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templo
Daniel vivi en tiempos del cautiverio babilnico. Sin patria, sin libertad, sin templo.
No es eso la miseria misma para un judo?
Cuando Daniel ley la profeca de Jeremas (9:2) se dio cuenta de que era el tiempo
de que el cautiverio terminase; entonces, sabiendo cul era la voluntad de Dios, volvi
su rostro a Dios el Seor buscndole en oracin y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.
(9:3). Su ruego comienza con una confesin del pecado de Israel (9:4), y concluye con
una apelacin a las misericordias de Dios (9:18). Su oracin nos muestra a Daniel
perfectamente identificado con el pecado del pueblo. La confesin no es por el pecado
de ellos, sino por nuestra confusin de rostro, como dice el profeta, en una primera
persona plural en la cual l mismo est incluido.
Daniel era muy joven cuando fue llevado cautivo, y seguramente l no tena mucho
que ver con los pecados que gatillaron la cautividad. Sin embargo, l ahora, ya viejo,
habla a nombre de toda la nacin, ofreciendo contundentes argumentos delante de
Dios a favor de todos. Su corazn misericordioso y quebrantado se derrama delante
de Dios en un ofrenda de splicas que Dios no puede desor. (Esto ocurre en el ao
primero de Daro Dan. 9:1)
Mientras un sacerdote de Dios busca favorecer a los hombres, Satans los acusa
delante de Dios. Sus oficios son totalmente opuestos, y ellos merecen una distinta
sancin de parte de Dios. Siendo tan diferentes, no obstante, muchos hijos de Dios
parecen no discernir claramente la diferencia.
Por eso, el llamado hoy para los cristianos es dejar de lado aquellas pequeas cosas
en que nuestros hermanos nos han ofendido, a dejar de mirar la paja en el ojo ajeno,
para llenarnos, en cambio de compasin y misericordia y elevar oraciones a Dios a
favor de ellos. La boca que se llena de juicios hacia su hermano se secar y no podr
concebir palabras para bendecir a Dios; en cambio, la boca que se llena de bendicin,
ser ella misma bendita de Dios.
Cunta palabra se pronuncia y se escribe slo para enjuiciar, para acusar y para
justificarse a s mismos los que las dicen! Dios clama hoy, lo mismo que ayer, por
hombres que hagan vallado, que se pongan en la brecha delante de l, a favor de los
hombres. Que Dios no se llene de estupor hoy, por no hallar quin se interponga a
favor de los hombres!