You are on page 1of 6

1

Los cielos serán conmovidos. Analizando a Ana Méndez Ferrel 2

¿La Revelación continúa?

En el capítulo 1 de su libro, esta señora habla del “manto profético”, que Dios esta
derramando en este tiempo (¿?). Y dice así:

Cuando hablamos de manto profético de Dios nos estamos refiriendo a la unción y a


la autoridad con la que el Espíritu Santo reviste a personas escogidas de la Iglesia,
para ir revelando y manifestando las profundidades y el conocimiento de Cristo,
bajo el perfecto orden de la estructura divina (Sal. 133:2-3)
Es penetrar en las cámaras secretas de Dios para escuchar de forma clara y
cristalina su voz, revelándonos sus secretos ocultos y maravillosos (Is. 45:3; I Cor.
2:10)
Luego dice que Cristo viene pronto y es necesario que su amada sea alistada. Es
necesario que la Iglesia sea levantada para reconocer la voz de su Esposo. La
Iglesia que ha despertado… (Cant. 2:8 v. Libre)
Luego cita Jn. 10:27 y Jer. 1:23,24, BAVI [0]

Dice esta señora que:


Este es sin duda, un tiempo de manifestación y de demostración; un tiempo de
cumplimiento, un tiempo de revelación; un tiempo en el que ya estamos viendo
cosas que muchas generaciones pasadas quisieron ver, pero Dios nos las concedió
a nosotros, la generación escogida… [1]

Análisis de sus Errores

Error Nº 1. Según podemos leer, esta Señora utilizando las palabras de Paul
Trulin, clasifica a esta generación como la “generación escogida”, generación a la
cual Dios le esta revelando nuevas cosas relacionadas con su reino.
Había escuchado varias veces “generación X”, pero no “generación escogida”.
Quizás sea esta la generación del fin de los tiempos, es muy posible, pero eso no lo
podemos afirmar hasta que Cristo haya retornado. Por el momento, es la
generación que le ha tocado vivir la apostasía, sin duda, y ella lo reconoce también
en su libro, reclamando un análisis sincero de esta situación social y espiritual que
nos ha tocado vivir.

Seamos honestos. Nunca antes se había visto la abdicación de tantos siervos fieles
en las congregaciones, la caída de tantos pastores, la ruptura de tantas familias y
la apostasía de tantos creyentes. [2]

Como leía en un articulo publicado en un blog calvinista, para todos nosotros es


obvio, sin duda, que en la iglesia actual no aparecen los grandes predicadores del
pasado, como lo fueron Spurgeon, Whitefield, J. Edwards, Owen, M. Lloyd-Jones.
En la actualidad, los pastores prefieren buscar la manera de atraer a más personas
comprometiendo el evangelio.
Pues, citaría a MacArthur quien creo que tiene algo importante que decir al
respecto,

“Una segunda verdad no negociable que forma parte del esqueleto de la iglesia es
la autoridad absoluta de las Escrituras. La Biblia está constantemente bajo ataque,
incluso desde dentro de la propia iglesia. Leí recientemente un artículo escrito por
un profesor de seminario que argumentaba que los cristianos no debieran ver el
comportamiento homosexual como pecaminoso. Si una persona defiende ese punto
2

de vista, es que está ignorando la Biblia. ¡Qué inconsecuente es que un profesor de


seminario niegue la Biblia cuando está entrenando a hombres para que ministren la
Palabra de Dios! Pero eso es los que está ocurriendo hoy. La Biblia está siendo
atacada directamente.

Creo que los carismáticos atacan la Biblia cuando le añaden sus visiones y
revelaciones. Es a menudo un ataque sutil y no intencional, pero es un ataque
como otro cualquiera. Ellos dicen que Jesús les dijo esto y que Dios les dijo lo otro.
Están socavando la Biblia cuando no la reconocen como la única autoridad. Los que
creen que Dios habla regularmente a los cristianos individuales con mensajes
especiales le quitan importancia a su Palabra. Dios se revela a sí mismo
primariamente por medio de las páginas de las Escrituras, y esa revelación escrita
debe ser considerada como la autoridad absoluta.

Uno de los peores asaltos a la Palabra de Dios viene de parte de personas que dicen
que creen en la Biblia, pero no saben lo que enseña. Ese es el más sutil de los
ataques. Muchos dicen que creen en la Biblia de tapa a tapa, pero no conocen ni un
solo párrafo de ella. ¿Cómo pueden decir que creen en lo que no conocen?

Cristo Jesús dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). Si somos alimentados con cada palabra que
sale de la boca de Dios, debemos entonces estudiar cada palabra. Los predicadores
de hoy se han olvidado por completo de esto.” [3]

Creo que es importante que entendamos lo que dice la Biblia acerca de


nosotros

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pe. 2:9)

a. Pueblo Adquirido por Dios: somos hijos de Dios comprados con su sangre
b. Nación Santa: (2 Crón. 29:15-17), somos apartados para Dios al
convertirnos y debemos mantener esa santidad constantemente.
c. Real Sacerdocio: luego de limpiarnos y regenerar nuestra vida, el Señor
nos convierte en sacerdotes (puentes) para ministrar en Su presencia.
d. Linaje Escogido: Dios nos escogió en Cristo desde antes de la creación del
mundo para ser salvos y además nos encamina en “buena sobras”

Tenemos una responsabilidad y es proclamar el evangelio, pero además debemos


denunciar los errores y herejías de nuestros semejantes.

La iglesia recibe para proclamar, hay un mundo que nos espera para darles un
mensaje fresco de parte de Dios. La Palabra de Dios tiene Espíritu Profético
(kerigmático/Proclamación) en sí misma. Somos enviados con un mensaje profético
a las naciones.

• “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu


Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria,
y hasta lo último de la tierra.” Hch. 1:8
• “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista
3

a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; predicar el año


agradable del Señor.” Luc. 4:18-19

Recordemos el sacerdocio universal de cada creyente:

a. por la muerte de Jesucristo en la cruz del Calvario, ahora todos los


creyentes tenemos un acceso directo al trono de Dios a través de Jesucristo,
nuestros Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16).
b. El segundo aspecto del sacerdocio de los creyentes es que somos elegidos
para un propósito: para ofrecer sacrificios espirituales (ver Hebreos 13:15-
16 por ejemplo), y para anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las
tinieblas a Su luz admirable. Por lo cual, tanto por la vida (1 Pe. 2:5; Tito
2:11-14; Ef. 2:10) como por la palabra (1 Pe. 2:9; 3:15), nuestro propósito
es servir a Dios.

Una hermosa ilustración que leí, comenta el caso sucedido hace pocos años atrás
por los reyes de España Juan Carlos y Sofía, quienes se sorprendieron porque su
hijo, el príncipe Felipe se había enamorado de una muchacha que había visto
solamente por televisión, “Letizia” siendo ella periodista deportiva. Luego se quiere
casar con ella, la situación se empeoraba sabiendo que no pertenecía a su linaje,
llegó a su punto culminante cuando se enteraron que era divorciada. El problema
familiar fue tal que el propuso renunciar a su posición de príncipe heredero.
Nosotros representamos a Letizia, éramos los despreciados, los divorciados, fuera
de linaje, pero fuimos ahora adoptados por Cristo Jesús. [4]

La Biblia nos dice:

• “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este


mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el
mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios. “ (Jn 1:9-13)

• “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para
estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de
adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si
es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados.” (Ro. 8:14-17)

• “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,


nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que
estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y
por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. “ (Gál.
4:4-7)

Y “en resumen, los creyentes son llamados “reyes y sacerdotes” y un “real


sacerdocio” como un reflejo de su posición privilegiada como herederos del reino
4

del Dios Todopoderosos y el Cordero. Por este privilegio de cercanía con Dios,
ningún otro mediador terrenal es necesario. Secundariamente, los creyentes son
llamados sacerdotes, porque la salvación no es solo un “seguro contra incendios”
para escapar del infierno. Más bien, los creyentes son llamados por Dios para
servirle a Él por medio de la ofrenda de sacrificios espirituales, p.ej. siendo
personas celosas de buenas obras. Como sacerdotes del Dios viviente, todos
debemos alabar a Aquel que nos ha dado el gran regalo de sacrificar a Su Hijo por
nosotros, y como respuesta, el compartir esta maravillosa gracia con otros.” [5]

Otro aspecto importante a tener en cuenta es que el Señor no ve con


buenos ojos los falsos profetas. Todo lo contrario. Leemos a Judas, quien
se refiere a ellos con un lenguaje muy fuerte.

• “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de


nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros
exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido
una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado
encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para
esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la
gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a
nuestro Señor Jesucristo.” (Jud. 1:3-4)

En síntesis, lo que esta generación ve es la apostasía de la Iglesia, el ingreso a una


nueva época, donde todas las tradiciones están siendo cuestionadas y
abandonadas.

• "Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien


tiene autoridad, y no como los escribas" Mar. 1:22

John McArthur dice que


Puesto que creemos que la Palabra de Dios es la verdad, debemos proclamarla con
convicción y sin concesiones ni excusas. La Biblia hace declaraciones resueltas y los
cristianos que la creen deberían afirmarla con el mismo denuedo.
Cualquiera que proclame la Palabra de Dios de manera correcta y fidedigna, hablará
con autoridad. No se trata de nuestra propia autoridad. Ni siquiera es la autoridad
eclesiástica que se asocia con el oficio de un pastor o maestro en la iglesia, ya que
es una autoridad mucho mayor. En la medida en la que nuestra enseñanza refleje
con exactitud la verdad de las Escrituras, tiene como respaldo todo el peso de la
autoridad de Dios mismo. Esta idea puede ser desconcertante, pero esa es la
instrucción precisa que 1 Pedro 4:11 nos da en cuanto al manejo de la verdad
bíblica: "Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios".

Por supuesto, esta es una amenaza profunda a la tolerancia de una sociedad que
ama su pecaminosidad y aprecia las concesiones morales como un bien. En este
mundo, expresarse con denuedo y declarar que Dios ha hablado de forma
terminante no se considera algo correcto desde el punto de vista estilístico y
político, pero si de verdad creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, ¿cómo
podemos manejarla de otro modo?

Muchos evangélicos modernos, acobardados por la dura exigencia posmoderna de


laxitud y tolerancia, afirman creer en las Escrituras, pero evitan por todos los
medios proclamarla con cualquier autoridad. Están dispuestos a servir de labios
para afuera a la verdad bíblica, pero en la práctica se dedican a despojarla de
autoridad y tratarla como una opinión más en medio del gran surtido de ideas
posmodernistas.
5

Ni las Escrituras ni el sentido común permiten esa clase de postura. Si la Biblia es la


verdad, también posee la autoridad máxima. Como verdad divina revelada, lleva
todo el peso de la autoridad de Dios mismo. Si usted afirma creer en la Biblia, debe
en últimas doblegarse ante la autoridad de la Palabra de Dios. Esto implica
aceptarla como arbitro final de la verdad y la regla conforme a la cual se evalúan
todas las demás opiniones.

La Biblia no es una idea alternativa que puede incorporarse a la discusión pública


para ser aceptada o rechazada según lo juzgue pertinente cada individuo. Es la
Palabra de Dios y demanda ser recibida como tal en exclusión de todas las demás
opiniones.

Como es obvio, esa manera de determinar la veracidad de las cosas no es popular


hoy día. [6]

McArthur continúa su retórica apologética de la autoridad bíblica


La verdad bíblica debe proclamarse con autoridad, no ser puesta sobre la mesa
para someterla a discusión como si fuera una alternativa más entre otros puntos de
vista divergentes. El conflicto entre la verdad bíblica y otras creencias que compiten
por nuestra atención no es un asunto que se resuelva mediante el diálogo con tazas
de té, sino una guerra espiritual cruenta y encarnizada. Ese conflicto debería verse
como un combate a muerte, no como una conversación civilizada. Como cristianos
tenemos la orden de derribar las fortalezas de pensamientos que se levantan contra
la verdad bíblica, "derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo" (2 Co. 10:5). El problema es que la Iglesia se ha vuelto tan
afeminada e impotente estos días que la mayoría de los evangélicos parecen creer
que esa postura militante contra el error es inapropiada y demasiado severa. Es
como si los cristianos ya se hubieran dado por vencidos en la batalla por la verdad.
Como resultado, la comunidad evangélica se ha convertido en un lugar donde las
personas puede defender casi cualquier cosa o promover casi cualquier doctrina, y
la única cosa que a nadie se permite decir es que alguien está en un error.[7]

Conclusión

Si bien este no es un error muy grave, llamar a esta generación,


generación escogida, de modo ambiguo, el próximo error a analizar si es
verdaderamente importante, y es el de revelación continua.

Tener en poco la autoridad de las escrituras a fin de añadir nuevas


revelaciones o no dejar en claro convenientemente su autoridad es un
error lamentable, que degenera en otras herejías.

• “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis


cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de
la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo,
resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los
lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo,
sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies,
6

y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su


cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Ef. 1:18-23)

Notas

[0] Ana Méndez de Ferrel, Los cielos serán conmovidos. Pág. 23


[1] Ibíd., Pág. 19
[2] Ibíd., Pág. 21
[3] http://sujetosalaroca.org/2008/03/14/john-macarthur-y-la-predicacion-del-
evangelio/
[4] http://www.restauracionhouston.org/documents/respuesta_al_llamado_de_dios.pdf
[5] http://www.gotquestions.org/espanol/sacerdocio-los-creyentes.html
[6] John MacArthur, ¿Porque un único camino?,Pág. 67-73, ed Portavoz
[7] Ibíd.

You might also like