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1. EL LENGUAJE.
1.1 DEFINICIÓN DEL LENGUAJE.
El lenguaje (L) es “el elemento mediador de la comunicación humana, un tipo de código que posee
un sistema de significados que relacionan signos y realidades, con un conjunto de reglas que dan las
claves de utilización de los signos.”
Hierro Pescador establece una serie de requisitos que debe tener todo lenguaje:
Sus elementos constitutivos podrán combinarse de unas formas y no de otras.
Cada elemento podrá ser sustituido por ciertos elementos y sólo por ellos.
A partir de una combinación correcta de signos podrán formarse otras mediante
determinadas transformaciones.
El Lenguaje como actividad es el habla, que abarca todas las operaciones verbales posibles;
aunque en la mayoría de los casos se entiende como “hablar” 1, también incluye escuchar, entender,
malentender, no responder, escribir, leer, etc. Cada una de estas operaciones puede incluir actos
lingüísticos diferentes (descripciones, mandatos, preguntas, etc.) y realizarse de diferentes modos
(monólogos, diálogos, razonamientos, etc.). Tales operaciones están enclavadas en sociedades, culturas y
grupos concretos en los que se realizan, teniendo como referencia los códigos compartidos por estos. La
actividad lingüística tiene resultados objetivables en productos culturales (conversaciones, cartas,
exclamaciones, discursos, etc.), aunque se diferencia de alguna manera de éstos, lo que podemos ver en
las siguientes características:
La última característica nos remite a la consideración del Lenguaje como estructura, la lengua
en el sentido que le da Saussure. La estructura, el sistema, sirve de referencia para la actividad lingüística
y sus resultados. Según Saussure el lenguaje tiene una doble vertiente: individual y social 2. El lenguaje
como actividad incluye ambas, mientras que el lenguaje como estructura es puramente social. La lengua
es el sistema establecido socialmente que sirve de referencia al habla.
Las relaciones entre ambas son problemáticas, porque la lengua es estática, mientras que el habla
es dinámica, versátil y en constante evolución. Veamos su intento de solucionar los problemas derivados
de esta diferencia esencial.
1
Cf. Ferrater Mora, Indagaciones sobre el lenguaje, Madrid, Alianza, 1980.
2
Saussure, F. Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 1975.
3
Podemos encontrar múltiples ejemplos de esto en las sucesivas ediciones del DRAE.
1
Es la ciencia que estudia las significaciones de los signos, las relaciones entre los signos y lo que
significan (Morris), es decir, la relación entre significante y significado. Según Carnap, esto implica que
hay que abstraer los individuos o grupos que usan el lenguaje.
La semántica contiene una teoría del significado de las expresiones, por lo que sus estudios llevan
a la construcción de un diccionario que traduce el lenguaje estudiado (lenguaje objeto) usando un
lenguaje de referencia (metalenguaje).
Tarski define la semántica como disciplina que estudia las relaciones entre determinadas
expresiones del L y los objetos a los que se refieren dichas expresiones. Esto introduce una distinción
entre teoría de la referencia y teoría del significado, realizada por Quine.
1.3.2 Sintaxis.
Estudia los signos independientemente de lo que designan y significan, ocupándose de las
relaciones de los signos entre sí. Es una disciplina formal cuya misión es elaborar una teoría general de la
construcción de lenguajes (Ferrater Mora).
Carnap afirma que la sintaxis se refiere a las estructuras de posibles órdenes seriales compuestas
por cualquier tipo de elementos de los códigos lingüísticos. Especifica las reglas de formación y
transformación de las expresiones y examina si una construcción cualquiera de elementos del L es
correcta o no.
1.3.3 Pragmática.
Estudia las relaciones entre los elementos de un L y los sujetos que usan este L. Ferrater Mora la
define como el estudio de las significaciones: lo que es un signo para el sujeto.
La teoría de Bühler fue criticada por biologicista, aunque tiene una utilidad: sirve para diferenciar
los lenguajes animal y humano.
1.4.2 Jakobson.
En su libro Lingüística y poética, Jakobson explica las relaciones entre ambas analizando los
elementos de lenguaje con detalle y precisión. La función primordial según él es comunicar ideas a través
de mensajes, pero hay otras funciones importantes. Las funciones dependen del predominio de uno de los
elementos del lenguaje, lo que puede entenderse mejor con este cuadro:
ELEMENTOS FUNCIONES
contexto referencial
hablante mensaje oyente emotiva poética conativa
contacto fática
código metalingüística
2. EL LENGUAJE NATURAL.
4
Cf. Morris, Signs, Languaje and Behavior, 1996.
1
2.1 CARACTERÍSTICAS.
Cumple con los requisitos de Hierro Pescador, pero no lo describen con suficiente precisión.
Hockett da una definición basada en el lenguaje hablado, considerando subsidiarios y
dependientes al lenguaje escrito, los códigos de señales de comunidades y sociedades, etc.
Estableció 9 características que deben tener todos los lenguajes naturales.
Lengua, sociedad y cultura son solidarias. Así, el lenguaje natural depende también de las
estructuras físicas y psíquicas de los hablantes, lo que implica estas características:
1. Se adquiere mediante el aprendizaje.
2. Es articulado (mediante el aparato fonador).
3. Es simbólico, gracias al distanciamiento de la realidad y su capacidad de
representación de realidades ausentes; es, por tanto, abstracto y convencional.
4. Es productivo, ya que los signos, al no estar relacionados directamente con la
realidad representada pueden combinarse indefinidamente de diferentes formas.
2.2 PROBLEMAS.
El lenguaje natural tiene una potencialidad infinita, tanto que saber hablar una lengua consiste en
la capacidad de recrearla indefinidamente produciendo nuevos mensajes que pueden, además emitirse
en distintos contextos. Pero la dependencia hacia la comunidad de hablantes y las variaciones en su uso
conducen a una serie de problemas para asegurar una comunicación efectiva y una expresión clara de los
pensamientos del hablante.
Antes de continuar hagamos un inciso para recordar el tema de los elementos de la comunicación.
Umberto Eco, en su Tratado de Semiótica General, establece un modelo esquematizado en el siguiente
cuadro:
ruido
ruido
↓
fuente → transmisor → señal → canal → señal → receptor → mensaje → destinatario
→ código ←
Después de recordar los elementos de los procesos de comunicación, volvemos al planteamiento de
los problemas. Para comprender estos problemas debemos considerar el proceso comunicativo tal como
se da en un acto de habla cualquiera. El emisor realiza siempre una codificación de sus pensamientos en
forma de lenguaje, que depende de la variante del código lingüístico de la comunidad, de sus
capacidades individuales, de sus experiencias personales, su nivel de aptitud lingüística, el subgrupo
social, etc. Lo que nos hace pensar sobre la posibilidad de expresar fielmente lo pensado o percibido por
medio de un código concreto. Además, una vez codificada la información y emitido el mensaje, debe
producirse la recepción. En este proceso pueden darse también problemas, pero no del lenguaje natural,
sino de la transmisión (ruido, interferencias). Y por último, una vez recibido el mensaje, el receptor debe
descodificarlo, lo que añade más incertidumbre o posibles alteraciones del mensaje.
Por tanto, los problemas de comprensión son consustanciales al propio lenguaje natural.
La fuente de estos problemas es la equivocidad producida por su origen histórico y social; dicha
equivocidad se centra en dos aspectos fundamentales:
1. La polisemia: es la pluralidad de significados en palabras o frases del lenguaje. Ej: “Dame el
gato”. Aunque es fuente de problemas, produce riqueza expresiva, así como la diversión, ya
que es uno de los instrumentos básicos de los chistes y el humor.
1
2. La imprecisión, tanto explícita como implícita. La explícita responde a la intención del emisor,
manifestada por medio de pronombres (“niño dame eso”, “vinieron algunos perros”) o adjetivos
indefinidos. No es problemática porque comunica una imprecisión en el pensamiento del
emisor. La implícita casi siempre es fuente de confusión, porque suele provocar que el receptor
entienda algo que no estaba incluido en el origen (“el examen va a ser fácil” puede crear falsas
expectativas en un alumno que no estudie lo suficiente y suspenda.)
La mayor virtud del lenguaje natural, es decir, su flexibilidad y por tanto capacidad de crear,
matizar e innovar, es sin embargo fuente de su equivocidad y por tanto de problemas de comunicación.
Para solucionarlos se ha planteado la construcción de unos lenguajes artificiales, sometidos a códigos
convencionales totalmente explícitos que expresan de un modo unívoco sus mensajes, evitando la
imprecisión y la confusión.
Estos lenguajes pierden la expresividad y la flexibilidad, pero ganan mucha seguridad y precisión en
la comunicación y en la instrumentalización del pensamiento individual. Por eso las ciencias han ido
construyendo en primer lugar su propio vocabulario, y después las reglas sintácticas que lo rigen.
Para comprender mejor la distinción entre lenguaje natural y lenguaje artificial recurriremos a la
metáfora de Wittgenstein 5: el lenguaje es como una ciudad antigua. Es un laberinto de pequeñas calles y
plazas, de casas viejas y nuevas, de casas con añadidos de épocas distintas y rodeadas de multitud de
barrios nuevos con calles rectas y casas uniformes. Si comparamos las ciudades antiguas con los tipos de
lenguajes, podemos decir que las casas viejas representan el lenguaje natural, que heredamos; mientras
que las casas nuevas representan los lenguajes artificiales, que son construidos. Aunque en rigor,
también los naturales han sido construidos, pero de un modo extremadamente lento.
Los lenguajes artificiales son el producto de la necesidad de controlar científicamente el medio. Por
tanto son lenguajes de precisión, medios artificiosos construidos por los científicos para poder formular
mejor las relaciones existentes entre los objetos estudiados.
Un cálculo está formado por una serie de elementos y reglas que deben poseer ciertas
características como conjunto. Veamos cuáles son, acompañados de un ejemplo sencillo.
5
Cf. Investigaciones filosóficas, 18.
6
Garrido, Manuel, Lógica simbólica, Madrid, Tecnos, 1977, págs. 52 y 53.
1
Este conjunto debe estar definido de un modo efectivo, es decir, que ante cualquier objeto
debemos poder decidir si es o no es un elemento del cálculo.
Ejemplo:
a) Como símbolos elementales tenemos:
1. Números seguidos de la letra A: 1A, 2A, 3A, 4A, …
2. Números seguidos de la letra B: 1B, 2B, 3B, 4B, …
b) Como operador tenemos uno que pone en relación los elementos 1 y 2 o viceversa: ↔
c) Ningún símbolo u operador diferente es un elemento del cálculo.
Este conjunto está definido efectivamente: podemos decidir si un símbolo pertenece o no al cálculo:
por ejemplo 1A pertenece, mientras que 1C no; o que ↔ pertenece, pero no →.
Ejemplo:
a) Regla de Formación 1: Cualquier número seguido de A es una expresión bien formada.
b) Regla de Formación 2: Cualquier número seguido de B es una expresión bien formada.
c) Regla 3: Una expresión compuesta por cualquier número y la letra A (nA) seguido de ↔ y de
cualquier número y la letra B (nB) es una expresión bien formada.
d) Regla 4: Una expresión compuesta por cualquier número y la letra B (nA) seguido de ↔ y de
cualquier número y la letra A (nB) es una expresión bien formada.
e) Nada más es una expresión bien formada.
Aquí también podemos decidir si una expresión está o no bien formada: “1A ↔ 2B”, “4B ↔ 2A” y “5A
↔ 5B” son expresiones bien formadas, mientras que no lo son “↔ 3A", “1A ↔ 2A" o “2B ↔ 3B”.
Ejemplo:
a) Regla de Transformación 1: Una expresión de un “número A” puede convertirse en una
expresión compuesta por un “número A” seguido de “↔” y “número B” (Ej. “1A" puede
transformarse en “1A ↔ 1B”).
b) R.T. 2: Una expresión de un “número B” puede convertirse en una expresión compuesta por un
“número B” seguido de “↔” y de “número A” (Ej. “1B" puede transformarse en “1B ↔ 1A”).
c) R.T. 3: Una expresión compuesta por “número A ↔ número B” puede convertirse en dos
expresiones simples “número A” o “número B” (Ej. “1A ↔ 1B" puede transformarse en “1A" o
“1B” por separado).
d) R.T. 4: Una expresión compuesta por “número B ↔ número A” puede convertirse en dos
expresiones simples “número B” o “número A” (Ej. “1B ↔ 1A" puede transformarse en “1B" o
“1A” por separado).
En este caso también podemos decidir si una transformación es correcta o no: por ejemplo, “4A ↔
3B” se transforma en 4A es correcto, porque sigue la regla de transformación 3. Pero “4A ↔ 5B” no puede
transformarse en “5B ↔ 4A” directamente porque no hay ninguna regla que lo permita. Sin embargo sí
puedo aplicar la regla 3 y así obtener 5B; luego, aplicando la regla 2 puedo conseguir “5B ↔ 4A”.
1
3.3 CÁLCULOS INTERPRETADOS Y LENGUAJES FORMALIZADOS. LA LÓGICA COMO CONJUNTO DE
CÁLCULOS INTERPRETADOS.
Los cálculos suelen diseñarse como instrumentos para su aplicación en algún aspecto del quehacer
científico. Esto implica la necesidad de interpretarlos, dotarlos de aspectos semánticos, es decir, de
aspectos relacionados con el significado, y por tanto, convertirlos en lenguajes. Por tanto, podemos definir
un lenguaje formal como la suma de un cálculo y su interpretación: sintaxis más semántica.
Cualquier persona, del grupo que sea, puede inscribirse individualmente en la lista (Reglas
de Formación 1 y 2).
También pueden formarse parejas mixtas formadas por un individuo de cada grupo (Reglas
de Formación 3 y 4).
Nadie más puede formar grupo (Regla de Formación 5).
Una vez apuntadas, las parejas pueden separarse (Reglas de Transformación 3 y 4) y los
individuos sueltos pueden formar nuevas parejas (Reglas de Transformación 1 y 2).
1A es una persona de 1ºA, mientras que 1B es una persona de 1ºB. “1A ↔ 1B” indica que
ambas forman pareja de trabajo.
La diferencia principal entre los lenguajes naturales y los formales es que en los primeros, una
expresión mal formada puede entenderse sin ningún problema, mientras que en los formales no tienen
ningún sentido. Así, la proposición “Pienso de que hay que venir más temprano al instituto” se comprende
en todo su sentido aunque esté mal escrita (Lo correcto sería decir “Pienso que hay que venir más
temprano al instituto”). En cambio, en nuestro ejemplo anterior, si escribo “↔ 1A ↔” la expresión no tiene
ningún sentido.
Esta última característica permite reinterpretar algunas de las características de los cálculos en
sentido semántico:
1. Completud: Capacidad de demostrar, siguiendo las reglas del cálculo, la verdad o falsedad de
todas las expresiones bien formadas del cálculo a partir de las reglas.
2. Decidibilidad: Posibilidad de establecer por medio de las reglas si una expresión bien formada
es verdadera o falsa.