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advertencia
Prepárate para el Arrebatamiento
La ventana de oportunidad
Durante la tribulación, las personas podrán calcular
exactamente cuándo vendrá Jesús de regreso a la
tierra. Desde el momento en que el Anticristo se declare a sí
mismo Dios, los santos conocerán que la segunda venida
tendrá lugar en 42 meses (Apocalipsis 13:5)
Una pregunta obvia que algunas personas harían es: ¿Por
qué el momento del arrebatamiento es un gran secreto,
mientras que el momento de la segunda venida es un regalo
obvio? La respuesta es simple: para la mayoría, actualmente
no le cuesta mucho vivir para Cristo a la persona promedio.
Una vez que comience la tribulación, todos los creyentes
estarán en un totalmente nuevo juego de pelota, donde la
mayoría tendrá que sufrir martirio por mantenerse en su fe
Cristiana. Sabiendo qué tan malo va a ser ese tiempo para
aquellos dejados atrás, ciertamente yo no les envidio el
beneficio de conocer cuando terminará la tribulación.
Algunos estudiosos de la Biblia van hasta el extremo de
promover la idea de que es imposible para las personas
encontrar la salvación después del arrebatamiento. Su
actitud general es que si tú eres lo suficientemente necio
para perder el arrebatamiento, entonces tú estarías sin
ninguna suerte.
Una vez que una persona se encuentre a sí misma dejada
atrás, su cuerpo podrá estar en un terrible estado de
sentimientos, pero su alma aún tendrá la oportunidad de
redención. Tengo un artículo en la página principal
llamado “Segunda Oportunidad de Salvación”, que desmiente
la enseñanza de que no hay salvación en la tribulación.
Me es muy difícil tratar de entender dónde tomaron la idea
algunas personas de que la tribulación les va a permitir a los
creyentes esperar dichosamente por Jesús para venir a
rescatarlos. Ya que la tribulación será un momento de
inmensa persecución, pocas personas se dan cuenta que
estamos viviendo en una ventana de oportunidad que pronto
se cerrará. La mayoría de los santos que encontrarán la
salvación después del arrebatamiento no vivirán físicamente
para ver el retorno glorioso de Jesús.
Gracias a Dios ese mensaje existe. Es un mensaje de vida para este mundo amenazado de
muerte.
Por cierto, ese mensaje proviene de Dios. Y no podría ser de otra manera, pues la sabiduría
humana es impotente para explicar la causa de los acontecimientos que se desarrollan con
creciente rapidez.
Sólo la Palabra de Dios puede darnos la clave de una interpretación exacta de ellos. Y únicamente
los que estudian con diligencia los Escritos Sagrados, en particular las profecías referentes a
nuestra época, pueden comprender la situación actual y saber a ciencia cierta cuál será su
desenlace. La Santa Biblia declara:
“Porque no hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas.” (Amos
3:7) RVR 1995
En efecto, a través de la historia cada vez que los seres humanos pasaron por períodos especiales
de crisis, Dios se les reveló por medio de mensajeros providenciales. Estos dieron un mensaje
divino maravillosamente adecuado a las circunstancias críticas de esa época y anunciaron de
antemano lo que iba a acontecer para que los hombres pudieran prepararse y así hacer frente a
esa situación.
Cuando la maldad de los antediluvianos llegó a un nivel tal que provocó la ira de Dios y lo impulsó
a destruir el mundo por medio del diluvio, el Todopoderoso envió a los hombres de esa época una
amonestación por medio de Noé. Este mensajero escogido dio fielmente el mensaje que Dios le
había encomendado, anunciando la calamidad que había de caer sobre los hombres. Al mismo
tiempo reveló el único medio por el cual podían salvarse: el arca.
“Dijo, pues, Dios a Noé: “He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a
causa de ellos; y yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos
en el arca y la calafatearás con brea por dentro y por fuera….Yo enviaré un diluvio de aguas sobre
la tierra, para destruir todo ser en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la
tierra morirá. Pero estableceré mi pacto contigo, y tú entrarás en el arca, con tus hijos, tu mujer y
las mujeres de tus hijos.” (Génesis 6:13,14,17,18) RVR 1995
Durante 120 años Noé anunció el mensaje de Dios en medio de la oposición y las burlas de su
generación. Nadie se preparó para hacer frente a los acontecimientos que anunciaba. Cuando
llegó el momento de la destrucción, el Señor llamó a los animales, que respondieron a su voz y
entraron en el arca con Noé y su familia. La salvación estaba al alcance de todos, pero nadie quiso
aceptarla. Lacónicamente el relato sagrado declara:
“y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo
del hombre.” (Mateo 24:39) RVR 1995
Cuando sonó la hora para que el Señor Jesús viniera a la tierra, Juan el Bautista fue enviado por él
con un mensaje destinado a iluminar a los hombres de su tiempo. Anunció la venida del Mesías, y
les enseñó cómo debían prepararse para ir al encuentro de su Dios. ¡Felices los que escucharon
ese mensaje divino y lo siguieron!
El cumplimiento inexorable de las profecías anunciadas para el pasado es una garantía de que
habrán de cumplirse las que se refieren a nuestra época presente. En efecto, en Apocalipsis
14 Dios señala con siglos de anticipación, tanto su mensajero para este tiempo como el mensaje
que le ha encomendado dar a todos los seres humanos. Usa para ello el símbolo de tres ángeles
que vuelan en medio del cielo mientras den sus mensajes. Al estudiarlos nos asombra ver cuán
maravillosamente concuerdan con las circunstancias actuales, y de qué modo extraordinario llenan
las necesidades espirituales del mundo en general, y de las de cada uno de nosotros en particular.
Estudiemos, estimado alumno, el primero de estos mensajes, ya que los estrechos límites de esta
lección no nos permiten por ahora entrar en los dos que le siguen.
“En medio del cielo vi volar otro ángel que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los habitantes
de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Decía a gran voz: “¡Temed a Dios y dadle gloria,
porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las
fuentes de las aguas!” (Apocalipsis 14:6,7) RVR 1995
Es evidente que el ángel mencionado aquí es simbólico. Dios no manda a los ángeles a predicar el
Evangelio. San Pedro, San Juan, San Pablo no eran ángeles, sino hombres. Este texto del
Apocalipsis se refiere a acontecimientos de los últimos días de la historia humana. Este ángel, y los
dos que le siguen, no son literales, sino que simbolizan un movimiento, que, si bien es de origen
divino, está compuesto por seres humanos y dará estos mensajes al mundo justamente antes de la
segunda venida de Cristo.
Existen actualmente muchas iglesias cristianas. ¿Cuál de ellas cumple con las especificaciones de
esta profecía? Si logramos ubicarla estaremos sin duda en presencia de un movimiento
genuinamente cristiano y, más aún, que actúa bajo la dirección de Dios y con su bendición, razón
por la cual será más que conveniente prestar oídos a sus mensajes porque evidentemente son del
cielo.
El movimiento religioso que cumple la profecía
La Voz de la Esperanza y su escuela Radio Postal creen sinceramente que el movimiento religioso
que cumple esta profecía es el movimiento adventista. Pero antes de pasar a demostrarlo,
deseamos dejar establecido que no predicamos a favor de una iglesia, sino que predicamos a
Jesucristo. Las iglesias no salvan. Cristo es el Salvador. Las iglesias, en la medida en que se dejan
dirigir por el Espíritu Santo, son instrumentos de mayor o menor eficacia que Dios emplea para la
salvación de los hombres. Pero el Salvador es sólo el Señor Jesús. Resulta claro, sin embargo,
tanto en sus características como en su plan de acción, que posee un sello divino que da una
fuerza irresistible tanto a esa acción como a su mensaje. Eso es precisamente lo que ocurre con el
movimiento adventista.
Dice el Apocalipsis:
“Otro ángel salió del templo que está en el cielo, llevando también una hoz aguda…” (Apocalipsis
14:17) RVR 1995
El movimiento adventista vuela. Iniciado en 1844, hace poco más de ciento cincuenta años, se ha
difundido con extraordinaria rapidez, y sus fieles se hallan en el 99% de todos los países del globo.
El crecimiento sencillamente fantástico del adventismo es uno de los fenómenos más notables de
la historia del cristianismo moderno. El movimiento adventista vuela, además, por en medio del
cielo. Llama la atención del mundo. Cada día más periódicos y revistas hablan de ese movimiento
y de su obra, considerada admirable. Se han escrito varios libros acerca del mismo tema,
verdaderos éxitos de librería, cuyos autores, notémoslo bien, no son adventistas.
El evangelio eterno
Volvamos a la Escritura:
El movimiento adventista predica el Evangelio eterno, es decir, el mismo de siempre, puesto que
no hay sino un plan de salvación. Predica el Evangelio de Jesús, ese hermoso, sublime y sencillo
Evangelio que nos dice a las claras que somos pecadores pero que, a pesar de eso, Dios nos ama,
y para librarnos del pecado, por amor a nosotros envió a su Hijo Jesucristo para que muriera por
nosotros en nuestro lugar y para darnos su justicia inmaculada y su vida sin fin. Este es el
Evangelio que todos debemos aceptar para que transforme con su poder nuestros corazones y
podamos así hallarnos listos para el día de la venida del Señor Jesús.
Insistimos, el movimiento adventista predica el Evangelio eterno. Mientras una parte considerable
de la cristiandad cae en el dispensacionalismo, es decir, en la creencia de que los hombres se
salvan de distinta manera de acuerdo con la distinta dispensación-mosaica o cristiana-, el
movimiento adventista enseña, basado en las Escrituras, que el plan establecido por Dios para la
salvación de los pecadores es el mismo a través de los siglos y no ha variado nunca; en una
palabra, es eterno. También los resultados de la predicación del Evangelio son eternos: los
redimidos vivirán eternamente en el reino de Cristo. Usted puede ser uno de ellos. Acepte al Señor
Jesús como su Salvador personal, y el Evangelio tendrá resultados eternos en su propia vida.
A todo el mundo
“para predicarlo a los habitantes de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.” RVR 1995
El adventismo predica el Evangelio a todo el mundo. En efecto, de acuerdo con las últimas
estadísticas se halla extendido en el 99% de la superficie del planeta. Todos los creyentes están
imbuidos del íntimo convencimiento de que es su deber supremo llevar o ayudar a llevar el
Evangelio hasta el último rincón de la tierra. La Voz de la Esperanza y la Escuela Radiopostal
colaboran con todo entusiasmo para cumplir esta tarea.
El movimiento adventista anuncia en todo lugar: “Temed a Dios y dadle honra”. Llegamos así a uno
de los detalles oportunos del último mensaje de amonestación de Dios al mundo. Vivimos en una
época en que casi ha desaparecido el temor de Dios. Y recordemos que “temor” en este caso no
significa miedo sino amor, respeto, reverencia, etc. Muy pocos le den honra. Una vasta proporción
de la población del mundo está sumergida en el materialismo. La religión de millones parece ser el
dinero; la de muchos otros, los honores; la de otros incontables millones, el placer.
La violencia, además, aumenta cada día en todo el mundo. La carrera armamentista no tiene
parangón en la historia. Las armas de destrucción masiva se acumulan peligrosamente en los
lugares estratégicos del planeta.
Y al mismo tiempo aumentan el vicio y la delincuencia en forma tal que decir que vamos hacia
Sodoma y Gomorra no es suficiente: ya estamos en Sodoma y Gomorra.
A esta época va dirigido el mensaje: “Temed al Dios y dadle honra”, y ése es precisamente el
pregón de la Iglesia Adventista.
El movimiento adventista predica decididamente que “la hora de su juicio es venida”, es decir, ha
llegado. Desde 1844 en adelante está proclamando que, de acuerdo con las maravillosas profecías
de las Sagradas Escrituras, el juicio de Dios comenzó en ese mismo año. Esta es una doctrina de
la Biblia y que subrayan los adventistas, y el hecho de que la profecía que venimos comentando
esté anunciada, le da sello de autenticidad divina a este movimiento. (Si desea tener más
información acerca de esta profecía, a su pedido le enviaremos más material de lectura)
Adoremos al Creador
“…Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!” RVR 1995
El movimiento adventista invita al mundo a que adore al Creador. Desde hace un siglo y medio, en
los medios intelectuales, científicos y religiosos circulan teorías que pretender eliminar a Dios de la
creación. Se enseña en forma dogmática que el relato bíblico de la creación es sólo una leyenda, y
además que todos los seres vivientes, sin excluir al hombre, son el resultado de la evolución. El
movimiento adventista rechaza de plano tales afirmaciones. Es fundamentalista, es decir, cree que
la Escritura es la Palabra de Dios y la verdad. Cree que lo que relata la Biblia es rigurosamente
histórico. Cree por lo tanto que el relato de la creación es una realidad. Cree que Dios es el creador
del mundo, de la vida y del hombre. No es un movimiento retrógrado: cree en la ciencia verdadera
y afirma, con sólida base, que la verdadera ciencia jamás ha estado reñida con la verdadera
religión. Pero declara enfáticamente que la teoría de la evolución no es ciencia, sino simple y
llanamente una teoría que nadie ha podido demostrar ni podrá hacerlo jamás. A una humanidad
enferma de estas doctrinas seudocientíficas le conviene escuchar el llamamiento a adorar al
Creador, que es parte fundamental del mensaje de Dios y éste debe ser anunciado de viva voz y
por la pluma, por la prensa, la radio y la televisión, y también con el ejemplo.
Conclusiones
El Dios de la Biblia es un Dios de amor. Ama a sus criaturas con un amor inmenso, incomprensible.
No hará nada sin anunciarlo por medio de sus mensajeros para que los seres humanos tengan la
oportunidad de prepararse a fin de hacer frente a lo que ha de venir. Y con mayor motivo lo hace
ahora, que se aproxima rápidamente el regreso en gloria del Hijo amado, Jesucristo. Por medio del
movimiento adventista -moderno Noé; moderno Juan el Bautista-, está dando al mundo su último
mensaje de amonestación. Pide a los hombres que teman a Dios y le den honra, porque la hora de
su juicio ha comenzado, y que le adoren, pues es el Creador. Este es el mensaje del Señor. ¿Le
prestará oídos usted, apreciado amigo? Dios quiera que sí.
No queremos terminar esta lección antes de invitarlo a meditar en la solemnidad que adquiere
nuestra existencia cuando se apodera de nosotros el pensamiento de que vivimos en la hora del
juicio. Puede ser que hoy, hoy mismo, se examine su vida en el tribunal celestial. ¿Está usted
preparado? ¿Ha aceptado al Señor Jesús como su Salvador? Si él es su Salvador, no tendrá nada
que temer. Dice la Palabra del Señor:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1) RVR 1995
Si Cristo no es todavía su Salvador personal, no demore ni un solo instante más: entréguele hoy
mismo la vida a su Señor.
La Voz de la Esperanza
Derechos reservados
27 La última oportunidad
Se cuenta que un antiguo conquistador tenía la costumbre de encender un brasero y ponerlo en
alto, en el extremo de un mástil, frente a la ciudad que estaba sitiando. Luego hacía tocar la
trompeta y avisaba a los habitantes que si se rendían mientras ardía el fuego no les haría ningún
mal, pero que en caso contrario tomaría la ciudad por la fuerza, la destruiría, la cubriría de sal y los
pasarla a cuchillo a todos.
En el gran conflicto entre Cristo y Satanás, a este mundo le ocurre algo parecido. Mientras Cristo
siga intercediendo por nosotros, podemos decidirnos por Dios y por el bien. Pero si no le hemos
aceptado como nuestro Salvador personal antes de que termine el tiempo de gracia, seremos
considerados entonces enemigos de Dios, destinados a la destrucción.
Cuando Lucifer y sus ángeles fueron echados del cielo hicieron de esta tierra su habitación,
después de la caída de nuestros primeros padres. Aquí se ha manifestado el pecado en toda su
fealdad. Y también aqui, en medio de ese gran conflicto con el pecado, el universo entero ha
podido contemplar la justicia infinita de Dios. El Señor le dio tiempo a Satanás para que aplicara
plenamente sus ideas rebeldes. En este planeta se ha estado desarrollando la experiencia del
pecado, ante las miradas llenas de interés del resto del universo.
“¡Hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres!” (1
Corintios 4:9) RVR 1995
Este mundo es el escenario en que se desarrolla desde hace siglos la tragedia del mal, mientras
Dios espera con paciencia que el universo comprenda lo que es el pecado y se convenza de su
insensatez. Dios concede a cada cual el privilegio de escoger su propio camino, bueno o malo. En
esta vida decidimos si hemos de seguir a Cristo o a Satanás. En esta vida decidimos si hemos de
obedecer los mandamientos de Dios y aceptar la salvación que nos brinda Jesús, o desobedecer al
Señor. Hoy, ahora, y en cada momen¬to de nuestra vida, nosotros escogemos la clase de
materiales que han de formar nuestro carácter. Dios nos deja en libertad para decidir nuestra
posición a favor o en contra de él.
El carácter se asemeja al cemento, que es maleable cuando está fresco pero que pronto se
endurece y cobra forma permanente, Cuando venimos al mundo, no lo poseemos. Pero al crecer,
adquirimos hábitos que lo forman.
Dios creó al hombre libre. Debe aprender a medida que avanza, y hacer decisiones mientras va
desarrollándose. En vez del instinto se le dio razón, conciencia y voluntad. Estos dones le permiten
tomar decisiones; Pero cada una de ellas orienta su vida y revela que clase de carácter está
formando para la eternidad
“Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron
vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya
tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” (Josué 24:15) RVR 1995
Dios le dio un tiempo de prueba a Lucifer mientras estaba en el cielo. Pero él lo rechazó y le
declaró la guerra a Miguel, es decir, a Cristo. Los hombres también disponen de un tiempo de
prueba. Es la vida que Dios les concede en este mundo. Durante su transcurso disponen de
bastante tiempo para decidir si Cristo o Satanás ha de ser su capitán. Además, Dios manda su
Espíritu para que les hable a la conciencia y les de poder para obedecer.
¿Cuántas vidas necesitamos entonces para escoger el bien? Después de la decisión suprema,
¿necesitamos una segunda vida?
“¿Podrá cambiar el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros
hacer el bien, estando habituados a hacer lo malo?” (Jeremías 13:23) RVR 1995
¿TENDREMOS UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD?
La Escritura enseña que no habrá una segunda oportunidad para este mundo rebelde. En efecto,
nuestro Señor, por medio de la parábola del trigo y la cizaña, enseñó que un día Dios separará a
los buenos de los malos. Mateo 13:24-43. El trigo representa a los que se decidieron por Dios; la
cizaña a los que se rebelaron contra él. A ambos grupos se les permite vivir juntos en esta vida,
pero al fin del mundo el juicio los separará. Los impíos serán destruidos por el fuego y los justos
vivirán en el reino de su Padre. Jamás enseñó nuestro Señor que después de la muerte los
hombres tendrán una segunda oportunidad para arrepentirse y convertirse.
“Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención.” (Efesios 4:30) RVR 1995
Dios desea ardientemente purificar el universo; por lo tanto, no tiene objeto prolongar la existencia
del pecado dándoles a los pecadores una segunda oportunidad cuando ya es evidente que no.
La Palabra de Dios contiene muchos llamamientos dirigidos a los pecadores impenitentes. Dios
manifiesta su misericordia hacia todos y a todos ofrece perdón. Sin embargo, algunos aseguran
que las ocasiones de salvarse en esta vida no bastan y que, por consiguiente, después de la
muerte, Dios les da a los hombres otra oportunidad de arrepentirse, cuando el alma, dicen, al dejar
el cuerpo, va a cierto lugar de purificación para prepararse a fin de entrar en la gloria. ¿Cómo se
infiltró en la Iglesia cristiana esta doctrina sin base bíblica? Veamos: Platón, en el año 400 AC,
enseñó que existe una antecámara del infierno donde las almas se purifican antes de gozar de la
felicidad eterna. Las que no se enmiendan son lanzadas al tormento eterno. Es evidente que la
Iglesia, con el correr del tiempo, aceptó esta enseñanza de Platón. Más tarde, en el año 375 DC
aceptó el culto de los santos. Alrededor del año 400 se inició la costumbre de orar por los muertos.
Progresivamente el error fue generalizándose, y en 1439, en ocasión del concilio de Florencia, se
aceptó oficialmente la idea de un purgatorio, lugar donde van a purificarse los que han muerto en
pecado venial. Se puede salir del purgatorio en virtud de oraciones especiales, y particularmente
gracias a misas llamadas “misas en sufragio por las almas del purgatorio”. Muchos gastan grandes
sumas de dinero pensando que de esa manera ayudan a sus muertos a alcanzar el cielo. La
doctrina del purgatorio es una negación del sacrificio de Cristo. Si las almas deber ir a purificarse
allí, quiere decir que el sacrificio del Redentor no alcanza a limpiarnos de todo pecado. Los
estudiosos de la Escritura conocen un camino mejor. Podemos leer los Evangelios de principio a
fin sin encontrar la menor mención del purgatorio, mientras hablan continuamente de la sangre
expiatoria de nuestro Señor que puede limpiarnos de todo pecado. Evidentemente la parábola del
rico y Lázaro enseña la verdad de que sólo en esta vida tenemos oportunidad de decidirnos por la
salvación. El Maestro dijo:
“Pero Abraham le dijo: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán aunque
alguno se levante de los muertos”. (Lucas 16:31) RVR 1995
La antigua creencia tradicional judía de que en “el seno de Abrahán” se purificaban los “casi
santos” era la versión hebrea de la teoría de la segunda oportunidad. Nuestro Señor se valió de
estas creencias judías sin base bíblica para mostrarles hasta dónde llegaba su error. Insistimos en
que las Escrituras no enseñan en ninguna parte que se les ofrece a los impíos una segunda
oportunidad de salvarse después de esta vida. No se habla ni de limbo donde se perfeccionan los
inocentes, ni de un purgatorio donde se purifican los pecadores. Estas doctrinas son tradiciones
humanas que contradicen la Palabra de Dios. En este pasaje, Jesús insiste en la incredulidad y
dureza de corazón de sus oyentes, del rechazo frontal al llamado al arrepentimiento, de manera,
que si fuera posible de que alguien que hubiera muerto le hablara, ellos tampoco le creerían. Es la
enseñanza por el absurdo, puesto que efectivamente el rechazo de Jesús como salvador, es una
actitud absurda.
Los hombres se pierden porque eligen la perdición y, resisten todos los esfuerzos que hace Dios
para salvarlos. Por lo tanto seria inútil que el Señor les ofreciese una segunda oportunidad de
redimirse. Ya hemos visto que cuando el hombre muere, el alma deja de existir. La muerte pone fin
a la vida, y la persona no tiene ya ocasión de cambiar después de la muerte.
“Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más
recompensa. Su memoria cae en el olvido. Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según
tus fuerzas, porque en el seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo ni ciencia ni sabiduría.”
(Eclesiastés 9:5,10) RVR 1995
“Pero si tú avisas al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino,
él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.” (Ezequiel 33:9) RVR 1995
Sí, estimado alumno, la muerte fija nuestro destino eterno, porque nos sorprende obedientes a la
ley de Dios o en rebelión contra: ella. Lo que sea nuestro carácter en el momento de morir lo
seremos en el momento de la resurrección.
Evidentemente no reciben todos el mismo conocimiento de la verdad, pero cada uno adquiere un
conocimiento suficiente para saber lo que debe decidir tocante a su posición frente a Dios. En el
Salmo 19 se nos dice que podemos conocer al Creador a través de la estrellas del firmamento.
Aun el pagano puede conocer a Dios por medio del libro de la naturaleza y recibir así una
revelación de la divinidad. Pablo nos dice.
“Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del
mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa.”
(Romanos 1:20) RVR 1995
Todo el que anhele conocer a Dios recibirá suficiente conocimiento de él para hallar el camino del
bien,
“La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad.” (Tito 2:11) RVR 1995
Cuando Dios examine cada caso en el juicio tendrá en cuenta las oportunidades que hayamos
tenido de discernir entre el bien y el mal. No es la cantidad de luz que hayamos recibido lo que
decide nuestro destino, sino más bien si hemos aceptado o rechazado esa luz. Dios desea que
todos se salven.
“¿Acaso quiero yo la muerte del impío? dice Jehová, el Señor. ¿No vivirá, si se aparta de sus
malos caminos? Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y
haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque yo no
quiero la muerte del que muere, dice Jehová, el Señor. ¡Convertíos, pues, y viviréis!” (Ezequiel
18:23,31,32) RVR 1995
“El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi
propia cuenta.” (Juan 7:17) RVR 1995
En el sermón del monte, nuestro Señor nos comparó a constructores. Todos edificamos un
carácter para bien o para mal. Los prudentes construyen sobre la Roca, Jesucristo, mientras que
los insensatos construyen sobre las arenas movedizas del pecado.
“A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre
prudente que edificó su casa sobre la roca. Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y
golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. Pero a
cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que
edificó su casa sobre la arena. Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con
ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” (Mateo 7:24-27) RVR 1995
Si edificamos nuestro carácter en Cristo Jesús podemos tener la plena seguridad de que los
embates del maligno no podrán afectarnos, ya que contaremos con la ayuda divina para salir
victoriosos. Nuestro Señor nos da el Espíritu Santo para guiarnos en todas las decisiones que
debemos tornar. El Espíritu Santo se dirige a nuestra conciencia, y, si escucharnos su voz, la
decisión que hagamos nos reportará gozo eterno.
“Pues muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. “Mira, yo
he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal, porque yo te mando hoy que ames
a Jehová, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus
decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová, tu Dios, te bendiga en la tierra a la cual vas
a entrar para tomarla en posesión. Pero si tu corazón se aparta y no obedeces, te dejas extraviar,
te inclinas a dioses ajenos y los sirves, yo os declaro hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis
vuestros días sobre la tierra adonde vais a entrar para tomarla en posesión tras pasar el Jordán.”
(Deuteronomio 30:14-18) RVR 1995
Pronto los nombres de los que se pierdan serán borrados del libro de la vida, y nuestro Señor
vendrá para reunir a sus fieles y llevarlos al cielo. Cuando el último caso haya sido examinado,
concluirá el tiempo de gracia.
“El que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro todavía; el que es justo,
practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía. ¡Vengo pronto!, y mi
galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis 22:11,12) RVR
1995
Todos habremos decidido libremente para la eternidad. No sabemos cuándo pasará nuestro
nombre delante del juez de toda la tierra; No sabemos tampoco cuándo aparecerá nuestro Señor
en las nubes de los cielos. Por lo tanto, estemos siempre preparados.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Por tanto, también vosotros
estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:42,44)
RVR 1995
Nuestro Señor exhorta al pecador que no vacile y que se arrepienta ahora, porque no le será
concedida otra oportunidad.
“vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará
duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mateo
24:50,51) RVR 1995
Recordemos a Belsasar, rey de Babilonia, nieto del gran emperador Nabucodonosor. Había visto a
su augusto antepasado transformarse de pagano en siervo de Dios. Sin embargo, a pesar de
conocer al Dios del cielo, se entregaba a las orgías y al pecado. Una noche, durante una fiesta,
ordenó que le trajeran los vasos sagrados del templo de Jerusalén, que los llenasen de vino y los
ofreciesen a los dioses páganos del imperio en señal de adoración y culto. Mediante ese acto,
Belsasar, el rey impío, selló su destino. Había cortado definitivamente su relación con Dios. Había
traspuesto el límite de lo tolerable. De repente apareció en la pared una mano misteriosa que
escribió palabras extrañas en letras resplandecientes: MENE, MENE TEKEL, UPARSIN;
CONTADO, PESADO, CORTADO. Esa misma noche murió el rey y se acabó su imperio. Dios
había dado a ese hombre todas las ocasiones que necesitaba para saber que el Todopoderoso
reina sobre los asuntos de los hombres y que está por encima de todo. Pero el rey se negó a
servirlo. Despreció la oportunidad que se le ofrecía y se entregó a la maldad. El Espíritu de Dios se
alejó para siempre de él, y Aquel que “pone, y quita reyes» permitió que sus enemigos
interrumpieran su carrera y le quitaran el reino.
“De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a
cambio de su alma?” (Mateo 16:26) RVR 1995
Apreciado amigo, ¿está usted tentado a postergar su consagración a Dios? El enemigo procura
inducirnos a dejar para más tarde nuestra decisión. Se conforma con que en alguna pequeña cosa
desobedezcamos a Dios, porque sabe que esto basta para que nos perdamos. Por esto, apreciado
amigo, no postergue para mañana la consagración total de su vida a Dios. Le aconsejamos hacerlo
hoy.
La Voz de la Esperanza
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