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LOS UNICORNIOS

Hace mucho tiempo existieron unas extrañas y maravillosas criaturas que poseían
el cuerpo como los caballos más hermosos de la tierra, y además, un mágico cuerno
en el centro de su frente. Estas criaturas, llamadas unicornios, eran de color blanco
y se cree que procedían de tierras indias.
Los unicornios debían albergar tanta magia, que no podía verlos cualquier persona
que quisiera sino que, al contrario, eran muy pocos los afortunados que tenían el
privilegio de llegar a observarlos. Aquellos que llegaban a hacerlo eran las personas
que tenían un corazón bueno y puro, cualidades que eran muy fácilmente
rastreables por los unicornios.
Los cuernos de los unicornios tenían propiedades sanatorias y curativas, y eran tan
poderosos que se dice que podían llegar a curar enfermedades muy peligrosas y
mortales. Incluso, muchos llegaron a decir que contenían los ingredientes
necesarios para alcanzar la eterna juventud.
Precisamente por todas aquellas razones, la existencia de un unicornio dependía
en su totalidad del mágico cuerno de su frente, y si llegaban a perderlo su destino
era la muerte.
En la Edad Media, sabedores de las propiedades del cuerno de los unicornios,
muchos cazadores se adentraron en los bosques para dar caza a estos enigmáticos
seres, con tan mala fortuna, que terminaron abocando a los unicornios a su
desaparición. Muy inteligentes, y como los unicornios eran seres tan solitarios y solo
dejaban verse por las personas buenas, aquellos temibles cazadores se
aprovechaban de las personas de corazón puro para capturar a los unicornios y
apresarles en busca de sus cuernos.
Tras su triste desaparición, la magnificencia y bondad de aquellos seres dejó en la
historia su recuerdo como símbolo de la fuerza, de la libertad, del valor, de la bondad
y, sobre todo, del poder de la magia que reside en las personas de gran corazón.
Colibrí
Los mayas más sabios cuentan que los Dioses crearon todas las cosas en la Tierra
y al hacerlo, a cada animal, a cada árbol y a cada piedra le encargaron un trabajo.
Pero cuando ya habían terminado, notaron que no había nadie encargado de llevar
sus deseos y pensamientos de un lugar a otro.

Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de
jade y con ella tallaron una flecha muy pequeña. Cuando estuvo lista, soplaron sobre
ella y la pequeña flecha salió volando. Ya no era más una simple flecha, ahora tenía
vida, los dioses habían creado al x ts’unu’um , es decir, el colibrí.

Sus plumas eran tan frágiles y tan ligeras, que el colibrí podía acercarse a las flores
más delicadas sin mover un solo pétalo, sus plumas brillaban bajo el sol como gotas
de lluvia y reflejaban todos los colores.

Entonces los hombres trataron de atrapar a esa hermosa ave para adornarse con
sus plumas. Los Dioses al verlo, se enojaron y dijeron: 'si alguien osa atrapar algún
colibrí, será castigado'. Por eso es que nadie ha visto alguna vez a un colibrí en una
jaula, ni tampoco en la mano de un hombre.

Los Dioses también le destinaron un trabajo: el colibrí tendría que llevar de aquí
para allá los pensamientos de los hombres. De esta forma, dice la leyenda, que si
ves un colibrí es que alguien te manda buenos deseos y amor.
Duende con olla de monedas
¿Sabes qué es un duende? ¿Alguna vez viste uno? Cuenta la leyenda, que justo
donde el cielo se une con la tierra, a veces aparecen unos personajes muy
pequeños a los que se les llama duendes. Los duendes se caracterizan por llevar
consigo una olla repleta de oro, pero suelen ser invisibles a los ojos de los humanos.
La única manera de verlos es cuando aparece un arcoíris, pues es un puente de
unión entre el cielo y la tierra.

Se dice que estos duendes que tienen la barba roja, un sombrero y vestimenta
verde, se encuentran localizados al final del arcoíris y son muy inteligentes y
escurridizos. Se les conoce como Leprechaun y a pesar de su tamaño, tienen
aspecto de viejos. Muchos cuentan que los han encontrado, pero en el mas mínimo
descuido desaparecen.

También se cuenta, que la única manera de capturarlos es mirándolos fijamente y


atarlos del pie derecho con una cuerda gruesa. El duende, en su desesperación de
libertad ofrece su olla llena de oro a su captor. Aunque esto no es tan fácil como
parece. Según esta leyenda, los duendes son expertos en travesuras y engaños.
Te distraerá, y ante el primer pestañeo de quien le observa, desaparecerá con las
monedas de oro.
La bruja y él bebe.
Cuentan las leyendas que las brujas pueden oler a los recién nacidos, y cuando lo
hacen intentan chuparles la sang.
Un día una mujer lavaba su ropa fuera de su casa, de pronto comenzó a escuchar
a su bebe llorar en su casa, pero como esto era normal ella simplemente siguió
lavando. A los pocos minutos llego una vecina corriendo gritándole que un guajolote
estaba parado justo arriba del cuarto de su bebe. Ambas entraron corriendo a la
casa a revisar al bebe, al entrar al cuarto observaron como un pequeño hilo estaba
pegado en la mejilla del bebe, este hilo salía por la ventana y subió al tejado. La
madre al cortarlo comenzó a escuchar como el guajolote gritaba, de pronto solo
observo como salía volando y del hilo salía sangre.
El callejon del beso
Cuenta la leyenda que hace muchos años, vivía un joven la cual estaba enamorado
de un apuesto hombre el cual le correspondía a su amor, sin embargo el padre de
la joven tenía otros planes para ella.
El padre de la joven planeaba casarla con un rico español para que así pudieran
disponer de su dinero, pero la joven ya había decidió, ella quería quedarse con su
enamorado. El padre cuando se enteró de esto decidió encerrarla en su cuarto.
A los pocos días el enamorado de la joven compro una casa justo enfrente de la
ventana del cuarto de la joven, de esta forma siempre podían verse, incluso podían
acariciarse ya que estaban prácticamente unidas las terrazas de las recamaras.
Un día el padre descubrió ambos enamorados besándose en la terraza, cuando lo
hizo se llenó de furia clavandole una daga en el pecho, el joven alcanzo a tomarla
de la mano y le dio un beso.

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