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DIPUTADO FABIO MOLINA ROJAS:

Muchas gracias, señor Presidente. Buenas tardes, diputadas y diputados.

En necesario hacer un análisis, por un lado, retrospectivo y, por otro, al calor de


las nuevas resoluciones que saldrán de la Sala Constitucional, a propósito de la consulta
que le hizo este Plenario respecto al primer debate en que se aprobó el discutidísimo
tema de la remuneración de diputadas y diputados. Y lo hago por dos razones, una, para
que recojan las actas algunas de las posiciones que asumimos en ese momento y no que
sea el silencio, la estrategia, y, la otra, porque el tema necesariamente revivirá en menos
de dos semanas cuando se pronuncie al respecto la Sala Constitucional, por la seriedad
del tema he preferido escribirlo y leerlo esta tarde.

Lo primero que dedico es un capítulo al juego de los medios de comunicación


que interactúan con el Plenario y con los diputados, esto tiene una connotación doble,
de néctar y veneno, los medios de comunicación juegan un papel esencial en la sociedad
y, muchas veces, inciden en las decisiones de los diputados; recordemos la Ley de
tránsito, cuando expusieron como responsables de las muertes en carreteras a quienes
tenían reservas por la dureza de las multas y sanciones, lo que precipitó su aprobación,
aprobada de nuevo son expuestos por la misma prensa que los presionó, pero ahora,
como irresponsables de lo actuado, en la remuneración de los legisladores supimos,
desde el inicio, de la posición a tomar para ser noticia y aumentar nuestro capital
político.

La tentación de ponernos a favor de la corriente para ser héroes de un día, como


lo calificara don Julio Rodríguez, a la postre, también determinará lo fácil que cambia el
libreto y pasan los héroes a villanos.

Algunos periodistas buscan limitar nuestras respuestas a un monosílabo, el más


ingrato, sí o no para dividir los bandos entre buenos y malos, lo que evita transmitirle a
los habitantes la otra cara de la moneda. La vida no es una confrontación entre dos
bandos, la enriquecen los matices.

Gobernabilidad en el multipartidismo. Los momentos difíciles del acontecer


legislativo permiten conocer la gallardía y entereza de las fracciones como equipos e
individualmente, siendo blanco de reproches, críticas y ofensas extendidas a nuestras
familias, quienes mantuvimos la posición original teníamos claro que se jugaba un
partido de cuatro años y que debíamos mantener la autoridad y control político.

Sé que este argumento no es valedero para muchos, pero el ejercicio del poder
contempla estrategias más allá de lo perceptible a simple vista; en este caso era la
primera ocasión en el complicado multipartidismo imperante, que un bloque de seis
partidos se aglutinaba para darle ritmo, eficiencia y gobernabilidad al Primer Poder de
la República.

Para muestra un botón: en menos de doce meses se votó la reforma


constitucional que da a la educación el ocho por ciento del PIB. Esta decisión es tan
trascendente como las garantías sociales y la proscripción del ejército. Además, la Ley
integral de residuos sólidos, para ponernos al día y en paz con la naturaleza. Ambos
expedientes iniciaron su discusión hace más de diez años.
El presupuesto de la Asamblea es superior a veintiséis mil millones anuales y
todos censuramos su improductividad, el filibusterismo legislativo es la peor corrupción
en un régimen democrático, y durante muchos años de parálisis parlamentaria muchos
se han escudado en la moral para legitimar este estancamiento. Esto debe terminar.

Veto. El veto cierra el capítulo del aumento, pero no de los efectos políticos de
la discusión. Así que lejos estamos de escribir “colorín colorado”.

Consulta a la Sala. La ley define que, aprobado el primer debate, los diputados,
mínimo diez, tienen la facultad, por medio de consulta razonada, de que este órgano que
vela por la constitucionalidad de los actos legislativos se pronuncie. La consulta fue
presentada por quienes votamos a favor y en contra, por lo que debía continuar y debe
continuar para determinar.

Si este es un caso de legislación en beneficio propio y existen responsabilidades


penales de los involucrados, o si está acorde a la legalidad, cualquiera sea la respuesta
tendrá detractores, pero tendremos certidumbre jurídica.

¿Qué pasa si la consulta determina que lo actuado es ilegal? Entonces qué


sucede en los demás casos, aplicando el mismo principio, porque así lo hacen para
aumentar sus salarios los magistrados en Corte Plena, los ministros en Consejo de
Gobierno y los presidentes ejecutivos con solo el voto de mayoría de su Junta Directiva.

¿Se requiere una ley cada vez que se incrementen los ingresos de los miembros
de los supremos poderes? ¿Cuál debe ser el instrumento legal que se utilice? Urgen
estás respuestas. Por eso era prudente el primer debate. Posterior a la consulta, como
sabemos, los proyectos se aprueban, rechazan o modifican, conforme a su contenido y
al criterio político de los diputados.

El veto es un mecanismo que la doctrina denomina pesos y contrapesos, ¿y qué


busca?, busca el equilibrio entre los diferentes poderes.

La carta que envía la señora Presidenta a la Asamblea Legislativa expresa su


criterio político en oposición a la iniciativa, y por su peso le podemos denominar un
veto político. Adelantó criterio antes de que se pronunciara la instancia judicial, que es
la sede en que se encontraba la consulta. Sin duda, estoy convencido que era posible
responder positiva y prudentemente al clamor popular, sin detrimento de la
gobernabilidad.

Remuneración y exclusividad de los diputados en su cargo, ser diputado es un


alto honor y una suerte de supervivencia de las especies, cientos iniciamos el recorrido
y, luego de meses o años, los menos somos electos. En este proceso se abandonaron
empresas, oficinas y mucho tiempo de la familia, se invirtieron cuantiosas sumas para
promover a lo interno de los partidos primero, y, luego, en las elecciones nacionales,
nuestras candidaturas.

El éxito lo define el liderazgo, muchos dicen que para ser diputado basta saber
leer y escribir, esos argumentos descalificadores no opacan el liderazgo, talento y
responsabilidad cívica de los integrantes del Congreso, quienes, ni más ni menos, somos
el reflejo de las virtudes y defectos de la sociedad a la que representamos.

Señor Presidente...,

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