CEREBRO Y EDUCACION:
TOPICOS, ERRORES Y NUEVAS VERDADES
Como ha pasado con la naturaleza y la cultura, con fre-
‘cuencia se ha siruado la evolucién y la educacién en esferas
‘opuestas. Nuestro objetivo aqui es reunirlas. El cerebro ha
evolucionado para educar y ser educado, a menudo de mane-
1a instintiva y sin esfuerzo. El cerebro es la miquina gracias
ala cual se producen todas las formas de aprendizaje: desde
las ardillas pequefias que aprenden a partir nueces, las aves
que aprenden a volar o los nifios que aprenden a it en bici-
cleta y 2 memorizar horarios hasta los adultos que aprenden
tun idioma nuevo 0 a programar el video. Naturalmente, el
cerebro es también el mecanismo natural que pone limites en
el aprendizaje. Determina lo que puede ser aprendido, cuén-
to y-con qué rapide.
El conocimiento de emo aprende el cerebro podcia tener,
y tendrd, un gran impacto en la educacién, Comprender los
mecanismos cerebrales que subyacen al aprendizaje y la me
motia, asi como los efectos de la genética, el entorno, la emo-
cién y la edad en el aprendizaje, podrfan transformar las
estrategias educativas y permitienos idear programas que
optimizaran el apeendizaje de personas de todas las edades y
con las més diversas necesidades, Slo comprendiendo cémo
el cerebro adquiere y conserva informacion y destrezas sere-
mos capaces de alcanzar los limites de su capacidad para
aprender.
Las investigaciones neurocientificas ya han arrojado mucha
luz sobre como aprende el cerebro. Giertos avances recnots-
gicos recientes han proporcionado a los neurocientificos unaherramienta asombrasa para descubrir mas cosas acerca dal
funcionamiento del cerebro. Técnicas como las neuroimige-
nes cerebrales, que miden la actividad del cerebro mientras
Jos individuos cealizan una tarea deteeminada, han elevado
considerablemente nuestra comprension de la mente y el
cerebro humanos. Actualmente, los ciencificos cerebrales
pueden brindarnos cierto conocimiento sobre cémo el cere-
bro aprende informacién aueva y la maneja a lo largo de la
vida.
En los iiltimos afios han empezado a producirse interac-
ciones entre educadores y cientiticos cerebrales. Una de las
aucoras pasd tres meses, en la primavera de 2000, trabajando
ei la POST, (Parliamentary Office of Science and Technology),
enviada por su curso de doctorado en neurociencia en el
University College de Londces. Las competencias de la POST
consisten en procurar a las Cimaras Beitinicas de los
Comunes y de los Lores el oportuno material infocmativo
sobre cuestiones cientifieas de incerés.
Al mismo tiempo, el subcomiré sobre la Edueacién en ka
Infancia Temprana estaba llevando ¥ cabo una investigacion
sobre la educaci6n y la atencién adecuadas a los nifios entre el
nacimiento y los seis afios de edad. Al subcomicé Je Hovieron
ccartas, informes y manifiestos desde organizaciones benéticas,
escuelas, psicdlogos y educadores, todos relacionados con la
infancia, muchos de los cusles citaban las investigaciones
sobre el desarrollo cerebral como la base para cambiar la edu
cacién en la infancia temprana en el Reino Unido. Alzunos de
los argumentos presentados se contradecfan entre si. Por un
lado, unos sostenian que los estudios propiamente dichos no
deberian comenzar hasta los seis o siete afios porgue el cerebro
no esti preparado para aprender hasta esta edad. Por otro,
habia quienes afirmaban que, seadn ciertas investigaciones
sobre el desarrollo del cerebro, estaba claro que a los aifios
habia que enseftarles lo mas posible lo antes posible. ¢Qué can-
clustones iban a sacar los parlamencarios del subcomié sobre
estos datos eontcapuestos?
Las dos autoras nos hallabamos enfrascadas en estos
debates cuando, en junio de 2000, compilames un informe
para que el ESRC, (Economic and Social Research Council}
nos indicara si las peccepciones de Is neurociencia podian ins-
pirar la agenda de las investigaciones en la educaciéa. Lo pri-
20
mero que hicimos fue organiaar, a principios de septiembre de
2000, un taller multidisciplinacio sobee investigaciones cere-
brales y educacién, Teniendo en cuenta que se habia avisado
con poca antelacin y que el taller iba a llevarse a cabo en un
sibudo de finales del verano, pensamos que la asistencia serfa
escasa, Anunciamos el encuentro en el dmbito local y sélo a las
Personas que a nuestro juicio tenfan un interés especifico en el
tema, y aun asi recibimos mis de cfento cuarenta e-mails de
personas con ganas de participar: cientificos y educadores en
igual proporcién. Fue un dia emocionance y fuscinante. La
Gnica critica al taller fue que un dia no bastaba. En nuestras
discusiones con profesores € investigadores de la educacién,
qued6 claro, con gran sorpresa nuestea, que casi no hay litera-
tura sobre las conexiones entre las ciencias del cerebro y la
educacién.
‘De todos modos, actualmente los cientificos saben bas-
tante sobre el aprendizaje: como se desarrollan las células cere~
brales antes y después del nacimiento; cmo aprenden los
bebés a ver, ois, hablar y andar; cémo los nines pequeiios
adquieven un sentido de la moral y del conoeimiento social; 0
como cl cerebro adulco es capar de seguir aprendiendo y
madurando. Lo que nos asombraba era que, pese a este cre-
cience volumen de conocimientos y su relacién con las estrate~
glas educativas, existieran tan pocos vinculos entre las investi-
Baciones cerebrales y las politicas y précticas educativas.
Una de las principales aportaciones que #s capaz de hacer
la neurociencia es esclarever la naturaleza del propie aprendt
zaje. A pesar de los importantes avances en nuestros conoci-
mientos sobre el aprendizaje y el cerebro, los estudios neuro-
clentifices todavia no han encontrado wna aplicacion significa-
tiva en la ceorfa o la préctica de la educacion,
£¥ esto por qué? Podrfa deberse, en parte, a que el cono-
cimiento de cémo se produce el aprendizaje en el cerebro sea
dificil de traducir en informaciéa valiosa para los interesados
en Js educacién, Sabemos de un ciendiico cerebral al que, tras
dar una chasla sobre el cerebro a un grupo de educadores, se
le dijo que «no tiene sentido easenar imagenes cerebrales a los
profesores; no les interesan»
No ercemos que esto sea aplicable a todos los prafeso-
res, pero hemos de admitir que actualmente, respecto a la
relacion de las investigaciones cerebrales con la educacién,
20hay muy poco material que sea ascquible para los no espe-
cialistas, Al escribir este libro, nuestro propdsito ha sido
reducir la brecha que separa las ciencias del cerebro y las de
fa educaci6n.
Errores comunes acerca de la neurociencia
Existen numerosos obsticulos para el conocimiento intex-
disciplinar, especialmente la confusi6n creada por las declara-
ciones y contradeclaraciones en el campo de las investigaciones
cerebrales. Un descubrimiento sobre el cerebro puede ser con-
tradicho sélo meses después por otra investigacién. Pero los
desacuetdos, los hallazgos y los contrahallazgos forman parte
del progceso cientifico normal y son esenciales a la evolucién
de nuestro conocimiento del cerebro,
Es muy facil fomentar los malentendidos sobre neuro-
ciencia, aquello en lo que los neurocientificos estan interesados
y hasta donde puede extenderse la neurociencia por lo que se
refiere a su aplicacién a la educacién. Por ejemplo, omemos la
idea generalizada de que realmente utilizamas un éscasisimo
niimero de células cerebrales. Sobre esto no hay absolura-
mente ninguna prueba! Consideremos el porcentaje de cecebro
utilizado s6lo para tamborilear con un dedo. Como podemos
ver en la neuroimagen de la figura 1.1, cuando un dedo da gol-
pecitos se activa una gran parte del cerebro. Si golpeamos con
el dedo al tiempo que leemos esto, manteniendo asimismo el
equilibrio, a respiraci6n y la temperatura corporal, resulta que
esti activo casi todo el cerebro. Pero no hay por qué preocu-
parse: el cerebro tiene una admirable capacidad para reorgani-
2arse, y aunque en un momento determinado lo usemos todo,
siempre podemos aprender més.
Pero, zqué pasa con la sefiora W., que sufte una lesién
cerebral masiva y al parecer Ileva una vida perfectamente nor-
mal? :Demuestra este caso que el cerebro desempefia un papel
insignificance en el control de le conducta, gue de hecho
podtiamos prescindir de él? Las contradicciones de esce ejem-
plo son mas aparentes que reales. Esta persona con lesién
cerebeal pone de relieve hechos extraordinarios pero con-
traintuitivos (aparentemente contrarios al sentido comin)
sobre el cerebro,
En primer lugar, el caso pone de manifiesto la capacidad
de recuperacién del cerebro: una pequeiiisima proporcién de
scélulas intactas en una regidn cerebral, por lo demas dafiada,
puede bastar para ejecutar una tarea. Estas eélulas pueden ini.
iar el proceso de reparacién, La neurociencia esta estudiando
cOmo es esto posible.
En segurtdo lugag el caso demuestra no sélo ta posibilidad
de compensacidn sino también sus limites. Puede ser muy
que a la sefiora W. no se le hayan efectuado evalaciones psi-
coldgicas exhaustivas. De modo que, a primera vista, quiza
Parezca que se comporta con normalidad, pero esto’ puede
deberse a que ha aprendido estrategias Para compensar cual-
quier dificuktad provocada por su estado, De hecho, si se le
hicieran pruebas sobre tareas de sensibilidad apropiadas, pro-
bablemente mostraria anomalias, Antes de sufeir ta lesién cere-
bral, era diestra, Ahora con la mano derecha no seria capaz de
coger ni siquiera un boligrafo. Ha aprendido a compensar esto
casi perfectamente con la mano izquierds, utilizando exclusi-
vamente ésta para servir el té, agatrar objetos, escribir, ercéte-
+2, Es s6lo un ejemplo de la necesidad de rigor cientifica que
Eicon LA. Utiisamne gram parte del cerebro gran parte del tiempo.
En la figura apreciamios awe wns gran proporcion del cerebro estd ctitade
durante ol sencilla acto de tamborilear com um dado. Las worst acinar
parecer en negra,hace falta cuando se trata de sacar conclusiones sobre nuestro
grado de dependencia de un cerebro que funciona correcta-
‘mente:
Qué hay de ta genética?
Durante las iiltimas décadas, la expansién de las investi-
sgaciones genéticas ha puesto de relieve lo importantes que son
los genes en la cteacién del individuo. Es probable que los
genes desempefien un papel importante en el aprendizaje y en
las discapacidades para el aprendizaje, cxestién que empieza a
ser investigada por distintos grupos de estudiosos del mundo
‘entero, Pensar en las repercusiones educacivas de las investign-
iones genéticas seri una tarea enormemente importante de
cara al fururo, Bl salto del gen a la conducta es mucho mayor
que el salto del cerebro a la conducta. Creemos que este salto
se podri llevar a cabo més facilmente una vez conozcamos las
conexiones entre la conducta y el cerebro.
Ficuna 1.2. std comensando la investigacion sobre le gendvies del
\dprenizste, zNos eabe on la cabera que algin dic sea posble selecciznar
gers para encofar 9 aprendert
a
UNAS PALABRAS SOBRE NATURALEZA Y CULTURA
La programacién genética no basta para que se produzca
el desarrollo normal del cerebro. También se requiere la esti-
mulacién ambiental. Es un hecho cientifico que las dreas sen-
soriales del cerebro solo pueden desarrollarse cuando el entor-
no contiene diversos estimulos sensoriales: imagenes, texturas
y sonidos. En cl préximo capitulo analiziremos esto con
mayor detalle. Es verosimil que esto mismo sea cierto para
todas las areas del cerebro, no sélo las sensoriales, y para todas
Jas funciones mentales. Desde mucho antes de nacer, el cerebro
esté moldeado por influencias ambientales, no s6lo por pro-
gramas genéricos. Tomemos una semilla de bellota, que no
puede creeer sino se dan las condiciones adecuadas de luz,
agua ¥ nutrientes, por mucho que contenga todo el material
genético necesario pars llegar a ser un coble inmenso. No tiene
sentido discutir qué es mas importante, si la naturaleza o la
‘cultura (nutricién), pues para producir una planta viva hacen
falta ambas, Asimismo, paca el desarrollo normal del cerebro
‘son necesarias tanto Ia cultura como la naruraleza.
Tenemos otro ejemplo que muestra ebmo la nacuraleza
y la cultura van de la mano. A muchas personas les gusta
tumbarse al sol para adquiric un deseable bronceado. La
responsable de esto es la melanina; y cuanta mas tenga uno,
mas moreno esti. Segiin los criterios actuales, al menos en
‘Occidente, esto proporciona una imagen de salud y belleza.
Imaginemos a una mujer del norte de Europa con la piel muy
blanca, a una africana con la piel muy oscura, y a usta medi-
terrinea con lo que se conoce como piel aceitunada. Por
mucho que tome el sol la ndedica, su piel sélo se quemara, 20
-adquirird un tono moreno. Aunque la africana evite el sol, su
piel no se volveré mas clara, Pero en el ejemplo de la mujer
de piel aceitunada, apreciaremos que el color de su piel expe-
rimenta acusados cambios que guardan correlacién directa
con el tiempo de exposicién al sol. En este caso, los efectos
ambientales (expasicién al sol) son la ebservacién mas desta-
cada; en el caso de las otras mujeres, lo mas destacado son
los efectos genéticos (produccién de melanina), Cuando ea
ciertos ejemplos se pone de relieve un tipo de efecto, ponga-
mos la naruraleza, ello no implica que el otro efecto, la cul-
tura, deba ser menor.
wTeastornas del cerebro en desarrollo
Quiza seria posible pasar por alto el cerebro al hablar de
desarrollo normal de! nifto, pero no al analizar los trastornos
Gel desarrollo. Cuando a lo largo de todo el libro hablamos de
rrastornos del desarrollo, nos referimos a trastornos produci-
dos por alain ligero defecto en la programacién genética que
tiene un efecto en el desarrollo cerebral. Ejemplos de ello son
el autismo, el trastorno de hiperactividad por déficir de aten-
cin (THDA) y la dislexia. Tal ver estos trastornos tengan ori-
genes sutiles en el cerebro, pero en todo caso pueden tener
consecuencias de gran alcance en el desarrollo cognitivo, Se
presentan en forma leve a grave y por lo general persiscen
durante toda la vida. Difieren mucho de las dificultades tem-
porales de, pongamos, la atencién o él lenguaje, que pueden
aparecer de vez en cuando durante el desarrollo por toda clase
de cazones.
A veces es dificil diagnosticar un trastorno del desarrollo
y distinguirlo de usa dificultad temporal. El diagndstico no
depends simplemente de unas cuantas observaciones fortui-
tas, sino que se obtiene s6lo-tras una evaluacién sistematica
del historial de desarrollo del nifio. Habida cuenta de que avin
no disponemos de marcadores biolégicos para la mayoria de
Jos trastornos del desarrollo, el diagnéstico se basa en infor-
mes y andlisis de la conducta. Esra no es una cuestién baladi,
de moda que se estin mejorando continuamente las herra~
mientas de evaluacién,
2Qué ocutre una vez tenemos el diagndstico? Una con-
versacién casual con un animador juvenil revelé la siguiente
ansiedad. A uno de los jévenes que él supervisaba le habfan
disgnosticado dislesia, El animador pens6 que esto daria al
estudfante carta blanea para ser perezoso y no tomarse la
molestia de hacer Ios deberes. Tal como él lo vefa, ahora el
chico en cuestién podia poner la excusa de que tenia un tras-
torno neurolégico cuando alguien le exigiera un esfuerzo de
aprendizaje
En otra conversacién con una mujer de treinta afios, éta
10S hablé de su gran alivio cuando por fin le diagnosticacon
dislexia, slo después de que su hijo, que estaba experimen
tando las mismas dificultades que ella cuando nifia, hubiera
sido visitado por un especialista. Luego se puso en contacto
con otras personas que tenian problemas similares y que hasta
entonces creian simplemente ser demasiado estipidas para
aprender. Ahora la mujer explica que, desde que recibieron sus
respectivos diagnésticos, tanto ella como su hijo han hecho
inmensos progresos en la lectura. Reciben una enseianza com-
pensatoria que no habria sido posible sin el diagnéstico,
Entre el doble peligro de utilizar el diagnéstico como una
excusa para desentenderse del aprendizaje y, a la inversa, tener
una baja autoestima debido a la falta de ex
problema de aprendizuje, la experiencia presenta muchos mati-
ces. E] valor del diagnostico depende de la actitud de los indi-
viduos y su disposicién y morivacién para superar las dificul-
tades. En los capitulos 4-7 analizaremos estas cuestiones rela
tivas a los trastomnos del desarrollo,
Un yocabulario comin
Si las investigaciones sobre el cerebro han de llegar a ins-
pirar Ia educacién, lo que hace falta con mas urgencia es un
vocabulsrio comin a los investigadores cercbrales y los educa-
dores. Al final del libro hemos inciuido un breve glosario de
xérminos, A lo largo del texto utilizamos la palabra aprendizar
je para abarcar todos los tipos de aprendizaje. Cuando habla-
mos de newraciencia nos referimos a todas las clases de estu-
dios sobre el cerebro. Es decis, incluimos el estudio de las molé-
ceulas y las células del cerebro si bien nos concenteamos princi-
palmente en los estudios cognitivos y neuropsicologicos. Por
cognicidn entendemos todo aquello que haga referencia a la
wesfera mental», la cual engloba el pensamiento, la memoria,
Ja atenci6n, el aprendizaje, las actitudes mentales y, de manera
importante, las emociones. Si aludimos a cognicién o mente,
no pretendemos separarlas del cerebro. Creemos que el cere-
bro y la mente hay que esplicarlos juntos,
Las ciencias cerebrales arrojan hz contraintuitiva
sobre el aprendizaje
Acaso sea arriesgado sugerir que’ las investigaciones en el
campo de la educuciOn por sf mismas no proporcionan, 9 nopueden proporcionar, «1 mejor enfogue sobre muchas evestio~
nes educacionales partiendo de sus propios recursos y su pen-
samiento cientifico razonado, Igual que nos preguntamos
como la neurociencia puede inspirar la educacion, a menudo
tal vez sea stil pensar en cémo las cienciss del cecebro suponen
un desafio para las opiniones légicas sobre la ensefianza y el
aprendizaje.
EL CEREBRO PUEDE ACTUAR «A TUS ESPALDAS»
Un tema que viene a la mente, ¥ del que nos ocuparemos:
en posteriores capiculos, es el de aprender sin set uno conse
ciente de elio.
Frovra 13,
Los cierfcos tenon fama de utr jerga se sa emti-
den cores sientficos de li musiea especial Faso spore un verdadero obs
‘tena cucndo diferentes disciplinas miextan nteracsionar y contprendere wes
2 otras. Ex este hbra mataos de no ualzar demaneda jerge centifien Si
imposible evttar al waa de un terra especial, la defnimos om el slosaro,
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