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¡Tranquilo mano!
Bajale el mosh a la violencia
Guatemala, 2016
Los hombres hemos aprendido que debemos ejercer la
masculinidad siendo mandones y violentos; que debemos
controlar a nuestras parejas sentimentales durante el noviazgo,
matrimonio, unión de hecho y esto incluye a hijas e hijos.
Lo primero es aceptar que esa forma de ser hombre nos hace daño
tanto a hombres como a mujeres y debemos estar dispuestos a
empezar una transformación personal para lo cual debo hablar con
otras personas de este problema.
Reconozco mis actos violentos
Hay la tendencia de minimizar o no aceptar el malestar de la
mujer frente a la violencia que le hacemos usando frases como:
“no es para tanto”, “si apenas te toqué”, “pero si ni siquiera te
dolió”, entre otras.
Acepto que no hay violencia pequeña o grande
Todas las formas de violencia deben ser rechazadas y detenidas.
“¿Con quién vas?”, “Dame tu contraseña de teléfono ¿O no me
tenéis confianza?”, “No salgas con esa amiga porque no es de
fiar” son frases de control y que son una forma de violencia.
Me responsabilizo por mis actos violentos
No hay nada que haga o diga la otra persona que justifique
nuestra violencia. Generalmente echamos la culpa a la mujer
de nuestra violencia: “es que tú me provocas”, “para qué me
levantas la voz”, “el que busca, encuentra”, “la comida está fría”.
Las mujeres no son mi propiedad
Ninguna persona es propiedad de otra. Tu novia, esposa, hijas
e hijos tienen derechos como personas individuales y debes
respetarlas.
Las mujeres no son mis sirvientas
Quizás ésta sea una de las tareas más difíciles de cumplir,
porque choca con nuestras creencias de superioridad, de
autoridad y gozar de privilegios.
¿Cómo me doy cuenta si
me voy a poner violento?
Momentos antes de ejercer violencia tenemos señales en el cuerpo, que
indican que estamos a punto de agredir. Debemos aprender a observar el
propio cuerpo, identificar esas señales y las emociones, porque sólo cuando
lo logremos podremos detener la violencia.
Señales de pensamiento
Los hombres creemos que somos superiores frente a las mujeres y
cuando tenemos un conflicto con ellas, por ejemplo, porque no quieren
tener una relación sexual, o porque no quieren hacer cosas como servir
la comida, lavar la ropa, pensamos: “Esta mujer no me respeta”, “lo hace
a propósito con el fin de provocarme”, “me quiere mangonear”, “ya
no le intereso, “seguro que está con otro”, “me trata como si fuera un
tonto, se burla de mí”, por ejemplo.
Señales de sentimiento
Todos los conflictos personales producen emociones. Esta es la parte
más difícil de identificar en los hombres porque desde niños se nos ha
enseñado a reprimir la expresión de las emociones ya que se considera
que son femeninas. El único sentimiento rápidamente identificado
es la ira o rabia. Sin embargo, hay otros sentimientos presentes no
identificados, como el miedo, el dolor o la vergüenza que es necesario
identificar y vivir.
Señales de cuerpo
Son las sensaciones corporales que se experimentan cuando
enfrentamos un conflicto. En cada hombre serán distintas, unos sentirán
que la cara les arde o que le tiemblan las manos; otros, que se les seca o
amarga la boca; otros, tensión en el cuello y hombros o dolor en la boca
del estómago. Generalmente tampoco nos damos cuenta o les ponemos
atención a estas señales.
¿Qué me propongo
hacer yo para evitar ser
violento?
GUA112016