You are on page 1of 6

HUMANISMO, ILUSTRACION Y MASONERIA

ALEJANDRO B. DEDOFF

La palabra humanismo proviene del latín, humanitas, humanidad, naturaleza humana


(en Cicerón, cultura del espíritu, en un sentido semejante al de paideia en griego), o
bien de humanus, (lo que concierne al hombre) En general, toda doctrina que se
interesa básicamente por el sentido y el valor del hombre y de lo humano, tomándolo
como punto de partida de sus planteamientos.

El término, no obstante, se aplica a tres momentos históricos distintos: al fenómeno


sociocultural de los siglos XIV y XV, conocido como «humanismo del
Renacimiento», al «nuevo humanismo» del período del clasicismo y del
romanticismo alemán de los siglos XVIII y XIX y a los «humanismos
contemporáneos», basados en sistemas filosóficos más generales y de orientación
fundamentalmente ética.

El primer humanismo se caracteriza no sólo por el renacimiento y el cultivo de los


studia humanitatis o de los studia humaniora, a saber, los estudios de gramática,
dialéctica, retórica, historia, poética y ciencias morales, basados en el cultivo de la
filología y el aprecio del texto clásico, en latín y griego -alejándose así de la tradición
Escolástica y la filosofía árabe-, sino también por un nuevo concepto de "hombre",
más acorde con los nuevos ideales cívico-humanos de la aristocracia comercial en
cuyo ambiente nace, alejado de los modelos eclesiásticos y nobles o caballerescos de
"hombre" y del modelo medieval de mundo, y que pretende inspirarse en la
antigüedad clásica. Este humanismo renacentista recuerda y renueva los antiguos
ideales clásicos de cultura de la antigua humanitas romana o de la paideia griega.

Como humanistas destacan, en Italia, cuna del humanismo, Francesco Petrarca


(1304-1374), considerado el primero de los humanistas, Coluccio Salutati (1331-
1406), Leonardo Bruni (1370/74-1444), Poggio Bracciolini (1380-1459), Leon
Battista Alberti (1404-1472), Lorenzo Valla (1407-1457) y, sobre todo, Marsilio
Ficino (1433-1499) y Pico de la Mirandola (1463-1494). Fuera de Italia, son
humanistas notables Nicolás de Cusa (1401-1464), John Colet (ca. 1467 -1519),
Thomas More (1486-1535), Erasmo de Rotterdam (1467-1537), Luis Vives (1492-
1540) y Pierre de la Ramée (Ramus, 1515-1572).

Después de ésta etapa sobreviene lo que se denomina la ilustración.

El término "ilustración" que se aplica a un conjunto sistemático de ideas filosóficas y


políticas que se extiende por países de Europa -Inglaterra, Francia y Alemania,
principalmente- desde mediados del s. XVII al XVIII, y que se considera como uno
de los períodos más intelectualmente revolucionarios de la historia.

Se caracteriza fundamentalmente por una confianza plena en la razón, la ciencia y la


educación, para mejorar la vida humana, y una visión optimista de la vida, la
naturaleza y la historia, contempladas dentro de una perspectiva de progreso de la
humanidad, junto con la difusión de posturas de tolerancia ética y religiosa y de
defensa de la libertad del hombre y de sus derechos como ciudadano.

La importancia de la razón crítica, que es pensar con libertad, y que ha de ser como
la luz de la humanidad, se deja ver en la misma raíz de las palabras con que, en los
distintos idiomas, se significa este período: "Siglo de las luces", o "siglo de la razón",
"illuminismo" (en Italia), "Enlightenment" (en Inglaterra), o "Aufklärung" (en
Alemania).

Todo cuanto se oponga, como rincón oscuro y escondido, a la iluminación de la luz


de la razón -las supersticiones, las religiones reveladas y la intolerancia- es rechazado
como irracional e indigno del hombre ilustrado, como "oscurantismo".

Kant, con la frase "Sapere aude!" -¡atrévete a saber!-, expresa acertadamente la labor
que cada ser humano ha de ser capaz de emprender y llevar a cabo por propia
iniciativa, una vez alcanzada ya, por historia y por cultura, la mayoría de edad del
hombre.

Las ideas ilustradas constituyen el depósito conceptual sobre el que se funda la


manera moderna de pensar.

El conjunto de ideas ilustradas comunes se diversifica en cada país según la


circunstancia filosófica y política en que se encuentra.

La Ilustración comienza en Inglaterra con el empirismo de Locke y de Hume y el


deísmo de muchos moralistas ingleses, ideas que, junto con el espíritu científico de
Newton y de la revolución científica, se divulgan por la misma época en Francia
gracias a la labor de ilustración que llevan a cabo los que se llaman a sí mismos
philosophes y enciclopedistas.

En Alemania la Aufkärung llega con cierto retraso y se convierte en un proceso de


difusión de las ideas inglesas y francesas, cuyo efecto inmediato es la crítica a los
valores defendidos por el feudalismo, convirtiéndose en despotismo ilustrado, en el
aspecto político y, en el filosófico, en crítica de la razón, esto es aquella que no se
fundamenta ni en la revelación ni en las ideas innatas, sino en la experiencia y los
resultados de las ciencias, y no busca sacralizar lo que es natural y profano.

En otros países, al sur y al este de Europa, España, Portugal e Italia, por ejemplo, la
difusión y el eco de las ideas ilustradas fue menor.

Los representantes de la Ilustración francesa son sobre todo, pero no únicamente, los
redactores de la Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, las artes y los
oficios (diecisiete volúmenes de 1751 a 1765): Diderot y d´Alembert (ambos también
directores), Voltaire, d´Holbach, Rousseau, entre los principales, y otros como
Chevalier de Jacourt, Quesnay, Turgot, Grimm, Helvétius, Toussaint, etc., todos
iniciados en la Francmasonería.

El antecedente inmediato de esta obra lo constituye el Diccionario histórico-crítico


(1695-1697) de Pierre Bayle, obra eminentemente escéptica y crítica con toda clase
de errores. Con él empieza una nueva orientación en la filosofía francesa que
consiste en interesarse más por problemas de importancia práctica que por cuestiones
abstractas del origen de las ideas. Les philosophes es el nombre con que se distingue
a estos espíritus ilustrados, en especial al grupo de pensadores vinculados con la
dirección o la redacción de la Enciclopedia.

La Ilustración inglesa, menos espectacular en resultados y representantes, es no


obstante fuente de inspiración de la francesa, y sus filósofos y pensadores son
aquellos que los enciclopedistas y les philosophes tienen en mente: los resultados
científicos de Newton y Robert Boyle y los principios filosóficos y políticos de
Locke. Pero, junto con el empirismo y la renovación de la ciencia, los ilustrados
ingleses se interesan por cuestiones como el deísmo y la moral. La discusión sobre el
deísmo o la religión natural surge fundamentalmente con Cristianismo sin misterios
(1696), obra de John Toland. En estas discusión participan Peter Browne, John
Norris, Samuel Clarke, Anthony Collins, y sobre todo Matthew Tindal (a favor), con
El cristianismo, tan viejo como la creación (1730) y Joseph Butler (en contra), con
Quince sermones sobre la naturaleza humana (1726). La discusión en torno a la
moral, o propiamente en torno a la autonomía de la moral, en la que participan
autores como Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury, Francis Hutcheson,
David Hartley, Bernard Mandeville, da lugar a las diversas teorías sobre el
sentimiento moral como fuente de moralidad. David Hume, a quien cabe considerar
como el representante más cualificado de la ilustración inglesa, participa en ambas
discusiones sosteniendo tanto el deísmo, en Diálogos sobre la religión natural (1779),
como la moral basada en el sentimiento, en Ensayo sobre los principios de la moral
(1751). El utilitarismo, como doctrina ética basada en «el mayor bien para el mayor
número», y la doctrina política del liberalismo basada en el "interés general" -ambas
tributarias de la doctrina del "sentimiento moral"- son frutos sazonados de la
ilustración inglesa.

La Ilustración alemana presenta asimismo sus propias características. La crítica a la


superstición, al dogmatismo y al oscurantismo toman en Alemania la forma de
estudio analítico de las posibilidades y límites de la misma razón. Esta orientación,
que comienza con Ch. Wolff, culmina brillantemente en la filosofía de Kant, que
dedica al estudio sistemático de la razón tres Críticas. Antecedentes de la filosofía
alemana en esta época son las teorías racionalistas de Leibniz, el espíritu científico
de Newton, la crítica escéptica de Hume y las ideas ilustradas de los franceses. Los
grandes representantes de la Ilustración alemana son Christian Wolff, en quien
confluyen todas estas tendencias como en una enciclopedia del saber, y Kant, quien
con su apriorismo sostiene una forma de síntesis entre empirismo y racionalismo. El
análisis de la razón lleva, en cambio, al wolffiano Baumgarten a considerar un tipo
especial de conocimiento: el obtenido por las cualidades sensibles de las cosas, el
conocimiento estético, o la percepción de lo bello. El deísmo tiene también sus
seguidores en Alemania: Hermann Samuel Reimarus (1694-1768) escribe una
justificación de la religión racional en Tratado sobre las principales verdades de la
religión cristiana (1754), y un ataque contra la religión revelada y el poder en
Fragmentos de un anónimo (parte de Apología de los adoradores racionales de Dios,
y obra publicada entre 1774 y 1777). Moses Mendelssohn, en cambio, argumenta
contra la mera religión natural, pero es un verdadero ilustrado que defiende el valor
de la difusión de la filosofía (pertenece al grupo de la Populärphilosophie, filosofía
popular, de la que Christoph Friedrich Nicolai [1733-1811] es el miembro más
notable) y la tolerancia. En Gotthold Ephraim Lessing, poeta, polemista y filósofo,
autor de Laocoonte o las fronteras de la pintura y de la poesía (1766), obra en que
distingue la pintura (espacial) de la poesía (temporal), de un poema sobre la
tolerancia, Nathan el sabio (1779), y de Educación del género humano (1780), donde
trata de la relación, más que de la oposición, entre religión natural y religión
revelada, la religión ha de entenderse como un fenómeno histórico visto desde la
perspectiva del progreso humano; cada religión positiva (revelada) es una nueva y
más madura etapa que completa a la anterior, la verdadera, no obstante, es la natural,
la de la conciencia, que consiste en la actuación moral racionalmente fundada.
Auténtico ilustrado, defensor de la tolerancia y autor de obras sobre crítica de la
religión, ya que -según afirma- no puede criticar el poder político, se constituye en
centro de la discusión sobre religión en Alemania por dos razones: por el llamado
"problema de Lessing", publicado en Sobre la prueba del espíritu y de la fuerza
(1777), con el que plantea la cuestión de cómo un hecho histórico (la vida de Jesús
que cuentan los Evangelios) puede ser el fundamento de una religión que se
considera trascendente, y por su supuesto panteísmo, origen de la polémica religiosa
conocida con el nombre de Pantheismusstreit.
Las ideas de Locke, Hume, Newton y las de los philosophes llegan a Italia con algo
más de retraso, pero hacia 1750 Milán y Nápoles se constituyen en centros difusores
de ideas ilustradas. En 1761 Pietro Verri (1728-1797), economista y filósofo,
organiza en Milán la "Società dei Pugni" (sociedad de los puños), a la que se
adhieren también, entre otros, su hermano Alessandro Verri (1741-1816), crítico
literario, y Cesare Beccaria, cuya obra De los delitos y de las penas (1764) -la obra
cumbre de la ilustración italiana- pronto le proporciona fama mundial. En torno a la
universidad de Nápoles, que, tras la expulsión de los jesuitas en 1767, se orienta
hacia el derecho y la economía, destacan Antonio Genovesi (1713-1769), alumno de
G. Vico, Ferdinando Galiani (1728-1787) y Gaetano Filangeri (1752-1788), teóricos
de la economía política y de la jurisprudencia.

En España el movimiento ilustrado llega a su máximo esplendor durante el reinado


de Carlos III (1759-1788), período que se califica de "despotismo ilustrado". Los
ministros de ese monarca, Ensenada, Aranda, Campomanes, Jovellanos
Floridablanca, etc., son personajes imbuidos de ideas ilustradas y promotores de
reformas sociales y educativas. Los pensadores -que no se muestran ni radicales ni
extremistas, como en otros países- orientan sus críticas contra la tradición en general
y, en particular, contra la religión tradicional y las instituciones católicas en cuanto
portadoras del espíritu de la Contrarreforma, y se muestran a favor de una
secularización de la cultura y la sociedad. Las obras del benedictino Benito Jerónimo
Feijoo (1676-1764) -Teatro crítico universal, subtitulado Discursos varios en todo
género de materias para desengaño de errores comunes (1726-1739), y Cartas
eruditas y curiosas en que por la mayor parte se continúa el designio del "Teatro
crítico universal" impugnando o reduciendo a dudosas varias opiniones comunes
(1742-1760)- difunden los ideales de la ilustración: lucha contra las supersticiones y
el oscurantismo y difusión de temas científicos, filosóficos y culturales. Francisco
Cabarrús (1752-1810), comerciante de origen francés que llegó a altos cargos en la
Administración, propone en sus escritos -sobre todo en Cartas sobre los obstáculos
que la naturaleza, la opinión y las Leyes oponen a la felicidad pública (escritas en
1792 pero publicadas en 1808)- una educación elemental laica y común para todos,
ataca duramente la enseñanza religiosa, critica la organización de las universidades,
sostiene los principios liberales y defiende la armonía entre razón y naturaleza.

La "vuelta a lo clásico", con sus nuevos valores de interés por la naturaleza y el


naturalismo, el individualismo, el rechazo de la autoridad, valoración de la historia,
interés por la cultura y el saber, se repite una segunda vez cuando, tras la Ilustración,
y como reacción a ésta, surge un nuevo humanismo impulsado por el neoclasicismo
romántico alemán del s. XVIII y XIX, y que halla su expresión sobre todo en Johann
Winckelmann (1717-1768), Friedrich Schlegel (1772-1829), Johann Gottfried Herder
(1744-1803), Friedrich Schiller (1759-1805), Johann Wolfgang von Goethe (1749-
1832) y Wilhelm von Humboldt (1767-1835).

Herder, Schiller, Goethe y von Humboldt fueron masones y contribuyeron a


desarrollar los fundamentos de la Masonería desde el aspecto filosófico. Su
influencia conjuntamente con las ideas de Bacon y Comeino han marcado
profundamente la concepción masónica hasta nuestros días.

De esta época es el término "humanismo" acuñado por F.J. Niethammer hacia 1808.
A este nuevo humanismo atribuye H.G. Gadamer la configuración de los "conceptos
básicos del humanismo": el concepto de formación, el proceso por el cual se adquiere
la cultura del espíritu, en contraposición a la adquisición de la ciencia; el sentido
común, como opuesto a la sola razón, que es defendido por el renacentista Vico,
quien apela al ideal de sabio de la antigüedad en oposición también al simplemente
erudito, o al saber práctico de Aristóteles en oposición al saber técnico, y que define
como "sentido que funda la comunidad"; la capacidad de juicio, capacidad de juzgar,
íntimamente relacionada con el sentido común, acerca de juicios morales y estéticos;
y el gusto, concepto más moral que estético.

Esta noción integral de "formación", es el elemento constitutivo esencial del nuevo


concepto de "humanidad" que surge en el s. XVIII y cristaliza en las llamadas
ciencias del espíritu del s. XIX.

Los humanismos contemporáneos, a su vez, se inscriben en la línea de las ciencias


del espíritu, pero se apoyan propiamente en el esquema hegeliano de la idea que se
constituye a sí misma a lo largo de la historia.

Por eso, la filosofía sobre el hombre se desarrolla ahora como parte fundamental, o
como la totalidad, de un sistema filosófico, cuyo objetivo principal es destacar el
valor y la dignidad del hombre como individuo que construye por sí mismo su propio
sentido.

Los principales humanismos contemporáneos son el marxismo, el existencialismo y


el personalismo. Para el marxismo, que afirma ser una "inversión" del idealismo de
Hegel, no es la idea lo que se hace a lo largo de la historia, sino el hombre que,
ligado inicialmente a la naturaleza, se desvincula de ella transformándola y
transformándose con el trabajo y es, por ello, creador de su propia naturaleza que, en
la etapa capitalista, resulta alienada y alienante por el modo de producción; la
alienación, el trabajo enajenado, falsea el propio sentido del hombre y las relaciones
con los demás. La labor desalienante que el hombre ha de emprender consiste en
hallar, por la praxis revolucionaria, nuevas relaciones sociales de producción que no
supongan ninguna explotación del hombre por el hombre; el resultado logrado a
nivel social es el nuevo "hombre total". La noción, y hasta la expresión, de
"humanismo marxista" fue criticada por Althusser, que la considera un "asalto de la
ideología burguesa al marxismo". A su entender, el humanismo es ideología e insiste
en afirmar la existencia de un corte epistemológico entre el Marx de los Manuscritos,
de influencia hegeliana, y el Marx de El capital, y más en concreto de Crítica al
programa de Gotha (1875) y de Notas sobre Wagner (1882), obras en que ya no
quedan vestigios de Hegel.

Para Sartre, el existencialismo es justamente un humanismo porque hace posible la


vida humana y la fundamenta en la subjetividad del hombre. A su entender, el
hombre es lo que él decide ser libremente, no habiendo esencia alguna humana a la
que deba asimilarse: "el hombre es lo que hace". Más tarde, hacia los años setenta
une existencialismo y marxismo -cuando ya "su sombra (del marxismo) oscurece a la
historia"-, considerando que éste es, pese a todo, la filosofía de nuestro tiempo no
superada aún por ninguna otra y sosteniendo, por otro lado, que la interpretación del
hombre hecha desde la situación concreta de su clase es una manera adecuada de
llegar a la existencia del hombre individual, visto "en la materialidad de su
condición".

En alguna medida los humanismos filosóficos suponen una metafísica del sujeto, o
de la subjetividad; contra tal metafísica humanista replica Heidegger, en Carta sobre
el humanismo (1947), que se trata de una muestra más del olvido de la verdadera
pregunta por el ser.

El pensamiento filosófico cristiano, católico y protestante, por su parte, ha intentado


elaborar cierto humanismo de signo cristiano recurriendo básicamente a la
perspectiva existencialista. El Humanismo integral (1936), de Jacques Maritain, se
inspira no obstante en la tradición aristotélico-tomista.

QQ.: HH.:, espero que éstas anotaciones nos sean útiles para investigar sobre la
ilustración y el humanismo, etapas de la filosofía que constituyen el desarrollo de los
fundamentos de la Masonería Especulativa moderna y sus expresión exotérica. La
mayoría de los exponentes, tanto de la ilustración como del humanismo o han sido
masones o han estado influenciados por las ideas masónicas. En cierto sentido se
puede decir que los símbolos de la Francmasonería son las claves secretas del
progreso del pensamiento humano.

De nuestro compromiso con la Masonería y nuestra personal iniciación depende


nuestra contribución al progreso humano en términos de paz, armonía y felicidad de
la especie.

You might also like