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¿QUÉ ES UN INGENIERO QUÍMICO?

(Una opinión personal)


Por José Severiano Luis Bravo Mora.,Ph.D.
Profesor Investigador en la Universidad Michoacán.
Facultad de Ingeniería Química.
Morelia, Michoacán. MÉXICO.
e-mail: lbravo58190@gmail.com

El ingeniero químico es el hombre que puede:


a) desarrollar los resultados de la investigación científica de nuevos productos o
procedimientos para construir una planta donde producir los primeros o para
modificar, perfeccionándola, una planta existente donde puedan aplicarse los
segundos;
b) investigar para perfeccionar o establecer las herramientas físico-matemáticas que
necesita para el trabajo anterior de desarrollo y cambio de escala (del laboratorio a
la planta industrial);
c) dirigir y administrar en sus distintos niveles las empresas de la industria química de
manera de conjugar capitales, hombres y equipos en un esfuerzo común para
conseguir optimizar la producción;

d) dedicarse a la enseñanza y formación de las nuevas generaciones de ingenieros


químicos y a la actualización permanente de quienes están en actividad.
La enumeración de los distintos trabajos que un ingeniero químico está en condiciones
de encarar delimita, a su vez, los caminos de realización que puede elegir el profesional al
salir de la Facultad y que fundamentalmente son:
a) la investigación de la ciencia de la Ingeniería química o de sus tecnologías de
aplicación;
b) el diseño, cálculo y proyecto de instalaciones y equipos;
El manejo y control de la producción;
El asesoramiento técnico de la venta de equipos y productos;
La administración de empresas, y
La enseñanza.
Una vez elegida, en función de la ecuación psicofísica que define su personalidad, la
vía de aplicación de sus conocimientos, el ingeniero químico debe determinar, en función
de las posibilidades económico-sociales del medio donde se desenvuelve, a cuál de los
diferentes dominios que integran la industria química va a servir a través de esa vía.

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Porque el ingeniero químico puede investigar, desarrollar, calcular, proyectar, controlar
o administrar para la industria de los productos orgánicos de síntesis o para la de los
derivados del petróleo, para la de los llamados ácidos y bases minerales, o para la
industria del papel, etcétera.
Solamente cuando investigue en un instituto no ligado a ninguna industria en
particular, podrá elegir un poco más libremente entre las diversas ciencias de base y las
ciencias de la ingeniería química, aquellas donde mejor pueda volcar su capacidad
creativa. Pero aun allí su elección estará limitada por la orientación general del instituto en
cuestión, por las necesidades más urgentes del medio económico-social que dicho
instituto sirve y por la capacidad que el mismo tenga para financiar distintas líneas de
trabajo.
Además, por lo general, el hombre que investiga es también el hombre capaz de
enseñar y de ahí la tendencia moderna a unir enseñanza e investigación en los institutos
de estudios superiores.
En este enfoque de los caminos de realización de la Ingeniería química se debe
mencionar también la interpenetración con otros profesionales universitarios y la
delimitación de dominios a atribuir a técnicos de escuelas técnicas como los Conalep,
formados también en el campo de la tecnología de los procesos químicos.
No existe realmente ningún otro profesional que por su formación pueda cubrir
indistintamente los diferentes campos de actividad que enumeramos más arriba.
Pero algunos pueden superponerse en uno u otro sector, sobre todo si las
actividades no se definen con cuidado.
Por mucho tiempo se habló de la competencia entre ingenieros químicos y doctores
en química o física en la investigación. Pero al establecer que la investigación que es
capaz de realizar el ingeniero químico es la que tiende a crear las bases científicas de su
propia especialización, la competencia desaparece.
Y si todavía se agrega que el ingeniero químico puede y debe desarrollar los
procesos y productos que los doctores en química o física encuentran en el laboratorio,
hasta convertirlos en factores de producción industrial en gran escala, la competencia se
transforma en complementación.
La imperfecta definición de carreras, la inadecuada planificación de los programas de
estudios universitarios y la falta de una orientación racional que llegue en extensión y
profundidad al adolescente, han hecho surgir muchas veces personalidades de valor
para la Ingeniería química de otros campos universitarios. Se ha llegado, incluso, a crear
especies de ingenieros químicos disimulados bajo rótulos como el de doctorado en
química de orientación industrial.
En el manejo y control de la producción, en el mantenimiento de las instalaciones, en
el servicio técnico de ventas y en la administración, 1a competencia suele venir de otras
ramas de la Ingeniería.

Ello tiene origen en diversos factores:

a) En un principio, muchas universidades formaban un ingeniero polivalente (el


ingeniero civil por oposición al ingeniero militar) respondiendo un poco a una
etimología que quería identificar al término ingeniero con el hombre de ingenio
o ingenioso, el hombre de las construcciones y los mecanismos. Ese hombre
polivalente tanto podía calcular una estructura como planear o administrar una
industria.
Esa tendencia se está abandonando y hoy las tareas por las cuales
generalmente se identifica un ingeniero civil, cálculo y construcción de estruc-
turas, se asignan a un ingeniero en construcciones.

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b) Otra tendencia surgida en la etapa inicial del maquinismo daba especial
predominancia a la energía necesaria en los procesos e identificaba (partiendo
quizá de la etimología inglesa engineman-engineer) al ingeniero con el hombre
de las máquinas. Así, estando fundamentalmente basadas las plantas de
producción en equipos accionados por energía mecánica o eléctrica, es el
ingeniero electromecánico quien debería atenderlas principalmente.
Si se acepta que la dirección y el control de una planta química tiene por
objeto conjugar factores físicos, económicos y humanos tendiendo los procesos
que en la misma se realizan, la competencia también desaparece pues quien se
ha preparado para manejar procesos y operaciones con ese fin es el ingeniero
químico y el ingeniero electromecánico será un complemento eficaz como
administrador del mantenimiento de los equipos e instalaciones donde el
procedimiento se lleva a cabo.
Queda así un dominio, el de la administración de empresas, donde la competencia
puede establecerse entre ingenieros químicos, doctores en química e ingenieros
industriales, por exigir los puestos de comando un tipo de formación básica que los tres
tienen y determinadas condiciones personales que los tres pueden llegar a poseer.
Es aquí donde también entran a la palestra los universitarios especializados en las
ramas económicas o incluso formados específicamente para la administración de
empresas. Y la lucha se establece entonces alrededor del problema siguiente.
¿A la conducción y dirección de empresas debe llegarse por el camino de la
administración económico-financiera o por el de la técnica de producción?
La dirección de empresas exige antes que nada un tipo de hombre y ese prototipo
puede salir de cualquiera de los campos universitarios. El conductor, el líder, el
organizador, el coordinador, la mentalidad amplia para la planificación global y a largo
alcance, que no se deja perturbar ni distraer por el detalle, el individuo particularmente
bien dotado para seleccionar colaboradores y distribuir entre ellos responsabilidades y
tareas, puede estar presente en cualquiera de las especialidades que contribuyen al
quehacer empresario.
Se puede, sin embargo, aventurar una pauta de elección que deberla aplicarse con
extrema flexibilidad y bajo el continuo contralor de una evaluación desprejuiciada y
desinteresada de la personalidad de quien se esté juzgando para funciones semejantes.
Esta pauta pretende que todo lo mayor que es el grado de tecnificación de una
empresa y cuanto más compleja es la tecnología sobre la que se basa su producción,
tanto más útil puede resultar que su director tenga la formación fundamental que le
permita captarla y manejarla con facilidad.
En cualquier caso, lo que resulta imprescindible, es que la dirección se confíe a
personalidades con una sólida formación cultural paralela a su formación profesional.
Cualquiera que sea la calificación del técnico, resultan incompatibles con las tareas de
dirección: el dogmatismo, la estrechez de miras, la falta de imaginación, la incapacidad
para comprender y seguir la evolución cultural, el desconocimiento de los antecedentes
históricos y la incomprensión de las características socio-geográficas del ambiente
donde debe desenvolverse, la ausencia de inquietudes trascendentes sobre la vida del
hombre y las sociedades, la falta de equilibrio vital.
Los técnicos químicos de los tecnológicos, Conalep, etc., son también tecnólogos
preparados en los procesos y operaciones de la industria química, pero con un nivel de
conocimientos cualitativa y cuantitativamente inferiores al de la formación universitaria.
Su función, sin embargo, adquiere de día en día importancia creciente. Al aumentar la
complejidad de los procedimientos y de los controles, el comando de los grupos de
trabajo, o lo que es lo mismo, el nivel jerárquico intermedio entre los ingenieros de

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producción y los obreros, no puede ser ocupado ya más por los capataces de formación
empírica quienes deben ser sustituidos por estos técnicos egresados de los Conalep,
Tecnológicos y a últimas fechas, de las Universidades Tecnológicas ( ¿?)
Ellos serán también los encargados de realizar los controles de producción y de
calidad bajo la supervisión ya mencionada de los ingenieros de planta.
Resumiendo:
El ingeniero químico (el chemical engineer anglosajón; el ingénieur du génie chimique
francés) del presente y de un futuro próximo no es más ni el hombre del laboratorio, ni el
hombre del taller o la sala de máquinas. Es, sobre todo, el hombre del desarrollo y la plani-
ficación industrial, el hombre de la optimización de los procedimientos, el técnico que
necesita de la ciencia para mejorar su propia técnica, el utilizador eficaz de los recursos
físicos, económicos y humanos de la industria química.
Así puede decirse que el ingeniero químico no es ni un tecnólogo, ni un científico, sino
un tecno-científico. Conjunción armoniosa de tecnología para el desarrollo de los
procedimientos de la industria química y la optimización de la producción y de ciencia para
la investigación de herramientas físico-matemáticas más perfectas para esa labor de
desarrollo.

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