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ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA EN EL PERU 1. Infeccién experimental de percos con cepas de leishmanias procedentes de casos de Uta Aristipes HErrer ¥ German Barristim: M. (Recibido para su publicaciém ei i4 de Octubre de 1949) Dept. de Investigaciones Médicas de! Instituto Nacional de Higiene y S. P., Lima. Iytropucaén La leishmaniasis tegumentaria es una enfermedad endémica en la selva y ciertas zonas de Ja sierra peruanas, conociéndosela con diversos nombres segin jas regiones. En términos generales, es en la selva don- de las lesiones cutaneas ofrecen mayer gravedad, siendo, al mismo tiém~ po, en esta regién mucho mas frecuente el compromiso de las mucosas buco-rino-faringea. A base de estas caracteristicas clinicas, asi como atendiendo a la procedencia de los enfermos y a algunas consideraciones epidemiologicas, se cree existan en el Perii dos formas clinicas distintas de la leishmaniasis tegumentaria, la uta y Ja espudia, * La validez e importancia de esta division desde un principio ha side motive de controversia entre los autores peruanos. Asi, las diferencias que se han tenido en cuenta para pensar se traten de formas clinicas ferentes; para unos (EscoMet 1913) secian tan notorias y constantes que hasta Megan a proponer nombres tales como Leishmaniasis americana * Ademas de los términos de uta y espundia, que son Ios mis usados, en diver- sas localidades del Perit las lesiones leishmiasicas recsben nombres populares tales como llaga, fiace-arahe, quecpo, juccuye. ete. + ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA, 13 var. Uta y Leishmaniasis americana var. Espundia, respectivamente, pa- ta designar ambas formas en la literatura médica, Para otros (ARCE 1914), en cambio, no valdria la pena hacer tales diferencias y se las de- beria designar con una sola denominacién. Recientemente Weiss (1943) ha hecho un intento mas serio de sistematizacién, indicando que ademas de las diferencias clinicas y geograficas observadas desde hace tiempo enize la uta y la espundia, hay también diferencias de orden epidemiolé- gico. Enel cuadro siguiente sesumimos las diferencias sefialadas por es- te autor, CUADRO I Diferencias entre la Uta y la Espundia segin Weiss (1943) Espundia Endémica en ciestas zonas de la sierra, entre los 1.290. y + 2,800 m. sobre el nivel del Eman Endémica en Ja selva, desco- nociéndos: e) }imite superior de su distribuciéa, | lugares descampados, sin bas | tica, con vegetaciéa frondosa | ques. I Epidemiolsgicas Ataca de proferencia i los nifios, sin distincién de sexos. | i | 1. Propia principalmente de | 1. Propia de ambiente selva- | 2. Baca de preferencia al | Adulto, y- mas al hombre que- | a te mujer, | 3. Es igualmente frecvente | $. Es mucho menos frecuess entre log habitantes del cam- | te entre los habitantes de las po y los de Ia ciudad, cindades. i i i Clinicas | Compromete las mucosas res. | Compromete las mucosus aun-+ piraterias s6lo por continui- | que las lesiones originales de dad de lesiones cercanas de la ‘ fa piel se encuentren a dittan- [veel ‘da © ya hayan desparecide, Aunque en la presente introduccién hacemos tan séto una ligera revi- sin de Ja literatura concerniente a la leishmaniasis tegumentaria en el Pera, debemos indicar que las lesiones de las mucosas buco-nasal, que 4 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL, se creian al principio tipicas y excluivas de la espundia, en varias oca- siones ya han sido observadas también en la ata (Monce 1914; Weiss 1943). Por otro lado Wess (1943) hace nptar que setian muy dificiles de reconocer las caracteristicas que en la actualidad sirven para diferen- ciar la uta de la espundia, si no existiera la separacién geografica entre Tas zonas sefialadas como propias de una y otra formas clinicas. De es- ta manera parece que cada vez se hacen menos precisas las diferencias entre Ja uta y la espundia. Hasta Ja fecha son escasos los estudios experimentales y epidemio- légicos efectuados sobre la leishmaniasis tequmentaria en el Pert, debi- do a lo cual tal vez falten ain datos suficientes para poder apreciar de- bidamente el problema de las formas clinicas. Por esta razon en el De partamento de Investigaciones Médicas del Instituto Nacional de Higie- ne y S.P. desde hace varios afios s¢ viene desarrollando un plan de es- tudios en este sentido. * Como xesultado de estos estudics en 1945 publicamos (BaTTISTINI y Heerer) una nota acerca de la preparacién de un antigeno para prue- bas intradérmicas, al que entonces designaramos con el nombre de “leish- manina”; y en esta ocasién, con los articulos que siguen, ofrecemos los resultados que estamos obteniendo en la uta al Hevar a cabo el mencio- nado plan de observaciones. Infeccién experimental det perro con cepas de leishmanias procedentes de casos de Ute La infeccién experimental del perro con cepas de leishmanias de pro- Durante las Investigaciones de campo cuyos resultados se exponen en las n0- tas IV, Vy VI. ef sefior G. W. Morkill, Gerente General del Ferrocarril Central del Pera. generosamente ha puesto a nuestra disposicién todas las facilidades que para nuestros estudios en el valle del-Rimac padiera ofrecernos la entidad que dirige, Por cuyo motivo nos es grato expresarle nuestros agradecimientos en esta ocasién; del mismo modo a las Empresas Eléctricas Asociadas por las facilidades que nos propor- cienaran en los campamentos de Autisha y Barbablanca, en el valle de Santa Eulalia. De igual manera hemos de reconacer Ja importante colahoracién prestada por el Sr. Affonso Cebatlero, Ayadante de Canipo de la Seccién de Entolomogia Médica de! Instituto de Higiene, en los estudios Hevados @ cabo en las diversas localidades uto- genas de la provincia de Huarochiri, Finalmente, vayan nuestros agradecimientos a todas las personas que en una u otra forma han cooperado en nuestras investigacio- nes, tales como les maestros de escuela, quienes colaboraran con nosotros con el ma- Yor entusiasmo y comprensién en ef censo utdgeno escolar que realizaramos en la pro- de Huarochiri, ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 15 cedencia utosa, segin nuestras referencias, hasta la fecha se reducen a las obtenidas por Stronc (Strone et al., 1915) y Geman (1940), Parece que fuera STRONG quien consiguiera por primera ver infectar al perro en forma experimental, inoculandole en el dorso del hocico y la cara interna de las orejas material obtenido de lesiones utosas, en ef pueblo de Surco (importante localidad utégena en e Ivalle del Rimac). A los 53 dias de la inoculacién el animal mostré varias papulas en Ja ca- ra interna de ambas orejas, donde luego el citado autor comprobé mi- crosc6picamente la existencia de leishmanias; en el hocica no se habria presentado indicio o signe alguno de infeccién. Como las papslas men- cionadas fueron extraidas para inocular con tal material otra perro, eb autor no tuvo ocasién de estudiar la marcha de la infeccién. Posterior- mente Geiman (1940) inocula dos perros en idéntica forma que lo hi ran STRONG y colaboradores, o sea con material tomado de lesiones uto- sas, sin conseguir infectarlos. En cambio uno de los varios perros que inoculara con cultivos desarrollé lesién “tipica” de uta, tanto en el hoci- co como cn la oreja. Ademds de estos casos de infeccién experimental cel perro, comprobados microscépicamente, han habido otros ensayos de inoculacién (Repacuart 1914)* en los que se han utilizado material tomado de lesiones utosas, pero segiin parece sin mayor éxito. Nosotcos, desde hace algan tiempo estamos Mevando a cabo inocu. laciones de esta indole, en las que empleamos nueve cepas de leishmanias procedentes de casos de uta. Unas veces hemos usado cultivos, ya sea de reciente aislamiento 0 conservados por espacio de varios afios so- lamente in vitro, y en otras ocasiones se ha utilizado material tomado di- rectamente de las lesiones. A continuacién vamos a exponer los resul- tados obtenidos, agrupando los diversos casos de acuerdo con la técnica y el material empleado en las inoculaciones. 1. Perros inoculados con cepas conservadas en cultivo por espacio de varios afios. En 1945 iniciamos una serie de inoculaciones con culti- vos de leishmanias provenientes de casos de uta. Disponiamos entonces de tres cepas conservadas en cultives desde cinco afios atrés y que eran * ‘También en épocas gue alia no se conocia la verdadera eticlogia de la uta, con material tomado de lesiones utosas se han practicado clgunas inoculaclones expe- rimentales en perros y otros animales, entre ias que se pueden citar las Hevadas a ca bo por Zamanes en 1901, Como es de suponer. los resultados de tales estudios no han ofrecido conclusiones claras. 16 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL Jas mismas que utilizara Geman (1940). El medio usado para hacer los cultivos fué principalmente ef NNN, que se llenaba en tubos de pruebas © botellas planas (Hemocrines), de donde el microorganismo era reco- gido a los 6 u 8 dias de desarrollo pata luego ser fnoculado con el mis mo liquido de condensacién; en esta forma no era’ posible determinar la cantidad exacta de ieishmanias con que se inotulaba cada animal. Si- guiendo esta técnica fueron inoculados por via subcutanea 10 perros (N* 175, 177-78, 181-87), en la cara interna de una de las orejas y en el dor- so del hocico, mas o menos a la altura donde termina el pelamen. Nueve animales de esta serie fueron observados entre dos y seis meses, habien- do muerto el restante a fos 45 dias de ja inoculacién. No obstante que durante esta época creiamos que la infeccién se ma- nifestaria en forma franca, por medio de nédulos o de lesiones ulceradas de la piel de idéntica manera a lo que acontece en el hombre —cosa que en ninguna ocasién nos fuera posible observar—. en varias ocasiones se hicieron frotis de las zonas inoculadas, Estas laminas eran observadas sélo brevemente, en la creencia de que en los casas positives los parési- tos serian abundantes y por consiguiente la infeccidn facilmente verifi- cable. Pero como todas estas observaciones resultaron negativas, los ani- males fueron reinoculados con las mismas cepas, obteniendo también re- sultados enteramente negativos. Con una mezela de las tres cepas mencionadas anteriormente, en fe- brero, 1946, conseguimos infectar un zorro (véase pag. 29). Este ani- mal habia sido inoculado con cultivos que fueran lavados con suero fisio- légico, por centrifugacién, y luego suspendidos en una nueva muestra de este mismo liquido. Usando esta ligera modificacion en Ja técnica y mas o menos la misma cantidad de leishmanias empleadas al inocular al men- cionado zorro, entre marzo y abril de 1946 inoculamos tres perros (N* 191-193), Estos animales fueron observados por espacio de cuatro, cin- co-y siete meses, respectivamente, lapso durante el cual en ningtin caso nos fué posible observar alteraciones macroscépicas de Ia piel que podrian interpretarse como signo de infeccién leishmaniasica. Al final del perio- do de observacién uno de estos perros fué sacrificado, Hevandose a cabo entonces cultivos con sangre del higado y del bazo. Estos cultivos resul- taron negativos, asi como todos los frotis que rutinariameate se hacia de la piel inoculada en los tres animales de esta serie. A partir de julio, 1946, empezamos a encontrar infecciones naturales a leishmanias en perros de localidades donde Ia uta es endémica (HeRRER 1948), durante los estudios que Hevabamos a cabo acerca de ja epidemio- logia de esta enfermedad. Con este motivo fuimos lentamente enteran- ESTUINOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 1? donos que con frecuencia las referidas infecciones naturales no presenta~ ban notables alteraciones macroscépicas de la piel y que, por lo general, las leishmanias eran escasas. Paralelamente a esto, también en el labo- ratorio obteniamos infecciones experimentales en perros que habian s do inoculados con ctltivos de reciente aislamiento 0 con material proce- dente de lesiones utosas, como se indica mas abajo. Con la experiencia adquirida durante estas observaciones quisimos repetir. en una tercera serie, las inoculaciones con las tres cepas de leishmanias que para en- tonces tenian alrededor de 8 afios solamente en cultivo, Esta vez utili. zamos cuatro perros (N° 217-219, y 221) cada uno de los cuales re- cibié alrededor de cuatro millones de leishmanias (la cantidad exacta de gérmenes fué determinada por medio de una camara cuenta glébu- los o hematocimetto en la suspensién que se usd como inéculo). Uno de estos animales murié al mes y medio de haber sido inoculado, resultan- do negativas las observaciones que en él se Hevaron a cabo; los tres res- tantes fueron observados entre dos y cinco meses, también con resulta- dos negativas. En los cuatro casos de esta serie se hicieron frotis y biop- sias de las zonas inoculadas, cuyas laminas fueron objeto de observacio- nes detenidas, sin encontrar en ninguna de ellas cl parasito inocuiado. En resumen, con tres cepas de leishmanias obtenidas de lesiones utosas y conservadas entre cinco y ocho afios solamente in vitro. hemos efectuado inoculaciones en 17 perros, 15 de los cuales sobrevivieron lo suficiente como para reconocer Jos resultados. En ninguno de estos 15 animales legé a observarse lesiones macroscépicas de Ia piel que se po- drian considerar producidas por el pardsito inoculado, del mismo modo que no fué posible verificar Ja existencia de leishmanias en las laminas hechas de las respectivas zonas inoculadas. 2. Perros inoculados con cultivos de reciente aislamiento. De se- tiembre, 1946, a abril, 1947, inoculamos un total-de ocho perros {No 189-190, 196, 198-201, y 210) con cultivos que entonces se encontraban entre el segundo y sétimo pasaje y tenian entre 28 dias y cuatro meses de sus respectivos aislamientos, correspondientes a cuatro cepas de leish- manias obtenidas de lesiones utosas. Como en Jos casos anteriores las inoculaciones se efectuaron en Ja cara interna de una de las orejas y en dorso del hocico, mas o menos en la zona donde Ja piel deja de estar cu- dierta por el pelamen; Ja cantidad de leishmanias inoculadas varié entre 340 y 980 millones por animal. Los ocho perros de esta serie vivieron Jo suficiente como para cone- cer los resultados de las imoculaciones, ya que fueron observados entre 18 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL, cuatro y 10 meses. En siete de ellos (el 87.5 %) pudimos verificar la infeccién por medio de observaciones microscépicas y, el tinico que ofre- ciera resultados negativos, anteriormente habia sido inoculado con varios lotes de Phlebotomus verrucarum que procedian de lugares donde la ata es endémica, durante una serie de observaciones que efectuabamos con el objeto de determinar la posible intervencién del referido insecto en la transmisién de esta enfermedad. Aspecto macroscépico de las lesiones. Dado el considerable volu- men del inéculo, que por lo general era mas o menos de 1 cc., frecuente- mente en el sitio de las inoculaciones se producia un ligero abultamiento que duraba tres a cuatro dias. A partir de entonces el aspecto era ma- croscépicamente normal hasta que, en la mayoria de los perros infecta- dos en el hocico, comenzaba a esbozarse un nédulo subcutaneo (Fig. 5). que con el tiempo se hacia cada vez mas superficial y de relieve menos pronunciado (Fig. 7). La piel que cubria dichos nédulos ofrecia, a me- dida que avanzaba Ja infeccién, una zona con ligera despigmentacién (Figs. 6 y 7) 0 pequefias regiones con caida del pelamen que se cubrian por delgadas costras (Fig. 8), pero, en todo caso, sin llegar a constituic lesiones destructivas comparables a lo que acontece en el hombre. Tam- bién hubo casos (Fig. 2) en los que la piel parasitada no mostraba aitera- cién macroscépica alguna o, cuando mas, ligera caida del pelamen (Fig. 1). Sélo en una ocasién se presentaron en el dorso del hocico lesiones con ulceraciones superficiales, las que pronto cursaron expontaneamente y no dejaron cicatriz. En cambio dos perros mostraron ligera inflama- cién de la mucosa nasal, a la entrada de los respectivos orificios, seme- jante a lo observado con mayor frecuencia en perros con leishmaniasic natural (Herrer 1948). La mayor cantidad de leishmanias observadas en los frotis de las lesiones correspondieron a los casos que dieran Iu- gat a la formacién de nédulos, en especial si las laminas se preparaban por medio de biopsias cuando los referidos nédulos eran todavia algo profundos, ya que con frecuencia resultaban negativas las hechas con el raspado de la parte superficial de la piel. Los parasitos eran escasos en las lesiones manifestadas macroscépicamente tan sélo por la caida del pelamen o ligera despigmentacién de la piel. Por otro lado, en todos los casos las leishmanias se hacian cada vez mas escasas a medida que trans- curria el tiempo a partir de la inoculacién. El lapso que medié entre la inoculacién y la primera vez que se viera el parasito en los frotis, varié entre 30 y 90 dias, lo que podria considerarse como pzriodo de incuba- cién.

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