Professional Documents
Culture Documents
René Padilla
Hace unos años tuve el privilegio de acompañar a John Stott, uno de los más
distinguidos expositores bíblicos del siglo XX, en una gira por varios países
latinoamericanos. Al predicar en una iglesia de clase media en un país con uno
de los más altos índices de crecimiento numérico protestante en todo el
continente, Stott observó cuán pocas personas en la congregación tenían
consigo una Biblia. Para él era obvio que no bastaba que la Biblia estuviera en
el púlpito: quería que sus oyentes, como los judíos de Berea que escucharon a
Pablo en el primer siglo, examinaran las Escrituras «para ver si era verdad lo
que se les anunciaba» (Hch 17.11).
¿Qué diría Stott hoy si visitara alguna de las muchas iglesias donde la ausencia
de la Biblia es notable no solo en el auditorio sino en el púlpito mismo? Ya
antes no era raro que en muchas iglesias la predicación dejara mucho que
desear en cuanto al contenido bíblico. ¡Actualmente ni siquiera se pretende
1
exponer las Escrituras! Con frecuencia ahora la predicación se reduce a una
retahíla de excitantes relatos de «la vida real», que apelan a las emociones
pero no invitan a la reflexión ni guardan relación alguna con la renovación de la
mente que conduce a la transformación integral de la vida.
Para el tipo de iglesia que actualmente está en boga a lo largo y a lo ancho del
continente no se precisan maestros de la Palabra de Dios que expongan las
Escrituras, ni pastores que hagan suya la consigna de alimentar a la grey del
Señor. Se necesitan, más bien, ejecutivos empresariales, expertos en el
manejo de los medios de comunicación social, personas que sepan rodearse de
un elenco capaz de armar «cultos-shows» para grandes auditorios. En efecto,
la «religión popular evangélica» se distingue de la católica romana, entre otras
cosas, por el sofisticado uso que hace de los medios electrónicos. Para este fin
los pastores no precisan preparación teológica. ¡No es de sorprenderse que
tantos seminarios evangélicos en diferentes países de América Latina se vean
afectados por la escasez de estudiantes!
2
tal descripción es que destaca aspectos de la realidad eclesiástica que deben
tomarse en cuenta al considerar los desafíos que las iglesias tienen que
enfrentar en la primera década del siglo. ¿Cuáles son esos desafíos a la luz de
la actual situación eclesiástica?
Hoy, como entonces, lo más valioso que la Iglesia puede ofrecer al mundo es la
Palabra de Dios hecha carne en sus miembros. Por supuesto, esto no niega la
necesidad de enseñar la Palabra haciendo uso de métodos más acordes con los
tiempos. En ese sentido, indudablemente hace falta aprovechar la gran riqueza
narrativa del texto bíblico para comunicar la verdad bíblica un poco según los
cánones de la mentalidad «posmoderna», más inclinada a lo concreto que a lo
abstracto. Lo que no es negociable es la centralidad de la Palabra en el
ministerio de la Iglesia. Después de todo, ¿qué se puede esperar de una iglesia
que no enseña la Palabra y cuyos miembros son, en su mayoría, «analfabetos
bíblicos»?
3
En este sentido, vienen bien las reflexiones de Dietrich Bonhoeffer sobre el
problema que plantea lo que él llamaba la gracia barata, es decir, el énfasis en
el amor perdonador de Dios sin el énfasis en el discipulado. «La gracia barata
—decía él— es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin
disciplina eclesiástica, la eucaristía sin confesión de pecados, la absolución sin
confesión personal. La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la
gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado». ¡Demasiadas de
nuestras iglesias están afectadas por la gracia barata! La única diferencia que
hay entre sus miembros y la gente que no conoce a Dios es la que se da en
términos de identidad religiosa, pero que no tiene consecuencias para la vida
práctica, ni en las relaciones interpersonales, ni en lo moral, ni en lo social.
Aquí cabe la afirmación de Jesús: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal
se vuelve insípida. ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para
que la gente la deseche y la pisotee"»(Mt 5.13).
El gran desafío
Todo lo dicho hasta aquí puede dar la impresión de un lamentable olvido de los
desafíos que el mundo plantea a la Iglesia y que están vinculados a la misión
que esta tiene como «comunidad del Rey» en el mundo. Desde la perspectiva
de la misión de la Iglesia, la lista de los desafíos que se podrían mencionar es
interminable, más en un continente como el nuestro donde aumentan
aceleradamente la violencia, la delincuencia, la corrupción y la pobreza, y
donde la calidad de vida parece ir de mal en peor. Todos estos son síntomas de
4
una profunda crisis de valores, una crisis que en el umbral del tercer milenio
amenaza destruir por completo la base misma de la convivencia humana.
C. René Padilla, ecuatoriano con largos años de residencia en la Argentina, se doctoró en ciencias
bíblicas por la Universidad de Manchester, Inglaterra. Fue por varios años Secretario General para
América Latina de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y Director de Ediciones
Certeza y de la revista homónima. Actualmente se desempeña como presidente de la Fundación
Kairo’s (con sede en Buenos Aires) y secretario de publicaciones de la Fraternidad Teológica
Latinoamericana, de la cual es miembro fundador.