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Sinopsis
Dusty tiene la gracia de un elefante en una cacharrería. Podría
tropezar hasta con el aire, y tenía arañazos y rasguños que lo
demostraban. Su reunión con Alexander Sheffield termina siendo,
como casi todo lo demás en su vida, un desastre total.
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Capítulo 1
—¡Mira por dónde vas, imbécil!
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‘Joder, eso le había dolido’.
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Dusty saltó de la acera, condujo por la avenida de Adán, y se
sintió feliz cuando vio el gran edificio, imperiosamente, delante de
él. Su fachada estaba construida en su mayor parte de cristal, tenía
un patio delantero grande, de modo que Dusty tenía lugar para
estacionar su bicicleta, y disponía de un directorio fácil de seguir.
Nunca lo hacía.
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‘Joder, eso le había dolido’.
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horror como se deslizaba a través del vestíbulo principal, y
dirigiéndose hacia las escaleras mecánicas.
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Los zapatos Wingtip disponen de una puntera que llega a un punto en el centro, y se extiende hacia los
lados de los zapatos, en una forma que se asemeja algo a las alas.
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—Gracias —dijo, mientras se acercaba y tomaba el sobre de
papel de la mano del Señor Lyndhurst.
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Cuando el ascensor de la izquierda se abrió, los ocupantes
salieron y los hombres, en sus trajes de apariencia cara, se
apresuraron dentro, Dusty se hizo a un lado, sonriendo a la mujer
con el cochecito y al señor mayor, agitando una mano hacia el
ascensor. —Adelante.
—Puedes pasar.
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Los hombres de traje intimidaban a Dusty, pero una mujer y
un bebé siendo desairados lo superaban. Lidiaría con sus enojadas
miradas para echarles una mano.
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—¿Estás bien? —le preguntó la recepcionista que se
encontraba de pie, detrás de su escritorio, mirando a Dusty con los
ojos muy abiertos.
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—Sí, Señor Sheffield.
Todo lo que Dusty podía hacer era mirar a los ojos amatistas
más deslumbrantes que nunca hubiera visto. El hombre se acercó a
él, su poderoso cuerpo, delgado y musculoso, se movía con
facilidad. Cuando el Sr. Sheffield se detuvo, Dusty se dio cuenta de
que el hombre se alzaba sobre él por lo menos veinte centímetros.
Wow.
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—¡Señor Sheffield! —gritó Karen.
—¿Está usted-
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—No te acerques —advirtió el Sr. Sheffield, mientras sostenía
una mano para protegerse de Dusty—. Si tratas de ayudarme una
vez más, podría necesitar una ambulancia.
—Dusty, Señor.
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un paso atrás, levantando el portapapeles delante de su rostro
mientras se encogía. —Me sangra muy fácilmente, Señor.
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Dusty se había perdido. ¿De qué diablos estaba hablando el
hombre?
—Tus manos.
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lesionarte —comenzó, y luego señaló a una puerta color caoba—,
ve y toma asiento hasta que yo te acompañe. Trata de no romperte
el cuello.
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Capítulo 2
Alexander Sheffield estaba perplejo mientras miraba a Dusty
en su oficina. Hizo una mueca, un momento después, cuando oyó el
golpe de algo haciéndose añicos contra el suelo de su oficina.
Cuando los pequeños pedazos de vidrio azul se deslizaron por el
suelo hacía su línea de visión, Alexander supo que el jarrón que
había comprado en Hong Kong el año pasado, probablemente,
estaba roto en mil pedazos.
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—No te preocupes por eso, Dusty —dijo Alexander cuando
abrió los ojos y los dirigió hacia el hombre herido—. Era sólo un
florero. Ahora, ve a sentarte como te he dicho.
—Sí, Señor.
—Dusty.
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—¿Tiene usted una escoba? Hay cristales azules por todo el
piso y-
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—Dusty te dije que te sentaras.
—Sí, Señor.
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en su silla y se frotó la barbilla mientras miraba fijamente al
hombre.
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Doby, y Jacob Lyndhurst era el Dom de Brian, ambos los habían
declarado recientemente sus sumisos, dejando a Alexander y a su
amigo, Michael Grafton, como los solteros del grupo.
—¿Dusty?
—¿Sí, Señor?
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Los ojos de Dusty se ampliaron por un segundo. —Por
supuesto, Señor. Es de mala educación no ser educado.
‘Okaaay’.
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‘Bien, infiernos.’
—Veintitrés, Señor.
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ganarías más. Pero te lo advierto, las horas son largas. Se espera
que estés a mi lado cada vez que lo requiera, para velar por todas
mis necesidades, y nunca puedes llegar tarde al trabajo.
—Pero, Señor-
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Tomó el teléfono y marcó a Karen. —Karen, tráigame la
documentación necesaria para el contrato de mi asistente personal
y cancele el resto de entrevistas. Dusty va a cubrir el puesto.
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ojos muy abiertos. Con mucho cuidado, cruzó la habitación, de
puntillas esquivando los vidrios mientras se acercaba a Dusty para
entregarle el sobre.
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Cuando Dusty comenzó a caminar por la habitación,
Alexander dio un respingo. Estaba seguro de que Dusty no podría
dar esos diez pasos sin romper: A, su cuello, B, algo en la oficina de
Alexander, o C, todo lo anterior.
Alexander suspiró.
Dusty hojeaba los papeles, con los ojos cada vez más amplios,
hasta llegar al último, y entonces empezó a menear la cabeza.
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—Bueno, Señor. —Dusty volvió la cabeza, su pelo largo y
sedoso fluía alrededor de los hombros. Alexander estuvo
malditamente cerca de gemir por la visión, con ganas de saber
cómo se sentirían esos hilos cubriendo su cuerpo mientras Dusty
montaba su polla—. Cuando rellené mi solicitud para mensajeros
competentes, era sólo una página, por delante y por detrás. Aquí
hay quince páginas. ¿Qué es lo que usted necesita saber, además
de mi número de la seguridad social y mis anteriores empleos?
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oficina y ser asaltado. Mientras tecleaba, le daba miradas de vez en
cuando a Dusty.
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Alexander se frotó el puente de la nariz, tratando de aliviar el
súbito y palpitante dolor entre sus ojos. Este iba a ser un día largo.
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Capítulo 3
Dusty estudiaba al Señor Sheffield, mirándolo por encima del
papeleo. Exudaba masculinidad y poder, por lo que Dusty quería
sentir esas fuertes y seguras manos en todo su cuerpo. El hombre
era cada maldito sueño húmedo que Dusty había tenido alguna vez,
con toda su lujuria carnal y bañado en virilidad.
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codo se había ido deslizando suavemente hacia delante sobre la
mesa bien pulida, hasta que casi chocó con el poderoso cuerpo.
Era una pena, porque podría haber cumplido ese requisito con
facilidad.
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—¿Tienes a alguien a tu cargo Dusty?
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Sheffield. Se encogió de hombros ligeramente. —Tal vez. Me ocupo
de él, Señor.
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—Mi gata atigrada, Señor. Ataca a cualquier bolsa de papel
que lleve a casa y luego corre dentro y fuera de ella mientras-
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—¿Tu apellido es L? ¿Una simple letra?
—Sí, Señor.
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—No, Señor. El ascensor no funciona desde antes que me
mudara, y eso es realmente muy malo. La Señora Jenson vive justo
debajo de mí y es demasiado vieja para subir todos esos escalones
cada día. Realmente debería trasladarse a un apartamento en la
planta baja. —Los ojos de Dusty se abrieron cuando vio como los
dedos de Alexander se apretaban alrededor de la pluma en su
mano—. ¿Señor?
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—¿Servilletas, Señor? —preguntó Dusty mientras se ponía de
pie y empezó a buscar algo con que limpiar el desorden. De alguna
manera, sabía que era culpa suya. Podría no haber tocado la pluma,
pero aun así. Cosas como ésta, parecían ocurrir siempre que estaba
cerca.
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siento mucho, Señor Sheffield. Sólo quería coger los Kleenex. Eso
era- —El resto de las palabras de Dusty fueron amortiguadas por la
mano de Alexander.
Dusty asintió.
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Dusty echó un vistazo alrededor de la oficina mientras
Alexander se ponía en pie. Bueno, tal vez también podría meterse
en problemas en un edificio de oficinas. Pero intentaría no hacerlo.
Oh, infiernos
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—¿Cuánto quieres este trabajo, Dusty?
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Capítulo 4
Alexander no podía creer que acabara de pedirle a Dusty que
se fuera a vivir con él, acababa de conocer al tipo. ¿Estaba loco? Le
gustaba el orden en su vida. Le gustaba que todo estuviera en su
lugar.
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Dusty estaba destrozado y lleno de arañazos. Sólo esperaba que el
hombre llevara la maldita cosa todo el tiempo.
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Cierto, los animales domésticos. Alexander no era un hombre
al que le gustaran las mascotas, pero iba a tolerar a un pequeño
gato y a un pez. ¿Cuánto daño podían hacer un pececito y un gato
atigrado? —Me parece justo mientras asumas la responsabilidad de
su cuidado, Dusty. No voy a tener bolas de pelo ensuciando el piso,
ni a tolerar una pecera sucia. Estas son tus mascotas. Espero que
tomes el apropiado cuidado de ellos.
—¿Señor?
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Y no quería. Alexander quería que Dusty viera lo que le
provocaba. Y por la reacción del chico, Dusty lo aprobaba. Ahora
todo lo que Alexander tenía que hacer era mostrarle la vida D/s. Y si
era posible comprarle al hombre un poco de plástico de burbujas,
plástico de burbujas transparente, por supuesto, para que lo usara
cuando caminara.
—¿Sí?
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—¿Sí, Sr. Sheffield?
—Mi chofer. Sabrá qué coche es, porque te llevara a casa para
recoger sus cosas.
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tarareaba cada vez que las cinco letras salían de los labios de Dusty.
Que lo asparan si no lo tenía suplicando a finales de la semana.
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—¡Cristo! —Alexander alcanzó su teléfono y marcó un
número que conocía bien—. Stephen, soy Alexander Sheffield.
Necesito que tus hombres y tú vayan a mi apartamento tan pronto
como sea posible y eliminen cualquier cosa rompible, todos los
floreros, mesas de vidrio, y cualquier otra cosa en la que alguien
pudiera caer, tropezar o dañarse con ella.
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—Muy bien, Señor Sheffield, voy a poner un equipo de
limpieza a trabajar en ello.
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—¿Mr. Sheffield?
—¿Sí, Karen?
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Capítulo 5
Dusty hizo una mueca al ver a Symon abrir la puerta del
apartamento, dejando pasar a Alexander. Los ojos amatista del
hombre, instantáneamente, se fijaron en Dusty, escaneándolo de
pies a cabeza. Dusty bajó lentamente la bolsa de hielo, que tenía
sujeta con su mano contra su cabeza, y envió al hombre una débil
sonrisa.
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Bueno, ¿era malo que las fosas nasales de Alexander se
dilataran?
—Entonces ve a buscarlas.
—¿Ah, Señor?
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el cuarto de baño, cerrando la puerta detrás de él y luego se inclinó
hacia atrás apoyándose contra ella.
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Dusty se inclinó y, lentamente, giró el pomo de la puerta,
abriéndola sólo una rendija. Se inclinó para mirar por la rendija
cuando Alexander abrió. Dusty dio un salto atrás para que la puerta
no le golpeara el rostro y rápidamente perdió el equilibrio.
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mientras se sentaba y se frotaba la parte de atrás de su cabeza. A
este ritmo, nunca iba a tener sexo.
—Dusty.
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—Inclínate hacia delante y déjame ver tu cabeza.
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—Cualquier cosa, Señor.
—¿Señor?
Y ahí estaba.
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¡Infiernos! Alexander Sheffield, el hombre más sexi que jamás
hubiera conocido, lo estaba besando. Dusty ansiosamente abrió la
boca cuando sintió la lengua de Alexander apretando contra sus
labios, como si estuviera pidiendo aceptación. Aceptaría cualquier
cosa que el hombre quisiera hacerle.
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Cuando Dusty, sintió la mano de Alexander apretando contra
su dura polla a través de sus pantalones vaqueros, fue todo lo que
necesitó. Dusty gritó y se arqueó en el aire, presionando su polla
con más firmeza contra la mano de Alexander, y dándole libertad al
placer que lo barría atravesándolo.
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—Oh, Señor —le susurró Dusty mientras intentaba
escabullirse de los brazos de Alexander—. Lo siento mucho. Yo...
yo...
—Tranquilo, Dusty.
—Levántate, Dusty.
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—Sí, Dusty. Todavía te quiero. —Dusty casi gime cuando la
mano de Alexander cayó—. Ahora, acaba de recoger tus cosas.
Estaré en la sala de estar, y espero que termines sin más lesiones,
¿entendido?
Equipaje, correcto.
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Dusty no necesitaba ningún accidente más.
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—¿Ya terminaste? —Alexander se volvió, y sus labios se
abrieron ligeramente. Miraba a Dusty como si nunca lo hubiera
visto antes.
—Todo hecho.
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—No —casi gritó Alexander mientras levantaba la mano, con
la palma hacia fuera—. Sólo quédate ahí. Symon puede cargar el
coche.
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Una de las cejas de Alexander se levantó lentamente mientras
lo miraba. —Si te pertenece, no apostaría por eso.
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parecía del tipo propenso a los accidentes. El hombre caminaba con
una facilidad que Dusty sólo podía desear poseer.
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mudarme. —Ella le acarició la mejilla y luego abrió la puerta. Dusty
suspiró. Odiaba ver su lucha cuando no tenía que hacerlo. Pero la
entendía, en cierta medida. Dejó las bolsas en la mesa de la cocina
y le dio un beso en la mejilla.
—Lo haré, querido. ¿Vas a vivir con ese hombre joven y guapo
del pasillo? —Ella se rio mientras comenzaba a desempacar los
comestibles.
—Dusty.
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Dusty se volvió al oír a Alexander llamándolo por su nombre.
Su nuevo jefe estaba de pie en la puerta, sin soltar el cuenco con el
brazo extendido, pero Dizzy se arrastraba detrás de los hombros de
Alexander. —Tenemos que marcharnos.
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Capítulo 6
Alexander dio un suspiro de alivio cuando entró en su
apartamento. No hubo ningún incidente con Dusty en el coche, ni
subiendo en el ascensor. Ahora, si podía conseguir establecer al
hombrecillo sin que rompiera nada, sería un hombre feliz.
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—Sí, Señor. —Dusty miró alrededor y luego se dirigió hacia el
baño.
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Sí. Necesitaba a Dusty sobre sus rodillas, chupando su polla.
—¿Qué te gustaría comer? —Maldita sea, le estaba costando no
mirar la expuesta ingle de Dusty. Tenía algo de vello rodeando su
polla, pero no demasiado, como si el hombre lo mantuviera corto.
Era de un color marrón oscuro, coincidiendo con el pelo de la
cabeza. Reprimió las ganas de tragárselo con la vista.
No Alexander.
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Alexander sólo podía esperarlo.
—¿Señor?
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—La cena está aquí.
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acampanados se veían muy bien. Las manos de Alexander se
morían de ganas de llegar y golpear una nalga, o ambas.
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Dusty frunció el ceño. —¿Quién cuida de usted, entonces?
—Dusty.
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veinticuatro horas del día. Me aseguraré de que todas sus
necesidades sean atendidas de modo que usted no tenga que
preocuparse ni de una sola cosa.
—Sí, Señor.
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patatas, pero se quedan atascadas entre los dientes, especialmente
los nachos.
—¿Café? —La voz de Alexander fue tan alta que pareció que
se quedaba estrangulada en la garganta.
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conseguir terminar de comer. Apoyó los codos en la mesa y juntó
las manos.
—Sí, Señor.
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—Relájate, Dusty, todas las comidas y el mantenimiento se
incluyen en el trabajo. Llámalo ventajas.
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Capítulo 7
Dusty trató de no estar nervioso mientras seguía a Alexander
a la sala de estar, pero no pudo evitar torcer sus manos. Alexander
estaba molesto con él, y Dusty lo sabía. Podía sentirlo. Lo podía ver
en la rígida postura de su espalda cuando el hombre fue al
aparador y se sirvió una copa.
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a Alexander que pagara por sus mascotas. Eso sería demasiado.
Dusty gritó cuando tropezó con la alfombra y cayó derrumbado,
golpeándose su nariz en el duro suelo.
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—Párate.
Dusty se congeló.
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Dusty abrió la boca para responder, y entonces recordó la
instrucción de Alexander de no hablar, por lo que asintió.
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—No muevas ni un músculo.
—Otro.
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no prefería algún tipo de sexo en lugar de dar pasos ciegos por toda
la habitación.
—Mira a tu alrededor.
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—¿Lo hice? —se preguntó con un poco de temor.
Normalmente, habría destrozado la mitad de ellas y pateado el
resto al otro lado del cuarto—. ¿Cómo?
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—¿Qué tipo de beneficios? —Sus palabras fueron más bien un
susurro. Le gustaría que fueran las ventajas de un sueño que Dusty
sólo se atrevería a realizar con Alexander.
¿No?
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Pero, oh, cómo quería dormir con el hombre.
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—Sí —dijo mientras caminaba alrededor de Dusty hasta estar
frente a él—. Aprenderás a centrarte en ti mismo, para canalizar tu
mente.
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determinación en sus ojos. Además, sería agradable no golpear
nada ni caerse. El hecho de que fuera un torpe nato y que lo
hubiera aceptado no significaba que le gustara.
Oh, bueno.
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Dusty expulsó los pensamientos de cómo iba a alimentar a
Larry y Dizzy. Ahuyentó los pensamientos de dejar su trabajo de
mensajero y confiar en que Alexander no lo despidiera. Pero tenía
dificultad para ahuyentar los pensamientos, de lo bien que se
sentiría que Alexander lo jodiera con cada centímetro de su polla. Y
apostaba a que el hombre tenía una polla enorme. El tipo era lo
bastante alto y musculoso para tener por lo menos veinte
centímetros.
Veinte gloriosos-
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no necesitaba hacerlo para escuchar el gemido procedente de
Alexander.
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Mira, podía seguir instrucciones.
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Capítulo 8
Alexander tuvo que morderse los labios para no gemir cuando
Dusty se relajó en sus brazos, mientras, empujaba sus caderas hacia
delante. Dios, el hombre era demasiado sexi para expresarlo con
palabras. Cuanto más tiempo pasaba con él, más quería al pequeño
hombre, con torpeza y todo.
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momento difícil para no correrse en sus pantalones, lo cual le dio
una idea.
—Está loco.
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—Sólo cierra los ojos y concéntrate, Dusty. Si puedes resistir
durante diez minutos, te voy a dar una de esas ventajas de las que
hablamos.
—Pero-
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—Por la forma en la que Dusty se mordía el labio inferior, parecía
dudar sobre que hacer.
—Eso es todo.
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—No, puedes hacer tanto ruido como quieras. —Sí, Alexander
podría sobrevivir a eso—. Ahora, cierra los ojos, y recuéstate entre
mis brazos.
—Buen chico.
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Alexander le dio un nuevo tirón a la trenza del hombre,
inclinando su cabeza aún más hacia atrás. Le acarició con sus dedos
el rostro, a partir de las cejas, moviéndose lentamente por la nariz y
los labios. Cuando llegó a la barbilla, tiró de ella hacia abajo hasta
que la boca de Dusty se abrió.
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Imaginaba que el contraste, entre la pálida piel de Dusty y su
bronceada piel, se vería increíble, y de repente, tenía que verlo.
Empujó al hombre, sentándolo, sin darse cuenta de que Dusty ni
siquiera había tratado de abrir los ojos.
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Alexander se puso de rodillas detrás de él. —¡De rodillas,
Dusty!
Dusty asintió.
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Esta vez, fue Alexander el que tembló. Pudo sentir lo apretado
que estaba Dusty con un solo golpe de su dedo. El hombre podría
estrangular su polla con ese culo tan apretado.
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Dusty se estremeció, pero mantuvo los labios apretados.
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dedos, masajeándolo suavemente. Alexander no podía esperar
para remplazar sus dedos por su polla.
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Los movimientos cada vez eran más rápidos, arriba y abajo,
dentro y fuera. Cuando sus movimientos comenzaron a ser
erráticos, Alexander supo que Dusty estaba perdiendo el control. Y
para ser honesto, estaba sorprendido de que hubiera aguantado
tanto tiempo como lo había hecho.
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—Quieto.
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gran cantidad de hombres en su vida, pero nunca había sentido
este nivel de placer antes. Nunca antes había encajado también con
alguien.
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Agarró nuevamente la trenza del hombre y la envolvió
alrededor de su mano hasta que la tensión hizo que Dusty inclinara
la cabeza hacia atrás. Se inclinó juntando aún más sus cuerpos,
mientras mantenía el rápido ritmo de las embestidas.
Dusty gritó.
Su espalda se arqueó.
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Mientras él, se separaba del cuerpo de Dusty, se quitaba el
condón, lo ataba y lo arrojaba en el cercano cubo de basura, Dusty
se había tendido en el suelo, y roncaba suavemente.
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Capítulo 9
Dusty se sacudió, una pequeña pelusa, de la solapa del traje
que Alexander le había comprado. No podía recordar haber usado
antes, algo tan fantástico, o tan caro. Estaba bastante seguro, que,
costaba más de lo que ganaba, en un mes, como mensajero.
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Todavía no podía creer que Alexander realmente fuera a
mantenerlo. Pensó que el hombre lo echaría, la mañana después,
de su primera noche juntos. Demonios, ni siquiera había
desempacado previendo que tendría que irse.
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Alexander lo estaba esperando en la puerta. Pudo sentir que
una gran sonrisa se formaba en sus labios... hasta que se cayó al
lado de la mesa de café.
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—Quiero que hoy medites durante una hora en el trabajo.
Tenemos que asegurarnos que no te atrasas en tus clases.
—Sí, Señor.
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Todavía consideraba que Alexander era maravilloso, y sabía
más allá de toda duda que se estaba enamorando del alto y guapo
hombre, pero, en estos momentos estaba molesto con él. Su
enfado aumentó cuando Alexander, se sentó junto a él en el coche
como si no pasara nada, como si no hubiera dañado sus
sentimientos.
Mierda.
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Alexander lo miró, levantó una ceja, y luego dirigió su
atención a Karen. Bordeó a Alexander y entró en su oficina. Se
sentó en el pequeño escritorio que su jefe le había mostrado unos
días antes e inmediatamente comenzó a trabajar.
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cuando los hombres se cansaban de él y de sus accidentes. Le
sorprendió que hubiera aguantado tanto tiempo.
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Dusty. Prefiero que comas aquí, donde puedo mantener un ojo en
ti.
¡Oh, mierda!
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Alexander se quedó inmóvil, ladeando la cabeza hacia él, sus
oscuras cejas estaban inclinadas hacia abajo, frunciendo el ceño. —
¿Qué demonios significa piña?
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—Has estado muy callado durante todo el día. ¿Qué está
pasando?
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le grité. Y entonces, sentí miedo cuando me persiguió alrededor de
mi escritorio.
Wow.
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—Siento haber tratado de fastidiarlo con mi silencio. Me
estaba comiendo por dentro no hablarle. Me gusta hablar con
usted, Señor. —Curvó sus labios, al ver la diversión en los ojos
amatista de Alexander.
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Dusty no podía estar más contento de oír la palabra casa. Era
música para sus oídos.
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—Ahora escucha con atención, mocoso. No tengo ninguna
intención de deshacerme de ti. Te tomé como mi asistente
conociendo muy bien tu problema de coordinación.
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Dusty puso los ojos en blanco, cuando le vinieron a la cabeza
las imágenes de Alexander follándolo, hasta sacar la torpeza de él.
Eso sí que sería una verdadera proeza.
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Capítulo 10
Alexander mantuvo firme su mano, en medio de la espalda de
Dusty, mientras caminaban hacia la puerta de Antonio. Sabía que
estaba nervioso. Podía sentir como, los pequeños temblores que
sacudían al hombre, aumentaban de intensidad a más se cercaban
al restaurante.
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ver como Dusty inhaló rápido y como el placer se apoderó de su
rostro.
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segundo lugar, porque no vas a ser torpe. Tú, mi pequeño y dulce
hombre, eres muy simpático cuando te olvidas de estar nervioso, y
voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para asegurarme que te
olvides.
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Y esa podría ser su forma favorita para jugar con Dusty. Se
sentaba en una silla y veía como este caía en un estado meditativo
y después se desplazaba al suelo para reunirse con él, tocarlo y
acariciarlo.
131
Salvo esta noche.
132
Taylor asintió, dando a Doby una mirada indulgente. —Está
bien, Doby, pero sólo por esta vez.
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que parecía ser capaz de domarlo, era Taylor. Alexander seguro que
no deseaba la tarea. Prefería a su pequeño propenso a los
accidentes.
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—Por aquí, caballeros.
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Dusty miró por encima de la mesa y luego al resto de la
decoración de alta gama del restaurante. —Aquí hay tantas cosas
que se pueden romper. —Susurró—. ¿Qué pasa si me tropiezo o
me caigo o —Dusty tragó saliva con fuerza—. Incluso el agua la
sirven en copas de vino, Señor.
—¡Señor!
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Su cuerpo permaneció rígido en su asiento durante un largo
rato mientras Alexander frotaba, suavemente, el bulto cada vez
mayor en los pantalones del hombre. Cuando Dusty estaba
completamente duro, su respiración se había relajado y la tensión
en sus hombros se había desvanecido.
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punta o exprimía la polla entera, pero no quería poner a Dusty
completamente al límite.
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Entonces las cosas parecieron calmarse. Taylor colocó unas
esposas forradas en piel en las muñecas de Doby, conectándolas
entre sí. Doby se acurrucó en el lado derecho de Taylor. Jacob ató
un trozo de cuerda alrededor de las dos muñecas de Brian. Los ojos
de Alexander se le salieron de la cara, ante el profundo suspiro
satisfecho que oyó venir de Brian cuando el hombre inclinó su
cabeza en el hombro de Jacob. Tal vez la cuerda y los puños,
provocaban en Brian y Doby, la misma reacción, que su toque
provocaba en Dusty.
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Podía ser un restaurante de lujo, pero todos los tipos de
lascivos juegos, pasaban debajo de sus mesas, y el personal fingía
no ver nada. Los ojos de Alexander se entrecerraron, pero todavía
podía ver a Taylor, Michael, y Jacob observándolo atentamente. Su
boca les mostró una sonrisa mientras Dusty aspiraba su polla hasta
la parte posterior de su garganta.
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—Ninguno —logró contestar, mientras Dusty se echaba hacia
atrás, arrastrando sus labios a lo largo de la polla. Estaba
lamiéndola como un cono de helado, y Alexander no podría haber
detenido su gemido aunque hubiera querido.
141
—¡Mierda! —Disparó, con los ojos cerrados mientras su polla
entraba en erupción, su semilla brotaba de la cabeza y Dusty se
bebía con avidez hasta la última gota. Alexander jadeó cuando
abrió los ojos, pero se las arregló para sonreírles a todos en la
mesa.
142
—Disculpen —dijo Michael mientras se deslizaba de la mesa—
. Enseguida vuelvo.
143
nos lo restregaría en la cara. El hombre es rico, poderoso, pero está
solo.
144
—Alexander voló de su asiento al oír, lo que sonaba como un
choque de coches, en el exterior.
Su coche.
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Jodida mierda.
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—Estoy de acuerdo, Señor —dijo Dusty sonriéndole—. Pero
tiene que prometerme que no le dirá a nadie mi verdadero
nombre, ni siquiera a Karen.
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—Te enviaré el presupuesto.
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Realmente era sencillo. Sólo tenía que asegurarse que Dusty
nunca dejara su lado. Nunca. Realmente era la única manera de
mantenerlo a salvo. Su relación actual necesitaba ser actualizada.
Aunque Dusty dormía en su cama casi a tiempo completo, sabía
que tenía que mudar, de forma permanente, al hombre a su
dormitorio. Se estremeció al pensar en lo que podía pasarle a Dusty
en medio de la noche. Podía tropezar caminando hacia el cuarto de
baño y abrirse la cabeza con un buen número de cosas, la bañera,
el marco de la puerta, el lavabo. La lista seguía y seguía.
Dusty podría-
—¿Señor?
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—Lo siento, Dusty —dijo mientras aflojaba, un poco, su
agarre, pero sólo un poco. No tenía la fuerza personal suficiente
como para dejar que se alejara demasiado de él, no en estos
momentos.
—Lo sé. —Esta vez Dusty estaba bien, pero ¿qué pasaría la
próxima vez, o la siguiente después de esa? ¿Cuántas veces podría
resultar lesionado Dusty antes de que le ocurriera algo drástico de
lo que no se pudiera recuperar?
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Alexander se sorprendió con la fuerza que Dusty utilizó para
alejarse de él. Sabía que debía haberle dolido. Todavía tenía varios
cabellos castaños en la mano.
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En todo caso, el rostro de Dusty palideció aún más de lo que
ya estaba. —Prefiero dejarlo, antes que escucharle decirme que me
vaya.
Nunca.
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—Escúchame, Fernando Xavier FontaineLebowitz, y
escúchame bien. —Alexander estalló con satisfacción al ver como
los ojos de Dusty se abrían plenamente al oír el áspero tono con
que pronunciaba su nombre y el tono áspero con el que le
hablaba—. Eres mío. Y siempre serás mío. No vas a irte. De hecho,
tendrás suerte de conseguir estar a diez metros de mi lado en los
próximos diez años. Por lo tanto, sácate la disparatada idea de
alejarte de mí, de tu cabeza, porque no va a suceder.
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servicio impecable y un escondido ambiente con un sofá con
cojines, una mesa y un cuarto de baño a un lado. Demonios, incluso
tenía una pequeña cesta con condones y paquetes de lubricante de
un solo uso.
Era perfecto.
Era una orden sencilla, una sola palabra, pero pareció aturdir
a Dusty. El hombre se volvió hacia él, con la mandíbula colgando
casi hasta el pecho.
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—Ya me has oído, Dusty.
—Pero-
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Sólo cuando Dusty se había establecido, con sus muslos
extendidos y las manos apoyadas en ellos, Alexander se apartó de
la puerta y empezó a dar vueltas alrededor del hombre. Una vez
que estuvo detrás de Dusty y fuera de su vista, cogió un condón y
dos de los paquetes de lubricante, los metió en su bolsillo y se
arrodilló en el suelo detrás de él.
—Tú eres mío, Dusty —dijo con una voz, mucho más suave,
de la que había usado antes—. ¿Sabes por qué eres mío, Dusty?
—N-No, Señor.
—Tú eres mío porque eres perfecto para mí. —Disfrutó al ver
como el pequeño cuerpo se estremecía, sabiendo que había sido
provocado en parte, por sus palabras y en parte por la forma en la
que acariciaba su piel—. Cuando pienso en ti, no lo hago en
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términos de unos días o unas semanas. Lo hago en términos de
toda una vida a tu lado.
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para encontrarse con la suya—. Te amo, Fernando Xavier Fontaine
Lebowitz.
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Le sorprendió que Dusty usara su nombre de pila, pero, las
otras dos palabras, lo hicieron aún más. Eran mucho más
importantes. Ponían de nuevo en orden, su mundo entero.
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Santo infierno, el culo de Dusty era perfecto, sobresaliendo en
el aire, como lo hacía, cuando Dusty colocó su cuerpo sobre los
muslos de Alexander. Este pasó su mano sobre los suavemente
redondeados globos, por un momento, disfrutando de la suave y
sedosa piel, y luego metió la mano en su bolsillo para sacar el
condón y los envases de lubricante. Puso el condón y un envase a
un lado y abrió el otro.
—Sí, Señor.
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Alexander sabía que la cosa estaba fría, pero también sabía que
pronto se habría calentado, junto con el culo de su sumiso.
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músculos. Alternó entre empujar su dedo dentro y fuera del culo de
Dusty, con las nalgadas.
—Te amo.
¡Nalgada!
¡Nalgada!
—No me importa si, eres tan torpe que tienes que ser
envuelto en plástico de burbujas para el resto de su vida, lo cual es
una clara posibilidad. Aún eres mío y voy a mantenerte. —
Alexander continuó golpeando el culo de Dusty mientras introducía
más dedos en él, extendiéndolo. Y Dusty tendría que estar bien
extendido para lo que Alexander tenía en mente.
—¿Esta-
¡Nalgada!
—-Entendido?
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—¡Sí! —Dusty gritó tan fuerte que estaba seguro que los
clientes en el restaurante lo oyeron.
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Dusty trepó como si su vida dependiera de ello. Pasó la pierna
sobre el muslo de Alexander y empezó a descender embistiéndose
a si mismo contra la dura polla. Alexander mantuvo apretados
firmemente sus labios hasta que el trasero de Dusty descansó sobre
sus muslos. Quería embestir al hombre y enterrar su polla hasta el
fondo y nunca volver a salir. Sentía la necesidad de marcar al
hombre como suyo, para que cualquiera que lo mirara supiera que
le pertenecía.
No hasta ahora.
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Tenía un collar.
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—Sí, lo es —Dusty susurró—. Es real y me lo dio y- —Dusty
meneó la cabeza rápidamente—. Por favor, Señor, quiero
conservarlo.
—Siempre, Dusty.
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—Sé lo que necesitas, Dusty. Siempre voy a saber lo que
necesitas. —Alexander comenzó a moverse, empujando sus
caderas hacia arriba y conduciendo su polla en el apretado culo
mientras subía y bajaba a Dusty sobre su polla. Este rápidamente
captó la idea y comenzó a moverse así, prácticamente saltando
arriba y abajo sobre el regazo de Alexander.
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respiración rápida y esporádica. Sus labios entreabiertos mientras
jadeaba pesadamente entre pequeños gemidos. Pero fue el
asombro en los ojos de Dusty, el afán y la anticipación en ellos, lo
que fascinó a Alexander.
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bueno y maravilloso? Dusty le daba todo lo que había deseado en
un sumiso y algo más.
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Stormy cree que la única cosa más sexi que un hombre con
botas de vaquero es dos o tres hombres en botas de vaquero.
También cree en el amor a primera la vista, en los compañeros del
alma, el amor verdadero, y los finales felices.
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