron a los detenidos durante 15 horas en
las instalaciones militares antes de llevarlos ante un agente del ministerio público. Los
soldados argumentaron que los civiles habían sido detenidos “en flagrancia” y que debían
ser investigados por su responsabilidad en el enfrentamiento. No obstante, tres días más
tarde el agente del ministerio público federal determinó que no había pruebas para acusar a
estas ocho personas de ningún delito y dispuso su liberación.

Otros soldados ingresaron ilegalmente en nueve viviendas de la zona, y presuntamente


causaron daños en las propiedades y robaron teléfonos celulares, cámaras, joyas y efectivo.

La investigación militar
La SEDENA cerró una investigación penal y archivó otra investigación administrativa. El 15 de
mayo de 2007, el agente del ministerio público federal que investigó la presunta
responsabilidad de los detenidos en el enfrenamiento armado informó a la PGJM que debía

129
CNDH, Recomendación 39/2007, 21 de septiembre de 2007. Los nombres de los detenidos son Bernardo Arroyo López,
Raúl Zepeda Cárdenas, Alejandro Juvenal Guzmán Suastegui, Gustavo Orozco Villegas, Isaías Suastegui Ponce, Miguel Valerio
Durán y Teresa Valencia González. La CNDH mantuvo bajo reserva el nombre del menor para proteger su identidad. La
información disponible permite concluir que se trata de un joven menor de 18 años de sexo masculino.

45 Human Rights Watch | Abril 2009


investigar a los soldados que se habían excedido de sus funciones130. En menos de un mes,
la PGJM archivó la única investigación penal que había iniciado por una posible falta a la
disciplina militar en relación con este caso, “en virtud de que en los hechos investigados
por el representante social militar no se acreditó la materialización de ningún hecho
delictivo, por lo que no se generó ningún proceso penal”131. Las pruebas disponibles no
permiten determinar si las autoridades militares investigaron la detención, los alegatos de
tortura, o ambos. La SEDENA también archivó la investigación administrativa que había
iniciado, y señaló que los órganos administrativos no tenían competencia para investigar
posibles violaciones de derechos humanos132.

Asesinato de dos mujeres y tres niños, y lesiones contra otros tres civiles
El 1° de junio de 2007, un grupo de soldados que estaban destacamentados a la vereda de
un camino en el municipio de Sinaloa de Leyva en el estado de Sinaloa, y que
presuntamente se encontraban alcoholizados y estaban consumiendo drogas, abrieron
fuego contra una camioneta que transportaba a 3 adultos y cinco niños y niñas, y asesinaron
a una mujer y una niña de 3 años de edad133.

La SEDENA sostiene que el vehículo no se detuvo ante el señalamiento de los soldados y


que estos dispararon para defenderse luego de escuchar fogonazos. Según su versión, una
vez que terminaron los disparos, encontraron a dos personas muertas y seis heridas, y
brindaron primeros auxilios a los pasajeros heridos. La SEDENA afirma haber encontrado
una bolsa con marihuana junto a la camioneta.

No obstante, las pruebas existentes indican que los soldados dispararon sin justificación.
Por ejemplo, los agentes del ministerio público local determinaron que no había carteles
para advertir a los conductores sobre la existencia de un retén militar en la zona y que, por
lo tanto, no había razones para reducir la velocidad. No hay pruebas que respalden el
argumento de la SEDENA que los pasajeros civiles habían disparado contra los soldados,
pero sí existen pruebas forenses que demuestran que las muertes y las lesiones de los
civiles fueron causadas por armas disparadas por miembros de las fuerzas armadas.
Además, un soldado denunció ante los agentes del ministerio público militar que los
soldados habían recibido órdenes de colocar pruebas (marihuana) junto a la camioneta, lo

130
Ibíd.
131
La PGJM cerró la investigación el 6 de junio de 2007. SEDENA, archivo Infomex 0000700155308, 15 de enero de 2009.
132
Ibíd.
133
CNDH, Recomendación 40/2007, 21 de septiembre de 2007. Griselda Galaviz Barraza (27 años) y Grisel Adanay Esparza
Galaviz (3 años) perdieron la vida durante este hecho.

Impunidad Uniformada 46
cual les permitiría argumentar que los pasajeros habían sido encontrados “en flagrancia” y
que, por lo tanto, sus actos estaban justificados.

Los soldados habrían presuntamente demorado la atención médica de emergencia de los


pasajeros heridos y, como resultado, tres personas más fallecieron en este incidente134.
Cuando los familiares de las víctimas llegaron al lugar de los hechos, los soldados les
informaron que estaba en camino un helicóptero que trasladaría a los heridos hasta un
hospital. Luego de esperar por un lapso de tres horas al helicóptero, los familiares
decidieron llevar en sus automóviles a los pasajeros heridos hasta el hospital más cercano.
Durante el viaje, fueron detenidos en diferentes retenes por soldados, por un total de casi
dos horas, pese a que cada vez informaron a los soldados que transportaban a personas
que necesitaban atención médica urgente. En uno de los puntos, un vehículo militar los
escoltó a muy baja velocidad, y de esta forma, demoró aún más su llegada al hospital.
Finalmente, tres pasajeros murieron en los automóviles. Las ambulancias de la Cruz Roja a
continuación transportaron a los tres pasajeros heridos que aún estaban con vida hasta el
hospital más cercano.

En sus declaraciones ante los agentes del ministerio público federal y la CNDH, los
familiares que transportaban a los pasajeros heridos señalaron que los soldados los
detuvieron y los obligaron a permanecer toda la noche —según informaron, dentro de los
automóviles junto con los cadáveres— en las instalaciones de una base militar. La mañana
siguiente, los soldados les dijeron que los cadáveres serían trasladados a un hospital de la
zona.

La investigación militar
Si bien la PGJM aún investiga estos abusos, la información disponible indica que las
autoridades militares han impulsado investigaciones penales deficientes. Las autoridades
militares pagaron indemnizaciones a las víctimas y sus familiares.

El 1° de junio de 2007, los agentes del ministerio público federal iniciaron una investigación
penal y, dos días más tarde, en respuesta a una solicitud de los agentes del ministerio

134
Los cuatro hombres que transportaron a los pasajeros heridos eran Omar Flores Sánchez, José Luis Flores, Gorgiono Flores
Lara y Mario Galaviz. Durante el viaje, fallecieron Gloria Alicia Esparza Parra (20 años), Eduin Uoniel Esparza Galaviz (6) y
Juana Diosnirely Esparza Galaviz (1). Los otros pasajeros heridos eran Adán Abel Esparza Parra (29), Teresa de Jesús Flores
Sánchez (16) y Josué Duvan Carrillo Esparza (7).

47 Human Rights Watch | Abril 2009


público militar, remitieron el caso a la PGJM135. Los agentes del ministerio público militar
ejercieron la acción penal contra algunos de los soldados que dispararon contra la
camioneta y, el 10 de junio de 2007, un juez militar dictó auto de formal prisión contra 19
soldados136. En enero de 2009, el caso todavía se encontraba pendiente ante los tribunales
militares137. Aún se encuentra en curso una investigación de los demás abusos138.

Existen indicios de que las investigaciones militares están gravemente viciadas. Pese a que
se detectó mediante pruebas que siete soldados habían consumido marihuana y que otro
había consumido metanfetaminas y cocaína, los agentes del ministerio público militar no
solicitaron que se realizaran pruebas de detección de estupefacientes adecuadas y
oportunas a todos los soldados involucrados139. Los agentes del ministerio público militar
no investigaron exhaustivamente las denuncias de que los soldados habían plantado
pruebas. Por último, inicialmente la PGJM sólo investigó a los soldados que habían
disparado contra la camioneta y a un capitán por otros delitos relacionados con los hechos
documentados por la CNDH y, aparentemente, sólo incluyó los demás abusos en la
investigación luego de que la CNDH difundió su recomendación140.

Poco después de que los jueces militares dictaron los autos de formal prisión, la SEDENA
acordó pagar indemnizaciones a las víctimas y a sus familiares141. La SEDENA se negó a
proporcionar a Human Rights Watch una copia del acuerdo, argumentando que como aún no
había cumplido plenamente con las recomendaciones de la CNDH, se trataba de un

135
Un agente del ministerio público militar de la 9° Zona Militar solicitó al agente del ministerio público federal que se
declarara incompetente para investigar el caso. SEDENA, Expediente No. 488, 2 de junio de 2007, citado en CNDH,
Recomendación 40/2007, 21 de septiembre de 2007.
136
Los acusados son Guillermo Alejandro Velasco Mazariego, Arturo García Moreno, José Alejandro Zavala García, Enrique
Galindo Ávila, Eladio Pérez Arriaga, Juan Carlos Maldonado Ramírez, Antonio Castillo Martínez, Ismael Ortega González,
Gustavo Castillo Ramírez, Héctor Jiménez Centeno, Argenis Camarillo de la Cruz, Francisco Ramírez Jiménez, Francisco
Vázquez Esparza, José Paulino Hernández, Calixto García Hernández, Cándido Alday Arriaga, Saraín Díaz Velásquez, Benito
Sánchez Girón y José Abad Vega Trujillo. Ibíd.
137
SEDENA, archivo Infomex 0000700155408, 15 de enero de 2009.
138
CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
139
CNDH, Recomendación 40/2007, 21 de septiembre de 2007. SEDENA, Documento No. DH-017357/806, 22 de junio de 2007.
140
La SEDENA informó a la CNDH de la apertura de la averiguación previa No. 9ZM/020/2008 para investigar los abusos
documentados, incluida la deficiente integración de la averiguación previa inicial, sin señalar más información y no
proporcionó datos sobre el estado actual las investigaciones abiertas en contra los 19 soldados involucrados. CNDH,
“Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
141
El pago se efectuó el 20 de julio de 2007 (antes de la publicación del informe de la CNDH). CNDH, Recomendación 40/2007,
21 de septiembre de 2007.

Impunidad Uniformada 48
documento confidencial142. No obstante, proporcionó a la CNDH los nombres de las víctimas
que recibirían una compensación, así como la cantidad de pesos mexicanos entregados a
cada persona, y la CNDH publicó estos datos en su informe anual de 2008143.

Detención ilegal y tortura de José Fausto Gálvez Munguía


El 7 de junio de 2007, José Fausto Gálvez Munguía y otras dos personas se encontraban
cerca de la frontera con los Estados Unidos, en el estado de Sonora, mientras esperaban a
un hombre que había prometido ayudarlos a cruzar la frontera y viajar hasta Phoenix,
Arizona, cuando se presentaron dos vehículos del Ejército mexicano con personal adscrito a
la 40° Zona Militar144.

Los soldados los apuntaron con sus armas, les preguntaron quiénes eran sus jefes y “dónde
esta[ba] la marihuana”. Los soldados torturaron a Gálvez durante cuatro horas. Cuando
Gálvez explicó la razón por la cual estaban allí, un soldado lo pateó en las costillas y otro lo
jaló del cabello y le ordenó que subiera a un vehículo militar. Los soldados golpearon a
Gálvez, lo empujaron fuera del automóvil y lo arrastraron hasta un lugar donde lo obligaron
a ingerir una bebida alcohólica que le provocó vómitos. Los soldados introdujeron pedazos
de madera debajo de sus uñas, y los movían para causarle dolor; luego le arrancaron una
uña.

Los soldados abandonaron a Gálvez en el campo, inconsciente. Cuando despertó, Gálvez


logró caminar hasta una carretera, donde fue recogido por un viajero, quien lo condujo
hasta el hospital más cercano.

La investigación militar
Gálvez pidió a un agente del ministerio público federal de Sonora que investigara sus
denuncias de abusos militares el 15 de junio de 2007. El agente del ministerio público
federal remitió el caso a la Procuraduría General de Justicia del Estado, que ya había
iniciado una investigación. Sin embargo, el 5 de febrero de 2008, el agente del ministerio
público local determinó que el caso debía ser investigado por agentes del ministerio público

142
SEDENA, archivo Infomex 0000700155408, 15 de enero de 2009. La CNDH proporcionó a Human Rights Watch una copia de
un documento de la SEDENA que describe la fecha en la cual se pagaron las indemnizaciones, pero los nombres de las
víctimas y las cantidades han sido tachados. CNDH, Exp. 2008/424-T, 26 de enero de 2009.
143
CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
144
CNDH, Recomendación 29/2008, 11 de julio de 2008.

49 Human Rights Watch | Abril 2009


militar. En enero de 2009, la PGJM aún continuaba investigando el caso145. La SEDENA
indemnizó a la víctima antes de concluir la investigación penal militar146.

Detención ilegal y tortura de Oscar Cornejo Tello


El 13 de junio de 2007, Oscar Cornejo Tello se encontraba mirando televisión junto a otras
dos personas en una vivienda en el municipio de Morelia en el estado de Michoacán,
cuando 15 miembros de las fuerzas armadas irrumpieron en forma ilegal en la vivienda
gritando: “Abre la puerta, hijo de tu puta madre”147.

Cuando Cornejo abrió la puerta para que ingresaran los soldados, lo arrojaron al piso y
procedieron a torturarlo. Los soldados le preguntaron si su sobrenombre era “chino
güenses” y, cuando este respondió que no, le cubrieron la cabeza con una prenda que luego
usaron para asfixiarlo. Los soldados le administraron descargas eléctricas en los testículos,
y lo patearon y golpearon durante aproximadamente 30 minutos.

Los soldados trasladaron a Cornejo esposado hasta la 21° Zona Militar, donde permaneció
detenido durante siete horas hasta que finalmente fue llevado ante un agente del ministerio
público federal. (La SEDENA informó en ese momento que los soldados habían detenido a
Cornejo “en flagrancia” mientras conducía un automóvil donde los soldados encontraron
armas y drogas, lo cual contradice las pruebas reunidas por la CNDH).

La investigación militar
Un agente del ministerio público federal ejerció acción penal contra Cornejo por tenencia de
drogas y armas de fuego ilegales, pero también determinó que los agentes del ministerio
público miliar debían investigar la posible responsabilidad de los miembros de las fuerzas
armadas en los abusos sufridos por Cornejo148. La PGJM investigó en primer lugar el posible
“abuso de poder” por parte de los elementos militares el 9 de julio de 2007, y en enero de

145
SEDENA, archivo Infomex 0000700155708, 15 de enero de 2009. SEDENA informó a la CNDH que también había iniciado
una investigación administrativa. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
146
SEDENA, archivo Infomex 0000700155708, 15 de enero de 2009.
147
CNDH, Recomendación 30/2008, 11 de julio de 2008.
148
El 22 de febrero de 2008, un juez de primera instancia condenó a Cornejo Tello a 4 años y 8 meses de prisión, y a pagar
una multa de 5,712 pesos mexicanos (aproximadamente, US$ 400). Cornejo Tello apeló la decisión y, en julio de 2008, cuando
la CNDH emitió su informe, el tribunal superior todavía no se había pronunciado.

Impunidad Uniformada 50
2009, el caso todavía se encontraba en la instancia de investigación149. La SEDENA ya
indemnizó a la víctima150.

Tortura y muerte de Fausto Ernesto Murillo Flores


El 3 de agosto de 2007, varios soldados detuvieron a tres hombres en el municipio de Naco
en el estado de Sonora, pero sólo presentaron a dos de ellos ante el agente del ministerio
público local, a quienes acusaron de tenencia de armas ilegales. El cadáver del tercer
hombre, Fausto Ernesto Murillo Flores, fue encontrado al día siguiente al costado de una
carretera de Sonora, con marcas de tortura151.

Según versiones de un testigo, luego de detener a Murillo, los soldados lo golpearon


reiteradamente mientas le preguntaban sobre el paradero de armas y drogas. El testigo
escuchó que Murillo “se ahogaba” y que los soldados amenazaban con echarle alcohol por
la nariz. El testigo también vio como los soldados colocaban una bolsa de plástico en la
cabeza de Murillo. Los soldados continuaron golpeando a Murillo hasta que, según dijo el
testigo, “de repente se quedó quieto, ya no se quejó ni dijo nada”.

La SEDENA atribuyó la muerte “natural” de Murillo ocurrida luego de su detención a su


condición de salud, lo cual contradice las versiones del testigo, la autopsia, las
conclusiones de la CNDH y la propia versión que ofreció inicialmente la SEDENA, que
sostenía que habían detenido únicamente a dos hombres (y no a Murillo)152. En la segunda
versión a la CNDH sobre el caso, la SEDENA señaló que Murillo había fallecido mientras se
encontraba detenido, y que la causa de la muerte había sido un ataque cardíaco como
consecuencia de su “adicción a la cocaína, tabaquismo, obesidad y sedentarismo”. Sin
embargo, según la documentación analizada por la CNDH —incluido un examen realizado
por médicos forenses—, la muerte de Murillo se debió posiblemente a asfixia.

La segunda versión de la SEDENA, según la cual Murillo había sido efectivamente detenido y
había fallecido como resultado de sus problemas de salud, no explica por qué su cadáver
fue encontrado al costado de una carretera.

149
La SEDENA informó a la CNDH que había iniciado una investigación administrativa, a pesar de haber comunicado a Human
Rights Watch que los organismos administrativos no tenían competencia para investigar este caso. SEDENA, archivo Infomex
0000700155608, 15 de enero de 2009. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
150
Ibíd.
151
CNDH, Recomendación 31/2008, 11 de julio de 2008.
152
SEDENA, Documento N° DH-026323/01560, 3 de octubre de 2007.

51 Human Rights Watch | Abril 2009


La investigación militar
El día en que se encontró el cadáver de Murillo, un agente del ministerio público local en
Sonora inició una investigación por el homicidio, pero pocos meses después remitió el caso
a los agentes del ministerio público militar, que ya estaban investigando el caso153. La PGJM
ejerció la acción penal contra seis soldados, a quienes acusó de torturar a Murillo154. No
obstante, el juez militar determinó que había transcurrido el plazo de prescripción para
investigar la posible responsabilidad de los soldados por el delito de “deserción”, y cerró el
caso155. La SEDENA informó a la CNDH que había iniciado otra investigación penal, pero no
existen datos disponibles sobre qué delitos están siendo investigados ni sobre qué ha
sucedido con la investigación156. La SEDENA indemnizó a los familiares de la víctima157.

Detención ilegal y tortura de Jesús Picazo Gómez


En la noche del 21 de agosto de 2007, cinco miembros del 37° Batallón de Infantería de
Zamora en el estado de Michoacán —quienes pertenecían a la “Base de Operaciones Mixta
Uruapan”— detuvieron a Jesús Picazo Gómez cuando salía de la casa de su tía para comprar
alimentos158.

Durante más de 24 horas, los soldados mantuvieron incomunicado a Picazo en


instalaciones militares. Los soldados le propinaron golpes y patadas, le vendaron los ojos y
lo trasladaron a una base militar en Uruapan. Allí, los soldados colocaron una bolsa de tela
en la cabeza, lo tiraron al suelo, le ataron las manos y los pies y volcaron agua en su rostro
mientras le asestaban golpes en el abdomen y le exigían que identificara a personas de su
comunidad que produjeran y vendieran drogas. Picazo pasó la noche desnudo en la base
militar.

La mañana siguiente, Picazo fue trasladado a otra base militar, donde los soldados
continuaron golpeándolo y arrojándolo contra una pared, mientras le mostraban fotografías
y le preguntaban si reconocía a alguien. Al responder que no, los soldados sumergieron su

153
CNDH, Recomendación 31/2008, 11 de julio de 2008.
154
Los acusados eran José Roberto Lagunas Huitrón, Domingo Armando Calderón Ballina, César Miguel Palomares Flores,
Gustavo Gil Lemus, Pánfilo Valenzuela Valenzuela y Abenamar Jiménez Jiménez. Ibíd.
155
SEDENA, archivo Infomex 0000700155908, 15 de enero de 2008.
156
CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
157
SEDENA, archivo Infomex 0000700155908, 15 de enero de 2008. Ibíd.
158
CNDH, Recomendación 32/2008, 11 de julio de 2008.

Impunidad Uniformada 52
cabeza en un recipiente lleno de agua, presuntamente por lapsos de hasta tres minutos, y le
aplicaron descargas eléctricas en el estómago.

Recién a las 11 p.m. del día siguiente a su detención, los soldados llevaron a Picazo ante un
agente del ministerio público federal, y sostuvieron que lo habían detenido “en flagrancia”
por tenencia de drogas y armas de fuego ilegales159. El agente del ministerio público federal
ejerció acción penal en contra de Picazo, pero el juez a cargo del caso ordenó su liberación
inmediata debido a que su detención había sido ilegal.

La investigación militar
Después de que Picazo fue puesto en libertad, un agente del ministerio público federal
inició una investigación penal sobre la posible responsabilidad de dos miembros de las
fuerzas militares por los abusos160. Tres días más tarde, remitió el caso a un agente del
ministerio público militar, quien comenzó a investigar el caso el 20 de septiembre de 2007161.
Pese a la existencia de exámenes médicos ordenados por las autoridades civiles en los
cuales se documentaban las torturas, once meses más tarde la PGJM cerró la investigación,
con el argumento que los agentes del ministerio público militar no habían encontrado
pruebas que indicaran que los soldados habían cometido algún delito162. No obstante, las
autoridades militares indemnizaron a Picazo Gómez163.

Detención ilegal y tortura de Antonio Paniagua


A las 5 a.m. del 7 de octubre de 2007, un grupo de soldados del 37° Batallón de Infantería
del Ejército mexicano —pertenecientes a la Base de Operaciones Mixta en Zamora,
Michoacán— ingresaron de manera ilegal en la vivienda de Antonio Paniagua Esquivel
mientras él y su familia dormían164.

Una vez dentro de la vivienda de Paniagua, los soldados lo sacaron de la cama, lo arrojaron
al piso y comenzaron a darle patadas y golpes. Los soldados llevaron a Paniagua al segundo

159
SEDENA, Documento N° DH-26262/1499, 26 de septiembre de 2007.
160
Los nombres de los acusados son Francisco Soto Cristóbal y Pedro Govea Maravilla, del 37° Batallón de Infantería.
161
El Ministerio Público Federal remitió el expediente a los agentes del ministerio público militar el 6 de septiembre de 2007,
y presentó información adicional a estos el 12 de mayo de 2008.
162
La PGJM cerró la investigación el 26 de agosto de 2008. SEDENA, archivo Infomex 0000700156008, 15 de enero de 2008.
163
SEDENA, archivo Infomex 0000700156008, 15 de enero de 2008. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de
diciembre de 2008”, http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de
febrero de 2009), anexo 4.
164
CNDH, Recomendación 33/2008, 11 de julio de 2008.

53 Human Rights Watch | Abril 2009


piso de la vivienda, donde lo obligaron a permanecer acostado boca arriba, le vendaron los
ojos, le pisaron las manos, colocaron una toalla mojada sobre su rostro que le dificultaba
respirar y aplicaron descargas eléctricas en sus genitales.

A continuación, los soldados retuvieron a Paniagua en una base militar durante dos horas.
Finalmente, llevaron a Paniagua ante un agente del ministerio público federal y
argumentaron que había sido detenido “en flagrancia” con armas ilegales165. Para entonces,
ya habían transcurrido ocho horas desde que se produjo el ingreso ilícito a su vivienda.

La investigación militar
Un agente del ministerio público federal ejerció acción penal en contra de Paniagua el 12 de
octubre de 2007, acusándolo de tenencia de armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas.
El mismo agente del ministerio público determinó que era posible que los militares hubieran
cometido irregularidades durante la detención de Paniagua, por lo cual remitió una copia de
la investigación a la PGJM166. El 23 de julio de 2008, los agentes del ministerio público
militar cerraron la investigación tras determinar que no existían pruebas de que los
soldados hubieran cometido algún delito167. No obstante, las autoridades militares
indemnizaron a Paniagua168.

Muerte de Víctor Alfonso de la Paz Ortega y lesiones contra Juan Carlos Peñaloza
García
En la noche del 11 de enero de 2008, un soldado perteneciente al 12° Batallón de Infantería
del Ejército mexicano abrió fuego contra un automóvil en el municipio de Huetamo, en el
estado de Michoacán, causando la muerte de Víctor Alfonso de la Paz Ortega, de 17 años169.
Cuando el conductor, Juan Carlos Peñaloza García, de 19 años, detuvo el automóvil luego de
que mataran a su amigo, los soldados lo obligaron a bajar del vehículo, lo golpearon con un
arma y lo mantuvieron en el piso boca abajo.

En su respuesta oficial a la CNDH, la SEDENA sostuvo que un soldado había gritado al


conductor, ordenándole que se detuviera, luego de que este había ignorado los

165
SEDENA, Documento No. DH-35695/2098, 6 de noviembre de 2007.
166
El caso fue remitido a un agente del ministerio público militar de la 21° Zona Militar.
167
SEDENA, archivo Infomex 0000700156108, 15 de enero de 2008.
168
Ibíd. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
169
CNDH, Recomendación 34/2008, 11 de julio de 2008.

Impunidad Uniformada 54
señalamientos que indicaban a los conductores que redujeran la velocidad170. Según la
SEDENA, cuando el conductor no se detuvo, los soldados se vieron obligados a actuar, ya
que el acompañante del conductor tenía un arma, lo cual hizo que temieran por sus vidas.
Un soldado disparó primero al aire y, al ver que el automóvil no se detenía, disparó dos
veces a las ruedas del vehículo.

No obstante, según la información recabada por la CNDH al documentar el caso, la reacción


del soldado constituyó un uso de la fuerza excesivo e injustificado. No había
“señalamientos con conos” en la calle que indicaran que había militares en la zona ni que el
conductor debía reducir la velocidad. Si bien las autoridades encontraron un arma de
plástico dentro del automóvil, dado que el incidente se produjo durante la noche y el
automóvil tenía ventanillas oscuras, es prácticamente imposible que los soldados hayan
podido ver si el pasajero llevaba un arma. No existen pruebas forenses que acrediten que se
habían realizado disparos desde dentro del vehículo, y hay pruebas de que el soldado sólo
había disparado tres veces y que no se había realizado ningún disparo al aire en señal de
advertencia.

La investigación militar
La SEDENA sólo está investigando algunos de los abusos documentados, pero ya ha
decidido ofrecer una indemnización a la víctima y a familiares171. La Procuraduría General de
Justicia del Estadode Michoacán inició inmediatamente una investigación penal por la
muerte de de la Paz y la remitió a la PGR, la cual, a su vez, la envió a los agentes del
ministerio público militar a pedido de la PGJM172. La PGJM inició una investigación penal
sobre la posible responsabilidad de un soldado en el homicidio de de la Paz, pero no
investigó a los responsables de la golpiza propinada a Peñaloza García173. En enero de 2009,
la PGJM aún continuaba investigando el homicidio174.

170
SEDENA, DH-I-0127, 22 de enero de 2008.
171
SEDENA, archivo Infomex 0000700154808, 7 de enero de 2009. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de
diciembre de 2008”, http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de
febrero de 2009), anexo 4.
172
La PGR remitió el caso a los agentes del ministerio público militar el 13 de enero de 2008.
173
CNDH, Recomendación 34/2008, 11 de julio de 2008.
174
SEDENA, archivo Infomex 0000700154808, 7 de enero de 2009.

55 Human Rights Watch | Abril 2009


Asesinato de Sergio Meza Varela y lesiones contra José Antonio Barbosa Ramírez
El 16 de febrero de 2008, al menos tres soldados, con la intención de detener un automóvil
en Reynosa, estado de Tamaulipas, abrieron fuego contra el vehículo injustificadamente,
asesinaron a Sergio Meza Varela y causaron lesiones a José Antonio Barbosa Ramírez175.

Si bien la SEDENA argumentó que los soldados habían accionado sus armas para “repeler
una agresión” no parece haber pruebas que sustenten que los hombres que viajaban en el
automóvil hubieran atacado a los soldados. Cuando el agente del ministerio público local y
su personal llegaron al lugar de los hechos, registraron el automóvil en el cual viajaban
Meza y Barbosa y no encontraron ningún arma de fuego. Asimismo, un general presentó un
documento escrito ante el agente del ministerio público local en el cual manifestaba que
“no se detectó [la tenencia de] ningún arma de fuego por los civiles”. Por último, se realizó
un examen pericial para detectar el uso de armas y no se encontraron pruebas de que
alguno de los hombres hubiera disparado un arma inmediatamente antes de los sucesos, ni
tampoco de que alguien hubiera realizado disparos desde el interior del automóvil.

La investigación militar
La Procuraduría General de Justicia del Estado de Tamaulipas inició una investigación sobre
la posible responsabilidad de los soldados; no obstante, cuatro días después determinó
que no tenía competencia para analizar el caso y lo remitió a los agentes del ministerio
público militar. En enero de 2009, la PGJM aún continuaba investigando el caso176. La
SEDENA ya ha indemnizado a las víctimas y a sus familiares177.

Asesinato de cuatro civiles y abuso y detención arbitraria de otros cuatro


Aproximadamente a las 9:00 p.m. del 26 de marzo de 2008, seis personas regresaban de
una fiesta cerca de la comunidad de Santiago de Caballeros en el municipio de Badiraguato,
estado de Sinaloa, cuando una camioneta militar comenzó a seguir su automóvil. De
repente, la camioneta militar se acercó al vehículo hasta casi chocar contra este178. Más de
una decena de soldados comenzaron a disparar desde muy corta distancia sin razón

175
CNDH, Recomendación 35/2008, 11 de julio de 2008.
176
SEDENA, archivo Infomex 0000700154908, 7 de enero de 2009.
177
Ibíd. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
178
CNDH, Recomendación 36/2008, 11 de julio de 2008. “Declaración del Indiciado: Miguel Ángel Medina Medina”,
Procuraduría General de la República, AP/SIN/CLN/298/2008/M-AR. (Culiacán: 28 de marzo de 2008).

Impunidad Uniformada 56
aparente, matando a cuatro civiles. Dos de los soldados también fallecieron, aparentemente
a causa de disparos de los militares179.

El conductor fue el primero en recibir un disparo y perdió el control del vehículo, mientras
los pasajeros comenzaron a gritar que no tenían armas y a rogar a los soldados que no
siguieran disparando180. No obstante, los disparos continuaron y cuatro de los pasajeros —
entre ellos, un hombre con discapacidad— fueron asesinados181. Dos de los pasajeros
sobrevivieron, aunque uno resultó herido. Los soldados también mataron accidentalmente a
dos de sus propios compañeros que viajaban en la camioneta militar.

A pesar de que los militares no encontraron armas en el automóvil, detuvieron y golpearon a


los pasajeros sobrevivientes. Wilfredo Medina, quien recibió una herida de bala y otras
lesiones durante el ataque, señaló que los soldados lo obligaron, junto al otro sobreviviente,
a permanecer acostados en la tierra boca abajo, con las manos en la nuca. Cuando Medina
movió levemente su mano para detener la sangre que brotaba de una herida profunda en la
cabeza, uno de los soldados le propinó varias patadas en el rostro182. Los soldados también
detuvieron a otros dos civiles que viajaban en un vehículo distinto. Los soldados los
obligaron a permanecer acostados en la tierra boca abajo durante siete horas, sin ofrecer
ninguna explicación, y luego los liberaron sin más183.

Al principio, las fuerzas armadas describieron el incidente como un enfrentamiento en lugar


de una agresión unilateral. El día posterior al incidente, tres oficiales militares de alto rango
involucrados afirmaron que el vehículo de los civiles se había dado a la fuga a pesar de la
orden de los soldados de que se detuviera, que los militares abrieron fuego sólo después de
escuchar disparos que provenían del automóvil de las víctimas, y que entonces

179
Daniel Guerrero Bojorquez y José Castro Nuñez, “Dictamen Pericial: Rodizonato de Sodio”, Dirección de Investigación
Criminalística y Servicios Periciales, Procuraduría General de Justicia del Estado de Sinaloa, Folio 15740/2008. (Culiacán: 28
de marzo de 2008). Los peritos realizaron pruebas de rodizonato de sodio a 16 de los oficiales militares involucrados, y 13
tuvieron resultado positivo, lo cual sugiere que habrían accionado sus armas. CNDH, Recomendación 36/2008 , 11 de julio de
2008.
180
“Declaración del Indiciado: Miguel Ángel Medina Medina”.
181
Entre los fallecidos se encontraban el conductor, Zenón Alberto Medina López (30 años), y los pasajeros Manuel Medina
Araujo (29), Edgar Geovanny Araujo Alarcón (28) e Irineo Medina Díaz (53), persona con discapacidad.
182
“Declaración del Indiciado: Wilfredo Madrid Medina”, Procuraduría General de la República, AP/SIN/CLN/298/2008/M-AR.
Culiacán: 28 de marzo de 2008.
183
Los hombres, que conducían una cuatrimoto, regresaban de la misma fiesta a la cual habían asistido las víctimas. Al llegar
al lugar donde se habían producido los disparos, fueron detenidos inmediatamente por los soldados. CNDH, Recomendación
36/2008, 11 de julio de 2008, págs. 5-6.

57 Human Rights Watch | Abril 2009


“procedieron a repeler la agresión”184. Los primeros informes de la prensa citaban a fuentes
oficiales que se refirieron al incidente como “una emboscada en contra de los efectivos
militares que realizaban un recorrido para detectar plantaciones de droga” y describían a las
víctimas como “cuatro presuntos sicarios del narcotráfico”185.

Sin embargo, las pruebas que surgieron de las investigaciones oficiales y los relatos de los
testigos contradicen la primera versión ofrecida por las fuerzas armadas. Los dos pasajeros
que sobrevivieron declararon que ninguna de las personas en el vehículo llevaba armas ni
disparó al vehículo militar186. Esto fue confirmado por varios peritos, incluidos
investigadores federales y estatales, quienes determinaron que las balas habían sido
disparadas por los soldados y que los civiles no llevaban armas187. Estas pruebas
persuadieron al agente del ministerio público federal que estaba analizando los cargos
contra los civiles por homicidio y lesiones a los soldados de que la versión de los hechos de
los civiles era más creíble que la de los soldados, y dispuso su liberación188.

La investigación militar
Como se explica detalladamente a continuación, después de persuadir al agente del
ministerio público federal de que no investigara el caso, la PGJM no recabó pruebas clave, lo
cual despierta dudas sobre la exhaustividad y objetividad de la investigación militar llevada
a cabo. Tampoco actuó en interés de los familiares de las víctimas, ya que estos fueron
excluidos de la investigación, se les negó información sobre el caso y se les persuadió para
que participaran precipitadamente en un proceso de indemnización viciado.

Pocas horas después del incidente, tanto la PGR como la PGJM habían iniciado
investigaciones preliminares sobre qué había sucedido. Tres días más tarde, en respuesta a

184
Víctor Ruiz Martínez, Juan José Camacho Vega y Antonio Rojas Reyes, “Asunto: Denuncia de Hechos”, Ejército Mexicano.
(Culiacán: 27 de marzo de 2008).
185
“Mueren 6 personas en enfrentamiento entre militares y sicarios”, El Financiero, 27 de marzo de 2008. Javier Cabrera
Martínez, “Detienen a dos por presunto enfrentamiento con militares en Culiacán”, El Universal, 28 de marzo de 2008.
186
“Declaración del Indiciado: Wilfredo Madrid Medina”; “Declaración del Indiciado: Miguel Ángel Medina Medina”.
187
Un informe presentado por un perito criminalista de la PGR determinó que no existían pruebas de que se hubieran
disparado armas dentro del auto de los civiles. Además, el informe estableció que todos los orificios de bala en el automóvil
habían penetrado el vehículo desde el exterior, mientras que se comprobó que los de la camioneta militar habían sido
provocados por balas disparadas desde el interior, lo cual demuestra que los disparos fueron realizados exclusivamente por
los soldados. Antonio Macbeth Abel Cosio Ramírez, “Dictamen en Materia de Criminalística de Campo”, PGR, Folio 1339.
(Culiacán: 28 de marzo de 2008).
Un informe de la Procuraduría General de Justicia del Estado llegó a la misma conclusión y, luego de realizar pruebas de
balística, se comprobó que 13 de los oficiales militares habían activado sus armas. Guerrero Bojorquez y Castro Núñez,
“Dictamen Pericial: Rodizonato de Sodio”.
188
“Acuerdo otorgando la libertad bajo reservas de ley”, Procuraduría General de la República. (Culiacán: 29 de marzo de
2008).

Impunidad Uniformada 58
una solicitud de las autoridades militares, el agente del ministerio público federal se negó a
asumir la jurisdicción para continuar la investigación del caso y envió el caso a las
autoridades militares189a pesar de que, para entonces, las investigaciones preliminares
habían demostrado que las versiones iniciales de los oficiales militares sobre el incidente
habían sido inventadas190.

El agente del ministerio público militar ejerció acción penal en contra de cinco oficiales por
el delito de “violencia contra las personas causando lesiones y homicidio”, pero llevó a
cabo la investigación de una forma que genera dudas acerca de la neutralidad y la
exhaustividad del sistema de justicia militar191. Las autoridades militares no practicaron
pruebas sobre el consumo de drogas o alcoholemia a los soldados, a pesar de que los
residentes de la localidad cercana al lugar del incidente denunciaron que los soldados
involucrados habían estado bebiendo desde temprano esa tarde y que olían a marihuana192.
No obstante, estas pruebas sí se practicaron a las víctimas193. Ningún oficial militar fue
acusado de abuso o detención arbitraria de civiles. Finalmente, los agentes del ministerio
público militar sólo ejercieron acción penal en contra de cinco de los 13 soldados que
habían disparado sus armas durante el incidente194.

Durante la investigación, los agentes del ministerio público militar no hicieron casi ningún
esfuerzo por contactarse con los familiares de las víctimas ni por recibir su testimonio. En un
principio, los familiares no recibieron ningún tipo de información sobre el incidente ni sobre

189
El 29 de marzo de 2008, el ministerio público militar solicitó al ministerio público federal que se declarara incompetente
para investigar el caso. Comunicado de Rafael Refugio González Cruz, agente del ministerio público militar, para Ernesto
López Benítez, agente del ministerio público federal, “Solicitud de reclamo de competencia”, Culiacán, 29 de marzo de 2008.
El agente del ministerio público federal respondió el mismo día y estuvo de acuerdo en que el fuero federal no era el fuero ni
ofrecía el marco adecuado para tratar el caso y, por ende, lo remitió la jurisdicción al sistema de justicia militar. “Acuerdo de
consulta de incompetencia en razón de la materia”, PGR. (Culiacán: 29 de marzo de 2008).
190
Las autoridades civiles y militares no hicieron ningún esfuerzo por informar a los sobrevivientes y los familiares de las
víctimas que el caso había sido trasladado al sistema de justicia militar. Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un
familiar de una de las víctimas (nombre reservado), Sinaloa, 9 de enero de 2009.
191
Cuatro de estos oficiales también fueron acusados de homicidio culposo y lesiones culposas en contra de sus compañeros.
No se acusó al quinto oficial por la muerte y las lesiones causadas a los soldados ya que, desde el asiento que ocupaba dentro
del vehículo, hubiese sido imposible que disparara a los demás oficiales. CNDH, Recomendación No. 36/2008, 11 de junio de
2008, págs. 22-23. En enero de 2009, el caso todavía se encontraba pendiente ante un juez militar. SEDENA, archivo Infomex
0000700155008, 7 de enero de 2009.
192
Eduardo Valdez, “Dan revés a Ejército”, El Noroeste, 30 de marzo de 2008. “Investiga CNDH tesis de que dos soldados
asesinaron a dos de sus compañeros”, La Crónica, 11 de abril de 2008. Jorge Carrasco Araizaga, “Retenes asesinos”, Proceso,
No. 1641, 13 de abril de 2008.
193
“Dictamen Pericial: Toxicológico de Drogas de Abuso”, Dirección de Investigación Criminalística y Servicios Periciales,
Procuraduría General de Justicia del Estado de Sinaloa, Folio 15876/2008. Las pruebas practicadas a los pasajeros indicaron
que no habían consumido marihuana, anfetaminas ni cocaína. Se detectaron restos de alcohol en la orina de uno de los
fallecidos (no el conductor).
194
Guerrero Bojorquez y Castro Nuñez, “Dictamen Pericial: Rodizonato de Sodio”.

59 Human Rights Watch | Abril 2009


las investigaciones preliminares realizadas por las autoridades militares o civiles195. Sin
información de las autoridades, los familiares de las víctimas debieron reconstruir lo
sucedido a partir de las versiones de los medios que, durante los primeros días, describían
incorrectamente a sus familiares como “sicarios” o narcotraficantes. “Me sentí totalmente
impotente”, dijo la viuda de una de las víctimas, “porque, además de la injusticia que
habían cometido, estaban ensuciando los nombres de las víctimas”196. El agente del
ministerio público militar no tomó el testimonio de los dos sobrevivientes, ni de los
familiares de las víctimas en ningún momento antes de acusar a los cinco oficiales197. Esto
indica que las autoridades militares se basaron exclusivamente en la investigación de la
escena del crimen y en el testimonio de los soldados, algunos de los cuales habían
inventado otras versiones.

Un familiar de las víctimas señaló que creía que los soldados recibirían sentencias menos
severas en los tribunales militares. “Cuando uno [se] juzga... uno siempre trata de encontrar
justificación. [Los militares] trata[n], simplemente, de cubrirse unos a otros”, señaló.198

Los familiares de las víctimas intentaron en dos ocasiones obtener un amparo ante
tribunales federales para objetar que los asesinatos fueran juzgados ante tribunales
militares199. En ambos casos, un juez militar presentó argumentos en defensa de la

195
Un familiar le dijo a Human Rights Watch que recién se enteró del incidente la mañana siguiente, y que se lo informó uno
de los hombres que habían sido detenidos por los soldados al conducir cerca del lugar del incidente. Durante el 27 de marzo,
la mujer recibió información contradictoria sobre el destino de su familiar, y ni las autoridades militares, ni las civiles hicieron
ningún intento por comunicarse con ella o con otros familiares durante este lapso. Entrevista telefónica de Human Rights
Watch con un familiar de una de las víctimas (nombre reservado), Sinaloa, 9 de enero de 2009.
196
Ibíd.
197
Ibíd. Entrevista de Human Rights Watch con Santiago Aguirre, asesor legal de varios familiares de las víctimas, México,
D.F., 14 de enero de 2008. Norma Alicia Sánchez, “Crecen las dudas sobre masacre en Badiraguato”, Noroeste, 3 de marzo de
2008.
198
Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un familiar de una de las víctimas (nombre reservado), Sinaloa, 9 de
enero de 2009.
199
En sus solicitudes de amparo, presentadas el 24 de abril de 2008, los familiares recibieron asistencia de dos
organizaciones no gubernamentales mexicanas, Centro Prodh y Frente Cívico Sinaloense. Dos de estas solicitudes fueron
admitidas por el Décimo Primer Tribunal de Circuito y asignadas a diferentes jueces: la de María Alarcón López, madre de una
de las víctimas (amparo 336), y la de Reynalda Morales Rodríguez, viuda de una de las víctimas (amparo 332). Una tercera
solicitud de amparo, presentada por Eloina Pérez, no fue admitida.
Las dos solicitudes que fueron admitidas argumentaban la inconstitucionalidad del Código de Justicia Militar, con distintos
fundamentos. En primer lugar, sostenían que el Código de Justicia Militar se había convertido en ley mediante un proceso
inconstitucional, ya que había sido dictado por el presidente mexicano sin antes haber sido aprobado por el poder legislativo
de la República. En segundo lugar, afirmaban que el Código de Justicia Militar —en especial, el artículo 57— vulnera el artículo
13 de la Constitución Política de México, que dispone claramente que cualquier violación cometida por las fuerzas militares
que involucre a civiles debe ser juzgada en los tribunales civiles. En tercer lugar, argumentaban que el sistema de justicia
militar carecía de las bases adecuadas para juzgar este tipo de casos, y que era intrínsecamente parcial. En cuarto lugar,
afirmaban que el sistema de justicia militar no protege adecuadamente los derechos de las víctimas. Y, en quinto lugar,
sostenían que el sistema de justicia militar es violatorio de las normas internacionales garantizadas por tratados firmados y
ratificados por México.

Impunidad Uniformada 60
jurisdicción militar, y sostuvo que siempre que un soldado comete una violación durante un
acto de servicio “invariablemente” afecta la disciplina militar, que se define como “la
columna vertebral de las fuerzas armadas”200. Los dos amparos fueron denegados por los
tribunales inferiores, que determinaron que las víctimas carecían de legitimación legal para
presentar este tipo de solicitudes201. Desde entonces, los familiares de las víctimas han
apelado las decisiones ante los tribunales superiores, y han solicitado que la Corte Suprema
de Justicia de la Nación interviniera, debido al “interés” y la “trascendencia” de sus casos202.
En marzo de 2009, la Suprema Corte decidió intervenir en uno de los casos, pero al
momento de la redacción de este informe aún no se había pronunciado sobre el fondo203.

Mientras los tribunales civiles revisaban las solicitudes de amparo, las autoridades militares
ofrecieron a las familias de las víctimas asesinadas una oportunidad única de obtener una
indemnización. No obstante, el proceso no concedió a los civiles mucho tiempo ni margen
para revisar el contenido de la propuesta, objetar sus términos o consultar a sus abogados.
Cuando los familiares llegaron a una reunión programada el mismo día por funcionarios
estatales, los miembros de la oficina de derechos humanos de las fuerzas armadas les
mostraron un acuerdo indemnizatorio ya redactado y les dijeron que tenían hasta el fin de la
tarde para aceptarlo o rechazarlo. El abogado de los familiares de las víctimas reside en
México D.F. y no pudo asistir a la reunión ya que no habían sido notificados con
antelación204. Los representantes militares dejaron claro que la oferta sería la única
oportunidad de recibir un pago. “Nos sentimos presionados a decidir ese día”, dijo a Human
Rights Watch un familiar que asistió a la reunión205. Una de las condiciones del acuerdo era
que, al firmar, los familiares renunciarían al derecho a impulsar cualquier acción legal para
obtener una compensación adicional por su pérdida. Finalmente, y debido en parte a las

200
En ambos casos, los informes fueron preparados por el General Brigadier de Justicia Militar Rogelio Rodríguez. Se
presentaron en relación con las apelaciones 336 y 332 el 30 de abril y el 22 de mayo de 2008, respectivamente. Rogelio
Rodríguez Correa. “Informe Justificado”, SEDENA Secretaría de la Defensa Nacional, Juzgado Militar, Campo Militar No. 9. B),
No. de Expediente 5024/M-4. (Mazatlán: 22-may-08), pág. 3.
201
Decisión de Jesús Machuca Montes, Juez Décimo del Décimo Primer Circuito, emitida el 30 de septiembre de 2008 en
relación con el amparo 336. Decisión de Ruperto Triana Martínez, Juez Octavo del Décimo Primer Circuito, emitida el 4 de
noviembre de 2008 en relación con el amparo 332.
202
Recurso de revisión de María Alarcón López, presentado el 14 de octubre de 2008. Recurso de revisión de Reynalda
Morales Rodríguez presentado el 20 de noviembre de 2008. Petición de ejercicio de la facultad de atracción presentada ante
la Suprema Corte de Justicia de la Nación por Centro Prodh y Fundar, el 1 de diciembre de 2008.
203
Centro Prodh, Comunicado de Prensa SC-03-09, 9 de marzo de 2009.
204
Si bien los familiares consultaron por teléfono a su abogado, Santiago Aguirre de Centro Prodh, el día de la reunión, el
abogado no tenía una copia del acuerdo. Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Santiago Aguirre, Centro Prodh,
México, D.F., 14 de enero de 2008.
205
Entrevista telefónica de Human Rights Watch con un familiar de una de las víctimas (nombre reservado), 9 de enero de
2009.

61 Human Rights Watch | Abril 2009


dificultades financieras que afrontaban por haber perdido a un sostén de la familia y por los
costos de los funerales, los familiares decidieron firmar los acuerdos206.

El acuerdo no sólo no contemplaba los intereses de los familiares, sino que tampoco se
ejecutó como los familiares habían entendido que se haría. La SEDENA informó a Human
Rights Watch que había negociado con el gobierno del estado de Sinaloa “el otorgamiento
de becas para los menores que quedaron en situación de orfandad”207. No obstante, según
los familiares de las víctimas y su abogado, sólo se otorgó una beca por familia, lo cual
obligó a los sobrevivientes a elegir cuáles de sus varios hijos podrían asistir a la escuela208.

206
Los acuerdos fueron aprobados por el Director General de Derechos Humanos de la SEDENA el 4 de junio de 2008. El
acuerdo original se realizó el 30 de abril de 2008. SEDENA, documento DH-IV-3114, en CNDH, Recomendación 36/2008, 11 de
julio de 2008, pág. 26. CNDH, “Informe de Actividades de 1 de enero al 31 de diciembre de 2008”,
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/anuales/InformeActividades_2008.pdf (consultado el 2 de febrero de 2009),
anexo 4.
207
SEDENA, archivo Infomex 0000700155008, 7 de enero de 2009.
208
Una de las familias afectadas tenía tres hijos, y la otra tenía dos, lo cual significa que se otorgaron sólo dos becas para los
cinco niños huérfanos. Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Santiago Aguirre, 14 de enero de 2009.

Impunidad Uniformada 62
V. La excepción que confirma la regla: el caso Castaños

El 11 de julio de 2006, un grupo de oficiales de la policía municipal detuvieron a un soldado


que, vestido de civil, se encontraba generando disturbios en un club nocturno de la “zona
de tolerancia” de Castaños, en el estado de Coahuila. Luego, cinco hombres que se
identificaron como miembros del 14° Regimiento Motorizado del Ejército Mexicano pidieron
que su colega fuera liberado. Cuando los policías lo liberaron, los soldados amenazaron con
regresar y, al hacerlo, media hora más tarde insultaron, amenazaron, golpearon y abusaron
sexualmente de 14 mujeres que trabajaban en los clubes nocturnos, y golpearon a siete
policías.

Si bien dista mucho de ser perfecto, el caso Castaños se destaca como un ejemplo de cómo
deben conducirse las investigaciones de abusos militares contra la población civil en
México. Las autoridades militares investigaron las faltas a la disciplina militar y sancionaron
a los soldados que se apartaron de sus deberes. Por su parte, las autoridades locales
investigaron los delitos perpetrados por los soldados contra los civiles, e impusieron
condenas penales significativas a tres militares que actualmente se encuentran en una
prisión estatal (el cuarto obtuvo la libertad bajo fianza).

Tal vez la justicia militar no tuvo otra opción que ceder su competencia en este caso, ya que
no podía argumentarse válidamente que los abusos se habían producido mientras los
soldados cumplían sus deberes. Unos días después de las controvertidas elecciones
presidenciales de 2006, los soldados debían resguardar las boletas electorales en una
oficina del Instituto Federal Electoral (IFE), en Monclova, Coahuila. En lugar de ello, estaban
a varios kilómetros, ebrios y abusando de mujeres en un club nocturno de Castaños.

Si bien en este caso la justificación de la jurisdicción civil fue inusualmente clara, esta
misma postura debería prevalecer siempre que el personal militar participe presuntamente
en graves violaciones de derechos humanos. Los hechos de tortura, violación sexual y uso
injustificado de la fuerza letal contra civiles distan tanto de ser parte del cumplimiento de
los deberes de los militares, como una conducta delictiva y brutal en un club nocturno.

Uno de los factores distintivos del caso Castaños es que todos los actores involucrados
consideraron que este caso no era competencia de los tribunales militares, y actuaron en
consecuencia. El Procurador de Justicia del Estado investigó el caso, las abogadas que
representaban a las víctimas colaboraron con el ministerio público local y un juez local
condenó a cuatro soldados. La Comisión Estatal de Derechos Humanos y la sociedad civil,

63 Human Rights Watch | Abril 2009


incluido el Obispo de Saltillo, inmediatamente exigieron que autoridades civiles
investigaran el caso. Los medios de comunicación locales dieron amplia cobertura a esta
controversia jurisdiccional, y publicaron varios artículos en favor de las investigaciones por
autoridades civiles. Y las autoridades militares colaboraron con las civiles.

Pueden extraerse varias lecciones importantes del caso Castaños. La primera es que las
leyes mexicanas, en su redacción actual, permiten que las autoridades civiles juzguen los
abusos militares contra civiles. Una segunda enseñanza es que el consenso entre
funcionarios del gobierno y actores no gubernamentales sobre cómo deben ser tratados
estos casos, sumado a una amplia repercusión en los medios, contribuyen a impulsar
investigaciones por las autoridades civiles y condenas. Por último, este caso demuestra que
las víctimas de los abusos pueden tener un papel clave al denunciar los abusos militares. Es
muy improbable que las víctimas estén dispuestas a enfrentar a sus agresores de este modo
ante agentes del ministerio público y tribunales militares, ya que existe una percepción
generalizada —y confirmada por décadas de experiencia— de que no obtendrán justicia en
los tribunales militares.

Los abusos
Alrededor de las 2 a.m., un grupo de entre 10 y 20 elementos militares uniformados llegaron
en vehículos oficiales a “El Pérsico Dancing” y “Las Playas Cabaret”, dos clubes nocturnos
ubicados en la zona de tolerancia de Castaños. Durante las siguientes tres horas, los
soldados sometieron a 14 mujeres que trabajaban en estos clubes y a siete policías
encargados de la seguridad en la zona a intimidación y abusos.

La CNDH ha documentado que los soldados abusaron verbalmente de las mujeres, las
obligaron a bailar mientras las apuntaban con armas y las llevaron a las habitaciones por la
fuerza. Los soldados amenazaron a las mujeres, las obligaron a desvestirse, las violaron (en
algunos casos, varias veces), abusaron sexualmente de ellas, las obligaron a masturbarse
frente a los soldados y/o las obligaron a practicar sexo oral a los soldados. Una de las
mujeres resultó embarazada como resultado de la violación, y otra que estaba embarazada
sufrió un aborto luego de esa noche209.

209
Para consultar una descripción detallada de los abusos, ver CNDH, Recomendación 37/2007, 21 de septiembre de 2007.

Impunidad Uniformada 64
Las investigaciones
Las autoridades militares y civiles llevaron a cabo dos investigaciones paralelas e
independientes de los hechos. Las autoridades militares investigaron las faltas a la
disciplina militar y sancionaron a los soldados que se apartaron de sus deberes, en tanto
las autoridades civiles investigaron los delitos cometidos contra los civiles.

El día siguiente al que los soldados cometieron los abusos, la PGJM inició una investigación
sobre la responsabilidad de nueve de los soldados por “abandono de servicio”210. Si bien el
juez militar dictó autos de formal prisión contra todos ellos, tres de los soldados nunca
fueron investigados penalmente, debido a que dos desertaron y uno causó baja de las
fuerzas armadas211. Un soldado fue condenado a dos años de prisión por “abandono de
servicio”212.

El Procurador General de Justicia del Estado, por su parte, investigó los abusos militares
contra la población civil. Si bien los agentes del ministerio público militar iniciaron una
investigación penal por los abusos, cedieron la competencia a las autoridades civiles, con el
argumento que habían documentado “conductas que fueron cometidas por personal militar
fuera de actos de servicio y que, al no constituir delitos típicamente castrenses, surte la
competencia del fuero común en el estado de Coahuila”213. A mediados de agosto de 2006,
el Procurador General de Justicia del Estado solicitó a un juez local que dictara autos de
formal prisión para 12 soldados214. Una semana después, el juez civil autorizó la
aprehensión de 8 de los 12 soldados (cuatro aún se encuentran prófugos)215.

210
PGJM, Expediente 6ZM/10/2006, iniciado el 12 de julio de 2006. Documentación incluida en el expediente judicial, que
llevó a una condena a los soldados impuesta por autoridades civiles. Información proporcionada a Human Rights Watch por
Copprovi, la organización que representa a las mujeres víctimas de los abusos, 6 de noviembre de 2008. Esta investigación se
convirtió en el caso penal No. 2526/2006 por omisión de servicio.
211
CNDH, Recomendación 37/2007, 21 de septiembre de 2007.
212
SEDENA, archivo Infomex 0000700155108, 7 de enero de 2009.
213
CNDH, Recomendación 37/2007, 21 de septiembre de 2007. “Conductas que fueron cometidas por personal militar fuera
de actos de servicio y que al no constituir delitos típicamente castrenses, surte la competencia del fuero común en el Estado
de Coahuila”, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 13 y 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, 36, 57 y 58 del Código de Justicia Militar; 337, 376 y 384 del Código Penal para el Estado de Coahuila; 1.°, 4.° y 5.°
de la Ley Orgánica del Ministerio Público de dicha entidad federativa”.
214
Entrevista de Human Rights Watch con Jesús Torres Charles, Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila, Saltillo,
4 de noviembre de 2008. Entrevista de Human Rights Watch con el Juez Hiradier Huerta, Juez de primera instancia en materia
penal del distrito judicial de Monclova, Monclova, 6 de noviembre de 2008.
215
Las órdenes de aprehensión eran del 23 de agosto de 2006. Entrevista de Human Rights Watch con el Juez Hiradier Huerta,
Juez de primera instancia en materia penal del distrito judicial de Monclova, Monclova, 6 de noviembre de 2008.

65 Human Rights Watch | Abril 2009


En octubre de 2007, un juez local condenó a cuatro soldados por la violación o abuso sexual
de nueve mujeres, y por causar lesiones a seis oficiales de policía216. El juez determinó que
otros cuatro soldados no eran culpables, y no se pronunció sobre la responsabilidad penal
de los cuatro hombres que habían sido identificados por las víctimas pero se encontraban
prófugos217. Tres de los soldados que resultaron condenados se encuentran actualmente en
la prisión estatal, y uno de ellos (que fue condenado por golpear a cinco policías, pero no
por cargos de violación o abuso sexual) obtuvo la libertad bajo fianza218.

Si bien la investigación civil y la condena judicial constituyen pasos importantes para


promover el juzgamiento de los abusos militares, la CNDH advirtió acerca de varias
deficiencias en el trabajo del agente del ministerio público y del juez locales. Señaló que el
ministerio público local no utilizó a todos los testigos disponibles y no ejerció acción penal
por el delito de tortura, y subrayó que la sentencia del juez no abordó todos los abusos que
había documentado la Comisión219.

El agente del ministerio público estatal apeló la decisión judicial, y solicitó que un tribunal
superior revocara el auto de sobreseimiento a los soldados que habían sido declarados no
culpables, e impusiera penas más estrictas a los culpables220. Al momento de la redacción
del presente informe, se encuentra pendiente el proceso de apelación ante el máximo
tribunal del estado221.

216
Sólo seis de los siete oficiales de policía presentaron denuncias formales ante el agente del ministerio público local.
Juan José Gaytán Santiago fue condenado a 21 años de prisión por abusar sexualmente o violar a tres mujeres y causar
lesiones a seis oficiales de policía. Fernando Adrián Madrid Guardiola fue condenado a 31 años de prisión por abusar
sexualmente o violar a dos mujeres. Omar Alejandro Rangel Fuente fue condenado a 41 años de prisión por abusar
sexualmente o violar a cuatro mujeres, y por causar lesiones a tres oficiales de policía. Ángel Antonio Hernández Niño fue
condenado a tres años y nueve meses de prisión por causar lesiones a cinco oficiales de policía. Primera Instancia en Materia
Penal del Distrito Judicial de Monclova, Hiradier Huerta, caso penal 220/2006 y otros, 1 de octubre de 2007.
217
Los cuatro soldados que no fueron declarados culpables son Casimiro Ortega Hernández, Rosendo García Jiménez,
Norberto González Estrada y Norberto Carlos Francisco Vargas.
218
Entrevista de Human Rights Watch con el Juez Hiradier Huerta, juez de primera instancia en materia penal del distrito
judicial de Monclova, Monclova, 6 de noviembre de 2008. Criselda Farías, “Sale libre militar del caso Castaños”, Reforma, 23
de octubre de 2007.
219
CNDH, Recomendación 37/2007, 21 de septiembre de 2007, sección IV.B.1. CNDH, comunicado de prensa CGCP/141/07, 3
de octubre de 2007, http://www.cndh.org.mx/comsoc/compre/compre.asp (consultado el 15 de diciembre de 2008).
220
Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila, Jesús Torres Charles, Apelación 319/2008, 4 de abril de 2008.
Entrevista de Human Rights Watch con Jesús Torres Charles, Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila, Saltillo, 4
de noviembre de 2008.
221
Entrevista telefónica de Human Rights Watch con el Juez Hiradier Huerta, Juez de primera instancia en materia penal del
distrito judicial de Monclova, Monclova, 25 de marzo de 2009.

Impunidad Uniformada 66
El consenso
La principal razón por la cual los militares fueron sometidos a un juicio ante autoridades
civiles probablemente sea que existía un consenso absoluto en Coahuila —incluso entre las
autoridades gubernamentales y la sociedad civil— de que estos casos no deben ser
juzgados por la justicia militar.

El Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila dijo a Human Rights Watch que no
pidió permiso a las fuerzas militares para analizar el caso ya que él tiene la autoridad y la
obligación de investigarlo. Según el Procurador, las autoridades civiles deben analizar todos
los casos de oficiales militares que cometan delitos contra civiles. Cuando la falta o el delito
hayan sido cometidos contra un civil por un militar fuera de servicio, el caso debería ser
investigado por las autoridades estatales; y, si el delito ha sido cometido mientras el
soldado se encuentra en servicio, el caso debería ser investigado por las autoridades
federales, ya que los soldados son funcionarios federales222. El juez penal de primera
instancia que condenó a los soldados sostuvo que el caso correspondía a los tribunales
civiles223.

Otros actores también jugaron un papel importante para impulsar la investigación civil de
estos hechos. El Obispo de Saltillo denunció abiertamente el caso inmediatamente después
de los sucesos224. Los abogados de las víctimas colaboraron con los agentes del ministerio
público local para documentar los casos225. La Comisión de Derechos Humanos del Estado
de Coahuila pidió a la CNDH y a todas las demás comisiones estatales de derechos
humanos que respaldaran su solicitud al Presidente mexicano y al Secretario de la Defensa
para que presentaran a los soldados involucrados en los abusos ante las autoridades
judiciales del estado226. Los medios locales, por su parte, brindaron amplia cobertura al
caso y difundieron los distintos argumentos en favor de los juicios civiles227.

222
Entrevista de Human Rights Watch con Jesús Torres Charles, Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila, Saltillo,
4 de noviembre de 2008.
223
Entrevista de Human Rights Watch con el Juez Hiradier Huerta, Juez de primera instancia en materia penal del distrito
judicial de Monclova, Monclova, 6 de noviembre de 2008. Primera Instancia en Materia Penal del Distrito Judicial de Monclova,
Hiradier Huerta, caso penal 220/2006 y otros, 1 de octubre de 2007.
224
Entrevista de Human Rights con Raúl Vera, Obispo de Saltillo, Saltillo, 4 de noviembre de 2008. “Justicia y solidaridad
ante el abuso de los militares en Castaños”, Diócesis de Saltillo, 19 de julio de 2006.
225
Entrevista de Human Rights Watch con Sandra de Luna y Martha Castillon, Copprovi, Monclova, 5 de noviembre de 2008.
226
Esta misma carta se envío a todos los presidentes de las comisiones estatales y a la CNDH. Comisión de Derechos
Humanos del Estado de Coahuila, Documento PCDHEC/662/2006, 11 de agosto de 2006.
Diez comisiones de derechos humanos estatales y el Presidente de la Federación Mexicana de Organismos Públicos de
Derechos Humanos respaldaron públicamente su solicitud. Las diez comisiones de derechos humanos estatales eran San Luis
Potosí, Baja California, Sinaloa, Tlaxcala, Tamaulipas, Hidalgo, México D. F., Nuevo León, Baja California Sur y Guanajuato.
Documentación no publicada, proporcionada a Human Rights Watch por Luis Fernando García Rodríguez. Entrevista de Human

67 Human Rights Watch | Abril 2009


Incluso las autoridades militares colaboraron con las autoridades civiles al determinar que
no tenían competencia para investigar los abusos sexuales y las golpizas. Tanto el
Procurador General de Justicia del Estado como el juez local señalaron que las autoridades
militares han colaborado plenamente durante la investigación228.

Las lecciones de Castaños


Los delitos aberrantes cometidos por los soldados en Castaños permiten extraer varias
enseñanzas importantes sobre el uso de la jurisdicción militar para investigar y juzgar los
abusos militares contra civiles en México.

La primera enseñanza es que la Constitución Política de México no exige que los militares
juzguen este tipo de delitos cometidos por soldados contra civiles.

Una segunda enseñanza es que el consenso entre los funcionarios del gobierno y los
actores no gubernamentales acerca del modo en que deben ser tratados estos casos
contribuye a impulsar las investigaciones y los juicios por parte de las autoridades civiles,
en los cuales hay mayores probabilidades de obtener justicia. Si bien las investigaciones
penales por autoridades civiles distan de ser perfectas, el sistema civil de justicia penal
contiene garantías básicas para asegurar la imparcialidad y la independencia, que no se
encuentran presentes en el sistema de justicia penal militar.

Por último, este caso demuestra que las víctimas de los abusos pueden tener un papel clave
al denunciar a los militares, y esto, a su vez, las ayuda a superar su situación. Human Rights

Rights Watch con Luis Fernando García Rodríguez, Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila,
Saltillo, 4 de noviembre de 2008.
Según la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila, la jurisdicción militar tiene carácter excepcional y sólo se
aplica cuando los soldados cometen delitos contra la disciplina militar o realizan “actos de servicio vinculados con sus
funciones”. Documento no publicado que resume las conclusiones de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de
Coahuila sobre el “caso Castaños”, proporcionado a Human Rights Watch por Luis Fernando García Rodríguez, Presidente de
la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila, el 4 de noviembre de 2008. García Rodríguez informó a Human
Rights Watch que este resumen formaba parte de su informe anual 2007 presentado ante el Congreso del estado.
227
Por ejemplo, Lorenzo Carlos Cárdenas, “Urge Congreso agilizar investigación a militares”, La Palabra de Monclova, 22 de
julio de 2006. María Eugenia Alvarado, “Pide Vera castigar ataque de militares”, La Palabra de Monclova, 31 de julio de 2006.
María Eugenia Alvarado, “Piden llevar a militares a juicios civil y marcial”, La Palabra de Monclova, 1 de agosto de 2006. Jesús
Jerónimo García, “Juzgarán a militares con estatutos civiles”, La Palabra de Monclova, 2 de agosto de 2006. Walter Savage
Landor, “Demorar la Justicia es Injusticia”, La Palabra de Monclova, 3 de agosto de 2006. Perla Medina, “Quiere Mauro que se
sentencien a militares por la vía penal”, La Voz, 10 de agosto de 2006. (Mauro Zuniga Llanas era alcalde de Castaños).
228
Entrevista de Human Rights Watch con Jesús Torres Charles, Procurador General de Justicia del Estado de Coahuila, Saltillo,
4 de noviembre de 2008. Entrevista de Human Rights Watch con el Juez Hiradier Huerta, Juez de primera instancia en materia
penal del distrito judicial de Monclova, Monclova, 6 de noviembre de 2008.
Además, un juez militar autorizó el traslado de los soldados que se encontraran en una cárcel militar a las cárceles del estado.
CNDH, Recomendación 37/2007, 21 de septiembre de 2007. Causas penales No. 2526/2006 y 2611/2006, citadas por el Juez
Hiradier Huerta en la sentencia resolutoria del caso penal contra Juan José Gaytán Santiago, 1 de octubre de 2007.

Impunidad Uniformada 68
Watch entrevistó a tres mujeres que participaron en los procedimientos penales (una había
resultado embarazada luego de ser violada por un soldado, otra había sido abusada
sexualmente, y una tercera había presenciado los sucesos), y todas afirmaron que jamás
olvidarían lo que les había sucedido229. No obstante, todas se sintieron “satisfechas”
cuando tres hombres fueron condenados por estos delitos, e instaron a otras víctimas de
abusos militares a denunciar sus casos.

Es muy improbable que las víctimas estén dispuestas a enfrentar a sus agresores ante
agentes del ministerio público militar y tribunales militares. Dos de las mujeres
entrevistadas por Human Rights Watch, por ejemplo, explicaron que no se hubieran sentido
cómodas al participar en procedimientos similares ante los tribunales militares, ya que no
confiaban en su imparcialidad. Una de las mujeres manifestó que participar en el proceso
fue bastante duro y dijo “[así que] imagínense [qué hubiera sido] con alguien que esté a
favor de ellos”. Otra mujer agregó que también temía que los tribunales militares estuvieran
más preocupados por la “imagen” de las fuerzas armadas que por impartir justicia.

229
Entrevista de Human Rights Watch, 6 de noviembre de 2008. (Se mantiene bajo reserva otra información adicional a fin de
proteger la identidad de las víctimas).

69 Human Rights Watch | Abril 2009


VI. Obligaciones de México conforme al derecho internacional

Obligación de investigar los abusos


México es parte de varios tratados internacionales que imponen la obligación de respetar,
proteger y cumplir con los derechos humanos contenidos en ellos230. Estos mismos tratados
también imponen al Estado mexicano la obligación de impedir y prevenir violaciones, así
como de investigar, juzgar y reparar los abusos231.

Este segundo grupo de obligaciones constituyen, en parte, un corolario del primero, y


apoyan la idea que la protección y prevención efectivas requieren de investigación y
sanción. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, por ejemplo, ha determinado que
“el Estado tiene la obligación de combatir [la impunidad] por todos los medios legales
disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de
derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares”232.

El deber de investigar y sancionar también se desprende del derecho a un recurso legal que
estos tratados reconocen a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Según el
derecho internacional, los gobiernos tienen la obligación de brindar recursos efectivos —
como la justicia, la verdad y reparaciones adecuadas— a las víctimas de violaciones de
derechos humanos. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) establece
que los gobiernos tienen la obligación “de garantizar que toda persona cuyos derechos o
libertades reconocidos en el presente Pacto hayan sido violados [pueda] interponer un
recurso efectivo”233. El PIDCP exige a los Estados garantizar que “la autoridad competente,

230
Algunos párrafos de esta sección fueron publicados previamente en Human Rights Watch, La Comisión Nacional de los
Derechos Humanos de México: Una evaluación crítica, vol. 20, No. 1 (B), febrero de 2008, sección III.
231
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), adoptado el 16 de diciembre de 1966, Res. Asamblea General
2200A (XXI), 21 U.N. GAOR Supp. (No. 16) en 52, Doc. de la ONU A/6316 (1966), 999 U.N.T.S. 171, en vigor desde el 23 de marzo
de 1976, adoptado por México el 23 de marzo de 1981. Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) (“Pacto de
San José de Costa Rica”), adoptada el 22 de noviembre de 1969, Serie de Tratados de la OEA No. 36, 1144 U.N.T.S. 123, en
vigor desde el 18 de julio de 1978, reimpresa en los Documentos Básicos en Materia de Derechos Humanos en el Sistema
Interamericano, OEA/Ser. L.V/II.82 doc.6 rev.1 en 25 (1992), adoptada por México el 2 de marzo de 1981. Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (Convención contra la Tortura), adoptada el 10 de diciembre
de 1984, Res. de Asamblea General 39/46, anexo, 39 U.N. GAOR Supp. (No. 51) en 197, Doc. de la ONU A/39/51 (1984), en vigor
desde el 26 de junio de 1987, ratificada por México el 23 de enero de 1986, arts. 2(1), 11, 16. Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura, Serie de Tratados de la OEA No. 67, en vigor desde el 28 de febrero de 1987, ratificada por
México el 11 de febrero de 1987. 1, 6. Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, 33 I.L.M. 1429
(1994), en vigor desde el 28 de marzo de 1996, ratificada por México el 28 de febrero de 2002, art. 1.
232
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Paniagua Morales et al., Sentencia del 8 de marzo de 1998, Corte I.D.H., (Ser.
C), No. 37 (1998), párr. 173.
233
PIDCP, art. 2(3)(a).

Impunidad Uniformada 70
judicial, administrativa o legislativa, o cualquiera otra autoridad competente prevista por el
sistema legal del Estado, decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal
recurso, y desarrollará las posibilidades de recurso judicial”234.

En el ámbito regional, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) dispone


que toda persona tiene “derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen
sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en el ejercicio
de sus funciones oficiales”235. La Corte Interamericana ha establecido que este derecho
supone la obligación de los Estados de ofrecer recursos judiciales efectivos a las víctimas236.

Los Estados también tienen obligaciones específicas de prevención y sanción de la tortura y


las desapariciones forzadas. Estos dos graves crímenes cuentan con sus propios tratados,
los cuales codifican las obligaciones de los gobiernos de asegurar que, siempre que se
produzca un delito de esta naturaleza, este será investigado y juzgado, y la víctima contará
con un recurso adecuado237.

234
PIDCP, art. 2 (3)(b). Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer
recursos y obtener reparaciones, 21 de marzo de 2006, adoptados por el 60.° Período de Sesiones de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, A/RES/60/147, principio II.3.(d): “La obligación de respetar, asegurar que se respeten y aplicar las
normas internacionales de derechos humanos y el derecho internacional humanitario según lo previsto en los respectivos
ordenamientos jurídicos comprende, entre otros, el deber de: (d) Proporcionar a las víctimas recursos eficaces, incluso
reparación, como se describe más adelante”.
235
CADH, art. 25. De manera similar, la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura exige a los Estados
“toma[r] medidas efectivas para prevenir y sancionar la tortura” y “otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes en
el ámbito de su jurisdicción” (Artículo 6). También exige que los Estados partes garanticen “a toda persona que denuncie
haber sido sometida a tortura en el ámbito de su jurisdicción el derecho a que el caso sea examinado imparcialmente” y que
“sus respectivas autoridades procederán de oficio y de inmediato a realizar una investigación sobre el caso y a iniciar, cuando
corresponda, el respectivo proceso penal” (Artículo 8).
236
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velásquez Rodríguez, Sentencia del 29 de julio de 1988, Corte I.D.H.,
(Ser. C), No. 4 (1988), párrs. 166, 174, 176. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Loayza Tamayo, Sentencia del 27
de noviembre de 1998, Corte I.D.H., (Ser. C), No. 33 (1998), párr. 169.
237
Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, adoptada
por la Resolución de la Asamblea General 39/46 del 10 de diciembre de 1984, en vigor desde el 26 de junio de 1987, ratificada
por México el 23 de enero de 1986, arts. 4 -6, 12- 14. Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas
contra las Desapariciones Forzadas, adoptada por la Resolución de la Asamblea General 61/177 del 20 de diciembre de 2006,
ratificada por México el 18 de marzo de 2008, arts. 3 -12, 24, 25.

71 Human Rights Watch | Abril 2009


Obligación de informar
Además de la obligación de investigar y juzgar, los Estados tienen la obligación de proveer a
las víctimas información sobre las investigaciones de violaciones de derechos humanos.

Las víctimas tienen el derecho de conocer la verdad acerca de las violaciones sufridas. La
Asamblea General de la ONU ha ratificado el principio según el cual el derecho de las
víctimas a un recurso incluye el acceso a la información pertinente sobre violaciones de
derechos humanos238. Los principios internacionales adoptados por la ex Comisión de
Derechos Humanos de la ONU establecen que “independientemente de las acciones que
puedan entablar ante la justicia, las víctimas y sus familias tienen el derecho imprescriptible
a conocer la verdad acerca de las circunstancias en que se cometieron las violaciones y, en
caso de fallecimiento o desaparición, acerca de la suerte que corrió la víctima”239.

Los organismos de derechos humanos han destacado la obligación del Estado de proveer
información a las víctimas, en especial en casos de desaparición forzada. El Comité de
Derechos Humanos de la ONU sostuvo que la angustia extrema causada a los familiares de
los desaparecidos los convierte también a ellos en víctimas directas de las violaciones240. En
la medida en que el Estado no informa a los familiares acerca de qué sucedió a los
desaparecidos, incumple su obligación básica de poner fin a la violación241. La Convención

238
Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales
de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener
reparaciones, 21 de marzo de 2006, adoptados por el 60.° Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, A/RES/60/147, párrs. 11 (c) y 24. Párr. 11: “Entre los recursos contra las violaciones manifiestas de las normas
internacionales de derechos humanos y las violaciones graves del derecho internacional humanitario figuran los siguientes
derechos de la víctima, conforme a lo previsto en el derecho internacional: c) Acceso a información pertinente sobre las
violaciones y los mecanismos de reparación.” Párr. 24: “Los Estados han de arbitrar medios de informar al público en general,
y en particular a las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones
graves del derecho internacional humanitario, de los derechos y recursos que se tratan en los presentes Principios y
directrices básicos y de todos los servicios jurídicos, médicos, sicológicos, sociales, administrativos y de otra índole a los que
pueden tener derecho las víctimas”.
239
Conjunto de principios para la protección y la promoción de los Derechos Humanos para la lucha contra la impunidad, 2 de
octubre de 1997, adoptados por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev.1, principio 3.
240
El Comité de Derechos Humanos de la ONU articuló este principio en el caso Quinteros v. Uruguay, en el cual concluyó que
la madre de una desaparecida tenía derecho a recibir una indemnización como víctima por el sufrimiento padecido a causa de
la denegación de información por parte del Estado. Quinteros v. Uruguay, Comité de Derechos Humanos de la ONU, Caso No.
107/1981: “El Comité comprende el profundo pesar y la angustia que padece la autora de la comunicación como consecuencia
de la desaparición de su hija y de la continua incertidumbre sobre su suerte y su paradero. La autora tiene derecho a saber lo
que ha sucedido a su hija. En ese sentido es también una víctima de las violaciones del Pacto, en particular del artículo 7,
soportadas por su hija”.
241
Diane Orentlicher, “Settling Accounts: The Duty to Prosecute Human Rights Violations of a Prior Regime” (Saldar cuentas:
La obligación de juzgar las violaciones de derechos humanos de los regímenes anteriores) [traducción por Human Rights
Watch], Yale Law Journal, No. 100 (1990). Naomi Roht-Arriaza (comentario), “State Responsibility to Investigate and Prosecute
Grave Human Rights Violations in International Law” (La responsabilidad del estado de investigar y juzgar las violaciones
graves de derechos humanos conforme al derecho internacional) [traducción por Human Rights Watch], California Law Review,
No. 78 (1990). José Zalaquett, “Confronting Human Rights Violations Committed by Former Governments: Principles

Impunidad Uniformada 72
Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas
(Convención contra las Desapariciones), adoptada recientemente, y ratificada por México,
establece el derecho de cada víctima de “conocer la verdad sobre las circunstancias de la
desaparición forzada, la evolución y resultados de la investigación y la suerte de la persona
desaparecida”. El tratado requiere que cada Estado parte, México entre ellos, adopte las
medidas necesarias para tal fin242.

Del mismo modo, la Corte Interamericana ha sostenido que la obligación de los Estados de
resarcir a las víctimas de abusos se traduce en la obligación de brindar información a los
familiares acerca de qué les sucedió a las personas desaparecidas243.

Además de informar a las víctimas y sus familiares, el Estado debe informar a la sociedad en
general acerca de las violaciones de derechos humanos, particularmente cuando se trata de
violaciones graves. Esta obligación deriva, en parte, de su deber de prevenir futuras
violaciones. Según la ex Comisión de Derechos Humanos de la ONU:

Cada pueblo tiene el derecho inalienable de conocer la verdad sobre los


acontecimientos pasados, así como sobre las circunstancias y las razones
que llevaron, por la violación masiva y sistemática de derechos humanos, a
la perpetración de crímenes aberrantes. El ejercicio pleno y efectivo del
derecho a la verdad es esencial para evitar en el futuro que tales actos no se
reproduzcan244.

En el mismo sentido, la CIDH ha establecido que “toda la sociedad tiene el irrenunciable


derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las

Applicable and Political Constraints” (Confrontar las violaciones de derechos humanos cometidas por gobiernos anteriores:
Principios aplicables y restricciones políticas) [traducción por Human Rights Watch], en State Crimes: Punishment or Pardon
(New York: Aspen Institute Justice and Society Program, 1989).
242
Convención contra las Desapariciones, art. 24 (2).
243
La Corte ha sostenido que los padres tienen derecho a obtener una reparación por el sufrimiento causado por la
desaparición forzada de un hijo. Esta obligación no se cumple con el ofrecimiento de una indemnización pecuniaria. Supone
además el deber de poner fin a la situación de incertidumbre acerca del destino y el paradero de las personas desaparecidas.
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Aloeboetoe, Reparaciones (Artículo 63.1 Convención Americana sobre
Derechos Humanos), Sentencia del 10 de septiembre de 1993, párr. 76: “...se puede admitir la presunción de que los padres
han sufrido moralmente por la muerte cruel de sus hijos, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona
experimente dolor ante el suplicio de su hijo”.
244
Conjunto de principios para la protección y la promoción de los Derechos Humanos para la lucha contra la impunidad, 2 de
octubre de 1997, adoptados por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev.1, principio 1.

73 Human Rights Watch | Abril 2009


que aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a
ocurrir en el futuro”245.

La obligación de informar también se desprende del derecho a “buscar, recibir y difundir”


información, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el PIDCP y la
CADH246. Si bien hasta el momento este derecho se ha invocado principalmente con el
propósito de impedir que los Estados interfieran o apliquen restricciones en forma ilegítima
para limitar que personas o medios de comunicación accedan a información que se
encuentra disponible, cada vez hay mayor consenso a nivel internacional que este derecho
también abarca la obligación positiva de los Estados de brindar acceso a información
pública. Tanto las organizaciones regionales como las internacionales han sostenido que el
acceso a información pública es un derecho fundamental de todas las personas. En América,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que el artículo 13 de la CADH
(sobre el derecho a la libertad de expresión) supone el derecho a recibir información en
poder de oficinas de gobierno, así como la obligación de estas de proporcionarla247.

245
“Campos en los cuales han de tomarse medidas para dar mayor vigencia a los derechos humanos, de conformidad con la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Convención Americana sobre derechos humanos”, Informe
Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1985-86, OEA/Ser. L/V./ II.68, Doc. 8, rev. 1, 26 de septiembre de
1986, cap. V, pág. 205. Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer
recursos y obtener reparaciones, 21 de marzo de 2006, adoptados por el 60.° Período de Sesiones de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, A/RES/60/147, párr. 24: “Los Estados han de arbitrar medios de informar al público en general, y en
particular a las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones
graves del derecho internacional humanitario, de los derechos y recursos que se tratan en los presentes Principios y
directrices básicos y de todos los servicios jurídicos, médicos, sicológicos, sociales, administrativos y de otra índole a los que
pueden tener derecho las víctimas...”
246
Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), adoptada el 10 de diciembre de 1948, Res. Asamblea General
217A(III), Doc. de la ONU A/810 en 71 (1948), art. 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión;
este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. PIDCP, art. 19 (2): “Toda persona tiene derecho a la
libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole,
sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección”. CADH, art. 13 (1): “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.
Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
247
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Marcel Claude Reyes and Others v. Chile, Sentencia del 19 de
septiembre de 2006, Corte I.D.H., (Ser. C), No. 151, párrs. 76 y 77. Párr.: 76. “En este sentido, la Corte ha establecido que, de
acuerdo a la protección que otorga la Convención Americana, el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión
comprende “no sólo el derecho y la libertad de expresar su propio pensamiento, sin también el derecho y la libertad de buscar,
recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”. Al igual que la Convención Americana, otros instrumentos
internacionales de derechos humanos, tales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, establecen un derecho positivo a buscar y a recibir información”. Párr. 77: “En lo que respecta
a los hechos del presente caso, la Corte estima que el artículo 13 de la Convención, al estipular expresamente los derechos a
“buscar” y “recibir” “información”, protege el derecho que tiene toda persona a solicitar el acceso a la información bajo el
control del Estado, con las salvedades permitidas bajo el régimen de restricciones de la Convención. Consecuentemente,
dicho artículo ampara el derecho de las personas a recibir dicha información y la obligación positiva del Estado de
suministrarla, de forma tal que la persona pueda tener acceso a conocer esa información o reciba una respuesta
fundamentada cuando por algún motivo permitido por la convención el Estado pueda limitar el acceso a la misma para el caso
concreto. Dicha información debe ser entregada sin necesidad de acreditar un interés directo para su obtención o una

Impunidad Uniformada 74
Según los “Principios sobre la legislación de la libertad de la información”, adoptados por
los sistemas de derechos humanos de la ONU e interamericano, el derecho de acceso a la
información se rige por el “principio de máxima divulgación”248. En otras palabras, se
presume que el gobierno tiene la obligación de divulgar información, y esta presunción sólo
puede ignorarse en circunstancias claramente definidas por la ley, en las cuales la
divulgación de información podría afectar los derechos de otras personas o la protección de
la seguridad nacional, el orden público, la salud pública o la moral249.

Las autoridades judiciales, al formar parte del Estado, están sujetas a estas obligaciones.
De acuerdo con el Relator Especial de la ONU para la Libertad de Opinión y de Expresión, el

afectación personal, salvo en los casos en que se aplique una legítima restricción. Su entrega a una persona puede permitir a
su vez que esta circule en la sociedad de manera que pueda conocerla, acceder a ella y valorarla. De esta forma, el derecho a
la libertad de pensamiento y de expresión contempla la protección del derecho de acceso a la información bajo el control del
Estado, el cual también contiene de manera clara las dos dimensiones, individual y social, del derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión, las cuales deben ser garantizadas por el Estado de forma simultánea”.
248
El principio 1 del documento “El Derecho a saber del público: Principios sobre la legislación de la libertad de la
información” establece “[e]l principio de que toda la información en poder de organismos públicos debe estar sujeta a
divulgación y de que esta presunción sólo puede dejarse de lado en circunstancias muy limitadas” (Traducción por Human
Rights Watch). Los Principios sobre la legislación de la libertad de la información fueron adoptados en junio de 1999 por
Article XIX, una ONG dedicada a la libertad de expresión y el acceso a la información, en consulta con organizaciones de
distintos países, http://www.article19.org/pdfs/standards/righttoknow.pdf; consultado el 20 de febrero de 2009). Más tarde
fueron aprobados por la ONU y el sistema interamericano de derechos humanos. Ver, por ejemplo, CIDH, Informe sobre
terrorismo y derechos humanos, OEA/Ser.L./V/II 116, Doc. 5 rev. 1 corr. 22 de octubre de 2002, párr. 284: “Como componente
fundamental del derecho a la libertad de expresión, el acceso a la información debe estar regido por el ‘principio de máxima
divulgación’”. En otras palabras, debe presumirse que la información será revelada por el gobierno. Concretamente, como se
indicó en el capítulo dedicado a la libertad y la seguridad personales, la información concerniente a personas arrestadas o
detenidas debe encontrarse a disposición de sus familiares, sus abogados y otras personas que posean un interés legítimo en
esa información”. Ver también CIDH, “Informe Anual 1999”, vol. III; Informe de la Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión, OEA/Ser.L/V/II.111, Doc. 3 rev., Vol. III, ch. 2; Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
Resolución 1999/36, 56.° Ses., E/CN.4/2000/63 (18 de enero de 2000), párr. 43.
249
PIDCP, art. 19(3): “El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y responsabilidades
especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que deberán, sin embargo, estar expresamente
fijadas por la ley y ser necesarias para: (a) Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás; (b) La protección
de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas”. CADH, art. 13(2): “El ejercicio del derecho previsto
en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar
expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a). el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b). la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas”.
La Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión establece que el derecho sólo puede limitarse en forma excepcional,
y dichas limitaciones deben “estar establecidas previamente por la ley para el caso que exista un peligro real e inminente que
amenace la seguridad nacional en sociedades democráticas”. Principio 4 de la Declaración de Principios sobre Libertad de
Expresión, aprobada por la CIDH en su 108.° período ordinario de sesiones, en octubre de 2000,
http://www.cidh.org/Relatoría/showarticle.asp?artID=26&lID=1 (consultado el 20 de febrero de 2009).
Los Principios de Johannesburgo sostienen que las restricciones deben ser “necesaria[s] en una sociedad democrática para
proteger un interés legítimo de seguridad nacional”. Principios 1(d) y 11 de los Principios de Johannesburgo sobre la
Seguridad Nacional, la Libertad de Expresión y el Acceso a la Información,
http://www.article19.org/pdfs/standards/joburgprinciples.pdf (consultado el 20 de febrero de 2009). Los Principios de
Johannesburgo fueron adoptados en octubre de 1995 por expertos en derecho internacional, seguridad nacional y derechos
humanos, y más tarde fueron reconocidos por el Relator Especial de las Naciones Unidas para la Libertad de Opinión y
Expresión y el Relator Especial de la OEA para la Libertad de Expresión. Ver Comisión de Derechos Humanos de la ONU,
Informe del Relator Especial para la Libertad de Opinión y de Expresión, Abid Hussain, de conformidad con la Resolución
1993/45 de la Comisión de la ONU para los Derechos Humanos, Comisión de Derechos Humanos de la ONU, 52.º ses.,
E/CN.4/1996/39 (22 de marzo de 1996), párr. 154; CIDH, “Informe Anual 2003,” vol. III; Informe del Relator Especial para la
Libertad de Opinión y de Expresión, OEA/Ser.L/V/II.118 Doc. 70, rev. 2, capítulo IV.

75 Human Rights Watch | Abril 2009


Representante de la OSCE sobre la Libertad de Prensa y el Relator Especial de la OEA sobre
Libertad de Expresión “los tribunales y los procesos judiciales, al igual que las demás
funciones del Estado, están sometidos al principio de la máxima transparencia en la
información, que sólo puede ser superado cuando es necesario para proteger el derecho a
un juicio justo o a la presunción de inocencia”250.

Normas internacionales sobre independencia e imparcialidad judicial


Diversos tratados internacionales, entre ellos el PIDCP y la CADH, exigen que las personas
sean juzgadas por “tribunal[es] ...independiente[s] e imparcial[es]”251. Existen una serie de
criterios para determinar si un sistema de justicia —incluido un sistema de justicia militar—
es efectivamente independiente e imparcial:

• Los jueces no deben estar sujetos a restricciones, presiones u órdenes impuestas


por otros poderes del gobierno. Según los Principios básicos relativos a la
independencia de la judicatura de la ONU (Principios Básicos de la ONU), “[t]odas
las instituciones gubernamentales y de otra índole respetarán y acatarán la
independencia de la judicatura” y los jueces “resolverán los asuntos que conozcan
con imparcialidad, basándose en los hechos y en consonancia con el derecho, sin
restricción alguna y sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones
indebidas, sean directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier
motivo”252.

250
Declaración Conjunta del Relator Especial de la ONU sobre la Libertad de Opinión y Expresión, Ambeyi Ligabo, el
Representante de la OSCE sobre la Libertad de Prensa, Freimut Duve, y el Relator Especial de la OEA sobre Libertad de
Expresión, Eduardo Bertoni,
http://www.cidh.oas.org/relatoria/showarticle.asp?artID=87&lID=1 (consultado el 6 de enero de 2009).
Asimismo, los “Principios sobre el derecho de acceso a la información” de 2008, emitidos por el Comité Jurídico
Interamericano, determinan que “el derecho de acceso a la información se extiende a todos los órganos públicos en todos los
niveles de gobierno, incluyendo a los pertenecientes al Poder Ejecutivo, al Legislativo y al Poder Judicial”, Comité Jurídico
Interamericano, “Principios sobre el derecho de acceso a la información”, CJI/RES. 147 (LXXIII-O/08), 7 de agosto de 2008,
http://www.oas.org/cji/eng/CJI-RES_147_LXXIII-O-08_eng.pdf (consultado el 6 de enero de 2009), principio 2.
251
PIDCP, art. 14(1): “Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido por la ley”. CADH, art. 8(1): “[t]oda persona tiene derecho a ser oída, con
las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley...” Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los
Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, art. 18(1); el art. 18 establece que los trabajadores migratorios y sus familiares
“tendrán derecho a ser oídos públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido por la ley”. Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos, art. 6(1): “Toda persona tiene derecho
a que su causa sea oída equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable, por un tribunal independiente e imparcial,
establecido por la ley”. Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos, art. 7(1) (b, d); el art. 7 establece que
todo individuo tendrá “derecho a ser considerado inocente hasta que un tribunal competente demuestre su culpabilidad” y el
“derecho a ser juzgado dentro de un plazo de tiempo razonable por un tribunal imparcial”.
252
Principios básicos relativos a la independencia de la judicatura de la ONU, arts. 1 y 2 (énfasis agregado),
http://www2.ohchr.org/english/law/remedy.htm (consultado el 27 de enero de 2009).

Impunidad Uniformada 76
• Las decisiones de los jueces no deben estar sometidas a revisión por otras
autoridades, a excepción de los tribunales superiores. Los Principios Básicos de la
ONU precisan al respecto que: “[n]o se efectuarán intromisiones indebidas o
injustificadas en el proceso judicial, ni se someterán a revisión las decisiones
judiciales de los tribunales”253.
• Los jueces deben gozar de la estabilidad en el cargo, lo cual permitirá que puedan
adoptar decisiones sin temor a ser removidos de sus puestos. Los Principios Básicos
de la ONU establecen que “[l]a ley garantizará la permanencia en el cargo de los
jueces por los períodos establecidos, su independencia y su seguridad, así como
una remuneración, pensiones y condiciones de servicio y de jubilación adecuadas” y
que “[s]e garantizará la inamovilidad de los jueces, tanto de los nombrados
mediante decisión administrativa como de los elegidos, hasta que cumplan la edad
para la jubilación forzosa o expire el período para el que hayan sido nombrados o
elegidos, cuando existan normas al respecto”254.
• Los jueces deben contar con la capacitación y la formación adecuadas, y estas
deberán ser la base para su nombramiento. El Estatuto Universal del Juez establece
que “[e]l ingreso en la carrera y cada uno de los nombramientos del juez deben
hacerse según criterios objetivos y transparentes fundados en su capacidad
profesional”255.

Los Principios de Bangalore sobre la Conducta Judicial (Principios de Bangalore) establecen además que “[u]n juez deberá
ejercer su función judicial de forma independiente, partiendo de su valoración de los hechos y en virtud de una comprensión
consciente de la ley, libre de cualquier influencia ajena, de instigaciones, presiones, amenazas o interferencias, sean directas
o indirectas, provenientes de cualquier fuente o por cualquier razón” y que “[u]n juez no sólo estará libre de conexiones
inapropiadas con los poderes ejecutivo y legislativo y de influencias inapropiadas por parte de los citados poderes, sino que
también deberá tener apariencia de ser libre de las anteriores a los ojos de un observador razonable”. Principios de Bangalore,
arts. 1(1) y 1(3), http://www.unodc.org/pdf/crime/corruption/judicial_group/Bangalore_principles.pdf (consultado el 27 de
enero de 2009).
El Consejo de Europa ha señalado que “[e]n el proceso de toma de decisiones, los jueces deben ser independientes y actuar
sin restricción alguna, influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean directas o indirectas, de
cualesquiera sectores o por cualquier motivo” y que los “[j]ueces no deben ser obligados a informar sobre el fondo de sus
casos a ninguna persona que no pertenezca al poder judicial” (Traducción por Human Rights Watch). Consejo de Europa,
Recomendación No. R (94) 12 del Comité de Ministros a Estados. Miembros sobre la Independencia, Eficiencia y Función de los
Jueces, http://www.coe.int/t/e/legal_affairs/legal_co-operation/steering_committees/cdcj/cj_s_just/recR(94)12e.pdf
(consultado el 27 de enero de 2009).
253
Principios Básicos de la ONU, art. 4. El Consejo de Europa expresa un concepto similar al disponer que “las decisiones de
los jueces no deben estar sometidas a revisión salvo en los procesos de apelación según lo dispone la ley” (Traducción por
Human Rights Watch). Consejo de Europa, principio I, art. 2 (a) (i).
254
Principios Básicos de la ONU, arts. 11 y 12. De manera similar, el Consejo de Europa establece que “[s]e garantizará la
inamovilidad de los jueces, tanto de los nombrados mediante decisión administrativa como de los elegidos, hasta que
cumplan la edad para la jubilación forzosa o expire el período para el que hayan sido nombrados o elegidos”, Consejo de
Europa, principio I, art. 3. El Estatuto Universal del Juez dispone que el juez “no puede ser desplazado, suspendido o
destituido de sus funciones más que en los casos previstos por la ley y con respecto del procedimiento disciplinario”, y que
debe ser nombrado “sin limitación de tiempo o por un periodo limitado en condiciones determinadas, a reserva de que ello no
comprometa la independencia de la justicia”. Estatuto Universal del Juez, art. 8.
255
Estatuto Universal del Juez, art. 9. Los Principios Básicos de la ONU disponen al respecto: “[l]as personas seleccionadas
para ocupar cargos judiciales serán personas íntegras e idóneas y tendrán la formación o las calificaciones jurídicas

77 Human Rights Watch | Abril 2009


Normas internacionales sobre jurisdicción militar
La independencia necesaria para investigar y juzgar los abusos militares no suele estar
presente cuando las autoridades militares están encargadas de investigar las violaciones de
derechos humanos cometidas por el personal militar y de juzgarlas en los tribunales
militares.

El derecho internacional expresamente prohíbe que los fiscales y los tribunales militares
investiguen y juzguen las desapariciones forzadas. La Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas dispone que las personas acusadas de perpetrar
“desapariciones” deben ser juzgadas por tribunales de derecho común competentes “con
exclusión de toda jurisdicción especial, en particular la militar”256. (México formuló una
reserva al ratificar el tratado, según la cual “la Constitución Política reconoce el fuero de
guerra, cuando el militar haya cometido algún ilícito encontrándose en servicio”. Si bien la
validez de esta reserva aún no ha sido analizada por los organismos internacionales
competentes, Human Rights Watch considera que esta contradice el objeto y fin del

apropiadas” y que “[t]odo método utilizado para la selección de personal judicial garantizará que éste no sea nombrado por
motivos indebidos”. Principios Básicos de la ONU, art. 10.
El Consejo de Europa ha expresado además que “[t]odas las decisiones sobre la carrera profesional de los jueces deben estar
fundadas en criterios objetivos, y el nombramiento y la carrera de los jueces deben estar basados en el mérito, teniendo en
cuenta su formación, integridad, capacidad y eficiencia”. Consejo de Europa, principio I, artículo 2 (c).
256
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, 33 I.L.M.1429 (1994), en vigor desde el 28 de marzo
de 1996, ratificada por México el 28 de febrero de 2002, art. 9: “Los presuntos responsables de los hechos constitutivos del
delito de desaparición forzada de personas sólo podrán ser juzgados por las jurisdicciones de derecho común competentes en
cada Estado, con exclusión de toda jurisdicción especial, en particular la militar. Los hechos constitutivos de la desaparición
forzada no podrán considerarse como cometidos en el ejercicio de las funciones militares”.

Impunidad Uniformada 78
tratado)257. La Declaración sobre la Protección de Todas las Personas de Desapariciones
Forzadas contiene una disposición similar258.

Los organismos de derechos humanos han rechazado sistemáticamente que fiscales y


tribunales militares investiguen y juzguen casos que suponen abusos contra civiles, y han
señalado que la jurisdicción de los tribunales militares debe limitarse a aquellos delitos que
son de naturaleza estrictamente militar.

El Comité de Derechos Humanos de la ONU (CDH), que supervisa la implementación de las


obligaciones de los Estados conforme al PIDCP, ha instado a los Estados parte en repetidas
oportunidades a que sometan al personal militar acusado de cometer violaciones de
derechos humanos a la jurisdicción civil259. Según el Comité, la “jurisdicción amplia de los
tribunales militares para conocer de todos los casos relacionados con el enjuiciamiento de
personal militar... contribuy[e] a la impunidad de que goza dicho personal y que impide su
castigo por violaciones graves de los derechos humanos”260.

257
“El Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos al ratificar la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas, adoptada en la Ciudad de Belem, Brasil el 9 de junio de 1994, formula reserva expresa al Articulo IX, toda vez que la
Constitución Política reconoce el fuero de guerra, cuando el militar haya cometido algún ilícito encontrándose en servicio. El
fuero de guerra no constituye jurisdicción especial en el sentido de la Convención, toda vez que conforme al articulo 14 de la
Constitución mexicana nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino
mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del
procedimiento y conforme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho”. Esta reserva se formuló al momento del depósito
del instrumento de ratificación, el 9 de abril de 2002,http://www.cidh.oas.org/Basicos/Basicos7.htm (consultado el 27 de
enero de 2009).
De acuerdo con la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, los Estados deberán abstenerse de actos en virtud de
los cuales se frustren el objeto y el fin de un tratado que han firmado (art. 18) y podrán formular una reserva en el momento de
ratificar el tratado, pero esta no podrá ser “incompatible con el objeto y el fin del tratado” (art. 19, c),
http://untreaty.un.org/ilc/texts/instruments/english/conventions/1_1_1969.pdf (consultado el 27 de enero de 2009).
La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas prevé expresamente en su preámbulo que espera que
la Convención contribuya a “prevenir, sancionar y suprimir” las desapariciones forzadas, y dispone en su artículo 1 que los
Estados Partes se comprometen a “sancionar en el ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y encubridores del
delito de desaparición forzada de personas, así como la tentativa de comisión del mismo” (art. 1, b).
258
Declaración sobre la Protección de Todas las Personas de Desapariciones Forzadas, Res. Asamblea General 47/133, 47 U.N.
GAOR Supp. (No. 49) en 207, Doc. de la ONU A/47/49 (1992), adoptada por la resolución de la Asamblea General 47/133 del 18
de diciembre de 1992, art. 16.
259
Por ejemplo, es sus observaciones de 1993 formuladas a Egipto, el CDH consideró que “los tribunales militares no deben
estar facultados para juzgar asuntos que no se refieran a delitos que hayan sido cometidos por miembros de las fuerzas
armadas en el desempeño de sus funciones”. Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre Egipto,
Doc. de la ONU CCPR/C/79/Add.23 (1993), párr. 9. En 1997, exhortó al gobierno colombiano a adoptar “todas las medidas
necesarias para conseguir que los integrantes de las fuerzas armadas y de la policía acusados de violaciones de los derechos
humanos sean juzgados por tribunales civiles independientes”, y recomendó específicamente “que la jurisdicción de los
tribunales militares con respecto a las violaciones de derechos humanos se transfiera a los tribunales civiles”. Observaciones
finales del Comité de Derechos Humanos: Colombia, UN Doc. CCPR/C/79/Add.76, (1997), párr. 34.
260
Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Chile, Doc. de la ONU CCPR/C/79/Add.104, (1999), párr. 9.
Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Perú, Doc. de la ONU CCPR/C/79/Add.67, (1996), párr. 23. De
manera similar, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha determinado que “[e]n un Estado democrático de Derecho la
jurisdicción penal militar ha de tener un alcance restrictivo y excepcional” y que “sólo debe juzgar a militares por la comisión
de delitos o faltas que por su propia naturaleza atenten contra bienes jurídicos propios del orden militar”. Corte

79 Human Rights Watch | Abril 2009


La CIDH ha señalado que la jurisdicción militar no es el ámbito adecuado para investigar,
juzgar y sancionar las violaciones de derechos humanos, ya que “cuando el Estado permite
que las investigaciones las dirijan los órganos potencialmente implicados, la independencia
y la imparcialidad se ven claramente comprometidas”261. El resultado de esto, concluye la
Comisión, es la “impunidad de facto” que “supone la corrosión del imperio de la ley y viola
los principios de la Convención Americana”262.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, por su parte, ha determinado que la


jurisdicción militar debe tener un “un alcance restrictivo y excepcional”263. Un alcance
“restrictivo” en cuanto a la jurisdicción requiere excluir a la población civil y que únicamente
el personal militar sea juzgado por tribunales militares cuando se les imputen delitos o
faltas “que por su propia naturaleza atenten contra bienes jurídicos propios del orden
militar”264. Cuando casos de violaciones de derechos humanos contra civiles no se
transfieren a la jurisdicción civil, se vulnera la obligación del Estado de garantizar un recurso
efectivo265. En 2007 la Corte Interamericana amplió su jurisprudencia y concluyó que “la
jurisdicción penal militar no es el fuero competente para investigar y, en su caso, juzgar y
sancionar a los autores de violaciones de derechos humanos”266. Esta postura ha sido
confirmada en varias decisiones posteriores267.

Interamericana de Derechos Humanos, Durand y Ugarte v. Perú, Sentencia del 16 de agosto de 2000, Corte I.D.H., (Ser. C), No.
89 (2001), párr. 117.
261
CIDH, “Informe Anual 1995”, Informe No. 10/95 (Caso 10.580. Manuel Stalin Bolaños Quiñonez), Ecuador, párr. 48.
Ver también CIDH, “Informe 93/06, Petición 972-03. Admisibilidad. Valentina Rosendo Cantú y otros México”, 21 de octubre
de 2006, párr. 28, https://www.cidh.oas.org/annualrep/2006eng/MEXICO.972.03eng.htm (consultado el 11 de diciembre de
2008); CIDH, “Informe 94/06. Petición 540-04. Admisibilidad. Inés Fernández Ortega y otros México”, 21 de octubre de 2006,
https://www.cidh.oas.org/annualrep/2006eng/MEXICO.540.04eng.htm (consultado el 11 de diciembre de 2008), párr. 24.
En opinión de la Comisión, existen varias características básicas del sistema de justicia militar que impiden el acceso a un
recurso judicial efectivo e imparcial. Una de ellas es que el sistema de justicia militar forma parte del poder ejecutivo y está
integrado por miembros activos del Ejército que, a menudo, se sienten obligados a proteger a sus compañeros. ICIDH,
“Informe 2/06. Caso 12.130. Fondo. Miguel Orlando Muñoz Guzmán”, 28 de febrero de 2006,
http://iachr.org/annualrep/2006eng/MEXICO.12130eng.htm (consultado el 11 de diciembre de 2008), párr. 83.
262
CIDH, “Informe Anual 2000”, Informe No. 53/01 (Caso 11.565. Ana, Beatriz y Celia González Pérez), México, párr. 81.
[Donde se cita a la CIDH, “Informe Anual 1995”, Informe No. 10/95 (Caso 10.580. Manuel Stalin Bolaños Quiñonez), Ecuador,
párr. 48].
263
En 2000, la Corte determinó que “[e]n un Estado democrático de Derecho la jurisdicción penal militar ha de tener un
alcance restrictivo y excepcional y estar encaminada a la protección de intereses jurídicos especiales, vinculados con las
funciones que la ley asigna a las fuerzas militares”. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Durand y Ugarte v. Perú,
Sentencia del 16 de agosto de 2000, Corte I.D.H., (Ser. C), No. 89 (2001), párr. 117.
264
Ibíd.
265
Ibíd., párr. 122.
266
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Masacre de la Rochela v. Perú, Sentencia del 11 de mayo de 2007, Corte I.D.H.,
(Ser. C), No. 163 (2007), párr. 200.
267
Ver, por ejemplo, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Escue-Zapata v. Perú, Sentencia del 4 de julio de 2007,
Corte I.D.H., (Ser. C), No. 165, párr. 105; Corte Interamericana de Derechos Humanos, Zambrano Vélez v. Ecuador, Sentencia
del 4 de julio de 2007, Corte I.D.H., (Ser. C), No. 166, párr. 66.

Impunidad Uniformada 80
Si bien el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) no ha determinado que los
tribunales militares carezcan de independencia e imparcialidad per se, ha señalado algunas
instancias en las cuales estos tribunales no son el foro adecuado para investigar ciertos
casos. Por ejemplo, en Incal v. Turkey, el TEDH resolvió que un peticionario no había
recibido un juicio justo, dado que el juez militar que había participado en el juicio respondía
al poder ejecutivo y a las autoridades militares, y sus superiores eran quienes tenían
facultades para impulsar su carrera profesional268. En Findlay v. United Kingdom, el TEDH
concluyó que para que una sentencia sea independiente e imparcial debe constituir, en
cierta medida, una determinación definitiva. El tribunal estableció que la sentencia de un
tribunal militar no cumplía las condiciones de independencia e imparcialidad en razón de
que los miembros del tribunal que habían pronunciado la decisión se encontraban en una
situación de subordinación respecto del fiscal, quien tenía facultades para modificar
cualquier decisión que dictara el tribunal269.

Por último, diversos principios presentados ante la ex Comisión de Derechos Humanos de


las Naciones Unidas, que revisten el carácter de lineamientos no vinculantes para los
Estados, también recomiendan transferir los casos de derechos humanos a los tribunales
civiles. El Conjunto de Principios para la Protección y la Promoción de los Derechos
Humanos para la lucha contra la impunidad, presentados ante la Comisión en 2005,
disponen que “la competencia de los tribunales militares deberá limitarse a las infracciones
de carácter específicamente militar cometidas por militares, con exclusión de las
violaciones de los derechos humanos, las cuales son competencia de los tribunales
nacionales ordinarios o, en su caso, cuando se trate de delitos graves conforme al derecho
internacional, de un tribunal penal internacional o internacionalizado”270. Del mismo modo,
el Proyecto de principios sobre la administración de justicia por los tribunales militares,
presentado ante la Comisión en enero de 2006, dispone que “en todo caso, la competencia
de los órganos judiciales militares debería excluirse en favor de la de los tribunales de
justicia ordinarios para instruir diligencias sobre violaciones graves de los derechos

268
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Incal v. Turkey, , Sentencia del 9 de junio de 1998, 1998-IV, No. 78,
http://cmiskp.echr.coe.int/tkp197/portal.asp?sessionId=18515019&skin=hudoc-en&action=request
(consultado el 27 de enero de 2009).
El Tribunal consideró “sumamente relevante que un civil debiera presentarse ante un tribunal integrado, aun cuando sólo sea
parcialmente, por miembros de las fuerzas armadas” (Traducción por Human Rights Watch). El Tribunal concluyó finalmente
que el accionante tenía una duda legítima sobre la independencia de este tipo de tribunal. Ibíd., párr. 72.
269
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Findlay v. United Kingdom, Sentencia del 25 de febrero de 1997, párrs. 74-77.
270
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, “Promoción y protección de los derechos humanos. Impunidad. Informe de
Diane Orentlicher, experta independiente encargada de actualizar el conjunto de principios para la lucha contra la impunidad.
Anexo. Conjunto de principios actualizado para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha
contra la impunidad”, E/CN.4/2005/102/Add.1, 8 de febrero de 2005, principio 29.

81 Human Rights Watch | Abril 2009


humanos, como las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas y la tortura, y
para perseguir y juzgar a los autores de esos crímenes”271.

Decisiones internacionales sobre el sistema de justicia militar de México


Al permitir que el sistema de justicia militar investigue y juzgue a los militares acusados de
cometer violaciones de derechos humanos, México incumple sus obligaciones
internacionales. Durante la última década, varios relatores y órganos de las Naciones
Unidas, así como la CIDH, han emitido informes en los cuales se documenta la falta de
independencia e imparcialidad del sistema de justicia militar de México, así como la
consiguiente impunidad de las violaciones de derechos humanos investigadas por los
tribunales militares. Por lo tanto, han instado en forma unánime a México para que
transfiera los casos de derechos humanos a los tribunales civiles. Entre estos informes, se
encuentran:

• Un informe de 1998 del Relator Especial de la ONU sobre Tortura, que determinó que
“[e]l personal militar [en México] parece gozar de impunidad frente a la justicia civil y
está protegido en general por la justicia militar”272.
• Un informe de 1999 de la Relatora Especial de la ONU sobre las Ejecuciones
Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, que determinó que los tribunales militares de
México “no guarda[n] conformidad con los Principios básicos relativos a la
independencia de la judicatura”, que “el ordenamiento jurídico militar es arbitrario y
suele dar lugar a errores judiciales” y que “las autoridades mexicanas competentes
son reacias a hacer responsables de sus actos a los militares por ejecuciones
extrajudiciales y otras transgresiones de los derechos humanos”273.

271
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, “Derechos civiles y políticos, en particular la independencia del poder judicial,
la administración de justicia y la impunidad”, Informe presentado por el Relator Especial de la Subcomisión de Promoción y
Protección de los Derechos Humanos, Emmanuel Decaux, E/CN.4/2006/58, 13 de enero de 2006, principio 9.
272
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, “Cuestión de los derechos humanos de todas las personas sometidas a
cualquier forma de detención o prisión, y en particular la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”,
Informe del Relator Especial, Sr. Nigel Rodley, presentado con arreglo a la Resolución 1997/38 de la Comisión de Derechos
Humanos, E/CN.4/1998/38/Add.2, 14 de enero de 1998, párr. 86.
El informe recomendó que los casos de “delitos graves perpetrados por personal militar contra civiles, en particular la tortura
u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, deben ser conocidos por la justicia civil, con independencia de que
hayan ocurrido en acto de servicio”. Ibíd., párr. 88[j].
273
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, “Los derechos civiles y políticos, en particular las cuestiones relacionadas con
las desapariciones y las ejecuciones sumarias”, Las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Informe de la Relatora
Especial, Asma Jahangir, presentado en cumplimiento de la Resolución 1999/35 de la Comisión de Derechos Humanos,
Adición, Visita a México, E/CN.4/2000/3/Add.3, 25 de noviembre de 1999,
http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/G99/161/43/PDF/G9916143.pdf?OpenElement (consultado el 11 de diciembre de
2008), párrs. 44 y 102.

Impunidad Uniformada 82
• Un informe de 2002 del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la
Independencia de los Magistrados y Abogados, que determinó que “la población no
confía en los tribunales militares” y que, por ello, “no se llev[a] a juicio ante ellos al
personal militar acusado de violaciones de los derechos humanos”274. El Relator
también manifestó su preocupación respecto de “la falta de imparcialidad de los
tribunales militares y la renuencia o mala disposición de los testigos civiles a
comparecer ante esos tribunales para testificar contra el personal militar”275.
• Un informe de 2003 de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, que concluyó que “[d]ada la estructura eminentemente
jerárquica de las fuerzas armadas, los tribunales militares carecen de independencia
e imparcialidad plenas debido a que sus integrantes ocupan posiciones que
siempre estarán por debajo de las de los altos mandos de los cuerpos armados”276.
• Un informe de 2006 de la Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, sus
causas y consecuencias, que determinó que luego de asumir la jurisdicción para
investigar y juzgar casos de violaciones sexuales de mujeres en el sur de México
perpetradas por miembros de las fuerzas armadas, “en lugar de llevar a cabo una
labor exhaustiva e imparcial, los investigadores militares habrían actuado con
dilación a la hora de proceder penalmente y tratado de invalidar los argumentos,
trasladando a la víctima la carga de la prueba”277.
• Un informe de 2006 de la CIDH, que determinó que la Procuraduría General de
Justicia Militar carecía “por definición, de la independencia y autonomía necesaria

La relatora recomendó por lo tanto a México que “inicie las reformas necesarias para que los tribunales ordinarios puedan
juzgar a todas las personas acusadas de violaciones de los derechos humanos, cualquiera que sea su profesión”. Ibíd., párr.
107(f).
274
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, “Los derechos civiles y políticos, en particular las cuestiones relacionadas con:
la independencia del poder judicial, la administración de justicia, la impunidad”, Informe del Relator Especial sobre la
Independencia de los Magistrados y Abogados, Sr. Dato'Param Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución
2001/39 de la Comisión de Derechos Humanos, Anexo, Informe sobre la misión cumplida en México, E/CN.4/2002/72/Add.1,
24 de enero de 2002, http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/G02/103/44/PDF/G0210344.pdf?OpenElement (consultado
el 11 de diciembre de 2008), párr 178.
275
El relator también recomendó “investigar por cuenta de las autoridades civiles los delitos supuestamente cometidos por
militares contra civiles con objeto de disipar las sospechas de parcialidad”. Ibíd., párrs. 178 y 192 (d).
276
El informe recomendó que la Constitución Política de México incluyera el derecho de las víctimas a acudir a los tribunales
civiles en caso de abusos por parte del Ejército. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, “Diagnóstico sobre la situación de los Derechos Humanos en México”, febrero de 2003,
http://www.hchr.org.mx/diagdh.htm (consultado el 11 de diciembre de 2008), sección 2.1.7.2.
277
Comisión de Derechos Humanos de la ONU, “Integración de los derechos humanos de la mujer y la perspectiva de género:
la violencia contra la mujer”, Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Yakin Ertürk, E/CN.4/2006/61/Add.4, 13 de enero de 2006,
http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/G06/101/95/PDF/G0610195.pdf?OpenElement (consultado el 11 de diciembre de
2008), párr. 37.
Por consiguiente, la relatora recomendó a México “velar, reformando la legislación si fuera necesario, por que todos los actos
de violencia contra civiles cometidos por personal militar sean investigados por las autoridades civiles, encausados por las
autoridades civiles y juzgados por tribunales civiles independientes e imparciales”. Ibíd., párr. 69 (a) (vi).

83 Human Rights Watch | Abril 2009


para investigar de manera imparcial las presuntas violaciones a los derechos
humanos cometidas por integrantes de las fuerzas armadas”. La Comisión concluyó
que “la investigación por parte de la PGJM de presuntas violaciones de derechos
humanos perpetradas por militares mexicanos implica una violación per se de la
Convención Americana”278.
• Un informe de 2007 del Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas, que “not[ó]
con preocupación” que “continúa subsistiendo el fuero militar para el delito de
tortura cometido por personal militar durante el ejercicio de función pública en
contra de civiles”279.

Más recientemente, luego de una visita realizada en 2008 a México, la Alta Comisionada de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos también recomendó que los tribunales
civiles tengan jurisdicción sobre los actos del personal militar que “desarrolla funciones
para hacer cumplir la ley”280.

278
CIDH, “Informe 2/06. Caso 12.130. Fondo. Miguel Orlando Muñoz Guzmán”, 28 de febrero de 2006,
http://iachr.org/annualrep/2006eng/MEXICO.12130eng.htm (consultado el 11 de diciembre de 2008), párr. 85.
279
El informe recomendó a México “garantizar que el juzgamiento de delitos contra los derechos humanos, y en especial la
tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes, perpetrados por militares contra civiles, sean siempre de competencia
de los tribunales civiles, aun cuando hayan ocurrido en acto de servicio”. Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas,
“Examen de los informes presentados por los Estados partes en virtud del artículo 19 de la Convención. Conclusiones y
recomendaciones del Comité contra la Tortura”, CAT/C/MEX/CO/4, 6 de febrero de 2007, párr. 14,
http://www.unhchr.ch/tbs/doc.nsf/898586b1dc7b4043c1256a450044f331/2e3ffd18d95b0739c12572b30042e140/$FILE/G07
40331.pdf (consultado el 11 de diciembre de 2008).
280
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, “La Alta Comisionada Concluye su visita a México”,
comunicado de prensa, 8 de febrero de 2008,
http://www.unhchr.ch/huricane/huricane.nsf/view01/B3B2A5AE31A3FCB6C12573EC00578CD0?opendocument (consultado el
12 de febrero de 2009).

Impunidad Uniformada 84
Agradecimientos

Este informe fue escrito por Tamara Taraciuk, abogada a cargo de México de la División de
las Américas de Human Rights Watch. Paulina Vega, consultora de la División de las
Américas, participó en la investigación de este informe. El informe fue editado por José
Miguel Vivanco, director ejecutivo de la División de las Américas, María McFarland Sánchez-
Moreno, investigadora sénior de la División de las Américas, Aisling Reidy, asesora legal
sénior de Human Rights Watch, y Joe Saunders, Subdirector de Programas de Human Rights
Watch. Kavita Shah y Paola Adriazola, asociadas de la División de las Américas, colaboraron
con la logística de la investigación y la producción el informe. Alana Roth, Andrea Oñate-
Madrazo, Marlon Arias, Mirte Postema y Sergio Garcidueñas-Sease, pasantes de la División
de las Américas, fueron de gran ayuda para la investigación.

Human Rights Watch desea agradecer a las numerosas organizaciones y personas que
colaboraron con este informe, muchas de las cuales solicitaron no ser identificadas.
Deseamos agradecer especialmente las observaciones y los consejos críticos que recibimos
de Santiago Aguirre y Jaqueline Sáenz del Centro Prodh, María Sirvent y Mario Solórzano de
la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Patricia Bordier y
Vidulfo Rosales del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Edgar Cortez
de Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para
Todas y Todos”, y Sandra de Luna y Martha Castillon de Copprovi. También recibimos
valiosos comentarios de Jorge Castañeda y Mariclaire Acosta. Human Rights Watch asume
plena responsabilidad por cualquier error u omisión que pueda existir en este informe.

Quisiéramos agradecer a los funcionarios gubernamentales entrevistados, así como a la


Secretaría de Relaciones Exteriores de México por organizar las reuniones con autoridades
federales.

Deseamos expresar nuestro profundo agradecimiento a las víctimas de violaciones de


derechos humanos y sus familiares que nos brindaron información sobre sus casos.

85 Human Rights Watch | Abril 2009


H UMA N R I G H TS WATCH H U M A N
350 Fifth Avenue, 34 th Floor
New York, NY 10118-3299 R I G H T S

www.hrw.org W A T C H

Impunidad Uniformada
Uso indebido de la justicia militar en México para investigar abusos cometidos durante
operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública

El Presidente Felipe Calderón ha delegado principalmente en las fuerzas armadas la lucha contra la violencia
producto del narcotráfico y del crimen organizado. La necesidad de mejorar la seguridad pública es evidente.
México enfrenta un contexto de violentas pugnas territoriales entre poderosos cárteles de narcotraficantes, la
afluencia de armas sofisticadas y numerosos secuestros y ejecuciones en varios estados de la República.

En el marco de las actividades de seguridad pública, las fuerzas armadas mexicanas han cometido graves
violaciones de derechos humanos, como desapariciones forzadas, asesinatos, torturas, violaciones sexuales y
detenciones arbitrarias. Estos crímenes aberrantes destruyen la confianza pública en el Ejército y atentan
directamente contra los objetivos de terminar con la violencia vinculada con el narcotráfico y de mejorar la
seguridad pública.

Una de las principales causas por las cuales estos abusos continúan ocurriendo es que, en la práctica, México
permite que los militares que participan en actividades de seguridad pública cometan violaciones de derechos
humanos impunemente. México tolera que los militares se investiguen a sí mismos a través de un sistema de
justicia militar que carece de garantías básicas para asegurar su independencia e imparcialidad.

Este informe documenta 17 casos de crímenes atroces cometidos por militares contra más de 70 víctimas,
incluidos varios casos de 2007 y 2008. Ninguna investigación militar sobre estos casos ha concluido con una
condena penal, ni siquiera de un soldado, por la comisión de violaciones de derechos humanos. El único caso
que concluyó con la condena de cuatro soldados fue investigado y juzgado por autoridades civiles.

Las autoridades militares se basan en el Código de Justicia Militar y en una interpretación forzada de la
Constitución Política de México para justificar su competencia en estos casos. En general, los agentes del
ministerio público federales y locales han aceptado que los militares asuman estos casos. Sin embargo, la
Constitución de México no exige que así sea. Este resultado es, además, inconsistente con una reciente decisión
vinculante emitida por la Suprema Corte. Asimismo, el derecho internacional dispone claramente que las
violaciones graves de derechos humanos deben ser investigadas y juzgadas a través de mecanismos efectivos e
independientes y, como resulta evidente en este informe, el sistema de justicia militar de México no cumple con
estos estándares.

El gobierno de Calderón debe asegurarse que los abusos graves cometidos por militares contra la población civil
sean investigados y juzgados por autoridades civiles ante el sistema de justicia penal, ya sea federal o local.

Las fuerzas especiales del Ejército mexicano desfilan


en el Zócalo del Distrito Federal en conmemoración
del 198° Aniversario de la Independencia de México,
16 de septiembre de 2008.
© 2008 AFP/Getty Images

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