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helena valero

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yo soy napeyoma
relato de una mujer raptada
por los indígenas
yanomami

fundación la salle de 'Cieócias naturales


Helena Valero

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YO SOY NAPEYOMA
Relato de una mujer raptada por los
indígenas yanomami

Compilador
Renato Agagliate

Editor
Emilio Fu entes

Fundación La Salle de Ciencias- Naturales


Monografía Nº 35
INDICE

Presentación 7
Introducción 9
Capírulo I Onoto y sangre en el Maricoabí 21
Capírulo II Rumbo a los cerros de La Neblina 31
Capírulo III Los inocentes de Kaomaripiwei 43
Capímlo IV De Brasil a Venezuela 55
Capírulo V Prisionera de los Shama-tharí 69
Capítulo VI La suegra ímpuber 81
Capítulo VII Siete meses de soledad brava 97
Capírulo VIII Una regla sin excepción 113
Capírulo IX De Y arekemi a Y arotoma 129
Capítulo X Guerra con los Konapuma-rheri 141
Capítulo XI La quima esposa de Husíwe 153
Capítulo XII De Wayumi con los Wanitima-theri 167
Capítulo XIII La iniciación de los sha.manes 183
Capítulo XIV El tribunal de la macana 197
Capítulo XV Dañeros Shama-tha.ri 209
Capítulo XVI Los Pishaasi-theri 219
Capítulo XVII Muerte del cacique shama-tha.ri 229
Capírulo XVIII Miramawe, el de ojos claros 245
Capículo XIX Por Tetehei se va a Shamac.a 255
Capítulo XX Canciones y pijiguao para la fiesta 275
Capítulo XXI Una epidemia carnívora 287
Capítulo XXII Kariyonawe, el de ojos grandes 299
Derechos reservados conforme a la Ley Capítulo XXIII Provocaciones de los Pishaasi-theri 313
© Fundación La Salle de Ciencias Naturales Capítulo XXIV la muerte de Wapurawe 327
Depósito Legal: lf-84-4375 349
Capítulo XXV Los Pishaasi-theri macan a Husiwe
Diseño y foto de la portada: Emilio Fuentes
Foto de la contraportada: Julio Serrano Capítulo XXVI La viuda entre los asesinos del esposo 369
Fotocomposición: Textos Eche Capítulo XXVI[ De paso por Platanal 389
Impreso en Venezuela por Editorial Texto Capítulo XXVIII Con los Puunapiwei-cheri 401

/'"' -' o
Caracas 1984 ·

- - ,_ -, -- <· ,' J~2 212 6 9


Capítulo XXIX
Capírulo XXX
los Híi-cherí aracan
El famasma de Rashawe
415
429
Capírulo XXXI Nace Ushíwei 439
Capírulo XXXII Infidelidad de Oshewei 451
Capítulo XXXIII Encuemro con el misionero J , Barker 469

5
Capítulo XXXJV El cuarto hijo: Totihima 491
Capírulo XXXV La última epidemia 503
Capítulo XXXVI La curiara de la libertad 511
Capítulo XXXVII India entre los blancos 527
Proceso migratorio de las comunidades Yanomarni 541 PRESENTACION
Glosario 543
Fundación La Salle, desde su nacimiento, en su anhelo de esclarecer las caracte-
Nota lingüística 549
rísticas más resaltantes del lore de nuestro pueblo, ha dedicado el m ejor de los esfuer-
Referencias bibliográficas 550
zos de su selecto equipo de investigadores para estudiar y dar a conocer las estructuras
sociales y los sentimientos culturales y religiosos de los grupos aborígenes que
pueblan una porción importante del terri torio venezolano. Esta labor de inmenso
contraste, donde las grandes dificultades cocidianas están estrechamente ligadas a
profundas satisfacciones , está animada por el imperativo fundacional de esclarecer la
mezcla de nutrientes culcurales que dan vida al venezolano de hoy. sólo conociendo
el camino que hemos transitado y los motivos que nos han impulsado, podremos
vislumbrar la vía correcta para !a construcción de un mejor fmuro, fumememe asen-
tado en el conocimiento objetivo de nuestras carencias y potencialidades.
Nuestra instirución , a medida que profundiza el conocimiento ciencífico del
pueblo venezolano en general, y de los aborígenes en particular, va consolidando una
conclusión clara: los grupos étnicos son alternativas de vida social perfectameme legí-
timas y, por ello, no idealizamos a estos grupos étnicos, paniendo de una críüca des-
p iadada y masoquista de la culcura y sociedad criolla, pero rampoco dejamos espacio
para el falso orgullo ernocéntrico que ve en nuesua civilización el más alto grado de
desarrollo social alcanzado por el hombre en todos los órdenes. La igualdad histórica
que contribuimos a forjar desde esta perspectiva deviene así en la condición para un
diálogo fecundo y creador emre culturas y estilos de vida , diferentes en principio, pe-
ro igualmente imporranres para la construcción de una Venezuela mejor, pJuricultu-
ral, justa y libre.
"Yo soy Napeyoma" es un nuevo paso en nuestra larga lucha para que los gru-
pos aborígenes venezolanos sean conocidos por el resro del país. Por su lenguaje sen-
cillo y por su condición de restimonio, esta monografía está d irigida a todo el pueblo
venezolano, sin que ello le reste calidad como fuente de datos e información rigurosa
sobre los hábiws y costumbres de los Yanomami. Como testimonio, " Yo soy Nape-
yoma" nos habla de Jas vivencias de una niña campesina, raptada por los Yanomami
cuando estaba en el umbral del paso a mujer, y de los conflictos que debió enfremar
como ser humano para adapracsc a un comexro cu!mral gue le era completamente
exuaño.
Helena. con voz de pueblo, nos va describiendo su paso entre los Yanomami, sin
perder deral!e importante. Al finalizar la lecrnra de " Yo soy Napeyoma", sentimos
que hemos comparrido coo Helena y los Yanomami su corideanidad , sus alegrías. an-
gustias y temores. La cultura Yanomami abandona así el frío estante de las estructuras
y funciones para hacerse vida.
Fundación La Salle cumple así principios que nos son caros: la objetividad en el

6 7
tratamiento de los tópicos que investigamos y el rescate y promoción de las culturas
de tradición oral.
El libro que aquí presentamos y que, estamos seguros, tendrá merecida resonan-
cia, no ~lo nacional sino también internacional, constituye una valiosa sugerencia
para el conocirnienco y el diálogo incerculrural del indígena con el criollo, a los fines,
no sólo de una mayor comprensión sino, también, de una integración racional, en la
que ios elementos culturales se conjuguen en simbiosis multiplicadora. Dios quiera
que Jos significativos apones de este nuevo libro se incorporen de modo natural al
acervo culrural venezolano, cuya alma popular. sería analizada y valorada en forma
trunca, si se prescindiese de alguna de las vertientes que la determinan y especialmen-
te de la indígena.
Para finalizar, sólo me resta invitar al lector a. pasearse por las riquezas de una vi- INTRODUCCION
da excepcional y de una cultura muy singular: Helena Valero y los Yanomami. Y o soy Napeyoma 1 es la autobi"ografía de Helena Valero, una mujer raptada por
indígenas Yanomami de la frontera venezolano-brasileña cuando contaba 13 años. El
relato se extiende a la largo de más de 30 años, dedicando la mayor parte del mismo a
narrar las vicisitudes que tuvo que afrontar mientras vivió con esos indígenas. El rapto
se produjo el día 26 de noviembre de 1932 cuando miembros de la comunidad Yano-
mami de los Kohoroshi-thari atacaron a su familia en el caño M.an'c oabi afluente del
Bimití, que a su vez es tnbutario'del Río Negro. El 15 de octubre de 1956, 24 años
después, finalmente pudo escapar de los Yanomami por el Orinoco, tras haber re-
comdo las cuencas de los ríos Cauabu"rí y Marauiá en Brasil y Siapa, Mavaca y Alto
11 Onºnoco en Venezuela.

••••
Eros 24 años de aventuras han dado lugar a numerosos artículos en dian"os y re-
vistas y a algunas obras entre las que citaremos Sonaglia {1959), Saake {1966) y Biocca
{1965). 2 Esta última en particular ha dado a conocer la odisea de Helena al mundo
entero por haber sido traducida a numerosos idt"omas y contar en alguno de ellos con
varias ediciones y / o reimpresión es. Ante tal circunstancia es lógico preguntarse elpor
qué de una nueva versión si tenemos al alcance de la mano la versión de Biocca en el
idz"oma que más nos guste leer. La respuesta es múltiple y en algunos aspectos polémi-
ca pero ni Helena ni yo podemos eludirla.
En primer lugar p onemos en tela de j uicio Ja autoría de Yanoama. FJ señor Bioc-
ca registró magnetofónicamente la histona de labios de la propia Helena en la misión
salesiana de Sii o Gabne/ da Cachoeira, en el Amazonas brasileño. Por lo tanto a Bioc-
ca le correspondería más exactamente aparecer en la obra como compilador, respetan-
do la autoría d e Helena y los derechos sobre el libro y sus traducci"ones. Esta crítica ya
le fue dingrda con anterioridadp or diversos antropólogos (Shapzro, 1971: 1333; Li-
zot, 1971 :741) y es quizás por eso que en la reimpresión de la traducción francesa de
1976 añade en los anexos una carta supuestamente escnºta por Helena Va/ero q.ue
transcnbo a continuación:

( J ) Napeyoma en Yanomami significa ''mujer extranjera''.


(2) Para éStas y codas las demás referencias que aparecen a lo largo del rexro. véase la bibliografia al final
8 del libro.
9
Manaus, 5 de febrero de 1969
comerciales sensacionalistas que nada tienen que ver ni con la vida de Helena ni con
Ilmo. Pro/ Biocca la vzda de los Yanomami.
Saludos cordiales
Incitada en parte por todas esas cosas, Helena ha decidido hacer su libro, narrar
Leí su carta con alegría. Sí, me alegré ante las noticias que me enviásteis. Y le ella misma su propia vida. En honor a la verdad Helena tiene mucho que corregir,
respondí inmediatamente. A la pregunta de si tengo dificultades en que aparezca mi precisar, completar, ordenar... con el firme propósito de ser sincera y diáfana con el
nombre en el título del libro, respondo que tengo, esto es, yo encuentro mucho me- lector, de mostrar a los científicos las cosas tal y como ella las ve, lo que ella juzgó in-
jor no colocar mi nombre en el título del libro, de lo que quedaría muy agradecida. teresante dar a conocer sin menoscabar, por ello, la gran discrección que recubre cier-
tos aspectos de la vida social o de la religiosidad de los Yanomami.
Sobre la noticia de que el señor vendrá a hacerme una visita en Manaus, espero
que la misma sea brevemente. Yo continúo y voy a continuar viviendo en Manaus. Por otro lado se hacía necesano dar a conocer a la cultura venezolana un clásico
Con relación al último dinero que me envió, mandé avisar que lo había recibido por como lo es Yo soy Napeyoma que diera a conocer la inmensa riqueza humana y cul-
intermedio de la carta que envié el día 23 de enero y que espero haya recibido. Mi es- tural que encierra el Temtorio Amazonas y específicamente el Alto Onºnoco, precisa-
tado de salud sigue el mismo. Al terminar ésta, hago votos deseando al señor y a to- mente cuando muchos grupos indígenas dentro y fuera de nuestras fronteras han su-
dos los suyos, paz, salud y felicidades. cumbido ante el avance igualitansta y asimilacionista de la cultura occidental. Y o soy
Napeyoma no es una obra de rescate ni es el testz'momo de la existencia, en nuestro
Recuerdos afectuosos a todos aguardando siempre sus noticias.
devenir histórico, de un ftagmento del pasado condenado a la desapanáón en poco
Atentamente,
tiempo; es un reclamo a la nación y al mundo de la existencia de un pueblo con carac-
Umbelina Helena Va/ero
terísticas propias que se deben respetar, se comprendan o no.
Lo curioso de esta carta (traducida directamente del facsímil portugués aparecido
Las personas que hemos vivido cierto tiempo con los Yanomamz·somos quizás los
en la última edición ftancesa /Bzocca 1976:445]) es que Helena niega haberla escrito o
que m ejor podemos comprender y más profundamente admirar la grandeza de la
haberla mandado escribir en su nombre.
obra de Helena. La nºqueza y la inten.s-idad dramática del relato, el espíritu de obser-
Todo parece indicar que esa carta fue escn'ta por su hermano Luis quien se ocu- vación de Helena, la capacidad de asombro, la tendencia a cuestionar y comparar, nos
paba de representarla mientras ella vivió en M.anaus. Sea como fuere, lo cierto es que deja admirados y profundamente conmovidos. Dotada de extraordinana memoria y
Helena nunca supo de esa carta ni de la que supuestamente le antecedió del Pro/ gran inteligencia, es capaz de revivir para nosotros y reconstruir una historia extraor-
Biocca planteando la cuestión de la autoría del libro. H elena nunca se llevó bien con dinana, llena de emociones y de datos etnográficos que ha sabido entretejer a lo largo
su hermano y no es de extrañar que él tomara decisiones con respecto a ella sin que de los m eses y los años y cuya riqueza para los científicos sociales y para Venezuela y el
mediara entre ambos ninguna comunicación. La misma Helena me cuenta que en las mundo entero es incalculable.
ocasiones en que debieron ir al banco para retirar algún dinero recibido de Biocca era
La metodología empleada en la elaboración del texto se basó fundamentalmente
su hermano Luis quien firmaba y recibía la plata y quien ''la guardaba en su bolsillo;
en la grabación con magnetófono de toda la historia de Helena, tal y como ella la iba
el resto que me daba no llegaba para nada".
narrando. El matenal fue ordenado cronológicamente de acuerdo a las indicaciones
& extraño, por otra parte, que Biocca publicara Yanoama en 1965 y esperara 1 de la misma Helena. Los vuelos de un avión sobre el Alto Onºnoco (1941), la presen-
1
hasta 1969 para cuestionarse acerca de si debía o no incluir a Helena Va/ero en el títu- cia del misionero Barker (1949), el paso de la expedición franco-venezolana a las
lo del libro. fuentes del On'noco (19-51) y otros asideros físicos han contn'buído a poner fechas en
el curso de su vzda y a determinar la edad de sus hijos. Por lo demás, he respetado
Así pues, con Yo soy Napeyoma Helena recupera la autoría de su obra y el
escrupulosamente la narración sin opacar sugestiones, necesidades e incluso supersti-
control de su historia.
ciones propias del ambz'ente nonegnºno en el que se cn'ó Helena.
Por lo demás, la obra de Biocca -y al decir ''obra' ' me refiero a la recopilación,
El lenguaje usado es el típico de Helena. Sólo me permití, allí donde la lectura
transcripción y traducción de las grabaciones hechas a Helena- adolece de no pocos
ágzl y comprensiva para el lector sería difícil, traducir al castellano una parte de los
en-ores: la transcripción de las palabras Yanomami está hecha sin ningún cn'tenºo lin-
términos que Helena dictó directamente en Yanomami por conocer quizás este len-
güístico y su pronunciación no recuerda en nada al idioma Yanomami, las tlustra-
guaje mejor que el español o portugués.
ciones no con-esponden a la información que sobre ellas se da o viceversa; en los datos
netamente etnográficos abundan las equivocaciones, lógicas en quien no ha trabajado FJ contenido del relato ha sido cotejado con las informaciones de diversos indíge-
entre los Yanomamiy por lo mismo ignora las técnicas y los materiales empleados por nas que conoúeron a Helena o vivieron con ella en vistas a una mayor exactitud; pero
estos indígenas en los procesos de acción sobre la materia, equivocaciones que es im- esas informaciones sirvieron sólo, en realidad, para corroborar lo dicho por Helena;
posible imputar a Helena; los títulos de los capítulos son, más que títulos, reclamos nadie como ella puede presentar credenciales tan elocuentes como son las cicatn'ces
que ostenta de flechazos o mordeduras de serpientes.
lfl
Aunque el libro de Helena Va/ero es una autobiografia, creo que su figura, su dura que robaron junto con sus hijos antes que yo; todos se les escaparon. No, no
histona y la reconstrucción de la misma que ella nos ha hecho, tienen un significado querían mujer; me cargaron porque me encontraron sola, pero ellos no querían mu-
que va mucho más allá de la siniple narración que cualquiera pueda hacer de su pro- jer, sólo matohi (corotos) ''.
pia vida. De hecho, Helena no ha convertido su vida en el sujeto exclusivo del libr~ y Respetando la opinión de Helena, debo añadir no obstante que, si sus raptores
cuando habla no lo hace sólo contando sus aventuras y desventuras, nos cuenta la vida en un principio sólo querían robar, el constatar la presencia en la cunara de una jo-
de toda la comunidad en la que ella era un miembro más. Al reubicarse, una tras ..vencita constituyó sin duda una incitación más para el ataque. Por eso, éste culminó
otra, en nuevas comunidades, porque se cansa de estar sola en la selva tras una huída con el rapto de la muchachita mientras los indios dejaban escapar a su papá y a su her-
0 porque se la llevan tras un ataque como botín de guerra los enemigos, nos sigue man.o quien cargaba un machete, objeto muy preciado en aquella época por los Ya-
contando la vida de esas nuevas comunidades que va conociendo, dándonos una pa- nomamt.
norámica completa de los aspectos material, social, económico, político o religioso de
la sociedad Yanomami. Por eso Yo soy Napeyoma, además de ser una excelente auto- F1 primer contacto que tuvo con estos indígenas fue brutal, marcando gran parte
biografía, es también una excelente monografia comparable a las mejores de la antro- de su vida. Es muy posible que este pnmer contacto, forzado y violento, le haya
pología clásica. hecho ver postenórmente como violentas muchas de las acciones de los Yanomamiy
aun toda su vida. Esto, unido al tradicional axioma según el cual los indzós o están
Ciertamente la visión que nos da de su propia vida y de la .wáedad en la que domesticados o son salvajes, le ha hecho concebir con desusada violencia acczónes que
inesperadamente se ve inserta es subjetiva por cuanto está mediatizada por las cir- no tenían ni más ni menos vzólencza que en la sociedad cnólla. Sin duda el sufrimien-
cunstancias bastante adversas que marcan dicha inserción. Pero es quizás por eso que to y las lágnºmas marcaron gran parte de su existencia entre los Yanomamiy el texto
su testimonio adquiere mayor fuerza y mayor autenticidad Algunas de esai circuns- que nos bnºnda (y que no me he atrevido a recortar) es un fiel reflejo de ello, pero es-
tancias deben ser consideradas si se quiere comprender bien su obra: en pr,imer lugar tas lágrimas se fueron transformando poco a poco en serenidad y dominio y llegó un
es una mujer y, como tal, situándonos en la lógica del sistema intelectual Yanomami, momento en que se sintió feliz con su esposo y sus hijos. Quizás si la gente sencilla no
algo muy preciado para quienes la capturaron. Cuando los Karawe-thari, tras atacar a estuviera tan condicionada por las normas sociales y tan repnºmida en Jo que a vida
los Ko ho ro shi-than·, se reparten las mujeres robadas nadie quería cargar con ella por- afectiva se refiere, su narración abundaría más, no sólo en hechos vzólentos que fue lo
que era una niña, pero nadie decide tampoco abandonarla, pensando que, más tarde que más la impresionó, sino en sus relaciones amorosas y las de los demás, dándonos
proporcionará a la comunidad sanos y fuertes guerreros. De hecho, a lo largo de toda así al mismo tiempo una faceta más -para mí importantísima- de lo que es la so-
su vida fue tratada, a pesar de los golpes y flechazos que recibió, como un bien, como " ciedad Yanomami.
algo que interesaba a los Yanomami. Si no hubiera sido así, la habñan abandonado a
su suerte. Lizot (1976:179) apunta incluso la posibilidad de que su familia haya sido F1 lector inadvertido se sorprenderá sin duda ante el hecho de la guerra en esta
atacada precisamente porque ella estaba allí, es decir, porque quisieron apoderarse sociedad indígena, presente en casi todo el relato. Es muy posible, incluso, que se lle-
deliberadamente de ella, resultando henºda sólo por inadvertencia. Del mismo modo, gue a pensar en los Yanomami como auténticos salvajes, seres vtólentos que sólo sa-
si los Yanomami hirieron a su familia fue sólo para aminorar la huída y si escaparon ben matarse entre sí. Para mitigar en lo posible tal impresión quisiéramos explicitar
fue porque así lo quisieron ellos, una vez que tenían en su poder a la jovencita. En ca- varias razones. Pnºm eramente, el relato de Helena abarca 24 años y las guerras y muer-
so contrario, estos indígenas son suficientemente hábiles siguiendo las pistas en la sel- tes que encontramos en el texto deben diluirse a lo largo de esos 24 años y no en un
va como para, de proponérselo, haber-capturado o matado a toda la familia. La mis- momento dado de su vida; además Helena, al reconstruir su historia, ha narrado
ma Helena corroboró en parte las anteriores afirmaciones cuando me explicó los moti- pnón-tanamente y con mayor n"queza de detalle, aquello que más la sorprendió du-
vos que, según ella, indujeron a los Kohoroshi-than· a atacara su papá: los Yanoma- rante esos 24 años, es decir, las guerras y las muertes violentas, fueran del ttPo que
mi querían apoderarse de los machetes y las hachas que imaginaron había en la cu- fuesen (Clastres 1980:39).
riara. ''No fue por robar mujer, -dice Helena- sino sólo por aprovecharse de los co- Finalmente es obligado decir que los Yanomamz~ como todas las sociedades in-
rotos que mi familia llevaba; a ellos no les interesaban las mujeres". Tampoco dígenas, poseen medios para evitar una guerra abierta tales como los duelos a puños,
quisieron matar a su familia, confirma Helena. De haberlo querido lo hubiesen con garrotes y palos, inr:luso a golpes de machete y hacha o bien las embajadas pacífi·
hecho tranquilamente, pues estuvieron vigilando a su papá mientras escapaba car- cas constituídas por las ancianas de una comunidad en visita a la comumdad ene-
gando con ella y seguido por su hermano Luis, hasta tal punto que vieron dónde el miga.
padre cansado y atontado por el curare escondía a su hija para más tarde venir a reco-
gerla. Si hubieran querido, en ese mismo momento habrían p odido rematarlos. Del Otro hecho de gran importancia para la comprensión del texto que ahora se pre-
mirmo modo vieron cómo su mamá se escapaba y tampoco decidieron perseguirla o senta es la edad a la que Helena fue raptada. Nació en Nazarete, un caserío del Río
flechada en su huída. "Me agarraron a mí, -dice Helena- nada más que mi papá Negro el 26 de junio de 1919 y fue raptada el 26 de noviembre de 1932.. Conta_b~,
me dejó en tierra, pero no quisieron agarrar a mi mamá porque ellos pensaron que al pues, trece años y en tres o cuatro años más, sin duda, constituiría su P_ropza famil~.
cabo de unos meses las dos nos íbamos a escapar, como les sucedió con otra mujer ma- Como afirma Clastres (1980:33), Helena tenía la edad ideal para asumir el traumatts-

13
mo causado por el rapto y a la vez adaptarse a su nueva vida. A su edad, había in- El resultado del proceso aculturativo que sufn'ó Helena, es una persona que se
tegrado ya peifectamente su cultura criolla o cabocla, era una persona socializada pe- desenvuelve con soltura y conoce profundamente la cultura cn'olla y la Yanomami y
ro sin fuertes hábitos, lo que la ayudó grandemente en su proceso adaptativo ~la so- es además peifectamente bilingüe, pero esto no significa en modo alguno que Helena
ciedad Yanomami. A lo largo del libro Helena repite constantemente que, s:empre es Yanomami y eso ella misma se ocupa de ponerlo en claro continuamente cuando
pensó en huir, en reintegrarse a su socied~d y que este de~eo de huir s~/o se mitigó afirma que no se ha vuelto india por haber estado veinte años con los indios. En otras
mientras vivió con su primer mando. Tal czrcunstancza la hizo tomar la vzda Yanoma- palabras, Helena no ha sido asz.mtlada a la cultura Yanomami. Tras sufnr el proceso
mí con cierta reserva, se integró a la vida indígena pero nunca llegó a considerarse to· aculturativo no ha perdido su cultura rionegrina y ha salido del mismo modo capaci-
talmente una mujer Yanomami ni tampoco llegó a ser conúderada como tal por los tada para vivir como si fuese Yanomami, pero siempre siendo lo que fue desde el pn·-
demás indígenas. Siempre fue Napeyoma, la mujer extranjera. La distancia que man- mer día de su rapto: Napeyoma.
tuvo con la sociedad Yanomamz~ puesta de manifiesto en los comentarios y críticas
que compartía con su esposo Husiwe en relación a la vzda y creencias de los Yanoma- Por su parte, el proceso aculturativo que sufren los indígenas los convierte en in-
mifue lo que la capacitó para contamos, treinta años después de ser raptada, todos dividuos sin valores, sin hábitos o con sólo algunos p oco szgmficativos dentro de su
los acontecimientos que este libro contiene. Si hubiera sido más joven sería ahora una nueva situación cultural, sin cultura y en definitiva sin una sociedad con cierta cohe-
Yanomami más, que no recordaría su ongen o si lo recordase no desearía en absoluto rencia. Son individuos desarraigados. Tampoco en este caso han sido personas asimi-
ref.Qrnar a él. J Si hubiera S'ido una persona adulta, probablemente habría sucumbido ladas a la sociedad y a la cultura cn'olla, sino todo lo contrano, han perdido su cultura
a la dureza de la vida en la selva, incapaz de una adaptación como la que a sus trece y no han podido aprehender de la cultura cnolla sino algunas de sus manifestaciones,
años realizó, por haber adquirido y profundizado ya hábitos y costumbres demasiado insuficientes para transformarlos en personas integradas o asimtfadas al resto de la so-
distintos de los de la sociedad que la acogió. En uno u otro caso, habría sido impo- ciedad cnolla.
sible tener un relato como el que tenemos entre las manos. La peculiaridad de Yo soy La comparación que puede establecerse entre el proceso que sufn·ó H elena y el
Napeyoma está precisamente en el hecho de que Helena estaba al mismo tiempo proceso que sufn'eron y sufren actualmente todas las sociedades indígenas, ciertamen-
dentro de la cultura Yanomami y frente a ella. La vivía y se comportaba como las de- te nos dará más de una zdea acerca del comportamiento seguido por nuestra sociedad
más mujeres Yanomami pero también la juzgaba y no sólo con los elementos de occidental en lo que Bastzde (1970) llama ''el encuentro de las civilizaciones''. No ig-
juicio con que cada miembro juzga su propia sociedad sino también con otros ele- • noro que tal comparación es defectuosa ya que en el proceso aculturativo normal son
mentos, adquiridos en una sociedad totalmente distinta. Estos elementos de juicio miles de personas, sociedades completas las que se ven envueltas, mientras que en el
fueron los que la ayudaron a mantener una cierta distancia, por m ínima que fuese, proceso al revés seguido por Helena se ve envuelta una sola persona, pero aun relativi-
con respecto a la sociedad Yanomami y los que en última instancia la motivaron a es- zando cuanto se quiera la comparación p or ser tan excepcional el caso de H elena, no
capar muchos años después de ser raptada. Ahí está la diferencia entre H elena y el obstante, tal hecho debiera hacemos pensar sobre el marcado igualitansmo
mejor de los informantes indígenas con que pueda contar un antropólogo: este últi- (reducczonismo) del que está impregnada la llamada civilización occidental.
mo o está inmerso en su mundo y el diáfogo es imposible por falta de términos comu-
nes o está demasiado desarraigado de su sociedad y nos da sólo un relato muerto. ••••
En Helena se produjo un proceso aculturativo sumamente interesante por cuan- Cuando leí por primera vez el manuscnto de Helena, quedé sorprendido ante la
to ella vivió dicho proceso en el sentido contrario: normalmente son las sociedades in- noticia de que su abuelo era caraqueño. En una de las numerosas ocasiones en que
dígenas quienes son aculturadas por la sociedad criolla; en el caso de Helena es una postenormente hablamos, le p edí que m e contara cosas de su familia y de su vida an-
persona de la sociedad criolla quien es aculturada por una sociedad indígena. Cierta- tes de que la robaran los Yanomami. Me contó tantas cosas y de f orma tan vivencia/
m ente los 24 años que pasó entre los Yanomami, sin ningún contacto con su sociedad que se podría escnbir otro libro. Pero dejemos eso para otros úempos y veamos lo que
angina/, lograron transformar en ciertos aspectos la mentalidad de Helena y eso se ella misma cuenta de su familia:
nota con la sola lectura de su relato. Pero tales transformaciones no desembocaron, en ''Mi abuelo era caraqueño y no hablaba sino puro castellano; por eso es que yo
su caso, en una asimilación completa, entre otras razones porque con antenondad ya sabía algunas palabras. Parece que por cuestiones políticas fue exilado al Territono
había sido socializada en otra cultura, porque el contacto fue oblzgado además de Amazonas. Tres fueron los que llegaron hasta el Río N egro: uno de Maracay, otro de
violento y porque desconocía totalmente la cultura de referencia a la que hipotética- Bolívar y mi abuelo . Los otros se casaron con unas indias banivas; los Coimbra, esos
mente debía ser asimilada. comerciantes de Cocui y Sao Gabn.e l, son los nietos de uno de ellos. Mi abuelo tenía
en Caracas una hermana, Julia Va/ero, que le escnh ía muchas cartas y le enviaba pa-
(3) El P Coceo (1972 : 69) cuenra en su libro d caso de un niño raptado por orro grupo Yanomami al que quetes de p en'ódicos. Tenía también un hermano llamado juan. Su hermana le escn·-
ya adulw devolvieron a su familia por imcrmedio de un misionero brasileño. Al poco de encontrarse cmre bía diciendo que dejara a la india que tenía por mujer y se viniera con sus hijos para
sus parientes debió confesar la imposibilidad de adaptarse a su nueva vida y, ayudado por el misionero ,
regresó entre los Yanomami. Este niño es, posiblemente, el mismo q ue aparece en el segundo capírulo de
educarlos en Caracas. Mi hermano Luis tenía hasta hau poco las cartas de mi abuelo.
este libro y que Helena conoció de forma circunstancial. Pero mi abuelo no quería más regresar. Tam bién mi abuela le decía que se fuera

15
stábamos recogiendo yuvía, poco antes de que me robaran los indios, se enfermó mi
y que se llevara sus htjos si quería; bastaba que le dejara uno o dos para no estar sola, e . · - Gabn.el Antes de mon'r ya cuando el padre estaba
hermana y vmo a monr en 5ao · ' _ ·'' J t
que ella se quedaría con sus pan.entes. Pero él no quiso irse. El decía que su familia az. , h blar me hizo un gesto así con la mano sena1anaome cua ro
era rica y él pobre y tenía pena de llegar pobre entre su gente. allí y que no po a ma~ a . , ' tó pensando que algo malo me iba a suceder
dedos La gente que 10 miro se asus 'b .+.
Mi abuelo se casó con Antonia Montero, de los Montero de Masarabí. Tres ntr~ de cuatro meses o cuatro años y todos me decían que o me t a a en;e_rm~r o m~
hembras y tres varones tuvieron. Cuando se casaron se instalaron en Nazarete. Allí les ~e . ., b y "si'pasó Cuatro meses después me robaron los indios. Mts
ba a monr quien sa e. "' · ·h l.
dejaron siti.o ya hecho porque mi abuelo no sabía ni halar canalete, ni pescar, ni hacer t . ' J alí de aquí aún me recordaron el gesto de mt ermana y o que
panentes, cuanao s · • J d. d.
casa y nunca se echó al agua; siempre se bañaba en la orilla con una totumita. Mi ella había querido decirme señalándome los cuatro ae os e su mano.
abuela no era india, era cn'ofla: los Montero son criollos propios, de Belem do Pará.
Era ya hombre mayor, mi abuelo, cuando vino a Nazarete. El mayor de los hijos que
e 1110
dije antes cuando me robaron los indios, p or miedo, mi familia se pasó a
? 'T' J ; d. Nazarete se pasaron· aquello quedó solo. En Marabttanas
tuvieron fue juan, después venía Carmen y el tercero era Carlos, mi papá; después es- Marabztanas. 1 ouos ios e ' h · · Alb rt /, un·ó su
asó mi· hermano Luis pero poco después de tener un tfO, . e o, se e m .,
taban Ennqueta, Manuel que fue militar en Río de }aneiro y Maña que murió en Co- se e . - J_ con ponche crema que le dieron a beber, quien sa-
cui porque su hijo era soldado allí. u;er creyeron que envenenauu . b h
;e. izfiamilia de su mujer le quitó el hijo a mi herm.ano~ .Lo mdaez,qufiznª_.,ªn mue º:
Mi mamá era india Tucana, del ño Tiquié, afluente del Uaupés; en un cañita , d,das de noche con el y to 1a amuta, atraveso
t nto que mi papá lo agarro y a escon t , h ,
llamado Cayañfae que nació. Después se mudaron a Vira Poco. Cuando mi mamá y ª ·
laftontera y se vino ara
P V:enezuela a Ya.vita donde ya estaba "na ermana mza ca-
, , N di
mipapá se casaron se quedaron en Nazarete. Todavía cuando yo bajé después que me . '- 'T' b ., se vinieron por el disgusto que se uevaron cuan o
sada con un venezou;no. 1am ten d. , d.
escapé de los indt'os encontré las matas que mi papá sembró cuando yo era niña. e robaron los indios. En Yavita se quedaron como dos años! . e~pues se m~ aron
m A b J J ·pa•n;; comnró una casa a la misión. Alli vivieron hasta que los
Cuando los indios me robaron, del disgusto y por miedo a los Yanomami, todos para ta apo uonue mz r... r . , , p rp l.
mandaron de nuevo para Brasil a sacar documentos pues mt_PafJa no 1_.ema a efies
se mudaron a la otra orilla del Río Negro, a M.arabitanas. or haberlos perdido en una trambucada. Cuando iban ba;ando ~/ Rfo 'f'!egro ue
Siete hijos tuvieron mis padres: Amancia, Julia, yo, Luis, Ana Teresa, Antonia y P J a•ne' Je 'os Yanomami. En Caranavén me consegut con mi hermano
cuanuo yo me ese r u. '' . dó El p u
el más chiquito que fue Anicio. Todos menos Antonio viven ahora en Manaus. Anicio que trabajaba en Malan'ología, el cual fue el úmco qu8Joe qued. .d c::~í s:
tele rama a mi papá que llegaba ya a Santa Rosa de A mana na y e~ , e
Mientras vivíamos en Nazarete yo pasaba muchas temporadas en Cocuí, con mi
reg!só, mientras mis otros hermanos se iban a Manaus a comprar casa .
tía Entiqueta, hermana de mi papá. Allí trabajaba barriendo la casa de un soldado.
Con Ja paga mi tía me compraba telas para hacerme vestidos. En aquel tiempo mi tía ••••
tuvo un niño y también le ayudé bastante, cargándolo y cuidándolo mientras ella iba Decía antes que los 24 años vividos por H elena entre los Yanomam_i no iban a s~r
al conuco. Así hasta que el muchacho anduvo. los últimos de su vida en compañía de estos indígenas, aunque ella mts~ creye;d:
También cuidé a mis hermanos mientras mipapá y mi mamá iban al conuco. Yo contrario cuando descendía el Orinoco junto a juan Eduardo, el transporttsta y m
fui la que cargué siempre con mi hermano Luis y mi mamá me pegaba por él, el muy rero que la ayudó a escapar.
ingrato. Otras veces íbamos todos al conuco y allí se juntaban todos los hombres y Des ués de encontrarse con su padre en San Femando de Atabap?, amb?s,
mujeres del caserío para ayudar. Mi' mamá me decía que sembrara yuca detrás de ella, adre e ~ se embarcaron para el Brasil, al encuentro de la madre ya a~ctana quien
tz.
haciendo como ella hacía. Asífue como me enseñó mi mamá y asífue como aprendí. Je
~espués ~ecibir la noticia de la aparición de su hija sana y salva, no veta el momen-
Cuando yo era niña hacíamos muchos viajes al Ttquié, donde la gente de mima- to de abrazarla.
má. Un mes tardábamos en llegar, halando puro canalete. En aquella época no había En el viaje hacen escala en Samuma, poco después de atravesar la fronte_,ra donde
motor, todos se movían a canalete. Don]oao M.arquesi, un misionero, quiso dejar en ª
estaba y está todavía el siti.o de su hermana A ntonica. A llí fue do;d;,em:pez~ ~en;=r
Cayañ a mi papá de cacique porque mi abuelo Venancio da Silva, el que era papá de q ue el mundo de los blancos no era ,tan bueno como ella se lo_ , ahtabi~gt~doa mº eio~
mi mamá, ya estaba muy mayor y mi papá era el único ract'onal casado con una india p · -a ez que qutzas u tera si
rante tantos años. En ese lu~ar penso por nm~; v
'j

hermanos le escn"bían desde


de allí, pero mi abuelo Enrique no quiso que mi papá se quedara. quedarse con los Yanomamt para siempre. En e;ecto, sus J h n ..ar con sus hijos
· ., / ' ' ue llegara a su casa p ara aes o ' ·
Una vez, pasando Taracuá, me dejaron con las Hermanas en el colegio donde ya Manaus dtczendoJe que no to1-erarum q b · , I iaje hasta
estaba interna mi hermana Amancia. Allí aprendí a escribir un poco con pizarra, por- indios a la familia Valero. No obstante, aunq~e llena de ra . ia, con~iua ; u:da traba-
que en aquel entonces no había cuadernos. También trabajábamos mucho en el co- Tapurucuara. Allí su padre sigue su viaje ha~U: ~naus, mie~tT<e-asspeo.soseque los había
·" A r.:awe su segunao •
nuco. Pero sólo estuve nueve m eses, después me tuvieron que sacar porque decían jando con las Hermanas en l.a mtston Y ' uieres Koh8roshi-
. , · d. .,, ' s de encontrarse con unas m 'j
que el internado era para indios y no para cnollos. acompañado tmpertemto, es.rue , d. e envuelto en una guerra
thari, se va con ellas a las cabecera~ del Cauabun._ don e se v mpensa con la que tuvo
En aquellos años se trabajaba mucho balatá y se recogía mucha yuvía. Cuando en la que mata a un h ombre y recibe a una mu;er como reco

17
16
un hijo. suceder también con ustedes tres'. Esto fue lo último que dzjo agarrando duro lama-
no de los dos muchachos hasta que dejó de respirar. Después, con el papá de Carlos
Mientras tanto, Helena, a-eonsejada por fas Hermanas de fa misión y atemonzada
todo fueron palos y flechas, por eso siempre pensé en escaparme''.
ante un nuevo intento de secuestro protagonizado por el propio Akawe y Jos mismos
Koho ro shi-than· que 24 años antes Ja habían robado, decide ir al encuentro de su También quiere manifestar un profundo agradecimiento a las personas que han
madre en Manaus. Por allí estuvo, compartiendo sus días entre Manaus, Taracuá, Ta- hecho posible el libro de su vida: ''al finado P. Coceo que me .anim6 a contar mi his-
rumá y el Retiro de Emma hasta que su mamá mun'ó. Cansada del desprecio de sus toria, aunque yo no quería; era muy larga y se pierd~ mucho. tz__empo para nada;·.ª! Sr.
hermanos, estaba a punto de mudarse a Ja misión salesiana del río Ic;.ana cuando reci- ~ Agao/iatey a usted y su señora". El Sr. Agaglzate realizo todas las grabaciones,
R ene (> • ·~ J .
bió el llamado del P. Coceo desde el Ocamo en Venezuela. transcribió y ordenó todo el material. A él se debe la pnmera vemon ue1 manuscrito,
con la que he trabajado, en compañía de Hele~a, dura~~e algunos meses en la trans-
"El quería que yo viniera a su misión para ayudarle en la lengua de los indios.
cnpct'ón y/o traducción de las voces Yanomamz para agilizar la le.ctura, he compuesto
Era el afio 71. Mi mamá me dtj'o que después que ella mun'era me fuera lejos, donde
el mapa que da cuenta de sus movimientos entre los Yanomamt y he redactado estas.
no supieran noticias, porque mis hermanos habían despreciado a mis htjo.r. Con ese páginas, obteniendo la versión definitiva que ahora presento a los lectores y que mz
pensamiento quedé y nunca salió de mi cabeza, por eso me vine. Al pn·ncipio vine yo
esposa, Arantza Cubería, mecanografió. .
sola dejando a mis hijos en Manaus, vine a ver cómo era la cosa; el papá de Carlos, 4 ya
hacía 3 años que había muerto pero yo tenía miedo de los hermanos de él. No hi-
cieron nada, sólo pedían matohi (corotos). A los pocos meses me enfermé y estuve en Emilio Fuentes
el Hospital Militar. Allí supe la muerte de mi papá. Nadie me trajo la noticia, él se
Ocamo, 30 de junio de 1982
me apareció así clan.to como usted está ahí ahora y me dijo que trajera a los
muchachos, que mis parientes los maltrataban mucho. Así que cuando salí del hospi-
tal me fui a Manaus y los traje. Y aquí estamos. Yo no me siento bien aquí. Yo no
quiero estar aquí por los indios, porque molestan mucho y roban mucho. Yo no
aguanto. Si nos quedamos aquífue por el P. Coceo y por estos dos hijos míos ' que no
quieren salir de este monte. Carlos es enfermero graduado y trabaja en Puerto Aya-
cucho y juan, después del seroicio militar, ingresó a la Guardia Nacional y es Distin-
guido; está destinado cerca de Caracas.
Es mentira que yo no me acostumbré a la' ciudad y también es mentira que yo
me he vuelto más india que civilizada. Es por falta de recurso para vivir en ciudadpor
lo que estoy aquí, falta de trabajo. A veces me pongo brava de estar aquí pero no se
para donde ir; claro que tengo pan.entes pero no me gusta estar con ellos por lo que ya
le conté. Si tuviera plata viviría en Ayacucho o en Ratón o en otro lugar, al menos por
un tiempo, aunque regresara aquí, a mi sitio. En ciudad no se puede vivir seguido,
pn'ncipalmente en Ayacucho, porque falta el agua, falta para hacer conuco y tener
mañoco''.
Para terminar, a esta introducción Helena sólo quiere añadir dos cosas: a quienes
vayan a leer el libro ''que no se estén riendo ni piensen que son mentiras; todo como
pasó, Ja verdad, está aquí en el libro. No quiero que se rían, porque no pasé nada de
bueno. Sólo cuando viví con el papá de José, 6 entonces yo estuve un poquito bien.
Quien sabe, si no lo hubieran matado, yo no me habría escapado. Tal vez sólo cuan-
do llegaban los blancos. De todas maneras . yo le decía así mismo a él, que me quería
ir y él me decía que bueno, pero que llevara a mis hi;os para que se volvieran nape. El
mezquinaba mucho a los hi;os pero así mismo me di;o cuando estaba muriendo: 'No
te quedes aquí, vete con tu gente y lleva mis hi;os, si no, lo que sucedió conmigo va a

(4) Akawc
( 5) José y Manuel.
(6) Husiwe.

18
CAPITULO 1
Onoto y S angre e n e l Maricoabi
Doce años era lo que yo tenía entonces. Me encontraba en Taracuá, estu-
diando en las hermanas salesianas. El padre Joáo Marques, director de la mi-
sión, le escribió a mi papá diciéndole que no podían seguir teniéndome en un
colegio que era para indios y no para civilizados. Como mi papá estaba por el
río Xié haciendo mañoco, la carta la recibió mi abuelo, en Nazarete, donde
vivía mi familia, y él contestó que, al regresar mi papá, saldrían a buscarme.
Como un mes demoraron para llegar a Taracuá. Con ellos volví a Nazarete.
Allí, un día, llegó Felipe Navarro, comerciante que venía de Manaus;
pero él era de Ciudad Bolívar; por razones políticas se había pasado al Brasil.
Yo tuve que ir con una hermana mía, mi papá y dos tíos. Durante cuatro me-
ses estuvimos recogiendo yuvía en las selvas de Tapurucuara y la llevábamos a
la isla. Terminada la cosecha, remontarnos de nuevo; pero en Sáo Gabriel se
murió mi hermana Julia: diarrea con sangre fue lo que la mató. ¡Pobrecita!.
Por allá nos quedamos un mes. Después con el turco Abílio remontamos a
Naz.arete. Era agosto de 1932.
A principios de noviembre llegaron tres tíos: Belisario, Manoel y Marce-
líno da Silva. Ellos tenían dos casas por el caño Bimití, donde llevaban cuatro
años viviendo de cacería y mañoco. Eran hermanos de mi mamá, nacidos to-
dos por los lados de Taracuá. No les había gustado vivir en Río Negro; les
gustó aquella soledad, más parecida a la tierra que los había visto crecer.
Ahora, como de costumbre, venían a pasar las fiestas de Navidad con noso-
tros. Trajeron casabe, mañoco , cacería, pescado ahumado y salado. A mi
papá le dijeron que, junto a sus conucos, ya habían rozado uno para él. Allá
la vida les parecía más tranqwla, y - decían - hubiera sido bueno que noso-
tros nos juntáramos con ellos. Esta idea no podía gustarle a mi abuelo, que
era caraqueño: para él ya era mucha soledad la de vivir en Río Negro.
- Mira - le decían los tíos a mi papá. - Pide prestada una curiara y te vas
para el sitio. Llévate lo que quieras sembrar. Descarga y regresa. Después
volvemos contigo y te ayudaremos a sembrar y a hacer la casa. Nosotros aho-
ra nos vamos paraBateria a ver el otro conuco.
Ellos se fueron. Nosotros nos quedamos dos semanas más para recoger
cogollos de caña dulce y estacas de yuca brava. Papá le pidió prestada una cu-
riara a su compadre Honorio y cargarnos la siembra, los chinchorros, unos co-
rotos, dos hachas, dos machetes y la escopeta. Ya íbamos a salir, cuando vi-
mos una porción de báquiros que venían cruzando el río: a toletazos matamos
bastantes. Nos quedamos dos días más para salarlos. E ntonces el abuelo le
dijo a mi papá:

21
. , -Carlos es_ mejor que no vayas. Espera hasta después de Navidad y te el aguacero.
iras con los cunados. Por algo Dios nos ha mandado acá esta cacería. Por allá Comimos tranquilos. Cuando oscureció, prendimos nuestra lámpara de
hay tigres; mucho peligro para esos niños que llevas. No vayas; ya no necesi- querosén. Durante la noche tuve una pesadilla. Me pareció que uno de los
tas cazar. palos, del que estaba colgando un cabo de mi chinchorro, era una persona
-Está bien - dijo mi papá; - pero yo voy solo a dejar esto y regreso en que me quería agarrar. Grité. Mis familiares se despertaron y con la lámpara
seguida. No voy a dormir en las cabeceras, sino más abajo, donde siempre se se pusieron a registrar. Nadie. entonces me mandaron a acostar junto a Luis.
quedan los cazadores. Volví a dormirme. Tempranito mi mamá se levantó para hacer carato de ma-
Con mi papá, pues, se embarcaron mi mamá, mi hermano Anisio, que te- ñoco. En seguida me despertó y me mandó, junto a mis hermanos, a bañarme
nía un año, y mi hermano Luis, que tendría unos siete años. Yo me iba a que- en el caño. Después tomamos el carato calientico. En ese lugar dejamos los
dar con mis hermanas: Amancia, Ana Teresa y Antonia Rosa. Ya la curiara chinchorros para dormir la noche siguiente; solamente llevamos el de mi
se había largado. Yo corría por las lajas de la orilla acompañando a los que mamá.
salían. Mi mamá me vió llorar y mandó virar. Arrimaron y me recogieron. Se- --Creo que hoy no voy a cazar - dijo mi papá. - Mejor dejo aquí la esco-
gún me contaron años después, ese día era el 26 de noviembre de 1932. peta.
Bajamos por el Río Negro. Pasada la boca del Mabí arrimamos en Sua Y allá la dejó ... para nuestra desgracia, junto con un hacha. Dejamos
donde había venezolanos viviendo desde el tiempo de Arévalo. ' Estaba José' también el mañoco y parte del báquira. Nos ree,mbarcamos. En seguida sali-
Negrito, Juan Arvelo, Tobías Angulo .. . Nos brindaron café; nos dieron pól- mos del Bimití para enfilar, a la izquierda, por el Maricoabi, el caño donde
vora, municiones y fulminante para que les trajéramos cacería. Seguimos y mis tíos tenían su sitio. Yo seguí durmiendo, acostada sobre las yucas. Mi
entramos al Bimití. Remontando se veían por la orilla pequeñas cabañas cons- papá halaba en la proa y mi mamá en la popa. Hacía frío y estaba aclarando.
truidas por los cazadore.s para pasar allí la noche, lo que nosotros llamamos Al rato me desperté y oí que mi mamá le decía a mi papá:
tapirís, unas nuevas, otras viejas ya medio caídas; sitios que tenían nombre --Carlos, estoy oliendo humo.
baré, como Adana, Matacanari ... o nombre ñeengatú, como Uaracu-po<;o, -Verdad - contestó él. - Creo que algunos cazadores de Uanadono ayer
que significa "laguna del bocachico" , y Amana-po<;o, que es "laguna de la Jlu- nos han pasado adelante. Habrán dormido en el sitio de tus hermanos y esta-
via", porque, al pasar por ahí, siempre le llovía a la gente que iba de cacería. rán asando la cacería.
A media tarde tropezamos con un árbol grande caído en el agua y podri- Entonces me senté para mirar. Luis también dijo:
do. En el medio del caño levantaba una rama pelada, como un brazo con - ¡Papá, humo, humo!
mano abierta. Los cabodos tenían la creencia de que era payé 1 del caño y to- Cállate - le contestó él, - que estoy oyendo un paují.
dos los que pasaban por ahí le dejaban encima, como regalo, cacería, pesca- Luis pidió más ca.rato. Nosotros escuchábamos: u, u, u, u .. . ¿Paují sería?
do, plátanos, cigarros de tavarí ... Los soldados de Cucui le dejaban cigarrillos Mi papá lió su cigarro de tavarí y comenzó a fumar. Después se puso mi
de los buenos. Al mismo tiempo le pedían favores. mamá a fumar. Un rato quedamos aboyando, agarrados de una rama. Habla-
-Payé, haz que no llueva - le decían los cazadores. - Amánsanos Ja cace- ron de lo que íbamos a hacer. Luego seguimos. Papá quería llegar pronto,
ría que vamos a encontrar. descargar, regresar adonde habíamos dormido, dejamos a nosotros y él ir a
Mis tíos me contaban que, si no se le dejaba algo, sin duda les llovía. pescar. Entonces yo y Luis también comenzamos a halar canalete. Pronto
Ahora, mi mamá le estaba dejando un pedazo de casabe. apareció el puerto del sitio de mis tíos. Arrimamos y amarramos con la cade-
-Payé, abuelo mío - le dijo en ñeengatú, - no hagas llover, que yo estoy na que tenía la curiara.
remontando con estos niños. Deja que haga sol bonito hasta la vuelta. -Quédense aquí - dijo mi papá. - Hay mucho humo. A lo mejor se están
Más adelante apareció Covaolhos, un sitio donde unos bichos, como mo- quemando las casas de los cuñados. Voy a mirar y a rozar un poquito para de-
nos de dientes agudos y pelo mohoso, les habían sacado los ojos a unos caza- jar la siembra. - Cogió su machete y el hacha y subió la barranca hasta per-
dores por no haberse bañado. derse de vista. Mi mamá se paró en la proa y yo me fui a sentar en la popa.
Serían las cinco de la tarde cuando, a la derecha subiendo vimos en la Veinticuatro años después mi papá me contó que había visto humo, no
?rilla dos tapirís nuevos. Eran de cazadores, pues por esos iados siempre en las casas, sino en los conucos, que quedaban atrás. Pensó que fuera nebli-
iba gente a cazar, y más ahora en vista de las fiestas. Arrimamos ahí y cocina- na y comenzó a rozar debajo de una mata de canalete, para dejar la siembra
mos el báquiro que llevábamos. Todos nos bañamos en aquella agua friita, en la sombra. En eso, con el machete, pegó en la raíz de la mata: ¡tuu, tuk!.
como color de guaraná. Por allá es creencia que si uno no se baña, se forma Siguió rozando ; pero, de pronto, sintió que algo duro se le había clavado en
el brazo izquierdo. Era una punta de flecha ei;icurarada, de esas que entran y
se quiebran; la flecha había rebotado. Al dar él con el machete contra el palo,
(
1
) Invitamos al lector a buscar el significado de las palabras en cursivas, no explicadas en el texto y de había llamado la atención. Pensó en seguida en los indios y se vino corriendo
las voces propias del lenguaje rionegrino en el glosario al final de l libro. al puerto, jipato, con el machete en la mano, la sangre manándole a chorros

22 23
encurarada; la flecha cayó. Grité. Traté de levantarme pero no podía. Quise
rasgar el vestido: nada. Me doblé sobre mí misma. Mi mamá vino, quebró la
punta por donde asomaba, mordió el pedazo que que~_ba en el muslo y lo
sacó. Yo gritaba de dolor, de terror. Llorando, ella me dijo: , . .
-¡Ahora sí, mi hijita, los Macú nos van a ~roer!. - Ella babia Y_ª reob1do
tres flechazos, en las piernas y en una nalga. Mientras me sacaba m1 punta, le
dispararon una flecha en el espinazo y otr~ en el brazo. izquierdo. Se las ~e
sacando, pero no podía sacarse la del espmazo. La cunara, para colmo, iba
aproximándose a la orilla. ..
-Ahora sí los indios van a acabar con nosotros - nos diJO papá. - Y co-
menzó a gritarles: - ¡No flechen! ¡Somos amigos! ¡Tengo machetes para uste-
des!
Los indios hacían señas pegándose la boca con la mano como si tuvieran
hambre.
-Allá abajo tengo mañoco - les gritó mi mamá en ñeengatú. - Les vamos
a dar mañoco.
Entonces dejaron de flechar. Pero ya nosotros estábamos más cerca de
los que nos querían cerrar el paso. Allí estaban, todos desnudos, con el miem-
bro amarrado hacia arriba; algunos pintados de negro; otros de onoto; la ca-
beza afeitada arriba como los frailes; alrededor de la cabeza alguno llevaba
una banda de piel de tigre; otros la llevaban alrededor del brazo. Seguían al-
El caño Bimíti
gunos apuntándonos; otros con el arco halaban la corriente como para que
nuestra curiara les llegara más rápido. Al que nos apuntaba con más fuerza
de la herida. Así lo vimos nosotros llegar y brincar a proa. mi papá le gritó:
-¿Qué fue, Carlos? - le preguntó mi mamá. -¡Nadie puede más que Dios!
El mostró la herida. Con los dientes se sac6 la punta y se la dió a mi Y allí mismo se le quebró el arco. Ellos gritaron sorprendidos.
mamá.
-No hay más remedio - dijo mi papá. - Tirémonos al agua. - Y se zam-
-Son indios Macú - dijo asustada ella. bulló.
Entonces mi papá zafó la cadena de la curiara y con un pie nos empujó Detrás de él, todos nosotros. Yo, turulata, fui a parar debajo de la curia-
caño adentro. Nos hizo señas de que haláramos. No podía hablar. Con señas ra. No podía ver bien, pero sentí que mi mamá me halaba. Llegamos a la
pidió sal; mi mamá le dió; él la echó en una totuma, le agregó agua y la disol- orilla, a la izquierda bajando. Al]( vimos a los indios que ya habían cogido la
vió; después bebió y se echó el resto sobre la herida. Entonces sí pudo hablar cúriara. Gritando como condenados. Con la ayuda de papá, nosotros subimos
y dijo:
la barranca; mamá cargaba a Anisio. Andarnos un ratico monte adentro.
- ¡Los indios! ¡Halen muchachos! -La niña no tiene más fuerza para andar - le dijo mi mamá a mi papá: -
Nosotros halamos; río abajo. Cuando ya estábamos algo lejos del sitio, cárgala.
papá mandó que botáramos al agua la yuca y la caña. Todo era silencio· solo Mi papá me cargó a cuestas y le dió a Luis el machete. Mi mamá se fue
el ruido de los canaletes. Yo pensaba que los indios se habían quedado ~trás, perdiendo con Anisio. Yo veía los palos como amarillos. La cabeza me daba
pero mi papá nos dijo: vueltas. Miré y vi a tres indios que nos seguían con sus arcos y flechas. Enton-
-Miren: los indios ya están en el caño. ces dije:
Miré y vía muchos indios desnudos, metidos en el agua hasta el ombligo, -Papá, me siento cansada, siento que voy a morir. Déjame aquí.
que nos apuntaban con sus arcos. Por la orilla habían corrido para atajamos Veinticuatro años después mi papá me recordó que también dije:
en un peñascal, donde el caño se angostaba antes de echarse al Bimití . Por -Papá, sálvate con mi hermano. Algún día nos vamos a encontrar. - Y
las dos orillas venían indios corriendo y ahora comenzaban a flechamos. no sentí más nada.
. -¡Acuéstense! - gritó mi papá, y una flecha le pegó en la cabeza. Otra le Según me contó él, me dejó en el suelo, rompió dos ramas como señal
dió en la espalda. ¡Tu, tu, tuku, ¡tu, tu, tu,tuku!. Caían como aguacero. Una para volver a buscarme y, corriendo, se alejó con Luis, que no tenía ninguna
me pegó en la barriga, a la derecha; pasó debajo del ombligo, volvió a salir herida. A media tarde hincó unos palos para hacer un tapirí y el niño se lo te-
por la izquierda y se clavó en el muslo, cosiéndome la ropa. Era una punta chó . Le dolía todo el cuerpo y se le iba durmiendo. Cortó unos varejones de
24
is
manaca y sobre ellos se echó a dormir con el niño. Al día siguiente se levantó do flech ar a mi papá y uno se le quebró el arco.
todo dolorido. En la barriga le quedaba una punta encurarada y otra en la ca- -¡Hekura! ¡Hekura!- decían.
beza. Tenía hinchada la cara. Luis echaba de menos a su mamá y a su herma- Un indio estaba rompiendo en tiras mi vestido largo, color ceniza. Las
nito. Poco a poco mi papá se fue acordando de lo que había pasado, se sentó mujeres se peleaban para que les diera las mangas y hacer con ellas sebuca-
y se puso a rezar: nes.
-Divino Espíritu Santo: si mi hija está viva, no la dejes morir. -_ Y se echó Después los hombres comenzaron a zafar los chinchorros, a embojotar la
a llorar. De ahí en adelante no volvió a dormir: sentía demasiado dolor. carne ... Dije para mí: " ¿Será que se van a ir de aquí? Yo no puedo andar, me
Borracho de curare como estaba, calculó por dónde sería la boca dd Bí- duele mucho la herida'' . Me senté a llorar, pensando si serían capaces de ma-
mití y con Luis echó a rumbear. De vez en cuando sentía el efecto de.! curare tarme... Los hombres se estaban pintando con carbón. Yo me eché al chin-
y se caía privado. Luis lloraba delante de él. Si no hubiera sido por la salmue- chorro y seguí llorando. Cuando acabaron de pintarse, la mitad de los hom-
ra tomada, se habría muerto. Hasta media tarde caminaron. La casualidad les bres se fueron ; los demás junto con las mujeres, se quedaron.
había llevado a los conucos de mis tíos . Oyeron la gritería de los indios: eran Los Yamonawe-theri, más tarde, me contaron que estos hombres se ha-
los mismos. Entonces se internaron de nuevo y durmieron en otro lugar. No bían ido hacia la boca del Bimití, a ver si encontraban a otros civilizados para
sentía hambre mi papá: pensaba en mi mamá, pensaba en mi. sacarles machetes, ollas, cuchillos ... Y también para matar a mis parientes.
Y o me desperté la misma noche del día en que me robaron. A la luz de Seis dfas conté yo hasta el de su regreso. Salieron caminando, tres días y ha-
un fogón me vi acostada en un chinchorro de algodón: un hombre a mi dere- ciendo puentes sobre los cañitos que caen al Bímití, donde eran más angostos.
cha y una mujer a mi izquierda. Creí que ella fuera mi mamá; pero no, la vi Más abajo, para pasar Jos rebalses, hicieron una balsa. Como le tenían miedo
desnuda, gorda, y me puse a llorar. Yo también estaba desnuda, me habían al agua negra , echaron sobre la balsa palmas de caraná, que es un moriche
quitado toda la ropa. El hombre, desnudo también, era un indio viejo; canta- bravo _y se sentaron encima. La. baba que botan esas hojas, por donde son
ba porque era brujo; tenía una barbíta y las cejas blancas. Tiempo después cortadas, les dio una picazón que les duró mucho tiempo. Como a Ja picazón le
me explicaron que invocaba a Mamokoriyoma, el antepasado que era dueño dicen shihiti,al Bimití le dieron el nombre de Shihitip-i-wei ke uAl llegar a Ja
del curare, para que me limpiara la herida y sacara todo el veneno que tenía. boca de este caño, vieron el Río Negro, inmenso. Les llamó la atención su re-
Alrededor había muchos tapirís. En cada uno un fogón prendido. Los in- verbero y por eso lo bautizaron con el nombre de la luna, Peripo ke u. A mi
dios, casi todos durmiendo; algunos cocinaban cacería. Había varias mujeres gente, por consiguiente, le dieron el nombre de Peripowe-theri y a mí, Peri-
rayando yuca. Algún hombre exprimía la catara. Ellos y ellas tenían el labio powe-theriyoma.
de abajo grueso, como hinchado, feo. Era por el tabaco; pero entonces, yo no Hasta la noche de aquel día no qui.se comer. Lo pasé acostada, llorando.
sabía qué era. Los hombres llevaban en las orejas dientes de picure y las mu- Al mediodía un brujo vino a mi lado y me ensalmó. Los hombres que se ha-
jeres cogollos deshilachados de las palmas chiquitas de seje. Los miré a todos bían quedado estaban de cacería o con sus mujeres sacando más yuca amarga.
y me sentí turulata. Me senté y me puse a llorar. La vieja entonces me dió un De-sde el campamento no se veían los conucos ni las casas de mis tíos. La vie-
pedazo de casabe para comer. Cogí y mordí: ¡amargo! Era el curare que me ja se había quedado cuidándome, raspando yu~ junto con otras mujeres. Ella
lo hacía saber así. Ella me dió agua y tomé: amarga también. Dejé el casabe. era la hermana del cacique. Más tarde llegué a saber que se llamaba Hertiyo-
En los techos de los tapirís estaban guindados mapires llenos de catebía. u ma. Ya había envíudado y vivía con sus hijos menores. De vuelta, los cazado-
yuca Ja habían sacado de los conucos de mis tíos. También habían encontrado res trajeron miel. Las mujeres fueron al caño a llenar de agua la olla, echaron
rallos para rallarla y sebucanes para exprimir. Sobre los fogones tenían guin- la miel adentro y comenzaron a revolver. Heniyoma me trajo una totuma con
dadas muchas hojas de tabaco, robadas también en los conucos, el anoto con esa aguamiel. Bebí yo y bebió ella. También habían traído un cachicamo y se
que se pintaban, igual. La cacería Ja estaban cocinando en las ollas y una lata pusieron a cocinarlo. Son los hombres quienes cocinan ese animal así como
grande que habían encontrado en las casas. las otras piezas grandes. Heniyoma me dió un pedazo de hígado. Después nos
La vieja, al verme llorar, me regañaba. Para hacerme callar, los hombres echamos a dormir.
me amenazaban con los arcos. Todos hablaban y gritaban, pero yo no enten- Esa noche hubo alarma. La curiara la habían arrastrado los indios a tierra
día nada. Pasé un buen rato sentada sobre Ja leña, después la vieja me hizo para que nadie se la llevara. En la oscuridad algunos la cuidaban , pero esa se-
acostar. Entonces me dormí. Cuando me desperté ya era de día. gunda noche, cansados de velar, se vinieron al campamento . En eso se oyeron
Me levanté y me puse a mirar. Me sentí corno en otro mundo: puros in- silbidos en el puerto. Yo me desperté.
dios, todos desnudos, hablando otra lengua ... Un sueño me parecía, pero de- -¡Nape ke pe! ¡Nape ke pe! ¡Nape ke pe! - decían nerviosos los indios.
masiado claro, demasiado malo. Ellos comiendo cháchara con casabe. La vie- Los hombres se armaron y corrieron, las mujeres taparon Jos fogones con ma-
ja me trajo caldo de cháchara, yo no quise y se Jo tomó ella. Vinieron otras deros. Yo aproveché que la vieja, del susto, se había tirado al suelo y no me
mujeres a verme, ofreciéndome comida. Nada, yo no quería. Conversaban veía bien, me bajé del chinchorro y, gateando, como podía, me metí por el
ellas. Por las señas que hacían, entendí que se referían a cuando habían queri- monte, hacia el caño. Allá pensé: "Si hay civilizados y oigo tiros, corro hacia

26 27
ellos". Pero nada y ya Heniyoma me estaba buscando. Otras mujeres venían Ahora mi mamá le decía a mi papá:
alumbrando con tizones y, atrás, hombres con arcos y flechas. Me agaché -Vámonos ligero que los indios allá arriba están haciendo un puente para
para no ser vista, pero una mujer me encontró . Me arrastraron brutalmente y alcanzarnos más rápido.
me tendieron de nuevo en el chinchorro. Me puse a llorar ... Cuando los hom- Lo estaban haciendo con el hacha de mi papá y las de mis tíos. Los míos
bres regresaron del puerto dijeron que la canoa había desaparecido. Decían decidieron , pues, bajar cada cual por su orilla hasta encontrar un sitio angosto
esto como dando a entender que los blancos la habían recuperado durante esa donde juntarse. Serían las tres de la tarde cuando llegaron adonde había una
noche. mata de siringa medio desbarrancada. Mi papá le dijo a Luis que con el ma-
Yo creo que no era cierto, mi papá me lo confirmó luego. Volví a dor- chete le acabara de tumbar. Agarrándose de ese puente, mi mamá pasó con el
mirme y, esa noche, no pasó más nada. Yo pensaba en mi papá, a lo mejor niño. Así se vieron todos juntos de nuevo; pero mí papá porfiaba diciendo
andaba por allí buscándome todavía. que se iba a morir ... Luis se puso entonces a cortar palos de siringa para ha-
El día siguiente lo pasé al lado de Heniyoma, mirando a las mujeres que cer la balsa; también cortó bejucos. Mi mamá amarró los palos, y la balsa es-
raspaban yuca. Me vigilaban. Ni siquiera me dejaban ir a orinar sola, me tuvo hecha. Labraron unos palos chatos para canaletear y se embarcaron caño
acompañaban dos o tres mujeres y dos hombres apuntándome con sus flechas . abajo.
Esa otra noche, pensando en mí mamá y mi papá me puse a llorar. Veinticua- Durante el viaje mi papá perdió el sentido. Después volvió en sf. Oscure-
tro años después supe que mi papá, ese día, caminando, había llegado con ció. Pasaron Ja noche bajando, pasando frío; eso empeoró a mi papá, pero
Luis a una laja del Bímítí, más abajo de donde había dejado la escopeta. Allá había que alejarse del peligro . A la mañana siguiente apareció una curiarita
se dejó caer, muerto de cansancio. Luego le dijo a Luis: que venía. Luis gritó; mamá también. El hombre iba a registrar su cacure. Al
-Creo que voy a morir y te voy a dejar. Tu mamá a lo mejor se ha salva- ver a mi gente desnuda, todos deshechos y heridos, tuvo miedo de acercarse.
do. Tu hermana la deben de tener los indios-. Perdió la palabra y quedó priva- Pero al fin los reconoció y dijo:
do. Más tarde volvió en sí y pidió: -Luis, Luis, tráeme agua. En una hoja de -Hermano, ¿qué es lo que pasó?
matapalo Luis le trajo. Mi papá bebió y agregó: -Oyeme bien, Luis. Si me Mi papá y mi mamá le explicaron. El hombre se arrimó y dijo:
muero, corta palos y hazte una balsa. Vete río abajo y avisa que los indios me -¿Pero cómo va a ser, si nunca se han visto indios por ahí?
han flechado. Se embarcaron todos en la enriara y dejaron la balsa. El hombre se lla-
Luis se puso a llorar y se sentó junto a papá. Después comenzó a cortar maba Milindro y tenía su casa en un desecho del Bimití, de nombre Parana-
un palo de siringa; se oyó entonces gritar más arriba, por la otra orilla. mirf, que en ñeengatú quiere decir "río chiquito" . Al decirle mi mamá que los
-¡Quieto, Luis! -le dijo mi papá-. No cortes. ¿Oíste una voz? ¿Será de in- indios venían bajando, sintió miedo, y se puso a halar rápido. Cuando llega-
dio? · ron al puerto, a mi mamá le dieron un vestido. Luis comió. Mamá, papá y
El grito se oyó otra vez. Luis dijo: Anisio no sentían hambre. Entonces con el hijo de Milindro se embarcaron en
-No, papá. Es voz de gente, no es de indio. otra curiara para ir a Seua. Milindro dijo que iba a llamar a su gente que esta-
Animados, los dos comenzaron a caminar en dirección al grito, subiendo ba en el conuco, que arrumaba sus cosas y se irfa también.
por la orilla donde estaban. Mi papá hizo que Luis gritara también. Arrimaron en Seua, donde Honorio. El hijo de Milindro salió a avisar.
-¡Carlooooos! ¡Ven a buscarmeeeee! -contestó la otra voz que era de mí Vino mucha gente. Mamá se puso a llorar; papá también. A él lo cargaron
mamá. hasta la casa. El muchacho salió de vuelta a buscar a su papá para venirse con
-¿Eres tú, Clemencia? todo. Ya era de noche. A mi mamá y a mí papá les dieron miel mezclada con
-¡Yo misma! ¿Y la niña? Son tres días que no la veo. ¿Está contigo? aceite; eso para que vomitaran. A los niños les dieron carato. Entonces man-
-¡Nooooo! Desde el día que nos flecharon ... ?aron a Nazarete por mi tía Carmen, que era enfermera. A las diez llegó ella
Allí hubo llanto por los dos lados del río. Con mi mamá estaba Anisio. Junto con otros parientes.. Más tarde mi papá comenzó a vomitar sangre mo-
Ella me contó después que había andado sin rumbo por la selva, se había roto rada; sangre con veneno. Cuando acabó, le dieron té con canela.
aquella punta de flecha en el espinazo, sin sacarla del todo, y aJ fin había lle- Durante la noche pudieron dormir. En la madrugada se embarcaron para
gado a orillas del Bimítí. Allí se había puesto al niño bien aprétado al cuello y N~ete . Para mayor seguridad, toda la gente de Seua, de Samuma, de Ta-
se había lanzado al agua, cruzando el caño a nado, en medio de las toninas boo8.l Y de Batería se mudaron para Marabitanas. Para allá se fueron también
que la acompañaban. Pero .. . al tocar tierra, se había dado cuenta de que le los míos de Nazarete. De allá siguieron para Cucui, donde había un médico
faltaba Anisio. Volvió a meterse en el agua, pisando con los pies, hasta que militar. El los examinó y les sacó las puntas que les quedaban metidas. A mi
sintió al niño. Lo sacó, estaba como ahogado; lo volteó para que le saliera el mamá no logró sacarle el pedazo que tenía en el espinazo. Se lo sacaron como
a~a, al fin Anisio volvióª. abrir los ojos y a respirar. Por aquella ribera, pero quince años después en San Femando de Atabapo. Mis familiares se queda-
siempre monte adentro, rru mamá caminaba hacia abajo. Más adelante había ron como 40 días en Cucui; luego bajaron a Marabitanas.
comenzado a gritar, como acabo de decir . Allí mi papá y unos veinte hombres que consiguió juntar, armados con
_____,,,
......_.
escopetas, remontaron el Bimití para ver si daban conmigo. Llegaron al sitio.
No había nadie. La curiara estaba recostada a una peña. Miraron en las casas,
en el conuco; encontraron el campamento de los indios, los restos de sus co-
midas; pero indios, no. Entonces se fueron por el camino por donde me había
llevado mi papá. El lloraba, gritaba desesperado:
-¡Oh, buen Dios, escúchame! ¿Dónde está mi hija? Si no está viva, ayú-
dame por lo menos a encontrar sus huesos para enterrarlos.
Les gritaba a los árboles para que le dijeran dónde estaba yo... Llegó
hasta donde había roto aquellas ramas ... No me encontró. Esa vez casi se
pone loco. Quisieron seguir los rastros de los indios; pero, más adelante, se CAPITULO 11
perdían; por eso se devolvieron. No es verdad que encontraron a los indios y
que les dispararon, y menos que hubo muertos. Si yo hubiera oído tiros, ha- Rumbo a los Cerros de la Neblina
bría podido escaparme. Y si hubiera habido muertos, los habría visto: los Ya-
nomami nunca abandonan a sus muertos. Un día cayó un tremendo palo de agua. Y eso que era verano. Truenos y
En el campamento de los indios yo seguía llorando mi suerte. Quería relámpagos tenían asustadas a las mujeres. Se juntaron los brujos, se enyopa-
irme con las mujeres a los conucos de mis tíos, aprovechar y escaparme por la ron y, mirando al cielo suplicaban:
orilla del caño; pero no me dejaban. Después de seis días, finalmente regresa- -¡Suegro! ¡Suegro! ¡Suegro!
ron aquellos indios que habían ido hasta la boca del Bimití. Conversaban mu- Estaban hablando con el trueno y le ofrecían cucurito y tabaco para que
cho. Habían traído mucha cacería. Allí pasaríamos todavía unos quince días. se callara. Se pusieron a interpretar qué señal era esa, cosa que yo entedí solo
Los hombres salían algunos a cazar y otros a cuidar el caño, por si venían los tiempo después: "Los enemigos han llegado al campamento donde hemos de-
civilizados. Yo no me sentía bien. La herida que tenía en la barriga seguía jado a nuestras mujeres e hijos. Son pocos los hombres que hemos dejado
echando materia; la sentía hinchada y tiesa como un tambor. cuidándolos. Tenemos que volver".
Yo me encontraba en el grupo de los Kóhóróshi-thari. Ellos eran los que
me habían raptado, su cacique se llamaba Ohiriwe y como enemigos tenían a
los Karawe-tbari y a los Shama-thari.
Marabitanas . Dormimos todavía allí. De madrugada el cacique avisó y, cuando aroane-
ctó, comenzó ~a salida. Los rallos los partieron para coger cada quien un pe-
dazo. Las mu1eres cargaron las cosas que habían encontrado en las casas de
mis tíos: ollas de barro y de cobre, pedazos de rallos, totumas, Jatas. Y, junto
con eso, mapires llenos del casabe que habían hecho. Los hombres se lleva-
ban tres hachas y cuatro machetes que habían encontrado. Un indio llamado
Pakar~we se llevaba un budare y otro lo llevaba Yoyosiwe, bien embojotados
en .hojas d~ platanillo asadas; para ellos era una cosa muy preciosa. Cuando
ya iban saliendo, yo me puse a pensar: "Si me dejan sola aquí, me voy poco a
poco, ~or la orilla del caño, y llego al Río Negro". Pero no, me mandaron
que .sahera con ellos. Aunque la herida ya no me dolía tanto, yo trataba de
ca~ina~ despacio, a ver si me dejaban. Entonces obligaron a Matohema, una
mu1er Joven Y fuerte, que me cargara. Ella se terció una banda de majagua y
me cargó. lbamos por una pica de balateros que mis tíos habían renovado.
Para cruzar un cañito que cae al Bimití los indios hicieron un puente, tumban-
do dos palos sobre la corriente y, de barandilla, tendieron un bejuco. Así pa-
sam~s. De ahí en adelante los hombres comenzaron a regarse; así hacen para
despistar al enemigo; y a mí me cargó Titirima, hija de Heniyoma. Con el ca-
lor la herida se me puso muy dolorosa. También las mujeres íbamos regadas,
por un terreno embarrialado, donde había mucha de esa hierba que llaman
cortadera. Yo iba rompiendo ramitas, para reconocer el camino, caso de que
más adelante hubiera podido picurearme. Titirima se daba cuenta y me rega-

31
naba. Todo el día anduvimos por aquel barrialero. A media tarde nos detuvi- de ellos, regándonos de nuevo. A mí me cargaba Hatakoarima. Bajando íba-
mos. mos. De pro~to algunos se pusieron a gritar: unos gritos feos ... Heniyoma y su
Entonces comenzaron a gritarse unos a otros desde lejos y todos nos fui- hija en seguida me agarraron, apretándome contra una mata. Pensaban tal
mos juntando en un lugar. Allí comenzaron a conversar. Señalaban direccio- vez que había civilizados viniendo. Las niñas y las muchachas se escondieron
nes: por acá, por allá. Después seguimos, desgaritándose la gente otra vez. toditas. Todos se habían juntado al oír la gritería. Paramos ahí. ¿Qué había
Ahora me cargaba una muchacha de nombre Hatakoarima. Ya íbamos por pasado? Pues, simplemente que algunos hombres habían cazado un danta.
tierra más seca. Subimos una loma y bajamos a orillas de un cañita de aguas Entonces hicieron los tapirís para dormir. Al lado levantaron una troja grande
blancas. Nos sentamos. Las mujeres comenzaron a matar cangrejos y los y ahumaron el danto. El bofe, el hígado , el corazón, el mondongo, etc. , lo
hombres a hacer tapirís. Ellos traían cachicamos, paujíes y pavas que habían cocinaron en un budare. Heniyoma me díó un pedazo de hígado. Yo comí. A
cazado. Se desplumaron las aves, se les botó el mondongo y se cocinó el resto la mañana siguiente repartíeron el danto entre todas las familias y salimos de
en una olla de barro. A los cachicamos les abrieron la barriga, les sacaron el nuevo, pero sin regarnos más. Había siempre cerros a la vista, íbamos por
mondongo, hígado y corazón, los limpiaron y después echaron todo eso en una tierra firme bonita. Ohiriwe mandaba siempre a aquellos hombres que
uno de los budares de mis tíos. Terminados de cocinar los cachicamos, les bo- monearan palos para ver el rumbo. La catebía y el casabe se fueron acaban-
taron el carapacho. Repartieron la carne. Yo estaba en el tapirí de Heniyoma do. En los últimos días de viaje, antes de llegar al campamento donde estaban
y también me dieron: me sabía tan simple su comida que no me provocaba esperando las mujeres, comenzaron a comer raíces de monte . Me daban a mí
nada. Ellos mojaban la carne en una ca.masita que contenía como una salmue- para comer con la carne, pero eran hediondas y no las quería.
ra. Ya diré más tarde cómo la preparan. Con las plumas de las pavas y de los Así seguimos. Desde el Maricoabi hasta aquí habían pasado once días.
paujíes los hombres se hacían adornos para lucirlos en los brazos y en las ore- Yo iba contando las noches, como hacen ellos. Mostraban los dedos. Tres
jas. La cresta de los paujíes se la ponían las mujeres en los huequitos que tie- días antes de llegar al campamento, la gente había dejado de comer carne. La
nen a los lados de la boca; los hombres se la metían en un huequito que tie- guardaban para sus hijos y mujeres que esperaban. Una mañana llegamos a
nen debajo del labio. un lugar donde había rastros de los hombres que se habían quedado para cui-
Dormimos. Los hombres amanecieron discutiendo y señalando direccio- dar el campamento de las mujeres. Se veía claro donde habían estado senta-
nes... Total que salimos pronto y nos regamos de nuevo. Cuando el sol ya iba dos un día antes no más . Entonces subimos un cerro y bajamos a un caño gran-
a media cuesta, nos sentamos en una altura, todos reunidos de nuevo. Los de que tenía mucha piedra. Atravesamos y nos sentamos al otro lado. Apearon
hombres comenzaron otra vez a discutir rumbos. Al fin dos de ellos se encara- las cargas. Y todo el mundo a bañarse, restregándose con helecho. Con estas
maron en una mata altísima; querían reconocer un cerro que habían visto en hojas se frotan los que han matado; ellos habían solo herido, pero allá en el
el viaje de la ida. Pidieron que abajo se hiciera silencio, con los dientes rom- Maricoabi se la pasaban pintándose con carbón y ahora necesitaban una bue-
pieron dos palitos y los tiraron en una dirección, gritando algo que yo no en- na limpieza. Heniyoma me hizo sentar y comenzó a cortarme el pelo con
tendí. Volvieron a gritar y tiraron otros palitos. Los de abajo vieron donde aquella astílla de bambú. Me puse a llorar, porque allá en el Maricoabi había
habían caído y llamaron a los de arriba. Estos se bajaron y salieron adelante: visto cómo les raspaban la mollera a las muchachas y las recortaban el pelo.
muchas mujeres los seguíamos. Los demás se desgaritaron de nuevo. A mí Ella me mostró la cabeza rapada de su hija , para que yo no tuviera miedo. Al
ahora me cargaba Matohema. Por mi parte seguía quebrando ramitas. Andu- fin me cortó el pelo, con mucho dolor de mí parte, sin hacerme Ja tonsura.
vimos por tierra llana y llegamos a orillas de un cañito. Paramos y los hom- ~espués se quitó su guayuco que era grande, con él tomó la medida de mi
bres pegaron un grito a los que venían detrás. Cuando llegaron éstos, vimos cmtura, lo deshizo arrollándolo en un ovillo y se puso a hacerme un guayuco.
que traían miel y cacería: paujfes, pavas, monos capuchinos. A los monos les Luego me llevó a bañar y me lo probó, me quedaba bien. Entonces cogió
chamuscaron la piel, les limpiaron el mondongo y después los sancocharon. anoto Y me pintó casi todo el cuerpo. Me puso el guayuco, también me puso
Otros hombres habían hecho los tapirfs para dormir. u_nos co~deles de adorno en los brazos y debajo de la cintura. Ellos dicen que
A la mañana siguiente volvimos a andar. Aquellos dos hombres que se si la mujer no lleva guayuco o esos cordeles en la cintura se le ven las nalgas
largas.
habían montado en el árbol para ver lejos, iban delante de nosotras. A media
mañana íbamos subiendo un cerro. Yo esperaba que los demás pasaran para _Lo~ hombres, bien pintados, ya se habían encaminado. Poco antes del
escaparme, pero siempre venía alguien atrás. De mis dos heridas salía mate- mediodía llegamos aJ campamento. Los tapirís estaban armados en círculo.
ria: dolían mucho. Sin embargo, me hubiera escapado lo mismo. De allí se Estos eran tapirís de los Kóhóróshi-thari; pero, cerca, se oía gritería y Jlorade-
veían muchos cerros altos, bonitos, morados. Los hombres conversaban, dis- ra en otro campamento: eran los tapirís de los Yamónawe-theri y de los Hesi-
cutiendo rumbos. Heniyoma habló de mí; como que las muchachas no que- p~erepe-theri que habían acompañado a los Kóhóróshi-thari hasta el Maricoa-
rían llevarme, y eso que yo estaba tan flaquita ... Aquellos dos hombres vol- b1. Las mujeres habían llorado: al ver que sus hombres no volvían, pensaron
vieron a monear un palo altísimo. Gritaron algo y los de abajo se pusieron a ~ue ~o~ ~ivilízados los habían matado. Con ellas se habían quedado unos vie-
reir. Después tiraron un palito en una dirección y se bajaron. Seguimos detrás jos, mutiles para flechar o para cargar, tan viejos que llevaban la cintura y el

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pecho vendados con majaguas para cansarse menos y sentir menos dolor. En- ta, ocumo, plátanos y los hombres salieron a cazar. Todos nos juntamos en los
tre ellos estaba un viejo, puro cuero, blanquito de pelo, llamado Kashorawe. tapiós para dormir. Esa noche una gallinetica cantó mucho, en la madrugada
Los hombres encargados de cuidar el campamento habían salido de cace- Ohiriwe comenzó a hablar en voz alta, para que le escucharan todos. Yo me-
ría. Las mujeres estaban allí, con los niños, asando unas papas grandes de sa- dio malicié que, como había cantado esa gallinetica, era necesario cuidar los
bor amargo. Los Yamónawe-theri y los Hesiprerepe-theri fueron pasando a su ca.nlloos porque venía gente. Cuando amaneció salieron casi todos los hom-
campamento. Heniyoma me llevó derecho al tapiri de su hermana. Me senté bres: unos a cuidar caminos y otros al conuco de Huriap+wei a sacar verada
en el suelo. Los primeros hombres ya habían avisado de mi llegada. Por eso para hacer flechas, aprovechando que los Karawe-thari no estaban. Yo salí
se juntó mucha gente alrededor mío: viejos,mujeres, niños ... Los viejos tenían con Heniyoma y con otras mujeres al conuco. Ella recogió astillas de bambú,
en las orejas colmillos de lapa fijados con peramán. Todos me querían tocar. que sirven para cortar el pelo, un racimo de cambur rókóm+ y uno de plátano
Me halaban el pelo ... Yo me puse a llorar y a pensar: "Ahora sí me van a pareami. Yo me tercié una concha de onoto y cargué uno de los racimos. Volvi-
matar y comer". Me llené de miedo. Los viejos hablaban, yo no entendía mos y ella hizo candela para asar los plátanos. Ohlriwe estaba enyopado, can-
nada. También vinieron a verme Yamónawe-theri y Hesiprerepe: sus cazado- tando; en Ja cabeza tenia una corona de plumas de esas que en ñeengatu lla-
res ya habían regresado. Al rato Heniyoma comenzó a decirles que se fueran, man acangatara. Yo la reconocí, estaba bien tejida con conchas de marima y
que me dejaran tranquila. Cuando regresaron de cacería los Kóhóróshi-thari plumas bonitas. En las fiestas mis tíos bailaban luciéndolas en la cabeza, así
del campamento, vuelta a verme y tocarme como si fuera un bicho raro. La como hace la gente tucana. Orihiwe también llevaba un collar de mostacilla
hermana de Heniyoma tenía miel, hizo aguamiel y me dio. La torné. Me dio de color blanco, azul y rojo. A lo mejor lo conseguiría matando a algún Baré
un pedazo de esas papas grandes que estaban asando, pero no lo quise. que andaba por allí con los caboclos en busca de siringa. Los Kóhóróshí-thari
A media tarde los Yamónawe-theri y los Hesiprerepe-theri volvieron a tenían mostacilla, mucha' más que los Sharna-thari, con quien estuve después.
hablar con Ohiriwe y con su hermano. Yo estaba acostada en el chinchorrito Asimismo los jóvenes tenían ese triángulo o esa lunita de metal que ahora lu-
del sobrino de Heniyoma. Oía sin entender: gritaban como cantando, contes- cen los Yanomami de todas partes. Quien sabe si la conseguirían con los Baré
tándose unos a otros. Eran muchos los que lo hacían. Hablaron hasta que os- o Jos Tucano.
cureció y los que se fueron, se fueron bravos. Las mujeres Kóhóróshi-thari De pronto oí un grito:
también se habían puesto a gritar regañando. -¡Enemigos!
Cuando más tarde estuve entre los Shama-thari, llegué a saber que esa Los hombres de Kóhóróshi-thari habían topado con los Shama-tbari. Se-
vez los Yamónawe-theri y Hesiprerepe-theri querían llevarme a mí, como ría casi mediodía cuando entraron corriendo cuatro hombres, con los ojos
paga por lo que habían hecho al asaltamos en el Maricoabi. Eran ellos quie- asustados, gritando y haciendo señas. Traían tres marimondas y las entregaron
nes habían atajado la curiara en medio del caño; y tal vez los que que me ha- a las mujeres. Tiempo después entendí - porque me lo contaron- lo que había
bían recogido, quien sabe .... pasado. Los hombres que habían ido a cortar verada y a cuidar camino, mien-
Dormimos. Durante la noche no me molestó nadie. A la mañana siguien- tras perseguían unos monos, habían topado con gente desconocida: hombres
te los Yamónawe-theri y Hesíprerepe-theri se fueron. Nosotros nos quedamos pintados de negro que estaban persiguiendo los mismos monos. Resulta que
allí ese día, dormimos y, al otro día, nos fuimos también. Yo ahora comenza- dos monos flechados por los enemigos vinieron a caer donde lrn> Kóhóróshi-
ba a andar por mi cuenta. Caminamos como una semana, por una tierra llana, thari, y éstos los cogieron junto con el que habían matado ellos. No flecharon
con morichales y caños de agua blanca. Ellos recogían unas semillas que lla- a aquellos hombres porque, como estaban de negro, los tomaron por compa-
man wapu y que comen sancochadas como pan. Donde encontrábamos pal- ñeros. Solo al verles la tonsura más pequeña, se dieron cuenta de que eran
mas de yawatoa, nos sentábamos, Titirima me daba racimos de esos coquitos, otra gente. Entonces vinieron corriendo a avisar.
los rompíamos y los metíamos en la guatura para comerlos durante el viaje. Las mujeres comenzaron a llorar, porque, además, no se sabía si los des-
Llegamos a un lugar donde había muchas de esas palmas y ailí hicieron tapi- conocidos eran Shama-thari o Karawe-thari; así y todo, siguieron las órdenes
rís. Así pasamos tres días, hasta que llegamos a un sitio viejo de los Kóhórós- de los hombres. Recogimos los corotos, los chinchorros, la comida, los monos
hi-thari. El shapono, que es el nombre verdadero de su maloca, se había vuel- que acababan de traer y nos escapamos al monte. Los demás hombres salie-
to monte. Las mujeres recogieron calabazas de las matas que crecían alrede- ron con los que habían venido a avisar. En el campamento se quedaron solo
dor y en el techo del shapono para hacer camasas. Después seguimos y, a eso los viejos. Las mujeres cogimos por el mismo camino por el cual habíamos
del mediodía, llegamos a un caño. En una de sus orillas hicieron los tapirís, llegado. Por allí escondimos ollas y e.amasas dentro de mapires. Después nos
las mujeres sacaron leña y cocinaron el wapu. Después pasamos al conuco, el metimos por otro camino. Tres muchachos iban delante, con nosotras, para
grande, el que usaban los Kóhóróshi-thari. Se llamaba Paretota-teka por el enseñamos y para volver por noticias. Se llamaban Shotomawe, Shokoposi y
caño Paretota ke u, un lugar verdaderamente lleno de jejenes. No había mu- Yórawe. Caminamos toda la tarde, al pasar por un caño, llenarnos de agua las
cho plátano, había yuca, anoto, bastante caña brava. Al lado los enemigos ha- calabazas, subimos por un cerro y nos pararnos en una laja grande. Al lado
bían hecho tapirís, habían robado onoto y verada. Las mujeres sacaron bata- había una quebradita; al lado de la laja, donde había monte, las viejas hicie-

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ron fuego, amarraron las marimondas y comenzaron a chamuscarlas. Heniyo- Eso puso más furiosos a los Shama-thari y siguió la flechamentazón.
ma colgó su chinchorro, el mío, el de su hija y el de su nieta, entonces todas Hubo heridos, pero no muertos, entre los Kóhóróshi-thari. Después se reu-
las mujeres vinieron a colgar cerca de nosotras. Los muchachos que nos ha- nieron todos los Shama-tahri y dejaron de disparar. Gritaron duro, pateando
bían acompañado se fueron; más tarde regresaron. La noticia era que los el suelo y batiendo las flechas con los arcos. Al rato se aquietaron y solo se
Kóhóróshi-thari habían topado con los enemigos y había habido pelea en un oyó a uno de ellos que cantaba.
shapono viejo. Los enemigos era Shama-thari pertenecientes al grupo de los - ¡Yawari , Yawari , Yawari! ¡A+ , A+ , A+! ¡Hi, Hi, Hi! Me dijeron des-
Matakuwe-theri. Su cacique , Ruwahiwe, hijo de Matakuwe, en una pelea an- pués que había si?o R~wahiwe él que había cantado y que también agregó: -
terior con los Kóhóróshi-thari, habían matado a una sobrina de Ohiriwe. La Miren , Kóhóróshi-than. Ahora me voy, pero sepan que volveré. Me voy po-
gente le tenía miedo por esa fama de matar mujeres en lugaT de agarrarlas que no tengo más flechas, pero volveré para llevarme a sus mujeres. AJ decir
como hacen los demás Yanomami. Estos Shama-tbari vivían entre las cabece- Yawari , me explicó años después Husiwe , mi esposo, ellos querían comparar-
ras del óo Mavaca y el río Siapa, en territorio venezolano. se a los Yawari, es decir gente que se pierde.
Los muchachos dijeron que no había habido muertos, ni siquiera heridos. Los Shama-thari se fueron de verdad. Entonces vinieron algunos hombres
Después se volvieron a ir y más tarde regresaron para deéimos que había ha- donde estábamos nosotras para llevarse a sus heridos. Detrás de ellos nos fui-
bido pelea junto al conuco y que óyókórewe había sido flechado con curare mos nosotras. Pasamos por donde había habido la pelea. Vimos la hierba pisada,
en la paleta y cargado hasta donde estaba su padre , aquel Kashorawe de que ha- la concha de algunos palos rasguñada por las flechas , una siringa chorreando,
blé. Ya éste y los demás viejos habían abandonado el campamento para venir de- dos majaguas peladas: con sus conchas seguramente los enemigos habían car-
trás de nosotras. Los muchachos se marcharon de nuevo, cu'ando volvieron a gado a los heridos. AJ píe de las dos majaguas había muchos trocitos de fle-
traer noticias nos dijeron que ya los Shama-thari habían ocupado el campa- cha, sin punta, eran las flechas de los heridos; las habían roto para que no las
mento. Dentro durmieron los Shama-thari. Los Kóhóróshi-thari eran miedo- aprovecharan los enemigos. Llegamos y vimos quemados los tapirís del cam-
sos, las mujeres lloraban pensando qué inútiles eran sus maridos para defen- pamento. Se habían quemado los techos y los bejucos , los postes no porque
derlas . ¡Qué de sustos pasaban por esa razón!. Durante la noche los Kóhóró- eran recientes. Mientras las mujeres charlaban y regañaban, ya los hombres
shi-thari se quedaron cuidando el camino. Nosotras dormimos cerca de la laja. estaban componiendo de nuevo los techos . Pusieron hojas de platanillo ,
Allá también se quedaron Jos muchachos, por consejo de los viejos . Estos se nada más. Entonces las mujeres fueron a traer los corotos que habían escon-
habían quedado por el camino . dido.
Por la mañana los Shama-thari atacaron a los Kóhóróshi-thari en el mon- Cuatro hombres Kóhóróshi-thari habían salido a perseguir a los Shama-
te. Las mujeres habían salido en busca de batatas silvestres ya que había mu- thari. Pasaron por el conuco a cortar verad.a, para hacer más flechas , y siguie-
chas en aquel cerro. Yo me quedé y conmigo se quedaron varias viejas y ni- ron , pero no los encontraron. Durmieron y al día siguiente alcanzaron su
ños. Los muchachos habían ido a ver qué pasaba y volvieron trayendo la noti- campamento, pero ellos ya se habían ido. Por allá vieron cuatro palos pela-
cia de que la pelea seguía. También nos avisaron que nos preparáramos para dos . Era donde habían colgado a los heridos. Los dejaban pelados porque si
escapar. Por lo menos así entendí yo, porque ví a todas las mujeres que ve- se morían, el palo ya quedaba seco y no era necesario volver a quemarlos. El
nian corriendo, tapaban las raíces que traían y se metían a su niño en el güe- palo donde ha colgado su cbínchorro wio que ha muerto, debe secarse , morir
nepe. Para llamar a las otras que no sabían, corrían a decírselo, porque ya no también. Allí había otras dos majaguas peladas: les habían servido para hacer
se podía gritar. Al fin nos encontramos todas en un lado de la laja. Heniyoma nuevas bandas con que cargar a los heridos, porque las otras estarían secas.
me hablaba haciendo señas en una dirección y otra, pero yo no entendía. Del campamento , el día en que terminó la pelea salió otro grupo de
Volvieron los muchachos a traer noticias: los Shama-thari estaban persi- hombres al conuco para sacar verada. Al otro día , volvieron todos. Hablaron
guiendo a los nuestros. Se fueron de nuevo, pero regresaron en seguida, por- mucho de los Shama-thari , repartieron veradas entre los que se habían queda-
que los Shama-thari ya estaban peleando allí cerca, en un yuvial. Los Kóhó- do Y todo el mundo se puso a hacer flechas . Los grandes hacían las suyas cor-
róshi-tbari, en lugar de retirarse por otro camino, se retiraban por el camino ~nd~ con diente de picure ; los muchachitos con diente de shihena que es un
que venía hacia nosotros. Comenzamos a oír los gritos de la pelea, gritaban p1cunto chiquito. Mientras trabajaban, hablaban , hablaban mucho. Yo no en-
duro, imitando a los monos, a los tigres ... Pateaban el suelo, batían las fle- tendía nada todavia.
chas con los arcos y daban templones a la cuerda de los arcos. Yo temblaba Con ese trabajo pasamos en Paretota como una semana; nada más, por-
de terror: era la primera guerra que veía. En eso un Kóhóróshi-thari llamado que no había qué comer. Una mañana comeruaron a amarrar sus flechas, a
Witohi flechó a un Sharna-thari en un ojo, dejándoselo guindando. A otro ya arrumar sus corotos y nos fuimos por el camino por donde habíamos venido;
lo habían flechado en una nalga, cogiéndolo descuidado. Por eso hubo un rato pero bien pronto lo dejamos para seguir por otro .
de silencio, sería mientras cargaban a los dos heridos. Luego volvieron los gri- Así anduvimos como un mes, comiendo cacería, raíces de bejuco. Donde
tos: estaban peleando de nuevo. Me contaron después que Witohi gritaba: encontrábamos wapu , nos parábamos como una semana para prepararlo. Yo
-Llévenselo que yo lo fleché. Llévenselo y cómanselo. cargaba siempre una guatura llena. Un día llegamos a un caño grande de

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aguas blancas e hicimos tapirís. Los hombres salieron de cacería, que había espíritus y la epidemia iban a matar a sus enemigos. En la cabeza algunos
mucha por aquellos lados, y encontraron un sitio que había sido de caboclos. traían chantado un pelo de guama, el sombrero que usan los venezolanos. La
Al día siguiente fuimos a verlo bien: un rastrojo no tan viejo qué digamos. ropa era toda nueva. También traían machetes y eran nuevos. Por la marca
Los hombres hincaban el suelo con el arco o con palos. Donde sonaba hueco yo ví que eran brasileros. Repartieron todo lo que traían. A Ohiríwe, a su
cavaban. Encontraron un machete, otro pedazo de machete. tres hachas. hijo, a su cuñado y a su yerno les dieron a cada uno un perro. También die-
Como estaban oxidados, los frotaban en una _oiedra. Oí que hablaban de nape. ron poncheras grandes, algunas estaban sucias de balatá. Se ve que habían
Encontraron también el borde de un budare grande. Todo lo trajeron al cam- asaltado a los balateros. Conversando, señalaban varias direcciones. Nunca
pamento. Allí quedamos como un mes. Los hombres iban de cacería, las mu- llegué a saber si habían matado, yo trataba de entender si habían matado a
jeres seguían cavando en el rastrojo, a ver si encontraban otras cosas. Tam- mis parientes. Esa noche se intercambiaron muchas noticias y los cantos y
bién recogíamos wapu. En ese tiempo ya estaba lloviendo mucho. Mientras conversaciones entre los visitantes y nuestros hombres duraron hasta el ama-
cavaban en el rastrojo, se reunían las mujeres y hablaban. Yo lograba enten- necer. Los visitantes hicieron sus tapirís junto a los nuestros. Ohíriwe los con-
der algo. vidó a comer wapu con nosotros. En las poncheras, ahora, era más fácil coci-
-Hemos encontrado este caño -decía una; - es caño que lleva adonde los nar bastante.
blancos de donde vinimos antiguamente nosotros 2 • Al día siguiente Moturima, una vieja Yamónawe-theri, me trajo de la
Recordaban tiempos pasados. Una decía el nombre de Shiitami y se po- mano al niño blanco. Lloraba. Yo le pregunté en portugués, en ñeengatú y en
nía a llorar. Sería una hija que se le había quedado allá. Como creían seguir castellano. No contestaba. Solo movía la cabeza. Estaba desnudo, su cabello
por ese caño, otra decía: cortado y rapada la tonsura.
-Nakami, ven a buscarme-. Se trataba seguramente de alguna pariente Todas las tardes venía a mi tapió ese niño, lloraba y decía en portugués:
quedada por los lados de donde habían venido los Kóhóróshi-thari. -¡Mamae! ¡Papai! No recibía wapu pero sí quería seje sancochado. Al
Otra, dándole un empujón a una joven, dijo: otro lado del campamento hablaban de él y de mi. Seguramente decían que el
-Esta tiene la culpa de que hayamos venido a parar tan lejos. niño venía a mi tapiri para algún dfa escaparse conmigo. Una mañana mientas
Trabajaban y luego se sentaban a conversar más todavía, siempre recor- estaba conmigo en el caño cazando camarones, vino Moturima y se lo llevó.
dando ese lugar antiguo donde las más viejas habían nacido. Entre ellas esta- Desapareció con los indios que lo habían traído y más nunca volví a verlo 3 •
ban Katarama y Nakemómi, ambas mujeres de Ohiriwe; y estaba M+rerima, Los visitantes estuvieron casi un mes con nosotros. Los Kóhóróshí-thari
también esposa de ese cacique, pero más joven y con dos hijas, tal vez nacida salieron una vez con ellos de cacería y encontraron rastros de civilizados. Es-
enTaotaop+wei.lhiramarima era otra vieja que recordaba mucho. peraron como una semana a ver si aparecía gente y después se devolvieron.
Hablaban del río Shanishani, que es el caño Bocón, con sus aguas que se Trajeron unas hachas sucias de balatá y unas totumas. Volvieron a salir de ca-
meneaban mucho con el viento. Recordaban los muchos pescados que había cería. Después que regresaron, una tarde, vinieron algunos visitantes y a la
en el caño, y también los gusanos que había para comer y que ahora no se fuerza querían llevarse a dos muchachas. Años atrás, cuando vivían juntos,
conseguían por estas tierras. Recordaban también el caño Yeisip+wei ke don- siendo pequeñas las niñas, les habían dado comida durante mucho tiempo
de había mucha yagua. Después oo volví a oir nombrar ese caño. Decían que para que se casaran con ellos. Ahora se acordaban de eso. Los Kóhóróshi-
habían pasado por Porap+wei, que es el Alto Manaviche, donde hay un cami· thari corrieron y lograron quitárselas de nuevo. Hubo un gran pleito, solo fal-
no muy alto y donde una muchacha se había caído y matado. Hablaban tam- tó que se flecharan. Se zumbaban tizones. Yo me asusté, corrí detrás del tapi-
bién del sitio de Horetop+wei, donde había muchas palomas que cantaban en rí y me encaramé en una mata para ver desde arriba. Creía que se iban a ma-
el conuco ... tar. Era ya de noche y todos los hombres se fueron a cortar palos para pelear.
Una tarde llegaron los Yamónawé-theri y los Hesiprerepe-theri, aquellos Las muchachas fueron al monte a enmogotarse con sus madres. Cuando llega-
mismos que habían acompañado a los Kóhóróshi-thari hasta el Maricoabi. ron los hombres con los palos, hicieron una fogata en el medio del patio que-
Muchos de ellos venían vestidos con ropa de blancos; daban risa. Traían a un mando las palmas que se agregan al techo para que el espíritu del sol, de la
niño blanco, como de siete años de edad y cuatro perros. Hablaron con Ohiri- luna y demás hekura enemigos no vean a la gente que está dentro y no se ro-
wé, con su cuñado Watahewe, con el hijo de éste, Siparawé, con Masiriwé, su ben su alma. Los niños también traían hojas y ramas secas para quemar. En-
yerno, y con otros. A lo mejor decían que habían matado civilizados y que les tonces comenzó el duelo: unos contra otros, dándose toletazos en la cabeza.
habían robado esa ropa, esos perros, ese niño. A Ohiriwé le dieron ropa, va- Duro se daban . ¡Qué horror! Algunos se caían. Mujeres y hombres sacaban a
rios espejos y una botella, para que con esas cosas de los blancos matara a los
Shama-thari. Ellos creían que rompiendo y quemando esos corotos los malos 3) Este niño era el mayor de dos hijos raptados con su madre a una familia de cabl~­
cos en el rio Maiá. Años más tarde, cuando estos Yanomami raptores fueron mi-
2) En realidad, este caño no llevaba a los blancos del Alto Orinoco, lugar por el que sionados por los PP. Salesianos del Brasil consiguieron ponerlo en contacto con su
habían pasado los Kóhóróshi-thari en su expansión hacía el sur. Dicho caño con- familia , pero al no acostumbrarse a su nueva vida debieron regresar\o a la selva.
ducía hacia los blancos del Brasil. Para una mayor información sobre este caso véase Wavrin (1939) y Coceo (1972).

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los caídos. Yo mirando con miedo y llorando. Cuando ya muchos tenían heri- Entonces se renovó el shapono viejo de Paretota. Hicimos muchos viajes
das hondas en la cabeza, soltaron los palos. Desde arriba , vi que los Yamóna- cargar hojas de miyóma para el techo . A los tres días estaba lista la ma-
we-theri y los Hesiprerepe-theri, alumbrándose con tizones, buscaban su co- r:::, metimos todos los corotos dentro, colga?1os y dormimos allí. Al día si-
guiente yo fui con Heniyoma al c~~uco. A m1 _me mandó recog:r onoto, el_la
mida, recogían sus chinchorros y se iban. Los hombres salieron los últimos,
después de quemar sus tapirís. látanos Tamb1en otras muieres estaban haciendo lo rrus-
se puso a recoger P · . ,
Más tarde vino Heniyoma con sus hijas. amos y nos fuimos a Ja casa, a m1 me mando que soplara candela y
-¡Horehore prewe, Horehore prewe! - me llamó. mo. C ar.óg a buscar leña. Ese día todos los hombres h ab'tan sal"d1 o , a lgunos a
eUa salt d , hi
Ese era mi nombre desde el día que había llegado al campamento d~ las otros a cuidar camino. Tarde llegaron los caza ores, ventan con cae -
mujeres Kóhóróshí-thari; palabra que quiere decir "flor grande". No sé por cazar Y auJ·Í y otros traían verada. Como yo 1e b ab ta' cut"da d o e l nmo
· - a una
camo y P . . d ., A , . lá
qué. También me llamabanShihiti-theriyoma, por lo del caño Bimití que dije. mujer llamada Yawarima, ella me d1ó un pedacito e pau11. se. m1 p tano y
Alguna vez me decían también Napeyoma. Los Yamónawe-theri seguían di- lo comí con el paují. Dormimos. , . . . .
ciéndome Peripowe-theriyoma. Como la verada que habían traído era poca, al dia s1gm~nte salieron casi
En seguida bajé y me fui con ellas. A la mañana siguiente como veinte todos los hombres a buscar más, yo volví al conuco con Hemyoma, a_garab~­
hombres salieron detrás de los visitantes. Los alcanzaron y Mamoprei, el hijo tear un poco de onoto. Ella encontró dos racimos de plátano ~areamz. Volvi-
de Ohiriwe, se trajo a una muchachita Yamónawe-theri, Wawakómi , de como mos para Ja casa y sancochamos los plátanos. Los hombres tra1ero~ verada, .ª
diez años y que hacía mucho le habían prometido, pero demoraban en dárse- media tarde cuando estaban haciendo sus flechas, de p_ronto se pusieron a gn-
la. La trajo y se la entregó a su mamá. No hubo pleito porque alcanzaron solo tar:
a las mujeres; los hombres iban delante. Los Yamónawe-theri no hicieron -¡Hama ke peee! · .
cuestión, porque en realidad Mamoprei había estado dándole comida durante Yo me asusté , no sabía que era hama. Pensé en alguna fiera, en los ene-
mucho tiempo cuando era pequeña. migos. Eran unos visitantes.
Después de eso nos quedamos allí como tres días. Se cocinó el wapu y sa-
limos por otro camino. Al rato de andar, encontramos cumare. Estos indios
no sabían que tuviera fibra. Yo recogí un poco. Cuando nos paramos a Ja tar-
de, lo desfibré, lo lavé y lo puse a secar para que blanqueara. Los indios íban
a ver, lo tocaban y me decían que era "curagua" .Recordabao esa mata, que
se da en la región de donde habían venido. Me lo cogían para torcerlo y hacer
sus adornos o para hacer cabuya con que amarrar sus corotos. Seguimos cami-
nando muchos días , durmiendo en tapirís y al fin llegamos a un campamento
que parecía ser de algunos Hesiprerepe-theri. Su jefe era Mahuwe.
Los Hesiprerepe-theri se llamaban así porque una vez los había agarrado
una epidemia y les dio mucha comezón. De tanto arrascarse se les había caído
el pelo a todo el mundo. Yo ví algunos todavía pelones. Los Yanomami cuan-
do sienten esa comezón, acercan la parte del cuerpo al fuego y se rascan. Di-
cen que el fuego mata a )a madre de la comezón.
Allá hicimos nuestros tapirís, al lado de los Hesiprerepe-theri. Ellos esta-
.han comiendo wapu con cacería y bebiendo ca.rato de seje.
Antes que anocheciera, la mujer de Ohíriwe se fue al tapirf de Mahuwe y
más tarde volvió seguida de una muchacha que venía llorando, toda adorna-
da, trayendo su chinchorro debajo del brazo. Lo tendió debajo del de Ohiri-
we. La muchacha era hija de Mahuwe y se llamaba Reahuma. La esposa de
Ohíriwe se quedó durmiendo en su chinchorro al lado. A la mañana siguiente
no vi a Reahuma ni su chinchorro. Había vuelto con su mamá.
De allí, al otro día , seguimos. Dos días más tarde enfilamos por el cami-
no grande. Dormimos dos noches más y llegamos de nuevo a Paretota. Antes
de llegar, esperamos dos días. Las mujeres cortaron hojas para techar. Yo,
con ellas. Poco a poco iba aprendiendo su lengua, cuando por no entender no
les hacía caso, ellas me daban coscorrones.

4-0 41
CAPITULO 111
Los Inocentes de Kaomaripiwei
ws dos hombres bien pintados, la cabeza cubierta de plumón blanco y
luciendo plumas de guacamaya en los brazos, se pararon en medio del patio,
con la cara hacia arriba. Todo el mundo los miraba. Sus dos mujeres habían
quedado en la entrada. Eran un viejo, ciego de un ojo, que se llamaba Shoi-
mawe, su esposa, llamada Parauma, el hijo, a quien le decían Apiahi-theri y
la esposa de éste, ±-rawama. Eran Karawe-thari, y los Karewe-thari en ese
tiempo eran enemigos de los Kóhóróshi-thari.
Witohi-theri, yerno de Ohiriwe, llamó a Soimawe; Watahewe, cuñado de
Ohiriwe, llamó al hijo, y las
esposas siguieron a los maridos. Los hicieron
acostar en sus chinchorros y pronto les ofrecieron carato de wapu. Después de
tomar, Shoimawe comenze a hablar con Ohiriwe, que era hermanastro suyo.
Apiahi-theri habló con Watahewe, que era primo de su mamá. Así, pues, ve-
nían de una tribu enemiga, pero eran parientes. Antes los Karawe-thari y los
Kóhóróshi-thari habían sido una misma tribu.
Para venir, Shoimawe había tenido que engañar a los suyos. Les había di-
cho que iba de cacería para tal parte, y en cambio se vino a Paretota. El sabía
que los Karawe-thari estaban haciendo curare para venir a matar a los Kóhó-
róshi-thari.
-Mira, viejo - le había dicho un sinvergüenza.- Este curare es para matar
a tu hermano. Después que lo matemos, tú irás a llorarlo y a quemarlo.
-Bueno - él había contestado.- Mientras ustedes van a matarlo, yo me
voy de cacería. Después iré a llorarlo y a quemarlo.
Aquellos lo creyeron y lo dejaron salir.
Ahora, Shoimawe avisaba de ese peligro. También las dos mujere-s habla-
ban Y decían que huyéramos porque los Karawe-thari nos iban a matar. Du-
rante la noche los dos visitantes siguieron hablando y cantando. A la mañana
siguiente, a cambio de un chinchorro de algodón, el joven se llevó la olla que
mi mamá había traído en la curiara. Lloré cuando vi que se iba ese recuerdo
de mi casa. El viejo, en cambio, se llevó una camisa blanca de las que habían
traído los Yamónawe-theri y por ella no dejó nada, pero prometió traer algo'
en la próxima visita. Recibidos los corotos, los visitantes se fueron. Antes de
volver a su maloca, seguramente se quedarían por el camino cazando, para
demostrar a su gente que realmente habían ido a cazar.
Cuando acabó de irse aquella gente, los hombres se juntaron para tomar
una decisión. A la mañana siguiente todo el mundo se preparaba para salir.

Mujer Yanomami adornándose 43


Yo, también, zafé .mi chinchorro
. . y. ,me puse en fila · Sal·irnos por e ¡ carruno
· que estaban jugando les decía Ohiriwe:
grande, aqu~l qu~ _iba hac1~ el B1mitt, pero después nos desviamos, cogiendo -Ustedes se llamarán Kaómarip+wei-theri.
por un canun,? v1e10. Era tierra llana, con sabanas, morichales, caños ... Re- -No -contestaban las mujeres. - Eso es eterno. El cerro se queda todo el
cuerdo un ca.no grande, el Hehuri ke u, de aguas blancas, poco ancho, pero tiempo, nuestros hijos se acaban.
hondo y cornentoso. Las ?lujeres nos sentamos a ver. Los hombres se pusie- No sabían que con eso estaban diciendo la verdad .. . Pero el nombre de
ro~ a hacer un puente, pnmero unos que sabían nadar pasaron al otro lado y una gente termina cuando se mueren los viejos del lugar, por eso la gente se
alla con unas hachas que habíamos traído tumbaron un palo que cayó hacia siguió llamando Kóhóróshi-thari, que quiere decir gente de ese barro que ca-
acá; de acá tumbaron otro que cayó parejo al primero; las ramas que molesta- gan las lombrices. . . .
ban las tro~aron . Pero como no alcanzaban los dos palos, en el medio clava- Al día siguiente todos los hombres, con casi todas las mu1eres, salieron a
ron unos pil~es en el fondo,. amarrándolos con bejucos a las ramas dejadas a recoger yuvía. Hasta Ohriwe fue. Yo y Heniyoma, con otras mujeres que se
los palos caidos. Sobre los pilares tendieron unos palos duros, amarrándolos habían quedado, salimos a recoger moriche. En el shapono sólo se quedaron
con mamure. Como barandilla tendieron otros bejucos bien amarrados a los algunos viejos y viejas, de aquellos que por enclenques llevab~~ el cuerpo_ fa-
árboles de las orillas, a los palos atravesados y a Jos pilares. jado con tiras de maja~a. Con el1?~ se quedaron algunos runos ~quenos.
Pasamos. Por allá los hombres mataban monos, báquiros. Cuando se aca- Recogimos bastante manche y tamb1en pescamos cacaradoras. Volvimos car-
bara? los plátanos que cargábamos, comenzamos a comer cogollo de manaca. gadas. Al mediodía regresaron los hombres c?n báqui~os que ?abían _cazado,
Caminamos ca~i quince dí~, haciendo cada noche tapirís en un lugar distinto. y sus mujeres con las guaruras repletas de yuVJas y, enCima, algun paUJÍ.
Cuando ya temamos ese tiempo, Ohiriwe mandó a los jóvenes a explorar fru- Durante la noche yo me sentí peor. El moriche me había caído mal. Al
ta. Dos días después trajeron muestras de moriche y de yuvía y dijeron que día siguiente no salí. Los hombres se fueron todos, con sus mujeres, a recoger
había mucha tacamajaca próxima a madurar. moriche. Para recoger esta fruta los hombres se suben a la mata, cortan los
Dormimos allí Y: al otro día, seguimos. Encontramos un caño de aguas racimos y los tiran al suelo. Sobre un cañita se hace una troja de metro y me-
coloradas. E~ sus orillas había raíces de un bejuco que se parece a la yuca, dio de alto; en ella enganchan los racimos, dejándolos guindar sobre el agua.
pero es amanlla por de_ntro. Mi~ntras los hombres annaban los tapirís, más Arriba cubren con hojas de platanillo o con las mismas hojas del moriche.
adelante, al lado del cano, la mu1eres recogían esas raíces. A mí me llenaron Eso lo hacen para que la fruta se ablande rápido y así se pueda comer. Con el
la guatura Y con eso llegamos al campamento. Los tapirís ya estaban listos calor el moriche se despega fácil. Pronto se ponen negras las frutas y se caen
Recogimos leña, hicimos candela y comenzamos a asar las raíces. Yo las comÍ al agua. Para que la corriente no se las lleve, más abajo se hinca una serie de
l':°rque tenía mucha hambre, pero eran amargas, amargas como volver a de- estacas. A los cinco días se va a ver: ha caído casi todo el moriche y está blan-
arlo. Las tragaba sin masticar, también porque tenían un olor feo. Y, claro, dito, ya se puede recoger. La prueba es que el agua se ha puesto espumosa.
me ca~ó ma~, ~e dio dolor de barriga y me comenzó la diarrea. Dormimos . A Esto no lo hacían solo los Kóhóróshi-tbari en ese lugar que dije, sino que vi
la ma?.ana s1gu1ente l~s hombres cazaron y pudimos comer mono, cachicamo tambíén a los Puunap .f..wei-theri y Witokaya-theri hacer lo mismo.
Y__pau11. De~pu~s seguimos y ~legamos a un caño que llamaban Pahanap+wei Teníamos en ese lugar casi una semana. Una noche Ohiriwe había soña-
ke u, es dectr no de los albancos, porque en sus orillas había muchas de esas do que por el camino recorrido, donde estaba el puente, venían los enemigos.
palmeras. Nos sentamos y los hombres hicieron un puente. Tumbaron una Esta enemistad era porque Ohiriwe y sus hijos habían hablado mal de los Ka-
mata que llegó c~i a la otra barranca, allá le agregaron unos varales, después rawe-thari y de sus padres difuntos, cuando habían estado en el shapono de
amarraron un beJUC:O de barandilla y estuvo listo. En la tarde, temprano, atra- los Keprop+-theri y esa es una ofensa muy grave entre los Yanomami.
vesamos y nos metimos por entre unos peñascos feos; pero, después, entra- Los Karawe-thari querían vengarse porque sino, aparecerían como cobar-
~os a un~ sabana, ~n. un bonito morichal. A un lado, junto a otro caño, ha- des frente a los Kóhóróshi-thari. Esa mañana, pues, Ohiriwe habló del peligro
bta un se1aL Aqu1 hicieron los tapírís, pero grandes y en forma de shapono Y, enseguida, mandó a algunos hombres para que fueran a cuidar aquel cami-
como, para. quedamo~ mucho tiempo. Algunos hombres que habían salido d~ no. No se sabía si se trataba de Karawe-thari o nuevamente de Sharna-thari;
ca~na trajeron_ manmondas y babillas. Las mujeres se fueron al moricha] pero Shoimawe había dicho muy claro que vendrían los Karawe·thari.
cogieron cangrejos y cacaradoras. y Junto con Titirima, hija de Heniyoma, con Hatakoarima, Yawarima, Ha:
El lugar era bon~to. Y bonito quedó el shapono, con su patio de arena rokiyama, Wayaharami y tres niños - +rarito, Torawe y Mótokawe -, yo salí
fin~ Y blanca. Lo h~btan cercado simplemente con hojas de seje grande y cu- a recoger el moriche que había dejado en remojo el yerno de Heniyoma.
cunto, pues, tan le1os como estaba ese Jugar, no creían que los Karawe-thari Cada una recogía donde le tocaba. En el güenepe yo llevaba al ninito de Ya-
?ieran :apa~s de llegar ~ .atacamos. Cerca babia un cerro bonito que los bru- warima, lavaba moriche y comía . Lo demás era para llenar la guatura de Ya-
~s _hab1~. vts~o :n ~as vts10nes que tienen cuando toman yopo. Lo llamaron warima . Ya tenía la guatura medio llena, cuando oímos los gritos de al.~as
aomanp+we1 ke k;, porque estaba hecho de piedra blanca con manchas ne- viejas que se habían quedado en el shapono. Con nosotras estaba el hiJO de
gras, colores del gavtlán que ellos llaman kaómari. Por eso, ahora, a los niños Heniyoma; se paró para mirar y nos dijo: ¡Son los enemigos! Y cada cual fue

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repitiendo la palabra para que todo el mundo lo supiera en el moricha!. Con de negro. Avisé. Entonces comenzamos todas a encaramamos por aquel ce-
lo que habíamos recogido, todos regresamos corriendo al shapono. Cuando rro. Miré para un lado y vi que los enemigos avanzaban para rodearlo. Noso-
lleg~mos~ solo quedaban los viejos, Ohiriwe y dos cuñados, más las viejas que t as subimos hasta donde acababa el monte, de allí para arriba había pura
hab1an 01do hablar al otro lado del puente y en seguida habían corrido al sha- ~ña. Aquellos hombres que iban con nosotras se perdieron. Wawetoima,
pono a avisar. Los demás hombres habían corrido a hacerles frente a los ene- ara brincar de un farallón a otra peña con un niño en la espalda y otro en el
mig~s, pero éstos ya habían pasado el puente y venían por aquellas peñas del ~enepe, se cayó y medio ª?lastó al niñito que tenía engüene?~do. El niñito
canuno: Al ver que se acercaban Jos enemigos, los Kóhóróshi-thari , miedosos chó un grito y se quedó pnvado. Ella lo zarandeaba para rev1v1rlo. Nosotras
como siempre, comenzaron a recular. :os quedamos todas paradas allá. Desde abajo los enemigos oían los lloros
Nosotras, las mujeres, salimos detrás de las otras que ya se habían esca- del niñito revivido y gritaban:
pado. Habían ya escondido los corotos en el monte y, con sus chinchorros, se- -¡Aaatt+! Llora por última vez que ya te vamos a matar. Vamos a aca-
guían huyendo. Nosotras las alcanzamos poco antes del mediodía. Allá nos bar con todos los niños.
sen~os un rato para respirar y comer del moriche que llevábamos, pero en Las mujeres, nerviosas, comenzaron a chillar. Wayaharami decía:
seguida llegaron dos muchachos a avisamos que ya había habido pelea en el -¡ Karawe-thari !, ¿acaso les hemos matado a sus padres para que nos per-
peñascal. Ellos se fueron de nuevo. Entonces los dos hombres que iban delan- sigan así? Nos han estado persiguiendo toda la noche y todavía no están can-
te de nosotras, abriendo camino, nos mandaron seguir. Era monte virgen, ce- sados.
rrado, .con mucha piedra, en tierra más alta que el shapono. A media tarde, En eso nos dispararon flechas desde arriba. Eran los que habían subido
las mujeres comenzaron a hacer tapirís. Los dos hombres hicieron fuego. Yo por detrás del cerro. Ahora nosotras estábamos entre dos enemigos; pero nos
estaba con el sobrino de Heníyoma, soplando, después le pasé al niño a No- pegamos bien a las peñas y ninguna flechas hizo en el blanco. Seguramente no
kupe~, su mamá, y me fui con Heniyoma: ella a buscar leña y yo varejones querían pegarnos, sino Uevamos.
de seje para hacer una cerca. Los venía arrastrando cuando vi que las mujeres -¡Karawe-thari asquerosos! - gritó Wayaharami después que flecharon .
ya estaban corriendo más adelante. Tiré los varejones y corrí con Heníyoma. -Grita lo que quieras - le contestó un Karawe-thari, arriba de nosotras. -
Nuestros guías seguían abriendo camino. Ahora volvían los muchachos tra- Eres mujer y no te tengo miedo. Peor para tí que no tienes flechas. Lo que
yendo las noticias de que los Karawe-thari ya habían ocupado el shapono y la tienes es un marido cobarde. Se fue y te dejo para mí. Ya te voy a agarrar.
o~den de que nosotras siguiéramos escapándonos. También supimos que ba- -¡Mujeres Kóhóróshi-thari - gritaba otro Karawe-thari, - vean qué ma-
btan flechado a Etheweshiwe en la paleta. Sus parientes lloraban. Echamos, ridos mezquinos tienen: les hacen pasar hambre comiendo maíz de bejuco!
pues, a correr por el monte. Estaba anocheciendo. Volvimos a sentarnos. Al Nosotros tenemos conucos y a nuestras mujeres les damos plátano, pijiguao,
rato volvieron los muchachos con nuevas noticias: habían flechado a otro mapuey ....
Kóhóróshi-thari. Entonces seguimos, alumbrándonos con tizones, mientras -Nosotras comemos lo que nos dan - le contestó una. - No hemos ve-
aquellos do~ hombres quebraban ramas para abrir camino. Yo no cargaba ti- nido a pedirles a ustedes comida de su conuco.
zón: me cata sobre las piedras, las ramas me lastimaban, lloraba ... Atravesa- Yawarima, hija de Ohiriwe, me entregó a mí el mapire en que su padre
mos un caño seco, lleno de piedras. Después había un llano. Nos sentamos. tenía guardadas las cosas de los blancos que los Yamónawe-theri le habían
Allá llegaron los muchachos diciendo que los enemigos ya estaban donde nos dado para producir enfermedad a los enemigos; también estaban adentro las
h.abíamos sentado la primera vez para prender el fuego. Ahora estábamos ha- tres diademas de mis tíos. Ella, con sus dos niños, se escondió en un hueco.
ctendo fogone~ para calentam?s, porque hacía frío . Yo sentía mucho sueño y Entre aquellas peñas yo también conseguí una cueva y me metí adentro con el
me dormí, casi todas se durnueron , solo quedarían despiertas algunas viejas. mapire. Detrás de mí se metieron otras dos mujeres: las hermanas Waimana-
De pronto desperté: era necesario seguir. Caminamos y llegamos al pie del ma y Wawetoirna, ésta con sus niñitos. Las demás fueron buscando otros hue-
cerro. Nos sentamos; ya allí era lejos. Descansamos, medio durmiendo, acla- cos para meterse, pero no encontraban y se quedaban pegaditas de la pared.
raba cuando volvieron los muchachos a decimos que los enemigos estaban de Un niño de como doce años , aquel que se llamaba I-rarito, se había encara-
nuevo cerca. Segurai_nente aquellos viejos que iban fajados, se habían queda- mado en un palo. Al ver que un enemigo lo apuntaba, le gritó:
d? atrás, donde hab1amos comenzado a hacer tapirís. La noticia era que ba- -Papá, no me fleches.
bi~ flech~do a otro hombre: Katanawe, hijo de Heniyoma. Esta se fue en se- -¿Papá? - le contestó el hombre. - Si yo fuera tu padre, tú vendrías de-
gu~da comendo para sacarlo de la pelea, esconderlo y cuidarlo. Yo no la vi trás de mí - . Y lo flechó. ·
mas. Entonces su hermana, Nokupemí, me entregó a su niñito y corrió para Yo no pude ver, pero me contaron después que había sido con punta de
ver qué había pasado. Al rato volvió corriendo, me pidió al niño y me dijo: bambú: le había entrado entre las nalgas y salido por la barriga. El niño gritó
-Yo. voy adonde está mi hermano herido. Tú sigues huyendo con las Y se dejó resbalar hasta el suelo. Después rodó cerro abajo y tuvo fuerzas
otras mujeres-. Y desapareció de nuevo. para llegar hasta el shapono. Allá lo vi yo más tarde. Entonces los enemigos
Nosotras estábamos ya un poco alto y vi que abajo venían indios pintados que estaban arriba dieron medía vuelta por el cerro y bajaron donde estába-

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m:~ nosotras. n -~. rde de un faraJlón estaba Irokaima, mujer de Watahe.
we, con sus tres rumtos agarrados de ella. Un Karawe-thari le dio un empujón arrancas angostos para que fuera difícil recuperar sus cuerpos.
y todos rod~~on peñas abajo. En seguida comenzaron a agarrar a las mujeres.
b -¡Quédense allí - gritaba uno - para que sus padres los encuentren y se
Eran todas Jovenes las que estaban allí. Las viejas se habían regado para lo Jos coman! · 1 · b 1 ·•
lados y enmogotado más abajo. 8 A medida que iban juntado a las mujeres, es quita an a os mnos y se
A Jos mayorcitos que trataban de escaparse, los agarraban, los
-No irán a !Jevamos a nosotras solas - dijo esa estúpida de Wayaharami. Jos mataban.
.
d 1 1 b . e , . .
al suelo y les hincaban el arco traspasán o es a amga. ¡ uantos m-
· En aquellos huecos hay otras mujeres escondidas. uraban Dº , 1
Entonces halaron afuera a la primera mujer que estaba en mi cueva e _ taron aquella vez, 10s m10.
d . w. ' s nos ma
ecir a1manarna. Corno la segunda, Wawetoima, se resistía, la amenazaron Temu·nada Ja carnicería ' los Karawe-thari comenzaron
. a provocar: .
con una flecha de punta de bambú, al fin, halándola por el brazo, Ja sacaron
- 1·Kóhóróshi-thari cobardes! Se han escapado de1ando solas a sus mu1eres
Yo me quedé adentro un rato, tapada por aquel musgo que había rasgad~ y SUS h·IJOS.
· Les hemos matado a los niños y ahora nos llevamos a sus espo-
para entrar. Pero alguien avisaría, porque en seguida vi varias caras de hom- sas ... ¡Vénguense, pues! . _ _ _ _ . .
bres asomadas a la entrada. Qm una flecha de punta de bambú uno me ame- Así gritaron por un rato, despué~ Tao.nwe, aquel Kohorosh1-than que en
nazó y tuve_ que salir. El indio miró bien adentro y con una flecha de arpón el Maricoabi se había adueñado de ml vestido, contestó: . ._
sacó el mapITe. Se lo puso a cuestas y me agarró a mí de un brazo. Otro Ka- -Cobardes son ustedes, Karawé-thari. Agarran a las mu1eres y los runos
rawe-t~ari siguió ~nos rastros de mujer; apartó un bejucal que tapaba un hue- en un cerro Sl· n salida · Ya veremos si son ustedes valientes cuando vengan los
co Y vio ? :awanma . Con el arco la amenazó y la obligó a salir. El la agarró Shama-thari a atacarlos. . . ,
- ¡Taoriwe , bicho feo! - gritó un Karawe-than, reconociendo _al que había
Y otros vm1eron a qmtarle a los niños. Agarraron al mayor y lo batieron con-
tra una peña. Las otras mujeres rodearon a Yawarima para defenderle al más hablado.- Tú no eres hombre. Tienes pescuezo largo de comadreja. Ven acá,
pequeño. para que ensuciemos u~a fle~~a en tu sangr~ . _ _ _ . .
- ¡No lo maten! ¡No lo maten! - gritaban. - ¡Amíaoawe! ¡Amtanawe! Ven acá - gntó el Koho~osh1~than. . ..
y nada más. Algunos Karawe-thari salieron en d1recc1ón de Taonwe. Y
Unos hombr:s zafaron los brazos de aquellas mujeres, sacaron al niño y
flecharon entre las peñas donde estaba escondido, pero no le pegaron. V~IVIe­
lo mataron golpeandolo contra una peña. Quedó desmigajada su cabecita. El
hom?re que había mat~do a los hijos de Yawarima, se posesionó de ella. To-
ron trayendo W1 arco. Entonces mandaron que bajáramos con ellos. Arrume
dos iban agarrando mu1eres. Wawetoima ahora estaba allí con un niño en el llevaba un indio por una mano; por la otr~ apreta~a su arco ~ -~us flechas.
Mientras bajábamos encontraron a Herehem1 escondida con su mmto de unos
güenepe Y el otro a cuestas. Un indio quería saber si el más pequeño era va-
rón o hembra y_fu~ para quitárselo; pero dos hermanas de la madre se lo qui-
ocho meses. Se lo quitaron y lo reventaron contra la raíz de una ~ata . Cuan-
do cayó, vi que todavía movía sus piemecitas. A su_ mamá la pusieron en fila
taron antes. El md10 amenazaba hincarle a la madre la flecha de bambú. Otro
hombre I~ arrancó ~¡ niño, miró de qué sexo era y, como era varón, lo agarró
con nosotras. Seguimos bajando. Yo lloraba horronzada. Pasamos por donde
estaba Irokaíma, aquella mujer que habían empujado por el barranco. Estaba
por los p1es y lo batió contra Ja peña. Después miraron a la criatura que tenía
en la espalda. toda rota dos de sus niños estaban muertos y el otro todo magullado, lloran-
do que c~si se ahogaba. Ya el sol estaba alto. En eso llegó Manei"'.e, caciq.~e
-Es hembra, déjala - dijo uno de ellos. - Llevémosla para criarla y así
de los Karawf!-thari, que había estado en Ja pelea. Al ver a esa mu1er, le diJO
tendremos yernos que nos den cacería. Dejemos a las hembras y matemos a
que se levantara y se sentara en limpio oon sus niños. Nosotras nos param~s
los varones. Dedan eso pensando en los trabajos que deben realizar los jóve-
nes antes de casarse, sobre todo cazando y cultivando para dar de comer a sus donde había un claro. Allí comenzaron a aparecer las viejas llorando. El cact·
futuros suegros. que preguntó por qué lloraban las mujeres y las viejas contestaron que porque
. Despué~ le cayeron encima a Yaatama. Le quitaron una criatura de seis
les habían matado a los niños. Maneiwe no había visto toda aquella matanza.
días que tema y se la reventaron contra una peña. Otra mujer estaba sentada -¿Por qué mataron a los niños? - dijo regañando. - ¿No saben que ª.los
niños no se les debe matar? Agarraron a todas esas mujeres ... Yo no quiero
con s~s dos niños: uno tendría ya dos años, se lo quitaron y reventaron contra
ninguna para mí. Las mujeres Kóhóróshi-thari tienen maña para escaparse; la
una piedra; el otro, después de forcejear, se lo quitaron y mataron también.
Todo aquello era puro gritar, llorar, gemir ... Uno a uno fueron matándoles última vez que las agarramos, se fugaron casi todas. . . _
los niños a las demás muíeres. Rupropemi gritaba: También Warapaw~, hermano de Maneiwe, estaba disgustado y rega~a­
ba. Los Karawe-thari estuvieron discutiendo más de dos horas. Algunas mu1e·
- No lo maten , que éste es hijo de ustedes. Yo viVÍa antes con ustedes y
me escapé con este niño en la barriga. res aprovecharon para pasarles sus niñitas a las viejas,-que iban a esconderse.
A -~o; Yª. ~a pasado demasiado tiempo - dijo uno. - ¡Es Kóhóróshi-thari!-. Finalmente oímos por allá a los Kóhóróshi-thari. Maneiwe mandó a algunos
hombres a perseguirlos. Flecharon bastante, pero no pudieron dar en el blan-
garro al nmo por los pies y lo reventó contra una peña. Después Jo recogió
co. Poco más tarde llegó Shama-thari, un Kóhóróshi-thari que se había casa~o
todo morado Y lo zumbó en el baranco. A los niños los tiraban en aquellos
con una mujer Karawe-thari y vivía desde entonces con este grupo , que hab1a

49
estado persiguiendo a los Kóhóróshi-thari, y vio a la mujer de Watahewe, su rnenzaron a decir que había moriche para recoger, que fuéramos allá; lo de-
h~rmano, con sus dos hijos muertos. Quedó triste y se puso a regañar. Luego cían para poder picurearse. Entonces los hombres recogieron las guaturas que
gntó para llamar a Watahewe, que estaba por allá escondido, padre de Jos quedaban en el shapono y las repartieron entre algunas presas. Estas salieron,
tres niños empujados por el barranco. AJ fin salió, pintado con rayas en Ja pues, con algunos hombres.ª recog~~-m_ori~he. -yo me quedé con l~ mujeres
cara y en el pecho. Los KarawC.-thari querían flecharlo, pero Maneiwe no Jo Karawe-thari. Las otras mujeres Kqliorosh1-than llQraban. En eso 01mos a un
permitió. Este lo agarró por el brazo, lo mandó acuclillarse y se puso a hablar niño gritando fuera del shapono. Era l-rarito, aquel niño flechado entre las
con él. Le pregunto por qué se había salido del shapono, cuando tenía que nalgas. Shama-thari salió y lo trajo. Temblaba el ch~co, u?.raba. Los Karawe-
haberse quedado adentro con su mujer y con sus hijos, que su hermano no thari lo miraban y querían matarlo, pero Shama-than les d110:
hubiera permitido que Je hicieran nada. Después le dijo que sus hombres ha- -No lo maten. Está tan mal herido que seguramente se va a morir -. Le
bían matado a los niños, pero que lo habían hecho sin él saberlo. Dijo que tendió el mismo chinchorro que cargaba él, lo acostó y le prendió un fogonci-
habían venido a matar a Ohiriwe y a sus hijos, porque habían hablado mal de to la lado.
ellos. Después, Watahewe habló con su hermano Shama-thari. Este le decía. En el moricha] un Karawe-thari se agachó para lavar moriche que quería
-¿Por qué no te quedaste esperándome en el shapono con tu esposa y tus comer y la presa aprovechó para escapársele. Era Hatakoarima, aquella mu-
hijos? Mira lo que le han hecho a tu gente. chacha que me había cargado viniendo del Bimití. El la vio correr y la flechó
-Tú también has venido con Jos Karawe-thari a matar a mis hijos - Je con punta de arpón, dándole en todo el espinazo. La muchacha gritó y se
contestó Watahewe. cayó. Es difícil que se haya salvado. Allá la dejaron y los demás volvieron al
-No, hermano - dijo Shama-thari. - Si yo hubiera estado aquí, no los ha- .fhapono. De allí salimos todos, en seguida. Se quedó Watahewe. Cuando
brían matado. pasamos por aquel peñascal, ya estaba oscureciendo. Llegamos al puente y
Watahewe miró toda aquella carnicería y, Jlorando dijo: pasamos al otro lado del caño, donde tenían escondida una cacería. Dormi-
-¿Por qué han matado a todos esos niños? Ellos no tienen culpa de lo mos sín hacer tapirís, solo hincaron palos para colgar los chinchorros.
que hacen los grandes. Los niños no saben agarrar una flecha , tender un Durante la noche vinieron los Kóhóróshi-thari a flechar: ¡tak, ta, ta, tak!
arco ... y ustedes los mataron. Si quieren matar, busquen a sus padres. Yo oía las flechas. Los Karawe-thari taparon en seguida los fogones. Shapo-
. -~~eno - dijo al fin Shama-thari. - Ahora nosotros nos vamos. Si quieres nowe quedó herido en la espalda. Hokotonama me haló detrás de una mata.
ir a v1v1T con los Karawe-thari, ten por seguro que no te va a pasar nada. Un Karawe-thari gritaba:
Nuestra rabia es con Ohiriwe. El tiene la culpa de todo lo que pasó. -¡Kóhóróshí-thari cobardes! Se pasan todo el día encuevados y de noche
-No - dijo Watahewe. - Yo ahora voy a recoger leña para quemar a Jos se ponen valientes para venir a flechar, a flechar desde lejos ...
muertos-: '( en seguida salió a buscar un hacha, un machete y una ropa que En ese desorden muchas mujeres aprovecharon, bajaron al caño y subie-
había recibido de los Yamónawe-theri y se los dio a su hermano. ron por el otro lado. Con ellas estaba Waimanama, hija de Watahewe. Donde
Los Kóhóróshi-thari, en lugar de aprovechar aquel tiempo pa'ra organi- estaba yo escondida vino Yawarima, aquella mujer a la que le habían matado
zarse y atacar, se escondieron mejor. ¡Miedosos, cobardes aquellos Kóhóró- dos niños y me dijo:
shi-thari!
-Yo me escapo. Tú quédate con ellos, total no tienes a nadie con nosotros.
Había tres heridos Karawe-thari; estaban sentados. Entonces Maneiwe Yo estuve con los Karawe-thari una vez: tienen conuco con plátanos, fruta
mandó hacer fila, los hombres con las mujeres. Los hombres gritaron, patea- para comer. Si te quedas con los K6hóróshl-thari te podrían matar porque de-
ron el suelo, batieron las flechas con los arcos, apretando en el sobaco el bra- jaste robar el mapire de los corotos de los blancos. - Y se fue .
zo de las presas. Esa vez no cantaron, solo gritaron: En la madrugada los Kóhóróshi-thari volvieron a flechar. Cuando amane-
-¡Aaa+++! ¡Aaa+++! ció, miré: quedaban muy pocas mujeres Kóhóróslti-thari. Los Karawe-thari
Watahewe se quedó ahí sentado, mirando a sus hijos muertos. Lloraba ... entonces tiraron al agua las guaturas de las mujeres fugadas para que las co-
En eso, el que me tenía agarrada me empujó, diciéndome: rriente se las llevara. Seguidamente fueron a pelar bandas de majagua para
-Quédate. Tú estás muy flaca . Te vas a morir en el viaje-. Yo estaba en rea- cargar a los heridos más graves. Shaponowe y Urihiwe. Maneiwe había sido
li?ad hecha puro hueso desde que me habían flechado, y ahora peor con la herido durante la noche en una rodilla; la tenía hinchada. Paushíwe también
diarrea que me había dado por comer raíces. Entonces me agarró por la mano resulto herido en el pie, en la madrugada; lo tenía morado, hinchado, feo. Lo
una muchacha joven como yo. Se IJamaba Hokotonama, una de las ocho mu- mismo Shitoyawe.
jeres .q ue se habían traído los Karawe-thari. Pero ella era Shekereí-theriyoma. Seguimos. Por el camino de su venida. Algunos hombres atrás, siempre
Me hizo pasar delante de ella, detrás de su hermano. Cuando estuvimos todas cuidando el camino; otros delante, para impedir que los enemigos nos cerra-
en fila: hombre, mujer, hombre, mujer... Maneiwe dio la orden de salida. ran el paso. Algunos decían:
Nos fuimos desandando el camino que habíamos abierto. Pasamos por el -Los Kóhóróshi-thari son cobardes, pero nos persiguen. Les hemos quita-
shapono cuando ya era tarde. Se sentó todo el mundo. Las mujeres presas co- do mujeres. Esperan que oos descuidemos y nos atacan.
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-No - decía otro. - No nos persiguen. Primero tienen que quemar a sus a cuidar.
muertos. Con ella seguí y llegamos, finalmente, cerca del ~a.mpament~ .donde es-
-¿Qué creen ustedes que han matado? - decía el jefe Maneíwe. - ¿Bá- las mu1'eres Karawe-thari que tenían niños, las v1e1as y los v1e1os y algu-
iab an
quiros o Yanomami? ¡Yanomami! Pues, sepan entonces que los Yanomami se bres que los cuidaban. Antes de llegar, todos nos b-anamos y nos pin- .
nas ho m se pintaron los hom1c1das,. . h
que eran mue os. Al . .
as pnsioneras asl
ponen bravos cuando les matan a sus hijos. Los Kóhóróshi-thari vendrán a
tamos. No , , ·-
vengar a sus muertos. ¡Anden con el ojo pelado! obligaron a pintarse de onoto. A mi no, porqu~ era todaVl~ nm~ y estaba en-
Caminamos por una sabana. Por ella pasaba un caño; en ese caño lava- ferma. Entramos. Había mucha gente. Las mu1eres Karawe-than comenzaron
ron con hojas de helechos a los homicidas; les pusieron dos palitos blancos en insultar a las seis Kóhóróshi-thari que llegaban:
las orejas y otros dos en cada muñeca. Anduvimos dos días por esa sabana, ª -Mataron a sus hijos y vienen pintadas. En lugar de llegar llorando, vie-
con mucho sol, con mucha hambre. Después volvimos a entrar en la selva. nen alegres. ¡Perras sucias, pintadas de onoto como si fueran a una fiesta!
Allí esperábamos conseguir cacería, raíces y cogollos de manaca. Algo encon- Una de ellas, celosa, amenazaba hicarle el dedo en los ojos de las presas.
tramos, no mucho, porque íbamos ligero para llegar pronto. Llevábamos seis ·Qué de groserías decían! Y las mujeres Kóhóróshi-thari, calladitas.
1
días de haber salido del caño Pahanap+wei y encontramos cucurito. Tumba- -· Cállense! - dijo entonces Maneiwe. - No hemos traído a estas mujeres
ron cuatro de esas palmeras y les sacaron el cogollo: repartieron uno entre los para ~ue peleen con ellas. Miren qué cansadas vienen. DénJes algo de comer.
heridos, los otros entre los demás. Allí oímos gritos, como de báquiras: eran Ustedes las tratan mal; por eso siempre se escapan de aquí.
los Kóhóróshi-thari que venían persiguiéndonos; dispararon, pero no acerta- Cada prisionera iba a la casa del hombre que la había agarrado. Hokoto-
ron. Eran tres flechas; por los adornos reconocieron a los tres dueños: Sipara- nama me llevó al tapirí donde estaba su mamá. Se llamaba Wapurama. Debía
we, Auweiwe, hijo de Ohiriwe, Kashahewe, hermano de Taoriwe. De ahí se- ser mujer brava; tenía· la mollera llena de cicatrices. Ella también estaba gri-
guimos, con hombres adelante y atrás cuidando el camino. Los que cargaban tando contra nosotras. Su hija le dijo:
a los heridos iban siempre en el medio y se turnaban. Finalmente cogimos por -Mamá, ésta es Napeyoma. Los Kóhóróshi-thari me contaron que ellos le
otro camino y llegamos al sitio de Reshep+wei, un conuco nuevo de los mataron a su papá y se trajeron a ella. Está flaca, por eso ningún hombre la
Kóhóróshi-thari. Las matas de plátano estaban muy pequeñas todavía. Saca- quiso. Yo la he traído hasta acá. Ahora se quedará con nosotras.
mos ocumo y yuca dulce. Hicimos candela y los asamos. Con eso aquietamos -¡Qué bueno! - dijo la vieja. - Esta es hija de nape y los nape saben
la mucha hambre que traíamos. También recogieron mucho tabaco. Algunos zambullírse en el agua y sacar babilla para comer. Ya la voy a mandar al caño
se fueron al monte a buscar tiras de casupo para hacer mapires. Entre hom- para que me saque babilla. Ahora acuéstate que estás cansada -. Y me hizo
bres y mujeres hicieron varios en poco tiempo. Después los forraron y los fue- acostar en su chinchorro.
ron llenando de ocumo, yuca y, arriba, tabaco. Los cargaban con bandas de La gente venía a verme, pero la vieja los regañaba. Ella pensaba guardar-
majagua. Cuando ya íbamos andando, de nuevo los Kóhóróshi-thari volvieron me para su hijo, Sheretowe, que tendría unos doce años. Era brava la mujer,
a flechar. Los hombres se tiraron al suelo. Solamente nosotras nos quedamos pero me trataba bien. Las mujeres Karawe-thari sentían celos por las recién
de pie. Luego se pararon nuestros hombres para flechar a su vez. Así hacen: llegadas.
se paran para disparar, después se agachan o se tiran boca abajo, para esperar Al día siguiente, tempranito, alumbrándose con tizones, salieron los hom-
que caigan las flechas de los enemigos. bres adelante, para llegar a un conuco donde tenían pijiguao. Después que
Seguimos caminando tres días. Los Kóhóróshi-thari no volvieron a fle- amaneció salimos los demás. Maneiwe iba apoyándose en el arco, porque te-
char. Los hombres cazaban y comíamos carne con yuca y ocumo. Los heridos nía la rodilla muy hinchada.
ahora caminaban por su cuenta, usando el arco como si fuera bastón. Donde Al mediodía Wapurama quiso comprobar si yo sabía zambullirme. Deja-
descansábamos, los hombres conversaban. En una de esas paradas Waonawe mos las guaturas en la barranca y bajamos a un caño. No había rastros de ba-
dijo: billa. Entonces nos pusimos a cazar cangrejos. Después la vieja dijo:
-Esta mujer no me gusta: la regalo porque es mañosa y se escapa. - Ya es tarde. Vámonos para llegar al shapono viejo, que los hombres de-
¿Quién la quiere? ben de haber llegado con pijiguao.
Nadie la quería. El se quedó con ella. Lo mismo decía Heweriwe. Ware- - Vámonos, vámonos - dijo otra vieja, - que las palomas hórama corrie-
nawe, hermano de Hokotonama, la muchacha que iba conmigo, le dijo a ella ron anoche cantando, a los mejor los Kóhóróshi-thari están viniendo.
de mí: Recogimos las guaturas, adentro metimos los cangrejos y seguimos. Las
- Dale esa muchacha a alguien. Cuando lleguemos al shapono, todo el otras muchachas iban adelante. Cruzamos por un morichalíto y comenzamos a
mundo la va a querer y entonces hay pleito. Ella está sin dueño y, como no te ~ubir una loma. Delante de mi iba Maróharima, mujer de Heweriwe. Detrás
tienen consideración a ti, te la van a quitar. Tú entonces llorarás y yo me pon- tba Witokama. Por ahí oí un ruido de una rama pisada que se quebraba. Las
dré bravo y soy capaz de matarla. mujeres iban distraídas arreglándose sus adornos y no oyeron. Yo me volteé
-No. Ella se vino conmigo todo el tiempo. No la doy a nadie. Yo la voy para ver, sobre un tronco vi parados dos hombres, pintados de negro. Al ver-

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me me hicieron señas de que no gritara y no avisara. Entonces Yak+we, ma-
rido de Witokama, se vino y agarró a su mujer por el brazo, le tumbó la gua-
tura y comenzó a arrastrarla. Vino el otro, Wasiriwe, e hizo lo mismo con
Wawetoima, su esposa. Una vieja en seguida se puso a gritar:
-¡Enemigos! ¡Enemigos!
Las mujeres jóvenes en seguida corrieron adelante. Solo se quedaron allí
las viejas. Apearon sus guaturas. Maróharima gritó:
-Vamos a quitárselas. ¡Vamos! Después nuestros hombres van a decir
que vimos a los enemigos quitándonos a las presas y nosotras los dejamos ha-
cer.
Corrieron las viejas y alcanzaron a los enemigos. Agarraron a las mujeres
por las piernas, mientras sus maridos les halaban por los brazos. Les gritaban
y los amenazaban con los rasha husi que son pedazos de arcos viejos que han
afilado para utilizarlos en la siembra, desenterrar raíces, y a veces, como aho-
ra, para defenderse. A Yak+we lo agarraron por la canilla y lo tumbaron. Su
mujer logró zafarse y correr. Masiriwe soltó a la suya y le dijo que huyera. La CAPITULO IV
mujer huyó y quedaron las viejas contra los hombres. Masiriwe con el arco
amenazaba hincárselo s las viejas, para que soltaran a Yak+we. De Brasil a Venezuela
-Las voy a matar - gritaba.
-Nosotras vamos a matar a este hombre - gritaban ellas. Y a Yak+we: Seguimos y llegamos a un sitjo viejo de ellos: Huriap-i-wei, así llamado
Hoy viniste a entregarte para que te matemos. No te escaparás. Viniste por tu porque, al pie del cerro que había, se veían muchas matas de huria. Allí que-
mujer y te quedas tú para morir. Tu compañero te quemará. daban los tapirís del viaje de ida. Las mujeres habían traído hojas. de miyóma
-Agarrémoslo por los huevos - gritaba Maróharima - para que pierda la y comenzaron a renovar los techos. Esas hojas se usan y después vuelven a
fuerza. cargarse para otra parte, si no hay seguridad de encontrar nuevas, como en
El otro con el arco las amenazó. Asustadas, ellas se apartaron un poco, esta ocasión. La hoja de miyóma es dura y resistente, y no se encuentra don-
pero luego volvieron a atacar a Masiriwe con el rasha husi. Yo había adelan- de hay sabana.
tado un poco y me paré para ver. Una vieja me vio y me gritó: Tarde, ese día, llegaron los hombres trayendo mucho pijíguao y algunos
-Sigue, sigue. ¿También tú quieres escaparte? plátanos que habían encontrado en el conuco. Una vieja les dijo:
En eso Masiriwe logró librar a su compañero y los dos se fueron corrien- -Ustedes nos dejaron solas por el camino, sin nadie que nos cuidara. Vi-
do. Entonces las viejas les gritaron: nieron los Kóhóróshi-thari y se llevaron a sus mujeres. Ahora van a decir que
-¡Kóhóróshi-thari miedosos! Todas las veces que los Karawe-thari van a se las llevaron del mismo shapono nuestro.
pelear con ustedes, se traen a sus mujeres. No tienen sangre de valientes para - ¡Bien hecho! - dijo Maneiwe. -Ustedes las maltrataron cuando llegaron
defenderlas. ¡Pobrecitas! Cuando lleguen allá, volverán a pasar trabajo bus- al campamento y por eso se escapan.
cando raíces de bejuco para poder comer. -Se han llevado solo a dos - dijo Wapurama , -las dos que venían detrás.
Más allá Yak+we y Masiriwe alcanzaron a sus esposas y se fueron con Los dueños de las fugitivas se pusieron bravos y salieron acompañados de
ellas. Así quedaron libres las tres hijas de Watahewe. otros hombres para recobrarlas. Más tarde, alumbrándose con tizones, regre-
saron diciendo que habían encontrado los rastros y los habían seguido hasta
perderlos. Las mujeres cocinaron parte de lo que los hombres habían traído
del conuco. Comimos. Durante la noche los jefes decían lo que había que ha-
cer al dia siguiente.
Amaneció. Los hombres que no habían matado iban a limpiar el shapo-
no , nosotras íbamos a traer hojas para techarlo; todo el día cargando hojas.
Era grande esa maloca, porque grande era la tribu de los Karawe-thari. Des-
pués de tres días de trabajo nos metimos adentro. Estaba bonito, limpio. Las
presas también teníamos que trabajar, y mucho.
Esa es la costumbre. Las mujeres Karawe-thari, especialmente las bravas,
le decían a la presa:

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-Ahora tienes que ir ~ m~.tar cangrejos; a buscar leña; a traer agua. Yo · Cómo pretendes que yo te vaya a pegar a ti?-. Y a Riokoma, empujándola:
me quedo en Ja casa con IIllS h1Jos. Para eso te trajo mi marido.
: Pégale, pégale. Si no le pegas, ella se va a acostumbrar a pegarte .
Claro que a las presas no les gustaba oír eso . Riokoma miraba feo , esta-
ba brava y contestó: Riokorna quería, quería; levantaba el palo , pero luego no pegaba. Llora-
ba, derramaba sangre y temblaba. Apoyada en su palo, Arata-theriyoma esta-
-Yo no he venido para eso . Me agarró el hombre y me escapé. Después
de noche me volvió a agarrar. Así es cómo he venido a oír tus regaños. ' ba esperando el golpe. . .
-Pégale, pégale - le gntaba el hombre a Ri~koma . , .
La dueña, que se llamaba Arata-theriyoma, le decía:
-Pégame, pégame - le gritaba A~ata-thenyoma . - Tu no ere~ vahe~te.
-Tú no te escapaste porque no quisiste. ¿Por qué las otras se escapan y
no volvieron? Te viniste de sinvergüenza, porque quieres a mí marido. ¿Por qu é viniste con mi esposo?· Yo qmero enfrentarme con una mujer valien-
Despertaban muchos celos las presas entre sus dueñas. Al día siguiente, te. -¡Pégale, pégale ya! - le gritaba Minapowe a Riokoma. -:-- ¿No oyes lo
Minapowe, dueño de Riokoma, le dijo a su esposa:
que te está diciendo? Si no le pegas, otra vez te va a hacer lo mismo que hoy.
-Quédate aquí con los niños . Yo voy al conuco a buscar plátanos con Pálida y regada en sangre , Riokoma lloraba sin pegar. El hombre enton-
esta mujer.
ces le quito el palo y le dijo: ., .
-Sí - le contestó con rabia Arata-theriyoma. - Tú te llevas al conuco a -Ya que no le quieres pegar, toma-. ¡Tuk! Y tambten Je dio él un toleta-
esa mujer y yo que necesito ir a recoger algodón tengo que quedarme en la
casa .
zo. Riokoma cayó desmayada, con una nueva herida, más pequeña, por el
Minapowe no dijo nada y salió con Riokoma . Arata-theriyoma se quedó otro lado de la cabeza. Las otras mujeres Kóhóróshi-thari vinieron a arras-
pero hecha una fiera . Cogió el chinchorro de Riokoma, lo reventó y ya lo ib~ trarla y le echaron agua.. Al rato volvió en sí: , .
a quemar, pero las otras mujeres no la dejaron; entonces lo fue a botar afue- -¡Ja, ja, ja! - decía riéndose Arata-thenyoma. - Yo sabia que ella me iba
ra, gritando:
a tener miedo. A mí nadie me pega. ¡Ja, ja, ja!
-No hice este chinchorro para que viniera a acostarse uria sinvergüenza. Las otras mujeres Karawe-thari le gritaron:
Luego'. para desahogar su rabia, les pegó a todos sus niños; encontró el -Esa mujer te tiene miedo porque no es de aquí. Sí nosotros te damos
anoto de Riokoma y dándole con un madero lo hizo añicos. con el garrote, tú también te vas a caer como ella. Te haces la valiente con las
-¡Celosa! -le gritaban las otras mujeres, regañándola. - Te quitas la rabia mujeres que no son de aquí. .
pegándoles a tus hijos. Pégale a la mujer que ha salido con tu marido . Siguieron discutiendo, gritando. 31 hombre quería pegarle a Arata-then-
Más tarde volvió Minapowe con Riokoma . Ella venía toda pintada de yoma ; pero ella le gritó: .
onoto crudo y traía gruesas motas de algodón en las orejas. Al verlos Arata- -Pégame, pégame. Sí tú me pegas, yo quemo la casa y me voy ~n mis
theriyoma le dijo a su marido: '
hijos adonde los Shekereí-theri. Así te quedarás solo con tu nueva mu1er bo-
-Ahora vienes llegando , tranquilo, contento, porque te fuiste con tu pe- nita. Pégame , pégame - le volvía a decir acercándose para provocarlo , - y
rra por ahí.
hoy mismo me voy para el shapono de mi hermano.
Ellos descargaron los plátanos que traían y Arata-theriyoma, que ya tenía Minapowe no le pegó. La discusión no tenninó. No sé si al fin Riokoma
preparado su palo, lo le~antó y le pegó en la cabeza a Riokoma. Esta se cayó, llegó a acostumbrarse o si se escaparía.
desmayada, con una henda grande. En lo que recobró el sentido, trató de co- Era terrible esa Arata-theriyoma . Por su sobrenombre debía de haber ve-
rrer, pero no ten fa fuerzas.
nido de tan lejos como es Arata, que son unos raudales del Ocamo, raptada
-Pégale tú t.a1!1bién, pégale -:-- le gritaban las otras mujeres. -Quiere que- chiquita a lo mejor cuando los Karawe-thari vivían por el Orinoco. La noche
darse sola esa VIeJa celosa. ¿Qmén sabe por qué no quiere tener una mujer antes la habían hecho cantar y yo oí que sus canciones eran diferentes de las
que la pueda ayudar?
que cantaban las demás mujeres.
-Yo no la necesito - gritaba Arata-theriyoma. - Yo tengo mis brazos · Al día siguiente yo me quedé en la maloca con algunas viejas. Todos los
para trabajar.
demás salieron a recoger gusanos. Era ese gusano que ellos llaman maya, lar-
Dis~utieron. Minapowé , sentado en su chinchorro , se había quedado ca- go, blanco , espinoso, que vive en las matas de siringa. Había muchos siringa-
llad~ , mI~ando. Al rato se levantó, cogió un palo que tenía por allá y se Jo en- les por las orillas de aquellos caños. Las matas casi no tenían hojas, sino puros
trego a Rrokoma.
mazos de gusanos. De tanto comer hojas, dejan la mata peladita. Después co-
- Pégale tú también - le dijo.
men los cogollitos. Se oye el ruido continuo de lo que cagan. .
-Pégame tú mismo, pégame - le gritaba Arata-theriyoma a su marido.- Los preferidos son aquellos ya hechos , que bajan por el tronco para ir a
No hace falta que me pegue ella. Si ella me pega , yo la voy a matar. Así va a hacer su capullo en el suelo: -tienen más comida y están sin mierda. Estos los
ver quién soy yo.
embojotan en hojas de casupo y los ponen en la guatura. Pero se aprovechan
-El pleito no es conmigo - dijo Minapowe. - Tú estás brava con ella. también los otros, los que andan arriba por las ramas . Los recogen , los vol-

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tean, les revientan la barriga y les sacan el mondongo con su caldo verde. Bo.. se zambullían y sacaban más pescado todavía. Cuando terminaron Wapurama
tan eso y el gusano lo guardan en la guatura bien forrada de casupo.
No sé cómo pueden agarrar bichos con esas púas tan feas. Uno de esos dijo:-Dicen que Napeyoma sabe agarrar b a b'll d , h ·
i a y to av1a no se a metido al
bichos le cayó en la cabeza a un hombre y se le quedó enterrado por las púas _ Sus hijas se reían. Ella decía: -Vamos a esperar que crezca más.
~-ue tiene. Regresó a la maloca con la cabeza hinchada y pasó la noche que- aguaCogieron
· aquellas ramas y nos f m~os
· mas' ab aJo
· , dond e h ab'ta un po~o
Jandose ~e d?Jor. Como candela le ardía. A otro, mientras reventaba un gusa- Allá volvieron a pescar de la misma manera. Lo que pescaban ese d1a
no para hmp1arlo por dentro, la grasa le salpicó un ojo y quedó sin ver. Arde gran de . . , 1 1 d 1
como ají. No sé si recuperó la vista después. eran sa rdinas · Son blancas o amanllas, segun
, e. ca or e agua , con la cola par-
. dos y rayadas de negro. Despues saheron y comenzaron a cazar can-
Yo vi volver toda esa gente tardecita con las guaturas llenas de gusanos. t1da. en En aquellos huecos de la onlla · sacaron tamb'ten , muehos sapos. A ve-
Ponían los bojotes sobre la candela y se oía sonar: ¡ta, ta, ta, taki ta tak! Rui- greJO:· encuentra alguno grande y bravo que aprieta duro el dedo y hace
do de las púas que se caen. Los gusanos hechos los asaban en la olla de barro. -~~ask! Tiene fuerza el bicho. Los chiquitos, no. Las mujeres los agarraban y
Comían y lo que sobraba lo guardaban en la troja para comer al otro día. Por 1
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mataban golpeándolos contra un palo._ Para que no se mezclaran con las
todas partes repartían gusanos. Wapurama me dijo: rdinas Jos embojotaban y echaban el boJote en la guatura.
-Mira. Esa gente trajo mucha maya. Vamos a comer con aquella mujer. sa Co~o no había otro caño antes de llegar a la maloca, allá mismo se pu·
Yo le dije que no queóa, pero ella me haló, me llevó allá y dijo: · a limpiar las sardinas, los cangrejos, los sapos. Botaban el mondongo.
-Napeyorna viene a tu casa a comer gusanos. s1er00 , . · ·
Al sapo le arrancaban con una astilla de bambu la hsta ro1a que ,tiene a 1os
--Cómo no - dijo ella. -Tenemos muchos. ¿Ella come eso? lados. Arde si se toca y sí se cocina produce ardor en la boca. ¡Cuantas veces
-Sí - dijo Wapurama mintiendo. La mujer me dio en bojote abierto. Yo me hicieron llorar con eso a mi! Nos bañamos, nos adornamos y después Wa-
miré aquellos bichotes feos, achicharrados, y me asusté. Nunca había comido purama nos dijo: . . .
gusanos donde mí mamá. Se lo dí a Wapurama y nos fuimos. Arata-theriyoma -Vámonos y ... ¡cuidado con los enemigos! Como que los Shama-than an-
nos llamó y me dio otro bojote. Se lo pasé a Wapurama, en una guatura ella dan rondando por ahí.
los iba juntando. Todos nos daban. Volvimos a su casa. Ella me dio para co- Echamos a andar, a Hokotonama y a otra hija Wapurama las mandó ade-
mer, pero yo le dije: lante para que en caso de peligro se refugiaran rápido en el shapono.
-No quiero. Nunca he comido eso. Parece que los enemigos iban rondando de verdad. Durante Ja noche al-
Aquellos indios se dieron un hartazgo de gusanos. Les gustaban. Al día gunos brujos se habían enyopado y enviaban a sus espíritus para que les hici~­
siguiente volvió la gente a recoger más gusanos. Pero nosotros salimos a pes- ran daño. El día antes habían encontrado en el conuco muchas matas de pla-
car. Hokotonama iba conmigo. Anduvimos un rato y luego bajamos por aquel tano tumbadas. Esa tarde yo salí a bañarme con Hokotonama al caño donde
barranco. Los pajaritos cantaban. Había muchos de aquellos sapitos que ha- se tomaba el agua, et Huriap+wei ke u. Llené dos calabazas, salí y las guardé
cen prei, prei, prei .. . Al fondo pasaba un caño de aguas blancas. al pie de una mata. Luego me zambullí para bañarme. Afloro y veo algunos in-
-Allá está Preiyorna cantando - me decía Hokotonama. Preiyoma era dios agachados, pintados de negro. Me hicieron señas de que no gritara. Yo
una mujer que antiguamente se transformó en ese sapito. Era la esposa de toqué a Hokotonama y ella también los vio y les dijo:
Iwariwe que era el dueño del fuego y se transformó en babilla. -No nos flechen. Somos sólo mujeres.
El caño allí se veía angosto y lleno de peces que se movían. Otras mujeres que se estaban bañando miraron y todavía vieron las hojas
-Aquí - dijo Wapurama. A mí me entregó a su niñita diciéndome: - que se movían por donde habían pasado ellos. Nos vinimos corriendo, sólo se
Siéntate ahí con ella. Ten cuidado, porque pueden venir los enemigos .. Tam- quedaron las viejas, gritando:
bién el tigre; aquí el tigre no tiene miedo de comerse a la gente. -¡Enemigos! ¡Tengan cuidado!
Ellas se sacaron el guayuco y los hilos que llevan cruzados en el pecho y Los hombres se armaron y salieron hacia el caño. Fueron por donde les
la espalda, los embojotaron y los metieron en sus guaturas. Después quebra- indicaban las viejas, encontraron los rastros , pero no consiguieron a los ene-
ron unas ramas sin hojas, bajaron con ellas al agua y comenzaron a pegar: migos, que eran Kóh6róshi-thari. Volvieron tarde, con monos capuchinos Y
¡pla, pla, pla! Los peces. asustados, se escondían debajo de las hojas podri- blancos que habían cazado. Al día siguiente la vieja Wapurama me hizo la
das, los palos, las raíces. tonsura y me recortó el pelo. Era la primera vez que me Ja hacían. Lloré por-
'. -Y.a está bueno así - dijo al rato Wapurama. - Vamos a ver si queda to- que me dolió mucho. Raspar con bambú es muy doloroso. Me _., . ·
.. davía alguno-. No quedaba. Entonces tiraron las ramas y comenzaron a aga- abanicaba con una hoja de palma. Las mujeres se reían de mí. &.<a"'ts-tó .má~·>,
rrar hojas podridas en el fondo. Donde sentían moverse , apretaban y agarra- cuando, después, me untó con anoto; entonces Wapurama m ~'pió encima.
ban el pez, lo mordían en el cogote y lo tiraban a la orilla. Agarraban muchos Ese día me fui con ella y otras mujeres al conuco, trajimos c ur yí~~ed9~.
Wapurama y sus hijas. Afuera una de ellas iba recogiendo y echando en las Allá fue donde vi por primera vez mucho algodón en los co ~ ,., ~noniam1. . '
guaturas. Después fueron más allá, donde era más hondo, entre las piedras, De regreso nos pusimos a comer sardinas y cangrejos del dí ~e .~n ~so es:_:/,
~
58 ~~
o-oo~ -:}ó
----
tábamos cuando oigo gritar:
-¡Hama ki! peei!e! -Allá hay gente que la defenderá - dijo Wapurama. - Aquí se la pueden
Estaban llegando visitantes. Menos mal, porque ya yo estaba pensando llevar los Kóhóróshi-thari -. Así que tuve que irme. . . .
en enemigos. Pasamos el caño y fuimos subiendo por el cerro Hunap+we1, que era el
que le daba nombre al conuco y al caño de los Karawe-thari. Subimos un
Los dos hombres se pararon en el medio del patio, la mujer se quedó en
0 luego echamos a andar por la ladera. Para descansar nos sentamos en
la entrada. Después supe que el viejo se llamaba friwe; era Aramamisi-theri poc ' .
un peñascal y comimos el pijiguao sancochado que 11eva' b amos. M'1en!ras co-
con tiempo viviendo entre los Shekerei-theri. De la maloca de éstos venía'
, mos nos alcanz.ó el esposo de Wapurama con sus otras esposas: jóvenes
junto ~on su_hijo Óra?íwe, y la mujer de éste , Morómi. En seguida alguno~ ro1a , , · b ·
las tres. Con estas vivía él, y no c<:m Wapurama. Despues seguimos, ªJª~ºs.. y
Karawe-than los convidaron a sus casas. Después hubo esa conversación que
se hace como cantando. tr vesamos un caño de aguas blancas. Allí encontramos rastros de lnwe.
-Los Shekerei-theri tienen mucho pijíuguao maduro - decía friwe. -
~i~mos tapirís en las cabeceras de un caño. Los ~ombres,_ por la tarde, ~alie­
ron de cace.ría y mataron paují, araguato y babilla .. COCJnar?n. Dorrmmos.
Vengo a convidarlos para hacer una fiesta. Pero tienen que ir pronto, antes
que los Shama-tharí vayan a atacarnos . Cuando amaneció, comimos y sin más volvimos a cammar. Subimos por un.~­
rro muy alto; bajamos; era un camino feo, yo me caía, me_ aporreab~, la vieja
-A~bo de renovar el shapono - contestó Maneiwe. - Tengo ya mís plá- me regañaba . Hokotonama iba siempre detrás de mí. ~ub1mos y bajamos por
tanos gumdados. También el pijiguao de acá está madurando. Si me voy para
otros cerros 4 . Las marimondas y los monos blancos gntaban por aquellos lu-
allá, aquí se pudre todo. No solo, sino que llegamos de pelear con los Kóhó-
gares. Al día siguiente ya no hubo t~nto cerro, que subir. En un lugar limpio,
róshi-thari. Les hemos matado muchos niños, les hemos quitado mujeres, sobre el camino ancho, con mucha piedra, hab1a montones de conchas de esos
pero se han escapado casi todas. Las que nos quedan pueden pelear con las
coquitos que ellos llaman yawatoa. A~ oí decir que ha~ían estado los Kara-
nuestras. Ahora vendrán los Kóhóróshi-thari para vengarse. Pueden venir a we-thari y los Kóhóróshi-thari. También nosotros recogimos muchos de esos
tumbar las matas de pijiguao . Quiero esperarlos aquí .. . Si me voy, van a decir
cocos, los quebrábamos y comíamos. Cerca había un cañita para beb~r agua.
ell?s q~e me escapé de miedo. En fin, iré otra vez. Ahora, si alguien de aquí
qwere irse, puede hacerlo. Dormimos y cuando amaneció salimos con una buena carga de ~o~mto~ . L.a
otra comida se iba acabando. Llegamos a un lugar llamado Sh1thipap+we1,
En realidad los Kóhóróshi-thari podían venir y arrasar la maloca y el co- lleno de palmeras y de cacao. Había un rastrojo y un shapono viejo ce:ca y al
nuco. Además, acabábamos de hacer un viaje largo y, para llegar a Shekerei, frente el cerro Shithípap+wei ke k+. Era lugar de los Kóhóróshi-than, antes
había que caminar por muchos cerros, sin decir que los Shekerei-theri estaban de írse adonde estaban ahora. Hicimos tapirís y dormimos. Ese era el último
sie.m~re en peligro de ser atacados por los Shama-thari. De manera que Ma- cerro que había. .
ne1we no aceptó. Después friwe vino a hablar con el padrastro de Hokotona-
El viaje duró varios días. La selva volvía a tener mat~s d~ bala~á, ch1cle,
ma. Este dijo que iría, no le importaba dejar que se pudriera su fruta: los piji- pendare. Era monte limpio, no más monte cerrado . Se veta le1os. Finalmente
guaos q~e él tenía allí en el conuco de Huriap.f.wei daban muy poco todavía, llegamos a un moricha! y allí dormimos. Al día siguiente, baja~os ~ªun ca~o
en cambio Jos que tenía en Shekerei eran buenos.
ancho , pero poco profundo, la gente decía su nombre: Sh.ekere1 ~e u. Tema
De noche siguieron las conversaciones. A la mañana siguiente lriwe pi- mucha piedra y el agua corría clara pero fuerte. En la onlla crectan muchas
dió flechas y se fue con su gente. '
calitas blancas y olorosas. También había matas de siringa. Atravesamos, su-
. Wapurama fue la primera que les siguió junto con sus hijos. Ella tenía bimos, bajamos, subimos otra vez, bajamos finalmente a un llanito. .
P,ªn.entes entre los ~hekerei-theri. Su esposo, Wanap+wei-theri, también que- Allí el día antes nos habían venido al encuentro hombres y mu1eres.
na tr porque el ~c1que de los Shekerei-theri era su hermano. Total que nos Como n~ nos encontr~ron, se habían puesto a pescar sardinas con flechas chi-
prepar~i:nos y saltmo~ . Ibamos: Warenawe, hijo de Wapurama, con su esposa quitas y cangrejos, de esos que viven entre las piedras. Allí estaban los restos
Y sus .hi~_os; el otro htJO, Paushíwe, con sus dos mujeres e hijos; el otro hijo,
de lo que habían sacado. Nosotros seguimos caminando, derechito, por el
Shereiwe tres yernos de Wapurama; ella, con sus cuatro hijas y yo.
borde del caño y llegamos a una sabanita limpia. Nos paramos para bañarnos,
Yo tenía flojera para andar. Todavía me dolía la herida de la flecha. Las
mujeres Karawe-thari me gritaban: pintarnos y adornarnos. Mientras hacíamos esto, nos alcanzaron algunos Ka_~
rawe-thari que se habían decidido a última hora: Iwawe, Urihiwe, Shaponowe
-Quédate, quédate. Tú no volverás. Los Shama-thari te llevarán .
y sus esposas. También comenzaron ellos a pintarse. Shihórima, esposa de
Maróharima, su hermana y su mamá me alcanzaron para hacerme devol- Shaponowe, se sentó a mi lado, me renovó la tonsura y me pintó con onoto la
ver, pero Wapurama me dio un halón y me hizo seguir. 1

cara y el cuerpo, en las orejas me puso un adorno de tres plumitas blancas, de


-Vamos - me dijo, - que allá hay mucho pijiguao para comer .
.-Tú la vas a llevar por la fuerza - dijo Maróharima, - pero los Shama-
than se la llevarán. ¿Serás capaz de quitársela a ellos como nos la quitas a no- 4) Estos son algunos de los cerro~ que forman la sierra Tapirapeco y que c?ns~ituye e~
sotras? límite entre Venezuela y Brasil. Helena estaba, pues, entr_an~o en temtono vene
zolano, aunque en esa época, aún la frontera no e.staba delimitada.
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esas que le crecen al paují en el trasero. Luego seguimos;los hombres adelan-
te. Ya estábamos cerca y oímos a los Sbekerei-theri gritando:
-¡Rama ke pe! ¡Rama ke pe!
Urihiwe propuso entonces que nos quedáramos a cierta distancia del sha-
pono, para entrar bailando como se acostumbra en toda fiesta de reahu, pero
los demás no quisieron porque éramos muy poca gente. Además, los que lle-
gaban eran parientes, así que podíamos entrar de una vez. Wapurama me dio
unas advertencias.
-Cuando ellos llamen, tú vente detrás de mí. No vayas por donde otros
te llamen.
Entramos. Era un shapono grande, alrededor tenía una cerca hecha con
varejones de cucurito. Había poca gente, porque casi todos los hombres ha-
bían salido de cacería. Se imaginaban que vendrían todos los Karawe-thari y
por eso habían organizado una cacería colectiva de varios días y por lugares
alejados del shapono, donde no vivía gente. Los hombres visitantes se queda-
ron parados en el medio del patio, esperando. Nosotras, las mujeres, nos que-
damos en la entrada, esperando que los hombres fueran invitados para cada
una de nosotras irse detrás de su marido. Wapurama, como era de allí, se fue
en seguida donde estaba la mujer de Hekurawe, el cacique, y yo y sus hjas
nos fuimos detrás de ella. En seguida los hombres Karawe-thari fueron invita-
dos y se regaron por la maloca, seguidos de sus mujeres e hijos. Hekurawe
estaba brujeando, cuando terminó, mandó a algunos hombres que cocinaran
carato de plátano. Después lo repartieron entre todos los que habían venido.
l-riwe ofreció pijiguao sancochado a los parientes que venían a visitarlo. Más
tarde llegaron algunos Shekerei-theri que habían salido de cacería sólo por los
alrededores del shapono. El sol iba bajando y la mujer de Hekurawe hizo de-
salojar una parte de su casa, para que nosotras tendiéramos nuestros chincho-
rros.
Al rato la nuera de Hekurawe viene y me dice:
-Mi suegra te manda llamar. Ven a comer pijiguao con nosotros.
-Pídele permiso a ella - le contesté señalando a Wapurama.
-Mí suegra quiere hablar con Napeyoma.
-Que vaya - contestó Wapurama. - Que conozca. Aquí estamos entre
gente, no como en Huriap+wei, donde todos quieren conquistar mujer. Aquí
- me dijo a mí - tú puedes ir donde quieres. Vete y habla cuanto quieras.
Cuando comience a oscurecer, te vienes.
Yo me fuí , con un poco de miedo, aunque me acompañara Hokotonama.
Allá la esposa de Hekurawe me hizo sentar en su chinchorro. Había muchas
mujeres; Hekurawe tenía muchas hijas.
-Come pijiguao - me dijo ella. - Toma carato de plátano - . Luego agre-
gó: -Mira. No vuelvas con esa gente. Cuando ellos se vayan, quédate con no-
sotros. Aquí estarás más tranquila. Los Karawe-thari son muchos, cuando co-
miences a ser mujer, alguien te va a agarrar, te van a halar por los brazos, las
piernas; te van a hacer pedazos. No te vayas con ellos. Para darte este conse-
jo te he llamado. ¿Tú quieres volver con ellos?
-No sé - le contesté - Todavía no conozco a la gente de aquí tampoco.
-Aquí la gente es buena - dijo la mujer. - Te vas a encontrar bien. Na-

62 Joven Yanomami
die te va a molestar. Yo tengo un hijo casado, pero tres que no lo están toda-
vía. El mayor está de cacería; es buen cazador. Tú podrías ser su mujer. No te
vayas más con ellos-. Yo no contesté nada. Ella me dio más pijiguao y agre-
gó: - Come, come , come. Aquí nunca se acaba nuestro pijiguao. Cuando el
de uno está maduro, el de otro ya pintonea y los de otros están verdes toda-
vía.
Hablaba, hablaba aquella vieja para convencerme. Algunas cosas yo no
se las entendía. Cuando comenzó a oscurecer, Wapurarna mandó a su hija
Ráshaatemi a llamamos.
-Vamos - me dijo. -¿Dónde está Hokotonama?
Esta se había ido con la nuera de Hekurawe a ver lo que estaba haciendo
I-ríwe , que· era un brujo capaz de matar con sus espíritus a los niños de los
enemigos y allí mismo, eo su maloca, sacar de la garganta pedazos de hueso
del niño muerto .
Llamamos a Hokotonama y nos fuimos. Wapurama nos dijo:
-Las mandé llamar porque ya está oscureciendo . Los Shekereí-theri son
gente grosera, gente abusadora ...
Allá nos acostamos y dormimos.
-Vamos - dijo Hekurawe, cuando acabó de amanecer. - Vamos todos a
recoger pijíguao para esta gente. Hoy van a llegar los que salieron de cacería.
Hokotonama me llamó y con su mamá salimos también nosotras. Heku-
rawe iba alegre, al pasar por un conuco nuevo, nos dijo que cogiéramos pláta-
nos. Wapurama sacó bastantes y los dejamos para cargarlos a la vuelta. A
continuación estaba un rastrojo con mucho pijiguao. Las matas eran bastante
viejas, del tiempo en que vivían con ellos los Karawe-thari. Allí vi como se
encaramaban los hombres. Como el tronco tiene muchas espinas largas, ama-
rran dos pares de palos cruzados alrededor del tronco , se montan encima y
así, empujando arriba un par y después el otro van subiendo. Llevaban con
ellos un bejuco, arriba desgajaban el racimo, lo ataban al bejuco y lo iban ba-
jando.
En eso comenzaron a cantar los chupacacaos, había muchos alrededor de
aquel rastrojo: chupacacao, cao, cao, cao ... ca, ca, ca, ca, ca .. . En lo que oyen
gente se ponen a cantar, igual que si ven tigre, báquiras, picures ...
-¡Pei yeee! - dijo Hekurawe. - Los Shama-thari andan por ahí rondando.
Me estarán viendo ahora que no están aquí mis hijos. Unos están lejos de ca-
cería, los otros montados en los píjiguaos y no pueden bajar rápido para de-
fenderme. Los Shama-thari están cerca, dicen que van a matarme, quemar mi
.~hapono.
Mientras el viejo seguía gritando, su gente amontonaba racimos de piji-
guao . Los hombres se fueron bajando. Los viejos estaban tejiendo mapires
para cargar. Entonces Hekurawe me llamó:
-Ven acá. Coge pijiguao del que te guste.
Había de los tres tipos: rojo, blanco y verde con rayas blancas. Cogí un
racimito bonito. Hekurawe también invitó a Wapurama a que cogiera. Des-
pués mandó a todas las otras mujeres que cargaran racimos y fueran delante a
cocinar.
-Yo - dijo Hekurawe - me quedo aquí para cargar los mapires. Hoy o

Bailando en un reahu 65
mañana regresan los que salieron de caceria. Hace así /8/ días que salieron. El había ido a visitar a los Aramamisi-theri y allá había oído decir que los
Tal vez no han conseguido caceria y por eso están demorando. Ellos fueron a Sbama-thari vendrían a atacar a los Shekerei-theri.
buscar mucha, creyendo que iban a venir todos los Karawe-thari. Vamos a es- Luego quiso saber si yo era verdaderamente nape y comenzó a preguntar-
perarlos, pero con cuidado, porque también estamos esperando a los Shama- me cómo se decía en nape pijiguao. Yo le contesté que pupunha, pues creía
thari, los que me quieren matar. ue estaba en Brasil. Me preguntó cómo se decía onoto y el nombre de algu-
Nosotras salimos. Pasamos por el conuco y recogimos aquellos plátanos. ~os bejucos ... Preguntaba, preguntaba. Al fin su mujer le dijo que me dejara
Llegadas a la maloca, con Hokotonama me fui al caño a bañarme y a traer tranquila y me dio cachicamo y plátano asado para co~er ; también le dio a

li agua. Cuando regresé , aquella esposa de Hekurawe me llamó, me hizo acos-


tar en su chinchorro y me dio de comer pijiguao, de beber me dio carato de
plátano, primero, y luego carato de seje. Habló de nuevo conmigo, para con-
Hokotonama y a las demás muchachas. De beber me dio carato de plátano.
El hombre entonces me preguntó otros nombres. Terminó diciendo:
-Creo que Napeyoma vive allá, lejos .. . Ahora no tengas miedo de mí,
quistarme. Cuando vino Hokotonama, cambió de argumento y, al marcharse trátame como si fuera tu hermano mayor. Yo soy ahora tu hermano, pero yo
1 l de nuevo ella, volvió sobre el tema: que me quedara con ella, que Wapurama soy Yanomami y tú eres nape. No tengas miedo de venir para acá. .
1 era mala, que se había ido de allí a los Karawe-thari porque había peleado, Después él fue a echar caraña en la olla donde se estaba cocmando el
que allá me disputarían los hombres, que aquí estaría tranquila .... onoto. Su esposa, en cambio, se puso a pintarme todo el cuerpo con onoto
l
1
Más tarde Wapurama me llamó. Me fui. Ella me regañó.
-No viniste a comer pijiguao conmigo. Aquí tenía carne para tí, ahora no
fresco. Quedé coloradita. Luego, cogiendo mezcla en el borde de la olla, me
hizo rayas negras en la cara. También pintó a Hokotonama, con puntos en la
te doy. cara. Nos dijo que tenía dos hijas, pero que se habían ido de cacería con sus
-Ella me ha dado de comer, no te preocupes -le dijo yo. maridos. Esperaba que ese día volverían.
-Sí - contestó ella con rabia. - ¿No sabías que tenías que venir a comer
conmigo? ¿Tií piensas acaso que te vas a quedar con ellos? Te has venido
conmigo y conmigo te volverás a ir.
-No sé si me quedo con ellos o si me voy contigo - le dije yo con calma -
Todo el mundo está hablando de los Shama-thari que vienen .. . Dicen tam-
bién que, si nos atacan, yo tendré que irme con los enemigos y, óyelo bien -
le dije un poco más brava: - si no vienen los Shama-thari y yo quiero quedar-
me aquí me quedo porque así me da la gana.
Yo ya sabía hablar un poco la lengua y podía decir lo que pensaba. Ella
comenzó a gritar, quería pegarme, pero yo me quedé callada y me acosté.
Al día siguiente - serían las cinco de la mañana - vino la hija de Wapura-
ma, aquella gordita que se llamaba Hapauma, la que nunca quiso casarse; di-
cen que porque era como hombre. Nos invitó a Hokotonama y a mí a que
fuéramos con ella a matar sardinas. No nos gustó la idea; nos quedarnos.
Cuando amaneció me puse a asar pijiguao para comer. A eso de las siete me
vino a llamar Mawama, la nuera de .J.riwe.
-Mi esposo está cocinando para Napeyoma - le dijo a Wapurama. -
Quiere conocerla. Déjala que vaya. Tengo anoto y la voy a pintar bonita.
Yo no quería ir, pero Wapurama me dijo que fuera. Hoxotonama y otras
muchachas me acompañaron. El esposo de Mawama estaba acostado y ella
~-cinando .pijiguao en una olla. Yo me senté sobre una leña, él se volteó y
d110:-¡Je, Je! ¿Esta es Napeyoma? Yo creía que era una mujer madura. Así
decían que eras los Aramamisi-theri. Todo el mundo habla de ella y no es
sino una niña. Sólo los Shama-thari no saben todavía. ¿Verdad que te vas a
quedar con nosotros?
-No - contestó Hokotonama en seguida - ella se va a ir con nosotros.
-Dale pijiguao - le dijo entonces él a su esposa. - La llamaste y no le das
nada. Je, je. Es mejor que se vaya adonde los Shama-thari con la barriga lle-
na ...

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66
CAPITULO V
Prisionera de los Shama-thari
Nosotras queríamos salir pero teníamos miedo. Por la mañana Hekurawe
había dicho: - No dejen salir a sus hijas del shapono. Durante la noche he
oído cantar a las palomas hórama.Quiere decir que los enemigos siguen ron-
dando por ahí cerca.
Así y todo, yo salí de la maloca con Hokotonama, ahí mismo, a hacer Jas
necesidades . En eso estaba, cuando ¡crac! oí quebrarse una rama a poca dis-
tancia. Eché en seguida a correr, y detrás de mi Hokotonama. Desde el caño
vimos que también venían coniendo varios niños. Gritaban:
-¡Enemigos! ¡Enemígos!
Entramos al shapono. En eso cayó el primer ramalazo de flechas, que se
clavaron en el patio. Los hombres cogieron sus arcos y flechas y esperaron.
Estaban asustados porque eran muchas las flechas caídas y ellos eran pocos,
no pasaban de ocho. Yo me quedé en la casa de Mawama. Cayeron flechas
por segunda vez. Mawama me mandó a esconder detrás de unas guaturas y en
ellas fue donde se clavaron en seguida dos flechas encuraradas. Mawama gri-
taba. Los hombres de adentro no hacían nada. Es que no sabían quiénes eran
los atacantes. Para saberlo , Paushiwe, hijo de Wapurama, gritó:
-¿Quiénes son ustedes?
No contestaban los atacantes. Paushiwe entonces comenzó a flechar hacia
afuera y también sus hermanos. l-riwe quería salir a ver quiénes eran los ene-
migos, pero las mujeres le gritaron:
-Tú eres brujo, no vayas.
Entonces él se paró en la entrada y desde allá flechaba afuera. Adentro
cayó otro ramalazo de flechas, por los dos lados de la maloca. En ese momen-
to entraron de carrera un hombre con su mujer atrás. Eran Karawe-thari -
Wahariwe y Yaoma - que habían salido después de nosotros. El venía con
arco tendido, listo para flechar a los enemigos. Estos le habían disparado pero
sin acertarlo. Al verlo , los de adentro pensaron que los atacantes fueran Ka-
rawe-thari, pues Wahariwe, como tenía una mujer Shekerei-therí, estaba obli-
gado a entrar para defender a sus suegros. Entonces Paushiwe gritó:
- ¡Karawe-thari! ¡Cobardes! Prepárense que vamos a agarrarlos y a ama-
rrarlos todos aquí. Ustedes se creen valientes porque mataron a los hijos de
los Kóhóróshí-tharí . Mataron a híjos de gente cobarde como ustedes.
Entonces Wahariwe les explicó:

Recogiendo pijiguao para una i1estn 69


. -No, no. 2:'1º son Karawe-thari. Yo vengo de su shapono. Son otra gente, -No lo sabíamos - dijo Paushiwe.
vienen todos pintados de negro. No sé quiénes son.
-Toda tu gente lo sabía- dijo Ruwahiwe. - Ustedes vinieron para acá
_ -¿Quiénes son ustedes que nos están flechando? - volvió a gritar Paushi- porque quisieron. Yo no tengo culpa si mi gente los ha flechado . Vamos a ver
we.
qué se puede hacer ahora. _ .
Hubo silencio por un momento, luego se oyó una voz fuera del shapono: Los otros Shama-thari querían flechar a estos Karawe-than, pero Ru-
-¡Yo soy el hijo de aquel famoso Posíkomima-theri!
wahiwé no se lo permitió. En seguida él sacó una punta de bambú y despren-
Yo abrí, un boquete en el techo, que llegaba hasta el suelo, y vi al hom- dió una astilla; mandó acostar a Warenawe boca arriba y con la astilla le a?rió
bre que habta ha~lado. Era él, ,Ruwahiwe, todo pintado de negro, con el pe- la herida; un.. compañero Shama-thari con un diente de picure como pmz:'1
cho grande, el mismo que hab1a atacado a los Kóhórósbi-thari en Paretota sacó la punta encurarada. Estaba un poquito más arriba del corazón . Ruwahi-
Había utiliz~do e.1 nombre de Posikomima-theri porque éste era el apodo qu~ we mandó a uno que le orinara en la herida, para remedio contra el curare.
los Shekere1-then habían dado a estos Shama-thari. Al oír esas palabras to- Después, de la misma manera, le sacaron la punta de curare que tenía Paushi-
dos cogieron miedo. friwe mandó que nos escapáramos y en seguida to:.rria- we en la piema . Este perdía sangre por la herida de una flecha de bambú en
mos fila_: hombre, mujer, hombre, mujer ... Así se hace pero como éramos el costado. Pero yo no vi más, porque el que me tenía agarrada me llevó por
más muieres que homb~es, nos pusimos un hombre, dos mujeres, un hombre, la maloca donde iba recogiendo corotos. Solo oí a Ruwahiwe que dijo a aque-
d~s o tres o cuatro muieres ... , y comenzamos a salir, pero, por el mismo ca- llos Karawe-thari:
mmo por el que íbamos nos llegó una racha de flechas y corrimos de nuevo -Ahora descansen aquí. Después vuelvan para su shapono y no vengan
adentro. Allí volvió a caer otra racha. Ya había muchos heridos. Vi a Heku- más para acá.
rawe gateando, flechado en las costillas con punta de curare. Cuando escam- Wanap+wei-theri gritaba. Wapurama regañaba. Ruwahiwe decía:
pó la flechamentazón, volvimos a salir en fila, pero nos cayó otra lluvia de fle- - Yo no tengo la culpa. Las flechas caen desde arriba. Ellas no saben dis-
chas. Varios volvieron a entrar. Shokopiwe, hijo de Hekurawe, quedó herido tinguir entre pariente o enemigo. Váyanse a su shapono y no vuelvan más
en_ el pecho. Yo me escondí entre unas matas de casupo, bien agachadita.
para acá. .. ..
Mientras tanto los enemigos ya habían entrado al shapono. Dos que se habían El shapono estaba todo regado en sangre. Los h11os de Hekurawe, Sho-
quedado afuera, detrás de un árbol grande, me vieron y creyéndome hombre, kopiwe y Yak+rawe, también estaban muertos. Lo mismo uno -~e aque~los ni-
me apun~on. Me puse a temblar: quería volver adentro, pero pensé que así ños que habíamos visto correr trayendo agua del caño. Otra runa q~e iba ~o­
me flechanan por la espalda.
rriendo había recibido un flechazo en el cuello. La madre, que hab1a comdo
-¡No me flechen! ¡No me flechen! - preferí gritarles. para re~ogerla, recibió a su vez otro flechazo en una rodilla. Habían ~uert?
Entonces los dos Shama-thari me agarraron uno por cada muñeca y me varias mujeres, especialmente viejas , y casi todos los hombres Shekere1-then,
llev,aron dentro del shapo~o. Allí gritaban hombres y mujeres. Los enemigos Wahariwe, aquel Karawe-thari que había llegado de último, ~reo qu~ se esc~­
teman agarradas a las muieres: algunos tenían una, otros dos. Hokotonama paría. Los heridos graves desvariaban, temblando, con los OJOS perdidos, on-
también estaba presa, los otros hombres pasaban por las casas y rompían las nándose, arrastrándose por el suelo con las manos, como tortugas.
ollas de barro. friwe estaba tendido, muerto, todo ensangrentado, con una En la maloca había dos muchachas que tenían sus primeras reglas , ence-
fl.echa ~~ada clav~da en la barriga. Hekurawe estaba más muerto -que rradas en su cuartito hecho con hojas de y..f.pi. Uno de los hombres que me
VIVO. Shihonma, su hija, estaba tirada en el suelo, los Shama-thari desconfia- tenían agarrada, me soltó para ir a agarrar a una de ellas. Abrió las hojas,
ban: la voltearon y le encontraron una herida debajo de la teta. Por allí le sa- dentro estaba la niña Tatoma con una vieja.
lía una agüita amarilla. También estaba muerta. -¡No, no!- gritó Ja vie1a. - No toquen a mi hija. Mira que el Trueno los
En el medio del patio había un palo de hacha, esa mata que ellos llaman va a matar a ustedes en el viaje.
motuwa, allá había varios hombres muertos. Entre ellos estaba Paushiwe heri- - ¡Qué trueno ni qué trueno! - dijo el hombre, tumbó las hojas y sacó a la
do; Y herido estaba también su hermano Warenawe, cada uno con una flecha muchacha. A esta, que lloraba, le decía la vieja:
de curare y otra de bambú clavadas. Allí los dos hermanos y su padre, tem- -No llores, no llores, que cuando la mujer está así le hace daño llorar.
blando, agarraron a Ruwahiwe. Wanap+wei-theri, llorando, le decía: Más allá Henawe, hermano de Ruwahíwe , reventó el bejuco del otro en-
-Tú flechaste a mis hijos.
cierro y todo se cayó, sacó a Kurathanama, la otra mu~hacha, que s~ puso a
-Hermano - decía Paushiwe, porque era primo de Ruwahiwe - yo no gritar, llorar. .. Después esos mismos hombres y los demas Shama-than fueron
aguanto más. Me voy a morir. Tú me flechaste.
registrando las guaturas: sacaron carotas, bolas de anoto, pelotas de algo-
-No fui yo quien los flechó - dijo Ruwahiwe. - Pero díganme: ¿Qué es dón , chinchorros de algodón, que los había en cantidad. Con t?~º eso llena-
lo que estaban ustedes haciendo en medio de esta gente? Ustedes sabían que ron una guaturas y se las cargaron a las mujeres presas. Las v1e1as lloraban,
este ~s el tiempo bueno para ir a hacer Ja guerra y que yo venía a matar a mis regañaban.
enemigos. ¿Por qué vinieron?
-Viniste a matar a mis hijos - gritaba Wapurama.
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-Tus hijos no se van a morir - contestó Ruwahiwe. - Quédate tranquila. Raharariwe que iba a ser su dueño.
Llora por esos otros que están muertos. - ¿Y de dónde es la otra?
Mientras él estaba buscando camasas para llevarse, se le acercaron algu- -Es Napeyoma - contestó Hokotonama. - Los Karawe-thari fueron a ata-
nas mujeres y le dijeron: car a los Kóhóróshi-thari y se la quitaron.
-Váyanse pronto de aquí, porque los que salieron de cacería ya están por - ·Ustedes se la van a llevar? - preguntó Ruwahiwé.
llegar y los van a flechar - . Esas mujeres querían que los Shama-thari se ale- -~o_- dijo uno de aquellos dos , que se llamaba Yoinak+we. - Yo no la
jaran para poder buscar a Jos niños que estaban escondidos, ver si alguno es- quiero. h - Es
taba herido y socorrerlo. Waoma, una esposa de Hekurawe, agregó: - Tu, -Yo tampoco Ja quiero - dijo el otro, ~ue se Ilamab~ Watos ewe. - tá
Shama-thari, dices que eres valiente, pero matas mujeres, matas a viejos que muy flaca. Me va a dar trabajo por el cammo, no tendra fuerz,as ~ara andar.
ya no tienen fuerza para flechar. Si hubieran estado aquí nuestros jóvenes, no Me voy a poner bravo y la voy a flechar . Mejor ~a dejamos aqm ~ismo.
hubieras hecho esto. Algún día me contarán que también te han matado a ti. -Mándenla de una vez para el shapono - gntó un Shama-than.
- ¡Ja, ja, ja! - dijo riéndose Ruwahiwe. -Todavía no me voy a morir. Me Ruwahiwe se quedó mirándome y me dijo: ,
queda mucha gente a quien hacer llorar. - Levántate, levántate, para ver si tienes fuerzas para andar, porque, ahí
Nosotras esperábamos en fila. Wapurama aprovechaba y se acercaba a sentada , pareces muy chiquita . ·
Hokotonama y a mí y nos pedía que fuéramos siempre juntas, así nos sería y 0 sentía miedo y no me levantaba , entonces uno que se llamaba Kata-
más fácil escapamos. nawe me hizo levantar. Las otras mujeres decían: .
Al fin Ruwahiwe dio la orden de salida. Comenzamos a andar, siempre -Sí, ella puede andar. Es flaca porque así es ~u cuerpo. Como se vmo de
agarradas de los hombres. Ya era mediodía. Esguazamos el caño Shekerei y los Karaw&thari para acá , del mismo modo podra llegar al shapono de uste-
llegamos en seguida. a un shapono viejo, de techos rotos , pero que tenía empa- des. Así son algunas muchachas, mientras no sea mujer completa, no se pone
11 lizada. Nos sentamos todos y los hombres comenzaron a ver cuántas mujeres gorda . . .. . , ·· 1 di' .
' éramos, cuántas había agarrado cada quien. Nadie me quería llevar, entonces Ruwah1we miro a Hapruawe Y e JO.
-Yo agarré dos - decía uno. - Pero ésta no la quiero. -Llévate\a tú, suegro. . _ .
-Dásela a aquel - dijo Ruwahiwe. Y el hombre se la dio a un soltero que -No la quiero_ contestó Hapruawe. - Tengo miedo con mu1er ~ape. S1
no había agarrado ninguna. fuera mujer de aquí me la llevaría. Además es puro hueso y no podra aguan-
-Yo agarré tres- decía uno. - Me quiero llevar sólo una. Quedan dos. tar el viaje.
- Patarnanip+wei-theri, coge a ésta - le dijo Ruwahiwe a uno. - Patama- -Llévatela - le volvió a decir Ruwahiwe. - No la mando con ese otro,
nip+wei-theri, coge a esta otra - le dijo a otro. porque él tiene una mujet muy mal~ . Esta va .ª ~-er bue~a compañera para tu
Así se las iban repartiendo. Ruwahiwe miraba a dos muchachas y pregun- esposa-. Como Hepruawe no quena, Ruwah~we ~grego:. - Llévatela,, que la
tó: vamos a dejar con mi hermana, con ella terminara de cnarse. Desp~es t~ la
-¿Quién agarró a esas dos? voy a entregar a ti para que tengas con ella una hija que vaya a ser mI mu1er.
-Tu sobrino - le contestaron. Me gustaría tener hljos nape.
El las miró bien y luego dijo: Hapruawe me haló y me dijo: . .
-Esta de a'c á es mía. Sobrino, quédate con esta otra. - Vente. Será para que te mueras en el via¡e. . ..
_ La primera era Yarima, hija de Hekurawe, morena, bonita, más joven. Yo 11oraba. Witorawe, que era hermano de Hapruawe, también le d110:
Atewe, sobrino de Ruwahiwé, se quedó con Ápurinama, que ya estaba encin- -Llévala , que ahora está flaca, pero luego se compondrá. . .
ta. -Sí, se compondrá - repitió Ruwahiwe. - Cuando sea mu1er hecha, ten-
Aquella mujer que estaba cuidando a su hija de resguardo , había venido drá hijos. Ella va a ser mi suegra. Quiero tener una esp~sa de otra raza. .
a pesar de que Ruwahíwe no quería. Se llamaba Warisimi. Ahora volvió a Allí formamos de nuevo fila : mujer, hombre, mu1er , hombre , rnu.1er .. .
presentársele y Je dijo: Los hombres gritaron, patearon el suelo, batieron arcos con flechas Y sahm?s,
-Yo quiero irme con mi hija. al fin apuntando ellos con sus arcos para los lados. Los hombres qu~ habian
- No - le contestó él. - Quédate aquí. Nosotros no vamos a llevar a muje- matado que eran casi todos, llevaban agarrada la presa por la muneca con
res que después se escapan con sus hijas. una hoj~ para no tocarla directamente. Caminamos toda la tarde, a eso de las
La vieja insistía. El amenazó flecharla.Ella se puso a llorar y se sentó. cinco estábamos llegando a lo alto de una loma cuando nos alcanzó una fle-
-¿Y esa de allá?-preguntó Ruwahiwe indicándome a mí. cha: ¡trak! Había caído atrás.
-Esa la agarramos nosotros - contestaron los que me habían agarrado. En seguida los hombres comenzaron a gritar imitando al mon? blanco,
- ¿Y esa otra? - señalando a Hokotonama. todos tirados en el suelo. Luego volvieron a pararse esperando mas flechas
-Esa es Karawe-thariyoma, hija de aquel viejo que flechamos - contestó pero no llegaron. E ntonces se sentaron, miraron la flecha y preguntaron a las
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mujeres de quién era. Era de Irewe, novio de Kurathanama, la muchacha
a recobrarlas. Era peligroso. Por la mañana el cacique dijo:
que estaba en resguardo. Quiere decir que los jóvenes habían regresado de la
-Ayer me sentía el cuerpo blando porque est~ba privad~ aquel ~ue fleché
cacería. Los otros no vendrían seguramente porque habían llegado tarde. Te-
con curare, pero hoy amanecí con el cuerpo medio duro, quiere dectr que no
nían que atender a sus muertos, hacer chinchorros de majagua para tenderlos
ya que los de algodón se los habían robado los Shama-thari. se ha muerto.
Seguimos viaje, todo el tiempo por tierra firme. Teníamos hambre, pero
Después, cuando yo ya estaba en Wánitima, el padre de mis hijos me
no encontrábamos fruta. Como casi todos habían matado eran pocos los que
contó que había IJegado a saber por labios de Riokowe, Aramamisi-theri
podían cazar. Si el homicida se mira. en los ojos con el :~imal, se muere. Los
que los Shekerei-theri, al regresar de cacería, no habían podido perseguir ~
Yanomami creen que junto a ese ammal aparece el espmtu de la persona que
los Shama-thari porque era preciso atender a los muertos. Al día siguiente
él ha matado. Dormimos a orillas de otro cañito. Cuando amaneció, uno de
cortaron varas para hacer esas esteras de paJo en que guardan a veces los ca-
aquellos que se había sentido el día antes con el cuerpo blando, dijo:
dáveres. Hincaron palos en el patio y guindaron las esteras. Allí era más fácil
-Me siento el cuerpo bueno. Creo que aquel que fleché no se ha muerto.
espantar a los zamuros que no en el monte. Eso para los hombres. A las mu-
Voy a botar estos palitos que me he puesto. .
jeres las engurruñaron en guaturas, tapándola.S con guapa y las guindaron en
-No los botes -le dijo Ruwahiwe. - A veces los hendos se ponen buenos
lo~ palos hincad.os también en el patio. Los cadáveres no los quemaron en se- por un tiempo, luego vuelven a sentir el efecto del cúrare, empeoran y se
guida por~ue, siendo tantos, daban demasiado trabajo y ellos ahora eran po-
muereti. Cuando quemen a sus muertos, el herido huele el humo y se puede
cos. Los VIvos se mudaron al otro lado del caño. En la maloca de la tragedia
se turnaban los hombres cuidando a los muertos. morir.
Pero ya el hombre había botado los palitos. Nosotros seguimos andando
Esos Aramamisi-theri que fueron a ver, es decir los parientes de lriwe,
cuatro días más antes de encontrar fruta . En esos días Ruwahiwe caminaba
con!aban que en el patio se formó un charquero imposible de aguantar por lo
apoyándose en su arco , cansado, ~e le nubl~ba la vista, se ~e ~nía muy.blan-
hed10ndo. La podedumbre iba goteando en todas partes. Como dos meses
do el cuerpo. Entonces otros indios romp1an ramas de y+pi y le _baman el
después los Shekerei-theri apearon a los muertos, recogieron los huesos en
cuerpo para librarlo de esa esmorecedera . Donde hab~a agua, mojaban ~sas
bojot:s de majagu~ y, ~no tras otro, los fueron quemando todos. Parece que
ramas y lo salpicaban. El se quejaba de que quería vomitar. Escupía y tema el
de ah1 los Shekere1-then se mudaron para donde estaban los Yeisikorowe-the-
aliento hediondo. Witorawe le decía:
ri. Allá estaban ~era del camino de Ruwahiwe. Se juntaron con aquella gen-
-Quién sabe: aquellos que tú flechaste y no se habían muerto se murie-
te , porque - segun parece - eran un grupo que se había separado antes de los
ron esta noche. Tiene que ser así, porque tú flechaste a muchos.
Shekerei-theri, cuando también se habían separado los Karawe-thari.
-Sí hubiera sabido que matando a tanta gente me iba a pegar esta debili-
La flecha _que Irewe acababa de tirarnos era un..a señal para que las muje-
dad - dijo Ruwahiwe, - no hubiera flechado tanto. Pero, si yo no flechaba,
re~ .nos escapa:~mos. Pero ... íbamos demasiado custodiadas. Bajamos a un
ustedes iban a errar. No podía confiar en ustedes. ¡Ay! Me da vueltas la cabe-
camto donde htcteron los tapirfs. Los homicidas se bañaron y ellos mismos se
za ... Me voy a caer ... -. Se caía a cada rato. Los otros le ayudaban a levantar-
restregaron el cuerpo con hojas de helechos, después se pusieron palitos blan-
se. - Mi aliento sabe a orina - decía . - Es porque he matado mujer.
cos en las orejas y en las muñecas. Allí Ruwahiwe dijo que si alguien sentía el
Llegamos adonde había hayu, una fruta de forma y color como la cereza
cuerpo blando, era _señal de que se había muerto el que había flechado, por lo
del café, que se chupa y de la que se bota la pepita negra; con la haowa que
tanto tenia que banarse, frotarse con aquellas hojas, ponerse aquellos paJitos
Y comenzar a ayunar. Esos palitos sirven para rascarse pues si uno se rasca
cargaban algunos hombres, cortaron ramas de esa :ruta: Es muy ~ulce. Los
hom.ícídas-no podían comer esa fruta porque les hacta da~o y los pl~ta~os qu~
con las uñas, se forma pronto una llaga que no se cura: allí cae el diente de
Kamakari. traíamos de Shekerei ya se habían acabado. Allí una mu1er, Waras1m1, le pi-
dió al dueño de sus hijas que le permitiera ir a comer con las demás. El hom-
Durmiendo en ese campamento los hombres no se atrevieron a abusar de
bre la dejó y al verse sola, la mujer se picureó con Kuratha.nama y la _otra
las ?resas.Así ~s la costumbres. Y, si se trata de homicida, menos, porque les
hija. Yo estaba con Hokotonama recogiendo fruta cuando vmo su dueno a
dana Kama~an en los huevos, es decir se les formaría allí una llaga incurable.
Tanto es asi que en ese lugar el hombre no dormfa tendido en chinchorro so- preguntarnos: .. .. .
-¿Dónde está aquella mujer con sus dos hijas? Yo la de1e verur a comer
br~ el de la mujer, sino al lado. teniéndola amarrada por la muñeca con un
fruta con ustedes.
beJu~ amarrado a su chinchorro, mirándola con cuidado toda vez que ella se -Nosotras no la hemos visto - le contestamos.
moVIa ~ara que no se le escapara. Los mismos homicidas que se habían lleva-
-Aquí no ha estado - le dijo el hombre que nos cuidaba a noso~ras.
d? consigo a la esposa, dormían aJ lado de ella para evitar pegarle Kamakari. Aquel hombre se puso como loco. Quería devolverse, perseguir a la mu-
S1 se enferma de Kamakari, se puede morir.
_Con todo, durante esa noche, se fugaron cuatro mujeres: una Karawe- jer. . .
-¡Bien hecho! - dijo Ruwahiwe. - ¿Por que no la cmdaste? Cu.ando se
than Y tres Shekerei-theri. Ruwahiwe no permitió que sus dueños regresaran
trae mujer de un shapono enemigo, no hay que darle confianza. S1 ella se
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mete en el monte, uno tiene que ir atrás. Si se escapa, uno la flecha. Ahora arriba, arriba, donde el caño se angosta, hay una pieza grande donde se me-
no se puede hacer nada. ten muchos, muchísimos periquitos.
-Tenías que haberla matado - le decía otro. Como era verano, estaba bajo de aguas el caño. Esguazamos. Había mu-
-Yo la quise flechar - contestó el hombre, - pero ustedes la mezquina- cho jején. Poco más adelante había un sejal , su fruta se da por los meses de
ban. Si la hubiera matado, me habrían quedado sus hijas. marzo, abril y mayo. Nos paramos. Los hombres hicieron tapirís y nosotras
-Se fueron y se acabó - dijo Ruwahiwe. - Ahora no quiero que nadie se nos dedicamos a recoger seje. Nos caía de perlas, porque también se nos ha-
devuelva para buscarlas. Los Shekerei-theri deben de estar viniendo por ahí. bía acabado el pijiguao que traíamos de Shekerei. Hapruawe estaba haciendo
Nosotros matamos Yanomamí, no matamos ni cachicamo ni babilla. Y los Ya- el tapirí y me mandó con su hijo Shiporiwe a recoger seje. El muchachito se
nomami vengan a sus muertos. montó en una mata y con hoawa tumbó dos racimos. Yo, abajo, recogía, jun-
De allí seguimos. Ibamos andando y comiendo. Poco a poco yo me quedé to con Hokotonama. Cargamos cada cual un racimo y lo llevamos al campa-
atrasada a propósito. El hombre que me cuidaba iba adelante, distraído. mento. Hapruawe ya estaba calentando agua en la oUa que había robado en
Atrás no venía sino un viejo, lento, bastante atrasado. Shekerei. Echamos adentro el seje. Los que no tenían ollas, para sancochar el
-Vamos a escaparnos nosotras también - le dije entonces a Hokotonama. seje, utilizaron un macuto de rnacanilla. A la media hora, en el agua tibia, el
-No - contestó ella. - Ya estamos muy lejos. seje está blandito, se saca y en una camasa se estruja, se botan las semillas y
-Nadie nos está viendo. Aprovechemos. se toma ese carato. El bagacito no se bota, se come seco. Para calentarlo en
-Tengo miedo. El tigre nos va a comer. el macuto de macanilla, se echa agua en éste y se coloca sobre las brasas.
-El tigre no come a nadie. Vente. ¿Por qué no quieres? Si no me voy Pero el agua no debe pasar de tibia, porque, si se sancocha, el seje ya no sir-
sola, es porque tú mamá me dijo que no me separara de tí. Vámonos. Mira ve. El seje grande, en cambio, necesita agua más caliente.
que me voy. Algunos hombres armaron una barbacoa y se pusieron a asar el cachica-
Ella se puso a llorar. Tenía miedo. mo. Nosotras comimos seje. Ellos se comieron su cachicamo , pero los homici-
- ¿No quieres, ah? - le dije. - Prefieres ir a sufrir sola en medio de esta das no. A éstos volvieron a bañarlos en el caño, restregándolos con helecho.
gente. Mira que la mujer del hombre que te agarró es de las que te va a rega- También vi que se renovaron los palitos.
ñar todo el tiempo, a mandar, a pegarte. Esa noche nos llegaban ruidos desde la otra orilla del río.
Hokotonama sólo lloraba, no sabía decidirse. Yo tuve que seguir con -Pasito, pasito - se oía decir. - No hagan ruido.
ella. Por allí, se escapó también otra muchacha . Viajamos tres días comiendo -¡Enemigos, enemigos! - decían los Shama-thari en voz baja. - Los She-
esa fruta. kerei-theri han venido a perseguimos - . En seguida se levantaron algunos y
El cuarto día llegamos cerca de un caño grande y encontramos un cachi- flecharon. Del otro lado respondieron. Después hubo silencio. -¡Shekerei-the-
camo grande. A los homicidas les mandaron sentarse a un lado. Nosotros nos ri! - gritó entonces un Shama-thari. - Esperen que amanezca, que de día nos
sentamos a un lado también. Los hombres se acercaron a la cachicamera y flechamos mejor - . Y Ruwahiwe: - No gasten sus flechas ahora, Shekerei-tbe-
oyeron que el bicho dormía, roncando. .
'

rí , que las van a necesitar mañana. De día es cuándo se pelea bien. No pensa-
-¡Tío, tío! - comenzó uno a llamarlo. Pensé que fuera una persona. Pasó un i rán llevarse a sus mujeres, supongo . ¿A qué vinieron , pues? Tenían que que-
rato llamándolo, ~~ fin el animal comenzó a moverse. - Ya se despertó - dijo j darse en su shapono, asar a sus muertos y comérselos.
el hombre.• y volvio a llamarlo: -¡Tío, tío! Ven, ven. Quiero hablar contigo. Un Shekerei-therí respondió en voz alta:
Pareció entonces que el cachicamo iba a salir, reculando. Hacía: ¡se, se, -Tú que dices eso, algún día morirás flechado . Ahora vas por ahí hacien-
se, se! Apareció el rabo, luego el carapacho ... Cuando estuvo afuera, dos do lo que quieres, pero te llegará el día.
hombres metieron Wl palo en la cachicamera para que el animal no volviera a Después los Shama-thari se sentaron a conversar.
entrar. Otros en seguida le dispararon tres flechas en el pescuezo, que es don- -No estoy contento - decía Ruwahiwe. - No me explico cómo mataron a
de le entran. El cachicamo trató de volver a entrar, pero los hombres Jo hala- toda esa gente. ¡Qué de muertos en aquel shapono! Flecharon hombres, mu-
ron por el rabo y lo dejaron muerto con unos toletazos que Je dieron en la ca- jeres, niños ...
beza . Entonces un indio peló majagua y se lo cargó a cuestas como sí fuera un -1ü nos habías dicho que matáramos a todos los que viéramos - contestó
1 niño. uno.
1 Allá adelante quedaba el caño. Las mujeres preguntamos y Witorawe en - Dije eso por decirlo - explicó Ruwahiwe. - Siempre s~ dice. Ustedes no
seguida explicó: debían matar como mataron.
-Este es el Shukum+na ke u-. Lo que significa "río de los periquitos". -No te aflijas - le dijo uno . - Lo que hicimos está bien hecho. Ellos toda-
i::n efecto por la otra banda pasaban volando bandadas de ellos gritando con- vía tienen mujeres. Tienen las que se nos escaparon. De cacería estaban varios
h~uamente. Witorawe explicaba además a los jóvenes que participaban por hombres y muchachas. Ellos van a tener hijos pronto y el grupo volverá acre-
pnmera vez ·en un ataque:- Más arriba queda el raudal de Shukum+na y allá cer.

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_ Por la mañan~ fueron algunos Shama-thari a averiguar a Ja otra orílla del -¡Qué tigre! Cuando estábamos cerca, no quisiste escaparte, ahora que
cano. Los Shekere1-theri se habían ido. Sólo quedaban rastros de sus resbala.. estamos lejos, tampoco. ¿Qué quieres hacer tú? Vente. Vámonos ... Por ahí
nes Y dos fle~has de punta encurarada con el veneno ya disuelto por el sere- encontraremos a los enemigos de los Shama-thari y nos iremos con ellos.
no. Se devolVIeron y echamos a andar de nuevo.
Hokotonama siguió repitiendo que no y que no .
Ca~namos .t~do el día. A la tarde encontramos esas frutas que en criollo -Ya estamos cerca de su shapono - le dije yo. - Ya vas a ver lo que sufri-
llaman J1guas. Hicieron tapirís y comimos. Los homicidas, como siempre, lle- remos allí. ¿Te acuerdas de lo que le pasó a aque!Ja Kóhóróshi-theriyoma
gaban ~ se sentaban t~dos juntos. Los otros les hacían los tapirís. Uno de cuando llegó al shapono de tu gente? Lo mismo te pasará ahora a ti, por los
ellos allí comenzó a .decir que sentía comezón en la garganta . Otro le dijo: celos de la esposa de ese hombre que te trajo.
=Bota eso que nene~ en la ~~rganta - .. Y el hombre escupió un gusano. Hokoionama se puso a llorar, pero no hubo cómo moverla. Cuando os-
. Ese q~e mataste tu - le d110 Ruwahiwe - no lo han quemado . Todavía curecía, los hombres volvieron cargados de plátanos y cambures, decían que
lo tienen guindado y está Heno de gusanos. había mucho onoto que recoger. Trajeron también un mono capuchino.
Al rato el hombre botó otro gusano. Yo pensaba que eran gusanos de la A Ja mañana siguiente había que volver a andar. Por medio de Shipori-
fruta que se había comido a escondidas. we, Ruwahiwe me mandó a decir que cargara un racimo de plátanos. Lo hizo
Dormimos sin novedad. Al día siguiente comenzamos de nuevo a subir por medio de tercera persona porque él ya me consideraba suegra. Yo me
cerro. Ll~gamos a una altura donde había una laguna de agua blanca. Había metí el racimo en la guatura y eché a caminar.
unas sardmas _grandes, pero no las pescamos, porque íbamos apurados. Sola- -Anda ligero -·me decían los hombres, - que ya estamos cerquita. Esta

1 mente _nos banamos . Los homicidas también. Seguimos andando y llegamos a


'!°ª laja enorme, desde allí se veían muchos cerros. El viejo Wítorawe ense-
naba:
es nuestra tierra.
Para ellos era cerca.', pero para llegar en realidad faltaba mucho. Todo el
mundo iba cargado. Caminando, Witorawe le contaba a su hija que lo había
.. -Este es Amiama ke k+, este más alto es Manenei ke k+, ese otro más acompañado a la guerra:
b~J.tto de rayas blancas, es ~ashanae ke k+. AHf cerca del Konapuma ke k+ -En la cumbre del cerro de Amiana hay una laguna. Yo he llegado allá
vivieron los Konapuma~then, que ahora viven cerca de Jos Aramamisi-theri. con otros brujos, queríamos ver qué había arriba. Vimos una laguna que bri-
Comenzamos a bajar por la otra vertiente de Ja laja, como era muy hú- llaba, el agua hervía aquí, allá; y, adentro, unos perros ladraban ... En eso so-
meda Y no había palo en donde agarrarse, nos dejábamos resbalar sentados pló un viento fuerte y vino una tempestad. Nosotros huimos asustados . .He-
Los hombres se apoyaban hincando con una mano el arco · tr 1 · mos intentado así /3/ veces volver allá, pero no hemos conseguido sino llegar
llevab 1 f . d f1 h ' 011en as en a otra
an e ªl~ e _ec as; de ellas se agarraba la mujer que iba adelante Te- cerca .
níamos que bajar a juro por ahí, porque por un lado había barranco y p~r el Nosotros caminamos todo ese día y el siguiente. Siendo ya tarde, llega-
otro había unos peñascos feos. De pronto llegó un viento y Jos brujos comen- mos a un caño grande que ellos llaman Pahanap+wei ke u, porque en sus ori-
zaron a cantar:
llas hay muchos albaricos 5 , Allí estaba el puente hecho y pasamos. En un se-
-;Wau, wau, wau, wau! jal nos pararnos para dormir y al día siguiente cogimos por un camino a la de-
Bajando, oti cuerpo temblaba todo; en esa laja, una vez que habían veni- recha que llevaba al campamento donde estaban las mujeres. En un cañita, el
do atacar a los. Sh.am~-thari en Konapuma, unos Shekereí-theri se habían
ª Koyeta ke u, llamado así porque había muchos bachacos en sus orillas y hasta
matado. _M ás abajo, graCJas a las piedras que había, era más fácil agarrarse y se los veía atravesar en procesión sobre un bejuco, todos se bañaron. Las mu-
más abajo com~nzab~ el monte. Seguimos por el camino grande que habra jeres se pintaron; yo no. Los homicidas se bañaron: ya estaban limpiecitos de
cruzamos un cano; Wrtorawe dijo que se llamaba J.rata. Seguimos y llegamo~ tanto restregarse. Algunos hombres que no habían matado, salieron adelante
a un shap~no abandonado llamado Konapuma. Allí habían vivido Jos Kona- para avisar a las mujeres. Con ellas, para defenderlas se habían quedado Te-
PL_1Illa-t~en Y, desp~s estos Shama-thari, pero Jos Shekerei-theri y Jos Kopro- teheiwe, el viejo Matakuwe, el yerno de éste, Koirashiwe, Hirakai, que era
~:-then hab1an verudo a atacarlos; por eso tuvieron que abandonarlo y mar- hijo de Raharariwe y otros. Cuando llegamos nosotros, los mensajeros esta-
arse más allá. 1:-.~ª ya tarde, los hombres se fueron al conuco a buscar pláta- ban todavía dando noticias . Eran muchas las mujeres de estos Shama-thari.
º°.8• cambures, PIJiguao, algodón. Nosotras quedamos en esa maloca vieja al Ruwahiwe tenía cinco esposas , su hermano Shihewe, lo mismo. A esta tribu
CUJdado de tres hombres. Yo le dije a Hokotonama: de Shama-thari le decían Matakuwe-theri por el padre de Ruwahiwe. Otro
-El hombre que te trajo no está. Digámosles a éstos que vamos al caño a nombre era el de Posikomima-theri, porque Posíkomima era sobrenombre del
tom_a r agua Y de ahí nos escapamos monte adentro. Como ya va a oscurecer
nadie nos encontr~á. Mañana. _seguiremos por el camino que va a Shekerei. '
-No, tengo miedo - me di10 ella.
-Si tanto miedo tienes, me voy sola. 5) El Pahanap+wei ke u o Pahana. ke u es el alto Mava~a , afluente del Orinoco , que
-No te vayas. Shekereí queda lejos y por ahí anda el tigre, tú sabes. tiene su origen en la prolongación occ1dental. de la s1err~ del Unturán, prolonga-
ción que actúa de divisoria de aguas entre el S1apa y el Onnoco.
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viejo Matakuwe 6 .
Allí Hapruawe le dijo a Yak+ma, su esposa:
-Aquí traigo a esta muchacha, puro hueso , que me dieron. Yo no la
quiero.
-No la botes - le contestó Yak+ma. - Yo la necesito. Cuando salgo a
buscar fruta, ella puede cuidarme a los niños. Me puede ayudar a car.e:arlos .. .
-Y a mi me dijo: - Ven acá.
Hokotonama vino a sentarse a mi lado , pero la vió Raharariwe y Je dijo:
-No, ahí no. Sólo te había dejado con Napeyorna para que no lloraras
tanto durante el viaje . Ahora tienes que separarte. Vente conmigo- . Vino el CAPITULO VI
hombre y la arrastró a su tapiri. Hokotonama lloraba , lloraba.
- ¡Je , je! - dijo la esposa de Raharariwe. - ¿Por qué te fuiste a traer a La Suegra Impúber
una muchacha así? Tenías que traenne a una muchacha hecha , capaz de ir al
monte a traerme fruta. Esta no tiene fuerza ni para cargar la guatura vacía. La maloca donde vivían ahora estos Shama-thari se llamaba Hatakoarn+
Pero allá se quedó, así como yo tuve que quedarme con Yak+ma . Hubo p+wei porque cerca había un cerrito con e) mismo nombre . Hatakoam+ es un
tranquilidad esa noche , no hubo peleas por celos . Sólo Shibewe que, echando pájaro que abunda por allá; al amanecer y al mediodía se pone a cantar: ¡Ha-
de menos a las escapadas , decía: takoa , batakoa, hatakoa! '
- ¿No ven? Sabiendo que las Shekerei-theri son mujeres que se escapan Allí dormimos y al día siguiente los hombres que se habían quedado sa-
fácilmente , no hemos aprovechado para hacer el amor con ellas cuando po- lieron de cacería y para ver si ya estaba cayendo el cunuri. Las mujeres nos
díamos. Por lo menos se habrían ido a morir por allá de Kamakari y a noso- fuimos al conuco que quedaba en la otra ladera del cerro. Allá las esposas de
tros nos hubieran curado nuestros brujos. En cambio tuvimos miedo de sus Jos homicidas recogieron algodón para hacerles adornos nuevos, recogimos
maridos. ¡Ay, yo no sé cómo no hicimos el amor con aquella muchacha que también algún racimo de cambur rókómi y volvimos . Por la tarde regresaron
estaba de resguardo! trayendo muestras de cunurí. Todo el mundo quíso ver si estaba bueno. En-
Ruwahiwe que había prohibido hacer eso, parece que no dijo nada . tonces cocinaron las marimondas , los pu.ajíes, las pavas, las grullas y los cachi:..
Al día siguiente se fueron los Patamanip+wei-theri para su maloca, el chamos que habían traído. Hapruawe era malo, como no quería que yo estu-
grupo d~l viejo Teiteiwe tambié n se fue. Se quedó Ruwahiwe con su gente y viera con él, se mudó a un tapiri aparte, que era de los Patamanip-t-wei-tberi.
la de Sh1hewe. Al otro día seguimos por el camino grande y dormimos a ori- Ese día Yak+ma estaba cocinando en una olla el cachicamo que le había
l~as de un caño. Al día siguiente , al llegar a cierto lugar, los hombres cortaron traído su yerno; al voltear el animal, lo dejó caer un poco duro y la olla se
tiras de majagua . 1:-°. ?ª~_an -~or~ue íbamos a pasar cerca de un cerro que quebró. Se puso brava y gritó :
ellos l~aman Ironas1-tlhope ke k+ , donde hay unas tigreras. En ellas había -¡Esta no sabe hacer ollas! -. Y ¡tun! me pegó con el palo que le servía
unos tigres grandes, pelo color chocolate , debajo de las cuevas se ven los hue- para pilar semillas de platanillo en la frente. Me agaché, llorando por el do-
sos de .10 q.ue co~en. Con las majaguas los hombres cargaron a los niños para lor . Las otras mujeres la regañaron y Yoipanama, hermana mayor de Ru-
pas~ hgento al pie del cerro . Mientras pasábamos, oímos ronquidos, yo miré wahíwe, vino y me llevó a su casa. Desde allá regañaba a Yak+ma:
Y v1 que por un hueco se asomaban dos tigres. Tenían el pelo caído sobre el -Le pegaste a ella que no tiene parientes, que no tiene adónde escaparse.
pescuezo , Witorawe que era el que me estaba explicando todo, echó a correr; Si nosotras que somos viejas no sabemos hacer ollas, ¿cómo va a saber ella
nosotras atrás. Alcanzamos a los demás, que ya estaban sentados en un cam- que es joven?
pamento viejo. Seguimos y, ya tarde , llegamos finalmente a la maloca de los Después me dio paují y gallineta para comer. Hapruawe y su esposa estu-
Matakuwe-theri. vieron discutiendo si me iba a quedar con ellos o no. Yo comenzaba a enten-
der bien lo que decían. Cuando oscureció, Yak+ma me vino a buscar, excu-
sándose por haberme pegado en un momento de rabia . La frente había deja-
do de sangrar; la herida la había tapado Yoípanama con algodón quemado;
( 6) Los _Shama-thari que ~~acaro~ a l~s Shekerei-theri se componían de los Matakuwe- pero me doüa y estaba hinchada .
then , apodados tamb!e~ Po_s1ko~1ma-theri ; su cacique era Ruwawe. Junto a éstos De ese maltrato se habían dado cuenta tres hombres que habían venido
e~~aban los Patama~1p+w.e1-then con. su cacique Shirikakiwe, hermano de Ruwa-
we, Ylos Tosh.~mos~t-then con su cacique Shihewe también hermano de Ruwawe. de visita desde Patamanip+wei.
~s Mat~kuw~-then _han da?~ origen .e~ ~a actualidad al grupo de los M+shim+ Ruwahiwe, por su parte, me trataba bien . Cuando la gente regresaba del
sMh1mawe1-then que siguen VJv1endo , d1v1d1dos en dos grupos disiintos en el alto monte o del conuco con fruta y no me daban , él la regañaba:
avaca. '
-Ustedes van por fruta y no le traen a mi suegra. ¡Cuidado que les voy a
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dar una paliza! Trátenla bien, que yo quiero tener hijos de su raza. -theri. Recuerdo a Yaminawe-theri y a Repowe que lo hacían. También a Po-
Fue gracias a Ruwahiwe que yo no me puse más flaca de lo que estaba. rawe y Yaatawe entre los Puunap+weí-theri y los Witokaya-theri. Y ahora a
Por su parte los homicidas seguían ayunando. Ahora dormía cada uno en Patashiwe y a su hijo, entre los Iyewei-theri.
su casa, pero aislado de sus parientes, cada uno con su fogón.
Cuando amaneció, Ruwahiwe dijo a aquellos visitantes Patamanip+wei-
Por allá había uno que tenía un bojotico de hojas, alto, sobre el fogón.
theri:
Dentro guardaba tierra pisada por un Konapuma-theri que había recogido -Manden a torcer algodón y hacer pronto los adornos para los homicidas.
una vez yendo de dañero cerca de su maloca . Cuando por las tardes los hom- y 0 me voy a quedar solo así /4/ días y luego me adorno. Me estoy sintiendo
~res se enyopaban - claro que los que no habían matado - cogía uno el bojo- muy liviano y ya no sale hedor por ~i bo~a . Quier~ decir que la gente que he
t1co y Jo machucaba, Jo pasaba a otro que hacía lo mismo a otro a otro matado ya ha sido quemada. Ya m1s mu¡eres estan preparándome los ador-
Mientras .hacen eso, creen que el dueño de esa tierra siente' dolor e~ eJ pie: nos. Ahora voy a pasar unos días en mi conuco y allá me voy a adornar.
sufre y gnta desesperado. También lo abrían y ponían la tierra sobre un tiesto Los visitantes dijeron que eso mismo iban a hacer y se fueron . Shihewe y
para que se calentara; eso le hace sufrir calenturas al pobre dueño. Para que
Jos suyos también se fueron. Por su parte el viejo Matakuwe se fue al monte,
~ufra más, abren el bojotico, desmigajan más la tierra, la dejan enfriar, lamo- de wáyum+ con su familia para ir a comer cunurí. Al marcharse esa gente dijo
jan y al fin la embojotan de nuevo para guardarla.
Ruwahiwe:
Esto lo venían haciendo desde antes de llegar yo a vivir con ellos. Pero -Aquella parte del shapono ha quedado vacía. Cuando somos pocos, apa-
ahora, vi hacer otra cosa más. Un día los viejos y otros que no habían matado rece la enfermedad, vienen los hekura enemigos, Pore hace de las suyas ...
en s.hekerei salieron al monte y allá dieron con una mapanare. Cortaron en Mejor nos vamos también nosotros.
seguida una horquetica y con ella le apretaron el pescuezo contra el suelo. Así Nos mudamos, pues, a un cañita que pasaba a1 lado del conuco. Querían
· la bicha, aunque trate de zafarse, no puede hacer nada, así, duro, hasta que limpiar y sembrar yuca dulce y ocumo. Allá yo cuidaba a los niños y también
se rompe el pescuezo y el resto de la culebra se va. Entonces le sacaron Jos ayudaba a sembrar. Yak-t-ma me contaba que antiguamente los Yanomami no
colmillos, los embojotaron y se vinieron a la casa. Con ese bojotico los vi lle- conocían el ocumo, el único que lo tenía era Yoroporiwe. Una vez este ante-
gar. aquel día. El viejo Matakuwe, su hijo Shihewe y otros se enyopawn y se pasado hizo reahu y repartió ocumo a todos aquellos Yanomami, después él
pusieron a llamar a los hekura.Cantando, corrían por aquí, por allá. Por fin se transformó en un gusano que se come las hojas y las raíces del co~uco . .
Shihewe cogió el bojotico de aquella tierra, le clavó Jos colmillos de Ja mapa- A los cuatro días de estar allí, Ruwahiwe terminó su tiempo de purifica-
nare y se puso a correr diciendo:
cill'., por haber matado gente. Unas mujeres le habían hecho sus adornos .
-¡A tu-tu-~u-tu! - . Y tiró todo en dirección a los enemigos. - Hekura: lle- Para pintarlo, hicíeron onoto puro y anoto mezclado con caraña. El onoto tie-
ven estos colm11los para que emponzoñen a los Konapuma-theri . ne que ser nuevo para este caso. Una mujer le rapó la tonsura y le recortó el
Si tienen más colmillos, los tiran para que varias culebras vayan a mor- cerquillo, las otras le pintaron y lo adornaron. Se puso el cinturón de algodón
der.
que usan los hombres para amarrarse el miembro, pintado bonito por su so-
-¡.Silencio .- pidió Shihewe, - que ya la culebra va llegando! Esperemos brino a1 igual que los brazales. El amarró su chinchorro de bejuco, de éste
que'. s1 no ha sido ya mordido. fulano salga a orinar, a bañarse, y la mapanare guindó los palitos con que se rascaba y la camasita donde chupaba agua y sa-
lo pique.
lió junto con otros homicidas al monte, acompañados de otros hombres. En
Dicen que así resulta picado y que si está acostado en el chinchorro del una mata grande primero amarró Ruwahiwe su bojote, más arriba que todos;
techo le cae una culebra encima. '
más abajo lo fueron amarrando los otros que eran menos importantes. Para
Y se sentaron todos, esperando en silencio, bien borrachos de yopo. De esta operación ellos buscan palos altos, que duren mucho, que no estén en lu-
pronto Shihewe dijo:
gar limpio, sino medio cerrado, para que los enemigos no encuentren los bo-
-Oigan, oigan. Ya están llorando. La mapanare mordió a un joven. Sus jotes. Si los descubren, los Yanomami creen que de la misma manera van a
hermanas están llorando. ¿Oyen?-. Y se puso a remedar el lloro del Konapu- encontrar en limpio a sus dueños y los pueden flechar fácilmente. Al encon-
ma-theri.
trar esos bojotes, los enemigos los zafan y los queman: señal de que su dueño
-Sí - contestaban los otros.
será pronto quemado también. Así creen.
-Ahora - concluyó Matakuwe - vamos a esperar que nos traigan noticias. Un día llegó Koirashiwe , yerno del viejo Matakuwe, a decimos que fué-
Más tar~~· como al año, cuando vino el viejo Matakuwe y otra gente de ramos a recoger cunurí, porque ya comenzaba a retoñar. A la tarde se fue.
su grupo, a v1s~tar a l~s Namowei-theri, donde yo estaba, nos contaron que la Hapruawe le dio un pedazo de danta que había cazado para que se lo entre-
culebra s1 babia mordido a un Konapuma-theri. gara a Matakuwe. Tres días después, por la mañanita, nos fuimos también no-
-Ellos son enemigos de ustedes - nos dijo en esa ocasión el viejo - y no- sotros. Subimos por un cerro, bajamos, subimos por otro y volvimos a bajar.
sotros les hemos matado a uno con mapanare. En esos cerros había mucha piña de Curupira y matas de cucurito que fuimos
Este embrujamiento de culebra lo volví a ver después entre los Namowei- recogiendo. Bajamos y seguimos por una tierra llana. Donde pasaba un caño

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de agua blanca encontramos mucho cunurí, mientras los hombres hacían los ta- irme adonde estaba el viejo Matakuwe, a ver si ~ograba sacarle candela ~a~a ca-
piris, nosotras recogimos un montón. El que se había caído en el agua, como lentarme. Sentía frío , porque ya estaba oscureciendo. En la selva cae rap1do la
ya estaba abierto, lo pelamos para cocinarlo esa misma tarde. A lo lejos se noche y de noche hace frío ; las matas gotean el sereno. Yo llegué a un lugar
oían los gritos de la gente de M.atakuwe, después fuimos a verlos. Tenían mu- donde se oía gente hablando , me paré un rato y esperé que oscureciera del
cho cunurf recogido, ya habían comido y estaban cocinando más. Nos dieron todo. Entonces vi a algunas mujeres que con tizones bajaban al caño para po-
también cacería. Al rato de haber llegado nosotros , los niños comenzaron a ner el cunurí a remojo. Juntaron los tizones para que no se apagaran. Yo me
gritar:
fui a parar detrás de un árbol, sobre la barranca y miraba . Ellos recorrían la
-¡Hama ke pe!
orilla buscando hojas para forrar los mapires en que iban a dejar el cunuri
Yo me asusté, siempre pensando que fueran enemigos. En cambio eran después- de lavarlo. Venían unas, se iban, venían otras; al fin~ _se fu:ron t~
indios de tonsura grande que venían de visita. Traían chinchorros y querían das. Menos mal que dejaron un poco de candela. Entonces baje, cogi dos tI-
llevarse perros. Después oí que eran Namowei-theri. Las mujeres Shama-thari zones y me fui . Me senté debajo de una mata de k·ómishi e hice mi fogón.
murmuraban:
Quebré unas hojas de palma, hice mi cama y me acosté. A media noche me
-Esos pelones quieren llevarse perros, después que se llevaron a nuestras levanté y, alumbrándome con un tizón, fui al caño a sacar un poquito ~el . cp­
hermanas. ¡Qué rápido olvidan las cosas!
nurí de aquellas mujeres. Cogí un maphito lleno y me lo llevé a m1 s1t10.
A nosotros Matakuwé nos dijo que él se iba hacia las cabeceras del caño, AJlí cerca había un cañita pequeño que más abajo caía al más grande, dentro
donde había mucho cunuri y que nosotros nos fuéramos por otro camino don- puse a remojar mi cunurí. Se pone a .remojo para que pier~a el v~~eno . N~
de había mucho también. Nos despedimos y nos fuimos a nuestros tapirís, co- dormí más , por la mañana tapé con berra el fogón y guarde las hojas de mi
cinamos unos paujies que habían cazado nuestros ho~bres y dormimos. A la camita en el hueco de un árbol. Salí con dos tizoncitos. Rompí un bejuco,
mañana siguiente echamos a andar: los hombres adelante y nosotras atrás. De bajé al caño, recogí el mapirito, lo amarré, lo forré y me lo cargué a cuestas.
pronto topamos con unos hombres pintados de negro, sentados. Cuando pasa- Era la primera vez que yo iba sola por la selva: lloraba, sentía mucho
mos nosotras, W10 de ellos brincó y me agarró por un brazo. Yo grité y vinie- miedo. Me dolía el brazo que me habían torcido. Caminando por la orilla de
ron las otras mujeres a defenderme, pero los otros hombres se pusieron a aquel cañita, encontré cacao, partí uno y me puse a _chupar. ~espués s_ubí. por
ayudar al primero. Hubo forcejeo y se me cayó el niño que cargaba, su madre un cerrito. Bajando, of el ruido de un raudal. Llegue más abajo. Saque mi cu-
gritó. El hombre dijo:
nuri y lo lavé. Boté las hoja , lavé el mapire y lo forré con hojas nuevas. Co-
- Nosotros nos la llevamos. Ustedes la maltratan. ¡Miren cómo le dejaron mence a comer mi cunurí. Volví a cargarme el mapirito y me quedé pensando
la frente!
adónde ir. Subí a una altura y bajé a un llano, cerca de un caño. Anochecí
-Si se la llevan - dijo I-ranaema, mujer de Ruwahiwe, -van a ver cómo junto a ese caño y allí quebré unas hojas para hacer mi camita. Rompí leña
mi marido los va a flechar. ¡Suéltenla!
para el fogón; ¡qué ruido hice en aquella soledad!, pero no tenía miedo d~
Kororinama le dio un mordisco en la mano al hombre que me tenía aga- que me oyeran. Después bajé al caño, metí la mano en unos huecos de la on-
rrada. Las mujeres eran muchas y vencieron. Los hombres me soltaron. Eran 1\a y saqué dos cangrejos. Los machuqué. El sol estaba bajando. Baj~ más
Patamanip+wei-theri y entre ellos estaban los tres que habían visto cómo por el caño y vi una cacaradora y dos viejas. Envolví el pescado en hojas de
Yak+ma me había pegado. También me soltaron las mujeres y yo eché a co- casupo, me bañé y me fui adonde estaba mi candela. Allá asé pescados y can-
rrer adelante. Oí a uno de aquellos hombres que gritó: grejos. Tenía hambre y me comí casi todo, acompañándolo con cunurí. En-
-Yo la voy a matar. Así no queda ni para ustedes ni para nosotros. contré un macuto de macanilla, lo doblé, lo fui a llenar de agua y lo traje
Se llamaba Shiweiwé y era hermano de Ruwahiwe, pero poco amigo. Yo para beber durante la noche. Mientras estaba al lado de mi candela, no sentía
me volteé y vi que templaba el arco, entonces me escondí entre las raíces de miedo; lejos de ella, no me atrevía a estar. Era verano y no llovía. Allí me
una macanilla. El disparó una flecha de arpón que se clavó en el palo, cerqui- puse a pensar, a llorar, a recordar a mis parientes, a las monjas , mi primera
ta de mi cadera.
comunión. Luego le rece a Maria Auxiliadora para que me hiciera encontrar
-Ahora sí quedó para ustedes. ¡Ha, haaaa++.+! - gritó a las mujeres, el camino. Sentí como una esperanza y dije: "Sé que estoy lejos, en el monte,
asustadas por creer que me había acertado. pero algún día tendré que volver adonde hice mi primera comunión". .
El no se dio cuenta del error y cogió una flecha de punta de bambú. Yo Agarrándome los dedos, fui rezando el rosario , y me dormí tranqwla. Me
aproveché para correr fuera del camino. Mi cuerpo temblaba. Escondida de- · desperté , aticé la candela y volví a dormir. A la mañana siguiente fui al caño
trás de un palo, oía a las mujeres que discutían si yo estaba herida o no. Ellas a lavarme, calenté el cangrejo que me quedaba y lo comí con cunurí. Después
siguieron caminando hasta alcanzar a sus hombres y avisarlos de lo que había recé y dije: "Con Dios y la Virgen me voy" . Y seguí. Les tenía más miedo a _
sucedido. Yo me quedé. Por la tarde oí que Yak+ma me llamaba, pero no le los hombres que a las fieras. Pero ... la comida la tenían los hombres. Llegu~
respondí.
a un cañito; había rastros de gente; en la orilla había un carapacho de cachi-
Allá me quedé toda la tarde. Después busqué el caño. Por su orilla quena camo grande. Pensé que fuera la gente de Ruwahiwe. Seguí los rastros para

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ver adónde iban. Habían roto ramitas por el camino, se veía donde habían hueco y el otro le da vueltas al palito; si es uno solo, con los pies aguanta la
matado un cachicamo. Seguí por el sejal y llegué a un caño grande. La playa tablita y con las manos frota el palito. La llama se prende a la yesca y hojas
estaba llena de rastros. Me fui por la playa y oí voces de gente. Decidí pre- secas y de ahí se pasa al comején. Pero para que éste se prenda, primero hay
sentarme. Recé. Crucé el caño. Dejé el cunuri escondido en la orilla y, con ta que desconcharlo, hacer el resto pedazos y quitarle la parte blanda que no
otra fruta, me fui acercando. quema.
Reconocí a Yoipanama, hermana de Ruwahiwé, que en el caño estaba Entonces destapa la cueva y va metiendo adentro palos secos que ha re-
bañando a sus niños. cogido por alú. Amarra con bejuco los pedazos de comején prendidos y los va
-¡Eh! - dijo ella al verme. - Mi suegra viene llegando. metiendo adentro. Después tapa bien la boca con barro, dejando un huequito
Así me llamaba porque, como dije antes, Ruwahiwe esperaba que yo tu- pequel1o; por ese huequito se pone a soplar, soplar .. . Hay que soplar en se-
viera una niña para casarse con ella. Yoipanama me llevó al tapirí de Yak+ guida y mucho, si no, al cachicamo le da tiempo a cavar y escapar por otro
ma. Las mujeres me rodearon para preguntarme qué me había pasado. Mira- lado. Cuando uno se cansa de soplar, abanica con una hoja. Si la cachicamera tie-
ban si la flecha me había herido ... Yak+ma me dio marirnonda y cunurí para ne algunos escapes, el indio corre a taparlos para que no se salga el humo. Y vuel-
comer, .J.ranaema me dio una cabeza de cachicamo. Dicen que, comiendo ca- ve a soplar, hasta que el cachicamo gruñe y se cae volteado. Está muerto. Enton-
beza de cachicamo, de mono, de ave, las muchachas crecen más ligero. ces el indio coge más barro y tapa completamente el hueco. Y se va a sentar, o, sí
Los hombres y las mujeres habían salido a recoger cunuri. Trajeron mu- ha encontrado rastro de otro, repite la operación en otra parte. Luego vuelve
cho. Al día siguiente cada familia hizo su barbacoa con varejones de seje para adonde el primero, saca el barro, los palos que puso adentro y el comején si que-
secar encima el cunuri. Al otro día fueron a sacar conchas de palo, trajeron da . El humo sale, sale. Cuando ya se puede ver, el indio mira adentro. Casi siem-
varias, les doblaron y amarraron los extremos, las colocaron algo alto entre pre el animal está allí mismito, junto al comején quemado. Hasta allí llegó en su
dos palos y vaciaron adentro cunurí; después echaron agua y, debajo, hicieron intento de escaparse y se quemó la cara , con las orejas tostaditas. El indio ensan-
candela. Yo pensaba que la concha se quemaría, pero vi que no. El fuego cha un poco el hueco y saca al cachicamo. Si se ha muerto muy adentro, hinca con
quedaba un poco retirado y se atizaba continuamente, por eso el agua demoró un palo aguzado hasta sentirlo debajo, entonces se pone a cavar tierra y saca al
en hervir. Cuando hierve, la concha del cunurí se abre y es fácil de pelar. En- animal.
tonces lo sacan y lo ponen en el suelo sobre hojas. Ya está blandito. En la ca- Así había matado cuatro cachicamos Hapruawe. Los trajo, armó una bar-
noa echan más para que hierva. Es venenoso el cunurí s] se come crudo o mal bacoa y se puso a ahumarlos. Nosotras recogimos cucurito, cazamos cangrejos
sancochado. Allá en Río Negro, en Ta.bocal, se habían muerto unos mucha- y pescamos sardinas. Cocinamos y comimos esas cosas, junto con el hígado, el
chos por eso. Después se pasa el cunuri sobre una barbacoa y se le prende bazo y el corazón de los cachicamos.
fuego debajo para asarlo. Asado el cunuri se conserva más tiempo. Luego se El mismo dia salimos de regreso. A mí me cargaron con un cachicamo;
guarda en unos mapires con hojas de miyóma y así se lleva a la maloca. En- me lo amarraron en la espalda con tiras de majagua, bien forrado, porque es-
tonces se pone a remojar en un mapire, dentro de un caño, la cantidad que se taba todavía caliente; y con un gajo de cucurito. Todos íbamos cargados. Su-
quiere comer. Se deja como ocho días remojando. El remojo le quita la gra- bimos un cerro y empezó a soplar el viento, a ponerse feo el tiempo, a sonar
sa, que es el veneno. Así hicieron entonces. Parece que esa grasa mata los los truenos. Llovió, llovió duro. Ellos corrían. Yo me quedé retrasada. Como
piojos, por eso veía que aquellas mujeres les embadurnaban la cabeza a sus iba agachada por el peso y con los brazos afianzando la majagua en la cabeza,
hijos. no me di cuenta. Cuando escampó miré. El caminito bajaba hacia un caño.
Por allá pasamos algún tiempo y recogimos bastante cunuri. ¿Y la gente? Solté el cachicamo y grité , grité. Nadie respondía. Recogi el ca-
Un día fui con Hapruawe, sus mujeres y sus hijas a sacar unos cachica- chicamo y, creyéndome fuera de camino, me devolví. Llegué adonde había
mos que él había cazado. Lejos, lejísímo. Así hizo él para cazarlos; y así ha- comenzado a llovet, pero no encontré otro camino. No quedaban rastros,
cen todos los Yanomami. Miró primero los rastros y los siguió lejos, hasta las porque era camino de piedra, y donde era tierra, la lluvia los había borrado.
cabeceras de un caño. Alli es donde le gusta la cachicamo hacer su madrigue- Volví por el camino donde había gritado. Era tarde, solté el cachicamo y me
ra; como allí hay peñas, el hueco que cava le parece más seguro. En la entra- puse a gritar de nuevo. Po, po, po, po ... me contestaba un pájaro y más
da de la cachicamera siempre hay muchas hojas. Las trae el animal, después nada. Volví a gritar. Era un ronquido lo que oía ahora como respuesta.
de meterse, las junta en la boca de la cueva para encerrarse. El indio, pues, Me acordé de aquel cerro que habíamos visto viniendo de Shekerei y de
saca esas hojas y se pone a escuchar al bicho que está adentro. ¡Eh, eh, eh, los tigres que dormían allí. Pues ese cerro era. Allí estaban las peñas y las ti-
eh! hace el cachicamo. greras. Me asusté. Seguí pero sin rumbo. Pasé por unas peñas, después por
- Allí está - dice el indio. Y en seguida hinca hojas delante de la entrada una tierra firme, me metí por un caminito de danto y por él me fui . Allí oscu-
para no ser visto ni oído por el anima] y sin más va a buscar un comején. reció por completo. Estaba sola, sin candela, nada. Subía y bajaba por aque-
Amontona palos secos y se pone a hacer candela cerca de la cachicamera fro- llas piedras con mi cachicamo a cuestas. Bajando, sentí que me resbalaba. En-
tando con pafüos de cacao. Si son dos los hombres, uno tiene la tablita del tonces me senté, me agarré de una matica de yagrumo y otra de caña de la in-

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.... r
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1

día,_ pero, como eso crecía sobre peña, se fue derrumbando conmigo. Rodé ba bravo. Después Yak+ma me preguntó dónde había dejado el cachicamo.
abajo ~n todo aquell? un. ~ocotón de metros. Perdí el sentido: el caparacho Le conté y le mostré la herida que me había dejado en la espalda . Siguiendo
'¡ del cachicamo me hab1a lastimado el espinazo. Después sentí que el agua gol- Jos rastros llegaron adonde me había resbalado. Sacaron el cachicamo y lo
1 peaba sobre_ una hoja y abrí los ojos. Traté de tantear con los brazos. Aquello cargaron . Yo no llevé más nada. Llegamos a los tapirís y me ~c~staron boca
11 era t~do beJu~ y mal:za. En el resbalón se habían soltado el cachicamo y el abajo. Yak+ma comenzó a sobarme y a ~rotarme con a~a t1b1a las _partes
¡ ¡ ~cunto. D.eba10 de m1 estaban. Menos mal que fue así porque, si no, me hu-
b~eran ~d1do,.ah?rcar. Sentí sed. Al frente vi como unas luces. "¿No serán
aporreadas, después me dio de comer cachicamo con cunun. Me acoste y me
1 ¡
dormí.
l 1 OJOS de tigre? d11e. No; eran cocuyos. Me zafé de los bejucos; me costaba
Por allá nos quedamos algunos días . Ellos iban a comer fruta de gateado
1 1 respirar; atrás sentía todo pesado y domúdo. Tenía un codo magullado que y recogían más cunurí. De al~ volvimos al conuco d~. Ruwahiwe. E l ~enía g~­
ch_orreaba sangre. Dejé el cachicamo y seguí bajando. Oía agua más abajo. y nas de trabajar. Llegó también su padre Matakuwe, pero en segmda saltó
i mi garganta seca, seca; pero no podía bajar porque había un barranco oscuro.
Me fui por un lado. La luna apareció. Vi un palo alto y fino . En palos así no
para el sitio de ~onapuma. D~jo que iba a recoger el anoto que sus hijos ha-
bían visto al vemr de Shekere1. En una cueva del cerro guardaron todo el cu-
puede encaramarse el tigre. Arriba tenía dos ramas. "Voy a dormir al1á arri- nurí que traían. Con ellos se fueron Yak+ma y Hapruawe y s~ gente. Y_o me
ba", dije. Me encaramé como había aprendido de niña, sin mirar cómo estaba quedé con Parauma, esposa d~ ~hiitawe y cuñada de _Hapruawe, para cmdarle
el tronco. Cuando ya estaba alta, algo me picó en la barriga. Traté de botar- a sus hijos. Renovaron los tapms y nos quedamos alh como un mes.
lo, pero en eso sentí otra picada en una pierna. Entonces me dejé resbalar. Parauma me trataba bien. Y así otras mujeres Shama-thari. Siempre me
En la pata del tronco estaba la cueva de esas hormigas 24 y se me pegaron daban de las frutas que había en ese tiempo. Ruwahiwe les decía:
muchas, me picaron toda.
-Napeyoma no ·está acostumbrada a comer raíces de bejuco como noso-
Lloré. Ya no sentía el dolor en la espalda, de tanto que me dolían las pi- tros. Cuando consigan fruta , denle para que coma.
cadas. ~udaba y temblaba. Allá me fui andando hasta que conseguí una mata Las mujeres Karawe-thari que quedaban me tenían envidia. A veces se
d~ cuajo,_ esa ma~a que usan los brujos para hacer yopo. Pensé: "¿Será· que reunían para pintarse y decían:
D10s no tiene lástima de mí?". Moneé el cuajo . Me paré en 1a primera rama - ¡Cómo son estos Shama-thari! A Napeyoma siempre Je regalan fruta, le
[,¡ miré abajo y dije: "Demasiado bajito: el tigre me puede alcanzar". Me subf dan cacería; a nosotras que trabajamos, que cargamos leña, que cargarnos
11 1 arriba y todavía me pareció bajo. Me subf y senté en la tercera rama. Me sen- agua, no nos dan . Para comer fruta tenemos que ir a buscárnosla.
1: i¡
tía toda dolorida. Me picaban los jejenes y los zancudos. "Verdad -pensé - En realidad esas Karawe-thari tenían que avisparse y comer fruta donde
! que el que no se muere tiene que sufrir bastante". Ni rezar podía. Me soplaba la encontraran , porque de comer les daban sólo el pan , que es plátano, y la
¡l en las manos donde me habían picado las hormigas. Sería Ja medianoche
cuando o( el tigre que venía siguiendo mis rastros . Me quedé callada y me
cacería. Lo que las presas traen es para la dueña. Claro que la situación cam-
bia cuando ya ellas tienen bíjos: entonces traen para sí y para ellos.
puse a rezar. Ahora sí podía y me olvidé de los dolores. Era el miedo que Un día salí al monte con Hokotonama , con Yoipanama y demás esposas
ahora me tenía presa. La fiera llegó a1 pie del cuajo y sentí que olió alrede- de Raharariwe. También iban algunas Karawe-thari. Encontramos platanillo.
dor . Con las patas de1anteras tenía abrazado el palo. Varias veces se puso a Raharariwe cortó las matas y nosotras recogimos la fruta. Después encontra-
menearlo para verme caer, pero yo, duro, bien agarrada, como si fuera una mos miel de cigarrones. Con un hacha vieja que tenía, Raharariwe tumbó la
gua~a verd~ . El p~lo quedaba aislado, lejos de otros grandes, sí no el tigre mata con una haowa fue abriendo el hueco y sacó los panales. Bajamos a un
hubiera podido subirse a otro para brincar adonde yo estaba. Así hace éL Es- caño 'y allí el hombre hizo un hoyo en la playa, forrándolo con hojas grandes
peró abajo un buen rato, después se fue. Yo me quedé rezando, llorando. Sa- de casupo. Las mujeres le echaron agua adentro, después algunos panales Y
bía que el tigre no se iba del todo. Cuando volvió, se puso· a rasguñar Ja mata. revolvieron. Con pedacitos de hojas de casupo recogimos el aguamiel Y bebi-
Después se sentó se quedó más tiempo. Yo pensé en quebrar una para para mos. Era dulce, pero sin olor. La de otras abejas, en cambio, es olorosa a
d~fende~e caso .de que _él se subiera. Cuando sacudía la mata. , siempre pare- flor.
Cl~ que iba a subir. Volvió a marcharse. Más tarde regresó, se sentó y se que- De regreso vi un sapo grande, de color pardo. Lo miré; él me miraba
do bostezando y roncando todo el tiempo. Yo seguía rezando, mirando si iba abriendo y cerrando los ojos. Se lo enseñé a Yarima; Karawé-thariyoma que
!
a amane~r. AJ fin, espera que espera, amaneció. El tigre se fue ... Yo me venía detrás mío lo fue a recoger. Al llegar al primer cañito, ella lo peló. We-
quedé arnba •. hasta. cuando - se~an las nueve - oí que venían mujeres gritan-
'

reirna, esposa de Ruwahiwe, dijo que le botara toda la sangre , P?rque ~s ve-
d~. Era Yak+ma, con otras mu1eres y un muchacho, que habían encontrado nenosa. Lo exprimieron bien y le sacaron muchos huevos. D espues ~egu~n:ios.
lllls rastros. Yo, arriba, calladita, sin responder. Quería que se acercaran más. Cuando ya estábamos por llegar, Yarima me dio un bojotico de hoja , d1c1én-
Al fin respondí y, cuando vi a la gente ya a pocos pasos, me bajé. Les mostré dome:
los rastros del animal que me había velado.
: -Esto es para ti . Asalo y cómelo-. Y se fue p~ra su tapirí. .
-¡ira, +ra.' - decían ellas. Por los rasguños que vieron , decían que esta- Yo me fui al nuestro y me puse a asar semillas de plata mllo. Parauma me
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dijo que asara lo que traía envuelto en la hoja. Eran los huevos y el hígado -Fueron los hekura que la mataron - dijo la madre.
del sapo. Yo puse aquello en el fuego. Mientras comíamos semillas de platani- -No - contestó la muchacha. - Fue Napeyoma que la envenenó con hue-
llo ella lo cuidaba. En el bojotico reventaban los huevos. vos de sapo -. Y le contó lo de Jos niños muertos en Wánitima. Allí mfamo la
-¿Qué es? - me preguntó ella. vieja comenzó a maldecirme, andando como loca por el shapono.
-No sé - dije. - Me lo dio la Karawe-thariyoma. -¡Maten a Napeyoma! - gritaba. - ¡Mátenla! ¡Muera ella corno murió mi
Por fin quiso ver. Abrió el bojotico y me preguntó: hija!
-¿Se come esto? Parauma estaba mal y su criatura también, porque había mamado de ella.
-No sé - le dije. - Yo nunca lo he comido. La Karawe-thariyoma sabe. Su marido la brujeaba. A la niña la brujeaba un viejo. Yupuunami seguia gri-
-A lo mejor ellos lo comen - dijo Parauma. tando: -
Cocinó un poco más el hígado y comenzó a probarlo, junto con un cam- -¡Maten a Napeyoma! ¡Mátenla! No la quiero ver más. Si no la matan,
bur rókómi que había asado. También probo algún huevo. Sintió muy amargo ustedes no son valientes. Voy a decir que son hombres que sólo sirven para
y escupió. Yo entonces boté en la candela los huevos que quedaban . Después cargar guatura. Si no la veo a ella quemándose allá y mi hija acá , no estaré
ella me mandó al caño a buscar agua. Me fui con su hijita y otras mujeres: to- tranquila. ¡Mátenla!
das iban a eso. Parauma se fue a sentar junto a Yoipanama para beber agua- Yo estaba sin culpa, pero me ponían los pelos de punta aquellos gritos,
miel. Cuando yo volvía del caño, vi a una niña, Kokarashima, comiendo algo aquella lloradera. Después me dormí. Tenía la conciencia tranquila. De ma-
en el tapirí de Paraurna. drugada Parauma me despertó y me dijo:
-¿Qué estás comiendo? - le pregunté. -Huye al monte. Esa mujer quiere que te maten. Aquellos jóvenes están
-Nada - me contestó. poniendo puntas de cúrare en sus flechas para matarte.
Miré en el fogón y vi que no quedaba nada de los huevos de sapo. -No, no huyo - le contesté, sentándome. - Yo no le di de comer huevos
-Tú comiste de eso que yo había botado ahí - le dije regañándola. -Eso de sapo a nadie. Salí a buscarte agua a ti y los huevos los tiré ahí.
es amargo, ¿no sabes? -Esa gente te va a matar - me repitió ella. Yo me volví a acostar. Ella
Ella, entonces, corrió al tapirí de Yupuunami, su mamá. Allá la niña be- entonces me sacó a La fuerza del chinchorro. - Vete por aquí - me dijo y, en-
bió aguamiel. Después de tomar, se volteó y vomitó. tregándome un tizón, me hizo salir por un boquete del techo. - Escóndete en
-Anda a vomitar detrás de la casa - le dijo su mamá. el monte y espera que pase un poco de tiempo. Ellos se olvidan. Luego. regre-
Ella salió detrás del shapono. Demoró un buen rato y volvió; traía la es- sarás.
palda sucia de hojas; se ve que se había caído. Allí volvió a vomitar en el fo- Yo salí. Ya iba algo lejos cuando oigo hombres buscándome. Tapé la
gón y de repente se cayó a un lado. Su mamá la agarró; tenía los ojos vidrio- et :'.,dela con una hoja y me quedé sentada. Aquellos hombres, al ver mi chin-
sos. Ya era tardecita y Ruwahiwe estaba brujeando. Las otras mujeres le dije- chorro vacío, habían salido y ahora corrían para acorralanne. Decían:
ron a Yupuunami que le llevara a la niña, mientras él estaba todavía enyopa- -Por aquí no ha pasado todavía -. En eso, un venado que estaba dur-
do. La mamá la llevó y allá la sostuvo sobre las piernas, mientras Ruwahiwe miendo en un matorral, se levantó, hizo ruido pisando hojas de casupo, lo
tomaba más yopo para brujearla. Cuando el brujo comenzó a pasarle las ma- vieron y dijeron: - Napeyoma se volvió venada. Persigámosla - . Y se fueron
nos sobre el pecho, la niña volteó los ojos, respiró por última vez y se murió. detrás del venado, gritando, corriendo.
-¿Por qué no la trajeron antes? - dijo Ruwahiwe. - Ahora ya se ha Entonces yo me fui al conuco. Allí estaban otros llamándose entre sí con
muerto. Este es un espíritu que ha venido a robar su alma. silbidos de aves. Desde el shapono me llegaban gritos y lloros. Yo comencé a
Su mamá la cargo hasta el chinchorro y se puso a llorar. Nadie pensaba silbar también para que me creyeran un compañero de ellos. El tizón Jo lleva-
que hubieran sido los huevos del sapo. Todos creían que era un espíritu, por- ba embojotado en hojas de casupo. Para disimular, cargaba dos palitos pela-
que antes había soplado viento fuerte. Poco después también Parauma co- dos como si fueran flechas. Así seguía silbándoles. Era todavía oscuro y me
menzó a vomitar. creían uno de ellos. Pasé en medio de los algodoneros, solté los palitos y se-
-Me siento mal - dijo. - Se me nubla la vista. Esta fue la que trajo los guí. Me monté en la rama larga de un árbol que llegaba hasta el conuco, seguí
huevos que le dio la Karawe-thariyoma. por ella y me bajé por el tronco en medio de un casupal: allf nadie podría ver-
Entonces vino una muchacha llamada Preyurama, que había vivido cómo me. Quebré unas hojas de casupo, me senté encima y desembojoté el tizón.
presa con los Namowei-theri, y le preguntó a Paurama qué había comido. No quise hacer candela, porque el humo hubiera salido al conuco a avisar. En
Contestó que hígado de sapo y que la niña muerta se había comido los huevos el conuco estaban los hombres silbando y haciendo bulla. Después quebré una
que yo había tirado al fogón. ramas e hice candela, porque hacia frío . Me puse a rezar. Cerca, posado en
-¿No saben ustedes que eso es veneno? - dijo Preyurama. - En Wániti- un palo, había un gavilancito. Me acerqué; él no se movía: estaba empoUan,
ma de así ni niños que comieron esos huevos , así /5/ se murieron -. Después do. Cogí un palo, lo mordí y lo quebré. Me encaramé en Ja mata y le di un
se fue adonde estaba la muerta. golpe al gavilán: ¡tok! Se cayó. Tenía cuatro huevos. Los recogí, bajé y los

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1 envol"! en una hoja de casupo. Guardé huev .
despues. De allí me fui al conuco por lát os y g~vilán, para recoger todo nevárselos. Mujeres, agarren a sus niños, téngalos en sus casas.
1 1 horqueta que sostenía un racimo y coi:e ~nos¡ Habia luna. Me subí por una Yo calculaba que por río grande entendían el Río Negro. Debía de pasar
oí que alguien decía: ne a orcer; tumbé varios. Entonces rnás abajo, pensaba yo, pero luego tendría que pasar por donde estaba mi gen-
te. Creyendo que fuera así, recé y me fui. Llegué a un llano. Había muchos
-Escu:h~. Napeyoma está cogiendo plátanos
.. Recogi siete y, gateando, volví a mi sitio . . paujíes cantando. ¡Qué mansitos eran! Se calentaban al sol. Yo, llorando, de-
hicieran mucha llama y me quedé rezand ·E~tparé los tizones para que no cía: "Si ustedes fueran gente, no se quedarían mirándome .. .'' .
dormí. Cuando amaneció cogí do ti o. os seguramente se irían. No Seguí y llegué, lejos, a un cerrito alto , todo cubierto de plantas de casu-
hiendo por aquel cerro.A cuestas ~Je:aobnes, los ?uevos y el gavilán y fui su- po. Allí<:_omenzabaun camino de danto .Co_gí_por él y llegué a las cabeceras de
una cueva de piedra hice candela gr da los/la tanos. Llegué adonde había un caño seco. Me fui bajando por él hasta llegar a una laja. Pensé dormir allí.
1 ' humo; menos mal ~ue iba para a .~n epy esplumé el gavilán. Miraba el Aticé La candela y salí en busca de agua. Encontré un pozo con una piedra en
¡ 1 agua, lavé el gavilán, lo limpié por :n~;o ~r allá ~rea ha?ía un charco de el med.lo: el agua estaba limpia.' Volví adonde mi fogón y me fui por el monte
asé; también asé Jos huevos. después l' Í o ~~volvi en hojas de casupo y lo a ver si encontraba algo que comer. Encontré platanillo maduro. No tenía con
con plátanos. A media mañ~na oí un pe_ e os p at~nos y los asé. Comí huevos
1
que cortar. Reventé una piedra y con un pedazo comencé a dar golpes a la
j de ellas gritaba: -·,Napeyoma g,nto a lo le1os y mujeres llorando. Una mata. Le daba por los dos lados magullándola. Cuando me cansaba, descansa-
, ven, ven.
1
1 .
Pero yo ca1lad1"ta
' s .
· · · eguramente iban a 1 1 .
ba. Así tumbé dos matas. Cogí dos racimos y me los llevé adonde estaba mi
1 metida en una guatura. Pero en es , a se va a guindar a la muerta candela. Allá armé una troja que me sirviera de tapirí para dormir y me puse
perro; lo silbaba. Yo tenía m/edo do, o1 qlue un hombre estaba llamando a su a asar el platanillo. Lo.partí para comerlo más tarde. Con Wla hoja de casupo
. . e CJUe o mandara a b traje agtJa. Ya había oscurecido. Me puse a rezar y a llorar; maldecía la suer·
cogi 1111 comida y los tizones y me mudé más uscar;ne. ,Entonces re-
que pasaba; los niños lloraban. las d l allá. Me sente. 01a a la gente te que me había llevado hasta allá; pensaba en mi mamá ... Después me puse
,
nan a la muerta y seguirían de w -
' ma res os regañab
. an. p ens é que gtunda-
. a comer el plataníllo. Ya no me quedaban plátanos. Más tarde torné agua y
"No puedo quedarme aquí, porque ?u::~nEnto~ces volví a la cueva y dije: me eché a dormir.
zamuros no se la coman Me . a cuidar a la muerta para que los Me desperté cuando ya aclaraba. Hice candela y asé más platanillo para
d a d que son Shama-thari· también voy a ir adonde los p t · · . comerlo luego. Yo razonaba así: "Esta cabecera debe ser la de algún caño
. a ~a~p+we1-theri. Ver-
los parientes de la muerta ll 11
' pebero e os tuvieron lastima de mí ... ¿Y si que cae al río grande. Voy a bajar por él, a ver si salgo a algún camino deba-
rán" egan a sa ria? Irán allá a buscarme latero. A lo mejor voy a salir cerca de Tapurucuara". Cogí platanillo y cande-
· y me mata-
la y me fui. El caño estaba seco, lleno de piedras. Yo decía: "Estoy metida
En fin, no sabía adónde ir. Amarré dos . , .
eché a cuestas y me fu1' Ca' al . .ttzones, cogi mis plátanos, me los muy monte adentro. Mañana ya estaré más cerca.
. . i camino y Vl los t d No encontraba agua. Vi W1 cerro azul que me parecía conocerlo. ¿Sería
ido. Atravesé el camino y me tu· d h h . ras ros e Jos que se habían
bía ~n pedazo de arco clavado ~n e;~c º1 a~ un~ mata -~e cucurito. Allí ha- Serrinha, donde vivía don Lucio, aquel venezolano que era amigo de mi
serv_ir para hincárselo en los ojos al ti su~' ºLo m~ré Y d~Je: "Esto me puede papá? Eso quedaba cerca del Río Negro, arriba de Sao Gabriel. Entonces me
bonita. Allí me puse a limar el d ~e · cogi. Segw Y encontré una laja subí a una mata y grité muchas veces. Nadie respondía; sólo los pájaros ... Me
sacarle punta. Después seguí :a~é azo le arco, lo que llaman rasha hu.si, para callé y bajé para dormir. A la otra mañana seguí. Veía la Serrinha; veía
Me fui por él, ya que no tenfa r~sJo~r a .otra ladera y encontré un caminíto. humo. Andaba, andaba. Al fin me monté en una mata alta y grité, grité ... Un
al otro lado quise dorm1'r Queb , rhe~entes. Llegué a un caño, me bañé· mono blanco me contestó. Creí que fuera un indio de otra tribu. Desde arriba
· re unas OJas d - ' º? se veía ningún río grande. Miraba, miraba el horizonte. Esperaba ver la
raíces de un árbol. Mi casa est b h h e m~can.t11 a Ylas eché sobre las
. a a ec a En ese tiem d , piedra de Cucuy ... Nada. Bajé de nuevo y seguí. Pero me di cuenta de que ya
cortar bejuco, ni cortar majagua con l ·d. po yo to avia no sabía
hacerme un chinchorro. Prendí mi fo o~~ tentes co_mo h~cen los indios, para iba muy lejos, y nada de aparecer el ria grande. Tenía cinco días andando.
dazo de arco. Asé un pla'tano Jg to y me fu1 al cano a afilar más el pe- Volví a monear un palo y grité, grité duro. Nadie contestaba. No había bala·
y me o comí· tamb· , , teros como esperaba ... Entonces me devolví por donde babia venido.' Reinaba
y me las comí. Después baJ'é al - .t ' ien ase unas flores de casupo
,
Me acoste y me dormí Por la cam
-
o a tomar v
agua l ,
· o VI Y me puse a rezar. Puro silencio alrededor; sólo se oían los ara_guatos. Yo sudaba. Cuando me
· manana me puse a pen "S' sentía cansada, me sentaba y chupaba las frutas que había recogido. Dormí en
no de Konapuma me matan · . sar: 1 me voy al shapo·
Lloré un rato, lu~go dije: "V~ si am: voy al de Patama~ip+wei, también ... ". otro lugar. Al otro día encontré mucho cogollo de casupo, embojoté un poco y
o_ído hablar del río grande enlre es~~ss1. en_cuentro el no grande". Yo había me fui a comerlo a aquel lugar donde había encontrado el platanillo.Ya tenía sie-
vtento, los brujos Shama-thari s l md1os. Cuando comenzaba a soplar te. días de soledad. Allá todavía quedaba parte de mi plataníllo. Asé también
-¡Wau wau waul Los h ke evandtaban y comenzaban a gritar: mi cogollo. ¡Sabroso que estaba! Después comí platanillo. Me puse a rezar y -
' ' · e ura e los bl , me dormí, allá mismo, sobre unas hojas de casupo; las de macanilla se habían
por el río grande y llegan hast , b ancos estan muy bravos. Suben
ª aca uscando las almas de nuestros niños para tostado.

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Allí tuve una visión. Por lo menos a mí me pareció eso. Estaba acostada, -¿Se fue de verdad'? - le pregunté yo. . . , .. .
dormida y de repente oí una voz que decía en portugués: -Sí; a ver si por ahí mata gallineta - . Yo respire. ~lgo m.as tarde me d1JO .
- ¿Qué estás haciendo tú por aquí? ¿No ves que estorbas a los anímales . t d este platanillo que tengo? Pues manana uenes que asarlo.
. Mira, ¿ves o o . .
que vienen a beber? Si viene el tigre te va a comer. Vete, vete de aquí. El blandito lo pones en esta guapa y el duro en esta otra, ~ue Jo v~mo~ a p1-
Yo abrí los ojos, asustada, y vi como un chorro de luz que venía desde .t orne todo lo que quieras. Cuando termmes, alh atras hay
Jar Del bJ and 1 o e
arriba, alumbrándome el monte que tenía por delante. · Coge esa hacha y partes leña para el fogón. Nosotros vamos a
un tronco seco. · d
-;.Quién eres tú que hablas conmigo? -dije yo, cobrando valor. - ¿Eres muerta a cernir sus cenizas y regresare mos tar e.
quemar a la ' . · di
acaso el ánima de mí hermana que murió en Sao Gabriel? Dicen que Jos espíri- Al rato volvió el esposo. Traía una galbnet~. La cocinaron y me ero~.
tus hablan con gente. Dime, pues, por dónde puedo llegar al río grande, que , Estaba cansada y me acosté en el chmchorro que Parauma hab1a
Yo com1. ·, l t '
ando perdida en este monte ... - . Y me puse a llorar. Cuando me restregué los , Cuando me iba durmiendo me pareeto que ya no e ema
caigado para nu. '
ojos para secármelos, miré y vi todo oscuro. Miré alto, detrás de mi, y vi sola- tanto miedo a la muerte.
mente dos estrellitas. Entonces aticé el fogoncito y me puse a rezar , a llorar a
rienda suelta. No dormí más, sólo pensar, pensar y pensar ...
Estaba decidida a volver al Jugar de donde había venido . Me senté hasta
que amaneció. Oí cantar las grullas: tu-tu-tu-tu , tuu , tuuu. Tan alegres esta-
ban ellas. Yo, tan triste ... Pero estaba decidida; por eso dejé el fuego y salí
con el puro rasha hu.si. Iba casi corriendo por el camino. Quería llegar ese
día. Un bando de marimondas me miraban curiosas. Mi rumbo era el lugar
donde había oído a aquel hombre llamando a su perro. Encontré el camino
con los rastros, pero seguí por el monte. De lejos comencé a oír cantando.
Me acerqué más . Era Kóirashiwe , el brujo:
-Cuando estoy bien enyopado - cantaba -veo claro que vienen los heku-
ra. Vienen y se sientan en mi pecho. Yo los veo bien, clarito , a todos ellos,
muchos, porque, cuando yo era brujo nuevo, nunca iba con mujeres. Yo ha-
cía lo que los otros brujos me decían .
Ya era media tarde . Me bañé. Luego me senté y me puse a rezar y a
pensar para que se hiciera más tarde. Después me acerqué más al campamen-
to. Era uno nuevo. El otro lo habían abandonado porque cerca había estado
guindada la muerta. Pero no sabía cuál era el tapirí de Parauma. Me paré de-
trás de una mata y la oí a ella llamando a su hija Wapayama. Recé como si
fuera la última vez que lo hacía. Pensé: "A lo mejor, dentro de un rato , ya
estaré muerta. Pero yo no he hecho nada malo. Que me maten. Basta de an-
dar por ahí para que me coman las fíeras. Voy a entrar. Sí" . Clavé mi rasha
hu.si en el palo, como recuerdo , me persigné, di media vuelta por detrás del
.~hapono y fui al tapió de aquella mujer.
-¡Ah! ¿Tú? - dijo ella, sorprendida. - Acuéstate aquí en mi chinchorro,
que voy a buscar agua.
Me dio a su niñita y se fue . Yo me quedé sentada . En el otro chinchorro
estaba Shiitawe, su marido. El era tío de la niña muerta. Lo peor del caso era
que no la habían quemado todavía. Yo había vuelto demasiado pronto. Aho-
ra tenía miedo de que me flechara. En efecto, allí, lo vi que estaba sacando
sus flechas . Primero se puso a hacer una punta de arpón: afiló bien el huesi-
to de mono, después lo amarró y fijó en la flecha. Luego cogió dos bolas de
onoto y se pintó el pecho y la cara de negro , las piernas de rojo ... Seguida-
mente cogió el arco y probó la cuerda: ¡trakl ¡trak! Le pareció floja y la tem-
pló. Agarró las flechas y se fue por el camino. Yo Jo vi alejarse. Al rato vol-
vió Parauma.
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CAPITULO VII
Siete Meses de Soledad Brava
Antes que amaneciera, Parauma me despertó. Su marido ya había salido
a espantar zamuros donde la muchacha muerta . La mujer me recomendó lo
que tenía que hacer y salió con los demás: iban a quemar a la muerta y cerner
sus cenizas. Se fue casi todo el mundo, sólo quedaron unas viejas. A eso del
mediodía Okoema, viendo humo donde estaba yo, vino a ver y me preguntó:
-¡Ah! ¿Llegaste?
-Sí.
-¿Por qué viniste para acá? He oído decir a esa gente que te quieren ma-
tar.
-Ya lo sé, pero no tengo adónde irme. Cualquier otro shapono queda le-
jos de aquí.
Le di platanillo asado y ella se fue. Yo seguí asando casi todo el día. Ya
tardecita salí detrás de la casa a partir leña. Di tres golpes con un hacha vieja
y en S!'!guida sentí:¡tak! Grité. Una punta de curare se me había clavado en el
muslo derecho. Lo había atravesado y se había clavado en el izquierdo. La
flecha se había caído. El criminal vino corriendo a recoger su flecha y se fue.
Era Shóhimówe, hijo de Warashama, el primero que llegaba de la quema de
la muerta. Estoy segura de que el marido de Parauma le había mandado a fle-
charme.
Me quedé tiesa, pisando la leña; solté el hacha, temblando. Después miré
la punta, la rompí entre una pierna y otra, saqué el pedazo que se había clava-
do en el muslo izquierdo y, dejando el otro pedazo en el derecho, eché a co-
rrer al monte. Atravesé el camino por el que ellos habían regresado. Me metí
por una tíerra alta, luego fui bajandoy me paré para sacar el pedazo de punta
que me quedaba. Estaba duro. Empujé por dentro y halé. No salía. Yo tem-
blaba. Invoqué a San José, agarré la punta con las dos manos y salió. La
boté .. Entonces la sangre comenzó a chorrear . También chorreaba de la heri-
da de la otra pierna y del otro lado de ésta. Con hojas me iba limpiando la
sangre. "Si la dejo por el camino - dije, - me descubren y me matan". Seguí
bajando corriendo . Encontré barro de lombriz y con eso me tapé las heridas
para parar la sangre . Después eché a correr corno una loca, sin saber por dón-
de, temblando. Subí por otro cerro y, arriba, me senté sobre una piedra, esta-
ba como borracha. Las piernas y los brazos me pesaban, pesaban; y vi cómo
todos los palos se iban poniendo amarillos, con mucho humo. El veneno hacía
su efecto. La sangre seguía saliendo. Sería eso de las cinco cuando oí que los

Hombre Yanomam1 preparando wapu 97


indi.os venían. Yo no podía movernme. Oí que alguien arrastraba un palo y
dec1a: tra que siente haber dejado a su familia: Cuando se muere uno que quiere
poco a su familia , no llueve o llueve poquito. . .
- ¡Tan bonito que está mí garrote! Si la encuentro se lo desmigajo en la - ¡Pobrecita! - decía una de aquellas mu1eres. - Habrá sido .ella. Los
cabeza.
1
hombres que la vieron dicen que se cayó en un barranco y que tema la boca

1 1
-¿Por qué sólo la heriste? - decía otro. - Yo Ja hubiera flechado y des-
pués la hubiera hincado mi arco. llena de gusanos.
! -¡Pobrecita! - decía otra. -¿Por qué cogería para allá?
. Se acercaban. Yo me tapé el cuerpo con hojas de yagrumo. Yo no veía - ·Y nadie la va a quemar ahora? - preguntó otra.
1 smo humo. Ellos comenzaron a discutir:
-trunos a esperar que el cacique diga algo - contestaba otra.
-Tú la flechaste, pero no la mataste.
Con ellas estaba Yoipanama. Comenzó a cortar leña y les dijo a las de-
-¡Ah! - decía el otro. - Ella se murió. Una persona que aguanta ese cu-
más:
rare es fuerte. Mi curare era de anteayer. ¿No recuerdas que, cuando acaba- -Ustedes como que le tienen miedo a pore. ¿Creen que el pore de Nape-
mos de hacerlo, fuimos a probarlo en unos monos y que la marimonda que oma anda todavía por aquí? Se fue . Cuando uno se muere, el pore va por
flechamos se cayó botando sangre? Ella también se habrá muerto. Si se fue
por aquí, ha~~á caído en ese barranco. Ya su nariz estará llena de gusanos.
~onde uno ha vivido cuando joven. Por aquí ella casi no ha vivido. Se habrá
ido por donde ha venido ella. Sólo volver~ ~ cuidar sus .huesos. Su pore ya .no
-No - dtJ_o el otro. - Ella no está por aquí. Yo ví sangre de ella regada está aquí. Ustedes no sean miedosas. Se vuueron conmigo sólo porque teman
sobre unas hojas y muchas hormigas comiéndosela.
miedo.
-¿Por qué no seguiste los rastros de Ja sangre?
-No - reclamaron ellas. - Venimos contigo porque no tenemos con qué
-No seguí porque ustedes me llamaron.
cortar.
-Vámonos - dijo el otro. - Ya está muy oscuro.
Yoipanama tenía un hacha y se la prestó. Ellas se regaron por allá. S~
Y se fueron. No los oí más. Pero yo fui perdiendo el oído y sentí que me oía tak, tak, quebrando leña. Después devolvieron el hacha y se fueron. Yo1-
caía hacia adelante. No supe más de mi... Cuando me desperté, estaba acosta- panama seguía cortando, amontonando. Enton_ces me paré .. Sentía las piernas
da en el s~elo y s.entí ~o en un~ oreja. Me estaba entrando agua que colaba tiesas. Miré bien y gateé más cerca de ella. Hice una pelotica de aquel barro
de una pena.Hab1a llov1do. Mov1 un poquito el cuello, pero no podía levantar de lombriz y se la tiré a Yoipanama. Ella se volteó, pero no me vió. Yo tenía
la cabe7.a. Co~ la mano no podía tocarme: estaba como muerta. Abrí los ojos, miedo de que ella gritara y los hombres vinieran a flecharme. Le tiré otra pe-
pero seguía viendo todo amarillo. Pasé un rato así. Después comencé a torcer lotica que cayó al lado de su guatura. Yo roe quedé parada. Ella entonces me
el cuello. Miraba, pero no recordaba que me habían flechado. Quise hacer la vió. Dejó su hacha y corrió hacía mí. Me abrazo y me d~jo: .
señal de la cruz: no podía. Estaba dura , tiesa. Traté de ir moviendo los bra- -¡Ah, Napeyoma! ¿Dónde estabas tú? Cuando gntaste, m1 hermano t~
zos. El sol ya me estaba calentando. Dejé que los brazos se cayeran, me apo- oyó y regañó porque te habían flechado. Ayer te fueron a buscar por ah1,
yé en ellos y me senté recostándome en la peña. Después vi mis piernas man- para acabar de matarte. Creí que te habían encontrado y que ya estabas
chadas de sangre. Donde había entrado la flecha, estaba todo morado. Yo no muerta. Dos salieron con palos y otros dos con flechas. Yo quería ir con ellos
recordaba qué podía ser eso. Me abracé a un palo, me recosté en él y me para defenderte , pero era muy tarde. Cuando regresaron, dijeron que no te
quedé mirando. En eso un gavilán se posó en una rama delante de mí y se habían encontrado. Después se formó el aguacero-. Miró mi herida y, lloran-
puso a cantar. Le dije:
do , agregó: - Aquí es donde te flecharon . Ya te sacaste Ja punta encurarada.
. -Gavilán, tú me vienes a avisar de que ya es tarde. ¿Adónde voy a dor- Entonces me acordé de lo que había pasado . Ella se puso a llorar. Yo le
mu?
dije:
El sol estaba bajito; por eso creí que era tarde. El gavilán 8e fue.. Des- -He venido a pedirte candela.
pués me quedé en la sombra y sentí frío. Me puse a pensar adónde iría. La -Vente para nuestro tapirí.
herida no doüa, pero largaba agua amarillita. Estaba todo dormido. Vi el sol - No, porque me van a matar.
que daba un poco más allá y, gateando, me mudé para aprovecharlo. Ya esta- -Yo no voy a dejar que te maten. Estás herida y, si te quedas en el mon-
ba ~ás alto: era mañana, pues. Así fui andando todo aquel día, buscando pe- te, te vas a morir. Vámonos.
daCltos de sol para calentarme. No sentía hambre. Sería de tarde cuando oí Yo tenía miedo. Convinimos en que iría más tarde, después que Jos hom-
gente que iba a cortar leña. Yo sentía frío, frío . Gateando me acerqué, que- bres pasaran. A esas horas de la tarde siempre salen algunos a ver sí pueden
dando detrás de un palo para mirar.
cazar alguna ave. Ella se fue . Recordé entonces cómo me habían herido. Llo-
-¿Será que Napeyoma se murió? - preguntó una de aquellas mujeres. rando maldije el día en que me agarraron en el Maricoabí. Después recé . Os-
-Sí - contestó otra. - Tiene que haberse muerto porque el aguacero de curecía. Oí a los hombres pasar de ida, remedando la perdiz, la grulla, el pau-
anoche fue muy grande. No ha parado de llover casi hasta el amanecer. jí, la gallineta .. . Cuando de regreso acabaron de pasar, me levanté y me fui
Los Yanomami dicen que el muerto hace llover. Con los truenos demues- gateando. Pararme no podía. Llegué detrás de un techo creyendo que fuera
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de Yoipanama. Esperé que alguien hablara para estar segura de que era ella. oscureciera, volviera a su tapirí. Salimos sin que nadie se diera cuenta, llevan-
No era. La oí hablando más allá. Me acerqué y con los pies moví las hojas do dos tizones. Yoipanama se quedó para ir a llorar donde pilaban los huesos.
hincadas atrás. Ella abrió la palma y me hizo entrar. Su marido Raharariwe, Nosotras llegamos, hicimos fogón y Pookeupemi se devolvió. Yo me puse a
estaba acostado. Me senté cerca del fogón . Ella me dio un plátano y un peda- rezar. Después pensé: "Si vuelvo, me pueden matar; si me voy al conuco,
zo de cachicamo para comer. En eso vino corriendo su hija y le dijo: también ... Mejor voy a ver sí encuentro el camino de los Sbekerei-theri". Los
-Mira, tú que estás escondiendo aquí a Napéyoma. Allá los hombres es- muchachos que habían llegado decían que por ahí iban rondando dañeros, es
tán poniendo puntas de curare en sus flechas para matarla. decir, enemigos que echan un daño para matar. Habían visto rastros en el co-
-Me voy - le dije a Yoipanama, dejando de comer. nuco y oído silbar. Podría irme con ellos, pensé yo. Al campamento Shama-
-No te vas a ir - me dijo ella - . Y se fue al tapirí de su hermano. Al rato thari no quería ya volver.
oí que Ruwahíwe se puso a regañar a aquellos hombres: Volví por el rasha hu.si que había dejado clavado y me fui. Atrás me lle-
-Dejen tranquila a Napeyoma. Ya ella está herida . Ha pasado la noche gaban los lloros y los gritos de la piladura. Cuando se pilan huesos, está todo
por ahí. Si ustedes la flechan, yo los mato a ustedes. He ido lejos, subiendo y el mundo reunido. Mejor así: más fácil alejarse sin llamar la atención. Llegué
bajando cerros, atravesando ríos, para traerla. Si la matan y se escapan a otra al sitio donde habían quemado a la muerta. Sentí un escalofrío. De ahí seguí
tribu, yo los persigo, los mato a ustedes y a la gente que los hospede. por un caminito viejo. Encontré un conuquito. Había unas matas de píjiguao
Yoipanama también se puso a regañar; y así otras mujeres. Después ella con su fruta madura. Pensé: "Hoy que están pilando huesos, nadie va a venir
se fue al tapirí de Parauma y trajo mi chinchorro. Lo colgó de manera tal que acá". El tronco del pijiguao es espinoso; uno no puede encaramarse. Enton-
ella quedara delante de mi. ces me subí a un palo de lacre que estaba al lado, llevándome un bejuco.
-Voy a dormir aquí - dijo, - para que, si ellos te flechan, me maten a mí; Arriba, con el bejuco, enlacé el tronco del pijiguao. Halé el racimo; se des-
así mi hermano se pondrá más bravo. prendió; con el racimo me dejé resbalar hasta el suelo. Mis heridas estaban
Yo no comí más desde que la hija de Yoípanama había venido a avisar. sangrando y ardían mucho. Busqué en el conuco; conseguí un racimito de plá-
Yoipanama me dijo que no tuviera miedo. Yo recé y me dormí. tanos pareami y me lo llevé. Desgrané el racimo de pijiguao , porque era gran-
Al día siguiente me quedé tranquila. Ruwahiwe a los que querian matar- de, e hice dos bojotes con hojas de casupo, cargándolos con una banda de
me les echó otro sermón: onoto. Me fui por el camíno, pasé al lado del conuco de Hatakoam+p+wei y
-Ustedes que son valientes quieren matar mujer. Salgan a cazar báquiras, llegué al shapono, aquel donde habíamos llegado viniendo de los Shekerei-
dantos, paujíes ... Eso es lo que matan los hombres valientes. El que es buen theri. Estaba enmontado. Me senté para aguantar el dolor. Me dolía mucho Ja
flechador es valiente. Vayan a cazar. Quiero que todo el mundo esta tarde re- ingle. Todavía no era tan tarde , pero decidí quedanne allí para dormir: no en
grese con cacería. Así podré yo decir de verdad que son hombres valientes. Si la maloca, sino afuera, en el monte. Allá encontré una concha de palo de
ustedes la matan, de ella yo no puedo tomar el caldo. Si traen cacería, sí mezcla, bonita como una curiara, la tumbé, la limpié. Quebré hojas de casupo
tomo su caldo, me lleno la barriga y quedo contento. para usarlas como colchón. Con nido de comején hice un bonito fogón y
Todos los hombres pusieron pW1tas a sus flechas y salieron de cacería. amontoné leña. Bajé al caño que pasaba cerquita. Fui metiendo las manos en
Esa tarde volvieron trayendo muchas marimondas. Ya estaban puestos a ma- los huecos y agarré tres cangrejos. Los maté. Con mi rasha husi rompí dos tu-
durar los plátanos para tomar el carato con las cenizas de La muerta. En eso bos de guasdua para cargar agua. Me bañé, embojoté los cangrejos, llené de
pasó una semana . En uno de esos días llegaron dos muchachos: uno llamado agua los tubos, los tapé y volví a mi lugarcito. Hice buena candela y asé pláta-
Watoshewe y otro llamado Shotomawe. Venían de' Konapuma-teka, donde nos y cangrejos; también un poco de píjiguao. Me puse a comer y después asé
habían ido a recoger anoto. Yo oí que le dedan a Yoipanama: más pijiguao. Oscurecía. Entonces forré mi camita con hojas de casupo, recé
-Mi abuelo ahora la viene a matar. y me acosté. Durante la noche me levantaba para atizar el fuego. Amanecí
Lo mismo me decían a mí. Yo les contestaba: despertada por las úquiras y las pavas que cantaban.
-Que me maten. Yo no he matado a nadie. ¡Que me maten y me coman! Y a había comenzado mi vida de soledad. Estaba decidida a vivir así hasta
El viejo Matakuwe y la otra gente vendrían después. Pero en esos días encontrar la libertad. Me levanté, embojoté mis alimentos, me los guindé a
nadie me hizo nada. Yoipanama no me dejaba salir sola a ninguna parte. Una cuestas y me fui ... con Dios y la Virgen. Bajé al cañíto y salí al camino. Ha-
semana después, por la mañanita, vi que ellos estaban haciendo carato de plá- bía oído decir que el viejo Matakuwe estaba viniendo; cogí, pues, por otro ca-
tano. Entonces Yoipanama llamó a sus hermanas Pookeupemi y Kororinama. mino , por donde no vendrían ellos, sin saber adónde llevaba. Se oscureció el
Pookeupemi me rapó la tonsura y Kororinama me anotó la cara y la cabeza. tiempo. Me acordé del tigre y recé un poquito. Me senté y me puse a comer
En eso vi juntarse la gente en la casa de Yupuunami, llorando, porque allá el pijiguao asado que llevaba. Después seguí. E l tiempo se ponía más feo.
iban a pilar los huesos de Kokarashima. Entonces Yoipanama le dijo a Poo- Llegué a un lagunita. Cantaban las ranas: ¡wai, waí, wai! Me quedé escuchán-
keupemi queme llevara aesconderen una cueva, ya que, al pilar los huesos, la dolas: quería agarrarlas; pero ellas se callaron. Después volvieron a cantar.
gente se pondría brava y alguien me podría matar. A mí me dijo que, cuando Pensé que hacían así porque el tigre las perseguía. Así me había enseñado mi

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mam.á . Me fui acercan~o a la lagunita y vi ranas muertas, otras rasgadas por agarré de otro palo y subí la barranca. Caminé un pedacito y o_í un rui~o:
la mitad y mucha~ pattcas sueltas ... De miedo al tigre, me alejé corriendo, ·krash! Mire. No vi nada. Seguí, pero ¡eh! una danta estaba comiendo ho1as
pe:o tuve _qu: dejar la carrera porque me doüa mucho la ingle. Bajé a un de yagrumo. Me miró. Al Ia?o estaba su dantic~, co~iendo ta~bién, tod_avía
c~no. Sentt fno. Descansé un rato y luego seguí andando. De pronto una ga- con sus pintas blancas. Segu1 andando y a media manana pareció que tru ca-
llineta se espantó y echó a correr cantando; me agaché y allí encontré su nido miníto se acercaba al grande. De pronto oí gritería de indios: eran hombres
con s~is hu~vos bonitos, azulados. ¡Qué alegria! Los recogí y los embojoté. que iban cazando monos capuchinos. Pe~sé que fuera. gente, de Ruwa?iwe
Llegue a orillas de un cañita como a eso de las cuatro de la tarde. Pensaba buscándome. Dejé mis cosas y me acerque para ver me1or. 01 a las mu1eres
~uedarme, pero luego me acordé del tigre y tuve que salir de alü. Recogía ho- conversando y me di cuenta de que era el viejo Matakuwe que pasaba con su
jas, me las frotaba en los sobacos y las echaba a los lados del camino. Así si gente. Cogí mi candela y mi comida y me aleje. Más tarde entré en aquel ca-
~enía e1 ~igre, olería esas ?ojas y se distraería con ellas, dándome tiempo p:Ua mino grande, pero en dirección contraria a la de ellos. No quería volver adon-
u más le1os, fuera del pehgro. Así había aprendido de las viejas Shama-thari. de esa gente. Prefería seguir sola. Andando llegué al campamento de tapirís
Después, siguiendo por la orilla del caño, llegué a su cabecera. Eché en el en que ellos habían dormido la noche antes. Allí se había quedado un perro.
suelo hojas de seje y me acosté. Terua hinchadas las heridas y sentía calentu- Habían olvidado un chinchorro de bejuco; cuando lo fui a descolgar oí gente
ra. Ya era tarde. Hice un fogoncito y asé los huevos. Los probé: eran amar- hablando. Eran dos hombres que se devolvían en busca del perro. Del miedo,
gos, tal vez por el curare que me quedaba; pero me los comí. Después me dejé el chinchorro y hasta mi rasha husí; sólo cogí el tizón, me metí al monte
acosté Y me dormí. A cada rato me despertaba y me levantaba asustada y me senté a esperar. Le dieron palo al perro. ¡Pobrecito! chillaba ... Conver-
como si oyera gente rondando. Pero no había nadie. ' saron un rato y después se fueron. Yo entonces volví. Cogí aquel chinchorro y
... Cuando ~maneció'. me tomé otros ~os huevos, asé plátanos· y me comí el otro que encontré y me los llevé al monte. Más tarde regresé por un mapire
p1J_1guao. Rece Y me fm de nuevo, ayudandome con el rasha husi. Pasé por el que habían olvidado. Lo llené de pijiguao que habían dejado tirado y me fui.
S~Jal y lle,gué a u~ cañ_o. De~cansé . Luego me puse a cazar cangrejos y pesca- Recogí los chinchorros y eché a ªJ!.dar. Pasé el caño y me paré. Hice mi fo-
dJt?s. Sal~ª. ver s1 h~b1a cammo grande: no había. Yo iba por un caminito chi- gón. Como los chinchorros eran pequeños. Amarré el uno con el otro. Des-
q~to, qwzas el antiguo que llevaba al sitio de Konapuma. Decidí dormir a pués volví a los tapirís y me traje leña, que ellos habían recogido, para que-
orillas de ese cañ~. Quebré unas hojas y las puse alrededor mío para que no marla en mi fogón. Colgué el chinchorro doble y me eché a dormir.
~e cayera demasiado sereno. Después busqué alguna frutica . Encontré un Ese era el sitio que los Shama-thari llamaban Konapuma. A la mañana
mdo de comején; estaba bajito, en una mata. Le hinqué el rasha husi y se siguiente salí a ver si encontraba el camino que llevaba al propio shapono de
cay? un pedazo. Puse la mano debajo del hueco y vi que me caían muchos co- Konapuma, por donde había pasado yo viniendo de los Shekerei-theri. En-
me1enes de alas blancas. Así es cómo son buenos de comer, cuando todavía contré un shapono todo quemado, enmontado, y no pude reconocerlo. Alre-
no vuelan. Enton~es busqué hojas de casupo y las cosí con palitos como para dedor había matas de pijiguao tumbadas. Entonces seguí y encontré otro sha-
hacer unas petaquttas. Con el rasha husi rompí un pedazo de nido. En el sue- pono viejo. Tampoco era. A Ja tarde encontré el que buscaba. Quería seguir,
lo, d~b~jo, puse las hojas de casupo y sobre ellas sacudí el pedazo para que pero me pareció mejor regresar adonde había dormido la noche antes. Dor-
~os b1c~1tos cayeran. Después los pasé todos en una sola hoja. De esta hoja mí. Cuando amaneció, me puse a pensar adónde ir. Volví al último shapono y
iba cogiendo y pasando a otra hoja los buenos, dejando Jos negros que son saqué unos palos duros para hacer mi tapirí. Quise hacerlo triangular, como
amargos Y los h~evos. Lue~o am~sé los bichitos, para que no se me escapa- lo hacen ellos. Utilicé dos arbolitos e hinqué un palo más. Puse las viguetas y
ran, Y los embojoté. Lo mismo hice con el resto del nido. Junté todo en un las amarré con mamure. Estando sola iba aprendiendo a cortar todo con los
bojote y volví a mi lugarcito. En el fogón asé el bojote de comején. Cuando dientes: eran mi cuchillo. El techo lo hice con hojas de miyóma y de sharoro-
lo sentí_bien du~to, Jo abrí y comí un poco. Lo volví a embojotar, Jo guindé y m+. Para que el viento no se lo llevara, le puse encima ramas secas. Como
me eche a dormir.
alero Je puse hojas de seje grande. Todo alrededor, como pared, hinqué vare-
A la mañana siguiente asé el último plátano que tenía y Jo comí con co- jones de seje grande. Entreveradas con ellos, puse más hojas de sharorom+;
~ején. Embojoté lo que me había sobrado y salí: con Dios y Ja Virgen, como así quedaría más cerrado. Para que el viento no tumbara las hojas de sharoro-
s1e~pre. Llegué al cañ? ~ahanap+wei ke u; no donde estaba el puente que m+ de la cerca, las aseguré con varejones de macanilla. Fuera de la cerca fui
hab1amos atravesado vmtendo de Shekerei, sino más arriba. Me quedé un quebrando las rnaticas que había para que sus hojas se secaran y el tigre u
rato contemplando aquel caño grande que bajaba. Pensaba: "Si tuviera un otro animal, al pisarlas, hiciera ruido. Quedó bonito mi tapirí. Ahora era mi
machet~ me iría más abajo, cortaría palos de esos que aboyan , los amarraría casita ...
~on bejuco y sobre mi balsa garetearía hasta llegar a un sitio civilizado". La Después busqué bastante leña y la guardé dentro del tapirí. Ya las heri-
idea era bonita, pero ... no tenía con qué cortar. das no me dolían tanto; tampoco la ingle. A la tarde hice mi fogón y asé todo"
Sobre el caño había una mata caida; me fui por ella; pero, como no al- el pijiguao que me quedaba. Me senté afuera para comer y me puse a pensar:
canzaba la otra orilla, al final me zumbé al agua y nadé Jo que faltaba. Me "Mis parientes hablaban siempre de gente rara que anda por la selva. Aquí no

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h~ visto a nadie. Ni esos bichos se acuerdan de , . . .
ruón para venir a parar a ui . Se , . mi. .. Hice m1 pnmera comu- de danto y me fui detrás de ellos. Llegué lejos, hasta donde se olía yoco,
suerte tan mala tengo'" y q . " ra que Dios se ha olvidado de mí? ,·Qué aquella fruta que le gusta mucho a los dantos. Lo probé: estaba dulce. Comen-
· me puse a rezar y lue
cantaban en la capilla de Tara , E go a cantar los cantos que se cé a comer y a recoger. Dejé hecho unmontoncito y seguí para buscar camino.
llorar. cua. so me llenaba de sentimiento y me hacía Quería dar con el caño por el que cruza el camino de los Shekerei-theri. No
Era temprano todavía. Colgué el chín h . . lo encontré.Había ido tan lejos, era tarde y ya no daba para volver. Menos
quete por donde había entrado, juntando ~sº~~:isaticé nu fo~ón y ce~é el bo. rnal que cargaba candela. Entonces me hice un chinchorro de majagua, lo col-
y me puse a recordar el Marico b. 1 Ri J . Me sente en el chinchorro gué, cerqué un poquito con varejones de seje y me acosté. Lloré y recé. Pen-
.
d icen que por aquí andan d - a i, e . o Negro . .. Pense.'. "Los Sh arna-thari saba por qué Dios no hacía un milagro conmigo ...
aneros · s1 mañan 1
ellos". Seria medianoche cuando a' t b ª. os encuentro, me voy con Por la mañana seguí adelante, siempre buscando aquel camino, aquella
dos. Pensé en seguida en el ti y es a a ~e~to dormida y oi unos ronqui- laja peligrosa que habíamos bajado resbalándonos. Pero el camino allí tenni-
rían muchos tigres? gre y me sente. ¡Huy: muchos ronquidos! ¿Se- naba y se perdía. Entonces me devolví. Me subía a los árboles para gritar
Yo lloraba y rezaba. Los animales duro. Sólo me respondía el pájaro popomari. Me devolví casi corriendo. Lle-
ron a roncar. Esperé que amanecier se callaron. En la madrugada volvie- gué ya tarde donde había tumbado las frutas, las ensarté en un bejuco, lo car-
bichos que se movían por las ram ~para ver ~ué era .. ~brí el techo. Vi unos gué y seguí regresando. No pasé donde había dejado las batatas; ya no me
,,
cerca . Me persigné, cogí mi rasha husi
as. no eran
,
ugres DtJe· "V
· , · _ oy a ver más de daba tiempo. Era muy tarde cuando llegué al tapirí. Me senté afuera porque
wapu. Entonces vi uno que pa b d ' sah y me pare detras de una mata de tenía miedo de entrar y comi yoco. Pero ... yo tenia hambre de carne, estaba
araguatos. Una mona pasó car~:n~o es~r:;~~a a otra. Tenían barba. Eran naiki, como dicen los Yanomami.
roncar de nuevo. Cuando acabó d o en el lomo. Comenzaron a A la mañana siguiente me fui, pues, a buscar cangrejos. Maté unos cuan-
Yo tema , e amanecer, se fueron
hambre y por allí n h b' · tos en un caño y también pesqué algunos peces. Todo eso era un poco soso y
ta. Llegué a una altura me mo téº a ia ~ada. Entonces salí en busca de fru- yo no tenía sal, pero ... con ellos regresé al tapirí. Cerca lavé los cangrejos,
-
daneros • n en un árbol y m ·
me oían. Me contestaba el , . : puse a gntar' a ver si los limpié los pescadítos y asé todo. También había encontrado unos hongos co-
el Río Negro la gente cree que 1 paJaro Pº?º~.an. Esto me hacía llorar. En mestibles; los envolví con los cangrejos en hojas, los asé y me los comí.
Grité más. A veces me contesta~a ~fP_:tnan vtaJa ~J hombro de las ánimas. Al día siguiente salí a buscar camino por otra parte. Dormí lejos del tapi-
una mata grande de pendare Deba. ~ b?1ººº· FUt cuesta abajo y encontré ri. Al otro día seguí caminando. En la tarde vi una abeja que entraba y salía
habían comido los monos B~s u, JO a r~ muc~as conchas de frutas que se de su colmena de barro, arriba, en un palo. Yo había visto a Raharariwe cas-
rré al cuello con un mam~e yqme una vant_a e hice un garabato, me lo ama- trar colmenas de esa abeja. Para subir, hice un aro con varios bejucos mamu-
. . e encarame por un b ·
era demasiado grande y el bejuco d e1uco, porque el tronco re. Busqué hojas de casupo y las puse en el suelo. Con una hoja hice una pe-
té. Seguí subiendo me fui e pronto se aflojó. Me asusté, pero aguan- taquita, me la guindé por la espalda, junto con otras hojas y un bejuco; luego
. ' por una rama grande ,
ramitas que tenían fruta Amar , b y comence a garabatear las puse mis pies en el aro y fui subiendo por aquel tronco que era de un guamo.
· re astantes por el ·
otras que estaban maduras y también d . mangwto. Después tumbé Antes de subir había masticado un pedacito de hoja de casupo y puesto en
Amarré el mazo, me lo eché a cuesta:er es_. P1~aba las ramas y las sacudía. cada oreja, porque esas abejas a veces se meten allí adentro. Son bra-
cansada. Quebré unas hojas de y fu1 baJando por el bejuco. Estaba vas y pican duro. Es dificil sacar su miel. Sólo los hombres lo saben hacer. El
m~ había raspado la costra de ~~:°~sn.~ Y ':: sent~ encima. En una pierna palo era alto. Ya las bichas se me venían encima. Al fin llegué. Saqué una
Hice la señal de la cruz y c cé en a. e dalia tanto que hasta lloré hoja de casupo, la mordí y con ella tapé la entrada de la colmena. Afuera se
Después de descansar, quebr~~:: h~.;sº~:r. :ramb~én tragaba la semillas: quedaron abejas volando. Entonces me moví un poco hacia un lado y comen·
la fruta; había mucha madura Llen, Jl SeJe e hrce un catumare, recogí ce a hincar mi rasha hu.sí para despegar la colmena. Estaba dura y seca. Pasé
más verde la amontoné y la ta.pé d ~ _e dc~tum~re y lo cerré. La que estaba al otro lado, para hincarla por aquella parte. Caían al suelo las boronas de
°
como había aprendido en Naza 't e~n ~ allí para que se madurara. Hice tierra. Las abejas me picaban. Me ardía cerca de un ojo. Ya iba a dejar, pero
miedo entrar en mi tapirí: pen~~ae. uear~~í el catumare _Y me fui . Me daba tenía tanta gana de comer miel... Me agarraba con un brazo y con el otro hin-
un rato, como para escuchar A q di p a haber alguien adentro. Esperé caba. Al fin tiré el rasha husí y me dejé resbalar al suelo. Me ardía todo el
· ·· me a tarde entr , G · dé
me puse a comer pendare. Después h, d .e. lllil el catumare y cuerpo. Fui al caño y me zumbé al agua. Me quedé un rato adentro y bebí.
. .
Al dia s1gu1ente me fui al sha on me ec e a ormrr
. Después descansé. Me bañé de nuevo y volví a bregar con mi miel. Subí de
Fuera había mucho algodó p o aquel que había encontrado quemado. nuevo y volví a hincar. La colmena tenía como un metro de alto. Comencé a
. n que comenzaba a ab · All'
sorpresa: )Unto con el algodó nrse. 1 tuve una buena picar por arriba y al fin se movió. Con un pie la empujaba. Las abejas seguían
cures se las comían Saqué ~· encontré el suelo sembrado de batatas. Los pi- picándome. Quedaba media colmena. Hinqué más con mi rasha hu.si y empu- ·
Ahora iba buscando .ca . dos grandes; pensaba volver para recoger más jé con el pie: se cayó todo. Me bajé rapidito. Cogí mi hoja de casupo y en
mino, e manera que seguí E , ·
· ncontre rastros recientes ella fui colocando los panales de una parte. Después saqué los de la otra. De-
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11"\C
he. Atizaba la candela a cada rato. Cuando amaneció, fui a mirar los rastros
bajo de l~ petaquita puse otras hojas, porque aquello era muy pesado, y lo ~ l animal. Llegué cerca del tapirí y vi que eran rastros de dantos. Ese era su
llevé a o.rillas del caño. ,!Iice un hoyo en la playa y puse todo adentro. En e ino. Seguí hasta las matas de yoco y me convencí por completo: allí ha-
otro hoyito puse. u?a hoja de casupo, como si fuera una palangana, le eché cam .d, 1 . ·n d
bían ido a comer. Me tranquilicé, pero dec1 i vo ver ~ m1 tap~ e antes, por-
agua Y fue expruruendo adentro la miel. Con otra hoja, como si fuera un que allí no dormiría tranquila. Llegué. Más ta:de sal1 a ver s~ encontraba r~s­
~aso, comencé a tomar. Tapé la miel, aticé la candela y me fui a cazar cangre--
tros de indios. No los encontré nuevos. Habta rastros de tigre, en cambio.
JOS. Maté dos, me devolví, hice un bojote con los panales, cogí el rasha husi
pasé par allí otra semana, comiendo pe~dare, yoco Y. batata.
la candela y me~· Encontré un sitio con mucha caña de la india y jobo, m!.
, .
Después quise volver a buscar canuno. Y me fui por uno que subia a tie-
tas que me P.arecieron del rfo grande. Dormí por ahí, sobre hojas, con una rra alta. Quería encontrar el que llevaba a aquella laja resbaladiza por la que
cerca de vare1ones. habíamos pasado viniendo de los Shekerei-theri. Dor~ .en el suelo, sobre
. T~mbié~ pasé allí la noche siguiente. Al otro día, dejé guindada la miel y unas hojas de casupo, junto a mi candela. Pensé que ast, si me venía a comer
aneé bten ID1 candela con palos que tardan mucho en consumirse. Me encami- algún bicho, no tendría que buscarme .. . Tenía hambre, pero estaba cansada y
né y anduve hasta que el camino terminaba. Era a orillas de un caño ande
de aguas blancas que conía en dirección contraria de los otros caños~-
Me me dormí. .
Cuando amanecía, una viudita me despertó. Busqué, pero el cammo ter-
había traído un tizón e hice fuego en la orilla. No había más camino; unos rronaba. Moneé un palo alto para gritar. Nada. Rezaba: "María Auxiliadora,
rastros de d~to, nada más. Me subí a un palo alto, UD guayabo de monte y dicen que pasan dañ~ros por aquí; déjales que me encuent~en, para irme con
me puse a gntar: un mono blanco me contestaba. Grité más y me contestó ellos". Me bajé. Estaba desesperada con eso de buscar cammo. Esta vez esta-
popomari. Volví a gritar. Nada. Me senté sobe la rama y me puse a llorar. ba de verdad decidida a no buscar más. Cogí el camino de vuelta; pero an-
Pensaba: "¿~erá que,~~ no .tengo .salvación? ¿Qué hice yo, Dios mío, para dando encontré otro caminito que iba hacia las cabeceras de un cañito. Me
qu~ me castigaras as1? . Grité vanas veces más y después me puse a rezar.
fui po~ él, subí un cerrito, bajé y encontré una cabecera. Allí había muchas
Ba1é. Desde entonces no busqué más camino en aquella dirección. Cogí mi matas de cacao, el propio que sirve para hacer chocolate. Estaba verde, pero
fue~~· pasé por donde había dormido, cogí mi miel y seguí derecho rumbo al cogí tres frutas y me las llevé. Me senté, con el rasha husi abrí los cacaos Y
tapm. Desanduve en un d~a todo l~ que había andado en varios. Llegué cuan- me puse a chupar a la pulpa blanca. Estaba medio dulce. Después seguí por
do Y~ el sol se estaba poruendo. Hice fuego. Traje agua para hacer aguamiel. el camino, hasta que oí un ruido terrible que venía del cacahual. Así dos ve-
Comi, un poco del pendare que había dejado. Estaba cansadísima y pronto me ces. Me asusté. "Es tigre" , dije. Entonces apagué mi tizón en el barro, por-
domu. que dicen que, si huele humo, él se viene derechito adonde sale, y eché a co-
. La mañana siguiente la pasé allí, descansando. Sólo en la tarde salí a ver
s1 encontraba rastros de gente. No los conseguí. Me fui entonces por el cami- rrer con mi rasha husi.
De pronto, en el suelo, vi algo como anotado, no me dio tiempo de parar
no .donde hab!a yoco y recogí de nl,levo; hice un catumare y lo traje lleno al y lo brinqué. Me volteé y vi que era una culebra grande. Ahora levantab~ la
tap1rí. ~e bané. Después me puse a pensar si no andarfan dañeros por ahf. cabeza y me mostraba la lengua. Seguí corriendo a orillas del caño y perdt el
Me su~1 a una mata de wapu y me puse de nuevo a gritar. Nada. Solo el po- camino. Me pasaba hojas debajo del sobaco y las iba ec~ando a los lad~s.
poman Y~ mono en el cerro de Konapuma. Bajé y me metí en mí tapirí. Ya Subí por un cerrito, bajé y llegué donde había sacado la miel. Iba tan nervio-
había comJdo mucho yoco. Me acosté. sa que vi mis rastros y creí que fueran de otra gente, por lo menos h~ta que
Así había pasado mi primer mes de soledad. Después, como me gustaba encontré mi aro de monear y la mata de las abejas y entonces me dt cuenta
~ucho. el y~ y casi no había otra fruta, me mudé cerca de esas matas. Allí del error. Seguí corriendo hasta mi tapirí, el viejo y grande. To~avía q_ueda-
hice :°11 tap1rí, pa:ecido al de antes. En eso trabajé toda la tarde. Luego pren- ban brasas. Era tarde y cerré la entrada. Me puse a rezar. Despues com1 yoco
dí mJ ~ego, com1 UD poco de yoco, me puse a rezar y me dormí. Sería eso de
y me quedé pensando hasta que caí rendida.
la median~he cuando oí el ruido de una rama quebrándose. Me volteé hacia Esa noche se formó una tempestad. Estallaban los relámpagos. "Santa
un lado Y VJ un bulto negro, grande, que iba entrando a mi tapirí. Salté, me Bárbara - rezaba yo, - ten compasión de esta cristiana perdida en el m?nte': ·
agarré de_ una mat~ y me encaramé. Desde arriba miré abajo. Detrás del pri- Comenzó a llover; los truenos se aplacaron. Aticé el fuego y me dormt. Mas
mero verua otro arumal. Para mí era el tigre negro. Me quedé arriba temblan- tarde el frío me despertó. Busqué los tizones para soplarlos, pero el agua ha-
d~. ~ando desa~arec_ieron, bajé, zafé e1 chinchorro, cogí un tizón y salí. Co- bía inundado el tapirí y los había apagado. Traté de soplar un tizón que es~a"'
~bajando Y sub1 ~'.1°ª otro lado. Allá me senté. Lloraba y deda "Dios mío, ba todavía caliente: no se prendió más. Tiré el tizón, me acosté Y recé: "Dios
¿por qué no pernutiste que el tigre me encontrara dormida y me comiera de mío, ya que voy sola por este monte, ¿Por qué dejaste apagar mi fuego? ~ra
una vez? ¡Me dejaste despertar para que pasara este susto!".
mi único compañero".
Había colgado mi chinchorro y descansaba, pero no dormí más esa no- No volví a dormir. Me puse a pensar qué haría ahora sin candela. Recé
para conformarme. Pero, al rato, volví a preocuparme y temblaba de miedo,
( 7) Posiblemente, este caño sea un afluente por la derecha del río Siapa.

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de no sé qué. ... A veces decía·· "Dios mío • mátame de un a vez. De.Ja
· que me da y con hambre. No encontraba nada de fruta. Tampoco quise irme de Pata-
coman las fieras mientras estoy durmiendo .. . " manip+wei, porque si los otros se habían ido de wáyum+ , los Patamauip+wei-
AJ amanecer me sentí muy triste al v¿r las ramas rotas y los árboles ,_ tberi se habóan ido también. Pensaba: "¿Por qué los Shekerei-theri no ven-
dos. Las grullas ca~taban. Yo tiritaba de frío. Me levanté y me fui aJ shap~~ drán a vengarse para irme con ellos?". Seguí caminando y llegué a un cañita.
de las batatas. Alla me senté al sol para calentarme. Después salí a buscar Vi aquel barro blanco que a veces comen los indios. Puse agua en una hoja de
pendare. Pero e~ta~a ~a acabando, al igual que el yoco. Entonces comía bata- casupo, le eché barro, lo revolví y lo bebí. Me dio un poco de fuerza. Las flo-
tas .crudas. AJ d1,a s1~1ente. me volvió la tentación de buscar camino y me fui res moradas que veía caer siempre a mi lado habían desaparecido. Pasé de re-
hacia donde hab1a 01do al tt~e; Quería ver adónde Jlevaba aquel camino que greso por el_puente de Pahanap~wei k~ u y me vi~o el deseo d~ tener unac~­
pasaba por eJ ca_cahual. Camine mucho. Sería mediodía cuando llegué a la ca- riara para irme. Pensé que ese no podía caer al no grande. Vi unas macam-
bec~ra de un .cano. Creo que era el J.rata . Había muchos peces y muchos can- llas y recordé que con ellas mi papá hacía balsa para cargar palma de caraná
gre1os. No. qmse ~atarlos , porque, total, ya notenía fuego . Poco más abajo vi con que techar la casa. Yo la hubiera hecho también, pero no tenía con qué
un.cangrejo com1end? fruta de macanilla. Lo maté y me puse a probarlo cru- cortar. Tardé varios días para regresar a mi tapirí.
do. era dulce. Escup1 y me lavé la boca. Seguí más arriba· como era verano Una noche pensé cómo hacen fuego los indios. Al día siguiente quise
ya. no h~bía agua, pero iba confiada porque me parecía v;r los cerros Mane~ probar. Busqué unos palitos de anoto y cacao. También fui a los tapirís donde
ne1, ADllana Y Kashanae. Iba por un cauce seco, lleno de piedras. Recordé había pasado la gente de Matakuwe, a ver si habían olvidado los palitos de
que ~abíaroos ~asa~o ese caño !-rata viniendo de Shekerei. Un poco más tar- hacer fuego . Encontré la pieza que se sujeta con los pies; tenía dos huequitos.
de 01 que algw_en silbaba, seguido, seguido como un pito. Pensé: "¿Será que Me la llevé, junto con unas batatas. Al día siguiente dejé los palitos al sol
los Shama-t?an h.an. encontrado mis rastros y vienen a buscarme? ¿o será que para que se secaran. Al sol también se estaban secando mi algodón, porque
los Shekere1-theo Vienen ª . robar m.ujeres?" Oía respirar y silbar. En aquel quería hacerme un guayuco, y un poco de ajf que había encontrado en el co-
momento_ soplaba mucho viento. Miré hacia abajo y vi una sombra negra y nuco. De noche tapaba todo eso. Después de algunos días, cuando ya los pali-
otra medio _blanca q_ue se .~!~~-~-~-~ ~?b~e. ~na peña y se bajaban. Creí que era
.. tos estaban bien secos, me senté en el shapono y comencé a frotar un palito
gente. Volvteron a silbar nummw1111 , nnnriririririririiifüi ... de cacao dentro d~I que había encontrado. Tenía el algodón listo para pren-
Me puse a rezar pensando que sería. Seguí mirando. Allá venían. Eran der y unas chamizas. Frotaba, frotaba. Nada. Froté con más fuerza. Nada.
dos cule,bras que remontaban el caño. Monstruosas ... Las dos venían parejitas. Cambiaba de palito. Nada. Se calentaba pero no prendía. En los días siguien-
U_na _tema la cabeza ~and_e como de becerro; la otra, más pequeña, como de tes también probé. Tres días después, cuando ya el huequito estaba negro, la
baqwro. Cua~do las vi mas cerca, me corrí hacia un lado y me quedé detrás punta del palito echó humo, pero no se prendió. Todos los días probaba y se
d~ un palo mirándolas. Pasaron por donde yo había estado, se pararon, mo- me ampollaron las manos de tanto frotar. Así durante un mes. Fracasé y
vt~n su ca.beza, ~e?1blaban. la Je~gua, parecían venirse hacia nú. Entonces co- guardé los palitos. Entonces me dediqué a torcer algodón. Hice un ovillo
m más le1os. _Mire Y las v1 seguu. Despqés conté esto a los indios y me dije- grande de hilo. Me hice un guayuco y mis adornos.
ron q~e la mas. grande era el macho y la más pequeña la hembra. La grande En ese tiempo comía batata cruda. Un día, en el caño crecido, agarré dos
ten~na como diez metros de largo; era negra con pintas blancas. La otra era galápagos y me los llevé al tapirf. Allí hice un hoyo grande, lo llené de agua y
casi toda blanca con pintas negras. Mi papá me explicó luego que podían ser eché las tortugas. Esperaba comerlas cuando volviera a tener candela. Les
anacon~~s con piel recién cambiada. Se fueron, silbando, lejos. y 0 dije en- daba de comer pedacitos de cangrejo y también cogollos de palmas chiquitas.
tonces: Voy a ver adónde van". Pensaba: "A Jo mejor es gente encantada y Iban pasando los días y también los meses. El cabello ya me alcanzaba
va~ ~donde hay gente ... ". Vi que se metían en una cueva. La chiquita desapa- los hombros. Comencé a amarrármelo detrás con una majagua o un bejuco.
rec~o por ~mpleto. A ~a grande le quedaron como dos metros afuera; des- El chinchorro de bejuco que tenía se reventó; entonces me hice uno de maja-
pues tarn.~1én desapareCJó. Entonces me fui , porque ya era tarde. Subí a una gua.
loma, ba1e Y llegué a mi tapirí que serian las cuatro. Estaba cansada y muerta Una noche, mientras estaba durmiendo , sentí como alguien halándome el
de hambre. Oscurecía y comenzaba a hacer frío . No sabía cómo hacer ahora. chinchorro.
De noche, para dormir, me tapaba con hojas de casupo. -Levántate - me dijo , - que allí viene el bicho .
.Al día siguiente me fui al shapono a calentarme al sol. Cogí una batata Agarré en seguida el rasha hu.si, que de noche guardaba hincado al lado
la fui a lavar,_la pelé con los dientes y me puse a comerla cruda. Cuando tení~ del chinchorro, y me senté. Miré alrededor y no vi nada. Pero lejos, oía un
fuego, prefena, comerme La fruta y dejaba la batata; ahora que quería comer ruido: un bicho que hacía hu, bu, hu, hu ... Me puse en seguida a rezar. El
b~tata , no hab1a fuego ... Al otro día me fui hacia eJ shapono donde me ha- ruido iba aumentando, como algo que se acercara. "Es bicho de verdad - dije
btan flechado, para de noche robar candela. Llegué hasta el shapono viejo. Vi para mí. - ¡Qué feo ese ruido!". Cuando llegó a aquella maleza que yo siem-
que l.os rastros no eran nuevos. Pensé que seguramente se habían ido de wá- pre quebraba alrededor, se paró y hubo silencio. Yo temblaba. No había ár-
yum+, para comer fruta en el monte durante algún tiempo. Me devolví cansa- boles dentro de l tapió para subinne. Al rato el animal dio una vuelta. Se

108
1()Q
acer~ó; cuando estuvo cerca de mi entrada hizo· k
rascandose. Siguió dando vuelta· d' ' · ru, kru, kru; parece que gar a mi tapirí, oí gente riéndose. Como que venían del camino de Hatakoa-
y después se fue. Fuera o no tu' IOti. como tres vueltas alrededor de mi cerca rn+p+wei. Corrí, me metí a mi tapirí, guardé mi algodón y salí otra vez para
, era gre, eso no me d '6 d ·
cho fno. En la madrugada lo o1' d eJ onmr. Hacía mu- escuchar bien. Me monté en un palo caído para ver mejor. Eran tigres: el ma-
e nuevo. "Ahora sí" d.. D"
alre~edor de mi cerca, se paró e hizo: ·ffffffft D " ' !Je yo. io una vuelta cho y la hembra. Se fueron hacia Hatakoam+p+wei. "Sí - dije, - vayan, va-
segu1a rezando. Amaneció y salí a ~ . 10 una vuelta más y se fue. Yo yan a comer a aquella gente". Y yo regresé a mi tapirí a comer plátano madu-
".Para dó d ver os rastros: eran de tigre. ro y a rezar. Durante la noche volvió a visitarme el tigre de siempre. Ya no le
" n e me voy ahora?_ dije _A u' .
ces a ver si encontraba rastros de ge t . C ~ I no puedo .seguJT". Salí enton- tenía tanto miedo. Se volvió a reventar el chinchorro de majagua. Me hice
adelante me desvié por otro Enco tr~ e. ogi por un canuno conocido y más uno nuevQ de mamure grueso.
Part1, algunos y me puse a chupar
· n e matas de cacao· h b'
Al
h
' . a ia mue o amarilJo. Ahora ya eran casi siete meses de soledad. El pelo me llegaba a media
por ese caminito y ¡sorpresa! ll~gué r:greso -pensaba- ~ecogería más. Seguí espalda. Y o iba contando los meses como hacen los indios. Ellos cuentan los
cambur. DiJ'e· '"Tanto pl ' t , un conuco. Hab1a mucho plátano y rneses por la luna. Cuando los Y anomami salen por ejemplo de wáyum+, los
• 1 a ano aqu1 y yo mu · , d
distancia'" El ... nen orne de hambre a tan po que quedan les preguntan:
· · PIJ•guao ya estaba podrido D . . ca
komi y otro de paushimi Conú b . esga1é un racllllo de cambur ro- -¿Cuánto tiempo van a demorar?
. . astante y en una hoJ·a d b .
rato. D1 gracias a Dios como s·1 El h b' e cam ur me hice ca- Si salen por dos meses, contestan:
, • u 1era hecho aquel co ,
pegué Jos platanos que estaban med· d nuco para nu . Des- -Esta luna que ha venido se muere. Después viene otra luna, se pone
con una banda de onoto pasada por t~a :~n~:os. Me ª.marré un bojote atrás grandota, después se va poniendo chiquita y se vuelve a morir. Después viene
cargada, regresé al tapirí Ade t Y un boJote en el brazo y, así otra y cuando se pone grande nosotros vendremos de vuelta.
los cambures les quebré ias ~/º puse unos travesaños y guindé la fruta. A Si dicen que se mueren tres lunas y regresan, quiere decir que es después
pués de echarles cambur a la~ to~~~a~~a ~u~ ~e maduraran más ligero. Des- de tres meses.
ches, y me encerré temprano. Más ta;d:p:o~vió oyo'.como ~acía todas las no- Un día yo me cansé de estar allí y salí a buscar camino. Andando oía mu-
fue. Todas las noches, desde entonce , el tigr~, dio una vuelta y se chas veces la hórama, aquella ave que canta para avisar que hay gente. Esta-
por dos meses. Cuando llegaba yo m:·dvema a rondar Junto a mi tapirí. Así ba cierta de que alguien iba a aparecer. Dije: "Ahora me voy con Dios y con
ción todo alrededor. Nunca edtr6 ni ta~p~rtab~, rezaba y ec~aba mi bendi- la Virgen". Llegué al camino grande y encontré rastros de hombres, mujeres
Cuando se iba, yo volvía a dormi~e p co hizo nada .a mis galápagos ... y niños. Decidí irme en dirección al lugar de donde venían los rastros. Llegué
Después que encontré ese conu~ v0 1 , al caño por donde pasaba cuando iba a buscar plátanos. Atravesé y seguí bas-
cambures. Un día en que me fuj ' VJ ~ ?1enudo a buscar plátanos y tan~ lejos. Andando, encontré dos tapirís grandes. Había racimos de cambu-
chacos. Comencé a hincar mi rasf°~ ot.r o cam1ruto, encontré un nido de ba- res y uno de plátanos guindando. Había cuatro fajos de veradas chamuscadas.
pié. Alrededor había matas de b .. a . usz y en~ontré el hueco grande. Lo lim- Me puse a pensar: "Enemigos no pueden ser porque son pocos, tienen que
Io metz, por el hueco que había h IJao. h S
arranque una hoJ·a d . , 1
, . ' e1e so o el nerv10 y
. ser dañeros. ¿Será Waika? Dicen que los Waika son muy malos y matan a las
curucho. Halé el nervio de bi ·ao ec ~· aque una hoja de casupo e hice un cu- mujeres 8 . Si me encuentran me matan ... No importa; para vivir sola, sin fue-
empujándolos todos dentro d!l c~~:~ ~doVc.ollo,radito de bachacos; Jos recogí go, pasando frío, sustos, hambre, mejor es que me maten ... ". Entonces me
veces, hasta que tuve lleno eJ cucuruchc ºLo o vi_ a meter y a ~acar; así, varias puse a comer de aquellos cambures y, de propósito, dejé rastros para que se
que no se fueran. Llené otro cucuruch o. : e con una hoja y amarré para dieran cuenta de que yo había estado allí. Me fui. Ya eso era mi esperanza.
contré un macuto de macanilla. Lo fuio ~lme . Antes de llegar al tapirí, en- "Sean quienes sean - decía, - yo me voy con ellos; si me matan, que me ma-
curucho de bachacos los 1, a en~r de agua y adentro vacié un cu- ten. Aquí no quiero quedarme más". Esa noche me dormí con una gran ale-
. revo VI con un palito
cucurucho lo fui a guindar en m· t . , S para que se ahogaran. El otro gría. No faltó la visita del tigre: era la despedida; así lo esperaba yo.
fui a sentar al sol a comer nu· bt hapm. aqué unos plátanos maduros y me
• s ac acos Agarrab 1
cabeza y botaba lo demás. Ya había ·<l b a uno a a vez, le comía la
los servía con catara para comerlos c~onu o achacos una vez con mamá, que
no maduro. Con plátano maduro n casabe. Yo ahora los comía con pláta-
ajíes; ésta era mi sal. no son tan buenos. También mordía en los
En los días siguientes fuj a buscar más b
ban lo~ aguaceros y los ba~bacos no salían , achacas. Pero, después, arrecia- 8) Waika es el término peyorativo con el que los Yanomami del centro (Orinoco) y
yo tema mucho miedo· s1· ven ' 1 . mas. Cuando de noche llovía duro, sur(Siapa) denominan a sus vecinos del norte, especialmente a las comunidades
. ia e tigre no Jo d' , b' próximas a la Sierra Parima y, a veces, a comunidades más próximas con las que
renovaba porque él hubiera l"d . ' po ta otr ien. La cerca no la
U d' o 1 o mis rastros más frescos no tienen buenas relaciones. En ningún caso el término Waika es usado como au-
n ia, regresando del sh · todenominación. Este calificativo surge del verbo Waíka+, que significa matar,
apono con algodón y otras cosas, antes de lle- acabar con algo o alguien, poner fin a.
110
111
CAPITULO VIII
Una regla sin excepción

Amanecí contenta esa mañana. Lo primero que hice fue darles cogollítos
de palma y cangrejos a los galápagos. Después cogí mí rasha husi y, por el ca-
mino del día antes, me fui a aquellos tapirís. No había nadie. Me puse a co-
mer plátanos maduros que habían dejado guindados. Los tapirís estaban en
un rastrojo. Había matas de anoto maduro ; con eso me unté el cuerpo, la
cara; después con las Úñas, me raspé unas rayas, así como hacen ellos, para
que creyeran que era Yanomami. El pelo, largo, me lo amarré atrás con una
majagua. Esperé, esperé; como no venía nadie, me encaminé para volver a mi
tapirí. Iba bajando y oí gente riéndose. Salí del camino y me escondí detrás
de una mata. Ya se acercaban . El que venía adelante les dijo a los otros:
-¡Yanomam+, Yanomam+, rastros de enemigos!
Todos se callaron. Yo me paré para verlos. Los otros preguntaron:
-¿Dónde están los rastros de enemigos?
-Aquí en la playa - dijo el primero.
-Mira: yo he puesto mi pie en un rastro - dijo otro. - No es rastro de
hombre, es de mujer. Mira qué chiquito es. No son enemigos.
-¿Ustedes no han mandado adelante a alguna mujer Shama-thari? - pre-
guntó uno.
Todos dijeron que no. Hablaban parecido a los Sbama-thari. Siguieron
andando calladitos. Pasaron ellos, pasaron sus perros. Eran ocho hombres, to-
dos anotados, y cuatro mujeres, con sus niños. Yo les vi la tonsura grande y
dije en seguida: "A éstos no los conozco, pero me voy con ellos, sean quienes
sean; total, todos me quieren matar". Después pasó un hombre con tonsura
Shama-tbari.
Comenzaba a soplar viento fuerte. El cielo se oscurecía y empezó a llo-
ver. Entonces me metí por un casupal y me abrigué debajo de sus hojas. Oí a
aquellos hombres dando toletazos. Seguramente estaban dándoles a los piji-
guaos que el viejo Matakuwe había tumbado para hacer arcos; los querían ra-
jar para recoger los gusanos que viven en esos troncos podridos y que son
buenos para comer. En el Río Negro la gente los fríe para sacarles aceite y
dárselo en cucharaditas a los que sufren de asma. Las mujeres estarían coci-
nando mono, porque el humo me traía el olor. Un indio gritaba que alguien
saliera a buscar hojas de casupo, creo que para renovar el techo de aquellos
tapirís. En seguida vino uno hacia donde estaba yo a buscar esas hojas. Las
quebraba; las que eran duras las mordía. Iba haciendo un montón. Después

Hombre Yanomami tejiendo un mapi rc 113


vino hacia mí para buscar más. Yo estaba agachada. Cuando haló una hoja -¡Peí, pei, pei , peí! - gritaban Jos hombres y agarraron sus arcos y fle-
que me tapaba, me levanté. chas. Las mujeres atizaron los fogones para verme mejor.
-A+++ - hizo él y se corrió asustado adonde tenía el montón de hojas. - -Vamos a ver si es gente; mirémosle la cara - decían, y los hombres
- ¡Tráiganme las flechas! ¡Tráiganme las flechas! - gritaba. Pero nadie le apuntaban sobre mí.
contestó, porque el viento soplaba muy duro. - ¡No flechen! ¡No flechen! - les grité yo. Tiré mi rasha husi y me senté
-No llames - le dije. - Soy yo. en un chinchorro, agarrándome de una mujer. - ¡No me flechen! - volví a gri-
-¿Quién eres tú? tar. - Yo soy gente ; no soy pore.
-Yo estaba con los Shama-thari y me flecharon. Soy Napeyoma: mira mi -¡No Ja flechen! - gritó la mujer. - Es gente viva; no es pore -. Ella me
cabello. tocó bien y me preguntó: - ¿Eres Napeyoma?
-No, no - dijo él, cargando sus hojas. - Napeyoma se munó . .lü eres su -Yo misma - le contesté. - Estoy viva. Los Shama-thari me flecharon,
pore. pero no me he muerto. Estuve viviendo sola en el monte hasta ahora. Por eso
-Yo no soy pore. No me he muerto. Verdad que me flecharon y estuve me encuentran ustedes aquí.
una noche muerta, pero al día siguiente me desperté con vida. Estos eran indios Namowei-theri. Habían ido adonde Ruwahiwe a pedir
-Voy a llamar a los demás para que hablen contigo. perros. Allá habían oído decir que me habían flechado y que yo estaba muer-
-No, no los llames. Cuando oscurezca, voy a ir a sus tapirís. ta. Por eso ahora tenían tanto miedo de mi pore. Poco a poco los hombres
El desapareció con un fajo de hojas. Yo eché a correr hacía mi tapirf .. fueron dejando sus arcos. Todos soplaban tizones para venne bien. Una mu-
Llovía. Llegué y me metí adentro. Saqué el mapirito de ají, cogí mi pelota de jer se puso a mirarme las cicatrices.
algodón, amarré con un bejuquito los dos galápagos y me vine corriendo. -Es Napeyoma - dijo. - Miren dónde la flecharon .
Pensaba: ''Por lo menos allá tienen fuego: esta noche ya no voy a, pasar frío". Entonces un hombre le dijo a la mujer de la que yo estaba agarrada:
. Llegué detrás de aquellos tapirís. Ya había escampado. Los perros no se -Dale un plátano asado para que coma. Si no lo come, es pore.
dieron cuenta. Me senté en una piedra y me puse a quebrarles el caparazón a - Dale, dale - decían los demás. - Vamos a ver.
las tortugas. Pensaba asarlas en el fuego de aquella gente y comérmelas. La mujer me dio y yo me puse a comer. Mientras comía, les iba contan-
Rompí una guasdua y con ella las fui picando en pedazos. Las lavé bien. do cómo me habían herido. Cómo aquella noche había quedado muerta, pero
También lavé los huevos que una tenía y embojoté todo lo que era bueno que el agua me había resucitado. Parece que con esto se convencieron y deja-
para c~~er. Despu~s esperé que oscureciera; pero, antes me acerqué más a ron de amenazarme. Sin embargo, todavía algunos dudaban; les parecía raro
los tapms. Me sente. Ofa hablar. Al acercarme un poco más, pisé una rama que una persona flechada con curare estuviera viva. Seguían conversando. A
seca: ¡krak! ratos hasta yo misma me asustaba pensando: "¿Y si estoy muerta y soy pore
-¡Peí yeo, peí yeo! - dijo uno. Yo me paré quietecita; tenía miedo de que de verdad? ... ". La mujer me dio más comida y un poco de agua. Yo comí
me flecharan. El que había hablado siguió diciendo: - jAaah! ¿Ustedes no sa- todo y bebí. Después ella me dijo:
ben que antes vi a una mujer? - Acuéstate en mi chinchorro, con mi niñito. Yo me voy a acostar con mi
-¿Dónde? - preguntó otro. marido.
-~llí donde fui a buscar casupo. Cuando halé una hoja, la vi, agachadita, Me dio un plátano más y un pedazo de grulla y se puso a asar cacería. Yo
toda pintada de onoto, y me asusté. me fui a acostar. Se me había quitado el frío , pero no el miedo. "Si me matan
-¿Será la que nos ha comido los plátanos? - dijo una mujer. - pensaba yo , - por Jo menos se acabó tan to sufrimiento ... " . Esa noche dor-
-¿Por qué no la flechaste para ver quién era? - dijo otro. mí. Finalmente sentía el calor del fogón después de tantos meses de frío.
-¿Por qué no nos llamaste? - dijo otro más. A la mañana siguiente asamos los galápagos y los comimos con plátanos.
-Yo grité para que ustedes me llevaran flechas, pero nadie contestó. Ella En eso veo a un hombre que se estaba pintando con carbón. Era Shama-thari,
me dijo que es Napeyoma. Entonces me vine. del grupo de los Patamanip+weí-theri. Yo lo había visto en el shapono de Ru-
-¡Qué va! ¿Tú crees que Napeyoma anda por aquí? Hace tiempo que los wahiwe. Se llamaba Horomaiwe. Ahora iba con los Namowei-theri para ver a
Shama-thari la flecharon. Se murió. Sobre sus huesos se ha formado un come- sus hermanas. Los dos muchachos Namowei-theri que estaban a su lado le
jén grande. · oyeron decir que quería llevarme adonde los Patamanip+wei-theri: por eso
-No, no. Ella me dijo que es Napeyoma: que los Shama-thari la habían uno de ellos vino a avisar. Yarekemi, la mujer con quien yo estaba, en segui-
flec~ado y que había pasado una noche como muerta; después que había ama- da se puso a regañar, diciendo que eso no podía ser, que yo andaba por ahí
necido viva de nuevo ... Me dijo que cuando oscureciera vendría. Como que solita, que no pertenecía a nadie ... Entonces el Shama-thari vino y me pre-
es ella la que acaba de pisar esa rama. guntó dónde tenía la herida. La mujer se la enseñó.
Cuando dijo así, yo entré, penetrando entre las hojas del techo y dije: - Me la llevo - dijo él.
-¿Ustedes tienen candela? Tengo frío . - Shama-thari, no te la vas a llevar - le dijo el hermano de Yarekemi, -

114 115
porque no te pertenece. Ella estuvo viviendo con ustedes y ustedes la flecha-
ron. Sola tuvo que huir al monte y en el monte pasar así /7/ lunas, sin fuego, Había mucha gente, porque entonces estaban reunidos ~asi todos ~os ~-amo­
sin nada. Y ahora apareces tú por aquí, lejos de tu shapono, diciendo que te . h n· es decir los Wánitima-theri, los Rashawe-then, los Yammawe-the-
we1-t e • · · · b K h
la vas a llevar. . los Porehip+weí-theri. Los Patanowe-then no estaba~: e~ta an en . a uu-
Las mujeres también lo regañaban. ~, · ·. y ¡os Prararap+wei-theri estaban en Prararap+we1,
s1p+we1, . h agrandando
. Lo su
-Nosotros la encontramos y nosotros nos la vamos a llevar - le dijo Yare- · ro estos últimos no eran propiamente Namowe1-t en. s que es-
shapono, pe - ·· h h d
kemi. taban a 111, que n'an renovar el shapono de WamtJma para acer un rea u e
-Yo quiero irme con ustedes - dije yo. - Si vuelvo con ellos, me van a Plátanos. , · · d El!
matar. , 1·1empo que yo no veía tanta gente . Quede tmpres1ona a.
H aoa d os hes-
-Sí; tú te vas a ir con nosotros -me dijeron aquellos Namowei-theri. taban cont entos . Como los que me acompañaban habían demora, o mue . o,
-Me la voy a llevar - dijo de nuevo el Shama-thari . - Si ustedes no me , p ensado que tal vez los Shama-thari los habían matado.
habtan , Alú
d" · . una mu1er
dejan, la voy a flechar. que había viajado.con nosotros, Yawetima, se me acerco y me IJ 0 .
-Sí tú la flechas - dijo el hermano de Yarekemi , - nosotros te flechamos -Vente conmigo. . ,
a ti. Mira que tú estás solo y nosotros somos así /8/ hombres. Te matamos a ti - No_ le dijo Yarekemi; - ella ha veni~o conmi~o. Yo la e~~ntre Y con~
junto con ella, para que veas Jo bueno que es morir. migo se va a quedar-. Me agarró y me llevo en ~egu1~a a su tapm. Me acoste
El Shama-thari estaba bravo, se frotaba las canillas con carbón, mirando en su ehlnehorro. En seguida oí. a un Namowe1-theo
, - uno que se llamaba
feo. El hermano de Yarekemí le dijo: Shamawe y era hermano del cac1que - que dec1a: .
-¿Cómo pretendes llevarte a esta mujer que tiene tiempo viviendo sola? -Miren. Les dieron perros y también una mu1er.
¿Acaso estaba viviendo en tu shapono? Llevártela ... sí, para que allá la ma- Entonces vinieron hombres, mujeres y niños a ve~e, a t~arm_e . ~o
ten. Confórmate, Shama-thari. Vete tranquilo por tu camino, que ella se va a aguantaba todo Jo que me hacían. Me halaban el pelo, miraban s1 tema p10-
ir con nosotros. Anda mientras estás vivo, porque, si insistes en querer llevár- jos... , "é d Ell ti
tela, te vamos a flechar. -Vayan al shapono de los Shama-thari - decía uno n n ose. - os e-
-Vámonos, vámonos - me dijo entonces Yarekemi. nen perros y mujeres para regalar. .
Ya estaba lista la gente. En fila, salimos todas las mujeres, con dos hom- Shamawe se acercó y le preguntó a Yarekenu:
bres cuidándonos atrás. Los demás se quedaron discutiendo con el Patamani- -¿Quién es esta mujer? . , . .
p+wei-theri. -Es Napeyoma. Los Shama-thari la flecharon. Mua aqm las cicatnces.
Yo iba con miedo. Al mediodía nos alcanzaron los demás hombres. Dije- Ella ha estado huyendo por el monte. Nosotros la encontramos Y yo la he
ron que el Shama-thari se había venido un trecho y se había devuelto. Me ale- traído.
gré. Esos hombres, sin embargo, se quedaron por allá cuidando. Nosotras se- -¿Qué vas a hacer tú con ella ahora?
guimos. Ellos mataron un paují y comimos. Dormimos como cinco noches en -Se va a quedar conmigo.
aquel viaje. A la tarde siempre los que venían atrás nos alcanzaban. El último -¿Es ya mujer hecha?
día de viaje pasamos por un caño grande, el Wakeshita ke u, llamado así por- -No sé. .
que por la mañanita estaba siempre cubierto de neblina. Allí encontramos - 1·Ah! Vamos a ver sí se queda contigo -. Se puso a retr y se fue. M~
rastros de gente que habían venido a ver si llegábamos. tarde, esa noche, supe que Shamawe me quena , para e'l , y eso que ya tema

-Anda, anda - me decía Yarekemi, - que todavía queda lejos. tres esposas. . .. .u
El camino se iba agrandando. Llegamos a otro caño, el Wánitima ke u: En cambio .Yarekemi me quería para su hennano Hutum+awe, un m -
cerca de sus cabeceras era donde ellos bebían agua y donde quedaba la malo- chacho todavía.
ca. Pasamos por un shapono viejo, el que los Namowei-theri usaban para ha- Al rato de estar yo descansando, vino otro a preguntar._ ..
cer las fiestas. En frente estaba el Wánitima ke k+, un cerro feo y cerrado; Era el cacique de los Namowei-theri. Se llamaba Hus1we; pero_ su n_om-
1 bre llegué a saberlo mucho tiempo después. Me volteé para ver. Alla ven.1a él
por eso se llama así. Yarekerni me explicaba todo. Al salir de ese shapono,
l no sé si por debilidad o por cansancio, yo me desmayé. Yarekemi me echó con varias mujeres atrás: sus esposas, sus hermanas, su ~a~á, sus sobnnas.
agua, me sobó con una rama de y+pi ke hi y yo recobré el sentido . Los hom- Llegaron y se sentaron a mi alrededor, tocándome e~las, mtrandome él.
bres se estaban pintando. Yarekemi se pintó las piernas. Yo le dije que no - ¿Esta mujer de dónde viene? - preguntó el cacique.
quería pintarme. Seguimos por tierra firme; ya se oía gente hablando y un -Dicen que es Napeyoma - contestó Yarekemí.
brujo que cantaba. - ¿Y cómo la consiguieron?
-¡ Aa+.H-í-+! ¡Aa-i-i-H+! - comenzaron a gritar todos al ver que llegába- -De noche llegó ella a nuestros tapirís. . ?
mos. Yarekemi me agarró por la mano y entramos al campamento de tapirís. - ·Y no tuvieron miedÓ de hablar con ella con ese cabello que tiene.
-~o - dijo Yarekemi, mientras las mujeres me Jo halaban. - Un Shama-
116
thari quería flecharla porque quería llevársela y nosotros no se la dejamos. Husiwe, esa mañana, pilaron los huesos de un perro muerto por un tigre. En
-¿Y ahora qué vas a hacer con ella? otra parte del shapono se juntó más gente; iban a beber las cenizas de una
- La voy a tener como compañera. Para eso Ja traje. niña muerta. Las tomaron llorando mucho, gritando. Yo no fui a ver. No sa-
-¡Ja! - dijo él. - Como si aquí el más importante fue.ra tu marido. bía lo que estaban haciendo. Para las cenizas del perro hicieron un hoyito cer-
Se fue el cacique. Se quedaron sus mujeres mirándome, tocándome. Yo ca del fogón de Husiwe y las enterraron.
En el lado de los Yaminawe-theri, según me explicaron después, tomaron
entendía todo lo que decían, aunque, viviendo sola, se me había olvidado ha-
las cenizas del yerno de su jefe. A este muchacho lo habían matado los Sha-
blar. Más tarde vino Iyéweima, mujer de Shamawe y le dijo a mi dueña:
ma-thari cuando estaban de mala con los N amowei-theri. Después el cacique
-¿Por qué no le cortas el pelo'?
Ruwahiwe, deseoso de hacer la paz, había mandado a su papá, Matakuwe
-Veníamos apurados y no tuve tiempo - contestó Yarekemi. - Por el ca-
junto con otros dos viejos a Wánitima para decirles a los Namowei-theri qu;
mino el Shama-thari la quería flechar.
querían ser de nuevo amigos, que ellos olvidaban todo lo que había pasado, la
-Entonces se lo voy a cortar yo - dijo Iyéweima.
gente matada, las mujeres ro~adas .. . Los tres viejos habían venido acompaña-
Yarekemi dejó que me lo cortara. Me lo cortó con bambú. Me peinó con
dos de tres viejas; en caso de que los mataran ellas quemarían sus huesos y se
los dedos. También quería raparme la tonsura, pero yo no quise.
devolverían con las cenizas a su maloca. Shamawe y los hijos de Ruwawe ha-
Yarekemi todavía tenía a su papá y su mamá; tenía cuatro hermanos. Su
bían querido matarlos, pero Husiwe no lo había permitido. Así que les regaló
ma~do se llamaba Shokowe. Todos juntos formaban los Porehip+wei-theri.
chinchorros de algodón y dejó que se fueran. Dos lunas después habían veni-
Ast se llamaban por su conuco, Porehip+wei-teka, que quedaba cerca de Pa-
do otros viejos trayendo perros como paga de los chinchorros. Cuando yo es-
tanowe-teka, tierra de los Patanowe-theri. Y arekemi me dio un chinchorro de
taba con los Matakuwe-theri recogiendo cunuri - corno dije antes, - habían
algodón; me dio de comer; después me dormí.
venido varios Namowei-theri de visita. Allá fue donde los había visto la pri-
, Por _la ~ad~gada el cacique dijo lo que se debía hacer ese día y que ba- mera vez. Y, finalmente, habían vuelto cuando de casualidad me habían en-
bia que ir a mVJtar a los Patanowe-theri. En-los días siguientes Yarekerni me
contrado a mí y me habían traído consigo. Eran, pues, amigos ahora; pero,
llevaba a recoger algodón en Wanitima-teka. Tenía mucho algodón este conu-
no mucho; tanto es así que no se convidaban a reahu.
co, en los de los. otros Yanomami no había visto tanto. Había que recogerlo,
Al fin repartieron plátanos y cacería entre los Prararap+wei-theri, y éstos
porque los tucus1tos se lo llevaban. Las mujeres iban todas a recoger; también
salieron para su maloca.
sacaban ocumo o racimos de plátano. Los hombres, en cambio, iban a reno-
Los demás Namowei-theri nos quedamos ahí. Un mes más tarde hubo
var el shapono. Durante los tres días siguientes, para techarfo, las mujeres sa-
otro reahu, pero no se tomaron cenizas de muerto. De los Prararapi-wei-theri
limos a quebrar hojas de palma.
sólo vinieron los viejos.
Cuando el shapono estuvo listo, nos mudamos. Entonces los hombres sa-
Después de ese reahu, salimos todos: los Rashawe-theri se fueron para
lieron de cacería y se fueron precisamente en dirección a los Shama-thari. Te-
Rasha-teka, que era su conuco, por el camino de los Irota·theri; los demás
nían miedo de que aquel Patamanip+wei-theri viniera ahora con su gente a
nos fuimos por el camino de Patanowe-teka. Yo me quedé con Yarekemi y su
flechar a los Namowei-theri que me habían traído. Con los cazadores habían
gente, es decir, los Porehip+wei-theri , en el conuco de Wakewei, llamado así
salido algunas muchachas. Corno a los cinco días volvieron. Traían un danto
chácharas, paujíes; mucha cacería. A la mañana siguiente fueron al conuco~
por su tierra colorada. Había mucho algodón para recoger.
Estando allí, a veces Yarekemi me llevaba a Patanowe-teka a recoger ca-
recoger plátanos. Los trajeron pelados. En el shapono se habían quedado
labazas para hacer camasas y camasitas. Ese era el sitio de los Patanowe-theri,
hombr_es_~ara ha~r el :~rato . Por la mañana Husiwe, que era el cacique de
el grupo más grande de los Namowei-theri.
los Wamtima-then, envio dos mensajeros al sitio de los Prararap+wei-theri:
Una cosa rara que había en ese sitio era Kllamawe, un ser misterioso
su hermano y un hijo de Ruwawe. Ruwawe era el jefe de los Rashawe-theri.
~ue vivía en la cueva donde se originaba el caño en el que bebíamos y nos ba-
O~ros en ese día, fueron al monte a pelar troncos y trajeron tres conchas.
nábamos. Había que ir temprano a coger agua, porque a eso de las cuatro de
Hincaron unos palos cruzados en el suelo y encima pusieron la concha; así en la tarde el bicho comenzaba a ponerse bravo y a tirar piedras y quien recibía
tres lugares del shapono. Es como una especie de canoa donde se pone el ca-
la pedrada se enfermaba y se podía morir. Los brujos tenían que ir a hablar
rato de plátano cuando se hacen las fiestas grandes, con invitados. Ya hacía
con el bicho. A Marakanama, madre de Yarekemi, le había dado en la rodi-
días. que habían llegado los Patanowe-theri ; ahora llegaban los Prararap+wei- lla.
then. Todos para .el reahu, la fiesta de los Yanomami. Los Prararap+wei-theri Cuentan que, cuando los hombres pasaban por allá cazando, veían a ese
eran muchos. Antiguamente eran los Moróta-theri. Llegaron pintados de ano- hombre pequeño y blanco sentado en su hueco. Al verlos, en seguida se metía
to. Y adornados. Bailaron primero e!Jos; después bailaron los dueños. Era la adentro. A veces iban las mujeres a lavar cacao y oían: ¡ka, ka, ka, ka, ka ... .
pnmera vez que veía bailar a los Yanomami Durante la noche hubo waya-
took! Así hablaba él y tiraba la piedra.
mou.
-Acaben de lavar - decía entonces una, - que Kakamawe ya está bravo.
A la mañana siguiente hicieron de nuevo carato de plátano. En la casa de
1 10
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Por eso los hombres nos aconsejaban que no lleváramos niños a ese cañi- rompen el huesito que les queda afuera y así las juntan, las amarran con un
to. Preferíamos ir por agua a un ramal del Patamanip+wei ke u. Hablando bejuquito colgándolas en mazuco encima del fogón. Al otro día se agarran, y
ahora con los Patanowe-theri me cuentan que Kakamawe sigue vivito y co- como el humo las ha pegado, se van despegando una a una. Entonces se van
leando y que se pone aun más bravo. ensartando las hojas en un bejuco a la manera de un collar, y esto se guinda
AJ .ºt~o l~do del caño , que se llamaba Wakewei ke u, en su shapono de sobre el fogón, con la punta arriba, para que se seque bien. Después se van
Kahuus1p+we1, estaban los Wánitima-ther:i, es decir Ja gente de Husiwe. Las sacando la hojas y se meten en mapire. Este se guarda y de allí se van sacan-
muje~es de allá se juntaban a veces con nosotras e íbamos a cazar cangrejos. do las hojas cuando uno quiere chupar.
Sh+r+koma, que era la mujer Aramamisi-theri de Husiwe, me decía: Para. chupar, se cogen dos hojas, se pasan en una camasita con agua para
-Mi mamá ya debe de estar por venir a visitarme. ablandarlas, luego se pasan bien por las cenizas del fogón, se sacuden para
Y en efecto, uno de aquellos días, estando nosotras en el caño lavando que caiga la arena y granos de ceniza y se van doblando en forma de chorizo.
caracoles y cangrejos, vino una partida de Aramamisi-theri. Tenían Ja tonsura Algunos lo hacen más largo y otros más corto. Y eso se lo meten detrás del
pequeña, como los Shama-thari, porque como que son la misma gente. Venía Jabio de abajo ... chupa que chupa. Ese es el vicio de ellos.
Wayama, mamá de Sh+r+koma, venían sus hermanos Riokowe Tananowe Cuando se carece de tabaco verdadero, los Y a.Jiomam~. chupan hojas de
Riki.a~e, Hiya~ama. Bie? pintados los hombres. Todos a buscar ;l tabaco qu~ algodón, que siempre se encuentra por aquellos conucos. No hace falta secar-
Hus1we les hab1a prometido en la visita anterior. las, basta chamuscarlas, machucarlas un poquito, y así se pasan por las ceni-
Les dieron y se fueron. Esa fue la primera vez que yo vi a Riokowe. zas, haciendo como un chorizo para chupar. Tiene un saborcito malo, pero
Y hablando de tabaco, debo decir aquí que por este tiempo yo estaba comen- sirve igual. ,
~ndo a .hacerme mis cigarrillos; o mejor dicho, volvía a comenzar; porque También en ese caso se puede usar el tabaco de tucusito, que pica un po-
siendo ruña, allá por el Río Negro, ya fumaba. Como tenía dolor de muelas quito; en cambio la pata de grulla pica bastante. Pero de estos hablaré más
mi mamá me hacía cigarrillos de tavarí y, fumando, eso me atontaba me dor~ adelante.
mía, en fin, me calmaba el dolor. Así había' ido. cogiendo el vicio.' Siempre Algún tiempito después vinieron de visita unos Wánitima-theri, que eran
que le pedía, mi mamá me daba. la gente de Husiwe y estaban de nuevo en Wánitima. Nos contaron que el ca-
Después que me robaron estos indios, nada de nada: ni con los Kóhórós- cique había dicho:
hi-thari, ni con los Karawe-thari y menos con los Shama-thari. ¡Ay con tocar- -Yarekemi se llevó a la muchacha. Tiene miedo de que se la quite. Si
les su tabaco! Las mujeres andan tan celosas de eso. Además ellos no fuman Napeyoma hubiera sido una mujer hecha y me hubiera gustado, el mismo día
como nosot~os. Lo que ha~en es chupar, chupar; y eso a mí no me ha gustado que llegó me la hubiera llevado a mi tapírí sin que nadie dijera nada. Esa mu-
nunca. ¡Cuanta falta me hizo el tabaco cuando anduve como siete meses sola jer no la han criado ellos ni tampoco la han conseguido en rtjnguna guerra.
por la selva!
Luego, si yo se la quitaba, no podían hacenne cuestión. Yarekemi desconfía
Pero en ese tiempo, aprovechando la confianza que me daba Yarekemi de mí, por eso se fue, con ese marido cobarde que tiene ...
comencé a pedirle: '
Eso me dejó entrever un poco de mi destino.
-¿Para qué lo quieres? - me decía ella. Por allá recogimos moriche; había mucho cerca. Una tarde llegaron dos
-Ya vas a ver - le contestaba. Irota-theri a invitar a los Patanowe-theri, que estaban cerca de nosotros, a un
Por fin me dio. Como no tenía tavarí para papelillo, usé hoja de platani- reahu de maíz. Repowe, su jefe, nos mandó a avisar a nosotros y también a
Jlo; C?º ella enrollé el tabaco, haciéndome un cigarrillo como había aprendido Husiwe que estaba en su conuco de Kahuusip+wei. Hacía muchos años - se-
en mt casa y ... ¡a fumar se ha dicho! Ellos se reían, a pesar de que sabían que gún me contaban - que no venían de visita los Irota-theri. No venían porque
los nape chupaban el humo del tabaco. en el último reahu de pijiguao Husíwe les había quitado una muchacha, Sha-
-Estás echando a perder el tabaco - me decían. - El tabaco se chupa, no potarna , que ahora era una de sus esposas y tenía una niña de como dos años.
se quema.
Después habían venido para rescatarla y peleado con palos, pero sin que Hu-
A veces usaba como papelillo hoja de plátano o, mejor todavía, hojitas siwe soltara a la mujer. Por eso habían quedado bravos y los Irota-theri no
finas de mazorca de maíz, aun habiendo tavarí, ya que no sabía batirlo como habían vuelto a venir. Sólo venía de vez en cuando, para verla, la madre de
hacía mi papá. Y así fumé por todo el resto de mi vida con los Yanomarni. Shapotama. Con el tiempo se conformaron y ahora venían a invitamos a una
Más adelante Husiwe me decía: fiesta.
-~ira; para que no estés pidiendo tabaco por ahí, toma esto; sécatelo Salimos todos. AJ segundo día , pasando por un morichal, los hombres
para ti.
mataron muchos báquiras. Al tercero se nos juntaron los Rashawe-theri y se-
Pero nunca me puse a chupar como elJos. Sabe tan amargo y lo pone a guimos juntos por un solo camino. Al quinto día pasamos el Shanishani ke u9 .
uno tan bembudo.
Ellos hacen así. Traen las hojas verdes del tabaco desde el conuco, las ( 9) El caño Shanishani ke u es el caño Bocón de los criollos, afluente por la izquierda
del Orinoco .
120
Al otro lado de ese caño, los Porehip+wei-theri paramos. Al día siguiente
los hombres salieron para la fiesta. Las mujeres nos quedamos allí. Parece un solo hombre. Si lo matan entre varios, pues, son vario~ los que deben puri-
que en la fiesta de los Irota-theri iba a haber un baile en el que los hombres ficarse. Los chinchorros estaban enteritos con las camas1tas meneándose por
bailan agarrados con las mujeres del grupo visitante. A veces, en este baile el viento. , .
los hombres dan una vuelta o dos con una de las mujeres, la tapan la boca; Más tarde, Husiwe, hablando de eso, me contó cómo hab1a sido esa gue-
entre dos o tres se la llevan y desaparecen, para volver cuando ya los visitan- rra. -¿Cómo se explican tantos chinchorros de ho.m1c1 · ·das en aquel pa1o d e
tes hace días que se fueron. También así roban mujeres estos indios. Por eso
nosotras no fuimos al shapono. Yarekemí sobre todo, tenía mucho miedo, Wánitima? - le pregunté yo. - ¿Será que fueron vanas veces a atacar?
porque contaba con tres hijas mozas y varias sobrinas y no quería perderlas. -No - me dijo él. - Eso es sólo de un viaje ~n que m~tamos a muchos
Shamá-thari. Matamos a muchos porque ellos ;eman .d~scu1dado~ . Nosotros
Allí fue donde vi por primera vez cómo hacen Jos Yanomami su sal. Bus-
habíamos ido a flecharlos a su shapono. De alla nos vm1mos corriendo, pero
can un palo grande y seco de tavarí y le pegan candela alrededor. Si no hay seco,
r el monte. Cuando llegamos al Pahanap+wei ke u, no pasamos por el
Jo queman verde. Después de unos tres días se va a ver. Si no se quemó todo
se vuelve a atizar. Se coge una ñinguita de ceniza fría para probar con la len- ruente, sino nadando, agarrados a un bejuco que habíamos tendido de orilla
a orilJa, para no dejar rastros. Algunos de nosotros se quedaron al. otro lado
gua_ si está salada o no. Si está, se apartan los carbones y se lleva toda aquella
ceruza a la casa, se mete un poquito en un mapirito y la mujer le va echando porque tenían miedo de meters~ en el agua. Y to~os nos escondimos. Los
agua arriba para que cuele abajo. Si resulta bien salada, se cuela más ceniza, Shama-thari venían para persegmmos. Cuando estuvieron sobre el puente, to-
recogiendo .la salmuera en una camasita. Cuando comienza a salir simple, se dos nosotros nos pusimos a flechados. Se cayeron muchos al agua. De los que
bota la ceruza. Después en la salmuera se le echan pedacitos de ají para que cayeron no sé si después les recogieron los huesos. Algunos ~ue sab~an nadar
coja más fuerza y se mojan carne, pescados y otras comidas. El resto de la ce- tal vez ganaron la orilla más abajo y se salvaron. Los que teman hendas mor-
niza traída del monte se guarda en un mapire que se va a esconder en algún tales se morirían ahogados. Entonces, como estaban todos los otros descon-
hueco entre las peñas. certados, corrimos atrás a su shapono, nos robamos a varias mujere.s y nos las
El palo del tavarí no abundaba por allí, sin embargo la ceniza no es cosa trajimos. . , .
que se cambie entre los grupos, con sólo pedirla se regala. Así me contó Husiwe. Después los Shama-than habrnn vemdo a flechar a
Jos Namowei-theri. Me parece que mataron a uno·e hirieron a dos hombres y
Otr~ sal es la que se ~ca del ata hi k+, una matica de hojas pequeñas y
flores TOJas. Abunda a orillas de algunos caños. Cuando no había de la otra algunas mujeres. Algunas de las mujeres presas se escaparon, porque eran
sal, que es mejor, salíamos las mujeres a coger camarones en uno de esos ca- muchas; otras se quedaron. Las Shama-thari que yo conocí entre los Namo-
ños Y quemábamos aquellas maticas, verdes, todo. Apartábamos los carbones weí-theri era todas de esa cosecha. Estas cosas habían sucedido como cuatro
Y recogíamos las cenizas blancas en nuestras guaturas. En la casa se hacía con años antes de llegar yo a Wánitima, pues una Shama-thari traída entonces en-
ellas igual que con el tavarí. En Patanowe-t~ka se usaba bastante el ata hi k.f., cinta, a mi llegada tenía _u na niñita, Hoporama, que· tendría más o menos ese
pero una vez colado, se pone pronto simple. ~mpo. ,
Un día llegaron dos Watanami-theri a invitarnos a un reahu de plat~nos.
Un día sali con Yarekemi por el camino de los Sbama-thari. Más adelan-
te cogimos a la izquierda, por el monte. En una tierra firme íbamos comiendo Acabamos de recoger el algodón y mucho onoto y, tres dfas después, salimos
frutas. Por allá yo me quedé atrasada y Yarekemi me dijo: detrás de ellos. Pasamos por el sitio de Patanowe-teka y nos quedamos ~os
-Ven rápido, que por aquí andan muchos pore. A la que anda sola, la días para preparar el anoto: los Porehip+wei-theri ~n el sitio de Wakewe1 Y
agarran. los Wánitima-theri en Kahuusip+wei. Después segwmos. Pero nosotros nos
-¿Qué pore? - le pregunté yo. quedamos en el sitio de Porehip+wei , limpiando el conuco~ recogi~ndo plát~­
-Pore de Shama-thari que una vez mataron los Narnowei-tberi. nos, cambures y camasas. Cogíamos cacaradoras en el cano Itaht nopou~; '
Siguiendo, pasamos por una parte baja, donde había muchas piedras. llamado así precisamente porque tenía mucho de ese pescado; pero tamb1en
-¿Ves ese palo? - me dijo ella. - Es palo de homicidas. tenía muchos tembladores ...
El agua era sucia. Entrábamos y metíamos las manos en la _boca de los
Yo miré y vi un árbol grande con muchos chinchorros de bejuco amarra-
dos al tronco. Había desde bastante abajo hasta muy arriba. huecos. Cuando salían las cacaradoras, las agarrábamos, las mord1amos el co-
-Hace tiempo los Namowei-theri mataron a muchos Shama-tbari - me gote y las tirábamos a la orilla. Si salían muchas, las agarr~bamos una p~r una
y las tirábamos vivas a la orilla. Allá las mataba Yarekem1, que no quena me-
explicó. - Todos mataron: Wánitima-theri, Rashawe-theri, Patanowe-theri
Prararap+wei-theri... ' terse en el caño por miedo al agua fría. Una vez metí la mano en un hueco
Yo conté los chinchorros. Eran 36. Eso no quiere decir que habían mata- para sacar una cacaradora y sentí un corrientazo. Salí del caño con todo el
do a 36 Shama-tbari, sino que 36 Namowei-theri habían flechado a los Shama- cuerpo temblando. Las mujeres me regañaban:
thari q1,1e se habían muerto. Muchas veces son varias las flechas que caen en -No llores; eso no mata. Eso da fuerza. Cuando tú, después, le pegas a
una persona, serás más fuerte.
122
123
Había muchos tembladores. Las mujeres gritaban cuando recibían el co- se podía hacer con. espma · d e palma·• entonces . buscaron una astilla, también t
rrientazo. Después de pegar el primero, salen los bichos. A veces tocan de 1 Ja afilaron bien con un diente de p1cure y le quemaron 1a pun ~·
nuevo a la mujer y se van río abajo. Si hay jóvenes, Jos flechan con flechitas de ~e¿::Sªshapotama _ no sé por qué - me fue poniendo la astill_a en el medio
palma: los tembladores se van con su flecha hincada, pero los muchachos les p , Ja iba ba1'ando por el medio de la frente, de la nanz, de la boca,
del craneo Y · · Ali' t, · t b
hincan el arco y los sacan. Aquellos Yanornami se los comían 10. basta ])egar a1 Sl. tio donde tenía que hacer el hueqmto. . d 1b pregun
. o st es
. al a
Yo nunca he visto que los tembladores hayan matado a una persona. .
bien Las otras d"IJ'eron que sí y me halaron el labto e a ªJº p. ara est1rar b do.
Sólo una vez, en Shamata, una vieja, que por poco se muere. Un temblador ·
Shapotama comenzó a clavar la astilla . Dolía. mucho. , Cuando
d 1 bencontraE a u-
grande, en un pozo que había dejado el no al secarse, por poco mata a Pos- i a para q ue penetrara · Por fin llego dentro e a oca.
ro roda ba 1a as t·¡1 ntonces-
hotomi. Sus hijas 1a habían dejado sola con dos nietos para ir a pescar más lo ~ompió cortico por fuera y por dentro y lo mascó para que quedara con 1a punta
abajo. Ella se metió en el pozo con una guapa grande, para agarrar sardinas; 0 forma de escobita. ,
recogía, recogía; al llegar al medio, gritó y soltó la guapa. El temblador la ha- e Yo sentía toda la cara hinchada y me puse a ll?rar. ~ boca 1a. sentJa
bía fulminado. Le dio tiempo a caerse en la orilla, dejando las piernas en el a rada y no podía ni beber ni comer. También qws1eron agu1erear-
agua. Pero allí vino de nuevo el temblador y le tragó una pierna más arriba de como
me el am r
tabique de la nariz y las perillas de las ore¡~, · m á s arn"b a de donde
. te-
la rodilla. La vieja estaba privada. Los niños corrieron caño abajo, gritando, nía yo mis huequitos, y hacerlos más grandes que estos, pero no las dejé.
llorando. Vinieron las hijas y las demás mujeres y vieron que Poshotomí tenía Al día siguiente esa mujeres querían que me fuera co_n ellas al co~uc~.
un temblador metido como bota. La arrastraron afuera; no querían matar al Y e se ntía bien Ellas se habían dado cuenta de que iba a tener m1 pn-
temblador para no herir a la vieja, pero en eso el animal se fue resbalando mera m Yo no les· había dicho nada, tambten
o noregla · - porque no sa b'1a expresarlo . .
1 1
afuera. Los hombres que llegaron después le hincaron sus arcos y lo mataron. ] . Entonces se quedaron en la casa Yarekemi y su madre, la v1e1a
en su engua. · h · de y+pi ke
Sacudieron a la mujer, le dieron de beber y ella volvió a recobrar el sentido. Marakanama. Las otras mujeres salieron al monte y tra1eron 01as ·
1 1
Tenía toda la pierna raspada por los dientes del temblador. Llevada a la ma- h · de manaca y de pequeñas palmas. Con ellas hicieron un apartame~to al
loca, le dio mucha fiebre. Husiwe la brujeó y se salvó. f~~do del tapirí, para ponerme en resguardo. Por dentro hincaron las ho1as de
De ese conuco algunos Porehip +wei-theri se fueron a Sitoya de visita y re- · · k ·· hí y detrás las ho¡· as de manaca y de las otras palmas para que que-
gresaron. También regresaron los demás Namowei-theri del sitio de los Wata-
y+pt
dara biene tapado.
, '
Entonces me arrancaron los a d ornas Y e J gu~yuco q ue lleva-
nami-theri y se fueron para Wánitima. Seguramente, a cambio de los perros ba y los quemaron. Tendieron mi chinchorro ade.ntro y prend1e~on un fogon-
1
que les habían llevado, trajeron algún machete que los Sitoya-theri comenza- cito. Quieren que ese fogón esté siempre p~e~d1do, ~rque , ~t se a~aga, el
ban a recibir o robar a algunos blancos. Nosotras terminamos de trabajar en cielo se pone feo y puede que venga Ruwenwe. Me dieron mI abamc~ para
ese conuco de Porehip+wei y pasarnos al otro lado de Wakewei. Allí se reno- atizarlo y me pusieron un montón de leña para qu~mar. ~o me acosté. Me
varon los tapirís. Querían quedarse bastante tiempo porque había mucho plá- mandaron quedarme quieta, bien estirada, con las piernas ¡untas Y l~s brazos
tano y cambur. Tambjén limpiamos una parte para sembrar algodón y más doblados sobre el pecho. Me dijeron que, cuando no aguantara mas en esa
plátano. Esa misma tarde en que llegamos, se reunieron las mujeres alrededor posición, me sentara; que no volteara la cabeza para es~~char o para ver, por-
mío y comenzaron a decir: que si lo hacía me quedaría torcido el cuello. Tamb1en me recomen~aron
-Ya eres casi mujer hecha y no puedes adornarte porque no tienes Jos que' si entraba~ las mujeres, no conversara con ellas. Ese día no me d1~ron
agujeros. Vamos a hacértelos alrededor de la boca. d'd Me dolía mucho la boca· Ja tenía toda hinchada. Yarekeffil me
na a e comer. ' l h b ' d . d t ado con
Yo no quería, porque pensaba que me iba a doler. Pero, al fin, las dejé había hecho un hoyito en el fondo para orinar Y o a ta e1a º. ªP .
hacer. Ellas se alegraron . Las que más empeñadas estaban eran Auweima y una hoja . Para cagar tenía que ha~rlo en hojas de casupo al pnnc1p10; des-
Shapotama. Esta, apaleada por Husiwe, se había refugiado por unos días don- pués con tanto ayuno , no había motivo. ..
de nosotros. Mientras Auweima me tenia abierta la boca y estirados los la- Al día síguiente me trajeron una ca.masita de a~a, co~ .un pitillo para t 0 -
bios, Shapotama me iba clavando una espina de palma en donde se juntan los maria. Yo quise tomar en la camasita, pero Ya_rekemi me dijo:
labios. Me dolió pero no salió sangre. Una vez entrada la espina en la boca, -No· así no porque te echa a perder Jos dientes.
le rompió la punta por dentro, para que no le hiciera daño a la lengua. Por E 'd, tam,poco me dieron nada de comer. Sentía mucho calor, porque
se ia , · b - A ve-
fuera también la quebró, dejando un pedacito que apenas salía del hueco. En el fogón estaba prendido todo el tiempo. No pod1a lava~e m anarmed' Ya-
seguida con otra espina me hizo el huequito por el otro lado. Después se tra- ces entraban algunas mujeres y se ponían a conversar. Solo al cuar.t o t~ 1
taba de hacer el huequito debajo del labio. Como allí la piel es más dura, no rekemi me trajo tres cambures rókómi. Ese día vino a verme A_~we1ma. ? ~
dije que los palitos se me estaban cayendo. Entonces ~ll,a cog10 uno~ pa~to _
(10) La in.traducción del temb!~d~r en la dieta de los Yanomami parece contemporánea de las hojas de y+pi ke hi, Jos rompió corticos y me quito !~s que tema. es
a s~ instalación en la prox1m1dades de los grandes ríos como el Ocamo, Mavaca y pués mascó cada uno de los nuevos por un lado, los metto de ~~entro para
Ormoco, tal vez porque en las cabeceras de los caños donde moraban antes, no se
encuentra este pescado. fuera y luego los mascó por fuera para que no se zafaran . Tambten me puso

124 125
unos palitos de y-i-pi ke hi en las orejas para que se agrandaran Jos huequitos buscar también cogollos de manaca para adornar los brazos. Es co~tumbre ~n
que tenía .
1 sa ocasión adornarse las jóvenes para recordar cuando ellas también estuvie-
, Al día siguiente me dieron otros cambures rókomi para comer. Así, des-
pues, tod?s los días. Y yo me iba poniendo flaca, flaca. Me tuvieron allí ence.
;00 nuevas. Después Yarekemi le dio a una mujer algodón tor~ido para que
me hiciera los brazales, pero gruesos, los que se ponen en las piernas y en la
rr~da casi un mes. Shapotama había vuelto adonde su esposo. Fue ella quien ·ntura; ella se puso a hacerme el guayuco. A su cuñada le mandó que mera-
Je mformó que yo había comenzado a ser mujer.
Una mañana Yarekemi zafó los palitos de mi habitación y las hojas que
~ara el cabello. Me rapó con el mismo pitillo de. bambú con que yo había to-
mado el agua, pero partido; me recortó el cerqmllo y después comenzó afro-
qued-~ban se cayeron del todo. Recogió todo eso en una guatura, limpió bien tarme la cabeza con onoto fresco, el cráneo, el pelo, todo el cuerpo. Cogió la
Y salio detrás de la casa. Creo que haya hecho conmigo igual que con sus mu-
pelotita de anoto encarañado y me pint~ rayas y pu~tos en el ~erpo y en la
chachas, es decir que con las hojas y los palitos hacen un bojote y lo llevan a cara. Entonces las otras mujeres me pusieron las tob1\leras, las Jarreteras, las
esconder el algún hueco de piedra para que se pudra. Dicen que hacen eso muñequeras y los brazales. Me pusieron los palitos .blancos en tomo. a la
para que la muchacha no muera joven. La piedra es señal de cosa eterna. boca. Cada mujer pone uno de esos adornos. Una mu1er me estuvo haciendo
Entonces Y arekemi echó agua en una olla y la hizo hervir. A mí me hareotima y me lo terció sobre el pecho. Otras mujeres me fueron poniendo los
mandó que ~e levantara y sentara sobre dos maderos, pero siempre mirando cogollitos en cada una de las orejas y en los brazales. Yarekemi, al fin, me
al techo, haCTa atrás. Después me baño con agua tibia. Era de madrugada, os- puso el guayuco.
cu~o. Los de!1!ás estaban durmiendo. Ella me secó, escurriendo el agua con un De allí pasamos al conuco. Algunas mujeres cogieron plátanos. Yarekemi
bejuco. Cogi~ anoto preparado con caraña y me untó gran parte del cuerpo. cargó unas hojas s~cas de plátano y seguimos para los tapirís. No entramos
Luego_ me hizo sentar de nuevo: siempre mirando hacia atrás. Me advirtió por la puerta más cercana, sino que dimos media vuelta para entrar por el
q~e, st pasaba gente, no la mirara. Cuando amaneció, la ayudé a desmotar se- otro lado. Antes de entrar, Yarekemi me puso en la cabeza una guapa honda.
nullas de algo~ón .. Venían m~jeres a verme. La vieja Marakanama me trajo Yo entré primero y, detrás, entraron todas las demás mujeres. Me fui a mi ta-
algodón ~ara h~p1ar. No qmeren que una esté sin trabajar en esa ocasión, piri. Las otras se fueron a los suyos. Yarekemi puso a asar lo~ ~angrejo~ y
porque, s1 n~ - dicen:- una se queda floja para siempre. Así que trabajé hasta dejó a sus hijas cuidándolos. Ella y yo pasamos detrás del tapm. Allá hIZO
que a~ochec1ó. Com1a sólo cambures rókómi y bebía agua con pitillo en una candela y quemó las hojas de plátano que había traído. Con la misma guapa
camas1ta.
que me había servido de sombrero, me empujaba el humo contra el cuerpo,
Después de tres días, Yarekemi me hizo voltear.
diciendo:
-Ahora ya puedes mirar - me dijo.
-Ahora di : cangrejo , plátano, gente, casa ...
~onmigo la cosa .fue corta, pero con sus muchachas dura más. Después Repetí esas palabras. Después volvimos al tapiri. Desde ese momento yo
de quita: aquellas ho1as, todas las mañanitas, como por cinco o seis días, la podía hablar con todo el mundo, comer cualquier cosa... ·
madre ~mta a la muchacha y la manda sentarse mirando hacia el techo. No En Wakewei estuvimos como dos meses más. Yarekemi me cuidaba y me
d~~ mirar dentro d~I shapono. Si alguien la ve la cara, especialmente siendo quería.
mno, se l_e nubla la vista~ se cae. Y ella también al ver a otra gente se puede Los Yawari son gente que no se deja ver. Viven lejos, debajo del agua
quedar bizca. Sentada as1 queda hasta la noche, comiendo sólo algún platani- de los ríos. Por lo. menos así cree la gente. Son como los Mahuari 11 del Río
llo, Y ocupada en hacer guapas o guaturas, cosas que le enseñan en ese tiem- Negro. Andan por el monte. Cuando pasan ellos, sopla viento fuerte. A veces
po.
pasan cerca del shapono o del campamento Yanomami y allí escuchan si al·
Yo seguía tr~?ajando, pero sin salir del tapirí. Dicen que es malo para guien habla de ellos. Si se oy~n nombrar, se ponen bravos y comienzan en se-
una muchacha as1 u por el monte; una pudiera ver a los espíritus de la selva y guida a perseguir a los Yanomami. ·
éstos se la pueden llevar. Sólo a la otra semana ella comenzó a mandarme al Cuando una muchacha, en sus primeras reglas, se va sola al monte, los
/, caño en busca de agua. Al conuco todavía no. Cuando sus hijas están así las Yawari se la llevan. Por eso la madre la tiene encerrada dentro de la maloca,
1 ma~res Yano~ami las ocupan haciendo guapas. En los huequitos de Ja ~ara como me hicieron a mí; allí los Yawari no la pueden ver. Adentro tiene una
me iban ca_mbiando los palitos; en las orejas me ponían trozos de hierba blan- que orinar; si saliera, los Yawari la verían, la agarrarían por un brazo y se la
/! ca o cogolhtos de palma.
llevarían. Y. .. si se la llevan, más nunca aparece.
11 , Pasó ~n mes Y no me venía la segunda regla. Estaba tan desmedrada. Un Es que, cuando va por el monte, esa muchacha comienza a sentir un olor
dia nos fu1mo~ a un caño ª.matar cangrejos. Iban muchas mujeres conmigo.
1;
sabroso. Queda encantada y se pone a correr, correr, alejarse, lejos, lejos, sin
M.atamos sardmas Y cangre1os y regresamos. Era mediodía. Al llegar a una que nadie la pueda alcanzar. Por allá los Yawari la agarran y se la llevan. E~·
laja, s~ sen!aron todas las mujeres. Mientras las otras estaban pescando, Ya-
j 11
¡1 r~kem1 habia estado arrancando cogollos de palma que ahora las jóvenes des-
tonces los brujos ya no pueden hace nada para salvarla. Sólo pueden decir
11 hilachaban para ponérselos como adornos en las orejas. Yarekemi mandó a (11) Espíritus o demonios acuáticos de la mitología arawaka del territorio Amazonas.
126
127
que fueron los Yawari los culpables. Los brujos no pueden bajar a la maloca
de los Yawari.
Cuando, poco después, yo estuve en Makayop.f.wei, Yarotoma y Yep-i-ami
me contaron que los Yawari se habían llevado una vez a Tim+yoma, mucha-
cha prometida a Yamínawe-theri. Tim+yoma ya iba a ser mujer completa. Su
mamá no sabía que estaba enferma. Un día salió con ella al conuco. La mu-
chacha se puso a sacar batatas; su mamá se fue a sacar leña. Entonces comen-
zó a soplar viento, viento fuerte. Cuando Heawama volvió, Jlamó a su hija,
pero ésta no contestaba . Pasó por el batata!, consiguió las tres batatas saca- CAPITULO IX
das, pero a su ruja no. La madre se puso entonces a gritar desesperada. Se
echó las batatas sobre Ja leña de Ja guatura y se fue ligero para el shapono. De Yarekemi a Yarotoma
Por el camino llamaba gritando. Nada. Entonces volvió con su marido al co-
nuco. Buscaron los rastros; los siguieron hasta perderse. Allí se pusieron a Un día llegaron algunos Wánitima-theri a decimos que en su ~~uco ha-
gritar, a llamar. Nada. Volvieron. bia muchos plátanos que se estaban echando a perder y que el piJlguao ya
-Hoy ha soplado mucho viento - decían los brujos. - Los Yawari se han estaba maduro. .. h · , d
robado a esa muchacha. Se Ja han llevado ahora que ya era mujer. ¡Pobre -Vengan pronto para Wánitima, que ya los Patanowe-t en estan yen o
Yaminawe-theri, se quedó sin su mujer nueva!
para allá. · · ·6 · t
Más nunca volvió Tim+yoma. Por eso, las primeras veces que viene la re- En seguida comprendí lo que Husiwe qu.~ria con esta 1~v1tac1 n. ornarme
gla, la muchacha no debe salir para ninguna parte. Y también después de la como esposa. Así me avisó en el conuco la nma Hoporama.
regla es conveniente que se quede en la casa hílando algodón. Cuando más, -Mira que mi tío te va a agarrar. .
puede salir hasta el caño a bañarse. Dicen que los Yawari viven más en el río Por eso tenía miedo de ir. Si fui, pero porque se iba todo el mun~o. En
grande que en los caños. Por eso las muchachas no quieren bañarse en Jos t es días llegamos a Wánitima. La gente no estaba en el s~pono, smo en
ríos grandes. En las reglas siguientes ya una está con su marido que la cuida y r 1 campamen to de tapiris adonde había llegado .yo nuevecita ··dehKonapu-
aque · t
hay menos peligro. roa. Estaban Jos Wánitíma-theri, los Patanow_e-then , los Rashawe-t en Y. ?s
Con todo, los Yawari, o Yai que llaman de otra manera, se pueden llevar Yaminawe-theri. Llegamos temprano aquel dta y renovamos nuestros tapms.
a cualquiera: mujeres, hombres y niños. Recuerdo que, estando más tarde en Nos regalaron plátanos, l<tt> asamos y comimos. . . .
Shamata, los Yai se llevaron a Apiama. Los hombres la encontraron días des- A 1a mañana siguiente los hombres salieron de cacería. Los Por~h1~+we1:
pués y la trajeron moradita de golpes. Es que las mujeres de los Yai le habían theri no· hombres y mujeres nos fuimos al conuco. Los hombres hmp1aban,
pegado por celos contra sus maridos. Tiempo después también se llevaron los noso~ras .recogíamos plátanos _m aduros y verdes. Volvimos al ~ampamento. 1:'-
Yai a su hermana Kanawana, ya preñada, allá en el sitio de Wakekeawe. Los la tarde regresaron las cazadores trayendo chácharas. Despues nosotr:s s~­
hombres fueron a encontrarla cerca del sitio de Rasha. Total que, cuando le mos por ahí en busca de leña y frutas . Cargadas, regresamos ya tar e. h e
nació la hija, le dieron el nombre de Yaitépémi senté en mí chinchorro para descansar y roe quedé mirando, ~arque sospec a-
Dicen que los Yai o Yawari a veces se transforman en pájaros y se ponen ba algo De pronto vi que un grupo de hombres venían ca~nando por e1. ca-
a cantar para engañar a la gente. Recuerdo que en Shamata, apenas oían las rredor; .todos pintados: de negro , de TOJO. · e ogt, rn1e· do y Je diJe a Yarekem1:
mujeres cantar a esos pájaros, recogían sus guaturas y sus niños y corrían fue- -Mira que viene gente. Yo me voy.
ra de peligro. Yo nunca Jos vi, pero sí los oí cantar. Salí, pero ella me agarró y me haló adentro. ~e dí~o q~e aquello no er~
· Me senté en el chinchorro, mirando hacia atras., hsta para escapar
conmigo. d · ·· venía con arco
i1 me Allí venían los hombres. Nakishewe, hermano e Hus1we, .. ..
1 I ·
y flechas y un hacha; vema ' tam b'ien- H'k · ·· , hiJ.º de. Ruwawe·
t anwe . : Maamawe,
kishewe
¡i sobrino también de Ruwawe y otros. Se pararon en nuestro tapm . Na d h
recostó su arco y flechas y de una vez me agarr6 Por un brazo ' halan , o , d'a-
lando. y 0 me agarré duro al chinchorro. T irábamos los dos. Solo , el no po ta
1 conmigo. Por eso les dijo a sus compañeros:
-Ustedes me convidaron y ahora no me ayudan. . .. - . d
Entonces Yarekemi se sentó en mi chinchorro y, g~t~ndo y regana~ o~
1 me abrazó para que aquellos hombres no me llevaran. Vm1eron otras. panen
tas de Yarekemi a ayudarme y a regañar a los ho~bre~. Estos entonces s~
·
Juntaron para ayu d ar a N a k'ishewe . A uno que quena abnrme una mano le dí
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un mordisco. La vieja Marakanama regañaba:
-Ustedes debían haberla agarrado cuando He , dolía todo el cuerpo pero me dormí.
cuando era puro hueso· no aho , . go, no ahora. Llevársela Cuando amaneció, me senté . Esa mañana todo el mundo salió para el co-
' ra que esta bonita
En eso los hombres zafaron el chinchorro . , nuco. Pero se quedó Nakishewe. En la haladera de la noche antes, había reci-
de la casa . Los hermanos de Yar k . , pero yo me agarre de un poste bido un golpe en la cara y le estaban doliendo mucho las muelas. Husiwe no
h b e em1, cobardes no querf d estaba: el zorro se había ido a Jos Irota-theri en busca de ollas. Seguramente
om res sacaron el poste Y así me llevara Chiil, d an ayu arme. Los
otro palo. Entonces ellos forcejeaban con e~~ 1 e y uro Y logré aga~arme a para no ver lo que iba a pasar; para que no se creyera que era él quien me
-¿Quieren tumbarme la casa? - . pa o. a es~ba osc~reciendo. había mandado a agarrar. Aquella mañana los Porehip+wei-theri, disgustados
Todos ustedes tienen mujer. Ella es nuest~t~a dYare.ke~I. - ~éJenla quieta. par lo que había pasado, se fueron para Wakewei, pero por-el camino de los
Koeheiwe, hijo de Yarekemi que t b. es e dejos a trajimos nosotros. Prararap+wei-theri. Los Yanomami, cuando pueden, no quieren regresar por
- ·Cu1'd d ' es a a acosta o, también gritó· el camino de Ja ida, porque - dicen - les pueden suceder desgracias: que si les
1 a o que me tumban el t · , · S· ·
y a ustedes! apm encima. 1 10 tumban,Ja flecho a ella pica una culebra, que si les cae encima un palo ...
-Flecha, si eres valiente - decía Nakishewe - N di . . . Sería media mañana cuando bajé del chinchorro. No había nadie - como
Ellos seguían halando· unos or : a e te tiene miedo a ti. dije; - sólo Nakishewe, que estaba calentándose. Después se volvió a acostar.
Jos bra:zos y de las piernas. En es; . I~ hareotim~, otros por los adornos de Yo lo velaba con la mirada. Quería escaparme. Entonces hice que iba a ori-
ma-theri a ayudar a sus m~rido 1 vinieron también algunas mujeres Wániti-
fendían los hombres les daban ~· :s condenad.as. A las mujeres que me de-
insultaban . Era ya oscuro D piso ones, empujones. Ellas se caían, gritaban
nar. Salí haciéndome la renca, gimiendo ... En Jo que estuve algo lejos, eché a
correr.
Bajé al caño y me bañé, después seguí corriendo como quien va a Jos Iro-
, · e pronto con la hareotima 1 '
sentí que me estaban ahorcando y pe d' 'd ' por a que halaban, ta-theri, en el monte, para no dejar rastros . En eso veo a Husiwe y otros pa-
1
sentí un golpe en el espinazo De r, J e sentí o. El último grito fue cuando rientes suyos que venían de regreso . El traía una olla y dos perros. Sin ser vis-
·
al verme con ~I cuerpo flojo, habían spues me contaron que J w- · ·
dicho: - os aruttma-theri, ta, me escondí en un matorral y esperé que pasaran. Después volví a cruzar
-Ahora s1 la matamos Se reventó l . hacia un conuco. Quería irme adonde Yarekemi, pero me dolía el cuerpo y
tanto la mezquinaban Cóman.sel l 'e espinazo. Llévensela ustedes que no podía caminar bien . Este era el conuco que los Porehipiwei-theri tenían
· a con p atano .
Pero vean Ja ocurrencia En eso Waro· .. allí en Wánitima. Recogí unos cambures y plátanos maduros. También había
con un madero por la espal& ima, h1Ja de Yarekemí, me pega un tronco quemándose: despegué un tizón y me lo llevé. Me subí a una loma.
contaron - me arrastraron un '~~;:1º para remat~nne ... Después - según me Me senté en una laja; no podía andar así. Hice candela y me calenté. Recogí
ron tendida en el suelo allá ~ ~r aqu.el patio tan pedregoso y me deja- unos hongos, los embojoté en una hoja de casupo y los puse a asar. Volví al
de Husiwe, fue a casa d~ su :riamma'o sl1 edis~v1era muerta. Kónokama, hermana conuco y me traje un racimo de plátanos. Me comí los hongos. Bajé al cañita
• _ Y e JO:
-Mama, Napeyoma está muerta. a tornar agua. Después eché hojas de casupo sobre la laja y me acosté. Allí
-A lo mejor no está - contestó Ja vie'a - Q . . . me quedé como tres días escondida. Nadie me buscó, ni me pasó nada: tenía
por apretarle mucho la hareotima V J • u1én sabe si sólo la pnvaron fuego y con qué comer. Cazaba también algunos cangrejos. Una noche hubo
. .
1 d o , VImeron · amos a ver - Sacaron d ti' aguacero, yo me abrigué bien debajo de un árbol que había junto a la laja,
pan a verme. Me tocó la vie . di' . . , os zones y, so-
Kónokama llamó a su marido _ Jª ~ .~º· - TodaVJa está viva. pero se apagó la candela. Volví al conuco y conseguí todavía quemándose
rotoma. Así se llamaba Ja madre ·d:;r~+.~e Y me llevaron al tapirí de Ya- aquel tronco: arranqué otro tizón y me lo llevé. De allí salí por el camino de
me echaba agua en la cabeza Me h l us1w~. Ella. me agarró atrás y su hija los Prararap+wei-theri, por donde se había ido Yarekemi. Encontré dónde
Tenía Ja boca llena de sangre ~ todo a tron as orejas hasta que volví en mí. había dormido . Pasé por el caño que viene de Jos Prararap+wei-theri, donde
Me ardía en todas partes Me d' . e cuerpo raspado de tanta arrastradera. había mucho casupo. Allí caéé cangrejos y recogí flores de casupo, asé todo
Me sequé. Donde me habían b~~~~~n que bebier_a agua. Me lavaron un poco. junto y comí. Por ahí dormí. Desayuné con flores de casupo y seguí caminan-
gas; otras llagas también por las tobillpor las munequer~, se me formaron lla- do. En dos días llegué al conuco de Wakewei. Me paré y oí que alguien esta-
ahf; lo núsmo tenía la carne cortada d e~as_, ya que ta~b1en habían halado por ba brujeando . Eran los mismos Porehip+wei-theri, en el sitio de antes. No sa-
que no faltó mucho para que me mat e ªJº de las rodillas. Sangraba. Yo creo bía que hacer, tenía miedo de entrar, porque por culpa mía, habían discutido
Ahí 1 aran. mucho Yarekemi y su suegro. Preferí quedarme en el monte . Me fui a un
- a tienen con el pecho t0 d 0
lloraba. ' cortado - decía Yarotoma; y lloraba, guasdual. Pensé hacer allí mi tapirí, porque donde hay guasduas el monte está
El viejo Hayamamok+we p d d . .. muy cerrado y nadie se mete, ni siquiera los animales. Me gusto el sitio. Salí a
callado. En un tapirí ue habí~ a a re . e Hus1w.e,. estaba cerca y me miraba, buscar unos palos e hice mi tapirí. Después hice mi fogón . Para acostarme no
taba tendido el chincb~rro de al 1 ~~do, donde siempre cocinaban cacería, es- tenía chinchorro. Aunque era tarde , salí al conuco de Yarekemi y conseguí
ma: allá me mandaron acostar g~I ~-de Mapooriwe, último hijo de Yaroto- plátanos. Ellos habían hecho candela para limpiar y todavía quedaba un tron-
. runo tuvo que dormir con su mamá. Me co quemándose. Asé unos plátanos y comí. Después me acosté sobre ese mis-
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l f_ 1 ll
roo tronco, por el lado que no estaba quemándose. Cuando amaneció volví al
monte. A veces oía que pasaban hombres por el camino. Yo tenía necesidad hinchada y el dedo picado morado. La comezón me había pasado, pero demo-
de u~ chlnch~rro. Cogí mi tizón y eché a andar. Por allá pelé una majagua y ró días para que se fuera la hinchazón. Yo, por la noche, me sobaba el dedo.
me hic~ el chmch_orro. Después llegué a un moricha!. En la orilla cogí varios Poco a poco fue sanando.
can~e1os,. los ~a;e y los embojoté en una hoja de casupo. Llevé chinchorro y can- No quise quedarme más allá, porque mucha.s veces me caían la~ flechas
grejos a rru tapin. de algunos cazadores que les tiraban a pavas y p1apocos. Podí~n vemr a bus-
Así vivía. Ya sabía vivir sola; había aprendido en Konapuma. Con Jos pla- carlas y encontrarme. Por ahí había muchas de esas aves comiendo fruta de
tanos que sacaba del conuco y los cangrejos que pescaba podía alimentarme. kahu. Pero yo no me mudé todavía. Para no t~par ~n gente, _todos los días
Aquellas heridas se me fueron curando, sólo me quedaba el dolorcito atrás iba bus.cando agua en lugares diferentes. Un d1a ba¡é a _un cano para llenar
en la cintura. De noche rezaba. Todos Jos días oía que estaban enseñ~ndo ~ cuatro tubos de guasdua que me había hecho. Esa vez 01 gente que. hablaba.
Hutum+rawe a ser brujo. ReconOCl, a Watemosik+we. A un hijo suyo le decía que buscara hojas de ca-
· d T · d
Un día, estando yo en el conuco, vino Yarekemi a recoger plátanos. Yo Para envolver el hígado de una lapa que estaba destnpan o. uve m1e o
supo , fu. · h
deseaba hablar con eUa y me presenté. Ella sabía que yo andaba por el mon- aqueJJa vez; el perro de ellos podía ladrarme. De ~· me _1 Y v~ a mue os
te. Me ~íj~ que allí, en el campamento, había unos Wánitíma-theri, pero que Wanitima-theri que venían de Wanitima para segui~ de . ~ayum+. Alguno~
staban en el borde del guasdual , donde yo tenía nu tapm, sacando bambu
~ara
al día siguiente se marcharían. Me aconsejó que me quedara todavía en el
monte, Y.~ que ellos ven~rían a ver su conuco de Kahuusip+wei. La supliqué cortar caceria. Entonces me senté un rato, escondida y cuando ellos se
que no dijera nada a nadie. Ella me prometió que sí. Entonces de una vez Je fueron volví a mi tapirí. , .
pedí un racimo de plátanos para no tener yo que volver a dej~r rastros en' su Allí seguía y me vino finalmente la segunda regla. Salí~'. pero tema ~e­
co.nu~. _Me dio también un racimo de cambur paushimi. Con eso me fui para do, porque Yarekemí me había dicho que, cuando se rep~ttera la ~uestlón ,
mi tap1~. i::na me aseguró que, yendo a cazar cangrejos, pasaría por mi sitio. volviera -a su tapiri para ella prestarme sus cuída~os. No fur, pero hice com~
Al día s1gu1ente, en efecto, la oí gritar; pero, como estaba lejos, no le contes- ella me había enseñado. Rodeé el tapiri con ho1as de manac~ Y "?e quede
té. Otro d.ía sí le contesté y me fui con ella a coger cangrejos y cacaradoras. ayunando, acostada en el chinchorro, rezando y pensando. Ast pase u~a _se~
Al despedirme la rogué que no dijera que había estado con ella. Sólo de no- mana, después me fui para el conuco y saqué un racimo de cambures rokomz
che yo hacía candela, porque de día el humo me habría descubierto. y también , como antes, volví a sacar mi agua.. . . .
_ Después de. tres días Yarekemi volvió a vísitarme. Esta vez trajo a su cu- Al fin decidí irme al tapirí de Y arekemt. Estaba aburnda de VIVI~ sola.
nada ~upropenu y a su hermana. Me fui con ellas, para otra parte, a matar "/a tenía casi dos meses en el guasdual. Llegué al conuco: me ~e.nté Y oi pasar
cangrejos. De regreso, pasamos por un cañito para lavarlos. Allí yo metí la unos Porehip+wei-theri que regresaban de c.acerí~. Veruan d1c1endo que los
~ano en un_ hueco para sacar uno más. Empujé la mano y sentí que el cangre- Wanitima-theri iban a invitar a -Jos Watanami-then a un r~ahu en ~u shapono
JO se hab~a ido más a~entro, entonces metí todo el brazo y sentí que el bicho de Kahuusip-twei . Los dejé pasar a todos. Cuan?o oscure.ct?, II~gue a su cam-
me.mordió y me volVla a morder poco a poco. Había oído decir que el can- pamento. Me fui derechito al tapirí de Yare~em~.. Me recibió _bien. Estaba e~~
gre¡o muerde de a poquito y sin fuerza cuando cambia Ja concha. Lo fui ma- cinando cachicamo, lapa, paují. A mí me dio h1gado de c~ch1camo Y dos pla
chucando y lo halé; pero, cuando sintió que ya estaba para salir, me mordió tanos asados. Anocheció. Pero, no sé; tenía el presentimiento de que alh no
duro en el ~edo de.! medio _varías veces. Entonces lo saqué con fuerza y Jo tiré estaba segura. En efecto, después de comer, mientras estaba asando pláta~os
a1 suelo. Gnté y rruré. El bicho paró las patas: ¡era una araña moña! para Yarekemi, me sentí agarrar y levantar por dos ~ombres. 1!ab1a vanos
, Una de las mujeres víno en seguida a recogerla y embojotarla para co- más que estaban con ellos. Me puse a gritar; las mu1eres reganaban. Eran
mersela. Yo le mostré dónde me había mordido. Sangraba un poco. Allá mis- Wánitima-theri Jos hombres y con ellos muchas de sus mujeres. Shapotama, la
~º me ~rnenzó la picazón. Me lavé y ayudé a Yarekemi a lavar los cangre- condenada, estaba allí gritando que no me bajaran. Ella quería ~n.treg.arrne a
JOs. La picazón seguía, seguía por el brazo, después el pecho, la boca, todo el Husiwe, su esposo. Me cargaron así hasta el shapono de Kahuus1p+we1 , al ta-
cuerpo. Entonces ella buscó el remedio: un palo en donde están Jas hormigas pín de Nakishewe, hermano de Husíwe , y me acostaron en un chinchorro. ,
q~e cu~an ese mal. Me mandó que abrazara el palo; ella lo meneaba. Las hor- Al rato me dejaron aconsejándome que no me escapara más. No dormi
migas iban pasando sobre mi cuerpo. Rupropemí me Jo restregaba con las esperando que fuera b~jando la llama de los fogones. Era de madrugada
hormigas. Estas picaban duro, con un olor fuerte, feo. Después me hicieron cuando hice que iba a orinar y me escapé de nuev~ .. La culp.a erad~ Yareke~
recostar para que las hormigas me bajaran por la espalda. Allí me restregó mi , que no había sabido callarse. Los mismos Wámbma-then,lo dec~ª?· VolVI
Rupropemi. Sentía mucho calor y sudé. Luego me senté; estaba muy cansada. a mi tapiri, en el guasduaJ. Resistí tres noches, la cua,rta volv1 al tapm de Ya-
Más tarde Yare~emi me mandó a bañar, me dijo que con eso pasaba. Ellas se rekemi. La vieja Marakanama me regañó porque babia regresado. .
fueron Y me dejaron. Yo les dije que no volvíeran más, porque me iba a mu- -Vete a Jos Sitoya-theri - me dijo , - a ver si éstos son capaces de ir a
dar. Esa noche dormí. Amanecí con un dolor feo en toda la mano; estaba buscarte allá. . b , ·d
Si yo hubiera sabido dónde era eso y por dónde se iba, me ha na 1 o .
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Tres días después yo estaba con y areke .
kewei lavando moriche. De pronto . H . ~.1 y su hermana en el caño W a- có y me olió. Yo le hice: ha, ha, ha, pasito, y se fue. Después vino otro perro
do por el camino. Detrás venía s v1 a us1we con sus cuatro mujeres vinien- y le hice igual. Me puse a rezar. Más allá los perros ladraron. Me sentí perdi-
. U . u perro, un perro feo con l 1 da. Los indios silbaban por aquí, por allá; corrieron adonde ladraban los pe-
OJOS. n mño que estaba allí con nosotras d'. ' e pe o en los
que Je tuviera cuidado. me IJO que era un perro bravo y rros. Yo me ful corriendo para un lado . Tapaba mis rastros con hojas. Des-
-¡Y que perro bravo! - dije yo _ U pués corrí lejos, hacia la cabecera de un caño. Me senté y me puse a llorar.
muerde. · n perro feo Y sucio como ese no Mi suerte no podía ser peor. Llegué a la cabe.cera de otro caño, eché unas ho-
Me zambuJlí y ellos pasaron. Pero se ve u Sh jas de casupo en el suelo y me acosté. Había muchos zancudos; yo los espan-
larga, entendió mal lo que yo había dicho q e apotama, que era lengua. taba con aquellas hojas. Ya no le tenía miedo al tigre. "Si me come - decía, -
ésta se Jo contaría a su hiJ'o H . .. y se fu~ a ~ontarle a su suegra - y se acabó tanto sufrimiento". Dormf.
usiwe - que yo babia dicho de 'l d Anduve por aquellos montes como cinco días. Dormía de día, donde el
rro, que era sucio y feo. Esto lo supe d , e , y no el pe-
Yep+ami, la esposa mayor me contó u Yº, es~ues por boca de Sh+r+koma. sol calentaba . De noche pensaba y rezaba. Después me contó Tepema que
pero no lo hizo. Yo no hab'i'a d" h qde el qmso devolverse para flecharme eran varios Prararap+wei-theri y algunos Rashawe-theri los que habían sido
ic o na a y por eso t , . d ,
mo, los hermanos de Yarekemi d "d' . no ema m1e o. Para col- enviados por Husiwe para matarme.
el shapono de Kahuusi +wei. y ec1 ier~n Juntarse c?n Jos Namowei-theri en Como no sabía adónde Ír, volví adonde Yarekemi. Ella estaba brava por-
Estaba decidida a qued~rme o me fui con ellos, sin saber de la calumnia que poco faltó para que flecharan a su nieta, aquella vez que me quisieron
trataban mejor... Dos días d~~;u~:a J;~te, a no patalear más,.a ver si así m~ flechar a mí. Ahora quería que me fuera adonde los Sitoya-theri, pero me
des~ansando en mi chinchorro y so;land egrt:º
de busca.r rnonche, yo estaba dejó allí. Me quedé con ella corno cuatro días. Ya la gente estaba guindando
mu1er de Repowe. En eso veo a Husiwe o e ~gón. A m1 !ad? estaba Resími, plátanos para convidar a reahu a los Watanami-theri. Husiwe estaba y tal vez
chas. Sin más me apuntó y me dijo: que viene por el patio con arco y fle- no me hizo nada porque Ruwawe había hablado en mi defensa. Tres días des-
-¡E~a es ~a que dijo que yo era sucio y feo! - pués salieron los hombres de caceria. Ocho días más tarde estaban de regreso.
y disparo. Yo me agaché. La flecha 1' Esa noche vino otra vez Nakishewe a buscarme. Todos los hombres, especial-
L~s otras mujeres se apartaron gritando . sa i~ detrás de la ~a~a rozándome. mente los Rashawe-theri y los Prararap+wei-theri, gritaban que me dejara
m1 cayó con los pies en un fo . E y t~m !ando, un sobnmto de Yareke- tranquila. Mientras Nakishewe me halaba para afuera, las otras mujeres me
había sido con punta de bamb~on.I n segwda me Uegó otro tiro. El primero halaban para adentro. -En eso Yarekemi, que ahora ya no me quería, me zafó
, u, e segundo fue de arpó .
capandome y no me pegó. Yo segu· . d n, per~ yo estaba es- los cogollitos de las orejas y me cortó unos mechones de pelo diciendo:
kewei y pasé al otro lado. Tenía la ~~~~en o por e_I monte, baJé al caño Wa- -Llévatela, llévatela; que si no, yo la voy a mandar matar. Así no queda
sacando. Sangraba sangraba M de?a de espmas de palma y me las iba ni para ustedes ni para nosotros.
blando, todavía m; dolía atrá~.. e ; q~e e un rato pensando, rezando, tem- Estaba hablando en serio. A veces para matar a una persona, ellos acos-
en Wanitima. Cuando oscurecló : a ~~~ra, ~e,sde que me habían arrastrado tumbran mezclar, en un coco de yuvía, pelo recortadito de esa persona junto
wei. Me acosté en un chinchorro' deebe·1 tapm de Yare~emi, aJlá en Wake- con algunas plantas mágicas. Después queman la mezcla y la persona se mue-
pirf, cerca del monte, sin candela. Me JU:dq_ue habían d7Jado e~ el último ta- re ... Otra mujer regañó a Yarekemi por lo que quería hacer.
pensando, sin saber adónde ir En todasq e llorando, sm donrur, pensando, -No soy yo quien la va a matar - dijo ella. - La matarán los Sitoya-theri.
sitio. Pensaba en los Irota-the.n· . dpartes me flechaban. No conocía otro Ya no quise escapar más. Yarekemi estaba decidida a matarme. Nakishe-
• pero ecfa · "Como los w- · · we me llevó a aquella casa donde había estado antes. Me quedé quieta. Yaro-
para allá tantas veces me encuentr · antt1ma-theri van
aJ monte y of gente ~ue gritaba ~ yl;ne traen de nuevo". Tempranito corrí toma me vino a traer cachicamo para que comiera. Su hija Kónokama me dio
que no me encontraran me metí. e amaban, me estaban buscando. Para paují. Me consolaron... ·
pués oí que alguien venía un r::~ u.n monte cerrado. Me senté y poco des- -De aquí ya no te vas a ir - me decían. - ¿No ves que hasta Yarekemi
árbol y ~ído sobre las flec~as y o. una r~ma, se había desprendido de un quiere matarte?
rarap+wei-theri, hermano de Ras~a:: ag:~he ~as. Era M+raashiwe, un Pra- Esa noche hubo baile porque habían regresdo los cazadores. Trajeron
arco para matarme . Por que' ? p ' qH verua con un hacha, con flechas y mucha cacería: báquiros, marimondas, otros monos, varios cachicamos. Pri-
· ¿ · orque usiwe des , d
d e Shapotama había dicho b ' pues e aque1la calumnia mero bailaron las mujeres, después los hombres. Estos bailaron casi hasta el
dicho de él qu~ era un sucioqyu~n~e uscaran y me flecharan, porque yo había amanecer. Las mujeres me habían venido a convidar, pero yo no quise. Mien-
-V , . eo. tras bailaban los hombres, me dormí. De pronto desperté. Alguien había
A ~yan y matenla; dejen que se la coman los zamuros
echado un polvo sobre mi cuerpo. Sobre el pecho sentía una arenita fina, olo-
s1 n:ie con.t~ después Tepema, hermana de Hus· - .
Yo VI a M+raashiwe seguir a h d iwe. rosa.
do. En eso llegó su perro· estab' ~~c ; o, pasando debajo del monte cerra- - ¿Quién habrá sido? - me preguntaba yo. Me eché agua encima y me
. a o ten o nus rastros. ¡Dios mío! Se me acer- lavé, después me quedé sentada, mirando el fogón. Habían sido los bailadores
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que me habían echado el daño, seguramente por mandato de Yarekemi. No cialmente de los niños. A veces éstos se acuestan en el suelo, se ponen a escu-
volví a dormir, cuando ellos se me acercaban, yo agarraba un tizón y los asus- char y se ríen de lo que oyen. , _. . _
taba. Así quedé buena al fin. Ahora sabia que es el waka moshi. Este dano se
Amanecí mal. La gente salió al conuco a buscar pijiguao para el reahu. saca de un ocumito que se cultiva en el conuco. Al rallarlo, el hombre se co-
Algunos se fueron a traer aquella concha de palo en que se echa el carato de l ca de espaldas al viento para que no se le pegue la ralladura. Esta la guar-
plátano, otros se habían quedado para cocinar ese carato. En la tarde comen- :a. Después, cuando mata un cachicamo grande, le saca los huevos, los deja
cé a sentir dolor de cabeza. Tenía fiebre, trataba de comer algo, pero lo vo- ar y los pulveriza. Este polvo se mezcla con la ralladura y el waka móshi
sec 1 · ·
mitaba. Yarotoma me trajo carato, pero también lo vomité. está listo. Cuando la persona enemiga no se da cuenta, uno se o tira encima,
Los Watanamí-theri estaban cerca, esperando 12 . Esa tarde entraron y 0
se Jo echa en el chinchorro donde se va a acostar.
bailaron. Durante la noche hubo bailes y cantos. Los Namowei-therí se reían Cuando supimos que Jos Watanami-theri ya habían atravesado, nosotros sali-
de esas veradas que lucían los invitados en las orejas, cosa que entonces se os de wayum+, todos los Namowei-theri juntos. Los Prararap-i-wei-theri más
usaban sólo arriba del Orinoco. mdelante se fueron para su shapono. Nosotros nos fuimos al de Wanitima. Yo,
La fiebre no era tanta, pero el dolor de cabeza no me pasaba. Al día si- :hora, iba siempre con Yarotoma. Allí había todavía pijiguao e hicimos otro
guiente los visitantes se fueron . Yo estuve mal como quince días, cuando iba reahu, sólo entre nosotros; pero no se tomaron cenizas de nadie. Los cazadores
al puerto a buscar agua, de nada me cansaba. Yarotama sospechaba que fuera habían traído noticias de que había mucho cunuri por el camino de los Shama-tha-
el daño que me habían echado. Entonces llamó a Yaminawe-theri, buen bru- ri , junto al caño Shama keopé . ~o sallmos en seguid,a, hicii:'os otro reahu ~e.piji­
jo. que estaba alH en ocasión de reahu. El se enyopó y comenzó a ensalmar- guao e invitamos a los Prararap + , porque en esos dlas hab1a mu~rto _una v~e1a ?e
me, en seguida sintió dormidos sus brazos y contraídas sus manos. Me chupó los Rashawe-theri y había que tomar sus cenizas. Los Prararap+weHhen traje-
en la cabeza y sintió mal olor. ron el mortero y ellos mismos pilaron los huesos. Hubo reahu, pero no estuvo tan
Cuando acabó de ensalmarme, le explicó a las mujeres que estaban allí: bueno, porque había poca cacería. Los Prararap+.wei-theri se marcharon.
-El daño que le echaron a esta mujer es muy fuerte. Los espíritus míos Entonces los Yaminawé-theri y los Rashawe-theri se fueron a comer cu-
no pueden curarla pronto. Ustedes saben que los espíritus tienen manos pe- nurí, monte adentro, por aquellos cerros. Los demás Namowei-theri nos fui-
queñas como de chivacoa, y curan poquito a poco. Para que cure más rápido, mos a comer cunurí por el camino de los Shama-thari, saliendo a la derecha.
oigan lo que van a hacer. Llévenla a sentarse debajo de la mata donde hay Junto con el cunurí en.contramos cucurito y yagua y comimos también cacería.
hormigas. Con un palo le dan golpes al tronco para que las hormigas le caigan Allá había bastante , porque no había gente. Estuvimos como dos meses Y lue-
sobre el cuerpo. Después se lo frotan con esas hormigas. go regresamos a Wanitima. ,
Yaminawe-theri terminó sus ensalmos y se fue. Era tarde, pero Sh+r+- Al día siguiente de llegar, fuimos al conuco a escoger onoto. Habia mucho
koma salió a buscar leña con Kónokama; por allá encontraron una mata con y allá mismo le quitábamos la conchita para que cupiera má~ en la guatura.
hormigas y vinieron a decírmelo. Al día siguiente me fui con ellas a ese lugar. Estas las habíamos forrado con hojas y las llevábamos llemtas al shapono .
Me hicieron como había mandado Yaminawe-theri . Las hormigas me picaban También cargarnos un poco sin desconchar. Ibamos a hacer mucho onoto esta
duro, me ardía el cuerpo en todas partes. Sudaba mucho y sentía Ja cabeza vez.
como dormida. Las mujeres me restregaban las hormigas en todo el cuerpo. Al otro día Husiwe nos dijo que comenzáramos, algunas mujeres espera-
Después me llevaron a bañar en un cañito. Allá volvieron a frotarme el cuer- ron porque dedan que no estaba bien maduro, pero yo me puse a trabajar en
po con hojas olorosas y volvimos al shapono . Me acosté y me dormí. seguida. Rémorima también. Es la mujer quien prepara el onoto para su ~a­
Al otro día Yaminawe-theri volvió a brujearme . Yo seguía con fiebre. rido, para sus niños y para sí misma. Yo lo hacía para que Husiwe lo cambia-
Dos días después me restregaron otra vez con hormigas. Eso me hizo sentir ra con los Irota-theri, los Sitoya-theri, los Watanami-theri. Estos últimos por
mejor. Me fue pasando la fiebre y el dolor de cabeza. Me volvieron a dar un unas pocas pelotas de onoto daban una olla de barro.
baño más de hormigas y, entonces, mejoré del todo. Ruwawe también me Para hacer el anoto se echa agua en una camasa o en un macuto de pal·
brujeaba y, la última vez, me dijo que él habá echado todo mi mal hacia el shapono ma. Estrujando las semillas de onoto una va echando adentro la masa Y pon,e
de los Amahiri. aparte, sobre una hoja de casupo, las semillas. Se amasa, se amasa. Despues
. Los ~mahiri s.on los que en Río Negro llamamos encantados, gente que se pone a calentar una olla sin agua, cuando esté bien caliente, se pasa la masa
vive debaJO de la berra, de donde vienen a robarse el alma de la gente, espe- a través de un manare , que puede ser una guapa, para que suelte la busura Y
ella va cayendo en la olla. Se deja hervir. Mientras tanto se vuelven a repasar
las semillas, para sacarles más pulpa y se hace lo mismo que antes. Tres veces
(12) Cuando Helena habla de Jos Watanami-theri se está refiriendo al mismo tiempo a
otro pequeñ,o grupo , los. l;'ap+tawe-theri, estrechamente vinculado al primero. se pasan unas mismas semillas, hasta dejarlas bien limpiecitas y entonces se
Uno de sus hdcres era Ha1k1awe, tío de Husiwe . Otro era Maneiwc muerto en una botan y se prepara más de la misma manera.
in~ursión (1971) efectuada por los Mahekotho-theri. Estos dos g;upos han dado En la olla el agua se evapora y la masa se asienta, se deja apagar la can-
ongen a los actuales Kashorawe-theri.

136
dela y enfriar la masa. Al día siguiente se saca ésta ~on u~a cama~ita Y se Rasha y los Wanitima-theri a Kahuusip+wei.
,¡ pone sobre una tioja de plátano o de casupo., Se embo1ota _b1en y, bien ama- En Kahuusip+wei nos quedamos. Husiwe se iba todos los días con sus
rrada, se guinda el bojote sobre el fogón. Alh con una esp1~a ~e palma se le hermanos y sus esposas a agrandar el conuco de Hahóta, yo me iba con las
hacen agujeritos por debajo para que acabe de chorrear el hqu1do y se ~onga viejas a cazar arañas monas porque había muchas en ese lugar. Nosotras de-
más dura la masa. Cada quien guinda sobre su fogón uno, dos o tres bo1otes, cíamos:
según haya preparado. A los tres días se abre cada bojote sobre una guap_a y -Voy a buscar marimondas -, entendiendo araña mona y no marimonda.
se guinda sobre la candela, alto, para que la masa se ponga más dura .. Alh se Le decían así porque es peluda y tiene patas largas como ese mono. Si se las
deja unos tres días, luego se saca y se le da forma a la masa: redonda s1 es po. nombra por su nombre verdadero, ellas se esconden.
quita, alargada si es mucha. Se embojota .en hojas ~e palma y se cuelga en e~ Yo iba a menudo con Yarotoma y su nieta. Allá nos separábamos para
fondo de la casa. Allí se deja por largo tiempo, mtrando de vez en cuando s1 buscar, cuando una encontraba, llamaba a las demás. Una volteaba los pelos
cría gusanos. Si los cría, se quitan y se cambia la hoja. Al dejarlo como por podridos, las piedras, debajo había arañas monas. A veces se encuentran an-
un mes, se pone duro y entonces se envuelve en ho~as de plátano y se guarda dando. Para cazar la araña mona se mete un palito en los huecos, se sacude y
en la guatura. Así el anoto está listo para usar y, s1 la gente sale, llevarlo de la b icha sale. Si no sale, es porque está empollando sus huevos, entonces con
viaje. . . un garabatico se saca la bolsa de los huevos y en seguida la araña sale para
Este es el onoto puro, el rojo. Pero cuando se hace el rOJO, también se buscarlos.
hacen pelotas mezcladas con caraña. Esta mezcla da ~n color rojo oscuro, c~i Yo, cuando encontraba alguna, llamaba a Yarotoma. Ella venía y lama-
negro, según la cantidad de caraña que se eche ..M~entras el º?oto está htr- taba. Había mujeres ·que sabían sacar la araña con la mano. No sé, parece
viendo en la olla, aparte, debajo de un tiesto, ammandole un tizón Y soplan- que esas mujeres no sentían comezón. Estaban acostumbradas. Una vez mata-
do, uno va quemando la pelota de caraña. Con una hoja de casupo se tapan das, las embojotábamos en hojas de casupo, las metíamos en la guatura. En
bien los resquicios para que el humo no se escape. El negro de humo queda la casa las cocinábamos. A esa araña hay que darle buena candela para que se
así pegado al tiesto. Entonces, cuando la masa del onoto_-se ~a asentado bas- quemen los pelitos que tiene. Después se coloca sobre una hoja de casupo
tante y el tiesto está enfriado, se coge éste y con un bejuqmto se escurre el donde se machuca para que se desborone el cuerito; así queda la carne blan-
negro de humo dentro de la olla. Después con el bejuco se prueba la mezcla ca. Luego se pasa sobre una hoja limpia y se echa en una camasita con sal-
sobre el cuerpo. Si uno lo quiere más negro, e.c ha en la olla más negro de muera. Allí se deja pará que se empape bien, después se pasa a otra camasita
humo y se sigue revolviendo. Si ha quedado bueno, se deja apagar la candela Yse y ya está lista para comer. Esa masa negra que tiene en el trasero, se pela, se
embojota la masa. embojota y se asa mejor.
La caraña es leche que mana de un palo. Para salir, la leche revienta la A los niños pequeños no se les da de comer araña mona, les puede dar
concha del palo. Chorrea, chorrea y, más abajo, se va formando una pelota. comezón en la boca. Son los adultos los que la comen, especialmente cuando
Se forman muchas pelotas, en las ramas, en el tronco, y se ponen duras. _Dno hay epidemia. Cuando ésta termina y la gente queda con tos, dicen:
se encarama en ta mata y con rasha huri les da golpes hasta que se caigan. -Vayan a buscar marimonda, que la epidemia no quiere irse. Ustedes la
Las pelotas se lavan y se ponen al sol, en una guapa, como por d~s días, para van a quemar aquí para que el humo asuste a la epidemia y se vaya, así nos
que sequen bien. Luego se guardan en un mapire para tenerlas hstas cuando quedamos tranquilos. ·
se necesiten. De estas pelotas muchas veces se sacan pizcas para usarlas como Ellos creen que el espíritu de la araña mona se raspa en las nalgas, el
yesca. pelo vuela y va a picar a la enfermedad.
Cuando no se consigue caraña el mismo día en que se prepara el onoto Son las mujeres las que buscan la araña mona. Los hombres no; sólo
sino cuando ya está la masa embojotada, se desembojota ésta se le .echa en- cuando hay epidemia, que es cuando hace mucha falta . Yo mataba pocas,
tonces el negro de humo, amasando, amasando para que se mezcle bien; pero usando un palito, pero mi cuerpo se llenaba todo de comezón. No podía to-
nunca queda buena esta mezcla. carlas. Y ... tuve que aprender a comerlas; pero el trasero, no, nunca.
A veces, mientras el anoto se está cocinando , se le echa adentro bálsamo
de algunos árboles. Esto le da perfume y ayuda a conservar blanda la pelota.
Mientras hacíamos el onoto, volvieren los Yaminawé-theri y los Rash~­
we-theri y estuvimos de nuevo todos juntos. Los Prararap+wei-theri, que vt·
víao en su shapono, nos invitaron entonces a un reahu de maíz. Era maíz del
conuco nuevo de Pishaasi. Los Namowei-theri fueron casi todos, yo me quedé
con Yarotoma y otras viejas. Regresaron trayendo maíz y mucha cacería. S~·
guimos allí un poco más de tiempo y luego nos fuimos todos: los Patano~e­
theri a Patanowe, los Yaminawe-theri a Morámahip+wei, los Rashawe-then ª
138
CAPITULO X
Guerra co:.'.1 l os Konapuma - theri
Como tres meses estuvimos allí. Un día llegaron los Watanamí-theri para
invitamos a un reahu de plátanos. Se fueron casi todos los Namowei-theri, yo
me quedé con las viejas y Yep+ami. Al volver nuestra gente, hicimos· los tapi-
ris al otro lado de Kahuusip+wei y también allí preparamos mucho anoto.
Llovía mucho. En ese tiempo vinieron algunos Aramamisi-theri de visita: Rio-
kowé, que entonces tendría como 25 años, y sus hermanos. Nos avisaron que
cuidáramos el camino que venía de los Irota-theri, porque los Konapuma-the-
ri estaban haciendo curare para atacamos; y muchos Aramamísi-theri se jun-
tarían a los Konapuma-theri.
Los esperamos, pero no vinieron.
Sin embargo, por si acaso, los hombres no dejaron de hacer el entrena-
miento para la guerra. Para hacerlo se usan flechas viejas, por eso las viejas
no se botan. A estas flechas se les quita la punta que tengan, sí la tienen, y se
les pone una cabeza hecha con hojas de maíz o de plátano, bien amarrada con
curagua. Así la flecha pega en el cuerpo y rebota sin clavarse.
Los hombres se juntan para este entrenamiento. Los Warutima-theri lo
hacían dos veces al mes, en verano o en invierno. Ese día nadie va de cacería.
Los viejos también toman parte: ellos enseñan cómo disparar, cómo esquivar
las flechas, cómo tirarse al suelo cuando se oye tak-tak, cómo se gatea, cómo
hay que mirar por un lado y por otro ...
Para entrenar, salen como a la una de la tarde: hombres y también mu-
chachos de nu~ve años para arriba; todos pintados de negro. Van a una tierra
firme de monte no tan cerrado, llevando cada quien siete u ocho flechas. Si
hay mucha maleza, limpian primero. Allá se dividen en dos grupos iguales.
Un grupo grita como si saliera verdaderamente a hacer un ataque, después
corren, con cuidado, para atacar. Los del otro grupo andan conversando, dis-
traídos, como si fueran los dueños del shapono, pero algunos de ellos están
cuidando los caminos. Cuando Jos atacantes descubren a los dueños del sha-
pono, comienzan a fl.echarles.
Los dueños entonces se tiran al suelo gritando:
-¡Enemigos! ¡Enemigos!
Y responden flechando. Los enemigos vuelven a flechar mientras los due-
ños del shapono siguen gritando imitando a los anímales más feroces de la sel-
va. Entonces los enemigos se dividen en dos grupos, un grupo viene rodeando

Muje r Yanomamí rallando yuca 141


a Jos dueños y flecha otra vez. Los dueños flechan también , entonces los ene- prestar para que me la devuelvan sucia.
migos se van corriendo, para acá, para allá. Cuando, regándose, se quedan - Y también te irás a shoparí wake - agregó - porque, si alguien toma tu
juntos muy pocos, tienen que escaparse gateando. El cacique da órdenes. Al- guatura, en seguida lo regañas. Tu guapa nadie la puede tocar. ¡Ay de quien
guno dice que está herido. Se paran, miran , dicen: coja tu rasha husi! Mezquinas tu leña. Si alguien se acuesta en tu chinchorro
-¿Es punta de curare? Sí. ¿Quién será el que lo flechó? ¡Asiiiüii! Ahora allá vienes tú a zarandearlo para que se caiga. Tú sí tendrás que sufrir bastan~
que flecharon a uno de nosotros, vamos a flechar a uno de ellos. ¡Asiüiiii! te en shopari waké. Yo no, porque soy generoso. Nunca he mezquinado nada
Así hcen, todo como si fue.ra una guerra de verdad. Cuando se les acaban todo lo que me piden, lo regalo. No pido nada a cambio de lo que doy. '
las flechas, recogen las que encuentran y se apartan para amarrarles la cabe- -Mezquinar lo mío - dije yo entonces - no es malo. Lo mío es mío. ¿Por
za, luego vuelven a la pelea. A veces el j efe le reclama al otro que sus fle- qué tengo que dejar a las demás mujeres que se lleven mis cosas? Eso no es
chas tienen la cabeza floja ; que le magulla a su gente. Le dice que los mande ser mezquino. Mezquino eres tú que quieres ir a matar gente. Tú te iras a
a amarrarlas bien antes de seguir el entrenamiento. shopari wake.
Así vuelven a la pelea. Todo termina cuando un grupo no puede recobrar Shamawe se puso a reir y me volvió a decir lo que había dicho su herma-
las flechas y tiene que escaparse. Es peligroso este entrenamiento, porque no:
muchas veces la cabeza de la flecha se cae y la verada entra en el cuerpo o -Tú si te caerás en ese caldero donde hierve el peramán.
hace una herida fea donde pega. A mi hijo , que tuve después, Miramawe, en Otros también me atacaron. Yo me molesté y me puse a llorar. Ellos se
Puunap+wei le dejaron una cicatriz en la espalda. En Patanowe había un mu- reían .
chacho con una herida grande en la costilla; se le formó un tumor. Y , aunque -Ustedes son malos - les dije. - A shopari wake también irán a penar
tenga cabeza, es peligrosa la flecha que pega en el ojo. porque regañan a sus mujeres, porque les pegan ... También pegarle a la mu-
Mientras entrenan, en el shapono se oyen los gritos. El entrenamiento no jer, también ir a matar a los Konapuma-theri es ser mezquino. Allá se quema
se hace en el shapono, porque las flechas podrían pegarles a los niños y a las la mano que pega, la mano que roba, la mano que mata, la boca que habla
mujeres. Los hombres regresan a eso de las cinco de la tarde, todos traen al- mal ...
guna parte del cuerpo morada. Alguno viene sangrando; le pegó una flecha Pero ellos esto no lo entendían.
sin cabeza. La gente los mira y, según donde hayan sido heridos, dice si en Según convenido, tr~s días después de marcharse, volvieron algunos Pra-
realidad iban a morir o no , tratándose de una pelea verdadera. rarap+wei-theri con sus mujeres. Junto con Husiwe se pusieron Ruwawe y
Con ese ejercicio los muchachos salen bien entrenados para la guerra. Y.aminawe-theri a hacer curare. A Husiwe casi siempre se lo hacía su papá,
Pero se hace sólo entre hombres de la misma tribu; si se hiciera con hombres bien fuerte. Esta vez, sin embargo, lo quiso hacer él.
de otra tribu y resultara herido uno de ellos, hay peligro de que los bandos El curare se saca del bejuco mavacure, es un bejuco que abunda en las
terminen por flecharse con puntas de verdad. laderas de los cerros. Cuando los hombres van de caceria, lo descubren, se fi-
De allí los Prararap+wei-theri quisieron seguir para su sitio. Husiwe les jan bien en el lugar y lo marcan rompiendo ramas. Cuando necesitan, van a
dijo: l' buscarlo.
~¡ ustedes se van , sepan que nosotros dentro de así /3/ días vamos a ha- Tempranito salimos, bajamos al puerto, atravesamos el caño y camina-
cer curare, porque quiero ir a atacar a los Konapurna-theri. Ellos ya estarán mos como una hora por la otra banda, basta el pico del cerro Wanitíma,
diciendo que hemos dejado de ir porque tenernos miedo ... Si ustedes quieren, aquel cerro grande y feo , del que nos venía el nombre. Allá hicimos tapirís y
pueden venir a hacer curare conmigo. luego sub~os en busca del mavacure. Husiwe invocaba el hekura de kóapata-
Los Prararap+wei-theri se fueron. Más tarde, ese día, yo le pregunté a ram+, un pájaro de color marrón y pico amarillo.
Husiwe: -¡Kóa, kóa, kóa, patare! Ven; ven Kóapatarawe, tú que eres dueño del
-¿Por qué quieren ir a matar gente? curare.
-Es bueno ir a matar gente - contestó él. - Así traemos mujeres de otra Conseguirlos da mucho trabajo , porque el bejuco se mete por la copa de las
parte. Uno se cansa con las mujeres que tiene. Quiere una mujer nueva. Si matas. Un indio se encaramaba en una, otro en otra; arriba cortaban con haowa
matamos a los Konapuma-theri , podernos escoger mujer; allá hay muchas. los bejucos y abajo los halaban. Otros, también abajo , con machete los
- ¿Tú no sabes que los que matan gente se van a shopari wake cuando iban trozando en pedazos de como metro y medio de largo e iban amontonan-
mueren? - le dije yo. - Tu misma mamá me dice siempre que shopari wake do los trozos debajo de un tapirí hecho para eso. Los Yanomami creen que,
quema a la gente que no se porta bien en este mundo. cuando se va a cortar rnavacure, el tiempo se pone a llover para echarlo a
- Yo no voy a shopari wake - dijo el. - Tú sí te vas a ir, derechita, por- perder: el agua pone simple el curare.
que tú mezquinas tu camasa. No se la prestas a nadie . Das vueltas y más vuel- Terminado eso, unos hombres que estaban en ayunas echaron al suelo
tas por el shaporio buscándola. hojas de plataniUo y, encima, comenzaron a raspar la concha de los bejucos
- Yo no presto mi camasa - le expliqué, - porque es mía. Yo no la voy a con una punta de flecha de bambú del que no tiene veneno. La raspadura se

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iba amontonando; y los trozos pelados también, todo dentro del tapirí. Allá -Voy a hacer curare antes que se despierten los venados, los báquiras, las
se dejan los trozos, aunque no sirvan para nada; no quieren que se mojen, lapas... Los monos están todavía tranquilos, encaramados en los árboles; el
sino - dicen - queda simple el veneno. Si se muere el que peló esos trozos de picure está todavía metido en su madriguera ...
bejuco, van a buscarlos y los queman. Los que raspaban no se lavaban las Es por eso que quieren comenzar temprano a hacer curare. Si lo hacen a
manos con agua; se las frotaban con tierra. media mañana, ya a esa hora los animales están andando, comienzan a orinar
Mientras unos hombres raspaban, otros hombres y las mujeres tejían ma- y eso pone muy simple el curare.
pires, los forraban bien con hojas y pelaban majagua para cargarlos. Los lle-- Husiwe cogió dos hojas bonitas de miyóma e hizo un embudo. Después
naban de raspadura, los tapaban bien con hojas de casupo, por si llovía, y los hincó en el suelo tres palitos; arriba con majagua, amarró otros tres y en el
transportaban al campamento. Cuando hay que hacer poco curare y basta un medio puso el embudo. El fondo del embudo lo tapó con una motica de algo-
día para raspar, la raspadura se lleva de una vez al shapono . Esta vez estuvi- dón; así~ por el pico, se colana sólo veneno, nada de brusa. Luego fue a des-
mos tres días en aquel campamento: había que hacer mucho curare para la colgar el mapire del mavacure y trajo también concha de áshokama ké hi que
guerra y también para la caceria. había recogido la tarde antes. En el suelo puso unas hojas de miyóma verdes
Así trabajamos tres días, cortando, raspando. Regresamos con carga y, sobre ellas, vació el mavacure. Sobre esta raspadura se puso a raspar ásho-
grande al shapono. Allí, debajo de un techo donde no vivía nadie, antes de káma ké hi. Si no hay áshokáma he hi, se puede usar yoawé shi o pata de gru-
salir por mavacure, los hombres habían armado una troja con talas de cucuri- lla. A veces echan las tres cosas juntas. Después cogió dos tizoncitos y fue
to. Ahora, sobre la troja regaban el mavacure para que se secara. De vez en quemando la mezcla. Ardía bonito, quemándose todo. Con un palito revolvía
cuando lo revolvían. Cuando estuvo bien seco, lo guardaron en otro mapire para que se quemara parejo. Después apagó para que no se quemara del
bien forrado con miyóma y lo guindaron. Allí se deja hasta que sea necesario todo. Esperó que se enfriara y con las manos se puso a triturar bien. Hacien-
hacer el curare. Pero esta vez había que hacerlo en seguida, por eso, esa mis- do esto invocaba a los espíritus:
ma noche, se oía a los jefes diciendo: -Ven, ven acá, Mamokoriyoma. Ven, tú que le enseñaste a haéer curare
-Mañana vamos a hacer curare. Esta noche duerman tranquilos. Traten a a Yoawe. Mira cómo lo estoy haciendo yo. Ayúdame a hacerlo fuerte, para
sus esposas como si fueran hermanas. Si hacen el amor nuestro curare saldrá que mate a muchos Konapuma-theri.
simple y no servirá ni para cazar ni para matar a nadie. Los monos se burla- Otro que estaba haciendo curare decía:
rán de nuestras flechas encuraradas y los Konapuma-theri no se morirán cuan- -¡O, o! ¡Wa, wa! Kushu, kushu hal Mamokoriyoma, quédate aquí, para
do los flechemos. Y las mujeres, mañana, salgan por ahí a matar cangrejos, a qu,e mi curare quede bien fuerte. Mira acá, Mamokoriyoma ....
pescar o lo que quieran; no se queden en el shapono. Llévense a los niños, Decía kushu, kushu ha porque, al triturar el polvo, le subía alguito a la
porque el humo del curare les hace daño. boca y le sabía amargo. Pero el curare no mata en la boca.
-El curare es cosa delicada - dijo también Ruwawe. - Cualquier cosa que También invocaban a Kóapatarawe
ustedes hagan lo puede echar a perder. -¡ Kóa, kóa, kóa, patara! ¡Kóa, kóa, patara!
El trabajo comienza de madrugada. Los dueños del curare se pintan con Si mientras se hace curare comienza uno a sudar, alguien le seca el sudor
carbón negro brazos, piernas, pecho y, a veces, la cara. Sin esmero. Husiwe con un bejuquito para que no se moje el curare. Cuando el mavacure estuvo
estaba negro como noche sin luna. Yo le aticé el fuego. Así hicieron otras bien desmigajado, Husiwe se levantó y comenzó a echar el polvo dentro del
mujeres. Ellos mandaron a los niños a buscar agua en el caño. embudo. Todo, sin perder una boroníta. Las hojas en que lo había triturado
-No se mojen ni los pies ni las manos - les recomendaron. - ¡Mucho cui- las dobló y las guardó alto en el techo. Luego les preguntó a los niños que lo
dado! Para que trague agua, hundan la camasa empujándola por la barriga. estaban ayudando si el agua en la olla estaba hirviendo. Sí, estaba. Entonces
Si no hay niños mandan a mujeres. Recuerdo que una vez Toroma salió él cogió una totuma de pitón largo y comenzó a echar gota por gota dentro
a buscar agua para hacer curare y se lavó la cara, Husiwe le pegó duro y la del embudo: aquí, allá, en todas partes. Cuando el roavacure estuvo bien en-
dejó llorando para rato. Si el que está trabajando para hacer curare se moja, sopado, abajo comenzó a gotear. Debajo Husiwe había puesto una totumita.
el veneno queda simple: no mata ni gente ni cacería. Así creen ellos. El curare salía goteando, color café. Entonces, por un rato, él dejó de echar
Cada dueño avisa que va a hacer curare y que quienes quieran vayan ha- agua arriba.
ciendo sus puntas de flecha. Estas puntas se hacen de macanilla. Trozan con El sol estaba saliendo. Nosotras, las mujeres, tuvimos que salir con los
haowa el tronco, después resquebrajan el trozo y labran las puntas, primero niños. Yo me fui a cazar cangrejos con otras mujeres. Otras veces me había
con haowa y luego con diente de picure. También se hacen de pijiguao, pero quedado en casa, mirando y torciendo algodón. En el shapono los dueños del
es más duro para labrarlo. curare seguían trabajando.
Entonces los due ños del curare colocaron las ollas sobre la candela le Cuando la totumita está ya medio llena de curare, el hombre dice:
echaron agua dentro y se pusieron a atizar. Cuando el agua ya estaba hirvÍen- -Mira. El caldo de curare ya está grande. El que vaya a pintar las puntas
do, Husiwe dijo: que venga.

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das .. . , porque el mono capuchino tiene el lomo ceniciento y esto hace que el cura-
jén y cada hombre hace su fogón Al 1 d . arga ~e lena; otros traen corne-
Entonces los ayudantes traen una buena c - re se ponga mohoso.
Salieron varios hombres a flechar con curare. Al regreso e1.ectan:
o de plátano los que van a encur~rar h::ntiene u~ t~esto._ Con hojas de palma Lo hicimos bien fuerte esta vez. Hemos flechado todos estos monos.
las puntas con onoto y las van clavando u¡° b~JO~tco b~en amarrado. Untan -Yo fleché esta marimonda - dijo uno. - Allí mismo se puso a orinar y se
caber veinte o treinta puntas. Des ués ~n e ~OJOhco, bien parejitas. Pueden cayó al suelo. Gateó un poquito para acá, para allá, borracha, borracha ... y se
fogón. A continuación van untandp t as de1an secar sobre un madero del
o o ros mazos Lue l d -
saca la camasa, pone otra deba1·0 d l b . go e ueno del curare murió.
Contaban que los monos se caían pronto de los árboles , botaban sangre
d · · e em udo y se po ·
espaoo, bien, para que queden total . ne a pmtar las puntas,
usa un pincel fácil de hacer: un palito~:n~a~btertas de c~rare. Para pintar por la~ y se quedaban muertos.
El que mata el primer mono con ese curare nuevo , al limpiarlo y cocinar-
con un cabo masticado y el otro amarrado a un J gua,
mango de manma
T b' , o de algodón lo, no debe lavarse las manos con agua. Si lo hace el curare se pone simple ...
poco e curare en una camasita a l . am ien les vacía un
él. A dveces hay la mitad de h os que van a encurarar sus puntas cerca de Las manos tiene que limpiárselas con tierra.
un s apono con · d · h · Al día siguiente, tempranito, algunos hombres fueron al conuco y trajeron
rando sus puntas de flecha L . . m tos aoendo curare o encura- un tronco grueso de plátano. Con una haowa le abrieron huecos: la boca y los
otro lado; después dejan q~e s~ pintan bien, las voltean y las pintan por el
ojos. Por nariz le clavaron un palito. Lo pintaron con onoto: arriba como si
no bo~~tr ni una gota: si los niñoss~¡u~:a:'n el cal~r del fogón. Se cuidan de fuera su cabeza y a los lados con rayas bonitas. Los guerreros se pintaron to-
la mu1er del hombre que hace c P á ' le~ da diarrea. Es creencia que si dos de negro y con arcos y flechas se fueron a aquel campamento adonde yo
. urare est prenada l •
ien el veneno· tampoco se peg b' . • a as puntas no se les pega
b · . esas
' puntas p ª ten 1SI los .niños o las mu1eres · había llegado viniendo de Konapuma. Los muchachos salieron con los guerre-
mojado rruran que se han ros para aprender. Allá se llevaron un chinchorro viejo de algodón, lo colga-
· . ·.. or eso e que tiene
1ar a un panente que le pinte las puntas Co m_iiJ~r prenada prefiere de--
· -
ron en un tapiri y le acostaron al monigote adentro. A nosotras \os hombres
estar agachado haciendo cu . mo Hus1we a veces se cansaba de nos dijeron que no nos acercáramos sino cuando ellos gritaran. Eso quieren
rare, me encargaba
1
e las puntas de flecha. ªfil, 0 ª Sh +r+koma
. .
de pintar- porque, al flechar el monigote con bambú, podrían flechar a la gente. Para
Cuando ya están bien secas, van a col ar . flechar el monigote sólo usan flechas viejas y sólo puntas de bambú; las de cu-
Vuelven Y comienzan a encu g el mazo debajo de un árbol
ra toda el agua echan más
rarar otro mazo de
l

puntas. 1 en la olla se evapo-
. rare se guardan para la batalla de verdad. Al muñeco le dieron el nombre del
, y vue ven a atizar 1 d 1 . cacique de los Konapuma-theri: Pashorinawe. Los guerreros se fueron escon-
est en curaran do algu'n · ·
á , ' VIeJo se encarga de h
ª can e a. Mientras el dueño diendo en el monte. Después, a la orden de Husiwe, iban acercándose poco a
que siga goteando Al final ec ar agua en el embudo para poco, gateando, acechando detrás de los árboles, con los arcos listos para dis-
· se agarra el emb d .
cuerdo que el viejo Hayamamok . - u o y se expnme bien. Yo re-
cuando necesitaba hacer +w: guardaba ese e;nbudo bien amarrado y
un poco mas de curare l Jví '
parar . Cuando estuvieron cerca de aquel tapiri , comenzaron a disparar . Noso-
tras los oíamos gritar mientras flechaban. Muchas mujeres y niños corrieron a
monos pequeños puede servir. ' o vo a a usar. Para matar ver. Iban allá para hacer que lloraban. Llegaron y vieron al muñeco lleno de
puntas de bambú. Los atacantes se habían escondido. Las mujeres lloraban
va a ver los mazos de puntas ue ha t7muna~o de encurarar' algún hombre
Esa misma tarde, cuando ya se ha .
curare se ha ablandado T q l deJado guindados. Por e.fecto del aire el como si fuera un muerto de verdad.
-¡Enemigos! - gritaban. - Los enemigos nos mataron a nuesuo cacique - .
también a los demás Én soeca ~dn e envés de los dedos, si está blandita avisa
· gu1 a sacan onoto fr 1 Y volvieron al shapono gritando lo mismo. Algunas decían: -Han matado a
y o van escupiendo sobre l esco, o revuelven en la boca
1 as puntas encurarada D é mi papá. Ustedes,' hombres, vayan a castigar a los enemigos.
mazo en la mano, van secando el c s. espu s, sosteniendo el Después de un ratico los hombres volvieron a flechar el muñeco. Para
ven todavía blanda alguna parte d . urare sobre el fogón. Miran; no tocan· si
' e jan que se se ' c ' allá volvieron las mujeres, yo también me fui con ellas; quería ver de cerca lo
se queda mejor pegado. Cuando ven . que mas. on el onoto el curare que pasaba. Gritaban; las viejas lloraban con lágrimas de verdad. Después
van guardando las puntas en el carca·to~o bien seco, lo t~can. Está bien así, y
del árbol, las traen, las amarran a uJ · -~s p~ntas que guindaron tarde debajo volvimos todas la shapono.
che; por la mañanita miran y hacen~ p1 ~r e la casa y las dejan toda la no-
-¡Enemigos! - seguían gritando las mujeres.
clas. Los carcajs se dejan bien ta d o nusmo que con las puntas ya guarda~
Los viejos no van. Yaminawe-theri nos decía:
- Yo estuve a punto de pelar por mis flechas e irme para allá. Ustedes gri-
El t b . pa os. taban y lloraban que parecía de verdad. Creí que de verdad habían matado a
ra aJO de hacer curare dura has .
se tapa y se guarda. Sólo entonces los d ta _me~ia tarde. Si sobra en la camasa
Así hicieron aquella vez C d uenos el curare pueden comer, ' uno de nosotros
Allá ....
los muchachos comenzaron a pegarle con palos al muñeco y a des-
do. Dormirnos y en la madrug.aduaaHn º. n~sdo~~as volvimos, ya habían tennina- trozarle. Los niños lo agarraron y lo arrastraron por el monte, dejándolo bo-
y us1we 11o·
- a tenemos el curare Sal tado por allá. Luego todos los hombres, muchachos y niños fueron al caño a
flechar monos No fle h . gana probarlo .para ver si está fuerte Vayan
· c en monos capuchínos; flechen araguatos, ·marimon-ª 147
bañarse. Llegaron mojados. Las mujeres ya estábamos cocinando ptJiguao
para que se lo llevaran los hombres que saldrían a atacar. Esa noche comimos fueron colocando tos demás, cada uno dando templones a su arco y remeda.n-
pijiguao con cacería. do a algún animal. se alinearon en dos filas y en _seguida comenzaron a sahr,
Ya estaba oscureciendo. Todos los hombres que iban a salir a atacar se uno de ésta y uno de aquélla, formando una sola fila . .
juntaron en el patio. Había Wánitima-theri, Rashawe-theri, Prararap+wei- Primero iban los jóvenes más valientes, después, los men_o s J~:enes_. Los
theri,Patanowe-theri y Tetehei-theri. Estos últimos eran un grupo separado de viejos van especialmente para brujear; con ellos est~ban Yammawe-then y su
los Patanowe-theri que vívian en Tetehei mucho antes de que yo llegara entre hermano Koatowe. Atrás iban los muchachos que qmeren aprender y cargan la
los Wánitima-theri. OOffil·da·, así van acostumbrándose a la guerra y perdiendo
. . el miedo. Estos mu-
Algunos estaban pintados y adornados. Husiwe, para comenzar, mandó a chachos recogieron los mapires co~o:ados afue.r~ y s1gweron._
Shamawe con su archo y flechas al medio del patio. Mientras íba daba tem- Cuando ya iban saliendo los últimos, la vteJa TokrekemJ colgó dos guatu-
plones al arco. En seguida se le fue a juntar Nakishewe y lo mismo hizo ras y las tiró por el camino por donde se habían ido Jos guerreros. Eso s_e ~ace
Amuhuwe. Y así se fueron juntando todos los demás. Un total de como cin- para que las mujeres de los enemigos no vean a los atacantes. Son casi siem-
cuenta hombres. Todos decían algo diferente; imitaban a la marimonda, al ca- pre tas mujeres las que los descubren, porque ellas van al conuco, van a bus-
puchino, al gavilán, al tigre ... Allá se aquietaban, parados, mirando hacia car agua, leña, a cazar cangrejos... . .
arriba. Husiwe fue de último, bien pintado, luciendo adornos bonitos, imitan- Nuestros hombres salieron por el cammo de los Shama-than, más adelan-
do al tigre. Cuando estuvieron todos reunidos en el patío, tiraron al suelo ar- te enfilaron por un caminito a la izquierda. .
cos y flechas y comenzaron a imitar a los zamuros: brincaban agachados, agi- Regresaron después de unos quince días. Traían un hendo grave: K_?ato-
taban 1os brazos y gritaban como hacen los zamuros cuando muerden carne we... Lo habían flechado en el espinazo con una punta de curare.
, 'd Ya vema ca-
dura. Otros hacían que estaban volando. minando porque se había mejorado algo. Los que no habian 1 o co~enzaron
Después Husiwe dijo: en seguida a hacer preguntas. Husiwe se puso a hablar con Ruwawe que se
-Ahora vamos a gritar para ver si responden los espíritus de Jos Konapu- había quedado. Le contaba así: . . . . .
ma-theri que vamos a atacar. -Al fin salimos al camino de Jos Ararnam1s1-then. No vimos rastros nue-
Se pararon todos con sus arcos y flechas. Uno de ellos gritó duro: vos y lo ~travesamos. Por eso pensamos que los Konapuma-theri no estaban,
-¡Aaaaaa+-i-+ ! - . Nadie respondió. Entonces Je pidieron que gritara otra pero nos acercamos más y oímos mucha bull~. en el shapo~o . Estaban de
vez: -¡Aaaaaaa-i-+tt! reahu. Era ya tarde y los brujos cantaban. Yo dije que ,era meior atacar por la
Esta vez les pareció oír la respuesta. Yo creo que era el eco. mañana cuando ellos todavía tendrían sueño. Pero m1 hermano menor (refi·
-Respondió - dijeron, - pero está muy lejos. Grita otra vez. riéndo~ a Rashawe) 13 quería atacar en seguida, aprovecha~do que. ~staban
Gritó otra vez el hombre, pero yo no oí ninguna respuesta. tle reahu. Yaminawe-theri y el padre de Mapruma (Koatowe) tambten qu~­
-Están lejos - dijeron, - pero vamos a atacarlos. rian. Mi papá (en este caso Repowe, padre clasificatorio de Husiwe) , ~onmt­
Después siguieron en el patio, remedando a zamuros, gavilanes y otros go, no quería atacar, porque si uno ataca en la tarde y los otros lo persigue~ ,
animales. Yo me dormí; tenía mucho sueño. no se puede llegar lejos para dormir: lo agarran antes. Pero como er~n mas
Antes de amanecer, yo estaba despierta y vi que los hombres agarraban los que querían atacar, atacamos. Nos acercamos ~l shapono. Escondidos en
los tizones, los apagaban con agua, se ponían negras las manos y se las pasa- el monte , vimos muchas mujeres que se estaban pmtando en la parte tr~sera
ban por todo el cuerpo . Naturalmente, antes se habían quitado todo Jo que del shapono. Había también así /3/ hombres pintándose con ellas, ~ara c~dar­
llevaban: sólo tes quedó el cordel del miembro. Se quitan tbdo lo demás por- las. Entonces yo me, fui con mi gente por un lado; la gente de 011.papa Y de
que en la guerra, a veces, con las ramas uno puede quedarse engarzado y así nú hermano por el otro lado, así para aga?'ar ~los ~onapuma-then entre dos
no puede correr ni disparar. flechadas. En el camino se quedaron Yammawe-then, el padre de Mapruma Y
Cuando acabaron de pintarse, recogieron sus arcos, sus flechas, sus car- el esposo de Nakaherurimi (Kuimawe) con ot~o grupo de hom?res, para fle~
cajs. Las mujeres llevaron hasta el camino unos mapires de comida: píjíguao, char a los que intentaran escaparse por el cammo. A ellos les. d11e q.ue, cuan
plátanos maduros y un poco de carne. Husiwe y Shamawe no quisieron llevar do oyeran gritos porque nosotros estábamos flechando, estuvieran hstos para
carne; pensaban cazar durante el viaje. En eso Ruwawe gritó: flechar a los que se escaparan. Nosotros queríamos disparar d~s ve~s Y correr
-Hagan fila. Cuando se va a atacar no hay que esperar. Si demorarnos en a juntamos en seguida con esos que estaban en el cammo. As1 habnan:os aga-
la casa, es mala señal. rrado por detrás a los que hubieran intentado escaparse. Pero todav1a noso-
-¡Vámonos! - ordenó entonces Husíwe.
Kumaiwe salió de primero, dando templones al arco y gritando; se puso (13) En toda· la narración que sigue, Husiwe recurre a los término.s de parentesco Y oca-
frente a la salida del shapono. Lo habían escogido a él como guía porque era sionalmente a los nombres de las mujeres, para 'lº pron~n-~1ar los nombres_d~ _los
guerreros implicados en el ataque. De esta maner~, Hus1we respeta .la proh1b1c1ón
muy valiente, sabía tirar bien, esquivar las flechas de los enemigos. Detrás se de llamar por su nombre a personas amigas o a parientes. La trasgresión de esta re-
gla podría acarrear la muerte de la persona nombrada.
148
i4Q
pedía agua, le dieron, pero él comenzó a vomitar. A la mañana siguiente lo
tros no hab~amos comenzado a flechar, cuando este viejo, el padre de Mapru- alcanzamos. El marido de mi hija me mostró la punta que le había sacado.
ma, cor1:1o s1 fuera un muchacho que no tiene fundamento, quiso ir a agarrar a Yo lo brujeé. De allí seguimos, por el monte, abriendo camino, durmiendo
una mu1er de las que se estaban pintando. Le dijeron que no, que la cuidaban así /4/ veces. Los Konapuma-theri habían ido a buscar nuestros rastros donde
así /3/ hombres. Nada. El dijo que los hombres ya se habían ido. En cambio. los Mamopatikayope-theri y los Nak+yayoape-theri. Llegaron hasta los Irota-
quedaba uno . Cuando una mujer vio al padre de Mapruma acercarse gatean~ theri, les mostraron nuestras flechas y les preguntaron si las reconocían. Los
do, ~~ó : "¡~nemigos!". El que la cuidaba en seguida cogió su arco, se levan- Irota-theri las reconocieron, pero no dijeron que eran nuestras. Entonces los
tó, rruró y vio ~l padre de Mapruma. Este echó a correr, pero era tarde: el Konapuma-theri se devolvieron y, viniendo por el lado contrario, consiguie-
K?napuma-then le había pegado una flecha de curare en el espinazo. Allí ron nuestros rastros donde le habían sacado la punta. Por allá estuvieron a
011smo se cayó. En el shapono gritaban, sacudían los postes del techo resona- punto de matarnos a todos. De noche yo mandé a dos a cuidar el camino. De
ba la tierra. "¡Enemigos! - gritaban - ya hemos flechado a uno" . E;tábamos pronto llegaron a avisarme que los enemigos venían y que los habían oído de-
descubiertos. ~~tonces c~menzamos a flechar para adentro. Disparamos dos cir: "Ahora los vamos a perseguir para agarrarlos donde van a quemar a su
veces y nos vtrumos C_?~endo. ~s otros ya venían arrastrando al padre de muerto". Al oír eso los dos habían salido corriendo para pedir refuerzos.
Ma~ruma. Y? lo regane. Su sobnno lo cargó y su hermano lo acompañó para Así contaba Husiwe. Yo los había visto regresar, cansados, sin cacería,
bru1earlo mas adelante. Los Konapuma-theri ya venían corriendo bravos con hambre. Koatowe había venido caminando con ayuda del arco. Todos los
todos pint~dos de negro. Nosotros les hicimos frente, para dar tiemi>o a qu~ días le cambiaban la majagua. Ese mismo día su mujer Kayapama fue detrás
llevaran leJOS .ª.l pad~: de t¿apruma. Ellos gritaban: "¡Espérennos, espéren- del shapono y consiguió hojas de barbasco; las envolvió en hojas de plátano y
nos, Aramamm-then! Cre1an que éramos Aramarnisi-theri. Nosotros dispa- las asó; después sacó las hojas que ya estaban bien empapadas en jugo y las
ramos dos veces, después nos vinimos corriendo. Ellos eran muchos· ahora iba exprimiendo sobre la herida. Dicen que eso cura ligero. El tenía todavía
venían gritando: "¡Carguen a ese que les flechamos, para que lo com~ donde la herida hinchada y colorada. Su esposa lo regañaba porque se había ido. Las
. ,,, s . por un camino que sólo ellos conocían, por allá
van a donni: . . e metieron
demás mujeres le decían :
les ofm~s gntar. Entonces volvimos a darles pelea para poder asegurar nues- -Mira que mujer bonita te ganaste.
tr~ hend?. 1:-n.tramos en el monte, porque por el camino nos habrían perse- -Cuando uno es viejo - le decía Ruwawe, - no tiene que pensar en mujer
gwdo mas facilmente. Nos vieron y nos dispararon dos veces. Nosotros no
nueva.
q~eríamos disparar más al acaso, porque ya nos quedaban pocas flechas. Les Tiempo después, siguiendo nosotros allí, una tarde llegaron unos Irota-
disp~ramos algunas y nos quedamos quietos. Los enemigos también dejaron theri: el viejo Tóhómiwe, su hijo y un muchacho, junto con Morókioma, her-
de dISparar, se preguntaban: "¿Será que se fueron?". Otros contestaban: "No mana de Husiwe, y su hija Shishiyoma. El viejo contó que los Konapuma-the-
e~tán allí, vamos a disparar". Nosotros dejamos que acabara de oscurecer: ri habían estado allá buscándonos y mostrando las flechas. Pero habían venido
disparamos una vez más y echamos a correr. Nos regamos por el monte· más para contamos una cosa peor: lo que les había pasado a ellos con los Oshopi-
tarde, en la cabecera de un caño, encontramos al padre de Mapruma borra- wé-theri. Estos habían matado a muchos Irota-theri, por eso ahora venían con
c~.º de curare. Esta~a ~~ntado y de pronto se cayó boca abajo . Entonces le
los cachetes negros de luto.
d11e al ~sposo de mi htJa (Matawe), que había aprendido a cortar carne de Estos Irota-theri nos habían traído perros. Era la paga de un machete
gente viva entre los Irota-theri: "Corta y sácale la punta" . Yo me fui a velar que se habían llevado la otra vez. También habían traído una olla. Los Namo-
al e?ernigo. 1:-<>~ _hijos del padre de Mapruma estaban llorando, a su lado. El wei-theri se la pagaron con un chinchorro de algodón. Se fueron contentos los
mando de_ mt h11a mandó hacer candela grande, rompió una piedra de color
Irota-theri. ·
blanco (cns~l de cua~_) y le salieron dos pedazos muy finos. Entonces aga- Después de eso estuvimos como quince días más allí. Los otros Namo-
rrar~n al he~do__Y le h_ic1eron_ beber o~na en una hoja de casupo. Después el wei-theri se fueron, cada cual para su sitio. Nosotros nos quedamos todavía,
mando de m1 h11a abnó la piel con diente de picure y con la piedra fue cor- pero cuando la gente se va, el shapono se pone triste: pensamos que era me-
tando la carne. Metió un dedo y tocó la punta de curare. Dijo: "Aquí está; jor irnos también nosotros. Salimos, pues, para el sitio de Masiwe. Era la pri-
pero no puedo meter los dedos, porque está entre dos costillas". Abrió más mera vez que yo iba. Allá comimos mucha yuca dulce y ocumo. Los hombres
sobre una costilla, la empujó, la volteó por un lado y salió viento. Mandó a cazaban mucho y comíamos la carne con yuca. Después seguimos de wayum+,
u~o que pelara majagua. Con los dedos de una mano se puso a halar la pun-
como por dos meses, y fuimos a parar a Makararop+wei.
ta,, con la otra mano, por el estómago, la empujaba hacia afuera. Como no
salía, la agarró c?n los dientes y la sacó. Hizo orinar en la herida, volvió a
componer la costilla, la ~e, estiró bien la piel y puso tres vueltas de maja·
gua a _Ia altura de la henda para que apretara. En seguida volvieron a cargar
al hendo Y se ~o llevaron por un caminito. Nosotros por allá, peleando. No
matamos a nadie. Ellos se pararon por allá. El padre de Mapruma, gimiendo,
151
150
CAPITULO XI
La Quinta Esposa de Husiwe
Por si acaso cercamos el campamento, pero sólo con varejones de cucuri-
to. Hincaban un palo cada tantos metros, después hincaban los varejones y, al
final, amarraban todo eso con mamure. Los hombres salían a cuidar camino.
Allá hicieron como dos veces reahu para comer la caceria y los plátanos que
había, pero sin invitar a nadie. Los hombres trabajaban en el conuco. Los
enemigos no venían.
Entonces los Wánititna-theri salimos de wáyum..t-, lejos, por el camino, de
los Shama-thari, un poco a la derecha, donde había un cerro que se llamaba
Nah+hipe hehu. Tardamos como quince días en llegar. Comimos mucho na+,
que es la flor blanca y olorosa de una mata grande. La flor se parece a la del
café y es dulce; se come cruda o sancochada. Los Patanowe-theri también se
fueron a comer na+ por las cabeceras del caño Yapitawe ke u. Nosotros nos
mudamos y encontrarnos mucha fruta de maserandú. También hubo mucha
cacería. De allá volvimos, pasando por otro camino, por donde Husiwe tenía
su conuco de Masiwe, llamado así por una laja grande que había. Husiwe es-
tuvo buscando tierra buena: quería hacer otro conuco, porque había mucha
piedra alrededor del primero y no era posible agrandarlo.
Por el camino estuvimos aprovechando mucho mapuey silvestre que en-
contramos y también tacamajaca. Así, durante algunos meses. De regreso pa-
samos cerca de los Prararap+wei-theri. Allí los hombres recogieron mucha ve-
rada para hacer flechas, la chamuscaron y seguimos. Ibamos poco a poco. Pa-
samos por un conuco nuevo de los Prararap+wei-theri y nos dieron plátanos.
En el caño que pasaba cerca del conuco había mucho casupo, lo que ellos lla-
man pisha; por eso el caño se llamaba Pishaasi ke u y el conuco se llamó Pi-
shaasi-teka .Y ahora se comenzaba a llamar Pisbaasi-theri a los Prararap+wei-
theri 14. Al viejo Hakoushima no le gustaba esto y cuando iba a Patanowe-
teka, decía:
-Ustedes ahora nos llaman Pishaasi•theri. Nosotros no lo somos. Yo soy
Mórota-theri. Hasta ahora nos han llamado Prararap+wei-theri. Tampoco soy
eso. El casupo retoña siempre, nunca se acaba. Prararap+wei-theri es un ce-
rro y los cerros son eternos. Yo soy Moróta-theri.

(14) Desde ahora los Prarapiwei-theri serán denominados Pishaasi-theri por Helena y así se denominan
en la actualidad, aunque comienz.a a conocérseles con el nombre de Mavaca-theri por estar asenta-
dos en la confluencia del Mavaca con el Orinoco, en torno a la misión salesiana del mismo nombre..

153
Cansada de estar siempre en casa de Yarotoma, me fui a sentar en la de
Prararama, mujer de Shamawe. Ella me rapó la tonsura , me recortó el cerqui- . .
· 1 perros latieron . En la primera
, casa el fogón estaba
cerca . Nad1e oyó m os o , dos tizones ; sah .
llo y me pintó. En eso Husiwe salía con sus mujeres para Hahóta a buscar l
cambur. Su hermana Kónokama, que también estaba saliendo, me llamó para cas . -apagado·
.
M1ren,
pasé
. a. se
' muen, la segunda y e gila candela - oí que gritaban. - Salgan a
han llevado
que fuera a ayudarla. Yo no me moví. Entonces vino su hijita y me dijo:
-Vente con mi mamá a traer cambur.
Yo estaba brava; a ellos les importaba un pito; por eso contesté:
ver
1 )
~o r el camino grande .
entré en un sitio donde habta m~ ~
, h s alos tumbados, puse en el sue-
o hombres habían <alido venti-
·os tizones y me agaché sobre ellos. hgutna el caño para ver si encontraban
-Novoy.-Ya esaníña , queerasobrinadeNakishewe:-Cuando yo traigocam- lo
an do tizones para a\um
brars e . Llegaronl as . devolverse. D11eron
dé uieta hasta que os VI
.. que no ha-
bure-s, él (Nakishewe) viene a buscarlos y su mamá los reparte para que co-
rastros. Yo me que . que no había rastros.
man allá. Y así hacen con otras frutas que yo traigo . Dile que vaya él a traer
cambures. bían encontrado nada, q , entonces. . . .
-Seguramente fue pore - d~cian , llegué al rastrojo de Taotaop+we1-
Pero yo no sabía ad~nde u. Segm ~ mi candela y me acosté. Cuan~o
Pero, al fin , salí con Prararama. En el conuco pelé majagua y cargué con
teka. Eché en el suelo ho1as de cas~!'\W: aprovechar el pijiguao que hat:
dos racimos de plátanos y uno de cambur uship+rimi. Quebraron onoto y nos
ceció sentía hambre . Me ~e;an e y . bOJtito balé y el raomo c~yó.
pintamos todas. Yo tenía el presentimiento de que algo iba a suceder. De
vuelta, Iyeweima, otra mujer de Shamawe, me preguntó por qué estaba triste. ama ' b mire un ractmo ' bejuco me
allí. Encontré un gara ato, . unas ho·as de casupo ; con un_ . .
No le contesté. Husíwe iba adelante, sus mujeres atrás y, de últimas, íbamos
las demás mujeres. Después le dije a Iyeweima: que se bahía desgranado lo recoi;:,:nfui hasta le! conuco de Kabuus.~+we1. i¿:;
-Ellos creen que yo soy animal para cargarme con todo esto. amarré el racimo a la espalda y meti adentro el pijiguao . Busque un ras e

~t«í. ~ahía •un:~~· le1~s,


os ta iris encontré .un map1re y Co , el más largo y más bomt? y .m
Ella me dijo que dejara un racimo. Yo le contesté que iba a hacer lo po-
varios "'"'.'stados ras!. frescos de gente. Llegue
fui Allí estaría en peligro, Yª. ~ue a - Karishi rereope .Cuandouno vaª. os
sible para llevarlo. La niña seguramente había oído y fue a contarle a Nakis-
hewe. Cuando llegamos cerca del shapono, las mujeres de Husiwe entraron; . n caminito que lleva al s1t10 del cano . Allí encontré un lugar boruto.
para hacer candela. L·a ~ren-
en cambio las de Shamawe se pararon, porque querían bañarse. Yo también 1port u
-theri de vuelta, regresa p or .ese cammo. .
me paré y apeé la carga . Me dolía el cuello. Me lo estaba sobando, cuando
oigo gritería: ro a '
Amontoné leña y busque , un come1én
. Agarré bastantes, ron la ayuda de nu ras-
que sirve lvi

~U<í. hueq~to:ie~~bí~~':;'\' I~ ~grgue~~s~


-;Cuidado! ¡Cuidado! ¡Corre! dí bajé al caño a matar cangre1os. uno sobre otro. Los lavé, los env?
En seguida no entendí, pero luego vi a Nakishewe que venía con el arco ha En algunos fogón asé el pijiguao y
en hojas de casupo y me os . Comí. Después asé todo e ptJt
tendido. Flechó, yo me agaché y la flecha se clavó en la oriIIa del río. Iba a
algunos en hojas, otros sobre las bras~~- e fui adonde había dormido l~ noche
largarme otra flecha, pero varias mujeres Pishaasi-theri que venían persiguién-
dolo lo agarraron y no lo dejaron disparar. Las viejas Tohonama e !rata-the- lo guardé en el mapire forrado.
·
n: ad md Nakishewe me había quendo ~e.-
riyoma con sus hijas gritaban; antes. Por el camino, 1·unto al "Mañana
cano on lee vengo a recoger. ,, ' d'"t]e y me fui·1 al
las tendí. De allí oía los gn ~s
rastr~jo. hahiaoes;o;:~:t~~ ~oco ~gua t~ma
-¡No la mates, no la mates!' Ella no tiene parientes . char vi mucha flor de casupo . , .
Saqué las hojas que de candela. El
, i'i ao con cangrejos, fui al ca~o a
Yo no me escapé; me quedé mirando. El quería zafarse para flechame.
de los hombres, borrachos de yop .
-Ahora te vamos a soltar - dijeron aquellas mujeres. - ¡Mátala y cométe-
Ia! -. Y lo soltaron. q
ue ir a sacarla cerca del shapono . Conudí p JUguna vez fui a tumbar otro ractmo
beber y volví a m1. s1t10 · · . Allí pasé. unos. . as.
Entonces sí eché a correr al monte. Ya estaba lejos y él me perseguía. ... guao · Alguien oyó el ruido y1gntó.
de plJI 1
Me disparó otra flecha, pero pasó por encima de mí y se clavó en una mata.
Seguí corriendo .. El se paró a templar la cuerda de su arco. Aproveché para -Oye , oye ... ¡Vamos a agarrar~· a ire el fuego, y, sin tiempo par~
Yo cOIYÍ el racimo, el rasha hust ,fuie~ m P.endyo Llegué a Hahóta y segut.
correr más Jejos y me perdí por el monte. El no me pudo encontrar. Me acor-
dé de un sitio donde había peñas para abrigarme y fui para allá. Los zancudos recoger el !:>'pijiguao desgrana_do, me
. comHabía. muchas matas de JO
dela . bo . Lo
Allá a orillas de un caño, hlce 1°:1 c~n cas~po recogí mucho , lo lavé y comen-
te ...me
no dejabany descansar.
Llorando rezando ... Pasé la noche espantándolos y lamentando mi suer- probé y lo sentí dulce . En una ~ºJªLo\omé Si los jobos se toman así, no dan
cé a sacarle la pulpa en otra hoJa. aza:dores pasaran por el caño buscan-
Cuando amaneció, fui a sentarme en el conuco de Wakekeawe·theri, uno
que con sus parientes se separaba de vez en cuando de los Yaminawe·theri. dentera. Como tenía miedo de que los c Allí encontré matas grandes de casu-

~. ~l ca~~~J~~mo ~
Esperaba encontrar candela, pero no Ja encontré. Me dejé calentar por el sol. d babilla me metí más monte adentro. . en una lagunita. Encontré po·

~s cacar~do é
Dejé pijiguao y me fui a mata< para comer dos días.
Luego me devolví hasta Patanowe-teka. Me senté esperando que oscureciera
cangrejos, pero sí muchas Asé también pijiguao. Comt y,
para meterme en el shapono y sacar candela. AJ anochecer, me acerqué más,
detrás de las casas. Cuando sentí que estaban todos dormidos, entré por la lavé y me lo llevé al casu~~l ~,onde ª~:Sv~ por este caño , a ve~ adónde va
después, cogí mis cosas y d11e: Ah?ra
a dar ,, . En el agua veía mucha sardma y' p
or ia orilla, esos caracobtos negros,
154

155
Watanami-theri y Yápitawe-theri ya los había visto. Ahora los teni.a alU cerca.
comien,do fruta. Me cansé de andar y me senté V' Oía lo que decían. Hablaban un poquito diferente de los Namowei-theri. Se
y pense que los vendría a recoger má t d E
1 en un palo muchos hongos estaban pintando. Al rato mandaron a dos hombres a recibir la invitación ofi-
volve~ todavía al rastrojo donde habí: d3¡; e_. ra te~pran?; por eso no podía cial. Cuando llegaron al shapono se oía a los Namowei-theri gritando. Al rato
conociendo, y llegué a un claro· era Hah~1:.~· Segu1 caminando por el caño, volvieron trayendo la comida: carne y pijiguao. Con ellos habían venido dos
del caño, para no dejar rastros. y cru , la- eka. Entonces abandoné la orilla Namowei-theri trayendo una camasa llena de carato de plátano. En seguida
era tarde y me fui derecho a ~í sitio.c~e conu:o hast~ lle~ar al rastrojo. Ya repartieron la comida entre todos. E\ padre de Kasiewe para los Sitoya-tberi,
no. e acoste. Se o1a gntería en el shapo-
Maneiwe para los Watanami.-theri y Haikiawe para los Yápitawe-theri. Co-
Dos días después, en cambio reinaba el ·1 . mían. Algunos se estaban todavía pintando . Los muchachos Namowei-theri
los hombres habían salido de cace' , E s1 enc10. Pensé que seguramente
· na. ntonces una
viera, me metí en el shapono . Me uedé en , 1:1~che, sm
·
que nadie me dijeron:
-Píntense y adórnense rápido. No demoren para entrar.
Las mujeres cantaban Cuando se q l un tapm abandonado, oscuro
· van os cazado d · Un mujer advertía a sus niños:
para que tengan mucha suerte sus 'd res, e noche ellas cantan -¡Cuidado! No coman tanto pijiguao, que después les va a dar ganas de
conuco pronto la fruta del reahu es~an ~s. También cantan para que en el cagar, salen del shapono y los enemigos los pueden flechar. Mejor que orinen
yo salí. Al otro día me fui a v ~h . 1:°ª ~ra · Cuando se quedaron callad.as aquí de una vez. No vayan a llorar en el shapono diciendo que quieren salir.
A.l:1 uus1p+we1 a sacar lá ,
recoger los hongos que había visto F . d unos p tanos y después a
más jobos y los exprimí en un ma~t~1 da onde ~abía hecho candela, recogí
Otra le encarecía a los suyos:
-Dentro del shapono no vayan a tirar las conchas de pijiguao par todas
caño a pescar. Cociné tamb'é l h e macamlla. Prendí fuego y ba1'é al partes. Hagan un montonéito. Si ensucian, cuando nos hayamos ido, ellos ha-
. i n os ongos y me dé d
que siempre decía· '"Qu1'e'n t . h acor e la vie1·a Yarotoma
· 1 uviera ongos r,, Le blarán mal de nosotros .
Asé mis plátanos los can . . . gustaban mucho. Al rato se fueron todos para bailar. Yo pensaba marcharme con ellos al
a dormir al rastrojo. , gre1os, las cacaradoras, y comí. Después me fui
día siguiente: "¿Adónde me llevarán? ¿Y sí resulta ser gente igual a los Na-
. Días después, la misma tarde en ue mowei-theri?".
muieres habían ido al caño Yo t b 'éq regresaron los cazadores algunas Ya estaban entrando. Los Namowei-theri gritaban:
un mat~rral, escuchando lo que ellas hablabanª p~r
· am 1 n estab allá '
' acuclillada detrás de -¡Los invitados! ¡Los invitados! Bailen, bailen. Así me gusta. Quiero ver-
y recogian caracoles. Habían m h ' mientras cazaban cae.aradoras los bailar así durante toda mi vida. ¡Qué alegres estamos hoy! Todas las veces
¡pank! pegándome en una piem~cpaorsazanctudos y de repente, sin pensar, hice que tengamos pijiguao iremos a invitarlos para que vengan a bailar .. .
·Ah' h ma ar uno Había comenzado la fiesta. Yo me retiré a mi sitio y me acosté. A la ma-
-1 1 ay- gente!
-Llámala le di. - dijo una · _ 6·Qmen·. sabe si'. es Napeyoma?
.. JO 1a otra. -A lo me1·or es ella ñana siguiente desgajé un racimo de pijíguao que quedaba y me fui por el
- dIJO
NOrato
-Al la pnmera.
. ' monte, hacia Hahóta. Siendo día de reahu, nadie saldría. Por eso me fui tran-
se fu - Total, no nos va a responder.
, eron y seguramente informaron L - . .. quila a ca.zar cangrejos. Ese día maté más. Tenía hambre de cangrejo. Volví a
cena habían regresado y . · os que habian salido de ca- recoger jobos. Había menos. Recogí unas flores de casupo , me puse a asarlas
. 0 01 cantar mucho
pués me dormí. Cuando amane '6 e_sa noche en el shapono. Des- con las otras cosas y comí. Aquel día me fui más tarde, porque, total, siempre
da , y o1, a H us1we
. que daba órde Cl ' me acerque al shapo .
no, siempre escondi-
. nes· a unos q li llegaba temprano. Llegué cuando estaba oscureciendo. Oia bulla en el shapo-
cieran las canoas para echar el ; d , ue sa eran a pelar concha e hi- no. Pensé en lo que sucede a veces en los reahu: los hombres les roban muje-
de plátano; a otros que fuera cara ~ e platano; a otros que hicieran carato
n a avisar a los Sit th · visi~antes.
res a los Me fui acercando para ver qué era y me senté. Oí a Yami-
para cortar varejones de manaca . aya- en y Watanami-theri
que se bailara temprano por 't p~tarse, ad.ornarse y venir a bailar. Quería nawe-theri
-¿Por que
qué decía:
fueron a robarles mujeres a los Sitoya-theri? ¿Para qué quie-
nír a flechar y matar a l~s ·n '!-:~ arde era peligroso: los enemigos podrían ve- ren más mujeres? Cuando ellos quieren ser amigos de nosotros, ustedes les
.. Yo volví a mi sitio, el r~: ?; ;:t;~ d~l shapono.
0
1
quitan las mujeres para que vuelan a ser enemigos. Mañana mismo me voy
11guao del reahu. Había mucb J . y guida llegó gente para recoger el pt'- para nú conuco; si vienen los Sitoya-theri, los flecharán a ustedes solos ... Lo
se~an de colchón y tapé el fue o
, as matas 0 gu d , 1 h .
¿ , ar e. as OJas de casupo que me mismo que pasa con Napeyoma. Cuando está aquí la flechan , y ahora piensan
fui_hacia el lado donde no habíag ~atas~:n .~?lo tIZón y .con el rasha husi me que ella se ha marchado con \os Sitoya-theri. Allá en mi rastrojo ya han desa-
gwa para Hahóta. No bajé al caño or p111guao. Nadie me vio. De allí se- parecido tres racimos de pijiguao; ella anda por ahí mismo; se los cogió ella;
ban sacando la concha que hab· ' p qdue ma golpes de hacha: los hombres esta- no se ha ido con los Sitoya-theri . Cuando yo quiero mujeres, voy lejos, a pe-
ia man ado H · .. M
perando que ellos se fueran Al d' dí us1we. e quedé allí sentada es- lear. Entonces sí dicen de uno que es valiente, no así como hicieron ustedes,
die. R ecog1, un poco de anoto
· me 10 . a volVI· al rastrOJO.
· Ya no estaba na-
quitar mujeres sin pelear, y cerca, donde tas mujeres se pueden escapar. Va-
Eran muchos y se sentaron. EranY mel pmté. A medí ta d ,
. . a r e o1 gente que volvía. yan a robar mujeres lejos, donde los Aramam.ísi-theri, y siempre por un lado
cerca, escondida entre dos guamos o¿;n~_tados al ~eahu. Fui a mirar más de
. s itoya-then eran nuevos para mí. los 157
156 - '
Pero los Namowei-theri no hicieron caso y se las trajeron aquella misma
y no ~r este otro, así tendrán hacia dónde esca ars . noche. Desde el rastrojo yo los había oído volver haciendo bulla. Para escu-
Ahora tte.nen enemigos por los dos lados... p e cuando los persigan.
char mejor, me había acercado al camino. Las presas lloraban. Los hombres

tos les podían dar tela ' espe1·os y otr'as cosas



Yammawe-theri les tenía miedo a los Sito _ h .
eran amigos de los Shawarawe-theri un ru t e~, porque sabia que ellos
g p dequios
e VIVIa
,
les decían:
-No lloren, no lloren. Ustedes dejaron a unos maridos viejos, feos , mie-
· ··en el Padamo'
· , y és-
Makiritare, para quemarlos y acabar N ~ape ~ue reetb1an de los dosos. Si fueran valientes, no habrían permitido ni siquiera que las tocáramos.
minawe-theri brav - con 1os amowei-then. Gritó mucho Ya- No lloren. Allá pasan sólo trabajo; con nosotros se van a encontrar bien.
que se escapa'.ran. o, reganando, y a las mujeres Sitoya-theri presas les decía Aquí hay mucha comida; pijiguao todo el tiempo ...
Al acabar de oscurecer yo me había acercado al shapono. Ahí había oído
-Vete - Je dijo a _una, - que tu niñita se quedó allá y te necesita a Yarninawe-theri regañando. Aquello que dije antes. Eso me asustó más.
mar. Vete, que todav1a está el puente tendido sob re el Parauwe ke u para
sar. para ma-
pa- Ahora yo estaba en peligro por una culpa que no tenía. Los Wanitima-theri se
habían robado cuatro mujeres; los Rashawe-theri cinco; los Pishaasi-theri seis;
tados, los Namowei-theri habían com~ue ; ta p~sad?. ~ .marcharse los invi-
Después me explicaron mejor lo h b' los Patanowe-theri cinco. Yo escuchaba a las mujeres robadas que lloraban.
ya-theri y los Watanami-theri se hab' nza o a d1scut1r dioendo que los Sito- Dije: "Ahora no podré ni volver a los Namowei-tberi ni irme adonde los Sito-
encont~ado y yo estaba de acuerdo~ª: e~~rchado ~ápido, porque me habían ya-theri". Cuando Yaminawe-theri me nombraba, yo temblaba. Me puse a
bían pintado y habían salido a . 1 s para p1cur.e arme. Por eso se ha- llorar. Cuando él acabó ?e regañar, me fui al rastrojo a dormir. ¡Dios mío: mi
salido porque su jefe no había q~r.s~gwi:oos. Los Yammawe-theri no habían candela se había apagado! ¿Cómo asar mí comida? Sin fogón, aquella noche
bre el río grande . en ~· s otros llegaron hasta el puente so- me atacaron los zancudos.
' sm encontrar a nadie Pen Al día siguiente, yendo por el monte, Uegué a un cacahual. Chupé bas-
samente porque se habían llevado N. .. saron que tanto apuro era preci-
otro lado venía Sh+r+k+ - h.. da ap~yom~. Pero en eso vieron que del tante cacao. En la cabecera de un caño hice carato y bebí. La noche siguiente
we, IJO e Yarnmawe-theri A él ¡ volví al shapono para sacar fuego. Todos los Namowei-theri seguían allí reuni-
me había visto entre los Sitoya-theri o los Wat . . h .. e preguntaron si
guna parte· que e'l . d N . anamt-t en. El contestó que en nin- dos. Sólo se había ido Yaminawe-theri con su gente. Yo no sabía por dónde
' ' sien o aroowe1-theri n "b d . . entrar. Me senté esperando y rezando . Sería medianoche, cuando ya era todo
ces los Namowei-theri rfia . ' o l a a ec1r mentlfa. Enton-
tanarni-theri y por eso man aron 'qt uel yo estab~ con los Sitoya-theri o los Wa- silencio, di una vuelta y con mi hoja de casupo entré por donde estaba la casa
qw ar es sus rnu1eres Sh · · k · ·· 1 . .
por lo ~enos no fueran a tocarle las dos que tenía .él +r~ +wWe es p1~1ó qu_e
de Yaminawe-theri . De allí pasé a una casa cercana, donde había fuego. Cogí
un tizón , lo tapé con la hoja de casupo y volví a salir. Nadie se había dado
donde vivía. Los Namowei-theri asaron el c.on. os atananu-then,
contraron a los Watana"'; then· ep puente. S1gu1eron un poco y en- cuenta esta vez. Lo llevé a mi sitio, hice un fogoncito y me eché a dormir.
.....- n su campamento E ·d El tiempo · pasaba. Tenía como un mes andando sola por esos montes.
echarles mano a las mujeres para llevárselas El . . n sdegur a comenzaron a
puso bravo y dijo: · cacique e ellos, Maneiwe, se Una tarde llegué al rastrojo. Comí mis cangrejos. Tenía sed y, alumbrándome
con un tizón, bajé al caño del shapono a beber. Miré bien; no vi nada. Dejé
-¿Qué quieren ustedes aquí'>. 6·Por qué Vienen
mento? · a atacarme en mi campa- la candela en la orilla y me agaché a tomar agua, así como hacen ellos. Des-
pués cogí el tizón y me puse a soplar. En eso sentí que dos manos me agarra-
acá. -Ustedes se llevaron a Napeyoma,
·· . .
por eso se v:tmeron tan rápido para ban por los hombros. Quise gritar, pero no pude.
-¿Por qué estás soplando esa candela?- me dijo el que me tenía agarrada.
-Aquí no está Napeyorna, m· la conozco. De1en
flechar. . a mis mujeres o los voy a -Quítale el tizón - le mandó otro al primero. Reconocí en él la voz de
Husiwe, quien me dio un empujón y dijo: -Vámonos, vámonos. Mereces mo-
~ndo qu_e los dejaran quietos, q~::~í :·h~bfau~n a
Haikiawe, jefe de Jos Yápit . ·· th · rirte ahora mismo. Por culpa tuya trajimos mujeres Sitoya-theri. Allá están
hablar .con Husiwe.• gri-
n. Mane1we discutía con los hijos d R . .. guna muJer Namowe1-the- llorando. Y tú aquí tranquila ... Por culpa tuya he quedado de enemigo con
guieron en busca de los Sitoya-the ·eyepohwb~· Entonces los Namowei-theri si- los Sitoya-theri -.Y a Kosipawe:-¿No es verdad que trajimos mujeres?
ª a 1an pasado el cañ y- · ··
garon ~arde al campamento. Allá hicieron lo .
n· -Sí; es verdad - dijo él. - Pero algunas se escaparon.
o ap1tawe. Lle-
tas mu1eres de aquella tribu. Los Sito a-th . Illlsmo. Comenzaron a halar a Ibamos: yo adelante, Husiwe atrás con sus dos cuñados, Kos· · ~ .
se corrieron al monte Los N . yth _en protestaron. Algunos por miedo tesiwe. Ahí oí que Husiwe decía: 0{) 4,-:\
· amowe1- en ento d .. -La voy a flechar . ;;:~ ~·~f.\
-No - le dijo Kosipawe. - No la fleches. Da lástima d ~a, qr.y<F~ep-,:t \1
ban era porque tenían Na .. yo . A í nces IJeron que si se escapa-

aquel tiempo. Uno de ell~s s:


trajeron. Los Sitoya-thef co~ª·d s que ª.g~rraron a varias mujeres y se las
oes.:_t~o ·hi~eron nada. Eran miedosos en
que no le quitaran a su mu1·e~ Lars ~. en'. asta se puso a llorar, pidiendo va a beber sus huesos?
~'~,,;¡<'?-.¡
tes, andando sola por el monte. Si tú la flechas, "; quién la v - J''\é'ItJ:a"f.-,)
z ":JJ.;;¡--~;·l ::,g
1\Üen;'.;

-A uí .. . v1e1as gntaban: Entramos al shapono , el de Kahuusip.+wei , y nos fui ~ 4i dereclÍ ·« ra


,._O
q no está Napeyoma; déjennos a nuestras hijas. ($.~ ~~
O'oo-:> 1> 59
parte de los Wánítima-theri. Los Patanowe th . .
habían ido. Les tenían miedo a lo S't h- .en y los Yammawe-theri ya se Husiwe agarró su garrote, bonito, pintado, y, mostrándomelo, me dijo:
s 1 oya-t en porque s b'
gas d e gente que podía hacerles daño e 'd ' . a ian que eran ami- -Con esto yo te iba a hacer pedazos para quemarte. Esto corta como ma-
. s· on epi em1a De paso . p . .
mu3er itoya-theri encinta, llorando duro Ese , . , . vt a reuru, una chete. Pero él te ha defendido. Por eso te dejo vivir.
y Mamokasiwe, por celos Ja había fl b .d dia habra sahdo a coger cacao -Sí - me dijo Rashawe. - Yo te he defendido, pero tú ahora quédate
. . , ec a o con una flecha d , '
pnmera mu3er que él tenía y la estre 6
salido ningún hombre con ella sólo ~
Husiwe y éste me entreo-ó
tºº u; e arpan. Era Ja
flech:izo. y eso que no había
a Y:e:p+· anu· ni a ma re de el. Llegamos a la ca.sa de
tranquila con la madre de mi hermano. No vuelvas a escaparte. Y tú - a Husi-
we - no la maltrates; no la regañes. No la obligues a escaparse de nuevo, que
ella no tiene parientes, no tiene a nadie, y si se escapa, no volverá más. A ti,
', a esposa mayor, d ic1endo:
· ·
0
.
-Deja que se siente ahí est como jefe de toda esta gente , te pido que hagas caso de lo que te digo:¡No
Yép+ami me hizo sentar. ~l ~ace;;a, que ya me la voy a comer. mates a esta mujer! La gente grande debe saber pensar. Lo que te pido me lo
en voz baja: ª
e e casa de su mamá. Yép+ami me dijo debes prometer.
-;P~brecita de ti! ¿Por qué fuiste a a are , . -Ya que así lo pides - dijo Husíwe, - te prometo que no la mataré.
haberte ido. El tiene un garrote y P cer por aca? Lejos tenías que -Así sea - dijo Rashawe. - Déjala que viva hasta que se muera por sí
P or al1 a, o1, que Husíwe le decíacon 1eso. te. va a pegar -. y se puso a llorar.
M , h . a a vteJa Yarotoma· sola. Yo quiero que pronto tú me digas: "Toma este carato de plátano que
- ama, e encontrado a Na .. 0 · , Napeyoma, la que tú defendiste, cocinó".
mar agua y yo Ja agarré. Allá estái:ey m~ . Estaba por aqu1 cerca. Bajó a to- Rashawe era joven, pero fundamentoso. Era grueso, buen mozo, valiente
-No no - J di' y 'pero a voy a matar.
, e JO arotoma. - . Cómo v como nadie. Se fue. Entonces Husiwe Je dijo a Yép+ami:
que no hace nada malo? Se Ja pasa h¿ d as a matar a una mujer callada -Dale su chinchorro; si no , vete a buscarlo, que lo tiene mi mamá. No
tra. a quién la trate bien. Tu hermano (~~·ohpo~. el monte porque no encuen- la mato porque mi hermano me dijo cosas que me han hecho cambiar.
deJaron medio muerta. Por h . is ewe) se la quitó a Yarekenri y Ja Trajeron el chinchorro y me lo colgaron en la parte de atrás. No pude
.Q . , b , eso se a ido escapando p ahí N
¡, uien ebena sus huesos? Da lástima Ja . or . o la mates. dormir, porque tenía miedo de que me volvieran a flechar. Por la mañanita
necesito para mi compañera T . pobrecita. Mándamela para acá. La vino Rashawe, se sentó a mi lado y le dijo a Husiwe:
aqui. Esa mujer trabajaba ~an: ~~~-res son. bastantes ya, y yo estoy sola -Ahora no la vuelvas a hacer correr por el monte; si no, ella no vuelve
cutíendo. ª conmigo. Las otras se la pasan dis-
más -. Y a las mujeres de Husiwe: - Ustedes no la regañen . Ella es mujer jo-
H~iwe pasó de allí al otro lado del sh ven y las puede ayudar.
de los P1shaasi-theri. Yo me dé apono donde estaba Rashawe, jefe En los otros dos chinchorros de la casa dormían Yép+agii y su hija Ko-
-Agarré a N .. q~e sentada llorando y oí que decía:
. apeyoma, alli, en el caño to d makama. Ese día nos quedamos en la casa. Yo torcía algodón. Y ayudaba a
mos ido lejos a coger mujeres Sito a-theri • man o ª~ª· Por su culpa he- Yarotoma a torcer el suyo. Me daban de comer. Siempre me dejaban en la
mero he venido a consultar contigo.y . Ahora la quiero matar. Pero pri- casa con algunas viejas; no me llevaban fuera, porque tenían miedo de que
-No, no, hermano - dijo Rashawe - N volviera a escaparme. Así por un mes.
anda sola por ahí huyendo Ella t' . o mates a esa pobre mujer que Un día salimos para Wánitima. Antes de llegar, los Pishaasí-theri se fue-
J . · no 1ene culpa de q h
as muieres Sitoya-theri. Nosotrós las tr .. . ue nos ayamos traído a ron para su shapono. Rashawe, su jefe, aconsejó mucho a Husiwe que me
fue con ellos. ¿No ves que andaba por a:J!?~ si~ antes averiguar. Ella no se tratara bien. Nosotros llegamos, limpiamos el campamento y nos quedamos.
Fue ella quien se comió lo 1. . . i. llllSmo encontraste sus rastros Estuvjmos trabajando en el conuco, recogiendo anoto. Desde entonces co-
th · s P J1guaos del rastrojo y ·
en, nosotros no hemos matado a di N . ' en cuanto a los Sítoya- mencé a quedarme definitivamente con los Wánitima-theri y a ser esposa de
La mayoría de las muJ'eres ya s h na e. o hay, pues, que tenerles miedo. Husiwe. El tenía cuatro antes que yo: Yép+ami, la más vieja , que era Te-
Dé 'al e an escapado D · tr ·
.1, a con tu mujer. y cuídala. EJla an · e1a . anquila a Napeyoma. tehei-theri; después estaba Sh+r+koma, que era Aramamisi-theri; después
qUien la cuide. Está en tí - da por el monte porque no tiene Shapotama, Irota-theri; la otra esposa era Toroma, Patanowé-theri. Ahora
t . erra extrana con otra gent ,
ma ar. Déjala en paz. ' e, Y tu todavía la quieres estaba yo: Napeyoma.
-Yo cojo mi garrote - dijo Husiwe con r . . Husiwe comenzó a ser menos duro conmigo. El traía cacería y la entrega-
dazos y la quemo en medio de este a . abia - Y se lo hinco. La hago pe- ba a Yép+ami para que la cocinara. Venía a comer su parte y dejaba que
-No di' p tlo.
, no - JO Rashawe calmándolo - N . . Yép-i-ami repartiera el resto con todas nosotras. Para donde iba él con sus
para ayudar a tus esposas DéJ'al . . . o digas eso. Esa mu1er sirve mujeres, iba yo también. Yo obedecía a Yép+ami y me llevaba bien con él.
E t · a vtVlr.
_;;u~~ces se viníe~on los dos adonde yo estaba. Pero entre sus esposas siempre había discusiones. Sólo esperaban que Husiwe
ate con rru hermano - di. saliera y comenzaban. Se halaban por el pelo, se pegaban toletazos. Por si
Ellos te van a tratar bien. Mi hennr:e JO .Rashawe. - No te escapes más. acaso , yo tenía guardado mi tolete para defenderme. Cuando Husiwe volvía y
Nada malo te hará. Quédate tranquila~º te iba a matar, pero yo te defendí. desde lejos oía, cortaba su palo y allá llegaba dispuesto a pegar, sin mirar a
quién, a todas por igual; poco importaba que quebrara brazos o cabezas. Y
160

l l'l l
eso que la culpa era de una sola o de dos La .
más joven, la más rebelde la á l . Dmás pretens1osa era Toroma, la vieja: tú tienes que ocupar su lugar.
cuando olía peligro, me refugiab; ;o~eº~~ro espués . venía Shap?t~_ma. Yo, -Vámonos - me decía Yép+ami, cuando iba a haber reahu de maíz.
gaba por una tonteria. Cogía un madero del f~~ª· A. ve~es Husr~·e nos pe- E íbamos todas al conuco. Ellas recogían. Los hombres traían. Yo me
agarrara. No se salvaba ni Yép+am· p g n Y 1tun. a la pnmera que quedaba por allá cerniendo mazorcas grandes y chiquitas. Después las repar-
1
los de las otras mujeres yo nunca ll1~gu~r os golpes que él daba y por los ce- tía a todas. A las que tenían más niños les daba más maíz. Así me fui acos-
.
biera 'd , . e a acostumbrarme a ·d .
s1 o umca esposa de un homb tal . esa v1 a. S1 hu- tumbrando a mandar. Poco a poco. A ellas las mandaba a traer leña. O me
re, vez me hubiera ada t d Lo .
mo, o peor, me pasó luego con el desalmad0 d A.k .. p a o. mis- iba yo con ellas y dejábamos a Yép+ami cocinando. Al principio me reclama-
más adelante. e awe. Pero de esto hablaré ban mucho.
Como yo vívfa con Yép+ami ella salí . -Yo no voy- decía alguna. - ¿Cómo me voy a dejar mandar por ella que
buscaban pleito. Eso las ponía mas'' 1· a Ma m1 favor cuando las otras me es más joven que yo?
. . ca 1entes. e tenían b"
sas. Y, al pnncipio, por una cosa mu t t . ra ia por muchas co- -No soy yo que las quiere mandar - contestaba yo. - Ellos quieren que
que les hiciese palanganas, telas, mach~t on ~como yo era nape, pretendían las mande y ustedes tienen que obedecer.
que no sabía. es... veces llegaban a pegarme por-
-Coge un madero y pégales - me decía Husiwe, - vas a ver que te obecle-
-Es mentira que ella es hija de na e - d , . cerán. No tengas miedo; nadie te va a pegar a ti.
en una madriguera. p eCian. - NaCJó de cualquier bicho
A veces, cuando rezongaban mucho, Husiwé les pegaba él mismo o les ti-
-Si eres hija de nape mañana éd raba algún tizón.
palangana para cocinar w~pu. qu ate en la casa y hazme cuchillo, tela, -¿Por qué rezongan? - les decía. - Yo he puesto a ella para que les
Ayveces ~e quedaba callada. Otras veces les respondí . mande. ·
- o no se hace N a. -Sí - se quejaban. - A ella no le pegas; sólo a nosotras.
T, r eso. unca he visto hacer un cuchillo
- u mereces esto en la cabeza - me . -A ella no le pego porque no me da motivo.
un madero. -¡Y qué hija de nape! contestab,an entonces enseñándome A veces venían y me decían:
~Ven a pegaz:me - le decía yo a la que me amenazaba -Mira. En tal parte hay mucha fruta madura. Nosotras vamos a recoger-
veces el ousmo Husiwe decía: . la.
=~Lifr lqué tú, siendo hija de nape, no haces machete? -No - les decía yo. - Hay mucho algodón que torcer. Hoy torcemos. Ma-
1 • - e contestaba yo. _ Mi , . . . ñana iremos por fruta. Yo voy a hablar con el cacique para que mande a algu-
cha, ni palangana. El trabajaba trabIªtª nunca hizo mngun machete, ni ha- nos jóvenes a acompañarnos. A lo mejor él mismo nos va a acompañar. Pero
EJ daba siringa, balatá, yuvía ~azabe Jaª ~/ cons.~guia todo eso de otra gente.
hacha, chinchorro palangana' y l
0 ? nape. Este le traía machete tela mañana; hoy ... ¡a torcer!
bfa a su vez de otro ' nane 1 . · e que traia eso, tampoco lo hacía él, lo' recí-• Ellas a lo mejor querían salirse para esconderse por allá con otros hom·
A r ' e1os, que sabía hacerlos bres ...
veces en estas discusiones tamb ', Jf : . A menudo salía con ellas a recoger leña. Les hacía dar dos o tres viajes,
. -¿Por qué la regañan todo el tie~en sa a a mi favor Yanunawe-theri. hasta que hubiera bastante. Para Husiwe y para cada una de ellas.
nusa? - decía. - Ella no sab Dé' J po p~a que haga machete, hacha ca- ¡Ohl Al principio me tenían rabia. Me hacían llorar. En cambio Yép+ami
AJ . . . e. Jen a tranqwla. '
pnnCJpio, como dije con q · - , siempre fue buena conmigo. Cuando yo todavía no sabía hablar bien Yano-
Ella me llamaba para que ¡~ ayudarwen mas terua que ver yo era Yép+ami.
hiJa· R emonma - · a buscar agua Le a , a cargar · A veces me mandaba con su mami ella salía a mi favor. Las regañaba porque no me obedecían y les decía
brava, pero la obedecía D · , dtema un poco d · d que yo era su hija. También la vieja Yarotoma salía mucho a mi favor. Al fi-
. e m1e o, porque se ponía nal se fueron amansando. Más bien me preguntaban:
li . . espues e vanos meses d .
p da, sm rezongar' ella habló con Husiwe J . . e verme obecbente, cum- -¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Para dónde vamos hoy? ¿Vamos por mori-
-Mi suegra ahora q ·
- No.
, ª
Y VIeJa Yarotoma y me dijo:
. were que tú mandes a las otras es sas che? ¿Por cacaradoras?
' yo no qwero mandarlas - l di. . po . -Sí - les decía yo, - vamos a tal cosa -. Y se iban; o nos íbamos. Si, me
Toroma, todas las otras er e Je yo, considerando que, fuera de
-No .. an mayores que yo. quedaba, era para cocinar.
, ' no - dijo ella. - No tengas miedo Sól . Siempre Husiwe mandaba con ellas a algún hombre, joven generalmente,
yo. As1 te írás acostumbrand 0 Ma d . o ttenes que hacer como hago para que las cuidara del tigre, de dañeros o de algún atacante. Si el tigre, por
gu · n arlas a buscar le-
ao ... Ahora hay bastantes batat na, agua, plátanos, piji- ejemplo, oye niños llorando, se acerca; los jóvenes lo flechan entonces, lo ale-
1
que ~~~an lo repartes entre ellas. as en e conuco, mándalas a recoger. Lo jan y ponen a salvo a las mujeres. Mientras éstas trabajan, los muchachos
. . amonas - me decía Yarotoma - T , rondan tratando de cazar alguna ave. A veces nos acompañaba el mismo Hu-
¿Piensas que vas a ser . . ienes que hacer as1 así. ¿·Qué?
siempre muchachita? La mamá de Re -'. . siwe y, por allá, él iba de cacería.
monma ya está Y así como me llevaba bien con Yép+ami, lo mismo era con mi suegra,
162

163
. - A uí no tiene parientes.
ta vieja Yarotoma. Y eso que ella me hubiera querido como esposa de Nakis- -Dale de comer a ese nmo. q . 'ba a casa de su madrastra,
, S , lo a dormn se i
hewe. Nada de silencio entre las dos, como sucede entre yernos y suegros Ya- Yo le daba. Todos los dias. o. K - . h'ma Cuando ya era más grande-
nomami. Cuando éstos se encuentran por un camino, el yerno se aparta, dice una Aramamisi-then que s
. e llamaba omts 1 . s·
fu ra a cuidar a su hermano. t no se
que ve como un relámpago. La nuera se esconde, voltea el lomo y deja pasar. cito su madrastra lo llamaba para qu\ eH siwe entonces se lo quitaba y le
Hasta le asusta oír la voz. El suegro le habla al yerno por medio de tercera . ' vema
iba , ella , le pegaba y lo arrastra a. u
persona. Por ejemplo dice: de~ía a ella: . h. . Cuando éste era más pequeño, tú no le dabas
-Dile al marido de mi hija que vaya a buscar seje. -Vete tú a cmdar a tu IJO. tendes que te ayü.ae. .
Y el yerno dice: de comer' le pegabas ... Ahora pr~ l día con nosotros. Salía conmigo al co-
-Manda a decir tu yerno que le envíes flechas para ir de cacería. Por eso el niño se pasaba to o e
. ayudaba a cargar .. · , al ,
Ahora, entre suegra y nuera la cosa no es tan seria como entre hombre y nuco , a cazar cangre1os, me. .. E hi"o de otra gente, pero si lo cnas gun
suegra. -Críalo - me decía Hus1we. - s J
Esa Yarotoma, en cambio, conmigo hablaba siempre. Me daba muchos día te va a ser útil.
consejos y me contaba muchas cosas. Me contaba por ejemplo que antigua-
mente , cuando vivían en Konata y en Wareta, estaban bien, no les faltaba
nada, pero que los Waika Jos atacaban continuamente. Contaba que, siendo
ella joven, había sido robada por los Waika, gente que vivía en cerros y que
comía murciélagos, que andando por el monte pegaban el oído a los troncos
para saber si adentro había de esos bichos. Si los había, hacían candela y los
chamuscaban, comían y la suegra le daba de comer a ella con salmuera. Con-
taba cómo la gente de Hayamamok+we había tenido que cruzar el no grande y
cómo habían llegado a Patanowe-teka. Allí recordaba cómo lloraba Husiwe,
porque no había plátanos para comer, como no fuera algún plataníto que se
daba en ese rastrojo dejado quién sabe si por los Kóhóróshi-thari o los Kara-
we-thari. '
Todo eso y otras cosas. A pesar de que era mi suegra, me decía:
-Tú no debes tener miedo de mí. Los nape no tienen miedo. Son los Ya-
nomarni que le tienen miedo a la suegra. No tengas miedo de mí que ya estoy
vieja.
Sus hijas se reían diciendo:
-Nunca he visto a una suegra hablando con su nuera como lo haces con
Napeyoma.
También los hombres se extrañaban. Uno, al verme que le sacaba una es-
pina del píe, le decía:
- Mira que si dejas a tu nuera que te haga eso, te va a quedar la piel
como de guacamaya.
-No va a pasar nada de eso - contestaba ella, - porque ella no sabe nada
de eso.
Este miedo entre suegros y yernos dicen que viene del tiempo de losan-
tepasados y todos lo van pasando de generación en generación.
En mis trabajos siempre me ayudaba un niño de nombre Mokakawe. El
ya no tenía madre. Era hijo de una Aramamisi-theri , parienta de Sh+r+koma,
que se había muerto quemada. Me contaban que una vez , habiendo salido la
gente para el conuco , ella se había quedado en la maloca. Allí le había dado
mareo y se había caído en el fogón. Así se había quemado , hasta morir. Y
todo por culpa de un veneno que le habían echado.
Cuando yo comencé a vivir con Husiwe, el niño venía casi siempre a co-
mer con nosotros. El cacique decía:
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C A P 1T U L O XII
De Wayum+ con los Wánitima-theri
En Wánitirna estuvimos como dos meses, no en el shapono, sino en aquel
campamento donde había llegado yo de los Shama-thari. En el shapono hacía
calor; aquí no, porque había matas en el medio que daban sombra. Hubo que
renovar la palma del techo porque se la comían las chiripas y los grillos. De
noche se oyen morder las ojas: kr+ , kr+, kr+ , kr+ ... Pero tampoco duraron
mucho, porque las destrozaron unas tempestades que hubo.
La primera fue tremenda. Una tarde, soplando un viento raro, se oyeron
truenos. Ya oscurecía y se veían claros los relámpagos. El viento se hizo más
fuerte. Empujaba los te.chos para llevárselos. En el campamento estábamos
todos los Namo wei-theri, con excepción de los Patanowe-theri. Estábamos un
poco asustados, listos para correr; las mujeres con sus niños en el güenepe,
por si acaso; también porque los árboles, meciéndose, parecía que a cada rato
se nos iban a caer encima.
Los brujos se juntaron en el tapirí más seguro, uno que tenía techo de
palma de yagua y por eso pesaba más. Olieron yopo y se pusieron a mirar en-
tre sus brazos como para que los hekura no les pegaran en los ojos. Querían
ver quién era el hekura que producía la tempestad. Querían hincarle el arco a
los hekura enemigos. De pronto, Yanúnawe-theri dijo:
-Estos son hekura de la tribu de Y amoiwe.
Yamoiwe era cacique de los Aramamísi-theri; por eso a ellos los llama-
ban también Yamoiwe-theri.
-No - dijo otro. - Son hekura de Pashorinawe -. Este era el jefe de los
Konapuma-theri.
-No, no, no, no - dijo entonces Katawe. - Hay muchos hekura que vie-
nen , pero el jefe de ellos es Shinarima. Ya la veo allá, bonita y valiente, en
medio del viento.
-Verdad, verdad - decían los otros. - Entre ellos hay una mujer: miren
sus tetas grandes; toda mojada; miren la corona que lleva en la cabeza llena
de plumón -. Y comenzaron a pegarle al viento, a hincarle el arco.
- Espíritu tortuga: ven a flechar con tus flechas - invocaba uno.
-Los hekura ya están heridos - decía Ruwawe, cortando el aire con su
hacha.
Otros decían:
-Espíritu anaconda: aguanta los árboles para que no se caigan.

Mujeres Yanomami bailando 167


-Espíritu marimonda agarra las ramas para que no se rompan. mida-. Y a la niña le decía: - T ú vas a ser brujo. Tumbarás muchos techos de
1 l -Espíritu del mono capuchino: ¿estás despierto hoy? Ven, ven , ven a
quemar a esos hekura. Yanomami. Tu fama irá lejos, lejos ...

l 1
-Espíritu guache: tírales tizones.
.L~s árboles se ~eneaban. Una mata grande se cayó sobre el tapirí de
Hus1we. Y~ m~ habia escapado detrás del campamento, junto a otro tronco
La niña escuchaba y se reía.
Desde Wanitima cada grupo salió de wáyum+ para alguna parte . Los Wa-
nitima-theri nos fuimos para el sitio de Masiwe. Había que limpiar y sembrar
el conuco nuevo. Se hizo al otro lado del camino, donde no había piedra. Ya
1 I grande. Se mclmaba mucho. Otros corrieron a refugiarse en los tapirís cerca-
nos de los Rashawe-theri. Los techos de los tapirís se levantaban y caían des-
Husiwe había sembrado tabaco. Con el tabaco es como se prueba si una tierra
es buena. Si el tabaco se da enclenque y amarillito, mejor es hacer el conuco
1 troza~os. Lo~ brujos seguían ensalmando. En las tempestades las mujeres con en otra parte. Allí se estaba dando bonito. Por eso ahora nos pusimos a sem-
los mnos se JUntan todas alrededor de un brujo, como si él pudiera hacer mi- brar ocumo, batata , onoto , plátano, pijiguao, caña brava. Hicimos tres viajes
lagros.
para traer semillas y retoños . De Masiwe-teka seguimos adelante, comiendo
.1?e~pués, todo de golpe, escampó . Apareció la luna clara, clarita. La gente fruta por el monte.
volvm al campamento. Las mujeres lloraban. Husiwe y Shamawe venían gri- Por allá los Irota-theri vinieron a visitarnos y le dijeron a Husiwe que los
tando:
-¿Dónde está mi mamá? Aramamisi-theri habían encontrado gente napii que les había dado machetes,
ropa y sombreros. Después que se marcharon , Shamawe le dijo a I:Iusiwe:
Kónokama, hermana de Husiwe lloraba. Allá la encontraron privada. -Nosotros que vivimos cerca del Parauwe ke u no hemos visto nape y
Toroma gritaba: '
ellos que viven lejos los han encontrado. Vámonos por aqu~ hasta el Parauwe
- ¡Estamos aquí, aquí, aquí con tu mamá.
ke u. Ahora que tenemos a Nepeyoma, ella les va a pedtr machetes y tela
Un~ rama de aquel árbol caído le había machucado la espalda, un brazo para nosotros. .
Y una pierna; y a Y~rotoma la cintura. Entonces trozaron la rama del tronco y Se acordaban de mí... Salimos, pues, hacia el río grande. Caminamos va-
sacaron a las pobrecitas. Toroma botaba sangre. Yaminawe-theri decía
rios días. Se acabaron los plátanos; se acabó el cucurito ; sólo comíamos cace-
-Shinarima, la que envió la tempestad , se fue riéndose de nosotros. ría y seje pequeño, seje sin carne. Pasamos por un sitio donde había chiqui-
. Donde no había techo, dormimos así, al sereno, en chinchorros mojados,
attzando el fuego lo más que podíamos. Yép+ami se quejaba:
chique. Lo estaban comiendo los báquiros. Esos indios no l? co_n ocían; como
que era Ja primera vez que lo veían. Parece que nunca habtan ido yor aque-
-Los hekura se fueron porque Yarusheriwe les tiró todos los tizones de llos lados. De día y de noche oíamos tigres bravos roncando. Para ir de cace-
mi fogón.
ría , los hombres salían de a tres, porque tenían miedo de que los tigres los
. Los brujos seguían buscando por si quedaba todavía algún hekura escon- atacaran . Encontrábamos huesos de báquiro, de danto , de venado , donde co-
dido. A veces se quedan para robarse el alma de algn niño.
mían los tigres. Hacíamos tapirís bien apretaditos , bien forrados por fuera con
Al día siguiente c~mpu~im~s los ta~irís y renovamos sus techos. La culpa varejones de chiquichique, tumbando alrededor mucho monte. 1:1ºª vez fle-
de la t:mpe~t~d la tema Shman?1.ª· As~ decían. Ella era la única mujer brujo charon un báquiro, después siguieron para flechar otro ; al rato vieron que el
por. alla Y v1via en los Aramam1s1-then. Sí, las mujeres también pueden ser tigre se llevaba al primero que habían flechado . Lo persiguieron y vieron que
brujos, por lo menos cuando así lo quiere el padre de una. Pero en ese caso se lo estaban comiendo. Flecharon: el tigre soltó el báquira y se fue. Era un
ella no puede casarse. Eso, naturalmente, le resta hijos a la tribu. Katawe
tigre grande. .
que la conocía, nos decía q~e Shinarima era bonita de cuerpo y de cara; alta'. A veces flechaban marimonda. Esta no acababa de caerse, que ya el tigre
fuerte y de color claro; sabia flechar y se pintaba y adornaba como un hom- se la estaba llevando. De noche se oía roncar, roncar. Por eso los brujos se
bre. Los brujos nuestros decían que así mismo la habían visto. Con el tiempo enyopaban y cantaban. Invocaban al espíritu del pájaro houm+ que canta
llegó a saber matar gente.
hou ... hou ... hou ... , para que se llevara los tigres a otra parte, a comerse a
En Wiinitima volvió Shinarima a atacarnos con dos tempestades más. los blancos. Dicen los indios que ese pájaro con su can to llama al tigre Y éste
Pero Husiwe había mandado poner palos sobre los techos bien amarrados
lo va siguiendo. .
para que el viento no pudiera levantarlos. Entonces la bruja' fue a destrozar el
Una tarde dos hombres encontraron un caño de aguas blancas. Trajeron
conuco Y ~ dej~rnos el camino trancado con palos caídos. Los brujos decían unos bocones pesadísimos. El río grande - decían - debía estar cerc_a. Enton-
que Ja hab1an visto, pero ahora había venido pintada de otra manera .
ces nos hicieron tapirís buenos, bien apretaditos cercados, para de~arnos so-
-Ella es mujer - decían, - pero tiene hekura muy bravos.
las. Ellos salieron casi todos , rumbo al río grande, con algunas mu1eres para
Husiwe estab~ ahora a~repentido de haberle entregado a su hija Remori- cargar Jos corotos de los nape; sólo quedaron algunos _rara cuidarnos. Era
ma a un Ir~_ta-then ; le habna gustado que fuera brujo. Después, cuando nació tiempo de inviemo. Al día siguie nte yo salí con otras mu1eres a buscar ocumo
Raeama, dijo:
y encontramos mucho. Tres días después regresar~n los explorad~res Y nos
-Esta la voy a guardar para que sea brujo. Que nadie se meta a darle co- contaron. Con mucha difitultad habían llegado al no grande. Ouenan esgua-
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zarlo, pero el agua estaba muy alta. Habían comenzado a hacer un puente; nía wapu en su boca; quiere decir que allá vamos a encontrar wapu también
pero, mientras eso hacian, les había dado fiebre. Los brujos comenzaron a de- nosotros.
cir que era una epidemia de los nape, que venían remontando; que la epide- Seguimos. Al fin llegamos a un lugar y to~os_se acostar~n .ªl sol. Todos
mia había encontrado a los Wanitima-theri por oír el ruido que hacían cons-- estaban enfermos. Tosían, tosían. Yo, nada. Allí 01rnos un paJanto que canta-
truyendo el puente. También contaron que habían oído disparos río abajo: ba.
too, toooo, reventones de nape. Las mujeres que los habían acompañado te- --Oigan ese pájaro que canta - les dije a las mujeres. - Nos está avisando
nían fiebre. Temblaban alrededor de los fogones. A mí no me dio: una razón que la tierra sana está cerca. ..
más para creer que era una epidemia enviada por los blancos .... Husiwe me oyó, se sentó, se puso a escuchar y después di10:
Al día siguiente salimos para huir del peligro. Las mujeres, en broma, -Vámonos para allá a ver si llegamos a tierra fume.
decían regañando a los hombres: Entonces seguimos. No había sendero ni rastros de gente. Los hombres
-Los machetes que trajeron nos ha procurado esta gripe. rompían ramas para abrir camino. Ibamos subiendo. Encontramos wa!'u. ~l
Para curarse se tendían al sol. Los brujos ensalmaban para alejar la epi- pajarito cantaba y el viento soplaba fuerte. Los hombres fueron a ver s1 babia
demia. un caño cerca y lo consiguieron. Los sapos cantaban.
-Ustedes salieron a buscar machetes - decían. - ¿No saben que donde es- -Vamos a ver si nos curamos bebiendo agua de sapo - decía la gente.
tán los nape hay mucha enfermedad? Se hicieron los tapirís y los techamos con hojas de kómishi.
Es por eso que los Yanomami creen que quemando cosas de los napé se Allí quedamos como dos meses. Venían los monos encima de los tapirís a
puede producir la epidemia. La vieja Yarotoma me contó lo que les había pa- jugar. No le tenían ·miedo a la gente. Los hombres los flechaban; pero, como
sado una vez a los Namowei-theri, mucho antes de llegar yo, cuando todavía por la fiebre les temblaban las manos, orn~has ve~~s no l~s acertaban. Cuando
ellos se llamaban Waréta-theri: estuvieron sanos, salían de cacería y tratan pauJl, cachicamo, monos ... ~
-lbamos de wáyum+, ya regresando. Cuando llegamos a nuestro shapono mujeres recogíamos wapu y lo cocinábamos. De allí nos mudamos a o~ro sitio
de Waréta, encontramos que debajo del techo alguien había quemado un pe- más adelante para recoger más. También tumbamos matas de cucunto para
dazo de botella. Lo habían quebrado y lo habían quemado. También habían sacarles el cogollo. Allá todos se fueron curando. Nadie .murió. Después m~­
quebrado un pedazo de espejo. Y encontramos quemada una cosa blandita: daron a algunos jóvenes al :.itio de Patanowe para ver s1 los demás Namowe1-
era tela. No podían sino ser nuestros enemigos; seguramente les habían roba- theri ya habían regresado. Encontraron rastros frescos y calcularon que ellos
do esas cosas a los napii, quién sabe dónde. Entonces recogimos en una guapa estarían también listos para la vuelta. A nuestros hombres, de tanto cazar, ~
aquellos pedacitos, las cenizas, todo, y lo fuimos a botar fuera del shapono. les habían acabado las flechas, porque los monos las mordían y era necesano
Parece mentira, pero aquella misma noche muchos cayeron enfermos. Nos ha- empatadas: así quedaban corticas. Al fin emprendimos el regreso: los hom-
bía dado la enfermedad, y fuerte. Todos gimiendo, llorando, con dolor de ca- bres adelante, las mujeres atrás.
beza. Los niños vomitaban. La gente tosía; le salía catarro con sangre. Se mu- Seguimos varios días más y, al fin, caímos a un camino nuestro. Nos ~­
rieron muchos niños, especialmente chiquitos; y muchos hombres: más hom- mos a Kahuusip+wei. Los Patanowe-theri ya habían regresado y estaban vi-
bres que mujeres. Desde entonces los Namowei-theri les cogimos mucho mie- viendo en unos tapirís nuevos que se habían hecho cerca del shapono.
do a las botellas, al espejo, a la tela, todas esas cosas nape. Asustados, sali- En ese tiempo Repowe nos convidó a su campamento para un reahu de
mos de aquel sitio y atravesamos el Parauwe ke u. Pasamos a vivir a este plátanos y ocumo. Ellos se fueron. Yo me quedé con las viejas. Yarotoma,
lado, a llevar hambre, cuando al otro lado del río estaban nuestros plátanos como me veía triste y callada, me preguntaba qué era lo que tenía. Es que
e-chándose a perder. Por así /3/ lunas. Por miedo a la epidemia nadie quería Husiwé me obligaba a quedarme con él, pero yo no .estaba ª-~to. ESC: día
volver. Comíamos cacao, hacíamos carato. Fue entonces cuando comenzamos pensaba yo: "¡Cómo puedo vivir en ese bando de mu1eres! A el no_ lo qmero.
a limpiar un rastrojo cerca del Shanishani ke u. Allá nos fuimos curando, tam- Me dan ganas de odiarlo ...". Y recordaba aquella vez que me habta flechado
bién porque comíamos mucha araña mona; la comíamos en salmuera. por la calumnia de Shapotama y la otra en que había querido hacerme peda-
. Así contaba Yarotoma. También Yarekemi me hablaba de aquella epide- zos y quemarme ... "En fin - pensaba yo, - un hombre así no puede querer-
nua. Contaba que entonces los Wareta-theri y los Morota-theri eran muchísi- me. ¿Para qué seguir viviendo asf?". .
mos; después de la epidemia quedaron poquísimos. De regreso de ese reahu trajeron mucha cacería y comenzaron a repartir.
Pero parecía que esta vez la epidemia no iba a ser tan seria para noso- Yo estaba acostada. Husiwe llamó a Yep+ami, y ella fue a buscar su parte.
tros. Por ahí encontramos otras raíces de bejuco para comer. Algunas muje- Después llamó a las otras mujeres. Cada una iba con su guapa y la traía llena
res empeoraron. Husiwe brujeaba a su hija Komakama, que estaba bastante de carne y de plátanos asados. De última me llamó a mí. Yo le dije a Koma-
mal. Esa noche él nos dijo a todos: kama, hija de Yep+ami, que fuera ella a recogérmela. A Husiwe eso no le
-El Espíritu del picure me ha avisado que más adelante hay una tierra gustó.
-¿Por qué no viene ella? - dijo. - ¿Acaso tiene la pierna quebrada? Esta
buena, con mucho viento. El viento se puede llevar la epidemia y además te-
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tarde se la voy a quebrar. dela y me puse a dormir. Sentía escalofríos, por aquellas llagas que me habían
Cogió. la guapa y la tiró. Yo me fui a casa de Kónokama, hermana de él. dejado los golpes de Husiwe. Cuando me desperté, cociné los hongos y pláta-
Ella .me dio algo?ón ~ara. torcer y carne de paují y de dan to para comer. A nos y comí. Después corté hojas de una yagua bajita y otras de casupo y Je
media tard~ vo!Vl a m1 chmchorro. Husiwe estaba cerca, brujeando a una en- hice una cerca al tapirí. Aquella tarde recé y me dormí temprano.
f~rma. Yo ib~ desc?nfiada, pero me acosté. Yep+ami estaba nerviosa y pare-- Allí viví como quínce días. Un día me fui al conuco de Husiwe, siempre
c1a que quena decmne algo:. Shapotama y Toroma se miraban y se reían. en Wánitima, y encontré rastros de su gente. Se ve que había dormido allí, en
Alg~ ~.asaba. Entonces yo d11e en portugués este refrán, para que me oyera tres t.apirís. Por la dirección de sus rastros, se había ido de nuevo a Kahuusip+-
Hus1we. wei . Saqué plátanos, me los cargué y me los llevé. En el conuco de Repowe
-Neste p~~ tem mel - . El oyó y, como ya había termínado de brujear, se encontraba siempre cambures. Allá dormía tranquila; no vino ningún tigre.
levantó y co~o una vara que tenía. Al voltearme de espaldas, me pegó un va- Solo oía monos y pájaros. Todos los días iba al shapono a ver si encontraba
razo. Despues me agarró y me pegó más. Vino su madre, vino su hermana rastros de gente. Parece que los Namowei-theri en ese tiempo hicieron un
para suplicarlo ~ue me de~ara. El seguía, tun, tun , hasta que me caí al suelo; reahu de plátanos e invitaron a Jos Pishaasi-theri. Después de eso vinieron de
me revolcaba y el me segma pegando. Las mujeres entonces lo desarmaron. wáyum+ para Wánitima. Yo los oí llegar. Un perro vino a latir en el conuco.
Yo r:ne Je~anté y me senté a llorar. Me dolía la espalda y sentía todo hin- Yo me metí en el monte. Allá encontré un árbol caído, llenito de hongos. Es-
chado; m pod1~ acostarme. Yep+ami , llorando me dio agua. Más tarde me fui peré. Al rato vinieron ellos al conuco. Los oía, los veía. Al final se quedaron
a l_a casa de K?n~kama, donde había dejado mi carne. Ella me dio un pedazo allí sólo las mujeres. Entonces pensé irme con ellas. Cuando ya se iban , las
~as, lo emboJote en u~~ h~ja. y ~e vin~ . Me senté y me puse a pensar: alcancé. La niña que Yep+ami llevaba sobre su guatura me vio y se puso a
¿Para d~nde me voy? .... Yep+am1 me dio también un pedazo de cachicamo gritar señalando para atrás. Así por un rato. Finalmente Yep+ami se volteó y
Y un.os platan?s. Más tarde, cuando estaba durmiendo todo el mundo, cogí el me vio. Me llamó y me dijo que me fuera con ella. Estuvo regañando a Husí-
map!Te de Konok~ma, lo forré , metí adentro los plátanos sancochados y Ja we y a las otras esposas. Mientras ellas iban hablando le dije que por allá ha-
carne, me p~se m1 guayuco, agarré un tizón y salí. Pasé un cañita y seguí bía hongos como para llenar cuatro guaturas. Me preguntó dónde había esta-
ru.mbo .al s1~10 de l~s Yaminawe-theri. Me senté en el borde de un casupaL do; si había visto tigres .. . Nos fuimos a aquel campamento donde yo había
Hice m~ fogon, com1 Y me quedé pensando. Las ampollas se estaban reventan- dormido por primera vez en Wánitima. Aquella misma tarde renovaron los
do; a~d1an . Eché en el suelo unas hojas de casupo, me tendí de costado y me tapírís. Husiwe no me dijo nada. Vino Yarotoma a verme; también a ella le
dorm1. _Cuando _me desperté.' ya era tarde. Volaban los pajaritos. Cargué lo dije que había encontrado muchos hongos. Salimos, pues: yo, Yarotoma,
que, trata Y cogi por el camino de Wánitima. Llegué que ya era tarde y me Yép+ami y otras mujeres, todas a buscar esos hongos. Allá forraron las gua-
meti en el s~apono. _No quería _dormir baja, porque por aquellos lados hay ti- turas con hojas de casupo y las fuimos llenando de hongos: el tronquito se
gres. Busq.ue por ah1 y consegu1 un chinchorrito de algodón. Estaba reventado bota, sólo se deja la cabeza. Se comen asados e n hoja o sancochados.
en _el medto .. Saqué unos hilos de mi guayuco y lo compuse. Después lo col- Me colgaron de nuevo un chinchorro con Yep+arni y volví a vivir con
gue alto, cas1 pegado al techo de una casa. Aticé el fuego y me encaramé en ellos. Allí estuvimos como dos o tres meses. Estaban también los Patanowe-
el pal~ para meterme en eJ chi~chorro. Por si acaso, me había subido un arco, theri y los Yamínawe-theri.
pero sin fl~chas. Allá me sente y me puse a rezar. Si venía eJ tigre era difícil Por mi parte , poniendo más cuidado en la palabras, logré de nuevo que
que se pudiera encaramar en un palo fino como aquel; si subía, yo abriría un Husiwe me tratara bien.
boquet~ en el te~ho y me quedaría arriba. Pasé las primeras horas sentada. Un día él me contó que antiguamente su papá con otros Namowei-theri
Despues me acoste. Era oscuro y mi candela ya no alumbraba bien. Un animal habían encontrado a un nape, lo habían perseguido y lo habían flechado. En
ya estaba dentr~ del shapo~o . Yo quería montarme en el techo. Me puse a su sitio habían encontrado un pedazo de piedra salada.La miraron, la lamieron
rezar. Al rato 01 ~u~ el animal había salido del shapono. No era tigre. Era y la botaron. Al otro día se habían ido por la orilla del óo 15 , bajando, para
guac~e; pero las md1as después me dijeron que a Jo mejor era pore ... Me ver si el nape estaba muerto. Ellos sabían - alguien les había dicho - que
quede sentada hasta que amaneció. cuando se muere un nape, sus parientes cavan un hoyo en la tierra y lo echan
Bajé Y soplé la candela. Calenté mi comida y comí. Veía todas moradas adentro y con él meten sus cosas: el hacha, el machete, el cuchillo , todo lo
~as ampoll.a~ donde _me h~bia pega?o Husiwe. Enrollé el chinchorro, lo guardé que le pertenece. Por eso los Namowei-theri iban a ver si lo habían enterrado
~eel ~apmto: ~~gt. un tizón Y .sah. Me fui hacia el conuco de Repowe, siem- así, para quitarle esas cosas. En la orilla del río vieron un claro rozado: allí
p alla en Warutima. En la onlla del conuco me hice un tapirí, algo escondi- estaba enterrado el muerto. Entonces se pusieron a cavar; vieron el cuerpo
~o, u~an~o los palos de unos tapirís viejos, y lo teché con hojas de casupo hinchado del muerto, pero no encontraron nada con él. Sola la ropa, y se la
a~~ndi m1 candela Y ~e acosté. La carne se había acabado esa mañana. Po~
des ~~~cando~ _encontre. esos hon~os que se dan en Jos palos. Recogí algunos,
(15) Es el río Orinoco. Este ataque lo cometerían los Namowei-theri hacia fines del si-
glo pasado o principios del presente , segurame nte contra un cauchero de los que
g Je tamb1en un racimo de platanos y me llevé todo al tapiri. Aticé Ja can- remontaban el Orinoco en aquella época.

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quitaron. Volvieron a enterrarlo y se fueron. meteré adentro.
Ahora Husiwe me preguntaba: Husiwe sonrió. No dijo nada; sólo me miró con aquellos ojos grandes.
-¿Cuándo los nape entierran a un muerto no le ponen al lado sus coro- Yo salí al conuco a buscar leña. La traje y me fui al puerto a bañarme. Des-
tos? pués volví a sentarme en mi chinchorro. El estaba sentado cerca de mí. Allí le
-No - le contesté. - No le ponen nada. volví a decir:
-¿Y por qué entierran al muerto? -¿Por qué me perseguiste con el palo? Yo sólo te decía cómo hacen los
-Porque esa es la costumbre. Así vi que hacían cuando yo era niña. nape con sus muertos. Yo no te hice nada.
El se quedó pensando. Pero otro día volvió a hablar de eso: -Porque cuando hablas, babias en voz alta. Hablas con voz de hombre.
-Los nape no saben vivir. Viven como los pájaros, como los animales. No Por eso me puse bravo.
saben pensar. Por eso, cuando se les muere uno, sus parientes lo meten bajo -Yo también tengo derecho a ponerme brava. Sólo porque una habla, no
tierra. Dejan que los gusanos se lo coman. Hacen así porque no mezquinan a hay que correrle encima y pegarle. Tú y tus hermanos se burlaron de cómo
su padre, a su madre, a sus hijos. No tienen sentimiento. Con el cuerpo bajo los nape enterramos a los muertos. Si todos ustedes me caen encima, es natu-
tierra, su alma no puede salir. Todo el día y toda la noche empujando aquella ral que yo hable duro y me defienda. Yo no voy a dejarme dominar sólo por-
tierra para arriba, sofocándose, sin poder hacer nada. Los nape no quieren a que ustedes son muchos y yo solita. No he dicho sino la verdad. ¿Uno de us-
sus parientes. Se olvidaron de que la gente tiene alma. Enterrando al muerto, tedes se muere? Lo lloran, por acá, por allá; mandan traer leña; después re-
todo se acaba. cogen sus huesos, ciernen sus boronitas; después van a pilar todo eso; después
Husiwé estaba sentado. Acababa de brujear. Yo le contesté: hacen carato de plátano y lo mezclan con el polvo de los huesos. Beben eso y
-Y ustedes tampoco mezquinan a sus parientes. Si los mezquinaran, no así el muerto pasa por la barriga hedionda de sus parientes; y, por si .fuera
harían lo que hacen con sus muertos. ¿Se le muere un pariente? En seguida poco, todavía lo van a cagar al monte. No se conforman con quemarlo; tam-
mandan a traer leña y lo queman ... Después que ha sufrido por la muerte, lo bién tienen que ensuciarlo y hacerlo pasar por donde no tienen que pasar los
van a hacer sufrir asándolo. huesos de un muerto.
-Son ustedes que hacen sufrir a sus muertos - replicó él. Me miró raro Husiwe y me dijo:
-Ustedes - repliqué yo. - Hasta hacen sufrir a los niños inocentes. Sólo -Que nadie oiga lo que has dicho .. .
para tragarse el polvo de los huesos. -Bueno; habla tú - le dije yo. - Dime si soy yo la que está equivocada o
También los hermanos de Husiwe repetían que los nape hacen sufrir a sus eres tú. Nosotros los nape no hacemos sufrir a nuestros muertos. Cuando se
muertos. muere un pariente, lo componen bonito en su urna, bien forrado; todos se
-Son ustedes que los hacen sufrir - decía yo, - quemándolos con tanta visten de negro y limpio y todos lo van a velar la noche entera. Se tapa y se
leña y tanta candela. Y, mientras se asa el muerto, sienten lástima y se ponen lleva para el cementerio, un shapono donde está enterrada mucha gente, to-
a llorar. dos juntos, no como aquel nape que vieron ustedes. Allí, cuando viene el día
Husíwé se puso bravo, cogió un madero y corrió para pegarme. Yo corrí de los muertos, uno lleva velas y flores sobre la sepultura. Así hacemos, cada
a la parte trasera de la casa riéndome. Allá pensé: "Si huyo, él va a creer que pijiguao, porque mezquinamos a nuestros muertos. Y su alma no se queda de-
le tengo miedo; mejor es que vuelva". Al rato, pues, volví a entrar. El mella- bajo sufriendo como tú dices: se va adonde Dios lo manda. Si es bueno, al
mó: cielo; si es malo, a la caldera de fuego.
-Ven para acá. ¿Por qué te corriste afuera? -Bueno - dijo él. - Así es para nosotros: los generosos se van al shapono
-Porque tú querías pegarme. Te pusiste bravo sólo porque te dije la ver- de Yaru y los mezquinos para la caldera de fuego . .. Pero nosotros no enterra-
dad. mos a los muertos. Los quemamos, porque así hicieron los antepasados. No-
- Yo dije que los nape no tratan bien a sus muertos. Esa es la verdad. sotros seguimos haciendo como ellos.
¿No ves que bajo tierra, con ese enorme peso sobre el pecho, su alma sufre Estando al){, en Wánítima, me dio un fuerte dolor de muelas. Lloraba,
sin poder salir? lloraba. Los indios me tenían lástima; me brujeaban. Un día la vieja Yaroto-
- ¿Y ustede acaso no hacen sufrir al muerto? - agregué yo. - Se muere mame dijo:
uno, cortan un montón de leña y encima lo queman. Lo hacen sufrir también - ¿Ves aquel palito de hoja ancha? Vete y sácale la raíz. Lávala bien y
después de muerto. Y luego pasan lunas, pijiguaos 16 , llorando por él. Si uste.. ráspala. Pon la raspadura en el huequito de la muela y tapa con algodón. Ese
des quísíeran a sus muertos, los enterrarían y, de vez en cuando, irían a ver su es buen remedio para el dolor que tú tienes.
sepultura ... Cuando tú te mueras ... yo haré un boyo grande en el suelo y te Esa planta se llama áshokáma ke hi y crece más bien en tierra baja. La
boja tiene leche. La parte interna de la concha la usan los Yanomami para
(16) AJ hablar de lunas y pijiguaos, hace referencia a lapsos de tiempo distinguidos p~r
los Yanomami que podrían relacionarse con meses y años, aunque las palmeras p1- hacer curare, como dije. Yo hice como me había dicho la vieja Yarotoma. En
jiguao fructifican frecuentemente dos veces en un mismo año. cuestión de media hora me pasó el dolor.

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Si uno lame eso, se le duerme toda la lengua. Es como una anestesia, todos a buscar moriche. Caía mucho. Cada mujer cargaba dos guaturas; una
que dicen ahora. Por dos meses no volví a sentir el dolor. Cuando me volvió, encima de la otra: en una guardaba el duro y en la otra el blandito . Después
con esa misma raíz me curé de nuevo. Ya ahora sabía el remedio. se vaciaba el duro en el agua , para ir a recoger más. Dos o tres días más tarde
Por todas partes donde estuve, aun con los Kóhóróshi-thari , los Karawe- ese durito se había puesto blando. Los Yanomami lo comen crudo o en forma
thari y los Shama-thari, nunca había visto Yanomami sufriendo dolor de mue- de carato.
las. Ni hombres ni mujeres. ¡Cuántos viejitos recuerdo con sus dientes boni- Llovía mucho en ese tiempo. Como quince días después nos mudamos a
tos! En cambio ahora veo a los Iyewei-theri y otros con caries. Ellos dicen otro moricha!. De allá volvimos para Patanowe-teka, a un shapano viejo que
que porque han aprendido a comer sal. "Comerse esa cosa salada - me decían había. De allí mandaron a invitar a los Watanami-theri para un reahu de plá-
a mí cuando tenía dolor de muelas - es comerse los dientes; por eso a ustedes tanos; pero no quisieron venir. Estaban todavía bravos por aquella vez que
los nape les faltan dientes" . Sólo llegué a saber que les faltaban dientes a los los acusaron de habenne robado a mí. Entonces invitaron sólo a gente Namo-
Nak+yayope-theri. Me contaron que uno de ellos, por celos contra su mujer, wei-theri. Después, para acabar tanto plátano que había, hicieron otro reahu
de pura rabia se puso a morderle el chinchorro. La cuñada entonces vino, ha- entre ellos, sin los Pishaasi-theri.
ló duro y le arrancó al hombre tres dientes. Luego le pasó lo mismo a una De allí Repowe, jefe de los Patanowe-theri, dijo que se iba de wáyum+.
mujer celosa que había mordido el chinchorro de bejuco de su marido. Y así Quería comer miel. Husiwe también quería. Salimos: ellos por un lado, noso-
seguramente los demás casos. Otros dicen que en lugar de pegarse con palos tros por otro. Por el camino se nos juntron los Pishaasi-theri. Ibamos hacia
en la cabeza, se pegaban por la boca, y así se rompían los dientes. De allí el donde habíamos estado una vez comiendo cunurí, porque donde hay esa mata
17
nombre que tenían . Yo había visto a los Nak+yayopi!-theri la primera vez también hay muchas abejas, que gustan mucho de esa flor. En los cerros hay
que fuimos de visita adonde los Ashitowe-theri. La última vez vi tres en el más que en tierra baja. Al pasar por Wánitima-teka, cargamos plátanos. Des-
shapono de los Irota-therí, cuando la muerte de Husiwe. Los Mamopatikayo- pués seguimos por el camino de los Shama-thari y, más adelante, cogimos ha-
pe-theri, que por el habla parecían Aramamisi-theri, dicen que trataban de cia la derecha. Allá había mucha miel. Por la mañana los hombres se pinta-
pegar con la mano sobre los ojos. Y por eso se llamaban así. Otro nombre ban. Creen que si las abejas no lo ven a uno así, se esconden, diciendo que es
que tenían era Penawe-theri, por ser hijos de Penawe. Pore, y a Pore le tienen miedo. Las mujeres también se pintaban y decían:
Después los Patanowe-theri salieron a comer moriche por el camino de -Voy a limpiarme los ojos para descubrir colmenas.
los Yaminawe-theri. Nosotros , los Wánitima-theri y los Yaminawe-theri nos También nos decían que no fuéramos a hacer las necesidades por ahí,
fuimos de wáyum+ para Rasha-teka. Nos había invitado Ruwawe: sus hom- porque, si no, lo que se encuentra es masa y no miel.
bres habían cazado danto y en su conuco se estaban echando a perder los plá- Para encontrar la colmena los indios persiguen a la abeja que vuela y mi-
tanos. Quedaba cerca, pero tardamos tres días. Cuando llegamos ya nos ha- ran adonde se va a parar. Cuando dan con la colmena, si ésta está en un palo,
bían hecho los tapirís, porque su shapono era pequeño. Entramos oliendo car- uno de los hombres la monea; si no tiene dónde apoyarse, pasa un bejuco al-
ne de danta. El tenía buenos perros para cazar animal. Nos dieron carato de rededor de la mata, para afincar las nalgas, y con la haowa o el hacha golpea
plátano para beber. Después nos repartieron carne de danta. para agrandar el hueco, hasta que le entre la mano. En general son abejas
Al día siguiente fuimos al conuco. Allá vi matas de yopo que Ruwawe mansas y no pican porque no tienen aguijón; pero se pegan, como los cigarro-
cultivaba. Para que crecieran pronto les tenía el tronco pintado con rayas de nes. Algunas, en cambio , pican en los ojos y se meten por la nariz. Hay que
onoto. Las había traído del Ishawari kek+, más allá del Rahuawe ke u, donde tener cuidado con la miel de los cigarrones: si cerca de su colmena hay algún
los Irota-theri tenían su antiguo conuco, que les había costado tanto hacer en animal muerto, ellos chupan la sangre; también chupan otras porquerías. El
aquel cerro bravo. Una vez los Namowei-theri habían ido a robar yopo parara hueco de la colmena queda siempre más afuera, para que no entre el agua, y
allí y por eso había nacido la enemistad. Pero luego se olvidaron de eso y es muy pegajoso porque las abejas lo hacen con brea que encuentran en la ca-
ahora venían a nuestro shapono a cambiar yopo pararo por chinchorros de al- raña y en otras matas que tienen leche. Cuando el indio ha abierto el hueco,
godón. baja un bejuco que había subido y la mujer le amarra la guatura bien forrada
Allá nos dieron tres racimos de plátano para cada esposa. Llenamos las por dentro con hojas de casupo. El hombre la hala arriba y se la guinda aJ
guaturas y volvimos al campamento. Los hombres se habían quedado ese día lado. Luego va sacando los panales y los mete adentro. Si tiene que abrir más
preparando yopo de parara. el hueco, porque no alcanza bien con la mano, baja la guatura y vuelve a cor-
Como quince días después hubo reahu. Los Wánitima-theri y los Yamina- tar con el hacha o la haowa. Después vuelve a subir la guatura y saca todo lo
we-theri éramos los invitados. Allá estuvimos como dos meses. Luego salimos que queda. Entonces saca también los huevos y las larvas. Y baja todo.
con los Rashawe-theri por el camino de los Irota-theri . Más adelante nos se- Mientras el hombre está arriba sacando miel, las mujeres, abajo, han es-
paramos: ellos por un lado; los Wánitima-theri y los Yaminawe-theri por otro; tado buscando hojas de casupo. Van a servir de plato. Ahora cada cual coge
su pedazo de panal y chupa, chupa ... Las larvas y los huevos se comen mo-
(17) La gente de los dientes rotos. jándolos con miel. Pero todo el resto se carga y por el camino se toma en for-

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ma de aguamiel, bien revuelta, dentro de una ho1·a de casupo E ¡ brasas. Para asarlas se espetan las semillas en una fibra de bejuco o palma.
! . . n a casa se
prepara la a~uam1el dentro de una olla, si es mucha y se quere repartir y en -Bueno - nos dijo Yép+ami. - Cuando terminen de pelar cacao, bajen al
una totuma s1 es poca. '
l 1
caño a coger cangrejos. Hay muchos .

'l . Por esos cerros había mucha miel. Continuamente se oía a los indios
abnendo coln_ienas en todas partes. Teníamos allí una semana. Una tarde salí
con otr~s mujeres a buscar agua. Yo iba de última, con dos camasas. En eso
Yo bajé primera. Metí las manos en un agujero y saqué dos. Después vi-
nieron las demás a hacer lo mismo. Creo que Remórima se quedó con Yawe-
¡¡ me sent1 morder por encima del tobillo izquierdo. Grité, miré y vi una culebra
larga como un metro.
tima y la tía. Al rato oigo:
-¡Napeeee! ¡Napeee! ¡Napeyomaaaa!
Pensé que fuera Toroma. A ella siempre la perseguían los hombres. Pero
-Una mapanare - dijo en seguida una mujer, identificándola. no, no; era Remórima. Junto con ella gritaba su mamá, Yep+ami .
. Se~uramente estaba, chupando u_na de esas hojas sucias de aguamiel que -Vamos a ver - dije yo; y corrimos todas barranca arriba. Allá estaba
los md10s ?ataban. Segm hasta el cano, llené las camasas y me vine. Pero me Remórirna abrazada a una mata pequeña, haciendo esfuerzos para que un
estaba d?~endo mucho el tobillo. Sentía que se me encogía Ja pierna. Llegué hombre no se la llevara. Era Orusiwe, aquel maldito abusador que halaba,
a l~s tapms y me eché en el chinchorro. Los hombres acudieron y miraron la balaba. En seguida le dije a Shapotama:
henda.
-Trae grasa de cacao.
-No sale sangre - dijeron. - Eso va a doler.
Esa grasa es babosa corno jabón. Kónokama tenía agarrada a su sobrina
Comenzó a dolerme toda la pierna, hasta arriba. Lloraba. Ya era tarde para que el muérgano no se la llevara. La vieja lo insultaba. El hombre trata-
El dolo_r subía por la barriga, por el pecho. Cuando me llegó a Ja cabeza dejé ba de abrirle las manos a Remórirna para zafarla. Con el cacao le untamos
de ~enttr Y me quedé privada. Durante la noche no desperté. Dos mujer~s me todo el cuerpo a Remórima. Ahora Orusiwe resbalaba con sus manos; no po-
tenian recostada, soste?i~_ndome la p~er_na. Lloraban. Los brujos decían que día balar; estaba bravo y regañaba.
~ra veneno fuert~. Hus1we no me brujeo. Eran Pishaasi-theri los que me bru- -¿A qué viniste tú acá? - le grité yo. - Tienes tres mujeres y todavía vie-
jeaban. Los h_ab1a llamado Yarotoma. El brujo que no es esposo ni padre de nes a molestar a la mujer de otro. Vete, muérgano, que voy a avisar a los
un~, cura mejor. El principal que me ensalmaba era Koatowe. El llamó a su hombres.
mu1er Kayapama Y le mandó traer hojas de tabaco ahumadas. Las machucó - Y o no le tengo miedo a nadie - contestó él.
me ~as restr~g? sobre la herida y después me forró la pierna con ellas. M~ Las otras mujeres también lo regañaban.
sen_ti algo ahVIada. Me acostaron y Yep+ami me amarró Ja pierna con una -¿No tienes vergüenza? - le decía Yarotoma. - Esta muchacha es hija
ma1agua ~ara susp~nderla del techo. Entonces me dormí. Cuando desperté tuya, porque es hija de tu hermano. Tú eres un incestuoso.
por _Ja '?ªnana, tema toda la pierna hinchada. Pero me dolía sólo donde me Lloraba la vieja y lo mordió. Remórima ya lo tenía mordido en muchas
babia p1c~~o la _culebra. _Ello~ salieron a buscar miel y yo me quedé acostada partes. El hombre sudaba. Nosotras lo zarandeábamos para que soltara a la
~n el tapm. As1 por vanos días. Yép+amí me lavaba la pierna con agua ca- muchacha. A ella la halábamos por la cintura. Orusiwe trataba de pisamos
hente. No me da~an de comer grulla ni úquira ni cangrejos, porque_ dicen..,.. con los pies. Al fin no pudo más y dijo:
eso pudr~ la hend~. La herida se puso morada. Cuando se deshinchó, perdí -Ya que tanto la mezquinan, quédense con ella. Otra vez no se me esca-
toda la piel de la pierna.
pará-. Cogió arco y flechas y se fue corriendo.
Allá estuvimos como dos meses. Me curé. Después nos mudamos adelan- -No llores - le dijo Yarotoma a Remórima. - El tendrá que llorar mucho
te para comer más miel. Por allá había mucha miel de una abeja brava, grande por los mordiscos que le dimos.
Y negra, que hace una colmena pegada al tronco de los árboles. Para subir ar- Yep+ami se fue brava, acompañando a la hija, regañando mucho, hasta
maban una troja. Pero primero amarraban hojas secas de palma en la punta de aquel pequeño shapono. Las demás seguimos pelando hasta terminar y nos
una_ vara,_ les pegaba~ fuego y quemaban la boca de la colmena, para que las fuimos también.
abejas deJar~n de salir. Luego se subían y cortaban con la haowa 0 el hacha. -¿Qué fue? ¿Qué pasó? - me oontaron que había preguntado Husíwe
Cuando cayo un pedazo, yo me cogí un trocito y corrí a un lado para comer que estaba brujeando.
pero en_ eso me atacaron las a_bejas bravas. Una entró en una oreja y me picó'. -Que Orusíwé quería violar a tu hija - contestó Yép+ami, y siguió rega-
~o _ha~1a agua cerca; una mu1er me exprimió leche adentro; entonces la bicha ñando.
pico mas duro. Por fin salió y la mataron.
Le preguntaron si le habían hecho daño para que su marido le pegara con
. De Wiiniti~a ?asamos a Kahuusip+wei. Estando aJJi, un día salimos las palo. Ella dijo que no, y contó cómo habíamos hecho para defenderla. Cuan-
muieres de Hus1we a recoger cacao. Remórima con nosotras. Quebramos y do llegamos nosotras, al rato , Husiwe estaba todavía regañando. ,
luego nos sentamos a chupar las semillas. Después las pelábamos y las guardá- -¿Qué quiere hacer ese hombre con mi hija? - decía. -¿Es hermano nuo
bamos en l? guatura para asarlas. Sí, se comen asadas en hoja o sancochadas y no sabe respetar a su hija?-. Dijo muchas cosas, regañando. Luego agregó:
con cangrejo, con pescado ... Asadas, tienen el sabor del merey tostado. Sa~ - Y ustedes, cuando están solas o son poquitas, tienen que saber defenderse.
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Agarrar al hombre por las bolas. Allí es donde tiene la vida. Y apretar duro, pero había quedado fea, morada, con unas peloticas guindando. A veces al
hasta privarlo. Si no se hace así, el hombre no coge miedo y vuelve a abusar. kamosi se agrega también waka moshi o huevo de cachicamo, tostado y pulve-
Y , si no pueden por delante, mientras él arrastra a la muchacha, agárrenlo rizado, y entonces el mal no sólo produce picazón sino que es más grave.
por detrás y verán que allá mismo se cae. Hecho eso, ustedes se corren. Has- Los Namowei-theri hablaban de un tal Orakawe, un Aramamisi-theri que
ta una mujer sola se puede salvar de esa manera. vestía guayuco como si fuera una mujer, porque de tanto echar kamosi a las
Orusiwe llegaría de noche, cuando ya todo el mundo estaba dormido . De mujeres se había pegado el daño a sí mismo. Se había puesto feo, mohoso y
madrugada, hablando duro, Husiwe le dijo muchas cosas. Estaba bravo y lo arrugado.
nombraba. Volviendo a lo de Remórima, por fin Amatawe había comenzado a echar-
-Mejor es que te vayas adonde los Irota-therí - le deda. - Ellos son gen- le kumi cuando se la traían; por la fuerza se lo hacía respirar. A veces le caía
te violadora como tú. en la boca y ella tosía, tosía.
Amatawe, marido de Remórirna, también había regañado mucho, pero El kumi es una pusana que usan los jóvenes para enamorar a las mucha-
no tenía el valor de castigar al abusador con palo. Es que no había hecho lo chas. Se saca de un bejuco oloroso. Parece que hay un bichito que pica en ese
que quería. Su hermano Amuhuwé también lo regañó. De tanta rabia que bejuco y por allí sale un polvo de color canela. En una hoja se va raspando,
probó, al otro día Orusiwe se fue a vivir con los Pishaasi-theri. recogiendo buequito por huequito y se tuesta. Se ralla una funcia , se mezclan
Esas cosas le pasaban a Remórima, y eso que ella era muy recatada, muy los dos polvos, se añade un poco de onoto y ya está listo para usarlo. Los jó-
apegada a su mamá, todo lo contrario de otras mujeres que trataban de salir venes lo llevan colgando del cuello, de Jos brazos o escondido en el guayuco,
por fruta para irse con otros hombres. ¿Qué digo? Si más bien Remórima ni envuelto en pequeños bojoticos.
siquiera había querido casarse. Ahora estaba mansita con Amatawé, pero La última vez que Remorirna se había escapado, Husiwe, su papá, la ha-
¿antes? ¡uuhhh! bía amenazado:
El matrimonio entre los Yanomamí consiste en que los jóvenes agarran a -Mira que si vuelves a escaparte, te voy a flechar .
la novia y la arrastran adonde está el novio. A Remórima la habían llevado Como a los dos meses de echarle pusana encima y en el chinchorro, por
como veinte veces así. .. Estaba prometida por su papá a ese Irota-theri; pero fin la muchacha se había amansado. Con Amatawe tuvo dos hijos aun antes
ella no quería. Eseraba que el marido se durmiera y se escapaba a casa de su de yo tener a M+ramawe.
abuela, de su mamá o de su tía; mejor a la de su abuela, porque en su propia Pobrecita Remórirna: ¡y ahora atacada por Orusiwe! En otra ocasión,
casa le pegaban si volvía. La misma mamá le daba con un tizón diciéndole: yendo por bachacos, también fue agarrada por un hombre. Menos mal que las
-Ya eres mujer hecha. Aquí con tus hermanos estás estorbando. Vete mujeres sabíamos cómo defendemos. Saliendo a pescar o a por fruta, Husiwe
con ese hombre, que él va a cuidar de ti. Ya no eres niña para quedarte con- nos enseñaba cómo debíamos hacer si aparecía algún abusador.
migo. -Si vienen dañeros y te agarran a ti o a tu compañera, no te pongas sólo
Entonces Amatawé mandaba a los jóvenes a arrastrarla de nuevo. Ella a morder, agárralo por la bolsa y aprieta duro, que así se le acaban a ellos las
gritaba, pataleaba, y vuelta a escaparse. Era mayor que yo Remórima y la ha- fuerzas.
bían arrastrado la primera vez antes de llegar yo a los Namowei-theri. Luego Y lo mismo era para hacerse a los abusadores de nuestra tribu:
vi muchas veces esa escena de arrastrarla. Nada. Decía ella: -Miren - les decía yo a los malintencionados - que los voy a agarrar por
-Que se quede soltero. Yo no lo quiero. donde no quieren y ni siquiera los voy a dejar gritar. Sigan derecho, pues.
Yarotoma la consejaba: Ellos se ponían a reír, pero me cogían miedo.
-No debes tener miedo al hombre. Mira que te van a echar kamosi y te Recuerdo que Hokotonama, aquella muchacha que me acompañó de los
vas a quedar arrugada como la vieja Wawahemi, llena de arrugas y de pelle- Shekerei-theri a los Shama-thari, me había contado que de esa manera había
jos colgando. muerto el esposo de Maróharima. Lo mismo, antes de llegar yo entre los Na-
¡Ah! Ese peligro del kamosi es verdad. Es una mariposa marrón, de pecho mowei-theri, había muerto así un Shama-thari que estaba trabajando para sus
blanco, grande como un tu.cusito, que viene a posarse en el techo de la casa. futuros suegros entre los Rashawe-theri.
Se embojota; cerca del fogón, para que no le pegue a uno , se raspa la pelusa
que tiene atrás en una hoja de miyóma o de platanillo. Después se mezcla con
funcia rallada, se embojota y se guinda de1 brazo de uno. Cuando se tiene
rabia de una mujer, se abre el bojotioo y se Je echa encima el contenido o
también en el chinchorro donde ella se acuesta.
El daño produce picazón, pegándole en la ingle, dejándola arrugada.
También le pega luego en el cuello, en los sobacos, en las corvas, poniéndose-
los a guindar como trapos. A Wawahemi ya se le habían curado las heridas,

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CAPITULO XIII
La Iniciación de los Shamanes
Estando en Kahuusip+wei, los hombres decidieron hacer un shapono en
Hahóta. Se llamo Makararop+wei. Era un lugar alto, donde había un campa-
mento de tapirís. Tiene que ser alto para que el agua no se empoce. También
les gustó porque el suelo era muy arenoso; así, cuando llueve, no se forma
barrialero .
Era el principio de un verano. Los hombres comenzaron a rozar el monte
bajito. Cortaban con haowa y alguna hacha vieja que tenían; lo demás lo
rompían con las manos. Las mujeres no trabajaban en eso. Después comenza-
ron a tumbar todos los árboles. Para tumbar los árboles se encarama un indio
y amarra el palo arriba con un bejuco largo y fuerte. Tirando todos los indios,
lo hacían caer hacia el lado que querían . Las matas las dejaban tiradas para
que el verano las secara.
Nosotros seguíamos en Kahuusíp+wei. Allá los hombres seguían hacien-
do flechas y salían de cacería. Estábamos esperando que el pijiguao madura-
ra. Un dia pasó por el sitio de Makararop+wei el viejo Hayamamok-t-we y
vino a decirnos que el monte tumbado ya estaba seco. Al día siguiente los
hombres fueron, amontonaron varias conchas de majagua y troncos de plata-
nillo, todo seco, y prendieron fuego. Después cada uno recogía una de esas
conchas o de esos troncos e iba prendiendo en otras partes. El viento, soplan-
do, ayudaba. En el borde los hombres se quedaban mirando. Luego se iban.
Al día siguiente volvían a ver cómo estaba: los troncos grandes todavía ar-
dían. Así los dejaban, durante semanas y semanas, hasta que el fuego se apa-
gara. Las mujeres recogíamos tronquitos y ramas que quedaban y los amonto-
nábamos sobre los troncos pesados o junto a los tocones. Allí, después, los
hombres hacían fuego para que se consumiera todo. Para que se quemaran
bien los tocones , cavaban alrededor, les picaban las raíces y les prendían fue-
go con leña menuda . Los niños ayudaban trayendo leña y hojarasca para ati-
:zar el fuego. Entonces comenzaron los hombres a rodar los troncos medianos,
que se habían quedado sin quemar, hasta el borde del claro, haciendo palanca
con palos.
Cuando estuvo todo listo, los hombres fueron a la selva a buscar palos
para hacer las casas . Primero pusieron los postes traseros, que son bajitos;
hincaron los postes del medio; colocaron las vigas sobre esos postes, amarrán-
dolas con mamure; después pusieron esas varas largas para el techo y también
las amarraron. Nosotras, las mujeres, trajimos montones de hojas de miyóma.

Ue~ada de los invitados a un reahu 183


Hombres y mujeres nos pusimos a techar, colocando las hojas primero abajo, llaman a los muchachos que van a aprender, les soplan a ellos también un po-
después arriba y así adelante. Para alcanzar se hacía una troja debajo del te- quito y les hacen preguntas. Para eso se pintan y adornan tanto los que pre-
cho. Se techaba por la mañana temprano, porque, a eso de las diez ya co- guntan como los que responden. Los demás muchachos se acuclillan alrededor
mienza a soplar un viento fuerte que no deja trabajar. AJ frente, en lo alto, se para oír cómo responden sus compañeros. Los brujos y Jos aspirantes también
pusieron como fleco hojas de seje, porque no ]as había de yagua o de cucuri- están acuclillados. Esto tiene Jugar como cinco o seis días antes de comenzar
to, que son más indicadas. Este fleco sirve para que el viento no se lleve el te- Ja enseñanza. El brujo pregunta: -¿"µstedes quieren aprender a ser brujos?
cho y para dar sombra adentro. Pero ellos lo ponen también para que los Es- -Sí, queremos.
píritus del sol y de la luna no vean a los Yanomami en su casa: se podrían lle- -¿Ustedes quieren ser brujo para curar enfermos o no?
var sus almas. Después, sobre el techo, se echaron unos palos, bien amarra- -Sí, para curar enfermos.
dos abajo y arriba, para que pesaran. -Miren que, si creen engañar a los hekura , mejor es que se queden calla-
Aquella tarde de Kahuusip+wei trajimos a Makararop+wei todos los chin- dos. Si quieren ser brujo sólo para tomar yopo y cantar, mejor es que no lo
chorros y corotos que teníamos. Aquí comenzamos a vivir. Había plátanos en sean . ¿Ustedes creen que los hekura vienen y entran en el pecho del brujo?
abundancia y entonces invitaron a los Patanowe-theri a un reahu. Después sa- -Si, lo creemos.
limos de wáyum-i-, porque cuando uno espera en la casa que madure el piji- -¿Ustedes van a aguantar sentados de día y de noche esperando a los he-
guao, se lo va comiendo poco a poco, y luego falta para la fiesta. kura?
Salimos por el canúno de los Irota-theri. Atravesamos el caño Shanishani -Sí, vamos a aguantar.
y nos quedamos en un sitio de tierra alta, junto al cañita Karishi sik+ rereope. -Ustedes que tienen mujer, ¿pueden quedarse separados de ella mientras
Cogimos cangrejos, cacaradoras. En Jos rebalses del caño había también ana- están aprendiendo a ser brujo?
condas y babiUas. -Sí, podemos.
Un día Husiwe estaba montado en una mata velando guacamayas, de -Mientras aprenden, deben vivir como si su mujer y sus niños no existie-
esas amarillas y azules. De pronto oyó abajo un chillido. Bajó, se acercó al ran . ¿Aguantan así?
caño y debajo de un tronco vio una anaconda: acababa de tragarse una guaca- -Sí, aguantamos.
maya. En seguida salió él a cortar un palo duro. Lo aguzó bien y volvió. La -¿Están seguros de que van a aguantar el hambre?
bicha había hundido la cabeza para beber. El le hincó su arco hasta que entró -Sí, la aguantamos.
en la tierra; d<?spués le clavó el palo en el lugar del arco, dejando la culebra -¿Y aguantan la sed?
fija en el suelo~ y corrió a cortar otro palo, porque la bicha movía la cabeza -Sí, la aguantamos.
para morderlo. Al fin vomitó la guacamaya y quedó tendida. Yo vi cuando -¿Aguantar sin discutir ni pelear con nadie? Deben saber que, si pelean,
Husiwe con un bejuco venia arrastrando la anaconda por dentro del agua. los hekura se asustan y no vienen: y, si han venido, se vuelven a ir. ¿Aguan-
Más adelante los hombres la sacaron del agua, le abrieron la barriga y re- tan?
partieron la manteca entre todos los que querían. Picaron la culebra en troci- -Sí, aguantamos.
tos y Jos pusieron sobre una barbacoa, le prendieron fuego debajo y la cocina- -Bueno, entonces, nosotros pasado mañana vamos a llamar a los hekura.
ron. No se botó nada. Todos comieron. La manteca la asaron envuelta en ho- Esta noche vamos a hablar con ellos para que vengan. Todos van a querer ve-
jas de casupo; la pusieron en una camasa y allí mojaban los plátanos. nir. Sería muy feo que, al venir ellos, ustedes muestren miedo . Cuando venga
En ese lugar también mataron muchas babillas. Las cazaban agarrándolas el Espíritu tigre, pelándoles los colmillos, ¿me aseguran que se van a quedar
por el pescuezo y por el rabo. Botaban sólo el cuero; lo demás lo aprovecha- tranquilos y sentados en su puesto?
ban casi todo. Los Yanomami comen babilla asada en barbacoa, sancochada o -Sí, te lo aseguramos.
asada en hojas de casupo. Durante tres días los viejos repiten estas y otras preguntas parecidas. Y
En ese campamento, como era de tierra firme, soplaba mucho viento y los muchachos deben contestar. Si hay alguno que no está seguro, los brujos
cantaban muchos pájaros. Era, pues, tierra ideal para hacer nuevos brujos. le dicen:
Allí ya habían hecho a Shamawe, a Kumaiwe, a Amahuwe, a Híkariwe. ahora -Es mejor que esperes otra vez para ser brujo.
iban a hacer a Nakishewe, hermano de Husiwe, y a Rakoiwe, sobrino de Ya- A veces la misma madre del muchacho, que lo conoce bien y sabe que no
minawe-theri. aguanta mucho , le dice:
Entre los Namoweí-theri casi todos los años había algún muchacho que se -Respóndele que no. ¿No ves que a cada rato estás tomando carato de
hacía brujo. Allá se hacían de a dos. Era tiempo de verano, cuando los heku- plátano y comiendo cacería? 1ü no vas a aguantar.
ra pueden venir bailando desde los cerros. Cuando llueve, los hekura sienten En Jos días siguientes los papás y los hermanos de Nakishewe y Rakoiwe
frío , como nosotros, y no les gusta salir. fueron al monte a buscar concha de cuajo, hicieron yopo y lo dejaron en tres
Antes de enseñar a ser brujo, los brujos viejos se juntan, se soplan yopo, camasitas guindadas sobre el fogón. En seguida les hicieron a los muchachos

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un tapirí especial en el medio del patio, que es dónde iban a vivirdurante el mientras estaban haciendo brujo a un muchacho: se cayó y se murió al instan-
aprendizaje, lo mismo que yo había visto entre los Shama-theri. Allí es donde te.
se hacen los brujos , separados de los demás, para que los hekura no sientan Nakíshewe estuvo unas tres horas aprendiendo. El primer día se invocaba
olor de anoto ni de flores u hojas con que se adornan las mujeres. Si huelen sólo a hekura en general. Ellos no venían para quedarse; sólo para ver al mu-
eso, se van . El tapirí lo hicieron con el techo alto y la parte más alta miran- chacho. El maestro deda por los hekura:
do hacia la entrada del shapono. Acabada la construcción, barrieron bien el -Nosotros hemos venido a ver tu pecho y lo hemos limpiado. Ahora va-
piso.
mos a buscar a nuestros compañeros para venir a poner plumón antes de que
Por la tarde, los brujos viejos, pintados y adornados, luciendo en la cabe- damos.
za una tira de piel de tigre, llamaron a los muchachos para que fueran a aque- -Sí, pongan mucho plumón en mi pecho - contestaba el muchacho . - Así
lla casa y allá comenzaron a soplarse yopo. Koatowe, padre de Rakoiwe, iba podré decir cuando sea hombre maduro: "Los hekura me adornaron con plu-
a ser el maestro principal de Nakisbewe. Los muchachos estaban también piQ- món mientras yo aprendía; por eso ahora puedo curar gente".
tados y adornados. Cada uno se sentó sobre un pedazo de palo , puesto en el Cuando el maestro vio que el alumno estaba cansado, lo mandó a acos-
suelo. A Nakishewe le vinieron a tender su chinchorro de bejuco nuevo. A él tarse en su chinchorro. Allá debía quedarse bien tieso, con los brazos dobla-
le soplaron yopo primero; después a Rakoiwe . Entonces el maestro le dijo a dos sobre el pecho, sin mirar para ninguna parte: sólo hacia arriba.
Nakishewe: Entonces vino el maestro de Rakoiwe, su tío Yaminawé-theri. Le sopló
-Siéntate así, con las piernas abiertas, los codos apoyados en las rodillas de nuevo yopo. Mucho. Le dijo que repitiera lo que él cantaba:
y los brazos sueltos hacia adelante-. Y comenzó a caminar hacia la parte tra- -¡Prr, prr, prr; tbrr, tbrr, aaa!
sera de la casa, haciendo gestos con su machete, como si estuviera abriendo y Esto en varios tonos, así como el otro maestro había también comenzado
limpiando un camino. Iba cantando, se sentaba, volvía a venir, siempre can- a enseñar antes. El muchacho repetía. Este brujo corría con el machete, lim-
tando. Llegaba y le pedía al muchacho que lo remedara bien: -¡Tbrrrr! ven- piando otro camino, al lado del primero. Cantaba, cantaba y le pedía al alum-
gan, hekura, que aquí estamos esperándolos . no que repitiera. Todo como el otro maestro. Su enseñanza duró tanto como
Entonces vino otro hombre a colgarle el chinchorro a Rakoiwe, bien tie- la otra. Luego mandó al muchacho a acostarse.
so, y lo hizo acostar. Nakishewe ya estaba borracho de yopo. El maestro le se- Los maestros que enseñan a ser brujo casi no comen carne, porque que-
guía pidiendo que cantara como él. darían con olor a cacería y los hekura no vendrían. El primer maestro tomó
-Contesta, contesta - le decía. - Si quieres ser brujo, repite todas las pa- carato de plátano y descansó. Ahora venía otro en su lugar: Husiwe. Se hizo
labras que yo digo. soplar yopo , hizo sentar de nuevo a Nakishewé y mandó que le soplaran a él.
-Los espíritus ya vienen - respondía el muchacho. - Ya están llegando Cantó el canto de antes y le pidió al muchacho que lo repitiera para aprender-
los que son eternos. lo bien. Duró horas también esta lección. Al muchacho le dolían las nalgas de
-Contesta alto, que los hekura no oyen. Si cantas alto, ellos se animan y tanto estar sentado. Se fue Husiwe. Entonces vino para Rakoiwe otro maes-
vienen .. . ¿Qué quieren ustedes de nosotros? tro, Ruwawé, jefe de los Rashawe-theri. El también se puso a enseñarle a
-Que vengan a mi casa - contestaba Nakíshewe. cantar.
Otro brujo intervenía diciendo: Caía la tarde y los dos primeros maestros volvieron a enseñar el canto.
-Tú no me engañas. Yo pensaba que era un hombre el que me estaba lla- Regañaban a la gente que hacía candela, porque eso asusta a los hekura. Cuan-
mando. Esa voz es de muchachito. do los hekura llegan, no pueden ver el fuego. Si lo ven, se van. Era de noche.
-No, no - decía el muchacho . - Vengan, vengan a verme de cerca. No se Los maestros ya habían enseñado tres veces cada uno y se fueron a donnir.
devuelvan. Los alumnos también se acostaron en sus chinchorros. Junto a ellos había ve-
-Bueno - decía el maestro; nosotros los hekura hemos venido, porque nido a tender su chinchorro otro muchacho. Les había prendido el fogón,
nos has llamado; pero tienes que portarte bien con nosotros. Cuando alguien pero lo tuvo sólo medio prendido para que no se asustaran los hekura. Luego
se porta mal, no le tenemos lástima. lo atizó y se eébó a donnir.
Y así el muchacho iba repitiendo otras cosas que decía el maestro. Este Cuando comenzaba a clarear el día, los maestros comenzaron también a
le pedía que cantara más alto. Mientras tanto, seguía abriendo camino . Cami- enyoparse. Iban de nuevo al sitio de los alumnos y ellos mismos les soplaban
naba, corría y de repente se paraba para escuchar si el muchacho repetía yopo en las narices. Primero uno y después el otro, volvían a enseñar el canto
bien. Muchas veces venía corriendo para decirle: del día antes, a recorrer el camino de los hekura, a pedirles a sus alumnos que
-Te equivocaste. La palabra es así... repitieran el canto. Los dos maestros no enseñaban al mismo tiert,lpo, porque,
Los maestros no querían que las mujeres pasáramos pisando esos cami- si no , los he/cura se atropellan. Terminado el primero, venía el segundo a en-
nos de ellos. Los niños y las niñas tampoco deben corretear por ahí: los heku- señar. Los maestros siempre se pintan y adornan bien, porque dicen que de
ra podrían llevarse su alma. Yép+ami me contó que un vez un niño corría esa manera vienen pintados los hekura.
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Asf siguió todo el segundo día, con mucho yopo y muchas lecciones de las plumas de gavilán. El palo lo dejan junto al camino que viene al shapono,
canto. Si hay otros brujos que saben enseñar, cada maestro le pide a uno y recostado a una mata, algo escondido. Ya éste es el último día. Entonces to-
después a otro que vaya en su lugar a enseñarle al alumno. Los alumnos no dos los brujos se pintan y se adornan bien. El muchacho que duerme con los
comen nada y sólo toman un poquito de agua en una camasita por medio de aspirantes a brujos y que los sirve, antes del amanecer, los baña con agua ti-
un pitillo. La comí~ pone hedionda la casa de los hekura y el agua los ahoga. bia. Después les pinta el cuerpo, todo punteado, y les pone los adornos nue-
El tercer día, igual. Al cuarto día los maestros comienzan a cambiar el vos. Cuando ya ha amanecido, los maestros los mandan sentarse cada uno en
canto, porque ya los alumnos aprendieron el otro. Entonces invocan a algu- su madero.
n~ hekura que curan, como Hekurayoma, Preíyoma y Hasup-triyoma, los Es-
Así pasó con Nakishewe y Rakoiwe. Nakishewe se hizo soplar yopo por
pmtus sapos, que curan la fiebre. También llaman a Mayep+riwe, Espíritu tu- el muchacho y después de un rato se puso a cantar solo:
cán; a Werehiriwe, Espíritu loro; y otros. Vienen y se van. De noche, los -Hekura: vengan ya, vengan ligero. Allá viene el Espíritu sapo, bailando
alumnos se despiertan y comienzan a tomar yopo por su cuenta; y también
y dando vueltas. Viene el Espíritu bejuco, bailando y haciendo asf con el bra-
por su cuenta comienzan a cantar: zo. ¡Qué tetas grandes tiene!
-Allí vienen los hekura. Vienen todos con su corona en la cabeza, llena Todos los demás brujos se han enyopado, pintado como tigres o con
de plumón ... En los brazos traen su adorno de plumas de rey zamuro .. . otros dibujos y se han adornado bien. Rakoiwe también se sentó para que le
El maestro entonces, al oír a su alumno, viene y se sienta a su lado; man- soplaran yopo y se volvió a acostar. En fila, entonces, los brujos salieron a
da que le soplen yopo y dice: buscar el palo que representa el cerro donde viven los he.kura . Mientras tanto,
. -Sí, los hekura están viniendo. Aprovechan el silencio de la noche para en el suelo y cerca dél chinchorro de un alumno, el muchacho servidor había
verur. Ayer nos oyeron y ahora vienen. hecho un hoyito, y otro cerca del chinchorro del otro. Los brujos agarraron
Vuelven a cantar los maestros y los alumnos a repetir. Luego se van a entre todos· el palo, como si se tratara de un verdadero cerro de piedta. Eran
acostar. Al otro día, enseñan el canto de los hekura que han recibido el día cinco o seis, pero parecía que no podían levantarlo. Con mucho esfuerzo lo
antes, canto para curar enfermos. venían trayendo , mientras cantaban:
Lo mismo se hacen en los días siguientes. Ahora los maestros no ludan -Hijo, hijo: canta , canta que ya viene la casa de los hekura .
ya la piel de tigre en la cabeza, sino una corona de cogollo de cucurito, bien Cada dos o tres pasos descansaban. Sudaban como si fuera una casa de
regada de plumón, que es el adorno con el que siempre aparece el Espíritu ti- piedra de verdad. Tardaron como una hora para traerlo, y con cuidado, para
gre. En esos _días los maestros se pintan bien con onoto encarañado y en la que no se les cayera. Mientras el palo iba acercándose, a Naldshewe le sopla-
c~ra s~ rasgunan el color como para asemejarse al tigre. En el cuerpo se ha- ban más yopo. Cuando lo tuvo cerca, se puso a gritar:
aan pmtas como las del tigre. Es que en esos días invocaban a f rariwe el Es- -¡Aaaaaa+++! Aquí viene un cerro hacia mí. ¡Aaa++ ! El cerro viene
píritu tigre, para que viniera y entrara en el pecho de los nuevos brujo's. Co- temblando; me va a caer encima; me va a machucar. Hoy va a ser el fin de mi
rrían hasta fuera del shapono, limpiando el camino y gritaban: vida. ¡Mamá, ven, ven, que el cerro me va a matar!
-Alla viene el Espíritu tigre. Y se puso a llorar desesperado. Entonces se le acercó un brujo y le dijo:
El Espíritu tigre es el más poderoso de todos los hekura. El muchacho lo -No llores, que es la casa de los hekura.
ve y se asusta; cuando lo ve cerca tiembla, grita y llora: Los brujos metieron con cuidado el palo en el hoyo , fijándolo bien.
-El Espíritu tigre me va a comer. ¡Aaaa+! Cuando soltaron el palo, Nakishewe cayó tendido atrás, desmayado. En se-
El brujo le recuerda que ha prometido no tener miedo y lo aníma a lla- guida los maestros le abrieron las piernas y los brazos. Esto lo hacen si el mu-
marlo. El v_iene y se queda definitivamente en el cuerpo. Si está, los otros he- chacho no se ha caído así. Su madre y sus hermanas se pusieron a llorar duro:
kura se ~an Y se ~ue~an; si no, a lo mejor se van. El Espíritu tigre es el muchacho había pasado tanta hambre .. . Los otros les pedían que no llora-
como su Jefe. Al Espíritu tigre lo llaman también Mashaimariwe. ran , que lo que estaban haciendo era para su bien. Lo dejaron un rato así.
Ahora también invocan a los hekura que tienen que venir de lejos. Husi- Los brujos volvieron a tomar yopo. El primer maestro, entonces, se agachó y
we cantaba: cantó al oído de Nakishewe:
-Escucha bien. Los hekura eternos vienen de Shekerei. Ahora están todos -Oye. Ahora tú estás sin sentido, pero tienes que escucharme este canto,
en Ja ~aja del_Shukum+na ke u. Se han bañado en el caño; ahora, en la laja, para que lo cantes mañana -. Y le enseñó éste: - Tuku, tuku, tuku aaa ...
se estan poniendo plumón en la cabeza y adornándose. Ya vienen pasando Tukutukuyoma viene bailando, atrás y adelante; viene llegando .. . Tú canta
por el cerro de Kashanae y trayendo mucho viento. esto cuando quieras que el conuco te dé muchos plátanos.
El alumno repetía. Después vino el segundo brujo que le estaba enseñando y le cantó otro
Hacia el final de la enseñanza, los maestros y los jóvenes van a cortar un canto. Luego otro, con otro canto. Entonces lo agarraron por las muñecas y
palo para cada alumno. Un palo duro. Lo pelan fuera del shapono, para que lo balaron para que se sentara. Le soplaron más yopo y le pidieron que cantar
no vea la gente. Lo pintan, lo bañan en leche de pendare, para poderle pegar así:

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-Ha llegado la casa de los hekura me ha machucado y me he desmayado. Jiente como nadie. El viento soplaba y Husiwe le decía a su alumno:
Bien pesada es la casa de los hekura... - . Y, por su parte, agregó a los hekura que - Allá viene Aiamoriwe: llámalo, llámalo.
estaban en su casa: - No me abandonen. Ustedes se quedan para siempre conmi- Entonces llegaba Aiamoriwe y por boca de Husíwe decía:
go, hasta el fin de mi vida. Yo necesito que me defiendan, que defiendan a mima- -Aquí estoy. He escuchado esa voz que me llamaba desde lejos. Yo no la
dre. Por eso llevo días molestándolos a ustedes. No se vayan. La casa de ustedes conocía, por eso he venido a ver quién era.Eres tú que me llamaste; yo no he
es la mía para siempre. traído mi arco y flechas , ni mi flauta de bambú, ni mis adornos, pero volveré
Siempre hay mucha alegría cuando sale un brujo nuevo. Así hubo enton- y me quedaré definitivamente.
ces. Y, si el brujo sabe cantar bien, la gente se pone más contenta. También aprendió a invocar a Nosiyemoriwe, el espíritu de otro indio
A Nakishewe lo mandaron acostarse. Los brujos salieron a buscar el palo antiguo, muy bravo. A veces, cuando se oía el viento pasar por la selva, Husí-
de Rakoiwe. Y todo se repitió igual. we le decía a Nakishewe:
Después de esas cosas los alumnos se siguen quedando allí. Toman la -Mira. Allá pasan los hekura que Koatowe está llamando para que vayan
parte más fina del carato de plátano y comen un plátano asado. Chupan agua al pecho de Rakoiwe.
con un pitillo. Y también aguamiel. No comen caceóa ni cambures ni otras Después de esa nueva enseñanza, que duró muchos días, Nakishewe reci-
frutas. No hablan con nadie, sólo entre ellos y el muchacho que les sirve. Pa- bió otra, más tarde, allá en Shamata, otro lugar bueno para hacer brujo. Los
san el día acostados. Los otros días, se sientan por la mañana, toman yopo y Namowei-theri ponían mucho cuidado en hacer bien a sus brujos. Ahora han
cantan; luego se acuestan. pasado muchos años. Nakishewe y Rakoiwe se han vuelto buenos brujos. Vi-
Cuando el alumno ya sabe bastante bien, el maestro lo hace levantar y ca- ven en Patanowe-teka.Se ve que siguieron los consejos de sus maestros 18 .
minar pasito, cantando, acompañando el canto con movimientos. Después lo En un grupo Yanomami muchos de los hombres son brujos, porque así
manda sentarse otra vez. Debe caminar con cuidado, como una mujer encin- pueden curar enfermedades, defender a su gente, ser buenos cazadores: Entre
ta, porque cualquier tropezón puede hacer salir los hekura. ellos, sin embargo, siempre hay alguno que sabe más. Es el brujo que sabe
Nakishewe y Rakoiwe pasaron como quince días allí. Una tarde, los bru- sacar cosas de su garganta, cuando se convierte en el Espíritu tucán. El tucán
jos tomaron yopo, cogieron uno de los palos que representaban la casa de los traga semillas grandes y después las vuelve a sacar por el pico.
hekura y, poco a poco, con mucho esfuerzo, lo llevaron lejos, dejándolo en El primer brujo que vi sacando cosas de su garganta fue el viejo cacique
un peñascal, parado entre unas piedras. Después se llevaron el otro palo y lo de los Pishaasi-theri que se llamaba Shokouwe, padre de Rashawe. El des-
pusieron cerca del primero. Quedaron abrigados donde no goteaba el agua, pués se murió en una epidemia. Una vez, estando en Patanowe, Husiwe lo in-
donde no los pudiera alcanzar el enemigo. Allí se quedan esos palos hasta pu- vitó a que viniera a brujear. Vino, todo pintado y bien adornado. Se juntaron
drirse. Sí se muere el nuevo brujo, hay que quemar los palos. alrededor los brujos.El dijo:
Al día siguiente de eso, salimos de wáyum+ hacia Hahóta. Los nuevos -Ahora les voy a mostrar cómo sé sacar cosas de mi boca. No. soy yo que
brujos no hablaban, iban detrás de los viejos, mientras que los otros jóvenes las saco, es el Espíritu piapoco. Nuestros enemigos, los Konapuma-theri, mata-
iban adelante. Al llegar a cualquier cañito, los jóvenes cortaban un palo y lo ron a uno de nuestros niños. Ahora ustedes van a ver cómo yo he matado a
tendían para que ellos pasaran por encima, sin mojarse. Así hacen porque los un niño de ellos. Lo maté y me lo comí.
hekura que tiene el brujo nuevo son como recién nacidos y se pueden ahogar. Yo miraba, pensando que fuera un embustero. El se enyopó. Cuando es-
Pasando los días, Nakishewe y Rakoiwe comenzaron a comer algún pes- tuvo bien borracho, se sentó y pidió que le trajeran una hoja. Le trajeron una
cado y, después, alguna ave. Monos no, porque el humo para cocinarlos hace de casupo y él la puso en el suelo. Se paró y comenzó a cantar invocando al
escapar a los hekura. Para bañarse se sentaban a orillas de un caño y se lava- Espíritu piapoco. Después se puso a torcer el cuello hacia un lado y hacia otro.
ban. Nunca se zambullen ni se meten adentro, porque los hekura se ahoga- Volteaba la cabeza. Hacía unas muecas feas . Al fin se agachó e hizo:
rían. Después de un mes, se fueron acostumbrando a la vida de los demás. -Ho, ho, ho , ho ... -. Se metió los dedos en la boca y sacó un hueso con
Pero a cazar no, porque para cazar se necesita correr: al ponerse acezoso, se carne pegada: era un pedazo de espinazo del niño. Parecía cacería. Lo mostró
comprime el pecho y los hekura se ven obligados a irse. Tampoco podían ha- Y' dijo: - Miren. Este es el espinazo del niño que me he comido. Miren bien
cer nada con las mujeres, porque los hekura se hubiera ido también. para que no digan que estoy engañando. Esto hago porque tengo póder. Us-
En el viaje que siguió, los dos comenzaron a curar a un niño enfermo de tedes vieron que no tenía nada en la boca; ustedes me oyeron cantar.
disentería. Entonces ya ellos salían de cacería con los demás hombres. Tiem- (18) A Ja muerte de Husiwe, Nakishewe y los demás Wánitima-theri se separaron de los
po después volvieron los dos a ser enseñados: Nakishewe en Makararop+wei Patanowe-theri dando origen al grupo de los Sheroanap+weí-theri. Las hostilida-
y Rakoíwe en Patanowe. También entonces tenían que ayunar y tomar mucho des que siguieron a la separación de ambos grupos, originaron la muerte de Nakís-
yopo; sin vivir en una casa especial, pero sí aislados de los demás. Recuerdo hewe e n 1976.
Rakoiwc, por su parte, sigue siendo uno de los líde res de los Pata nowe-theri. Sus
que Husiwe le enseñaba a Nakishewe nuevos cantos y a llamar nuevos heku- parient~s dicen que ahora llora mucho y está pe rdiendo la vista por haber matado a
ra. Llamaba a Aiamoriwe, el espíritu de un Yanornami antiguo que era va- dos mujeres en un ataque contra Jos Sheroanap+wei-theri.

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Le costó sacarlo. Se retorcía, le salía sangre, ho , ho, ho, ho ... Al fin sa-
Todos miraban atentos: Jos otros brujos, los jóvenes. Yo estaba pasmada; lió. Era un hueso de Ja cadera de un niño. Lo puso en la hoja y allí mismo se
pero dudaba de que fuera verdad ... desmayó. Husiwe y Koatowe lo socorrieron. Po, po, po, po ... lo sacudieron.
-Y si no creen - dijo , - voy a sacar más -. Y puso el pedazo sobre la Estaba todo sudado. Su hermano le enderezó el cuello, lo sopló. Husiwe lo
hoja, lleno de sangre. Hizo: - Ho, ho , ho, ho ... - escupiendo mucha sangre. - soplaba detrás. Yo tuve miedo de que se muriera. Al fin volvió en sí. Comen-
Yo sé que aquí hay gente que no cree. El que no cree que venga a ver. El Es- zó de nuevo a hacer ho, ho, ho, ho ... y volvió a desmayarse . Entonces lo aga-
píritu piapoco viene a nú pecho desde que comencé a ser brujo. rraron; lo sentaron; le mojaron la cabeza; le lavaron la cara. El volvió a reco-
Yo me asusté, pensando que se refería a mí, y me quedé mirando, aten- brar el sentido. Pidió agua y le dieron. Se lavó la boca y escupió .
ta. El se puso a cantar, dando vueltas para acá, para allá, y dijo: -Ho, ho , ho, ho .. . - hizo de nuevo, escupiendo sangre. En seguida sacó
-El Espíritu piapoco está aquí. Le duele la garganta. Pero, para que otro pedazo de hueso. Era del espinazo, igualito, con su carne todavía pega-
vean, él va a sacar otro pedazo del niño que me he comido-. Torció el cuello da , como si no hubiera masticado. - Miren - dijo , y mostró el hueso. - Este
e hizo: - Ha, ho, ho , ho ... niño ya era grande y me lo be comido. Me he vengado. Sus hekura habían co-
Parecía sofocado. Sacó otro pedazo de hueso chorreando sangre. Era la mido a mi nieto. Yo supe quién lo había matado . Dejé pasar dos pijiguaos
quijada del niño, sin muelas, sólo dienticos. Yo pensé que fuera de mono. Lo para que se olvidaran. Ahora los sorprendí comiéndole a un niño de ellos.
levantó y vimos: chorreaba sangre. Miren . ¿Es verdad o no es verdad?
-Miren - dijo. - Esta es la quijada del niño que me comí ayer. Sus pa-
-¡Verdad, verdad, verdad! - decían los otros brujos. Entonces le dijo
dres están bravos. Por eso yo les dije a mi nuera y a mis sobrinos que tengan
Husiwe: - Yo quiero que me enseñes. Yo también quiero hacerlo.
cuidado con sus hijos. Yo les he hec!lo daño a ellos; ahora ellos quieren venir
-Cómo no - dijo Yaminawe-theri. -Al que quiera aprender, yo le enseño.
a vengarse. Pero no van a encontrar mis rastros. Yo di una vuelta larga; me
Yo llamo al Espíritu tucán para que venga a su pecho.
fui por los Irota-theri y anduve por el camino de los Amahiri , saliendo por et Después de esa tarde, Yam.inawe-theri pasó como una semana con lagar-
lado de los Watanarni-theri; atravesé el Parauwe ke u y llegué a mi shapono. ganta enferma. Hablaba ronco . Le dio calentura. Husiwe lo iba a brujear. Su
Es dificil que encuentren mis rastros. A lo mejor les van a echar la culpa a los hermano y el hijo de Repowe también. Al fin se curó .
Watanami-theri, porque allá también hay gente brujo .. . Aquí está para que Yaminawe-theri cantaba bien, brujeaba y curaba a muchos enfermos. A
vean y crean -. Así dijo y colocó sobre la hoja otro pedazo. Seguía escupien- una Shama-thari que estaba muy grave por el waka móshi, él la brujeó, le
do sangre. Le soplaron más yopo y él volvió a cantar: - Ahora sí creen - dijo. chupó la cabeza, la espalda. Pidió una hoja y se la trajeron. Husiwe estaba
- Envuelvan esto y vayan a botarlo en alguna cueva o en algún hueco de ár- sentado viendo. Al rato Yaminawe-theri hizo:
bol para que nadie pise esos huesos -. Allí se puso a roncar como animal, es- -Ho , ho, ho, ho ... el Espíritu tucán tíene que sacar afuera las cosas, para
cupió más sangre, volvió a cantar. Despues tapó sus rastros. curar-. Le chupó la cabeza a la mujer y sacó de la boca un pedazo de funcia
Había terminado la función. Yo me quedé toda aquella tarde pensando. brava. - Esto es kówá mashi- dijo. - Miren-. Y lo puso sobre la hoja. Des-
Dudaba. A Husiwe le pregunté; pués sacó un pedazo de waka móshi y dijo: - Miren. Este waka móshi no es
-¿Es verdad eso o es mentira? de aquí. Es waka móshi de los Poreta-theri. Allí está. E1 que quiera sembrar-
-El es brujo y sabe. Yo no sé. Yo he visto a otros brujos hacer lo mismo. lo que lo siembre -. Y escupió. Siguió cantando, dando vueltas. Se hizo so-
En otra ocasión, estando en Wánitima, le dijo un día Yaminawe-theri a plas más yopo. Se revolcó. Decía: - Está muy fuerte este waka móshi. Si yo
Husiwe: no estaba aquí, esta mujer se iba a morir.
-Prepara yopo. Volvió a chupar y escupió boronas, como si fueran de mañoco, blanquitas
Husiwe lo preparó con las semillas que le habían dado los Irota-theri. Era y olorosas.
media tarde y los brujos se enyoparon. Yaminawe.-theri comenzó a cantar. -Huelan, huelan. Allí está la funcia venenosa.
-Siento malo el cuerpo - dijo, - porque ayer en la tarde salí por ahí y Los otros miraban, olían y decían:
robé un niño. Lo maté y me lo comí. Ahora quiero mostrarles los huesos de , -Verdad, verdad.
lo que he comido. Yo no creía mucho, pero me quedé aturdida. Después él volvió a cantar
-Bueno - dijo Husiwe; - queremos ver si tú sabes de verdad sacar cosas y a chupar la cabeza, la frente , el cuello .. . volvió a escupir boronas de aquel
de la garganta. Yo todavía no te he visto así. daño.
-Sí - dijo Yaminawe-theri. - Yo antes no sabía, pero ahora los Espíritus -Esto es lo que te mataba - le dijo a la e.n ferma. Y a la su~gra : - Ma_ña:
de los tucanes han visto que mi pecho es bueno y han venido-. Comenzó a na báñala con hormigas negras, que esta fiebre no la mata, es fiebre de ko wa
cantar un rato. Después hizo: - Ho, ho , ho, ho .. . - mirando para arriba, tor- mashi y waka móshi. Ya yo se los saqué. Báñala, que ella se va a curar.
ciendo el cuello, sacudiendo la cabeza. - Hijo - le dijo a Husiwe, - manda En efecto, la mujer se curó. Yaminawe-theri cu raba a muchos. Los bru-
poner una hoja aquí-. Uno lo puso. Entonces él dijo: - Voy a sacar un hueso jos que sacan cosas por la garganta valen, pues, porque curan mucho.
del niño que me he comido.

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Entre los Shekerei-theri había conocido al primer brujo, aquel Ararnarni- quemaan la concha del árbol ama asi, que da una ceniza muy finita, y ésta la
'i si-theri que se llamaba lr+we. La mayoría de los brujos viejos Aramamisi- mezclaban con el otro polvo. Así estaba listo el yopo. A veces, con unas hier-
bas hadan un yopo mucho más fuerte que el cuajo. Casi pone locos a los que
;i theri sabían sacar cosas por la garganta, porque ellos tienen unas hierbas con
las que hacen un yopo muy fue.r te y les viene el Espíritu tucán. lo huelen.
! 1
Para ser brujo hay que oler yopo. Aprender desde muchacho, como he Allá en Wánitima, una vez que Husiwe no estaba y había hecho un yopo
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l
1
explicado. Entre los Narnowei-theri había casi la mitad de los hombres que no
eran brujos porque no olían yopo. Así era Hayamamok+we, el viejo cacique
fuerte, Remorima dijo:
-¿Será verdad que oliéndolo se ven cosas bonitas?
1 -Vamos a probar - dijimos las demás mujeres.
' 1 de los Wanitima-theri; así Repowe, jefe de los .patanowe-theri; y así Arama-
1
mok+we, jefe de los Tetehei-theri. Amuhuwe tomaba yopo, pero después del ~n~onces ella sacó el yopo y lo preparó en el tiesto. Shapotama le sopló a
disgusto de que se le murieron varios hijos, dejó de ser brujo. Lo mismo dejó Remonma y és_ta quedó borra.cha. Se tiró al suelo, cayéndole el moco, y se
de serlo .Sharnawe. acostó en su chmchorro. Lo mismo le pasó a Toroma. Las demás olimos de la
Los brujos deben tener buena voz para cantar bonito y pecho grande mano, sin soplar con bambú. Yo comencé a ver el shapono que daba vueltas
para que les vengan hekura. Con la práctica llegan a ser dueños de muchos y no me levanté por miedo a caerme. Cuando Husiwe llegó, regañó a Remó-
hekura. rima que estaba todavía borracha.
Es una suerte ser esposa de un brujo. Una llega a ser madre de un heku- -¡Cuidado! Si tomas mucho, te pones a correr por Id monte, te encuen-
ra. Así creen. Cuando un brujo Namowei-theri estaba en casa, los hekura ha- tran los Yawari y te llevan.
blaban: D~sd_~ ent~nce.s quedamos con miedo y no volvimos a oler yopo.
-Ya nuestra mamá está viniendo de pescar-. Así decía Husiwe enyopa- ~, h110 M+ramawe nunca tomó yopo siendo muchacho, sólo una vez en
do. Topra1 que se puso a correr como loco. Ahora que hemos vuelto adonde los
A veces Ja gente le preguntaba al cacique: Yanomami, sí lo toma. Al oler el cuajo dice que ve todas las cosas bonitas
- ¿Dónde está Napeyoma? los cerros cubiertos de plumón, y de lejos que vienen muchos pájaros. Cuan~
-Pescando - contestaba él. - Le mandé a Prororiwe y Prororiyoma, que do huele el de parara dice que ve venir el río fuerte, espumoso, color de san-
saben pescar muy bien, para que Ja ayuden. gre, y arriba ve relámpagos, relámpagos bonitos. Cuando el pararo está muy
A veces regresábamos sus mujeres con muchas cacaradoras. fuerte, entonces ve también animales y, encima, el tigre. Los dos tipos de
-Eso es - decía él - porque yo mandé a Prororiwe para que le enseñara a yopo producen saliva y mucho moco, pero sirven para llamas a Jos hekura y
su mamá dónde hay que pescar-. Y a nosotras: Ustedes no lo vieron, pero él para curar. Dice mi hijo que le gusta más el yopo de parara por los colores
las acompañaba. que ve; pero lo hace gritar, porque ve el río y al tigre que le vienen encima.
Ahora, los hekura pueden abandonar a un brujo si se enferma mucho y El yopo lo sopla un hombre por medio de un tubo de bambú en las nari-
lo dejan cuando se muere para irse al pecho de otro brujo o a los cerros de ces de otro. A Husíwe a veces se lo soplaba Sh+r+koma, Toroma o su hija
donde han venido. Remórima, especialmente cuando había prisa para ahuyentar un tigre o curar
Husiwe sabía bastantes cantos. Cantaba bonito. Los enfermos venían a un enfermo. El brujo lo puede oler directamente, si es el caso, cogiendo el
llamarlo para que los curara. Un día, estando en Wanitima, yo y Shapotama yopo con los dedos.
nos pusimos a remedar cantos de brujo: Y el yopo se lo llevan los hombres consigo a todas partes. En una calaba-
-Los Shama-thari, atravesando el rio, bailaron para los Waika y se caye- za, o en el carcaj si es que van de cacería. Decía Husíwe:
ron al río. -Este yopo que tomaban los antepasados lo llevo conmigo. Hago como
-No canten eso - nos regañó Husiwe. - Les va a hacer daño. Los hekura hacía Omawe.
les van a soplar flechas en las orejas y en los ojos y ustedes se van a quedar En Patanowe Yaminawe-theri había sido capaz de curar a una mujer que
ciegas y sordas. Nadie las va a poder curar eso. era estéril. Era Resimi, la esposa Shama-thari de Repowe, gordita ella, echa-
Ahora, sin yopo no puede haber brujo. Entre los Namowei-theri había da a perder con shapo. En efecto Resimi volvió a tener hijos. Se la había traí-
casi solo yopo hecho de cuajo. Iban al monte, pelaban el cuajo, le raspaban la do Repowe antes de llegar yo a vivir con los Namowei-theri. Pero, aJJí, un
parte de adentro de la concha, embojotaban las virutas y las traían a la casa. hombre llamado Korok+we, que también la quería, por envidia la había echa-
Echaban las virutas en una barbacoa y colgaban ésta sobre el fogón para que do a perder. Cuando se le echa shapo a una mujer, ésta deja de tener hijos.
se tostaran. A veces la guindaban al sol. Después trituraban las virutas sobre El shapo se prepara así. Se busca el comején que se da en el suelo. El in-
un tiesto, refinando con un hacha de piedra para que saliera polvo. Echaban dio lo parte y le saca un gusano que tiene adentro, blanco, de culo grande. Lo
esto sobre una guapita y cernían sobre una hoja de miyóma. Lo que no pasa coge y lo ensarta en una espina que va a clavar alto sobre el fogón, de manera
se embojota y se guarda para cuando se quiere tener material de todos mo- que no se vea, y allá deja que se tueste. Después busca un arbolito que en sus
dos. Lo demás lo embojotaban y lo guardaban guindado. En un tiesto aparte ramas cría algo así como espuma. Dentro de esa espuma se crían muchas ma-

194 195
ripositas. El indio quiebra la rama y recoge las maripositas. En una espina de
miyóma ensarta como diez o doce de ellas, las embojota y las trae a la casa.
De noche , cuando nadie le vea, lo guinda sobre el fogón para que se vaya tos-
tando parejo con el gusano. Al día siguiente tritura bien las dos cosas y mez-
cla bien. A veces le agrega una funcia, para que tenga olor, y luego guarda el
polvo en uno o más bojoticos de miyóma , y espera la ocasión para tirar el
shapo .
Cuando se quiere echar a perder a una mujer, el indio carga el bojotico
: 1 en su carcaj o en su brazal. En el momento oportuno mezcla el polvo con un
1 ¡

poquito de plátano, masticándolo y, al descuidarse la mujer, se lo tira detrás. CAPITULO XIV


Si le cae en Ja nalga, mejor. Y si le cae debajo del ombligo, mejor todavía.
1
Pero más fácil es echárselo encima, cuando la mujer está dormida; así nadie El Tribunal de la Macana
se da cuenta. Después de dos o tres años, como la mujer no tiene hijos, se da
l cuenta la gente. Y comienzan a totumear: -¿Quién le habrá echado shapo a
esa mujer?
Cuando creíamos que el pijiguao ya estaba maduro, volvimos a Makara-
rop+wei. Sí, estabª-. Hubo, pues, reahu, pero sólo para los Namowei-theri.
Con el shapo la mujer se pone gorda, de una gordura falsa; dicen que le Comimos bastante pijiguao y dejamos verde para más tarde. Mientras tanto
1
viene la regla dos veces al mes. Si no la brujean, se queda sin hijos para siem-
1

'
salimo_s de nuevo d§ 'wáyum-i-: rumbo al ria grande esta vez.
pre. Su marido tendrá que buscarse otra mujer. Sólo algunos brujos son capa- CQando llegarnos, me asombró el tamaño del río. Pensé que fuera el
ces de curar a la mujer que es estéril por culpa del shapo. Así era Yaminawe- Cauaburi, porque también tiene aguas blancas; pero me extrañaba que aquí
theri. Para brujear hace como si partiera el comején y matara el gusano. Des- hubiera tanta yagua, mientras que en el Cauaburí no había visto. Claro, era el
pués chupa a la enferma y le saca el gusano, las maripositas y la funcia, todo Orinoco. De allí remontamos dos días por la orilla para hacer el puente don-
hecho una masa, en fin todo lo malo que tiene adentro. Es el espíritu de esos de el río era más angosto, arriba de la boca del caño Yapitawe ke u . Como
bichitos lo que no deja a la mujer tener hijos. Así dicen. había mucha plaga, hicimos los tapirís monte adentro.
El shapo lo echa el hombre sobre la mujer. Ninguna mujer se lo pega por El río era bastante ancho también allí y los hombres hicieron el puente.
su cuenta. Los Yanomami desprecian a la mujer que no tiene hijos. El marido Como primera cosa Wáyum+we e Ishiweiwe nadaron al otro lado para tender
la abandona. un bejuco grande; y lo mismo de allá para acá: así hacen para poder trabajar
Oigo ahora decir que entre los Iyewei-theri el marido, en caso de guerra, sin ser llevados por la corriente. Debajo de lo tendido fueron hincando esos
le puede echar shapo a su mujer, para que, de caer en manos del enemigo, no palos cruzados, bien largos, porque el río era hondo allí; buscaban palos bien
críe hijos; allá, entre los Wanitima-theri , la creencia era que el shapo tiene
duros. Ponían uno, tendían los troncos para pisar, empataban con otro, así y
efecto sólo si otra gente, distinta del marido, se lo echa a la mujer.
adelante, amarrando todo bien con mamure. Para darle seguridad al puente,
lo amarraron por los extremos a las matas de la orilla. A los lados pusieron
dos barandíllas de mamure para agarrarse la gente cuando pasara. Duró tres
días la construcción. Todo se hizo con los pocos machetes que tenían, con ha-
chas viejas y con haowa. Pero todo el mundo trabajando. Nosotras estuvimos
un rato mirando, luego como había muchos mosquitos , nos fuimos a los tapi-
rís.
Tempranito, al día siguiente, cuando la plaga no ataca tanto, pasamos el
río: primero los hombres, cargando a los niños; luego las mujeres; siempre de
a dos o de a tres , para no pesar mucho. Yo tenía miedo; pasé con mi guatura.
Al fin los hombres volvieron para pasar los corotos.
Al otro lado nos metimos en seguida en el monte, abriendo camino. Iba-
mos en busca de cunurí, que abunda mucho por los lados de los Watanami-
theri. Junto con el cunurí encontramos también mucho seje y miel. Después de
un tiempo regresamos , pasamos por el mismo puente y volvimos a Makararo-
piwei. Los hombres habían cazado mucho durante el regreso.
Yo estaba encinta. Yarotoma me daba consejos. Tenía consejos para
todo el mundo esa vieja. Hasta para Pokorayoma, mujer de Shikitowe, a

196
quienes se les morían todos los hijos que tenían. Nacían enfermizos, se ponían I~ masa las botaba. Si se dejan, al quemarse la olla, por donde están se re-
arnarillitos, se morían. El papá ya se estaba poniendo bravo. Yarotoma le de- vienta. Amasaba, le echaba agua, amasaba. Después guardaba la masa sobre
cía: hojas de c~supo. C::ogía un poco y hacía el fondo de la olla. Lo guardaba so-
-Manda mañana a tu mujer a coger cacaradoras, a coger cangrejos; mán- bre una hoJa. Cog1a más barro amasado, hacía un palito, Jo achataba bien so-
dala por cacao ... bre el muslo y hacía una banda fina; apretando bien con los dedos la iba pe-
Con eso entendía decir que la mandara a acostarse con otro hombre para gando al fondo. Es el hombre que trabajando da vueltas alrededor de la ll
ver si así tenía hijos sanos. También se lo decía al cacique para que se lo dije- y no la olla que da vueltas, sí no, ésta se rompe fácilmente. Iba pegand~ ~~
ra él. La cosa no la decía tan clara para que no entendieran los niños. Pero banda hasta empatar los dos extremos. Sí sobraba un pedazo, lo rompía y lo
Shikitowe era celoso. No sólo no le decía eso a su esposa, sino que estaba dis- echaba a la ~asa. Entoces sacaba otro poco de ésta, hacía otra banda y la iba
puesto a darle palos si salía con otro hombre. Por eso al fin la devolvió a su pegando enqma de Ja ya pegada. Si, en lugar de sobrarle, le falta para empa-
mamá y la recogió otro hombre, de quien tuvo varios hijos. tar los extre,mos, coge ~un poquito y temina de pegar. Así iba haciendo varias
Todo por culpa de los celos. Por eso Yarotoma aconsejaba a sus hijos: vuelt,as, se~un el ta~ano de la olla. Algunas requerían hasta diez vueltas. En
-Ustedes no sean celosos. Si su esposa sigue dándoles hijos enfermos que un dta hacia hasta cinco ollas; pero sin alisar todavía . . Hacía una y la guarda-
se mueren, díganle: "Vete a buscar fruta con fulano; a coger sardinas con ba dentro de _la casa; otra, otra, otra ... y las iba guardando. Al día siguiente
mengano ... "; y así con otro hombre puede que tenga hijos sanos. las tocaba. S1 estaban duras, escupiéndoles encima, las iba alisando, con un
Aquí está la explicación de que Sh+r+koma, como se le morían los hijos, pedazo de totuma por fuera y la _mano por dentro: el fondo, la pared, el bor-
halara tanto por irse con un tal Potep+ma. Amuhuwe también tuvo mala de. Acabado de ahsar., con Ja ra¡a de totuma frisaba el borde. Todo con cui-
suerte con su primera esposa: se le morían todos los niños. Cuando se casó dado. Cuan?o se le q~~braba la oJla, la dejaba para amasar de nuevo y hacer
con Mapruma, tuvo varios: allí esta ese Karetimi que ahora se la pasa en mi º~ª· Tr~ba¡aba ese v1e¡o. Desp~és de dos o tres días sacaba las ollas y las po-
casa. ma detr_as ~e Ja casa, donde nadie pasara, sobre hojas, para que cogieran sol.
Y así como Yarotoma aconsejaba esto, por otro lado no quería que los ni- Al ,med!odta las volteaba. Así durante seis o siete días. Entonces su mujer Je
ños supieran de estas cosas. Acostumbraba decirles a sus hijos: trai~ lena d~ ~a buena ,, de Ja. que dura mucho, y hacía un fogón. Cuando ardía
-No hagan eso delante de sus niños. No está bien. Después ellos comien- b?mto, el v1~10 le poma encima las ollas, boca abajo. Así se quemaban. Si ha-
zan a hacerlo también. Ustedes eran ya grandes y nunca me vieron a mí ha- bta :"guna p1ect:a, la olla reventaba, y él gritaba, chillaba .... El barro se ponía
ciendo eso. bomto, colorad1to . Cuando la olla estaba bien cocida, él le metía un palo por
-Mamá - respondían ellos, - cállate; nos haces pasar vergüenza. d~ntro Y la levantaba. La guardaba y metía otra sobre el fuego. Otra, otra ...
-No lo digo para que no lo hagan - agregaba ella, - sino para que no lo Si, al sa~ar la olla; le veía _algún l.~do mal. cocido, la volvía a poner por ese
hagan delante de sus ojos. Hay tribus donde niños todavía verdes ya están co- lado. Atizaba, poma más lena. Hacia una htlera bonita de ollas.
rriendo detrás de las niñas. Yo lo sé porque lo vi donde hemos vivido antes. .Wakasiwe hacía grandes y pequeñas. Grandes para cocinar cachicamo
Los niños deben crecer, criar cuerpo para andar con mujer. Si se van verdes, manmonda ... Las cambiaba por chinchorros de algodón, por pelotas de alg;
su sexo se seca antes de tiempo y quedan flacos. Tienen que quedarse senta- dón, por ~uayuco, por perros ... Ese viejo las hacía un poco gruesas. Cuando
dos junto al fogón, fríos, secos, porque se echaron a perder con mujer antes se hacen finas, al darle con el dedo, suenan: tan , tan ...
del tiempo. Ustedes no les muestren a sus hijos a hacer eso, déjenlos crecer, _Los ~amowei-~beri tam.bi~n sabían hacer ollas, como por ejemplo Yami-
que cuando estén hechos lo podrán hacer y su cuerpo no se les secará. na~e-then , Repowe, Yoyos1we, pero como en su sitio no había tierra de esa,
En ese lugar los hombres mataron mucha cacería. Cuando por la mañana t~man que buscarla en esta quebrada de los Pishaasi-theri. Entre éstos tam-
hubo reparto, las esposas de Husiwe discutieron, y bravas; yo me quedé sin b.1~n hacían ollas Shokowe, Hakoushima, Reromawe, Kuprereiwe ... En la re-
carne; pero no quería encima de eso aguantar los golpes de Husiwe, que esta- g1~n de los Tetehei-theri también había tierra buena para hacer ollas. Haikia-
ba furioso .. . De manera que, para mayor seguridad, preferí darme una esca- we Y otros 'Yatanami-theri hacían ollas bonitas, porque en el Yapitawe ke u
padíta adonde los Pishaasi-theri. Allá estaba Wakasiwe, que me trataba bien. abunda esa tierra morada, que no tiene arena, buena para hacer ollas.
El siempre me decía: Estando ~o con Wakasiwe, un día llegó Remórima a buscarme. Es que
-Tú eres mi hermana menor. Llámame hermano. Cuando te peguen o te Yº_ e~tab~ encmt~,. corno dije, y casi lista para dar a luz. Husiwe quería que
regañen, vente para mi casa. Y~p+am1 me asistiera en el parto. Con Remórima regresé a Wánitima. Husi-
Ahora me acordaba de él. Su mujer se llamaba Shirimóma. En su casa me we estaba muy enfermo de Ja garganta. ¡Qué malo estaba! Casi no podía ha-
blar.
quedé como quince días. Allá fue donde vi cómo se hacen las ollas. Wakasiwé
iba con su mujer a la cabecera del caño y allá sacaba ese barro pegajoso. No . De allí salimos otra vez de wáyum+ junto al río grande. Los hombres tu-
sirve cualquier barro. Shirimóma se lo traía en la guatura al shapono. Al día Vleron que renovar los bejucos del puente que habían hecho Ja otra vez. An-
siguiente Wakasiwe comenzaba a amasar. Las piedrecitas que encontraba en tes de atravesar, dormimos varias noches cerca del río grande. Yo estaba en-

1QSI 199
cinta de mi primera criatura. No estaba tan contenta de tener hijos por allá: Yo he visto que los nape han enterrado al que les matamos aquella vez. Me-
con ellos me hubiera sido difícil escaparme. Había demorado mucho tiempo jor es que hagan lo que ella quiere. Total, la niñita ha vivido demasiado poco
antes de tenerlos. Por eso las mujeres, al ver que no me salía barriga, me tira- con nosotros. Sus huesos no son eternos. Dentro de una o dos lunas estará
ban una frutica parecida a titiarito que tiene en la punta como un ombligo de todo consumido.
niño; la produce un bejuco de flor blanca o morada. Por el camino donde La gente se fue. Solo se quedaron las esposas de Husiwe, llorando. Y él
hay, las mujeres le tiran esas fruticas encima para que uno tenga pronto hijos. llorando también. Las mujeres tenían miedo de que se pusiera bravo e hiciera
A mí me tiraban mucho, porque tardaba mucho en tenerlos. Ahora esta- algún disparate. A Yep+ami le dijo que se quedara atrás conmigo para ente-
ba llegando mi hora. Había sentido muchos dolores en ese viaje. Esa misma rrar a la niñita. Entonces eJJa recogió hojas de casupo, envolvió a la niña y co-
noche di a luz. Ya Yép+ami estaba avisada. Las dos salimos al monte: ella locó todo sobre una guapa. Con eso nos fuimos a un sitio limpio del rastrojo.
llevando su tizón y yo ... mi barriga lista para alumbrar. Allá nació la niña, Ella cavó con un rasha husi y con un hacha vieja. Mientras yo lloraba a su
muy pequeñita. Yep+ami le cortó el ombligo con un bambú y fue a guardar lado, ella enterró a la criatura con guapa y todo. Después tapó y nos fuimos.
la placenta en una cachicarnera. Juntas regresamos al tapiri. La niñita casi no Con el tiempo me resigné. Pensaba: "Esto lo quiso la Divina Providen-
mamaba, lloraba mucho. Por la mañana vino mucha gente a verla. Yarotoma cia". Si la niña vivía, ¡cuánto habría sufrido entre aquella gente! Yo no hubie-
decía contenta: ra podido más tarde escaparme sin ella. Y ellos no hubieran permitido que la
-Ahora tengo nieta de nape. niña se escapara conmigo ...
Antes de salir, Yep+ami me dio estas explicaciones: hacer un cucurucho Seguimos hasta Patanowe-teka. Dormimos en un campamento; el shapo-
de casupo y dentro recoger muchas hojas; después en el momento de pasar el no lo habían quemado porque los Watanami-theri lo habían dejado lleno de
puente, ir echándolas al rio para que el no uhutip.f., que es el no reshi de los niguas. AJ día siguiente comenzaron a renovarlo. Luego nos metimos adentro
niñitos - una lagartija-, pudiera atravesar el óo junto con su dueña. para vivir todos juntos.
Nos fuimos y comenzamos a atravesar. Yo cargaba a mi niña en un güe- Por esos días los Yaminawe-theri estaban en su conuco de Móramahip+-
nepe que me _había regalado K6nokama. Mientras iba atravesando el puente, wei, sacando plátano, ocumo, algodón. Para traer los plátanos hasta el sitio
e~haba las hojas _al agua. Era la primera vez que tenía una criatura y me pare- de Patanowe tenían que pasar por Wakekeawe kek+, un cerro muy trabajoso;
ció que estaba bien. No le puse ningún nombre, porque los Yanomami acos- por eso habían preferido comérselos allá mismo, cerca del conuco, donde se
tumbran así. Si se les pone cuando chiquitos, como son muy débiles, la gente habían hecho un shapono, el que estaba cerca de un morichal y tenía por
mala les puede hacer daño. nombre Wísapraope. Pero desde allá habían alargado las manos .. . Como te-
Bajamos hacia el caño Yapitawe e hicimos campamento. Estábamos to- nían poco tabaco , habían ido a cogerlo en Masiwe, el conuco de Husiwe y, de
d,os los Namowei-theri. Esa primera noche que llegamos alü, yendo de cace- paso, habían cogido también verada en Wánitima. Nuestros cazadores, que un
na~ nuestros hom~res habían visto un bando de enemigos. Vinieron a avisar y día pasaron por allá, se dieron cuenta del robo y siguieron los rastros de los
salieron a perseguidos. Sólo quedaron cuatro para cuidarnos, más los viejos. ladrones hasta llegar cerca de su shapono . De allí se vinieron derecho a avi-
Y~ era muy tarde para. pasar el río de nuevo. Se ve que se durmieron los que sar. Cuando Husiwe oyó la noticia, se puso bravo y dijo:
cwdaban y algunas. mujeres aprovecharon para picurearse. Se fue Waikayoma -Nosotros los Wanitima-theri no hemos sembrado el tabaco para los Ya-
con otras tres mu1eres, todas Sitoya-theri. Desde allí les quedaba bastante núnawe-theri. Vamos a hacerles sentir cómo duelen nuestros palos.
cerca su tribu. Repowe, cacique de los Patanowe-theri, oyó y le dijo a Husiwe:
Por la mañana vino un hombre a avisar que atravesáramos. Ellos no ha- -Si necesitas gente, aquí tienes a mis hijos y a mi yerno.
bían logrado dar con los enemigos. Decían que eran Híi-theri o Poreta-theri. Al amanecer del día siguiente salirnos. Todos: hombres y mujeres. Subi-
~~sotros cruzamos. Yo volví a echar hojas aJ rio para que el no reshi de mi mos por la loma del Taotaop+wei y luego bajamos; volvimos a subir el cerro
mna no se quedara aJ otro lado ... Pasamos por varios rastrojos. En uno nos Wakekeawe y luego bajamos a un llano; pasamos por un rastrojo de Repowe;
quedamos para dormir y nos alcanzaron los hombres. Ya desde la tarde antes seguimos por una tierra firme, cruzarnos por un moricha] y llegamos a un lu-
mi criatura no había querido mamar. Durante la noche lloraba y se retorcía. gar de selva virgen. Allí nos paramos y los hombres comenzaron a cortar sus
Los brujos la ensalmaban, diciendo que era enfeonedad del óo grande. Yo, garrotes. Los que debían pelearse, los pelaron. Esta vez los habían cortado
desesperada, no sabía qué hacer. La niña estaba moradita. Más tarde se cortos. Los hombres comenzaron a pintarse con unas hojas que se mascan y
aquietó. Cuando amaneció, estaba muerta. La sacudí; pero ya no resollaba. con la mascada uno se pinta de color morado oscuro, como color de chica.
Era muy pequeña y no había podido aguantar el frío. Yo lloraba. Después se completaron de pintar con carbón que habían traído. Así se pin-
En seguida la gente pensó en quemar el cadavercito. Yo no quise. Enton- tan cuando van a pelear.
ces Yarotoma, llorando, se vino con Hayamamok+we. El viejo dijo : En eso, pasaron por allí cerca unos Yaminawe-theri. Habían ido a buscar
- Ella no quiere, porque los nape no queman a .sus muertos . Cuando se un danta cazado el día antes. Al pasar cerca de nosotros, habían oído ruido
muera ella, tampoco le va a gustar que la quemen; quiere que la entierren. de gente cortando paJos. También oyeron a los más jóvenes que gritaban. Mi-
200
? fl1
tabaco y las veradas de ustedes. .
raron un rato ·y sin más siguieron caminando, para llegar rápido a su shapono ver con e1 n es gntaron:
Los hombres de nuestra l a ~ntonc e si no nosotros les vamos
a avisar. Después me contaron que, al llegar ellos, el jefe Yaminawe-theri les ·Vengan ya , Yaminawe-then! Vengan, porqu , '
-
había dicho: 1
-Ustedes ayer se fueron y volvieron con un bojo te de veradas. En nuestro a pegar donde están sentados. tenían miedo. Los Namowei-
conuco no hay. Se ve que fueron a robarlas. Así mismo mi mujer anoche les Los Yaminawe-theri tardaban; paryece .qu:e-theri formaron fila, apoyán-
.t Entonces los amma L
vio muchas hojas de tabaco. Eso como que lo robaron también. ¿Por qué no theri volvieron a gn ar. · · fil d frente a cada lado del shapono. a
me avisaron? Ahora si vienen a pegarles con palos, arréglense. dose en sus palos. Estaban las dos as e l s a '1os Yaminawe-theri; pero és-
Y en seguida mandó a los que no tenían palo que lo consiguieran. Había fila de los Namowei-theri corrió para pbeglalrreon por acá y por allá. Los Namo-
que estar listos. tos antes de rec1·b·ir \os golpes ' se esca b ud e Después volvieron a farmar fila
Cuando los nuestros se acabaron de pintar, nos pusimos en fila y echa- we1-~ then. se burlaron llamándolos co ar · es. .
mos a andar hacia el shapono de los Yarninawe-theri. Antes de llegar, Husi- para recibir ellos los golpes. Así que gntaron.
we, Shamawe, Repowe, Hukoprei, Kumiawe y Ruwawe pasaron adelante. -¡Vengan ustedes a~or.a!. . al estar cerca, tuvieron miedo de pe-
Ruwawe llevaba un palo bonito, de esos que llaman shirimó, que siempre te- Los Yaminawé-then v1meron, pero, l Namowei-theri a pegarles a
E t fueron de nuevo os .
nía guindado en su casa; estaba todo pintado de onoto encarañado, como para gar y se corrieron .. n onces . a tres desmayados. Las mujeres.gnta-
indicar que él no iba de peleador, sino de visitante. También Repowe llevaba los Yaminawe-then y esta vez de1aron ban a los Yaminawe-then para
su shirimó. Cuando estos hombres entraron al shapono, se oyó aquella bu- b Los Namowei-theri se retiraron~ pravo~ .
an. l .t ba su mismo caoque.
lla... Me contaron después que Husiwe en seguida se había puesto a regañar: que vinieran. A éstos es gn a hombres Primero roban y des-
-¿Quién fue que quebró mi tabaco? ¿Quién fue que se robó mis veradas? -¡Corran, cor:an yá! Ustedes no paree:~º robaba~ no le tenía miedo al
Prepárense, porque allí viene mi gente a pelear. Ustedes robaron mis veradas pués le tienen mtedo al garrote. Yo, cua . .
en Wánitima. Ustedes se llevaron mi tabaco de Masiwe. ¿Por qué hicieron eso? pa\o. . - . .eran ero los Namowei-then ru los
¿Acaso los habían sembrado ustedes? Uno no debe tocar lo que es de otro. Entonces los Yammawe-~he'.1 co:1emp; : hubo confusión.
Las mujeres Yaminawe-theri gritaban. Nosotros las oíamos bien, porque dejaron llegar. Los ata~aron a ~1sm;aminawe-theri, separando los dos ban-
ya estábamos cerca. -Así no vale - gntó el cac1q~~ an el palo para recibir el golpe de los
-Allí viene mi gente. Prepárense a recibir sus toletazos - gritaba Husiwe. dos. y mandó a unos pocos que mear
Y las mujeres de allí respondían: Namowei-theri. ontra todos se pelea pacos contra pa-
-Si ustedes han venido para matar a nuestros hombres, mátenlos de una A veces, en lugar de pelear todos~ T . e·· Amatawe y Nakishewé por
vez. Ya que tanto mezquinan sus veradas, mátenlos ya. cos. Ahora iban a ser t r es contra.. tres . . araiw
.. y •Pishewe por
· ·
los Yammawe- ··
. h . Reromawe Hoom+nawe . . do a
-Nosotros no venimos a matar - contestaba Husiwe. - Venimos para que \os Namowe1-t en; , . do sin soltar los palos, e mc1tn
sientan cómo duelen nuestros garrotes. theri. Los demás estaban alrededor, nuran '
Cuando se hacen cosas muy graves, los hombres que entran a un shapono los suyos para que pegaran duro. l drón de tabaco! Tú te irás al fuego
para castigar, van derecho a los chinchorros y les pegan de una vez a los hom- -¡Pega ya! - decía uno. - ¡Pega ya, a .
bres del lugar, dando golpes por todas partes, rompiendo camasas, haciendo .~hopari cuando te mueras: . F n tres tremendos toletazos sobre la ca-
bulla, como sucedió una vez en Kahuusip+wei. Pegan todo lo que pueden, de Pegaron los Namowe1-1;hen. uero - . mbargo aguantó el golpe. Sólo
sorpresa, y después se van, sin dar tiempo a que les devuelvan los golpes. beza de los Yaminawe-the~. Rero;::oer'r:~: sangre ~obre la cara; él se pasó
Pero esta vez no era para tanto, aunque Husiwe lo sentía mucho, porque las quedó roncando c~m~ un tigre. L . hacen pasándose la sangre sobre la cara ,Y
veradas debían crecer más; él las quería repartir entre todos y ni siquiera per- la mano allí y se pinto con ella. As1 lven más valientes. Pishewe se habia
mitía a su propia gente tocarlas. Pegarían, pues, ordenadamente, como man- el pecho; creen qu: de es.a manera :~e~:s los sacaron en seguida y les e~h~:
daba el cacique. caído· }loom+nawe también. Su~ p .. l tó· después de un rato p1d10
Llegamos todos los Namowei-theri. Los hombres de allí se estaban pin- ron ;gua en la cabeza. Hoom+nawe s~ eva~do'.
tando de negro. Casi todos tenían ya su garrote. Algunos estaban llegando del agua y bebió; luego le dijo al que ~e hab~a peg u~ te voy a devolver el toleta-
monte con los suyos. Entonces los Namowei-theri se pusieron en fila, con sus -Ahora me voy a vengar. Ba1a los razas q
palos listos para correr a pegar. Nosotras, las mujeres, nos quedamos atrás zo. . ó en su palo y dijo:
sosteniendo los arcos y Jas flechas. Esto, por si acaso. Debajo del techo, Ru- Amatawé abrió bien las piernas, se apoy
wawe se puso a regañar a un viejo. Sharnawé a otro hombre de allí. Husiwe -Pégame, pues. . . , ero mal y no le hizo casi nada.
se puso a hablar con el cacique Yaminawe-theri, también regañándolo. Yami- Hoom+nawe, que era 1ovencit~, 'i:go, pawe le pegó a Taraiwe, que era
nawe-theri decía: Amatawe se quedó parado. Despues erom l tumbó. Le dejó una herida
.. h . Le dio duro en la mollera y o
-Péguenles todo lo que quieran. Se lo merecen. Yo no tengo nada que Patanowe-t en.
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-¡Allá está! ¡Allá está!
grande, chorreando sangre. Las mujeres gritaban regañando: - ·Ven ven! - me gritaban ellos, asustados.
-Ustedes vienen a derramar sangre de los Patanowe-theri, que no tene- ~nton~es Husiwe y otros se asomaron al patio, miraron lo que volaba y
mos nada que ver con e1 tabaco robado. en seguida corrieron debajo del techo._ Todos _habían a~agado su fogón . Pri-
Es que Repowe - como he dicho antes, - había mandado a su gente para mero decían que se trataba de no resht de arpia; despues, que era pore. Los
ayudar a los Wánitima-theri. También los Rashawe-theri estaban allí por eso. brujos, bajo techo para no ser vistos, ensalmaban con las manos levantadas y
Entonces, como Pishewé no se recuperaba del todo y no habría podido pegar- decían:
le bien a Nakishewe, los parientes lo relevaron con su hermano Nimonawe. -¡Kushu, kushu, kushu, a+! Espíritu anaconda, tenlo amarrado allá en el
Todos gritaban. Los Namowei-theri le decían a Nakishewe que hincara el palo cielo para que no baje. EnróUalo bien. .
para recibir el golpe. Nimonawe pegó y Nakishewe se cayó. Chorreaba san- Al verlo dar la vuelta, como bajando, ellos me gntaban:
gre, pero pronto se levantó. -Ven, que te está viendo y va a bajar. . .
Estos seis no pelearon más. El cacique Yaminawe-theri dijo que ya esta- Yo pensaba emocionada que seguramente era gente. A lo m~3or .iba~ a
ba bueno así. Lo que habían hecho los suyos no era tan grave y, por lo tanto, bajar a nuestro shapono. Y a lo mejor me llevarían con ellos. AUa amba iba
con una herida en la cabeza ya bastaba. Entonces vinieron otros a reemplazarlos. algún blanco. Mi abuelo no podía engañarme. Desp~és que pasó, .muy alto,
Los tres de un lado les pegaban a los tres del otro lado. Hubo desmayados que yo me fui fuera de la casa para ver mejor. Pero ya iba desapareciendo. Me
botaban mucha sangre. Las mujeres chíllaban. La pelea duró un buen rato. dieron ganas de llorar. Había sentido tanta alegria al verlo ...
Los jefes sólo miraban; regañaban a los cobardes que se escabullían. Los indios se amontonaron para discutir.
-No se metan debajo del techo - decían. - Ustedes también son hom- -¿Qué será eso?' ¿Acaso pore? ¿Será pore de napé"? -. Me llamaron y me
bres. Tuvieron coraje para robar y no lo tienen para aguantar un golpe. preguntaron: - ¿Es pore de napeo n.a_fe vivo~ , ..
Las mujeres Namowei-theri les decían a los Yamínawe-tberi: -Para mi son nape vivos - les diJe. - Mt abuelo deoa que los nape pue-
-¡Ladrones! ¡Flojos! ¿Por qué no siembran? Nosotros no hemos sembra- den ir volando por los cielos.
do el tabaco ni la caña brava para ustedes. -¿Y qué están haciendo?
Las mujeres Yarninawe-theri contestaban con otra gritería. Husiwe, en- -Yo no sé.
tonces, les gritó a todas: -¿No será que van a echar epidemia encima de nosotros?
-Miren. Allá queda un pedazo de patio. Vayan a darse toletazos entre -No; ellos no echan epidemia.
ustedes. -¿Será entonces que nos vienen a matar?
A veces también las mujeres pelean con palos, así como hacen los hom- -No; los nape no matan. . . .
bres. Pero esa vez no pelearon. Solamente menearon la lengua. En la tarde de aquel día volvió a pasar el avión. Pasó más baJO Y los in-
Teníamos como dos horas y pico allí. Husiwe dijo: dios se asustaron más. Venía como dando vuelta sobre la ':°aloca. Cuand~ co-
-Vámonos. Y ustedes no vayan más a tocar nuestros conucos. ¡Cuidado menzaron a oírlo lejos, mandaron apagar los fogones. ~Visaban que n~dte se
que, si encuentro sus rastros por ahí, los voy a flechar en las piernas! asomara a ver , porque, si se miraba a los nape, ellos b~Jarf~. Los bru10.~ so-
El cacique Yaminawe-theri miraba a su gente. Habían quedado peor que plaban. Invocaban al Espíritu viento para que lo empujara le3os. Repowe llo-
los nuestros, con heridas grandes en la cabeza: sangraban, sangraban. Pero raba de miedo y decía:
habían recibido su merecido. El no tenía la culpa, porque no sabía nada del -¡Ay, el alma de los nape nos viene a matar!
robo. Las mujere lloraban y me gritaban:
Entonces nos fuimos para nuestro shapono y todos olvidaron lo sucedido. -Por tu culpa ellos andan por aquí.
Un día , a media mañana, todos habían regresado del conuco. La gente Después de dar la vuelta, el avión subió y echó humo. Esto asustó mucho
estaba cocinando ocumo y batata. En eso los hombres comenzaron a parar el a los indios. Algunos gritaron:
dedo hacia arriba, diciendo: -Miren. Está botando candela por el culo.
-¡Pei a+! ¡Pei a+! ¡Pei ke a+!-. Y sin más cogieron sus arcos y flechas. Los brujos entonces empujaban el humo para abajo, hacia la casa de los
Nunca había oído un ruido como ese. Decían: - ¡Omawe, Omawe! Amahiri. Ensalmaron, ensalmaron hasta que amaneció. Muchos lloraban.
Y corrían hacia la entrada para ver sí por los caminos llegaba alguien. Para aquellos indios era el fin del mundo ...
Ahora el ruido se hacia más fuerte , pero arriba, en el cielo . Entonces yo me Los hombres que estaban en los conucos habían corri~o al monte a es-
corrí a la parte trasera de la casa. Miré y vi en el aire una cosa que venía. conderse. Allá se quedaban tirados para no ver. Oían el ru1d~ en el tope de
Volví adentro para avisar. Pensaba que era un avión, aunque nunca había vís- los árboles; miraban; no venían nada. Un cazador bo~ó un cachicamo Y se .~e­
~o ninguno. Cuando era pequeña, siempre mi abuelo me decía que Zeppelin tió en un tronco hueco; otro se metió en una madnguera llena, de muretela-
iba a ~olar. Me acordé de eso y les dije a los indios que era cosa de los nape. gos. Otro, que venía por un camino, vio que de los árboles se ca1an los monos
Me fm al patio, miré y grité:
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delante de él, tiró arco y flecha y se metió en el hueco de una mata. de más cerca. Entonces Husiwe les dijo que, si los P+r+si-theri lo iban a fle-
A mi me preguntaban qué era lo que quería hacer aquel bicho. Yo no sa- char, ellos vinieran a avisar para saber qué había pasado.
bía. M~ pregunt~ban si iba a volver. Yo les decía que sí, porque ya había Después de entonces, cada dos días volvía a pasar el avión, por lo menos
aprendido el camino. Yo no tenía miedo. Los viejos lloraban: hasta que nosotros estuvimos en Patanowe-teka 19
-Ahora tendremos que abandonar este shapono porque el bicho ha Después de eso llegó Makuhawe, un Namowei-theri que estaba casado
aprendido el camino. con una Sitoya-theri. Venía todo pintado. En lo que entró, en seguida Husiwe
Conversaron hasta muy entrada la noche. Tenían miedo de que volviera. y otros hombres empuñaron arco y flechas, gritando:
Uno decía:
-Ese ha venido para hacernos un ataque a traición.
-Mañana iba a sembrar plátanos, pero ya no voy a ir, porque ese bicho Todos gritaban así, pero él, como que no oía bien porque era medio sor-
nos va a comer a todos. do, se quedó tranquilo. Poco a poco los demás se calmaron y lo dejaron ha-
-Ese bicho sólo ha venido a averiguar - comentaba otro. - Después ven- blar. Venía a contar el susto que habían pasado con el avión. Los Namowei-
drán muchos como él para comernos. theri también le contaron que había pasado por nuestro sitio y que yo no ha-
-Eso que ustedes vieron no es bicho - les decía yo. - Adentro va gente. bía tenido miedo. Makubawe avisó que aquellas mujeres que se nos habían
Entonces me preguntaban cuántos iban adentro. Yo les decía que iban escapado estaban en su maloca, casi todas preñadas por los Namowei-theri.
pocos o muchos según el tamaño. H•1siwe al final regañó: Además venía a convidar a reahu. Los N amowei-theri contestaron que no
- ¡Cállense! Ya hay gente enferma. Si hablan del bicho, él va a volver. irían, porque los estaba convidando para hacerles un ataque a traición, a ver
Duerman.
si así se vengaban quitándoles ahora mujeres a ellos.
. En realidad ya había varios indios enfermos de susto. Temblaban; se que- -No - dijo él. - Nadie de nosotros piensa hacer cuestión por las mujeres.
jaban de dolor de cabeza. A la mañana siguiente muchos amanecieron con Mujeres hay en todas partes. Total, esas mujeres, después que hayan tenido
fiebre. Creían que fuera epidemia. Yo les dije que no era eso, sino miedo. dos o más hijos, se ponen viejas y no siiven ni para cargar leña. Las niñas van
Pero ellos no creían. Decían que yo Jos engañaba para que el bicho se los co- creciendo y pronto vamos a tener mujeres nuevas.No tengan miedo, pues: va-
miera cuando salieran al monte. yan a nuestro reahu.
-Si come gente - les tranquilizaba yo, - me puede comer a mí también. -No, no - volvieron a decir los nuestros. - Ustedes quieren vengarse y
Yo no tengo miedo. quitamos mujeres. No iremos al reahu. ·
Aquella mañana todos se quejaban, los que tenían calentura se metieron Makuhawe se fue. A la semana volvió para repetir la invitación. Contó
en el caño y se embadurnaron el cuerpo con barro blanco. Yo estaba bien y que por el rio grande habían remontado unos blancos y que les habían prome-
me reía del susto que ellos habían pasado. tido que, a su bajada, les darían machetes. Husiwe le aseguró que, para no
- Esa no es gente - decían de mí las mujeres. - ¿No ven que no le dio fie- demostrar miedo, irían. Makuhawe se fue. Sin embargo, los Namowei-theri
bre?
no se movieron.
-Si fuera bestia como ustedes - les decía yo, - la fiebre me pegaría; pero, Por ese tiempo los Sitoya-theri ya tenían su conuco en el sitio de Mahe-
soy gente y por eso no me pega. kotho-teka. Por eso eran ahora los Mahekotho-theri. Allí iba a ser la fiesta.
, Entonces los brujos ensalmaron para que me diera calentura, pero yo me Allí era dónde habían visto a los blancos.
re1a de ellos. Pasó un mes y vinieron unos Watanami-theri a informarnos que sus ene·
Dos días después el avión volvió a pasar. Era blanco. Los que estaban en migas les habían matado a un hombre y dos muchachos que estaban en el co-
el conuco se asustaron mucho. Nosotras las mujeres estábamos en el monte nuco. Habían sido Takowe-theri, tribu Waika. El padre de los tres muertos,
pelando pepas de cacao. Cuando oyeron el ruido del avión , algunas vinieron a Mohakiyorewe, tío de Husiwe, venia a pedir permiso para pilar los huesos por
sentarse a mi lado; otras se escondieron en el casupal. Husiwe también se es- e\ lado de acá del río grande, ya que al otro lado era imposible hacerlo con
condió detrás de un palo y con la mano hacía como si quisiera alejar el avión. tranquilidad; mientra~ pilaban, los enemigos hubieran podido atacar y ellos
Las mujeres no quisieron más quedarse para matar cangrejos y volvimos a Ja habrían tenido que abandonar los huesos. Husiwe le dijo que como no.
maloca.
Vinieron los Watanami-theri, pues, de wáyum+, todos, trayendo los hue-
. Al día siguiente llegaron algunos Irota-theri. Venían para ver qué era el sos de sus muertos. Hicieron campamento a media hora de nuestro shapono.
b1c~o que ~olaba. Nos contaron que allá se habían asustado mucho, que se Tres dfas después vinieron a pedir plátanos. Luego nos convidaron a asistí~ a
hab1an corndo todos al monte y que había muchos enfermos por culpa de eso. Ja piladura de los huesos. Muchos fueron a ver. Yo me quedé con otras muJe-
~s Namowei-theri entonces les explicaron que, según decía yo, 00 era bicho
smo gente. O~e yo no tenía miedo y que quería verlo cuando pasaba. Aque-
llos Irota-then nos contaron que los P+r+sí-theri, que viven más arriba donde (19) Eran vuelos realizados entre 1941 y 1944 por_ la Comisión de Lí~ites ve~~zolano­
brasileña para reconocer las cabeceras del Onnoco. Para mayor mformac10n sobre
hay monte bajo, ahora iban a montarse en un cerro alto para flechar al bicho este punto véase Coceo (1972:78).

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res Y nos fuimos al co~u-~o . Los Watanami-theri estuvieron como dos meses
cerca de nosotro~. Hu~1~e _les ofrecía plátanos de los que teníamos en Hahó-
:~· 1:-°~ Patanowe-then h1c:ieron reahu de plátanos e invitaron a los Watanami-
en. n es~ reahu se bebieron las cenizas de la niña Nawer+ma.
Las cemzas. de sus muertos los W atanam1-then
· · no las tomaron porque
~ra~ muy reoente~; además, si son de muertos por flecha hay que c~nservar­
as urante largo tiempo. Las toman de a poquito toda ¡
h , s as veces que van a
acer un ataque ~ara vengar al muerto . Al fin ellos se fueron . Nosotros nos
quedamos unos dtas más allí. Luego el viejo Ruwawe dijo :
-Al ~abo de dos reahu el shapono se pone triste. Los niños están enfer-
mos de diarrea porque el verano calienta Ja tierra y Jes produce eso. Es bueno
d~~- salgamos de wáyum.f. ' para ir a lugares frescos , donde no baya enferme- CAPITULO XV
Dañ.eros Shama-thari
De allí salimos de wayum+ para el sitio de Masiwe. Limpiamos aquel co-
nuco y sembramos . Después seguimos rumbo a los Shama-thari, comiendo
moriche. De allá cogimos hacia Morámahip+wei y encontramos a los Yamina-
we-theri que también estaban recogiendo moriche . Los Patanowe-theri esta-
ban comiéndolo en otra parte. Nos quedamos un día con los Yaminawe-theri,
comiendo dos dantos que habían cazado. Al otro día salimos con ellos. Para-
mos junto al caño Ama ahi kati-upe, cerquita de Kahuusip+weí , donde había
dos morichales. Preferimos quedarnos allí, porque era verano y en Patanowe
hacía calor . ¡Qué frescura a orillas de ese caño! Había mucho cacao cayendo
por el camino de Wakewei y Hahóta. Después llegaron también Jos Patano-
we-theri y fueron a vivir en un campamento cerca de su shapono. Llegaron de
wayum+ los Pishaasi-theri y se quedaron con nosotros. Allá estuvimos como
dos o tres meses .
Al fin Repowe nos mandó a llamar. Husiwe fue a ver. Su tío quería que
nos juntáramos para ir a un reahu de los Mahekotho-theri. Pensando en su
maíz, Husíwe mandó primero a ver cómo estaba. Los jojotos estaban cuajan-
do . Podíamos regresar a tiempo para la cosecha. Así que aceptamos. Manda-
mos a llamar también a los Rashawe-theri y salimos todos, de wáyum.f., para
acercamos poco a poco.
Un día, por el camino, sucedió que Mamokasiwe, que era Pishaasi-theri,
regresando de cacería, vio a su esposa Preímí, una Mahekotho-theriyoma que
él había raptado, lavando cangrejos con otras mujeres a orillas del caño. Pero
con ella estaba un hombre hablando, Moirawe, a quien la mujer le estaba pi-
diendo una guacamaya que llevaba. Mamokasiwe sintió celos y dijo:
-Tú que estás hablando con mi mujer ; corta de una vez tu garrote.
-¿Para qué voy a cortar garrote - contestó Moirawe, - si sólo estoy ha-
blando con ella?
Las otras mujeres también dijeron que él estaba hablando , nada más; no
hacía falta, pues, cortar palo para darse golpes. Mamokasiwe echó a andar; y
Moirawe atrás. Yo estaba más adelante, en otro cañita, lavando cangrejos
con otra gente . Pasaron las mujeres que habían visto a Mamokasiwe provo-
cando a Moirawe y nos dijeron:
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-Vamos a ver a Mamokasiwe que le va a pegar a Moirawe. El muchacho explicó y dijo que después le habían vuelto a soplar en el caño y
Nos fuimos. Por el camino encontramos a Husiwe sentado a orillas de que ahora tenía fiebre y la cabeza a punto de estallarle.
otro cañito. Nos dijo que quería hacer allí nuestro campamento y que los Pi- Husiwe y los otros dijeron que eran dañeros. Los dañeros se untan con
shaasi-theri ya habían pasado para hacer el suyo más adelante. Sería eso de las carbón , luego van en busca del enemigo y con un tubito pequeño de bambú le
cuatro de la tarde cuando oímos la gritería en el campamento de los Pishaasi- soplan el polvo de funda . Para soplarlo es preciso ser tres. El que trae el
theri. Nosotros no nos movimos. Pero Tepema fue a ver y al rato volvió di- daño en una camasita lo echa en el tubo de bambú y se lo pasa con cuidado a
ciéndonos que habían matado a Moirawe. otro compañero , quien a su vez lo pasa a un tercero para que sople. Así ha-
Mamokasiwe le había pegado con palo. Moirawe no se había caído y le cen; no sé por qué. Por eso muchas veces tardan los dañeros en disparar y al
había devuelto el golpe a Mamokasiwe. Este se había caído, desmayado, con enemigo Je da tiempo para esconderse. Si sopla viento, es difícil acertar.
una raja en la cabeza. En seguida había cogido su palo el viejo Horohorowe, Nosotros seguimos. El muchacho iba adelante. Por el camino recogimos
cuñado de Mamokasiwe, y le había venido a pegar a Moirawe. Este, con el mucho cacao. Hicimos tapirís temprano aquel día. Husiwe se hizo una para él
palo hincado y agachada la cabeza, había recibido el toletazo. La gente que y Toroma. Después le dijo a Remórima que su marido hiciera otro para sus
estaba viendo contó que no lo había recibido en el cráneo sino en el cogote. otras esposas. El tenía que brujear a su primo. Este, tendido en el suelo, es-
Cuando lo fueron a recoger, botaba mucha sangre por la boca, la oreja y la peraba. Más tarde lo tendieron en su chinchorro. El dolor de cabeza lo hacía
nariz. Lo arrastraron a su chinchorro y allá dejó de hablar. Estaba muerto. gritar. Daba miedo oírlo. La fiebre no le pasaba. Los brujos se juntaron para
Por eso era toda aquella gritería que nosotros ahora oíamos. ensalmarlo. Lo olían y decían:
Aún antes del duelo, llorando, había venido Y+pinama, hermana de -Es un daño muy peligroso.
Moirawe, a pedirle a Husiwe que fuera a defenderlo. Husiwe no quiso meter- -Es diarrea de un Espíritu del cielo que le ha caído en Ja cabeza - decía
se; dijo que no había peligro; que después él iría a ver ... el viejo Yawarawe.
Ahora venía gente, llorando, a contar lo que había sucedido. Nosotros Husiwe insistía en que era daño bravo soplado por dañeros. Cantaron. Al
salimos de wtiyum+, a la mañana siguiente, y pasamos al lado del campamen- fin el muchacho se durmió.
to de los Pishaasi-theri. Nos sentamos. Rashawe vino a hablar con Husiwe. Amaneció enfermo. Pidió que mandaran a buscar a su suegro Aramamo-
Ellos estaban haciendo candela. A eso de las nueve quemaron a Moirawe. k+we. Su mamá le preparó el tabaco y se lo puso debajo del labio. Husiwe
En eso venía Yaopewe, un muchacho Wanitima-theri, que había salido nos mandó a sus mujeres que lleváramos las guaturas hasta orillas del río
temprano a cazar guacamayas. Con su cola quería hacerse un adorno para lu- grande y que regresáramos para cargar al enfermo. Los hombres estaban cui-
cirlo en el reahu de los Mahekotho-theri. Al llegar, se puso a hablar conmigo: dando el camino. Volvimos y cargamos a Yaopewe en el chinchorro amarrado
-Cuando yo estaba mirando para arriba, donde estaba la guacamaya, sen- a un palo: Remórima, yo, Hoporama, su hermana Pokorayoma. Yo iba de-
tí como si algo hubiera tocado mis flechas. Miré al suelo para ver qué había trás. El peso me magullaba el hombro. Me quejé y logré cambiarme con la
caído y no vi nada; pero sentí olor a funcía. En seguida me entró en la cabeza que iba delante. Los brujos nos acompañaban a los dos lados para impedir
y me dio mucho dolor. Las guacamayas se fueron. Entonces me vine. Me que los dañeros vinieran a soplar más daño. Descansamos en el caño Hapoka
paré en el caño Atahik+ tikeope para tomar agua y en eso volví a sentir que shiipe nopoup+, nos bañamos y volvimos a cargar. Paramos en el caño Toho-
algo había tocado mis flechas. Y de nuevo ese olor fuerte que me había deja- m+ta ke u. Para descansar, los hombres amarraban el palo del enfermo entre
do el cuerpo descompuesto-. Así dijo, se sentó y siguió: - Me duele la cabe- dos matas. Alguna vez nos turnábamos con otras mujeres. Yo estaba muy
za. Siento malo todo el cuerpo. cansada. Después de pasar el Shanishani ké u, al fin llegamos al río grande.
Su mamá, que estaba llorando por la muerte de Moirawe, al verlo con- Estaba muy bajo de aguas. El puente quedaría más arriba. Se podía esguazar,
versando conmigo, le dijo: pero yo les tenía miedo a las rayas que se veían dentro del agua. Atravesa-
- No estés hablando con ella. Allí tienes lo que le pasó a ese hombre por mos, el agua dándome por el ombligo. Pareció más bien que las rayas tuvie-
estar hablando con la mujer de otro. ran miedo de nosotros. Como yo iba adelante, de primera, pisé una; pero
- Yo no estoy hablando feo - dijo el muchacho. - Estoy diciendo Jo que sólo sentí el lomo corronchoso. Debía de ser de esa clase que no tiene púas.
me ha pasado y que ahora me siento mal. Mientras subíamos la barranca, puse el pie sobre una raíz de tavarí, ésta se
Y se sentó a llorar. Se sentía peor. Nosotros llorábamos por el muerto. reventó y yo me caí al agua; menos mal que la mujer que venía detrás era
Al rato lo trajeron en su chinchorro y lo pusieron sobre la hoguera. Lo cu- fuerte y aguantó al enfermo. Volví a agarrar y subimos la barranca. Como no
brieron de leña. De pronto los sesos, donde tenía partida la cabeza, saltaron, podía más, me reemplazaron. Seguimos andando. Pasada la boca del caño
y un pedazo se le pegó en el muslo~ Huimosimi, su hermana. En seguida ella Yapitawe, paramos y se hicieron los tapirís. Los hombres subieron por el caño
fue a limpiarse con algodón y se untó anoto, echando el algodón a la candela. a pescar. Husiwe se había quedado y se puso a ensalmar al enfermo. Así Ya-
Nosotros nos encaminamos. Yaopewe le contó a Husiwe, que era su pri- warawe y otros brujos. Decían que sentían iUS bocas duras y hedentina por
mo, que alguien le había soplado un daño. Husiwe le preguntó dónde y cómo. dentro.

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-A lo mejor - decía alguno - a este muchacho lo han soplado los Y awari. de merey y había recogido un poco para Yaopewe. Este lo había :omido, pa-
A la tarde regresaron los hombres trayendo bocón y rayado. Como eran reciéndole que le había caído bien. Esta mañana el muchacho habt~ ~-regunta­
peces mansos, habían podido flechados fácilmente. Los asamos y comimos. do dónde estaba la mata y se había ido solo. Así le contaron a Hus1we.
Después Husiwé cogió su yopo y fue a ver cómo estaba el enfemo. Lo ensal- Después los mismos enemigos nos c~ntaron ~ue, Yaopewe había halado
mó hasta casi medianoche. Volvió diciéndonos que había quedado bastante un bejuco que pasaba por la mata, pero sm caer runguo merey. Entonces, de-
bueno, que tenia menos fiebre y que había pedido de comer. Le dieron de co- jando su arco y flechas abajo, se había encaramado en la mata. Meneando,
mer rayado con plátano asado. Después Husiwé volvió a brujeado. Cuando meneando había hecho caer bastantes mereyes. Algunos los había recogido
terminó, latieron los perros. · con las manos y se los había comido allá mismo. Al r~to, ~o~o e~a verano,
Yép+ami, que estaba más cerca de aquel caño, oyó un ruido. Volvieron había oído abajo ruido de gente pisando hojas secas y visto md1os pintados de
a latir los perros y se oyó ¡chup !, como si alguien se hubiera zumbado al agua. negro que recogían, sus mereyes. . .
- Estoy oyendo gente - dijo ella. - Hacen ruido en el caño. -Cojan - les habia gritado, - pero dejen para mí también.
-También he oído yo - dijo Husiwe. - Alguien tiene que haberse tirado Luego había vuelto a menear, hacie~do caer más_ mereyes. En eso había
al agua para que los perros no lo mordieran. Dañeros tienen que ser. Asóme- comenzado a sentirse mal. Cuando se bajó, los enemlgos ya no estaban. Re-
se alguien a ver - . Como, por miedo, ninguna de sus mujeres se movía, le cogió mereyes en una hoja de casupo, la amarró, cogió su arco Yflechas Y se
dijo a su hija: - Llama a Napeyoma. Ella no ha nacido en estas montañas, vino Por el camino se fue sintiendo peor. Antes de llegar al campamento, se
pero no tiene miedo. Ella, que ha vivido sola por tierras de los Shama-thari, bañÓ en el caño. Llegó, le entregó los mereyes a su madre y se tiró en el chin-
donde hay tantos tigres bravos, es valiente. Llámala. chorro diciendo:
Remórima me vino a llamar. Cogimos cada cual un tizón y nos fuimos. -Me siento mal, mamá. . ..
Sh+r+koma y Toroma al fin vinieron con nosotras. Entonces vino Poshotom-t-, madre del muchacho, en busca de Hus1we. El
-No tengan miedo. Si son enemigos y las flechan , yo los flecho a ellos - se había ido caño arriba en busca de cuajo. Tampoco estaba YanúnawO-theri.
dijo Husiwé. Nos mandaba a nosotras porque, generalmente , los enenrigos no Le prometimos que Husíwe iría en cuanto volviera. Ella se fue .
flechan a las mujeres. Nosotras oíamos al muchacho quejándose. Le dolía mucho la cabeza.
-Vete tú adelante - le dije a Remórima, - que seguramente son Shama- Husiwe no demoró en llegar. Buscó el yopo de YaminawO-th~ri, olió Y ".°'"
thari y, sí me reconocen, me van a flechar - . Pero ella no quería. Me adelanté menzó a brujear a Yaopewe. Después fueron llegando otros bruJOS Y se pus_ie-
yo y dije: -Déjame, que yo conozco cómo es el curare de los Shama-thari ... ron también a ensalmar. Así hasta la tarde. La gente asaba su pescado. Senan
Sólo te pido que, si me flechan, no me dejes caer en el agua. No quiero morir las siete de la noche cuando vino Husiwe llorando y nos dijo: ·
ahogada. -Se acaba de morir mi hermano. Los dañeros lo volvieron a soplar. Yo lo
Caminamos poco a poco y llegamos cerca del caño. El agua estaba me- he chupado mucho en la cabeza y he sentido muy fuerte olor a funcia brava.
neándose, como si alguien estuviera adentro. Soplé el tizón, miré mejor, ~u­ Ustedes acaben de comer; guarden el resto del pescado por ahí y vayan a llo-
ché. Había rastros en la orilla, pero podían ser de nuestra gente. Personas no rar, que allá están solos llorando. . .
se veían. Tiempo después , llegamos a saber que eran cuatro Jos dañeros es- Los perros seguían latiendo. Nosotras nos dormimos. Ellos lloraron hasta
condidos en la orilla del otro lado, debajo de aquel raícero que llega dentro el amanecer. Entonces vino Yarotoma y nos dijo:
del caño, con el agua hasta el cuello, las caras pintadas de negro, mirándonos -Despierten. Vamos a llorar también nosotras. Cuando uno.no ~ora por
a nosotras. gente que se muere así, a la hora de morirse él, se queda también sm gente
Regresamos. Reroórima se puso a correr. que lo llore. .
-¿Por qué corres si no hay nadie? - le dije yo. Pero ella tenía miedo. Y Yo me fui con ella. Me senté a su lado, cerca del muerto, Y nos pusunos
con razón... a llorar. Husiwe también se vino. Yo le dije:
Informamos que no había nadie, pero que el agua se meneaba, así. .. Más -Mira que los perros siguen latiendo. .
tarde los perros volvieron a latir. Serían de nuevo los dañeros que venían apra Entonces él mandó a algunos hombres a ver. Encontraron ras~r~~ Junto
echarle más daño al muchacho. Los perros no los dejaban hacer. al caño, los siguieron y, al perderlos, se devolvieron. ~ rato Hus1we habló
Al fin amaneció. Allá nos quedamos, esperando que vinieran los Mahe- con Yaminawe-theri; era para saber cuándo y dónde se iba a quemar al mue_r-
kotho-theri a avisar.Ese día volvieron los hombres a flechar pescado. Yo me to. Siendo oscuro todavía, Husiwe mandó a los demás hombres a buscar lena
quedé haciendo carato con los plátanos maduros que en el viaje se habían ma- seca. Limpiaron el patio , hicieron la hoguera y, a eso de las nueve, queinaron
gullado. Comimos. Después Husiwe nos dijo que iba a ver cómo estaba el a Yaopewe. Lloraron y gritaron. Estaban todos asombrados de que uno se
muchacho y a ensalmarlo. Serían las ocho de la mañana. Al muchacho no lo muriera tan rápido por daño. ~ .
encontró. ¿Qué había pasado? Al día síguente, temprano , se levantó Husiwe y a mí, a Remonma Y a
El día antes, viajando, su hermano Kahik+we había encontrado una mata Sh+r+koma nos dijo:

212
-Ustedes· que no tienen niños, lávense bien las manos y vayan a ayudar a cieron fuego y quemaron el palo y el bejuco por el cual se había encaramado.
recoger los huesos; a ver si así hacen rápido, porque yo quiero mudarme hoy Después seguimos, atravesamos el río grande y cogimos por el camino de Pa-
mismo de acá. tanowe. Esta vez nos fuimos al shapono de Makararop+wei. Los Patanowe-
Es que estaban recogiendo sólo la vieja Poshotom+ y un hermano del theri se quedaron en el suyo. A la mañana siguiente, cuando ya estaban ma-
muerto. Nosotras nos lavamos bien las manos, ya que estábamos desyunando duros los plátanos, invitamos a los demás Namowei-theri a la piladura de los
pescado, y nos fuimos. huesos. Al cabo, cada cual se marchó con su camasita de cenizas.
-¿Para dónde van? - nos preguntó Yarotoma que estaba asando sus plá- De allí nosotros seguimos rápido para Wánitima y nos quedamos vivien-
tanos. do en el shapono. Ya había pasado bastante tiempo desde que se habían pila-
-Tu hijo nos manda que vayamos a ayudar a recoger los huesos. do los huesos de Nawer+ma. Estaba el maíz esperándonos. Mucho. Los loros
-¿Cómo van ustedes a recoger huesos? Dejen que los recojan los hom- se lo comían. Los hombres mataban, mataban. Nunca aprovecharon tanta
bres. pluma para hacerse adornos como aquella vez. Los niños iban a cuidar el maíz,
-Nos ha mandado él. Si no vamos, tú sabes lo que nos espera. disparando a los loros con sus tlechitas. En el conuco descubrieron rastros de
Entonces ella le dijo a Husiwe: gente que había venido a robar veradas. Pensamos que habían sido los Irota-
- ¿Por qué mandas a tus mujeres a recoger huesos? ¿No ves que tu hija theri; en cambio, supimos luego que habían sido los Shama-thari. Los hom-
está preñada? Es malo que una mujer así agarre hueso de muerto. Después el bres renovaron el shapono para hacer reahu. Hubo, pues, reahu de maíz, al
niño nace flaco y se enferma de la vista, sin que haya brujo capaz de curarlo. que vinieron todos los Namowei-theri. Después hubo otro donde los Pishaasi-
Ese niño va a llorar, llorar basta que se muera. Manda a tu yerno. theri y allá se tomaron las cenizas de Moirawe.
-Mándalo tú misma - le dijo Husiwe. Nos quedamos allí más tiempo, aprovechando los plátanos y recogiendo
Yaro toma lo buscó y lo mandó junto con otro muchacho a recoger los algodón. Al cabo de dos o tres meses, como los cazadores habían encontrado
huesos. Entonces nosotras no fuimos. Yo nunca había tocado un hueso de wapu por el camino de los Irota-theri, nos juntamos todos los Namowei-theri
muerto. Ellos recogieron aquellos huesos y los guardaron en un mapire forra- y salimos de wáyum+ para allá. Encontramos mucho wapu y también gusa-
do que dejaron guindado en el tapirí. Después fueron a enterrar los carbones nos. Los gusanos los comían asados en hojas de casupo; el resto lo tostaban y
debajo del agua del caño; lo mismo hicieron con las cenizas. Dicen que sí uno lo ponían a secar par luego llevárselo a otra parte, porque allí había demasia-
pisa ese carbón se produce una herida que nunca sana. Tampoco se deben pi- do para comer. Las mujeres a veces venían llorando porque algún gusano las
sar las cenizas, porque se pudiera pudrir el píe. había picado. Pasaban dos o tres días sin poder coger nada. Shashanama, una
Luego, como no queríamos dormir donde había muerto Yaopewe y que- muchacha a quien le acababan de renovar la tonsura, vino llorando porque un
mado su cuerpo, fuimos a hacer tapiris más abajo. Allá Uegaron algunos gusano le había caído en la cabeza. Allí le ardía como candela. Su mamá la
Mahekotho-theri diciendo que nos fuéramos pronto a su sitio, porque ya ellos refrescaba poniéndole barro a cada rato. Muchas mujeres estaban hartas de
estaban haciendo carato de plátano. Avisaron y se fueron . Detrás de elJos se comer gusano, doloridas por sus picaduras.
fueron muchos hombres y algunas mujeres. Las demás tenían miedo y se que- Se oían tantos sapos por aquellas lagunas. Cantaban. Las ranas también.
daron. Yo me quedé. Podían vengarse de cuando los Namowei-theri les ha- Las ranas cantaban escondidas debajo de la bora, que tenía sus lindas flores
bían raptado a aquellas mujeres. moradas. También conseguimos muchas babillas, porque ellas se alimentan de
Para cuidar se quedaron varios hombres, especialmente viejos. Durante sapos. Las otras mujeres de Husiwe me regañaban porque yo no comía gusa-
la noche latieron los perros. Los hombres flecharon hacia afuera. Todos nos nos. Mientras ellas comían eso, yo me montaba en las matas de seje y reco-
juntamos para dormir en pocos tapirís, poniendo los chinchorros unos sobre gía, lo sancochaba y lo comía. Mataba cangrejos y los asaba.
otros. Quedaron muchos tapiris vacíos. A la mañana siguiente cada cual vol- - Tienes que comer gusanos - decían ellas. - ¿Cómo vas a hacer cuando
vió al suyo. Antes del mediodía regresaron los que habían ido a la fiesta, tra- estés vieja si no has aprendido a comerlos?
yendo mucha cacería y plátanos sancochados. Contaron que los habían recibi- Después fuimos más lejos a recoger wapu. Shapotama iba conmigo.
do bien, pero que las pocas mujeres Mahekotho-theri que nos quedaban ha- -Guarda mi rollo de tabaco en tu guatura - me dijo de pronto.
bían aprovechado y se habían escapado con sus parientes. Eso sir:vió para que Yo abrí la mano para agarrarlo y vi que me había dado un gusano feísi-
quedáramos en paz. mo. Pegué un grito y solté el bicho en seguida. Me quedé temblando. Ella se
Muchos ahora querían ir de wáyumi; pero Husiwe dijo que no, porque había corrido para atrás, lejos, riéndose , contenta de la broma. Oyó Husiwe
el muerto era ya hombre y no se podían pilar sus huesos por el monte; había que iba adelante y se vino con su machete . Yo ya había agarrado a Shapota-
que pilarlos en el shapono, porque su padre había sido cacique de un grupo ma y le estaba dando coscorrones; ella me pegaba por un costado. Al ver que
Namowei-theri, antes de atravesar el río grande. se trataba de una broma, Husiwe se volvió a ir. Yép+ami nos separó. Shapo-
Al día siguiente salimos. Por el camino pasamos junto a aquella mata de tama se quedó llorando, sobándose sus chichones. A mí me quedaron los de-
merey donde se había subido Yaopewe. Su mamá, su hermana y la cuñada hi- dos doloridos de tanto pegarle.
214
o se prepara el wapu para comerlo en seguida. Pero cuando es
De allí en adelante recogjmos mucho wapu. Llenamos todas las guaturas, A sÍ es eÓm · d ·¡ ·
escoge el más grueso se pone aparte y se cocma e u ttmo.
regresamos al campamento y lo vaciamos en limpio. Mientras yo estaba en mi para conservar, Se ' .
Para prepararlo se pela, se parte en dos ~, se van ensa~tando. las se~1llas, una
tapirí~ Shap?tama vino para pegarme con un madero. En seguida Yep+ami
detrás de otra, con un nudito de separac1on , en un beJUCO fino. Ast se hacen
me dio un ttzón para defenderme.. Husiwe, Shamawe y los otros hombres se
reían. Ella tiró su madero, echó a llorar y se fue a acostar. De allí en adelante muchas sartas y se guindan a tostar en una barbacoa, sobre el f?gón. Des~ués
de unos cuantos días, se pone duro, seco. Entonces se enmapua Y se gumda
nunca más me hablaron de comer gusanos ni de recogerlos. Después de eso
Shapotama se quedó varios meses sin hablarme. el mapire alto sobre el fogón. Después, si son muc~~s los m~pires, se van. a
En los días siguientes siempre salíamos a recoger wapu. Los hombres nos guardar en alguna cueva de piedra. Es como un deposito. AJla dura mes.es ~m
charse a perder al contrario del cunuri que dura tan poco. Cuando los md1os
cuidaban porque había rastros de tigres. Una vez oyeron uno; corrieron y en.
contraron un danto con el lomo rasguñado y el pescuezo mordido; estaba ca. ~uieren comenza~ a comer, abren un mapire y d~sensartan l~s semillas; _meten
miendo wapu también él. Lo acabaron de matar y nos lo comimos. Después todo adentro de un mapire más grande y lo de1an en remojo en el cano por
unos tres días. Así el wapu se hincha, se ablanda y suelta el veneno. AJ cuarto
comenzamos a cocinar el wapu.
El wapu es también pan para los Yanomami. En verano. Dura tiempo. día van las mujeres a ver si ya está blando; s~ está, lo pi~an, lo pisan, y lo ~a·
Lo comen especialmente en tiempo de hambre, cuando incluso saben comerlo van. Finalmente lo vuelven a enmapirar y de1ar en remojo algunos d1as mas.
Así se va todo el veneno. Lo sacan y lo lavan, frotando bien, y se reparte. Ya
desde que está verdecito. Cuando está verde, da mucho trabajo abrirlo.
Cuando está seco, se abre solo, reventando arriba en la mata; así es fácil re· está bueno para comer.
El wapu es de sab9r simple. Lo come todo el mundo. Las madres lo mas-
cogerlo.
tican y se lo embuchan a sus bebés. El wapu dura más que el cunurí; tal vez
Para recogerlo cuando está verde, los hombres se encaraman en la mata
allá garabatean, sacuden, cortan ramas. Los que están abajo recogen. Loba~ porque el cunuri tiene grasa.
ten sobre una raíz de palo y se revienta la vaina , que es dura, saliendo las dos,
tres o cuatro semillas que están dentro. La vaina tiene una pelusíta que pro.
duce picazón. Si se ve que las semillas están grandes, mandan que arriba sigan
tumbando y abajo recogen . Después los hombres se pueden ir de cacería. El
resto del trabajo les toca a las mujeres.
Se va haciendo un montón. Después se carga con guatura, se lleva a la
casa o al tapín y se cocina. Se deja hervir, a veces por días enteros. AJ evapo-
rarse el agua, se echa mas en la olla: para cocinar el wapu se echa tres veces
agua, así es como se ablanda; es muy duro. Cuando está b1ando, se saca de la
olla y se pela Después, con el pecho de galápago, se pican las semillas en taja·
ditas. Ya picado, el wapu se mete en un mapire de tejido tupido. Este se
pone en remojo dentro del caño, amarrado con bejuco, para que la corriente
se lleve el veneno. Así, por lo menos por cuatro días. Después se saca y se
lava en una guapa, se vacía en una guatura y se va pisando con un pie. Así se
va quebrando y se pasa sobre unas hojas de casupo. Lo mismo se va hacien·
do con el resto del wapu . Entonces se recoge y se vuelve a lavar en una gua-
pa, se pasa a otra y de allí se mete en un mapíre grande, forrado con hojas de
helecho o de manaca. Este mapire se vuelve a remojar en el caño, para que
se vaya el resto del veneno .
Al día siguiente los hombres salen de cacería para tener carne con qué
comer el wapu . Las mujeres jóvenes salen con los cazadores o a matar can-
grejos, pescados, camarones; las otras se quedan y van al caño con sus guapas
Y vuelven a lavar la cantidad de wapu que se va a comer ese día. Lo lavan y
colocan el grueso en una guapa y el chiquito en otra. Se echa el chiquito en
~na ~atura forrada con hojas de miyoma o de komishi para que quede en
limpio. El grueso se mete en un mapire forrado de casupo. Y todo se lleva a
la casa. El más chiquito se machuca en una olla y se hace carato; el más gran-
de se come con la cacería en lugar de plátano.
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216
CAPITULO XVI
Los Pishaasi-theri

Al fin todos los Namowei-theri nos juntamos en el shapono de Patanowe


y hubo reahu de pijiguao, el primerito de ese año. Esa vez vinieron los Mahe-
kotho-theri y los Watanami-tberi. Habían traído machetes: Wawe le dio uno a
Shamawe; Maneiwe le dio uno a Hukoprei; Kotekowe le dio uno a Kumaiwe;
Kasiewe le dio uno a Rashawe"; Nak+shoape le dio un machete y un hacha a
Husiwe; y dieron unos ·cuantos más. Nos convidaron a comer cunurí al otro
lado del río grande y se fueron rápidamente, porque decían que ya estaba ma-
durando. Al día siguiente, detrás de ellos, salimos todos los Namowei-theri,
salvo los Rashawe-tberi que habían ido a un reahu de los lrota-theri. Dejamos
el pijiguao verde; preferimos el cunurí. El cunurf carga mucho, sólo cada tres
años. Hicimos tapirís junto al caño Hapoka shiipe nopoup+, donde matamos
cangrejos para comer y también recogimos mucho cacao.
A la mañana siguiente llegamos al río grande, muy arriba y lo esguaza-
mos donde había un raudalito. Después seguimos monte adentro, hasta que
aparecieron tres cazadores Yapitawe-theri. Nos dijeron:
- Nuestro cacique manda a decir que por aquí hay poco cunurí; vayan ha-
cia el caño Waom+ kona ke u, donde hay mucho, o a las cabeceras dei Yapi-
tawe ke u. ·
En ese lugar recogimos mucho cunurí y seguimos más adelante, donde
decían que había más todavía. Recogimos muchísimo. De allí, un día, nues-
tros hombres salieron de cacería y a la tarde regresaron cargados de ... pláta-
nos. Husíwe preguntó de dónde los traían y se dio cuenta de que los habían
robado. Eran plátanos de Haikiawe.
-¡Cuidado - les dijo entonces, - porque los plátanos que tiene mi tío son
para el reahu que nos va a dar! No toquen la fruta de esta gente, porque nos
van a pegar con palos. Yo no voy a coger palo para pegar. Si han robado, la
culpa es de ustedes. Hemos venido acá a comer cunurí y no plátanos de los
demás. ¡Miren cuántos mapires llenos tenemos! -. Después se puso bravo y
agregó: - Ahora vayan a cortar sus palos de una vez y guárdenlos, porque es-
toy seguro de que ellos van a venir. ¡Ya verán qué bravos son los Yapitawe-
tberi y Watanami-therí con garrote! Allí está ese viejo Nohakiyorewe, que era
jefe de gente valiente. Está ese Wayuharawe, que nadie es capaz de tumbar;
así está sangrando, corre a pegar con su garrote. Yo no entiendo cómo, sien-
do tan bravos los dueños, se atrevieron ustedes a tocarles sus plátanos.

Un shamán invoca a los hek ura 219


Los culp~bles s~ q~edaron c_allados y repartieron los plátanos entre todos. repitió: - Pégame, pégame de una vez. ¿De quién tienes miedo?
A la manana .s1gu1ente veruan los dueños de los plátanos. Se ve que se -Yo no tengo miedo de nadie- contestó Maneiwe.
habían dado _cuenta del robo, habían llegado a dormir cerca de nosotros y -¿Para qué corriste entonces? - le preguntó Husiwe.
ahora los t~I_?amos ~· armados de palos, listos para pegar. Algunas mujeres -Sí - dijo Maneiwe, un poco asustado ahora; - tú mandaste a tu gente a
6

Y.algunos .ru~os les tr~an arcos y flechas por si acaso. A nosotras, por precau- robarnos los plátanos ...
ctón, ~ustwe nos babia mandado al caño a esconder el cunurí. Allá yo me ha- -Eso quiere decir - dijo Husiwe - que ustedes tienen muy pocos pláta-
~ ban~do Y al regresar al campamento vi que estaban entrando los Watana- nos; sólo un conuquito miserable. En Patanowe tengo así /6/ conucos. Cuando
mHhen, bravos,. por el .lado de los Pishaasi-theri. Era temprano y nuestra ustedes van para allá , les dejo coger todos los plátanos que quieren. No hago
gente estaba medio dormida. Una Pishaasi-theri le gritó a su marido: cuestión por eso. A mí me sobran Jos plátanos. Y ahora tengo conuco nuevo
-¡Vamos! ¡Vamos! agarra tu garrote que ya están aquí. en Makayop+wei -. Y a los Pishaasi-theri que ya estaban meneando los pa-
. Pero ~a los ~atanami-theri estaban pegando toletazos a los Pishaasi-the- los, pero desordenadamente, no según las reglas de la pelea, les gritó: -¡Espe-
n. Sus mu1eres gn~ban. Los maridos saltaban de los chinchorros y trataban ren! ¡Alinéeese todo el mundo!
de defenderse. Hus1we se sentó y dijo: Los Namowei-theri hicieron fila, cada cuaJ con su garrote. Al otro lado
-Ahí tienen. Y o los avisé que tuvieran sus garrotes listos y los chincho- la hicieron los Watanami-theri, que eran menos en número. Como éstos tar-
rros descolgados, porque esa gente iba a venir. Ellos son pocos, pero bravos. daban en venir a pegar, los Namowei-theri se movieron primero, pero no pu-
Ahora yo no voy a coger garrote. dieron pegarles porque ellos recularon metiéndose en los tapirís.
-Yo ~mpoco - dijo su hermano Shamawe, - porque yo no he ido a robar -¡No, no! - gritaban nuestras mujeres. - ¡En mi tapirí no entren! ¡Salgan,
plátanos ru tampoco he mandado a nadie. cobardes! Vienen para ÍJelear y luego corren por miedo de nuestros maridos.
-Yo tengo~ pal? - dijo Nakishewe. - Lo corté ayer, por sí acaso. Lo Husíwe corrió adonde Maneiwe y le dijo:
voy a usar sólo s1 me vtenen a pegar. -Saca a tu gente de nuestros tapirís .
. ~l ~.° había ~do a robar, como tampoco los otros hermanos de Husiwe. Maneiwe les mandó salir. Los Namowei-theri fonnaron fila y volvieron a
Haikiawe Y Mane1we ya estaban en el medio del campamento regañando por- correr para pegar. Rashawe acertó a pegarle en la cabeza a Wawe, hijo de
que les habíamos robado los plátanos, los mismos que ellos guardaban para Haikiawe. El muchacho se cayó y como respuesta, alguien le dio un toletazo a
darnos en el .reah~. ~or~ ya no habría ningún reahu para nosotros. En eso Rashawe .
los WatanamHhen, unpa.ctentes, comenzaron a probar sus palos en el suelo: -¡Ay, mataron a mi hijo! - gritaba el padre del muchacho.
to-to-to-to-to-tok, tok, tok. No estaba muerto, pero sí privado, con dos grandes heridas en .la cabeza.
-Dej~n el apuro~ les gritó Husiwe, - que todavía no ha amanecido com- También Werereiwe se había caído. Yo me asusté. Eso podía ser el comienzo
ple~o Y mt gente no tiene garrote a la mano. Ya los fueron a cortar. Por más de una guerra. Los Namowei-theri, alineados, ya estaban gritando:
valientes que_se~_, no tie~en que pegar por sorpresa. Esperen, no sea que le -¡Vengan ya, Watanami-theri, que nuestras cabezas están secas!
peguen a algun runo donmdo. Los caciques no peleaban, Maneiwe estaba hablando con Sha.mawe. Hai-
Aquel campamento era grande y tenía los tapirís en redondo como si kíawe le decía a Husiwe:
fuera un shapono. El patio estaba limpio y servía muy bien para ~lear con -Dile a tu gente que no vuelva a robar en mi conuco.
p~os. El día aclaraba cada vez más y se veía a los Watanarni-theri casi todos -Yo no los mandé - contestaba Husiwe. - Llévate tus plátanos, si quie-
pmtados de negro. Husiwe les gritó: res.
, - ¿Qué es lo que pretenden ustedes? ¿Acaso matarnos?-. y a Wawe, que Las mujeres Watanami-theri gritaban a sus hombres:
v~ma con dos collares de esa funcia que sirve para dar valor: - Mira, tu que -Córranlos, córranlos ya, que nosotras nos vamos a llevar su~ corotos.
vi~nes con e~o al cuello: ¿será que quieres sacarme de aquí? Yo no huyo por Nos dijeron que venían a atacarlos y ahora son ustedes los que están sangran-
miedo a nadie, para que lo sepas. do.
-¡Ya, ya, ya, ya! - gritaban los Watanami-theri. - Nosotros no queremos Por fin corrieron y pegaron . Sólo se cayó un Pishaasi-theri, aquel Mamo-
conversa, queremos pelea. ¡Ya! ¿Acaso ustedes no se pondrían bravos si no- kasiwe. Enseguida lo arrastraron fuera de la pelea. Haikiawe, viendo que
sotros fuéramos a robarles fruta en su conuco? nuestros hombres tenían palos largos, les dijo a sus hombI'es:
rri En ~so M~:iwe, armado de un palo largo que tenía un nudo arriba, co- -Ustedes no están haciendo nada con esos palos cortos; vayan a cortar
ó hacta Hus1we para pegarle, sin darle modo de plantarse para recibir el unos más largos.
golpe, como es la regla. Fueron, pues, a cortar palos más largos y volvieron; pero seguían mos-
Q . - Pégarne, pégame - le dijo Husiwe , - que yo estoy aquí con mis flechas. trando miedo. Entonces los Namowei-theri corrieron para pegar, pero los
. u~ébrame las flechas Y vas a ver lo que te pasará -. Y sus hermanos Mapoo- Watanami-theri volvieron a recular. Kónokama, hermana de Husiwe, les gri~
nwe y Nakishewe- cogieron
· sus palos y vinieron a pararse junto a él. Husiwe taba:

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-¡Vengan ya! Ustedes dicen que nos van a correr. Son ustedes los que toletazo en la cabeza y lo dejó caer privado. En seguida lo arrastraron afuera.
van a salir corriendo. ¿De qué les sirve esa funcia colorada que traen al cue- Por un rato no volvió a levantarse. Husiwe entonces les dijo a los Watanami-
llo? theri :
-Ustedes están dejando que esas mujeres se burlen - gritó entonces Ma- -Ahora ya están bien molidos. Tienen cabezas y brazos rotos. Cálmense
neiwe. - Corran a sus maridos para que tengan que 11orar cuando les quite- y no vuelvan a echárselas de valientes.
mos sus corotos. Shamawe repitió lo mismo. Haikiawe dijo:
Esto pareció animar a los Watanami-theri, quienes corrieron a pegar. -¡Namowei-theri, aquiétense! Ya está bueno así. Váyanse. No se dejen
Esta vez consiguieron asestar mejor sus golpes, tumbando a tres Namowei- pegar más , porque necesitan fuerza para defenderse contra los enemigos. Us-
theri: Rashawe, M+raashiwe y Nakishewe. Rashawe se levantó en seguida. tedes tienen enemigos. Si se van con los brazos rotos , no podrán flechar.
Sin esperar más los Namowei-theri corrieron sobre los Watanami-theri y les Allí terminaron los toletazos. Los jefes siguieron hablando. Las mujeres
pegaron duro a Wayuharawe y, por segunda vez, a Werereiwe y a Wawe. Las ya habían comenzado a marcharse. Después Haikiawe se levantó y dijo:
mujeres gritaban a sus hombres: -Ahora me voy. Tú, sobrino , antes de marcharte para tu shapono, mán-
- Todos ustedes están sangrando y ellos sólo tienen así /3/ heridos. Acá dame a avisar.
nos trajeron para que cargáramos con sus corotos y hasta ahora no les han he- Maneiwe dijo lo mismo y se fueron. Entonces ·yo bajé al caño con otras
cho nada. mujeres para traer agua. Allá vimos con sorpresa que las mujeres Watanami-
Haikiawe estaba asustado viendo a su hijo herido y maltrecho. Se acercó theri se habían robado muchos mapires de cunurí, que eran casi todos de los
a Husiwe, que era su sobrino y le reclamó: Pishaasi-theri . Men'?s mal que también eran casi todos Pishaasi-theri los que
-A mi hijo le pegaron muy duro. Yo ahora quiero pelear contigo. habían ido a robar los plátanos. Volvimos, pues, al campamento y dimos la
-Bueno - dijo Husiwe. - Peleemos. noticia. Husiwe echó una carcajada y les gritó a las mujeres:
Haikiawe salió a cortarse su palo. Al rato volvió y le dijo a Husiwe: -Manden a sus maridos a robar más platanos ...
-Pega tú primero, que yo te pego después. Después de eso nos quedamos por allá como quince días más. Un día lle-
Husiwe salió a cortar su palo, allí mismo, junto al campamento. Haikia- garon unos Tetehei-theri y Yaminawe-theri, que estaban también por aquellos
we, al ver que venía con uno grueso y nudoso, le dijo: lados recogiendo cunurí y le contaron a Husiwe:
-¿Será que tú quieres matarme con ese palo? - Han venido unos Irota-theri a decirnos: "Nosotros hemos hablado con
-Yo no tengo tiempo para buscar uno más bonito. El primero que conse- los Aramamísi-theri y éstos han sabido de los Shama-thari que su cacique,
guí, lo corté y aquí me tienes. Ruwahiwe, ha estado por los lados de ustedes soplándole funcia brava a un
Al fin Haikiawe no quiso que Husiwe le pegara. En eso los Namowei- muchacho".
theri formaron fila y corrieron sobre los Watanami-theri. Al pobre Maneiwe, Esto puso muy cabezón a Husiwe , pero como la noticia no era muy cier-
que estaba conversando con Shamawe , le pegaron a traición. En seguida Jo ta, no decidió tomar venganza en seguida. ¿Y si era por enfermedad que se
arrastraron afuera , privado. había muerto Yaopewe? Era preferible esperar.
-Watanami-theri - gritó entonces Husiwe, - boten esos palos ahí, para Seguimos, pues, por un cerro y bajamos a un lugar donde también había
que nuestras mujeres tengan leña con que cocinar el cunurí -. Y a Haikiawe mucho cunurí. Pasamos días recogiendo.Preparamos mucho y lo enmapiramos
le dijo que mandara a su g_ente usar de nuevo los palos cortos, pegándose or- para cargarlo a nuestra maloca. Era para comerlo con cacería. Los Yanomami
denadamente uno contra otro; pero él no quiso aceptar. se cansan de comer plátano todo el tiempo. Yo siempre comí poco cunurí; no
Volvieron, pues, a pegarse como antes. Las mujeres Watanami-theri re- me gustaba tanto; me daba tontera.
gañaban a sus hombres. Lloraban cuando se caía uno de los suyos. Ya había Husiwe, cuando vio que era mucho el cunurí, mandó a varios hombres
muchos con la cabeza rota. Se cayó aquel Mohakoyorewe; mientras caía, le que en rnapires lo transportaran hasta nuestro sitio de Makayop+wei. Salie-
dieron también en el hombro. Quedó maltratado, pero aun así seguía rega- ron. De vuelta trajeron plátanos y unos báquiras cazados por el camino. Nos
ñando a los suyos porque no les pegaban duro a los Namowei-theri. Y mien- dijeron que el pijiguao ya estaba todo maduro y que el algodón estaba abrién-
tras regañaba, volvieron a pegarle, pero esta vez en el pie. Chilló el viejo y dose . Al día siguiente, pues, recogimos cunurí crudo y, al otro día, nos fui-
los Watanami-theri se pusieron más bravos.Haikiawe regaño diciendo quea los mos. Esguazamos el río grande. A los Patanowe-theri los habíamos avisado.
viejos no se les debe pegar. Ellos llegaron antes , porque estaban más cerca.
Husiwe provocó a su tío a pelear con él. Haikiawe no aceptó; se acuclilló Nosotros nos paramos en el sitio de Hapoka shiipe nopoup+ . Los hom-
en cambio frente a él y los dos comenzaron a hablar. Maneiwe agarró a Sha- bres renovaron los tapirís. Las mujeres salimos a matar cangrejos. Cuando es-
mawé y se puso también a hablar un poco más lejos. Las mujeres decían: tábamos en una laguna matando cacaradoras oímos gritería en el campamento
- Ahora ya están haciendo las paces. ¡Ah, Watanami-theri cobardes! y regresamos apuradas. Pensábamos que fueran Irota-theri. Yép+ami fue a
Wawe iba por ahí corriendo todavía , provocando. Nakishewe le dio un ver. Yo me quedé lavando cunurí. Al rato viene ella y me dice:

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-No son Irota-theri; son Shama-thari. llegó al conuco y comenzó a quebrar hojas de tabaco. Su mujer estaba más
-¿Cuáles? - le pregunté yo. allá, con su nieta, sacando ocumo. Mientras mi suegro amontonaba hojas,. mi
-Posikomima-theri - dijo. - Vamos a llevar este cunurí para darles a ellos hermano lo flechó con una punta de bambú. Mi suegra oyó el grito. Mi sue-
también. gro se cayó, retorciéndose. Viendo que no se moría , mi hermano le sacó el
Llegamos. Eran tres hombres con una mujer. Los tres eran hermanos de bambú y, por si fuera poco, le largó una flecha de arpón. Luego volvió al sha-
Ruwahiwe, todos pintados de anoto , bien cubiertos de plumón . Estaban acos- pono, tranquilo , y dijo a su esposa, hija del muerto: "Mira. Allá en el conuco
tados, meciéndose. Husiwe les decía: he matado un danto. Llama a tu hermano y vete a ver"; y le mostró la flecha
-Yo vengo de wáyum+; por eso no tengo plátanos. Pero les puedo dar de bambú ensangrentada. La mujer, como ya sospechaba, pensó que habría
cunurí. matado a su papá o a su hermano; se puso a llorar, sin saber qué hacer... En
Y al rato, en efecto, les brindó carato de cunurí. Ellos bebieron y des- eso ve a su mamá que venía llegando. "Tu marido ha matado a tu papá en el
pués comenzaron a hablar: Sh+r+kariwé con Husiwe; Hoshowe con Shama- conuco", dijo llorando ... Así es cómo ha matado a mi suegro. Ustedes tienen
we; Henawe con Orusiwe. Sh+r+kariwe hablaba así: que matarlo. Es mi hermano; pero no importa. jMátenlo! Mátalo tú, cuñado,
-Lo que les vengo a decir es un secreto. Nuestro jefe ya ha matado a dos que nosotros no podemos porque él es muy mañoso. Si nosotros lo flechamos,
de ustedes. El último Jo mató por el Parauwe ke u. De regreso ha dicho así: él nos viene encima y nos muerde la garganta. Así es cómo él remata a los
"Yo he bebido carato de merey en el campamento de los Namowei-theri.. .". que mata; después, como si no bastara, les hinca el arco. Así... Ustedes tie-
Se refería a Teiwe y al joven Yaopewe. nen que matarlo. Así me ha pedido la mujer de mi suegro. "Si yo fuera hom-
-Cuéntame, cuéntame - dijo Hus1wé con rabia; - que yo he sabido algo, bre - ha dicho ella, - iría a pedirles a los Namowei-theri que vinieran a matar
pero no estaba seguro. No sabía que era él quien le ha soplado el daño a mi a Ruwahiwe. Por eso nosotros , cuando lo vimos de homicida, no tardamos en
hermano. salir y venir a pedir su muerte. A mi hermano le hemos dicho que veníamos a
-Sí- siguió diciendo Sh+r+kariwe; - él fue quien vino de dañero. Cuando su shapono en busca de machetes para rozar el conuco nuevo que él está ha-
volvió a nuestro campamento nos contó así: "Ahora sí tengo daño peligroso. ciendo y a decirles que tenemos perros para cambiar. Por eso mi hermano
Fuimos al shapono de los Namowei-theri y no encontramos a nadie. Seguimos trae uno de muestra. Ruwahiwe nos contestó: "Vayan, pero ¡cuidado! No va-
sus rastros y encontramos a un muchacho que andaba cazando guacamayas. yan a decir lo que yo les hice por allá" . "¿Cómo vamos a decirles, si nosotros
Yo lo soplé la primera vez. Al llegar a un cafüto se agachó para beber y lo somos tus hermanos? - le dijimos. - Si nosotros se lo decimos, ellos son capa-
volví a soplar. La flecha que ellos tenían, la mejor, fui yo quien_la quebró. ces de matarnos allí mismo". El nos creyó y nosotros hemos venido. ¡Mátalo,
Luego ellos iban hacia el Parauwe ke u y nosotros los seguimos. Yo vi dónde cuñado! ¡Mata a mi hennano!
mataron a uno de ellos con palos y cuándo Jo quemaron . Los seguimos poco a -¡Ahora sí lo mato, lo mato! - decía Husiwe con rabia. - Mándamelo que
poco. Llegamos al Parauwe ke u y volví a soplar al muchacho cuando estaba yo lo mato.
montado en una mata de merey . Yo fui quien bebió cara to de merey ... Estoy Hoshowe también habló con Husiwe y dijo que era ta pura verdad lo que
satisfecho ... De noche los perros latieron, las mujeres nos buscaron: nosotros había dicho su hermano. El también pidió que a Ruwahiwe no lo dejaran vol-
estábamos escondidos en la orilla del caño. Oírnos que ensalmaban al mucha- ver vivo a su shapono . Wishariyoma, cuñada de Ruwahiwe, también gritaba.
cho; oímos llorar. Se murió. Ja , ja, ja, ja. Fui yo quien quebró el arco nuevo Contó que Ruwahiwe había dicho que en nuestro campamento había buscado
que ellos terúan ... Antes que ellos pasamos nosotros el puente y nos vini- el tapirí del muchacho para soplarle más daño, pero que, como el tapirí esta-
mos . .. Bueno. Y ahora yo voy al shapono de los Namowei-theri y ellos no sa- ba todo cercado, no había podido y que los perros lo habían obligado a zum-
ben que fui yo. Voy a pedirles carotas después que les soplé el daño". Esto es barse al agua. Y tamb)én que al día siguiente, cuando quemábamos al muer-
lo que nos contó. El dice riéndose: "Yo mando siempre a mi papá, a mi cuña- to , él se había acercado de nuevo para soplar a otro, pero que los perros no
do a su shapono, y ellos me mandan tabaco , me mandan puntas de bambú, lo habían dejado. La mujer termin6 diciendo :
flechas ; tienen miedo de mf'. También nos dijo: "Ustedes tengan cuidado. Si - ¡Mátenlo, mátenlo! El se cree grande porque viene acá soplando funcia y
los Namowei-theri llegan a saber esto, vienen para acá a flecharlos". Ya ves, mata gente. Allá mata gente y nadie le hace nada. ¡Mátenlo, mátenlo ustedes!
pues, lo que hizo , lo que dice .. . Ustedes tienen que matarlo. A eso hemos ve- -¡Mátenlo! -decía Sh+r+kariwe. - Después que ustedes lo hayan matado,
nido nosotros: pedirles que, cuando él llegue al shapono de ustedes , lo maten. yo me vengo de wáyum+ para vivir con ustedes. Nosotros no lo aguantamos
El vendrá tranquilo; él cree que ustedes no saben. ¡Mátenlo! Nosotros somos más. No podemos matarlo porque es muy mañoso. El siempre nos dice: "Si
sus hermanos, pero queremos que Lo maten, porque es muy malo: entre noso- ustedes me flechan, yo corro detrás de ustedes, los agarro y los muerdo en la
tros ya él ha matado a su cuñado, a una mujer y, ahora, a mi suegro. Lo garganta. Yo no soy de los que se mueren de un flechazo . Soy hombre valien-
mató así. Una mañana mi suegro le dijo a su hija: "El tabaco está grande; la te. A mí me da fuerza el Espíritu báquira. Yo no tengo compasión de nadie.
punta se pone amarilla; coge tu mapire y vamos a recoger". Mi hermano oyó Hasta a nú hijo lo puedo matar. Matar gente es un placer para mí''. Así habla
esto, sacó sus flechas y dijo a sus mujeres que iba a matar picure. Mi suegro él. Ya ven. Tienen que matarlo. No lo dejen volver. Ahora cogió la maña de

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velar el caño. Las mujeres ya no pueden ir a bañarse ni a buscar leña. Máten- ba de un asesino como Ruwahiwe. Ellos siempre decían cuando daban conse-
lo que ya él no es gente. Mátenlo ustedes. Nosotros no podemos. Si lo mata- jos:
mos nosotros, eso haría sufrir mucho a nuestro padre. -Por estar matando gente, fíjense cómo nosotros hemos tenido que venir-
-Yo lo mato - dijo Husiwe, - ya que ustedes Jo quieren. Pero, ¿me ase- nos de Kónata, de Wareta, de Namowei, de Hahóyaope, para ahora vivir le-
guran que no vendrán luego a vengarlo? jos de los demás Yanomami, pasando tanto trabajo. Ahora que estamos en
-No, no; nadie Lo vengará. Quedaremos contentos. Seremos amigos de paz, no debemos buscar más pleitos. Si volvemos a guerrear, tendremos que
ustedes. abandonar estos conucos, irnos para otros lugares y comenzar de nuevo. Vi-
-Ustedes dicen que van a quedar contentos; pero, prométanme que no vamos aquí sin pelear, Comiendo nuestra cacería, nuestros plátanos ....
van a venir a atacamos. Si quieren, después que yo lo mate, ustedes pueden Así pensaban ellos. Por eso Husiwe ni les nombró el asunto. A nosotros
venir a vivir aquí. nos decía a cada rato:
-Vendremos. Nosotros no queremos más quedamos allá. -¡Cuidado y van ustedes a hablar de esto con ellos!
-Bueno; yo lo mato. Pero no ahora. Primero tengo que tomar las cenizas
del muerto. Sin tomarlas, no puedo sentir tanta rabia para matarlo. Ustedes
ahora se van para allá y me lo mandan. Díganle que tenemos hacha, que te-
nemos machete para darle. Tenemos mostacilla que nos dieron los Maheko-
tho-theri. Que él nos traiga perros. Pero, óiganlo bien, que nadie de ustedes lo
acompañe. Sí se vienen con él, morirán con él en nuestro shapono.
-No; nadie vendrá con él. En lo que sepamos que lo han matado, ven-
dremos para vivir con ustedes.
-Mándenmelo, pues - dijo Husiwe. - Díganle que traiga perros, que no-
sotros le damos hacha, machete, mostacilla ... Mándenlo en seguida a nuestro
shapono. Pero ustedes no vengan, no vengan, porque van a morir con él.
Hablaron largo aquella vez. Con rabia. Los Shama-thari durmieron con
nosotros. Durante la noche hablaron y repitieron las mismas cosas. Por la ma-
ñana Hoshowe le dio a Shamawe el perro que traía. Este le pidió uño para su
hermano Nakishewe y le entregó un machete. Sh-t-r+kariwe allí volvió a decir:
-Después que ustedes maten a mi hermano, yo voy a venir a traer pe-
rros. Vendré de wáyum+ para quedarme con ustedes.
-Ustedes se vendrán de wáyum+ - dijo Husiwe. - Está bien. Pero .. . ¿no
será que vendrán a vengarse?
-No, no - dijo Sh+r+kariwe. - Nosotros, no. Podrán venir otros herma-
n~, sus cuñados, otros para vengarlo; pero no nosotros.
Con los regalos que les dimos - algodón y flechas a los hombres, cunurí a
la mujer - los Shama-thari se fueron. Entonces dio órdenes Husiwe de que
nadie saliera de cacería; que nos fuéramos derechitos al shapono, para prepa-
rar sin más la fiesta. Quería matar pronto a Ruwahiwe. Nada mejor que un
reahu para hacer un ataque por sorpresa. Pero ... Ruwahiwe vendría aun an-
tes.
Nosotros seguimos; los otros Namowei-theri, que habían también atrave-
sado, llegaron a juntarse con nosotros y nos fuimos para Patanowe. Las muje-
res cargamos hojas de miyóma para renovar el techo. En dos días el shapono
estaba renovado, aquel alto y grande; y adentro nos metimos todos los Namo-
wei-theri; incluso los Pishaasi-theri. Estos estaban muy emocionados con la
idea de matar a Ruwahiwe, por estar emparentados con Poshotom-i-, madre
del muchacho soplado. Pero de esta intención de matar a Ruwahiwe, Husiwe
no habló con Repowe, ni con Yaminawe-theri, ni con Ruwawe, porque ellos
eran hombres de paz, que nunca querían matar a nadie, ni siquiera sí se trata-

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226
CAPITULO XVII
Muerte del Cacique Sha1na-thari
Esa misma tarde del día en que entramos al shapono, yo salí con varias
mujeres a buscar leña, allá donde habían quemado monte para hacer un conu-
co nuevo. De pronto Hoporama, aquella niña hija de Shama-thariyoma, me
dijo:
-¡Mira: visitantes!
Por el camino de Wánitima, en fila, vi que venían varios hombres y mu-
jeres. Pensamos que fueran Irota-theri; pero Prararama, que era Shama-thari,
los reconoció en seguida; se asustó y dijo:
-¡Shama-thari! ¿Qué vienen a hacer acá? ¡Los van a matar! Avisémoslos-.
-Y con las mujeres Pishaasi-theri se acercó al camino por donde venían
los visitantes. - ¿Qué llevan ahí? - les preguntó.
-Báquiro.
-Dennos a nosotras.
-No - contestaron ellos. - Es para el cuñado.
-Avísenlos que los quieren matar-dije yo a las mujeres.
-Dennos de ese báquiro - les dijo entonces Prararama - y devuelvanse en
seguida. Adentro están esperando para matarlos.
Ellos se pararon un ratico. Remórima y Toroma les repitieron que se fue-
ran.
-Denles la carne a las mujeres y váyanse - les dije yo también. - Miren
que ahí los van a matar.
-¡Mentirosas! Eso dicen para que les demos la cacería - dijo uno que yo
reconocí como Y oinak+ we.
-Lo vamos a comer con nuestro cuñado - dijo otro. - Ellos no nos van a
matar.
-¿Y para qué tengo yo estas flechas? - dijo uno, echándoselas de valien-
te. - Si ellos matan a uno de nosotros, nos vengamos en seguida.
-Después que te flechen - dijo Sh+r+koma, - ¿cómo puedes vengarte?
No hicieron caso y siguieron. Yo todavía les dije:
-¡Qué lástima: está misma tarde los van a matar!
-Oigan a Napeyoma - les dijo entonces una mujer que yo reconocí como
hermana de Ruwahiwe. - Háganle caso, que allí los van a matar. Devolvá-
monos.

Enfrentamiento con macanas y palos 229


Algunos querían devolverse. Pero uno dijo: Así le dijo y se puso a llorar.
-Eso es pura mentira. Sigamos. A los visitantes, mientras tanto, les estaban dando carne y carato. Ellos
-Yo no los voy a llorar - dijo entonces una Pishaasi-theri. entregaron la cacería que traían y los Patanowe-theri se pusieron a asarla para
Entre los hombres venían: Ruwahiwe, bien pintado de morado· Rahar ·- luego repartirla. Husiwe estaba callado, bravo. De pronto se levantó, cogió
we, su cuñado; Yoinak+we, Átewe y Hirakai, que eran sus sobrin~s· Nat=~­ arco y flechas y los echó debajo de su chinchorro, haciendo ruido. Shamawe
we, Shitoyawe y Sh+r+kariwe, aquel que había venido a pedir la m~erte de vino y le dijo:
Ru~a~w~ . Y que había ?r~metido no venir; Watanawe y Hurap+we; Mraka- -¿Por qué haces así? Mejor es que ellos no se den cuenta de nada. Espe-
nahiwe, h110 de Ruwahiwe. Todos Matakuwe-theri, con excepción de Sh+r+- remos que amanezca para matarlos.
kariwe que era el jefe de los Patamanip+wei-theri. Entre las mujeres reconocí - Estoy demasiado bravo - dijo Husiwe. - Quisiera trozarle el pescuezo a
a Yoipanama con su niñita y a lranaema; también un niño llamado Hokoiwe Ruwahiwe ahora mismo.
hijo de Sh+r+kariwe y otro más pequeño llamado Kohek+we, hijo de Raha~ - No, hermano; esperemos - dijo Shamawe. - Flechar aquí es peligroso.
rariwe. Venían todos bien pintados y adornados, con mucho plumón, como Podemos matar a alguna mujer, a algún niño. Yo también estoy bravo, pero
cuando se va a bailar en un reahu. me aguanto.
Después supe que, al llegar al caño Yurip+ma para bañarse, también Shamawe volvió a su sitio. Pero vinieron otros a acosar a Husiwe, espe-
~orámawe les había pedido cacería diciéndoles que se devolvieran porque los cialmente Pishaasi-theri y Wánitima-theri, para que matara a los Shama-thari
iban a matar; pero tampoco a él le habían hecho caso. esa misma noche . Estaba Rashawe, valiente como él solo, con unas ganas tre-
Ellos siguieron para entrar. Yo le dije a Remórima: mendas.
-Vámonos también nosotras. Si adentro los flechan y ellos se vienen co- -Yo también quisiera - les dijo Husiwe. - Pero aquí hay mujeres, niños
rriendo, para vengarse, nos flechan a nosotras . durmiendo y pudiéramos pegarles a ellos. Mañana sí vamos a matarlos. Aho-
Me cargué la guatura llena y eché a correr con mis compañeras. Al llegar ra váyanse de aquí para que no sospechen .
cerca del shapono, oímos gritar: -Yo soy valiente - dijo Rashawe. - Quiero flechar de una vez. Los voy a
-¡Visitantes! flechar de cerca para no pegarle a nuestra gente.
E~a la gente de Repowe y de Ruwawe que gritaba. Ellos gritaban porque -Cállate, cállate - le dijo Husiwe. - Mira que hay mucha gente alrede-
no sab1an nada. Detrás de los Shama-thari entramos nosotras. Yo tiré mi leña dor oyendo . Mañana. Mañana los flecharás. Ahora vete.
Y me quedé mirando. Los ~isitantes estaban todos en el medio del patio espe- Entonces se fueron a sentar en el patio, pintados de negro, a hablar. Yo
rando, con la cara para amba, como es costumbre. Entonces Repowe gritó: los miraba y decía:
-¡Llámenlos ya! ¿Por qué los hacen esperar? -Siento mucha lástima por estos Shama-thari.
Nadie llamaba. Los Wánitima-theri y los Pishaasi-theri no los llamaban - ¿Cómo vas a sentir lástima de los que te flecharon? - me dijo Sh+r+
porque no querían ser vistos mientras se preparaban para matarlos. koma. - ¡Tanto tiempo que te hicieron vivir sola en el monte!
. -¡Llamen a mi hermano! - gritó Yoipanama. - A la gente grande no se la -Sí; es verdad que me flecharon - le contesté yo; - pero estoy viva-. Yo
deja esperando. Por más que le tengan rabia y lo ... quieran matar, llámenlo y pensaba además que Ruwahiwe me había defendido.
háganle colgar su chinchorro. En eso veo a Hoporama que corre decirle a Prararama:
Entonces los Patanowe-theri y los Rashawe-theri, que no sabían, los fue- - Mamá, allá dicen que van a matar a mi papá.
ron llamando. Ruwahiwe fue a casa de Hukoprei. Solamente se quedaba es- -¿Y por qué lo quieren matar? ¿Qué ha hecho él? -. Y se fue al patio a
perando Sh+r+kariwe con su hijo Hokoiwe y Shamawe lo llamó. Cuando se oír. Vio a todos aquellos hombres reunidos, frotándose con carbón y oyó Jo
hace esperar mucho a los visitantes es mala señal. .. Shamawe se puso a gritar: que decían. Volvió llorando. Allá le dijo a Sh+r+kariwe:
. -Preparen comida y bebida, que el cuñado ha llegado con hambre. Ya -Mejor es que te vayas esta noche. Mira que ya se están pintando de ne-
tiene hambre otra vez -. Y a su esposa en voz baja: - Vete a buscar agua y gro para matarlos a todos ustedes. Ahora come y cuando oscurezca, lárgate.
h~le carato ,de plátano para que mañana se muera con la barriga llena ... -. El se quedó callado, comiendo báquiro . Al rato vino Shamawe, y Prarara-
D110 que tema hambre, para dar a entender a los suyos que Ruwahiwe acaba- ma, para que oyera Sh+r+kariwe, le preguntó:
ba d~ matar y seguía con ganas de matar. Comer, en Yanomami, significa -¿Cuándo los van a matar?
también matar. -Mañana.
. .. Prararama, mujer de Shamawe, entonces regañó en voz baja a Sh+r+ka- -¿Oíste? - le dijo Prararama a Sh+r+kariwe. - Mañana te van a matar.
nwe, que era su cuñado: Vete ahora mismo.
-Tú habías venido a pedir que mataran a tu hermano . ¿Porqué viniste con Sh+r+kariwe seguía callado.
él? Ahora te van a matar a ti también. ¿Cómo pudiste olvidar lo que te di1'e- Cuando anocheció, comenzaron a hablar. Primero los más jóvenes ; des-
ron?· l.·No tu·iste t u' mismo
· que lo mandaste a matar? ¿Por qué viniste, pues?-. pués los grandes. Ruwahiwe habló con Amatawe, yerno de Husiwe, diciendo:

230 231
-Mi cuñado tiene rabia de mí. Dicen por ahí que me estaba esperando El otro lado del shapono quedó casi vacío. Los Shama-thari pensaban
para matarme. Mátame cuñado, mátame. Aquí estoy en tu shapono; me pue- que toda esa gente había salido a velarlos por el camino. Por eso no se dispo-
des matar. Mátame; no me dejes herido. Si me dejas herido, me voy, me curo nían a marcharse. Entonces Shamawe fue adonde estaba Husiwe y le pregun-
y después vuelvo para enseñarte cómo se mata gente ... ¿Por qué será que mi tó si le habían dado báquiro para comer. El contestó que lo que le había en-
cuñado me quiere matar? ¿Qué le he hecho yo? viado Sh+r+kariwe se lo había pasado a sus mujeres.
Husiwe se puso bravo, se levantó, cogió su machete y a mí me dijo: -No voy a comer carne de gente que me da rabia, de gente que voy a
-Si oyes bulla, tráeme arco y flechas -. Se acercó a Ruwahlwe, sacó a matar - dijo. - Después me va a dar dolor de barriga-. En eso se levantó y
Amatawe y se plantó de frente para hablar con él. - ¿Por qué dicen que te se pintó con onoto encarañado. Luego volvió a acostarse.
quiero matar? - dijo. - Si quisiera matarte de verdad, hubiera podido Oechar- Como los Shama-thari tardaban en irse, Kónokama vino a decirle a Husi-
te cuando estabas parado en medio del shapono. Tú piensas que yo te quiero we:
matar, porque desconfías de mí. ¿No será porque me debes algún crimen? - Los Shama-thari siguen en silencio. No se mueven para pedir tabaco,
- No, no, no, no. Es mentira. flechas , nada. ¿Será que no piensan irse? A estas horas los visitantes ya se es-
- Es verdad - gritó Husiwe y le quitó a Ruwahiwe arco y flechas, las tiró tán yendo ; ellos, no.
a un lado, se acuclilló frente a él, que también estaba acuclillado y le siguió Husiwe le gritó a Shamawe:
diciendo: - Sí, tú pasaste ya dos veces por aquí soplando daño. ¿Qué andas - Hermano, manda a esa gente que se levante, que zafen sus chinchorros
haciendo tú por aquí? y se junten para recibir los corotos.
- No, no, no, no. Yo nunca he venido por aquí - contestó Ruwahiwe. -Váyanse ya, que tienen que ir lejos a dormir - gritó entonces Shamawé.
Más allá Prararama seguía insistiendole a Sh+r+kariwe que se fuera. - Pidan su tabaco, sus flechas y váyanse.
Mientras hablaba, con el machete Husiwe le daba planazos en el costado: En fila, comenzaron los Shama-thari a pasar por la maloca pidiendo esas
plak, plak ... Dos veces le pegó en cada lado. Entonces vino 1-ranaema gri- cosas. Al final, solito, pasó también Ruwahiwe. Le dieron. Cuando llegó cer-
tando: ca de Husiwe, que estaba acostado , le preguntó:
-¿Por qué le pegas así a mi marido? Si quieres matarlo, mátalo de una -Cuñado , ¿estás enfermo?-. Y repitió esto tres veces. Después le dijo:
vez. -Sientate para que te brujee. Tus hekura están tristes .
- No le pegues a mi hermano con ese machete que es eterno - gritaba Husiwe se sentó. Ruwahiwe se acuclilló a su lado y comenzó a pasarle las
Toipanama. - Dáselo de una vez. manos sobre el cuerpo y a soplar. Al final le pidió flechas.
Después, como vieron que Ruwahiwe se estaba desmayando, sus sobrinos - No; flechas no te doy - le contestó Husiwe. - Con estas flechas ahora te
lo arrastraron. Vino Repowe y le quitó el machete a Husiwe. Nakishewe en- voy a sacar las tripas.
tonces le trajo un hacha. Un sobrino de Ruwahiwe vino a sustituir a su tío. Ruwahiwe lo tomaba en broma.
Husiwe le dio un petazo con el hacha y lo dejó desmayado. Se formó la grite- -Entonces dame puntas de bambú, cuñado .
ría. Yo miraba. Vinieron Repowe, Ruwawe y otros viejos a sacar a Husiwe. - No ; con esas puntas voy a derramar tu sangre.
El pataleaba; agarraba maderos para pegar. Yo tenía miedo. Le decían que se - Entonces dame tabaco.
calmara, que dejara hablar tranquilos a los demás. Lo tuvieron acorralado -Denle tabaco - me dijo a mí y a Sh+r+koma,- para que lo escupa cuan-
hasta que se aquietó. Nakishewe y Amatawe pegaron con hacha a otros Sha- do lo mate.
ma-thari; después les pasaban el hacha a ellos para que hicieran lo mismo, Le dimos hojas de tabaco, le dimos bejuco para amarrarlas. Con el beju-
pero los Shama-thari no querían pegar. Algunos de ellos quedaron privados. co hizo un bojote, se lo echó a cuestas y siguió adelante, pidiendo a los demás
Las mujeres gritaban. Yo temblaba. Al final Repowe y Ruwawe intervinieron Namowei-theri. Luego vino Raharariwe, cuñado de Ruwahiwe , a pedirle a Hu-
para que no se pegaran más, recordando que los Shama-thari venían a hablar siwe. Este le dio tabaco, pero no flechas, porque - decía - debían servir para
y no a pelear. Es que Repowe tenía dos mujeres Sharna-thari. Entonces si- matarlo. De alH Raharariwe no siguió pidiendo, sino que se fue para su sitio.
guieron hablando sin pelear. Decían ellos: Sh+r+koma regañó a Husiwe:
-Nosotros traemos perros; venimos a buscar machetes. ¿Por qué nos pe- -No sigas así. Aunque sean enemigos tuyos, no debes hablarles así claro
gan así con machete? Dennos esos machetes con que nos pegan. en la cara.
Yo me dormí y no oí más. Ellos continuaron hablando por el otro lado También Shamawe, Nakishewe , Amuhuwe contestaron cosas parecidas a
del shapono. las de Husiwe. Pero los Shama-thari las tomaban en broma. Sh+r+kariwe no
De madrugada los Yaminawe-theri y los Tetehei-theri salieron para Mo- vino a pedir tabaco ni nada. Estaría arrepentido de haber venido. Había ama-
ramahip+wei a recoger algodón. Salieron los Porehip+wei-theri y los Rasha- necido acostado, quietecito, triste.
we-theri ; la mitad de los Patanowe-theri se fueron a pescar; también algunos Entonces Kumaiwe, que ya estaba pintado de negro , gritó:
Pishaasi-theri salieron de pesca con sus mujeres. -Pidan Jos corotos. Ya está alto el sol y todavía no se han ido. A estas

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horas los visitantes ya deben andar lejos. Nosotros tenemos que salir. vantarse y echó a correr; pero tan solo llegó hasta detrás de la casa. El hijo
A este hijo de Repowe, durante la noche, le habían dicho que iban a ma- de Ruwahiwe iba corriendo hacia la salida con una flecha clavada en la espal-
tar a los Shama-thari. Los otros que querían matar, ya estaban pintándose da; Hesikak+we le disparó otra, que vino a clavarse en un madero debajo de
fuera de la maloca. Husiwe al fin se levantó y gritó: mis pies. Yo no podía ni llorar ni hacer nada ... Salí detrás de la maloca y vol-
- Descuelguen, entreguen esos perros que han traído y váyanse, que el sol ví a entrar un poco más allá. Las mujeres de Ruwahiwe lloraban. El se había
ya está alto. parado. Había agarrado el arco y las flechas de Repowe y caminaba como un
Los Shama-thari zafaron sus chinchorros, se los echaron a cuestas y se loco por el patio. Los hombres lo estaban flechando. ¡Tak, tak!, se le clava-
acuclillaron al borde del patio, agarrando sus perros. Hacían eso para el cam- ban las flechas . Le quitaron el arco. Entonces cogió un madero para pegar;
bio de los corotos. Mientras tanto los que estaban pintándose en la parte tra- iba buscando entre los chinchorros, ensuciándolos con su sangre. Al fin se re-
sera de la casa corrieron, siempre afuera , hasta detrás de donde estaban los costó a un palo de Jos Patanowe-theri, mirando cómo le entraban las flechas.
Shama-tharí . Tenía clavada toda clase de puntas y la sangre le chorreaba hasta el suelo.
Sh+r+kariwe seguía acostado. Entonces Shamawe, por compasión, le ¡Dios mío! Una punta de bambú se le clavó debajo de la boca y le hizo botar
dijo a Husíwe que iba a darle un machete y a desarmarlo para que se fuera . el tabaco. Las puntas se le clavaban en el pecho, en el vientre, en las piernas;
Pero Husíwe, en voz baja, le contestó: él las agarraba y se las sacaba. Así hasta que aguantó; después se cayó boca
- No, si él se va vivo, después viene a flechamos . abajo. Ya estaba borracho por el curare. Las mujeres lloraban, gritaban como
Los Shama-thari llamaban a Sh+r+kariwe para que se presentara también locas. Aunque Ruwahiwe ya estaba caído, nuestros hombres lo seguían fle-
él. Poco a poco vino y se acuclilló al lado de Ruwahiwe. Como sabía, tenía chando. Tenía las nalgas como de puerco espín. Trataba de levantarse; no po-
miedo ... Ya Repowe y otros habían venido y se estaban acuclillando al frente día. Así pasó media hora , Cuando le clavaban puntas de curare en los brazos
de Jos Shama-thari para entregar los machetes y recibir los perros . En eso los y en las piernas, los músculos le temblaban. Yo temblaba, llorando, ante toda
hombres que iban a matar, todos pintados de negro, fueron entrando , pasito , aquella sangre. Ruwahiwe era malo, pero a mí me había defendido cuando es-
y se pararon detrás de los Shama-tbari , con sus hachas y con sus flechas . Los taba entre los Shama-therí. Ahora no podía hacer nada por él. ..
Shama-tharí no los veían, porque en ese momento acostumbran estar agacha- La mujer de Hukoprei recogió la mostacilla que le iban a dar a Ruwahi-
dos. Ni siquiera las mujeres se daban cuenta. Repowe los veía, pero creía que we; así recobraron los machetes . Husiwe preguntó dónde estaban los demás
estaban allí sólo para ver. Las mujeres decían: Shama-thari.
-Entreguen ya esos machetes para que nos vayamos. -Se fueron por el camino - le contestaron.
Entonces Ruwahíwe cogió su perro, medio se levantó y se lo entregó a Entonces se levantó , cogió arco y flechas y salió con otros tres hombres a
Repowe. perseguirlos. Llegaron a un llano y oyeron a uno que gemía. Fueron a ver.
-Es buen cazador - le dijo. - Tómalo . Recostado a una peña, estaba Mrakanahiwe, hijo de Ruwahiwe. Al verse des-
Repowe lo agarró y se lo pasó a su mujer. Cogió el machete y lo clavó en cubierto, le gritó a Husiwe:
d suelo frente a Ruwahiwe. Después Ruwahiwe cogió otro perro, que su mu- -¡Ay, papá, no me mates! Estoy herido. Déjame morir solo.
jer tenía agarrado y se lo pasó a Hukoprei, hijo de Repowe. Hukoprei cogió Husiwe lo flechó y sus compañeros lo remataron.
el machete, le enrolló en el mango la mostacilla que le daba su mujer y dijo: Sentado detrás de la casa, quedaba Sh+r+kariwe. Repowe lo vio y dijo:
-Llévate esto, cuñado. Cuando vengas de nuevo, te doy hacha. Yo les he - ¿Dónde está la gente? Aquí dejaron vivo a éste; dentro de poco vendrá
pedido a los Watanami-theri, pero todavía no me han traído . a matamos a nosotros.
Yo estaba mirando desde mi chinchorro, nerviosa. Veía a los hombres de -Allá está uno sentado; está vivo - me vino a decir Kónokama. Yo salí
las hachas que a veces se empinaban sobre las puntas de los pies como para con ella a verlo. Un chorro de sangre le salía por la cabeza. Ella lo regañó:
dar el golpe , pero no lo daban ... Ahora , cuando Ruwahiwe se movió para ha- -¿Que viniste a hacer tu aquí?Mandaste a matar a tu hermano y lo acompa-
lar el segundo machete que le entregaban, Amuhuwe le pegó un hachazo en ñaste. Ahora te mueres con él.
la cabeza. Como si estuvieran combinadas, las otras cinco hachas cayeron so- El miró a Kónokama y le hizo señas de que le quitara el chinchorro que
bre la cabeza de cada uno de los Shama-thari. Todos se desplomaron con una llevaba al cuello. Ella se lo quitó. Después él me miró a mí y llorando , me
enorme herida. En seguida gritó l-ranaema : preguntó:
-¡El padre de mí hijo! ¡Lo invitaron para matarlo! -Suegra, ¿qué está pasando con nosotros?. El me llamaba suegra porque
-¡No me mates a mi hermano! - gritó Yoipanama. cuando estuve entre los Shama-thari , al tener una niña hubiera debido entre-
Los otros Shama-thari echaron a correr, gritando; pero muchos hombres gársela como esposa a Ruwahiwe.
comenzaron a flechados . Raharariwe se levantó y echó a correr junto con su -¡Los están matando! - le contesté.- ¿Por qué viniste tú, si te habían di-
hijo; pero a ellos también los flecharon . Los otros recobraron el sentido y se cho que no vinieras?
fueron corriendo. Quedaban Ruwahiwe y Sh+r+kariwe. Al rato éste logró le- Preguntó si alguien estaba muerto. Le dije que su hermano Ruwahiwe, y

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que los otros se habían ido. Al saberlo, lloró más. La sangre le bajaba por Ja Le dieron un arco para que caminara. No se debe agarrar a los heridos o
cara. Yo llamé a l~s mujeres Shama-thari que vivían con nosotras y les dije muertos directamente, si no Kamakari hace daño. El hombre caminaba, enga-
que lo agarraran bien y lo llevaran al monte. El pidió agua; le dieron. Las ñado, oyendo que le decían:
Shama-thari tenían miedo y no quisieron cargarlo. Entonces pedí ayuda a -Te llevamos por el camino de tu shapono.
Yép+ami (yo estaba encinta) y a otras dos mujeres; lo agarramos por los bra- El me miró a mí: me dio tanta pena. Yo no sabía qué hacer; sólo llorar.
zos, lo levantamos y él pudo caminar. Estaba solo mal de la cabeza. Ya íba- Los hombres caminaban tratando de no pisar la sangre que él derramaba. De-
mos bien; pero, cuando él se agachó para pasar sobre un tronco caído, le lle- saparecieron por el camino de Wan.itima.
gó un flechazo entre las nalgas. Se cayó al otro lado del tronco. Nosotras co- -Miren - dijo entonces Repowe. - Aquí hay bastantes mujeres Shama-
~mos. La flecha le había salido por el vientre y salió un chorro de sangre su- thari; que vayan ellas a quemar a sus muertos.
cia. ¡ranaema, Yoipanama y otras mujeres cogieron candela y salieron. Yo
En el shapono me puse a llorar. Alguien decía que aquel hombre no esta- salí con Yép+ami a buscar agua para hacer carato de plátano. Pasamos cerca
ba muerto. El viejo Hayamamok+we desde el chinchorro gritaba que fueran a de donde estaban quemando a Ruwahiwe. Un poco más acá habían mandado
rematarlo. Tal vez lo decía por compasión: cuando joven, a él Jo habían heri- sentarse a Sh+r+kariwe. Le hacían preguntas. El no contestaba. Entonces lo
do los Waika en Wareta y todavía no se le había curado una herida que Je amenazaron con hacha.
mantenía hinchado el hombro derecho. -¿Tú estabas con los que vinieron a soplarle daño al muchacho que se
Ruwahiwe, que se meneaba en un charco de sangre, al fin se apoyó sobre nos murió? - le dijeron.
las manos y los pies, arqueó la espalda, dio un ronquido como de tigre bravo -Yo no estabjl - contestaba él.
y se dejó caer. Era el Espíritu tigre que se estaba saliendo ... Así decían. -¿Tu estabas con los que fueron de dañeros al otro lado del Parauwe ké
Entonces Repowe comenzó a regañar: u?
-Vengan a sacar a este muerto. Cómanlo, ya que lo quisieron matar. -Yo no estaba.
Este hombre no nos debía ningún crimen. Ustedes lo mataron porque nos dio -¿Tú estabas con los que vinieron de dañeros a Wakewei?
perros sólo a mí y a mi hijo. -Yo no estaba.
Su hijo Hukoprei también regañaba. Y el muerto ahí. Hayamamok+we Y así otras preguntas ...
respondía: -No contestes - le dije yo. Y regañé: - Ustedes saben que lo van a rema-
-No lo mataron por envidia. Algo malo hizo. Tú no sabes ... tar y todavía le hacen preguntas. .. ¡Déjalos que les vayan a preguntar a sus
-¿No saben que los Shama-thari son peligrosos? - dijo Repowe. - Son madres!
valientes y vendrán a acabar con nosotros. Quédense ustedes aquí a esperar- El me miró a través de sus lágrimas. ¡Me dolió tanto aquello!. .. De allí
los; yo me voy para Horetoi. O váyanse para Wanitima; espérenlos allá. bajé a buscar agua. De regreso vi que todavía estaban preguntando a Sh+r+
Los otros hombres Wanitima-theri habían salido en busca de fugitivos. kariwe.
En eso llego Ruwawe con su familia, todos cargados de plátanos. El vio la -No les respondas - le dije. - ¡Ay! ¿Por qué viniste? -. Y seguí. Pero
sangre y adivinó lo que había pasado. Descargó sus plátanos, vino a ver al ellos ya tenían hachas y toletes listos. Me volteé y vi que lo remataban. Yép+a-
muerto y dijo: mi lloraba conmigo.
-¿Este muerto, qué hace aquí? Al rato volvió Husiwe con otros hombres. Traían palitos blancos y los pe-
- Primero lo mataron - dijo Repowe - y ahora no lo quieren botar. laron para ponérselos en las orejas y las mufiecas. Así hacen todos los que
A los hombres que ahora iban llegando les dijo Ruwawe: han matado.
-Boten a ese muerto y raspen la sangre. El tenía fama de valiente. Basta -Que ningún niño se me acerque: he matado a Shama-thari - dijo en se-
pisar una gota de sangre para tener allí mismo a Kamakari. guida Husiwe. - Ahora se pondrá furiosa conmigo la gente de acá.
Las mujeres Patanowe-theri estaban ya en el caño lavando Jos chincho- Y se echó en el chinchorro. Pero allá venía Repowe gritando:
rros. Los hombres, para no tocar con las manos a Ruwahiwe fueron a reven- - Ahora sí estás contento ... Mataste a los Shama-thari. Y nada me dijiste.
. '
tar bejucos. No se podía con bejuco chiquito: Ruwahiwe era alto, fuerte, pe- ¿Por qué los mataste? ¿Ah? Porque no te dieron perro. Eso. Como sólo me
sado; tenía pecho grande. Llegaron, torcieron el bejuco, se Jo pasaron por el dieron a mí y a mi hijo, por envidia los mataste.
cuello y cuatro hombres lo fueron arrastrando. ¡Dios mío! ¡Pobre Ruwahiwe, Shamawe se levantó y dijo:
hecho un manare y ahora arrastrado como un animal! El polvo le secaba la -Nosotros no hemos mandado matar a los Shama-thari por envidia, sino
sangre ; la cara se le arrugaba; sólo en la frente Je quedaba su pinta bonita ... porque él había matado. Ha matado a dos de nosotros; ha matado a gente de
Yo lloraba. Vi que lo llevaban allá donde habíamos estado recogiendo leña. su tribu.
Después gritaron que todavía quedaba otro por ahí: Sh+r+kariwe. Los demás -Ven a flecharme - le dijo Husiwe a su tío. - Ven, si me tienes rabia.
hombres fueron por él. Con hojas lo agarraron por las muñecas y lo pararon. - No; ven tú a matarme a mí - contestó Repowe. - Tu, que mataste al cu-

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ñado. Así como tienes rabia del cuñado, tienes rabia de mí. quería quedarse con l-ranaema le estaba hincando el palo y caían granos de
- ¿Para qué_ mezquinan ustedes a los Shama-thari - dijo Kumaiwe, - si carbón. La gente decía:
ellos con un dano nos han matado a dos hombres? Su hermano mismo ha ve- -Ese hombre había cometido incesto.
nido a pedir que lo matáramos. ¿No recuerdan? Habían hecho tres veces candela y el cuerpo seguía sin arder. La gente
Se amontonaron los hombres y empujaron a Repowe a su casa. Allá él venía a ver. En ese momento iba llegando también Yaminawe-theri. Ya le ha-
regañaba a su hijo Kumaiwe: bían contado los perseguidores por el camino de Morámahip+wei.
- Tú te quedarás aquí, en este gran shapono que hicimos, para que vengan - ¿No ven? - decía él. - Ustedes sean respetuosos con sus hermanas.
los Shama-thari a matarte y llevarse a tus mujeres. Yo me voy para Horetoi y ¿Ven lo que pasa después que uno se muere? Miren al otro hombre: no era
no vuelvo para acá, Tú quédate, con ese valiente, para que dentro de una incestuoso y ya está todo quemado.
luna vengan a matarlos. Yo me voy-. Y para Husiwe : - ¡Cobardes! Nunca, En el shapono Yoipanama se acercó a Husiwe y lo suplicó:
nunca matan gente y ahora van a matar Shama-thari ... -Yo soy mayor. No sirvo para quedar aquí. En mi shapono he dejado a
-Son ustedes los cobardes - contestó Husiwe . - A ntiguamente estaban en otros niños pequeños por criar. Te pido que me dejes volver.
Kónata, después en Wareta, después en Namowei ... y llegaron hasta acá. Si - Bueno - le contestó Husiwe:- Si quieres irte hoy mismo, puedes irte .
hubieran sido valientes no .estarían aquí. Y si ahora se van, yo soy bastante - Hoy no - dijo ella. - Primero quiero recoger los huesos de mi hermano.
valiente y tengo bastantes flechas para defenderme de los Shama-thari. Me voy a quedar así /3/ días y luego me marcho.
- Pues yo me voy - decía Repowe . - Tú no conoces a los Shama-theri. Pedía eso a Husiwe para que él no permitiera que le hicieran daño. l-ra-
Ellos han acabado con los Shekerei-theri; ahora acabarán con Jos Namowei- naema, en cambio, ya estaba sentada en su chinchorro, junto a Watemosik+
theri. we, el hombre que se había adueñado de ella. Lloraba, lloraba.
Yép+ami salía en defensa de Husiwe y le decía a Repowe: Las mujeres salieron al caño a lavar los chinchorros. Los hombres con
- Vete, vete adonde quieras con tu gente. Desde que nosotros hemos he- machete rasparon la sangre en el suelo y en los postes. Luego trajeron tierra y
c~o nuest~o conuco en Wanitima, nos ha sobrado tu compañía. Miedosos, cubrieron el piso. Los que habían matado se consiguieron chinchorros de be-
siempre nuedosos, por eso se vinieron antiguamente de Taraimi. juco y los colgaron. Para dejarlos solos, sus parientes se retiraron a colgar en
- Sí - decía Hayamamok+we; - diles que son unos miedosos; por eso to- otra parte.
davía me queda aquí esta herida. Yo no soy miedoso. Mientras Rayoma, mujer de Repowe, estaba en el caño lavando un chin-
- ¿Miedoso yo? - gritaba Repowe. - Vengan a flecharme para ver si soy chorro, oyó que alguien la llamaba:
miedoso. - ¡Suegra, suegra!
Ruwawe cogió el arco y las flechas de Husiwe para que no se le ocurriera Ella se acercó y vio a Yoinak+we, hijo de Raharariwe.
usarlo. Hubo mucha discusión. Poco faltó que sucediera una guerra entre no- -Estoy herido - le dijo.
sotros. Cuando Repowe volvió a provocar diciendo que se había matado a Jos El muchacho traía una piedra en la boca del estómago y se la apretaba
Shama-thari sólo porque a él y a su hijo les habían dado perro y a Jos demás para poder respirar. Tenía un hueco grande que le había hecho una flecha ,
no, Husiwe le gritó: por donde le salía aire. Preguntó por su mamá, Yoipanama, y Rayoma le ex-
- Yo no necesito perros. Yo tengo perros. Los Irota-theri me dan si quie- plicó:
ro. En todo caso yo no he matado. Yo he mandado matar. Los Shama-thari -Se fue a quemar a tu tío, porque esta mañana no se quemó bien.
nos deben dos muertos. Ya que tú no sabes, te voy a explicar -. Y así Husiwe El muchacho preguntó cuántos eran los muertos y le pidió que dijera a su
se puso a explicarle a Repowe la muerte de Yaopewe; recordó que los Irota- mamá que él la esperaría en Wanitima, rogándola que no avisara para que no
theri habían avisado; que el mismo Sh+r+kariwe, que acababan de rematar, fueran a matarlo. Sólo las mujeres llegamos a saberlo.
había venido con sus hermanos a pedir la muerte de Ruwahiwe. Gritaba y ex- A la mañana siguiente volvieron a quemar a Ruwahiwe. Los huesos de
plicaba ... Sh+r+kariwe los recogieron las sobrinas y otra Shama-thari. Las demás muje-
- Ustedes sabiendo tantas cosas no me avisaron - dijo entonces Repowe. res fueron a quemar a aquel muchacho Mrakanahiwe . Al mediodía los que
· Saben las cosas y no me dicen ... Si lo hubiera sabido, yo que tengo tanta habían matado se fueron al caño y allá los compañeros los restregaron con ho-
gente, no la iba a dejar salir a cazar o a pescar: se habrían quedado todos jas de helechos. Desde que habían matado habían comenzado a ayunar. Na-
para matar. Tenían que haberlos matado a todos ... Pero ustedes nada me di- die hablaba con ellos. Ruwawe les decía:
jeron. - Ayunen bien, porque ese que han matado era valiente y les puede dar
Por la tarde, con algunas mujeres, volví al caño por agua y vi que ya es- mucho dolor de barriga.
taban terminando de quemar a Sh+r+kariwe. Se estaban quemando el hígado, Al otro día Yoipanama forró un mapire y recogió los huesos de Ruwahi-
el corazón y no sé que más, todo vuelto una sola pelota. En cambio Ruwahi- we. l-ranaema fue a recoger los del muchacho.
we, ¡ave María!, estaba todo negro, pero casi entero. El hombre que ahora Al día siguiente Yaminawe-theri estaba en un rastrojo recogiendo piji-

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guao. Llegaron allá tres Shama-thari, sin armas, solo con dos pedazos de esto. Entonces mi marido llamó a su hijo y le dijo: "Hijo, acompáñame, para
palo. El hombre se asustó. que te mueras conmigo. Si te quedas aquí, vas a ser huérfano. Un niño sin pa-
-No tengas miedo - le dijeron. - Nosotros venimos heridos. Estamos mu- dre no puede formarse hombre de verdad. Vámonos. No sé si volveremos a
riéndonos de frío. este shapono". Y a mí me dijo: "Lleva tu guatura nueva para que traigas mis
Entonces Yaminawe-theri con sus palitos de cacao hizo candela. Los Sha- huesos. Y, si no me matan, cambia esa guatura bonita con mostacilla que me
ma-thari desconfiaban. Al fin se acercaron, se sentaron y preguntaron si los den". Yo me puse muy triste y salí con él. Se vinieron para que ustedes los
estaban buscando. Yaminawe-theri les dijo que no. Ellos le suplicaron que no mataran ...
avisara. También le preguntaron cuántos muertos había habido. Uno tenía Ruwahiwe, como se echa de ver, había previsto su muerte. Murió él y
una herida honda en la espalda; otro tenía una punta de bambú en una pierna murió su hijo que lo había acompañado.
y una de curare en la otra. Yaminawe-theri se las sacó. Después llenó un ma- Nosotros seguimos unidos en ese shapono de Patanowe. Los homicidas
pire de pijiguao y se lo dio. Les dio palitos de cacao y un tizón. A su mujer le fueron terminando su purificación. Todos los días iban a restregarse el cuerpo
dijo que no contara nada, la dejó que se fuera y el acompañó a los Shama- en el caño, el de Kakamawe nopoup+ . Al fin se bañaron bien; les raparon la
thari. Más adelante les enseñó el camino de Prararap-i-wei y se devolvió. tonsura y les recortaron el cerquillo; los pintaron bien y les pusieron adornos
Después supe también que, la misma noche del día de la tragedia, algu- nuevos, bonitos. Todos en fila, acompañados de otros hombres, salieron a
nos Shama-thari habían llegado a unos tapirís cerca de Makayop-i-wei. Allí es- colgar sus chinchorros y las cosas usadas en el tiempo de ayuno en lo alto de
taba el viejo Hakuushima con su familia. Se asustaron al verlos, pero como un árbol. Todos en una sola mata. Eran muchos. Tres días después de eso, se
iban sin flechas ... Entonces les dieron de comer y les llenaron un mapire con comenzó a guindar· plátanos y los cazadores salieron de cacería. Hubo reahu,
plátanos. También les dieron candela para que no pasaran frío. Ellos suplica- pero sólo con gente de nosotros. Luego cada grupo se marchó para su sitio.
ron que no avisaran que iban por ahí y se marcharon hacia Wánitima. Le teníamos miedo al no porep+ de Ruwahiwe , porque él había sido muy va-
Yoipanama, llorando desesperada, había recogido en un mapire los hue- liente. Antes de dividirnos, Husiwe les dijo a los otros:
sos de Ruwahiwe. Una mañana que los hombres habían salido de cacería, Re- -Ustedes tienen miedo de que vengan los Shama-thari. Me han regañado
powe la mandó marcharse para su maloca. Nadie se lo impidió. Salió con su porque los he mandado matar. Yo me voy para Wánitima, para que me ma-
candela y su hijita. Los huesos de Sh-i-r-i-kariwe los habían guardado en un ten solo ...
mapire guindado en la casa de Hukoprei. La esposa de éste, Ishinarima, era Los Wánitima-theri nos fuimos, pues, para Wánitima. Nos metimos en el
sobrina del muerto. shapono, para que nos mataran en limpio - como decían - y no en campa-
Los huesos de Mrakanahiwe, aquel muchacho, los había recogido J.ra- mento. Esta maloca tenía sólo una cerca hecha con varejones de seje y de cu-
naema y los tenía guardados en un mapire guindado en la casa de Watemosi- curito. Husiwe no quiso que se hiciera cerca de palos; así nadie podría decir
k-i-we donde ahora vivía, un hombre ya mayor que tenía otra mujer. Como a que éramos miedosos .. . Una madrugada , hablando duro, dijo:
la semana, empujado por otros jóvenes, Nakishewe vino y le quitó la mucha- -Thóm-i-riwe ha venido por el camino llorando y se ha restregado en mi
cha a Watemosik+we. Este, bravo, mientras Nakishewe la arrastraba, agarró chinchorro. Señal de que viene gente por ahí. Nosotros somos pocos. Vayan a
a J.ranaema, se revolcó con ella y, como ni siquiera sus hijos venían a ayudar- cuidar el camino, para que no lleguen ellos acá , sino que seamos nosotros los
lo, la mordió en una oreja y se la desprendió. Después soltó a la muchacha, que vamos a atacarlos allá.
volvió a su casa, agarró la guapa que contenía la camasita de los huesos ya pi- Salieron cuatro hombres por el camino de los Shama-thari y llegaron a un
lados de Mrakanahiwe y la tiró detrás de la casa. No sé lo que pasó después lugar a orillas del Wakeshita ke u, donde había muchos tapirís. En ellos que-.
con aquel polvo. daban tres chinchorros de majagua, uno encima de otro, algunos tizones pren-
hanaema, llorando, contaba cómo había salido Ruwahiwe de su shapo- didos y restos de comida. Eran de los Shama-thari que habían llegado hasta
no para venir al de los Namowei-theri: allí. Supe después que con ellos esta vez había venido Riokowe , jefe de los
- Un día llegó su hermano (Sh+r+kariwe) y le dijo que ustedes, los Na- Iwahikorope-theri. Por los rastros estaba claro que se habían devuelto. ¿Por
mowei-theri, lo mandaban a llamar porque tenían hacha y machete para dar- qué?
le, si él les traía perros. A la mañana siguiente, temprano, mi marido dijo: Como una semana más tarde, llegaron tres Irota-theri a nuestro shapono y
"Padre, me mandaron a llamar los Namowei-theri. Yo sé que me voy, pero dijeron:
no sé si volveré. Creo que me van a matar. Cuando voy de visita a otro lugar, -Ustedes tienen que hacerse una cerca de palos, porque seguramente van
me siento alegre. Hoy me siento diferente ... Cuando oigan truenos, después a venir los Shama-thari. Nosotros sabemos que ellos están preparando curare.
que haya llegado a aquel shapono, sepan que soy yo dándoles la noticia de Los hermanos de Riokowe han venido a pedim os flechas para ayudar a los
que he muerto. Yo sé que aquí todos me tienen rabia, hombres y mujeres, Shama-thari a atacarlos a ustedes. Nuestro cacique no les ha dado ninguna.
porque he matado; así que, para castigo, es mejor que me maten los Namo- Les ha dicho que, si quieren pelear, que se hagan las flechas. Seguramente la
wei-theri, que son otra tribu ... ". Su padre había quedado todo turulato al oír gente de Riokowe ha venido con esos Shama-thari. Pero, en ese campamento

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que ustedes han encontrado, Shihewe, hermano de Ruwahiwe, ha soñado que les quedaban clavadas. Los que no estaban heridos venían por el monte y por
un tronco grande le caía encima para machucarlo y lo ha hecho gritar. Por eso eso llegaron de últimos. Los Purimap+wei-theri ayudaron a quemar a los
ha creído que el viaje no sería bueno, que sería mejor devolverse, no atacar, muertos y a curar a los heridos. Dos de ellos salieron a dar la noticia a su
si no los Namowei-theri lo matarían a él también. Ya habían matado a uno gente y de allá vinieron a dárnosla a nosotros. Ahora nosotros los avisamos a
grande y él estaría también en peligro ... Así que se han devuelto. ustedes. Los hermanos de Ruwahiwe han invitado a los Purimap+wei-theri a
Después, conversando, los Irota-theri contaron cómo habían llegado los la piladura de los huesos.
heridos a su maloca: Así hablaron los Irota-theri. Al día siguiente se fueron. Total que de los
-Un día, después que había salido Ruwahiwe para Patanowe, llegaron a Shama-thari habían muerto seis: tres en Patanowe y otros tres en su shapono.
su shapono los Purimap+wei-theri y oyeron decir que su jefe había salido Nosotros seguimos allí. Husiwe mandaba cuidar camino. Un día dijo:
adonde los Namowei-theri para cambiar perros por machetes. Dos hermanos -No quiero que me maten aquí; quiero que me maten en Masiwe ...
de él se habían quedado. Decían: "Yo no sé si mi hermano va a volver, por- Y para allá salimos. Había mucho mapuey silvestre que comer. Los hom-
que lo mandaron a llamar solo .. . A lo mejor lo van a matar; por eso se llevó bres seguían cuidando camino. Una vez volvieron a Wánitima y encontraron
a su mujer , para que lo queme y traiga sus cenizas". Estaban tristes estos dos rastros de los Shama-thari, los siguieron y vieron que llegaban hasta un caño
hombres. Los Purimap+wei-theri querían regresar a su sitio, pero los Posiko- cerca de Masiwe. Vieron dónde habían batido el carbón para pintarse. Ha-
mina-theri les dijeron que se quedaran por lo menos algunos de ellos para ver bían dejado huesos de monos. Por los rastros, se habían devuelto. Menos mal
si traían machetes o si había pasado algo. Los demás se fueron; se quedaron que nosotros ya nos habíamos ido de Masiwe-teka. Pasamos por donde los
allá dos hermanos de Riokowe: Waom+nawe y Wawanawe-theri. Dos días Pishaasi-theri y nos.fuimos a Hahóta.
más tarde el viejo Matakuwe estaba brujeando; miraba por el camino hacién-
dose pantalla con la mano y decía: "El camino está muy triste .. . Mataron a mi
hijo". En eso oyeron gritos por el camino que baja del cerro hacia el shapo-
no. Venía uno llorando. El viejo se quedó escuchando en silencio. Las muje-
res comenzaron a llorar. "Han matado a nuestra gente" , decían. Shiweiwe,
otro hermano de Ruwahiwe , que se había quedado, dijo: "Yo también tengo
flechas". Cuando oyeron el grito más cerca, los hombres cogieron arcos y fle-
chas y corrieron. E ncontraron a dos niños que venían: Hokoiwe,, hijo de Sh+
r+kariwe y otro. Con ellos entraron al shapono y llorando, dieron la noticia
de la muerte de Ruwahiwe. Habían venido todo el tiempo corriendo, descan-
sando de noche sobre los árboles. "El alma de su padre los ha acompañado",
dijo Matakuwe. "Por eso el tigre no se ha comido a mis nietos. No sintieron
frío porque su papá venía con ellos ... ". Hoshowe , el traidor, cogió su arco y
lo templó. " ¡Asiiiii! -dijo- ¡No lloren! Yo también soy hombre. También yo
tengo flechas para vengar a mis muertos. Iré a su shapono y los flecharé. Mis
puntas de bambú traspasarán sus pechos. Así mismo llorarán ellos a sus hi-
jos". Los niños no sabían de los demás. Todos se juntaron alrededor, llorando
y gritando . Al día siguiente llegó Hurap+we. Venía con una tripa afuera, ya
tostada por el sol. Después llegó Watanawe,cuñado de Ruwahiwe con una he-
. . '
nda en la espalda y otra en las costtllas. Al otro día se murió Hurap+we, y lo
quemaron. Al día siguiente se murió Watanawe. Al otro día llegó aquel mu-
chacho que traía una piedra en el estómago; se la sacaron y le amarraron la
herida con una majagua. Lo brujeaban. Dos días después le dieron de beber
aguamiel, pero le salía por el hueco. Pronto se murió. Demasiado grande aquel
hueco ... Después fueron llegando otros heridos. Venía con ellos Raharariwe,
con una herida en el estómago y varias en las piernas; caminaba con la ayuda
de un arco. Atrás venía su mujer con los huesos de Ruwahiwe. Venía gritan-
do, regañando. Llegó a tiempo de ver vivo al muchacho de la piedra en el es-
tómago, que era su hijo. También llegaron aquellos tres que se habían encon-
trado con un jefe de ustedes. Allá se fueron sacando las puntas de curare que

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242
C APIT U L O XVIII
M +ramawe, el d e Ojos Claros
Desde Hahóta salimos de wayum.f. por el camino de los Irota-theri; de
allá regresamos a Kahuusip+wei y de allí otra vez a Wánitima. Quedamos de
nuevo en el shapono, porque seguía el peligro de los Shama-thari. En el conu-
co de ese sitio habían estado para robamos veradas. No demoramos mucho
allí. Pronto Repowe nos mandó a avisar que el pijiguao ya estaba madurando.
Salimos para Patanowe . Los otros también fueron . Renovamos el shapono y
nos metimos.
Allí llegó un Toraemip+wei-theri que se llamaba Taimayowe, hijo de una
india emparentada con los Pishaasi-theri. Venía a informar que los Wakawa-
ka-theri tenían muchos machetes. Detrás de él en busca de machetes, salieron
los Pishaasi-theri y algunos Wánitima-theri, Patanowe-theri y un Porehip+wei-
theri. Era lejos y caminaron varios días. Los Wakawaka-theri vivían en el
bajo Matacuni, afluente del Padamo y se relacionaban frecuentemente con los
Maquiritare y con los blancos. Antes de llegar, Kapirowe , que era el Porehi-
p+wei-theri, se había quedado atrás para hacer sus necesidades. Al oír grite-
ría en la maloca, creyó que estaban matando a sus compañeros; se asustó yse
vino de vuelta corriendo.
La noche anterior a su llegada yo había tenido fuertes dolores de parto.
A la mañana siguiente, tempranito, me fui sola a un conuquito que había ca-
mino de Makayop+wei; durante el viaje, aumentaron los dolores. En mi gua-
tura llevaba dos camasas; las dejé en el conuco y me metí por el monte. Allá
me llegó mi hora y nació mi primer niño. Como no lloraba ni se movía, creí
que estaba muerto . Sin más me puse a buscar hojas de casupo para embojo-
tarlo; pero al subirme a una peña para recogerlas, oigo que viene un hombre
gritando por el camino.
- ¿Qué pasa? - le pregunté.
Estoy llamando a la gente para hacer un ataque porque los Wakawaka-
theri han matado a los que fueron a buscar machetes.
El siguió caminando, asustando con esa mala noticia. Yo volví con las ho-
jas y encontré al niño llorando. Una avispa lo estaba picando el brazo. Una
hormiga lo había picado en el cuello; otra lo estaba mordiendo en la barriga;
estaba lleno de hormigas. Me dio pena, pero me alegré: estaba vivo. Se me-
neaba y chillaba. "Ahora -dije yo-- ¿cómo hago para cortarle el ombligo?" .
Me acordé que a orillas del conuco había ese bambú con el que se hace el

Guerrero Yanomami 245


tubo para soplar el yopo y que yo siempre usaba para sacarles las tripas a los eres cacique de los Namowei-theri no sabes dónde están los Wakawaka-theri.
lagartos que comía. Quebré un pedazo y me quedé con una astilla. Corrí Yo que soy jefe de este lado sí lo sé. Puedo acompañarlos a ustedes para que
adonde estaba el niño y le corté el ombligo, sin amarrar, como hacen ellos. los matemos, si es verdad que les han matado gente.
Cogí la placenta, la embojoté en hojas de casupo, agarré al niño y me fui al Entonces se encaminaron todos para ir adonde los Wakawaka-theri.
conuco por las camasas. Bajé a un caño y dejé al niño en la orilla, acostado Pero , en eso, llegaron unos Mahekotho-theri que se habían quedado cazando
sobre una hoja de casupo. Pasé a la otra orilla, encontré una cachicamera y paují y contaron que más atrás venían de regreso los Namowei-theri.
adentro metí la placenta. Después tapé con tierra. Me bañé, llené mis cama- -¡No hombre! - dijeron . - Por allá están viniendo toditos ellos, sin un
sas y vine a bañar al niño . Como el agua estaba fría, él chillaba, chillaba. solo muerto .
Cogí la guatura y al niño y me fui al conuco donde estaba la candela que ha- Al rato, en efecto, se oyeron gritos. Eran los Namowei-theri que venían
bía dejado en la mañana . Me calenté con ella y después al sol. Con el calorci- de vuelta . Ningún muerto. Y, en cambio , todos cargados de regalos: muchos
to el niño se durmió . Era bello , pero tenía poquísimo pelo y los ojos muy cla- machetes, hachas , mostacilla, chinchorro , pelotas de algodón, tres ollas de
ros. Entonces regresé al shapono. aluminio ... Eran las primeras ollas que aparecían por allá . Algunos traían in-
Allá oigo aquella bulla infernal. Pensé que era cierto que habían matado cluso camisas , camisas blancas, y las traían puestas. ¡Qué cómicos! Uno traía
a los hombres . Los otros estaban enmapirando pijiguao. Las mujeres, todas hasta un sombrero .
reunidas, llorando . Yo me fui a mi chinchorro . Vino Yarotoma , miró al niño -Miren . Yo soy un nape - cuentan que decía Hesikak+we.
y me dijo : Les duró poco esa ropa. Bailaban con ella para iucirse y ya toda sucia de
-¿Sabes que mataron a los hombres que fueron adonde los Wakawaka- onoto, la fueron regalando a los lrota-theri, cuando venían, en la esperanza
theri? Kapirowe ha regresado diciendo que vivo no quedó sino él- . Después de conseguir otra nueva.
se fue adonde Husiwe y le dijo: - Mira: tu mujer ha tenido un niño. Husiwe se puso bravo y les dijo a los que llegaban:
El, pensando en la desgracia, dijo: -Ustedes no van juntos y dejaron atrás a Kapirowe. Por eso él creyó que
-Lloren ustedes que son mujeres . Hombre que llora no venga a su com- los habían matado a ustedes . Nosotros por poco matamos a estos Mahekotho-
pañero-. Después de un rato vino a mi chinchorro y me preguntó: -¿Varón? theri y ahora íbamos a matar a los Wakawaka-theri.
-Varón. Había sido todo un engaño de Kapirowe. De allí se devolvieron. Tam-
-Cuídalo bien . bién Remoriwe se vino con sus hermanos para hablar con los Namowei-theri.
En seguida se pintó de negro para salir a vengar a los muertos. Los de- Cuando llegaron ya Kapirowe se había picureado . Las mujeres lo buscaban
má~ ya estaban listos. Se juntaron todos en medio del patio y gritaron. Las para pegarle . Habían llorado tanto inutilmente. Ya se habían puesto el luto
muieres, dando vueltas por el shapono y mostrando corotos de los que se ha- en los cachetes, frotándose las lágrimas. Ahora se reían mirando a los hom-
bían ido, gritaban: bres lucir sus camisas ... Al no más llegar, Husiwe vino para ver al niño; se
-Vayan ya a matarlos . Mátenlos a todos, así como mataron ellos a nues- sentó y dijo:
tros maridos. Hagan sufrir a sus mujeres como ellos nos hacen sufrir a noso- -Este niño se va a llamar M+ramawe, porque nació el día en que nos en-
tras. gañaron.
. Yo tenía el presentimiento de que no estaban muertos . Asíle dije a Sh+- También me dijo que, cuando se le cayera el ombligo, lo recogiera por-
r+koma que estaba por allá bailando con Jos estuches y el carcaj donde uno que lo iríamos a colgar en el cogollo de una matica de pijiguao. Ellos creen
de .ellos guardaba sus adornos y entonces vino a llorar a mi lado . Los hombres que así esa mata crece pronto . En efecto, cuando lo largó, lo embojoté y lo
salieron . Durmieron a orillas del río grande . Al día siguiente , cuando iban amarré al chinchorro, pero luego un ratón se lo comió.
at.ravesa.ndo P?r el puente , vieron que venía gente del otro lado . Era Remori- En Ja noche hubo mucha conversación .
we, un 1ovenc1to Mahekotho-theri al que le decían más comunmente Akawe -Ustedes querían matarme - reclamaba Remoriwe. - Yo soy amigo de
el que luego sería mi segundo esposo. Venía con tres hermanos , tranquila~ ustedes. Primero tienen que averiguar ...
mente, paseando. -Poco faltó que te enterráramos una flecha de bambú en la barriga -<lijo
-¿Ustedes no saben que acaban de matar a nuestros hombres? Shamawe. - Ahora sabemos. No te pongas bravo. Tú sabes que cuando uno
-Nosotros no sabemos nada. está bravo es capaz de matar a un compañero. Ustedes son Mahekotho-theri Y
Husiwe, como me contó después Akawe, estaba bravísimo y los mandó son nuestros amigos. No porque te hemos amenazado vas a dejar de venir a
recular al otro lado; allá mandó limpiar el monte para hacerlos sentar. Los visitarnos ...
o~ros ho~bres, alrededor, con los arcos tendidos para que no se escapara na- También reclamaron los demás Mahekotho-theri.
die. L?s Jefes comenzaron a preguntar , para ver si no engañaban . Remoriwe, En la noche hubo mucho regaño . Repowe decía gritando para Kapirowe:
con miedo, decía: -Nunca vi un hombre más miedoso que tú . Cuando tus compañeros iban
-Si mi gente los hubiera matado, yo no estaría viniendo para acá. Tú que entrando al shapono, tú te escapaste . Dale las flechas a tu mujer; tú coge su

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guatura. Por culta tuya poco faltó que mataran a estos Mahekotho-theri. Me- moriría la criatura, el palo retoñaría y se volvería eterno .
jor es que no vivas más en este shapono; vete para Porehip+wei. Para que dejara de llorar, cuando tendría tres meses, Remorima, hija de
Kapirowe no estaba, pero sí estaban su papá, su mujer y sus hermanos Yép+amí, se lo metía en su güenepe, entraba en un raudal del caño y se zam-
oyendo. En las noches siguientes regañaron Yaminawe-theri y Ruwawe. bullía tres veces. Cuando salía, el niño pelaba los ojos y respiraba. Haciendo
Cuando yo regresé de recoger leña, las mujeres ya habían terminado de eso, decían que se le quitaba el vicio: el agua del raudal aquieta a los niños
llorar y las encontré rodeando a mi criatura . llorones. A veces, cuando él decía a llorar, yo me ponía nerviosa y lloraba
- Este niño nació sin cabello - decía una. - No es gente; es bicho . con él. No sabía qué hacer. A veces lo sahumaba con humo de un palo que
-Mátalo, mátalo - decía otra . - No es hijo de Yanomami. No tiene cabe- huele a incienso, mezclado o no con caraña blanca. Se aquietaba un poco y
llo. volvía a la lidia. Para poder asar la comida yo tenía que dejarlo llorar. Las
-Yo no sé matar - les decía . - Y no lo quiero matar. Nunca he visto a mujeres se lo llevaban para entretenerlo . Fue a los cinco meses cuando co-
una madre matar a su hijo . menzó a dejar de llorar.
-¡ Vete a matarlor - me decían ellas empujándome . No había valido para aquietarlo un mono blanco que Husiwe había aga-
Las viejas también me pedían que lo matara. Hasta que Husiwe, cansado rrado.
~le oír eso, les dijo: -Este va a ser cría de mi hijo - había dicho .
-¡Cómo que vaya a matarlo! ¿Acaso cuando les nace un niño a ustedes lo Era un mono capuchino grande y bravo que también me dio mucha lidia
quieren matar? Cada quien cría lo que le nace . Si no tiene cabello, no dará para amansarlo. Mordía el bicho y yo le pegaba. Echaba ají en el fogón, lo
trabajo el cortárselo. Ustedes vayan a cuidar a sus hijos, a trabajar, a torcer agarraba por el rabo y lo sahumaba dándole vue ltas encima. El tosía, tosía;
algodón . .. Como no tienen qué hacer, vienen a pedir que mate al niño. botaba agua por la boca y por la nariz. Por un rato se quedaba como privado.
Las mujeres se fueron . Estonces vino Yarotoma y me consoló . Así es cómo se amansa a monos, loros, picures y otros anímales de cría. Poco
-Verdad que no tiene cabello - dijo. - Igualito que su papá. No te preo- a poco, pues, ese mono aprendió a vivir con nosotros. Adónde íbamos nos
Ct!pes: el cabello le crecerá. acompañaba, nosotros abajo y él por las ramas de Jos palos. De allá arriba veía
Más tarde vino su hija, Kónokama, trayendo un poquito de caraña en tortugas , morrocoyes, culebras , sapos, bichos en fin, gritaba , bajaba, tocaba
polvo. Se la puso en su boca, Je abrió bien los ojos al niño y le escupió enci- el bicho y volvía a subir gritando. Tiene vista buena ese mono. Hasta avisa
ma. Creen que así se ponen oscuros los ojos. La gente que tiene ojos claros - cuando ve que vienen enemigos a la maloca de uno .
dicen ellos, - cuando calienta el sol, miran feo. Por eso se le echó caraña. Así Con nosotros iba al conuco, a pescar, por fruta . Cuando íbamos por can-
les habían hecho a Nakishewe y Mapooriwe, que también habían nacido con grejos él metía las manos o levantaba las piedras para sacarlos; a veces el can-
ojos claros. grejo lo mordía y él se ponía a chillar. Yo entonces se Jo quitaba de donde se
-Mira sus ojos - decía Kónokama . - Ya no se ven claros. le había prendido. Sabía meter Ja mano debajo del agua y sacar caracoles y
También le untó caraña en toda la cabeza para que le creciera el cabello. comenzaba a morderlos, pero sólo Je gustaba chuparlos después que nosotros
Después Yarotoma le abrió la boca al niño y vio que abajo tenía dos dienti- los asábamos. Las arañas monas las sacaba, las mataba y se las comía. Así,
cos. crudas. Mucho se comía esa arañita que llaman cabeza de culebra; y eso que
-¡Ah, tiene dos dienticos! - dijo. - Este niño va a dar mucha lidia. Será duele mucho cuando pica. Sacaba sapos de sus cuevitas. Hurgaba en los pa-
llorón. Su papá nació con dos dientes y lloraba, lloraba, sin que yo pudiera los. Hacía de todo. Como gente. Donde veía avispas, les reventaba el nido y
hacer nada para aquietarlo. se comía los huevos. Las mujeres me regañaban porque la avispas las picaban
En efecto, después de como quince días, el niño se puso a llorar. Lloraba a ellas.
hasta ponerse morado. La gente me regañaba porque no los dejaba dormir. En un conuco una vez encontró una mapanare en una mata de plátano.
Durante cinco días Kónokama vino a echarle caraña en los ojos y en la cabe- Ke, ke, ke , hizo corriendo. Husiwe fue a ver y mató la culebra. En seguida,
za. Dos meses después el niño comenzó a criar pelo . Pero .. ¡qué tremendo[ gritaba al ver un peligro; Yep+ami entonces me llabama para que nos fuéra-
no dejaba la lloradera. Cuando se ponía bravo, agarraba la teta y mordía mos a otra parte y no nos encontráramos con el tigre . Gritaba desesperado
duro. cuando veía a ese bicho.
-Cuando estabas preñada - me decían los brujos, - tú no ayunabas; co- Y con nosotros ¡qué bueno era! A nosotras y a los niños nos sacaba los
mías loros, guacamayas, piapocos. piojos de la cabeza. Nos mataba mosquitos y zancudos y se los comía. Ha-
Como esta., aves tienen pichones -tue chillan mucho, ellos creen que, co- ciendo eso , era un alivio cuando había epidemia .
miéndolas la mujer encinta, le nace el niño igual. Lo ensalmaban los brujos. Pero volvamos a lo de antes. Antes de irse aquellos Mahekotho-theri, los
Yo me lo metía en el güenepe y lo llevaba al conuco. Era un güenepe que me Namowei-theri les dijeron que eran invitados ellos y su gente a un reahu de
había hecho Remorima. Se corta el palo, se bate hasta sacarle la concha y pijiguao. Se fueron con perros y chinchorros.
ésta se cose y se pinta. Recién nacido el niño, no se usa el güenepe, porque se Nuestros hombres salieron de cacería con algunas mujeres. Después hubo

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reahu, pero de los Mahekotho-theri llegaron sólo los hombres y algunas vie- ros de Repowe diciéndonos que el pijiguao esta?a maduro Y que n.os ju.n tára-
jas; las mujeres y los niños se quedaron al otro lado del río grande . También mos para comerlo y hacer fiesta. Salimos al c~mmo de los Tetehe1-~hen Y .ca~
vinieron algunos Miyómap+wei-theri . Allá estaba Porawe, su jefe. Habían minamos hasta Patanowe; pero nos paramos Junto al raudal del cano Yunp-t
traído algún machete y alguna hacha. Recibieron perros y chinchorros y se ma e hicimos tapirís. Había cacao y nos pusimos a recoger. Cuando ya estába-
mos haciendo carato, vimos llegar cinco viejas. Todos querían saber quiénes
fueron.
En la maloca hacía mucho calor. Era bueno irnos a otra parte, allí mismi- eran. Yo las reconocí y le dije a Husiwe que eran Shama-thari: Iwatama , Shi-
to, al otro lado del caño donde tomábamos agua, el cañoAtahik+ upraope, un ripima, Okoema, Hayuwema y Hukoshoemi. El se paró y agarró su arco y fle-
campamento viejo, cerca de un conuco, que tenía buena sombra. Estando chas. . .
-¡No! ¡No fleches! - gritó en seguida una de ellas. - Vemmos sólo mu1e-
allí, volvió a pasar el avión. Ya era pasado el mediodía y yo había salido a
buscar leña con mi niñito en el güenepe. Tenía casi un mes de vida. A él lo res. 'd 1 ·
dejé acostado en el suelo y me puse a romper leña con el hacha que un Mahe- Por si acaso, Husiwe mandó a los hombres que fueran a cu1 ar e cami-
kotho-theri le había dado a Husiwe. Tenía casi llena la guatura cuando oí no. La mayor, Iwatama, se sentó y se puso a !l?rar. .. ,
aquel ruido raro en el cieio: uuuuuuuuu ... Primero pensé que fuera un tigre; -No piensen que nosotras venimos a tra1c1onar -. d~JO. - Somos ..sol~ mu-
pero no demoró en aparcer el avión: blanquito, igual al que había visto. En- jeres. Mi marido se ha quedad.o en Wánitima con ~l v1e10 Warashawe. Tienen
tonces agarré unas hojas de ocumo y me puse a menearlas , gritando duro .... miedo de venir. Nosotras ventmos a preguntar donde han botado los huesos
El siguió de largo, rumbo a los Irota-theri. Yo me puse a llorar y volví a tos de mi yerno (Sh+r+kariwe). . , ..
tapirís. No había nadie. Los fogones Jos habían apagado con agua; alguno es- Husiwe dijo que no sabía. Mandaron a llamar ~ Hukopre1 y el d!Jo:
taba tapado con plátanos. Me puse a hacer fuego para cocinar pijiguao y la -Mi esposa Shama-thari (Ishinarima) ha recogido los huesos, pero no t~­
gente comenzó a llegar. dos, sólo los gruesos; los pequeños los ha ent~rrado; los gruesos los hemos pi-
lado en un reahu; ahora quedan cuatro camas1tas. Pesaban mucho, por eso he-
-Tú, cuando lo oíste, te pusiste a gritar - me regañaban. - Nosotros te
oí~os. Lo que tú quieres es que venga a matarnos. Como esos nape son tus
mos quebrado dos y hemos vaciado las cenizas en un hoyito cerca del fogón.
panentes, los llamaste. La vieja se puso a llorar y le dijo a Ishinarima: . ,
-Pégale - le decían a Husiwe, - pégale. ¿Adónde iremos a vivir con este -Sí; tú comparaste a tu tío con un perro, echando sus cemzas a~ fogon .
bicho que se la pasa volando sobre nuestras cabezas? Iwatama, entonces, preguntó dónde lo habían quemado ~ara ir a buscar
Al día siguiente volvió tempranito el avión: uuuu ... Ellos se corrieron al aquellas boronas de huesos enterradas. H~si":e dijo que la de1aran hacer. Al
monte. Yo me quedé. Por eso me regañaron. Voló rumbo a los Irota-theri. otro día se fue con sus compañeras y cons1gu1eron algunas boronas. El ~ono
Por aJlá daría vuelta y pasó varias veces sobre nosotros, pero alto. blanco que ella cargaba la ayudaba a buscar. Llorando, aquell~s muJ~~es
. Todos los días pasaba. Iba por la mañana y a la tarde regresaba. Yo amontonaron las boronas, las embojotaron y se las !levaron. Lo m1sm~ h1c1e-
ron con las boronas de los huesos de Ruwahiwe que quedaban. Hab1a toda-
siempre lloraba cuando lo veía. Los indios me decían.
vía; por eso nuestra gente decía que al pasar por el lugar oía silbar: era el
-Tú lloras porque pasa ese bicho. No son tus parientes. Si ese bicho baja,
pare que cuidaba de sus huesos. Cuando yo pasaba donde estaban los de Mra-
nos va a quemar a todos.
En esos días los indios se enfermaron otra vez: mucha fiebre, mucho do- Kanahiwe, tenía miedo. Los cazadores contaban que cuando pasaban de noche
lor de cabeza ... por el sitio, alguien les halaba las flechas o les silbaba. ,
Embojotaron aquellas boronas de huesos, siempre llorando y tres d1as
-¡Bueno sería que se enfermara ella que lo llama!
-Ese no es bicho - decía Husiwe, - es gente. Es gente que va adentro. El después se fueron. Entonces nosotros pasamos al. shapono de Pat~.~owe. Nos
humo lo bota porque se mueve. Si no botara humo no volaría. juntamos todos; también los Pishaasi-theri. i:u.v1mos reahu de pIJigua~. sól~
Al principio pasaba todos los días el avión; después cada dos o tres; así entre Namowei-theri. Después de nosotros, h1c1eron reahu los Patanowe-~.he
ri; luego, los Rashawe-theri, para tomar cenizas de. 1~ m~dre ~e Ruwawe; Y
durante un mes. Luego, por varios años, no volví a ver aviones.
también lo hicieron los Yaminawe-theri y los Poreh1p-twet-then. Cuando hay
. En ~ánitima pasamos como tres meses, recogiendo algodón, hilando, ha-
Ciendo c~1?chorros. Yo hice uno estilo tarraya. Después salimos de wayum+ muchas cenizas de muerto y mucha fruta, se hacen muchos reahu. .
Luego de sembrar maíz en Makayop+wei, salimos de wayu~+ con los
p~ra el s1t10 de Masiwe. Allá también recogimos algodón; con la cacería co-
Patanowe-theri, rumbo a los Irota-theri. Al llegar al caño Rahuawe. nos para-
m1amos mucho ocumo. Así por tres meses. Los Patanowe-theri en cambio se
habí.an ido para los lados del caño Irokai en busca de yuvía. 'Los Rasha~e­ mos. En eso llegaron algunos lrota-theri a invitarnos.
then se habían ido a su sitio . De Masiwe bajamos a Shamata, un caño de -Tu cuñado (Kahumawe) te manda a invitar a su shap~no .
aguas negras, con un raudal alto . Allá los hombres cazaron danto. En este -Me voy con ellos - le dij0 entonces Husiwe ~ Repowe. ,
Subirnos un ce rro. En un pl an que hay nos pintamos . .De alh los Patano-
viaje hicieron tres veces curare para matar cacería.
we-theri siguier n para la maloca propia de los Irota-then y nosotros para la
Después seguimos en dirección a Patanowe. Un día llegaron los mensaje-
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de los Ashitowe-theri: dos shapono a tan poca distancia que los gritos de unos -¿Dónde están mis flechas? ¿D.ónde? . .
se oyen en el de los otros. Pero el de los Ashitowe-theri era pequeño. En los y 0 corrí en seguida y se las quité. El cogió tizones más grandes y se puso
dos sitios hubo fiesta, pero sin pelea. Nosotros les dimos unos chinchorros a tirarlos. Remorima, la traviesa, atizaba y le pasaba ... Acabaron con todos
que IJevábamos y ellos nos dieron perros, muchos perros. los tizones de la maloca. Entonces echaron mano a la le~a qu_~ hab~a. _¡<?ué
A la mañana siguiente volvimos. En el caño Rahuawe nos alcanzaron los batalla! Los Patanowe-theri les echaban la culpa a Jos Ya~mawe-th.en, ~teten:
Patanowe-theri. Juntos dormimos allí y al día siguiente emprendimos el regre- do que habían sido ellos Jos que había~ comenzado. El Jefe Yarrunawe-then
so: ellos a Patanowe y nosctros a Wánitima. Por allá hicimos onoto y volvimos reclamaba que les habían quemado la rruta~ del techo: Su gente echaba I~ cul-
a Patanowe. De allí vuelta a salir de wáyum+ con los Patanowe-theri: esta vez pa a los Pishaasi-theri . A Ja hija de Matoto~ma le habtan ~gado con .un t12ón.
rumbo al río grande, a comer yagua. Por allá demoramos como un mes. De también reclamaba. Cuando tenmnó aquella lluvia, las mujeres vol-
Su pa Pá . H . .. ó .
vez en cuando se iban algunos hombres a ver cómo crecía el maíz. Cuando ya vieron a entrar. y 0 reuní anos tizones e hice candela. us1we comenz a gri-
estaba cuajando, los loros se lo comían; entonces los hombres cortaban pa- tar enfadado: ,
los, los pelaban y los clavaban en el maizal; después los pintaban con onoto -¿Qué han estado reclamando? Yo les. di t~da la carne y el, matZ que ??-
para que sirvieran de espantapájaros. Cuando ya estuvo hecho, volvimos. Ha- bía. Después comenzaron a tirar brasas, a tuar tiz_ones._Yo quena saber quien
bía mucho maíz. Lo comíamos sancochado, asado. Había también mucho plá- me había pegado en el ojo ... Ahora me ~oy de wa~um+ . . .. .
tano. Hicimos reahu en el shapono de Patanowe-teka. Durante la noche Repowe vino a mirar la henda de Hus1we Y. t_am~tén se
Más tarde, cuando ya estábamos todos los Namowei-theri juntos, hicimos - Esa mañana nos fuimos todos, cada cual para un s1tto dtferen-
puso a reganar. . . · · .. d" .
otro reahu. Pero esta vez sucedió algo feo. La fiesta la habíamos organizado ·kak+we se fue con los Pishaas1-then. Antes de sahr, Hus1we •JO.
t e. H es1 · ¡ ás
no~,otros, Jos Wár.itima-theri. Resul~a que por la mañana se repartió la carne -Me voy, porque aquí todos me tienen rabia. No qutero vo ver m para
y el maíz del reahu. Los Pishaasi-theri comenzaron a quejarse de que no les acá. h . . t d
habíamos dado carne, de que no les había alcanzado el maíz ... Los wanitima-theri nos fuimos por el camino de Tete e~, J~n o con os
A la noche, los muchachos se pusieron a jugar con candela . Cogían bra- Tetehei-theri. Sólo se quedó Shamawe y el viejo Hayamamok+we.
sas con las manos o en una hoja y las tiraban contra otros muchachos. Se
veían las brasas volar por los aires. Una vino a caer sobre nuestro techo. Hu-
siwé regañó a los muchachos Jiciéndoles que fueran a jugar en medio del pa-
tio y no junto a las casas; en seguida se subió al techo para botar !a brasa por-
que comenzaba a quemar. Después se acostó. Al rato cayó un tizón. Se subió
Remorima y lo tumbó. Por el otro lado del shapono, como los muchachos ti-
raban contra los hombres, estos también comenzaron a tirar. Gritaban . En-
tonces Husiwe se fue para allá a ver. De pronto volvió diciendo:
-Me han tirado una brasa. Tengo algo en este ojo. Sáquenmelo.
Primero probó Yép+ami, pero no pudo. Entonces me metí yo; le abó
bien el ojo y con 12 uña le saqué un carboncito. Salió sangre. Yép+ami lo re-
gañó, pero él se puso más bravo y dijo:
- A hora voy a tirar yo. Ellos me pegaron con un tizón cuando venía.
Había sido Hesikak+we, un Rashawe-theri, que desde entonces pasó a
vivir con los Pishaasi-theri. Husiwe cogió varios tizones, fue para allá y se
puso a tirar. Hayamamok+we, entonces se levantó, se puso a mirar y le gritó
a Husiwe:
- H ijo , ven acá. Ven a acostarte. Eso no es juego para tí. Sí tú comienzas
también a tirar, todos los hombres van a hacer lo mismo y entonces la cosa
acaba mal.
Caían brasas por todas partes; también entre las mujeres. Y comenzaron
a volar tizones por toda la maloca. Parecía fruta colorada que caía de arriba.
Yo me puse a M+ramawe en el güenepe, salí detrás de la casa y me quedé
junto a una mata de pijiguao. Todas las muj eres salieron . A veces los tizones
pasaban encima del techo y nos iiegaban allf. Oímos al rato a Husiwe que gri-
taba:

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252
CAPITULO XIX
Por Tetehei se va a Shamata

A los tres días llegamos a un caño de aguas blancas: el Maróhap+wei ke


u. Los hombres flecharon muchos bocones que remontaban y ponían negro el
caño. Al otro lado había casupo; con sus hojas embojotamos el pescado y lo
asamos. Comimos y dormimos allí.
Por la mañanita atravesamos el caño y seguimos hasta llegar al pie del
fetehei kek+. Había mucho cacao; nosotras recogimos; los hombres mataron
cacería. A la mañana siguiente subimos el cerro, por un camino feo. Pasamos
frente a una piedra grande. La llamaban Shama pakataorewe, que quiere de-
cir danta de patas dobladas, porque antiguamente un danto flechado por
Omawe con curare se había caído y muerto allí. Seguimos y llegamos a una
laja con muchas piedras encima que parecían pedazos de danto. Decían que
allí habían venido los antepasados a cuartear aquel danto. La gente miraba y
tocaba.
-Aquí - explicaba uno - ahora se juntan los hekura cuando los brujos los
llamamos. Al oímos nos contestan: "Estamos poniéndonos plumón en la laja
de Shama pakataorewe".
Pasamos y seguimos por un llano, después subimos por un cerro donde
había muchas matas de indio desnudo. Ahora el camino era ancho, pero muy
empinado. Había que agarrarse a las piedras. Arriba había otro plano. Más
adelante bajamos un poco. Lejos se oía gente. Pasamos por un casupal y nos
paramos: había unos tapirís. Nos pintamos porque íbamos de visita. Algunos
salieron adelante a avisar.
Los Tetehei-theri eran gente que vivía en aquel sitio después que habían
venido del otro lado del río grande. Antiguamente habían vivido en Wareta y
en Taraimip+wei junto con los Namowei-theri y también en Karawe ke u.
Quién sabe si tuvieron que ver con los Karawe-thari. Yatima, esposa del caci-
que Tetehei-theri,era hija de un viejo llamado Karawe-thari.
Las matas de pijiguao que tenían eran viejas. Allá vivían tranquilos; poca
gente, pero sana, porque en ese lugar soplaba viento fuerte y hacía frío. Su
jefe se llamaba Aramamok+we; así, porque tenia ojos de guacamaya.Yep+a-
mi era hermana de este indio. Ellos venían a veces a nuestras fiestas. Pero
no mucho, porque algunas de sus mujeres tenían fama de escaparse un rato
con hombres Namowei-theri; por eso sus maridos querían evitarles la tenta-
ción viviendo en aquel lugar apartado.

Miramawe 255
A llí nos pregun~~ Husiwe si preferíamos quedamos dentro de la maloca
theri raspaban con cráneo de mono blanco o de marimonda. Las Namowei-
o hacernos
, unos tapms ,afuera. Yep+ami quiso que nos quedáramos adent ro..
theri estábamos acostumbradas a raspar con guacuca, que traíamos del río
~uena estar con su p~pa y su mamá. ~ntonces entramos al slzapono. No qui-
grande. Los Tetehei-thei. no la c~nocían . Tuvimos,, pues, que raspar con
sieron que _nos quedaram?s en. el p~tJO. Nos dijeron que éramos gente de
aquellos cráneos. Cuando yo tuve rm guatura llena, sah a buscar agua, aquell~
casa. Los JÓv~nes Teteh~1~then habian salido de cacería; ahora regresaban
agua bonita que ba1aba del cerro, donde cantaban tanto los sapos. Y comence
trayendo báqwros: Nos h1~1mos los tapirís en la parte que quedaba limpia de
a lavar. Luego traje hojas de casupo y las puse en el suelo. Sobre ellas eché la
Ja maloca. El cacique te_ma dos conucos, con mucho plátano, ocumo, yuca
yuca lavada. Pusé más hojas y encima _coloqué la piedra de rallar. Los Yano-
brava yuca dulce, algodon, caña amarga. Tenía matas de onoto ya gruesas y
marni no tienen rallo mejor; aquelias piedras se sacaban de los cerros.
cuatro matas grand~s de aguacate. Eran los primeros aguacates que yo veía
Me senté. A mi lado se sentó Yatima. Yarama vino a sentarse al otro
e~~r~ los Yan?mam1. Me preguntaba si los habrían encontrado en algún sitio lado. Cada una con su piedra. Más allá se sentó una mujer que se llamaba
ci_v1bzado .. Quizás traerían las pepas del otro lado del río grande cuando se vi-
Tim+yoma. Más allá otra que también se llamaba Napeyoma, ~orque había
nieron antiguamente. Los troncos de los aguacates estaban pintados de onoto
Aramamok +we me preguntaba: · nacido a orillas del río grande. Comenzamos a rallar. Otras segu1an raspando
- ¿Tú conoces esta mata? con Yep+ami; otras lavando. A mi me gustaba rallar, per? no exprimir. E~os
Yo miré bien las hojas y contesté: no tenían sebucan para exprimir. En Wánitima sebucaneabamos con un gue-
- Sí; yo comía su fruta C0'1 cazabe tostado. nepe; las Tetehei-theri usaban un macuto de chiquichique. Rallábamos, rallá-
bamos. Ellas comenzaron a exprimir. La catara caía en una olla.
-Sí - _de_cía riéndose. - Esta es comida de los nape. Yo les pinto el tronco
Aramamok+we estaba; también su hermano Shawarakuriwe y otro her-
porque as1 pmta Ya~ sus matas de aguacate. Así es como cargan ligero.
mano al que le decían Shama-thari. Esa tarde Yep+ami dijo:
Me pr_e guntaba s1 lo_s nape pin.tan también las matas. Yo le decía que no.
- Hermano, ven a empelotarme esta catebía.
Cada media hma el cacique las pmtaba y con la ointura que Je sobraba, se
Cuando la olla estaba llena de catara, la montaban sobre el fuego para
embadurnaba el cuerpo. J?espués conversaron mucho. Husiwe y sus mujeres
que hirviera. Hierve hasta ponerse espesa. La p~obaban; si ya no estaba
con~ron la pelea de los tizones. Aramamok+we nos dijo que, si queríamos
amarga, la bajaban y la repartían. A los Yanomarm les gusta muc?o beberla.
pod1amos quedarnos allí. Husiwe le preguntó si por ahí había tierra buen~
Al día siguiente volvían a calentarla y seguían bebiendo. La aprecraban tanto
para hace~ conuco; ~uería vivir lejos de los demás Namowei-ther, porque ya
como el carato de plátano. .
era de~as1ada la rabia que le tenían. Aramamok+we contestó que en el cerro
no hab1a, pero que más abajo sí. Los viejos vinieron y comenzaron a hacer pelotas grandes . de cateb1a.
Llenaban con ellas unos mapires y los guardaban guindados deba10 del techo.
Por allá vi a los muchachito_s que traían del cañito esos sapos que cantan
kro-ko , ~ro-ko, kro-k?, que nadie come porque son venenosos, los amarraban
Con el calor del fogón se iban secando las pelotas. De noche se cambiaban los
mapires que quedaban en el suelo con los que estaban guindados para qu~ se
por la cmtura, los gumdaban de un palo y debajo les prendían candela. Son
secaran todos. Los guindaban alto para que la catebía no se quemara .. S1 se
un~ peste esos sapos .porque _c antan mucho, pero, ¡pobrecitos!, quedaban tos-
tad1tos. Los ~u~hach1tos se divertían, pero nosotras sentíamos mucha lástima.
quema, se pone pegajosa. A la mañana siguiente ya estaba todo seco. S1 ?lgu-
na catebía quedaba húmeda, hacían más candela para. secarla. Despues_ s~
AJ dfa siguiente de Uegar nosotros, aquella gente se reunió en la casa de
Koro~~we Y Urihimi. Hacía pocos días que a esta pareja se le había muerto apearon todos Jos mapires para que no se secara demasiado. Entonces Yep+
ami dijo:
una mna echando espuma por la boca y con todo el vientre aventado. Decían
- Yo voy a raspar. Mi sobrina va a rallar para mí. Tú haz el cazabe.
que eso pasó porque la madre babia comido miel de una abeja que tiene la
- Yo tengo un tiesto grande, si quieres - me dijo Urihimi.
cera muy ~ura Y eso tranca la orina. Los huesos que quedaron de la quema
ahora l~ ~1la~an en ur- coco de yuvía. El polvo lo tomaron con carato de plá-
Le dije que no quería, porque yo cargaba en mi guatura uno grande en_ el
tano alh rrusm1to. que a Husiwe le gustaba moler su yopo. Sh+r+koma también t~aía. A la mu1~r
de Shamawe, que no cargaba , le prestaron uno. Alguna mu1er que no tema
t _A los pocos días Husiwe salió con los jovenes Wanitima-theri y Tetehei- tiesto usaba una lajita de piedra.
hen de cacería. Nosorras nos quedamos para hacer cazabe. Comían mucho
cazabe los Tetehei-theri . Yo hice mi fogón grande. Okomi, hija de Urihimi, me vino a ayudar a
desmigajar la catebía Puse el tiesto sobre la candela, apoyándolo sob~e cuatro
Las mujeres Tetehei-theri nos ayudaron. Ellas eran Yeisima Mokoroma
Y. a w-t' topias. Cuando estuvo caliente, comencé a regar la masa sobre_ ~l tiesto. La
e 1ma, Mato to1ma,
· '
Heawama, Urihimi, Marómi , todas hermanas o pa-'
componía bien. Con el mismo cráneo de mono le arreglaba la onlhta. Cuando
nentes de Yep+arni, más su mamá. Yatima mujer de Aramamok+we nos lle-

l
uno ve que é ta se levanta, le mete debajo el abanico de atizar el fuego Y la vol-
vó al conuco a enseñarnos L: yuca. Era y~ca amarga, por supuesto. Allá co-
1

tea; después, cuando está la torta hecha por ese lado, se saca y se coloca so-
:enzamos a cavar~ La c~rg~mos a la maloca y salimos a buscar leña. Trajimos bre unos maderos. Luego limpiaba el tiesto y volvía a regar más catebia para
astante. A la manana siguiente comenzamos a raspar. Las mujeres Tetehei-
256 hacer otra torta.
El cazabe los Yanomami lo quieren un poco grueso; por eso cada dos tor- que llevar a Tetehei . Trajeron bastante y nos fuimos . Llegamos tarde aquel
tas que se sacan , se aprietan sobre el tiesto hasta que se peguen , resultando mismo día . Allá pasamos como una semana. Luego por la mañana , temprano,
una sola torta . Si es muy fino , dicen que se pone duro pronto. cargamos retoños de plátano y maticas de ocumo en varios mapires y salimos
Así es cómo hacíamos el cazabe . Yo habíil aprendido a hacerlo a su ma- para Shamata . Llegamos al día siguiente . Renovamos los tapirís y nos pusi-
nera con la vieja Yarotoma . Ahora era Yép+ami la más trabajadora . mos a sembrar.
Cuando las tortas están listas, se guardan en una guapa grande para que Los hombres hacían coas, abrían un hueco y metían el retoño o la planta
se enfríen . de ocumo . Para saber la distancia , dan un paso largo y donde cae el pie, hacen
Los Yanomami aprecian mucho el almidón que sale al hacer el cazabe. el hueco para el plátano. Tres días estuvimos sembrando. Después los hom-
Cuando sebucanean la catebía, chorrea la catara . Al fondo de ésta , se asienta mres salieron de cacería . Nosotras limpiamos un pedazo más de terreno. Al
el almidón . Sacan la catara y la pasan a otra olla y vuelven a exprimir en esa fin volvimos a Tetehei. El cacique estaba preparando un reahu de plátanos .
para volver luego a sacar de nuevo la catara . Así varias veces. El almidón se Al día siguiente volvimos a nuestro conuco, llevando más retoños de plátano
va asentando. Por la tarde del mismo día riegan cenizas al lado del fogón y las y ocumo. Sembramos y después seguimos limpiando más terreno. Cuando pa-
pisan con el mismo culo de la olla , haciendo un hoyo . En ese hoyo vierten el saron por allí los Tetehei-theri que habían ido de cacería, nosotros nos fuimos
almidón . al quedar lleno, hacen otro y también lo llenan. Allí dejan que el al- con ellos. Esa era la orden de Aramamok+we.
midón se ponga duro. Durante la noche lo tocan . Si está duro, sacan la rueda Entonces hubo reahu . Nosotros llevábamos cenizas de nuestros muertos;
que se ha formado, le raspan la ceniza pegada y guardan el almidón en una pero no se toman en maloca ajena. Su reahu era sólo para pilar los huesos de
gu apa. Al día siguiente, para comenzar a comerlo, rompen un pedazo y loco- un perro que el tigre les había matado . Pilaron los huesos en una concha de
locan en un tiesto sobre el fuego . Cuando ya está medio quemado, lo pelan y yuvía y después enterraron el polvo en un hoyito cerca de un fogón . Lloraban
se lo comen. Así he visto hacer a todos los Yanomami que hacen cazabe . las mujeres y los niños.
Al fin llegaron los cazadores y trajeron babillas: una grande, en pedazos Comimos bastante cacería y plátanos esa vez . El viejo conocía un camino
y tres pequeñas. Las habían matado en el caño Mamokorita . Más adelante ha- que llevaba a un cerro donde había muchos árboles de esos que los criollos
bían estado en otro caño, el Shamata, donde habían cazado danto y paují. llaman gateado. Fueron primero los hombres y trajeron mucha fruta . Dijeron
Cerca de este caño Husiwe había encontrado tierra buena para conuco. que las marimondas se la estaban comiendo . Después fuimos todos y volvimos
Comimos cazabe y cacería tranquilos. No hubo reahu, porque no había con las guaturas llenas . Era un cerro empinado y yo, con el niño, me cansaba.
ceniza de muerto para tomar. Husiwe dijo a Aramamok+we que quería ha- Los hombres gritaban cuando oían el ruido. La gente decía:
cerse un conuco por allá . El cacique le dijo que lo hiciera, que podía pasar -Oigan a las marimondas que nos regañan porque les estamos comiendo
tranquilamente por su camino y le ofreció retoños de plátano , estacas de yuca Ja fruta . '
y otras cosas para sembrar. Después se acercaban calladitas por los árboles . Nos miraban , se rasca-
Cuando ya ·se había acabado la carne, nosotros salimos para el sitio en ban; cuando los hombres comenzaron a flecharlas, se fueron . Estaban gordas.
que Husiwe quería hacer conuco . Ibamos para limpiar. Era un lugar llano, Mataron tres aquella vez .
donde pasaba el caño Shamata. Puro monte bajo es lo que había: casupo y Volvimos a recoger más gateado y salimos para nuestro conuco . Esta vez
muchos arbustos . En la pata de los palos había muchos nidos de hormigas 24. llevamos yuca dulce , yuca amarga y batata. Allá, después de renovar los tapi-
Uno pisa allí y se cae en el nido. Cuando pican duele mucho; pero es mentira rís, fuimos a traer varejones secos éle yagua . Los teníamos en el terreno don-
que mata . Uno se soba la picadura y el dolor va pasando. Fue por esas hormi- de íbamos a sembrar la yuca . Al mediodía, cuando estaban bien caliente,
gas que el lugar, llamado al principio Shamata , fue llamado Shihóta por los prendimos fuego a los varejones . Eso sirve de abono . Se quemaban también
Pishaasi-theri . Los hombres tumbaban los árboles pequeños y los arrastraban las hojas de casupo que habíamos dejado debajo . El viento soplaba y todo ar-
al borde del claro . Nosotras traíamos comején para quemar Jos nidos de hor- día. Husiwe invocaba al antepasado que era dueño del fuego :
migas 24. Picaban a todos . A mí me picó una en el pie . Como M+ramawe lle- -Espíritu caimán , no dejes apagar el fuego, tú que lo tenías prendido en
vaba al cuello un collar de poproko, mastiqué una pepita de esas y la pegué la boca sin que tu saliva lo apagara . Ven a ayudarme, Espíritu caimán. Cuida
donde me había picado . Se me calmó el dolor y se me durmió la piel. Esto es mi fuego .
lo que ellos hacen cuando les pica esta hormiga. Lo que daba más trabajo era Fuimos a comer y luego volvimos . Ya estaba todo bien quemado. Más
limpiar el casupo. Todo lo halábamos para la orilla . Todo lo tumbamos; sólo tarde sembramos yuca . La yuca amarga la sembraba Husiwe, poniendo dos
respetamos el árbol grande para tener sombra. Varios días estuvimos limpian- estacas en cada hueco ; yo sembraba la dulce , porque sabía cómo hacer
do . Cada hombre iba limpiando su parte . No hacía falta quemar. A veces, por También sembramos la batata . Aramamok+we le había dado a Husi · seis L
la tarde, los hombres salían a cazar. Cerquita habíamos hecho nuestros tapi- pepas ya retoñadas de aguacate; las sembramos en ese conuco. Sola nt ' dos
rís. prendieron. Siempre que las íbamos a ver, Husiwe hacía como el c,1 u
Cuando terminamos, los hombres salieron de cacería para tener carne los Tetehei-theri: les anotaba el tronco . Después agrandamos un íl o~azo'

258
de terreno, pero dejando la maJeza tirada para que se secara y después que- Riokowe vino con los Matakuwe-theri varias veces, pero nunca atacó.
marla. Nak ishewe cuando regresó del reahu no pudo sino regañar. T;.ivo que re-
De Shamata vol vimos otra vez a Tetehei y pasamos otro tiempo allí. En signarse . Kónokama, su hermana , regañó más que él. Pero ella, por su parte,
Tetehei estuvimos como tres o cuatro meses en total. El cacique quería que ya estaba trata ndo de consegui rle o tra esposa: una Pishaasi-theri que se llama-
nos quedáramos, pero a Husiwe le gustaba más su conuco y donde vivíamos ba Shararama .
antes. Volvi mos , pues , a Patanowe y de allí en seguida a Makayop+wei. Allá De Wárutim a sa limos de wtiyum+ por el camino de los l rota-theri. Había
teníamos nuest ro campamento de tapirís y los ren ovamos. Como el pri mer co- mucha yagua que comer. Para tumbar los raci mos, el hombre moneaba un
nuco estaba viej o y ya sólo daba racimos muy pequeños de plátanos, hicimos palo cerca del tronco de la yagua , llevándose un garabato y un rollo de beju-
otro nuevo. D e Makayop+wei íbamos también a H ahóta para recoger algo- co . Est ando arriba , halaba con el garabato dos varejones de yagua y los ama-
dón; se había echado a perder mucho. También en Kahuusip-i-wei había mu- rraba con el bejuco al palo donde estaba montado. D espués caminaba
cho plátano que se pudría sin que nadie lo recogiera. sobre Jos varejones, sosten iendose con el garabato enganchado en otro
Después de un mes que estábamos allí, salimos para Shamata, llevando varejón más alto, hasta llegar al cogollo. A la espalda cargaba amarrado el
ocumo y yuca dulce de Makayop+wei. Esta vez iba también Shamawe porque machete , el hacha o la hao wa. Allá cortaba el racimo y lo dejaba caer. Así
quería hacerse allá su pedazo de conuco . Pasamos por donde los Tetehei-the- tumbaban todos los racimos maduros. Abaj o las muj eres recogían en las gua-
ri, pero ellos no estaban; andarían de wtiyum+ . Recogimos retoños de pláta- turas lo que estaba desgranado. Después bajaba el hombre y trozaba el raci-
no . El jefe nos había dado permiso la otra vez. mo en racimitos para que su mujer los cargara igualmente er la guatura.
- Este camino es tuyo - siempre le decía a Husiwe. - Toma lo que quieras La yagua la comíamos cruda asada o sancochada . Con la cruda hacíamos
en mi co nuco , para comer, para sembrar. .. también carato; quedaba espeso y de sabor simple.
Llegamos a Shamata y nos pusimos a sembrar; luego agrandamos más el Nos habíamos ido lejos porque habíamos oído decir que los Mahekotho-
conuco. A la semana nos fu imos al mon te a recoger yuvías. Había por allá mu- theri estaban enferm os de una epidemia. En ese viaje Husiwé encontró un
cho mavacure, pero no era muy fuerte , porq ue se da a orillas del río, por eso caño donde había muchas matas de jobo . Después de mucho caminar, alcanza-
el caño era Mamokorita ke u . El bueno se da en los cerros, donde hay pie- mos la primera mata y t'imos que había una danta que se 1-iabía co111ido todos
dras; aquel sí es fuerte. Con el curare de los caños, se pueden matar monos los jobos caídos. Más adelante encontramos muchas matas: el suelo estaba
pequeños; pero no gente. amarillito de jobos olorosos, sabrosos ... Forramos nuestras guaturas y empe-
De allá volvimos a Makayop-i-wei. Yo cargaba mi guatura llena de yuvías zamos a recoger. Yo recogía en la totuma e iba a vaciarlo en la guatura. En
y encima llevaba a M+ramawe. El niño, cuando es ciliquito, se puede llevar eso oí un grito que venía de lejos. Husiwe se paró y gritó para responder.
en güenepe , pero cuando ya tiene un año molesta al camrnar, entonces es pre- Después salió a ver. A l rato lo oímos gri tándonos que nos fuéramos detrás de
ferible cargarlo sobre la guatura. Estuvimos allí una semana. Ra.voma, mujer él. Llegamos así al campamento .
de Repowe , nos trajo semillas de calabazas grandes y l;hiquitas que Husiwe - Vengan ligero - nos dijo - que se ha muerto mi papá.
quería sembrar . Volvimos a Shamata y sembramos aquellas semillas. Crecen Las muj eres de Shamawe estaban llorando. Yarotoma lloraba. Entonces
ligerito. se juntaron los herma nos de Husiwé con él y los Pishaasi-theri que estaban
De allá , pasando por Masiwe, nos fu imos a Wánitima. Había algodón con nosotros y dijeron:
que recoger. Renovamos el shapono y nos metimos. A la semana nos convi- - ¿Cómo vamos a hacer ahora? ¿Lo quemamos aquí?
daron a un reahu de plátanos los Rashawe-theri. Los Yamin awe-theri ya esta- - No - dijo en seguida Husiwe. - Yo no voy a quemar a mi papá lejos del
ban allí. Los Wánjtima-theri se fueron casi todos, sólo nos quedamos poca shapono.
gente: dos o tres hombres para cuidar y unas cuantas mujeres. - Lo mismo digo yo - dijo Shamawe. - No es un muerto cualquiera . Por
En uno de esos días Iyeweima nos convidó a ir por cangrejos en el caño más lejos que estemos, hay que cargarlo para quemarlo en el shapono.
Wakeshita. Yo no fu i: tenía mucho algodón que limpiar. I-ranaema, nueva Entonces pidió Husiwé a R ashawé que le diera homb res para cargarlo,
esposa de Nakishewe, se fue con ellas, llevándose a su niñi ta . Antes de regre- porque los suyos no habían regresado de la cacería . A las mujeres nos mandó
sar le dijeron a I-ranaema que fuera a buscar hojas de casupo para cocinar los que arrumáramos los corotos . Ellos guindaron de un palo un chinchorro gran-
cangrejos; ella fue, pero no volvía, no volvía. Gritaron, gritaron, buscara!"! de de algodón ; aga rraron al muerto, que esta ba metido en un chinchorro chi-
Nada . Se había picureado con la niñita adonde su gente , los Sha ma-thari. quito y lo pusieron en el grande. Estábamos lejos, fuera de camjno. Husiwe
Tiempo después llegaron unos A kawayope-theri a visitamos tribu Ara- mandó a Shamawé y a otros hombres que fue ran adelante abriéndolo . Auás
mamisi-theri , que eran amigos de los Sham a-t hari y nos contaron ~ue I-nnae- venían los demás cargando al mu er1o. Y nosotras más atrás , con los corotos Y
ma estaba contenta con su gente. D icen que el víejo Matakuwe quedó alegre los jobos . Fuimos a descansar lejos. Adelante seguían abriendo camino . Vol-
Y mandó a llamar a R iokowé que estaba en Puri map+wei para darle la mujer vimos a caminar y a descansar, así hasta la tarde. Entonces hicieron t.apirís
llegada . Se la entregó como esposa para que viniera a vengar a Ruwahiwe. para dormi r. Luego llegaron los cazadores. Al muerto lo pusieron en UJJI tapi-

261
2fi()
rí, junto a su esposa Yarotoma y a su hijo Mapooriwe. Toda la noche hubo
gente llorando alrededor. muchas. Parece que fuera hoy. Ahora tómalas y llevátelas contigo -. Y las
Po~ ~a mañanita salimos. A cada rato cambiaban Jos porteadores. A la echó a la hoguera.
tarde h1c1eron de nuevo tapirís para dormir. La gente lloraba ... Al día si- La mujer de Repowe le mostraba la gu_atura en que é! llevaba la olla. Los
guiente caímos al camino grande que venía de los Irota-theri. Así íbamos más viejos también cargan guatura como las mujeres. Y le dec1a:
ligero. ~or.. ahí enco~tra~os a .Ruwawe y su gente. El era hermano de Haya- -Ven a cargar la guatura donde cargabas la olla. Cuando ibas de wáyum+
mamok+we. Ya habia ~ido. avisado y tenía luto en los cachetes. Llegamos al , te la llevabas; ahora te has ido sin ella. Ven, vuelve a cargarla.
shapono de Makararop+we1 pasado el mediodía. De allí Husiwe mandó a avi- Así iban echando sus cosas en el fuego. Le quebraron sus arcos y sus fle-
sar a Repowe, que también era hermano del muerto. El estaba de wáyum+ chas. Kónokama, su hija, iba llorando con dos carcajs y diciendo: .
por los lados de los Watanami-t.heri, escapándose del peligro de la epidemia. -Cuando ibas de cacería , te llevabas tus carcajs llenos; ahora los olvidas-
Al muerto lo. colgaron en su chinchorro, dentro de la casa, aunque sin ador-
nar con horm el palo de que guindaba, porque no había sido brujo. Ya estaba
!~. . . Los que lloraban se iban por el camino por donde acostu~braba el viejo
hinchado y hediondo; por eso Yarotoma y los demás tuvieron que ir a dormir a salir de cacería y volvían . Quemaron todas sus cosas. Sólo dej.a ron el garro-
a_Ja casa de al lado. La gente iba a llorar un poco apartada. AJ muerto se Je te, Jos carcajs y las puntas de curare , para quemarlos en la piladura de los
01an los ruidos en la barriga . Después comenzó a gotear por debajo: se había huesos.
reventado e~ alguna parte. Shawawe entonces mandó a Jos Pishaasi-theri que
La hoguera ardía . A veces se oía reventar: ¡tof, tof!
buscaran lena y que~~ran el cadáver. Los parientes no Jo queman, a menos Ya tenía como tres horas de fuego y quedaban el corazón, el estómago,
que se trate de un mn1to. Repowe tardaba. Al día siguiente llegó con toda su el hígado y las tripas hechas una pelota . Eso lo quemaron a un la?? y los hue-
gente. Desde lejos venía gritando y llorando. Se acercó al muerto y le ponía sos los empujaron para otro lado de la hoguera. Cuando oscurec10, ya :staba
la~ manos sobre el pecho, sobre la cabeza; después se iba y volvía a hacer lo todo quemado. Los Pishaasi-theri taparon los huesos con hojas de platano.
Eso se hace para que los perros no vayan a oler ni a roer los huesos y para
m1sm?, siempre llorando y gritando. Con Repowe también había llegado Sho-
kouwe, otro hermano de Hayamamok+we. que no se mojen en caso de que llueva. . ..
A la mañana siguiente los hijos de Hayamamok+we fueron a recoger los
Los Pishaasi-theri salieron a buscar leña, la trajeron y se pintaron. Prime-
huesos: Husiwe, Orusiwe, Shamawe y Amahuwe. Los recogieron en una ~a­
ro acomodara~ un montón de leña; después fueron a cada fogón, trajeron de
c~da uno dos tizones prendidos y los iban poniendo en el montón para que ar- pa grande, forrada con hojas de miyóma. Después los pasaron a un m~p~re
diera. Cuatro de estos hombres, bien pintados y bien adornados, gritando forrado, que para eso había hecho su nuera Prararama ya dur~nte el v1~j':.
¡wah! ¡wah! ¡wah!, se acercaron al muerto y con los machetes cortaron los Luego cernieron los huesos chiquitos y los guardaron en un bojote de m1yo-
guarales del chinchorro. s.e lo llevaron en el chinchorro y lo pusieron en la ma, que pusieron encima de los otros huesos. Amarraron un poco la boca del
h_oguer~. La gente se reumó toda alrededor. Al dejarlo caer se oyó una grite- mapire y lo fueron a guindar en la casa de Yarotoma, alto, al lado del fogón.
na homble. Lue~o tap~ron con más leña. Los brujos, con las manos, empuja- Después cargaron las cenizas en una guatura y el carb_ó~ en otra Y fueron
ban el humo hacia la tierra de los Amahiri. Si el humo se queda allí _ dicen al caño ; hicieron un hueco y guardaron allá las cenizas; h1c1eron otro y _echa-
ellos, -. se enferman los niños. Esa vez no había niños enfermos. Cuando los ron adentro el carbón . Taparon los huecos, lavaron las guaturas y volvieron.
hay, mientras arde el muerto, las madres se los llevan al monte para que el Donde se había quemado el cadáver, rasparon el suelo;_trajeron _tierra de otra
humo no les haga daño. parte y taparon; después pisaron bien con Jos pies y encima cubneron con ho-
Los parientes gritaban, lloraban, bailaban mostrando los carotas del di- jas de platanillo. . , ,
funto. Husiwe tenía en las manos un arco con sus flechas y decía: Las mu :eres seguían llorando. Desde aquel mismo d1a en que se ha~1a
muerto hay~mamok+we, todos sus parientes, hombres y mujeres, se habtan
. ~Ven; vuelve; levántate. Aquí están tus flechas. Anda de nuevo a cazar
paUjl. pintado el luto en la cara , restregándose las lágrimas por los cachetes. .
Al otro día los hijos de Hayamamok+we fueron al conuco, recogieron
Repowe le mostraba su garrote, se lo ponía sobre el pecho y Je decía:
~Este ~sel garrote con que tú peleabas. Siempre fuiste valiente. Tú de-
muchos plátanos verdes y los guindaron en el shapono para que maduraran.
fendias a tu hermano menor. A ti nunca te gustó pelear con flechas. Esta era Debían servir para la piladura de los huesos que querían ?acer pronto, _porque
había peligro de epidemia y queríamos irnos para Wámt1ma . Tres dtas. des~
tu ªn:1ª· Con esta tú matabas gente y todo el mundo te tenía miedo. Herma-
pués, muchos hombres salieron de cacería. N~ eran panentes del muerto, sól
n?, llevate tu garrote para defenderte por donde andas ahora. ¿Por qué lo ol-
vidaste? ¿Será que me lo dejaste para que yo me acuerde de tí? -. Y se iba iban Nakishewe y el yerno de Husiwe para gmarlos y para ayudar a ahum~r la
para volver a decirle lo mismo y marcharse de nuevo. carne. Se fueron hacia el Shanishani ke u, donde había mucho danto comien-
do moriche . Casi no demoraron y trajeron danto, báquiros y cachicamos. ma-
Shan;awe le mostraba un bojote de puntas de bambú y decía:
rimonda, paují y pavas: todo ahumado. La caeería grande era para los que
-Alla no más estabas tú cortando puntas de bambú el otro día . Cortando
iban a pilar los huesos. La carne de paují, de pava y de mono era para la fa-
262
ó en el mortero . Los piladores comenzar~n
mapire , sacó más huesos y Jos ech Sh mawé Después hicieron lo mis-
milia del muerto, los cazadores y sus familiares. . de nuevo. El se puso a cerner con a vez en · el mortero . Alli se tur-
Desde el día en que se guindaron ios plátanos, por la noche, se pusieron a pilar
ma que antes. Echaron los huesos pobr t~rcerae cansa mucho las muñecas . Su-
a cantar hombres y mujeres que no eran parientes. Así, todas las noches. .1 d parque es un tra a10 qu ,
También a esto lo llamaban reahu, porque tienen que repartir plátanos y cace- naron los p1 a ores, á El mapire había quedado vac10. Los
daban. Echaron huesos dos veces, m s. d uno su camasita No bien estuvo
ría . . b allí ya teman ca a · .
La mmiana siguiente a la llegada de los cazadores, los hermanos de Husi- panentes que esta. an . .. h awe hicieron un embudo con una ho1a
we trajeron plátanos verdes y los sancocharon; con los que estaban guindados todo pil~d~ y cernido , Hus~weh Y.a di::"miyóma se hicieron una cucharita y con
alli hicieron carato en dos ollas grandes. Ya había venido Repowe, que vivía de kómish1; co~ una punta e OJ nas camasitas. Husiwe se llenó tres para él,
eso fueron vaciando el p~lvo, en u a Hukoprei una, a Ruwawe una
cerca, en Patanowe . Esa mañana, mientras cocinaban el carato, llegaron tam-
Shamawe dos ; a Repowe le llena~.ont una ande a Orusiwé otra , a Amuhuwe
bién los Yam.inawe-theri. Los demás estaban allí con nosotros. 0
Cuando el carato estuvo listo, Husi·.ve mandó a cuidar los caminos: el de grande y otra chiquita; a Sh~::s:s r: , ~ado s~ mujer le daba cera para ta-
los lrota- theri, el de Wanitima que es et de los Shama-thari, y el de Patano- otra. Cada uno recogta sus d y randa· había que limpiar la totuma.
parlas. Allí se quedaron lloran o y es~e ceni~as como se hace cuando uno
we. Estos centinelas no eran parientes; los parientes deben quedarse para llo-
Husiwé había de1ado adentro un pacok. .. hab1'a' muerto par aquella herida
rar. Entonces se avisó a los piladores. Estos ya estaban pintados con mezcla d d · Hayamamo +we .
de anoto y caraña, ni muy rojo ni muy negro; tenían plumas en las orejas y en se muere de en f erme a . 1 d de un lanzazo· a veces se le hmchaba y
. . en e1 hom bro ' que era resu
v1e¡a y ta o '
le echaba barbasco y se cura b a por
tos brazos, plumón en la cabeza, como cuando van a bailar. Mientras los otros · . 1 b 1·eaban arotoma
se habían ido de cacería, ellos se habían quedado para hacer el mortero. Lo botaba maten a, o ru ' l , f nnarse · mostraba un hueco grande.
un poco de tiempo y luego vo v1a a ~nte ma H~siwe revolvió y se lo pasó a
tenían todo pintado de anoto, con rayas más oscuras y plumón pegado alrede-
Nakishewé echó cara to dentro de la o u , , cabe me1·or Después lo pasó a
dor del hueco y, a cada extremo, dos mazos de plumas blancas de zamuro , t se paró parque as1 ·
real, como las que lucen en los brazales ios hombres. Los palos de pilar esta- Shamawe. Para be be r es e , . d Husiwe echó carato en el mor-
ban también pintados de 0noto con rayas oscuras y plumón pegado a todo lo otros parient~s, sólo hombre~ . Ter~1;:hi ~~s' para lavarlo bien; adentro lavó
largo, salv.o donde sirve para moler. Arriba habían amarrado un mazo de plu- tero y lo vació en la t~tu~a , l~e~odo en la totuma, se levantó y bebió. Des-
también los palos de pilar ' vaetó b Al final le dieron la totuma a
mas amanllas de guacamaya y en el medio la cresta de paují, la misma que pués le pasó a Ruw awe y a otros, hasta aca ar.
usan los hombres para adornarse los brazos.
Cuando todavía estaban haciendo carato, la vieja Yarotoma ya estaba llo- Yép+ami , que fue al caño a l~ar~ª '.. d'o orden de que les llevaran la cacería y
Los piladores se fueron. . us1we t iladores era Rashawé. Estaba bien
rando con el mapire de los huesos en las rodillas. Sus hijas, al lado, agarraban
los plátanos sancochados. E l 1efe de los pó 1 antepasado que mejor sabía
el mapire y lloraban juntas.
adornado; se parecía aJ E~píritu es: .:1 anl~ ~una. Llenaron cuatro guaturas
-Ahora sí, tú te vas a ir para siempre - decían. - Nos vas a dejar. ..
Después Yarotoma se sentó en el corredor. rodeada de parientes, todos flechar entre los Yanomam1 ~ que fl . l carne ahumada y llevaron todo a
de plátanos sancochados, encii:na pusieron a
acucli;Jados y llorando. Las hijas mostraban todavía las cosas que quedaban
del muerto y tocaban con ellas el mapire y el mortero. De pronto los pilado- los piladores. Allá se lo repartieron. fu mando el mortero , los palos de
Husiwe hizo candela a un lado y ~ qu~ huesos Yarotoma y su hija,
res corrieron alrededor del shapono, trajeron el mortero y los palos de pilar.
pilar y el mapire donde estaban .guarda o~ ,os hojas ~n que estaba forrado
Dieron una vuelta y vinieron a pararse donde estábamos llorando. Fue cuan-
do se formó una gritería tremenJa. Husiwe tendió dos hojas en el suelo y so- llorando, lo acompañaban. También q~em lo ~ebajo del mortero . Terminado
el mapire y las que habfa puesto en e sue hab1'a te1'ido Sh+r+koma. La
bre ellas, puso el mortero; después cogió el mapire de las rodillas de Yaroto- .ó la guapa nueva que d
ma y Jo abrió. Primero abrió el bojotico de boronas de huesos y lo vació en el eso ' vino a la casa y o~ . - a con un tizón calentó los tapones e
forró por debajo con ho1as de miyom Y d d r y las puso dentro de la gua-
mortero . Guardó la hoja a un lado . Luego fue sacando los huesos y poniéndo- 1
los en el mortero, los compuso bien y le devolvió el mapire a su mamá. Se cera de cada camasita; les pegó plumó~i:~~o eta~bién unas plumas blancas de
a llenando el resto con plumón Y Po , desde aba 1·o y la amarró
sentó a un lado a llorar. Dos de los hombres que venían adornados sujetara'"! P · . 1 hojas que veman .
el mortero por cada lado y los piladores comenzaron a pilar. Hacían fuerza, paují. Envolvió la guapa co~ as ió una majagua y con ella guindó la
con una cabuya de curagua , luego cog
sudaban. Los que tenían sujeto el mortero recogían toda borona que cayera
afuera y la volvían a echar adentro. Durante la piladura, las hijas mostraban guapa del techo de Yarotoma ._ . camasas de polvo de hueso hicieron lo
Los otros que habían rec1b1do sus , b d Husiwé los mandó to-
sobre el mortero los corotos que quedaban de Hayamamok+we y repetían lo . H . .. Los plátanos que bab1an so ra o
que habían dicho cuando lo quemaban. mismo que usiwe . · d
dos para los Pishaasi_-theri que ha?ían p1!a 1o . rto se fueron al monte, por to-
AJ quedar todo bien desmigaj ado, Husiwe trajo una totuma y un manare.
En los días s.igwentes los pa~7n~s dee ~:~a estado Hayamamok+we , las
Los dos hombres que tenían sujeto el mortero Jo vaciaron en el manare pues- das partes, para quemar los tap1ns on
264 to sobre la totuma y Sharnawe comenzó a cerner. Husiwe pidió de nuevo el ·u.•
matas en que se había subido , muchos cacahuales, los palos que había usado . Yo fui a sacar el pescado del fogón . Husiwe me dijo:
También quemaron los huesos de los animales que había cazado ; los que esta- -Vete tú a entregar a ese niño y el chinchorro a Shapotama. No le quiero
ban guardados en cuevas , ya estaban cubiertos de comején y los quemaron . oír llorando por aquí; no deja dormir . Dile a ella que se quede allá, ya que le
Su garrote lo quemaron en otra ocasión. Yarotoma lo guardaba celosa. gusta aquel hombre . ¡Qué no vuelva, porque si vuelve , la voy a hincar con
Orusiwe lo quería de muestra para hacerse uno igual. este arco!
En Makararop+wei nos quedamos un mes esa vez. Allí fue donde Husi- -Voy - le dije . - Yo no le tengo miedo a tu hermano-. Y a Sh+r+koma:
we perdió a su esposa Shapotama . Sucedió así. Un día salimos a las cabeceras - ¿Por qué le tienes miedo a su hermano? Para regañarme a mí si tienes boca;
del caño Karishi rereope a pescar guabina y sardinas. Trajimos bastante . Yo pero para él no.
me puse a asar los huevos de pescado . Cuando ya estaban duros, le llevé un Yo había dejado de llorar , aunque me doliera la pierna. Estaba brava
poco a Husiwe y me vine . Oscurecía . En eso oigo al niño de Shapotama que ahora. Agarré el chinchorro de Shapotama, agarré al niño y renqueando , me
comienza a llorar. Su mamá lo había dejado durmiendo. Al despertarse, el fui al sitio donde estaba la culpable del pleito: acostada ella en el chinchorro
niño se había puesto a llorar y se había levantado. de Na kishewe; una al frente del otro , conversando . La empujé al niño encima
-¿Qué tiene ese niño? - preguntó Husiwe. Luego llamó: - ¡Shapotama! y le tiré el chinchorro.
¡Shapotama! -Aquí está tu hijo - le dije . - Y aquí tu chinchorro. Tú tienes Ja culpa de
Ella no respondía . Entonces me preguntó a mí dónde estaba. Yo le dije que él me haya pegado-. Y a Nakishewe: - Mira. Tu hermano manda a decir
que no sabía . El se levantó, miró el chinchorro vacío de ella, agarró al niño y que e lla se quede contigo. Para siempre. El no la quiere más. Si ella se ha ve-
le dijo a Toroma : nido para acá, es porque te quiere más a ti que a él. ¡Qué no vuelva más para
-Llévale este niño a su mamá . Llévate también el chinchorro . Búscala a llá !
donde sea; no importa con qué hombre esté . Entrégale al niño y el chinchorro - Bájate, cuñada - le dijo Nakishewe a Shapotama, bajándose del chin-
y dile que se quede con aquel hombre . Y si está con mi hermano, lo mismo . cho rro. - Vete con tu hijo. Ese no es hijo mío para que yo lo críe. Vete.
Por ahí anda de noche, porque no quiere vivir con nosotros . -¿ Por qué te viniste para acá? - le dije yo a Shapotama.
Contra su voluntad, Toroma se levantó, zafó el chinchorro de Shapota- -A traerle leña - contestó.
ma, el bojote de pescado, agarró al niño y se fue. Dio la vuelta al shapono y - Si fuera por eso - le dije, - tú dejabas aquí Ja leña y regresabas a tu
seguramente vio dónde estaba Shapotama, pero, como le tenía miedo a Na- casa. En cambio te quedaste a conversar . . . Lo que quieres es quedarte aquí.
shewe, se vino sin entregar nada. Ahora quédate , porque si vuelves, él ha jurado matarte .
-¿Por qué no le entregaste a ese niño? - le preguntó Husiwe . - No, no; yo no la quiero - dijo Nakishewe. - ¡Vete, vete, Shapotama!
-No la he encontrado - dijo Toroma, mintiendo. - ¿Cómo que no la quieres? - le dije yo a él. - Si no la quisieras, no la
Entonces Husiwe mandó a Sh+r+koma con el mismo encargo , pero tam- hubiera dejado acostarse contigo. Ahora que se quede . Su marido manda
bién ella fracasó. Sin más Husiwe cogió una vara que tenía guardada y le así.
pegó a Toroma en la espalda gritando: Nakishewe siguió refunfuñando que no la quería. Shapotama seguía acos-
-¿Por qué no le dejaste el niño? ¿No viste dónde estaba ella? ¡Agarra! tada . Yo me fui . Yarotoma estaba mirando qué pasaba y se puso a gritar:
-Está con tu hermano - dijo entonces ella llorando. - ¿Por qué le llevaste su chinchorro? ¡No, no, no!Yo no quiero a esa mu-
-Y tú, viéndola, no le entregaste el niño - gritó Husiwe y le volvió a pe- jer para mi hijo. Esa es una mujer vieja. No sirve.
gar. Ella se cayó al suelo. Entonces fue a pegarle a Sh+r+koma. Yo estaba - No - dijo también Kónokama. - Yo no quiero esa mujer vieja para mi
volteada sin mirar y ¡tun! me pegó a mí también en una pierna. Me caí. Llo- hermano . Ella no hace caso cuando mi hermano mayor la manda, mucho me-
rando me fui arrastrando . Pero tuve fuerza para gritar: nos si la manda mi hermano menor. Para él yo le tengo guardada otra que es
-Esa mujer que siempre anda detrás de los hombres deja al niño llorando joven y buena .
para que su padre nos pegue a nosotras. Yarotoma vino al lado de Husiwe y le reclamó:
Llegué a la casa de Yarotoma y me senté . La vieja gritó: -¿Por qué le mandaste el chinchorro para allá? Te aprovechaste de Nape-
-¿Por qué le pegas a tus mujeres? ¡Oye esa gritería! Tus mujeres apalea- yo ma que es brava para mandárselo. ¿Por qué le vas a dar esa mujer a mi
das escapándose por todas partes, después que vienen cansadas del monte y hijo? No me gusta . Es una floja . Sólo espera que Napeyoma o Sh+r+koma
están asando pescado para tí . ¿No sabes que a las mujeres no se les debe pe- traigan agua para venir a beber ella. Ella no va al caño .
gar porque los hombres es de ellas que nacen? ¿Y por qué le pegaste a Nape- -¿Y por qué no? - dijo Husiwe. - Deja que se quede con ella. Si ella va
yoma? ¿Qué mal ha hecho ella? En lugar de pegarle a la culpable le pegas a para allá, es porque le gusta mi hermano.
las inocentes . Tú pegas, pegas porque no sabes lo que duelen los golpes. -No la quiero para él, porque es una mujer vieja - repitió Yarotoma .. -
También las mujeres son gente y sienten el dolor-. Y a mí me dijo: - Vete a No quiso a Napeyoma que no tenía hijos y ahora se va a quedar con esa vie-
ver tu pescado, no sea que se esté quemando y él vuelva a pegarte. ja.

266 267
-Cuando se ponga vieja, se buscará otra más joven - dijo H usiwe. buscar bambú.
Después Yarotoma se le acercó más y le dijo e n voz baja para que no Fueron y llorando. se pusieron a cortarle el ombligo . Esto era señal de
oyera Toroma : que ya no lo iban a matar. Yo le dije a la abuela:
- ¿Y por qué no le das esa más joven que tienes ahí? - Mira. Tú crías a uno y tu hija al otro .
- No, no - contestó Husiwe. - Es que ... yo llevo tiempo pensando en que Y así fue. A llí están ahora sanitos, los dos viviendo en Mavaca , ... y..idando
te ngo muchas mujeres y mi he rmano no tiene . He pensado , pues, darle una . a su papá , ese tal O rusiwe, a hacer conuco . Uno de ellos se llama Mamopata-
Hoy llegó Ja ocasión. Le doy Ja que él quiere. we y una hijita de él fue adoptada por una famili a de A ntímano , e n Caracas.
-¡ No , no! - seguía gritando la viej a. - ¡Que vuelva a vivir contigo! El otro se llama Kre+we, palabra que viene de temblor. Pero ya voy a decir
Y se fue contrariada. Pero desde ese momento Shapotama se quedó para por qué.
siempre con Nakishewe. El ya había perdido dos, como conté antes: Waika- De allá yo m devolví al tapi rí de Husiwé .
yoma , que era Mahekotho-theri e .J. ranaema , muj er de R uwahiwe. -¿Son he mbras? - me pregu ntó él.
De allí nos fuimos a Makayop+wei. De Makayop+wei hicimos otro viaje - No, dos varones: uno grande y otro pequeño. Al pequeño lo querían
a Shamata. Allá sembramos. A l fi n los hombres sa lieron de cacería para hacer matar, pero yo se Jo impedí. .
reahu en Makayop+wei. Trajeron dos dantos y varios pau jíes. Todos carga- -Cuídate ahora , porque son capaces de caerte encima - . Y hablando,
dos, hombres y muj eres, salimos. A veces H usiwe me aliviaba cargando a M-t mien tras nosotras , sus mujeres, rompíamos el nervio a las hoj as de tabaco , él
ramawe . A l día siguiente de llegar a Makayop+wei, fue ron a buscar plátanos. contaba : - Lo mismo aquí en Patanowe nacieron una vez dos morochos, hace
E l que habíamos guindado ya negreaba de lo maduro que est aba. Allí encon- bastante tiempo, hijos de Herehemi y no los mataron . U no vive con los Tho-
tramos a Orusiwe , Amuhuwe , Potep-tma y Yohoiwe, hermanos y hermanas- m-twe-theri .
tros de Husiwe que e habían ido con los Pishaasi-theri aquella vez que hubo No acababa de decir eso que la tierra comenzó a temblar. El corrió en
tiradera de tizones. Habían visto nuestros plátanos guindados y se quedaron seguida al patio a mirar la luna.
esperando que nosotros hiciéramos reahu . En un ca mpamento cercano , esta- - Mire n: esa piedra se está moviendo - gritó, asustada, Yép +ami .
ba n los Pishaasi- the ri esperando lo mismo. A los dos días hubo reahu, vinie- Toda la gen te te mblaba; los bruj os corrían gritando:
ron los Pishaasi-theri y también los Patanowe-theri, los Yaminawe-theri y los - ¡ Kush u, kushu ha!
Rashawe-theri . Se tomaron cenizas de H ayamamok+we: una camasa de Husi- -La luna a esta hora está siempre clara - dijo H usiwe , - pe ro ahora está
we y otra de Shamawe. oscura.
Repowe se puso a rega ñar a H usiwe: - ¡Kushu, kush u ha, kushu, kushu ha! - se vino gritando del patio.
- Yo no sé por qué has querido hace r reahu aquí don de no hay shapo- Era el segundo temblor. Los otros brujos respondieron a Husiwe y si-
no. En un Jugar como éste se hace reahu pa ra las cenizas de un niño o de una guieron espantando el peligro. En seguida él tomó yopo; lo mismo hizo Sha-
mujer , no para un muerto como mi hermano , que era gente grande ; para él mawe y los demás brujos y todos se pusieron a ensalmar.
sólo debe hacerse en un shapono y en u n shapono grande como el mío de Pa- - ¡Kushu, kushu ha, kushu, kush u ha! ¿Qué estará pasando con nosotros?
tanowe-teka. ¿Será que viene el fin del mundo?
Husiwe respondió que en el shapono grande siempre uno quiere ser más El primer temblor había sido suave . pero el segundo fue tan fue rte que
valiente que otro y e ntonces hay peleas ... Sha mawe dijo lo mismo. Pero Re- los postes de la casa quedaron doblados . Yo lloraba. Todas las muje res llora-
powe insistía diciendo que antiguamente , allá do nde había vivido él cuando ban temblando de miedo .
joven, las cenizas se tomaban sólo en shapono. - ¿Será ue Kakamawe va a tumbar nuestros tapirís?
Al fina l repartieron plátanos y cacería. Los demás se fueron . A ntes de Las muj e res en u mayo ría se habían venido a nuestro tapirí. Yarotoma ,
irse los Pishaasi-theri , H usiwe les di jo que cogieran plátanos de su conuco de desesperada, estaba agarrada encima de mí. ¡Kuuuufff! había hecho el segun-
Kahuusip-twei que estaban echándose a perder. do temblor, fuerte, bravo y todo había quedado e n silencio. Todo el mundo
Estando allí en Makayop+ wei, una tarde le llegó la hora a Hi.úmosimi : le se pregu ntaba que sería . Era la primera vez que yo sentía un te mblor de tie-
nacieron morochos . A mí me mandaron a llamar porque el segundo como que rra. Y no volví a senti r otro, sino mucho tiempo después, cuando vivía en Ta-
no quería nacer. Fui y encontré un montón de mujeres alrededor de Ja madre. rumá. Los brujos ensalmaron para rato . Decían que a lo mejor los Yai y los
Hoahemi, su herman a, la madre y el padre querían matarlo. Amahiri estaban bravos.
- Van a matar al niño - me dijeron. -Quieren halar nuestra tierra abajo , adonde están ellos - decían. - Aho-
-¿Y por qué? - pregunté yo . ra viene un remezón más fue rte y nos mata a todos.
- La mamá no tiene leche para los dos . Habla ron, hablaron hasta tarde . Todos con miedo. Yo también pensaba
- Vamos a ver -. Y ayudé a nace r al segu ndo. Lo levanté , lo miré y dij e: que fue ran máhuari. Nadie pudo dormir aquella noche . Al día siguiente de-
· Este niño está sanito . ¿Por qué matarlo? Son dos bellos varones . Vayan a cían:

269
/f,R
-Si esperamos aquí, nos viene un temblor tan fuerte que nos voltea arriba Los brujos se juntaron alrededor de la enferma. Uno decía que eran los
abajo y acaba con nosotros. hekura; otro que eran los_ Amahiri; otro no sé quién más ... Entonces se enyo-
Así que salimos de wáyum+. Para Wánitima esta vez. A esperar que el paron y se pusieron en fila, todos acuclillados, andando como patos, alrede-
pijiguao madurara para comerlo . dor del patio. Llegaron al camino de los Amahiri: no había rastros. No eran
Yo creo que el temblor de Makayop+wei se hizo sentir más fuerte por- ellos, pues. Tampoco era Ruwéwiwé . Miraron si eran los Aramamisi-theri:
que aquello era todo un peñascal. Y además, como por allí nacía el cañito tampoco. Pensaron que fuera Peshiemiriwé ...
donde estaba aquel Kakamawé que asustaba siempre ... -No - dijo Yaminawé-theri. - Cuando Peshiemiriwé se lleva el alma, la
En nuestro conuco de Wánitima había muchos plátanos y mucho algodón persona se lo pasa meneando las piernas. ¿No será más bien el Espíritu luna 0
que comenzaba a abrirse. Recogimos. Teníamos allí ya uno o dos meses y el el Espíritu so!? Uno de los dos debe tener su alma.
pijiguao maduró. Mandamos a avisar a los otros para que vinieran a una fies- La enferma estaba cada vez más caliente. Tenía como seis días sin comer.
ta de plátanos. Lo organizaba Orusiwé. El quería tomar una camasa que tenía Llamaron a Ruwawé. El vino, tocó a Yawetima y dijo:
de las cenizas de Hayamamok-twé. Los que fueron de cacería por el camino -Esta no es enfermedad, ni hekura, ni nada. Quien tiene su alma es el
de los Shama-tharí encontraron de nuevo rastros de esta gente. Siempre deja- Espí~ tu sol. Miren sus ojos volteados hacia arriba y sus labios resecos. Oigan
ban rastros, pero nunca atacaban. el ruido que hace con los dientes: ¡aki-t+t+t+t+k, ak+t+t+t+t+k! ¿Oyeron?
Hicimos el reahu. Nos quedamos allí como quince días y luego volvimos Es el ~spíritu s~I. ¡Ay; si me hubieran avisado antes! Está tan caliente porque
para Patanowé, porque iba a haber otro reahu. Nos quedamos en el shapono el Espmtu sol tiene el alma en su shapono. Sí se calienta su alma allá tam-
alto y grande. bién se calienta su cuerpo aquí. Vayan a buscar su alma. Salgan de un~ vez.
El Espíritu sol se lleva el alma de los niños y también de los adultos. Yo no puedo ir. ¿No ven que todavía no se me ha curado la mordida de ser-
Cuando se lleva la de los niños es difícil quitársela; es difícil que el niño vuel- piente? Con una pierna así no puedo subir al cielo.
va a curarse. Los brujos salen, la buscan, pelean; cuando llegan al shapono Ruwawé se sentó y olió yopo junto con los demás. Estaban todos los bru-
del Espíritu sol, él ya se la ha comido. Los niños que ya tienen cuatro o cinco jos juntos y todos se emborracharon. Salieron en fila. Ruwawé se quedó. Gri-
años a veces se salvan; los más chiquitos se mueren . A los adultos la enferme- tab~ n, gritaban . .. Los que no eran brujos también iban detrás para socorrer a los
dad les dura una o dos semanas. Se la pasan acostados, sin beber, sin comer; bruJOS cuando se cayeran. Al otro lado de la maloca habían amarrado a un
todo el tiempo con esa fiebre fuerte, cansados, cansados. Y su vista, siempre palo una gua~urita, bien tapada con una guapita y adentro, un mazo de plu-
mirando hacia arriba; los ojos vidriosos, los dientes secos, los labios tostados. mas. Los bru1os comenzaron a dar la vuelta al patio.
Cuando los brujos ven que un enfermo está así, en seguida adivinan: se ha Estaban subiendo por una troja hacia el cielo. Llamaban al Espíritu ana-
llevado su alma 20 el Espíritu sol. Cuando los brujos le devuelven el alma al conda y al Espíritu tragavenado, que son largos, para que los ayudaran. Lla-
enfermo, este comienza a bajar la vista. maban al Espíritu marimonda, al Espíritu araguato, a todos Jos hekura que se
Estando allí en Patanowé, precisamente, se enfermó Yawetima, hermana encaraman bien . Al Espíritu mono capuchino , al Espíritu pereza y al E~píritu
de Yep+ami. Era viuda y vivía con sus tres hijos: uno más grande, otro mucha- guache. que no le tienen miedo al fuego, los llamaron para que los ayudaran
chito todavía y una niñita. Le habían matado el marido y no quiso volver a ª. devolverle la candela que tiraba el Espíritu sol. Así iban subiendo. El Espí-
casarse. Ya sus hijos le daban de comer. ntu .anaconda y el Espíritu tragav~nado sostenían la troja. Arriba el Espíritu
Un día Yawetima salió a trabajar al conuco. Sus dos hijos se habían ido man monda les daba la mano a los brujos para llegar. Allá comenzó la pelea
al caño a pescar sardinas. Era verano. Ella trabajó mucho. Volvió cansada a contra el Espíritu sol. Los brujos también llamaron al Espíritu relámpago,
casa . Hizo como tres viajes al caño de Kakamawé para buscar agua y se bañó . que hace relampaguear y al Espíritu hijo del trueno , que hace tronar:
Allí comenzó a sentirse mal. Llegaron sus hijos; ella todavía les preparó sal- ¡~a~aah, taaaaah! Así, muchos relámpagos y muchos truenos para que el Es-
muera y en una barbacoíta se puso a asar las sardinas que habían traído. En la pmtu sol se asustara, se distrajera y los brujos pudieran cogerse el espíritu de
noche empeoró. Le dio fiebre bien fuerte. Amanceció mal, pero comió toda- Yawetima. Cuando llegaron al shapono del Espíritu sol comenzaron a pelear
vía. Tres días después dejó de comer. Sólo pedía agua. Bebía a cada rato. duro contra gente de su tribu. Se armó la gran batalla: todos peleando con
Yep-tami iba a visitarla y le hablaba, pero Yawetima no contestaba Sólo mi- flechas, con garrote. El Espíritu sol disparaba su mierda candente.
raba para arriba y pegaba los dientes. Yep-tami decía : -¡Aaaah ! ¡Me quemo! - decían nuestros brujos.
- Yo no sé qué tiene en la boca. ¡Quién sabe si el Espíritu luna se ha lle- El Espírttu sol flechaba, flechaba . .. Nuestros brujos se iban cayendo des-
vado su alma' Mi mamá, cuando el Espíritu luna se la llevó, se había pues- mayados; otros quedaban heridos en las orejas, en el pecho .. . ¡Qué pelea tre-
to así. me nda! Yo sólo veía a los brujos que peleaban; pero pare·:::ía de verdad. La
mayor parte de ellos se cayeron privados. Los que no eran brujos corrían , les
(20) Helena Valero, en todo este capítulo emplea la palabra Yanomami no uhutip+ que echaban agua a los desmayados y los arrastraban fuera de Ja pelea. Si no ha-
hemos traducido , en el sentido amplio , por alma. cen así en seguida_, dicen que se pueden morir de verdad. Las mujeres ayuda-

270 271
ban, traían agua , les vaciaban la totuma e n la cabeza , les halaban los pies; nawe-theri, Ruwawe .. . Después de una semana ya salía al caño a bañarse. En
pero con eso no se despabilaban. Lloraban las muj eres. Ellas saben que a ve- fin, se curó. Pero le quedó la plaga encima. Se le fue cayendo el pelo por
ces algún brujo se muere . Antiguamente se morían porque no sabían que ha- completo; las cejas, las pestañas, todo. Quedó hecha una totuma su cabeza.
bía que echarles agua. Ahora ya no . A veces resulta algun o enfermo, lo ensal- Daba grima verla. La gente se reía de ella. Algunos la recetaban:
man y se cura . --Quema caraña y píntate la cabeza para que te vuelva a crecer el pelo.
La pelea tuvo lugar ya cerca de donde estaba la guaturita. En esos mo- Otros le decían que se pintara de onoto . Ella, a veces, salía con una gua-
mentos Yawetima se sintió malísima. pa de sombrero. Al fin, cuando ya íbamos a salir_ de .wáyum+, le, volvi~ a salir
- ¡Aaaa hh ! - gritó y se desmayó . el pelo, pero feo, feo. Sin embargo ella se sent1a b1e~; engordo y cm.~aba a
Sus ojos volteados, sin moverse nada de ella, tieso el cuerpo ... La gente sus hijos. Murió algún tiempo después en una ep1dem1a, cuando sus nmos ya
comenzó a llorar. Sus hijos más que nadie. Entonces la madre de Yawetima estaba¡¡ grandecitos.
se llevó a los dos niños y a Ja niña fue ra de la maloca. Vino Yép+ami lloran-
do y me dijo :
- Mi hermana acaba de morirse.
Yo corrí a ver. Puse mi mano debajo de su nariz. No respira ba.
-Está muerta - dije .
Su mamá cargó Ja guatura de Yawetima y comenzó a bailar , llorando , llo-
rando .. .
Terminada la pellea contra el Espíritu sol, los brujos que quedaban vivos
cogieron la guaturita y se vinieron corrie ndo al lado de Yawetima. Eran Ya-
minawe -theri, Husiwe , Wanonihima y Koprereiwe. Se sentaron en el suelo;
abrieron la guaturita , donde traían el espíritu de ella. D entro había plumas.
Para los viejos usan plumas de cua lquier ave: gavilán , piapoco .. . Las plumas
blancas son para los niños y los jóvenes. Para Yawetima usaron plumas de ga-
vilán y piapoco. Las sacaron y las pusieron sobre el pecho y comenzaron a
cantar , cantar. .. .
Yo me acerqué . P ara mí seguía muerta. Los brujos nos regañaban:
- No lloren, que no está muerta. Si lloran, la hacen morir de verdad.
Yép+ami fue a ver. Los brujos seguían cantando . Cantaron hasta que
anocheció. Mucho más tarde Yép+ami vino a despertarme y me dijo que su
hermana tenía hambre.
-¿Qué le doy?
-Mira - le dije; - tu hija está cocinando pava. Llena una camasa de ese
caldo , échale ade ntro cazabe, lo bates y le das eso caJiemico.
Yép+arni preparó el caldo y se lo llevó. La enferma bebió un poquito.
Más tarde bebió otro poco. Cuando amaneció fui a •.rerla. Yo siempre iba a
visitar a los enfermos, como e nseña el catecismo. Por eso Sh+r+ koma y Toro-
ma se burlaban de mi:
-Esa es la bruja - decían. - La va a acabar de cm ar. ..
- Yawetima, ¿cómo te sientes? - le pregunté.
-Mejor - me dijo; - pero siento el cuerpo malo; no puedo bajar me del
chinchorro.
La cabeza no le dolía ya. Le toqué la frente: estaba tibia, normal. Sólo
tenía hambre. Ya no miraba para arriba. Los labios los tenía rajados. Yo pen-
sé: "¿Será que el Espíritu sol tenía de verdad el alma de esta mujer?''. Me fui
a mi sitio, hice carato de plátano, saqué lo más finito y se lo llevé a la enferma .
Tres días después Yawetima ya se sentaba. Estaba mejor. La seguían
brujeando. Husiwe , su cuñado, también la brujeaba. Su papá iguaJ y así Yami-
273
CAP I TULO XX
C anciones y Pijiguao para la Fiesta

Este reahu iba a ser de pijiguao. Había mucha ceniza de muerto que to-
mar. Nos juntamos en la maloca grande de Patanowe todos los Nam owei-the-
ri: nosotros los Wii.nitima-theri. los Ptanowe-theri que estaban en su casa , los
Yaminawe-t heri, los Rashawe-theri , los Pishaasi-theri y los Tetehei-theri. Los
invitados iba n a ser los lrota-theri y algunos Mahekotho-theri y Miyómap+
wei-theri. A los Irota-theri siempre se los invitaba, pero nunca querían venir,
porque en otra fiesta los Namowei-theri les habían quitado mujeres: Shapota-
ma, que ahora era esposa de Nakishewe y Auweima, q11e era esposa de Ku-
maiwe. Pero esto había sido antes que llegara yo, luego ya ~abían pasado va-
rios años. A continuación los Namowei-theri habían ido al reahu de los lrota-
theri tres veces más la última vez había ido ye también hasta el shapono de los
Ashitowe-theri, que era el grupo separado de Kahumawe, como conté un
poco antes, y que ahora venían junto con los demás Irota-theri .
Los jóvenes y las muchachas salieron a los conucos y fueron trayendo
muchos racimos de plátano verde: ellas, dos; ellos, tres. Cada grupü los guin-
dó bajo su techo para que maduraran. ;>,.) día siguiente salieron los cazadores,
cada grupo por un camino diferente, llevándose consigo a algunas muchachas.
AJ mismo tiempo mandaron a dos viejos, los !'!ermanos Ruwawe y Yoyosiwe a
avisar a los invitados para que salieran de wáyum+ , poco a poco, y llegaran a
tiempo para el reahu.
A los demás que íbamos a quedar nos recomendaron que fuéramos a re-
coger caruto a orillas del Shanishani ke u, donde hay mucho . También lo hay
a orillas del río Irokai. Trajimos bastante , lo picaron y lo echaron a cocinar
en la oUa. Hierve rapidito, se evapora mucho , se bota el bagazo y queda la
masa negrita , lista para pintarse uno de negro. Yo recuerdo que mi familia,
allá en el Río Negro, con caruto hacía un licor; pero a mí no me gustaba por
el olorcito malo que tiene.
En esos días, de noche, cantaban las mujeres. Se abrazaban de a dos o
de a tres, corriendito adelante y atrás, y cantaban. Cantaba una y las otras
respondían. Varias veces me invitaron para que cantara yo también. A mí me
daba pena . A ntes de irse de cacería, Husiwe había llamado a M+ ramawe ;y le
había dicho para que entendiera yo:
. -Hijo: dile a tu mamá que cante con estas mujeres. Q ue las hale del
chmchorro para que canten, porque éste no va ser un reahu cualquiera . No es
un reahu para pilar huesos de pajarito ni de perro. Este va a ser un reahu de

Hilando . lgodón 275


pijiguao, pero de los buenos. Tú con tu mamá te levantas a cantar hasta que Así son los cantos Yanomani. Poquitas palabras, pero se repiten, se repi-
lleguen los Irota-theri, para que maduren pronto los plátanos, para que Tuku-
tukuyoma, el espíritu que protege nuestros conucos, se anime y el conuco dé ten muchas veces. .. .
A los seis días llegaron los primeros cazadores: eran los Rashawe-then.
muchos plátanos y carguen bonito los pijiguaos. Tu mamá debe saber cantar
Traían báquiras, de esos que, por bravos no huyen y así se cazan más fácil-
bastante, porque viene de donde está amoa hi, el árbol que les enseña a can-
mente: se quedan con su pelo parado, haciendo con sus dientes ¡te~, tek, tek!
tar a los nape. Tú eres nieto de nape. Algún día irás a conocer ese árbol para
Traían la carne ahumada y la colgaron alto, sobre sus fogones; as1 el gusano
volver a enseñarles cantos a tus parientes de aquí.
00 la come . En la tarde de ese día llegaron los Yaminawe-theri, que tr~ía~
Husiwe le tenía cariño a M+ramawe. Era el único hijo varón que tenía
dos cachicamos gigantes y un oso palmero . Juntamente llegaron los Poreh~p:­
entonces y las otras esposas por eso lo despreciaban . wei-theri con unas marimondas . Dos días más tarde fue la llegada de los Wam-
Yo canté un canto en portugués que había aprendido en las fiestas de tima-theri y los Tetehei-theri, trayendo un danta, seis cachicamos y unos pau-
Marabitanas, cantado por los soldados. .. s· y ·untamente de los Patanowe-theri, trayendo una danta grande y otra
Fui eu quem matou, fui eu 11e ' 1 . . . b, . h, h
chiquita. Al otro día llegaron los P1s_haas1-then con aqu1ros, ~ ac aros y ca-
a cobra grande de Gurapá, hicamos. Los chácharos los traían sm ahumar porque los hab1an agarrado en
quem matou fui eu. ~a vuelta, cuando por estallar un trueno, los bichos se habían metido en el
hueco de un tronco caído; allí los habían matado con unos palos aguzados.
Cajueiro pequenino, Todos guindaban su carne sobre los fogones. Había mucha cacería gran-
carregado de un botao, de que es la que sirve para regalar a los invitados al reahu; y había cacería
meu amor, quando vai deitar, pe~ueña para comer nosotros. La carne para los invitados no la pueden comer
bota a máo no cora~áo. los que la cazaron. El cazador en la misma selva les regala a otros, que no
Corno aquellas indias no sabían repetir bien, gritaban: sean sus parientes, la cabeza, el hígado, el espinazo, el corazón, el mondongo
-Hopoiwe, hopoiwe... e, e, e. y las patas del animal que mata, para que coman eso en _sus casas ~orno c~:e­
Lo que querían decir era: Fui eu, fui eu ... Yo les decía cómo se pronun- ría menor . Si cazan un cachicamo, les da a otros, especialmente s1 son mnos
ciaba, pero ellas no aprendían. huérfanos, el rabo y el hígado; lo mismo da el rabo de la marimonda; del bá-
Cuando las mujeres nos íbamos a acostar, comenzaban a cantar varios quira da la cabeza, el hígado y el corazón. Del oso melero da la cabeza, el
hombres que se habían quedado. También cantaban los niños . rabo y las patas . Estas cosas no las debe llevar el dueño a su casa. Si alguno
En esos días nosotros íbamos a recoger plátanos y pijiguao, cangrejos y de sus parientes come de estas partes, le da dolor de barriga ... El resto es
comején para comer. Llegaron cuatro viejas Irota-theri. Venían para hablar, para los invitados .
pero también para investigar si los Namowei-theri tenían intenciones de robar Esa misma tarde limpiamos bien el shapono, botando afuera la basura.
mujeres en el reahu. No hablaban de eso con nosotras, pero sí con Shapota- Nos rapamos el pelo y recortamos el cerquillo. Al llegar los cazadores, se lo
ma, con mujeres Shama-thari y otras que habían sido robadas. Estas viejas cortaron sus mu jeres. Además de la cacería habían traído ese yopo que lla-
también cantaban por las noches. Una cantaba: man yakoana, es decir concha de cuajo. Allá en el monte lo habían secado en
-Wao yak+ kat+ma. Que quiere decir: yo dejé tendida la tela 21 • una trojita y embojotado. Esa misma tarde de su regreso, lo pusieron a secar
Otra cantó : má junto al fogón . También habían traído concha de ama asi, todo material
-¡Watota rukere! Es decir: tela guindada. nuevo , pues, y así al otro día hicieron la mezcla y prepararon el yopo para la
Otra: fiesta.
-Hayakawe k+ prororo. Como quien dice: el racimo de la manaca ribere- Esa noche cantamos porque habían llegado los cazadores y las muchachas
ña hace pro roro. que habían salido con ellos. Yo canté de nuevo . A Yaminawe-theri le gusta-
Otra: ba, al viejo Ruwawe también; así a Repowe y a los demás . Se paraban cerca Y
-Thaokoiwe, thaokoiwe pore henak+. Está amontonada la hoja del yopo me escuchaban con la boca abierta .
pore hena. -Mi hij a, ca nta más alto - me pedía Ruwawe, - ese canto me atrae. Es
Otra: muy bonito - . Luego decía a las mujeres: - Aprendan . Abran la boca y can-
-¡Karawe!karaishi, karawe! ¡kara, karawe! La palabra karaishi es el nom- ten lo que canta ella.
bre de una fruta amarilla, con semilla blanca. Yo me sentía emocionada. Ellos me mandaba repetir, muchas veces, lar-
go .. . Esta es una de las canciones que canté:
(21) Hablaban de tela porque habían recibido algun,a de los Aramamisi-~heri, quienes Está aí. Eu fez tudo para vote gastar de mim.
seguramente la obtendrían de la Com1s1ón de L1m1tes en la zona hmttrofe entre el Ai, meu bem, náo faz assim comigo náo.
alto Siapa y el alto Demeni. Ai, vem a ver a nosso chefe governar.

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Esta vitória de amar alguem la levanta ron sobre unos palos cruzados. Sólo faltaba echarle adentro el cara-
como faz este pavo aqu[ to . En esa ocasión los Namowei-theri hicieron tres canoas y las pusieron en
é una alegria aue me faz chorar. tres sitios diferentes del shapono, debajo del techo .
Nós lembraremos a nosso Senhor. Los demás ho mbres se quedaron con sus mujeres recogiendo pijiguao.
Está aí. Eu bem lhe disse que a Fusaca estava aí. En las matas se montan co n dos aparatos en fo rm a de "X" que se sujetan al
A1, meu bem, nao faz assim comigo nao. tronco de la palmera . Por el camino habían cortado los palos para hacer el
A1, vem a ver a nosso chefe governur aparato y también bejuco para amarrarlo y para baj ar los racimos . Con ese
Y esta otra : aparato cada indio se sube a una mata ; no se podría de otra manera , porque
lá, iá, iá, i.á! el pi jiguao tiene tronco muy espinoso . A rriba desgaja el racimo, lo amarra
Lá no Pernambuco rem o café Pim-pom con el bejuco q ue ha su bido y lo va bajando . Al pie de la mata la mujer o sus
que sustenta os pavos, niños lo zafan. Y así se baja n lo otros racimos; sólo los maduros . Después el
que sustenta a sociedade. hombre e sube a o tra mata y hace lo mismo. Entonces las mujeres se dedican
a desgranar algunos racimos y a despencar otros para guardarlos en unos ma-
Eta me diz que ela prefer morrer de fome pires grandes que hacen allí mismo los viejos co n tiras de palma . En unos po-
mais pirarucú nao come. nen Jos racimos desgranados y los mandan en seguida a la casa a cocinar para
tos primeros invitados; el resto se carga después y se cocina para el reahu.
lá, iá, iá, iá! Como esos mapires se ponen muy pesados , so n los hombres quienes los car-
Eta me disse lá no brado esquina de N azarete gan hasta el shapono; las mujeres cargan lo que cabe en sus guaturas.
que eta preferia morrer solteira Mientras esta ge nte recogía el pij iguao , en el shapono algunos hombres
mais com soldado eta nao se casa, nao. cocinaban plát ano madu ro en las o ll as para hacer carato. En tres ollas estaban
cocinando aq ue l día e l carato y sólo para la canoa del reahu de Husiwe. En
lá, iá, iá, iá! dos sitios más estaban hacie ndo ca rato para las otras canoas . A medida que el
Después siguieron cantando sólo los hombrt>s; cantaron hasta poco antes carato lucía bien batido, co n una camasa se vaciaba en las canoc.s.
del amanecer. Los cantos de los hombres son diferentes de los de las mujeres . Mientras los !lOmbres hacían eso, nosotras las mujeres cocinábamos piji-
Los hombres no sienten pena para cantar. Las mujeres - no todas - sí. Cada guao para los muchachos que vendrían a recibir la invitación oficial a la fiesta.
tribu tiene sus canciones . A veces en los días siguientes algún hombre se pone En eso estaba yo ocupada . A eso del mediodía acabó de regresar la gente tra-
a remedar lo que cantaba alguna mujer , a mamarle gallo, y entonces la mt:jer yendo pijiguao . Pusieron todas las guaturas y los mapires alineados. Entonces
se pone a llorar de rabia . Decían : todo el mundo se puso a comer. La carne y los plátanos del reahu nadie los
-¿No le daba vergüenza cantar con voz fea y todo el mundo escuchándo- toca .
la? A eso de las dos los hombres co menzaron a pintarse. Ya se habían baña-
A mí también me remedaban y se reían. do viniendo de l conuco. Primero se untaron de anoto fresco, después se hicie-
-Cállense la jeta - les decía yo . - Envidia es lo que tienen. ron dibujos con una mezcla de anoto y caraña. Las mujeres los ayudaban a
Tempranito nos fuimos , hombres y mujeres , todos al conuco a recoger hacerse dibujos donde ellos no alcanzaban fácilmente; también en la cara,
pijiguao . Nosotros los Wanitima-theri a Kahuusip+wei, donde había dos ras- como entonces no te nían espe jos . Se dibujaban las líneas, las pintas los pun-
tro jos con ruro pijiguao; en el conuco nuevo había también plátanos. Yo re- tos , con un bejuquito masticado , o se hacían círculos grandes co n el fo ndo del
cogí dos racimos de pijiguao y un poco de onoto y me volví a la casa con carcaj, o circulitos con el tronquito de la pluma del paují. Pe ro la mayoría de
Yép+ami para preparar la comida . los jóvene .. después de pintarse co n a noto fresco , enrollaban algodón e n un
Algunos hombres salieron al monte a buscar la concha de palo; coo ella bejuquito , mojaban en la olla del caruto hecho y se lo pasaba n po r todo el
hacen la canoa en que los invitados toman el carato de plátano. Para sacar esa cuerpo. Quedaba n negritos. Después los hombres se adornaban . Se po nían las
concha los indios por un lado del tronco arman una troja . Se montan y con la veradas en las orejas ; las crestas de paují en los brazos, donde fij aban o col-
haowa, que es más liviana que el hacha y no parte tanto, cortan la conchr gaban mazos de plumas; en la cabeza se chantaban una cola de mono o una
arriba; igualmente la cortan abajo; después a los dos lados; aJ fi n hace n fuerza tira de p iel de tigre· y, en la cabeza y sobre la cola de mo no. se pegaban
con unas palancas debajo de la concha para despegarla ; la agarran y se la lle- ~ umón blanco de gavilán, de zamu ro rey o de arpía . Mien tras tanto las mu-
van a la maloca. Allí vi que ponían los extremos sobre el fuego para a blandar- jeres. las niñas y los niños se iban a la parte trasera de la casa para pinta rse y
los . Doblaron los extremos, los apretaron entre dos palos , bien amarrados és· adoma~e bien . Las muje res se pon ían sus palitos e n la boca y en la nariz; en
1_ ore1 ~s Y en los brazos cogollos de se je , qu e habían con eguido por la ma-
tos; así por los dos lados; después rasparon la concha por dentro con guacuca ,
que es la concha de un caracol , y limpiaron. La ca noa estaba lista . E ntonces nana al tr por pijiguao; algunas agregaban plumas de paují, de pava o de loro.

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En el pecho se terciaban su hareotima; las viejas se ponían un hilo de algo- -¡Recibámoslos, pues!
dón en la cintura y las jóvenes un guayuco, a veces nuevo. Nuestros hombres fueron a traer del brazo a cada uno de los lrota-the~i y
En eso llegaron dos muchachos Irota-theri para recibir la invitación ofi- \os llevaban a sus casas, quitándoles el varejón. para usa:to.. Juego ~n su baile.
cial. Sólo Irota-theri, ya que los Mahekotho-theri y Miyómap-t-wei-theri ve- Las mujeres Irota-theri iban detrás de sus mandos. _Hus1we se trajo a R~re?­
nían en calidad de espectadores, acompañados escasamente de algunas muje- pewe, que era su tío'. y a Kahun:1a"".'e, que era su cunado. No quedó nadie sm
r~s, y para conversar. A los muchachos los oímos silbar desde lejos; entraron
llamado. En seguida fueron invitados a tomar carato de plátano en las ca-
silbando; nosotros gritábamos para saludarlos. Uno era Kamimawe y el otro ~:as. Ellos tendieron los chinchorros donde se les indicaba, zafaron la totuma
que traían amarrada al chinchorr~ y se fueron a be~er. Después se acostaron.
Wayunawe. Se pararon un rato mirando hacia arriba. En seguida fueron a ha-
A continuación les tocó a las mujeres: cada una se iba a la canoa con una t~­
blar, medio cantando, así como ellos hacen en las fiestas; uno en casa de Re-
tuma prestada y la traían llenit~: tomaban ellas y l~s daban de tomar a sus hi-
powe y el otro en casa de Husiwe. Después Sh-t-r-t-koma me dijo que habían
jitos. Los viejos bebían de la misma olla donde hab1a que~ado un poco de ca-
dicho de mí:
rato. Esa es la costumbre: que los viejos no tengan que tr a tomar en la ca-
-Nosotros venimos a ver cómo baila Napeyoma. Nuestro cacique quiere
conocerla. noa. Mientras tomaban, nuestra gente gritaba: . .
- Tomen, tomen. Acábenlo esta noche, porque se va a poner agno. S1 us-
Su cacique se llamaba Rereopewe. Decían que los mandaba a buscar car-
tedes no lo toman todo, nosotros haremos lo mismo cuando vayamos a su
ne porque su gente estaba hambrienta. Terminado el baile a cada uno \e
ofrecieron una camasa llena de carato de plátano para que t~mara. Ya antes .~hapono; así también será inútil el trabajo de ustedes. . . _ .
Afuera se habían oído gritos de aquellos Mahekotho-then y M1yomap+-
los parientes habían preparado para cada mensajero una guatura llenita de
wei-theri que habían venido. Repitieron los gritos y entonces los Namowei-
carne ahumada y de pijiguao sancochado. Como eran muchos los Irota-theri
cada mensajero se fue acompañado de un muchacho Namowei-theri, cargand~ theri contestaron gritando:
una guapa grande llena de pijiguao y cacería para ellos mismos y sus familia- - ¡Aaaa+++ ! Entren a bailar. .. .
y co menzaron a entrar y bailar. Entre ellos estaba Porawe, Jefe de los
res'. Con to~? eso los muchachos salieron corriendo. Las mujeres seguíamos
Mjyómap-t wei-theri. Entre éstos y los Mahekotho-theri algunos bailaron lu-
co~mando p1]1guao. El carato ya estaba listo en las canoas, bien tapado con
ciendo su guayuco rojo, como Shikorawe, Yaatawe, Taimayowe: una novedad
hojas de plátano para que no cayeran adentro animalitos o basuras.
que llamó mucho la atención. Lo habían conseguido donde los Wakawaka-
. Los mensajeros entregaron la comida y el jefe la repartió. Los Irota-the-
n, que estaban pintándose, se pusieron a comer apresuradamente. Así hacen. theri . Los Namowei-theri gritaban:
-Baila, baila con esa tela roja que tienes. Quiero verte bailar así. Ahora
Como media hora después oímos que venían gritando. Nosotras, que estába-
si que tengo amigo nape. Déjamelo luego a mí para que baile con él y las mu-
mos detrás de la casa pintándonos, entramos en seguida y nos quedamos en
nuestras .casas esperando. Yo estaba bien pintada. Kónokama me había ayu- chachas me miren con envidia.
Bailaron, salieron, entraron para bailar juntos y fueron invitados a las ca-
dado, pnmero con onoto todo el cuerpo, después haciendo rayas onduladas
sas para descansar y beber. Shikorawe le dio su guayuco a Kumaiwe, hijo de
con onoto y caraña, y en la cara rayas y, entre las rayas, manchas. En las ore-
jas lucía plumas de pava, que son blancas con punta negra. En la cintura car- Repowe. Otros también lo dieron.
E ntonces todos nosotros, hombres y mujeres jóvenes, salimos afuera para
gaba mi guayuco.
hacer también nuestro baile. Yo no quería, Husiwe me dijo que saliera, que
Los hombres Irota-theri comenzaron a entrar, de a dos, bailando y gri-
los lrota-theri querían verme bailar. Yarotoma me lo repitió. Los visitantes
tand?, con ~as manos agitando por un lado el arco y las flechas y por el otro
siempre quieren conocer gente nueva. Yo me fui con M-t-ramawe en el güene-
me.dio varejón de manaca; llegaban hasta el fondo y por el medio volvían a
pe . Nuestros ho mbres comenzaron a entrar y bailar como habían hecho los
salir. A continuación entraban otros, bailaban y daban la vuelta completa al
lrota-theri . Ent raban, bailaban y salían. Los que habían recibido el guayuco
shapono . Los Namowei-theri gritaban:
en seguida lo estrenaron. Después fuimos entrando las mujeres: dos hombres
-Baila, baila, que quiero verte bailar. Estoy contento. Todas las veces
Y en el medio una mujer. Yo dejé afuera mi niño y también di mi vuelta bai-
que haya pijiguao quiero que vengas a bailar aquí.
lando, entre WayulT'-t-we y Koroyewe. Los Irota-theri en cuclillas me miraban
Duró mucho el baile. Entraban y salían. De últimos bailaron también los
como cosa rara, con su arco y flechas en las manos. Yo estaba nerviosa.
v~ejos. No bailó ninguna mujer. Los Irota-theri habían traído sólo mujeres
-Baila aquí - decían. - Después vete a bailar a nuestro shapono.
viejas. y ma~res de dos o tres niños. A las demás las habían dejado en el mon- Bailé y salí con los hombres que me acompañaban. Luego fueron entran-
te, l~jOS, cuidadas por algunos hombres. Tenían miedo de que los Namowei- do otros hombres con otras muchachas. Al final entramos todos los Namowei-
then se las robaran. Entonces entraron todos los hombres juntos y dieron una
theri juntos y dimos dos vueltas. Luego nos retiramos.
vuelta completa bailando. Al final se pararon en el medio, todos mirando
Entonces hicimos otro baile: un grupo de muchachas Wanitima-theri con
para arriba. Las mujeres habían entrado, pero se habían quedado junto a la
otras Tetehei-theri y Rashawe-theri formaron fila, cada cual sosteniendo un
entrada. Entonces Repowe gritó:
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gajo bonito de pijiguao. Del otro lado las muchachas Patanowei-theri v Pi- Voce tem que segurar pé,
shaasi-theri también formaron su fila así. Las dos filas fueron dando v~elta segurar cruz até morrer.
por el shapono, encontrandose y pasando, alzando y bajando los brazos para Eu tenho pena, le-lé,
mostrar el pijiguao. En eso los hombres Namowei-theri se levantaron co11 ar- eu tenho pena, le-lé,
cos y flechas y daban con Ja mano templones a la c11.:rda del arco en todas di- voce tem que segurar pé,
recciones. diciendo: segurar cruz até m orrer.
¡A+, a+, a+!
A esa fila se incorporaban todos, viejos y hasta niños con arcos y flechas. Los Irota-theri decían:
Así fueron dando vueltas muchachas y hombres al mismo tiempo: los hom- - Ella canta bonito porque conoce el árbol amoa hi. Aprendan de ella . .
bres más adentro del patio y las muchachas en el borde del corredor. Los visi- Mientras nosotras cantábamos por un lado, los hombres comenzaron a in-
tantes, acostados, miraban en silencio. Las viejas Namowei-tl1eri en cambio tercambiar noticias por otro , para no e~torbarnos unos a otros.
lloraban, a lo mejor pensando en los muertos cuyas cenizas se to~arían en l~ Los Jrota-theri pidie ron a sus muieres que cant~ran p~rn que yo apren-
mañana siguiente. Este baile es para desear que los pijiguaos vuelvan a cargar diera sus cantos. Después volvían a pedirme que :-ep1t1era fil canto. Duró mu-
mucho y bonito en la estación siguiente. Las muchachas se retiraron y los ras nuestro canto , al final se juntaron los hombres para cantar ellos;
h ·ho· s nos mandaroll a las mujeres que nos acostaramos.
cas , M d
e esperte
,
hombres1wdos, viejos y hasta niños, con sus arcos , se juntaron, se pararon, se 1os v1e10 , d · d
gritaron y batieron las flechas con los arcos. Así termina este baik de los paco antes que amaneciera; los hombres estaban todav1a cantan o, comen o,
hombres. Ya estaba oscureciendo. haciendo bulla. . _
Poco más tarde se formó una gritería. Los Irota-theri pedían que las mu- Esos mismos hombres, sin haber domudo, fueron al cano a buscar agua;
jeres Namowei-theri cantaran para que las suyas aprendieran. Decían: algunos también para bañarse. Trajeron agua en las camasas y comenzaron a
-Las mujeres de ustedes cantan bonito; ellas han aprendido de los Mahe- atizar la candela. El agua hervía en la olla; ellos pelaban los plátanos maduros
kotho-theri, Hawaroi-theri, Koaisi-theri .... y tos iban echando adentro para hacer carato. ~acian menos q~e el día antes,
Era Sólo para halagar. Entonces nuestros maridos comenzaron a decirnos sólo para tomar las cenizas del muerto. A medida que estaba hsto, pasaban el
que cantáramos. Rereopewe me pidió que cantara. carato en otra olla y en una totuma grande, y lo de1aban tapado. Cuando el
-Yo he tenido noticia de que tú cantas bonito - decía. - He venido de le- carato estuvo frío, todos los parientes de Hayai:iamok+we se ju.:-itaron en la
jos para escucharte. Canta, canta para que oigan las mujeres de mi grupo y casa de Husiwe. Yarotoma se sentó. Lloraba temendo en sus rodillas la guapa
así aprendan tus canciones. Cuando vengan a mi shapono los Mamopatikayo- con las camasas de las cenizas del difunto. Los parientes estaban todos lloran-
pe-theri, los Aramamisi-theri, nuestros amigos, oirán cantar a mi hi1a y yo les do acuclillados alrededor de Yarotoma. Entonces Husiwe abrió las hojas que
diré: "Esos cantos los aprendió de Napeyoma". Canta, canta ... en~olvían la guapa: había tres camasas de cenizas. Llorando,_ cogió una, la
Yo le dije que no quería, que cantaran ellos que estaban en su tierra. destapó y comenzó a vaciar cenizas en una totuma grande, casi llena de cara-
Husiwe me dijo: to. Revolvió; luego se paró y bebió. Seguidamente se lo pasó a sus hermanos.
-No contestes mal. Ese es mi pariente. Así hasta acabarlo. Pidió más carato, se lo vaciaron en la totuma Y él echó
Comenzaron a cantar las mujeres Patanowe-theri. Se abrazaron de a dos, más cenizas adentro, revolvió y lo dio a tomar a otros parientes. Después en
de a tres, dando una carrerita adelante y unos pasos atrás, continuamente, al- otra totuma, vació completamente la camasa. Revolvió y repartió para que
rededor del patio. Cantaba una y las otras repetían. Después se fueron jun- bebieran los demás parientes.
tando las demás N amowei-theri, siempre cantando. Finalmente salieron a can- Yarotoma ya había forrado de nuevo la guapa y la fue a guindar debajo
tar las mujeres Irota-theri. Sabían cantos bonitos . del techo. De allí toda Ja gente se mudó para la casa de Repowe. Allá hici~­
A mí me vinieron a llamar tres veces. Al fin salí. Repetí aquel canto, ron lo mismo con las cenizas que tenía ese cacique. Al fin hubo toma de ceru-
porque ellas por lo menos sabían corear: ¡Hopoiwe, hopoiwe! Les gustó mu- zas en la casa de Shamawe. Vi que la misma Yarotoma quemó en su fogón la
cho y me mandaron repetir varias veces. Me lkwaban a cantar por todos los calabaza vacía que tenía Husiwe.
lados para que oyeran mejor los Irota-theri. También canté este canto: A continuación los Namowei-theri se juntaron , se pintaron con carbón Y
comenzaron a soplarse yopo. Era yopo de cuajo . Se soplaban con u~a ~aña de
Eu soy prisoneira, bambú. Pronto se e mborracharon. Después vinieron los Irota-then , pintados
escrava desse grande amor, de negro y les soplaron también. El yopo se lo brindaban los del lugar. Pron:
deixa disso, deixa disso, to estuvieron todo · borrachos: gritaban, se caían al suelo, se revolcaban. ¡Que
eu vou te abandonar. horror! Nosotras las mujeres nos escapamos todas detrás de las casas. E stába-
Estou cansada de sofrer mos más seguras, porque ellos, cuando están enyopados así, a veces pegan
por te adorar, por te agradar. con maderos.

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. ·t s los traen y los cocinan. Hacen carato de plátano. Pilan o hacen que
Después los borrachos se abrazan de a dos y van caminando por todas las p~1anl~s 'huesos del animal y lo que resulta lo enti~rran cerca del fogón. de la
casas. Menos mal que las mujeres habían ya descolgado los chinchorros por pdan E tonces reparten la comida con los otros mños. Antes de repartirla, a
casa. n o a manotazos Los padres que miran· ·
cunosos a sus h !JOS,
..
un lado, guardado los corotos y tapado el pijiguao. Ellos pasaban, revolcán- veces hacen su d uel · '
dose, apagaban los fogones, regando las brasas y las cenizas ...
dicen: , , p· ¡ · Je ·Ai"á'
Después de eso se sentaron en el patio, cada hombre frente a otro, cru- -¡Calma! Poco a poco; así no. As1 si._ ega e, pega . 1 •
zando las piernas sobre las del otro, gritando. Haciendo eso los Irota-theri Así se divierten y aprenden a hacer fiesta. .
avisaban que ellos tenían ollas, que podían tener perros de Riokowe, que ve- · - 0 les gusta mucho cazar pajaritos. Cuando se da la frut1ca del
A 1os mn s ¡ ·-
nían a pedir chinchorros, algodón, hachas, machetes ... Hablaban también de . · montero vienen muchos pájaros a comerlo. Entonces os mnos van
canaqmto ' -. .
los Shama-thari. Decían que querían matarnos a nosotros y que los óshop+ ·t flechitas de palma a cazar. Los pequemtos van a tras para
con sus arqm os y h
we-theri querían matarlos a ellos. Los Aramamisi-theri siempre les contaban ver . Los mayorcitos les mandan cargar lo que cazan o a recoger ongos para
que los Shama-thari venían para atacarnos, pero se devolvían sin hacer nada.
En lo que terminaron, los Namowei-theri echaron en las guaturas, donde comeLor. . - i·uegan mucho a vivir como Jos grandes. Allí, en el conuco, ha-
s mnos · h · d ·
ya estaba el pijiguao, la carne que iban a regalar. Husiwe daba órdenes para ·· n hoi· as de casupo .. Dentro tienden sus chmc omtos e ma1a-
cen sus tapms co - .
que se pusiera esta catne o aquella, esta cantidad u otra. El preparó como ua. Guindan plátanos. Las niñas van al ca~o a pescar, a cazar cangre1os, ca-
cinco guaturas así. Los otros Namowei-theri también dieron mucho. Las car- g T n leña y hacen candela; cocinan, comen ... Por allá andan car-
marones . .. rae d d E ..
garon y las llevaron adonde estaban los jefes visitantes. A los Mahekotho-the- ando su guaturita, sus guapas, como unas .~adres de ~er a . n guenepe
ri y Miyómap+wei-theri también se les dio. g s hermanitos más pequeños. La nma que no tiene bebé de verdad
Los invitados vaciaron el pijiguao, cocinado y crudo, y la carne de nues- cargan nª esul gu·· enepe una flor de plátano o un plátano propio. Lo ponen a dor-
carga e . _.
tras guaturas en las suyas. Con eso las mujeres y niños comenzaron a irse. mir en el chincho rro. Le hablan a su mmto:
Allí se quedaron los hombres, acuclillados cerca de las casas, pidiendo: - Ven a comer, que tu papá ya va a llegar. A lo mejor mató un báquira;
-Dame flechas. Dame machete. Dame chinchorro ... tal vez un cachicamo ...
Les dieron flechas y puntas de bambú y también chinchorros y machetes. En la tarde los niños varones hacen lo que hacen a veces los grandes.
Los machetes estaban usados y eran de los que a su vez recibían de los Mahe- Van buscando donde están las niñas, poco a poco, .para ~obarse a alguna de
kotho-theri y Watanami-theri. Las flechas se regalan. Ellos no habían traído ellas. E n la casa las niñas, que están con sus hermamt?s, dicen:_ .
nada, pero prometieron dar perros y ollas cuando fuéramos a su shapono. Ar- -Este es mi hijo. Esta es mi hija-. Y al descubnr a los mnos que vienen
cos no se les dio porque había peligro de que vinieran los Shama-thari. gritan: -¡ Aaa+t++++ !
Los Irota-theri cargaron las guaturas y los mapires que quedaban y se Los niños agarran a una niña y entonces su "mamá" grita:
fueron. Se juntaron a continuación los Mahekotho-theri y Miyómap+wei-the- -· No agarres a mi hija que es niña todavía!
1 ·- ponen a
ri, entregaron machetes y hachas nuevas y un poco de mostacilla que traían y Entonces los niños se ponen a halar. Llegan 1as otras nmas Y se ._
recibieron chinchorros, pelotas de algodón, guayucos y hareotima para sus mu- defender a la "madre" compañera. Halan, halan y gritan para que los mnos
jeres. Y se fueron también. no se lleven a la niña. Los varones, entonces, se van corriendo. Al rato vuel-
Entonces los Namowei-theri se juntaron en medio del patio y se pusieron ven y agarran a otra niña. .
a gritar para que sus espíritus no se marcharan con los visitantes. Es que si se -¡ No agarres a mi hija! - grita la "mamá". - Yo no quiero que tú seas mi
marchan, se mueren ... Nosotras comenzamos en seguida a limpiar, colgar de yerno. A mi yerno me lo busco yo. . .
nuevo los chinchorros y prender los fogones. Los hombres salieron a bañarse, Regañan, halan. Las niñas que son más grandes empu1an duro a los ni-
porque estaban sudados, sucios ... Al regresar ellos del caño, comimos. Tenía- ños. Los hacen caer. Ellos se revuelcan, pelean, lloran. Se ríen Y gozan un
mos hambre, ya era casi mediodía. puliera. Al fin se van. _.
Al ver a los que ahora tenían guayuco de tela, me decían a mí los demás -Ese muchacho feo viene a pedirme a mi hija - regaña la duemta a ve-
hombres: ces. - Feo y flaco , incapaz de matar cacería.
-Tú que eres nape hazme tela para mí. Entonces la herm ana del niño ofendido contesta:
En realidad les duró poco. Como no volvieron a recibir, siguieron la cos- -No regañes a mi hermano. Tu hijo también es feo y tampoco sabe matar
tumbre de antes. cacería.
He contado como hacen reahu los grandes. Los niños también lo hacen: Se regañan. Así, todo como si fuera de verdad. Otras veces hacen que se
jugando, naturalmente, en el shapono. A M+ramawe le gustaba jugar reahu. les murió el papá. Gritan, lloran, bailan:
Cuando se le muere a un niño su perrito, lorito u otro animal de cría, sus - Pushikawe se murió. Mi hija se quedó huérfana. Vuelve, que tenemos
compañeros se juntan con él, hacen una hoguera y queman al .. . muerto. que ir al conuco ...
Luego dicen que salen de cacería. Van al monte o al conuco y cazan algunos
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A veces les salen lágrimas verdaderas. Las niñas juegan así hasta los doce
años.

CAPITULO XXI
U na Epidemia Carnívora
Allí nos quedamos todavía tres días. Ya nos íbamos a mudar para Maka-
yop-i-wei cuando, tempranito, llegó ~akuhaw,e , que vi~ía_wn los Mahekotho-
theri. Venía solo , apurado, y en segmda hablo con Hus1we .
-Hermano - le decía, - junta a tu gente y váyanse ahora mismo, porque
está pegando epidemia fuerte. Ya se murieron así /4/ Mahekotho-theri. Los
demás se fueron para las cabeceras del Maata ke u (no Manaviche) . La epide-
mia viene de los Wakawaka-theri .
Cuando terminó de hablar, le dieron de tomar carate de cambur rókómi;
le regalaron flechas y él se fue . Yo creo que él mismo nos había traído la en-
fermedad . Los Yaminawe-theri salieron en seguida . Lo mismo los Rashawe-
theri, camino de los Irota-theri . Los demás Namowei-theri nos quedamos para
dormir allí: todavía no había enfermos. Pero esa noche comenzaron a enfer-
marse algunos. Sentían calentura, dolor de cabeza , temblaban de frío ... Los
brujos ensalmaban.
-Esta es epidemia muy hambrienta - decían . - Ya se ha comido a mu-
chos nape· ahora viene a comer Yanomami .
Chupaban y cantaban; era tan fuerte la epidemia que gritaban y se caían
al suelo .
A la mañana siguiente salimos temprano . Los Patanowe-theri, los Porehi-
p+wei-tberi y algunos Píshaasi-theri ya se habían marchado de madrugada,
cada grupo por su lado. A bandonamos allí algodón, plátanos y cambures que
habíamos recogido . Nos llevamos pocas cosas. Yo iba con mis calabazas , unos
plátanos y, para andar ligero , a M+ramawe , que ya tendría cuatro años , en el
güenepe . Las cenizas de los muertos siempre se cargan cuando uno sale de
wáyum+ o se viaja por miedo a la epidemia; nunca se dejan solas en el shapo-
no. Pasamos por Hahota y seguimos por el camino de los Porehip+wei-theri,
hacia el 1ío grande , pero a;i.dando por el monte . Llegamos a un lugar donde
habia mata de komish i e hicimos los tapiris . Esa misma noche muchos se en-
fermaron; Husiwe entre ellos . Al día siguiente llegamos a orillas del Irokai.
Allí se sent aron a conve rsar.
. -A_quí tendremos que separarnos - dijo Husiwe. - Si se guimos juntos , la
epidemia acabará con todos nosotros .
.. Sha mawe se fue po r un lado ; Wayum+we por otro ; nosotros, cor. Husi-
we, atravesamos el lroka.i. A orillas de ese caño me dijo Yarotoma:
-Ese niño tuyo se va a salvar. Yo no te veré :n:ls.

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Temblaba de frío la vieja y tenía un fuerte dolor de cabeza. Para aguan- hojas son hediondas, pero refrescan. Los Yanomami creen que con el
tarlo , se había amarrado la cabeza con un bejuco. Me pidió que Ja ensalmara. !-'3s de esa ho1·a la enfermedad se aleja. Yép+ami también se frotaba. Los
Como sentía el cuerpo dormido, yo se lo sobaba. También se lo frotaba con JUgO
otros ni tenían fuerza para hacerlo. . .. .
hojas de y+pi. Antes de despedirse, Yarotoma les recomendó a las otras mu- Al día siguiente volvimos a andar. Hus1we se cayó pnvado. Con ayuda de
jeres de Husiwe:
-No regañen a éste mi nieto; él va a ser dueño de machetes. Remo n·ma logré sentarlo · Ellos lo estaban . sobando con hojas de y+pi. ,Reco-
Ó s
us sentidos. Le traje agua y bebió. Comenzó a hablar ronco. Decta que
En realidad decía lo que siempre repetía Husiwe de M+ramawe: br
la epidemia le había quemado la garga~ta a sus espmtus. ,· E ntonces él me
-Cuando este niño sea grande, lo voy a montar con su mamá en una bal- ó que te amarrara la cabeza con be1uco. Soltó las flechas; se quedó con
sa para que vaya rio abajo, encuentre nape y les pida machetes para mí. Allá man d h 1 ,
r o arco para caminar. Yo amarré las -flec as 1y as
e l puMás h
cargue.
b' ·-·
te puedes quedar con los nape, tú y tu mamá, con tal que siempre me mandes atrás venía Nakishewe. Esa manana se e a 1a muerto su mruto, e1
machetes. ·d0 con Shapotama. Lo había metido en una guatura, tapada con guapa,
Las otras mujeres, en cambio , ahora lo regañaban porque gritaba y por- tem
ésa la habían guindado alta en el s1uo · ·
donde hab'
, tamos dornu"do. A s1, hacen,
que con un machete hacía ton, ton, ton, dándoles a las raíces de los palos. a pasar luego a recoger al muerto cuando esten curados; y rompen ramas
-Tu hijo está avisando a la epidemia para que venga a comernos - recla- ~~ededor. De aJli Nakishewe con su familia se separó de nosotros.
maban. Siguiendo, llegamos a un morichal, bonito, con su cañito. Husiwe no po-
Toroma le quería quitar el machete, pero él entonces gritaba, gritaba más día más andar; yo le colgué su chinchorro. Encima le puse un techo de hojas
todavía. No sé, pero siempre le tenían envidia a mi hijo M+ramawe. Claro de casupo. Hice candela. Después salí a recoger moriche. Había mucho caído
que también porque Husiwe lo consentía. Sano, el muchacho; el único hijo en el agua; estaba maduro, blandito. Llené una guapa gran~e. Luego con~+­
que nunca se enfermaba. Ni siquiera en esta epidemia. Su papá, para espantar ramawe me fui a matar cangrejos. Los otros enfermos domuan al sereno; hin-
la enfermedad, le hacía llevar esa banda de piel de tigre que yo había visto lu- caban sólo algunos varejones y colgaban su chinchorro, no tenían fuerza para
cir tanto a los Kóhóróshi-thari, Karawe-thari y Shama-thari, en los brazos los hacer tapirfs. .
jóvenes y en la cabeza los mayores, especialmente cuando brujeaban . M+ra- Después de caerse Husiwe, se habían juntado con nosotros unos Tetehe1-
mawe lo cargaba en los brazos y en la cintura. Dicen que cargando eso, espe- Lheri.
cialmente cuando uno va por el monte, el tigre lo ve y piensa que ese es su M+ramawe tenía gana de comer fruta . Busqué un poco y conseguí una
pariente y por eso no le hace daño . mata de guama. Husiwe me prestó el machete y traje dos ramas bonitas de
Al fin Yarotoma se fue con su hija Kónokama, detrás de Wáyum+we su esa fruta . Al rato viene Remorima, agarrándose la cabeza del dolor, y me
yerno. Yo no volví a ver de ella sino el bojote de los huesos. dice que un perro había encuevado unos chácharas en el hueco de un tronco
Ese día nosotros fuimos a dormir monte adentro, hacia el rio grande. cafdo. Era un tronco de wapu y estaba abierto sólo por un lado. Lo medio ta-
Cuando nos paramos, los hombres no tenían fuerzas para hacer los tapiris. Yo pamos con madera para que los chácharas no se salieran. M+ramawe hizo
me hice uno: corté los palos, lo teché con hojas de platanillo y colgué los candela cerca con nido de comején. En seguida, al olor del humo, los bichos
chinchorros. Era la única que seguía buena; a Remorima, hija de Husiwe , el hicieron: hua, hua , hua ... Entonces tratamos de adivinar en qué punto esta-
mal ya le estaba comenzando. Recogí leña para Husiwe y Yép.f.ami . A cada ban. Yo pegaba con el hacha e iba escuchando . Corté un palo, le saqué punta
rato iba a atizarles el fogón, a preguntarles cómo estaban. Tenía miedo de y con el hacha agrandé el hueco que había comenzado a abrir. Por ese hueco
que se murieran. A M+ramawe le dio un poquito de fiebre durante la noche. metí el palo. Cuando un animal se asomó por el huequito; lo herí; chilló y se
A los demás les daba fiebre, dolor de cabeza y en los huesos, catarro, tos, di- fue para un lado. Remorima lo asusaba por el otro lado y le pegaba cuando
sentería. pasaba debajo. Yo también le hincaba el machete. Al fin se quedó quieto,
Al día siguiente nos fuimos más lejos. muerto. Pero había otros dos adentro, Hicimos lo mismo y los matamos. Yo
Andábamos. Donde calentaba el sol, todos se acostaban para calentarse . abrí más el hueco y los sacamos. Amarré dos con un bejuco y los cargué hasta
Gemían . No comían porque no tenían hambre. Yo llevaba mis plátanos y co- el campamento . Después volví a buscar el tercero.
gía cangrejos: los comía con M+ramawe. Fuimos a dormir lejos. Yo les hacía En eso veo a un hombre que llegaba. Era el Patanowe-theri Natesiwe.
tapiris a ellos y les buscaba agua. Tomaban mucha agua. En los cañitos donde Vino derechito a mi tapirí y me preguntó cómo estaba mi gente. Le di de co-
había barro blanco, para enfriar el cuerpo afiebrado se embadurnaban con él. mer moriche y le mostré los chácharas. El me dio una noticia que me hizo llo-
En seguida se les veía botar humo por la cabeza. Y así se iban a sentar hasta rar: habfa muerto Yarotoma. Me rogó que no avisara a Husiwe, porque le
que el barro se secara. Lo cogían en hojas e iban a embadurnar a los niños caería muy mal. También me dijo que allá atrás , donde habíamos dejado
que tenían fiebre. guindada una guatura con un muerto dentro , el tigre se lo había comido. Le
Cuando llegamos a un sitio donde había bejucos de kónakóna, con sus dije que era el hijo de Nakishewe. El contó que había muchos muertos. Ha-
hojas yo le restregué bien el cuerpo a M+ramawe. Comenzó a sudar, sudar. .. bía visto a Heremi , una mujer Pishaasi-theri encinta que estaba muerta y den-

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tro se le movía la criatura. Había visto muerto a ltahiwe, un Patanowe-theri , el niño. Este había estado llorando por mi ausencia, y las mujeres ahora le
y a su lado prendida todavía la candela . El venía sano, busc.ando a su padre. dedan:
Entonces le pedí que me hiciera una troja para ahumar los chácharos . El lo - E te feo que debía morirse el primero no se muere.
hizo. Yo me puse a abrir los animales con una punta de bambú y a limpiarlos. También cociné el hígado de un chácharo y me lo comí. Esa misma no-
Después los puse arriba . Amatawe hizo candela. Aparte yo hice mi fogón y che oímos cantar a los brujos Yaminawe-theri. Gritaban. También oíamos llo-
preparé carato de moriche, bien espeso, y cociné hígado de chácharo. M-i-ra- rar, pero no sabíamos por qué . A la mañana siguiente pasó por nuestro cam-
mawe tomó y comió. Lo mismo Natesiwe. Este colgó por allá su chinchorro, pamento Nimonawe, un hombre Yaminawe-theri con su mujer, y nos dijo que
hizó su fogór: y esa noche se quedó con nosotros. Debajo de los chácharas yo de repente les había pegado Ja epidemia y dos muchachas y una vieja se ha-
atizaba el fuego para que se ahumaran . Con un rasha hu.si los hincaba para bían muerto. Yo me asusté porque eran aquellas mismas que se habían reído
que se desangraran y el humo penetrara. de nosotros. La más pintada , Iroma, había sido la primera en morirse; la otra
Por la mañana Natesiwe salió en busca de su padre. Se llevó una pa ta de era su herma na Hukosimi. El hombre nos dijo que habían guindado a las
cháchara. Yo reparti carne para comer más adelante. Le di también al perro muertas en guat ura. Así que los Yaminawe-theri cruzaron el río grande y se
que me había ayudado. Salimos. Aquellos T etehei-theri se quedaron . H usiwe fueron para u maloca, dejando otros muertos por el camino. Su jefe quería
quería que nos fuéramos hacia los bdos d~ los Watanami-theri en tierra alta mor irse en su shapono.
y virgen, donde sopla mucho viento, para que el viento se llevara la epidemia. Esa mañana llegaron varios Watanami-theri. Cortaron un palo, colgaron
Ya para allá se habían ido los Yaminawe-theri y los Patanowe-theri. Con ese el chinchorro y cargaron a Husiwe. Salimos. Ellos decían que quedaba cerca;
mismo rumbo salimos, pues. a mí me pareció lejos. Subimos un cerro; pasamos por lugares bonitos; el ca-
Amatawe, esposo de Remorima, iba adelante ; pero empeoró y de pronto mino grande , de piedra. Ibamos poco a poco, porque a los enfermos les costa-
tuvo que acostarse. Entonces me fui sola adelante para ver. Caminé un buen ba andar. Llegamos a un campamento de los Watanami-theri . Su shapono que-
pedazo y oí gente. Salí al camino de los Watan.ami-theri. Allá venían cuatro daba más arriba , e n el cerro. Allá brujearon mucho a Husiwe. Le habían he-
de ellos: Werereiwe, primo de Husiwe, Wayuharawe y otros dos . Me pregun- cho un carato espeso de seje . Husiwe no quería, pero ellos le obligaron a tra-
taron dónde estaba Husiwe. garlo todo . Le cayó bien. Esa tarde se sintió mejor. A medida que iban lle-
-Nosotros lo venimos a buscar - Jijeron. - Alguien que ha huido hasta gando los otros enfermos, los brujos los ensalmaban. Botaban la enfermedad
allá le ha contado a nuestro rncique qu~ está enfermo. El nos manda a bus- hacia el Parauwe ke u, para que se fuera a casa de los nape. Los Watanami-
carlo. tberi nos hicie ron unos tapirís al lado de los suyos. Cercaron con varejones de
Volví con ellos. Vieron a Husiwe y comenzaron a brujea~lo. Le dijeron seje grande . Colgamos nuestros chinchorros e hicimos candela. Ya nos tenían
que venían por él. Husiwe les contestó que no podía andar. leña para quemar. Allí fue donde yo cociné los chácharas en ella. Husiwe los
-Nosotros te llevamos - dijeron ellos. - En nuestra tierra no hay epide- repartió , les dio a los suyos, le dio a Maneiwe, cacique de los Watanami-theri,
mia. Allá sopla mucho viento. y a Haikiawe, su tío, cacique de Jos Yapitawe-theri , los que antes se llamaban
Entonces lo abrazaron por cada lado y lo fueron ayudando a caminar. Horetoi-theri . De allí ellos iban a sus conucos y nos traían plátanos y cambu-
Caímos al camino y llegamos al río grande. Pasamos por el puente. Al otro res. Ya se habían olvidado de aquel pleito
lado encontramos a los Yaminawe-theri. Su campamento quedaba monte Allá nos quedamos como tres meses, tiempo en que nuestra gente se curó
adentro. Sus mujeres habían venido a ver quiénes eramos. Estaban sanas y to- bien. Los Watanami-theri brujeaban siempre a nuestros enfermos . A veces se
das pintadas de onoto. Comenzaron a reir~e de Husiwe, de Yép-i-ami y de los reían de Husiwe.
demás enfermos, porque traían la cabeza vendada de bejuco. - Ese pobre cacique se iba a quedar solo - decían. - Toda su gente se le
- ¡Ja, ja, ja! Nunca vi un hombre valiente que se hace cargar. iba a morir, si nosotros no los curábamos.
Husiwe no dijo nada, porque no tenía ánimo para hablar. Yo las regañé: De mi hijo M+ramawe, que estaba sanito, decían:
-¿Cómo se les ocurre reírse de unos enfermos? Hoy para nosotros, ma- - Este sí va a ser cacique de los Namowei-therí. Nunca se enferma. Así
ñana para ustedes. podrá curar a su gente cuando les pegue la epidemia.
Yo ayudé a pa~ar a todos los enfermos. Llegamos a un campamento de Pero las otras mujeres de Husiwe, molestas, decían:
los Watanami-theri. Ellos no estaban . Habían estado allí para ir a comer piji- -¡Qué va a ser cacique ese nape de cabeza larga!. Si yo vuelvo a enfer-
guao con nosotros, pero, al saber de la epidemia, habían renunciado y vuelto mame, no me voy a dejar curar por ese feo.
a su sitio. Los que nos habían acorPpañado, allí nos dejaron. Todos se reían . También M+ramawe. Pero Husiwe confirmaba :
-Nosotros nos vamos - le dijeron a Husiwe . - Mañana vendremos a bus- -Claro que va a ser cacique -. Y abrazaba al niño.
carte. Desde lejos nuestro caci 4 ue te va a brujear . Después de un mes que estábamos allá , llegó también Wayum+we con su
Nosotros hicimos candela y ilOS quedamos para dormir allí. Yo fui a un gente. Ya estaban casi buenos y se quedaron con nosotros. Se les habían
moricha! cercano y recogí bastan~e moriche. En el tapirí hice carato para mí y muerto tres. Kónokama , esposa de Wayum+we, avisó e ntonces a H usiwe que

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su mamá había muerto. Husiwe lloró mucho por ella. Haikiawe, que era her- -Ya tiene de nuevo su no reshi. Ahora se va a curar de verdad.
mano de la muerta, también lloraba. Y así la vieja Aratama, que era su her- En efecto, esa noche pareció que el cacique se sentía mejor.
mana. Entonces Husiwe fue a hablar con Repowe. Calcularon que ya había pa-
Al fin salimos de vuelta y los Wanitima-theri nos fuimos para Makayop+- sado suficiente tiempo; en los huesos de los muertos ya no estaría la enferme-
wei. Los Yaminawe-theri ya estaban en su sitio. Los Rashawe-theri también dad; por lo tanto se podía ir a recogerlos.
regresaron, pero a Hahota; a su jefe se le habían muerto la mujer, la suegra y Salieron juntos muchos hombres y mujeres en busca de sus muertos. Yo
tres muchachos. Poco a poco fueron llegando también los Patanowe-theri y no fui . Iban repitiendo el camino. Donde encontraban huesos, pelaban maja-
los Pishaasi-theri. Los dos grupos habían tenido muchos muertos. Los Te- gua, hacían un bojote grande, Jo forraban con hojas de kómishi o de casupo y
tehei-theri, cinco: el viejo Ropema, padre de Aramamok+we y de Yep+ami, los hombres lo cargaban. Así fue cómo recogieron todos los huesos de los
su~ dos esposas, Mamowaisimi y Mashonami, y Yawetima,hermana de Yep+a- muertos Namowei-theri. Yo los vi regresar a Makayop+wei una semana des-
m1. pués, entrando al campamento en fila, llorando, con aquella hedentina. Los
De nosotros Shamawe había estado muy enfermo y ahora se había vuelto Patanowe-theri y los Yaminawe-theri dieron una vuelta y siguieron. Los hue-
flaquito, flaquito. De tan malo que había estado, había perdido a los hekura; sos de los Wanitima-theri los llevaron en seguida al monte y los guardaron en
por eso desde entonces dejó de ser brujo. los huecos de un peñascal. Cuando no hay esos huecos de piedra, los guindan
Husiwe tampoco se sentía bien del todo y pronto se volvió a enfermar. de los árboles, tapándolos con hojas de casupo para que no se mojen.
Sentía frías las piernas y picazón en todo el cuerpo, como si estuviera cargado Sh+ r+koma nos contó que en ese viaje habían visto cómo el tigre se ha-
de chivacoas. No tenía apetito; yo le daba carato, pero lo vomitaba. Los bru- bla comido un muslo y un brazo de Yarotoma y los zamuros habían regado
jos Jo estudiaron y dijeron: los huesos por el suelo. El tigre se había comido a Yaokoima, mujer de Koa-
-Enfermedad no es. Tampoco es ningún espíritu. Es su no reshi, su doble towe , abandonada cuando estaba gravísima. Allí venían los pocos huesos que
animal, que se ha perdido después de cruzar el Parauwe ke u. quedaban. De su niño, Nakishewe, no encontró nada; allá, donde lo había de-
Su animal imagen era Ja marimonda, el mismo mono que tenía nuestro jado, quemó la guatura en que lo había metido. Por eso es que los indios di-
hijo M+ramawe. Entonces Shamawe, que también tenía por no reshi la mari- cen: ''El tigre acompaña a la epidemia para comerse a la gente que ella
monda, amarrando bien con bejucos unos palos grandes, hizo una troja en mata" .
medio del patio. Natesiwe, que había ido en busca de una hermana suya que no aparecía,
Comenzaba la tarde y todo el mundo salió en busca del no reshi. Yo me encontró unos mechones de pelo medio blanco; pensó que era pelo de pereza;
quedé solita en la moloca. Me habían dicho que, si salía, podía perdérseme más adelante encontró una calavera, la del pelo; siguiendo, encontró todos los
también mí no reshi, que era hiiaham+, el perrito de agua, según ellos creen. huesos descarnados. Se asustó y fue a pedir ayuda para recogerlos. Cuando
Todas las mujeres Namowei-theri tenían el perro de agua por no reshi. Los no se reconoce al dueño de los huesos, preguntan a quién le falta un pariente
hombres tenían casi todos la marimonda o la arpía, pero había alguno que de- y si se había ido por ese camino. Entonces dicen: "Son de fulano; son de me-
cía tener el tigre. gana" ... . Al fin Natesiwe encontró a su hermana en Morámahip+wei. Estaba
Cuando se fueron, se llevaron carbón y una vez lejos en el monte, se pin- bien, con su fa:nilia. Se habían quedado allá y nadie se había enfermado. De
taron, cada quien a la manera de su no reshi. Allá en seguida alguno se puso allá, pues , vinieron para juntarse con nosotros.
a gritar: Algunos días más tarde se quemaron Jos huesos. Primero fuimos a ver la
-¡Aaa+++, aaa++! No reshi, mira que estás perdido; ven acá. Este es el quema en Patanowe. Hacían candela. Después iba entrando un hombre con el
camino de tu dueño. bojote de huesos, con las majaguas adornadas con cogollos de seje daba una
Y así, barriendo con unas ramas, de allá se vinieron caminando hacia la vuelta al shapono, lloraba, y lo iba a colocar sobre una de las hogueras. Ha-
maloca. Yo los oía acercarse. Los que eran arpías silbaban: ¡wiiiiiii, wiiii! Los bían hecho varias hogueras en aquel patio, para varios muertos. Aquel día
que eran monos chillaban, chillaban. Los que eran perros de agua hacían: ¡k+, que yo fui a ver, quemaron los huesos de seis personas. Durante la quema,
k+, k+, k+++! Al llegar más cerca, hicieron un bullerón. Entraron que sería los brujos cantaban y empujaban el humo; la gente lloraba con las cosas del
eso de las cuatro. M+ramawe estaba hecho un arpiucho de verdad. Las muje- muerto . Nunca hubo que llorar tanto como aquella vez.
res dieron vuelta por el shapono barriendo siempre con las ramas. Al fin pu- . . Tres días después, en Makayop+wei, quemaron los huesos de Yarotoma.
sieron todas las ramas sobre la troja. Sentaron a Husiwe en el medio y todos V1rueron también los Patanowe-theri y los Rashawe-theri a ver. Era la única
los hombres, acuclillados alrededor, se pusieron a buscarle hormigas en todas m~e rta que teníamos los Wánitima-theri. ¿Qué digo? En esos días, Aiamori-

partes del cuerpo. we, el niñito de Toroma, que tosía, tosía, flaquito, jipato, también se murió.
Al rato se bajaron los hombres y se subieron las mujeres a hacerle lo Los _otros Namowei-theri quemaron a los suyos en sus sitios. Los Rashawe-
mismo. Como volando alrededor, corrían los niños que eran arpías. Los gran- then quemaron a sus cinco muertos en Makararop+wei. Los Wánitima-theri
des con ramitas de y+pi batían a Husiwe y, al final, los brujos dijeron: fueron a ver. Yo me quedé en casa con Sh+r+koma.

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En los siguientes días todos guindaron plátanos, porque iba a haber mu- cuidando; no lo sacaban de la maloca. Cuando iban de wáyum+, lo tenían en
cha piladura de huesos. Si se pilan pronto, no se ponen tan duros. En un caso el tapirí, sahumándolo. Tenían miedo de que los Yai volvieran a llevárselo.
como éste, el mortero donde se pilan los huesos de uno, sirve para pilar los Entonces los Patanowe-theri organizaron un reahu de plátanos en su sha-
huesos de otros, usando los mismos palos de pilar. Los pedazos que no se pono . Convidaron a los Watanami-theri. Pero no era para tomar las cenizas
desmigajan se vuelven a calentar en un tiesto y vuelta a moler. Terminada la de los muertos en la epidemia ; como hacía poco tiempo, tomándolas, todavía
piladura de los huesos de uno, siempre llorando, se pasa a pilar los de otro, y podían enfermarse . Nosotros fu imos a verlos bailar y volvimos. Después que
así adelante. Todo el día pilando. se fueron los Watanami-theri, nosotros salimos para Wanitima. Los demás se
El último día que pilaron huesos en Patanowé la gente estaba llorando. fueron para otras partes: los Patanowé-theri a su conuco de Patamanip+wei
El hijo de Hukoprei, de como dos años de edad, estaba jugando con otros ni- que, por supuesto, no era aquel sitio de los Shama-thari. Había mucho que
ños fuera del shapono y desapareció. Era muy querido por ser el primero que hacer, después de la epidemia, en nuestro conuco. Como a los tres meses sali-
Hukoprei había tenido de Ishinarima, la esposa Shama-thari. Todavía no te- mos para Hahota, pasando por Rasha-teka y el camino que lleva a los Irota-
nía nombre; por eso le decían simplemente Shama-thari. theri. Durante ese viaje Sh +r+ koma, que era la mujer más vieja de Husiwé,
Salieron a buscarlo. Sus parientes vinieron por él también a Makayop+ después de Yep+ami , se había ido adelante con su niñita. Nosotras íbamos
wei. Me preguntaron. Yo no lo había visto. Se fueron. A la noche volvió Hu- atrás . Por el cami no encontramos a sus hijitas Mamowaimi y Shamayoma,
koprei con sus hermanos para preguntar de nuevo. En otras direcciones iba junto con Wanarima. A esta la preguntamos:
más gente buscándolo. Esa noche Husiwe tomó yopo, para verlo en sueños, y - ¿Donde está la mamá de las niñas?
se acostó. Más tarde se paró y dijo: - Se ha me tido por ese monte a buscar mamure - nos contestó.
-A ese niño no lo mataron. No fueron los Shama-thari. Se lo han llevado Entonces seguimos. Al rato oímos a Wanarima gritándole a Sh-tr+koma:
los Yai. - Ven . La gen te ya pasó.
Los Yai son gente que vive en el monte; allá tienen su shapono; lo malo Llegamos al caño y nos sentamos. Allí estaban los hombres. Cuando co-
de ellos es que tratan de robarse a la gente. Más adelante contaré cómo se lle- menzamos a recoger hojas de casupo, Husiwé nos llamó. Estaba bravo al ver
varon a Akawé, mi segundo marido. Yaminawé-theri también dijo que habían que Shamayoma lloraba.
sido los Yai. El había oído gritar al niño; no podía estar muy lejos. La gente - Esta niña está llorando - dijo, - porque su mamá se ha quedado atrás.
siguió buscando por todas partes para dar con los Yai. Aquel segundo día Nosotras le dijimos que por el camino habíamos visto a la niña junto con
tampoco lo encontraron. Al tercer día Husiwe le dijo a Hukoprei: Wanarima. Segui mos y más adelante hicimos tapirís para dormir. Sh-tr-tkoma
-Al niño lo están buscando lejos. El está aquí cerca. Vayan por el cami- no llegaba. A manecimos. La niña lloraba, lloraba por falta de su mamá. Ko-
no de los Porehip-twei-theri, después cojan por el que baja al caño Patamani- makama ahora la cuidaba. Seguimos. Husiwé decía de Sh ~r+koma:
p+wei: por allá van a oír sus gritos. A mí me han llevado allá los hekura y he - Dejen que se vaya, que se vaya lejos, que no vuelva más.
oído al niño gritando. Con nosotros, un poco más adelante, iban los Rashawe-theri . Los alcan-
Todo el mundo salió para aquel lugar. Llevaban cuatro camasas para so- zamos y nos dijewn que en la playa del caño habían vistos rastros de un hom-
plar adentro, como si fuera soplo de tigres. Los Yai tienen miedo de los ti- bre y de una mujer. Pensaron que Sh+r-tkoma se había picureado; tal vez
gres. Mientras tanto en el shapono los brujos ensalmaban. Mandaron a J.rari- adonde los Irota-theri o adonde los Aramamisi-theri. De esta última tribu era
wé para que no dejara alejarse a los Yai. La gente llegó al caño. Resimi en- ella, hermana de Riokowé. Los Namowei-theri la habían robado cuando chi-
contró los rastros. Se llamaron para juntarse y oyeron gritar: quita y la vieja Yarotoma la había criado.
-¡Mamaaaaaaaaaaa ! ¡Mamaaaaaaaaaaa ! Cuando estuvimos cerca de Rasha-téka, Ruwawe nos invitó a su shapo-
En el caño se quedaron los que llevaban camasas; otros con más camasas no. Husiwe no quiso; estaba bravo por lo de Sh+r-tkoma. Seguimos. pues,
se fueron hacia las cabeceras. Al oír el primer grito del niño comenzaron a so- e.orno quien va a los Irota-theri. Ya era tarde e hicimos tapirís para dormir.
plar hiiiiiiiii por dentro. Los que venían bajando por la barranca encontraron Al_día siguiente nos metimos por el camino de Hahóta y nos paramos junto al
al niño montado en un bejuco, meciéndose. Al ver a la gente se cayó al agua cano que llaman Karishi rereope. Hicimos tapirís y nos quedamos dos días,
y echó a correr, pero su tío lo agarró. Decían después que seguramente el porque los hombres habían matado una danta. Después seguimos , pasamos
niño chillaba porque los Yai lo mecían sobre aquel bejuco. Pero nadie vio a por Hahota y llegamos al shapono de Makararop+wei. Ese lugar le gustaba a
ningún Yai. El niño estaba todo embadurnado de barro blanco, con dibujos Husiwe porque era de viento y sombra. De allí salió él de cacería con otros
bonitos. Así lo habían pintado ellos. La gente se juntó contenta. El niño que- hombres rumbo al caño lrokai. Volvieron a los tres días, trayendo guacama-
ría morder, estaba como bravo. Su mamá lo baño y aparecieron varias señales yas, pavas, pavitas , paujíes, cachicamos y marimondas. Las marimo ndas esta-
moradas de los verdugazos que le habían pegado los Yai. Entonces se lo lle- ban gordas porque era el tiempo en que co mían cucurito. Algún cazado r, que
volvió luego a aquel lugar. le con tó a Husiwe que ha bían enco nt rado rastros
varon a Patanowé. Pero en la casa el niño no quería mamar y se enfermó. Lo
de Sh+r+koma. Siguiéndolos, él salió sólo en busca de su mujer. No la encon-
sahumaban con caraña blanca; lo brujeaban. Al fin se curó. Pero lo seguían
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tró ese dfa y durmió por allá; al otro día siguió, pero perdió los rastros. Los ri. Yo siempre creí que eras una mujer; en cambio eres una perra-. Y volvió
encontró de nuevo al otro día. Siguió por el caño Karishi rereope y llegó a un a pegarle con una vara en la herida que tenía en la cabeza.
tapirí. Allí estaba ella con su hombre. Era su hermanastro Potep+ma. En se- A la mañana siguiente, cuando todavía no había amanecido, vino Husiwe
guida agarró a Sh+r+koma para llevársela y se puso a halar. Ella se resistía, y le pegó de nuevo con la vara. ¡Pobre Sh+r+koma! La sangre volvió a salir
él amenazó flecharla. Sólo así obedeció. Por el camino ella iba adelante y él de su cabeza y de su nalga. Se desmayó y cayó al suelo. Yép+ami se puso a
atrás. De pronto él le disparó una flecha con punta de bambú y le pegó en la llorar y regañó a Husiwe. Toroma y Shapotama también lloraban. Entre las
pierna izquierda. Ella se sacó Ja punta y echó a correr adelante. Perdía sangre dos la levantaron y la acostaron. Yo hice candela. Yép+ami le echó agua a
y se cansó pronto. Llegó con Ja lengua afuera, haciendo: ¡he, he, he, he! Hu- Sh+r-i-koma y ésta recuperó el sentido.
siwe creyó que se le iba a morir. Cuando entró al agua, ella se lavó la herida A los tres días cuando apenas podía caminar Sh+r+koma se encontraba
y perdió el conocimiento. Menos mal que cayó fuera del agua. La herida bo- en casa de aquel hombre; pero Husiwe no estaba. Después de eso se escapó
taba mucha sangre; Husiwe la alcanzó y orinó en la herida. Luego rompió una dos veces más con Potep+ma. Total que la gente le decía al cacique:
rama de y+pi y la sobó para que volviera en sí. Siempre se pega con esa rama - Dásela, dásela.
para que uno vuelva en sí. Así por un rato. Al fin ella se despabiló y se quedó El viejo Repowe, cuando venía, decía:
sentada. Cuando él la vió mejor, Je mandó que se bañara y sin más la haló - Dásela. Ella no te quiere. Acabarás por matarla.
para que le siguiera. Como si fuera poco, cerca de Hahota, le pegó con un Venían los viejos y aconsejaban a Sh+r+koma. Nada: no se corregía.
palo en la cabeza. Al fin llegaron. Yo le conté cuatro heridas en la cabeza; Je Cuando la veíamos con Potep+ma, teníamos miedo de avisar, porque muchas
chorreaba sangre, ¡ave María! Yép+ami comenzó a regañarla. Ella pasó que- veces Husiwe nos pegaba a nosotras también. Después que murió Husiwe,
jándose. Más tarde se acostó. Su hijita ahora le tenía miedo. Sb+r+koma se escapó conmigo y se casó con Potep+ma, allá donde los Pi-
-Voy a ver si mi cacería está buena - dijo entonces Husiwe, - porque, si shaasi-tberi. De allá la gente deRiokowe trató de llevársela, pero nada. Vivió
está podrida, la culpa Ja tiene ella. con Potep+ ma y tuvo un hijo. Los Riokowe-theri sólo lograron recuperarla en
Nosotras habíamos cocinado el cachicamo que había traído Ja otra vez aquel ataque en que mataron a Rashawe.
como él había mandado. Encontró que se estaba pudriendo; entonces comen-
zó a pegarle a Sh+r+koma con un madero. Ella, llorando, vino a agarrarse de
mí. Como si fuera poco, él le volvió a largar otra flecha. Poco faltó que me
pegara a mí. Esta vez le hizo una herida enorme en una nalga. Sh+r+koma
gritó y se cayó desmayada. Le salía sangre, sangre ... Vino Shamawe y regañó
a Husiwe:
-Vete a pegarle al hombre. Allá está él tranquilo, acostado. Si a mí me
pasa eso, primero mato al hombre y después le pego a la mujer. Es el hombre
quien se la llevó.
Todos le pedían que le pegara a Potep+ma, pero Husiwe no ho hizo. En-
tonces Yép+ami le echó agua a Sh+r+koma, Ja acostó en el chinchorro y se
puso a 11 orar:
-Nadie le quita las flechas cuando está bravo. A ver si tú ahora te portas
bien, con tantas flechas y tanto golpe. Alégrate que no te ha matado. Si te
mataba, ¿piensas que te íbamos a quemar? Hubiéramos dejado que te comie-
ran los zamuros.
Sh+r+koma reclamaba porque Husiwe le pegaba sólo a ella y no a las
otras mujeres.
-¿Por qué quieres que nos pegue a nosotras? - le dije yo. - Nosotras no
vamos por ahí abandonando a nuestros hijos como haces tú. Si te pega, es
porque te lo mereces.
Ella se puso a llorar. Husiwe entonces dijo:
-Ya botó mucha sangre esa perra. Denle carato de plátano para que
beba.
-Sí, a esa perra que trajiste de donde fuiste a pelear - dijo Sh+r+koma.
-Sí - dijo Husiwe. - Tú eres la perra que yo traje de los Aramamisi-the-

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CAPITULO XXII
Kariyonawe, el de Ojos Grandes

Demoramos un tiempo en Makararop-twei. Con Husiwe fuimos a ver el


conuco de Shamata: estaba bien . Los aguacates crecían bonitos. Sembramos
más plátanos y caña brava. Hicimos dos viajes a Shamata-teka en aquel tiem-
po . Los hombres mataron muchos báquiros que estaban comiendo moriche.
Cuando regresamos, Jos Patanowe-theri organizaron un reahu de plátanos;
querían co me nzar a tomar las cenizas de los muertos de la epidemia. Nos que-
damos con ell os . En esa fiesta estuvieron todos los Namowei-theri.
Como quince días después, Husiwe mandó guindar plátanos para hacer
reahu e n Ma kararop-twei. Vinieron todos los Namowei-theri y se tomó una
camasita de la cenizas de Yarotoma. Después de eso, como el pijiguao no es-
taba todavía maduro, salimos de wayum+ para Shamata. Hicimos campamen-
to allá cerca, tumbando árboles, porque luego sería shapono. Se nos acabaron
los pláta nos que habíamos llevado; entonces comimos cogollos de yagua. Así,
durante tres meses, con carne de danto y de otros animales. Nos quedamos
todo ese tiempo porque Husiwe quería agrandar aquel conuco que nos había
resultado ta n bueno.
Salíamos a veces a recoger yuvías y traíamos las guaturas llenas. La yuvía
también es pan para acompañar la carne. Claro que se come sólo cruda. No-
sotros recogíamos por el suelo. Los hombres se encaramaban para tumbar las
que quedaban arriba. Halaban con sus garabatos: tu,tu, tuk, e iban cayendo .
Si el coco está todavía claro, es porque la yuvía no está hecha . Al romper el
coco , se mira : si la concha está oscura, es porque la yuvía está madura. Si al
probarla , aparece blanda y dulce , se deja para recogerla otra vez . En marzo
es cuando comienza a caer; para mayo está ya toda caída . En el suelo no se
pudre , de manera que, yendo de wayum+, se puede recoger todo el año; pero
muchas veces se las comen las lapas, los picures, los picuritos.
Cargábamos nuestras guaturas y las llevábamos a la maloca. Allá se pue-
de guardar la yuvía por mucho tiempo. Ni retoña ni se pudre . Los gusanos la
respetan . En el monte a veces el comején agujerea el coco y hace su nido
adentro, pero sin echar a perder la yuvía.
Por los lados de Shamata había mucha yuvía . Lo mismo que por los ca-
ños Mamokorita y Shanishani. Después encontré mucha también por los lados
de Toprai junto a un moricha! que se llamaba Ukushitawe-sik-t .
Un a vez, persiguiendo unos báquiros, llegaron nuestros hombres hasta la
orilla del río grande, frente adonde queda ahora Platanal. Los báquiros cr;iza-

Pilando los huc>O> dc>pués de una crernac1un 299


ron el río y los nuestros, atrás; así se dieron cuenta de que el río no era ni tan jo? ¿Ah?" Y yo pa~aré dela_nte de ellas, sin. mirarlas, derecho por mi :ami~o,
hondo ni tan ancho, bueno para hacer un puente. Volvieron a Shamata, pero con mi machete, m1 mostacilla al cuello, m1 plumón en la cabeza ... S1, cuna-
en otra ocasión abrieron un camino por donde habían perseguido a los báqui- do, tráeme mostacilla . Los nape tienen mucha ... Así cuando salga de e.acería,
ras e hicieron el puente. Jos monos me verán, me mirarán y dirán: "¿Qué carga ese Yanomam1 en su
De allá nos invitaron a un reahu de cazabe. Aramamok+w quería tomar uello?" Entonces se bajarán para verme mejor, se quedarán encantados y se
las cenizas de su papá y mamá muertos en la epidemia . Antes de salir, Husi- ~ jarán matar. También el tigre, cuando me vea, se quedará admirado y se
we nos dijo a las pocas mujeres que nos íbamos a quedar: eeguntará : "¿Es gente o no es gente ese que anda adornado así?" Mientras
-¡Mucho cuidado, porque aquí nunca han vivido Yanomami! Donde no pr me esté mirando, yo lo apuntare- bien
él · y lo flecharé. S'1, cuna
. d o, tr á eme
hay Yanomami, vienen los tigres, y esos tigres son atrevidos: no le tienen mostacilla mucha mostacilla . . _ . ,
miedo al fuego, a nada. Ten cuidado tú con ese niño. A veces los Mahekotho-theri traían mostacilla. Los mandos la rec1bian y
Nosotras nos quedamos pensando en tigres todo el tiempo. Hacíamos la daban a sus mujeres. Pero también ellos se hacían collares y brazales.
grandes los fogones. Dos días después volvieron ellos, tarde, trayendo cace- ~guna vez trajeron tela y hasta tijeras. Los Namowei-theri ahora daban chin-
ría, plátanos sancochados, plátanos verdes y cazabe. Allí nos quedamos más chorros y perros a Jos invitados.
tiempo. El algodón ya estaba floreando; la yuca dulce también; al ocumo ya Estos habían traído sólo a las viejas, no a las mujeres jóvenes. Estaba
le nacían retoños. Kraima con ellos, estaba Porawe, estaba Remoriwe. Porawe le decía hermano
8 Husiwe y te dio un machete. Era el único que tenía; esperaba pedi~le.. otro ~
Finalmente Repowe nos mandó a decir que el pijiguao estaba maduro.
Nos fuimos caminando de wayum+. Pasamos por los Tetehei-theri y dormi- blanco cuando volviera a pasar. Como paga se llevó un perro de Hus1we. Krai-
mos allá. Después seguimos; dormimos junto al caño donde había mucho bo- ma me decía:
cón; volvimos a andar y dormimos en Morámahip+wei; al día siguiente llega- -Ese hijo tuyo ya está grande. Es hora de que tengas otro .. ..
mos al Yurip+ma ke u. Estábamos matando cangrejos cuando vimos a Repo- Se fueron contentos, con perros y chinchorros. Los Namowei-theri culti-
we que bajaba del cerro chupando cacao. Nos dijo que había mucho y madu- aban mucho algodón . Las mujeres siempre teníamos trabajo hilando y ha-
ro. Nos regamos, pues, recogiendo cacao. Dormimos dos noches en ese cam- ciendo chinchorros .
pamento, que era donde habían llegado aquellas mujeres Shama-thari . De allí Después de ese reahu, hubo en seguida otro. Es que había mucho piji-
salíamos a recoger hojas de miyóma para renovar los techos de la maloca guao maduro y mucha ceniza de muerto que tomar. Esta vez fueron invitados
grande de Patanowe; los cargábamos al shapono de una vez. Al tercer día nos tos Irota-theri; pero ellos mandaron a decir que no venían porque los enemi-
metimos. Los hombres comenzaron a techar temprano; después de media ma- gos amenazaban atacarlos. Cuando hay ese peligro, los Yanomami no aban-
ñana el viento no deja trabajar más. Al día siguiente nos fuimos a nuestros donan su shapono: se lo podrían quemar, podrían dañarles el conuco ... En-
conucos a ver cómo estaba el pijiguao: estaba maduro. Trajimos un poco para tonces hicimos reahu nosotros solos. Depués salimos de wáyum+ a Wánitima.
comer. A la semana guindamos los plátanos para el reahu. Dos días más tarde Nos acompañaron Jos demás, porque Husiwe quería hacer otro reahu de piji-
salieron los hombres de cacería. Algunos se quedaron para cuidar camino, guao: había mucho pijiguao en Wánitima. Los Patanowe-theri llegaron des-
porque siempre había peligro de que los Shama-thari vinieran a atacar. Otros pués de una semana. Nosotros nos pusimos a vivir en el shapono; lo limpia-
salieron a invitar a los Mahekotho-theri y a los Watanami-theri. Después de mos bien. Los hombres salieron de cacería, pero consiguieron poca. Los mu-
seis días volvieron los cazadores. Algunos salieron a avisar a los invitados que chos monos que habían flechado no se habían muerto porque el curare estaba
estaban al otro lado del río grande. Esperaban allá porque seguían descon- un poco simple. Trajeron algunos báquiras y cachicamos.
fiando un poquito. Atravesaron y llegaron. Se celebró el reahu. Hubo baile y En ese tiempo Jos Pishaasi-theri comenzaron a razonar así "Ahora los
toma de cenizas de muchos muertos de la epidemia . Los Watanami-theri tra- Shama-thari van a Wanitima y, como no encuentran a los Wanitima-theri, si-
jeron ollas de barro; los Mahekotho-theri, machetes y hachas. Estos nos con- guen y nos atacan a nosotros. Los Wánitima-theri se han hecho su conuco le-
taron que, antes de la epidemia, había pasado un nape y les había dado ma- jos, en Shamata; allá están más seguros. Nosotros estamos en peligro. ¿Por
chetes, hachas y cuchillos. qut no hacemos nosotros también un conuco allá?"
Husiwe, hablando con un Mahekotho-theri, le decía : E n Shamata ellos ya habían estado ; viendo, nada más. La última vez que
-Tráeme, tráeme cosas de los nape, tú que eres amigo de los nape. Uste- habíamos pasadc· por Masiwe habíamos encontrado rastros de los Pishaasi-
des Jos Mahekotho-theri se están volviendo nape .... Tráeme machete, tráeme theri que iban. Tenía que ser para Shamata.
hacha . ¿No ves qu.e es malo romper palos y cortar bejucos con los dientes? Nosotros nos fuimos a Makararop+wei y sembramos maíz. Dimos un
Esa mostacilla que traes al cuello te Ja dieron los nape. Tráeme mostacilla reahu de plátanos y vinieron los demás Namowei-theri; los Pishaasi-theri no,
para adornar mi cuello, para adornar mis brazos . Así, al verme, las mucha- porque ya andaban por Shamatade nuevo . Para esta fiesta Husiwe había ido a
chas dirán: "¡Miren qué bonita es la mostacilla que ese hombre tiene! El se Shamata de cacería y había hablado con ellos. Les había preguntado qué ha-
está volviendo amigo de los nape" . Otras dirán : "¿Para qué se adorna ese vie- cían allá. Ellos habían contestado que estaban haciendo un conuco en aquella

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tierra que era buena. A Husiwe le habían cogido matas de yuca para sembrar. apartó. Los rastros de los báquiras iban en dos direcciones.
El no hizo cuestión; sólo les dijo que no volvieran a tocar lo suyo; que se tra- - Si ustedes los encuentran , nos gritan - le dijeron a H usiwe.
jeran retoños y semillas de Pishaasi-teka. Los Pishaasi-theri vinieron al reahu _y ustedes también - dij o él. - ¡Cuidado y sólo los espantan! Yo quiero ca-
de plátanos que hicimos a continuación, pero sólo los hombres. Ahora vivía zar. Tenemos que irnos mañana , porque ya los plátanos guindados deben de
con ellos Orusiwe, hermano de Husiwe, casado con una hermana de Rasha- estar maduros.
we. Aquéllos se fueron. No los oímos gritar. Nosotros anduvimos un buen
Después de esto los Wánitima-theri nos fuimos a Shamata. Ya Jos pláta- pedazo y lleg~mos a un caño seco. Allí babí~ rastros. de báquiras. Du_rante Ja
nos estaban dando bonito. Allá comenzaron a quemar aquel monte tumbado noche se habian revolcado en la playa. Habian comido mucho cucunto. De-
la otra vez para construir el shapono. Cerca, estaban trabajando en su conuco bian de estar bravos, porque se veían los palos podridos levantados donde ha-
los Pishaasi-theri. Entonces Orusiwe y sus parientes vinieron de nuevo a vivir bían hozado. Así hacen ellos. Pero yo no creía.
con nosotros. Después los Pishaasi-theri se fueron . De vez en cuando volvían - Ya los vas a ver - me dijo Husiwe .
para trabajar. .AJJí nos quedamos nosotras sentadas. Los hombres se fueron . Como una
Era tiempo de verano y Husiwe dijo: hora después vemos que viene Husiwe con su yerno .
-Ahora voy a dar un reahu para Jos Patanowe-theri. Tengo muchos pláta- - Por allá están los báquiras comiendo algarrobo. E stán bravos. Tengan
nos. cuidado.
Guindamos muchos y tres días después salimos de cacería. Esta vez fui yo Entonces seguimos todos caño arriba. Oíamos el ruido de los báquiras.
con ellos. Iban muchas mujeres. Yo me llevaba a M+ramawé que estaba ya Parecían tigres. Llegamos a una barranca . Allá abajo estaba n ellos.
crecidito. lbamos por el camino de los Mahekotho-theri, es decir de los Sito- -Ahora tú súbete a esta mata - me dijo Husiwe. - Asegura bien al njño
ya-theri donde vivían ahora, camino abierto por Husiwe. Anduvimos el día en el güenepe y ten agarrado a este perro.
entero. Dormimos ya cerca del rio grande . Allí Husiwé dijo: Yo me encaramé. ¡Qué feo subirse a un palo con un niño y un perro! La
-Aquí no. Hay muchos tapirís recientes. Han estado los Pishaasi-theri . perra. Husiwe se la había dado a su sobrina Hoporama . Su hija Remorima te-
Ya cazaron ellos. nía el perro grande . Arriba nos sentamos.
Al día siguiente, pues, nos metimos monte adentro , río abajo . Camina- - No suelten a los perros - dijo el cacique, - que estos bichos los van a
mos hasta el mediodía. Llegamos cerca de un caño . matar. Sólo si los báquiras se viene n para acá los sueltan .
- Vamos a hacer nuestros tapirís aquí - dijo Husiwe. - A orillas del caño Yo tenía miedo. Ellos comenzaron a flechar. Los báquiras echaron a co-
hay mucha miyoma. Ustedes mujeres quiebren hojas para techar. rrer hacia donde estábamos nosotras.
Los hombres hicieron los tapirís y salieron de cacería. Nosotras techamos - ¡Suélten los perros ! - nos gritó Husiwe.
con hojas de miyoma . Encima del techo yo puse hojas de platanillo para que Yo bajé un poco por la mata y solté el perro. Lo mismo hizo Remorima.
pesara más. Después preparamos bastante leña para cocinar. Hice candela y Hoporama soltó la perra . Los tres echa ron a correr: ¡wau, wau, wau, wau!
salí por ahí a buscar más leña. ¡Ave María! Los báquiras, cuando oyeron latir los pe rros , les vinieron
Los hombres comenzaron a regresar. Primero llegó Husiwe . Traía una encima . Los perros echaron a correr. Los báquiras pasaron debajo de noso-
babilla grande, e nhuevada, que había sorprendido comiendo cangrejos. Hin- tras. La perra se paró detrás de un palo y se puso a latir. Como cuarenta bá-
cándole el arco la había matado. En una olla yo cociné el rabo y la cabeza. El quiras le cayeron encima. La mordían. E lla chillaba. Vinieron más y mataron
se puso a armar una barbacoa, porque al día siguiente había que ir lejos a ca- a la pobre perra, que era la de Yarotoma. Yo le grité a Husiwe , pero é l no
zar. La hizo grande como para danto, po rque había encontrado rastros de ese podía hacer nada. Estaba montado en una mata flechando. Su yerno Amata-
animal. we lo mismo. Los báquiras echados abajo, esperando. Yo nunca había visto
Después llegó Shamawe con un cachicamo y dos grullas. Llegaron Jos de- bichos tan bravos.
más, pero sin cacería. Só lo habían visto rastros de báquiras. Entonces hubo -¡Flechénlos! - gritaba yo .
que cocinar toda Ja babilla para comer. Aparte yo cociné los huevos embojo- Pero a los hombres se les habían acabado las flechas. Muchos habían ma-
tados. Husiwe fue al monte y trajo unos macutos para el caldo. Luego partió tado. Entonces Husiwe bajó un poco y con el arco recogió algu nas flechas, les
la babilla y les dio a todos. La comimos con plátanos asados. Así hacen ellos. puso puntas nuevas y siguió disparando. Los bichos rondaban bravos como ti-
Cuando van de cacería, si un hombre mata así sea una perdiz, Ja mandan a gr~s. Husiwe y Amatawe, arriba. volvieron a quedar sin flechas. Gritaron,
cocinar y la reparten entre todos. Yo tuve que repartir también los huevos de gntaron para que vinieran los demás. Nadie respondió. Yo también gritaba.
la babilla . Nada. Al fin oyó Wayum.f.we:
Al día siguiente salimos temprano siguiendo los rastros de los báquiras . -Cuñado, ven a flechar al más chiquito - le gritó Husiwe . - Aquí está.
Yo me llevé cuatro plátanos por si acaso íbamos lejos, un pedazo de babilla Yo lo miraba con su pelo parado. Mordía el palo donde estaba Husiwe.
en la guatura y al niño en el güenepe. Cuando ya íbamos lejos, un grupo se Wayum+we apuntó y flechó al chiquito . Eso puso más bravo a los bá-

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quiros, pararon el pelo y se fueron. Así hacen los indios para librarse. comerla, pero el perro se la quitó . De tantas ganas que tenía, el perro se ato-
Entonces bajamos de las matas. Recogimos los restos de la perrita. Husi- ró. tosió y se cayó muerto. Yo no me había dado cuenta de nada, pero sí se
we la amarró y la dejó sobre un palo, para recoger los báquiros. Yo cargué había dado cuenta Husiwe que estaba brujeando a Amuhuwe. Cuando vio a
dos. Los llevamos a orillas del caño. Husiwe cortó unas hojas de seje para co- su perrito muerto, cogió un tizón y, sin que yo lo viera, se me acercó y me
locar la cacería encima. Allí nos pusimos a sacarles las tripas. Como ya era dio un golpe en el brazo izquierdo. Me caí, privada. Me contaron después que
tarde se quedaron seis sin destripar. Echamos al agua las tripas y cargamos los 1 iba a pegarme otro leñazo, pero Yép+ami se lo impidió. El cogió otro ma-
báquiros hasta el campamento. Dos viajes hicimos. dero, pero fue desarmado; no trató de salvar al perro; sólo trató de pegarme
Buscamos leña, hicimos candela y comenzamos a ahumar. Lástima que 8 mí. La vieja Poshotom+ y su hija Pokorayoma me cargaron y me llevaron al
por allá no veíamos hojas de las que sirven para asar. Por fin conseguimos al- otro lado del shapono.
gunas. En ellas asé grasa de aquellos báquiros. Estaban gordos ... Husiwe me Cuando volví en mí, vi que Poshotom+ me estaba echando agua en la ca-
decía que los báquiros gordos son los más bravos. Esa noche comimos hígado beza. Me senté y me dio de beber agua. Sentía el brazo todo dormido. La
y corazón. Sólo eso se puede comer; lo demás es para el reahu. Mienfras no- punta de l hueso sobresalía. Ella se puso a halármelo.
sotros cocinábamos la grasa, Husiwe se apartó a un lado e hizo una hoguera -¿Por qué te rompió el brazo? - preguntó Pokorayoma, creyendo que
con trozos de majagua. Llorando, cogió la perra y la puso encima. fuera por celos, como generalment sucede cuando los maridos pegan.
-Perra de mi madre, yo no te maté - decía. - Yo te tenía como recuerdo - Esta mujer tiene el brazo roto - le gritó Poshotom+ a Husiwe - la que
de mi madre. Ahora no te voy a mirar más y así me olvidaré de ella. más trabaja para tí, ahora yo no podrá hacer nada. ¿Por qué le pegaste?
Remorima y yo nos sentamos al lado de él, llorando también. Esa noche Husiwe dejó de brujear y se vino.
el tigre no nos dejo dormir, y eso que más allá tenía cacería para comer. Al- - Mentira - dijo. - Yo le di un solo golpe. No puede estar quebrado el
rededor de los tapirís, nuestros perros latían a cada rato. Tirándole tizones al brazo .
tigre, Husiwe le decía: -Está quebrado - dijo Poshotom+, - porque tú agarraste el madero con
-Vete a comer. Por allá en el caño te dejamos tripas de báquiro. dos manos y era de los pesados.
Las tripas y el higado sin cocinar los habíamos botado porque era mucha -¿Dónde está roto? - preguntó él. Entonces le mostraron. El haló, vio un
la cacería y nosotros éramos pocos para cargarla. bu.ltico que sobresalía y dijo: - Sí; está roto. Pero la culpa la tiene ella, que
Cuando comenzó a aclarar, Husiwe bajó la carne al suelo, sobre hojas de dejó al niño solo dándole comida al perro que se murió.
seje grande. Estaba ahumada. Poshotom+ le regañó. Al mismo tiempo trataba de enderezarme el brazo.
-¿Ahora cómo la vamos a llevar? Remorima, llorando, lo tocaba y decía:
-Vete a cortar palmas - le dijo a su yerno. - Tu brazo está hecho pura borona.
Al rato Amatawe trajo bastante. Hicimos unos mapires grandes, los fo- Estaba morado. me dolía donde tocaban.
rramos bien porque los animales estaban todavía calientes. Les pasamos co- - ¿A hora qué vamos a hacer? - proguntó Pokorayoma.
rreas de majagua, los cargamos y nos fuimos. Dejamos varios para otro viaje. - Mira. Allá hay muchas flechas de las que los báquiros le mordieron a mi
Caminábamos abriendo camino. A media mañana nuestros hombres gritaron: marido - dijo Remorima a Poshotom+. Tráelas.
-¡Aaaa+-tt! Poshotom+ trajo las flechas y comenzó a machucarme el brazo para po-
Nos sentamos. Allí llegaron algunos compañeros jóvenes que se habían ner los huesos en su sitio. Con los dientes las fueron partiendo en pedazos
apartado de nosotros. Les dijimos donde quedaban báquiros y ellos se fueron cortos, parejos, y con una majagua fueron amarrando los pedazos de verada
para ahumarlos y traerlos. Nosotros seguimos. Andábamos descansábamos como haciendo una esterilla. Llamaron también a Hiyómarima, a la que Hu-
andábamos. Llegamos al sitio donde Husiwe había cazado la,babilla. Allí que~ tonawe le estaba dando cacería, para que ayudara. Una me sostenía la mano,
daban los chinchorros y nuestra olla. Ya estaba Shamawe con sus compañe- otra me halaba el brazo, otra me lo apretaba, otra me iba entablillando el
ros, ahumando marimondas, cachicamos y un oso palmero que habían cazado. brazo con la esterilla. debajo habían puesto algodón para que la esterilla no
Nos quedamos. Yo sancoché los plátanos que había dejado allí y comimos molestara. Encima vendaron y amarraron con majagua como andullo. ¡Ave
más hígado asado. Dormimos. Echamos el cuento de nuestra cacería y volvi- María! Allí comenzó a dolerme mucho. Poshotom+ me puso una banda de
ma~agu a al cuello para sostener el brazo cuando me levantara. Y colgó otra
mos a ahumar.
Al día siguiente nos fuimos. Yo llevaba mi guatura llenita. Komakama majagua del techo para que en ella metiera el brazo cuando me acostaba.
Las otras mujeres ya estaban por allá quemando al perro. Al día siguien-
cargaba un mapire. AJ mediodía llegamos al shapono de Shamata. Más tarde
te Poshotom+ me zafó la esterilla para lavar el brazo con agua caliente y el
llegaron los demás. AJ otro día mandaron avisar a los Patanowe-theri que po-
~do volvió a encogerse, sobresaliendo un bultico. Estaba hinchado y me do-
dían venir. el reahu estaba listo.
lia más. Ella lo lavó, me lo estiró y entabilló como antes. Husiwe venía para
Terminada la fiesta, los Patanowe-theri se fueron. Sin yo verlo, M+rama-
brujearme.
wé cogió una pata de babilla que Husiwe había de nuevo cazado y se puso a

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-Si yo tuviera adónde escaparme, me iría ahora mismo - le dije. - El que El pijiguao comenzaba a madurar. Cuando estuvo maduro, hicin:ios re~h.u.
pega para romper brazos, debiera romperse el suyo. Esa vez fueron invitados Jos Watanami-theri . Los ~ahe.koth~-then no v1me-
El me quiso sobar, pero yo le di un empujón. Sufrí tanto aquellos di as ... ron porque tenían que ir a un reahu de los Miyóma~+we!-then. .
M+ramawe lloraba. A veces dormía conmigo, a veces con Yep+ami. Dentro No trajeron machetes. Decían que, desde la epidemia, no habian vuelto a
la sangre me hacía: trun, trun, trun ... Lloraba. Las mujeres regañaban a Hu- pasar nape. Prometieron traernos machetes si les dábamos perros. Las muje-
siwe. Tres días después Poshotom+ me volvió a hacer el tratamiento. Y a los res decían:
seis días lo mismo. Ya el codo no se encogía. Poshotom+ decía: - No les den perros. Ellos no van a traer nada.
-Verás como con el agua caliente se te va a componer el brazo. Así le - A ustedes les gusta comer cacería de mi perro - decía Husiwé, - pero
pasó a mi mamá que tenía la rodilla quebrada -.Y seguía con su tratamiento. no dan nada.
Al mes dejó de dolerme. Poshotom+ me quitó la esterilla y la quemó. Me Los Watanami-theri se fueron un poco bravos.
costaba alargar el brazo. Ella me hizo un cabestrillo de majagua porque íba- - No vamos a venir más - decían.
mos a salir. - Si no vienen, mejor - respondían las mujeres.
-Ahora estás bien - me dijo Husiwe. - Podemos salir de wayum+. Después de este, se hizo otro reahu, sólo entre Namowei-theri, y se to-
El no volvió a pegarme con maderos. Lo había hecho porque quería mu- maron más cenizas para terminar las de los muertos de Ja epidemia. Habían
cho a su perro. dicho antes de la fiesta:
Los Yanomami quieren mucho a sus perros. Recuerdo que siempre que - Vamos a terminar nuestra camasa 22 , porque si viene de nuevo la epide-
hacían carato de plátano le echaban al perro en su camasa vieja. Les daban mia , nos mata y nadie va a hacer reahu de nosotros. No queremos que nues-
huesos. Los pintaban con onoto, puro o encarañado, la cabeza y el hocico, y tros hijos, cuando nos muramos, hagan un hoyo para enterrar nuestras ceni-
bandas por el cuerpo; los tenían gordos, no como veo ahora entre los Iyewei- zas , como si fueran de perro.
theri. El hocico, el saco y la oreja del danto, la ubre de la danta, lo ahuma- Regresamos a Shamata. Entonces fue el pleito entre Katawe, de origen
ban y se lo daban a los perros. Y le decían: Aramamisi-theri, y su cuñado Orusiwe. La cosa comenzó dándole Katawe a
-Come esto, para que vuelvas a cazar otro danto. Orusiwe un pedazo de cacería que no le gustó. Bravo, Orusiwe se fue al co-
Cuando se ponían muy hembreros, le amarraban el pipí con majagua. Al nuco a tumbarle matas de plátano a Katawé. Este fue y le dio un toletazo a
principio me extrañaba ver a las mujeres dándole de mamar a su perrito. Pero Orusiwé. Potep+ma, hermano de Orusiwe, le devolvió el golpe a Katawe,
cuando están criando, no le dan de mamar al perrito, porque, si no, el niño rompiéndo le el brazo. Mientras Katawe se devolvía a la maloca, Huimosimi,
sufre de tos. En ese tiempo Ir.: exprimen leche en la camasita. Cuando ya el esposa de O rusiwé, le tiró un palo aguzado. Katawé lo agarró y se lo tiró a
niño camina, sí le dan de mamar también al perrito; a veces se ve darle una ella, hirién dola en la corva.
teta al niño y otra al perrito. En el shapono el pleito siguió. A Katawé tuvieron que entablillarle el
Los quieren mucho a los perros. Cuando un perro muere, le lloran, le brazo. Para no presenciar escenas tan enojosas, Husiwé nos hizo salir de wa-
queman y, para pilar sus huesos, hacen reahu. Después entierran las cenizas yum+. camino de Patanowe. Katawé con nosotros. Con Orusiwé se quedaron,
cerca del fogón de la casa. en cambio , los yernos Pishaasi-theri. Pero a él se le murió la mujer herida: se
En aquel tiempo, además de los perros, los Yanomami criaban guacama- ve que el palo tenía her+ bravo. Por eso llegó a nuestro campamento Orusiwé
yas, loros reales, periquitos, tucanes, grullas, carpinteros, arrendajos, mono con los Pishaasi-theri, decididos a matar a Katawe. Husiwe no lo permitió.
capuchino, marimonda, araguato, tití, báquiro y chácharo pequeño, cachorro Ellos se fueron más bravos de lo que habían venido.
de cunaguaro ... A estos otros animales, cuando se mueren, los queman fuera Entonces Husiwe convenció a Katawé para que se fuera a su antigua tri-
del shapono y allá mismos entierran sus huesos. bu . Se quedó un tiempo escondido donde lo Yurip+ma-theri. De allá siguió
De Shamata, pues, salimos de wayum+. Andando por allá, pasamos por para su tierra, pero los Mamopatikayopé-theri lo encontraron muerto antes
un chiquichical. En aquel tiempo le nació una niña a Yep+ami y por eso le que llegara. Cuando nosotros volvimos a Patanowé, algunos Irota-theri vinie-
dieron el nombre de Raema. Aquellos Yanomami no sabían que se come el ron a darnos la noticia.
fruto de esa palmera. Por allá comimos mucha fruta, especialmente tacamaja- E n Patanowe Husiwé sintió ganas de comer miel. Salimos, pues, de wa-
ca, cogollo de yagua y moriche. yum+ ru mbo a los Shama-thari. Teníamos dos días cuando nos alcanzaron los
Finalmente el brazo se desinchó. Ahora se movía bien. Poshotom+ me Pishaasi-theri. Los plátanos se nos acabaron pronto. Sólo comíamos cogollo
quitó la venda.Volvimos a Shamata. Dormimos y al día siguiente nos fuimos de cucurito, fruta y miel. Por allá pasaba el caño Katanapisiwei, llamado así
para los Tetehei-theri. Desde su shapono mandamos a ver si estaba ya madu- porque había mucha guasdua que sirve para hacer puntas de bambú y para
ro el pijiguao. No estaba. Los Patanowé-theri se habían ido de wayum+ al hacer carcaj. Allá pasamos bastante tiempo.
otro lado del río grande, donde le gustaba tanto a Repowe. Después de un
mes nos fuimos a Patanowé. Todos los Namowei-theri volvieron a juntarse. 22) Refiriéndose a las cenizas.

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Un día llegó gente enviada por Repowe diciéndonos que no volviéramos Su mujer nos miró; él también, y nos invitaron a comer ~ama . Co~os
todavía para Patanowé porque los Mahekotho-theri y los Wakawaka-theri se ucha, después recogí cuatro mazos, los amarré con un majagua y volvrmos
estaban muriendo de epidemia. E l se iba para los lados de lo Watanami-the- ~campamento. Yo fui a buscar leña, hice candela y nos acostamos. Esa no-
ri, que es zona alta, de mucho viento, donde creía que la epidemia no llega-
che dormimos bien. . .. ..
rla. Pero esos mismos Patanowe-theri que habían venido a avisar la habían Amanecimos. Orusiwe salió a barbasquear pescado. Hus1we me dijo con
traído. Esa misma noche la gente comenzó a toser; tenían fiebre y temblaban.
voz ronca: . .
Los Pishaasi-theri salieron esa l}lisma noche. Los enfermos se fueron de todos -Ese niño tiene hambre. Búscale fruta. Búscale también alguna sardma.
modos. y 0 volví a recoger guamas. De allá bajé con M+ramawe a un caño y vi
-Si no conseguimos llegar, nos quedamos en Pishaasi-teka - dijeron. - que el agua estaba morada; muchos peces iban ~adando por la orilla. Vi ~
Después seguiremos.
bagre grande y brinqué para agarrarlo, pero sentí un dolor fuerte en la .b am-
h · d ·
Nosotros seguimos por el monte. Andábamos mucho. Yo me cansaba. ga. No hice caso y agarré el bagre. Después buscamos OhJasb' e cabsubpo) cogi-
Pero nadie había enfermado todavía. Anduvimos una semana más, sin camino. mos varias sardinas. M+ramawe me ayudaba. Los otros a 1an ar asqueado
Orusiwe se separó con su familia . Allí comenzamos a enfermamos también as arriba, pero su barbasco llegaba hasta allí. Remontamos; ya ellos no esta-
nosotros: Shamawé Nakishewe, Shapotama, Sh+r+koma, Amatawe. Husiwe
nos hacía tomar mucha aguamiel para tener fuerza contra la epidemia. Llega-
:an. Seguimos sus rastros y llegamos al sitio donde ellos _habían lim~iado ~I
pescado. Yo me senté a limpiar el mío. Después nos ~anamos Y. fwmos s1-
mos a un caño de aguas blancas. Esa noche se enfermó Yép+ami. Le dolía gujendo los rastros hasta llegar ~onde oíamos ~abiar. V1 un arbolito seco, lo
mucho la cabeza. Al día siguiente subimos por un cerro alto. Ella se sentaba y amarré con un bejuco y lo tumbe para hacer lena. Llevé el pescado aJ campa-
lloraba porque no podía andar. Remorima cargaba primero a la niñita de mento y volví por leña.
Yép+ami; después volvía para cargarla a ella. Llegamos arriba y bajamos; hi- Me regañaron porque había llegado tarde. Husiwe había estado buscando
cieron tapiris. Todos tomamos aguamiel. Yép+ami tomaba y ya sin saber qué al niño. Yo se lo mandé. Allá se acostó él. Husiwe gemía de calentura. Toro-
hacía, se echaba encima de la cabeza. Durante la noche yo la oía gemir. An- ma, viéndolo, lloraba.
tes de acostarse había dicho: -No se va a morir - le dije yo.
-Yo voy a acostarme, pero no a amanecer - . Y en la tarde a mí me ha- Hice candela y asé el pescado. Asé tres plátanos que quedaban y los comí
bía dicho: - D ale de mamar a esta niña, que yo no voy a poder más. con M+ramawe. Después me acosté. Tenía dolores fuertes de parto. Comen-
La niña era R aeama . Nadie brujeaba a Yép+ami . Husiwé vomitab'a, en- zaba a llover. AIH en el tapirí me nació mi segundo hijo. El niño en seguida
fermo también él. Esa epidemia no daba dise nteria, pero la gente escupía ca- comenzó a gemir. Vino Toroma: Husiwe la mandaba a ver si era varón o
tarro con sangre. hembra. Ella cogió un tizón , miró y dijo:
Cuando me levanté, vi a Remorima llorando: Yép+ami había muerto. -¡Varón!-. Y le llevóla noticia a su papá. El la mandó en seguida a cor-
Cuando uno se muere de epidemia , no se le quema el cuerpo en seguida, por- tarle el ombligo. Ella le dijo: -No; nos persigue la epidemia; mejor es dejarlo
que el humo puede hacer morir a los demás . Husiwe mandó poner a la muer- morir.
ta en una guatura grande: la sacaron de su chinchorro y la metieron con las -No, no - dijo Husiwe. - Vete a cortarle el ombligo . No quiero que- se
rodillas pegadas al pecho; como le sobraba la cabeza, se la doblaron apretan- muera ese niño . Tendrá que cuidar de su mamá, después que me maten a mf.
do hacia abajo, hasta pegarle la quijada con las rodillas; amarraron bien con Total que elJa vino brava. Traía una tira de bamb4 y cortó el ombligo.
mamure, forraron con hojas de komishi el lado por donde se cargaba y un Después trajo un macuto de manaca, bañó al nino y me lo entregó. El niño
hombre la cargó; otros hombres que no estaban enfermos iban con él para gemía. Otra gente vino a ver.
turnarse en la carga. H usiwe mandó que fueran a guindarla allá donde recibi- -¿Por qué le cortaron el ombligo? - decían. - Tenían que haberlo mata-
mos la noticia de la epidemia, junto al caño Katanapisiwei, porque, para venir do. ¿No ven que estamos en epidemia? Si se muere, nadie va a llorar por él.
luego a buscar los huesos hasta allí, sería demasiado lejos. Debajo de la gua- - Mátalo - me decían otras. - Si no lo matas tú, lo va a matar la epide-
tura se hicieron unos huecos para que saliera la podredumbre. mia.
Nosotros seguimos y llegamos a un lugar donde estaba la familia de Oru- - Yo no sé matar niños - contesté. - Si la epidemia lo mata, a11á ella.
siwe. Nadie podía hacer tapirís: todos estaban enfermos. Kosipawé que estaba - Mata a ese niño - decían igualmente los hombres. - Mátalo antes que
con Orusiwé hizo un tapiri para Husiwe. Yo con una haowa corté palos y me vea el cielo; el cielo es eterno.
hice uno también. M+ ramawe tenía hambre de fruta. Salí, pues, con él a bus- -¡Vayan a matar a sus hijos! - decía Husiwe. - Dejen que lo críe para
car; oímos kru. kru, kru, como si alguien estuviera buscando miel. Miré: que cuide de ella cuando vo no viva más.
Amuhuwe estaba cortando una rama de guama. Guindaban bonitas, llenitas Toroma buscó hojas d e casupo, envolvió la placenta y la guardó para lle-
las ramas. M+ramawe le gritó: vársela por la mañana . El bebé hacía gu, gu, mucho , hondo, sin poder respi-
-COrta más, corta más. rar. Yo le chupaba el moco por la nariz para destapársela.

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Entonces Koprereiwe fue a brujear a Husiwe. -iPijiguao! ¡Pijiguao!
-Esta epidemia no es fuerte - decía. Husiwe decía que no, que cómo iba a ser. Pero después se asomó, miró
A la mañana siguiente salimos. Yo iba con M+ramawe al lado . Comenzó bien y vio que de verdad traían pijiguao. Dijeron que habían visto un cerro
a ponerse muy feo el tiempo y yo me monté al niño sobre la guatura. Al bebé aJto y, arriba , muchas matas de pijiguao maduro . Habían subido y visto de
lo traía en el güenepe; en una mano llevaba el bojote de la placenta y en la cerca , sin comprender de quién pudieran ser. Eran matas altísimas y las que
otra un tizón . Por el camino, a orillas de un caño, vi un árbol que tenía un retoñaban ya estaban cargando también . Repartieron ese pijiguao entre to-
hueco abajo . Dentro metí la placenta; después tapé el hueco con unas pie- dos; a mí también me dieron . Lo sancochamos en una olla que llevábamos y
dras. Me puse a andar ligero y alcancé a los demás. Entonces comenzó a llo- comimos. Después de repartirlo , los hombres se juntaron . Husiwe dijo en se-
ver duro. Yo buscaba una hoja grande para cubrir al niño , pero no encontra- guida que estábamos en una tierra desconocida y que era muy peligroso ro-
ba. Total que nos mojamos todos. M+ramawe temblaba de frío. Llegamos a bar. O rusiwe volvió a decir que las matas crecían en un cerro alto y segura-
un lugar, entre dos cerros, e hicieron tapirís para hacer fuego y calentarnos. mente eran del tiempo del motu ke u 23 : las semillas traídas por el agua se ha-
Las mujeres me preguntaban si el niño mamaba. Yo les decía que no y que blan quedado entre esas rocas y allí habían retoñado .. ..
tenía la quijada dura. Las manos y la boca las tenía moraditas. Entonces Re- H usiwe dijo que había pasado demasiadotiempo para ser así. Sería deal-
morima me lo quitó y ella y Sh+r+koma Jo calentaban junto al fogón . Husiwe gún Yano mami que había andado por ahí. Orusiwe entonces llamó a su cuña-
dijo: do y éste también dijo que no había conuco, que las matas crecían en un ce-
-Es el aguacero lo que está matando a ese niño. Caliéntenlo bien. Aquí rro y que , junto a una laja , había muchas matas de palma; con eso habían he-
vamos a dormir. cho Jos mapires para cargar el pijiguao. No habían visto rastros de nadie.
Yo entonces fui a cortar unos palos, quebré hojas de platanillo y me hice O tro también vinieron a confirm a r Ja verdad. Amuhuwe dudaba :
un tapirí. Colgué mi chinchorro y me acosté. Estaba cansada. - ¿Y !>i los dueños nos vienen a pegar con palos, ahora que nos encontra-
Husiwe se sentía mejor . Quería quedarse allí hasta que se curara todo el mos todos debilitados por la epidemia?
mundo. Era tiempo feo. Ellos iban a buscar arañas monas para comerlas con - No - aseguró otro ; - eso no tiene dueño.
cucurito. A mí nadie me traía nada . Entonces cogí el hacha y fui a tumbar Entonces Husiwe decidió que siguiéramos allí .
cuatro palmas. Le saqué el cogollo a tres; no me quedaron fuerzas para sacar -Con eso - decía - yo voy curándome poco a poco e iré a ver con uste-
el cuarto. Volví al tapirí. El niño estaba dormido . Comí mi cogollo y le di a de .
Sh+r+koma . -No; tú no puedes ir porque queda muy lejos - decían ellos.
Antes de morir, Yep+ami me había dicho: - Vamos a quedarnos una luna, así yo podré ir - decía Husiwe.
-Dale de comer a mi niñita , sino , se va a morir. No hay otra mujer aquí A los tres días salieron más hombres a buscar pijiguao. Los acompañó al-
que tenga leche. guna mujer. Trajeron muchos mapires llenos. Después de un mes también
Después de dos días que estábamos allí, Remorima , hija mayor de Yep+a Husiwe se fue con ellos . Se llevaron hachas para hacer arcos con las matas
mi, me trajo a la niña. viejas. T umbaban la mata y el palo rodaba cerro abajo. Husiwe trajo dos pe-
-Dale de mamar - me dijo. dazos para hac<;:rse dos arcos. Shamawe también . Todos.
-Está muy aguada mi leche. - E sta madera es buena - decían , - porque está hecha .
-Dale lo mismo, que ella llora mucho. Claro que también trajeron pijiguao . Al día siguiente comenzaron a ha-
Yo le di . Todas las noches, cuando la niña lloraba, me la traía . Mamaba cer arcos. Con el machete iban afinando el tronquito . Los que no tenían ma-
mi criatura por un lado y la nena por el otro . Después la pidió Éshékémi, la chete lo hacían con haowa, que es cómo se usaba antes. Le iban sacando la
mamá de este Hutonawe, y se la dieron. Quería criarla. Pero como a los dos punta por un lado y después por el otro . En el medio lo dejaban un poco
años se le murió de diarrea. grande. Lo probaban para ver si aguantaba bien; si aguantaba, lo cortaban
Con nosotros vivía un Pishaasi-theri de nombre Wapurawe, hermano de más. Lo pulían con una mandíbula de chácha ro o báquiro . Las puntas las la-
Rashawe, desde cuando hubo aquella pelea de tizones. Era joven todavía braban con el diente de picure . Después le sacaban la cuerda a otro arco y lo
cuando su papá , Shokouwe, lo había entregado a Husiwe diciéndole: templaban. Si en alguna parte quedaba un poco tieso , le raspaban más allí
-Críalo para que vaya a ser tu yerno. hasta quedar todo pare jo.
El esperaba, pues , que a mí me naciera una niña para que Husiwe se ,la De allí bajaban al caño a poner los arcos en el agua. El agua los pone du-
diera a él como esposa. Por eso Wapurawe siempre me traía alguna cacena . ros . Los dejaron allá como dos días . Los fveron a buscar y los untaron con
Con nacerme M+ramawe había quedado desengañado . Y con mi segundo o_noto. Después fueron a buscar hojas de yagrumo y los lijaban. Al fin les pu-
hijo , más todavía . Sin embargo, no por eso él dejó de traerme comida. sieron cuerda . los templaron y comenzaron a usarlos.
Estuvimos una semana en aquel lugar. Los cazadores salieron de cacería.
Cuando regresaron, M+ramawe los vio primero y se puso a gritar: (23) De la época del diluvio , según la mitología yanom ami.

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Salieron otra vez para aquel cerro y trajeron más madera para hacer
otros arcos. Husiwe rompió su arco viejo y a mí me dio un pedazo para que
me hiciera un rasha husi.
Con todo ese tiempo nos curamos todos y de allá salimos para Wánitima.
Un mes después salieron algunos a buscar el cuerpo de Yep+ami. No habían
ido a buscarlo antes porque alguien, al pasar por allá, había visto muchos za-
muros arriba. En dos días llegaron. Encontraron el cuerpo todo podrido y pe-
lados los huesos. Los trajeron. En el shapno los quemaron en presencia de
otros Namowei-theri. Estos se quedaron también para la piladura de los hue-
sos. Después hubo reahu de plátanos y se tomó una camasita de cenizas. CAPITULO XXIII
Provocaciones de los Pishaasi-theri

De allí fuimos a Patanowe -te ka . Antes de lle2ar. para dar tiempo a aue
volviera Repowe, nos quedamos comiendo moriche en el caño Amaahikat+u-
pe. Había mucho. Después regresó Repowe de wáy um+ y nos contamos las
noticias de la epidemia. A e llos se les habían muerto algunos niños y la vieja
Hakoanama. También llegaron los Pishaasi-theri. A ellos se les habían muerto
una mujer y un niño. Los demás Namowei-theri no tuvieron muertos.
Pasamos entonces al shapono ; no al alto donde habían matado a Ruwahi-
we, sino al bajo , donde hacía menos calor. Pero los Wánitima-theri cogimos
en seguida para Makararop+wei, diciéndole a Repowe que nos mandara a
llamar si había algún reahu. Los Pishaasi-theri no qusieron venir con nosotros,
a pesar de que Husiwe los había invitado .
Después que nosotros hicimos nuestro reahu en Makararop+wei, los Pi-
shaasi-theri se fueron para su conucodeShamata. Nosotros nos fuimos para el
nuestro que teníamos allá . Vimos que ellos nos habían cogido plátanos, bata-
tas, onoto , algodón. Husiwe no se puso bravo por esto. Nosotros recogimos
mucha batata. Algunas mujeres Pishaasi-theri nos ayudaron a sacarla. Kono-
kama, hermana de Husiwe, repartió también entre ellas. Husiwe les dio yuca
para comer y matas de yuca para sembrar. Ellas se fueron contentas. Noso-
tros nos metimos en nuestro shapono y cocinamos batatas.
En ese tiempo Husiwe le dio nombre a mi segundo hijo. Para darle nom-
bre al hijo, a veces el padre se enyopa y se pone a pensar, le pregunta a los
hekura qué nombre tiene que poner .. . A veces por la noche , durmiendo, a lo
mejor sueña la respuesta: "Ponle a tu hijo tal nombre".
U na tarde, pues, al verme regresar del ca ño con mi criatura, Husiwe , que
estaba brujeando, dijo:
- A este niño lo están llamando con un nombre feo, Shawarawe , porque
ha nacido durante la epidemia y ésta ocurre muchas veces. Yo le iba a dejar
1 nombre de Shamatawe-theri , pero ahora los hekura me han dicho que le
llame Kariyonawe. La ardillita kariy o tiene ojos grandes y negros como los de
mi hijo. No es como su he rmano que tien e o jos claros de mapanare .
-Le quedaba bueno ese nombe - decían Shamawe , Nakishewe, Amuhu-
we , todo el mundo.
Mi familia iba ~n aumento. El tiempo pasaba y yo no me encontraba más
contenta. La idea de huir de una vida tan sufrida y volver adonde mi gente

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quedaba en pie. Durante todos esos años, cuando había discusiones entre las -Ustedes me pegan, pero sepan que se van a quedar solitos aquí. Yo me
otras mujeres de Husiwe y especialmente cuando él me quería pegar, yo cogía voy con mi mamá para la casa de los nape.
el camino del monte y me iba a llorar, a desahogarme con M+ramawe que ya -¡Qué va! - le respondían. - Tú te vas a quedar siempre aquí. Nosotros
razonaba muy bien. Con la muerte de Yarotoma y, ahora, de Yep+ami, mi si- te vamos a matar con un garrote porque eres malo.
tuación estaba peor todavía. -No, no, no - decía él. - Yo me voy a ir con mi mamá a casa de sus pa-
Primero recogíamos jobos , qué sé yo, otra fruta; luego nos sentábamos a rientes.
conversar. -Entonces - le decían , - cuando vuelvas, me traes machete. Pídele a tu
-Hijo - le decía yo - algún día nos iremos de aquí. Ellos piensan que nos tío a tu abuelo.
vamos a quedar aquí para siempre. Están equivocados. Yo vivo obligada con ' - Yo me voy, yo me voy - gritaba él -. Husiwe lo oía y se reía . A veces
ese hombre, no por mi gusto. cuando íbamos a recoger gongos o cacao, M+ramawé me preguntaba:
-¿Si no eres de aquí, de dónde vienes tú, mamá?- me preguntaba M+ra- - Mamá ¿cuándo nos vamos?
mawe. - ¿A dónde quieres irte? - Le decían las otras mujeres de Husiwe. - Tú
-Yo soy otra gente, hijo - le decía. - Hace mucho tiempo que estos in- tan feo que eres. Un feo como tú no puede ir para ninguna parte.
dios flecharon a mi papá y mi mamá. A lo mejor ellos se han muerto. A mí - Feas son ustedes - les contestaba. - Ustedes son las que se van a quedar
también me flecharon. Eran los Kóhóróshi-thari-. Y le contaba toda la histo- aquí y los enemigos las van a venir a matar -. Otras veces me preguntaba:
ria. _y esa vieja que siempre me llama Nape te, ¿quién es? Yo creía que era tu
El se quedaba mirando encima de mí y decía : mamá ?
-¿Entonces eres Kóhóróshi-thariyoma? - No - le decía yo. - Esa es mamá de tu papá. Es tu abuela. Y ese viejo
-No; nosotros somos gente civilizada del Río Negro. Mi mamá era civili- que está en el otro chinchorro y que siempre te llama es papá de tu papá. Es
zada. Mi abuelo era blanco. El era de un sitio que se llama Caracas, una ciu- ru abuelo . Ellos son otra gente. No son parientes míos. Tu papá me maltrata
dad que dicen . Eso queda lejos, yo nunca he estado allá. Nosotros vivíamos porque yo no tengo parientes aquí. Desgraciadamente mis parientes están le-
en Cucui , allá entre Venezuela y Brasil. Caracas está en Venezuela , pero arri- jos - . Así le decía y me ponía a llorar.
ba, arriba, lejos. - ¿Lejos? - preguntaba él. - ¿Por qué no nos vamos caminando poco a
El muchacho miraba encima de mí, casi sin entender. Después pregunta- poco?
ba: -No sé el camino - le decía. - Ellos viven junto al río grande . El día en
-Entonces, si nosotros somos otra gente, ¿por qué estamos aquí? que lo encuentre nos vamos.
-Porque no sé adónde ir. Tu hermanito está muy chiquito todavía. Pero - No - decía él. - Cuando yo sea grande, vamos a cortar palos. Yo voy a
algún día nos iremos . hacer una balsa y nos vamos. Y ... ¿quién vamos a llevarnos con nosotros?
A veces, cuando Yarotoma vivía todavía , llamaba a M+ramawé y le de- - Sólo tú , tu hermanito y yo. Más nadie. Cuando seas grande, le vamos a
cía: quitar el hacha a tu papá , nos vamos por allá junto al río grande, cortamos
-Napé te, ¿qué es lo que trajo hoy tu mamá? palos, hacemos una balsa y nos vamos por el río. Más abajo encontraremos
-Cacao y cangrejos. algún sitio de nape. Ahora no se puede.
Yo entonces le decía a M+ramawe: - ¿Tú sabes hacer eso? - preguntaba.
-¿No ves que tu abuela te llama Napé te?. Los Yanomami nos llaman -Sí - le decía yo. - Pero es mejor encontrar palo de boya; no ves que
nape porque somos otra gente. bastan dos o tres troncos y ya da para viajar. Ese palo aboya mucho.
- ¡H+++ !- decía él y se ponía a pensar. Después me preguntaba:- Enton- Una mañana de ésas e staba yo con Kariyonawé a orillas de un ca-
ces ¿cuando nos vamos a ir para allá? ñita recogiendo flores de casupo. Se comen asadas. De repente el niño pega
-Cuando Dios tenga lástima de mí - le decía . - Cuando El me abra el ca- un chillido . Pensé que fuera una espina que había pisado; pero no, era una
mino. hormiga 24. Le había picado en una pierna . Se pasó a mi cuerpo , yo le di un
-¿Quién es Dios? - decía él. golpe con la mano y en el suelo la maté.
-Dios es el papá de todo el mundo . El está en el cielo. Nosotros no lo Me senté allí junto a la orilla para sobar al niño y en eso oigo un ruido
vemos. Pero El nos ve a todos nosotros. de alas grandes arriba. Miré. Era una arpía que volaba y se fue posando sobre
-¡H+++! - decía é l. - ¿Por qué Dios no nos llama de una vez para irnos una mata pequeña. Me asusté. Para que e l niño no llorara por otro susto , le
adonde están tus parientes? Yo quiero conocer a los nape. di de mamar y me puse a lavarle la mordida. La arpía miraba alrededor, aba-
El hablaba de los nape, como si fuera por allá mismo, un shapono más, jo, a nosotros. Yo la miraba preocupada . "¿Será que quiere llevarse a mi
río abajo. A veces peleaba con los otros hermanos, con Yariwe, con Kirisho- niño?" pensaba yo. Pero sólo miraba, no se movía. Mi niño se durmió. El animal
we y, llorando , les decía: quedó parado como hora y pico . Después aleteó un poco, se levantó y se fue a

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posar sobre otro árbol, más alto. Desde aUá stguía mirando. Entonces yo me le-
vanté y me pasé al otro lado del caño. Y la arpía mirándome, con su penacho para- 1cielo buscando comida.
e Recuerdo que en Wanitima, cuando mataban un tigre , lo arrastraban a
do. De pronto con su pico desgajó de aquella mata una rama, más grande que claro de monte para que se lo comieran esos zamuros. Si no, ponían un
brazo de hombre, y la tuvo agarrada con una sola pata. Movió las alas, agarró ~to. un báquira, en fin, algún animal grande, que se vea bien desde lo alto
la rama, con hojas y todo, y se la llevó. Se fue lejos, lejos. En el shapono e mande lejos la hedentina. Si se pone cacería menor, como aves , sólo se
también la vieron pasar. Yque a los zamuros ordinarios. Dicen los indios que, cuando huelen buena ca-
atra
La rama era para hacer su nido. La arpía lo hace en el tope de árboles ria. éstos van a avisar a los blancos.
grandes. Allá va juntando los palos, parejos primero , después atravesados; ce En Witokaya, más tarde, vi hacer eso también: sobre aquellas lagunas
encima pone ramas más finas. Luego quiebra hojas del mismo árbol en donde donde había pescado muerto, de verano , casi siempre había reyes zamuros co-
está, si las tiene grandes, si no, las trae de otra mata, y le pone colchón al miéndoselo.
nido. El nido queda redondo. Encima cabe cómoda una persona atravesada. Después se guindaron plátanos para hacer reahu . Los hombres fueron de
Lo hace grande para que los pichones puedan moverse a sus anchas. Si se cae cacería Por los lados de. Ma~okorita ke u. Como invitados vinieron los Pi-
uno, la madre baja a subirlo de nuevo. La arpía pone sólo uno o dos huevos. shaasi-lheri y los Tetehe1-then. Se tomaron las cenizas de Yepi-ami. Los invi-
Ella come lapa, toda clase de monos, paují, gallineta, pava y otras aves, que tado se fueron de nuevo: los Pishaasi-theri a su shapono, que ya lo tenían alli
carga enteros entre sus garras; también puede matar báquiro, venado. Debajo cerca, en un guasdual. Husiwe les daba siempre plátanos, para darles tiempo
de su nido, en el suelo, siempre se encuentra un montón de huesos. 8 que crecieran y dieran sus matas. Nosotros sembramos yuca y batata. Pasa-
Husiwé había dicho un día: mos algunos meses allá. después salimos para Patanowe.
-Cuando vean reyes zamuros, vengan a avisarme. Necesitamos sacar ho- - Vamos a ver a mi papá viejo - dijo Husiwe. Así le decía él a Repowe.
roí. Durante el viaje hablaba con nosotras, cuando nos sentábamos a orillas
Esas plumitas blancas con que se adornan la cabeza los hombres se sacan de algún caño para descansar. A los niños les daba consejos. Ahora les decía:
de esos zamuros y además de los gavilanes y de las arpías. -Cuando uno va a la casa de otra gente, no es como en casa propia. Us-
Amatawé, que había cazado un venado, en lugar de traerlo a la casa, lo t des no anden corriendo por ahí, ni peleen con los niños de allá; no toquen
arrastró a un monte bajo en el que no hay mucha vegetación , ese que escoge las cosas de aquella gente. Cojan lo que les dan y no vayan pidiendo más. Si
el indio que no tiene hacha ni machete para hacer conuco. Eso se hace para no se quedan quietos, si tocan las cosas de allá, a ellos no les gusta, así como
atraer a los reyes zamuros. a mf no me gusta que los niños de otra gente bagan eso en mi shapono. Si no
Como a los tres días salieron algunos al lugar, se acercaron con cuidado, se portan bien, yo no voy más a vivir con papá viejo.
pero no vieron volando por encima y comiéndose el venado sino zamuros ne- Husiwe era bueno con sus hijos. Y conmigo también tenía algún senti-
gros. Como dos días más tarde, volvieron y vieron que ya había zamuros re- miento. Conmigo y con las demás esposas, cuando tenía cacería, por ejemplo,
yes. Cuando esos bichos comen, parecen roncar como tigres. Entonces se fue- era siempre generoso. Lo daba todo para nosotras; a veces él se quedaba con
ron para allá Husiwe, Shamawe, Nakishewe, un montón de hombres. una migajita, pero contento. Si llegaban visitantes, igual: les daba de todo.
Allá yo sé que se ponen a flechar, casi siempre con una punta de madera Nunca los dejaba mirando.
que no puede clavarse, sino sólo golpear. Así atontan a las aves sin matarlas. -Cuando uno tiene - decía, - hay siempre que dar -. Daba tabaco. A sus
A ve.ces disparan con punta de arpón, pero apuntando a las patas o las alas; hermanos les decía: - Nunca hay que mezquinar tabaco a nadie . Uno lo chu-
es que, si se manchan las plumas de sangre, ya no sirven. Después agarran a pa Y después lo bota. ¿Quién va a mezquinar ese bagazo? ¿Lo comen acaso?
los zamuros atontados o persiguen a los heridos y los llevan a un lugar aparta- -. Regañaba a sus mujeres cuando mezquinaban el tabaco. Cada una tenía un
dito. Allí los estiran y los amarran por las alas y las patas y también el pico mapire. A él le gustaba tener reserva y, si a otros les faltaba y le pedían, daba
para que no den picotazos. y así los despluman sobre unas hojas de miyóma. también de la reserva. De tanto dar a veces nos quedábamos sin nada. Enton-
Después los sueltan para que vuelvan a criar plumas y echen de nuevo a s sus mujeres murmuraban. E l estaba contento y decía: - Mañana siembro
volar. Si han matado alguno, lo guindan para que vengan a comérselo sus más. Pronto tendremos de nuevo mapires llenos.
compañeros. En el fondo de su alma Husiwé era bueno . Sólo cuando lo provocaban
Trajeron bastantes plumitas aquella vez y también plumas grandes. Como salia de quicio y cometía algún disparate. Una cosa buena de él era que nunca
tienen piojito, esas plumas se ponen en unas guapas al sol. Después, empuján- le guardaba rencor a nadie. Repowe, su tío, que era bueno y prudente , siem-
dolas con un palito, se meten en una camasita enteriza , tapando ésta con pre le daba buenos consejos. Acerca de mí le decía:
cera. Para sacarlas, también se usa un palito. -Tú tienes muchas mujeres. Ahora tienes a Napeyoma. Mira que ella e!>
Pasando a veces por esos rastrojos, he visto bandos de reyes zamuros pe- de otra raza. No quiero que la maltrates. Ella ha sufrido mucho; ha vivido
lones, llenos de frío, buscando pedacitos de sol para calentarse. Más tarde ya sola en el monte; no la obligues a volver a escaparse. Se la puede comer el ti-
uno los ve con sus plumas reciendo. Y finalmente no se ven más: andan por gre. No le pegues ni a ella ni a las otras mujeres.

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-Yo a veces 1es pego - contestaba Husiwe - porque ellas comienzan a
discutir. Eso me da rabia y no puedo aguantarme. chinchorro como si nada. Es que el novio no va por miedo a los suegros. Esa
es la costumbre.
Re owe nos aconsejaba a nosotras:
Entonces p. No eleen. Tienen que quererse como hermanas. Cuatro la estaban arrastrando, agarrandola por las muñecas y las rodillas.
Cuando comienzan a reganarse,p m1. h..IJO les pega . y no deben tener celos. El
-Ustedes no discutan._ Otros dos le descolgaron el chinchorro y le fueron a tender debajo del de Iro-
nasiwe. Adentro metieron a la muchacha y Ja cuidaron un rato. Ella lloraba,
las quiere a todas por igual. , 1 . hasta con Yep+ami que era la más lloraba. Como la vieron resignada, los jóvenes Ja dejaron y se fueron.
Era sólo Toroma la que tema ce os,
Así es el matrimonio entre Jos Yanomami. Hasta que no tenga hijos, Ja
vieja.También Ruwawe.. daba conseios . a Husiwe y a nosotras. Era bueno ese esposa duerme en el chinchorro debajo del marido, después en cambio se
Y . .. theri lo mismo Decía este: acuesta en la parte más baja de la casa. Si el hombre tiene dos mujeres, una
viejo.-Noammawe- duerme al otro lado del fogón.
regañes a tus muieres. No les pegues. Algún día tú te morirás. Ellas
. ·
De Hahóta nos fuimos a Makararop+wei y de allí a Patanowe-teka.
se sentarán a llorar alrededor tuyo. p .. theri Con ellos vivimos al- Una mañana Repowe le contaba a Husiwe:
Bueno, así que llegamos adonde los _atanowe~o en~re Jos Namowei-theri -Esta noche he soñado que estaban unos hombres durmiendo en un tapi-
, . H b eahu de plátanos: pnmero u .
gun. tiempo.
d u o r . .t dos los Watanami-theri. Estos traJe-
és otro al que fuero11 mv1 a . N rí y q ue sobre su fogón había tabaco guindado ... Esto me hace pensar que ha-
mismos, espu h b' sado algún blanco por su tierra. os yan ido a robar tu tabaco.
ron machetes y hachas porque a ia P~. , .b.d
1 M h k tho theri tamb1en hab1an rec1 1 o. En ese mismo día llegó Wayum+we desde Shamata a avisarnos que nues-
contaron que os.. a e. o - K h usi +wei y de allí salimos para el Ka- tro algodón estaba abriéndose y que los Pishaasi-theri lo estabn cogiendo y
. De Pat~no_we-then pasamos ~ ~~ ali~ volvimos por plátanos y cogim_os que habían cogido un montón de tabaco. Y de yuca ... Husiwe no hizo cues-

~~~·;:~'~:::, ~:1" l~o~~~e~~~~u:~cha caw~d~~~:~ :~~e:0~·:~~:ó~ yrnl~~:;


mos y sacábamos cantidades: Pero ese agua a
tión; pero no le gustó lo del tabaco. Durante la noche habló duro y regañó
para que oyera Wayum+we y se lo fuera a contar a los ladrones. Wayum+we
se fue .
de ronchas. Las mujeres dec1an:_ l gar comezón a tu hijo cuando Un mes más tarde este mandó a su hermano Natesiwe a avisar que Jos
-Friégate bien con barro, s1 no, e vas a pe
Pishaasi- rheri estaban acabando con el algodón, el onoto, el ocumo, Ja yuca ...
mam~~s hombres hicieron barbacoa y se la pasaron asando pescado. Además Husi we se puso bravo de verdad. Quería salir de una vez a flechar. Yo le
. anaconda y una danta. acon sejé que no ; Repowe también; Ruwawe le dijo que fuera primero a ver;
por alla cazaron una d' ·endo toda aquella carne y pes- que se calmara , que las plantas vuelven a retoñar y cargar de nuevo ... Enton-
Regresamos a Hahóta y pasamos ias com1 .
ces Husiwe le pidió a Natesiwe que cuidara su tabaco.
cado que traíamos as~d-os. una muchacha que era hija de Prarara- AJ otro mes salimos, pues, de wdyum+ para Shamata. De paso, Arama-
En ese tiempo v1via con nosotros . th . habían traído preñada cuando mok +we quiso acompañarnos para ver cómo daban las semillas que nos había
Sh thari que los Namowe1- en f d
ma, una ama- . - 1 habían puesto el nombre eo e regalado. Llegamos a la tarde y fuimos al conuco. Gran parte del tabaco esta-
atacaron a su gente. ~I n~cerle u~n=J n~~~b;e le ha metido el miembro en la ba qut:brado; el resto ya tenía semillas. Husiwe quedó muy contrariado, pero
Hoporama, como quien dice q .. adrastro por desprecio, porque era se limitó a regañar. A ramamok+we recogió semillas para sembrar en Tetehei-
boca. Eso es lo que hacía Sha~a;e, s~a~a en su ~ercera o cuarta regla, pero teka. En Shamat a q uedamos como dos meses. Husiwe invitó a los Pishaasi-
hija de un enemigo. Esta mue ac a es n
theri. a un reahu de plátanos para pegarles, pero ellos no vieron. Entonces
seguía en la casa de su padrastro. H h-t na tarde veo a unos jóvenes continuó rozando para agrandar el conuco. Yo y otras mujeres sembramos
o~umo.
D espués de regrefar nosotros a a o a, u , l casa de
La caña q ue teníamos sembrada ya estaba dando. Con la cacería co-
~1.amos
que se juntan y se ponen a conversar. N a d a más oscurecer, van a a
. uvia que encontrábamos en aquella montaña. Los Pishaasi-theri tam-
Shamawe.
-¡Aaaaa+! ¡Aaaaaa+! ¡Aaaaaa+!
.
b~en habían robado verada. Husiwe se puso a regañar. Eshekemi, una vieja
Pishaas1-theri. al pasar cerca de nuestro conuco con sus hijas, oyó el regaño;
-¿Qué es eso? - pregunto. .
!Xlr eso a la tarde , vinieron algunos viejos Pishaasi-theri a reclamar:
-Es Hoporama: la están arrastrando - me explican.
.. ? - ¿Por qué nos estás regañando? No fuimos nosotros los que sacamos la
-¿Para quien. . .
verada . Fue tu cuñado.También fue él quien te cogió el algodón.
-Para el marido de Kóm1sh1ma. . . l R h e-theri se llamaba li - No fue mi cuñado - contestó Husiwe. - Son ustedes los que me roban .
b aduro que v1v1a con os as aw ' an acabado también con mi onoto.
Este hom re, ya m ' d osa . Qué digo? La ter-
h t ba esperando a su segun a esp . " - El Y su mujer te cogieron el onoto.
lronasiwe. A ora es a , 'do la difunta madre de Mokakawe. Ahora él
cera, porque su pnmera habia s1 Hoporama quedándose acostado en su - ¡Fueron ustedes, flojos' ¡Siembren si quieren recoger'
mandaba a Jos jóvenes a arrastrar a ,
Los Pish aasi-theri contestaron un poco mal y se fueron bravos para su

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210
shapono. Nosotros seguimos allí sembrando yuca. Arrancamos de la brava e Luego le pegó tres veces a Husiwe. Cuando han sido golpeados, ya no pegan
hicimos bastante casabe para comer con cacería. con tanta fuerza. Husiwe aguantó y en seguida devolvió los golpes. Koroyewe
-Vamos a comer toda esta yuca - decía Husiwe, - si no, ellos me sacan esta vez se cayó. Husiwe le dijo al desmayado .
de quicio, yo los flecho, ellos me flechan a mí y esto queda todo para ellos. -Ven, ven. Tú que siempre gritas "¡Fléchame , fléchame!" , si no aguantas
Mientras estábamos recogiendo esta yuca, venían viejas Pishaasi-theri a el hacha, ¿cómo vas a aguantar la flecha? -y , sin levantarse, meneaba el ha-
pedirnos y nosotras les dábamos; también les dábamos estacas para que sem- cha .
braran. Al fin Husiwe decidió salir de wayum+ para ir a ver cómo estaba el Entonces Repowe agarró a Hutonawe 24 , un muchacho Pishaasi-theri, le
pijiguao y encargó a Wáyum+we que avisara a los Pishaasi-theri que estuvie- quitó las flechas que tenía , se las entregó a su mujer y a él lo hizo arrodillar
ran pendientes y fueran a nuestro reahu. Salimos para Patanowe-teka y de allí frente a Husiwe. El muchacho no quería . Las mujeres le decían:
pasamos a Makararop+wei. Allá guindamos plátanos para el reahu: el pijiguao -Métete, métete; después van a decir que tú tienes miedo de él.
estaba ya maduro. Los Pishaasi-theri vinieron casi todos . Husiwe los había in- Hutonawe se arrodilló y su mamá le pasó el hacha del otro diciéndole:
vitado para pegarles y hacer así la paz. Estaban también los Patanowe-theri . -Aquí está! ¡Pégale con fuerza! ¿Será posible que sólo él sea capaz de
A la tarde bailaron. Al día siguiente se tomaron cenizas de muerto. Des- desmayar gente? ¿No será que le ha echado waka móshi a su hacha?
pués de esto, hubo yopo; y después hubo duelo. Husiwé dijo: -Yo soy hombre - contestó Husiwé. - Nunca uso waka móshi. No soy va-
-Guarden la comida . Primero vamos a calmarnos con la pelea . Ustedes liente a causa del waka móshi. Apártense.
siempre gritan , siempre provocan pidiéndome que yo los fleche . Yo no quiero Hutonawe le pegó a Husiwé tres veces; Husiwe aguantó y después con
flecharlos. ¿Ustedes piensan que flechar y matar es bueno? Uno flecha a una dos golpes dejó privado a Hutonawe. La gente chillaba:
persona y después tiene de enemigos a toda la familia . Para acabar con la ra- -Lo mataron, lo mataron ... hizo: ¡eeeeh!
bia que tenemos, ahora vamos a pegarnos. Arrastraron afuera a Hutonawe y vino a reemplazarlo Mak+we, otro her-
Los Pishaasi-theri saltaron de sus chinchorros y salieron a pintarse con mano de Rashawé. Le pegó a Husiwé. Husiwe aguantó, aunque ya comenza-
carbón . Al rato volvieron a entrar. Traían piedras escondidas en la mano para ba a escupir sangre. Después Husiwe le pegó a Mak+we. Mak+we aguantó y
pegar más duro . Los Wánitirna-theri se pintaron de anoto con caraña. Repo- le pegó de nuevo a Husiwe. También esta vez aguantó , pero escupiendo más
we dijo : sangre . Konokama gritó:
-Yo vengo sólo a verlos pelear. Todo el tiempo ustedes provocan a mi -Mi hermano está botando sangre . Ya le pegaron bastante . Métanse
hijo para que los fleche. Es fácil decir: "¡Fléchanos, fléchanos!". Nosotros es- otros .
tábamos en Konata, después en Wareta, después en Tarairni-teka ... y por fle- Amatawé entonces fue a reemplazarlo . Husiwe se paró; se enjuagó la
char y flechar ya ven ustedes adónde hemos ido a parar. boca; escupió; bebió; se echó agua en la cabeza y se puso a dar vueltas por el
Los Pishaasi-theri salieron todos al patio. Husiwé salió seguido de todos patio , mirando a los demás que se pegaban .
los Wánitima-theri. Traía el hacha al hombro. De una vez fue a agarrar a Mientras Husiwe había estado pegando aquí , un poco más allá Shamawe
Rashawé por un brazo y le dijo: le había pegado a Orusiwe. Con dos petazos lo había desmayado; las manos,
-Ven para acá-. Y le mandó que se arrodillara frente a él. contraídas ; los ojos, blanqueados; mucha espuma saliéndole por la boca. La
Shamawe agarró a Orusiwe y se arrodillaron uno frente al otro . Husiwe verdad es que Shamawe pegaba con waka móshi, por eso Orusiwe se había
se arrodilló y pidió a los que estaban parados alrededor que no le estuvieran quedado con las manos trancadas. Con waka móshi se unta el hacha un día
tan encima, porque le impedían pegar bien. En seguida mandó a Rashawe antes ; después se deja el hacha descansando hasta la hora en que se va a pe-
q ue levantara el brazo y ¡tuk', le pegó un golpe con el peto de su hacha . Ra- gar; así es cómo coge fuerza ... Las mujeres lloraban y gritaban desesperadas.
shawe aguantó. Aguantó también el segundo golpe . Al tercero cayó privado. Kosipawe fue a reemplazarlo. Quería pegar con puño; dentro tenía una pie-
Las mujeres gritaron regañando. Los suyos entonces lo sacaron . drita y, además, waka móshi. Así no dejaron pegar; debía pegar con hacha.
Lo reemplazó su hermano M+raashiwe: traía su hacha . Le hizo levantar E ntonces soltó piedra y waka móshi. Alguien recogió el waka móshi y lo fue a
el brazo a Husiwe y le pegó tres veces . Husiwe se meneaba, hacía como un ti- botar donde nadie pisara. Pegó con hacha. Shamawe le pegó a Kosipawe.
gre: hii, hii; pero aguantó . Después Husiwe le pegó a M+raashiwe dos peta- Este se cayó desmayado. Lo sacaron y fue su hermano Ihamawe a reempla-
zos y lo dejó desmayado. Sus parientes lo sacaron en seguida. A reemplazarlo zarlo . Shamawe no quiso seguir y fue a reemplazarlo Wáyum+we. La pelea
vino otro hermano llamado Koroyewe, que era cuñado de Husiwe . Le pegó continuó.
tres veces en el pecho. Husiwe se agachó un poco y pidió agua . Rernorirna le Fueron muchos los que se pegaron con hacha. Pero, más allá, los más jó-
dió ; él bebió y después dijo: venes se pegaban con puño . Al fin Repowe dijo:
-Tú que vienes a pegar eres el ladrón de mi conuco. A ver si ahora
aguan tas mi hacha. Componte -. ¡Tuk, tuk, tuk! Koroyewe se dobló, pero (24) Esre Yanomami es actualmente lider de uno de los grupos instalados en Mavaca Y
aguantó los tres golpes . Pidió agua, bebió, se sacudió y roncó corno un tigre . se le conoce con el nombre de Paruriwe .

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-Ya está bueno asi. Hay mucha gente maltratada; maltrataron a mi hijo. En Masiwe-teka comimos mucho pescado con plátanos de nuestro conu-
Ahora quédense tranquilos; vayan por ahí a comer cacería. A ver si ahora se co . Los hombres sacaron mucha verad a e hicieron muchas flechas. También
quedan callados: siempre están nombrando a mi hijo. Y ustedes, mujeres, de- hicieron curare. Había que estar preparados por si venían a atacar los Shama-
j e~ ~~ estar roban~o fruta , tabaco, caña .... Váyanse a su conuco y no al de rhari .
rm hijo. Ustedes mismas lo provocan cuando dicen: "El no es valien te; vamos Quedamos como tres meses por allá. Después Repowe nos mandó a lla-
a robar su fruta ... " . mar: los lrota-theri habían invitado a todos los Namowei-theri a un reahu.
Ruwawe también regañó a los Pishaasi-theri: Los Patanowe-theri se fueron; nosotros no. Y menos mal, porq ue en ese
-A ustedes les gusta decir: "Fulano, ven a flechamos". No vuelvan a de- reahu los lrota-theri aprovecharon para robarse algunas mujeres. Algunas,
cirlo. Ahora ya les pegó. Sean amigos. Vivan cerca de él, pero no roben. Y después, lograron escapar. Pero no Auweima .
ustedes, mujeres, no digan nada. Si mi hijo les mata a su marido, ¿ustedes De Masiwe-teka nos fuimos derecho para Shamata. Los Pishaasi-theri no
van a tener fuerza para coger un arce y flecharlo a él? habían vuelto a tocar nuestro conuco . Habían dejado rastros, nada más. En
-Yo no dije eso - contestaba Wayuruma. - Fue Konahemi que lo dijo. seguida llegaron Orusiwe, Wáyu m+we y los ot ros que estaban acostumbrados
- Ustedes, mujeres, tienen boca grande - agregó Ruwawe. - Ustedes se a vivir con nosotros, pidiendo que los volvié ramos a recibir en nuestro shapo-
~~ron con sus maridos a hacer conuco en Shamata sólo para perseguir a mi no . Husiwe dijo que sí. Ellos rehicieron sus casas en la parte vacía del shapo-
hijo. Allá lo molestan todo el tiempo. Déjenlo vivir tranquilo. no.
Antes de la pelea ya se les había entregado la cacería a los Pishaasi-th~ri Allí llegaron los Patanowe-therí a avisarnos que los Irota-therí les habían
Y . ~.us mujeres la habían guardado. Entonces ellos cargaron carne, plátanos y robado mujeres en la fiesta .
p111guao y se fueron. Era de tarde. Así estábamos de nuevo reconciliados. A -¡ Bien hecho! - les dijo Husi we. - Ustedes sabían que los Irota-theri
Husiwe le quedó todo hinchado el pecho; escupía sangre ; orinaba sangre. Le acostumbran hace r eso.
dio mucha fiebre. Así más o menos quedaron sus hermanos; pero él era el En Shamata nosotros hici mos nuestro reahu de plátanos. Los Pishaasi-
más aporreado. therí hicieron el suyo. Yo , en ese tiempo, hacía mucho carato para darles a
En los días siguientes llegaron algunos Irota-theri y le dijeron a Husiwe Jos Pishaasí-theri . También recogía ocumo para ellos. Husiwe quería mante-
que los Shama-thari estaban haciendo curare para venir a atacamos. Nosotros ner la paz . Por eso Rashawe fue siempre amigo mío y, más tarde, muerto Hu-
queríamos irnos a Wánitima para esperar allá a esos enemigos; pero casi to- siwe, no permitió que mat aran a mis hijos.
dos los hombres tenían el pecho aporreado y así era imposible disparar bien De Shamata salimos de wáyum+ con los Pishaasi-theri, atravesamos el
las flechas; de manl!ra que preferimos irnos a Masiwe-teka por el camino de Mamokorita ke u y llegamos a u11 caño grande y hondo de aguas blancas 25 .
los Pishaas1-theri. Llegamos y nos quedamos. Había mucha batata y mucho Tuvimos que hace r un puente para pasarlo . Nos paramos a orillas de un mori-
ocumo. Cerca también había mucho seje. En los caños los hombres barbas- chal. Comimos moriche. Más adelante ,encon tramos mucha yuvía. Pasamos a
queaban con la jigua grande. En las cabeceras del Masiwe ke u se sacaba mu- otro moricha!. Los hombres de vez en cuando volvían a Shamata en busca de
cho pescado. Los hombres traían muchas jiguas todavía verdes y las coloca- plátanos, especialmente cuando había mucha cacería. Después de un tiempo
b~n s_obre un pedazo de_ concha de árbol. Allí les daban palo para que se des- regresamos por el mismo camino.
nuga1aran. Después vaciaban la concha en el caño, donde el agua casi no co- De Shamata, por el camino de Patanowe, nos fuimos a Makayop.f.wei.
rría .. Desmigajaban más jigua y la echaban en el caño. El agua se ponía negra Allí Husiwe estaba haciéndose un conuco nuevo . De vez en cuando llegaban
Y cnaba espuma blanca. Las mujeres y los niños mirábamos sentados en la viejas que vivían con los Pishaasi-theri, como Poshotom+ y Toroporiyoma, y
orilla; nosotras habíamos ayudado a recoger la jigua. Manteníamos lejos a los nos contaban que ellos estaba n de nuevo robando conuco.
niños. Los Yanomami creen que si alguien orina en el agua, los peces no se - ¡Ven Husiwe ; ven a Oecharnos! - gritaba n mient ras eso hacían.
mueren. Eso dicen porque la orina es remedio contra el veneno. Los peces se Husiwe entonces mandó a su yerno Amatawe a ver si era ve rdad y cómo
ponían en seguida a saltar, ¡chup, chup! y caían fuera del caño, saltaban aden- estaban dando por primera vez los pij iguaos. En tie rra buena pueden dar a los
tro de nuevo y volvían a saltar afuera. Allí se quedaban muertos. Hasta las cinco años de sembrados . Llegó y vio la mal dad que acababan de hacernos los
lombrices se salían para morir. Salían los cangrejos, los camarones ... En ese Pishaasi-theri : en una partecita li mpia de l conuco, para que lo viéramos bien ,
caño había tembladores y eran los que se morían rrimero. Los corronchos, habían amontonado racimos verdes de nuestrn pijiguao; habían sacado ve-
cuando les llegaba el veneno, subían por las piedras de la orilla y se quedaban radas, llevándose las largas y dejando las cortas; habían sacado mucho ocumo ;
peg~dos fuerita del agua. Nosotras solo recogíamos los grandes. Como hora y habian destrozado el anoto ; y, para ñapa, quemado el shapono. Am atawe
media después de echado el barbasco , bajábamos al caño. Recogíamos con la volvió en seguida a dar not icia de todo.
guapa Y la vaciábamos en la guatura. Con jigua se morían muchos peces. El Repowe , vi endo que Husiwe estaba bravísimo, pidió que todos h.iciéra-
venenoduraba tres días.Lo que más sacábamos allí eran: viejas, bagres, mata-
guaros, machetes, bagres tigres, guabinas y muchas sardinas. (25) Quizás el Auwe i.

322 323
mos silencio y escucháramos lo que iba a decir su sobrino.
-Yo he sembrado tabaco, verada, algodón, anoto, ocumo ... - dijo Husi- vaya a matar. _ _ _ ..
- ¿Por qué tú mezquinas a los P1shaas1-then? - me d110 ella. - ¿Acaso son
we. - Ellos han cogido todo eso. No es ésta la p rimera vez que roban Je mi
conuco. Ya hace tiempo que me e tán provocando. Primero me cogieron ~as tus parientes? Deja que vaya a flechar_l?s.
veradas. Ahora, haciendo lo que hicieron con nuestro pijiguao, lo que qme- - Si Jos quie res ver muertos - le di Je yo , brava, - hazte un arco y vete con
ren es que los vaya a f1 char. Sí, sí; nada ya de palos; los voy a flechar. Ellos él a flecharlos. . . .. ..
·Qué discusiones con aque lla Toroma! Al fin Hus1we le d1io:
siguen haciéndome maldades porque nunca les pasa nada. Sólo matando a
uno de ellos, se darán cuenta de que están haciendo mal.
~Tú quieres que yo vaya a flechar a los Pishaasi-theri . Pues, entonces,
prepárate porque ellos vendrán de vuelta a flechar aquí.
Habló largo Husiwe. Al fin Repowe Je dijo:
Pero durante un tiempo Husiwe siguió el consejo de Repowe .
-Ahora escucha lo que te voy a decir. Ellos han hecho mal. Eso da ganas
Allí hicimo reahu de pijiguao, naturalmente sin invitar a los Pishaasi-the-
de ir a flecharlos. Pero no; no hay que pensar en matar. Siempre salen de tu
ri . Nadie quería estar más con ellos. Pero en Makayop-twei había poco onoto
boca esas palabras . Matar no es un juego. Tú no debes matar. Piensa en que
y poco ocumo. Por eso, después de algún tiempo, las mujeres le pidieron a
tienes hijos. Si tú matas a un Pishaasi-theri, sus hijos querrán vengarse y ven-
Husiwe ir a Shamata, donde había mucho. Salimos. Repowe no quería que
drán a matarte a tí . Tus hijos quedarán sin padre. Cuando uno mata, no pue-
fuéramos. Para esta época Kariyonawe ya tenía casi dos años y yo ya estaba
de quedarse tranquilo en su shapono; tiene que huir lejos. Tú no piensas en
embarazada de nuevo .
estas cosas. Yo, que soy viejo , sí pienso. Recuerdo cuando estábamos al otro
Fuimos. pues. a Shamata y allá vimos nuevos destrozos. Y eso que los
lado del Parauwe ke u: en la guerra con los Watupawe-theri y Tekowe-theri
Pishaasi-theri tenían su conuco que ya estaba comenzando a darles de todo.
hubo muertos y nosotros tuvimos que escaparnos a este lado del río cargando
Sólo Jo hacían por maldad . Renovamos el shapono que nos habían quemado y
con Jos huesos. Y aquí no encontrábamos plátanos para tomar las cenizas. Lo
pasamos unos quince días recogiendo onoto y ocumo.
que hacíamos era llorar, llorar. Llorábamos al ver a nuestros hijos llorando de
Allí tuvimo un aguacero muy fuerte . Nuestro shapono se anegó. Los ti-
hambre. Tú eras uno de aquellos niños. Para cerrar tu boca, teníamos que
zones flotaban. Yo guindé mi mapire lleno de algodón. Cogimos nuestros
darte cucurito, balatá ... Y a veces no encontrábamos ni eso . ¡Ay, hijo: cuánto
chinchorros y corrimos al conuco, que era tierra más alta. Allá los brujos se
se sufre por haber matado! ¡Cuánto sufren los niños! ... No pienses, pues, en
enyoparon y con los arcos hincaban a los Espíritus cachicamos ...
matar. Espera un poco. Esas plantas que te destrozaron volverán a crecer, a
- El Espíritu cachicamo está cavando , cavando para hundir el shapono -
da r nueva fruta , nueva verada nuevo onoto, nuevo algodón ... Si ellos hubie-
decía uno.
ran matado a un hijo o a un hermano tuyo, eso sí sería motivo para que tú
Ellos creen que los espíritus de estos cachicamos hacen huecos profun-
fue ras a matar gente. Un niño, un hombre no se da como se da una planta.
dos como Omawe, y de allí sale tanta agua. Decían también que estaban bra-
Las plantas se dan de nuevo y rápido. Uno saca la semilla, la echa en la tie-
vos porque se había muerto el brujo que era su dueño . Ellos veían el espíritu
rra, espera unas lunas y vuelve a tener cosecha .... Escucha mi consejo: no de ese brujo y decían:
vuelvas a Shamata. Cuida los conucos que tienes aquí. Ya que los Pishaasi-
-De Patanowe viene. Allí está, bravísimo, botando agua de abajo.
theri mezquinan tanto aquel lugar, déjaselo. No te metas más con ellos.
Desde el conuco nosotras nos fuimos a dormir a las cuevas de un peñas-
Ellos son otra gente; son Moróta-theri . Nosotros somos Namowei-theri . Por cal. A la mañana siguiente bajamos al shapono . Ya se había ido el agua, pero
eso nos tienen rabia.
todo había quedado empantanado. Después supimos que sí se había muerto
Husiwe se calmó y aceptó el consejo de Repowe. Junto con sus hermanos
un gran brujo, Warenawe, padre de Yaminawe-theri y de Koatowe . En vida,
se puso a agrandar el conuco de Makayop-twei. Pero Toroma, lengua de ma- él siempre le decía a Husiwe:
panare, r•o estaba satisfecha con que las cosas quedaran así.
- Tú me ves viejo, todo arrugado. Yo no sé solo brujear enfermos. Ningu-
-Nosotros hemos trabajado tanto e n aquel conuco - murmuraba. - Todo no de mis hekura me ha abandonado. Mis hekura son muy fuertes . Cuando
para que lo gocen los Pishaasi-theri -. Y a Husiwe : - Tú los dejas hacer, dejas me vaya a morir , voy a hacer brotar agua de tu shapono. Si es de noche Y
que te cojan todo, no piensas en castigar a esos ladrones. _ _ . pasa eso, ustedes se van a morir ahogados.
-Mujer - le dijo Husiwe. - Tú me empuj as a matar a los P1shaas1-ther1.
Después de esa tempestad sentí fuertes dolores de barriga. Nació muerta
¿No sabes que , si mato a uno de ellos. son ustedes las muje res las que sufrer la criatura y la ente rré al otro lado del caño, en un hoyo que yo misma cavé.
las consecuencias?
Yo me calenté y agregué para Toroma:
- Tú sólo piensas en empujarlo a que vaya a matar. Claro . después que
los Pishaasi-theri se vengue n y lo mate n a él, tú tienes tu papá. tu mamá con
quienes ir. Yo no tengo a nadie. ¿Quién les dará cacería a mis hijos? Yo y esa
Aramamisi-theriyoma no tenemos adónde irnos. Por eso no queremos que él

3'.:'. 4
C APITU LO XXIV
La Muerte d e Wapurawe
Saliendo de cacería , los hombres habían encontrado yuvía. Una manaña,
pues, salimos con Husiwe, con Shamawe, y todas sus mujeres para ir a reco-
gerla. Subimos por aquel cerro y bajarnos a un cañito. Se veían rastros de
gente.
-Estos son Pishaasi-theri - dijo él. - Voy a flecharlos -. Y comenzó a
meter puntas de curare en las flechas.
-¿Por qué quieres flecharlos? - .le pregunté yo, asustada. - Ellos están
yendo por ahí de cacería. Después van a decir que tú te fuiste a esconder en
el monte para flecharlos y no tuviste el valor de flecharlos en su shapono.
-DéjaJos tranquilos - le dijo también Sh+r+koma.
El se aquietó. Anduvimos un poco más y encontramos tres Pishaasi-theri
sentados: Washowe , Hutonawe y Torokoiwe. Con el diente de picure estaban
apuntando puntas de bambú para usarlas en cacería. Por allá cerca, medio es-
condidas por miedo a nosotros, estaban sus mujeres. Sin decir nada, nosotros
pasamos delante de ellos, que agacharon la cabeza como azorados. Pero, aJ
rato de andar nosotros, Washowe soltó una carcajada y todos ellos se rieron .
Husiwe se paró, dio media vuelta y miró a los Pishaasi-theri. Como el de la
carcajada era Hutonawe, le dijo con rabia:
-¿De quién te ríes, jeta de mono? ¡Y tú Washowe, cara de murciélago!-.
Y a nosotras - ¿Es que soy un bicho feo para que se rían de mí? ¿Todo el
mundo me tiene miedo y ellos se burlan de mí? ¿Querrán que los mate ahora
mismo? - . Y peló por las flecha;,; como para disparar.
-Vamos, vamos - le dije yo, agarrándoselas. - No les hagas caso. Ellos
han venido de cacería. DéjaJos.
El siguió con nosotras. Furioso Más adelante nos dijo:
- Los quise flechar porque se burlaron de mí.
- ¿Por qué flech arlos? - le dije yo. - ¿No recuerdas que ellos han vivido
con nosotros tanto tiempo en e! T'1ismo shapono, y son como parientes nues-
tros?
-Tanto mejor - dijo él, - así ustedes tendrán que !!orarios.
Seguimos hasta el yuvial, y recogimos bastante nuez. Al mediodía volvi-
~os . AJ llegar al mismo lugar, Husiwe se puso a mirar los rastros de aquellos
P1shaasi-theri.
- Esa gente no ha seguido - dijo. - D e aquí mismo se han devuelto.

Ourlo PU,,Oi
327
-Les dio miedo seguir - dijo Sh+r-i-koma. - Vámonos.
Allá veía a los Pishaasi-theri que se encaminaban hacia nuestro shapono,
-Seguramente vieron que él estaba bravo - dije yo - e hicieron marcha
intados de negro, agarrando sus garrotes bien onotados, y atrás sus
atrás. to d os P c . 1 .
mujeres con arcos y flechas. Gritaban, gritaban. argue e_ otro racimo, ame
11 '
Shamawe, que iba con nosotros , dijo:
-Quien sabe si una culebra ha picado a uno de ellos . . . muJ·eres que se habían regado por el conuco y eche a correr. Pensaba:
a 1as . h d ?"
Al llegar al conuco, vemos que viene de la maloca la vieja Poshotom-i-. .. . Por qué ve ndrán a pelear si no les hemos hec o na a . . ._
Prararama me pasó adelante . En e so una flecha rozó el cuerpo de su mno
-Mira - le dijo a Husiwe. - Esa gente antes ha ido a nuestro shapono ar-
evaba cargado sobre la guatura. Yo eché a correr más rápido y entramos
mada de garrotes, diciendo que tú les mezquinas un camino que es de ellos. que ll 11 .
Se ha.n marchado porque sólo estábamos adentro unas pocas mujeres; pero en el shapono . Adentro ya estab~n de ~uevo aque as mu1eres_ nues_tras que
· í con los Pishaas1-then Hab1an vemdo a llorar porque hab1an 01do a los
han dicho que esta tarde van a volver . VIV an ' . . ..
-No quiero pelear con garrotes - dijo Husiwe. - Pelear con flechas es lo Pis.haasi-the ri decir muy claro que vendrían a matar a Hus1we . Llorando ha-
que quiero . Con garrotes sale sangre, pero esa sangre no mata. Con flechas bían avisado:
sale la que mata. - Tengan cuidado que allí vienen con flechas .
- No llo ren por mí - les había dicho Husiwe. - Yo estoy vivo. Guarden
-No pienses en matar - le dije yo. - Déjalos hablar. Ellos no nos han
matado a nadie. Piensa en estos niños que tenemos. sus lágrimas para ellos, porque est~ vez sí los voy a m~tar.
- Allí vienen los P ishaasi-then con garrotes - avisamos nosotras . ¡Tu-tu-
-¡Mátalos, mátalos! - decía en cambio Toroma. - ¿He trabajado tanto en
este conuco sólo para que lo disfruten ellos? tu, tun tun! Se o ía patear el suelo. Husiwe entonces ordenó:
-Cojan sus palos y, si entran, péguenles de una vez. Yo no voy a usar ga-
-No sembraste tú sola - le dije a Toroma. - Todas trabajamos. Si él
mata, y de venganza lo matan a él, tú tienes adónde refugiarte; yo y ella, no . rrote . Me basta con mis flechas de bambú.
- No; coge tú también tu garrote - le dijo Shamawe, - si no, nosotros
-Corten ustedes también sus palos - dijo Poshotom-i- a Husiwe, - que esa
gente esta tarde va a venir. también cogemos las flechas. Llámalos que ya están aquí .
Husiwe nos mandó callar. Llegamos a nuestro shapono. Al rato llegó Ko- - ¡Entren, Pishaasi-theri! - les gritó Husiwe. - ¡Entren!
Pero lo q ue entró fueron las flechas. Llovieron varias: ¡tu-tu-tu-tu-tuk,
nokama, que estaba entre los Pishaasi-theri porque su marido quería vivir
tuk-tuk! Muchas se quedaron clavadas en el techo ; otras pasaron altas y caye-
donde estaba la madre de él, junto con otras tres hermanas que Husiwe tenía
ron al otro lado del shapono. Shamawe peló por su arco y ya iba a flechar,
allá, más la vieja Marekoma y sus tres hijas. Llegaron llorando.
-Oye, hijo mío - dijo Marekoma, - tú regañaste a esa gente. Ellos ahora pero H usiwe le dijo: .
- Espera . T odavía no han herido a nadie. Deja que vuelvan a disparar.
vienen con flechas y con palos para pegar.
Cayeron m ás flechas . Se clavaban en el suelo y se meneaban. Otras , en el
-¿Por qué tienen que venir a pegarme, si no les he hecho nada? Son ellos
los que han robado mi conuco. Soy yo quien debe pegarles a ellos. Me arran- techo. Las mu je res lloraban. Konokama decía:
- Hermano , e llo s quieren matarte para quedarse con tu conuco .
caron mi pijiguao, lo amontonaron en el suelo para que se pudriera y preten-
-Nosotros no nos vamos de aquí hasta que matemos a alguno de uste-
den venir a flecharme.
des - gritaban los Pishaasi-theri. - Pasaremos la noche aquí.
Las mujeres lloraban. Su hermana Makayoma dijo:
- ¿Ustedes. vienen a atacarme con flechas? - les contestó Husiwe. - ¿Qué
-Cuando ayer tú estabas aquí brujeando, pasaron sus mujeres cerca y
les hice yo pa ra que vinieran a atacar con flechas? Si quieren matarme, en-
oyeron que los regañabas.
tren . Desde afuera no pueden. Aquí estoy, en medio del patio. ¡Entren'
Era mentira, calumnia. Entonces dijeron:
Entonces entraron algunas mujeres Patanowe-theri , que vivían con los
-Nosotras vamos a ver. Cuando ellos vengan, vendremos adelante -. Y
Pishaasi-theri. para decirnos que ellos querían pegar con garrote, que los
se fueron.
traían un tados con waka móshi para pegar más duro . Husiwe contestó:
Al rato oímos latir nuestro perro por los lados del conuco. Husiwe me
- Yo no t engo garrote; sólo flechas. Nada les debo para tener que pelear
dijo:
con garrote . Pero, ya que así quieren , ¡entren! Pelearemos como uste~es
-Vete tú a ver, que eres valiente . Llévate el machete y traes plátanos
quieran. Pero ¡entren, entren! para que después no vayan a decir que de mie-
para asar, porque la cosa se va a poner fea. Y vayan todas con ella. Todas a
do no les dejamos entrar-. Y a los suyos: - Si vienen y le pegan a uno de
traer plátanos. Si esas hermanas mías han venido a avisar, es porque va a ha-
ustedes, allí mismo comenzamos a flecharlos .
ber pelea con flechas y entonces no será más posible salir por plátanos .
E ntonces nuestros hombres se juntaron en un lugar debajo del techo. A
Yo cogí el machete y la guatura más grande y salí, dejando a los niños en
las muje res nos dijo Husiwe que hiciéramos barricadas de plátanos , d~ guat~­
la c~sa. Conmigo se fueron varias mujeres. En el conuco corté un racimo y lo
ras, para defendernos junto con nuestros niños. Y a los Pishaasi-then les gn-
melJ en la guatura . En ese momento oí un bullerón en el shapono de los Pi-
tó:
shaasi-theri. Corté otro racimo y le dije a Remorima:
329
328
-¡Vengan, vengan! ¡Entra, Rashawe! ¡Entra , Hutonawe, tú que contaste ven a ayudarme, que me quedó el brazo flojo -. Mak+we vino y se lo sobó.
que yo los había regañado! ¡Entra, Kosipawe! -. Y ~os iba nombrando para Después Rashawe le dijo: - Dame tu garrote, que es más grande.
ofenderlos. - Ven , ven, ven a pegarme - gritaba Husiwe. .
Ellos entonces comenzaron a entrar. Venían con palos y, detrás, las mu- - Ahora te voy a correr - le dijo Rashawe con rabia. . . . .. .
jeres, sosteniéndoles arcos y flechas. Iban alineándose; pero, en eso, nuestros - ¿Me quieres matar con ese palo tan grande? - le diJO Hus1we , mientras
hombres se fueron hacia ellos repartiendo toletazos. Con miedo aquéllos recu- ba el golpe. - Ven, ven, que no te tengo miedo. .
Rashawe arrancó , pero se Je metió de por me d'1.0 A matawe.. y reci b'ó
espera 1 e1
laron, atropellándose con las mujeres, para escaparse. Por lo menos uno, Iha-
mawe, quedó tendido en el suelo, botando sangre; los suyos lo arrastraron shiweiwe entonces le dio un golpe a Rashawe, pero como le pegó en
go1pe. I
fuera. el brazo, le hizo caer el garrote. . .. .
-¡Ajá! ¿Se corre~? - les gritó Husiwe. - ¡Vengan, vengan a matamos! - No conozco a gente valiente que de1e caer su garrote - d110 en seguida
Matennos ahora que estamos solos ; cuando estemos con los Patanowe-theri, Husiwe. ,
no van a poder. ¿Querían pelear con nosotros? Pues allí tienen: ese que le - He perdido mi fuerza en el brazo.' pero vendre a vengarme con flechas -
tumbamos fue con palo. dijo Rashawe, sangrando, ll~no de rabia. .. . ..
Rashawe desde afuera gritó: -Te retiras porque no tienes fuerza en el brazo - d1JO Husiwe . - Cuando
-El yerno del cacique hoy está muy valiente porque tiene cerca a su sue- uno está herido se siente más bravo y más fuerte y no abandona la pelea.
gro. Véngate ahora. . . _
Se refería a Amatawe, el que había tumbado a Ihamawe. Wapurawe que Las mujeres Pishaasi-then reganaban:
estaba con nosotros había tenido que pegarles a sus hermanos. -Ustedes les pegaron a nuestros maridos con palos; ahora sí vendrán para
-Ven, ven, Rashawe - volvió a gritar Husiwe. - Ven a hacerme llorar. Cuando los flechen, las mujeres de ustedes tendrán que escaparse
ma tar los . 1 h. . d d
Estoy solo, pero no tengo miedo. ¡Cobardes! Entraron con palos y flechas y adonde los Patanowe-theri. Allá irán a llorar de hambre os !JOS e uste es ..
se corrieron. Esto para que no digan que yo me fui a esconder debajo del te- Nosotras quedamos calladas . Sólo Kónokama regañaba . Entonces Hus1-
cho we gritó:
-Deja el arco y coge tu garrote - le gritó Rashawe a Husiwe .. -¡ Muchachos, palo con ellos! .
Yo vi a Husiwe con ganas de flechar; dejé a los niños y corrí a agarrarle Todos lo' Wániti ma-theri arremetieron con sus palos, empu~ando , atro-
el arco y las flechas. pellando. La mayoría de los Pishaasi-theri soltó los palos . Sus mu1 eres asusta-
-Suelta - le dije. - Ellos han venido con garrotes. Cuando sus mujeres das gritaban:
les pasen las flechas, yo te pasaré a ti las tuyas. - ¡Peí a+++! ¡Pei a+++!
-Ellos han venido también con flechas - me dijo, sin dármelas. - Mejor Así fue cómo los sacaron del shapono.
es que yo las tenga listas. - ·Q uién viera esto! - les gritaba Husiwe . - Ellos que son más que nos?-
Al fin se las quité. El me persiguió. Yo le dije: tros s~ escapan soltando sus palos. ¡Pishaasi-theri cobardes! -. Y , ya en medio
-Allí tienes tu manaca. Agárrala. del shapono: - ¡Vuelvan, entren otra vez, ustedes que son bastantes!
El la agarró. Era un garrote verdadero, que le había hecho su padre. Bo- Koroyewe , primo de Rashawe, gritó: .. .
nito, de pijiguao, mango delgado, plan ancho y afilado, terminando en punta. -¡ Márchense de aquí! ¡Váyanse a vivir con los Patanowe-thenl Nosotros
Bien liso. Se alisa con yagrumo, que es la lija. Bien pintado con onoto y con queremos vivir solos en este lugar.
rayas de caraña. Iyeweima y Prararama le contestaron:
Shamawe tenía empuñada otra manaca igual, hecha también por Haya- - Nosotros hicimos nuestro conuco aquí primero. Ustedes vinieron des-
mamok+we. Así armados, Husiwe, Shamawe, Wayum+we y otros se pusieron pués. .
frente a la entrada. Las mujeres soteníamos arcos y flechas por si acaso. Pero los Pishaasi-theri ya se estaban yendo . Uno de ellos , sm emb~.rgo ,
-¡Entren, entren! - volvio a gritar Husiwe. de nombre Hesiwe se hizo el valiente y se paró . Se devolvió un poco Y d!Jo:
Rashawe trató de entrar, pero Husiwe le dio un toletazo en la cabeza. - ¡Aquí me tie~en l ¿Quién es que quiere pelear conmi~~? ¿Quién fue el
¡Hooo! hizo y se cayó con una herida en la cabeza. Le sangraba; le guindaba que le pegó a mis hijos? -. Así decía y agitaba un palo largmsimo.
un mechón de pelo despegado. A los otros Pishaasi-theri que intentaron en- Amatawe que sentía el ardor de la herida, le salió al encuentro como ~na
trar también les pegaron. Potep+ma, que estaba con nosotros , recibió su tole- furia . Junto con él fueron Nakishewe , Wapurawe y otros . El Pishaas1-then se
tazo. De los Pishaasi-theri, además de Rashawe, recibieron Kosipawe, Huto- asustó, tiró el palo y corrió para alcanzar a los demás. ..
nawe, Mamokasiwe ... Rashawe casi en seguida recobró el sentido y se levan- T ambién Husiwe había salido, armado de arco y flechas, con Shamawe Y
tó. otros.
- Ahora sí estoy bravo - dijo, - porque derramaste mi sangre. Hermano, - Me han dej ado Ja cabeza sangrando - les gritó Husiwe a los Pishaasi-

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· e contaron que uno de ellos había dicho: .
theri. - Ya no les tengo rabia. ¡Sí, sí, váyanse a dormir, Pishaasi-theri cobar- tben m fl h la Tiene dos hi1'os varones. S1 ella se muere, se van a
- Vamos a ec ar . d
des! . también sus hijos. Husiwe los quiere mucho , porque son. los os varo-
Los Pishaasi-theri siguieron. Ya estaba oscureciendo. Se alejaron pate.m- mon r . M témos'os y él sufrirá mucho con su muerte. S1 no los mata-
nes que nene. a " , , .-
do el suelo, gritando ... Las mujeres arrastraban los palos. . ellos crecerán y vengaran a su padre.
Los nuestros volvieron a entrar. Cerraron bien el shapono, con hojas y mos,Pero Rashawe les ha b'ia d"icho: . -
espinas. Según había avisado Konokama, había peligro de que de noche fle- o está bien matar mujer. Maten hombres. Ademas, ella
- No 1a fl ec hen. N - .
charan con punta encendida para quemarnos el shapono y agarrarnos en des- . la llore que la queme que tome sus cemzas.
campado. No todos ellos se habían ido del todo. Algunos se quedaron en el no
tiene a na die que
d
· ' · v -
t de llegaron de vuelta los mensa1eros. eman con e os
11
Esa tar e muy ar , . h. h
conuco. T anto es así que los perros durante la noche latían en dirección a ese .. R' ·· y otro s hombres pintados de negro , pero sm e me o-
tres h1jOS de epowe ,
lugar. Nuestros hombres recogieron las flechas. Habían venido, pues, a matar
gente: las flechas encuraradas se ias veía con el curare nuevo y espeso. Enton- rros . k.. .., 26 _ gnºtó un wanitima-theri. Pero en seguida le dijeron
- 1-Hama e pe.
ces se juntaron los hombres para conferenciar. ·tara porque los Pish aasí-theri se iban a enterar. Los llegados no ve-
que no gn , - ·d ¡ · h
-Tenemos que irnos de aquí y dejarles el conuco - decía Husiwe. - No s a pelear sino para acompanarnos y cm ar e cammo as-
nian para ayu d am O ' H . .. K . ..
podemos vivir junto a un enemigo. Ellos son bastantes y nosotros pocos. s llegáramos a su shapono. Hablando con us1we, uma1we,
ta que noso tro .
-Bueno - dijo Shamawe. - Vámonos para Patanowe-teka y de allí ven- hi"o de Repowe , decía e n voz baja : .
dremos para flecharlos. J - Vamos . vamos. Yo he ve nido a buscarte. Te voy a cargar en mis_ ho~-
Algo más tarde Husiwe llamó a Amatawe, que era Irota-theri, y a Ishi- bro hasta n~estro shapono. Vayan a vi~ir todos_a nuestro ~hapono. As1 qme-
weiwe, que era Patanowe-theri, y les dijo: . á Miren que Jos Pishaas i-then son vahentes y qmeren matar. U ste-
re m1 pap - · p· h · h · d
-Ahora ustedes se van; si oyen a alguien que los quiere matar, digan: des déjenlos sin pelear. Vámonos . Allá veremos s1 los 1s aas~-t en s?n e
"Yo soy lrota-theri; yo soy Patanowe-theri". Vayan a Patanowe-teka a avisar dad valientes y se atreve n a entrar en nuestro shapono . Aqu1 son vahentes
a mi papá viejo que los Pishaasi-theri nos flecharon , pero que no hay ningún ~que ustedes son pocos. A llá no Jo serán por~ue no:otros somos muc~os.
herido. Pregúntenle qué quiere que hagamos; si quiere mandar refuerzos para Déjenlos solos, que salgan a matar danto, báquHo , chacharo , para que pier-
castigarlos o si quiere que nosotros nos vayamos primero allá. dan su rabia en el monte . y si vienen allá a provocarnos, sepan q~e nos.otros
Salieron de noche los dos mensajeros. contamos tambi 'n con los Irota-theri. Ellos nos contaron que los P1shaas1-the-
Con nosotros vivía un muchacho Pishaasi-theri, como dije, de nombre ri les quieren quitar este conuco a ustedes cue_ste lo que ~ueste .. Con los Irota-
Wapurawe, que Husiwe criaba para que llegara a ser su yerno. Esa noche le theri seremos muchos y valientes. Yo he venido con m1 carcaj de puntas de
dijo: bambú y curare. Toma . Mi padre te manda estas dos. Cuando se te acaben
-Mira, tú eres Pishaasi-theri; ahora vete con ellos, porque si ellos matan las que tienes, usa estas.
a uno de aquí, alguien de aquí te va a matar a ti. Hasta yo puedo sentir tanta - Me gusta o ír có mo hablas - Je decía Husiwe. . .
rabia y gana de matarte. - Vamos _ repetía Kumaiwe. - Todos para m1 shapono . Yo he venido a
El muchacho no quiso irse. Demasiado apreciaba a Husiwe. buscarlos.
Durante esos dos días los Pishaasi- theri nos velaban fuera del shapono. Los ot ros venidos hablaron con otros, diciendo las mismas cosas, pero en
Yo salí a buscar leña y Jos oí por allá escondidos. También salí con otra mujer voz baja, porque podía haber Pishaasi-theri escuchando en el conuco. .
p<ira buscar hojas de casupo. Cuando los hombres no pueden salir del shapo- Durante la noch:; vigilaron muchos los nuestros. Los perros no dejaban
no hacen sus necesidades en esas hojas y echan todo afuera. No querían salir que los Píshaasi-tberi se acercaran. Nosotros dormimos, dejando.ya las guatu-
por precaución. Los perros se la pasaban ladrando por el camino del conuco. ras listas para viajar. H abfa mucho plátano guindado y se queuó. ~claraba.
Señal de que por allá estaban ellos. Husiwe mandó que dejáramos Jos fogones encendidos para que , v1en?o el
En otro momento yo salí sola del shapono y me fui hacia el caño Shama- humo, los Pishaasi -theri 1110 sospecharan de nuestra sahda . Nosotros sahmos.
ta a recoger hojas de casupo para exprimir onoto que había recogido. Husiwe Se quedaron algunos Patanowe-theri vigilando y después nos alcanzaron. Las
nos había dicho: mujeres íbamos por el camino; los hombres a nuestros \ad.o s, en el mont~,
-Preparen pronto ese onoto, porque en lo que vuelvan los que fueron a para defendernos y no ser vistos. Detrás venían cerrando fila los Patanowe-
avisar a mi papá viejo, a lo mejor tendremos que salirnos de aquí. Cargar theri . Caminamos mucho, sin parar. Durante el viaje, ese día, se quedó Iro-
onoto durante el viaje resulta pesado. nasiwe con dos hijos . El, siendo Rashawe-theri , vivía con nosotros porque e~­
Yo comencé a preparar el mío. Estaba, pues, recogiendo hojas de casu- taba casado con H oporama, hija d e Shamawe. Prefirió quedarse con los Pi-
po. cuan do oigo aquel pajarito que hace ¡prich, prich, prich! En seguida salí
del caño. El pajarito estaba asustado seguramente porque alguien andaba ace- (26) ¡Visitantes!
chándome, entre los guamos, para flecharme. Después !os mismos Pishaasi-
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shasi-theri porque era tío de Hesikakiwe. Su esposa, encinta, siguió con nosotros. f hay mucho plátano para comer. ¿Los Pishaasi-theri piensan que ustedes
El se quedó con la esposa Aramamisi-theri que tenía, es decir Kómishima y pe r- Aqu se van a morir de hambre? Aquí no les va a faltar nada. Ustedes toda-
dió a Hoporoma. ' ahora , h 1 p· h . h .
vfa tienen fuerza ~ara sembrar. Aqu1 somos mue os :1 os is aas1-t en ten-
Durante el viaje le volvieron a decir a Wapurawe que se fuera con su drán miedo de vem r a mo lestar.
gente, aquel muchacho que esperaba una hembra de mi parte . Había pasado Asi dijo y en seguida mandó servir carato de plátano para todos. Des~~és
varios años con nosotros . Las niñas de Sh-tr-tkoma, Toroma y Yep-tami no se dieron de comer. Ahora Repowe parecía contento . Era bueno ese vteJo.
le podían dar porque eran parientes; y a mí, que era de otra gente , me nacían ~os esos dfas le daba muchos consejos a Husiwe.
sólo varones ; sin embargo, él seguía trayéndome cacería y fruta . Cuando mis n -No pienses en matar a l?s Pishaasi-theri - le decía. - Mira que tú tienes
hijos lloraban, él los entretenía; los llevaba al caño a bañarse con él. Rasha- hi" pequeños. Cuando los ruñas no tienen padre, lo buscan, lo Uoran. Cuan-
we, cuando venía, siempre le aconsejaba : 10
do vu elven los otros padres d. de cacería, los niños miran si también viene el
-Mata cacería y dásela a tus suegros. Ahora no tienen hija ; pero la van a Como los otros, pues, icen: " H apem1,. hapem1.,, 21 , pero nad.te 1es con-
tener y te la darán . uyo. . p· h . h .
ta porque su padre ya está muerto. Mira que los 1s aas1-t en son gente
Por eso él nos cogió cariño y seguía con nosotros. Allá mismo, en Shama- ~~av~; es mejor estar en paz con ellos. Recuerd~ que antiguamente _ellos pe-
ta , no quiso separarse de nosotros, ni siquiera cuando el pleito con los Pishaa- learon a nuestro lado contra los Watupawe_-the n . E llos son .~esce.nd1entes de
si-theri se puso feo . Los hombres le dijeron más de una vez: aquellos hombres valientes. De lo q ue haet~ lo~ Watupawe-then, se venga-
- Vete a vivir con tus hermanos, porque tu suegro está bravo y cuiere ma- ban haciéndoles lo mismo: les sacaban los mtestmos, les arrancaban los bra-
tar. Vete porque matará a tu hermano y después te matará a ti . zos les cuarteaban el cuerpo, les cortaban la cabeza y e~oondían los pedazos
El lloraba . No quería separarse. Le gustaba vivir con su suegro. No le en cacbicameras para que sus parientes no los encor.traran y no pudieran que-
faltaba nada : comida, chinchorro, todo. Ahora que no tenía ya a su papá, el marlos .. .No , no. No pienses en flecharlos. Usa tus flechas para traerles cace-
muchacho consideraba a Husiwe como el suyo . ría a tus hijos, a tus mujeres. Y si traes mucha, invita a los Pishaasi-theri, re-
De tanto decirle durante este viaje , Wapurawe se fue . Cuando el cacique pártela con ellos y haz la paz. No pienses en matar; piensa en tus conucos ...
lo supo, quedó contrariado. -Papá viejo - le decía Husiwe a Repowe . - No me recuerdes esas cosas.
-Allá - dijo - está en peligro de que lo matemos. El no tiene que ver con Yo estoy demasiado bravo con los Pishaasi-theri . Quisiera hacer con ellos lo
el pleito de sus hermanos. Yo todavía no he tenido hija para darle, pero se la que aquellos Waika antiguos. Quisiera cortarles la cabeza, meterla en una olla
tengo prometida. Yo lo quiero como a un hijo. El me quiere. Una vez que yo y cocinarla para beberme su caldo ...
estaba enfermo de una epidemia y no comía nada , él iba al monte y me traía - No, no, no - le decía Repowe. - No pienses que te hablo así porque tú
miel. Si él no hubiera estado con nosotros , nos hubiéramos muerto de ham- no seas valiente. Noso tros que estamos contigo somos valientes. Te digo esto
bre. ¡Qué lástima que lo hayan mandado! porque los Pishaasi-theri son descendientes de aquella gente valiente. Cuando
Nosotros seguimos. Caminando , Toroma lloraba y le decía a Husiwe: peleábamos al otro lado del Parauwe ke u, siempre ellos eran los que iban
-Nos escapamos de miedo. Yo no les tengo miedo a los Pishaasi-theri . adelante. Yo recuerdo cómo mataban sus abuelos. Por eso no quiero tener a
Les hemos dejado el conuco donde tanto hemos trabajado. sus nietos de enemigos.
Pasamos por los Tetehei-theri y avisamos a Aramamok-twe del peligro. Así hablaba Repowe para que Husiwe conservara la paz con los Pishaasi-
Llegamos tarde a orillas del Tetehei ke u. Allí dormimos. Los hombres cuida- theri.
ban camino. Al día siguiente volvimos a andar. Pasamos cerca de los Yamina- En Patanowé-teka estuvimos como tres meses. Los Pishaasi-theri no vi-
we-theri y algunos hombres fueron a darles aviso. Después seguimos. Antes nieron nunca a molestar. Lo que querían lo habian conseguido· <:: er dueños de
de llegar, todos nos bañamos y pintamos bien, para que vieran que no había nuestro conuco. H ubo reahu de plátanos y, oomo invitados, vinieron los
pasado nada malo. Nosotros con el onoto nuevo que yo había preparado. A Mahekotho-theri. Ellos nos convidaron a un reahu, diciendo que allá nos iban
M+ramawe Husiwe quería que lo pintara siempre con todos los dedos juntos , a dar machetes y hachas. D ecían que había llegado un blanco que no mezqui-
como gente valiente. A Kariyonawe le pinté una raya grande debajo de la na- naba que también les había d ado ropa, cuchillos, muchas cosas. Según supe
riz. Ya era tarde y entramos al shapono . después era el misionero James Barker de la Misión Evangélica de las Nuevas
Encontramos a Repowe triste . Al vernos , sus mujeres se pusieron a llorar. Tribus.
El jefe se puso a hablar con Husiwe. Le decía: La invitación era para todos los Namowei-theri. Por eso Repowe insistía
-Yo te había dicho que no volvieras para allá , que les dejaras aquel co- en que nos fuéramos los Wánitima-theri también. Tanto es así q ue Nak.ishewe
nuco . No me hiciste caso. Por aquí , en Makayop-twei , ya tu conuco nuevo Y Maporiwé se fueron con los Patanowe-theri. Husiwe le dijo a Kumaiwé,
est~ dando. Hay mucho ocumo: comienzan los plátanos a dar; el algodón ya hijo de Repowe.
esta floreando . Y tú te fuiste para allá, a vivir junto a los que te tienen rabia .
No, hijo , olvídate de Shamata-teka. Ahora te quedas a vivir con nosotros . (27) "¡Papá!, ¡papá!"

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-Tú que vas adonde Jos Mahekotho-theri, pídeles machete para mí. Diles Allí oigo a Toroma que le dice a Husiwe: . . ..
que les voy a mandar algodón. -¿Para dónde? ¿Para Mahekotho-teka? ¡Ah! Le _tienes miedo a los P1-
-¿Y por qué no quieres ir tú con nosotros? - le preguntó Kumaiwe . shaasi-theri ... Tienes fuerza para regañarme, para decirme que me vas a fle-
-Yo no voy - contestó Husiwe . - Los espero aquí. ch ero no la tienes para ir a flechar a los que nos sacaron de Shamata .
Yo quería decirle por qué, pero tenía miedo. Repowe rogó mucho a Hu- ar ~támonos, vámonos_ nos dijo Husiwe a mí y a Sh~_r+koma.
siwe que fuera con ellos, pero no hubo cómo conseguirlo. Entonces le dijo: Nosotras comenzarnos a andar. Toroma tardaba y d1io:
-Pero te vas a quedar quieto, sin pensar en los Pishaasi-theri. Espéranos - Se va con las mujeres que más quiere.
aquí hasta que regresemos. No pienses en pelear. Cuando madure el pijiguao, - ¿Acaso te refieres a mí? - le pr_eg~ntó Sh+r+koma a aquella mapa~~re.
invitaremos a los Pishaasi-theri y haremos la paz con ellos dándonos golpes. -¡ Cállate!_ le dijo Husiwe a Sh+r+koma. - Vete adela_nte con tus h!JaS.
Husiwe prometió; pero ... no cumplió. Antes de salir los Patanowe-theri, Dimos pocos pasos cuando Husiwe cogió el arco ~ le d1~par~ una flecha a
Rayoma, esposa de Repowe, me dijo: de arpón bien clavada en la pierna izqmerda. Ella se
Toroma . U na fl e Cha ' .
-Tú que vas siempre a nuestro conuco, échale un vistazo a mi tabaco. cayó_ sentada, ya c~n la guatura cargada, gritando de dolor y encima de la
Mátales aquellos gusanos, si no, a la vuelta de pocos días, no va a quedar una guatura su niñita chillando.
sola hoja. - Ven a sacarme esto - me gritó.
Yo en voz bajita le dije a Rayoma: Yo fui para socorrerla, pero Husiwe dijo con rabia:
-Cómo no; siempre que nos quedemos aquí; parece que tu hijo quiere -A quien se le acerque le disparo otra flecha. Yo no ~e la v~y a sa~ar.
que vayamos a casa de su cuñado. ¡Ay, tengo miedo! - le dije llorando. - Es- Dejen que se la saque ella misma, con esa lengua larga que tiene. S1 es valien-
toy segura de que quiere ir a matar a los Pishaasi-theri. te como se cree, se puede sacar la flecha. . .. .. . .
-Mi hijo ya no le hace caso a nadie - dijo ella llorando. - Demasiado le - ¿Por qué flechaste a tu mujer? - le reclamó a Hus1we Iyewe1ma, mujer
pide su papá y él quiere hacer lo que quiere. de Shamawe. ,
Husiwe esperó que salieran los Patanowe-theri y le dijo a Shamawe: Toroma gritaba para que fuera . Su niñita ch~\l~ba. Yo no sabia qué hacer
-Vámonos nosotros también de aquí. Vamos al shapono de mi cuñado a y, como no me movía , ella se puso_ a l\ai:na_r a Sh,+r+ kom_a . .
comer cazabe. De allá voy a Shamata a ver a aquellos báquiras ... - ¡Vayan, vayan! - nos ordeno Hus1we a m1 y a Sh+r+koma. - Vámonos
-Tú siempre piensas en matar - le dijo Sh+r+koma. para el shapono de mi cuñado. .
-Sí, los quiero matar - dijo Husiwe. - ¿No ves que esta mujer dice que y 0 cargué la guatura, me puse a Kariyonawe encima y comencé a andar.
les tengo miedo a los Pishaasi-theri? . Les voy a demostrar lo contrario. Así Ibamos para el sitio llamado Yurip+ma-téka , hacia el río grande. Pi-
quedará satisfecha, aunque ellos, luego, por venganza me maten a mí. Enton- -¡ Vámonos, vámonos! - gritaba Husiwe - que yo voy ª. matar a los
ces estará más contenta. Quisiera verla, después que me hayan matado, al shaasi-theri. Siempre tengo que hacer lo que qmere esa rnuie.r. Por _su culpa
lado de su mamá, con los cabellos blancos , incapaz de encontrarse otro mari- me matarán. Ya veremos si es capaz de conseguirse otro mando mejor. Uno
do. que la aguante corno yo ....
-¿No será que tú ahora quieres ir a vivir con mi hermano Siayikima - le Nosotros salirnos. El se quedó, se agachó, le zafó la flecha a Toroma Y le
dijo Toroma - para ir con su gente a matar a los Pishaasi-theri y para que cortó ¡0 que sobresalía del gancho, para que pudiera caminar. Cuesta sacar
después ellos vengan a matarlo?
una pun ta arponada. La herida sangraba, sangrab~. .
-Ya ahora está pensando que quiero que maten a su hermano - dijo Hu- - V ámonos - le dije a Sh+r+korna que quena ver la operación. - Vámo-
siwe. Estaba caliente, se vino a mi lado , se acuclilló con Kariyonawe entre las nos , si no quieres que nos largue un flechazo a nosotras también.
piernas y me dijo: - Los Patanowe-theri están saliendo para el reahu de los Husiwe le cogió la niñita a Toroma y ésta tuvo que echar a andar, ren-
Mahekotho-theri. Que vayan; yo no quiero ir.
quean do, llorando. El nos pasó y dijo:
-¿Por qué - le pregunté.
-Espérenla y caminen con ella. . _
-Pienso ir a matar a los Pishaasi-theri. Tú no digas nada. Nosotras la esperarnos y la acompañarnos. Ella ch11la?ª· r~gana~a. En
-¿Cómo? realidad era ella que empujaba a Husiwe a matar ,ª los ~1s~a~s1·t~en , ~r~
-Primero vamos adonde el cuñado que me ha invitado. Dice que tiene un por otra parte no que ria que fuéramos a meter en hos a S1ayikima, iefe de o
conuco con mucha yuca brava , que tiene plátanos ... Quiero ir allá. Yurip+ma-theri, porque era su hermano. Por el camino su niñita lloraba , por
-¿Por qué no nos quedamos aquí? - le dije yo. - Aquí estamos bien. No
eso yo le dije a Husiwe: .
nos falta nada. Podemos defendernos. Este shapono está cercado, si nos vie- -Podíamos habemos quedado tranquilos en el shapono. Por venir para
nen a atacar. acá flechaste a esa mujer y ahora su n}ñita llora. Sól? p1en_sas e~ flechar a tus
-No; quiero irme -. Dejó a Kariyonawé en el chinchorro y se fue más mujeres. Pero ahora será peor para ti, por~ue los. P1shaas1-then te ~e~harán.
allá. - Vámonos - gritó. El que flecha no siente dolor, lo siente qwen recibe el flechazo . Lástima de
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esa mujer con lo que le hiciste. Yurip+ma-theri les contamos lo que nos habían hecho los Pishaasi-theri. En-
-¿Qué? - dijo él. - Ahora vienes tú a defenderla . Tú, después que ella tonces los sobrinos de Siayikima nos decían:
siempre te está regañando. -¡Vayan a matarlos! ¡Fléchenlos!
-Sí, es verdad que me regaña - dije yo. - Pero yo no Je tengo rabia, así - Verdad - volvió a decir Toroma. - Hay que matarlos. Allá se quedó el
como no le tengo miedo. Yo también le grito a ella. Pero ahora me da lásti- ocumo que yo sembré bajo aquel sol tan caliente para que se lo coman los hi-
ma. jos de los Pishaasi-theri .
En eso Toroma se sentó y cogió un carcaj de Husiwe lleno de puntas en- Husiwe callaba.
curaradas y las botó . Yo le dije: - Tú les tienes miedo a Jos Pishaasi-theri - le decían aquellos sobrinos de
-¿Qué culpa tienen las puntas encuraradas de lo que te pasó? Acaba tu Siayikima .
rabia con su dueño. Todos tentaban a Husiwe para que fuera. Siayikima, en cambio, que ya
-Así no las va a usar con nosotras - dijo ella. tenía canas , pero que no se veían porque se rapaba la cabeza y se la onotaba,
-Si no hablaras tanto como hablas - le dije yo, - é l no te hubiera flecha- avisado del peligro por su hermana , Je aconsejaba que no fuera. Kahik+we,
do. sobrino del viejo, decía:
Husiwe obligó a Toroma a recoger de nuevo las puntas. ¡Pobrecita! Tenía - Vamos, vamos. Ellos fueron a flecharlos a ustedes en su shapono. Los
la pierna hinchada cuando llegamos al caño Yurip+ma. No podía con el do- demás van a decir que ustedes son cobardes. Los Yanomami no aguantan eso.
lor. Por allá cazamos cangrejos para comer con Jos plátanos que llevábamos. Hay que ir a matarlos.
Al día siguiente subimos por aquel cerro donde vivíaSiayikima. Este indio Husiwe resolvió ir. Primero, sin embargo, quiso que hiciéramos una em-
estaba renco por una flecha que le habían disparado en una nalga cuando Jos palizada alrededor de esa maloca, para estar seguros en caso de que vinieran
Namowei-theri estaban en Wareta. El vivía con los Patanowe-theri, pero se los Pishaasi· theri a atacar.
había separado de ellos porque querían quitarle a su mujer, tres años después - Vamos a ver - nos dijo. - Todos los que me empujan a que vaya a fle-
de llegar yo. En aquel cerro había hecho su conuco y su maloca para vivir char a los Pishaasi-theri salgan a cortar palos. Hagamos una empalizada fuer-
solo con su familia. Les dábamos el nombre de Yurip+ma-theri. Tenían un te, porque seguramente los Pishaasi-theri vendrán.
shapono pequeño, pero un conuco grande, con unas yucas que de su palo se - Yo nunca he querido que fueras a matar a los Pishaasi-theri - le dije a
hubiera podido colgar un chinchorro. Comían mucho cazabe. Quien iba a visi- Husiwe. - Todo lo contrario. No debes ir.
tar a los Yupir+ma-theri, siempre regresaba con un bojote de tortas. De vez -He d icho que voy - dijo él. - Quiero matarlos para ver con qué cara me
en cuando él hacía reahu y nos convidaba; pero yo nunca había ido. La inten- va a recibir esa mujer.
ción de Husiwe ahora era ir allí y dejarnos a las mujeres en sitio seguro para Con su pierna hinchada y llorando de dolor Toroma salió a cortar palos.
él ir a pelear. Otras mujeres la ayudaban. Los hombres cortaron palos de macanilla, los hin-
Pasamos por el conuco. Había mucho onoto y con eso nos pintamos. caron y amarraron con mamure . Entre palo y palo taparon bien con hojas de
También había mucha caña brava y pijiguao. Decían que Siayikima conocía cucurito. E n donde llegaba cada camino prolongaron Ja empalizada haciendo
bien a Shororiwe, que fue el Yanomami que enseñó a sembrar las flechas . una manga para cuidar mejor el camino .
Con él vivían tres sobrinos que había criado: dos de ellos habían ayudado a Husiwe entonces le pidió a Siayikima que mandara hacer cazabe para lle-
matar a Ruwahiwe. varse . Siayikima llamó a las mujeres y nos acompañó a sacar yuca amarga.
-¡Hama ke pe! 28 - gritaron cuando llegamos. Los hombres estaban casi Allá nos preguntó claro cuáles eran las intenciones de Husiwe. Nosotras le
todos de cacería. Los que quedaban nos recibieron bien. Siayikima nos dijo: aseguramos que él quería ir a matar a los Pishaasi-theri . Volvimos y comenza-
-Nuestro shapono tiene espacio. Allá queda una parte vacía , donde estu- mos a rallar. Hicimos bastante cazabe. Husiwe quería hacer curare, pero Sia-
vieron unos Patanowe-theri viviendo; hagan allá sus tapirís. Si quieren que- yikirna le dio del suyo que tenía . Todos sus hijos le dieron . E l olió las puntas
darse a vivir aquí para siempre, pueden quedarse. Aquí se da bien toda clase encuraradas y dijo:
de plantas. -Este curare es bueno. Mañana me voy. Al primer Pishaasi-theri que en-
- Vengo a dejar aquí a estas mujeres - le dijo Husiwe , - junto con mis hi- cuentre, lo mato. De regreso voy a ver si cazo .
jos. Yo voy a ver si cazo báquiras por los lados de Shamata ... - . Así dijo para Yo estaba nerviosa. Me le acerqué y supliqué:
que Siayikima creyera que iba de cacería y comenzara a darse cuenta de Ja - Vete de cacería, pero no a matar gente. Recuerda que le prometiste a tu
otra intención. papá viejo que lo ibas a esperar y que el pleito con los Pishaasi-theri lo arre-
Nosotros hicimos tapirís en la parte limpi.a del shapono. Allí nos queda- glarían a golpes en un reahu . Cumple lo que has prometido, así nadie hablará
mos hasta que volviéron los Patanowe-theri, es decir unos dos meses. A los mal de ti. Si tú matas a uno de Jos Pishaasi-theri, ellos vendrán para vengarlo.
Suponte que en Jugar de encontrarte a ti, encuentran a un Patanowe-theri Y lo
(28) ¡Visitantes' flechen: los Patanowe-theri se alzarán contra ti .

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-No hables así - dijo él. - He decidido ir a matar. Tú piensa en el traba- alumbrándose con una antorcha hecha de conchas de majagua amarradas.
jo que te costó sembrar tanto en Shamata. Lloran los paujíes cuando comienza a madurar el pijiguao; hasta de día lloran
-Ese trabajo no me importa - le dije. - Lo que me importa es lo que va en ese tiempo; cuando se acaba el pijiguao , no lloran más. En seguida los
a pasar. nuestros taparon la candela . Husiwe pensó que esa gente no estaba todavía
El no dijo más nada. A Siayikima tampoco le hizo caso. Por la mañana para morirse. El tenía su flecha de bambú lista para disparar. Cuando ellos
se preparó, se pintó de negro. Cuando son pocas las personas que van a fle- llegaron cerca, el paují se quedó callado.
char, no se entrenan con un muñeco ni gritan por la noche ni hacen el baile - Vámonos, vámonos - dijo entonces uno de los Pishaasi-theri. - Oye
de los zamuros. Cargó su mapire de cazabe, su haowa, su carcaj con las pun- otro. Vamos a cazar aquel ; acá vendremos cuando sea de día.
tas de bambú y de curare. Todos se pintaron, cargaron su cazabe y se fueron. Se fueron: cha, cha, cha ... Si se hubieran acercado más, Husiwe hubiera
Al despedir a Husiwe, le recomendé: flechado. Se quedó esperándolos, pero no volvieron. Aclaraba el día y Husi-
-Si encuentras a aquel muchacho que vivía con nosotros, no lo fleches. we dijo:
Mata a quien habló mal de ti; no a ese muchacho; él se ha portado bien con - Vamos a cuidar el camino grande; por acá no vienen; a lo mejor han
nosotros. Cuando nos escapábamos por la epidemia él cargaba nuestras cosas, olido nuestro humo.
buscaba fruta y cacería para nosotros; él fue quien cargó los huesos de tu Entonces se fueron por el monte para velar junto al camino grande. Hu-
mamá y de tu mujer. siwe por un lado, detrás de un yagrumo, donde el camino subía, y los Yurip+-
Las otras mujeres también le suplicaron: ma-theri por e~ otro lado. Ya estaba amaneciendo oyeron que venía uno lla-
-No mates a ese muchacho - le dijo Sh+r+koma, para quien Wapurawe mando a su perro:
era primo. - El nos ha ayudado a agrandar el conuco, él cargaba las matas de -¡ Ho, ho, ho, hoo!
plátanos para sembrar. Era un muchacho que no tenía flojera. Si lo encuen- Husiwe Jo reconoció en seguida:
tras, no lo mates. -¡ Ah ! Es aquel muchacho que vivía con nosotros - dijo para sí. - ¡Qué
La mujer de Shamawe recomendó eso también. lástima! ¿Por qué no vino otro? No quisiera matarlo; pero, si lo mato, Rasha-
Con Husiwe iban cuatro Yurip+ma-theri: Op+rowe, Koyewe, Kahikiwe, we e pone más bravo conmigo: ¡lo mato!
Wanaptwe; todos parientes de él, porque su papá era hermano de Hayamamoki- Ya Wapurawe venía cerca. Más atrás venía su compañero. Husiwe le sa-
we, que habían matado todavía antes de atravesar el río grande, y por eso se había lió al paso.
encargado de criarlos Siayikima. Se iban, pues, porque eran parientes . Sólo Husi- - ¿Qué andas haciendo tú por aquí? - le gritó. - Tenías que quedarte en
we quería matar a los Pishaasi-theri; Shamawe no quería, y Nakishewe menos, el shapono y dejar que viniera tu hermano.
por eso éste se había ido de reahu adonde los Mahekotho-theri. -¡ No me fleches! ¡No me fleches! - gritó el muchacho.
Amatawe, yerno de Husiwe, se quedó para cuidar el camino. Lo mismo Sin que el muchacho tuviera tiempo de huir, Husiwe le disparó la flecha
Shamawe . El otro cuñado, Wii.yum+we, se quedó porque su mamá estaba con de bambú , dándole en el estómago. Wapurawe gritó:
los Pishaasi-theri y él mismo había vivido mucho tiempo con ellos. -¡ A +++, suegro! Me pegaste donde está la muerte. No me fleches más .
Antes de salir dieron unos gritos y batieron las flechas con los arcos. Déjame morir-. Se cayó sentado. Su compañero , un muchacho llamado Mo-
Durmieron por el camino, pasaron por donde los Tetehei-theri y avisaron al kawakerni, hijo de Hesiwe , echó a correr atrás, y los dos perros con él. Wapu-
cacique que se viniera con su gente porque iban a matar a los Pishaasi-theri. rawe miraba a Husiwe con ojos tristes, llenos de lágrimas.
La hija de Aramamok+we era esposa de Kahik+we, uno de los guerreros y -Yo no te iba a matar - le dijo Husiwe. - ¿Por qué viniste para acá? Yo
los Pishaasi-theri podrían venir a vengarse. Por eso los Tetehei-theri se vinie- he venido para matar a tus hermanos, quienes siempre hablan mal de mí.
ron de su sitio, pero no a Yurip.f.ma-teka, sino adonde estaban los Yamina- Ellos tienen la culpa - . Y, acercándose al muchacho medio moribundo, le
we-theri. Sin embargo, su jefe, Aramamok+we y un hermano de él se queda- sacó la punta; luego cogió su flecha y echó a correr.
ron. Nuestros guerreros siguieron y llegaron a Shamata. Allá se escondieron En eso comenzó a oírse gritería en el campamento de los Pishaasi-theri.
en el monte para dar tiempo a los cazadores y a la gente que regresaran. Ya Se estaban armando para venir. Los compañeros de Husiwe ya se habían co-
en estos días los Pishaasi-theri no vivían en el shapono, sino en un campamen- rrido, según las órdenes que él les había dado. Husiwe se metió por un guas-
to que se habían hecho en medio de otro guasdual; allí estarían más seguros dual. Allí no podía correr; oía la gente que lo perseguía . Oía atrás que grita-
porque sólo tenía un camino. Más tarde los nuestros dieron una vuelta por el ban:
monte, alrededor del campamento, y se fueron a pasar la noche en un platani- - Por aquí van sus rastros . Vamos a matarlo.
Jlal. Hicieron fuego y asaron dos gallinetas que habían cazado. Las comieron Cuando salía a limpio, los oía gritar cerca; entonces volvía a meterse por
con el cazabe. Echaron hojas en el suelo y se acostaron para descansar, pero monte cerrado; así durante varias horas. Oyó cuando encontraron su mapire
sin dormir. Después que salió la luna, oyeron que venía gente por el camino. de cazabe. Por el otro lado los compañeros Yurip+ma-theri oyeron gritos y
Cuando los Yanomami de noche oyen que lloran los paujíes, salen a cazarlos creyeron que habían matado a Husiwe. A eso del mediodía él llegó a un lugar

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limpio, donde no se vio más perseguido. Siguió caminando toda la tarde. -Corramos a avisar - dije yo. Llenamos las guaturas con leña que ya es-
Cuando oscurecía. llegó a ~n sitio alto. Se montó encima de un árbol para des- taba partida y con unas hojas de tabaco y volvimos al shapono.
cansar. Luego bajó y se hizo un chinchorro de majagua y se acostó. Allí co- Avisamos y los hombres salieron en seguida a perseguir a los enemigos.
menzó .ª sentir que se le donnía la cabeza, se le ablandaba el cuerpo, y la cara Siayikima vio a Husiwe que se iba con ellos y le dijo:
se le hinc~aba . No tenía fuerza ni para bajar a un caño a tomar agua . Todo - No ; tú no vayas. Cuando uno está limpiándose por haber matado las fle-
eso le hacia pensar que seguramente Wapurawe se estaba muriendo. Los Pi- chas de los enemigos lo aciertan más fácilmente.
s~aasi-theri lo habían recogido y llevado al campamento. Allá duró como tres -Voy sólo a acompañarlos - dijo Husiwe, y salió con ellos.
d1~s más. El v~n~no d~ ese ~ambú ~roduce una diarrea fuerte y luego mata. Encontraron los rastros, frescos, y los siguieron. Vieron donde habían he-
Mas t~rde H~s1we b~JO al cano , bebió y se lavó; se quedó un rato pensando y cho mapires para cargar tabaco. En las cuevas de un peñascal vieron donde se
despues volv1~ al chmchorro; pero casi no durmió; como no tenía fuego los habían hecho su milito de tabaco. De allá sus rastros bajaban a un caño y se
zancudos lo picaban . Tres veces se sintió mal; señal era de que el muchacho alejaban hacia Morámahip+wei"-teka. Entonces los nuestros se vinieron de
e~taba ~ punto de morir. El tiempo estaba feo; se formó un aguacero y le Jlo- vuelta. Al pasar por el caño Yurip-tma, aprovecharon para restregar a Husi-
VIÓ ~nc1ma . Pensan_d~. en quien había matado y en las recomendaciones que le we con hojas de helechos. Llegaron a media tarde. Después supe que, de re-
hab1an hecho, Husiwe se puso a llorar a lágrima viva. Amaneció sin recordar greso, los Pishaasi-theri habían pasado por donde los Tetehei-theri y que Ra-
lo que había hech?. Entonces bajó al caño, se arrancó los cordeles que lleva- shawe , hablando, le había dicho al cacique:
?ª· salvo ~l del miembro, y se bañó. Se puso unos palitos blancos en las ore- - Márchate de aquí. Husiwe ha flechado a mi hermano. Ahora vamos a
jas, por ~1 el muchacho ya estaba muerto; seguramente tenía que estarlo _ ver si está todavía vivo. Si está muerto, volveremos para flecharte a ti tam-
pen~aba el, -porque le había dado_donde está la muerte . Siguió y llegó a un bién.
n:ionc~al. Alla encontró muchos chinchorros de majagua. Eran de los Pishaa- Aramamok+we dijo que él no tenía ninguna culpa de lo que había pasa-
s1_-then que lo p~rse~uían. Quedab.an restos de los carbones con que se habían do. Allá pasaron la noche los Pishaasi-theri y al día siguiente se fueron . Creo
pintado. Se habian ido por el cammo. Husiwe emprendió de nuevo a caminar que más tarde ese jefe y otros viejos Tetehei-theri, por miedo , se fueron a
por el monte, rumbo a Yurip+ma. Así nos contó él cuando llegó. reunir donde se habían refugiado sus hijos y de allí como que se fueron adon-
En el shapono de los Yurip+ma-theri, al mediodía siguiente al del flecha- de los Porehip-twei-theri. Con los Patanowe-theri hubieran quedado de cama-
zo, ~le~aron dos guerreros y a la tarde otros dos. Siayikima les preguntó por da.
Husi~e. E~os. contestaron que no sabían; que lo habían visto flechar a un Pi- Al día siguiente, Nariwe, suegro de Siayikima, salió con su esposa y sus
sha_as1-th~n, s1~ sabe~ a ~uién, y que de allá se habían corrido todos; que des- hijos al conuco , por donde mismo se iba hacia Shamata . Le dijeron que fuera
pues habian 01do gntena en su campamento y que a lo mejor lo habían aga- con cuidado porque Jos enemigos estaban rondando . Husiwe le dijo que se
rrado Y flechado ... Yo me p~se nerviosa. Siayikima y Amatawe regañaron a llevara puntas de curare. Nariwe contestó que no había cuidado , que los Pi-
los muchachos porque no hab1an acompañado a Husiwe ni lo habían buscado shaasi-theri todavía estarían quemando a su muerto. El iba por plátanos. Su
.F~e al día siguiente, por la tarde, cuando llego Husiwe , con sus palitos d~ hijo , además , quería ir a castrar una colmena vista cuando habían salido a
homicida puestos. Nos contó todo. Yo me puse a llorar por Wapurawe . Al cortar palos para la empalizada .
ver a los compañeros les dijo: -¡No, no, no!-le dijo Husiwe . -Deja la colmena para otra vez .
. -Y usted~s tan. tran~uilos ... Me empujaron a que fuera a matar y ahora -Nosotros somos bastantes - dijo el muchacho . Y salieron. Se fueron va-
d~ja~ l~s camm~s sm cwdar. Salgan a cuidarlos, que ya los Pishaasi-theri es- rios hombres con ellos.
tan v1~1e~~o; y v1enefl' muchos; son muchos los chinchorros que he visto ... Mientras las mujeres recogían plátanos , los hombres hicieron su troja
S1~y1k1ma mandó en seguida a algunos a cuidar los caminos. Todos tenía- junto al árbol para tumbar la colmena. El muchacho montado comenzó a
mos m1e~o de .qu~ vinieran los Pishaasi-therí. Pero, esa noche, no pasó nada. abrir con haowa el hueco: tok, tok, tok , tok .. . Nosotros oíamos los golpes.
A la manana s1gu1ente Siayikima se puso a hablar duro diciendo : Husi we dijo:
-En mi con~co hay mucho tabaco. Ustedes, mujeres, si quieren, vayan -A ese muchacho se le antojó ir a sacar miel, habiendo tanto plátano ma-
hoy a re~oger hojas, porque ya mañana será imposible salir del shapono. Va- duro . Si lo ven, los enemigos lo flechan. Los que están abajo corren , pero el
yan y traigan bastante leña para asar plátanos. que está montado en la mata se va a morir.
To~os tenían miedo .Y .~adie ~~ería salir. Yo entonces cogí mi guatura Acababa de decirlo cuando oímos gritos . Yo temblé de miedo. Husiwe se
para sahr sola; pero Hus1we me di Jo que sola no . Entonces salí con Sh+r+- paró, miró y dijo:
k?ma. Pa~amos por el tabacal. Estaba todo lleno de rastros y vimos un mon- -Allá están flechando . Les dije que no fueran.
ten de ~Ojas quebra~as . Yo ~garré algu.nas y le dije a mi compañera: Los Pishaasi-theri habían flechado al que estaba arriba y a los que esta-
-Mira el ma~.gmto todavia está mojado. Acaban de quebrarlas. ban abajo, pero sin acertar a ninguno, porque era de lejos. Los imprudentes,
-Verdad - dlJO ella, y se puso nerviosa. cuando oyeron las flechas, se tiraron al suelo, dejaron pasar el momento y se

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•uuc:i-un cornendo. El muchacho se ba ºó rá ºd
Llegaron al shapono gritando: j pi 0 de la mata Y también se vino. -¡No te corras, Rashawe, no te corras! - le gritaba Husiwe . - ¡Espérame,
-¡Enemigos! ¡Enemigos! Rashawe ! Me provocaste tanto y ahora huyes. .
Allí los regañamos por porfiados De rn. - . - No buyo - contestó Rashawe . - No voy a volver a m1 shapono hasta
en el . conuco. Entonces salieron a bu~carlos ie_do. h_abian dejado los plátanos tan to 00 te haya matado a ti. Tú mataste a mi hermano cuando él iba tranqui-
enemigos no matan a gente v1·e1·a F . S1~y1k1rna y algunas viejas. Los lo de cacería.
· ueron sm mirar · h bl .
plá tanos. En lo que volvieron sí ' sm a ar, y trajeron los -La culpa es tuya - gritó Husiwe. - Tú fuiste quien mandó a robar la fru-
üzada: ¡ta-ta-tak tak-tak' Lo ' comenzaron a llover flechas contra la empa- ta de mi conuco y a destrozar mis plantas.
' · s nuestros ya hab'
sus flechas y tomaban posiciones H . .. b . ~an puesto puntas de curare en - Tú mataste a mi hermano - grito Rashawe - y yo no descansaré hasta
· . · us1we a no un bo t .
y vio que los P1shaasi-theri disparaba d d J . que e en 1a empalizada matarte a ti. Me quedan flechas para matarte.
afuera, y asi hicieron otros hornb n es e _e jos. _Ento~ces _se puso a flechar Oyendo eso, yo lloraba recordando cuando Husiwé y Rashawe vivían
Después volvieron a flechar· de a~es~ ~s P1shaas1-then dejaron de flechar. ·untos y se trataban corno hermanos ... Recordaba cuando Husiwe acosturn-
herido Amatawe yerno de ,H . __en ro es respondían. En esa pelea quedó J . .-
' us1we, que había r d fu braba decirles a mis nmos:
responder: una punta de bambú 1 d sa 1 o a era con otros para - Esas matas de pijiguao que tengo allá, las voy a dejar crecer más; mien-
si-theri gritaba: c ava a en una nalga. Oírnos que un Pishaa- tras más vie jas mejor. El tronco se pone más duro; no se quiebra por nada.
:{Esta ve~ sí te he acertado! ¡Levántate otra vez' C uando mis muchachos sean grandes, con ese pijiguao les voy a hacer un arco
matawe se sacó la punta y Ja tra ·o L . . bonito para cada uno. Y con aquellas veradas les haré flechas. Entonces les
traen al shapono, si es posible d , j . as puntas que hieren a uno se diré: "Vayan río abajo. Vayan a conocer al papá de su mamá, a sus parientes.
la mata de donde se obtuvieron' eyspules ~e queman porque así se seca también L!évenles este regalo de mi parte. Váyanse con su mamá; ella les pedirá eoro-
· 0 o vt entrar al sh ·
a bo r botones. Las muj·eres llorab N apono, perdiendo sangre tos para mí. '
y . an . osotros oíamos 1 · . . k
o me puse a mirar entre los resq . . , ejos. ,ta ' ta-ta-ta, tak! Una vez que Rashawe había oído a Husiwe decir esas cosas, le dijo:
Hus1we, no para que lo matara u1c1os y reconoc1 a Rashawe. Se lo dije a - Sería bueno que fuéramos amigos de los nape. Tus hijos irían para allá y
, , porque conmigo hab ' ·d b .
que fl echandole le obligara a al . - ia s1 o ueno, sino para nos traerían corotos .
en peligro. Husiwe salió se paro~jadrset ~ ads1 salvarse. Cerca estaría demasiado Ahora en cambio qué cosas feas se gritaban. Y la flechamentazón siguió
·
tiro: Ja flecha de bambú '1 ó e ras e un palo y 1e mandó un tremendo
- e pas rozando la cabez · por un buen rato. A media tarde los nuestros salieron para perseguirlos. Dis-
D espues vimos que la flecha d b b - a mientras estaba flechando
- e am u desconchó ¡ - b ¡ · paraban, y se escondían detrás de un palo; después esperaban que ellos dispa-
d e.el. Como Husiwe había salido ar d" e ar o _que estaba detrás raran y los nuestros avanzaban para esconderse detrás de otros palos más ade-
M+raashiwe y Potep+ma - s , p a isparar, lo reconocieron, y Rashawe lan!e. Así, iban alejando a los Pishaasi-theri.
fl ec hazos. No lo agarraron or egun me contaron 1 ¡ '
un elo . ' -:-- e argaron en seguida unos - Ya no me quedan flechas; tengo que volver a mi shapono - gritó de
cerquita. Rashawe le gritó: p p . ,Tah. hizo una flecha que se le clavó pronto R ashawe.
-Eso es lo que tú buscabas. -Vete, vete - le gritó Husiwe - a hacerte nuevas flechas con las veradas
-~o me acertaste, Rashawe - le contestó Husiw .. de nuestro conuco. Hasta se aprovechan de lo mío para venirme a flechar.
- e pegó, te pegó - gritó un Pishaasi-th · e. - ¡Váyanse, váyanse! - gritó Ishiweiwe . - Dentro de poco nuestro conuco
qué no respondiste? en. - No seas mentiroso . ¿Por no dará nada. Conuco y shapono serán rastrojos en que sólo los dantos irán a
-No te vayas a poner de homicida - le ritó . .. comer yagrumo.
hambre. No me acertaste. g Hus1we, - que vas a pasar Los Pishaasi-theri, dejando atrás arcos y flechas, se fueron por el camino
Husiwe sacó Ja punta de bambú , . que va de Patanowe a Shamata. Nuestros hombres los persiguieron.
ella aprovechó y se metió d que le hab1a disparado Rashawe y con En el shapono Amatawe botaba mucha sangre; le ardía mucho la herida.
. para a entro de nuevo M dº. -
nurando. Allá vi de nuevo a Rash .. . e ljO a m1 que siguiera El viejo Nariwé le recetó que se untara el cuerpo con barro blanco y tornara
we. Husiwe metió en una flecha J awe con sus hermanos M+raashiwe y Mak+- un poco disuelto en agua. El, que era Irota-theri, decía:
-Vamos todos afuera dº a punta de bambú recibida y dijo: -Con esta flecha no me muero, es igual a la que me cl:1varon los Óshopt-
a isparar. Vamos a co 1 V
nuevo a apostarse. También salió s· 'k" rrer os. amos-. y salió de we-theri.
Allí oí a Husiwe que Je gritó a Rasha1~~~ ima. Afuera se flecharon de nuevo. -¿Quién va a buscar barro? - preguntaban.
-¡ Prrruuaahaha ! Esta vez te acerté . . -Y o voy - contesté.
. -Acertaste la mata - contestó Rash .. . . . -No vayas tú: ¿no ves que tu marido ha matado gente y por venganza te
dispararle. Rashawe se com·ó , - awe. Pero Siay1k1ma aprovechó para pueden matar a ti?
h . mas atras De acá d ' ,
t en se alejaron gateando en med ' d l. ispararon mas. Los Pishaasi- -No; yo voy. Yo no tengo que ver con el muerto .
10 e a espesura.
Dejé a los niños con Sh+r+koma y me fui con otras, dos viejas que que-
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rian ir por agua. Llené mi calabaza, me bañé y me puse a recoger barro blan- cartar leña. Husiwe oyó y preguntó: . ?
co en una camasa grande. Pesa ese barro. Después me contaron que, junto al -¿Quién está cortando palo afuera? ¿No sabe que es peligroso.
caño, estaban algunos Pishaasi-theri viéndome ... Llegué. Disolvieron un poco Era el hijo de Nariwe; él sentado en una mata c~rtando Y s~ mamá al
el barro en otra camasita y Amatawe bebió. Luego le untaron el cuerpo, es- lado cuidándolo. Ella, distraída, no vio que venían los ~!shaas1-the~ por_ la es-
pecialmente el pecho, que es donde él respiraba acezoso. Después quemaron pesura gateando. ¡Tah!, le dispararon una flecha al mno. La muier gntó en
algodón y se Jo iban poniendo encima de la herida para pararle la sangre. Le seguida.
pusieron encima un poco de algodón sin quemar y lo vendaron con majagua. - ¡No flechen a mi hijo! Nosotros somos otr~ gente. . . .
Lo hicieron acostar y lo curaron en la barriga, por donde había salido la pun- -· Waaaah! ¡Waaah!-oímos entonces que gntaban los P1shaas1-then.
ta. Madre y niño volvieron corriendo para adentro .. Nuestros ~ombr~s qu~
Nuestros hombres volvieron ya de noche. Dijeron: "daban fuera de la empalizada dispararon en seguida a los P1shaas1-then;
CUJ . .,
-No tengan miedo: los Pishaasi-theri se fueron. flecharon a uno en el brazo. Konokama vio y gnto : ,
Pero era mentira. Los Pishaasi-theri se habían ido a dormir y a comer, no - Llévense a ese compañero y cocínenlo. Vayan a comerlo con los plata-
sé adónde, y volvieron. Cuando amaneció comenzaron a flechar: ta, ta, tak, nos de nuestro conuco. . , . ..
tu, tok. Siayikima gritaba: - Rashawe: llevas dos días atacándome - le gnto Hus1we. - Vete a tu sha-
-¡Váyanse! ¿Quieren que yo también les dispare flechas? Miren que soy pono a comer.
viejo, pero valiente. - Sí nos vamos - contestó Rashawe, - pero pronto nos veremos las caras.
De adentro nuestros hombres flechaban afuera. Las mujeres estábamos En;onces nuestros hombres salieron para ayudar a los que cuidaban afue-
todas escondidas detrás de la leña. Las flechas caían en el techo y en el patio. ra y los Pishaasi-theri echaron a correr, abandonando arcos y flechas: P~rece
Mis niños no lloraban. Comían: yo les daba cambur, porque no se podía asar que eran pocos y por eso ahora tenían miedo. Los nuestros l?s pers1gu~eron
plátanos. Pero yo estaba nerviosa; daban miedo esas flechas: ta-ta-tah ... ta, basta Moramahip+wei-teka. Allí les llegó la noche. y se devolVleron. _Trajeron
to, tu, tuk ... tres arcos, flechas, dos haowa y chinchorros de bejuco que ellos hab1an aban-
Nariwe les gritó a los Pishaasi-theri: donado .
-¡Váyanse ya! Yo tengo que salir con mi mujer a buscar leña, plátanos, En el shapono los brujos ensalmaban a Amatawe. Uno le decía:
agua ... Allá en Hahóyaope, cuando yo era joven, nosotros atacábamos un - No tengas miedo. No te vas a morir. Mis hekura están lavando tu heri-
día, por la mañana, después por la tarde ya dejábamos tranquila a la gente. da, sacándole todo el veneno.
A eso del mediodía los Pishaasi-theri dejaron de flechar; seguramente se Nosotras le sacábamos la sangre con algodón. El temblaba, jipato. Que-
irían a alguno de esos conucos a comer. Entonces Husiwe me mandó a reco- mamos algodón y se lo pusimos sobre la herida; después lo vendamos con ma-
ger flechas. Yo no quería ir, y le decía: jagua. Esperábamos que los Pishaasi-theri no volvieran más. Husiwe dijo:
-Manda a esa que tanto pedía que mataras gente. -¡Qué va' Esta noche no nos van a dejar dormir.
Pero Toroma tenía miedo. Entonces, cuando regresaron los perseguidores, Siayikima repartió vera-
-¿Y si me matan? - preguntaba yo. das que tenía en la casa. Y todos se pusieron a hacer flechas. Escogieron las
-Si te matan, yo mato a una mujer de ellos. Es fácil encontrar sus muje- veradas más cortas. Aciertan más. Husiwe me pidió colas de paují que yo le
res - contestaba Husiwe. traía en un estuche.
-Me voy - dije yo. - Para vivir en medio de tantos sustos, mejor es que Las mujeres Yurip+ma-theri murmuraban:
me maten. Esta guerra no va a terminar mientras no se acabe toda esta gente. -Ya no tendremos paz. Han matado a un Pishaasi-theri y han venido a
Hice la señal de la cruz y salí a recoger las flechas. Remorima también vivir a nuestro shapono para que ahora tengamos a los Pishaasi-theri de ene-
salió conmigo a ayudarme. Despegué muchas de las clavadas en la empalizada migos. Estábamos nosotros tan tranquilos aquí. Ahora ni podemos ir al conu-
y otras de las disparadas por los nuestros. Recogía flechas y puntas. Las pun- co .
tas de curare estaban rotas y las dejaba. Había puntas de bambú que servían. Esa misma noche volvieron los enemigos. Latiendo Jos anunciaron los pe-
Recogimos y volvimos a entrar. rros.
-Aquí están - le dije a Husiwe. El se puso a examinarlas. Reconoció las -Allí están - decían las mujeres Yurip+ma-theri. Y comenzaron a caer
flechas de Rashawe: estaban bien adornadas; la cola, donde terminan las plu- flechas adentro. Luego se aquietaron. Los oímos andar, pisando ramas secas.
mas de paují, tenía unas plumitas de piapoco. Las puntas de bambú bien ano- Después volvieron a flechar, por el lado del conuco, y las flec?as .~aían al
tadas y dibujadas eran de M+raashiwe; y así las de otros. patio. Yo eché unas hojas en el suelo y me acosté junt..."' con mis mnos. Su
Después yo me fui con los niños a bañar, y las otras mujeres conmigo. papá Jos miraba. Casi no disparaban los nuestros, para que no les faltaran fle-
Volvimos trayendo agua. Salí a buscar leña y me puse a hacer carato de pláta- chas a Ja mañana siguiente, cuando se podía ve}. Ellos disparar?n tres r.achas
no. Fuera del shapono un niño con una haowa estaba dándole a un palo para de flechas en esa noche, pero sin herir a nadie. Cuando amaneetó, los P1shaa-

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si-theri volvieron a flechar. Los nuestros les respondieron.
-Flechen alto, que están un poco lejos - decía Husiwe. y a su jefe: -
Acércate más, Rashawe. Los valientes flechan de cerca, no de lejos.
, Cuando aclaró el día, hubo silencio. Los Pishaasi-theri se habían ido. Yo
sah a recoger flechas. Sólo habían disparado flechas de bambú· en Ja oscuri-
dad es dificil acertar y el sereno agua el curare; por eso las pu~tas encurara-
d~s. se guardan para el día. Más tarde salió la mujer de Siayikima con otras
v_ieJas al conuco para buscar plátanos y para ver si estaban por allá los Pishaa- XXV
CAPITULO
s1-then. Encon~raron _los rastros; se notaban los resbalones ... Después supi-
mos q~e es~ m1sm~ d1a habían llegado a Shamata. Allá encontraron que Wa- Los Pishaasi-theri Matan a Husiwe
p,urawe ~ema tres d1as ~e muerto. Lo quemaron. Después mandaron a Ja vieja
1.oropnyoma, una mujer Patanowe-theri q..ie vivía allá porque una hija y dos Allí , en Makayop+wei, comenzamos en seguida a completar la e~paliza­
hijos estab~n ~asados con Pishaasi-theri, a fiscalizar entre nosotros . Llegó a Ja da del shapono. Donde no había piedras hincáb_amos palos de macamlla Y_ de
tarde del d1a s1gu1ente. Venía llorando, pero falsamente, como si Amatawe se yagrurno. En eso yo tar:'bién. trabajaba; me_ ha~ia la parte que corr~spond1a a
hubiera muerto: mi techo; y así los ciernas. M1 pedazo lo dejé sin amarrar. Yo reganaba a T~
-¡Hijo - decía -tú venir a morirte en tierra ajena!
Vení~ con, el luto en la cara, ¡el mismo que Je servía por Ja muerte de
roma: , ..
- Ahora tengo que hacer esta empalizada por tu ct:lpa. Ven acá , tu qms1s-
Wapurawe! Alli se puso a preguntar. Quería saber a quién habían flechado Jos
te pelea con los Pishaasi-theri. , , .
Pishaasi-theri. Quería asegurarse de que había sido Husiwe el que había fle- Ella se ponía a llorar; siempre quería pelea, y despue~ _tem_a miedo. . .
chado a Wapurawe. Estuvo allí como dos noches y se fue. Estuvimos allí casi un mes. Husiwe, haciendo su punficac1ón por hom1c1-
Después llegaron algunos Patanowe-theri. Habían estado en el reahu de da vivía solo, en tapirí aparte. Todos Jos días algunos hombres lo acompaña-
los Mahek~tho-theri y h::ibían segu:do por allá de wáyum+. Ahora, de regre- b~ al caño para restregarlo con helechos. Sh+r-t-koma y yo está?amos tor-
so, Repowe los mandaba por noticias. Se sorprendieron al ver a Husiwe de ciendo algodón: había que hacerle adornos nuevos para cuando dejara de ser
homicid~. Hablaron y salieron a contarle a Repowe todo lo que había pasado.
hornocida. El nos miraba. Un día yo le dije:
Pocos dias después Repowe mandaba a su hijo Kumaiwe a llamamos.
- Este cinturón de algodón te va a quedar muy chiquito.
-Mi padre los manda a llamar - decía. - Sabe Jo que ha pasado. Dice que -No importa - contestó él. - Termínalo ya, total yo sé que _me van a ma-
ustedes son ~uy po~os aquí para resistir. Allá somos bastantes y podremos tar; ese cinturón de algodón pronto tendrán que quemarlo connugo. .
defendernos bien. Vamonos para allá . Entonces le quitó Jos adornos a Sh+r+koma, que se Jos estaba haciendo,
Salimos, pues , para Patanowe-teka y llegamos al campamento, cerca del
.~hapono. Los Yurip+ma-theri con nosotros, porque Toroporiyoma segura-
y se puso a bailar con ellos diciendo:
-¡ Ya, yo, ya , yooo! Tú cantarás así mostrando estos adornos cuando me
mente l~s contaría a los Pishaasi-theri que a Husiwe lo habían acompañado
s~s sob~mos, cuan~o fue_ a m~tar a Wapurawe, y que uno de ellos después ba- hayan matado.
Era un presentimiento. En aquellos días parecía que Husiwe sólo pensara
bia hendo a un P1shaas1-then en un brazo. Repowe regañó mucho a Husiwe
por lo que había hecho. Lo había aconsejado inútilmente. Husiwe contestó en que lo iban a matar. . , . .
Un día llegó Tohum+we, un viejo Irota-then; vema p~ra m_VItamos a ~n
que era demasiado t_iempo que los Pishaasi-theri lo estaban provocando, pero reahu de pijiguao. Habló con Repowe, con otro~ Pat~nowe-t?e~, con el_ mis-
que estaba arrepentido de haber matado a Wapurawe. Ishakomi, tío de este mo H usiwe y otros Wanitima-theri, .:on Tetehe1-the~ Y Y~np+ma-the~. De
muchacho, lloraba, lloraba. Jos Namowei-theri propios sólo faltaban los Rashawe-then. El ya sabia que
- No llores - le decía Husiwe - que me haces llorar a mí también. Me ha- los Pishaasi-theri ahora eran nuestros enemigos de muerte. Nos contó que en
ces recordar tantas cosas ... su maloca habían estado algunos de ellos y h abían jurado que irían a matar a
Repowe mostró consideración con Husiwe y su gente, pero Jos demás Pa- nuestro cacique. Al día siguiente se fue con el anuncio de que iríamos. Enton-
tanowe-theri murmuraban.
-¿Qué vienen a hacer aquí? - nos decían. - Vinieron a acabar con nues- ces Repowe Je dijo a Husiwe :
- Ya has pasado una luna de purificación por haber matado. Es bueno
tra paz. Los Pishaasi-theri que eran nuestros amigos ahora vendrán a flechar-
que termines. Píntate y adórnate . _
nos. Sus compañeros, entonces, que a veces eran sus herm~nos, sus cunad~s o
. Como el shapono de Patanowe era demasiado grande para defenderlo sus sobrinos, io llevaron al caño a bañarse . De regreso Sh·t-r+ko~a le .moJÓ d
b1e_n nos fuimos todos al de Makayop+wei, donde, alrededor, había muchas cabello. Je renovó la tonsura y le recortó el cerquillo . Después !o pintaron:
penas que servÍán de empalizada natural. Agrandamos un poco el shapono y
nos quedamos. 349
348
. ede ser que más aóe1an-
.. theri Ustedes sigan por este cammo, pu
pnmero el cuerpo con onoto fresco; luego de negro las piernas; en el cuerpo patanowe- . .
le dibujaron pintas con una bola de caraña; en la cara le pintaron rayas ondu- JOS sigan matarlo. . a ue estaba entre los Pi-
ladas. Se puso el cinturón nuevo, que su hermano Mapooriwe le había pinta- te co~ Mapruma esto se lo había di~h~ Potep\~b~ ~e todo esto. Por eso a
. h n· que nos perseguían . Hus1we sospec
do; se puso los brazales con plumas bonitas; en la cabeza cola de mono con sbªª i-t e , .
plumón, todo nuevo .... Cuando estuvo enfirolado, zafó su chinchorro de be- da rato me dec1a : , .- Vete adelante. Yo no me siento bien.
juco, Jo amarró; en el amarre metió los palitos blancos de rascarse y la totu- ca - No te quedes atras con los nmos .
ma que había usado y con todo salió acompañado de otros hombres al monte. Siento que me van a .matar. ado Al día siguiente también Husiwe salió a
Iban varios delante de él. M+ramawe y Yariwe iban a ver también. Fueron Esa noche comimos pese l . ladraban ladraban . Al otro lado de
allá donde había muchas piedras, donde crecía un árbol altísimo, que Husiwe scar con los demás. Por ~11~ c~~ pa~~ra~sao cao , c~o , cao .. . lshakom+ decía:
había escogido para colgar su bojote de homicida. Allá subió con un aro de f:1aguna el chupacac.a o hac;ª·ué u~tedes ni siquiera van a ver si es un ugre o
bejuco en los pies y dejó amarrado el bojote. Bajó y se devolvieron todos. A - Yo no me explico P_º q H ... o un hermano suyo, fuera a ver.
- Lo que quena era que us1we,
él ya le habían tendido su chinchorro de a:godón junto a sus esposas. lo que es h . b es estaban allí todos unidos flechando peces. . f
A lli nos quedamos un día más; al siguiente salimos para el reahu de los Nue tros om r , ue ir o - agregó lshakom+ , y se ue: .
Irota-theri, todos los Namowei-theri que estábamos ahí, salvo los Yurip+ma- - Tanto hombre aq~1, y t~ng~~ante ~onde estaban los Porehip+we1-then
theri que volvieron a su sitio: sin embargo, aquellos muchachos que habían Pensamos que se iba mas a a os y comimos Dormimos allí y en lo
tra laguna Nosotros as m · d ,
ido a atacar con Husiwe nos acompañaron. Esa misma mañana que salimos, pescando en o . . . dó de última. ¿No se que ana para
Ishakom+, una negra fea, tía de Rashawe y de Wapurawe, una Aramamisi- que aman~ció, seguu:nos. ;s~~~~~e~:n~~~ sin embargo, nos alcanzó y siguió
theriyoma raptada antiguamente por Porupewe, hermano de Yaminawe-theri, darle comida a al~1en..... 1. Dormimos. Al día siguiente, andando , l_os
y que tenía además una hija casada con un Pishaasi-theri, le dijo a Husiwe: ~ ~~:~t~~:· i~:~ ~~ªe~~:º;n~~~~~aron rastros de gente . Husiwe, Shamawe Y
-Voy a ver si los Pishaasi-theri están en Shamata o si se han ido de wáyu-
m+. Si se han quedado, tendremos que ir con mucho cuidado; si se han ido, Nakishewe miraban hacia d~nde ibanh. . d" yo · - a esa gente los perros les
- Estos son rastros de P1shaasi-t en - IJe ,
podremos ir poco a poco comiendo por el camino.
Lo que ella quería era irse a llorar mientras pilaban los huesos de Wapu- latl.eron el otro.
día. .,
. . Husiwe - . De quien más van a ser .
?
.
rawe. Esto lo había dicho a los Patanowe-theri; a nosotros no. Es que por lo - Ellos m1s~0Rs - d1J~. -esos deb(,en ser rastros de Irota-theri, que han vem-
que había sucedido, ya ahora los demás Namowei-theri - especialmente los - No -decia epowe ,
Patanowe-theri - no miraban con buen ojo a los Wánitima-theri. Sólo Repo- do a ver si nosotros ya estábamos ~e~~~· 'ba a buscar mamure por ese lu-
we y su hijo nos tenían un poco de consideración . Husiwe le contestó a Isha- E ntonces seguimos. lshakom+l iJO qu~ i_ s se quedaron para esperarla;
kom+: gar donde estaban los rastros . . A gunas v1e1~canzaron poco a poco . Cuando
-Vete. Pero vuelve ligero. ¡Cuidado y te matan! pero no volvió. Entonces l~ de1aron y n~: Estaba muy cansada . M+ramawe
Nosotros seguimos y ella se fue . Bajamos por Hahóta, pasamos a recoger llegamos a orillas de un ca~o, yo ~el selln e;ba encima de la guatura. Nuestros
plátanos en aquel conuco. Necesitábamos plátanos para comer con el pescado 1ºb a caminan
. do, Pero .a Kanyonawe
. , o t ev do del caño. Al rato llega Isha ko-
que íbamos a coger en unas lagunas, más adelante. Debía de haber mucho hombres estaban haciendo tapms a 1 o ro 1a
porque estábamos en verano. Después seguimos y fuimos a donnir en Karishi m+ y me d_ice: , . d , olita con tus niños? ¿No tienes miedo? Sigu.e.
rereupe sik+. Al día siguiente fuimos más adelante, pasamos el Shanishani y -¿Que estas ha~1en o a~~I s - Yo sé ue el tigre a mí no me come m a
llegamos donde había varias lagunas. Hicieron el campamento y la gente salió -¿Miedo de que? - ~e ~11e ~º· husi Ta~poco pore me hace nada, porque
a pescar. Estando allí nos alcanzó Ishakom+. ¡No había venido sola la conde- mis hijos. Yo tengo aqui mi ras ª ·
nada, aunque así pareciera! tengo mis oraciones. ..
-He llegado a su shapono - le contó a Husiwe. - Los rastros están viejos Ella se puso a reir y me d110:
y secos. Deben de haberse ido muy lejos de wáyum+ . Se han ido de miedo. -Vámonos. -, fu. 11 Allí estaban haciendo sus tapirís
., l - e bane y me i con e a. h. .
Por eso he vuelto en seguida. Ahora podemos pescar sin peligro. Ba1e a cano , m y . e theri 1·unto con los Pore 1p+
.. h . ás adelante los ammaw - ,
Husiwe no dijo nada, pero dudaba, porque era mucha la distancia hasta los Wámtima-t en, m 1. 1 s Patanowe-theri. . Yo le pregunte
Shamata. Seguramente Ishakom+ se encontraría con los Pishaasi-theri vinien- wei-theri; más adelante, ya un poco e1os , o
do por los lados de Morámahip+wei. Ahora venía a conspirar. Yo estudiaba a Husiwe: .. theri?
todo lo que hacía. A las otras esposas de Husiwe les contaba mis sospechas. - ¿Dónde es que están los Pataóno~~e de]: aron aquí de camada .. . Es dema-
Después, por medio de Mapruma, llegué a saber que lshakom+ ese día había -Más adelante - me contest .
ido atrás y les había dicho a los Pishaasi-theri: siada la rabia que me tiene esa gente. dé en el tapió de Husiwe . Ya des-
lshakom+ siguió adelante Y yo me que
-Allí no lo pueden matar. Alrededor hay muchas mujeres y están todos
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de el día anterior los otros Namowei-theri habían comenzado a dejamos hojas de la parte trasera, miré y, toda nerviosa, le dije a Husiwe:
atrás. El fogón ya estaba prendido, con candela de la mujer de Shamawe que - ¡Despiértate, despiértate! Mira que los demás ya han salido. Sólo que-
tenía una niña chiquita. Allí comimos el pescado que habíamos traído. Calen- damos nosotros. No queda nadie en Jos tapirís de los Yaminawe-theri y de los
ta~o~ seje que ha_bíamos recogido. Más tarde, ya anocheciendo, bajamos yo y Patanowe-theri . Yo voy a destechar el tapirl y a cargar las hojas de miyoma.
Sh+r+koma al cano para buscar agua. Yo volví en seguida; en cambio Sh+r+ El se sentó en el chinchorro, se metió en la boca el tabaco usado que te-
koma se quedó bañándose . Cuando volvió, me dijo que Ishakom+ había pasa- nía y me dijo:
do por allá y le había dicho que había ido a buscar el rasha husi olvidado don- - No; déjalas, que todavía está garuando . Primero enrollen los chincho-
de había quebrado el mamure. Husiwe dijo: rros y guárdenlos en las guatu ras . D espués recojan el techo . Denme mi banda
-Era Potep+ma el que estaba hablando con ella. Viene para matarme y de majagua para cargar la olla.
ella le ha enseñado dónde estoy. Nosotras Ja habíamos usado para sancochar el seje y hacer carate de plá-
-No; mentira - dijo Sh+r+koma. - No era Potep+ma; era Ishakom+. tano. Dentro de la o lla, cuando a ·1dábamos, él llevaba cuatro perritos chiqui-
Con hojas de miyoma yo tapé bien alrededor del tapirí. Acababa de ano- tos para Jos lrota-theri. M+ramawe se cogió un perrito blanco y salió a jugar
checer y cantaba el pájaro tigre: ¡++h, ++h, +.+h! Eso es señal de que viene delante del tapirí. Ya casi no llovía. Sólo cuando el viento soplaba, caían go-
gente cerca, según creen ellos. Si canta al anochecer, es porque esa gente ya taS de los árboles. En eso Yariwe, hijo de Husiwe y Yep+ami , fue a quitarle
está cerca; si canta a la medianoche, es porque la gente todavía está lejos. el perro a M+ ramawe. M+ramawe mordió a Yariwe en un brazo. Husiwe se
- Viene gente por ahí - dijo Husiwe. - Por eso canta el pájaro tígre . levantó y le dijo a M+ramawe:
Nos acostamos para dormir . Kariyonawe tenía un poco de fiebre . Gemía. - Esos niño s se la pasan peleando .. . Y tú, maluco, mordiste a tu herma-
Entonces Husiwe se despertó asustado, miró y se levantó para brujearlo. Can- no. Eres nieto de nape malo . Te voy a pelar con tu mismo arco -. Y le dio
taba, cantaba .. . sin saber que sus enemigos lo escuchaban. Al niño le dijo: con su arquito . - Quiero ver qué harán cuando ya no tengan padre.
-Es la última vez que te brujeo. Cuando me hayan matado a mí, ¿quién Con salir del tapirí y decir estas cosas, Husiwe se había delatado a sus
te curará? enemigos, que estaban espiando desde la otra barranca de la quebrada .
-Sólo piensas en morir - le dije yo regañándole . Allí misn:,to, fuera del tapirí, Husiwe se sentó en el suelo y comenzó a
Entonces él me mandó que calentara agua. Empapando en ella algodón amarrar su olla dentro de la guatura. Le puso la banda de majagua y me pre-
le fue lavando el pecho al niño. Al final me dijo: guntó: -
-Ya se aquietó . - ¿Así está bien?
-Pero no duerme - le dije . - El catarro le fatiga mucho. Dime: ¿por qué - Alárgala un poco más - le dije yo, mientras estaba zafando el chincho-
te asustaste antes? - le pregunté. rro.
-Nada. Soñé feo. En eso oí: ¡takk! Y en seguida otro ¡takk! Miré de dónde habían venido
-¿Qué soñaste? las flechas y vi a dos hombres pintados de negro que corrían . Sh+r+koma gri-
-Creo que los Pishaasi-theri me van a matar. Quién sabe si ya están por tó:
aquí cerca. Soñé que me tiraron cenizas calientes en la cara. Me arde todavía. - ¡Ay, papá de mi hija!
Es el fuego con que me van a quemar. Kariyonawe también gritó. Yo no había visto, pero estaba segura de que
-Primero pensabas sólo en matar - le dije yo . - Ahora sólo piensas en lo habían acertado . Vi a Nakishewe que estaba sentado en su chinchorro; lo
que te van a matar. despabilé y le dije:
El siguió brujeando al niño. A eso de las cinco se quedó callado, pues te- - H an flechado a tu hermano. Corre, tú que siempre te la echas de valien-
nía miedo de que los enemigos lo escucharan. Entonces me dijo: te. A llá van.
-Me voy a acostar hasta que aclare. Sácame del mapire grande dos hojas El cogió el arco y flechó dos veces; pero ya ellos se iban alejando loma
de tabaco y amásalas con ceniza buena. Luego las embojotas en hoja y las arriba.
guardas para ponérmelas en la boca cuando esté muerto ... -¡ Persíguelos! - le grité yo . - Sólo sabes correr detrás de las mu jeres.
Se acostó y se durmió. Aclarando ya, comenzó a llover. Unos niños Pata- Entonces corrí donde Husiwe . El había tratado de levantarse y le había
nowe-theri pasaron rumbo al caño en busca de agua. Era para hacer carate de salido una tripa afuera . Shamawe lo agarró y lo estaba halando hacia otro ta-
seje. Al rato pasaron de vuelta. Después me contaron que esos niños habían pirí más adelante, de los Patanowe-theri, y allá lo acostó en un chinchorro
visto a los enemigos junto al caño y que éstos les habían dicho : que le colgó Amatawe.
- ¡Quietos! Váyanse sin decir nada. La flecha de bambú había pegado y, de re bote, se había salido. La flecha
Los niños, en cambio, avisaron, pero sólo a sus parientes; por eso los Pa- encurarada se le había clavado en el hombro izquierdo. La tripa salida botaba
tanowe-theri salieron antes que nosotros. grasa amarilla.
Nuestro tapirí estaba todo tapado: detrás y a los lados. Yo empujé las -Esta vez me acertaron donde está la muerte - dijo.

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, Había confusión todo alrededor. M+ ramawe gritaba llorando. Todos tabaco , lo amasé bien y se lo di a su hermana Konokama. Ella le quitó el otro
cre1amos que nos estaban atacando de nuevo. Yo cogí Ja guatura de la olla que llevaba y le puso el nuevo. Llorando le decía: ,
con _los perros adentro, y eché a correr con mis niños. Las otras mujeres ya s~ -Tú siempre sembrabas tabaco para ti, para nosotras, para todos. Llevate
ha_b1an corrido. En eso me alcanzó una niña, Piiwe , hija de Shamawe: conúgo este último tabaco.
- Mira - me dijo - mi papá te está llamando. Llévale a los niños . Los hombres vinieron a pedirme las camasas de plumón. El siempre tenía
. Volví. Mi cuerpo temblaba de la cabeza a los pies. De más adelante ve. mucha pluma, porque era buen cazador. Se las dí y fueron a pegar las plumas
ma cornendo también Repowe . Venían muchos hombres . blancas en los palos y en los postes del tapiri . Sh+r+koma y Konokama se pu-
-¡Hijo mío, hijo mío ! - dijo Repowe . - ¿Por qué demoraste tanto? sieron a pintar a Husiwe con onoto fresco , así como nosotros los civilizados
-Yo no me he demorado. Fueron ustedes que salieron todavía de noche_ vestimos bien al muerto; después le hicieron dibujos en todo el cuerpo con
respondió .Husiwe. Repowe quiso mirarle la herida , pero él le dijo: onoto encarañado. Yo no podía acercarme porque Kariyonawe chillaba cuan-
-1-ranwe está herido. Ya no me voy a levantar. do Jo hacía. Unos hombres vinieron a pedirme el estuche donde estaban los
Remorim a estaba empujando la tripa adentro. Después su marido vendó adornos para los brazos y después el carcaj donde tenía las plumas de guaca-
la henda con una majagua para que la tripa no le volviera a salir. En eso lle- maya. En las orejas le metieron veradas con plumas de piapoco. En los bra·
g? también Yaminawe-theri . Quería sacar la punta de curare, pero Husiwe le zos sus brazales de algodón y le clavaron allí plumas blancas de paují, verdes
di JO:
de toro real y cola de guacamaya. La cabeza se la cubrieron de plumón blan-
-No me cortes. Esta no mata ; es esta otra. co. No parecía muerto, tan hermoso que estaba.
Yo me senté a su lado; él estaba recostado sobre las piernas de sus her- Repowe había mandado a algunos hombres adelante para que avisaran a
m_an.os; detrás lo sostenía su hija. Todos llorando. La misma Ishakom+ , la Jos Irota-theri. Acabado de adornar Husiwe , en efecto, llegaron hombres de
perf1da, estaba por allí llorando. Husiwe preguntó: esa tribu, con muchas mujeres. Estaba el cacique Rereopewe , tío del difunto;
-¿Dónde está mi hijo M+ramawe, el travieso? Llámalo. estaba su hermana Morokoima. Se juntaron alrededor del muerto. Las muje-
:-1+ramawe se había quedado adelante con la guatura de los perritos. Lo res Irota-theri lloraban .
llame ; vino y se sentó sobre mis piernas junto con Kariyonawe. Este miraba - Tú venías alegre por este cami no para llegar a nuestro shapono - decía
salir la sangre y tenía miedo. Entonces Husiwe agarró una mano de M+rama- Marokoima. - ¡Pobre hermano mío , los Pishaasi-theri te comieron!
we y una de Kariyonawe , las apretó y me dijo: -¡Suegro! ¡Suegro! - decía Shishiyoma, hija de Morokoima. - Tú eras va-
-Napeyom~: vete .con estos niños . No te quedes más con esta gente , por- liente. Todos te tenían miedo, en todas partes. Ahora ya se acabó. Los Pi-
que lo .'!ue pa~o conmigo va a pasar contigo. Busca tu camino. Vete lejos con shaasi-theri te comieron. Pero ellos no quedarán así. Tus parientes irán a ven-
estos ~tnos, leJOS de aquí. Busca a tus parientes y llévales a mis hijos para que garte.
los cnen'.- Les apretaba duro las manos - Sie nto que voy a morir y a dejarlos. En ese momento llegaron los que habían ido a perseguir a los Pishaasi-
Vete a criarlos donde tu gente. theri . Shamawe llegó todo moj ado . Seguía lloviendo. Yo me hice un medio
Al deci: así apretó más duro las manos de los niños, mirándolos , respiró tapirí para mí y mis niños. Nadie pensaba en hacerme tapiri ; menos ahora que
hondo , cerro los OJOS y se quedó muerto . ya no tenía marido. Shamawe de una vez fu e a hablar con Yaminawe-theri, para
Repowe había mandado cortar un palo para cargar al muerto e n su chin- mandar cortar leña y quemar al muerto. Re reopewe quería que lo cargaran
chorro. Corría como loco de acá para allá, llorando. Yo también temblaba de para quemarlo en su maloca, pero ya era tarde . Se fueron algunos Yaminawe-
nerviosismo, de dolor, de no sé qué ... Era el padre de mis hijos quien acaba- theri con sus hachas y por allá e ncontraron una shotokoma , que es un árbol
ba de morirse.
bueno para que mar muertos: quema fácil, sin desmigajar los huesos. Trajeron
. Varios hombre.s habían ya co locado puntas de curare en sus flechas y sa- la leña , limpiaron de lante del tapirí y prepararon la hoguera.
lt~ron para perseguir a los Pishaasi-theri . Fueron hasta que los rastros se per- A M+ramawe se lo llevó su tía Konokama. Kariyonawe ni siquiera que-
dian. Pasaron todo el día buscándolos inútilmente. ría mamar . Sh+r+koma lloraba: llevaba· a una niña suya de la mano, otra
Los_ Patanowe-theri y los Yaminawe-theri ya iban adelante. En aque l palo montada e n la espalda y e n la otra mano apretaba e l arco de Husiwe. Allí
que hab1 a mandado cortar Repowe colgaron el chinchorro con Husiwe aden- vino Rayoma, tía del muerto , a pedirme el estuche de las plumas para llorar.
tro Y cuatro hombres lo cargaron . Salimos. Detrás de é l íbamos nosotras llo- La hija de Rayoma, Huhuma, me pid ió el mazo de puntas arponadas. Kono-
rando, camino de los Irota-the ri. Llovía de nuevo . Llegamos donde estaban kama tenía el mazo de puntas e ncura radas. Shamawe tenía sus fl echas. Remo-
sen tados los Pa~anowe-theri y descansamos. Se cambiaron los porteadores y rima, la camasita de plumón y la caña de bambú de soplar yopo . Todos llo-
seguimos. Quenamos llegar hasta el caño Rahuawe, que está al pie del cerro rando , bailando con esas cosas y enseñándoselas al muerto. Lloraban, grita-
donde viven lo~ Irota-~heri: Descansamos cuatro veces más y en la tarde llega- ban. Muchos cargaron llorando aque l mono blanco que nos quería tanto.
mos a aquel cano . Alla h1c1mos tap1rís. E l yerno de Konokarna hizo uno gran- Yo, preocupada por e l niño que no mamaba. Ese día Jo e ncome ndé a
de Y alto para el muerto; dentro lo colgaron en su chinchorro. Me acordé del San Francisco, prometiendo ponerle su nombre si volvíamos a la civilización.

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Después mi hermana, cuando lo bautizaron en Puerto Ayacucho, lo puso de de tenía el plumón, la camasa del curare, los carcaj y Jos estuches donde guar-
nombre Manuel Francisco. M+ramawe lloraba; se agarró del chinchorro, a los daba sus adornos, la guapa, puntas de bambú , hojas de taba~o y o~ras cosas.
pies del muerto, y se quedó mirándolo, mirándolo, como si quisiera abrazar- p cjaron las flechas y algo más para quemar más tarde. Ard1a , ardia el cuer-
lo. Rereopewe miraba al niño. po. Al fi n quedaba esa masa de tripas, hígado y corazón apelotonada, la le-
-No hagas así - le dijo. - Yo lo voy a recordar por mucho tiempo . ntaron, hicieron buena candela en una parte y la quemaron .
Al niño querían separarlo del chinchorro, pero él chillaba; quería quedar- va Cuando terminó de arder, Rereopewe le dijo a Shamawe que él quería
se allí. Cuando Jos Yaminawe-theri tuvieron lista la hoguera, se acercaron al olvo de los huesos. Luego , con su gente, como era tarde y llovía, se fue . Los
muerto haciendo bulla, imitando al tigre y otros animales. ~aminawe-theri entonces hicieron un tapirí sobre el fuego para techarlo des-
-¡Asiiiiii! - decían. Apartaron a M+ramawe. El se fue en busca de su ués con platanillo cuando bajara la candela. lshiweiwe, yerno de Konokama,
mono blanco; lo agarró, lo abrazó y le dio de comer plátano maduro. Allí ~mo me vio a mí, a Sh+r-t-koma y a Toroma sin tapirí, nos invitó a colgar en
vino Konokama y le quitó el mono. el suyo: él durmió al sereno.
-Dámelo - le dijo. - ¡Cuidado que se va para el monte y se vuelve eter- y 0 ya estaba pensando, preocupada: "Ahora estoy sola como cuando en
no! Konapuma ; pero con dos niños que cuidar, más los dos de _Ye,~+ami. ¿'?ué
Entonces lo agarró y lo apretó por la garganta. M+ramawe se puso a llo- hago? Nadie va a cuidar de mí. Teng? que buscarme un camino . Y pe?se en
rar. Lo apretó más: el mono pataleó hasta que se murió estrangulado. Lloran- las palabras de Husiwe antes de monr: "Busca tu camino ; vete de aqu1. .. Lo
do lo llevaba a mostrar al muerto: mismo que pasó conmigo va a pasar contigo ... " Sh-t-r-t-koma también me pre-
-Esta es tu cría, mírala -. Y al mono: - Tú eres animal , pero conocías a guntaba qué íbamos a hacer nosotras aho~a que allí no ~eníamos a nadie: Para
tu dueño. colmo Kariyonawe no quería mamar. Sh+r+koma lo vio respirando fatigoso,
M+ramawe lloraba. Konokama se quedó con el mono muerto colgando a me Jo quitó y se lo llevó a Yaminawe-theri para que lo brujeara. Toroma e~­
cuestas. taba nerviosa; como que no podía dormir. A cada rato se levantaba para ati-
Los Yaminawe-theri vinieron con las hachas, dándole al suelo, dándoles a zar el fuego y decía:
los palos, como hacen siempre cuando muere uno; al final cortaron el guaral y -Por aquí anda alguien . Siento que alguien me hala las piernas.
llevaron al muerto sobre la hoguera. La gente toda alrededor. M-t-ramawe con Yo le dije que no veía a nadie. Se volvió a acostar y al rato me despertó
ellos . Llovía pero el fuego no se apagaba. ¡Sha, sha, wah! ¡Sha, sha, wah! ha- de nuevo :
cía el agua sobre las llamas . Ellos gritaban; le mostraban los corotos al muer- -Me han sacudido el chinchorro - dijo.- Me han agarrado las manos-. Y
to; lloraban . Yo miraba desde mi tapirí, llorando. Conmigo estaban Yariwe y un rato después: - Me han soplado en la cara. ¿No será pore, madre del
Konokama, llorando los dos . niño? Atiza el fuego . Tengo miedo. ¡Ay, pore! ¿Será pore?
- Tú papá se ha ido - le decía Morokoima a M+ramawe. - No volverá - Podría ser - le dije yo . - Tú que siempre lo empujabas a matar. Decías:
más. ''Cuando se muera me voy a alegrar. .. " A lo mejor estará vengándose-. Y le
-Hermano mío, me has dejado - decía Konokama . - Cuando encuentres aticé el fuego . ¡Pobrecita' Casi no pudo dormir en toda la noche. A cada rato
a nuestro papá dile: "Vamos a regresar a nuestro shapono, que allá quedaron un susto.
solos. Tú eres brujo y ahora te olvidaste de tus hekura, de tu conuco, de tu - Yo no tengo miedo - le decía yo. - Y tú ahora .. . tendrás que irte con tu
shapono. Has muerto y nadie ha podido vengarte todavía" . mamá. Te separarás de nosotras. Nosotras no sabemos adónde irnos.
-Hermano, te fuiste - decía Shamawe. - Yo me quedo. Recuerda que Ella se puso a llorar y dijo:
adonde ibas tú yo iba también. Nunca te dejaba solo. Tú nos guiabas. Ahora -No quiero separarme de ustedes.
no tenemos más a quien nos guíe. ¿Por qué nos dejaste solos? Después de un bue n rato Yaminawe-theri me trajo a Kariy?nawe; pare-
Kumaiwe, abrazando a M +ramawe, decía: cía algo mejorado. El decía que el susto de aquel flechazo hab1a aleJ~_do su
-Los cantos de hekura que tu papá te iba a enseñar no los aprenderás ya. alma; pero que él se la había devuelto y ahora mamaría . En e_fecto el mno co-
Sus enemigos lo comieron. El siempre decía que cuando tú fueras más grande menzó a mamar. Después se durmió. Cuando mue re un bruJO grande, como
te iba a enseñar a ser hekura . Ahora él se fue . ¿Quién te enseñará esos can- Husiwe , los otros brujos no quieren ensalmar, porque los hekura se P?nen
tos? tristes al ver que se ha muerto un compañero. Si tienen que ensalmar a Juro,
- Hermano, hermano - decía llorando Nakishewe . - Tú ibas al conuco, cantan pasito, sin moverse mucho, como para que no se den cue nta los heku-
ibas de cacería. Nosotros íbamos contigo. Tú no me regañabas. Eras bueno ra. Así había hecho Yaminawe-theri . Más tarde el niño se despertó por los
con todos. Ahora me dejaste. Cuando murió nuestro padre yo no sufrí tanto lloros de la gente, mamó y volvió a dormirse. Los brujos parientes de un muer-
porque sabía que me quedaba otro padre: tú .. . Ahora tú también te fuiste. to grande no cantan sino hasta después de un mes . Si no son parientes, cantan
Con sus manos los brujos echaban el humo hacia el mundo de los Amahi- a los quince días. Y al cantar no invocan los hekura; si lo hicieran, los hekura
ri. Con el muerto, para que se quemaran, echaron también las camasitas don- se acordarían del brujo muerto y eso los haría llorar.

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Amaneció bueno el tiempo. El cuerpo de Husiwe estaba completamente we con punta de bambú y que creía haberlo matado. Matowe había flechado
quemado. El fuego, apagado. Esa mañana Shamawe, Nakishewe e Ishiweiwe con punta de curare. Entonces Ruwawe, que estaba hablando con otro, peló
comenzaron a recoger los huesos. Mientras recogían, M-tramawe lloraba y me por su arco y una flecha encurarada y vino encima para matar a Hesikak-twe,
preguntaba: pero los compañeros Pishaasi-theri y los otros Rashawe-theri lo agarraron y lo
-¿Para dónde se fue mi papá? calmaron. No estaban seguros de que había muerto. Solo sabían que estaba
-No sé - le decía yo. herido. De miedo de Ruwawe, esos Pishaasi-theri se fueron rápido.
-Yo quiero irme para donde se fue él. ¿Para dónde se fue? Entonces nosotros les dijimos que sí se había muerto , que ya estaba que-
-No lo busques más - le decía Sh+r-t koma . - Tu papá se fue y nos dejó. mado y que íbamos a pilar los huesos en el shapono de los lrota-theri. De allí
-Papá, papá ... - repetía el niño llamando . los dos muchachos se devolvieron para avisar a su papá .
Venía su tía y le decía: Nosotros entonces comenzamos a marchar, subiendo por aquel cerro, al-
-No llames más a tu papá. Tú no tienes más papá . Quedaste huérfano. úsimo. Yo iba triste, con mi niño enfermo. Allá en un plan alto, los Patano-
Mira lo que queda de tu papá - y le enseñaba los huesos que estaban reco- we-theri y los Yaminawe-theri se pintaron, sin esmero. Nosotros no . Estába-
giendo. - Pero también los hijos de los que lo mataron llamarán pronto a su mos afligidos porque habíamos perdido a nuestro jefe. Llegamos al shapono.
papá y llorarán porque no lo encontrarán más. Era muy grande. Era mucha gente los Irota-theri . Ahora comenzaban a lla-
-Papá, papá ... marse Hasup-twe-theri . Cuando estaban con ellos Kahumawe y su gente, eran
-No llames más. El no está más aquí. Los Pishaasi-theri lo mataron . Allí más todavía. Kahumawe era jefe de los Ashitowe-theri. Tenían mucho pláta-
están sus huesos, pero él, su alma se fue allá arriba - le decía yo. - Ahora no no guindado. Morokoima , hermana de Husiwe casada con un lrota-theri, vino
pienses más en tu papá. Piensa en mí. Yo no te dejaré faltar nada. a invitarme a mí y a las otras mujeres de Husiwe y nos llevó a su casa. A ella
En eso volvió Rereopewe con su mujer, su hija y otra gente . Nos dijo: le habían matado al marido en un pleito con los Óshop+we-theri cuando fle-
-Yo quiero una camasa de polvo de sus huesos. Quiero hacer reahu, to- chaban un muñeco como entrenamiento. Después entró toda nuestra gente.
marlas, y así sentir rabia contra sus enemigos e ir a matar a los Pishaasi-theri. -¡Rama ke pe! ¡Hama ke pe! 29 - gritaban los Irota-theri .
Después, en otro reahu, tomo otro poco y vuelvo a matar a los Pishaasi-theri. Los Namowei-theri dieron una vuelta por el patio, corriendo, como bai-
Pero ustedes tienen que darme cenizas. Si no las tomo, no puedo ponerme lando y dando templones a los arcos y luego se pararon en el medio y de allí
bravo. fue ron llamados a las diversas casas . Tomamos carato de plátano . Algunos ca-
-Nosotros estamos viajando - dijo Shamawe - y no tenemos plátanos zadores habían llegado de la cacería; otros no . Varios jóvenes de allí se pusie-
para pilar los huesos. No voy a pilar los huesos aquí en el monte. Quiero pi- ron a hacer ese juego de ellos: echar los pies arriba y caminar con las manos.
larlos en mi shapono . Aquí estamos en el monte, en tapirís pequeños, en peli- Iban hasta el otro lado de la maloca y volvían para acá. A la tarde Yaminawe-
gro de que nos ataquen . El fue hombre grande. Sus huesos no se pueden pilar theri salió con sus hijos a buscar un trozo de palo para hacer el mortero. Lo
aquí. trajeron, lo pintaron y adornaron bien ; lo mismo los palos para pilar. Al día
-Siendo así - dijo Rereopewe, - yo tengo plátanos maduros en mi shapo- siguiente llegó el viejo Ruwawe con su familia . Kahumawe había venido con
no. Vamos a pilar los huesos allá. alguna gente. Los mismos Yaminawe-theri pilaron los huesos. Mientras Re-
Vino Repowe y también habló con Shamawe y con Rereopewe. Convi- re pewe traía su calabaza , decía:
nieron en pilar los huesos en el shapono de los Irota-theri. -Lléname este corota para ayudarte a matar a los Pishaasi-theri - . Y se
-Yo quiero dos camasas - dijo entonces Rereopewe. - Yo soy pariente sentó llorando en espera de que se lo llenaran .
próximo. A él le dieron una camasa, otra más pequeña a Kahumawe y otra a Kani-
Después de recoger los huesos, cernieron las cenizas. Con los huesos lle- mawe; Repowe cogió dos, otra la cogió su hijo Hukoprei y otra su hijo Ku-
naron un mapire forrado ; con las boronitas hicieron un bojotico y lo pusieron maiwe; Shamawe cogió dos, Nakishewe una, Wayum+we , cuñado de Husiwe,
encima de los huesos. Después cargaron las cenizas y el carbón, los fueron a una, y Ruwawe , jefe de los Rashawe-theri , una; las cuatro camasitas que que-
enterrar en la playa del caño y taparon todo. Barrieron el lugar donde se ha- daron las guardó Sh+r+koma . Allí mismo con sus cenizas en las manos con-
bía quemado al muerto y taparon con hojas de platanillo. Por mi parte me en- versaban , cuando dejaron de llorar , ya habían lavado el mortero y los palos.
cargué de quemar, allá , detrás del tapirí, al mono blanco. ¡Pobrecito él tam- Rereopewe decía:
bién! - Estamos tristes. ¡Cuánto sentimos esto! Pero no lo vamos a sentir sólo
Ese día lo pasamos allí. Los Patanowe-theri cuidaban los caminos porque nosotros; ellos también lo van a sentir. Ahora que tengo esta camasa, voy a
había peligro. Amaneciendo el día siguiente, mientras nosotros arrumábamos hacer todo lo posible para matarlos. • "'
para salir, llegaron Hikariwe y Akawe, ambos hijos de Ruwawe . El viejo los - Yo también - decía Kahumawe. - No van a pensar que me que
mandó porque los Pishaasi-theri habían pasado por su shapono después de
matar a Husiwe. Allá Hesikak-twe, hablando, dijo que había flechado a Husi- (29) ¡Visitantes' ¡Visitantes!

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do con estas cenizas. do.
- Yo so y amigo de los Purimap+wei-the ri - agregó Rereopewe. - Ellos Antes de despedimos, Shamawe le dijo a Rereopewe:
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van a invita r a los Pishaasi-theri a un reahu. Irán a un reahu de p látano y no -Bueno; yo me voy a ver dónde está aquella gente .
los matarán ; irán a otro de maíz y tampoco; irán a un último de cazabe y en- - Tú te d moras allá dos o más lunas - dijo Rereopewe.
tonces sí los matarán. Yo voy a concertar con ellos. Yo con mi gente y los Ma- - No - dijo Shamawe. - Yo llego allá, limpio mi shapono, guindo mis plá-
mopatikayope-theri y los Nak+yayoape-theri estaré fuera del shapono para tanos, pinto las camasas y quemo su arco y sus flechas para ponerme bravo y
que, cuando los Purimap+wei-theri los ataquen, no se escape nadie, y al que voy a ver dónde está aquella gente ahora. . .
se escape lo matamos nosotros. - Entonces - dijo Rereopewe - yo también me voy de una vez. Voy a tr
Decía así porque los Purimap+wei-theri , para no quedar mal con los Sha- contigo a ver.
ma-thari que deseaban vengar a su cacique Ruwahiwe, los acompañaban en - Bueno - dijo Shamawe: - los espero a ustedes e n mi shapono. Pregúnta-
sus intentos de atacar a los Namowei-theri , aunque nunca venían con intencio- les a los que cuidan el camino para saber dónde estoy.
nes de matar. Es que no querían quedar de ene migos con los Namowei-theri. Salimos. Pasamos el Rahuawe ke u y dormimos en los mismos tapiris
Por eso querían ir ahora con los Irota-theri para vengar la muerte de Husiwe. donde había sido quemado Husiwe. E n la tarde, con buen tiempo, estalló de
Acordaron, pues, hacer eso, pero que nadie dijera nada. Rereopewe pronto un relámpago:
dijo: -¡Taaahiii!
-Si alguien de ustedes avisa a los Pishaasi-theri que se les va a invitar Los niños que estaban afuera jugando gritaron de miedo. Poco faltó que
para matarlos, yo , e n lugar de ir a matarlos a ellos, voy a matarlos a ustedes . del susto yo me cayera del chinchorro donde estaba sentada. Todos gritaron.
-Cuando tú mandes a invitar para el último reahu - dijo Shamawe, - -Ahora sí Kaisarariwe se fue - dijo Shamawe.
mándame a avisar para ir nosotros a ayudarte. El relámpago y el trueno eran se ñal de que Kaisarariwe , el espíritu dueño
-No - dijo Rereopewe ; - nosotros somos bastantes. No hace falta que va- del relámpago . se despedía de ese brujo bueno que ha bía sido Husiwe. Todo
yan ustedes. el mundo lloraba. Yo, con ellos. En lo alto del techo yo había guindado una
Ruwawe también dijo que e ra bueno matar a los Pishaasi-theri porque guapa bien envuelta con cuatro calabazas de las cenizas de Husiwe. Al ano-
eran muy malos; que él tenía con ellos a su sobrino , pero que no importaba . checer la tempe tad estaba formada. Todos teníamos miedo. Se oía el ruido
Ese era el proyecto de Rereopewe. Veremos después que lo llevaron de lo árboles que se caían. La gente corría a esconderse e n las cuevas de pie-
a cabo. dra ; había muchas por allá. Sh+r+koma batía con la mano la guapa de las ce-
A los piladores les dieron carato de plátano . Su parte de carne se la die- nizas diciendo :
ron después en el reahu , como a todos los demás visitantes. - Despierta. Cuida tu casa que ahí vienen los hekura -. Y se corrió.
En los días siguientes la gente fue a recoger plátanos y pijiguao para el Yo ví que un tronco se mecía y crujía como que quería caerse sobre no-
reahu. Era la primera vez que yo estaba en ese shapono . Todas las tardes los sotros; entonces agarré a los niños y eché a correr adonde estaban los demás.
hombres Irota-the ri hacía n aquel j uego de caminar con las manos. M+ramawe Nos salvamos de chiripa: corriendo, un palo enorme de balatá nos cayó de-
quería imitarlos. pero se caía y lloraba por los golpes que se daba . trás. ¡Kran! Con el golpe M+ramawe se cayó. Pero ya estábamos cerca y nos
Tres días después hubo el reahu. Sin baile:: ni cantos. Por la mañana se to- metimos en las cuevas donde estaban los demás. Veíamos los candelazo
maron las cenizas de alguno que les habían matado los óshop+we-theri. En alumbrar las trojas mojadas; los palos caían. Los fogones humeaban apagán-
ese día Ka buma , mujer de Rereopewe, me llamó y me acorsejó: dose . Cuando escampó e ncontramo los tapirís destrozados, los chinchorro
-Mira . No vuelvas más para a llá. Ahora no tienes marido; quédate aquí ; rev ntados. En nuestro tapirí sólo quedaba en su sitio la guapa de las cenizas
aquí tienes parie ntes y vamos a criar a tus hijos. de Husiwe . Sh+r+koma la zafó en seguida miedosa de que sus cuñados la re-
Ellos se acordaban de mis cantos. Rereopewe me invitó a quedarme, di- gañaran por haberla olvidado. Después arreglamos u n poco los tapirís, para
ciéndome que allí no me faltaría comida. Yo escuchaba , pero sus palabras en- dormir de alguna manera .
traban y salían. Mis pensamien!os estaban lejos. Pensaba en lo que me había A la mañana siguiente salimos. no fuimos por un camino diferente del
dicho Husiwe al morir. Por eso contestaba que por ahora no podía quedarme ; de la ida. Yo cargaba los plátanos que me había regalado Morokoima. Dormi-
que ten ía que ir a quemar muchos palos donde se había subido Husiwe; que , mos . Mokakawe, aquel muchacho que yo había ayudado a criar había estado
cuando se terminarían las calabazas de sus cenizas, vendría .. . con nosotros hasta que yo tuve a M+ramawe. Ahora, en este viaje, nos ayu-
-No te preocupes - me aseguró Rereopewe , - que a los Pishaasi-theri no- daba a hacer el tapirí e iba a cazar , a pescar, y nos cargaba los plátanos. Los
sotros los vamos a matar. No en seguida, más luego. Yo voy a concert ar con demás no hacían nada por nosotras.
los Pu1i map+wei-theri. Nos paramos una noche en el sitio de los Rashawe-theri. Al día siguiente
Terminado el reahu . repartieron Ja carne y el pijiguao. A mí y a Sh+r+-
koma no nos dieron. Ahora comenzaba a ver lo duro que era no tener mari- (30) Los Pishaasi-theri

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llegamos a un lugar d~nde se desprendía el camino para Makararop+wei. Allí todavía no vuelve? Yo quiero ir a cazar piapocos con ~!papá_.
nos sentamos y se pusieron a hablar los Wanitima-theri con Repowe. Las otras mujeres también trataban de que el nmo olvidara a su papá.
Shamawe, que ahora era nuestro jefe, por seguirle en edad al hermano pero él no podía. Es que Husiwe lo quería mucho . Lo llevaba muchas veces
muerto , dijo: nsigo . Cuando iba a cazar por ahí cerca, se lo llevaba, cargand_o el mno su
-¿Adónde vamos nosotros ahora que estamos sin cacique? ito y flechas de cucurito. Si su papá cazaba algo pesado lo tra1a él hasta el
arqu . d M· ·· ·
-Si se vienen a mi shapono - dijo Repowé, - están más seguros . Allá so- . hapono, luego, antes de entrar, se lo gum~aba a cu~stas e +ra1:1awe; st
mos muchos. Ustedes, solos, son pocos. Miren que los Pishaasi-theri son gen- cazaba un piapoco, una guacamaya o .algo as1 , se lo guindaba en seguida. Y ~l
te valiente . Y no es un perro lo que ustedes les han matado, tanto es así que ·ño le echaba sangre del animal encima. Entonces entraban al shapono. M+-
por venganza les han venido a matar a su jefe . n~awe hacía que llegaba cansado: ja, ja , ja ... Y Husiwe decía :
Entre nosotros, los Wanitima-theri, decíamos : r -Miren lo que ha cazado este niño. Miren que pesado está lo que trae ... -.
-Si nos vamos a quedar con los Patanowe-theri , allá comenzarán a decir: Llegaban y se sentaban para descansar. Su papá seguía diciendo: - Vengan
"De miedo a Jos Pishaasi-theri, ustedes se han venido a vivir con nosotros. a buscar la cacería que mi hijo ha traído.
Primero quisieron matar, matar.. . y ahora nosotros tenemos que aguantarlos". Las mujeres íbamos a recogerla y nos reíamos del niño.
-Ustedes, los Wanitima-theri , siempre han tenido discusiones con los Pa- Toroma en esos días salió para juntarse de nuevo con su gente, los Pata-
tanowe-theri - dijo Yaminawe-theri . - Es que ellos son demasiados ; es mejor nowe-theri . Dijo que sentía mucho separarse de nosotras, dejar las calabazas
que vengan a vivir con nosotros que somos pocos. No se queden solos, por- de las cenizas de Husiwé solas. Quién sabe si lo sentía de verdad. Yarotoma,
que los Pishaasi-theri Jos pueden atacar. cuando vivía, me había dicho :
Shamawe nos preguntó también a nosotras las mujeres. Toroma natural- -Cuando se muere un hombre que tiene varias esposas, mientras sus ce-
mente dijo: nizas estén en las calabazas guardadas, ellas deben seguir viviendo juntas.
-Vamos con los Patanowé-theri; ellos son muchos y con ellos estaremos Cuando se terminen de tomar las cenizas, entonces cada una vuelve a la casa
más seguros. de sus parientes; y si no Jos tiene, se queda viviendo sola.
-Los Rashawe-theri se van para Makararop+wei - dije yo; - ¿por qué no Toroma se fue antes de que se tomaran las cenizas la primera vez. Entre
nos quedamos con ellos? los Patanowe-theri se casó con Kumaiwe . Nuestros hombres fueron varias ve-
-Verdad - dijo Shamawe; - en ese shapono que hice con mi hermano. ces a Patanowe para recuperarla, pues Mapooriwe y Nakishewe la pretendían.
Quisiera de nuevo vivir allí ... - . Y se puso a llorar recordando. Luego le dijo Al final esto dio origen a varias peleas y a la separación definitiva entre los Pa-
a Repowe y a Yaminawe-theri: tanowe-theri y el grupo de Nakishewé,que más tarde se llamaría Sheroanap+-
- No vamos a ir con ustedes. Me voy a quedar con los Rashawe-theri ; ahí wei-theri.
donde viví con mi papá y con mi hermano que murieron. A mí, desde el camino mismo de Rasha-teka , junto con Sh+r+koma, ya
-Bueno - dijo entonces Repowe; - corno ustedes quieran . Si les pasa Sham awé me había invitado a techar su tapirí y a guindar el chinchorro del
algo, mándanos a avisar-. Y se puso a llorar. mismo poste que él. Pensaba: "Ahora yo soy aquí el más grande. En lo que
Ellos siguieron. Yarninawé-theri con cierto sentimiento, porque tenía que acaben las cenizas de mi hermano, sus mujeres van a quedar para mí". Por
separarse de sus dos hijas: lyéweima y Shashanarna , esposas de Rashawe. Est eso nos dijo esa vez su esposa lyéweima:
lo consoló diciéndole que no quedábamos lejos: él podía venir a verlas y no- -Miren . Allá está el tapirí para ustedes dos.
sotros iríamos a visitarlos a ellos. Otra razón por la que no queríamos ir con Yo le dije a Sh+r+koma:
los Patanowe-~heri ~ra que con ellos vivía aquella lshakom+ que era Ja espía - Vete tú; yo no voy. .
de los P1shaas1-then . Patanowe-theri , Yaminawé-theri y Porehip+wei-theri se - Sí - me dijo entonces lyeweima; - tú piensas siempre lo contrano.
fueron. ¿Crees que eso es bueno? Mira que se van a volver contra ti . . .
Nosotros , pues, pasarnos a la maloca de Makararop+wei, junto con Jos -Que se vuelvan - le contesté. - a mí no me importa. Yo no voy a vivir
Rashawe-theri , que habían hecho su conuco junto al nuestro . Allí nos que- con ustedes -. Y me fui en busca de Mokakawe para que nos hiciera el tapiri;
darnos. Renovamos el shapono y lo cercamos con una empalizada de rnacani- pero, como no estaba, nos lo hizo su hermano . Claro que Sh+r+koma se q~e­
lla . Yo vivía con Sh+r+koma, Yariwe y Kornakama, hijo e hija de Husiwé dó conmigo. Al llegar Mokakaw~, además , éste nos dio parte de la babilla
con Yep+ami . Como Komakama peleaba mucho con Yariwe y con M+rarna- que había cazado para que comiéramos. ,
wé , la mandé a casa de su hermana Rernorirna . M+ramawé no dejaba de pre- Claro que Shamawe se puso bravo, pero no pasó nada. Y_o no que~a
guntarme: inne con él, un hombre que ya tenía tres esposas . Donde son vanas las muje-
-¿Cuándo va a volver m1 papá? Yo quiero verlo. res de un mismo hombre, hay discusiones y peleas todo el tiempo. Yo estaba
- No va a volver más - le decía yo. cansada de esa vida ; prefería quedarme sola. Tampoco quise tocar en s~erte
- ¿Llegará esta noche? - me preguntaba. - ¿Adónde fue de cacería que al otro hermano menor, Mapooriwe. Un día, regresando del caño con mi co-

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sec~a de _cangrejos, me encuentro con un mapirón de seje. Pregunto quién lo para Jos perros.
hab1a tra1do y me contestan que Mapooriwe·· Me puse br d.· "d
-:? . . ava y IJe en segu1 a:
no voy a calentar eso. No necesito que me traigan seje. Tengo fuer-
za ~uf1c1ente para encaramarme en una mata y roer con mis dientes . No; no lo
De allá, al día siguiente, se vino adonde estábamos nosotros para ver si
había pasado algo y cómo estaban sus dos hermanas: lyeweim~ y Shashana-
a. Yo había salido allí mismo, con M+ramawe, a quebrar hojas de casupo
caliento . Que me peguen. El que debiera pegarme está hecho cenizas en esas ; ara asar semillas de cacao. En eso oigo gritos. Agarro al niño del brazo y
camasas .
con las hojas corro al shapono.
Es que yo no podía querer a ese pretendiente . Mapooriwe era malo. Re- - Oigan gente que viene gritando.
cuerdo que, en vida, Husiwe le decía:
Estaban comiendo un oso palmero. Ruwawe se levantó y miró.
-Mi herman~, en tal parte he encontrado bonitos ramitos de seje ya ne- - Verdad-dijo. -¿Quién será?
gro. Como he. sonado mal?, hoy me voy a quedar aquí brujeando, ahuyentan- Yo me asomé y reconocí al que venía.
do culebras , tigres, par~ bien de los cazadores; vete tú a enmapirarlo por mí. - ¡lyeweima! - llamé. - Es tu hermano.
-No - contestaba el; - yo no voy a recoger seje para que tomen carato Allá venía él, herido, apoyándose en el arco y gritando:
esas mujeres feas que tienes.
- ¡Asiiiii!
Recordando eso yo ahora le dije bien brava :
T raía una tripa saliéndole por la herida, chorreando manteca. Yo corrí a
-Ah?ra si ~oy bonita para prepararte seje, ¿eh? Llévate tu seje, que yo casa y él , atrás, llegó desvariando, temblando, donde estaba Shi-r+koma .
no necesito de ti.
- A pami-le dijo, - los Pishaasi-theri me flecharon.
Mapooriwe oyó y se quedó callado.
En seguida llegaron sus hermanas llorando.
Por su parte, tampoco Sh+r+koma quiso irse con Nakishewe, hermano Al pasar debajo de una mata de plátanos se había quedado mirando una
menor de Husiwe. Ella tenía su amor esperándola ... Nosotras dos vivíamos hoja que dejaba caer un chorrito de agua, lo que le hizo creer que había algu-
pues, en un tapirí que nos habíamos renovado nosotras, cerca de los Rasha~ na ave arriba. En eso una flecha de bambú se le clavó junto al ombligo . El se
we-theri . Ellos insis_tía~'. pero yo me p0nía brava y les decía claro que tenía cayó se ntado. Luego se incorporó. Los Pishaasi-theri habían tratado de aga-
gana de irme con mis hIJos y no comenzar de nuevo vida a.llí. rrarlo por el cinturón de algodón, pero él lo zafó y se corrió. Allí estaba gri-
Cuatro días después los hombres salieron de cacería y trajeron cachica- tando ahora, sangrando.
m?s Y un os_o palmero. Wanap+we trajo unas muestras de yagua madura . A E n seguida lyeweima lo llevó a su casa, donde Shamawe. Lo acostaron
m1 no me dieron nada, ni a Sh+r+koma tampoco. El marido de Remorima en un chinchorro y comenzaron a meterle adentro la tripa; Ruwawe ayudaba
n°.s regaló.~n pedacito de carne. Entonces me fui con Sh+r+koma, con Yari- y en seguida mandó a cuidar los caminos . Le vendaron la herida con una ma-
"'.e Y los nmos a cazar cangrejos. Fuimos lejos . Allá encontramos yuvía; reco- jagua de guatura .
g1m_os muc~a. Sacamos muchos cangrejos; los asamos; comimos. Después re- El no había visto a quien lo había flechado. Después, cuando llegué
cogimos mas p_ara llevar. Llega~os tarde. Nos regañaron porque llegábamos adonde los Pishaasi-theri, supe que había sido Rashawe. Al ratico Hoom+-
tan t~_rde ... dejando la camasa sm compañía, sin fuego en esa casa fría . .. Así nawe se levantó, temblando como un loco; quería ir a flechar a los enemigos.
me d1Jo Iyeweima, mujer de Shamawe. Yo Je contesté:
-Ellos mataron a mi cuñado - decía . - Cuando quemamos al cuñado, yo
-E_l m~erto no necesita compañía. Yo tuve que ir lejos a buscar comida dije que lo iba a vengar; ahora vienen a flecharme a mí.. .. Y se puso a llorar.
para mis hijos. Ustedes tiene su cacería, pero no le dan a nadie. No vamos a Shamawe lo agarró y lo volvió a acostar. ¡Tun! Se reventó el colgadero.
quedarnos aquí mirando cómo comen ustedes. Otra vez quédate tú a cuidar Ja El se levantó y, pateando el suelo, se vino donde estaba Sh+r+koma, miró a
camasa ?e_I muerto-. No le gustó lo que Je dije, pero se quedó callada. mis hijos y dijo:
El unico qu~ se mostraba atento con nosotros era el viejo Ruwawe. Siem- -Mataron a mi cuñado y mi cuñado ha dejado a estos dos niños . ¡Asiiiii!
pre nos daba algun pedazo de lo que sus hijos cazaban.
Yo voy a vengar a su padre.
Teníamos como quince días ahí y hubo otro flechado . Hoom+nawe hi"o Lo agarraron y lo acostaron en otro chinchorro . ¡Tun! y también se re-
de Ya111_inawe-theri, había salido con otro Patanowe-theri de cacería . Lleg~ro~ a ventó ése. Decían ellos que el veneno de ese bambú con el que había sido fle-
un mancha!. y mataron un danto. Como eran solo dos, armaron una troja, de- chado era tan fuerte que mordía todo colgadero .. . Entonces se fue adonde
s~ngraron bien el dant?, lo ahumaron y se vinieron . Al día siguiente se fueron Ruwawe, se agarró de un palo y, pateando el suelo, le dijo:
cinco hombres y lo trajeron. Hoom+nawe le dijo a su esposa: -Suegro, los Pishaasi-theri me flecharon. Yo no voy a morir. Yo voy a
-Lleva el danta a mi suegra para que lo cocine .
pedirle a mi papá que haga curare; yo voy a vengar a mi cuñado.
El se quedó con el hígado y se puso a cocinarlo en la olla. Estaba hirvien- -Tú no te vas a morir - le dijo Ruwawe para calmarlo. - Tienes que ven-
do. Al rato la .mujer q~iso. sacar la majagua en que estaba amarrado el híga- gar a tu cuñado. Ahora acuéstate -. Y lo hizo acostar en un chinchorro bien
do, pero la maJagua saltó sm nada. El miró:
amarrado.
-Estaba derretido - dijo. - ¿Será mal agüero? - . y lo mandó a botar -¡Cuñado, cuñado!-decía.

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Entonces Shamawe mandó a dos a avisar a su papá. Por allá varios Pata- -Hijo, no llores. Primero se fue tu papá; ahora se ha ido mi hijo. No llo-
nowe-theri salieron a perseguir a los asesinos, aunque sin encontrarlos. Los res. que llorando me haces morir a mí también. Vamos a quemar a ~i hijo en
brujos de aquí ensalmaban a Hoom+nawe. El no quería tomar nada. Después aquel shapono grande donde él cantaba tanto. Ustedes vengan conmigo; no se
de como una hora llegó Yaminawe-theri, con su hija, otros parientes y varias queden aquí, que los enemigos andan rondando... .. .
-Sí, tío - dijo Sh+r+koma. - Nosotros vamos, porque tu h110 munó
mujeres Porehip+wei-theri. El venía pintado, gritando:
como venganza de los Pishaasi-theri por lo que les hizo el padre de estos ni-
-Hijo mío, pasaste por este camino y dejaste sembrada tu sangre. Lo hi-
ciste eterno. Hijo mío, no dejes solo a tu padre. Ya se fue tu mamá ... Hijo ños.
Entonces cargaron al muerto en chinchorro colgado de un palo y salimos.
mío, hijo mío ...
Allí sólo se quedaron algunas viejas. Sh+r+koma cargó con las cenizas de Hu-
Hoom+nawe no reconoció a su papá . Este lo brujeó mucho, pero él se
fue empeorando. Muchos lloraban. El viejo Yawarawe decía: siwe. Llovía, llovía por el camino.
-Cuando tu mamá te dejó , yo te crié. Te daba carato de plátano. Con- En Patanowe, Repowe mandó cuidar bien los caminos. Pintaron bien a
migo no pasabas hambre. Te crié para que cuidaras de mí, para que me cui- Hoom+nawe , lo adornaron. Adornaron bonito el palo donde colgaba. Así ha-
daras hasta el fin de mi vida. Ahora nos quieres dejar. Te quieres ir adonde cen con todos los brujos cuando se mueren. Después hicieron la hoguera y lo
tu mamá antes que yo .... quemaron. Había sólo viejos y todas las mujeres llorando. Mientras estaba ar-
Ya le estaba haciendo efecto el flechazo de bambú. Le rompieron el chin- diendo , se formó un aguacero; pero el agua no apagó la candela. Su carne se-
chorro debajo de las nalgas. Por ahí salía la mierda con chorritos de sangre. guía ardiendo, como si tuviera resina . El humo no subía, venía hediondo.
Los otros tapaban con tierra. El gemía. Al ver que lloraban a su alrededor, -Este humo es malo - le dije a Sh+r+koma. - Mi niñito se va a enfer-
decía: mar. Vámonos para allá. Y nos apartamos un poco.
-No lloren. Yo no me voy a morir. Yo quiero matar al Pishaasi-theri que Esa misma tarde se pusieron ellos a recoger los huesos y a cerner las ce-
me flechó. ¿Dónde estará ahora? -. Después preguntaba: - ¿Será que voy a nizas. Nosotros salimos de vuelta para Makararop+wei porque era tarde. Los
morir? que habían salido a perseguir habían llegado hasta el sitio de los Pishaasi-the-
Al fin, ya de noche, reconoció a su padre y le preguntó: ri, pero las mujeres de éstos los habían descubierto y habían avis~do a los su-
-Padre, ¿tú crees que voy a morir? yos. Total que por el camino de Tetehei tuvieron que regresar sm haber he-
-No - le contestaba Yaminawe-theri. cho nada.
-¿Por dónde viniste tú?
-Por el camino grande.
-¿Cómo no te flecharon a ti? A mí me flecharon. Caía agua de la mata de
plátano. Me puse a mirar y me flecharon ... Hi, hi, hi ... Ahora sí se va p'asho-
riwe, el espíritu del mono capuchino -. Después gritó: - Hagan fuego, hagan
fuego grande, para ver a los Pishaasi-theri.
Las mujeres echaban más leña en los fogones y soplaban. Al rato él se le-
vantó. Su padre y Shamawe lo agarraron.
-No me agarren - dijo, y se medió paró: - papá, Pashoriwe, el espíritu
del mono capuchino, se va -. Y se levantó del todo. - Wishariwe, el espíritu
marimonda, también se va-. Se agarró de los palos donde estaba amarrado el
chinchorro, imitando a Pashoriwe, el espíritu del mono capuchino: - Hi, hi,
hi ... -. Y allá dejó de respirar.
Había muerto parado. Le abrieron las manos y lo dejaron acostado en el
chinchorro. La gente pasó la noche llorando . Por los caminos estaban los
hombres cuidando. Muchos habían salido para perseguir a los asesinos. A la
mañana siguiente Yaminawe-theri dijo:
- No quiero quemar aquí a mi hijo. Quiero quemarlo en el shapono gran-
de de Patanowe, donde yo le enseñé a ser brujo. Aquel shapono nadie lo va a
abandonar; queda limpio todo el tiempo. Est•e lo van a abandonar y se volve-
rá rastrojo.
Después Yaminawe-theri pasó también por nuestra casa a convidarnos a
la quema. A M+ramawe, que estaba llorando, le dijo:
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CAPITULO XXVI
La Viuda entre los Asesinos del Esposo
Estábamos en la maloca de Makararop.f-wei. Allí vinieron varios frota-
theri que estaban de acuerdo con Shamawe para ir a atacar a los Pishaasi-the-
ri. Era necesario hacer eso ya, porque eran dos los muertos por vengar. Si se
esperaba y los Pishaasi-theri nos mataban a otro más, iba a ser muy difícil
vengar a tante gente. Rereopewe, cacique de los Irota-theri, hablando con
Shamawe, decía:
- Yo he venido acá trayendo mi chinchorro de bejuco. No he venido para
comer pijiguao. Quiero ir a ver si los enemigos de. ustedes son valientes. Me
acompañan solo hombres valientes. Cuando oyen pasar las flechas, no huyen,
sino que les dan más ganas de ir adelante. Mañana quiero que me enseñes
por qué camino podemos ir adonde está Rashawe. Quiero matarlo a él, por-
que es el jefe. Si matamos a Rashawe, ellos cogerán miedo y no volverán
para acá a molestarlos a ustedes. Mi hijo irá adelante. Atrás iremos nosotros
y ustedes. No quiero que vayan los Patanowe-theri. Ellos irán por su cuenta,
cuando nosotros estemos de vuelta.
Así quería él. Pero a los Patanowe-theri ya Shamawe los había invitado.
A la mañana siguiente prepararon carato de plátano. Para sentirse más
bravos, quemaron en un fogón algunas puntas de flechas arponadas que que-
daban de Husiwe, algunos carcajs, tres cañas de soplar yopo. Después se jun-
taron y, llorando, comenzaron a tomar carato. Shamawe trajo las calabazas
que contenían las cenizas de Husiwe y dos mazos de anoto crudo. Shi-ri--
koma desamarró la guapa. Shamawe le pasó una calabaza a Rereopewe. Este
cogió anoto y, llorando, untó toda la calabaza. Es una cosa que se hace con
cualquier muerto, cuando todavía no se quieren beber sus cenizas, porque son
demasiado recientes. Así, recordando, también se ponen bravos. Rereopewe,
mientras untaba la calabaza, decía:
-Tú me dejaste; pero ahora yo te voy a vengar. Con esta calabaza que
tengo en mis manos, se levanta mi rabia y recuerdo todo lo que te hicieron
tus enemigos.
Shamawe se puso a untar otra calabaza, diciendo cosas parecidas. Ruwa-
we untaba otra. Yoyosiwe otra. Y, alrededor, todas las mujeres llorando.
Después envolvieron con hojas nuevas la guapa con las calabazas. Quemaron
las hojas secas y también dos arcos de Husiwe, que yo había encontrado en el
caño, y un macuto; en fin, todo lo que quedaba de él.
Esa mañana llegaron los Yaminawe-theri y los Patanowe-theri. Yami.o a-

Preparándose para la ingestión de cenizas 369


we-theri le decía a Rereopewe: mujeres están en el monte haciendo leña. Nosotras no dire~os nada. Váyan-
-Hijo, salgan ya. Si esperaP, ellos pueden matar a alguno de nosotros y se. Los hombres Irota-theri que se quedaron están allá haciendo flechas y ?º
aumentar las cenizas para vengar. e van a dar cuenta. Así nos ha dicho nuestro cacique , que no les tengan m1e-
-Mañana vamos - dijo Rereopewe. ~o a sus hombres, que él los tiene avisados, de manera que saben y no les ha-
A la noche se reunieron en el patio, remedando a los zamuros y otros rán nada.
animales, gritando como siempre hacen en víspera de un ataque. Por la maña- Las viejas terminaron de hablar y se fueron . Nosotras nos quedamos pen-
na, todos pintados de negro, cogieron sus armas, formaron fila y se fueron ando. Rereopewe confiaba en que nosotras le hiciéramos caso, pero demasía-
por el camino de Tetehei; con ellos no fue ninguna mujer. En el monte hicie- ~º sabíamos cómo sufren las mujeres en aquella tribu. Sus hombres tenían
ron ese día el simulacro del muñeco. fama de quemarlas con tizones . Yo las había visto llenas de quemaduras en
Con los lrota-theri habían venido también varias viejas. ahora nos de- iodo el cuerpo . A las que raptaban a los enemigos a veces las amarraban y les
cían: ponían un tizón por donde orinan ; también tenían fama de morderles las ore-
-Ustedes no se queden aquí. Aquí las van a matar. Váyanse a nuestro jas y de reentarles la perilla halando por el cogollo de. seje que llevaban de
shapono. ado rno. "Así - decían - ellas se quedan feas y los demas hombres no se ena-
Después que salieron los guerreros, Ruwawe nos dijo: moran más" . Eran muy celosos los Irota-theri de sus mujeres . Todo esto le
-Salieron los hombres a hacer un ataque. Hoy, mañana, pasado maña- recordé a Sh+r+koma. Yo no quería ir allá a sufrir más . Además , era dema-
na ... Cuando regresen ellos, nadie podrá salir ya. Vayan, pues, a cortar le- siado fácil para los Wanitima-theri ir a buscarnos. Por otra parte, sí quería es-
ñan, hoy y mañana, que, al regreso de los guerreros, vendrán los Pishaasi-the- caparme de allí . Sh+r+koma me propuso:
ri a atacar. -Vamos a casa de mi mamá, donde los Aramamisi-theri. Allá tengo her-
Las mujeres salieron todas a cortar leña. Sólo se quedó una mujer de manos.
Shamawe. Yo y Sh+r+koma salimos a matar cangrejos, porque los niños te- Nos escaparnos, pues, ella con sus dos niñas y yo con los míos y con mi
nían ganas de carne. Más tarde estábamos solitas en la casa: yo cocinando perro , más dos periquitos que criábamos entre las dos. El muchacho Yari~e
cangrejos y ella asando plátanos. En eso vinieron a hablar con nosotras aque- nos acompañó hasta llegar cerca de donde las mujeres estaban sacando lena.
llas viejas Irota-theri. Allí , para dejarlo, le dije que fuera a cazar periquitos donde estaba Rernori-
-Nietas - nos dijo una de ellas. - El otro día, mientras ustedes estaban ma, su hermana, mientras nosotras íbamos también a cortar leña. Se fue. En
afuera, nuestro cacique estuvo hablando con el hermano del marido de uste- seguida mandé a M+ramawe de vuelta a la maloca para que nos trajera can-
des. Este decía: "Esas mujeres se van por ahí; no hacen candela, dejan sola y dela , cosa que con la prisa habíamos olvidado . Allá, Iyeweima, mujer de Sha-
fría la guapa de las cenizas de mi hermano; yo las dejo hacer. Ahora vamos a mawe, le dijo a mi hijo:
pelear con los Pishaasi-theri, pero, al regresar, tomaremos cenizas de mi her- -¿Para qué quieres candela? ¿Será que tu mamá está escapando?
mano, sentiremos rabia y a esas mujeres les trozaremos el pescuezo. Luego -No - contestó M+ramawé, mintiendo , según yo lo había prevenido. - El
volveremos a atacar. Los niños ya están grandecitos; no sufrirán mengua por otro día mi mamá encontró un nido de avispas en una mata de moriche y aho-
eso. Terminaremos nosotros de criarlos". El cacique de los Rashawé-theri ha ra q uiere irlo a quemar.
oído eso y le ha dicho: "¿Cómo quieres matar a esas mujeres? ¿No ves que Cuando M+ramawe nos alcanzó, cogimos por un camino viejo que debía
están solas, sin parientes? Déjalas que vivan y críen a sus hijos". Shamawe le llevarnos a Wánitima, pero llegamos a otro sitio.
contestó: "Porque me da la gana . Con sólo mirarlas , siento rabia. Tú no me -Mira que esto es Prararap+wei - le dije a mi compañera. - Yo lo reco-
detendrás. Mientras estemos llorando las cenizas de mi hermano, yo las mata- nozco.
ré". Nuestro cacique pensó y después le dijo que no se debe matar a las muje- y comencé a dudar de que Sh+r+korna me quisiera llevar de verdad a los
res. Por eso luego nos llamó y nos dijo que viniéramos a avisarlas. "Mientras Ara mamisi-theri. Allí estábamos en tierra de los Pishaasi-theri : Pishaasi-teka
nosotros vamos a pelear - nos dijo, - ustedes hablen con ellas y díganles que quedaba cerca , pero ellos andaban por Shihóta. Total que allí nos quedamo~,
se marchen a nuestro shapono , que allá queda gente . Cuando lleguemos les a o rillas de la maloca vieja de esa gente . Sacamos plátanos en el rastrOJO , hi-
diré con quién podrán quedarse a vivir" - Ustedes - siguieron las viejas con cimos fogón, armarnos nuestro tapirí , lo cercamos con hojas y echamos hojas
lágrimas en los ojos - escápense ya y váyanse a nuestro shapono. Salgan hoy de miyóma en el suelo. El chupacacao cantaba por el camino: señal de que
mismo. Nosotras sentimos lástima de ustedes, por eso hemos venido a avisar- venía gente. Nos metimos e n el monte y allá nos pusimos a recoger cacao. Yo
las. ha bía traído mi rasha husi. Después volvimos al tapirí y comimos. Cuando
Yo y Sh+r+koma nos pusimos a llorar. A las viejas les contesté: aca bó de oscurecer, nos hechamos a dormir .
-Yo no voy a ir. Dejen que me maten aquí. Estoy cansada de tanto traji- A la mañana siguiente nos fuimos por el monte. Yo creía que íbamos ha-
nar para acá y para allá. cia Wanitima. Subimos por un cerro feo, cerrado , donde había mucha chispita
-Váyanse ahora mismo - insistían ellas, - aprovechando que las demás co lorada. Cuando pica, arde como si fue ra candela. Pero también había mu-

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chas abejas y con el rasha husi castramos un poco de miel. La perra cazaba. y siguió. Yo agarré a mis niños y comenzamos a desandar el camino. Al
Nosotras bajamos a un caño donde había mucho cacao. Allí dormimos esa no- rato veo que viene ella persiguiéndome. Llega y me agarra a Kariyonawe.
che que vino, t~dos pegad~tos, incluso la perra, sobre unas hojas de casupo, -¡Deja a este niño! - le grité. Ella halaba, yo halaba, el niño chillaba .. .
ya que no cargabamos chinchorros, en un tapirí que nos habíamos hecho para no hacerle daño, lo solté y dije: - LLévatelo. Críalo. Yo vuelvo para
pero que no podía bien con la lluvia. Se nos había apagado el fuego . Al di~ Makararop+wei .
siguiente volvimos a andar, sin saber adónde. Discutíamos. Los niños llora- Ella se puso a Kariyonawe en el güenepe, junto a su niña más pequeña, y
ban. se fue corriendo. Nosotros seguimos. M+ramawe comenzó a llorar por su her-
-Mi hija no ha podido dormir por el frío - me dijo Sh-tr+koma. -Tú tie- mano. Andábamos. Estábamos ya lejos de Sh+r+koma y M+ramawe seguía
nes la culpa de que se haya apagado el fuego. llorando. Entonces nos paramos, descansamos un rato y decidimos recobrar a
-La culpa la tienes tú que no buscaste leña seca - le contesté. - ¿Acaso Kariyonawe. Echamos a correr atrás, sudando, con la lengua afuera. Subimos
yo soy lwariwe para cargar candela debajo de la lengua?-. Ella se puso a llo- un cerro y bajamos. Ella ya iba subiendo otro. Nosotros atrás. Ella no nos
rar, pero yo agregué: - La culpa la tienes tú que me trajiste por acá. Si fuera veía. Poco a poco, la alcanzamos . Agarré al niño y de un halón se lo quité.
por mí, estaríamos tranquilas en el shapono, sin pasar frío nuestros hijos. -¡Ah! - gritó ella y se volteó. Agarró de nuevo a Kariyonawe y se puso a
Por fin llegamos a las cabeceras del caño Prararap-twei. De allí bajamos halarlo. Yo halaba más duro. El niño chillaba; M+ramawe también.
por la orilla y llegamos al sitio donde los Pishaasi-theri sacaban barro para ha- -¡Vete con tus hijas a casa de Potep+ma! - le grité.
cer ollas. Había una mina grande . Ahora estaban sacando barro las abejas Ell a entonces me quiso pegar , pero yo estaba lista con mi rasha husi para
para hacer su colmena. defenderme. Me regañó y yo la regañé a ella. Después se puso a llorar y se
-Mira que aquí estamos donde los Pishaasi-theri sacaban el barro para sentó. Al rato se calmó y dijo:
hacer ollas - le dije a mi compañera. - Estamos todavía en Prararap+wei. -Vente conmigo. Si acaso llegamos adonde los Pishaasi-theri, yo voy a
Entonces seguimos por la orilla del caño hasta caer a uno más grande y entrar sola. Tú te puedes quedar escondida en el monte. Voy a preguntar por
bajamos; después nos fuimos por el monte hasta que encontramos un tapirí. dónde se va a los Aramamisi-theri y después nos vamos juntas. Allá mis her-
-Es de gente que nos está buscando - dijo Sh+r+koma. - Anda tú a mi- manos te darán cacería y tú acabarás de criar a tus hijos.
rar: yo me escondo por aquí con los niños. -Sigamos, pues - le dije.
Me acerqué más, miré bien y .. . ¡Dios mío! Anduvimos todo aquel día y fuimos a dormir a un lugar desconocido. So-
-¡Sh+r+koma! - grité. - Tú, sucia, me engañaste. Aquí es donde dormi- plaba viento. Los niños tenían frío. Yo no podía dormir; rezaba. A la mañana
mos anteayer. siguiente echamos a andar de nuevo. Ibamos por un camino de cazadores pe-
Al rato oímos de nuevo cantar el chupacacao. Dejé allí a mi compañera y queño y viejo. Cruzamos un caño, subimos por el piedrero de cerro, bajamos.
fui a ver el camino. Había rastros. Miré bien: los rastros viejos eran de gente; Los niños tenían hambre. Buscábamos fruta, pero no encontrábamos. Llega-
los recientes eran de tigre. Volví adonde Sh-tr+koma y le dije: mos por fin a un rastrojo y encontramos miyóma. Recogimos semillas y los ni-
-Ese es el camino de los Pishaasi-theri ... ¿Adónde vamos ahora? ¿No ha- ños comieron. Después seguimos hasta llegar a orillas de un caño. Allí dormi-
bías dicho que íbamos a ir a los Aramamisi-theri? mos. Yo regañé a Sh-tr-tkoma porque íbamos tan solas y sin rumbo, mientras
Entonces cogimos por un camino al lado de aquel que tenía rastros. Ca- que, yendo a Wanitima y pasando por los Irota-theri, era más fácil llegar a
minamos, subimos un cerro alto. Cuando sería mediodía, paramos para des- los Aramamisi-theri. Yo tenía ganas de regresar. Ella trató de convencerme.
cansar. Me daba cuenta de que ese camino iba en dirección a Shihóta. Para Total que, cuando amaneció, echamos de nuevo a andar. Llegamos a dormir
allá era donde halaba la cabra. Allá estaba Potep+ma, aquel hombre con a un campamento viejo de cazadores. Al día siguiente volvimos a andar. Los
quien ella siempre se escapaba. Seguramente le había enseñado por dónde te- niños no comían sino las pepas de miyóma que habíamos recogido. Menos
nía que irse para alcanzarlo. Y eso que las cenizas de Husiwe estaban guarda- mal que no llovía; era verano.
das todavía. Nos sentamos para comer unos jobos que habíamos recogido. Yo Finalmente llegamos a un cerro donde había mucho casupo. Por eso me
estaba brava y le dije: pareció reconocerlo . Husiwe me había dejado allí una vez que él iba cazando
-Mira. Yo de aquí no voy a seguir. Me voy a devolver. monos. Bajamos por el cerro y caímos a un camino: el de Masiwe-teka. Había
-¿Tu quieres morir flechada por los Namowei-theri? - dijo ella. rastros de hacía como tres días y eran los mismos que habíamos visto en el ca-
-Deja que me flechen - contesté llorando. - Matándome no hacen nin- mino de Prararap-twei . No podían ser de los Namowei-theri o Irota-theri,
gún mal. Así dejo de trajinar tanto; dejo de vivir sufriendo. ¡Mira la cara de porque ya habían pasado muchos días, sino de los mismos Pishaasi-theri que
hambre que tienen estos dos niños! Están pasando hambre por culpa tuya, vendrían a perseguir a los atacantes.
cuando en Makararop+wei teníamos plátanos para botar. Seguimos para Masiwe-teka, por el monte, no por el camino, para no de-
Ella se puso a llorar. Al rato se levantó y me dijo: jar rastros . En Masiwe-teka nos esperaban los plátanos. Subimos y bajamos
-Yo no me devuelvo. por aquel cerro. Pasamos por un caño, donde recordé que una vez Husiwe

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había barbasqueado, y llegamos al campamento donde se había muerto aque. del camino durante el aguacero. En una altura encontramos jobos. Recogi-
lla muchacha por comer huevos de sapo. Allí estaba el camino que bajaba rnos. hicimos carato en una hoja y los niños bebieron. C~ando Y.ª ~stábamos
para S~amata, o Shihóta como le decían los Pishaasi-theri. Dejé a los demás tan cerca que se oían voces de la gente, yo me paré y le d11e a Sh+r+koma:
escondidos en el monte y yo salí a averiguar. En medio del camino había una - A llí están los Pishaasi-theri. ¿Oyes? Sigue tú sola. Yo me quedo con mis
mata pe cucurito; y en el suelo, conchas de esa fruta. Había estado allí co- iños. No se te ocurra decirles que estamos aquí - . Ella dijo que bueno, y yo
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miéndola la gente de los rastros que habíamos visto dos días antes. la mano le indiqué un lugar: - Me voy a quedar allá donde nos refugiába-
00
Después me fui para el conuco. Había muchos rastros de gente : eran los ~os con Jos niños cuando en el shapono quemaban a algún muerto; donde
Pishaasi-theri que habían estado sacando verada para hacer flechas . En un ta- siempre escondíamos las ollas cuando salíamos de wáyum+. Me voy a sentar
pirí quedaban un chinchorro y tres racimos de plátanos. en aquella cueva ; tú sabes dónde . Cuando se ponga el sol, engaña a la gente y
-Ahora sí - dije: - si me han visto , no puedo escaparme. sácanos unos tizones. Yo te voy a esperar junto a la entrada del shapono .
Entonces fui a mirar. En el suelo había unos plátanos. Tendrían tiempo, Ahora vete .
porque ya estaban negros . Salí en busca de Sh+r+koma y los niños. No fui- Sh+ r+koma se fue , Nosotros nos dirigimos a aquella cueva. Echamos ho-
mos a sacar plátanos , porque sólo los había verdes y nosotras no teníamos jas de casupo en el suelo y nos sentamos. Los niños tenían frío después de
fuego para asarlos . Nos fuimos adonde estaba el cucurito. Me encaramé en un aquel aguacero . Allá me puse a pensar: "Si esa mujer avisa que estoy aquí,
palo alto, cerca, con el rasha husi y un garabato . De allá tumbé bastante fru- tenemos que huir. .. "
ta . Los niños comieron y nosotras también . No demoró ni media hora. Oí muy bien que venía gente , llorando y con-
De aquel lugar fuimos bajando. Pasamos por un peñascal. Había una ma- versando. Me puse brava. ¡Qué bestia aquella mujer! Después de haberme
driguera entre las piedras. nos pareció buena para dormir adentro . Entramos: hecho sufrir tanto, ahora me iba a entregar a los asesinos de mi marido. A los
era larga, oscura. Yo me metí con el rasha husi por si acaso topaba con algún niños les dije:
animal. Si la cueva hubiera tenido otra salida , no hubiera servido. Menos mal -Ahí viene gente. Ahora los Pishaasi-theri los van a matar.
que tenía una sola . -¡Napeyoma ! ¡Napeyoma! - venían llamando.
- Aquí vamos a dormir - dije. Y comenzamos a limpiar. Había ramas, ho- Los niños se me apretaron , mirando asustados . Allá venía Marekoma,
jas secas y entre ellas mierda de tigre: esa era su letrina . Después fuimos a re- madrastra de Husiwe; venían Tepema y Makayoma , hermanas de Husiwe; ve-
coger hojas de casupo y cubrimos el piso, mientras los niños comían cucurito nían T +t+ma , hermanastra de Husiwe; venía Komishima , esposa de lronasi-
a la entrada de la madriguera. También cortamos hojas de platanillos para ta- we. Sh+r+koma no venía. Ya no podíamos escaparnos. Menos mal que ve-
par la entrada. Después nos fuimos con los niños al caño, porque querían be- nían sólo mujeres. Marekoma , llorando, abrazó a mis hijos y dijo:
ber. Quebramos dos tubos de guasdua, los llenamos de agua y los trajimos a -¿Por qué no llegaste de una vez al shapono? ¡Pobrecita, ahora que no
nuestra madriguera . Mandé a los niños que orinaran fuera y luego nos meti- tienes al papá de tus hijos , andas sola de nuevo por el monte!
mos. La perra también se metió y se echó , pobrecita , con tanta hambre. Sólo -¿A qué viniste acá sabiendo que esta gente es enemiga del papá de estos
había comido cucurito como nosotros. ¡Qué pena me daba mi perra! niños? - dijo T +t+ma, llorando . - ¿No sabes que no se debe llevar hijos varo-
La gente se durmió. Yo no podía. Adentro había un grillo que hacía: tiri- nes adonde están los enemigos? ¿Y si los matan ?
ririri; tiririririri ; ti, ti; ti, ti . Yo tenía miedo porque, cuando los brujos cantan, -¡Nooo' - dijo Marekoma .- Yo no voy a permitir que toquen a tus hijos.
siempre dicen tei, tei, tei, tei , que es lo que cantan esos grillos en la casa del -Sh+r+koma me ha traído aquí engañándome - dije llorando.
espíritu de la noche . Yo me sentaba ; rezaba. Así pasé la noche . Al fondo de -No, no , no , no - agregó Marekoma. - No tengas miedo. Quédate con
la cueva se veían lucecitas. ¿Serían cocuyos? No se movían; sólo parecían es- nosotras. A tus hijos nadie les hará daño.
tar mirándome a mí. Primero apareció una , después otra ... . Komishima agarró a M+ram awe y se lo puso en hombros , diciendo:
-Mira - le dije a Sh+r+koma . - A este niño me lo llevo yo . Mi marido me ha mandado a buscarle .
Parecían ojos de tigre. Pero , si era tigre, la perra lo hubiera olido. Tenía- El marido de esta mujer , Ironasiwe, quería proteger a los niños de Husi-
mos miedo y no fuimos a averiguar. Después aumentaron las lucecitas. Tam- we también porque yo le había criado a su hijo, aquel Mokakawe ; y además
era considerado yerno de Husiwe por haber estado haciendo el servicio pre-
bién aumentaron los grillos su música. Así, toda la noche . Cuando amaneció,
matrimonial para él. Defendiendo a los hijos de Husiwe, Ironasiwe pretendía
oíamos los pájaros que cantaban afuera . Nadie quería salir. Yo me levanté.
abrí la puerta y salí. Me desperecé y dije: e ngraciarse con Shamawe y no ser blanco de sus flechas.
- Vámonos. - Llévalo, llé valo - le dij o T +t+ma .
Yo pensé: " Bueno , si aquí intentan matar a mis hijos , me tendrán que
Ese día caminamos, caminamos. Nos llovió encima un buen rato . A me-
dia tarde ya estábamos cerca de la maloca de Shihóta, aquel shapono que los matar con ellos" .
Pishaasi-theri se habían hecho en medio de un guasdual y que tenía un solo Tepema se metió a Kariyonawe en el güenepe .
camino. Encontramos hojas que habían servido de paraguas a los centinelas -Vamos - dijo la vieja .

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-¿Será que no van a matar a mis hijos? - pregunté yo. blar. No le contestes. No sabe lo que dice. No mató a nadie cuando era jo-
-No - me contestaron. - Ellos no van a matarlos. ven. allá en Mórota; ¿crees que va a matar ahora cuando ya está viejo? Si
.. Yo iba co~fiada en mí misma, pero con miedo por los niños que eran los fuera yo el que hablara de matar a tus hijos, entonces sí debieras tener mie-
h11os del enemigo número uno de los Pishaasi-theri. Entramos. Hakoushima _
do.
aquel viejo que siempre decía que él no era Prararap+wei-theri ni Pishaasi- y 0 quedé fría cuando él me recordó que Husiwe había matado a Wapu-
theri, sino Moróta-theri - ahora venía gritando: rawe. Luego me tranquilicé. No le tuve miedo a Hakoushima, pero me daba
-¡Gente que viene llegando! ¡Pei a+++! Y son hijos de Narnowei-theri. rabia. A cada rato nombraba el Kamakari de Husiwe. Rashawe le dijo a Ma-
¡Mátenlos, rnátenlos en seguida! ¡Fuera yo joven para coger a esos niños, tro- rekoma que nos diera comida, chinchorro para dormir, y él se fue. Entonces
zarlos el pescuezo y tirar sus cabezas por el mismo camino por el que han ve- la vieja colgó un chinchorro para mí. Kómishima se llevó a M+ramawe a su
nido! casa. La vieja nos dio de comer. La esposa de Amuhuwe también nos trajo
-Ven a matarlos, pues - le contesté yo. - Si no tienes cacería para comer un pedazo de báquiro que él había cazado. La esposa de Rashawe me trajo
aquí tienes a mis hijos. ' otro pedazo de carne. En fin, comimos bien. Dormimos tranquilos esa noche.
. Marekorna me decía que no hiciera caso. A todos los que gritaban pi- ·Qué cansados estábamos!
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diendo muerte para mis hijos, yo les contestaba sin miedo. Llegarnos así a la Al otro día, en la maloca, oí que Marekoma Je explicaba a Washowe:
casa de la vieja. Junto a su fogón nos quitarnos el frío. Ella nos contó: - Yo no puedo dártela. Ella no ha venido a este shapono a buscar hom-
-Toroporiyorna se fue ayer no más de aquí. Ella nos ha dicho que uste- bre. Tiene que pensar en sus hijos. Todo el tiempo la oigo decir que no ha
des se habían escapado y que vendrían acá. Los Narnowei-theri con los Irota- venido para quedarse, que quiere irse adonde sus parientes, los napi!.
theri han venido a atacamos, mientras tanto. Pero, antes de llegar, se pusie- Sh+ r+koma por su parte ya estaba con su querido. Me lo dijo Mapruma:
ron a sacar de un hueco un sapo. Uno metió la mano, sintió frío y se asustó. - Tú compañera se ha raspado el pelo y está toda onotada viviendo con
Los demás echaron una carcajada. En eso llegaban los Pishaasi-theri para cui- Potep+ ma.
dar camino y comenzaron a flechar. El hijo de Repowe quedó herido en una Yo pensé en las cenizas de Husiwe, pero no dije nada. Ya sabía que a
pierna. Escondieron al herido y comenzaron a pelear. Flecharon, flecharon. eso había venido ella. Al día siguiente aquel joven volvió a hablar con la vieja
Hablarnos mucho con Marekorna y las demás mujeres. El viejo Hakou- en el mismo sentido. Después que se fue, yo le dije a ella:
shirna seguía gritando: -Ese Washowe está repitiendo mi nombre. Dile claro que yo no estoy
-¡Pishaasi-theri cobardes! Allí están los niños de su enemigo y todavía no buscando hombre. Si quiere mujer, que se vaya adonde los Patanowe-theri.
los han matado. Allá dirán que no los mataron por miedo a ellos. ¡Mátenlos! Allá hay muchachas que no tienen marido. Yo estoy aquí de paso con estos
¡Mátenlos! niños y tengo que seguir.
-Deja que venga él a matarlos - decía Arnuhuwe, hijo de Marekorna, A la tarde ya estaba el hombre allí acuclillado de nuevo.
pero hermano de Husiwe. - Aquí se va a encontrar con mis flechas. Tú no -¡Vete de aquí! - le grité yo y cogí un tizón para pegarle de tanta rabia
tengas miedo. A tus hijos no les harán daño-. Y en voz baja: - Yo iba ama- que me daba.
tar a uno de éstos que volvieron de homicidas, pero mi mamá no me dejó. Luego vino Rashawe y le conté el asunto. El se puso un poco bravo y
¿Cómo voy a permitir que maten a los hijos de mi hermano? dijo:
Cuando comenzaba a oscurecer, vino a verme Rashawe, el jefe. Yo tuve -Ese hombre no tiene vergüenza. Quiere adueñarse de una mujer que
miedo al principio; grueso corno era él, todo pintado. Tenía la cabeza recién anda huyendo con sus niños porque le mataron al marido. A nadie permitiré
tonsurada: señal de que acababa de salir de la purificación de los homicidas que te lleve. No tengas miedo, pues: ellos son muchachos y todavía no saben
por haber matado a Hoom+nawe. Serían unos tres o cuatro días que había pensar.
colgado su bojote de homicida en una mata. Pero más allá, como supe después, Washowe con otros jóvenes murmura-
-¿Te viniste para acá? - me preguntó. ban :
-Sí - contesté. - Pero vine engañada por esa Ararnarnisi-theriyorna. Fue -Aquí no podernos llevárnosla, porque el cacique la mezquina. Vamos a
ella quien me trajo. Yo no quería venir; tenía miedo de que aquí mataran a agarrarla desprevenida fuera de aquí.
mis hijos. En ese tiempo los Pishaasi-theri ya iban a veces a fiestas de los Shama-
-No tengas miedo - dijo él. - Nadie matará a tushijos. El padre de estos thari . Eran un poco amigos, pues. Por eso Rereopewe, de acuerdo con Rio-
niños mató a mi hermano; pero yo no me voy a vengar con niños; siento lás- kowe, estaba esperando que volvieran para matarlos. Este Washowe tenía la
tima de ellos. Nadie les hará daño. ¿Recuerdas cuando el padre de estos ni- intención de agarrarme y llevarme a vivir consigo entre los Shama-thari.
ños quería matarte y yo te defendí? Yo era amigo del padre de tus hijos. He Al otro día Marekorna quiso que la acompañara al conuco a coger pláta-
ll?rado por ustedes, cuando los vi entrar en este shapono, oyendo al viejo pe- nos. Yo no quería ir por miedo a que aparecieran los Namowei-theri y me fle-
du la muerte de los niños. Tú no le hagas caso a ese chocho; él es puro ha- charan como castigo por haberme escapado de ellos. Pero tanto insistió ella

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que al fin fui. Ibamos muchas mujeres, todas a nuestro conuco. Kómishima se chan para agarrar a una mujer. .
llevó a M+ramawe. Mientras Marekorna sacaba ocumo y Kórnishirna onoto, Detrás llegaron las mujeres. Marekoma traía mi guatura. Las mujeres
yo con un hacha que me había prestado Amuhuwe me fui adonde estaba el pishaasi-theri contestaban .. La madre de Washowe , Tohonama, decía: .
pijiguao. De rabia tumbé cuatro matas. Cuando le estaba dando a la quinta _·Por qué le tiene miedo a los hombres? Los hombres buscan su bien y
pasaron por ahí Koroyewe, Kosipawe, Orusiwe y el mismo Washowe . Me vie~ ella q~iere quedarse sin marido . Necesita un hombre que le traiga cacería y
ron y dijeron:
0 0 lo quiere.
-¿Estás loca para tumbar esas matas de pijiguao? Orusiwe , el maldito , también decía:
-Estoy tumbando de lo que yo sembré - contesté llorando de rabia . -¡Je, je, je , je! ¿Por qué chillas? - me dijo . - ¿Por qué le tienes miedo a
Koroyewe vino para quitarme el hacha . los hombres? Si fueras una niñita verde todavía, pero ya eres una mujer he-
-¡Deja esas matas! - me gritó Orusiwe. cha y con hijos . Tenías que irte con ellos adonde los Shama-thari . Si te que-
Forcejeé un rato con Koroyewe . Al fin, corno él tenía más fuerza, se lle- das aquí. vienen los Namowei-theri y te llevan . ¿Qué es lo que pretendes: ca-
vó el hacha . sarte con uno que sea cacique como el marido que te mataron?
-Es mal agüero cortar matas de pijiguao - dijo. - Déjalas para que tus - ¡Ni con el cacique ni contigo! - le contesté. - Me escapé acá porque
hijos puedan comer y hagan reahu. querían matarme . Y no me, voy a qu,edar aquí tampoc°. . .Cuando llegue la oca-
-Yo no pienso quedarme aquí, ni mis hijos tampoco - Je contesté. Donde ión . me voy a ir adonde tu no sabras nunca. ¡Smverguenza ' Pensando que yo
me voy a morir y donde me van a enterrar mis parientes está muy lejos de voy det rás del cacique.
aquí. Todas las mujeres Pishaasi-theri regañaban . Sólo T +t+ma y Teperna que-
Ellos se fueron. Yo me quedé para sacar un racimo de plátanos. daban calladas. Orusiwe seguía hablando. Arnuhuwe le gritó :
De regreso yo venía con mi carga de plátanos y con Kariyonawe montado -¡Cállate la jeta! Si ella no quiere irse con tu cuñado 31 , déjala. Ella no
sobre la guatura, en medio de la fila. Al pasar por el conuco de los Pishaasi- está aquí por eso.
theri , algunas de ellas recogieron onoto. Al salir, pasamos por un pedregal. Ese día insulté a todo el mundo . Estaba que no cabía en mí de la indig-
Allí saltó afuera Marasinawe , un Irota-theri que vivía con los Pishaasi-theri nación. Cuando me calmé un poco, me fui con Kariyonawe a bañarme. Allí
porque en la tribu de origen le querían quitar a su mujercita . Me agarró y yo en el caño, me encontré con Sh+r+korna , que estaba bañando a su hija. Ma-
me puse a gritar: pruma ya me había dicho de su nueva vida. Yo había guardado mi rabia; aho-
-¡Suéltame, suéltame, que te voy a morder' ra aproveché para desahogarme .
-¡Te voy a flechar! - Je gritó M+ramawe amenazándolo con su arquito de -Quiere decir - le dije - que me trajiste aquí solamente para tú ir a vivir
palo. - ¡Suelta a mi mamá! con ese hombre. Por culpa tuya han estado queriendo matar a mis hijos. ¿Eso
Yo traté de zafarme y se cayó el niño con la guatura llena de plátanos. no es nada? ¡Traicionera!-. Y me puse a llorar .
Márasinawe seguía agarrándome . Marekoma y Wishariyoma lo agarraron a Makayoma, que estaba también allí, dijo:
él. Yo lo mordí. Le dolió tanto la mordida, que me soltó y les dijo a sus com- - ¿No recuerdas que sólo el otro día Napeyoma ha venido contigo por el
pañeros escondidos: monte huyendo de los que querían matarlas?
-Ustedes me mandaron para que me mo rdiera esta mujer. Vengan a ayu- -Ya te has j untado con ese hombre - le dije - y todavía las cenizas de
darme . Miren cuántas mujeres hay aquí. nuestro marido están calientes, sin que se haya consumido nada de ellas -. Y
-Ustedes nunca se atrevieron a agarrarme cuando vivía el padre de estos cogí un palo para pegarle. Ella se puso a llorar. Yo le seguí diciendo: - Eres
niños - grité yo. - Ahora aprovechan porque estoy sola. una sinvergüenza. Me engañaste diciéndome que íba mos adonde los Arama-
Marekorna también gritó. Marásinawe me había agarrado de nuevo y for- misi-theri para criar tranquilas a nuestros hijos y me has traído acá para que-
cejeaba, torciéndome el brazo. En eso saltó afuera otro, Reahuwe , hermano darte con ese hombre . De aquí no querrás irte jamás. Y yo, y yo, ¿qué hago
del primero, me agarró y me dijo: ahora ? ¿Lloras? Sí , llora . .. Mira bien a este niño mío, tú que tanto lo mezqui-
-No somos nosotros los que te queremos , sino el que está escondido ahí. na bas: más nunca lo verás. Yo me voy de aquí. Espero sólo la oportunidad.
El quiere llevarte a vivir con los Sharna-thari . Lejos, lejos, para que no nos veas más. Tú te quedarás aquí , pero sufriendo.
Yo mordí al otro también. Allá saltó otro , Kosipawe, que dijo: E res más vieja que yo, pero no sabes pensar. No viste lo que yo hice. que sa-
-Pégale , pégale . qué mi fuerza y no me dejé arrastrar por los hombres. Tú no sólo no sabes
-Ven tú también - le grité yo, llena de rabia . Di un tirón fuerte y me hacer eso, sino que tú misma te entregas a los hombres ... Sí, llora , llora. por
zafé de los dos y eché a corrar al shapono. tu falta de vergüenza.
Washowe, el culpable, había quedado escondido entre las peñas. Yo en- Me bañé con mi niño y volvimos a la maloca.
tré corno una fiera, regañando:
- ¡Sinvergüenzas' ¡Cobardes! Los van a matar a ustedes que se aprove- (31) Washo we

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Al día siguiente no hubo nada especial. Pero sí lo hubo en horas del ano- patanowe-theri Jo flecharon . Y_o oí el ~rito: y los perros latiendo. El mucha-
checer, pues llegaron nada menos que los Patanowe-theri y los Wanitima-the- cho cayó al instante. El compan~ro veni~ gntando:
ri, que ahora formaban un solo grupo, a atacar 32 . Durante la noche Kariyo. - ·Enemigos! Flecharon a m1 campanero.
nawe no podía tomar sueño. Yo me sentaba y atizaba la candela. Parece que -~Oíste? - me dijo Amuhuwe. - Ya flecharon a los muchachos que salie-
Kariyonawe siente cuando viene alguien. Yo salí detrás de la casa a orinar y, Son Namowei-theri, los mismos que rondaban durante la noche.
en efecto, oí gente en el monte silbándose, llamándose pasito. Entonces pasé ron. Cuatro hombres armados salieron · en segu1"d a comen
· do; pero no pod'1an
por donde Amuhuwe y le dije: al herido porque los enemigos, flechando , lo cubrían. Hubo flechamen-
-He oído gente allí fuera del shapono, pisando hojas, llamándose. sac: Lo Patanowe-theri tuvieron un herido. Hakoushima estaba durmien-
El también había oído , y no avisaba , sino que estaba contento, porque : . ;~toiwe. primo de Shititiwe , había ido a ver. V:?lvió _Y despertó ~I viejo:
Husiwe era hermano suyo por parte de padre. - Mira que los Namowei-theri mataron a tu hlJO. S1 no le hubieras mez-
-Hace rato que rondan por ahí - me dijo . - Tú vete a acostarte con el uinado e l tabaco , él se hubiera entretenido amasánd~lo y _no estaría muerto.
niño y no digas nada a nadie. Deja que flechen; éstos se lo merecen. No ten- \ bora chúpate tú tu tabaco! Mi hermano era demasiado 1oven para enfren-
gas miedo, que esa leña es larga y no deja pasar flechas . 1
tarse a Jas flechas de sus enemigos.
.
.
Yo volví a mi chinchorro muy preocupada. Pensaba: "Si ahora los Namo- El viejo se bajó del chinchorro .. . y ¡pum!, allí mismo se cayó desmayado.
wei-theri matan a algún Pishaasi-theri, éstos van a matar a mis hijos por ven- Su mujer y sus hijas se pusieron a llorar, a gritar. .. Amuhuwe entonces me
ganza" . Me acosté y, gracias a Dios, no pasó nada. Cuando ya iba aclarando, dijo: . . .
el niño se durmió. Al rato escuché que Shititiwe, hijo de Hakoushima, le de- - Yente a acostar en el chinchorro de m1 muier .
cía a su padre : Ella fue a traer a M+ramawe y después se acostó al otro lado. Amuhuwe
-Padre, dame tabaco. sacó sus flechas por si alguien ahora intentaba vengarse conmigo. Yo tembla-
-Ya te di anoche - le contestó su padre. - Tú quieres cambiar el tabaco a ba de miedo. Quería escaparme.
cada rato. - No - me dijo Amuhuwe . - Quédate. Al viejo le mataron a su hijo; aho-
-¡Ho! - dijo el muchacho. - Guárdatelo, gózatelo tú solo; pero, cuando ra va a ponerse bravo y querrá venir a cortarle el cuello a tus hijos. Yo los
me maten, no vayas a llorar. Me voy ahorita de cacería, para ver si Jos Namo- defende ré. No tengas miedo. Si vienen a flechar a tus hijos, yo los flecho a
wei-theri me matan . ellos. A mí me matarán , pero yo voy a matar a uno o dos de ellos. Hoy va a
-Cuidado y se encuentran de verdad con los Namowei-theri - Je dijo a su ser el fin de mi vida y de la de eJlos -. Y puso en las flechas puntas de curare
hijo Ja mujer de Hesiwe, que iba a salir con Shititiwe. que Husiwe le había regalado . En las manos tenía una flech a con punta de
Yo pensaba: "¿Será que vendrán tan pronto de nuevo Jos Namowei-the- bambú puesta. .
n."?" Entonces salieron unas viejas con un chinchorro para traer al hendo.
Shititiwe entonces vino a pedirle tabaco a Marekoma, suegra de su her- Cuando el viejo volvió en sí, comenzó a llorar y a gritar que mataran a mis hi-
mano. jos. Lo mismo gritaba su mujer. El muchacho estaba ya muerto. Allí lo
-¿Quieres darme una hoja de tabaco? Mi papá me la negó. Tengo que traían . Toroporiyoma ayudaba a traerlo, tal vez después que había ayudado a
irme; voy a ver si los Namowei-theri me matan ... matarlo ... Lloraba esa vieja de tres caras. Todo el mundo fue a ver, salvo no-
La vieja le dio. El muchacho mojó las hojas en agua. Las revolvió en las sotros. Acostaron al muerto en su chinchorro, lo pintaron, lo adornaron boni-
cenizas calientes, las enrolló y se puso el rollito en la boca. Después cogió to. Hakoushima, su mujer y sus hijas lloraban desconsoladas.
más cenizas e hiw un bojotico para llevárselas . También pidió plátano madu- Toroporiyoma, sin más, salió al conuco. Dijo que iba a ver si estab~n to-
ro y la vieja le dio . davía los enemigos o por dónde se habían ido. Tres viejas la acompanaro~,
-Me voy - dijo despidiéndose. - No sé si voy a volver. pero ella dejó atrás a dos que eran Pishaasi-theri y siguió sola con Ishakom+,
-No digas así - dij o la vieja. - El otro día no más ustedes persiguieron a que era Patanowe-theri . Las Pishaasi-theri , sin embargo, alcanzaron a oírla
Jos enemigos; no pueden estar de vuelta. mientras todavía hablaba con los Patanowe -theri. Después, cuando la encon-
Shititiwe se fue , con un compañero y con aquel triste presentimiento. traron, negó que había hablado con los enemigos. Todas juntas se fu_er?~
Dos perros iban con ellos. Aclaraba. Yo tenía miedo y me puse a escuchar. adonde habían encontrado rastros , es decir en el shapono viejo de los Wamtl-
Los Patanowe-theri estaba n en el conuco grande. Cuando e l muchacho subió ma-theri. Luego vinieron a avisar. Toroporiyoma llegó primera:
una Jomita que había en el terreno, junto a una mata de majagua blanca , los -Vayan ya - dijo. - En el shapono hay manchas de sangre donde curaron
al herido . Allí vi dos retoños de ró kómi machucados y una hoja de casupo.
(32) A la muerte de Husiwe, la denominación de Wanitima-theri d ejó de usarse, en par- Los rastros de ellos se pierden. No sé por dónde se han ido. Lo me jor e~ ~~e
te porque éstos se unieron a los Patanowe-theri . Años más tarde , Nakishewe y Ma-
pooriwe se separaron nuevamente , por disputas a causa de Toroma, una de las mu-
algunos de ustedes salgan por el camino de Tetehei y otros por el de Mas1we.
ie res de Husiwe y se empezaro n a llamar Sheroanap+wei-theri. -Mentira, mentira - dijeron las muje res que la habían acompañado. -

380 381
Los retoños de !"º~º'!li fue ella que los machucó para curar al herido.
. -No, no - ms1st16 ella, frotándose las nalgas. - Yo me resbalé me c - decía: .. ..
- Pad re no me mandes a matar a esos niños. Los hijos de Napeyoma son
cima y me ensucié. ' ª1 en.
Jllamowe i-theri, pero yo no los vo~ a matar: ellos so~ inocentes. Yo ten~o ra-
. En cambio sí había tratado de curar al herido. El zumo de estos retoños . con los grandes, no con los niños. Los Namowe1-then mataron a m1 her-
sirve para tr.ancar la sangr~. Se recoge en una hoja de casupo para dárselo de bta 0 porque nosotros tumbamos la ceiba más grande que ellos tenían 33 , la
beber al hendo y para echarselo sobre la herida. Ella misma había mach
los t - d · ·
d
uca o m~~a que los gobernaba a todos ellos. Esa ceiba ahora la echan de menos.
re onos; to av1a se le veian las manos moradas que se limpiaba en las nal- ce•
Por eso es q ue la están vengando; por eso mataron a m1· hermano. y o me re-
gas. Tanto que le preguntaron:
-¿Qué es eso? signoEso
. repetía mue h as veces. T am b.1en
· R as h awe.. d ec1a:

. -Nada, nada - contestó disimulando; - es que me resbalé en una matad - Yo sé por qué. Es por venganza que mataron a mi hermano. La vengan-
platano y me ensucié. e za de Jos Namowei-theri es grande porque matamos a su jefe.
. . Toroporiyoma s~ñalaba dos direcciones para dividirlos. Ella misma había A l día siguiente recogieron los huesos y cernieron las cenizas. Mientras
indicado_ a los e~em1g?s que se fueron por el camino nuevo de los Maheko- hacían eso , oímos gritos de los que estaban cuidando Jos caminos. Todo el
th.o-then.De ~lh subman hasta encontrar el camino que venía de los Watana- mundo se asustó y miró en aquella dirección. Venían varios indios, todos
m1-then para 1r a Patanowe-teka. adornados , con sus mujeres.
Los hombres salieron, pues, divididos en dos grupos. naturalmente no - ¡Hama ke pe' 34 - gritaron adentro los que no estaban llorando.
e.ncontraron rastro~ ~n ninguna parte. Cuando volvieron los de un grupo, qui- Ent ra ron. No los reconocí en seguida y le pregunté a Marekoma quiénes
sieron saber de quien era la flecha que le habían disparado a Shititiwe. Era eran.
una _flech~ con adornos en el fuste y en la cola, un ruedo de plumitas de loro - Son los hijos de Wayama - me contestó ella, y en voy bajita: - Rioko-
Y mas arnba .otras plumas de piapoco. Decían que era de Nakishewe, herma- we, jefe dt los Iwahikoropé-theri.
no de Hu~1we. Yo les aseguré que Nakishewé adornaba sólo Ja cola. Para li- Miré bien y los reconocí. Estaban todos parados en medio del patio. Rio-
brarme, d1Je que era de Haruwé, un Irota-theri. kowé , R ikiawe, Haikiawe, Tananowe, Sheyop+.we. Wayama, madre de todos
En el shapono el viejo seguía gritando: ello . gritó:
-Hi~os míos_, maten a e_stos dos Namowei-theri que tenemos aquí. Uste- - Ll amen a mis hijos. No los dejen esperando.
~es les tienen ~1edo a sus t1os, ~or eso no los quieren matar. Si yo fuera jo- Y ella se fue derechito adonde Hakoushima, que era su cuñado. Los de-
en, ya los hubiera matado. ¡Matenlos! S1 no quieren matarlos, denme a mí más fue ron llamados por aquí, por allá. En seguida comenzaron a hablar. Ha-
las flechas y u.stedes vayan a cargar la guatura de sus mujeres. bía n te nido la noticia de la muerte de Husiwé y que Sh+r-tkoma estaba aquí.
Koroyewe, hermano mayor del muerto, decía: Riokowé, que era su hermano, venía a reclamarla. La noticia la habían recibi-
-Hermano mío, los Namowei-theri te mataron. Te mataron porque noso- do de los lrota-theri, que habían ido a visitarles. Durante el wayamou, esa
tros les matam?s al jefe más grande que ellos tenían. Como lo necesitan y ya noche , repitieron que no venían por corotos, sino para llevarse a su hermana.
no lo tienen, vienen a vengarlo. Han matado a mi hermano. Mis hekura están Wayam a mandó a llamar a su hija. No fue adonde ella, por miedo a su yerno,
tristes. Saben qu~ los hekura del cacique muerto han dicho: "Ellos han mata- que no Jo era en realidad. Sh+r+koma fue con sus dos hijas y su mamá la
do a nuest_ro dueno: nosotros ahora les hemos matado sólo un joven; matare- aconsejó que se fuera a vivir con ella.
mos todavia ~tros Jovenes, pero al fin queremos matar a su jefe grande". Por la mañana Riokowe se sentó y llamó a su hermana. Ella no se mo-
. _ Hakoush1ma, en lo que llegó Rashawé, corrió a pedirle Ja muerte de mis vió . E l esperó un rato, después se levantó y fue al chinchorro y la haló. Un
nmos. Rashawe se molestó y gritó: herm a no lo ayudó. Potep+ma estaba callado, mirando. Las niñitas chillaban.
:Nadie toque a esos niños. Ni yo puedo matarlos. Yo les quiero como les Dos hombres las cargaron. Potepima, al fin, se alteró y agarró sus flechas. Ta-
quen~ su padre. El que quiera matarlos tendrá que vérselas con mis flechas. nanowe le dijo:
Yo se que su padre mató a mi hermano, pero yo me voy a vengar matando -¡Cuidado que si tu flechas, nosotros te flechamos'
hombres, no matando niños inocentes. · Se fueron los lwahikoropé-theri. Ya lejitos, se ve que soltaron a Sh+r+
-Miedo es lo que tienes - le dijo Hakoushima. ko ma para dejarla caminar sola. Ella aprovechó y se vino de carrera al shapo-
-Miedo, no; pena - le contestó Rashawé. 110 . Wayama siguió con las niñitas. Los cinco hermanos se devolvieron y co-
Siempre fue bueno conmigo Rashawe, especialmente allí en Shihóta. me nzaron de nuevo a arrastrar a Sh+r+koma.
Tanto es así que cuando supe su muerte, lloré muchísimo. -¡No voy, no voy! - gritaba casi sin aliento.
Al día sigu.iente llegaron los otros hombres, también sin haber encontrado
rastros de nadie~ Es~ día quemaron a Shititiwe. Lloraron mucho; gritaron. (33) Refiriéndose a Husiwé.
Hakoush1ma ped1a mas duro que mataran a mis niños. Koroyewé, llorando, le (34) ¡Visitantes'

382
383
_y ya tengo mi parte limpia . Mañana voy a Shihóta a buscar estacas de
Se fueron con ella. Cuando estaba oscureciendo, Sh+r+koma venía de 0
nuevo, trayéndose esta vez a una de las niñas . Sus hermanos no volvieron más a. retoños de pláta~o y algún ocumo p~~a sembrar. . . ..
por ella. Siguieron para su tierra.
yuc A la mañana siguiente, en efecto, salio con su sobnno Toto1we . .Antes de
. todo el mundo les recomendó que fueran con cuidado y no deiaran ras-
Yo al día siguiente la regañé :
sahr, tres días después volvieron cargados de cosas para sembrar.
-¡Sinvergüenza! Bien quisiera que vm1era mi mamá a decirme que me
tros· ComoH · - dijeron,
e seguir cuidando camino ·· - porque anoc h e, a 11 a· don d e
fuera con ella. Vino la tuya con tus hermanos y tú no quisiste ir con ellos. Tu- - ~ ~ , - .
. la gallineta hórama canto temprano. Senal de que por ese cammo
vieron que arrastrarte y aun así te volviste a escapar. Despreciaste a tu mamá dormimos, . . d
. te Los Namowei-theri como que vienen acercan ose .
por ese hombre. Tus hermanos vienen de tan lejos a buscarte para que vayas
vien~~e~ía .siguiente fuimos a sembrar. Yo_ ayudé a Kó?1ishima, esposad~
a vivir tranquila con ellos y tú te quisiste quedar aquí. Pero verás: aquí sufri-
· ·· sembrar yuca. Ella me promet10 que me dana yuca para mis h1-
rás más todavía. Ironas1we, a . ·¡ L
. do produJ· eran esas plantas. Esa noche dormimos tranqu1 os. os
Al otro día Rashawe se puso a hablar duro y dijo: J os cuan idaban camino porque parec1a 1mpos1 e que os enemigos 11 e-
· · "bl ¡ ·
-Mejor nos vamos de wáyum+ para pilar los huesos con tranquilidad. hombres nO Cu
Aquí , si nos descuidamos, los enemigos nos atacan y nos matan mientras esta- garan tan lejos. . .
Al otro día Orusiwe salió a buscar mapuey que .~ab1a visto yend~ de ca-
mos pilando los huesos.
. Ot ros hombres salieron a cazar . Pahawe tamb1en se fue por ah1 con su
A la mañana siguiente nos mandaron al conuco a cargar plátanos y sali- cena . a matar una ba b·111 a que h a b'1a visto
· . l onasiwe con Totoiwe, sahó · por
mos caminando varios días, por aquellos cerros, bajando hacia el río grande. mu¡er. r • p ·· h · d
• pero con tan mala suerte que lo encontraron los atanowe-t en y e
Llegamos a un lugar de tierra buena. Allí comenzaron a rozar para hacer el a11a, d · ·
ellos recibió una nuerte tan cruel como no se pue e imaginar . .
conuco que se llamó Kreep+wei-teka, por haber mucho kree, una mata con
Totoiwe , con miedo, vino a avisar ya tarde. Anocheciendo, salteron unos
cuyo fruto se barbasquea. A los cinco días de llegados, pilaron los huesos de
hombres y trajeron a Ironasiwe enchinchorrado , hecho un manare de tantos
Shititiwe. Mientras tanto nosotras pasábamos el tiempo recogiendo mapuey flechazos que había recibido . Al día siguiente lo q~emaron, temprano toda-
silvestre y cucurito para comer con la cacería que conseguían los hombres. . Después varios hombres y algunas mu¡eres salteron para perseguir a los
No había tabaco. De Shihóta habíamos traído muy poco, porque estaba
via . . 1 p t
enemigos y a la vez traer plátanos . Llegaron a Shihóta y vieron que os a a-
chiquito. Cuando hay mucho tabaco, el rollito no se amarra; cuando hay nowé-theri habían quemado el shapono . Averiguaron bien , pero los enemigos
poco, en cambio, se amarra para que dure más; al otro día se zafa la cabuya, ya no estaban. Volvieron al otro día con los plátano~ . ~os guindaron y, en lo
se voltea la hoja y se enrolla de nuevo, amarrándolo otra vez, para seguir que estuvieron maduros , pilaron los huesos de Ironas1:-ve .. , .
chupando. Pero ahora ni así. Entonces, como ya en Shihóta, también en ese Dos días después volvimos a Shihóta. Nos parec1a d1f1c1l que ~os Patano-
campamento se consumían raíces de pata de grulla. Primeramente yo había we-theri pudieran volver tan pronto. Nos fuimos andando de_ way~m + , por
visto a los Shama-thari usando ese tabaco. Allá sólo los viejos tenían tabaco otro camino feo cerrado, por entre bejucales y matas de komish1. En ese
verdadero en su conuco; los jóvenes chupaban pata de grulla. Entre los Na- viaje m i~ ni~os p~saron hambre: nadie nos daba cacería. Sólo comíamos can-
mowei-theri no tanto, porque siempre tenían tabaco sembrado; sólo una vez ,_ grejos que yo cazaba y cogollos de yagua que Marekoma nos daba.
fuimos muy lejos de wáyum+ y se nos acabaron las hojas de tabaco verdade- Llegamos después de varios días . Como la m_aloca estaba quemada, mon-
ro; y otra vez que los gusanos habían acabado con el tabacal de Wánitima. tamos nuestro campamento de tapirís junto al s1t10 donde estaba a~tes el sha-
Después, como dije, vi a los Pishaasi-theri en Shihóta y en Kreep+wei. pono de Husiwe. Yo salí en seguida al rastrojo a buscar leña. Alla v1 que ~¡
De la pata de grulla se arrancan unas cuantas raíces, se baten para que pijiguao estaba comenzando a madurar. Era de 1 p1J1guao ·· · que yo mis ma hab1a
pierdan la parte de afuera y con el resto de la concha se hace un rollíto, ama- sembrado. Ellos creen que la mata de pijiguao sembrada por mui e r carga ba~
rrándolo con hilo, y se mete en la boca para chuparlo como si fuera tabaco jito y ligero; la sembrada por hombre carga más_alto y m_ás tarde. Ese er~ m1
bueno. Todos chupan eso: hombres, mujeres y niños. pijiguao. Nadie podía decirme nada . Yo desga¡e dos racimos . Luego Kanyo-
Más tarde también vi a los Puunap+wei-theri chupando pata de grulla en nawe se agarró de uno verde , gritó y lo haló al suelo. En eso pasaban unos
lugar de tabaco. Con Jos Witokaya-theri, en cambio, al carecer de tabaco yer- Pishaasi-theri y gritaron:
dadero, vi usar las hojas de una planta que se llama "tabaco de tucusito". La -Allí están echando a perder ese pijiguao verde.
hoja es larga, angosta, verde como la del tabaco; la flor es roja. Abunda en -Dejen que lo eche a perder- les contesté. -Es de mi siembra ..
las cabeceras de los caños. La hoja no se seca como la del tabaco verdadero, Ellos se fueron murmurando. Yo me puse a desgranar en m1 guatura el
se usa verde, amasándola en ceniza, y se hace el rollito. Si no hay ceniza se pijiguao maduro. En eso oigo gritar en el campamento :
chupa sola. La consumían tanto hombres como mujeres . Pero, claro, no era -¡Hama kepe! 3 5 .
tan fuerte como la hoja del tabac°'
Los hombres rozaban monte e iban de cacería. Allí lronasiwe , una no-
(35) ¡Visitantes !
che, dijo:
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384
Cogí mi carga y con los niños eché a correr. Allá en el medio del patio - Nos vamos, mamá .
estaban parados dos visitantes, las cabezas blancas de plumón. Le pregunté a _y 0 no voy a ir . Me voy a quedar con este hijo - dijo, señalando a
Marekoma quiénes eran y ella me dijo que Shama-thari . Shama-thari de tos Arn uhuwe . . . .
lwahikorope-theri. Uno era Tananowe, hermano de Riokowe y por lo tanto Al rato vino el mismo Rashawe a preguntarme s1 yo me iba a u con ellos.
también de Sh+r+koma, pero nacido después de su rapto. Entonces salí a ontesté que no, que yo sabía lo lejos que quedaba y que mis niños, al
buscar agua. En el caño el mismo grito de antes: Le e
acabarse Jos plátanos, pasarían hambre po_r e ¡ camino.
· E ntonces aproveche' y
36
-¡Hama ke pe' . le dije a Rashawe y a los que estaban con el: . , . .
Me vine rápida y pregunté. Eran visitantes Mahekotho-theri. Estaba Sito- -.Oiganme bien. Yo he llegado a saber que los Shama-than los estan invi-
ya-theri, jefe de los Mahekotho-theri. Estaba Mosihewe y su esposa Prerepe- tando a reahu para matarlos . No los van a matar esta vez. Tampoco la próxi-
mi, la que iba a ser abuela de mi tercero y cuarto niño, junto con su hijo Ha- rna. Será la siguiente . . , , ..
yaote. Ya ellos habían venido de visita a Patanowe. A la noche ella vino a El viejo Ha koush1ma, que me hab1a 01do , d1Jo :
sentarse a mi lado y me dijo que sentía lástima de mí; que en Mahekotho-the- - ¡Mentira . mentira! Riokowe , mi sobrino, no me mata. Ellos huelen mi
ri había blancos ; que me fuera con ella para hablar con los blancos. mano y ta besan . Me abrazan . Son capaces de cargarme en palmitas. ¿Cómo
La gente estaba emocionada con tantos visitantes. Los Shama-thari ya ha- van a matarme?
cían wayamou con Rashawé, con Orusiwe ... Venían a invitar a un reahu. Yo También vi no Pahawe y dijo :
entonces me acordé de lo que había oído en el shapono de los Irota-theri: Re- - Napeyoma dice eso para que nos quedemos . - Después miró al cielo,
reopewe le había dicho a Shamawé que él había concertado con los Shama- rumbo a ta tierra de los Shama-thari, y agregó: - No; los Shama-thari no van
thari invitar a reahu a los Pishaasi-theri tres veces y, la última vez, matarlos. a mat arnos. Ellos son amigos . Ella dice embuste, porque tiene miedo.
Este iba a ser el primer reahu . - No tengo miedo - le dije . - Tampoco digo que no vayan. Pueden ir por
También los Mahekotho-theri venían a invitar a un reahu; tenían mucho esta vez. Pero va a llegar el día que se arrepentirán de haber ido y dirán:
pijiguao y muchos plátanos. Decían que habían invitado a los Patanowe-theri, "¡Bien hecho: Napeyoma nos había avisado!" Entonces sí se acordarán de mí.
pero que no habían aceptado ir porque esperaban ataque de los Pishaasi-the- -Mentira - dijo de nuevo Hakoushima. - No le hagan caso. Vámonos.
ri . Rashawe contestaba: Yo no dije nada más. Ellos arrumaron sus corotos y salieron. A Rashawe
-No puedo ir . He aceptado ir adonde los Shama-thari. Quiero oír el can- no lo volví a ver más. Amuhuwe se quedó con sus tres mujeres. Quería ir a
to de las mujeres Shama-thari. Quiero que mis mujeres aprendan sus cantos hacerse un tapirí en el monte, porque, tan poquitos, era peligroso quedarse
para que canten allá en Kreep+wei cuando nuestro conuco comience a dar alJí. Mosi hewe, el Mahekotho-theri, entonces propuso:
plátanos . - Mira. Para no quedarte aquí solo, con peligro de que vengan los Patano-
-Si ustedes no vienen - decía Sitoya-theri, - yo voy a convidar a los Wa- we-theri y te flechen, es mejor que te vayas con nosotros. Allá hay también
tanami-theri . Ustedes se van adonde los Shama-thari: miren que ellos ahora pijiguao . Te puedes quedar allá hasta que regresen los Pishaasi-theri.
son amigos, pero se van a volver enemigos. Amuhuwe no sabía decidirse. Le preguntó a su madre y a ella le pareció
Ese viejo también conocía los planes de Rereopewe. Los Pishaasi-theri bueno que fuera.
discutían si ir a una u otra parte; pero estaban más inclinados hacia los Sha- Mientras tanto yo había salido al caño. Por el camino me alcanzó la vieja
ma-thari. Tempranito Rashawe habló así: Prerepemi y me preguntó:
-Esta mañana saldremos para el reahu de los Shamata-thari - decía. - - ¿Vas por agua?
Iremos de wayum+ para llegar en el momento debido. - Sí.
Cuando amaneció, los Shama-thari salieron. Esta vez no trataron de lle- - Voy contigo a bañarme-. En el caño me dijo: - ¿Por qué no te vas de
varse a Sh+r+koma . Pensaban agarrarla allá en su shapono, ya que los Pi- una vez con nosotros? Allá pasan los nape. Nosotros les damos ptatanos y
shaasi-theri irían a su reahu. Los Pishaasi-theri se estaban preparando. Orusi- ellos nos traen machetes. Ahora hay uno que vive con nosotros. Se llama
we vio a M+ramawe que corría por ahí con su arquito. Pawe 37 • Es bueno, nos regala tela . Tú puedes hablar con ellos . A lo mejor te
--Coge tu chinchorro - le dijo, - que nos vamos adonde los Shama-thari. llevan adonde tus parientes .
38
Yo Je dije a M+ramawe: - Me gustaría ir - le dije, - pero sola no . Si me acompaña Mataninima ,
-Dile así: "Cuando vivía mi papá, nunca me llevó adonde los Shama-tha- voy.
ri, porque eran sus enemigos. Ahora que está muerto, me voy adonde vaya En realidad Amuhuwe no estaría en peligro, porque él era Namowei-the-
mi mamá".
Orusiwe entonces vino adonde Marekoma y le dijo:
(37) Se trata del misionero evangélico de las Nuevas Tribus James Paul Barker.
(36) ¡Visitantes' (38) Apodo de Amuhuwe.

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ri; pero decidió seguir el parecer de su madre. y 0 con Mapruma salimos al
conucx:i a recoger plátanos. Vueltas al campamento, arrumamos los corotos y
n~s fuimos._ Los Maheko~ho-th~ri adelante y nosotros atrás. Ibamos por el ca.
mm·º· que anos antes hab1an abt~rto Husiwe y Shamawe. Por allí se habían ido
a v1s1tar a lc 's ~ahekotho-then t res veces, cruzando d río grande sobre el
p~ente que ha1:>_1an hec~o . La creciente se lo había llevado y entonces los
l\-1ahekotho-t11en lo ha_~1an vuelto a armar para venir a invitarnos. Ibamos
poc_o a poco; A?:uhuwe renqueaba y no podía ir ligero. Yo iba con él, sus dos
muieres y sus nmos, y su mamá Marekoma.
CAPITULO XXVII
De Paso por Platanal
En t res días llegamos a orillas del río grande . Lo~ Mahekotho-theri se
fueron adelante a ver cómo estaba el puente. nosotros hicimos tapirís monte
adentro, donde había muchas matas de algarrobo . Recogimos de esa fruta.
Corno Amuhuwe no podía monear palo, yo me subí a una mata de seje y sa-
qué dos racimos. Comimos algarrobo y bebimos carato de se je. Dormimos .
A la mañana siguit:nte , temprano, llegaron los Mahekotho-theri a decir-
nos que po díamos pasar. Salirnos y llegamos donde estaba el puente, largo,
·obre muchos palos cruzados. Pasando, !os palos temblaban. Antes de llegar,
nos paramos e n el conuco para pintarnos. Era la primera vez que me pintaba
desde la mue rte de Husiwe . Había entonces un conuco en toda la orilla del
río, nuevo y lleno de plátanos. Cerca estaba el otro que ya era rastrojo; el pri-
mero que ha bían hecho allí los Sitoya-theri, que era como se llamaban antes.
Más allá estaba el campamento, redondo como un shapono, con a lgu nas ma-
tas en 1 medio. En una de balatá estaban clavados muchos machetes. Alrede-
dor del ampamento había una cerca hecha de varejones de seje. ¡Qué de
mosquitos había!
Ent ramos . Adentro gritaron los pocos que e~ taban. Los demás estaban
pescando caribe en el río grande. Ya los Mahekurhu-theri usaban anzuelos
que les habían dado los blancos 39 . Otros estaban por el monte cazando. No-
sotros nos fui mos derechos al tapirí del viejo Sitoya-theri. Después hicieron
un tapi rí para Amuhuwe y otro para Marekoma . Yo me quedé con la vieja .
Las mujeres venían a verme, a hacerme preguntas. Algunas llevaban un vesti-
do que les habían regalado los musiúes ¡Qué bien les caía con tanta plaga
que había allí! Akawe , hijo de Prerepemi, el que iba a ser mi segundo esposo,
no estaba; vivía en Puunap+wei , donde le estaba dando cacería a Hiómi, "ºª
niña que iba a ser su mujer.
Al día siguiente yo pregunté a f ;crepemi por los musiúes y ella me mos-
tró su casa diciéndome :
-Se han ido río abajo, pero dentro de dos lunas van a volver.
De, pués de tres días que estábamos allí, llegaron los Raharawe-theri de
visita. Se volvieron a ir; pero se quedó Kaómawe, con la inte nción de robarle
una mujer a. Amuhuwe . Cuando ya te níamos una semana allí, el cacique le

(39) E l misionero J . P . Barker convivía con e llos o los visitaba. regalá ndoles mache tes,
hachas, anzuelos ... Los Pishaasi-theri que vinieron a vivir e n Mahekotho-teka {Pla·
ta nal) come nzaban a aprende r su uso.

388
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dijo a Marekoma:
_ bongo amarrado, con un motor en la popa. Quedaban dos hombres;
--Cerca del conuco hay un cañito donde hay mucho seje que está ne -Aba su · 1 · ·
de puro maduro. Vete a recogerlo. g ~- do lleno de cute . Yo tenía vergüenza, pero me acerque o mismo, me
uno to ca del bongo y hablé en castellano por lo del sombrero:
. Yo me fui c?n ella y otras mujeres. Al día siguiente volví con Tepema
Ya+ma, una mu.1er de Amuhuwe. La otra mujer de él, Mapruma, se qu /
senté-¡·E
cer . , d . ?
h.l.1 (.,·Quié nes son ustedes? ¿De don e vienen.
- Venimos de abajo - me contestó uno. ..
en la casa. A M+ra.mawe también lo. dejé ~n Ja .casa .con Marekoma. Pero ~IJ:
_y 0 vengo a pedirle pasaje para irme con ustedes - le d1Je. Los hombres
lo ~andó a pescar Junto con otros P1shaas1-then: M+raashiwe, Horohorow ..
Kos1pawe. Antes del mediodía nosotras volvimos a Ja casa con nuestras gu et y blaron entre í y uno me contestó: . . , . .
.
ras 11 enas d e se Je. a u. ha - Nosotros somos motorista y cocinero. El Jefe esta con los md10s. Hable
.-Mira - '.11e dijo M~rekoma. - Tu hijo se fue a pescar con esos Pishaas¡. con él. ·
Entonces el motonsta, que era mulato, se vino a parar a m1· 1a d o y me
then que estan por aqui_. Lo llamaron ellos ... -. Era mentira. Ella lo había
mandado. Eran como seis los P1shaasi-theri viviendo en Mahekotho: de . preguntó:
q 1 p t .. h . h b' fl .. . spues - ¿De dónde viene usted?
ue os a anowe-t en a ian echado a Sh1t1hwe, por miedo y por desac - ¿y dónde es que estoy yo? - le pregunté.
d0 CO n 1os demas,· ha b'ian venido
· acá a vivir. uer-
- Aquí es el Alto Orinoco, en Venezue~a. , .
.. -¿Por qué mandaste a ese niño con ellos? - le reclamé. - Tú no sab - A mí me llevaron del Brasil - le explique entonces. - Alla me flecharon
quien es ese M+raa.shi~e ... ¡Si supieras la rabia que les tiene a mis hijos! es
A la t~rde llego m1 h1Jo llorando; detrás de él venía Kosipawe. a m1,· a mi· papá y a mi mamá · Ni siquiera sé si ellos ,quedaron vivos. A mí me
-¿Que te pasa? - Je pregunté. llevaron porque estaba flechada con curare y no podia ':°.rrer.
-M+raashiwe me quería matar. - ¡Caramba 1 - dijo. - Usted tiene que hablar con m1 Jefe.
Entonces vino Kosipawe a explicarme: - Bueno - le dije. - Pero ... ¿me llevan?
- No sé - dijo él. - Primero tenemos que subir más arriba. A lo mejor,
-Yo me he venido ~orriendo con tu hijo, porque ellos querían agarrarlo,
bajando, la llevamos. . . , ,
troz~rle el pescuezo y tirarle la cabeza al río para comida de Jos caribes. Lo -Mire - le dije yo. - Me pelo por irme. Yo v1v1a por el otro lado del no
9uenan matar porque M+raashiwe, mientras estaba pescando, quiso tirar le- con un indio . Lo mataron, pelearon y me escapé con los niños para este lado.
JOS la cabuya y se le .~nganchó el anzuelo en el pescuezo. Por rabia Jo quería Ahora quiero irme de aquí.
matar. _Por eso i:ne .dlJo que s.e lo agarrara, mientras estaba cazando pajaritos - Bueno dijo el mulato. - Vamos a ver qué dice el jefe.
por alla. Y~. co~ m.1 arco y ..mis _flechas y fui en busca del niño; pero, al encon- En eso oí: ¡tok, toook, tok! Eran los indios que venían con los machetes
tra~lo, le d11e:.. M+ramawe, vamonos en seguida porque te quieren matar". que habían recibido. Ellos los prueban en seguida dando contra los palos:
As1 que nos vinimos y aquí estamos.
¡tok , tok , tok!
. Yo. me ~use a llorar y re~añé a Mar~koma. Más tarde volvieron aquellos -A llí vienen ellos - dijo el mulato.
P1shaas1-then. Los demás tuvieron traba10 para sacarle a M+raashiwe el an- Yo me paré. Venía un blanco; detrás Kasiewe; luego los demás. Eran
zue!o que tenía clavado en el cuello. Al fin se Jo sacaron, pero él seguéa con hombres altos. Yo no pude oír lo que hablaban. Entonces agarré a Kariyon~­
rabia.
we, lo senté sobre unas hojas de casupo, y dejé a M+ramawe para que lo cm-
Al día siguiente, m!entras yo estaba tranquila en mi tapirí, oí el ruido de dara. Me acerqué, agachadita, a los blancos. Pasó Kasiewe, pasó Horohoro-
un mot~r. No era de aVIón. Primero se oía lejos, después cada vez más cerca. we, M+raashiwe, el hijo de Kasiewe ... Me puse a llorar y volví adonde esta-
En segmda Jos hombres gritaron:
ban los niños.
-¡Nape ke pe!4-0. Y sin más mandaron a esconderse a las mujeres en el - ¿Por qué lloras? - me preguntó M+ramawe.
monte, alrededor del campamento. Sitoya-theri le decía a Marekoma: _ Noso-
- Porque no podemos escaparnos - le contesté. - All.í están todos l~s
tros n? estamos acostumbrados a que los nape vean a nuestras mujeres. Ellos hombres de aquí. No nos van a dejar. Está también el maldito ese que quena
las quitan. Escóndanse ustedes también.
matarte .
Marekoma me dijo, pero yo, en cambio, me puse a Kariyonaw~ en el Entonces vi que los blancos cargaron los plátanos que los Mahekotho-
güenepe y le dije a M+ramawe:
theri les habían dado y se embarcaron, acompañados de algunos indios. Pren.-
-Ven, ven, que nos v~mos. con los nape -. Y salimos del campamento. dieron el motor y se fueron. ¡Roooommmm! Aquel ruido me hizo llorar más.
Desde el puerto veman cinco hombres, todos vestidos de blanco y con No era posible irme por los indios que los acompañaban. Iban río arriba Y se
aquel _sombrero ve~ezolano. Era Ja primera vez que yo veía gente civilizada perdieron detrás de la primera curva. Yo me fui con los niños por el lado del
despues de tantos anos. Ellos pasaron. Yo me fui derecha para el puerto. Allá cerro . Me encaramé en una mata de seje, rompí con los dientes varias pencas
(40) ¡Extranjeros!
de un racimo y las tiraba; luego bajé y volvimos al tapirí. Los indios que se
habían embarcado volvieron ya de noche. Venían de más arriba de la boca
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391
del Yapitawe ke u .
diera bien . Pero, rompiendo el comején , habíamo.s hec~o rui.do . Allí ve-
. -Los nape se fueron bravos -decían. - Entonces contaron que los blaneos
habian subido hasta un lambedero de danto a ver si podían cazarlo. Pero prj.
pren .· e su tío, con otros hombres; algunos eran Pishaasi-then
•18 l(as1ew . d.. Mº
.
P _ ·Qué hacen ustedes aquí? ¿Escapándose, ah? - ~os IJO. ~ Iren que yo
':1ero se pararon parn coger yagua. Mientras hacían eso, un indio comenzó a
(, de co rtarle Ja cabe za a estos niños-. Akawe se quedo callado; pero
SOY ca~az templó su arco para flechar. - ¿Y tú qué haces aquí de noche ? - le
tirar _los. m.a chetes a tierra. ;Chak, chak, chak! hacían al caer sobre las hojas
de kom1sh1. Los blancos oyeron. El que estaba en la mata se bajó. Fueron se paro Y .. ..
.. Ka iewe a Akawe.
la embarcación y vieron que faltaban los machetes. Se pusieron bravos y rega~ 0
. .
diJ - y o a ndo de noche porque vivo lejos. Ella se va conmigo porque los P1-
ñaron a los indios. Entonces los atravesaron del lado de Patanowé al lado d
·-theri quieren matarle a sus hijos.
acá del do; recogieron s.us machetes, sacaron su yagua y se vinieron río abajo~ shaasi · ?. - 1e d 130
- ¿Tú con ta ntas mujeres, vienes acá a ro b ar otra muier · · K as1e-
·
Los indios pensaban de1ar allí Jos machetes y, después de marcharse los blan.
cos, hacer una embarcación de corteza e ir a buscarlos.
El jefe Sitoya-theri regañó a su gente por lo que habían hecho.
we. - Esta muje r no pertenece a tu gente - contestó Akawé . ..
E ntonces Kasiewé me sacó a Kariyonawé del. güenepe y me ~110 : .
-Cuidado con lo que les hacen a los nape - decía, - porque ellos son ca-
paces de venir a echar una epidemia sobre nosotros. -¡ Vámonos! Tú estabas con los Pishaasi-then y ahora te quieres 1r a otra
Nosotros habíamos oído el ruido del motor pasando río abajo mucho an- arte con ese hombre... . .. .
p - Los Pishaasi-theri no son mis padres - le d11e. - ¿Por que tengo que
tes de que regresaran los hombres. Pero no volvieron a pararse.
Un día después, aquel Raharawé-theri que se había quedado, como ya se quedarme con ellos? . .. . .
E ntonces él agarró también a M+ramawe y comenzo a arrastrarlo. Tuv1-
había conquistado a Mapruma, una de las esposas de Amuhuwé, se fue con
. que volver . Allá Akawé seguramente habló con su mamá, dejándole di-
ella y su niñita de un año de edad . El viejo Sitoya-theri vino a consolar al ren- mos . · f · d ·
co: cho algo pa ra mí, y él salió camino de Puunap+wei. Yo u1 a ten erme en m1
chinchorro . K u1sirni, mujer de Kasiewé, regañaba; Prerepem1 , brava , le res-
-No te preocupes. Yo te voy a rescatar a esa mujer.
pondía ; después, con su otra hija y su yerno, se marcharía para akanzar .ª
- La mujer no me importa tanto - dijo Amuhuwé. - Quítale por lo menos Akawe. Yo no vi cuando salió. Más tarde me contaron que Ku1s1m1 quena
a la niñita.
que me quedara con Kasiewe .
Sitoya-theri salió, pues, con otros hombres hasta la maloca de los Raha- A la mañana siguiente, yo salí al caño para buscar agua y hacer carato de
rawé-theri. A los tres días regresaron. Traían la niñita y se la devolvieron a su seje. Shote hemi, hermana de Akawé, me alcanzó y me dio el recado que él
papá. Pi_ la muje; no. Años después el mismo nieto de Sitoya-theri, hijo de hahía dejado para mí:
Kasiewe, le quito la otra mu1er a Amuhuwé. Todos se aprovechaban de él - Mira . Akawé se fue. Mi mamá me dijo que te fueras detrás de él. El te
porque, siendo renco, no podía perseguirlos .
irá tapa ndo los caminos para que no te vayas ni a los T.oraemip-twei-t~eri ni .ª
Aquella noche, hablando duro, M-traashiwé decía :
los Poreta-theri ni a los Waika . El vive con los Puunap+we1-then . Alla estaras
-Sí; ya Mapruma se escapó. Aquí quedan otras mujeres que se pueden más segura . ¿No ves que aquí quieren cortarles la cabeza a tus hijos?
escapar. Está Tépéma, está Napéyoma, está Ya+ma. Los Raharawé-theri tie- Le contesté que bueno, que no me iba de allí mismo donde esta~a en. ese
nen fama de robar mujeres. ¡Tengan cuidado!
momento , pero que sí después de ir a buscar a M-tramawé que habw. dejado
A la tarde del otro día, llegó Akawé. Ya Prerepemi, su mamá, me había en el tapirí cuidando los plátanos que se asaban. Volví, pues, al tapm . Mien-
dicho que si. yo iba a vivir con él, mis hijos estarían lejos del peligro de los tras estaba haciendo el carato, llegaron unos Pishaasi-theri que venían de
P1shaasi-then. El estuvo como dos días allí; después se volvió a ir. Estaba aquell <1 fiesta donde los Shama-thari . Entre ellos estaban lhamawé. y Auku.~
apurado porque en su maloca esperaban un ataque de Jos Hii-theri . Pero,cua- ma . A ntes de llegar, por el camino, seguramente Horohorowé o M+raash1we
tro días más tarde, llegó de nuevo. Era de noche . Yo estaba conversando con los ha bían avisado que yo quería escaparme; por eso ahora decían :
Marekoma; de pronto viene Akawé y me dice en voz alta:
-Vámonos. -Las mujeres de aquí se están yendo todas . Ya Mapruma se fue. A~1ora
es Napéyoma que se quiere ir. Pero allí mismo vienen. los maridos de Hu1mo-
Yo le dije que bueno, que me iba, pero sin que me oyera Marekoma o la imi y de Hiyómarima 41 para matarla a ella y a sus hlJOS.
otrn gente . El se fue al tapirí de su mamá, cogió arco y flechas y salió por el - Ella no se ha escapado - dijo Marekoma , para disculparme . - Ya no se
camino grande. Yo agarré un tizón , reuní a los niños y cogimos por un cami- va a ir. Se va a quedar conmigo -. Después le preguntó a lham awé:
nno. Llegamos adonde él nos esperaba.
- ·Cuándo es que van a at ravesar con la familia ?
- Tu fue go no sirve - me dijo. - Está casi apagado. Tenemos que andar - Creo que mañana - contestó el hombre . - Due rmen al otro lado ; maña-
la noche entera, para amanecer lejos.
na atraviesan. Allí vienen para matar a Napéyoma y a sus dos h11os.
Emonces yo me quedé soplando y él se fue a buscar comején para pren-
der meior el fuego. Lo trajo, junto con dos maderos secos. soplamos para que
(41 ) Orusiwe y Hutonawe.

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. ~so decía sin saber que yo escuchaba T ,
tapm estaba tapiado por la mu h 1 . amp?co me ve1an, porque todo e) otra orilla y amarré el otro cabo.
su carato. Yo cogí dos calab c a paga _que hab1a. Los niños tomaron rápid 8 18 LOS niños lloraban; se hacía tarde .
Sho1ehem1. salió adelante conazas, para disimular
dos t"
·b o
que ' a p;--.r agua , y salimos Tenernos que atravesar - les dije, - si no , IJegan los Pishaasi-theri y nos
uno. Ella me lo dio y me dijo: izones para sacar sal de tavarí. Yo le PCdf
-Vete corriendo. Los Pishaasi-theri mata~~arré co rto mi güenepe y me metí a Kariyonawe sobre la espalda. Des-
!ido de cacería Los que se d ya se van y nuestros hombres han sa 's le di instrucciones a M+ramawé de cómo debía hacer para avanzar aga-
V · que aron pensarán que te h ·d b •
ete rápido. Mi hermano te dej·a ta ad 1 . as I o a uscar cacao p~~dose del bejuco . En una mano agarré el tizón amarrado con el rasha husi y
q ue ir · P os os cammos por donde no ti" ·
enes rr ·entramo e n el río . A llí le dije a M+ ramawe.
851
Allí mismo, con K.ariyonawé en el .. - Agárrate bien del bejuco. Más adelante va~ a dejar de pisar tierra. En-
m?s aquel cerro, pura piedra. casi corrie~~~nete, m~ i:netí en el monte. Subj. ton~s agárrate más duro y no lo sueltes nunca. Si te cansas, me pones el bra-
mmo grande. Seguimos y llegamos h , uego a1amos y entramos al ca- W aquí y paramos un rato .
donde no estaba tapado con ho. as ~~~: orqueta d~I camino. Seguimos por Nos metimos: M+ramawe adelante y yo atrás. En seguida dejamos de to-
bastantes tapirís con techo de j l. delante pase un campamento: había car fondo. El agua nos llevaba las piernas. M+ramawe me dijo de pronto :
Pª ma ya seca De Ir b · · -
unos cangrejos Jos cociné y co . D .. a I a1e a un cano, maté - Mamá, estoy cansado. Vl..iy a sol~ar las manos.
. ' mimos. om;1mos en u h. h
o lviciado en aquellos tapirís. n c m orro de bejuco Nos paramos. Yo le dije:
A la mañana siguiente salimos tem r L . . . - Ponrne el brazo por aquí y no sueltes. Descansa tú que yo aguanto.
persiguiéndonos. Subimos por un cerro p ano . . ?s P1shaas1-then podían estar Al pasarme el brazo por la espalda, apretó a Kariyonawe y éste chilló.
viento fuerte; por el camino caían palo~ c~~ ~~f1cul~d.' Llovía duro; soplaba -No aprietes tanto - le grité . Descansamos; luego seguimos. Yo le dije a
rebalse grande. Era rebalse d 1 M kp. n 4~s . aJamos Y llegamos a un M+ramawe: - No tengas miedo. Así está bien , pero déjame mi brazo libre; si
. . e aata e u de esos f
mv1ei:no. El río quedaba un poco más adela , , que se orman en no, la corriente nos va a llevar a todos .
a Kanyonawe que iba montado en mis ho ;te. Mee z~fe el ~uayuco Y se lo di La corriente estaba tremenda ahora Las toninas , negrotas , asomaban por
me metí en el agua Con la t m ros. og1 el t1zon en una mano y ahí y hacían ¡huahhh! Yo le pedía a Dios que mantuviera lejos de nosotros la
· o ra mano llevab M·
por el pecho. Así íbamos , mirando or lod a a +ram~wé. El agua daba anaconda; por allí arriba había una laguna donde vivían anacondas. Así me
billas nos mordieran Al ll p ~s partes, con miedo de que las ba- contaron después en Puunap+wei. Al rato seguimos, seguimos , poco a poco ...
matas de pijiguao y de ono~~~r ~I u~ -~a~troJo, ya estábamo.s en seco. Había M+ramawe se cansó de nuevo; volvimos a parar. Cuando llegamos a tocar
monte iba haciéndose más claro Ó/ ~ a~ ya. ~staba ~ecog1do. Seguimos. El una mata , le dije a M+ramawe que se fuera por sus ramas; yo seguí por el be-
Maata ke u, grande fuerte de .a Jebal os nmos y fui adelante a ver. Era el juco y subí por los palos d~ lo que era el puente. En lo alto de la barranca
.
d ndas. , , guas ancas pero su . 11 d .
Delante del río nos s t. d . , c10, evan o ho1as po- nos encontramos. Dejé sentados a los niños y yo fui a soltar los bejucos, no
palos que eran el puente: la creciente se lo había
y nos paramos en la orilla. Senté a Ka . ..
·,t
en irnos esammados 11' 1 f
a; ~nle s~ veían ~nos
eva o. . usque a los mños
fuera que los Pishaasi-theri se sirvieran también de ellos para atravesar. En
seguida la corriente se los llevó a lo largo de la orilla . Ya estaba oscureciendo
y Je dije a M+ramawé que so Jara nyonawe. en u~as hojas; traje comején y garuaba. Nos encaminamos por tierra firme. En seguida llegamos a un campa-
salí a buscar un be1'uco larg PE y ~ue prendiera bien ese tizón y otro. Yo mento , que era de los Raharawe-theri. Había varios tapirís, junto a unas ma-
, o. ncontre uno Lo halaba 1 h 1 b
romp1a por donde yo quería T . , o a a a; pero no se tas de yuvía. Senté a Kariyonawe sobre unas hojas de komishi y salí a buscar
fu J rompiendo otros dos; los ·empaté
. . uve que encararme y mord ¡ C . .
11 , ero. ayo. Bajé y leña. Encontramos dos chinchorros de bejuco y los lavamos; después hicimos
ramawe que se quedara cuidando 1 ; enro. e lodo en un brazo. le dije a M+ candela para secarlos. Los colgamos y nos acostamos. Los niños se durmie-
rré el bejuco en un árbol y hal , da ermR a~1to y que gritara si oía algo. Ama- ron; yo me puse a llorar. Pasamos la noche sin sustos; pero con hambre los
, e u ro ece y me z b , 1
dab~, desenrollando poco a poco el .be'uco um. e a agua. nadaba, na- niños; lloraban ...
abaJo . Yo sacaba toda la fuerza que 11 j b . La com ente me llevaba hacia A la mañana siguiente volvimos a andar. M+ramawe se quejaba:
rra, subí la barranca busqué 1 eva a en el cuerpo. Cuanto toqué tie- - Mamá, te ngo hambre .
dejé bien amarrado ~lto para uqn pa o seguro, halé el bejuco, lo templé y lo - Esto es lo que quiso tu padre con sus ganas de matar , matar. .. - le con-
grité a los niños; pe~o nd me oía~e ~~~ aguantara fuera del ~gua. Después les testé. - Tan bien que estábamos allá. Ahora pagamos con hambre lo que él
lo~ reventé, los empaté y me enro.llé to~~c:~ ~~squé tres bejuc~s de mamure, hizo.
misma mata y me zumbé de brazo. Amarre el cabo en la El niño se pt:so a llorar más duro . A media mañana llegamos a un mori-
,. . nuevo en el agua ahora b ,
ue 1 bejuco que había tend'd , . regresa a agarrandome cha!. Había rastros de gente. ¿Serían de R aharawe-theri? Yo te nía miedo.
J o antes, entorchanctolo con el de mamure. Llegué
Recogimos moriche en la orilla; yo hice carato y les di a los niños para que
(42) El río Manaviche tomaran. Luego seguimos. Por ese camino llegamos a otro campamento de
los Rabarawé-theri . De allí seguía un caminito nuevo. Nos fuimos por él y lle-
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cuando amaneció , les dije a Jos niños:
g~~os ~ un claro. Allá subía un hilo de h _tJstedes quédense aquí quietos; yo voy a ver si está todavía el tigre.
we-then; pero ellos no estaban D é umo. Era el shapono de los Rahara
reah~ 'f rnbién voy a ver si han venido los Pishaasi-theri; anoche oí ruido de gente
donde los Toraemip-i-wei the . .E espu s supe que se habían ido a un
- n · n aquel tiem
mos. Allá estaban todos sus corotos . d d po eran todav1a amigos. Entra
, . U :e tumbaba matas de plátanos; quiero ver por dónde se fueron.
no había acabado de quemarse y
.
gut~ a os. El humo era de u n tronco qu.
· o cog1 una calaba e
q f ui, pero no vi nada. Ni tampoco vi matas tumbadas. Volví y salimos en
busca de la ceiba. Allí mismo estaba; habíamos pasado por debajo de ella Ja
conmigo.
, Seguimos y llegamos a su co za para poder, cargar agua
nuco. E ra grande· oche antes; pero, por la oscuridad, no Ja habíamos reconocido. Era como me
a i un conuco medio nuevo y allá uno nuevecito . Ya . pordaqu1 un rastro1·0, ~abla explicado Prerepemi. Por debajo de ella pasaba el camino. Allí estaban
po para buscar la ceiba de que me había hablad~ p era tar. e ; no d~ba tiern.
JI
e~ conuco, oyendo cantar al chu acacao. re repem1. Nos fmmos Por
tos rastros de Akawe. Seguimos por ese camino y llegamos a un caño.
Echamos a andar por dentro de ese caño: chup , chup todo el tiempo, con
bicho se quedó callado. Sacudí un p racimo
, . Ndoes paramos
camburesun -krato - .
, hasta que el
el agua hasta las rodillas,. como por tres horas, hasta que el camino salía del
los maduros que se habían caído Lo . . . ro o m 1 y recogimos
niños se sentaron a comer El ch . m1 mo h1,c1mos con un uship+rimi. Los caño para ir al conuco de Yarapiawe, que se llamaba también Yoreshiana-
p , · upacacao volv10 a cantar teka. Seguirnos y fu imos encontrando por el camino muchos tapirís viejos.
- or ah1 debe de haber gente - di.e y .
e ra ~erdad, como supe después
cuando llegamos cerca de ese conuco, oímos gente que estaba recogiendo pi-
porque al otro lado del conuco la vie'aJ p
cantar al pájaro, había mandado a
cho:
M¡ rer~p~m1, como también había oíd¿
mokonwe , su yerno , a ver. Le había di-
jiguao. ¡Qué bullaranga: ni que fueran arrendajos!
- ¿Qué gente será? - me preguntaba. - ¿Será Pahap+wei-teka?
Seguimos y pasamos junto a un shapono viejo. De allí en adelante el ca-
.. -Estoy segura de que es Napeyoma ue v· .- mino estaba lleno de rastros de gente. Atravesamos el camino y bajamos a
h1JO. Vete a mostrarle el camino. q tene con sus mnos a casa de mi
otro caño. Allí nos bañamos. Después , con el anoto que había sacado en el
to. Cuando después me contaron es~ d' .n~ llegó a vernos, se había devuel-
El yerno había venido un poco Como conuco de los R aharawe-theri, pinté a Jos niños; me pinté yo también; y nos
N. · · , yo iJe. pusimos a comer el cacao que habíamos recogido por el camino En ese mo-
- iniños.
con los s1qu1era me fueron a buscar · Me d e1aron
. .
que durmiera por allá sola mento tuvo que habemos visto una mujer, Ja que se llamaba M-i-peima,
quien corrió al conuco a avisar a los hombres que nosotros éramos enemigos.
Después que Jos niños terminaron de com . Naturalmente en seguida los hombres se precipitaron al shapono nuevo para
del conuco buscando la ceiba N , er, dimos una vuelta alrededor
· · o se veia. Entonces f · ¡ · armarse con puntas de curare, sin pasar por donde íbamos caminando noso-
co, 1unto a un tronco caído echam u1mos. a med10 del conu-
tros. Por eso , al rato , hubo silencio en aquel conuco. Yo les p':'eguntaba a los
qué otras alrededor para cubrirnos os por el suelo unas ho1as de plátano, hin-
B· Ynos acostamos niños:
ten pronto oímos unos silbidos Me a , . ..
- ¡Quietos! que alguien está sílb;ndo ~~s:e ~ les dtJe a Jos niños: - ¿,Adónde se habrá ido esa gente?
Nosotros todavía no habíamos visto a nadie. Entonces fuimos al conuco a
contrado nuestros rastros. P qm cerca. Seguramente han en-
ver. Allí estaban los mapires llenos de pijiguao, los plátanos abandonados .. .
Después todo volvió a callar. Yo salí a co Yo pensé: " ¿Será que se corrieron porque han venido sus enemigos?" Podía
y me puse a pintar a los niños AIJ' 1 . ger un poco de onoto, me vine
, . i vo vimos a oír los s'Jb'd ser así. Nos tuimos . pues, por ei camino que tenia rastros cie esa gente. Iba-
-¿Sera gente esa q ue s1·iba ?. - Je pregunté a M. 1 1 ..os. mos corriendo, pero no alcanzamos a nadie. Cambamos y liegamos al shapo-
-Pore pore d, , ') +ramawe. no viejo que ellos llaman Pahap+wei . Nos detuvimos en Ja entrada, sin ver a
' - ccia e .
-¿Pore? - decía yo . y los niños me abrazara . nadie. Cuando llegamos al medio del patio, de pronto muchos hombres apa-
fueron durmiendo. n con miedo. Poco a poco se
recieron, todos pintados de negro, apuntándonos con sus flechas, como si fué-
Alrededor Je nosotros había muchos char o ramos enemigos. M+ramawe se asustó y en seguida se tiró encima Je mí ,
pru, pru! Más tarde se callaron Se o· . h c s. Cantaban los sapos: ¡pru,
· · ta c as chas
e tigre que trataba de agarrar a Jo
l .
. c' , aqui;, ch as, chas,. allá. Era
s sapos. uando el t'
gritando. Kariyonawe me apretaba temblando.
mejor, se dedica a cazar sapos Así ¡· tgre no consigue carne - ¡No flechen , no flechen! - grité yo.
O d , . . me exp icaron los indios - ¡,Quién eres tú? - gritaban ellos.
es e que o1 al tigre rondando no d , . Yo me esforzaba por ver a Akawe entre ellos; pero no esrnba. Menos
el tigre roncaba cerca, yo rezaba co~ máso~n:.1 ~~s: rezaba, y oraba .. . Cuando mal que en ese momento llegaban del otro shapono, el que se llamaba Puuna-
fendernos. Te nía miedo de . e oc1on . No temamos con qué de-
que no nos dejara am V , p+wei, Kraima y Hawaroima. Traían un polvo para soplarlo contra ios ene-
pero luego se marchaba. a necer. ema. se acercaba;
migos ... Kraima me vio, miró a los hombres apuntándome y gritó:
Más tarde , ya cerca de la madru ada - ¡No; no la flechen! ¡No la asusten ! Yo la conozco. Es Napeyoma. La co-
tumbando matas de pl átano: ¡kruax ~rua~ 1~~~am?s otro ~sto, oí como gente nocí en Patanowe-teka. ¡Pobrecita , ella anda escapándose con sus hijos!
saba Xº· Así por un rato. al hablar. lue o .d e(,Sen an los P1shaas1-theri?"' pen- Ellos quisieron saber si yo no era aquella Mapruma que se le había 0icu-
me dijeron que ha bía sido pore . g eso con Jos Puunapi-wei-theri,
397

~'16
. venía dispuesto a flecharme . Yo no lo vi; si no era por Kraima, me hu-
reado a Amuhuwe. -~
-No, n~, no -: dijo. Kraima. - . Esta es Napeyoma -. Y a mí me dijo: ... . ya . .
a nechado. Esa era la bienvenida... . .
bier - ¡No la fleches! - le gritó su tía 44.- ¿Sólo porque vino a m1 casa la qme-
Vente conmigo._ M1 mando era panente del padre de tus hijos. Quiero que t.¡ r? Yo sov tu madre no soy otra gente -. Le agarró el arco Y las fle-
te ~ued~s con~mgo. Vámon~s rapi~ito, que estos hombres, cuando ven a una res fl ec ha egó
· · - ·Cómo
, vas a flechar a una mujer que anda escapando por
mu1er sm dueno, se ponen smverguenzas -. Ella se puso a M+ramawe en los chas Y ªgr · ¡, ..
hombr?s, m~ agarró del brazo Y. nos _fuimos al shapono. Ella era la esposa de ¡edo de que los Pishaasi-theri le n:iate~ a sus hijos? . ..
111 _ y Ja voy a matar porque tu quieres que_ ella se ~uede contigo - diJO
Porawe, cacique de los Puunap+-we1-then. Los demás volvieron al conu 0
b 1 ...
uscar e p1J1guao y los plátanos. Andando, Kraima me preguntó: - ¿Por ahf
coa - _ Mi mamá la manda para que venga a v1v1r conmigo.
Akawe. ·
- ¿y tú necesitas otra mujer acaso? - le preguntó Kra1ma. - ¿ p ara ma¡tra-
no VIste gente?
-No - le contesté. tarla como maltratas a las o~ras? ., ,. . .
Atravesamos el caño Pahapi--wei , que le da nombre al shapono viejo Porawe, esposo de Kra1ma , tamb1en le d1JO. .
- ¿Por qué ta quieres flechar? ¿No ves que anda t?da tembland_o de mie-
llegamos al nuevo de Puunapi--wei. Por eso esa gente ahora comenzaba ali:
mars~ ~uuna~+-~ei:. Antes,s~ llamaban Miyómapi--wei-theri, por el conu~ . . La quieres asustar más? Tú eres malo con las mujeres; no debieras traer
do . (,
de M1yomap+-we1-teka, y ult1mamente Yarapiawe-theri, porque habían viv·- rnás mujeres para acá. ,
Entonces Akawe me agarró del brazo y me halo ~ara su casa'. donde.. tam-
do en Yarapiawe-teka. i
bién estaba acostado su cuñado . En seguida fue a qu1t~rle a ~-anyonawe al~
Kraima nos llevó a su casa. Nos dio pijiguao sa!lcochado y carato de plá-
vieja Kraima y se lo trajo . Después fue a buscar a M+ramawe, pero Porawe
tano. E~la era hermana de Prerepenú y, por lo tanto, tía de Akawe, el que iba
a ser m1 esposo ahora. Su marido, Porawe, no estaba. Tampoco estaba Aka- no se to dejó llevar. El cacique comenzó a habla_r duro: .. _
- Este niño es hijo de mi pariente. Yo lo quiero cnar como h110 m10, para
we. Yo me puse a conversar con ella.
ue algún día sea cacique de mi gente ... Mi hijo quiere mujer; después la
-No t_e ~ayas ª. ~uedar con Akawe - me decía. - El ya tiene mujeres: una
\ .iere flechar. No sabe cuánto ha sufrido esa pobrecita por ahí. .. Este niño se
es Hewanwe, la h1Ja de Hashowe que está con los Toraemip+wei-theri" de
~a a quedar conmigo; allá le van a pegar. Aquí nadie lo va a molestar. .
ella ya ha tenido un varoncito 43 ; después tiene a Oshewei, hermanita de 'He-
M+ ramawe lloraba . Yo, sentada , lloraba también. Al rato Akawe me dio
wa¿we, que está_cre~iendo; y tiene a Hiomi, una chiquita aquí a la que ya le
un chinchorro. Lo colgué y me acosté con el niño. Así comencé a vivir con Jos
está dando cacena; tiene a Haruma con los lyewei-theri, que le dieron cuando
él fue a ayudarlos a pelear con los Kopariwe-theri , pero ya la ha abandonado· Puunap+wei-theri. Y con Akawe . ..
y tiene tam~ién a Nihiyóma, hija de mi hermano Pashohewe, y se la dio as~
hermano Sh1k_orawe porque no le daba hijos. El no sirve para tener mujeres.
No las mezquma. ¿Cómo piensas ir tú a vivir con ese hombre?
Le dije que yo no sabía que él era así. Ya yo estaba allí y no podía hacer
~ada ... A l~ t~rde llegó la gente cargada de pijiguao y plátanos. Todos rega-
naban a M+peima que había dado la alarma y especialmente a su marido To-
kowe. Había~ sido ellos.los.que nos habían visto y habían corrido a avisar que
éramos enemigos. A M+pe1ma, pobrecita, le faltaba toda la carne del muslo
derecho , porque una vez el tigre se la había arrancado .. .
A la mañana siguiente volvieron los hombres que habían ido de cacería.
El reahu lo iba~ ~ h~cer s~lo entre ellos y el regalo de la carne y del pijiguao
era para los H+r+we-then. Más tarde llegó también Akawe. Venía todo su-
cio, negro de humo, del conuco que estaba haciendo. El le había dicho a
Kraima que yo iba a venir y que me recibiera .
-¡Mira quién llegó aquí! - le dijo ahora Kraima ... - ¿Para qué quieres tú
más mujeres?
Akawe no contestó. Estaba bravo porque yo no estaba , todavía en su
casa. ¿Cómo iba a saber yo? Oscurecía. Kraima ya había tendido un chincho-
rro para mí y otro para M+rarnawe. Yo estaba haciendo carato de seje. Aka-

(44) El término de parentesco yanomami utilizado aq~í fue naye que significa "mi ma-
(43) Este niño de Hewariwe, de pequeño se llamó Makaprei por alusión a su vientre dre", "hermana de la madre", etc. sea Ego mascuhno o femenino .
abultado. Su nombre verdadero eraYoyosiwe. Vive actualmente en Lechosa.
399
398
CAPITULO XXVIII

C on los Puunap+wei-th eri


Akawe, a pesar de la maJa acogida que me había dado, no me maltrata-
ba. Me daba cacería. Era verano y yo saJía muchas veces con Kraima a pes-
car. Ella llevaba luto en los cachetes. Yo le había preguntado por qué a su
nuera P+r+sima. Ella me había contestado:
-Es que el tigre le mató a la hija de su hermano Kasiewe. Pregúntale,
que ella te va a contar.
Ahora, mientras estábamos limpiando el pescado, yo le pregunté:
-En este caño que casi está seco, ¿será que el tigre baja a beber?
-Sí - dijo ella. - Cuando el caño está así, a juro tiene que venir a tomar
agua aquí, porque no h encuentra en otra parte.
-Y si viene ahora que estamos aquí ¿qué hacemos?
-éállate. Si viene nos come-. Y se puso a gemir. Luego dijo: - Ese bi-
cho se ha comido a mi hija 45 por ese río donde tú pasaste. Yo estaba de wá-
yum+ con mi gente Sitoya-theri - . Yo me asusté. Ella siguió: - Sí, allí fue
donde se comió a esa linda muchacha. Quedó la menor, la fea, la que nos
contó-. Después yo pregunté y me dijeron que la muerta se llamaba Kaisara-
ma. Kraima siguió contándome: - Esa muchacha era hija de mi hermano, ya
mujer completa. Por eso su papá había mandado a llamar a Ka+pe-theri, ca-
cique de los Kaship+wei-theri 46 para entregársela. Tenía ya un mes aJlá, pero
tardaban en entregársela. Ahora estábamos de wáyum+ cerca del Maata ke
u. El le daba cacería ... En Raharawe él tenía ya otra esposa, Kirimi, de la
que ya tenía hijos grandes. Estando por allá, un día Ka+pe-theri saJió de ca-
cería con los otros hombres. Kuisimi le dijo a su hija: "Vete a matar cacara-
doras en el cañita de aquel moricha!". "No quiero ir", contestó la muchacha.
"He soñado feo: que me echaban cenizas en la cara y la cara me ardía". "No ,
no, no.Vete. No seas floja" . Y le vino encima con un madero. La muchacha
entonces se fue corriendo. Llamó a su hermana y le dijo: "'Vente conmigo.
Vamos a matar cacaradoras. Mamá nos manda. Yo quiero que esa vieja se
quede sola, para que mi alma le mire el luto en toda la cara". Cargó la guatu-
ra y salió con su hermanita detrás. Pasaron por el moricha! y llegaron aJ cafü-
to. Allá se pusieron a matar cacaradoras y sacaron bastantes. Mientras ella es-

(45) Kraima utilizó, ciertamente, el término de parentesco yanomami rheeye que signifi-
ca "mi hija" e "hija de mi hermano" , sea Ego masculino o femenino.
. s Kashif+wei-theri en esta época comenzaban a llamarse Raharawe-theri. A ta
(46) Lo
muerte de jefe se djvidieron en Arimawe-theri, Ka.rohi-theri y Makorima-theri.

Cosech111do pJjtanos 401


taba sa~ando ~lgunas. que estaban encuevadas, oyeron un pajarito que canta Ahora Hashowe quería agrandar el conuco para sembrar algodón, porque sus
ba: ¡pnch, pnch, pnch! Pero también oyeron una rama que se quebrab . brinos Hii-theri siempre Je pedían chinchorros a cambio del parara que le
¡trak.! La hermanita miró y dijo: "Apami: viene el tigre". Las dos corrieron e~ ~ban para hacer su yopo. Los Hii-theri tenían m~cho y bueno. El venía c~~
seguida y se encaramar~n cada un en una mata diferente. La mayor se subió todas sus hijas: dos de ellas - Hewariwe y Oshewe1 - era~ espos~~ de ~kaw~;
más alto que su hermamta. Esta se puso a gritar: "¡El tigre! ¡el tigre! El tig la otra era Watoshama, que ven!a con. su esposo, ~ai~.as1, tamb1~n H_11-then;
·
nos qmere comer " . A·
s1, Il aman d o a l os hombres. Pero nadie venía. Y eso que
re
Ja otra era Yarapiama, que ha.bia nacido en :arapia~e. Oshewe1. t~ma toda-
más abajo había tres hombres matando una anaconda. Uno de ellos, Irowe , las tetas pequeñas y Yarapiama no las tema todavia; por eso v1V1an con su
dijo: ~'Oye: una ~.iñ~ gri.tando". "Sí - dijo otr.o; - como que dice que el tigr~ v1aamá. Akawe decidió, pues, irse con su suegro a w·1to k aya. Porawe.. nos d'1?
la esta agarrando . Deja que se la coma - dijo otro. - Esas mujeres no van ~átanos para llevar y nos dijo que bien podíamos volver por más cuando qu1-
a ser para nosostros" ."Mi mujer se quedó en la casa", dijo uno. "Yo no tengo ~iéramos. Kamosiwe, aquel que ~ucía guayu~o rojo, era. hijo de Hashowe ~
mujer", dijo otro. Y siguieron sacando la tripa a la anaconda y a picarle el yerno d~ Porawe; por eso los W1tokaya-then fueron amigos de los Puunap+-
cuerpo en pedazos ... El tigre llegó al pie de la majagua donde estaba monta.
wei-then .
da la hermana mayor y se puso a menearla. La muchacha entonces se subió SaJimos. Dormimos por el camino. Al día siguiente llegamos a un caño
más arriba. La otra no se movió: sólo lloraba y gritaba. El tigre seguía me- grande : el Witokaya .ke u. Atravesamos e hicimos tapirís. Eso era Witokaya.
neando. La muchacha se subió más, pero la mata se quebró y ella se vino Nos pusimos a trabajar en el conuco durante unos meses. De vez en cuando
abajo con el pedazo de mata. El tigre le echó sus garras. "¡Aaaaaah!'', gritó ¡bamos a Puunap+wei para traer plátanos con qué comer. En el campamento
mi hija ... Y más nada. La agarró con sus patas delanteras y se la llevó. Era Hewariwe vivía con su mamá; no quería colgar el chinchorro con Akawe.
ese tigre que camina sobre las dos patas traseras como un persona. La herma- Conmigo él se portaba todavía bien ; pero no trabajaba.
nita miraba como loca de susto : el tigre andaba por entre bejucos, halaba, los -Mira - le dije un día. - Ellos siembran onoto, algodón ... Ellos tienen
reventaba, hasta que se perdió. Más allá vió que el tigre dejó caer a su her- mucho ocumo y tú no tienes nada. ¿Qué comeremos nosotros? ¿Piensas que
mana: le mordió el cuello y la descabezó. Dejó la cabeza y se llevó el resto cuando ellos vayan a recoger plátanos en su conuco, yo voy a sentarme allá
del cuerpo. Después desapareció. La hermanita seguía gritando. Al rato e para ver si nos dan? ¿O voy a tener que matarles sus piojos para que me den
bajó y corrió al campamento. "¡Napeeemiii! El tigre se comió a mi hermana", plátanos? Yo me muero de hambre , pero no voy a pedir. - Y me puse a llo-
la oímos gritar. Estaban unos hombres que ya habían vuelto de cacería: el rar.
~ijo mío con quien tú vives, entre ellos. Pelaron por sus arcos y flechas y sa- - Bueno - dijo él entonces. - Me haré un conuco. Tú lo sembrarás.
lieron con la madre de la muchacha y la niña. También me fui yo. Por el ca- Así, pues, comenzo a rozar. Quemamos. Yo me puse a sembrar ocumo y
mino encontramos a mi hermano, y se vino con nosotros. Llegamos, miramos. semillas de pijiguao. También sembré algodón. Traía las semilJas de Puunap+
Más adelante, la niña les enseñó a los hombres por dónde se había ido el ti- wei-teka, cuando íbamos por plátanos. El sembraba plátanos.
gre. Allá encontraron la cabeza de la hija de mi hermano. En el suelo estaba Pero esa tranquilidad debía durar bien poco. Un día Ruwewe había traí-
su collar de mostacilla reventado . Los hombres gritaron. Kuisimi corrió y se do de cacería un cachicamo, lo cocinó y le dió una parte a Akawe. Este me
puso a gritar como loca. Yo la vi venir con la cabeza de su hija en las manos, dio un pedazo a mí y otro a Hewariwe para ella y para Oshewei. Hewariwe,
toda chorreando sangre. Los hombres persiguieron al tigre; pero ya se había al mirar mi pedazo, le pareció más grande que el suyo y lo tiró diciendo:
metido en su madriguera. Era ya tarde. Hicimos candela al pie de aquel pe- - Toma. Dáselo todo a ella. - Y se fue brava.
ñascal. Se veían grandes los rastros del tigre que entraban. Otros fueron al E n realidad el pedazo mío era más grande, pero era porque después se lo
campamento y trajeron ají. Lo echaron en el fuego y comenzaron a empujar cogía él para comérselo. En seguida Akawe se puso bravo conmigo:
el humo hacia la madriguera. Más tarde nos fuimos. A la mañana siguiente -Por culpa tuya se ha puesto brava ella.
volvimos tempranito y atizamos la candela. Había rastros de dos tigres que Cogió un tizón y, aunque yo ya estaba escapándome, me persiguió y me
habían salido y los rastros de un cachorro. Había comido toda la familia ... lo tiró . Me pegó en Ja cadera. Conservo todavía la señal del hueco que me
Los Sitoya-theri pudieron hacer reahu de la pura cabeza de la muchacha. hizo. Pronto se inflamó y me quedó un tumor que me dolió por bastante
Así me contó Kraima de su sobrina. tiempo.
Cuando ya tenía como un mes allí, llegó de Toraemip+wei el viejo Ha- E n otra ocasión, de paso por el raudal de Witokaya, sucedió lo mismo.
showe. El era Hii-theri y ahora era el fundador de los Witokaya-theri . Al sepa· Akawe le había dado un pedazo de cachicamo a Kariyonawe y un pedaw a
rarse de los Hii-theri, había vivido con Jos Toraemip+wei-theri y había venido Oshewei. Como a ésta Je pareció más chiquito el suyo, fue a quejarse a su
a hacer un conuco en lwata, Jugar de babillas y en ese entonces su gente se mamá:
llamó Iwata-theri. Después estuvieron con los Puunap+wei-theri en Yarapia- - Yo te he dado a mis hijas - regañaba ella, gritando - y tú no les das ca-
we y en Puunap+wei, mientras comenzaba a dar el conuco que había hecho cería.
en Witokaya, sitio que se llamó así por la abundancia de merey que había. En seguida él dijo que yo tenía la culpa de que su suegra le regañara . Co-

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gió un tizón y me Jo tiró, pegándome en un brazo. Después me lo volvió a ti- Joco se puede explicar. Pues bien, a ese Yaatawe allí le dio rabia y comenzó a
rar, pegándome en una pierna. Yo me volteé gritándole y entonces él m rseguir a su mujer; mientras la pers:guía, queb~aba ~edazos de pal~ y se
pegó en la boca. Me caí, botando sangre por todas partes, pero con mi boC: ios tiraba. Ella corría todo_ lo que pod1a. Yaprem1, _muje~ de Horeawe, que
morada seguí gritándole.
taba por esos lados recogiendo leña, oyó que la mu1er gntaba:
.De Witokaya Ha~howe salió de wdyum+ para donde estaban Jos Iyewei- es , .,
-·Socorro, socorro.1 ¡Aqu1, aqm .
then y nosotros volvimos a Puunap+wei. Allí estaba M+ramawe acostum. Entonces corrió al shapono a avisar. Nadie la hizo caso porque ya había
brá~dose .ª vivir con Porawe, lejos de mí. Un día llegó Prerepemi. Ella, que contado mentiras otras veces. Cuando Yaatawe logró agarrar a su mujer, le
habia salido antes que yo de Mahitkotho-teka, se había quedado con lo
Raharawe-theri y de allá se había vuelto a Mahekotho-teka . Ahora venía d:
vts1ta . Me contó que los Pishaasi-theri estaban furiosos porque yo me había
só un mamure por el cuello y apretó hasta que la estranguló . Después la
p~arró los pies y los brazos junto al cuello, como si fuera un mono cazado, la
ªujetó a una mata y se fue a sentar a la vera del camino para ver si pasaba
escapado; estaban arrepentidos de no haberme matado a los niños. s ente y d<de tiempo a su esposa para que se muriera .. Al rato se levantó y
Hashowe regresó del sitio de los Iyewei-theri y también él se vino a Puu- ~e a verl a. La vio muerta. Entonces la desamarró y volvió a sentarse a orillas
nap+wei, porque Porawe. i?a a hacer reahu de plátanos. Hubo fiesta, pues, y del camino . Volvió a verla una vez más y ... la vio sentada . Corrió para aga-
luego hubo otra en que vinieron los Raharawe-theri. rrarla, pero ella se paró y echó a correr, gritando. El atrás, y la volvió a aga-
Nosotros nos quedamos allí como dos meses . A Porawe le gustaba tener rrar. Dicen que la mujer, según confesó él mismo después, gritaba:
gente con él, porque siempre tenía miedo de que vinieran a atacarlo los Hii- - No me mates. Yo te quiero. Yo no tengo a mi madre que me llore . No
theri, llamados también Potomawe-theri y Komiship+wei-theri. El pleito con me mates. Yo nunca te hice nada.
e~ta tri?u era el siguiente. Porawe le había prometido su hija Peimami a J.pr+ El asesino la arrastró adonde la había amarrado, le pasó de nuevo un ma-
ktma , Jefe ~e los Hi_i-theri; éste había estado en Yarapiawe, Pahap+wei y mure po r el cuello y la volvió a estrangular. Después con otro bejuco le vol-
Puunap+we1 mucho tiempo regalándole cacería a Porawe y a su hija, como es vió a amarrar los pies y los brazos al cuello, como si fuera un mono, dejándo-
costumbre. Porawe no se decidía a entregar a la niña , porque todavía no ha- la sujeta a un árbol, y el se fue de nuevo a sentarse a orillas del camino.
bía tenido su regla. Su madre, además , la mezquinaba mucho . La última vez Cuando volvió para verla, la encontró muerta de verdad.
que 1-pr+kima vino a pedir a la muchacha, como no se la dieron , se marchó Todo esto lo contó el mismo Yaatawe a Akawe, que le hacía preguntas.
bravo. Y mucho más bravo porque ahora la muchacha había sido entregada a También explicó que al final, como no estaba satisfecho, había cogido un palo
Kamosiwe, hijo de Hashowe. De regreso a su maloca, J.pr+kima había pasa- y Ja había dado golpes . De allá el asesino se devolvió para el shapono de los
do por los Toraemip+wei-theri y allá había dicho que vendría a flechar a los Raharawe-theri. Estos le preguntaron:
Puunap+wei-theri. El otro Hii-theri que estaba bravo y dispuesto a venir a - ¿Te viniste otra vez?
atacar era M+raashiwe, hermano de J.pr+kima, que había pedido a Hahami, - Sí, me vine .
sobrina de Porawe. Tampoco a ésta la querían entregar porque todavía no era - Y ¿dónde está la muchacha?
mujer completa. Los Toraemip+wei-theri habían venido a avisar del peligro. - La dejé con mi mamá. Allá está bien. Yo me vine porque me tiene
Por eso Porawe quería tener gente. No solo, sino que estando allí Hashowe, preocupado esta otra mujer que pronto va a dar a luz.
que era Hii-theri y tío de J.pr+kima, los enemigos no habrían atacado. Entonces Hutomi le mandó una camasa de carate de plátano para que
Los Hii-theri no aparecían. Entonces regresamos con Hashowe a Witoka- bebiera. El no quiso tomar. Le dieron plátano asado. Tampoco quiso. Claro
ya. Akawe quería agrandar el conuco v sembrar más plátanos . Porawe nos dio que no quería: ya estaba de homicida. Se zafó el cinturón de algodón y se
muchos y nos dijo que podíamos volver a buscar más cuando quisiéramos. acostó calladito en su chinchorro. Más tarde comenzó a llorar. Hutomi se
Nos fuimos y volvimos a hacer campamento a orillas del Witokaya ke u. Aka- puso a pensar: "¿Será que este hombre ha matado a la otra esposa?".
we agrandó su conuco y sembramos más plátanos y pijiguao. De estas matas De madrugada Yaatawe se levantó y se fue. No quiso decir adónde iba
de pijiguao que yo sembré, todavía hoy en día los Witokaya-theri van a reco- para que nadie Jo descubriera. Sólo le dijo a Hutomi:
ger para hacer reahu. -Dile a tu papá que cerca del shapono de Puunap+wei, bajando por
Allá nos quedamos . Como quince días después, supimos que los Rahara- aq uel cañita , hay un caminito que yo abrí ayer; por allá dejé un mapire con
we-theri habían convidado a los Mahekotho-theri a un reahu de pijiguao. En plátanos maduros. Traigánselo para hacer carato.
ese tiempo Yaatawe, que era hijastro de Porawe, tenía por esposa a P+r+- Esto puso más cavilosa a Hutomi. Cuando amaneció su papá le preguntó:
sima, nieta del viejo H+r+we, jefe de los H+r+we-theri, que vivían junto con -Hija, ¿dónde está tu marido?
los Puunap+wei-theri. Como en Raharawe tenía otra esposa, Hutomi, tam- -Se fue de madrugada - le contestó . - creo que para Puunap+wei -. Y le
bién preñada y con barriga más grande que la de P+r+sima, quiso ir al reahu. contó el encargo de ir a buscar aquel mapire lleno de plátanos.
Al cabo de la fiesta, se devolvieron para Puunap+wei. Pero antes de llegar E ntonces salieron: ella, su madre y otra gente más, pero en aquel lugar
pasó una cosa bien rara, que, en fin, sólo diciendo que ese hombre estabá no encontraron el mapire . De allá pasaron a la maloca a preguntar por la mu-

404 4-05
•hacha. Kraim~ d_ij~ que ~¡ ella ni su marido habían llegado. En seguida los mates. Cuando tú eras pequeño, él te criaba dándote carne de cachicamo,
hermanos de P+r+s1ma saheron en busca de ella. Buscaron pero no la enco lo
d babilla. de pau11. -- .. ¿ p or que' a hora 1o quieres
· ma t ar ?.
traron. Sól_o vieron aquellos pedazos__ de palo. Al día siguie~te fueron much~ e Después también me rogaba a mí que le dijera a Akawe que no lo mata-
los que salieron a buscar. M+ramawe entre ellos. Vieron zamuros voland Yo J ten ía mucha rabia al asesino, pero la complacía. Akawe me contes-
u 1 . t" h d . E o en
n ugar y sm 1eron e entma . nco~traron a la mujer muerta y gritaron. Es- raba lo mismo que a Kraima: que había prometido matarlo y que tenía que
t~,ba amarrada , co~ todo el cuerpo hmchado, los ojos salidos y los gusanos sa. ~:mplir. Kraima lloraba , lloraba. También Porawe rogaba a Akawe que no
hendo 1e por la nanz. La soltaron y comeron a buscar un chinchorro. La lleva.
matara a Yaatawe:
ron a 1a maloca y esa misma tarde la quemaron . - Si tú lo matas - decía , - es otro dolor para nosotros.
Al otro día llegaron a Witokaya, donde estábamos nosotros, dos herma- Después fue madurando el pijiguao y Porawe hizo reahu. Invitó a los To-
nos de la muerta de Puunap+wei preguntando por Yaatawe.
raemip+wei-tt·.eri y con ell~s ~e .vino el tal Yaatawe. Me~os m,al ~ue_ los pa-
-¿Por qué? - les dijimos .
ientes d la muerta, los H+r+we-then, ya no estaban alh: al d1a s1gu1ente de
-Porq,ue ha matado a su mujer , nuestra hermana . La quemamos hoy. r uemar a P+r+sima, se habían mudado para la maloca de los Raharawe-theri ;
-Aqm no está - le contestamos. Y los Witokaya-theri comenzaron a gri-
tar: -¡Mátenlo, mátenlo! Era hermana de ustedes.
¡llá habían pilado sus huesos y se quedaron definitivamente. De allá vinieron
varias veces a Puunap+wei para ver si Yaatawe había regresado .
-No; no lo maten - dijo en cambio Akawe. - Dejen que Jo mate yo. Así que terminado el reahu , para estar lejos del peligro de los hermanos
Los hermanos de P-H--Hiima se fueron. Los otros hermanos estaban bus- de P+r-t-sima y también porque los Toraemip-t-wei-theri siempre hablaban de
cando a Yaatawe donde los Raharawe-theri, los Mahekotho-theri . .. A lama- que Jos Hii-theri querían venir a atacarnos, Porawe decidió ir al lugar de Ko-
loc~_de l?s To~aemip+wei-theri no tuvieron ánimo de entrar, porque allá Yaa- rita. De allá mandó a llamar a Akawe y nosotros fui mos, también porque ha-
tawe tema panente_s., Y er_a allá, en efecto, donde estaba él. Me contó después bía mucho cucurito y Akawe tenía ganas. Hashowe se fue a un reahu donde
~oshoko~+, que v1v1a alla y era hermana de Akawe y prima de Yaatawe, que los Iyewei-theri. En Korita Porawe estaba agrandando el conuco y volvía a ro-
e:te hab1a llegado a aquel shapono sin adornos, sólo con su cinturón . Allá ha- gar a Akawe que no pensara en más en matar a Yaatawe. Po~ eso le_ .regal?
b1a hablado con el marido de Poshokom+ y éste lo había regañado mucho, una punta de bambú de tres que le habían regalado tiempo hacia los h11-then.
porque todo el m~ndo quería a P+r+sima, muchacha buena y trabajadora. Pero Akawe no dejó por lo menos de regañar al asesino :
Poshokom+ tamb1en lo regaño.
-¿Por qué la mataste? ¿Tú crees que ahora otra mujer te va a querer? Te
-¡La mataste y tuviste el ánimo de venirte para acá! Debías quedarte allá vas a morir sin mujer. Esa mujer que tienes allá con los Raharawe-theri ya te
P~:a q.ue sus hermanos te mataran . Sí, que te mataran, para que veas tú tam- ha dado un varón, es verdad, pero su madre me dijo que a ese niño no te de-
b1en s1 es bueno morir. Si yo fuera hombre, te mataría ahora mismo. Ahora jaria sacarlo de allá. No quieren verte más, ni siquiera tu sombra. Ellos mis-
es cuándo te acuerdas dónde vivimos nosotros. Nunca venías para acá · ahora mos van a criar a tu hijo. Si los hermanos de Ja muerta no te han matado es
que mataste a tu mujer vienes para esconderte. ¿Por qué la mataste?' Dime porque yo no quise. Soy yo quien te iba a matar. Tú mamá todas las noches
¿por qué? Debías haberla cocinado y comido... ' venía a sentarse debajo de mi chinchorro para llorar y decirme que no te ma-
Cuando acabó de hablar, Yaatawe se puso a llorar. Su cuñado Je había tara. Allí está Napeyorna, que también me suplicaba que no te matara . Yo les
dicho:
hice caso. Ahora ya no te quie ro matar . Pero si matas a otra mujer, cuenta
-No, no; vete de aquí. Yo no te quiero aquí. con q ue te voy a mat ar. Y no se te ocurra buscar más mujeres.
Pero Yaatawe se quedó. Como un año. Antes de volver, mandó llamar a Yaatawe tenía agachada la cabeza y callaba.
Akaw~ para hablar con él. Akawe fue y él lo suplicó que no lo matara. Si D e Korita nos fuimos todos a Puunap-twei. Era verano. Un día Yaatawe
Akawe no lo mató, fue también porque yo y Kraima, que era mamá del asesi- dijo que deseaba ir a ver cómo iba creciendo su hijo . Su madre le dijo:
no, le rogamos que no lo hiciera. -?\o vayas , que te van a matar.
. J:?espués de dos meses de estar por allá, nosotros nos fuimos para Puuna- -No vayas, que te van a matar - Je dijo también Akawe. - Y si te matan ,
p+we1. Allá Akawe les decía a los hermanos de la muerta : yo no voy a vengarte, porque ya es venganza la de ellos. Si k matan , que te
-No.'º _b~squen más. Algún día aparecerá por aquí y yo lo mataré. quemen allá mismo . Yo no iré a buscar tus huesos.
A P+r+s1ma no le quedaba ni padre ni madre; sólo sus hermanos. El vie- Pero el hombre se emperró y salió. Quería traerse a aquella mujer que
jo H+r+we le decía a Akawe: tenía con los Raharawe-theri . Por eso no fue solo; se fue con dos hermanos ,
-Mátalo, hijo, que él ha dado muerte a mi nieta sin motivo. Yo no me Shikorawe, Akawe , su mamá, un tío y Porawe. Llegaron . Ese mismo día,
resigno. Quedaré contento sólo el día en que se muera ese hombre. como Akawe vio que no le hacéan nada, siguió para Mahekotho-teka. Pero
Kraima, en cambio, todas las noches venía a sentarse debajo del chincho- más tarde los hermanos de la muerta agarraron a Yaatawe y lo arrastraron. le
rro de Akawe, lloraba y decía : dieron toletazos, le pegaron con peto de hacha , todo tan duro que, si hubiera
-Hijo, tú dijiste que vas a matar a mi hijo. Es hermano mayor tuyo. No sido gente y no animal, ciertamente se hubie ra muerto. A sus hermanos tam-

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bién les pegaron mucho. Tardaron tres días para regresar a Puunap+wei. Sus gro cuando yo era niña.
hermanos llegaron con el pecho morado. Yaatawe casi no podía caminar· a Este era el segundo que hacía y lo hice sencillo, como lo hacen los Yanoma-
daba. apoyándose en el arco. En la cabeza tenía una herida grande. Hab~· . Hinqué dos palos, uno por un lado y otro por el otro, a la distancia que
perdido ~ucha. sangre. Vení·ª· renco. Si. no Jo mataron fue también porque I~ 11ll· -
ría darle de largo al chinchorro y, arriba, puse un travesan o para que
Raharawe-then no lo permitieron. Sh1korawe y Porawe también regresa quaentuviera separados y firmes los palos que sostenían la obra. Si ést0s ~den,
~~- ~
: les puede poner otro travesaño abajo. Entonces cogía la pelota de hilo do-
De Mahekotho-teka Akawe no regresó a Puunap+wei, sino a Witokay ble, la amarraba a un palo y comenzaba a dar vueltas alred~dor de l.os palos,
para ver si habían regresado los Witokaya-theri, corneo ya se llamaba a ~· bajando poco a poco. Al final le metía la trama de cuatro hilos torcidos, a la
g~~te de Hashówe; pero de elJos ni rastros. Entonces se vino. Es que Hasho~ distancia de cuatro dedos o más. ,
we lentamente del reahu de pijiguao de los,lyewei-theri. Finalmente Jlegaro Mientras yo hacía eso, A kawe torcía guaral para el colgadero. Allá se hacta
Pasamos algún tiempo juntos comiendo ocumo. n. de la concha de la raíz del matapalo. Terminado el chinchorro, se pasa cada
De .allí. nos fuimos para Korita. Sembramo:, batata y ocumo traídos de guaral en cada vuelta y el chi~chorro está listo para c~lgar .
Puunap+we1. Akawe tenía allí su conuco de caña brava aparte. Yo lo ayudé a A veces por allá hacían chmchorros dos hombres Juntos: uno desdevanaba
agrandarlo. El conuco de los Puunap+wei-theri ya estaba dando plátanos. Ese por un lado y luego pasaba la pelota al que estaba a: otro lado, y así ade~~nte.
lugar tan bueno lo habían descubierto una vez yendo de cacería. Allá había Pero es preferi ble hacerlo una sola persona: resulta más templado y pare11to.
muchas palomas; dicen que donde hay muchas aves de esas, la tierra es buena Un día Porawe nos invitó y nos fuimos todos a Puunap+wei. El iba a hacer
para conuco. reahu de cazabe. Los Puunap.f.wei-theri estaban haciendo un shapono nuevo,
Lo malo de allí fue la sarna. Los Puunap+wei-theri, que ya la traían, em- al lado del otro, donde hay una ceiba grand: , al borde del conuco de Akawe.
peoraron. Les salían rochas por todo el cuerpo. Se les caía el cabello. Ellos se Nosotros y los Witokaya-theri los ayudamos. Quedó bueno. Porawe, la noche
rascaban, pero así se les formaban llagas. Tenían hinchadas las orejas. Los ni- del estreno, le dijo a Hashówe:
ños lloraban de dolor. Los hombres ya no podían llevar amarrado el miem- - Yo tengo mucha yuca amarga. Allí está tu nuera que esú acostumbrada a
bro, de manera que lo cargaban suelto, hinchado. Los brujos ensalmaban, en- rallar yuca allá donde vivían ustedes antes .\llí está mi hijo que tiene a Nape-
salmaban . Nada. Ellos decían: yoma que sabe hacer cazabe y lo sabe hacer grande. Ella tiene fuerza para ra-
-Son los nape que subiendo por el Parauwe ke u han traído la sarna. llar; las mujeres de acá son flojas. Que les enseñe a rallar a las nuestras.
Calentándose las llagas junto al fogón, sentían un poco de alivio. Entonces se guindaron los plátanos y comenzamos a hacer cazabe. Una tar-
- Así se muere la madre de Ja sarna - decían. de de sas llegó de Mahekotho-teka la vieja Prerepemi.
Entonces yo les dije que conocía el remedio de los nape. Agarré a Sha- - Miren - dijo. - Por allí vienen los Pishaasi-theri a buscar a Napeyoma. Sin
mashiwe, a Nihiyóma y a otra gente y los llevé a orillas del caño Korita les que me vieran, yo los he oído decir: "Ahora vamos a buscar a Napeyoma.
dije. que sacaran concha de cuajo y raspé la parte de adentro. Con eso, ; es- Ustedes, mujeres, 'J.O digan nada. Vamos allá, hablamos con Porawe, con
pecialmente con la grasa que suda el palo, les dije que se frotaran el cuerpo. Akawe, l:on Tokowe .. . Yo - dijo Hesikak+we - voy a pedirle a Porawe, que
~s ardía y les hacía chillar. Pero con dos o tres veces que se hicieron el trata- es jefe de ellos, que me entregue a Napeyoma y a sus dos niños; diré que esos
nuento, comenzaron a mejorar. Los otros también creyeron en el remedio e niños son mis sobrinos y que yo quiero criarlos ... Como no saben que yo soy
hicieron lo mismo. Kraima se curó bien y le volvió a crecer el pelo. y así a otra gente, me los van a entregar y, entonces, cuando regresemos y estemos
los demás. por atravesar el Parauwe ke u, les cortamos Ja cabeza a la madre y a los hijos
De Korita Akawe y Háshówe decidieron irse a Witokava. Los Puunap+- y la tiramos a los caribes para que se la coman. Si la madre se mete para que
wei-theri volvieron a Puunap+wei. Nosotros queríamos ver cómo estaba nuestro no nos llevemos a sus hijos, allá mismo la flechamos a ella y a sus niños" . Eso
algodón. quieren hacer aquellos malditos.
Estaba hecho. Recogimos y yo me puse a hilar. Hilaba a la manera de Los Pishaasi-theri seguían bravos con nosotros porque los Namowei-theri
ellos._ Para huso me conseguía primero una astilla de palma bien lijada, luego, les habían matado a Wapurawe, a Shititiwe, a Ironasíwe - como dije antes - y
mordiendo con los dientes hacía con un pedazo de camasa el volante y la fija- después a Mokawakema y, últimamente, a lhamawe. Los que acababan de
ba en la astilla que hacía de eje. Para hilar se sostiene en la mano izquerda el amenazarme a mí habían ido de reahu a Mahekotho-teka. Ahora Prerepemi
copo d: algodón y se le larga el hilo para que vaya enrollándose, cosa que su- venía a avisar. '{o me volví a poner nerviosa.
cede dandole vueltas con la mano derecha contra el muslo al eje que sobra Esa tarde , en efecto, llegaron como veinte hombres Pishaasi-theri con
debajo del volante. unas cuantas mujeres. Hablaron con Porowe, A.kawe Horeawe, Tokowe, Ka-
Luego me puse a hacer un chinchorro para M+ramawe. Estando entre los mosiwe .. . Repetían que me querían llevar a mí y a mis hijos. Kamosiwe de-
Namowei-theri los hacía el mismo Husiwe. Allá yo sólo le hilaba el algodón y, eía:
una vez, había hecho uno tipo tarraya como el que hacía la gente del Río Ne- - Yo soy otra gente. Yo no tengo nada que ver con eso. No puedo hacer

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. h ? . O é icnen us tedes a hacer
nada. · · · +· +· 1 · Ustedes me qUieren flec ar. l. u v
· Aaa+++ · t. , , 1 o nte Nosotras va-
Lo mismo decía Porawe. Akawe, el canalla, en cambio decía: ,-, , no ha.y cacería. Si quieren caoena, vayanse a. m . .
ui? Aqu1
-Yo se la entrego. Se la pueden llevar. Allí están sus hijos. Llévenselos. aq · d I'
rnos pO~ yuca. k . h k' Las flechas de curare e clavaban en las hoJa~ . epa-
Yo no los quiero. ¡K+chok, +c o .. d H- ho·we·· Pokosimi también se puso a gntar:
Más tarde volvieron a hablar de la entrega. Shikórawe, hermano de Aka- la mu3er e ' as , . , \ fi
tano. Entonces d "> • A Napeyoma acaso? Si ustedes a e-
we e hijastro de Porawe, dijo: ., uieren flechar uste es. l. á d
.· A qwen q , avisar a n uestros hombres que est, n e
-Ustedes han venido para llevarse a Napeyoma y a sus dos hijos. Están t, ue uria de nosotras va a , -
chan, sepan q ·10- parie ntes de ustedes que los estan acompanao-
equivocados. Sepan que no se los van a llevar. Aquí también hay hombres, ellos les matan a s ·
cace ría Y
para que ustedes vengan a hacer lo que les da la gana. Si se los dejamos lle- do. . ás dej aron d e flechar y se devolvieron a la malo-
var, ustedes mismos van a decir que los Puunap+wei-theri no somos hombres. Nos s1gueron un rat.o m ' s de yuca volvimos y comenzamos a ras-
No vamos a permitir que se rían de nosotros. No, no, no; no se Jos van a lle- llenamos cinco guatura , K .
ca. Nosotras . . M. .. . nto con nosotras "'ara que jugara con , an-
var. Si se los llevan, ahí mismo los flechamos a todos ustedes -. Shikórawe . a traJO a +ramawe JU r . . .
par. Kr a1m .- u sikak+we estab a cerca y un Pishaas1-then vmo
era valiente: había matado a un Watanami-theri. También dijo: - Yo no soy awe y los otros nmos. n.e ,
cualquier hombre. Mi padre era valiente y murió como tal, flechando gente, yon hablarle al oído. Se miraban y se dec1an:
para . . ,,
después de que había matado así /3/ personas. Cuando empuñaba un palo y - ¡Sil ,S1. d Pero la muJ·er de Ahaiwe, Patayoma, se puso brava
corría para hincar, hincaba. Si alguien de ustedes duda que yo soy valiente, lo y nosotras raspan o.
voy a dejar muerto en este mismo shapono. · h ·
Y1eS di3·0 a sus niñitos: . , llá Cuidado que los P1shaas1-t ·
en son cap
aces de
Hesikak+we entonces decía: - Váyanse a iugar mas a . N e orna la misma que ellos q uieren
-No. Tú no puedes mezquinar a los niños. Los niños son mis sobrinos. flecharlos. Quien va a rallar yulca e~n l~p
flechar. Su sangre se va a mezc. ar c
:?.Sfl p'ara que los Pishaasi-theri co-
Tienen que entregármelos; ustedes no son sus parientes. Si no quieren entre-
garme a la madre, paciencia; pero tienen que entregarme a los niños. Yo los man cazabe con sangre de Nbapeyomfa.eron Pero allá donde habían dormido,
voy a criar. Su mamá se vino al shapono de ustedes sólo porque se ha puesto E t ces esos dos hom res se u · ' p
. n on t o que estaban poniendo puntas de curare en sus flechas. atayo-
loca; ustedes no pueden mezquinar a sus hijos. v1mos a cua r
Ese animal de Hesikak+we no era nada de mis hijos. La respuesta que le
dieron al final fue que, si venía a pedir corotos, perros y otras cosas, bueno;
pero que, si quería llevarse gente, nada. Allí se levantó también Yaatawe y
roa les gritó: . . .
- ¡Pishaas1-then!. ¿Sera _que esta~
Soy mujer, pero vahente. Si fl?ch~n
:a
, 1 cos? Miren que yo no tengo miedo.
e.orna les corro encima, los agarro
p y : e di .o:_ Síéntate a rallar
dijo : por los huevos y los mato alh mismo -. y a mt m J
-¿Quién dijo que se van a llevar de aquí a los niños? De aquí ustedes no · e yo me quedo a tu lado. p
aqu1, qu . me apretaron alrededor ' todas rallando yuca. rere-
se van a llevar a nadie. Las otras muieres se ..
Pahawe decía:
-Nosotros no hemos venido de visita, sino a pedir que nos entreguen a
pem~~i;~e aª 1e~~:º~~s~~a~~~t~:~f ~:~ ªe~~~a~;n:~~~w;~ntas de curare en us
los niños. Los queremos criar; necesitamos gente, ahora que los Patanowe- flechas para matar a Napeyoma.. . t ni' a Pensaba: "Sí ellos me
· · d 0 al mismo tiempo no e ·
theri nos la están matando . Yo tema m1e o, ~~r sufrir las consecuencias, porque éstos los
-No, no - volvió a decir Yaatawe. - ¿Ustedes piensan que nosotros esta- matan , me muero aqu1, ellos van a d ba a Dios. Tokowe e n-
mos hablando con sangre fría? Ya se me está calentando la sangre. Mi padre van a matar" . Rallaba mientras tanto' y .me encamen a
p· h ·-thefl"
se murió con sangre caliente, después de matar así /3/ personas. No discutan tonces fue a hablar con los ts aas1 . . . fl h s No crean q ue
más. Los niños no se los van a llevar. -Ustedes est~n ponien? punt~~ d\~~~~r~:~a~~sva e~ s: r ·peor para uste-
0

La confusión duró un buen rato y la discusión hasta el amanecer. Tem- van a flechar a m1 suegra .m a sus h1JOS. >ente? Cuando ustedes matan a una
prano salieron los Puunap+wei-theri de cacería. Con ellos se fueron como seis des . No saben que Napeyoma es otra g . e·· es nape.
• l- . . 1 nada pero sepan q ue nap
Pishaasi-theri. También Porawe y Akawe se fueron. Para colmo , entre los Pis- mujer Yanomam1, a lo meior no e~ pas~atan ' no van a durar mucho tiempo
haasi-theri que se quedaron, estaba Hesikak+we y, con él, Pahawe, Koroye- A los nape no se les debe ~atar. S1 Jos . ' Patanowe-theri. por eso
we ... De los nuestros se quedaron Tokowe, Ipokoi-theri, Witorawe, Koyewe, de homicidas. Ustedes ya tle~en de en~mg~s a losnos van a tener también a
Pirewe . .. Esa misma mañana yo me fui al conuco con Kraima y otras mujeres tienen miedo de ir para allá. S1 matan a apeyoma ,
· . Adónde podrán ir ento nces? .
a sacar yuca. nosotros de enemigos. ~ . A 1 d' lo Pishaasi-theri no ht-
Cuando ya estábamos lejos de la maloca se vinieron detrás de nosotras Así dijo y converso u~ rato co~ ellos~ a ~:sta~ Jos otros se separaron.
los Pishaasi-theri que se habían quedado. Comenzaron a flechar alto, para cieron más nada contra m1. Toko~~ se fu H- h - .. vi~ieron a ayudarnos a ex-
que las flechas cayeran solo sobre mí. Una cayó al lado de Kraima y ella gri- Nosotras seguimos rallando. Las h1JaS de as owe ,
tó:
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í chupado caña y habían dejado rastros por el camino de Puunap+wei.
primir. Al día siguiente trabajamos sin peligro. Al otro dia volvimos al conu
ffab abn' nido ... Nosotros nos quedamos allá como quince días. Nadie más lle-
a sacar más yuca. Allá volvieron los Pishaasi-theri a flechamos. Prerepemi co Se ha ia . . S .
rrió hacia ellos COfl su rasha husi: co- ·di' enterrar los tizones y marcharnos para Puunap+we1. egu1mos por
6 D ecl . . d
g · ·na del camino y llegamos al conuco. Allá est~ba una ~u1er recog1en. o
-¡ Aquí est0y! - dijo. - 1Mátenme, mátenme, para que venga aquí mi hijo
1 -º~ Shapinama , mujer Hii-theri. Para avisarle le tiré un palito. Ella me rmró
ª
a darles. lo qu~ les corresponde! Ustedes saben que tengo a mi hijo en Mahe- lena. . - d ..
káotho-teka . S1 ustedes me matan aquí, cuando lleguen allá, mi hijo los mata- e reconoció. Corrió hacia m1 y me lJO:
Y m -Lo Pishaasi-theri se fueron; pero no todos: se han quedad~ dos . Uno es
r .
ºk k · we que anda por ahí como loco para matarte. Lo me1or es que sa-
Se refe~ía a su h1jo Hayaote. Con eso se calmaron los Pishaasi-theri. No- Hes1 a ' +tanos' de este conuco y te quedes escondida en el monte. Esos d os d 1- "
s~tras estuv:1mos rallando yuca todo el día; al otro día también. Entonces me q. ues Pla e se van a ir hasta tanto no te hayan matado. Vete por ah1, con tus
dieron un. tiesto y co_me_ncé a hacer cazabe. Los niños no se separaban de mí. 1eron qu 0 0
Prerepem1 me desmigajaba la masa. La mujer de Ahaiwe buscaba leña 1 niños que hay cacao para comer. . . _ ,
partía , me la daba. A los seis días el cazabe estaba listo. Llegaron los h¿m~
Nos fuimos, encC'ntraP.lOS el cacao, recogimos y bapmos_ a un cano. Alla
·mos y comenzamos a chupar. Cazamos algunos cangre1os. En las cabe-
bres de cacería, trayendo mucha carne. Hicieron carato de plátano y hubo lo abn . 1 l' .
ceras del caño hice un tapirí . Asamos los cangre1os y os p atanos, ~comimos.
reahu. Se tomaron las cenizas de un muerto y les dieron cacería a los Pishaasi-
Echamos hojas de casupo en el suelo y nos acostamos para dorm1~. Al.~tro
theri.
día volvimos al conuco. Encontré de nuevo a la mu1er y le pregunte noticias.
Mientras los Puunap+wei-theri estaban tomando las cenizas, yo llamé a
M dijo que también los dos Pishaasi-theri que se habían quedado acababan
los niños, cogí un tizón, cogí una grulla asada que me había regalado Kraima
deeirse. E ntonces entramos en el shapono. La mujer de Ahaiwe me vio llegar
sin ~ue nadie se diera cuenta salimos a la parte trasera del shapono y de allf
seguimos monte adentro. Montado en la espalda llevaba a Kariyonawe. Pasa- y se puso a llorar de compasión. . , . .
_.Ah! No estuviste aquí en el reahu comiendo el cazabe que tu misma hi-
m?s por el conuco y seguimos rumbo a Witokaya, siempre por la orilla del ca-
ciste ~ dijo. - Lo hiciste para que se lo llevaran esos malditos Pis_haasi-t~eri
mmo, para que nadie viera los rastros. Caminamos todo el tiempo, hasta en-
que querian matarte . ¡Vie ras que bravos se fueron porque no habian podido
trada la tarde. Por allá hice mi tapirí. Asé unos plátanos que había cogido en
el conuco y los comimos con la grulb Después echamos unas hojas en el sue- encontrarte!
Prerepemi también se había ido a Mahekotho-teka. Yo me quedé tran-
lo y sobre ellas donnimos. Al otro día seguimos, siempre por el monte, y lle-
quila y seguí viviendo con los Puunap+wei-theri. Akawe no me quena. Los
gamos a Witokaya. Se oía el ruido del raudal Witokaya. Arriba del raudal en-
hombres arreglaron el techo. Los Witokaya-theri se quedaron allí porque Po-
contré los chinchorros que había dejado Pokosim+ en un tapirí. Había uno de
rawe tenía miedo de que vinieran los Hii-theri a atacar. Así que nos quedamos
algodón y otro de bejuco. Los fui a lavar y nos fuimos al conuco. En el borde
como esperándolos. E n ese tiempo hubo otro reahu, esta vez de ocu~o , pe.ro
nice un tapirí y colgué los chinchorros. Dormimos. Al día siguiente nos fui-
sólo entre nosotros mismos. Yaatawe resolvió ir adonde los Raharawe-then a
mos por el conuco buscando algo para comer. No había plátanos; sólo había
buscar a su esposa y a su hijo Shérawe. Como nadie quería acompañarlo, sa~
ocumo y yuca. Saqué yuca y comimos. Me hice mi tabaco y me lo puse en la
lió solo . Esa vez le hicieron lo mismo que la otra vez: le pegaron tanto , que s1
boca, a un lado, Yo lo chupaba como ellos cuando no podía secarlo para fu-
no era por su suegro , lo hubieran matado. Le volvie ron a abrir la herida que
mar. No hubo nada especial ese día. Durante la noche, en cambio, oímos bu-
tenía en la cabeza y lo dejaron largo y tendido en la parte trasera de la casa.
lla en el conuco. Eran dos tigres entiempados. Cuando la hembra está así
¡ave María!, da miedo. Hacían un ruido feo esa noche de luna clara. Ronca: A la semana volvió. Su madre lo regaño .
- Deja ya de buscar a esa mujer - le dijo Akawe. - Esa mujer tiene un
ban, hacían como gatos. Yo bajé la candela. Al amanecer se fueron. Fui a ver
sus rastros:_se habían ido de verdad . Entonces nos fuimos a matar cangrejos, ojo blanco; no sirve . Olvídate de ella.
bastante le1os de allí. Había muchos porque, tan lejos, nadie los iba a coger.
D~ vuelta saqué más yuca del conuco. La asamos junto con los cangrejos. Co-
mimos. Antes de dormir les dije a los niños:
-No vayan a llorar. Anoche oyero11 cómo andaban los tigres por ahí.
Pueden volver esta noche.
Donnimos. Al día siguiente oímos ruido de gente cortando en el conuco.
Cortaban palos, conversaban. se reían. A los niños les mandé callar y yo fui a
ver_. Era. gente que sembraba anoto. No los reconocí. Pensé que fueran Iye-
we1-then . Volví al tapirí y nos metimos en el monte para escondernos. Ellos
quebraron onoto, sacaron ocumo y hojas de tabaco. Parece que con ellos es-
taba el yerno de Hashówe. Cu:mdo oímos áe nuevo silencio, fuimos a ver.

412
C A P I TULO XXIX
Los Hii -the ri Atacan
Tenninado e l reahu, los hombres hicieron una empalizada con palos de
macanilla y varejas de yagua alrededor del shapono. Es que esperaban un ata-
que de tos Hü-theri. Con nosotros seguían viviendo aquellas dos muchachas
que ellos pretendían: Peim~mi y Hahami. Los dos H_ii-~_heri habían pe_rdido
mucho tiempo dando cacena. Y, para colmo, Kamos~we ya estaba V1v1endo
con Peimami .
.J.pr+kima, que era el que pretendía a Peimami, por medio de Jos Torae-
mip+wei-theri mandó a decir a Kamosiwe que se fuera a vivir con su suegro
en Puunap+ wei, ya que en Witokaya no le era posible matarlo; que si era va-
liente lo esperara en la maloca de Porawe.
Los Hii-theri eran gente muy brava. Entre ellos quedó famoso un tal Kóhawe .
Kóhawe se le dice por sobrenombre a los Yanomami que quedan pelones, es decir
lisos en la cabeza como una carnasita.
Ese Kó hawe de los Hii-theri era valiente de verdad. Salía a atacar solo,
así como A kawe, mataba y nunca lograban ver por dónde se escapaba. Era
tan cruel que en el shapono de los Hii-theri no vivía con Ja demás gente, sino
algo apartado, solito con su mujer. Por la tardecita. cuando acababa de co-
mer, le decía a su mujer:
-Ahora vete con los niños a dormir a casa de tu mamá , no sea que yo me
levante y me dé por matarte.
Cuentan que cuando dormía hacía bulla, se levantaba de repente y grita-
ba:
-¡ Asi, así! -como queriendo matar.
La esposa le dejaba bastante leña para el fogón y se iba.
El era buen cazador; mataba muchos dantos, muchos paujíes, de todo .
Mataba y mandaba a los demás a recoger la cacería .
Pero, bueno , fue valiente hasta que , una vez, después de flechar con sus
compañeros dentro de una maloca enemiga, echó con ellos a huir pero los
enemigos, flechando, lo acertaron en la corva con una flecha de bambú , pare-
ce que cortándole una vena importante que pasa por ahí. Así no podía cami-
nar, pero, oyendo a los enemigos cerca, se ayudó con el arco y logró escon-
derse en un maleza! , ya algo lejos de la maloca.
Los enemigos iban persiguiendo a los Hii-theri, pero algunos siguieron
los rastros de sangre que había dejado Kóhawe , así, hasta que los perd ieron.
Entonces llamaron a las mujeres que estaban en el shapono para que busca-

Sham~ n preparando el c ami no de los hek ura


4 15
ran ellas al herido y ellos se fueron a juntar a los que perseguían a los Hii-the- la entregan, la van a matar en el shapono.
ri. Por aquí, por allá, las mujeres iban caminando. Al oírlas él miró y volvió a Akawe no dijo nada; no solo, sino que se mudó a otra parte de la maloca
agacharse. Pero una muchacha lo descubrió ; entonces él le dijo: para dejarme sola. Poco más tarde, ese mismo día, llegaron en efecto varios
-No llames a nadie . Estoy mal herido. No llames a los hombres para que Pishaasi-theri . Esta vez habían venido sólo hombres, todos pintados. Los Puu-
me rematen; déjame quieto que me voy a morir solo. oap+wei-the ri los recibieron bien. Volvieron a decir que mis hijos eran sobri-
La muchacha avisó a las demás mujeres y en seguida lo rodearon, asf nos de ellos y que ellos iban a criarlos. Hablaron hasta el amanecer. Yo ya es-
mujeres y los viejos que se habían quedado. Algunas, sin embargo, cornero~ taba djspuesta a escaparme . Como nadie me entregaba, antes que amanecie-
a avisar a los hombres que iban persiguiendo a los Hii-theri . Mientras tanto, ra, Hesikak+we volvió a insistir en que me entregaran. Entonces yo salí de-
allí, una vieja que reconoció a Kóhawe se puso a regañarlo . Antiguamente trás de la casa , con la boca mordí un bejuco de la empalizada, abrí un poco
esas dos tribus eran amigas . los palos y salí con Kariyonawe a cuestas. A M-i-ramawe lo había dejado con
-¡Bien hecho!-le dijo . - Tú que te crees tan valiente, ahora te entregaste. l(raima , donde siempre estaba. Me metí en seguida por el monte, pero en eso
H oyvaaserel último día de tu vida . vi gente en el camino: eran muchos hombres, todos pintados de negro. Con
Muchas mujeres lo regañaban. Es que Kóhawe había matado a mucha sus arcos me apuntaron .
gente de esa tribu . -¡ No me flechen! - les grité yo.
-Tú que matabas a tantos dantos, tanta cacería - le decía la vieja, - que Más adelante había otros , todos listos para atacar. En ese mismo momento
de tanta que matabas dejabas mucha por ahí pudriéndose, ahora estás aquí oi un grito dentro de la maloca ; después otro y otro más. Pensé en seguida:
rendido, botando sangre , haciendo con ella eterno este camino por el que "Yo me voy a escapar y, adentro, los Pishaasi-theri deben de haber flechado a
querías hu!r. M.f.ramawe" . Me había parecido suyo el grito. Entonces eché a correr · atrás.
A los gritos de aquellas mujeres, se detuvieron los hombres y volvieron Cuando llego a la empalizada , los enemigos de este lado comenzaron a dispa-
para ver. Comenzaron a limpiar la maleza alrededor y Kóhawe agarró el arco rar flechas sobre la maloca . ¡Taa , ta , tak! Yo me agaché con el niño. Con el
para flechar, pero las mujeres se lo quitaron . Una vez que estuvo en limpio se ruido de las flechas, el niño se agarró duro . Me quedé arrodillada . Desde
pusieron a hacerle preguntas , si era verdad que él venía siempre a atacar y adentro los Puunap-i-wei-theri habían comenzado a flechar afuera. Los Hii-
había sido él quien había matado a la gente que encontraban muerta por el theri volvieron a flechar adentro , siempre por encima de la empalizada. Cuan-
monte. Querían saber si era él u otro. Pero él no decía nada, sólo hacía como do escampó la flechamentazón , me fui corriendo alrededor de la cerca para
si fuera un tigre: ver si podía entrar . En lo que llego junto a una mata grande de majagua, uno
-¡Asüiiii! de los enemigos se me acerca y me dice:
-Ahora te vas a ir detrás de los que nos mataste - contestaban los enemi- - Dile a mis hermanas que vengan rápido, que necesito hablar con ellas.
gos y se apartaron un poco para rematarlo a flechazos . El se levantó, pero se Yo soy J.pr-i-kima, jefe de los Hii-theri .
cayó en seguida lleno de flechas . Estaba muerto . Ellos fueron a buscar sus -¿Y quiénes son tus hermanas? - le pregunté .
haowa, lo abrieron y le sacaron las tripas . Lo demás lo cuartearon , todito, - Shapinama y Kanaema .
amarraron un palo alto, pelaron unas majaguas y guindaron los pedazos . Así Le dije que bueno, y seguí corriendo en busca de entrada. Los Maama-
como se hace con la cacería: el bofe , la cabeza, las piernas , todo guindado. we-theri, que habían venido con los Hii-theri, querían flecharme, pero J.pr.f.-
Solo dejaron en el suelo el mondongo. kima les dijo :
Al otro día esa gente salió de wáyum+ . Así pudieron venir algunas viejas - No la flechen. Nosotros hemos venido a matar hombres. Maten hom-
Hii-theri y quemaron la podedumbre del pobre Kóhawe. bres . Además , a esta mujer no la conozco ; es otra gente .
Así, por lo menos, me contó Osheoshewe . Esto había sucedido cuando Los Maamawe-theri eran Waika de los malos , por eso querían matar mu-
yo iba todavía con los Namowei-theri . Había sido tan valiente ese Kóhawe jeres. Yo me abrí paso por entre la empalizada, entré en la misma casa donde
que, después de muert0, dicen que se le oía gritar por aquellos montes. Era estaban Shapinama y Kanaema y me escondí en la parte trasera. Koyewe, ma-
su espíritu que de noche perseguía a los hombres que salían a cazar paují. Por rido de Shapinama , ya estaba herido . A ellas les dije:
ser tan valiente seguía todavía en este mundo y se le oía en los lugares más le- - ¿Ustedes son parientes de los Hii-theri? Afuera nay un hombre :ie ojos y
janos. cabellos claros que se llama J.pr.f.kima . Quiere que vaya.1 a hablar con él -.
Así eran de valientes los Hii-theri . Y, ahora , nosotros estábamos espe- Shapinama no quería, porque ya le habían herido a su marido. Estaba herido
rando que vinieran a atacar. Mientras tanto, sin embargo, llegó una tarde Pre- en el pie y botaba mucha sangre. Temblaba. Pregunté a Kanaema por mj
reoe!Tli de Mahekotho-teka. rujo. Me dijo que no le había pasado nada. Yo volví a decir : - Vayan . Su her-
-Miren - nos dijo . - Allí vienen los Pishaasi-theri otra vez para llevarse a mano está allá junto a la mata de majagua esperando.
Napeyoma y a sus hijos -. Y a Akawe: - A ver si les pegan con hacha para Salieron las dos hermanas. Entonces volvieron a llover flechas adentro
que no vuelvan más. Están diciendo que se la van a llevar y que, si ustedes no del shapono. Yo miraba a M-i-ramawe, quietecito, junto a Porawe. Los que

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flecharon primero fueron los Hii-theri que estaban al otro lado del shapono. -¡Aaaa+++++; aaa-i-HH!
El grito había sido de Tokowe que había salido detrás de la casa a orinar con y cantaron; no sé qué canto. Patearon el suelo y batie ron las flechas con
su hij~: al padre lo habían herido en un brazo con punta de bambú y al hijo, .. arcos. Daba miedo . Las mu jeres lloraban. Dentro ~el shapono habí.a tres
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tamb1en con punta de bambú, en una pierna. Las flechas seguían volando: heridos. ¡Pobre Koyewe ! Le dio fiebre , diarrea , que casi se mue re . Shapmama
¡taaa, ta , ta , ta, tak! Desde adentro respondían. Los Puunap-i-wei-theri tenían lloraba. A su marido lo brujearon mucho , después ; tardó dos meses para cu-
muchas flechas; acababan de traer veradas de Yarapiawe-teka. Ahora nadie
hablaba, ni adentro ni afuera. Sólo de vez en cuando se oía el ruido de las fle- r:U-SCEI sol ya estaba alto . E ntonces Porawé les dijo a Shapinama y Kanaema
chas que se clavaban: ¡taaa, ta, ta, ta, tak! Cuando desde afuera dejaban de sal ieran por los cami nos a ver si los enemigos se habían ido total ellas
disparar un rato, los de adentro corrían a recoger las flechas de los enemigos. quen de su tribu y no les harían daño . Salieron; con ellas iba también Patayo-
era . d. . d d b
Les qwtaban la punta de curare que traían y les ponían la suya. Así hacen por roa, que no tenía miedo . Miraron bie n y volvter~n .'cien_ o q u~ no ~ue a a
creer que la flecha no quiere herir a su dueño. Y sin más seguía la flechamen- die · sólo vie ron las flecha que los Puunap+we1-then hab1an disparado
tazón. Así por un buen rato . Si no hubiera habido empalizada , habrían sido ~er~ v dos chinchorros pequeños de algodón que Jos Hii-theri habían deja-
muchos los muertos . Yo estaba agachada junto a la leña y velaba a Hesikak+ do. Entonces Akawe convidó inútilmente a Hesikak+wé a que fuera con él a
we: mi peor enemigo estaba adentro . El que se la echaba de valiente , ahora perseguir a los H ii-theri. Shikorawé le dijo: . . .
estaba escondido más que nadie. Por eso le grité : -Quédate atrás. Así es cómo ustedes son de valie ntes. Vahe ntes para ma-
-¡Y tú, valiente, que me querías flechar, ahora estás agachado detrás de tar niños. ¡Cobarde !
la raíz de ese palo! Fléchame , aquí estoy ... Con los enemigos debe un hombre Entonces hicie ron fila varios hombres; los Pishaasi-theri atrás. Para no
demostrar si es valiente , y no con una mujer indefensa . Escóndete más, que quedarse solo , también H~sikak+wé se fue con ellos._ Ak awé iba _primero ;
pareces una vieja miedosa - . Así le dije , sin miedo , y eso que él tenía su fle- Shikorawe segundo. Así saheron a perseguir a Jos enemigos. Yo le d11e a Sha-
cha de bambú puesta en el arco . Cuando los Hii-theri dejaban de disparar, él pinarna: . ,
se levantaba , miraba afuera , pero no disparaba . En seguida después volvía a -Me voy . Los Pishaasi-theri van a volve r a dormir aqu1. Me van a flechar
agacharse . Yo le gritaba : - ¡Flecha! Ahora es cuándo tienes que flechar. Fle- durante Ja noche .
Llamé, pues, a M+ramawe; a Kariyonawe me lo puse en el güenepe; cogí
cha para afuera y corre . Haz como Ruwahiwe : donde más caían las flechas
allá estaba él ; disparaba por todas partes y mataba gente; no como tú qu~ un tizón , le dije a Kraima que iba tan solo por allí cerca y que, al m_archarse
sólo sirves para flechar mujeres . los Pishaasi-theri, volvería . Salimos rapidito . Llegamos a un rastrojo Y allá
Las hermanas de J.pr+kima ya habían vuelto a entrar. Shapinama ahora nos sentamos.
me decía: Los hombres, como supe luego, se habían ido hasta Yarapiawe . Los Pi-
-No regañes así a ese Pishaasi-theri, que te va a flechar de verdad - . shaasi-theri, antes de llegar allá, decidieron seguir de una vez pa_r a ~aheko­
Después me dijo que su hermano las había regañado porque, cuando sus es- tho-teka. Pero Hesikak+we, el maldito , se devolvió para Puunap+we1. Fue el
posos habían ido a pedir parara donde los Hii-theri, él los había avisado que primero en llegar el canalla. Como sabía que no quedaba hombre en la malo-
se mudaran a otro shapono , de manera que al venir los Hii-theri a atacar a los ca, creía poder hacer conmigo y co n mis hijos lo que le venía en gan~ . ¡Pero
Puunap-i-wei-theri, no los hiriera ni a ellos ni a ellas. Shapinama y Kanaema no me encontró! Yo iba por el monte recogiendo cacao. Por allá ba1amos a
ahora lloraban por no haber hecho caso. un caño donde había cacaradoras . Maté algunas . Comimos. Dormimos sobre
-¡Kamosiwé! ¡Kamosiwe! - gritaba desde afuera J.pr-i-kima. - Como no un tron~o caído. Al otro día, nos acercamos a Puunap+wei y pregunté noti-
encontrabas mujer te cogiste la muchacha que me pertenecía. No eres hom- cias a una mujer que estaba cazando cangrejos.
bre; te aprovechaste porque yo me fui y la dejé sola. ¿Creías que yo no iba a - ¡Qué va! - me dijo. - Po r allá anda Hesikak +we. D ice que no se mar-
regresar? Te la cogiste , pero no vas a vivir mucho con ella. No vas a tener hi- cha hasta verte muerta . Te está buscando todo el tiempo . No vuelvas .
jos con ella . Te voy a matar. Yo trajinar tanto para darle cacería y ahora tú te El se había quedado con cuatro compa ñeros. E ntonces volví .ª meterme
la cogiste. Te voy a matar . Eres el único que yo quiero matar allí adentro. en el monte y me fui decidida para Witok aya. Dormimos en un se1al. Al otro
¡Kamosiweeeee' iKamosiweeeee! Respóndeme. día llegamos. Me había llevado un racimo de plátanos sacado en el conuco d~
-¡J. pr-i- 1 ¡J. pr-i-kima 1 - le contestaba Kamosiwé. - Tú no me matarás. Koyewe . Hice mi tapiri al otro lado del conuco , don de había mucho platam-
¿Piensas que es fácil matarme? llo. Busqué el chinchorro de la otra vez . Allá me quedé como un mes.
-Sí; te voy a matar - decía J.pr+kima. - Yo soy valiente. Adonde quiera Persiguiendo a Jos Hii-theri , los Puunap +wei-theri habían llegado hasta
que voy, mato. Tú eres miedoso ; yo soy valiente . Toraemip+wei. A quellos, en efecto, habían pasado por allá . Estos les pregun-
taron a losToraemiptwei-the ri si Jos H ii-theri cargaban con algún muerto o sus ce-
Siguieron gritándose los dos . Y todos , flechando. El sol subía , subía. Al
nizas. La respuesta fue que no ; sólo llevaban algunos heridos . E ntonces los To-
fin los Hii-theri dejaron de flechar. El ataque había durado como tres horas.
raemiptwei-theri aconsejaron a nuestros hombres que regresaran, puesto que los
Ahora los enemigos gritaban :
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allá y les habían dado a los Mahekotho-theri muchos machetes • Los
Hii-t~eri iban ya muy lejos;. además, su shapo_no .tenía doble empalizada, porqUc pasado . .-then' pues iban para ver sí recibían también cuando los blancos
era. tnb~ con muc~os enemigos. Los Puunapt-Wei-theri regresaron; pero Akawe puunap-t-we1 .' ,
so.l.1to, s1~ que se dieran cuenta los Toraempit.wei-theri, siguió hasta el sitio d 1 ' vieran de bajada. ,
Hu-then. e OS estu e quedé con mis niños en donde estabamos. De regreso de Mahe-
Yo "km se vino con los Pu unap+wet-then,
· · · Prerepem1,· ma dre de Ak awe.
..
. -Yo me voy hasta su shapono_ - le había dicho a Porawe, antes de despe. otho-te a, , 1
k asar por Yarapiawe-teka, había vist~ q~e- las lapas se com1an os aguaca-
d1rse . - AIJá voy a esperar escondido. Cuando alguien salga, lo flecho.
Cuando volvió, me contó que se había ido solo, durmiendo en el monte
AI ~dos. Por eso, al día siguiente, me mv1to a recogerlos. i::-n el co~~co me
tes dó e me subiera a una mata . Yo estaba encinta, pero siempre agtl y me
pa~ndo hambre. AJ llegar a Ja tierra de los Hii-theri, pasó por el sitio dond~ man qu, en un palo de anoto y de allí, me pase, a1 de aguaca t e. M enee, , me-
habian ~uarteado al famoso Kóhawe . Con miedo pasó Akawe. Llegó a lama. encarame
loca. D10 una vuelta alrededor de la empalizada y se paró. Oía gente que con- , V cayó mucho aguacate.
ve~saba . Con los dientes cortó el bejuco de Ja primera empalizada, sacó unos
nee ·En eso comenzó a soplar viento: hoooo ... . Fuerte so~laba . .
P~:os y .entró'. después cortó el de la segunda, abrió un boquete y vio a los
-Bájate - me dijo Prerepemi . - 'l:ºe la pun~a donde pisas está pod~~a.
Hit-then reunidos que decfari: Me dejé resbalar hasta una ramita, pero esta, como estaba tamb1en po·
-Los flechamos. drida, se quebró y ¡tun! fui a dar sobre una rama de la mata de onoto. ¡Plak!,
-Ustedes no vie;-.:m. Ustedes"º saben si !'flai<:·run de verdad. é con la barriga y reboté en el suelo. , . .
-Mientras se estaba Stntando, yo fleché a uno. No sé si ie di en la barri- peguEn seguida sentí dolores fuertes; perdiendo sang~e, llegu_e con l~. vieja a
ga. , Pasé una 'noche terrible. Nadie se preocupo por m1. Akawe estaba
la ma1oca. .
-Yo también le pegué a uno. Cuando llegó mi flecha, oí el grito. en Toraemip+wei. Cuando aclaró , sola, como una perra, me fui al monte a
Hablaban de los Puunap+wei-theri. uno estaba dándole la espalda a botar la criatura . . .
En aquel tiempo y entre aquellos Yanomam1 yo nunca supe de mujeres
Akaw~. Era Waikas~, ~erno de Hiishówe, de cabello araguato; por eso creyó
Akawe que era J.pr+k1ma. Al saber que su gente iba a atacar, Waikasi había que abortaran voluntariamente. En cambio , ahora que e~toy en ..°c~mo, .1ª.~
abandonado a Watoshama y se había venido la maloca de su tribu. Akawe hermanas de la misión salesiana me cuentan que las muieres lyewe1-then M
apuntó y disparó. Oyó el grito, vio al hombre que se caía y echó a correr. abortan. Yo las regaño cuando veo que alguna de ellas se va al monte Y r~gre­
Bajó. aJ puerto y vio a muchas mujeres que estaban sacando agua. Hubiera sa sin barriga . E llas se disculpan diciendo que, si nace la criatura.' le qmta la
que~do robars? una, pe~o no le dio tiempo . Los Hii-theri comenzaron a per-
leche al hermanito pequeño que está en cría. De manera que prefieren matar-
seg~trlo: pero el s~ perdió ~or el monte y lo~ dejó atrás. Después caminó por la cuando está adentro y no cuando ya nacida. , .
vanos d1as. Flecho una gallineta y se la comió , sin plátano. Más adelante en- Después de eso me fui con los Witokaya-theri. Ellos que~an me ..P.ªr~
contró un camino y se vino. En el shapono de Puunap+wei le gente lloraba Iyewei. Salimos, pues, rumbo a Witokaya. Pasamos por d cano Hewenwe
pensando que seguramente lo habían mat<ido. Un día de tempestad, al oír los mak+nopoupt y dormimos en Ja orilla. Esa noche algunos comenzaron a e_nte:-
truenos, Porawe había dicho: marse. Cuando llegamos a Witokaya, los enfermos estaban peor. AJ d~a ~1-
-Quién sabe, habrán matado a mi hijo ... guiente los Witokaya-theri salieron en seguida para Iyewei .. Yo me quede con
Yo estuve un mes en Witokaya, hasta que vinieron los Witokaya-theri y Ruwewe , su hijo Wakuuwe , su yerno Warapawe y las mu1eres de ellos: Los
Akawe con ellos. Los Pishaasi-theri al fin tuvieron que marcharse porque Po- enfermos que se quedaron empeoraron. Se amarr.aban la. ca~~za con mapgua
rawe quería ir de wáyum+. Antes de salir, ese cacique les había dicho: para aguantar el dolor. Tenían mucha fiebre . Lo mismo mis nmos. Yo , n~ . .
Entonces como allí hacía mucho calor, nos pasamos al monte e h1c1mos
- ¿Qué esperan ustedes aquí tanto? A esa mujer le mataron su marido.
De miedo a ustedes se la pasa escapando, y ustedes esperando aquí a que lle- campamento, 'renovando unos tapirís ~ejos que había. Todos gemían, vomit~­
ban sufrían de disentería. Era una epidemia fea y había que escapar. Sah-
~e. ¿Por qué no la mataron cuando llegó a Shih6ta? Ya que la dejaron ve-
~se para acá, déjenla tranquila ahora. Váyanse y no vuelvan a venir para
mo;, pues, abriendo camino por la selva, bajando hacia el río grande. Ruwe-
aca. we, que no estaba malo, iba delante rompiendo ramas. Se sentaba y esperaba
Los Pishaasi-theri hicieron caso y se fueron. Después de cruzar el río que llegaran los enfermos. Yo cargaba primero a M+ramawe; _lo llevaba hasta
grande - como supe luego, - los Patanowe-theri les mataror: a uno más de donde estaba Ruwewe y volvía por Kariyonawe. Cuando nos 1untábamos, ?~­
ellos: Prushishima, sobrino de Hesikak+we. Con eso, el ma:dito se pondría cíamos candela para calentamos. Caminamo~ tres días Y lleg_amos a un s1t10
más rabioso todavía ... bonito, donde Ruwewe había estado una vez yendo de cacena. Era realmen-
Porawe salió en dirección a Mahekotho-teka. Con él St; fue Akawe. An- te bonito. Soplaba mucho viento. H abía un caño de aguas blancas; por una
tes de salir, Porawe me dejó a M+ramawe, porque tenía miedo de que en orilla un casupal y por la otra un helechal. Allí Ruwewe se puso a decir:
Mahekotho-teka los Pishaasi-theri lo mataran. Los Puunap+wei-theri se iban
a Mahekotho-teka porque habían sabido que los blancos, remontando, habían (47) Eran los expedicionarios a :as fuentes del Orinoco. Estamos, pues, en 1951.

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. d · ¡0 agarramos. LO en-
en una cueva de la barranca. Era pichón to ~vta y d llegábamos a un
-Esto es muy bonito. Este caño tien muchas sardinas. Este es el To.: ª
a:netf ' rito y se puso manso. Despues, cuan ° .
prai ke u. Los antepasados lo llamaban así. .. cerrarnos en una :~~1 maloca, lo soltábamos y él se iba a pescar. ~1en:ipre les
Y así quedó bautizado ese caño: Toprai ke u. Por allá hicimos campamen- carnPªn.tnt?n~ios que tuvieran cuidado en f\echarlo porque era m~ cna; p~r_o
to. Ruwewe hizo un tapirí también para mí y los niños. Una paloma cantaba decía a os i olvió Creo que esos pájaros no se acostum ran a vivir
--Oigan cómo canta - dijo Ruwewe. - Este lugar es bueno para hacer ~ día e fue y no v .
~ . k
nuco. Voy a ver si la tierra es buena y me pongo a rozar. COn gente . d 1 nuco nos fuimos todos a W1to aya a
el monte e co ' 11
Mientras Ruwewe estaba haciendo tapirís, su hijo lo llamó . Había visto Después d que~ar de cambur para sembrar. Yo ayudé para que e . os
una babilla meterse debajo de una piedra. Yo fui a buscar hojas para techar los ar retoños de platano y T ·amos en mapires los retoños; amba
buSc d a nosotros. ra1 · N
tapirís. Los niños estaban mal. Kariyonawe tenía los dientes pelados y atrás ués nos ayu aran Ya ahora estábamos todos bien. o
deSp . aduras para comer. . .,
cho rreando agua, agua .. . Después fui al caño , maté sardinas y las limpié. traíamos plátan?s m lí los monos eran mansos en ese tiem~o. Hab~a pa~J• en
Cuando volví, vi a los nir1os con su cabello lleno de huevos de moscones y los ba Ja cacen a. Al . . ara traer los retonos. Vanos dias es-
fa¡ta H' ·mos tres viaies p . ·
espanté. Después teché el tapirí con hojas de miyóma y, encima, caña brava cantidades. y pavas . tct retoñaban matas de lechosa sin que nadie
para que el viento no se llevara las de miyóma. Guindé un chinchorro y
• . embrando . En ese terreno
tuvieron s ·· ·· decía·
acosté a M+ramawe con Kariyonawe. Candela parecían de lo calientes que las hubiera sembrado. Ruwewe ariw¿ el antepasado que era dueño de las \e-
estaban. Luego prendí el fogón . Allí cerca había un bejuco de kónakóna- - Este es el conuc? de Shalm h , otro conuco y viene a cagar las semi-
. No ven que el come ec osa en
nato, recogí unas hojas junto con las hormigas kónakóna que traía y fui res- chosas. 1,
Has aquí? - anoto. Después también yuca dulce y
tregando con fuerza a los niños, especialme nte el cabello para que se cayeran
aquellos huevos. Después acosté a cada uno en su chinchorro . Esa vez estába- También sembraron cana brava J si los Hii-theri iban a atacarlo en
amarga . Así Ruwewe es~aba s~guro ~ qAue,mí me de¡·aron sembrar matas de
mos sin brujo. En aquel tiempo Ruwewe no lo era todavía. Yo no sabía qué '\ d' venir a v1v1r aqu1. U
hacer con los niños y me puse a llorar viendo que se me iban a morir. Ruwe- Witokaya , e po ta s Había miel y recogimos mucha. na
. · os como tres mese .
we había salido a matar la babilla; al rato regresó con ella trayendo también ocumo. Alh estuv1m . 1 '\' . kao kao kao kao , ka-ka-kao .. .
miel. Yo rezaba. Hice promesa a San Francisco de darle su nombre a uno de madrugada Ruw~we oyo cantarda. ga~1 ~:~ Puu,nap+'wei-theri como que ya es-
-E to es sena! de gente - IJº ·
mis hijos si los curaba. Agua no querían tomar; ni siquiera quisieron tomar ? T mbién horama ha cantado.
aguamiel; entonces los bañé con ella. Gemían , gemían. Luego cerqué el tapirí tán de vuelta. ¿No oyeron. a . báquiras que andaban por allá
Esa mañana los hombres salteron a cazar H1.c1'eron barbacoa y los comi-
con hojas de macanilla, por si acaso , porque Ruwewe había visto por ahí un . · h erde Traieron tres. d
tigre se había comido un venado y, un poco más allá, un báquiro. Al rato cerca comiendo monc e v . . w· k En la maloca había rastros e
mos. Al día siguiente nos fuimos a ito aya. . esta'bamos En la tarde del
vino Yokoima , h ija de Ruwewe, y me trajo una camasa llena de caldo deba- . . d or allí para ver s1 ·
billa. Calentico. gente. Alguien hab1a pas_~ o p d ' d s ués llegaron también los Witokaya-
-Mira - me dijo. - Mi papá manda este caldo para que bañes a los niños. día siguiente llegó Akawe. Tres ias _e p rande or el camino. Los Puunap+
Mis sardinas se esta ban asando . Los niños no quisieron comer; tampoco theri. Se habían dilatado com.1en~o se¡eKg . donde tenían mucho algodón
. . se hab1an ido a orna, d'
quisieron plátano ; nada. Allí tenía un bojote de hojas de casupu para limpiar- we1-then, de regreso, D ti' o habían visto rastros que po ian
. hetes e a t com . d
les a cada rato la diarrea y botarla afuera. Entonces fu¡ cogiendo la espuma que recoger. Tratan mac - ~ . . , . te ka un sitio más escondido, don e
ser de Hii-theri, pasaron a Ehoam+p_+we1- ,
del caldo y lavando a cada uno de los niños. Los bañé hasta terminar el caldo
Porawe había comenzado un conuqmto. U d'a Akawe \e había pedi-
y volví a acostarlos. Estaba medio crudo ese caldo; no se podía to~ar; pero
En Witokaya nos queda_mos co~o un ~es .o :qu~l que se llamaba Make-
fue gran remedio . En seguida los niños comenzaron a sudar, sudar ... sentían
do a Hewariwe al hijo, el pnmer varan qlue uv 'o si.empre mandó en cambio
frío; yo atizaba la candela; mis sardinas se quemaban; se las di a Yókóma. ·- La madre
prei para hacr:r\e cannos. . , ce osa com '
Después me trajeron otra camasa de caldo de babilla, caliente; les di a los ni-
a su hermana Oshewe i para decirle:
ños para que tomaran y también tomé yo. Más tarde me trajeron ca rne de ba-
billa. Comí solo yo . Como pudimos, tratamos de dormir. -Hazle cariños a Kariyonawe:. .. d bravo conmigo ; - tú tienes \a
-Sí - gritó en seguida Akawe, . p~men ose
Los niños amanecieron aJgo mejorcito. Ruwewe estaba decidido hacer su
conuco allí. Ya había visto que la tierra era amarilla, que se daban bien los culpa de que ella me mezquine a mt htJO. ' I me acertó aquí en
fJ h Yo eché a correr, pero e ,
ocumos silvestres. En la orilla del caño había esas piedras que sirven para Cogió su arco y una ec a. , D , de la casa me caí . El vino a coger
t de arpon etras -
amolar. El amoló su haowa y, al otro día, como ya se sentía mejor, co menzó el muslo, con una puna . V' ·e on las mujeres y lo reganaron.
a rozar. Así nació el conuco de Toprai-teka. Sus parientes lo ayudaban; Wa- la flecha, dejándome la punta adentro . 101 r
rapawe tenía un machete que le había dado Himotóp+wei-theri, su raoá. Lo mismo· h"zo su cuñado . ¡ '?
i .. M hekotho-theri para tratar a as1.
Rozó grande, porque solo había matas pequeñas. fáciles de tumbar. -¿Por qué la trapste de los a a awe me sacó la punta, hacié ndo-
En el caño nosotros vimos un martín pescador que coría pescado y se Me \levaron a la casa de Amatama. War p
4-23

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la salir por el otro lado. Se hinchó la herida y me dolió por mucho tiemPo. va 8 caer al Ocamo. . . .. .,
Akawe todo lo que hizo fue reírse. Ruwewe pensaba en su conuco nuevo de Topra1. Kamos1we tamb1en que-
Como allí hacía mucho calor y estábamos cansados de comer plátanos hacer allá el suyo. Entonces comenzamos a recoger y regresamos.
Háshówe quiso entonces saLr de wayum+. Hacia el río grande esta vez. En: ría Warapawe y Taakaiwe se habían quedado atrás flechan~o monos. Noso-
contramos mucha yuvía . Matamos un danto y otra cacería. Así por un mes. os paramos para esperarlos. Yo estaba pelando una ma1agua para rnco-
Mientras íbamos por allá, un día Porawe nos mandó a avisar que había encon- tfOS n ..... ; guatura cuando oigo un ruido raro. Pensé que fuera tigre y sentí
rrear ..... • , .
trado un sitio con mucha tacamajaca. Esa fruta es negra por fuera y tiene pul- . d El ruido parecía venir por el suelo. Me apure a pelar la majagua Y, co-
nue 0
. d · alcancé a los demás . Allá las mujeres estaban gntan
· do desesperad as.
pa blanca. La brea que suelta la mata es blanca y olorosa. Los Yanomami Ja rneo o, . . d' ·,
desmigajan y frotan el polvo en la barriga de los niños para curarles la disen- -¡ .J.ra kaaa! - gritaba Toshama. - El tigre Viene en nuestra 1recc1on.
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tería. Oigánlo. , ,
Para llegar a ese sitio Akawe tuvo que abrir camino con su machete. -No; no es tigre - decian los hombres, despues de escuchar.
Pero antes los hombres lo abrían quebrando las matas pequeñas con las manos, El roído aumentaba . Entonces, ~i:i saber qué fuera, t~do el mundo se co-
otras pisándolas con los pies. s: hay ramas espinosas se rompen y se botan rrió a esconder en el monte. Yo me quedé_ sola, ,sentada Junto a ~ guatura.
fuera del camino. Los que hacen primero un camino son casi siempre los ca- Ahora oía el ruido arriba. Los árboles me 1mpedian ver. Me aco_rde e~tonces
zadores. Estos no hacen caminos grandes, sino unas picas que apenas se no- de aquel avión que había pasado cuando es.t?ba .con los Namowe1-then. Pasó.
tan. Rompen sólo alguna que otra rama que molesta, ya que no saben si van Oí que se iba lejos, lejos .. . La gente volVIo a ]Untarse en el camino. Todos
a pasar de nuevo por ahí. Si en el ·1iaje de cacería encuentan un lugar intere- asustados todavía. Hashówe se había metido en un hueco de árbol. ~entro
sante con alguna fruta, como un moricha! por ejemplo, entonces de regreso había un avispero. En seguida salió picado. Su esposa entonces se comó para
dan la noticia y el cacique dice : "Ahora vamos a abrir bien el camino que va otra parte . Ahora el viejo venía regañando, furio~o: ,
al moricbal descubierto por los cazadores". Entonces sale todo el mundo o -¿Quién sabe qué era eso que volaba por ah1? ¿Sera pore? .
casi todos los de la tribu . Adelante los que tienen machete, luego los que sólo Traía una oreja que le guindaba de tanto peso y el cuello todo hmchado .
rompen ramas. De último van las mujeres. Las mujeres no trabajan en eso, Estaba horrible. Las avispas lo habían picado mucho en su tonsura grande, re-
sino que andan por las cercanías buscando fruta. En los tapirís todos se reú- cién renovada para no mostrar las canas y bien onotada.Sus hijos se pusieron
nen para comerla. Los hombres no trabajan todos los días haciendo camino. Al- a reir.
guna maña na y tarde la dedican también a cazar para tener carne que comer. - Tú tan viejo y todavía te fuiste a esconder - le decían. - Esconderse es
Luego siguen trabajando. En cambio, cuando es durante el wayum+, el cami- cosa de muchachos. Si ese bicho come gente, no te va a comer a tí. Tenías
no es la ocupación constante, porque hay que llegar pronto al lugar de la co- que haberte quedado sentado aquí en el camino, junto a la olla.
secha. Los viejos que ya no pueden trabajar se quedan en los tapirís mientras - Yo que no soy viejo - dijo su hijo Ruwewe, - no fui a metenne en el
se abre cami no. Los niños van a ver como trabajan los hombres. Así se hace hueco de un árbol como tú. Yo sólo me recosté en un árbol. Allí me quedé
el camino , y no sólo para lugares de frutas, sino para conucos nuevos espe- esperando. Si bajaba algo, me ponía a correr ..
cialmente. Después, con el tiempo, se va agrandando si vale la pena, y siem- Todos se reían de Hashówe. Hasta su mujer. El le dijo:
pre que uno pasa y ve algún obstáculo, lo elimina. - Vete a ver qué clase de avispas me picaron, porque me duele muchísi-
Así, abriendo camino, llegamos al fin a aquel cerro y comimos mucha ta- mo. Vete con tu hija. Pídele un tizón a mi nuera para quemarlas . ¡Ay, qué
camajaca . Se recoge, se lleva al campamento y allí, para que se ablande, se dolor! Ese bicho que anda por ahí asustando ... ¡Cómo hiciera yo para matar-
sancocha un poco ; entonces se come. Se hace también carato; sabe parecido lo! Me pregunto qué irá haciendo pore por allá arriba. ¿Querrá comer Yano-
al seje. Cuando es chiquita es un poco agria. mami? A mí me hizo picar todo por las avispas y a los demás no les ha pase.·
En aquel cerro hicimos nuestro campamento: nosotros con los Witokaya- do nada. Miren a Napeyoma. Ni siquiera se movió; se quedó sentada tranqui-
tberi; los Puunap+wei-theri quedaban más adentro. la aJ lado de la guatura .
Un día mientras recogían fruta por aquel lado, unos comenzaron a gritar: -Claro - le dije yo . Ese no es pore. Por eso no tengo miedo . Ni tampoco
-¡Viene nape! ¡Viene nape! es bicho que venga a comer gente. Adentro van los nape. Pasó y se fue con su
-¡A++++!, a++++! gritaba Kamosiwe. camino 4 9 .
- ¿Dónde, dónde? - gritaba yo. Cuando volvió, la mujer de Háshówe dijo que eran avispas de las más
- Por allá.
-Eso es un raudal - dije yo . Ellos creían que era un blanco que remonta-
ba con motor. Yo fui a ver con Yókóima, Waikimi y otras mujeres . Allá caía (48) ¡El tigre!
un salto bonito de agua hlanca. - ¿Será que cae al río grande? - me pregunta- (49) Era el avión que iba a lanzar en faracaidas víveres a la expedición franco-venezola-
ba yo. Sólo más tarde llegué a saber el nombre del caño. Era el Henita que na que se dirigía a las fuentes de Onnoco.

425
424
bravas. A su esposo le decía: . n. Pero parece que no pasaron más, por lo menos ~asta que yo me que~é
-Un viejo como tú no debe raparse la cabeza así. Si hubieras tenido pelo a'll Jjos. Yo ahora también sabía mejor qué era un avión; pero no por eso e
~ne . d .
no te hubieran picado. Debieras llevar el pelo como lo llevan los Makiri-than.' ve miedo . Siempre recordaba que m1 abuelo ec1a:
Los demás se reían. El se hacía la tonsura para pintarse como joven. A. tu -Algún día los hombres volarán. .
mí me daba lástima, pero no podía aguantar la risa. ¡Qué cómico se había D s ués que vimos ese avión, nos quedamos como dos meses en W1toka-
e p asamos a Toprai Como ahora era mucha la gente, hubo que ha-
puesto ese viejo tan chismoso! ~F P . -
Más tardecita seguimos. Watoshama, hija de Hii.shówe, tuvo que cargar
ya.
cer un cam pamento nuevo , grande , en aquel casupal cerca del cano.
la olla de su papá . Llegamos a la maloca . A Háshówe le dio mucha fiebre.
Por poco se muere. Durante la noche desvariaba. Sus hijos amanecían bru.
jeándo!o.
Esa tarde, después de llegar nosotros, habían llegado también Warapawe,
Taakaiwe y otros. Warapawe contaba:
-Yo me quedé atrás para flechar marimonda. Una flecha se me quedó
clavada en una rama alta. Me hice un garabato y subí a tumbarla. Cuando lle-
go arriba, oigo ese ruido feo, wooooooooommmmm ... Venía cerca, cada vez
más cerca; ya me venía encima. Yo me agarro duro a Ja rama, como una pe-
reza que no quiere caer. Si hubiera tenido sus uñas largas, las habría hincado
en la madera. Me agarré duro, sin moverme nada, para que el bicho creyera
que yo era un nido de comején. ¡Qué susto pasé! Así hasta que oí el bicho
yendo lejos ...
Los demás oían y se reían.
Después de esa vez, volvió a pasar el avión. Estábamos en Witokaya. Yo
me quedé tranquila mirando para arriba. Las demás mujeres fueron todas a
esconderse en el monte. Luego me preguntaban. Yo les explicaba; pero no
me creían. Los Witokaya-theri comenzaron a saber bien qué era un avión y a
no tener miedo cuando Osheoshewe se fue con unos blancos a Puerto Ayacu·
cho. Se fueron él y otros lyewei-theri. A su regreso contaba:
- Allá nos llevaron a una sabana, limpia, plana. Oíamos un ruido. Venía
el apiom+. Bajó y comenzó a salir gente bien vestida. No es bicho . Yo lo ví
bien. Adentro van los nape. Llevaban dos ropas, una sobre otra, bonitas; no
como nosotros que andamos todos ahumados; no, ellos con ropa limpia, nue·
va. Los nape andan con los pies forrados en una concha negra, brillante, bien
amarrada . Quién sabe si tienen dedos en los pies como nosotros. Nosotros
pensamos que ese es bicho. No. Tampoco es pore. Tampoco Yai. Adentro
van los nape que vuelan. Se llama apiom+ .
Allá estaban todos oyéndolo: Hii.shówe, Ruwewe, Kamosiwe . .. Todas las
mujeres. Para ellos Osheoshewe, porque había visto el avión de cerca, era ya
un nape". Total que su suegro lo llamaba Nape. Akawe que le tenía rabia , Jo
llamaba así tambié n.
-Los nape - comentaban las mujeres - pueden volar. Ellos andan con
prendas bonitas, con conchas en los pies. Eso es lo que Napeyoma debiera
hacer para nosotros. E lla no sabe hacer nada ...
-¿Ustedes creen que todo eso se hace con saliva? - les decía yo .
-Cuando vuelva a pasar por aquí el apiom+ dijo Ruwewe , - voy a gritar-
les: "¡Cuñado, cuñado! Tírame machete". Ahora sí sé quiénes son . Ya no iré
a esconderme.
Después de eso, ya los indios no sentían miedo cuando pasaba algún
427
426
CAP I TULO XXX

El F a ntas ma de Rashawe
Toprai era realmente un sitio bonito. Lástima que ahora comenzaba a ha-
ber muchos murciélagos. Y muchos más cuando empezamos a guindar los plá-
tanos. Es una fruta que les gusta demasiado. Pe.ro, claro, mordían también a
la gente. Lo mismo que antes en Patanowe-teka .
Muerden por los dedos, junto a la uña, en otras p:;,rtes, a niños y gran-
des. A M+ramawe me lo mordían mucho , en la cabeza. en los labios. Muer-
den con esos dienticos bonitos que tienen, como de caribe. El murciélago re-
vienta un poquito, chupa, chupa y se va. A lo mejor después viene otro y
chupa en el mismo lugar. Muchos, todos, hasta que están llenos. En otra no-
che puede que vuelvan y así se ponga más grande la herida. Yo estaba mordi-
da en Jos talones y en el cuello.
Toprai: ¡qué de murciélagos! En Witokaya también había, pero como los
indios tenían colgada en la maloca esa hierba cortadora, los murciélagos se cor-
taban y se iban. Con esas hojas defendía yo a mis niños.
Estando nosotros allí un día, a media mañana, llegó un civilizado. Era
Sixto Sequera con un compañero. Yo oí gritar:
50
- ¡Nape ke pef .
En seguida los hombres mandaron a las mujeres que se escondieran. Yo
estaba cocinando carato de plátano y me quedé. Allí llegó el blanco, con su
escopeta . Cua;1do yo iba a hablar con él, vino Akawé y me dijo:
- ¿Por qué no has ido a esconderte?
- ¿Por qué tengo que ir a esconderme? - le contesté. - Anda tú. Yo quie-
ro hablar con él. Tú no sabes hablar su lengua.
Entonces me senté en el chinchorro. Sixto delante. Los indios todos ro-
deándonos. No era la primera vez que ellos lo veían. Lo habían visto a orillas
del Orinoco, junto a la Piedra de Gua1aribos, donde a veces iban a pesar con
los anzuelos que habían recibido de los Iyewei-theri y de los Koaisi-theri. Esta
gente tenía trato con los blancos y con los Makiritare. En el Orinoco, la otra
vez, Sixto les había regalado mañoco. Yo r~erdo que, al traerlo, decían:
51
- M ayoko! mayoko! .
Lo habían probado t..:idos y les había gustado. Esta vez el civilizado había

(50) ¡Extranjeros!
(51) ¡Mañoco! , ¡mañoco!

Hombre Yanomamí recolectando :llbaco·


429
daya. Tiene una cabeza que ~e parece a~~ sapo. ?rité d~l s~sto Y le dije
amarrado la curiara en la Piedra de Guajaribos y se había encaminado
sendero que de allá viene. Toprai quedaba más cerca del Orinoco que~~
11180
.. , . amawe que echara para atras. Yo tamb1en recule, recule , sm darle nun-
a rn+ r a la culera. Cuando ya estaba a unos pasos d e d.1stanc1a, · me co-
kaya Y ~ue Puunap+wei . Ahora Sixto, indicando los plátanos colgados, lt
Ja espalda
ca, tos niños. Yo lo que iba a buscar en el shapono era un pedazo de cala-
que
d , le dieran. Pero . plátanos en ese conuco todavía no se daban · Los 1n
· d"1os rrt con ara hacerme un huso con que hilar algodón. Había mucho algodón en
ee1an que en W1tokaya-teka tenían muchos. El no comprendía. Yo te ex . baza p conuco de Puunap+wei. Entramos en la maloca, dimos una vuelta y
caba. Entonces le dieron de Jos maduros que tenían allí. pi¡.. nuestro , el pedazo. Volvimos a salir. Me senté y con los dientes . lo 1.b a po-
-¿Cómo los voy a llevar? - preguntaba él. encon te
r · ·
. do redondo. En ese momento oigo un ruido . Nosotros esta amos d e 1 1ad o· b
. Y~ expliqué a los indios que nec~sitaba mapires para cargarlos. Entonces n~n
• ceiba . Mandé a los niños que se sentaran. Yo iba . a ver, pensan do que
los md1os se los cargaron en dos map1res y lo acompañaron hasta la p· d de 1ª ente que venía de Toraem1p+we1. · · · Me 1evante· y comence· a an d ar. E n
Guajaribos. Allá él les hizo señas de que dentro de seis días volvería1ea ra de era gen medio del shapono, veo a R as h awe, ·· s1· , R as hawe,
·· e 1 cacique
· de 1os
pasar
· lá
~or mas p tanos y que entonces les entregaría los machetes. Después de
tiempo, pues, los indios llevaron allá muchos plátanos que habíamos traíd0
Witokaya y él les dio machetes.
e:e
Pishaa i-theri . Caminaba y se reía. Estaba to o pmta o e rojo y, cuando se
eso.

agach •
d · d d ·
ó le vi heridas de flecha en el brazo; otra en la espalda; no le v1 la cara;
. . ·
¡ cabeza Ja tenía bien rapada y toda roja, con aquella c1catnz... ra e , no
· E ·1
. Cuando. él se fl¡e, las muje~es q~e se habían escondido en el monte vol-
:abía duda. Corrí atrás y les dije a los niños:
vieron. A m1 Akawe no me hab1a dejado hablar con él sola. Menos iba a
der e~~aparme con él. Y Sixto, con ese miedo que les tenía a los Yanoma:
- ¡Cálle nse! Están allí los Pishaasi-theri .
Pero siguió silencio. Nosotros nos escondimos. Así esperamos una hora.
era d1f1cII que me pudiera llevar. ' Después quise ir a ver. Entramos y miré. No había nadie . Ni tampoco se
Más tarde este civilizado oyó de los indios que yo era hija de blanco
~mo ,co~ocía a mi papá, le habló en San Fernando de que me h~bía vist~ veían rastros de nadie. Pensé que era el alma de Rashawe ; que, a lo mejor,
Jos Jrota-theri y los Shama-theri, según estaban de acuerdo, ya lo habrían ma-
as~, as1, sm r~pa, con .muchos niños .. . Entonces mi papá - según me contó él tado .. . Nos fuimos de allí , asustados, por el camino grande, hacia Korita. Por
mismo despues - le dio ropa para mí y los niños , rogándole que hiciera algo el camino hicimos tapirí , colgamos aquel chinchorro de majagua y dormimos.
para_sacarme de la selva, fuera o no fuera su hija. Pero ... . a Sixto yo no Jo Pasé la noche pensando en la sombra de Rashawe . Me puse a rezar y a llorar.
volv1 a ver. Al fin me dormí y soñé que los Pishaasi-theri habían venido todos a nuestro
~:guíamos en Toprai. Había mucho que hacer. Aparte, Akawe comenzó
shapono . Rashawe estaba sentado con todas sus flechas llenas de comején.
ta'..°b1en su co~u~. Un día mandó a Oshewei a llamar a su hermana Hewari- Entonces un Puunap+wei-theri le quitó las flechas y las mostró en alto dicien-
we para que vm1era ª. c~lg~r. su chinchorro debajo de él. Ella no quería por-
que estab~ yo. Hewanwe viv1a en casa de su mamá y ya había tenido un hijo do:
- ¿Estas son tus flechas? Los comejenes están comiéndoselas.
de Akawe que estaba ahora en Toraemip+wei . Entonces Akawe montó en Me desperté y comencé a creer que verdaderamente habían matado a los
cólera y me dijo:
Pishaashi-theri . Cuando amaneció, le conté todo a M+ramawe.
. - Ella no quiere venir porque te ve a ti aquí. Por culpa tuya me desprecia.
- ¿Quién te lo dijo? - me preguntó .
St te mato, estoy seguro de que va a venir.
- Nadie - le contesté. - Lo he soñado.
Y sin más puso una pu~ta de cura:e e n su flecha, agarró el arco, apuntó Seguimos y llegamos a Korita. Los Puunap+wei-theri estaban en un cam-
Y flechó. Me erró. E~ seguida Kamos1we, Ruwewe y otros gritaron que no pamento fresco; pero los hombres habían salido de cacería . Kraima estaba en
fle:hara. Yo n~ espere otra flecha: me puse al niño a cuestas, cogí un tizón y su tapirí; Porawe, solito, brujeando. Cuando vio a M+ramawe , le dijo:
salt afu~ra comendo. E n el conuco encontré a M+ra mawe jugando. Lo llamé -¿Por dónde ibas? ¡Ah, por el monte con tu madre! Yo he regañado a mi
y nos fuimos al monte.
hijo porque quiso flechar a tu madre.
Al día siguiente Akawe fue a buscarme donde estaba Porawe. Pero éste Entonces yo le conté a Porawe lo que había visto en la maloca de Puuna-
lo regañó . Amatama había llegado antes para avisarlo.
p+wei y lo que había soñado.
-Tú ~echaste a Napeyon:a - le dijo Porawe. - Ella tuvo que escaparse -Hace así /4/ días, cuando hubo aquel aguacero - dijo él , - que han ma-
con s~ hiJOS. Ahora se va a 1r adonde los nape. De allá no volverá más. Es- tado a los Pishaasi-theri. Yo también lo he soñado. Los hombres gritaban: '· I+
toy tnste porque se llevó a ese muchacho que yo estaba criando. aaa++! ¡l-aaa++!" Decían: "¡No me cortes! ¡No me cortes!" Una pelea horri-
De ali~ Po.raw~ ~e fue de nuevo a Korita. Yo de allá me fui para los lados ble . Aquéllos corrían detrás de estos con machetes . Gritaban desesperados.
de Puunap+we1. V1V1amos recogiendo yagua y cacao . Para dormir me hice un
Lo que soñaste es verdad: los mataron. .
tapirí. Y un_chinchorro de majagua para mí y Kariyonawe y otro para M+ra- - Yo creo que sí - le dije. - R ashawe muerto. Me gustaría que hubieran
mawe. Alla estábamos tranquilos y pasamos como un mes. matado en cambio a ese Hesikak+we que me anda persiguiendo. A lo mejor
. Un día me fui al shapon~. Mientras iba por la parte trasera, pisé una ra-
a ese bicho no lo mataron.
rruta y en eso veo una culebra que paraba la cabeza. Era grande, esa que Ha-
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430
Porawe_ se levantó, se hizo pan~alla con la mano, miró lejos y dijo:
- Esa gente debe estar muriéndose de hambre al otro lado del río grande
-Si; l~s mataron; yo veo ese lugar, lejos, lejos, está muy triste. Los t ella. - Los demás ya están con nosotros. Mataninima está salvo. A
nos que 01mos ayer son los hekura_ que abandonaron el pecho de Rasha deCÍ a · ·ó
"kak+we no lo mataron. Han perdido a todas sus mu1eres J venes .
Ahora vamos a esperar que nos traigan noticias; quién sabe si vengan p f{es•En ese tiempo Jos Puunap+wei-the1i seguía,, cuiJando los cammos por
los Raharawe-theri o los Mahekotho-theri. ronto
los Hii-theri · Ahora que Akawe había flechado a uno de ellos, en su
, En_ la tarde_ de aquel día llegaron los cazadores. Porawe habló de ¡ 111iedo a
0 • a maloca, debían de estar más bravos.
h_ab1a Vlsto_ y sonado yo y que los truenos oídos en días de verano no pod1Ue IJllSITIU día nos fuimos a Yarapiawe-teka a buscar pijiguao. Allá nos encon-
s1~0 ser s~nal de que se había muerto algún brujo bueno. Los hijos de Tok~
we no _cre1an; otros se reían de mí. Pero en la tarde del día siguiente lle
0; con algunos Mahekotho-theri que venían junto con algunos Pishaasi-
tra~ Las viejas Pishaasi-theri lloraban y pedían tabaco.
mensajero. Era Watewe, Puunap+wei-theri que estaba en Raharawe 6 un
se había casado. Llegaron cuatro hombres con él. Porawe les dijo: ' Onde
J then~Yo no tengo tabaco - les decía yo. - Aquí no he podido sembrarlo. ¿No
.:-¿Ustedes no saben noticias de los Pishaasi-theri? Napeyoma vio a R ven qu e sus maridos venían a perseguinne para flechanne? Pídanle a esta gen-
hawe en el shapono de Puunap.f.wei y dice que lo mataron. as. te. El viejo Hakoushima me pidió plátano maduro. Yo .le ~~; pero, antes, le
Aquel hombre se quedó raro y dijo:
. . -:-¿Eso ha dicho esa muier? ¡Claro! ;.No saben ustedes que los Shama-tha- recordé q ue él • en Shihóta ' había. .pedido la muerte
.. de mis. h11os. Ahora él ve-.
nía solo; le habían matado a su h1Jo Koroyewe y a su sobnno, además de Shi-
n hicieron _un ataque a traición en un reahu y mataron muchos Pishaasi-then?si
La_ mayona, de ellos quedaron heridos. Los que se escaparon llegaron ~
titiwe como he contado antes. . . .
Toda esta gente fue a donnir con nosotros en Puunap+wei. Allá pudimos
orillas del no ~rande y comenzaron a gritar, gritar. .. Los Mahekotho-theri
ber cómo había sido la tragedia. Yo sentí la muerte de Rashawe como si
atravesar?n y Vleron que eran pocos, casi todos heridos, junto con el viejo fuera la de un familiar, tanto él había hecho para defendenne a rru- y J'b
sa 1 rar ~
Hakuushima. Los atravesaron al lado de acá. Ahora están viviendo con 1
Mahekotho-theri. OS mis hijos de la muerte. Al día siguiente se fueron. Noso~ros nos quedamos ~1
como dos meses. Volvieron a venir los Mahekotho-then, solos esta vez, a m-
-Verdad, verdad - dijeron los otros.
vitar a nuestros hombres para que fueran a vengar a los Pishaasi-theri contra
Los Puunap+wei-therí hicieron más preguntas. Los visitantes decían· Jos Shama-thari. Los Puunap+wei-theri no aceptaron porque los Pishaasi-theri
-No sab.~mos bien. Nos contó esto nuestro jefe, que fue de vi~ita a eran otra gente y debían buscarse otros aliados. Esa noche volvieron a hablar
Mahek~tho-teka. Han muerto Rashawe, Pahawe, M+raashiwe y todos los mucho de Jos Pishaasi-theri muertos. Las mujeres me tentaban:
más vahentes. No se sabe cuántos. A las mujeres se las han llevado casi to- - ¿Oíste? Mataron a todos los Pishaasi-theri, todos los que te perseguían y
das.
querían matar a tus hijos. Di: "¡Bien hecho, bien hecho!" . _
Aquel!.ª noche ha?laron ~ucho y contaron más noticias. Yo pensaba en Yo no decía nada. Entonces Shikorawe agarraba a M+ramawe y le decía:
Rereop~~e. Todo hab1a sucedido como los Irota-theri habían concertado con - Di : "!Bien hecho, bien hecho que hayan matado a los Pishaasi-theri¡"
Sham_awe, ~enn~no de Husiwe: los Shama-thari en el tercer reahu matarían a -¡ Bien hecho! ¡Bien hecho! - repetía M+ramawe.
los _Pishaas1-then para vengar al padre de mis hijos. Los Patanowe-theri no Kariyonawe también repetía. Yo los regañé. Si alguien se lo i_ba a contar
hab1a~ tomado parte; Rereopewe no lo había creído necesario. Entonces me a los Pishaasi-theri que quedaban vivos, éstos eran capaces de verur a matar a
ac~rde de cuando, allá en Shihóta, yo había avisado a los Pishaasi-theri de ese mis hijos.
pehgro.
Los Mahekotho-theri se fueron.
De Korit~ nosotros volvimos para Puunap.f.wei . Renovamos el techo. En Después supe que desde Mahekotho-teka ha~ían organiza_do u~ ataque
el conuco _h~?•a muc~o al_godón: recogimos y torcimos. Tres días después lle- los Pishaasi-theri junto con varios Mahekotho-then y Raharawe-then . Llega-
gó Kamos1we a ver s1 estabamos. Porawe le dijo que se viniera con su gente ron ado nde los Shama-thari y consiguieron matar a un viejo ciego, llamado
por~~e aquí ~ab!a ~ucho ocumo y comenzaba a madurar el pijiguao. Se fu~ Totowe, tío de Riokowe, que siempre venía a Patanowe a pedir tabaco: Los
el h•JO ~e. ~ashowe Y, dos días después, llegaron los Witokaya-theri. Volvi- Shama-thari salieron a perseguir a los atacantes. Estos, a los tres días, de1aron
mos. ª .. V1V1r Juntos. Akawe volvió a vivir conmigo. El seguía llamando a He- la carrera y siguieron tranquilos. Pensaban que los Shama-thari ya se habían
wanwe, pero ella no quería ir a dormir con él.
devuelto. Una noche, el jefe Mahekotho-theri dijo:
. ~n día lleg~ Prerepemi, su marido y su hijo. Venían ellos también a traer -No hagan candela. Vamos a dormir al frío. Los Shama-thari nos pueden
noticias de los P1shaasi-theri.
ver.
-Sí - dijo un Pishaasi-theri; - tengamos cuidado. Ellos no se devuelven
(52) Este ataque a t_raic:!ón lo_ realiza.ron Jos Jwahikorope-theri con su cacique R.iokowé cuando persiguen. Llegan hasta el shapono de uno.
Y Jos Tatamop+we1-then con S1para.riwe. Junto a ellos estaban los Irota-theri . El
segund0 de.los ~rupos Shama-than citados se denomina actualmente M+shim+shi- Un Raharawe-theri, en cambio, dijo: .
mawc::Hhen y Vive en el alto Mavaca. - T enemos tantas noches durmiendo por ahí y no nos han flechado. Ouie-

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re decir que se han devuelto. Hace frío. Yo voy a hacer candela. ron que saliéramos de una vez porque sus hombres estaban. de cacería .Y l~s
Los Shama-thari estaban escuchándolo. Yeimamo, sobrino del cacique )átanos ya estaban maduros. Salimos todos, Witokaya-then y Puunap+ we1-
Raharawe-theri, se bajó del chinchorro, se puso a soplar su candela y ¡tassss! fheri , detrás de ellos un día después. Himotop+wei-the~, cacique de los Iye-
una flecha se Je clavó en el pecho. Se cayó. Los Shama-thari se corrieron e~ wei-theri , quería que nos fué ramos todos porque tenía miedo que los atacaran
seguida. A Yeimamo su padre le sacó la punta y se pus•) a brujearlo. El mu. ellos Jos Kopariwe-theri . Dormimos en Witokaya y tres veces en el monte
3
chacho murió. Cuando amaneció, mand aron a cuidar camino y quemaron el tes de cruzar el río Ocamo . Himotop+wei-theri había mandado hacer el
cadáver, porque habría resultado difícil pasar el río grande con tanto peso. El ª~ente. A travesamos . Al otro lado vinieron a nuestro encuentro tres Iyewei-
puente estaba toda caído. Atravesaron con un bejuco, cargando las cenizas. fheri diciéndonos que nos apuráramos porq;ie tos cazadores habían ya regre-
Eso era lo que traían los Raharawe-theri, ellos e¡ne habían ido a atacar para ado . Porawe les dijo que llegaríamos ese mismo día . Aquellos entonces se
conseguir mujer. .. ~eron para avisar que comenzaran a preparar el carato de plátano. Porawe
Como tres meses después los Pishaasi-theri volvieron a venir para pedir- mandó a buscar manaca, para tener esas hojas con que se acostumbra bailar.
nos tabaco . Nosotros ya estábamos en Toprai. También pidieron flechas. Junto a un caño encontramos muchas matas y todos cogieron. De allí segui-
Convidaron a Akawe a que fuera con ellos para matar a los Shama-thari. El mos. Cuando ya estábamos cerquita del sitio, nos paramos, rozamos un po-
dijo primero que iba; pero luego, como estábamos en invierno, no quiso ir. quito para podernos pintar y adornar. Se oían los gritos de los Iyewei-theri .
Más tarde supimos que los Shama-thari habían venido a atacar hasta Mahe·· Entonces se adel antaron dos hombres para recibir Ja invitación oficial y la car-
kotho-teka y habían matado a Wawahenawe y a su hijo; al otro lado del río ne para los invitados: Kamosiwe , Witokaya-theri , y Shikorawe, Puunap+wei-
por supuesto, donde el viejo había ido a recoger moriche. Dicen que los Sha- theri; cada uno representaba a su tribu. Volvieron pronto con dos guaturas
ma-thari habían hincado en el suelo un palo, habían agarrado al viejo, lo ha- llenas de jojotos sancochados y arriba un cachicamo, una marimonda. y algu-
bían levantado y clavado en el palo pasándolo por el culo . Allá lo dejaron nos paujíes ya cocinados . Comimos. Se pintaron primero los hombres, des-
con su boca abierta; el palo le llegaba hasta la garganta . Al niño lo encontra- pués Jo niños, las niñas ; luego las mujeres. Seguimo~. Yo iba con Kariyon~­
ron metido en un hueco de palo, gracias a unas avispas que, ávidas de sangre, we. M+ramawe con Kraima. Llegamos. Entraron pnmero los hombres, bai-
se metían adentro para chupar. A las cinco hijas de Wawahenawe se las lleva- lando . No era shapono, sino un campamento como shapono, limpio. Estaba
ron; después de una semana, dos de ellas, Kupiemi y Parauama, se fugaron y cerca del caño lyewei, en el sitio llamado Shorota. El conuco era nuevo. Al
volvieron a Mahekotho-teka. final ent ramos todos y nos quedamos en medio del patio . La gente nos fue
A esta altura los Irota-theri ya no hacían nada. Con haber matado a tan- convidando a sus casas . Aquel campamento las tenía pequeñas , casi como ta-
tos Pishaasi-theri, Ja calabaza de las cenizas de Husiwe ya quedaba pagada. pirís. Llevaban de la mano a los hombres a sus casas , repartiéndonos. Las
Eran los Shama-thari que seguían peleando. Por Ja muerte de Totowe y por- mujeres atrás. El hermano de Hiyoshuwe llamó a Akawe y nos fuimos para
que en aquel trágico reahu uno había quedado herido . su casa . Nunca pude saber el nombre de él. Ya estaba enfermo en ese tiem-
Después de esto los Pishaasi-theri ya no quisieron quedarse más al otro po; no sé de qué . Estaba flaquito, le daba fiebre y tosía mucho. Cuando se
lado del Orinoco y se vinieron todos a vivir a Mahekotho-teka . El lugar murió me contaron que estaba seco.
Shihóta o Shamata, que tanto se disputaban antes Pishaasi-theri y Namowei- Entonces comenzaron a gritar que tomáramos carato. Había tres reci-
theri, quedó al fin sin dueño . Parece que los Pishaasi-theri estuvieron dos pientes de corteza llenos . Estaban puestos sobre caballetes, un poco alto, no
años con los Mahekotho-theri . Les fue bien hasta que los Mahekotho-theri co- en el suelo. También se usaba así en Puunap+wei. Tal vez porque tenían mu-
menzaron a quitarles las mujeres. Ya a estas alturas varias mujeres Pishaasi- chos perros. Todos tomaron . También nos dieron maíz asado y sancochado
theri se les habían fugado a los Shama-thari. para comer. Ya era tarde . Después los hombres comenzaron a conversar: Hi-
Desde Mahekotho-teka los Pishaasi-theri, junto con los Mahekotho-theri, motop+wei-theri con Porawe, Hiyoshuwe con Ruwewe .. .
volvieron a atacar; parece que junto con los Raharawe-theri también. Habían Más tarde Himotop+wei-theri mandó a las mujeres nuestras que canta-
venido también a convidar a los Puunap+wei-theri y a los Witokaya-theri; és- ran . Q uiso oírme a mí también. Tuve que cantar. Canté en portugués. Canta-
tos les dieron veradas, puntas de curare y bambú, pero no quisieron salir con ron también las mujeres iyewei-theri, que entonces eran muchas. Cantó una
ellos. Los guerreros se fueron hasta el sitio de los Shama-thari, pero no los Kopariwe-theriyoma, que habían robado; eran cuatro las mujeres Kopariwe-
encontraron: estaban de wayum+. Akawe les dijo que se iba detrás de ellos, theri que estaban allí.
pero luego no fue , porque Porawe le había dicho que, si él iba a pelear por Después cantaron los hombres . Al día siguiente hicieron carato de pláta-
esa gente, descuidaba a la suya . En efecto , en el momento menos pensado, no para tomar tres camasitas de cenizas de muertos. A media mañana se reu-
podían venir los Hii-theri a atacar de nuevo. nieron todos en la casa de Himotop+wei-theri. Puunap-i-wei-theri y Witokaya-
De allí, pues, nosotros salimos de wáyum+ para Korita . Los Witokaya· theri se fueron para allá. Todos mirando y llorando. E llos tomaron sus ceni-
theri también salieron. Iban cerca de nosotros. Por aliá, un día, llegaron dos zas . Las mujeres lloraban muchísimo. Gritaban desesperadas. Mientras tanto ,
Iyewei-theri a convidarnos a un reahu de maíz: uno era Hiyoshuwe. Nos dije- fue ra d<-1 campamento, estaban algunos hombres cuidando . Después repartie-

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ron ol maíz, parte sancochado y parte crudo. Pero nosotros no nos fuimos. Háshówe se puso bravo y vino con su arco para hincárselo a Akawe .
No~ quedamos con los Iyewei-theri como quince días comiendo maíz; plátanos -¡Híncame, híncame! - le decía Akawe.
teman poco .. c::uatro días después salieron los Iyewei-lheri a sacar plátanos en H áshówe no podía ; entonces puso una flecha en el arco para disparar.
un conuco vieJO. Con ellos se fueron algunos de los nuestros. Cuando volvie- - ¡Fléchame, fléchame ! - decía Akawe, provocándolo , mie ntras, hacién-
ron nos dieron plátanos para comer. Shirimomi , mujer de Himotop+wei-theri dose pan talla con una mano sobre los ojos, lo miraba. - Ven, ven, vie jo feo.
fue a buscar más maíz para nosotros. Todos los días nuestros hombres salían' Yo miraba . A kawe me mandó llamar.
de cacería y traían mono· y báquiros que comíamos con los Iyewei-theri - Arruma las cosas - me dijo, - que nos vamos.
aco~pañando la car~e con maíz as~do , porque eran muy pocas las ollas qu~ Yo me preparé. A kawe quería irse a casa de su mamá, en Mahekotho-
teman ellos para cocinar. Lo que s1 teman de interesante eran varias camisas téka. Pasamos por Raharawe. Los Raharawe-theri habían salido de wáyum+.
blancas, aunque ya sucias de onoto, y algunos sombreros. Todo eso recibido Dormimos allí esa noche. Al día siguiente llegamos a orillas del Maata ke u.
de los rnusiúes o de los madereros. El puente, después que había pasado yo, lo habían vuelto a construir; pero la
Al fi~ a Hashówe, a Kamoshiwe, a Ruwewe y a otros les dieron camisas. nueva crecida lo había arrac;trado. AJlí le dije a Akawe:
Antes de irnos, invitamos a Himotop+we:·theri. Nosotros regresamos a Wito- - T ú no sabes nadar. Yo sí sé . Q uédate aquí cuidando a los niños, que yo
kaya. voy a amarrar un bejuco para que atravesemos sin peligro.
Akaw~, ~na noche, tuvo una discusión con Hás.:iówe. Estaba bravo por- - No - me dijo é l. - Mira allí como andan las nutrias. ¿No sabes que
que Hewanwe por celos no dormía. Ya las dos vivíamos junto con Akawe en cuando ven a una mujer preñada se ponen bravas y atacan? Esas bichas ma-
ese tiempo. Akawe salió a orinar, ella lo vio y gritó: tan gente.
-Akawe, te vas por ahí para acostarte con otra muj er, ¿ah? - No es verdad - le dije; pero comencé a tener un poco de miedo.
-Estás loca - le contestó. - Sí; muerden - dijo. - Cuando fuimos una vez a pelear contra los Watu-
-No - dijo ella; - no estoy loca. T\J. andas por ahí con ganas de hacer el pawe-theri , antes de llegar tú, y atravesamos un caño grande, allá estaban los
amor. lyéwei-theri que sabían nadar. Ellos amarraron el bejuco y atravesaron. Pero,
-Deja que busque a otra mujer - le dije yo a Hewariwe. - Tú tienes a tu cuando uno ya iba por el medio, una nutria lo mordió en la nalga y él soltó el
hijo pequeño en quien pensar. bejuco. Entonces lo mordieron en la barriga , en todas partes. Cuando llegó a
- Tú sales siempre en su defensa - me dijo. la orilla se tiró al suelo cansado; botó mucha sangre; aquella misma tarde se
-Lo que ustedes quieren - dijo entonces Akawe - es ir a dormir detrás murió. Lo quemaron allá mismo y no siguieron confra los Watupawe- theri,
de la casa-. Cogió un madero y me vino encima. Yo lo esquivé y me corrí. porque no es bueno ir a pelear con las cenizas de un muerto. Así que nos de-
Pero sí alcanzó a Hewariwe. La oí chillar. volvimos. Por eso no quiero que tú te metas ahora al río con esa barriga que
Entonces vino Hashówe, padre de Hewariwe, y se puso a regañar a Aka- tienes.
we. Comenzaron a discutir. Akawe le dijo: Cuando le mataron a su padre, Akawe era todavía muy niño. El miraba
- Yo de noche no quiero discusión . Mañana discutimos. Y, si quieres, pe- que su mamá guardaba una camasita de cenizas. No sabía de qué se trataba.
leamos con garrotes. O me puedes flechar, si te gusta. Ahora no. Tengo que Pero fue creciendo. Cuando ya era hombrecito, 5u gente, los Sitoya-theri,
dormir. hizo reahu para beber las cenizas. Entonces sí lo llamaron a él y a sus herma-
-No quieres ahora porque tienes miedo - dijo Hash6we. Los hijos del nos mayores. Les dijeron:
viejo lo llamaron y él se fue. -Estas cenizas son del papá de ustedes, que Watupawe mató. Las hemos
Akawe se vino, zafó mi chinchorro y el de Hewariwe y los tiró detrás de guardado para que crecieran, las tomaran y sintieran rabia contra los enemi-
la casa . Agarró los tizones del fogón y los fue regando por todas partes. He- gos de su padre. Ahora tomen y después atacaremos para vengarlo.
wariwe iloraba. Yo cogí uno de los tizones tirados, recogí mj chinchorro y fui Akawe me contó que bebió el carato mezclado con aquellas cenizas, pero
a colgarlo en un tapirí de un campamento que 'iabía cerca. H ice fogón y me que estaba muy hediondo. Cuando acabó de tomar , tuvo que correr al caño a
acosté. A la mañana siguiente volví al shapono. Hásh6we ya había comenza- vomitar.
do a regañar: Después saLeron a pelear contra Watupawe para vengar la muerte del
-Akawe, tú le pegaste a mi hija y ella se cayó al suelo con .::1 niño. Ahora padre. Salieron junto con los lyewei-theri. Al llegar a un río grande , segura-
el niño está enfermo. Su no reshi se fue ... Yo te voy a mentar a tus muertos. mente el Ocamo, sucedió lo de las nutrias que conté. Volvieron a atacar otra
-Mié ntalos, miéntalos - contestó Ak awe, - que yo te mato . ¿Crees que le vez y mataron a alguien. Volvieron a ir y Shikorawe mató a uno. Así parece,
tengo miedo a un viejo como tú, un bicho feo que anda todo tuerto? - . Há- por lo menos. Después volvieron a ir con los lyewei-theri pero no mataron,
shówe, en efecto, cuando andaba, movía el trasero para acá y para allá y, porque los Watupawe-theri cuidaban muy bien los caminos.
como iba agachado, mostraba el hueco. Por eso ahora Akawe le decía: - An- Así me contaba Akawe. Estos Watupawé-theri habían sido enemigos de
das por ahí mostrando ese agujero, bueno sólo para soplar vientos ... los Namowei-theri, antiguamen te . A mi rujo M+ ramawe , es decir José, los

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viejos le recuerdan que Watupawe-theri y Takoawe-theri habían obligado a Ja
gente de su papá a escaparse al otro lado del Orinoco.

CAPITULO XXXI
Nace Ushiwei
En luga r de cruzar el río, pues, cogimos para Toraemip-t-wei y allá estuvi-
mos como dos meses. Aquella gente tenía mucho tabaco. Con ellos sacamos
dos mapi res pa ra nosotros y nos vinimos de vuelta . Llegamos a Puunap+wei
que ya era tarde. ~kawe quería seguir para Witokaya . Yo Je dije que no po-
día más , que me dolía mucho la barriga . El se pintó y siguió, dejándome sola
con Kariyonawe. Mi barriga no estaba todavía tan grande; pero duele, cuando
se camina por dos días seguidos , y una se cansa. Entonces me hice un tapirí
detrás del shapono viejo . Menos mal que Akawe , antes de irse , me había
prendido el fuego. Así que hice el fogón. Del conuco traje plátanos, los asé y
comimos . Después fui al caño a llenar mi calabaza de agua .
A eso de las cinco de la tarde oí gente que gritaba en el shapono, así
como cuando los Yanomami lloran a un muerto.
-¿Qu ién será? - me pregunté. - ¿Será que el viejo H+r+we ha peleado
con los Raharawe-then y se ha venido con su gente?
Después oí que alguien gritaba:
-¡ Padre' ¡Padre!
Sentí un escalofrío. Me senté en el chinchorro. Para mí era gente ; no po-
dían ser espíritus. Tenía miedo. Me puse a rezar el rosario , contando las ave-
maría con mis dedos. El niño se durmió. Yo pensaba que algo debía pasar-
me. No podía dormir . Entonces me puse a torcer algodó n para pasar el tiem-
po y vencer el miedo. Más tarde comenzó a soplar viento, viento, viento.
Cogí unos ajíes y los eché en las brasas. El viento terminó . Pero allí mismo oí
que venía un bicho raro por las ramas de los árboles. Saltaba de una rama a
otra. Cuando pisaba alguna rama podrida , se oía caer la rama . Después oi
isharari ... pof! Creí que el bicho se había bajad·• al suelo. Pero. arriba, se oía
repetir el ruido : ¡krup, krup' ¿Sería un bando de monos? Yo quería ver. Dis-
minuí la candel a y la tapé con plátanos verdes. Saqué un tizón , d.::sperté al
niño y le dije:
-Oye. Como que hay monos por ahí.
Se movían los varejones de yagua que yo había hincado pa ra cerrar el ta-
pirí. Alguien los estaba moviendo para abrirse paso . Entonce oí una voz
gruesa y ronca que decía:
-¡Dámelo , dámelo! -. Así repitió tres veces. Pedía q ue le diera a mi hijo.
Yo había oído a los indios hablar de u n tigre que habla como persona y le
pide a una que le entregue al niño; un tigre que anda co mo mono por los ár-

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boles. Seguramente andaba así y el humo de los ajíes le había hecho ba' ¡da de mi escondite y le dije:
Ese humo espanta a ese y otros bichos. J gu - Aquí estoy. ¿Qué fue lo que pasó? ,
- LOS enemigos durmieron en el shapono y pense que te habían matado a
J?.espués les ~nté a los !ndios _lo que me había pasado esa noche y e
me d11er~n que as1 hace ese tigre: pide que se le entregue a los niños. · y a tu hijo. ,
ti - NO - le dije. - Fui yo quien hizo toda aquella candela, porque anoche 01
Yo sm más me puse al niño a cuestas; ya era grande para ponerlo en ..
ne~; .cogí un __üzón, lo _envolví en una ho¡a de casupo, me colgué al cuel~u:¡ tigre que me pidió a mi hijo.
a un LOS hombres, en efecto, estaban rod~ando el ~hapono y habían mandado
~apmto de a¡1 y me fm escapando de rodillas, pensando en Dios para que rne
1 muchachito a avisar a los que ya 1oan camino del conuco. Estaban to-
librara del monstruo. Cuando estuve lejos, me paré y escuché. El bicho a aqule Puunap+wei-theri , los Witokaya-theri y algunos lyewei-theri. También
· d o rm·d ~ f eo a11 a' J~nto
ba h acien · · esta.
~ m1 tapín .. Yo temblaba de miedo. Segui. dos os Akawe· venía a buscarme como hab1a ' prometI"do e 1 d'1a antes. La v1e1a
· ·
mos, pero el cammo se perdió y d1 en un espmero. El niño no podía segu· estabaf'. ' , '
cues t as. Lo b a1e
. , ~ n~s fu irnos
' ir a
gateando por la oscuridad. Así, hasta que sat¡. entonces me pregunto:
mos a un lugar hmp10 donde me monté de nuevo a Kariyonawe. Seguim - ¿y dónde dormiste tú?
De_vez en cuando nos parábamos para escuchar el ronquido del tigre, lej:: - En un tapirí a orillas del conuco de H+r+we.
As! llegamos a las cabeceras del Pahap+wei ke u. Mientras pasábamos el -¿No viste a los enemigos?
cano, nos esperaba otro susto: una lapa se zambulló . Yo creí que era el tigre - Aquí no hay enemigos, ~ino ese tigre... , . .
_.Ay! - diio ella. - Ese tigre come gente. No se cómo no te s1gu1ó. Tam·
de_nuevo_. Sólo lo veía a él_ esa noche: ··. Seguimos bajando dentro del agua,
c~no abaJO, hasta donde bajaba el camm1to que venía de la maloca de Puuna-
bién ~uando estrenámos el conuco de Puunap+wei ese tigre le pidió el hijo a
p+we1. una mujer de esa gente que se fue para Raharawe. El niño estaba llorando y
él lo llamó asimismo: " íVamos, dámelo!". - Así dijo y se puso a llorar por
Yo est.aba sudada. Dejé al niño en la orilla y me bañe. Después seguimos
mí. Después mandó a su hija a avisar a los hombres que era yo quie? ha?í~
por el cammo, cerrado, feo. Yo pensaba por dónde podía haber bajado a be-
prendido la candela. Nosotras nos fuimos al conuco donde estaba tru tap1.n.
ber aquella gente que había oído gritar en el shapono esa tarde ... Me paré a
Ella decía: - ¡Quién sabe si el bicho no estará ahí adentro, sentado en tu chin·
escu~har: todavía se oía el ronquido del bicho, allá en dirección a mi tapirí.
Seguimos y llegamos a la entrada del shapono aquel donde nos habían ataca- chorro!
Al rato llegaron los hombres. Akawe me prguntó:
do los Hii-theri. Escuché, miré: no había nadie. ¿Habrán sido espíritus la gen-
- ¿Qué? ¿Tú hiciste candela en el shapono?
te de ayer? Entonces entré. Me metí a la primera casa. Recogí leña e hice un
fogón grande. Leja~ el bicho roncaba. Yo me puse a prender fuego en cada - Sí.
- ¿Pero también alrededor del shapono?
casa, para _que el ..tigre creyera q_ue a~entro había mucha gente. Luego me
-Sí. Estaba sin compañía. Yo sola, con Dios y con mi hijo.
puse a Kai:iyonawe a cuestas, cogi un tizón y el mapirito de los ajíes y me fui El se ponía a reír cuando me oía hablar de Dios. Yo no lograba explicar-
por el ~~no de los Raharawe-theri. Más adelante cogí por la orilla de un co-
le quién era. Entonces le conté lo del tigre. Cuando llegaron los demás hom-
~uco vieJO Y me devolví pasando por los conucos. Eso hice porque, cuando el
t~gre huele los rastros de uno, los sigue y, si los rastros van lejos, le da a uno
bres, nos fuimos todos a aquel tapiri. Porawe decía: .
- Es capaz de estar adentro. Ese bicho vela el sitio donde uno va a donmr
ti~mpo a que amanezca. Llegué al conuco nuevo. Allí me paré; el bicho no se
01a. Puse unas hojas en el suelo y acosté a Kariyonawe. Hice candela. El mie· para agarrarlo cuando llegue. . . .
Llegamos. Miraron adentro. No había nadie. Mamoh1yaham+ zafó mi
do no me_ había pasado._No pude donnir más: me sentaba, rezaba, paseaba un chinchorro, cogió mi algodón y mi tabaco y nos fuimos. Todos comentaban lo
poco aqm Y un poco alla, atizaba el fuego ... Después me subí a un árbol alto
para. escuchar. No se oía n~da ; sólo los murciélagos que volaban en todas di- del tigre. Porawe decía: .
- ·Ustedes no se acuerdan del niño que pidió aquí? Y allá, en Yarap+a-
we ~ambién pasó lo mismo. Aquella mujer que le había dicho a su niño:
recciones.
Cuando amaneció , salimos del conuco para ir a coger el camino de Wito- "Como sigas llorando, yo voy a llamar al tige para que te venga a comer". El
kaya; pero en eso oigo a un muchachito gritando:
niño lo que pedía era que le dieran más carne porque le habían da~o,muy po-
quita. Cuando el niño salió detrás de la casa a orinar, la madre gnto en ~ro­
-¡Enemigos! ¡Enemigos!
E~ seguida corrí a escondenne detrás de un árbol grande que había junto
ma: "¡Pei, tigre, agárralo, agárralo!" Y allí mismo oím?s al niño q.~e gntó:
al camino ; desde allí podría escuchar y ver mejor. Allá venía el muchachito
"¡Mamá! ¡El tigre!" Cuando corrimos, ya el tigre iba leios con el nmo entre
corriendo. Ya había alcanzado a su mamá y ésta lo mandaba ahora a avisar a
los colmillos. Lo flechamos ; él brincó adelante y se perdió con el niño.
su papá Y a sus hennanos que habían ido adelante para recoge r pijiguao en el
conuco. A éstos yo no los había visto pasar. La mujer era Mamohiyaham+. Entonces Mamohiyáham+ me dijo:
-Vete ya para Witokaya, que no has dormido nada. .
Ahora l~ora~a, lloraba por mí, porque, sabiendo que yo estaba por estos la- Ye me fui. Me acompañó una niña, hija de ella, que cargó a Kanyona-
dos, tema miedo de que los enemigos me hubieran encontrado. Yo salí en se-
441
44-0
casa en casa, llegaría también a la nuestra. Yo me quedé sentada miraHuv
we. Hombres y mujeres se quedaron re . .
Llegamos a Witokaya al
...
cogiendo p111guao en los conucos hasta que se fue. Por lo menos así creíamos. Al rato , en efecto, lo oímos de-
• campamento - qu t , ·
pero campamento que se parecí e en onces no habia shapo Lrás de la casa pisand ramas: ¡karí, karí!
-Oye - le dije a Akawe. Entonces hicimos candela grande; después Aka-
do los plátanos de aquel conucoªLa un shapono. Allá Hasowe había guind
· os otros hombres h b' · a.. •e oechó tres veces afuera. El tigre tuvo que brincar más aJlá , pero no se fue
Nosotros
, bquebramos maíz·, allá se d a ba b"ien . no se, por
espues a andonaron ese lugar· tal
dreahu , .
se q a, ian
l wido
· .
de cacería •
ue os itokaya-rher¡
:el todo. Akawe comenzó a tirarle tizones; yo echaba leña al fogón. Cuando
de maíz . , vez por miedo a los Hii-theri. Hubo ·~~ oírnos silencio por ese lado. se oyó roncar por el otro. Se había mudado. En
esa lidia amanecimos sin dormir , sentada yo y sentado Akawe con las flechas
... Como veinte días después Porawe nos . ' en tas manos. Cuando aclaró bien , el tigre se fue.
p111guao en Puunap-i-wei. Salimos y f . mand_ó a convidar a un reahu de
dolían los ojos y Kariyonawe tení~ fie~ ui [¡º~ miedo de quedarme sola. Me
Allí estuvimos esperando que regresara la gente. Tardaron . porque, des-
donde nos habían atacado los Hii-the~e. A e5~mos al shapono pequeño, allá
pués de estar en lyewei , se fueron adonde los Wakawaka-theri, con quienes
se encontraban también los Shóhemawe-theri , tos Koaisi-tl-.eri y los Shawara-
Estaban también los Toraemi -i-we· th : que la noche hubo mucho canto
terminaron de cantar las mu·p i- fuen y algunos Mahekotho-theri. Cuando. we-theri , allá en el Wakawaka ke u~3 . Al fin llegaron. Entonces aco-
• 1eres se eron a aco t . modaron mejor el shapono , ya que los plátanos en ese conuco estaban dando
bien y Hashówe quería dar un reahu. Fue de plátano~ y se tomaron las ceni·
os hombres . Cantando ellos ve , s ar, y comenzaron a cantar
1
Total que no dejaban dorm1·r Ynoialnl a mb enear los chinchorros de las mujeres
·
che. Sólo se aquietaron al amanece T
ora a y rezaba H b · ,
. u_ o gntena toda la no-
· z.as de su hijo. Después de eso , su otro hijo, Ruwewe, dio reahu de cazabe.
tenía Porawe. Después repartieron I~· om;ron las ~~ntzas de un muerto que
para rallar yuca trajeron cuatro piedras. Yo podía rallar, pero no raspar ni ex-
quedé con Akawe unos cuatro d1'as Mcornd1 ª1,Y los v1s1.tantes se fueron. Yo me primir, porque ya me faltaba poco para dar a luz. Al segu ndo día de estar ra-
· e o ian los OJOS d h' llando se formó una tempestad tremenda. Caían muchos rayos. Uno cayó so-
en a a cabeza que me ardía . p orawe.. me bru1eaba
. he puro
b mchados
. y
, me ~ upa a los OJOS, in-
t f l bre el árbol que estaba en la orilla del shapono . La candela bajó por el tronco
vocaba a Hasup-i-riyoma y a Prei orna
pués, como Akawe necesitaba :ace gar~ que m~ enfnaran la cabeza. Des- y lo dejó pelado por un lado. Después esa rama se secó. ¡Taan , taan! reventa-
nos dijo que se iría con su gente det~ás ~c as, volvimos a Witokaya. Porawe ban tos rayos por todas partes. Las otras mujeres, asustadas, dejaron de ra-
reahu donde los lyewei-theri Det á d el nosotros, d~ w~yum+ , para ir a un
llar. Yo seguí. En eso me llegó uno: ¡tahahahah! Sentí como si me hubieran
Witokaya-the ri salieron de wayum: ~_e os P_~unap+we1-theri , también los pegado duro una piedra contra el pecho. Me caí privada. Las mujeres me
dé con Akawe y Karivonawe.. N ·d, +ramawe se f.ue con ellos. Yo me que- acostaron en mi chinchorro; me mojaron la cabeza y me halaron las orejas
; · 0 po ia andar con b · E hasta que me despabilé. Sentía todo el pecho dormido. Los labios también .
pescaba sardinas. Akawe iba a cuidar el . m1. arnga . ra verano. Yo
~e~ariwe, desde aquella vez que Al..awec~rn~n~, y siempre traía a~gún paují. Poco había faltado para que se me muriera J::. . criatura que tenía en la barriga:
VIVlr con él. e ª
ia pegado, no hab1a vuelto a estuvo tres días sin moverse, como una pelota de trapos fríos , después que ya

. U na tarde en que Akawe no estaba o' 1 . , se estaba moviendo tanto.


Cuatro días después me fui a bañar al caño y sentí que la criatura volvía a
m1 rasha husi, en el puerto le d b 1' ' e tigre comun que roncaba. Con
animal que había hombres y' b ª , a bgo pes a un tavarí para darle a creer al moverse un poquito. Pero entonces comenzó a dolerme . Mucho mucho. La
c.uando llegó Akawe, le conté I~ del tÍ ~~nea a. sa tarde no pesqué.
· o atia atía· él b E vieja Pokosimi me ralló lairén en una camasa y me hizo tomar el agua. Cuan-
tró. Sm embargo, esa misma noche el . gre, el fue a ver, pero no lo encon- do todavía no es tiempo de nacer el niño , le dan de beber a la madre ese cal-
mos. Yo había cocinado un mono ca u tl~re_ entró al, shapono donde estába- do que refresca y calma el dolor. Así se evita que aborte. Es una costumbre
bre el fogón. El tigre comenzó p chfmo , un pauJI estaba ahumándose so- que también tienen los indios Tucano.
a roncar eo Ka ·
echaba leña al fogón y soplab h . ~yonawe.. estaba despierto. Yo H ubo, pues, reahu. Como invitados vinieron los Puunap-i-wei-theri. Al
.
por las casas de enfrente Alta'
a para acerlo mas gra d El ·
ó . n e. tigre se paseaba
ª
mediodía siguiente se fueron. Después de eso comenzaron enfermarse los
. · revent un mapire d niños de diarrea: se murió la hija de Kamosiwe, la de Pashewe; se murió el
mi acostumbran guardar lo·s "uesos d , e esos en que los Yanoma-
· •··
k. ?+ hacía, reventando patas de bá uiro
e cacena Com
:. ~nzo, a comerlos. Ka+, niñito de Ruwewe y otro más. Entonces el viejo Hashowe dijo que en el sha-
pono hacía demasiado calor. Era verano. Y cuando la tierra calienta la barri-
hizo, porque , si e"raba. era muy q1· . Akawe quena flecharlo; pero no lo
· • pe1~oro Po · ga de los niños que gatean, les da diarrea. Entonces hicieron tapirís a orillas
pués sacó puntas de curare y las f .' r s1 acaso, sacó su garrote. Des-
ue poniendo a las tl h c . del conuco; al 1ado pasaba un caño de agua fría , el Haprua masi nopoup-ir ,
hue1e curare , se asusta. Así dicen or . ec as. uando el tigre
kori~.'oma, la dueña del curare h ': que , antiguamente, los nietos de Mamo- llamado así porque tenía mucho seje grande. que nunca se secaba. Akawe me
rare. ' a ian matado al antepasado del tigre con cu- mandó a buscar hojas de miyóma y nos hi~'.imos un t apirí al lado de los de

Nosotros, despiertos y atentos El b ' Háshówe .


huesos de una casa se paso' a t . h ló1cho roncando . Cuando terminó los
' o ra, a otro m· · h
puso de nuevo a comer p , . apire asta reventarlo y se (53) El rio Matacuni, afluente del Padamo.
. arec1a no importarle nuestra candel a . Si seguía de
#3

442
Teníamos dos días allí cuando me llegó la hora. La gente se había ido al pirís ya oscureciendo. Ya habían llegado todos los que habían salido a pescar.
caño a pescar. Akawe con ellos. A eso del mediodía yo decidí salir para Puu- Toshama me devolvió la criatura. Kariyonawe atizó la candela. Más tarde
nap+wei. Kraima siempre me decía que quería estar a mi lado en el momento vino Amatama a ver si era varón o hembra .
del parto. Yo me creía con fuerzas suficientes para ir. A garré, pues, a Kariyo- -Varón - dijo , y se fue. A kawe no dijo ni ñe.
nawe, un tizón, una astilla de cortar el pelo y, sin avisar a nadie, salí. Esa noche Akawe mandó a Oshewei que fuera a traerle a Hewariwe.
Pasamos por el conuco, pero en seguida me di cuenta que me costaba ca- Oshewei se negó porque sabía que Hewariwe no quería venir a dormir con él.
minar. Cuando la criatura se para, hinca ios pies y um1 no puede andar. Entonces Akawe se levantó, le sacudió el chinchorro a Oshewei y la tumbó al
Cuando hacía eso, yo me sentaba. Así llegamos hasta el Witokaya ke u. Olía suelo. La agarró; pero ella le mordía; él apretaba para ahorcarla. Cuando la
a jobo. Miré y vi la mata, junto a la playa , amarillita . Mientras Kariyonawe soitó, ella volvió a acostarse . Entonces él la agarró por el collar de mostacilla
recogía, yo me fui a buscar un macuto de macanilla. Lo encontré, lo partí, le que los Iyewei-theri le habían regalado y se lo reventó . Gritaba la muchacha.
amarré los dos lados con un bejuquito y me lo traje . Bajé al caño y me senté El viejo Hashówe oyó, se levantó y dijo:
en un pozo fresco. Metimos los jobos en el macuto y los exprimí; boté el ba- -¿Qué gritería es esa? Uno no puede dormir -. Y se vino dando golpes
gazo y Je di a Kariyonawe para que tomara. Yo me zambullí en el pozo. Des- en el piso con un madero . Akawe apretó más el cuello de Oshewei hasta que
pués embojotamos unos cuantos jobos, Kariyonawe e amarró al cuello el bo- la desmayó . Entonces acudió Tashimi y arrastró a su sobrina para sacarla de
jote, yo lavé el macuto y lo dejé junto al camino. Nos fuimos. allí ¡Qué sampablera! Cuando Oshewei volvió en sí, corrió al tapiri de su her-
Caminamos un rato . Pasamos por las cabeceras de un caño, por donde mano .
había un tigre muerto. Hedía . Cuando llegamos a tierra firme , no podía más. Hashówe regañaba, regañaba .. . Yo me dormí. Cuando amaneció, Akawe
Me senté y le dije a Kariyonawe: me dijo:
-Puunap+wei queda lejos. Yo no puedo andar más. Devolvámonos. -Hashówe me regaña siempre . Yo me voy de aquí. Quédate tú con tus
Echamos para atrás, pues, llegando de nuevo adonde habíamos hecho ca- hijos-. Miró a la criatura recién nacida, pero no dijo nada. Cogió su pelota
rato de jobo. Le dije a Kariyonawe que recogiera el macuto . Seguimos y lle- de onoto y su chinchorro de algodón y salió. Esta vez se fue para Toraemip+-
gamos al Witokaya ke u. Atravesamos y llegamos al conuco. Allá pasaba un wei . Allá su hermana le preguntó por mi criatura recién nacida y lo regañó
cañito seco; cavé en la arena y salió agua; llené el macuto y seguimos. Llega- porque me había dejado sola.
mos al borde del conuco y dejé mi tizón. Kariyonawe buscó leña e hicimos Allí en Witokaya la gente se iba todos los días a pescar en los caños. Yo
candela. Yo rompí hojas de casupo y nos sentamos sobre ellas. Kariyonawe se me quedé sola como por dos meses. Akawe no aparecía. Después, poco a
durmió. Yo me levantaba a veces e iba para acá y para allá; no podía quedar- poco, comencé yo también a ir por pescado: cogía mucha sardina. Comía yo y
me quieta. comía Kariyonawe. Cuando la criatura tendría como tres meses, Akawe re-
Cuando comenzó a dolerme mucho , me fui más allá, me senté y parí. gresó. Venía con su hermana Poshokomi y con el marido de ésta, Kokamowe.
Pero en seguida me desmayé y así debí de quedar un buen rato. Al recobrar Entonces nos pasamos al shapono. Ellos estuvieron con nosotros un tiempo.
el sentido, grité para llamar a Kariyonawe. El vino. Para ellos hubo reahu de plátanos. Antes de volve r a Toraemip+wei, Koka-
-Mira - le dije. - Por allá se oye gente cortando leña. Llama para que mowe aconsejó a Akawe que me tratara bien, que yo le había dado un hijo
venga alguien , con tal que sea mujer. varón. Se fueron.
A l rato venía Hewariwe, su hermana Wa toshama y Toshama, mujer de Pocos días después de marcharse Kokamowe , le dio un ataque a mi cria-
Kamosiwe. tura . Yo había dejado al nene gateando. Kariyonawe lo llamó y le quitó la to-
-¡Ah! - me dijo Toshama. - ¿Nació el niño? tuma con que jugaba. El nene quiso recobrarla ; pero, en eso, se cayó, se que-
- Sí - le contesté. dó tieso y con los ojos volteados . Kariyonawé lo agarró. Yo se lo quité. Akawe
- ¿Y la placenta? se estaba preparando para ir de cacería y me dijo :
-No ha salido. -Tú dejas al niño que ~atee por la mañanita. ¿No sabes que a esa hora
Entonces me presionó y salió. Kariyonawe había vuelto a acostarse junto los hekura andan por aquí velando a ver si se llevan su alma?
a la hoguera; él tenía la astilla de bambú. Toshama fue a buscarla; vino y cor- Yo lo sacudí. Tenía la cara morada. Las mujeres me rodearon para ver.
tó e l ombligo. Luego fue a buscar agua y lo bañó. Embojotó la placenta y la -¿Qué es lo que le hicieron?-preguntaban.
guindó en una mata, dejando para el día siguiente ir a guardarla en algún Todo el mundo lloraba. El nene no volvía en sí. Tenía las manos y los
hueco. pies fríos . Akawe regañaba diciendo que el niño se iba a morir porque los he-
Era ya tarde. Toshama se fue con la criatura. Yo me fui atrás, pero en el kura de mi padre nape se habían llevado su alma.
conuco me senté sobre un tronco para descansar. Me sentía muy débil; eran -No puede ser - le dije yo. - Mi padre no es brujo. Si lo fuera, mandaría
como dos días que no comía . Allá llegó Pokosimi, suegra de Akawe, que ve- a sus hekura para que te roplaran los ojos y te dejaran ciego.
nía a buscarme. Se montó a Kariyonawe y me fui con ella. Llegamos a los ta- El entonces cogió el hacha y me vino encima. Pero sólo me amenazó de

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que si el niño no volvía a curarse me iba a matar. A mí y a Kariyonawe ni
Ta mpoco otros muchos habían estado. Entonces los brujos se pararon y
sólo pensaba en ~atar. Yo me puse a llorar. A Maria A uxiliadora Je hº · .._..
"nie ron todos a enyoparse de nuevo. Se soplaron bastante para ir a la tribu
prom~sa de qu~ , s1 salvaba al niño y me ayudaba a volver a la civilizaci~~e la ~~ Pashorinawe. Agarraron arcos y flechas y Háshówe dijo: _
llevana a b.a~tizar y a hac~r la p rimera comunión donde yo la había hech lo - Vámonos. Cada cual llame a sus hekura para que nos acompanen. Va-
Entonces vm1eron los bru1os Kamosiwe y otros· lo bru· 0·
M d ' , Jearon ' pero nad mos a pelear.
an a~on a buscar a Porawe que estaba en Puunap+wei que era el m · ª· Se pararon en fila y gritaban:
Para ~1 no era hekuru . sino un ataque de lombrices; le salían a cada rat e1or. - Ya vienen los Espíritu - atravesando las hojas del techo del shapono.
la nanz; algi.;n3 por Ja boca, a pesar de que estaba cerrada duro. Cuando Por
mab~n. yo se la::. halaba afuera. 0 aso.. - Vámonos ya - dijo Háshówe. - Ya han llegado todos. Tú, Espíritu del
mono capuchino , adelante; después, el E~pír; tu araguato .... Y así todos los he-
-Tú tienes Ja culpa de que el niño se vaya a morir - decía Akawe 11
kura se pusieron en fil a junto a cada brujo. Casi todos dejaron las _flechas; se
do. R uwewe le dijo que lo brujeara también él. Akawe entonces olió, yoor~n­
fueron sólo con el arco, dando go lpes acá y allá , dando vueltas ba10 el techo
comenzó . .~e acostó y pegó el oído al suelo para ver si oía llorar en Ja ca:a d! del shapono. A cada golpe decfon:
los Amahm: por un oído; por otro oído. Invocaba al Espíritu guacamaya pa -¡Wau, wau , houuuuuuuu !
q~~ escuchara por él. El_ Espíritu ~uacamaya tiene oído fino. Invocaba al ¡fs~ Yo veía al niño cada vez peor. .. Al llegar cerca de donde estaba la guatu-
p1:itu _ar.~g~.ato porque este sabe lf por el camino de los Amahiri. En e
Hashowe d110: so, rita guindada , se pusieron a gritar. Allá, según entendía, estaba Pashorinawe
ya preparado para resistir. Sus hekura estaban armados de machetes de fuego
~~º· n?. Vamos a ver si son hekura de Pashorinawe, brujo de los Ara- y herían a nuestros brujos quemándolos. Algunos estaban a~mados de ~echas
mam1s1-then . ~ólo ayer pasó por aquí; a lo mejor ha vuelto a pasar.
de palma y flechaban a nuestros brujos en los OJOS , en los 01dos. Se catan he-
Otros b.ru1os decían que eran hekura de Kahumawe, el Ashitowe-th · ridos, quemados.
Ya era mediodía y el niño iba quedando cada vez más frío. Las mujere:~ - ¡Ay, me flecharon en un oído ! - gritaba uno y se caía desmayado.
forzaban. la boca con una mandíbula de lapa; exprimían leche en una totuma y - Me clavaron un garrote en el estómago - gritaba otro y se caía desmaya-
se la vaciaban dentro; él Ja devolvía con su baba. Su papá venía a verlo a cada do.
rato. Yo me ~prontaba para morir. .. Los brujos descartaron que fuera hekura -¡ Ay, me flecharon en la espalda! - gritaba otro más y, como se creía
de Kahuma~e. Pensaron en los de Yamoiwe, cacique de los Konapuma-theri. Pashoriwe, iba caminando por e l techo, agarrándose, cayéndose ...
Entonces se Juntaron y se enyoparon bkn . Al otro lado del shapono , dos mu- Háshówe hablaba por Pashorinawe y decía:
chachos am~~raron en un arco hincaJo una guaturita, con tres mazos de plu- - ¿Qué hekura de ustedes vienen para acá ? ¿Vienen a buscar a nuestros
~as de pau11 , de pava Y. de loro real adentro ; todo tapado con una guapita niños? Si los lastiman , yo me voy a ir para allá a lastimar a los suyos.
bien amarrada ..Yª medio borrachos, los brujos formaron fila , acuclillados, Háshówe iba buscando, debajo del techo de enfrente, donde estaba es-
como sapos caminando, buscando el camino de los hekura . Nosotras llorába- condida el alma de mi hijo.
mos.
-No busques debajo de mi techo , que yo soy inocente - decía Pashorina-
. Háshówe era el jefe e iba adelante. Por allá señaló el camino de Ruweri- we.
we para que los otros no se fueran por él.
Todos los brujos estaban en el suelo, desmayados. Las mujeres los arras-
-Este es el car~ino del Espíritu niebla - dijo también y lo descartó. traban a sus casas. Allá les echaban agua . Sólo Háshówe quedó al final.
-Este es el camino de los Amahiri. No hay rastros recientes. No se lo lleva- Arrancó la guaturita y la trajo corriendo.
ron ellos. Vamos rápido.
Se sentó a un lado de mi niño. Cantó un rato. Yo lloraba. No recuerdo lo
-Es~e es el camino del Espíritu de Ja noche. Está cerrado. Tampoco es que decía é l. Abrió la guaturita. Puso las plumas sobre el pecho del niño Y
por aqu1 -. Los que venían detrás repetían lo que decía H áshówe . Avanza- con ellas se lo frotó. Después dijo :
ban, avanzaban.
- No es Pashorinawe el hekura que lo tiene. Lo tiene otro.
-No hay rastros por el camino del Espíritu bachaco .
En eso llegó Porawe y se puso en seguida a oler yopo. Lo primero que
- No hay rastros nuevos por el camino del Espíritu de Ja luna.
hizo fue curar a sus compañeros brujos. Les sacaba las flechas, les curaba las
. - Tampoco ha venido el Espíritu del sol. Sus rastros son demasiado vie-
JOS. heridas ... A Ja media hora estaban todos sanos, limpiá ndose. El les pregunt~
-El Espíritu del cielo tampoco ha venjdo. adónde habían ido a buscar. Ya desde la mañana sabía que estaba enfermo m1
Y así muchos otros hekura que no eran. niño. Cuando lo avisaron , ya é l estaba preparándose para ve:iir . Ahora decía:
- Tampoco los E spíritus del río han venido. -Yo sabía que este niño estaba muy mal. He visto a . muc~a gente llorar
alrededor de él. Napeyoma estaba llorando mucho -. O hó mas yopo y ~es­
-Tampoco los Espíritus de la selva han venido.
pués de un rato dijo: - Vamos a ver quién es -. Y comenzó a .tocarle las pier-
- Tampoco Jos Espíritus lombrices ha n e tado aquí.
nas a mi bebé. - Esta frío - dijo. Después los brazos, Ja barnga, la cara. Me
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preguntó cuá~do se había desmayado.
-Este nmo está muerto - decía Ak .. tar bien . Entonces se puso a cantar un buen rato: - El hekura que siempre
tar a su mamá. awe. - Aquí tengo mi hacha para "~ieva el alma de los niños es Yamoiwe. Ahora se lo he quitado y lo he traí-
-Vamos, vamos - decía Porawe. - Só len . se acá-. Luego se puso a invocar: Hekurayoma, ven a bañar a este niño con agua
que a este niño se lo llevó un hekura d. Ya: . me yopo. Soplenme mucho : hekura ... -. Después a mí me dijo: - Lávenle la cabeza y el cuello con agua ca-
piaban yopo, él caminó por el patio s; acostºo·1we -., M1elntras los otros se SO. . nte para que se le ablande la boca.
·Ah' d.. · ' en e sue o y se
' . . - i~o , mientras su Arariwe estaba escuchando - E . - pus.? a oír. - !je poshokomj empezó en seguida a pasarle la mano con agua caliente. Las
lejos; casi no tiene fuerza para llorar - y d b. st.~ nmo esta llorando pluma se las colgamos del chinchorro para que no se mojaran. Porawe reco-
lejos. . reme a a al nmo, llorando, des<te
111end6:
Entonces llamó a los demás y se fuero . - ¡Mucho cuidado con dejarlo solo! Que haya siempre un brujo con él. Yo
cando los caminos como antes El sol n tobdos: en fI!a, acuclillados, bn.. nte voy un rato. Y tú chúpale la garganta. Yo vuelvo ya-. Se fue. Akawe en-
· ya se esta a ponie d ...,.
to llegaba desde Toraemip-t-wei Poshoko . h n o y en ese momen. tonces se sentó a brujear.
s · m1, ermana de Aka ··
no. u mando ~ue era buen brujo le había dicho: we, con su yer. Poshokomi seguía lávandole la cabeza con agua caliente. Después le metió el
-Vete a Wnokaya a llorar con tu hermano . diente de lapa en la boca, abrió un poquito y le dejó caer adentro agua tibia. No la
Yo he visto mucha gente reunida en su ca ' porque tu sobrino se murió. tragó. Volvió Porawe, olió más yopo y siguió cantando. Poshokorni le abrió de nue-
menos los veas quemando su cuerpo. sa, llorando. Vete para que por lo vo la boca; esta vez se abrió más fácil y le echó agua. Le tocó la lengua: estaba toda-
Desde lejos oía yo que venía llorando Cuando 11 • vía fría . Le echó más agua. No la tragaba. Más tarde le abrió la boca con el dedo;
maba. Le dije que no. Lloraba gritaba . - b T e~o, me preguntó sima. sintió que se lo mamaba. Le echó agua tibia y vió que la chupaba. Entonces me hizo
-Está dura - dij.O S 1 , ,' regana a. rato de forzarle la boca exprimir un poco de leche en una camasita, le abrió la boca y se la hizo tragar. Pora-
· - u engua esta fría. ·
Entonces echó agua en una olla ara cal - we le pasó la mano sobre los ojos, estos se fueron componiendo de tan feos que es-
no hacía nada; sólo llorar. Los bru ·o~ se . entar. Reganaba a la gente que taban.
camino. Antes Porawe había mand~do gu1an dando la :uelta, buscando el Yo estaba serenándome. Había hecho muchas promesas a Dios para que
~hapono. Al llegar allá, atacaron a a uel cborl~car la gu~tunt·ª· al otro lado del me curara al nene . Más allá Akawe estaba conversando con otra gente. Otras
para que le levantara el techo y as ' q d" ~o. Porawe p1d10 ayuda al viento, mujeres comenzaron a calentarse las manos al fuego y agarraban las piernas y
dida el alma de mi niño. Rem d b1 pu¡ iera. uscar mejo~ dónde estaba escon- las manos del niño para calentárselas. Después Poshokomi lo agarró y le puso
-·Ahhh' M. El . e a a a a mujer de Yamo1we, diciendo· la teta en la boca. Mamó; poquito, pero mamó. Sus ojos estaban normales;
1 • ira. viento se llevó mi te h A ., ·
asquerosos. ¿Dónde están los hekura de c o. ver qu1ene: son esos hekura pero no bonitos como antes. Anochecía y ya sus pies y manos estaban calien-
cho? - le decía a su esposo en b d ustede_s: que me estan llevando el te- ticos. Porawe seguía cantando, invocando ahora al Espíritu danta:
usca e protecc1on
Los hekura enemigos maltrataban a 1 . - Tú que tienes mano buena, ven a curarlo. Hekurayoma ya lo bañó con
salvaron Porawe Y Hashówe. Todos los d os , nuestros con sus armas. Sól'o se agua de hekura. Tú, Espíritu danta, ven a abrazarlo para que se cure .. . -. A
dos. Las mujeres tuvieron emas se cayeron de nuevo desmaya- mí me decía: - Ahora se va a curar. Pero, después que se cure, cuidado con
darles golpes para que vo!~~~a~r~~st~rl~~ echarles __ agua_ sobre la cabeza;
j. él.
nene en ese momento hizo: . m Porawe zafo la guaturita. El Más tarde volvió a mamar con Poshokomi. Ella se acostó con él para
-¡Hiiiiiii' - y se meneó. dormir. Yo ya estaba más esperanzada. Sólo sus ojos estaban tristes. Yo fui a
. -Vámonos - le dijo Porawe a Háshówe - Ya 1 . comer; hasta entonces no había comido nada. Porawe se fue muy tarde. Aka-
rnendo con la guaturita Ha-sho- .. , S . o tengo - . y se vmo co- we, entonces, llamó al marido de Nakuamai, un Iyewei-theri, y éste Jo vino a
. we atras e senta ·1
llores - me dijo Porawe - Ya lo t .. . ron a m1 ado . - Nape, no brujear. Mientras él cantaba, yo me dormí. El niño durmió bien. Amaneció
Le , . rajimos. Ahora va a mamar
pregunto entonces a Poshokomi u , . · bien y se puso a mamar de mi pecho. Pronto quiso bajarse al suelo. Ya estaba
que calentando agua para entibiarle 1 b q e es:aba haciendo. Ella contestó bien. Así les pasa a los niños que se enferman por causa de hek.ura. Yo creo
-Atiza el fuego. Mientras ma' s ª1. oca al nmo y ablandársela. El le dijo: que eran lombrices.
ca 1ente, mejor.
Entonces yo le pasé el niño a Poshok . , Poshokomi cogió el algodón que había venido a buscar y se fue.
abrió la gua tu rita y' mientras sac b l o~.1 y sah afuera un ratito. Porawe Después de un mes, mjentras íbamos al conuco, volvió a darle el ataque
niño. Yo volví y me puse a soplar :a:de~:. ~urnas, remedaba el gemido del al niño. E sta vez el mismo Akawe encontró al hekura que lo había llevado: el
cho y comenzó a cantar: 1 le puso las plumas sobre el pe·
de la otra vez. De la nariz y de la boca le salían de nuevo lombrices. Pero
-Ahora su alma se va a meter otra vez tan b' esta vez le dio menos duro. Entonces Akawe, como no quena que Jo llorara
a la gente que gritaba y lloraba. V ll ien como antes -. y regañó la gente, decidió que nos fuéramos de allí. Nos fuimos lejos. Llegamos a un
no se va a morir -. La gente ~e- fu: y~ a ho~~r fuer~ de la casa, que el niño caño llamado lwaríwe ke u o lwata ke u, porque en las cabeceras del caño ha-
. so a ia pedido para que le dejaran bla una babilla encuevada donde nadie podía cazarla. Por allá hicimos nuestro
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tapirí: ~~-mo no_ había_ para comer, Akawe se fue a un conuquito que había
Hewenwe mak+. TraJo plátanos y cambures; y esa hierba hedionda Jla
k- k- , ma
ona ona ~ato porque en -~lla h~cen su casa las hormigas kónakóna . Con el
le restregue el cuerpo al nmo. Dicen que es buena contra Ja diarrea y el vó .
to. Su olor auyenta los bichos. El niño tenía mucha diarrea Repeti' n. 1· llli-
. · · ··• Pro-
mesa a la V1rgen. Kanyonawe tuvo que soplarle yopo a Akawe y éste se
a cantar y brujear al enfermito. A Ja mañana siguiente se hizo unas flec:USo
un ~reo de palma y con Kariyonawe se fue al caño a pescar. y 0 encontréª~ Y
tamllo, lo llevé al tapirí, lo asé y me puse a comer las semillas J·unto p a- CAPITULO XXXII
. - El ' con el
nmo. no quena comer otra cosa. Akawe trajo sardinas y una babilla 1
.- . -1 Y as
asamos. El mno quiso so o el caldo. El platanillo lo alimentaba. Akaw "' Infidelidad de Oshewei
.· - e en.
to~ces d IJO que 1o banara con espum~ d? caldo de babilla, y también con la
misma s~ngre. Con eso, en efecto, m~JOro ~n poquito. A la mañana siguiente, En ese tiempo Oshewei, como no era todavía mujer hecha, venía sólo de
com.enzo ª. comer pedacitos de sardina, siempre con semillas de platanillo. día a estar con Akawe, le hacía cariños a Ushiwei, pero cuando comenzaba a
Kanyonawe se fue al caño a pescar más sardinas. Para atraerlas les tiraba oscurecer se iba para casa de su mamá. Una tarde Akawé le dijo:
·11 , se- - DiJe a Hewariwé que venga para acá para colgar su chinchorro.
mi as asadas de platanillo y después las flechaba. También encontró dos ra ·•
mos de miyóma. El nene comió. Después lo llevé al caño y Jo restregué co~ Hewariwé se vino en seguida, trayendo a Makaprei, pero sin chinchorro,
barro blanco. Ese barro refresca el cuerpo y ahuyenta los bichos de Ja diarrea y se sen tó debajo del chinchorro de Akawé. Trataba de ocultar la barriga, ya
Mejoró. Akawe cazó un paují y una pava. Cocinamos y comimos. El niño en~ que estaba preñada por parte de Taakaiwé. Akawé llamó arriba a su hijo.
fermo no quiso comer carne. Quería fruta. Tampoco quiso comer las sardinas Después le dijo a Hewariwé:
que había flechado su hermano. - ¿Por qué no trajiste tu chinchorro?
Nos mudamos entonces cerca de donde había miyóma e hicimos nuestro -Oshewei no me dijo nada.
tapirí. El niño mejoró. Yo seguía rezando para que acabara de curarse. Aka- ·-Yo soy tu marido. ¿No te da pena dejarme solo?
we decía. que ~o estaba regañando al niño cuando me veía rezar. Después de - No. Aquí tienes a Napéyoma.
c?mo quince d~as de estar en el monte, volvimos para Witokaya. Akawe que- - Pe ro tú eres mi primera mujer, la que yo crié cuando chiquita. Napeyo·
na se.m.brar cana brava que había traído de Ehóam-i-p-twei-teka. Al llegar, to· ma me llegó con dos hijos. Está aquí porque no tiene adónde irse. Yo a ella
dos vm1eron a ver al niño. Comenzaba a gatear. no la mezquino; puede irse si quiere. Es a ti y a tu hermana a quienes mez-
Un día Akawe dijo: quin , porque las he estado criando con mi cacería desde que mamaban,
-Soñando, los hekura me han dicho que a mi hijo lo ponga Ushiwei . Me molestó lo que dijo de mí, porque lo dijo riéndose.
Es el nombre de un azulejo pequeño. Yo recuerdo a una muchacha She· -Entonces voy a buscar mi chinchorro - dijo Hewariwé, y se fue alegre,
kerei-theri que se llamaba Ushiweima. su hij o atrás llorando.
Más luego Poshokomi me trajo de Toraemip-i-wei unas semillas para ha- A l rato volvió con el chinchorro y lo colgó debajo del de Akawé. Comen-
cerle un collar al niño y para sembrar. Dicen que con ellas el niño se pone zamos a dormir, pero Makaprei lloraba. Quería mamar y su mamá le tapaba
gordo y fuerte. la teta con el brazo. Entonces el niño le mordía el brazo. Yo miraba. Una vez
la mordió duro y Hewariwé le dio un golpe en la boca. El niño se puso a chi-
Uar. Yo me dormí. Si el niño se aquietó, fue porque Hewariwe le dio teta.
Cuando me desperté, Makaprei rasguñaba la teta para mamar de nuevo. Su
mamá no lo dejaba y el niño vuelta a llorar, a gritar. No sé como Akawé
aguantara tanta bulla.
Amaneció. Los hombres se fueron de cacería. Akawé preguntó:
-¿Por qué lloraba tanto anoche ese niño?
-Porque tiene sabañón en un pie; ha pisado meada de perro -. Así dijo
Hewariwé y se fue con el niño a casa de su mamá.
Akawé sacó sus flechas y se puso a calentarlas. Hacen así para enderezar-
las, porque el frío de la noche las pone torcidas. Entonces se me acercó, me
quitó a Ushiwei y se lo dio a Kariyonawé diciéndole:
-Este niño algún día te va a defender. El es valiente porque es hijo mío.

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Tú eres gordo que pareces mujer. Este sí va a ser hombre -. Luego me p
guntó a mí si había oído a Makaprei llorando durante la noche. - ·Será ~ la cocinó plátanos y le dio a Akawe.
está enfermo? - dijo. " q11e cand~N~ quiero - dijo él. - Estoy lleno. He bebido mucho carato .~e plátano.
- ¿Y tú me lo preguntas a mí? - le dije. - ¿No ves que llora porque Entonces se puso a comer ella. Después se acostó con su nmo. ~l rato
mamá le niega la teta? su • · comenzó a gemir y a rasguñarle el brazo a su mamá. Quena ma-
-¡Cómo va a ser! ¿Será que su m<rn1á está preñada? Makapret lla no quería darle. El niño la mordió con fuerza y ella Je pegó
mar pero e h"ll
-No me preguntes eso a mí. No soy ei hombre que Ja empreñó. ' en ta boca. El niño se cayó al suelo y se puso a c •. ar. .
-Ella no está preñada. duro ·Q . le estás haciendo a ese niño? - pregunto Akawe, parandose.
-Me pasma lo que dices. Esa mujer está por parir. ¿Estás ciego? --¡,N a udea. Me mordió • yo lo empujé y se cayó - contestó ella riéndose, pero
-¿Ella te di~o?
con miedo . ·· ·· h · Lo h. ·
· 1 estás mezquinando la teta - d1JO Akawe . - Te e visto . 1c1ste
-No. Ella no me habla. Está brava conmigo. -Tu e · · d
-¿Así es la cosa? Entonces hoy no voy a salir de cacería. h ·Estás preñada! ·Quién fue que te empreñó que nunca v1mste a or-
-Ya es tarde.
anoc
. e. ' ·go? ·Ah? ·Dime'

-. Como ella segma•
callada, e·1 1e gnt . ó : -¡ M are
. h a-
nllf conm1 . <.. · 1 _ •

-Hoy me voy a quedar en la casa para mirar a mis mujeres. Quiero ver te de aquí! Vete a casa del hom?_re que te, empreno. .
qué es lo que hacen. Ella se pu o a cuestas aJ nmo y echo a correr. El entonces ~garró un tt~
-Ya es tarde para cuidar. zón y se lo t iró, pcgándcle en una nalga. E!l~ se cayó gritando. ~mo su.mama
Entonces me mandó asar plátanos. El se fue a casa de su tía Amatama. gente a recogerla. Le quitaron el t12on a Akawe, pero el cog10 otro.
y otra - Ak ·· 1
A ella le pregunto lo mismo que me había preguntado a mí. Amatama dijo: Toshama se lo volvió a quitar. Háshówe se puso a rega_nar a awe porque e
-¿No sabes que esa mujer está preñada desde que tú andabas por Torae- pegaba a su hija y le preguntó por qué no le p~gaba a el: . . .
mip+wei? Ya va a parir. -¿Por q ué no le pega a Napeyoma? - dec1a . - ¡A m1 h11a tiene que pegar-
-Eso es lo que acaba de decirme Napeyoma - dijo él; - pero yo no lo le ese bruto ! . . .
creía -. Al rato se vino; traía un pedazo de babilla cocinado y me pidió pláta- - ¿Por qué tiene que pegarme a mí? - le pregunté yo al v1e10. - S1 le pega
no para acompañarlo. - Traémelos - le mandó a mi hijo. Kariyonawe se los a ella e. por alguna razón. _ . .
llevó en una guapa y se vino, pero Akawe lo volvió a llamar para darle un pe- La vieja Pokosimi insistía en que su hija no estab~ prena~a . Alh vema
dazo de babilla. - Come para que crezcas ligero - le dijo. Y se puso a comer ella para hincarme con un arco. Le di mi criatura a Kanyonawe, para poder-
con el niño. Al rato vino a beber agua de mi calabaza y dijo: - Es verdad. me defender mejor y dije:
Hewariwe está preñada. -Pégame, pégame. . ..
-Ahí tienes, pues. Ahora que Jo sabes es cuando te preocupas. -Sí; tú me provocas, porque cuentas con tu mando - d1JO ella. .
-¿,Quién fue el que la preñó? - Yo no cuento con marido ninguno - le contesté. - Cuento con m1 fuer-
-No sé; como siempre andamos por ahí dando vueltas ... za. Yo aquí estoy sola, pero no me voy a dejar pegar_po_r una viej~ . . .
Akawe desconfiaba de Osheoshewe. Entonces llamó a Oshewei. Hiishówe me amenazaba con sus flechas . ¡Que d1scus1ón! ¡Que p!e1to 1.
-¿Tú hermana está preñada? - le preguntó. Total que a la mañana siguiente Akawe amaneció bravo. Cuand~ le trajeron
-Yo no sé - contestó Oshewei. - Pregúntale a ella. tres presas de danto en una guapa, él las agarró y llamó a <?shewe~".
-Sí, está. Por mezquinarle la teta, hizo llorar toda la noche a Makaprei. - Llévate esto: para ti, para tu hermana y para tu mama - le dlJO. ..
Ahora vete. - E s mucho todo esto - dijo ella. - Dale un pedazo a la madre de tu hlJO.
Estaba bravo Akawe. Estaba dispuesto a velar a Hewariwe. A la tarde - No - dijo él. -Yo no tengo otras mujeres. , .
llegaron los hombres con un danto que habían cazado. - Mándale a tu suegra - le dije yo, - la que anoche te hacia tantos can-
- ¿Quién lo mató? - preguntó Akawe. ños ...
-Yo - contestó Kamosiwe, hermano de Hew.1riwe. Eso le dio más rabia y peló por su arco y flechas.
-Creía que habían sido los fyewei-theri que están aquí - dijo Akawe. -Sí _ Je dije yo. - Sólo para mí tienes flechas. Valiente .. cor las muje-
res.
-¡Qué van a saber ellos flechar! - dijo Kamosiwe. - Ellos lo que saben
flechar es temblador para comer. E l dejó las flechas y siguió comiendo. Al rato cogió un hueso de lo que
Decía esto con desprecio porque en esa época los Witokaya-theri y los estaba comiendo y se lo tiró a Kariyonawe. ,
Puunap+wei-theri no comían temblaaor. - Mi hijo no es perro para que le tires huesos - le reclame. - -~orque no
Cuando anochecía, los hombres estaban cocinando el danto. Hewariwe se tiene padre, lo tratas así. ¿Te gustaría que le tiraran huesos a tu h110. cuando
vino al tapirí de Akawe con su niño, trayendo plátanos y un pedazo de paujií tú te hayas muerto? .. .
embojotado. Akawe se acostó, pero a través del chinchorro vigilaba. Ella hizo Se q uedó callado. Después cogió su arco y flechas. Me ~•JO yu~ no ,salie-
ra a ninguna parte con el niño porque e,;taba enfermo , y sahó de cacena. El
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niño llevaba días con diarrea. Akawe ten' .
Esa situación ya yo no la aguantaba I~ miedo de que me escapara. a por su perro. . _ .
veces me daba cacería para mis . - y . 1 me pegaba, me amenazaba r ib -Napeyoma - me preguntó. - ¿No has visto por ah1 a m1 perro?
1ar e J a 1go d ón, hacer chinchorrosmnos.
pa ·¡
yo tenía que t b · ¡
.
' a
ra a1ar e el conuco ~ - Sí; en el campamento.
ba ~ ~~s mujeres ... Era natural que~~ ~ecambiarlos por mostacilla que regal - Ese perro es flojo; lo voy a botar. .. ¿Y dónde está mi hermano? ¿Viene
decIS1on. Arrumé pues todo l se~ra escaparme. Allí mismo tomé ª1a
· ' , o. que era mio cogí f atrás?
we1 en el güenepe y eché a andar Pe p k '. . un iz6 n, me puse a Ush· - No se· - 1e d..
!Je. El era pnmo
· de Ak awe.
..
la criatu~a. El niño gritaba. . ro o os1m1 me alcanzó para quitarme~ - Mira - me dijo luego. - Sigue adelante un poco. Por allá está la mamá
-Sueltalo - le dije _ . No ve . de Shikiemi reventando mamure .
llorar? . t., s que esta enfermo y ni tiene fuerzas y 0 seguí y, en efecto, después de andar un poquito , encontré a Poshoko-
. Para
-~ep que se vaya - le gritó su hijo Ruwewe y - .. mi. Cuando me vió, gritó y me vino al encuentro corriendo.
el camino de los Raharawe-th . 11 . a m1 me d1Jo - Vete .PO - ¿Dónde está Akawe? - me preguntó .
.. C en Y ega a Mahekoth t "k Ali r - No sé .. . Se quedó. Yo he venido sola - le dije. - Este niño está enfer-
nape. on ellos vete río abajo ad d , . o- e a. á pasan los
kosimi me soltó. on e estan tus panentes -. Al oír esto, Po. mo; no quiere mamar.
Yo con Kariyonawe y la criatura salirn . Ella comenzó a llorar y le dijo a su hija:
Cuando llegamos cerca del h os camino de Puunap+wei. - Anda a decirle a tu papá que este niño tiene las manos y los pies fríos y
s apono de Puuna · · · .
te. N o entramos. Dimos la vuelta . p+we1 o1mos gntos de gen. no quiere mamar .
niña que venía del caño Paha . ~ara seguir, pero nos encontramos con una - A noche dormimos sin candela - le dije. - En Witokaya él me quiso fle-
-·Dó d · p+we1. char. Por eso me he venido .
t., n ~ esta Akawe? - me preguntó.
-Atrás viene - le dije engañándol a. -¿Por qué te quiere flechar?
.
-¿ Para donde vas? - Sólo por rabia. Yo no le he hecho nada. Como que me odia porque soy
-Adonde los Toraemip+wei-theri. otra gente.
-¿Los Toraemip+wei-theri? Pero si el! . -Vámonos - me dijo llorando.
reahu de pijiguao. Esta mañana se fue ?s estuVJeron ayer aquí para el Ella cargó su mamure y anduvimos un buen pedazo juntas. Llegamos cer-
no sea que llegue ese Akawe y me flec~~~· S1 corres Jos alcanzas . Yo me voy, ca de las cabeceras del caño. Allá estaban los Toraemip+wei-theri . Kokamo-
-Vete - le dije yo, - pero no le digas d' we estaba haciendo el tapín para nosotros. Cuando él terminó, su mujer se
Ella prometió y se fue El t' a na Je que me has visto. puso a techarlo. Entonces Kokamowe se hizo soplar yopo y se puso a brujear
· 1ernpo estaba feo y zó a mi criatura. Después también lo brujeó su hermano Koaiwe. Yo estaba
tras. comenzamos a andar ligerito a ver si 1 - comen a llover. Noso-
then . Yo sudaba de calor y mi c . t da c.anzabarnos a los Toraemip+wei- preocupadísima porque el niño ya no quería mamar. Rezaba con fe a Dios
d on d e se h abían parado los Tora na. ura e fiebre En y · .. .. para que no lo dejara morir. Le prometí que , al salir a la civilización , lo hu-
. . h . . arapiawe-teka vimos
ern1p1we1-t en para co ...
un poco que habían dejado tirado en el suelo . mer p_111guao. Recogimos biera mandado a bautizar. Invocaba a María Auxiliadora y Je decía:
oscurecer. Como no es bueno d . , c?rn1mos y seguimos. Comenzaba a -Si tú no dejas morir a este niño, Jo voy a Jlevar a hacer la primera co-
. h' orm1r en el camino nos t.
m1 e mchorro entre dos árbol , me irnos a1monte colgué munión en la iglesia de las hermanas de Taracuá.
es Y me acosté con el n·- K · ' Durante la noche el niño comenzó a mamar de nuevo . Lo lavé con agua
otro chinchorro. El aguacero nos h b ' mo; anyonawe al lado en
porque había mucha plaga Cas· ad ia a~agado la candela; ahora la necesitab~os tibia y se compuso un poco. Durmió. A la mañana siguiente salimos todos de
. · 1 no orm1rnos esa no h O'
e 1camino, siguiendo los rastros de los T . . .c e . . irnos que el tigre iba por allí y a eso de las once llegamos a Toraemip+wei . En ese shapono los brujos
lo mejor. Roncaba feo. Cuando lo creí l~~~~m1p1we1-t~en. Me paré para escuchar- volvieron a brujearme al niño . Koaiwe le chupó la cabeza, la garganta . Luego
nos abrigamos debajo de un árbol grande.J , me volvt a acostar. Esa noche llovió; dijo:
grande. '-Ahora voy a esconder e l alma del niño en la piel del Espíritu tigre; allí
estará seguro - . Y se puso a caminar e n cuatro patas, roncando como un tigre
El niño amaneció peor. Echarnos a a d .
bajamos. Allá encontramos el ca n ar de nuevo. Subimos un cerrito, de verdad. Luego me dijo a mí, que lloraba : - Dan lástima tus lágrimas cho-
mipiwei-theri . Nos sentamos Hab'mp~~e~to donde habían dormido los Torae- rreando. No llores más, que é l se va a asustar y se empeora. Este niño ya va a
tar al niño. Ya no quería ma~ar Tian b~Jª ho ~~ndela.y yo la aproveché para calen- mamar y pronto se va a curar. Su alma está bien escondida; los hekura enemi-
lo había rastros de pijiguao y los.co~~m~; oª ian ~IVJda~o allí un perro. En el sue- gos no podrán ya encontrarla . El no se va a morir . Cuando haya crecido, será
mos sobre el Shipariwe caño llamad - . espues seguimos. Por un puente pasa- un nape. Será dueño de machetes, de hachas , de guayucos. El tendrá mucho
ban haciendo conuco. , o as1 por estar lleno de rayas. Cerca ellos esta- guayuco. No lo tendrá n solo los Iyewei-theri y los Wakawaka-theri que los re-
Allí vimos a un h b cibe n de los Makiri-thari y de los nape. Tu hijo nos traerá. También nosotros
om re que venía hacia nosotros . Era Akakarewe que luciremos guayuco bailando . El nos traerá mache tes ; nos traerá hachas. Noso-
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tros le haremos camino Y él vendrá a traernos muchos corotos.
-~o. hables as~ - decía Poshokomi, llorando a mi lado, - que es mal a tfOS·
E ntonces comenzó a discutir diciendo que yo mezquinaba el tabaco de
ro. Ou1~as -~~ sobnno no vaya a amanecer. Cuando se muera voy a re IOS demás. · h · k.. 1
lo que tu d111ste. ' cor - Sf, de los demás también - le dije; - porque existes opan wa e para os

ron:
Poshokomi me consolaba. Al fin el niño se durmió. Los bruJ·o ..
s me d1Je.. que ~lb:;·echó a reir diciendo que yo no sabía si existía de verdad shopari
, -Ma~ana vam~s a ensalmarl~ _de nuevo. Su papá está pensando en él wake. 1d ,
- Sí, existe - le dije, - para quemar a a rones como tu.
esta quenendo vemr. E~te es el hIJo que más quiere; al otro, que está sie Y Ya
con su abuelo, no lo quiere tanto. mpre Entonces dej ó de tocar el tabaco, pero dio una vuelta por el conuco y se
vino con dos veradas. Yo le dije.
Yo me tran~uilicé y pude dormir esperanzada. Akawe Hegó a la serna
.
- También los que roban veradas para hacer flechas se van a shopan
~e c~ntaron mas tarde que se había puesto a llorar al ver la casa sin fue na.
sm chm~horr.os, sin gente, y al saber que yo me había ido con el niño lº• wake.- Pero tú no r¡uieres que toque na da - me d..IJO mo 1esto. - Ah ora voy a co-
mo. Se 1magm~ que habíamos venido para Toraemip+wei y se vino. A~~i~~ racimo de plátanos para comer con el mono capuchino que he cazado.
lo ?ncont~ó me1orado. :or lo m:nos ya se sentaba. Las hijas de Kokamowe ger ~Eso ya es otra cosa - le dije. - Shopari wake no _quema al ~ue ti?ne
traian algun pescad~. Y el lo com1a; también tomaba caldo de piapoco. 1e
hambre y coge unos plátanos de otra gente para acampanar la cacena. Plata-
Al lle~~r Akawe, su hermana lo regaño. Kokamowe también:
s hay muchos y uno los necesita. Cógelos, pues. Flechas, no; porque no las
. -Un nmo com?éste que va a crecer, que va a ser brujo, tú lo desprecias no , . k . h
cesitas. Contigo t-raes algunas y alla en W1to aya tienes mue as.
dejas ~ue su mam.~ ande sola por el monte, donde hay tigres bravos. Tú n~ ne Cogimos el racimo de plátanos y seguir:ios rumbo_ a Mahekotho-teka.
mezqwnas a tus hijos. Te crees todavía un muchachito. Eres un hombre
duro; ya tienes así 141 hijos. ma- Akawe se dio cuenta de que yo iba alegre - iba a ver s1 me encontraba co~
Jaime Barker - y por eso precisamente cambió de idea. Ese día, pues, dormi-
Después también vino a aconsejarlo el cacique Koaíwe. Akawe le contes- mos en el shapono de los Raharawe-theri. Allá me dijo:
tó:
- A Mahekotho-teka no vamos, porque tú quieres ir a hablar con los
-Yo a mi hijo lo mezquino; por eso he venido a buscarlo.
nape. Nos vamos a Toprai. .
Ent?nces yo le dije que quería quedarme allí. Después de un mes el niño A la mañana siguiente torcimos, pues, para Topra1. Llegamos. Era un
estaba bien. _Akawe..se puso a pe~sar en el algodón que se echaba a perder.
campamento redondo, que iba a ser shapono. Estaban los Witokay~-t~eri.
-Vete tu - l~ d11e yo; - allá tienes a tu mujer que lo tuerce.
A los pocos días le nació un niño a Amatama, esposa de Ruwewe. Cuan-
-No - me d1JO. - Ella no sabe torcer bien.
do la ge nte vino a mirar al recién nacido, algunas mujeres decían:
-¿No sabes - le .dije - que la gente fea tuerce feo? Ellas que son bonitas - El niño ha nacido así porque su madre ha comido lapa. Ahora tiene que
deben de torcer bomto. Tú siempre dices que tengo ojos de cangreja. Si me matarlo . Peor para ella.
pongo a torcer se me va a enredar el hilo.
Era de noche y dos mujeres vinieron a avisarme: Tashima y Koaima. ~e
El ~iejo Hayata-theri, tío de Kokamowe, también aconsejó a Akawe que dijeron que querían matar al niño también porque tenía los párpados del OJO
no v~~VJera a deJarm~ sola, que no era la primera vez que el tigre se llevaba a izquierdo muy pegados. Me levanté y con ellas fui al tapirí donde estaba el
l~s ~mos de una r:iu1er que dormía en el monte. Akawe prometió portarse niño.
bie~, yero, com~ siempre, no cumplió. Yo estaba harta de aguantarlo. Estaba - ¿Por qué lo quieren matar? - pregunté.
decidida a no dejarme pegar más. Su hermana, al respecto, me dijo:
- Porque así no sirve - me contestó la madre.
-Ahora cu~~do te vaya a pegar de nuevo, pégale tú primero a él. Sí quie- - Porque con esos dedos así no podrá usar el arco - me contestó el padre.
re fl.echarte, qu1ebrale las flechas. Mira. Yo tengo fuerza para pelear con mi
-Vamos a cortarle esa piel de los dedos - dije yo entonces.
m.~nd?, que es hom?re fu~rte. Yo no me dejo pegar. Yo le pego a él. A Aka- Tashima me consiguió una astilla de bambú. Ella y Koaima le tenían
we m:tel? ~~zancadilla, tumbalo y pégale. No te dejes pegar. No tengas mie- abiertos los dedos al niño y yo con la astilla cortaba la piel. El nene lloraba,
do. D1 as'.: ~h?ra no voy a tener más miedo; me voy a enfrentar".
revolcándose en el suelo, sobre la placenta, que todavía tenía pegada porque
Al dia s1gu1ente ?ºs regalaron tabaco y salimos. Por el viaje Akawe me quería n estrangularlo con ella. Cuando terminé de cortar, le puse unos palit~s
prov?caba para ve~ s1 me defendía. Yo le decía que me pegara, pero él no
entre los dedos para que no volvieran a pegarse. Sangraba un ~~co. J?es~u~s
~OVJa un dedo. As1 llegamos a Puunap+wei. No había nadie. Estaban en Ko- corté la piel de los dedos de la otra mano. En eso llegó el v1e10 Hashowe,
nta. Entonces A~awe pensó que nos fuéramos para Mahekotho-teka. Yo, abuelo del nene. Yo le dije:
muy. contenta; tema esperanza de encontrarme con los blancos. Dormimos y -Este niño es varón. Sus padres querían matarlo porque nació con los de-
seguunos .. Pasamos por el conuco de los Raharawe-theri. Había mucho taba- dos pegados: yo se los he separado.
co. El quiso robar. Yo le dije que no, porque llevábamos mucho con noso- H ubo discusión. Sus padres querían matarlo, pero Hashówe dijo que no ,
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,.--. -· ""'.'v ,,.:; curaria y que él estaba dispuesto a criarlo. Entonces vino Pok
s1m1, mu1er de Hashówe, y me dijo:
1 fo ndo. Al fin dio. con ella y la mat ó . La sacó
·sary -medijo
mostró
Y se la
fuepuya
co-
-Mira. Tú que tienes la astilla de bambú, córtale el ombligo. ..,..n en ehabia
a•.,... , c 1ava do · - Ahora voy al shapono a av1 .
Yo se lo corté y Pokosimi fue a guardar la placena en alguna parte de
selva. Entonces Amatama me regañó:
-Sí; tú le cortaste el ombligo y la piel de los dedos porque quieres
il
1 rJienpd~~o
que rn
después llegab~ Amatama .cdon supsus:~~~n a quemarlos, sosteniendo
de mono Y de babilla. En segu1 a se
h. . trayendo huesos de cach1-

·- d f . y q~ 0
este nmo e ectuoso viva . o no le voy a dar de mamar ni una gota de lech ca~ ' · pie para sahumarlo.
arnb~:Ji1ora falta kashi- dijo Ama.~;~~ hormigas . Lo echaron al fuego. Con
Ahora dale tú. e.

~o no le hice caso a Amatama Y. la dejé_ rezongar .. Me fui y los dernás Salieron y encontraron ese m l ara que el humo penetrara poco a
na cabuya me amarraron el ~;bl:~~:. Ellas quemaron algodón, taparo~ el
tamb1en se fueron. La que tuvo que cnar al nmo fue la vieja Pokosimi. Tod
las noches me lo traía para que le diera teta . Yo estaba criando a
También le daban leche Yokoima y Hewariwe.
Ushiwe~
• uoco. Yo · acostada, gntando
P ·agua, t A 1 f.m f ue calma'ndose el dolor y me . dorm1.
1 O Y
El niño c~~cía. Hiishówe le hizo un arco y lo llevaba al conuco para que bue M vendaron con maJ .
y k · a y su mama aj
ientras tantod o Olm
- b ·aron al caño y se pusieron
, a, ma-
No dolía más. Solo sentia pe-
flechara lagartijas. Un mes antes de escaparme yo de los Yanomami, Arnata- ar . - ana me despertaron . M-
ma se lo quitó a Hiishówe, engañándolo. Con el niño y el marido desapareció tard s dinas . A me iad.man Yoko1ma . que pe 1ar a ma1· agua y me cargara. das1
sa o · Amatama man o a . su hermana. Cuando llegamos a las
- w "k"mi . cabeceras e·
en el monte por un tiempo. Después volvieron, pero ya sin entregar al niño. -
Pokosimi lloraba y Hiishówe estaba triste. adelantt: me car.go a1 1 , e bañé sin mojar el pie. De al 11 segu1-
can·o ellas limpiaron su pescado y yol m All1' ~olgaron una majagua del techo
Los Puunap+wei-theri estaban en Korita . Cuando volvieron, se hizo el • d -ti amos a Jama oca.
mos, yoecarga a, y. eg . b 1 andela . Me dolía de nuevo, pero me
shapono verdadero: los tapirís se renovaron con palos más largos y más grue- qu yo sostuviera el pie so re a c
para . .
sos. El shapono no quedó grande, pero sí bonito . Al mismo tiempo, a una
hora de camino de allí, también los Witokaya-theri estaban haciendo su sha- dormí.
Akawe cuando me vio, no j
. di"o nada. Tampoco me brujeó. La he~da
. días Al fin sedeshmchó.
s1-
, . 1 . hinchada por vanos . .
guió echando materia, a p1e~na ~ Esto aleja las moscas y cierra la
pono. Se llamó Kawetenoma, porque en aquel lugar había mucha canela. Así
cada grupo tenía su maloca cerquita de su conuco. Yo y Amatama íbamos a Yo echaba encima de la henda barba~ca10 . lvía a hinchar. Al fin se curó.
herid . Comencé a andar; pero, andan a~~s~ev~awetenoma . A eso de las diez
quebrar hojas de miy6ma y las cargábamos hasta ese shapono para que Aka-
we y Ruwewe hicieran sus casas. Akawe quena tener casa allá porque con los Estábamos, pues , en ese shapono n compañero. Seguramente ha-
d - 11 - un blanco con u
. ribos allá habían atracado, habían enc:on~ra­
Witokaya-theri estaba Oshewei. Ahora ya era moza completa e iba a vivir de-
de Ja mañana, un. ia, ego
finitivamente con él. Por lo menos así esperaba él. .. Para mí hizo un techo al
bían llegado a la Piedra de G.uaJa , h b' n abierto el camino los md10s.
lado de la casa de Ruwewe; estando un poco separada, evitaba esa lidia conti- do el camino y se habían vemdo . Para ~s~ a i_a
nua de Oshewei con Kariyonawe. En lo que estuvo listo el shapono, nos mu-
damos. Ahora los oía hablar todos asustados , d1c1endo.
.. .., 54 d
Estando allí, en Kawetenoma, un día M+ramawe me dijo: -¡Nape, nape, nape . . : , n con una escopeta. Fueron adon e
Yo miré y vi dos c1v1hzados que venia b Los indios detrás de
-Mamá, por allá, en las cabeceras de un caño hay sardinas. Hay muchas - · · adonde esta a yo.
estaba Hashówe. Despues vinieron b conversando con el principal. Por
porque nadie va a pescarlas. Pero, vamos solos, porque las otras mujeres se .. .. k · ·· tros esta an ·
ponen a correr y te dejan atrás sola. ellos. Ruwewe, Taa a1we y o 'l d , T ataba de decir que en la cunara
d 1'an lo que e ec1a. r
supuesto que no enten
, 1-tan os y o les exp 1ca
. ª
¡· ba a los indios. Pero a 11 '
Cuando amaneció, salimos hacia aquel caño, solitos nosotros tres. Llegá- traía machetes y que quena P ª ·
vi a algunos que se estaban pintan~o de ne~r~.
Akawe con ellos. Al rato
rnos y comenzamos a bajar un poquito, matando sardinas, matando cangrejos.
Llegamos donde había piso de piedra. Allí es donde es bueno coger sardinas. .. caron y 01 que dec1an. d
Akawe y Warapawe se acer . d os "granos que estallan" y es-
Los niños las espantaban. Yo agarraba y las tiraba a la playa. Cuando quise -Vamos a mandarle que dispare to os es
agarrar detrás de una piedra, no sé lo que pisé, sentí una puyada tremenda en
el pie izquierdo. Grité y salí a la orilla. Botaba mucha sangre. puésElos matamos.
ntonces - 1e hºcieron
con palabras y senas 1 entender que disparara . Martí-
-Mamá, una raya - me dijo M+ramawe. - Mira el agujero .
nez disparó, disparó .· · , . d , y él disparaba. - Mira a uel
-A ver como mata~ o~Al
En seguida comenzó a doler mucho. Diferente de la culebra. Sentía el pie , baquiro .. . - le ec1an.
., - y él tiraba, tiraba. *
frío. Gritaba y temblaba . La sangre no paraba. Entonces Je dije al muchacho comején. Tírale como s1 fuera un ~aUJI . todos los cartu 'ós ~ra lue- "9(;'1
que hiciera fuego. Los indios, cuando les pica raya, sahúman Ja herida con Yo me di cuenta de que quenan que gastalra .t ,. 1" 01 ~
hormiga kashi. Teníamos fósforos que Akawe había traído de Mahekotho-
teka, pero M+ramawe no encontró las hormigas.
- d
go matarlos. Me asuste y es e d mi , d"ciendo que 1 van a -a~
chinchorro e gn e . v¡, ,,.... z
!?
-No tire todos los cartuchos. Ellos estan i ;
-Primero voy a matar la raya - dijo. Y se puso a buscarla hincando el
. s'.
(54) ¡Extranjeros, extranjeros, extranJero
458
usted y su compañero-. Entonces él d ºó .
-Revienta, revienta - le d' 1 e~ ~e disparar. -Ya matamos bastante sardina. Miren la guatura de Kariyonawe. Pero no
- . Por . pe ian os indios. '/OY a embojotar aparte para Hashówe, no sea que Oshewei vaya a comer de
G qué quieren que tire t t ? -
hay cacería? Lo que quieren es q;en a~~be los reganaba yo. - ¿No ven que este pescado . . . .
¿Por qué quieren matarlo si no le h h las pepas de machete para mat Yariwe, sobrino de Oshewe1, respondió:
para que lo maten. s a echo nada malo? El no es ene~~lo, - ¿Oshewei a comer pescado? ¡Qué va! Oshewei ya se ha picureado. Se
.. 55
Akawe entonces se puso bravo co . . tgo fue con Oh s eosh ewe .
me decían: nmigo Y vmo a regañarme. Los - Mentira - dijo Akawe. - Si anoche durmió conmigo.
otr08
-¿Por qué mezquinas a · · -Sí; pero esta mañana te mprano, mientras yo estaba cazando pájaros, la
Los dos . . ese nape, s1 no es pariente tuyo? vi pasar corriendo detrás de Osheoshewe.
V hombres vm1eron a sentarse a mi lado. Yo 1
- stedes como que no conocen a . . es !Je.
d" . - Peor para ella. Ella dice siempre que quiere un buen cazador. Ahora ya
matar y matar. Quieren matarlos para roe~~~to~n~os: sólo piensan en matar y lo encontró. Siempre dice que yo no cazo; ahora está con quien caza más que
Entonces Martínez me preguntó q . t . . o son gente; no piensan yo. Si se quiere ir con ese lyewei-theri que se vaya. A Hashówe le gusta ese
había picado una raya. ue ema en la pierna. Le dije qu~-~e yemo más que yo. Le gusta por ese guayuco rojo que lleva para taparse el
culo y por esa mostacilla que regala a Oshewei para conquistarla . Dejen que
-Yo tengo remedio - me dí ·o - ..
Yo no podía ahdar Tenía IJ , . pero.lo de1e en la curiara. Oshewei se vaya con él. Hombre valiente no hace cuestión por una mujer.
· - · a pierna hmchada M d l' N' . Nosotras seguimos pescando. Akawe flechaba con Kariyonawe; pero es-
Ir a 1 cano a buscar agua Ell b . e o Ja. I siquiera pod'
Sól . os esta an asustados y no h. . ta taba bravo. Más tarde, por allá, se puso a buscar un palo para hacerse esa cla-
o me contaron que estaban b d me ic1eron preguntas
centrado uno y a la vuelta co .us~an o palo para hacer curiara. Habían en. se de garrote que cuando pega en la cabeza hace podrir la herida y cría gusa-
t b ns1gu1eron otro Pero . . . . • nos. No Jo encontró.
um arios. Creo que era ment' . no se s1 vm1eron luego a
Al fin Hashówe los mand'~ªj¡ porqueLqueda~a muy lejos. Entonces volvimos. Antes de llegar al shapono, los hombres le indicaron
no_. Yo les dije que fueran a bebe::~~u es habia ~reparad~ ca_rato de pláta. a Akawe un palo de yoawe si hi. La concha de este palo es muy amarga, por
chmchorros y durmieron. eron y bebieron . Hashowe les prestó eso se mezcla con el curare al prepararlo. Al pegar en la cabeza con ese palo,
como su concha se resquebraja fácilmente, se incrusta en la piel y hacer arder
. Al día siguiente se fueron con los . .
dios recogieron plátanos y los cargar ~nd1os. P~saron por el conuco. Los in- mucho. Con ese palo, pues, se hizo Akawe un garrote. Lo fue a esconder cer-
chetes. Al mediodía los homb on asta el no grande. Allá él les dio ma ca del shapono, en la humedad, para que no se secara ni la concha perdiera
t e nuevo. Yo les decía: res regresaron alegr d • fuerza.
, es, ca a cual con su mache-
-Están contentos ahora · .. A yer 1os quenan . Esta vez habíamos traído mucho pescado, demasiado para nosotros; y,
t N enci ma, Akawe no le quería dar nada a Hashówe. Yo lo repartí con otra gen-
tan a un nape y sus parientes llegan a sab l . ma ar. ¿ o saben que sí ma-
los matan a todos ustedes? ero, vienen muchos con escopetas y te.
Ellos ni se acordaban Ali' 'b -Ahí tienes - le dije a Akawe, - tú que siempre le regalas cacería y pes-
. . a i an to to tok ale . cado a Hashówe ... ¡Mira que broma te echó su hija!
carpmteros, por todas partes... , , , ' gres, picando palos como
Esta era la pri El no dijo nada. Pero después me regañó como si yo tuviera la culpa. Me
Martmez . mera vez que llegaban civilizado K dijo que ella siempre se volvía a la casa de su mamá y ahora se había escapa·
y su compañero se h b' 1 s a awetenoma. Jesús
mucho. Akawe se lo regaló a ~ i~n sa va.do. Los machetes traídos no duraron do con Osheoshewe porque yo no la aconsejaba como debía.
de los Toraemip+wei-theri y d º1 amRohwe. ~s de~ás fueron a parar a manos - Yo no soy su madre para aconsejarla tanto - le dije como respuesta.
Ah e os a arawe-then Esa tarde no comí, de lo resentida que estaba. El comió su pescado y
ora ya Oshewei era moza com let p . .
rro al lado del de Akawe Pa b' p a. or eso vino a colgar su chincho- luego se pintó como de costumbre.Cuando los Yanomami ya no tienen
.
b a1ar . saron ien un mes 1· t y . que hacer nada que los ensucie y se quedan en el shapono, se pintan, tanto
y ella se portaba bien . un os. o iba con ella a tra-
los hombres como las mujeres. Después se tiró en el chinchorro y se quedó
Un día salimos con Akawe va . .
mino de Witokaya a un caño do d na~ ~-u¡eres a pescar. Nos fuimos por el ca- meciéndose, bravo, planeando .. . Mientras se pintaba me había dicho que que-
shewei ese día se quedó en la c n eN a ia muchas sardinas y mucha vie1·a 0- ría flechar a uno de esos cuatro Iyewei-theri que vivían allí, es decir a Yaheti-
asa. esotros llegam 1 - , we, yerno también de Hashówe.
pescar. Agarrábamos adentro D d fu os a cano y comenzamos a
tas de palma. Algunos do d. eshe a era los hombres flechaban con flechi- -¿Por qué quieres matarlo?- le había preguntado yo. - Ellos no tienen la
d 1 , n e era ondo pescaba culpa de que Oshewei se haya escapado con un Iyewei-theri. Si tú lo matas, te
e os lyewei-theri . Akawe q . ' n con anzuelos conseguidos
H- h - .. , ue siempre acostumb b
as owe, esta vez no lo hiw Q . . ra a pescar un bojote para
fl · · uena castigar a o h · (55) Conocido actualmente en Ocamo con el nombre de "Piaroa" . E l estaba viviendo
entre los Witokaya-theri con otra hija de Hashówé, Watoshama. Ahora habiz 1o-
por o¡era, según creía él. Por eso dijo: s ewe1 que no había venido
grado conquistarse a Oshewei .

461
, qu agarró al perro por las patas traseras y comenzo <t L<u ª"~--- -- ,
escapas; pero yo me quedo con los ni·
mente al que es hiJ. o tuyo D , .. 1 nos y ellos me los van a matar es .
A5\egolpes, golpes, golpes por el lomo . Kariyonawe asustado, se puso a gri-
N . ·· · eJa o en paz , pe dar Ruwewe, que estaba entrando en ese momento, le gritó a Akawe. Lo
°. me hizo caso. Por la noche se lev. ,
yonawe le miró con sus ojos gra d anto, sacó sus flechas y salió 1(
ta~~rno Je gritó Amatama. El perro chillaba. Akawe: ¡tun, tun, tun! Cuando el
trayéndose a Kariyonawe po n es y se le fue detrás. Al rato vuelve A. k 1111 • al dejó de chillar, Akawe lo soltó. Muerto: botaba sangre por la boca.
. . rque no lo habí d . d . a an1m . . d ,
w.eHhen. Se acostó para esperar ue el . - a e1a º. disparar contra el 1 E tonces cogió su hacha y se vino encima e mt.
b1én. Cuando la candela ba1·ó Akq ..
, ,
nl1~0
se durmiera. Yo me acoste' t y
awe vo v1ó a sal" K · arn.;
n - He matado al perro - decía. - Ahora voy a matar a su dueña.
y tenía a mi niño en el güenepe. El me agarró por un brazo y me hala-
~sus sal~
eta que estaba durmiendo se bajó del h. h ir. anyonawe, que sólo h ba hacia 0 un palo para darme con el hacha. Yo me zafé y me corrí al monte.
detrás de Akawe. Yo me té. Ak ..e me orro y' llorando, volvió a
a · awe era capaz d 1 1r MáS tarde me contaron que Akawe agarró por un brazo a Kariyonawe, que
reo: .. tanta gana tenía de matar a Yahetiwe. p e pegar e, de hincarle el estaba gritando por la muerte del perro, y lo iba llevando para detrás de Ja
trayendome de nuevo al niño K . .. ero, al rato, lo veo devolve
T .· · anyonawe lloraba rse casa para cortarle la cabeza, pero Ruwewe y Kamosiwe le agarraron el hacha
-pu ~110 mezquina a ese hombre - me di1·0 Ak. a .. y warapawe le quitó al niño. Las mujeres lloraban y fueron a esconder al
- apa ' no mates, no mates - decía temblando 1we.. - niño en el monte. Yo oí la gritería en el shapono, pero no pensaba que Kari-
chas'!-· E chatea dormir - le di"e
J yo. - ¿No. .
piensas e mno.
que ellos tamb1.e'n t'1enen flc- yonawe estuviera en tal peligro. Por mi parte, no sabía adónde ir. Me escondí
en la espesura , cerca de la maloca. Pero allá vino la fiera, sí señor, como si-
Ak awe.. se volvió a acostar y se durmió
tomó yopo y comenzó a brujear Ca t b . Pasada la medianoche, se bajó guiéndome los rastros.
-Es.ta. gente se está burlando d: ~7 un rato. y hablaba otro. Decía: , - ¿Dónde se habrá ido? - deda rabioso .
Era mediodía y oigo que alguien pisa una rama seca bastante cerca de
Toraem1p+wei-theri los Rah .. . como s1 se tratara de un niño
. • arawe-then los M h k . · mí: ¡krah! Miré y vi a Akawe. Me agaché bien, rezando y encomendándome a
t en saben que soy valiente y , a e otho-then, los Patanow
h me respetan T · Dios. Desde abajo lo veía: él estudiaba los rastros. Llegó más cerca de mí y
sos, los que se burlaran de m1' ' qu't, 1 an d orne. una
emamque. ser Ah
una tribu de mied"'-
v- miró. No me vio. Miró más allá, dio una vuelta y se fue. Después me conta-
m1 esos Yanomami que me res t 'i E uier. ¿ ora qué dirán de
be s· 1 h . pe an. se feo se apro h' d , . ron que había ido al campamento de Porawe . En aquellos días Jos Puunap+-
,r · 1 o. ub1era visto en el momento lo hub· vec o e m1 sin yo ---- wei-theri no vivían en el shapono , porque hacía mucho calor; se habían hecho
mas valiente de los Puunap+we· th '. D iera matado. Yo soy valiente el
h b 1- en. onde vo d , un campamento en el monte. Allá llegó el criminal preguntando por mí.
om re. Por eso los Mahekotho-th en. siempre . me y· yo,
·t erramo
. sangre de - Tengo miedo de que se haya ido a Toraemip+wei - decía - y los Hii-
e 11os contra los Poreta-theri. y a u' . mv1 an a ir a pelear con
de mí. q 1 esa tnbu de miedosos se quieren burlar theri me maten a mi hijo.
-Si se fue - Je dijo Kraima , - ciertamente es porque tú querías hacerle
Los
.. Iyewei-therí oye ron, pero se quedara · daño. ¿Por qué la hiciste correr de nuevo? ¿No te da lástima que ella tenga
Akawe
. estaba callado , pero brav1s1mo
, . Se lev ntó quietos.. Cuando amaneció, que ir sola por el monte con tu hijo? ¡Quién sabe dónde anda ahora! ¡Quién
v1ó a acostarse. · an para atizar la candela y vol-
sabe si se fue para Mahekotho-teka a hablar con los nape! Aquí no ha venido.
Después que los otros hombres saliera , Ya es tiempo de que te calmes , que dejes de pegarle a tu mujer . A aquella
vantó, cogió su hacha y su machet f n de cacena, Akawe también se le- que se te fue, cuando vuelva, tú no le pegas, y para ésta que se queda siem-
lisa. El hacha se la había regalado e y ~e ue al caño a amolados en una piedra
we diciendo que en el conuco h b'su ermano Hayaote. Al rato volvió Ruwe- pre contigo, no tienes sino leñazos y flechazos .. .
a Kariyonawe para que lo acor: ~~~re~co~tra~o- rastros de chácharas. Llamó -Pero yo no le iba a pegar - dijo Akawe.
zarlos. Karíyonawe, muy contenfo :1
as1 se ma el, perro para ayudar a ca-
perro encuevó una porción de há, yh perro tamb1en. Se fueron. Por allá el
-¿Cómo que no? - dijo Kraima. - Mi hija llegó aquí al mediodía y me
contó que tú querías cortarle la cabeza con hacha y lo mismo querías hacerle
e e aros en un tro
buen cazador. Se llamaba Ishiishirími . ~co hueco de mure. Era a su hijo.
allá.
h
había regalado a Karíyonawe en M iue qme.re decir negro. Mosihewe se lo
a e otho-teka' una vez que habíamos ido
-Mentira, mentira - decía él.
También Porawe lo regañó. Le decía:
-Tú la mezquinabas tanto y ahora Ja tienes corriendo por el monte. A
Después llegó Akawe del caño y o esta hora Jos zancudos estarán chupando la sangre de tu hijo. ¡Ojalá ella nunca
~r con aquella hacha y aquel machete?~ l~ perd1~ de vista. ¿Qué iba a ha-
, .
pmtarse de ~egro. Peor que peor... . gió un tizón, lo mojó y se puso a vuelva
Ena los
tu casa!
otros tapírís donde fue a preguntar también lo regañaron . Todos
, A media mañana llegó primero el . .. ,
atras Ruwewe. El perro le salt, . perro. Kanyonawe venia atrás· más allá me
-Nomezquinaban
maltrates a . tu mujer - decían. - Da lástima
' verla escapar sola con
, we, ~eneandole el rabo como
· o encima a Aka .. - '
siempre hacia. Venía contento lleno· sus niños, derramando lágrimas. Ella tiene muchas lágrimas; no se pone seca
charos que había ayudado a ca~ar. Pe·r~e hab1a comido el hígado de los chá-
el que no estaba alegre era Akawe.
463

462
. . 1 L ·smo hicieron Witorawe y Kaen~ma.
como otras mujeres. Ella va a llorar por nosotros cuando muramos, va a ~ rovechó para aconseiar o . . o m1. n M+ramawe, me quisieron
rar por ti cuando te mueras. ,,e ~p Shapinama y otras muieres, 1unto co 1 . o Cuando llega-
Entonces volvió a buscarme. El niño se había despertado. Si lloraba J(ratftla._ or miedo de que Akawe me pegara po: e camm . . .

::~~=~~iln loe' s :ti:~J-~:i~~-t;;~r!ºc~~~:~:r~~ ~~~~ :z~:~a~~h:ua~ =~0 ? ¿No


_.para qu 1
1 1
descubría. Akawe venía como antes, mirando, mirando. Dio otra vuelta y ae
fue de nuevo. Más tarde volvió. Venía dando golpes de hacha contra 10s Pa. ·
los. También tosió: lo reconocí. Siguiendo mis rastros, me pasó de nuevo bag. sabes ~ue el hacha es e~::av?olvió a aconsejar a Akawe. Dormimos. Al día si-
tante cerca. Subió, bajó y salió al camino. Oí que daba hachazos, yénd0se de Antes de irse, Kra K . onawe Parecía tenninada la rabia de
nuevo al campamento de Porawe: tok, tok, tok, cada vez más lejos. Se de. . e entregaron de nuevo a any .
u1ente rn d ..
sahoga ba con los palos. g .. Al otro día me !JO:
;\kawe.
Era ya tarde. Gateando salí de la espesura. Me senté sobre una raíz gran. Vamos a quemar e 1 perro. .
de. El niñito respiraba afanosamente. Esperé un rato, vi que no había nadie y - , o lo quemaste? - le pregunte.
-"·Todav1a n d do en un tronco hueco - d..!JO enganan
- · dome .
bajé al caño. Allá le bañé la cabeza. Después me volví a sentar un rato. Oí de - No; lo tengo guar ad b de estar podrido. ¿Por qué lo guardaste? De-
nuevo golpes de hacha. Era Akawe que volvía del campamento de Porawe. - Entonces ese perro e e
Cuando oscureció bajé al caño, subí, caminé y llegué a los tapirís de los Puu. bias comértelo . b 1 perro Estaba allá en nuestro conuco, tapado
nap+wei-theri. Entré donde estaba Kraima, sin hacer ruido, por el fondo de Salirnos, pues, a uscar e .
" . ero sólo los huesos quemados. .
su techo. Su perro estaba al otro lado donde cocinaban danto. con una~ ho1as , Pd.. Ak we al destaparlo. - Aquí quemé a m1 perro-~ y se
-¿Eres tú? - me preguntó ella cuando me vio, y se puso a llorar. Enton- - Mira - me !JO ª y ncé a reganar:
ces le conté todo lo que había pasado con Akawe. - Aquí estuvo él hace u T bién Kariyonawe se puso a llorar. o come .
puso a llorar. am . udo escaparse con Oshewe1. Este
rato - me dijo, y me dio un pedazo de paují para que comiera. En eso el pe· - Tú mataste m1 perro. Este perro no. p , . erro.
.. Es a Osheoshewe a qmen de bias matar, no a m1 p
rro salió fuera a latir. - Es él que viene de nuevo a buscarte - dijo Kraima. - h
no es O heos ewe. ·· .. ..
1 d.. K onawe·
No hay duda. Vuelve a esconderte.
Entonces me hizo salir por detrás, diciéndome que no volviera sino des-
~~~~~~ A~~;~ ~ d~ov~elt~~ytú saca.s estos huesos que vamos a hacer
0
pués de que él se marchara. Yo me escondí en el monte. Desde allá oía a reahu, . h ? Je dije yo _ Los huesos no sirven para
Akawe hablando con Kraima. Preguntaba si yo estaba allí y dónde me tenían - ¿Para qué quieres los uesos . - ·
escondida. AJ fin se fue. Tok, tok, tok, pegando con su hacha, cada vez más cazar. Cómete lo q_u e matast~. h del perro Estaba muy resentido y llo-
lejos. Yo volví a entrar. Comí corazón de danto y bebí carato de plátano. Entonces volvió a tapar os uesos . ó d' . .
Kraima me dijo: raba . D pronto cogió su arco y sus flechas,, ;yeel::~-~~e~ q1~~· vive allí con los
-Si vinieran aquí los nape, sería bueno que te fueras con ellos. Allá en - Ahora voy a vengarme contra aque . b d uando
Mahekotho-teka me dijo mi hermana que viven unos nape. Cuando te vayas Puunap+wei-theri - . Así dijo y se pintó con el carbon que queda a e c
para allá, haz todo lo posible para irte con ellos. Aquí sufres demasiado. había quemado_ al p~rr~. . .. r ue estaba casado con Nakuamai,
Dormí esa noche en el chinchorro de M+ramawe. Cuando amaneció, sal( Ese lyewe1-then v1v1a con Porawe, po q d d d 1 piel Llega-
. . , t d se murió de una enferme a e a .
a esconderme de nuevo. Sólo me habían visto Kraima , Porawe y M+ramawe. hija de M+pe1ma; mas ar e .. uso su unta de bambú en la flecha y
No quería que me viera otra gente porque podían ser boca floja. Me llevé un mos cerca de ese campamento. Akawe P P

nos ~C~tedes entren. Yo voy alrededor para flechar a aquel hombre Y en se-
tizón para espantar la plaga. Pasé por el conuco y cogí un racimo de cambures
rókómi, me metí en la espesura y allí pasé el día.
Así pasé una semana. De día en el monte y de noche en el tapirí de Krai· guida me largo para Mahekotho-teka. . Kariyonawe por una pierna,
roa. A veces durante el día iba a ayudar a Kraima en el conuco. Y allá en Ka- Yo, en cambio, lo agarré por el cinturón y
wetenoma hacían Jo mismo con Kariyonawe: de día lo llevaban junto a un para que no flechara. · h·J·os
. b - Ellos después van a matar a mis i .
tronco caído y le dejaban su plátano asado para que comiera, y de noche lo -No lo mates - lo sup lica ªyo. e' l di1·0· - No·
.. a oír - Nos sentamos Y · '
iban a buscar para que durmiera en el shapono. -Cállate - me d110, - que nos van .. . c.onmi o lo ue no debía hacer .
Pasado ese tiempo, mientras estaba en el conuco con Kraima, ella me quiero matarlo porque ese Osheoshewe hizo_ g ql h'zo
, . 1 d . o Algún d1a va a pagar o que i .
dijo: -Dé jalo, dé1al? - e ecia Y · - lo convencí. Me daba mucha pena
-Ahora vente conmigo. No te quedes más en el monte, que ese niño se Al fi n , despues de .mucha con;er:i~o bueno. A veces me daba piapoco
puede enfermar -. Comencé así a quedarme en el campamento de Jos Puuna· ese muchacho porque ~1empre_ h~bta d no~ encontraba matando cangrejos
p+wei-theri. para que comiera Kanyonawe. uan o
Una tarde llegó Akawe, me vio y agarró al niño para hacerle cariños. siempre decía: h. . que por ahí anda un tigre . Yo te lo espanté.
Quiso saber dónde había estado yo escondida. Nadie le dijo Ja verdad. Pora· - Vente ya con tus 11os,
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-Bueno - dijo al fin Akawe; - ya que lo mezquinas tanto, lo voy a dejar. ¡ yerno que por poco lo matas. ,
111
_ _ -· .. ,
-Aquí está el garrote - le decia Hashowe a Osheosh~we._ - Pegale.
Pero entremos de todos modos.
-Vete a pegarle - le decían los otros. Pero él no P?d1a m mov~rse. ,
Entramos. Akawe estaba pintado de negro. Fue en seguida a contarle a Ya Jo habían despabilado; pero estaba más de alla que de aca._ Boto san-
Porawe que estaba bravo porque Oshewei se había ido con Osheoshewe y que aquel día. Para parársela, quemaron algodón y se lo pusieron en la
no quería verlo cuando regresara; por eso ahora quería irse para Mahekotho- tod 0Tanta sangre y eso que Akawe había ido con 1a ·mtenc1on
gre 'da · · d e d ar 1e t res
teka. Porawe dijo: hen · ·
-Vete. Allí dicen que hay nape. Si Napeyoma quiere quedarse con su toletazos.
gente, déjala. Tú siempre la maltratas; no le das cacería; los demás tienen que
alimentarla. ¿Para qué la tienes así? Deja que se vaya con sus parientes.
Kraima también lo aconsejó que me dejara ir y no hiciera cuestión. A la
tarde volvimos a la maloca de Kawetenoma, que era la de Hashówe. Pasamos
por el conuco. Akawe quería recoger los huesos del perro para hacer reahu,
pero yo le dije a Kariyonawe que no los recogiera. Entonces los enterraron
allá mismo.
Dos meses después del picureo, Oshewei volvió con Osheoshewe. Este
volvía con la intención de aguantar el cas;igo de Akawe y seguir viviendo con
Oshewei, como sucede muchas veces. También se había visto obligado a venir
porque los Koaisi-theri, grupo en el que se había refugiado por miedo al caci-
que de los Iyewei-theri, le querían quitar a la muchacha. Se la habían violado
como tres veces . Venían acompañados por Himotop+wei-theri. Este habló
con Akawe y le dijo:
-Tu mujer ha vuelto a este shapono. Ella no quería venir . Tampoco su
nuevo marido. Pero yo los convencí. Yo sé que tú eres valiente y eres capaz
de matar. No quisiera que fueras a !lechar a los lyewei-theri. No te pongas
bravo. Aquí te traigo de nuevo a la muchacha. Lo que tiene la mujer no se
echa a perder; sirve todavía. Ella no viene preñada . Si quieres, pégale a ella y
a él-. Así habló y a la mañana siguiente se fue.
Akawe estaba bravísimo. Tempranito fue a sacar su palo de yoawe si hi y
se acercó al chinchorro donde estaba durmiendo Osheoshewe. Lo llamó y él
se levantó. Sin darle tiempo para buscar palo, Akawe le pegó un tremendo
toletazo en la cabeza. Osheoshewe se cayó desmayado. Enorme la herida . Por
poco se muere. Pasó tiempo enfermo. Entonces los hermanos de Oshewei le
dijeron a Akawe:
-Pégale también a nuestra hermana. Es ella que se fue detrás de ese
hombre.
Akawe no quiso. Yo entonces, llorando , le dije:
-Si yo hubiera ido detrás de otro hombre, como ella, tal vez no me hu-
bieras maltratado como me maltratas. Ella anda por todas partes y tú no le
pegas porque tiene aquí a su papá y a sus hermanos. Para mí, que no tengo a
nadie aquí, tú amuelas el hacha para trazarme el pescuezo y me persigues con
tus flechas.
El no dijo nada. Los otros decían :
- Ahora este Iyewei-theri tiene que pegarle a Akawe .
-No - dijo Akawe. - Yo le pegué a él porque se lo merece. Que nadie
pretenda vengarlo -. Cogió su palo y se fue a acostar. Hashówe, que había
traído su garrote, gritaba regañándolo:
-Sí; tú no dejas que ellos te peguen porque tienes miedo. Tú le pegaste a
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4<56
CAPITULO xxxm
Encuentro con el Misionero J. Barker
Una semana después, Osheoshewe a duras penas podía salir detrás de la
casa a orinar. Una tarde llegaron allí algunos Pishaasi-theri . Por ese tiempo ya
ellos vivían en Mono u. Para venir no pasaban ya por Mahekotho-teka. Baja-
ban por la orilla del Mavaca, y el Orinoco lo atravesaban en curiaras de con-
cha de palo. Es qu·e ya no estaban en buenas relaciones con los Mahekotho-
theri. Venían con muchas cicatrices en las piernas, en los brazos .... Esa noche
hubo mucha conversación. Los visitantes invitaban a los Witokaya-theri a que
fue ran con ellos a vengarse contra los Shama-thari. A la mañana siguiente
Akawe se animó; quería ir; otros también querían . Yaatawe le decía a un Pí-
shaasi- theri :
-¿Por qué tú vienes a buscar refuerzos aquí? ¿Acaso ustedes no son va-
lientes? Siempre venían acá a buscar a Napeyoma para matarla con sus hijos,
sólo porque ella no tiene parientes. Y ahora, para ir a vengarse contra los
Shama-thari, vienen a buscar refuerzos. Nosotros no vamos . Si nosotros fué-
ramos a pelear contra los Watupawe-theri, ¿ustedes nos acompañarían? Claro
que no. Así, pues, nosotros tampoco queremos ir.
Akawe entonces dijo:
-¿Por qué no quieren ir con ellos? ¿Acaso tienen miedo de matar gente?
- No - dijo Shikorawe. - Ellos son valientes con las mujeres, pero con los
hombres no lo son.
Mientras estaban hablando, esa mañana, se picurearon Oshewei, Hewari-
we y Watoshama, hermanas las tres, para irse con los Pishaasi-theri . Watosha-
ma se iba de celosa porque su marido había estado con su hermana Oshewei.
Oshewei y Hewariwe se fueron porque ya no aguantaban a Akawe. Espera-
ban encontrar mejor marido entre los Pishaasi-theri. Corrieron, pues, hasta la
orilla del río grande y esperaron. Cuando llegaron los Pishaasi-theri, con ellos
atravesaron el río .
En el shapono Kamosiwe preguntó :
-¿Dónde está Hewariwe que no Ja veo?
Nadie respondía . Al fin Toshama dijo:
-Se fue con los Pishaasi-theri a buscar otro marido.
Y Kirama, mujer de Kamosiwe, a quien Watoshama le había dejado a la
niña, agregó:
-Las tres se fueron; salieron antes que ellos.
Hewariwe había dejado atrás a su niñ. , aquella tenida del embarazo

Reco giendo ve radas para hacL'f ílcchas 469


de otros hombres: una quedó embarazada de uno y la otra queao ui:: uuu.
Natural que no las quiera más. Y deja la regañadera, viejo sucio, con esa
-¿No ven? Los Pishaasi-ther· ól ~". cólera y se puso a regañar:
sospec oso. Entonces Kamosiwe montó
1 s o v1meron para conq · t .
nas-. Y a su padre le dijo· - Vete a b . u1s ar a mis herma- boca llena de culebras.
flecharlos. . uscarlas. S1 no te las entregan, yo voy a Así le dije, porque comía culebra a cada rato. El se puso más bravo. Me
quería flechar, pero yo le mostraba todo mi coraje. Amenazó de nuevo venir-
-Deja que se vayan - decía Ruwewe - El . se encima, pero Akawe me dijo:
do. ¿Oshewei no acaba de llegar co t .h las no sirven para tener mari-
que anda con otro hombre? El d ' n o ro ?mbre? ¿Para qué quieren mujer -Deja que te fleche . Hoy va a ser su último día .
Háshówe venía, templaba el arco, apuntaba, pero no disparaba. Regañó
yo la dejo de querer De1·e·n ue'ªs en que m1 mujer se vaya con otro hombre
· q e casen con los Pisha · th . ' más y Akawe le respondió. Quedó peor el viejo; sólo faltaba que llorara. Sus
arrepentirán y volverán a nuestro sha as1- en. Algún día se
T t 1 , . . pano. hijos no se metieron. Al fin Akawe le dijo:
o a que ese d1a anocheció y nadie s ., , . . -Yo me voy. No voy a contestarle más a un viejo feo como tú. Quien te
showe con su mujer. Antes de salir Ak ~ mod~.1º· Al. d.1a s1gmente salió Ha-
.p , ' 1
awe e !JO al v1e¡o· p uede contestar es una vieja más fea que tú .
-¡, ara que vas a buscar a esas mu .eres? A O : . -Sí - dijo Hashówe, - ¿tú piensas que te vas a quedar bonito cuando seas
sheoshewe a buscarla tu yerno 1. . . shewe1 de¡a que vaya O-
viejo? Yo, cuando era jovencito, también era bonito . Ahora soy feo porque
le rasguñó la cabeza? 'cuando s~ ~~e en~p~ 9lue tienes ahí. ¿No ves que el tigre
H - h - .. ., r ' tra e a buscarla. soy viejo. ¿No ves mi cara arrugada? ¿Tú crees que te vas a quedar joven
. . as owe sal10. Como nadie más le acom -
H1c1eron curiara de concha y t ~anaba, Ruwewe
a ravesaron el Onnoco De
.. ..
, d
se fue atrás.
toda la vida? Tú ni siquiera vas a llegar a viejo. Esa gente te va a matar, por-
que eres muy malo . Si Napeyoma tuviera aquí a sus hermanos, ya te hubieran
gresaron. Venían sin las muchacha H- h " .. , . _spues e tres días re-
- El r s6 . s. as owe llego reganando: matado.
va iente tiene la culpa de q . h' . - Viejo - le dijo Akawe - ¿cómo se explica eso de que yo pego a tus hijas
él no las hubiera maltratado tanto 11 ue m1~ iias _se hay~n escapado. Si
nunca se les habría ocurrido irse a bus'c;r ~tsr~soms:ri;an as1 no mas. A mis hijas y tú nunca me haces nada?
El viejo no contestó más . Menos mal. Yo arrumé los corotos y salimos.
Yo, en realidad, creo que tenían razón d ·
día , pisaba...
~s.
..
e irse. Akawe pegaba duro, mor-
Antes que nosotros, como una semana antes, ya habían salido para
Mahekotho-teka Porawe , con Kraima y M+ramawe , Ahaiwe con su esposa y
Entonces salieron varios Witoka a-th . . . .
nos Iyewei-theri en dirección M Y en ~ Puunap+we1-then con los yer- otros. Porawe había ido a ver si conseguía machetes.
Pasamos por Puunap+wei y dormimos en la maloca vieja. Al día siguien-
diendo que les devolvieran lasamu ?e~~s u. Alh ha~laron co.n Hesikak+we, pi-
te dormirnos donde los R aharawe-theri. Akawe contó lo que había pasado
~menazar?n diciéndoles que el yer~o d~ ~~~u_e).1 no, los_iban a flechar . Los con las hijas de Háshówe . Entonces el cacique de allá le dijo que si quería
iba a pedir tela colorada y vidri . , o e era amigo de los nape y les quedarse con ellos, bien podía hacerlo. Akawe pensó un poco; también que-
para que se murieran todos los pº· yh qu~ thna~ a quemar eso cerca de Mono u
, is aas1-t en Asustado H . ría irse para los Toraemip+wei-theri ; pero al fin , se decidió por Mahekotho-
man d o a buscar a las mujeres ue esta . . por eso, es1kak+we teka. Yo iba contenta, deseosa de encontrar a los blancos. Para pasar el Maa-
vió. Tres días después los env~do b~n escondidas en el monte y las devol- ta ke u encontramos un puente nuevo . Pasamos. Caminamos. Llegamos. Los
había ~bligado a los Pishaasi-theri sa ve:~:~. de vuelta. E l miedo a la epidemia Mahekotho-theri ahora tenían shapono verdadero. Cerca del shapono había
una casa de zinc y otra de palma. Eran de los blancos. En la de palma vivía el
qmero ver _m ás . Vámonos para Mahek~tho~~[kºa~sa muier de nuevo. Yo no Ja
. -Mira - me dijo entonces Akawe - L , .
cocinero, a quien los indios llamaban Teiwe. Pero ese día en que llegamos no-
dando~ar m1 algodon, que estaba
Dos d1as después salimos. Tuve ue ab . , sotros , no había ningún blanco.
todo abierto, por el capricho de él Aq En su maloca los Mahekotho-theri se estaban preparando para salir de
h bl, d . ntes e salir aquella -
a o uro y dijo para Háshówe : • manana, Akawe wáyum+. Yo salí en seguida con Prerepemi a buscar plátanos. Había sido ella
-¿Para qué fuiste a traer a esas mu . eres? y .. la que me había enseñado la casa de los blancos . También me dijo que tenían
ellas. Te van a servir de espo M' J . . ª. que las tra11ste, quédate con una mujer con un niño. Al día siguiente salimos , pues , con los Mahekotho-
hijas. Nosotros no las quere~~ss. ~ra,YPokos1m1 ya está vieja; cásate con tus
d · mas. o mucho meno y theri de wáyum-i- . Con nosotros iba Ahaiwe , hermano de Akawe. Subimos
e m1 mamá y no vuelvo más. , s. o me voy a casa por la orilla del río grande y paramos. Nosotros con algunos Makehotho-theri
Hashówe se calentó y comenzó a gritar Pe! , hicimos tapirís allí mismo y los demás Mahekotho-theri , más atrás, pero mon-
venía encima para matarme. . o por el arco y las flechas y ya te adentro, ya que querían ir a comer moriche por allá . Los hombres fueron a
-¡ Fléchame! - le dije yo _Yo no 1 . pescar y llegaron tarde, después de la lluvia. Entonces fue cuando me llama-
- Akawe rechazó a mis hÚas -di ·o é~ ~engo miedo a un viejo como tú .
- Embuste - le d.. l , Y eso fue por culpa tuya . ron a ver una anaconda que habían matado.
i¡e yo . - El rechazo a tus hijas porque se fueron detrás - ¿Para qué tengo que ir a ver una anaconda si no me gusta comerla? -
contesté.
(56) Refiriéndose a Akawe .
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-No. Ven para que veas, tú que nunca crees - me dijo Patayoma, mujer lo dejó como muerto. Lo desplumaron y se repartieron las plumas. Eran blan-
de Ahaiwe. quitas, limpiecitas, como algodón. Después el pichón volvió en sí, Y se movía
Yo, en efecto, no creía una cosa de la que ellos siempre hablaban, es de- en el suelo, todo pelado, con frío.
cir, que hay anaconda con cachos y patas. -Mátenlo, máten lo - gritaba una mujer. - No le hagan sufrir, que así es-
Fui. Junto a la orilla del río estaba una ya despedazada. tará sufriendo el niño que es su dueño .
-Mira - me dijo Ahaiwe, - tú que no crees que en el río esté el nieto de Akawe con un palo lo remató. El pichón miraba con los ojos volteados,
Rahara. grandes , como de gente. Hicieron una fogata y lo quemaron, dejando allá sus
-Mira dónde le van a salir los cachos - me dijo Patayoma, señalándome huesos. Después Akawe se arrepintió de haberlo matado; se acordó de que
la cabeza -. En realidad tenía un bultico como si fuera eso. -Este es nieto de tenía a su hijo Ushiwei y que podía ser él el dueño de ese no reshi.
Rahara - agregó ella. - Y mira acá - dijo halando otro pedazo. - ¿Ves las pa- Yo me apretaba al niño y le decía:
tas? -¿Verdad que no eres tú que te vas a morir?
-Embuste - dije yo, pero al mirar bien, vi que, cerca del trasero, tenía Caminamos como dos días más y llegamos a un lugar donde había taca-
dos patas como de Joro con sus uñotas feas . Total que quedé creyendo. Era la majaca. Hicimos tapirís para comerla con tranquilidad . De allí los hombres
primera vez que veía un monstruo semejante . salían a cazar o a buscar esa fruta. Yo me quedaba con Prerepemi en el cam-
-Hay muchos - me dijeron ellos. - Pero, cuando se ponen así, no se que- pamento. Un día oímos a Kom+remi. Estaba feo el tiempo; todo oscuro.
dan aquí; se van río abajo o se meten en una laguna honda . -¡Eeeeeeeee! ¡Eeeeeeeee! - oímos gritar lejos .
Se trataba, pues, de rahara y no simplemente de anaconda. Dicen que Al rato se oyó el grito de nuevo, por otro lado. Yo le dije a la vieja:
cuando se ponen así de grandes hacen poooouk, poooouk, reventando como -Oye: gente gritando. Quién sabe si son los cazadores que han cazado un
tiros de escopeta, y botan agua para arriba. dan to.
Más tarde, estando yo con los Witokaya-theri, vi otro parecido . La vieja escuchó bien .
A la mañana siguiente los Mahekotho-theri se fueron monte adentro. No- -¡Qué va! - dijo ella. - Esa es Kom+remi . ¡Cuidado con responderle!
sotros nos quedamos con el grupo de Mosihewe, marido de Prerepemi. La vieja me hizo mudar a otro tapirí y ella echó ají en el fogón . Entonces
Por allá íbamos caminando, buscando tacamajaca para comer. Mientras se formó un viento fuerte.
los hombres iban buscando esa fruta , dieron con un nido de arpía. -Kom+remi es una mujer muy bonita, de cabellos largos - me explicó. -
Los pichones les interesaban mucho a estos indios porque su plumón les De tan bonita que es, grita para atraer a los hombres. El que la vea se queda
sirve de adorno para el pelo. El nido estaba hecho sobre una mata cuya con- encantado y la sigue hasta que ella lo deja perdido en el monte.
cha sirve de barbasco. Había sólo un pichón. Entonces armaron una troja al- - ¿Será verdad?
rededor de Ja mata y se subieron. Todo con un poquito de miedo, porque el -Claro que sí. Ella ya ha engañado a muchos hombres.
pichón estaba ya grandecito , y bravo por lo visto. Con la boca los hombres le Al rato oímos otro grito, en otro tono, más grueso:
hacían: ¡dak, dak! y sacaban los palos del nido para que el pichón se cayera. -iA++-t+++++++!
El pichón silbaba, silbaba . -¡Ay! - gritó la vieja. -Ya algún hombre le ha contestado.
-Déjenlo, déjenlo - les gritaban las mujeres desde abajo, - que está lla- La voz de Kom+remi la oímos otra vez, pero lejos; después no se oyó
mando a su mamá. Alguna vieja estaba llorando por pena y decía: - Quién sabe más. La vieja seguía soplando candela, quemando ají y caraña blanca. Tenía
si por ahí van a matar también a mi nieto. miedo por sus hijos y lloraba . Pero esta vez no se perdió nadie .
Es que la arpía es el no reshi de muchos hombres . Si se mata el no reshi De aquel lugar bajamos a un moricha!. Una mañana oímos tiros. Yo ha-
de tal indio, éste también se muere. bía oído muchos cuando niña . Después los de Martínez y ahora éstos. Akawe
Claro que al fallarle donde pisar, el pichón al fin cayó. Pero no se mató . no sabía qué eran . El iba cazando loros reales y, al oírlos , se vino corriendo,
Se quedó montado en uno de aquellos palos caídos. Los hombres bajaron. todo asustado, al campamento.
Uno de ellos agarró el palo en que estaba el pichón y se fue. Nosotros con él . -¿No oíste eso que reventaba por allá? - me preguntó.
Antes de anochecer hicieron tapirís . El pichón seguía sobre el palo , pero des- -Esos son tiros de los nape - le expliqué, así como aquel día en Kawete-
de la tarde no acababa de gritar: ¡wiiiiii , wiiiii ! En eso vimos que llegaba la noma.
madre , con aquellas alas enormes. ¡Ho, ho! hacía , dando vueltas en el aire . -¡Qué vas a saber tú' Esos son Yai que andan por ahí.
- Dejen que su madre se lo lleve - gritaban las mujeres. No le contesté más. Era bruto y, encima, incrédulo. Entonces le pregun-
Los hombres flechaban ; pero ella volaba más alto . Después se acercaba, tó a otros:
la flechaban, ella volvía a alejarse, hasta que se fue del todo , dejando a su pi- - ¿No has oído esos reventones? ¿No será que Rahara se ha reventado?
chón. -No - dijeron sus hermanos Mahekotho-theri , riéndose . - Ese es nape.
En seguida Akawe con un palo le dio un golpe en la cabeza al pichón y Debe ser Pawe que anda por ahí cazando con esos " granos que estallan".

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Al mes de estar allá, se nos acabaron los plátanos. Mosihewe una tarde las flechas para que no las usara; entonces Kariyonawe se le agarraba de la
dijo: piernas para que no pudiera apuntarlo; _los demás vecinos venían a desarmar
-Sería bueno ir a buscar unos racimos a Mahekotho-teka, así podremos lo. Por eso Kariyonawe le tenía tanto miedo.
acompañar la cacería. -Si tú matas a este niño - le decía yo , - ¿piensas que me voy a queda:
A la mañana siguiente salimos . Al llegar fuimos al conuco y sacamos plá- aquí?
tanos . Ahora sí estaban los blancos. Por eso Akawe dijo : -¿Para dónde te vas? - me preguntaba .
-Voy a mirar a los nape. -Para otra tribu - le decía; - pero algún día me voy a casa de los nape.
Yo también fui. Finalmente tenía la oportunidad. Allá vi a un hombre ·Crees que es bueno aguantar todo lo que tú haces? Ahora aguanto porque
alto; parecía americano . Me acerqué . Le hablé en portugués, en castellano, ~o encuentro cómo irme, pero algún día me iré.
todo mezclado, pero más me salía en Yanomami . El no respondía. Entonces Yo discutía con él muchas veces. Ahora era imposible escaparme. Allí
llamó a otro que los Mahekotho-theri llamaban Hosewe . Salió éste; vi tam- había una mata caída sobre el Orinoco. Yo me iba con el niño sobre ella para
bién a una mujer y a dos niños catires. Y debía de estar otro detrás de la ver lejos , abajo , sobre el río ; me hubiera gustado ver una curiara remontan-
casa, el que Akawe fue a agarrar. Yo seguía hablando: le contaba al misione- do , alguien que me ayudara a escapar . .. Nada. A Kariyonawé le decía:
ro que me habían raptado los indios en Brasil , que me habían flechado, que -Si encontramos una curiara, nos vamos rio abajo. Tu hermano se queda,
había viajado mucho, que no sabía dónde estaba. El me exp licó que estába- pero después él también se irá detrás de nosotros.
mos en Venezuela , en el Alto Orinoco. Después le pedí que hiciera el favor de lle- Los Mahekotho-theri entonces no tenían ninguna curiara; si no, yo me
varme cuando se iba para abajo . El dijo : hubiera escapado . Buscamos, pero no había . Entonces, para que esos blancos
-No; anora no puedo . Los indios están muy bravos . Vamos a ver dentro supieran que yo seguía andando por ahí con deseos de volver adonde mi gen-
de un tiempo cuando estén más mansos. te , cogí un recorte de tabla que encontré junto a la puerta del hombre co_n
A este musiú le decían Pawe los indios. Yo seguí hablando con él y le quien había hablado y con carbón escribí mi nombre y el de mi papá. _Todav1a
dije que mi papá era venezolano, que se llamaba Carlos Valero y que había recordaba algo de escritura. La tablita la dejé recostada a la casa de zmc.
vivido en San Fernando de Atabapo. En eso veo a Teiwe que venía corrien- Así que volvimos al sitio donde estaban los demás de wáyum-i- . Antes de
do, todo asustado , y a Hosewe , diciendo que los indios se habían llevado a un llegar , me puse a cazar algunos cangrejos para disimular. Akawé me pregun-
niño de ellos. En seguida la mujer blanca se trancó en la casa de zinc. El tó :
hombre que hablaba conmigo salió corriendo . Yo no los vi más. Akawe des- - ¿Por qué demoraste tanto ? , .
pués me contó que, cuando él corría con el niño que les había robado , lo ha- Le contesté que me había extraviado . Nadie supo que me hab1a _ido_ hasta
bían atajado, apuntándole con fusiles . El recordó la escopeta de Martínez y Mahekotho-teka . De allá pasamos a otro lugar y se me enfermó Ush1we1. Mo-
sihewe lo brujeaba. Al fin regresamos a Mahekotho-teka. Los _Mahekotho-
soltó al niño. Es que le había gustado el niño; quería criarlo - me dijo - por-
que era bonito y tenía los ojos azules . Mejor así, que con Akawe se hubiera theri se quedaron en su maloca. Nada de blancos. Nosotros segu1mo_s Y lleg~­
muerto de hambre. mos a dormir a orillas de un caño de aguas blancas, cerca de un monchal. Hi-
En esa confusión los indios me agarraron en seguida y me arrastraron al cimos tapirí en un claro donde siempre do rmía la gente antes de que el tigre
camino para salir de vuelta . Vi a Akawe llegar todo asus tado. Recogimos los se comiera a Kaisarama . Esa noche oímos al tigre roncando . Creo que era el
plátanos y salimos. Akawe me regañó porque yo había estado hablando con mismo. Remedaba a los araguatos . .
los americanos. -Voy a matar ese tigre - dijo Akawe . Llegó frente a la tig~era y vio ~~
animal parado en la entrada. Roncaba. Disparó dos flechas y e_l. ttgre se ~et10
-No son mis parientes - le dije. - Son otra gente - . Y me puse a llorar.
adentro . Yo dejé de oírlo roncar . Akawe volvió en seguida y dijo: - ¿Que ha-
Llegamos tarde al lugar donde estábamos de wiiyum+ . De allá nos muda-
mos para otro sitio . Estuvimos otro mes . A los dos días de llegar, aprove- cemos? Me quedan sólo dos flechas con punta de arpón. ¿Nos _vamos? ..
Seguimos acostados. Aclarando, se volvieron a oír ronquidos. Akawe noi
chando que Akawé salía lejos de cacería, yo regresé a Mahekotho-teka . Me
quiso volver a flechar . Total que la muerte de Kaisarama no fue venga~a. N~­
pelaba por irme. Pero los americanos esta vez no estaban . Quedaba su bonito
sotros seguimos para Raharawe, pero los R aharawe -then estaban de wayum+ ..
maíz , sus matas de limón . Seguí sus rastros hasta el puerto: allá miraba los
rastros de sus botas grandes. Creo que se habían ido por el susto que les ha-
Dormimos en su shapono y al día siguiente llegamos a Puunap+wei . Los
bía hecho pasar el loco de Akawe. Me senté y me puse a llorar. ¡Tanto deseo
que tenía de irme! Kariyonawé lloraba conmigo: teníamos que regresar al Puunap+wei-theri sí estaban . Con ellos nos quedarnos. .. . .
Como quince días después , volvieron a atacar l~s Hu-then. T~mpra~ito.
monte , a seguir viviendo con aquel hombre cruel. .. .
El primer flechazo fue para Sherekawe , cerca_ del o¡o'. cuando sahó a onnaE
Es que Akawe también le pegaba al niño . Cuando comía cacería le zum-
detrás de la casa . Otro que también había sahdo a orinar fue flechado en _la
baba los huesos encima . A veces le pegaba con un palo y yo tenía que aga-
pierna. Los dos gritaron . Los demás estaban durmiendo , saltaron de los chm·
rrarlo y hacerle cosquillas para que lo soltara. Muchas veces tuve que quitarle
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chorros y pusieron en sus flechas puntas de curare . Entonces comenzaron a lo asaron; después me lo exprimieron sobre la herida. Dolía cuando penetra-
llover flechas por todas partes . Yo estaba sentada junto al fogón y ¡tuk! una ba, así como yodo. Los indios dicen que eso no deja que la herida se inflame
flecha se me clavó en la espa lda. Venía Ja flecha del otro lado del shapono. ni que se formen gusanos . Después me pusieron de nuevo algodón quemado .
Me caí. Después me dijeron que Nihiyoma y Patayoma me recogieron . Mesa- En la tarde volvieron los hombres. Habían perdido los rastros de los Hii-
caron de debajo a Ushiwei que chillaba medio aplastado . Kariyonawe lloraba theri . Algunos vinieron a ver cómo estaba yo. Akawe me miró; no dijo nada,
al verme herida. Al rato volví en mí. Estaba acostada en las piernas de Pata- pero abrazó a Ushiwei que estaba llorando y ~e puso a decir ~on rabia :
yoma . -Vine a ver si mi mujer estaba muerta. S1 se muere, manana de madruga-
-¿Te duele? - me dijo ella llorando. da salgo a matar mujeres Hii-theri.
Yo quería sentarme , pero ella no me dejaba. Adentro los hombres grita- El primer día me dolió sólo en la herida . El segundo comenzó a dolerme
ban: toda Ja espalda. No podía trabajar. Al otro día nos fuimos. Los Puunap+wei-
-¡Hoki a, hoki a! ¡Naiki a, naiki a/57 . theri se fueron a Korita, donde había mucha verada: allá se daba muy bien;
La sangre bajaba de mi espalda y corría por el suelo, espumosa. La heri- querían darles a Jos Witokaya-theri porque Ja que se daba en Witokaya era
da no me dolía. Sentía sólo como algo pesado, muy pesado. Las mujeres en demasiado grande y pesada , tanto es así que las mujeres la usaban para ador-
seguida me habían sacado Ja punta. Kraima quiso mirarla: vio que no tenía narse las orejas, así como también el cogollo . Los hombres las regañaban
pecho morado, es decir que no era un bambú venenoso . Si lo hubiera sido porque eso - decían - echaba a perder las matas. Por eso ahora las veradas se
ahora no estaría echando esta historia. daban grandes abajo y finas arriba, igual que las mujeres que tienen las nalgas
Lo que salvó a los Puunap+wei-theri aquel día fue la empalizada. Desde grandes y arriba son delgadas.
adentro flecharon afuera tres veces. Los Hii-theri volvieron a flechar adentro; Yo y Akawe nos fuimos para Toprai .
después afuera , después adentro ... Parece que los Hii-theri no querían mar- Encontramos solita a Amatama, mujer de Ruwewe. Nos contó que había
charse . Tal vez querían que lo Puunap+wei-theri acabaran sus flechas . Por discutido mucho con el viejo Hashówe porque la esposa de éste había ido a
eso los nuestros comenzaron a reservar las suyas, a dejar que los enemigos fle- coger de mi algodón. Amatama le había llamado Ja atención. Hashówe le ha-
charan, flecharan ... Al rato los nuestros respondieron, pero sólo con puntas bía contestado:
de bambú. -¿Por qué tú mezquinas su algodón? Ella es otra gente. Si lo recojo es
La hermana del jefe Hii-theri que vivía con nosotros, Kanaema, se puso porque el algodón es de mi yerno .
a gritar: -Sí, es verdad - le había contestado Amatama , - pero no es Akawe que
-¡No flechen más! ¡Váyanse! ¿A quién quieren matar aquí? Vayan a fle- lo siembra , sino Napeyoma . ¡Es ella que lo cuida para después hilarlo y hacer
char a los hijos de Hashówe. Son ellos que tienen a las mujeres que ustedes chinchorros para que se acuesten sus hijos y no esas flojas!
criaron. Aquí no hay ninguna de ellas-. Kanaema y su hermana Shapinama Al oír esto Hashówé había querido flechar a Amatama e hincarle el arco .
salieron para hablar con los enemigos . Con eso los Hii-theri dejaron de fle- Para no verlo más se había venido a vivir a este shapono con su esposo . Yo le
char. Gritaron, patearon el suelo y golpearon los arcos contra las flechas. dije:
Después reinó silencio y volvieron a entrar las dos mujeres . -Ese viejo también se quiere meter con ustedes. Ese valiente ... que con
-Ya se fueron - nos dijeron . - Se fueron por el camino de Yarapiawe. un palo que le hinquen en la otra nalga va a mostrar el culo también por el
Esta vez eran sólo los Hii-theri; no habían venido los Maamawe-theri. otro lado.
Entonces Patayoma me hizo acostar boca abajo en el suelo. Con una camasita Akawe, que me había oído, se puso a reír. Amatama, en cambio, lloraba
comenzaron a echarme agua sobre la herida. Sentí frío y volví a desmayarme. v c.Jecía :
Más tarde volví en mí y la herida dejó de sangrar. Los hombres habían salido -El día que se muera ese viejo me voy a quedar alegre por todo lo ~~e
para perseguir a los enemigos. Akawe también. Antes de salir , Kraima le ha- me ha hecho sufrir. Cuando me quiso pegar , me tumbó a mi hijita . iVJeJO
bía dicho: malo y chochol ¡Bien hecho que yo le haya quitado a ese niño al que tú le
-Flecharon a tu mujer. Tienes que matar a una mujer Hii-theri. cortaste los dedos cuando nació 1
Las mujeres me dejaron sentar y me pusieron algodón quemado sobre la -Ese viejo sirve para vivir solo - dije yo . - No sirve para vivir con gente.
herida y, encima, algodón sin quemar. Después me hicieron acostar en el Después de un tiempecito, sin embargo, Porawe nos mandó a avisar que
chinchorro de costado. Me sentía débil, la vista nublada , sentía todo este lado nuestro anoto en Puunap-t-wei-teka lo estaban comiendo los carasucias. Nos
dormido. Atrás, junto a la herida, sentía todo pesado: la herida me ardía ... fuimos . Ellos ya estaban recogiendo el suyo. Nosotros recogimos dos mapires
Más tarde fueron a buscar barbascajo , lo envolvieron en una hoja de casupo y y media guatura. Tres días estuvimos allí. Luego nos encaminamos y nos pa-
ramos en el caño lwariwé titiupe. Allí hicimos campamento. Comíamos los
(57) ¡Vá.monos , vámonos 1 , ¡Estamos hambrientos de carne! (Aludiendo a un supuesto plátanos que cargábamos, las sardinas que matábamos en ese caño y hacíamos
canibalismo). Los hombres en un ataque lanzan exclamacio nes como éstas para anoto . Nosotros hicimos cuatro bolas: tres mezcladas con caraña y una de
exacerbar sus ánimos y aterrorizar a los enemigos.

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puro onoto. do la boca de un manotazo. Con eso Porawé estaba completamente seguro de
La segunda tarde que estábamos allí, se levantó un viento fuerte y se oyó que se trataba de Yai . También dijo que los Yai no lo iban a matar, ni que lo
un grito que venía del lado del cerro . Todos pensamos que era grito de gente . dejarían morir comido por los bichos. Había, pues, que seguir buscándolo.
Nos paramos para escuchar. Queríamos saber exactamente de dónde venía el Durante la noche cantaron los brujos, invocando al Espíritu tigre, para que
grito. Akawe, su hermano Shikorawe y otros hombres cogieron arcos y fle- no dejara ir lejos a los Yai. Mandaron al Espíritu de la pereza hacia allá para
chas y corrieron hacia el lugar del grito . Los demás volvieron pronto; Akawe que les diera flojera al caminar.
y su hermano , no . Entonces, Yapremi, una vieja que estaba acostada, pre- Al día siguiente los hombres volvieron a buscar. Se llevaron calabazas
guntó : para gritar dentro de ellas. Los que tenían esas camasas rugían como tigres,
-¿No será ese grito de Sirorom+ o de Kom+remi? Si es de Sirorom+, hacían ruido: todo esto asusta a los Yai; les da miedo correr. Pero a Akawe
esta noche nos va a devorar, porque , cuando hay mujer preñada, él se pone no lo encontraron. Más tarde, mientras Porawe y otros brujos cantaban para
bravo; viene al shapono y desuella a Ja gente para llevarse el cuerpo y comér- detener a los Yai, los perros comenzaron a latir. Los hombres flecharon afue-
selo, y deja tirado el pellejo sobre el tapirí . Sirorom+ tiene mucha fuerza ... ra . Pero Porawe mandó que no flecharan, porque seguramente eran los Yai
Todas las mujeres tenían miedo. Especialmente Wariyoma, Hukoshoemi que venían con Akawe. Las viejas, creyéndole muerto, lloraban . En realidad
y Natoma que estaban encintas. Durante la noche oímos de nuevo los gritos. los Yai estaban ahí , dando vueltas alrededor del campamento, y Akawé con
El viento los traía de diferentes lados hasta nuestros tapirís. Pero no era Siro- ellos. Se oía pisar ramas que se rompían . Cuando comenzó a aclarar , hubo si-
rom+, porque gritaba como mujer. Sirorom+ grita como animal: siiiiiiiiroro- lencio : se había ido .
ro ... Y cuando está cerca, se le oye decir: gru , gru , gru ... Así contaba Akawe Los hombres entonces volvieron a salir para buscar . Finalmente, en las
que lo había oído. Y parece que tiembla la tierra . Yo lo había oído gritar de cabeceras de un caño, oyeron a Akawe gritando . Los Yai - según me contó él
lejos, en Wánitima. Los brujos, entonces, habían mandado quemar ajíes y ha- después - le estaban pegando en el cuerpo con una piedra chata, de color
cer humo con peramán, empujando el humo con el abanico hacia el lugar del amarillo y relumbrosa . En seguida nuestros hombres rodearon el lugar. Algu-
peligro. Poco a poco el grito de Sirorom+ se había ido perdiendo por el mon- nos soplaban las calabazas; los demás y las mujeres gritaban. Cuando Akawé
te. se dio cuenta de que había gente, se levantó y trató de escapar; pero Porawé
Durante la noche, cuando casi todos estaban durmiendo , llegó Shikora~ le gritó :
we. Todos le preguntamos donde estaba Akawe. Nos contestó que segura- -¡No corras!
mente había oído el grito de Kom+remi y se había ido detrás de ella . Por allá Akawé no hizo caso, o no oyó, y echó a correr más todavía. Entonces los
había oído que Akawe gritaba: hombres se pusieron a soplar más en las calabazas. Al fin algunos lo agarra-
-¡Ven, ven a defenderme! ron. El trataba de zafarse; los mordía. Pero ellos le amarraron las manos por
Shikorawe había corrido, pero ya Akawe no estaba . Corrió adonde había la espalda y lo trajeron hasta los tapirís. Serían las tres de la tarde . Lo desa-
oído otro grito , y tampoco lo encontró . Entonces pensó que lo habían matado marraron y lo acostaron en su chinchorro. El miraba como loco. Yo , enton-
los enemigos. Por eso ahora le decía a todo el mundo: ces, me fui con los niños al tapirí de Kraima. Akawé se quedó con los brujos
-¡Despierten, despierten, que los enemigos han matado a mi hermano! que Jo ensalmaban cantando, mientras las mujeres seguían quemando ajíes .
Los hombres se armaron y salieron por el camino grande que va a Puuna- Cuando anocheció, volvimos a oír a los Yai que silbaban como si estuvie-
p+wei. Se llevaron candela y se fueron lejos. Pero no encontraron gente. Estu- ran cerca : ¡shu+, shu+, shu+! Silbaron durante toda la noche. Akawe se le-
vieron donde se habían oído los gritos. Nada. Buscaron, buscaron ... Volvieron vantó y quiso escapar. En seguida los hombres lo persiguieron , soplando cala-
al campamento para comer plátanos y salieron de nuevo a buscar. A la media bazas. Con eso dejaron de oírse los silbidos. A Akawe lo agarraron y lo vol-
mañana encontraron los rastros de Akawe. Los siguieron. Nosotras también vieron a traer. Kraima le dio carato de plátano, pero él no quiso . Para que no
habíamos encontrado rastros suyos en la orilla del caño Yarakap+wei; pero volviera a escaparse, lo dejaron amarrado por las manos y los pies . No habla-
estaban cubiertos por hojas. Al ver esto, Porawe dijo que se lo habían llevado ba . Quería morder ; hincaba Jos dientes en el chinchorro. A veces gritaba:
los Yai. Los Yai son gente del monte que se llevan a los Yanomami; Kom+- -Esa mujer está parada delante de mí, mirándome -. Nadie veía nada .
remi lo pierde a uno y ellos se encargan de llevárselo . Así hacen precisamente Pero él decía : -¡Espántala, mamá 1 ¡Pégale!
cuando roban gente: tapan Jos rastros con hojas; los de la persona robada , Los brujos entonces cogían los tizones y le pegaban al aire.
porque los suyos no se ven. Porawe nos suplicó que no gritáramos , porque si A la mañana siguiente a Porawe le pareció bueno que siguiéramos de wá-
nos oían los Yai, se hubieran alejado más . yum+ para evitar ese peligro . Salimos, pues , para Witokaya, porque había ve-
a
Nosotras regresamos los tapirís. Los hombres regresaron ya anochecien- nido Kamosiwé a decirnos que nuestro algodón, allá, se estaba echando a per-
do. Dijeron que habían oído a Akawe que gritaba : der y que había mucha caña dµlce hecha. Akawé , con las manos amarradas
-¡Vengan a buscarme! atrás iba entre Jos hombres. Pasó el día llorando. Le dieron de comer carne
La última palabra la habían oído interrumpida , como si le hubieran tapa- de c~chicamo. El la tiró al suelo ; no quería comer; lloraba desesperado. Así

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pasó como quince días: los brujos siempre cantándole y las viejas quemando dar su conuco y sembró muchos plátanos.
ají con caraña, sahumándolo parn curarlo. Se había puesto muy flaco. Cuando Era tiempo de verano. Un día llegó Warapawe, yerno de Ruwewe, ad<
al fin se puso bueno, nos habló así: cirnos que había traído un rnapire lleno de pescado, que había mucho en une
-Yo, junto con mi hermano, había corrido detrás de Kom+remi. Por allá caños que él conocía; que habría pescado muchísimo más en una laguna, sin
volví a oír su grito. La seguí. Mi hermano se quedó atrás. Oí el grito más cer- hubiera sido por una culebra grande que no dejaba pescar cerca de ella.
ca; pensé que ya la iba a alcanzar, pero no. Cuando Kom+remi dejó de gri- -¿Por qué no la mataste? - le preguntó Akawe.
tar, me paré para regresar; pero de pronto sentí pasar como un viento y cua- -Sí, la maté - contestó él. - La hemos sacado y ahora se estará pudrier:
tro mujeres bonitas me agarraron. Fue entonces cuando yo grité llamando a do. Ahora ya se puede pescar en la laguna.
mi hermano para que viniera a defenderme. Aquellas mujeres me llevaron a Entonces decidirnos ir. De madrugada salirnos a recoger pijiguao en Puu
una laja donde estaban todos los Yai esperándome. Allá tuve miedo. "¿Serán nap+wei-teka , lo cocinamos y lo llevamos junto con muchos plátanos. No
enemigos?", pensaba yo preocupado. Ellos se pusieron a conversar: "¿Un fuimos todos, Witokaya-theri y Puunap+wei-theri, por aquel camino por don
hombre?", dijo uno de ellos, "¿por qué lo trajeron? ¿No saben que cuando se de siempre íbamos a recoger yuvía. Llegamos a la laguna poco antes de me
agarra uno de ellos, sus parientes nos persiguen y no nos dejan tranquilos? diodía. Quedaba más abajo de un moricha!. Había muchos pájaros que canta
¿Acaso es la primera vez que pasa esto?" Las mujeres dijeron: "Nosotras no bu.n. Allá nos sentamos y comimos pijiguao. Hacía calor y el agua estaba ti
lo hemos traído para siempre; lo vamos a devolver" . Los hombres se pregun- biecita. Al lado de la laguna había un caño; allá se metieron los hombres ¡
taban: "¿Adónde lo vamos a llevar ahora?" Al fin decidieron irse conmigo matar guabinas, bagres, mataguaros .. . Un temblador le dio un corrientazo <
por el camino de Witokaya, llegando hasta las cabeceras del caño Hiitehi re- Warishana ; se cayó; lo arrastraron . Era grande el temblador y lo mataron
reope. Entramos en un shapono vacío. Me acostaron en un chinchorro; las Akawe estaba con ellos. Yo dejé a Kariyonawe cuidando a Ushiwei .
mujeres soplaban el fuego y me tocaban para ver si estaba caliente . "Atiza -Voy a pescar en la laguna - le dije. - Los pescados que te tire para acá
más decían, - porque esta gente está acostumbrada a dormir con el fogón mételos en la guatura.
grande". Al día siguiente me llevaron para las cabeceras del caño lwa titiupe Los hombres gritaban. Habían encontrado otro temblador. Yo, solita er:
masi, allá donde aquella laja. En eso oí que ustedes gritaban . Oí a mi madre, la laguna . Debajo de un tronco sacaba cacaradoras, viejas, y le tiraba todo a
a mi cunado, a mis hermanos, a los hombres ... Para que yo no contestara, Kariyonawe. En medio de la laguna, en seco, estaba la culebra enrollada. Lm
una mujer me tapó la boca. Después se fueron corriendo conmigo hacia el ca- hombres me gritaban:
mino de Witokaya, pero nos topamos con tres tigres en el camino . Volvimos -No te acerques a esa culebra que está podrida. ¿No hueles? Mira los ci-
pie atrás. Aquel hombre entonces dijo: "¿No ven cómo nos persiguen? Uste- garrones que la están comiendo . No menees el agua cerca de ella.
des tienen sus maridos .. . ¿Por qué van a robar el marido de otra gente?" Así Yo miraba la culebra. Tenía cabeza como de chácharo y la herida estaba
dijo, regaiíando a aquellas mujeres bonitas. Andarnos por una tierra firme y llena de cigarrones y mariposas. Después atrapé un pescado grande; me sacu-
nos sentamos . Allí el jefe dijo: "Estamos llegando al sitio donde lo robaron. dió y me asusté. Me puse a mirar la culebra y en ese momento abrió un ojo,
Déjenlo ahí ahora. Los Yanomarni no roban a las hijas de ustedes, que son me lo picó y lo volvió a cerrar. Yo quedé asustada y seguí mirándola. Ella me
muchas y bonitas. ¿Por qué ustedes van a robar sus hombres?" Entonces ba- volvió a picar el ojo. Entonces me levanté y corrí con el pescado vivo que te-
jaron conmigo al caño Yarakap+wei para entregarme. Allá nos paramos y las nía en la mano. Se lo tiré a Kariyonawe para que lo matara. Me puse a Ushi-
mujeres me estuvieron adornando; me pusieron cuentas bonitas en el cuello, wei en el güenepe, agarré la guatura y dije:
en los brazos, cruzadas sobre el pecho y debajo de las rodillas. Mientras ha- - Esa culebra está todavía viva. Vámonos.
cían eso me decían: "Así llegarás todo adornado y lindo a la casa de tu mamá Nos fuimos a una tierra alta. Kariyonawe ll amó a Akawe. El se vino y yo
y de tu esposa . Con eso te acordarás de nosotras" . Entonces yo comencé a re- Je dije que la culebra estaba viva.
ventar los adornos que me ponían, pero aquellos hombres me vinieron a pegar - ¡Cómo va a ser! - dijo él, orgulloso corno siempre. - Está mue rta. Es tu
con una piedra chata y pesada. Cuando ustedes comenzaron a hacer bulla con padre que está vivo.
las calabazas, los Yai se escabulleron. - ¡Será tu madre ' - le contesté yo, brava . - ¡Esa culebra está viva!
De aquellos adornos, Akawe había traído las jarreteras. Kraima, al vér- Entonces él sacó la cuerda del arco y me dijo:
selas, se las quitó diciendo : -La voy a hincar. Si está muerta, te voy a zambullir en esa agua sucia.
- ¡Miren cómo adornaron a mi hijo, con brazos de cangrejo e nsartados en - Sí - le dije yo; - pero, si está viva, yo te voy a zambullir a ti .
bejuco! - . Cogió los adornos y los echó al fuego. El se puso a reír y comenzó a hincar la culebra. Estaba enrollada, con el
No fuimos al shapono de Witokaya, para evitar nuevos pleitos, sino que cuerpo casi todo fuera del agua . La hincaba , hincaba; nada .
nos hicimos un tapiri junto al conuco. Recogimos mucho algodón y una sema- - Hinca con fuerza - le dijo yo, - que esa bicha está viva . Acé rcate más.
na después nos fuimos para Toprai. Allá ya habían llegado el día antes los Akawe se acercó e hincó duro. La culebra levantó la cabeza y sacó la len-
Puunap+wei-theri. Nosotros nos quedamos con ellos. Akawe se puso a agran- gua. Había abierto In" ojos y los había cerrado en seguida.

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-¡Aaahhh! - gritó Akawe corriendo asustado .
otros. Sólo algunos trajeron pedazos de anaconda. Los brujos se volteaban
-¿No ves? - le dije yo. - El embustero eres tú. de: vez e n cuando y co n las manos hacían:
Los hombres vinieron todos corriendo. Akawé le dijo a Warapawe : - i Kushu. kushu, kushu haaa!
-La culebra está viva. Algunos queñan detenerse para ver cómo iba a acabar aquello, pero
- No; está muerta - dijo Warapawe. - Huele cómo está de podrida. Nape- Akawe les d ijo:
yoma te engañó. - No e queden ahí, que se los va a tragar .
-Mira que está viva - volvió a decirle Akawe a Warapawe. Seguirno corriendo. E l tiempo se ponía cada vez más feo, oscu ro . .. Co-
-¿Viva con esos bichos comiéndosela 7 - repitió Warapawé . - Hace así /4/ menzó a llover. No pararnos debajo de una mata grande de yuvía. E l viento
días que la maté , dándole con mi hacha en la cabeza. Desde entunces ha per- soplaba durísimo. Después de un rato Akawe y Warapawé fueron a ver. El
dido mucha sangre . Ayer pasé por aquí, la toqué y vi que estaba muerta. agua - decían a su regre. - estaba limpia , la laguna llena, relumbrosa . Los
-Mira que está viva - volvió a decirle Akawé. - Híncale tú. demá querían volver al shapono. Akawe dijo:
Warapawé le zafó la cuerda a su arco y lo hincó en Ja culebra. Esta volvió - Yo no voy. Va a venir mi mamá y no tengo suficiente pescado para dar-
a levantar la cabeza y a mover la lengua como antes. Todo el mundo estaba le. Ahora me voy por este lado.
asustado. Warapawé ahora creía. Así que bajamos a las cabeceras de otro caño, el Pahap+wei ke u. Los
- Vamos a rematarla - dijo. demás vinieron detrás de nosotros. Caminamos y llegamos a orillas de una
Trajeron seis toletes. Pero primero Warapawé le volvió a dar co n el ha- laguna pequeña. Había mucho pescado y comenzamos a matar. Los demás si-
cha en la cabeza. La culebra comenzó entonces a desenrollarse; los hombres guieron algo más adelante. Yo llené mi guatura ; Hewariwe Ja suya; Akawe
le daban toletazos por todas partes. Los peces salían asustados, brincaban. La tuvo que hacer un mapire para cargar con todo. A media tarde no juntamos
bicha se fue yendo por la laguna, meneando el agua . Era larguísima, las pin- con los demás . También ellos habían pescado mucho . Allá los hombres hicie-
tas grandes. Los hombres la persiguieron hasta que dejó de moverse. Enton- ron tapirís y nosotras no pusimos a limpiar pescado y a asarlo. Al día si-
ces trajeron bejuco, amarraron la culebra y la sacaron a tierra . Todos hala- guiente fuimos más abajo, en el Pahap+we i ke u y también pescamos. Dor-
ban, también las mujeres. Dura , pesada. Los peces brincaban. Al fin salió. mimos otra noche por allá. A l otro día regresamos. La culebra había quedado
Por si acaso , yo le dije a Kariyonawé que se llevara la guatura más lejos . En en la laguna con la barriga abierta.
eso comenzó a soplar viento; soplaba fuerte sobre la laguna. Los hombres con En Toprai estaba Pre repemi esperándonos. Yo me puse en seguida a
haowa y co n puntas de bambú cortaban el cuerpo de la anaconda para sacarle ahumar la anaconda; subió como un sombrero y se Ja di a la vieja. Ella la qui-
la grasa. Era duro. Tenían que ayudarse con el hacha. Las mujeres trajeron so asar mejor. Dijo q ue la q uería comer en salmuera. Al día siguiente se fue .
hojas de casupo y los hombres fueron ech ando en ellas la grasa y los pedazos Más tarde nos dijo que la grasa le había caído mal y que a todos los que ha-
de carne . bían comido de ella les había dado dolor de barriga y diarrea.
- De spués les voy a repartir - decía Warapawé. El era el dueño de la ana- Algunos días después Taakaiwe y Warapawe pasaron cerca de Ja laguna
conda. Me quisieron dar a mí también un pedazo de carne; no quise; pero para ver. Encontraron e l agua limpia y, en el medio, la anaconda con la cabeza
Akawé me dijo que lo tornara porque en esos días vendría su mamá desde y la cola adentro y el resto arqueado co mo un arco iris. Su p ie l que antes era
Mahekotho-té ka y a ell a le gustaba esa ca rne. La embojoté bien y Kariyona- sucia. ahora brillaba bonüa a la luz del sol. Nos dijeron que en aquel momen-
wé la fue a guardar en la guatura. to opló viento y que la culebra silbó: siiiiiiiiiiiririri ...... Asustados, viendo q ue
Warapawé seguía picando la anaconda, desde el rabo yendo hacia Ja ca- el animal estaba vivo y como nuevo, se vinieron corriendo. Lo brujos decían
beza. Cua ndo llegó a l estó mago, vi que salió corno una pelota y la bicha co- que era la misma anaconda que volvía a vivir . Yo creo que era otra .
menzó a re vol carse, a enrollarse. Los hombres gritaron asustados; las muj eres -Cuando vayan a cazar no pasen por aquella laguna - recomendaban
corrieron. La anaconda se retorció hasta reventar el bejuco y se fue . Se resba- ellos, - porque la culebra está viva, entera, ha cambiado de cuero y se ve bri-
ló de nuevo en la laguna; daba vueltas; dejaba el agua colorada . El viento so- llante.
plaba duro. Wariyoma gritó: - Verdad - decía Porawe. - E sa culebra era nieto de Rahara. Por eso se
- Está haciendo viento porque ustedes mat aron al nieto de Rahara. transformó .
Entonces me pareció que el agua de la laguna hirviera así corno hace en Los viejos estaban reunidos y hablaban con admiración . El asunto llegó a
una palangana grande. Y subía el agua por la orilia . saberse en otras t ri bus. Prerepemi se lo contó a los Mahekotho-theri. Al otro
- Miren . El agu a está creciendo - gritaba yo. Pero los hombres se reían y día vino H áshówe, q ue no había visto, y hubo que contarle.
4uerían volve r a agarrar la culebra para arrastrarla fuera del agua . - ¿No será que viene el fin del mundo o que se va a caer el cielo? - decía
Yo tuve miedo y me corrí . Akawé conmigo y con los niños. Cogimos la él.
guatura y comen zamos a a lejarnos de aquel lugar . Los o tros tambi é n se asus- - No - dijo Porawé . - No hablemos del fin del mundo . El mundo se que-
taron ; dejaron todo : el pescado, la grasa de la culebra, y corrían detrás de no- da . Somos nosotros los que nos vamos. Rahara también se queda. Esa culebra

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es eterna. La cortaron en pedazos y los pedazos se juntaron de nuevo . Ella es waka móshi, porq ue , cuando venía a mi chinchorro, yo le volteaba el lomo.
Parauri: cuando la matan, su espíritu queda en el agua, y por eso luego vuel- Su madre trajinaba para los Hii-theri muchas veces y traía waka móshi de
ve a vivir . aquel fue rte q ue hacen allá .
Los Iyewei-theri también vinie ro n a pregunt ar. H abían oído a Háshó_we A la mañ ana siguiente nosotros nos fuimos con Jo s Puunap+wei-theri
diciendo q ue venía el fin del mundo . Po rawe les explicó que no era eso, smo para T oprai. Ushiwei se volvió a enfermar. Akawe lo brujeaba ; pero , de tan-
que la raza de Rahara es ete rn a. Reco mendaba que n~die más volviera a to verlo enfermo, quería dejarlo morir. Como se curó , olvidó el pensamiento.
aquella laguna, porque la culebra estaba brava y se lo podia comer. Yo seguía mala por e l waka móshi. Akawe me brujeaba. Porawe y Kamosiwe
-El tiene sus parientes cerca - decía. - Tiene padre en una laguna ?'ás tam bién, pero de lejos , porque Kamosiwe me trataba de suegra y Porawe me
abajo , más grande. Allá se fue a curar cu and o lo hiriero n. Después volvió a consideraba su nuera . Kirarna y Yokoima me restregaban con hormigas y con
su sitio como nuevo. hojas de hónakóna-nato .
Desd e entonces todo el rnundo tenía miedo de pasar por aquel lugar. De aU í A kawe q uiso ir de paseo para Mahekotho-teka, a casa de su
En Toprai pasamos algún tiempo. Los Punn ap+wei-theri se fueron par::t mamá. Nos fuimos . Poco a poco yo podía caminar . Allá vi que los misioneros
Korita. A llá llegaron los Toraemip+wei-theri a co nvidarlos a un reahu de evangélicos no esta ban m ás . Hasta se habían llevado el zinc de Ja casa. Creo
maíz. Porawe, entonces, nos mandó a invitar a nosotros y a los Witokaya-the- que se habían ido paL Tamatama , que era su base. Yo llegué enferma, toda-
ri. Salimos. Nos juntamos todos en Puunap+wei y pasamos por Yarapiawe- vía por el waka-móshi. Tenía fiebre , sentía náuseas, me daban vómitos , me
teka . Los Punap+wei-theri iban con cierto miedo porque querían cobrarles a caía. A Kariyonawe que había dormido conmigo aquella noche, Je daban ata-
Jos Toraemip+wei-theri una cuenta pendiente. Por eso Porawe se Jl~vaba .wd.a ques. A mí no me daban en la casa, pero sí cuando salía . A Ushiwei no Je ha-
la gente que podía . Hasta iban con nosotros algunos Rqharawe-then e lyewe1- bía pegado . J'v1osihewe nos brujeaba con parara bueno del que conseguía don-
theri. de los Poreta-theri a cambio de algún machete que él recibía de los blancos.
-Ustedes ayudarán a quemarme - les había dicho a los R 1harawe-theri , - Ya estaban en paz con los Mahekotho-theri. A Kariyonawe lo curó antes.
si los Toraemip+wei-theri me matan. Después me curó a mí . A Ushiwei le dio diarrea y calentura: él también lo
La cuenta pendiente era esta : Los Puunap+wei-theri habían conviciado a curó. Para curarlo le fue - decía él - a esconder el espíritu en una cueva de
los T o raemip+wei -theri a un reahu en Puunap+wei . También nosotros había- un cerro alto , donde los hekura malos no pudieran descubrirlo más. Para cu-
mos sido invitados , pero Akawe no había querido ir. Los Toraemip+wei-theri rarme a mí y a Kariyonawe del waka móshi, además, íbamos a restregarnos el
habían bailado y durante el baile un Toraemip+wei-theri , de nombre Rapa- cuerpo con las hormigas y con las hojas del kónakóna-nato. Después que nos
ma , se había conquistado a Ha yama , hija de Tokowe , y se la había llevado dejó la fi ebre, nos fuimos curando. Ese waka móshi era muy fuerte. Todavía
para Toraemip+wei . Tokowe, Porawe y Kraima habiqn ido a buscarla varias hoy en día, cuando Manuel corre mucho, se cansa fácilmente y se marea.
veces, pero inútilmente . Por aquellos lados nos quedamos como dos meses comiendo moriche.
Antes de llega r nosotros , nos pintamos como de costumbre. Los hombres Después volvimos a Mahekotho-teka. Akawe se acordó de su algodón y re-
que fue ron a recibir la invitación trajeron cacería y maíz. Entramos l~gero, gresamos a Toprai para recogerlo. Recogimos también mucho tabaco.
porque había peligro de los Hii-theri . Bailaron. Tomamos carato de platano. T eníamos en Toprai como una semana, cuando una tarde apareció allá
A Ja mañana siguiente hubo toma de cenizas. Después el yopo y, después, el Hesikak+we con otros Pishaasi-theri. Venían a convidar a Akawe para ir a
duelo . Los Puunap+wei-theri tenían intención de pegar con hacha. El robo de vengarse contra los Shama-thari. Querían matar a Riokowe, jefe de los lwahi-
una mujer era cosa grave . Pero aquella mañana nadie sacó su hacha. Hubo korope-theri; él , junto con Rereopewe, había organizado el ataque a traición
sólo pelea a puñetazos. Y sin heridos graves. Los Toraemip+wei-theri habían durante la fiesta del reahu. Akawe dijo que iría. También invitaron a los hijos
dicho : de Porawe. E stos por la noche dijeron que sí, pero a la mañana siguiente se
-Vamos a pegarnos sólo con puño, para que no se vayan rotos e hincha- negaron. Decían de los Pishaasi-theri:
dos. Por el camino podrían topar con los Hii-theri y en ese caso necesitan te- -Ellos, que se creen tan valientes , vienen en busca de aliados . Así como
ner toda la fuerza para flecharlos. Nosotros tenemos ese mismo enemigo y no nosotros no les pedimos que vengan a pelear a nuestro lado contra los Hii-
queremos esperarlo enfermos. . theri , ustedes vayan a pelear solos . Vayan , maten a Riokowe , q uítenle a sus
La mujer no la devolvieron. Ya estaba preñada. Más tarde ella m1s~a se mujeres así como é l se las ha quitado a ustedes .
fugaría para ir a parir a K 'lwetenoma. Terminado el reahu, nos vol~1mos . T otal que con los Pishaasi-theri sólo se fue Akawe . No sé por dó nde se
Creo que esa fue la últi ma fiesta e n Toraemip+wei. La gente de esa tnbu ya fue ron, pero seguramente tuvieron que pasar por Mahekotho-teka , porque de
ten ía casi terminado el shapono en Shipariwe, adonde pasaron pronto Y comen- allá se fue tambié n con ellos H ayaote, hermanastro de Akawe. Para paga He-
za ron a llamarse por eso Shipariwe-theri. Dormi mos en dos partes durante el sika k+we le promet ió a Akawe , si nacía hembra , la criatura que tenía su es-
viaje . Llegamos a Puunap+ wei y allí dormimos juntos. Esa noche, mientras posa e n la barriga ; Totoiwe le prome tió una hija de como cuatro años. Así
yo c.0rmía, ese Witokaya-theri q ue se llama Orawe , un bicho feo, me echó que Akawe , después del ataque a los Shama-thari , tuvo que quedarse e n

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Mono ·u para criar a esas niñas . Desde allá me mandaba a decir que me bus- ··Este caño es donde beben los Riokowe-theri" . Entonces yo y él pasamos
cara otro marido. que él se iba a quedar para siempre. Yo le mandé a respon- adelante. Llegamos hasta el puerto . Ellos tienen dos puertos: en el de arriba
der que no necesitaba homb res, que tenía a mis hijos para criar, q ue con los se estaban bañando muchos hombres, cuando llegamos. Se oían sus gritos.
cangrejos que pescaba y la cacería q ue alguien me regalaba podía vivir. Eso También se oía alboroto en el shapono. Entonces nos fuimos al otro puerto.
dicen que lo p uso brav y me mandó a decir q ue iba a venir a matarme . .. A Esperamos cerca, escondidos, que viniera alguien. Allá venía bajando, en
veces me mandaba a pedir tabaco; yo le mandaba . Por allá se quedó varios efecto, Riokowe con su mujer, un nióo y algunas niñas. Entonces un Pishaasi-
meses; tanto es así que hubo pijiguao de nuevo y él no estaba . theri nos dijo a mí y a mi hermano: · Ese que baja es Riokowe". Nosotros lo
Yo me quedé con los Puunap+wei-theri en Topra i. Cuando ellos se iba n veíamos bien. Cuando llegó a orillas del caño se zafó el cinturón de algodón y
para Korita. los acompañaba. Siempre con e llo . Como M+ ramawe comía con se zumbó al agua. Detrás de él se zambulló su mujer , su hijito .. . Cuando vol-
Porawe y Kraima , nos traía siempre algún pedazo de cacería. Shikorawe y To- vió a salir a la playa yo lo fleché con una flecha de bambú venenoso. Se cayó
kowe también nos mandaban . Total que sin Akawe estábamos mejor. Por lo en seguida. así, con la cabeza en el agua. Mientras se caía, mi hermano tam-
meno ahora no había golpes. tizonazos ni flechazos . Pasamo un tiempo ahí, bién lo fl echó. El niño se puso a gritar; su mujer a correr, todos .. . Yo enton-
para comer el pijiguao de ese conuco ; luego volvi mos a Toprai . ces me tiré al caño , agarré al niño, que era el más pequeño , y me lo traje co-
De Toprai nos fuimos casi todos hacia e l río grande, por miedo de Jos rriendo . Al oír el grito del niño y de la mujer , los otros hombres corrieron al
Hii-theri y para comer yagua que abu nda a orillas del Orinoco. Hicimos cam- . hapono a buscar sus flechas de curare. Riokowe seguía en el agua , que ahora
pamento junto al caño Maróhap+wei. Allí una mañana que los hombres no se teñía de rojo con su sangre . Yo corría con el niño montado en Ja espalda.
estaban . llegaron unos creyentes. Eran cuatro americanos. No estaba Pawe. Los Pishaasi-theri se traían a dos niñas que los Shama-thari les habían quitado
Reunieron a las mujeres y a los viejos y come nzaron a cantar. Tenían un li- en aquel ataque a traición. Los Riokowe-theri nos perseguían , gritando , gri-
bro , creo que la biblia. Yo me quedé en mi chinchorro torciendo algodón . Ka- tando. pero no nos alcanzaban. Nosotros llegamos lejos y nos paramos para
riyonawe iba a curiosear. Yo lo lla maba y le decía: dormir. E l niño me hacía preguntas y yo le hacía a él. Me contaba que había
- Esos no son mis parientes. Son otra gente . ido a garabatear pijiguao con su papá , que ya lo habían llevado al shapono,
Después se fueron. Pero no demoraron en volver. Se ve q ue habían re- que después iban a bañarse al caño para limpiarse . .. que su papá iba a dar el
montado el Orinoco y ahora de regreso volvían a pasar . Nuestros ho mbres es- reahu. " ¿Será que estará ahora cocinando el pijiguao?", me preguntaba . Yo
taban de nuevo de cacería. E nseñaron a cantar otra vez. Cantaban en castella- le decía: "Mañana vamos a su casa" . El me preguntaba: "¿Falta mucho para
no y pedían a los ind ios que cantaran co n Jos o jos cerrados. llegar? " Yo lo engañaba diciéndole otras cosas. Cuando llegamos a Maheko-
-Canten, canten - decían en castellano - que Dios es bueno y del cielo tho-teka el viejo Hakuushima me pidió al niño . All á , un día , mandaron al niño
les va a mandar el pan . Canten , canten para que Dios les mande cacería a sus a buscar agua , pero Torokoiwe, hijo de Pahawé, por rabia lo mató. A Toro-
hombres. koiwe los Shama-thari le habían matado a su padre en ese reahu donde mata-
Cuando terminaron, repartieron ropa, pero no alcanzó para todos. ron tanta gente. Yo me puse bravo y regañé a aquella gente. Quería flechar-
- A mí no me dieron - murmuraba alguno . - O tra vez no canto. los . De allá yo me fui a Mono u para que me dieran mi paga.
Yo no hablé con ellos. Si los que estaban en Mahekotho-teka no podían Eso fue lo que me contó Akawe de la muerte de Riokowe .
llevarme , tampoco podían ésto . Se fueron . Cuando llegaron los cazadores, De allí nosotros pasamos a Witokaya. Un día Akawe salió a cazar. Llega-
sus mu je res les contaron. ron lo demás cazadores; él llegó de último, tardecita ya, trayendo una babilla
- ¿Por qué no les dijeron que nos esperaran? - les dijeron Jos ho mbre s. - grande y un cachicamo . O shewei , la agalluda , en seguida le salió al encuen-
Nosotros teníamos plátanos para cambiar po r machetes. tro . El la dijo:
¡Cómo iban a decirles , si no hablaban castellano! -Llévale este cachicamo a tu mamá para que lo cocine mañana - . Y a mí
Tiempo después, estando nosotros de nuevo en ese caño Maróhap+wei, me dijo : - Tú cocíname esta babilla para comerla mañana.
que queda cerca de la Piedra de Guajaribos, volvieron los creyentes a visitar- -No - le dije yo. - Ya que le diste a ella el cachicamo, dale también la
nos. babilla para que la cocinen junto . Ya estarnos de noche .
Yo torcí mucho algodón en ese tiempo . Entonces Himotop+wei-theri -Pero tú tienes aquí bastante leña para cocina r.
mandó a convidar para un reahu a H iishówe y a Po rawe. Nos preparamos y -Sí; leña hay, pero agua no.
fuimos. Luego volvimos a Toprai . -Vete a buscarla.
A l fin regresó A kawe de Mo no u . Nos contó cómo había sido la muerte -Ya está muy oscuro. D áse la a la mamá de Oshewei para que la cocine
de Riokowe . junto al cachicamo.
- Tardamos muchos días en llegar al shapono de los Shama-thari. Delante -No; quiero comerla mañana por la mañana. Vete a buscar agua.
de nosotro ' iban a lgunos Pishaasi-theri valientes que sabían el cami no. A l fin -No voy .
llegamos al caño. Mi hermano , q ue ya había ido hasta allá dos veces. me dijo: Entonces llamó a Waikimi, su prima, para lJUe saliera conmigo a buscar

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agua. Entonces con un majagua me amarraron alta la pierna . Así hacen para que no
Kariyonawe ya estaba dormido . Yo puse a dormir también a Ushiwei. se encoja . Más tarde me dormí. Descansé como dos horas. Depués me des-
Después cogí mi calabaza y la camasa, los puse en la guatura y me fui por el perté. Sentía un dolor fuerte y me levanté. Cuando ya aclaraba el día, volvió
camino grande . Antes de baj ar al caño, pisé una cosa fría y lisa . En seguida a ven ir aquella mujer con las hojas de tabaco , pero ya no me pudo calmar el
sentí que era enrollada por una culebra, arriba por el pecho , hasta el cuello , dolor. Se despertaron los niños y tuve que darle de mamar a Ushiwei. Kariyo-
donde me quedó el rabo como si fuera una bufanda. Entonces la bicha levan- nawe me soplaba aire con el abanico para que no sintiera tanto ardor. Des-
tó su cabeza y me mordió en la pantorrilla . pués me echaba agua encima. Pero la pierna ardía, ardía . .. Amaneció toda
-¡Haaa+++!- grité. Y se me cayó el tizón. En seguida la culebra se de- hinchada, grande ... Vi a unas mujeres que salían adonde los Puunap+wei-the-
senroscó y se cayó al suelo. Yo corrí atrás y me puse a gritar : ri y les dije que hablaran con Kraima para que dejara venir a M+ramawe. Lo
-¡Culebra! ¡Culebra! necesi taba tanto ...
La bicha me venía atrás con la boca abierta. Su rabo sonaba: cha, cha, E l muchacho quiso venirse pero no lo dejaron . Yo pasé la mañana lloran-
cha, cha ... como una maraca . Venía rápido. Me volvió a agarrar y me mordió do . Al med iodía ya no aguantaba más . Me volví a desmayar. Las mujeres llo-
donde mismo me había mordido antes. Yo di un halón con la pierna y ella me raban. Los brujos ensalmaban . Nada de calmarse el dolor. Me soplaban enci-
rasgó la carne. Seguí corriendo y gritando. Las mujeres me oyeron. Los hom- ma y me lavaban con agua las heridas. La pierna más hinchada y abajo co-
bres , alumbrándose con tizones , salieron. Llegaron y oyeron: cha , cha, cha, menzó a guindar una cosa como bolsa de aire . Ahora estaba hinchada toda la
cha ... No pudieron encontrarla. Claro que yo no le había podido ver las pin- pierna arriba de la cadera, hasta el sobaco.
tas; por eso nunca llegué a saber qué culebra era . Sólo sabía que sonaba Así sufriendo mucho , pasaron cuatro días . Kariyonawe asaba plátanos y
como maraca. Llegué a la casa y le dije a Akawe. me daba. Yo no comía . No podía comer. Despu~s él llevaba a Ushiwei al
-Aquí me tienes , tú que eres mandón : ahora la culebra me ha mordido. caño para bañarlo y en la casa hacía carato de plátano. De aquella bolsa aho-
Demasiado devorador eres. ¿ No podías esperar a mañana para cocinar esa ra salía una agüita negra . Esa noche pude dormir un poquito. Sentía frío en la
babilla? pierna . como si alguien la estuviera mojando, soplando. Llamé a Kariyonawe.
Agarré a Ushiwei y me acosté con él. Al rato llegaron los hombres di- El sopló el fogón y miramos la pierna . Debajo de la pantorrilla goteaba un lí-
ciendo que la culebra se había metido en un matorral cerrado y que no la ha- quido espeso : sangre morada , podrida , fea . Sería el veneno que estaba salien-
bían podido matar . También la otra gente vino a ver. De las heridas salía un do ... E ntonces me senté y el niño me agarró el pie para colocarlo sobre un
poquito de sangre y se secó. Por eso dolía mucho . El veneno había quedado madero: de la herida bajaba una baba fea , negra . .. Kariyonawe miraba triste.
preso . Akawe todavía no creía: ¡Qué bueno era Kariyonawe! En aquellos días él lo hacía todo: buscaba agua,
-Quiero ver si de verdad te picó una culebra o si sólo fue un palo que te iba al conuco, traía leña , hacía cara to .. . El me dio algodón y comencé a pre-
raspó - . Y sopló la candela para mirar la herida . Parecía sólo un rasguño. - ion ar sobre la herida. Salía la baba , la limpiaba . Kariyonawe con cenizas iba
¡Ahl - dijo. - Sí, es culebra. Aquí está la marca de los dientes-. Y se fue a tapando lo que caía . Así por tres horas . Esa noche comenzó a calmarse el do-
acostar. lor. Después él me puso el pie en la majagua y yo me acosté . Me dormí; dor-
Yo me quedé bastante tranquila. Dolía poco. Me puse a rezar y me dor- mí bien hasta que amaneció . Entonces mandé a Kariyonawe que raspara la
mí. Pero al rato me despertó un dolor agudo como si la culebra acabara de sangre en el suelo y botara todo aquello en el monte . Yo volví a presionar;
morderme otra vez . Grité y desperté a otra gente. En la pantorrilla sentía después lavé con agua tibia . No dolía más , pero yo no podía andar. El tiempo
aquel cha, cha, cha ... Kariyonawe atizó la candela . Miramos debajo del chin- lo pasaba hilando algodón . Ahora comenzaba a comer de nuevo . Poco a poco
chorro por si había algo. Nada . Entonces me puse a llorar. Dolía, dolía , ar- me fui curando .
diendo como un tizón hincado en la canilla. Gritaba , gritaba ... El dolor se me Todos los días Kariyonawe me calentaba agua y yo me lavaba las heridas;
fue subiendo a la cabeza; se me tapó el oído y se me oscureció la vista. De poco a poco se iban deshinchando . Quince días después se peló toda la pier-
tanto dolor me desmayé . Cuando recobré los sentidos vi a Ushiwei que lloraba . na. En dos meses me puse buena como para caminar hasta el conuco con ayu-
Kariyonawe me lo quitó y comenzó a pasearlo. Después se acostó con él en da de un palo . Tenía miedo de que me quedara la canilla tiesa.
su chinchorro y comenzó a mecerlo hasta que lo hizo dormir. -El Yanomami que es mordido por esa culebra - decía la gente - se mue-
Yo me quedé con mi dolor, fuerte, fuerte. Le pedía a Dios que me lo hi- re; si no se muere , se queda defectuoso .
ciera menos fuerte. Volví a desmayarme. Cuando recobré los sentidos, vi a Cuando me vieron curada y sin defecto , dijeron:
los brujos que me ensalmaban. Las mujeres a mi lado lloraban , me agarra- -Se curó porque estaba preñada ...
ban ; yo lloraba con ellas ... Sería después de medianoche que Warapawe le Los Witokaya-theri me regañaban porque me iba al conuco sin estar cu-
dijo a su mujer que trajera hojas de tabaco crudo. Ella las chamuscó en la rada del todo y regresaba cargada de plátanos ; pero ellos no eran capaces de
candela y comenzó a exprimirlas sobre mis heridas. Exprimía y frotaba, frota- regalarme para comer.
ba duro con las hojas . El dolor se fue calmando. Ya ese se podía aguantar. En ese tiempo Akawe iba paseando : por Shipariwe, por Mahekotho-teka.

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por Korita ... Cuando vo lvió , lo regañé :
- T ú paseando por ahí, después que la culebra me mordió por culpa tuya.
Aquí deja. te a tu hijo pasa ndo hambre ... Mira , mira a tu suegra , a Ja que le
das tanta cacería ni iq uiera fue capaz de darle una camasita de carato a tu
hijo .

CAPITULO XXXIV

El Cuarto Hijo : Totihim a

Cuando Porawe se fu e con su gente para Korita nosotros no fui mos con
él. Allá ellos e sentían más seguros de los Hi i-t heri. Estuvimos como dos meses .
Luego pasamos a Ehoamipiwei-teka, como quien va a Witokaya, donde Po-
rawe tenía un co nuco . Por el camino ha bía rastros de gente. Decían que eran
rastros de da ñero·; por eso A kawe s la pasaba cuidando cam ino.
Los pláta no estaban hechos y hub reahu , pero sólo entre nosotros .
Despu 's vi nieron los Shi pariwe-theri a avisar que los Hii-theri estaban prepa-
rándose para atacar a los Puunap+ wei-theri. Así les habían dicho los yernos
Hii-theri que estaban e n Shipariwe. Akawe , después de un tiem pecito , di jo:
- Mej or vamos a espera rlos en Toprai. A llá hay un espacio abierto mu
gra nde detrás de las casas y es má fácil fl ech ar. No hay em palizada, pero la
va mos a hacer.
Nos fuimos. pues, para Toprai . Allá recogi mos mucho algodón . Un día
Ushiwei estaba llorando ; era Kariyonawe que se escondía y lo hacía llorar. Yo
e taba asando plátanos. Akawe, que estaba al otro lado del shapono con mu-
jeres que se estaban pintando, oyó los lloros del niño y creyó que yo le estaba
pegando por celos. Sin más se vino hacia mí con arco y flechas.
- Le pegaste al ni ño - me gritó. - Hoy va a ser el fin de tu vida .
Yo no esperé que lo re pitiera . Me levanté decidida y agarré con fu erza
las flechas.
- No me quiebres las fl echas - gritó él.
Yo halaba . Al fin, para que no se las rompiera él las soltó y yo las
tiré a un lado.
- T ú le pegas al niño sólo para provoca rme - di jo.
- Dime cuá ndo le pegué yo al njño. ¡Dime! - le grité .
Entonces él cogió un madero y me in ncima. Yo se lo agarré y se lo
quité . El cogió otro . Yo se lo qu ité de nuevo. Cogió otro y me pegó en la
pie rna . Kra ima y Nihiyoma vinieron a socorrerm e .
- ¡Qué ! - me dijo él. -¿T ú cree que tienes má s fue rza que yo? Hoy te
voy a matar.
- Máta me para que me comas - le dije. - Por eso hoy no fuiste de cace-
ría; quieres comer carne de gente .
Hacíamos fu erza halando el madero cada uno por su lado . Kraima me
ayudaba; pero Porawe la ll amó:
- Mujer, ven a acosta rte. Deja que la mate para que se la coma. Si la

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mata, nadie la va a quemar. Voy a decirle a su hijo que haga un hoyo en el con la vista perdida; no podía hacer fuerza, nada. Allá fue Porawe a aconse-
conuco para que la entierre. Así él sufrirá dos o tres lunas, sin poder comer jarlo:
nada. El no sabe que a los nape no se les debe matar. -Mira, hijo. Yo te venía aconsej ando en Puunap+wei desde el día en que
En eso yo le metí una zancadilla y ¡~uuun! él se cayó de platanazo, sol- llegó ella . Te decía que no le pegaras, que los nape nadie sabe cómo son. Hija
tando el madero. Yo me le tiré eni;ima, con una rodilla a cada lado de su de nape tiene fuerza . Cualquier día te puede matar. Ella es buena y trabaja
cuerpo. Con una mano le agar!"é lo'.'. huevos y con la otra la garganta, y apre- mucho . Tú siempre la estás pegando ... Mi padre me contaba que una vez,
té, apreté todo 10 que pude. El pata.leaba, pero no podía darme duro. Gritaba junto a un río, unos nape pisaban a los Yanomami detrás de Jos tobillos y los
de dolor y llamaba; pero yo lo apretaba más duro, ahogándole la voz. Todo el tumbaban , dejándolos sin fu erzas; eso les hacían porque aquellos Yanomami
mundo nos miraba riéndose. Muchos creían que yo lo iba a soltar. metían sus manos en el saco donde ellos comían su mayoko. Yo te he dicho
-¡Bien hecho! - decían las mujeres. - Napeyoma ahora sí tiene fuerza; lo muchas veces: 'No le pegues más; trátala bien''. Y tú no ; comenzaste a pegar-
tiene dominado. El que siempre la pegaba, ahora ve qué bueno es pegar ... le, a pegarle duro, que ella tenía que escaparse sola con su niño al monte.
Yo apreté más, mucho más. Después ella regresaba y tú le volvías a pegar. Y ahora que te ha dado un
-Ese hombre valiente se dejó machucar por una mujer - decía Arusik+- hijo, la sigues_maltratando . Si le vuelves a pegar otra vez, esa mujer es capaz
we. de matarte. S1 no era por tu hemano, hoy mismo te hubiera dejado muerto.
-Y con razón - dijo Porawe. - Yo siempre he oído decir que los nape Mira ahora qué fuerza tienes. Napeyoma te la ha sacado. ¿No sabes que
tienen fuerza. A él siempre le decía que no la regañara, que no le pegara, que cuando una mujer lo agarra a uno así, la fuerza de uno pasa toda al cuerpo de
ella un día iba a acordarse de que es nape. iba a criar fuerza y lo iba a matar. ella? ¿No sabes que la gente que no muestra fuerza es capaz de matar? Esos
Ahora lo está viendo. Déjenla que lo :rn.h.:huque. que gri tan a cada rato que van a matar, esos nunca matan. Lo que ella hizo es
Kraima me decía que ya estaba bueno así, que lo soltara. Pero, ¡qué va! para que aprendas. No le vuelvas a pegar.
yo apretaba con mayor fuerza, duro, dure, hasta que dejó de gritar, volteó los Y Akawé con la cabeza gacha, c~1ladito ... Comenzaron a darle carato de
ojos, le salió la lengua y no se movió más. plátano. Yo me puse a torcer algodón. Ushiwei se durmió. A Kariyonawe le
Pirewe que estaba brujeando dijú: dije:
-Eso es lo que tenfas que hacerle. Así no te va a pegar más. Hazlo sufrir -No te vayas, para q ue veas cuando Shikorawé venga a matarme.
para que vea qué quiere decir pegar. Sus compañeros querían que fuera con ellos para flechar pajaritos; pero
Los demás se reían. él se quedó; estaba impresionado y se acostó. Sólo más tarde vino Akawé, ca-
-¡Bien hecho, bien hecho! - decían sus hermanos. lladito, a colgar su chinchorro a nuestro lado. Lo colgó alto y se acostó. No
-Por mí, déjenla que lo mate - dijo Yaatawé. dijo nada. Estaba tod::vía morado. Se durmió. A la mañana siguiente me
Pero Shikorawe se '.ino, me haló del brazo y me dijo: dijo:
-Deja a mi hermano. Si lo matas, te mato a ti. -Me duele la garganta.
-Mátame - le grité. - Ustedes no piensan sino en matarme porque estoy -Yo no tengo la culpa.
sola. Si tuviera mis parientes aquí, no lo harían. ¿Por qué no matan a las mu- -Siento un dolor por dentro. Tú me clavaste las uñas.
jeres de acá? -Ahora es cuándo te das cuenta de que los golpes duelen ... Tú me pegas
Akawe había quedado todo morado, sin resollar. Allí comenzaron a por la cabeza, por la espalda, por las piernas. Ahora sientes lo que yo siento a
echarle agua encima. Ya nadie se reía ahora. Lo arrastraron. Yo salí para el cada rato por culpa tuya. Aquella vez que me clavaste en la pierna un tizón,
caño. Shikorawe dijo: se me crió un tumor que ni podía andar. c.,Recuerdas? Eso sí duele, no Jo que
-Si no vuelve a respirar, van a ver lo c.¡ue le pasa a Napeyoma. sientes tú. Tu garganta no está :1erida. Rasguños es lo que tienes.
-Eso es lo que merecía - dije yo gritando. - Lo mismo que él me hacía a -Tú no tuviste compasiGn de rrif - me <li10, - cuando viste que ya no me
mí: privarme a golpes. Si no vuelve en sí, peor para él -. Y salí con mi cala- movía.
baza. En el caño me bañé, porq ue estaba sucia y sudada. Después le dije a - No - le dije . - ¿Cómo voy a tener compasión del que me trata como
Kariyonawe: enemigo? Yo tengo compasión de mis hijos. Compasión, compasión ... ¡Com-
-Vámonos, para que Shikorawe me mate y los críe a ustedes. Nihiyoma pasión para lm bicho que sólo piensa en matar !
tiene leche para este niño . -Pero tú debías soltarme cuando dejé de menearme.
Kariyonawé se puso a reir. Yo no tenía miedo . Volvimos a la maioca. -No - le contesté . - Yo quería dejarte así un rato para que vieras. Fue tu
Allá le estaban halando las orejas a Akawe para despabilarlo. Le halaban los hermano que te vino a salvar. Si no era por él, tú no hubieras vivido para se-
dedos . Con una rama de y+p+ ke hi lo batían. Otros lo sobaban. Le soplaban guir echándotelas de valiente . Eso es para que aprendas a no tocarme más. Si
en la cara. Al fin recobró los sentidos. Mis plátanos, mientras tanto . se habían vuelves a atacarme, no te suelto más. Yo no pienso: ''Si lo mato, ¿quién va a
quemado. A. Akawe le dieron agua; bebió ; quedaba con la cabeza agachada, cazar por mí? ¿quién va a hacerme el tapi rí? ... ' Yo no te necesito . Yo sólo

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pienso en mis hijos ... antes que yo volviera a la civilización. Los Puunap+wei-theri los persiguieron
Akawe se sentó luego e n el patio y allá. enseñando la ga rganta , gri taba hasta la e ntrada de una cueva larga. La cueva no tenía otra salida; si estaban
de dolo r: aden tro no podrían salir. A la tarde fueron también los Witokaya-theri a cui-
-M ire n cómo me dejó Napeyoma. darlos . Los cuid aron esa tarde, los cuidaron dura nte la noche . A la mañana
Las muj eres iba n a verlo. lo miraban por aq uí y por a llá y soltaba n la car- siguiente .los nuestros se descuidaron un momento en el cam bio de guardia y
cajada. los enemigos se escabulleron. Cuando llegaron los nuestros a cuidar, vieron
-Ahora sientes dolor - le decían , - pero mañana ya esta rás de nuevo listo tos rastros de la fuga. Sin embargo, todavía tuvieron miedo de meter,,e aden-
con el madero . Si vue lves a pegarl e , ¿quién te va a salvar aho ra? tro . Más tarde entraron y vieron donde se habían se ntado, enco ntraron dos
-Bueno - dijo él ; - aqu í no me dolió ta nto; donde sen tí más fue cuando arcos que habían dejado por el apuro y algunas flechas. Ento nces salieron to-
me agarró de las bolas. dos a perseguirlos por d camino y mandaron a unos mucha chos a avisarnos
Los otros se reían; y, al fin , él tam bién. Yo entonces le dije: que ya no había peligro para nosotras. Los pe rsiguieron hasta el mediodía.
- Por aHí vas e nse ñando un ra guñi to, cuand o tú con migo usas palos y fle- Después Porawe dijo que era mejor regresar, total ellos no habían niatado a
chas a cada mo mento. Yo sufro el dolor sin most rá rselo a los demás y eso que nadie . Por eso mismo se ha bían huido por el camino. Cuar'do matan, huyen
no soy valie nte. Los valientes no hace n como haces tú . por el monte, no por el camino.
E l se q uedó call ado. L?s nu.estro~ regresaron. Después nos contaron los Shipar;wé-theri que
Tres días después A kawe convidó a Kari yonawe a que lo acompañara a los HrH he n habia n pasado por Shipariwe. Allá habían dormido y Kokamowe
pescar en el río grande . Ya él había ido a pescar otras veces. Se iba po r dos o les había dicho:
tres días y siempre volvía con algunos pescados . Salió con un mapire ll eno de _- ¿Por qué siguen ustedes yendo a atacar para allá? Quédense quietos.
plátanos verdes. Kariyonawe llevaba su chinchorrito de algodón. A kawe se lo Olv1dense de lo pasado. No sólo en Puunap+wei hay mujeres. Ustedes .:;iem-
hacía de maj agua . Allá pescaban con los anzuelos que Porawe les prestaba , pre pasan por aquí para ir a matar a los Puunap+wei-theri. Sepan que el día
los mismos que M+ ramawe había recibido en Tamatama co rno paga de su en que ustedes pasen por aquí de homicidas, nosotros los vamos a flechar. No-
trabajo. Aquél día volvieron la misma tarde . Yo estaba torciendo algodón y oí sotros so mos amigos de los Puunap+wei-theri.
unos gritos: En realidad los Hii-theri no volvieron más a atacar; volvieron solo de da-
-¡ Att+-H ' ¡A+ü++! ñeros . Una vez que mataron con funcia brava a Toshama, otra vez que mata-
-O igan que al guien está grit a ndo - dij e e n voz alta , reconociendo Ja de ron a Sho rowe, hijo de Pirewe; y una tercera vez que mataron a Aharai, mu-
Akawe . Pero nad ie me hizo caso. E l vol vió a grita r y yo volví a decir: - ¡Por chacho .l yewei-theri. Pero todo esto fue después que yo me escapé de los Ya-
ah í hay gen te gritando! no.m am1 , cuan?o ya estaba el Padre Coceo en el Ocamo. Por eso fue que los
- Ese como que es mi hijo que viene . Pudi e ra ser que los e nemigos es tán W~to kaya-then y Puunap+wei-theri abandonaron Toprai, Witokaya y los de-
persiguie ndo a nuestra gente . Vayan a ver - dijo Porawe. f!lªS conuco~: de miedo a los Hii-theri. De allí los Witokaya-theri se fueron a
Nadie se movía . Entonces yo dejé el niñi to con la suegra de Akawe. cogí E.hóam+ p +wei-teka, cerca de Toprai, que era un conuquito de Ruwewe, al
mi rasha husi y salí corriendo. Natoma, prima de Ak awe , se fue conmigo. pie de l Ehóam+p+wei ke k+, un peñón donde había muchos gallitos de las
Luego nos vinieron atrás Kra ima y Wariyom a. Yo iba adelante, co rriendo , rocas . No queda lejos del Orinoco; se llega rápido de la Piedra de Guajari-
corriendo , corriendo. Bajé al caño. All á esta ba A kwe parado . b?s . A llí. e ntre las peñas es dónde los gallitos hacen su nido. Afuera limpian
- ¿Qué fue? - le pegu nté . bi en_la piedra, amontonan las piedritas, botan los palitos, todo como si fu era
-¡ Los Hii-the ri! - me dijo. - Mira, aquí están los rastros. Y fleché a un h.ndo shapono de juguete. Allí ellos se juntan para jugar. Se ven montados
uno, pero é l se agachó; aJli se clavó la flecha - . En efecto , en una macanilla vi en ftla sobre un palo haciendo: ¡éhóa, éhóa, éhóa! A los Yano mam i no les
cl avada una flecha de arpón. - Yo no los seguí - ag regó él, - pero gri té espe- gu~ t a cri ar estas aves , porque comen mucho y son :nuy vacio nas. Les gusta el
rando gente. No pod ía perseguirlos solo . pla tano; uno les da y al rato ya están pidiendo de nuevo: ¡éhóa, eh'-'ª· c hóa'
U na muje r corrió a la maloca a avisar. Krai ma criaba uno porque le gustaba mucho el color de sus plumas. .
- ¿Dónde está el niño? - le pregunté llorando a A kawe . Después q~e se fueron los Hii-theri, vinieron los Iyewe i- theri de wayum+ .
- Allá do nde baja el cam ino - dijo él. - A l ver tanta gente pintada de ne- Ellos. en ese llempo, ya estaban haciendo un conuco en la boca del Ocamo .
gro . le dije que se escondie ra en uno de aquellos huecos de pied ra . Vete por Venían a pedirnos plátanos porque su co nuco toda vía no les daba. H ubo,
ahí, a la izq uierd a del caño; allá debe estar escondido . pues , reahu de plátanos para e llos. C omo quince días despué s de ese reahu
Una mujer se fue co nmigo. Llamamos, lla mamos. Al fin encontramos al hubo otro en que Witowe quemó al perro que el ti gre le había matado. Por s~
niño en uno de aquellos huecos. Estaba llorando. Me lo monté a cuestas y pa rte los Iyewei-theri nos invitaron a un reahu de maíz a Iyewei-tek a. Se fu~­
nos fu imos corrie ndo al shapono . Los hombres ya habían salido a perseguir a ~on los Puunap+wei-theri y Wito kaya-theri. Akawc no quiso ir ; no que ría ir
los Hii-theri. E sa fue Ja ú ltima vez que vinieron los Hii-theri, por lo menos JU nto a Osheoshewe . Al marcharse e llos, le dij e ron:

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-Ten cuidado con los Hii-theri. Recuerda que fuiste tú quien les mataste medio cayó nuestro techo y el de Kraima. M-tramawe se vino corriendo y lo
a Waikasi. Ellos lo quieren vengar. puse a dormir en el fondo de la casa con los otros niños. Al rato también se
Nosotros nos quedamos. También se quedó Ahaiwe, hermano de Akawe. vino Shikorawe sangrando, y pidiendo las flechas que su esposa me había en-
Pero al día siguiente nos fuimos de allí. Ibamos de wiiyum+ para Korita. Lregado.
Allá Akawe mató dos cachicamos. Como quince días después, pasa- -Tus flechas están todas quebradas - le dije, - ahí en la parte trasera de
mos por Éhóam+p-twei-teka, conuco diferente del otro que se llamaba así la casa.
también; éste quedaba en un cerro cerca de Korita y era de Porawe. Allí sa- Entonces cogió las flechas de otro. Yo fui a avisar a su tío Horeawe, él
camos plátanos y veradas. Después le dimos a Porawe . vi no y se las quitó. Esa noche le pegaron a mucha gente. También al viejo
Los otros regresaron de lyewei-teka. Nosotros seguíamos de wiiyum+ Ho reawe. Después Shikorawe le pegó de nuevo a Yaatawe. Yaatawe quería
tranquilos; yo y la mujer de Ahaiwe torciendo algodón, todos comiendo plá- hincar su arco en Porawe, pero lo agarraron y no lo dejaron. Le pegaron a
tanos y cacería. Pero un día Ahaiwe le dijo a Akawe: Huto m+, mujer de Yaatawe , que estaba regañando porque le habían pegado
-Yo conozco un lugar donde hay muchas marimondas comiendo fruta, a su hermano Shapom-tnawe.
vamos a cazarlas para regresar al shapono con bastante carne. Después de darse golpes, siguieron regañándose. Nadie durmió esa no-
Nos fuimos, pues, a aquel lugar y ellos mataron muchos monos. Ahaiwe che. Shikorawe tuvo que apuntalar y amarrar su techo para poder acostarse.
era buen flechador: no erraba tiro. Akawe también mató un cachicamo. Y No otros dormimos ,como pudimos. Total que, cuando amaneció, la gente se
también un oso palmero; como era tiempo de lluvia, estaba gordo. Hicieron fue para todas partes. Porawe para Ehóam+p+wei-teka. Yaatawe y Hashówe
una troja y ahumaron la carne. Después nos fuimos. Por el camino mataron a Witokaya. Con Shikorawe nos quedamos allí un poco más y salimos adonde
un báquiro. Así llegamos al shapono con mucha carne. Porawe. De allí pasamos a Korita. Allá volvió Akawe desde Mehekotho-teka.
Allí vino Shikorawe y le dijo a Akawe: De Korita regresamos a Toprai. También volvió a aparecer Yaatawe, junto
-Oyeme. No te vayas a poner bravo. El viejo Hashówe ha dado a Oshe- con los Witokaya-theri.
wei a Katarowe. Allí hubo otro pleito, Tokowe, hermano de Kraima, una madrugada se
-¿Para qué me voy a poner bravo? - res_pondió Akawe. - Esa mujer yo pusu a hablar diciendo:
la boté. Yo no mezquino a una mujer que se fue con otro; primero con 0- - Yo tengo aquí dos yernos, tengo mi hermano, cuatro sobrinos y no
sheoshewe para los Koaisi-theri y los Wakawaka-theri y después para los Pi- como danto . ¿Por qué será? Los Iyewei-theri comen danto que da gusto y yo
shaasi-theri. ¿Tú crees que yo voy a volver con una mujer así? tengo que comer mis plátanos sin carne.
Al día siguiente Akawe se fue para Mahekotho-teka. Yo me quedé. -¿Tú quieres comer carne? - le respondió Akawe. - ¿Por qué no se lo pi-
Como un mes más tarde sucedió que Yaatawe, aquel que había matado a su des a tu yerno? Busca a tu yerno, el Shipariwe-theri que se escapó con Haya-
esposa P+r+sima, quiso abusar de Katarowe, que era joven. Así le dijo: ma; él es buen cazador. Dile que te traiga danto para comer con tus plátanos.
- Hermano, mándame a tu mujer para que se acueste conmigo . Yo aquí cazo cachicamos y babillas y te doy todos los días, ¿qué más quieres?
Loco ese Yaatawe . Katarowe no le hizo caso. Yaatawe pidió la mujer dos -Yo no estoy hablando contigo - dijo Tokowe, molesto.
veces más. Luego se levantó y, mientras Katarowe estaba acostado tranquilo -No estás hablando conmigo - dijo Akawe, - pero te pones a gritar para
con su esposa, le pegó dos tremendos toletazos. El muchacho gritó: su mujer que yo oiga. Si tienes rabia porque no te matamos danto, ven a matarnos a
también. ¡Ave María! Esa noche se formó un pleito serio. La muchacha seco- nosotros.
rrió y Katarowe se quedó privado. Entonces se levantó Porawe, padre del Hasta aquí las palabras. Algunos buscaron sus palos. Porawe, Witorawe y
muchacho, y regañó mucho . Koyewe se pararon también con sus palos para defender a Akawe. Al fin sa-
-¿Por qué le pegaste a tu hermano? - le gritó asustada su mamá. lió perdiendo Kretowe, hijo de Tokowe, al que le pegaron cuando venía co-
-¡Bien le queda! ¡Ojalá se muera1 - dijo Yaatawe. rriendo. A Tokowe también le pegaron; cayó desmayado. Arosik-twe, su otro
-Pero si tú tienes a tu mujer, ¿por qué buscas a la de tu hermano? - le hijo, entonces agarró el arco para flechar, pero le quitaron las flechas. A Ho-
dijo Akawe. reawe le pegaron con palo .. . El pleito duró casi toda la noche. Hubo varios
Del otro shapono vino el viejo Hashówe a regañar a Yaatawe. ¡Oh , qué heridos . A Kamosiwe también le pegaron. Cuando amaneció, Porawe dijo :
pleito feo! Vino Shikorawe con su garrote y le pegó a Yaatawe, dejándolo - Ustedes no pueden vivir quietos; no pueden vivir callados. Reclamar ca-
privado. Shapom+nawe, cuñado de Yaatawe, le pegó a Shikorawe; entonces cería .. . ¿por qué? Mi hijo trae cachicamo y babilla , ustedes cocinan y comen.
intervino Orawe y le pegó a Shapom+nawe. Seguidamente Arosik+we , hijo ¡Confórmense! Si tú tienes rabia de mi hijo, yo lo voy a mandar a Maheko-
de Tokowe, le pegó a Orawe. Orawe se cayó y, cuando ya estaba tirado en el tho-teka , donde está su mamá . Allá también hay mujeres para él. Vete, vete -
suelo, recibió un toletazo más . Privado él también. Esa gritería en la oscuri- le dijo a Akawe, - vete a casa de tu mamá. Cuando tú te vayas, yo me voy
dad ... ¡Ave Maria! Caían palos por todas partes. Querían flecharse. Le dieron para casa de mi sobrino, el que tengo en los Iyewei-theri . El me quiere más
al techo de Shikorawe y se cayeron los postes que lo aguantaban. También se que ustedes. Ese Himotop-t wei-theri siempre me trata bien .. . Ahora cada

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cual tiene que buscar adónde irse y no volvamos más para acá . Dejen que n~z, desp~és los creyentes. Ahora Sixto había venido a visitar a Porawe, r
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este viejo 58 se quede aquí y vaya a buscar a su yerno en Shipariwe. Noso- d1endo platanos por machetes. Hombres y mujeres habían venido a busc:
tros nos vamos. plátanos en el conuco de Toprai y se los habían cargado hasta la Piedra e
- Pueden irse cuando quieran - dijo Tokowe. - ¿Creen que me están ha- G uajaribos, donde tenía el bongo atracado . El les había dejado machetes
ciendo falta ? Váyanse , pa ra que los Hii-theri venga n, me encuentren solo y les .h~~ía dicho que, si querían ir a t~ab.ajar , él los llevaba, que por el trabaj
me maten . Eso es lo que quieren ; pa ra eso se están convoyando -. Y siguió rec1bman machetes y corotos. Los indios se habían animado. Junto con n
discutiendo con Porawe. hijo se fueron Mamopatawe y Shaporn+nawe . Desde el sitio de Háshówé
-Vete ya - le dijo éste a Akawe, - que este gente te está buscando pleito. Sixto se había llevado a Yaakaiwe, Osheoshewe , Tepekawe y Kóhórówe. s
Arrumamos y nos fuimos . Porawe ese día se vino hacia el río grande , cer- quedaron un tiempo trabajando.
ca de la Piedra de Guajaribos , donde tenía un conuco nuevo , con tabaco y De allá nosotros nos mudamos a otro lugar, donde encontrarnos se je. Ui
plátanos. Estos no tenían más de cinco meses sembrados. Yo vi ese. conuc? dia Porawe nos mandó a llamar a su shapono de Toprai, para esperar allí ,
cuando me iba escapando de los Yanomami . Nosotros nos fuimos hacia Kon- M+rarnawe . Enton~es barbasquearnos con jigua y sacamos mucha sardina )
ta. Con Akawe venía su hermano Ahaiwe , que en ese pleito también había otros pescados. H1c1eron barbacoa y asamos. Dos días después salimos pan:
discutido con Horeawe , su suegro. Le había pegado al viejo, le había pegado Toprai .
a su mujer y ahora le devolvía a su hija Karemokimi, aquella que tenía las te- Allí , como quince días después, los hombres salieron a Puunap.f.wei-teka
tas grandes como nidos de arrendajo . po r verada y onoto. Ese año nadie había ido a recoger pijiguao allá por mie-
El problema con esta mujer es que le gustaban más las mujeres que los do a los Hii-theri . Akawe no quiso ir y yo me quedé con él y otras mujeres.
hombres. A veces Hayami la llamaba y se iban solas al conuco o al monte. Al Allí me fue aumentando el dolor de barriga . A medianoche quería salir al
verlas salir, Akawe le decía a Wariyoma: monte, porque Akawe no aguantaba que me quejara . Cuando amaneció me
-Mira. Tu hija tiene por marido a Karemokimi . fui. atravesé un caño, me bañé, pasé por otro cañita, por allá lejos fue donde
Esta no quería saber de maridos . Cuando la entregaban a uno , gritaba, tuve a mi cuarto hijo . Nació que serían las seis de la mañana . Por allí había
pataleaba, se escapaba. De nada valían los regaños de su mamá ni las amena- una piedra donde los niños afilaban sus flechas de palma. Cogí una astilla de
zas del padre. Al ser esposa de Ahaiwe, Akawe le decía a éste: ese cucurito, la mordí, probé a co rtarme el pelo , vi que cortaba, y entonces
-Hermano , ¿cómo vas a querer tú a esa mujer si ella es esposa de Haya- fui a cortarle el ombligo. Envolví la placenta en hojas de casupo y la fui a me-
rni? ¿Tú darle cacería a ella? Deja que su macho se la traiga. ter en la raíz de un matapalo. Después me fui . En el primer caño me bañe.
En este último pleito Ahaiwe le había dicho a Horeawe : En eso oiga a una mujer gritando:
-Aquí está tu hija . Yo no la quiero . Dásela a quien quieras . A mí me - ¡Napeyornaaa'
basta con mi mujer vieja. Le respondí. Ella se vino . La había mandado Akawe a buscarme.
Por eso el hermano de Akawé ahora se venía con nosotros . Los dos que- - ¿Por qué te viniste sola? - me dijo. Miró al niño y agregó: - ¡Varón! -.
rían irse a casa de su mamá ; pero , más adelante , Akawe cambió de parecer, Lo agarró en sus manos y dijo : - Vámonos .
pensando que quedaría el algodón por recoger . Le faltaba poco para estar Llegamos . Ella se quedó con el niño y yo me fui a buscar hojas de mana-
maduro. Entonces el otro resolvió no irse tampoco ; total que quedamos jun- ca. Con ellas hice una cerca para la habitación, porque había muchos mosqui-
tos , andando dos días , y llegamos a orillas de un moricha! , donde hicimos ta- tos en Toprai durante el verano . Ese ho mbre que se había quedado, Shekerei-
pirís. Por su parte Tokowe , de miedo a los Hii-theri, había salido para Shipa- we , había cazado un chácharo y me regaló una carnasa de caldo. Estaba ca-
riwe pero , al llegar a Raharawe, se había quedado. lientico. Ellos dicen qu el chácharo es carne permitida a las mujeres paridas,
Después de dos meses nosotros nos fuimos a Toprai a ver cómo estaba el porque es de los animales antiguos que nunca fueron gente. Horonam+, un
algodón . Ya estaba. Yo recogía con la mujer de Ahaiwé . Allí llegó la suegra antepasado, enseñó a los Yanomarni que la mujer parida o en resguardo, así
de éste y nos contó que ellos estaban a orillas de un moricha!, cerca del río como los enfermos, pueden comer cháchara y venado pequeño sin que les
grande , y que los hijos de Háshówe , algunos Puunap+wei-theri. y muchos Iye- haga daño .
wei-theri se habían ido con un blanco que venía a buscar plátanos y que mi A media mañana oigo gente que viene riéndose . Kariyonawe reconoció
hijo se había ido con ellos. Yo pensaba : "Esta vez M+ramawe se va y no en seguida a M+ramawe . Llegaba mi hijo con un bulto de ropa . Nos contó
vuelve, porque él siempre dice: 'Si tú no piensas irte de aquí , yo un día me que había estado en Tarnatarna rozando conuco para los musiúes.
marcho y no vuelvo más.' " -Esta vez fui lejos - me dijo . - Me llevaron hasta San Femando de Ata-
Era Sixto el blanco. Todos arrimaban allí: primero Sixto, después Martí- bapo con otro muchacho.
Y vean lo que pasó . Sin saber nada ha bía entrado en la casa de mi papá,
en la sala, con sus flechas y su chinchorro a cuestas; había pasado por la coci-
(58) Tokowe.
na donde mi hermana Ana Teresa estaba haciendo mañoco. No sabían que
(59) Rapema .

499
498
era mi hijo, naturalmente.; pero sí le habían notado el color más claro de su dios confun~en los nombre~ ~.e una gente por otra. Creo que su sobrino se
piel. Más tarde me contaron en San Fernando que mi hermana había dicho llamaba. Velasquez. Pero .a m1 h110 muchas mujeres lo llamaban Totihima .T o 11·h·1we·
así: se les dice a las cosas bonitas; a las personas, Totihima . Por lo menos así comen-
-Mira a este indio que entró aquí. zaron a llamarlo las mujeres Puunap-t-wei-theri.
-Me está pidiendo mañoco - dijo mi papá. - Dale.
Hacía tiempo que M-t-ramawé había aprendido la palabra mañoco. Ella
entonces le dijo a Alberto, mi sobrino:
-Trae una lata y llénasela de mañoco para que se vayan.
M-t-ramawé también pidió cazabe y sal. Ella les dio y ellos se fueron. Al
otro día salieron Orinoco arriba. Después de salir ellos, el mismo día, fue un
señor a mi casa y le dijo a mi papá:
-Señor Carlos, ¿usted conoce al muchacho que entró en su casa?
-No. ¿Quién era?
-Ese muchacho es su nieto, hijo de la hija de usted que está en el monte.
-¿Por qué no me avisaron en ese momento?
-No se lo dije porque yo sabía que usted iba a agarrar al muchacho y
después allá, donde nosotros trajinamos, los indios nos iban a matar por ven-
ganza.
Más tarde mi papá me contó que, al ver al muchacho, se había quedado
pensando:
- Quizás sea hijo de algún civilizado que se perdió por aquel monte.
M-t-ramawé me contó todo lo que había visto . Me dijo que un blanco
quería llevarlo hasta Puerto Ayacucho, pero que él no aceptó ir. Eso había
sido cuando Osheoshewé había ido hasta Puerto Ayacucho, junto con Nokiri-
ma. M-t-ramawé contaba:
-En Tamatama la gente es buena. En San Fernando también; allá es mu-
cha la gente. Yo entré en una casa , le pedí mañoco a un señor y una mujer
me dio . También me dio cazabe y sal. Fra una mujer gorda, buena, la que me
dio eso.
-¿Tú no le preguntaste quién era? - le dije yo.
-No - me contestó M-t-ramawé . - Yo no sé hablar como ellos. Ellos me
hablaban, pero yo no los entendía.
Entonces me dio dos camisas que traía . Una la usé para tapar al recién
nacido contra los mosquitos. También me dio un machete y un cuchillo. Pora-
we repartió el resto que habían traído los demás . A Akawé le tocaron unos
anzuelos y alguna ropa. También habían traído sal gruesa. De esa sal los indios
echaban una borona en su salmuera para hacerla más fuerte. Los otros no la
querían : tenían miedo de que les hiciera caer los dientes.
- Por eso los nape pierden los dientes - decían. Es que habían visto a al -
gunos marineros así .
Yo guindé mi bloque de sal alto sobre el fogón . Cuando me escapé, toda-
vía quedaba un buen pedazo.
Al día siguiente volvieron todos los que habían ido por pijiguao . Conta-
ron que ya estaba pudriéndose. En cambio, habían hecho mucho onoto. Las
mujeres vinieron a ver a mi criatura. Comenzaron a decir que se parecía al
nape Beraki y así comenzaron a llamarlo. Creo que se referían a Jesús Martí-
nez, por su cabeza alta , o al sobrino que siempre lo acompañaba. Los in-

500 501
CAPITULO XXXV
La Ultima Epidemia

Después que nació Totihima, seguimos allá como dos meses. Luego sali-
mos de wayum+, a comer yagua por la orilla del río grande. También comía-
mos yuvía y cucurito. Cansados de esas frutas , pasamos a Korita, donde había
mucho onoto. De allá Akawé quiso irse para Mahekotho-teka . Salimos, pero,
al llegar a Puunap-twei nos encontramos con Prereperni, su mamá , que venía.
-No vayan - nos dijo. - Los Mahekotho-theri se han ido de wayum+ por-
que llegaron muchos nape y nos pegaron una epidemia.
Ella se quedó con nosotros: nos había traído ella misma la epidemia. En-
tonces nos fuimos para Toprai. Porawé también se vino de Korita. Allí él
mandó a llamar a Warapawé y Taakaiwe y les dijo:
-Hagan una curiara de corteza, ustedes que saben, para escaparnos de
aquí. Los Mahekotho-theri están todos enfermos de epidemia.
-Bueno - dijo Warapawé. - A orillas del río grande hay una mata de tho-
moro. Mañana mismo vamos a sacarle la concha, la preparamos y, en la tar-
de, podernos atravesar todo el mundo.
Las mujeres fuimos en seguida a esconder las ollas en el monte. A lama-
ñana siguiente, temprano , salirnos rumbo al Orinoco . Por allá supimos que
habían fracasado los que iban a hacer la canoa . Al caerse, la concha se había
rajado un poco; y después , al calentarla, se había abierto del todo.
Ahora estaban haciendo otra. Era la primera vez que yo atravesaba en
curiara de concha. Ellos ya habían atravesado otras veces, cuando iban al otro
lado a cazar. Allá había mucha marimonda, mansita. Nosotros nos quedarnos
esperando a orillas de un caño de aguas blancas, el Maróhap-twei, donde hici-
mos tapirís, porque ya ese día no daba tie mpo para atravesar. Yo fui a ver
donde estaban haciendo la canoa. Alrededor de la mata habían hecho una
troja para montarse. Después habían cortado la concha arriba, abajo, por un
lado y por el otro. Después la habían despegado con unas palancas. Ahora la
estaban agarrando para que no se cayera. La bajaron. Otros ya habían prendi-
do candela.
-¿Qué van a hace r con esa candela? - les pregunté .
-No te acerques - me dijeron. - La curiara es muy delicada cuando se
hace . Las muj eres no deben verla; si la ven , se echa a perder . Ven a mirarla
cuando esté hecha. Ahora márchate.
Yo iba por leña, pero me quedé escondida mirando. Ellos agarraron la
concha y le pusieron los extremos sobre el fuego para que se chamuscaran.

Jo,·cn Yanomam1 co1.:inandu


·' .. . ~
..
503 .
Chamuscándolos. se ablandan y así se pueden doblar y amarrar las puntas. De habrían seguido acostados en el suelo hasta anochecer .
vez en cuando tocaban la concha para sentir si ya estaba caliente. Cuando lo Comenzaron a venir a mi tapirí en busca de fuego y volvían a regañarme:
estuvo, chorreaba por sus extremos . Entonces la sacaron y la iban pisando -Por qué tumbaste esa yagua? ¿No ves que sacudiste la orilla del río
para doblarle las puntas, mientras estaban calientes; si no hacen así, al en- grande? Ahora la epidemia se pone más brava y nosotros nos vamos a morir.
friarse no se doblan más , se rompen. Después de dobladas, las puntas las -Con ese ruido he espantado a la epidemia - les dije yo. - Ella tiene mie-
apretaron en cada extremo entre dos palos y amarraron los dos palos bien pe- do de que el palo le caiga encima y la mate . Ustedes mañana se van a sentir
gados. me jor . Nadie se va a morir. Esta no es una epidemia brava .
Después cortaron dos palos largos y los achataron para que sirvieran de Los hombres estaban peor que las mujeres . M+ramawé hizo un tapirí
canaletes. En seguida gritaron que la curiara estaba lista . pa ra Kraima y su familia. Dormimos en aquel lugar. Algunos durmieron en el
-Es muy tarde ahora para atravesar - dijo Porawé. - Mañana por lama- suelo sobre hojas de casupo; otros colgaron sus chinchorros entre dos árboles.
ñanita atravesamos. Temblaron de frío toda la noche . Al día siguiente yo me fui con M+ramawe a
Allí dormimos, pues . Esa noche se enfermó casi todo el mundo. A eso de ma tar sardinas en aquella lagunita. Había bocón y encontramos dos galápa-
la media noche se oía lloradera y gritería de gente con fiebre y dolor de cabe- gos. Después Porawé quiso que siguiéramos todos más adelante, porque a
za. A mis niños esa vez sólo les dio catarro y un poquito de fiebre. Para los in- orillas del río hacía mucho frío y había muchos mosquitos . Más lejitos todos
dios, en cambio, fue una epidemia bastante fuerte. se hicieron sus tapirís y se acostaron. Era un lugar bueno. Cuando hay epide-
Cuando amaneció comenzaron a atravesar los que estaban más enfermos. mia los Yanomami dicen que se debe buscar tierra virgen , donde no haya ca-
Después volvieron por más gente; y, así, pasaron todos : los Puunap+wei-the- minos , donde nadie haya ido de wayum+ ni de cacería. Así dicen que la epi-
ri y los Witokaya-theri . Nosotros que estábamos sanos, pasamos de últimos. demia se queda atrás. También prefieren el lugar donde hay mucho viento ,
La canoa la halaron afuera y la taparon con hojas de platanillo . porque el viento se lleva la enfermedad . Allí era ya tierra firme, bonita y so-
Al otro lado comenzó la gente a internarse en la selva. Yo los seguía. pla ba viento .
Media hora después de caminar, los encontré a todos tirados por el suelo, -Aquí - dijo Porawe - hay mucho viento y está hiiihiiiyom+ -. En efecto,
temblando, llorando , apretándose la cabeza. Habían empeorado. Decían que se oía can tar ese pajarito : ¡hai , hai, yo, hái -hai-yo' - Aquí - agregó - vamos a
el frío sufrido al pasar por el medi o del río les había hecho daño . Los niños curarnos poco a poco. para luego atravesar antes que la curiara se raje. Si se
estaban mejor que los grandes . Estos se revolcaban en el suelo , llorando y raja, nos quedamos presos e n este lado .
gritando. Wariyoma rodó sobre un espinera y gritaba desesperad a. Yo les de- Allí nos quedamos , pues . Ya era verano. Había seje: todas las veces que
cía: da epidemia hay también seje , que es remedio para la enfermedad . Yo reco-
-Ustedes siempre tienen fuerza para regañar a la gente y ahora se dejan g1a con M+ramawe y les dábamos a los demás . Después de unos quince días,
vencer por la epidemia- . Y ayudé a sacarle las espinas a Wariyoma. Estaban ¡a la gente estaba mejor. Los hombres salían de cacería. Al fin regresamos.
mal, pero bien mal. Yo tenía miedo de que se murieran . A M+ramawé le Dormimos donde yo había tumbado la yagua. En aquella ocasión todos se pu-
dije: - Esta gente se va a morir toda . ¿Cómo haremos si se mueren también sieron a pescar en la lagunita . Asamos y comimos; el resto lo cargamos .
los hombres que nos atravesaron? Allí Hashówe invitó a Porawé a que se fuera a su shapono para darle un
-S i se mueren - me dijo él, - en esa mismita curiara nos escapamos noso- reahu . Porawe no aceptó. A la mañana atravesamos para el otro lado. El
tros para Tamatama . agua comenzaba a filtrarse en la curiara. Y eso que la habían remendado con
Después el muchacho se puso a cortar palos e hicimos un tapirí . Akawé barro ; el agua rompía el barro y entonces con una camasa uno tenía que estar
estaba allá tirado y encogido como un cachicamo, haciendo un ruido feo , to- botando el agua. Cuando llegamos al shapono de Toprai , se murió una niña.
siendo y llorando al lado de su mamá . Terminado el tapirí , tendí el chincho- hija de Yapiwe : le dio diarrea y de eso murió , pero como consecuencia de la
rrito de Kariyonawé y lo dejé cuidando a Totihima y Ushiwei . Salí a buscar epidemia . También se murió otra niña , hija de Yapremi. Ella decía llorando:
leña para hacer fuego y llegué a una lagunita donde había muchos peces . -¿ Por qué se murió mi hija y no el bebé de Napéyoma? Esa avispita de-
Cuando el río crece , los peces entran a ese rebalse y, cuando baja, no pueden bía morirse y no mi hija que ya caminaba.
salir. Había también una mata de yagua con su fruta que comenzaba a caer. Allá se pusieron a guindar plátanos y se pilaron los huesos de las niñas
Entonces le dije a M+ramawé que flechara pescado y yo fui a tumbar la muertas.
mata . Con el hacha le di, le di hasta que la tumbe. Era grande; al caer hizo Un día , después de eso , vinieron de visita unos Shipariwe-theri . Venía
un ruido espantoso, quebrando muchas plantas bajitas. Cuando regresé con el Póshokomi , hermana de Akawe , venía su esposo Kokamowe y otros cuatro
racimo de yagua, los enfermos estaban despiertos y me regañaron : hombres . Venían a pedir que los Puunap+wei-theri no fueran a ayudar a los
-Tumbando esa mata lo que hiciste fue llamar a la epidemia para que nos Raharawe-theri en la pelea que tenían contra ellos . Decían que si iban a ayu-
venga a rematar . darlos , ellos vendrían a ayudar a los Hii-theri contra nosotros .
- Esto es lo que los sa lvó a ustedes -les dije yo .- Si no se caía la yagua, ¿Qué había pasado entre los Shipariwe-theri y los Raharawe-theri ? Cuan-

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do nosotros estábamos huyendo de la epidemia al otro lado del Orinoco, Ha- enemigo.
yaote, hermano de Akawe que vivía entre los Mahekotho-theri, se encontraba -Sí ustedes están bravos con nosotros - dijo Akawe, - vengan a flechar·
de paso en el shapono de los Raharawe-theri. En aquellos días algunos Shipa- nos .
riwe-theri habían ido de visita a esa maloca. Pues bien, al anochecer, Hayaote Total que, desde entonces hasta el momento en que yo me fui, no estu-
había flechado a uno de ellos, un muchacho de nombre Shaishaiwe . Lo flechó vieron más en buenas relaciones los Puunap+wei-theri con los Raharawe-the-
en la ingle con punta de bambú, dejándolo privado y perdiendo sangre. No se ri. Después de marcharse el viejo, Porawe dijo:
murió. -Esa gente ya no viene aquí para cambiar corotos, sino sólo a discutir por
Hayaote , naturalmente , se escapó en $eguida para Mahekotho-teka. Los ese asunto de Hayaote , a calentar y a gritar . Es mejor que nos vayamos de
Shipariwe-theri visitantes lo persiguieron, pero no lo encontraron . De noche acá . Vámonos para Korita. Allá estamos lejos y tranquilos.
es imposible . Shaishaiwe quedó en Raharawe como quince días. Lo brujeaban Y nos fuimos.
mucho y se fue curando. Ahora los Shipariwe-theri quedaron bravos con los Los Witokaya-theri, en ese tiempo, como no querían quedarse en Wito-
Raharawe-theri y los Mahekotho-theri. Por su parte los Mahekotho-theri ya kaya ni en Toprai por miedo a los Hii-theri, se fueron de wayum+ hacia don-
estaban enemistados, porque ese Hayaote tenía una hermana de nombre Ma- de vivían los Iyéwei-theri. Desde Korita M+ramawé había descubierto un caño
kuruma a la que Kokamowe había estado dando cacería en Mahekotho-teka; en que había mucha sardina. Parece que por eso se llamaba Yarakap+wei ke
después .como él dejó de ir a reclamarla, Prerepemi se la dio a un Maheko- u. Le dije a Akawé que quería ir .
tho-theri gue se llamaba Mamokoríwe. Por eso se había puesto bravo Koka- - ¿Quién te va a acompañar? - me preguntó.
mowe y los Shipariwe-theri habían ido a flechar a los Mahekotho-therí; pero -A lgunas mujeres - co ntesté.
sólo hirieron a uno en un brazo. Después volvieron otra vez a atacarlos. Los - Tus compañeras sí saben pescar - dijo él, - pero ¿qué vas a saber tú?
Mahekotho-theri fueron una vez a Shiparíwe y mataron a uno, que yo sepa. Tú no matas sardinas. Tú no matas ni siquiera una hormiga.
Los atacaron otra vez y no mataron a nadie. Después amenazaron que iban a -Sí - le dije . - ¿De quién es el pescado con el que siempre te atoras que
quemar tela y romper vidrios cerca de su shapono para que se murieran de te pareces a un loro ahogado?
epidemia . Esto asustó mucho a los Shipariwé-theri. Se puso a reir. A la mañana siguiente salí con mis niños, con Natoma,
Lo único que pasó luego fue esto de Hayaote que hirió a Shaishaiwe en con Nihiyoma y Hutomi . Hutomi la habían entregado los Raharawe-theri a
la maloca de Jos Raharawe-theri . Esto era lo que ahora contaban los Shipari- Yaatawe después de aquellas dos veces que le habían pegado. Caminamos
we-theri a los Puunap+wei-theri. Hablaban además de Hayaote , diciendo que mucho. Atravesarnos tres caños y subimos a tierra firme . Llegamos al fin. Era
no sabía flechar, que no sabía matar gente, que ahora los Shipariwe-theri le un caño que cae al Korita ké u . Los niños comenzaron a flechar. Natoma pe-
iban a enseñar . Esta burla no le gustó a Akawe. gaba varazos sobre el agua y los peces se escondían por las orillas. Nosotras
- No es que mi hermano no sepa matar; él no quiso matar - les dijo . - entramos y metíamos las manos deba jo de las raíces de la orill<- y agarrábamos
Sólo quiso rasguñarlo. ¿Ustedes creen que el día que yo vaya a ílecharlos a las sardinas. Les mordíamos el cogote, las aga rrábamos con los dientes por la
ustedes, los voy solo a rasguñar? Le meto mis flechas en la boca del estómago cola y, cuando no cabían más , las tirábamos a la orilla. Cuando se terminaron
y se caen muertos . allí las sardinas, nos mudamos a pescar más arriba. Pescamos sólo sardinas.
-Mi hermano los ha flechado a ustedes con bambú - dijo Juego Shikora- Natoma, sentada , cuidaba a Totihima . Ushiwei se había quedado con Kraima .
we. - El día que yo los fleche a ustedes , Jos voy a flechar con bambú veneno- M+ramawé y Kariyonawé se perdieron más adelante, cazando sardinas tam-
so, para que no vayan por ahí diciendo mi nombre y burlándose de mí. bién. Nosotras, caminando por la playa , íbamos detrás de ellos. Más adelante
Se regañaron esa noche . Después se pegaron, pero sólo con la mano. estaba hondo. Nihiyoma pegó con vara . Había, pero matamos sólo dos. Se-
Gritaron las muj e res de Jos dos lados . guimos. Más adelante encontramos dos sardinas que habían flechado los ni-
Por la mañana Akawe le dio un machete a Kokarnowe, pero éste se que- ños. Pegamos de nuevo con la vara: había. Nos metimos y sacamos bastantes.
dó con nosotros corno dos meses. Porawé Je dio un machete a Heitehewe , pa- En eso oigo a Kariyonawe llamándome :
dre del muchacho flechado, y uno a cada uno de los que habían venido, y se - ¡Mamá! ¡Mamá!
fueron . Los Puunap+wei-theri tenían los machetes que Sixto les había dado la - Está gritando - dijo Natoma. - A lo mejor han encontrado babilla.
última vez. - ¡Mamaaaa! - volvió a gritar el niño . - ¡El tigreeee!
Después de eso llegó un viejo Raharawe-therí . Se llamaba Morn+weremí . Agarré el machete y le dije a Natoma :
Venía a visitar a su hija Hukoshoemi. Habló con Porawe y dijo que los Raha- -Vente atrás, poco"a poco , con el niño .
rawe-theri estaban bravos también con los Puunap+wei-therí , porque Hayaote También la mujer de Shikorawe me siguió.
había hecho tal cosa en su mal cca . - Espérame, espé rame - me gritaba.
-Cuando uno va a flechar a otra gente en nuestro shapono - decía el vie- -En cuanto te espero - le dije, - el tigre se come a mis hijos.
jo gritando, - es como si flechara a uno de nosotros; por eso lo considerarnos - ¡Mamaaaa 1 ¡El tigreeee ' - seguía gritando Kariyo nawe .

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Yo iba corriendo como loca. Ellos habían estado flechando pescado por me lo entregaba. Así son ellos.
donde el agua del caño era bajita. Ahora estaban en la orilla de allá; en la de -Vamos a llevarlo - dijo Akawe. - Yo lo brujeo.
acá había un palo caído dentro del agua. El tigre - según me explicó después Nos fuimos, pues , para nuestro shapono . Allí hice acostar a M+ramawe
M-trarnawe - estaba en el lado de acá. Cuando quiso brincar sobre ellos, pisó de costado . El tumor no criaba materia; no podía reventar. Estaba colorado,
sobre el palo y éste se quebró cayéndose al agua . Sólo entonces ellos vieron al pero era duro , sin punta . El muchacho lloraba de día y de noche . Akawe, To-
tigre. En seguida se encaramaron cada uno en una mata diferente . M+rama- kowe y Pirewe lo brujeaban . Según me explicaban, yo tenía que frotar el tu-
we más alto; Kariyonawe más abajo . Este gritaba, gritaba. El tigre había sali- mor con una hoja de tabaco y después ponerle encima barro blanco . Decían
do del caño y se había venido a sentar entre los dos. Miraba a mis hijos y les que así se ablandaría . Cada día hacía eso; a cada rato cambiaba el barro , por-
pelaba el colmillo, especialmente a Kariyonawe que gritaba tanto. que se secaba. M+ramawe decía que le ardía mucho . Venía Kraima y lo rega-
Cuando me sentí cerca, también yo me puse a gritar, decidida a enfren- ña ba:
tarme con el tigre . Calculaba que ya me había comido a uno, porque era uno -Tú te fuiste adonde los nape. Te fuiste a comer esa piedra salada que
solo el que llamaba . tienen . También comida koshi. Eso fue lo que te hizo daño.
-¡Tigre , tigreee! - gritaba yo . - Espérame ; no te vayas. Espérame, si eres Koshi para ellos era cochino. En Tamatarna los Yanomami habían visto
valiente, para que peleemos. Cómeme a mí, no a mis hijos . los primeros cochinos . M+ramawe seguía con fiebre , sin hambre. Después de
Después M-tramawe me contó que , cuando el tigre oyó que yo venía , una semana , mientras lo lavaba con agua tibia , sentí que el tumor estaba
miró hacia mí, se paró y se fue hacia el otro lado . b landito . Se lo dije a Akawe. El mandó apuntar bien un huesito de mono tití.
-Allá va, allá va - me dijo Kariyonawe cuando llegué. - Míralo , allá , mo- Vinieron las mujeres y me ayudaron a tener a M+ramawe acostado boca aba-
viendo aquel matorral. jo sobre mis piernas. Akawe agarró la punta para hincar, pero tuvo miedo.
-¡Tigre, cobarde! - le gritaba yo. - E spérame, espérame. Yo nunca he Entonces un lyewei-theri, el marido de Nakuamai , que sabía, cogió el huesito
visto a un tigre tenerle miedo a una mujer. Soy mujer , ven . Aquí vamos a pe- y lo hincó . M+rarnawe se desmayó . Yo me puse a llorar. La materia comenzó
lear. Tú tienes tus garras; yo también tengo la mía. Te vas porque eres viejo. a salir; salió bastante . Después, con el mismo huesito , le metieron algodón
Mi garra era el machete , uno largo que M+ramawe había traído de Ta- adentro. Se sacaba y se botaba; varias veces ; y se dejaba adentro para tapar.
matama. Los niños se bajaron . Nos fuimos. Por allá topamos con la mujer Después le echarnos agua , yo lo sacudí y él volvió en sí. Allí sí comenzó a chi-
que traía a Totihima. Fuimos a recoger el pescado que habíamos dejado. Re- llar de dolor. Durante la noche Akawe lo soplaba. Yo le cambiaba el barro
gañé a los niños para que se fueran conmigo. Cualquier ruido ahora parecía blanco. Se iba curando; pero le dio también diarrea. Yo le estrujaba encima
ser de tigre . Cargamos y volvimos . Cerca del shapono lavarnos el pescado en hojas de konakona nato . De su cabeza entonces salía humo. Hacía caldo de
aquel caño. Allá los niños cazaron cangrejos. Embojotamos y entramos. Las caña de la India y le daba para que tomara . Cuando le dejó la fiebre, se curó.
mujeres avisaron lo del tigre. Kraima se puso a llorar. Porawe nos regañó . Un Allí mismo volvía Krairna a buscarlo. Así son ellos .. .
hombre dijo que había oído gritar, pero pensando que fuera algún pleito con
Akawe , no se había presentado.
Después de algunos días me pasó el miedo; pero las mujeres no volvieron
solas tan le jos a pescar.
Después de eso los Puunap-twei-theri vinieron para Toprai. Allá apareció
creo que Sixto y se llevó de nuevo a varios indios a trabajar a Tamatama. No-
sotros nos vinimos a hacer un tapirí entre Korita y Puunap-twei . Porawe no se
quedó en el shapono, porque era demasiado grande para tan poca gente, sino
e n medio de su conuco . Allá hicieron sus tapirís .
Después de un mes volvimos a la maloca de Toprai. No había nadie .
Akawe se puso a componerla . Renovamos el techo . Al otro día llegó la gente
de Tokowe . Dos días después lle gó M+ramawe adonde Porawe . Venía de Ta-
ma.tama. Me mandaron a llamar. Estaba enfermo; traía un tumor grande en
una nalga . No podía sentarse y tenía calentura.
-Ese muchacho ha comido comida de los nape y ahora está enfermo - de-
cía Porawe.
Mi hijo había traído un machete para Akawe, dos camisas, un espejo,
dos peines y varios anzuelos. Akawe nunca se puso esa ropa ; se la dio a Ko-
kamowe a cambio de parara. Ahora que M-tramawe estaba enfermo, Porawe

508
CAPITULO XXXVI
La Curiara de la Libertad

Después de eso Akawe se fue para Shipariwe a casa de su hermana. Yo


me quedé. M+ramawe me había dicho que él sabía dónde estaba la curiara de
Warapawe. Había visto dónde Ja escondían la última vez que fue a pescar con
él y otros jóvenes lyewei-theri que hacían el servicio premarital en nuestro
shapono. La había hecho Warapawe donde su padre, junto con algunos Maki-
ritare que habían venido a enseñar. Habían hecho dos, de la misma manera
que Omawe hizo la suya para salvarse del diluvio , según cuentan los Witoka-
ya-therí. Eran las primeras curiaras que tenían los Yanomami de estos lados.
Con ellas habían ido y venido de Tamatama. Ahora , al llegar de pesca, deja-
ron la de Warapawe amarrada y se vinieron.
-El papá del niño 60 se ha ido - dijo M+ ramawe al verme. - Este es el
momento para escaparnos. Yo sé dónde está la curiara .
-¿Miraste si hay matas de balsa por allá?
-Sí hay , mamá. ¿Por qué?
-Porque si no encontramos la curiara - le dije yo, - andamos un poco
por la orilla del río y, más abajo , tumbamos de esas matas que aboyan mucho
y hacemos una balsa. Con ese mismo palo hacemos un canalete y gareteamos
hasta llegar a un sitio civilizado. Yo estoy lista.
El me pidió que no olvidara las dos cajitas de fósforos que había traído
de Tamatama. Yo saqué mi guaturita; dentro puse la haowa y el machete ; me
tercié el güenepe y me puse a Totihima en él. A Ushiwei me lo monté en la
espalda y, con M+ramawe y Kariyonawé adelante, salimos.
-¿Para dónde van? - me preguntó Nihiyoma .
-Voy a ver si encuentro seje - le contesté .
Echamos a andar ligero , por el camino de Korita . En el shapono oímos
gritar:
-¡Uuuuuuuh , uuuuuuuht
Nos metimos en el monte y más adelante volvimos a coger camino. Atrás
Nihiyoma y otras mujeres venían gritando. Nosotros , calladitos.
-Esos no se van a buscar seje - decían ellas. - Se están escapando. Si
fueran a buscar fruta nos responderían.
Las malditas tenían siempre miedo de que yo me escapara. Por eso les

(60) Akawe.

Los invitados a un reahu 511


dije brava:
Yapremi Y Wariyoma salieron a favor mío . Yapremi le decía a Mamohi-
-¿Por qué me preguntan adónde voy? Yo voy adonde me da la gana. yaham+ :
¿Acaso ustedes tienen los pies maneados con los míos para andar siempre
-¿Para qué mandaste a ~u hijo a ílecharla? ¿Por qué no dejaste que se
persiguiéndome?
fuera? ¿No ves que su mando la regaña todo el tiempo siempre le dice:
Kariyonawé les repitió lo mismo. Ellas entonces se fueron a la maloca. "¡Vete! ¿Qué haces aquí? Vete a casa de tus parientes. Yo no te quiero. Esa
Nosotros pasamos por el conuco. Saqué raíces de juncia que, mezclada con otra mu1er que tengo no me quiere porque tú estás conmigo. Si te hubieras
onoto, sirve para hacer fricciones cuando duele el cuerpo o cuando da dia-
ido, ~a yo tendría a una_ muchacha más conmigo. Tú estás viejas .. . " Sí; yo
rrea; saqué también un ocumo que se ralla y sirve para dar flojera a la gente; que vivo cerca de ellos, 01go Jo que le dice todos los días. y tú , cuando ella se
y saqué otra juncia que sirve para dar miedo al enemigo. Me eché to~o a la iba, la mandaste flechar. .. Deja que se vaya con sus niños. El niño es de ella.
guatura y seguimos rumbo a la Piedra de Guajaribos. Ya llegando, M+rama- El se fue con los Pishaa~i-theri y a ella la dejó sola, buscando cangrejos para
wé me preguntó si había traído una camasa, porque la curiara hacía agua por darles de comer a sus htJOS -. Yapremi estaba interesada en que yo me fuera
la proa. Le dije que no, pero que el agua se podía botar con una hoja de ma- porque quería entregarle a Akawe a su hija Karemokimi, botada por Ahaiwe.'
tapalo. Otras mujeres también regañaron a Mamohiyaham+. Ella respondió.
Al decir eso, itak!: una flecha se me clavó debajo de la rodilla izquierda. -Sí; ustedes la mezquinan.
Grité y me caí al suelo. Miré: era una flecha arponada. Totihima se asustó
.-Cúrala ,- le dijeron, - tú que la mandaste a flechar . Sácale el arpón de
con mi grito. Kariyonawé echó a llorar, desesperado, batiendo palmas. A U- s~ pierna. _Tu eres Hekurayoma : cúrala . Tú le tienes rabia a la gente extraña.
shiwei lo tenía Miramawé; pero en seguida apareció Kreetowé, hijo de Toko- S~empre ~ices: " Yo no quiero darle mi hija a él , porque él tiene a Napeyoma.
we, que era quien me había flechado y se lo quitó. . S1 no tuviera a Napeyoma , yo le iba a dar a Hayama; por eso he mandado a
-Ahora sí pueden irse - dijo el maldito. Y me sacó la flecha de la pierna. Hayama a otra parte".
La punta se quedó: el arpón no sale. Llorando, yo lo regañé: _Gritaro.n aquel día. Sólo faltó que se agarraran. No lo hicieron porque
-Ese animal que nos persiguió. ¿Por qué te llevas a mi hijo? Ese no es llego Porewe que estaba en el conuco y, al oír la gritería , había venido a ver.
hijo tuyo . -Ustedes aquí siempre peleando - dijo. - Por eso yo no quiero estar con
-Si tú te lo llevas - dijo él, - su padre se pone bravo con nosotros y es uste~es en el shap~no - . Y ª. _'.v1amohiyaham +: - y tú que siempre dices que
capaz de matarnos. Es el niño que más mezquina. Tú vete con los demás . Nape anda por ah1 con sus mnos, la mandaste flechar. .. Mírala cómo sufre y
-Yo no voy a dejarles a mi hijo a ustedes para que lo maltraten. tú tan tranquila. Deja que se vaya. ¿No ves que su hombre la maltrata? El se
No sé si me oyó, porque ya iba corriendo lejos. Mis hijos lloraban conmi- va ~ara los Pishaasi-theri, para los Mahekotho-theri y a ella Ja deja sola aquí .
go. El maldito se había llevado los fósforos de mi guatura. Era su madre Dejen que se vaya si quiere irse .
quien lo había mandado a flecharme, Mamohiyaham+. Menos mal que sólo
T~mbién se metió Tokowe, marido de Mamohiyaham+ , defendiéndola.
me había tirado a las piernas. Yo gntaba del otro lado de la maloca . Mi rodilla se hinchó . Se había forma-
Nosotros nos quedam os allí. M+ramawé con el machete me cortó la par- do un tumor que ardía, ardía y no me deja ba caminar. Kariyonawe me traía
te de la punta que salía y dijo: agua Y leña . Hukoshoemi calentaba agua y me bañaba el tumor . Cuando ella
-Hoy ya no podemos escaparnos. Vamos a esperar otro día. Y ~~toma vieron que el pafüo del arpón se movía, lo sacaron. Con el palito
Ahora ya no podíamos hacer candela para calentar al niño que temblaba sa_lio mucha matena y el hilo con que estaba amarrado el huesito del arpón.
de frio. Entonces comenzamos a regresar. Yo casi no podía caminar . M+ra- Solo ~e quedó el h~es1to. Las mujeres seguían lavándome con agua caliente y
mawé me cortó un palo para bastón. Por el camino él vio una mata de guama, emp,u1aban el huesito por e~ otro lado para que saliera. Dos días después apa-
cargada de fruta . Los niños tenían hambre. M+ ramawé se subió y con el ma-
r~c10 la pu~~ª · Nat~i:"ª cogió un diente de pi cure , apretó bie n y haló. Yo gri-
chete trozó unas ramas bien cargadas. Llenamos la guatura y seguimos andan- te, pero saho. Y saho mucho pus . Ellas limpiaron con algodón .
do. Me dolía mucho la herida. De vez en cuando nos parábamos a descansar. Tres días después la rodilla comenzó a deshincharse y yo empecé a cami-
M+ramawé cargaba a Totihima en mi güenepe. Oscurecía ya cuando llega- nar un poc.o. Como a los veinte días llegó Akawe. No dijo nada al verme. Por
mos. Mi rodilla estaba hinchada. Entré a la maloca gritando: miedo nadie lo había avisado.
-Mamohiyaham+ no tenía cacería: por eso mandó a su hijo a flecharme. Yo casi no salía . Me quedaba en la casa torciendo algodón . Ese era mi
Ven acá, vieja, ven a matarme con tu garrote y cómeme. ¿Qué te importaba trabajo grande cuando no podía salir de la maloca. Y haciendo chinchorros.
a ti que me fuera? Yo soy otra gente. Aquí no tengo parien_tes: ni mar:iá, ni Del lado de. acá del Orinoco , el primero lo había hecho en Witokaya. Hice
hermanos , ni nadie . Y tú mandaste a tu hijo valiente, tan vahente que m sabe uno para M+ramawe que se llevó para Puunap+ wei ; después otro q ue Akawe
flechar ... llevó a ~ah_ekotho-teka; hice otro que él dio a un Iyewei-theri y otro que dio
Ella se quedó callada. Entonces otros le dijeron: a un -~h1pan~e-theri. Allá eran Jos hombres que hacían los chinchorros; pero
-Respóndela . No te dejes regañar así. tamb1en hab1a tres mujeres que los sabían hacer. Ahora hice mi .:iltimo chin-

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chorro entre Jos Yanomami. Después comencé a ir al conuco. Estando un día ataques. El iba a buscar curación donde los brujos Mahekotho-theri, Shipari-
en el conuco, mientras Akawe limpiaba, yo le dije: we-theri, lyewei-theri. También Porawe lo brujeó. Nada. Himotop+wei-theri
-Voy a sacar yuca . lo curó por dos años. Luego le volvió el mal. Malo lo dejé yo, cuando me es-
-¿Cómo la vas a sacar si está verde? capé. Hewariwe me contó que se murió en la última epidemia que les pegó a
-Es que a lo mejor no me da tiempo a comerla hecha. f los Puunap+wei-theri. Le dio un ataque y se cayó al fuego. Como no estaba
-¿Por qué? ¿Para dónde te quieres ir? nadie, allá se murió. Los indios ahora dicen que murió quemado porque no
-Me voy. había cocinado bien Ja carne de cachicamo. Cuando todavía vivía y le daban
-Yo también quiero irme de aquí. ataques, la gente se reunía, grandes y niños, a ver y decían:
-No; tú quédate. Aquí tienes a tu mamá, a tus hermanos ... Yo me voy -Ese se está volviendo cachicamo porque comió sin cocinarlo bien . Miren
sola . cómo está sufriendo ese hombre. Ustedes siempre cocinen bien su carne.
-Si tú te vas, yo también me voy; me voy a casa de mi mamá. Aquí me Los Yanomami tienen miedo de comer carne que no esté bien cocinada.
mezquinan a esa mujer ... Bueno. Saca yuca. Yo estaba sólo echando broma. Aquella noche Porawe dijo:
Allí también hay caña dulce. Quiebra para que coman los niños. -A ustedes aquí sólo les gusta discutir. Yo me voy a comer moriche por
Saqué un poco de yuca, la eché en la guatura y me fui con Kariyonawe. el camino de los nape. Cada cual vaya a comer moriche donde quiera.
Akawe se quedó. Pasamos por el caño, lavé la yuca, raspé la mitad y regresa- Esa noche llegaron los hermanos Witowe y Koyewe diciendo que habían
mos a la maloca. En lo que llego, me ve Mamohiyaham+. Ya habían pasado matado un danto cerca del caño de Korita. Entonces, en lugar de ir por mori-
dos meses desde que me había mandado a flechar. che, al día siguiente salieron los hombres para traer el danto. Yo me quedé
-¿Sacaste bastante yuca, ah? - me dijo. Como yo no le contesté, ella si- en la casa asando plátanos. Tenía ganas de aprovecharme y escaparme sola
guió diciendo: - Pero ¿no ves que está verde? con el niño más pequeño. De los otros decía: " Ellos son hombres y algún día
-Prefiero sacarla verde - le dije - que dejarla ahí para que se la coman buscarán la civilización''. Ya yo le había dicho a M+ramawe:
ustedes. Ustedes podrán comerse mis plátanos que están haciéndose, pero no -Cuando llegue algún nape por aquí, yo me voy. Tú no vayas a abando-
mi yuca. nar a tus hermanos. Espera que Ushiwei crezca más y después se van ustedes
-Mamá - le dijo su hija Nihiyoma. - Eso quiere decir que ella se va. tres. Consigue una curiara y se van río abajo . Yo no quiero quedarme más
-¿Para donde - preguntó su mamá, - si esa mujer no tiene a nadie? -. aquí. Akawe no me quiere . Por él esta gente me tiene rabia.
Y a mí: - ¿Para dónde quieres irte si no tienes parientes? La intención mía era alcanzar el sitio de algunos racionales 6 1 y de allá
-Me voy - le dije. - Parientes tengo. Además, ¿crees tú que sólo puede volver a buscar a mis hijos.
vivir uno si tiene parientes? Yo llevo tanto tiempo viviendo aquí donde ningu- Müamawe esa mañana salió con los cazadores a buscar el danto. Akawe
no de ustedes es pariente mío .. . también. En eso veo que entra a la maloca un civilizado: era Jesús Martínez.
Los hombres que oyeron se pusieron a reir. Venía con su sobrino. Las mujeres decían:
-¡Ahahahahah++++! ¿Para dónde quiere irse esa mujer si no tiene pa- -¡Beraki, Beraki!
rientes? Yo de broma le decía a mi niño:
-Pues lo que digo. Me voy. Me voy mañana mismo. -Mira. Allá vienes tú llegando.
-No se rían de Napeyoma - dijo entonces Pirewe. - Y no digan que no El civilizado se fue adonde Porawe y le dijo :
tiene parientes. Nosotros no sabemos. Los nape son bastantes. Puede ser que -¿Dónde están los hombres?
ella no tenga padre o madre, pero tendrá hermanos,tíos, alguien. -¿Qué está diciendo? - me preguntaron a mí para que tradujera.
Este pobre hombre, más tarde - como supe últimamente - se murió que- -Quiere saber dónde están los hombres - dije yo. Y a él : -Mataron un
mado. Hacía tiempo él había salido con otros hombres de cacería, cuando yo danto y salieron a buscarlo ... Mire, señor: ¿será que usted no me puede lle-
estaba todavía al otro lado del Orinoco. Por allá asó la tripa y la grasa de un var? Yo quiero irme, que aquí estoy presa .
cachicamo gigante que habían matado. En la grasa se puso a remojar su pláta- El me hizo señas de que sí con la cabeza. Entonces me puse a Totihima
no asado y convidó a los demás a que hicieran lo mismo. en el güenepe . Kariyonawé se montó a Ushiwei en la espalda y salimos antes
-Mira que eso está crudo todavía - le decían ellos. - Sólo cuando el del civilizado para que no desconfiaran. Nadie dijo nada. Echamos a andar,
humo de este cachicamo esté en el cielo es cuando él estará bien cocinado. andar, pero las mujeres nos seguían. Más adelante vimos que iban llegando
-No; está bueno - insistía él. Terminó de comer y se acostó. los hombres con el danta. Las mujeres les dijeron:
No pasó nada hasta que, en el reahu, Je comenzó el ataque. Se cayó, -Napeyoma se fue con sus hijos.
apretó duro las manos y hacía un ronquido feo, sin sentido, los ojos vidriosos,
(61) Helena utiliza aquí las palabras racional y civilizado , términos con los que se desig-
botando espuma por la boca y la nariz. Su mujer lo lavaba , lo pegaba con una nan a sí mismos los criollos . A los indígenas los describen como salvajes y primiti-
rama de y+p+ ke hi. Tardó para volver en sí. De vez en cuando le volvían los vos.

514 515
Al rato venía Shikorawe, hermano de Akawe, corriendo con arco y fle- -Los Witokaya-theri se están preparando para ir mañana a pescar por el
chas. Atrás venía su mujer, Ahaiwe y la mujer de éste. río grande. Dicen que ahila mucho caribe.
-¿Para dónde vas? - me dijo. Akawe se animó y le dijo que iba a buscar a M+ramawe para ir a pescar
-Voy a comer fruta, allá en el caño. Ya está madura. ¿Ustedes creen que con ellos. Ya el día que habíamos regresado de wáyum+ Akawe me había di-
me voy a ir con el civilizado? ¿Cómo voy a ir , si ni siquiera he hablado con cho:
él? -Yo estoy cansado de ir con esta gente de acá para allá. Quisiera irme a
-No, no - dijeron. - Tú eres capaz de irte. Vente con nosotros -. Me un lugar donde nadie más me viera. Si yo me voy para donde los nape ¿será
quitaron a Totihima; a Kariyonawe le quitaron a Ushiwei y lo agarraron a él que ellos me van a matar?
por el brazo. -No - le dije; -si tú no les haces nada malo, ellos no te matan. Con ellos
-Ustedes ni siquiera me dejan ir a comer fruta - dije. - ¿Me quieren cui- uno tiene que trabajar, hacer lo que ellos mandan , rozar conuco .. y entonces
dar toda la vida? Algún día me voy a ir. lo quieren bien a uno . Ahora, si uno es flojo , no lo quieren. A los nape les
Los hombres se fueron. Las mujeres se quedaron ahí. Beraki se había gusta la gente trabajadora.
quedado en el conuco con las otras viejas para comprar plátanos. Los otros -Yo estoy cansado de estar aquí -siguió diciendo él. - Allá me contaron
hombres se habían ido también al conuco . Cuando llegué a la maloca, ya los los Shipariwe-theri que los Hii-theri me escogieron para matarme , porque,
viejos estaban haciendo troja para asar el danto. Cuando los hombres llega- matándome a mí , se acababa la gente valiente.Tengo miedo de dejar a estos
ron del puerto traían machetes. Era imposible irme, porque los indios se que- niños huérfanos. Los niños huérfanos sufren mucho. Por eso quiero irme.
daron en la orilla hasta perderse de vista el civilizado. Ahora comenzaron a A la mañana siguiente, pues, Akawe se fue adonde los Witokaya-theri
decirle a Akawe: para preguntar si iban a pescar. Le dijeron que sí. Entonces se fue adonde
-¡Eh! Napeyoma se iba con el nape. M+ramawe para decirle que saliera con ellos y escondiera la curiara. Fueron,
-Mentira - dije. - Yo iba a comer fruta. Sí, díganle, díganle para que me :-iues a pescar. De regreso , Miramawe me trajo dos caribes y un bocón. En voz
pegue, para que me mate -. Yo sabía que ahora Akawe no me pegaba más, bajita le dijo a Akawe que había escondido la curiara y los canaletes.
después de aquella vez que lo dejé privado. Más bien él mismo les decía a Jos Para esconder la curiara M+ramawe había hecho así . Al llegar, los pesca-
demás que me regañaban: dores dejaron amarrada la curiara y se vinieron . El muchacho con ellos. Pero
-Cuidado que Napeyoma les va a pega r. Esa es valiente. en seguida dijo que le dolía la barriga y se metió en el monte y que para
- Ahora tú le tie nes miedo - le decían ellos . obrar. En cambio se fu e adonde la curiara; la trambucó e n un si tio seguro,
-Sí; le tengo - contestaba él, - porque poco faltó que me matara. con mamure la amarró al fondo y escondió los tres canaletes en el mo nte.
Ellos se reían. Yo pensaba: "¿Cómo no se me ocurrió haberle pegado an- Luego se vino.
tes de tener a Ushiwei?". En seguida M+ramawe se fue donde Porawe. Entonces Ak awe me volvió
Comieron su dan to. Después se prepararon para salir de wáyum+. Pora- a decir:
we se fue por un lado. Akawe se fue con Tokowe. Por ese tiempo Akawe es- -Quiero irme, porque los Hii-theri van a venir. Están haciendo mucho
taba esperando que Tokowe le en tregara a su hija Hayama. El siempre le cu rare para matarme.
mandaba cacería. Además contaba para más tarde co n Hiyomi, otra hija de Ese día cociné pescado . Repartí los caribes con los demás; nosotros comi-
Tokowe, de como doce años. De Toprai, pues, nos vinimos a un moricha!, mos el bocón . Entonces Akawe me dijo:
cerca del río grande . Comimos mucho moriche. A los pocos días Porawe se -Mañana, para alejar a esa ge nte de por acá, voy a decirles que vamos a
pasó a otro moricha!. Los Witokaya-theri se habían ido a comer moriche por atacar.
los lados de Witokaya. Nosotros siempre con Tokowe. Una noche Akawe le A la mañ ana siguiente, pues, Akawe se fue adonde estaba Porawe a avi-
dijo a Kariyonawe: sar de su ínter.ción.
-Vete a decirle al papá de Hayama que me la mande con su chinchorro. - Mira - le dijo. - Tú tie nes a tu ye rno con los Witokaya-theri. Vete allá y
Díselo a su mamá también. avísalo que queremos ir a atacar y que yo voy a cuidar el camino de Puunapi-
Esta joven se había escapado de los Shipariwe-theri hacía tiempo, ya pre- wei. Dile que los Hii-theri ya han venido así /3/ veces y que nos han herido a
ñada. Le había nacido una niña que ahora comenzaba a andar. Kariyonawe mucha gente y nosotros todavía no hemos ido allá una sola vez . ¿Por qué so-
tenía miedo ; no quería ir. Al final Akawe amenazó pegarle al niño y éste fue. mos tan cobardes?
Pero Tokowe mandó a decir que esa hija no, que para él tenía guardada a Hi- Porawe fue y habl ó. Los Witokaya-theri se animaron. Tenían mucho cu-
:,-om1. rare. Así que fueron a reunirse con los Puunap+wei-theri y a la mañana si-
Akawe se conformó y quedó call ado . En ese tie mpo Kreetowe, el que me guiente salieron a atacar. La tarde antes de salir, sin embargo, Akawe se puso
había flechado, estaba también de servicio premarital con los Witokaya-theri. de nuevo como loco por esa Hayama. Mandó de nuevo a Kariyonawe a bus-
Esa ta rde llegó a nuestra ma loca y le dijo a Akawe: carla . Kariyonawe dijo que no quería ir porque su papá no la dejaría venir.

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Akawe lo amenazó y Kariyonawe fue . Al rato volvió diciendo que su papá no llamaba Shamashiwe. Yo esperé que bajara un poco la llama, me puse una
la dejaba venir. Akawe cogió un tizón y amenazó al niño para que fuera de hoja bajo la lengua , porque en el Río Negro dicen que así el perro no late ni
nuevo a llamarla . Yo le dije: muerde . Había un perro echado por allí , pero no se molestó. Después que
-Deja de buscar a esa mujer. Busca a otra . Vete a Mahekotho-teka. Allá pasé, hizo ¡huuuuuu 1, pero más nada. Un hombre, Horeawé, se levantó y ati-
te dan. zó su candela. Yo me agaché a un lado. Esperé un rato. En un tapirí del otro
Kariyonawé regresó llorando porque el viejo estaba bravo y la vieja le lado estaban unos hombres cocinando mono. Bebieron el caldo. Después se
había dicho: fueron a acostar. Cuando bajó la candela de Horeawe , yo me levanté, me
-Dile que a mi hija la voy a dar a un hombre que no tenga mujer. El tie- acerqué a M+ramawé. El estaba durmiendo . Porawé roncaba . Kraima dor-
r.c:: a Napéyoma. La mía se la doy a un buen cazador que mata cacería, que mía. Le soplé en la cabeza al muchacho. Abrió los ojos y me miró. No se
me da de comer seso de marimonda. asustó ni dijo nada , porque Akawé lo había avisado. De una vez se sentó.
La verdad es que ella quería dársela , pero que no estuviera yo. -Te vine a buscar - le dije. - Vámonos.
Akawé montó en cólera y comenzó a gritar: Le zafé el chinchorro, le cogí las flechas y salimos: él adelante, yo atrás.
-Dale tu hija a un buen cazador, pues, dásela , dásela. Pero dásela aquí, Pasarnos junto al perro . Hizo ¡huuuuu 1 Le di las flechas al muchacho; junté
que yo quiero ver a ese buen cazador. Yo me voy a casa de mi mamá y den- los palos y los amarré como pude . Después tiré de nuevo aquellas ramas espi-
tro de dos lunas vengo a mirar a tu yerno . No vayas a dejar a tu hija sin mari- nosas sobre el camino y nos fuimos . Recogí el tizón: estaba prendido todavía ;
do. iu soplamos y echarnos a correr. En aquel cañito mandé a M+ramawé que se
Más tarde se levantó y se pintó de negro. Estaba furioso. Yo tenía miedo lavara la cara para perder el sueño . Pasarnos por todos aquellos conucos. Lle-
de que flechara a alguien. gados al conuco de Akawé, nos metimos al mon te , oscuro, oscuro. Corrimos.
-¿Qué vas a hacer ahora? - le pregunté. -Anda ligero - le dije. - Akawé me dijo que nos escapamos esta misma
-Mira - me dijo en voz baja. - Los hombres de aquí se fueron. Escapé- noche .
monos. Si quieres que nos llevemos a M+ramawé, vete a buscarlo. Yo no voy Pasados dos cañitos más , cogimos tierra firme. Allí oímos cantar un paují
porque , donde yo ando, resuena el suelo. Tú anda poco a poco, entra en el al lado del camino. M+ramawe quería detenerse; yo no lo dejé. Seguimos y
tapirí de Porawé, sin que te vean, y tráelo. liegamos. Akawé ya estaba listo . Los otros hombres estaban durmiendo en el
Los hombres se habían ido a Kawetenoma, donde estaba Háshowé , para shapono de Háshowé para estar listos y salir a atacar. Yo desperté a Kariyo-
gritar al espíritu del enemigo y prepararse para salir a hacer el ataque. nawé, zafé su chinchorro y lo eché en la guatura. Nos preparamos.
Reinaba el silencio. Todo oscuro. Akawé todavía me dijo: -¿Donde está M+ramawé? - me preguntó Akawé.
-Vete derecho por el camino de Toprai. Pasa por mi conuco, después por -Se fue a casa de Wariyoma - le dije.
el shapono de Háshowé , después hay un sejal y, seguido , está el moricha! Lo fui a buscar. Allá estaba su tía , sola , la cual siempre nos decía que
donde está Porawé . nos escapáramos. A ella le pregunté:
Yo recé un momento, cogí un tizón y salí corriendo. Ya no le tenía mie- - ¿Dónde está M+rarnawe?
do a nada: ni a las culebras ni a pore. Akawé se quedó con los niños. Zafó los -Se fue ahorita con mi hijo a cazar un paují -. No había aguantado la
chinchorros nuestros y los puso en la guatura, junto con otro que tenía yo. tentación . Me puse nerviosa . Se lo vine a decir a Akawé . El me dijo:
Puso también plátanos maduros. Yo corría, llegué a Toprai , pasé junto a -Dile a Wariyoma que en lo que llegue el muchacho , nos lo mande de-
aquel shapono. Iba sudando , sin aliento. Rezaba a San Julián que me tuviera trás por el camino de los nape. Dile también que ella venga a cogerse de una
amarrado al tigre que siempre apa recía por ese sitio. Llegué a aquel conuco vez los corotos que dejarnos aq uí.
de Háshowé . Bajé a un cañito. Me bañé para refrescarme. Corrí otro pedazo. Yo fui a decirl e eso a su tía. Ella vino y se llevó las carnasas, una guatu-
Oí un perro latiendo lejos . Seguí. Llegué cerca del campamento llamado Ha- ra, la olla ... Akawé volvió a decirle que mandara al muchacho detrás de noso-
pruarna-hipe . Había silencio. Escondí la candela en un tronco para el regreso. tros .
Me acerqué. Ellos habían echado ramas de espinas por el camino . Con un -¿Para dónde se van? - nos preguntó Wariyoma, llorando.
palo las aparté. Eso hacen ellos cuando oscurece, para que los enemigos no -Para los Iyéwei-theri - dijo Akawé . - Cuando termine mi rabia , vuelvo.
entren de noche. En la entrada había cuatro palos amarrados con bejuco . Te- Dentro de dos lunas será.
nían el nudo por dentro . Yo forcé hasta que se medio zafó y, para reventarlo, -Vete , pues - dijo ella . - Ellos mezquinan a sus hij as, pero comen de tu
mordí. Saqué dos palos. Allí me puse a ver adentro si había alguien despierto. cacería. Vete, pero no vayas lejos, donde están los Makiri-th ari.
Vi a uno , lpokoi-theri, que soplaba su fogón ; después se sentó e n su chincho- - Yo volveré. Tengo aquí mi sembrado, mi algodón, no lo voy a dejar
rro. Al rato también Porawe se levantó , atizó su candela y se volvió a acostar, para los demás . Tengo que vo lver. Vámonos.
dándome la espalda. El muchacho estaba durmiendo en la parte delantera de La mujer se fue con los corotos y nosotros salimos. Akawe llevaba a U-
la casa, volteado hacia acá. Debajo de él dormía otro muchacho, aquel que se shiwei a cuestas; yo a Totihima en el güenepe. Kariyonawé caminaba entre los

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dos. Entramos al monte de una vez . Ibamos alegres, a pesar de las muchas es- -Más abajo - me decía M+rarnawe, - donde están haciendo sus casas.
pinas que nos herían por el camino. Kariyonawe lloraba por una que había pi- Halamos , halamos . El niño quería mamar. Nos agarrarnos a una m
sado. Más adelante pisó una también Akawe. Después otra Kariyonawe. U- que caía sobre el agua y paramos. Le di de mamar al niño y seguimos. r.
shiwei comenzó a llorar de frío. Soplaba viento. Entonces nos paramos. Aka- abajo paramos para que Totihima mamara de nuevo. Bañé a los niños pon
we trajo leña y un comején. Sacó su caraña . Con sus palitos hizo fuego, por- se quejaban del sol caliente, allí mismo en el borde de la curiara. Más adel
que aquellos fósforos que M+ramawe había traído de Tarnatama estaban hú- te le dije a Akawe:
medos, y nos calentamos. Ushiwei dejó de llorar. A la luz de la candela nos -Mira. Ahora vamos a pasar donde están los Iyewei-theri. Allá tú te q 1
sacamos las espinas . Los niños tenían sueño . El tiempo estaba feo. Después das. Por aquí tú tienes a tu mamá , a tus hermanos. ¿Para qué quieres irte e
de un rato seguimos . Comenzaba a clarear . Pasamos cerca del campamento nosotros? Si quieres - le dije engañándolo, - cuando yo encuentre a mi pa¡
donde estaba Witorawe y Koyewe con sus hijos . Se oía conversar; los niños venirnos a buscarte.
lloraban. Nosotros pasamos rápido detrás de sus tapirís. Después entrarnos al -No, no - dijo. - Yo me voy de una vez . Estoy demasiado bravo pa
camino y echarnos a correr. El tiempo se puso más feo y comenzó a llover. quedarme aquí. El padre de Hayama ayer me regañó. Después que a ellos l
Akawe corrió a quebrar hojas de kómishi y un bejuquito y tapó la boca de la llegue su buen cazador yo vuelvo otra vez para ver cómo caza. Vámonc
guatura para que adentro no se mojaran las cosas. Nos dio a cada uno una Mira. Si no hay ningún nape Ocamo arriba , nosotros arrimamos donde l·
hoja de paraguas y seguirnos. Llegarnos a orillas de un conuco de Porawe. Iyewei-theri y dormimos allí . Mañana antes de salir le pedimos plátanos y s
Allá Akawe le fue a robar unas cuantas hojas de tabaco y las metió en la gua- guimos Parauwe ke u abajo, hasta donde estén los nape. Ahora, si hay nap
tura. Comenzarnos pronto a ver aquel claro grande . nos vamos con ellos.
-Allí está el río grande. Era mediodía . El sol estaba caliente. Y nada de llegar a los Iyewei-ther
Caminamos un poquito más. Allí estaba un rebalse del Orinoco. Nos sen- Serían las tres de la tarde cuando finalmente apareció la boca del río Ocamc
tamos en la orilla. Por el frío los niños se me apretaban alrededor. Al rato A llá, sobre la barranca, se veía el conuco con plantas de arroz . Arrimamc
oigo que viene alguien corriendo. Me asusté. Me volteo y veo a M+rarnawe. po r la orilla del Ocarno y amarramos la curiara. Subimos y entramos al carr
Akawe se había ido con Kariyonawe a ver la curiara . pamento. Había silencio. Los Iyewei-theri no estaban. Se habían mudado má
-¿Ustedes aquí sentados? - gritó el muchacho . - Miren que ellos vienen allá, porque allí había mucha plaga. Entonces pasarnos al conuco. ¡Qué boni
para matarnos . Los he oído gritar atrás-. Venía asustado, llorando. to aquel arroz! En ninguna parte había visto arroz entre los Yanomami. La
-¿Cómo sabes tú que vienen? semillas se las habían dado los misioneros protestantes. Lástima que los mir
-Yo llegué al campamento de Prororn+p+wei-sik+, donde estaba Wari- los se lo comían. También había mucha yuca dulce. Llegamos al campamentc
yorna, y allí vi que Ja gente se había dado cuenta de que ustedes se habían ve- nuevo. Allá estaba Himotop+wei-theri brujeando.
nido. Me dijeron entonces: "Vete adonde está tu mamá y tu padre para que Akawe le dijo a M+ramawe :
te mueras con ellos. No queremos ensuciar esta casa con tu sangre; queremos -Nosotros vamos a dormir aquí; pero tú no les digas a los Iyewei-theri
primero comer moriche en ella" . Entonces zafé mi chinchorro, cogí los pláta- que estamos huyendo adonde los nape. Diles que yo he peleado con mi sue-
nos que me había dado Wariyoma y me vine corriendo por donde ella me en- gro y que venimos a vivir aquí por un tiempo. No avises porque , si no, se lo
señó. Más adelante oí que venían gritando , persiguiendome ... ¿Dónde está el van a contar y aquellos vendrán para matarnos.
padre del niño? Seguimos . Cuando Himotop+wei-theri nos vio, gritó:
-Se fue para allá - le dije. - ¡Ha11U1 ke.pf'! 62 .
-No; no es por allá - dijo M+ramawe, y llamó a Akawe. Llegamos y él nos dijo:
Akawe se vino y M+ramawe salió en busca de la curiara. Nosotros lo se- -Estoy solito . Pasen adelante . Los demás se han ido para Iyewei-teka en
guimos . Allá lo encontramos zambulléndose para desamarrarla . Flotó. Le sa- busca de plátanos. Miren; allí está el tapirí vacío de mi hijo. Cuelguen sus
camos el agua . M+ramawe trajo tres canaletes que había escondido. Carga- chinchorros- .Nosotros colgamos y al rato vino Himotop+wei-theri a sentarse
rnos la guatura y embarcarnos. M+rarnawe en la proa ; yo en la popa con Ka- con Akawe. - Hijo - le dijo, - ¿para dónde vas?
riyonawe . Akawe en el medio con Ushiwei y Totihirna, porque tenía miedo. -Vengo a vivir aquí por un tiempo - contestó Akawe. - Ustedes siempre
Nos fuimos empujando y salirnos al río grande . Entonces M+ramawe y yo me convidan y yo nunca vengo . A hora he venido. Quiero hacer mi conuco
echamos a canaletear. Había peligro de que si llegaban ellos nos flecharan; aquí. Después que Napeyoma saque su yuca de allá, yo me vengo a mudar
por eso cruzarnos para bajar por la orilla izquierda del río. Sería eso de las para acá y por siempre .
ocho de la mañana cuando comenzarnos a navegar. M+ramawe no halaba -Bueno - dijo Himotop+wei-theri.- Yo estoy contento de que vengas a vi-
bien; yo tenía que estar guiando todo el tiempo. vir con nosotros . Da lástima que tú andes vagando tanto por ahí con esos niños.
Bajamos, bajamos. Yo preguntaba:
-¿Dónde es que quedan los Iyewei-theri? {62) ¡Visitantes!

520
sola. Mientras cocinaba el seje, miraba por el camino . ¡Ave María! Al.~á vení.
Yo sé que allá ellos te tienen rabia. Me di cuenta cuando estuve de visita -.
él. .. sí, Porawe; era él, no había duda. Venía triste el hombre . Akawe estab;
Después .llamó a su esposa Shirimomi y le dijo: - Busca yuca para esta gente,
que yo voy a hacer carato de plátano. Trae bastante para que mi sobrino hablando con sus hekura. Yo lo llamé y le dije :
coma y coman estos niños que traen mucha hambre -. Shirimomi cogió su -Mira quién viene por el camino.
-¡ Porawe! - dijo . - Corre en seguida allá do.n de est~ el último tapirí :
guatur~ y se fue. Su marido siguió diciéndole a Akawe: - Quédate aquí. Aquí
dile a la abuela de Ehekowé que, s1 ve llegar a M+ramawe, lo pare y se que
hay lena para que Napeyoma prenda fuego. Y hay calabaza para traer agua .
Nos quedamos y después nos dijo: de esperando en el monte. . . . . , .
Porawe llegó. Habló primero con H1motop+we1-theri y despues se vmo ;
. -Aquí cerca hay mucho seje que se está poniendo negro. Mañana pueden
1r a recoger con estos niños . Y hay mucha guacamaya que lo está comiendo. sentar para hablar con nosotros. .
- ¡Ay' - le dijo a Akawe. - Casi me matan. Estaban ha~lando de t1. Tt
Más tarde nos trajeron yuca para comer y carato de plátano para beber.
estaban nombrando . Yo salí en defensa tuya. Incluso me quenan flechar. Lle
Cuando anocheció, yo me fui sentar al lado de una mujer que se llamaba Yara-
gó tu hermana de los Shipariwe-theri y se meúó para defenderme; ell~ les qui
ma y le dije:
tó las flechas. Estoy muy bravo con ellos. Mira: no vuelvas para alla. Haz tl
-He oído decir que los nape remontan y pasan por aquí.
conuco aquí, con mi hermano; siembra aquí tu algodón. Puedes ir a Toprai·
-Sí - me dijo. - El último que estuvo aquí fue ese que trajo de vuelta a
teka a buscar tu ocumo . Los Iyéwei-theri tienen curiara y tú lo traes en ella
los que habían ido a trabajar con él, allá donde estuvo tu hijo también. Pero
Mira también: estoy muy triste porque te trajiste al muchacho. Ni siquiera me
ahor~ . hay uno que se ha ido para arriba, hacia el caño lyéwei, con su mujer y
avisaste . Pero bueno ... Por ahora ese muchacho se puede quedar con ustedes
SUS hIJOS.
Yo también me voy a venir a vivir aquí. Allá no quiero quedarme más. Sor
-¿Cuándo pasó?
-Hace días. gente mala. ¿No ves que me querían flechar? . ,
Akawé contestó. Después le ofreció carate de seie para que tomara. Mas
-¿Cuándo vuelve?
tarde vinieron a avisarme que M-tramawe había llegado. Me fui en seguida.
-Creo que mañana. Hoy está haciendo así /6/ días que se fue para arriba.
Mañana corno que viene bajando. A llá lo encontré; había cazado una guacamaya.
- Mira que llegó el papá de Peimami 63 - le dije . - El no ha venido a bus-
-Yo me quiero ir con él - le expliqué a Yarama, segura de que ella no
carte , pero Akawe manda a decir que mañana por la mañana te vuelvas al
avisaría a nadie porque no era Iyewei-theri. La había traído de otra tribu el
hermano del cacique de allí. Después de morírsele su marido , había estado un monte.
tiempo sola; luego Himotopi-wei-theri la entregó a Mrakapi-we. A la mañana siguiente, Porawé preguntó:
-¿Dónde está Nape? -. Así llamaba él a M+ramawé y así me llamaba a
-¿Entonces te quieres ir de verdad? - me preguntó.
-Sí. Mira este machete que traje . Lo voy a dejar aquí; tú se lo das a mí tambien .
-Se fue por ahí - dijo Akawé. - No sé si a pescar o a cazar gua~amayas .
Krairna. Y esta hacha úsala tú para partir la leña. Yo me voy con mis hijos.
Entonces Porawe se fue a hablar con Himotop-twei-then y le dijo:
Estoy cansada de estar en medio de gente que se la pasa regañándome y pe-
-Manda a alguien que me atraviese en la curiara. Yo me voy. Sólo he ve-
gá~dome. Por culpa mía no le dan a Akawe una mujer. Ya verás que, des-
nido a aconsejar a mi hijo para que no vuelva para allá. Ayer por poco me
pues que yo me vaya, le darán dos y otras dos mujeres.
matan .. . -. y a nosotros: - Bueno. Ustedes quédense aquí mismo, que yo no
-¿Y vas a volver? - me preguntó.
no regañ~s ª .ese Nape por-
64
-Sí - le dije engañándola. - Pero vuelvo hasta aquí no más. Con los Wi- voy a demorar y vengo a vivir con ustedes . Y tú
tokaya-theri y Puunap-twei-theri no vuelvo más. que, cuando yo venga, él irá de nuevo a vivir conmigo-. Asi dtJO y se fu~.
-Bueno - dijo ella; - si tú vuelves acá, tráeme guayuco, cuchillo y eso Ya la noche antes yo le había dicho a Akawé que Yarama me hab1a ha-
con que cortan cabello. blado del blanco que estaba Ocamo arriba y que iba a llegar. Total, si llegab2
-Te lo traeré . Pero tú no avises a nadie de que me voy. Puedes avisar el motor, se daría cue nta.
-Si llega - le había dicho, - yo m e voy con él. Me voy con mis niños. Ti:
después que me haya ido.
Esa noche dormimos bien . A la mañana siguiente, temprano, nos fuimos tienes a tus parientes, quédate con ellos. Si no te gusta donde estabas , vete '
a recoger se je . Nos acompañó un muchacho que se llamaba Ehekowe . Llega- casa de tu mamá. Allá hay bastantes mujeres.
rnos a una tierra firme donde había mucho se je grande. A kawe moneó la -No - había dicho él ; - yo también me voy contigo.
· l d Ahora. :
mata y tumbó dos racimos. Eran grandes; llenamos con ellos la guatura y un Después me había puesto a rezar para que l legara m1 sa va or.
la noche siguiente, mientras yo estaba en el chinchorro acostada , sin pode'
map1re. Con eso nos vinimos de vuelta. M+ramawe se quedó cazando guaca-
mayas con Ehekowe y otro muchacho llamado Aharai. Cuando llegamos, fui
a buscar agua para hacer el carato de seje. Yo sólo pensaba en el blanco si (63) Porawe
venía o no. Todavía no le había hablado de eso a Akawe, porque quería irme (64) Dirigiéndose a Akawe .

52'
522
dormir por la plaga que había , oí desde lejos el ruido del motor. der.
-Oye - le dije a Akawe. - Allí viene el nape. -Ese animal también quiere irse - le dije a Juan Eduardo.
-¿Tú preguntaste cómo se llama? -¿Cómo se llama el papá de usted? - siguió preguntando.
-Yarama me dijo que se llama Ewado . -Carlos Valero. Pero no sé si está vivo .
-Ewado - dijo él. -Allá en San Fernando hay uno que vino del Brasil y que se llama a
Al rato llegó. Preguntó dónde estaba la gente. Venía a buscar más hom- Tiene que ser él. Y sus hermanos ¿cómo se llaman?
bres_. Le dijeron que estaban arriba por plátanos . Entonces se fueron tres que -Luis Legardino y Anisio Enrique Valero. Y mis hermanas son Juli
hab1a: Marura, Hoashiwe y Nokirima, que habían llegado de Iyewei-teka . Yo Ana Teresa , Amancia y Antonia Rosalía.
oí que les decía en castellano: -¿Ana Teresa? Si esa mujer está allá mismo en la casa del señor Carie
- ~o me voy con éstos para arriba a amarrar los cedros y mañana bajo. ¿Y su mamá?
01, pero no pude hablar. Ewado se fue. Akawé me dijo : - Se llamaba Clemencia da Silva. No sé si est á viva.
-Y tú, tan tonta, no fuiste capaz de hablar con él. ¡Tú de aquí no te irás -Ah , pues, entonces sí; son ellos mismos. Yo he estado en su casa. Se
nunca! buena gente. Tienen dos casas en San Fernando .
A la mañana siguiente volvimos a oír el motor. -Entonces ¿me lleva o no me lleva?
-Allí viene - le dije a Akawé . -Claro que los llevo.
,En seguida zafé mi chinchorro y los de los niños y los metí en la guatura . Después llamó a Juana, su esposa. Ella me dio un fondo y un vestidc
Cog1 las dos pelotas de onoto y se las regalé a Yarama. Me metí a Totihima Me los puse de una vez. Hacía tanto tiempo que no me ponía un vestido ...
en el güenepe. M+ramawé cargó a Ushiwei y nos fuimos para el puerto. El -Pueden embarcarse - dijo Juan Eduardo.
~!aneo estaba arrin:iando. _Yo me senté en el suelo. Los indios que venían con Yo me encaminé. Akawé agarró a Ushiwei, corrió primero y se sentó e
el saltaron en seguida a tierra . Después salió la esposa del blanco con su niñi- la popa , entre dos mapires de mañoco, con su arco y sus flechas en las mane
ta en brazos. Detrás de ella salieron los otros dos niños . Ella saludó a las in- y el niño en la espalda. Entramos y nos sentamos nosotros. Juan Eduard
dias: bajó y el motorista, que se llamaba Teodoro y era Makiritare, prendió el me
-¡Buenos días! ¿Cómo están ustedes? tor. Los lyéwei-theri nos miraban . Himotop+wei-theri no estaba. En seguid
Las indias sólo se rieron. Yo sí le respondí. Entonces ella se me acercó. nos encontramos en medio del rio. Allí oí que los indios gritaban. Eran Puu
. - ~o estoy aq~í perdida. - le dije. - Hace muchos años que me llevaron nap+wei-theri y Witokaya-theri que llegaban . Los I yewei-theri los había1
los md10s del Brasil. Pero más arriba me han dicho que estoy en Venezuela . atravesado en curiara. Estaban todos pintados de negro y armados. Akaw1
-¿Cómo se llama tú papá? los saludó con la mano. Entonces gritaron más y comenzaron a flechar, perc
-Carlos Valero se llamaba. Los indios lo flecharon . No sé si estará vivo. las flechas caían al agua, por el viento y porque ya estábamos lejos ...
-¿Y tienes hermanos? Era el 15 de octubre de 1956; así me dijo Juan Eduardo.
-Luis y Anisio Valero . Entonces me puse a contar mis años, porque yo había perdido la cuenté
- ¿Quién sabe si Juan Eduardo los conoce?-. Entonces llamó a su mari- de mi edad: ahora tenía 37 años . Pensaba " Ya no soy una niña; si no encuen·
do .. Se llamaba Juan Eduardo y no Ewado. Y le dijo: - Mira. Aquí hay una tro a mis padres, no tengo miedo; por ahí encontraré donde vivir . .. " Estab<
mujer que habla castellano. Dice que su papá se llama Carlos Valero. ¿Lo co- feliz. El río Orinoco parecía todo mío: era el camino de mi casa, el camino d~
noces? mi libertad.
-¿Quién?
-Carlos Valero .
- ¡Caramba! Si es Carlos Valero lo co:iozco. Vive en San Fernando de
Atabapo .
Ella entonces se puso a repartir mañoco entre los indios. Yo no estaba
para comer mañoco en aquel momento ; quería irme . Lo que me dio a mí se
lo regalé a Shirimomi y a Yarama, que estaban a mi lado . Entonces salió Juan
Eduardo y me preguntó :
-¿Usted qué hace por aquí?
- Yo quisie ra pedirle pasaje .
-¿Cuántos son ustedes?
- Yo y mis cuatro hijos .
-¡Kamiye sho! ¡Yo también! - dijo entonces Akawe, que parecía enten-

524 52
CAPITULO XXXVII

India Entre los Blancos

Ya era pasado el mediodía. Pasamos frente a la boca del Padamo. M-i-ra-


mawe le dijo a Akawe:
-Hayamo ke u.
Más abajo Juan Eduardo nos dijo:
-Ese es el cerro de La Esmeralda.
Pasamos frente a La Esmeralda, ya tardecita, pero no paramos. Paramos,
en cambio más abajo, en Tamatama. Un rato solamente, pues serían ya las
seis de la tarde. Allí encontramos algunos Iyewei-theri, Puunap-i-wei-theri y
Witokaya-theri. Akawe encontró a su primer hijo : Hisim-i-nawe, el que había
tenido de Shapinama; habló con él y le dijo que iba de paseo con nosotros,
pero que regresaría. De allí seguimos, pero poco más abajo paramos para
dormir junto a la boca del Cunucunuma. Por la mañana Juan Eduardo re-
montó ese río para comprar mañoco y cazabe, mientras esperábamos que ba-
jaran las balsas de cedro . Esa misma mañana vimos que dos curiaras de corte-
za iban bajando por la otra orilla. Pensé que fueran indios que me perse-
guían. Eran Iyewei-theri con algunos Puunap-i-wei-theri y Witokaya-theri que
bajaban a trabajar no sé dónde, solos, sin ningún blanco. Juan Eduardo re-
gresó como a los tres días con muchos Makiritare. En esa ocasión vi por pri-
mera vez mujeres Makiritare; llevaban al cuello mucha mostacilla, de esa que
tanto deseaban tener los Yanomami. Una balsa de cedros ya iba adelante; Ja
otra venía atrás. Cuando pasó, la agarraron. Juan Eduardo le cortó el pelo a
Akawe para que lo llevara parejo. El se dejó, pero de mala gana; después le
dio pena y pidió un trapo para cubrirse . Juan Eduardo le dio un pedazo de
esa tela que sirve para hacer guayuco. Con ella se envolvió la cabeza. En el
resto seguía desnudo. Sobre la balsa hicieron subir a un Makiritare y a Akawe
y la soltaron. Más tarde salimos nosotros en el bongo. Pasamos la balsa . Veía-
mos lejos a Akawe con su trapo rojo en la cabeza.
Durante la noche pasaríamos la otra balsa de cedros. Al otro día paramos
en un sitio viejo, a la izquierda, donde había matas de limones, fruta de pan,
aguacates, temare ... Ayudamos a recoger. M-i-ramawe le dijo a Akawe con
orgullo:
-Este es el temare de los nape: ¡Mira qué grande! Ustedes allá tienen
puro chiquito.
Más abajo encontramos algunas falquitas de vela remontando. Una no-

prepa ra ndo Yopo 527


·quito No la podría reconocer si fuera verdad.
pero eso (ue cuan do yo era ch 1 · ,
che, finalmente, llegamos al sitio de Juan Eduardo: Caranavén, del lado de . ll d.
- M ira que e a ice 1u nombre , el de tu papa
. y el de tus hermanas.
,
acá del río, contrario a San Fernando. Allá dormirnos. Al día siguiente él se -¡Caramba! y 0 ando apurado; pero el domingo pas~ por aqm a ver.
fue para San Fernando y avisó de nuestra llegada a la guardia. Me trajo una En San Femando lo convencieron de que era yo.
Y se ( ue, du d an do · , · ·h
noticia que me dejó triste: mis familiares acababan de irse para Brasil. Al Cuando regresé del conuco, la mujer me dijo que hab1a visto a m1 ennan~.
otro día vino mucha gente a vernos. Estaba la familia Hernández, amigos de El domingo , en efecto, vino. Me llamaron. El estaba sentado y yo me aceque.
mi papá. Nos trajeron caramelos, muchas cosas. Los niños comenzaron a en- - ¿Cómo te llamas? - me dijo en castellano.
fermarse: nunca habían comido caramelos, tampoco sardinas ni leche en pol- -U mbelina Helena Valero.
vo. Les dio diarrea. A Ushiwei también le dio fiebre. Juan Eduardo decidió El lo anotó en una libreta .
llevarlos al médico. Al día siguiente, antes de salir, vestimos a Akawe: le pu- -¿Cómo se llama tu papá?
simos pantalón y camisa. Yo lo avisé: -Carlos Valero.
-No se te ocurra quitártelos, ¿oíste? Si los nape ven a uno sin pantalón, - ¿Dónde vivías antes?
le cortan los huevos. ¡Mucho cuidado! -En Nazarete, cerca de Marabitanas. .
Arrimamos en San Fernando y nos llevaron al hospital. Estaba el médi- Después me preguntó el nombre de mi mamá y de mis hermanas, hasta
co. Estaba monseñor García. Nos prestaron atención y nos dieron remedios. que llegué al nombre de él.
La señora del médico nos dio ropa y alpargatas para los niños. Así nos devol- - Y yo ¿cómo me llamo?
vimos para Caranavén . -Te llamas Anisio Enrique Valero.
Como a los tres días de estar allí, vino a verme una muchacha que vivía - E ntonces s1, es verdad·. tu' eres mi. hermana -. Y. se puso a llorar un
. . rato.
del otro lado del caño. Se llamaba Elisa , de la familia Vásquez. Yo le regalé - Nunca más habría creído posible encontrarme contigo. Yo no te hubiera re-
mi guatura. Akawe me dijo a la mañana siguiente: conocido. Cuando te llevaron éramos tan niños ...
-Tú le regalaste la guatura y a ti no te regalaron nada. Después me vino a decir que había de.spachado un tel?gra~a para Santa
- Bueno - le contesté. - Ahora voy a buscar lo que me va a dar ella. Rosa de Amanadona a papá dándole Ja noticia. Ahora hab1a tra1do ropa para
Me embarqué en la curiara, pero él se quiso montar también, vestido con Jos niños. Pasó el día con nosotros y se fue. . .
aquella camisa y aquel pantalón anchote amarrado con majagua. M+ramawe Yo me enfermé del estómago: me había caído mal el ca1~ro. Vmo el _bon-
en la proa, yo en la popa y Akawé en el medio; Ushiwei andaba por ahí y yo o de la misión y nos llevaron de nuevo a San Feman~o. Fuimos al hosp1ta~ Y
apretándome a Totihima. Siempre que la curiara se meneaba, Akawé gritaba. ~olvieron a recetamos. Después estuvimos en el colegto de los padres sale~~-­
Más adelante él quiso que arrimáramos al monte, pero Ja curiara pegó mal y nos y de las hermanas. Yo hablé con ei padre Gonz~lez y ~l. padre Coceo. .1
¡chun! toditos al agua . Yo con el niño me agarré de un palo y M+ramawé nos sacaron fotografías. Delante del cuadro de Mana Aux1l1ad~ra caí de ro~1-
tuvo que ayudar a Akawe, regañándolo por haberse movido antes de tiempo. Uas. Recé y llorando, les enseñé a !os niños a la que me hab1a salvado. e
Eso lo puso bravo y quería pegarnos a todos. acordé de mis sufrimientos, de mis promesas... .. , .
- Si nos pegas - le contesté, - te vamos a dejar solito aquí. Entonces me llevaron a la casa de mi papá Y me ~11e~o.n que el la habia
M+ramawé le quitó y exprimió la ropa que llevaba, mientras él se iba al vendido a los padres; pero que, mientras tanto, yo pod1a VIVU en ella. La otr~
monte. Cuando regresaba, venía con una vara, dispuesto a pegar. casa también la había vendido y ya estaba ocupada. Allá nos mandaban coro
-Tú viniste con nosotros solo para buscar pleito . Eso se acabó. da de la misión y del cuartel. á
Entonces, calladito, gateando, volvió a su puesto en la curiara . A principios de noviembre llegó mi papá y se fue a casa de !~~ H.er;: ~:
- Ustedes quieren que yo me muera ahogado - dijo. dez sin decirme nada. En ese día llegó también Sixt~ con dos Iyew_e1-t en.
-Cállate y agárrate bien, si no quieres ... lwa~arikisi y Aharai. Les dije que invitaran a Akawe a que se volVIera con
Llegamos al sitio de los Vásquez. Nos dieron de beber yucuta, me regala- ellos Se lo dijeron , pero él contestó:
ron un vestido y un fondo y, así volvimos a Caranavén . ~No. y 0 tengo pantalón y camisa. Ellos me _dieron y ella tiene bastante.
Era viernes y teníamos como una semana ahí. Yo me fui con mi gente al No voy. Tengo rabia: ellos me mezqui~an a su hija.
conuco de Juan Eduardo a recoger guamas. En e sos momentos precisamente Los dos indios se vinieron a dormir a nuestra casa. - Ue
pasaba remontando mi hermano Anisio en una embarcación de la Malariolo- Al día siguiente por la noche me mandaron a llamar a cas~ del senor. - s-
gía. Allí doña Josefa, hermana de Jesús Martínez, que vivía también en ese si- sile Henríquez sin decirme por qué era. Yo lo presentía. Me fui con los_m:o .'
tio, le gritó y él arrimó . .. t b'e'n quiso ir con nosotros y con él vinieron los dos Iyewe1-t en.
Akawe aro 1 ·d l eco-
-Tu hermana está aquí - le dijo ella. Entramos a la sala. A la mesa estaba sentado un hombre: en segw a o r
- ¿Quién? ¿Amancia? nocí. El señor Henriquez me dijo:
- No ; la que los indios se llevaron. -¿Usted conoce a este señor?
-¿Qué? No puede ser. .. Fueron los indios del Brasil que se la llevaron;
529

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-Sí; es mi papá - le dije. Y nos abrazamos llorand o. Los niños se acerca- nos. y 0 me quedé mirando a uno; me parecía conocerlo . Era A ntonico, que
ron para toma r la bendición. A kawe tam bién vino a darle la mano, como ya yo había cuidado cuando chiquito .. Mi papá fue al c~artel a hablar y nosotros
había aprendido . a casa de Antonico. T odos se adrruraban de verme v1va .
Conversamos largo rato . Me dijo que mi mamá con Ana Teresa ya había - E s un milagro de Dios - dec_ía Y';" " . ,, , .
pasado la frontera y se había qued ado en Cucui. Luis ya se había ido para Ma- En Cucui estuvimos como seis d1as. La lancha Onn_oco ya _h_ab1a sahdo
naus. Mi papá se había venido porque, al llegar a Santa Rosa de Amanadona, anaus. E n ella se había ido mi mamá. E ntonces m1 papá p1d1ó prestada
para M ·ara y con ella llegarnos a Samuma, el s1t10 · · de m1· hermana A nt 001a ·
había recibido el telegrama de A nisio. Venía para buscarme. Cuando termina- una cun Q , b. d b 1
mos de hablar , Akawé agarró a Ushiwei, se acercó a mi papá y me pidió que Rosalía. Como ella no estaba, pasamos a Nazarete . ¡ ue cam ia o esta a.
le tradujera lo q ue iba a decir: ·Q é abandonado! Nos recibió mi tío Manoel. Mi tía se puso a llorar , recor-
1 u . d" Ali' fu
- Este niño es tuyo. Lo puedes tener. Tú lo crias par a que trabaje por ti, dando que de alli había salido yo para que los 1~ 1os _m e rap~an .. . 1 e
que estás viejo y lo necesitas. Tómalo, te lo doy . dónde llegó A ntonia Rosalía que estaba e n el X1é haaendo manoco y su ma-
Mi papá se conmovió . Después nos fuimos para la otra casa. En los días rido cazando para las fiestas. E n Sam uma le habían di~ho que estábamos nosc:r
siguientes Akawe y M+ramawe trabajaron en el conuco de los padres. Los tros. D espués de unos días volvimos a Sam~ma con_ m1 h~rmana. ~ra ya Navi-
pagaron con ropa y machetes. Otro día , aquel en que nos sacaron la fotogra- dad. y 0 estaba contenta de verme en medio de mis panentes, lejos de aque~
fía con monseñor García , M +ramawe , el travieso, estaba bañándose y se hizo llos indios que me habían hecho sufrir tanto . Pero allí ~legó ~na .carta para nn
daño en la ingle, que por poco no se muere. E l médico lo curó. Po r eso él no papá. La cogí y la abrí.Yo recordaba cómo se lee. Vmo mi pnmo Lorenzo,
está en la fotografía. ciego, y me preguntó :
Después lle gó el correo, un bongo de motor que iba al cargo del señor - ¿Qué dice?
Pinto. Nos preparamos para salir. La Guardia Nacio nal nos preguntó que íba- -Nada - le dije llorando . - Que no quieren que yo _vaya para Manaus.
mos a hacer con el indio . Yo le dije que é l era muy malo conmigo ; que no me Mi hermana se puso a leerla . Luis mandaba a decir que yo no fuera a su
gustaba que siguiera con nosotros . Pero mi papá dijo: casa, donde vivía mi mamá , porque yo era una in dia. No queri~. que yo fuera
-Ya que te hizo el favor de acompañarte a la civilización , déjalo que se allá a deshonrar a la familia Valero . .. Mi papá se puso bravo Y d110:
vaya con nosotros. Cuando se canse, se devolve rá. -Yo la fui a buscar porque es mi hija. Ese Luis no sabe re~n~er. .
Embarcamos y salimos A tabapo arriba . Cuando llegamos a Yavita , en- y 0 sólo pude llorar. Salía de la selva y por eso me creían md1a . Mi her-
contramos a A nisio de paso. Allí vivía mi hermana .Maria Amancia. Lloró mana ta mbién lloraba; quedó tan d isgustada por eso. , .
mucho cuando me vió. Con ella estuvimos un día . Como estaba sola, me pi- -Si es así _ dije yo , - no me voy a Manaus. Me quedo aqw mismo. Yo
dió a Kariyonawé . Se lo dejamos. Ella nos dijo q ue después iría a Brasil con soy india, él es blanco. . . ,
nosotros. AJ día siguiente , tuvimos q ue caminar hasta Pimichín, porque el ca- - Bueno_ dijo mi papá al fin . - Vamos a ba1ar 1untos. T u te puedes que-
mión que hacía el servicio estaba echado a perder. Era el primer camión que dar en Sao G abriel con las hermanas y yo sigo para Manaus a cantarles la ver-
yo veía e n mi vida. Po r el camino había muchos conucos con matas de merey. dad a esos sinvergüenzas.
Yo les decía a los niños: y 0 estaba más brava que él pensando en mi destino. Eso era lo que me
-No toquen , no toquen . E so no es nuestro. esperaba de mis hermanos. . . . . . . _ _
Descansamos por el camino. Tomamos yucuta. A la tarde llegamos a Pi- En la espera, llegó un día el padre Lms Gwdam, sales1an~~ de Sao Ga
michín. Los niños estaban e ngripados . Allá dormimos. AJ día siguiente nos briel. Mi compadre Augusto ya les había echado ~l. agua a los runos en Samu-
embarcamos. En Mama nos pusieron inyecciones para la gripe . Fuimos bajan- ma. A Ushiwei con el nombre de Carlos y a Tot1h1ma con el d~ Juan. El pa-
do por el Río Negro . Paramos en San Carlos. R afael Zerpa, que era el comi- dre los bautizó ; era el 20 de ene ro de 1957. Kariyonawé ~e baut1:ado en Puer-
sario de allí y compadre de mi papá, nos dio comida y casa para dormir. Vino to Ayacucho con el no mbre de Manuel Francisco y M+ r.~awe e n ~an~us
mucha gente a vemos. Ya sabían mi historia porque monseñor G arcía , que con el nombre de José. Oímos misa. Luego el padre me p1d1ó q ue de1ara JT a
había pasado a decirles misa, había hablado de mi fe y de las oraciones que José para su misión de Sáo G abriel. Se lo dejé . Después salimos nosotros ~n
me hicieron triunfar durante tantos años de sufrimiento. la lancha "Orinoco" , que ya volvía para Manaus otra vez. Lleg~mos a Sao
Dos días después volvimos a salir. Llegarnos a Santa Rosa de Amanado- Gabriel. Con mi papá me fui a la misión a hablar con e l padre Luis ~ las h.er-
na. AJti nos dejó el señor Pinto. Nos alojamos en la casa rural. Vinieron los manas. Preguntamos por José . Nos dijeron que el padr_e C?ois lo h~b1a pedido
guardias a hablar. Vieron mi gente e nferma y nos pusieron inyecciones. Aka- para la misión de Tapurucuara donde había much? s md10~ e_s~d1~ndo._ Eso
wé, cuando se Ja pusieron, se demayó . Ellos se asustaron. Le echaron agua y me disgustó: ¡los indios de T apurucuara eran los mismos Kohoroshi-than que
lo revivieron . me habían raptado! . .
A la mañana siguiente el señor Lino Fuentes nos llevó hasta Cucui . An- Don Felipe, el patrón , mandó parar muchas veces durante el vtaJe. Iba
tes paramos frente a la Piedra. Allá vinieron cuatro soldados brasileños a ver- cargando chiquichique. AJ llegar a uno de esos sitios, de noche, antes de atra-

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car, Akawe echó un brinco para baja.r primero. Lo que él creía que fue ra la Algunos días después el padre Gois se iba Cauaburí arriba, llevándo:
playa, no era sino aquella espuma del río crecido que junta mucha hojarasca Akawe . El iba contento , con sus dos sacos de ropa, sus machetes .. .
cerca de la orilla. ¡Chonf! M iro y veo que Akawe había desaparecido . Ku- Después de eso recibí una carta. Me escribían de Manaus diciéndc
puuu, kupuuu , hacía. que mi mamá se la pasaba llorando por mí, que temblaba de tanto llorar,
-¿Qué fue? - preguntó don Felipe. quería absolutamente verme, que lo que Luis decía no contaba, que era
-El indio se cayó al agua - contestaron sus ayudantes. papá que mandaba. Con el avión siguiente vino otra carta en la que mi m2
Era de noche y con el faro de la lancha alumbraron. Los ayudantes se ti- me rogaba que me fuera a Manaus y q ue , si quería, después de verla , pe
raron al agua y sacaron al tonto , lo halaron hasta la orilla y todo el mundo se regresar a Tapurucuara. Las hermanas me decían que me fuera, que madn
puso a reír. E l entonces se vino bravísimo para pegarme. Me mordió y yo 10 madre por encima de todas las cosas. Mientras tanto el padre Gois había
empujé que por poco se cae de nuevo al agua. E l padre Gois estaba que no gresdo de l Cauaburí. Me contó q ue Akawe estaba contento con los Kóhó
aguantaba la risa. Yo le dije a Akawe: shi-thari donde ya le habían dado una muchacha por haber vengado a uno
-¿Por qué te bajaste antes del tiempo ? Cuando se baja de un bongo, pri- sus muertos en la guerra que todavía mantenían con los Karawe-thari. En •
mero se pisa para ver si uno está e n lo d uro o en Jo blando y luego se baja ... . tiempo a José le había dado fieb re y lo quise ver. Cuando llegué cerca del ·
-Esos nape se están riendo de mí - me d ijo, todo lleno de espuma y co- legio oigo a unos indios que decían:
miquísimo. - ¡Mirad : Napeyoma!
-Otra vez sales por la tabla no por la borda, como hace todo el mundo, y Yo no los había visto porque estaban escondidos. Ahora ya venían '
nadie se reirá de ti. rriendo para agarrarme, pero yo me metí en el colegio, más rápida que elh
Don Felipe se había asustado porque sabía que este indio no era capaz de No había nadie. Corrí a la sacristía y me tranqué. Buscaron , buscaron, pe
nadar. Es que , como se había caído, se había quedado abajo tragando , sin ha- no me encontraron; entonces se fuero n. Al mediodía salí por la iglesia y 1
cer nada para salvarse. fui a casa de las hermanas. Allí me puse a llorar, a temblar, y les conté. ~
Bajamos a Tapurucuara. Estábamos a fines de enero de 1957. El padre dieron de comer.
Gois nos dio razón de José. E n ese colegio él tenía muchachos y muchachas . El padre Go is había vuelto a remontar . Ya iba a ser semana santa. l
Yanomami que había traído del alto Cauaburi. Yo fui a hablar con las herma- día, en el conuco , José le pegó a un muchacho Yanomami de la misión, ce
nas. No se me había olvidado el portugués, ¿no ve que siempre yo rezaba en tándolo en la cabeza.
portugués? Les dije e l asunto de aquella carta y que por consiguiente no po- - Tú eres Waika, Waika - le había dicho aquel a mi hijo. - Tú no er
día irme a Manaus. Ellas me dijeron que me quedara ahí en T apurucuara. En Yanomami.
su hospital podía curarse el niño que seguía enfermo de asma. Mi papá me - Y tú tampoco eres de aquí - le había contestado M+ramawe. - De aq
dijo: son los nape.
-Yo voy a regañar a aquel bando de sinvergüenzas. De la discusión habían pasado a la pelea. Ahora estaban curando •
El se refería también a Ana T eresa. Kóhóróshi-thari en el hospital. Yo estaba afuera esperando remedio par
-Déjalos, papá. No saben lo que están haciendo. Juan que tosía mucho . En eso veo que se me vienen aproximando varios ir
Total que él se fue y yo me quedé. Todos los días yo le daba lecciones de dios.
lengua Yanomami al padre Gois. El vivía en esa misión y de allí remontaba el - ¿Esa es Napeyoma? - se preguntaban.
Cauaburí hasta donde los Kóhóróshi-thari. Aproveché para decirle que me Los estudiantes que estaban alli, y eran sus mismos hijos, les contestaro:
quitara de encima a Akawe, porque me había hecho sufrir mucho, y que se lo que sí. Y sin más, ese que apodaban Joáo G rande, uno de los caciques Kóhó
llevara arriba con los Yanomami de allá. Con las hermanas había como siete róshi-thari , vino y me agarró por el brazo. Yo grité. Entonces salió el padr1
mujeres Kóhóróshi-thari que me reconocieron. Con ellas hablé también para Pedro y también me agarró. La hermana vino y se llevó adentro a Juan.
que convidaran a Akawe a irse con sus maridos. Total que, después de una -¿Por qué quieres Uevártela? - le dijo el padre.
semana que estábamos allí, Akawe me dijo: -Es que su marido nos dijo que viniéramos a buscarla. Queremos criar •
-Los Yanomami que viven río arriba me convidan a irme con ellos. Ellos sus hijos.
no tienen a quien les vengue a sus muertos. Yo quiero ir. Me van a dar una Las mujeres se pusieron a gritar que me llevaran. Pero la hermana salió )
mujer como paga si yo les mato a un enemigo. les dijo:
-Bueno - le dije. - Aprovecha. Vete. Pero no matt"S a nadie. Yo me voy -Esperen , esperen -. Y me haló adentro. E l padre se quedó afuera discu·
a quedar aquí. tiendo.
-Tú cría bien a esos niños - me dijo él. - Ushiwei es para tu papá. To- - Si ustedes no nos la dejan llevar, la vamos a matar - dijo Joáo G rande .
tihima es para ti -. Después me pidió ropa de la que nos habían dado en San La hermana entonces fue a buscar ropa , se la dio a los indios y les quité
Femando y se la di. arcos y flechas. El padre les decía:

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- ¿Ustedes quieren matar a Napeyoma? Ella tiene mucho hermanos sol- porque los indios la querían robar de nuevo.
dados y son capaces de venir acá y matarlos a todos ustedes y a nosotros tam- - Muchísimas gracias por traérmela - dijo mi papá. - ¡Bando de salvaj
bién. después que ha sufrido tanto entre ellos, se quieren llevar de nuevo a mi hi
Siguieron discutiendo. Yo me asomé a la ventana del otro lado y vi una De aquí no se irá más. ¡Gracias, muchas gracias! Saludé a mi papá ; él COJ
muchacha civilizada que recogía limones. Se llamaba Emiliana . La llamé y la mi maleta, y la camioneta se fue .
mandé a buscar una silla para poderme bajar. La trajo, le pasé aJ niño y yo salí. - ¿Quién es ésa que está en la puerta? - pregunté yo.
Aga.r ré al niño y corrí a la casa de las hermanas. Alli dejé a Juan y corrí a - Tu hermana Ana Teresa.
buscar a Carlos, que estaba en aquella casita a orillas del río donde vivíamos Ya ella había corrido a avisar a mi mamá. Yo la miré. Mi papá me dijo
con la señora Hermelinda , prima de mi mamá . Con Carlos volví a casa de las - No tomaste su bendición : es tu hermana mayor.
hermanas. Allá, para mayor seguridad , me hicieron pasar al piso alto. Al fin Ella se puso a llo rar. Yo la saludé. Luego pasamos donde estaba 1
el padre logró co nvencer a los indios de que se fueran. Ellos tenían sus tapirís mamá. Ella me miró y sólo dijo:
en el monte. A mí me trajeron de comer, el chinchorro y me quedé. -¡ Hija mia!-. Y se desmayó.
Era jueves santo. Parecía no haber peligro para mí. Bajé a la iglesia y me Luis estaría por aJlá de ntro. Cuando mi mamá volvió en sí, me abrazó
confesé. Después volví arriba. En la tarde los demás fueron a misa. Yo tenía se puso a llorar, llorar. Después conversamos. Mucho. Al fin salió mi herm.
~edo . La iglesia est~?ª llena . Durante la misa entraron varios indios para ver no.
s1 estaba yo y otra hiJa de ellos. Las otras estaban arriba en el dormitorio . A -¿Llegaste? - le dije.
las mujeres les levantaban el velo para reconocerlas. Joáo Grande, con sus En ese momento aparentó estar contento ... y me saludó. Pero después d
flechas, llegó hasta el altar. El ya iba vestido. El padre bajó y lo desarmó. un rato le canté las cuatro verdades.
Los mandó salir a todos . Entonces vinieron a golpear las puertas de las her- -Es por este viejo y esta vieja que yo vengo - dije; - no por ti. Tú dira
manas. Ellos sabían que yo y la otra muchacha podíamos estar allí. Hicieron que me vine de puro sinvergüenza. Eres un ingrato por lo que escribiste. ¿1
bulla, gritaron . Tuvo que venir el director, padre Luis, a regañarlos. Pero qué vaJe tanto orgullo? Sí; me he venido a deshonrar a la familia Valero, ru
ellos no hicieron caso. Al fi n lograron entrar. Ya subían por la escalera. Yo como escribiste.
me tranqué en el baño con los dos niños. Entonces el padre mandó llamar aJ - Yo no he escrito taJ cosa - dijo é l para excusarse. - Yo ... Es Antonic
Inspector dos Indios que vivía en Ilha Grande. Vino y trató de convencer a que te engañó.
los indios que se fueran . Yo oí que los indios gritaban, golpeando la puerta: -Sí; aquí tengo la carta en la maJeta. Yo también sé leer. También m
-Nosotros nos vamos a ir, pero volve remos. No descansaremos hasta lle- hermana la ha leído. Eres maJo , malo; eso es lo que eres. Yo pensaba que ibé
várnosla. a volver a la civilización para quedarme tranquila y aJegre con mis parientes ..
Se fueron , pero algunos se quedaron escondidos en el monte. A mí me ¿Quién e res tú? ¿Un americano? Si yo soy india, tú también eres indio-. E i
quedó una ~ebre que me duró tiempo. Pensaba: ''¿Qué ahora me toque de agachó la cabeza y se quedó callado. Yo continué: - En lugar de aJegrarte
nuevo esa vtda de martirio?" Las hermanas me convencieron que me fuera, porque salgo del monte, te da pesar que yo venga a deshonrar a la familia..
me pagaron mi trabajo y yo arrumé mis cosas para irme a Manaus. Tantos años sufriendo y pensando en ustedes, en Ana, en Anisio, en ti, llo-
En la noche del sábado de gloria fui a oír misa. Esa misma noche llegó la rando, llorando. Malagradecido. Cuantas veces tuve que cargarte cuando chi-
lancha "Motor Joáo". A la una de la tarde del domingo de resurrección salía. quito y mamá me pegaba por ti. Yo nunca te hubiera creído capaz de man-
Las hermanas mandaron a las muchachas formar dos filas , también con hom- darme una carta así.
bres y mujeres, desde el colegio hasta la embarcación. Yo fui caminando en- Después, aJlá, recibimos una carta de Anisio, desde Venezuela, en la que
tre ellas, sin que me vieran los indios, con Carlos, Juan y José. se decía asombrado de que yo hubiera tenido el coraje de ir a Manaus. El es-
Cuando me senté en la lancha , me sentí aliviada. Tanto como cuando me peraba que yo me quedara en Tapurucuara. Escribía que él despreciaba la
había montado e n el bongo de Juan Eduardo. Las hermanas me recomenda- casa, porque ahora estaba yo con mis niños, mis indios; que él no llegarla más
ron aJ señor Camia, el patrón. Viajamos seis días. Llegamos a Manaus. Camia a esa casa, que iría al hotel, que sólo Uegaría a la puerta para pedirle la ben-
consiguió una camioneta. Era la primera vez que yo me montaba en un carro. dición a mamá. Así decia el que había llorado al verme en Caranavén.
Llevaba la dirección escrita de la casa de Luis. El chofer nos llevó lejos: no Cuando yo tenía un mes en Manaus, vino el padre Gois y se llevó de
era. Volvimos a pasar por Beco do Macedo. Yo me puse a mirarla bien. De- nuevo a José a Tapurucuara. Allá una noche desapareció . El padre Ezequiel
lante de una casa vi una mujer parada; e n la ventana de la misma casa, un lo encontró en un campamento de Yanomami', listos para llevárselo aJ día si-
hombre : era mi papá. guiente . Se lo quitó y después lo mandó de nuevo a Manaus.
-Es aquí - le dije aJ chofer. - ¿No ve? Núme ro 194. El año 57 lo pasé en Manaus. La situación económica de mi familia era
- Espere todavía - me dijo él, - que voy a hablar -. Mi papá salió a la mala.. La civilización no era tan buena como yo soñaba en la selva .. . Me que·
puerta. - Aquí está su hija - agregó el chofer. - El padre director la manda daba, sólo para complacer a mi mamá. Ahora que mis padres han muerto , he

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vuelto a Venezuela, lejos de los que d , . .
jos. En Manaus primero tuve que tra~~ ec1a~ md1a y despreciaban a mis hi- En 1959 trabajé con las hermanas de la Caridad. En ese año mandaba a
con unos creyentes americanos ue u~~r e n a casa de u na_ señora y en 1958 Carlos al Jardin de Infancia y Juan se quedaba con mi mamá . A Manuel me
nomami para abrir una misión e~ el i ada a~ -ª';_en_d~r conmigo Ja lengua Ya- lo habían traído allá ese año. El hablaba bien castellano. José estudió un poco
y no la abrie ron . U no de ellos s· um . ecib1eron una orden contraria con los creyentes en Manaus; pero, como no le gustaba, lo dejó y empezó a
caño lurubaxí cerca de Tapuru' m e~bargo, remontó y se estableció en el trabajar en Belem do Pará .
ra: doña Lourdes Hablé co cuahra. uego pasé a trabajar con una profeso- En 1960 el padre José Schneider me invitó a que fuera a trabajar a la mi-
. n una ermana que venia de Ta
~ue me internaran a Carlos en la Casa das C . purucuara y logré sión de Taracuá, según yo le había hablado de las promesas hechas en el
Jado. A llí ap'.endieron a hablar portugués. nanc;:as. y a Juan en la Casa Fa- monte. Nos llevaron en avión militar. Era la primera vez que me montaba en
un avión . Me llevé a Carlos y a Manuel. Volvía así al colegio donde había es-
En ese tiempo sucedió algo increíble. Un sábado m . .,
puerto para ver si estaba la lancha "Motor Joao" H b' and~b~ M+ramawe al tudiado cuando niña. Todo parecía preparado por la Divina Providencia para
padres de Tapurucuara en la ue me d , . ~ ta rec1 ido carta de Jos que yo pudiera pagar la promesa de volver a la capilla donde había hecho la
estudiando allá, porque los in~ios habí~·:: que ~odia ~andar a José a seguir primera comunión. Manuel fue puesto en el colegio y Carlos se quedó conmi-
cho volvió, me dijo todo asustado: elto no arnba. Cuando el mucha- go. Después de seis meses fui a visitar a mi mamá y de regreso me traje a
-Mamá, ¿sabes quién está e:i el puerto? AUá d . Juan. A mi mamá le mandaba mañoco de vez en cuando . Carlos y Manuel,
embarcadero, he visto a Akawe e . d . on~e se pasa para bajar al según la promesa, hicieron su primera comunión y fueron crismados.
dueño.. . om1en o cam bur y tirándole las conchas al En 1963 recibí carta de mi mamá en la que me decía que estaba enferma
-Embuste. y me rogaba que volviera a su lado. Dejé a Manuel y salí. En Sáo Gabriel me
-Verdadita, mamá. encontró el profesor Biocca . Me hizo muchas preguntas para hacer un libro.
-¿Cómo estaba vestido? En esa misión dejé a Carlos y yo seguí para Manaus. Con los remedios que
-Con un traje de baño TOJO 1 las hermanas me habían dado, se curó mi mamá. Mandé a llamar a José para
encima de los adornos. Yo no m ' ~ u:~s den los brazos ~ plumas de loro real verlo. Se vino y se volvió a ir. En el 64 se vino Manuel y lo puse a estudiar en
. . A M+ramawe no lo dejé vo~ve~. ;~~ ~¡ver y he veni~o a avisa~. el colegio Domingo Savia . En ese tiempo yo fui a vivir fuera de Manaus, en
md10s. Había sido Albin 1 . hermano Lws. Allá \10 a varios el Retiro de Ema, junto a un raudal del caño Tarumá, y me hice un conuco.
fui en seguida a esconde~' cons~ecto'. _dos lnd10s , que los había traído. Yo me Vendía almidón, mañoco, cazabe, piña, gallinas ... Después Manuel consiguió
J, n os mnos en casa de doña Ce ili . un trabajo en la Malariología y comenzó a viajar por el Río Negro.
A J a estuve mes y pico; luego volví a . , . c a, una amiga.
hermana, cerca de un moricha· Co m1 casa. Un d1a sah a buscar leña con rnj En el 68 José remontó por el Río Negro y se paró en Tapurucuara. Allí
lo Yanomami. Me puse a tem~lar ~g~~n ~orpre~a encontramos un tapirí esti- estaba de paso el padre Gois y con él se fue a su misión del alto Cauaburí.
mazos de puntas de flechas de . 1 a ta os chmchorros de ~ajagua y unos Allí se puso a trabajar para el padre . Una noche oyó un indio cerca de su ha-
semillas de moriche, tizones. ~oco ~~~~as u~e aves colgados, ho1as de casupo, bitación que decía :
en seguida. No había duda: aUi había d~ ~e desma~ara. Ech~rn~ a correr -Voy a matar a Waika , voy a matar a Waika -. Y se batía las piernas. -
habían acompañado Menos mal ~· o Akawe con los indios que lo ¡Asiiiii! ¡Quiero comerlo! - . Y chasqueaba la lengua y le daba templones al
para el Cauab un, 65 . . que Albmo se los había llevado de nuevo arco.
José dormía junto al caboclo Sebastiáo y lo despertó. Este cogió la esco-

(65) Akawe desde el aho Cauaburí, siem re en b


aunque si.n encontrarlos, pues estaba: a en T=cu;·
Gabriel. 4JH Ucgó la lancha de la misi/n de T
..
de Helena y su h110 Ushi~ei regresó a Ma11aus
<;;°n la lancha de la ~SJón remonté hasta Sao
peta y se la puso al lado . Pero en eso José oyó a otro indio, llamado Pascual
por los misioneros , que le daba consejos al primero :
- No mates a ese muchacho. El tiene parientes río abajo y vendrán con
estaba en el lugar a donde se iba a diri ·r la 1:C~cu a uscar vive res. Algwén Je dijo que su esposa muchos soldados a matarnos. Es verdad que su papá era Waika, pero él nun-
rando la ocasión de embarcarse. El cag¡itán de 1 a y desde ese momento se quedó en la o rilla espe- ca tuvo pleito con nosotros . Déjalo tranquilo.
ciones de Akawe zarpó cuand és p ~ embarcación, que estaba prevenido de las inten-
' o teenundescwdo,sealejó un pocodel puerto. Se aplacó el indio y José logró dormirse . Pero , en lo que amaneció, avisó

Contrariado, Akawe bajó a Tapurucuara Y remontó de por Cocuí pasaron ro band o y asustando a las mujeres, por lo que los soldados los amedrentaron con
curiara y a canalete algunos de la misión de Ocam b nuevo el Cauaburí. H asta al1f Uegaron en
unas ráfagas de ametralladora disaparadas al aire y los devolvieron río arri ba, de nuevo al Ocamo.
duró unos cuantos meses.
0
ªuscarlo Y con ellos regresó en un viaje que
Akawé salió una vez más , acompañado de unos pocos en esta ocasión. Pasaron la frontera de noche
Poco tiempo despu6, y siempre en pos de sw h ijos Ushiwei ,-: . . y llegaron al Cauaburí de donde se devolvieron al poco tiempo en compañ ía de "Tapurucuara"' .
mente con su hermano Shikorawe y otro llamado "Ta y o~ ~Carlos y Juan) salió nueva. Akawe dejó allí la mujer y el hijo que tuvo entre los Kohoroshi·thari. De vuelta parece que pasaron
tiempo en Samuma en el sitio de A ntonica la purucuara hacia el Cauaburf. Pasaron un también la frontera de noche . Akawe murió en 1967 entre los Witokaya·theri de neumonía. Sus
El Uamado "Tapurucuara" se casó se ' hermana de Helena, ~ se ~volvieron sin encontrarla.
volvió a salir para el B iJ y q uedó entre los Kohoroshi-then bastante tiempo. Akaw~ viajes fluv iales constituyeron una auténtica proeza si se tiene en cuenta que los Yanomami en esa
ras 'esta vez en bongo acompañado de muchos hombres. Por Santa Rosa y época eran aprendices en el arte de navegar y hacía pocas décadas que se habían asentado en las ori·
llas de los grandes ríos como el Orinoco o el Ocamo.

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al misionero del peligro y que no quería quedarse allí. El padre Gois entonces una mentira grande. Sí, en la selva hay cosas buenas: cacería, plátanos, fru·
lo trajo a Tapurucuara. Como el padre Joao Marques le había escrito que se miel ... libertad. Pero .. y Jos flechazos, los golpes, los tigres, las culebras, J
fuera a su misión, al pasar por ahí un avión con aquel rumbo, el muchacho se rayas, las hormigas 24, el waka móshi .... No, nunca llegué a acostumbrarrr.
fue. En Juaureté enseñaba a aquellos indios faenas de vaquería. Me adaptaba ... Bien quisiera tener los medios para conseguir una casita en
En ese mismo año del 68, yo me enfermé de la vista. Era glaucoma. No civilización y vivir feliz con mis hijos .. . ¡No vuelvan a decirme que me gus
había dinero para operarme. Después de seis meses, con ayuda del profesor vivir con los tigres ... ! ¡Veinticuatro años de sustos y amarguras no son tortt
Biocca, me operaron , pero perdí la vista de un ojo. ·nas!
En el 70 se murió mi mamá. Antes de morirse me había dicho: He vuelto a la selva, sí, porque no hay sitio para mí en la ciudad. ~
-Tú estás aquí por mí. Después que me muera, no sigas pasando angus- quedo contenta al lado de los indios, porque quiero enseñarles cómo pued(
tias aquí. Vete lejos si es posible. Ellos no pueden ver a tus hijos y a ti no te ser felices allá mismo; a enseñarles que en nuestra civilización no podrían e
quieren. Vete, que es mejor. tar mejor. Por lo demás sigo esperando y teniendo mucha fe en Dios. Esto 1
Esa era ~ misma intención. En 1971 me visitó el _e_adre Francisco y me todo. Y la pura verdad.
habló de que el Padre Coceo tenía su misión con los Yanomami del Ocamo
y me proponía q_ue fuera a trabalar con él. Ace_pté. Abandoné mí conu-
oo, mis gallinas, y me vine para Venezuela. Un avión militar me dejó en Cu-
cui, junto a la frontera. De allí, en una lancha, pasé a San Carlos de Río Ne-
gro. Allí me enfermé que casi me muero. Después de varios días pasó una
avioneta, el padre Hergueta me consiguió pasaje y llegué al Ocamo. Era el
jueves santo. Me recibió el padre Coceo con algunos indios. Me llevaron a la
· casa de las hermanas. Yo les tenía un poco de miedo a los indios; pero no
pasó nada. Eran los lyewei-theri, por donde había pasado antes de escapar-
me.
En seguida se amontonaron las mujeres para verme. Había muchas de
ellas que me reconocían desde cuando yo era una india más. Ahora iba a ser
misionera, porque sabía hablar su lengua. Me puse a conversar. Ellas llora-
ban. Me preguntaron dónde estaban los hijos. Les dije que estudiando y que
ya eran grandes.
En junio vino a vivir a mi lado José con su esposa. En agosto me enfer-
mé gravemente de la vista. Me llevaron a Caracas y me internaron en el hos-
pital militar. AJlá recibí la noticia de que se había muerto mi padre. Me mejo-
raron aquellos médicos. Pasé la convalecencia en casa del señor René. Al pa-
dre Coceo le mandé a decir que estaba preocupada por los hijos que queda-
ban en Brasil. Me contestó que , siendo ellos venezolanos, podían venir a aco-
modarse mejor en su misma patria. En un avión de Codesur volé hasta San
Carlos de Río Negro,, de allí a Cucui en lancha y de Cucui en avión hasta
Manaus. No encontraba a ninguno de mis hijos. Por fin un estudiante me dijo
dónde podía encontrar a Juan. Reuní a los otros dos y nos preparamos para
salir.
Remontamos el Río Negro con la Comisión de Límites . Desde San Car-
los el capitán Gibson nos llevó en su avioneta hasta el Ocamo. Allí seguí tra-
bajando como catequista.
Carlos se enfermó gravemente. El padre Coceo lo mandó a Caracas: en
el Hospital Clínico Universitario está en este momento. Se curará. Desde la
casa del señor René lo voy a visitar. El resto del tiempo lo aprovecho para
contar mi historia y hacer este libro: diciendo todo y con toda verdad .
No es cierto que yo he vuelto a Ja selva - como han escrito por ahí algu-
nos periódicos - porque ya no podía acostumbrarme a la civilización. Eso es

538 539
PROCESO MIGRATORIO DE LAS COMUNIDADES YANOMAMI CITADAS
EN ESTA OBRA
Los Yanomami que proragonizaron el rapto de Helena recibían entonces el
nombre de KlihlirOshi-thari . Este nombre era en realidad una denominación ~rupal
(de ahí que el gentilicio tenga la terminación thari) que abarcaba tres comumdades
distintas: los Yamonawe-rheri, los Hesiprerepe-theri y una facción de los Waranami-
theri.
De los Kohorlishi-thari pasó a manos de los Karawe-thari, después de una dura
pelea, juntamente con otras mujeres como botí~ de guerra. Estos Karawe-thari! a su
vez, estaban d1v1d1dos en cuatro grupos res1denc1ales: los Warapawe-then, los
Amiana-theri, los Maneiwe-theri y los Heweriwe-theri. Estos cuatro grupos toman sus
gentilicios de nominaciones topográficas de la cuenca del río Siapa. En líneas sucesi-
vas explicaré el significado de este hecho.
Posteriormente y hasta su huída vivió entre diversos grupos del bloque de pobla-
ción conocido como Shama-thari. Entre ramo, mientras pasaba de los Karawe-thari a
los Shama-thari, o quizás ant.es, cruza la frontera entre Brasil y Venezuela a través de
la Sierra de la Neblina. La falra de conocimiemo que tenemos de esa zona hace impo-
sible determinar si el paso lo realizaron al occidente o al oriente de dicha sierra. En
cualquier ca.so, los Karawe-thari en sus micromovimientos en esa zona cruzaron la
sierra de la Neblina en dirección oeste-este hasta venir a instalarse en las cabeceras del
río Marauiá, donde actualmente tiene sus asentamiento y donde están en comacro
con una misión salesiana de la Prelazía de Rlo Negro en Brasil.
Helena siguió en sus desplazamientos, tal como se comprende de los datos ante-
riores, la dirección sur-norte partiendo de la zona inmediata al Rlo Negro para llegar
al Orinoco. Esta dirección es contraria a la que siguieron, en la misma época, todos los
Yanomami al sur del Orinoco , en franca expansión demográfica y territorial.
Tal como lo indica Chagnon (1966: 165), tamo los Karawe-thari como los Koho-
rlishi-thari tienen un origen común al lado de todos los grupos Shama-thari. El grupo
originario , Aramamisi-theri, cruzó el Orinoco, hurendo de las hostilidades de otros
Y anomarni procedentes del norte, para instalarse a sur de ese río e ir paulatinamente
invadiendo las cuencas del Mavaca y del Siapa. Los Karawe-thari, separándose de los
Aramarnisi-theri pocos años después de atravesar el Orinoco , quizás hacia 1910- 191),
fueron quienes se dirigieron más al sur hasta llegar a las cabeceras del Cauaburí en
Brasil. Ames, a su vez, se habían fisionado originándose de una de sus facciones el
grupo de los Klih5roshi-thari . Así pues, tanto los Kohoroshi-thari como los Karawe-
thari tienen su origen y son oriundos de la zona situada entre la Sierra Parima y las ca·
beceras del río Siapa, en Venezuela. Llegaron al Brasil al abandonar la parre izquierda
del siapa de donde fueron desalojados, entre otros, por los Konapuma-theri, quienes
en uno de los ataques les robaron a Napeyoma . De hecho, Ohiriwe, uno de los caci-
ques KlihOrlishi-thari, era también conocido con el nombre de Shihenita-theri, por
haber nacido cerca del caño Shihenira ke u , situado al norte del Orinoco, lo que con-
firma el origen de esros grupos Yanomami actualmente ubicados en las cuencas del
Cauaburí y Marauiá. Los Watanami-theri. que acompañaban a los K5horoshi-thari

Aplicación de curare a las punias de flechas 541


(Foto: Juan Finkers)
cuando Helena fue raptada, después de vivir un tiempo al sur del Orinoco cerca de los
Karawe-thari, se instalaron nuevamente en la orilla derecha del gran río, cerca del
raudal Guaharibos, tomando el nombre de Kashowarc-theri. Recientemente (1981)
han sido desalojados de esa zona viniendo a instalarse precisamente en la zona de los
Iyewei-theri y los Wirokaya-theri, muy cerca de donde vive Helena en la actualidad.
Entre los Yanomami de Venezuela se reconoce como Shama-thari a rodas
aquellas comunidades que viven al sur del Orinoco y que paulatinamente ocuparon
las cuema_;s del M~vac~ y del Siapa llegando a la frontera brasileña (Mapa 1). Esta de-
nommac1on se ongmo en la comumdad ahora ext1nca de Sh1howe-then, donde uno
de sus líderes, Kayapawe, fue apodado "Shama-thari' (Chagnon 1966:27) debido a
GWSARIO
su corpulencia y a la correlación establecida entre su figura y el danro (Shama). Cuan- Aboyar: Flotar, sobrenadar.
do la comunidad de Shihowe-theri, al norte del Orinoco, se dividió a finales del siglo Acangatara: Dia~ema tejida co_n hojas y provista de penacho, generalmente de plumas.
pasado, Shama-thari condujo a sus seguidores, atravesando el Orinoco, hasta las ca- Aguamiel: Bebida no alcohólica de agua y miel.
beceras del Siapa, dando origen a los Aramamishi-theri. Ahilar: Picar (el pez).
Al lado de este "verdadero" Shama-thari estaba otro líder, Matakuwe, también A juro: Forzosamente, obligatoriamente.
reconocido como auténtico Shama-thari por los informantes de Chagnon que tras la Albarico: Palmera de fruto comestible (Desmoncus sp).
división de los Aramamisi-theri, formaría el grupo de los Konapuma-theri, entre los AmaAsi: Corteza _del árb~I ama ahi (Elizabetha princeps). La fina ceniza que produce Ja
que vivió Helena. Posteriormente los seguidores de Kayapawe continuaron viviendo combustión de dicha corteza es un ingrediente en la preparación de los alucinóge-
al sur del Orinoco pero siempre en su cuenca formando el panorama de comunidades nos.
que en la actualidad existe. A su vez, los seguidores de Matakuwe, dirigiéndose más AmoaHi. Arbol mitológico de aspecto antropomórfico al que los Yanomami atribuyen Ja
al sur-oeste ocuparon las cuencas de los Siapa, Mavaca, Cauaburí y Marau4á (Koho- capacidad de enseñar a cantar.
roshi-thari y Karawe-thari) dando origen a las comunidades actuales de esas zonas. Arrumar: Juntar los enseres para salir.
Áshokáma Ke Hi:Una especie de arbusto (Tabemaemontana heterophylla) cuya corteza se utiliza
Debe tenerse en cuenca que esta descripción así como el Mapa 2 no contemplan en la prepración del curare. Su latex es también empleado como colorante para
el proceso migratorio de codos los Yanomami sino sólo el de aquellos grupos con los pintar las flechas de bambú.
que Helena se relacionó durante los 24 años que pasó con ellos. Ata Hiki: Un_a especie de árbol Diodia ocimifolia Wills, Brem). Sus cenizas son ricas en po-
Por otro lado, muchos daros son sólo aproximados por la carencia de referencias tas10 y con ellas los Yanomami preparan la salpimienta.
Babilla: Cocodrilo más pequeño que el caimán Caimán sclerops).
geográficas y por el desconocimiento que hasta ahora tenemos de la zona más meri-
Balatá: Arbol del que se obtiene la goma homónima (Mamükara bidentata).
dional del territorio ocupado en Venezuela por los Yanomami. Finalmente, los inte-
Barbascajo: Especie de barbasco (Phyllanthus piscatorum)
resados en mayor información sobre los Shama-thari, pueden seguir detalladamente
Barbasco: Sustancia vegetal capaz de asfixiar los peces.
el itinerario de Helena, quien en todo el libro no deja de dar detalles ilustrativos y
Barrialero: Barrial, pantanal.
muy amplios acerca de codos los grupos Shama-thari existentes hasta la primera mitad
Borona: Polvo o brusa originado al moler alguna sustancia.
de este siglo.
Bojote: Bulto, paquete, lío.
Budare: Disco de barro cocido, levemente cóncavo, en que se cuece el casabe.
Bu/faranga: Bullicio.
Bu/lerón: Bullicio grande.
Ca bocio: Mestizo.
Cabulla: Cordel.
Cacure: Garlito para pescar.
Ca masa: Vasija hecha con el fruto de una cucurbitácea (Lagenaria sicesaria).
Caraná: Especie de palmera (Mauritia carana).
Caraña: Burserácea de la que se obtiene una resina (Protium carana).
Cara/o: Bebida que se obtiene exprimiendo o cocinando en agua alguna fruta.
Casupo: Marantácea cuyas hojas sirven para envolver y asar y cuyas flores y brácteas son
comestibles.
Catara: Yare o líquido que resta después de asentada y separada la fécula de la yuca.
Catebía: Yuca raspada y exprimida.
Catumare: Espuerta de hojas de palmera.
Coa: Palo fuerte y aguzado para ahoyar la semetera.
Cuajo: Miristicácea de la que se obtiene una droga alucinógena (Virola e/ongata).
Cucurilo: Palmera de drupa comestible (Maximiliana regia).
Cumare: Palmera cuyas hojas suministran fibra para chinchorros (Astrocaryum vulgare).
Curagua: Agave cuya fibra sirve para hacer cordel.
Cunurf: Euforbiácea de semillas comestibles (Conuria spruceana).

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Cute: Carare o carate, afección cutánea. Ira: Jaguar. tigre. Genéricamente designa todo el grupo de los felinos.
Chantar: Encasquetar. ligua: Fruto y almendra comestibles de una cariocarácea.
Chicle .· Sapotácea cuya goma tiene uso industrial. Jipato: Pálido;
Chicurear: Apoyar con chicura , instrumentO constituido por una lámina angosta de hierro Jojoto: Mazorca tierna de maíz.
adaptada a un mango. Juncia: Ciperácea de uso mágico.
Chiquichical: Sitio poblado de chiquichiques. Ka/ru: Yagrumo (Cecropia sp .) Crece en la selva secundaria, a veces en conucos aba
Chiquichique: Palmera con cuyas hojas se techan casas (Leopoldinia piassaba) . donados y su fruto es comestible .
Chivacoa: Diminuto parásito que acosa personas y animales. Kamosi: Cierto encanto contra las mujeres, capaz de envejecerlas y arrugarles la piel. ~
Desecho: Brazo de río . obtiene a partir de una mariposa nocturna .
Desgaritarse: Dispersarse, desbandarse . Kaomari: Cierto gavilán (Micraswr ruficollis) que se alimenta de culebras.
Despencar: Desgajar. Karaishi: Cierto árbol de frutas comestibles.
Embojotar: Guardar en un bojote, envolver. Kariyo: Una especie de ardilla pequeña .
Encarañar. Mezclar con caraña. Kashi: Cierta hormiga muy pequeña y de picadura desagradable (Solenopsis sp. Myrm.
EnJirolar: Adornar, emperijilar. cinae) .
Engüenepar: Meter en güenepe . Kóapatarami: Cierto pájaro . Su espíritu se invoca en la preparación de l curare .
Enmogotarse: Esconderse en un mogote o matorral. Komislri U~a de la India. Sus hojas gra ndes se utilizan pa ra 1echar y envolver los alimen
En época de celo. ke henaki tos (Geonoma sp).
Entiempado:
Esmorecedera: Desmayo, debilidad . K onakona: Cierta plan1a y, al mismo tiempo. las hormigas que viven en simbio sis con ella. S1
Falca: Canoa grande, de bordes realzados . le atribuyen propiedades curativas.
Garabato: Implemento en forma de gancho para atraer ramas cargadas de frutas. Kó wó Mashi: Especie de planta cultivada utilizada en la bru jeria (Marantha arundinacea).
Garuar: Llover insistentemente. pero sin temporal. Kree: Liana de considerables dimensiones cuyos frutos se u tilizan como veneno de pes·
Guapa: Azafate , especie de cesterfa redonda en forma de bandeja . ca (ba rbasco, Glusia sp ).
Guacuca: Especie de molusco fluvial. Kumi: Cierta liana. Su parte interna central se emplea para prepa rar un afrodisíaco. es-
Guaral: Cuerda, cabuya . pecialmente cuando ha sido roída por cienos insectos .
Guasdua: Gramínea parecida al bambú (Guasdua latifolia). ¡ Kus/re Ha! Fórmula empleada en un encantamiento o cuando se qu iere obtener el efecto de-
Guatura: Cestón cilindrocónico. seado.
Guenepe: Cabestrillo en que la madre carga al niño de pecho. Lambedero: Lugar a orillas de un río donde algunos animales tragan tierra.
Háiháiyomi: Pájaro diurno de canto chillón. Su presencia anuncia la cercanía de tierra sana Macana: Arma a mo do de porra o maza .
(alta, seca y con vie nto, por oposición a la tierra baja , húmeda, con agua estanca- Macuto: Garracha o espata de palmera .
da y sin corriente de aire). Mahuari: Espíri1u. demo nio acuático en las creencias arahuacas del T. F. Amazonas.
Haahami: Mamífero acuático, semejante al perro de agua, que constituye el no reshi (to- Majagua : Planta de corteza fibrosa .
tem, alter ego, d oble) de algunas mujeres. Mal/ugar: Magullar:
Halar: Sobreentendido "canalete" , canaletear, remar. Maloca: Casa plurifamiliar o comunal, sinónimo de shapono en este tex!o .
Hama ki!pi!: Visitante, huésped . Manare: Cedazo. criba.
Haowa Instrumento semejante a una pequeña hacha fabricado con un pedazo de mache- Mapire.· Cesta cilindrocó nica de tejido abierto hexagona l.
te que se amarra con cuerda a un mango . Marimonda: Mono grande de pelo negro y castaño (A teles belzebuth).
Hapemi: Vocativo de /rayi!. Literalmente : papaíto. Maya. Una especie de oruga grande, comestible, que vive principalmente en las plantas
Hareotima: Madeja de hilo que la mujer lleva terciada en " X" como adorno sobre pecho y es- de caucho.
palda. Ma zu co: Mazo, manojo.
Hatak oami: Cierto pájaro. M erey: Anacardiácea de fruto y almendra comestibles (Anacardium occidentale), llama-
Hayu : Arbol silvestre que da una fruta comestible (Pseudo /media sp.) do también paujil y mara ñón.
Hekura: Espíritus de animales, plantas o fenómenos naturales que se encarnan en los pe- Miyoma: Planta de hojas anchas y tallos espinosos, utilizada para techa r los abrigos tempo-
chos de los shamanes y les ayudan con sus poderes sobrenaturales. rales (tapirís) y a veces para asar los al imentos .
Heri: Sustancias animales o vegetales (funcias) empleadas en la brujería . Mokoroma: Tirita. Planta de hojas anchas y tallo a largado . Part ido en tiras lo ngitudinales es
Hedentina: Hedor, mal olor (con h aspirada. empleado en la cestería (lschnosiph on arouma. Koern . Marautaceae) .
HokiA : Exclamación lanzada durante una incursión bélica por quienes reciben el ataque M o ndongo: Tripas, intestinos.
para hacer que las flechas se desvien de su objetivo y no lleguen a herir a quien M on ear: E ncaramarse, trepar.
grita de esa manera . M orocho: Gemelo, mellizo.
H6rama: Gallinácea comestible (probablemente una Tinamidae), de plumaje ceniciento y Motu ke u: Según la mitología Yanomami es una gran capa de agua sub terránea .
alas negras. Su canto se asocia en el texto a la prese ncia de e ne migos. Los Yano- Mo tuwa: Cierto árbol (Swari zia arborescens, Aubl. Pitt ier) .
mami lo asocian otras veces a la presencia de cacería . Musiú : Extranjero. En este texto misionero evangélico.
H o roi: Plumón extraído de zamuro o de águila con el que los Ya nomami se cubren la ca- Nai: Una especie de árbol (¿Sapotacea?) de flores comest ibles.
beza cuando participan en las fiestas (rea/ru). Naiki: Dícese de quien está hambrien to de carne.
Houmi.· Pájaro cuyo espíritu ( Houmiriwi!) atrae con su canto a los tigres. Na pe: Enemigo, extranjero , forastero , no Yanomami.
Huria : Arbol que da frut os de color rojo y tamaño de una aceituna. Se comen hervidos No reshi: Totem , alter ego encarnado en un anima l.
y nunca en exceso (sobre todo los niños), ya que podrían provocar hemorragias.

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no o más 'lugares de la selva, alimentándose de caceria,
Noporepi: El principio vital inmaterial liberado por la muerte. Wayumi:. Temporada pasad a en u
No uhuiipi: Alma, espíritu. pesca y frutos silvestres. .
· do para designar a toda una clase de demonios maléficos.
Ñeengatú: Lengua tupí o /ingua gera/, hermana de la guaraní. Yai: Té rrnmo usa · · . · b 'l d 1 ·
Alucinógeno obtenido con la parte interna (hber) de la corteza del ár o e mis-
Pararo: Cojoba, curuba, yopo (Piptadenia peregrina). Yakóana:
mo nombre (Virola elongaca) .
Pareami: Plátano hartón.
Yawatoa: Especie de palmera de semillas.comestibles.
Paushimi: Variedad de cambur de carne roja y harinosa (¡topocho?).
Yaweshi: Arbol silvestre de fruto comestible.
Payé: Término empleado por las gentes del Río Negro para designar al brujo.
Arbusto de hojas olorosas y fruto comestible con el que se construye el resgua~do
Pei Ye:· Exclamación para mostrar a los enemigos que han sido descubiertos y que se está Yipi:
para las neomenstruantes (Sorocea guyanensis). Con su fronda se frota a quien
en guardia.
Látex obtenido de una gutífera (Symphonia globulifera) que endurece al aire y a está desmayado para revivirlo. . .
Peramán: Pata de grulla, planta cuya corteza sirve de 10gred1ente para el curare y con la que
la luz. Yoawi!si hi:
se hacen garrotes de efecto especial (Leissospermum argenceum Woodson).
Picurearse: Escaparse, huir.
Yoco: Cierto árbol silvestre de frutos comestibles.
Pijiguao: Palmera de fruto y cogollo comestibles (Guilie/ma gasipaes).
Yopo: Droga alucinógena y la planta de que se obtiene. .
Pisha: Platanillo. (Calathea altissima Poepp. y Endl.) Almendra y árbol que la produce (Bertholletia excelsa), llamada también nuez de
Popomari: Cien.a ave de plumaje morado. Yuvía:
Poproko: Ciperácea con que se hace un hechizo infantil. Brasil.
Pore: Fantasma, llparecido, espíritu de un difunto.
Pore Hena: Una especie de planta alucinógena cultivada (Justicia sp.)
Rahara: Monstruo acuático, parecido a una anaconda pero de proporciones mucho mayo-
res, capaz, según los Yanomami, de tragarse a una persona.
Rasha Husi: Implemento constituido por un pedazo de arco, lijado y de punta aguda, que la
mujer usa para excavar, romper, castrar colmenas e incluso defenderse.
Reahu: Ceremonia funeraria en la cual se beben los huesos pulverizados de un muerto en
sopa de plátano. La repartición de carne está asociada a esta ceremonia.
Rokómi: Variedad de cambur de color morado.
Sahumar: Ahumar
Shapo: Encantamiento fabricado y utilizado por los hombres contra las mujeres.
Shapono: Vivienda comunal típica de los Yanomami.
Sharoromi: Musácea de cogollo comestible y hojas útiles para techar los abrigos temporales
(tapiris) y asar alimentos.
Seje: Palmera de drupa comestible (Jessenia bataua), el seje grande; (Oenucarpus ba-
caba, el seje pequeño).
Shihena: Picurito , curí.
Shirim6: Fragmento del tronco de la palma manaka, labrado y bien pintado, que se em-
plea en los duelos.
Siringa: Caucho.
Shopari Wake: Según la mitología Yanomami es un caldero o brasero lleno de fuego en el que se
consumen, después de la muerte, quienes fueron mezquinos.
Shocokoma: Especie de árbol con madera de fácil combustión. Se emplea en las piras funera-
rias.
Tapirl: Enramada, cabaña.
Tavarl: Lecitidácea cuya corteza, quemada, sirve para hacer salmuera y cuyo líber sirve
para envolver cigarrillos.
Thómor6: Arbol (Tabebuia capitata) con cuya concha se hace una embarcación del mismo
nombre.
Tocón: Lo que queda fijo en el suelo de un árbol abatido.
Totumear: Pensar, cavilar.
Ushipirimi: Una variedad de cambur.
Verada: Escapo de la caña brava.
Vieja : Especie de pez fluvial comestible.
Viudita: Manito tímido y gracioso (Callicebus torquatus).
Waka Móshi: Planta cultivada (Cyperus corymbosus). Dícese también del hechizo que con ella
se prepara.
Wapu: Arbol de semillas venenosas , comestibles sólo después de maceradas durante va-
rios días (C/athrotropis macrocarpa).
Wayamou: Diálogo cantado, realizado durante la noche, entre un visitante y un residente.

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MAPA I
MAPA 2
NOTA LINGÜISTICA

La notación lingüística adoptada en este texto para las palabras yanomami es la mis-
ma utilizada en el Diccionanó Yanomami - Español de J. Lizot. Para la pronun-
ciación, la norma es la siguiente:
C' se pronuncia como la e muda francesa
i se pronuncia con la parte superior de la lengua apoyada en el paladar
th es una t aspirada
sh se pronuncia de la misma forma que en inglés o como la ch francesa , pero
nunca como la ch del español
w suena como la w inglesa
una tilde sobre cualquier vocal indica su nasalización
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