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EL “LENGUAJE INCLUSIVO” DE LA

CORRECCIÓN POLÍTICA SE TRATA DE


PODER, NO DE IGUALDAD

POR: HANA FISCHER - @HANA_FISCHER

DIC 27, 2017

El lenguaje “incluyente” se hizo “necesario” tras varios


gobiernos populistas. (Wikicommons)

De un tiempo a esta parte estamos asistiendo a una de las


imposiciones más insólitas y absurdas jamás vistas: agregar
innecesariamente el género femenino al masculino cada vez
que hablamos o escribimos.
Esa tendencia, cual mancha de aceite, se está extendiendo por
doquier. Pero a veces llega a niveles extravagantes. Entre ellos,
esto que ocurrió en Bogotá. Cuando gobernaba el exalcalde
Samuel Moreno Rojas, en 2009 hizo aprobar el acuerdo 381.

Allí se estipula que tanto al hablar como escribir en cuestiones


oficiales, se deberá utilizar un lenguaje incluyente. Por ese
concepto hay que entender “el uso de expresiones lingüísticas
que incluyan tanto al género femenino como al masculino,
cuando se requiera hacer referencia a ambos y no el uso
exclusivo del género masculino”.

El nuevo alcalde Enrique Peñalosa, que asumió en 2015 y


pertenece a un partido diferente que sus antecesores, Moreno
Rojas del Polo democrático y Gustavo Petro del movimiento
Progresistas, decidió que la frase “Bogotá, mejor para todos”
sería el lema que identificaría a su administración.

Indignado por esa “afrenta” a las mujeres, el congresista Alirio


Uribe (miembro del mismo partido que Moreno Rojas) le
entabló una demanda judicial para obligarlo a cumplir el
acuerdo 381. En la rueda de prensa que realizó para hacer ese
anuncio, estuvo acompañado por el grupo de presión Consejo
Consultivo de Mujeres de Bogotá.

El juez que atendió la causa le dio la razón a Uribe. Por


consiguiente, le dio un plazo de 20 días a Peñalosa para que
cambie la frase “Bogotá mejor para todos” por “Bogotá mejor
para todos y todas”, sobre la base de que la primera no era
incluyente.

Con anterioridad, el juez había solicitado la opinión de varias


organizaciones. Una de ellas fue la Escuela de Estudios de
Género de la Universidad Nacional. En su informe al juzgado,
afirma que la expresión “todos y todas” corresponde” a una
acción afirmativa que no solo hace visible a las mujeres, sino
que también permea a todos los grupos que han sido
subordinados”.

Esa respuesta evidencia la imperiosa necesidad de que los


integrantes de ese centro de estudios tomen un curso de lógica.
Urge que aprendan los tres principios lógicos -identidad, no
contradicción y tercer excluido- y los utilicen al razonar. Porque
si los aplicamos a este caso concreto, si el “todos” no incluye a
las mujeres, entonces, es una contradicción decir que “todas”
integra a la totalidad de los “grupos subordinados”.

¿Por qué? Exactamente por la misma razón que en su


razonamiento el género masculino en el lenguaje no abarca al
femenino.

Decir que el género femenino incluiría a los niños, ancianos,


minusválidos, transexuales, homosexuales, indígenas, etc, etc,
es absolutamente arbitrario. Y no sólo eso, muestra la hilacha:
prepotencia y ansia de avasallar a los demás, que se esconde
en esa aparente “ingenua” solicitud de equidad en el lenguaje.

En consecuencia, desde el punto de vista de la argumentación,


ese razonamiento es inválido.

Por otra parte, el juzgado colombiano se equivocó con respecto


a la autoridad a consultar. Y, de no ser así, debería haberlo
dejado claro. Porque, ¿de qué estamos hablando? ¿Del uso
correcto del lenguaje o de otras cosas que no tienen nada que
ver?

Porque con respecto a nuestro idioma, la autoridad indiscutible


es la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Por
consiguiente, es a ella a quien habría que haber consultado.
Pero, si usamos al lenguaje como “arma de combate” feminista,
entonces dejémoslo bien claro.
Precisamente la RAE, frente a este torbellino totalitario –no
olvidemos que el lenguaje es una construcción social
espontánea- se vio obligada a dictaminar:

Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios


desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que
designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico
del masculino para designar la clase, es decir, a todos los
individuos de la especie, sin distinción de sexos.

La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la


oposición de sexos es relevante en el contexto […] La actual
tendencia al desdoblamiento indiscriminado del
sustantivo en su forma masculina y femenina va contra
el principio de economía del lenguaje y se funda en
razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas
repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de
concordancia, y complican innecesariamente la redacción y
lectura de los textos.

Entonces, el quid de la cuestión está en lo que hemos


resaltado: la verdadera razón de esa imposición se funda en
“razones extralingüísticas”. Por tanto, tratemos de desentrañar
cuáles podrán ser.

Uribe había fundamentado su exigencia diciendo que “el


lenguaje hace parte de una construcción cultural, que por ello,
el lenguaje incluyente y no sexista es importante, por lo que
para tener un mejor país, es necesario tumbar las barreras que
han generado la desigualdad”.

Dado que a su juicio la imposición de ese “lenguaje incluyente”


conducirá a sentar las bases para construir un mundo mejor,
sin desigualdad entre los géneros, veamos con hechos
concretos, cuál vendría a ser la meta tras este feminismo
radical.
Para mostrar los resortes ocultos tras esa dinámica,
mencionaremos lo ocurrido en Uruguay en un caso judicial. Lo
sucedido, es indicio del puerto al que pretenden amarrar al
barco del “lenguaje inclusivo”:

Un programa investigativo de televisión dio a conocer la historia


de un hombre que perdió la patria potestad en 2014, a raíz de
una firma suya que según denunciaba, él no había puesto.
Junto a su firma estaba la de Michelle Suárez, una abogada
transexual y activista en pro de la igualdad de género y defensa
de la diversidad,

“Todo comenzó en 2014 cuando un hombre inició un juicio


contra su expareja para visitar a su hija. El día de la
primera audiencia, al hombre se le informó que él había
dado su consentimiento para perder la patria potestad.
Pero el padre de la pequeña dijo nunca haber firmado y
denunció penalmente a Suárez porque, presuntamente, le
hizo firmar unos papeles que, según le informó, eran para
tener una abogada en el juicio.

A su vez, en el escrito confeccionado por Suárez figuraba


solo ella como abogada del caso –cuando representaba
solo a la madre–, por lo que la jueza pidió que se
enmendara el error. Suárez redactó una nota corrigiendo
ese detalle, y lo firmó junto a la firma del padre, a quien
decía no haber representado. Para enmendar la omisión,
Suárez falsificó la firma de la otra abogada a la que
presentó como defensora del padre. A su vez, la firma del
padre en ese escrito también es falsa.”

Todo esto se probó mediante pericias caligráficas. Ahora el


expediente está bajo revisión de la Suprema Corte porque es
clara la “indefensión” del padre en ese proceso.

De lo narrado surge que para Suárez “todo vale” con tal de


someter al “hombre opresor”. Y que en realidad no busca la
“igualdad entre los géneros” sino el dominio de unos sobre
otros.

Somos conscientes de que no es válido generalizar a partir de


un suceso particular. No obstante, señala una tendencia. Por
tanto, queda esta duda flotando en el aire: el lenguaje
inclusivo, ¿es una lucha por la igualdad o por el poder?

Hana Fischer

Hana Fischer es uruguaya. Es escritora, investigadora y


columnista de temas internacionales en distintos medios de
prensa. Especializada en filosofía, política y economía, es
autora de varios libros y ha recibido menciones honoríficas.
Síguela en @hana_fischer.

8 Comments

Juan Miguel Bressán ·

UBA Arquitectura

Sin dudas es la lucha por el poder, pues la inclusion y la


igualdad se logran por otros caminos, que nada tiene que ver
con la mentira del lenguaje inclusivo!!
La igualdad corresponde, pero nada tiene que ver con obligar el
termino "todos y todas", que para mi, al emplearse
sistemáticamente no solo complica la sintaxis, sino que provoca
una division mu has veces innecesaria

Like · Reply · 8 · 1d

Milton Harold Villa Hidalgo ·

UNICAUCA

Se debe buscar la equidad y no la igualdad, no somos iguales,


somos todos diferentes, cada quien tiene los mismos derechos,
pero para valorar y respetar la diferencia. El tal lenguaje
inclusivo, está causando es división y complicaciones en la
redacción y comprensión de lectura.

Like · Reply · 5 · 1d

Jhonn Dayron Patiño Vigoya ·

SENA

me parece que esto del lenguaje inclusivo solo complica mas


las cosas ya que si lo tomamos literalmente cuando decimos
"todos" es masculino y "todas" es femenino, y la pregunta seria
donde quedan los de la comunidad lgbtiq los culaes en algunos
casos quieren es la neutralidad de genero, si mas no recuerdo
cuando se utilisa en conjuto el termino "todos" era cualquiera
sin importar su condicion sexual

Like · Reply · 1 · 1d

Ernesto Camargo ·

Liceo Zorrilla Nº4

Totalmente de acuerdo con Juan Miguel Bressán

Like · Reply · 1d

Grace Sanchez ·

Universidad Católica de Asunción

El lenguaje forma parte de la construccion mental, de hecho es


producto de la misma. Plantear un lenguaje inclusivo ayuda a
derribar las desigualdades. Lo femenino debe tratarse como tal,
asi como sucede con lo masculino. No hacerlo es negar una
identidad de genero, que solo servira para continuar con las
desigualdades.

Like · Reply · 21h


Joaquín Ulises Arribillaga Aviles ·

Rancagua, Chile

Pretenden recrear la Torre de Babel. Que absurdo.... o se dice


absurda???

Like · Reply · 3 · 20h

Oscar Contreras ·

Consultor de comunicación at Consultor independiente

El lenguaje es fundamental en la cosntrucción del pensamientl.


No existe expresión "inofensiva" o "irrelevante". Por supuesto
que el leguaje contribuye con las inequidades. Si les parece
cansado utilizar el lenguaje inclusivo, no lo hagan, pero no
pretendan descalificarlo o negar su importancia.

Like · Reply · 19h

Ángel García ·

Sabinas, Coahuila De Zaragoza, Mexico

La dictadura que viene. Y lo peor de todo es la enorme cantidad


de idiotas útiles dejándose llevar.

Like · Reply · 2 · 17h


Brian H. Neira Fajardo ·

Works at Instagram

Hay gente bastante estúpida que aún no comprende lo que la


RAE dice.

El lenguaje inclusivo es una completa estupidez, por dónde se


vea.

No al feminismo de tercera generación ni al relativismo idiota

Like · Reply · 3h

MARÍA CHULA Y LA POLICÍA DEL


LENGUAJE POLÍTICAMENTE CORRECTO

POR: ADRIANA PERALTA - @ADRIPERALTAM

JUL 20, 2017


María Chula es una tienda de ropa con tejidos mayas.
(Facebook)

Esta semana surgió una nueva controversia en Guatemala.


Existe “María Chula”, una tienda en línea que vende blusas con
tejidos mayas. Debido a su nombre del establecimiento la
Comisión Presidencial contra la Discriminación contra los
Pueblos Indígenas en Guatemala (CODISPRA) presentó una
denuncia en contra de la tienda ya que en el lenguaje coloquial
guatemalteco “María” y “Chula” son palabras que han sido
usadas para referirse a mujeres indígenas.

La dueña de la tienda, María Andrea Flores, dio una disculpa


pública por haber usado ese nombre para su tienda. En su
declaración dijo que “el nombre de su tienda atenta en contra
de la dignidad de las mujeres indígenas”.

“No era el nombre en sí, pues hay una coincidencia con que la
dueña de la tienda se llama María. Es María acompañado del
calificativo “chula” y que la joven vende blusas típicas. Es algo
histórico: a todas las mujeres indígenas las discriminan
llamándolas María y las tratan mal” explicó Miriam Domínguez,
comisionada de CODISRA.

El debate no se hizo esperar y los guatemaltecos expresaron su


critica o apoyo a la CODISPRA. Este es un nuevo capítulo de la
policía del lenguaje políticamente correcto, esa omnipresente
institución que determina qué se debe decir y bajo qué
intención otros han dicho sus palabras.

Edgar Ortiz Romero@edgar_ortizgt

¿Iniciamos una campaña para pedir a quienes han vestido


alguna prenda con la imagen del Che una disculpa por racistas?
#MaríaChula

Los defensores del lenguaje políticamente correcto establecen


que este tipo de señalamiento es una manera de civilizar la
sociedad y hacerla, en este caso, menos racista al condenar el
uso que se le da a “María Chula”.
Los partidarios del lenguaje políticamente correcto piensan que
al ejecutar condenas sociales como esta se reduce la aceptación
social de ciertos términos y al desalentar el uso de palabras que
puedan ser consideras negativas se deja de reafirmar un
estereotipo negativo.

Ignoran que todas las palabras tienen un contexto y ese


contexto es necesario para entender el significado que las
palabras buscan transmitir. La comisionada explicó que en este
caso era “María” junto a “chula”; pero dejan de lado que en
este caso *no* había ningún tipo de carga ofensiva junto al
nombre. Según ellos, todo el tipo de uso que se haga de
palabras, en este caso “María Chula”, está cargado de una
connotación negativa.

Entonces, según la policía del lenguaje políticamente correcto,


se puede juzgar la intención de cada palabra solo con ver su
combinación. Y eso, es una censura a la libertad de
pensamiento y de expresión de la dueña de la tienda.

Acaso a la Comisión se le ocurrió pensar que “María” es un


nombre y que “chula” en estos lados también se usa como un
calificativo positivo. No, ellos determinaron que era racista, no
que tenía ninguna otra condición adherente al nombre.

Entre otros problemas con tener una policía del lenguaje


políticamente correcto es que cada policía cambia y cada una
tiene sus propias reglas. Por que hace menos de 100 años
decirle a alguien “judío” era un insulto y en cambio “nazi” era
un cumplido. Hoy las cosas han cambiado, usualmente “nazi”
es el cumplido y “judío” en general se refiere a la religión de
alguien.

¿Qué pasará en otros 50 años? Acaso la palabra “católico” será


el insulto. ¿Quién determinará eso? ¿La policía de ese tiempo?
Por qué no dejamos mejor que un buen análisis, en el que se
incluya el contexto de unas palabras sea el que determine si es
ofensivo o no. Y en este caso, lo que se busca vender son
camisas muy bonitas con tejido típicos, dudo que su propósito
haya sido racista. Y si su propósito no era racista ¿cuál era la
necesidad de la condena pública a María Andrea Flores?

Adriana Peralta

Adriana Peralta es amante, promotora y defensora de la


libertad. Ha sido pasante en el Cato Institute y Atlas Network
en Washington D.C. y miembro de la junta directiva de
@CREO_orgen El Salvador. Actualmente trabaja en el
departamento de desarrollo de la Universidad Francisco
Marroquín. Síguela en Twitter: @AdriPeraltaM.

Los ciudadanos y las ciudadanas, los


niños y las niñas

Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios


desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que
designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico
del masculino para designar la clase, es decir, a todos los
individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los
ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.

La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la


oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo
evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La
actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del
sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el
principio de economía del lenguaje y se funda en razones
extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones,
que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y
complican innecesariamente la redacción y lectura de los
textos.

El uso genérico del masculino se basa en su condición de


término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por
ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir
conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número
de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así,
los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo
mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de
alumnos varones.

Diccionario panhispánico de dudas, s/v género2

Debe tenerse en cuenta que esta versión electrónica da


acceso al texto de la primera y hasta ahora única
edición del Diccionario panhispánico de dudas,
publicada en 2005. Por ello, algunos de sus contenidos
pueden no estar actualizados conforme a lo expuesto
en obras académicas publicadas posteriormente, como
la Nueva gramática de la lengua española (2009) y la
Ortografía de la lengua española (2010). Si su consulta
es ortográfica, acceda aquí al resumen de las
principales novedades que incorporó la Ortografía de
2010.

género2. 1. Los sustantivos en español pueden ser masculinos


o femeninos. Cuando el sustantivo designa seres animados, lo
más habitual es que exista una forma específica para cada uno
de los dos géneros gramaticales, en correspondencia con la
distinción biológica de sexos, bien por el uso de desinencias o
sufijos distintivos de género añadidos a una misma raíz, como
ocurre en gato/gata, profesor/profesora, nene/nena,
conde/condesa, zar/zarina; bien por el uso de palabras de
distinta raíz según el sexo del referente (heteronimia), como
ocurre en hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera; no
obstante, son muchos los casos en que existe una forma única,
válida para referirse a seres de uno u otro sexo: es el caso de
los llamados «sustantivos comunes en cuanto al género» (→ a)
y de los llamados «sustantivos epicenos» (→ b). Si el referente
del sustantivo es inanimado, lo normal es que sea solo
masculino (cuadro, césped, día) o solo femenino (mesa, pared,
libido), aunque existe un grupo de sustantivos que poseen
ambos géneros, los denominados tradicionalmente «sustantivos
ambiguos en cuanto al género» (→ c).

a) Sustantivos comunes en cuanto al género. Son los que,


designando seres animados, tienen una sola forma, la misma
para los dos géneros gramaticales. En cada enunciado concreto,
el género del sustantivo, que se corresponde con el sexo del
referente, lo señalan los determinantes y adjetivos con
variación genérica: el/la pianista; ese/esa psiquiatra; un
buen/una buena profesional. Los sustantivos comunes se
comportan, en este sentido, de forma análoga a los adjetivos
de una sola terminación, como feliz, dócil, confortable, etc., que
se aplican, sin cambiar de forma, a sustantivos tanto
masculinos como femeninos: un padre/una madre feliz, un
perro/una perra dócil, un sillón/una silla confortable.

b) Sustantivos epicenos. Son los que, designando seres


animados, tienen una forma única, a la que corresponde un
solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a
individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género
gramatical es independiente del sexo del referente. Hay
epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) y
epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La
concordancia debe establecerse siempre en función del género
gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del
referente; así, debe decirse La víctima, un hombre joven, fue
trasladada al hospital más cercano, y no La víctima, un hombre
joven, fue trasladado al hospital más cercano. En el caso de los
epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra
cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: «La orca
macho permanece cerca de la rompiente [...], zarandeada por
las aguas de color verdoso» (Bojorge Aventura [Arg. 1992]).

c) Sustantivos ambiguos en cuanto al género. Son los que,


designando normalmente seres inanimados, admiten su uso en
uno u otro género, sin que ello implique cambios de significado:
el/la armazón, el/la dracma, el/la mar, el/la vodka.
Normalmente la elección de uno u otro género va asociada a
diferencias de registro o de nivel de lengua, o tiene que ver con
preferencias dialectales, sectoriales o personales. No deben
confundirse los sustantivos ambiguos en cuanto al género con
los casos en que el empleo de una misma palabra en masculino
o en femenino implica cambios de significado: el cólera
(‘enfermedad’) o la cólera (‘ira’); el editorial (‘artículo de fondo
no firmado’) o la editorial (‘casa editora’). De entre los
sustantivos ambiguos, tan solo ánade y cobaya designan seres
animados.
2. Uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos

2.1. En los sustantivos que designan seres animados, el


masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los
individuos de sexo masculino, sino también para designar la
clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin
distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El
gato es un buen animal de compañía. Consecuentemente, los
nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural,
pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo:
Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales;
En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan
excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la
expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo
formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a
un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de
ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política,
que no de corrección lingüística, se está extendiendo la
costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos
sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y
compañeras» (Excélsior [Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la
lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos
mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en
la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la
aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así
pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse,
simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la
oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es
necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La
proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido
invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas
deberán participar por igual alumnos y alumnas. Por otra parte,
el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido
al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por
tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones
artificiosas que contravienen las normas de la gramática: las y
los ciudadanos.
2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la
reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la
alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y
ciudadanas, etc.; → 2.1), ha comenzado a usarse en carteles y
circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico
para integrar en una sola palabra las formas masculina y
femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su
trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que
la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos
casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto
se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en
muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como
ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida
para el masculino niño.

3. Formación del femenino en profesiones, cargos, títulos o


actividades humanas. Aunque en el modo de marcar el género
femenino en los sustantivos que designan profesiones, cargos,
títulos o actividades influyen tanto cuestiones puramente
formales —la etimología, la terminación del masculino, etc.—
como condicionamientos de tipo histórico y sociocultural, en
especial el hecho de que se trate o no de profesiones o cargos
desempeñados tradicionalmente por mujeres, se pueden
establecer las siguientes normas, atendiendo únicamente a
criterios morfológicos:

a) Aquellos cuya forma masculina acaba en -o forman


normalmente el femenino sustituyendo esta vocal por una -a:
bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra,
ginecólogo/ginecóloga. Hay excepciones, como piloto, modelo o
testigo, que funcionan como comunes: el/la piloto, el/la
modelo, el/la testigo (no debe considerarse una excepción el
sustantivo reo, cuyo femenino etimológico y aún vigente en el
uso es rea, aunque funcione asimismo como común: la reo).
También funcionan normalmente como comunes los que
proceden de acortamientos: el/la fisio, el/la otorrino. En algún
caso, el femenino presenta la terminación culta -isa (del lat. -
issa), por provenir directamente del femenino latino formado
con este sufijo: diácono/diaconisa; y excepcionalmente hay
voces que tienen dos femeninos, uno en -a y otro con la
terminación -esa (variante castellana de -isa): diablo, fem.
diabla o diablesa; vampiro, fem. vampira o vampiresa.

b) Los que acaban en -a funcionan en su inmensa mayoría


como comunes: el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la
logopeda, el/la terapeuta, el/la pediatra. En algunos casos, por
razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta
-isa: profetisa, papisa. En el caso de poeta, existen ambas
posibilidades: la poeta/poetisa. También tiene dos femeninos la
voz guarda, aunque con matices significativos diversos (→
guarda): la guarda/guardesa. Son asimismo comunes en
cuanto al género los sustantivos formados con el sufijo -ista:
el/la ascensorista, el/la electricista, el/la taxista. Es excepcional
el caso de modista, que a partir del masculino normal el
modista ha generado el masculino regresivo modisto.

c) Los que acaban en -e tienden a funcionar como comunes, en


consonancia con los adjetivos con esta misma terminación, que
suelen tener una única forma (afable, alegre, pobre, inmune,
etc.): el/la amanuense, el/la cicerone, el/la conserje, el/la
orfebre, el/la pinche. Algunos tienen formas femeninas
específicas a través de los sufijos -esa, -isa o -ina:
alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa,
héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa (aunque sacerdote
también se usa como común: la sacerdote). En unos pocos
casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa,
sastre/sastra, cacique/cacica.

Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados


en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de
presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como
comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos
con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente,
pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la
dibujante, el/la estudiante. No obstante, en algunos casos se
han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta,
dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con
matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige
un país’) o la gobernanta(en una casa, un hotel o una
institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de
servicio’).

d) Los pocos que terminan en -i o en -u funcionan también


como comunes: el/la maniquí, el/la saltimbanqui, el/la gurú.

e) En cuanto a los terminados en -y, el femenino de rey es


reina, mientras que los que toman modernamente esta
terminación funcionan como comunes: el/la yóquey.

f) Los que acaban en -or forman el femenino añadiendo una -a:


compositor/compositora, escritor/escritora, profesor/profesora,
gobernador/gobernadora. En algunos casos, el femenino
presenta la terminación culta -triz (del lat. -trix, -tricis), por
provenir directamente de femeninos latinos formados con este
sufijo: actor/actriz, emperador/emperatriz.

g) Los que acaban en -ar o -er, así como los pocos que acaban
en -ir o -ur, funcionan hoy normalmente como comunes,
aunque en algunos casos existen también femeninos en -esa o
en -a: el/la auxiliar, el/la militar, el/la escolar (pero el juglar/la
juglaresa), el/la líder (raro lideresa), el/la chofer o el/la chófer
(raro choferesa), el/la ujier, el/la sumiller, el/la bachiller (raro
hoy bachillera), el/la mercader (raro hoy mercadera), el/la
faquir, el/la augur.

h) Los agudos acabados en -n y en -s forman normalmente el


femenino añadiendo una -a: guardián/guardiana,
bailarín/bailarina, anfitrión/anfitriona, guardés/guardesa,
marqués/marquesa, dios/ diosa. Se exceptúan barón e histrión,
cuyos femeninos se forman a través de los sufijos -esa e -isa,
respectivamente: baronesa, histrionisa. También se apartan de
esta regla la palabra rehén, que funciona como epiceno
masculino (el rehén) o como común (el/la rehén), y la voz
edecán, que es común en cuanto al género (el/la edecán; →
edecán). Por su parte, las palabras llanas con esta terminación
funcionan como comunes: el/la barman.

i) Los que acaban en -l o -z tienden a funcionar como


comunes: el/la cónsul, el/la corresponsal, el/la timonel, el/la
capataz, el/la juez, el/la portavoz, en consonancia con los
adjetivos terminados en estas mismas consonantes, que tienen,
salvo poquísimas excepciones, una única forma, válida tanto
para el masculino como para el femenino: dócil, brutal, soez,
feliz (no existen las formas femeninas *dócila, *brutala,
*soeza, *feliza). No obstante, algunos de estos sustantivos han
desarrollado con cierto éxito un femenino en -a, como es el
caso de juez/jueza, aprendiz/aprendiza, concejal/concejala o
bedel/bedela.

j) Los terminados en consonantes distintas de las señaladas en


los párrafos anteriores funcionan como comunes: el/la chef,
el/la médium, el/la pívot. Se exceptúa la voz abad, cuyo
femenino es abadesa. Es especial el caso de huésped, pues
aunque hoy se prefiere su uso como común (el/la huésped), su
femenino tradicional es huéspeda.

k) Independientemente de su terminación, funcionan como


comunes los nombres que designan grados de la escala militar:
el/la cabo, el/la brigada, el/la teniente, el/la brigadier, el/la
capitán, el/la coronel, el/la alférez; los sustantivos que
designan por el instrumento al músico que lo toca: el/la
batería, el/la corneta, el/la contrabajo; y los sustantivos
compuestos que designan persona: el/la mandamás, el/la
sobrecargo, un/una cazatalentos, un/una sabelotodo, un/una
correveidile.

l) Cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por


un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en
masculino o femenino dependiendo del sexo del referente; por
tanto, debe decirse la primera ministra, una intérprete jurada,
una detective privada, etc., y no la primera ministro, una
intérprete jurado, una detective privado, etc.: «Me llamo
Patricia Delamo y soy detective privada» (Beccaria Luna [Esp.
2001]).

4. Género de los nombres de países y ciudades. En la


asignación de género a los nombres propios de países y
ciudades influye sobre todo la terminación, aunque son muy
frecuentes las vacilaciones. En general puede decirse que los
nombres de países que terminan en -a átona concuerdan en
femenino con los determinantes y adjetivos que los
acompañan: «Serán los protagonistas de la Colombia del
próximo siglo» (Tiempo [Col.] 2.1.90); «Hizo que la vieja
España pensara sobre sus colonias» (Salvador Ecuador [Ec.
1994]); mientras que los que terminan en -a tónica o en otra
vocal, así como los terminados en consonante, suelen
concordar en masculino: «Para que [...] construyan juntos el
Panamá del futuro» (Siglo [Pan.] 15.5.97); «El México de hoy
ya no es el México de hace tres años»(Proceso [Méx.] 19.1.97);
«La participación de Rusia en el Iraq que resultará de la guerra
dependerá de si adopta una “postura constructiva” en la ONU»
(Razón [Esp.] 9.4.03). En lo que respecta a las ciudades, las
que terminan en -a suelen concordar en femenino: «Hallado un
tercer foro imperial en la Córdoba romana»(Vanguardia [Esp.]
10.3.94); mientras que las que terminan en otra vocal o en
consonante suelen concordar en masculino, aunque en todos
los casos casi siempre es posible la concordancia en femenino,
por influjo del género del sustantivo ciudad: «Puso como
ejemplo de convivencia cultural y religiosa el Toledo medieval»
(Vanguardia [Esp.] 16.10.95); «Ya vuela [...] sobre la Toledo
misteriosa» (Reyes Letras [Méx. 1946]); «El Buenos Aires
caótico de frenéticos muñecos con cuerda» (Sábato Héroes
[Arg. 1961]); «Misteriosa Buenos Aires» (Mujica Buenos Aires
[Arg. 1985] tít.). Con el cuantificador todo antepuesto, la
alternancia de género se da con todos los nombres de ciudades,
independientemente de su terminación: «—¿Lo sabías tú? —
Bueno, Javier, lo sabe todo Barcelona» (Mendoza Verdad [Esp.
1975]); «Por toda Barcelona corre un rumor de llanto y de
promesa» (Semprún Autobiografía [Esp. 1977]). La expresión
masculina «el todo + nombre de ciudad» se ha lexicalizado en
países como México y España con el sentido de ‘élite social de
una ciudad’: «Su pequeño bar es el lugar donde se reúne “el
todo Barcelona”» (Domingo Sabor [Esp. 1992]).

5. Sobre el género de abreviaturas, acortamientos, siglas y


acrónimos, → abreviatura, 4; acortamiento, 2; sigla, 4;
acrónimo, 4.

Diccionario panhispánico de dudas ©2005

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