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la resolución del Presidente del Parlamento de Cataluña de
fecha 25 de enero de 2018 por la que se convoca sesión
plenaria el 30 de enero de 2018, a las 15:00 horas, esta
última exclusivamente en cuanto a la inclusión en el orden
del día del debate del programa y votación de investidura
del Diputado D. Carles Puigdemont i Casamajó, publicada en
el Boletín Oficial del Parlament de Catalunya n.º 6, de 26
de enero de 2018.
ALEGACIONES:
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considera arbitrario, porqué si los interesados desconocen
la motivación que sustenta tal resolución, porque no existe
o porque no se ha publicado ni notificado individualmente,
el único sustento de la decisión será la voluntad de quien
la adopta.
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Segunda.- La adopción de medidas cautelares sin haber
resuelto la admisión a trámite de la impugnación vulnera
las norma procesales del procedimiento.
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Procurador, presupone necesariamente haber admitido a
trámite un proceso jurisdiccional.
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2. El TC carece de toda cobertura legal para configurar
una fase de pre-admisión de los procesos
jurisdiccionales no prevista en la legislación
vigente.
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la suspensión hasta la resolución final del
procedimiento.
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Así mismo, el apartado 5 del artículo 95 LOTC dispone
que si se tratara de la ejecución de las resoluciones
que acuerden la suspensión de las disposiciones, actos o
actuaciones impugnadas -supuesto en el que no nos
encontramos- y concurrieran circunstancias de especial
transcendencia constitucional, el Tribunal, de oficio o
a instancia del Gobierno, adoptará las medidas
necesarias para asegurar su debido cumplimiento sin oír
a las partes. En la misma resolución dará audiencia a
las partes y al Ministerio Fiscal por plazo común de
tres días, tras el cual el Tribunal dictará resolución
levantando, confirmando o modificando las medidas
previamente adoptadas.”
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del Tribunal Constitucional, ya que la indefinición legal
de los motivos impugnatorios que en él pueden hacerse valer
-«sea cual fuere el motivo en que se base», dice el art.
77- permite al Gobierno impugnar, como aquí hace,
disposiciones autonómicas de rango infralegal por razones
no competenciales (STC 44/1986, fundamento jurídico 1.º),
siempre, claro es, que las supuestas vulneraciones en que
se base la impugnación sean constitucionales -versen sobre
«materia constitucional» (STC 16/1984, fundamento jurídico
4.º)- y no meramente legales, pues no ha de olvidarse que
la competencia de este Tribunal «se circunscribe al examen
de la constitucionalidad y no de la legalidad» (STC
54/1982, fundamento jurídico 7.º). Los arts. 76 y 77 de la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional configuran a tal
fin un procedimiento que, aun cuando coincidente en sus
trámites con el conflicto positivo de competencias (por
remisión del art. 77 a los arts. 62 a 67 de la Ley
Orgánica), encuentra sustantividad propia precisamente en
supuestos, como el presente, en los que el Gobierno imputa
a una disposición sin fuerza de ley de Comunidad Autónoma -
o, en su caso, a una resolución de alguno de sus órganos-
un vicio de inconstitucionalidad que, no consistiendo en la
infracción del orden constitucional de distribución de
competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas,
no podría ser, en razón del rango infralegal de la
disposición impugnada, eficazmente denunciado a través del
recurso de inconstitucionalidad, únicamente procedente
contra «disposiciones normativas o actos con fuerza de Iey»
[art. 2.1 a) de la LOTC ], ni se avendría tampoco, en razón
del objeto de la pretensión deducida, a los límites del
conflicto positivo de competencias, legalmente contraído a
las controversias que opongan al Estado y a las Comunidades
Autónomas o a éstas entre sí acerca de la titularidad de
las «competencias asignadas directamente por la
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Constitución, los Estatutos de Autonomía o las Leyes
Orgánicas u ordinarias dictadas para delimitar los ámbitos
propios del Estado y las Comunidades Autónomas» (art. 59
LOTC).”
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admitida), más allá de su clara improcedencia desde el
punto de vista procesal, adelantan una interpretación
normativa que excede igualmente la finalidad de las medidas
cautelares.
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de participación política previsto en el artículo 23 CE,
derecho del voto y de la elegibilidad, que dicho Tribunal
Constitucional entiende por intrínsecamente vinculados (por
todas STC 45/1983), limitación en cuanto se impide la
efectividad del voto de la ciudadanía, el cual confluye en
determinadas personas elegidas y mayorías del “cuerpo
legislativo”. Concretamente, el derecho de sufragio pasivo
sólo queda restringido en los casos previstos en el
artículo 6.2 de la Ley Orgánica de Régimen Electoral
General para los condenados en sentencia en los supuestos
allí previstos.
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como la separación de poderes. Todo ello perturbando
gravemente el funcionamiento del sistema parlamentario.
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constitucional ha reconocido, es libre y puede tener
cualquier contenido (SSTC 48/2003 y 31/2010 y ATC
135/2004).
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derecho fundamental, pues sólo poseen relevancia
constitucional a estos efectos los derechos o facultades
atribuidos al representante que pertenezcan al núcleo de su
función representativa parlamentaria, como son,
indudablemente, el ejercicio de la función legislativa o de
control de la acción del Gobierno, siendo vulnerado el art.
23.2 CE si los propios órganos de las Asambleas impiden o
coartan su práctica o adoptan decisiones que contraríen la
naturaleza de la representación o la igualdad de los
representantes. Tales circunstancias imponen a los órganos
parlamentarios una interpretación restrictiva de todas
aquellas normas que puedan suponer una limitación al
ejercicio de aquellos derechos o atribuciones que integran
el status constitucionalmente relevante del representante
público y el deber de motivar las razones de su aplicación,
so pena, no sólo de vulnerar el derecho fundamental del
representante de los ciudadanos a ejercer su cargo (art.
23.2 CE), sino también de infringir el de éstos a
participar en los asuntos públicos (art. 23.1 CE). En este
sentido, además de las resoluciones que tomamos como guía
en la presente exposición de la doctrina constitucional en
la materia, interesa mencionar las SSTC38/1999, de 22 de
marzo, FJ 2; 107/2001, de 23 de abril, FJ 3 a); 203/2001,
de 15 de octubre, FJ 2; y el ATC 118/1999, de 10 de mayo”.
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recordar que es el Parlament quien tiene la facultad de
elaborar y aprobar su Reglamento en ejercicio de su
autonomía reglamentaria que expresamente le reconoce el
artículo 58 del Estatuto y es el propio Reglamento el que
atribuye a la Mesa las funciones relacionadas con la
interpretación y aplicación del mismo en todo lo que haga
referencia a la organización y funcionamiento de la Cámara,
artículos 37.3, letras “a, d, e” y “j”. Así, la aplicación
de los artículos 93, 146 y 147, correspondientes a la
posible delegación de voto y la sesión de investidura del
presidente de la Generalitat.
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y decisión parlamentarias (en este sentido, Sentencia de la
Corte Constitucional italiana de 27 de marzo de 1975, núm.
81), decayendo tal protección cuando los actos hayan sido
realizados por su autor en calidad de ciudadano (de
«político» incluso), fuera del ejercicio de competencias y
funciones que le pudieran corresponder como parlamentario.
Así, las funciones relevantes para el art. 71.1 de la
Constitución no son indiferenciadamente todas las
realizadas por quien sea parlamentario, sino aquellas
imputables a quien, siéndolo, actúa jurídicamente como tal.
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parlamentario, “siendo finalidad específica del privilegio
asegurar a través de la libertad de expresión de los
parlamentarios, la libre formación de la voluntad del
órgano legislativo al que pertenezcan” (STC 243/1988, de 19
de diciembre, FJ 3).”
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En realidad, el enjuiciamiento sobre actos de la Mesa de un
Parlamento se ciñen a constatar la posible vulneración de
los derechos de representación e “ius in officium” de los
diputados electos, de acuerdo con el artículo 23.2 CE y el
Reglamento del parlamento, que los garantiza, para
preservar el pluralismo democrático fundamento de nuestra
sociedad.
De acuerdo con el ATC 125/2005, “lo que hay que juzgar, por
tanto, es si la interpretación de los reglamentos que ha
hecho la Mesa del Congreso de los Diputados en el supuesto
que nos ocupa cabe dentro de la necesaria autonomía
parlamentaria reconocida constitucionalmente y, a pesar de
ser discutible, no lesiona el derecho fundamental alegado.”
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En tanto en cuanto el TC determina en el Auto de 27.1.2018
la forma en que pueda llevarse a cabo la sesión de
investidura, al margen de todo litigio constitucional y,
por tanto, no ejerciendo como supremo intérprete de la
Constitución sino como institución constitucionalmente
prevista, incurre no sólo en una clara extralimitación de
funciones, sino que usurpa las que corresponden a otras
instituciones constitucionales, en este caso al Parlament
de Catalunya y, concretamente, a su President y a la Mesa
del mismo.
En su virtud,
SOLICITAMOS:
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de Cataluña n.º 3, de 23 de enero de 2018, y la resolución
del Presidente del Parlamento de Cataluña de fecha 25 de
enero de 2018 por la que se convoca sesión plenaria el 30
de enero de 2018, a las 15:00 horas, esta última
exclusivamente en cuanto a la inclusión en el orden del día
del debate del programa y votación de investidura del
diputado D. Carles Puigdemont i Casamajó, publicada en el
Boletín Oficial del Parlament de Catalunya n.º 6, de 26 de
enero de 2018, y en virtud de las mismas se acuerde su
radical nulidad e ineficacia.
Otrosí, digo,
SOLICITAMOS:
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investidura del diputado D. Carles Puigdemont i Casamajó,
publicada en el Boletín Oficial del Parlament de Catalunya
n.º 6, de 26 de enero de 2018.
El Procurador,
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