Professional Documents
Culture Documents
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
1) __________________ Es _____________________
2) __________________ Es _____________________
3) __________________ Es _____________________
__________________________________________
Despus de leer. Qu opinas de la pelea de gallos?
__________________________________________
__________________________________________
Qu sentiste al leer esta historia? _________________
__________________________________________
__________________________________________
___________________________________________
Una tarde mi padre, nos dio la noticia. Haba
aceptado una apuesta para el 28 de Julio, el da de la
Patria, que en el pueblo de san Andrs saban
celebrar con una gran pelea de gallos a la que solan
ir todos los hacendados y ricos hombres del valle.
No haba podido evitarlo. Le haban dicho que su
gallo el Carmelo, cuyo prestigio era mayor que el
gallo del alcalde, no era un gallo de raza. Se molest
mi padre y acept la apuesta. Dentro de un mes
peleara el Carmelo con el Ajiseco de otro
aficionado, famoso gallo vencedor en muchas peleas.
Nosotros recibimos la noticia con dolor. El Carmelo
ira a un combate y a luchar a muerte con un gallo
ms fuerte y ms joven. Haca ya tres aos que
estaba en casa, haba envejecido mientras
crecamos. Por qu aquella crueldad de hacerlo
pelear?
Lleg el terrible da. Todos en casa estbamos
tristes. Un hombre haba venido seis das seguidos a
preparar al Carmelo. A nosotros ya no nos
permitan ni verlo. El 28 de Julio, vino el preparador y
de una caja llena de algodones sac una navaja de
acero muy pequea con unas correas: era la espada
del gallo. El hombre la at en la ua, delante de mi
padre. A los pocos minutos sacaron al Carmelo que el
hombre carg en sus brazos.
-Qu crueldad! dijo mi madre.
Lloraban mis hermanas, y la ms pequea, me
dijo:
-Oye anda junto con l. Cudalo Pobrecito!
Se llev las manos a los ojos y se ech a llorar y
yo sal y corr varias cuadras para poder alcanzarlos.
Llegamos a San Andrs. El pueblo estaba de
fiesta. Banderas peruanas se agitaban sobre las
casas, la gente lucia sus mejores trajes.
Nos encaminamos a la cancha. Mi padre,
rodeado de algunos amigos, se instal en su asiento.
Al frente estaba el juez y a su derecha el dueo
del Ajiseco. Son una campanilla, se acomodaron las
gentes y empez la fiesta. Ahora entraba nuestro
gallo. Un rumor de expectativa se oy en el circo:
-El Ajiseco y Carmelo!
-Cien soles de apuesta!...
Son la campanilla del juez y yo empec a temblar.
Salieron los dos hombres, cada uno con su gallo.
Se hizo un profundo silencio y soltaron a los dos
rivales. Nuestro Carmelo al lado del otro era un gallo
viejo y achacoso; todos apostaban al enemigo, como
adelantando que nuestro gallo iba a morir.
El Carmelo era delgado, musculoso y serio. Su
cabeza roja era la de un caballero orgulloso,
justiciero y prudente. Cresta rojo encendido, ojos
vivos y redondos, mirada fiera y perdonadora De alas