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Roger Chartier.
Escribir las prácticas. Foucault, De
Certeau, Marín.
Buenos Aires: Manantial, 2006,
128 pp.
Juan Carlos Zuluaga Díaz
Sociólogo
Correo electrónico: jzsalv@hotmail.com
En esta ocasión el prestigioso historiador francés, la de las formas de dominación colonial o la de las
director de estudios en L`École des Hautes Étu- relaciones entre los sexos. Esta superación de los
des en Sciences Sociales de la Universidad de La límites clásicos de las disciplinas, en particular de
Sorbona y director del Centro Alexandre Koyré, la historia y la sociología cultural, que hacen tanto
reúne cuatro ensayos en los que explora el pen- Foucault, como De Certeau y Marín, traza un ca-
samiento de tres de las más emblemáticas figuras mino ampliamente utilizado después de ellos, en
de la historiografía contemporánea (Foucault, De donde se “comenzó a prestar atención a las moda-
Certeau, Marín) en torno a una pregunta funda- lidades de apropiación más que a las distribucio-
mental: ¿Cómo pensar las relaciones que man- nes estadísticas, a los procesos de construcción del
tienen las producciones discursivas y las prácticas sentido más que a la desigual distribución de los
sociales? Cada cual a su manera, dice Chartier, objetos y las obras, a la articulación entre prácticas
hace aportes significativos en esta dirección, pues y representaciones más que al inventario de las he-
a lo largo de sus trayectorias intelectuales tratan rramientas mentales” (p. 9).
de articular la construcción discursiva del mundo En el primer ensayo, titulado “La quimera del
social con la construcción social de los discursos. origen. Foucault, la ilustración y la Revolución
De otra parte, cada uno de ellos llama la atención Francesa”, Chartier llama la atención sobre la
sobre la distancia que existe entre los mecanis- recusación que hace Foucault de los conceptos
mos que apuntan a controlar y someter, y las re- clásicos para el análisis crítico de los discursos,
sistencias de aquellos que son su objetivo. que se traduce en la puesta en duda del postulado
De esta manera, el desarrollo del pensamiento de de la unidad y coherencia de la obra, la puesta en
estos autores presentados por Chartier se dis- evidencia de la originalidad de la misma y la ins-
tancia de una visión simplista de la dominación, cripción de la significación en el discurso. Frente
donde los discursos dominantes se imponen sin a esto se propone otra forma de interpretación
más sobre los dominados, transformando de que esté atenta a la discontinuidad y a las regula-
paso la comprensión de las relaciones de poder, ridades que limitan la producción de los discur-
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sos, haciendo énfasis “no en las representaciones pio de regularidad específico, remitida cada una a
que se pueden encontrar tras los discursos, sino sus propias condiciones de posibilidad. Así, mar-
[en] los discursos como series regulares y discon- ca distancia tanto de la historia filosófica como
tinuas de acontecimientos” (18-19), sometiendo del análisis estructural. No es, dice Chartier, ni el
la obra a los procedimientos de análisis crítico y relato continuo de una historia ideal a la manera
genealógico. hegeliana o marxista ni una descripción estructu-
Para la crítica a la noción clásica de origen (de cual- ral sin acontecimientos, sino que “busca estable-
quier fenómeno), que los historiadores tradicio- cer las series diversas, entrecruzadas, divergentes
nales han asumido como entidad homogénea, a menudo, pero no autónomas, que permiten cir-
dotada de una significación ideal y ordenada en cunscribir el `lugar’ del acontecimiento, sus már-
una continuidad necesaria, en la que los hechos genes de azar, las condiciones de su aparición” (p.
se encadenan de manera causal de modo ininte- 58). Las nociones que se imponen ahora son las
rrumpido, Foucault acude a la obra de Nietzsche, del acontecimiento y la serie, con el juego de no-
para el cual el sentido histórico dista de la visión ciones ligadas a ellas: regularidad, azar, disconti-
racionalista o teológica, que tiende a ver los acon- nuidad, dependencia, transformación.
tecimientos en una continuidad ideal; por el con- En el segundo ensayo del texto, titulado “Estrate-
trario, percibe el acontecimiento en lo que tiene gias y tácticas. De Certeau y las `artes de hacer´”,
de único y particular. Esta perspectiva de historia la primera reflexión que plantea Chartier en
“efectiva” abandona toda construcción raciona- cuanto al trabajo de De Certeau es la del papel
lista de la historia (Hegel, Kant), otorgándole un del historiador, insistiendo en la búsqueda de la
valor significativo a la pluralidad de fuerzas par- alteridad, de la multiplicidad de voces que consti-
ticulares que constituyen el motor de la misma, y tuye la historia. Para él (para De Certeau), “hacer
que Nietzsche distingue como el azar. obra de historia era, al mismo tiempo, someter a
A partir de esta noción, Foucault define el acon- la experimentación crítica los modelos forjados
tecimiento no en los accidentes del curso de la en otros campos, ya fueran sociológicos, econó-
historia o en las elecciones de los individuos sino micos, psicológicos o culturales, y movilizar, para
en las transformaciones en las relaciones de do- entender el sentido de los signos encerrados por
minación, en las cuales unos y otros están inmer- el archivo, las competencias de semiótico, etnólo-
sos. El acontecimiento así visto no es más una go y psicoanalista que le eran propias” (p. 58).1
decisión individual o colectiva o un conjunto de Para acceder al “saber verdadero” en historia, De
relaciones de causa y efecto, sino “una relación Certeau distingue algunas cuestiones. En primer
de fuerzas que se invierte”, una privación de las lugar, las particularidades que distinguen el rela-
fuerzas dominantes frente a otras que entran to de la historia de otros modos de narración, que
en el juego, una soberanía debilitada y otra que deben buscarse en la estructura foliada del texto
emerge de manera enmascarada. Estas relaciones historiográfico, en la medida en que incluye en sí
no se manifiestan como resultado de una inten- mismo los materiales que lo fundan y a los que
ción primordial y tampoco asumen el aspecto de explica (documentos, citas). De otro lado, el régi-
un resultado, pues obedecen al “azar” de la lucha, men de verdad del discurso historiográfico debe
a las tensiones expuestas, y no a algún sistema pensarse no como una emergencia del pasado
de determinismo capaz de darles una interpre- intacto, sino como el resultado de una puesta en
tación racional. Esta forma de abordar los acon- relación de los datos recortados por la operación
tecimientos históricos induce a un abandono del conocimiento. “Se pasa así de una realidad
de los universales por parte del historiador y a histórica recibida en un texto, a una realidad tex-
la descripción de los fenómenos sociales como tual producida por una operación cuyas normas
un movimiento continuo y consecuente con una se fijan de antemano” (p. 69).
intencionalidad primordial.
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