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ay ff TEOLOGIA FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE ¢ La segunda venida de Jestis * El milenio © La tierra nueva y el reino eterno ¢ El gran conflicto Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe Tomo 9 La segunda venida de Jesas Richard P. Lehmann El milenio Eric Claude Webster La tierra nueva y el reino eterno Daegeuk Nam El gran conflicto Frank B. Holbrook 2a ASOCIACION PUBLICADORA INTERAMERICANA. Belice - Bogoté- Caracas - Guatemala - Managua - Panama ‘San Salvador = San José - San Juan - Santo Domingo -Tegucigalpa GEMA EDITORES México ‘Titalo de la obra original: Handbook of Seventh-day Adventist Theology Copyright © 2005 Review and Herald Publishing Association, 155 West Oak Ridge Drive, Hagerstown, Maryland 21740, EEUU. Copyright © 2008 de Ia traducciin en espaol de ‘Asociacién PublicadoraInteramericana y Gema Editores, ISBN 10; 1-57554-425:3 ISBN 13: 978-1-57554-425.0 ASOCIACION PUBLICADORA INTERAMERICANA. 2905 NW 87 Avenue, Doral, Forida, 33172, EEUU, Presidente: Pablo Perla Vicepresidenta de Finanzas: Elizabeth Cheistian ‘Vicepresidente de Produccin: Daniel Medina Vicepresidenta de Atencin al Chente: Ana L. Rodrigue. Director Editorial: Francese X. Gelabert (GEMA EDITORES ‘Uxmal 431, Col. Narvarte, 03020, México DE, residente: Tornés Torres de Dios ‘Vicepresidente de Finanzas: Irin Molina Director Editorial: Alejandro Medina V. Traductor: David P.Gullon Diagramacion:Tdeyo Alora L Disefio de a portada:Ideyo Alomia L Ests prohibida y penada por I ley la reproduccin total o parcial de esta obra (texto, diagramacion), su tratamiento informatica y st transmis, ya sea electenica, mecinica, por fotocopia @ por cual- quier otro medio, sin permiso previo y por escrito de los editores. Impresiga y encvadernacin OP Graficas , A, Bogots, Colombia Impreso en Colombia Printed in Colombia Tf edicia mayo 2008 Contenido Allector .. 6 Presentacién de la edicién en espafiol ... een Prefacio a Prologo de la edicién en espafiol - 7 Lista de abreviaturas 21 Alfabetos hebreo y griego 5 Glosario 7 41 La segunda venida de Jes El milenio La tierra nueva y el reino eterno 18 El gran conflicto . 185 1 texto bblio de referencia usado en esta obra es el de la Versién Reina-Valera 1960 que publican las Sociedades Biblicas Unidas, y que es la version de base {que se utiliza en el Comentario bilico adventsta dl séptimo dia. Cuando ha sido ‘necesario tsar otras traducciones se indica en eada easo con el nombre comple- {ode la version o mediante las siglas usuales: B) Bible deJerusalén, Editorial Desclée de Brouwer DHE Dios habla hoy, Sociedades Biblicas Unidas BE. Nueva Bible espaola, Ediciones Crstiandad NRV Nueva Reina-Valera 2000, Sociedad Biblica Emanuel NVI Nueva Version Internacional, Sociedad Bblica Internacional C1 Cantera-iglesia, BAC Biblioteca de Autores Cristianos NC Néear-Colunga, BAC Biblioteca de Autores Cristianos Ste versin de Min, Juan Straubinger Buenos Aires, varias eds. Allector nidos en el Centro Kenyatta de Nairobi, con motivo de la reu- nién del Concilio Anual de 1988 de la Junta Ejecutiva de la Asociacién General, los dirigentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Dia trabajaron con afén, con el fin de encontrar los medios més efica- ces para fortalecer la unidad de una feligresia esparcida por més de 220 paises, con entornos sociales y culturales muy diversos. Recono- cieron que la fe y practica comunes a todos, de importancia vital para la iglesia apostdlica en expansién, siguen siendo esenciales para los creyentes en Cristo que viven en el tiempo del fin. En vista de la necesidad expresada en el pérrafo anterior, el Con- cilio recomend6 la preparacién de una obra que expusiera cuidadosa- mente las enseftanzas biblicas que sustentan al dinémico movimiento adventista. Y aqui esté aquella obra. Se requirieron més de diez aftos para llevar a cabo este proyecto, dirigido por el Instituto de Investiga- cién Biblica. El editor declara en su prefacio que el propésito de esta obra es proporcionar, tanto a los creyentes como a los estudiosos, una exposici6n razonada y centrada en la fe de estas verdades tal como los adventistas del séptimo dia las entienden. Esta ocasi6n ofrece al Instituto la oportunidad de expresar su sin- cero aprecio a Raoul Dederen, quien, con su singular combinacién de compromiso cristiano, habilidad teolégica, equilibrio, tacto y tenaci- dad, trabajé arduamente para llevar esta obra a buen término. Dr. George W. Reid Ex director del Instituto de Investigacion Biblica de la Asociacién General C= LA PRESENCIA de representantes del mundo entero reu- Presentacion de la edicion en espanol UNCA ANTES habian soplado tan fuertes “vientos de doc- N= en toda la cristiandad. El auge de la comunicacién di- gital pone a cada creyente en contacto con todo tipo de suti- les influencias que debe afrontar con seguridad y determinacién. La tinica fuerza capaz de fortalecerlo para hacer frente a esta avalancha informativa y de diversidad de opiniones es una comprensién clara y bien fundada de su fe. Es por ello que emprendimos, con grandes esperanzas, la publica- cién en espaitol del tomo 12 de la Commentary Reference Series, titulado Handbook of Seventh-day Adventist Theology. Deseamos que los nobles objetivos que los dirigentes de la Asociacién General se propusieron al publicar esta magna obra en inglés, se cumplan también en los lecto- res adventistas de lengua espafiola La dificil tarea de preparar el Handbook of Seventh-day Adventist ‘Theology se le encomendé al Instituto de Investigacién Biblica de la Asociacién General, el cual tiene, entre otros fines sumamente im- portantes, la responsabilidad de colaborar con la administracion de la Asociacién General “en asuntos de interpretaci6n biblica, doctri- nas y tendencias de la iglesia”. El propésito de la obra es analizar cuidadosamente las ensefianzas o doctrinas biblicas en que se apoya el gran movimiento adventista. Se eligieron 27 eruditos adventistas de todo el mundo, quienes dedicaron mas de diez afios a la prepara- ci6n de 28 profundos estudios con el propésito de ofrecer, tanto a los creyentes como a los buscadores sinceros, un andlisis y una exposi- cién clara de la verdad tal como la consideran los adventistas del sép- timo dia. Nuestra iglesia es genuinamente mundial. Hoy la feligresia est compuesta por unos catorce millones de miembros con una gran di- versidad cultural y con infinita variedad de sensibilidades y costum- bres. En la Divisién Interamericana esta consideracién tiene una espe- cial validez, ya que esta realidad somete a la Iglesia a una fuerte pre- sién que podrfa llevarla hacia el pluralismo en la doctrina y la praxis; es decir, la fragmentaci6n y la pérdida de la unidad. Los nueve tomos previstos de TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE tienen el propésito de evitar esa tragedia espiritual. Por todo ello, esta Serie, que esperamos resulte de utilidad para los eruditos e intelectuales, no se propone ser tinicamente una obra de referencia para ellos. El objetivo es que los lectores en general, y los adventistas en particular, que buscan una exposicién y una compren- sién més amplias y profundas de los principios fundamentales de la teologfa adventista, vean satisfechas sus expectativas. Nos asalté, sin embargo, el temor de que la publicacién de una obra tan importante como el Handbook of Seventh-day Adventist Theology, para incluirlo, solamente como tomo 9 de la valiosa y dtil serie del Comentario biblico adventista en espaftol, hubiera podido impedir que se cumpliera el propésito que tuvo el Concilio Anual de la Asociacién General de 1988, cuando ordené su preparacién y publicacién, de que alcanzara la mAxima difusién. Lo que APIA (Asociacién Publicadora Interamericana) y Gema Edi- tores se han propuesto es que esta inestimable obra, que est Hamada a suplir una importante necesidad espiritual, llegue a cada hogar, a cada familia y a cada uno de los miembros de la Iglesia. Deseamos que sea un material de lectura y meditacin, mas que de referencia. Deben leerlo todos y cada uno de los fieles, no tinicamente los predicadores y los intelectuales. La temperatura moral y el caos espiritual que carac- terizan a esta época babilénica estén afectando negativamente a mu- chos creyentes. Esta obra esté destinada a arraigarlos en la “sana doc- trina” para que mantengan intacta la “fe una vez dada a los santos” a fin de que se preparen para la eternidad. La unidad de la Iglesia es de suprema importancia, porque tiene sus origenes en la unicidad del Dios triuno que nos ha adoptado como sus hijos. Nuestro Seftor lo dejé bien claro en su oracién sacerdotal (uan 17) y la Iglesia la ha establecido como una de sus creencias fun- damentales. La conservaci6n de la unidad es responsabilidad de cada uno de los fieles. La unidad se manifiesta en el amor que nos vincula con Cristo y ‘unos con otros, asi como en el conocimiento y la prictica de la doctri- na de verdad que nos libra de nociones equivocadas, para que nadie nos aleje de nuestro Seftor. Por eso el objetivo primordial de esta obra es contribuir a la preservaci6n de la unidad, en la doctrina y en la préc- tica, en la comunidad adventista. La traducci6n al espafiol del original inglés se ha levado a cabo en un momento muy oportuno, cuando los redactores de la obra original en inglés habian detectado algunos fallos y ciertas carencias en la pri- mera edici6n, y los autores ya habsan hecho las revisiones pertinentes, en preparaci6n para una nueva edicién. En consecuencia, la versién en espaftol, traducida de la inglesa revisada y no impresa todavia, es la més actualizada en circulacién. Esperamos que la publicacién en nueve tomos de esta valiosa obra Ja haga més accesible, en todos los sentidos, para los lectores de habla hispana. Creemos que asf la ponemos al alcance de todos los creyen- tes y facilitamos su adquisicién y su lectura. Agradecemos a Sergio V. Collins, editor de los dos primeros tomos, por su excelente trabajo de preparaci6n y atencién editorial. Que Dios bendiga a TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE, para que ocupe un lugar de preferencia en la biblioteca de todos los adventistas hispanos y los fortalezca espiritualmente para encontrar se con su Seftor. Dr. Pablo Perla Presidente de APIA Dr. Tomés Torres de Dios Presidente de GEMA ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe 12 cializados. Se envi6 a cada uno de ellos un conjunto de pautas, refe- ridas esencialmente al contenido, el formato, la extensién y el estilo en que debian escribi El libro tiene una trama que trata de hacer justicia a tres formas ge- nerales de hablar sobre Dios y el mundo, a saber, las Escrituras, la his- toria y el testimonio de Elena G. de White. Se pidi6 a los autores que dedicaran el grueso de sus articulos a la informacién biblica, abste- niéndose en la medida de lo posible de referirse a fuentes no biblicas. Era pues una ocasin para permitir que las Escrituras hablasen. Debia seguir un breve vistazo hist6rico de la doctrina en consideraci6n, y después una compilaci6n de declaraciones representativas de Elena G. de White del modo que en cada caso se considerase mas dtil. Vendria por tiltimo una bibliografia, a saber, una corta lista de obras usadas por el autor y consideradas titiles para una investigaci6n ulterior del tema. La parte escrituristica de cada articulo concluirfa con unas pocas ‘observaciones referentes a implicaciones practicas para la vida cristia~ na cotidiana, excepto cuando el tema en sf se refiriese a ella, como en el caso de la conducta y el estilo de vida cristianos. Debia usarse [en la edicién original en inglés] el texto de la Revised Standard Version en las citas de los pasajes bfblicos. Todos los términos hebreos y griegos serfan transliterados en caracteres latinos. Y no Ile- varia notas a pie de pagina ni al final de los articulos. ‘Aunque en algunas paises la tendencia actual es la de usar un len- guaje que abarque ambos sexos, el hecho de que més del noventa por ciento de los adventistas vivan donde no se habla inglés, 0 ésta no sea més que su segunda lengua, nos indujo a seguir las pautas tra nales y no ser demasiado exigentes en eso. Por otra parte las referencias cruzadas, un glosario y los esquemas iniciales de cada estudio doctrinal aumentarian la utilidad de esta obra. Los 28 articulos que forman el Handbook se han ido elaborando a lo largo de unos diez afios. Cualquiera que haya tenido que coordi- nar la labor de dos docenas de teélogos esparcidos por todo el mundo inmersos en sus obligaciones académicas, sus tareas de in- vestigacién y sus afios sabéticos, comprenderé que una obra de esta naturaleza no puede producirse de un dia para otro, Aunque cada articulo esté firmado, desde el principio se acordé que todas las Prefacio contribuciones estarfan sujetas a Ja revisién y las sugerencias de la Junta del Instituto de Investigacién Biblica (JIB), compuesta por cuarenta miembros predominantemente eruditos y que incluye unos pocos administradores. Por su composicién internacional la JUIB fue lamada a actuar como portavoz del criterio general. En otras palabras, muchos compartieron la tarea de planificar y escribir este libro, desde las consultas en el bosquejo inicial, a través de la redaccién, hasta la revisién de los sucesivos borradores. De ahi que este libro no sea simplemente una coleccién de ensayos escritos separadamente por colaboradores individuales. En realidad, ninguna secci6n es fruto del trabajo de un solo autor. A medida que el texto avanzaba a través del proceso editorial y las consultas, todas las par- tes de la obra, y ésta como un todo, se beneficiaron de este enfoque cooperativo. Cabe decir que el equipo de trabajo completo, es decir, autores y miembros de la JIIB —muchos de los cuales eran autores también— era genuinamente internacional, con representantes de muy diversos paises: Alemania, Argentina, Australia, Austria, Barbados, Bélgica, Brasil, Canadé, Chile, Colombia, Corea, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Ghana, Holanda, India, Jamaica, Noruega, Puerto Rico, Reino Unido, Sudafrica y Uruguay. Asf que los autores escribieron esta obra para lectores de todo el mundo. El objetivo concreto del equipo editorial y los autores fue elaborar una obra de referencia escrita con un espfritu de lealtad incondicio- nal a las Escrituras como la Palabra escrita de Dios. La esperanza expresa era que estas p4ginas resultaran fructiferas para la reflexién personal en la fe y en la practica. No tenfan el propésito de que fue- ran un ejercicio en teologta especulativa. Aqui no se expone el punto de vista particular de ninguna tendencia del pensamiento adventis- ta. Lo que se presenta en estas paginas es ampliamente representati- vo de la corriente principal de la teologfa y la erudicién biblica adventista en la Iglesia Adventista mundial. Esta es una obra de teo- logta constructiva, basada en la Biblia y centrada en Cristo, que trata de presentar el todo en términos de la interrelaci6n de cada una de sus partes, y las partes siempre en términos de su relacién mutua y con el todo. Esta obra no se preparé teniendo en cuenta tinicamente B “ al erudito y al especialista aunque se espera que les resulte titil—, sino més bien al lector medio que busca una exposicién asequible de los datos pertinentes relacionados con los principios fundamentales de la teologia adventista. Proporciona la informacién que este lector podria esperar: razonablemente abarcante y profunda. Puesto que la fe cristiana es tan rica y considerando que el puiblico al que se dirige es tan diverso, algunos lectores quiz4 desearian en- contrar una presentacién més completa 0 con otro enfoque de cual- quiera de los temas; y es razonable que asf sea. Algunos lamentaran que algo se excluy6, que a una parte se le concedié demasiada aten- cién, o que a otra se le dio un énfasis inadecuado. Mas de una vez qui- simos que se analizaran mas en detalle algunas importantes declara- snes escrituristicas, hist6ricas o de Elena G. de White. Pero result6 imposible dar un tratamiento complementario a algunos aspectos con- cretos ya que hubiéramos tenido que hacer ampliaciones despropor- cionadas de espacio. Una obra de referencia, aun de este tamafio, tiene sus limitaciones. [Estos nueve tomos] no se publican con la idea de que sean algo definitivo, sino, més bien, con la esperanza de que se usen en los hoga- res adventistas y no adventistas, en las aulas y las bibliotecas, y asi- mismo en las oficinas pastorales, como un manual de referencia acce- sible y practico para obtener informacién sobre diversos aspectos de! pensamiento y la prdctica adventistas. Nos resta la grata tarea de agradecer al amplio equipo que de diversas maneras ha contribuido a la creacién de esta obra. Es posible mencionar por nombre sélo a unos pocos de ellos. Primeramente, mis asociados inmediatos: Nancy W. de Vyhmeister y el equipo del IIB bajo la direccin de George W. Reid. También debiera ser obvia la deuda con los 27 autores que dieron tan generosamente de su tiempo y de su saber. Debiera asimismo dedicar unas palabras de especial reconocimiento a los miembros de la Junta Ejecutiva de la Asociacin General que originaron este proyecto. Sin su inspiracién y constante apoyo no habria existido el Handbook of Seventh-day Adventist Theology. Finalmente, corresponde expresar una palabra de gratitud por una ayuda de otro tipo. De més esté decir que la produccién de una obra de esta magnitud ha requerido mucho trabajo mecanogréfico y otras tareas auxiliares. Cada articulo hubo que redactarlo y corregirlo muchas veces antes de que fuera enviado a la imprenta. En relacién con esto corresponde agradecer en forma especial a nuestro equipo de fieles secretarias y en particular a la especialista en edicién electrénica y disefiadora, Martha Lunt. Merecen también especial gratitud Robert J. Kinney y Ted N. C. Wilson, presidentes de la Review and Herald Publishing Association, por su interés constante en la obra. Estamos asimismo en deuda con Nancy W. de Vyhmeister y el equipo editorial de la Review and Herald, y en especial con Richard W. Coffen, vice- presidente, y James Cavil y sus asociados, quienes dirigieron con habi- lidad y profesionalismo el largo y laborioso proceso de revisién y correcci6n de los originales. Dr. Raoul Dederen Profesor emérito Universidad Andrews 15 Prélogo de la edicion en espaiiol A IGLESIA TIENE la constante necesidad de profundizar su I comprensi6n de las enseftanzas bfblicas y de hacerlas relevan- tes en el contexto en el cual procura Hlevar a cabo su misi6n. Nuestro Seftor Jesucristo fue un asiduo estudiante de las Escrituras y su expositor més autorizado. Su conocimiento de ellas, al igual que la autoridad con que develaba su contenido, asombraron a los maestros judios en el Templo y restauraron la fe de dos de sus discipulos en el camino a Emaiis. Su ministerio se caracteriz6 de principio a fin por tuna adhesién constante a la voluntad de Dios revelada en su Palabra. ‘Esa misma actitud hacia la Palabra de Dios definié el ministerio de los apéstoles durante el desarrollo de la iglesia cristiana. Sus escritos biblicos se hallan repletos de referencias directas al lenguaje del Antiguo Testamento. Su criterio de lo que es la verdad se fundaba en Ja revelacién de Dios en su Palabra y en la interpretaci6n que de ella hiciera el Seftor. La Iglesia Adventista se ha caracterizado a lo largo de su historia por el mismo interés que Jesis y sus discipulos manifestaron en la doctrina biblica. Sin negar el valor de la contribucién que hacen al conocimiento humano los diferentes campos del saber, la Iglesia ha reconocido la Biblia —siguiendo la tradicién biblica y protestante—, como la norma infalible de fe y préctica. Nada deberia alarmar més a los lideres de la iglesia, a los ministros del evangelio, que observar en la vida de los miembros un posible desinterés en el estudio de la Biblia. Ww 18 TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE, procura mantener vivo el interés adventista en las Escrituras como norma de fe y précti- ca. Acada uno de los que contribuyeron en la preparacién de esta obra se le solicits que examinara y desarrollara el tema que se le asigné a la penetrante luz de la Biblia. De ahi que cada capitulo contenga un nuimero elevado de referencias biblicas utilizadas para sustanciar los argumentos que emplearon y las conclusiones a las cuales arribaron. Esta obra establece més alld de toda duda lo que la Iglesia siempre ha sostenido: que sus doctrinas se basan exclusivamente en la Palabra de Dios. Los nueve tomos de esta obra se ponen a disposicién de la iglesia hispanohablante, no slo a fin de reafirmar el fundamento bfblico de nuestro mensaje, sino también para contribuir a la madurez teoldgica de los creyentes. Tradicionalmente los adventistas han compartido su mensaje por medio de estudios biblicos. Aqui se preserva ese interés en el estudio biblico, pero se lo acompaiia de una seria reflexién teo- l6gica en un esfuerzo por profundizar la comprensién del mensaje y la misi6n de la Iglesia. La traduccién del Handbook of Seventh-day Adventist Theology al idio- ma espafiol, y con el tiempo a otros idiomas, contribuira a la preser- vacién de la unidad doctrinal y misionolégica de la Iglesia alrededor del mundo. Este volumen fue intencionalmente preparado para refle- jar el pensamiento doctrinal de la Iglesia Adventista mundial, y por lo tanto no se alinea con posiciones particularistas que pueden encon- trarse al margen del pensamiento adventista. Debe aclararse que debido a que el manual de teologfa en inglés no fue sometido a votacién en un congreso de la Asociacién General, no se lo debe considerar como una exposicién oficial de la doctrina, el pensamiento y el estilo de vida adventistas. Aunque su contenido no es infalible, ni tampoco intenta establecer una uniformidad de pensa- miento en los detalles de las exposiciones; esta obra teolégica repre- senta en forma equilibrada y apropiada la doctrina y la teologia adventistas El hecho de que el Comité del Instituto de Investigacién Biblica de la Asociacién General haya invertido incontables horas durante un periodo de alrededor de diez aftos, examinando y evaluando el conte- nido de cada capitulo, hace que esta obra teol6gica sea més valiosa y digna de confianza que otras que no han sido sometidas a ese proceso de andlisis riguroso. Recomendamos esta obra de teologfa a los lectores adventistas de Jengua espafiola con la esperanza de que contribuya al desarrollo biblico y teol6gico de la Iglesia en los paises hispanos. Oramos para que Dios bendiga este proyecto, que encienda un renovado interés en el estudio de la Biblia en la vida de la Iglesia mientras aguarda el retor- no en gloria de su Seftor. Dr. Angel Manuel Rodriguez, Director del Instituto de Investigacién Brblica de la Asociacién General 19 AFC ATO cc cD cE cM cN cogs CRA cs css DM] DIG Ed EuD Ev FO FV HC HAp HH HR Lc MB MC 1, 2McP 1-3MS Lista de abreviaturas OBRAS DE ELENA G. DE WHITE A fin de conocerle Alza tus ojos El camino a Cristo (edicién APIA, 2006) Cada dia con Dios El colportor evangélico Consejos para maestros, padres y alumnos Consejos sobre mayordomta crstiana Conduceién del nifio Consejos sobre Ia obra de la escuela sabitica Consejos sobre el régimen alimenticio Elconflicto de los siglos Consejos sobre la salud El discurso maestro de Jesucristo EI Deseado de todas las gentes La educacion Eventos de los sltimos dias El evangelisma Fe y obras La fe por la cual vivo Et hogar cristiano Los hechos de los apestoles Hijos e hijas de Dios La historia dela redencin En los lugares clestiales El ministerio de la bondad EL ministerio de curacién ‘Mente, cardeter y personalidad, . 1, 2 Mensajes selectos, t. 1-3 a McD La maravillosa gracia de Dios M ‘Mensajes para los jévenes MVH Mi vida hoy NB ‘Notas biograficas de Elena G. de White NEV Nuestra elevada vocacién OE Obreros evangélicos op El otro poder PE Primeros escritos pp Patriarcas y profetas PR Profetas y reyes PvVGM Palabras de vida del gran Maestro sc Servicio cristiano sv iMaranata: et Setior viene! TCs Testimonios acerca de conducta sexual, adulterio y divorcio Te La temperancia ™ Testimonios para los ministros 19T Testimonios para ta iglesia ve Vida en et campo OBRAS DE ELENA G. DE WHITE EN INGLES Estos ibros que se ctan o se han usado en la preparacién de TeoLoctA: FUNDAMENTOS 'IBLICOS DE NUESTRA FF todavia no se han publicado en espafol 1888 Materials Ellen G. White 1888 General Conference Materials MR Manuscript Releases HL Healthful Living SAT Sermons and Talks 1-486 Spiritual Gifts, . 1-4 SL The Sanctified Life SP Sketches From the Life of Paul 14sP The Spirit of Prophecy, t. 1-4 sw The Southern Work ‘Todas las obras Elena G. de White se citan con estas siglas en letra cursiva, para evi- tar posibles confusiones con otras referencias o siglas. Las siglas de los libros de Elena G, de White van precedidas del ntimero del tomo —cuando se trata de una ‘obra en varios tomos— y seguidas de la pagina de la edicion més comin, que en la mayoria de los casos corresponde a la Biblioteca del Hogar Cristiano (BHC). OBRAS CITADAS Y DE REFERENCIA Las obras de la Bibliografia de cada articulo se citan en el texto con el nombre del autor en letra redonda seguido de la pagina. En cambio las referencias de obras cls- sicas de la Patristica (Agustin, Ireneo, Justino, Orfgenes, Tomas de Aquino, etc.) y de los Reformadores (Lutero, Calvino, Arminio) se dan por libro o seccién, pérrafo, apartado y subapartado w otros tipos de divisiones y subdivisiones consagradas por fl uso; de modo que el lector pueda acceder a las fuentes fécilmente consultando ‘cualquier edicién o traduccién, En algunos casos se adjunta la pagina de la edicién o recopilaci6n, como en el caso de ANET, ANF y NPNF. ANET Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament. James B. Pritchard, ed. Princeton: Princeton University Press, 1969 ANF ‘The Anti-Nicene Fathers Alexander Roberts y James Donaldson, eds. Nueva York: Christian Literature Co., 1885-1887 AR Adventist Review AUCR Australasian Union Conference Record BE Bible Echo BTS Bible Training School 1-7CBA Comentario bblico adventista del séptimo dia, 7 tomos Francis D. Nichol, ed. Mountain View, California: Pacific Press, 1981-1990 FOF ‘The Conditionalist Faith of Our Fathers LeRoy E. Froom ‘Washington, D.C:: Review and Herald, 1965, 1966 cB General Conference Bulletin GH Gospel Herald NPNF-1 The Nicene and Post-Nicene Fathers, 1° serie Philip Schaff, ed. Nueva York: Christian Literature Co,, 1886-1889 NPNE2 ‘The Nicene and Post-Nicene Fathers, 2" serie Philip Schaff y Henry Wace, eds. ‘Nueva York: Christian Literature Co., 1890-1899 PEOF The Prophetic Faith of Our Fathers LeRoy E. From. ‘Washington, D.C.: Review and Herald, 1946-1954 Pur Pacific Union Recorder gop Seventh-day Adventists Answer Questions on Doctrine. Washington, D.C: Review and Herald, 1957 RH Review and Herald st Signs of the Times TDNT ‘Theological Dictionary of the New Testament. G. Kittel y G. Friedrich, eds. Grand Rapids: Eerdmans, 1964-1976 YI Youth’s Instructor SIGLAS Y ABREVIATURAS ADRA ‘Agencia de Desarrollo y Recursos Asistenciales AG Asociacién General (General Conference) de los ASD ASD Adventista del séptimo dia AT Antiguo Testamento c (circa) en torno a ¢ (confer) véase y c6mparese con DIA Divisin Interamericana de los ASD DNA Divisién Norteamericana de los ASD DSA Division Sudamericana de los ASD er sriego heb. hebreo lat latin Lxx Septuaginta (traduccién al griego del AT hebreo) m. murié n nacié NT Nuevo Testamento Referencias cruzadas internas Las remisiones (referencias cruzadas) internas de Teo.0%t: FUNDAMENTOS LICOS DF NUESTRA F, fundamentals para la major comprensin en el marco teoldgico adecua- do de cada tema, y que aparecen entre paréntess, se dan bésicamente as: / Con niimeras omanos, que pueden ir seguidos de letras mayisculas, y en algunos casos de cifras ardbigas y letras mintsculas (por ejemplo: V, IM. A, Vil B, VIL. C.2, VI. C. 5. dl), remiten a otro apartado y/o subapartados del mismo articuo, con- forme al esquema que figura sobre fondo gris al prineipio de cada uno de los ar siculos (capitulo) Con algiin ituloabrevado (por ejemplo: Salvacién I.E, Pecado V), en cuyo caso se remite al apartado indicado del artculo correspondiente. Cada articulo se cita con el nombre abreviado con la palabra ms representativa del titulo correspondiente Com indicaciin del tomo (por eemplo: Ver Revelacin/Inspiracin, tomo 1), cuan do se remite a un tomo de los nueve de la serie ya publicado. En los casos en que la remisién va precedida de “ver” significa que es necesario acudir al lugar indicado para aclarar o completar la exposicion del tema en cuestion, Alfabetos hebreo y griego Ac Alfabeto griego gaz [ant R=p | $=h h=m per O=h | van |og=s | waps tsi «=k | Glosario STE GLOSARIO no tiene el propésito de proporcionar infor- macién novedosa o una mayor precisi6n. Puesto que el signifi- cado de la mayoria de los términos se da en el texto mismo, publicamos el glosario principalmente para beneficio del lector y co- mo un instrumento para refrescar répidamente la memoria. Las defi- niciones reflejan el significado de estos términos segtin se usan en las Paginas de TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE, Alta critica Antropologia Apécrifos Es el término que se aplica a la erica hist6rica Y literaria de la Biblia. Esta critica esté bésica- __ mente interesada en las fuentes literarias y los estilos de las Esrituras, asf como en Ia paterni- dad de cada libro, Del gr. anthropos, “hombre”, y logos, “discurso”. En teologia es el estudio del origen, la naturale- za y el destino del hombre, en contraste con el estudio de Dios o de los angeles. " Coleccién de libros y secciones de libros no in- cluidos en el canon judfo ni en el protestante pero admitidos por la Iglesia Cat6lica Romana bajo el nombre de libros deuterocanénicos. 7 ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe Arameo Baja critica Binitarianismo Catolicismo romano Critica biblica Critica de la forma Lenguaje semitico usado extensamente en el Cercano Oriente desde los inicios del dominio asirio y babil6nico. Hablado por los judios du- rante y después del exilio babildnico, el arameo era el idioma vernéculo en Palestina en los dias de Cristo. Se llama asi a la critica textual de la Biblia; es decir, el estudio del texto de las Escrituras para determinar, hasta donde sea posible, qué escri- Dieron realmente los autores inspirados. Creencia de que hay s6lo dos personas en la Deidad, a saber, el Padre y el Hijo. Del gr. kandn, “vara para medir”. Listén que sirve como una regla o vara de medir. En el len- ‘guaje cristiano el término se refiere a la lista de los libros aceptados como inspirados que com- ponen las Escrituras del Antiguo ‘Testamento y del Nuevo Testamento. Fe, adoracién y practica de los cristianos en comunién con el obispo de Roma. Estudio y andlisis cientifico de los elementos humanos que han entrado en Ia formacién de las Escrituras. Método de estudio bfblico empleado para reve- lar el supuesto desarrollo preliterario (oral) subyacente en las diversas formas literarias de los escritos biblicos. de Ia redaccién Critica de las fuentes Critica histérica Deismo “Método de estudio’ biblico empleado para revelar ef que se supone que es el dltimo nivel de tradici6n usada por el redactor en la compo- “sici6n, por ejemplo, de los evangelios, Método de estudio empleado para revelar las supuestas fuentes implicitas en el texto de la Escritura. Método que intenta verificar la veracidad de ls Escrituras y comprender su significado sobre eS historica-secular, Sistema de pensamiento que defiende 1a reli- gidn natural y la existencia de Dios sobre la base de la razén humana y las leyes de la natu- raleza antes que mediante la revelacién y las ensefianzas de una iglesia. tod de nterpeacin de Nuevo Tetaen Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe a Evangeli- calismo Expiacion Tages Forense Helenismo eee se po ~ os intereses del cristianismo biblico. La doctri- ‘na fundamental del movimiento es la autoridad de las Escrituras, la palabra de Dios escrita y cn ee ne es eee e : Del lat. expiare, “expiar por”. Reparacién de una falta, satisfaccion de las demandas de la justicia a través del pago de una penalidad. En el plan de salvacién de Dios, la muerte expiatoria de Cristo libera a sus beneficiarios de las conse- cuencias penales que conlleva el quebranta- miento de la ley de Dios. En lat. “ y del hij ‘Término insertado en e} Relativo o perteneciente a los tribunales de jus- ticia o a lo legal. Cuerpo de ideales humanisticos y clésicos aso- ciados con la cultura, el Ienguaje y la filosoffa de vida generalizados en el mundo grecorro- mano durante el tiempo de Cristo. Del gr. herméneus, “intérprete” Artey ciencia de interpretacidn, como ser de la Biblia. Historicismo Homoousios Idealismo Ilustracién Glosario Sistema hermenéutico que ve un desarrollo consecutivo, un continuo histérico en las nes apocalipticas biblicas, en contraste con un cumplimiento que se hallaria enteramente en el pasado 0 totalmente en el futuro. Del gr. holos, “entero” o “todo”. Denota algo completo, como por ejemplo Ia comprensiin holistica (global y completa) de la naturaleza Juumana, pues el ser humano es un todo singu- lar, y debe ser tratado como tal. Literalmente “de la misma sustancia”. Término usado en los primeros concilios cristianos, espe- cialmente Nicea (325), para afirmar que el Padre y el Hijo son de la misma sustancia 0 naturaleza divina. Teoria que sostiene que la naturaleza esencial de la realidad yace en un émbito fenomenologi- co trascendente, como, por ejemplo, en la con- ciencia o la razén. Las cosas visibles de este mundo son meramente copia de las realidades — perfectas de otro mundo, suprasensible, Movimiento filos6fico del siglo XVII que soste- nfa que la verdad puede obtenerse slo a través, de la raz6n, la observacién y el experimento. Desde entonces ha influido profundamente en el mundo occidental. En lat, “imagen de Dios”, a semejanza de la cual, como se declara en Génesis 1:26, 27, fue- ron creados e! hombre y la mujer. Teolegia Fundamentos biblicos de nuestra fe Imputacién Intertesta- mentario Kenoticismo Liberalismo Marcionismo tra era. Del lat. imputare, “computar”, “cargar a la cuen- ta de uno”. En la teologia cristiana, la atribu- cién, por sustitucién, de la justicia de Dios al creyente en Cristo. En el sentido opuesto, el tér- mino también se aplica a Cristo quien, aunque era inocente, permitié ser “contado” como cul- pable y pecador al experimentar una muerte sustitutoria en la cruz, tomando el lugar del pecador. Referente al perfodo transcurrido entre el Anti- guo y el Nuevo Testamento. Sistema de pensamiento que sostiene que a fin de llegar a ser hombre, el Hijo de Dios se vacié a si mismo por algtin tiempo de algunos de sus atributos divinos, en especial, de su omnipoten- cia, su omnisciencia y su omnipresencia Aunque usado con diversos matices en espe- cial, el término describe un movimiento en la teologia protestante modema, que enfatiza la li- bertad intelectual y un humanismo secular in- -congruentes con la ortodoxia biblica. Sistema doctrinal que se difundié durante los siglos Ily II dC. y que atrajo muchos seguido- res. Rechazaba el Antiguo Testamento y a su Dios-Creador, como también parte del Nuevo Testamento, negando la corporeidad y la plena humanidad de Cristo. Escribas judfos que trabajaron en la conserva- ign y transmisién del texto hebreo del Antiguo Testamento durante el primer mileno de nats Milenio Misterio Monismo - Montanismo Neoortodoxia Glosario Del lat. mille, “mil”, y annum, “ato”. Término teol6gico usado para describir los mil afios de Apocalipsis 20:1-10. ‘Compilacién de las tradiciones orales que los judios habian desarrollado respecto a las Escri- turas llevada a cabo a fines del siglo I d.C. Del gr. mystérion, “algo cerrado”, “secreto”. En el Nuevo Testamento la palabra se refiere a un plan divino o a una verdad previamente escon- dida pero en el presente revelada, la esencia intima de lo que no puede comprenderse ple- namente mediante la mente finita. En un intento por salvaguardar el monoteismo y la unidad (“monarqufa”) de Dios, algunos tedlogos de los siglos I y Il de nuestra era ‘mantuvieron que Jess fue simplemente un hombre elevado a la Deidad. Otros vieron a Jestis y el Espiritu como meras expresiones 0 ‘manifestaciones del Dios tinico. Del gr. monos, “solo”, “tinico”. Sistema filos6fi- co que apela a una sustancia o principio unifi- cador nico, para explicar la diversidad de todo lo que existe. ‘Movimiento apocaliptico del siglo Il que recal- c¢ la continuidad de los dones proféticos del Espiritu y practicaba una disciplina ascética Movimiento protestante del siglo XX caracteri- zado por una reaccién contra el liberalismo teo- logico que pretende retornar a los principios basicos de la teologia de la Reforma 35, ‘Teolegia Fundamentos biblicos de nuestra fe Ontologia Ordenanza Ortodoxia Panenteismo Pantefsmo Parusia Penal Etimolégicamente “ciencia del ser”. Es la que estudia la naturaleza y la esencia del ser. Se usa el término en las Escrituras con referen- cia a decretos 0 disposiciones ordenados por Dios o por un gobierno. En espafiol se usa comtnmente con referencia a instituciones de origen divino como el rito de humildad y la cena del Seftor. Del gr. orthos, “correcta”, y doxa, “alabanza”, “opini6n”. Describe un patrén de creencia com- patible con las enseflanzas fundamentales de tuna iglesia segtin se las compara con la hetero- doxia o la herejfa. El término Ortodoxa, con ma- ytiscula, se usa para identificar a las iglesias in- dependientes, situadas principalmente en Europa Oriental, que reconocen la primacfa ho- norifica del patriarca de Constantinopla. Del gr. pan, “todo”, en, “en”, y theos, “Dios” Creencia de que mientras el Ser de Dios penetra todo el universo, su Ser es més que el universo. Del ge. pan, “todo”, y theos, “Dios”. Sistema que identifica a Dios con el mundo y al mundo con Dios, de modo que todas las cosas son divinas y no existe distincién real entre Dios y las fuer- 728 y las leyes del universo. Del gr. parousia, “presencia” o “llegada”. Término usado en el Nuevo Testamento para denotar la segunda venida de Cristo en gloria y majestad. Del lat. poena, “castigo”. Relacionado con castigo, © que incluye castigo. En lenguaje cristolégico, término usado para afirmar que Cristo carg6 con el castigo que merecemos los pecadores. Pericopa Pietismo: Pluralismo Politeismo Positivismo Postcanénico Preterismo Propensién STOSArO Del gr. perikopé, “seccién”. Fragmento 0 pasaje de las Escrituras. ‘Movimiento religioso que se originé en la Ale- mania del siglo XVII como reaccién al formalis- mo y al racionalismo. Recalcaba el estudio de la Biblia y la experiencia religiosa personal. Postura que considera que puede haber quienes mantengan posiciones contradictorias en fe y moral, sin que esas personas dejen de estar en regla con la iglesia. Estas posiciones usualmen- te varian de acuerdo con las premisas 0 postu- lados usados al reflexionar sobre la fuente de la revelacién, segtin la metodologia empleada, o de acuerdo con el contexto cultural dentro del cual opera la teologga Creencia y adoracién de muchos dioses. Filosofia que confina la indagacién intelectual y el conocimiento a los hechos observables (“positives”) y experimentales, rehuyendo por lo tanto toda especulacién filoséfica y metafi- sica. Referente a una persona, un evento 0 un escrito posterior a la formacién del canon de la Escritura. Sistema de interpretacién profética que sitia el cumplimiento de las profecfas apocalipticas biblicas, especialmente las que se encuentran en los libros de Daniel y en el Apocalipsis, ente- ramente en el pasado. Inclinacién intensa y a menudo urgente, una tendencia fuerte y arraigada. 37 ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe 38 Propiciacién Racionalismo Reencarnacién Sacramento Pseudoepi- Del lat. propitiare, “emitir un veredicto favora- ble”. La propiciaci6n incluye la idea de aplacar a la persona ofendida, de recuperar el favor de un personaje encumbrado. Sin embargo, con- trariamente a la nocién griega de aplacar a una deidad airada, los escritores del Nuevo Testa- mento no ven en Dios un contraste irreconcil ble entre el amor y Ia ira, una ira libre de toda mezcla de limitacién humana y de espiritu ven- gativo pecaminoso. Aqué el misterio divino del amor es percibido en medio de la realidad de la ira. Con la forma de la letra gr: ‘ji’ 0 ‘chi’ (X), equiva- Tente a ‘¢’/‘qu’. En la literatura hebrea, parale- Jismo cruzado. El paralelismo cldsico sigue el es- quema de A, B, A’, B'. El quiasmo relaciona el primer elemento con el cuarto y el segundo con cl tercero, asi: A, B, Bl, A’. Del lat. ratio, “raz6n. Sistema de pensamiento que sostiene que la raz6n humana es autosufi- ciente en la btisqueda de la verdad, incluso la verdad religiosa. Teoria de la transmigraci6n de las almas de un cuerpo a otro, ya sea humano o animal. Rito religioso instituido por Jesucristo, como el bautismo, el lavamiento de los pies y la Cena del Sefior. El alcance de lo que el término abar- ca varia ampliamente. Algunos protestantes favorecen el término “ordenanza”. Escritos judios an6nimos 0 con seudénimos que datan de los sigios inmediatamente anteriores y osteriores al tiempo de Cristo. Sinépticos Soteriologia Talmud Teodicea Teologia ‘Tradicion Los primeros tres evangelios, segiin Mateo, Marcos y Lucas. Son llamados asf porque cuan- do se los lee con el texto en columnas (sinépti- camente) presentan ciertos paralelismos en estructura y contenido. Del ge. sdléria, “liberaci6n”, y logos, “discurso”. Parte de la teologfa cristiana que trata del plan divino de redencion, més particularmente, dela obra de salvacién de Cristo. ‘Compilacién que abarca la Mishnah, 0 ensefian- zas orales judias, y la Guemara, una coleccién de discusiones sobre la Mishnah, Del ge. theos, “Dios”, y dike, “justicia”. Estudio y defensa de la bondad y omnipotencia de Dios en vista de la existencia del mal. Del gr. theos, “Dios”, y logos, “palabra”, “trata- do”. Estudio sistematico de Dios y su relacién con el mundo, especialmente mediante el andli- sis de las ensefianzas de las Escrituras del Anti- guo Testamento y el Nuevo. Del lat. traditio, “algo entregado”. Aquello que es entregado, particularmente ensefianzas de ‘un maestro a un discfpulo. En la teologfa cris- tiana es el cuerpo de doctrinas, précticas y experiencias reveladas por Dios y entregadas por éla su pueblo por boca o mediante los escri- tos de sus profetas y apéstoles, identificadas con las Escrituras. La descripcién catélica roma- na de la tradicion sostiene que las tradiciones escritas y no escritas, que se originaron con Cristo y los apéstoles, constituyen una fuente de doctrina original y auténtica a la par de la Escritura. 39 Universalismo Doctrina que afirma que todos los seres huma- nos serén finalmente salvos porque por natura- leza todos son hijos de Dios. La segunda Venida de Jesiis Richard P. Lehmann Introduccién. A SEGUNDA venida de Jests es una doctrina fundamental de la Sagrada Escritura que ya aparece en el AT. El “dia del \Sefior” iba a ser un dfa oscuro para los impfos, pero un dia de {g0z0 para los que amaban su venida (Isa. 35: 4). Sin embargo, una compresién plena del segundo advenimiento solo seguiria después del primer advenimiento de Cristo. Jestis mismo profetiz6 su regreso (Luc. 21: 27; Juan 14: 1-4) y esa promesa fue confirmada por los dngeles que asistian a los entriste- cidos discfpulos mientras Jestis ascendia al cielo (Hech. 1: 11). Que Cristo fuese a aparecer “por segunda vez... para salvar a los que le esperan” (Heb. 9: 28) era la “esperanza bienaventurada” de Pablo y de los primeros cristianos (Tito 2: 13) Aunque no se conoce el momento exacto del advenimiento (Mat. 24: 36), Cristo dio sefales que apuntan a su venida (vers. 3-33). En preparaci6n para este evento culminante cuando Cristo “paga- ra cada uno segtin sus obras” (Apoc. 22: 12), se aconseja a los cris- tianos a velar y orar para que puedan estar “en pie delante del Hijo del hombre” (Luc. 21: 36). La segunda venida encuentra su lugar en el nombre “adventis- tas del séptimo dia”. Los pioneros sintieron que la creencia en la segunda venida de Cristo era de suficiente importancia como para ‘merecer un lugar en el nombre de la “manada pequefta” cuando se al convirtié en iglesia en 1860. Hoy en dfa, el pueblo de Dios en la tie- 4, Sefiales en el mundo religioso rra espera el regreso de Jestis a la tierra, junto con los profetas y 5. Sefiales falsas apéstoles y muchos fieles a través de los siglos. 6. Una sefial interpretada erroneamente 42 1. LA SEGUNDA VENIDA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS A. Terminologia del AT 1. El dia de Jehova 2. La eleccién de un remanente 3. Elestablecimiento del reino 4. La vuelta al paraiso 5. Apocalipticismo B. Terminologia del NT 1. La parusia 2. La epifania 3. El apocalipsis C. El centro de la esperanza 1. La esperanza 2. Maranata 3. Accién de gracias 4. EI Hijo del hombre D. El reino de Dios. 1. Un reino trascendental 2. Un reino misterioso 3. Un reino espiritual 4. Un reino futuro E. Forma de su venida 1. Personal y literal 2. Visible y audible 3. Gloriosa y triunfante 4, Cataclismica 5. Repentina F. Las sefiales de la segunda venida 1. Algunos textos dificles 2. Sefiales en el mundo natural 3. Sefiales en el mundo moral G. Las razones para la segunda venida de Jestis 1. Juntar a los escogidos 2. Resucitar a los muertos 3. Transformar y recibir a todos los santos 4, Destruir los poderes malvados y a los impios 5. Vindicar a Dios 6. Restaurar la tierra 7. Restablecer la comunién con Dios II, CONSECUENCIAS DE LA DOCTRINA A, Efectos en la vida diaria del creyente 1. Esperanza 2. Amor 3. Humildad 4. Santidad B, Motivacién para la evangelizacion 1. El tiempo del Espiritu Santo 2. El tiempo de gracia 3. El tiempo de urgencia 4. El tiempo de los dones espirituales €. Preparacién espiritual para su regreso D. Una demora aparente E, Conclusin ”ANORAMA HISTORICO: El periodo apostélico . El periodo anteniceno . El periodo posniceno hasta la Reforma . La Reforma . Desde la Reforma hasta el siglo XIX . La era moderna . Los adventistas del séptimo dia 4B Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe IV. COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE A. La segunda venida en las Sagradas Escrituras 1. El centro de la esperanza 2. Elreino de Dios 3. La forma de su venida 4, Sefiales de la segunda venida 5, Razones para la venida de Jess B. Consecuencias de la doctrina 1. Efectos en la vida diaria del creyente 2. Motivacién para la evangelizacién 3. Preparacién espiritual para su regreso 4, La demora aparente . Panorama histérico 1. El periodo apostélico 2. El periodo posniceno hasta la Reforma 3. La Reforma 4, Desde la Reforma hasta el siglo XIX V. BIBLIOGRAFIA 1. LA SEGUNDA VENIDA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS El tema de la segunda venida de Cristo queda manifestado en el ATyenel NT. A. Terminologia del AT Para los autores del AT, igual que Dios libré a su pueblo de Egipto, Jo libraria de la esclavitud de este mundo en el “dia del Sefior” (Isa. 13: 6, 9; Eze. 13:5), 1, El dia de Jehov4 El tema central de la escatologia del AT (la doctrina del escatén, “el fin”) es la venida de Jehova (Andreasen 31-45). Los profetas hablaron. con frecuencia de “aquel dia” (Zac. 14: 9), acerca de “aquellos dias” La segunda venida de Jestis (Joel 2: 29), 0, como Daniel, acerca de un “tiempo” cuando tendria lu- gar la salvacién (Dan. 12: 2). Fl “dia de Jehova” se esperaba como un evento decisivo de la historia, con cambios tanto en el émbito socio- politico como en el césmico. La venida de Jehové iniciarfa una nueva creacién. Debido a que es el Creador, Jehovd es también el dueiio de la historia, y el Unico que la levaré a su fin (Amés 4: 13; of. Apoc. 14: 6, 7). Los desastres que siguieron uno a otro y la condicién moral deplo- rable de Israel y [as naciones exigfan la intervencién de Dios. Pero el fin no viene como consecuencia del mal politico, social 0 moral. Elfin ocurre porque Dios viene. La tragedia esté en la apatia de las nacio- nes, que contintian sus caminos sin tener en cuenta esta venida. Los profetas instan a Israel y las naciones a "buscar al Seftor” (Sof. 2: 1-3), porque sin preparaci6n no serfan capaces de permanecer en la pre~ sencia de la santidad de Jehov. Amés resume el clamor de los profetas, cuando dice: “Preparate para venir al encuentro de tu Dios” (Amés 4: 12). a. Un acontecimiento hist6rico. La venida de Jehov no puede ser se~ parada de la historia. No es una venida mas allé del tiempo, sino una incursién de Dios en la historia. Los acontecimientos hist6ricos actua- les transmiten significado, y anuncian la gran teofanfa (manifestacién de Dios). Esto puede compararse con la entronizacién de un soberano que ha conquistado a sus enemigos. La venida ya es perceptible mientras Dios se acerca a sus hijos cuando lo adoran (Exo. 20: 24). Entra en su santo templo y sus adora- dores celebran su presencia (Sal. 24: 7-10). Dios también viene en los eventos de la historia para librar 0 casti- gar a su pueblo. Esa venida es a la vez feliz (Isa. 35: 4)y terrible (Amos 5: 18-20). Dios también puede venir por medio de su anunciado Siloh (Gén. 49: 10), “el Principe de paz” (Isa. 9: 6), el que tiene el Espiritu en su ple- nitud (Isa. 11: 2), y el que reinaré con la majestad y poder de Jehové (Mig. 5: 1-3). Finalmente, Dios viene a cumplir la promesa del escatén (del fin). Todas sus otras venidas son garantias de este tiltimo advenimiento. Viene al “fin de los dias” (b’ah‘rit hayydmim) para mostrar su realeza 45 Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe con poder y para renovar todas las cosas para la felicidad de los que lo esperaron (Isa. 2: 1-4: Ose. 3: 5; Mig. 4: 1-4). b. Un evento culminante. La venida final de Jehova se anuncia como culminante e inapelable. Los profetas lo presentan como “un dia de tinieblas y de oscuridad” (Joel 2: 2; Amés 5: 18; Sof. 1: 15), como “el dia del furor de la ira” (Sof. 2:2; 1: 18), como “un dia de angustia y de aprieto” (1: 15), como un “dfa de venganza” (Isa. 34:8; Jer. 46: 10), de re- tribucién (Ose. 9: 7) y de castigo (Isa. 10: 3). Los desastres experimentados por Israel y las naciones se resumen enla trilogia de Jerem{as como espada, hambre y pestilencia (Jer. 14:12), muestras intermedias del juicio final anticipando el dia final de Jehova candente como un horno (Mal. 4: 1-3). El dia final no es un aconteci miento local del cual uno pueda escapar, porque toda la tierra queda- 14 afectada por la venida de Jehova (Isa. 2: 12-19; Sof. 3: 8; Mal. 4: 1). Cada persona debe hacer frente al juicio de Dios (Am6s 5: 18-20). ©. Un dia de juicio. Los profetas destacaron el contenido ético de la ve- nida de Jehova. El Seftor Todopoderoso viene para juzgar a su pueblo y a las naciones. Viene para condenar la infidelidad hacia su ley, que ha sido tratada con desprecio, y para restablecer justicia. El adulterio, la violacién, la mentira y la violencia merecen su castigo (Amés 2: 7; Mal. 3: 5). Aun en la practica de la religién aparecen desprecio y orgu- lo (Mal. 1: 6-14; 3: 7-9). Dios pagaré a todos de acuerdo a sus obras (Isa. 59: 18), y todos los que hacen maldad arderén como la estopa (Mal. 4: 1). Pero si Jehovd es el Dios santo que castiga el pecado, también es el Dios de misericordia que perdona y salva (Exo. 20: 5, 6; Isa. 6: 6, 7). Los que se hayan arrepentido y hayan entrado en su pacto (Jer. 31: 31- 34) recibirén salvacién (Isa. 59: 20; Jer. 26: 13; Eze. 18: 31, 32). Un rema- nente serd salvo. 2. La elecci6n de un remanente La idea de un remanente sugiere eventos aterradores que lo destru- yen todo, dejando solo un residuo. Amés describe el remanente como “dos piernas” y “la punta de una oreja” rescatadas de “la boca del len” La segunda venida de jesus (Amés 3: 12), un “tiz6n escapado del fuego” (4: 11). Para Isafas, hay solo dos o tres frutos en la rama del olivo después que ha sido sacudi- do (Isa. 17: 5, 6). Gethard Hasel ha demostrado que este tema esté vin- culado con el relato del diluvio (1980: 374, 375). El remanente se vuel- ve a encontrar otra vez en el discurso escatolégico de Jestis (Mat. 24:37- 41) en relacién con el diluvio y con el fin del mundo. Deeste pequerio remanente, del tronco cortado del arbol (Isa. 6: 13), aparecerd una nueva humanidad. Al darle a su hijo el nombre de Sear- jasub, Isafas expresa la nocién que solo seré salvo un remanente: los que permanezcan fieles al pacto de Jehova (7: 3; 10: 21), Los profetas recalcan que el remanente estaré formado solo en par- te por Israel (Amés 9: 12). También incluird otras naciones (Isa. 56: 6, 7). La eleccién del remanente no descansa tanto en su propia justicia como en la fidelidad de Dios. La gracia de Dios produce una nueva comunidad por medio de su pacto. No es el resultado de un proceso de larga maduracién hist6rica, sino la irrupcién de Dios en la historia (Hasel 1980: 396; ver Remanente/Tres angeles I-IV). 3. El establecimiento del reino La esperanza escatolégica de Israel se centra en la restauracién del reino que permanecerd para siempre y que nunca ser destruido (Dan. 2: 44), Ese serd el reino del Mesfas davidico, segtin la promesa (2 Sam. 7.12-16), Este reino se presenta en dos formas opuestas. Por una parte, sur- ge modestamente, como los reyes carismaticos cuyas caracteristicas generales se incrementan por un nacimiento casi imprevisto, pero que después siguen adelante y obtienen una gran victoria por medio de la fe. Isaac, Jacob, José, Sans6n y Samuel recibieron los frutos de fe y alcanzaron la victoria sobre las debilidades por medio de la fe. Casos de origen modesto y humilde aparecen en las historias de Gedeén, Jefté, Sail e incluso David (Mig. 5: 1, 2), todos nacidos de familias de poca influencia. A esos santos les llegé el poder no debido a su pode- rio personal, sino porque el Espiritu de Dios descans6 sobre ellos (Zac. 4: 6). Esa serfa la suerte del renuevo que saldria de la rafz seca, como estaba anunciado en Isafas 11: 1, 2 y 53: 2. a ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe Mas alll de los reinos predichos, legamos al reino del Hijo del hom- bre. De una naturaleza radicalmente superior, ya se sugiere el reino en Daniel 2: 44, 45, pero esté claramente definido en Daniel 7: 13. El que viene en las nubes del cielo es un personaje divino (cf. Eze. 1: 4; 10: 3, 4), El nacionalismo judfo queda sobrepasado por una perspec: tiva universal y trascendental. El reino viene de arriba, junto con el que viene en las nubes del cielo. 4, La vuelta al paraiso Después de la cautividad babildnica, que marcé la culminaci6n de Ia separaci6n de Dios, habria un gran retorno, un acercamiento de Dios y su pueblo, Se presenta casi como un paraiso en el que la comunién con Dios seria perfecta Isaias y Ezequiel anuncian con claridad un restablecimiento de las condiciones edénicas (Isa. 51: 3; Eze. 36: 35). Las lluvias vendrian a su tiempo (Eze. 34: 26; Joel 2: 23) y los campos producirian con abun- dancia (Isa. 30: 23; Eze. 34: 27; Joel 3: 18; Amés 9: 13; Zac. 8: 12). La expectativa de vida seria extraordinariamente larga (Isa. 65: 20) y habria paz entre todos los animales (Isa. 11: 6-8) y los seres humanos (Isa. 2: 4; Mig. 4:3, 4). Dios mismo, como un pastor, cuidarfa de su re- bafo (Isa. 40: 11) y reinarfa sobre Sion (Isa. 52: 7). Desaparecerfa el mal Impulsado por un espfritu nuevo, el pueblo de Dios seguiria fielmen- te la instruccién divina (Eze. 36: 25-27). Se restaurarfa el primer amor (Ose. 2: 16-20). 5. Apocalipticismo Esa nueva era no surge de la vieja. Es una nueva creaci6n. La era presente esté bajo el control del mal; la salvacién debe llegar del ex- terior. De esa manera el profeta Daniel describe la historia desde el punto de vista de Dios (Dan. 2). Interpretando el suefio de la imagen meté- lica de Nabucodonosor, anuncia la sucesiGn de imperios mundiales y la forma cataclismica en que vendré el fin. Comenzando con el impe- tio neobabilénico (605-539 a.C.), predice el medopersa (539-331 a.C.), el griego (331-168 a.C.) y el romano (168 a.C. - 476 d.C.), que se siguen Fee uno a otro. Ningtin otro imperio sucede a Roma, sino que diferentes naciones ocupan su territorio, Finalmente, después de un periodo de divisién de naciones, Dios establece un reino representado por una piedra. Desmenuza todos los reinos anteriores y permanece para siem- pre (Dan. 2: 36-45). Jesucristo identificé esa piedra con él mismo (Luc. 20: 17, 18). Perturbado acerca de las consecuencias espirituales de una narra- ci6n tal, el profeta fue informado de que abundaria el mal. En las vi- siones relacionadas de Daniel 7 y 8, los mismos imperios mundiales estén representados por animales terribles, que devoran, desmenu- zan y hablan grandes cosas (Dan. 7: 4-8). Una excrecencia final del timo animal extiende su accién sobre el mundo religioso, oprimien- doa los santos y pensando en cambiar los tiempos y la ley (Dan. 7: 23- 25), Echa por tierra la verdad (Dan. 8: 9-12). Aqui Daniel profetiza ia forma en que el papado, Roma espiritual, tomaria el poder politico y actuaria durante varios siglos. Una opresién tal exige un juicio (Dan. 7) que se pronuncia contra el cuerno arrogante. Asf se establece la autoridad universal del Hijo del hombre. Se da el punto de comienzo de este juicio: después de 2300 dias. De acuerdo al principio dia por afio, seria después de 2300 aftos (Shea 56- 88; Schwantes 462-474). El punto terminal parece muy lejano, pero esté en armonia con las visiones de los capitulos 2 y 7, que sitdan la intervencién de Dios siguiendo a las malvadas actividades del ultimo poder. Un estudio cuidadoso de las conexiones entre esta profecia y las 70 semanas de Daniel 9 nos llevan a establecer la fecha de 1844 co- mo el punto de partida para el juicio previo al advenimiento. (Ver Hasel 1986: 378-461; ver Juicio III. B. 1. a; Santuario Hl. C. 2. a; Remanen- te/Tres Angeles V. B.) El juicio previo al advenimiento esta implicito en las declaraciones de Jestis acerca del fin del mundo. Cuando Hegue el fin, ya han sido identificados los cabritos y las ovejas (Mat. 25: 32, 33); también han sido identificados el trigo y la cizafa (13: 30). En el AT, como también en el NT, no hay una decisién final sin una investigacién cuidadosa (Job 10: 6; ef. Gén. 6: 5, 12; Deut. 17: 4; 19: 18). 49 50 Estas son, en sintesis, las direcciones en el pensamiento del AT acer- ca de la expectativa escatolégica. Modelan la estructura para la espe- ranza en el NT. B. Terminologia del NT EI NT ha conservado varias formas de las declaraciones del AT concernientes al “dia del Seftor”, aplicadas particularmente a la se- gunda venida de Cristo. Por esta raz6n Jestis se refiere a su regreso usando términos tales como “en aquel dia” (Mat. 7:22) y “en aquellos dias” (Mat. 24: 19). Seré “el dia postrero” (Juan 6: 39) y el “dfa del jui- cio” (Mat. 10: 15). El apéstol Pablo lo reconoce como “el dia de la ira” (Rom. 2:5) y “el dia de nuestro Sefior Jesucristo” (1 Cor. 1:8). El apés- tol Pedro lo llama “el dia del Seftor” (2 Ped. 3: 12). El vocabulario del NT sobre este tema es més variado que el del AT. Para hablar acerca del tiltimo dfa de la historia, el dia cuando venga Cristo, el NT emplea las palabras griegas parusia,epifitneia y apokélypsis. Estas palabras subrayan el aspecto trascendental de la segunda veni- da del Mesfas (ver Fagal 46-64). 1. La parusia Enel mundo helenistico, parusia tenia una doble connotacisn. Sig- nificaba tanto una presencia como una llegada que Ilenaba una ausen- cia. También se usaba la palabra para la epifania de un dios. Los cristia~ nos se apropiaron del término y le adjudicaron un nuevo significado. EI NT caracteriza de varias maneras el advenimiento de Cristo. Pablo usa la expresiGn, “el dia del Senor” como equivalente a la paru- sia (I Tes, 4: 15; 5: 2). Pedro usa ambos términos juntos cuando habla acerca de “la venida [parusi] del dia de Dios” (2 Ped. 3: 12). De esa ma- nera, la parusfa llega a ser un término escatolégico vinculado al “dia de Jehova” del AT. El término parusfa también evoca el cardcter real del evento. El uso enfético del titulo Kyrios (Seftor) en relacién con la parusia pertenece al protocolo imperial (1 Tes. 4: 16, 17). En esa conexién uno encuentra referencias a la corona, al gozo (2: 19) y a la reunién de los fieles, que salen para encontrar la procesién real (4: 17). La connotacién real de Ma segunda venida Ge Jesus: esta palabra se da en todo el NT; la parusia destruiré todos los prin- cipados y los poderes enemigos, incluyendo a Satands, el malo, y la misma muerte. Después de que todos los enemigos sean aniquilados, todas las cosas estarén sometidas a Cristo (1 Cor. 15: 24-26). En el NT, la parusfa es una manifestacién gloriosa y real de Cristo. 2. La epifania El verbo epifainy (mostrarse, aparecer) y su sustantivo afin, epift- neia (aparicién, revelacién), ocutren con bastante frecuencia en el NT. Estas palabras estan cargadas de significado, y nos ayudan a enten- der cémo contemplaban los primeros cristianos la segunda venida de Cristo. Dos de los cuatro usos del verbo se refieren a la luz que brilla enlas tinieblas (Luc. 1:79; Hech. 27: 20). Los otros dos subrayan el ca- acter visible y perceptible de la gracia y el amor de Dios en la perso- na de Jesucristo en el tiempo de su primera venida (Tito 2: 11; 3:4). El sustantivo se emplea en las epistolas pastorales para caracteri- zar tanto la aparicién de Cristo antes del dia de Pentecostés (2 Tim. 1: 10) como la de su segunda venida al fin del tiempo (1 Tim. 6: 14). De esa ‘manera, estas palabras hablan de la encarnacién de Cristo, de su apa- ricién en ocasi6n de su resurreccién y de la segunda venida. Este tri- ple uso centr6 la fe de la iglesia primitiva en la naturaleza visible de Ja segunda venida de Cristo. El contexto del uso del término epifineia en 2 Timoteo 4: 1, 8 desta- cael carécter escatolégico inminente de la expectativa. En la forma de tuna confesién de fe, la aparicién de Cristo esté ligada con el juicio fi- nal. La asociacién de elpts (esperanza), epifineia (manifestacin) y doxa (gloria) en Tito 2: 13 enfatiza la expectativa de un evento visible. Cuando se aftade a estos testimonios el anuncio de la aparicién de! inicuo, justo antes de la segunda venida de Cristo, se ve que la pala- bra epifiéneia (2 Tes. 2: 8) resalta la naturaleza visible de la aparicién de Cristo al fin del tiempo. 3. El apocalipsis El término apokilypsis (revelacién, apocalipsis) se emplea en el NT para mostrar que algo que previamente estaba escondido ahora esta 51 52 revelado. La palabra se usa para el misterio de la salvacién (Rom. 16: ee el evangelio (Gal. 1: 12) y para un plan que ha de seguirse El término también se refiere a una manifestacién. Este sentido es evidente cada vez, que la palabra designa el glorioso segundo adve- nimiento de Jesucristo del cielo. La gloria de Cristo atin esté oculta (Luc. 17: 30). Se percibe solo por los ojos de la fe (Efe. 1: 17, 19), pero se- 14 manifiesta un dia (Hech. 3: 21). El que ha de venir vendra. Descen- deré del cielo en su gloria (2 Tes. 1:7; 1 Ped. 4: 13). Los ereyentes viven a la expectativa de ese dia (1 Cor. 1: 7; 1 Ped. 1: 7) C. El centro de la esperanza El examen del vocabulario y de los temas principales del AT y del NT con respecto al fin del mundo ha mostrado que la esperanza de la venida de Dios en el AT y el regreso de Jesucristo en el NT represen- tan la culminacién de toda la escatologia biblica, 1. La esperanza Un profundo anhelo por la segunda venida de Jestis esta presente en todo el NT. Se relaciona con la esperanza de la justicia (Gal. 5: 5), gloria (Col. 1: 27), resurreccién (Hech. 24: 15), salvacién (1 Tes. 5: 8) y vida eterna (Tito 1: 2). Se basa en Dios mismo (1 Tim 4: 1). Jestis pro- mete volver otra vez (Juan 14: 3, 28). Anuncia su gloria (Mat. 24: 30) Y promete no ser el juez injusto que ignora a los que claman a él dia y noche (Luc. 18: 6-8). La perseverancia de los que confian en é1 hasta el fin no seré en vano (Mat. 10: 22). Sin embargo, la “esperanza bienaventurada y la manifestacién glo- riosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2: 13) no debe- fa ser confundida con la esperanza humana ordinaria. La esperanza, en el sentido comtin del término, es una aspiracién, un deseo de futu- ro. Desea algo que al presente no est en disposicién de uno, algo de posesién incierta. Por otra parte, la esperanza biblica tiene un ancla segura (Heb. 6: 19). Radica en los hechos poderosos de Dios en el pasado: Dios libré a su pueblo de Egipto; Jesucristo “a lo suyo vino” (Juan 1: 11); murié ‘La segunda venida de jesus por nuestros pecados y fue resucitado para nuestra justificacién (Rom. ). La esperanza biblica se encuentra en esta roca, que es el poder de Dios, “Ia cual operé en Cristo, resuciténdole de los muertos y sen- tdndole a su diestra en los lugares celestiales” por encima de los po- deres terrenales (Efe. 1: 20, 21). Esta es una esperanza viva basada en la soberania actual de Jestis, quien ha sido hecho Seftor y Cristo (Hech 2: 36). Ha entrado “por nosotros como precursor” en el santuario ce- lestial (Heb. 6: 19, 20). La esperanza cristiana esta basada sobre algo ya realizado, de lo cual Cristo mismo testifica (1 Cor. 15: 19, 20). Por medio del Espiritu Santo (Rom. 5: 5), el Dios de la esperanza llama a los escogidos (Ffe. 1: 18) y lena sus corazones de esperanza (Col. 1: 27). Sin Dios no ha- bria nada por lo que esperar (Efe. 2: 12); con Dios, la esperanza forta- lece la fe y ejercita el amor (Col. 1: 4, 5). 2. Maranata La esperanza escatoldgica siempre ha sido objeto de carifio para el coraz6n de los cristianos. La persistencia de Ia antigua formula ara- mea, marana tha (1 Cor. 16: 22, NVI) en la tradici6n de la iglesia, testi- fica de este hecho. Esta oracién, que “el Seftor viene”, ha sido mante- nida en su forma original. Al igual que la oraci6n pronunciada en ara- meo por Jestis (abba, “Padre”, Mar. 14: 36). Marana tha est traducida al griego en Apocalipsis 22: 20. La importancia de esta oracién en el servicio de adoracién de la iglesia primitiva muestra hasta qué punto vivia la iglesia en expecta- cidn de la segunda venida. Ese regreso también fue anticipado en el servicio de comunién: el apéstol Pablo dijo que el participar del pan y de la copa de la comunién constituye una proclamacién de fe en la venida del Seftor (1 Cor. 11: 26). Tanto en la expectacién como en el anuncio, la segunda venida encuentra su lugar en el mismo corazén de la liturgia de la iglesia primitiva, 3. Accién de gracias Las acciones de gracias también ocupaban un lugar esencial en la litur- gia de la iglesia primitiva, particularmente en el servicio de la comunién. 53 El apéstol Pablo emples acciones de gracias como introducciones a sus cartas a las iglesias. Una acci6n de gracias contenia los elementos de fe comunes a todos los que la pronunciaban. Cuando el apéstol suplicé a las iglesias, escribié acerca de dar gracias a lo que sus lecto- res podian decir “Amén”. La mayoria de las acciones de gracias terminan con una referencia a Ta segunda venida (1 Cor. 1:7; Efe. 1: 10; Fil. 1:6; 1 Tes. 1:10;2 Tes. 1: 7-10; of. también 1 Ped. 1:5). Las referencias a la segunda venida en la f6 mula de accién de gracias demuestran cémo la esperanza del segundo advenimiento se halla en el mismo centro de la fe y adoracién en la iglesia apostdlica, Para la iglesia, la “venida” presente de Jestis a los su- yos por medio de su Espiritu Santo constituye las arras de nuestra he- rencia venidera (Efe. 1: 13, 14). La venida del Espiritu no fue la prome- sa final; el Hijo del hombre todavia iba a venir en las nubes del cielo. 4, El Hijo del hombre Jess a menudo se aplicé el titulo “Hijo del hombre” a si mismo. El término se deriva de Daniel 7: 13, donde el Hijo del hombre apare- ce como un ser escatolégico, dotado de los atributos divinos y cum- pliendo el poder mesiénico real (Ferch 174). Esto queda confirmado por la mencién de Ia nube sobre la cual viene y el poder para juzgar que se le atribuye (Dan. 7: 13, 14), El titulo “Hijo del hombre” que Jestis adopté para si mismo ayuda a explicar la parusia. Al emplear ese titulo, Jestis anuncié su identi- dad; la formula expresa un aspecto concreto de su existencia terrenal. En la misma forma indicé cémo y cudndo volverfa. En primer lugar, el que debe venir es el que vino; el Cristo resucitado se reconoce por sus caracteristicas humanas (Luc. 24: 30, 31, 41-43; Juan 20: 20, 27). En segundo lugar, fue elevado en gloria en una nube (Hech. 1:9), y volve- ren una nube gloriosa (Apoc. 1: 7). Cumpliendo las funciones men- cionadas en Daniel 7, vendré a juzgar al mundo (Mat. 25: 31-33). Fi- nalmente, debido a los vinculos ampliamente reconocidos entre Da- niel 2 y 7, su venida debe ocurrir al fin de la historia de este mundo. Jestis se identificé con la piedra que hace que se haga pedazos la ima- gen simbélica de los reinos de este mundo (Dan. 2: 34; Luc. 20: 18). La segunda venida de Jesus Con la venida del Hijo del hombre en gloria, el reino de Dios queda establecido finalmente y para siempre (Mat. 25: 31). D. El reino de Dios El anuncio del reino de Dios merece un lugar especial, porque la esperanza del reino ocupa un lugar central en la escatologia del AT. Si Jehova es quien reina sobre la tierra y las naciones (Sal. 29; 47; 74; 89; 93; 96-99) también se espera que su reino sea eterno (Dan. 2: 34, 44), y serd establecido en el gran dia de Jehova (Zac. 14:9; Abd. 15, 21; Isa. 2: 12- 21; 24: 21-23), Mucho antes de la monarqufa davidica se celebr6 el reino de Dios en un canto (Exo. 15: 1-18; Num. 23: 21, 22; Deut. 33: 5). En la ensefianza de Jestis el NT le da al reino una importancia atin mayor. 1. Un reino trascendental Los escritores de los Evangelios mencionan més de cien referen- cias al reino en las ensefanzas de Jestis (ver, por ejemplo, Mar. 1: 15; Luc. 9: 60; 22: 18). En Mateo, Jestis habl6 especialmente acerca del reino de los cielos (32 veces; cf. Mat. 3: 2; 7: 21; 8: 11). Esta caracteristi- ca especial de Mateo se ha adjudicado algunas veces a la preocupa- ci6n del escritor por la sensibilidad de sus lectores judfos, que pueden haber quedado escandalizados por el uso frecuente del nombre de Dios. Sin embargo, la preferencia de Mateo por ese término parece es- tar basada mas en cuestiones teoligicas que psicol6gicas. En los dias de Jestis los judfos estaban esperando un Mesfas y un reino terrenal. Después de la resurreccién, los apéstoles todavia espe- raban la restauracién del Israel terrenal (Hech. 1: 6). A modo de con- traste, el énfasis de Mateo en el reino de los cielos subraya su natura~ leza trascendental, su origen celestial, antes que terrenal. Juan atin va més allé que Mateo y Marcos al darnos un relato de las palabras de Jestis ante Pilato: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18: 36). Jestis no anuncia un reino que se va a establecer de manera progre- siva como resultado del esfuerzo humano, ni siquiera de los esfuer- os santificados por el Espiritu. Su reino es de una naturaleza dife- rente de los reinos de este mundo: es un reino futuro, que serd esta- blecido cuando el Hijo del hombre venga en la parusia (2 Tim. 4: 1). 55 Eso es lo que Jestis ensefia en la parabola del sembrador. El reino de los cielos, dice él, puede compararse a un hombre que sembré la bue- na semilla. El sembrador es el Hijo del hombre, y el reino es el reino de Dios (Mat. 13: 24-30). El Hijo del hombre debe descender del cielo con su reino (16: 28). Por esta razén, Jestis invit6 a sus discfpulos a que oraran por el reino: “Venga tu reino” (Mat. 6: 10). 2. Un reino misterioso Jestis indicé que el reino de Dios ya estaba presente en el medio de los discipulos (Luc. 17: 20, 21). Donde est Jestis, alli también esta su reino (Mat. 12: 28). Los que nacen de nuevo pueden verlo (Juan 3:3). Es un misterio revelado solo a los creyentes (Mar. 4: 11). Noes el reino de gloria, sino el reino de gracia, que ahora se ve solo por la fe. En la parabola de la semilla de mostaza, el reino de Dios es muy pequeio; no es mayor que un grano de mostaza (Mat. 13: 31, 32), Algunos, siguiendo a los Padres de la iglesia, han usado esta paré- bola para describir el crecimiento de la iglesia, entendida como el rei- no de Dios. Pero Jestis aqui no est hablando del crecimiento. Esté mos- trando las diferencias ente dos etapas del reino: la semilla y el arbol. Diminuto, débil y frdgil como aparece el reino de Dios ahora, un dia sera poderoso y glorioso. Entonces apareceré la gloria de los justos, en el reino del Padre (vers. 43). Mas que cualquier otro escritor bfblico, el apéstol Pablo recaleé la ve~ nida del reino de gloria. Los que entran en él, experimentan sufrimiento (Rom. 8: 17; 2 Tes. 1:5; ver también 2 Tim. 4: 17, 18). Con ironia, Pablo censur6 a los corintios que se imaginaban que, por medio de su expe- riencia carismatica, ya estaban en el reino de gloria, seftalando, en vez de ), las dificultades que él seguia sufriendo en este mundo (1 Cor. 4: 8, 9). Para Pablo el reino presenta una paradoja. Es un reino glorioso (Efe. 1: 20-22), pero uno entra en él por medio de tribulaciones (Hech. 14:22; 2 Tes. 1: 4, 5). Los escogidos ya han sido transferidos a ese reino y estén sentados en lugares celestiales con Jesucristo (Col. 1: 13; Efe. 2:6). Sin embargo, sus vidas, al igual que la gloria del reino, perma- necen ocultas. No serdn reveladas hasta que Cristo aparezca en su gloria (1 Tes. 1: 7; Col. 3: 3, 4). La segunda venida de Jess Aqui abajo, no se reconoce a los ciudadanos del reino por la gloria que los envuelve, ni por sus dones de oratoria (1 Cor. 2:1, 4) ni por la forma en que comen o beben, sino por su justicia, paz y gozo, todos producidos por el Espiritu, (Rom. 14: 17). En este sentido, uno puede hablar de un reino espiritual que existe cuando cada creyente es guia- do por el Espiritu 3. Un reino espiritual Para Pablo, los herederos del reino no practican la injusticia (1 Cor. 6:9, 10), sino que se someten a la ley de Dios, de la que el amor es la expresin suprema (Gal. 5: 16-23). Jestis afirmé que para entrar en el reino uno tiene que haber naci- do del Espiritu Quan 3: 5). Los que han sido convertidos, y han reci- bido el bautismo de agua y del Espiritu, son bienvenidos en el reino de Dios. Por eso el reino esté al alcance de los pobres en Espiritu (Mat. 5:3), los que, como nifios, estan dispuestos a ser instruidos acerca del reino (Mar. 10: 14). Tal como los publicanos y las rameras, se han arre- pentido y creen en Jestis (Mat. 21: 31, 32). No todos los que llaman a Jestis Sefor entrarén en el reino de Dios, sino solo los que hacen la voluntad del Padre (Mat. 7: 21-23). El reino est gobernado por la ley de Dios (Mat. 5: 17-20), y para entrar en la vida es indispensable la observancia de los mandamientos (vers. 21- 43; 19: 17), El acceso al reino es por gracia, que se les concede a todos (Juan 3: 16), como se les concede el vestido de bodas (Mat. 22: 11), Pero los vitados que rechacen el vestido de bodas muestran que no merecen entrar en el reino (vers. 13, 14). Por otra parte, los que experimentan la gracia de Dios no pueden sino mostrar esta misma gracia, este mismo amor, hacia otros (Mat. 25: 31-46; 18: 21-35). Cuando el Hijo del hombre venga, pagaré a cada uno segtin sus obras (Mat. 16: 27; ver Salvacién Ill. C. 1, 2) 4, Un reino futuro Un dia al acercarse Jestis a Jerusalén relate una parabola a ciertas per- sonas que esperaban la pronta venida del reino de Dios: “Un hombre s7 ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe noble se fue a un pais leano para recibir un reino y volver” (Luc. 19:11, 12). Con este relato Jestis los estaba guiando a entender que el reino no iba a venir inmediatamente. Al igual que aquel rey, é1 también tenia que partir para un lugar lejano y, después, regresar. Algunos tedlogos han deducido de esto que las apariciones de Jestis, después de la resurrecci6n constituyeron su segunda venida. Sin em- bargo, cuando Jestis ascendié al cielo, angeles les comunicaron a los discfpulos que tenian que esperar su segunda venida (Hech. 1: 7-11). Por eso, las apariciones de Cristo después de su resurreccién no pu- dieron ser su segunda venida. Desde el siglo primero, la iglesia ha estado esperando que llegara el reino. Mientras que continte existiendo la muerte, el reino de Cristo no estaré completamente establecido (1 Cor. 15: 24-26). Segtin el apéstol Pedro, los incrédulos estan equivocados al pensar que la promesa del advenimiento del reino es vana. Tan ciertamente como el mundo antedi- Iuviano fue aniquilado por agua, el mundo posdiluviano ser destruido por fuego cuando venga el Seftor. Entonces serén establecidos un nuevo lo y una tierra nueva en los cuales moraré la justicia (2 Ped. 3: 13). Juan recordé la hermosa promesa de Jestis: “No se turbe vuestro corazén; creéis en Dios, creed también en mi... Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y 05 tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14: 1-3). Solamente una comunién final y total con Dios pondré un fin a la miseria de este mundo (Apoc. 21: 1-5). E. Forma de su venida Debido a que la muerte y Ia resurrecci6n de Jestis garantizan la victo- ria final, los autores del NT declaran que estamos viviendo al fin del tiem- po (Heb. 1: 2; 9:26; 1 Cor. 10: 11; Sant. 5:3;1 Ped. 1:20). Tales declaracio- nes han llevado a algunos eruditos a creer que la segunda venida de Jestis no ocurriré literalmente, sino que lo haré por medio de la presencia de su Espiritu en la iglesia. Entonces, la venida del reino de Cristo se reali- zarfa por medio de la victoria de los principios morales del cristianismo. La resurreccién de Cristo introduce una nueva era, los “postreros dias” (Hech. 2: 17; Heb. 1: 2), El fin se ha acercado porque Cristo ha puesto en marcha el diltimo periodo de la historia de este mundo. El La segunda venida de Jess tiempo ya no significa demora, sino anticipacién (2 Ped. 3: 9); viaja hacia adelante a la gloriosa explosi6n de la parusia (Rom. 13: 11, 12). Por consiguiente, el creyente puede esperar con confianza ser admiti- do a las moradas celestiales prometidas (2 Cor. 5: 12-5; Juan 14: 1-3). De este modo, el NT puede afirmar en una cadena de pensamiento logica y coherente que la segunda venida de Cristo seré: 1. Personal y literal Los Evangelios insisten que el Crucificado se aparecié a los disci- pulos después de la resurreccién. El propio Jestis de Nazaret se pre- sento ante ellos (Mar. 16:9; Luc. 24: 25-43). Invité a Tomés, que duda- ba, a tocar sus heridas (Juan 20: 26, 27). Jestis fue alzado a la gloria des- pués de haberles probado a sus discfpulos durante cuarenta dias que estaba realmente vivo (Hech. 1: 3). Dos Angeles les dijeron a los discfpulos desconcertados por esta nueva separacién que este mismo Jestis volverfa de la misma forma que habia ido al cielo (vers. 11). El Hijo del hombre se habia ido en una nu- be; volverfa en las nubes del cielo, con poder y gran gloria, de acuerdo a su promesa (Mat. 26: 64; Mar. 13: 26; Apoc. 1: 7). Segiin el apéstol Pablo, “el Sefior mismo descenderé del cielo” (1 Tes. 4: 16). Bl Seftor, quien es nuestra vida, aparecera (Col. 3: 4) para damos “Ja corona de justicia” (2 Tim. 4: 8). Estamos esperando que Jestis, el Hijo de Dios, levantado de los muertos por su Padre, descienda del cielo (1 Tes. 1: 10). El, que una vez se ofrecié a sf mismo para “llevar los pecados de muchos’, traerd salvaci6n a todos los que esperan su venida (Heb. 9: 28). 2. Visible y audible Si la segunda venida es personal, también tiene que ser visible. Los términos que usa el NT para describir su regreso, apokilypsis, epiftneia, Y parousia, testifican de lo mismo que el propio Jestis anunci6. Todas las naciones de la tierra lo verdn (Mat. 24: 30). Juan es més especifico: “Todo ojo lo vera” (Apoc. 1:7). Su regreso seré acompaftado por sefiales césmicas terribles imposibles de pasar por alto (Lue. 21: 25-27). Jestis advirtié a sus discipulos acerca de falsos profetas que tratarfan de ha- cerles creer que la segunda venii la seria oculta, velada © misteriosa, ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe siendo que seré visible desde todo punto de vista; sera semejante al destello del relémpago que rasga las nubes (Mat. 24: 26, 27). Jestis viene para manifestar su gloria (Tito 2: 13), para ser admira- do por sus santos (2 Tes. 1: 10). Aparecera en llama de fuego, para dar retribuci6n a los que no conocen a Dios (vers. 7, 8). Cualquier intento de reducir el segundo advenimiento de Jestis a un acontecimiento in- visible y misterioso es contrario al testimonio de todo el NT. La ve da de Jestis seré priblica, como era ptiblica la llegada de los antiguos reyes (1 Tes. 4: 16; Mat. 24: 31). No hay aqui nada de secreto. 3. Gloriosa y triunfante Si la primera venida fue de humillaci6n, la segunda venida, por el contrario, ocurrird en gloria. Cristo vendré en las nubes del cielo con poder y gloria (Mat. 24: 30), acompaitado por Angeles (2 Tes. 1: 7). Vol- verd como Rey de reyes y Seftor de sefiores (Apoc. 19: 16), victorioso sobre todos sus enemigos (1 Cor. 15: 25). El mundo vive en angustia por la incertidumbre acerca del pre- sente y del futuro. La teologia no puede aplacar la intranquilidad re- duciendo la escatologfa a la supervivencia después de la muerte. Mas alld del fin de cada individuo, la Escritura ha contestado la pregunta sobre el futuro de la historia anunciando la segunda venida de Cristo en gloria. El futuro del cristiano esta realzado por la perspectiva glo- riosa de la segunda venida del Salvador, la esperanza de todos los cristianos (1 Tim. 1: 1). 4. Cataclismica El fin de este mundo ya fue anunciado en el AT. EI NT relaciona este fin con la segunda venida de Cristo (Mat. 13: 40, 41). Segtin Da- niel, la piedra cortada del monte reduciria todos los reinos del mundo ala nada (Dan. 2: 44). De la misma forma que el diluvio aniquilé al mundo antediluviano, asf la venida de Cristo haré que los cielos pasen “con grande estruendo” y la tierra sea quemada (2 Ped. 3: 10). Porque Dios desea establecer “un cielo nuevo y una tierra nueva” (Apoe. 21: 1). El fin de este mundo, tal como lo conocemos ahora, no es solo un fenémeno mundial, sino que tiene dimensiones césmicas La segunda venida de jesis 5. Repentina El cardcter trascendental de la segunda venida est subrayado de nuevo por su carécter repentino. Hombres y mujeres serén tomados por sorpresa. Jestis emple6 varias metéforas para advertir a los disci- pulos acerca de esto: el ladrén en la noche (Mat. 24: 42-44; Luc. 12: 40; of. 1 Tes. 5: 2, 3;2 Ped. 3: 10), el esposo y las diez virgenes (Mat. 2 13), el diluvio y el mundo antediluviano (24: 38, 39). El apéstol Pablo afiade a esto la figura de los dolores del parto que le sobrevienen ala mujer encinta (1 Tes. 5: 3). Todas estas imagenes, lejos de sugerir una segunda venida secreta © invisible, la anuncian como una incursién sobre el escenario de ac- cidn de forma repentina e inesperada. Por esta razn el Seftor exhor- 6a los discfpulos a velar (Mat. 25: 13; 24: 42). “Por tanto, también vo- sotros estad preparados"”, dijo Jestis, “porque el Hijo del hombre ven- dré la hora que no pensdis” (Mat. 24: 44). Las figuras empleadas por Jesiis y Pablo ni siquiera mencionan el tiempo cuando tendré lugar el advenimiento: El duefio de la casa no sabe cudndo va a venir el ladrén; las virgenes no saben cudndo va a legar el esposo; la mujer se pregunta cudndo comenzarén los dolo- res. Nadie conoce el momento: ni los angeles, ni siquiera el Hijo (Mat. 24: 36), sino solo el Padre (Mar. 13: 32). Los discfpulos no estan infor- mados acerca del momento exacto de su venida (Hech. 1: 6, 7; RH 16 de agosto de 1887; 1T 72). Sin embargo, Jess ha proporcionado sefiales que proclaman su ve- nida, no como para permitir hacer un célculo de la fecha de la venida, sino para mantener la atenciGn de los discipulos, para mantenerlos des- piertos (1 Tes. 5: 4-6). Nadie sabe si el seftor de la casa vendrd al ano- checer, 0 a medianoche, 0 al canto del gallo, o a la mafiana; sin embar- g0, nadie debe estar durmiendo cuando llegue repentinamente (Mar. 13: 35, 36), porque ya han anunciado su venida acontecimientos signi- ficativos (Mar. 13: 28, 29). Es importante estar atentos a estas sefiales. F, Las sefiales de la segunda venida En su estudio de la segunda venida, Samuele Bacchiocchi ha dedi cado muchas paginas a las seftales de la segunda venida de Cristo 6 _Feologta Funcamentos Biblicos de nuestra fe (113-262). Esto esta en consonancia con el énfasis que Cristo dio a las seftales en su discurso en el Monte de los Olivos (Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21). El creyente que espera la segunda venida encuentra espe- ranza en estas sefales. Asf como las profectas fueron dadas para for- talecer la fe de los discipulos (Juan 13: 19; 14: 29), también las sefales dan energia a los creyentes que reconocen, con Pablo, que “ahora esté més cerca de nosotros nuestra salvacién que cuando creimos. La no- che esté avanzada, y se acerca el dia” (Rom. 13: 11, 12). Las seftales iban a ocurrir en la naturaleza, entre las naciones, y en el corazén de los seres humanos. No obstante, antes de referimnos a las sefales, debemos examinar algunos versiculos enigmaticos que se han usado para establecer un tiempo para la segunda ve 1. Algunos textos dificiles El malentendido de tres textos en Mateo ha hecho que algunos su- gieran que Jestis esperaba un momento muy temprano para la segun- da venida. Como entonces no ocurrié el advenimiento, algunos nie- gan la fiabilidad de la Sagrada Escritura. Un examen de estos pasajes deberfa clarificar el significado verdadero de las sefales que se pre- sentan en esos versiculos. a, Mateo 10: 23. “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciu- dades de Israel, antes que venga el Hijo del hombre”, Este texto parecerfa indicar que solo pasaria un corto tiempo antes, del regreso de Cristo. En un intento para relacionar este dicho con la demora de casi dos mil afios, algunos han sugerido que la venida del Hijo del hombre fue, en realidad, la resurrecci6n o el derramamiento del Espiritu Santo. Otros han tomado esto como una expresién de los deseos de la comunidad cristiana de los dias de Mateo. En Mateo 24, Cristo combina la profecia de la destrucci6n de Jeru- salén con la prediccién del fin del mundo. Esta combinacién aparente de lo particular con lo general es algo caracteristico de muchas profe- cfas escatolégicas. Asf como en el AT se considera el juicio del mun- do contra el trasfondo de juicios pronunciados sobre Edom (Isa. 34: 5- Ma segunda venida de Jesus 15; Jer. 49: 7-22), o Asiria (Nah. 3: 18, 19), asf en este capitulo el juicio de este mundo se combina aparentemente con el juicio de Jerusalén. En este pasaje el término Israel parece haber sido usado no en su sen- tido geografico o politico, sino més bien con referencia al pueblo. Este pasaje puede interpretarse como una doble prediccién: la difusion del evangelio ocurriria hasta el mismo fin del tiempo y estarfa acompa- fiada a veces por problemas y persecuciones. Por eso, si se toma el tér- mino Israel en su sentido amplio, y se entiende a los discfpulos como todos los creyentes, el proceso de predicar contintia hasta la segunda venida, sin tener en cuenta su fecha. b, Mateo 16: 28. “De cierto os digo que hay algunos de los que estan aqui, que no gustardn la muerte, hasta que no hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino” Para los Padres de la iglesia y para muchos eruditos a través de los. siglos, Jestis aqui se estaba refiriendo a la transfiguracién, como lo in- ica Mateo 17: 1. En Mateo 16: 21-28, Jestis anuncia su muerte y pre- senta el costo del discipulado para sus seguidores. Después, los ani- ma afirméndoles la certeza de su gloriosa victoria: algunos verfan su gloria durante su vida. Inmediatamente, Mateo observa que la trans- figuracién tuvo lugar solo seis dias mas tarde. Que los discfpulos fueron testigos de su majestad esté corrobora- do en 2 Ped. 1: 16-18, Ciertamente, la transfiguracién comparte cier- tos rasgos con la segunda venida porque ocurre en un lugar alto y es- té acompafiada por una nube brillante (Mat. 17:1, 5; 26: 64; of: Dan. 7:13). ¢. Mateo 24: 34. “De cierto 0s digo que no pasaré esta generacién has- ta que todo esto acontezca”. EI malentendido con respecto al tiempo de la segunda venida se deriva de la interpretacién de la palabra “generacién”. La palabra sgeneit puede referirse a la descendencia 0 al tiempo entre el nacimien- to de un padre y su hijo. También se refiere a una era, a un periodo. La palabra griega corresponde a la palabra hebrea, dér, que a menu- do se usa para designar un grupo o una clase de personas. Por ejem- plo, la expresién “generacin contumaz y rebelde” (Sal. 78: 8) no se 63 ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe limita a un grupo de personas de la misma edad. En Proverbios 30: 11-14 (Valera) la palabra con la que comienza cada versiculo es dér, “generaci6n”; la NVI traduce, correctamente, “hay quienes”, porque aqui, “generacién” se refiere a una clase de personas, no a personas de la misma edad. La BJ la traduce “hay gente”. En armonia con este uso del AT, Jestis us6 el término “generacion” sin un significado temporal, para referirse a una clase de personas. La malvada generacién incluiria todos los que comparten caracteristicas malas (Mat. 12: 39; 16: 4; Mar. 8: 38). Sia lla palabra “generaci6n’ se le da un significado temporal en este ppasaje, deberfamos tener cuidado en respetar el marco de tiempo dado en el contexto, En Mateo 24: 34 Jestis est4 hablando de los acontecimientos finales. Por eso, la generacién temporal seré la de aquellos que viven enol fin del tiempo, no aquellos a los cuales les estaba hablando Jestis. Jestis mismo puso de manifiesto que sus palabras no debian tomar- se como si estableciesen un momento para su venida. Dijo Jest “Pero del dia y la hora nadie sabe, ni aun los angeles de los cielos, sino solo mi Padre” (Mat. 24: 36). Esto no cuadra con la pretensién de algunos de que aunque no pueda conocerse el dia ni la hora, puede determinarse el aio. En ningiin lugar Jestis sugirié un tiempo para su venida, ya fuera en su tiempo 0 en el distante futuro, En la versién que presenta Marcos del sermén profético de Jess (Mar. 13), resulta evidente que Cristo no esperaba que se cumpliera toda la profecia durante la vida de los apéstoles. Dijo Jestis, “pero atin noes el fin” (vers.7); “principios de dolores son estos” (vers. 8); “es ne- cesario que el evangelio sea predicado antes” (vers. 10); “el que per- severe hasta el fin, este sera salvo” (vers. 13). Finalmente, los escogi- dos serfan reunidos “de los cuatro vientos, desde el extremo de la tie- ra hasta el extremo del cielo” (vers. 27), sugiriendo los resultados de una evangelizacién mundial. No puede usarse ninguno de estos tres pasajes como una base para establecer el tiempo de la segunda venida de Cristo, Ni tampoco pue- den ser considerados como evidencia de que las seftales de la segun- da venida no son validas, Las sefiales sirven como hitos 0 pilares que nos aseguran que el proceso hist6rico avanza hacia su objetivo pre- Sereree eee Tee eete eee eee eaeeaeee visto, sin un calendario especifico para el fin. El creyente se lena de esperanza cuando se van cumpliendo las sefiales. Las seftales proféticas se dieron para fortalecer la fe de los disci- pulos (Juan 13: 19; 14: 29), para mantenerlos despiertos a la importan- cia de los tiempos. De igual manera, nos mantienen alerta y nos ayu- dan a entender que el fin “est4 mas cerca de nosotros... que cuando crefmos” (Rom. 13: 11). 2. Sefiales en el mundo natural “Entonces habra sefiales en el sol, en la luna y en las estrellas”, pro- fetiz6 Jestis. Y, ademas, especificd: “El sol se oscureceré, y la luna no daré su resplandor, y las estrellas caerén del cielo, y las potencias que estén en los cielos serén conmovidas” (Mar. 13: 24, 25). Jestis no estaba anunciando meramente futuros eclipses del sol y de la luna, Estos no habrian sido buenas sefiales porque ocurren regu- larmente y no constituyen ningun fenémeno especial. Ademas, debe considerarse el lugar que ocupan estas seftales en el discurso del Mon- te de los Olivos: justamente después de una gran tribulacién, y justo antes de la aparicién de Cristo. (Mar. 13: 24-26; Mat. 24: 29, 30). Esas sefiales eran especificas, y marcaban el fin de los 42 meses de perse- cucién descritos en Apocalipsis 12: 13-17 y 13: 1-10. En Apocalipsis 12 y 13 Juan se esté refiriendo a Daniel 7-9, donde el profeta ve un cuerno, que es un poder que sale del Imperio Roma- no, que habla grandes cosas contra Dios y sus santos. Siguiendo a un gran niimero de intérpretes historicistas, los adventistas del séptimo dia han reconocido al papado en este poder politico y religioso (4CBA 51-56). Este poder se desarrollé lentamente de las ruinas del Imperio Romano y recibié un gran impulso cerca del afio 538, cuando se levanté el sitio de Roma, y los ostrogodos fueron posteriormente derrotados (ibid. 861-864). Durante doce siglos las pretensiones de la Roma papal fueron tales que este poder persiguié a los que no esta- ban de acuerdo con ella. La profecia de Daniel 7: 25 interpretada por Juan en Apocalipsis 12: 6, 14 como 1260 dias proféticos, 0 1260 afios de acuerdo al principio dia por afio (Shea 59-62), sittia el fin del periodo profético en 1798. En ese tiempo, los resultados de la revolucién francesa 65 Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe dieron como consecuencia la interrupcién del poder de la Iglesia Ca- t6lica Romana, cuando el general L. A. Berthier Hevé al papa Pio VI al exilio. (Ver PFOF 2: 749-782.) Por lo tanto, es comprensible que aquellos acontecimientos reavi- varan la esperanza escatolégica alrededor del mundo. Tres veces Da- niel ubica el juicio final inmediatamente después de las obras malas de la bestia (7: 13, 14, 21, 22, 26). Surgié un gran despertar de las con- vulsiones politicas y religiosas que sacudieron a Europa al fin del si- glo XVII, y la atencidn de los creyentes se dirigi6 a las sefales de los tiempos que estaban profetizadas. El fin del mundo parecia cercano, y se podian identificar las sefales que precedian a ese evento. La aparici6n de fenémenos celestes seria precedida, segtin Juan, por un gran terremoto (Apoc. 6: 12). El libro de Apocalipsis habitual- mente asocia los terremotos con los eventos finales (8:5; 11: 13, 19; 16:18), como si la misma tierra estuviera compartiendo la angustia de los seres humanos que tienen que hacer frente a la perspectiva pavorosa de los acontecimientos futuros (Luc. 21: 25, 26). a. El terremoto de Lisboa. El terremoto de Lisboa, que ocurrié el 1 de noviembre de 1755, fue uno de los més fuertes que registra la historia. Se sintié en el norte de Africa y en varias partes de Europa. Combi- nado con un maremoto, caus6 la muerte de decenas de miles de per- sonas. En sus dfas se reconocié como un portento del fin (Smith 439- 441). b. El oscurecimiento del sol. E] 19 de mayo de 1780 una oscuridad im- penetrable cubrié la parte nororiental del continente norteamericano, permaneciendo hasta la mafiana siguiente. Mucha gente crey6 que ha- bia llegado el tiempo del juicio. Después del dia oscuro, la luna apa- recié roja. Estos fenémenos pueden relacionarse con las sefiales celes- tiales para acompaiar al terremoto de Juan, “el sol se puso negro co- mo tela de cilicio, y la luna se volvié toda como sangre” (Apoc. 6: 12; ‘Smith 441-445). c. La caida de estrellas. Ademas de las sefales ya descritas, Juan ob- serva que “las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la hi- guera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento” (Apoc. 6: 13). Esta parte de la profecfa de Juan se cumplié el 13 de noviembre de 1833. Aquella noche cruzaron el cielo unos 60.000 meteo- ros por hora. Desde Canada hasta México, desde el océano Atléntico hasta el Pacifico, toda la América del Norte fue testigo de esta demos- traci6n extraordinaria. Muchos se preguntaban acerca del significado de semejante evento (PFOF 4: 289-300; Smith 439-448). Por si mismo, un terremoto o una Iluvia de meteoros puede que no ‘tenga més significado religioso que una tormenta o una tempestad de nieve. Pero cuando estos fenémenos son notables y ocurren segtin la secuencia biblica, en el tiempo previsto por la profecia, uno debe pres- tar atencién a las palabras de Jestis: “Cuando estas cosas comiencen a suceder... vuestra redencién esté cerca” (Luc. 21: 28). Tradicionalmente los adventistas del séptimo dia han dado parti- cular importancia a estas sefiales que aparecieron en éreas donde la gente estaba estudiando las Sagradas Escrituras, més particularmen- te la profecta biblica. Ya en aquel tiempo los portentos se tomaban co- mo sefales de Dios. 4. Hambrunas. Sin incluirlas en un orden cronolégico exacto, Jess también anuncié que antes de su venida habria hambres en varios lu- gares (Mat. 24: 7). Puede ser dificil reconocer el hambre como una se~ fial porque hoy el hambre est4 muy extendida. Siempre ha habido hambrunas. Sin embargo, la escala de hambre en la tiltima parte del siglo XX no tiene precedentes. Ademés, las hambrunas son evidencia de nuestra incapacidad para solucionar nuestros problemas a pesar de nuestros extraordinarios logros cientificos. También dan fe del egofs- ‘mo y la violencia que son la raiz de la mayorfa de las hambrunas en- démicas. Enel AT las hambrunas eran consideradas juicios de Dios sobre su pueblo, o sobre las naciones paganas, debido a su rebelién (2.Sam. 24:13; Jer. 29: 17, 18; Eze. 5: 11, 12). Hoy dfa no juzgamos como culpables las poblaciones hambrientas de la tierra. Pero las multitudes que mueren de hambre dan testimonio de que esta cerca el dfa de Aquel que va a juzgar al mundo, 7 REOTO GHA PUNCAMENTOS DINCOS GE NUESTTA TE Otros desastres naturales. Jesiis no anuncié solo un terremoto. Pre- dijo muchos (Mat. 24: 7). Hambres y terremotos son solamente un aspecto del desequilibrio de nuestro planeta. El movimiento ecologis- ta alrededor del mundo pone de relieve los problemas cada vez ma- yores creados por el descuido y el egofsmo humanos. Es tiempo para que Dios juzgue “los que destruyen la tierra” (Apoc. 11: 18) 3. Seales en el mundo moral Los males de este mundo no son simplemente una consecuencia de fenémenos naturales. La gente comparte una parte significativa en ellos. Jestis profetizé la degradacién moral de la raza humana en su ser- mén del Monte de los Olivos, comparandbo el tiempo del fin con la situa- ci6n en los tiempos anteriores al diluvio (Mat. 24: 37-39), cuando “la maldad de los hombres era mucha en la tierra” (Gén. 6: 5). También comparé el tiempo del fin con la condicién de Sodoma antes de su destruccién (Lue. 17: 28-30). Pablo describe en detalle la contamina- cin moral del mundo en el tiempo del fin (2 Tim. 3: 1-5). Las estadisti- cas sobre la cantidad de delitos y crimenes confirman esta prediccién. Jestis us6 dos palabras claves para describir el estado moral del mun- do en visperas de su segunda venida. Dijo que “por haberse multipli- cado la maldad, el amor de muchos se enfriara” (Mat. 24: 12). “Maldad” viene del término griego anonita, que se refiere mas espectficamente a la ausencia de ley, al rechazo a reconocer la autoridad de cualquier ley, y a Ja manera vivir por los deseos y pasiones de uno mismo. De esta mal- dad surgen todas las desviaciones en asuntos de sexualidad, alimento, entretenimiento o placer que la gente moderna practica en nombre de la libertad. En contraste con esto, el Apocalipsis alaba a los que en el tiem- po del fin “guardan los mandamientos de Dios” (Apoc. 12: 17; 14: 12). El segundo término que Jestis us6 en Mateo 24: 12 es agdpé, “amor’” Pablo le da a esta palabra una definicién extensa en 1 Corintios 13. El ‘agape preside las relaciones con los demés. Su ausencia resulta en con- flictos familiares tales como el divorcio, en conflictos entre las nacio- nes (Mat. 24: 7), el trastorno de las sociedades por medio de la explo- tacidn, revoluciones y huelgas, as{ como la perdida de respeto por los seres humanos (Mat. 10: 21). Una falta de amor puede tomar formas La segunda venida de Jestis delictivas tales como violacién, asesinato, robo, 0 el uso de drogas; también lleva a las formas diferentes en las que los humanos se explo- tan unos a otros (cf. Sant. 5: 1-6; 2T 252; HAd 48, 49). 4, Seiales en el mundo religioso Desde una perspectiva religiosa, el tiempo del fin es paradgjico. Por una parte, se proclama el evangelio a todo el mundo (Mat. 24: 14). Ya enssu tiempo los apéstoles habian insistido en esta meta (Col. 1:6). Aho- ra, en el tiempo del fin, la proclamacién del evangelio se simboliza por un dngel que clama con gran voz que “la hora de su juicio ha llegado” (Apoc. 14: 6, 7; ver Remanente/Tres éngeles V. A-E). Por otra parte, la gente intentarfa apagar su sed de la Palabra de Dios en cisternas rotas (Amés 8: 13, 14; Jer. 2: 13). Jestis sefial6 que en el tiempo del fin apare- cerfan falsos cristos y falsos profetas (Mat. 24: 5, 11; IMS 17). Entre aquellos a los que denuncia Juan en términos especiales esta el llama- do anticristo (1 Juan 2: 18; 4: 3; 2 Juan 7), es decir el que est opuesto a Cristo 0 toma el lugar de Cristo. En el tiempo de Juan el espiritu del anticristo ya se reconocié por su rechazo de la encarnacién y la divini- dad de Jestis (1 Juan 2: 22), Este mismo espiritu de falsedad reapare- cerfa en la bestia de Apocalipsis 13: 11-17. Con eso, se desarrollarfa una forma extrema de opresi6n religiosa y fanatismo que terminaria con la libertad religiosa imponiendo una nueva idolatria (Apoc. 13: 14-17), parecida a la ordenada por Nabucodonosor, rey de Babilonia (Dan. 3). El desaffo durante este periodo de angustia y engaito es perseve- rar hasta el fin para ser salvo (Mat. 10: 22; Apoc. 13: 10; 14: 12). Por esta razén es importante para todos los creyentes estar familiarizados tanto con las sefiales verdaderas de la venida de Cristo como con las falsas. (Ver El gran conflicto V. A. C.) 5. Sefiales falsas Jestis advirtié a sus discipulos que algunos realizarfan milagros en su nombre aunque él no los reconoce ni acepta (Mat. 7: 21-23), En su discurso escatolégico, amonesté acerca de la naturaleza falsa de aque- los milagros y su propésito: engafiar “si fuere posible, aun a los esco- gidos” (Mat. 24: 24), El apéstol Pablo indicé que el “hombre de pecado” aparecerfa con “gran poder y sefiales y prodigios mentirosos” (2 Tes. 2:3, 9). Pablo describe la venida del “inicuo” en los mismos términos que se usan para describir el advenimiento de Jestis: apokdlypsis (vers. 3, 6, 8) y parousia (vers. 8, 9). El profeta Elias hizo descender fuego del Seftor sobre el altar en el monte Carmelo para demostrar la identidad del Dios verdadero (1 Rey. 18: 24, 38). En el tiempo del fin, el mismo milagro serd realizado por el poder con dos cuernos que se parecen a los de un cordero, pero que habla como dragén (Apoc. 13: 11, 13; CS 681, 682). El tinico medio por el cual puede evitarse semejante engafio es por el amor a la verdad (1 Tes. 2: 10; RH 5 de septiembre de 1899). 6. Una sefial interpretada erréneamente La escuela dispensacionalista de interpretacién aplica la visién de Ezequiel 37 al Estado de Israel. En consecuencia, el regreso de Israel a Palestina, su conversién a Jesucristo, la restauracién de la monarquia davidica y la reedificaci6n del templo sirven como sefiales del fin para es- ta escuela de interpretacién (Pache 317-350). La nocién del rapto secreto de la iglesia se ha convertido en una parte importante de este sistema. Esta ensefianza no biblica acerca de la conversién masiva del pue- blo de Israel suele apoyarse en una interpretacién de Romanos 11: 12, 26. Sin embargo, este importante capitulo no es una profecia con respec- to al tiempo del fin. Habiendo mostrado que no hay diferencias entre judios y griegos con respecto a la salvaci6n, porque todos estén bajo el poder del pecado (Rom. 3: 9), Pablo expresa su deseo para que to- do Israel sea salvo. Mientras que todos, judios y griegos por igual, es- tén sujetos en desobediencia, todos tienen igual acceso a la misericor- dia de Dios (Rom. 11: 32). Pablo no aborda el tiempo de la conversi6n del pueblo de Israel; ensefia més bien la manera en que se van a reu- nir: los paganos, junto con los judfos conversos, constituirén el Israel de Dios (vers. 26; of. Berkouwer 323-358). De las declaraciones de Jestis (Mat. 24: 6-13) y de las de Apoca- lipsis 12-14 resulta evidente que el tiempo que precede a la segunda venida no seré una edad dorada. Mas bien sera un periodo de aflic- cin y angustia (Luc. 21: 25, 26). Debido a la maldad de los seres hu- manos, la fe verdadera llegard a ser escasa (Luc. 18: 8). Ademés, Jestis no hablé acerca de varios regresos 0 de ocasiones diferentes de con- versi6n. £1 describié solo una venida visible, gloriosa y poderosa, En ‘ese tiempo, los santos vivientes, junto con los resucitados, serén arre- batados en las nubes del cielo para recibir a su Salvador (1 Tes. 4: 16,17). G. Las razones para la segunda venida de Jests “£1 triunfo final de Dios es una necesidad teolégica” (Pidoux 53). les el Todopoderoso, el Sefior de la historia. Demostré esto plena- mente por medio de Jesucristo. Seria contrario a su misma naturaleza no cumplir su promesa de manifestar su gloria tanto a los vivos como a los muertos. Por lo tanto, nuestro Seftor Jestis viene para terminar la obra de la redencién de la cual su resurreccién fue una garantia. Su segunda venida logra siete grandes propésitos: 1. Juntar a los escogidos Tal como los sacerdotes hacfan sonar la trompeta en el tiempo de las grandes convocaciones (Nim. 10: 2), asi, “con gran voz de trom- peta”, angeles poderosos juntardn a sus escogidos de los cuatro vien- tos (Mat. 24: 31; Mar. 13: 27). La “cosecha” de fieles refleja la esperan- za israelita de ver a los judios de la diaspora reunidos de nuevo por Dios, de acuerdo a sus promesas (por ejemplo, Deut. 30: 3; Isa. 43: 3-5; Eze. 39: 27). Habiendo sido esparcidos por todo el mundo para ser tes~ tigos de Jesucristo (Hech. 1: 8), los discfpulos se encuentran reunidos tuna vez més. 2. Resucitar a los muertos Los creyentes que han perdido su vida tienen el privilegio glorioso de llegar a ser participantes en la resurreccién de Jestis (Rom. 6: 5; Fil. 3: 10). Su resurrecci6n provee la base para nuestra esperanza (I Ped. 1:3; 1 Tes. 4: 14) y garantiza su promesa (Juan 6: 40). Si Jestis no devuelve los muertos a la vida, el evangelio carece de sentido y nuestra espe- ranza es vana (I Cor. 15: 14-19). En contraposicién con el pensamien- to popular acerca de la vida del espiritu después de la muerte, el plan de Dios para los que han muerto en Cristo no se completaré hasta el n 72 dfa glorioso de la resurrecci6n, Hasta entonces, los creyentes descan- san en un suefio inconsciente, esperando la resurreccién, cuando reci- birdn su recompensa. Por eso Oscar Cullmann pudo escribir que “la esperanza biblica de la resurreccién no ve el destino del individuo excepto como resultado de Ia obra total de Cristo. Por eso la resu- rreccidn de nuestros ‘cuerpos mortales’ (Rom. 8: 11) ocurrira solo al ”, no en cada muerte individual (1945, 20)”. La trompeta final que retine a los escogidos también despi muertos (1 Tes. 4: 16). Saldrén de sus tumbas en una condicién glorio- sa, llena de energia e imperecedera (1 Cor. 15: 42-44, 53). Exclamarén, con el apéstol: “{Dénde esta, oh muerte, tu aguijén? zDénde, oh se- pulcro, tu victoria?” (vers. 55). Los justos muertos resucitarén como testimonio del poder de Dios (6: 14; ver Resurreccién I, I). erta alos 3, Transformar y recibir a todos los santos Los justos vivos retendrén un cuerpo fisico humano, aunque no en su condici6n actual. Sern transformados (Fil. 3: 21) en un abrir y ce- rrar de ojos (1 Cor. 15: 51, 52), porque la corrupci6n no puede heredar la incorrupcién (vers. 50). Dios desea salvar a su pueblo fiel de todos los tiempos. Junto con los que estén vivos, los santos resucitados se- ran arrebatados en el aire para formar una procesién gozosa para aclamar a su Seftor (1 Tes. 4: 17) 4, Destruir los poderes malvados y a los impios Jestis también vendré para poner fin a los sufrimientos del mundo al destruir a aquellos que lo causan. De esa forma, contesta la oracién de los martires que exclamaron: “Hasta cuando, Seftor, santo y ver- dadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tie- 11a?" (Apoc. 6: 10). Los impfos no podran soportar su presencia deslumbrante. Pro- nuncian su propia condenacién (vers. 16). Todos los poderes malos son dest los: el inicuo (2 Tes. 2: 8), los que se Ilaman simbélica- mente Babilonia (Apoc. 18: 8; 19: 2), la bestia y el falso profeta (vers. 20), y todos aquellos que los acompaitan (vers. 21). Después del mile- nio, Satands mismo serd consumido (Apoc. 20: 10; ver Milenio I. C. 1, 3). La segunda venida de Jestis 5. Vindicar a Dios El problema del mal no se resuelve por completo con la aniquila- cién de su autor. A través de la historia, el amor de Dios ha sido pues- to en tela de juicio; por eso se necesita su vindicacién. Sin embargo, en la segunda venida de Cristo, los impfos son destruidos por el res- plandor de su presencia. Esto sugiere que el juicio posmilenario no tiene por objeto establecer la inocencia de algunos y la culpabilidad de otros (Apoc. 20: 4-6, 11-15). Mas bien, vindica a Dios en sus tratos con la humanidad (Efe. 3: 10, 11). Esta vindicaci6n consiste en reconciliar al mundo a sf mismo por medio de Cristo (2 Cor. 5: 19). Como todas las cosas proceden de él; la gloria le pertenece a él. Los impfos son re- sucitados después del milenio para demostrar finalmente el amor, la misericordia y la justicia de Dios, y su vindicacién ante todo el uni- verso (ver Juicio III. B. 3). 6. Restaurar la tierra La naturaleza ha estado sujeta a la maldicién del pecado y anhela la renovaci6n (Rom. 8: 19-21). Los escogidos no necesitan restaurar las ruinas ni borrar los vestigios de una civilizacién corrupta. De acuer~ doa sus promesas, Dios creard un cielo nuevo y una tierra nueva (Isa. 65: 17; 66: 22; 2 Ped. 3: 13; Apoc. 21:1). En ese marco ideal los redimi- dos reconocerdn las grandes realizaciones de todo el plan de salva- cin. (Ver Tierra nueva I-IIL.) 7. Restablecer la comunién con Dios Nada es mas caro al corazén de Dios que reconciliar todas las cosas con él por medio de Jesucristo (Col. 1:19, 20;2 Cor. 5:20; Efe. 1:9, 10), Aho- ra, ha sido interrumpida la comunién entre Dios y el hombre por causa del pecado (Isa. 59:2). Después, Dios podra morar con los suyos (Apoc. 21: 3) y los redimidos estarén con el Seftor para siempre (1 Tes. 4: 17). Todas estas razones para la segunda venida de Jestis implican un juicio preliminar que ha tenido lugar antes de esa venida (Dan. 7: 9-14). Mu- chas referencias del NT con respecto al fin del tiempo indican que Jestis, volveré para dictar sentencia, no para iniciar audiencias en un tribu- nal (Mat. 3: 12; 8: 11, 12; 13: 30; 24: 27-41). Esto resulta particularmente nm 4 evidente en las paraébolas de Mateo 25, que presuponen un tiempo de investigacién preliminar acerca de la forma en que los humanos han empleado su tiempo de espera. En la segunda venida de Jestis el apés- tol Pablo esperaba su recompensa, no un examen de su caso. En aquel tiempo recibir “la corona de justicia” (2 Tim. 4: 8). “He aqui yo vengo pronto, y mi galardén conmigo, para recompensar a cada uno segtin sea su obra” (Apoc. 22: 12; ver Juicio TIT. B. 1). Il. CONSECUENCIAS DE LA DOCTRINA Creer en la segunda venida de Cristo determina el estilo de vida de Jos cristianos. No solo refleja una creencia la forma de la vida dia- tia de uno, sino también la motivaci6n para testificar y para hacer la preparacién espiritual para ese dia, a pesar de la demora aparente. A. Efectos en la vida diaria del creyente Los detractores de la expectativa escatolégica a menudo la con- sideran como algo que paraliza y que lleva a los cristianos a ser pe- simistas acerca del mundo, a no interesarse en los asuntos de la vida. Es verdad que establecer una fecha para la segunda venida ha con- ducido a actitudes extremas. Aparentemente, en el tiempo del apéstol Pablo algunas personas habfan dejado de trabajar debido a esto (1 Tes. 4: 11; 2 Tes. 3: 10-12). Otros habjan abandonado las relaciones con- yugales para dedicarse a la oracién (1 Cor. 7: 3-5), 0 pensaron en divorciarse de su cényuge para prepararse mejor para la parusfa (vers. 10). Sin embargo, lejos de reducir a los cristianos a islas incomunicadas, a esperanza del segundo advenimiento les recuerda efectivamente su misi6n como sal de la tierra y luz del mundo (Mat. 5: 13-16). Cuando -vuelva el Maestro, encontraré a sus siervos fieles déndole a su pueblo el alimento a su tiempo (Mat. 24: 45, 46). Atin en la administracién de la riqueza dardn gloria al Seftor (Luc. 16: 11). Cada dfa que pasa es un tiempo de gracia del cual el Seftor espera fruto (Luc. 13: 6-9). Esta en- seftanza esté ilustrada especialmente en la parabola de los talentos (Luc. 19: 13-26; Mat. 25: 14-30). Mientras espera a su Maestro, cada siervo de Dios esté llamado a dar fruto por medio de los talentos que La segunda venida de Jess se le concedieron. Pablo entendié bien esto, como se muestra por sus exhortaciones a los creyentes a caminar fielmente de acuerdo al Ila- mado que habian recibido (1 Cor. 7: 17-24). Ademés, en vista de la segunda venida, la vida de un creyente muestra caracteristicas éticas especiales. Entre estas se hallan la esperanza, el amor, la humildad y la santidad. 1. Esperanza Servir al Dios de la esperanza significa entrar en una forma de pen- sar llena con gozo, paz y fe en el reino futuro (Rom. 15: 13). Ninguna situacién parece desesperada, puesto que la presencia del Espiritu Santo garantiza la promesa del futuro. La esperanza es el ancla del al- ma que mantiene el barco de la fe anclado sélidamente en el mismo san- tuario de Dios (Heb. 6: 19, 20). La esperanza destierra la preocupa- ci6n, el temor y la angustia, permitiendo que la gente levante la cabe- za (Luc. 21: 28). Todas las cosas en este mundo pueden ser evaluadas en su verdadera luz. 2, Amor Jestis no Hamé a su pueblo para que ame més intensamente debi- do a la cercania de su segunda venida, sino que el segundo adveni- miento le da sentido al amor. El apéstol Pablo colocé al amor entre la fe y la esperanza, entre la certeza de lo que Jestis hizo por nosotros y Jo que atin hard por nosotros en su segunda venida (Gal. 1:5, 6). Los cristianos estén lamados a vivir en un mundo que se opone a su fe. La victoria de los impios, las explosiones de célera de los poderes hos- tiles y las propias debilidades de los cristianos podrian llevar a la duda; pero la fe, llevada en alas de la esperanza, permite que los cristianos testifiquen en este mundo que el amor nunca deja de ser (1 Cor. 13:8). Dios en persona pondré fin a todo el sufrimiento (Apoc. 21: 4). Por esta raz6n los sufrimientos del creyente legan a ser una participacién en el sufrimiento de Cristo y una garantfa del consuelo venidero (2 Cor. 1: 5-7). Cualquiera sea el peso del sufrimiento, no puede compararse con la gloria que ha de ser manifestada (Rom. 8: 18). Los cristianos pueden contemplar su situacién actual con confianza porque el Dios * ‘Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe 6 de amor pronto manifestaré su victoria. La fe, actuando por medio del amor, testifica de la realidad de la esperanza 3. Humildad Saber que terminaré el tiempo presente lleva a una evaluacién ade- cuada de las riquezas de este mundo. No debe condenarse la riqueza por sf misma, pero pensar solo en los asuntos tetrenales es enemistad hacia la cruz (Fil. 3: 18, 19). El que espera al Sefior Jestis como Re- dentor es un ciudadano del cielo (vers. 18-20; Juan 14: 2, 3). La forma como el cristiano trata con el mundo se afirma por el conocimiento de que este mundo pasa (1 Cor. 7: 30, 31). Las riquezas deben ser medi- das por la norma del futuro (1 Tim. 6: 17-19), y los bienes de este mun- do por la norma del reino de Dios (Mat. 13: 44-46). Al buscar prime- roel reino de Dios y su justicia, el creyente acumula tesoros en el cielo (Mat. 6: 19, 20, 21). EI cristiano es un heredero de Dios y un coheredero con Cristo (Rom. 8: 17). Iluminado por el Espiritu, el creyente descubre la espe- ranza a que fue llamado y las riquezas de la herencia de la gloria de Dios reservadas para los santos (Bie. 1: 18). Todos los otros asuntos y objetos son transitorios y relativos. Con una mente renovada, uno pue- de discernir lo que es bueno, aceptable y perfecto, aportando dimen- siones eternas a las elecciones temporales (Rom. 12: 2). 4. Santidad Nunca se podré insistir demasiado en las consecuencias éticas de la segunda venida, Esperar el juicio final exige una vida piadosa (2 Ped. 3: 11). Creer en la resurreccién trae consigo un respeto por toda la humanidad y conduce a una apreciaci6n del valor del tiempo (1 Cor. 15: 32-34). Los cristianos no viven aterrorizados por el juicio, porque saben que estén libres de condenacién en Jesucristo (Rom. 8: 1), pero deben vivir como personas redimidas, ordenando su vida de acuerdo ala fe (Fil. 2: 12, 13). Sin santificaci6n, o santidad, nadie vera al Seior (Heb. 12: 14). El crecimiento en la santidad no provoca que uno se retraiga en la busqueda de la salvaci6n propia, sin atender a la ajena. La esperanza (MB segunda venida de jesus: de la segunda venida moviliza los valores sociales (Heb. 10: 25); desa- rrolla un sentido de justicia, bondad, belleza y verdad (Fil. 4: 8) y mejora el cardcter moral de los creyentes (HAd 12, 13). Los cristianos son particularmente capaces de luchar contra la injusticia, no con ira (Sant. 1: 20), sino con las armas espirituales que Dios les ha dado (Ei 6:10, 18). Los siervos de Dios no pueden ser insensibles a los asuntos de este mundo (1 Cor. 6:2, 3), y confian que vindicard pronto a los que claman a él (Luc. 18: 7, 8; ver Estilo de vida II C. 4). B. Motivaci6n para la evangelizacion La conviccién de la pronta venida de Jesus no solo afecta la calidad de la vida diaria del creyente, sino que proporciona también una fuer- te motivaci6n para la evangelizacién. El tiempo de espera proporcio- na la oportunidad para que el Espiritu Santo acttie en los creyentes, im- buyéndolos de un sentido de urgencia para emplear sus dones en com- partir el mensaje de gracia. 1. El tiempo del Espiritu Santo Como respuesta a la pregunta de los discipulos en cuanto a la fe- cha de su venida, Jestis les prometi6 enviar el Espiritu Santo para ha- cerlos testigos hasta los fines de la tierra (Hech. 1:8). Las buenas nue- vas debian predicarse en todo el mundo antes de que Ilegara el fin (Mat. 24: 14), pero Jestis no hizo depender su regreso de la proclama- cién del evangelio. Todavia desea que sus seguidores tomen parte en su plan para la salvaciGn del mundo (Mat. 9: 36-39). Los mismos sen- timientos de compasién que motivaron a Jestis motivardn a todos los que vivan en Cristo. En consecuencia, el tiempo de la esperanza no es un tiempo inter- ‘medio, una etapa sin provecho a través de la cual uno debe tratar de pasar tan répidamente como le sea posible con los ojos fijos en el fin El tiempo de espera pertenece al Espiritu Santo, quien retine a los cre- yentes para establecer la comunidad escatolégica. Desea que entren en comunién con el Cristo viviente y que proclamen al mundo que la misma gracia se les ofrece a todos (ST 15 de septiembre de 1887; RH 16 de agosto de 1887). 7 2. El tiempo de gracia “EINT es muy claro en que el presente (‘ahora’) es la oportunidad que tienen los hombres para arrepentirse y creer (Mar. 1: 15; of. Hech. 3: 19, 20), y en que el fin se demora solo por este propésito, y no inde- finidamente”. “Es la oportunidad final del hombre”, escribe A. L. Moore (209). El apéstol Pedro denomina a nuestro tiempo el tiempo de la paciencia de Dios (1 Ped. 3: 9, 15). El fin del mundo no es una cuestién para mafiana, sino un llama- do para hoy (Heb. 4:7). A la venida de Jestis, “uno seré tomado y otro sera dejado” (Mat. 24: 40, 41). No amonestar al mundo significa ser culpable de no asistir a la gente que estd en peligro. Pronto termina- rd el tiempo de gracia, y cuanto més se acerca el fin, mas urgente es alistarse para Dios. Como dice Hebreos 4: 1, “Temamos, pues, no sien- do que permaneciendo atin la promesa de entrar en su reposo, algu- no de vosotros parezca no haberlo alcanzado”. 3. El tiempo de urgencia Vivir en la expectativa del regreso de Cristo transmite un sentido de ur- gencia (YI 28 de abril de 1908). Jestis mismo anduvo por los caminos y vallados de Palestina con la conviccién de que el tiempo era corto (Juan 9:4), El apéstol Pablo queds inspirado por esta conviccién (1 Cor. 7: 29); por esa raz6n insté a los creyentes a hacer el mejor uso del tiempo (Efe. 5:16; Col. 4: 5), Debian aprovechar cada oportunidad para testificar con honestidad, porque, a medida que pasara el tiempo, llegaria a ser cada vez més dificil encontrar oyentes comprensivos y atentos (2 Tim. 4: 2-4). Si el diablo est particularmente preocupado “porque sabe que tiene poco tiempo” (Apoc. 12: 12), cuanto mas deberian estar alerta los creyentes, especialmente porque “ahora esté més cerca de nosotros nuestra salvacién que cuando crefmos” (Rom. 13: 11; ST 15 de sep- tiembre de 1887; RH 16 de agosto de 1887) 4. El tiempo de los dones espirituales El libro de los Hechos muestra que el tiempo de espera da ocasién para la evangelizaci6n del mundo. El Espiritu Santo lama al pueblo a hacer esta obra (Hech. 13: 1, 2); imparte sus dones para la edifica- La segunda venida de Jess cién y el crecimiento de la iglesia (Efe. 4: 11-13). Entre los dones, el de profecfa fue particularmente favorecido como el mejor adaptado para la edificacién del cuerpo de Cristo y la conversién de los no creyen- tes (1 Cor. 14: 1, 3, 24, 25). Los dones espirituales son concedidos de manera que los discipulos puedan ser la sal y la luz de la tierra, para ser sabor e iluminar al mundo (Mat. 5: 13-16). Los cristianos no pueden eludir el deber de testificar, especialmente cuando se aproxima aquel dfa (ver Dones espirituales I), C. Preparacién espiritual para su regreso La fe en la segunda venida de Jestis afecta nuestro sistema de valo- res, creando una motivacién para testificar y para evangelizar. Forzo- samente, presupone también una preparacién espiritual. Después de exhortar a sus discfpulos a estar listos para la venida del Hijo del hom- bre (Mat. 24: 44), Jestis presenté la parabola de las diez virgenes (Mat. 25: 1-13). A cinco se las describié como insensatas porque, aun cuan- do estaban convencidas que el esposo llegarfa en poco tiempo, no hi- cieron provisién para el futuro. A las otras cinco se las llamé pruden- tes porque tuvieron a mano una provisién de aceite sugiriendo que podia demorarse la venida del esposo. Ambos grupos quedaron sor- prendidos por el anuncio de la Hegada del esposo, pero solo las pru- dentes fueron capaces de pasar con éxito la prueba del tiempo de es- pera entre el anuncio y la llegada del esposo. Solo los que tengan una relacién personal con Jestis podrén hacer frente a cada dificultad. La parébola de Mateo 25: 1-13, al igual que la anterior acerca de los dos siervos (Mat. 24: 45-51), enfatiza la importancia de la vida espiritual y el servicio fiel en relaci6n con la segunda venida de Jestis. Los cristia- nos debieran estar agradecidos por las oportunidades que se las dan ca- da dfa de arrepentirse y crecer en la santificaci6n (Heb. 12: 14). Saben que pronto experimentarén la renovacién gloriosa como la culminacién de un [proceso que comenzé con el bautismo y el don del Espiritu Santo (Juan 3:5). Para vivir para siempre bajo la autoridad de Dios, primero debemos vivir ahora en sumisi6n a sus leyes. Por esta raz6n, el apéstol Pablo denuncié aquellos pecados tfpicos de los que se perderén (1 Cor. 6:9, 10). Juan refuerza este punto (Apoc. 21: 8; 22: 15). Como escribe el 7 profeta Amés: “jAy de los que desean el dfa de Jehova!” pero no per- miten que “corra el juicio como las aguas y la justicia como impetuo- 0 arroyo” (Amés 5: 18, 24). En contraste, se alaba a todos los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jestis” (Apoc. 12: 17; 14: 12). La santidad de la conducta y la piedad son los efectos naturales de esperar la segunda venida (2 Ped. 3: 11; of. 1JT 511, 512; ver El gran conflicto VI. E). D. Una demora aparente Cristo atin no ha venido. Después de dos mil aftos de espera, los cristianos suspiran por el advenimiento. ;Podrfa ser diferida, demo- rada, 0 todavia peor, cancelada la segunda venida de Jestis? Mas de un creyente se pregunta acerca de estas posibilidades, En el NT hay una tensi6n entre la cercania y la distancia de la se- gunda venida. Para Pablo, Santiago y Pedro, “se acerca el dfa” (Rom. 13: 12; Sant. 5:8; 1 Ped. 4:7). Jestis mismo asegura, “Ciertamente ven- go en breve” (Apoc. 22: 20). Pero otros pasajes colocan la segunda ve- nida muy en el futuro. Para disipar la nocién de que el reino de Dios iba a aparecer inmediatamente, Jestis conté la pardbola acerca del noble que se fue a un pais lejano (Luc. 19: 11-27). Para Mateo, el Maes- tro volverfa “después de mucho tiempo” (Mat. 25: 19). En otras parabolas, Jestis también alude a una aparente demora (24: 48; 25: 5). La misma tensién puede encontrarse en el AT. El dia del Seftor est ala vez lejos y cerca (Hab. 2: 3; Isa. 2: 2, 20; 13: 6; Sof. 1: 14; 3:8). La tensi6n entre el “ahora” y el “atin no” excluye la posibilidad de establecer siquiera el aito de la venida de Jestis (10MR 270). Los disct- pulos debian estar listos en todo tiempo (Mat. 24: 36-51). Segtin Pedro, la demora es una expresién de la paciencia del Seftor, que no quiere que ninguno perezca (2 Ped. 3: 9). Dios no retarda su promesa. Como dice correctamente G. C. Berkouwer: “"Si ahora se cancelara el regreso de Cristo, el resultado no serfa meramen- te chasco y desilusién, sino una crisis de fe en la veracidad y el carécter cumplidor de Dios” (66, 67). La Biblia nunca sugiere posibilidad alguna de incumplimiento de la promesa (2 Ped. 3: 9; Heb. 10:39). Por el contra- rio, la seguridad de la segunda venida est confirmada ampliamente. Dios mismo confirma la promesa de la segunda venida. Su Palabra es segura. Cambiar lo que ha salido de sus labios seria violar su pacto (Gal. 89: 35). Dios no miente (Nim. 23: 19; 1 Sam. 15:29; Heb. 6: 13, 18). ‘A pesar de nuestra infidelidad, 61 permanece fiel (2 Tim. 2: 13); por 50, podemos aferrarnos a la confesién de nuestra esperanza (Heb. 10: 23), Por medio de su primera venida, Cristo confirms la seguridad de su segundo advenimiento. La cruz, por medio de la cual se proveyé la justificacién, fue evidencia de su intencin de completar la salva- cin de los creyentes (Rom. 5: 8-10). El pasaje de Pablo “el que no es- catimé ni a su propio Hijo, sino que lo entregé por todos nosotros, ge6mo no nos dard también con él todas las cosas?” (Rom. 8: 32) se ha- ce eco de esta certeza. La resurreccién y la ascensi6n de Cristo apun- tan claramente hacia su regreso (Juan 14: 1-3). EI Espiritu Santo también confirma la seguridad del regreso de Jestis. Su presencia en el corazén del creyente y los dones que da cer- tifican la promesa (2 Cor. 1: 18-22; Heb. 2:4). La predicacién del evangelio encargada por Cristo encuentra su significado y fortaleza en la esperanza de la vida por venir. Dios no levantaria predicadores de un mensaje para después no ser fiel a ese mensaje (Tito 1.2, 3; Heb. 2: 1-3). Las reacciones humanas a la demora estén ejemplificadas en la parabola del siervo fiel y del siervo infiel de Mateo 24. El siervo infiel piensa que su seftor se demora, porque no est interesado en la tarea que se le habfa dado (vers. 48). Por otra parte, el siervo fiel esté totalmente ocupado en la responsabilidad que su sefior habia puesto en él (vers. 45, 46). Anhela la venida de su sefior, pero est agradecido por el tiem- po de gracia que se le concede para vivir y servir (2 Ped. 3:9). Se rego- cija que se anuncia la venida de Cristo y que el evangelio esté exten- digndose por todo el mundo (Fil. 1: 8; Col. 1: 6). El tiempo parece ser corto en vista de la magnitud de la tarea que tiene que realizar, tanto en el mundo como en su propio corazén (2 Cor. 7: 1; Mat. 9: 36-38). La “demora” de Jestis no es un problema para el creyente. Le da sentido al sufrimiento que experimenta cada creyente. Cada dia trae el gozo de ver que se aftaden més almas al pueblo de Dios (Apoc. 6: 11). BI E. Conclusion La segunda venida de Cristo proporciona un significado profundo a la historia de las naciones e individuos. Una historia que consiste solamente en un montén de hechos sin propésito perderfa significado y orden. La historia sin un fin 0 una meta llega a ser algo sin sentido. La Biblia reviste a la historia con un cardcter trascendental. Tiene un principio y tendré un fin, pero no sencillamente cualquier fin. No terminaré con una catéstrofe producida por el egoismo y orgullo hu- mano, ni tampoco con el glorioso final prometido en todas las utopias humanas. Dios mismo la terminard (Sal. 46: 9-11). De forma similar, la vida en el Espiritu esta vinculada a un destino. Una vida asi puede estar sembrada con lagrimas, pero se segaré con regocijo (Sal. 126: 4-6). Las elecciones éticas del cristiano tienen signi- ficado. Diseminan amor, confiando en la promesa de Dios. Jestis vie- ne, Aquel que fue a Judea para enseftar misericordia y perdén viene para establecer su reino de amor. “Porque atin un poquito, y el que ha de venir vendré, y no tardara” (Heb. 10: 37). Pronto legaré a su fin el gran conflicto entre Dios y Satanas. La jus- ticia de Dios serd establecida en el mundo por medio de Jesucristo: no solo sobre la tierra, sino también en el cielo, donde comenzé la batalla. Todo el universo ser reconciliado con Dios (Col 1: 20; 1 Cor. 15: 28). Jestis volveré pronto. ;Qué consuelo, qué certeza, qué paz! El tilti- ‘mo libro de la Biblia termina enfatizando la confianza en la segunda venida de Jestis. “He aqui yo vengo pronto, y mi galardén conmigo, para recompensar a cada uno segiin sea su obra” (Apoc. 22: 12). En respuesta, “el Espiritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye diga: Ven” (vers. 17). Ningtin creyente puede hacer otra cosa sino responder a la invitacién del Espiritu y la Esposa diciendo “Amén; si, ven, Sefior Jestis” (vers. 20). PANORAMA HISTORICO A. El periodo apostélico Los historiadores reconocen undnimemente que la esperanza del regreso de Jestis permanecié viva dentro de la iglesia primitiva. Los propios términos de uno de los documentos del NT testifican a tal efecto: I Tesalonicenses 4: 16, 17. Las acciones de gracias que introdu- cen las epistolas de Pablo demuestran que la fe en Ia parusia consti- tuy6 una creencia fundamental de la iglesia primitiva. Epistolas mas tardias atin retienen la fuerte expectativa escatolégica (2 Ped. 3: 8-13). El Apocalipsis de Juan, escrito en un periodo de crisis a finales del si- glo primero, sostiene la fe de los creyentes a través de las visiones glo- riosas del juicio final. Pero aun en el siglo primero se infiltraron en la iglesia falsos maes- ‘ros, amenazando la fe. Algunos abandonaron su creencia en la resu- rreccién de los muertos (1 Cor. 15: 12). Algunos pusieron en tela de jui- io la certeza del segundo advenimiento de Cristo (2 Ped. 3: 4), junto con su encarnacién (1 Juan 4: 1-3). Los escritores del NT lucharon con- tra tales tendencias, viendo en ellas una sefial de la cercania del fin (1 Juan 2: 18, 28; 2 Ped. 3: 3), B. El periodo anteniceno Algunos eruditos sostienen que la decadencia en el fervor de la igle- sia por la parusia comenz6 en el periodo del NT. La evidencia citada es la escasez. de referencias escatol6gicas en varias epistolas del NT. Sin embargo, tales opiniones, quedan refutadas por el testimonio de escritores del siglo segundo (Landa 65-95). Asi, Clemente de Roma les recordé a los corintios que el Seftor debfa volver pronto (1 Clemente 23); la Didajé es rica en el vocabulario escatolégico de la primera epis- tola de Pablo a los Tesalonicenses (16: 3-8); e Ignacio de Antioquia escribié que “estan sobre nosotros los tiltimos tiempos” (Efesios 11), debido a lo cual los cristianos debfan “considerar cuidadosamente los tiempos” (Policarpo 3). La Epistola de Bernabé sefiala que “cerca est el dia en que todo pereceré juntamente con el maligno. Cerca estén el Sefior y su galardén” (21: 3). El Pastor de Hermas confia en la promesa de su venida (Visién 3. 8, 9). Policarpo de Esmirna (Filipenses 5) y Papias (co- mo lo cita Euscbio en Historia eclesidstica 3, 39) escribieron acerca de la resurreccién de los muertos y del regreso personal de Cristo a la tierra. Los apologistas siguieron la direcci6n de sus predecesores. Justino Martir noté que los profetas proclamaron dos advenimientos. En el segundo, Cristo vendria “con gloria de los cielos acompafiado de su ejército de angeles, que es cuando resucitard también los cuerpos de todos los hombres que han existido” (Apologia I. 52. 3). En su refuta- cién del gnosticismo, Ireneo aplicé la profecfa de Daniel 2, incluyen- do la piedra, que significaba el reino de Jestis hasta sus dias (Contra los herejes 5. 26). Al comienzo del siglo tercero, Tertuliano esperaba la venida final de Cristo (Sobre la resurreccién de la carne 22). En su Tratado sobre Cristo y el anticristo, Hipélito examiné las profecias de Daniel y Apocalipsis, concluyendo con la segunda venida, tal como se descri- be en las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 4: 13-17. Sin embargo, en varios escritos de ese periodo, la creencia en la in- mortalidad del alma esta relegando la escatologia a un papel secunda- tio. Con su adopcién del pensamiento filoséfico griego, los escritores cristianos ya no sintieron una gran necesidad por el regreso de Cristo en gloria, porque, como indicé Ignacio de Antioquia, por medio de la muerte los cristianos podian llegar a Dios (Romanos 1, 2, 6). Origenes espiritualiz6 los acontecimientos del fin por medio del método alegérico de interpretacién de la Sagrada Escritura. Afirmé que la parusia del Sefior en las nubes tiene lugar cada dia en el alma de los creyentes (Comentario al Evangelio de Mateo 50; cf. PFOF 1: 317-320). Acomienzos del siglo tercero, el problema del fin del mundo era una cuestién importante entre los cristianos, particularmente en Roma. La inestabilidad econémica y politica, junto con la persecucién, encami- naron la especulacién de la profecia hacia la venida del anticristo, que se crefa estaba cerca, Con todo, con la influencia de la prueba severa de la persecucién, el concilio de Nicea (325) sostuvo que “el Logos divino... vendré a juzgar a los vivos y a los muertos” y que “las San- tas Escrituras nos ensefian a creer también en... la resurreccién de los muertos y en un juicio de retribucién” (Kelly 210). C. El periodo posniceno hasta la Reforma Poco después de la muerte de Constantino, “se desarroll6 la idea de que la tierra en su estado actual” era “el territorio del reino profetiza- do; que la dispensacién presente” era “el tiempo de su realizacién, y que el establecimiento de la iglesia terrenal por manos humanas” era “el ‘modo de cumplimiento”. Asf legs a sostenerse que el gobierno jerarqui- La segunda venida de Jesiis co de la iglesia era en realidad el predicho reino de Cristo en la tierra” (PFOF 1: 373). Varios factores contribuyeron a esta nueva tendencia de pensa- miento. De capital importancia fue la nueva situacién legal de la igle- sia y el apoyo que le dio el imperio a la iglesia. En armonfa con este espiritu, Eusebio de Cesarea (m. c. 340), habiendo ensefiado anterior- mente que la segunda venida nos introducirfa en el reino divino (Prue- ba del evangelio 4. 16; 9. 17), ahora demostraba la extensi6n en la cual el imperio cristiano cumplia las profectas del AT con respecto al pacto (Comentario sobre Isafas 19. 18). Al mismo tiempo, colm6 de alabanzas a Constantino, haciéndolo el cumplimiento de la esperanza cristiana (Vida de Constantino 2. 28; 3. 1). Nadie negaba que la meta final de la historia de la salvacién fuera la esperanza adventista. De hecho, se mencionaba la segunda venida reiteradamente en sermones y tratados. Cirilo de Jerusalén atin esta- ba convencido de que “el fin del mundo... [era] inminente” (Lecturas catequéticas 15. 12). Sin embargo, la urgencia de la parusfa ya no era tan importante para los cristianos como las disputas teoldgicas sobre otras doctrinas. Ticonio (siglo IV), en quien influy6 el método alegérico alejandri- no de interpretacién de la Biblia, propuso la idea de que el séptimo milenio deberfa contarse no desde la segunda venida, sino desde la era cristiana (Landa 86). Agustin de Hipona, usando a Ticonio como fundamento, ide Cristo viene a él cada dia, y los mil aftos del reino de la iglesia sobre la tierra habfan comenzado con Jestis (La ciudad de Dios 20. 5-9). Al mis- ‘mo tiempo, Agustin podia asegurar que “toda la iglesia del Dios ver- dadero mantiene y profesa como credo que Cristo vendra del cielo para juzgar a los vivos y a los muertos; esto es lo que llamamos el ilti- mo dfa, ultimo tiempo, del juicio divino” (ibid. 20. 1), Durante la Edad Media la mayorfa de los tedlogos cristianos siguié el modelo de Agustin. Crefan en una eventual venida de Cristo, mientras que afirmaban que la iglesia era el reino de Dios. Al mismo tiempo, muchos comentaristas escribieron sobre el libro del Apocalipsis. La ve- nida del anticristo y el juicio divino legaron a ser una parte prominente aunque dolorosa del pensamiento comtin. Los flagelantes en Italia (si- glo XIII) y La Divina comedia de Dante demuestran hasta qué punto do- minaba el pensamiento medieval el temor del infierno. Se extendié la creencia de que “el hombre de pecado” o anticristo, cuya venida era una sefial importante del fin, no era el emperador o un profeta, sino més bien la cabeza visible de la iglesia cristiana. Esta inquietud fue uno de los elementos motivadores para la Reforma. D. La Reforma Desde Agustin (siglo V) la expectaci6n escatol6gica se habfa apli- cado a la victoria de la iglesia sobre el mundo. Sin embargo, el fraca- so de la iglesia y la tesis de Agustin exigfan una reforma. Para Lutero, el anticristo, cuya venida iba a preceder al fin del mundo, ya habia legado a ser una realidad en el papado. En vista de “las palabras y las sefiales de Cristo”, declaré en 1522, la segunda ve- nida no estaba muy lejos (Weimar Ausgabe 10/1, 2:95); en una Charla de mesa de 1532, afirmé que estaba “a la puerta” (Tischreden 1291). Esta esperanza era una parte profunda y permanente de su fe. Lejos de ver la segunda venida como una manifestacién de la ira de Dios, Lutero la consideré una ocasién feliz, una que podria esperarse con confianza, porque la doctrina de la justificacién por la fe le daba un nuevo signi- ficado. Oraba para que llegara ese dfa, de manera que los cristianos pudieran ser librados del sufrimiento y obtener cuerpos libres de aflic- ciones fisicas (WA 41: 37). En un sermén del afio 1537 sobre Mateo 25, Lutero present el siguiente panorama: “Volver en el tiltimo dfa con gran poder y gloriosa majestad, y con el ejército completo de los én- geles... Serd un juicio glorioso y una majestad inenarrable con todos los angeles presentes y 61 en su medio” (ibid. 45: 325). La esperanza de Lutero se mantuvo viva en la Reforma alemana. Sus seguidores, entre ellos Melanchton y Nikolaus Herman, creyeron ardientemente en la segunda venida. Sus himnos cantados en las con- gregaciones hablaban de la gloriosa esperanza. De manera parecida, Juan Calvino amonest6 a sus seguidores a “desear el advenimiento del Seftor” como el “mas propio de todos los acontecimientos”, cuando Cristo vendria “como Redentor para librar” La segunda venida de Jestis de “mal y afliccién, para llevarnos a la herencia bienaventurada de su vida y gloria’ (Instituciones 3. 9. 5). En 1545 Calvino afirmé que la es- peranza de la segunda venida y su juicio concomitante traerfan felici- dad al creyente (Catecismo de Ia Iglesia de Ginebra). En 1560 dedicé dos parrafos de su obra Instituciones al juicio favorable que Cristo emitiria sobre su pueblo en su venida (2. 16. 18). Calvino unié la promesa de la resurreccién a la segunda venida (3. 25. 1-4). Tanto Lutero como Calvino vieron la Reforma protestante como el cumplimiento de las palabras de Cristo en Mateo 24: 14. El estudio de la Biblia y la predicacién de un evangelio mas puro que el de los tiem- pos de Agustin y Jeronimo prepararian el camino para la venida del rei- no celestial de Dios. Ninguno esperaba la conversién de todo el mundo, pero Lutero declar6: “Creo que el dia final no esté muy lejano, porque el evangelio est haciendo ahora su tiltimo esfuerz0” (Tischreden 5448), E. Desde la Reforma hasta el siglo XIX Después de la Reforma, se desarrollaron dos interpretaciones esca- tol6gicas diferentes en el continente europeo. La Reforma Radical man- tuvo un vivo interés en la escatologia, algunas veces con opiniones extremas con respecto a un milenio terrenal. Menno Simons, asi como confesiones menonitas posteriores, sustentaba la creencia en un pron- to regreso del Salvador. Por otra parte, en el luteranismo alemén, los pietistas insistieron en que, para el creyente, el mayor desafio era estar seguros de la propia salvacién. Una experiencia religiosa intensamen- te personal era el distintivo de su experiencia. En las Islas Briténicas, la esperanza de la segunda venida de Cristo “aparece como uno de los resultados mas importantes del redescu- brimiento del mensaje biblico esencial por el puritanismo” (Ball, Advent Hope 132). Aunque sostuvieron interpretaciones variadas con respec- to al milenio, los tedlogos anglicanos, presbiterianos y congregaciona- les escribieron y predicaron que la segunda venida estaba cerca. Pro- clamaron que el efecto de esta esperanza en los creyentes debiera ser vivir en preparacién para aquel gran dfa (ibid. 146-149). La Revolucién Francesa y las guerras que siguieron produjeron conse~ cuencias sociales, politicas y religiosas, las cuales, a su vez, alimentaron a7 expectativas escatolégicas cada vez mayores. Se desarroll6 en el mun- do un inmenso reavivamiento del estudio de la profecia. Por ejemplo, el sacerdote jesuita chileno Manuel de Lacunza y Diaz escribié en 1790 de forma an6nima una obra titulada La venida del Mesfas en gloria y ma- jestad,’ ampliamente traducida al inglés, italiano y francés. En Londres, Edward Irving (1792-1834) la agreg6 al informe del primer congreso profético en Albury Park, en 1826. A esos congresos, que se celebra- ron anualmente desde 1826 a 1830, acudieron clérigos de diferentes iglesias y comuniones para estudiar la cercanfa del segundo adveni- miento, las profecias de Daniel y Apocalipsis, y “los deberes de la igle- sia que surgen de estos asuntos” (PFOF 3: 276). Joseph Wolff, uno de los veinte que asistieron al congreso de 1826, viajé mucho por Asia central y occidental, ensefiando que Cristo ven- dria alrededor del afto 1847 para establecer un reino milenario en Je- rusalén, En Suiza, Francois Gaussen, comenzando en 1837, present6 una serie de clases de la escuela dominical sobre las profecias de Da- nicl. En ellas mostraba que Daniel y Apocalipsis describfan la histo- ria del mundo, que pronto llegarfa a su fin. ‘Acomienzos del siglo XIX, la segunda venida de Cristo fue procla- mada por numerosas voces, desde eruditos en Inglaterra hasta nifios en Suecia. A mediados del siglo XIX, muchos, incluido Lacunza, mos- traron cémo las profectas de Daniel y Apocalipsis sefialaban claramen- te hacia el fin del mundo. En los Estados Unidos, “la profecta fue un factor motivador en gran parte de la actividad religiosa y el pensamien- to religioso (ibid. 4: 85). Sermones, folletos y libros proclamaban que los eventos que ocurrian en el mundo solo podfan ser un preludio del milenio. El mas conocido de los predicadores norteamericanos fue William (Guillermo) Miller, quien en 1831 comenzé a escribir y enseiiar que Jestis volverfa en 1843. (Sobre William Miller y el movimiento mi- Ilerita, ver Adventistas I. A-C; Remanente/ Tres Angeles VI. G.) Estos movimientos no recibieron una bienvenida universal de los tedlogos tradicionales. La teologia catélica, nacida del escolasticismo, 1. Aunque ciculaonflleos ons eias de Lac (173-1801) Buenos Aires en ots gas trate publiada postmamente en Expaiaen 1812, yen Landes 186 traci ypubleada por pa TE Iving en Londres en 128 Fu extuaden fos congress prot de Albury Park ofrecia una escatologia atemporal, interesada fundamentalmente en la muerte y el juicio, el infierno y el cielo (Rast 501-503). El raciona- lismo influy6 profundamente en la teologia protestante y entendia que el reino de Dios se estaba estableciendo en la tierra por medio de la conquista de la ciencia y de la raz6n. De esa forma, en la tiltima parte del siglo XIX casi desaparecié la expectaci6n de la cercania de la segunda venida de Cristo. F. La era moderna Después del gran chasco de 1844, los creyentes en la segunda veni- da tuvieron que hacer frente a los problemas de la demora de la paru- sfa. Este problema ha llegado a ser dominante en la teologia actual. Ha sido necesario explicar por qué atin no ha tenido lugar la segun- da venida de Cristo, tan claramente anunciada en las Escrituras. Elerudito més prominente en tratar este asunto fue Albert Schweitzer, quien hizo una distincién entre la fe que reflexiona y se pregunta si uno ya ha entrado en una era sobrenatural, y la fe sencilla que vive en la expectacién del reino mesidnico (75, 90, 99). Para Schweitzer, el even- to de la cruz ya es una catéstrofe escatolégica que pone fin a cualquier expectativa apocaliptica. La teologia dialéctica de Karl Barth y Paul Althaus, reavivada por E, Brunner, desemboca en la teologia trascendental. Estos autores no tienen lugar para la consumacién de la historia concreta en un drama universal. Dios trasciende el tiempo, y su “venida” ocurte en todos los tiempos. Rudolph Bultmann dio otro paso més al desmitificar la escatologia y la historia, Elaboré una ‘catologia existencial, segiin la cual el re- greso de Cristo ocurre en la proclamacién de la esencia del evangelio, lo que obliga al oyente a hacer una decisién de fe. En la escatologfa realizada de C. H. Dodd, el evento final ya tuvo lugar en la vida y predicacién de Jestis. Asi que las intervenciones escatol6gicas de Dios ya se han realizado. En una nota diferente, Jiirgen Moltmann ofrece una teologia de la esperanza. El futuro descansa en las promesas de Dios, y podemos ver su cumplimiento en la participaci6n politica, social y econémica de los creyentes en el mundo. De esa manera, Moltmann propone una nue- va perspectiva humanista de la historia. El principal defensor de la “teologia de la esperanza” a fines del siglo XX es Wolihart Pannenberg, cuya escatologia esté basada en el “futuro final”, que determina el significado final de la historia como un todo y el de cada vida indivi- dual. Sin embargo, el contenido especifico de este “futuro final” pue- de mencionarse solo metaféricamente y no puede predecirse. La dis- tincién entre el presente y el futuro parece desplomarse en la concu- rrencia eterna de todos los eventos (Pannenberg 81) y sugiere que, en algun grado, Pannenberg comparte la perspectiva de Moltmann. Oscar Cullmann ha restaurado la historia de la salvacién al punto central de la Escritura. La historia se desarrolla objetivamente en pa- sado, presente y futuro. La iglesia estd entre el “ya” y el “atin no’ el tiempo de expectativa y proclamacién del evangelio. Para Cullman, la resurreccién de Cristo es el fundamento del proceso de espera. El creyente debe vivir en el “atin no”, esperando algo que debe venir. Re- ducir la escatologfa a un encuentro personal de fe supone un empo- brecimiento de la fe. La escatologia biblica se apoya no solo en la re- surreccién del cuerpo, sino en la renovacién de todas las cosas. G. Los adventistas del séptimo dia Muy poco después del gran chasco de 1844, los creyentes en el ad- venimiento segufan afirmando lo correcto de la fecha, pero recono- cieron su identificacién equivocada del acontecimiento. La venida de Cristo atin era futura; estaban en el tiempo de espera y debian ser en- contrados “velando” ese dia (Luc. 12: 36, 37). Aunque las disputas doctri. rales sobre varios asuntos crearon facciones, no hubo ninguna division seria en cuanto a la certeza de un pronto regreso del Salvador. En 1850 Jaime White publicé cuatro ntimeros de la Advent Review. EL afio siguiente, comenz6 una nueva revista: Second Advent Review and Sabbath Herald. Los titulos dan evidencia de la esperanza y conviccién de los pioneros. En 1851, Blena G. de White escribié que el tiempo so- lo “puede durar un poquito mas” (PE 38). Cuando la iglesia en ciernes adopté un nombre en 1860, la elecci6n reflejé claramente la confianza de los creyentes. “El nombre adventis- La segunda venida de Jesiis ta del séptimo dia”, escribi6 Elena G. de White, “presenta los verda- deros rasgos de nuestra fe” (1)T 81). Los lideres pioneros entre los ad- ventistas del séptimo dia estaban unidos en la firme conviccién de que la segunda venida estaba en el coraz6n mismo de su mensaje. El Seventh-day Adventist Yearbook de 1889 declaraba que “la segun- da venida de Cristo debe preceder y no seguir al milenio”. Ademés, el periodo profético de los 2300 dias de Daniel 8: 14 terminé en 1844, y no se da ningiin otro “periodo profético que Tlegue hasta el segun- doadvenimiento”. Ademés, la obra de la predicacién de la “cercanfa del segundo advenimiento” estaba simbolizada por los tres angeles de Apo- calipsis 14 (148-150). La interpretaci6n basica adventista de la segunda venida ha varia- do poco a través de las décadas. La declaracién de creencias que apare- Gi6 desde 1932 en adelante en el Seventh-day Adventist Yearbook reafir- ma claramente la importancia de la segunda venida como “la gran esperanza de la iglesia y la gran culminacién del evangelio y del plan de salvacién” (SDA Yearbook 1932: 382) Por otra parte, hubo numerosos debates sobre algunos asuntos re- lacionados con el advenimiento. Por ejemplo, entre los adventistas, todavia en 1874, se sostenia que la “generacién” de Mateo 24: 34 era la generacién de los que habfan visto el oscurecimiento del sol y la caida de las estrellas. Por lo tanto, la venida de Jestis tenfa que ocurrir pronto. También variaba la importancia atribuida a las sefiales. En la Ultima parte del siglo XIX se interpretaba la suerte del imperio turco como una sefial critica. Hacia fines del siglo XX se puso més énfasis en la incapacidad de la tierra para sostener la vida como una indica- cién de la inminencia de la venida de Cristo. Desde 1883, cuando se pusieron en tela de juicio las primeras ex- presiones de Elena G. de White sobre la creencia en un Salvador préxi- mo a venir, los adventistas del séptimo dia mostraron interés en el asunto de la demora: ¢Por qué no regres6 Cristo? Autores tales como L. E, Froom, Herbert Douglass y Jack Provonsha han intentado res- ponder esta pregunta, En este respecto, se ha dicho mucho acerca de Ja “profecta condicional” (Pease 177-182). Sin embargo, la certeza de la venida ha sido afirmada repetidamente, como lo hizo Sakae Kubo en 92 1978: “La cruz, la resurrecci6n y la ascensién de Jestis hacen de la ve- nida de Cristo una certeza absoluta” (99). En 1987, la Review and Herald Publishing Association publicé un libro escrito por un grupo de eruditos adventistas: The Advent Hope in Scripture and History [La esperanza adventista en la Sagrada Escritura y en la Historia]. En once capitulos, se presentaba la historia y la teo- logfa de la segunda venida a través del siglo XX, mostrando la posi- cién central de esta ensefianza para los cristianos, y especialmente para los adventistas del séptimo dia. El congreso de la Asociacién General de los adventistas del sépti- mo dia, celebrado en 2005, adopts 28 “creencias fundamentales”. La que eva el ntimero 25 expresa la convicci6n sustentada por la iglesia y muestra continuidad con la creencia de los primeros adventistas. “La segunda venida de Cristo es la esperanza bienaventurada de la iglesia, la gran culminacién del evangelio. La venida del Salvador serd literal, personal, visible y mundial. Cuando regrese, los justos muertos serdn resucitados, y, junto con los justos vivos, serdn glorifi- cados y llevados al cielo, pero los injustos morirén. El cumplimiento casi completo de la mayoria de las lineas de la profecia, junto con Ia condicién actual del mundo, indica que la venida de Cristo es inmi- nente. El momento de ese evento no ha sido revelado, y, por lo tanto, se nos exhorta a estar listos en todo momento” (Manual de la Iglesia 2005: 48). Tal opinién tiene un apoyo fortisimo en las Sagradas Escrituras, como demuestra la exposicién precedente. IV. COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE “La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota ténica de las Sagradas Escrituras” (CS 344), A. La segunda venida en las Sagradas Escrituras 1. El centro de la esperanza “El rito de la comunién sefiala la segunda venida de Cristo. Estaba destinado a mantener esta esperanza viva en la mente de los los. En cualquier oportunidad en que se reuniesen para conmemorat su muerte, relataban como él ‘tomando el vaso, y hechas gracias, les dio, diciendo: Bebed de él todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisiGn de los peca- dos. Y os digo que desde ahora no beberé més de este fruto de la vid hasta aquel dia cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre’. En su tribulaci6n hallaban consuelo en la espe- ranza del regreso de su Seftor. Les era indeciblemente precioso el pen- samiento: ‘Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta co- pa, la muerte del Seftor anuncidis hasta que venga’” (DTG 614), 2. El reino de Dios “Y el ‘reino de Dios’ que habfan declarado estar préximo fue esta- blecido por la muerte de Cristo. Este reino no era un imperio terrenal como se les habia enseftado a creer. No era tampoco el reino venide- 10 e inmortal que se establecer4 cuando ‘el reino, y el dominio, y el sefiorio de los reinos por debajo de todos los cielos, seré dado al pue- blo de los santos del Altisimo’; ese reino eterno en que ‘todos los do- minios le servirdn y le obedecern a él’ (Dan. 7: 27, VM). La expresion ‘reino de Dios’, tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de la gloria. El reino de la gracia es presentado por San Pablo en la Epistola a los Hebreos. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede ‘compadecerse de nuestras fla- quezas’, el apéstol dice: ‘Lleguémonos pues confiadamente al trono de Ja gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia’ (Heb. 4: 16). El trono de la gracia representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de un reino. En muchas de sus pa- rébolas, Cristo emplea la expresién ‘el reino de los cielos’ para de- signar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres. ‘Asimismo el trono de la gloria representa el reino de la gloria y es este reino al que se referia el Salvador en las palabras: ‘Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos dngeles con él, entonces se sentard sobre el trono de su gloria; y serén reunidas delan- te de él todas las gentes’ (Mat. 25: 31, 32). Este reino esta atin por ve- nit, No quedard establecido sino en el segundo advenimiento de Cristo” (CS 395). 3 3. La forma de su venida “Entre el primer advenimiento de Cristo y el segundo se percibiré un contraste extraordinario. Ningtin lenguaje humano es capaz de des- cribir las escenas relativas a la segunda venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos. Aparecerd con su propia gloria, y con la gloria de su Padre y la de sus santos dngeles. Vendré cubierto con sus ropa- jes de luz, que ha tenido desde los dias de la eternidad. Lo acompa- fiarén los angeles. Diez mil veces diez mil lo escoltaran en su venida. Se escucharé el sonido de la trompeta que llama a los muertos que duermen en sus tumbas” (Exaltad a Jestis 367). “Bl acto capital que coronard el gran drama de engaio ser que el mismo Satands se dard por el Cristo. Hace mucho que la iglesia pro- fesa esperar el advenimiento del Salvador como consumacién de sus esperanzas. Pues bien, el gran engafiador simular que Cristo habré venido. En varias partes de la tierra, Satands se manifestard a los hom- bres como un ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripcién que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. (Apoc. 1: 13-15). La gloria que le rodee superaré cuanto hayan visto los ojos de los mortales. El grito de triunfo repercutiré por los aires: ‘jCristo ha venido! {Cristo ha venido!’ El pueblo se postrard en adoracién ante 4, mientras levanta sus manos y pronuncia una bendicién sobre ellos como Cristo bendecfa a sus discfpulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y acompasada aunque lena de melodfa. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades celestiales y lenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias del pueblo, y Tuego, en su fementido cardcter de Cristo, asegura haber mudado el dia de reposo del sdbado al domingo y manda a todos que santifiquen el dia bendecido por él. Declara que aquellos que persisten en santi- ficar el séptimo dia blasfeman su nombre porque se niegan a oir a sus Angeles, que les fueron enviados con la luz de la verdad. Es el enga- fio mas poderoso y resulta casi irresistible” (CS 682). “Satands ha descendido con gran poder obrando con todo engaiio de iniquidad en los que perecen, pero no es necesario que ninguno sea engafiado; y no lo seremos si nos hemos aferrado a Cristo para seguir- lo a través de los tiempos malos, asi como en los buenos. La cabeza de la serpiente pronto seré magullada y quebrantada” (RH 5 de sep- tiembre de 1899). 4. Sefiales de la segunda venida “Bl revelador describe asf la primera de las sefales que iban a pre- ceder el segundo advenimiento: ‘Fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna se puso toda como sangre’ (Apoc. 6: 12). “Bstas sefiales se vieron antes del principio del siglo XIX. En cum- plimiento de esta profecfa, en 1755 se sintié el més espantoso terre- moto que se haya registrado. Aunque generalmente se lo llama el te- rremoto de Lisboa, se extendié por la mayor parte de Europa, Africa y América” (CS 349), “La relacién matrimonial es santa, pero en esta época degenerada cu- bre toda clase de vileza, Se abusa de ella, y esto ha llegado a ser un crimen que constituye ahora una de las seftales de los tiltimos dfas” (HAd 107). “Una de las sefiales de que estamos viviendo en los tiltimos dias es que los hijos son desobedientes a sus padres, desagradecidos, sin san- tidad” (MJ 443). “Oscuridad espiritual ha cubierto la tierra y densas tinieblas a las gentes. Hay escepticismo e incredulidad en muchas iglesias en cuanto a la interpretacién de las Escrituras. Muchos, muchfsimos, ponen en duda la veracidad y verdad de las Escrituras. El razonamiento huma- no y las imaginaciones del corazén humano estén socavando la ins- piracién de la Palabra de Dios, y lo que debiera darse por sentado estd rodeado con una nube de misticismo. Nada resalta con claras y nitidas Iineas sobre una base de rocas. Esta es una de las sefales dis- tintivas de los tiltimos dias” (IMS 17). “Bl espiritu de mundanalidad intensa que existe ahora, la disposi- ci6n a no reconocer derechos superiores a los de la complacencia pro- pia, constituyen una de las seftales de los tiltimos dias” (2)T 122). 5. Razones para la venida de Jess “Jesucristo anuncié que vendré la segunda vez. para llevarse a los suyos” (CS 41). 95 “Se estén popularizando répidamente las fabulas de que el diablo no existe y de que habré un tiempo de prueba después de la venida de Cristo. Las Escrituras aseveran claramente que el destino de toda per- sona quedaré fijado para siempre al momento de la venida del Seftor (Apoe. 22: 11)” (1)T 119). “La obra del juicio investigador y el acto de borrar los pecados de- ben realizarse antes del segundo advenimiento del Seftor. En vista de que los muertos han de ser juzgados segtin las cosas escritas en los libros, es imposible que los pecados de los hombres sean borrados antes de! fin del juicio en que las vidas han de ser examinadas. Pero el apéstol Pedro dice terminantemente que los pecados de los creyentes serén borrados ‘cuando vendran los tiempos del refrigerio de la presencia del Seftor, y enviard a Jesucristo’ (Hech. 3: 19, 20). Cuando el juicio in- vestigador haya concluido, Cristo vendré con su recompensa para dar a cada cual segiin sus obras” (CS 539). “Cuando quede concluida 1a obra del juicio investigador, quedard también decidida la suerte de todos para vida o para muerte” (CS 545). “También traerd Dios con él a los que durmieron en Jestis’, escri- bi6 Pablo. Muchos interpretan este pasaje como si significara que los que duermen serdn traidos con Cristo desde el cielo, pero segtin Pablo, como Cristo se levanté de los muertos, asf Dios traeré de sus tumbas a los santos que durmieron, y los Hevard con él al cielo” (Hap 210). “As{ fue recompensada la fe de esta mujer. Cristo, el gran Dador de la vida le devolvié a su hijo. Asi también serén recompensados sus fieles cuando, en ocasién de su venida, la muerte pierda su aguijén, y el sepulcro sea despojado de su victoria. Entonces devolverd el Seftor a *rvos los hijos que les fueron arrebatados por la muerte” (PR 180). sus B. Consecuencias de la doctrina 1. Efectos en la vida diaria del creyente i os habéis convertido en extrafios y no habéis sido cristianos de acuerdo con Ia Biblia, convertos; porque el carécter que adquirais duran- teel tiempo de gracia seré el cardcter que tendréis cuando venga Cristo. Si queréis ser santos en el cielo, debéis ser santos primero en la tierra, Los rasgos de carécter que cultivéis en la vida no serén cambiados por La segunda venida de jesds la muerte ni por la resurrecci6n. Saldréis de la tumba con la misma dis- posicién que manifestasteis en vuestro hogar y en la sociedad. Jestis no cambia nuestro carécter al venir. La obra de transformacién debe hacer- se ahora. Nuestra vida diaria determina nuestro destino” (HAd 12). “El creer en la pr6xima venida del Hijo del hombre en las nubes de Jos cielos no induciré a los verdaderos cristianos a ser descuidados y negligentes en los asuntos comunes de la vida. Los que aguardan la pronta aparicién de Cristo no estaran ociosos. Por lo contrario, serén diligentes en sus asuntos. No trabajarén con negligencia y falta de hon- radez, sino con fidelidad, presteza y esmero. Los que se lisonjean de que el descuido y la negligencia en las cosas de esta vida son eviden- cia de su espiritualidad y de su separacién del mundo, incurren en un gran error. Su veracidad, fidelidad e integridad se prueban mediante las cosas temporales. Si son fieles en lo poco lo serén en lo mucho” (1) 509). 2. Motivacién para la evangelizacién “Sobre aquellos a quienes Dios ha dado una gran luz descansa la solemne responsabilidad de llamar la atencién de otros al significado del aumento de la embriaguez y del crimen. También debieran poner ante la mente de otros las Escrituras que describen claramente las con- diciones que imperarén inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo” (Te 24, 25). “Ninguno entraré a través de las puertas de la ciudad solo. Si le de- vuelve a Dios en servicio voluntario los poderes que le ha dado, no solo salvaré su alma, sino que su influencia ser para reunir a otros. Cada uno que toma firmemente esta posicién en favor de la verdad lleva a otras almas a la misma decisién y al cielo” (ST 15 de septiembre de 1887). “Este es el plan de Dios: que hombres y mujeres que son partici- pantes de esta gran salvacién por medio de Jesucristo sean sus misio- neros, emisores de luz.a través del mundo, para ser como sefiales pa- ra la gente; epfstolas vivientes, conocidas y leidas de todos los hom- bres; su fe y obras dando testimonio del cercano retorno del Salvador préximo a venir, y que no hayan recibido en vano la gracia de Dios. La gente debe ser amonestada para prepararse para el juicio venide- 10” (RH 16 de agosto de 1887). 97 3. Preparacién espiritual para su regreso “Los juicios de Dios ya estén por caer sobre este mundo, y necesi- tamos prepararnos para ese gran dia. “Nuestro tiempo es precioso. Disponemos de pocos, muy pocos dias de prueba, en los cuales podemos preparamos para la vida futura ¢ inmortal. No tenemos tiempo para dedicarlo a movimientos sin sen- tido. Debiéramos temer contentarnos con solo rozar la superficie de la Palabra de Dios” (Maranata 88). “Habian de orar por su venida como un suceso todavia futuro, Pero esta peticién era también una promesa para ellos. Aunque no verfan el advenimiento del reino en su tiempo, el hecho de que Jestis les dije- ra que oraran por él es prueba de que vendra seguramente cuando Dios quiera” (DMJ 94). 4, La demora aparente “Muchos de los que han tomado el nombre de adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido cada vez el fracaso. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Sefior estd fuera del alcance de los mortales” (1)T 506) “Se sefialaron diferentes fechas para la venida del Sefior y se hicie- ron insistentes esfuerzos para hacerlas adoptar por los hermanos. Pero el Sefior me mostré que dichas fechas pasarfan, porque el tiem- po de angustia habfa de sobrevenir antes del regreso de Cristo, y que cada vez que se fijaba una fecha y esta pasaba de largo, se debilitaba la fe del pueblo de Dios” (NB 97). “Nuestra posicién ha sido esperar y velar, sin que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga lugar entre el fin de los periodos proféticos en 1844 y el momento de la venida de nuestro Seftor. No sabemos el dia ni la hora, ni cudndo es el momento definido, y, sin embargo, el compu- to profético nos muestra que Cristo esté a las puertas” (IOMR 270). “Los que creen que deben predicar una fecha definida a fin de ha- cer impresi6n sobre la gente, no actian de acuerdo con el debido pun- to de vista. Los sentimientos de los oyentes se pueden conmover y despertarse sus temores; pero no obran basados en buenos principios. La segunda venida de Jestis Se crea excitacién, y cuando pasa la fecha, como ha sucedido repeti- das veces, los que se conmovieron por la proximidad de la misma, re- caen en la frialdad, las tinieblas y el pecado, y es casi imposible des- pertar su conciencia sin recurrir a alguna gran excitaci6n” (1)T 507). “Al considerar el poco tiempo que nos queda, debiéramos velar y orar como pueblo, y en ningtin caso dejarnos distraer de la solemne obra de preparacién para el gran acontecimiento que nos espera. Por- que el tiempo se alarga aparentemente, muchos se han vuelto descui- dados e indiferentes acerca de sus palabras y acciones. No compren- den su peligro, y no ven ni entienden las misericordias de nuestro Dios, al prolongar el tiempo de gracia a fin de que tengan oportunidad de adquirir un carécter digno de la vida futura e inmortal” (Exaltad a Jestis 345). C. Panorama histérico 1. El periodo apostélico “La venida del Sefior ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discfpulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse enel Monte de los Olivos de que volveria, iluminé el porvenir para sus discfpulos al llenar sus corazones de una alegria y una esperanza que las penas no podfan apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufri- mientos y las persecuciones ‘el aparecimiento en gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo’ era la ‘esperanza bienaventurada”” (CS 347). 2. El periodo posniceno hasta la Reforma “Los valdenses acariciaban la misma fe. Wicleff aguardaba la apa- ricién del Redentor como la esperanza para la iglesia” (CS 348) 3. La Reforma “Luteto declaré: ‘Estoy verdaderamente convencido de que el dia del juicio no tardaré més de trescientos afios. Dios no quiere ni puede sufrir por més tiempo a este mundo malvado’.. “Este viejo mundo no esta lejos de su fin’, decfa Melanchton. Cal- vino invita a los cristianos a ‘desear sin vacilar y con ardor el dia de la venida de Cristo como el més propio de todos los acontecimientos’, y declara que ‘toda la familia de los fieles no perderé de vista ese dia’... “Ridley y Latimer, que dieron su vida por la verdad, esperaban con fe la venida del Seftor... “El pensar en la venida del Senor —decia Baxter— es dulce en ex- tremo para mf y me lena de alegria’” (CS 348). “Tal fue la esperanza de la iglesia apostélica, de la ‘iglesia del desierto’, y de los reformadores” (CS 349). 4. Desde la Reforma hasta el siglo XIX “Pero, a medida que el espiritu de humildad y piedad fue reem- plazado en la iglesia por el orgullo y formalismo, se enfriaron el amor a Cristo y la fe en su venida... La doctrina de! segundo advenimien- to habfa sido descuidada; los pasajes de las Sagradas Escrituras que a s interpretaciones, hasta ella se refieren fueron oscurecidos por fals quedar ignorados y olvidados casi por completo. Tal fue el caso es- pecialmente en las iglesias de los Estados Unidos de Norteamérica” (CS 354). “As{ como en el caso de la gran Reforma del siglo XVI, el movi- miento adventista surgié simulténeamente en diferentes paises de la cristiandad. Tanto en Europa como en América, hubo hombres de fe y de oraci6n que fueron inducidos a estudiar las profecias, y que al escudrifiar la Palabra inspirada, hallaron pruebas convincentes de que el fin de todas las cosas era inminente” (CS 405, 406). “En la América del Sur, en medio de la barbarie y de las superche- rias de los ministros de la religi6n, el jesuita chileno Lacunza se abrié camino hasta las Sagradas Escrituras y alli encontré la verdad de la proxima vuelta de Cristo... Lacunza vivié en el siglo XVIII, pero fue tan solo hacia 1825 cuando su libro fue traducido al inglés en Londres. Su publicacién contribuy6 a aumentar el interés que se estaba desper- tando ya en Inglaterra por la cuestién del segundo advenimiento. “En Alemania, esta doctrina habia sido ensefiada en el siglo XVIII por Bengel, ministro de la iglesia luterana y aélebre te6logo y eritico” (CS 412), “Los escritos de Bengel se propagaron por toda la cristiandad. Sus opiniones acerca de la profecfa fueron adoptadas en forma bastante 100 La segunda venida de jess general en su propio estado de Wurtemberg, y hasta cierto punto en otras partes de Alemania... “La luz brillé también en Francia y en Suiza. En Ginebra, donde Farel y Calvino propagaran las verdades de la Reforma, Gaussen pre- dicé el mensaje del segundo advenimiento” (CS 413). “El mensaje del advenimiento fue proclamado también en Escan- dinavia, y despert interés en todo el pats... Pero el clero de la igles oficial se opuso al movimiento... En muchos puntos donde los predi- cadores de la préxima venida del Seftor fueron reducidos al silencio, plugo a Dios enviar el mensaje, de modo milagroso, por conducto de nifios pequeftos” (CS 415). “En 1821, tres afios después de haber llegado Miller a su modo de interpretar las profecfas que fijan el tiempo del juicio, el Dr: José Wolff, ‘el misionero universal’ empez6 a proclamar la préxima venida del Seftor” (CS 406). “Desde 1826 el mensaje del advenimiento empezé a ser predicado en Inglaterra” (CS 411), ia V. BIBLIOGRAFIA thous, Pal. The Tholgy of Martin Lather. Trad. Robert C. Schult, Fladelfia: Fortes, Press, 196, “Andreasen, Niels Erik. “The Advent Hope in the Old Testament”. En The Advent Hope i Scripture and History. Ed. V. Norskov Olsen. Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 1987. Pp. 15-30 Bacchiocchi, Samule. The Advent Hope for Human Hopelessness. Berrien Springs, Michigan Biblical Perspectives, 1986, Ball, Bryan W. “Eschatological Hope in Puritan England”. 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Disponible en wwwaula7activaorg 103 EI milenio Eric Claude Webster Introduccion. AS REFERENCIAS biblicas al perfodo conocido como mile- nio tinicamente aparecen en el capitulo veinte del Apocalipsis. /Aceptando el Apocalipsis como un libro biblico inspirado, debemos integrar el concepto del milenio en su esquema general de escatologia. Debido a que algunos Padres de la iglesia desarro- Maron un cuadro del milenio que result6 en posturas extremas de mundanalidad, muchos han descuidado este asunto. De hecho, el milenio ha sido rechazado por muchos. Tal como se lo describe en Apocalipsis 20: 1-4, el milenio es un periodo de mil afios limitado por dos resurrecciones; la primera es la de los justos en ocasién de la segunda venida de Cristo, y la se- gunda es la de los impfos al fin de ese periodo. Satanés queda ata- do al comienzo del milenio, y al fin tendré su oportunidad para en- gaitar. Todos los justos, vivos y resucitados, reciben la inmortalidad y son Ilevados al cielo para vivir y reinar con Cristo durante el trans- curso del milenio. Los impios son destruidos por el resplandor de la venida de Cristo, lo que lleva a la despoblacién del planeta. En esa condicién, la tierra llega a ser un “abismo” al cual quedardn con- finados Satands y sus Angeles durante mil afios. En el cielo los justos reinan con Cristo y toman parte en la fase de- liberativa del juicio sobre los impfos. Cuando se termine esta obra, 105 Cristo y los santos vuelven a esta tierra acompafiados por la Nueva Jerusalén. Con el descenso de Cristo y de la ciudad, resucitan los impfos, lo que resulta en otra oportunidad para que Satands entre en actividad. Lleva a cabo su tiltimo acto de engaiio al persuadir a los impfos para que ataquen la Nueva Jerusalén. En ese momento tiene lugar el juicio de los impios, y todos los que han rechazado la misericordia y gracia de Dios hacen frente al tribunal. No hay abogado a quien suplicar misericordia, y cae sobre ellos 1a retribucin final. El fuego que destruye a Satands y sus seguidores destruye también todos los vestigios del pecado. Del polvo y las cenizas de este juicio surge el mundo creado de nuevo por Dios, el hogar eterno para el pueblo de Dios. 1. EXPOSICION BIBLICA A. Principios de interpretacién B. El marco de Apocalipsis 20 . El milenio en Apocalipsis 20 1, Acontecimientos al comienzo del milenio 2. Acontecimientos durante el milenio 3. Acontecimientos al fin del milenio Il, SIGNIFICADO TEOLOGICO DEL MILENIO ‘A. Ejemplo didéctico que revela la naturaleza del pecado B. Confirmacién del cardcter de Dios C. El cambio de guardia D. Un periodo para familiarizarse IN, PANORAMA HISTORICO A. Definicién de términos 1. Milenarismo 2. Amilenarismo 3. Premilenarismo 4. Posmilenarismo B. El milenio en la historia 1. Sus raices en la apocaliptica judia 106 2. La iglesia primitiva 3. Agustin de Hipona 4, Joaquin de Fiore y la Reforma 5. El surgimiento del posmilenarismo 6. El amilenarismo reconsiderado 7. El reavivamiento del premilenarismo 8. La interpretacién adventista IV. COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE A. Milenio B. Los mil afios 1. Antes del milenio 2. Durante el milenio 3. Después del milenio. V. BIBLIOGRAFIA 1. EXPOSICION BiBLICA A. Principios de interpretacién Los resultados de una exégesis del Apocalipsis dependen de los principios generales de hermenéutica que se sigan. Por eso, la diferen- cia entre premilenarismo y amilenarismo es fundamentalmente asunto de interpretacién. Un principio hermenéutico notable e importante en interpretacién biblica es el principio cristocéntrico. Este considera a Cristo como la lave para abrir las Escrituras proféticas tanto en el AT como en el NT. iste principio es una salvaguardia contra el literalismo excesivo, tal co- mo el que usan los premilenaristas dispensacionalistas. Ese literalismo lev6 a los dispensacionalistas a buscar un cumplimiento literal de to- das las profecfas del AT y a desarrollar diferentes dispensaciones que culminan en la dispensacién del reino durante el milenio. (Otro principio hermenéutico importante es la unidad en el plan de sal- in de Dios en el AT y en el NT, entre Israel y la iglesia. Esto de nue- vo difiere de la interpretacién dispensacionalista, que ve dos planes va 107 108 distintos en Ia historia de la salvaci6n. En contraste con el dispensa- cionalismo, debe verse un plan de salvacién esencial y cristocéntrico desde la creaci6n hasta la segunda venida como el fundamento de la postura biblica. Ampliando este concepto esté el de la unidad bésica del pacto de Dios a través de las edades. (Otro principio hermenéutico adicional es que la Escritura es su pro- pio intérprete. El principio lleva a menudo a una aplicacién simbéli- ca y espiritual de las profecfas del AT. Mientras que el literalismo re- quiere que estas profecfas se cumplan en el futuro en el Israel literal del Cercano Oriente, la llave espiritual las aplica al verdadero pueblo de Dios de todas las naciones. Este principio ha sido adoptado por mu- chos intérpretes protestantes desde los dias de la Reforma. B. El marco de Apocalipsis 20 La palabra “milenio” se deriva de dos palabras latinas, mille, que sig- nifica “mil”, y annus, que significa “afio"; de aqui, “mil afios”. El con- cepto proviene de Apocalipsis 20, donde la expresi6n “mil afios” se usa seis veces (vers. 2, 3, 4, 5, 6,7). De toda la Sagrada Escritura, solo aqui se formula explicitamente la ensefianza del milenio. Desde el mismo comienzo debe determinarse el contexto del capi- tulo 20 dentro del tema general del libro. Esta tarea se hace més diff- cil por el hecho de que el Apocalipsis no sigue una progresién tempo- ral continua. Barr ha definido como “recapitulacién’” la teorfa que sos- tiene “que en el Apocalipsis se vuelve a contar varias veces el mismo mensaje, con ciclos posteriores que duplican el significado de los ciclos anteriores” (43). La idea de “paralelismo progresivo” o “recapi- tulacién” esta perfectamente de acuerdo tanto con Daniel como con Apocalipsis, pero atin necesita determinarse cual es el lugar exacto de Apocalipsis 20 en este esquema. El libro del Apocalipsis tienen una estructura quidstica (paralelis- ‘mo invertido). En este diserio, el prologo (1: 1-10) y el epilogo (22: 6-21) son afines, mientras que las ocho visiones intermedias estan empare- jadas en orden quidstico o inverso. La primera mitad (1-14) trata acer- ca de la era historica, mientras que la segunda mitad pertenece a una era de “juicio escatolégico”, después de la terminacién del tiempo de El milenio gracia. La séptima secci6n (19: 1-21: 4) presenta el ultimo paso del jui- cio de Dios, con la segunda venida, el milenio, y el juicio ante el trono blanco. Estas tres partes no deben separarse. Por eso, el periodo de mil afios no puede ocurrir antes de la segunda venida. Apocalipsis 16: 13 contempla el triunvirato del dragén, la bestia y el falso profeta en oposicidn a Dios en los dfas finales, inmediatamente antes de la parusia. En Apocalipsis 19: 20 se trata acerca de dos de estos poderes, la bestia y el falso profeta, en ocasién de la segunda venida de Cristo. El capitulo 20 sigue en forma légica describiendo la suerte en ese mismo tiempo del tercer poder, el dragén. Apocalipsis 20 com- pleta el cuadro de Apocalipsis 19: 11-21 al describir la confrontacién de Cristo con estos tres poderes. Por consiguiente, Apoc: 20 de- be verse en secuencia cronolégica con Apocalipsis 19: 11-21 C. El milenio en Apocalipsis 20 1, Acontecimientos al comienzo del milenio En los acontecimientos que tienen lugar al comienzo del milenio estén los que acompaiian la segunda venida, cuando los impios mue- ren por la gloria de la presencia de Cristo y los justos son levados a su recompensa celestial. (Ver Segunda venida, I.E, G.) Tres de estos even- tos estén especificamente en Apocalipsis 20 y merecen que los volvamos a estudiar, a, La primera resurrecci6n. La resurreccién de Apocalipsis 20: 4-6 de- be verse como una resurreccién literal de los justos en conexién con la segunda venida de Cristo. Este es el evento del cual Pablo escribié en 1 Tesalonicenses 4: 16-18. Pablo afirmé que los muertos en Cristo re- sucitarén primero, y estos incluyen todos los fieles del pueblo de Dios desde el comienzo de la historia de la tierra. Juan el revelador los des- cribe como “bienaventurados y santos” porque creyeron en Cristo, y ahora participan en su reino celestial, y nunca veran muerte, porque la segunda muerte no tiene poder sobre ellos (Apoc. 20: 6; ver Resurrec- cin I. A; Muerte I. F.5). Este pasaje tiene una “primera resurrecci6n” y aquella otra en la que s muertos” vuelve a vivir después de mil afios. De “el resto de k 109 no manera parecida, en Juan 5: 29, las dos resurrecciones son la “resu- rreccién de vida” y la “resurreccién de condenacién”. Es evidente que a “primera resurreccién” es la “resurreccion de vida". b. Satands atado. En lenguaje simbolico, Apocalipsis 20: 1-3 describe el encadenamiento de Satands. Se le dan cuatro nombres a este ser: el dra- g6n, la serpiente antigua, el diablo y Satands. Este es, sin duda alguna, el mismo ser mencionado en Apocalipsis 12: 7-9 por los mismos nom- bres, el archienemigo del pueblo de Dios a través de las edades. Como Satands y sus dngeles son seres espirituales (como lo dice Pablo en Efesios 6: 11, 12), la “lave” y la “cadena” que los atan, tam- bién deben ser consideradas simbélicas. Representan las circunstan- cias que inmovilizan a estos poderes al comienzo de los mil aftos, ha- ciendo imposible que engafen a las naciones. Varios textos del NT muestran que se han puesto limitaciones pro- gresivas a la obra de Satands. Jestis habl6 acerca de atar al hombre fuerte (Mat. 12: 29). También, “vefa a Satands caer del cielo como un rayo” (Luc. 10: 18). Al acercarse a su crucifixién, declaré formalmen- te: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el principe de este mundo serd echado fuera” (Juan 12: 31). Junto con Apocalipsis 12: 7-12, estos asajes indican que la “expulsién” de Satanas es una obra progresiva que ocurre en etapas y que alcanza su culminacién en el segundo ad- venimiento de Cristo, con el encarcelamiento final y total de Satands. Alestar “atado”, arrojado al abismo y “encerrado”, Satands debe per- manecer en esta tierra desordenada y vacia hasta el fin de los mil afios. “Después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apoc. 20: 3, 7) antes de su destrucci6n final El diablo es arrojado “al abismo”. La palabra griega dbyssos apare- ce en otros pasajes del NT como un lugar para los espiritus malignos (Luc. 8: 31) 0 el lugar donde moran los muertos (Rom. 10: 7); también se usa en la literatura intertestamentaria judia para indicar un lugar de castigo (1 Enoc 10: 4-6; Jubileos 5: 6-10). En Apocalipsis 11:7 y 17:8, dbyssos es el lugar del cual sube la bestia. La palabra que se usa aqui es la misma que se emplea en los LXX en Génesis 1: 2 para describir la situacién caética de la tierra en la creacién, cuando las tinieblas estaban “sobre la faz. del abismo”. La tierra vuelve al caos en la segun- da venida de Cristo y el comienzo de los mil aos. ¢. La tierra desolada. En el segundo advenimiento, convulsiones de la naturaleza acompafan la destruccién de los impios, llevando la tie- rraa un estado de caos. Cuando el Angel derrama la séptima plaga, hay un “un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamas desde que los hombres han estado sobre la tierra” (Apoc. 16: 18) y “toda isla huyé, y los montes no fueron hallados” (vers. 20). El apocalipsis de Isaias describe una condicién similar: “Ser4 quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada seré la tierra, en gran manera seré la tie- tra conmovida. Temblaré la tierra como un ebrio, y serd removida como una choza” (Isa, 24: 19, 20). Otros aspectos de esta profecia tienen un paralelismo con Apocalipsis: “Acontecer en aquel dia, que Jehova castigaré al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra so- bre la tierra. Y serdn amontonados como se amontona a los encarce- lados en mazmorra, y en prisién quedarén encerrados, y seran casti- gados después de muchos dfas (vers. 21, 22; of: Apoc. 19: 19-21). El mundo llega a ser el “abismo” al cual quedan confinados Satanés y sus Angeles. Satands no puede ejercer ningtin poder creativo o de or- ganizaci6n sobre la tierra, pues esta permanece en un estado castico durante todo el milenio. Al mismo tiempo la tierra queda despoblada. Jestis afirmé que los que no estén preparados para la segunda venida, serfan destruidos “en el dia en que el Hijo del hombre se manifieste” (Luc. 17: 26-30). Pablo confirmé la destruccién de los impfos en la parusia (2 Tes. 1: 7, 8). Mientras que los impfos son destruidos, los justos son trasladados de la tierra. Pablo puso de manifiesto que en el segundo advenimiento los “muertos en Cristo resucitardn primero”; y que después los santos vivos serian “arrebatados juntamente con ellos en las nubes para reci- bir al Seftor en el aire” (1 Tes. 4: 16, 17). De esa manera se cumplird la promesa de Jestis: “En la casa de mi Padre, muchas moradas hay; si as{ no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a m{ mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” m 2 Guan 14: 2, 3). Ni los malvados ni los justos permanecen sobre esta tierra para que Satands los tiente o los acose. 2. Acontecimientos durante el milenio Mientras que Apocalipsis 20: 1-3 describe lo que sucede al comien- z0 del milenio, los versiculos 4-6 hablan de lo que ocurre durante los mil afios. En el versiculo 4 el revelador describe una escena de juicio en la que los justos reinan con Cristo por mil afios. Corresponde con- siderar con mayor grado de detalle el lugar donde se lleva a cabo este juicio y el juicio mismo. a. El lugar. La escena se ubica en el cielo. En los versiculos 4-6 no se dice nada de la tierra. En el libro de Apocalipsis la palabra “trono” se usa 47 veces. En todos los casos, excepto en tres (2: 13; 13: 2; 16: 10), los tronos estan en el cielo. Este pasaje, de modo similar, se refiere al cie- lo, En vez de que Cristo reine con los santos en su tierra, tenemos a los santos reinando con Cristo en el cielo. La pregunta en cuanto a dénde pasarédn los justos el milenio puede estudiarse en otros pasajes de Apocalipsis. Aunque tales pasajes no se refieren a los mil aitos, indican dénde estardn los santos inmediata- mente después de la segunda venida. En la primera parte de Apoca- lipsis 7, son sellados los santos; en la segunda mitad del mismo capt- tulo, estén ubicados ante el trono de Dios, donde lo sirven da y noche dentro de su templo (vers. 15). All{ Dios mismo los consuela y los pas- torea, de manera que nunca tienen que sufrir privaciones ni persecu- cién, como sufrieron en la tierra (vers. 16, 17). En Apocalipsis 4: 1-6 aparece el mismo trono de Dios, con sus seres vivientes, ancianos, y el mar de vidrio. No hay duda de que esta escena tiene lugar en el cielo. Segtin Apocalipsis 21: 22, en la tierra nueva no hay templo; asf que el trono de Dios en Apocalipsis 4 y 7 esté en el cielo. Apocalipsis 14: 1-5 sittia a los 144.000 en el monte de Sion, con el Cordero. Como individuos redimidos “de entre los de la tierra” cantan tun céntico nuevo (vers. 3) delante del trono, los seres vivientes, y los ancianos. Son los mismos que fueron sellados en Apocalipsis 7, que obtuvieron Ia victoria sobre la bestia de Apocalipsis 13 y 14. Debido a que lo que sigue en los versiculos 6 al 13 ocurre antes de la aparicién del Hijo del hombre sentando sobre una nube blanca, uno podria pensar que el lugar al cual se refiere es la tierra. El “monte de Sion” aparece en Apocalipsis solo aqui, y puede considerarse paralelo a la ciudad de Hebreos 12: 22: “monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”. La escena de estos versiculos es el resultado anticipado, presentado con anterioridad a los eventos que conducen a 41, La ciudad terrenal de Jerusalén no desempeiia ningtin papel sig- nificativo en Apocalipsis. Ciertamente, la ciudad tuvo que haber sido destruida antes de que se escribiera el libro. Ademés de esto, Juan oye su cAntico que proviene del cielo como “estruendo de muchas aguas” (Apoc. 14: 2). La ciudad de Sion a la que se refiere en Apocalipsis 14 debe ser la Sion celestial En Apocalipsis 15: 2-4 los santos victoriosos estn sobre un mar de vidrio con arpas en sus manos y cantan el céntico de Moisés y el cénti- co del Cordero. Inmediatamente se abre el templo de Dios (vers. 5-7), Jo que muestra que la escena ocurre en el cielo. Las relaciones que hay entre Apocalipsis 4; Apocalipsis 7: 9-17; 1 1-5, y 15: 2-5 indican que todas se refieren a la misma escena. Las des- cripciones son las de los redimidos ante el trono de Dios en el cielo; cada texto contribuye al cuadro total. Apocalipsis 4 subraya el trono y sus alrededores; el capitulo 7 ubica la hueste de redimidos delante del trono. Apocalipsis 14 describe el gozo de los redimidos, los inma- culados, que tocan sus arpas y cantan un céntico nuevo. En el capitu- Jo 15 tenemos las palabras de este céntico nuevo. EI mismo marco se ve en Apocalipsis 20: 4. Los que salieron ven- cedores, los que no adoraron a la bestia ni recibieron su marca, estén con Cristo en el cielo. Y all tienen una parte en su reino y en su juicio. b. Las personas que juzgan. Segiin Apocalipsis 20: 4, el juicio se le en- trega a los que estan sentados en tronos, los que fueron “decapitados por causa del testimonio de Jestis y por la palabra de Dios” que han resucitado para reinar “con Cristo por mil afios’. Inmediatamente se nos dice que estos participan en la “primera resurteccién”, y sobre ellos se pronuncia una bendicién. ‘Tres veces se pone de manifiesto que la 3 14 primera resurreccién es un prerrequisito para vivir y reinar con Cristo. La frase “las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jestis” merece una atencién especial. La palabra psyjé, “alma”, tiene una amplia gama de significados, que caen en cuatro categorias basi- cas: (1) un organismo viviente; (2) una persona o personalidad; (3) la vida fisica de un ser humano; y (4) la vida fntima de una persona. La palabra se usa en forma coherente como sinénimo de la palabra he- brea nephe3, que tiene una gama de significados parecidos. Nunca se usa la palabra en la Biblia para referirse a un alma desencarnada. La palabra psyji aparece 103 veces en el NT. En la versién inglesa del rey Jacobo (KJV) se traduce 58 veces como “alma”, 40 veces como vida’, y 3 veces como “mente”. En la también inglesa RSV (Revised Standard Version), psyj'e se traduuce como alma solo 40 veces; en la NIV (New Inter- national Version), solo 25; y en la NEB (New English Bible), solo 19 veces. Versiones mas modernas a menudo usan pronombres personales, 0 la palabra “vida”, mas bien que “alma” (ver Hombre I. E; Muerte I. A. 4). Si en Apocalipsis 20: 4 se toma la palabra psyji para que signifique “vida” 0 “persona”, el revelador vio a gente en el cielo que habia esta- do muerta y que habia participado en la resurreccién en la segunda venida y que ahora vivian y reinaban con Cristo por mil afios. Esas eran personas completas, no espiritus desencarnados, que gozaban de la resurreceién de vida. Mientras que el texto de Apocalipsis 20: 4, segtin la RSV, hace parecer que todos los que estaban viviendo y reinando con Cristo fueron los que habian sido martirizados y habfan vuelto a vivir en la primera resu- rreccién, el griego, lo mismo que la Valera del 60, sugiere dos grupos. EI segundo esta compuesto de los que no adoraron a la bestia ni a su imagen y que no “recibieron la marca en sus frentes o en sus manos’. ¢. El juicio. Una mirada cuidadosa al concepto del juicio revela un ri- co espectro de eventos bajo este encabezamiento. Por lo menos seis juicios cubren el periodo desde la encarnacién hasta el fin de la his- toria de la tierra. Primero esta el juicio de la vida y muerte de Cristo (uan 12: 31, 32). Un segundo aspecto del juicio es la decisién perso- nal de uno a favor 0 en contra de Cristo Juan 3: 14-18). Una tercera fase del juicio es el juicio investigador anterior al advenimiento, que se describe en Daniel 7: 9-13. Una cuarta clase de juicio ocurre en la segunda venida, cuando los malvados son destruidos por el resplandor de su venida. El quinto aspecto del juicio es el que se describe en Apo- calipsis 20: 4, mientras que el sexto y final es el juicio ante “el gran tro- no blanco” después del milenio (vers. 11-14). (Para las tres fases prin- cipales del juicio final, ver Juicio IIL. B.) En este articulo estamos especialmente interesados en la fase del juicio final que tiene lugar en el cielo durante el milenio. Ya ha sido se- lada la suerte de todos en el regreso de Cristo. Los muertos en Cristo resucitaron en la primera resurreccién (Apoc. 20: 5, 6); ellos y los san- tos vivientes han sido “arrebatados juntamente con ellos en las nu- bes” y estén viviendo y reinando con el Seftor (1 Tes. 4: 16, 17; Apoc. 20:4). Los que “no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nues- tro Seftor Jesucristo” han sido destruidos (2 Tes. 1:7, 8; Luc. 17: 26-30). Entonces, ;cual es el propésito de este juicio si ya se han dado las re- compensas en la segunda venida de Cristo? El juicio que se Jes da a los santos en Apocalipsis 20: 4 correspon- de al juicio que Pablo anuncié en 1 Corintios 6: 2, 3: “ZO no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?... ;O no sabéis que hemos de juz~ gara los éngeles?” Durante el milenio los santos participan en un jui cio donde se delibera y revisan los casos de los perdidos de esta tie- rra y de los angeles cafdos. Este juicio es evidentemente necesario en vista de la naturaleza césmica del problema del pecado. La trayecto- ria de la rebelién del pecado ha sido el objeto de la preocupacién e interés de parte de otros mundos (Job 1; 2; Efe. 3: 10). Todo el interlu- dio del pecado debe ser tramitado de tal manera que los corazones y mentes en todo el universo de Dios queden satisfechos con su trato del pecado y la conclusién de este, con referencia particular al caréc- ter de Dios. Es especialmente importante para los redimidos de la tie- rra entender los tratos de Dios con aquellos que clamardn para que as rocas caigan sobre ellos y los escondan del “rostro del que esté sentado sobre el trono” (Apoc. 6: 16). Deben estar totalmente satisfechos de la justicia de Dios en sus decisiones con respecto a los perdidos. Ms 116 4d. Condiciones en Ia tierra. Mientras que en el cielo los santos reinan y juzgan con Cristo, la tierra queda desolada. Los impios estén muer- tos; Satands esté confinado a esta tierra (ver I. C. 1. b. c). Sin tener a quién tentar o engafiar, Satands queda inoperante e impotente. Sus Angeles estén con una disposicién de 4nimo contemplativa y rebelde en un mundo desolado y yermo, La tierra esta desolada y en un estado de caos, como estaba al prin- cipio. El gran terremoto de Apocalipsis 16: 18-20 ha arrasado todas las ciudades. Las palabras de Isafas encuentran su cumplimiento: “Serd quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada seréi la tie- Fra, en gran manera serd la tierra conmovida. Temblaré la tierra como un ebrio, y seré removida como una choza; y se agravara sobre ella su pecado, y caeré, y nunca més se levantara”. En aquel tiempo, “Jehova castigard el ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra”, que “serén amontonados como se amontona a los ecarcelados en mazmorra, y en prisién quedarén encerrados” (Isa. 24: 19-22). 3. Acontecimientos al fin del milenio Los acontecimientos que ocurrirén al fin del milenio se mencionan en Apocalipsis 20: 5, 7-10 y en el capitulo 21. Dado que hay recapitu- laci6n tanto en el capitulo 20 como en el 21, es dificil colocarlos en un orden cronolégico exacto, a. Desciende la santa ciudad. Para que ocurra una resurrecci6n, debe estar presente el Dador de la vida. De esa manera uno puede dar por sentado que el primer evento después del milenio es el regreso de Cristo a esta tierra, Dado que aparece con los santos en la santa ciu- dad, uno puede concluir también con toda seguridad que todos des cienden juntos del cielo a la tierra (Apoc. 21: 2). En ese momento, “el Sefior serd rey sobre toda la tierra” (Zac. 14:9; of Apoc. 21: 2, 3). b, La segunda resurreccién. Apocalipsis 20: 5 declara que “los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil afios”. De ‘esa manera, los impos vuelven a la vida; esta es la resurreccién de juicio de Juan 5: 29. Es también la misma resurreccién mencionada en Apocalipsis 20: 13. La resurreccién le da a Satands una nueva oportu- nidad para engaiar (vers. 8). ¢.Satanés es soltado de su prisién. En la segunda resurrecci6n, Satands “"serd suelto de su prisién” (vers. 7) “por un poco de tiempo” (vers. 3). Dios no desata una cadena literal o abre la puerta de una prisién lite- ral; més bien, la resurrecci6n de los impios hace de nuevo posible que Satands tenga sujetos con quienes poder trabajar. ‘Aun Satands, el archiengaitador, va a hacer entonces lo que mejor sabe hacer. Se dispone a “engafiar a las naciones que estan en los cua- tro dngulos de la tierra” (vers. 8). Debe notarse la extension global de este engafio. Gog y Magog son simbolos de una rebelién universal contra el Dios del cielo (ver Eze. 38: 2). El ntimero de impios de todas las edades es comparado con la “arena del mar” (Apoc. 20: 8). Ahora Satands inspira a las naciones malvadas del mundo a destruir la Ciu- dad de Dios que ha descendido del cielo (Apoc. 21: 2). La ciudad se lama “el campamento de los santos y la ciudad amada” (Apoc. 20: 9). Las huestes de los malvados se acercan resueltamente a la ciudad y la rodean (vers. 9). El hecho de que atin tienen hostilidad hacia Dios indica cudn correcta fue la decisi6n divina de privarlos de la recom- pensa de los santos. d. El juicio del “gran trono blanco”. Apocalipsis 20: I1, 12 presenta un cuadro de la gran reunién final. El que juzga es Cristo. Ante él, los malvados tiemblan y la naturaleza queda convulsionada. El reve- lador declara: “Y vi a los muertos, grandes y pequefios, de pie antes Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que esta- ban escritas en los libros, segiin sus obras” (Apoc. 20: 12). Los que es- tuvieron muertos fueron juzgados por sus acciones registradas en “li- bros’. La descripcién también destaca el libro de la vida, en el cual es- tan inscritos los nombres de los redimidos, y que también se mencio- na en Apocalipsis 3: 5; 13: 8; 17: 8; 20: 15. En este juicio no hay referen- cia a gracia; no hay mencién de un abogado. Los que no quisieron que Cristo fuese su abogado hacen frente a la espantosa realidad de un juicio de acuerdo a las obras, del cual no hay escapatoria. e. La destruccién de los impios. Después del juicio final ante el “gran trono blanco”, al fin de los mil aitos, tiene lugar la destruccién de los impios. Esta destruccién se introduce en Apocalipsis 20: 9: “Y de Dios descendié fuego del cielo, y los consumi6". El pensamiento se repite en los versiculos 14 y 15: "Y la muerte y el Hades fueron lanzados en el lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se hall6 ins- ctito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. A través del libro de Apocalipsis, la “segunda muerte” se ve como el fin terrible e inevitable de los malvados (Apoc. 2: 11; 20: 6; 21: 8). En Apocalipsis 20: 14 se iguala a la segunda muerte con el “lago de fuego”. En Apocalipsis 19: 20 y 20: 10, el lago arde con fuego y azufre. Segiin el mensaje del tercer Angel, los que reciben la marca de la bestia serdn “atormentados con fuego y azufre delante de los santos angeles y del Cordero” (Apoc. 14: 10). En pardbola y profecia Jestis describié los fuegos de la retribucién de Dios. En Mateo 13: 40-42 leemos: “De manera que como se arranca la cizafia, y se quema en el fuego, asf seré en el fin de este siglo. Enviara el Hijo del hombre a sus éngeles, y recogeran de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echaran en el horno de fuego; allf serd el loro y el crujir de dientes”. En el sermén sobre el juicio final, Cristo afirmé que los que no hayan hecho obras de misericordia irdn al “castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mat. 25: 46). Mateo 3: 12 lo describe como un “fuego que nunca se apagara”. En Apocalipsis 20 parece haber una discrepancia. En el versiculo 9, los impfos quedan “consumidos” (en griego, katesthty, “devorar”), sefia- lando la aniquilacién total; en los versfculos 14 y 15 son arrojados al lago de fuego, el que en otra parte se describe como “eterno” o “inex- tinguible”, sugiriendo un tormento eterno (Apoc. 14: 11). La declara- cién de Cristo en Mateo 10: 28 concerniente al infierno que destruye el cuerpo y el alma sefiala a una destruccién total. Como los seres hu- manos no son inmortales, son consumidos por el fuego final (ver Hom- bre Il. C. 2. 3; Muerte I. G. 1; Juicio ILE). Ne Seguin Apocalipsis 20: 10, el diablo es arrojado en el lago de fuego junto con la bestia y el falso profeta. Esto reitera la idea de Apocalipsis 19: 20, donde la bestia y el falso profeta fueron “lanzados vivos den- tro de un lago de fuego que arde con fuego y azufre”. Son destruidas estas dos entidades, sfmbolos de las fuerzas anticristianas en los tiem- pos del fin. Con ellas, también es destruido el diablo que las incité a perseguir al pueblo de Dios. Ademas de todo esto, también se mencio- na espectficamente que la muerte y el Hades, morada de los muertos (Apoc. 20: 14), son arrojados en el lago de fuego para ser completamen- te destruidos. Esta es la destrucci6n final predicha ya en el AT. Malaqufas 4: 1 de- clara: “Porque he aqui, viene el dia ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serén estopa; aquel dia que vendré los abrasard, ha dicho Jehova de los ejércitos, y no les dejard ni rafz ni rama”. Aqut el énfasis est en la aniquilacién. La raiz, Satands, y las ramas, sus seguidores, no serén més Para muchos es un problema el asunto de la duracién de este cas- tigo. La frase griega traducida “por los siglos de los siglos” en Apo- calipsis 14: 11 es eis aidnas aidndn. Un aidn (edad) se refiere a un perio- do continuo de tiempo, ya sea corto o largo, o interminable. Su signi- ficado se deriva en parte del sustantivo al cual corresponde; por eso, el adjetivo aidnios significa que algo dura por tanto tiempo como el sustantivo al que califica. Por eso, el castigo eterno del diablo debe limitase a la condicién finita del diablo. Es un ser creado y no posee inmortalidad natural o inherente. Los resultados de su castigo seran finales y eternos. El lago de fuego donde son echados el diablo, la bes- tia y el falso profeta, junto con la muerte y el Hades, cumpliré final- mente su tarea. Produce la segunda muerte a todos y llega a un fin. De las cenizas de esa destruccién Dios crear una tierra nueva en la cual solo moraré la justicia (2 Ped. 3: 13). HL, SIGNIFICADO TEOLOGICO DEL MILENIO Para resumir lo que dice la Biblia, el segundo advenimiento es la culminacién y no la introduccién a un periodo de evangelizacién sin precedentes sobre la tierra. Los mil afios son un periodo real de tiempo después de la segunda venida de Cristo, cuando Satands estara atado y los santos reinardn con Cristo. Durante ese tiempo Satands estard confinado a una tierra desolada, y el reino de los santos es en el cielo con Cristo. De esta conclusién general pueden elaborarse algunas lec- ciones teolégicas. A. Ejemplo didéctico que revela la naturaleza del pecado La tremenda realidad de un mundo desolado después de la segun- da venida y los eventos que lo acompajtan estarén en agudo contras- te con la gloria del reino de los santos con Cristo en la Nueva Jerusa- Ién en el cielo. Como observamos antes, la tierra vuelve a su estado de caos anterior a la creacién, cuando la tierra “estaba desordenada y va- cfa” (Gén. 1: 2). Satanés y sus cohortes estén confinados a este plane- ta desolado sin seres vivos a quienes tentar o engafiar. Durante el milenio los habitantes del universo tendran tiempo pa- ra reflexionar en el resultado de la aplicacién de los principios de Sata- nds. Las consecuencias tragicas del pecado estarén inscritas indeleble- mente en la mente de todos los seres vivos. No habré ningtin deseo de que vuelva a levantarse el pecado. B. Confirmacién del caracter de Dios Segiin Apocalipsis 20: 4, los santos Hlevarén a cabo un juicio duran- te el milenio. Este juicio incluye més que estar de acuerdo con los jui- ios de Cristo; los santos tendran la oportunidad de hacer sus propios juicios independientes acerca de los asuntos terrenales y encontrar que estdn de acuerdo con las decisiones divinas previamente hechas. Durante este intervalo, antes de que los pecadores sean finalmente destruidos y antes de que salga a la uz la tierra nueva, todos los seres del universo —los redimidos, los angeles, y los habitantes de los mundos no caidos— tendrén ocasién de evaluar los tratos de Dios con la hu- manidad. A todos se les dard la oportunidad de disipar todas las dudas que han tenido acerca del carécter de Dios. Sus tratos con cada pe- cador y con Satanés y sus Angeles llegardn a ser evidentes y existird una conformidad universal sobre la naturaleza amante del caracter de Dios. 120 Los santos estardn profundamente involucrados en este juicio con Cristo. Como los salvos ya estan en el cielo, este juicio tiene referencia al destino eterno de los perdidos. Los salvos tendrén ocasién de com- pletar su comprensién y de quedar convencidos acerca de la justicia de la suerte de sus amigos, sus seres queridos y sus conocidos. Duran- te la actividad del juicio en el milenio, la humanidad veré la tragedia del pecado desde el punto de vista divino. Se daré amplia oportuni- dad para la clarificacién, el entendimiento, la confirmacién y la acep- tacién del destino humano. C. El cambio de guardia Se ha comparado al milenio a un cambio de guardia, El viejo orden malo, dominante por tanto tiempo sobre la tierra, ha dado paso final- mente al nuevo orden. El milenio est entre los tiempos. Serviré como una orientacién divina entre la tragedia del pecado y el triunfo del mun- do nuevo. El “cambio de guardia” proporcionaré tiempo para que los santos, los habitantes del universo y los éngeles adapten su pensamien- to de un mundo dominado por el pecado a un universo en el cual sus efectos funestos han dejado de existir. Igual que Dios, en su sabidurfa, vio que debfa haber un intervalo entre la primera y la segunda veni- da de Cristo, también vio que debe haber un periodo entre su segun- da venida y la restauracién final de este mundo. D. Un periodo para familiarizarse Como una parte del propésito para el milenio, el periodo milenario en el cielo podria proporcionar un marco ideal necesitado por el pue- blo de Dios de culturas y de eras vastamente diferentes para llegar a familiarizarse unos con otros. Esto sugiere que la cultura y la individualidad no se borrarn en la resurreccién. Atin habré diferencias entre individuos, y atin seremos capaces de reconocer esas diferencias. Aunque la resurreccién daré co- mo resultado cuerpos gloriosos espirituales (1 Cor. 15: 44), serén reales y serén “semejantes al cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3: 21). Durante el milenio los redimidos tendrén la oportunidad de familiarizarse unos con otros y con los seres celestiales (ver Hombre Ill. A-C). 121 PANORAMA HISTORICO Antes de que bosquejemos las posiciones que a través de los siglos tomaron los cristianos sobre el milenio, es apropiado que hagamos una definicién de términos relacionados con este tema. Después, la pers- pectiva general seguiré una secuencia cronolégica. (Ver Apocaliptica IV.C. 2; D.3.) A. Definicién de términos 1, Milenarismo Aunque el término milenarismo, asf como sus derivados se basan ena palabra milenio (derivada del latin), y técnicamente deberta refe- rirse a la creencia en un milenio, el término milenarismo se usé a me- nudo en un sentido diferente y mucho mds amplio. La voz milenaris- ‘mo puede sefialar a una expectacién de la segunda venida y el fin de todas las cosas. Se emplea de manera especifica en relacién con énfa- sis diversos sobre el fin del mundo por parte de cristianos que vivie- ron en Europa en la Edad Media. Quiliasmo, palabra que proviene del griego, se usa con frecuencia con el mismo sentido general que mile- narismo, 2. Amilenarismo El amilenarismo puede tomar dos formas. Una considera un reino milenario futuro como una adicién innecesaria a la escatologia, un intervalo sin sentido entre el glorioso advenimiento y el juicio culmi- nante. La otra forma coloca el milenio entre la muerte de Cristo y su segunda venida; durante ese tiempo Satands esté atado en el sentido de que no puede impedir la predicacién del evangelio a todas las na- ciones. En gran parte, los amilenarios creen que Apocalipsis 20 descri- be una revelacién de la realidad de la salvaci6n en Cristo como tras- fondo a la realidad del sufrimiento y martirio en esta tierra 3. Premilenarismo Basicamente, este término se refiere a la creencia en la segunda ve- nida de Cristo antes del milenio. Sin embargo, hay al menos dos tipos distintos de premilenarismo. 122 a, Premilenarismo dispensacional. Para los dispensacionalistas, la me- ta de la historia es un reino milenario con Cristo sobre la tierra. In- dispensable para este modelo es el cumplimiento literal de las profe- cias acerca de Israel como nacién que aparecen en el AT. Después de la venida de Cristo, el milenio sera un periodo de evangelizacién y prueba, bajo el reinado personal de Cristo sobre la tierra, b. Premilenarismo biblico. Este nombre se refiere a los premilenaris- tas que creen que el milenio seguiré a la segunda venida. Sin embar- g0, el reino milenario ser en el cielo, mientras que en la tierra todo es desolacién. Ver la seccién I de este articulo. 4, Posmilenarismo El posmilenarismo afirma tener una postura positiva del triunfo del evangelio de Cristo sobre la tierra. Sus defensores esperan que el evan- gelio avance con gran poder para derrotar a las fuerzas del mal antes de la segunda venida. Durante e! milenio, seré patente el poder del evangelio y la influencia del cristianismo penetraré naciones y socie- dades. Este reino milenario seré establecido sobre la tierra como una evidencia convincente del poder y del triunfo de Cristo. Una vez que se ha presentado esta evidencia, Cristo regresard para establecer su reino eterno. B. El milenio en la historia 1. Sus raices en la apocaliptica judia Se ha sugerido que el milenio de Apocalipsis 20 esta expresado en sim- bolismo tomado de la apocaliptica judfa. Aunque no hay una clara enun- ciacién de un milenio en la apocaliptica judia, las semillas de las expecta- tivas judias estan en el trasfondo de la comprensién cristiana posterior. Los Secretos de Enog, libro conocido también como el Enoc eslavo 0 2 Enoc (fines del primer siglo de nuestra era), sugiere que un dia de la creaci6n corresponde a mil aftos de la historia del mundo (2 Enoc 32: 2; 33: 1, 2). Con esta obra “se monté el escenario para la especula- Gién de una semana mundial de siete mil aftos, seis mil de trabajo y fa- tiga desde la creaciGn hasta el juicio, seguidos por un milenio de descanso 123

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