26/12/2017 El objetivo más valioso de la apologética - The Gospel Coalition

El objetivo más valioso de la apologética

21 ENERO, 2017  | R.C. Sproul
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BIBLIA & TEOLOGÍA

Éxodo 3 narra el muy conocido relato de cuando Dios se revela a Moisés en la zarza ardiente y lo envía a decirle a Faraón
que libere a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Pero eso fue solo una parte de la misión de Moisés. La otra tarea a la
que el Señor llamó a Moisés era hacerle frente a los hijos de Israel. Era para mandar a los hijos de Israel en el nombre de
Dios para participar en la mayor huelga de la historia. En desafío absoluto del poder y la autoridad de Faraón, estaban
próximos a salir de Egipto y salir al desierto para adorar a Dios en su montaña. Y, por supuesto, estos eventos
terminaron en el éxodo.

Solo piensa en la tarea de Moisés. Moisés, un anciano que había estado tendiendo ovejas en el desierto durante años,
tenia que conseguir de alguna manera una cita con el faraón, el gobernante más poderoso de la tierra en ese día. Sin
embargo, en muchos aspectos, era aún más difícil ir a la casa de Israel y decir: “No importan los carros de Egipto, y los
ejércitos de Faraón. Síganme y los llevaré a la tierra prometida”. ¿Qué esclavo en su sano juicio confiaría en la palabra de
Moisés? Y ese es el problema en particular que se aborda en Éxodo 4, donde Moisés le dice a Dios: “¿Y si no me creen, ni
escuchan mi voz? Porque quizá digan: ‘No se te ha aparecido el SEÑOR’”. Y el Señor le dio a Moisés muchas pruebas
para mostrar a los israelitas que sus afirmaciones eran creíbles.

En este encuentro, Moisés planteó la pregunta de apologética, la pregunta de cómo el creyente va a defender la fe
como razonable. Tenía que convencer a los israelitas de la veracidad del mandato y de que venía de Dios. Él estaba
tratando con el problema central de la apologética, es decir, tenía que convencer a la iglesia —al pueblo de Dios— de la
veracidad de la Palabra de Dios y su demanda en sus vidas.

La tarea de la apologética, la defensa de la verdad del cristianismo, tiene al menos tres objetivos principales. Creo que la
mayoría de los cristianos están familiarizados con dos de estos. En primer lugar, la apologética es dar una respuesta a los
críticos de la fe cristiana, a los que tratan de socavar la base racional para el cristianismo o que la critican desde el punto
de vista de otra filosofía o religión. Pablo hizo eso en Hechos 17cuando se enfrentó a los epicúreos y los estoicos, los
seguidores de dos escuelas filosóficas populares en su día. Apologetas cristianos tempranos como Justino Mártir
escribieron al emperador romano para defender a los cristianos contra las falsas acusaciones de ateísmo (porque los
cristianos no adoraban a los dioses romanos) y el canibalismo (porque los paganos entendían mal la cena del Señor).

El segundo de los objetivos principales de la apologética es derribar los ídolos intelectuales de nuestra cultura. Aquí, la
apologética opera a la ofensiva, señalando las inconsistencias y los errores de otras religiones y visiones del mundo. El
tercero, y lo que creo que es el más valioso, el objetivo de la apologética es animar a los santos, para apoyar a la iglesia,
al igual que la primera preocupación que Moisés tenía era el ser capaz de demostrar que Dios lo había llamado para ir a
los israelitas y sacarlos de Egipto. Moisés era un defensor de su propio pueblo.

Los tres años más duros de mi vida fueron mis años de seminario, porque yo era un cristiano celoso estudiando en la
ciudadela de la incredulidad. Cada día, las preciosas doctrinas de nuestra fe fueron atacadas brutalmente por mis
profesores. Un profesor atacó a un estudiante en mi clase por venir al seminario con demasiadas ideas preconcebidas,
como la deidad de Cristo. Otro profesor atacó a un estudiante cuando predicó sobre la cruz. “¡Cómo se atreve usted a
predicar la expiación sustitutiva en este tiempo!” dijo el profesor. Había una hostilidad que era palpable en el aire, y era
desalentador. Se plantearon todo tipo de preguntas, y aunque comprendía los supuestos filosóficos subyacentes a los

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ataques de los críticos, había todavía muchas preguntas que no estaba equipado para responder. Intuitivamente sabía
que estos hombres estaban equivocados, pero no podía responder a ellos.

En ese momento, básicamente había un solo seminario importante en los Estados Unidos que era fiel histórica teología
reformada —el Seminario Westminster en Filadelfia. Después de que las clases del día habían terminado en mi
seminario, solía leer profesores de Westminster como J. Gresham Machen, John Murray, Ed Stonehouse, Ed Young, y
otros. Y ellos me daban las respuestas a las preguntas que tenía. Después de un tiempo, cuando oía una pregunta que
no fuera capaz de responder, tenía la confianza de que Dios había levantado grandes hombres del saber que sabían
mucho más que yo y que eran capaces de responder a estas preguntas escépticas.

Le dije al personal de Ligonier hace muchos años: “El trabajo que hacemos en la apologética quizás no pueda ser
entendido en todos los detalles por todos los cristianos que lo escuchan. Pero si podemos responder a estas preguntas y
mostrar la credibilidad del cristianismo, la gente en la iglesia no será devastada por las voces de escepticismo que los
rodean”. Hemos sabido de estudiantes en nuestras iglesias que han ido a las universidades —incluso universidades que
profesan ser “cristianas”— y que han tenido una crisis de fe. En muchos casos, se han agarrado de sus uñas porque
estaban siendo golpeados todos los días, ridiculizados, y despreciados por su fe en Cristo. Lo que estos chicos necesitan
es la tarea de la apologética dentro de la iglesia, para calmar sus miedos. Y no son solo los estudiantes universitarios,
somos todos los que vivimos en este mundo caído. Porque si Satanás no puede quitar nuestra fe, él podría ser capaz de
intimidarnos a grado tal que estemos paralizados, que no seamos tan audaces como éramos antes. Y así, no todo el
mundo está llamado a ser un apologeta profesional, pero todos estamos llamados a estudiar temas apologéticos y para
ver qué hay razones para la esperanza que hay en nosotros.

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LIGONIER. TRADUCIDO POR RAÚL CABÁN.

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio

Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation.

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