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UMBRAL . Revista de Educacién, Cultura y Sociedad FACHSE (UNPRG) Lambayeque. Afio IIT N° 5 Octubse 2003 pp 91-96 EL PELIGRO DE LEER LIBROS* Héctor Abad BS Colombia Un poco tarde para la historia, en 1966,e1 Papa Paolo ‘VI toma la decisidn de abolit el Index Prohibitorum,es decit, el célebre catélogo de las obras cientificas, literatias o filoséficas que ningtin catdlico devoto deberia leer jams. Este momento coincide con el periodo en el que un grupo de intelectuales europeos empiezan a preguntarse con angustia, insistencia y preocupacion sobre el poder, la utilidad o los fines dela literatuta. Quiza no haya ninguna relacién de causalidad entre estos dos hechos, pero ¢s curioso ‘que hayan sucedido casi al mismo tiempo. Micntras, el Papa en Roma abolia el indice de los libros pecaminosos - unallista que habia engordado durante casi cinco siglos hasta legar a ser un mamotreto de decenas de miles de titulos-, en Paris un grupo de intelectuales (Jean Paul Sartre, Simone de Beuavoir, Jorge Semprin y otros) se reunfan en un debate auspiciado por el Partido Comunista Francés para intentar despejar interrogantes como los siguientes: «gla literatura posee todavia un poder real? Qué forma adopta ese poder? gPoder de negacién, de imputacién, de transformaci6n, o comprobacién de impotencia?* Antes de intentar explicar esta angustia existencial que 10 ha abandonado a los literatos desde entonces, detengimonos un momento en ese largo periodo, dela historia de Occidente, desde la invencién de la imprenta hasta la Revolucién Francesa, o si quieren, desde las censuras preventivas ordenadas por Tnocencio VITT en 1487, hasta 1966 cuando Paolo ‘VI suspende el Indice. Entre estas fechas, més amplias Co restringidas, los libros no podian publicarse ni leerse con libertad en los pafses occidentales. Enel siglo XVI, cuando el Indice de las libros prohibidos estaba en su apogeo, y cuando todo libro necesitaba un imprimtur eclesidstico antes de ser publicado, ante el hecho incontrovertible de que algunas obras profanas tenfan claras cualidades literarias, se opt6 ya no pot censurarlas, sino por reescribitlas, para no verse en la obligacién de prohibirlas completamente. En Espaiia hubo Celestinas y Lazarillos reescritos pata oidos pios. Las famosas «ediciones castigadas» dela literatura del Siglo de Oto. En Italia se corrigi6 de punta a cabo el Decamerén, de acuerdo con las siguientes instrucciones de Roma: «Per niun modo si ppatli male 0 scandalo de’ preti, frati, abati, abatesse, piovani, provosti, vescovi o altre cose sacre: ma si ‘mutin li nomi e si faccia per altro modo che parr meglios*. Siguiendo estas directivas Lionardo Salviati cambié la cronologia y hasta la geografia del ‘Decamerén, para ambientar situaciones escabrosas fuera del imbito de la cristiandad. Las abadesas se volvieron condesas, las monjas sefioritas, los abades maestros, y se eliminé todas ironia o alusién que pudiera parecer anticlerical. No sin r226n este Salviati fue llamado el «ptiblico y notorio asesino de “ Ponencia lelda en ef Encuenteo International de Bscitores «Qué hacet con la Literatura, Universidad de Lima noviembre de 2002 * Jean Paul Sactre et al, Que peut la ittratue?, Pacis, Unidn Genérate e'Editons, 1965, Trad. espila Par ut sre le ersten, Buenos Ales, Proteo, 1966, . 23 De singuna manera se hable malo de modo escandaloso sobre los curs, los fales, abades, abadesss,pirtocos, prevostes,obispos uotzas cosas stcras: sino que cimbiense los nombres y se haga de cualquier modo que parezca mejor» o Boccaccio»? . Las versiones corregidas de grandes autores espafioles eitalianos citcularon tegularmente hasta bien entrado el siglo XX. La edicién de La (Celestina que haba en la fafimna biblioteca del colegio del Opus Dei donde yo tuve el gusto de estudiar, contenia un pequefio colofén que rezaba: «Edicién para uso de jévenes y sefioritas, castigada por..», por yano recuerdo quien. Un caso todavia mis cusioso de wedicién castigadan fue el de Petrarca. Fray Girolamo Malipicro, preocupado de que el Canzoniere contuviera amores demasiado carnales entre Francesco y Lauta, resolvid reescribir en 1536 un Petrarca spiritual Para darle un sentido mistico a su poesia sin alterar las rimas, cada vez que aparecia la palabra Donna, la convertia en Madonna. Tal vez lo mas maravilloso de suintento cera que Malipiero declaraba que la primera intencién de su trabajo de reescritura consistia en salvarel alma del poeta (que habia fallecido dos siglos antes, es cierto, pero quizs no sea blasfemo suponer que a veces Dios puede revocar sus propias sentencias infernales). Y mis lejos este Malipiero: al modificar los sonetos de Petrarca consiguié que el poeta toscano del Trecento condenara la Reforma luterana del siglo XVI y sostuviera con furia que Alemania, por obra de Lutero, se habia convertido en una nueva Babilonia.* Elhecho fundamental es l siguiente: a partir dela > Mario Infelie, [Libs prohibit, Toma, Laterra, 2002, p47. 4 Ba todo este plerafo tgo de cocea cl slato de Mario Infelse en invencién de a imprenta, y mas adelante con las varias Reformas, la Iglesia habia perdido el control sobre la citculacién de las ideas. Durante siglos el poder eclesidstico, y porimitacién de éste también el poder politico, no pudieron tragarse el sa,-o de la libertad de conciencia ¢ hicieron hasta lo imposible por detener el empuje cultural de las letras de imprenta. Antes de Guttenberg os copistas conventuales tenian casiel monopolio deli cultura eserita y la circulacién de las letras no pasaba de unos cuantos cédices y manuscritos que iban de convento en convento, 0 de mano en mano entre el pudado selecto de los humanistas. De hecho, antes de finales del siglo XV, los papas y monarcas casi nunca habian tenido que ptcocuparse por la circulacién de los eseritos, pues ésta estaba encerrada en su propio putio, Pero apenas tun siglo después, en 1596, el Indexedel Papa Clemente VIII contaba ya con 2100 titulos prohibidos. La imprenta multiplicé la circulacién de todo tipo de ideas, sacras y profanas, y hacia mitad del siglo XVI elhecho de poseer libros en tna casa privada se habia convertido ya en un pésimo indicio durante los procesos por herejfa, Leer libros en lengua vulgar, incluyendola Biblia, podia ser motivo suficiente para condenar a un artesano o a un burgués a penas bastante graves, En la Feria de Francfort, que desde e808 afios era el centro donde se exhibjan las novedades literarias, el papado obligé a que las obras expuestas para la venta tuvieran una autorizacion previa dela Iglesia, un imprimatur. a} bea aciba itada, Ea la Repiiblica de Venecia, el més importante centro editorial en la Europa del siglo XVII, surgié un importante grupo de escritores libertinos que pudieron contar con el apoyo de las autoridades, en ese momento enfrentadas al poder pontificio, y también con la simpatia de los libreros, mas interesados en vender que en censuras. Uno de estos escritores libertinos, Ferrante Pallavicino, autor de E/- correo desvalijado, El principe bermafrodita la retérica de ‘4s putas (ibtos obviamente incluidos en el Index hasta sus tiltimas ediciones), fue hébilmente engafiado por algunos enviados pontificios, y conducido mediante falsas promesas hasta Avifion. Alli fue procesado por sus libros, condenado y decapitado 2 los 29 afios de edad La idea de la tolerancia por las ideas ajenas, y la conquista de la libertad de prensa tardarfan siglos en. imponerse. A veces ayudaron los motivos puramente mercantiles, es decir, el simple desarrollo del negocio dela imprenta y de los libros, como ya he sefialado. enel caso de Venecia. Decia Voltaire, en 1733, que «dos pensamientos de los hombres se han convertido cn.un importante objeto de comercio’. Para evadir la censura eclesidstica y también la oficial de los distintos monarcas, se multiplicaron las estratagemas, tales como las fechas y los lugares de edicién falsos, asi, libros de 1620 editados en Paris, aparecian como publicados en Bruselas y en 1568. A veces cra verdad que la edicién tenia que hacerse fuera del pais. El mismo Voltaire tuvo que publicar algunos de sus libros fuera de Francia, y con seudénimos, pero los, libteros parisinos muchas veces lo defendieron, mis que por motivos ideolégicos, por la gran pérdida que les acarreaba el no poder editar y vender libros de tanta popularidad. No fue ficil para Diderot y los demis filésofos del siglo de las luces, publicar sus ideas sobre la libertad de imprenta y pensamiento. Algunos eclesisticos quisieron detenerla publicacion, de La Enciclopedia. Antes de llegar al 26 de agosto de 1789, cuando la Declaracién de los derechos del hombre consagré finalmente la libertad de prensa, muchisimos libreros clandestinos suftieron cércel y Persecucién, y no pocos autores corricron la suerte de Ferrante Pallavicino. Y sino fueron decapitados ellos mismos, los decapitados fueron sus escritores. Quiza todo esto, varios siglos después, nos resulte bastante envejecido, anacrénico, como una disputa de otras épocas, o como una pelea contra molinos de viento. Sin embargo, les puedo contar una anécdota mis reciente. Hace dos afios, en diciembre del afio 2000, por un encargo dela editorial Grijalbo- Mondadori, estuve en El Cairo escribiendo un libro: sobre la metr6poli mas populosa de Africa y del mundo islimico, Pocas semanas después de estar alli, le{una noticia en Al-Ahram (un periddico en lengua inglesa que se publica en el Cairo), que me dejé estupefacto: el escritor Salaheddin Mohsen habia sido detenido en el aeropuerto cuando intentaba buir hacia ‘Tunquia. Debetia pasar varios afios en la circel debido ala publicacién de una novela suya que, en opinién de los dignatatios dela universidad de el-Azhar, habia hecho recoger, por ser contraria a las buenas costumbres y al pudor, toda la edicién de la obra cumbre de la literatura arabe, Las mil y una noches. A favor del régimen egipcio, es necesario sedalar que esta tltima decisién fue revocada por un tribunal superior, Ejemplos como el del escritor Mohsen podrian citarse en muchos otros regimenes totalitatios de hoy; la mayor parte de los paises islémicos, China, Corea del Norte, zcémo no decitlo?, también Cuba, En todos estos paises lo natural es que se controle la circulaci6n de las ideas, la edicién de libros, y que una autoridad estatal o eclesiastica decida sobre la conveniencia 0 no de publicar ciertos titulos. En la ‘mayor parte de América Latina, como en el mundo occidental desarrollado, nos parece casi natural y se da por supuesta la conquista de publicar libros sia una censura previa, Conviene sefialar, sin embatgo, que hasta hace muy poco lo obvio no eza que se pudiera publicar cualquier obra libremente; lo obvio era lo contrario: que ningita libro pudiera publicarse sin controles. Todavia en 1953 la Enciclopedia Apolgética ela Religion Catélica al refetirse ala libertad de prensa, sostenia que da libertad requiere que sella ilumine, se laayudey sela proteja» y Ia iglesia debe considerarse como una madre que «restringe la libertad del nifio, para evitatle graves peligrosn! Quienes hemos sentido cierto apego por las ideas delailustraciéa siempre hemos celebrado la inmensa conquista de la libertad de prensa, y también la relativamente reciente desaparicién del Index Librorum Prohibitorum, aunque tardia, nos ha parecido un logto de apertura mental y tolerancia tado por Infelie. Op. Cit p. 108, * Citado por Infelse. Op. Cit. . 29. 93 Sin embargo, con su abolicién perdimos también tuna herramienta utilsima. Segin un satitico veneciano, Sarpi, este libro era el catélogo perfecto de la biblioteca privada que deberia poseer todo hombre culto. Hay algo mis. No faltan quienes sostengaa que Ja censura previa y la amenaza de las prohibiciones afinaron muchas veces ¢l ingenio, la capacidad de insinvar sin decir, desarrollaron el arte de a ironfa, y aguzaron también en los lectores la necesidad delees con mayor atencién todo aquello que quedaba implicito, 0 escondido bajo los pliegues de un aparente apego a las opiniones aprobadas. Se dice que buena parte del maravilloso estilo del Siglo de las Luces, se debe al juego para evadir las tijeras de los censores. Y que los lectores tenfan la satisfaccién y la agudeza de tener que llenar por su propia iniciativa las clipss. Habri que decir, no obstante lo anterior, que ha sido en los paises donde desde hace més tiempo se consiguié la libre circulacién de ideas y de libros (Europa Occidental, Estados Unidos), precisamente all, donde més lejos se ha legado en las conquistas sociales que favorecen, si nola felicidad (que es algo impalpable, algo que cada uno quizés lleva por dentro), al menos sel bienestar humano. Sin Hbertad de pensamiento y de imprenta no habrian podide circular las ideas de la ilustraci6n. Sin estas libertades no habrfan podido darse las conquistas de Martin Luther King por los derechos de los negros, o la revolucién juvenil de los afios sesentas, que transformé de una vez y para siempre las relaciones entre jévenes y adultos, estudiantes y profesores, padres ¢ hijos, clérigos y laicos, gobernantes y gobernados. Ciertas informalidad desenfadada, desconocida antes de la década del 60, no habria sido posible sin que se pudieran ventilarlibremente las ideas y las protestas, En el campo cientifico si que fue fundémental la posibilidad de que nos persiguicran las ideas, los. experimentos y las teotias aparentemente disparatadas y heréticas sobre el mundo, Galileo, Copérnico, Newton, y sobre todo Darwin, serian impensables en ambientes de imprenta controlada. La Congregacién del indice, en 1616, embebida en su pasion helicéntrica, resolvié prohibir todo esctito pasado, presente futuro que se ocupara «de ‘mobiltate terae et deimmobilitate soli? Sobra decir * Citndo por afeie. Op. Cit. p. 56 34 que durante muchos decenios las obras de Darwin, Nietzsche, Marx, estuvieron en el fndice, y recuerdo. que todavia el capelln de mi colegio sostenfa que el solo hecho de poster libros de estos “utores exponia a su duefio al riesgo de la condenacién eterna. Inglaterra, en 1695, fue el primer pais en abolir la censura previa de los libros; este hecho no es casual y explica en parte su gran desarrollo cientifico,lteratio, técnico y cultural de los siglos XVIII y XIX. Enla América Latina hispénica colonial las restricciones a la circulacién de los libros, y por ende de las ideas, las dificukades para el establecimiento deimprentas, fueron incluso mis férreas que en Espafia. La Santa Inquisicién era muy celosa al defender las fragiles almas de ese montén de indios y mestizos que apenas, empezbamos a saborear las geacias yventajas dela unica tcligion verdadera, y por ende éramos considetados mis susceptibles a terribles contagios culturales de todo tipo. La imprenta leg6 ala Nueva Granada apenas en 1738, Era de los jesuitas y durante decenios se dedicé a publicar tnicamente obras de tipo teligioso: novenatios, vidas de santos, relatos de milagros, libros de oraciones; los asi llamados «éncunables granadinos», no pasan de ser colecciones de villancicos, y una verdadera imprenta s6lo llegaria en los afios de la independencia, Los primeros impresos no teligiosos, ni siquicra libros todavia, aparecieron casi sesenta afios después, Pero volvamosal principio, ala relativamente reciente reocupacién de los intelectuales porlas funciones, elpoder y los fines dela literatura. La abolicién del Endice fue como la entrada en desuso de una vacuna cuya enfermedad ya ha desaparecido. Fue como si la literatura hubiera dejado de set una amenaza. Cuando ya no se vacuna contra una enfermedad, quiere decir que éstas ya ha perdido toda su fuerza de contagio o infeccién. Anélogamente, después del indice, los intelectuales de Occidente empezatona Preguntarse sila literatura todavia servia para algo, Ya ni siquiera la Iglesia se preocupaba por el contenido supuestamente revolucionario o herético que podian tener muchos libros. Ya las novelas no eran acusadas de ser obscenas y mentirosas y hasta las herejias de Darwin se podian discutit. Quizi esto mismo eta lo que preocupaba a los intelectuales franceses de izquierda que debatian el problema de laliterarura en 1965: temerosos de que los escritores hubieran sido integrados por el sistema capitalista, algunos se preguntaban si debfan seguirse 0 no las directrices del Partido Comunista de la Unién Soviética, para que la literatura se dedicara a ayudar a constriir el nuevo paraiso, socialista en el mundo entero. Aceste temor por una asimilacida, a este miedo a haberse vuelto innocuos, se debe que la pregunta pot Ja utilidad de la literatura sea una pregunta tipica de los afios sesenta y setenta del siglo pasado (el siglo del triunfo y de Ia derrota del fascismo y del comunismo), tipica también de intelectuales que se movian en sociedades de esas que Karl Popper definié como wsociedades abiertas», En una sociedad cerrada, en una sociedad comunista, por ejemplo, 0 ‘en una dictadura de extrema derecha, en un régimen como el nazi, que acostumbraba quemar por igual, libros y seres manos, 0 en un gobiezno teocrético como el de muchos paises iskimicos de hoy, esa pregunta ni siquiera se plantea, as{ como nunca sé la planteé tampoco Voltaire, que vivid y combatid con letras y sin armas en una sociedad cerrada. En un. 1€gimen autoritario la literatura tiene un papel dato y evidente: la literatura es un cortosivo potentisimo contra el oscurantismo de un poder que tiende ala arbriteariedady a la autarquia, En una sociedad abierta, en cambio, donde los autotes no son petseguidos, nilos libros prohibidos, nilos articulos censurados, los escritores caen en esa especie de depresin que consiste en el miedo de que sus propuestas sean asimiladas, absorbidas, integtadas, engullidas por un sistema que todo lo soporta y al mismo tiempolo disuelve en aire, como si fuera inmune a todo cuestionamiento, Casi nunca hay escindalo, el poder es indiferente o tolerante con las burlas, no hay quemas de libros, no h ay hontosas cérceles por altos ideales ni tertibles fatuas como las que reparte el gobierno de Inin. En las sociedades cerradas, por el contratio, los escritores tienen muy claro que su papel es titi, pues muchas personas se alimentan de sus palabras, las usan como banderas y proclamas, se apoyan en sus relatos eideas pata sacar a relucit las reinvindicaciones sociales, politicas, culturales, etc. En todo caso la pregunta de este encuentro, por fortuna, es mucho mis ambigua, es decir, mucho mis lteraria, que la que se f6rmulaban los intelectuales franceses en 1965: Qué hacer (pot leninista que suene en un primer momento) se matiza al usar el adverbio «com laliteratura. Porque es cierto que cma literatura -se hacen cosas: se hacen sonetos, por ejemplo, que son maravillosas cuadriculas verbales, esquemas métricos y ritmicos. Se cometen injutias, que es un subgénero de los que Borges amaba y practicaba. Se proponen experimentos, como en el caso de Géngora o de Joyce, de Queneau o de Cabrera Infante. Se escriben novelas decimonénicas, se epiten, recetas del realismo magico, se copian o plagian autores ilustres, se imita autores mediocres, sejuega, se divaga, se construyen bestiarios fantisticos, ‘se esctibe un panfleto a favor o en contra de alguna revolucién, se rescribe a historia, se seducen mujeres, se coquetea con hombres, s¢ les lame'el culo a los poderosos, 0 seles toma el pelo,o se_les ala la lengua ose les saca lo mismo. En fin, esta herramienta de palabras escritas se presta para un sinnémero de gjetcicios pricticos y fantisticos. No deberiamos quejarnos, 7 ‘No nos podemos deprimir simplemente porque ya ‘no tenemos un enemigo que nos persign con indices yanatemas teligiosos o politicos. No podemos creer que ya hemos sido asimilados por ua sistema injusto y omnfvoro, capaz de tragarse todo. No podemos ‘caer en el autoengafio de que todo lo que digamos 0 publiquemos sera siempre intitil, neutralizado no por las prohibiciones sino por el etimulo, porla explosiéa, inabarcable de la imprenta, la television, la informatica, el hipertexto, internet, etc. La literatura (dentro dela cual esti también el ensayo, la reflexiGn, cultural mis amplia, una parte del periodismo) sigue teniendo un gran papel, y una gran capacidad cuestionadora y transformadora en las sociedades abiertas del primer mundo y en las mas o menos abiertas de nosotros en el tercer mundo. En Colombia, de donde yo vengo, siguen matando yamenazando escritores y periodistas. El hecho es monstruoso, si, pero nos recuerda y nos hace conscientes de que este oficio todavia sirve para mostrar lacras, abrir ojos, despertar conciencias, desfacer entuertos, propiciar cambios utiles que no siempre favorecen a los més poderosos. Claro que se pueden hacer cosas con la literatura, No solo libros ara distraer 0 consolar, no slo poemas para pasat el tiempo, o articulos para coger suetio. Todo esto es valido, y yo no estoy en contra de la literatura como forma de evasién. Es una de las cosas que se pueden hacer con ella, Pero hay otras opciones, quizé mis valiosas. 95 Laliteraturm, para empeza, es esa cortieatelingifstica que en América Latina nos ha permitido seguir comunicéndonos en una lengua comtin, Hoy estamos gut todos, sin necesidad de traductores, conversando, porque un dia resolvimos adoptar una lengua y algunos modelos ilustres: la lengua de Cervantes y de Quevedo, la de el Inca Garcilaso, Lope de Vega, Sor Juana Inés de la Cruz y Juan de Castellanos. Nosotros conservamos y protegemos un tesoro ilustre, un arma afinada durante setecientos aiios por millares de ingenios, desde Garcilaso hasta Borges y ‘Vargas Llosa. ¥ no porque seamos puristas apegados a una tradiciéa, sino porque traasmitimos las cadencias de una ilustre construccién cultural de siglos, adaptada a nuestras nuevas y cambiantes realidades América Latina esté atrasada en casi todos los dominios de la técnica, de la politica, de las ciencias naturales, de la organizacién social. Sin embargo no sta atrasada en su cultura literaria.

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