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| | [ nuestro parece que no podemos optar por el mismo camino, dada la exigencia'de funda mentaciOn que recae sobre nuestros jueces La verdad a estas alturas pensamos que no estamos en condiciones de ofrecer una teo- ria 0 una solucién conceptual consistente, aplicable de manera general a todos los ca- 80s, Probablemente la practica del sistema y Ia aplicacién del estindar a una multiplici- dad de casos asi como la generacion de ju- risprudencia de nulidad nos permita deli- mitar mejor un criterio general. Sin perjuicio de eso, las formulas que de ma- nera més comuin se utilizan en otros siste- mas parecen estar més bien orientadas a de- finiciones de carécter subjetivo¥, las que pueden resultar utiles aunque son dificiles de argumentar en un fallo. Estas elaboracio- nes en todo caso derivan de la formula tipi- a de los sistemas continentales europeos, la lamada intima conviccién®, que es, por de- finicién, subjetiva. Pensamos que es posible contar con algu- nos criterios menos subjetivos que resulten mas susceptibles de control por la via de la fundamentacién del fallo. 38 MAIER, Julio BI. op. city pp. 494 y ss, en el mismo sentido FERRAJOLL, Cult op ct, p. 167595 BINDER, Allect, op. lt, . 265 ys, 38. Este sistema, propio del enjuiclamiento acusatorio puro de amiga! mederamente, de ju po oa dos clisiens, puede sor definido, siguiendo « VELEZ MARICONDE como un “método (que) implien la inexistencia de toda norma legal acerea del valor que el juzgador debe scorda a todos los elementos de prueba Yy,ademds, que 6 no est obligado a explicar les razo- nes determinantes de su juicio™. VELEZ MARICONDE, AAlisedo, Derecho Procesal Peel, T. I, 3* ed, Marcos Ler. ner Eaitore, Cordoba, pp. 254 y ss, Una visign critica a 1 fatima conviecion, aunque en 94 versién no fanda: mentada, en FEUERBACH, quien sostuva que "lo jar rados que se valen de su instinto semejan a una Te lunidn de metodistas o de cusqueros. En un letargoso vacio de pensamiento aguardan el rayo de luz de la revelacién uatura, tal como estos esperan In lumina cién de arriba", citado en DIAZ, Fernando, "El control judicial de la motivacion de Ia sentencia” en MAIER, Julio By. (comp), Los recursos en el proceditonto penal, Eaitores del Puerto, Bs. Aizes, 1999, 65, rm ae tie racmmcoctcens Se NN! Mee ‘Ahora bien, nos parece que es posible opo- ‘mera la idea de duda razonable algunas categorias de dudas que siendo manifesta- ciones de la imposibilidad de cerrar com- pletamente todo margen de duda, clara- mente quedan excluidas, es decir, se trata de dudas aceptables 0 marginales, o sea que no impiden la condena. En un primer lugar, podrfamos poner en esta categoria a los cabos sueltos, esto es, elementos de informacién que no resultan plenamente coherentes con la versién de los hhechos de la acusacién y que no aparecen plenamente explicados en el juicio pero que se pueden atribuir a defectos de percepcién, a errores u otras causas de aquellas que ha- cen que normalmente la mayor parte de las actividades humanas sean imperfectas, Por ejemplo, tenemos un testigo altamente crei ble que junto con otras pruebas nos conven- ce de la veracidad de su versién, no obstante su declaracién aparece levemente contradic toria con otras en cuanto a la hora de los hechos. Si no existe otro antecedente quizas podriamos atribuir esto a un error y enten- der que es solo un cabo suelto. ‘Tampoco serian dudas razonables aquellas dudas imaginarias o puramente hipotéticas, © sea, posibles explicaciones alternativas para la prueba presentada, pero que no for- man parte del debate, que nadie ha alegado ni intentado probar y que solo surgen de tuna revisién hipotética de todas las posibi- lidades imaginables. Por ejemplo, la ver sién de la fiscalfa sostiene que el imputado estaba en el lugar de los hechos y lo perpe- tr6; la defensa sostione que no estaba alli. Podria ser una duda imaginaria pensar que quizds s{ estuvo en el lugar pero el delito lo cometi6 alguien parecido y que el imputa- do’pudo haber olvidado su presencia en el lugar. Hay una explicaci6n alternativa posi- ble, pero incorpora elementos puramente especulativos. 5 GIJiE= Por xiltimo, no es duda razonable la que es ilégica, esto es, la que para constituirse re- quiere aceptar componentes absurdos o irracionales, contrarios a la razén. En este intento de construir una aproxima- cion préctica al estandar de duda razonable pensamos que es posible exigirle ciertos elementos espectficos para considerarla tal. En primer lugar, debe tratarse de una duda articulada, esto es, que a diferencia de los meros cabos sueltos, exista una explicacin que sea capaz de estructurar los diversos elementos que no cierran en la versién de la acusacién y mostrar cémo todos ellos en conjunto construyen una duda relevante. Muchas veces esta articulacién constituiré una versién alternativa que les dé sentido. Si esta historia aleanza un margen de credi- bilidad, aunque sea bajo pero que aparece como felevante, entonces puede constituir una duda razonable. No obstante es posible pensar en otras formas de articulacién que no supongan plantear una versin alterna- tiva, por ejemplo mostrar cémo un conjun- to de informaciones parciales dan cuenta de una investigaciGn negligente, torpe o sesga- da y mostrar cémo entonces no es posible aleanzar una decisién condenatoria sobre esa base precaria. En este sentido pareciera que precisamente es la defensa la encargada de esta articula- cién, es decir, no basta que se enumeren di- versos elementos probleméticos de la ver- sién acusatoria, se requiere, ademés, articularlos para descartar que se trate de dudas puramente marginales. En segundo lugar, parece claro que esta arti- culacién, que esta explicacién acerca de cémo se constituye la duda en una razona- ble o inaceptable, debe tener alguna base en la evidencia, No decimos que deba estar probada, puesto que claramente la carga de la prueba corresponde al fiscal, pero si que sea posible articular algunos elementos en una versi6n alternativa, y que pueda encon- ‘rar algiin sustento en la prueba por oposi- cién ala duda puramente hipotética. La prueba debe prestar alguna plausibilidad a la articulacién que se haga de la duda. Al plantear todas estas exigencias positivas a la duda razonable, se podria pensar que estamos cuestionando la presuncién de ino- cencia en cuanto seria el defensor el obliga- do a cumplit con todas estas exigencias. Creemos que no es asi, en nuestra opinién la presunci6n de inocencia obliga al fiscal a probar su acusacién y el defensor puede in- cluso mantenerse en una actitud pasiva, Esto es claro, y funciona sin problemas, en cuanto el fiscal no logre acercarse a produ- cit en el juez un grado de certeza muy cer- cano a la completa o plena certeza. Si el fis- cal logra demostrar por ejemplo que su versiGn es solo probable, o aun la mas pro- bable entre otras posibles, creemos que, en ambos casos, procede la absolucién sin mas, y el defensor no esta obligado a nada.. El problema surge cuando el fiscal logra llegar hasta un grado de certeza muy fuerte, muy cercano a la plena certeza y, entonces, la discusin se centra precisamente en, si el margen que queda constituye una duda ra- zonable 0 no. En ese caso, pensamos, el de- fensor queda obligado a una actuacién po- sitiva en cuanto a la construccién, la articulacién de la duda razonable, de lo contrario, y lo més probable, es que el fiscal logre convencer a los jueces de que lo que pudo haber quedado como no probado son solo cabos sueltos marginales, ish pe 1 | Informes de Investigacion publicado: Ner N°2 Ne Neg Nes Nes Ne? New Neo Ne 10 Newt Ne Ia No13. La Modernizacién de la Justicia Militar, un Desafio Pendiente. Autor: JORGE MERA FIGUEROA Poder Judicial y Mercado: ;Quién debe pagar por la Justicia? Autores: JORGE CORREA S, CARLOS PENA G. JUAN ENRIQUE VARGAS V, Recursos Destinados a la Justicia en Chile: Andlisis de su evelucién y productividad Autor: JUAN ENRIQUE VARGAS V. a Jurisdiccién Constituctonal Funcionamiento de la Accién o Recurso de Inaplicabllidad, crénica de un fracaso. Autor: GASTON Gomez Racionalizacién de la Posesién Efectiva, Autores: JORGE CORREA SUTIL ‘ALEJANDRA AGUAD DEK. 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