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ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA EN EL PERU IV. Observaciones epidemiolégicas sobre ta uta Aristines HERRER Seccién de Entomologia Médica del Instituto Nacional, de Higiene y Salud Publica, Lima, (Recibido para su publicacién el 14 de Octubre de 1949). Segin hemos referido en la introduccién a esta serie de articulos so- bre la leishmaniasis tegumentaria en el Peré, por espacio de varios afios venimos haciendo observaciones epidemiolégicas acerca de esta dolen- cia en la provincia de Huarochiri, Esta provincia se encuentra en la ver~ tiente occidental de los Andes y podria ser considerada como una de las regiones mas tipicas para la forma clinica de la leishmaniasis tegumen- taria conocida en el Perti con el nombre de uta, principalmente por su notable alejamiento de la zona selvatica donde existe la otra forma clinica lamada espundia, Como se puede observar en el mapa y en el cuadro THT (Pag. 47), la provincia de Huarochiri tiene 5 valles: Santa Eulalia, Cam- chacalla, Rimac, Lurin y Mala; en todos los cuales es endémica la uta, dentro de los correspondientes limites de altura. La amplitud de esta zona endémica, asi como su proximidad a Lima, nos han permitido efec- tuar algunas observaciones epidemiolégicas en forma detenida durante varios afios. Por otre lado, gran parte de esta regién nos era bastante conocida con antericridad, debido a Ios diversos estudios que sobre la verruga Heva a cabo el Instituto de Higiene desde 1939, especialmente en los valles de Santa Eulalia y el Rimac, circunstancia que también nos ha sido de gran beneficio durante la ejecucion de los estudios sobre la uta de que damos cuenta en esta ocasién. Al exponer a continuacién Jos resultados de nuestras observaciones sobre la epidemiologia de la uta iremos indicando, en cada caso, ef ma- 46 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL terial de que hemos dispuesto y e] método empleado para la obtencién de los datos, 1. Incidencia de la ata en relacién con fa altura Se acepta que las zonas endémicas de la uta estén comprendidas entre los 1,200 y 2,800 metros de altura sobre el nivel del mar (Weiss, 1943), Estos limites parecen correctos en cuanto se refieren especialmen- te a las zonas endémicas de la vertiente occidental de los Andes, donde se encuentran los lugares utégenos.mas préximos a Lima-y, por esta mis- ma raz6n, son los mejor estudiados. Pero lo que no se conoce atin a este respecto, es la influencia gue la altuxa pudiera tener sobre la incidencia de la enfermedad, sin la intervencién de otros factores como la densidad urbana de las localidades, la ocupacién de sus habitantes, etc. El fenémeno sugestivo de ser endémica la Leishmaniasis tegumen- taria en localidades ubicadas a considerable aflura sobre el nivel del mar, es tna particularidad que puede ser estudiada tan sélo en unos cuantos paises de Sud América, en especial el Pers. Por esta razén hemos tra- tado de determinar Ja incidencia leishmaniasica en funcién de Ja altura, valiéndonos de un censo escolar verificado en toda la zona utégena de la provincia de Huarochiri. La poblacién escolar de las localidades donde se ha Hevado a cabo ef censo generalmente esta comprendida entre los 7 y 15 afios de edad. Con frecuencia, y en proporcién variable segiin Tos casos, los alumnos residen en lugares alejados de los sitios donde se hallan establecidas tas escuelas. Esta es una circunstancia que hay que tener presente al recoger y depurar los datos, ya que en muchas ocasio- nes media una apreciable diferencia de altura entre la escuela y el lugar de donde praceden los estudiantes, quienes diariamente hacen el reco- rrido de ida y vuelta. Al efectuar el censo hemos considerado en un grupo a los alumnos que presentaban lesiones Jeishmaniasicas al ser observados y a los que mostraban cicatrices de lesiones ya curadas; y, en otro grupo, a aquellos que no tenian lesiones ni habian sufrido la enfermedad anteriormente. Aunque en estos valles no existen enfermedades de Ja piel (tales como el pian, fa dilcera tropical, etc.), que pudieran dar lugar a lesiones 0 cica- trices confundibles con las de la uta, en la mayoria de los casos de duda hemos recurtido a la prueba inteadérmica con el antigeno “Leishmanina” (Barristint y Herere 1945). En el cuadro que va a continuacién estan consignados los datos recogidos en este censo. ESTUDIOS SOBRE LEISEIMANIASIS TEGUMENTARIA a7 CUADRO IH Censo utdgeno escolar en la zona endémica de la provincia de Huarochiri | } Con cicatrices * Localidad Altura Total nifios. | © lesiones ,_ Incidencia | observados wtosas | tose 1. Valle de Sants Eulalia Sta. Eulalia. | L100m + 19 0 5 0.0 % Palle. b 4250.,, 28 4 14.3 Barbablanca. | 1.400 ,. a 6 5 625 Ca'lahuanca . ! 1770 ,, 87 3 i 49.4 Huanchungia 6) 1,800, 29 a 82.8 Huinco . 1 1,850 i 26 24 i 92.3 Views . i 2,600, 46 an , 45.7 Huachupampa . | 2,750 St : a | 20.4 IL, Valle de Cancha-! calla i i Cumbe . fon 3 2 13 ‘Vapicara 1 L7G, 29 a ot Lanca . 6. 1 1,800, 7” 73 92.4 Canchaclla 2 2350. 53 35 65.4 TH. Valle del Rimac | Ricardo Pa'ma 40 @ oe. Cocacheera 34 2 7. Tormamesa” re) 5 26.3 San Bartolom:..! 55 15 73, Surce i i 152 40 52.6 Husriquita i 55 3 «0.0 Chaute . +i 5 45 0.0. Ayes 34 25 3.5. Matucana. 285 43 14.6 Cotfana sy 44 33 29.5 Untura a7 2 54 Marachanca 8 1 22... Allanca . u a 0.0 Payhua . 49 a O.0 San Mates . 102 ° 0.0 Huillpa 3,280 .. 36 u 0.0 En la sctualided no existe escue'a en esta localided. 48 REVISTA DE MEDICINA EXPERYMENTAT. CUADRO III Censo utogeno escolar en la zona endémica de la provincia de Huarochiri (Continuacin) © lesiones Total nifios Incidencis observados | utosas ‘etosa TW, Velte de Lorin i Orcecoto 1,900 mn. mo u 64.6 % Huatiacaya . 2.050 mo 2 80.0, Chorrilles 2.850 . 88 at 46.5. Langa. . | 2.950 ,, 207 55 2.5 4 Tuna - 2.950, 80 2 262 4 Tupicocha. . 2° 3,100, 30 6 20.0 Cente 2. 3100 4 31 75.6 Son Daniiéa . 3,300 178 z My Labuaytambo | 3.350, 138 8 37 Sunicancha 3.500 ., 62 i DS ,, Santa Ana . 3550, | 4 32 ot, V. Valle de Mata Qoiripa 2400. 6 2 235, Huancata 2.750 5. 15 9 60.0 Sengallaya.. .) 2,850. mo 9 12.6 De los datos obtenidos en el mencionado censo escolar (cuadro 111) tan slo los de Santa Eulalia, Canchacalla y ef Rimac pueden ser uti- Jizados al tratar de determinar la influencia de la altura sobre Ja inciden- cia utégena de las localidades. En el valle de Mala (véase el mapa), ade- mas de ser pequeia y de escasa importancia la zona Ieishmaniasica que corresponde a la provincia de Huarochiri, ef censo comprende tan sélo a tres localidades, por Io que no to consideraremos en esta ocasion. Los datos correspondientes al valle de Lurin tampoco pueden ser tomados en cuenta tratandose de la relacién entre la altura y la incidencia leishma niasica, porque la mayoria de la poblacion esta sujeta a cierto tipo de mi- gracién temporal entre lugares de distinta altura. * * En ef valle de Lurin la mayorfa de las ciudades de Ja sierra se encuentran al- rededor de los 3,000 metros de altura sobre el nivel del mar {ver el mapa), de don- ESTUDIOS SOBRE LRISHMANIASIS TEGUMENTARIA 49 La poblacion de la provincia de Huarochiri se dedica casi exclusi- vamente a la agricultura y la ganaderia (ambas en pequefia escala), de suerte que tiene estrecha relacién con las zonas rurales. A parte de unos pocos casos, que a manera de excepcién existen tan sélo en el valle del Rimac, las lecalidades habitadas se reducen a pequefias ciudades y al- deas, como se puede deducir del niimero de alumnos de las respectivas escuelas (cuadro III), Por esta razon, al depurar los datos se hace ne- cesario excluir los correspondientes a ciudades de poblacién urbana co- mo Matucana y San Matea y, en menor proparcién, también Surco. ev tando asi la interferencia de este factor (densidad urbana de las locali- dades) en la determinacién de Ja influencia de Ja altura sobre la inciden- cia utégena. Con el objeto de verificar la influencia que Ja altura pudiera tener en la incidencia leishmaniasica, hemos confeccionado el cuadro [V. Por jas razones ya expuestas, utilizamos los datos correspondientes tan sélo a Jos valles de Santa Eulalia, Canchacalla y Rimac, tos que después de ser depurados de acuerdo con el criterio mencionado en el parrafo ante- rior, han sido agrupados en zonas de altitud teniendo en cuenta la altura de las respectivas localidades. Se ha fijado 300 metros como intervalo o diferencia de altura entre una zona de altitud y la que le sigue. obtenien- do en esta forma ocho zonas de altitud entre los 900 y 3,300 metros de altura sobre el nivel del mar. de sus pobladores descienden séle temporalmente a Ia zona utégena de este volle- Por esta raz6n no se pueden hacer estudios sobre la incidencia lesimaniasica en fun- cién de a altura de las localidades. Como gren parte de los terrenos de cultivo def valle de Lurin se encuentrom a distintas alturas dentro de Ia respective zona endémica de la uta. de la distancia de estos terrenos 2 las correspondientes ciudades asi como del tipo de cultive al gue se dedicon en ellos, depende principalmente la modalidad de la migracién a que esté sujeta la poblacién y, consecuentemente, la incidencia lelsmaniasica que se observa an las diversas loealidades. En algunos casos los naturales efectian verdaderas. mi- qraciones femporales hacia los terrenos de cultive gue tiesten en plena zona utégeas, donde permanecen semanas © meses de acuerdo con la naturaleza de sus ocupacio- nes, para luego volver a iss cindades de donde proceden. Hste fenémeno se pue- de apreciar con bastante claridad en Santa Ana ciudad que muestra una altisima in cidencia utogena entre cus pobladores a pesar de estar edificada a 3,550 metros de altura sobre ef nivel del mar, o sea muy por encima del limite superior de Is zona, Jeishmaniasica. La poblacién de Santa Ana, desciende todos los afios a Sikaka, una de las localidades de mas alia incidencia utégeria en el valle de Lurin y permanece en. ella de Enero a Marze: y. con menor reqularidad, también entre Setiembre y Noviem- bre. dedicados principalmente a fa fruticultura 50 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL CUADRO IV Agrupacién de las localidades por zonas de altitud a fin de determinar {a influencia de la altura sobre la incidencia utégena Niles Observados —Ineidencia_uto- — |gena para cada Zonas de altitud Localidades de | __ i Positivos zona de altitud: T Ge 900 m. |ricardo Palma. | 10 ! 0 ! a 1,199 m. |Santa Eulalia . | 19 / 0 0.0 % | 59 : 0 1 | WH De 1,200 m. ‘Pale 1 B J 4 a 1499 m. | Barbeblanca 24 i 15 1 198 ;Cocachecra . i 4 2 1 106 2 i | i TM De 1,500 m, Tornamesa . . | 19 5 : a 1,799 m, Son Bartolomé. | 35 15 Cumbe i 39 20 Tapicara . . «| 29 1 a t 48.0. Callahuanca . | a 43 i | — - | 29 10 IV Ge 1.800 m. | Huanchungia 29 i 24 a 2099 m. | Danca j 79 3B 90.3. Huinco 26 ma! : Be ia Vo Ce 2100 m. | Huariquita 58 3 a 2:399m. Chaute. 50 6, Ayas . . . 34 25 a6 |Canchacalla . 5 | 35 194 142, VI De 2,400 m. | Vicas - 46 aL a 2,699 m. © Collana 44 3 37.8 ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 51 CUADRO IV Agrapacién de las localidades por zonas de altitud a fin de determinar la influencia de la altura sobre la incidencia utégena (Continuacién) Incidencia uté- jena para cada Nifios Observades Zones de altited | Localidades ce cada zona | Total | “Pos ~ Trona de sltitud VIL De 2700 m. \Untura. . . | 37 | 2 | a 2,999 m.|Huachupampa . | 4 ! 1 44.3. | : | ' | Boy VIL De 3,000 m. | Marachanca , 7 45, 1 a 3,299 m. | Allauca | cy i 0 Paybua. Le 49 0 O7 Huillpa. 36 | 0 — | _ | 151 | 1 | 90 "992 1282 [g02 1800 z100 2400 2709 1283 1888 1993 2898 289 E289 2388 Zones ae (oairos Fabre a 3990 3289 mer) Grafica I-—Incidencia de la uta en relacién con fa altura de las localidades. La incidencia utégena determinada para las diversas zonas de alti- tud, como se puede apreciar en el cuadro IV y la correspondiente grafica, esté indicando que hay una marcada tendencia a Ia distribucién normal 52 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL en funcién de la altura, encontrandose Jas localidades de mayor endemi- cidad entre 1,800 y 2,400 metros de altura sobre el nivel del mar. Esta mayor incidencia en las zonas de altitud que cercesponden a los 1,800- 2,400 m. guarda estrecha relacién con Ja abundancia de phlebotomus a tales alturas, del mismo modo que hay marcada correlacién en ambos extremos de la zona endémica de la provincia de Huarochiti en to que concierne a la escasez de este insecto y la baja incidencia leishmaniasica. La circunstancia de haber trabajado con datos recogidos en un cen- so que ha comprendido tan sélo a Ja poblacién escolar, seguramente no altera gran cosa los resultados obtenidos al verificar la reJacién existen~ te entre la altura de las localidades y la incidencia utégena de las res- pectivas poblaciones. En este caso particular, mas Blen, tal vez sea hasta cierto punto aconsejable considerar s6lo a los escolares, tanto porque en ellos por lo reqular es més reciente la fecha en que han. sufrido la enfer- medad y por consiguiente tienen segutamente mayor veracidad los datos que ofrecen a este respecto, asi como porque estan menos sujetos que los adultos a migraciones entre localidades de diferentes alturas. 2. Influencia de las zonas rurales en la incidencia de la uta Como sucede con la leishmaniasis en general, también la uta es mas frecuente en el campo que en las ciudades, aunque a este respecto se ha- ce necesario aclarar que en las localidades utégenas no existen bosques, a diferencia de lo que acontece en casi todos los paises sudamericanos donde las leishmaniasis tegumentaria es endémica. En esto talvez ca- bria recordar que en América del Sur predomina en tal forma la leishma- niasis tegumentaria en las zonas boscosas, que frecuentemente se la co- noce también con el nombre de leishmaniasis selvatica, a tal punto que en ciertos paises como el Brasil se considera raro que esta dolencia se ob- serve dentro del perimetro urbano de las ciudades. En este sentido, si se aceptase que la uta es propia tan sélo de la vertiente occidental de los Andes peruanos, la ausencia de verdaderos bosques en las localidades donde es endémica probablemente constituiria una de las caracteristicas epidemiologicas que mas la diferenciaria de la Leishmaniasis tegumenta- ria existente en los demas paises sudamericanos. asi como también de la espundia. Sin duda, esto es debido a la circunstancias de que la uta pre- valece en regiones de considerable altura, encontrandose el limite infe- rior de las zonas endémicas alrededor de los 1.200 metros sobre el nivel del mar (véase grafica 1). Ya se ha indicado anteriormente (Pag. 49) que la poblacién de la ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA, 53 provincia de Huarochiri se dedica predominantemente a la pequefta agri- cultura y pequeiia ganaderia, cosa que por lo demas sucede también en Ja mayoria de las restantes zonas utégenas del Peri. En virtud de esto. la poblacién se encuentra en mayor o menor relacién con el campo. En algunos casos esta relacién es estrecha y permanente, como sucede en los caserios, y campifias; en otros, debido a Ja relativa densidad urbana de las ciudades, el contacto con fas zonas rurales es menos frecuente e inti- mo. Dentro de la zona endémica y al margen de la influencia de la altu- ra, esta relacién con el campo influye notablemente en la incidencia leish- maniasica de Jas localidades, siendo asi que la ata resulte mucho mas frecuente en los caserios y campifias que en las ciudades de mayor im- portancia. Como ilustracién vamos a citar los dos ejemplos siguientes: a. En plena zona endémica del Rimac, entre Jos kilémetros 77 y 84 de la Carretera Central, existen tres localidades que se encuentran alre- dedor de Ja misma altura sobre el nivel del mar, (2,400 m.), no obstante jo cual difieren notablemente en cuanto a la incidencia leishmaniasica de sus respectivas poblaciones escolares, como se puede apreciar en el cuadro V. Estas localidades son: a) Matucana (Fig. 22), capital de la provincia de Huarochiri y Ja ciudad m4s poblada de Ja misma; b) Huari- quifia (Hig. 23), caserio que se halla a dos kilémetros de Matucana y cu- ya poblacién depende casi por entero del campo; y, ¢) Ayas (Fig. 24) verdadera campifia donde las casas se encuentran diseminadas entre los huertos y demas terrenos de cultivo; dista en linea recta mas o menos 3 kilémetros de Huariquifia. La incidencia utogena escolar de estas locali- dades son: 14.6 %, 60.0 % y 73.5 %, respectivamente, CUADRO V Ausmento de la incidencia utogena con el predominio de las zonas rurales Matucana Hyeriquifa.. Ayas b. También en el valle de Santa Eulalia es posible observar cosa semejante, En este valle ja ciudad mas poblada dentro de la zona utd- gena es Callahuanca, la que esta a 1,770 metros de altura sobre ell nivel EXPLICACION DE LA LAMINA VI Aumento de ta incidencia wiégens en las zonas rurales. Las tres fotografias es tan mas © menos a la misma escala. de manera que es facil darse cuenta de la difs- rencia que hay en lo gue respecta a ia poblacién de las respectivas locatidades. Fig, 22,—Matucana, capital de la provincia de Huarechiti y 1a ciudad de mayor poblacién urbana, se encuentra a 2,380 metros de altura sobre o} nivel del mar. La incidencia ulégena escolsr es tan solo de 14.6 por ciento. Fig, 23.—Huariquifia, pequeita civdad 0 caserio, que dista apenas dos kilémetras de Maiueana y esté casi a la misma altura (2,350 m.} que ésta. La incidencia utége- na escolar en esta localided es de 60.0 por ciento. Fig. 24.~Ayas. Se trata de una verdadera campifia donde las pocas casas exis- tentes estan esparcidas entre los tuertos y demas terrenos de cultivo, entre 2,300 y 2.400 metzos de altura sobre el nivel del mar. Agui la uta alcanza una incidencia de 735. por ciento. LAMINA VI ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 57 del mar; segiin el censo Hevado a cabo por nosotros tiene una incidencia utégena escolar de 49.4 por ciento. A cosa de tres kilometros de distan- cia y mas o menos a igual altura se encuentra el caserio de Huanchungi donde la incidencia leishmaniasica escolar alcanza el 82.8 por ciento. Des- gtaciadamente en los restantes valles de la provincia de Huarochiri no se presentan situaciones que permitan estudiar la variacién de ja inci- dencia utégena en funcién de la relacién de los habitantes con el campo, desde que practicamente no existen ciudades con apreciable poblacién urbana dentro de las respectivas zonas endémicas 0, como sucede en el valle de Lurin (Pag. 48). la poblacién esta sujeta a cierto tipo de mi- gracién temporal, Aunque las ilustraciones fotograficas y el cuadro V, que se ofre- cen para el caso del valle del Rimac soa de por si expresives en cuanto a Ja mayor incidencia utogena en Jas localidades rurales, deseamos insistir sobre el particular especialmente en vista de que con frecuencia se afir- ma que la ufa es adquirida con igual facilidad tanto en las citdades como en el campo. Por experiencia personal obtenida durante nuestros estu- dios en la provincia de Huarochiri, sabemos que la mayoria de los suje- tos afectados de uta que suelen encontrarse en las ciudades frecuentan el campo, donde parece muchos de ellos adguieren la enfermedad. A este respecto podriamos mencionar lo que sucede en Surco (*), ciudad de mediana incidencia utégena que se halla a 2.000 metros de altura y en el kilémetro 74 de la Carretera Central (valle del Rimac). Especialmen- te por la facilidad del transporte y su proximidad a Lima en esta locali- dad se han efectuado diversos estudios sobre fa ufa por varios investiga- dores, a consecuencia de Io cual en Ja literatura médica se la cita con fre- cuencia (Srrone et al. 1915; Suartuck 1938; Weiss 1943), en espe- cial cuando se aborda el capitulo de la epidemiologia de esta enfermedad. Cualguiera que haga una visita breve a la ciudad de Surco con el objeto de Hevar a cabo estudios sobre la uta, observara que esta dolencia es bastante frecuente en dicha localidad, especialmente entre los nifios de Jas esceulas. Esto, sin embargo, no significa que la uta se contraiga dentro de la ciudad en proporcién’al nimero de enfermos que suelen ver- se entre sus pobladores, desde que muchos de los utosos proceden de di- * Durante su infancia, el autor ha vivide por espacio de varios afios en esta lecalidad y posteriormente Ja frecuenta a partir de 1939, eon motivo de ios estudios qua sobre la verruga y ta uta Heva a cabo el Institute Nacional de Higiene y Solnd Pablica en ef valle del Rimac, Por estas razones esta bastante familiarizado con las costumbres de sus habitantes y conoce en defaile los diversos cacerios y campifizs que ciccundan a dicha ciudad. 58 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL versos caserios (Jurco, Huaquicha, Ayas, etc.) y campifias que se en- cuentran a sus alrededores, Por la circunstancia de ser Surco capital de distrito, e importante estacién en la linea del Ferrocarrit Central, asi co- mo el principal centro comercial del distrito, afluyen a él agricultores y ganaderos de lugares a veces distantes y en muchos de los cuales la in- cidencia leishmaniasica es elevadisima. Por otro lado, la existencia en es- ta ciudad de escuelas para estudiantes de ambos sexos, obliga a la po- blacién infantil de los alrededores a permanecer temporalmente en ella. De esta manera en la poblacién de Surco, al lado de las personas que vi- ven en forma permanente en la misma ciudad, hay una apreciable pro- porcién que proceden de las campifias circunvecinas, haciéndose nece- sario por consiguiente conocer este hecho al efectuar observaciones epi- demiologicas sobre la uta en dicha localidad. Lo expuesto en parrafos anteriores, naturalmente, de ninguna ma- nera pretende negar Ja existencia de casos de uta adquiridos dentro de las ciudades, ya que esto sucede ain en la forma Hamada selvatica (Prs- ANA et al. 1940). Simplemente tratamos de hacer notar la menor fre~ cuencia con que se presenta la enfermedad a medida que aumenta la po- blacién urbana de las localidades. La uta en lugares sdlo temporalmente [recuentados por el hombre No sélo la incidencia, utégena es mayor en las zonas rurales que en las urbanas, sino que también existen parajes deshabitados por el hom- bre y carentes de todo cultive (Figs. 25 y 26) donde, sin embargo, se contrae la enfermedad con frecuencia. En este sentido se debe recordar que la uta es frecuente entre los ganaderos que solo temporalmente des- cienden de Jas ciudades ubicadas por encima del limite superior de la zo- na endémica,* después que termina la época de iluvias. Para instalar sus carpas estos ganaderes escogen sitios que se hallan absigados por la presencia de cuevas, ciertos arbustos que han reverdecido con las Iluvias, etc.. o lugares préximos a manantiales. En muchas ocasiones basta unas cnantas semanas de permanencia en tales estancias temporales para que * Como ze puede apreciar en el mapa, cast todas las chidades de mayor Impor- tancia en Ia provincia de Huarochiri estin alrededor de los 3,000 metros de altura sobre cl nivel del mar, o sea Hgeramente por encima de ta zona utégena. El valle del Rimac constituye una excepeién en este sentido, desde que en él existen ciuda- des bastante pobladas a niveles inferiores al seffalado, lo que se debe a la existencia de waa importante via férrea que recorre ef valle ea toda su extensiGn, desde hace mas de 60 afios, Esta caracteristica de la mayor concentracin de ta poblaciéo €n ta zona de altura comprendida alrededor de los 3,000 metros, por lo demas, parece set general para todo el Perit (Area Parré 1945). ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 59 dguieran la infeccién, los que anteriormente no la hayan tenido. Este fenémeno es tan frecuente que los citados ganaderos lo conocen bien, lle- gando a designar a tales localidades con nombres tan expresivos como: Hagay-puquio. Uagay-cueva, llagay-pampa, etc., 0 sea manantiales, cue- vas y planicies donde se adquiriria la dlcera (leishmaniasica). Cosa idéntica sucede cuando se construyen carreteras a lo largo de la zona utégena con obreros no inmunes a la enfermedad, casos en Jos que suelen presentarse verdaderas epidemias (PALMA 1909, Pags. 19 y 20). En el Pera cuando se trata de las carreteras que van a localida- des de la sierra donde el Estado 0 alguna empresa particular no tienen intrés especial, tales vias son construidas por los “comuneros” (poblado- res mayores de 18 afios de edad) de la region, por lo general en forma espontanea y gratuita. Dadas estas condiciones y el bajo nivel econémi- co de la mayoria de los citados comuneros, suelen éstos formar sus cam- pamentos en plena zona leishmaniasica y pernoctan en ellos mientras duran los trabajos, sin tomar precauci6n contra la uta ni la verruga. Co- mo estos obreros proceden casi siempre de lugares que se hallan por en- cima de la zona endémica y por consiguiente en su mayoria no han su- frido anteriormente la enfermedad, resulta natural que han de contraerla en la primera ocasién que se les presenta. En ciertos casos los sitios que eligen para pernoctar son realmente descampados, a pesar de lo cual no se libran de ser infectados. Nosotros hemos tenido ocasién de observar un caso tipico de éstos, cuando los comuneros del pueblo de Huanza (3,200 m. sobre el nivel del mar) construian los primeros tramos de la carretera de Autisha a Carampoma, en el valle de Santa Eulalia. En di cha ocasién 120 personas permanecieron del 6 al 12 de Enero, 1947, en el sitio denominado “Shurshe” (Fig. 25), regresando luego al lugar de donde procedian (Huanza). Como se puede apreciar en la respectiva fotografia, aparte de algunos arbustos silvestres, esta localidad no mues- tra mayor vegetacién y es habitada solo temporalmente por los ganade~ ros. A pesar de esto, una considerable proporcién de las personas que pernoctaran ahi tan sélo durante 6 noches contrajeron la uta, en siete de las cuales (cosa del 6 %) logramos verificar la infeccién microscépi- camente, La existencia de lugares descampados y solo temporalmente visita- dos por el hombre en los que se adquiere Ja uta con frecuencia, es una caracteristica de esta forma de la leishmaniasis tegumentaria en Sudamé- rica y sin duda esta ligada a la presencia de algin animal salvaje que ac- tia de reservorio en tales casos EXPLICACION DE LA LAMINA VL Fig. 25.—Shurshe, locelidad normalmente deshabitada en fa carretera en cons teuccién de Autisha a Carampoms, en cl valle de Santa Eulolia, En este sitio ins- talaron un campamento les commeros del pueblo de Huanza durante los dias 6 al 12 de enero, 1947, adquiriendo In uta el 6 por ciento de elles Fig. 26.~Tipo de paraje muy frecuente en Jas zonas utdgenas, con una vege- tacién en fe que predominsn Jos cactus, Después que termisa el perfodo de Huvias estos sitios son visitadas por los ganaderos que se dedican a la crin de cabtas, donde corrientemente hacen una estancia de dias © semanas, En lugares como éste a ta se adguiere con suma facilidad. MINA Vil Al L ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 63 3. Localizacién y namero de las lesiones Para el estudio de este capitulo vamos utilizar los datos recogides en el censo escolar de los valles de Santa Eulalia, Canchacalla, Rimac y Lurin, ademas de Jos correspondientes a enfermos que vinieran al la- boratorio en busca de curacién, procedentes de distintas localidades de la provincia de Huarochiri. Excluyendo algunos que ha sido necesario descartar por falta de precision en los datos, el total de casos que se consideran en esta ocasion es de 969. Lesiones de las mucosas. En la literatura respectiva se insiste bas- tante sobre la importancia de las lesiones mucosas en la leishmaniasis te- gumentaria, desde que Ia ausencia de tales lesiones seria caracteristica de la forma clinica conocida en el Peri con el nombre de uta, sirviendo en este pais para diferenciarla de Ja espuadia o forma selvatica. No obs- tante esto, en algunas ocasiones (Mone 1914, Weiss 1943) se han des- crito casos de uta con lesiones de las mucosas, de preferencia en pacien- tes que procedian de valles interandinos. Ya hemos dicho anteriormente que consideramos como “positivos” a todos aquellos que tuvieran lesiones en evclucién en la época que se hiciera el censo, del mismo modo a los que mostraran cicatrices de lesio- nes leishmaniasicas. De los 969 casos comprendidos en esta serie, cinco presentaban lesiones mucosas que se podrian considerar debidas a la uta, En dos de ellos pudimos verificar la presencia de leishmanias en frotis de las lesiones proliferativas que mostraran, uno en la béveda palatina y el otro en el tabique nasal. Los tres casos restantes presentaban tan sélo perforacién del tabique nasal, ademas de sendas cicatrices utosas en otras partes del cuerpo. Si consideramos estos cinco casos frente ai total de 969 observados, tendriamos un porcentaje aproximado de 0.3 de lesiones mucosas para la uta en la provincia de Huarochiri. Debemos hacer no- tar, sin embargo, que cuatro de tales casos (el 80 %) corresponden al valle de Lurin, habiendo sido observados tres en el pueblo de Tupicocha y tino en el de San José de los Chorrillos, cuyas incidencias leishmaniasi- cas escolares son de 20 y 46.5 por ciento, respectivamente: el quinto caso Jo obtuvimos en el pueblo de Chaute {incidencia utégena 90.0 %), en el valle del Rimac. En los otros tres valles no nos ha sido posible obser- var este tipo de lesiones, avin en localidades donde la incidencia utégena escolar es realmente elevada. Con excepcién de uno de los casos del pueblo de Tupicocha, en el que la lesién comprometia toda la boveda palatina y Ja dbula, los demas 64 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL no ofrecian mayor gravedad, y los pacientes manifestaban sentir sélo li- geras molestias en ef tabique nasal, En términos generales, pues, no eran tan severes como los casos que con frecuencia se observan en la selva. Localizacion de tas lesiones cutineas. Es bastante variable Ia laca- lizacién predominante de las lesiones cutaneas en la Leishmaniasis tegu- mentaria de América, segin las regiones © localidades. En algunos casos como en Ja “Ulcera de los chicleros”, de preferencia se hallan en las ore- jas (BELTRAN y BusTAMANTE 1942); en otros, como en la mayoria de las localidades selvaticas, predominan las lesiones en las extremidades {Pxs- awa et al. 1940), etc, Para la uta no se tienen datos estadisticos en es- te sentido, pero segiin la opinién de los médicos peruanos serian mucho mas frecuentes en la cara que en Jas extremidades (Arce 1914), consi- derandose esto también como wna caracteristica que la diferenciaria de la espundia, Bn fos datos que hemos recogido con este objeto, como lo indica el cuadro VI (Pag. 65), se observa que alrededor del 75 por cien- to de las Iesiones estén localizadas en la cara. En fa figura 27 se representa graficamente Ja distribucién de jas lesiones cutaneas en Ia uta indicando, ademas de lo expuesto en ef cua- dro anterior, pormenores sobre la localizacién precisa de las citadas le- siones. Las ciftas que contiene el cuadro VI. concernientes a la lecalizacion de las lesiones cufaneas en la uta, difieren en forma notable de las obte- nidas por diversos autores que han estudiado este punto en localidades gue tienen estrecha relacién con la selva. Pestana y colaboradores (1940), por ejemplo, en estudios Ilevados a cabo en el Municipio de Ma- lilia (Estado de Sao Paulo}, encuentran que cosa del 70 por ciento de las lesiones se hallan en las extremidades, entre tanto que en la cara apenas si llegan al 12%. En este sentido, “la ilcera de los chicleros” se acerca a la uta, desde que en ambas las lesiones predominan ostensi- blemente en la cara. ‘Tomando las cifras de las publicaciones de Pestana y colaboradores (1940), y de BeutrAn y BusraManre (1942), a fin de comparar nues- tros datos con los obtenidos por los mencionados autores confeccionamos el cuadro VIE. Aunque también la “ilcera de los chicleros" es propia de localida- des selvaticas, en lo que respecta a Ja localizacién de jas lesiones difiere en forma manifiesta de ja leishmaniasis tegumentaria endémica en otras zonas boscosas, y en este aspecto se acerca mas bien un tanto a la uta, CUADRO VI Localizacién de las lesiones en la uta* | “Lesiones cutdneas Lesiones “mucosas No total Extremidades Extremidades Valle de de | Cara Cuello superiores inferiores Nariz | Boca pesorey Th [keine] ions | % isone] 9 "sone "Hse |” Santa Eulalia sa} 206] ot] 3 | 09 | 86 | 268) 26 | 8 | Canchacalla. | 450] H9] 7.6] 7 16) 82 | 2] 2 | 28 Rime... | os | 505] 0.8) 7 | 11) 93 | 33] 2% | 47] 1 | o2 Larin sor | a }733) 5 | 09 | a | wr] 2 TOTALES . | 1903 | wat} 5.2] 2 11 | me | 18.3 | 96 * A parte de lo consignado en el presente cuadro, no se ha encontrado lesiones en otros sities del cuerpo. VRIVINAWNOTL SISYINVAHSITT Hagos solanisa so 66 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL CUADRO Vit Localizacién de las lesiones cutaneas en fa uta y en la leishmaniasts tegumentaria de localidades selvaticas * Pestana y colabo- | Beltrén y Busta- radores (1940) mante (1942) Extremidades superiores | 2 34% Extremidades inferiores. | 3.3 Cora... , 78 Cuello, 2. | 4.9, Al tomar los datos de las publicaciones que empleamos en este cuadro, hemos elegido sdlo aquellos que son comparables con los nuestros. desde que las lesiones predominan en la cara. Pero por otro lado, como se sabe, lo que mas caracteriza a la “tileera de los chicleros” es la cis cunstancia de que un elevado porcentaje de Jas lesiones (cosa del 60 % segiin Betrran y Bustamants, 1942) se hallan en las orejas, las que en la uta son relativamente escasas (alrededor del 7 G: de acuerdo con auestros datos). Hasta ahora no se conoce la causa por ja que en determinadas re- giones la leishmaniasis tegumentatia oftezca aspectos tan diferentes en lo referente a la localizacién de las lesiones. Es posible que esto sea de- bido tanto a los habitos del insecto vector asi como a ciertas particulari- dades en las costumbres de los habitantes de las regiones afectadas. Nuimero de [esiones por caso. El mayor niimero de Iesiones 0 cica- trices utosas que hemos observado en wna misma persona ha sido de 23, y el promedio general por caso, para toda la provincia de Huarochiri, es aproximadamente de dos (véase cuadro VIII). Este promedio no pre- senta grandes variaciones segtin Jos valles, como se puede apreciar en el referido cuadro VII. LAMINA VHi A B Fig. 27 (A y B).—Localizacién de las lesiones cntineas en Ia uta. En estos diagra- -mas cada punto representa 1% de las lesiones. ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 69 CUADRO VIIE Promedio de lesiones por caso en cuatro vailes de la provincia de Huarochici N’ total de j Promedio de le- lesions | siones por caso 1 i { Santa Bulalia : 138, 321 1 23 Canchacalla. . 187 450 ‘ 24 + Rimac 373 i 625 Lz Luria fee a7t 507 i 1.9 — | cee ee | — Totales.... 969 1,903 | 2.0 En cambio, los casos con varias lesiones son mas aumerosas a me- dida que aumenta la endemicidad de Jas Jocalidades, cosa que se puede observar si se visita con cierto detenimiento las diversas zonas utégenas. Con el objeto de mostrar esto hemos confeccionado el cuadro IX y la grafica Ul, utilizando los 969 casos de gue venimos tratando, los que, para simplificar los caiculos, son agrupados tan sélo en dos categorias: a) casos con una y dos lesiones, y b casos con tres o mas lesiones, Con- sideramos a este fin cinca zonas de endemicidad, con una diferencia de 20 % {incidencia utégena) entre una y otra, CUADRO IX Aumento de los casos con mas de dos lesiones en tas localidades de alta endemicidad | Gases con una y dos | Cascs con tres 0 mis j | f } ‘Total de ca-] lesiones lesiones Endemicidad de las! sos obser- | ~ localidades \ vades: \~ Se mi ee De 0219 %. a 2 i at 88.0 —. HW 12.0 » Wadd, 199) HEN ZB 14.3 » 40a 59 | met 240 84.5 | a4 15.5 » a 7 1500 | 118 7G 32 213 > 8.99» ee 73 5 83 32.7 70 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL Al observar el cuadro anterior es facil comprender que en lugares de alta incidencia utégena habra mayores posibilidades de contraer la enfermedad en un lapso dado, si consideramos al mismo tiempo lo que sucederia donde Ja incidencia es ‘baja. De esta manera, en localidades de gran endemicidad seran mas frecuentes aquellos casos con infeccio- nes sucesivas en un corto periodo de tiempo, esto es, que hayan sido ad- quiridas antes que la primera infeccién hubiera evolucionade lo suficien- te como para conferir inmunidad ai sujeto; como resultado de lo cual se tendrian los casos con varias lesiones. Al hacer esta interpretacion, ne- cesariamente hay que aceptar que cuando menos la mayoria de los ca- sos con mas de dos lesiones sean debidas a infecciones sucesivas. De otra manera, se nos hace realmente dificil explicar por qué varia la propor- cién de los casos con varias lesiones al parecer de acuerdo con la inci- dencia de Jas localidades, 33 geno Fracuensle de la canoe 3 oH zoseu oben aoe dad de tes focatldades Grafica 11,—Aumenta de los casos con mas de dos fesiones en las foca- lidades de alta endemicidad. ESTUDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 7 4. Re-infecciones Algunas veces es posible observar personas que muestran lesiones utosas en varias ocasiones, con intervalos de afios en ciertos casos. En la mayoria parece gue fuesen simplemente lesiones térpidas y de larga duracién que recrudecen de tiempo en tiempo, antes que verdaderas re- infecciones. En algunos casos. naturalmente, pueden también tratarse de lesiones de otra etiologia que se localizan cerca a las cicatrices de lesio- nes utosas ya curadas. Es ua tanto dificil determinar ia eticlogia de fas Jesiones con aspec- to leishmaniasicas que se presentan en personas que han sufrido ante- riormente de uta, en especial porque no se puede hacer uso de la intra- dermo-reaccién y, por consiguiente, hay que recuiris tan sdlo al examen microscépico de las biopsias o de los frotis de Jas lesiones. La intrader- mo-reaccién con el antigeno “leishmanina” ofrece resultados positivos en casos de uta ya curados desde hace afios (Bartistin: y Herrer 1945), lo que imhabilita el empleo de este método de diagndéstico en los supues- tos casos de re-infecciones, desde que siempre se obtendrian resultados positivos. En doce ocagiones hemos hecho observaciones microscépicas de las lesiones que mostraran personas que anteriormente habian sufrido de uta. tratando de determinar si en esta forma de la leishmaniasis tegumentaria se presentaban re-infecciones. Dabamos preferencia a los casos en los que las lesiones objeto de estudio se encontraban distantes de las cica- trices de la primera infeccién, asi como a aquellos en los que mediaba e] mayor tiempo posible entre la curacién de la primera lesion y la apari- cién de la segunda. Como teniamos especial interés en estos casos, del mismo modo gue cierta experiencia en la observacién de los frotis de le- siones de larga duracién, las laminas eran observadas con bastante dete- nimiento, Dos de los. doce casos mencionados ofrecieron resultados po- sitivos, 0 sea que se observaron leishmanias en las respectivas laminas. A continuacién vamos ofrecer algunos dates acerca de estos casos: 1, Dionisio Isidro Contreras, 50 afios de edad (en 1949) y natural de Surco. Ha residido en el lugar denominado “Huigui” (Surco} desde su infancia hasta 1946 en que se trasladé a “Linday” (también en Surco). Tanto esta localidad como la anterior son de alta incidencia utosa, encontrindose ambas en las faldas de los ce ros, una ea Ja margen derecha y Ja otra en Ja izquierda del rio Rimac; la distancia que las separa es de cuarto a cinco kilémetros. Cuando era nifio suftié de ufa en el antebrazo derecho, lesién que curé pron- to. Mientras residiera en “Huiqui” no volvié a presentarsele lesién alguna gue po- dria atribuirse, a etiologia leishmaniasica, pero en Agosto de 1949, 0 sea a los tres 72 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL afies de residir en “Linday”, mosteaba una pequefia slcera en el lado izguierdo del cuello, en cuyos frotis encontramos gran cantidad de leishmanias. Por sugerencia anestra este paciente no fué sometide a tratamiento alguno, no obstante Io cual dos tneses después {Octubre de 1949) Ia lesién se encontraba en plena cicatrizacion 2. Juana Chuquicaja, 25 affios de edad (en 1945) y natural de Chante (véase el mapa). Durante los primeros afios de su infancia tuvo una lesion utosa en la mejilla derecha, la que curé después de algunos meses. En 1943 casé en Tapicara, loca- idad del valle ce Canchacalle, a donde (Tapicara) fue a residir desde entonces. A los dos aiios de residie en Tapicara presentaba una lesion en cada mejilla, las que resultaron ser debidas a fa uta. Cemo se puede observar en el cuadro TH, pag. 47, Tapicara y Chaute tienes mas o menos la misma alta nicidencia leishmaniasica, pero se encuentran en valles distintos. ‘No cabe duda que en los dos casos anteriores se trata de verda- deras re-infecciones, principalmente por el considerable lapso transcurri- do entre la aparicién de las lesiones. Pero, al mismo tiempo, resulta muy sugerente el hecho de que en ambos se presentase la segunda lesién sélo después que las respectivas personas se habian trasladado de un lugar utégeno a otro, lo que indicaria ausencia de inmunidad entre determina- das cepas. Cosa parecida a esto ha sido verificada en Rusia (KozHEv- NiKOV 1945), al observarse que no existia inmunidad cruzada entre la forma “seca” y la “hiimeda’ de la leishmaniasis tegumentaria existente en el sur de Turkmenistan. De todas maneras, conviene indicar que las re-infecciones serian sumamente raras en la uta 5. Periodo de ineubacién En varias ocasiones nos ha sido posible conocer con cierta exacti- tad el periodo de incubacién en casos de infeccién natural, en personas que procediendo de localidades donde no existe la uta residieran en Ja zona endémica un determinado lapso, Ademas, como anotamos en !a pagina 39, también tenemos observaciones en este sentido en un case humano de infeccién experimental. Por-otro lado, en lo que concierne _ala infeccién experimental en ios animales, existe ya en la literatura cier- to material que puede ser utilizado al tratar de determinar el periodo de incubacién de la uta. Periodo de incubacién en casos humanos de infeccién natural Hasta la fecha tenemos observados once casos de infeccién natural en Jos que se puede deducir aproximadamente el respective periodo de incubacién, como se indica a continuacién: IIDIOS SOBRE LEISHMANIASIS TEGUMENTARIA 73 a. Cuando se trataba de construir fa carretera de Autisha a Carampoma, fos cormuneros de? pueblo de Huanza (3200 metros sobre ef nivel del mar, y por consi- guiente ya “fuera de la zona endémica de la Leishmasiasis) permanecieron durante ta semana del 6 al 12 de Enero de 1947 en la localidad denominada “Shurshe”, lugar que es conocido como sumamente utégeno en el valle de Santa Eulalia. A conse- cuencia de ¢sto, varios obreres ast como tambign otras personas que Tes acompatta- ban coatrajeren la ula, de entre Jos cuales fueron vistos por nosotros los siguien- tes: J. Félix Carlos, Fortunato Sinchez y Graciela Ticse, con lesiones aparecidas en la segunda quincena de Marzo, 1947, casos que tendrian un periodo de incubacién de dos meses y medi 2. Zenén Ticse, Francisco Livia y Maximo Toledo, con lesiones aparecidas du- rante la primera guincena de Abril. Perfodo de incubacida, alrededor de tres meses. 3. Feliciana Huaranga, com lesiones utosas desde 1a segunda quincena de Abril. que ofreceria un pericdo de incubacién de tres meses y medio. 6, Estela y Honoria Francia, naturales det pueblo de Chacila, que se encuentra per encima de fa zona endémica del valle de Santa Eulalia, permanecieron en el lugar Mamado “Llagay-puguio” det 15 de Enero al 28 de Marzo, 1947. (“Llagay-pugpio” es una estancia temporal de ganaderas en el camino de Autisha a Chaclla, y ha sido de- signado con tan expresivo nombce a causa de la frecuencia con que se contrat Ia ata en esta localidad). El 20 de Abril. 1947, se presentaron al Instituto de Higiene, Ti- mma, con sendas lesiones Ieishmanidsicas, a fin de ser tratadas: informaron entonces que en ambas [as lesiones habian aparecido en los ditimos dias de Marzo. En estos ca- sos, de ninguna manera el periodo de incubacién ha podide ser mayor de dos meses y medio, © Francisca Santibatiez, profesora de escuela, natural de Cajatambo {lugar no leishmaniasico) y con varios afios de residencia en Lima, permanecié en Huatiacaya (localidad de alta incidencia utégena en el valle de Lurin) de! 13 de Noviembre, 1946, al 22 de Febrero, 1947. Informa que durante la segunda quincena de Eneto, 1947, noié una pequefia lesién en el entebrazo derecho, la que resulté ser de ufe, También en este caso el periodo de ineubacién no ha podido set mayor de dos meses y medio. d. Asunciona Osihuels, natural de Huanza, durante ta primera quincena de Ene» ro, 1949, permanecié en Lanca, valle de Canchacalla. Ea junio de este mismo afio fué observada por nosotros. fecha en Ja que mostraba una Jesi6a utosa en la mejilla dere- cha, la que segin nos informara habria aparecido en los dltimos dias de Marzo, El perioda de incubacion seria alrededor de dos meses y medio. Segiin las anotaciones anteriores el periodo de incubacién en los ca~ sos de infeccion natural de la uta variaria entre dos meses y medio y tes meses y medio, Con excepcion de los tres casos consignados en los pa- nrafos b y ¢, las personas consideradas en estas observaciones han per- manecido en los Jugares utégenos tan sélo unos cuantos dias. de manera que el periodo de incubacién que se ha deducido seguramente tiene Ja suficiente exactitud, 74 REVISTA DE MEDICINA EXPERIMENTAL Periodo de incubacién en un caso humano de infeccién experimental En otra seccién (nota IH, Pag. 39) de esta serie de articulos infor- mamos acerca de dos inoculaciones experimentales en el hombre lleva- das a cabo con cultivos de leishmanias que procedian de casos de uta. En una de estas inoculaciones se logré reproducir la alcera leishmaniasica. en la que el periodo de incubacién es aproximadamente de tres meses. Periodo de incubacién en infeeciones experimentales en perros y zortos En Ia infeccién experimental conseguida por Stronc {STRONG et al. 1915) el perro mostré lesiones (pdpulas) visibles macroscépicamente a los 53 dias, o sea con un periodo de incubacién préximo a los dos meses. En cuanto a los perros que fueran inyectados por German (1940), des- conocemos el period de incubacién. En los estudios efectuados por nosotros y que son expuestos ¢n no- tas anterieres, el periodo de incubacién fué de dos meses en los tres z0- rros; y en los nueve perros que consiguiéramos infectar con material di- verso, pero todos de procedencia utosa, como se puede observar en el cuadro II, (Pag. 20), el periodo de incubacién fluctud entre los 30 y 90 dias. Sin embargo, tanto en los zorros asi como en los perros infectados por nosotros, conviene tener presente que en varias ocasiones verifica- mos la existencia de ieishmanias en Ia zona inoculada sin que ésta mos- trara alteracién macroscépica alguna, ya que de acuerdo con nuestro plan de trabajo rutinariamente haciamos frotis a partir de Ja segunda o tercera semana de la inoculacién. Es posible que esta circunstancia haya influido en algunos casos, acortando en algo el periodo de incubacién que se ha determinado. Tal como sucede en las otras formas de Ja leishmaniasis tegumen- taria en América del Sur (Smatruck 1938, Pag, 115), también en Ja uta se podria decir que el periodo de incubacién varia entre uno y tres me- ses. Por los datos que nos ha sido posible recoger, este criterio abarca- ria tanto a las infecciones natural y experimental del hombre, asi como a las infecciones experimentales en perros y zorros que fueran inocula- dos con cultivos © material que procedian directamente de las lesiones ufosas. 6. Incidencia de la Uta en relacién con ias Estaciones del afio Aunque Ia uta puede ser adquirida en cualquier estacién del afio, como han observado diversos autores (UGAz 1886: ANTUNEZ 1914; Arce 1915, ete.), se nota que hay una mayor incidencia durante los meses de

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